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EN LO PRINCIPAL : DEDUCE QUERELLA CRIMINAL

PRIMER OTROSÍ : LEGITIMACIÓN ACTIVA Y PERSONERÍA


SEGUNDO OTROSÍ : NOTIFICACIONES
TERCER OTROSÍ : ACOMPAÑA DOCUMENTOS
CUARTO OTROSÍ : SOLICITA DILIGENCIAS
QUINTO OTROSÍ : SOLICITA RESERVA QUE INDICA
SEXTO OTROSÍ : PATROCINIO Y PODER

SR. JUEZ DE GARANTÍA DE COLLIPULLI

MARCOS RABANAL TORO, abogado de la Sede Regional de la Araucanía del Instituto Nacional
de Derechos Humanos, cédula nacional de identidad N° 12.534.498-4, domiciliado en calle Antonio Varas
N° 989, Oficina N° 501, comuna y ciudad de Temuco, actuando en representación del INSTITUTO
NACIONAL DE DERECHOS HUMANOS (INDH), RUT 65.028.707-K, Corporación Autónoma de Derecho
Público, representado por su Director don SERGIO MICCO AGUAYO, abogado, cédula nacional de
identidad N° 8.384.513-9, ambos con domicilio en calle Eliodoro Yáñez N° 832 de la comuna de
Providencia, Región Metropolitana, según se acredita en un otrosí; a US. respetuosamente digo:

De conformidad con lo establecido en los artículos 111 y siguientes del Código Procesal Penal y
lo dispuesto en la ley N° 20.405, que crea el Instituto Nacional de Derechos Humanos, fundamentalmente
lo señalado en los artículos 2 inciso primero y 3 N°5 de dicha ley, en mi calidad de abogado del Instituto
Nacional de Derechos Humanos, vengo en deducir querella criminal en contra de todos aquellos que
resulten responsables, en calidad de autores, cómplices o encubridores por los delitos de Tortura,
descrito y sancionado en el artículo 150 A, en relación al artículo 150 C, ambos del Código Penal,
en grado de ejecución consumado, cometido en perjuicio de la víctima adolescente de iniciales A.B.C.C.,
cédula de identidad N° 21.373.176-9, domiciliada en comunidad Temucuicui, comuna de Ercilla; y el delito
de abuso contra particulares descrito y sancionado en el artículo 255 del Código Penal, en grado
de ejecución consumado, cometido en perjuicio de doña CELIA ALEJANDRA CORONADO LLANCA,
cédula de identidad N° 16.579.691-8, domiciliada en comunidad Temucuicui, comuna de Ercilla, en
atención a los siguientes antecedentes de hecho y derecho que paso a exponer:

LOS HECHOS

El 07 de enero de 2021, alrededor de las 14:30 horas, la víctima CELIA ALEJANDRA CORONADO

1
LLANCA y su hija adolescente de iniciales A.B.C.C. de 17 años, intentaron transitar hacia su domicilio en la
comunidad de Temucuicui por la vía que se emplaza desde una rotonda sobre la carretera 5 Sur situada
inmediatamente al poniente de la ciudad de Ercilla, sin embargo, no pudieron hacerlo pues carabineros
impedían el paso de las personas producto de un operativo policial que ese día se realizaba hacia el sector
rural en que se ubica Temucuicui y otras comunidades. Ante dicho impedimento estacionan el vehículo en
el que se trasladaban en la ciudad de Ercilla, luego a pie observan en el sector de la rotonda que cruza la
carretera 5 Sur. En esos instantes las víctimas aprecian una caravana de vehículos de la PDI que ingresa a
la carretera proveniente del sector rural poniente, enfilan hacia el sur (hacia Victoria, dicen) y presumen que
habrían dado la vuelta en el cruce Chamichaco pues regresaron a Ercilla desde el sur, ingresando a la
ciudad. En estos momentos las víctimas se encontraban en Av. Ercilla retornando de la rotonda, caminando
por la vereda sur de dicha Avenida, veníamos gritando solamente señalan, cuando funcionarios de la PDI
descendieron de sus vehículos en la intersección con calle Rengo. Allí se encontraban otras personas, entre
ellas Katherine Antín Soto, viuda de Camilo Catrillanca, y fueron apuntadas con armas de fuego por
funcionarios de la PDI que descendieron de los vehículos de la caravana, mientras un carro lanza agua,
direccionó su chorro en contra de las personas que allí se encontraban.

Ante el llamado de doña Katherine Antín Soto y con la intención de refugiarse del carro lanza agua
doña Celia Coronado y su cuñada se subieron al vehículo de ésta para salir del lugar, sólo alcanza a ingresar
doña Celia Coronado y su cuñada, mientras que su hija A.B.C.C. atinó a arrancar por la vereda poniente de
calle Rengo hacia el sur, paralelamente desde el carro lanza agua de carabineros lanzan un chorro de agua
hacia el vehículo ingresando parte del contenido al interior y acto seguido un funcionario de la PDI,
premunido de un arma y sin justificación alguna, rompe un vidrio del auto con la culata del arma, esparciendo
los vidrios dentro y fuera del vehículo. Las ocupantes del vehículo, entre ellas una niña de 7 años de edad,
fueron violentamente descendidas del vehículo y reducidas en el suelo, mientras los funcionarios proferían
una serie de insultos y groserías; señala doña Celia Coronado: “… nos subimos al auto y mi cuñada no
alcanzó a cerrar la puerta y yo estaba al medio, y de ahí nos llegó justo un chorro de agua en el vehículo, y
después uno de los PDI se bajó con el arma y le pegó con esa parte de atrás al vidrio del copiloto, y saltaron
los vidrios adentro, afuera, y ahí nos bajaron asi de una, con mucha violencia, agarrándonos del pelo,
diciéndonos que nos tiráramos al suelo, … me tiraron al suelo, me pegaron en la espalda, con groserias,
con muchas palabras feas, y después yo ahí igual ví que a ella la agarraron [a su hija], la tomaron entre
varios, yo le decía que la soltaran, que era menor de edad, suéltenla qué le están haciendo a mi hija,
suéltenla, suéltenla, y de ahí me decían cállate india tal por cual, maraca, miles de cosas, y ella la tiraron al
suelo …”.

Como se venía reseñando, la adolescente A.B.C.C. al arribo de los funcionarios de la PDI a la


intersección de Avenida Ercilla con calle Rengo, apuntando con sus armas, también el lanza aguas de
carabineros, y dado que no alcanzó a subir al vehículo de doña Katerine Antin, para protegerse huyó hacia
el sur por calle Rengo, pero sólo avanzó unos 15 metros pues en ese momento se percata su madre estaba
siendo detenida por lo que regresa al lugar, donde fue violentamente detenida y reducida en el suelo,

2
mientras su madre les señalaba a los funcionarios que su hija es menor de edad.

