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La mayoría de nosotros presta atención a lo que nos interesa. Por ejemplo, si te gusta el tenis, podrías ver
partidas de tenis en la televisión y recordar fácilmente la puntuación y los nombres de los jugadores. No
obstante, cuando ves algún evento deportivo que no te interesa mucho, como, por ejemplo, una partida de
fútbol americano, probablemente no recordarás mucho sobre esta. En lugar de eso, podrías perder el interés
y cambiar de canal tras solo unos cuantos minutos.
Un chico con TEA, incluso más que otros niños, presta atención a lo que le interese. Pero, debido a que a tu
hijo hay que mostrarle cómo hacer las cosas, podrías pasarte demasiado tiempo siendo su “profesor” o
“auxiliar”, mientras que él actúa como “seguidor”. Si siempre le muestras o le dices a tu hijo qué hacer, podría
no tener la oportunidad de hacer lo que realmente desea. Y no tendrá la oportunidad de empezar la
comunicación por su cuenta.
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Usar el método OWL: Observing (observar), Watiting (Esperar) and Listening (Escuchar)
Seguirle el paso a tu hijo empieza con “observar, esperar y escuchar” (observing, waiting and listening) a tu
hijo. 1
“Observar”
“Esperar”
“Escuchar”
Observar (Observing)
Observar consiste en ver de cerca lo que tu hijo hace para, así, ver las cosas por las que se interesa. Con
ello, puedes incluir sus intereses en lo que ustedes dos realicen juntos. Mira lo que Karen aprende sobre su
hijo Julian cuando ella lo observa de cerca durante su juego de golpear la pelota. Ella ve que Julian se interesa
más en sostener la cuchara frente a sus hijos que en usarla para golpear la pelota.
1
Se ha dejado las siglas como OWL (“búho”) para respetar la integridad del texto y mantener el juego de palabras. N.
de T.
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Esperar (Waiting)
El esperar le dará a tu hijo tiempo suficiente para enviar mensajes a su manera. Aunque, en ocasiones, puedes
creer que tu hijo no se comunica para nada, quizá no está teniendo la oportunidad de comunicarse.
La madre de Kelly está preocupada porque Kelly nunca le pide nada. Entonces, un día tras el almuerzo, cuando
Kelly usualmente obtiene su galleta, su madre no se la puede dar porque está al teléfono. Kelly da un pisotón
y grita para que su madre sepa que quiere una gallera ahora. Así, su madre se da cuenta de que Kelly puede
comunicarse si alguien la espera a que lo haga.
Esperar también puede darle a tu hijo la oportunidad a detenerse a pensar en lo que le estás diciendo. Si
le preguntas algo a tu hijo y no te responde inmediatamente, podrías suponer que no compre la pregunta y
se la formulas nuevamente. Sin embargo, tu segunda pregunta podría distraerle justo cuando está a punto
de agarrarle el sentido a la primera. Si está a punto de recordar una palabra, tu segunda pregunta podría
causar que se la olvidara.
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Escuchar (Listening)
Cuando escuchas cuidadosamente los sonidos de tu hijo, aprendes sobre lo que ya puede hacer y aquello en
lo que puedes trabajar. Por ejemplo, si tu hijo produce muchos sonidos con sus labios, como “pah” y “bah”,
puedes enfatizar el motivar cosas que empiecen con tales sonidos, como “parque” o “balón”.
Cuando tu hijo empieza a hablar primero, podría no hablar con claridad. Si dice “Fua” cada vez que le sacas
el abrigo del clóset, existe una gran posibilidad de que ella esté intentando decirte “Fuera”. Si escuchas
atentamente, puedes responder su “Fua” diciendo “Fuera. Vamos afuera”. Esto le otorgará un modelo de
pronunciación correcta de la palabra, aun cuando no hayas planificado ir afuera. Pronto, tu hijo se dará
cuenta del poder de la palabra.
