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(Traducción del capítulo 3 del libro The Art of Teaching Reading por Lucy McCormick Calkins)
Nuestros lectores más eficientes abren un libro y se encuentran en un tren que va a hacia Rusia o
escuchando con pánico algún sonido tras una puerta. Pero otros niños cuando leen, no están en ese tren, no
están escuchando tras una puerta. En vez, están pensando en vocales y consonantes y en “¡Uf! ¡Qué párrafo
tan largo!”Y en “¡Cuántas páginas más hay que leer!” ¿Cómo ayudamos a todos los niños a apasionarse
por el mundo de la lectura? ¿Cómo les enseñamos a perderse en el drama de una historia? Leer en voz alta
es parte de la respuesta.
Renée Dinnerstein, una maestra de kindergarten, se dio cuenta que con todas las presiones de su
trabajo tenía que poner un toque especial a la lectura en voz alta, así que creo una variación del ratón de los
dientes. Los niños de kindergarten en la escuela pública 321 en Nueva York, algunos días llegan a su clase y
se encuentran con que han sido visitados por el ratón de los libros y que les ha dejado un paquete con lazos y
moños. Los días como éste se vuelven una celebración de lectura. Una vez René y sus niños habían estado
estudiando el alfabeto y el ratón de los libros trajo tres libros del alfabeto. Durante días los niños seguían
comentando la extraordinaria coincidencia, el ratón de los libros había traído libros de alfabeto justo cuando
estaban estudiando el alfabeto. ¡Qué maravilla!
En la clase de Kim Tarpininan, el cumpleaños de cada niño se celebra pidiendo que cada niño escoja
un pasaje de un libro que Kim ya haya leído a la clase en voz alta. Al comienzo del año los niños no tienen
mucho de donde escoger pero hacia el final del año los niños tienen para escoger entre más de veinte novelas.
Siempre hay emoción por parte de los demás niños por saber la elección del niño que cumple años. Kim lee en
voz alta el pasaje escogido y el niño explica por qué este pasaje es importante para él. Kim escribe un deseo
de cumpleaños en el interior del libro y ese libro se queda en la biblioteca de aula, recordando la importancia
de ese libro en la vida de ese niño. A manera de ritual al final del año, cada niño busca otra vez su pasaje
escogido. Antes del último día de clases, cada niño practica con entusiasmo leer ese pasaje en voz alta y en los
momentos finales del último día de clases, cada niño lee su pasaje a la clase. Kim y los niños de su salón se
llevan consigo esas voces y palabras de aquellos libros favoritos. Estos niños tienen la suerte de tener, en las
palabras de Mem Fox, “la constante buena fortuna de escuchar literatura hermosa y que pase de sus oídos a su
corazón y de su corazón a sus huesos.”
En la enseñanza de la lectura, hay sólo un puñado de cosas con las que todos están de acuerdo.
Probablemente la más importante de éstas es el hecho que todos los niños deben escuchar la mejor
literatura infantil en voz alta. Después de evaluar diez mil casos de investigación la Comisión sobre
Lectura del Departamento de Educación de los Estados Unidos, realizó un reporte que tituló: Volviéndonos
una nación de lectores (1985) En este reporte se confirma que, “la actividad más importante para construir
los conocimientos necesarios para tener éxito en la lectura es que se le lea a los niños en voz alta.” El
estudio encontró “evidencia concluyente” que apoya el leer en voz alta en la escuela y en el hogar aún cuando
los niños ya pueden leer por sí solos, es decir, en todos los grados de instrucción.
Ralph Peterson, autor de La vida en un lugar apretado (1992) sugiere que respondamos a los retos de
nuestro día a día en el aula usando ceremonias, rituales y celebraciones que ayuden a crear comunidades
de aprendizaje. Una parte importante de la construcción de la comunidad del aula, es encontrar maneras de
marcar el salón de clases como un mundo aparte. Aun cuando el momento para guardar las mochilas y
ordenar los pupitres es importante, también es importante tener un ritual que empiece el día. En muchas
aulas, la lectura en voz alta por la mañana reúne a la comunidad y funciona como la bendición del día. Puede
ser una canción o un poema conocido. Quizás los niños puedan recitar el poema de Eloise Greenfield
“Things”
Fui a la esquina
Caminé a la tienda
Compré golosinas
Ya no las tengo
Ya no las tengo.
