SERIE GRUPOS PEQUEÑOS

La necesidad del
ministerio de damas
Por Rosalía Vera de Cacace

1 ¿POR QUÉ UN MINISTERIO DE MUJERES EN LA IGLESIA?

Fundamentos para un ministerio de damas intencional

2 CÓMO EL MINISTERIO DE DAMAS NOS ACERCA AL PROPÓSITO DE DIOS

El ministerio femenil y la formación bíblica de las mujeres

3 DIRIGIENDO EL MINISTERIO FEMENIL HACIA LOS PROPÓSITOS DE DIOS

Cómo desarrollar el ministerio de damas en la práctica
 GRUPOS PEQUEÑOS Serie: La necesidad del ministerio de damas (1/3)
¿Por qué un ministerio de
mujeres en la iglesia?
FUNDAMENTOS PARA UN MINISTERIO DE DAMAS INTENCIONAL
S olo hace falta centrar la mira-
da y observar en cada congre-
gación a la que asistimos, que
un buen número de sus miembros
corresponden al segmento femeni-
no. Muchas de estas mujeres en
condición de adultas mayores,
quizás viudas, otras casadas con hi-
jos de diferentes edades y otras son
madres que crían solas a sus hijos
pequeños o adolescentes.
Y cada una de ellas requiere ser
atendida en sus necesidades. A ca-
da mujer le corresponde ser reco-
nocida, aceptada, acogida y valora-
da. Somos la iglesia y parte de ella.
Cada una con su particularidad, di-
ferentes, pero parecidas al mismo
tiempo, cada una representa una
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edición y un diseño exclusivo de
Dios. Reconocer la verdad que ex-
pone la Palabra de Dios acerca de
su propósito para cada una es lo
que cuenta. Solo Dios puede, a
través de su Palabra, expresar ver-
dades tan justas.
Debemos comprender que el
ministerio pastoral no puede abar-
car todas estas variantes que se dan
sin el acompañamiento de un mi-
nisterio exclusivo para ellas, pues
ante cada situación que enfrentan
en el proceso de crecimiento de su
fe cristiana van a pasar por pruebas,
y es necesario proveerles un marco
de respuesta y ser escuchadas,
compartir y recibir consejos, que es
de vital importancia en el proceso.
Una fe puesta en acción
El ministerio de damas motivará a
las mujeres a crecer en fe, pues en
cada paso que den les ayudará a
que sean edificadas bajo la luz de la
palabra de Dios. El ministerio feme-
nino en las iglesias proporciona una
oportunidad útil para encontrar el
propósito de Dios en nuestras vidas
y ponerlo a su servicio.
Cuando conocemos nuestro
propósito de vida y lo abrazamos,
podemos movernos en libertad.
Muchas mujeres han caminado du-
rante años buscando un lugar, ocu-
pando simplemente un puesto,
siendo arrastradas por el llamado
de otros.
Pero cuando sentimos el mover
del Espíritu Santo, podemos experi-
mentar el poder de Dios que fluye a
través de nuestras vidas, siendo
partícipes de la visión de Dios, al te-
ner convicción de ese propósito,
que no solamente es para el pastor
o líder de la iglesia, sino para cada
una de nosotras. La pregunta se de-
be hacer a Dios, y Él lo va a revelar;
aunque lo veamos difícil Él nos ayu-
dará a cumplirlo. Así está escrito:
«Dios cumplirá su propósito en
mi» (Sal. 138:8).
Una mujer adulta tiene necesi-
dades diferentes a una madre con
hijos pequeños en edad escolar, por
lo que cada etapa de sus vidas trae
consigo desafíos. En la Palabra de
Dios encontramos respuestas a ca-
da situación para que cada mujer
sea ayudada, fortalecida y edificada
en el proceso de su crecimiento
personal.
Las experiencias de vida respal-
dadas en los principios bíblicos de
unas son válidas para otras cuando
se comparten, y somos ayudadas a
encontrar nuestro propósito con el
fin de ser útiles.
Empoderadas para servir
revistalafuente.com
 El ministerio femeni-
no en las iglesias pro-
porciona una oportu-
nidad útil para encon-
trar el propósito de
Dios en nuestras vidas
y ponerlo a su servicio.
En los encuentros de mujeres que
se desarrollan en las iglesias se dan
diferentes posibilidades para fluir
en nuestro propósito, por eso es
importante que la iglesia esté pre-
parada para animar a cada mujer
de Dios, a fin de que pueda encon-
trar su propósito, no de manera ca-
sual sino aquella que es avivada por
el fuego y la pasión que produce el
Espíritu Santo.
