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Sentencia Ordinaria

Rad. 68547-6000-147-2022-50588
Alfredo Rey Ardila

REPÚBLICA DE COLOMBIA

RAMA JUDICIAL DEL PODER PÚBLICO

JUZGADO OCTAVO PENAL DEL CIRCUITO

Bucaramanga, veintitrés (23) de febrero de dos mil veinticuatro (2024).

OBJETO DE LA PROVIDENCIA

Finalizada la audiencia de juicio oral, emitido el sentido del fallo


de carácter condenatorio y corrido el traslado de que trata el
artículo 447 del CPP, procede el juzgado a proferir sentencia
dentro del proceso que se adelanta en contra de ALFREDO REY
ARDILA por el delito de acceso carnal violento agravado, en
concurso homogéneo y sucesivo; en concurso heterogéneo con
acto sexual violento agravado, en concurso homogéneo; actos
sexuales abusivos con menor de catorce años agravado, en
concurso homogéneo y sucesivo y; finalmente, con violencia
intrafamiliar agravada.

HECHOS

En torno al delito de acceso carnal violento agravado, en concurso


homogéneo y sucesivo, se indicó en la acusación que (i) en el mes
de mayo de 2021, en la Finca Villa Edith de la Vereda Motoso de
Girón, Alfredo Rey Ardila ingresó a la vivienda de su ex compañera
sentimental, Miladis Hernández Chávez y, sin su consentimiento,
y tras taparle la boca, la accedió carnalmente por vía vaginal; (ii)
sobre las 6 de la mañana del 24 de octubre de 2022; también sin
el consentimiento de Hernández Chávez, Rey Ardila le introdujo
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los dedos en la misma parte del cuerpo, lo que logró intimidando a


su expareja, quien estaba atemorizada por el hecho que el ahora
implicado la violara en presencia de su hijo JPRH.

Igualmente, como hechos constitutivos del delito de acto sexual


violento agravado, se advirtió que (i) en marzo de 2021, en el lugar
ya indicado, Alfredo Rey ingresó a la vivienda, particularmente al
baño en el que se estaba aseando Miladis Hernández y, sin su
consentimiento, la grabó con su teléfono celular y se empezó a
masturbar y, cuando esta se dio cuenta de la filmación
inconsulta, la tomó con fuerza del brazo para que continuara
presenciado dicho escenario; (ii) en otra ocasión, Rey Ardila realizó
tocamientos libidinosos en los senos y vagina de Miladis
Hernández, tomándola por la fuerza mientras le indicaba que ella
era sólo para él y para nadie más.

Como hechos constitutivos de actos sexuales abusivos con menor


de catorce años agravado, en concurso homogéneo, se tiene que (i)
en el mes de abril de 2022, al menos en dos ocasiones, en la Finca
Villa Edith de la Vereda Motoso de Girón, Alfredo Rey Ardila
exhibió videos pornográficos desde su teléfono celular a su hijo
JPRH -quien nació el 21 de junio de 2011-, indicándole que esas
actividades era las que hacía su progenitora y, además, Rey Ardila
sometía a dicho infante a ver cómo se tomaba fotos a su miembro
con el dispositivo móvil; (ii) entre abril y mayo de 2021, en el
mismo lugar, Rey Ardila se ubicó frente a la vivienda de su ex
compañera e hijos y se masturbó en presencia de Miladis
Hernández y de su hijo, de para entonces 10 años, JPRH.

Finalmente, en lo concerniente al delito de violencia intrafamiliar


agravada, se tiene que (i) en contra de Miladis Hernández se
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ejercieron diversos ciclos de violencia sexual por parte de su ex


compañero sentimental Alfredo Rey, como se anotó en
precedencia; (ii) el 18 de abril de 2021, Rey Ardila ejerció actos de
violencia física y psicológica en contra de Hernández Chávez, que
tuvieron lugar en la misma finca, cuando el ahora acusado la
tomó del cuello, la increpó diciéndole que sabía “cuáles eran sus
mozos”, la insultó de varias formas y le dijo que no valía nada y,
más tarde, la golpeó en el estómago y le hizo señalamientos
similares; (iii) en mayo de 2022, Alfredo Rey le indicó a Miladis
que si no retiraba la denuncia que había formulado en su contra,
mataría a Didier, hijo de la precitada, y le envió en efecto una foto
de este joven cuando salía de su trabajo y, en el mismo sentido, el
1º de agosto de 2022, amenazó a su propio hijo JPRH diciéndole
que lo iba a matar por haber hablado en la Fiscalía; (iv) el 21 de
mayo de 2022, en horas de la noche, retuvo el pasaporte de
Miladis y amenazó e intimidó a esta mujer y a los hijos que con
ella tenían en común; (v) también la violencia afectó laboralmente
a Hernández Chávez, pues Rey Ardila llamaba a sus lugares de
trabajo y señalaba a sus jefes de tener relaciones de pareja con
Miladis, generando que fuese despedida; además que (vi) tomaba
inconsultamente el dinero de Miladis y lo gastaba.

Asimismo, (vii) el 9 de septiembre de 2022, Rey Ardila ingresó a la


vivienda ya referida, en la que se encontraba su hijo JDiegoRH, le
tomó fotos e increpó a su otro hijo JDavidRH que lo tildara de
homosexual y, acto seguido, conectó una pulidora y procedió a
afectar las paredes del inmueble, luego de lo cual agredió
físicamente, con la ayuda de un tercero, a JDiegoRH, y quemó
varias pertenencias de Miladis Hernández, asegurando que las
mismas eran regalos de sus amantes.
Por último, (viii) el 12 de septiembre del mismo año, sobre las 3 de
la tarde, Rey Ardila, quien estaba en estado de embriaguez, tapó
con una toalla el rostro de JDiegoRH mientras éste dormía,
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tratando de asfixiarlo, mientras le decía, tomándolo por el cuello,


que se las iba a pagar y lo iba a matar.

IDENTIDAD DEL ACUSADO

Alfredo Rey Ardila, identificado con cédula de ciudadanía


número 91.351.538 de Piedecuesta, nacido el 16 de octubre de
1979 en Puerto Wilches.

ACTUACIÓN PROCESAL

1. El 27 de octubre de 2022, ante el Juzgado Cuarto Penal


Municipal con Función de Control de Garantías de Bucaramanga,
se legalizó la captura requerida por orden judicial de Alfredo Rey
Ardila, a quien la Fiscalía formuló imputación como presunto
autor del delito de acceso carnal violento agravado, en concurso
homogéneo y sucesivo; en concurso heterogéneo con acto sexual
violento agravado, en concurso homogéneo; actos sexuales
abusivos con menor de catorce años agravado, en concurso
homogéneo y sucesivo y; finalmente, con violencia intrafamiliar
agravada, cargos que el imputado no aceptó. Acto seguido, la
referida autoridad judicial le impuso una medida de
aseguramiento consistente en detención preventiva en
establecimiento carcelario.

2 El 23 de diciembre de 2022, la Fiscalía presentó escrito de


acusación en contra de Rey Ardila por el mismo concurso de
delitos, previstos en los artículos 205 y 211 numeral 2; 206 y 211
numeral 2, 209 y 211 numeral 5, 229 incisos 1, 2 y 3 y 31 del CP,
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que correspondió por reparto a este juzgado, el cual celebró la


audiencia de acusación el 18 de mayo de 2023, conforme las
reglas previstas en el artículo 337 y siguientes del CPP.

3. La audiencia preparatoria tuvo lugar en sesiones del 26 de


junio y 21 de julio de 2023, y la audiencia de juicio oral se celebró
en varias sesiones que tuvieron lugar los días 14 de agosto, 1º y
11 de septiembre, 20 de octubre de 2023, y 19 de enero de 2024,
oportunidad en la cual las partes presentaron sus alegatos de
conclusión y se emitió el sentido del fallo iniciado al inicio de esta
decisión.

CONSIDERACIONES DEL JUZGADO

1. De conformidad con el artículo 381 de la Ley 906 de 2004,


para condenar se requiere conocimiento más allá de toda duda
razonable, acerca del delito y la responsabilidad del acusado,
fundado en las pruebas debatidas en el juicio.

Teniendo en cuenta este postulado, se emitió un sentido del fallo


de carácter condenatorio por haberse acreditado el estándar de
conocimiento exigido sobre la responsabilidad del acusado en el
concurso de delitos por el que fue acusado. A efectos de
desarrollar el fallo, se abordarán consideraciones relativas (i) a la
perspectiva de género, (ii) el estándar de prueba exigido para
condenar, (iii) el análisis de la prueba del caso, y (iv) las
conclusiones del juzgado.

2. La perspectiva de género, una aproximación

Diversos instrumentos internacionales que resultan vinculantes


para el estado colombiano en virtud de la cláusula de integración
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prevista en el artículo 93 de la Constitución Política -denominada


bloque de constitucionalidad- se han ocupado de la problemática
mundial que implica la violencia de género. Así, se cuenta con
diversos tratados emanados de la ONU, como la Declaración sobre
la Eliminación de la Discriminación de la Mujer de 1967, la
Convención sobre la Eliminación de todas las formas de
Discriminación contra la Mujer -CEDAW- de 1981, y la
Declaración sobre la eliminación de la violencia contra la mujer
aprobada el 20 de diciembre de 1993.

En todos ellos se he expresado que, por violencia contra la mujer,


lo que no ha escapado de la regulación del sistema interamericano
de protección de los derechos humanos. Así, la Convención
Interamericana para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia
contra la Mujer -Convención de Belem do Pará- del año 1994,
señala que se entenderá por violencia contra la mujer cualquier
acción o conducta, basada en género, que cause muerte, daño o
sufrimiento físico, sexual o psicológico a la mujer, tanto en el
ámbito público como en el privado.

En la decisión CSJ SP1167-2022, Rad. 57957 del 6 de abril de


2022, la Sala Penal de la Corte Suprema de Justicia indicó sobre
las clases de violencia de que puede ser objeto la mujer, lo
siguiente:

“53. La violencia contra la mujer puede ser de tipo físico, sexual,


sicológico y económico. La violencia física corresponde a todos aquellos
casos en que intencionalmente se provoca, o se realizan actos con la
capacidad para provocar la muerte, daños o lesiones físicas1.

1 “Corte Constitucional. Sentencia C-539 de 2016”.

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54. La violencia sexual implica obligar a la mujer a mantener prácticas o
contacto sexualizado físico o verbal, a través del uso de la fuerza, la
intimidación, la coerción, el chantaje, el soborno, la manipulación, la
amenaza o en general cualquier mecanismo que anule o limite la
voluntad de la víctima2.

