Está en la página 1de 590

Milos Hurtado, Pedro

Historia y memoria 2 de abril de 1957 [texto impreso] / Pedro


Milos Hurtado.— 1ª ed.— Santiago: LOM Ediciones, 2007.
590 p.: 16x21 cm.- (Colección Historia)

R.P.I.: 161.866
ISBN : 978-956-282-890-1

1. Chile - Historia – Problemas Sociales 1957 2. Ibáñez del


Campo, Carlos - Gobierno I. Título. II. Serie.

Dewey : 983 .— cdd 21


Cutter : M661h

Fuente: Agencia Catalográfica Chilena


PEDRO MILOS

Historia y memoria
2 de abril de 1957
LOM P A L A B R A D E L A L E N G U A Y ÁM A N A Q U E S I G N I F I C A SOL

© LOM Ediciones
Primera Edición, 2007
I.S.B.N: 978-956-282-890-1
Registro de Propiedad Intelectual Nº: 161.866

A cargo de esta Colección: Julio Pinto

Motivo de cubierta: Archivo Fotográfico Universidad de Chile.

Diseño, Composición y Diagramación:


Editorial LOM. Concha y Toro 23, Santiago
Fono: (56-2) 688 52 73 Fax: (56-2) 696 63 88
web: www.lom.cl
e-mail: lom@lom.cl

Impreso en los talleres de LOM


Miguel de Atero 2888, Quinta Normal
Fono: 7744350 / 7863568

Impreso en Santiago de Chile


PRESENTACIÓN

La conmemoración de los 50 años de los sucesos del 2 de abril de 1957 me da la


ocasión de saldar una deuda personal de más de diez años: publicar mi tesis docto-
ral dedicada al estudio de dichos sucesos. Tarea compleja, difícil y largamente
pospuesta, ya que implicaba retomar un manuscrito original casi tres veces más
extenso que el texto que ahora se presenta. Compleja porque, imposibilitado de
rescribir un nuevo texto, tuve que reducirlo velando por su estructura y su coheren-
cia interna. Difícil, duro, porque cada página desechada se fue cargada de recuerdos
sobre del proceso que la hizo posible. Largamente pospuesta, porque el tiempo trans-
currido entre la primera escritura y esta nueva edición, si bien fue generoso para
mí en nuevas experiencias y vivencias, fue mezquino en tranquilidad para empren-
der el desafío.
Pero aspiro a que este libro sea algo más que saldar una deuda personal. Lo he
concebido como una contribución a la memoria colectiva de nuestra sociedad y a la
historiografía nacional. Con modestia, pero con convicción. Continuando con la ló-
gica de las ‘deudas’, este libro es una posibilidad de saldar otras dos: una deuda con
la memoria de miles de personas que en la época fueron testigos de los sucesos de
abril de 1957, que aún viven y guardan sus recuerdos o que, muertos ya, en vida los
transmitieron a su entorno; y, otra, de una historiografía que durante mucho tiempo
pareció no considerar de interés tales sucesos como para investigarlos en profundi-
dad. Una deuda ‘con’ y una deuda ‘de’. Dos caras de una misma moneda: aquella de
la vivencia histórica. En este caso particular, una vivencia olvidada por la historia,
aunque venerada por la memoria. Por ello, el libro que presentamos se ocupa de la
historia y la memoria del 2 de abril de 1957.
Una historia hecha de fuentes primarias, que recupera el contexto de la época,
que en ese marco reconstruye la secuencia de los hechos, su ritmo y su lógica inter-
na. Una historia que explora los registros del discurso articulado al calor del
movimiento, con sus distintas voces y tonos. Una historia que busca hacer justicia
con las identidades de los actores que protagonizaron los sucesos de abril; que para
ello dio vuelta los archivos buscando los nombres de quienes resultaron detenidos,

5
heridos o muertos, que se preguntó por sus edades, que quiso saber dónde vivían,
cómo se ganaban la vida, en qué momento llegaron al centro de la ciudad. Una
historia, es cierto, constreñida al material disponible; a merced, en parte, de la
caligrafía y la gramática de quienes desde sus posiciones de poder levantaban el
registro que sobreviviría en la posteridad. Una historia que –hay que reconocerlo–
se mueve con desconfianza en los márgenes de la realidad y a la que le cuesta ver
claro en la zona oscura de los hechos.
Una memoria que habla a través de los recuerdos, tal como reviven y afloran en
el presente, conservando no solo las huellas del pasado, sino también las del tiempo
transcurrido. Una memoria que, ansiosa, se precipita sobre aquella parte del pasa-
do que por algún motivo, oculto o visible, resulta hoy significante. Una memoria
que desordena los hechos, confunde las fechas, mezcla los lugares, actualiza las
palabras, que desafía el orden pacientemente establecido por la historia. Pero que,
a cambio, propone sentidos, reanima las pasiones, restituye la cadencia de lo acon-
tecido. Una memoria que tal vez olvidó los nombres de quienes protagonizaron los
sucesos de abril de 1957, pero no sus rostros ni su aspecto; que nunca conoció sus
domicilios, pero sí de donde venían y por qué; que no recuerda con exactitud cuán-
tos fueron pero sí que eran muchos o tantos o, no, pocos, muy pocos. Una memoria
que ambienta sus recuerdos con el ruido de las balas, la entonación de los gritos y
consignas, el retumbar de las carreras sobre el pavimento y las tardes de otoño,
porque, claro, ‘recuerdo que era el mes de abril…’.
Cincuenta años han pasado desde abril de 1957. Me sorprende la persistencia
de la memoria del 2 de abril; su obstinación, en palabras de Patricio Guzmán. La
misma sorpresa que sentimos hace alrededor de veinticinco años cuando, junto a
otros jóvenes historiadores, en el marco de unos ‘talleres de recuperación de memo-
ria popular’ en torno a la historia del movimiento obrero chileno, se nos apareció el
2 de abril del 57. Porque así fue. El 2 de abril entró en mi propia memoria por boca
y gestos de quienes asistían a esos talleres: hombres, mujeres, que en diferentes
lugares y circunstancias en algún momento nos preguntaban: ‘¿qué saben ustedes
del 2 de abril?’ Algunos se referían a ellos como los ‘luctuosos’ sucesos del 2 de
abril… Corrían los años 80 del siglo pasado. Fue entonces cuando, a fuerza de reite-
raciones de la memoria, el 2 de abril de 1957 se me instaló como un legítimo y
necesario objeto de investigación.
Diez años más tarde, grabadora en mano me sumergí en la memoria de una cua-
rentena de personas, de la mano de sus recuerdos, empapándome de los mismos
acontecimientos que me mostraban, en letra de molde y borrosas fotografías, los
periódicos de la época. Los archivos, por su parte, con su lenguaje burocrático, judi-
cial o parlamentario, siempre ‘oficial’, a regañadientes aportaban su cuota de
información. Comenzaba, así, a estructurarse el diálogo entre memoria e historia,

6
respetando las voces de cada una, cuidando no traicionar sus lógicas particulares.
Un proceso que tomó varios años hasta que, en 1996, bajo la forma de una nueva
escritura del 2 de abril de 1957, sus resultados fueron sometidos al juicio de la
academia.
Hoy, nuevamente diez años más tarde, los resultados de este trabajo son presen-
tados al juicio público. Se someten, en primer lugar, a la consideración de los miles
de chilenos y chilenas que siendo jóvenes en 1957 guardan en su memoria una vi-
sión propia de esos días que convulsionaron el país, con el fin de extender, ojalá sin
límites, el diálogo entre la historia y sus memorias. No con el fin de confirmar o
refutar nada, sino con el propósito de estimularlos a significar y resignificar los
dolorosos sucesos de abril de 1957. Pero también queremos someter este relato al
juicio de aquellos que solo conocieron lo sucedido en esa época por boca de otros o
que, simplemente, nunca oyeron sus ecos. Queremos sumarlos a una memoria colec-
tiva de la cual todos somos parte, por el solo hecho de dormir bajo el mismo cielo y
soñar un futuro común. Si el 2 de abril caló tan hondo en el recuerdo colectivo es
porque lo que las multitudes quisieron decir en 1957 sigue teniendo sentido en
2007 y merece seguir siendo escuchado.
Presentamos también este libro a los herederos y herederas de los protagonistas
del 2 de abril de 1957, a quienes se sienten parte de las identidades que ocuparon
las calles de Santiago, Valparaíso y Concepción, algunos de ellos, por primera vez
en su historia: a los estudiantes universitarios y secundarios; a los trabajadores en
su pluralidad de oficios y profesiones; a los pobladores de hoy, los mismos que en la
época no lograron ser reconocidos como tales y debieron soportar ser presentados
como lumpen o como delincuentes. Especialmente a los ‘herederos’ de aquellos cien-
tos de jóvenes populares que, carentes de una identidad institucionalizada, al
momento de ser detenidos o heridos y tener que dar cuenta frente a la autoridad de
quiénes eran, se refugiaron en la identidad de ‘obreros’, estando muy lejos de serlo
porque la sociedad de la época no les ofrecía un trabajo ni un lugar en ella que les
permitiera ‘ser’. Todos actores sociales del tiempo presente, que encontrarán en los
sucesos de abril de 1957 las hebras de una identidad que cada uno, individual y
colectivamente, va tejiendo al ritmo de la historia y la memoria. Porque la identi-
dad no es más ni menos que el tránsito permanente entre lo que recordamos haber
sido y lo que queremos llegar a ser.
Si he hablado de juicio público, es probable que los resultados de este trabajo
no escapen a la aguda –y a veces vigilante– mirada de la comunidad historiográfica
nacional. Sobre todo cuando quien publica no ha tenido una trayectoria ‘tradicio-
nal’ en sus lides. La historia social en nuestro país ha experimentado un desarrollo
notable en los últimos años, a contrapelo de lo que han sido sus dinámicas dominan-
tes, tan marcadas por la economía, por una política de corto alcance y una

7
modernización, más que ‘incompleta’ como a veces se la presenta, reñida con el
humanismo más elemental. Justamente en esta ‘disonancia’ radica la contribución
más importante que la historia social puede hacer a nuestra sociedad. Es esta pro-
ducción historiográfica la que ha mantenido viva la atención sobre el papel que los
actores sociales han jugado en el pasado remoto y reciente, que ha hecho visible el
rostro histórico de grupos secularmente discriminados u olvidados, que ha relevado
lo local dentro de los procesos nacionales, que ha reivindicado el valor de la partici-
pación ciudadana, que ha nutrido de consistencia histórica la discusión sobre los
grandes problemas sociales que aquejan nuestra sociedad, como la pobreza, la in-
conciencia ambiental, la desigualdad o la injusticia. Se ha hecho cargo también,
paulatinamente, de una de las dificultades mayores que el país ha enfrentado en su
reencuentro con la democracia: su memoria o, mejor dicho, su recurrente inclina-
ción hacia el olvido. No solo porque los derechos humanos forman parte ya de las
preocupaciones de la historia social, sino porque, más ampliamente, se ha roto el
mito de que el pasado reciente no puede ser objeto de conocimiento histórico. Pues
bien, este libro quiere ser una contribución a la historiografía social de estos tiem-
pos. Aportando, por una parte, a algunas de las ‘virtudes’ recién señaladas, pero
también llamando la atención sobre lo que podrían ser sus eventuales debilidades.
Al menos dos.
La primera: la renovación temática y metodológica de la historia social no tiene
por qué ser a costa del rigor que ha caracterizado la producción de conocimiento
histórico, incluso bebiendo de las sospechosas aguas del así llamado ‘positivismo’.
Nada malo hay en el reconocimiento de ciertos fundamentos básicos del método
histórico, como son la crítica de fuentes, la distinción entre el establecimiento de
los hechos y su interpretación o el asumir que la verdad histórica es siempre relativa,
parcial y frágil o provisoria. Exigir el respeto de estos fundamentos, no solo a quienes
ejercen como historiadores, sino también y sobre todo a quienes se están formando
como tales, parece ser una condición para que el conocimiento que genera la
historiografía social pueda potenciar su contribución a una sociedad tan necesitada
de recuperar la dimensión humana en su desarrollo histórico. La segunda eventual
debilidad: la renovación temática y metodológica de la historia social no tiene por
qué ser tampoco a costa del diálogo con otras dimensiones del acontecer histórico
como son, por ejemplo, la dimensión económica y la dimensión política. En particular
esta última: existe el riesgo de que la aparente ‘despolitización’ que caracteriza el
tiempo actual alcance también a la reflexión sobre el tiempo pasado; ello no solo
por un empobrecimiento relativo de la interpretación histórica al desconocer la
dimensión política –institucional o no– inherente a cualquier hecho social, sino
también por una tendencia a la autonomización de lo social basada en la desle-
gitimación de las expresiones institucionales y sistémicas de lo político. El análisis

8
e interpretación que ofrecemos de los sucesos de abril de 1957, así como la opción
metodológica utilizada, me parece que entregan elementos de discusión respecto
de estos dos puntos, a mi juicio, potenciales debilidades de la historia social actual.
Finalmente, aunque suene grandilocuente, me interesa el juicio que como sociedad
podamos –y queramos– hacer de esta historia y memoria de los sucesos de abril de
1957 que estamos presentando. Pasados 50 años de estos sucesos, la sociedad chilena
muestra inquietantes ‘permanencias’ en la inequidad de sus relaciones sociales y en
el modo de reconocer y de resolver sus conflictos y tensiones. O, más bien, de no
reconocerlas y no resolverlas. Resulta paradojal y sorprendente que la conmemoración
de los 50 años del 2 de abril de 1957 se dé en un contexto de tantas similitudes: con un
conflicto en torno al transporte público que pareciera ‘gatillar’ tensiones sociales
acumuladas por el hecho de no ser reconocidas como tales y no disponer de canales
de expresión que cuenten con legitimidad suficiente o den garantías de soluciones
efectivas. La sociedad chilena fue ‘sorprendida’ en abril de 1957 por la radicalidad y
violencia que adquirieron las protestas sociales frente a un problema considerado
menor, como efectivamente lo era el alza en las tarifas de la locomoción colectiva.
¿Seremos ‘sorprendidos’ nuevamente –en 2007– por la reacción ciudadana frente a
una transformación del sistema de transportes que desde el punto de vista técnico es
a todas luces necesario y conveniente? Más allá del modo como evolucione este
conflicto latente, que forma parte del tiempo corto de la historia y respecto del cual
no pude evitar la tentación o la imprudencia de comentarlo, lo importante es
reflexionar si detrás de los hechos de abril de 1957 no hay una suerte de ‘patrón’ de
conflictividad social, que respondería a una sociedad que no reconoce la exclusión
social como un problema de carácter histórico recurrente.
Llegada la hora de las gratitudes, espero que mi memoria no traicione la histo-
ria del largo proceso que hoy culmina con la publicación de este libro; mal que mal
son casi dos décadas en que mi vida personal, académica y profesional ha estado, de
modo intermitente, cruzada por este proyecto. Vaya, entonces, la reiteración de mi
gratitud a quienes en su momento hicieron posible la investigación que está a la
base de este libro: mi familia –Carmen, Diego, Catalina–, ECO, Educación y Comu-
nicaciones, la Universidad Católica de Lovaina, el personal de la Biblioteca Nacional
y de los archivos que consulté en esa época y, de una manera especial, que se acre-
cienta con el paso del tiempo, a aquellas 40 personas que estuvieron dispuestas a
compartir y hacer pública su memoria en tanto actores o testigos de los sucesos de
abril de 1957. Algunas de las cuales ya no están, sino a través de sus testimonios.
En cuanto a las gratitudes del tiempo presente, mi reconocimiento a la Facultad
de Filosofía y Humanidades de la Universidad Alberto Hurtado, en particular a su
decano, Eduardo Silva S.J. y a mis colegas del Departamento de Historia, por el
tiempo que me permitieron dedicar al trabajo de edición de este libro y su

9
contribución a su publicación. De modo especial también al Comité Editorial de
LOM Ediciones que decidió la publicación, particularmente a Silvia Aguilera, a
José Leandro Urbina y a Julio Pinto, quien además me orientó en las decisiones a
tomar en vistas a su edición. Igualmente, a ese respecto, me beneficié de los valiosos
comentarios de Elizabeth Lira, de Leandro Sepúlveda y de Guy Bajoit. Finalmente,
mi agradecimiento a Joaquín Fernández, quien fue mi colaborador más estrecho en
la difícil tarea de reducir el texto original de mi tesis, encontrando de su parte una
sabia y documentada interlocución así como una gran capacidad de llevar a la
práctica las decisiones tomadas en conjunto.
Por último, mi gratitud a quienes con su afecto me dieron la energía necesaria
para saldar una deuda que para mí era importante no seguir postergando.

PEDRO MILOS
LOS LAURELES, MARZO 2007

10
INTRODUCCIÓN GENERAL

Para aquellos lectores que no tienen referencias a lo ocurrido en Chile en abril


de 1957, baste por el momento señalar lo siguiente:
Se trató de una serie de protestas sociales en reacción a un alza en las tarifas del
transporte urbano, decretada el 26 de marzo de 1957. Era el quinto año de la
presidencia de Carlos Ibáñez del Campo. Los primeros en reaccionar fueron los
estudiantes, en la ciudad de Valparaíso. Luego el movimiento se extendería a
Concepción y Santiago, siendo en esta ciudad donde alcanzaría su mayor magnitud
y violencia. Sobre todo, tras la muerte de una estudiante ocurrida el 1 de abril. Al
día siguiente, el martes 2, el centro de la capital se vio convulsionado por uno de los
principales movimientos populares de su historia. El gobierno reprime enérgi-
camente a los manifestantes. Sin embargo, la policía es sobrepasada, retirándose
del centro. Un par de horas más tarde el ejército se hace cargo de la situación,
restableciendo el orden. Los muertos llegan casi a la decena. Se declara el Estado
de Sitio. Al día siguiente hay nuevos enfrentamientos y nuevas muertes. La calma
comienza a restablecerse, lentamente, a partir del día jueves. El sábado 6 de abril
el gobierno recibe poderes especiales de parte del Congreso y deroga la medida
que había originado los incidentes. El lunes 8 de abril se ha recuperado la
normalidad. Han sido doce días en que han ocurrido hechos de violencia inusitada
en una sociedad fuertemente institucionalizada como la chilena. Las cifras oficiales
hablan de 20 muertos y centenares de heridos. No obstante su magnitud, el
movimiento no produjo ningún cambio institucional.

1. Memoria de los hechos de abril 1957 y desafíos historiográficos


En la memoria de los actores o testigos de los sucesos recién descritos existe, en
muchos casos, el sentimiento de que estos no han sido suficientemente conocidos y
analizados o que han sido, simplemente, olvidados. Esta percepción nos llevó a inte-
rrogarnos sobre el modo en que la historiografía ha contribuido a la preservación
de los hechos de abril de 1957 en la memoria de la sociedad chilena, constatando
que la producción historiográfica sobre ellos ha sido escasa.

11
Movidos por el ‘reclamo’ de la memoria colectiva, uno de los puntos de partida
de nuestro trabajo fue una búsqueda amplia de aquella producción bibliográfica
–historiográfica o no– que se hubiese referido a los sucesos que nos ocupan. Hecha
la indagación, se pudo identificar y seleccionar alrededor de veinte textos publicados
a partir de 1958 que, ya sea, tienen como objeto específico los hechos de abril de
1957 –los menos–, o bien entregan una visión de ellos1. El análisis de estas obras
confirma, en primer lugar, la falta de investigación histórica en torno a lo sucedido
en abril de 1957. Esto no solo por el bajo número de historiadores entre los autores,
sino porque incluso en el caso de las obras de historiadores, el trabajo con fuentes
directas es muy escaso. Salvo en la producción de los años sesenta, en que por la
cercanía temporal, así como por la calidad de actores o testigos de los autores, su
propia memoria opera como fuente. Estamos pensando en textos como los de Kalman
Silvert y del general Horacio Gamboa, en que a partir de sus vivencias se intenta un
relato o un análisis histórico de los hechos. En el caso de Luis Vitale, en los setenta,
también hay una aproximación más viva a los acontecimientos. Después hay que
esperar hasta el trabajo de Gabriel Salazar para encontrar nuevamente una
aproximación al tema basada en fuentes de la época, o los trabajos exploratorios de
los estudiantes Jorge Abarca, M. Soledad Morales y Samuel Castro, a mediados de
los años noventa.
Una segunda constatación es que los trabajos publicados muestran una gran
diferencia de pareceres a nivel de la interpretación, en particular respecto de las
causas que habrían originado los sucesos de abril del 57. Ya desde los primeros
escritos se observan visiones absolutamente encontradas, partiendo por los propios
contemporáneos, en que el origen de los sucesos pasa de izquierda a derecha o de lo
1
Las obras consideradas fueron: Correa Prieto, Luis, El presidente Ibáñez, la política y los políticos,
1962; Olavarría Bravo, Arturo, Chile entre dos Alessandri: memorias políticas, 1965; Gamboa, Horacio,
En la ruta del 2 de abril. Escrita con la valentía de un soldado chileno, 1962; Silvert, Kalman H., La
sociedad problema. Reacción y revolución en América Latina, 1962; Délano, Luis Enrique, La Base,
1958; Petras, James, Política y fuerzas sociales en el desarrollo chileno, 1969; Vitale, Luis, Interpreta-
ción marxista de la historia de Chile, 1971; Jobet, Julio César, Historia del Partido Socialista de
Chile, 1971; Casanueva, Fernando y Fernández, Manuel, El Partido Socialista y la lucha de clases en
Chile, 1973; Manns, Patricio, Las grandes masacres, 1972; Barros, Álvaro, Juan y La Victoria; Prats
González, Carlos, Memorias. Testimonio de un soldado, 1985; Aylwin, Mariana y otros, Chile en el
siglo XX, 1986; Izquierdo Fernández, Gonzalo, Historia de Chile, Tomo III, 1990; Espinoza, Vicente,
Para una historia de los pobres de la ciudad, 1988; Salazar, Gabriel, Violencia política popular en las
“grandes alamedas”. Santiago de Chile, 1947-1987, 1990; Castro, Samuel, Del colectivo en la histo-
ria: a propósito de marzo 1957, 1991; Abarca, Jorge, Los sucesos de abril de 1957; Godoy, Gloria, Los
hechos del 2 de abril 1957 en Santiago, y Morales, M. Soledad, Los sucesos de abril. Significado de
una manifestación popular en el desarrollo político. Santiago 1957, 1994; Correa, Sofía y otros,
Historia del siglo XX chileno, 2001; Garcés, Mario, Tomando su sitio. El movimiento de pobladores de
Santiago, 1957-1970, 2002; Moulian, Tomás, Fracturas. De Pedro Aguirre Cerda a Salvador Allende
(1938-1973), 2006. Para referencias completas de estas obras, ver Bibliografía, p. 572.

12
económico a lo político, con una facilidad sorprendente. Lo mismo ocurre con los
desniveles que muestran los análisis: agudos e interesantes, como en los casos de
Kalman H. Silvert y James Petras; pobres muy pobres, como en alguna historiografía
de izquierda de los años setenta. Solo en los ochenta se recupera una mayor
preocupación por el análisis en obras como las de Vicente Espinoza o Salazar o, más
recientemente, las de Garcés o Moulian.
Una tercera constatación es la centralidad que asume el problema de la identi-
dad de quienes habrían participado de los sucesos de abril del 57. Algunos autores
lo resuelven asociando responsabilidades a identidades: por ejemplo, al decir ‘los
hechos fueron provocados por los comunistas’ o ‘por la derecha’ o ‘por el gobierno’,
la atribución de responsabilidad respecto al origen, resuelve inmediatamente el
tema de la identidad de sus protagonistas. Ello opera sobre todo a nivel político. Sin
embargo, a nivel social, la situación es más compleja: las obras ofrecen una gran
gama de identidades posibles, que van desde las más clásicas, como estudiantes y
obreros, a otras menos tradicionales como marginales y lumpen, pasando por agita-
dores y provocadores. Esta ‘variabilidad’ compromete tanto la composición social
de la sociedad de la época como la identidad histórica de actores concretos. En este
sentido, son pocos los trabajos que profundizan en esta dimensión identitaria, a
pesar de que todos la mencionan. En las obras literarias La base de Luis Enrique
Délano y Juan y La Victoria de Álvaro Barros, por ejemplo, hay una mayor atención
a las identidades a través de la construcción de los personajes; también la hay en
Silvert, en Espinoza, o en Salazar.
Finalmente, una cuarta constatación es que en casi todos los textos analizados
existe una atribución de sentido o de significado a los hechos. Que se juega ya sea
explícita, simbólica o implícitamente y que se traduce en la importancia, implican-
cia o consecuencias que se les atribuye. El caso del texto del general Gamboa es
paradigmático, en el sentido de que su representación de lo acontecido –gráfica-
mente– es una larga ruta en la cual el 2 de abril no es sino un hito más. En el otro
extremo político, está el escrito de Patricio Manns, en el que abril de 1957 es un
cuadro más en la sangrienta ‘galería’ de las ‘masacres nacionales’. Versiones más
elaboradas encontramos en los historiadores socialistas, las historias generales de
fines de los ochenta, o en el estudio histórico de la violencia política popular. Otra
manera de otorgar sentido la encontramos en la inserción de los hechos dentro de
una historia de vida o trayectoria personal como es el caso en la novela de Álvaro
Barros y en las memorias de Carlos Prats. En fin, la novela de Délano es también
una construcción de sentido en torno a abril de 1957. Por último, están los ‘análisis’
de Petras y Silvert que son propuestas de interpretación de los hechos significándo-
los a partir de sus relaciones con fenómenos más complejos.

13
De estas cuatro constataciones surgen, a nuestro juicio, los principales desafíos
que los sucesos de abril de 1957 plantean a la historiografía nacional; desafíos que
comprometen interrogantes en busca de conocimiento histórico que permita avan-
zar en su dilucidación.
El primer desafío se sitúa, muy simplemente, en el plano de los hechos: ¿qué
sucedió, históricamente hablando, en abril de 1957? La revisión bibliográfica confir-
mó la pertinencia de esta pregunta, no solo por la falta de investigación histórica,
sino también porque los relatos evidencian las contradicciones y vacíos existentes
en la información histórica disponible. El segundo desafío compromete un esfuerzo
de comprensión e interpretación, que se puede expresar también de modo simple:
¿por qué sucedieron los hechos de abril de 1957? No es que en los textos analizados no
haya explicaciones posibles, pero ellas son extremadamente divergentes o superfi-
ciales y, cuando responden a un análisis más agudo, normalmente no están
respaldadas por investigación histórica. Tercer desafío: desentrañar una interro-
gante historiográfica fundamental desde una preocupación por los actores y que en
este caso puede ser formulada como: ¿quiénes participaron o protagonizaron los suce-
sos de abril de 1957? Al respecto, los textos analizados operan casi como hipótesis a
verificar históricamente, ya que en ellos hay abundante atribución de identidades,
pero escasa investigación histórica detrás. Por último, un cuarto desafío, que com-
promete el ámbito de la construcción de sentidos que conlleva todo trabajo
historiográfico: ¿qué significación tuvieron o tienen los hechos de abril de 1957? Esta
pregunta, además, nos devuelve al tema inicial de la memoria colectiva. Sí, porque
es en este plano que se sitúa, principalmente, el ‘reclamo’ hacia la historiografía –o
hacia la sociedad en su conjunto– al decir que los sucesos de abril de 1957 han
caído en el olvido. ‘Caer en el olvido’ puede ser interpretado, perfectamente, como
haber perdido sentido o significación, y, por lo tanto, vigencia y actualidad. Aun-
que, como veremos, la memoria se vincula estrechamente también con las tres otras
interrogantes anteriores: sobre los hechos, su interpretación y la identidad de sus
protagonistas.
En suma, cuatro desafíos historiográficos expresados en las interrogantes cen-
trales que guiaron la investigación que está a la base de este libro, y a los que, de
algún modo, se busca contribuir.

2. Historia y memoria
Sin embargo, al origen de la investigación hubo también una serie de preocupa-
ciones teóricas que, a diferencia de las interrogantes historiográficas recién
expuestas, no surgen directamente de nuestro tema de estudio. Estas preocupacio-
nes teóricas, al igual que el interés por los sucesos de abril de 1957, son fruto de

14
nuestra experiencia profesional hacia fines de los años ochenta y se refieren a la
relación entre historia y memoria.
No es sino hasta hace unas tres décadas que la noción de memoria comienza a
ser debatida con insistencia en el campo de los historiadores. Esto, con bastante
retraso respecto a otras ciencias sociales como la sociología o la antropología. Se-
gún Philippe Joutard, para ello hubo que esperar a que Pierre Nora le diera “derecho
de ciudadanía”, en 19782. A partir de entonces, la memoria no ha cesado de estar
entre aquellos temas que despiertan mayor interés historiográfico, dando origen a
diversas líneas de reflexión teórica y metodológica y a importantes esfuerzos de
investigación. Analizando esta prolífica reflexión en torno a la historia y la memo-
ria, fue posible identificar ciertas tendencias –desde los historiadores– en el modo
de entender la relación entre ambos conceptos. A nuestro juicio, tres son los gran-
des cauces por los que ha transitado la discusión en torno a la relación entre historia
y memoria.
Una primera tendencia es aquella en la que la historia parece estar llamada a
encauzar las turbulentas e inciertas ‘mareas’ de la memoria; postura encarnada,
con algunos matices entre sí, por Pierre Nora y Jacques Le Goff3. Una segunda ten-
dencia se constituye en reacción a la anterior y quien mejor la expresa es la
historiadora Suzanne Citron. En efecto, con bastante radicalidad ella denuncia y
rechaza ‘el imperialismo de la historia’ que, a partir del siglo XIX, habría pretendi-
do acaparar el pasado. Se ubica, por tanto, en las antípodas de la tendencia anterior,
proponiendo una perspectiva en la que la memoria contenga y dé dirección a las
invasivas aguas de la disciplina histórica4. Por último, una tercera tendencia se con-
figura en la intersección de las dos anteriores, postulando una relación de
complementariedad entre historia y memoria. Por ser ésta la perspectiva que más
nos interpreta y la que orientó conceptual y metodológicamente nuestra investiga-
ción, a continuación se presenta con mayor detención.
El planteamiento que el historiador francés Henri Rousso desarrolla como mar-
co general para su trabajo sobre lo que él denomina ‘el síndrome de Vichy’, ilustra

2
Joutard, Philippe, “Mémoire collective”, en: A. Burgière (bajo la dirección de), Dictionnaire des
sciences historiques, Presses Universitaires de France, Paris, 1986, pp. 447-449. Joutard se refiere
a la publicación del libro La nouvelle histoire, bajo la dirección de Jaques Le Goff, que contenía
un artículo de Pierre Nora sobre, precisamente, la memoria colectiva, Paris: Retz CEPL, 1978.
3
Ver por ejemplo: Nora, Pierre, Les lieux de mémoire, T.I; La République, bajo la dirección de, Gallimard,
Paris, 1984; y Le Goff, Jacques, La nouvelle histoire, bajo la dirección de, Editions Complexe, Bruxelles,
edición 1988.
4
Citron, Suzanne, Enseigner l’histoire aujourd’hui. La mémoire perdue et retrouvée, Les Editions Ouvrières,
Paris, 1984. Ver también: Segal, André, “Mémoire collective et communication de l’histoire”, en: B.
Jewsiewicki (sous la direction de), Récits de vie et mémoires. Vers une anthropologie historique du souvenir,
L’Harmattan-SAFI, Paris-Québec, s.f, pp. 141-146.

15
bien uno de los caminos que conducen a esta tercera tendencia5. En efecto, Rousso
inicia su reflexión en el mismo punto de partida que las anteriores: el reconoci-
miento de las diferencias entre historia y memoria. Sostiene que, en principio, se
trata de “dos percepciones del pasado netamente diferenciadas”6. Sin embargo, si
bien en el tratamiento de estas diferencias reproduce el pensamiento de Pierre
Nora, reconociendo el surgimiento de una “historia de la memoria” y recuperando
la noción de ‘lugares de memoria’, al momento de analizar la forma en que se cons-
tituyen estos lugares, la reflexión de Rousso comienza a alejarse de la matriz
propuesta por Nora y a adquirir un perfil propio. Así es como Rousso subraya que
los lugares de memoria, en tanto “celebraciones del pasado”, tienen dos vertientes:
pueden nacer de grupos que son portadores de una memoria singular, o bien surgir
de “algunos acontecimientos claves, cuyo recuerdo perdura largo tiempo […] y que
impregnan al conjunto de la sociedad”7. En su opinión, de estos últimos emergerían
temas de interés para los historiadores, tanto para establecer, completar o revisar
los hechos mismos, como para analizar la posteridad del acontecimiento.
Lo interesante de este acercamiento événementielle –como él lo denomina– es
que permitiría subrayar el peso de las tensiones que nutren toda representación
del pasado con vocación colectiva. Tensiones entre distintos grupos sociales; entre
estos grupos y la “memoria dominante”; y entre “una memoria voluntarista, que
celebra, erige, decora o entierra, y una memoria latente, implícita, sujeta a la inhi-
bición”8. Tensiones que le permiten a H. Rousso hablar de “distintas memorias” y
que se expresarían igualmente en la escritura de la historia:
El historiador, […], es siempre tributario de su tiempo y de su época. En la red de
los recuerdos colectivos, se encuentra ubicado en un cruce: por una parte, experi-
menta, como todo ciudadano, la memoria dominante, […]; por otra, él mismo
[…], propone una visión del pasado que puede […] modificar las representaciones
del momento9.
Este es el punto en el cual Rousso adviene a una interpretación diferente de la
relación entre historia y memoria. Efectivamente, para él la historia es tributaria
de la memoria de su época y, a la vez, una proposición de visión del pasado. No es,
entonces, la historia la que constituye la memoria, pero no se trata tampoco –como
lo sugiere S. Citron– de una historia alejada e impotente frente al peso de la memo-
ria. Es una memoria que influye en la historia, tanto como ésta puede llegar a influir

5
Rousso, Henri, Le syndrome de Vichy de 1944 à nos jours, Editions du Seuil, París, 1987, ed. 1990.
6
Ibid., p. 10.
7
Ibid., p. 11.
8
Rousso define “memoria dominante” como: “un sentimiento colectivo difuso donde prevalece una
cierta interpretación del pasado y que puede tener valor de memoria oficial”, Ibid., p. 12.
9
Rousso, Henri, op. cit., p. 12.

16
en ella. Se trata, entonces, de una suerte de interacción, en que ambas tienden a
reproducir las fracturas y tensiones de la realidad.
A nuestro juicio, Bogumil Jewsiewicki expresa también, de modo cabal, esta
tendencia a la complementariedad entre historia y memoria. De partida, Jewsiewicki
define la historia y la memoria, así como también la tradición, como los “tres tipos
de producción social de sentido que articulan el pasado y el presente”. Y reconoce
que en las sociedades contemporáneas ha sido la historia escrita la que se ha im-
puesto “como modo dominante de establecimiento de la relación significante entre
el pasado y el presente”10.
A juicio de B. Jewsiewicki, entre la historia y la memoria colectiva es necesario
establecer ciertas distinciones para así evitar la confusión. Por una parte, sostiene
que “la historia es practicada por clérigos en función de una institución y en rela-
ción a ella, mientras que la memoria colectiva es una facultad de los individuos y de
los grupos sociales”11. Por otra, mientras la historiografía es “un discurso produci-
do y reproducido por especialistas que toman la palabra de autoridad con el fin de
entregar un texto verídico”, la memoria no existe más que como “potencialidad y
referente de discursos alternativos actualizando el pasado”. A diferencia del texto
escrito, que en su afán de descubrir cosas en el plano factual debe responder a “la
prueba formal de la exactitud que define la corporación de los especialistas”, los
discursos que actualizan la memoria sólo proponen “una verdad alternativa”12.
Establecidas las diferencias, Jewsiewicki comienza a tejer una forma particular
de relación entre memoria e historia: aquella que, surgida de la necesidad, se basa
en la complementariedad. El principal aporte de la memoria, a su juicio, es condu-
cirnos al “corazón del subjetivo social e individual”, pero aprehenderla no significa
lograr una nueva verdad, completarla ni probar la mentira de lo escrito. Su valor es
comprensivo: “permite saber cómo la sociedad presente produce un sentido y
autoriza una nueva interpretación de las huellas obtenidas por medio de otros
procedimientos de toma de información”13.
Para Jewsiewicki, entonces, “la memoria no es una fuente en el sentido tradicio-
nal de la palabra, ni es pertinente querer confirmar o encerrar sus datos”, como si
fuese un archivo. Esto es de suma importancia dentro de su razonamiento, porque
es lo que le permite afirmar que “en ausencia del conocimiento de una determina-

10
Jewsiewicki, Bogumil, “La mémoire”, in: Ch. Coulon et D.-C. Martin (editores), Les Afriques
politiques, Paris: La Découverte, 1991, p. 60.
11
Jewsiewicki, Bogumil, “Le récit de vie entre la mémoire collective et l’historiographie”, en: B.
Jewsiewicki (sous la direction de), Récits de vie et mémoires. Vers une anthropologie historique du souvenir,
L’Harmattan-SAFI, Paris-Québec, s.f, pp. 223-224.
12
Ibid., p. 214.
13
Jewsiewicki, Bogumil, La mémoire, …, p. 63.

17
da sociedad por medio de otros procedimientos heurísticos, la memoria corre el
riesgo de permanecer muda para el investigador”14. He allí fundamentada la im-
portancia y la necesidad de complementar distintos ‘procedimientos heurísticos’,
cuestión esencial –como veremos más adelante– al diseño metodológico de la in-
vestigación realizada sobre los sucesos de abril de 1957. Respondiendo a esta
necesidad es que el historiador, a juicio de Jewsiewicki, “debe analizar datos y
discursos”. Del mismo modo que, si fuese cierto que las instituciones se definen a
través de la historia y los individuos lo hacen a través de la memoria –como lo
plantea G. Leff–, éstos no podrían ignorar ni las instituciones ni la historia15.
Se trata, en el fondo, de recrear la fórmula de “una historia del hombre en socie-
dad, bajo el aspecto de su diálogo con sus contemporáneos”. Admitiendo que “la
discontinuidad de la memoria se encuentra con la continuidad del relato histórico,
sin que sea necesario reducir el uno al otro”. Impulsando investigaciones históricas
que, nacidas de preocupaciones presentes, se realicen “hurgando tanto en las me-
morias de las personas como explorando los archivos de las instituciones”.
Favoreciendo un “diálogo entre la discontinuidad y la continuidad del pasado, en-
tre el discurso y el relato, entre los tiempos cortos de una vida y los tiempos largos
de una lógica social”16.
Para Jewsiewicki, tanto la memoria como la historia “explican el pasado por el
presente, analizando las huellas del primero, transformándolas en mensajes, es de-
cir, otorgándoles un sentido”. La curiosidad por el pasado podrá ser “socialmente
gratuita”, pero un discurso sobre el pasado estará siempre “marcado socialmente”
y “su impacto político dependerá de la capacidad de los lectores/auditores de utili-
zarlo para la lectura crítica del presente”17.
Recurriendo a la imagen del mercado –en particular a la del mercado de inter-
cambios lingüísticos desarrollada por P. Bourdieu– Jewsiewicki concluye que “los
mensajes y los métodos que sirven para construir [los discursos sobre el pasado] se
enfrentan, pero también circulan entre la memoria y la historia”18. Es decir, esta-
mos frente a la idea de una producción de variados discursos históricos que entran
en un juego de intercambios, dominancias y regulaciones mutuas. La imagen de
‘circulación de mensajes y métodos’ entre la memoria y la historia nos resulta clave
para terminar de comprender la reflexión de Jewsiewicki y caracterizar esta terce-
ra tendencia.

14
Id.
15
Leff, G., History and Social Theory, Doubleday, New York, 1971, p. 115, citado por Bogumil Jewsiewicki,
Récits de vie…, p. 20.
16
Jewsiewicki, Bogumil, Récits de vie…, p. 9.
17
Jewsiewicki, Bogumil, Le récit de vie entre…, p. 225.
18
Id.

18
La identificación y caracterización de estas tres tendencias en el modo de enten-
der la relación entre historia y memoria, permitió ir clarificando los enfoques
conceptuales y opciones metodológicas de la investigación. De ese modo, se hizo
posible articular las características específicas del tema de investigación, los desafíos
historiográficos mencionados en el punto anterior y la demanda que desde la
memoria de los sucesos de abril de 1957 existía en el momento de iniciar la
investigación.

3. El objeto de estudio y la opción metodológica


La investigación que sirve de base a este libro en su momento fue denominada
“Los movimientos sociales de abril de 1957 en Chile. Un ejercicio de confrontación
de fuentes”. De ese modo, se buscaba definir su objeto, su temporalidad y su méto-
do. Veamos, brevemente, las implicancias de esta definición.

Los movimientos sociales de…


Si bien desde hace varias décadas la sociología ha desarrollado una fecunda
‘teoría de los movimientos sociales’, que hoy sirve de base para intercambios y ela-
boraciones entre distintas ciencias sociales, la noción de ‘movimientos sociales’ sigue
teniendo distintas acepciones en la tradición de cada disciplina. Así, los historiado-
res la asocian a la idea de revueltas o rebeliones, mientras para los sociólogos
constituye una referencia a formas de acción colectiva o de conflicto social, o bien a
procesos más complejos de constitución de actores.
Para efectos de la definición del objeto de estudio de nuestra investigación, se
utilizó lo que en los años noventa el español Manuel Pérez Ledesma proponía como
un posible acuerdo que cruzaba a quienes desde las ciencias sociales se ocupaban
de los ‘movimientos sociales’: “la importancia de estas formas de acción, bien sea
como expresiones de malestar social, como formas de actuación política no institu-
cionalizada, como manifestación de tensiones subyacentes…”19. Al adoptar esta
acepción de ‘movimientos sociales’, se quiso poner el acento en el carácter históri-
co-social de los sucesos de 1957, viéndolos como expresiones de protesta o de
contestación social que operaron efectivamente como reveladores de lo que suce-
día en la sociedad chilena de la época. Al entender los sucesos de abril de 1957
como ‘movimientos sociales’, se quiso enfatizar, también, en los actores de aquellos
acontecimientos, sus identidades, sus motivaciones, situándolos así mucho más en

19
Manuel Pérez Ledesma, “Cuando lleguen los días de la cólera (Movimientos sociales, teoría e historia)”,
en: José María Sánchez Nistal, Massimo Montanari y otros, Problemas actuales de la historia. Terceras
Jornadas de Estudio Históricos, Ediciones Universidad de Salamanca, Salamanca, 1993, p. 141.

