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STRAFFACE - La Novelita Triste de Osvaldo Lamborghini - Web
STRAFFACE - La Novelita Triste de Osvaldo Lamborghini - Web
LA NOVELITA TRISTE DE
OSVALDO LAMBORGHINI
milena caserola
ce.indd 1 13/09/13
Ningún derecho reservado. Justificación
Alentamos la reproducción total o parcial de esta obra,
mediante cualquier medio.
PIRATEÁ Y DIFUNDÍ.
1
Coordinación general del proyecto
Ana Ojeda / Nicolás Correa / Marcos Almada
. De los textos que Osvaldo Lam-
exposiciondelaactual@gmail.com borghini menciona en su corres-
pondencia y no han sido encon-
Curadora del volumen:
Ana Ojeda trados (“Apodo ajeno”, “Falanges”,
“Poema es forma de desgracia pasaje-
Coordinación gráfica
Laura Ojeda Bär ra”, “La hija de Hartz”, “En el cantón
laura.ojeda.bar@gmail.com de Uri” y La novelita triste), sólo el últi-
laura-o.tumblr.com
mo se encontraría realmente extravia-
Producción do. Los otros, o bien no se escribieron
Matías Reck nunca y se trató de meros proyectos, o
losreck@hotmail.com
bien se integraron a obras mayores que
hoy conocemos con otros títulos (“La
www.exposiciondelaac- hija de Hartz”, por ejemplo, se habría
tual.blogspot.com incluido en “Die Verneinung”; “En el
3
4 5
6 7
A
menos de doscientos metros te-
diosos de esta rueca donde la
hermana de Rimbaud teje pa-
ciente mientras fuma y relojea los la-
tidos retrasados de su herencia, de su
alma mater, de la materia –fecal– de mi
delirio (en una de ésas, ésta es la vez,
y si no lo es, ésa es la espera), la mar se
acerca y se retira de la costa en un vai-
vén de manicomio (Kinbote y su chon-
go en lancha, ya veremos), se acerca y
se retira como quien hace un chiste de
cuartel, se apresta a la partida, se carga
de proyectos. Como Perón en su pron-
tuario, con el pulgar al pie entintado del
decreto por el que declaró monumento
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pago. Yo, que no tengo la culpa de que ¡Ay si ese cierre interminable no fuera
el “asesor” del general Savio se incli- una patraña –se ensoñaba el “asesor”–,
nara para mirar la bosta que sembra- si ese cierre incivil no constituyera una
ba los campos de la Patria o para tirar hipertrofiada perversión de la indus-
del cierre que abría, contra el cielo azul tria textil (Pionera con Perón, Pilar de
del overol, el pecho del mensual que la Nación y Abrigo de la Patria), si toda
lo iba a hacer flamear –bandera– para su ilusión alguna vez se hiciera cierta
siempre. Como la victoria –siempre–, –deliraba–, si todo ese cierre –overol–
como la crema tersa que lo entalcaba fuera bragueta!
antes de tirar, como quien iza el palur- Fue ese destino de culastro el que
do pabellón en el patio de la escuela, a mí mismo sin comerla-la (lamenta-
de esa crema (yerta), de esa cremalle- blemente) ni beberla-la (lamentable-
ra interminable, overol, una prenda. mente) me incrustó una muerte joven
Una prenda que instalaba en el talante y bilingüe: ¿over o. l.? Pronto (no se
soñador de mi padre la disuasión de impacienten, muchachos) me probaré
todo verosímil y, sobre todo –sobreto- los mamelucos (en cualquier momen-
do, gabán o vestidito de felpa–, la di- to, muchachos) de esa sigla, total (over
suasión de todo límite. ol: ¿o. l. acabado? ¿sobra o. l.?). Total,
Le temblaban las carnes. Le tembla- los que escriben (la Dirección de Fabri-
ban y de qué manera. Hacía temblar al caciones Militares me ha concedido,
mercado, provocaba: provocaba alzas merced a la intersección del “asesor”,
en los precios alazanes de la hacienda. la gracia de permitirme que elija la
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dre estamos en condiciones de afirmar él –un puto raso– esa atorranta de coto-
que, lamentablemente, no se ha ha- rro diplomático (no le daba para tanto).
llado a los culpables. Ni de su pobre Apenas si se “identificaba” –nada tan
vida. Ni de su muerte escasa (dos ve- cierto ni menos amargo– con ella, era
ces morir era lo mínimo –de mimo y de su fanática hasta la desfloración desca-
mino– que se merecía). Otra negligen- bellada, pero nada más –nada más que
cia lamentable de mi espada, de la que su pito de sirena. Mi padre, no yo, mi
mi cabaretera pluma no se va a hacer padre –el “asesor”– le contaba a sus ca-
cargo. Sin embargo (y para rimar: no maradas de Cinzano con soda que era
obstante), los que escriben novelas sa- él la que en las noches endiabladas de
ben desde la primera idea que no se les luna cenicienta se largaba para el Cen-
ocurre que lo de princeps –fórceps– an- tro (las vecinas –relataba– lo despe-
tes que dilema de escritor (ya llega la dían con vítores y escupitajos desde el
rima, a no impacientarse) es un frenesí umbral de sus batones, la coherencia:
de parturienta (lo hubieran pensado la coherencia no era la flor de nuestro
antes).2 barrio) convertida en esa loba.