55. Por su parte, la violencia psicológica se realiza cuando se desvaloriza


a la mujer y se afecta su autoestima. Estas agresiones se ejecutan a
través de “manipulación, burlas, ridiculización, amenazas, chantaje, acoso,
humillación, menosprecio, control, celos o insultos, reprimendas o
expresiones de enfado”3.

56. Por último, la violencia económica se produce cuando el hombre


asume el monopolio de la administración de los recursos económicos del
hogar en perjuicio de la mujer, sin importar que ella realice sola los
aportes dinerarios o los haga junto con él4»”.

Como veremos más adelante, todos estos tipos de violencia,


consignados como hechos jurídicamente relevantes en la
acusación, fueron probados en el caso concreto. Además de ello, el
despacho debe destacar que, en estos casos, el análisis probatorio
debe realizarse eliminando “estereotipos discriminatorios que de
forma consciente o inconsciente han alcanzado la consideración de
máximas de la experiencia, elevando a tal categoría lo que no son
sino consecuencias históricamente asumidas de un entendimiento
distorsionado de la sociedad, basado en una artificial distribución
de roles”, como se indicó en la decisión SP056-2023, radicado
55137 del 22 de febrero de 2023.
Dentro de esos estereotipos que se postulan de manera
equivocada como máximas de la experiencia, también se cuenta
que, a la mujer, como víctima de ciclos de violencia de género, no
se le puede exigir un determinado comportamiento, como si
existieran patrones de víctima ideal para exigirle que, ante el
comportamiento de su agresor, debía haber adoptado

2 Ibidem.
3 Corte Constitucional. Sentencia T-012 de 2016.
4 Corte Constitucional. Sentencia C-539 de 2016.

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determinados cursos de acción u omitir llevar a cabo


determinados comportamientos. No. Porque la evaluación debe
hacerse desde el punto de vista del sujeto activo del delito. En la
decisión SP245-2023, radicado 56027 del 28 de junio de 2023 se
señaló sobre este particular que:

“Al margen de las precisiones ya realizadas sobre el error frecuente de


ensayar la elaboración de máximas de experiencia a través de postulados
que no explican el paso lógico del dato a la conclusión, lo que en esencia
conduce a la desestimación del cargo es que el demandante incorpora en
su interesada valoración una falsa regla de experiencia, construida a
partir de preconceptos machistas sobre el comportamiento que, desde
una perspectiva patriarcal, deben o deberían asumir las mujeres frente a
la amenaza de una agresión sexual”.

Como se verá también más adelante, en este caso la defensa


centró su teoría del caso en un patrón inaceptable de
interpretación que apunta a perpetuar la discriminación y
violencia de la cual ha sido objeto la mujer víctima del caso,
formulando inexistentes máximas de la experiencia que resultan
incompatibles con la erradicación de toda forma de violencia
contra la mujer, imperativo que debe orientar a Colombia y sus
autoridades -incluidas las judiciales-, conforme a los parámetros
de protección en materia de derechos humanos atrás indicados.

2.1 Los enfoques diferenciales diversos a la violencia contra


la mujer implicados en el caso

Pero además, conforme al contexto de los hechos jurídicamente


relevantes del caso, el despacho debe destacar que, en el presente
evento, también se advierte la necesidad de que la decisión tome

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en consideración los derechos de los menores de edad, que


conforme al artículo 44 de la Constitución Política son prevalentes
y, además, porque también, desde el ámbito de la
convencionalidad, la Convención sobre los Derechos del Niño -
vigente y vinculante para el estado colombiano desde el 28 de
enero de 1991-, en su artículo 19, indica que los Estados parte
deben adoptar todas las medidas apropiadas para proteger a este
grupo poblacional de toda forma de maltrato, incluido el abuso
sexual.

En tal sentido, el presente caso, por implicar tanto violencia -de


todas las especies- contra la mujer, así como contra menores de
edad, debe aplicarse un enfoque diferencial de protección que
garantice la cláusula de igualdad contenida en el artículo 13 de la
Constitución Política. Ello, obvio es entenderlo, no implica que
deban desconocerse las garantías judiciales mínimas de que goza
el acusado, ni menos que la condena previamente enunciada se
adopte sin la existencia de medios de prueba que acrediten el nivel
de conocimiento exigido para condenar, sobre el cual se
expondrán en seguida algunas consideraciones.

3. La finalidad de la prueba en el proceso penal y los


estándares de prueba

El objeto de la prueba en el proceso penal es, o debería ser, lograr


una aproximación racional a lo verdaderamente ocurrido, lo que
en el ámbito de la epistemología jurídica se conoce como un
concepto de verdad como correspondencia.

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Como es obvio, para lograr esa aproximación existen una serie de


obstáculos que resultan contra epistémicos, esto es, contrarios a
ese objetivo de establecer la verdad, como son los temporales -por
los términos que la ley impone para resolver los asuntos
sometidos a la jurisdicción o la prescripción-, y otros, que
implican que dentro del contexto del proceso penal existe, además
del imperativo de lograr la verdad aludida, la necesidad que la
aproximación a ella se haga respetando otros intereses
fundamentales -por eso las restricciones en materia probatoria
como la regla de exclusión, el rechazo de pruebas no descubiertas
oportunamente, y el mérito probatorio precario de las pruebas de
referencia-.

Como el proceso penal es progresivo, esa aproximación a la verdad


debe realizarse observando un camino epistémico que es, también,
progresivo. No se puede esperar contar con idéntica información
sobre los hechos una vez inicia la investigación, que una vez que
se han recaudado todas las pruebas en el juicio oral. El legislador,
en efecto, reconoce esta realidad y por ello acude a los estándares
de prueba. Conforme a ellos, como decisión política, el legislador
distribuye el riesgo de error inherente a las decisiones en materia
de hechos en el proceso penal que, por sus consecuencias -
privación de derechos fundamentales- debe ser considerablemente
exigente.

Pero lo cierto es que esos estándares de prueba no pueden


desconocer la finalidad de los medios de prueba que es, se insiste,
lograr una aproximación lo más racionalmente posible a lo
verdaderamente ocurrido que, en el contexto del proceso penal,
comporta la acreditación sobre dos aspectos fundamentales: (i) La
existencia de un hecho que revista las características de un delito,
por un lado, y (ii) la responsabilidad del implicado, por otro.

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El legislador ha previsto tres niveles distintos en torno a esos


estándares de prueba: la inferencia razonable, que supone un
grado epistémico inferior, y que sirve para la afectación de
garantías fundamentales en las audiencias preliminares, y que es
suficiente también para que la Fiscalía formule imputación. La
probabilidad de verdad, criterio de mayor rigor, con el que debe
contar la Fiscalía para acusar a través de un ejercicio de
autocontrol -dado que no existe una fase intermedia de control
jurisdiccional material sobre esa tarea asignada al ente acusador-.
Por último, el conocimiento más allá de toda duda razonable,
exigido para proferir una sentencia de condena.

Como se ve, tanto la materialidad del delito como la


responsabilidad del implicado deben estar acreditadas en todo
momento del proceso para adoptar determinadas decisiones. Lo
que es diferente es el grado de corroboración, o de probabilidad
inductiva si se quiere, que se exige para soportar probatoriamente
las hipótesis relativas a esos hechos.

El grado de corroboración de esas hipótesis en torno a los hechos


-materialidad del delito y responsabilidad del implicado como
autor o partícipe del mismo-, es progresiva, y para decisiones
como las que ahora nos ocupa, se insiste, es la más rigurosa, pues
exige que las pruebas permitan alcanzar un conocimiento libre de
dudas razonables, que obedece a una decisión política orientada a
que se prefiera la absolución de eventuales culpables que la
condena de inocentes desde una perspectiva racional, porque la
absolución de culpables también afecta caros fines que persigue el
Estado -como el de proteger a toda persona en su vida, honra y
bienes-.

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Eso significa que la hipótesis acusatoria sobre los hechos debe


estar suficientemente corroborada con los medios de prueba
presentados en el juicio oral y, además que, conforme a esos
mismos elementos de prueba, se hayan descartado racionalmente
todas las hipótesis que resulten compatibles con la inocencia del
acusado, es decir, que la explicación probabilística más razonable
sea la tesis acusatoria, porque el análisis conjunto de la prueba
permita desechar racionalmente todas las hipótesis que
favorezcan al acusado. De lo contrario, si estas persisten, se
estará ante un evento de duda razonable que debe resolverse,
como cláusula de cierre en materia probatoria, a favor del
procesado.

En la doctrina, se ha señalado que esto tiene lugar (i) cuando la


hipótesis es capaz de explicar los datos disponibles, integrándolos
de forma coherente, y la predicción de nuevos datos que la
hipótesis permita formular deben haber sido confirmadas; y (ii)
deben haberse refutado todas las demás hipótesis plausibles
explicativas de los mismos datos que sean compatibles con la
inocencia del acusado, excluidas las meras hipótesis ad hoc5.

En torno a lo primero, se destaca que la hipótesis, conforme a las


pruebas practicadas, debe resultar coherente -pues como indica el
citado autor, toda hipótesis incoherente es, a su turno, falsa-; y a
su vez, debe poder ser objeto de subsecuentes constataciones que
permiten ratificarla -predicción de nuevos datos-.

Frente a lo segundo, los datos deben permitir refutar las hipótesis


compatibles con la inocencia, a condición de que (i) sean
plausibles y (ii) no se trate de hipótesis ad hoc. Explica Ferrer
Beltrán sobre lo primero: “una hipótesis sobre los hechos no puede

5 FERRER BELTRÁN, Jordi. La valoración racional de la prueba. Editorial marcial Pons.


Madrid, 2007, pp147. Y del mismo autor, Prueba sin Convicción Estándares de prueba y debido
proceso. Editorial Marcial Pons. Madrid, 2021, pp 209 y ss.

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ser considerada plausible y, en consecuencia, no son necesarios


esfuerzos probatorios para refutarla, cuando es incompatible con
nuestro conocimiento general sobre el mundo”6 -por ejemplo, se
propone como coartada un rapto extra terrestre o por fantasmas-.
Sobre el segundo tipo de hipótesis señala tal autor que “estaremos
ante una hipótesis ad hoc cuando la reconstrucción de los hechos
sostenida por una de las partes, aun cuando sea coherente con los
datos conocidos, no sea sensible a la experiencia, de modo que no
pueda imaginarse una predicción cuyo cumplimiento o
incumplimiento la pueda refutar”7.

Las hipótesis ad hoc son entonces aquellas que son imposibles de


confirmar o refutar -el caso más frecuente de este tipo de hipótesis
es la alegación de complot en contra del acusado, tratándose del
proceso penal-.

