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MAULA

OBRAS DEL AUTOR

La Piedra del Pueblo.

La Compañera.

Enjambre.

El Pan del Hombre.

El Regreso.

Maula.
E F R A I N B A R Q U E R O

MAULA

E D I T O R I A L N A S C I M E N T O
SANTIAGO 1962 CHILE
© EFRAIN BARQUERO
1962
Inscripción N . ° 25037

Impreso en los talleres de


la Editorìal Nascimento, S. A.
— Arturo Prat 1428 —
Santiago de Chile, 1962
ENGALANADA

P ngalanada de las ventanas,


cuida las flores de los suspiros,
tiñe sus labios con arreboles,
se ondula el pelo con el rocío.

Engalanada, galanadora,
empapa el barrio de agua colonia,
hila pestañas de telaraña
y gorgorea con noche clara.

9
Engalanada tiene las uñas
ensangrentadas con sus señores,
tiene la enagua pintiparada
como mortaja de sus amores.

Engalanada y almidonada
parece escarcha de las ventanas.
Se está borrando de suspirada.
Se está muriendo de requebrada,

10
PRETENDIENTE

f ^ retendiente con guantes


y una sola camisa.

Pretendiente de bolsa
y clavel de mentira.

Caballero de dulce,
de abundante barriga.

11
Pretendiente a la una,
con la mesa servida.

Pretendiente a las seis,


con la torta partida.

Pretendiente a las nueve,


a las doce vencidas.

Tenedor de la mano,
trece veces seguidas.

Portador de tarjeta
como carta vacía.

Pretendiente de novia,
cuatro años y un día.

12
EL SEÑOR DE LA ROSA

S e n t a d o en la Plaza de Armas,
está el señor de la rosa,
como un cañón de otro tiempo,
vestido con negras ropas.

—Tendrían que haber temblado—


parecen decir las horas.
. . —Temblado de amor o miedo—
se apura en decir la rosa.

13
—Tendrían que haberlo amado—
parecen decir las horas.
. . —Amado con sangre y fuego—
se apura en decir la rosa.

14
QUE VIENEN LAS HELADAS

^ ^ i e n e la helada: rodéala con humo,


ponle las tijeras poda doras en cruz.

Deténla con el color de las naranjas,


clávale un azahar entre los ojos,
dale a fumar un cigarro de maíz,
golpéala con una guitarra llorosa.

15
Viene la helada: dale aguardiente con guindas
o quémale las manos con un pan de rescoldo.

Viene la helada, que no venga, pero que venga,


viene a buscar limones y salvia.
Viene la helada despertando las higueras,
viene a tomar candiel y vino muy caliente.

¿Oiga, mi amigo, tiene un pavo bien gordo?,


yo tengo un chancho santero.
El pavo lo haremos con manzanas
y el cochino con vinagre.

Que venga la helada, que venga, pero no venga,


a empinarse este chuico con naranja.

Que venga, pero mejor no venga,


a empinarse este otro con canela.

Que venga, pero mejor no venga,


a tomarse este río de mistela.

16
Que venga, pero no vaya a venir,
a deshacer el barbecho y el adobo.

Que venga, pero mejor no vuelva,


porque no ha quedado más que un hueso
y un pedazo de cola.

Que venga, pero no vaya a volver.

17
2—Maula
CAMPANILLAS

^ ^ i s i t a n t e toca el timbre,
toca toda campanilla,
se da vuelta en la mampara,
saca lustre a la perilla,
da saltitos de langosta,
pone oído a la vajilla,
y como tardan los criados,
busca entonces una silla,
para echar una mirada
al reloj de la capilla.

19
II

No le sirve ya el sombrero
ni le sirve la escobilla,
le pesan los paramentos
y le pica la polilla,
tiene seca la garganta,
porque come campanillas.

20
A DOS RAZONES

L as buenasmozas suben al anca


y las pasables se van en carro.
Bien destapadas las pretendidas
y las que quedan se ponen manto.

Las maduritas y las de guarda


nunca se pierden en el canasto.
Las pintaditas se casan pronto,
las pasmaditas se van al claustro.

21
Las más hermosas andan en cabra
y son corridas a dos caballos.
Las feecitas pasan a misa
como un entierro bien enlutado.

Pero de listas y de quedadas


hay siempre gusto como hay reparo.
Las agraciadas que lo demuestren
y las sin gracia que den su mano.

22
D O N ROSICLER

£ s t e señor grandullón,
a palos con su pelero,
algo tiene de razón
para ser tan asuntero.