Volviendo a lo que estábamos vien- Pero ninguno le creía. Nora Perón:
do. Mi padre se llamaba, aunque, en ¿los tomaba por idiotas? Cualquiera
realidad, se hacía –encima: de la bom- sabía –y si no sabía lo inventaba– que
bacha militar– llamar Nora Perón, con “Nora Perón” era el nombre de gue-
lo cual el doblez era cuádruple: no era rra que usaba en las noches bravas un
político justicialista (tenía un segundo
2. ¿Vieron? Si cumplo, prometo.
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alias –Porota– reservado para los más se nos crea–, aun en su almanaque del
íntimos) que, no conforme con llevar descenso, aun en la claqué de su ago-
una triple vida (padre que da conse- nía, cumplía, decían los muchachos
jos, funcionario corrupto y “Porota”), de la barra brava pastoral (Perón te-
se decía pariente directo –y dilecto: nía conflictos con la Iglesia), cada año
juraba que corrían por sus venas ese de su próstata y Evita, coreaban en el
semen y ese sino– del General. Pero playón de la parroquia (las Juventudes
con el nombre de Nora (perdón: con Católicas se la habían jurado), trataba
el nombre de Perón) no se debe jugar, de evitarlo, ja, de impedirlo, je, trataba
ni siquiera al doctor (pedimos otra vez de que se la emporongara el edecán.
disculpas, pero el peruca –y no “el pe- Pero por suerte, a mi vez, mi padre no
luca”, como dicen los contreras– del fue –ni asimismo ni también– simul-
asunto era abogado, o médico, o las táneamente mi marido. Ni lo es: por-
dos cosas a la vez, por eso la confu- que no sé por qué motivo, no sé por
sión: rogamos que no nos echen, por qué razón no sele no, nolo –ol– no lo
lo menos esta noche, el último pol- sé: no se le paraba sé (y ésa es la razón
vo –perdón, perdón, perdón otra vez, de mi vida de puto), no se le paraba ni
pagamos, si se acepta, con una copla: para mear al cielo. Un día –9 de marzo
¡Perdón, Perón! ¡Perdón, Perón!–, que no de 1947– Evita lo mandó a llamar. Un
nos echen, queríamos decir, del Movi- día –el edecán había dado parte de en-
miento). El General Perón, queríamos fermo– Evita lo mandó llamar y él, el
decir –y ahora debemos implorar que cobarde, se escondió en un baño. Pero
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no, nada que ver con el tema. El tema insta, mal o bien, a que pro… (meta y
es, ahora (más tarde habrá, supongo, saque, vaya y ponga) siga, que siegue
otras hogueras), el cáncer –nada de el pozo de su intriga. Prosigo entonces
pulmón–, el cáncer de culo de Perón en mi tongo, en el albor del orto donde
(se lo diagnosticó Archie Moore mien- nunca se ponía el sol, el culo lívido de
tras lo matraqueaba en la esquina de la Carlos V, el ano no ya, no encendido
amariconada casa rosa: “Tu amor es un (Rulfo me leía arrebujado en su di-
tumor”, le dijo3 el boxeador). Excepto ván) de su hijo muy amado (demasiado
eso, no hay nada que ver ni nada que amado, tal vez). A Felipe II (y no Felipe
se tema (excepto la verga larga como segundón, como le gargajeaban las jeri-
la otra b del pugilístico negro) ni nada gonzas de taberna) le decían, además
que ver con el tema. Habría –prosigo–, de cualquier otra cosa, el Rey Sor (eran
habría o lo hubo tal vez, antes del par- las monjas el jamón de su fideo) y a su
tir, un almuerzo en familia, un liviano hija, que el latín de lupanar –¿la phija
ni comer la a ni beber la b, como el cla- sería una errata?– confundía, por sino-