4. La valoración probatoria del caso

4.1 Las pruebas de cargo

JPRH, hijo de Alfredo Rey y Miladis Hernández, señalo que vive


desde su nacimiento en la Finca Villa Edith, ubicada en la vereda
Motoso del municipio de Girón, en la actualidad con su
progenitora y su hermano Juan Diego. Su padre vivió de manera
intermitente en ese lugar. De su testimonio es relevante destacar
que su papá dejó de vivir con el núcleo familiar por un tema de
agresiones, ya que, cuando ingería alcohol, se tornaba violento y

6 FERRER BELTRÁN, Jordi. Prueba sin Convicción Estándares de prueba y debido proceso.
Editorial Marcial Pons. Madrid, 2021, pp 223.
7 Ídem.

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que, en esa condición o incluso sin ella, acudía con cierta


regularidad a la finca a molestar. Igualmente, es relevante señalar
que el testigo indicó que su hermano Juan David ya no convive
con ellos, sino con la familia de su padre, quien lo compraba a
través de diversas dádivas, que incluyeron incluso el obsequio de
una motocicleta.

Sobre eventos puntuales de agresión, aunque no recuerda con


precisión las fechas (i) señaló, al ser preguntado por esa fecha,
que el 18 de abril de 2021 su papá golpeó a su mamá y por eso él
-el testigo-, intervino en su defensa. Recordaba que su papá le
decía groserías a Miladis. Asimismo, (ii) el 21 de mayo de 2022 -
cuando su hermano Juan David aun vivía con ellos- se presentó
también un problema, que no recuerda con claridad.

En todo caso, (iii) dejó en claro que su papá siempre ha tratado a


Juan David muy bien, en tanto que a él y a su otro hermano Juan
Diego no. Asimismo, (iv) el 1º de agosto de 2022 su padre Alfredo
fue a la casa y amenazó a Miladis Hernández, mientras la tomó
del cabello, con hacerle daño a él -al testigo- y a su hermano
Didier, para lo que aseguró que contaba con amigos paramilitares
y que los iba a matar. También indico que, incluso estando
detenido, su padre ha llamado a la casa a amenazarlos con
hacerles daño, y que en el año 2018 su padre Alfredo golpeó con
un puño en el rostro a Juan Diego, lo que generó un altercado que
culminó con Alfredo rompiendo todo y amenazando con quemar la
casa, lo que motivó que se tuvieran que trasladar un tiempo a
Piedecuesta.

De otra parte, aseguró (v) que su padre le exhibía videos para


adultos desde su celular, lo que ocurrió en varias ocasiones -al
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menos 4-, mientras JP contaba con 11 años, mientras le decía que


su mamá “era una puta” y que, (vi) a la par de lo anterior, Alfredo
Rey se masturbaba en su presencia, tocándose su miembro con
las manos; e igualmente, (vii) también lo vio tomándose fotos a su
parte íntima, aunque esto ocurrió porque el testigo advirtió esta
situación a través de una reja, es decir, sin que su padre hiciera
este último comportamiento de forma intencional para que JP lo
apreciara.

En el contrainterrogatorio precisó que (i) el último año


académicamente no le fue bien en el colegio; (ii) su mamá es su
acudiente; (iii) su padre lo ha golpeado; (iv) ama a su madre mas
no a su padre y siente miedo de este último mas no de aquella; (v)
la finca donde viven es de su papá.

También compareció al juicio JDiegoRH, quien también es hijo de


Alfredo Rey y Miladis Hernández. Al igual que el anterior testigo,
siempre ha vivido en la finca Villa Edith. Indicó también que sus
padres se separaron debido a que Alfredo era muy violento -en
especial cuando tomaba-, no dejaba salir a su mamá quien era
prácticamente de la propiedad de Rey Ardila, la golpeaba y hasta
le quemaba la ropa. También explicó que su padre siempre ha
tenido preferencia por el hermano gemelo del testigo -JDavidRH-,
a quien permanentemente le compraba cosas -celular,
motocicleta, macaneadora, etcétera-, influenciándolo al punto que
su mamá ya no podía controlarlo. Asimismo, su papá iba a la casa
con la finalidad de hacerlos miserables, dañar y llevarse cosas,
con la finalidad de quedarse sólo con la vivienda. Para ingresar
usaba diversos métodos, incluso violentaba candados con
seguetas y pulidoras.

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Puntualmente, recordó (i) que el 9 de septiembre de 2022, un


sábado, estaba haciendo tareas cuando llegó su hermano JDavid
a insultarlo -diciéndole marica y otros improperios-; luego de lo
cual arribó su padre Alfredo con un sujeto, al parecer de la cárcel
-debido a que su padre estuvo preso hasta 2020, también por
delito de violencia intrafamiliar-, y se dedicó a dañar las paredes
del inmueble con una pulidora. En la confrontación su padre
terminó tomándolo del pelo e increpando a JDavid a que lo
siguiera insultando, mientras el otro individuo le tomaba fotos.
Posteriormente, Alfredo entró a la pieza de Miladis Hernández,
extrajo de ella ropa, peluches y maquillaje, y les prendió fuego.

En otra ocasión, (ii) al ser preguntado por lo ocurrido el 12 de


septiembre de 2022, el testigo indicó que estaba durmiendo, su
padre llegó borracho, le puso una toalla sobre el rostro y con ella
intentó asfixiarlo, diciéndole que se las iba a pagar y que lo iba a
matar. Otra oportunidad, (iii) en mayo de 2022, su madre tenía
que ir a Bogotá a un trámite de pasaporte, su padre se enteró y
fue a esa ciudad también; (iv) en septiembre de 2022 vio que su
padre fue a la finca y le tocó los senos a su mamá, y también le
metió la mano dentro de la lycra; (v) incluso ya detenido, su padre
ha llamado a la casa amenazando a su madre con “picarla” tanto
a ella como a Didier, su hermano mayor.

En el contrainterrogatorio expuso (i) cómo era su devenir


académico; (ii) quién le preparaba sus comidas -a veces su mamá,
a veces él mismo-; (iii) que su padre lo ha golpeado por no dejarse
manipular, y que su mamá cuando era pequeño, también le
pegaba por ser cansón y grosero; (iv) que si bien ama a su mamá
no faltaría a la verdad para protegerla; (v) por el contrario, hacia
su padre siente miedo -debido a los golpes hacia su progenitora y
hacia él-; (vi) que su mamá nunca les propuso irse del país; (vii)
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que las amenazas que escuchó fueron de boca de su padre Alfredo


Rey; (viii) que hicieron un paseo familiar a unos pozos, organizado
por su padre.

A su turno, Miladis Hernández Chávez, vigilante, madre de 4


hijos, tres de ellos también hijos de Alfredo Rey Ardila, manifestó
que inició su relación con esta persona cuando Didier, su hijo
mayor, contaba con apenas 3 años -para cuando la testigo declaró
Didier tenía ya 22 años-. Señaló que viven en la Finca Villa Edith,
la cual adquirió junto con Alfredo, pero que este último la puso a
su nombre. Asimismo, indicó que Rey Ardila estuvo preso un
tiempo por violencia intrafamiliar, y que, al salir, le pidió una
nueva oportunidad de hacer familia, a la que ella accedió.
Puntualizó que Alfredo se comportaba bien mientras no consumía
alcohol, pero que cuando lo hacía -lo que por cierto ocurría con
frecuencia-, se ponía agresivo.

Sobre episodios puntuales, señaló (i) que, en mayo de 2021,


mientras dormía en la finca, despertó y tenía a Rey Ardila sobre
ella, como Miladis tenía un vestido, con violencia Alfredo lo subió,
la accedió carnalmente, mientras le indicaba que se callara y se
quedara quieta, y al finalizar le dijo que eso no era abuso porque
“ella era la mujer de él”. Asimismo, precisó que en esa ocasión le
tapó la boca, mientras ella lloraba y le indicaba que los niños
estaban en la sala. Recuerda el terrible hedor que acompañaba a
Rey Ardila, quien estaba ingiriendo alcohol desde el día anterior.
Indicó la testigo que estos episodios eran recurrentes, que Alfredo
llegaba y le hacía ese tipo de cosas en la habitación, a veces en
presencia de su hijo.

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Sentencia Ordinaria
Rad. 68547-6000-147-2022-50588
Alfredo Rey Ardila

En otra ocasión, (ii) el 24 de octubre de 2022, Alfredo llegó y se


acostó a su lado, le tocó los senos y le introdujo los dedos en la
vagina, mientras ella le suplicaba que no lo hiciera porque su hijo
estaba justo al lado. Otro episodio, (iii) ocurrido en marzo de 2021,
Alfredo llegó a la finca con almuerzo. Mientras Miladis se bañaba,
Rey Ardila la estaba filmando. Cuando Miladis notó esta situación
le reclamó, luego de lo cual Alfredo la tomó del brazo y se
masturbó en su presencia, sin que Hernández Chávez pudiera
hacer nada porque sus hijos estaban en la casa. Además, dijo que
Alfredo había divulgado esos registros.

De igual modo, (iv) señaló que, pese a que no recordaba las


fechas, en otra ocasión Alfredo llegó a la casa, la tildó de ser la
moza de un militar, la golpeó en el estómago y le decía que era
una “perra malparida” y que la iba a matar, amenazas que eran
reiterativas, pues varias veces le hizo esas afirmaciones y le indicó
que se la iba a enviar picada a su familia. En aquel episodio
intervinieron en su defensa sus hijos, a excepción de JDavid.

También manifestó (v) que al parecer un brujo le había dicho a


Alfredo que sólo uno de los tres niños era de él, por lo que
amenazaba con mandar matar a los restantes, le controlaba sus
tiempos, su trabajo, le tomaba fotografías a su motocicleta, le
retenía sus documentos -cédula y pasaporte-, le robaba dinero
producto de su trabajo cuando necesitaba para comprar trago y la
amenazaba con matarla -ya que tenía amigos tanto de la cárcel
como paramilitares-, si llegaba a caer preso debido a las
denuncias formuladas por Miladis. Además, llamaba a sus lugares
de trabajo, tildaba a sus jefes de ser sus amantes, lo que hizo que
la echaran de varios lugares. Aseguró también que golpeaba a sus
hijos, pero luego a JDavid le entregaba dinero y solucionaba el
problema. Igualmente, que controlaba la forma en que vestía y que
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Sentencia Ordinaria
Rad. 68547-6000-147-2022-50588
Alfredo Rey Ardila

a veces le quemó pertenencias, ropa y peluches, pues Rey Ardila


aseguraba que eran regalos que le hacían a Miladis sus amantes.