19
el campo de la ‘historicidad de los actores’ que en el de la ‘historicidad de las insti-
tuciones’. De ese modo, se generaban condiciones también para establecer el
pretendido diálogo entre memoria e historia.
En el marco de estas definiciones se retomaron los cuatro grandes desafíos his-
toriográficos que se desprendían de la revisión de la producción existente sobre el
tema, haciéndolos operacionales a través de cuatro preguntas guías de la investiga-
ción:
• En relación al ‘qué’ sucedió, interesaría conocer cuál fue el desarrollo histórico
de los hechos de abril de 1957, cuál fue la visión que de ellos se hicieron sus
contemporáneos y cuál es la visión que ha conservado la memoria de algunos de
sus actores y testigos;
• en relación al ‘por qué’ habrían sucedido los hechos de abril de 1957, interesa-
rían principalmente las causas –mediatas e inmediatas– que sus contemporáneos
vieron en el origen de los hechos, así como la interpretación que de ellos hacen,
con posterioridad, algunos testigos y actores de la época, a partir de sus recuer-
dos;
• en relación a ‘quiénes’ participaron de los hechos de abril de 1957, se intentaría
conocer qué grupos o actores intervinieron directamente en los hechos, cómo
ellos fueron identificados por su contemporáneos y cuál es la identificación que
desde la memoria de algunos testigos y actores se hace de los mismos; y
• por último, en relación a la ‘significación’ de los hechos de abril de 1957, intere-
saba conocer las implicancias inmediatas, el significado que le dieron sus
contemporáneos y las consecuencias que se desprenden del recuerdo de tales
hechos por parte de algunos de sus testigos y actores.

…abril de 1957 en Chile


El segundo aspecto comprometido en la definición del objeto de estudio de la
investigación fue su temporalidad. Al optar por los sucesos de abril de 1957 como
objeto de investigación, se materializó una opción por estudiar en profundidad acon-
tecimientos de corta duración. Nos impulsaba el interés por conocer y desentrañar
los sentidos particulares que determinados actores sociales le otorgaron a sus ac-
ciones en un momento histórico específico.
Desde un punto de vista historiográfico, veníamos de estudiar durante varios
años la evolución de un actor como el movimiento obrero, que nos situaba necesaria-
mente en relación a los grandes procesos económico-sociales, político-institucionales
y culturales de nuestro país; que ubicaba el análisis histórico en una temporalidad
larga donde el peso de las estructuras se hacía sentir sobre el desarrollo del actor.
Fue surgiendo, entonces, la pregunta por las temporalidades cortas, por aquello

20
que parece escapar a las estructuras, por las motivaciones particulares, por los
acontecimientos. En fin, por los actores sociales de cara a su propia historicidad, a
la temporalidad de sus vidas, de sus días y sus obras. En este sentido, los movimientos
sociales de abril de 1957 ocurren en una temporalidad muy precisa y breve: fines de
marzo y comienzos de abril, situándonos claramente en la temporalidad de los
‘acontecimientos’, en el ‘tiempo corto’. Un tipo de acontecimiento, sin embargo,
que constituye en cierto modo ‘un lugar de memoria’ a la manera como vimos lo
entendía Henri Rousso. En esa lógica, los sucesos de abril de 1957 constituyen un
acontecimiento preservado por la memoria, que condensa las tensiones de la sociedad
y que da origen por lo tanto a distintas memorias y, eventualmente, a distintas
historias. Estábamos, entonces, frente a un acontecimiento respecto del cual se podía
jugar la hipótesis de la complementariedad entre memoria e historia.
Puesto en otras palabras, abril de 1957 se trata de ‘un tiempo significante’ que
permite ir más allá (o más acá) del tiempo de las estructuras, tratando de compren-
der tanto las motivaciones particulares de los actores, como sus identidades
concretas. Sin que por ello se deje de hacer el ejercicio de reintegrar el aconteci-
miento a su contexto y a las estructuras de su tiempo largo. Abril de 1957, por último,
se nos presentaba como la posibilidad de estudiar un hecho particular que, como
todo acontecimiento, puede ser visto como un lugar de proyecciones sociales y de
conflictos latentes. Una ventana que permitiría asomarse a las tensiones sociales
que recorrían el Chile de la época.
Desde un punto de vista historiográfico, entonces, se trataba de enfrentar a los
actores a su propia producción histórica, de demostrar la importancia histórica de
los hechos en sí mismos, de develar la lógica interna de los acontecimientos. Ello
nos llevó a identificar tres temporalidades en las cuales podrían operar las pregun-
tas señaladas:
• una primera temporalidad, denominada ‘la crisis de abril de 1957 y su contexto
inmediato’, que comprende los dos meses que van desde fines de febrero a fines
de abril, tiempo que incluye los hechos particulares que nos interesan;
• una segunda temporalidad, denominada ‘los hechos en su lógica interna’, más
breve, que corresponde a los doce días que van desde el 27 de marzo al 7 de abril
de 1957;
• y una tercera temporalidad, más larga, que se corresponde ya sea con la década
en la que se ubican los hechos en estudio –los años cincuenta– o bien con el
período presidencial en el que se desarrollan –el gobierno de Carlos Ibáñez,
entre 1952 y 1958–.
Restituyendo la unidad del objeto de estudio de la investigación –los movimien-
tos sociales de abril de 1957– se podría decir que su motor principal fue poder

21
avanzar en el conocimiento de los hechos en sí mismos, sobre todo cómo fueron
vividos por sus actores, bajo el supuesto de que representaron mucho más que un
determinado hito dentro de una evolución histórica mayor. En este sentido, veía-
mos los sucesos de abril de 1957 como el ‘producto histórico’ de las acciones que en
ese momento, fruto de condiciones objetivas y de opciones subjetivas, desarrolla-
ron los actores comprometidos Es decir, a nuestro juicio, los movimientos sociales
de abril de 1957 en Chile constituyen el ‘producto histórico’ entre el modo particu-
lar y original en que determinados actores se expresaron y las características
generales de la sociedad de su época.

Un ejercicio de confrontación de fuentes


Para llevar adelante un estudio con las características enunciadas, metodológica-
mente nos propusimos una estrategia basada en la utilización y confrontación de
diversos tipos de fuentes, de acuerdo a las distintas dimensiones de los aconte-
cimientos en estudio. Ello, bajo el supuesto de que para acrecentar el conocimiento
existente sobre los sucesos de 1957, así como para comprenderlos e interpretarlos,
se debía recurrir tanto a fuentes tradicionales como a fuentes no tradicionales:
escritas y orales, oficiales y cotidianas, institucionales y sociales. De ese modo nos
proponíamos mostrar cómo las distintas fuentes contribuyen a generar conocimientos
diferenciables sobre la experiencia histórica que se investiga. Fuentes que cumplen
funciones autónomas y específicas, pero complementarias.
Un ejercicio basado en la complementación de diferentes ‘procedimientos
heurísticos’, en palabras de Jewsiewicki: archivos y memorias, datos y discursos,
informaciones y opiniones… Distintos ‘modos de darle sentido al pasado’ con el fin
de hacer dialogar la memoria con la historia, los individuos con las instituciones,
las discontinuidades de la memoria con la continuidad del relato histórico. Una
confrontación de fuentes que no solo permitiría enriquecer el conocimiento de una
determinada experiencia histórica, sino que resultaría vital e imprescindible para
su comprensión e interpretación.
En tal sentido, la confrontación de fuentes la utilizaríamos con un doble propó-
sito: por un lado, para acrecentar el caudal de información sobre los sucesos en
estudio, ya sea agregando puntos de vista diferentes sobre un mismo hecho o cono-
ciendo hechos nuevos que solo son informados por un tipo determinado de fuentes,
y, por otro, como procedimiento epistemológico que permitiera conocer mejor los
sentidos y significados que tuvieron los hechos históricos analizados. En este plano,
el recurso a fuentes diversas así como su confrontación puede adquirir un gran
potencial en la medida en que multiplica las referencias a considerar en el momen-
to de una reconstrucción inteligente de los hechos.

22
4. Fuentes de información, análisis y presentación de resultados
Tras haber realizado la heurística del tema de estudio y haber definido el enfo-
que metodológico, se pudo identificar el tipo de fuentes disponible para llevar a
cabo la investigación.

Fuentes tradicionales y centralidad de los periódicos


En el campo de las fuentes ‘tradicionales’ fue posible recurrir a periódicos y
revistas de la época, actas parlamentarias, archivos judiciales, documentación ofi-
cial, documentos políticos, fundamentalmente. De entre ellas, los periódicos se
volvieron esenciales para la reconstitución del contexto inmediato de la crisis de
abril, así como de la lógica interna de los hechos.
Un estudio exhaustivo y sistemático de 14 diarios existentes en 1957, tanto en
Santiago como en Valparaíso y Concepción, permitió reconstruir dicho contexto y
estructurar el relato particularizado de los hechos, a través del análisis de alrede-
dor de 4.500 noticias, las que fueron clasificadas en dos tipos –de información (79%)
y de opinión (21%)– y en tres categorías –política (48%), economía (20%), social
(29%)–. Analizando el flujo de estas informaciones a lo largo de los meses de marzo
y abril de 1957, se pudo establecer y caracterizar las fases que vivió el conflicto. El
conocimiento de las tendencias políticas de los diarios y una selección objetiva de
noticias permitió llegar a un total de noticias expresivo de la realidad de la prensa
de la época. En efecto, de los 14 periódicos consultados, 4 eran de derecha; 5 de
centro derecha; 1 de centro; 2 de centro izquierda y 2 de izquierda. De allí que el
27% de las noticias proviniera de periódicos de derecha; 33% de diarios de centro
derecha; 14% de centro; 12% de centro izquierda y 14% de la prensa de izquierda.
La composición plural de estas fuentes permitió asegurar en los relatos la integra-
ción de los diferentes puntos de vista, cuando ello era posible, o bien la expresión
de la diferencia cuando ésta era evidente.
La documentación oficial proveniente de archivos ministeriales y las revistas de
la época, expresivas también del espectro político del momento, sirvieron de com-
plemento a la información obtenida de los diarios.

Análisis cualitativo y cuantitativo


Para conocer la visión que los distintos sectores de la sociedad chilena tenían de
los sucesos que estaban ocurriendo en abril de 1957, se procedió a analizar los dis-
cursos elaborados entre el 27 de marzo y el 7 de abril, utilizando de preferencia las
noticias de opinión de los periódicos, pero también los debates parlamentarios, re-
vistas y documentos políticos.

23
Este análisis cualitativo fue posible a través de la construcción de una ‘matriz
de contenido’ que fue aplicada a los discursos existentes. En particular, se analiza-
ron los discursos de trece periódicos, seis revistas, seis partidos políticos, las dos
principales organizaciones sociales de la época, el gobierno y la iglesia. El resulta-
do fueron 28 ‘matrices de contenido’ provenientes del análisis de más de 300
documentos. Estas matrices se estructuraron en base a las cuatro preguntas centra-
les, reuniendo los extractos de discursos pertinentes de cada actor o sector durante
el período analizado. A partir de estas matrices, el análisis de los discursos permitió
conocer no sólo la visión particular de los distintos sectores políticos y sociales en
torno a lo que sucedía, sus razones, actores e implicancias, sino también evaluar su
evolución a través de los días y extraer tendencias generales.
El análisis de la identidad de los actores que habrían participado de los sucesos de
abril, a partir de las fuentes escritas, fue abordado de dos maneras. Una, a partir de los
discursos, consignando las denominaciones utilizadas por los distintos sectores para
referirse a quienes a su juicio tomaban parte de los hechos. La segunda manera, nos
llevó a un análisis cuantitativo de informaciones existentes en ciertas fuentes escritas:
se trató de un análisis de la información oficial y periodística sobre las personas deteni-
das, heridas o muertas durante los incidentes. Con esa información, se creó una base de
datos que llegó a reunir 1.180 fichas correspondientes a personas identificadas con sus
nombres y la mayoría de ellas con datos básicos como edad, oficio, fecha de detención,
herida o muerte, y otros. Esta base de datos permitió levantar un perfil sociológico de
las personas involucradas en los incidentes, así como determinar el número de personas
detenidas, heridas y muertas, las fechas de ocurrencia de estos hechos, algunas de sus
circunstancias, sus lugares de domicilio y el ‘itinerario’ judicial de los detenidos.

El recurso a la memoria
La relativa cercanía de los hechos en estudio –alrededor de treinta y cinco años
al momento de iniciarse la investigación– permitió indagar en la memoria ‘viva’
sobre los sucesos de abril de 1957, a través testimonios de actores directos y de
relatos de testigos o actores indirectos, los que fueron obtenidos por medio de
entrevistas realizadas entre fines de 1993 y comienzos de 1994. Esta información
fue proporcionada por 40 personas que vivieron los hechos en la ciudad de Santiago,
expresivas de distintas corrientes políticas, oficios y responsabilidades en la época
y que se dividían entre actores y testigos en cantidades similares20. Ello nos permitió
hacer un ‘levantamiento’ del ‘estado de la memoria’, considerable en su magnitud,
aunque parcial y limitado, por cierto.

20
Ver lista y datos de las personas entrevistadas en punto 4 de la Bibliografía, p. 575.

24
Todas estas personas participaron de una entrevista abierta, individual, realiza-
da en una sola sesión. Estas entrevistas se sirvieron de una pauta que comenzaba
con la siguiente pregunta: ¿cuál es el recuerdo que usted tiene de los sucesos de abril de
1957, tal como éstos le vengan a la memoria? Luego de dejar que el entrevistado diera
libre curso a sus recuerdos, y solo si es que en su relato no se habían abordado, se
trató de completar o conocer su opinión sobre una lista de temas que tenían que ver
con las preguntas centrales de la investigación.
Todas las entrevistas fueron grabadas y luego transcritas. En total representa-
ron 45 horas de grabación y 650 páginas de transcripción. La información de cada
entrevista, una vez transcrita, fue sometida a un análisis basado en las cuatro pre-
guntas centrales de la investigación. Este análisis permitió reconstruir la visión
que los entrevistados tenían de ciertos hechos concretos, su interpretación de los
acontecimientos, la identificación de los actores y la significación que se le daba al
recuerdo de abril de 1957.

La presentación del análisis y de sus resultados


La exposición de los resultados de la investigación en este libro, se realiza en
tres partes. Ellas siguen, grosso modo, las temporalidades señaladas más arriba:
La Primera Parte está dedicada a exponer –en cuatro capítulos– los principales
rasgos de lo que hemos denominado ‘la crisis de abril de 1957’ y el contexto en el
cual se desarrolla. Un contexto que temporalmente cubre los meses de marzo y
abril de 1957 y que temáticamente aborda aspectos políticos, económicos y socia-
les. Se trata de una reconstrucción histórica a partir de fuentes de la época, que
intenta recrear la percepción que la sociedad chilena tenía de sí misma al momento
de los hechos que nos interesan.
La Segunda Parte –compuesta de seis capítulos– está consagrada a un estudio
pormenorizado de los hechos en su ‘lógica interna’. Es decir, a través del curso con-
creto que siguieron, intentando develar la dinámica social que los acompañó.
Temporalmente se trata del período que va entre el 27 de marzo y el 7 de abril de
1957. Temáticamente compromete los hechos acaecidos en tres ciudades del país:
Valparaíso, Santiago y Concepción; los discursos o representaciones que sobre esos
hechos se elaboraron en el período; y el análisis ‘cuantitativo’ y ‘cualitativo’ de
aquella información referida a la identidad de los actores. La base documental si-
gue reposando sobre fuentes de la época.
La Tercera Parte aborda la memoria existente –al momento de realizarse la in-
vestigación– sobre los hechos tratados en las dos primeras partes. Compuesta de
tres capítulos y sobre la base del análisis de las entrevistas a testigos y actores de la
época, se pasa revista a las preguntas centrales de la investigación. Al momento del

25
análisis, cuando corresponde, se procede a la confrontación entre las fuentes escri-
tas y las orales.
Cada una de las tres partes está precedida de una Introducción en que se expli-
citan los objetivos, fuentes y estructura general de la misma. Cada capítulo va
encabezado por un primer punto de ‘antecedentes’, que normalmente cumple una
función de entronque con el capítulo anterior o de explicación del contenido a tra-
tar. Los capítulos se cierran con un punto que contiene ‘elementos de síntesis y de
interpretación’ de la información tratada: es el momento en que, tomando distancia
de la información histórica, avanzamos elementos de explicación, de análisis o de
puesta en relación. Por último, cada parte concluye con un acápite de Conclusiones,
elaboradas recogiendo los elementos de interpretación y de síntesis de los distintos
capítulos que la componen. De este modo, se ha querido distinguir el momento del
tratamiento de la información del momento de la interpretación. Con el fin de que
la síntesis e interpretación puedan ser evaluadas o criticadas es que en el trata-
miento de la información no se ha escatimado la referencia a las fuentes.
Las Conclusiones Generales del libro son el momento de retomar las conclusio-
nes parciales de las tres partes, relacionarlas entre sí y referirlas tanto a los
propósitos de la investigación, como a las motivaciones iniciales que hemos expues-
to en esta Introducción General.

26
Primera Parte

La crisis de abril y
su contexto inmediato
INTRODUCCIÓN
LA CRISIS DE ABRIL Y SU CONTEXTO INMEDIATO

El objetivo de esta Primera Parte es poder situar los hechos de abril de 1957 en
su contexto inmediato, permitiendo un primer conocimiento de ellos en el marco de
la dinámica histórica de la cual fueron parte. De este modo, junto con buscar ele-
mentos de referencia anteriores y posteriores a los hechos, intentamos aprehender
sus particularidades.
Para ello fue necesario, en primer lugar, determinar cuál iba a ser ese contexto
inmediato, precisar la anterioridad y posteridad que interesaba indagar. Un primer
estudio del período permitió identificar dos hechos que marcaron la dinámica pre-
via y ulterior a los hechos de abril de 1957: la elección parlamentaria del 3 de
marzo y la crisis ministerial del 22 de abril. En efecto, las elecciones parlamenta-
rias y sus resultados marcaron un hito en la evolución política de esos meses:
claramente existe un ‘antes de la elección’ y un ‘después de la elección’. La crisis
ministerial y su resolución, por su parte, fue la última implicancia directa de los
hechos de abril y cierra, en cierto modo, su posteridad inmediata. Es a esta primera
temporalidad –aquella que va desde el 28 de febrero al 1 de mayo de 1957– que
hemos denominado ‘la crisis de abril y su contexto inmediato’ y de la cual daremos
cuenta en esta Primera Parte.
El tipo de fuentes utilizado para avanzar en el objetivo de reconstituir la dinámica
histórica de la cual formaron parte los hechos de abril han sido, principalmente, los
periódicos, que han permitido reconstituir cómo los actores –al menos los que acce-
dían directa o indirectamente a la prensa– percibieron y reaccionaron frente a los
acontecimientos. Así, para esta primera parte, se ha recurrido a 14 periódicos de
circulación nacional, editados principalmente en Santiago, pero también en
Valparaíso y Concepción, los cuales fueron revisados día a día para el período que
va desde el 28 de febrero al 1 de mayo y selectivamente para fechas anteriores y
posteriores. De esta revisión se llegó a seleccionar un total aproximado de 4.500
noticias, que fueron analizadas y clasificadas de acuerdo a su tipo –fueran de
información o de opinión– y a su contenido –políticas, económicas y sociales.

29
Un primer análisis cuantitativo de esta masa de información permitió conocer
el ritmo y la cadencia del período en análisis. La frecuencia de las noticias así como
el ámbito de su contenido permitieron distinguir un primer momento –entre el 1 y
el 10 de marzo– en que las noticias se concentran sobre el plano político, cosa natu-
ral atendiendo al impacto de la elección parlamentaria. Sin embargo, luego, a partir
del 10 de marzo y hasta el día 26, la atención informativa se traslada hacia el ámbi-
to económico. En seguida, la prensa se vuelca por unos días casi totalmente sobre el
plano social y sus repercusiones políticas: son los días más álgidos de la crisis, entre
el 27 de marzo y el 11 de abril. En un cuarto momento –que va desde el 12 de abril
hasta fines de ese mes– la atención vuelve nuevamente hacia lo político: lo social
pierde relevancia y lo económico recupera en parte sus cotas anteriores. Esta visión
panorámica de lo que hemos llamado ‘la crisis de abril y su contexto inmediato’, fue
de gran utilidad al momento del análisis específico de la documentación y de es-
tructurar el relato histórico de los acontecimientos.
Fue el análisis cualitativo de nuestras fuentes, sin embargo, el que nos permitió,
finalmente, estructurar los contenidos de esta Primera Parte en cuatro capítulos.
Ellos reconstituyen, cronológica y temáticamente, la evolución histórica de los dos
meses abordados en esta primera temporalidad. En cada capítulo se ha dado gran
importancia al relato histórico en sí mismo, sea en torno a los hechos ocurridos o al
debate y la reflexión que esos hechos generaron en el momento. Recordemos que
cada capítulo se abre con la presentación de antecedentes y se cierra con elemen-
tos de síntesis y de interpretación de los hechos relatados: dos momentos de toma
de distancia respecto del relato histórico.
El primer capítulo está dedicado al tema de la elección parlamentaria del 3 de
marzo y sus resultados y al debate que suscita la crítica situación económica por la
que atravesaba el país. El segundo intenta trazar un cuadro de la realidad social del
momento, así como de los principales actores que de ella participan. El capítulo
tercero se detiene en el hecho económico que desencadena la crisis y en sus inme-
diatas y violentas consecuencias sociales. En un cuarto capítulo, por último, se aborda
la evolución política de la crisis, sus derivaciones posteriores y el retorno a la nor-
malidad. Cierra esta Primera Parte, la enunciación de ciertas conclusiones que
pueden desprenderse del análisis histórico realizado.

30
CAPÍTULO 1
CLIMA POLÍTICO Y DEBATE ECONÓMICO

1. Antecedentes
A comienzos de marzo de 1957 las preocupaciones electorales concentraban la
atención de la prensa y de la clase política chilena. En efecto, el 3 de marzo de 1957
correspondía la realización de elecciones parlamentarias, las que fueron asumidas
como una suerte de juicio a la administración Ibáñez y como un apronte para la
elección presidencial de 1958.
Para comprender el especial significado de las parlamentarias de ese año 1957,
es necesario recordar que Carlos Ibáñez del Campo había triunfado en las eleccio-
nes presidenciales de septiembre de 1952 sobre la base de una candidatura personal,
independiente de partidos y, más aún, con un fuerte discurso antipartidista.
El crecimiento del ‘ibañismo’ a inicio de los años 50, tanto como el deterioro de
los partidos históricos, introdujeron modificaciones en el cuadro político tradicional.
El paisaje electoral chileno se vio invadido por nuevos y pequeños partidos, cuyas
denominaciones, en general faltas de imaginación, estarían destinadas a desaparecer
junto con la ola ibañista. El amplio triunfo obtenido le permitió a Ibáñez encontrar
fácilmente apoyo político para sus primeros años de gobierno. Tanto más cuanto en
marzo de 1953, a los pocos meses de haber asumido, hubo también elecciones parla-
mentarias. Efectivamente, en las presidenciales de 1952, Ibáñez triunfó con casi el
50% de los votos y en las parlamentarias de 1953 siguió cosechando los frutos de su
campaña presidencial. Todos los partidos que, a la hora, se declararon ‘ibañistas’,
aumentaron su representación parlamentaria o bien llegaron por primera vez al
Congreso Nacional. Los grandes perdedores fueron los partidos tradicionales. Sin
embargo, el apoyo electoral y partidario obtenido por Ibáñez en los dos primeros
años de su mandato dio paso, luego, a partir de 1955, a un verdadero aislamiento
político.
Así es como las elecciones de diputados y senadores de marzo de 1957 se consti-
tuyeron en la posibilidad de ‘poner al día’ la representación parlamentaria de
acuerdo a la nueva situación política. La atención pública, pero sobre todo la de la
clase política, se concentró en los resultados que arrojarían estas elecciones.

31
Luego, tras el retiro de los actores políticos, vino la hora de los actores económi-
cos, mejor situados que los actores sociales para ganar la escena. Tras la lucha
electoral, se impuso la pugna de los intereses económicos más poderosos. Tras la
discusión político institucional, se instaló el debate económico y financiero. Sin
embargo, como trasfondo para este nuevo acto, se mantenía en sordina el problema
de las alzas y sus consecuencias sociales.

2. Elecciones parlamentarias de marzo:


mirada política al Chile de 1957
Las elecciones parlamentarias de marzo de 1957 representaban, para el conjun-
to del país, un hecho político de importancia particular. Al menos por dos motivos.
Primero porque las elecciones tenían una doble dimensión: parlamentaria y presi-
dencial; en efecto, tanto la derecha como la Falange, el radicalismo y el Frente de
Acción Popular, FRAP, estaban interesados en mejorar sus posiciones en el Congre-
so y, al mismo tiempo, tomar ubicación para las elecciones presidenciales de
septiembre de 1958. Segundo porque esta elección era la primera oportunidad que
se tenía, a nivel nacional y parlamentario, de modificar el cuadro político tras el
triunfo ibañista del 52. Ya habían pasado cuatro años del gobierno de Ibáñez y exis-
tían los elementos suficientes para pensar en un cambio importante en las
orientaciones políticas de los chilenos21.
Teniendo como base este cuadro general, resulta interesante conocer la visión
particular que las diferentes corrientes de opinión tenían de la elección, la impor-
tancia que le atribuían y cuáles eran a su juicio los principales aspectos en juego.
Partiendo del análisis de algunas de las editoriales de los principales periódicos en
la víspera de la elección, pueden desprenderse algunas tendencias.

Defensismo del Gobierno y sus partidarios


La prensa afín al Gobierno mantuvo una postura de cierta cautela, destacando
que las elecciones eran poco claras en la medida que el abuso de los pactos electo-
rales producía confusión en el electorado. Ya Ibáñez, en su discurso radial del 1 de
marzo, había señalado el hecho al hablar de “desconcierto electoral”. El diario La
Nación responsabilizaba directamente a los partidos políticos de este hecho en tan-
to formaban pactos electorales pasando por sobre diferencias doctrinales y de
valores22.

21
La Tercera, Santiago, 3/3/57, p. 5.
22
La Nación, Santiago, 1/3/57, p. 4.

32
Esta misma argumentación servía al diario Clarín para desestimar el supuesto
carácter plebiscitario que parte de la oposición quería darle a las elecciones. En la
medida en que los pactos permitían que en una misma lista fueran candidatos de
distintos partidos, difícil resultaría –a juicio de Clarín– saber con certidumbre la
fuerza electoral de cada cual. La crítica a los partidos, en este caso, se viabilizaba a
través de una fuerte detracción a los candidatos y a su propaganda y con ello, tal
vez, a la política en general23.
De este modo, sin descalificar las elecciones pero criticando en parte el proceso,
los sectores más cercanos al Gobierno parecían defenderse, a priori, de resultados
que probablemente les serían adversos.

Los énfasis de la derecha


Para la derecha, por su parte, las elecciones representaban un hito de la mayor
importancia, ya que en ellas –a su juicio– se jugaban cuestiones esenciales para el
país.
En primer lugar, los sectores conservadores estimaban que desde 1956 la sociedad
chilena venía rectificando un camino que desde hacía muchos años –concretamente
desde el triunfo del Frente Popular en 1938– había sumido al país en el caos
económico y político, con grave riesgo de alterar la estabilidad social. Las elecciones
de 1957, entonces, eran la oportunidad de ratificar ese camino de rectificaciones,
votando la ciudadanía precisamente por quienes habían sido los pilares de la política
de estabilización económica y los impulsores de la legislación anticomunista: los
partidos de derecha24.
Bajo ese prisma general, las distintas tendencias de la derecha pusieron el énfa-
sis de la elección en cuatro aspectos: el problema de la abstención, el valor de los
partidos, la crítica a la izquierda y la lucha contra la inflación.
Tanto El Mercurio como El Diario Ilustrado dedicaron sendos editoriales al tema
de la abstención. En el primer caso, quienes no ejercieran su derecho a voto fueron
llamados “desertores y malos ciudadanos”, y se dijo que sobre ellos recaería la
responsabilidad si el futuro Congreso resultaba favorable a la izquierda. Un debili-
tamiento del ejercicio del sufragio, podría acarrear –a juicio de El Mercurio– “la
ruina del régimen social y económico”25.
La derecha asociaba directamente el fortalecimiento de los partidos tradiciona-
les en la elección de marzo a la estabilidad del sistema republicano. A su juicio, los

23
Clarín, Santiago, 3/3/57, p. 3.
24
El Diario Ilustrado, Santiago, 3/3/57, p. 6.
25
El Mercurio, Santiago, 2/3/57, p. 3.

33
partidos eran la esencia de una “república democrática”. El “mesianismo”, por el
contrario, librado “a los azares de la improvisación”, no podía garantizar la estabili-
dad de las instituciones republicanas. Por eso el llamado a la ciudadanía a “optar
por la estructura de los partidos de raigambre histórica”26.
El Diario Ilustrado fue el que más insistió en denunciar los riesgos de que la
izquierda, y en particular los comunistas, obtuviesen una votación importante. En
cierta manera, sus llamados en contra de la abstención y por la recuperación de los
partidos tradicionales encontraban sentido en esta preocupación anticomunista27.
Sobre la importancia que la derecha le atribuía a la elección en relación con los
problemas económicos del país, no es necesario abundar. Sus voceros insistían en
que de la composición del parlamento dependía la mantención o no de las políticas
antiinflacionistas implementadas por el Gobierno con su apoyo. El Diario Ilustrado
llamaba a votar por conservadores y liberales para así mantener los “planes estabi-
lizadores” y evitar “el caos económico y social”28. Para El Mercurio, de la elección
dependía la “estabilidad económica nacional”29.

La crítica del radicalismo y de la izquierda


Para el Partido Radical el objetivo principal de la elección era castigar electo-
ralmente al Gobierno. Consecuentemente, su prensa enfatizó en ello. Es así como el
diario Mundo Libre tituló su editorial del domingo 3 de marzo, simplemente: “Con-
tra Ibáñez”, expresando lo que, a su juicio, era el verdadero alcance de las elecciones:
“el comienzo de una positiva y oportuna rectificación de rumbos”30.
El FRAP, por su parte, y en particular los comunistas, si bien eran igualmente
duros en su crítica a las políticas del Gobierno, eran más cautos que los radicales en
cuanto a la elección del 3 de marzo. De hecho, fueron los únicos que se situaron en
un escenario de resultados posibles bastante cercano a la realidad:
En todos los círculos políticos se vaticina una fuerte baja del agrariolaborismo y
el desaparecimiento de otros grupos ibañistas… Se vaticina, también, un aprecia-
ble aumento de la representación radical y falangista y, en general, el
mantenimiento de las posiciones de la Derecha. En cuanto al FRAP, se cree que
puede sufrir una merma en su número de diputados…31.

26
Id.
27
El Diario Ilustrado, Santiago, 3/3/57, p. 6.
28
Id.
29
El Mercurio, Santiago, 3/3/57, p. 7 y El Mercurio, Valparaíso, 3/3/57, p. 6.
30
Mundo Libre, Santiago, 3/3/57, p. 6.
31
El Siglo, Santiago, 3/3/57, p. 7.

34
Tal vez por este mismo realismo frente a las elecciones, los comunistas aposta-
ron al triunfo general de lo que ellos denominaron “las fuerzas populares y
democráticas”, englobando en ellas al FRAP, radicales, falangistas e ibañistas arre-
pentidos. Del triunfo de estas fuerzas dependería la posibilidad de crear una
“mayoría democrática” en el Parlamento, la que bajo el impulso de “las luchas de
las masas” podría avanzar en la “democratización del país” y defender los “intere-
ses populares y nacionales”32. El objetivo principal de los comunistas en relación a
las elecciones parecía ser, más bien, el de reforzar la existencia del FRAP. Esta
opción de reafirmación estratégica del conglomerado de izquierda, es consecuente
con la situación de precariedad en que se encontraban a consecuencia de la Ley de
Defensa de la Democracia33. En todo caso, sea por realismo, sea por sentido estraté-
gico, lo cierto es que el FRAP no se hacía grandes expectativas. A diferencia de las
otras fuerzas políticas, concluía: “no es de esperar de estas elecciones cambios tras-
cendentales”34.

Las grandes tendencias frente a la elección


Llama la atención que durante la campaña electoral hayan sido la derecha y la
izquierda las fuerzas políticas que con mayor claridad denunciaron la situación de crisis
por la que atravesaba el país, mostrándose como portadoras de una propuesta política.
En el caso de la derecha conservadora, la propuesta era clara y concreta: lucha
contra la inflación para evitar el creciente y peligroso malestar social; lucha contra
el Partido Comunista para evitar la utilización política de ese descontento y la ins-
tauración de una tiranía. La vertiente liberal aportaba un discurso más moderado
en que la innovación y el cambio de estilo político era lo central. La derecha sinte-
tizaba claramente el camino político en el cual quería perseverar, sosteniendo que:
“Al evitar el caos económico hemos evitado el caos político y social”35.
En el caso de la izquierda, se trata de un programa de cambios y transformacio-
nes más global y profundo. Lo que se buscaba era la “transformación del sistema” y
para ello se proponía una serie de medidas, como la recuperación de las riquezas
básicas del país y la reforma agraria. A pesar de que tanto los problemas internos
de la izquierda así como la fuerte legislación anticomunista que imperaba desde
fines de los cuarenta hacían poco probable un triunfo electoral de la izquierda, ésta
era temida porque se la sabía popular36.

32
Id.
33
El Siglo, Santiago, 1/3/57, p. 3.
34
El Siglo, Santiago, 3/3/57, p. 7.
35
El Mercurio, Santiago, 1/3/57, p. 17.
36
Última Hora, Santiago, 1/3/57, p. 17.

35
El centro político aparecía más desdibujado. El radicalismo, por una parte, esta-
ba huérfano de propuesta y su único mensaje era oponerse y castigar al gobierno
del Presidente Ibáñez, tras el único objetivo de recuperar la fuerza electoral perdi-
da en 195237. Un camino fácil, pero de corto aliento. El socialcristianismo, por su
parte, trataba de afirmar su carácter nacional y popular. Buscaba también tener
posibilidades en la contienda presidencial de 1958, para lo cual quería consagrar el
liderazgo de Eduardo Frei. Un camino que apuntaba más lejos, pero que no necesa-
riamente se detenía en el Chile de marzo de 195738.
El Gobierno solo podía hacer frente a la elección mostrando aquello que, al
menos, le había significado un respaldo de las fuerzas de derecha: su política anti-
inflacionaria. La advertencia era clara: si se abandonaba esa política se arriesgaba
perder todo el esfuerzo y sacrificio realizado hasta ese momento39.

Escepticismo de la ciudadanía
Pero una cosa era lo que pensaban y decían –o no decían– los actores políticos
de la época y otra lo que pensaban y raramente comunicaban los ciudadanos comu-
nes y corrientes, aquellos cuyos votos, finalmente, configurarían el resultado de la
elección parlamentaria. En una gran parte de ellos, entre los grupos más necesita-
dos, existía, a esas alturas del gobierno de Ibáñez, una fuerte decepción respecto a
lo que él había encarnado, como esperanza popular, en 1952. Mantenían también
una cierta desconfianza en el sistema de partidos. Pero, lo que ciertamente predo-
minaba entre sus preocupaciones, más que los problemas políticos, eran los
problemas de orden económico y social que afectaban el sustento diario de sus
familias. Decepción, desconfianza y urgencias materiales, no podían sino conducir
a posiciones de gran escepticismo hacia el sistema político como espacio desde el
cual podría producirse un cambio real en la situación nacional.
El escepticismo que marcaba el estado de ánimo de una parte importante de la
población entraba en clara contradicción con el ‘mito’ de la conciencia cívica de los
chilenos y con el brillo que, como siempre, se le trató de sacar a la jornada electoral
del 3 de marzo de 1957. Así lo refleja una entrevista realizada por el diario Última
Hora el mismo día de la elección. La pregunta formulada por los periodistas a una
decena de transeúntes fue la siguiente: “¿qué es lo usted espera del triunfo de sus
candidatos o de la mayor o menor ganancia electoral del Gobierno o de la Oposi-
ción?”. La conclusión a la que llegó la redacción del diario en cuestión fue lapidaria:

37
Mundo Libre, Santiago, 3/3/57, p. 6.
38
El Mercurio, Santiago, 1/3/57, p. 20.
39
La Nación, Santiago, 2/3/57, pp. 1 y 2.

36
Las respuestas revelaron la apatía ciudadana, la incredulidad absoluta de las
fuerzas populares ante las ‘panaceas’ y ‘soluciones’ ofrecidas por los bandos en
lucha y la muerte total de las esperanzas en torno y procura de la obtención de un
destino mejor40.
El testimonio de Carlos Humberto Rojas Flores, obrero de la construcción, es
elocuente. Este hombre de 50 años, con seis hijos, domiciliado en calle Torrejón
3734, vivía con un salario diario de $500. Rojas no concurrió a votar. Al respecto
aclaraba que:
Yo soy apolítico y soy obrero que vive de su trabajo. Casado, con seis hijos a cues-
tas y con derecho a voto no he llegado a las urnas. ¿Por qué? Bueno, porque soy
dueño de hacerlo. Además, no me interesa el triunfo del Gobierno o de la Oposi-
ción; total siempre el resultado es el mismo para nosotros, los de abajo.
Personalmente, yo prefiero el triunfo de los candidatos de la oposición. ¿Por qué?
Es fácil: votar por los del lado contrario significa protestar, y en forma muy fuer-
te, por los errores cometidos por este Gobierno ‘popular’ que ha sido nuestro cuchillo.
Yo también creí en él y le di mi voto…41.
La sociedad chilena se nos muestra así, antes de conocer los resultados de la
elección parlamentaria del 3 de marzo, con un quiebre, si no profundo, al menos
importante entre la sociedad política y la sociedad civil. No sería extraño, entonces,
que los ciudadanos comunes y corrientes utilizaran, semanas más tarde, los más
inesperados canales de expresión para desahogar su descontento.

Los resultados electorales: mirada cuantitativa


La noche del domingo 3 de marzo, el silencio de La Moneda y del agrariolaboris-
mo fue roto por la alegría de los que se supieron triunfadores: radicales, liberales y
falangistas y las circunspectas declaraciones de los disconformes: conservadores y
frapistas. Porque, como es natural, nadie se reconoció totalmente derrotado. Todos
tenían algún logro que mostrar, por más modesto que fuese. Sin embargo, fue solo al
conocerse los resultados generales que se pudo comenzar a sacar conclusiones más
certeras.
Cuantitativamente, resulta interesante comparar los resultados del 57 con los
de las parlamentarias de 195342. Lo primero que salta a la vista es la notable recupe-
ración de los partidos políticos tradicionales, cuestión que estaba entre los objetivos
‘electorales’ de muchos de ellos. Si consideramos dentro de los partidos históricos

40
Última Hora, Santiago, 4/3/57, p. 7.
41
Id.
42
La Nación, Santiago, 10/3/57, p. 4.

37
al Conservador, al Liberal, al Radical, a la Falange y a los integrantes del FRAP, y si
excluimos al Agrario Laborista, por no responder a la tradición del resto al ser me-
nos institucional, menos ideológico y estar más ligado al fenómeno Ibáñez, tenemos
que, en conjunto, sus votos de 1953 representaron el 63% del total, mientras que en
1957 llegaron al 80%. En términos de representación parlamentaria, la tendencia
se repite: pasaron del 66% de los diputados en 1953 al 85% en 1957.
Lo segundo que se destaca es que las dos corrientes políticas que durante la
campaña habían sido más claras en su denuncia sobre la crítica situación que se
vivía –los conservadores y el FRAP– se mantuvieron en el mismo umbral de votos
que en 1953: 15% parejos el PCU y disminución de 20% a 18% el FRAP (aunque en
este caso hay que considerar el caso del Partido Socialista Popular, que por sí solo
perdió 3 puntos). Este “estancamiento” en los votos –como se lo calificó en la épo-
ca– se expresó de manera diferente en la representación parlamentaria, ya que el
PCU subió de 18 a 22 diputados y el FRAP bajó de 35 a 21. Lo que interesa anotar
es que estas dos corrientes –desde ópticas tan opuestas– apostaron a través de la
criticidad de sus discursos o de la profundidad de los cambios propuestos, a capita-
lizar el descontento existente. Sin embargo, no lo lograron. No vieron aumentada su
representación: los votos de los desilusionados no fueron hacia ellos.
Lo tercero a destacar, es el aumento neto –entre 1953 y 1957– de los partidos
Radical, Liberal y Falange Nacional: de 14% a 22% los radicales, de 11% a 16% los
liberales y de 3% a 9% los falangistas. Por último, las frías cifras no dejaron dudas
sobre la derrota del agrariolaborismo que descendió 7 puntos: de 16% en 1953 a 9%
de los votos en 1957.