En ese contexto de detención se le provoca un golpe en la nariz que le produjo profuso


sangramiento, y uno de los funcionarios de la PDI que detuvo a la adolescente, que se encontraba a no mas
de 50 centímetros de ella con un arma larga con la que se mantenía en posición de alerta para disparo, y
mientras ella estaba hincada en el pavimento llorando asida de un brazo por otra funcionaria de la PDI, la
amenaza de muerte señalándole “te movís, te mato conchatumadre”. En concreto la víctima adolescente
señala: “…como estaba llorando, me decía: cállate conchatumadre o si no te voy a matar … (…) la voz era
mía (…)” haciendo referencia a la viralización en redes sociales de un audio de los hechos ocurridos1;
agrega que “… cuando le tenían la pierna encima a mi mamá, ahí yo grité ya, lloré y el PDI que estaba la
lado mío me dijo que me callara, que me callara, todo el rato y ahí donde me dijo que me callara sino me
dijo que me iba a matar”.

Señala la adolescente que haber estado detenida por una mujer y un hombre, identificando a quien
la amenazó de muerte, como aquel que “…tiene un tatuaje en el brazo, como unas rayas, estaba cerca,
parado, yo estaba en el suelo…, a unos 50 centímetros, tenía en sus manos un arma larga, vestido como
de la PDI con esos pantalones como térmicos, la polera azul y el chaleco antibalas, andaba con casco, tenía
barba corta…”.

Cabe señalar además que en ese mismo contexto de detención, un funcionario de la PDI realizó
disparos de escopeta en contra de un joven, aparentemente adolescente, que pretendían reducir y detener,
el que previamente se trasladaba caminando uno pasos atrás de las víctimas de ésta querella y había
emprendido huida al mismo tiempo que A.B.C.C., por la misma vereda. Éstos disparos por cierto incidieron
en el temor de esta última de verse expuesta a un mal mayor a la detención dada la amenaza proferida de
muerte proferida por el funcionario de la PDI.

Por último, las víctimas señalan haber sido trasladadas a la ciudad de Victoria, lugar en el que fueron
dejadas en libertad a eso de las 20.00 horas aproximadamente.

EL DERECHO

En los hechos, las conductas descritas constituyen el delito de Tortura, descrito y sancionado
en el artículo 150 A del Código Penal, cometido por funcionarios de la Policía de Investigaciones en
contra de la adolescente de iniciales A.B.C.C. y el delito de abuso contra particulares descrito y
sancionado en el artículo 255 del Código Penal, cometido por los mismos en perjuicio de doña CELIA
ALEJANDRA CORONADO LLANCA.

A. La regulación de los apremios ilegítimos y de la tortura.

1 Disponible en https://fb.watch/3sd-uVyoWc/ fecha de visita 03-02-2021

3
En el Derecho Internacional de Derechos Humanos, existe consenso sobre la prohibición absoluta
de someter a personas a torturas, tanto así, que la prohibición de someter a personas a torturas, penas o
tratos inhumanos, crueles y degradantes, se considera una norma de ius cogens2, es decir, una norma
imperativa que forma parte del orden público internacional, no admitiendo reservas o estipulaciones
convencionales en contrario3. La tortura, también es objeto de una intensa regulación a nivel del Derecho
Internacional Convencional, estableciéndose su prohibición en numerosos instrumentos internacionales
y tratados especializados ratificados por el Estado de Chile, como lo es la Declaración sobre la Protección
de Todas las Personas contra la Tortura y Otros Tratos o Penas Crueles, Inhumanos o Degradantes4, la
Convención contra la Tortura y Otros Tratos o Penas Crueles, Inhumanos o Degradantes5 y la Convención
Interamericana para Prevenir y Sancionar la Tortura6.

La aplicación de tormentos o tortura, además de constituir un delito en Chile, constituye una violación
grave a los derechos humanos reconocidos por tratados internacionales vigentes en Chile, como el Pacto
Internacional de Derechos Civiles y Políticos. Además, a la incorporación expresa de la prohibición de
tortura en tratados generales de derechos humanos, la comunidad internacional decidió avanzar en
fórmulas específicas para la prohibición de esta práctica. Así, el año 1975 fue adoptada por la Asamblea
General de Naciones Unidas la “Declaración Sobre Protección a Todas las Personas Contra la Tortura y
Otros Tratos o Penas Crueles, Inhumanos y Degradantes” (Resolución 3452 de 9 de diciembre de 1975)
y años más tarde se aprobó la Convención Internacional Contra la Tortura y Otros Tratos o Penas Crueles,
Inhumanos y Degradantes (Resolución Asamblea General 39/46, de 10 de diciembre de 1984).

Respecto del valor de dichos instrumentos internacionales, por mandato constitucional, estos tratados
tienen primacía por sobre las normas de derecho interno. En efecto, el art. 5° de la Constitución Política
del Estado, establece expresamente en su inciso 2° que “el ejercicio de la soberanía reconoce como
limitación el respeto de los derechos esenciales que emanan de la naturaleza humana. Es deber de los
órganos del Estado respetar y promover tales derechos garantizados por esta Constitución, así como por
los tratados internacionales ratificados por Chile y que se encuentren vigentes”.

Al respecto, la Corte Suprema ha declarado que el artículo 5° N° 2 recién transcrito, otorga “rango
constitucional a los tratados que garantizan el respeto de los derechos humanos, concediéndoles una
jerarquía mayor que a los demás tratados internacionales, en cuanto regulan los derechos esenciales que
emanan de la naturaleza humana” y que “en definitiva los derechos humanos asegurados en un tratado

2 Informe Relatores Especiales de la ONU. Situación de los detenidos en la bahía de Guantánamo. 27 de febrero de
2006. E/CN.4/2006/120 . Párr. 43
3 Convención de Viena de Derecho de los Tratados, artículo 53 y 71. Adoptada el 23 de mayo de 1969. Entrada en

vigor: 27 de enero de 1980. Ratificado por el Estado de Chile el 9 de abril de 1981


4 Adoptada por la Asamblea General de la ONU, en su resolución 3452 (XXX), de 9 de diciembre

de 1975
5 Adoptada y abierta a la firma, ratificación y adhesión por la Asamblea General de la ONU en su resolución 39/46, de

10 de diciembre de 1984. Entrada en vigor: 26 de junio de 1987. Ratificada por el Estado de Chile el 30 de septiembre
de 1988.
6 Adoptada por la Asamblea General de la OEA en su decimoquinto período ordinario de sesiones. Entrada en vigor:

28 de febrero de 1987. Ratificada por el Estado de Chile el 15 de septiembre de 1988.

4
de incorporan al ordenamiento jurídico interno, formando parte de la Constitución material adquiriendo
plena vigencia, validez y eficacia jurídica, no pudiendo ningún órgano del Estado desconocerlos y
debiendo todos ellos respetarlos y promoverlos, como asimismo, protegerlos a través del conjunto de
garantías constitucionales destinadas a asegurar el pleno respeto de los derechos” (Corte Suprema, Rol
N° 3125-04, sentencia de 13 de marzo de 2007, considerando trigésimo nono).

En cuanto a la definición de tortura en el Derecho Internacional de los Derechos Humanos, la


Convención Internacional Contra la Tortura y Otros Tratos o Penas Crueles, Inhumanos y Degradantes
señala que es tortura "todo acto por el cual se inflija intencionadamente a una persona dolores y
sufrimientos graves, ya sea físico o mental, con el fin de obtener de ella o de un tercero información
o una confesión, de castigarla por un acto que haya cometido o se sospeche que haya cometido o
de intimidar o coaccionar a una persona o a otras o por cualquier razón basada en cualquier tipo
de discriminación cuando dichos dolores sean ocasionados por funcionarios públicos u otras
personas en ejercicio de funciones públicas a instigación suya o con su consentimiento o
aquiescencia. No se considerarán torturas los dolores o sufrimientos que sean consecuencia
únicamente de sanciones legítimas o sean inherentes o incidentales a éstas".