Miladis también contó que (vi) viajó a Bogotá con Alfredo Rey. Del
contexto de ese desplazamiento indicó que se originó porque
Alfredo le exhibió unas fotografías de Didier, hijo mayor de
Miladis, poniéndole algunas amenazas de presente -consistentes
en preguntar a Miladis si deseaba que Didier continuara con vida-
y, además, el viaje tenía como propósito, según Rey Ardila,
obtener pasaportes para abandonar el país sin los hijos ya que,
según este, los menores eran quienes los separaban a ellos como
pareja. Ya en la capital, Alfredo recibió una llamada de la fiscalía,
les aseguró que su mujer, Miladis, estaba con él sin problema,
incluso la puso al teléfono, no sin antes advertirle que no fuera a
decir nada. También llegaron unos policías a los que, según
Miladis, Rey Ardila les entregó dinero para que no lo capturaran.

También indicó que (vii) no se siente segura, debido a que, aun


estando detenido, Alfredo la llama a amenazarla, a indicarle que le
va a dar por donde más le duele -o sea a sus hijos-, y que él tiene
amistades que sólo esperan la orden de Alfredo para pegarle un
tiro. Por tanto, se sentía intimidada, deprimida, que lucha por
recuperar a su hijo JDavid, quien siempre ha sido mimado por
Alfredo, siendo un niño de 13 años al que lo ha obsequiado con
muchas cosas, incluso un celular y una motocicleta. La situación
es tan crítica que, una ocasión en que Alfredo la tumbó de la
motocicleta, su hijo JDavid estaba presente y le dijo “ojalá mi
papá la mate”. Ese menor está actualmente a cargo de una medio
hermana de Alfredo.

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Sentencia Ordinaria
Rad. 68547-6000-147-2022-50588
Alfredo Rey Ardila

En el contrainterrogatorio, además de los aspectos ya resaltados,


indicó que (i) se adelantó un trámite de liquidación de la sociedad
conyugal, porque la casa también es suya y por ende de sus hijos,
y que incluso Alfredo ya había vendido un lote en 130 millones de
pesos, suma de la que ni ella ni sus hijos vieron un peso.
Asimismo, (ii) que ha mantenido contacto permanente con Alfredo,
quien es el padre de tres de sus hijos, (iii) que nunca le ha enviado
fotos en ropa íntima a aquél, quien por otro lado le ha robado dos
celulares.

Ángela Consuelo Reyes Camacho, psicóloga, especialista en


psicología clínica, quien laboró para el Hospital Comuneros,
señaló que en esa entidad valoró a JDiegoRH, quien nació el 23 de
noviembre de 2008 y fue remitido por la Comisaría de Familia por
un caso de violencia. En particular, realizó una consulta para
seguimiento o control. En ella intervinieron tanto el referido menor
como su progenitora, quienes informaron el estado emocional de
JDiego, quien, según su diagnóstico, sufría un trastorno de estrés
post traumático derivado de los reiterados episodios de violencia
generados por su padre. De los síntomas indicativos resaltó el
llanto, labilidad emocional, pesadillas y distimia -es decir, cambios
emocionales que derivan hacia la ansiedad y la depresión-.

También compareció al juicio Hasbleidy Idaly Rojas León, también


psicóloga, quien el 2 de abril de 2022 evaluó en la Comisaría de
Familia de Girón a Miladis Hernández Chávez. El propósito era
realizar una valoración del riesgo en el que aquella se encontraba.
Esa valoración consta de una serie de preguntas con respuestas
afirmativas o negativas que debe resolver la evaluada, de las
cuales se obtuvo un resultado positivo a 16 interrogantes que
indicaban un nivel de riesgo alto, específicamente, riesgo grave de

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Sentencia Ordinaria
Rad. 68547-6000-147-2022-50588
Alfredo Rey Ardila

feminicidio. Como síntomas la evaluada expresó nervios, angustia


-porque su agresor aparecía sin previo aviso- y pérdida de sueño.

También declaró la psicóloga Sharon Daniela Duarte Castellanos,


quien laboró para la IPS Niños de Papel, señaló que valoró a
JPRH, de 11 años de edad, el 24 de noviembre de 2022. Indicó
que el diagnóstico era de trastorno de estrés post traumático,
cuyas causas no advirtió relacionadas en la historia clínica. Su
intervención fue terapéutica, y en ella encontró de interés que (i) el
niño había evidenciado violencia en el seno familiar, y (ii)
presentaba secuelas por dificultad para conciliar el sueño, con
pesadillas del suceso traumático, y dificultades para expresar
emociones.

Mario Hernán Torres Pérez, también psicólogo, precisó que, por su


labor en la Comisaría de Familia de Girón, (i) recibió una denuncia
de violencia intrafamiliar de Miladis Hernández a su pareja Alfredo
Rey, (ii) asimismo, realizó una evaluación del riesgo, constante de
20 interrogantes estandarizados que se realizan a la víctima en
torno a hechos y su percepción de seguridad -sin que se valore la
veracidad o no de las afirmaciones-, 16 de los cuales fueron
resueltos afirmativamente, lo que implicaba un riesgo extremo de
feminicidio; (iii) como síntomas la evaluada refirió además
afectación en el sueño, pérdida de apetito y llanto continuo con
ideación suicida. En el contrainterrogatorio precisó que recordaba
a Miladis porque llegó caminando con dificultad, se quejaba
constantemente y hablaba de forma muy pausada y tenue, lo que
era poco común.

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Sentencia Ordinaria
Rad. 68547-6000-147-2022-50588
Alfredo Rey Ardila

Jessica Lorena Parra Rodríguez, médico adscrita al INML,


manifestó que realizó una valoración de lesiones a NNA a
JDiegoRH el 1º de noviembre de 2022, no encontró para el
momento del examen huellas externas de lesión reciente que
permitieran fundamentar una incapacidad médico legal.

La psicóloga Ingrid Carolina Pérez Sarmiento, quien trabaja


también al servicio del INML, dijo que se dedicaba a valoración de
riesgo a usuarias víctimas de violencia de pareja. Para ello realiza
una entrevista con base en preguntas relacionadas con la
dinámica familiar y de violencia, estrategia de apoyo y otros
factores. Se basa en la escala Danger Assesment, que es un test
que aplica el INML desde el año 2013 con base en los estudios
científicos realizados por Campbell en los Estados Unidos, en
asuntos de violencia de género.

Esta prueba fue aplicada a Miladis Hernández el 29 de agosto de


2022, en ella se advirtieron varios factores de riesgo, (i) de la
víctima -violencia intrafamiliar previa, el denunciado habita cerca
de la víctima y la visita todos los días-; (ii) del agresor -posición
machista, celos e inestabilidad emocional, consumo diario de
alcohol-; (iii) factores detonantes -celos de la ex pareja y negativa
de este de aceptarla separación-; los que, aunados a otros
factores, le permitieron concluir que Hernández Chávez se
encontraba en riesgo extremo de sufrir lesiones graves o incluso la
muerte. Precisó que en estas evaluaciones no se establece la
veracidad del dicho de la persona cuyo riesgo se evalúa, en la
medida que consiste en una serie de preguntas con respuesta
afirmativa o negativa, cuya información provee la propia víctima,
sin datos adicionales de corroboración.

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Alfredo Rey Ardila

Por último, para la Fiscalía declaró Didier Sepión Hernández, hijo


mayor de Miladis Hernández. Indicó que vivió junto con su madre
Miladis, la pareja de esta, Alfredo, y sus hermanos en la vereda
San José de Motoso. En la actualidad vive en el extranjero.
Manifestó que la relación entre su mamá y Alfredo Rey era muy
conflictiva, por celos y porque Alfredo tomaba mucho. Su mamá le
contaba constantemente las agresiones de las que era objeto por
su pareja. Además, se enteró que Rey Ardila le tomó fotos y se las
enseñó a Miladis para constreñirla de no denunciar.

Tiene conocimiento de una ocasión en la que, por el llamado de


una vecina, debió a acudir a auxiliar a su progenitora, luego de
ser agredida por Alfredo. La vio muy golpeada -tenía moretones
por todo el cuerpo y dificultad para caminar-, triste, destrozada.
El testigo la llevó a un centro médico y luego estos hechos fueron
denunciados.
4.2 Pruebas de la defensa

En primer lugar, compareció Yuli Natalia Rey Grimaldos, hija de


Alfredo Rey Ardila, con quien convivió por un espacio de 5 meses,
que calificó como excelentes. Sus padres estuvieron juntos por
cerca de dos años, desconoce cómo era esa relación, ni por qué
culminó, y señaló que nunca presenció ninguna pelea o que
Alfredo golpeara a su mamá. Sobre sus otros medio hermanos,
hijos de su padre, indicó que a veces compartían y hacían paseos,
y que en ellos su padre les compraba dulces y helados a todos por
igual. Respecto de Miladis, indicó que con ella siempre aparentó
portarse bien, aunque descubrió que hablaba mal a sus espaldas.

Dijo que no presenció peleas entre su padre y Miladis, ni tampoco


ha visto que esta última maltrate a sus hermanos, y que uno de
ellos decidió no vivir más con ella porque era mentirosa y decía
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Sentencia Ordinaria
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Alfredo Rey Ardila

que lo maltrataba, porque no estaba de acuerdo con que le


brindara apoyo a su padre. De esa manera, es el único de sus
hermanos con el que actualmente tiene contacto, con los restantes
no se habla hace más de dos años. Por otro lado, contó que su
padre tiene una Finca en la vereda Motoso, la que actualmente
está a cargo de Miladis Hernández.

También compareció al juicio el psiquiatra Germán Duarte


Hernández, quien ha laborado en varios establecimientos, entre
ellos la Clínica San Pablo, de la que dijo ser director científico.
Señaló que el 23 de febrero de 2023, en ese lugar, valoró a
petición del estrado defensivo a JDavidRH. El motivo, se pidió
realizar un dictamen psiquiátrico referente al estado mental de la
madre del menor, para establecer si sufría de un trastorno que
pudiese generar mitomanía o distorsiones.

La técnica que empleó fue analizar la situación del padre detenido


-narrada por su defensor-, y realizar una entrevista al menor de
aproximadamente dos horas -este último aspecto, indicó le
suministró el 80% de la pericia-, quien relató los problemas
existentes entre sus padres, su ulterior separación, y de cómo su
mamá se tornaba agresiva, lo que evidenciaba que esta mujer
tenía problemas de salud mental y les infligía a sus hijos castigos
exagerados. Era impulsiva, se ponía en contra del padre, y era
realmente ella la agresora, no él. Así, indicó que Miladis debía
sufrir un trastorno afectivo bipolar, ya que estas personas son
dadas a la mitomanía, a ser impulsivas, agresivas, y a dedicarse a
mentir.