Los resultados electorales: mirada cualitativa


Desde un punto de vista cualitativo –que fue lo que predominó en los análisis
que los actores hicieron en su momento– el elemento más relevante parece ser esta
opción del electorado por los partidos de ‘centro’. Es decir, el descontento se cana-
lizó hacia los partidos moderados de las dos tendencias más importantes de la política
chilena: en el caso de la derecha, hacia los liberales y en el caso de la izquierda,
hacia los radicales.
La votación de la Falange Nacional es importante cualitativamente pero no tan-
to desde el punto de vista cuantitativo. En efecto, la votación nacional de la Falange
llegó a 76.000 votos, de los cuales 53.000 los obtuvo Eduardo Frei en Santiago. Aún
no era una fuerza política de centro estructurada nacionalmente; comenzaría re-
cién a serlo a través de su nueva representación parlamentaria.
En otras palabras, la opción de ‘centro’ que evidencia el electorado en 1957,
refleja una opción por la moderación de las posturas clásicas más que por un nuevo

38
planteamiento político, como pocos años más tarde llegaría a serlo la democracia
cristiana. Salvo los liberales, que hicieron ver con claridad sus planteamientos doc-
trinarios en lo económico, los otros dos triunfadores, radicales y falangistas, lo
hicieron sobre la base del rechazo a Ibáñez, los primeros, y la promesa de un futuro
líder, los segundos.
Ligado a lo anterior, se dijo con insistencia en marzo de 1957 que el triunfo del
‘centro’ había significado la derrota de los ‘extremos’. Sin embargo, ello es discuti-
ble ya que si bien tanto conservadores como frapistas expresaban opciones polares,
de derecha e izquierda, no necesariamente podrían ser calificadas de extremas.
Creemos, más bien, que se impuso el realismo por sobre posturas que parecían poco
probable de ser implementadas. En ese sentido, el gran derrotado fue el Gobierno,
debido a su incapacidad de cumplir con lo prometido en 1952. En otras palabras,
fue derrotada la esperanza y se impuso una suerte de escepticismo. Tanto la dere-
cha como la izquierda, más que incitar a posturas extremas, tenían en común el
seguir apelando a la voluntad. Y eso, en 1957, no dio votos.

Abstención y consecuencias políticas inmediatas de la elección


Es interesante destacar el tema de la abstención. Es cierto que los resultados de
la elección mostraron una tasa de abstención considerada normal para la época:
poco más de un 30%. Es verdad también que se temía que ella fuese mayor, dado el
desencanto con la política en general (y con el General en la política). Sin embargo,
esta normalidad relativa escondía dos problemas –señalados en la época por el dia-
rio Clarín y por el senador Allende– que merecen atención43.
El primero es que esa tasa de abstención considerada ‘normal’ significaba que
alrededor de 400.000 chilenos en condiciones de votar, no lo hacían, poniéndose así
al margen de una –sino la principal– de las formas de participación democrática
existentes en la época. ¿Qué pasaba con esos chilenos? ¿Cómo canalizaban sus opi-
niones, sus frustraciones y esperanzas?
El segundo problema se ubicaba al interior del primero, es decir ¿quiénes eran
esos chilenos? Por de pronto, llama la atención la altísima abstención que se produjo
en algunos distritos de Santiago –en que casi llegó al 40%– y, luego, está la suposición
no desestimable del senador Allende de que ese porcentaje de la población era
precisamente aquel de los sectores populares más escépticos y desilusionados. Y
que, a su juicio, el FRAP no había logrado esperanzar nuevamente.
En todo caso, las consecuencias políticas inmediatas de la elección parlamentaria
del 3 de marzo de 1957 –o al menos los procesos políticos que siguieron a la elección–

43
Última Hora, Santiago, 5/3/57, p. 8 y Clarín, Santiago, 10/3/57, p. 3.

39
no lograron salirse del círculo de preocupaciones propias a la clase política. Es así
como algunos de los temas más discutidos tras la elección fueron las inhabilidades
parlamentarias, la reforma electoral, la consolidación de una vertiente demócrata
cristiana y las medidas tomadas contra el Partido Comunista. Si bien estas
discusiones tenían relación con los problemas de la sociedad chilena de la época,
estaban lejos de las preocupaciones más sentidas por la mayoría de la población.
El predominio de la política duró, así, lo que el impulso del clima pre y post
electoral se lo permitió o, lo que es casi lo mismo, lo que tardó la sociedad en reco-
locar sus otras preocupaciones en el centro de la atención pública.

3. La situación económica: políticas de rectificación y alzas


Como hemos visto, la elección parlamentaria del 3 de marzo de 1957 concentró
la atención pública sobre los asuntos electorales o más estrictamente políticos de la
realidad nacional. Durante varias semanas –desde mediados de enero hasta aproxi-
madamente el 10 de marzo– los actores políticos ocuparon la escena nacional e
impusieron una manera discursiva de abordar la realidad. Las preocupaciones dia-
rias de la población, principalmente socioeconómicas, fueron de cierta manera
expropiadas para ser transformadas en discurso político. Fuese éste de denuncia de
los problemas existentes, en el caso de oposición, o de promoción y defensa de las
políticas en curso, en el caso de la derecha y el Gobierno.
Los problemas concretos fueron transformados en temas de discusión y debate y
los candidatos se volvieron representantes y voceros de esos ‘temas de preocupación
nacional’. Por su parte, los actores sociales fueron espectadores del proceso, salvo
aquellos sectores más politizados o comprometidos orgánicamente con algún partido,
como pudo haber sido el caso de ciertas fracciones sindicales ligados al FRAP.
En general, la sociedad observó el juego político electoral con escepticismo. Si
bien el discurso electoral recogía pedazos de la realidad, no lograba darle coheren-
cia ni credibilidad. Doble efecto, entonces, de la preponderancia alcanzada por los
actores políticos en marzo de 1957: por un lado, la cualidad de sacar a luz los proble-
mas del Chile de la época y, por otro, la incapacidad de abordarlos con la profundidad
requerida. Así –con bastante desencanto– tras la caída del telón de la escena electo-
ral, el foco de la atención pública se volvería primero hacia la realidad de los
problemas económicos y, luego, a la de los problemas sociales.

El Gobierno: de la debilidad política a la ofensiva económica


Los martes eran días de Consejo de Gabinete en La Moneda y el 5 de marzo no
fue una excepción. Sin embargo, la cita de los ministros con el Presidente Ibáñez,

40
fijada para las 16 horas, estuvo rodeada de una expectación especial. El Consejo no
solo se reuniría para analizar la elección parlamentaria del domingo, sino para co-
nocer también la decisión del presidente respecto a la renuncia colectiva que los
ministros le presentaron tras los resultados de la elección. El primero en renunciar,
en las primeras horas de la mañana del día lunes, había sido el ministro de Econo-
mía, Alejandro Lazo, dimisión que había sido aceptada por el Presidente44. La
renuncia colectiva, sin embargo, fue rechazada por Ibáñez, quien confirmó a los
ministros en sus cargos45.
La renuncia de Alejandro Lazo era un problema serio, por ser el de Economía
uno de los ministerios más comprometidos en la política económica rectificatoria
que el Gobierno venía aplicando desde fines de 195546. Ibáñez habría tratado de
encontrar una solución ofreciéndole el cargo a dos de sus ministros más próximos:
Urzúa de Hacienda y Aravena de Agricultura. No obstante, ambos habrían rechaza-
do el ofrecimiento aduciendo la complejidad de dirigir dos ministerios
simultáneamente. La razón más probable debe haber sido el natural rechazo que
producía un ministerio tan impopular como el de Economía, conocido en la época
como “el ministerio de las alzas”47.
Sin embargo, el problema de fondo del presidente era el de asegurar la estabili-
dad política de su gobierno. El magro resultado electoral obtenido por el Partido
Agrario Laborista, principal partido oficialista, había desatado una fuerte pugna
en su seno entre quienes deseaban alejarse de las funciones públicas con la espe-
ranza de recuperar así su electorado y quienes querían mantenerse en ellas por
lealtad al presidente Ibáñez. La pugna entre estos dos sectores llevaría, finalmente,
a la crisis del PAL y a la renuncia de su directiva. El PAL, como partido, tomaría
distancia del Gobierno, aunque buena parte de sus militantes continuaría desem-
peñando cargos de responsabilidad política en él48.
Motivos para una crisis ministerial los había, ya que aparte del PAL Ibáñez no
contaba con apoyos políticos serios para gobernar. Sin embargo, la crisis fue
conjurada por el presidente de un modo habitual en él: desentendiéndose de los
problemas y transfiriéndoselos a sus interlocutores. En este caso, al rechazar la
renuncia de sus ministros, transfirió el problema político al PAL. Y lo hizo, porque,

44
La Nación, Santiago, 5/3/57, p. 1.
45
Mundo Libre, Santiago, 5/3/57, p. 16 y El Siglo, Santiago, 6/3/57, p. 1.
46
La “política rectificatoria” apuntaba a disminuir el nivel del gasto público y reducir las trabas al
“mercado libre”, con el fin de disminuir la inflación. Su implementación significó un viraje a la dere-
cha en las políticas de Ibáñez. Estas medidas se inspiraron en los consejos dados por la Misión Klein
Saks. Ver: Moulian, Tomás, El Gobierno de Ibáñez. 1952-1958, FLACSO, Santiago, 1986, pp. 36-37.
47
La Tercera, Santiago, 6/3/57, p. 4.
48
Id. Ver también El Mercurio, Santiago, 7/3/57, p. 19 y El Mercurio, Valparaíso, 7/3/57, p. 1.

41
efectivamente, como lo señalara la prensa opositora de la época, Ibáñez no estaba
en condiciones políticas de enfrentar una renovación completa de su gabinete. Con
la renuncia de su ministro de Economía ya era suficiente49.
Quedó, entonces, la sensación de que el presidente Ibáñez había sorteado la
crisis momentáneamente, en espera de que la situación política post-electoral de-
cantara, que el conflicto del PAL evolucionara y que se conformaran las nuevas
alianzas parlamentarias. Entretanto, imposibilitado el Gobierno para tomar inicia-
tivas de orden político, intentó jugar nuevas cartas económicas.
Efectivamente, una manera de recrear una base de apoyo para el Gobierno era
volver a colocar en el centro la llamada política antiinflacionaria. Con ello se ase-
guraba, si no la adhesión total, al menos el apoyo a una política específica del
Gobierno50. El énfasis en proseguir con la política rectificatoria revela también par-
te de los problemas económicos más agudos del momento.

Caída en el precio del cobre y crisis del salitre


Entre los problemas que el Gobierno debía enfrentar se encontraba la caída del
precio del cobre. Un año antes, a mediados de marzo de 1956 el metal rojo había
alcanzado en los mercados europeos el precio record de 48 centavos de dólar la
libra. Luego vino un paulatino descenso llegando, a comienzos de junio, a un precio
de 38,5 centavos en la bolsa de metales de Londres. En Estados Unidos la baja
durante el primer semestre de 1956 había sido de 46 a 40 centavos de dólar la libra.
Esta tendencia a la baja continuó durante el segundo semestre llegando a estabili-
zarse alrededor de los 30 centavos por libra, precio que se mantenía en marzo de
195751.
En términos prácticos, las fluctuaciones del precio del dólar introducían una
gran dosis de inestabilidad a la economía chilena. Esto por la importancia central
de las ventas de cobre tanto en el ingreso nacional de divisas como en las entradas
fiscales. Para paliar las influencias de la disminución de los ingresos en divisas, la
política económica del Gobierno se proponía, por una parte, aumentar la produc-
ción de cobre y, por otra, favorecer al máximo la exportación de otros rubros,
principalmente los productos agropecuarios. Paralelamente, se intentaba desalen-
tar aquellas importaciones de mercaderías que podían ser sustituidas por producción
interna; se pretendía así disminuir el gasto de divisas y sostener los niveles de em-
pleo que en algunas industrias se habían visto afectados por la competencia de
productos extranjeros.
49
La Tercera, Santiago, 10/3/57, p. 4.
50
La Nación, Santiago, 7/3/57, pp. 1 y 2 y El Siglo, Santiago, 6/3/57, p. 1.
51
El Sur, Concepción, 7/3/57, p. 3.

42
En el sector minero, la baja del precio del cobre se sumaba a la ya larga crisis de
la industria salitrera. Un problema que en las dos principales provincias del norte
del país, donde se concentraba su producción, afectaba a 19.000 obreros y emplea-
dos, los que con sus familias llegaban a 60.000 personas. En el caso salitrero se
manifestaban casi los mismos problemas que en el caso del cobre, es decir: bajos
precios internacionales, desiguales costos de producción y efectos de la política
cambiaria. Efectivamente, el precio mundial de los abonos, entre ellos el salitre
natural y el sintético, había bajado considerablemente. Esta realidad hacía más
agudo el problema de los costos de producción ya que Chile, por su distancia de los
principales mercados, debía considerar altos costos de transporte. Coyunturalmen-
te, además, debido al conflicto del canal de Suez –fines de 1956– el valor del
transporte marítimo se había encarecido.
Un 25% de la explotación nacional de salitre –sector de pequeños y medianos
productores– correspondía a plantas que seguían operando con el antiguo sistema
Shanks, el que ya resultaba poco económico. Estos sectores eran los que proponían
la implantación de tasas de cambio preferenciales para el retorno de las exporta-
ciones salitreras, volviendo con ello al debate sobre el tipo de cambio52.

Déficit de la caja fiscal


Una de las consecuencias más claras de la inestabilidad en los ingresos del Esta-
do, era la falta de recursos que afectaba, ya de manera crónica, a la Caja Fiscal.
Al viernes 8 de marzo de 1957, la Caja Fiscal tenía un saldo de $1.605.857.03053.
Sus compromisos para ese mes, sin embargo, eran diez veces superiores. Una reali-
dad que venía produciéndose y reproduciéndose, acumulativamente, desde hacía
varios años. Según el ministro de Hacienda, el déficit de arrastre del presupuesto
nacional desde 1950 a 1955 era de 46 mil 188 millones de pesos. El déficit de 1956
había sido de 16 mil 239 millones de pesos que se explicaban, según el ministro, por
los reajustes ordenados por la ley 12.006 y que habían demandado un gasto de 40
mil millones de pesos sin financiamiento. Los nuevos tributos acordados en esa
oportunidad –comienzos de 1956 a través de la ley 12.084– no habían rendido sino 4
mil millones de pesos54. Sobre la base de éstos y de otros antecedentes, ciertos ana-
listas afirmaban que la deuda fiscal, por concepto de compromisos no cumplidos,
llegaba en marzo de 1957 a $72 mil millones55. Esta realidad cada día tenía mayores
consecuencias sociales. En efecto, el Estado llegaba así a un punto crítico al no

52
Última Hora, Santiago, 6/3/57, p. 6.
53
Mundo Libre, Santiago, 9/3/57, p. 4.
54
La Tercera, Santiago, 1/3/57, p. 3.
55
El Mercurio, Santiago, 22/3/57, p. 3.

43
poder dar cumplimiento a sus obligaciones salariales y previsionales con importan-
tes sectores de trabajadores públicos56.
En este contexto de agudo déficit fiscal habría que situar los decretos de
insistencia a través de los cuales el Ejecutivo logró fusionar una serie de servicios
públicos. Se trataba de medidas tendientes a disminuir los gastos fiscales, a través
de la reducción de funcionarios57. A las protestas de los afectados se sumó el recru-
decimiento de las críticas a la Misión Klein-Saks, reconocida como la inspiradora
de la política antiinflacionista del Gobierno 58. Ninguna de estas medidas, sin
embargo, iban a solucionar, en lo inmediato, los problemas de la Caja Fiscal. Por el
contrario ellos irían en aumento y serían crecientes los sectores –empresariales y
asalariados– que reclamarían al Estado por el no cumplimiento de sus compromisos.

Precio del dólar


Otro de los problemas que enfrentaba la política económica del Gobierno era el
de las presiones por modificar el precio de dólar. Desde abril de 1956 se venía im-
plementando una nueva política cambiaria basada en la ‘libertad’ del precio del
dólar y el término de los cambios diferenciados. Libertad entre comillas, porque de
todos modos el Ministerio de Hacienda mantuvo un cierto control para evitar que el
precio del dólar se disparara afectando así el precio de las mercancías importadas y
se transformara en un factor inflacionario. El Gobierno hablaba de asegurar una
“transición prudente” del régimen anterior al nuevo.
En efecto, de acuerdo con la reforma cambiaria introducida en 1956, el dólar
bancario o de exportación tendría un precio fijado por la oferta y la demanda. O sea
un precio libre. Al mismo tiempo el Gobierno fijó las listas de mercaderías que se
podrían traer con ese dólar y el monto de los depósitos que se exigirían para autori-
zar una importación, a fin de regular su precio. Sin embargo, las intenciones de
libre cambio quedaron en el papel: el valor del dólar fue fijado, desde el primer día
de la reforma, por el Banco Central y la Misión Klein-Saks y no por la oferta y la
demanda. Así es como en abril del 56 el valor del dólar fue alzado de $300 a $498.
Valor que fue aumentando paulatinamente hasta llegar a los $570 de marzo de
1957, sin que interviniera el mercado sino la voluntad de irlo ajustando de acuerdo
con la evolución de los costos internos y los precios de la producción exportable59.
Por ello se hablaba de una “transición prudente” hacia el nuevo régimen cambiario.

56
El Siglo, Santiago, 9/3/57, p.5. Ver también: La Tercera, Santiago, 7/3/57, p.3 y Mundo Libre, Santiago,
7/3/57, p. 4.
57
Última Hora, Santiago, 9/3/57, p. 4 y El Sur, Concepción, 27/3/57, p. 5.
58
El Siglo, Santiago, 18/3/57, p. 3.
59
El Diario Ilustrado, Santiago, 21/3/57, p. 2.

44
La nueva política cambiaria produjo descontento entre importantes sectores
exportadores tanto de la pequeña y mediana minería como de otros rubros. En el
mes de marzo, pasadas las elecciones parlamentarias, este descontento se hizo cada
vez más evidente y público, y se transformó en presiones crecientes por el aumento
del valor del dólar, por un real cambio libre o por la vuelta a tipos de cambio dife-
renciados según actividad económica.
Es interesante analizar las posiciones asumidas en la discusión, sobre todo
porque, en cierta manera, fue una disputa que se dio al interior de un mismo
campo. En efecto, el debate no se produjo entre los que se oponían a la política
económica rectificadora y los que la promovían, sino entre sectores que supues-
tamente la respaldaban. Por decirlo en términos políticos, fue una querella al
interior de la derecha. Los sectores críticos al plan económico que se desprendía
de las directrices de la Misión Klein-Saks y que estaba impulsando el Gobierno,
se mantuvieron en sus posiciones y las siguieron difundiendo, pero no participaron
activamente de la disputa, la que, finalmente, se concentró en el problema del
precio del dólar.
La diferencia que interesa destacar es la que se produjo entre aquellos sectores
que estaban por la libertad absoluta del precio del dólar y aquellos que defendían
la necesidad de controlar en parte su evolución. En términos de la prensa de la
época es la discusión que se dio entre El Debate y El Mercurio. Ambas posiciones
apelaban doctrinariamente al liberalismo económico, sin embargo ponían énfasis
distintos. Unos, en la necesidad de respetar irrestrictamente la ley de la oferta y la
demanda en la fijación del precio del dólar y no aceptar ningún tipo de interven-
ción estatal. Los otros, sorteaban el problema de la fijación del precio del dólar y
argumentaban el respeto absoluto a la libre competencia y a sus consecuencias: si
una industria no era ‘viable económicamente’ debía desaparecer.
Es evidente que tras esas dos posturas ‘doctrinarias’ existían intereses económi-
cos muy concretos que ayudan a explicarlas y que también se hicieron presentes en
el debate, expresándose en una segunda diferencia, la que se produjo entre los
sectores ligados a la producción nacional y a las exportaciones y los sectores más
dependientes de las inversiones extranjeras y a las finanzas.

La renuncia del ministro Lazo y el problema de las alzas


Como telón de fondo al clima post electoral y a la reorientación del debate pú-
blico hacia los temas económicos, estaba el problema de las alzas de precios. En
efecto, ellas venían ocupando la atención de la población desde fines de 1956. Las
alzas más importantes, sin embargo, habían logrado ser contenidas para que no
incidieran en los resultados electorales.

45
Si bien el debate económico logró captar la atención de los principales actores
económicos y de los medios de comunicación más importantes, no pudo sustraer a
la población de sus problemas concretos. Entre ellos, el encarecimiento de la vida.
Como tampoco consiguió sustraer al Gobierno del problema político que había sig-
nificado la renuncia del ministro de Economía y las dificultades para sustituirlo.
Retomemos, entonces, el relato histórico tras la reunión del Consejo de Ministros
del 5 de marzo.
El capitán Alejandro Lazo Guevara se había incorporado al gabinete del presi-
dente Ibáñez a mediados de 1956, debiendo afrontar la misión de cursar las alzas de
precios que demandaba la política rectificadora, dentro de un marco de congela-
miento de salarios. Rápidamente el ministro Lazo fue objeto de duras críticas, no
solo de los sectores más afectados, los asalariados, sino también de los medios polí-
ticos e incluso de sus compañeros de Gabinete.
La gestión del capitán Lazo a la cabeza del llamado “ministerio de las alzas”
estuvo marcada tanto por el ingrato deber de autorizar los aumentos de precios
como por errores del propio ministro. Entre ellos, uno que probablemente estuvo en
el origen de su salida de Economía, relacionado con el alza de la locomoción colec-
tiva. En efecto, a comienzos del 57 defendió públicamente las demandas de aumento
de tarifas que hacían los autobuseros. Un primer decreto cursado en el mes de
enero reajustando las tarifas de la locomoción colectiva fue rechazado por la Con-
traloría General de la República por considerar que no respetaba la ley de reajuste,
que ponía un tope de 25% a las alzas de los bienes y servicios esenciales. En la
ocasión, el capitán Lazo recibió una “dura reprimenda” del general Ibáñez60. Sin
embargo, el hecho que precipitó la presentación de su renuncia fue la constitución
de una comisión especial, que debía estudiar los problemas de la locomoción colec-
tiva, nombrada por el Gobierno tras el fracaso de la primera alza.
A pesar de formar parte de esa comisión, el ministro Lazo no tenía ningún poder
real, ya que quien dirigía los trabajos era el ministro del Interior, Benjamín Videla,
decisivo al momento de tomar las decisiones. Cansado de las críticas que recaían
sobre él y sintiendo que era pasado a llevar en sus atribuciones, Alejandro Lazo
decidió presentar su renuncia al Ministerio de la Economía, la que hizo efectiva,
finalmente, el lunes 4 de marzo, tras haber autorizado la última alza de su mandato:
la del tarro de leche condensada, que subió de 86 a 105 pesos61.

60
Última Hora, Santiago, 5/3/57, p. 4. En efecto, el artículo 9º de la citada ley establecía que los
aumentos “no podrán exceder en total para cada artículo, del 25% de los precios vigentes al 31
de Diciembre de 1956”. Ley Nº 12.432, A.N.S.XX., F.M.ECO., S.F.M., Resoluciones, Vol. 1, 1957.
61
El Siglo, Santiago, 6/3/57, p. 1.

46
Para la opinión pública el problema de las alzas era fruto de una tendencia del
Ministerio de Economía a no defender debidamente los intereses de los
consumidores, cediendo casi siempre a las peticiones empresariales62. En el fondo,
se veía que frente a una realidad de sueldos y salarios fijos y congelados por ley, los
aumentos de precios dejaban a los consumidores absolutamente desvalidos.

Nuevo ministro para nuevas alzas


No era fácil llenar el cargo de ministro de Economía dejado por Alejandro Lazo;
su sucesor debería debutar firmando una serie de aumentos de precios que ya no
podían seguir esperando. Las personas dispuestas a pagar ese costo político, en un
clima de descontento como el señalado, eran pocas.
El alza más anunciada y comentada, por sus inevitables implicancias en otros
productos y servicios, era la del precio de los derivados del petróleo y en especial
de la bencina. A partir del 10 de marzo de 1957 casi toda la prensa informaba sobre
las distintas alternativas del nuevo precio de la bencina, que a ese momento alcan-
zaba los 40 pesos por litro. Porque, en efecto, habían distintas posibilidades. Se
hablaba de aumentos que podían situarse entre un 25 y un 45%63. Finalmente, la
negociación se estableció entre el valor sugerido por el ministro de Minería y el de
la ENAP, llegándose a autorizar un nuevo precio de 53 pesos por litro de bencina,
puesto en Santiago64. Para Valparaíso se fijó un valor de $52, teniendo en cuenta
que el precio anterior era de $38,5065. El anuncio lo hizo el ministro de Minería
Osvaldo Sainte Marie en la tarde del día 15 de marzo, señalando que el alza comen-
zaría a regir a partir de las 0 horas del día 1666.
Horas antes del anuncio del alza de la bencina, el mismo día 15 pero a las 9.50
horas, había jurado el nuevo ministro de Economía –el 12° en los cuatro años y
medio del gobierno de Ibáñez– Roberto Infante Rengifo. Difícil comienzo ya que,
aparte de tener que firmar el alza de la bencina, ese día comenzaba a regir también
el alza de la leche: de $47 había pasado a $5567. Un nuevo ministro para nuevas
alzas.

62
La Tercera, Santiago, 6/3/57, p. 5.
63
Mundo Libre, Santiago, 10/3/57, p. 5; Mundo Libre, Santiago, 12/3/57, p. 5 y La Tercera, Santiago, 13/3/57,
p. 3.
64
La Tercera, Santiago, 16/3/57, p. 4.
65
El Mercurio, Valparaíso, 16/3/57, p. 1.
66
El Mercurio, Santiago, 16/3/57, p. 15; El Siglo, Santiago, 16/3/57, p.1 y La Nación, Santiago, 16/3/57, p. 2.
67
Las Últimas Noticias, Santiago, 15/3/57, p. 20. El 14 de marzo, la Compañía de Gas de Santiago, había
solicitado al ministro del Interior un alza del 60%. Ver: La Tercera, Santiago, 15/3/57, p. 3.

47
Roberto Infante era miembro del Partido Agrario Laborista y se desempeñaba
como consejero del Instituto Nacional de Comercio; anteriormente ya había ocupado
la cartera de Agricultura bajo el mismo gobierno de Ibáñez. Para asumir este nuevo
cargo contaba con el apoyo de la directiva de su partido68. A las 19 horas, dio una
conferencia de prensa poniendo el acento en que, con su gestión, trataría de velar
por el interés permanente de los consumidores ya que él mismo, antes que ministro,
era un consumidor.
Las reacciones frente al alza de la bencina no se hicieron esperar. El mismo día
16 hubo, de parte de los empresarios de micros, un intento de paralizar los servi-
cios; sin embargo, la intervención del Director de Transportes permitió normalizar
la situación. ¿De qué modo? Asegurándoles que el bonificado precio de $19,40 por
litro, del que se beneficiaban, no sería modificado antes de autorizar nuevas tarifas
para la locomoción69. Anuncio que reforzaba la impresión de que el alza de la benci-
na arrastraría, inevitablemente, aumentos en los precios de más productos y
servicios70.
Otro flanco de reacciones frente al alza de la bencina aludía a la ilegalidad del
porcentaje del aumento, considerando que violaba el límite del 25% fijado por la
Ley 12.432 y que se venía a sumar a otros casos igualmente ilegales. Como funda-
mento a esta acusación, el diario El Siglo citaba los ejemplos de la tarifas del servicio
de agua potable, que había aumentado en un 45%; del pan en un 50%; del servicio
telefónico en un 35%; y de la bencina en un 33,25%. Rechazaba también, categóri-
camente, el argumento del Gobierno de que las alzas autorizadas no correspondían
a artículos o servicios de primera necesidad71.
Efectivamente el Gobierno tenía la facultad de determinar qué artículos eran
considerados de primera necesidad y cuales no. Así lo expresó el Subsecretario de
Minería, Carlos Ruiz, al ser consultado sobre por qué la bencina había experimen-
tado un alza superior al 25%:
Porque la Ley 12.432 expresa, también, que el Presidente de la República, me-
diante la dictación de un decreto, determinará qué artículos están sometidos al
régimen de alzas no superiores al 25 por ciento. Igual cosa estatuyó la Ley 12.006.
Consecuencia: los artículos que no figuren en la lista que elaborará el Jefe del
Estado podrán tener precios superiores al límite de reajuste referido72.

68
Id.; Mundo Libre, Santiago, 16/3/57, p. 4; La Nación, Santiago, 16/3/57, p. 2 y El Mercurio, Valparaíso,
16/3/57, p. 1.
69
Última Hora, Santiago, 16/3/57, p. 16.
70
El Mercurio, Valparaíso, 19/3/57, p. 4.
71
El Siglo, Santiago, 20/3/57, p. 3.
72
Las Últimas Noticias, Santiago, 19/3/57, p. 3.

48
La lista de dichos artículos estaba siendo confeccionada, en esos mismos días,
en el Ministerio de Economía y, obviamente, no incluiría la bencina. Solución formal
para un problema demasiado real: las alzas se estaban comiendo, poco a poco, el
magro reajuste de salarios otorgado en enero de 1957.
En efecto, el turno siguiente le tocó a la parafina que, el sábado 23 de marzo, fue
aumentada de $33 a $41.40 el litro. Se trataba de un producto ‘sensible’ en la medi-
da que la mayoría de los hogares populares la utilizaban para cocinar y muchos para
calentarse durante el invierno. Una vez más, el diario La Tercera, en su peculiar
estilo, daba cuenta de una realidad social cada vez más tensionada. Esta fue su
conclusión ante el alza de la parafina:
…están matando lo poco que queda de fe. La conciencia ciudadana se mide por el
estómago, dijo alguien. Los que trafican conforme a las necesidades de los despo-
seídos, están jugando su última suerte. La parafina ha venido a colmar un vaso
que hace bastante tiempo, contra mentiras, contra demagogia y contra cualquie-
ra declaración, se ha soportado73.
La parafina no fue, finalmente, la gota que derramó el vaso. Pero sí fue la que
llevó el descontento a sus límites máximos. Harían falta nuevos hechos aún para
que las consecuencias sociales de la política económica que hemos analizado,
rompieran el circuito de la vida privada y salieran a la luz pública. Fue en este
contexto, que las alzas de la locomoción colectiva terminarían por desatar la tensión
contenida.

4. Elementos de síntesis y de interpretación


Es interesante destacar que si bien la elección parlamentaria de marzo de 1957
fue interpretada como una “rectificación” del rumbo por la mayor parte de la clase
política chilena, fue asumida con escepticismo por importantes sectores de la ciu-
dadanía. Esta situación, patente en los altos niveles de abstención y en diversos
testimonios de la época, puede reflejar la existencia de un divorcio entre la clase
política y la sociedad civil.
El interés por los temas estrictamente políticos amainó tras la elección, cuando
otros asuntos pasaron a ocupar el centro de las preocupaciones públicas, como lo
era la situación económica del país, tópico que afloró en las campañas electorales y
que atrapó la atención de la prensa a lo largo del mes de marzo. Ahora bien, así
como el debate político fue monopolizado por los actores políticos, en los temas
económicos los protagonistas de la discusión fueron los actores propiamente

73
La Tercera, Santiago, 23/3/57, p. 5.

49
económicos. Con esto queremos significar que los actores sociales, en general,
quedaron –o se ubicaron– nuevamente, al margen de estos debates.
Los principales problemas económicos que se observan durante el mes de marzo
giran en torno a lo que seguía siendo una de las características principales de la
economía chilena: su dependencia del comercio exterior. La aguda crisis de la in-
dustria salitrera y la baja en el precio del cobre, golpeaban el pasado y el presente
de la prosperidad económica del país. La caída en los ingresos mineros repercutía
en los ingresos del Estado, incrementándose así el déficit fiscal. En ese contexto, el
valor del peso y su relación con el dólar resultaba ser una herramienta clave para
políticas que tomaran en cuenta el proceso inflacionario que vivía el país. Era res-
pecto a esta realidad que los distintos actores económicos se posicionaban de
diferentes maneras, aunque siempre manteniendo un consenso sobre la necesidad
de asegurar la tranquilidad social, cada vez más amenazada por las alzas de precios.
Sus diferencias internas no eran sino caminos económicos diferentes para lograr
ese mismo fin, sin el cual, a su juicio, ningún negocio prosperaba.
Eso explica también que los temas de la discusión respondieran a tales posicio-
namientos. Así, para unos lo central era no abandonar la política de rectificación
económica iniciada en 1955 y que ponía en el centro el combate contra la inflación,
mientras estaban también los que insistían en que el precio del dólar, demasiado
bajo, era la fuente de los principales males económicos que enfrentaba la produc-
ción nacional. Para otros, el tema central era evaluar el fracaso, precisamente, de
los intentos por contener el alza del costo de la vida. Así, el problema de las alzas se
haría cada vez más patente a medida que avanzaba el mes de marzo.
A mediados de marzo de 1957, la entrada en escena de los actores sociales pare-
cía ser algo que comenzaba a estar en boca de todos pero en manos de nadie. En
todo caso, el trasfondo social cobraba mayor nitidez.

50
CAPÍTULO 2
CLIMA SOCIAL: FALTA DE TRABAJO Y POBREZA

1. Antecedentes
Si en el terreno político, las elecciones parlamentarias fueron el hecho relevan-
te del mes de marzo de 1957 y en lo económico lo fue el debate originado en torno
al precio del dólar, en el ámbito social la atención pública se concentró en el proble-
ma de la educación, como sucedía casi todos los años, en el mes de marzo, al momento
de iniciarse el año escolar.
Sin embargo, la realidad social de la época estaba cruzada por una serie más
vasta de tensiones. Por una parte, estaban los conflictos y problemas laborales que
afectaban a los más diversos sectores de la economía; por otra parte, la realidad de
marginación social, económica y cultural de amplios grupos urbanos de la periferia
de Santiago y de otras grandes ciudades. La expresión más evidente de esta situa-
ción eran los problemas de vivienda que, en cantidad y calidad, afectaban a estos
sectores.
Ambos problemas –salarios y condiciones de vida– eran parte de una realidad
social que venía empeorando desde fines de los años cuarenta. Carlos Ibáñez había
triunfado en 1952 bajo la promesa de hacer frente y conjurar los riesgos de este
deterioro social y económico. Sin embargo, hacia 1955 la realidad se había vuelto
más grave y dramática. Los salarios comenzaron a ser reajustados por debajo del
alza del costo de la vida, al mismo tiempo que la acción reivindicativa de los traba-
jadores sindicalmente organizados empezó a ser debilitada de manera sistemática
por el Gobierno. Por su parte, la acción social del Estado, principal recurso de los
sectores pobres de la época para hacer frente a sus necesidades más permanentes
como vivienda, salud y educación, se vio debilitada por la crisis que afectó a las
finanzas públicas y por las políticas de rectificación de corte liberal.
En esas condiciones, aquellos actores sociales históricamente más organizados
y con mayor experiencia de acción colectiva, como eran el movimiento sindical y el
movimiento estudiantil, debieron enfrentar las exigencias que planteaba represen-
tar y defender sus intereses y los efectos de una política destinada a debilitarlos.

51
Las alzas que durante los primeros meses de 1957 golpearon a los sectores
asalariados, no hicieron más que agudizar el panorama que hemos reseñado. Este
cuadro social constituyó el telón de fondo sobre el cual se sucedieron los principales
acontecimientos políticos y económicos del mes de marzo de 1957. Sin embargo,
finalmente, llegaría el momento en que ‘lo social’ iba a ocupar el primer plano de la
escena, transformando a los actores sociales en protagonistas principales. El hecho
precipitante sería el alza en las tarifas de la locomoción colectiva, decretada el 26
de marzo. Pero antes de reconstruir el proceso que llevó a esa alza –de lo cual nos
ocuparemos en el capítulo siguiente– revisemos el clima social existente en el país
desde comienzos de marzo de 1957.

2. La vuelta a clases y el problema de la educación


De acuerdo a una suerte de estadística que semanalmente publicaba El Mercurio,
indicando los principales temas tratados editorialmente por la prensa, en la semana
del 4 al 10 de marzo el problema de la educación ocupaba el segundo lugar. Primero
se ubicaba el tema de las elecciones parlamentarias, ciertamente. Pero, ya en la
semana del 11 al 17 la educación había pasado a ser el tema que más comentarios
editoriales había generado74.
Dos eran las facetas más comunes del problema de la educación en esos años: el
problema de las matrículas y la carestía de los útiles escolares y uniformes.

La falta de matrículas y el alza de los uniformes, textos y útiles escolares


Efectivamente, desde hacía muchos años el sistema nacional de educación en-
traba en crisis al momento de iniciarse el año escolar, por la falta de matrículas. Así
lo hacía notar el diario vespertino La Segunda en los primeros días de marzo de
1957:
Todos los años en esta misma fecha se inician las matrículas y juntamente con ello
se aprecia la gravedad del problema de la falta de escuelas. Ya no son centenares
los padres de familia que hacen cola frente a cada establecimiento educacional.
Ahora son miles y en sus rostros se aprecia la desesperación por obtener un lugar
para que sus hijos estudien75.
El sistema escolar no alcanzaba a satisfacer las necesidades que el aumento de
la población había experimentado. Eso hacía que, en esos años, existiera una gran
74
En efecto, para la primera semana el tema de las elecciones figuraba con 42 comentarios edito-
riales y educación con 11; la segunda semana el orden se había invertido: educación con 25 y
elecciones con 16. El Mercurio, Santiago, 10/3/57, p. 5 y 17/3/57, p. 5.
75
La Segunda, Santiago, 6/3/57, p. 3.

52
cantidad de niños en edad escolar que no asistían a la escuela76. Estadísticas de la
Superintendencia de Educación, establecían que durante 1956 más de 370.000 ni-
ños no asistieron al colegio estando en edad de hacerlo77. En marzo de 1957, al
iniciarse las clases en las escuelas primarias de todo el país, el número de niños que
quedarían sin poder estudiar fue estimado en 400.00078.
Las causas de la no asistencia a la escuela, a juicio de los técnicos del Ministerio de
Educación eran tres: primero, falta de establecimientos educacionales; segundo, mala
situación económica de los padres; y, tercero, el fracaso escolar de los alumnos y aban-
dono voluntario del sistema. El problema principal era, ciertamente, de infraestructura79.
En efecto, el aumento de la población no había sido acompañado de un aumento equiva-
lente de las capacidades del sistema educacional. El sector más retrasado era el de la
educación fiscal. La educación particular, por su parte, había experimentado un gran
crecimiento pero sin llegar a cubrir el déficit de la educación pública80.
Al iniciarse, entonces, las clases en un cuadro de carencia de matrículas, se tra-
tó de solucionar el problema de un modo pragmático. Fue así como en muchas
escuelas primarias se aumentó a dos las jornadas diarias. Para la enseñanza secun-
daria se sugería lo mismo81.
Por otra parte, las informaciones de prensa coinciden en señalar, en marzo de
1957, un alza en los artículos escolares que osciló entre el 40% y el 60% respecto al
año anterior. Duro problema, entonces, para los padres de familia que debían pro-
veer a sus hijos de cuadernos, lápices, textos escolares, uniformes y una serie de
otros artículos que variaban de un establecimiento a otro. Tanto es así, que los gas-
tos de vuelta a clases de un escolar podían fácilmente llegar a ocupar más de la
mitad del salario mínimo de un funcionario público de la época.
En los primeros días de marzo, el diario Última Hora consultó a una madre de
familia, de origen popular, sobre declaraciones recientes del presidente Ibáñez re-
lativas a la fortaleza de las instituciones democráticas. De acuerdo al periodista, la
mujer, habría comentado:
–No es que ‘pele’ a la Democracia, que para mí se debe escribir con mayúscula,
pero también hay que ver todas las injusticias que se cometen. Por ejemplo esto de

76
A fines del mes de marzo, el Director General de Enseñanza Primaria reconocía que existía un
problema de vagancia infantil a nivel nacional, que se derivaba en parte de la no asistencia de un
gran número de niños a la escuela. Para un enfoque regional del tema, ver: El Sur, Concepción,
26/3/57, p. 10.
77
Última Hora, Santiago, 8/3/57, p. 5.
78
Mundo Libre, Santiago, 11/3/57, p. 7.
79
El Mercurio, Santiago, 21/3/57, p. 3.
80
Última Hora, Santiago, 8/3/57, p. 5.
81
Mundo Libre, Santiago, 11/3/57, p. 7 y La Nación, Santiago, 13/3/57, p. 2.

53
los uniformes y útiles escolares. Hay que ser millonario para educar bien a sus
hijos. Es una especulación que no tiene nombre. Si el Presidente se interesara
verdaderamente por la Democracia, debía empezar por lo más elemental: dar faci-
lidad a los niños para que estudien… de otra manera el significado de esa palabra
va a ser incomprensible…82.
Comentario que permite entender mejor los nexos que las personas establecen
entre la vivencia de sus problemas cotidianos y ciertos valores de la sociedad. Co-
nexiones la mayor de las veces invisibles y subterráneas y casi nunca explicitadas.
Salvo cuando las circunstancias llegan a un punto límite.
En general, los distintos sectores de la opinión pública consideraban que la acción
del Gobierno respecto al tema de la educación era insuficiente. Año a año se repetía
la misma situación, sin observarse síntomas de mejoría. Desde un punto de vista
social, era un problema que catalizaba muchos otros: los bajos salarios, la carestía
de la vida, la exclusión o marginación social, las desigualdades. En este sentido,
marzo de 1957 no fue una excepción: el tema educacional estuvo presente, fue
discutido, hubo malestar, pero no sucedió nada anormal respecto a años anteriores83.

3. Los conflictos laborales y el problema de la cesantía


La preocupación coyuntural por el tema de la educación se sumaba a tensiones
sociales más permanentes. En particular, aquellas ligadas a la esfera del trabajo,
derivadas del problema salarial, de las condiciones de trabajo, del incumplimiento
de las leyes laborales o de la cesantía que amenazaba a distintas ramas de la pro-
ducción. Tensiones que, como desde hacía varios meses, durante el mes de marzo de
1957 continuaron manifestándose.