Puede que hayas oído a tu hijo usar una palabra un día y, después, no oír decirla nuevamente por días o
incluso semanas. Pero, si escuchas y recuerdas la palabra, puedes hacer cosas que le fomenten a usarla
nuevamente y pronto. Por ejemplo, si escuchas a tu hijo decir “no” una vez, puedes incrementa su
oportunidad de que use “no” nuevamente ofreciéndole comidas que no le gustan, cantando canciones con
la palabra “no” en estas y viendo imágenes de gente movimiento la cabeza y diciendo “no”.
Escuchar es una herramienta valiosa cuando tu hijo está usando la ecolalia (es decir, cuando imita o repite
las palabras o frases que otras personas dicen). Si escuchas la forma como tu hijo repite estas palabras, su
entonación te dirá mucho sobre por qué las está diciendo. Por ejemplo, si le preguntas a tu hijo “¿Quieres
una galleta?” y te repite la pregunta exactamente como la dijiste con la misma entonación ascendente, podría
no haber comprendido lo que le has dicho y “hace eco” porque siente malestar. Sin embargo, si repite lo que
le dices y cambia la entonación, es probable que haya comprendido lo que dijiste y te esté diciendo, lo mejor
que puede, “Sí, quiero una galleta”.
Cuando tu hijo usa la ecolalia tardía, cuando “toma” algo que haya oído en un contexto y lo use en otro,
necesitas saber escuchar y observar particularmente bien para intentar darte cuenta de lo que tales “ecos”
significan.
Para probar
otro juego,
presione
opción
A Stephanie le gusta escuchar una historia interactiva en su computadora. Cada ve que es hora de “voltear la
página”, la computadora dice “presione opción”. Cuando Stephanie quiere que su madre o padre le enciendan
el TV, también dice “presione opción”. Aunque esto tenga todo sentido para ella, confunde a su padre y
madre. Pero, al escuchar a Stephanie y observarla en la computadora, llegaron a darse cuenta de que asocia
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la orden “Presione opción” con lograr que algo nuevo aparezca tanto en la pantalla de computador como en
el televisor.
¡¿?!
Presione
opción.
Mediante la observación y la escucha, la madre y el padre de Stephanie se dan cuenta de que ella crea
que “Presione opción” significa “¡Haz que la pantalla (cualquier pantalla) cambie!”.
Puesto que muchas de las palabras, frases y oraciones de tu hijo habrían sido tomadas prestadas de otras
situaciones, asegúrate de que dichas palabras resulten útiles de aprender para tu hijo. Tras haber escuchado
a Stephanie y haberse dado cuenta de por qué lo estaba diciendo, la madre y el padre de Stephanie
intentaron buscar otros programas informáticos que brindaran instrucciones (p. ej. “Presionar el botón” o
“Siguiente”) que Stephanie pudiera usar en otras situaciones.
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Cuando emplees el método OWL, lo mejor es encontrarte cara a cara
Juguemos a los
bloques, Sujit.
¡Sujit!
¡El hilo
de Sujit!
Si te pones cara a cara con tu hijo, podrás ser capa de ver en qué está interesado. Al ponerte a nivel de tu
hijo, te vuelves parte de su mundo.
Ya que a tu hijo podría resultarle difícil realizar el contacto visual, facilítaselo. Por ejemplo, siéntalo en tu
rodilla para que, así, te pueda encarar; colócate bocabajo o a su lado si está jugando en el suelo; agáchate en
frente de él si está de pie.
Nuestros rostros muestran información social importante que a tu hijo le resultaría difícil de entender.
Incluso cuando tu hijo puede seguir una conversación, podría no prestar atención a los ceños fruncidos,
sonrisas o movimientos de los ojos que dicen tanto como las palabras. Por ello, acércate al nivel físico de tu
hijo y otórgale toda oportunidad para que vea a tu rostro “hablar”.
Tu hijo rendirá mejor cuando sabe qué esperar. Si juegas cara a cara con él frecuentemente, llegará a esperar
y anticipar tu presencia. Si un día no estás ahí, podría ir a buscarte para llevarte a jugar con él como lo sueles
hacer.