Pese a que no tuvo ante sí a Miladis Hernández, explicó que la


mayoría de trastornos se establecen clínicamente por la
sintomatología de la persona -y que usualmente un familiar refiere
lo que el afectado está padeciendo-, y que ello permite hacer una
aproximación diagnóstica, no obstante, son dictámenes de
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Sentencia Ordinaria
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Alfredo Rey Ardila

“mucha probabilidad”. No entrevistó a ningún otro miembro del


núcleo familiar, para él, el niño fue sincero, y estaba su tía y
acudiente para que no hubiera sesgo alguno.

También declaró para la defensa el psicólogo Tulio Hernán Fortich


Percy, con 30 años de experiencia, quien presta sus servicios a la
Comisaría de Familia de Rionegro. Indicó que, a solicitud del
comisario, valoró a JDavidRH, con la finalidad de establecer si
este menor contaba con familia extensa que pudiera asegurar y
satisfacer sus derechos. Las técnicas que usó fue la entrevista y el
test de familia, del que derivaban dos escenarios, el de los
progenitores con muchas dificultades, y otro con la tía, debido a
que el adolescente renunció a estar con su progenitora, ante quien
experimentaba temor por razones de maltrato. En consecuencia,
era adecuado que permaneciera con esta familiar.

4.3 Las partes acordaron como estipulaciones probatorias: (i) la


plena identidad del acusado y (ii) La plena identidad de las
víctimas JPRH y JDiegoRH, quienes son hijos biológicos del
acusado Alfredo Rey Ardila, como también los es JDavidRH.

4.4 Por regla general, los delitos de naturaleza sexual ocurren en


el ámbito privado, lo cual dificulta que puedan ser percibidos
directamente por otras personas distintas a la víctima y el agresor,
en razón de lo cual resulta admisible y cobra especial relevancia la
declaración de la víctima como testigo único directo de los hechos,
siempre que su relato encuentre una confirmación epistémica de
la hipótesis de la acusación, con base en las pruebas restantes.

En tal sentido, la Sala de Casación Penal ha fijado criterios de


valoración del testigo único, mediante una metodología de
confirmación de hipótesis que ha llamado la “corroboración
periférica”, que es un método de análisis integral de contexto que
permite hacer racionalmente probable la versión única de la
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Sentencia Ordinaria
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víctima en casos de delitos sexuales. Igualmente, la jurisprudencia


ha indicado que:

“(…) en los delitos de connotación sexual, la Corte ha considerado que el


testimonio de la víctima es preponderante y puede llegar a ser suficiente
para encontrar acreditado más allá de toda duda razonable la existencia
del delito y la responsabilidad del procesado, pues lo relevante es que,
atendiendo los parámetros del artículo 373 del Código de Procedimiento
Penal, brinde credibilidad y certeza en virtud, ineludiblemente, del rigor e
imperioso escrutinio de las reglas de la sana crítica. (Cfr. CSJ SP. 1 jul.
2017, Rad. 46165; AP2689-2018, Rad. 52371; AP1542-2019, Rad.
54830; SP2228-2022, Rad. 59771).”

Bajo esos supuestos, deberá examinarse si es posible la


corroboración epistémica del relato de la víctima y los hechos
jurídicamente relevantes valorando en conjunto los medios de
prueba, bajo el tamiz de la lógica y la sana crítica.

4.5 De los delitos de acceso carnal y actos sexuales violentos


agravados de los que fue víctima Miladis Hernández

Como es usual, de estos comportamientos no existen otros


testigos directos de los hechos, razón por la que el dicho de
Hernández Chávez debe evaluarse conforme a las pruebas en
conjunto, para establecer si se ha alcanzado el grado de
conocimiento que se demanda para darlos por demostrados. Así,
como se indicó en el numeral 4.1 de esta sentencia, la ofendida
realizó una narración pormenorizada de varias situaciones que se
compadecen con el sustrato fáctico de los dos delitos sexuales por
los que la Fiscalía acusó a Rey Ardila, y de los que es víctima la
señora Miladis Hernández.

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Así, precisó que (i) en marzo de 2021 Alfredo Rey ingresó a la


Finca Villa Edith, la filmó con su celular mientras de bañaba -lo
que hizo sin su consentimiento-, y luego la obligó a verlo
masturbarse, sujetándola de un brazo; (ii) en mayo del mismo
año, Rey Ardila la accedió carnalmente en contra de su voluntad -
además diciéndole que se callara, y diciéndole que ella era de él-; y
en octubre de 2022, también contra su voluntad, le tocó los senos
y le introdujo los dedos en la vagina. Los hechos narrados por la
víctima se compadecen con lo consignado en la acusación.

De otra parte, el despacho advierte que el dicho de Miladis


Hernández Chávez alcanza un nivel de corroboración periférica
inductivamente muy elevado. Así, lo primero que debe señalarse
es que los señalamientos incriminatorios son consistentes. Prueba
de ello es que los psicólogos Hasbleidy Idaly Rojas León, Mario
Hernán Torres Pérez e Ingrid Carolina Pérez, quienes en diferentes
momentos realizaron valoraciones del riesgo en que se hallaba
Hernández Chávez, concluyeron siempre que aquella se
encontraba, en su orden, en riesgo grave de ser objeto de
feminicidio, en riesgo extremo de feminicidio, y en riesgo extremo
de sufrir lesiones e incluso la muerte.

El despacho no desconoce que esas evaluaciones de riesgo,


construidas a manera de encuesta con interrogantes de respuesta
afirmativa o negativa, tiene como principal insumo la información
que la propia evaluada suministra en torno a tales interrogantes,
sin corroboración adicional. Empero, se destaca, en el nivel de la
consistencia de la incriminación, que en todas ellas Miladis
Hernández evidenció patrones de nervios, angustia y pérdida de
sueño, ante la primera de tales profesionales; de afectación del
sueño, pérdida de apetito y llanto ante el segundo; y frente a la
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tercera, dentro del contexto de las estrategias de afrontamiento de


la víctima, se estableció tristeza acompañada de llanto, baja
autoestima y desánimo ante las actividades diarias.

A juicio del despacho, esto implica que la situación narrada por


Miladis Hernández contaba con un background emocional que
resultaba inocultable y que, por cierto, presta corroboración a su
dicho. Además, no puede dejarse de mencionar que, uno de los
profesionales mencionados, Mario Hernán Torres Pérez, pudo
notar, de manera directa y personal, que Miladis se quejaba
constantemente, caminaba con dificultad y hablaba de forma
pausada y baja, lo que le llamó especialmente la atención.

De otra parte, los menores JPRH y JDiegoRH, hijos de Miladis


Hernández y del ahora acusado Alfredo Rey Ardila, pusieron de
presente los patrones de violencia con que se conducía este
último, especialmente exacerbados ante el frecuente consumo de
alcohol -lo que se abordará más adelante en este fallo-, siendo que
ambos, en razón de esos episodios cíclicos de violencia al interior
del hogar, propiciados por Rey Ardila, padecen o padecieron de un
trastorno de estrés post traumático, que corrobora de forma
suficiente, desde lo afectivo, emocional y psicológico, que sus
dichos se corresponden a la verdad.

Por ahora, importa resaltar que del dicho de estos jóvenes se


corrobora también el dicho de Miladis Hernández, quien señaló
que, en los episodios de violencia sexual de los que fue objeto por
parte de su expareja, el ahora acusado, se vio sometida a los
designios de naturaleza sexual de este último porque es un ser
violento y agresivo y, en tal medida, debía ceder ante sus reclamos
de contacto sexual, aunque nunca consintió en ellos. Esos

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patrones de violencia no han sido desmentidos y ninguna prueba


logra cuestionarlos.

En efecto, las pruebas de la defensa se contraen, como atrás se


vio, a la declaración de Yuli Natalia Rey Grimaldos, hija del
acusado; de Germán Duarte, psiquiatra; y de Tulio Fortich,
psicólogo. Ninguna de esas pruebas propone hipótesis alternativas
compatibles con la inocencia del acusado que resulten plausibles,
como se pasa a explicar en seguida.

Yuli Natalia se limitó a indicar que desconocía las razones por las
que sus padres se separaron. Obvio es entenderlo, su madre no es
la señora Hernández Chávez, ya que es fruto de una relación
previa de su padre Alfredo Rey. Más allá de ello, se limitó a indicar
que nunca presenció ninguna agresión de su padre y que Miladis
se comportaba bien con ella, aunque, señaló, se enteró que
hablaba mal a sus espaldas. Estas circunstancias no ponen en
duda el dicho de Miladis porque, como se desprende de la prueba,
los hechos, todos ellos, ocurrieron al interior de la Finca Villa
Edith, a donde acudía el ahora acusado, como lo indicó uno de
sus propios hijos, a “hacerlos miserables”, es decir, esos episodios
no podían ser apreciados por Yuli Natalia quien, para cuando
estos ocurrían, no se encontraba presente en ese inmueble.

Del dicho del psicólogo Tulio Fortich, dentro de su rol como


psicólogo de la Comisaría de Familia de Rionegro tampoco se
obtienen datos que descarten la hipótesis de la acusación y en
consecuencia hagan menos creíble la narración de los hechos
efectuada por Miladis Hernández Chávez. Su tarea se limitó a
constatar la situación de afectación de derechos del menor
JDavidRH, para establecer que estaría mejor bajo la custodia de
su tía, por elección por cierto de dicho joven, quien ya contaba con
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14 años, y quien allí señaló que no quería permanecer con su


progenitora porque esta lo maltrataba.

Más allá de que esto constituiría, como lo sostuvo el Ministerio


Público, un contenido de referencia, lo cierto es que lo que las
pruebas indican es que la explicación del comportamiento
asumido por JDavid obedece a que, a través de dádivas
especialmente materiales -regalo de objetos como celulares y
hasta una motocicleta-, su padre Alfredo Rey básicamente compró
la lealtad de su hijo para que tomara partido por sus violentas
posturas hacia su progenitora Miladis y sus hermanos.

No deja de resultar llamativo que, como se desprende del dicho de


Miladis, de JPRH y de JDiegoRH; JDavid, en múltiples ocasiones,
dio muestras de que, efectivamente, estaba de lado de su padre,
pero no porque este fuera inocente y los hechos de violencia de
todo orden por él ejecutados no hubiesen ocurrido, sino porque,
por el contrario, Rey Ardila, tras comprar su afecto y respaldo,
incluso lo hizo participar activamente en actos de violencia contra
los demás miembros de su núcleo familiar. Recuérdese que
JDiegoRH narró el episodio del 9 de septiembre de 2022, en el que
Rey Ardila increpó a su hermano JDavid a que lo insultara, y
Miladis Hernández también indicó que, en una ocasión, tras ser
atacada por el ahora acusado, su hijo JDavid le expresó su deseo
de que ojalá su padre le causara la muerte.