En el caso de la Convención Interamericana para Prevenir y Sancionar la Tortura, el artículo 1º


establece que “los Estados partes se obligan a prevenir y a sancionar la tortura en los términos de la
presente Convención” y el artículo 2º señala que “se entenderá por tortura todo acto realizado
intencionalmente por el cual se inflijan a una persona penas o sufrimientos físicos o mentales, con fines de
investigación criminal, como medio intimidatorio, como castigo personal, como medida preventiva, como
pena o con cualquier otro fin. Se entenderá también como tortura la aplicación sobre una persona de
métodos tendientes a anular la personalidad de la víctima o a disminuir su capacidad física o mental,
aunque no causen dolor físico o angustia psíquica”.

Se aprecia claramente que la Convención Interamericana contempla una definición más amplia de
tortura que la Convención Internacional, especialmente porque el elemento subjetivo queda prácticamente
eliminado al agregársele la frase “con cualquier otro fin”. Para la Convención Interamericana, “el elemento
sustancial para definir la tortura es la generación intencional de penas o sufrimientos o de métodos
diseñados para anular la personalidad de la víctima o disminuir sus capacidades”. (“La tortura en el
derecho Internacional. Guía de Jurisprudencia”. Asociación para la Prevención de la Tortura (APT) y
Centro por la Justicia y el Derecho Internacional (CEJIL), 2008. P. 98).

Por otra parte, respecto de los parámetros relevantes a la hora de establecer si un hecho constituye
tortura, en un fallo de la Corte IDH se afirmó que: “(La Corte)… siguiendo la definición establecida en la
Convención Interamericana para Prevenir y Sancionar la Tortura, entendió que se está frente a un acto
de tortura cuando el maltrato cumple con los siguientes requisitos: i) es intencional; ii) causa severos
sufrimientos físicos o mentales, y iii) se comete con determinado fin o propósito” (Corte IDH, Caso
Fernández Ortega y otros vs. México, Sentencia de 30 de agosto de 2010, párr. 120).

5
En este sentido se pronunció la Corte Interamericana de Derechos Humanos en la Sentencia
“Maldonado Vargas y otros con Estado de Chile” respecto de la obligación del Estado de Chile de
adecuar su legislación interna a los tratados internacionales que ha firmado, específicamente de
la Convención Internacional Contra la Tortura y Otros Tratos o Penas Crueles, Inhumanos y
Degradantes a la que ya nos hemos referido.

En esa oportunidad, la Corte IDH señaló lo siguiente: “Asimismo, la Corte ha determinado que un
Estado que ha celebrado un tratado internacional debe introducir en su derecho interno las modificaciones
necesarias para asegurar la ejecución de las obligaciones asumidas, y que este principio recogido en el
artículo 2 de la Convención establece la obligación general de los Estados Parte de adecuar su derecho
interno a las disposiciones de la misma, para garantizar los derechos en ella contenidos, lo cual implica
que las medidas de derecho interno han de ser efectivas. Asimismo, este Tribunal ha entendido que tal
adecuación implica la adopción de medidas en dos vertientes, a saber: i) la supresión de las normas y
prácticas de cualquier naturaleza que entrañen violación a las garantías previstas en la Convención o que
desconozcan los derechos allí reconocidos u obstaculicen su ejercicio lo cual implica que la norma o práctica
violatoria de la Convención debe ser modificada, derogada, o anulada, o reformada, según corresponda, y
ii) la expedición de normas y el desarrollo de prácticas conducentes a la efectiva observancia de dichas
garantías”. (Corte IDH, Caso Maldonado Vargas y otros con Estado de Chile, Sentencia de 2 de
septiembre de 2015, párr. 124).

Específicamente, respecto del delito de tortura, en el mismo caso, la Comisión IDH había
recomendado al Estado de Chile, “adoptar las medidas legislativas, administrativas y de cualquier otra
índole, con el objeto de adecuar la legislación y las prácticas chilenas a los estándares interamericanos
en materia de tortura y protección judicial”.

Consciente de sus obligaciones internacionales, el Estado de Chile adecuó su normativa interna


estableciendo el tipo penal de tortura en el artículo 150 A del Código Penal, mediante la Ley N°
20.968, de 22 de noviembre de 2016.

El actual artículo 150 A del Código Penal de nuestro país, señala que: “El empleado público que,
abusando de su cargo o sus funciones, aplicare, ordenare o consintiere en que se aplique tortura, será
penado con presidio mayor en su grado mínimo. Igual sanción se impondrá al empleado público que,
conociendo de la ocurrencia de estas conductas, no impidiere o no hiciere cesar la aplicación de tortura,
teniendo la facultad o autoridad necesaria para ello o estando en posición para hacerlo”

En el inciso segundo se establece que: “La misma pena se aplicará al particular que, en el ejercicio
de funciones públicas, o a instigación de un empleado público, o con el consentimiento o aquiescencia
de éste, ejecutare los actos a que se refiere este artículo”

En el inciso tercero se indica que: “Se entenderá por tortura todo acto por el cual se inflija
intencionalmente a una persona dolores o sufrimientos graves, ya sean físicos, sexuales o psíquicos, con
el fin de obtener de ella o de un tercero información, declaración o una confesión, de castigarla por un

6
acto que haya cometido, o se le impute haber cometido, o de intimidar o coaccionar a esa persona, o en
razón de una discriminación fundada en motivos tales como la ideología, la opinión política, la religión o
creencias de la víctima; la nación, la raza, la etnia o el grupo social al que pertenezca; el sexo, la
orientación sexual, la identidad de género, la edad, la filiación, la apariencia personal, el estado de salud
o la situación de discapacidad”.

En el inciso cuarto se señala que: “Se entenderá también por tortura la aplicación intencional de
métodos tendientes a anular la personalidad de la víctima, o a disminuir su voluntad o su capacidad de
discernimiento o decisión, con alguno de los fines referidos en el inciso precedente. Esta conducta se
sancionará con la pena de presidio menor en su grado máximo”.

Y en el inciso quinto se indica: “No se considerarán como tortura las molestias o penalidades que
sean consecuencia únicamente de sanciones legales, o que sean inherentes o incidentales a éstas, ni las
derivadas de un acto legítimo de autoridad…”

A su turno, en el Manual para la investigación y documentación eficaces de la tortura y otros tratos


o penas crueles, o Protocolo de Estambul, aprobado por la Asamblea General de Naciones Unidas se
señala en el párrafo 144 que: “Entre los métodos de tortura que deben tenerse en cuenta figuran los
siguientes: p) Amenazas de muerte (…)”.

De acuerdo a la tipificación nacional, no podemos sino inferir que en los hechos expuestos y
fundantes de esta acción, respecto de la adolescente A.B.C.C. se reúnen todos los requisitos exigidos por
el artículo 150 A del Código Penal.