rear de un vino con soda que se toma nimia, con el miembro de su padre (es
como lo que es: Isabelle, mi hermana, decir: se creía, en lengua vulgar, que,
no necesita que escriba mal o bien para por las dudas, lo chupaba también),
amarme (que parta hacia el África, en la, precisamente, Phija de la Pija, errata
cambio, es una condición que no se que, como se dijo (¿o se calló?), man-
muestra dispuesta a resignar) pero me dó a galeras a centenares de tipógrafos
de la Imprenta Real y encadenó a otros
3. A Perón, no a Joyce.
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tropa en general. Este pobre no la pa- mí. Mi madre y mi hermana están en-
saba tan bien, no daba abasto y tarde cantadas, más contentas que la mierda
o temprano, para salvar la ropa, tenía –se les nota en la mirada– y mi sobrina
que ponerle el orto al resto (al resto: de ya: ya pinta para yegua pinta, la tobia-
la tropa). Tal su destino sudamericano: na. Mi phija, en cambio, no llega a co-
partir chongo y volver culastro. Pero jerme. Pero si yo fuera Archie Moore,
Kinbote, en cambio. Kinbote, el “sa- si la tuviera así de larga, me la podría
vio” empedernido, enloquece solo en (y, en tal caso, me la pondría A) chu-
la –traducida– novela de un nabo: ¿Oh, par por lo menos. En cambio así, paja
Shade, sombrío poeta, has abusado de y paja. En el ojo del amor. Eso sí que
tu ph…? puedo. Apunto y me encinto con la le-
Nuestro horno no está, no se en- che tibia en la pupila. Caliente como
cuentra en condiciones de soportar ni las chiquillas que se reportaban con la
los más rudimentarios bollos (¿Archie “Jamón del Diablo”, la Priora. Calien-
Moore otra vez? ¿Existió –por decreto tes como mis pupilas cuando creo ver,
promulgado– el cargo de Amante Iti- allá, del otro lado del mar, sus pajitas
nerante –todos los gastos pagos– del de muchacha. Tiemblan las paredes
Primer Mandatario?) de la lingüística del cerebro de solo pensar que alguien
y sin embargo. Sin embargo nos dete- vio, que alguien tal vez está viendo
nemos ahí porque seguimos en fami- mesmamente ahora (todas las habita-
lia. El micro ha partido sin mi phija ciones de las niñas tienen hendijas pa-
que, pegada a mis pelotas, se abusa de norámicas, tecnoteología sadodigital,
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para algunos –nasa– la vida sí que es en dialecto del lugar le hiciera el honor
bella), en este mismo momento –¡Oh, de trasladarme a su hacienda en cali-
Teresa! ¡Oh, Madre Enjuta!–, las pajitas dad de huésped oficial. Otra vez como
de esas (renunciar a la rima habiéndola peludo de cordel, otra vez mi barba
entrevisto es la marca de los grandes) como regalo lampiño. Otra vez mi sola
enviciadas, de esas libertinas, de esas lengua –enconchada y materna– dela-
que se meten al convento para diplo- taba mi falta hasta el calambre: yo no
marse de reverendas (lo siento, no se hablaba ni siquiera el francés ni tam-
aguanta más), de reverendas putas. poco –cada una– ninguna de las otras
Arturo Carrera Bromberg, El Hom- lenguas imperiales que se hablan (a
bre que Vio Cantar a la Partera, impi- cuatro manos y hasta por el orto: toda-
dió que me quedara en su pueblo coro- vía se usa uno solo) en Pringlés.
nel aduciendo que era mi salud –¿o era, Pero no fue sin embargo la castilla, ni
matrimonio, la de él?– la que andaba mis balbuceos de sirvienta, ni mi ser-
de juerga. Estábamos en la estación de bio cocoliche guaranítico sino mi man-
ómnibus desde donde yo partiría para sa taquicardia, en el sentido pésame de
arribar a ésta (aunque prefería –pero yo morgue judicial, el argumento mari-
siempre prefiero– quedarme en y con la macho al que apeló el poeta (Aplausos)
otra) cuando se acercó un circunvecino para oponerse a mi quedo, a mi queri-
de apellido bufarrón pero buen talante da presencia en ese pueblo milicoide.
(Alejandro Carrafán, un nombre que Y como a pesar de sus requiebros la
era como un pedo y su eco) y me rogó cosa se le ponía más que oscura –Ca-
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E
No, no se duerme en los laureles, no
n efecto, a la Yiya Peletieri, mu-
logra conciliar el sueño el héroe sin-
jer de Ongaro por nupcias de
dical de esta novela. Nunca logrará
otro tiempo, los secuestradores,
reunir los necesarios dineros del se-
mientras esperaban el pago del res-
cuestro. Mala apuesta la honesta ho-
cate, le estaban haciendo cargar tanta
nestidad, cavila ahora. Por jugarle to-
carne –de exportación– por la popa
das las fichas a la leche ramplona de la
que era una barbaridad, una locura
verdad palurda no tiene los indispen-
era y era: un contento. El líder sindical,
sables tintineantes y la Yiya ya. La Yiya
entre tanto, lejos de reunir los dineros
ya no tiene doble agujero. Como antes.
del rescate día por medio publicaba so-
licitadas de medio –pelo– en todos los
medios (al pedo: no las leían ni siquie-
ra los afiliados de su gremio) y la Rama
Femenina de los Gráficos, con el clíto-
ris como asta y un corpiño de bandera,
hacía huelga de concha frente a la Casa
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de Gobierno (no se iban a dejar gar- muertas, este dato no se adjunta) por
char, juraban las manifestantes, hasta la concha (of course, había que apun-
que la Yiya Peletieri fuera liberada). tarle a su perra reivindicación, a sus
Pero estaba, precisamente, el Gobier- emputecidos idearios, a su clitórica y
no. El Gobierno muy cómodamente antifreudiana bandera), por el culo (se
instalado en la Rosada. Y el Gobierno la iban a perder) y hasta por los aguje-
no dudaba (lujos del poder), el Gobier- ros de la nariz: algunos muchachos de
no no se dormía en cabildeos y además, la Guardia de Infantería tienen el pene
además: además no se comía los mocos del grosor de un fetuccini, lo cual, como
–por lo menos no todos– el Gobierno. Y se sabe, ha dado lugar a investigaciones
necesitaba la Plaza de Mayo para otros científicas (pennis puerilis) y a decires
carnavales. Se vino entonces la brava, populares (Tirar el fideo…).
la peluda: Guardia de Infantería con
Bomberos Voluntarios como personal
de apoyo, represión indiscriminada, Repercusiones de la masacre
cientos de muertas, loco peronismo,
Ongaro y el Sindicato: meta y ponga
festival. Como por burla (o para hacer
con las solicitadas. El Pueblo en general:
Historia), varias de las huelguistas que
que se jodan, lo hubieran pensado an-
prometían no dejarse garchar hasta que
tes. Psicólogos de la televisión: la Guar-
la Yiya liberada fuera fueron –la gramá-
dia de Infantería es, en el fondo, infantil,
tica es así: reiterativa e inapelable– vio-
es una guardería. Violaron las reglas
ladas varias veces (antes o después de
como niños (ignoraban que algunas de
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las manifestantes estaban con la regla, Sólo confío en Dios Nuestro Señor y en
también llamada –en todos los diarios– el Ministerio de Trabajo, hoy en manos (y
hasta las bolas) de un tupido burócrata.