Dios nos da el propósito y nos
permite ir creciendo a medida que
nos ejercitamos en ello, para ser de
bendición a nuestra familia, socie-
dad, iglesia y nación. Veremos el
cumplimiento de sus promesas y
experimentaremos cosas que ojos
no vieron ni oídos oyeron y que
Dios ha preparado para que cami-
nemos en ellas.
Una mujer de propósito tiene
que saber primero quién es ella, eso
tiene que ver con identidad. Una
mujer de propósito conoce su lla-
mado y sus dones, ella es una mujer
de fe, una mujer de visión, capaz de
soñar los sueños de Dios.
Una mujer de propósito es una
mujer que descansa en la verdad,
como lo es la Palabra de Dios.
revistalafuente.com
Porque como desciende de
los cielos la lluvia y la nieve, y
no vuelve allá, sino que riega
la tierra, y la hace germinar y
producir, y da semilla al que
siembra, y pan al que come,
así será mi palabra que sale
de mi boca; no volverá a mí
vacía, sino que hará lo que
yo quiero, y será prosperada
en aquello para que la envié.
(Is. 55:10-11)
El ministerio de mujeres en la
iglesia permitirá que las mujeres
compartan sus talentos, las más
crecidas ayuden a las más jóvenes a
caminar en fe y ver el carácter de
Dios reflejado en sus vidas.
Consagradas
al servicio de Dios
Ser maestras del bien, así como se
puede leer en Tito 2:3-5: «que la
mujer anciana enseñe a las más jó-
venes», lejos de ser una súper mu-
jer, es aquella que ha sumado
pruebas en su vida, esforzándose y
luchando para seguir adelante,
viéndose como superaba cada eta-
pa que le ha tocado vivir, que la ha
fortalecido por aferrarse a la Pala-
bra de Dios, y cuya esperanza está
puesta en Él.
Un ministerio de damas, por lo
tanto, puede brindar capacitacio-
nes sobre la familia, el cuidado de
los hijos, la comunicación asertiva,
el rol de la esposa, estudios bíblicos,
autoestima, administración de los
recursos que Dios nos brinda, y
tantos otros temas que ayuden a
que las mujeres puedan desarro-
llarse de manera integral, cuidando
su cuerpo, su alma y su espíritu.
Estos espacios permitirán sanar
los corazones heridos, y extender la
gracia de Dios a los más necesita-
dos. Oremos y pidamos a Dios su
intervención divina para ser sensi-
bles a este llamado.a
Rosalía Vera de Cacace
 rosalia.cacace@hotmail.com
Paraguaya, casada con César Cacace hace más de
36 años. Es de profesión Técnico Dental. Desde
1998 líderes voluntarios de la Fundación Principios
de Vida. Facilitadora de los cursos para Mujeres e
instructora de cursos para Matrimonios y Lideraz-
go. Responsable en Casa de Gracia del Ministerio
de Mujeres, Consejera y Maestra, y actual miembro
del Equipo Pastoral de la Asociación Evangelística
Gracia y Gloria Paraguay.
Ediciones 199 al 201 • AÑO 2022 / 3
 GRUPOS PEQUEÑOS Serie: La necesidad del ministerio de damas (2/3)
Cómo el ministerio de damas nos
acerca al propósito de Dios
EL MINISTERIO FEMENIL Y LA FORMACIÓN BÍBLICA DE LAS MUJERES
E n el capítulo 1 del libro del
Génesis encontramos la crea-
ción de Dios y cómo lo hizo: la
tierra, el firmamento, los cielos, los
mares, los árboles, los animales, y
todo lo que Dios hizo era bueno,
desde lo más pequeño hasta lo más
grande. Allí encontramos una pala-
bra clave, que desde el versículo 14
al 18 se repite varias veces:
Dijo luego Dios: Haya lum-
breras en la expansión de los
cielos para separar el día de
la noche; y sirvan de señales
para las estaciones, para días
y años, y sean por lumbreras
en la expansión de los cielos
para alumbrar sobre la tie-
rra. Y fue así. hizo Dios las
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dos grandes lumbreras; la
lumbrera mayor para que
señorease en el día, y la lum-
brera menor para que seño-
rease en la noche; hizo
también las estrellas. Y las
puso Dios en la expansión
de los cielos para alumbrar
sobre la tierra, y para seño-
rear en el día y en la noche, y
para separar la luz de las ti-
nieblas. Y vio Dios que era
bueno. Y fue la tarde y la
mañana el día cuarto. (Gén.