Ahora bien, mención especial merece la “pericia” que realizó el


psiquiatra Germán Duarte, quien con la información que del caso
le suministró el abogado defensor, junto a la entrevista que
recibió, precisamente, a JDavidRH -cuyos insumos,
respectivamente, constituyeron el 20 y el 80 por ciento de su
trabajo-, conforme a lo cual concluyó que, ninguno de los
anteriores sino, por el contrario, Miladis Hernández, a quien no
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valoró y quien, de hecho, nunca estuvo en su presencia, padecía


un trastorno bipolar en cuya virtud era agresiva y, especialmente,
inclinada a la mitomanía y por ende a mentir.

Pues bien, la prueba pericial es aquella que resulta procedente


cuando se requiera de conocimientos científicos, técnicos,
artísticos o especializados, como lo indica el artículo 405 del CPP.
Como se reconoce en el ámbito de la prueba científica, fue en la
decisión Daubert Vs Merrell Daw, adoptada por la Suprema Corte
de los Estados Unidos de América en 1993, en la que se
establecieron algunos criterios de orientación para que, al acervo
probatorio, tratándose de prueba científica, ingrese únicamente
información experta, descartando lo que se conoce como ciencia
basura -junk science-. Un postulado fundamental de dicha
decisión es que la admisión de este tipo de pruebas debe centrase
en los principios y metodologías subyacentes a la prueba, mas que
en las conclusiones a las que el experto llegaba8.

Esos criterios para evitar el ingreso de ciencia basura al proceso


están, en buena medida, plasmados en el CPP, en el que, además,
el artículo 417 ilustra sobre la forma en que se debe interrogar al
perito. Igualmente, la jurisprudencia ha indicado -SP3960-2022,
radicado 58476 del 23 de noviembre de 2022- que el perito debe
comparecer al juicio, informar sobre su condición de experto, y
asimismo explicar (i) los principios científicos, técnicos o artísticos
en los que fundamenta sus verificaciones o análisis; (ii) el grado de
aceptación de los mismos en la comunidad científica; (iii) los
métodos empleados en investigaciones y análisis relativos al caso;

8 Ver Vásquez, Carmen y Fernández López, Mercedes. La Conformación del conjunto de


elementos de juicio: admisión de pruebas. En Manual de Razonamiento Probatorio, Jordi Ferrer
-coordinador-, Ciudad de México, 2022, pp 194

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y (iv) sobre si sus exámenes se cimientan en técnicas de


orientación, probabilidad o certeza.

La jurisprudencia también ha señalado, entre otras en las


decisiones dictadas en los radicados 50637 del 11 de julio de
2018, 47423 del 9 de mayo del mismo año, y 55659 del 1º de
diciembre de 2021, que lo que con ello se pretende es “evitar que
los expertos emitan opiniones que no tengan un adecuado soporte
técnico científico”.
En este caso, no hay duda que el doctor Germán Duarte informó
su calidad de experto en psiquiatría, pues labora como psiquiatra
para la Clínica San Pablo, de la que dijo ser director científico. Sin
embargo, más allá de esa realidad -no desvirtuada-, no explicitó el
método o principios que orientaron su pericia, conforme se señaló
en párrafos anteriores. Se limitó a indicar como técnicas
empleadas, las que a continuación se refieren textualmente:

Más allá de la pobreza descriptiva del método científico que dijo


ese testigo aplicó, el despacho advierte que, por ejemplo, el
Protocolo de Evaluación Básica en Psiquiatría y Psicología
Forenses, ampliamente aceptado por la comunidad científica9, se
advierte que la entrevista es el principal método para un
diagnóstico no sólo forense, sino también clínico, del estado de
salud mental de una persona. Veamos:

9Consultable en:
https://www.medicinalegal.gov.co/documents/20143/40693/Protocolo+evaluaci%C3%B3n+b%C
3%A1sica+en+psiquiatr%C3%ADa+y+psicolog%C3%ADa+forenses..pdf/84e68ebc-ad7f-ec85-
241a-b07edbe95228

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Alfredo Rey Ardila
“Para hacer un diagnóstico en psiquiatría y psicología, la entrevista es el
instrumento principal y básico usado por el psiquiatra y el psicólogo para
conseguir el conocimiento de una persona y por lo tanto es el principal medio de
evaluación del examinado. Las principales interacciones del psiquiatra y del
psicólogo con el examinado se desarrollan en el contexto de la entrevista,
mediante la cual se obtiene información para llegar al diagnóstico clínico y
forense. La entrevista supone diálogo y relación con la persona entrevistada. Al
realizar la entrevista, se hace una evaluación basada en la historia de vida del
examinado y su conducta. Puede valorarse desde el inicio la actitud, el
pensamiento, el lenguaje, la riqueza y lógica del discurso y otras funciones como
la orientación, atención y memoria”.
Por supuesto, hay otros insumos que el psiquiatra o el psicólogo
puede evaluar, junto a la entrevista y el examen mental, para
establecer afectaciones en el caso concreto. Lo que interesa
destacar al despacho es que, en este evento, el psiquiatra Germán
Duarte introdujo al proceso ciencia basura pues no acreditó,
básicamente, la fiabilidad del método empleado -entrevista al hijo
de la persona cuya afectación mental determinó en las
conclusiones, e información suministrada en torno al caso por el
abogado defensor-, mismo que se contrapone con lo que, por regla
general, acepta la comunidad científica en materia de evaluación
psiquiátrica o psicológica, que es la entrevista y examen sí, pero
de la persona sobre quien se va a establecer si existe o no
afectación mental, mas no de terceros.

En consecuencia, como el método empleado por el psiquiatra


Duarte no es fiable, pues no acreditó el grado de aceptación de los
mismos en la comunidad científica -y como se ha visto, al parecer
se oponen a ella-; tampoco se ilustró con suficiencia sobre si sus
exámenes se cimientan en técnicas de orientación, probabilidad o
certeza, todo lo cual impide al juzgado, como es evidente, aceptar
sus conclusiones.

Además, las mismas se advierten sesgadas, en la medida que el


declarante actuó a partir de información de la defensa -que,
conforme a su base pericial, es absolutamente incompleta-, y a la
entrevista de un hijo de Miladis Hernández, JDavidRH, de quien
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Sentencia Ordinaria
Rad. 68547-6000-147-2022-50588
Alfredo Rey Ardila

ya se ha advertido previamente, existen motivos -como las dádivas


de su padre para que se ponga de su lado- para actuar contra su
progenitora; pese a lo cual concluyó, como lo advirtió el Ministerio
Público, irresponsablemente, en diagnosticar a Hernández Chávez
-sin haber tenido contacto con ella- con un trastorno bipolar y
tendencia a la mitomanía.
En suma, no hay razones, como viene de verse, que desvirtúen el
dicho de Miladis Hernández Chávez y, por el contrario, sus
afirmaciones se encuentran suficientemente corroboradas. En
consecuencia, los delitos de naturaleza sexual de los que fue
víctima fueron probados más allá de toda duda, como lo exige la
ley, y en el mismo sentido se encuentra acreditada la
responsabilidad de Alfredo Rey Ardila como autor de tales
comportamientos. Exigir a la ofendida ulteriores precisiones en
materia de fechas y pormenores conspira contra el análisis
fundado en perspectiva de género según lo explicado al inicio de
estas consideraciones.

4.6 Del delito de actos sexuales abusivos con menor de


catorce años agravado

El artículo 209 del CP describe tres conductas alternativas, (i) la


de realizar actos sexuales con una persona menor de catorce
años, (ii) ejecutar tales actos en su presencia, o (iii) inducirla a
prácticas sexuales. Frente a esta última modalidad, la
jurisprudencia, entre otras en la decisión SP219-2023, radicado
55559 del 7 de junio de 2023, señaló que consiste en instigar o
persuadir al menor de catorce años para que realice cualquier tipo
de actividad de connotación erótica.

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Alfredo Rey Ardila

Estas dos últimas modalidades son las que, conforme a los hechos
acusados, están implicadas en este caso, en la medida que Alfredo
Rey Ardila (i) exhibió material pornográfico, (ii) se masturbó en
presencia de su hijo JPRH, y (iii) se tomaba fotos de su miembro
en presencia de aquél. El comportamiento es agravado porque la
víctima es hijo del acusado.

Pues bien, sobre este delito el despacho advierte que, de la


narración efectuada por JPRH, se extrae que su padre Alfredo Rey
Ardila le exhibía videos para adultos desde su celular, lo que
ocurrió en varias ocasiones -al menos 4-, mientras JP contaba con
11 años, mientras le decía que su mamá “era una puta” y que, a
la par de lo anterior, Alfredo se masturbaba en su presencia,
tocándose su miembro con las manos; e igualmente, también lo
vio tomándose fotos a su parte íntima, aunque esto ocurrió porque
el testigo advirtió esta situación a través de una reja. Desde ya se
advierte que en este último comportamiento no medió un actuar
intencional del acusado -el menor JP vio, pero a través de una
reja, a la distancia-, y por ende el mismo no formará parte del
sustrato fáctico de la declaratoria de responsabilidad.

No hay medios de prueba que desvirtúen el dicho de JP. Las


pruebas de la defensa se enfilaron a minar la eventual credibilidad
de Miladis Hernández, mas no la de sus hijos menores que
declararon en el curso del juicio oral. Adicionalmente, el despacho
encuentra que existen suficientes datos que permiten corroborar
periféricamente la versión de JPRH, veamos:

En efecto, conforme a lo que informó la psicóloga Sharon Daniela


Duarte Castellanos, JP padece un trastorno de estrés post
traumático, y como secuelas padece de dificultades para dormir,
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Alfredo Rey Ardila

pesadillas del suceso traumático y dificultad para expresar


emociones. Es decir, lo que ello implica es que las manifestaciones
del joven tienen un adecuado respaldo afectivo, con serias
consecuencias en el ámbito de su salud mental.

La defensa en su alegato de cierre postuló que las pruebas


evidencian que JP y JDiego manifestaron que quieren a su madre
mas no a su padre. Claro, y agrega el despacho, sienten miedo de
él. Pero no por ello se puede concluir que mintieron para
incriminarlo falsamente en conductas que Rey Ardila no cometió.
Al contrario, ese miedo y aversión hacia su padre se deriva de todo
el cúmulo de comportamientos de agresión de toda índole: física,
psicológica y sexual, a los que Alfredo Rey Ardila sometió a su
núcleo familiar de manera reiterada, y que culminaron, nada
menos, que en diagnósticos de trastorno de estrés post traumático
-estos sí adecuadamente diagnosticados por expertos-, para dos
de sus tres hijos menores de edad.