Y sin galgo apurador,


a tranco de caballero,
desface la sinrazón
sin llamar carabineros.

23
Hay que verlo con que ardor,
rodeado de logreros,
hace parar al trotón
y montar a los fulleros.

A palos de compasión
convierte a sanos en tueros,
y a viuda sin defensor
se la entrega al molinero.

Perdonar su confusión
corresponde al tonelero,
y pedir su bendición
es caerse en el estero.

A palos con su dolor


da en quebrar los huevos hueros,
no sin gran amolación,
con el filo del sombrero.

24
LA CHACRITA Y EL JARDIN

(^>hacrita, dijo el jardín,


—floripondioso como siempre—,
qué buen casamiento haríamos:
usted con su traje verde,
yo con muchos alfileres
usted con toda su hacienda
y yo con tantos laureles.

25
Chacrita, dijo el jardín,
—malvavisqueando como siempre—,
uniríamos la sangre
del maíz y de los dengues,
y las cebollas serían
un poquito menos fuertes.

Chacrita, dijo el jardín,


—olorosando como siempre—,
usted ganaría en modos
y a mí me saldrían dientes.

26
II
EL T R E N CURADO

E s t e es un carro del tren curado


enjaezado como un caballo,
como una iglesia donde los santos
de las santeras se han escapado.

Esta es la casa donde se casan


y se descasan gordas y flacas,
arremangadas y mal casadas
y todavía más desplumadas.

29
Este es un coche sin estaciones
donde no hay noche ni conductores,
donde la vieja pasa por joven
y por gallinas se comen jotes.

Esta es bodega colmada y llena,


con la cerveza se hacen ovejas,
y con el vino de las botellas
crece la lengua como la oreja.

Este es un viaje sin terminarse


puesto que nadie piensa en bajarse.
Sangoloteado por los virajes,
el tren es bueno, bueno es curarse.

30
RECETA PARA EL AMOR

f ^ ara males de amores


dormir tres días,
dormir con ropa puesta
y luz prendida.

¿Y luz prendida?

31
Dormir tres días,
sus manos y sus ojos
que desvivían,
desprender su fragancia
con agua fría,
en la mañana
de los tres días.

¿De los tres días?

¡De tres mujeres


con que dormiste
estos tres días!

32
RECETA PARA LA PENA

P ^ ara el mal de la pena


casarse luego,
con diez padrinos
y un testamento.

¿Y un testamento?

33
3—Maula
No hay mejor matrimonio,
mejores suegros,
que casarse sin torta
cerca de un muerto.

¿Cerca de un muerto?

Con dos sombreros,


para la boda,
para el entierro.

¿Para el entierro?

Casarse luego,
con sentimiento,
sin sentimiento.

34
LA SOTANA Y EL P O N C H O

A y qué buenas las sota™


para esconder a los diablos,
como los ponchos son buenos
para cubrir a los santos.

Debajo de las sotanas


no se distingue el rosario,
y debajo de los ponchos
no se divisan las manos.

35
Entre tanto pliegue oscuro
no se conocen los gatos,
y entre tanta repollura
no se crían perros flacos.

Se pasaría tan bien


con mátalas y callando,
se llevarían en ancas
lo confesado y lo callado.

Habría paz en la tierra


y en el reino deseado,
pues nadie distinguiría
entre jueces y acusados.

36
EL LICENCIADO

unque un tanto carirrojo,


era también licenciado,
y componía las cosas
como todo laureado.

Aunque un poco licencioso,


era muy considerado,
lo guardaban en las casas
como un ramo consagrado.

37
Aunque un tanto comedor,
—con su color acusado—,
tenía manos tan blancas
como un monje comulgado.

Aunque un poco lazarillo,


parecía lacerado,
por su misma picardía
como diablo atravesado.

Aunque un tanto sin destino,


vivía en el noviciado,
¿a quién representaría
con su color encarnado?

Aunque un poco misterioso,


parecía mal parado,
con su panza tan enorme
y sus tobillos chupados.

38
Aunque un tanto altisonante,
se veía avergonzado,
de callar tanto apetito
con su color festejado.

39
LA YEGUA DEL CIRCO

D i j o la yegua del circo:


me cansé de payasadas,
me cansé de reclinarme
sobre mi cola enrollada.