1:14-18 RVR 1960, énfasis
añadido)
Él está mostrando en su palabra
el por qué y el para qué Dios lo
creó. Estos versículos hablan de la
majestad y grandeza de Dios crean-
do con un propósito: de alumbrar,
determinar días y noches y estacio-
nes. Y finalmente, al sexto día, crea
al hombre y a la mujer de manera
diferente, formando al hombre del
barro y a la mujer de la costilla del
varón, a cada uno con un propósito
perfecto (Gén. 1:26-28).
Creadas con un propósito
Por lo tanto, yo existo por un
propósito, no del hombre sino de
Dios. ¡Bendito sea el Señor! Dios
tenía un plan para nuestras vidas
desde la creación.
Porque tú formaste mis en-
trañas; tú me hiciste en el
vientre de mi madre. Te ala-
baré; porque formidables,
maravillosas son tus obras;
estoy maravillado, y mi alma
lo sabe muy bien. (Sal.
139:13-14 RVR 1960)
Desde el principio nosotras
existíamos en la mente de Dios y
podemos ver que fuimos escogidas,
separadas en amor, adoptadas y
predestinadas para alabanza de su
gloriosa gracia (Ef. 1). El saber y en-
tender que tenemos un propósito
definido para cumplir marca una
gran diferencia en nuestras vidas y
existencia, ya que nos llena de ple-
nitud, nos da sentido, permite su-
perar adversidades y pruebas, diri-
giendo nuestra mirada por encima
de las circunstancias.
Propósito y ministerio femenil
La mujer que ha entregado su vida a
Cristo, convencida de que ha pasa-
do de muerte a vida, puede encon-
trar respuestas a sus múltiples pre-
guntas, las cuales se van a ir dando a
medida que ella deposite su con-
fianza en su Salvador. Esta verdad
necesita ser aplicada en nuestro
diario vivir: Dios es un Dios de
propósitos y Él tiene propósitos
santos y eternos para cada una.
Recuerda, mujer, que eres valio-
revistalafuente.com
 En esto radica la im-
portancia de un minis-
terio femenil, propi-
ciando el ambiente sa-
ludable para ayudar a
las mujeres a llegar a
la casa de Dios, para
ser transformadas
según el propósito y di-
seño de Dios, la femi-
neidad bíblica.
sa, con talentos y dones únicos,
creada con intencionalidad para
bendecir y ser de bendición, en el
lugar donde te encuentres. En esto
radica la importancia de un minis-
terio femenil en las iglesias, propi-
ciando el ambiente saludable para
ayudar a las mujeres a llegar a la ca-
sa de Dios, para ser transformadas y
edificadas según el propósito y di-
seño de Dios, que no es otra cosa si-
no la femineidad bíblica.
El ministerio de damas es vital
para la salud y fuerza de todo el
cuerpo. Las damas pueden ejercitar
sus dones espirituales porque se les
proporciona las enseñanzas para
que los desarrollen y crezcan. En esa
habilidad innata dada por Dios a las
mujeres, de influir, necesitan ser en-
caminadas en rectitud y orientadas
para enseñar y entrenar a otras.
Constructoras del reino
El ministerio femenil ayuda a las
mujeres de la iglesia a saber ocupar
su rol como constructoras del reino
de Dios. Hombres y mujeres son lla-
mados para trabajar juntos como
equipo y pueden servir en el cuerpo
ejerciendo diferentes roles, pero
movidos hacia una misma meta.
Son colaboradores del reino de
Dios para glorificarlo.
En ese deseo de servicio, mu-
revistalafuente.com
chas veces ella es confrontada por
la descripción de la «mujer virtuo-
sa» de Proverbios 31. No obstante,
hay puntos fundamentales que son
primordiales a la hora de represen-
tarlas. En primer lugar, ella debe ser
una mujer temerosa de Dios, Él de-
be ocupar el primer lugar en su
mente y en su corazón, y de esa re-
lación genuina con su creador de-
sarrollará su carácter, será fortaleci-
da y sostenida en todo lo que haga.
Por otro lado, también le hará fluir
en las capacidades que Dios le dio,
cuidando así de todo cuanto ama
profundamente.