En consecuencia, estos cargos están probados también más allá


de toda duda, con excepción del evento de toma de fotos del
acusado de sus partes íntimas en presencia de su hijo el cual, ya
se vio, no puede predicarse intencional sino accidental.

4.7 Delito de violencia intrafamiliar agravada

El artículo 229 del CP sanciona a quien maltrate física o


psicológicamente a un miembro de su núcleo familiar. El
parágrafo de este artículo también castiga a quienes, aun sin ser
parte del núcleo familiar, maltratan a sus cónyuges o compañeros
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Rad. 68547-6000-147-2022-50588
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permanentes, así ya se hubieran separado o divorciado. Este


comportamiento se agrava, entre otros eventos, cuando (i) recae
sobre la mujer, o (ii) sobre menores de edad.

Es de destacar, frente a la primera de tales causales de


agravación, que la misma no opera de manera automática ni
objetiva, sino que implica que, en el caso concreto, el maltrato
derive de un contexto de violencia de género. Así, en la decisión
SP047-2021, radicado 55821 del 27 de enero de 2021 -postura
reiterada entre otras en la SP017-2023, radicado 57009 del 1º de
febrero de ese año-, se indicó:

“Conforme a los citados desarrollos legales y jurisprudenciales, colige la


Sala que la agravación punitiva del delito de violencia intrafamiliar,
derivada de la condición de mujer de la víctima, debe ser entendida, no
como un componente meramente objetivo, sino como un elemento que,
conforme al principio de culpabilidad en el ámbito penal, requiere de
quien maltrata en el contexto intrafamiliar, lo haga en desarrollo de un
acto de discriminación que la desvalora en su condición, colocándose en
una absurda posición asimétrica de superioridad en orden a controlarla,
vigilarla y reprenderla, contraria al principio de igualdad entre hombres y
mujeres, todo lo cual debe encontrar suficiente acreditación probatoria
para que proceda el referido incremento de pena”.

De otra parte, la segunda causal de agravación, cuando el


maltrato recaiga sobre menores de edad, si es de naturaleza
objetiva, y así la jurisprudencia lo ha indicado, en la SP045-2023,
radicado 61103 del 8 de febrero de 2023, al señalar que:

“Es criterio de la Sala que la agravante contemplada por el legislador


para el delito de violencia intrafamiliar relativa a la minoría de edad de la
víctima carece de exigencias adicionales a la constatación de su
condición de menor de 18 años, puesto que los fines constitucionalmente
trazados para ellos, demandan sanciones más severas para los eventos
de violación dolosa de sus prerrogativas.”
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Sentencia Ordinaria
Rad. 68547-6000-147-2022-50588
Alfredo Rey Ardila

Sobre este delito existen, a diferencia de los anteriores, múltiples


pruebas directas que confluyen a darlo por acreditado, ya que las
víctimas del mismo, Miladis Hernández -siendo objeto de violencia
de género-; y los menores de edad JPRH y JDiegoRH, dieron
cuenta de los múltiples episodios que constituyen agresiones
físicas y psicológicas contra ellos, maltratos todos que fueron
ejecutados por Alfredo Rey Ardila. Estas narraciones fueron
sintetizadas en el apartado 4.1 de estos considerandos y no es
necesario reiterarlas.

Importa si destacar que, primero, los hechos narrados por las tres
víctimas se compadecen con los episodios de maltrato que, desde
lo fáctico, la Fiscalía describió en los hechos jurídicamente
relevantes contenidos en la acusación. Así, el maltrato de parte de
Rey Ardila a su ex pareja y a sus dos menores hijos estuvo
signado por golpes, gritos, insultos, amenazas, daños a la
propiedad en que las víctimas habitaban, tratar de ahogar con
una toalla -en el caso de JDiegoRH-, incitar a su otro hijo -JDavid-
a que insultara a su hermano, etcétera.

Pero, además, el despacho encuentra probada la violencia de


género en este caso. De las pruebas se desprende, en especial del
relato de Miladis Hernández, que Alfredo la cosificaba
constantemente, afirmando que ella era de él, lo que denota sin
duda las relaciones de asimetría entre ellos que reproducen los
patrones de discriminación que históricamente han afectado a la
mujer. Igualmente, controlaba sus ingresos y los gastaba
inconsultamente, y la tildaba de ser la amante de sus jefes lo que,
por cierto, hizo que Miladis fuese despedida de varios empleos.

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Sentencia Ordinaria
Rad. 68547-6000-147-2022-50588
Alfredo Rey Ardila

Asimismo, en presencia de sus hijos, prendía fuego a la ropa y


otros objetos de propiedad de Miladis -a quien permanentemente
tildaba de puta y la calificaba con otros insultos de similar
envergadura- porque, a su juicio, eran obsequios que sus amantes
le habían efectuado. Sin duda, todas estas actuaciones
constituyen la totalidad de formas de violencia contra la mujer
que fueron señaladas en el numeral 2 de estas consideraciones.

Como ya se ha dicho, las pruebas de la defensa no desacreditan el


dicho de las tres víctimas del delito contra la familia. La de Yuli
Natalia Rey, porque no estuvo presente en las ocasiones que su
padre, borracho o sin estarlo, llegaba a la Finca Villa Edith a
cometer toda serie de desmanes contra su ex esposa y sus hijos, y
en palabras de uno de ellos, a hacerlos miserables. La de Julio
Fortich, porque su examen se limitó a garantizar los derechos de
JDavidRH y ubicarlo con su tía -sin contar con datos que dan
cuenta que el respaldo de este menor hacia su padre era
comprado por el propio Rey Ardila mediante dádivas de todo
orden-; y el de Germán Duarte, comoquiera que este psiquiatra
rindió una opinión personal, que no una pericia, que no se basó
en métodos fiables y cuyas conclusiones, por tanto, no pueden ser
aceptadas.

Por el contrario, el dicho de las víctimas está suficientemente


acreditado periféricamente porque, (i) los menores JPRH y
JDiegoRH padecieron un síndrome de estrés post traumático; (ii) a
la vez que Miladis Hernández Chávez -como se analizó en el
numeral 4.5 de estas consideraciones, fue consistente, como lo
revelan las varias valoraciones del riesgo de la que fue objeto -
todas con resultados positivos para un peligro grave o extremo de
muerte-, e incluso, porque (iii) uno de tales evaluadores notó que
Miladis caminaba con dificultad, así como otros aspectos que
respaldaban la información por ella suministrada.
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No se trata de que Miladis se quería quedar con los bienes de


Alfredo, y por eso ella y sus hijos mintieron para perjudicarlo,
como lo postuló la defensa. Lo que Miladis sostuvo fue que, esa
vivienda la adquirieron, así como otros bienes, junto con Alfredo,
su ex pareja y padre de sus hijos y, por ende, en pro del futuro de
estos, espera poder permanecer en ella -por ser su derecho-,
además porque ya en anteriores oportunidades, según narró
Hernández Chávez, ya Alfredo había vendido otros inmuebles sin
que le diera a ella o a los hijos que tienen en común, dinero
alguno.

El delito de violencia intrafamiliar agravada se encuentra, a juicio


del despacho, probado más allá de toda duda, y lo mismo ocurre
en torno a la responsabilidad que en el mismo le asiste en calidad
de autor a Alfredo Rey Ardila.

Como corolario, si bien la defensa alegó que en este caso la


Fiscalía basó su caso en pruebas de referencia, para el despacho
es claro que eso no es así, pues quienes declararon son todos
víctimas directas, y por ende tienen el conocimiento personal de
los hechos de que trata el artículo 402 del CPP. Lo que se ha
empleado en este fallo, en particular de cara a los delitos sexuales
de los que fue víctima Miladis Hernández, es un método de
corroboración periférica de su dicho, orientado desde el respeto a
la perspectiva de género, lo que es bien distinto a la prueba de
referencia. Por ende, este reproche no puede ser admitido.

5. Punibilidad

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Comoquiera que en este caso se probó que el acusado cometió un


concurso de delitos, se acudirá a las reglas previstas en el artículo
31 del CP, es decir, se dosificarán individualmente las sanciones
para cada ilícito, luego de lo cual, partiendo de la pena en
concreto más grave, se agregará otro tanto que no supere el duplo
del tanto inicial ni sea superior al máximo de la pena imponible en
caso de concursos, conforme a la orientación jurisprudencial más
reciente sobre la materia, contenida en la decisión SP322-2023,
radicado 59683 del 23 de julio de 2023.

5.1 El acceso carnal violento agravado

El artículo 205 del CP, con la agravante prevista en el numeral 2


del artículo 211 del CP, contempla una pena de 16 a 30 años de
prisión. Conforme a las reglas del artículo 61 del CP, como en la
acusación no se atribuyeron causales genéricas de agravación -de
las previstas en el artículo 58 del CP-, la pena debe establecerse
en el primer cuarto, que iría de 16 a 19 años y seis meses de
prisión. Se acusó por dos eventos de esta especie. Así, para cada
uno de ellos, atendiendo (i) a la gravedad de la conducta, derivada
de un contexto cíclico de violencia de género; (ii) a la intensidad
del dolo -directo de primer grado-; y (iii) a la necesidad de la pena
que, como retribución justa -una de las funciones que tiene
asignada conforme al artículo 4 del CP-, se impondrá una pena de
diecinueve (19) años de prisión.

5.2 El delito de acto sexual violento agravado

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El artículo 206 del CP prevé una pena de 10 años y 6 meses de


prisión a 24 años. Siguiendo las reglas de dosificación, el primer
cuarto iría de 126 a 166.5 meses de prisión. Atendiendo (i) a la
gravedad de la conducta, derivada de un contexto cíclico de
violencia de género; (ii) a la intensidad del dolo -directo de primer
grado-; y (iii) a la necesidad de la pena que, como retribución justa
-una de las funciones que tiene asignada conforme al artículo 4
del CP-, se impondrá una pena de ciento sesenta (160) meses de
prisión.

5.3 El acto sexual abusivo con menor de catorce años


agravado

El artículo 209 del Código Penal modificado por la ley 1236 de


2008 contempla una pena de 9 a 13 años de prisión para el delito
enrostrado, el que debe ampliarse conforme al numeral 5 del
artículo 211 de la misma obra, quedando los extremos en 144
meses de prisión el mínimo y 234 meses el máximo. Las reglas de
dosificación previstas en el artículo 61 del CP indican que cuando
no medien circunstancias genéricas de mayor o menor
punibilidad, de aquellas previstas en los artículos 58 y 55 del CP,
la pena debe fijarse en el primer cuarto, que para el caso concreto
iría de 144 a 166.5 meses de prisión.