B. Situación especial de la víctima adolescente

En el caso sub lite, conforme a lo expuesto en lo principal y los registros de audios viralizados en
redes sociales y que acompañaremos a la investigación, se da cuenta de un actuar brutal y en extremo
violento en contra de una víctima adolescente, el que no solo consiste en violencia física al momento de
la detención, sino que consta en amenazas de muerte, gritos e insultos reiterativos, apuntando a pocos
centímetros de distancia a la víctima reducida en el suelo que se encuentra sangrando por su nariz, por
lo que es innegable que lo descrito anteriormente irrogó una fuerte angustia psicológica a la víctima, un
menoscabo en su personalidad y en su capacidad mental, que además se ve agravada por su condición
de adolescente, esto último especialmente relevante para el Derecho Internacional de los Derechos
Humanos.

La Convención sobre Derechos del Niño7 define a niño o niña como “todo ser humano menor de
dieciocho años de edad, salvo que, en virtud de la ley que le sea aplicable, haya alcanzado antes la
mayoría de edad”, condición que ostenta la víctima del presente caso. La relevancia de calificar a una

7 Convención sobre los Derechos del Niño, Adoptada por la Asamblea General de la ONU en su resolución 44/25.
Entrada en
vigor: 20 de noviembre de 1989. Entrada en vigor: 2 de septiembre de 1990. Ratificada por el Estado de Chile el 13
de agosto de 1990.

7
persona como niño, niña o adolescente para el caso en cuestión, es poner de manifiesto la situación de
vulnerabilidad que presentan para el ejercicio de sus derechos.

Dicha vulnerabilidad se ilustra en el preámbulo de la Convención sobre Derechos del Niño, “el
niño, por su falta de madurez física y mental, necesita protección y cuidado especiales, incluso la debida
protección legal, tanto antes como después del nacimiento”. La condición de vulnerabilidad aludida obliga
a los Estados a adoptar medidas especiales de protección y cuidado, siempre guiados por el principio del
“interés superior del niño”, como se consigna en el artículo 3.1 de la Convención recién citada, “En todas
las medidas concernientes a los niños que tomen las instituciones públicas o privadas de bienestar social,
los tribunales, las autoridades administrativas o los órganos legislativos, una consideración primordial a
que se atenderá será el interés superior del niño8”.

De acuerdo a la Corte Interamericana de Derechos Humanos (Corte IDH), en su opinión sobre la


“Condición Jurídica y Derechos Humanos del Niño”9, “se desprende de las normas contenidas en la
Convención sobre los Derechos del Niño que los derechos de los niños requieren no sólo que el Estado
se abstenga de interferir indebidamente en las relaciones privadas o familiares del niño, sino también que,
según las circunstancias, adopte providencias positivas para asegurar el ejercicio y disfrute pleno
de los derechos. Esto requiere la adopción de medidas, entre otras, de carácter económico, social y
cultural”10.

Con respecto a la participación de niños en procedimientos administrativos o judiciales, la Corte


IDH sostiene lo siguiente “Es evidente que las condiciones en las que participa un niño en un proceso no
son las mismas en que lo hace un adulto. Si se sostuviera otra cosa se desconocería la realidad y se
omitiría la adopción de medidas especiales para la protección de los niños, con grave perjuicio para estos
mismos. Por lo tanto, es indispensable reconocer y respetar las diferencias de trato que corresponden a
diferencias de situación, entre quienes participan en un procedimiento”11.

Tomando en cuenta la jurisprudencia de la Corte IDH, es claro que todo actuar del Estado debe
estar adaptado a la realidad de los niños, debe contemplar medidas especiales por parte del Estado,
y estas deben estar guiadas por el “interés superior del niño”. Ello deberá ocurrir en procedimientos
desarrollados por el Estado.

No resulta razonable, desde ningún punto de vista, que el interés superior del niño no se vea
respetado por tal nivel de intromisión en la integridad personal realizado en dichos procedimientos
policiales.

8 Negrita y subrayado es nuestro


9 Corte Interamericana de Derechos Humanos. Condición Jurídica y Derechos Humanos del Niño. Opinión Consultiva
OC-17/02
del 28 de agosto de 2002. Serie A No. 17.
10 Ibid. Párr. 88. Negrita y subrayado es nuestro.
11 Ibid. Párr. 96. Negrita y subrayado es nuestro.

8
Por otra parte la Convención sobre los Derechos del Niño, consagra expresamente la prohibición
de la tortura y los tratos crueles, inhumanos y degradantes en su artículo 37 estableciendo: “Los Estados
Partes velarán por qué: a) Ningún niño sea sometido a torturas ni a otros tratos o penas crueles,
inhumanos o degradantes.[…] c) Todo niño privado de libertad sea tratado con la humanidad y el
respeto que merece la dignidad inherente a la persona humana, y de manera que se tengan en cuenta
las necesidades de las personas de su edad.[…]”

La Corte Interamericana de Derechos Humanos en el caso de “Panchito López contra Paraguay”


se ha pronunciado sobre la posición de los Estados en el cuidado de los NNA señalado: “[…] cuando el
Estado se encuentra en presencia de niños privados de libertad, como ocurre mayormente en el presente
caso, tiene, además de las obligaciones señaladas para toda persona, una obligación adicional
establecida en el artículo 19 de la Convención Americana. Por una parte, debe asumir su posición especial
de garante con mayor cuidado y responsabilidad, y debe tomar medidas especiales orientadas en el
principio del interés superior del niño. Por otra, la protección de la vida del niño requiere que el Estado se
preocupe particularmente de las circunstancias de la vida que llevará mientras se mantenga privado de
libertad, puesto que ese derecho no se ha extinguido ni restringido por su situación de detención o
prisión”12

Además de prohibir de forma absoluta este tipo de hechos, la Convención establece obligaciones
para los Estados de recuperación de todo niño, niña o adolescente que haya sido víctima de torturas o
tratos crueles, inhumanos y degradantes.13

En el sistema internacional se suma a la Convención sobre Derechos del Niño, la creación de


reglas para su protección en situaciones de privación de libertad14, así como también reglas relativas a la
administración de justicia de jóvenes15, que muestran el especial interés del derecho internacional en
proteger los derechos de este grupo de personas por su situación de vulnerabilidad frente a otros
colectivos de personas.

C. Elementos que concurren en la definición de tortura

C.1. Elemento material

12 Corte Interamericana de Derechos Humanos (2004) Sentencia “Instituto de Reeducación del Menor” Vs. Paraguay,
párr.160.
13 Convención sobre los Derechos del Niño (1989)., Art. 39: Los Estados Partes adoptarán todas las medidas

apropiadas para promover la recuperación física y psicológica y la reintegración social de todo niño víctima de:
cualquier forma de abandono, explotación o abuso; tortura u otra forma de tratos o penas crueles, inhumanos o
degradantes; o conflictos armados. Esa recuperación y reintegración se llevarán a cabo en un ambiente que fomente
la salud, el respeto de sí mismo y la dignidad del niño.
14 Reglas de las Naciones Unidas para la Protección de los Menores Privados de Libertad, Adoptadas por la Asamblea

General de Naciones Unidas en su resolución 45/13 de 14 de diciembre de 1990.


15 Reglas mínimas de las Naciones Unidas para la administración de la justicia de menores. Adoptadas por la

Asamblea General de Naciones Unidas en su resolución 40/33 de 1985.