Conflictos laborales a comienzos de marzo


Marzo de 1957 se inició con un paro ilegal en el mineral El Teniente, importante
centro de la gran minería del cobre, próximo a la ciudad de Rancagua, 90
kilómetros al sur de Santiago. En efecto, un grupo de trabajadores ubicados en
niveles de producción considerados un “sector llave”, ya que entregaba el mineral
a otras secciones para su procesamiento, paralizaron el día 1 de marzo sus labores.
La noticia se conoció a través de un comunicado de prensa del Departamento de
Relaciones Públicas de la Braden Copper Company84. El motivo de los huelguistas
era la demanda para que se duplicara el número de obreros que laboraban en su
82
Última Hora, Santiago, 8/3/57, p. 5.
83
Id.
84
El Mercurio, Santiago, 2/3/57, p. 22; La Tercera, Santiago, 2/3/57, p. 2 y El Diario Ilustrado, Santiago, 2/3/57, p. 1.

54
sección. A pesar de haber contado con el apoyo de algunos trabajadores del primer
turno del día 2 de marzo, el movimiento no prosperó 85. Sin embargo, llamó la
atención sobre el proceso de negociación colectiva que llevaban a cabo los
trabajadores de El Teniente y que, más adelante, volvería a ser fuente de conflictos
en ese mineral.
El mismo día 1 de marzo, el personal de varios hospitales de Santiago realizó un
paro de protesta. Los trabajadores de la salud pública demostraron así su descon-
tento por el atraso en el pago de los reajustes de sueldos, a pesar de las promesas
hechas por el Gobierno86. La situación llevó al conjunto de los trabajadores del
sector salud a realizar una gran movilización a fines de marzo, con el objeto de
presionar por la pronta solución de sus problemas87.
Por su parte, los trabajadores del puerto de Valparaíso anunciaron –siempre el
día viernes 1 de marzo– que el lunes siguiente iniciarían la votación de la huelga
legal. Esto porque se había cumplido ya el plazo fijado para las conversaciones
destinadas a solucionar un conflicto salarial. En efecto, los trabajadores portuarios
habían presentado pliegos de peticiones exigiendo reajustes superiores al 50%
en sus salarios y otras mejoras respecto a los sistemas de trabajo. Sin embargo,
los armadores no estaban dispuestos a otorgar aumentos superiores al 30,16%
estipulado por la ley; ante ello, los sindicatos de Estibadores y Lancheros de
Valparaíso votaron favorablemente la huelga legal88. Esta situación hizo que la
Dirección General del Trabajo tomara contacto con las directivas de los distintos
sindicatos de estibadores y lancheros del país y los convocaran a Santiago para
buscar soluciones al conflicto. El riesgo de una paralización de las labores
portuarias en Valparaíso, San Antonio y Talcahuano, los tres principales puertos
del país, fue así conjurado89.
El miércoles 6 de marzo, la distribución diaria de leche en la ciudad de Santiago
se vio alterada. Desde las cuatro de la madrugada el Sindicato de Repartidores de
la Planta Productora de Leche SOPROLE –suerte de monopolio en la producción y
el abastecimiento de leche en la capital– realizó un paro de advertencia. La razón
era la suspensión de una serie de garantías sociales de los repartidores que opera-
ban en la ciudad90.

85
Mundo Libre, Santiago, 3/3/57, p. 3.
86
Última Hora, Santiago, 1/3/57, p. 19.
87
La Tercera, Santiago, 23/3/57, p. 4; Última Hora, Santiago, 25/3/57, p. 6 y El Siglo, Santiago, 26/3/57, p. 1.
88
Mundo Libre, Santiago, 2/3/57, p. 4 y La Tercera, Santiago, 2/3/57, p. 7.
89
El Mercurio, Valparaíso, 5/3/57, p. 3.
90
El Siglo, Santiago, 6/3/57, p. 5.

55
Otros conflictos por reajustes salariales
Sin embargo, la principal fuente de conflictos era la aplicación del reajuste legal
de salarios, estipulado por la ley 12.432. Fuese porque los trabajadores demandaban
aumentos superiores o, sencillamente, porque pedían que efectivamente se les aplicara
el reajuste del 30,16%91. Es así como durante el mes de marzo, numerosos fueron los
conflictos que tuvieron este origen y que se solucionaron aplicándose el precepto
legal. Entre estos conflictos, que finalmente significaron la obtención del reajuste
legal, se pueden mencionar el de las Compañías Carboníferas de Pilpilco y Colico Sur
de Arauco; el del Sindicato Departamental de Obreros de la Construcción de
Talcahuano; el de los trabajadores vidrieros de Valparaíso; el de los obreros de la Ford
Motor Company de Santiago; y el del Sindicato Profesional de Matarifes de Valparaíso92.
Por su parte, los 313 obreros de la Maestranza Humberstone de Tarapacá presen-
taron en los primeros días de marzo un pliego solicitando el mencionado reajuste.
Igualmente los obreros y empleados de COPEC arrastraban desde el 1 de enero un
conflicto no resuelto por demandas salariales. En el sector del cuero y el calzado, los
obreros de la industria Ilharreborde realizaron un paro para presionar por el pago de
los jornales de vacaciones. Los dirigentes del Sindicato Industrial del mineral de
Cerro Negro, entre tanto, debieron volver a Cabildo sin haber encontrado una solu-
ción en Santiago al conflicto que tenían con la compañía; en su pliego demandaban
un reajuste del 70% y otras reivindicaciones, pero solo les ofrecían el reajuste legal93.
Especial relevancia adquirió el conflicto de la industria MADECO, originado en
el pliego de peticiones que sus trabajadores habían presentado el 20 de febrero. En
vista de que la empresa no se allanaba –a juicio de los trabajadores– a encontrar
una solución, el Sindicato Industrial Madeco convocó a una asamblea general, el
jueves 14 de marzo; allí el presidente del sindicato, José Pino, informó de las gestio-
nes realizadas hasta esa fecha, tanto frente a la empresa como a los organismos del
trabajo94. El pliego presentado por los trabajadores demandaba –entre otros puntos
también rechazados por la empresa– un aumento del 80% en los salarios95. En los
acuerdos tomados por la asamblea figuró el de visitar los sindicatos de otras empre-
sas para divulgar el pliego de peticiones y llamar a la solidaridad. Finalmente, la
huelga legal en MADECO sería votada a fines de marzo96.
91
La ley 12.432 estipulaba en su artículo 1º: “el monto del reajuste será equivalente al 80% del
aumento experimentado por el costo de la vida durante el año 1956”. De allí provenía el 30,16%
de reajuste. Ley Nº 12.432, promulgada el 29 de enero de 1957, bajo la firma del presidente
Ibáñez, en: A.N.S.XX., F.M.ECO., S.F.M., Resoluciones, Vol. 1, 1957.
92
El Sur, Concepción, 5/3/57, p. 7; La Nación, Santiago, 7/3/57, p. 3 y 23/3/57, p. 2.
93
El Siglo, Santiago, 20/3/57, p. 5.
94
El Siglo, Santiago, 16/3/57, p. 4.
95
Id.
96
Clarín, Santiago, 28/3/57, p. 7.

56
Conflictos en el sector público
La moratoria del fisco en el pago de sus compromisos con terceros generaba
agudos problemas sociales. Entre ellos, conflictos laborales por el no cumplimiento
de los compromisos salariales. Estos problemas se venían manifestando desde ha-
cía meses y marzo tampoco fue la excepción.
El problema más dramático, no tanto por su amplitud sino por la indefensión en
que se encontraban sus protagonistas, fue el de los obreros que trabajaban
construyendo los alcantarillados de la nueva Población Roosevelt, en Barrancas. Se
trataba de un conflicto por deudas salariales que afectaba a 43 obreros quienes, al
15 de marzo, llevaban 55 días de huelga legal sin llegar a un arreglo. Privados de sus
salarios, los obreros se habían visto obligados a recurrir a la solidaridad de otros
gremios y del público en general para sobrevivir, siendo perseguidos por la policía
por este motivo. En este conflicto, tanto los funcionarios públicos como los empre-
sarios privados se escudaban en la falta de fondos para no dar solución a las demandas
de los obreros. Problema similar al que habían tenido los obreros de las obras Vicuña
Mackenna Sur del Servicio de Seguro Social y que los había conducido a una
paralización de 24 días97.
En la zona del carbón, las deudas del fisco con las compañías de Lota amenaza-
ban con dejar sin sus salarios de marzo a los obreros. Salarios que ya estaban
disminuidos por el hecho de que la jornada de trabajo se había reducido a solo
cuatro días por semana. Esta situación repercutía seriamente en el comercio de la
zona e hizo que una delegación integrada por dirigentes de diversos sindicatos y de
la Cámara de Comercio se movilizara a Santiago98. Por su parte, los empleados fe-
rroviarios se encontraban impagos del reajuste que por ley les correspondía,
temiéndose una huelga del gremio99.
Marzo terminó como había comenzado: con una amenaza de huelga en el sen-
sible sector de la minería. En efecto, el martes 26 de marzo los dirigentes sindicales
de los 4.500 obreros del mineral de cobre de El Teniente declararon que el vier-
nes 29 comenzaría la votación de la huelga legal con el objeto de hacerla efectiva
el 1 de abril. Lo que estaba en juego era un nuevo convenio colectivo, a partir de
un pliego de peticiones presentado por los trabajadores a fines de diciembre de
1956100.

97
El Siglo, Santiago, 16/3/57, p. 4 y 22/3/57, p. 4.
98
El Siglo, Santiago, 17/3/57, p. 12 y 23/3/57, p. 8; La Nación, Santiago, 26/3/57, p. 2; El Sur, Concepción,
27/3/57, p. 5; La Tercera, Santiago, 27/3/57, p. 3 y Mundo Libre, Santiago, 30/3/57, p. 3.
99
La Tercera, Santiago, 21/3/57, p. 2.
100
La Unión, Valparaíso, 27/3/57, p. 2 y El Sur, Concepción, 27/3/57, p. 5.

57
El anuncio de la posibilidad de una huelga en el cobre, fue uno de los temas
tratados en el Consejo de Gabinete del 26 de marzo y fue motivo, incluso, de una
entrevista de los dirigentes mineros con el presidente Ibáñez el día 28. Todo ello
vino a darle mayor relevancia pública al problema de los conflictos laborales101.
Hasta antes de eso, éstos se mantenían como una especie de trasfondo social que no
lograba trascender ni impactar a la opinión pública.

Aumento de la cesantía: el caso del salitre


Una segunda fuente de tensiones sociales era la crisis de diversas activida-
des productivas y que podría generar una mayor cesantía. Así, el mes de marzo
de 1957 se inició con el anuncio del cierre forzoso de la sección azulejos de la
Fábrica Nacional de Loza de Penco, en la zona de Concepción, debido al atocha-
miento de productos y a la falta de mercado. Al 1 de marzo, Fanaloza tenía
acumulados 5.000.000 de azulejos, cantidad suficiente para abastecer el merca-
do nacional durante un año. El cierre de esa sección generaría un problema de
cesantía colectiva102.
Sin embargo, la situación más crítica se vivía en el norte del país, en la zona
salitrera. Los efectos de esta crisis eran la inminente cesantía de aquellos trabaja-
dores que laboraban en las plantas que no habiéndose modernizado seguían
utilizando el sistema Schanks y que estaban amenazadas por el cierre definitivo de
su faenas. Tal fue el caso, por ejemplo, de la Oficina Salitrera Santa Rosa de Huara,
en Tarapacá, que en los primeros días de marzo solicitó autorización al Intendente
de la provincia para poner término inmediato a sus faenas103.
A mediados de febrero desde el norte había viajado a Santiago una delegación
de dirigentes sindicales, con el objetivo de prevenir acerca de los graves perjuicios
que para la economía chilena podía tener la crisis salitrera, a la vez de buscar solu-
ciones a sus problemas más agudos. Sin embargo, tras un mes de tramitaciones y no
habiendo obtenido satisfacción a sus demandas, esta delegación decidió romper la
discreción en que había mantenido sus gestiones e informó directamente a la pren-
sa104. Señalaron a los periodistas que más de 15 mil personas serían las afectadas
por el cierre de las oficinas salitreras de Tarapacá y Antofagasta, las que iniciarían
un éxodo hacia las provincias del sur105.

101
Clarín, Santiago, 27/3/57, p. 16; Mundo Libre, Santiago, 27/3/57, p. 5 y El Diario Ilustrado, Santiago,
29/3/57, p. 4.
102
El Sur, Concepción, 1/3/57, p. 6.
103
Las Últimas Noticias, Santiago, 16/3/57, p. 20.
104
Id.; La Tercera, Santiago, 16/3/57, p. 4 y 17/3/57, p. 3 y Mundo Libre, Santiago, 16/3/57, p. 4.
105
La Tercera, Santiago, 17/3/57, p. 3.

58
A lo anterior se sumaban las noticias sobre despidos en el norte por motivos
políticos. En efecto, distintos sectores habían denunciado que en las oficinas de
Pedro de Valdivia y María Elena, de la compañía salitrera Anglo Lautaro, se esta-
ban produciendo despidos sistemáticos que afectaban a trabajadores involucrados
en la huelga habida en septiembre de 1956 o ligados a actividades sindicales o
reivindicativas. En términos globales, se denunciaba una reducción, desde los últi-
mos meses, de 4.500 a 3.800 obreros. Dirigentes salitreros informaban que la mayoría
de los despedidos iban a engrosar las filas de los desocupados que ya había en
Antofagasta y Tocopilla, partiendo otros tantos al sur, especialmente hacia las pro-
vincias de Coquimbo, Aconcagua y Santiago106.
Días más tarde, el 22 de marzo, otra delegación del norte –esta vez de la provin-
cia de Atacama, presidida por el alcalde de Copiapó– se entrevistó con el presidente
Ibáñez para exponerle la crítica situación del llamado “norte chico” del país. Una
región en que predominaba la pequeña y mediana minería, afectada por recientes
medidas tomadas por la Caja de Crédito Minero107.

Paralización de la construcción
Otro sector de la economía afectado por la cesantía en marzo de 1957 era el de
la construcción. Sector que, al deprimirse, tenía implicancias sociales en la
población de las grandes ciudades, tanto por la pérdida del trabajo como por el
impacto que la baja en la construcción producía en el ya agudo problemas de
falta de viviendas.
La principal causa de la disminución del ritmo de la construcción era –en pa-
labras de los trabajadores del gremio– la “ineficacia del Gobierno para realizar
un plan de obras públicas efectivo”. La Convocatoria de la Federación de la Cons-
trucción a su VII Congreso Nacional Ordinario, nos permite conocer la visión que
estos trabajadores tenían de la situación de su sector108. En primer lugar, la crisis
de la construcción la asociaban a la crisis de la industria y ambas a la implemen-
tación de los planes económicos de la Misión Klein-Saks. Estas medidas habían
generado, a juicio de los obreros de la construcción, el siguiente efecto:
…el desarrollo industrial del país sufrió un rudo golpe, siendo la industria de la
construcción una de las más afectadas, puesto que el 43% de las obras públicas y
de particulares se encuentran paralizadas o semiparalizadas, a través del país109.
106
Última Hora, Santiago, 4/3/57, p. 12 y El Siglo, Santiago, 6/3/57, p. 4.
107
En particular dos medidas consideradas negativas por los pequeños y medianos empresarios mineros:
la baja en la tarifa de compra de minerales de cobre y el alza del porcentaje de la ley del metal, de 6
a 7%.
108
El Siglo, Santiago, 5/3/57, p. 4 y Última Hora, Santiago, 25/3/57, p. 6.
109
Última Hora, Santiago, 25/3/57, p. 6.

59
Efectivamente, la paralización o disminución de las obras directas del sector públi-
co y de aquellas realizadas por cuenta de contratistas, por falta de fondos, era cosa de
todos los días. Así, el plan habitacional del Servicio de Seguro Social, una de las princi-
pales iniciativas gubernamentales, corría serio peligro de quedar a mitad de camino en
su realización. Los obreros que prestaban sus servicios en la construcción de diferentes
poblaciones del S.S.S. sumaban alrededor de 4.000110. Las consecuencias de esta ola de
paralizaciones sobre el mercado del empleo eran evidentes. Así los establecía el docu-
mento de Convocatoria de la Federación de la Construcción:
Cerca de 50 mil trabajadores de la industria de la construcción se encuentran sin
trabajo, a través del país, lo que significa el 50% del gremio, a esto debemos agre-
gar que los cesantes no tienen ninguna posibilidad de incorporarse a otras
industrias, puesto que en la mayoría de ellas ocurre lo mismo111.
Frente a esta situación, a fines de marzo el ministro de Obras Públicas gestiona-
ba la suspensión de los desahucios de obreros en las construcciones a cargo del
Servicio de Seguro Social y de la Corporación de la Vivienda, CORVI, en espera de
que aumentara la demanda de personal de parte de las empresas constructoras
privadas112. Sin embargo, cuando esta reabsorción de mano de obra se producía,
normalmente era a costa de los ingresos de los trabajadores. Así lo denunciaba la
Federación de la Construcción:
Como resultado de esta enorme cesantía se ha creado un importante mercado de
mano de obra barata, del que se aprovechan las empresas y contratistas para
pagar miserables salarios por agotadoras jornadas de trabajo…113.

La cesantía en otras áreas


Otro sector en que la falta de trabajo generaba agudos problemas y tensiones
sociales era la minería del carbón. Concentrada en la zona sur del país, principal-
mente en las ciudades de Lota y Coronel, en las proximidades de Concepción, la
industria del carbón vivía las consecuencias de una baja importante en el consumo
interno. Las compañías extractivas tenían, ya desde fines de 1956, sus canchas com-
pletamente llenas de carbón, lo que las llevó a introducir la modalidad de jornadas
de trabajo reducida: tres a cuatro días de trabajo por semana. Una cesantía disfra-
zada pero que, al menos, evitaba la paralización total de la industria carbonífera, lo
que hubiera dejado sin trabajo a 20.000 obreros.

110
Mundo Libre, Santiago, 20/3/57, p. 3.
111
Última Hora, Santiago, 25/3/57, p. 6.
112
El Siglo, Santiago, 23/3/57, p. 5 y El Diario Ilustrado, Santiago, 26/3/57, p. 7.
113
Última Hora, Santiago, 25/3/57, p. 6.

60
Por su parte, el martes 19 de marzo, la Confederación de Empleados Particula-
res de Chile, CEPCH, sostuvo una entrevista con el Presidente Ibáñez para solicitarle
su intervención en la solución de diversos problemas del gremio. El principal de
ellos, era el desempleo. Según informaciones de los dirigentes de la CEPCH, se
estaba dejando cesante un promedio de 1.000 empleados al mes. La causa princi-
pal, sostenían, era que los patrones despedían a sus empleados para así poder
contratar personal nuevo con menores sueldos114.
El gremio de los panificadores, por su parte, entre las razones que tenía para
oponerse al decreto de libre amasijo, estaba la cesantía que su aplicación podía
provocar. Los industriales habían comenzado a despedir obreros profesionales para
reemplazarlos por aprendices a los que pagaban menos salarios. A su juicio, con el
libre amasijo la cesantía podría llegar a un 50% del personal, lo que en el caso de
Santiago significaría 2.500 trabajadores cesantes. En todo el país los panificadores
sumaban alrededor de 16 mil115.
En el caso de los textiles, habría que señalar la denuncia específica de los traba-
jadores del Sindicato General Mixto de la Seda. Según informaciones entregadas a
la prensa por sus dirigentes, en marzo de 1957 existían en el gremio 3.000 trabaja-
dores cesantes y por lo menos 2.000 más trabajando a media jornada116.
Finalmente, no hay que olvidar el caso de los obreros ferroviarios, amenazados
de perder sus trabajos como consecuencia de la fusión de la Dirección de Obras
Ferroviarias, dependiente del Ministerio de Obras Públicas, con el Departamento
de Vías y Obras de la Empresa de Ferrocarriles del Estado117.

Comerciantes ambulantes y suplementeros


Durante el verano de 1957, la Municipalidad de Santiago extremó el control de
los vendedores ambulantes en el centro de la ciudad. El objetivo era, si no eliminar,
al menos disminuir la cantidad de vendedores callejeros. Es así como el sábado 2 de
marzo se efectuó una verdadera “razzia” contra estos comerciantes, quitándoseles
los permisos y patentes que les autorizaban a funcionar. La ofensiva municipal no
solo se realizó en las calles del centro sino también en sectores como Estación Cen-
tral, Mapocho y Matucana. Dirigentes denunciaron la situación y solicitaron una
entrevista con la alcaldesa de Santiago, María Teresa del Canto, la que les fue con-
cedida para el martes 5 de marzo118.

114
El Siglo, Santiago, 20/3/57, p. 5.
115
El Siglo, Santiago, 21/3/57, p. 4.
116
El Siglo, Santiago, 19/3/57, p. 4.
117
Mundo Libre, Santiago, 11/3/57, p. 3 y El Siglo, Santiago, 21/3/57, p. 4.
118
El Siglo, Santiago, 5/3/57, p. 4.

61
Las medidas tomadas por el municipio de Santiago, tendientes a restringir el
comercio callejero, afectaban también al gremio de los vendedores de diarios y
revistas, conocidos como suplementeros o “canillitas”. Un gremio bastante más an-
tiguo, combativo y organizado que el resto de vendedores ambulantes. Por ello fue
que sus dirigentes no dudaron en hacer llegar a la alcaldesa un documento con las
modificaciones que, a su juicio, había que introducir en la reglamentación munici-
pal relativa al comercio en la vía pública. Los suplementeros se quejaban del aumento
del valor de los permisos, así como del crecimiento exagerado del gremio, teniendo
en consideración que la crítica situación económica había repercutido también en
la baja de sus ventas119.
Los suplementeros de Santiago, molestos por el no cumplimiento de los acuer-
dos a los que habían llegado con la alcaldesa, convocaron a una Asamblea General
para el día 20 de marzo en su Hogar Social, ubicado en Arturo Prat 464120. Por su
parte, los vendedores ambulantes continuaron siendo detenidos, perdiendo con ello
su mercadería y debiendo cancelar multas para recobrar la libertad121. La tensión
continuó durante todo el mes de marzo. Efectivamente el número de comerciantes
ambulantes venía en aumento desde 1956, expresándose de esta manera la falta de
puestos de trabajo estables y las agudas condiciones económicas de los asalaria-
dos122. Una vez más, al igual que en otras épocas de la historia nacional, las clases
populares nutrían doblemente el comercio ambulante: ellas eran las que lo ejer-
cían y al mismo tiempo las que consumían sus mercaderías. Se trataba de un mercado
propio, adecuado a sus penurias económicas: una fuente de trabajo y una posibili-
dad de consumo más barato que la del comercio establecido.

4. Las condiciones de vida y el problema de la pobreza


Ya la campaña electoral de comienzos de 1957 había puesto en el tapete de la
discusión el problema de la precariedad en que vivía una parte importante de la
población del país, sobre todo en las grandes ciudades. En efecto, muchos candida-
tos habían denunciado el problema de la falta de viviendas que afectaba a los sectores
populares o la mala calidad de las existentes. Las deficiencias del equipamiento
urbano habían sido también largamente discutidas, al igual que los problemas de
salubridad pública.
Ahora bien, como la mayoría de estos problemas no se producía en el aire sino
en lugares precisos y afectaba a personas concretas, rápidamente la discusión
119
El Mercurio, Santiago, 12/3/57, p. 17 y La Tercera, Santiago, 12/3/57, p. 2.
120
Mundo Libre, Santiago, 18/3/57, p. 5 y El Siglo, Santiago, 20/3/57, p. 5.
121
Mundo Libre, Santiago, 31/3/57, p. 3.
122
Mundo Libre, Santiago, 29/3/57, p. 6.

62
incorporó una referencia a las ‘poblaciones’ y a los ‘pobladores’. Desde antiguo se
hablaba de las ‘poblaciones callampas’, pero crecientemente se las denominaba con
un nombre propio, por ejemplo, ‘población Colo-Colo’ o ‘población Roosevelt’. Con
el término ‘pobladores’ se comenzaba a nombrar al grupo social que habitaba dichas
poblaciones.
Las poblaciones, entonces, pasaron a ser el lugar en que se condensaban los
problemas sociales derivados del crecimiento urbano y de la pobreza y los poblado-
res quienes los padecían. Poblaciones y pobladores que, normalmente, se ubicaban
en las comunas populares y periféricas. En el caso de Santiago, estas comunas se
situaban al norte, al sur y al oeste de la ciudad. Las comunas de mayor composición
popular en 1957 eran: Renca y Conchalí, hacia el norte; Estación, Quinta Normal y
Barrancas, hacia el oeste; y La Granja, San Miguel y La Cisterna, hacia el sur.

La comuna de Barrancas: un caso tipo


Situada al oeste del centro de Santiago, en marzo de 1957 la comuna de Barrancas
contaba con 22 poblaciones. Entre los principales problemas comunales se
encontraban la falta de locomoción, la precaria urbanización de sus poblaciones, la
necesidad de abovedamiento de los canales y acequias que la cruzaban, la falta de
alumbrado público y la carencia de pavimentación y de servicios de alcantarillado.
En efecto, importantes sectores de la comuna no contaban con servicios de transporte
público. Las pocas líneas que servían la comuna no se aventuraban a los sectores
más alejados o, cuando lo hacían, los microbuses partían llenos desde los paraderos
de origen y no lograban satisfacer las necesidades de sus habitantes123. Por su parte,
el problema de la falta de alumbrado público iba asociado al de la delincuencia124.
La falta de escuelas era otro de los problemas de la comuna. Los padres debían
llevar sus hijos a escuelas de Quinta Normal. De allí que los pobladores de El Peumo
hubiesen iniciado, el domingo 24 de febrero de 1957, la construcción de un local
para una escuela propia. En el mes de marzo, la Agrupación Comunal de Pobladores
hacía gestiones para lograr la dotación de profesores que ésta y otra escuela de la
población Las Casas, en el sector del Cerro Navia, requerían125.
En el terreno de la salud, la comuna de Barrancas no disponía, en marzo de 1957,
de un hospital en su sector. De allí que los pobladores aspiraran, por lo menos, a la
ampliación del Sanatorio Lo Franco. El traslado de los enfermos de urgencia era
otro problema muy concreto:

123
El Siglo, Santiago, 1/3/57, p. 6.
124
Id.
125
El Siglo, Santiago, 2/3/57, p. 6.

63
La Municipalidad de Barrancas dispone de una ambulancia que no entra a pobla-
ciones con calles sin pavimento. Como en Barrancas la totalidad de las calles no
tienen pavimento –excepto el camino San Pablo– los pobladores no tienen ambu-
lancia, lo que se agudiza mucho más por la falta de un teléfono…126.
Efectivamente la urbanización de las poblaciones era un problema serio. Mu-
chas veces la venta de los terrenos, o los loteos, era realizada por individuos o
empresas inescrupulosas que entregaban los sitios o las viviendas sin las debidas
obras de urbanización, como la pavimentación y las instalaciones de luz, agua y
alcantarillado127. La comuna de Barrancas, al igual que muchas otras en el Santiago
de la época, era un buen ejemplo de ello.

La falta de viviendas y la acción del Gobierno


No obstante, el principal problema social, en relación a las condiciones de vida
de los chilenos en 1957, era el déficit de viviendas existente. Problema que se tra-
ducía en miles de familias “sin casa”, que sobrellevaban una vida en los límites de
la dignidad humana. En un lenguaje tal vez cargado por la coyuntura electoral,
pero no por ello alejado de la realidad, a fines de febrero de 1957 el FRAP daba la
siguiente imagen del problema:
Un millón 500 mil chilenos vive actualmente en habitaciones insalubres, deba-
tiéndose en la promiscuidad, ahogados por la mugre y aplastados por la miseria.
La población callampa es el sordo grito que denuncia la injusticia, la debilidad y
la ineptitud de nuestra actual democracia. La Legua y Cerro Blanco son dos acu-
saciones irrefutables. El Zanjón de la Aguada y la Población Areneros, son también
dos acusaciones de las cuales no podrá zafarse nuestro régimen. Millón y medio de
chilenos padecen el drama habitacional128.
Más del 20% de la población nacional, entonces, de acuerdo a estas cifras, care-
cería de una vivienda digna. Cubrir este déficit de viviendas tomaría décadas; la
mayoría de las personas no iban a ver solucionado su problema en los plazos que
razonablemente esperaban. La desesperanza, en esas condiciones, era un sentimiento
con base real.
Este problema de orden general se expresaba en casos reales y concretos como
el de las familias sin casa de Carrascal y de San Miguel, que el viernes 1 de marzo se
entrevistaron con el ministro de Tierras y Colonización, Santiago Wilson. En la ocasión
le solicitaron les cediera terrenos fiscales donde poder levantar sus viviendas. En

126
Id.
127
La Nación, Santiago, 15/3/57, p. 5.
128
El Siglo, Santiago, 1/3/57, p. 4.

64
el primer caso, representaban a un grupo de 60 familias que vivían en un insalubre
callejón ubicado en Carrascal 3985, comuna de Quinta Normal. Como solución pedían
se les concedieran unos terrenos fiscales ubicados entre Carrascal y el río Mapocho,
proponiendo un pago a plazo. En el caso de los sin casa de la comuna de San Miguel,
se trataba de 450 familias que solicitaban la entrega de terrenos fiscales ubicados
en la chacra de Lo Ochagavía129.
En todo caso, los organismos oficiales ocupados del problema estaban lejos de solu-
cionar el problema. La Corporación de la Vivienda, por ejemplo, en esos mismos días de
mediados de marzo era objeto de una dura crítica por el retraso que experimentaba el
proceso de clasificación de las 20 mil familias santiaguinas que estaban postulando a
casas de la Corporación. Proceso de clasificación importante porque de las 20.000 soli-
citudes solo serían satisfechas 3.500, correspondientes a las casas disponibles por la
CORVI. Como otro signo de la ineficacia de la CORVI, se señalaba que en el año 1956
esta corporación había iniciado la construcción de menos de 100 casas130.
La Agrupación Nacional de Pobladores, por su parte, denunciaba que la CORVI
llevaba más de tres años tramitando a un grupo cercano a las 3.000 familias de San
Miguel y La Cisterna, al que le habían prometido la entrega de sitios. En San Miguel
había, además, un grupo de 500 “familias agregadas”, tanto en la población La Legua
como en la población Germán Riesco. ‘Agregadas’, en el sentido de que no tenían
donde vivir y se sumaban a las viviendas existentes. Estas familias de San Miguel
planteaban la entrega de sitios en la Chacra Lo Valledor. Las familias de La Cisterna
pedían sitios de la Chacra Clara Estrella, de Lo Ovalle. La inoperancia de los
organismos estatales, como la CORVI, había hecho –a juicio de la Agrupación– que
muchos pobladores debieran recurrir a la “toma de sitios” para poder instalar una
modesta vivienda131.
Por su parte, el ministro de Obras Públicas, a fines de marzo, realizó una serie
de reuniones con el fin de reestructurar el Plan Nacional de Viviendas. Tras consul-
tar a los directivos de las Cajas de Previsión y al gerente del Banco Central, el
ministro, general en retiro Eduardo Yáñez, anunció la construcción de 50.000 casas
en los próximos dos años132.

Los distintos rostros de la pobreza


Llegó a nuestra redacción: lucía 42 vividos años, repartidos entre la población
callampa, su infancia en el Norte Chico y el lavado en la pileta verdosa del Barrio
129
El Siglo, Santiago, 3/3/57, p. 8.
130
El Siglo, Santiago, 23/3/57, p. 5.
131
Id.
132
La Nación, Santiago, 31/3/57, p. 2.

65
Pila. Me indicó su nombre, mientras su mirada se posaba casi inconscientemente
en la pequeña que se asía a su mano derecha. Petronila del Carmen Aguilera. Un
nombre con recuerdo de campo, de pobreza, de vida un poco dispersa entre el
trabajo y los sueños perdidos.
–Tengo 9 hijos. Y Pedro está sin trabajo hace 4 meses, –explicó como llenándose de
la imagen esmirriada del hombre que compartía la ley y la pieza con ella–. Uste-
des saben cómo están las cosas. Y ya no sé qué hacer –se llevó la vista hacia el
vientre abultado por un nuevo embarazo.
Petronila tiene una faz pálida. En su rostro aparecen sumadas muchas horas de
amargura, de hambre, de vigilia y de partos. Sus ojos denotan palidez y la pena
inmensa de no poder ofrecer nada a sus ‘pobres niños’, como ella los llama. Petronila
tomó un poco de aire antes de continuar:
–Venía a pedir trabajo para mi marido –me explicó ansiosa133.
Así relataba, en marzo de 1957, un periodista del diario Mundo Libre su encuen-
tro con una de las tantas personas que llegaban al periódico demandando ayuda
para enfrentar sus problemas. Los diarios, revistas y radios de la época cumplían
una verdadera función social, sea acogiendo y difundiendo algunas de estas deman-
das individuales o bien haciendo públicas denuncias colectivas o injusticias
evidentes.
Fue el caso, por ejemplo, del Comité Pro Adelanto de la Población San Ramón,
de la comuna de La Cisterna, que a comienzos del mes de marzo denunciaba el
ataque de que habían sido objeto dos muchachas por parte de un grupo de 20 indi-
viduos que venían saliendo de una ‘quinta de recreo’ del sector. Se trataba de un
caso más, fruto de la proliferación de prostíbulos y lugares de diversión de dudosa
reputación en la comuna. A la fecha existían 17 ‘quintas de recreo’, las que conta-
ban con la anuencia del municipio. Los pobladores denunciaban que sus propietarios
estaban incursionando en la política activa, con lo cual veían acrecentado su po-
der134. A fines de marzo, el Comité Pro Adelanto de San Ramón volvió a denunciar
sus problemas, destacando entre ellos la especulación que comerciantes del sector
hacían con los artículos de primera necesidad, la falta de escuelas y el exceso de
‘quintas de recreo’135.
O la situación de la población Vicente Navarrete, antiguo grupo habitacional
creado a fines de los años treinta y que cobijaba 10 mil habitantes. Se situaba en los
límites de las comunas de Santiago y San Miguel y se extendía desde la calle Pintor

133
Mundo Libre, Santiago, 5/3/57, p. 6.
134
El Siglo, Santiago, 3/3/57, p. 10.
135
El Siglo, Santiago, 31/3/57, pp. 8 y 9.

66
Cicarelli hasta el Zanjón de la Aguada. En su época había sido el “orgullo” del
sector, pero en 1957 estaba convertida “en inmundos basurales” y librada a merced
de “vandálicos trasnochadores de mal vivir”, de acuerdo a un reportaje realizado
por el diario La Tercera, a mediados de marzo. La decadencia de la población se
había producido, a juicio de sus habitantes, por la proliferación de poblaciones ca-
llampas en sus alrededores. A los problemas de salubridad y malos olores que
producían los basurales que la rodeaban, ya que las inmundicias eran levantadas
solo cada seis o siete días, se sumaba la delincuencia136.
Efectivamente, las riberas del Zanjón de la Aguada –que cruzaba varias comu-
nas de la zona suroeste de Santiago– desde hacía varios años se habían convertido
en lugar de instalación de precarias viviendas populares. Sobre todo en el tramo
del zanjón que iba desde Vicuña Mackenna hasta la altura de Las Rejas y que en
esa época corría a rajo abierto. Convertido en uno de los sectores de mayor pobreza
en Santiago, era foco permanente de epidemias, accidentes, incendios y delincuen-
cia. El Zanjón de la Aguada parecía concentrar –en esa época y por muchos años
más– todos los males sociales que se derivaban de la marginalidad y la falta de
recursos.
La zona norte de la ciudad no escapaba tampoco a los problemas de pobreza
urbana. Tal era el caso, por ejemplo, de la ampliación de la población Recabarren,
en la comuna de Renca, la que enfrentaba necesidades como la construcción de
defensas para protegerse del río Mapocho, la extensión de la red de agua potable, la
supresión del colector que desaguaba en ese sector y la falta de escuela137.
Otra expresión de la pobreza y de la falta de viviendas era la existencia en
Santiago de las llamadas “hospederías”, lugares en los que a un bajo precio se ofrecía
alojamiento a personas de pocos recursos que no contaban con un domicilio fijo.
Sin embargo, estos establecimientos eran normalmente rechazados por los vecinos
de los barrios en que se ubicaban138.
Un problema que alcanzó gran notoriedad en la época fue el de los “lanzamien-
tos”. En efecto, los desalojos de inquilinos que no podían pagar sus arriendos se
hicieron frecuentes. Los arrendatarios tenían dificultades para hacer respetar las
disposiciones legales respecto a las alzas que podían experimentar los arriendos.
La ley de reajustes 12.432, en vigencia desde enero de 1957, autorizaba un alza del
5% para los arriendos más un 4,2% por diferencia de contribuciones, lo cual daba
un total máximo de 9,2%. Sin embargo, los arrendatarios denunciaban, en el mes de
marzo, presiones de los propietarios para imponer aumentos muy superiores. Estas

136
La Tercera, Santiago, 18/3/57, p. 7.
137
El Siglo, Santiago, 25/3/57, p. 1.
138
El Diario Ilustrado, Santiago, 14/3/57, p. 5.

67
denuncias estaban siendo procesadas por el servicio jurídico del Frente Nacional
de la Vivienda e iban a ser presentadas al ministerio de Economía139.
Por último, otra dimensión de la pobreza cobraba realidad en el problema de la
alimentación. La falta de trabajo, los bajos salarios, los aumentos de precios y las
precarias condiciones de vida se traducían en una deficiente nutrición infantil. Una
reciente encuesta realizada por el Servicio Nacional de Salud, acogida por la Direc-
ción General de Educación, mostraba un “desastroso estado físico” en la infancia
de la época. Del total de alumnos encuestados por el S.N.S., surgían los siguientes
porcentajes de desnutrición: 60% desnutridos orgánicamente; 54% desnutridos en
proteínas; 98% desnutridos en calcio; 43% en fierro; 91% en vitamina A; un 96% en
vitamina B1; y un 85% desnutridos en vitamina C. De acuerdo a esta misma encues-
ta, el 60% del alumnado primario estaba por debajo de su talla normal; el 65%
registraba un peso también bajo lo normal; el 42% presentaba falta de glóbulos
rojos; el 19% falta de hemoglobina; el 13% presentaba encías esponjosas y sangran-
tes; y un 89% poseía una dentadura enferma140.

5. Actores y organizaciones sociales


Como hemos visto, los distintos problemas de carácter social que cruzaban la
sociedad chilena a comienzos de 1957, involucraban grupos sociales muy concretos:
trabajadores, pobladores, estudiantes, mujeres. Grupos que, a pesar de ser dura-
mente golpeados por la pobreza, la cesantía o los bajos salarios y estar muchas
veces desprotegidos legalmente, intentaban desarrollar estrategias para enfrentar
sus problemas. Es así como determinadas iniciativas y la existencia de organizacio-
nes contribuían a darles mayor presencia como actores sociales.
El caso más elocuente eran los trabajadores y el movimiento sindical: la nego-
ciación, la huelga y el sindicato eran los instrumentos a través de los cuales se
proyectaban socialmente y defendían sus intereses. Un movimiento obrero con una
larga tradición histórica, constituía una base sólida para el sindicalismo de la épo-
ca, a la que se sumaba la existencia de la CUT, desde 1952. No obstante, se trataba
de un movimiento sindical con claras limitantes. Los pobladores, por su parte, un
actor social nuevo y por tanto sin la tradición histórica ni el peso organizacional de
los trabajadores, daban sus primeros pasos a través de iniciativas reivindicativas y
la creación de diversas organizaciones. Los estudiantes universitarios, por último,
eran un tercer actor organizado. La existencia de la Federación de Estudiantes de
Chile, FECH, desde los años veinte y con una larga historia de luchas comunes con
el movimiento obrero, les daba relevancia social y política.
139
El Siglo, Santiago, 21/3/57, p. 4.
140
Revista Vistazo, N° 238, 12/3/57, p. 3.

68
CUT: tres problemas puntuales y uno permanente
De acuerdo a las informaciones de prensa, en marzo de 1957 la Central Única de
Trabajadores enfrentaba tres problemas concretos en relación a su condición de
principal organización de los trabajadores, a saber: un proceso judicial que afecta-
ba a sus dirigentes máximos; conflictos internos con un sector de orientación
anarquista; y una ofensiva de la prensa de derecha en su contra. Veamos, somera-
mente, cada uno de estos problemas.
El fracasado paro nacional de enero de 1956 significó no solo un gran traspié
para la CUT en su capacidad de movilización, sino también le costó un proceso
judicial contra sus principales dirigentes, acusados por infracción a la ley de De-
fensa Permanente de la Democracia. Un año más tarde, el proceso aún continuaba y
pesaba sobre los líderes de la CUT una primera sentencia que los condenaba a
penas de relegación y multas. Así, a comienzos de abril, serían confirmadas las pe-
nas de relegación contra Clotario Blest y Baudilio Casanova, presidente y secretario
general de la CUT, respectivamente. Ambos fueron condenados a tres años y un día
de relegación; el primero a la ciudad de Molina y el segundo a San Carlos.
Respecto al segundo problema de la CUT, el de los conflictos con sectores anar-
quistas en su seno, habría que recordar que se trató de un problema derivado del
supuesto compromiso político de la CUT con el FRAP. En efecto, durante la campa-
ña electoral de 1957 la corriente anarco sindicalista, presente desde los orígenes de
la CUT, acusó a su directiva, compuesta principalmente de socialistas y comunistas,
de apoyar a los candidatos ‘frapistas’ y de romper con ello su independencia gre-
mial. Este grupo estaba encabezado por el dirigente de la Federación del Cuero y el
Calzado Ernesto Miranda, y por otros dos miembros del Consejo Directivo Nacio-
nal: Héctor Durán y Ramón Domínguez141. Los sectores falangistas, que podrían
haberse sumado a la protesta de los anarquistas, generando en ese caso un proble-
ma mayor, no lo hicieron. Por el contrario descalificaron la “torpe actitud” de los
consejeros anarquistas142. Finalmente, el Consejo Directivo Nacional determinó la
expulsión de Miranda, Domínguez y Durán, acusándolos de “actividades divisionis-
tas y de abierta traición a la clase trabajadora”143.
Tercer problema: la ofensiva de la prensa de derecha. Efectivamente, sectores
de la derecha política, a través de sus órganos de prensa, aprovecharon el conflicto
de la CUT con los anarquistas para reanudar una crítica antigua: el supuesto con-
trol marxista de la central sindical. Se especulaba que a la salida de los anarco

141
Sobre las reacciones entre los trabajadores del cuero y el calzado y otros, ver: El Siglo, Santiago,
2/3/57 y 16/3/57, p. 4 y La Tercera, Santiago, 15/3/57, p. 3.
142
Ver: El Siglo, Santiago, 1/3/57, p. 5.
143
El Siglo, Santiago, 16/3/57, p. 5 y 21/3/57, p. 4.