Estoy harta de carreras


en puntillas y en enaguas,
de disfrazarme de monja
con sólo ponerme baya

41
De puro comer tambor
tengo un trote de parada,
y de vestirme de niña
me estoy poniendo pelada.

Primero llevaba el carro,


después me pusieron capa,
y con capa me obligaron
a fingir como una dama.

42
EL GALLINERO

E l gallinero cacareando
era el infierno de los vecinos.

A medianoche poniendo huevos,


a mediodía pidiendo trigo,
a media tarde como comadres
se desplumaban a puro grito.

43
Cacareaban como mujeres
abandonadas por el marido,
que en vez de plumas tuvieran lengua
y en vez de lengua tuvieran pito.

No perdonaban a las solteras,


porque no hay gato desconocido,
porque no hay muelas que tengan bocas
ni hay hinchazones sin maullido.

Cacareaban con desconfianza


por novios pobres y novios ricos,
porque no hay santo que rompa un huevo
ni hay matrimonio que sea lícito.

44
CONFUSION

I I ay que ver la confusión


de los estómagos llenos,
como es confusa la cama
de mujer de posadero.

Ay si hablaran los estómagos


y los catres de los dueños,
cuánto gato faltaría,
sobrarían los sombreros.

45
Hay que ver la confusión
de las tripas con enredo,
como sería confuso
de mirar bajo los lechos.

Ay si hablaran los estómagos


después de comer relleno,
se sabría a quién esconde
la mujer del cocinero.

Hay que ver la confusión


de plumas y de pellejos,
y el asombro de los gordos,
y el ladrido de los perros.

Ay si hablaran los estómagos


y la mujer del hotelero,
toditos tendrían cola,
toditos tendrían cuernos.

46
TRIO

f ^ or el medio de la calle
iba un sordo, un ciego y un cojo,
con un poquito de trago
y gritando como locos.

El ciego muy bien pescado


del brazo bueno del cojo,
y el cojo tastabillón
tamboreando en el sordo.

47
Parecía un organillo
encaramado en el cojo,
con gargareos de ciego
y cornetazos de sordo.

Como un caballo de circo


andaba de lado y poco,
con antiparras de ciego,
con entrepatas de cojo.

Pero al final se picaron


poniéndose todos sordos,
poniéndose todos ciegos,
poniéndose todos cojos.

Había que ver los palos


que se daban con enojo:
el cojo corría al ciego
y el ciego retaba al sordo.

48
Desde el país de los ciegos
mandaron un negro tordo,
y encontraron que el cieguito
era también sordo y cojo.

Desde el país de los cojos


mandaron un verde loro,
y encontraron que el cojito
era también ciego y sordo.

Desde el país de los sordos


mandaron un viejo zorro,
pues los sordos desconfían
de los ciegos y los cojos.

49
4—Maula
MANDANDIRUM

I 1 ay reverencia y hay conveniencia


en bienvenidas y despedidas,
y se saludan mandarandón,
mandarandana, mandarandina.

En el palacio de los saludos


fría es la losa de las rodillas,
y en los manteles de larga cola
blando es el pavo de la saliva,

51
y en los andenes y aeropuertos
larga la cara de comitivas,
y en elecciones y desposorios
mandarandana, mandarandina.

Los comerciantes mientras adulan


pesan sus manos entre las guindas,
los camareros con sus llaveros
abren las puertas de la propina,
y los garzones con su bandeja
hacen el baile de la vajilla,
que se levantan, que se tropiezan,
entre los clientes o entre las sillas.

El tren es largo de los saludos,


largo es el beso sin ventanillas,
y por besarse con tanto apuro
besan al loro de la vecina.

Larga es la nave de los saludos,


larga la cola de la familia,
nariz y orejas y lobanillos
eso se toca por despedida.

52
Surca la calle de los saludos
desde los gritos a la caricia,
y por balcones se arrojan flores
o lavatorios y bacinicas.

Buena es la mano del compañero,


puro es el beso de las amigas,
pero no hay nada que se compare,
mandarandana, mandarandina.

53
III
EL T E R N E R O MANCHADO

ació manchado el ternero


siendo su madre tan blanca,
manchado como las flores
cuando las quema la escarcha.

La culpa fue de la lluvia,


que en el país de la nata,
jugó con él en el barro
sin saber su madre blanca.

57
También es culpable el viento,
el viento de la mañana,
que mientras la bestia madre
tranquilamente pastaba,
se fue con su vaho blanco
a comer moras pintadas.

Y el sol también lo ha negado,


cuidador de lana blanca,
porque al dormirse, de un ojo
que cerró son estas manchas.