9
Este elemento se refiere a la acción u omisión prohibida por la Convención. Infligir intencionadamente
a una persona dolores o sufrimientos, físicos o psicológicos, es el primer antecedente que configura o
delimita el concepto de apremios ilegítimos o tormentos. Los dolores o sufrimientos pueden ser causados
por métodos físicos o mentales y es menester que éstos para ser tales, como señala Cuesta Arzamendi,
“constituyan una intromisión o alteración del bienestar de la persona”, por medio de provocarle dolores o
sufrimientos capaces de afectar su libertad de voluntad individual y por consiguiente, capaces de vencer
su resistencia. Además, dicho concepto incluye, como se ha argumentado anteriormente, las prácticas
que aún sin causar dolor, tienden a anular la personalidad de la víctima o disminuir su capacidad física o
mental.

Por lo tanto, caerá bajo el concepto de apremiar ilegítimamente o atormentar, todo acto que sea
considerada una conducta prohibida por el Derecho Internacional de los Derechos Humanos.

En síntesis, el elemento material está dado principalmente por la acción de infligir intencionadamente
a una persona dolores o sufrimientos, físicos o psicológicos. La situación vivida por A.B.C.C., se
caracteriza además como ilegítima e ilegal, por cuanto el ordenamiento jurídico no impuso la obligación
jurídica de soportar su imposición; tampoco concurrió en su aplicación ninguna causal de justificación,
exculpación o cualquiera otra norma permisiva o eximente de responsabilidad penal en relación a estas
conductas explícitamente ilegales.

La tortura no solo comprende sufrimiento mental, sino como dice la Convención Interamericana para
Prevenir y Sancionar la Tortura “Se entenderá también como tortura la aplicación sobre una persona de
métodos tendientes a anular la personalidad de la víctima o a disminuir su capacidad física o mental,
aunque no causen dolor físico o angustia psíquica”.

En cuanto a la severidad del sufrimiento, la Corte IDH ha señalado que se deben tomar en cuenta la
circunstancias específicas de cada caso, considerando “las características del trato, tales como la
duración, el método utilizado o el modo en que fueron infligidos los padecimientos, los efectos
físicos y mentales que éstos pueden causar, así como las condiciones de la persona que padece
dichos sufrimientos, entre ellos, la edad, el sexo, el estado de salud, entre otras circunstancias
personales” (Corte INDH Caso Fernández ortega y otros vs. México, Sentencia de 30.8.2010, párr. 122).

C.2. Intencionalidad.

Este requisito se encuentra contenido tanto en la descripción típica del artículo 150-A del Código
Penal, como en la Convención contra la Tortura y en la Convención Interamericana para Prevenir y
Sancionar la Tortura. Todos estos instrumentos, requieren que el acto sea realizado “intencionalmente” o
“intencionadamente”, es decir, el acto del agente estatal debe ser deliberado. De acuerdo a la redacción
del art. 150 A, para la comisión del tipo se requiere dolo directo, pues como señala Garrido Montt “la
acción consiste en atormentar o apremiar ilegítimamente a un tercero, lo que importa que el empleado
público, en su calidad de tal, debe disponer que se obre en la forma recién descrita. Tiene que querer

10
hacer sufrir física o psíquicamente a la víctima, las voces en referencia presuponen tal voluntariedad”.
Este elemento de intencionalidad distingue a este tipo penal de otros como las lesiones o mutilaciones (395
y siguientes del Código Penal) y excluye a la culpa.

Respecto de la situación vivida por la víctima de éstos hechos, y que fue expuesta al inicio de esta
presentación, queda en evidencia que la agresiones sufrida fue un acto plenamente voluntario, doloso y
consciente, realizados por funcionarios públicos, de la Policía de Investigaciones de Chile, en particular ello
se colige de la formación profesional del sujeto activo, quien reduce a la víctima de forma extremadamente
violenta, le grita e insulta y la amenaza de muerte con un arma larga apuntando. Existe por tanto una
mediación cognitiva y voluntariosa entre las agresiones y las motivaciones para que esas se
materializaran.

C.3. Elemento teleológico

Se entiende por elemento teleológico, el objetivo o finalidad buscada a través de la tortura, por el
Estado que la práctica o tolera. La Convención Internacional contra la Tortura enumera cuatro finalidades
diferentes y al menos una de ellas debe concurrir, para que un acto u omisión que produzca dolores o
sufrimientos físicos o mentales constituya tortura:

• Finalidad Indagatoria, que consiste en buscar u obtener información de parte de la víctima, que
puede ser sobre un hecho real o supuesto, propio o de un tercero.

• Finalidad Intimidatoria, que busca atemorizar a la víctima o a un determinado grupo-por ejemplo, su


familia.
• Finalidad Punitiva, donde simplemente se trata de castigar al torturado.
• Finalidad discriminatoria, la cual obedece a la realización de las conductas que producen grave
sufrimiento, con cualquier otra finalidad a las señalas o con cualquiera otra razón basada en alguna
forma de discriminación.

La Convención Interamericana para Prevenir y Sancionar la Tortura establece que la tortura podrá
estar motivada por los fines señalados y por “cualquier otro fin”, con lo cual supera en el ámbito
latinoamericano, la discusión sobre la motivación de los agentes. Sin perjuicio de considerar que la
finalidad no es el elemento de mayor preponderancia en la calificación de las conductas prohibidas, es
posible considerar que el conjunto de agresiones cometidas por los victimarios en contra de las dos
víctimas de estos hechos contenía los diversos fines prohibidos.

La norma que incorpora el delito de tortura en nuestro ordenamiento jurídico, el artículo 150 A del
código Penal en su inciso tercero, establece que ésta deberá ser ejercida con la siguiente finalidad:

“Artículo 150 A inciso 3° (…) con el fin de obtener de ella o de un tercero información, declaración o una
confesión, de castigarla por un acto que haya cometido, o se le impute haber cometido, o de intimidar o
coaccionar a esa persona, o en razón de una discriminación fundada en motivos tales como la ideología,

11
la opinión política, la religión o creencias de la víctima; la nación, la raza, la etnia o el grupo social al que
pertenezca; el sexo, la orientación sexual, la identidad de género, la edad, la filiación, la apariencia
personal, el estado de salud o la situación de discapacidad”.16

En el mismo sentido se pronuncian Jean Pierre Matus y María Cecilia Ramírez A., quienes indican
que esta subjetividad está dada por el elemento intencional consistente en el propósito de castigar al
ofendido o de intimidarlo a él o por su intermedio a otro, o a obtener una confesión17.

No cabe duda que este requisito concurre en el presente caso ya que las agresiones sufridas por la
víctima A.B.C.C. fueron ejercidas deliberadamente para provocar una especie de castigo o daño,
cumpliendo además con las finalidades intimidatoria y discriminatoria.

C.4. Sujeto Activo

Para la legislación nacional, la definición de tortura exige que el autor de las torturas sea un sujeto
especial. En el caso de la Convención Internacional, el sujeto activo de la tortura debe ser un funcionario
público u otra persona en el ejercicio de funciones públicas, o un particular a instigación de alguno de los
anteriores o que hubiese actuado con el consentimiento o aquiescencia de aquellos. Por tanto, sólo
podrán cometer torturas, según la Convención:

1°. Los/as funcionarios/as públicos/as y quienes ejerzan funciones públicas, ya sea como autores de las
torturas, instigadores, consentidores o complacientes de las mismas.
2°. Los/as particulares bajo conocimiento o aceptación de un ente público o de un ente que ejerza funciones
públicas.