69
sindicalistas seguiría la de los sectores falangistas, radicales y otros independien-
tes144. La “desintegración” de la CUT, anunciada por la derecha, vendría a poner en
su lugar lo que no habría sido sino una “ficción” desde su fundación. Una ficción
creada y sostenida por la habilidad con que “los agentes del comunismo internacio-
nal” habrían manipulado el natural interés unitario de los trabajadores. Desde el
periódico Las Últimas Noticias, por su parte, se alentaban las supuestas diferencias
entre el sector socialcristiano y la directiva de la CUT, así como el efecto negativo
que sobre ésta tendrían los resultados electorales. El punto principal de crítica
continuaba siendo la adhesión mayoritaria de la CUT al FRAP145.
Estos tres problemas puntuales hacían que la CUT atravesara, en marzo de 1957,
un momento de particular debilidad. Lo cual también se había visto reflejado en la
ausencia de tentativas de realizar un paro nacional a comienzos del año, como era
la tradición desde 1954.
Había, sin embargo, un cuarto problema para la CUT, pero de orden más perma-
nente: la vigencia de una legislación que coartaba la libertad sindical. Se trataba,
en efecto, de las llamadas “inhabilidades sindicales”: facultad que tenía el Gobier-
no de inhabilitar candidatos a dirigentes sindicales si eran acusados de ser
comunistas. Ello, en virtud de la ley de Defensa Permanente de la Democracia y del
Decreto 4.161 del Ministerio del Interior, conocido también como la circular Koch-
Yáñez146. A marzo de 1957, el número de dirigentes sindicales inhabilitados variaba,
según las informaciones, entre 3.500 y 4.000. La mayoría de ellos correspondía a
dirigentes que militaban o se identificaban con los partidos de izquierda de la épo-
ca, pero los había también independientes, radicales y falangistas. Entre estos
últimos, por ejemplo, se contaban no menos de 400 dirigentes sindicales inhabilita-
dos. Esto correspondía, a juicio de unos y otros, a una política intencionada del
Gobierno por debilitar sistemáticamente, si no destruir, la organización sindical
existente147.
Esta dura realidad sindical es la que debe haber llevado a la CUT a concentrar
parte de sus esfuerzos en obtener la derogación de la Ley de Defensa de la Demo-
cracia y, por consiguiente, del decreto Koch-Yáñez. En efecto, apenas pasada la
elección parlamentaria del 3 de marzo, la CUT inició una ofensiva hacia los parti-
dos populares para que dieran cumplimiento a sus plataformas electorales148.

144
El Mercurio, Santiago, 2/3/57, p. 3.
145
Las Últimas Noticias, Santiago, 7/3/57, p. 5, 11/3/57, p. 2 y 18/3/57, p. 2.
146
Para conocer un caso concreto de este procedimiento, ver reportaje en: El Siglo, Santiago, 21/3/57, p. 3.
147
El Siglo, Santiago, 24/3/57, p. 5.
148
Texto de la carta en: El Siglo, Santiago, 13/3/57, p. 4.

70
Organizaciones y acciones de los pobladores
Mucho menos desarrolladas que las sindicales, en esos años comenzaban a emer-
ger las primeras organizaciones ‘poblacionales’. A nivel nacional, existían la
Agrupación Nacional de Pobladores, el Frente Nacional de la Vivienda y la Asocia-
ción Nacional de Juntas de Vecinos de la CORVI. A nivel de base, existía una gran
variedad de organizaciones o asociaciones que reunían a los pobladores. Entre ellas,
las más conocidas eran las juntas de vecinos, pero existían también los comités de
pobladores, comités de arrendatarios, las familias sin casa, los compradores de si-
tios a plazo, los ‘mejoreros’ y los comités pro-adelanto local. La más activa, sin
embargo, era la Agrupación Provincial de Pobladores de Santiago. Esta agrupación
tenía, a su vez, correspondencia comunal existiendo numerosas agrupaciones comu-
nales de pobladores, como la ya mencionada de Barrancas, la de Quinta Normal y
otras. La agrupación de Barrancas, por ejemplo, reunía 16 poblaciones de la comu-
na en las que habitaban un total de 28.000 pobladores149.
La movilización contra las alzas fue una de las iniciativas que, en marzo de 1957,
aparecen tomando las organizaciones poblacionales. Es así como el martes 5 de
marzo en la población Zelada, en la comuna de Quinta Normal, se realizó un mitin
para protestar contra el alza del pan y otros productos de consumo popular. El acto
fue violentamente interrumpido por las fuerzas de Carabineros que, movilizadas en
gran cantidad, llegaron en dos camiones al lugar 150.
Llamados a protestar contra las alzas realizaron también la Unión de Mujeres de
Renca, durante su asamblea del martes 19 de marzo y el consejo directivo de la
Agrupación Comunal de Pobladores de Barrancas, el viernes 22. Los habitantes de
Renca y de Barrancas querían así protestar contra el alza de la leche y del transporte151.
Sin embargo, los problemas que más preocupaban a los pobladores eran los relacio-
nados con el tema de la vivienda. Por ello, la Agrupación Provincial de Pobladores estaba
preparando su V Congreso para los días 29, 30 y 31 de marzo en Santiago. Entre los
temas que trataría el Congreso estaban el problema habitacional; la aplicación y refor-
mas a la legislación vigente; la urbanización de las poblaciones; y las poblaciones ilegales.
Aunque también abordarían el problema alimenticio y sanitario; el problema educacio-
nal; y el de la locomoción152. En particular, a los pobladores les preocupaba la “ofensiva”
de los ‘loteadores’ de sitios, que a través de subterfugios alzaban los precios convenidos
en las promesas de venta, negándose a entregar los títulos de dominio153.

149
El Siglo, Santiago, 23/3/57, p. 4.
150
Mundo Libre, Santiago, 7/3/57, p. 12.
151
El Siglo, Santiago, 21/3/57, p. 4 y 23/3/57, p. 4.
152
El Siglo, Santiago, 16/3/57, p. 8, 21/3/57, p. 4, 24/3/57, p. 12 y Última Hora, Santiago, 27/3/57.
153
El Siglo, Santiago, 24/3/57, p. 12.

71
El Frente Nacional de la Vivienda, por su parte, estaba organizando una conven-
ción para el mes de abril, en la que se proponía “enjuiciar la política general de la
CORVI”, revisando el cumplimiento de diversas leyes y decretos154. Por último, la
Asociación Nacional de Juntas de Vecinos de la CORVI también comenzó a organi-
zar, a fines de marzo, un Congreso de las Poblaciones de la CORVI, programado para
los meses siguientes155.

La Federación de Estudiantes de Chile, FECH


El 9 de enero de 1957, el Comité Ejecutivo de la FECH había acordado iniciar
una campaña en contra de las alzas que el Gobierno venía implementando, en par-
ticular contra la anunciada alza del transporte colectivo. Fue así como se inició una
serie de movilizaciones en el centro de Santiago; con mucho entusiasmo la FECH
intentó contrarrestar el natural reflujo de los meses de verano: mal que mal, los
estudiantes estaban de vacaciones.
El punto más alto se logró a fines de enero y comienzos de febrero cuando, por
espacio de una semana, las movilizaciones y los enfrentamientos con la policía se
sucedieron casi diariamente. Coincidiendo con la suspensión del alza de la locomo-
ción anunciada en enero, las movilizaciones decayeron durante febrero. Sin embargo,
la regularidad de los mítines así como el hecho de que a comienzos de ese mes
hubiese resultado muerto un trabajador detenido en el curso de una de estas mani-
festaciones, hicieron que a pesar del receso veraniego se notara una presencia de la
FECH en las calles156.
La debilidad del movimiento tuvo que ver también con problemas internos a la
Federación. Desde fines de 1956, la presidencia de la organización estaba en manos
de un falangista, el estudiante de medicina Eduardo Moraga Cuadra. Con la elección
de Moraga y la de su predecesor se había roto un largo predominio de la izquierda
y de los radicales en la presidencia de la FECH; sin embargo, en el Comité Ejecutivo
estas fuerzas seguían siendo mayoría. Pues bien, Moraga, durante el mes de enero,
habiéndose iniciado ya la “vigorosa ofensiva” contra las alzas, solicitó “por
justificadas razones de orden personal” permiso para dejar temporalmente su cargo.
El Comité Ejecutivo lo autorizó y en su reemplazo asumió la presidencia el dirigente

154
El Siglo, Santiago, 23/3/57, p. 5.
155
Clarín, Santiago, 28/3/57, p. 7; El Siglo, Santiago, 28/3/57, p. 5 y Última Hora, Santiago, 28/3/57, p. 11.
156
El obrero Manuel Rojas, detenido el 7 de febrero por Carabineros, murió a pocas horas de ser libera-
do, tras haber sido internado en la Posta Central. Existieron fundadas sospechas de que el motivo
hubiesen sido los golpes recibidos durante la detención. Sobre este incidente y las movilizaciones
estudiantiles, ver: Salazar, Gabriel, Violencia política popular en las ‘grandes alamedas’, Ediciones SUR,
Santiago, 1990, pp. 261-264.

72
radical Julio Stuardo González, quien, simultáneamente, era candidato a diputado
para las elecciones del 3 de marzo157. Esto, obviamente, molestó a falangistas y libe-
rales de la FECH, al igual que el hecho de que el Comité Ejecutivo hubiese adherido
públicamente a la proclamación de los candidatos del FRAP. Por último, para
completar el cuadro de conflictos, sectores de la FECH iniciaron una campaña en
contra de Moraga acusándolo de eludir sus responsabilidades, suponiéndole que
había huido “atemorizado” de la represión de que habían sido objeto los estudiantes
en sus manifestaciones callejeras. Para ello, se utilizó las páginas del órgano de
difusión de la FECH, el periódico Claridad.
Estos hechos dieron motivo a una extensa declaración pública de parte de Eduar-
do Moraga, al reasumir sus funciones a fines de febrero. En ella, acusaba al resto
del Comité Ejecutivo de haber desvirtuado el movimiento contra las alzas, dándole
“un marcado tinte político y electorero” y a Julio Stuardo de haber aceptado la
nominación de presidente interino de la FECH a pesar de estar “inhabilitado mo-
ralmente” por ser candidato a diputado por el Partido Radical. Moraga concluía su
declaración afirmando que todos estos hechos, de parte de sus opositores, no res-
pondían sino “al afán, no logrado, de curarse de la derrota sufrida en las urnas
universitarias”158.
Ciertamente existía un conflicto político, derivado de tener que compartir en-
tre grupos políticos diferentes la dirección de una organización tan importante159. A
la alta politización de los dirigentes radicales y de izquierda, se sumaban las carac-
terísticas de Eduardo Moraga: un joven estudiante sin mayor trayectoria ni formación
política y que las circunstancias lo habían hecho llegar a la presidencia de la FECH160.
¡Qué más incomprensible para un estudiante socialista o comunista de la época,
que el presidente de la FECH pida vacaciones justo cuando se está impulsando una
ola de movilizaciones!
Una semana después de que el conflicto interno de la FECH hubo alcanzado su
punto más álgido, su presidente se entrevistaba con el rector de la Universidad de
Chile y obtenía la mantención de los mismos valores de 1956 para las matrículas de
1957161. Una buena noticia para los estudiantes de la Universidad de Chile y un

157
Mundo Libre, Santiago, 3/3/57, p. 1.
158
Texto completo en: La Unión, Valparaíso, 2/3/57, p. 5.
159
En la época, la FECH representaba a 14.000 estudiantes de la Universidad de Chile de Santiago y de
Valparaíso, sin embargo ejercía un liderazgo gremial y político sobre el conjunto de los estudiantes
del país.
160
Tal como nos fue confirmado por el propio Moraga y otros compañeros, estudiantes y dirigentes de la
época, al ser entrevistados para esta investigación. En la época, el periodista Luis Hernández Parker
lo definió como “el tímido, inexperto y falangista presidente de la FECH”.
161
Las Últimas Noticias, Santiago, 8/3/57, p. 20 y El Siglo, Santiago, 11/3/57, p. 5.

73
buen punto ganado por aquellos sectores que enfatizaban en el carácter gremial y
reivindicativo de la Federación.
Pero el ‘alma política’ de la FECH no tardaría en reaparecer. Los estudiantes
chilenos fueron fuertemente impactados por los sucesos de La Habana, del 13 de
marzo de 1957, en que la sede del Gobierno, con Batista en su interior, fuera ataca-
do por un grupo de jóvenes armados, principalmente estudiantes. En los hechos
murieron 40 de los atacantes, entre los cuales se encontraba el presidente de la
Federación de Estudiantes de Cuba, que no hacía mucho había visitado Chile. La
FECH no tardó en reaccionar y el 15 de marzo emitió una declaración pública adhi-
riendo a la “heroica actitud” de los estudiantes cubanos y a “su lucha por la causa
de la libertad y de la democracia”162. Luego, la Federación citó a una Asamblea para
el día 21 de marzo en su local de Alameda, para posteriormente ir a protestar frente
a la sede de la Embajada de Cuba, situada en calle Santa Rosa N° 55, a escasos
metros del local de la FECH163.
Aparte de estas actividades, durante el mes de marzo de 1957 los estudiantes
organizados en la FECH siguieron participando en acciones de protesta contra las
alzas, en conjunto con otros actores sociales.

Los Comandos contra las Alzas


Desde fines de 1956 venía funcionando en Santiago un Comando Provincial con-
tra las Alzas, compuesto principalmente por la FECH, la CUT provincial y la
Agrupación Provincial de Pobladores. Los más dinámicos y entusiastas habían sido
los estudiantes y, por lo tanto, la actividad del comando había seguido un poco el
ritmo estudiantil. De allí que a comienzos de marzo se hayan dado cita obreros,
estudiantes y pobladores para “reactivar la lucha contra las alzas”: una reunión del
comando provincial fue convocada para el miércoles 6 de marzo, para revisar el
trabajo realizado y adoptar nuevos acuerdos. La idea era poner en marcha un plan
de reuniones en sindicatos y barrios populares, con el fin de que se crearan comités
de base que pudieran denunciar el encarecimiento de los alimentos, así como fisca-
lizar a los comerciantes que pudiesen verse tentados por la especulación164.
A mediados de marzo el Comando Provincial hizo un llamado público, “al pue-
blo”, a “mantenerse en lucha permanente” para oponerse al encarecimiento del
costo de la vida165. La tarea del Comando Provincial contra las Alzas era definida en
los siguientes términos:
162
El Siglo, Santiago, 16/3/57, p. 5.
163
Mundo Libre, Santiago, 22/3/57, p. 3; El Siglo, Santiago, 22/3/57, p. 1 y 22/3/57, p. 1.
164
Última Hora, Santiago, 5/3/57, p. 6.
165
Este llamado fue difundido en: El Siglo, Santiago, 16/3/57, p. 4 y Mundo Libre, Santiago, 18/3/57, p. 3.

74
Este organismo no persigue otro objetivo que el de detener las alzas y su misión
consiste en organizar a la población de Santiago para combatir este flagelo que
sufren los bolsillos del pueblo. En forma inmediata, plantea la lucha contra el
alza de la locomoción; contra el alza de la electricidad que está planteando la
compañía que explota este servicio; la derogación del impuesto a la compraventa
e impedir la aplicación de nuevos impuestos166.
Con el propósito de crear un movimiento permanente contra las alzas, el coman-
do se planteaba una acción que involucrara barrios, poblaciones, sindicatos, partidos
políticos, organizaciones gremiales, deportivas, femeninas y juveniles; todas las
organizaciones de Santiago eran invitadas a participar del Comando Provincial con-
tra las Alzas.
Fruto de esta dinámica, más cercana a la voluntad que a la realidad, es que a lo
largo del mes de marzo se sucedieron distintas manifestaciones contra las alzas,
como las que hemos mencionado en Renca o en la población Zelada y otras. Se
trató, sin embargo, de manifestaciones pequeñas, locales y esporádicas. Difícil era,
entonces, presagiar la irrupción social que sacudiría al país a fines del mes de mar-
zo y comienzos de abril.

6. Elementos de síntesis y de interpretación


Las deficiencias que el sistema educacional chileno mostraba promediando la
década del 50 –a pesar del esfuerzo hecho por el Estado para extender la educación
primaria– nos hablan de un país cruzado por profundas diferencias sociales. La
baja tasa de escolaridad y las carencias de infraestructura reflejan los aspectos
estructurales del problema. La falta de matrículas y el alto costo de los útiles esco-
lares y de los uniformes expresan las penurias concretas que se vivían en 1957, al
momento del inicio del año escolar.
El impacto que las políticas de rectificación económica habían tenido sobre los
salarios, no hacía sino agudizar los problemas económicos de parte importante de
la población. En marzo de 1957, la mayoría de los conflictos laborales tenían casi
por único objeto lograr la aplicación de un magro reajuste legal de 30%. Otros,
buscaban simplemente el pago de salarios o beneficios atrasados. Lejos estaba la
posibilidad de lograr objetivos mayores. La explicación hay que buscarla en el debi-
litamiento de los conflictos laborales como mecanismo de solución de los problemas
de los trabajadores, que se venía observando desde fines de 1955.
La cesantía –fuese en el norte con la crisis del salitre, en el sur con la del carbón
o en las ciudades con la caída de la construcción– aparece como la principal amenaza.
166
El Siglo, Santiago, 16/3/57, p. 4.

75
Para los trabajadores, como resultado de la pérdida del empleo; para algunos
empresarios, como consecuencia de la crisis de sus industrias; y para el fisco, como
resultado de su creciente insolvencia. El aumento de los vendedores ambulantes en
Santiago es el ejemplo más nítido de una sobrevivencia amenazada por la falta de
trabajo y por salarios insuficientes.
La pobreza es uno de los elementos centrales del cuadro social de marzo de
1957. Domina buena parte de la vida urbana. Las poblaciones callampas y los po-
bladores han ido circundando las grandes ciudades. Falta de viviendas, insalubridad,
delincuencia, falta de servicios básicos, mendicidad, desalojos, forman parte, entre
otros, del circuito de la pobreza. Un circuito al cual se entraba casi imperceptible-
mente al ritmo de una degradación cotidiana y del cual no se salía sino en plazos
que se medían en décadas y con soluciones que requerían inversiones millonarias.
En términos de actores sociales, marzo de 1957 nos muestra un movimiento
sindical enfrentado a problemas importantes, como el ser objeto de una sistemática
voluntad de debilitamiento de parte del Gobierno y de la derecha. Un movimiento
de pobladores sentando sus primeras bases identitarias y organizativas. Y, finalmente,
un movimiento estudiantil altamente politizado y sensible a los problemas sociales
y con una importante capacidad de movilización. Los estudiantes de 1957 eran un
buen vocero de las tensiones que recorrían a la sociedad chilena de la época.
Por último, el cuadro social que hemos dibujado nos muestra la existencia de
una atención especial al problema de la carestía de la vida y de las alzas de precios
en particular. Reflejo de ello son los comandos contra las alzas, organizaciones más
testimoniales que reales, pretendidos pilares de un movimiento de protestación,
como sus impulsores lo soñaban.
Así, marzo de 1957 nos muestra cómo se habían ido construyendo y se expresa-
ban las diferencias sociales en el país. ¿Fruto de las injusticias de un sistema o
producto del insuficiente desarrollo nacional? De cualquier modo, lo cierto es que
en Chile existía un conflictivo trasfondo social, del cual los debates políticos y eco-
nómicos más relevantes de la época no siempre daban cuenta. Una conflictividad
social que, en ausencia de otros canales, aprovecharía la primera oportunidad para
expresarse.

76
CAPÍTULO 3
IRRUPCIÓN DE LA PROTESTA SOCIAL

1. Antecedentes
El tema de las tarifas de la locomoción colectiva estaba presente en el debate
público desde hacía varios meses. Los empresarios de microbuses venían reclamando
desde 1956 un aumento en el valor de los pasajes ya que consideraban que sus
costos se habían elevado hasta dejar obsoletas las tarifas vigentes. Éstas se habían
reajustado, por última vez, en septiembre de 1955. Los valores del pasaje en Santiago,
a partir de entonces, eran de $7 para los micros y de $10 para los “expresos”167.
En julio de 1956, el Gobierno había realizado estudios sobre los costos de opera-
ción de micros y expresos, llegando a la conclusión de que la tarifa escolar debería
ser de 2 pesos 41 centavos y que la tarifa corriente se empinaría por sobre los 12
pesos. En ese momento, para evitar el alza, se impuso el criterio de bonificar el
precio de la bencina. Es así como, a partir de mediados de 1956, los autobuseros
podían obtener dicho combustible a $19,42 el litro. Las tarifas de $7 y $10 se mantu-
vieron, a condición de que efectivamente los expresos no llevaran pasajeros de pie.
Pero, a poco andar, ya casi no existían micros, todos habían llegado a ser expresos y
ninguno, por cierto, se contentaba con transportar solo pasajeros sentados168. Es así
como, en general, existía la impresión de que los empresarios de la locomoción
colectiva, a pesar de sus quejas, hacían un buen negocio.
En noviembre de 1956, la Cámara de Diputados dio a conocer un completo estudio
sobre el problema de la locomoción colectiva en Santiago. Como soluciones inme-
diatas, se proponía limitar y normar el ingreso de la locomoción colectiva al centro;
la reorganización de la Empresa de Transportes Colectivos del Estado, ETCE; y la
creación de una sola asociación gremial de empresarios particulares, que

167
Los “expresos” surgieron durante el año 1954., cuando se fijó una cuota de expresos que llegaba
más o menos al 40% del total de las máquinas en circulación, estableciéndose que cobrarían una
tarifa más alta que la de los micros, pero sin llevar pasajeros de pie. Con el tiempo estas disposi-
ciones no se respetaron: los micros se transformaron en expresos, sin respetar la cuota de 40%, y
éstos pasaron por alto la prohibición de llevar pasajeros de pie.
168
Última Hora, Santiago, 12/3/57, pp. 6 y 11.

77
representara sus peticiones y afrontara la necesaria renovación de sus máquinas. A
largo plazo, se proponía la creación de una Corporación Nacional de Tránsito y
Transportes Colectivos, que reuniera todas las facultades en ese momento dispersas
en distintos organismos; la creación de un Seguro del Tránsito para el caso de
accidentes; y la construcción en Santiago de un ferrocarril subterráneo. Respecto a
las tarifas, la comisión de la Cámara concluía que no debían aumentarse las tarifas
“mientras no se proporcione un servicio mejor”169. No obstante, este informe no fue
tomado en cuenta. Los dueños de autobuses mantuvieron sus reivindicaciones y
bajo estas presiones el Gobierno llegó a aprobar un alza de la locomoción, en enero
de 1957.
Sin embargo, como ya se ha dicho, el alza fue rechazada por la Contraloría General
de la República, por sobrepasar el límite del 25% de alza autorizado por el artículo
9 de la Ley 12.432, y el Gobierno resolvió crear una nueva comisión de estudio, la
que quedó a cargo del ministro del Interior coronel Benjamín Videla, quien trabajó
afanosamente los meses de febrero y marzo de 1957. Sin saber –por cierto– que sus
resultados desencadenarían, a la postre, una crisis de alcance nacional.

2. Crónica de un alza anunciada


Ya en el Consejo de Gabinete realizado el 28 de febrero, al ministro Videla le
correspondió dar cuenta de los avances del trabajo de la comisión. Si bien no hubo
información oficial sobre los valores de las nuevas tarifas, trascendió que –de acuerdo
a los estudios– éstas podrían ser de $12 para los vehículos anteriores a 1951 y de
$15 para los más modernos y que reunieran condiciones de seguridad, comodidad e
higiene inherentes al servicio que prestaban170. El rumor de estas posibles nuevas
tarifas generó reacciones inmediatas, sin satisfacer a los empresarios ni a los
pasajeros171.
Los dirigentes del Sindicato General Profesional de Dueños de Autobuses de
Santiago ya habían hecho llegar al Presidente Ibáñez un oficio, con fecha 27 de
febrero, en el que le exponían una vez más sus reivindicaciones. Uno de los princi-
pales argumentos para solicitar el alza de tarifas eran los costos de operación de la
Empresa de Transportes Colectivos del Estado. Según sus datos, el costo real de un
pasaje urbano en la ETCE era de $29,40, lo que significaba que, en los hechos, esa
empresa recibía una subvención del Estado de $19,40 por pasajero. Sobre la base
de esta realidad, los empresarios Oscar Palma y Juan Marinakis, presidente y secre-
tario general del Sindicato de Dueños de Autobuses, formulaban al Presidente Ibáñez
169
Principales contenidos del informe de la Cámara en: El Debate, Santiago, 30/3/57, p. 3.
170
La Unión, Valparaíso, 1/3/57, p. 8.
171
La Tercera, Santiago, 1/3/57, p. 5.

78
las siguientes peticiones: eliminar la movilización colectiva del listado de artículos
de primera necesidad, dar curso a la resolución de enero, gozar de las mismas fran-
quicias de la ETCE y que se estabilizaran los costos172.
Por su parte, los usuarios de la locomoción colectiva, principalmente aquellos
trabajadores que debían desplazarse a través de la ciudad para llegar a sus lugares
de trabajo, veían el alza anunciada como una amenaza más a sus escasos recursos.
En suma, por motivos muy diversos, existía un gran descontento de todos los
actores involucrados en el problema del transporte de pasajeros. En general, po-
dría decirse que los empresarios aspiraban a tarifas muy superiores a las que se
vislumbraban y los pasajeros no estaban dispuestos a soportar una nueva alza con
sus sueldos congelados y por un servicio de mala calidad.

El problema de las tarifas escolares


El miércoles 6 de marzo autoridades de Gobierno realizaron dos reuniones
con el fin de seguir avanzando en la solución integral del problema de la locomo-
ción colectiva. Ambas estuvieron presididas por el ministro del Interior, coronel
Videla173. En la primera reunión, iniciada a las nueve de la mañana, se dio térmi-
no al estudio del proyecto de ley sobre reorganización de la ETCE; se analizaron
las nuevas tarifas de la locomoción colectiva; y, respecto al Código del Tránsito, se
resolvió designar una comisión con el fin de coordinar todos los reglamentos y
disposiciones legales existentes. En la segunda, se informó y discutió sobre el
Código del Tránsito, se estudió la planificación de los recorridos de los microbu-
ses particulares y de la ETCE, se acordó aplicar severas sanciones a los infractores
de las disposiciones sobre ordenamiento de la locomoción colectiva y se estable-
ció una reserva de máquinas de la ETCE para ser utilizada en los recorridos
estatales y particulares que funcionaran deficientemente o que sufriesen “corta-
das”174. Terminadas ambas reuniones, el ministro del Interior informó al Presidente
Ibáñez de sus resultados.
A la espera del anuncio de las nuevas tarifas, vino a sumarse un hecho que agitó
nuevamente el tema de locomoción colectiva. Con ocasión del inicio del año escolar
–el lunes 11 de marzo– sucedió que la mayoría de los conductores, tanto de la ETCE
172
Oficio N° 39 del Sindicato Profesional de Dueños de Autobuses de Santiago dirigido al Presiden-
te de la República, 27/2/57, A.N.S.XX., F.M.TRA., S.F.M., Providencias, vol. 4 (683-984), 1957.
173
La Nación, Santiago, 7/3/57, p.3; El Mercurio, Santiago, 7/3/57, p. 19; El Diario Ilustrado, Santiago, 7/3/57,
p.4; La Tercera, Santiago, 7/3/57, p. 3; El Siglo, Santiago, 7/3/57, p. 1; El Mercurio, Valparaíso, 7/3/57, p. 1;
Mundo Libre, Santiago, 7/3/57, p. 4 y Las Últimas Noticias, Santiago, 7/3/57, p. 20.
174
Este término se utilizaba para denominar el abandono parcial de ciertos tramos de un recorrido con
el objeto de ganar tiempo o evitar puntos de congestión. Estas “cortadas” dejaban, a menudo, am-
plios sectores sin servicio.

79
como particulares, no respetaron la tarifa de $1 reservada a los escolares. En efecto,
numerosas fueron las denuncias de casos en que los choferes exigían el pago de $10
o más a los menores, argumentando que no poseían boletos de un peso o que no
tenían instrucciones al respecto. Solo en la tarde de ese día lunes 11 se comenzó a
controlar la situación, después que el Ministerio del Interior tomara contacto con el
Prefecto de Carabineros de Santiago para que la policía fiscalizara el respeto de la
tarifa escolar. Informaciones de prensa hablan de incidentes entre el público y los
choferes, de discusiones a gritos en los paraderos y de algunos estudiantes lanzan-
do rechiflas, mientras otros lanzaron piedras175.
Consultado el presidente del Sindicato de Dueños de Autobuses, Oscar Palma,
sobre las razones de este cobro excesivo, declaró:
Hace 17 meses que estamos pidiendo el reajuste de las tarifas de la locomoción
colectiva, porque es ridículo que en pleno siglo veinte exista el cobro de un peso
por pasaje. Es más valioso el trabajo y el tiempo que pierde el chofer en atender a
esa clase de pasajeros, que el peso que recibe de él. Por eso hemos resuelto no cobrar
este peso y llevar gratis a los estudiantes. Y, al mismo tiempo, reiteramos ante las
autoridades nuestras peticiones de reajuste de tarifas, de acuerdo con la realidad
de los costos176.
En los días siguientes, lejos de la gratuidad anunciada, se siguió informando de
nuevos casos en que no se respetaba la tarifa escolar177. El lunes 18, con el inicio del
año escolar en los establecimientos secundarios y particulares, el problema del trans-
porte de los escolares se agudizó nuevamente, tanto por el incumplimiento de la
tarifa de $1 como por la falta de máquinas. Tal fue el caso de Valparaíso, por ejem-
plo, en que las 35 máquinas de la ETCE y los 600 buses particulares que cubrían las
necesidades de esa ciudad y el trayecto hacia Viña del Mar, no fueron suficientes en
las horas de la mañana, de mediodía y de la tarde178.
El tema de las tarifas escolares era sensible y dividía a la opinión pública. Ya a
comienzos de marzo se había presentado el problema de la suspensión del benefi-
cio de rebaja en el transporte ferroviario, que favorecía a ciertos estudiantes. Se
trataba de una franquicia que desde 1940 poseían los alumnos y profesores que,
habitando en determinadas localidades, necesitaban trasladarse durante el año es-
colar para recibir o impartir sus enseñanzas. Pues bien, la Contraloría decidió
suspender esta rebaja. Acto seguido el Presidente Ibáñez ordenó a la Empresa de
Ferrocarriles del Estado restablecer el beneficio mientras se estudiaba una nueva

175
La Tercera, Santiago, 12/3/57, p. 3 y El Siglo, Santiago, 12/3/57, p. 5.
176
Id.
177
El Mercurio, Santiago, 13/3/57, p. 19.
178
El Mercurio, Valparaíso, 19/3/57, p. 3.

80
ley179. Este acontecimiento había sido una ocasión, tanto para que partidarios y
opositores a los subsidios estatales se manifestaran, como para reforzar el tema de
los escolares, tan propio de los inicios de año.

La situación en Concepción y Valparaíso


La sensibilidad en las provincias era distinta a la de Santiago, lo que se expresa-
ba en el modo de abordar los problemas de la locomoción. Alejados de los centros
de decisión y en particular de la Subsecretaría de Transportes para el caso de la
locomoción, los gobiernos regionales resolvían sus problemas a nivel de los munici-
pios, a través de sus departamentos del tránsito. Con un parque de buses y microbuses
más reducido, los problemas a veces eran más agudos pero sus soluciones más abor-
dables180. Del mismo modo, los conflictos entre empresarios, autoridades públicas y
usuarios eran más directos.
Distinta era la realidad de la capital, en que el tamaño de la ciudad así como la
coexistencia de distintas comunas en el gran Santiago, cada una con su respectiva
municipalidad, hacía muy difícil actuar coordinadamente a nivel municipal. Este
tema había sido largamente debatido años antes cuando se había decidido, precisa-
mente, quitar a los municipios varias atribuciones relativas a la locomoción, para
dárselas a la Subsecretaría de Transportes.
Los empresarios, por su parte, argumentaban problemas de costos, señalando
que no podían otorgar un mejor servicio sin un aumento considerable de las tarifas.
En Concepción, la situación ya había alcanzado un grado de polarización importan-
te cuando, el lunes 11 de marzo, representantes de la Asociación de Empresarios de
Microbuses del Servicio Urbano se entrevistaron con el Intendente de la provincia
para solicitarle se autorizara subir a $10 las tarifas de la locomoción colectiva, que
en ese momento alcanzaban los $7. Añadieron los autobuseros que existía el acuer-
do de los empresarios en orden a paralizar los servicios desde el día jueves si no se
les autorizaba el aumento solicitado. Sobre la reacción de la autoridad provincial,
la prensa regional informó:
El Intendente, señor Alberto Carrasco, ante el requerimiento de que era objeto,
manifestó que no aceptaba imposiciones de ninguna naturaleza y menos bajo la
amenaza de una huelga. Les agregó que era cuestión de los propietarios que hicieran

179
El Mercurio, Valparaíso, 1/3/57, p. 4; El Sur, Concepción, 1/3/57, p. 6; La Nación, Santiago, 2/3/57,
p.1 y La Unión, Valparaíso, 4/3/57, p. 6. Como se observa fue la prensa de provincias la que, natu-
ralmente, dio más importancia al problema.
180
Por ejemplo, frente al problema del pasaje escolar, las autoridades provinciales actuaron de un modo
mucho más eficiente que en Santiago, al anticipar el problema y dar instrucciones precisas para que
se respetara su valor de $1. Ver: El Sur, Concepción, 7/3/57, p. 6.

81
efectivo o no el movimiento, y en ese caso procedería de acuerdo con la Ley de
Defensa de la Democracia a denunciarlos ante la Corte por promover un
movimiento ilegal181.
El Intendente, junto con asegurar que tomaría las medidas para garantizar el
respeto a la ley y el orden público, dijo que era improcedente que los autobuseros
pretendieran un alza de las tarifas sin que formularan “ninguna promesa de mejo-
ramiento del servicio”. Este razonamiento expresaba un sentimiento extendido entre
la población: la pésima calidad del servicio no justificaba un alza en las tarifas. De
hecho, su mejora había sido una exigencia habitual en oportunidades anteriores
para autorizar aumentos, lo que sin embargo no se había cumplido por parte de los
empresarios182. La principal esperanza la constituía la promesa –hecha en noviem-
bre de 1956– de que pronto sería asignada a Concepción una cantidad de buses de
la ETCE, creándose así una filial de esta empresa en la región183. La petición de los
empresarios de Concepción fue, finalmente, rechazada; solo se les informó que pronto
habría una resolución general sobre la materia y que afectaría a todo el país, lo que
hacía improcedente cualquier reajuste provisional de tarifas. Concepción quedó,
entonces, a la espera del alza que se decretaría en Santiago.
En Valparaíso, en tanto, la Dirección del Tránsito de la Municipalidad estaba en
una ofensiva de fiscalización del estado de las máquinas, lo que era de gran importan-
cia en una ciudad cuya topografía hacía peligroso el tráfico por sus sinuosas calles de
fuertes pendientes. Como parte de esta campaña, al 12 de marzo ya se habían suspen-
dido 66 micros “por tener fallas mecánicas de carácter grave, especialmente en la
dirección y frenos” y que ponían en peligro la vida de los pasajeros. El miércoles 13,
se sumaron otros 8 micros que fueron suspendidos tras una revisión en el terminal de
Playa Ancha184. A la mala calidad de las máquinas se sumaba, a juicio de Alberto Vial,
director de Tránsito de Valparaíso, una gran desorganización del gremio, lo que afec-
taba seriamente la regularidad y calidad de los distintos recorridos del servicio185.

El informe de la Comisón Videla


El martes 12 de marzo, en Santiago, trascendió que la comisión especial del
Gobierno había evacuado su informe final sancionando el alza de tarifas y que lo
181
El Sur, Concepción, 12/3/57, p. 6.
182
El Sur, Concepción, 13/3/57, p. 6.
183
La demora en la concreción de esta medida es un buen ejemplo tanto del centralismo político
existente en la época como de la burocracia administrativa. Durante más de cuatro meses Concep-
ción siguió, impotente, el errático curso de su demanda. Al respecto ver: El Sur, Concepción, 10/3/
57, p. 12 y 21/3/57, p. 1.
184
La Unión, Valparaíso, 13/3/57, p. 2 y 14/3/57, p. 3.
185
La Unión, Valparaíso, 16/3/57, p. 9.

82
habría hecho llegar al ministro subrogante de Economía, ministerio encargado de
redactar el decreto a través del cual se concretarían las alzas186.
El informe mantenía el criterio de fijar tarifas diferenciadas, como una medida
tendiente a estimular que los empresarios mejoraran el servicio, a través de la re-
novación de los vehículos en malas condiciones. Las primeras versiones del Informe
indicaban que éste recomendaba establecer dos tipos de tarifas: una diurna de $15
para los vehículos de modelos posteriores a 1949 y de $10 para los de modelos ante-
riores a esa fecha; y otra nocturna, de $20 y $15, respectivamente. El Informe suprimía
las tarifas especiales para domingos y festivos y descartaba, asimismo, la solicitud
de los empresarios de contar con una tarifa especial de $20 para las máquinas mo-
delo 1956, a las que proponían denominar “pullman”. El decreto debería incluir
también una escala de multas para las infracciones por parte de los empresarios, en
especial el hacer pasar una máquina antigua como más nueva187.
La reacción de los empresarios no se hizo esperar y el día 14 apareció en la
prensa de Santiago una inserción en que volvían a reivindicar la Resolución del 3
de enero, la que según ellos había sido boicoteada por algunos políticos deseosos de
ganar votos en las elecciones del 3 de marzo. Recordando que en ese momento se
había autorizado una tarifa única diurna de $15, una nocturna y de días festivos de
$20 y un pasaje escolar de $5, argumentaban que el ministro del Interior ahora
proponía al Gobierno tarifas inferiores, no obstante que los costos habían seguido
en aumento188. Reclamaban también contra el valor del pasaje escolar, considerán-
dolo nulo como expresión monetaria. Recordaban que se venía cobrando $1 desde
1945, cuando el valor del pasaje corriente era de $1,60 (o sea la tarifa escolar repre-
sentaba un 60% de la corriente); de mantenerse la misma proporción, sostenían, el
valor del pasaje escolar debería alcanzar los $9 (60% de $15). Los empresarios pro-
testaban, por último, contra el “proteccionismo” de que gozaba la ETCE al ser
subvencionada con fondos fiscales.
Como solución proponían volver a los términos de la resolución de enero, que
fijaba tarifas “más de acuerdo a la realidad”. Ahora bien, si el Gobierno quería
mantenerse dentro del límite del 25%, lo que significaba autorizar una tarifa de
$12,50 –agregaban los empresarios en su declaración–, tenía que hacerlo man-
teniendo el precio bonificado de la bencina en $19,40 el litro. Sin embargo, la decisión
del Gobierno era, precisamente, liberarse de la bonificación de la bencina. Tanto es
así que el ministro Videla declaró a la prensa que a su juicio el decreto de alza de la
movilización debería ser promulgado junto con el del alza del petróleo y de la

186
Las Últimas Noticias, Santiago, 13/3/57, p. 3.
187
Las Últimas Noticias, Santiago, 14/3/57, pp. 3 y 18.
188
La Nación, Santiago, 14/3/57, p. 2.

83
bencina189. Ello no ocurrió así y, como ya vimos en páginas anteriores, la bencina
fue reajustada a partir del 16 de marzo sin que a esa fecha se hubiese resuelto aún
el problema de las tarifas del transporte público. En realidad, los estudios ya estaban
en el Ministerio de Economía y el nuevo ministro, Roberto Infante, los comenzó a
analizar desde que asumiera el ministerio el día 15.

3. El alza de las tarifas de la locomoción colectiva


La decisión económica de alzar las tarifas ya estaba tomada. Respondía a la
voluntad de no echar pie atrás en los planes económicos del Gobierno, lo que supo-
nía la eliminación de las bonificaciones. En eso parecían estar de acuerdo todos los
sectores que apoyaban la rectificación económica, es decir el Gobierno y la dere-
cha. Sin embargo, este consenso respecto a la dimensión económica del problema
no estaba acompañado de una misma decisión política. Se temía, por diferentes
motivos, los efectos sociales y políticos que podría tener la medida. Estas diferen-
cias retardaron aún más la implementación del tan anunciado aumento de las tarifas
de la locomoción colectiva.

Impaciencia ciudadana
Se había ido acumulando una cierta impaciencia frente a una medida largamen-
te anunciada pero que no se concretaba. Era una suerte de espada de Damocles que
pendía sobre el presupuesto diario de las familias. La prensa se hizo eco también de
este malestar y advirtió sobre los efectos que podría producir. Así, el diario gobier-
nista Clarín editorializó, el 17 de marzo, anunciando que la “reacción que producirá
la nueva alza de tarifas ha de ser, por cierto, de irritación y protesta”190. Por su
parte, el diario de izquierda El Siglo sostuvo que:
Es indudable que las cosas pueden tomar inesperados y peligrosos giros, si las
autoridades no acometen a la brevedad la santa tarea de dar una solución integral
y definitiva al problema. Porque esto va a estallar cualquier día. Va a estallar…
no por instigaciones políticas o de otra índole, sino por la rebelión de los
espíritus…191.
Sin embargo, la medida siguió dilatándose. Los anuncios del ministro del Inte-
rior –realizados después de una reunión con el Presidente Ibáñez y con el nuevo
ministro de Economía el lunes 18 de marzo– de que el decreto ya estaba redactado,

189
La Tercera, Santiago, 15/3/57, p. 3; Clarín, Santiago, 15/3/57, p.6 y Las Últimas Noticias, Santiago,
15/3/57, p. 20.
190
Clarín, Santiago, 17/3/57, p. 3.
191
El Siglo, Santiago, 18/3/57, p. 3.