“el período”). Tiempo al tiempo.
La Yiya Peletieri, mientras tanto, ¡liberación o cualquier cosa!
abrazada al derrape sexual de su codi- En realidad la Yiya no se encontarba
cia (ya negociaba con los secuestrado- –Estocolmo– a disgusto en su injusto
res quedarse con una parte del rescate) cautiverio, al contrario. Noviando con el
se entregaba de pies, manos y bomba- Pata Charlone, líder supremo, manda-
cha al Síndrome de Estocolmo (estaba más y Comandante en Jefe de la banda,
prácticamente de novia con el jefe de la arreglada su parte (15%) en los dineros
banda). Y se dio el gusto (a nadie se le del rescate, le dio un antojo: ¿y si le en-
niega en la Argentina) de publicar (en traba a la cosa de escribir sus memorias?
todos los diarios, los secuestradores lo ¿Por qué no? Si cualquier chitrulo decía
arreglaron desde la clandestinidad) su tener recuerdos. Hasta podía pedir una
propia solicitada: beca. ¿Por qué no? Si cualquier orangu-
Me están cojiendo como locos. tán –le constaba– se hacía de subsidios,
Ya no puedo más. prebendas y cometas con la excusa de
escribir cincuenta páginas de boludeces
Mientras tanto mi marido (¿es cornudo
que, además, al final –y ni siquiera– es-
o se hace?), elSindicato (tragaleche por
enfermedad profesional) y todo el puto
cribía. ¡Dale que va! ¡A las memorias se
Movimiento Obrero se gastan la plata del ha dicho! ¡Pediría una flor de beca y que
rescate en Solicitada tras Solicitada. los otros se jodieran!
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Ya devenía escritora la Yiya Peletie- Pero la Yiya no estaba para estos de-
ri. Ya acariciaba, además de los hueros vaneos. Se había propuesto escribir sus
recovecos de las bolas –huevos, metá- memorias y las iba a escribir aun antes
fora– del Pata Charlone, la posibilidad de que se le tramitara la beca y aun a
de obtener un fellow-fellatio y ponerle costa de mantener la concha seca y el
manos a la obra. La obra. Borges. Bioy. culo bien plantado arriba de la silla,
La Obra. La Obra, la mar en coche y al menos un rato todos los días. Tenía
la leche cuajada. Borges/ Bioy (pareja) leído en los suplementos dominicales
escribieron el famoso folleto La Marto- de los diarios que los escritores buenos
na. ¿Por qué motivo? Dos y sólo dos escriben de mañana, de manera tal que
explicaciones nos vienen, castas, a la habló con el Pata Charlone (totalmente
mente. Primera: trabajaban, en silencio criminal pero novio enamorado al fin
y clandestinos, de obreros gráficos. Sa- y al cabo) y le arrancó dos concesiones.
turnistas y esmerados. Trabajaban de La primera: que le despejaran una de
obreros gráficos para entender la otra las piezas que tenían reservadas para
parte de los libros, para verlos desde mantener a otra gente secuestrada y
otra perspectiva (y para tomarse toda allí le instalaran escritorio a todo lujo,
la leche que el cuerpo les pidiera). Se- máquina de escribir de última genera-
gunda (ya implícita en la primera):
pensarse en una utópica, quimérica igualdad ex-
eran uno más puto que el otro.4 presada en fórmulas –de compromiso– del tipo:
Eran uno tan puto como el otro, Eran igualmente
4. Aunque esto siempre –siempre– sucede. Siem putos, En lo de putos empataban, No se sacaban dife-
pre uno es más puto que el otro. ¿O acaso puede rencia, Definían por penales, etc.?
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ñeros, lo reconozco. Pero no dicen toda de repente, pone cara de chupamedias]. An-
la verdad, y como sabe hasta el ciruja tes de responderles a los contreras del
que trabaja de basurero en el Comité Sindicato debo hacer un alto para agra-
Central del Sindicato, como no ignora decerle al señor profesor González, que
hasta el último cagatintas del Minis- dirige (¡A Perón le cortaron las manos,
terio de Trabajo, ¡no hay peor mentira compañeros! ¡No se conformaron!, no,
que una verdad mal contada! claro, qué se iban a conformar, ¡no se
Aplausos. conformaron con los huevos!), el señor
Sí, compañeros. Lo que no cuentan profesor González, decía, que preside
estos sinvergüenzas de la oposición en y regentea esta nacional y populosa Bi-
el gremio es que la pobre Yiya padece blioteca, haberme concedido la oportu-
una enfermedad congénita e incurable nidad de dirigirles la palabra en medio
(fiebre uterina en el culo). Yo lo supe de estos santos muros, rodeado de tan-
de entrada, ni bien la conocí. ¡Pero tos libros y fantasmas eruditos.
igual me casé con ella, compañeros! Aplausos.
