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Momento celebrativo

1.- Monición
Queridos hermanos,

Nos reunimos en torno a la Palabra de Dios que nos convoca y nos reúne
como Pueblo, es el mismo Jesucristo Palabra encarnada que nos habla y nos
invita a escuchar “Dabat Yahvé”, es la palabra que sale de Dios y que quiere
comunicar su propio ser.

La Palabra de Dios está más allá de la letra escrita, está en su voluntad,


en el querer de Dios. La letra enseña los hechos, la alegría lo que se ha de
creer, el sentido moral lo que hay que hacer y la anagogía hacia donde se
tiende.

La Iniciación Cristiana supone un proceso sistemático de la verdad Divina


Revelada que cambia la conducta y da forma a una actuación renunciando a lo
antiguo y asumiendo una vida nueva en Cristo.

La Palabra sigue haciendo a la Iglesia hoy. El Papa Francisco nos habla de


una Iglesia en Salida, Iglesia de puertas abiertas, donde la palabra no se
quede encerrada, que resuene, que haga eco, transforme y renueve todo a su
alrededor.

Que Dios ilumine a todos los catequistas presentes para que valoren,
aprecien y comuniquen las enseñanzas contenidas en las Sagradas Escrituras,
porque la Palabra de Dios está viva y se dirige a cada uno de nosotros en el
momento presente de nuestro servicio.

2.- Canto de entrada.

3.- Ritos iniciales


Invocación trinitaria.

Saludo.
El Dios de la vida que ha resucitado a Jesucristo rompiendo las ataduras
e la muerte, esté con todos ustedes.

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Acto penitencial
Hermanos: para celebrar dignamente estos sagrados misterios,
reconozcamos nuestros pecados:

Tú que has destruido el pecado y la muerte con tu resurrección: Señor,


ten piedad.
R. Señor, ten piedad.

Tú que has renovado la creación entera con tu resurrección: Cristo, ten


piedad.
R. Cristo, ten piedad.

Tú que das la alegría a los vivos y la vida a los muertos con tu


resurrección: Señor, ten piedad.
R. Señor, ten piedad.

Oración.
Oh Dios, que quieres que todos los hombres se salven y lleguen al
conocimiento de la verdad, mira tu inmensa mies y envíale operarios, para
que sea predicado el Evangelio a toda creatura, y tu grey, congregada
por la palabra de vida y sostenida por la fuerza de los sacramentos,
camine por las sendas e la salvación y el amor. Por nuestro Señor
Jesucristo tu hijo…

4.- Lectura patrística.


De las: Instrucciones de san Columbano; abad (Instrucción 13, Sobre Cristo
fuente de vida, 2-3: Opera, Dublín 1957, pp. 118-120)

TÚ ERES, SEÑOR, TODO NUESTRO BIEN

Escuchemos, hermanos, la voz de la Vida que nos invita a beber de la fuente de


vida; el que nos llama es no sólo fuente de agua viva, sino también fuente de
vida eterna, fuente de luz y de claridad; él es aquel de quien proceden todos
los bienes de sabiduría, de vida y de luz eterna. El Autor de la vida es fuente
de vida, el Creador de la luz es origen de toda claridad; por eso, despreciando
las cosas visibles y pasando por encima de las cosas terrestres, dirijámonos
hacia los bienes celestiales, sumergidos en el Espíritu como los peces en el

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agua, y dirijámonos a la fuente del agua viva para beber de ella el agua viva que
brota para comunicar vida eterna.

Ojalá te dignaras, Dios de misericordia y Señor de todo consuelo, hacerme


llegar hasta aquella fuente, para que en ella pudiera, junto con todos los
sedientos, beber del agua viva en la fuente viva y, saciado con su abundante
suavidad, me adhiriera con fuerza cada vez mayor a un tal manantial y pudiera
decir: «¡Cuán dulce es la fuente del agua viva, cuyo manantial brota para
comunicar vida eterna!»

Oh Señor, tú mismo eres aquella fuente que, aunque siempre bebamos de ella,
siempre debemos estar deseando. Señor Jesucristo, danos sin cesar de ese
agua para que brote en nuestro interior una fuente de agua viva que nos
comunique la vida eterna. Pido cosas ciertamente grandes, ¿quién lo negará?
Pero tú, Rey de la gloria, nos prometes dones excelsos y te complaces en
dárnoslos: nada hay más excelso que tú mismo, y tú has querido darte y
entregarte a nosotros.