84
abrigó esperanzas de que finalmente sería publicado en el Diario Oficial192. Pero no
ocurrió así, ya que antes debía cumplir con el trámite de pasar por la Contraloría
General de la República. Lo cual no era sencillo. Las nuevas tarifas habían sido
confirmadas por Videla en $10 y $15, y ya se conocía el criterio de la Contraloría de
hacer respetar el límite del 25% en el aumento de ciertos bienes y servicios esen-
ciales. Se preveía, entonces, un nuevo conflicto. Al respecto, los periodistas
reconocían que la tramitación del decreto del alza había estado rodeada “del más
impenetrable de los secretos”193.

Tensiones en el Gobierno
Todo hace suponer que la tardanza en el envío del decreto a la Contraloría se
debía a que en el seno del Gobierno no se llegaba a una postura común. La voluntad
del ministro Videla, era clara: dos tarifas y fin de la bonificación de la bencina. Sin
embargo, al parecer existían otras posiciones que planteaban la mantención de al-
gún tipo de bonificación. Eso es lo que se puede desprender de una comunicación
enviada por “el Gobierno” al Intendente de Concepción, el día 18 de marzo. De
acuerdo a informaciones periodísticas, en esa comunicación se anunciaba que:
…se encuentra en estudio en la subsecretaría de Transportes las nuevas tarifas en
la locomoción colectiva. Se anuncia que está en estudio una distribución racional
de bonificación en la bencina, la cual se dará a conocer oportunamente. De acuer-
do con estos antecedentes es posible que las tarifas sean aumentadas en una
proporción relativamente baja, ya que el Gobierno para evitar dificultades ha-
bría resuelto establecer el sistema de bonificaciones sobre el precio de la bencina194.
Así tenemos que, en los mismos momentos –el día 18 de marzo– en que el ministro
Videla anunciaba a la prensa que el decreto consideraba tarifas de $10 y $15 sin
bonificación de la bencina, otros funcionarios del Gobierno informaban al Intendente
de Concepción lo contrario. Establecida la existencia del conflicto habría que
determinar quiénes eran sus protagonistas. De una parte, está claro, el ministro del
Interior; de otra, dos alternativas: sea funcionarios de la Subsecretaría de Transportes
del Ministerio de Economía, ministerio que formalmente debía enviar el decreto a
la Contraloría, sea funcionarios del propio Ministerio del Interior, que eran los que
habitualmente mantenían la comunicación con las Intendencias provinciales.
Tal vez por esto mismo –la existencia de tensiones internas al Gobierno y las
dificultades que presentaría el decreto en la Contraloría– es que los autobuseros
192
Última Hora, Santiago, 18/3/57, p. 4; El Siglo, Santiago, 19/3/57, pp. 1 y 5; La Tercera, Santiago, 19/
3/57, p.3 y Las Últimas Noticias, Santiago, 19/3/57, p. 16.
193
Última Hora, Santiago, 18/3/57, p. 4.
194
El Sur, Concepción, 19/3/57, p. 6.

85
decidieron pasar a otro tipo de presiones, mucho más directas, como lo fue el co-
menzar a cobrar tarifas de $20 en recorridos urbanos, sin que existiera ninguna
resolución legal que los autorizara195 . Interrogados los choferes infractores acerca
del motivo para cobrar tarifas más allá de las normales, respondían que lo hacían
siguiendo instrucciones de los dueños de las máquinas. Esta actitud beligerante de
los empresarios no les impidió ir a visitar al ministro de Economía para solicitarle
su apoyo para la renovación de sus máquinas. Consultados por los periodistas, a la
salida de la reunión, sobre el problema de las tarifas, señalaron:
Las tarifas que se han anunciado no satisfacen a los empresarios; era mucho me-
jor la tarifa de 10 pesos por pasajero con bencina bonificada a 19,40 pesos el litro.
Ahora se nos ofrecen tarifas de 10 y 15 pesos, con bencina a 53 pesos el litro; así, el
problema se agravará, y no es ninguna solución, pues mientras nosotros queda-
mos en peores condiciones económicas, aparecemos como obteniendo un alza de
tarifas196.
Los periodistas aprovecharon también de entrevistar al ministro del Interior, al
cual le transmitieron la insatisfacción de los empresarios. Su comentario fue cate-
górico: podían declarar lo que quisieran pero no se les iba “a dar más, porque el
servicio es deficiente”197. Videla manifestó, asimismo, que no estaba arrepentido de
haber propuesto las polémicas tarifas de $10 y $15, agregando que ya le había “he-
cho el pase” al ministro de Economía. Ahora, si nadie estaba dispuesto a firmar ese
decreto –agregó Videla– que lo nombraran a él ministro de Economía por dos horas
y lo firmaría.

La Resolución N° 67 y el Decreto N° 222


Finalmente, la resolución ministerial –y no decreto– conteniendo el alza de las
tarifas de la locomoción colectiva fue enviada a la Contraloría, por el ministro de
Economía, el día viernes 22 de marzo198, mismo día en que la prensa publicó una
solicitada del Sindicato General de Dueños de Buses de Santiago, cuestionando la
medida y confiando en que el Gobierno la modificaría199.
El alza siguió su trámite regular en la Contraloría, llegando a ser publicada en
el Diario Oficial del martes 26 de marzo. La resolución N° 67 de la Subsecretaría de
Transportes del Ministerio de Economía, fechada el 18 de marzo de 1957, autorizaba

195
La Nación, Santiago, 20/3/57, p. 2; El Siglo, Santiago, 20/3/57, p. 5 y La Tercera, Santiago, 21/3/57,
p. 2.
196
El Diario Ilustrado, Santiago, 21/3/57, p. 6 y El Siglo, Santiago, 21/3/57, p. 1.
197
El Siglo, Santiago, 21/3/57, p. 1.
198
La Tercera, Santiago, 23/3/57, p. 3 y El Sur, Concepción, 23/3/57, p. 5.
199
La Tercera, Santiago, 23/3/57, p. 6.

86
las nuevas tarifas para la locomoción colectiva urbana y suburbana, a partir de los
siguientes considerandos: a) que las tarifas vigentes regían desde agosto de 1955
sobre la base de los costos registrados en mayo de ese año y de una bonificación a la
bencina; b) que los precios de la bencina habían sido aumentados y que ya no
consideraban bonificación alguna; c) que desde mayo del 55 se habían producido
también alzas en otros rubros del costo de explotación de la locomoción colectiva y
d) que la locomoción colectiva no figuraba en la nómina de productos a que se
refería el artículo 9° de la ley 12.423, especificados por el decreto N° 222 del mismo
18 de marzo. Sobre la base de tales consideraciones, el Ministerio de Economía
fijaba las nuevas tarifas para los servicios de la locomoción colectiva urbana del
país en los siguientes valores:

Tarifas locomoción urbana, según Resolución Nº 67


Marzo 1957

TARIFAS URBANAS DIURNAS NOCTURNAS


(5 a 22.30 hrs.) (22.30 a 5 hrs.)
1) Microbuses particulares $ 10 $ 15
2) Autobuses particulares, Buses FIAT,
Buses y Trolebuses de la ETCE $ 15 $ 20
3) Tranvías $5 $ 10
4) Escolares, tarifa única en los servicios enumerados $1 $5
5) Servicios Especiales directos a Estadios,
Hipódromos, Festivales, etc. $ 20 $ 30
Fuente: Diario Oficial, N° 23.707, del 26/3/57, pp. 678-679.

Se producía así, en el caso de las tarifas urbanas, un alza de 50%, ya que los
“microbuses” a $10 –todo el mundo lo sabía– en los hechos no existirían. Por lo
demás, todo el parque vehicular de la ETCE era asimilado a los “autobuses”, con
tarifas de $15.
Para los servicios suburbanos la situación era aún más compleja ya que no solo
el aumento era mayor sino que muchos recorridos habían sido fraccionados, trans-
formándose así en suburbanos trayectos que unían ciertas comunas del gran Santiago.
Tales eran los casos, por ejemplo, de las líneas Mapocho-Lo Espejo y Mapocho-Po-
blación O’Higgins, cuyas tarifas subieron a $30; o Mapocho-Cisterna y Mapocho-San
Ramón que se elevaron a $25. En provincias, los casos más extremos se dieron en
Valparaíso, en que la tarifa del trayecto Valparaíso-Viña del Mar se vio aumentada

87
a $30 y $40. Los servicios que cubrían La Serena-Coquimbo, en el norte del país, y
Concepción-Talcahuano en el sur, quedaron con tarifas de $30. Es decir, a nivel su-
burbano el alza superaba el 50%, situándose casi la mayoría en el 100% de aumento
o más200.
Respecto a la distinción entre “microbuses” y “autobuses”, la resolución N° 67
establecía que, en el caso de provincias, los primeros corresponderían a vehículos
del año 1947 o anteriores y los otros a vehículos de 1948 y posteriores. Y que a
partir del 1 de enero de 1958 todo vehículo con más de diez años de antigüedad
pasaría automáticamente a la categoría de microbús. En Santiago, los autobuses
reemplazarían a los antiguos “expresos” (pintados de color “verde/crema”) y en el
caso que éstos fueran anteriores a 1947 deberían someterse a una revisión técnica
especial. Los microbuses corresponderían a los vehículos no expresos (pintados de
color “rojo/crema”). Al igual que en provincias, a partir del 1 de enero de 1958 todo
vehículo con más de diez años de uso sería considerado como microbús.
Sin embargo, lo más importante en relación a la promulgación de la Resolución
N° 67, era la simultánea tramitación del mencionado Decreto Supremo N° 222, que
determinaba los artículos de primera necesidad que quedaban comprendidos en el
régimen de estabilización económica. Tal como lo establecía el inciso 2° del artículo
9° de la ley 12.432, el Presidente Ibáñez procedió a determinar aquellos artículos
esenciales que no podrían sufrir aumentos superiores al 25% y dentro de los cuales
no figuró la locomoción colectiva. Efectivamente, sin la promulgación simultánea
de este decreto, el alza de tarifas no podría haberse hecho realidad, pues la Contra-
loría la hubiese impugnado nuevamente201.
La exclusión, entonces, de la locomoción colectiva de esta lista dejaba el camino
libre para el alza de sus tarifas más allá del 25%. El decreto N° 222, redactado el 18
de marzo, fue recibido el día 20 por la Contraloría, la que tomó razón de él con fecha
25 para, luego, ser publicado en el Diario Oficial el día 29 de marzo202.

La noticia del alza en la prensa


La mayoría de los periódicos dieron a conocer la noticia del alza de tarifas de la
locomoción colectiva el mismo día martes 26. En general, la prensa santiaguina
manifestó su sorpresa ante los montos de las nuevas tarifas.

200
De acuerdo a: Resolución N° 67, Subsecretaría de Transportes, Ministerio de Economía, Diario
Oficial, N° 23.707, del 26/3/57, pp. 678-679.
201
Oficio N° 267 y Decreto N° 222, A.N.S.XX., F.M.ECO., S.F.M., Decretos, Vol. (221-280), 1957.
202
Efectivamente, la prensa informó del Decreto 222 sólo a partir del 29 de marzo, fecha de su
publicación en el Diario Oficial. El Debate, Santiago, 29/3/57, p. 1. Ver también: El Sur, Concepción,
30/3/57, p. 5.

88
Llama en especial la atención la reacción del oficialista diario La Nación que
calificó de “exorbitantes” las tarifas de algunos recorridos, arguyendo las deficien-
cias observadas en los servicios tanto particulares como de la ETCE. Denunciaba
también que los empresarios estaban retirando sus máquinas para transformarlas
en “autobuses”, a través de una simple mano de pintura “verde-crema”, y que las
consecuencias del “pésimo” servicio la pagaban los cientos de pasajeros y escolares
que quedaban abandonados en los paraderos203.
Sobre los contenidos de la Resolución N° 67, La Nación ponía el acento en dos
aspectos: el primero, en que las disposiciones publicadas no se correspondían con
las anunciadas previamente por el ministro Videla y, segundo, que numerosos reco-
rridos considerados hasta ese momento urbanos se habían transformado en
suburbanos con lo que sus tarifas muchas veces se duplicaban. Se había constituido,
así, una suerte de Santiago urbano y otro “suburbano”204. Claramente, los sectores
de Gobierno representados en el diario La Nación eran contrarios al alza de la loco-
moción tal como había sido promulgada. Lo hicieron sentir y notar desde el primer
día y lo continuaron haciendo en los días siguientes, alimentando las presuntas
contradicciones entre el ministro Infante y el ministro Videla.
El izquierdista diario El Siglo, por su parte, ya el domingo 24 de marzo había
calificado las anunciadas nuevas tarifas como un alza que resultaba “injustificada,
odiosa e intolerable”205. El martes 26, entonces, no dudó en rechazarla claramente,
calificándola de “escandalosa” y culpando al Gobierno de haberla producido me-
diante el encarecimiento de la bencina, los neumáticos y los repuestos206. Además,
El Siglo planteaba que la medida de alzar las tarifas, en vez de combatir la inflación
la iba a fomentar, ya que los obreros y empleados tendrían que gastar “no menos de
150 a 200 pesos diarios en transporte”, si se consideraba el fraccionamiento de
recorridos que los obligaría a tomar dos o tres buses de ida y de regreso a sus trabajos.
Los diarios opositores Última Hora y Mundo Libre reaccionaron también contra
el alza, destacando los altos porcentajes en que las tarifas habían sido aumentadas.
Les preocupaba el impacto del alza en el presupuesto de los trabajadores, insistien-
do en el problema que causaba el fraccionamiento de los recorridos y denunciando
la ausencia de medidas de fondo para “una solución integral” al problema de la
calidad de la locomoción207.
El día miércoles 27, La Tercera de la Hora denunció los “abusos” que habían
comenzado a producirse desde que el alza había sido decretada. En su primera plana,
203
La Nación, Santiago, 26/3/57, p. 1.
204
La Nación, Santiago, 27/3/57, p. 1.
205
El Siglo, Santiago, 24/3/57, p. 7.
206
El Siglo, Santiago, 26/3/57, p. 1.
207
Mundo Libre, Santiago, 26/3/57, p. 1 y Última Hora, Santiago, 27/3/57, p. 4.

89
una fotografía ilustraba el hecho de que buses que circulaban con un letrero de $20
por pasaje cobraban, lisa y llanamente, $30208. Las Últimas Noticias, por su parte,
destacaba la inconsistencia entre los anuncios previos, que hablaban de un alza no
más allá de los $15, y los aumentos reales. A su juicio existía “una extraña sensación
de misterio” debido a la “enigmática” forma en la que el alza autorizada estaba
siendo aplicada en los diversos recorridos. Por lo pronto, las tarifas de $10 eran
prácticamente inexistentes. Las Últimas Noticias constataba que, en un clima de
desconcierto general, el alza había provocado diversas reacciones en el público pero
que afortunadamente, “con muy buen espíritu”, ninguna había sido “violenta”. El
problema es que esta auspiciosa afirmación se refería solo al primer día del alza y
a la ciudad de Santiago209.
Finalmente, El Mercurio de Santiago en su edición del martes 26 de marzo se
limitó a informar, cautamente, que el alza comenzaría a regir a partir de ese día210.
Menos cauta fue la ‘solicitada’ publicada en los principales diarios de la capital por
el Sindicato General de Dueños de Buses de Santiago, el mismo día 26, momento en que
el Diario Oficial publicaba la Resolución N° 67211. Sostenían que el alza no constituía
“ninguna solución económica” dado el aumento “desmesurado” en el precio de la ben-
cina. Insistían los autobuseros en señalar que las tarifas que entraban en vigencia les
significarían más pérdidas que las que venían de ser derogadas (pasaje a $10 y bencina
a $19,40). El Sindicato General de Dueños de Buses de Santiago anunciaba que insisti-
ría ante el Gobierno en los siguientes puntos: “bencina a $40 el litro, en vez de $53;
modificación de la tarifa escolar a $5 y restricción de sus beneficios a los estudiantes
primarios y secundarios; tarifas reales para los buses nuevos, modelo 1957; tarifas espe-
ciales de días festivos y domingos; y congelación de los costos a la fecha”212.
Dos días más tarde, la Confederación Nacional de Dueños de Autobuses de Chile,
que agrupaba a todos los empresarios particulares del país, emitió una nueva
declaración en la cual se reiteraban los mismos argumentos. En términos de demandas
se solicitaba revisar la medida o bien bajar el precio de la bencina a $40 por litro213.

El alza en las provincias de Valparaíso y Concepción


En Valparaíso el principal impacto del alza se produjo al constatarse que el
pasaje en los microbuses corrientes que hacían el trayecto entre ese puerto y Viña

208
La Tercera, Santiago, 27/3/57, p. 1.
209
Las Últimas Noticias, Santiago, 27/3/57, p. 1.
210
El Mercurio, Santiago, 26/3/57, p. 15
211
El Mercurio, Santiago, 26/3/57, p. 25; Última Hora, Santiago, 26/3/57, p. 4 y El Diario Ilustrado, Santiago,
26/3/57, p. 7.
212
El Mercurio, Santiago, 26/3/57, p. 25.
213
El Diario Ilustrado, Santiago, 29/3/57, p. 5.

90
del Mar había aumentado de 10 a 30 pesos. Los expresos, que hacían un servicio
directo, sin pasajeros de pie, habían subido de 15 a 40 pesos. En el servicio urbano,
los micros habían subido de 7 a 10 pesos y los buses y autobuses de 10 a 15 pesos.
Alzas que oscilaban, entonces, entre un 33 y un 167%214.
La reacción de las autoridades locales no se hizo esperar: el miércoles 27 de
marzo, la Junta Reguladora del Tránsito de Valparaíso se reunió acordando solicitar
al Gobierno un nuevo estudio de los costos de la movilización colectiva en la región.
Los miembros de la Junta –en que además del Intendente participaban los alcaldes
de Viña del Mar y de Valparaíso– protestaron por la forma en que se habían estudia-
do y fijado las nuevas tarifas, directamente desde la capital, sin tomar en cuenta la
opinión regional215.
Tres diputados de la zona, por su parte, enviaron en la mañana del jueves 28 un
cable al ministro del Interior solicitándole igualmente que fuese derogada la reso-
lución de alza en Valparaíso y Viña del Mar216. También protestaron públicamente
los doce regidores de Valparaíso y las autoridades de los municipios de La Calera y
de Quillota217. Por el contrario, la reacción de ciertos empresarios de la locomoción
colectiva de la zona fue de defender los porcentajes en que se habían alzado los
pasajes218.
Sin embargo, la rápida y clara posición contraria asumida por las autoridades
provinciales, así como la airada e inmediata reacción de la ciudadanía –que analizare-
mos más adelante–, amén de las razones objetivas existentes, hicieron que las tarifas
para la provincia de Valparaíso terminasen por ser revisadas. Las negociaciones se
iniciaron el jueves 28 de marzo, cristalizando en el acuerdo de rebajar las tarifas y en
una proposición de nuevos valores que fueron discutidos y sancionados, finalmente,
el sábado 30 en una reunión efectuada en la Intendencia de Valparaíso219. Las nuevas
tarifas significaron una rebaja en los trayectos de Viña a Valparaíso, de 30 a 20 pesos
para los microbuses y de 40 a 25 pesos en los autobuses220. Rebaja que de todos modos
fue impugnada por amplios sectores de la población, ya que igual comportaban un
aumento del 100% respecto a las tarifas vigentes antes del alza. De cualquier modo,

214
La Unión, Valparaíso, 27/3/57, p. 1 y El Mercurio, Valparaíso, 27/3/57, p. 1.
215
La Unión, Valparaíso, 28/3/57, p. 1 y El Mercurio, Valparaíso, 28/3/57, p. 1.
216
Se trata de un telegrama de los diputados Romaní, Rivas y Rivera y cuyo texto aparece reproducido
en: Oficio Nº 847 del ministro del Interior al ministro de Economía, 28/3/57, A.N.S.XX., F.M.INT., S.F.M.,
Oficios 1957, vol. 4. El Mercurio, Valparaíso, 29/3/57, p.3 y La Unión, Valparaíso, 29/3/57, p. 1.
217
La Unión, Valparaíso, 29/3/57, pp. 1 y 4 y La Unión, Valparaíso, 30/3/57, p. 1.
218
La Unión, Valparaíso, 28/3/57, p. 1.
219
La Nación, Santiago, 29/3/57, p. 1; La Unión, Valparaíso, 29/3/57, p. 1; El Mercurio, Valparaíso, 29/3/57,
p.1 y 31/3/57, p. 1 y La Nación, Santiago, 1/4/57, p. 16.
220
La Unión, Valparaíso, 1/4/57, p. 2 y La Nación, Santiago, 1°/4/57, p. 16.

91
lo cierto es que la pronta revisión y modificación de las tarifas en Valparaíso hizo que
la situación comenzara a normalizarse a partir del lunes 1 de abril.
En Concepción, el impacto del alza fue menor que en Valparaíso ya que los por-
centajes de aumento no fueron tan exagerados. En el caso de las tarifas urbanas el
alza en algunos casos llegaba al 100% y en las rurales a un 45% por parejo. Caso
especial se había considerado el trayecto Concepción-Talcahuano fijándosele una
tarifa de $30. Sin embargo, lo que sí sucedió es que las alzas tomaron por sorpresa
tanto a las autoridades como a los usuarios. En efecto, el martes 26 los empresarios
de la locomoción colectiva comenzaron a aplicar las nuevas tarifas en circunstan-
cias que las autoridades locales aún no tenían conocimiento de su publicación en el
Diario Oficial221. Superada la desinformación inicial, el problema se trasladó a la
aplicación de las nuevas tarifas.
En efecto, en el caso de Concepción, la Junta Reguladora del Tránsito a nivel
provincial debía proceder a la clasificación de las máquinas, ya que no existía pre-
viamente la diferenciación entre microbuses y autobuses222. Mientras este proceso
no estuviera acabado, los pasajeros quedaban librados a la honestidad de cada
empresario o chofer… Se cometieron muchos abusos y la reacción del público de
Concepción tampoco se hizo esperar.
Además de las provincias de Valparaíso y Concepción, las nuevas tarifas causa-
ron también impacto –aunque menor– en las provincias de Antofagasta y Coquimbo.
Los empresarios del norte reaccionaron frente al término de la bonificación de la
bencina solicitando mayores aumentos en las tarifas, especialmente en Tocopilla e
Iquique. En esta ciudad los dueños de microbuses iniciaron una huelga ilegal el
miércoles 27 de marzo, según informó el Prefecto de Carabineros de Iquique al
Ministerio del Interior223.

Nuevas tensiones en el Gobierno


Pero la Resolución N° 67 no solo desconcertó al público usuario de los servicios
de la locomoción colectiva, sino que también al propio ministro del Interior, coronel
Benjamín Videla. Este, a través de su secretario privado hizo saber a la prensa, el
mismo martes 26, que él era “el principal extrañado” de la forma en que se habían
alzado las tarifas y en que se había redactado la resolución respectiva. Videla preci-
só que el aumento del valor de los pasajes había sido autorizado pero con algunas

221
El Sur, Concepción, 27/3/57, p. 8.
222
El Sur, Concepción, 28/3/57, p. 9.
223
Texto del telegrama de Iquique y texto del telegrama del Intendente de Antofagasta informando
sobre la situación en Tocopilla, en: Oficios Nº 735 y Nº 732, del ministro del Interior al ministro de
Economía, 27/3/57, A.N.S.XX., F.M.INT., S.F.M., Oficios 1957, vol. 4.

92
condiciones; entre ellas, la de no fraccionar los recorridos y la de cobrar tarifas de
$15 solo para los microbuses modelo 1951 en adelante y $10 para todos los anterio-
res224. En efecto, en círculos de la Contraloría General de la República se reconocería,
días más tarde, que la resolución con el alza de tarifas había sido tramitada en el
tiempo record de cuatro horas. Igualmente se reconocía que la nueva resolución:
No pudo ser objetada porque está encuadrada en las disposiciones legales sobre la
materia. Sin embargo, –se agregó–, se procedió con malicia y mala fe al fraccionar
los recorridos para que el alza resultara de un porcentaje superior. Así se burló la
ley y se sacrificó a la población225.
El ministro de Economía, Roberto Infante, por su parte, ese mismo día martes
26 entregó una declaración pública justificando la medida. En síntesis, la declara-
ción de Infante sostenía que el alza de $5 pesos, concedida al pasaje corriente en
autobús, correspondía al “mínimo” que permitían los estudios técnicos realizados
por diversas comisiones y que era coherente con “la necesidad de asegurar la man-
tención” de un servicio de utilidad pública tan vital como el transporte colectivo.
Infante no hacía referencia ni al problema del año a partir del cual se consideraba
un vehículo como autobús ni al del fraccionamiento de los recorridos226.
Estas diferencias entre el ministro del Interior y el de Economía no pasaron
desapercibidas para la prensa, la que conjeturó sobre la existencia de un serio con-
flicto en el Gobierno. Especulación que se vio reforzada al tenerse noticia de una
reunión “confidencial” sostenida por Videla e Infante en la mañana del miércoles
27 de marzo. El objeto de dicha reunión habría sido discutir la promulgación de la
Resolución N° 67; querella que por momentos habría sido “violentísima”. La moles-
tia de Videla se habría basado en que la Subsecretaría de Transportes no había
tomado en cuenta las conclusiones y sugerencias a las cuales él había llegado, tras
presidir la comisión especial que había estudiado el problema. Al término de la
reunión, trascendió que posiblemente el subsecretario de Transportes, el general
Osvaldo Artaza, sería destituido de su cargo227. La continuidad del mismo ministro
de Economía era puesta en duda por la prensa opositora228.
Las supuestas divergencias entre Videla e Infante, fueron negadas por el propio
ministro de Economía, quien llegó a sostener que en la citada reunión ni siquiera se
había tratado el tema del alza de la locomoción. Agregando que si el alza había sido

224
El Mercurio, Santiago, 27/3/57, p. 19; El Mercurio, Valparaíso, 27/3/57, p. 1 y Las Últimas Noticias,
Santiago, 27/3/57, pp. 3 y 20.
225
La Tercera, Santiago, 29/3/57, pp. 10 y 11.
226
La Nación, Santiago, 27/3/57, p. 2; El Diario Ilustrado, Santiago, 27/3/57, p. 5; Clarín, Santiago, 27/3/57,
p.16; El Sur, Concepción, 27/3/57, p. 5 y La Unión, Valparaíso, 27/3/57, p. 2.
227
Última Hora, Santiago, 27/3/57, p. 16 y La Tercera, Santiago, 28/3/57, p. 3.
228
Mundo Libre, Santiago, 27/3/57, p. 5.

93
fruto del estudio realizado por la comisión que el mismo Videla había presidido,
“mal podría él estar en desacuerdo”229. Declaraciones que al día siguiente serían
contestadas por Videla diciendo que él no hacía “lo de Pilatos” frente al alza.
Entretanto, Osvaldo Artaza trabajaba en un informe que el ministro Infante le
había solicitado, con detalles sobre las antiguas tarifas y las recién aprobadas para
así poder realizar un estudio comparativo230. Conocidos los resultados de este estu-
dio, así como revisados los antecedentes que llevaron a la redacción de la Resolución
N° 67, el ministro de Economía y los técnicos de ese ministerio reconocieron –el
miércoles 28– que el criterio emanado de la comisión Videla, de alzar las tarifas
solo en un 50%, no había sido respetado totalmente. El estudio comparativo mostró
alzas del 66, 80 y, en algunos casos, más del 100%231. En particular, se reconocieron
errores en la fijación de las nuevas tarifas para Valparaíso232.
Finalmente, el domingo 31 de marzo el ministro de Economía intentó poner
término al debate, emitiendo una declaración cuya finalidad era “desvirtuar defi-
nitivamente todos los erróneos y difusos comentarios” que el alza de la locomoción
había provocado233. En primer lugar, el ministro atacaba duramente a aquellos sec-
tores que promovían una vuelta al sistema de bonificación de la bencina, los criticaba
tanto porque ese sistema en el pasado había sido fuente de enriquecimiento fácil
para los empresarios, como porque significaba recargar el precio de los demás usua-
rios, los que terminaban financiando la bonificación. A juicio de Infante, la baja
calidad del servicio estaba en relación directa con la existencia de la bonificación
de la bencina, ya que el empresario particular no tenía interés en mejorarlo; para
equilibrar sus ingresos le bastaba con revender parte de su cuota de bencina a
precio de mercado. Luego analizaba la incidencia del aumento de los costos de ex-
plotación en las nuevas tarifas, concluyendo que ellas se justificaban y correspondían
a los resultados de los diferentes estudios técnicos realizados. En tercer lugar, la
declaración se refería al problema de los recorridos suburbanos en Santiago, seña-
lando que en ellos el alza fluctuaba entre el 11 y el 66%, siendo en todos los casos
justificada234. Finalmente, sin embargo, la declaración concluía abriendo la puerta
a posibles rectificaciones:

229
El Siglo, Santiago, 28/3/57, p. 5.
230
La Unión, Valparaíso, 28/3/57, p. 1.
231
El Diario Ilustrado, Santiago, 29/3/57, p. 4 y El Debate, Santiago, 28/3/57, p. 1.
232
El Diario Ilustrado, Santiago, 29/3/57, p. 4.
233
La Nación, Santiago, 1/4/57, pp. 1 y 10; El Diario Ilustrado, Santiago, 1/4/57, p. 6; El Mercurio, Santiago,
1/4/57, p.15 y Clarín, Santiago, 1/4/57, p.16.
234
De acuerdo a esta declaración, se aclaraba que el radio urbano del Gran Santiago tenía los siguientes
límites: al sur, paradero 18 de la Gran Avenida; al norte, Población El Carmen y La Palmilla; al orien-
te, Estadio Italiano y Apoquindo y, al poniente, Alameda Bernardo O’Higgins con Las Rejas.

94
Por último, tenemos la satisfacción de declarar que el Gobierno está llano a recti-
ficar algunas de las resoluciones en este sentido, siempre que dentro del orden y de
la Ley, se le presenten antecedentes serios que así lo aconsejen235.
Pero, el ministro Infante sería pasado a llevar por los acontecimientos: a pocas
horas de haber dado publicidad a su declaración, y sin que mediara presentación
alguna de “antecedentes serios que así lo aconsejaran”, el Gobierno había decidido
constituir una nueva comisión para que estudiara, por tercera vez en pocos meses,
el problema de la locomoción colectiva y sus costos de explotación236.
Así, las extensas y técnicas explicaciones del ministro de Economía justificando
el alza de tarifas fueron desplazadas por una decisión de orden político. El Presi-
dente Ibáñez, que había partido fuera de Santiago en la tarde del viernes 29, retornó
anticipadamente en la noche del sábado, reuniéndose inmediatamente con los mi-
nistros de Interior y Defensa237. En la tarde del domingo, junto con sus asesores más
cercanos, había diseñado una nueva estrategia que significaba, en lo inmediato,
ceder a la creciente presión social. Porque, efectivamente, desde el día siguiente al
anuncio del alza de tarifas, en las principales ciudades del país se venían registran-
do amenazantes protestas sociales contra la medida.

4. Emergencia de la protesta social


A partir del miércoles 27 de marzo, el desconcierto inicial de la población ante
el aumento de las tarifas de la locomoción colectiva comenzó a transformarse en
manifestaciones públicas contra la medida, las que fueron adquiriendo amplitud
en los días siguientes. Primero en la ciudad de Valparaíso y luego en Santiago y
Concepción, los estudiantes y la ciudadanía en general utilizaron distintas maneras
de exteriorizar su protesta: desde el negarse a utilizar el transporte público con las
nuevas tarifas, hasta el entorpecimiento del tránsito y la agresión o destrucción de
los vehículos de locomoción colectiva. Una protesta en general espontánea y colec-
tiva, que comenzó pacíficamente pero que fue aumentando sus grados de violencia238.
Es así como durante más de una semana –del miércoles 27 de marzo al jueves 4
de abril– el gobierno del general Ibáñez debió hacer frente a una verdadera ola de
235
El Mercurio, Santiago, 1/4/57, p. 15.
236
El Debate, Santiago, 1/4/57, p.1.
237
El Diario Ilustrado, Santiago, 30/3/57, p. 1 y 2; La Nación, Santiago, 30/3/57, p. 3; La Unión, Valparaíso,
30/3/57, p. 1 y El Diario Ilustrado, Santiago, 31/3/57, p. 11.
238
Recordemos que un análisis pormenorizado de estas protestas será presentado en la Segunda Parte
de este libro. En consecuencia, lo que nos interesará desarrollar a continuación es sólo una visión
general y panorámica de los hechos, con el fin de situarlos dentro del contexto nacional que hemos
venido exponiendo en los capítulos precedentes. La referencia a las fuentes será dejada para la Segunda
Parte.

95
protestas sociales. Pero la respuesta del Gobierno no contribuyó a apaciguar los
ánimos. Las fuerzas policiales ejercieron una dura represión contra los manifestan-
tes, la que vino a reforzar el espiral de violencia.

Valparaíso
Los pasajeros de Valparaíso fueron los primeros en reaccionar frente a lo que
consideraban un alza desmedida, sobre todo para el trayecto entre esa ciudad y la
de Viña del Mar. Las nuevas tarifas comenzaron a regir el miércoles 27 e inmediata-
mente se hicieron sentir las protestas.
Las manifestaciones estudiantiles comenzaron el 27 de marzo, contando con el
apoyo de la CUT y de diversas organizaciones gremiales. Las protestas derivaron en
violentos incidentes en plaza Vergara y en algunas calles céntricas, caracterizados
por el apedreamiento de vehículos de la locomoción colectiva. El jueves 28 la loco-
moción colectiva fue haciéndose cada vez más escasa y las principales calles del
puerto quedaron en poder de los estudiantes, siendo escenario de esporádicas esca-
ramuzas con las fuerzas policiales. En este contexto, un desfile masivo de estudiantes
realizado a las 19 horas y que tenía por objeto llegar a la Intendencia, derivó en una
batalla campal con Carabineros y en masivos actos de vandalismo. A esa altura la
composición social de los manifestantes había cambiado, a los estudiantes se suma-
ron obreros, empleados y habitantes de los barrios populares y cerros del puerto.
Ese mismo día 28 se constituía en Valparaíso un Comando Provincial por la Deroga-
ción de las Alzas, compuesto por diversas organizaciones gremiales, sindicales,
estudiantiles, el FRAP, la Falange y el Partido Radical.
Los enfrentamientos con Carabineros y los actos de violencia en las calles de
Valparaíso se mantuvieron durante el día 29 de marzo, ocasión en que la protesta se
vio reforzada por los trabajadores portuarios, quienes iniciaron un paro de activi-
dades. En la tarde la Provincia fue declarada en Estado de Emergencia y las tropas
de la Armada ocuparon diversos barrios del puerto. Ello no fue óbice para que en la
noche grupos de manifestantes volvieran a ocupar las calles. Los incidentes
recrudecieron el día 30 de marzo, cuando tras una manifestación autorizada del
Comando Provincial contra las Alzas, numerosos grupos de manifestantes conti-
nuaron protestando. Alrededor del medio día, Carabineros intentó disolverlos cerca
del barrio El Almendral. En estos incidentes la policía hizo uso de sus armas de
fuego hiriendo a un menor de edad, tras lo cual se replegaron a la Sexta Comisaría
llevando consigo algunos detenidos. Los manifestantes reaccionaron airadamente y
se dirigieron en masa hacia la Comisaría. En las calles, entretanto, la policía había
sido reemplazada por fuerzas de la Armada. El clima de tensión duró hasta altas
horas de la noche, dejando como saldo un muerto y una decena de heridos a bala,

96
graves. Los incidentes, que llegaron a ser calificados por la prensa como “clima
revolucionario” y “guerra civil”, duraron hasta el domingo 31 de marzo, cuando
volvió la calma debido a la fuerte vigilancia por parte de las fuerzas de la marinería
y del Ejército y a la entrada en vigencia de las nuevas tarifas rebajadas, las que se
habían acordado en una reunión de la Intendencia el día anterior.

Santiago y Concepción
En Santiago, las manifestaciones contra el alza de las tarifas de la locomoción
colectiva comenzaron en la noche del miércoles 27 de marzo, con gran preponderan-
cia de los estudiantes vespertinos, pero de manera menos masiva que en Valparaíso.
La ciudad de Concepción fue también escenario de incidentes callejeros una vez
que ese miércoles comenzaron a ser aplicadas las nuevas tarifas. El alza llegaba a
un 114% en los recorridos urbanos. Los estudiantes fueron quienes encabezaron las
protestas, agrediendo algunas máquinas de la locomoción colectiva. Al día siguien-
te hubo nuevas manifestaciones de protesta.
En la tarde del jueves 28 de marzo grupos de estudiantes recorrieron las calles
del centro de Santiago manifestando su descontento por el alza y el maltrato a los
escolares en los micros. En la noche los manifestantes se movilizaron en la Plaza de
Armas y en calle Bandera atacando vehículos de locomoción colectiva. En medio de
los incidentes fueron apedreados algunos locales comerciales, aumentando la
violencia de los enfrentamientos con Carabineros. El viernes 29 se caracterizó por
las reuniones y concentraciones sociales y políticas en Santiago. El FRAP, la CUT y
la FECH se organizaron para respaldar al movimiento estudiantil contra el alza de
la locomoción. La FECH decretó un paro y una concentración para la jornada
siguiente. Al caer la noche del viernes Santiago volvió a ser escenario de violentas
manifestaciones de protesta. Entre las 20 horas y la una de la madrugada del día
siguiente se sucedieron violentos enfrentamientos entre estudiantes y Carabineros.
El día 29 también fue agitado en Concepción. Desde la mañana la ciudad quedó
sin transporte público producto de la negativa de los autobuseros a poner en circu-
lación sus máquinas. La molestia de los usuarios hizo crisis y a medio día se
produjeron incidentes al ser apedreados los pocos microbuses que circulaban y en-
trar en acción las fuerzas policiales. El servicio de locomoción recién se restableció
el mediodía del sábado, cuando la Intendencia permitió a los empresarios que los
vehículos anteriores a 1947 “debidamente reparados”, pudieran cobrar los $15 asig-
nados en un comienzo a las máquinas nuevas.
Al igual que había sucedido en Valparaíso, los estudiantes de Santiago intenta-
ron realizar una concentración al mediodía del sábado 30 de marzo, frente al local
de la FECH; sin embargo, la policía lo impidió, generando con ello los primeros

97
enfrentamientos del día. Tras esto, los incidentes se multiplicaron y comprometie-
ron todo el centro de la ciudad. Las escaramuzas generaron gran alarma entre la
población que ese día realizaba sus compras en la zona. Después de una breve tre-
gua, los incidentes se reanudaron a partir de las 8 de la noche, cuando pequeños
grupos de manifestantes recorrieron el centro realizando destrozos y enfrentándo-
se con la policía.
El domingo 31 de marzo no se produjeron manifestaciones en la capital ni en
Concepción. Sin embargo, la Policía de Investigaciones, por órdenes de la Intendencia
de Santiago, procedió a la detención de diversos dirigentes sociales, principalmente
sindicales, amparándose en la Ley de Defensa de la Democracia.
No era extraño pensar que el inicio de una nueva semana trajera consigo el
retorno a la normalidad. Así, el día 1 de abril ya se había restablecido la calma en
Valparaíso. En Concepción, si bien hubo algunos enfrentamientos, los dirigentes
estudiantiles hacían llamados a evitar la violencia. En la capital, durante el fin de
semana se habían producido conversaciones entre dirigentes políticos, estudianti-
les y autoridades del Gobierno con miras a superar el conflicto. Sin embargo, esta
aparente distensión entró en contradicción con la actitud de las autoridades. En
efecto, el lunes 1 de abril el centro amaneció bajo una fuerte protección militar,
dando a Santiago el aspecto de una ciudad sitiada. Tanques y vehículos militares
patrullaban la ciudad y el transporte público era vigilado por militares, tanto en los
terminales como en las máquinas de los recorridos más conflictivos. El día fue de
una relativa calma, alterada esporádicamente por manifestaciones estudiantiles.
En la tarde la FECH realizó una asamblea, acordando un paro de 24 horas. A la
salida de dicha asamblea, ocurrió un acontecimiento que cambiaría radicalmente
el rumbo de los acontecimientos. Un grupo de estudiantes que dejaba el local de la
Federación y se dirigía al centro de la ciudad profiriendo consignas contrarias a la
alzas, se cruzó con una patrulla militar y algunos policías, quienes, tras un confuso
incidente, hicieron uso de sus armas de fuego. Herida, mortalmente, cayó la estu-
diante de enfermería Alicia Ramírez Patiño, quien falleció en la Posta Central cerca
de la medianoche.
La muerte de Alicia Ramírez causó un gran impacto en la población, precipitan-
do una protesta social masiva, espontánea e incontrolable que tuvo en el 2 de abril
su expresión más aguda. Los estudiantes se movilizaron desde temprano para con-
verger en la sede de la FECH. En estos trayectos se produjeron los primeros
enfrentamientos con la policía. A medio día, los manifestantes se encontraban ma-
sivamente congregados en los alrededores del local de la FECH. Ya no se trataba
simplemente de estudiantes: había también obreros, empleados, simples transeún-
tes y pobladores. Al ser disuelta por la policía, la muchedumbre se rearmó en
pequeños grupos que coparon el centro de Santiago, dislocando la acción policial:

98
los carabineros fueron atacados y sobrepasados y se desató una oleada de destruc-
ción. Hacia las dos de la tarde los dirigentes estudiantiles era incapaces de controlar
el movimiento. Vino el asalto y saqueo de tiendas, comercios y armerías, toda vez
que la represión se hizo más violenta, produciéndose las primeras víctimas. Antes
de las seis de la tarde, la policía ya se había retirado y las calles eran recorridas por
grupos de manifestantes que no encontraban resistencia alguna. Solo cerca de las 8
de la noche comenzó la ocupación militar del centro. Los últimos grupos fueron
reprimidos y la protesta se trasladó a los barrios periféricos. El Estado de Sitio fue
declarado y el toque de queda establecido.
El 3 de abril la ciudad estuvo paralizada. Sin embargo, y pese al control militar,
las protestas continuaron, registrándose numerosos incidentes en la capital. El más
importante fue el enfrentamiento que se produjo en la comuna de San Miguel, fren-
te a la 12a Comisaría entre una columna de manifestantes –compuesta principalmente
por huelguistas de MADECO– y el contingente policial, resultando muerta una mujer
y dejando varios heridos y detenidos. En la tarde fue allanado el local de la FECH
y se realizaron detenciones masivas en el centro de la capital. Los enfrentamientos
continuaron hasta el inicio del toque de queda.
Mientras tanto, en Concepción, los estudiantes habían mantenido una
movilización constante desde el lunes. Los incidentes crecieron en número e
intensidad, especialmente el miércoles. Sin embargo, no hubo que lamentar muertos
ni heridos.