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Usar las cuatro “íes” para seguirle el paso a tu hijo
Las estrategias de las cuatro “íes” ayudarán a que tu hijo mejor sus habilidades para la interacción y la
comunicación. Puedes emplear las cuatro “íes” con tu hijo en cualquier etapa de su desarrollo comunicativo:
ya sea la de la Agenda propia, la del Pedilón, la del Comunicador temprano y la del Compañero. Tres de las
cuatro “íes”, incluye los intereses de tu hijo, imita e inmiscúyete, te ayudarán a fomentar a que tu hijo
participe de actividades e interactúe contigo. La estrategia de “interpreta” te ayudará a darle a tu hijo
información una vez que ustedes dos ya estén interactuando.
En vez de ello, Karen se acercó más a su hijo y, un momento después, cuando él bajó la cuchara, dijo “Te
pillé”. Julian se rio y puso la cuchara frente a sus ojos de nuevo. Pronto, empezó a decir “Te pillé” después de
Karen. Julian se “escondió” tras la cuchara ocho veces antes de cansarse del juego, y mantuvo contacto visual
todo el tiempo con su madre. Al ver a su madre, Julian la mantuvo inmersa en el juego, y así continuó.
Fíjate que, después de que la madre de Sujit y Karen se dieron cuenta de lo que interesaba a sus hijos, se
unieron al juego como “compañeras”. Unirse significa volverse un “chico” y hacer lo que sea que tu hijo esté
haciendo.
A veces, tu hijo podría tener intereses limitados y dependerá de ti para que le muestras nuevas actividades.
Preséntale algún objeto o actividad atractivos, y espera a que lo descubra y, entonces, únete a su actividad
para seguirle el paso.
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¡Te pillé!
Una vez que Karen se da cuenta de que Julian no quiere jugar con la pelota, ella le sigue el paso uniéndose a
lo que él está haciendo y volviendo su interés por la cuchara en un juego de “Esconder el rostro”.
También puedes compartir los intereses de tu hijo fijándote en lo que esté viendo y, entonces, señalando a
esa persona, cosa o acción y lanzando un comentario. Tal comentario puede ser una sola palabra (“pelota”)
o una oración (“es una pelota grande”) que le otorgue a tu hijo información sobre sus intereses. Por ejemplo,
si tu hijo se fija en un pájaro, puedes señalarlo con el dedo y decirle “¡Mira! ¡Un pajarito!”. Debes encontrarte
cerca de tu hijo y cerca de aquello a lo que estás apuntando para que vea lo que estás haciendo. De ser
posible, coloca su mano sobre el objeto para que, así, sepa exactamente de qué estás hablando. Con ello, tu
hijo podría descubrir que también tienes cosas emocionantes que le puedes mostrar. Tal vez siente interés
por las cosas que tú notes antes que él.
¡Mira!
¡Pajarito!
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La segunda “i”: Interpreta
Trata todo lo que haga tu hijo como si te estuviera enviando un mensaje
Cuando tratas lo que sea que haga tu hijo como si estuviera intencionalmente mandándote un mensaje, lo
ayudas a darse cuenta de que él puede tener un impacto sobre lo que hagas. Esta clase de interpretación
funciona especialmente bien en chicos en las etapas de la Agenda propia y del Pedilón, quienes no se
comunican directamente contigo, pero, a menudo, te dejan saber lo que quieren a través de sus acciones.
Por ejemplo, si tu hijo agarra las llaves de tu auto, puedes decir “Llaves. ¡Vamos!”. Incluso si no se está
comunicando directamente contigo, le respondes como si lo estuviera haciendo. Si realizas esto una y otra
vez, tu hijo podría conectar las llaves con viajar en auto y, finalmente, darte las llaves la próxima vez que
desee pasear en auto.
¡Llaves!
¡Vamos!
Llaves.
¡Vamos!