Aplausos, bombos, matracas. Sí, compañeros, aplaudan tranquilos
Gracias, gracias, compañeros [Ongaro que la ocasión viene pintada. Porque
hace gestos con las manos y con la cara]. la circunstancia [Aplausos] de que un
Gracias, gracias [Ongaro hace un visaje a trabajador pueda acceder nada menos
los de seguridad para que se encarguen de que a la ¡Biblioteca Nacional! [Aplausos]
uno que aturde demasiado con el bombo]. para dirigirle la palabra [Bombos; mira-
Gracias, gracias, compañeros [Ongaro, da de reproche de Ongaro a los de seguri-
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dad] a sus propios compañeros, aun en cia [Aplausos] me dio ganas de leerles
un momento tan difícil (mi señora está [Ongaro se calza gafas] un breve pasaje
secuestrada, no sé si se acuerdan), en [Ongaro busca en el libro] de este autor,
un momento tan aciago (los de la opo- que se llama Pablo Ramos.
sición dicen que se la están cojiendo a Estallido en las barras: ¡Co-lo-rado! ¡Co-
lo loco; la pobre Yiya, incluso, lo admi- lo-ra-do!
tió en una solicitada), esa circunstancia No, compañeros [Ongaro se quita las
[Aplausos], esa circunstancia [bombos, gafas y sonríe, condescendiente]. Con
matracas] de que un trabajador pueda el camarada Abelardo Ramos hemos
acceder a la cultura… ¡no tiene precio! acordado y disentido, hemos tomado
Aplausos. Vítores. Carnaval carioca. distintos caminos que, sin embargo
Gracias, gracias, compañeros [Onga- [Aplausos], conducían siempre a la fe-
ro hace gesto de que la corten]. Gracias. licidad del pueblo [Bombos]. Pero este
Gracias. Fijensé, compañeros, que coso se llama Pablo Ramos. Para ser
justo ayer yo estaba leyendo un libro franco, no sé si son parientes, pero la
[Ongaro saca un libro del bolsillo del saco] circunstancia [Aplausos] de que ustedes
que me hizo acordar del esfuerzo de lo confundieran con Abelardo el Colo-
mis padres, de mis abuelos, de mis rado me hace pensar que no es casual
bisabuelos inclusive [Aplausos] para que ese mismo apellido natural ande
que yo me hiciera trabajador pero que siempre meta y ponga por la Libe, por
a la vez le metiera mano, de tanto en la Libe. ¡Por la Liberación Nacional!
tanto, a la cultura. Y esta circunstan- Esta última rima gusta mucho y Ongaro
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se deja vivar durante quince minutos segui- malvones y de helechos. Mi abuelo hacía todo
solo o con la ayuda de algún albañil, y el sa-
dos, hasta que se aburre, hace un gesto a los crificio, lejos de ser una carga, lo llenaba de
de seguridad y se vuelve a calzar las gafas. alegría: no importaba cuánto, le daba el cuero
Si a ustedes no les parece mal [Algo para volver a pie del trabajo y ahorrarse los 10
amoscado, Ongaro todavía regurgita la centavos del tranvía para que Juan y Ángel
fueran a la calesita.
rima anterior, tan celebrada], si a ustedes
no le parece mal, compañeros, les leo Aplausos. Vítores.
lo que pensaba leerles de este tal Pablo ¡La calesita, compañeros! [Ongaro se
Ramos. Fijensé, compañeros, que este quita las gafas con gesto de indignación].
libro me hizo acordar de mi abuelo, ¡La calesita le están haciendo a la po-
que se cansó de pedir fiado en el bur- bre Yiya, mi señora! Parece que le ha-
del hasta que juntó la plata necesaria cen ronda, compañeros, para vejarla
para comprarme mi primer balero. Fi- entre todos y por todos lados. ¡Y los
jensé, che, fijensé qué lindo escribe este contreras del gremio, en lugar de dar
paisano. una mano, todavía tienen el tupé de
Barras: ¡Co-lo-rado! ¡Co-lo-ra-do! mofarse! ¡Mañana les contesto en los
Chito, chito. No se vayan por las ra- diarios, ya van a ver! ¡Mis solicitadas
mas, compañeros. Chito que les leo a me las escribe Pablo Ramos!
Pablo Ramos.
Silencio de misa. Lectura de Ongaro:
La casilla comenzó a rodearse de cemento.
Se hicieron losas, una terraza, dos habitacio-
nes y hasta se soñó con un balcón repleto de
50 51
R
La Yiya Peletieri, venida de provin-
aymundo Ongaro había conoci-
cias cuando joven, dobló la curva de
do a quien sería su primera –y,
los veinte en una peluquería emplaza-
a la postre, única– esposa en
da en una zona brava de San Cristóbal.
un baile de disfraces organizado por
Peinadora de salón de buena puntería
el Comité Confederal de la CGT para
y, sobre todo, de mucho palique para
conmemorar cualquier cosa, recaudar
charlarle a las clientas, manicureaba
fondos y, sobre todo, conseguirle no-
a varios tauras del barrio que, de tan-
via a él que, de tanto militar, andaba
to en tanto, propina de por medio, le
más necesitado de cajeta que huérfano
metían alguna mano liviana abajo de
de teta o monaguillo de cura (de cura
la pollera. Pupi Cariñela, dueño de la
proxeneta).