En cambio, en el sistema interamericano se elimina la referencia al sujeto activo (“Derecho


Internacional de los Derechos Humanos. Normativa, Jurisprudencia y doctrina de los sistema universal e
interamericano”. Oficina Regional para América Latina y el Caribe del Alto Comisionado de Naciones
Unidad para los Derechos Humanos”, 2° ed. Santiago de Chile, 2007. p. 179).

De igual manera, nuestra legislación interna con el nuevo delito de Tortura incorporado
recientemente señala en el artículo 150 A inciso primero, que el sujeto activo será “el empleado público
que, abusando de su cargo o sus funciones, aplicare, ordenare o consintiere en que se aplique tortura
(…)”

Esta cuestión es del todo relevante, ya que al establecer nuestra norma interna (de conformidad
con lo establecido en la Convención Internacional) que el sujeto capaz de cometer delito de tortura el
empleado público, genera un ámbito de protección y garantía en la esfera personal de los derechos

16Subrayado nuestro
17Matus., Jean Pierre y Ramírez G., María Cecilia. Lecciones de Derecho Penal Chileno, 3° edición, Legal Publishing, 2014,
Santiago, págs. 276 y 277.

12
fundamentales de todas las personas, en especial respecto de su vida, seguridad individual y libertad
personal frente al poder estatal.

En este caso se cumple también con esta exigencia de tipicidad toda vez que se trata de
funcionarios de la Policía de Investigaciones de Chile, ya sea en calidad de autores, cómplices o
encubridores, quienes actuaron, consintieron, no se opusieron, dieron cobertura a que estas acciones se
ejecutaran respecto de la víctima que estaba privada de libertad al estar bajo sujeción.

D. La prohibición de tortura, penas o tratos crueles, inhumanos o degradantes

Como se señaló, en el Derecho Internacional de Derechos Humanos, existe consenso sobre la


prohibición absoluta de someter a personas a torturas en diferentes instrumentos que ya hemos
señalado. Ahora, la distinción entre tortura y tratos crueles, inhumanos o degradantes, no ha sido unánime
en la jurisprudencia internacional, y la tendencia actual en el sistema universal, es calificar si acciones
constituyen afectación de la integridad personal. A nivel regional, al estar las conductas prohibidas en
el mismo artículo, se hace relativa también la diferenciación. Así, la Corte IDH en un caso de abusos
sobre personas detenidas, ha dicho que “cualquiera que haya sido la naturaleza de los actos aludidos, se
trata de comportamientos estrictamente prohibidos por el Derecho Internacional de los Derechos
Humanos”.

La norma que incorpora el delito de Tortura en nuestra legislación, establece una diferenciación
entre estos ámbitos o conductas prohibidas, según sea la intensidad de las agresiones y la forma en que
se realizan. El nuevo artículo 150 A del código penal sanciona de esta forma el delito de tortura, según ha
sido expuesto anteriormente.

El artículo 150 D del código penal sanciona a su vez los apremios ilegítimos u otros tratos crueles,
inhumanos o degradantes, que no alcancen a constituir tortura. Ciertamente ambas figuras penales
encuadradas dentro de todo acto que está destinado a menoscabar la integridad personal de un sujeto,
pero variando en su intensidad.

Es aún más clara esta obligación hacia personas privadas de libertad bajo custodia estatal. La
Corte IDH ha dicho que ineludiblemente “el Estado es responsable, en su condición de garante de los
derechos consagrados en la Convención, de la observancia del derecho a la integridad personal de todo
individuo que se halla bajo su custodia”.

El Relator Especial sobre la tortura y otros tratos o penas crueles, inhumanos o degradantes, Señor
Juan E. Méndez, en su Informe de 3 de febrero de 2011, insiste en la importancia de vigilar los lugares de
detención preventiva y elaborar medidas eficaces para prevenir la práctica de la tortura y otros tratos o
penas crueles, inhumanos o degradantes, también en los centros de detención policial y los centros de
detención preventiva. El Relator Méndez sostiene que “la experiencia demuestra que la mayoría de los
actos de tortura, y ciertamente los más crueles y atroces, se producen en las primeras horas o días

13
después del arresto de la persona, mientras se encuentra técnicamente bajo detención preventiva” (Sr.
Juan E. Méndez, Informe del Relator Especial sobre la tortura y otros tratos o penas crueles, inhumanos
o degradantes, de 3.2.2001, a la Asamblea General de Naciones Unidad, A/HRC/15/52, p. 15).

E. Obligación de investigar y sancionar los actos constitutivos de tortura. Rol del Poder Judicial en
la sanción de estos hechos

Los Estados al ratificar los instrumentos internacionales sobre Derechos Humanos, se


comprometen a observar dos obligaciones principales, la obligación de respetar y la obligación de
garantizar.

En palabras de la Corte IDH, “La primera obligación asumida por los Estados Partes, en los
términos del citado artículo, es la de "respetar los derechos y libertades" reconocidos en la Convención. El
ejercicio de la función pública tiene unos límites que derivan de que los derechos humanos son atributos
inherentes a la dignidad humana y, en consecuencia, superiores al poder del Estado.”.

Lo anterior, nos dice que el poder público en todas sus manifestaciones, debe observar y cumplir
con todos los mandatos sobre Derechos Humanos establecidos en los instrumentos internacionales.

En cuanto a la obligación de garantizar, “(…) implica el deber de los Estados Partes de organizar
todo el aparato gubernamental y, en general, todas las estructuras a través de las cuales se manifiesta el
ejercicio del poder público, de manera tal que sean capaces de asegurar jurídicamente el libre y pleno
ejercicio de los derechos humanos. Como consecuencia de esta obligación los Estados deben prevenir,
investigar y sancionar toda violación de los derechos reconocidos por la Convención y procurar,
además, el restablecimiento, si es posible, del derecho conculcado y, en su caso, la reparación de los
daños producidos por la violación de los derechos humanos”.

Específicamente, la obligación de investigar implica, “una obligación de medio y no de resultado,


que debe ser asumida por el Estado como un deber jurídico propio y no como una simple
formalidad condenada de antemano a ser infructuosa. La obligación del Estado de investigar debe
cumplirse diligentemente para evitar la impunidad y que este tipo de hechos vuelvan a repetirse. En este
sentido, la Corte recuerda que la impunidad fomenta la repetición de las violaciones de derechos
humanos.”. Por otra parte, la Corte IDH “ha advertido que esta obligación se mantiene ‘cualquiera sea el
agente al cual pueda eventualmente atribuirse la violación, aún los particulares, pues, si sus hechos
no son investigados con seriedad, resultarían, en cierto modo, auxiliados por el poder público, lo que
comprometería la responsabilidad internacional del Estado’”.