También puedes interpretar y responder a las palabras de tu hijo tratando lo que diga como si te estuviera
hablando. Por ejemplo, si oyes a tu hijo decir “mamá” mientras juega en otra habitación, puedes responderle
como si te estuviera llamando, yendo hacia él y diciendo “Aquí está mamá”.
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Di o has las cosas “como él lo haría si pudiera”
Si tu hijo mostró interés por algo o trata de enviarte un mensaje, necesitas “interpretar” sus intentos de
comunicación diciéndolo o haciéndolo “como él lo haría si pudiera”. Cuando dices o haces algo “como él lo
haría si pudiera”, emplea las palabras y acciones que te gustaría que tu hijo empleara en el futuro, para así
darle un modelo que pueda copiar en el futuro. Un modelo físico demuestra lo que tu hijo puede hacer. Un
modelo verbal demuestra lo que puede decir. Por ejemplo, si tu hijo muestra un interés por un pájaro,
señálalo (un modelo físico) y di “pájaro” (un modelo verbal). Dirige la atención a tus modelos mostrándoselos
antes de decirlos o hacerlos y enfatizando o exagerando tus palabras y acciones. Cuando logras que un
modelo salga a relucir, tu hijo lo nota y se vuelve muy probable que lo copie.
Ya que tus etiquetas también ayudan a que tu hijo comprenda el significado de las palabras, úsalas a menudo
para comentar sobre sus intereses.
Sí,
¡Pizza! ¡Pizza!
Cuando interpreta para Carl, su madre se lo dice todo de forma “corta y agradable”, con el fin de que Carl
pueda, finalmente, pedir la pizza por sí mismo.
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A veces, las primeras palabras que tu hijo dirá son tontas o carentes de sentido y que son fáciles de pronunciar
y divertidas de decir, como “Uy no” o “Puaj”. Puedes usar estas palabras DIVERTIDAS a la hora de interpretar
(véase el capítulo 6, página 201, para una lista de palabras DIVERTIDAS).
Haz que tus modelos sobresalgan exagerándolos, y sé consistente con las inflexiones y los mismos acentos
tónicos que empleas para enfatizar el modelo. La creciente asociación de tu hijo de la entonación con
palabras o frases especificas le ayudará a recordarlas. Antes de que tu hijo repita lo que dices, es más
probable que repita cómo lo dices, que imite tu entonación, pero sin realmente decir las palabras. No te
sorprendas si, cuando empiece a hablar, use tus palabras y tus patrones de entonación. Si a tu hijo le interesa
la música, ¡podrías incluso cantar algunas palabras con él!
¡Uy no!
¡Uy no!
¡Hola!
¡Hola!
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Interpreta para tu hijo en las etapas del Comunicador temprano
Si tu hijo aún no ha comenzado a hablar, pero envía mensajes intencionales con imágenes o gestos, tu modelo
verbal debe ser una sola palabra que puedas decir justo cuando él realice los gestos o te entregue la imagen.
No obstante, si tu hijo, como muchos otros niños a esta edad, empieza a hablar “haciendo eco” de frases y
oraciones, es importante que tus modelos verbales contengan palabras que pueda “tomar” y usar más
adelante. Al modelar las palabras para tu hijo, le otorgas un guion que pueda memorizar y emplear en el
futuro. Una vez que aprenda qué decir en una situación, podría empezar a aplicarlo a otra. Cuando,
finalmente, tenga mejor capacidad para comunicarse, dependerá menos del guion y más de sus propias ideas
sobre lo que decir.
Veo
gatito. Veo
gatito.
Veo
gatito.
Al principio, Andrew aprende qué decir Luego, Andrew muestra que entiende
mediante repetición, cuando repite lo que las palabras usándolas en una situación
su padre dice. similar.
Tu hijo tenderá a recordar y repetir lo último que haya oído. Por ello, puedes enfatizar palabras importantes
colocándoles al final de lo que digas. Por ejemplo, si quieres que tu hijo aprenda la palabra “Abrir”, di “Puerta
abrir” en vez de “Abrir puerta”.
¡Dilo a su manera!