Fui a la playa
Me eché en la orilla
Me hice un castillo
Ya no lo tengo
Ya no lo tengo
Traducido y adaptado por Mag. Sandra Luna www.lectoresyescritores.com
Fui a la cocina
Me eché en el piso
Me hice un poema
Todavía lo tengo
Todavía lo tengo
O quizás podríamos leer el libro de Byrd Bylor Estoy encargada de las celebraciones en el que una niña del
desierto dice “Algunas veces la gente me pregunta, ¿No te sientes sola con sólo el desierto a tu alrededor? Y
ella responde:
¿Sola?
No puedo
Dejar de sonreír
Cuando me preguntan
Eso.
Siempre los miro...
Sorprendida.
Y digo
¿Cómo puedo estar sola?
En cualquier caso, podemos leer un poema o un libro de ilustraciones que nos hace reír o enamorarnos
de las palabras. Sobre todo, leemos nuestros favoritos. Leemos textos que nuestros alumnos han escrito y que
nosotros hayamos escrito. Y releemos con frecuencia. Simplemente leemos las palabras y esperamos que
hagan magia. Seguimos el consejo de Cynthia Rylant “Léanles, quítenles el aliento. Lean con el mismo
sentimiento como cuando ven el mar por primera vez..... cierren la última página del libro con la misma
emoción con la que le dan un beso de buenas noches a sus hijos. Dejen que los niños sientan y piensen.”
En nuestras minilecciones para el taller de escritura, muchas veces volvemos a los textos que hemos
introducido en nuestros momentos de lectura en voz alta, para estudiar pasajes que amamos, para hablar de lo
que ha hecho en autor, para discutir el efecto que el autor trató de crear. Quizás no leamos el libro entero para
discutirlo. Si hemos leído Estoy encargada de las celebraciones, por ejemplo, y éste ha tenido un gran
impacto en nuestros niños podemos referirnos a cómo algunos autores utilizan el listado en sus textos para
escribir momentos mágicos. También podemos leer Cuando era joven en las montañas por Cynthia Rylant y
discutir cómo Byrd y Cynthia han usado el listado en sus libros.
En una minilección para el taller de lectura, también podemos volver a un libro que hemos leído
durante nuestro momento de lectura en voz alta en la mañana. Cuando volvemos a leer un libro les mostramos
a nuestros alumnos la riqueza de releer. Podemos también decirles “Hoy, quiero hablar sobre el lenguaje
científico que a veces encontramos en los libros, quizás esta mañana cuando leímos Estoy encargada de las
celebraciones algunas palabras no le parecían conocidas, sin embargo podemos deducir su significado a
partir del contexto del libro. Sabemos que el libro es sobre el desierto, entonces podemos releer con esa idea
en mente y deducir las palabras científicas que no conozcamos.” En otro momento podemos usar el mismo
libro de otra manera, por ejemplo les podemos enseñar a los niños qué hace un lector cuando empieza a leer
un libro nuevo: “Cuando empiezo a leer un libro escrito por un autor que ya conozco puedo pensar en todo lo
que ya sé sobre este autor, en los tipos de libros que escribe y en los temas que cuenta, así podré anticipar
cómo es este libro nuevo”. Asimismo, en otro momento del año podemos copiar en un papelógrafo parte del
libro Estoy encargada de las celebraciones y estudiar cómo leer respetando la puntuación.
Es importante recordar la gran demanda cognitiva que se impone en nuestros niños cuando escuchan
textos de no ficción. Es por eso que debemos apoyarlos para que puedan lograr escuchar adecuadamente.
Podemos apoyarlos así:
Leyendo en voz alta textos de no ficción sobre los intereses de nuestros alumnos, sobre sus
pasatiempos y también sobre temas del currículo.
Leyendo en voz alta textos de no ficción sencillos para introducir un tema nuevo y después
pasar a textos más complicados.
Ofrecer a los niños información previa para que puedan entender el libro de no ficción con
mayor facilidad.
Modelando activamente nuestro proceso de pensamiento al leer un texto informativo, diciendo
por ejemplo “Un momento! Hasta el momento dice en este libro que los pájaros migran de
cuatro maneras [las listamos] Ahora, parece que el autor está hablando de un nuevo tema sobre
cómo investigar la migración de los pájaros... ¡Ah! Sí, aquí dice...
Leer en voz alta partes de textos de no ficción como los encabezados del diario o los primeros
párrafos de revistas. No siempre es necesario leer todo el texto.