Vuelta a la normalidad
A partir del jueves 4 de abril, Santiago y Concepción comenzaron a recobrar la
normalidad. En la capital hubo algunos incidentes aislados en algunos barrios po-
pulares. La ciudad tenía el aspecto de un campo de batalla. Los detenidos comenzaron
a ser procesados por la justicia y la Policía de Investigaciones realizó redadas en
busca de los responsables de los saqueos de los días martes y miércoles.
El 5 de abril el Gobierno anunciaba la composición de una nueva comisión para
revisar el alza de tarifas, incluyendo en ella integrantes de organizaciones estu-
diantiles, obreras y de empleados. El domingo 7, finalmente, se anunció de manera
oficial lo que hacía días se venía negociando: la suspensión del alza de la locomo-
ción colectiva hasta que la nueva comisión entregara sus resultados.
Culminaba así más de una semana de intensas protestas sociales, que habían
comenzado en Valparaíso para continuar en Santiago y Concepción, comprometiendo
de esa manera la estabilidad de las tres principales ciudades del país. Protestas que
habían dejado como saldo más de veinte muertos, centenares de heridos y detenidos
y cuantiosos daños materiales. El país estaba bajo el Estado de Sitio y el Gobierno

99
había presentado un proyecto de ley solicitando al Congreso que le otorgara Facul-
tades Extraordinarias. La clase política, entretanto, había sido absolutamente
sobrepasada por los acontecimientos. Los estudiantes habían logrado su principal
reivindicación –la derogación del alza–, pero exigían aún la libertad de los detenidos
y una profunda investigación que llevara a identificar a los responsables de la dura
represión ejercida y que hiciese luz sobre el elevado número de muertos y heridos.
Los obreros y trabajadores pagaban el costo de ver a sus principales dirigentes
detenidos o relegados. Los pobladores, por último, habían salido a la palestra pública
sindicados por ciertos sectores uno los responsables de los saqueos y excesos come-
tidos durante las manifestaciones.
En fin, la sociedad chilena ya no era la misma que antes del 2 de abril. ¿Qué había
sucedido en ella, profundamente, durante los días que duraron las protestas? ¿Quiénes
fueron los principales responsables de los hechos sucedidos? ¿Qué motivaciones habían
conducido a ellos? ¿Cómo fueron vistos los acontecimientos por los principales actores
sociales y políticos de la época y de qué manera reaccionaron ante ellos? Preguntas a
las que intentaremos responder en la Segunda Parte de este libro.

5. Elementos de síntesis y de interpretación


Si bien todas las alzas de precios eran complicadas –por el contexto económico y
social que hemos descrito en los capítulos precedentes– la de la locomoción colecti-
va lo era en particular. No en vano fue una decisión largamente postergada y
debatida.
Su particularidad radicaba, en primer lugar, en que la ciudadanía había desa-
rrollado, a través de los años, una alta sensibilidad frente al tema, llegando a
considerarse la oposición al aumento del precio de los pasajes como un símbolo de
resistencia al conjunto de las alzas. A ello habían contribuido los estudiantes con
sus movilizaciones a partir de los años treinta y el hecho de que la condición de
‘pasajero’ hacía de los usuarios sujetos activos del problema. Influían también las
deficiencias del servicio y sus diarias consecuencias para la población que debía
desplazarse por la ciudad.
En segundo lugar, había un elemento económico en juego. Como ya hemos visto,
los pasajes de la locomoción colectiva se beneficiaban de una bonificación estatal
en el precio de la bencina. Esto hacía que su reajuste, eliminando dicha bonifica-
ción, tuviera una gran importancia material y simbólica para la política económica
del Gobierno. Los planes de rectificación obligaban a terminar con las bonificacio-
nes, para dar paso a una real libertad de precios.
En tercer lugar, el alza de los pasajes generaba un conflicto que comprometía a
poderosos actores sociales y económicos. Por una parte, ya lo decíamos, a la población

100
en general que, transformada en ‘pasajeros’ o usuarios, podía desarrollar una fuerte
presión social. Por otra, a los empresarios de la locomoción colectiva, que conocían
la vital importancia del servicio que proporcionaban y que estaban acostumbrados
a imponer sus puntos de vista y a obtener rápidas ganancias. Por último, al Ejecutivo,
que a través de sus cuadros técnicos y políticos debía asegurar tanto el fundamento
económico de la medida como su implementación práctica.
Como se ve, había importantes razones sociales, económicas y políticas para
que el alza de la locomoción generara la expectativa que hemos descrito en la
primera parte de este capítulo. Sortear estas dificultades era difícil. Los conflic-
tos fueron evidentes. Así, por ejemplo, desde el punto de vista económico el
Gobierno tuvo que sortear el problema del tope del 25% que autorizaba la ley,
dictando el discutido Decreto N° 222; se vio también enfrentado al oscuro proble-
ma del fraccionamiento de los recorridos; y, finalmente, debió aceptar que había
errores en el cálculo de las tarifas. Desde un punto de vista político, la resistencia
de los empresarios negándose a aplicar las nuevas tarifas significó un claro cues-
tionamiento a la autoridad pública, así como las reacciones regionales impugnaron
el excesivo centralismo de Santiago. Los conflictos internos que la medida generó
en el propio Gobierno dejaron en evidencia, por último, las tensiones políticas
entre los grupos que lo sostenían.
Pero, finalmente, donde la complejidad de la medida que se estaba adoptando
fue mayor, fue a nivel social. Sus efectos trascendieron, claramente, el ámbito particu-
lar del alza de la locomoción, llegando a comprometer no solo el orden público sino
la capacidad del sistema para controlar la protesta social. Su irrupción dejó en
evidencia profundas contradicciones que subterráneamente cruzaban a la sociedad
chilena y que formaban parte de ese trasfondo social que describiéramos en el
capítulo anterior.
Valparaíso primero, Santiago y Concepción después, fue el itinerario seguido
por la expresión de un descontento largamente acumulado. Estudiantes, trabajado-
res y población en general se fueron sucediendo y sumando como espontáneos
protagonistas del sorpresivo desborde social. Una excesiva represión policial y des-
mesuradas medidas de control militar no hicieron más que multiplicar las vías de
escape del malestar social, volviéndolo más violento e incontrolable. El martes 2 de
abril se convirtió, así, en la cima más alta y peligrosa del sinuoso camino seguido
por la expresividad del descontento popular. El trágico saldo de más de 20 muertos
y cientos de heridos y detenidos así lo testimonia.
La sociedad, atónita, se contemplaba a sí misma casi sin reconocerse. Se necesi-
taría mucho tiempo para que los actores sociales procesaran aquello que habían
protagonizado. Tal como lo analizaremos en la tercera parte de este libro al tratar el
estado de la memoria sobre estos sucesos.

101
Los actores económicos y políticos de la época, sin embargo, fueron más rápidos
en su reacción. Los intereses económicos fueron momentáneamente postergados
para abocarse a lo que consideraban más importante: restablecer las garantías a la
propiedad privada y las condiciones mínimas de estabilidad para la buena marcha
de los negocios. Los intereses políticos confluyeron rápidamente hacia el acuerdo
para la defensa de la institucionalidad que creían amenazada: vino la reacción del
sistema político, apelando a todas sus facultades para restablecer el imperio del
orden y de la ley.

102
CAPÍTULO 4
LA REACCIÓN POLÍTICA

1. Antecedentes
Pasada la elección de marzo, cada partido se había replegado para analizar los
resultados alcanzados y planificar sus estrategias en el marco del nuevo Parlamen-
to. El perfil de la actividad política nacional, entre el 10 y el 30 de marzo, fue bajo,
predominando la discusión económica y los problemas sociales. De allí que la re-
anudación de los trabajos legislativos, prevista para fines de marzo estaba llamada
a ser el elemento que reactivara la política en general.
Sin embargo, el alza en las tarifas de la locomoción colectiva y las consecuencias
sociales que le sucedieron modificaron esta tendencia. No solo porque al momento
de reconstituirse la Cámara de Diputados las protestas sociales ya habían alcanza-
do una amplitud que obligó a los parlamentarios a ocuparse de ellas, sino porque,
pocos días más tarde, el desarrollo de la situación llegaría a comprometer el funcio-
namiento mismo del Parlamento.
Los diferentes actores políticos fueron sorprendidos por las protestas sociales de
fines de marzo y comienzos de abril. Tardaron más de una semana en salir de su
letargo post electoral y cuando reaccionaron, lo hicieron movidos por la iniciativa
política del Gobierno, que solicitó al Congreso le otorgara facultades políticas ex-
traordinarias para superar la crítica situación generada por el alza de la locomoción.
Una solicitud que si bien provocó una división de las fuerzas políticas, dejó en eviden-
cia dos grandes consensos en la clase política de la época: la falta de confianza en el
gobierno del general Ibáñez y la reacción en bloque en ‘defensa’ del sistema político.

2. Ley de Facultades Extraordinarias: la reacción política


Al interior del Gobierno existían tensiones políticas respecto a los costos que
podía tener la promulgación del alza de la locomoción. A través de la prensa se
venían anunciando también sus posibles repercusiones sociales. Sin embargo, entre
la generalidad de los actores políticos –principalmente los partidos– no existió una
capacidad de anticipación o de reacción inmediata frente al problema.

103
La mayoría de las fuerzas políticas fueron sorprendidas por los hechos y, en un
comienzo, no fueron más que espectadoras de los mismos. A la superficialidad ini-
cial del Gobierno, que no fue capaz de ver más allá de la ‘alteración del orden público’,
se sumó una primera lectura de la mayoría de los partidos políticos, más interesada
en afirmar sus posiciones que en comprender lo que realmente estaba sucediendo.

El desconcierto inicial de los actores políticos


La reacción de actores políticos cercanos a la base social fue más rápida y
concreta. Así, los primeros en actuar fueron los alcaldes y regidores de algunas de
las comunas afectadas, quienes inmediatamente previeron las consecuencias sociales
del alza de tarifas de la locomoción, intentando obtener la derogación de la medida239.
La reacción del grueso de la clase política, en cambio, fue más lenta. De parte
del Gobierno y de un sector de la derecha, lo que predominó en un comienzo fue
una visión un tanto simplista de los hechos: las protestas no serían sino el resultado
de un complot comunista para desestabilizar el régimen institucional y atentar con-
tra la democracia. Dicha visión se tradujo en extremar las medidas policiales de
control del orden público240. Entretanto, los distintos sectores que componían la
oposición al gobierno de Ibáñez fueron tomando posiciones frente a los aconteci-
mientos. Así, hacia el fin de semana del 30 y 31 de marzo, fue cobrando fuerza la
denuncia de la responsabilidad del Gobierno en el clima de violencia que se había
generado. En efecto, sectores de izquierda denunciaron la “campaña” que, a su jui-
cio, el oficialista diario La Nación habría implementado avivando el problema de
las tarifas de locomoción, así como la supuesta presencia de policías de civil entre
los manifestantes actuando de “provocadores”, o la “brutal violencia” con que esta-
ba actuando Carabineros, lo que tendría como fin paliar la derrota electoral sufrida
por el Gobierno en marzo241.
A medida que sucedían los hechos, los parlamentarios se veían impotentes, ante
una realidad que seguía su curso en las calles. En efecto, la derecha y el centro
político evitaron tomar una actitud condenatoria hacia el Ejecutivo cuando el mi-
nistro Videla concurrió a la Cámara de Diputados el primero de abril. Ese mismo
día, se sometió a votación un proyecto de acuerdo, presentado por la bancada socia-
lista popular, tendiente a obtener que la Cámara solicitara al Ejecutivo dejar sin
efecto el alza de las tarifas de la locomoción colectiva. Sin embargo, al momento de
la votación, se constató que muchos diputados habían abandonado la sala, no exis-
tiendo el quórum suficiente para la votación. Se contaba con la presencia de solo 25
239
El Siglo, Santiago, 28/3/57, p. 2.
240
El Mercurio, Valparaíso, 30/3/57, p. 1.
241
El Siglo, Santiago, 30/3/57, p. 1.

104
diputados, mientras que el quórum para tomar acuerdos era de 29; una situación
realmente insólita si se considera que el FRAP contaba con 38 diputados y el Parti-
do Radical con 20242.

Declaración conjunta en defensa del sistema político


La clase política en general intentó llegar a arreglos para salvar el orden insti-
tucional. Es así como el mismo 2 de abril, representantes de todos los partidos
políticos, excepto el Agrario Laborista, llegaron a firmar un acuerdo para intentar
calmar la situación. A juicio de los firmantes, los hechos de violencia podían “poner
en peligro el orden democrático”, por lo que exigían la vuelta de “las tarifas de
locomoción colectiva al estado anterior del decreto de alza”; la designación de una
“comisión técnico-administrativa, con representantes de los sectores directamente
interesados”, para que en un “plazo prudente” estudiara la situación del problema
y la “libertad a todos los detenidos y procesados con ocasión de los últimos aconte-
cimientos, mediante los procedimientos legales que correspondan”. Se trataba de
una solución de compromiso en que los jefes de partido habían bajado –o subido– el
tono de sus demandas en aras de pacificar la movilización243.
Sin embargo, este intento de mediación parlamentaria chocó con el endureci-
miento de las posturas del Ejecutivo. En un comienzo, el comportamiento del
Gobierno denotaba evidentes signos de ambivalencia. Mientras, por un lado, el
ministro del interior se abría a dialogar con los estudiantes, por otro, el Jefe de
Plaza, general Horacio Gamboa, endurecía su postura. Fue esta segunda tendencia
la que prevaleció en el Consejo de Gabinete, que en la tarde del 2 de abril acordó el
cierre de la legislatura extraordinaria del Congreso y decretar Estado de Sitio. Si
bien el deseo del ministro Videla era conseguir la anuencia del Parlamento y los
partidos políticos para hacerlo, primó en el Gobierno el criterio de Carlos Ferrer,
Mario Ciudad y Darío Saint-Marie, quienes deseaban que el Estado de Sitio fuese
fruto de un golpe de autoridad del Presidente Ibáñez244.
La manera en que había sido dictado el Estado de Sitio tenía la ventaja, para el
Gobierno, de que le permitía comenzar a hacer uso inmediato de atribuciones espe-
ciales. Tenía la desventaja, sin embargo, que no le aseguraba un respaldo político
para su accionar. De allí que la posibilidad de tramitar una ley de facultades ex-
traordinarias era una alternativa conveniente: permitiría ampliar el tipo de
atribuciones a la vez de conseguirles sustento político. Y permitía también –como al
Presidente Ibáñez le gustaba hacer– sacar el problema del campo exclusivo del
242
La Tercera, Santiago, 2/4/57, p. 8.
243
La Tercera, Santiago, 3/4/57, p. 11.
244
El Debate, Santiago, 2/4/57, p. 1 y La Nación, Santiago, 3/4/57, p. 5.

105
Gobierno y llevarlo al campo de los partidos políticos: el consenso mostrado por los
partidos en su declaración conjunta se vería cuestionado, ahora, por la tensión en-
tre quienes apoyarían la iniciativa del Gobierno y quienes no.

La Ley de Facultades Extraordinarias


En el curso de la tarde del martes 2 de abril y a medida que los acontecimientos
se hacían más incontrolables, los partidos de derecha ofrecieron al Gobierno su
apoyo para una legislación de emergencia, fuese ella el Estado de Sitio o una ley de
facultades extraordinarias. Dicha posición fue reiterada oficialmente el miércoles
3 por los partidos Conservador Unido, Liberal y Nacional. El apoyo del agrariolabo-
rismo a tales medidas no estaba en duda245. Entre tanto, el presidente de la Falange
Nacional, diputado Rafael Agustín Gumucio, había declarado que el Consejo Nacio-
nal de su partido se encontraba en sesión permanente “para actuar rápida y
eficazmente ante la violencia que tomaban los acontecimientos”. Reunido desde la
tarde del martes hasta altas horas de la madrugada, se esperaba una declaración
durante el día miércoles246.
El Partido Radical, por su parte, en la mañana del día martes había emitido
una dura declaración en contra el Gobierno, condenando especialmente “la for-
ma cruel e inhumana” con que se había reprimido “la espontánea reacción juvenil
y popular”. La muerte de Alicia Ramírez acababa de ocurrir. Reunido en la tar-
de del martes 2 de abril, el Comité Ejecutivo Nacional del Partido Radical reiteró
su repudio a la represión, sobre todo después de tener conocimiento de la ocu-
rrencia de nuevas muertes. Es fácil suponer, entonces, que los radicales estaban
lejos de querer otorgarle más atribuciones al Ejecutivo: se oponían, ciertamen-
te, al estado de sitio y a las posibles facultades extraordinarias. No hay que
olvidar, sin embargo, que en el seno del radicalismo existían grupos más conser-
vadores, disidentes de la tendencia mayoritaria. La postura del radicalismo no
era unánime.
Los dirigentes del FRAP, en tanto, se reunieron cerca de la medianoche del martes
y decidieron convocar a una “huelga pacífica” a partir de ese momento, como una
manera de protesta contra la forma en que el Gobierno había combatido las mani-
festaciones populares. Se llamaba a sus partidarios a permanecer en sus hogares,
bajo la consigna de: “Nadie al trabajo. Nadie a la calle. Hasta que se recobren las
libertades públicas”247.

245
Mundo Libre, Santiago, 4/4/57, p. 2.
246
Las Últimas Noticias, Santiago, 3/4/57, pp. 2 y 20.
247
Clarín, Santiago, 3/4/57, p. 16 y El Diario Ilustrado, Santiago, 3/4/57, p. 4.

106
La situación comenzó a clarificarse hacia el mediodía del miércoles 3 de abril,
cuando el Ejecutivo envió cuatro oficios al Senado. A través del primero, se convocaba
nuevamente a legislatura extraordinaria del Congreso Nacional248. Por medio del
segundo, se informaba al Congreso que durante su receso el Gobierno había decretado
el Estado de Sitio. El tercer oficio –el Nº 993– contenía el proyecto de ley facultades
extraordinarias. A través del cuarto se solicitaba su despacho a la brevedad posible249.
A juicio del Ejecutivo, la gravedad de la situación obligaba a los poderes del
Estado a reaccionar, a menos que abdicaran de sus atribuciones y renunciaran a sus
deberes. No podían permitir que, “al amparo de nuestras libertades”, grupos inte-
resados en “destruir los fundamentos básicos del sistema democrático”, continuaran
su “labor sediciosa”. Para ello, justamente, la Constitución consagraba “disposicio-
nes de carácter excepcional”, que permitían “la conservación integral del régimen
jurídico institucional” y que “era el momento de utilizar”250.
El proyecto de ley proponía una vigencia de seis meses para las facultades ex-
traordinarias que se estaban solicitando. Estas facultades, de las que gozaría el
Presidente de la República si el proyecto era aprobado eran las siguientes:
1º La de someter a las personas a la vigilancia de la autoridad;
2° La de trasladarlas de un departamento a otro;
3° La de arrestarlas en sus propias casas u otros lugares no destinados a la deten-
ción o prisión de reos comunes;
4° La de suspender o restringir el ejercicio del derecho de reunión;
5° La de restringir la libertad de imprenta; para este efecto, podrá establecer la
censura previa y prohibir la circulación de todo impreso gráfico o texto que tien-
da a alterar el orden público o a subvertir el régimen constitucional; y
6° La de hacer practicar investigaciones con allanamiento, si fuera necesario,
para cumplir las órdenes que se den y de acuerdo a las facultades anteriores251.
El proyecto de facultades extraordinarias retomaba algunas de las restriccio-
nes del estado de sitio y agregaba otras relativas a los derechos de reunión y
expresión.

248
Recordemos que ésta había sido clausurada 15 horas antes para decretar el estado de sitio.
249
La Segunda, Santiago, 3/4/57, p. 5; El Debate, Santiago, 3/4/57, p. 1; El Mercurio, Santiago, 4/4/57, pp. 1 y
9 y El Mercurio, Valparaíso, 4/4/57, p. 1. Copias de estos decretos en: A.SEN., P.C.G., Tomo 1003, pp. 94-
95; Vol. Acusaciones Constitucionales, Tomo 980, 1956-1957, pp. 257, 265 y 267 y Citaciones, circulares
y tablas, Tomo 2.398, 1957-58.
250
Id.
251
Esta es la lista de facultades a que se refiere el artículo 1° de la Ley 5.163, invocado en el proyecto de
ley que estamos analizando. Ver al respecto: La Segunda, Santiago, 3/4/57, p. 5; La Nación, Santiago, 4/
4/57, pp. 1 y 2 y El Mercurio, Santiago, 4/4/57, pp. 1 y 9.

107
La reacción de los partidos
En un comienzo, el ambiente era favorable a la aprobación del proyecto de ley
de facultades extraordinarias, ya que los partidos de derecha habían dado su apoyo
a la legislación de emergencia del Gobierno. Esto siempre que se respetaran cinco
puntos: uno, las facultades extraordinarias serían otorgadas solo por tres meses y
no seis; dos, ellas solo regirían dentro del territorio continental, evitándose así relega-
ciones al extremo sur del país o a las islas del Pacífico; tres, el Gobierno suspendería
la vigencia de las nuevas tarifas de la locomoción colectiva; cuatro, se nombraría
una comisión especial para el reestudio de las tarifas, compuesta por técnicos y
representantes de los estudiantes, empleados y obreros; y, cinco, se dispondría la
libertad de estudiantes y dirigentes sindicales que no hubiesen participado en hechos
delictuosos. Como puede observarse, en esta nueva negociación se retomaron algunos
de los puntos propuestos por los partidos políticos en su declaración del martes 2
de abril252. Sobre tales bases de acuerdo, las Juntas Ejecutivas de los partidos Liberal,
Conservador Unido y Agrario Laborista, en sesiones especiales a lo largo de la tarde
del miércoles 3 de abril, acordaron apoyar las facultades extraordinarias solicitadas
por el Gobierno al Congreso Nacional. Así lo había resuelto también la directiva del
Partido Nacional253.
Por su parte, el Consejo Ejecutivo del Partido Radical resolvió, por 9 votos
contra 1, rechazar el proyecto de ley de facultades extraordinarias. Esto significa-
ba instruir a sus congresales para que votaran en contra, lo cual generaría conflictos
internos al radicalismo ya que varios parlamentarios habían anticipado opinio-
nes favorables al proyecto254. Entre los miembros de la directiva nacional del
Partido Radical, sin embargo, primó la falta de confianza hacia el gobierno del
general Ibáñez255. Como era de preverse, el Consejo del FRAP negó también su
apoyo al proyecto presentado por el Ejecutivo, argumentando que las herramien-
tas legales de que disponía el Gobierno eran suficientes para manejar la
situación 256.
La postura de la Falange Nacional se mantuvo confusa durante todo el día miér-
coles. Un primer acuerdo favorable a la aprobación de las facultades extraordinarias,
tomado por su Consejo Nacional en la tarde de ese día, fue luego dejado en suspen-
so hasta el jueves, al conocerse la postura contraria del radicalismo. Claramente

252
La Nación, Santiago, 4/4/57, p. 6 y Clarín, Santiago, 4/4/57, p. 16.
253
El Mercurio, Santiago, 4/4/57, pp. 1 y 9 y La Nación, Santiago, 4/4/57, p. 6.
254
El Debate, Santiago, 4/4/57, p. 4.
255
La Nación, Santiago, 4/4/57, p. 7; La Tercera, Santiago, 4/4/57, pp. 6 y 7; Mundo Libre, Santiago, 4/4/57,
p.16 y La Nación, Santiago, 5/4/57, pp. 1 y 5.
256
La Tercera, Santiago, 4/4/57, pp. 6 y 7 y El Debate, Santiago, 4/4/57, p. 4.

108
existían dos posiciones en la Falange; una de ellas, opuesta al proyecto, la encarna-
ba su presidente Gumucio; la otra, más favorable, Eduardo Frei Montalva257.
El jueves 4 de abril, el Senado se reunió para la apertura de la nueva legislatura
extraordinaria. En esa misma sesión acordó por unanimidad el trámite de “discu-
sión inmediata” para el proyecto de facultades extraordinarias enviado por el
Ejecutivo al Congreso Nacional258. La Cámara de Diputados, por su parte, realizó
también sesión constitutiva de la legislatura, a las 16 horas del jueves; luego, se
celebró una sesión especial, para discutir sobre “la grave situación que vive el país
y el atropello al fuero parlamentario”. Esta sesión estuvo llena de incidentes entre
parlamentarios de las distintas bancadas; los unos acusando al Gobierno de haber
provocado un clima de extrema violencia, los otros sindicando a comunistas y socia-
listas como responsables de los hechos. Los incidentes obligaron a levantar la
sesión259.
Durante el día jueves otros dos hechos habían llamado la atención del mundo
político: la decisión de la Falange Nacional de apoyar finalmente el proyecto de
facultades extraordinarias y los entretelones que comenzaban a conocerse sobre
el asalto a la Imprenta Horizonte, ocurrido en la madrugada del miércoles 3 de
marzo. En efecto, reunido al mediodía, el Consejo Nacional de la Falange, junto
con haber decidido votar favorablemente el proyecto de facultades extraordina-
rias, había recomendado a sus parlamentarios presentar indicaciones tendientes
a rebajar a 60 días la duración de dichas facultades260. El apoyo de la Falange
terminaba de clarificar el destino del proyecto: éste sería aprobado en ambas
cámaras. Pero, al mismo tiempo, la decisión desató las críticas del Partido Radical
y de la izquierda y no dejó de producir conflictos internos en la misma tienda
falangista 261.

Facultades innecesarias
El viernes 5 de abril se inició en el Senado la discusión sobre el proyecto de
facultades extraordinarias. El debate parlamentario no hizo sino explicitar las posi-
ciones que desde el inicio habían adoptado los actores políticos: el Gobierno en

257
El Mercurio, Santiago, 4/4/57, p. 7; El Mercurio, Valparaíso, 4/4/57, p. 3; La Nación, Santiago, 4/4/57,
p. 6 y La Tercera, Santiago, 4/4/57, pp. 6 y 7.
258
El Mercurio, Santiago, 5/4/57, pp. 1 y 11; La Nación, Santiago, 5/4/57, pp. 1 y 6 y La Unión, Valparaíso,
5/4/57, pp. 1 y 4.
259
Clarín, Santiago, 5/4/57, pp. 8 y 9; Mundo Libre, Santiago, 5/4/57, p. 7; El Debate, Santiago, 5/4/57, p. 4;
La Unión, Valparaíso, 5/4/57, pp.1 y 4 y El Diario Ilustrado, Santiago, 5/4/57, p. 6.
260
El Mercurio, Santiago, 5/4/57, p. 11; La Nación, Santiago, 5/4/57, p. 5; El Diario Ilustrado, Santiago,
5/4/57, p. 6 y Clarín, Santiago, 5/4/57, p. 8.
261
Clarín, Santiago, 5/4/57, p. 5; Mundo Libre, Santiago, 5/4/57, p. 2 y Última Hora, Santiago, 5/4/57, p. 8.

109
contra de la ‘conspiración’ y en defensa del prestigio e intereses del país; la derecha
buscando restablecer el orden necesario para el ‘buen’ desarrollo nacional; la iz-
quierda responsabilizando al Gobierno y a su política económica; el centro político
falangista combatiendo tanto la dictadura como la anarquía; y los radicales descon-
fiando profundamente del Presidente Ibáñez y de sus colaboradores.
Finalmente, la ley de Facultades Extraordinarias no fue sino la forma más posi-
ble que asumió la reacción del sistema político. La guerra del general Gamboa duró
pocos días e hizo varios muertos, demostrando rápidamente su unilateralidad; la
intención de la izquierda de que el Gobierno asumiera su responsabilidad en la
represión desatada, derogara el alza y modificara su política económica, tampoco
prosperó. Triunfo parcial, entonces, de la derecha y del coronel Videla. Derrota rela-
tiva de los grupos más duros del Gobierno. Ibáñez, una vez más, había dejado que
sus generales y coroneles dieran la batalla por él. Faltaba ver aún cómo recompen-
saría a unos y a otros.
Entretanto, la emergencia estaba superada. Al 16 de abril, fecha final de pro-
mulgación de las facultades extraordinarias, estas eran absolutamente innecesarias.
El país había retornado al orden y la tranquilidad. El sistema político había recupe-
rado su seguridad en sí mismo y sentía haber cumplido con sus obligaciones. El
peligro estaba conjurado. ¿Qué peligro? Difícil de responder: ¿la tiranía roja?; ¿una
nueva dictadura de Ibáñez?; ¿la dislocación de la economía?; ¿la decadencia moral
y el imperio de la barbarie?
Lo cierto es que a la luz de los antecedentes expuestos, aun no se alcanza a
comprender qué hizo que el sistema político viera su estabilidad tan claramente
amenazada por un movimiento espontáneo, sin conducción política ni grandes orga-
nizaciones detrás y de magnitud variable. Queda, a nuestro juicio, abierta esa
pregunta. Avanzar en la respuesta nos conducirá a un análisis de la lógica interna
de los acontecimientos para ver si allí efectivamente se encuentran los elementos
explicativos. Ese será el objeto de la Segunda Parte de este libro.

3. El “Caso Horizonte” y la crisis ministerial


La discusión y aprobación de la ley de Facultades Extraordinarias, respaldada
por la mayoría del Congreso, constituyó la expresión formal que adquirió la reac-
ción de la clase política en defensa de la institucionalidad política vigente. Sin
embargo, si bien concentró la atención del mundo político, no fue el único curso que
siguieron los sucesos de abril de 1957. Controlada la protesta social, y reforzadas
las facultades represivas del Gobierno, las miradas comenzaron a volverse hacia las
causas y los responsables de los sucesos que habían sacudido al país. Las posicio-
nes, naturalmente, fueron muy variadas.

110
El tema de las responsabilidades estuvo presente con fuerza en los debates
parlamentarios que sucedieron a los hechos y que animaron la discusión de las
facultades extraordinarias. La izquierda y el Gobierno aparecían como los posibles
responsables. Las acusaciones del oficialismo y de la derecha conservadora hacia
los comunistas se reiteraban cotidianamente. Estos y el resto de la izquierda, por su
parte, sindicaban al Ejecutivo como el verdadero responsable del curso violento y
trágico que habían tomado las protestas.
En este contexto, de diferentes interpretaciones y de acusaciones múltiples, hubo
un hecho particular que concentró la atención de la opinión pública y que catalizó
buena parte de las repercusiones de los movimientos de protesta del mes de abril.
Se trató del asalto y destrucción de los talleres gráficos de la Imprenta Horizonte.
El conocimiento de los pormenores de este hecho así como el proceso judicial a que
dio lugar, se transformaron en una especie de cauce por el cual transitó la realidad
nacional con posterioridad a los hechos del 2 de abril. El caudal acumulado en tor-
no a este caso judicial, que evacuaba parte de las tensiones acumuladas desde fines
de marzo, llegaría a desembocar en la crisis ministerial del 22 de abril. Consecuen-
cia última de los así llamados sucesos de abril de 1957.

Asaltados, detenidos y luego relegados


En la calle Lira 363, en la ciudad de Santiago, funcionaban los talleres de la
Imprenta Horizonte, donde se imprimían los diarios izquierdistas El Siglo y Última
Hora, además de las revistas Vistazo y Qué Hay. Este local fue allanado en la
madrugada del miércoles 3 de abril, siendo destruidas todas sus instalaciones y
maquinarias. Casi simultáneamente fue allanado el local donde funcionaban las
oficinas de redacción del diario El Siglo y la sede del Partido del Trabajo (orga-
nización a través de la cual el proscrito Partido Comunista canalizaba parte de su
accionar), ubicadas en el inmueble de Catedral 1367. Ambos hechos fueron
protagonizados por grupos de desconocidos, en horas en que regía el toque de queda
y cuando la ciudad no se reponía aún de las violentas manifestaciones de la tarde
del martes 2 de abril262.
La noticia comenzó a difundirse a partir del día jueves y la atención se centró
en la suerte que habían corrido los periodistas y operarios que estaban trabajando
en los talleres al momento del asalto. Se trataba de 23 personas cuyo destino, hasta
la noche del día miércoles, no se conocía. Testigos presenciales sostenían haber
visto militares en los alrededores y civiles no identificados que habían procedido a

262
El relato de estos hechos lo retomaremos en la Segunda Parte de este trabajo, en el marco del
análisis del conjunto de los acontecimientos acaecidos entre el 27 de marzo y el 7 de abril.

111
detener a algunas personas. Se presumía que los civiles pertenecerían a la policía
de Investigaciones263.
Efectivamente, el día jueves se supo que los trabajadores de Horizonte, junto a
otros periodistas detenidos en el local de El Siglo, estaban siendo relegados a distin-
tos puntos del país, con lo que la versión que sostenía la participación de la policía
civil en los hechos comenzó a tomar cuerpo264. El Gobierno, sin embargo, negaba
absolutamente su responsabilidad en los hechos. Su prensa insistía en la tesis de
que el asalto era responsabilidad de los mismos grupos que habían protagonizado
los violentos incidentes del martes 2 de abril: extremistas y delincuentes. Sostenía
también que la policía habría llegado una vez que los destrozos se habían produci-
do. Se reconocía, así, la detención pero no el asalto265.
Un joven y honesto fiscal militar, Francisco Saavedra, fue el encargado de llevar
adelante la investigación, cuya primera diligencia consistió en una inspección ocu-
lar a la Imprenta Horizonte, realizada el jueves 11 de abril266. Era el punto de partida
de un proceso en que el testimonio de los afectados era clave para identificar a los
responsables del asalto y la destrucción que se investigaba. Sin embargo, estos tes-
tigos habían sido relegados a lugares tan distantes e inhóspitos como Belén, Putre y
Codpa en el extremo norte del país, o Huellusca en Osorno y Melinka en Chiloé.
Pese a todo, sus testimonios y quemantes acusaciones ya habían trascendido a la
prensa, gracias a los periodistas que lograron llegar a los lejanos lugares de relegación
y entrevistar a los trabajadores de la Imprenta Horizonte. Todas las acusaciones se diri-
gían contra los funcionarios de la Novena Comisaría Administrativa del Servicio de
Investigaciones, más conocida como la “Policía Política”. En el Congreso, distintos par-
lamentarios habían entregado también antecedentes que responsabilizaban de los hechos
a detectives de Investigaciones y que comprometían a personal militar267.
El “caso Horizonte” cobró su mayor notoriedad pública cuando, sorpresivamen-
te, el fiscal Saavedra acompañado de la fuerza pública procedió a allanar la casa
del subcomisario de Investigaciones Carlos Estibill Mehuida, con insólitos resulta-
dos: se encontraron allí dos máquinas de escribir pertenecientes a la Imprenta
Horizonte, que habían sido sustraídas durante el asalto del 3 de abril, más algunos
materiales de fotograbado. Cumplido el trámite, el fiscal dictó una orden de deten-
ción en contra del citado funcionario policial268.
263
Mundo Libre, Santiago, 5/4/57, pp. 4 y 5.
264
Id.; El Mercurio, Santiago, 6/4/57, p. 11; Las Últimas Noticias, Santiago, 6/4/57, p. 15; El Diario Ilustrado,
Santiago, 6/4/57, p. 2 y La Nación, Santiago, 6/4/57, p. 7.
265
La Nación, Santiago, 9/4/57, p. 2
266
La Nación, Santiago, 12/4/57, p. 6 y La Tercera, Santiago, 12/4/57, p. 24.
267
Última Hora, Santiago, 11/4/57, p. 4.
268
El Diario Ilustrado, Santiago, 17/4/57, p. 4; La Nación, Santiago, 17/4/57, p. 3 y Las Últimas Noticias,
Santiago, 17/4/57, p. 20

112
La detención de Estibill, como es de suponerse, produjo variadas reacciones.
Desde todos los sectores políticos se reclamaba que la acción de la justicia llegara
hasta las últimas consecuencias esclareciendo las culpabilidades y castigando a los
responsables. En ese sentido, todos respaldaban la decidida voluntad de hacer jus-
ticia mostrada por el fiscal Saavedra269. Fue en este contexto, que nuevos hechos
involucrarían al Gobierno.

Detención de cuatro abogados comunistas


Alrededor de las 14 horas del jueves 18 de abril, cuando los abogados de Hori-
zonte debían hacer sus alegatos, decenas de agentes de la policía política rodearon
sigilosamente el Palacio de los Tribunales de Justicia. En la acción resultaron dete-
nidos los abogados Jorge Jiles y Sergio Inzunza, quienes fueron aprehendidos por
hombres de la Novena Administrativa, con la intención de ser relegados. En el ope-
rativo también cayeron los abogados Alejandro Pérez y René Frías. El primero fue
detenido al interior del recinto, violándose así claras disposiciones legales. El re-
vuelo en los Tribunales de Justicia fue mayúsculo. Nadie daba crédito a lo que
acababa de suceder. Las cosas habían ido demasiado lejos: el Gobierno no había
trepidado en detener a los principales abogados defensores de la Imprenta Hori-
zonte. Se había ordenado su detención argumentando su condición de miembros
del Partido Comunista y los decretos respectivos habían sido firmados por el minis-
tro de Economía, Roberto Infante, quien ocupaba interinamente la cartera del
Interior270.
Las reacciones, una vez más, no se hicieron esperar. Rápidamente se puso en el
centro del debate la pertinencia o no de haberle otorgado al Gobierno las Faculta-
des Extraordinarias en virtud de las cuales se había procedido a detener a los
abogados y se habían dictado los decretos con que se les pretendía relegar271. Las
declaraciones condenatorias de los diferentes partidos políticos se sucedieron, una
tras otra272. Las más esperadas fueron las declaraciones del ministro Infante, res-
ponsable directo de la medida, ya que los decretos llevaban su firma. Sus palabras
causaron tanto impacto como la medida misma, tanto más cuando fueron respalda-
das públicamente por la directiva del Partido Agrario Laborista:

269
Las Últimas Noticias, Santiago, 18/4/57, pp. 2 y central.
270
El Mercurio, Santiago, 19/4/57, pp. 15 y 19; La Tercera, Santiago, 19/4/57, pp. 8 y 9 y El Mercurio, Valparaíso,
19/4/57, p. 1.
271
La Tercera, Santiago, 19/4/57, p. 10.
272
La Tercera, Santiago, 19/4/57, p. 9; El Mercurio, Santiago, 19/4/57, pp. 15 y 19 y La Nación, Santiago,
19/4/57, p. 6

113
Fui sorprendido en la firma de ese decreto –puntualizó el señor Infante– ya que el
funcionario del Ministerio del Interior que me lo presentó, con urgencia para su
despacho, me expresó que se trataba de relegar a comunistas militantes. No me
explicó que eran abogados ni que tenían relación con el proceso por lo sucedido en
imprenta Horizonte273.
El funcionario que me los trajo dijo que se trataba de la relegación de 5 comunis-
tas. Que se trataba de un trámite de rutina. Yo estaba ocupado estudiando algunos
problemas de este Ministerio. Confiado firmé los decretos274.
Finalmente, a las 22 horas, Roberto Infante informó que el Presidente Ibáñez
había dado instrucciones al general Horacio Gamboa para que los detenidos fueran
puestos en libertad inmediatamente. Cosa que se hizo efectiva pocos minutos des-
pués, justo antes que fuesen enviados a sus lugares de relegación275.
De este modo, el ministro Infante conseguía detener en parte la hecatombe po-
lítica que había originado su ‘despreocupada’ firma del decreto de relegación. Cosa
que no había logrado en el caso del alza de las tarifas de la locomoción, cuya firma
había desatado la protesta social que estaba al origen de los problemas que enfren-
taba. La carrera ministerial de Roberto Infante, en todo caso, estaba terminada.
Como terminada parecía estar también la colaboración del agrariolaborismo con el
Gobierno del Presidente Ibáñez.