Si tu hijo va a usar tus palabras exactas para expresarse a sí mismo, es importante que le proporciones un
modelo verbal desde su punto de vista. Si dices “¿Quieres un poco de agua?”, tu hijo podría comprender
exactamente lo que estás pidiendo, pese a que no comprende lo que cada palabra significa. Debido a su
tendencia para “hacer eco”, podría repetir tu pregunta en vez de darte una respuesta apropiada. Si quieres
que tu hijo aprenda a decir cosas de una forma más apropiada, debes decirlas “¡como él las diría si pudiera!”.
En vez de preguntarle de la forma usual, asume la perspectiva del niño y di “Yo quiero agua”. Para mostrarle
al chico a qué se refiere “Yo”, ayúdalo a tocar su pecho con su mano.
Te podría resultar extraño hablarle a tu hijo de esta manera, pero es importante aprovechar su habilidad
para imitar lo que le digas para que, así, pueda empezar a usar sus palabras de manera significativa. Aun si
no puedes decirlo todo “a su manera”, intenta hacerlo cada vez que él se sienta motivado a hablar,
especialmente cuando quiere algo de ti, pero no tiene las palabras para expresarlo.
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Recuerda llamar la atención de tu hijo hacia el modelo bajando la velocidad antes de poder decirlo, y
diciéndolo con énfasis. Es más probable que tu hijo repita lo que digas cuando lo destacas.
Si tu hijo imita con facilidad, todo lo que necesitas es enfatizar el modelo, mostrarle anticipación y, quizá,
tocar su pecho u hombro para que sepa que es su turno para hablar. Por otro lado, si tu hijo no se inclina por
copiar, podrías tener que dirigirlo a usar el modelo dándole instrucciones, como “Di ‘yo quiero agua’”. Si tu
hijo comprender el significado de las palabras “Di”, “Dime” u otras instrucciones, no las incluirá en su
repetición del modelo. No obstante, para los chicos que tienden a imitar todo lo que digas sin importar su
significado, tales instrucciones serán percibidas como parte del modelo. Puedes intentar ayudar a que tu hijo
distinga el modelo de las instrucciones usando una variedad de técnicas de las que se hablará en el siguiente
capítulo (véase capítulo 4, páginas 117-118). Si ves que tu hijo todavía repite tus instrucciones, apégate a
darle solamente el modelo.
¿Quieres un
poco de agua?
¿Quieres un
poco de agua?
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¿Quieres un
poco de agua?
Yo quiero
agua.
Yo quiero
agua.
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Usa frases portadoras en tus modelos verbales para que tu hijo, así, aprenda algunas frases clave que puedan
resultar útiles en una variedad de situaciones.
Las frases portadoras consisten en palabras que, a menudo, van juntas y son usadas como una
unidad.
“Yo quiero…”, “A mí me gusta…”, “Yo tengo…”, “Yo veo…”, “Yo voy a…”, “Dame…”, “Vamos a…”,
“¿Qué es eso?”
Repetir lo que tu hijo dice para, luego, agregar una palabra sobre acción a la etiqueta no es la única forma de
ayudar a que tu hijo realice combinaciones de dos palabras. También puedes combinar etiquetas con
palabras de lugares o palabras descriptivas. Solo date cuenta de qué diría tu hijo si pudiera y, entonces,
emplea la estrategia “repetir y añadir” para ayudarle a progresar de frases de dos palabras a frases de tres.
Aquí hay una lista para que puedas empezar.
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Interpretar para el compañero
Necesitarás usar menos la estrategia de “interpretar” con un niño que se encuentra en la etapa de
comunicación de Compañero, porque está comenzando a armar sus propias oraciones. Aun así, resulta
importante modelar palabras y frases que te gustaría que tu hijo aprendiera. También puedes decírselo
“como él lo haría si pudiera” para darle la información que necesita para corregir cualquier error que podría
haber cometido. Si oyes a tu hijo cometer un error, preséntale inmediatamente el modelo verbal correcto, y
exagera la corrección para que, así, note el cambio.