58
N I Ñ A ENFERMA

iña enferma por comer manzanas,


por tomar sol de tierra abierta:
no busques en el espejo la que fuiste,
el río se llevó lo que tú eras.

El agua y el viento te llevaron


hacia donde nacen las rosas:
¿qué le dirás a tu madrastra
por haberte marchado tan sola?

59
Enferma estás de plumas niñas
y te duelen los senos como brotes,
ardió tu cáscara pequeña
bajo el sol callado de tu noche.

Y hoy los vestidos no te sirven,


no alcanzan a cubrir la maravilla.
Estás desnuda como las sirenas.
Eres mitad mujer, mitad niña.

60
NIÑA RISUEÑA

N - • -
1 ina risueña,
cabrilleante niña
de mar y cielo.

Cabra cabrilla,
el sol te hace cosquillas.

Salta saltona,
con abejas en la cola.

61
Agua marina
que no pára ni mira,
te ríes cuando te hablo,
sonríes cuando me callo.

Mira mirona,
mira mi rostro serio,
el vestón familiar,
mi solemne sombrero.

62
JUEGO

L a guinda roja,
buscar, buscar,
entre las hojas,
coral, coral.

El tronco viejo,
gomar, gomar,
el zorzalejo,
brincar, brincar.

63
El cielo puro,
solar, solar,
es más oscuro,
trepar, trepar.

El suelo negro,
opal, opal,
es rojinegro,
mirar, mirar.

64
ZORZALINA

O iga, don zorzalito,


¿a quién se parece usted?

—Yo me parezco a los sordos


cuando llaman a comer.

—Por eso es que no se mueve


de una parte que yo sé.

65

5—Maula
—A mí con estas cosas
le dijo el pollo a la nuez.

—Mire, pues, don zorzalón,


es de un guindo que le hablé.

—Tenga cuidado, patrón,


no se nos vaya a caer.

—Basta ya de zorzalina,
¿o se hace el ciego también?

—Oiga, mi buen patrón,


yo no sé qué entender,
¿para qué tanto grito
si no es para comer?

66
LOS DOS SOLDADOS

L o s dos soldados con dos fusiles


como las cuerdas del entorchado,
como dos olas o cuatro mares,
guardan la caja de los soldados.

Los dos soldados con cuatro manos,


con doce vueltas de los terciados,
con caras blancas como el cuadrante,
con tantos pasos como el cuadrado.

67
Los dos soldados de punta en blanco,
de media vuelta, muy presentados,
presentan armas a cuatro manos
con movimientos acompasados.

Los dos soldados a mediodía,


a medianoche muy bien plantados,
como la ronda de los romanos,
guardan la caja de los soldados.

Los dos soldados con dos fusiles,


con dos tambores muy redoblados,
tocan su frente como sus manos
en un saludo muy enguantado.

Los dos soldados en el espacio


de doce pasos muy bien contados,
cuentan las horas que tiene el día,
cuentan las noches del fusilado.

68
EL RELOJ

E s t e era un reloj
que hacía tolón,
como un gran señor
sordo y barrigón.

Hacía talán
para ir almorzar,
hacía tilín
para hacer pipí.

69
Como un gran señor
era jugador,
tenía bastón
de gobernador.

Hacía talán
para estornudar,
hacía tilín
para sonreír.

Este era un reloj


que hacía tolón,
y su torreón
era su prisión.

A doña Momo
de Lo Gallardo.
1956 - 1957 - 1960

70
I N D I C E
I
Págs.

Engalanada 9
Pretendiente 11
El señor de la rosa 13
Que vienen las heladas 15
Campanillas 19
A dos razones 21
Don Rosicler 23
La chacrita y el jardín 25

II

El tren curado 29
Receta para el amor 31
Receta para la pena 33

73
Págs.

La sotana y el poncho 35
El licenciado 37
La yegua del circo 41
El gallinero 43
Confusión 45
Trío 47
Mandandirum 51

III

El ternero manchado 57
Niña enferma .59
Niña risueña 61
Juego 63
Zorzalina 65
Los dos soldados 67
El reloj 69

74
S E TERMINÓ DE IMPRIMIR ESTE LIBRO
A LOS 18 DÍAS DEL ME8 DE
MAYO DE 1 9 6 2 , EN LOS
TALLERES GRÁFICOS DE
LA EDITORIAL NASCI-
MENTO, EN SAN-
TIAGO DE
CHILE.
ü

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