peluquería y puto de toda la vida, no
En efecto, a Ongaro le costaba la cosa
le reprochaba estos deslices y en su
con las mujeres, ni siquiera las putas lo
fuero interno la envidiaba hasta las lá-
querían atender: a pesar de que igno-
grimas (además, con las propinas ma-
raban con erratas su orgullosa militan-
nicuras se ahorraba darle a la Yiya uno
cia en el gremio gráfico, lo considera-
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54 55
–reencarnación– yo también voy a te- a pasar”, dicen. No, claro, a ellas no les
ner busto”), tendría lugar el celebrado va a pasar. Al niño marinero le va a pa-
baile magno del Confederal. Ongaro sar. Un portaaviones por el culo.
concurrió disfrazado de patrón (bas- Hay casos que trepanan el cráneo.
tón, galera, monóculo, habano y cara Nosotros mismos hemos presenciado
de turro) y Yiya Peletieri, disfrazada en el corso de Flores singular episodio.
de puta (más o menos como se vestía Miraba la madre imprudente el desfilar
todos los días para cumplir sus funcio- de las carrozas con el niño marinero –
nes peluqueras). Pupi, de marinerito. punta en blanco y culito bombón– to-
¿Sabrán las madres que salen con sus mado de su mano. Risas, diversión,
niños de comparsa que todas las teo- sano esparcimiento (y excelente rela-
rías sobre la infancia coinciden en que ción madre-hijo, además). Hasta un po-
disfrazar a los niños de marineros no mito muy mono le había comprado la
se debe porque se vuelven indefectible- madre al pibe que, tal vez para compe-
mente putos? Salvo que se hagan mari- netrarse más con su papelito marinero,
neros, en cuyo caso igual van a salir pu- se sentía como pez en el agua rociando
tos pero ahí el disfraz no tiene la culpa. con chorritos –aspersión– a los mur-
Pero disfrazar a un niño de marinerito guistas que por la rivadaviana avenida
y llevarlo al corso, francamente, en fin, desfilaban. Hasta que acertó a pasar
es… Es como querer tocarle el culo al una comparsa que a la madre le pare-
destino. Pero insisten, no hay caso, tiran ció particularmente colorida. Las chicas
dados, creen en el azar. “A mí no me va que danzaban semidesnudas, le decía a
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otra madre con la que acababa de hacer mo, colaboraba con la operación: lo
migas –y, quizás, trabar una amistad agarraron más fácil que a un yudoka)
para toda la vida– en el corso y que se y se perdió en las profundidades de la
mostraba, por lo pronto, más prudente furgoneta robada.
(su niño iba disfrazado de policía), le ¿Será necesario describir el horror,
parecían las más bellas de cuantas ha- horror tardío (lo hubiera pensado an-
bían desfilado hasta el momento. tes), de esta madre pusilánime? ¿De-
La madre y el niño disfrutaban des- bemos puntualizar que en la furgone-
de la vereda. La colorida comparsa, ta recién choreada se desplazaba una
montada sobre una furgoneta recién pandilla de travestis que, una vez que
choreada, avanzaba junto al cordón. el marinerito estuvo a bordo, desertó
Y en el momento en que la madre (to- del corso con rumbo desconocido?
das las teorías sobre la infancia coinci- El niño fue devuelto a su madre mu-
den en que las madres son boludas o chas horas después en una comisaría
lesbianas) tuvo a la colorida compar- de la zona. Estaba desnudo pero de
sa frente a sí, no resistió la tentación buen semblante. Al verlo desnudo en
de aplaudir. Fatal. Fatal porque para lo primero que pensó la pobre mujer
aplaudir tuvo que soltar la mano del fue en el trajecito marinero (era alqui-
niño marinero, que seguía con su po- lado) pero enseguida se recompuso y
mito, niño que ipso facto fue alzado en preguntó al oficial de guardia cómo es-
vilo (el trajecito marinero, con sus vo- taba el pequeño. “¿Y qué quiere, doña,
laditos y su manga ranglan, para col- cómo quiere que esté? Recontracoji-
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le con las bolas bien puestas firme la su carencia hacia la lucha, babeaba las
mirada al Comité Confederal. Incluso banderas con su labia convencida y su
acá, en Mar del Plata, perla del Atlánti- bien plantada moral (revolucionaria).
co y alfiler de corbata de cuanto turista En cambio Ongaro… Para colmo en
se calce las ojotas y se ponga la malla, una fiesta de disfraces. Para colmo dis-
hay sindicalistas de pelo en pecho. El frazado de patrón…
Sindicato de Bañeros, por ejemplo. Se Mucho más sincera –y además, enci-
mandan unas huelgas que ¡mamma ma: encima estaba buena–, mucho más
mia! Todos los días se ahoga algún gil sincera la Yiya –peluquera por las tar-
alfonsinista. A lo Alfonsina. Yo por eso des y recontraputa todo el santo día–
no voy a la playa. Me mantengo reclui- que concurrió a la fiesta disfrazada de
do en la celda familiar y le doy leña y sí misma. Apenas si acortose un poco
fogoneo a mis cuadernos y además. la pollera, apenas. Apenas se afiló de
Además envejezco sin descuento, to- apuro las turbias pestañas y sobre las
das las noches, cuando el día que ter- mejillas se echó un balde de rubor, un
mina ha dejado demasiado poco y sin balde –en ese rubro– irrespirable.