Activando las mentes de nuestros niños pidiéndoles que hablen con sus “parejas de lectura”
o “Miremos a este diagrama. Dile a tu pareja que piensas.”
o “Revisemos qué hemos aprendido hasta el momento, cuéntale a tu pareja”.
o “Cuando leo un libro de no ficción a veces hago una pausa y me pregunto “¿qué me ha
sorprendido hasta el momento?” Hagamos eso con nuestras parejas.
Por este motivo, he llegado a la conclusión que es mucho mejor discutir con todo el grupo de alumnos
un texto que se ha leído en voz alta. En vez de dejar de tarea la lectura de uno o dos capítulos de un libro y
discutirlo en clase al día siguiente, ahora leemos el libro en clase y lo discutimos durante el momento de
lectura en voz alta. Nuestras discusiones siempre ocurren en momentos selectos durante la lectura, en el
momento más preciso de emoción o drama mientras los niños escuchan el texto. Muchas veces ayudamos a
los niños a generar nuevos entendimientos mientras leemos el texto. Cuando un grupo de niños escuchan
juntos la mejor literatura leída en voz alta, experimentan lo que significa leer comprensivamente. Los
lectores eficientes se asustan en las partes tenebrosas, sienten angustia cuando el texto es de suspenso, dicen
“hmmmm” cuando aparece un nuevo personaje o hay un cambio en la trama del texto. Nosotros enseñamos a
leer comprensivamente cuando nos asustamos en las partes tenebrosas o demostramos angustia cuando el
texto tiene suspenso e invitamos a nuestros niños a sentir la angustia con nosotros. Cuando nos reímos de las
partes graciosas y nos apenamos en las partes tristes de un texto, estamos enseñando comprensión lectora.
Les muestro a mis niños un libro de ilustraciones – Gorila, por Anthony Browne- y les digo, “Tengo
un libro favorito para leerles hoy” Escucho comentarios de emoción. Satisfecha les pregunto, “¿En qué
piensan?” “¡En Billy el cobarde!” dice Julio refiriéndose a otro libro de Anthony Browne que los niños han
escuchado, leído, releído y estudiado semanas atrás.
A Hannah le encantaban los gorilas. Leía libros sobre gorilas, miraba gorilas en televisión, y dibujaba
figuras de gorilas. Pero nunca había visto un gorila de verdad.
Su padre no tenía tiempo de llevarla al zoológico. No tenía tiempo para nada.
En este momento los niños ya tienen muchos comentarios por hacer. “Volteen hacia sus parejas de
lectura y díganles qué han notado y qué esperan del libro”. En el aula se escucha un zumbido. Poco tiempo
después pido a los niños que compartan sus opiniones. Los siguientes veinte minutos, nos dedicamos a
discutir la carátula y la primera página de Gorila. Durante nuestra conversación, estas ideas surgieron:
Anthony Browne escribe mucho sobre gorilas, Billy el cobarde era un gorila, ahora en su
nuevo libro, a Hannah le encantan los gorilas.
El papá en el libro Gorila se parece al papá en el libro El libro de los cerditos también del
mismo autor. Muchos autores tienen personajes que salen en más de un libro.
Los personajes principales de los dos libros son diferentes, pero ambos tienen una
característica muy marcada.
En Billy el cobarde Billy trata de no ser cobarde. En este libro, ¿Hannah tratará de no estar
obsesionada con los gorilas? ¿O conseguirá que su padre la lleve a ver gorilas?