Se acusó por tres eventos de esta especie, de los que el juzgado


encontró probados dos -exhibición de material pornográfico y
actos de masturbación de Alfredo Rey Ardila en presencia de su
hijo menor de edad JPRH-. Así, para cada uno de ellos,
atendiendo (i) a la gravedad de la conducta, derivada de un
contexto cíclico de violencia al interior de la familia como patrón
de dominación; (ii) a la intensidad del dolo -directo de primer
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grado-; y (iii) a la necesidad de la pena que, como retribución justa


-una de las funciones que tiene asignada conforme al artículo 4
del CP-, pues el comportamiento recayó sobre un menor de cerca
de 11 años, quien no debía ser expuesto a este tipo de actividad,
se impondrá una pena de ciento sesenta (160) meses de prisión.

5.4 La violencia intrafamiliar agravada

El artículo 229 del CP prevé una pena de 6 a 14 años para este


comportamiento. Los cuartos punitivos irían de 6 a 8 años de
prisión el primero, de 8 a 12 años los intermedios, y de 12 a 14
años el superior. Este delito prevé una regla especial de
dosificación punitiva, pues si, como ocurre en este caso, el
acusado cuenta con antecedentes penales por violencia
intrafamiliar dentro de los 10 años anteriores -así lo señaló la
Fiscalía en el traslado del artículo 447 del CPP y, de hecho, varias
de las pruebas indican que, tras salir de prisión luego de ser
condenado por este ilícito, Alfredo se reunió con su núcleo
familiar-, la pena debe ubicarse en el cuarto máximo.

Entonces, atendiendo (i) a la gravedad de la conducta, derivada de


un contexto cíclico de violencia al interior de la familia como
patrón de dominación; (ii) a la intensidad del dolo -directo de
primer grado-; y (iii) a la necesidad de la pena que, como
retribución justa -una de las funciones que tiene asignada
conforme al artículo 4 del CP-, pues el comportamiento recayó
sobre una mujer por el hecho de serlo, y sobre dos menores de
edad, (iv) el daño real causado -los menores JPRH y JDiegoRH
padecen trastorno de estrés post traumático-, se impondrá una
pena de catorce años de prisión.

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5.5 Como se trató de un concurso de conductas punibles, a la


pena en concreto más grave para el delito de acceso carnal
violento agravado, de 19 años de prisión, se agregarán 10 años de
prisión por el delito de violencia intrafamiliar -de particular
gravedad porque involucró no sólo violencia de género contra la
mujer, sino también violencia contra menores de edad, quienes
merecen especial protección conforme a un parámetro de enfoque
diferencial-, y 7 años por el concurso de delitos de actos sexuales
abusivos con menor de catorce años agravado -que involucraron
comportamientos reiterados de esta naturaleza en contra de uno
de sus propios hijos-, y 2 años por el delito de acto sexual violento
agravado, para una pena definitiva a imponer a Alfredo Rey Ardila
de treinta y siete (37) años de prisión. Esta cifra respeta las reglas
indicadas en el numeral 5 de estas consideraciones, pues es
inferior al duplo del tanto del que se partió -de 19 años-, y es
inferior a la pena máxima que la ley permite en materia de
concursos -de 60 años de prisión-.

5.6 En cuanto a la pena accesoria se condenará al acusado a la


inhabilitación para el ejercicio de derechos y funciones públicas
por un término de veinte (20) años, de conformidad con lo
establecido en los artículos 51 y 52 del Código Penal

6. Sustitutos Penales

Dos razones normativas, una, contenida en el artículo 199 del


Código de la Infancia y la Adolescencia, Ley 1098 de 2006, impide
la concesión de subrogados cuando la condena verse sobre delitos
contra la libertad, integridad y formación sexuales cometidos
contra niños, niñas y adolescentes, como ocurre en el presente
caso, pues uno de los delitos por el que se emite condena es el de
actos sexuales abusivos con menor de catorce años agravado.

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Otra, prevista en el inciso segundo del artículo 68 A del CP,


impone la misma prohibición cuando la condena verse sobre el
delito de violencia intrafamiliar o delitos contra la libertad,
integridad y formación sexual, comportamientos por los que
también se emite condena en contra de Alfredo Rey Ardila.

De otra parte, la suspensión de la ejecución de la pena también


resultaría improcedente objetivamente, en atención a que el
artículo 63 del CP indica que este mecanismo puede otorgarse
cuando la pena impuesta no sea superior a 4 años de prisión y, en
este caso, la sanción de esa naturaleza es de 37 años.

Lo propio ocurre frente a la prisión domiciliaria, pues desde lo


objetivo, el artículo 38B del CP señala que este mecanismo
procede frente a delitos cuya pena mínima prevista en la ley no
sea superior a 8 años de prisión y, en el asunto examinado, varios
de los delitos por los que se emite condena -el acceso carnal
violento agravado, los actos sexuales abusivos con menor de
catorce años agravado y el acto sexual violento agravado-, tienen
previstas unas penas mínimas de 16, 12 y 10.5 años de prisión,
respectivamente, que superan aquél tope legal. Todos estos
factores confluyen para que el despacho se abstenga de otorgar
mecanismos sustitutivos de la pena privativa de la libertad a
Alfredo Rey Ardila, quien deberá purgar la pena en un
establecimiento de reclusión.

7. Otras determinaciones

Como el despacho considera que la base pericial y las


conclusiones adoptadas por el psiquiatra Germán Duarte se alejan
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de un parámetro objetivo acorde a su labor como experto en


psiquiatría, y que además pudo haber actuado para favorecer los
intereses de quien solicitó su intervención desapegado de todo
criterio científico, se dispondrá compulsar copias para que sea
investigado disciplinariamente por el Tribunal de Ética Médica, o
por la autoridad que de cara a su profesión ejerza esas funciones.

Asimismo, el despacho advierte que la estrategia defensiva se


enfiló en desacreditar los dichos de las víctimas, en especial de la
mujer Miladis Hernández Chávez, a partir de sesgos inaceptables
de género, exigiendo de ella algo así como un comportamiento de
víctima ideal, pues según la orientación que siguió su estrategia
frente a las pruebas en el juicio, el hecho de que la víctima haya
tenido contacto con el acusado, padre de tres de sus hijos, luego
de denunciados los hechos -e incluso que hayan hecho un viaje a
la ciudad de Bogotá, cuyo contexto de violencia fue, por cierto,
detalladamente explicado por Hernández Chávez-, desacreditarían
el dicho de la ofendida y serían indicativos de que los hechos no
existieron; como también el tildarla de un protervo objetivo de
hacerse con los bienes del acusado -cuando, según parece,
aquellos serían de la sociedad conyugal-, pero además
desconociendo los traumas de naturaleza psicológica que
sufrieron dos menores de edad, así como el riesgo grave de muerte
en el que se encuentra la ofendida.

Este tipo de estrategias, a juicio del despacho, resultan


inaceptables. De hecho, la jurisprudencia así lo ha sostenido. En
la decisión SP036-2023, radicado 52629 del 1º de febrero de
2023, se indicó lo siguiente:

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“Un razonamiento en tal sentido revela un sesgo discriminatorio hacia la
mujer. Imponer cargas adicionales a la víctima, tendientes a la
autoprotección del bien jurídico en discusión, se aviene
desproporcionado y coadyuvante de los modelos de desventaja histórica y
estructural, a la que se ha visto sometida la mujer y deja de lado
considerar que el reproche penal se dirige a quien causa la afrenta del
derecho tutelado, no a quien lo sufre”.

Ese tipo de estrategias no contribuyen a la superación de los


patrones históricos de discriminación de los que ha sido víctima la
mujer, sino que, por el contrario, los perpetúan. Se invita a la
defensa para que, a futuro, contribuya a la realización de este
cometido institucional al que se vincula al estado colombiano por
vía de los compromisos adquiridos en el ámbito de la
convencionalidad, porque el respeto a los derechos humanos, en
especial de personas de especial protección, debería ser un
objetivo de todos, pero más, de la comunidad jurídica en la que se
presentan escenarios de conflicto que involucran su vulneración.

En mérito de lo expuesto, EL JUZGADO OCTAVO PENAL DEL


CIRCUITO -con funciones de conocimiento- DE
BUCARAMANGA, administrando justicia en nombre de la
República y por autoridad de la ley,

8. RESUELVE

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PRIMERO: Condenar a ALFREDO REY ARDILA, de


anotaciones personales previamente referidas en esta sentencia, a
la pena principal de treinta y siete (37) años de prisión, como
autor responsable del delito de acceso carnal violento agravado, en
concurso homogéneo -previsto en los artículos 205 y 211 numeral
2 y 31 del CP-; en concurso heterogéneo con actos sexuales
abusivos con menor de catorce años agravado, a su vez en
concurso homogéneo -previsto en los artículos 209, 211 numeral
5 y 31 del Código Penal-; en concurso heterogéneo con violencia
intrafamiliar agravada -contemplada en el artículo 229 incisos 1 y
2 del CP-, y en concurso con acto sexual violento agravado, en
concurso homogéneo-previsto en los artículos 206, 211 numeral 2
y 31 del CP-.

SEGUNDO: Condenar a ALFREDO REY ARDILA, a la pena


accesoria de inhabilitación para el ejercicio de derechos y
funciones públicas por un término de veinte (20) años.

TERCERO: Negar a ALFREDO REY ARDILA la suspensión


condicional de la ejecución de la pena y la prisión domiciliaria, por
las razones expuestas en la motivación de esta sentencia.

CUARTO: En firme esta providencia, procédase a efectuar


las comunicaciones de que trata el artículo 166 de la ley 906 de
2004, y remítase la ficha técnica respectiva a los jueces de
ejecución de penas -reparto-, todo ello por conducto del Centro de
Servicios Judiciales.

QUINTO: Ejecutoriada la presente sentencia, de


conformidad y en los términos del parágrafo 1, del artículo 3 de la
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Ley 1918 de 2018, a través del Centro de Servicios del Sistema


Penal Acusatorio, comuníquese la presente decisión a la Policía
Nacional para que se surta el respectivo registro de personas
condenadas por delitos sexuales cometidos contra menores de 18
años.

SEXTO: Compúlsese copias con destino al Tribunal de Ética


Médica o a la autoridad que de cara a la psiquiatría ejerza esas
funciones, para que se investigue disciplinariamente la actuación
que realizó el psiquiatra Germán Duarte al interior de este proceso
penal.

CÚMPLASE

El Juez,

CARLOS DANIEL ARIAS LOZANO

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