embargo –¿será posible?–, sin embargo De balde. De balde disfrazarse de
igual se va. Sebas, Sebas: ¡ese sí que era puta porque eso de ser puta se lleva en
un personaje! “Bicicleta con Suerte”, en el alma. Si lo sabría el pobre Cariñela
cambio, no da ni para extra. El lúcido, que, siempre de marinerito, se conver-
el lúbrico Sebastián tampoco garcha- saba a un guardaespaldas del Sindicato
ba, es cierto. Pero al menos derrapaba de Fideeros. Impúdico pero estratégico,
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Pupi, vaya a saberse por qué, le apun- de malevo, se acercó a la pareja que ya
taba –intuición femenina– a ese gremio. danzaba (la Yiya, para variar, no supo
La orquesta arrancó con música mo- negarse) en el centro de la pista. Muy
vida y Ongaro –siempre de patrón–, compenetrado en su papel, se llevó un
haciendo caso omiso de la media do- dedo al ala del chambergo a modo de
cena de chirusas que el Confederal saludo taura, y pronunciando de a una
tenía contratadas para que se pusiera todas las palabras, se dirigió a Ongaro
de novio, fuera feliz y de una buena, y le habló muy crudo:
de una vez, la embocara (la leche se le –Tenga mano, tallador. Sofrene el
estaba subiendo a la cabeza y el Mo- potro, compañero La Martona, que esa
vimiento Obrero lo necesitaba despe- prenda tiene dueño: un servidor…
jado), Ongaro, desoyendo los consejos Sagastugue llevó la mano al sobaco y
de los suyos (“No se pierda, Ongaro: peló un acero. Pero Ongaro se le plan-
es la mujer de un compañero”), pasán- tó. ¿La Martona? No sólo lo insultaba a
dose por los huevos el Decálogo del él, pensó. ¡Le faltaba el respeto a todo
Gremialista Enamorado, cagándose el gremio! Y a pesar de que el Lacio ya
soberanamente, incluso, en su propia manejaba el facón con más garbo que
conciencia militante (lo hubieran pen- un espadachín, “Bicicleta con Suerte”
sado antes, parecía querer decirles a lo quiso pelear a mano limpia.
los organizadores del evento), sacó a Afortunadamente, el Secretario Ge-
bailar a la Yiya. neral del Sindicato de Vendedores de
Pero el Lacio Sagastugue, disfrazado Confites y Afines, en su carácter de
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E
Dos tiros en el pecho con orificio de
l Marqués de Sebregondi, an-
entrada y salida y uno de gracia en la
clado en Buenos Aires por pro-
cabeza por las dudas. El Lacio quedó
blemas de remesas y amenazas
tirado –nunca se supo quién fue– en la
calabresas, guarecido en una argentina
puerta del subsidiado Salón de Fiestas
pensión de la calle Leandro Alem, ape-
y Asambleas del Sindicato Confitero.
nas asomaba el morro. La mafia cala-
Lo velaron –cajón cerrado– en la cgt.
bresa, la más tremenda y criminal de
toda la península, le había remitido al-
gún dinero destinado a la farmacopea
nacional (pastillitas para enloquecer
de todos los colores, barata industria
argentina, sustitución de importa-
ciones), lo cual a Sebre no le parecía
nada mal: hacía una diferencia y no
abrigaba. No abrigaba objeciones de
conciencia abrigado en su gabán. Pero,
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ultramar, bufarras rasos de la zona, so- de, quince años apenas desvirgados,
plones, pasadores, travestis con som- una flor), un día Roca lo citó a entre-
bra de barba y abogaduchos after hours vista nacional (a la mujer de Wilde la
(el Escribano Borracho presidía una tenía, en bolas, acurrucaba en la parte
mesa muy nutrida) se dejaban estar en de no ver de su argentino escritorio),
el local como si el tiempo –que ya les Roca. Roca lo citó al turquito a política
había cobrado todo lo que cobrarles se entrevista y no bien lo divisó entrar, lo
pudiera a esas piltrafas– pasara sola- saludó con afabilidad:
mente por afuera llevado por el viento –Pase, pase, Lena, póngase cómoda.
indiferente, Leandro Alem, una calle. (La esposita de Wilde –una niña– le
Un turco que se suicidó por una letra. chupaba la pija mientras tanto en el es-
Leandro Nicéforo Alén… tilo “Campaña del Desierto”, muchos
Alén. Alén, en las noches bravas años después llamado por algunos –
de derrape y anagrama, respondía ignoramos con qué pertinencia– “Po-
al nombre de “Lena” y mientras de ronga del Desierto” o, también, “Tus
día –Alén, turquito inclaudicable– le Memorias las voy a revisar yo, papito,
metía a las denuncias, por las noches y de estas mamadas no se va a enterar
–“Lena”–, se la chupaba a cualquiera, nadie, excepto: excepto mi marido”.)
incluso: incluso a los enemigos de la –Pasé, Lena –invitó Roca–, póngase
Causa. Pero la verdad se supo (Roca cómoda, póngase todo lo cómoda que
y sus muchachos lo espiaban). Un día quiera. Yo, total –Wilde’s wife, sótano
(Roca se garchaba a la esposa de Wil- del escritorio–, no tengo apuro.