¡Sí, él es
gracioso!
¡Ella
graciosa!
Tu hijo podría prestarte atención si golpeas un bloque después de que él golpee un bloque, si saltas después
de que él salta o si realizas los mismos sonidos inmediatamente después de que él los haga. Incluso puedes
intentar copiar algunas de sus conductas sensoriales, como girar o aletear las manos. Podría sentirse con
bastante poder cuando se dé cuenta de que está marcando el paso y tú lo estás siguiendo. Si imitas las
acciones y sonidos de tu hijo, él podría empezar a imitar los tuyos. Entonces, podrías agregar algo nuevo para
que él imite. Este juego de copiarse es muy importante—tu hijo puede aprender mucho viendo lo que tú
hagas.
A la hora de almuerzo, Sean golpea la mesa con su cuchara. El padre de Sean le sigue el paso golpeando la
mesa con su propia cuchara exactamente como Sean. ¡Esto llama la atención de Sean! Tras volver a golpear
con la cuchara, Sean mira a su padre, como si estuviera diciendo “Te toca, papá”.
¡Bang!
¡Bang!
Si tu hijo no muestra interés por jugar a imitarse, podrías buscar enseñarle a imitarte. Empieza mostrándole
a tu hijo una acción y, entonces, si no puede copiarte, ayúdalo físicamente a que te copia. Cuando complete
la acción con éxito, recompénsalo con elogios, abrazos o un bocadillo favorito. Empieza logrando que copie
acciones con juguetes, tales como empujar un auto de juguete sobre la mesa. Luego, progresa a que copie
acciones sin juguetes (p. ej. “toca tu nariz”) y, a continuación, a copiar algunos sonidos, como sonidos de
animales.
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La cuarta “i”: inmiscuirse
Insístele en unirte a lo que esté haciendo, aun cuando no quiera al principio
No siempre resulta fácil unirse a la actividad de un niño que se rehúsa a interactuar contigo o a quien le gusta
hacer cosas repetitivas por su cuenta. Pero recuerda, no está haciendo esto porque no quiera incluirte.
Simplemente, no sabe cómo incluirte. En vez de desanimarte, busca oportunidades para poder llegar a
ingresar en lo que él esté haciendo. Esto podría significar sentarse cerca de él cuando no parezca querer
tenerte cerca o bloqueando su camino cuando esté huyendo. ¡Agáchate bien cerca de tu hijo y juega con
juguetes similares! No te preocupes por si no parece agradarle al inicio. Al final, aprenderá que es más
divertido jugar contigo que jugar a solas.
Recuerda, tu hijo necesita escuchar modelos de palabras que pueda emplear. Cuando te inmiscuyes en las
actividades de tu hijo, también necesitarás interpretar para él.
A Ali le gusta corre de un lado a otro. Su padre intenta seguirle el paso corriendo detrás de él, pero Ali no
parece notarlo. Entonces, su padre le bloquea el camino a Ali y le dice “¡Alto!”. A Ali no le gusta e intenta
evitar a su padre corriendo a su alrededor, pero su padre también se mueve. Ali se ve forzado a empujarlo
del camino. Moviéndose a un lado, su padre le dice “¡Vete!”, lo que le permite a Ali reanudar sus carreras. Al
pasar esto unas cuantas veces, Ali comienza a esperar el “obstáculo” y se ríe cuando su padre se pone en
frente de él. Tres semanas después, cuando Ali está corriendo en la sala de estar, busca a su padre. Tan
pronto como su padre salta en frente de él, Ali, por primera vez, dice “¡Vete!” para que su padre se mueva
del camino.
¡Vete!
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A menudo, existe más de una forma de inmiscuirse en lo que tu hijo esté haciendo. Podrías intentar con
algunas cosas diferentes antes de que tu hijo y tú establezcan una conexión.