A su vez, el artículo 39 de la Convención de Derechos del Niño impone a los Estados la obligación
de reparar a los NNA estableciendo “Los Estados Partes adoptarán todas las medidas apropiadas
para promover la recuperación física y psicológica y la reintegración social de todo niño víctima

14
de: cualquier forma de abandono, explotación o abuso; tortura u otra forma de tratos o penas crueles,
inhumanos o degradantes; o conflictos armados. Esa recuperación y reintegración se llevarán a cabo
en un ambiente que fomente la salud, el respeto de sí mismo y la dignidad del niño”

Por lo anterior es a través de la actuación de investigación y sanción de parte del Ministerio Público y
el Poder Judicial, que el Estado de Chile satisface sus obligaciones internacionales y garantiza la plena
vigencia de los derechos fundamentales establecidos hacia todas las personas.

F. Delito de abuso contra particulares

Respecto de la víctima CELIA ALEJANDRA CORONADO LLANCA, los hechos descritos, a juicio de
esta querellante, configuran el delito de abuso contra particulares descrito y sancionado en el artículo
255 del Código Penal, el que señala: “El empleado público que, desempeñando un acto del servicio,
cometiere cualquier vejación injusta contra las personas será castigado con la pena de reclusión menor
en su grado mínimo, salvo que el hecho sea constitutivo de un delito de mayor gravedad, caso en el cual
se aplicará sólo la pena asignada por la ley a éste.

Si la conducta descrita en el inciso precedente se cometiere en contra de una persona menor de edad
o en situación de vulnerabilidad por discapacidad, enfermedad o vejez; o en contra de una persona que
se encuentre bajo el cuidado, custodia o control del empleado público, la pena se aumentará en un grado.

No se considerarán como vejaciones injustas las molestias o penalidades que sean consecuencia
únicamente de sanciones legales, o que sean inherentes o incidentales a éstas, ni las derivadas de un
acto legítimo de autoridad.”

Situación especial de las víctimas mujeres:

En los hechos que se denuncian a las afectadas se les irrogó un menoscabo en su personalidad,
especialmente grave por su condición de mujer como sujeto de derechos relevante para el Derecho
Internacional de los Derechos Humanos.

La mujer históricamente ha estado en una posición de desventaja, de iure y de facto, en relación a los
hombres. Con el avance de las legislaciones nacionales y con el establecimiento de un orden de protección
internacional de derechos humanos, la mayoría de las diferencias en la ley han desaparecido pero, sin
embargo, las diferenciaciones injustificadas en los hechos han persistido. En este escenario ha sido una
preocupación principal la eliminación efectiva de toda discriminación arraigada. Esto incluso se reconoce
en el preámbulo de la Convención sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación contra la
Mujer (CEDAW) de la ONU que dice “Preocupados, sin embargo, al comprobar que a pesar de estos
diversos instrumentos las mujeres siguen siendo objeto de importantes discriminaciones”.

La discriminación contra la mujer, como lo define el artículo primero de la CEDAW es “(…) toda distinción,
exclusión a restricción basada en el sexo que tenga por objeto o por resultado menoscabar o anular el

15
reconocimiento, goce o ejercicio por la mujer, independientemente de su estado civil, sobre la base de la
igualdad del hombre y la mujer, de los derechos humanos y las libertades fundamentales en las esferas
política, económica, social, cultural y civil o en cualquier otra esfera”.

Por otra parte, también es pertinente hacer referencia al concepto de violencia contra la mujer, que en
base a la Convención Interamericana para Sancionar y Erradicar la Violencia contra la Mujer , significa
“cualquier acción o conducta, basada en su género, que cause muerte, daño o sufrimiento físico, sexual o
psicológico a la mujer, tanto en el ámbito público como en el privado”, realizada o amparada por agentes
del Estado .

Los Estados, sobre la violencia de género, y considerando la vulnerabilidad arraigada en algunas


sociedades, tienen un deber reforzado de establecer un marco normativo efectivo de protección, de
impulsar estrategias de prevención integrales, de condenar a los responsables de violencia, y sobre todo,
de que los mismos agentes estatales no actúen de manera discriminatoria, entre otras obligaciones
emanadas de las convenciones pertinentes.

Con todo, cuando los agentes del Estado actúan de manera discriminatoria, surge el imperativo de
investigar y sancionar los actos de violencia.

Recientemente la Corte de Apelaciones de Temuco vía control de convencionalidad ha recogido en su


resolución estándares específicos sobre derechos humanos de las mujeres, relevando la obligación del
Estado al respecto y ha señalado en lo pertinente:

“7) Que, teniendo presente las disposiciones contenidas en las letras b), d) y f) del art culo 7 de la
Convención de Belém do Pará a los Estados y, por cierto, a sus tribunales: Actuar con la debida “ diligencia
para prevenir, investigar y sancionar la violencia contra la mujer; “Adoptar medidas jurídicas para conminar
al agresor a abstenerse de hostigar, intimidar, amenazar, da ar o poner en peligro la vida de la mujer de
cualquier forma que atente contra su integridad o perjudique su propiedad” ; “Establecer procedimientos
legales justos y eficaces para la mujer que haya sido sometida a violencia, que incluyan, entre otros,
medidas de protección, un juicio oportuno y el acceso efectivo a tales procedimientos, resulta estrictamente
necesario ” que la aplicación de las normas contenidas en el Código Procesal Penal, lo sea con la debida
concordancia con la obligatoriedad que nos plantea la materia y los estándares internacionales, que obligan
a esta á Corte a ampliar el análisis …” (Corte de Apelaciones de Temuco, resolución de fecha 24 de julio
de 2020; Rol Penal-595-2020)

Diversos son los alcances que pueden colegirse de ésta declaración de la CA de Temuco, pero en lo
sustancial y que resulta pertinente en la especie, está la obligación del Estado de erradicar toda forma de
violencia en contra de las mujeres, con mayor razón si proviene de sus propios agentes.

POR TANTO, de conformidad con lo establecido por los artículos 12, 53, 111, 112, 113 y 172 de
nuestro Código Procesal Penal, artículos 150 A, 150 C y 255, todos del Código Penal y demás normas

16
legales atingentes,

A US. SOLICITO: Se sirva tener por deducida querella criminal en contra de todos aquellos
que resulten responsables, en calidad de autores, cómplices o encubridores por el delito de Tortura,
descrito y sancionado en el artículo 150 A, en relación al artículo 150 C, ambos del Código
Penal, en grado de ejecución consumado, cometido en perjuicio de la víctima adolescente de iniciales
A.B.C.C., y el delito de abuso contra particulares descrito y sancionado en el artículo 255 del
Código Penal, en grado de ejecución consumado, cometido en perjuicio de doña CELIA ALEJANDRA
CORONADO LLANCA, acogerla a tramitación, teniendo a la víctimas indicadas como intervinientes en
el procedimiento, para los efectos de ejercer en su oportunidad los derechos que le confiere la ley y
remitirla al Ministerio Público a fin de que este organismo, a través de la fiscalía correspondiente, una
vez concluida la investigación acuse a los responsables y éstos sean condenados a las penas
contempladas por la ley, que serán solicitadas en la oportunidad procesal correspondiente.