Cuando leemos en voz alta podemos apoyar a nuestros niños para que experimenten los procesos
de pensamiento de los lectores eficientes. La lectura en voz alta nos ofrece la oportunidad de trabajar con
nuestros alumnos como aprendices, demostrando las herramientas de los lectores más avanzados e invitando a
que los niños intenten usarlas. Cuando leemos en voz alta, les pedimos a los niños que piensen con nosotros y
se pregunten “¿Qué conozco sobre este tipo de texto y este tema que me ayude a anticipar cómo es este nuevo
texto? Ayudamos a que los niños hagan una pausa y piensen “¿Qué ha hecho este autor cuando escribió el
libro? ¿Conozco algún otro autor que escriba de manera similar? Cuando leemos en voz alta, permitimos
que los niños experimenten las estrategias de los lectores eficientes. Nosotros hacemos la
Aunque existen millones de textos sólo hay una cantidad limitada de estrategias de lectura
eficiente que son usadas por los buenos lectores una y otra vez en variadas combinaciones. Notamos un
hecho, desarrollamos teorías, recordamos, predecimos, cuestionamos, inferimos, sintetizamos, interpretamos y
hacemos conexiones de todo tipo. Hacemos esto cuando tenemos cinco años o cuando tenemos cincuenta,
cuando escuchamos textos leídos en voz alta o cuando leemos esos textos en silencio, cuando esos textos son
poemas, manuales, nuestros borradores de historias o novelas. Después de leer en voz alta cuatro o cinco
páginas de un libro a nuestros alumnos, podemos hacer una pausa. “Okay, un momento, quiero estar segura de
tener todo claro en esta historia. Entonces, este libro es sobre...” A esta altura, muchos niños podrán colaborar
en el recuento o sinopsis del libro. También podemos leer unas páginas y encontrarnos con que hemos dejado
de entender y sólo estamos diciendo las palabras. Entonces podemos decirles a los niños “Un momento, estoy
leyendo las palabras sin estar concentrado en ellas. ¿Alguna vez les ha pasado eso? Voy a releer esta parte
para entender bien, ¿ustedes hacen eso cuando se confunden en un libro?”
Si estoy leyendo un libro de misterio y encuentro una pista, dramatizaré el descubrimiento: “¡Un
momento! En esta oración puede que haya una pista” Puedo hacer una pausa, mirar a los niños y susurrar,
“Escuchen” y releer el párrafo. “Díganle a su pareja de lectura qué están pensando.” Si simplemente adoro las
palabras que un autor ha usado, puedo decir: “Miren la descripción de Kevin Henkes, escuchen con atención”
Y luego releer escuchando cada palabra. También puedo demostrar cómo algunas veces leo parte del siguiente
capítulo para ir anticipando qué ocurrirá en la historia, y diré en voz alta las predicciones que espero que los
niños estén realizando en sus mentes. Hablando como si fuera un alumno más puedo pausar mientras leo y
decir: “¡Un momento! Esta parte de aquí está muy interesante, me pregunto qué está pasando” Los niños
escuchan, y generan sus propias predicciones y teorías. Estas deben ser desarrolladas a partir del texto ya
leído. Si un niño tiene una teoría, puedo decirle “Cuéntame más sobre eso” o “¿Qué te hace pensar eso?”
“¿Puedes decir qué partes del texto te hacen pensar así?”
Es muy efectivo decir lo que estamos pensando mientras leemos e invitar a los niños a compartir sus
opiniones mientras escuchan el texto, pero debemos evitar pausar a cada instante para discutir el texto a muy
frecuentemente. He descrito muchas maneras de demostrar los hábitos de un buen lector, sin embargo el
hábito más importante que puedo demostrar es estar interesada en el texto.
Leer en voz alta para que los niños discutan los textos
Ningún niño intentó responder, así que la maestra completó su propia oración. ¿Sapo y Sepo son
diferentes? Preguntó, y luego pasó a dar una clase sobre multiculturalismo. Sapo es verde y Sepo es marrón,
y aún así son amigos.
Douglas Barnes (1993) en su artículo “Apoyando la conversación exploratoria para aprender” reporta
que la mayoría de las preguntas hechas por los maestros que él observó eran estrictamente cerradas y
requerían poca o ninguna habilidad para un pensamiento divergente. Lo que es peor, estas preguntas tenían
como efecto que las participaciones de los alumnos sean respuestas de una palabra y las preguntas que le
hacían al maestro eran para confirmar algo y no surgían de su curiosidad.
Para ayudar a que nuestros alumnos piensen, hablen y eventualmente escriban bien sobre los textos
que leen y escuchan, tenemos que quebrar nuestro hábito de bombardearlos con preguntas para las cuales ya
tenemos una respuesta. No sé por qué los maestros estamos tan acostumbrados a hacer preguntas del tipo de
“llenar los espacios en blanco” como si fueran de un libro de ejercicios. Es mejor hacer este tipo de pregunta:
“Hablemos de las razones por las cuales los niños se burlaban de el niño cuervo”, pero en vista que estamos
acostumbrados al patrón de conversación que domina nuestras aulas, preferimos preguntar: “¿A los niños de
esta historia les gustaba el niño cuervo? Un niño responde, si no es la respuesta que queremos escuchar,
volvemos a hacer la pregunta. Otro niño responde. Nuevamente, no es la respuesta que estábamos buscando.
Entonces la clase se queda en silencio. Entonces tratamos de dar parte de la respuesta que queremos escuchar.