Como Ali, quien corre de un lado a otro una y otra vez, tu hijo podría realizar cosas que, aparentemente, no
sean productivas. Es probable que tales acciones satisfagan una necesidad sensorial. Por ejemplo, a tu hijo
podría darle por tirar las cosas al suelo y ver cómo se caen. O podría alinear objetos, como carritos de juguete
o libros, porque le gusta cómo se ven las alineaciones.
Aquí van algunas ideas para inmiscuirte en dichas actividades repetitivas y solitarias para convertirlas en
interacciones positivas de a dos entre tu hijo y tú.
Recuerda que tu hijo podría no mostrarse del todo contengo con cualquiera de tus inmiscusiones,
pero, con alguna persistencia lúdica de tu parte, las actividades en solitario se pueden convertir en
juegos interactivos.
¡En la canasta!
Cuando ella insiste en atrapar los bloques en una canasta, esta madre convierte la tiradera
repetitiva de bloques de su hija en un juego interactivo.
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• Si a tu hijo le gusta alinear objetos, puedes usar la misma estrategia del “cuidador” como lo harías
con un niño al que le gusta tirar cosas. Reúne todos los objetos que tu hijo aliena (por ejemplo,
carritos de juguete, letras del alfabeto o bloques) y entrégale los objetos uno por uno hasta que
aprenda que eres parte el juego. Cuando eres el “cuidador” de los objetos que tu hijo desea, tendrá
que incluirte en lo que esté haciendo.
¡Yo quiero
auto!
• Ayuda a tu hijo a alinear poniendo tú mismo un objeto en la línea. Solo mételo con mucha
naturalidad y dile algo como “Aquí hay otro carrito”.
Después de que tu hijo te haya permitido participar, introduce una variación, como agregar un
juguete distinto a la alineación o poner el mismo juguete en la alienación, pero de forma inusual (por
ejemplo, bocabajo o volteado a un lado). El cambio podría no gustarle, pero cuando grite o llore,
recuerda, ¡es comunicación! Si persistes de forma amable y juguetona, su nueva rutina de juego te
incluirá pronto.
¡No!
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Esconder y buscar
• Toma uno de los objetos de la alineación y escóndelo bajo la manga, en tu bolsillo o debajo de tu
camisa. Esto casi siempre garantiza que tu hijo interactuará contigo (¡aunque podría ser que le guste
tanto el juego de “esconder” que empiece a buscar en las mangas y bolsillos de todo el mundo!).
• Esconde el objeto que a tu hijo le gusta y, a continuación, ayúdale a buscarlo. Para ayudarle a que
su búsqueda tenga éxito, asegúrate de que los objetos estén parcialmente visibles, ya sea que se
encuentren bajo el sofá, detrás de la puerta o sobre una mesa.
Cuando busques, usa palabras y frases que sean apropiadas para la etapa de comunicación de tu hijo:
una palabra simple si tu hijo está en la etapa de la “Agenda propia” o del “Pedilón” (p. ej. “Carrito”);
una o dos palabras o una oración que contenga una frase portadora para un “Comunicador
temprano” (p. ej. “¡Veo un carrito!”); o una oración que incluya una nueva palabra o concepto (tal
como “¡Vamos a ver debajo de la silla!”) para un “Compañero”.
¡Veo un
camión!
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Interponte en su camino
• Interponte en su camino para que, así, tu hijo tenga que decir o hacer algo para pedirte que te
muevas. Eso es exactamente lo que el padre de Ali hace cuando bloquea el camino de Ali, lo que
imposibilita a su hijo no interactuar con él si desea seguir corriendo.
Únete al juego
• Cuando tu hijo esté jugando a solas con un juguete, encuentra un juguete similar e insiste en unírtele
para jugar. Por ejemplo, choca con tu carrito de juguete a su carrito y di algo como “¡Choque!” o
“¡Ay, no!”. Haz que tu dinosaurio se coma a su dinosaurio, crea emoción realizando rugidos y
diciendo “¡Te tengo!” en el caso de las etapas de la “Agenda propia”, de “Pedilón” o de “Comunicador
temprano”, o “¡Argh! ¡Voy a comer triceratops!” para el “Compañero” que se conoce los nombres
de los dinosaurios.
