Irreversibilidad: No se puede revertir una ejecución en caso de que se descubra que
la persona condenada es inocente.
Errores judiciales: El sistema judicial no es infalible, y ha habido numerosos casos en los que personas condenadas a muerte posteriormente fueron exoneradas debido a la evidencia de su inocencia. Violación de los derechos humanos: La pena de muerte se considera una violación del derecho a la vida, reconocido en la Declaración Universal de Derechos Humanos. Efectividad disminuida: No hay evidencia concluyente de que la pena de muerte sea más efectiva como disuasivo que otras formas de castigo, como la cadena perpetua. Costo económico: En muchos casos, la pena de muerte resulta más costosa que otras formas de castigo debido a los costos asociados con los procedimientos judiciales y las apelaciones. Discriminación racial y socioeconómica: Las personas de minorías étnicas y aquellos con bajos recursos económicos tienden a estar más representados en las sentencias de muerte. No promueve la rehabilitación: La pena de muerte no ofrece la posibilidad de rehabilitación y reintegración de los condenados en la sociedad. Inhumanidad: Muchos consideran que la ejecución es un castigo cruel e inhumano, especialmente cuando se lleva a cabo mediante métodos como la silla eléctrica o la inyección letal. Falta de consenso global: A nivel mundial, hay una tendencia hacia la abolición de la pena de muerte, y la ejecución de prisioneros puede socavar las relaciones internacionales. Impacto en la sociedad: La pena de muerte puede contribuir a un ciclo de violencia y venganza en la sociedad. Falta de efectividad como disuasivo: La evidencia es ambigua en cuanto a si la pena de muerte realmente disuade a los criminales de cometer delitos graves. Moralidad: Muchas personas argumentan que la pena de muerte es incompatible con principios éticos y morales, como el derecho a la vida y la dignidad humana. Posibilidad de rehabilitación: Algunos argumentan que incluso los criminales más graves tienen la posibilidad de reformarse y cambiar a lo largo del tiempo. Impacto psicológico en los ejecutores: Los verdugos y aquellos involucrados en la aplicación de la pena de muerte pueden experimentar traumas psicológicos significativos. No aborda las causas fundamentales: La pena de muerte no aborda las raíces subyacentes de la criminalidad y no busca soluciones a los problemas sociales que pueden contribuir al comportamiento delictivo. Distracción de otros problemas legales: El enfoque en la pena de muerte puede desviar recursos y atención de la necesidad de abordar reformas más amplias en el sistema de justicia penal. Alternativas efectivas: Muchos países han encontrado que las penas alternativas, como la cadena perpetua, son igualmente efectivas sin la necesidad de recurrir a la pena de muerte. Proceso largo y costoso: Los procedimientos legales asociados con la pena de muerte son largos y costosos, lo que genera una carga adicional en el sistema judicial. Inconsistencia en la aplicación: La pena de muerte a menudo se aplica de manera inconsistente, dependiendo de factores como la ubicación geográfica y la calidad de la representación legal. Desensibilización social: La frecuencia de las ejecuciones puede contribuir a la desensibilización de la sociedad hacia la violencia y la pérdida de vidas humanas.