Comienza en el hogar
El llamado de la mujer, tanto como
del hombre, puede extender el rei-
no de Dios en la tierra, y lo debe ini-
ciar en su casa y su familia. Allí co-
mienza esa labor tan loable de la
mujer como esposa preparada para
honrar a su marido —como la igle-
sia que se sujeta a Cristo en amor—,
como madre guiando a sus hijos en
la Palabra y en el temor de Dios, y
como hija, obedeciendo y cami-
nando en rectitud. Las mujeres
amamos a nuestras familias y nues-
tro mayor deseo es servirles con
amor y pasión.
Ser mujeres piadosas llenas de
sabiduría, sin prejuicios ni dadas al
chisme, ordenadas, administrando
lo que el esposo provee, financiera
y emocionalmente, para posterior-
mente involucrarse en los ministe-
rios de la iglesia, ayudando a que el
reino de Dios sea establecido, tanto
en la familia como en una sociedad
que está necesitada de su presen-
cia.
Eso es estar dispuestas a ser mu-
jeres conforme al corazón de Dios,
mujeres sujetas a su voluntad per-
maneciendo en sus principios san-
tos. Mujeres creadas por un propó-
sito y con un llamamiento supremo
de caminar en sabiduría. Mujeres
bendecidas para ser de bendición.
Honremos tan preciosos dones y
alcancemos el propósito santo de
Dios para nuestras vidas.a
Rosalía Vera de Cacace
 rosalia.cacace@hotmail.com
Paraguaya, casada con César Cacace hace más de
36 años. Es de profesión Técnico Dental. Desde
1998 líderes voluntarios de la Fundación Principios
de Vida. Facilitadora de los cursos para Mujeres e
instructora de cursos para Matrimonios y Lideraz-
go. Responsable en Casa de Gracia del Ministerio
de Mujeres, Consejera y Maestra, y actual miembro
del Equipo Pastoral de la Asociación Evangelística
Gracia y Gloria Paraguay.
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 GRUPOS PEQUEÑOS Serie: La necesidad del ministerio de damas (2/3)
Dirigiendo el ministerio femenil
hacia los propósitos de Dios
CÓMO DESARROLLAR EL MINISTERIO DE DAMAS EN LA PRÁCTICA
E n artículos anteriores nos de-
tuvimos a responder al por
qué un ministerio de mujeres
en la iglesia y cómo esto nos acerca
al propósito de Dios para nuestras
vidas. En esta ocasión, quisiera
compartir contigo cómo podemos
ser esos brazos extendidos para que
se cumpla ese plan dado por Dios.
Debemos reconocer que todo ini-
cio ministerial en la iglesia debe ser
la respuesta a un llamado, aquel que
trae consigo una pasión por la vi-
sión de Dios para encarar la tarea.
¿Quiénes lo dirigen?
Dios quiere que respondamos a ese
llamado para que la obra que él
quiere se realice, por lo que es nece-
sario:
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1. Conocer la visión de la iglesia,
recibir la visión de Dios consecuen-
te a la misión de llevar adelante el
ministerio, y permanecer en suje-
ción. Todo esto nos permitirá mo-
vernos en libertad y con fuerza en
el cumplimiento del llamado.
2. Poner manos a la obra, ser res-
ponsables y diligentes.
Equipando a las mujeres para
ejercer sus dones espirituales
Muchas mujeres no ejercen sus do-
nes espirituales, o están esperando
que alguien les dé el permiso para
usarlos correctamente.
• Las mujeres con el don de lide-
razgo, capaz de guiar a otras, deben
saber que ocupan estos puestos de
autoridad no para ser servidas sino
para servir a otras en amor y con la
habilidad de influir positivamente
en otras y ayudarlas a madurar en
su fe.
• Mujeres de oración e interce-
sión, que están prestas para poner
en práctica el principio de la comu-
nión con Dios y así promover el
buen desempeño del equipo.
• Muchas tienen el don de la en-
señanza, ya sea para estudios bíbli-
cos o en grupos pequeños.
• Otras ejercen el don de la gene-
rosidad, otras de la hospitalidad
siendo buenas anfitrionas, mujeres
con el don de la misericordia cuyos
corazones laten por ayudar a otros
en necesidad.
• Las que aconsejan sabiamente,
mujeres con testimonios y expe-
riencias de vida que son como el so-
porte a la hora de enfrentar situa-
ciones difíciles.