¡Argh!
¡Te voy a
comer! A Liam le gusta jugar con sus
dinosaurios por su cuenta hasta
que su madre insistía en formar
parte del juego. Entonces,
descubre un nuevo juego que es
divertido solo cuando dos
personas participan.
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¡Exprime!
• Si a tu hijo le gusta siempre sentarse a solas, intenta sentarte muy cerca de él y, de forma
juguetona, “exprimirlo”. Para el chico en la etapa de la “Agenda propia”, de “Pedilón” o de
“Comunicador tempano”, di algo como “Exprimir”, “Apretar” o “¡Ay, mamá está sobre Lynsey!”. Para
el chico en la etapa de “Compañero”, di algo como “¡Juguemos a exprimir!”. Si te da la espalda o se
aleja cuando te le acerca, es fácil suponer que eso significa “¡No molestes!”. Pero si desistes, no
podrás establecer una conexión. Por tanto, persiste (¡siempre de forma juguetona!) en compartir el
espacio con él.
Si tu hijo te pregunta lo mismo una y otra vez, o insiste en seguir la conversación según su propio tema,
seguirle el paso no siempre resultará la mejor idea. Si dejas que continúe hablando exclusivamente de lo que
él quiere, no aprenderá a cómo llevar a cabo una conversación.
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A Joey le gusta listar todas las paradas de autobús que conoce. A veces, su padre le sigue el paso e intenta
incluir el interés de Joey en las conversaciones. No obstante, su padre quiere que Joey hable de otras cosas
además de buses. Mira cómo su padre se inmiscuye para ayudar a que Joey se distancie de su tema favorito.
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Momentos en que no se debe seguir el paso a tu hijo
No siempre resulta apropiado o útil para tu hijo que le sigas el paso. Él todavía necesita aprender muchas
cosas de ti, y una de esas cosas es cómo comportarse. La decisión sobre cuándo seguirle el paso a tu hijo y
cuándo no a menudo se basa en tu sentido común.
Se ha sugerido que intentes convertir conductas repetitivas y poco productivas en juego interactivo. Pero si
las acciones de tu hijo son el resultado de frustración o ira, necesitarás mostrarle otras formas de manejar
esos sentimientos. Por ejemplo, si está tirando los bloques por ira o para hacerte saber que no está
interesado en jugar con esos, no refuerces dicha conducta intentando convertirla en un juego. En vez de eso,
hazle saber a tu hijo que no aceptarás lo que está haciendo, diciéndole “nada de tirar” o “alto” con firmeza y
claridad, para evitar que siga tirando más los objetos. Una vez que la tiradera ha terminado, guía a tu hijo a
que recoja los juguetes que ha tirado diciendo algo parecido a “¡Recoge! ¡Recoge!”.
Las necesidades sensoriales de algunos niños resultan tan fuertes que podrían resultar difíciles de satisfacer.
Por ejemplo, un juego interactivo de perseguirse podría no ser suficiente para el chico que ansía el
movimiento. Para este niño, debes encontrar otras formas de otorgarle las sensaciones que necesita, como
un mini trampolín o un columpio. Un terapeuta ocupacional que conozca del área de los problemas
sensoriales podría ayudarte a decidir qué input sensorial tu hijo necesita y cómo puedes dárselo.
Resumen
Cuando usas el método OWL (“observe”-observar, “wait”-esperar y “listen”-escuchar lo que tu hijo dice y
hace), encontrarás exactamente cuáles son sus intereses. Y así, podrás seguirle el paso a tu hijo uniéndotele
e incluyendo dichos intereses en sus interacciones juntos. A veces, podría resistirse a que te unas. Entonces,
debes inmiscuirte con gentileza en su mundo. Otra forma de conseguir la interacción es imitar a tu hijo
copiando sus acciones o sonidos. Cada vez que sientas que tu hijo se podría comunicar “si pudiera”, otórgale
la información que necesite interpretándola, diciéndole las palabras desde su punto de vista.
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