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P
con paciencia, sin precipitarse –parecía
ero volvamos. Volvamos a la
una señora mirando vidrieras– y al fin
Argentina Federal. Volvamos a
se decidió por uno al que le hurgó con-
esa Argentina que, perra, repre-
cienzudamente las nalgas al tiempo
sentativa y democrática, campea en el
que con un solo gesto señaló el billete
Urraca:
de cien dólares que esperaba, crujien-
–La literatura, Cariñela, es cosa del
te en virtud del enrollado y el alisado
pasado –gargajea Sebregondi en la ba-
posterior, tenso como si presintiera
rra del bar–. La literatura, entendámo-
que estaba a punto de cambiar de due-
nos de entrada, mi querido, es un pre-
ño, vaso el bajo de fernet.
so al que le cargan todos los hechos.
–¡Oh, señor! –el impúber ya tembla-
¿Decís que el boyerito te escribió una
ba de codicia–. ¿Todo para mí?
carta? No le contestes, peluquín, segu-
–Todo, sí, para vos–Sebregondi seña-
ro que te quiere sacar más plata.
ló a otros tres pebetes–, para vos –esa
Sebregondi. Quinto fernet. Gargajo.
noche se sentía magnánimo el Mar-
Narigueta.
qués– y tus tres amiguitos.
–Yo también me amancebé un putito,
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Cariñela. Un putito que tenía el mate sus encantos por el bar les metían mano
lleno, para no hablar del orto, que tenía sin freno ni asco. El Anguila Peralta –
el mate lleno de ilusorias ficciones. Es- también llamado, por los suyos, en
cribía versitos el infeliz. Yo lo trabajaba suma confianza, “Cacho de Carne”– no
con un bravo cinturón de cuero y ta- ocultaba su preocupación:
chas-fierro. Verga, cinturonazo. Verga, –Fíjese que éstos –zarandeó al pibito
cinturonazo. Verga, cinturonazo. Cada que tenía sentado en las rodillas–, és-
tanto, un sopapo –estratégico– en la tos por lo menos se dejan ensartar por
nuca. Masoquista el pibe, como se dice un billete, se ganan la plata. Pero hay
ahora. Además de recontraputo, lógico. otros…
Y cuando yo hacía un alto para clavar- No pudo terminar la frase, la indig-
me algún fernet, el mocoso agarraba la nación le desfiguraba la cara.
birome y le daba al escribir. A escribir Pancho Berlanga, taxista por necesi-
sus versitos maricones. La pucha que dad y muerdenuca convencido, quiso
trae lecciones el tiempo. El tiempo. Con dar opinión:
sus desalojos y mudanzas. –Pero reconózcame –el desafiado era
Los habitués del Urraca a todo esto, “Cacho de Carne”–, reconózcame que
muy coherentes o muy contradictorios, con esos putitos de oferta uno se aho-
peroraban en ese momento de mesa a rra un peso…
mesa sobre la relajación de las costum- El Anguila Peralta acarició la blonda
bres juveniles y al mismo tiempo –este- cabecita del mocoso que jugaba al co-
reofónico– a los pebetes que paseaban lumpio en sus rodillas y concedió:
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S
pierda. Que no se pierda ¿Quién mató a
erá lícito afirmar, mientras mira-
Rosendo?, le aconseja.
mos la barra del bar donde Cari-
ñela y Sebregondi –linda pareja–
conversan de la vida en general, que,
contra todas las apariencias, es el Mar-
qués quien nos entristece la novela?
Otra hipótesis fuerte: los bufarras, en
el fondo, aman. Los putos, no.
No se nos escapa… No se nos escapa
ningún mocoso putarrín pero además,
además no se nos escapa que al tocar,
el culo, de este tema nos metemos en
problemas.
La cuestión es que el Marqués de
Sebregondi y Pupi Cariñela, acoda-
dos en la barra del Urraca, se inter-
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R
Arriame a los otros pibes y vamos para
la pensión. Mañana será otro día y tu icardo Strafacce nació en Buenos
culo de princesa, una meca, un santua- Aires en 1958. Publicó Osvaldo
rio, un templo. Infinito. Lamborghini, una biografía (Man-
salva 2008) y las novelas El crimen de
la Negra Reguera (Beatriz Viterbo 1999),
La banda del Dr. Mandrile contra los co-
razones solitarios (Beatriz Viterbo 2006),
La boliviana (Mansalva 2008), La trans-
formación de Rosendo (Mansalva 2009),
Carlutti y pareja (Mansalva 2010), Crí-
menes perfectos (Mansalva 2011), El
Parnaso argentino (La calabaza del dia-
blo, 2012) y Frío de Rusia (Blatt & Ríos,
2013). En poesía, Bula de lomo (Spiral
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N
ací el 19 de abril de 1984, en la
ciudad de Buenos Aires.
Entre los años 2003 y 2008
cursé la Licenciatura en Artes Visua-
les en el IUNA. Realicé clínica de obra
con Esteban Álvarez (2007) y Mariano
Vilela (2008/2009). En el año 2009 cur-
sé la Beca ECuNHi-Fondo Nacional
de las Artes. En 2011 fui seleccionado
para participar del programa Joven y
Efímero del Centro Cultural Parque
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Se terminó de imprimir en
Tecno Offset, José Joaquín Araujo 3293, CABA,
en septiembre de 2013.
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