Por eso te pedimos que nos enseñes a valorar lo que amamos, que eres tú
mismo, pues nuestro amor no desea bien alguno fuera de ti. Tú eres, Señor,
todo nuestro bien, nuestra vida y nuestra luz, nuestra salvación, nuestro
alimento y nuestra bebida. Infunde en nuestro corazón, Señor Jesús, la
suavidad de tu Espíritu y hiere nuestra alma con tu amor para que cada uno de
nosotros pueda decir con toda verdad: «Muéstrame dónde está el amor de mi
alma, porque desfallezco, herido de amor.»

Deseo, Señor, desfallecer herido de esta forma. Dichosa el alma a quien de


esta manera ha herido el amor: esta alma busca la fuente y bebe, siempre, sin
embargo, bebiendo tiene sed, deseando encuentra agua, teniendo sed siempre
bebe; así, amando siempre busca y cuando es herida es sanada. Ojalá se digne
herirnos de este modo nuestro Dios y Señor Jesucristo, el piadoso y poderoso
médico de nuestras almas, que es uno con el Padre y el Espíritu Santo por los
siglos de los siglos. Amén.

5.- Salmo 118 (#883) (Cantado)


R. Tu palabra, Señor, es antorcha para mis pasos.

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Tus preceptos Señor, son admirables,
Por eso yo los cumplo. R

Da luz la explicación de tu palabra


Y enseña a los incultos. R

Endereza mis pasos con tus leyes


Y que no me omine nada inicuo. R

Muéstrate bondadoso con tu siervo


Y dame a conocer tus ordenanzas. R

Eternamente justas son tus normas,


Dámelas a entender para que viva. R

6.- Evangelio: Jn 21, 15-19.


Habiéndose aparecido Jesús a sus discípulos, después de comer con ellos, dice
a Simón Pedro:
– «Simón, hijo de Juan, ¿me amas más que éstos?»
Él le contestó:
– «Sí, Señor, tú, sabes que te quiero.»
Jesús le dice:
– «Apacienta mis corderos.»
Por segunda vez le pregunta:
– «Simón, hijo de Juan, ¿me amas?»
Él le contesta:
– «Sí, Señor, tú sabes que te quiero.»
Él le dice:
– «Pastorea mis ovejas.»
Por tercera vez le pregunta:
– «Simón, hijo de Juan, ¿me quieres?»
Se entristeció Pedro de que le preguntara por tercera vez si lo quería y le
contestó:
– «Señor, tú conoces todo, tú sabes que te quiero.»
Jesús le dice:
– «Apacienta mis ovejas. Te lo aseguro: cuando eras joven, tú mismo te ceñías e
ibas adonde querías; pero, cuando seas viejo, extenderás las manos, otro te
ceñirá y te llevará adonde no quieras.»

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Esto dijo aludiendo a la muerte con que iba a dar gloria a Dios. Dicho esto,
añadió:
– «Sígueme.»
7.- Preces
Oremos, hermanos, por los hombres y sus necesidades, a fin de que a
nadie le falte la ayuda de nuestra caridad.

1.- Por la Iglesia Universal, custodia del Depósito de la fe, para que junto
a sus pastores la transmitan con fidelidad y siga siendo pilar
fundamental en la construcción del Reino de Dios, Oremos.

2.- Por nuestro Obispo Mons. Enrique Pérez Lavado, primer catequista
de la Diócesis para que guiado por el Espíritu Santo, se deje impregnar y
conducir por la Palabra de Dios. Oremos

3.- Por el equipo del Secretariado de Catequesis para que teniendo la


Palabra de Dios como fuente, sea fermento y siga animando la Catequesis
en la Diócesis de Maturín. Oremos

4.- Oremos por nuestra Patria Venezuela para sea transformada en los
valores del Reino justicia, paz, amor, reconciliación y así construir la
convivencia fraterna que nos lleve a dar testimonios de verdaderos hijos
de Dios. Oremos

5.- Señor te pedimos por todos los catequistas, hijos evangelizadores de


tu Palabra, para que sigan iluminando como lámpara y hagan brillar la
verdad de tu mensaje. Oremos

Dios todopoderoso y eterno que gobiernas cielo y tierra: escucha las


oraciones de tu Iglesia y concede a nuestro tiempo los dones de tu
bondad. Por Jesucristo nuestro Señor…

8.- Padrenuestro (Cantado)


Llenos de alegría por ser hijos de Dios, digamos confiadamente la
oración que Cristo nos enseñó.

9.- Entrega del signo.


Monición – Canto – Monición – Canto

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10.- Paz (Canto de paz)
Señor Jesucristo que dijiste a tus apóstoles “la paz les dejo, mi paz les
doy”, no tengas en cuenta nuestros pecados, sino la fe de tu Iglesia y
conforme a tu palabra, concédenos la paz y la unidad. Tú que vives y
reinas por los siglos de los siglos.

En el espíritu de Cristo resucitado, dense fraternalmente la paz.

11.- Bendición y despedida.

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