Los dones espirituales han sido
dados por un Dios amoroso para la
edificación de su iglesia, por lo que
cada una es llamada a no descui-
darlo (1 Cor. 12:1; 1 Ped. 4:10).
Aquellas que dirigen deben identifi-
car los dones propios de cada una
para una función primordial que
cumplir. Por eso se presenta la ne-
cesidad de que cada mujer sea ca-
pacitada y fortalecida para que se
pueda desarrollar el trabajo en
equipo desde su llamado en par-
ticular. Formar equipos de volunta-
rias es un honor y debe producir-
nos gozo, pues su justa y abundante
provisión nos hace sentir plenas.
Es de vital importancia que las
reuniones de damas no terminen
siendo un monólogo por falta de
diálogo y comunión de unas con
otras. Cuando las reuniones son
participativas, se vuelven edifican-
tes y saludables permitiendo el cre-
cimiento integral de cada mujer.
Hemos de promover reuniones, en-
cuentros abiertos para socializar,
para escucharnos mutuamente,
que sean amenas y con espacios ap-
tos para consejería.
revistalafuente.com
 La misión es inspirar
a las mujeres poniendo
a disposición tus dones
y talentos, disfrutar del
trabajo en equipo, nu-
triendo y capacitándo-
las para alcanzar todo
el potencial que Dios
puso en ellas.
Moviéndonos en esta libertad
nos sentiremos alentadas, desafia-
das, equipadas y consoladas… la lis-
ta puede seguir, pero lo principal es
glorificar a Dios en todo lo que se
haga. El desempeño desinteresado
pero responsable dará su fruto y
tendrá valor eterno. La misión es
inspirar a las mujeres poniendo a
disposición tus dones y talentos,
disfrutar del trabajo en equipo, nu-
triendo y capacitándolas para al-
canzar todo el potencial que Dios
puso en ellas.
Consejos prácticos
Por último, quisiera dejarte algunas
claves para desarrollar un ministe-
rio femenil bíblico en la iglesia:
1. Llevarlo todo a Él en oración. Es
la llave para que la bendición de
Dios sobre tan loable llamado se
active.
2. El enfoque debe estar impreg-
nado de una visión y misión con
sustento bíblico.
3. Si ya se cuenta con un Ministe-
rio de Damas en la iglesia, o ha de
formarse por primera vez, es siem-
pre necesario someterlo a un análi-
sis para determinar las fortalezas o
debilidades para poder hacer los
ajustes o cambios necesarios a la
hora de tomar decisiones.
4. Si el Ministerio de Damas está
revistalafuente.com
en funcionamiento y se encuentra
estancado y sin progreso, debemos
determinar las razones.
5. Hay un número grande de mu-
jeres que están en las bancas espe-
rando ser útiles. Eso nos tiene que
llevar a buscar las estrategias para
convocarlas, conocerlas y saber pa-
ra qué son buenas, y así extenderles
la oportunidad de trabajar en la
obra.
6. Si tus expectativas se ven en-
marcadas dentro de tus límites pro-
pios, sería muy saludable contar
con un consejo de mentores que te
ayudarán en el proceso de forma-
ción y sostenimiento del mismo.
7. Estar siempre listas para el ‘He-
me aquí, Señor’: «Después oí la voz
del Señor, que decía: ¿A quién en-
viaré, y quién irá por nosotros? En-
tonces respondí yo: Heme aquí,
envíame a mí» (Is. 6:8 RVR 1960).
8. Debemos estar preparadas para
recibir las críticas positivas o nega-
tivas y aprender a llevarlas al Señor
y descansar en Él, buscando la solu-
ción en oración para que lo que no
sea de edificación, pierda fuerza.
9. Debemos ser conscientes de
que el trabajo es continuo. Es im-
prescindible tener la actitud co-
rrecta para que esto produzca en
nosotras el gozo del deber cumpli-
do.
10. Nuestros ojos y oídos bien
abiertos para discernir y aprove-
char las oportunidades de cuidar el
corazón y ser canales de reconcilia-
ción en el cuerpo de Cristo.
Nuestro hablar sea «siempre
con gracia, sazonada con sal, para
que sepáis cómo debéis responder
a cada uno” (Col. 4:6 RVR 1960).
Directo al corazón
Te animo a que pongas manos a la
obra, y hago esta oración: «Señor,
pongo delante de ti a cada mujer
que anhela servirte como instru-
mento escogido. Te pido que tu
propósito se cumpla en sus vidas.
En el nombre de Jesús. Amén».a
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