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Esta estructura de la economía china está relacionada con algunos de los asuntos que
causan fricción en sus relaciones económicas internacionales. China ha producido mucho
más de lo que ha consumido, y la diferencia ha ido destinada a la exportación, gracias en
buena medida a un tipo de cambio que muchos consideran infravalorado. De esta forma, ha
obtenido unos superávit comerciales elevados con numerosos países, que han provocado
descontento y conflictos. Igualmente ha obtenido un elevado superávit en su balanza por
cuenta corriente, que ha servido para transferir un importante volumen de capitales al exterior,
por ejemplo a través de la compra de bonos del Tesoro de Estados Unidos.
La crisis de los últimos tres años ha retardado en alguna medida el cambio de modelo. El
gigantesco paquete de estímulo que las autoridades chinas pusieron en marcha en otoño de
2008 para contrarrestar los efectos de la crisis económica, se instrumentó en un aumento de
créditos a empresas estatales, con los que estas han financiado inversiones, así como
inversiones en proyectos de infraestructura. En menor medida, el paquete de estímulo se
dirigió a impulsar el consumo. De esta forma, la participación de la inversión en el PIB incluso
aumentó en 2009.
“Nuestro sistema fiscal es extremadamente poco competitivo a nivel internacional”, dice Lynn
Reaser, economista en jefe del Fermanian Business and Economic Institute de la Point Loma
Nazarene University.
Es tan malo que las empresas estadounidenses se trasladan al extranjero solo para reducir
sus facturas fiscales. La tasa impositiva corporativa máxima marginal de Estados Unidos es
del 39%. La siguiente tasa más alta en Occidente es la de Francia con una tasa máxima
corporativa de 34.4%, según la Tax Foundation. El promedio mundial es menor al 23%.
Además de eso, Estados Unidos tiene un sistema muy complejo de créditos y deducciones.
“La incertidumbre es una de las razones por las que las empresas no están invirtiendo”, dice
Bill Watkins, director ejecutivo del Center for Economic Research and Forecasting at Cal
Lutheran y execonomista de la Reserva Federal.
Casi nadie quiere poner su dinero en juego cuando están altamente inseguros acerca del
futuro. ¿Cuáles serán los impuestos? ¿Cuáles serán las regulaciones? ¿Qué hay de los
costos por préstamos?
Algunas declaraciones decisivas por parte del líder del país serían de ayuda.
Por el momento, hay mucho en el aire acerca de lo que sucederá con el Obamacare, con los
impuestos, con los acuerdos comerciales, y con las decisiones de las tasas de interés de la
Reserva Federal. Eso, además de una de las elecciones presidenciales más impredecibles
en la historia moderna de Estados Unidos.
3. Gasto en infraestructura
El ex presidente de la Fed, Ben Bernanke, es una de las muchas voces que piden al
Congreso que impulsen el gasto, de forma selectiva.
“Cuando el banco central no tiene municiones o tiene pocas, la política fiscal tiene un papel
que desempeñar”, dijo Bernanke en abril.
Hay otras políticas que podrían ayudar a reforzar el crecimiento estadounidense, como una
mejor educación para la economía de alta tecnología, un mejor sistema de inmigración y más
acuerdos comerciales.
Pero el elemento final que aparece en casi todas las listas de objetivos económicos es la
llamada reforma de los beneficios sociales. Significa corregir la Seguridad Social y Medicare
para que no caigan en bancarrota y se sumen severamente a la deuda nacional.
El modelo alemán
Del mismo modo, algunos rasgos macroeconómicos del modelo alemán que han
llegado a nuestros días se basan en las teorías de la ESM: énfasis en una
inflación moderada, gestionada por un banco central independiente del
Gobierno, el Bundesbank; una política fiscal que persigue un presupuesto
equilibrado y un bajo nivel de deuda pública, y una balanza por cuenta corriente
sin desequilibrios importantes, con un tipo de cambio estable.