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EUCARISTÍA DE QUINTO GRADO

Miércoles 21 de febrero de 2024


MONICION DE ENTRADA:

Queridos hermanos, tengan todos muy buenos días. En el miércoles de la primera semana de
Cuaresma, nos complace recibirles en la casa de Dios para la celebración eucarística. Sean
todos bienvenidos.

La Cuaresma es tiempo de conversión y hoy las lecturas nos impulsarán a dar signos de cambio
en nuestra vida de pecado.

Preparemos nuestro corazón para la escucha atenta del llamado de Dios y comencemos esta
misa con el canto de entrada. De pie, por favor.

MONICIÓN A LA PRIMERA LECTURA (JONÁS 3, 1-10)

La primera lectura nos muestra cómo, por la predicación del profeta Jonás, un pueblo pagano
entero hace caso a la Palabra de Dios y se convierten. Escuchemos esta Palabra que hoy va
dirigida a nosotros, de quienes Dios espera la conversión.

LEER PRIMERA LECTURA

MONICIÓN AL SALMO RESPONSORIAL (SALMO 50)

El pueblo de Nínive reconoció sus pecados e hizo ayuno para obtener el perdón de Dios.
Reconozcamos también nosotros que somos pecadores y pidamos la misericordia de Dios con el
salmo 50 diciendo todos: Un corazón quebrantado y humillado,
tú, Dios mío, no lo desprecias.

LECTURA DEL SALMO

MONICIÓN AL EVANGELIO (LC. 11, 29-32)

En el texto que escucharemos de san Lucas, Jesús recrimina a los hombres de su generación su
dureza de espíritu, que rehúye la conversión, poniendo en evidenciar el contraste entre la
incredulidad de los judíos y la conversión radical de los habitantes de Nínive.

Con el canto del aleluya dispongámonos a escuchar el Evangelio.

ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO

Honor gloria a ti, Señor Jesús


PETICIONES:

Sacerdote: La Cuaresma es un tiempo precioso y propicio para que, en el don de gracia de sus
cuarenta días, el alma se convierta y el corazón purificado se dirija a Dios. Digamos juntos:
Convierte a ti nuestro corazón, Señor.
1. Por todos los que formamos la Iglesia, para que este tiempo de Cuaresma sea la ocasión para
tomar más conciencia de los dones recibidos con el Bautismo, para que seamos en el mundo
y para el mundo profecía y testimonio del amor de Dios. Oremos.
2. Por el Santo Padre, los obispos, los presbíteros y por todos los consagrados, para que, como
Jonás fue un signo para la ciudad de Nínive, ellos sean para nuestra generación un signo
profético, y anuncien con el testimonio de su vida la Palabra que convierte y salva. Oremos.
3. Por los gobernantes de las naciones, para que sean conscientes de tener en sus manos los
destinos de los pueblos, trabajando por el bien y la paz universal, y para que examinen a
profundidad sus conciencias y sus corazones para que promuevan leyes justas e iniciativas
que busquen la dignidad de los pueblos y de toda vida humana. Oremos.
4. Por los enfermos, para que ofrezcan sus sufrimientos, sus dolores, sus fatigas e impaciencia
por una conversión más profunda y que su penitencia, como la de los habitantes de Nínive,
atraiga sobre la humanidad la misericordia de Dios y la salvación. Oremos.
5. Por todos nosotros, para que la Palabra que hemos escuchado se traduzca en nuestra vida
con verdaderos signos de conversión, dando pasos firmes para poder celebrar santamente la
Pascua con Cristo.

Sacerdote: Dios, tú eres un Padre pleno de misericordia, lento a la ira y grande en el amor. Te
invocamos con todos nuestras fuerzas para que nos concedas un corazón puro y un espíritu
firme en la fe. Por Cristo nuestro Señor. Amén.

MONICIÓN DE LAS OFRENDAS

Velas: con esta ofrenda señor permite que seamos siempre luz y sal para el mundo que necesita
de ti y está en tinieblas.

Con los dones de pan y vino que llevamos al altar, ofrendemos también nuestro corazón
quebrantado y humillado, pidiendo la misericordia de Dios.

MONICIÓN ANTES DE LA COMUNIÓN

En nuestro camino cuaresmal de conversión, Cristo nos sostiene y fortalece alimentándonos con
el Pan que del cielo baja y nos da la vida eterna. Acerquémonos a recibirle.

COMUNION ESPIRIFUAL:

Creo, Jesús mío, que estáis realmente presente en el Santísimo Sacramento del Altar. Te
amo sobre todas las cosas y deseo recibirte en mi alma. Pero como ahora no puedo
recibirte sacramentalmente venid al menos espiritualmente a mi corazón. Y como si ya te
hubiese recibido, Te abrazo y me uno del todo a ti. Señor, no permitas que jamás Me
aparte de ti. Amén.

DESPEDIDA

Queridos hermanos, el llamado de Dios a la conversión ha sido evidente en esta misa.


Vayamos a vivir de acuerdo a la palabra que hemos escuchado.

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