Está en la página 1de 1

Según Dworkin, las reglas son normas que se aplican de manera

mecánica y que no requieren interpretación. Por otro lado, los


principios son normas que requieren interpretación y que se
aplican en función de las circunstancias del caso concreto.
Dworkin sostiene que los jueces no tienen discreción judicial en
el sentido de que no pueden crear derecho, sino que su función
es aplicar reglas y principios preexistentes. En este sentido, los
jueces deben buscar la respuesta correcta al caso concreto y no
tienen la posibilidad de elegir entre diversas soluciones posibles.
En cuanto a la teoría de la discreción judicial, Dworkin sostiene
que los jueces solo deben poseer discrecionalidad ante la
inexistencia de una regla social que de manera inequívoca
requiera una decisión concreta. En estos casos, los jueces deben
aplicar principios morales.

Dworkin (1984) distingue conceptualmente los principios (en


sentido amplio) de las reglas por dos razones:
(1) porque las reglas se aplican "a todo o nada", mientras que los
principios poseen un conjunto de excepciones que no
pueden ser listadas (diferencia lógica); y (2) porque los
principios tienen una dimensión de la que carecen las reglas, el
"peso o importancia " (diferencia funcional). Un principio dice,
por ejemplo, “no está permitido obtener beneficios de su propio
fraude, o tomar alguna ventaja de su propia falta, o fundar
ninguna pretensión sobre su propia inequidad, o adquirir la
propiedad basándose en su propio crimen”. Mientras que
las reglas se pueden ejemplificar con los enunciados “la
velocidad máxima permitida en la autopista es de 60 millas por
hora” o “un testamento es inválido si no ha sido firmado por tres
testigos”.

También podría gustarte