PRIMER OTROSÍ: Sírvase SS. tener presente, que el artículo 2º de la Ley N° 20.405, que crea el
Instituto Nacional de Derechos Humanos, dispone que “El Instituto tiene por objeto la promoción y
protección de los derechos humanos de las personas que habiten en el territorio de Chile, establecidos
en las normas constitucionales y legales; en los tratados internacionales suscritos y ratificados por Chile
y que se encuentran vigentes, así como los emanados de los principios generales del derecho, reconocidos
por la comunidad internacional.” Para cumplir con este objetivo, el INDH tendrá, entre otras facultades, las
siguientes señaladas en el artículo 3° de la ley:

Comunicar al Gobierno y a los distintos órganos del Estado que estime convenientes, su opinión
respecto de las situaciones relativas a los derechos humanos que ocurran en cualquier parte del país; y,

Promover que las prácticas nacionales se armonicen con los tratados internacionales de derechos
humanos ratificados por Chile y que se encuentren vigentes, a fin que su aplicación sea efectiva;

Asimismo, según lo estipulado en el Artículo 3° N°5:

“Le corresponderá especialmente al Instituto:

Deducir acciones legales ante los tribunales de justicia, en el ámbito de su competencia. En


ejercicio de esta atribución, además de deducir querella respecto de hechos que revistan carácter de
crímenes de genocidio, de lesa humanidad o de guerra, tortura, desaparición forzada de personas, tráfico
ilícito de migrantes o trata de personas, podrá deducir los recursos de protección y amparo consagrados
respectivamente en los artículos 20 y 21 de la Constitución, en el ámbito de su competencia”

Según el artículo 4° de la citada ley, para cumplir sus atribuciones, el INDH podrá obtener todas
las informaciones y documentos necesarios para el examen de las situaciones comprendidas en el ámbito
de su competencia.

17
Por lo tanto, la legitimación activa para comparecer en calidad de interviniente, está dada por la ley
N°20.405 que crea el Instituto Nacional de Derechos Humanos que tiene por objeto la promoción y
protección de los Derechos Humanos, y que en su artículo 3 N°5 la faculta para deducir acciones legales
ante los tribunales de justicia en el ámbito de su competencia.

POR TANTO, Pido se sirva tenerlo presente para todos los efectos legales.

SEGUNDO OTROSÍ: Sírvase S.S., tener presente que, conforme lo disponen los artículos 22, 23 y 31
del Código Procesal Penal, este interviniente propone que todas las resoluciones judiciales, actuaciones
y diligencias del ministerio público le sean notificadas vía correo electrónico a las casillas de correo
electrónico: mrabanal@indh.cl, pnahuelcheo@colaborador.indh.cl, epainevilo@colaborador.indh.cl y
amunoz@colaborador.indh.cl, por ser ésta suficientemente eficaz y no causar indefensión.

TERCER OTROSÍ: Sírvase S.S., tener por acompañado Mandato judicial suscrito por el Director del
INDH, don Sergio Micco Aguayo, firmado con fecha 29 de agosto de 2019, ante don R. Alfredo Martín
Illanes, Notario Público Titular de la Décimo Quinta Notaría de Santiago, y anotado en su repertorio bajo el
N° 3649-2019, y cuenta con Firma Electrónica Avanzada, Código de Verificación N° 123456804341.

CUARTO OTROSÍ: Sírvase S.S., tener presente que desde ya y de conformidad con la letra e) del artículo
113 en relación con el artículo 183 ambos del Código Procesal Penal, solicito al señor Fiscal Adjunto del
Ministerio Público, la realización de las siguientes diligencias:

1.- Se practiquen todas aquellas diligencias para la investigación de delitos de tortura, establecidas en el
Oficio de la Fiscalía Nacional N° 37-2019, denominado "Instrucción General que imparte criterios de
actuación en delitos de violencia institucional", de fecha 15 de enero de 2019;

2.- Requerir a la Policía de Investigaciones, de conformidad con el artículo 19 del Código Procesal Penal,
toda la información que diga relación con los funcionarios públicos que participaron en el procedimiento
referido en los hechos, nómina de funcionarios, identificación del funcionario a cargo del mando,
distribución de labores, libro de novedades, bitácoras del día de los hechos, parte de detenidos y todo
otro antecedente relacionado.

4.- Se oficie al Servicio Médico Legal (SML) a fin de que se realicen peritajes psicológicos y físicos a las
víctimas, de acuerdo al “Manual para la investigación y documentación eficaces de la tortura y otros tratos
crueles, inhumanos o degradantes”, conocido como “Protocolo de Estambul”.

5.- Se ordene citar y tomar declaración ante la Fiscalía Local del Ministerio Público, a las víctimas de
estos hechos y a los testigos presenciales que se identifique. Se solicita gestionar la realización de esta
diligencia a través del correo electrónico mrabanal@indh.cl, pnahuelcheo@colaborador.indh.cl,
epainevilo@colaborador.indh.cl y amunoz@colaborador.indh.cl.

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6.- Identificar y tomar declaración en calidad de imputado a los funcionarios de la PDI que ejerce los actos
descritos en lo principal en contra de las víctimas, previa lectura de los derechos que le asisten.

7.- Disponer que se indague respecto de la existencia de cámaras de filmación empleadas por personal
de la PDI en el operativo policial de la detención de las víctimas tanto cámaras institucionales como
cámaras personales o teléfonos personales utilizados por el personal presente, y en caso de ser efectiva
su existencia incautarlas a fin de periciarlas.

8.- Se ordene a la PDI informar acerca del consumo de municiones específicamente usadas en el sector
urbano de la ciudad de Ercilla, a propósito de los hechos que se denuncian en esta querella.

8.- Se despache orden de investigar a la Brigada de Derechos Humanos de la Policía de Investigaciones


de Chile con el fin de que se realicen todas las diligencias necesarias para el esclarecimiento de los
hechos, incluidos los requerimientos solicitados con anterioridad.

QUINTO OTROSÍ: Por tratarse una de las víctimas de una adolescente, solicito a US. ordene que desde
ya sea individualizada por todos los intervinientes por sus INICIALES A.B.C.C. Por otro lado, siendo la
exposición de su identidad de manera pública a través del sistema de consulta unificada de causas
disponible en la página web del poder judicial puede afectar a sus derechos protegidos por la Convención
de los Derechos del Niño, solicito a US: disponer la reserva de la presente querella y demás escritos y
resoluciones que se generen a propósito de la misma, en el sentido de que no sea permitido su acceso
desde el sistema público de consulta a causas disponible en la página web del poder judicial, ,
INCORPORANDO el hito “marca confidencialidad de la causa”.

SEXTO OTROSÍ: Ruego a US. Se sirva tener presente que, en mi calidad de abogado habilitado para el
ejercicio de la profesión, y en mérito del mandato judicial acompañado en el otrosí precedente, asumo,
en representación del Instituto Nacional de Derechos Humanos, personalmente el patrocinio y poder en
la siguiente causa, con todas las facultades del artículo 7° del Código de Procedimiento Civil, las que doy
por reproducidas. Para efectos de acreditar la calidad de abogado, solicitamos se tenga presente lo
contenido en el Auto acordado AD 754-2008, decretado por la Excma. Corte Suprema con fecha 08 de
agosto de 2008.

Este documento ha sido firmado electrónicamente de acuerdo con la ley N° 19.799


Para verificar la integridad y autenticidad de este documento ingrese el código de verificación: 1975304-fa1b08 en:
19
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