Pugna al interior del Gobierno


Las acusaciones del ministro Infante a funcionarios del Ministerio del Interior
de haberlo sorprendido con la firma de los decretos de relegación, no tardaron en
ser contestadas. La réplica estuvo a cargo del subsecretario de esa cartera, Carlos
Ferrer, hombre de la más absoluta confianza del Presidente Ibáñez y quien tomó la
iniciativa de las relegaciones, en ausencia del ministro Videla. El viernes 19 de
abril estaba claro que el Partido Agrario Laborista buscaba su caída. Pero Ferrer no
estaba dispuesto a dejar que le cobraran tan caro, y solo a él, el desaguisado. Es así
como, a las 11.30 horas de ese viernes, Ferrer comunicó a la prensa que:
El Ministro de Economía no es un niño y debe y tiene que asumir responsabilida-
des, pues miente al decir que fue sorprendido por el Ministerio del Interior. Más
aun, cuando yo le mandé los decretos para su firma, le hice presente en forma
expresa que la medida iba a traer revuelo. Ya me cansé de que las cosas que pasan
me las achaquen a mí. Cada uno debe asumir su responsabilidad276.
273
El Mercurio, Valparaíso, 19/4/57, p. 1.
274
La Tercera, Santiago, 19/4/57, p. 10.
275
Id. y El Mercurio, Valparaíso, 19/4/57, p. 1.
276
Las Últimas Noticias, Santiago, 19/4/57, p. 16; La Nación, Santiago, 20/4/57, p. 5 y La Tercera, Santiago,
20/4/57, p. 3.

114
Por su parte, Julio von Mülbenbrock, presidente del PAL, rechazó terminante-
mente la acusación de que faltaba a la verdad, hecha por Carlos Ferrer, y reafirmó
“en todas sus partes lo ya manifestado a la opinión pública”. Luego, insistía en la
importancia de investigar los sucesos de la imprenta Horizonte hasta que los culpa-
bles fuesen identificados y sancionados. Por último, como presidente del PAL, el
diputado von Mülhenbrock declaraba que esperaría el regreso del Presidente Ibá-
ñez –quien se encontraba fuera de Santiago– “para asumir una actitud definitiva
frente a las declaraciones del señor Ferrer”277.
La prudencia mostrada por el presidente del PAL, en el sentido de esperar la
vuelta de Ibáñez para tomar una decisión política, no necesariamente era comparti-
da por el joven diputado electo y secretario general de ese partido, Mario Hamuy.
Este, en declaraciones formuladas a la prensa durante el día viernes 19, se pronun-
ció explícitamente sobre lo que estaba en juego en el conflicto desatado el día
anterior. A su juicio, la reunión del lunes siguiente, entre la directiva de su partido
y el Presidente Ibáñez, debería dilucidar “quienes gobernarán finalmente: los par-
tidos organizados o los grupos que actúan en la sombra”. Respecto a la continuidad
del PAL en el Gabinete, sostuvo que para ello, así como para una seria y conciente
aplicación de la ley de Facultades Extraordinarias, era necesario producir cambios.
Agregando que no era posible que:
…en el seno del propio Gobierno, haya personajes siniestros que a cada momento
hagan zancadillas antidemocráticas. El señor Ferrer solo es una persona que for-
ma parte de un grupo. Se trata de alejar a todos los que la prensa, tan
acertadamente, llama ‘los orejeros’ […] La cosa será decisiva. O los ‘orejeros’ o
nosotros. O los partidos políticos serios, o los grupos siniestros que actúan en la
sombra278.
La lucha al interior del Gobierno estaba planteada. La ausencia del Presidente
Ibáñez así como el largo fin de semana no hacían sino prolongar un poco más la
resolución del conflicto. Daba tiempo, también, para que el resto de los actores
políticos tomara posiciones.
La mayoría del cuadro político se mostraba claramente contraria al grupo que
había inducido a Ibáñez a dictar el decreto de relegación de los cuatro abogados de
Horizonte. Esta iniciativa era vista como un claro intento de dificultar la investiga-
ción a cargo del fiscal Saavedra, la que venía demostrando la participación de la
policía política en el hecho. Entre los personajes claves del así llamado grupo de los

277
La Tercera, Santiago, 20/4/57, p. 16; El Mercurio, Santiago, 20/4/57, p. 15; El Mercurio, Valparaíso,
20/4/57, p. 1 y La Nación, Santiago, 20/4/57, p. 5.
278
La Tercera, Santiago, 20/4/57, p.3. Se le llamaba “orejeros” al grupo más cercano e incondicional a
Ibáñez, para significar que eran los que permanentemente le daban sus consejos u opiniones ‘al oído’.

115
“orejeros”, se mencionaba insistentemente –aparte del propio Carlos Ferrer– a Darío
Sainte-Marie; al Director General de Investigaciones, Luis Muñoz Monje, y al ministro
secretario de Gobierno, Mario Ciudad279. Polarizadas así las fuerzas que apoyaban
al Gobierno, el coronel Benjamín Videla quedaba indirectamente alineado con los
sectores del PAL, en el sentido de que claramente no formaba parte del grupo de
los ‘orejeros’, a pesar de ser uno de los pocos que acompañaba al Presidente Ibáñez
en el Gabinete desde 1952280.

La crisis ministerial
Las implicancias políticas del intento de relegación de los cuatro abogados
comunistas, hicieron que la atención se alejara de la situación que había estado
al origen de estos hechos. En efecto, cada vez se hablaba menos del asalto a la
imprenta Horizonte, como parte de los hechos del 2 de abril, y la atención se
centraba más en dos nuevas realidades. De una parte, la evolución y resolución
del conflicto político al interior del Gobierno y de éste con los partidos que lo
habían apoyado en la solicitud de facultades extraordinarias, y, de otra, el
desarrollo de un proceso judicial que mostraba la implicación de funcionarios de
Gobierno en hechos delictuales y la voluntad de ciertos grupos de querer silenciar
esa realidad. Así, con el correr de los días, se alejaba de la discusión pública la
gravedad de los sucesos del 2 de abril, para imponerse, en su lugar, la preocupación
por la crisis que enfrentaba la base política del Gobierno y el interés por la
evolución del así llamado “caso Horizonte”.
Parte de la atención, entonces, se había concentrado en el lunes 22 de abril, día
en que supuestamente se debería llegar a una solución del conflicto entre Infante y
Ferrer, o sea, entre el PAL y los ‘orejeros’. Se suponía que el Presidente Ibáñez, de
regreso ya en Santiago, pondría fin al conflicto optando por unos u otros.
El lunes, la pugna interna había cristalizado en la renuncia que tanto Ferrer
como Infante presentaron al Presidente Ibáñez. Entretanto, el ministro del Interior,
coronel Benjamín Videla, afirmando su no participación en el asunto de los decre-
tos, había decidido solidarizar con el ministro Infante y había redactado también su
renuncia. Igual cosa contaban hacer los otros ministros agrariolaboristas. Sin em-
bargo, no alcanzaron a hacerlas efectivas ya que, una vez más, el Presidente Ibáñez
obró con rapidez y astucia, citando a Consejo de Ministros para las 12 del día. Allí
solicitó a todos sus miembros que lo dejasen en libertad de acción para reestructu-
rar su Gabinete281.
279
Última Hora, Santiago, 20/4/57, p. 12.
280
La Tercera, Santiago, 22/4/57, p. 4.
281
El Debate, Santiago, 22/4/57, p. 1 y La Tercera, Santiago, 23/4/57, p. 8.

116
La maniobra del Presidente Ibáñez debía entenderse como una derrota del
PAL. No solo no les había dado tiempo de anunciar que sus ministros harían aban-
dono del Gabinete si no se alejaba a los llamados “orejeros”, sino que, por el
contrario, Ibáñez era el que se había deshecho de ellos, al solicitarles la renuncia.
Más aún, Ferrer, Ciudad y Muñoz Monje seguían en sus puestos por no formar
parte del Consejo de Ministros. Por su parte, la salida de Videla, que se daba por
descontada, era la derrota de la derecha en sus afanes de contar con un “hombre
de confianza” en el Gobierno, con el cual entenderse directamente. En círculos
políticos se decía que esa, precisamente, había sido la perdición del coronel Vide-
la: tras la negociación hecha en torno de la ley de Facultades Extraordinarias, en
la cual él se había erigido en “garantía” para la derecha, Ibáñez le habría quitado
su confianza282.
La del lunes 22, fue una tarde de especulaciones e incertidumbre. Se sabía que
el presidente buscaba nuevos rostros para su Gobierno, pero aún no se conocía su
orientación definitiva. El PAL todavía abrigaba esperanzas de que los “orejeros”
fueran desplazados y que ellos fuesen llamados a un gabinete con personalidades
“dispuestas a sacrificarse por el país”. Sabía también el PAL que el presidente
deseaba mantener, a título individual, algunos de los ministros agrariolaboristas,
como era el caso de Jorge Aravena que, se decía, podría ocupar la cartera del Inte-
rior. Ante ello, el PAL se apresuró a advertir que cualquier militante que fuese
llamado a integrar el Gabinete, no podría aceptar sin el pase de la dirección del
Partido; de lo contrario, sería expulsado de sus filas283.
La tensa espera finalizó al mediodía del martes 23 de abril, cuando juró el nue-
vo gabinete del Presidente Ibáñez. Se trataba del gabinete número 64 desde que en
septiembre de 1952 había asumido el Gobierno. Teniendo a Carlos Ferrer como mi-
nistro de fe, Ibáñez tomó juramento a los siguientes nuevos ministros: Jorge Aravena
en Interior; el general Horacio Arce en Economía; el general Manuel Quintana en
Educación; el general Adrián Barrientos en Defensa y Mario Astorga en Agricultu-
ra. Posteriormente lo haría Oscar Jiménez Pinochet en Tierras284. Perdedores habían
resultado el ministro de Economía, Roberto Infante, y el ministro del Interior, coro-
nel Benjamín Videla. También se había alejado el vicealmirante Francisco O’Ryan,
abandonando el Ministerio de Defensa.
Sin embargo, el principal derrotado había sido el Partido Agrario Laborista.
Marginado del Gobierno, el PAL había resuelto la expulsión de Aravena, por haber
aceptado el Ministerio del Interior, de Jiménez Pinochet por asumir la cartera de
Tierras y de Roberto Muñoz por continuar en Salud.
282
La Tercera, Santiago, 23/4/57, p. 9.
283
Las Últimas Noticias, Santiago, 23/4/57, p. 2 y La Tercera, Santiago, 23/4/57, p. 8.
284
La Tercera, Santiago, 24/4/57, pp. 1 y 16.

117
Fin prematuro de las Facultades Extraordinarias
El nuevo Gabinete debutó con una sorpresiva medida, la derogación de las fa-
cultades extraordinarias, anunciada por el nuevo ministro del Interior, Jorge Aravena,
ante la Cámara de Diputados:
Mi poca experiencia parlamentaria me impidió saber que los Ministros de Esta-
do tenían preferencia para hablar en la Cámara. De otra manera se habrían
ahorrado muchos discursos algunos honorables diputados. […] Hace pocos mo-
mentos he presentado, con mi firma y la del Presidente de la República, un
proyecto derogando las facultades concedidas por el Parlamento al Ejecutivo. El
Gobierno considera que, en su camino de búsqueda de la paz social que se ha
trazado, no necesita de esta clase de medidas represivas285.
Con estas palabras –que la prensa calificó de “bomba política” o de “uno de los
golpes parlamentarios más espectaculares de los últimos tiempos”– el ministro Ara-
vena puso abrupto término a una serie de acaloradas intervenciones con las que
diferentes diputados querían demostrarle su disconformidad al Gobierno. El mis-
mo Jorge Aravena, que un par de semanas antes había concurrido a la Cámara,
acompañando al entonces ministro del Interior, para solicitar facultades extraordi-
narias por seis meses. Ocho días después de haber entrado en vigencia, el ahora
nuevo ministro del Interior volvía con un proyecto de ley para su derogación. Des-
concierto era lo menos que podía producirse entre los parlamentarios de todas las
tendencias286.
En muchos de los congresistas que habían votado positivamente las facultades
extraordinarias, el desconcierto dio paso a la indignación. Principalmente entre
conservadores, liberales y falangistas, los que consideraron la maniobra como una
burla por parte del Ejecutivo o como una falta de respeto hacia el Congreso. Para
radicales y socialistas, en cambio, era una suerte de confirmación de las razones
manifestadas al oponerse a la promulgación de las facultades extraordinarias.
Aunque no eran pocos los que pensaban que tras esta iniciativa se ocultara alguna
nueva maniobra del grupo “orejero”. Se temía, por ejemplo, que ante un nuevo
rebrote de protestas, el Gobierno volviera a solicitar facultades de excepción las

285
La Tercera, Santiago, 25/4/57, p. 9. La versión oficial de la intervención de Aravena, en: DIP.,
Sesión 9ª, 24/3/57, B.S.C.D., 3ª L.E., p. 335. Mientras el Congreso Nacional se estremecía con los
anuncios del ministro Aravena, a últimas horas de la tarde del miércoles 24 de abril, discreta-
mente se anunció que la renuncia de Carlos Ferrer Farinol a su cargo de subsecretario del Inte-
rior había sido aceptada. Ver: Decreto Nº 1.717 del Ministerio del Interior, 24/4/57, A.N.S.XX.,
F.M.INT., S.F.M., Decretos, vol. 62.
286
Id.

118
que ciertamente no serían atorgadas por el Congreso, lo que podría ser aprovechado
por aquellos grupos para intentar una salida extra constitucional287.
Ambas cámaras trabajaron hasta la madrugada en que terminaron la discusión
del proyecto de ley y procedieron a votarlo. En el Senado el resultado fue de 21
votos a favor y 12 abstenciones. En la Cámara de Diputados, el proyecto fue aproba-
do finalmente con 51 votos a favor. La tónica fue que los partidos que se habían
opuesto a la ley 12.452 votaron por su derogación y los que la habían apoyado se
abstuvieron288. La nueva ley fue publicada, 24 horas después, en el Diario Oficial289.
Extraoficialmente, el ministro Aravena expresó que el objetivo de la iniciativa
había sido “desvirtuar la versión” de que las Facultades Extraordinarias habían
sido otorgadas por la confianza particular que inspiraba “un grupo de hombres”, lo
que resultaba ofensivo para el Gobierno; más aún cuando ese grupo ya no se encon-
traba en el Gabinete. Un segundo motivo era la voluntad de traer de vuelta a los
relegados, lo que el Gobierno consideraba esencial para el total “apaciguamiento
de los espíritus”290. Aravena declaró también que, “como ciudadano”, no era parti-
dario de la vigencia de la controvertida Ley de Defensa de la Democracia291.
Podría pensarse que la espectacularidad política alcanzada por el conflicto en-
tre el Gobierno y el Parlamento, y que mantuvo en actividad el vetusto edificio del
Congreso Nacional hasta altas horas de la madrugada, habría colmado la capacidad
de asombro de la sociedad chilena. Pero no. Las sorpresas de ese día miércoles 24 de
abril no habían terminado.

Los malos pasos del Juez Militar


Las investigaciones del caso Horizonte –radicadas en la justicia militar desde el
momento en que la justicia ordinaria se había declarado incompetente– habían conducido
al fiscal militar Saavedra hacia los altos mandos de Investigaciones. Raúl del Campo
Cornejo, prefecto de Investigaciones, jefe de la Policía Política, Secretario General de
dicha institución y familiar directo del Presidente Ibáñez, no fue habido durante todo el
día miércoles 24 de abril, fecha en que debía concurrir a declarar ante el fiscal. No
quedaba más alternativa que dictarle una nueva orden de citación, con apercibimiento
de arresto y proceder a ejecutarla. Pero minutos antes que se diera curso a esta
importante diligencia, el Juez Militar de Santiago, general Horacio Gamboa, resolvió

287
La Tercera, Santiago, 25/4/57, p. 9. Para el debate generado en la Cámara, ver: DIP., Sesión 9ª,
24/3/57, B.S.C.D., 3ª L.E., pp. 335-363 y 368-383.
288
Las Últimas Noticias, Santiago, 25/4/57, p. 2.
289
Las Últimas Noticias, Santiago, 26/4/57, p. 24 y El Mercurio, Santiago, 26/4/57, p. 1.
290
Las Últimas Noticias, Santiago, 25/4/57, p. 2. Para ello, sin embargo, no era necesario derogar la ley,
bastaba con un simple decreto.
291
La Tercera, Santiago, 25/4/57, p. 9.

119
quitarle el proceso al fiscal Saavedra, declarando incompetente a la justicia militar y
devolviéndolo a la justicia ordinaria. Para tomar esta medida, Gamboa se basaba en el
informe que, solo pocas horas antes, le había entregado el Auditor del Ejército, Máximo
Honorato y según el cual el sumario no terminaba de demostrar la participación de
militares en los hechos delictuosos que se investigaban292. De allí la tesis de la
incompetencia del fiscal Saavedra para seguir a cargo del proceso.
Para nadie dejaba de ser extraño que este dictamen del –para estos efectos–
juez Gamboa coincidiera precisamente con el momento en que la detención de Raúl
del Campo era inminente. Así, el informe del auditor –nombrado días antes por el
mismo Gamboa– parecía servir a dos objetivos: uno, intentar desligar de responsa-
bilidades a los militares que habían participado en la detención de los trabajadores
de Horizonte y, dos, dar tiempo a que los funcionarios de Investigaciones prepara-
ran su defensa, mientras se resolvía la contienda de competencias. Teniendo en
cuenta estas consideraciones, la prensa no dudó en calificar de “insólita” la resolu-
ción tomada por el juez Gamboa293.
Así, el fiscal Saavedra recibió un oficio del auditor Honorato solicitándole el
expediente del proceso, cuestión que el fiscal cumplió concurriendo personalmente
al Ministerio de Defensa las 0.30 horas del jueves 25 de abril. Minutos antes de las
dos de la madrugada, el general Gamboa accedió a recibir a la prensa, a la que
informó brevemente de su decisión. Sin embargo, exigido por los periodistas, termi-
nó concediendo una conferencia de prensa que se prolongó hasta pasadas las tres
de la madrugada. En ella, planteó que él no había ordenado el allanamiento a la
imprenta Horizonte sino que “otra autoridad competente”, sin mencionarla, y que
las tropas militares habían concurrido a petición de Investigaciones para evitar que
la acción se frustrara por la presencia de curiosos. Interrogado sobre si no se consi-
deraba juez y parte en el caso Horizonte, Gamboa, molesto, respondió:
No soy parte en este proceso, porque soy Juez. Yo mandé a la tropa para que evitara
desórdenes y aglomeraciones y para que trasladara a los detenidos a Investigacio-
nes, porque este servicio no disponía de locomoción. Si mi tropa hubiera entrado
al local y ayudado a saquear y destrozar, yo los procesaría por haber faltado a mis
órdenes…294.
La última acción judicial que alcanzó a ejecutar el fiscal Saavedra, antes de
entregar el expediente del proceso, fue la de modificar el auto de encargatoria de
reo de Carlos Estibill: en efecto, se aclaró que éste no estaba incomunicado por
complicidad sino por ser “autor de robo con intimidación y fuerza”295.

292
Última Hora, Santiago, 25/4/57, pp. 5 y 12.
293
La Tercera, Santiago, 25/4/57, pp. 1 y 16.
294
Última Hora, Santiago, 25/4/57, p. 5.
295
Las Últimas Noticias, Santiago, 25/4/57, p. 15 y La Tercera, Santiago, 25/4/57, pp. 8 y 9.

120
Entretanto, la defensa de Horizonte presentó a la Corte Marcial, en la tarde de
ese mismo jueves, un recurso de queja en contra del Juez Militar Horacio Gamboa
por la resolución adoptada. A juicio de la defensa, la competencia de los Tribunales
Militares aparecía “incuestionable” ya que, a la luz de los resultados de la investi-
gación, existían militares comprometidos en los hechos. El escrito planteaba, además,
el problema de la inhabilidad del propio juez Gamboa para seguir actuando en el
proceso, ya que su conducta tendía “exclusivamente a cohonestar la acción de la
Justicia”296.
El viernes 26 de abril la Corte Marcial acogió, por la unanimidad de sus miem-
bros, el recurso de queja contra la resolución del juez Gamboa que cancelaba la
jurisdicción militar sobre el caso Horizonte. Así, el expediente pudo volver a manos
del fiscal Saavedra297. El fallo indicaba además que el juez Gamboa, al declararse
incompetente, “había hecho mal uso de sus facultades”. Conocido este fallo, a Gam-
boa no le quedó más camino que declarar su propia inhabilidad como juez en la
causa N° 966-57298.
Por su parte, tras el fallo de la Corte Marcial y con el expediente de nuevo a su
cargo, el fiscal Francisco Saavedra –llamado por la prensa “el incorruptible”– no
podía sino sentirse respaldado por sus colegas de la justicia militar. La opinión
pública y los medios de comunicación, por su parte, permanentemente le hacían
sentir su apoyo y admiración. Saavedra se dispuso, entonces, a retomar su trabajo,
el que había logrado ser retrasado solo en 48 horas. Algunos de los principales jefes
de la policía de Investigaciones tenían, así, sus días contados.

La comprobada responsabilidad de Investigaciones


Hacia fines del mes de abril, el proceso por el caso Horizonte ya había adquirido
una cierta autonomía respecto al contexto en que había surgido. Lo importante ya
se sabía: la participación de funcionarios de la policía civil en los hechos. Lo que
venía a continuación –es decir, precisar las responsabilidades e identificar plena-
mente a los autores– era parte de la agenda judicial normal. Sus implicancias
políticas se alejaban de los hechos del 2 de abril y pasaban a formar parte del
cúmulo de situaciones irregulares a las que el gobierno de Ibáñez había acostum-
brado a la ciudadanía.
El lunes 29 de abril el proceso llegó a lo que el diario Las Últimas Noticias calificó
como su “etapa cumbre”. No solo se conoció la encargatoria de reo de los siete
detectives de la Novena Administrativa que ya estaban detenidos e incomunicados,
296
La Tercera, Santiago, 26/4/57, pp. 10 y 11.
297
Las Últimas Noticias, Santiago, 27/4/57, pp. 3 y 18 y La Tercera, Santiago, 27/4/57, p. 8.
298
La Tercera, Santiago, 28/4/57, p. 20.

121
sino que el jefe de la Policía Política debía comparecer, perentoriamente, a declarar
al mediodía, tras lo cual quedó en calidad de detenido e incomunicado299. Con la
detención de Raúl del Campo y reconocida su responsabilidad en los hechos, el
proceso efectivamente entraba en su fase final. La justicia seguiría su curso300. Luego
vendrían las penosas ruedas de presos en que los detectives detenidos serían, una y
otra vez, reconocidos por los trabajadores de Horizonte, como los autores del violento
asalto y destrucción de la imprenta. El subcomisario Carlos Estibill, por su parte,
sería también reconocido como participante de los hechos, con lo cual numerosos
jefes intermedios de Investigaciones quedarían en muy mal pie ya que habían
declarado haber pasado la noche del 2 al 3 de abril jugando naipes en su compañía,
en los cuarteles de la institución. Arriesgaban, por ello, ser procesados por falso
testimonio301.
No obstante, tras la detención e inculpación de Raúl del Campo y el reconoci-
miento de su responsabilidad, quedaba abierta la pregunta sobre quién o quiénes
le habían dado la orden de proceder en contra de la Imprenta Horizonte. Sus supe-
riores inmediatos eran –aparte del director de Investigaciones, señor Muñoz Monje–
el entonces subsecretario del Interior Carlos Ferrer y el Jefe de la Plaza, general
Horacio Gamboa302. Ferrer ya había dejado la subsecretaría del Interior y los rumo-
res de un alejamiento del general Gamboa crecían día a día303.
El mes de abril de 1957, sin embargo, se cerró sin que la respuesta a esa pregun-
ta capital saliera a la luz pública: el país volvía a la normalidad.

4. Elementos de síntesis y de interpretación


A menos de un mes de los violentos disturbios que habían sacudido la capital
del país y dos de sus principales ciudades, la tranquilidad había vuelto a los espíri-
tus y reinaba la normalidad. La última de las consecuencias directas de tales
acontecimientos –la crisis ministerial del 22 de abril– había permitido retomar el
curso de los acontecimientos políticos anteriores a las protestas. Recordemos que
inmediatamente después de las elecciones, el Presidente Ibáñez había logrado sor-
tear una crisis de gabinete confirmando en sus puestos a todos sus ministros. Sin
embargo, en ese momento se dijo que la solución no era sino transitoria y que el
presidente necesitaba tiempo para recomponer su equipo ministerial. Finalmente

299
Las Últimas Noticias, Santiago, 30/4/57, p. 1; El Siglo, Santiago, 30/4/57, pp. 4 y 5 y La Tercera,
Santiago, 30/4/57, p. 11.
300
Las Últimas Noticias, Santiago, 30/4/57, pp. 3 y 20.
301
Golpe, Santiago, 7/5/57, p. 4.
302
El Siglo, Santiago, 30/4/57, p. 1.
303
La Tercera, Santiago, 23/4/57, p. 4 y La Tercera, Santiago, 30/4/57, p. 10.

122
lo hizo, bajo otras condiciones ciertamente. La salida del Partido Agrario Laborista
del Gobierno no hacía sino poner las cosas en el lugar que las elecciones del 3 de
marzo lo sugerían. Tras la derrota electoral del PAL, Ibáñez, naturalmente debía
reforzar el carácter de independencia partidaria de su gobierno.
Un elemento nuevo, que seguramente de no mediar los sucesos de abril hubiera
seguido un curso distinto, fue la salida del ministro Videla. Si bien ella se rumorea-
ba desde antes del inicio de las protestas, cuando ya había signos de conflictos
internos al Gobierno, es probable que Videla hubiese dejado el Gabinete en térmi-
nos un poco más decorosos. Es evidente que su salida fue el precio que Ibáñez y su
grupo más cercano le hicieron pagar por su protagonismo político durante la crisis
de abril. Al igual que en otras oportunidades a lo largo de su gobierno, el Presiden-
te no dudó en dejar caer a un colaborador tan cercano como el coronel Videla, desde
el momento en que creyó que su lealtad ya no era absoluta. Los vínculos de Videla
con la derecha política y sus nunca reconocidas pero evidentes pretensiones presi-
denciales, afectaron su incondicionalidad a los ojos de Ibáñez.
Es interesante destacar cómo las complejidades de la realidad social y política
buscan sus caminos de expresión. Porque, si bien es cierto que en términos políticos
estrictos los ‘triunfadores’ tras la crisis de abril fueron los grupos más cercanos al
Presidente, los así llamados ‘orejeros’, no es menos cierto que esos mismos grupos
debieron enfrentar una dura prueba a través del proceso por el asalto a la imprenta
Horizonte, casi como un mecanismo de compensación o de equilibrio. Desconecta-
da la sociedad política de la civil, ésta debía buscar otros canales de expresión. Los
hechos de abril, como concluiremos más adelante, fueron uno. El caso Horizonte, a
nuestro juicio, fue otro, menos extremo y radical. Porque, en el fondo, el problema
de la imprenta Horizonte no fue sino el juicio público que la mayoría de la sociedad
civil le hizo a los abusos de poder y al ejercicio de la violencia institucional. La
caída de los principales jefes de la Novena Administrativa, con Raúl del Campo a la
cabeza fue, tal vez, el precio que a su vez los ‘orejeros’ debieron pagar por seguir en
el poder.
Hemos sostenido que el retorno a la normalidad se expresó, principalmente, en
el lugar prioritario que volvieron a ocupar los ‘grandes problemas nacionales’, tales
como el devenir de la política económica o el horizonte de las elecciones presiden-
ciales de 1958. Así como el Gobierno redispuso sus piezas en el tablero político, los
distintos actores políticos retomaron sus posiciones. El debate económico recobra-
ría sus fueros y nuevos anuncios de alzas animarían la discusión. Los actores sociales
volverían a preparar más de una decena de congresos y eventos que, en su momen-
to, debieron ser suspendidos con motivo de los sucesos de abril. Anunciarían también
nuevas movilizaciones sociales en contra de las nuevas alzas de precios y de los
efectos de la política económica, aunque muchas de ellas no llegarían a realizarse y

123
las que sí, estarían muy lejos de alcanzar la masividad y la extensión de las del mes
de abril.
La historia siguió su curso. Sin embargo, como ya lo dijimos en algún momento,
la sociedad chilena ya no era la misma que antes del 2 de abril de 1957.

124
CONCLUSIONES
PRIMERA PARTE

1. Una crisis política, social y económica


La crisis de abril, detonada por factores económicos y caracterizada en su mo-
mento más algido por una gran efervescencia social muestra, sin embargo, en su
evolución, un carácter marcadamente político.
En su inicio, el contexto está marcado por un hecho político: la elección parla-
mentaria del 3 de marzo. Le sucede, luego, un profundo debate económico que pone
en juego no solo cuestiones doctrinarias sino asuntos de política económica concre-
ta. Será precisamente una medida que comprometía la política económica en curso,
la que va a desatar la protesta social de fines de marzo y comienzos de abril. Violen-
ta en su forma, radical en sus exigencias y espontánea en su gestación, esta reacción
esencialmente social llegará –más allá de sus intenciones– a ser vista como una
amenaza a la estabilidad del sistema político y económico. Si bien la respuesta des-
de el Gobierno será finalmente violenta, la del sistema en su conjunto será
esencialmente política. Así, la emergencia de lo social es neutralizada desde lo po-
lítico, siendo la crisis definitivamente superada sin necesidad de que el proceso
vuelva a pasar por lo social. Y sin resolver, tampoco, el fundamento económico de la
conflictividad social. Bastará con retardar un poco la implementación de los planes
económicos –suspensión de la medida que desencadenó los hechos– y con afianzar
las lealtades del mundo político, para volver a la normalidad.
El contexto inmediato de la crisis de abril muestra, así, un inicio y un final
marcado por elementos de orden político. Paradojalmente su corazón es apasio-
nadamente social y sus razones más profundas son de orden socioeconómico. Estos
aspectos se suceden unos a otros pero sin asumirse recíprocamente.

2. Una sociedad ‘desconectada’ internamente


La crisis de abril nos muestra una sociedad con fuertes desconexiones internas.
Siendo la más importante la que se producía entre la realidad política institucional
y la realidad social popular.

125
Las elecciones parlamentarias del 3 de marzo no lograron canalizar la diversi-
dad de preocupaciones presente en la sociedad chilena de 1957. La elección fue
monopolizada por partidos políticos que estaban más preocupados de recuperar
posiciones electorales, que de interpretar las expectativas reales presentes en la
sociedad. Si bien la crítica realidad nacional fue incorporada al libreto electoral de
la mayoría de los candidatos, estos no lograron convencer de que eran capaces de
hacerse cargo y superar dicha realidad. El mundo social, por su parte, estaba más
preocupado de la sobrevivencia diaria que de los discursos políticos. Salvo peque-
ños grupos organizados para enfrentar colectivamente sus problemas o para dar
más peso a sus convicciones políticas o ideológicas, la mayoría de la población mos-
traba una actitud más bien pasiva. La mayoría social se situaba como espectadora
de un juego político ajeno y que poco le interesaba en la medida en que mostraba
su incapacidad para resolver los problemas que le preocupaban.
Sociedad política y sociedad civil pasaban por un período de distanciamiento
más profundo del que uno podría imaginar. Una posible explicación, que escapa al
análisis realizado en esta Primera Parte, habría que buscarla en los efectos del
desprestigio de la política con que termina el período de ‘colaboración de clases’
(años 40) y en los efectos del ‘ibañismo’ como experiencia populista fracasada. La
realidad económica era tal vez la única que mostraba grados de mayor integración,
tanto política como social. El debate económico tenía implicancias en el mundo
político y los problemas sociales concretos de la población eran un argumento siem-
pre presente en los debates económicos. Se producía allí una circulación de intereses,
preocupaciones y posiciones que operaba –por lo menos para ciertos sectores– como
elemento integrador de la realidad.
No es extraño, entonces, que la crisis de abril y su contexto inmediato nos muestre
cómo a un hecho político de importancia capital, como la renovación del poder legisla-
tivo, le sucede un debate económico profundo –como si el país no hubiese estado los dos
meses anteriores discutiendo sus problemas esenciales– para luego asistir a una explo-
sión de una realidad social que no se reconocía en los dos eventos anteriores. Todo ello,
para terminar con una reacción del sistema político que tiene por único fin volver las
cosas a su lugar anterior, sin plantearse seriamente una modificación de la realidad.

3. Pragmatismo, inseguridad y desencanto


La crisis de abril pone en evidencia el pragmatismo político, la inseguridad eco-
nómica y el desencanto social que recorren la sociedad chilena de la época. ¿Causas
o efectos de la situación de desconexión recién descrita? No lo sabemos, pero en
todo caso, actitudes todas que permiten comprender mejor la dinámica histórica
que estamos analizando.

126
Pragmatismo político que se ve tanto en los actores políticos al momento de
implicarse en la problemática realidad del país, como en la mayoría de los ciudada-
nos al momento de manifestarse frente a dicha realidad. Pragmatismo que tenía
como sustento al menos dos constataciones de base: una, el gobierno de Ibáñez, que
ya había mostrado su ineficacia, estaba pronto a terminar y, dos, el verdadero mo-
mento de cambio vendría con las elecciones presidenciales de 1958.
Inseguridad económica, tanto en los principales actores económicos del país al
momento de evaluar el presente e invertir a futuro, como en la mayoría de la pobla-
ción al momento de asumirse como consumidores. Inseguridad que tenía como
sustento la errática política económica seguida por Ibáñez a lo largo de su gobierno
y los inciertos logros que podía mostrar la política de rectificación económica que
venía implementándose desde 1955. No es otra cosa lo que muestran el debate eco-
nómico de marzo y la actitud de la población frente a las alzas que minaban sus
precarios ingresos. Inseguridad que llevaba en sí el germen de la desconfianza fren-
te al futuro.
Desencanto social, principalmente entre aquellos que no tenían en sus manos
las decisiones políticas ni económicas y que habían puesto sus esperanzas en las
promesas de redención social hechas por Ibáñez en 1952. También había un
desencanto más profundo de parte de aquellos que crecientemente se sentían en
los márgenes de la sociedad, ganados por la pobreza, sin trabajo y viviendo en
precarias condiciones materiales. Aquellos que no participaban ni seguían el debate
económico porque no formaban parte del proceso productivo, así como se abstenían
de participar de las elecciones porque no eran considerados por el juego democrático.
Su vida se desarrollaba al interior de ese mundo marginal llamado las poblaciones
callampas.
Pragmatismo, inseguridad y desencanto, tres actitudes presentes en la sociedad
chilena y que, conjugadas durante el mes de marzo de 1957, terminaron orientando
y dando sentido a la crisis de abril.

4. Explosión del descontento


La crisis de abril tuvo su momento culminante con la irrupción de la protesta
social, en lo que parece haber sido la respuesta de determinados actores sociales a
la falta de canales de expresión política y de participación económica. Para ello
bastó con que el Gobierno decretara el alza de la locomoción, como tantas otras
antes y después, pero que en el contexto descrito operó como la gota que rebalsó el
vaso de la tolerancia social.
Existía, es cierto, una conflictividad social latente y no pocos habían presagiado
la posibilidad de que el descontento terminara por manifestarse masivamente. Sin

127
embargo, nadie podría haber anticipado la forma ni el curso que tomaron los acon-
tecimientos a partir del 27 de marzo. Como nadie tampoco puede ser responsabilizado
directamente de haber dirigido ni menos organizado la protesta social. Razón tenía,
a nuestro juicio, el senador Salvador Allende cuando expresó que todos los sectores
políticos habían sido sorprendidos por los acontecimientos y que el movimiento
estuvo dirigido contra todos ellos, incluida la izquierda.
¿Algún denominador común en las motivaciones de esos miles de personas
que en tres ciudades y durante diez días protagonizaron una de las protestas más
presentes en la memoria colectiva? Difícil de establecer, por ahora, a la luz del
análisis general expuesto en esta Primera Parte. Sin embargo, al menos podemos
ensayar como respuestas provisorias: el común deseo de manifestar su disconfor-
midad con el abuso de poder y la arbitrariedad, así como con la vivencia de la
injusticia social y la pobreza; el sentimiento también común de no ser escuchadas
en sus demandas y aspiraciones; la convicción de que mientras unos se enrique-
cían y hacían prósperos negocios, la mayoría pagaba los costos de un progreso
ajeno.
Así, la protesta social nos muestra, por ahora, la profundidad y la amplitud del
descontento existente. Nos muestra también la decisión –momentánea al menos–
de una parte de la población a no seguir soportando las injusticias de que se sen-
tían víctimas. Sin embargo, nos faltan aún elementos para distinguir mejor los
diferentes rostros sociales que dieron vida a la protesta así como sus motivaciones
particulares para actuar como actuaron.

5. El sistema amenazado
La crisis de abril fue vivida por el sistema político y por buena parte de los
actores económicos como una gran amenaza a la estabilidad del sistema. De allí, en
parte, la violencia de su reacción y la amplitud del consenso que se generó en torno
a la necesidad de volver a la normalidad.
La existencia de diferencias al interior del Gobierno explica las vacilaciones
iniciales y la doble conducción que se observó en la manera de enfrentar los
acontecimientos. Podría explicar también el por qué el conflicto no fue dirimido a
partir de las conversaciones iniciadas en Santiago el domingo 31 de marzo. A ese
momento, Valparaíso había prácticamente vuelto a la normalidad, mostrando un
camino para lograrlo. Sin embargo, algo hay más allá del conflicto interno del
Gobierno; una suerte de precipitación por parte del sistema político, como reacción
frente a determinados comportamientos de los actores en juego. Temor a lo
desconocido, magnificación táctica, desconfianzas mutuas, en fin, lo cierto es que la
reacción del sistema político aparece no correspondiendo plenamente con la realidad

128
de los acontecimientos. Se le atribuye a los actores en rebeldía un poder mayor al
que realmente tenían y mostraban, incluso en sus pretensiones.
La reacción del sistema político aparece movida por una nerviosa necesidad de
volver a la normalidad lo más rápidamente posible, antes incluso de evaluar hasta
qué punto esa normalidad estaba alterada. O sin distinguir los límites entre el mal
y su remedio, dándose la paradoja de que las medidas para preservar el orden fue-
ron las que más lo alteraron. Un retorno a la normalidad que tal vez lo que perseguía
era la vuelta de cada uno a sus roles anteriores. Como si negando la crisis ésta
dejara de existir. En fin, interpretaciones posibles para las cuales se requieren nue-
vos elementos de análisis, los que intentaremos aportar en la Segunda Parte.

129
Segunda Parte

Los hechos en su lógica interna


INTRODUCCIÓN
LOS HECHOS EN SU LÓGICA INTERNA

Situados ya los hechos de abril de 1957 en su contexto inmediato, lo que nos


remitió a aquella temporalidad que iba desde fines de febrero a comienzos de mayo,
el objetivo de esta Segunda Parte es analizarlos en su lógica interna, lo que nos
centra en una segunda temporalidad, más breve: entre el 26 de marzo y el 7 de abril
de 1957. Ello, en busca de un análisis que nos permita establecer el curso concreto
que siguieron los acontecimientos y develar la dinámica social que los acompañó.
Una dinámica que, bien lo sabemos, no se explica solamente por el contexto.
Se trata de los 12 días que mediaron entre la publicación de la resolución con el
alza de tarifas de la locomoción colectiva, que desató el conflicto, y el término de
éste, marcado por la derogación de dicha medida. Un período en que, a medida que
los hechos se sucedían, fueron cambiando los escenarios y los actores y, simultánea-
mente, se iban construyendo las representaciones de lo que ocurría. Así, acciones
sociales concretas, de una parte, y discursos, de otra, aparecen como dos pilares
principales en los que reposó la lógica interna de los sucesos de abril. Las unas
creando una realidad fáctica, los otros representándola, aunque siempre en una
relación de interdependencia.
En tres ciudades y con una gran diversidad de protagonistas, los sucesos de abril
tuvieron en el martes 2 su punto más álgido. Nos ha interesado conocer, en conse-
cuencia, los inicios del conflicto y el proceso a través del cual se llegó a esa cumbre;
lo que aconteció específicamente durante ese día martes; y la evolución posterior
de los hechos, hasta el término del conflicto. Para el establecimiento de estos he-
chos, nuestras fuentes fundamentales han seguido siendo las informaciones de
periódicos y revistas de la época, reforzadas por documentos oficiales. Un análisis
exhaustivo de estas fuentes nos ha permitido cruzar informaciones en busca de un
relato histórico fidedigno.
A través de sus reacciones y opiniones, diversos sectores de la sociedad de la
época se representaron la realidad que les tocaba vivir. En estos discursos encon-
tramos comprometidas las cuatro dimensiones de nuestra investigación y que
resultan esenciales para comprender lo que hemos llamado la lógica interna de los

133
hechos: la visión que los distintos sectores tenían de lo que sucedía, expresada a
través de las denominaciones que daban a los hechos; la explicación propuesta para
comprender lo sucedido, expresada normalmente en términos de causas; la identi-
ficación que hacían de los grupos que participaban de los hechos, sea como
responsables o como protagonistas directos y, finalmente, las implicancias y signifi-
cados que les atribuían a los acontecimientos. Bajo este prisma, por lo tanto, hemos
analizado el contenido esencial de estos discursos, recurriendo a artículos de opi-
nión aparecidos en la prensa, así como a declaraciones públicas y actas del debate
parlamentario. Un instrumento de trabajo –una serie de matrices de contenido–
creado para condensar esta información nos ha facilitado su análisis.
Un segundo instrumento de trabajo –esta vez, una base de datos reuniendo in-
formación histórica sobre sujetos que participaron en los eventos– nos permitió
analizar cuantitativamente la identidad y circunstancias de participación para un
grupo superior a 1.000 personas. Pudimos así confrontar los rasgos de identidad
que se desprenden de esta información histórica reunida, con las identidades atri-
buidas en los discursos.
Los seis capítulos de esta Segunda Parte mantienen la estructura anterior, que
contemplaba un punto inicial de antecedentes y uno final con elementos de síntesis
y de interpretación. Los cuatro primeros capítulos concentran el relato histórico de
esta ‘segunda temporalidad’, abordándose, sucesivamente, la evolución del conflic-
to en Valparaíso; su extensión a Concepción y Santiago hasta el 1 de abril; las
circunstancias del martes 2 de abril; y su evolución posterior hasta el domingo 7 de
abril. En el quinto capítulo se analiza el discurso de los partidos políticos y el de
cuatro actores sociales e institucionales, como lo eran el Gobierno, los estudiantes,
los sindicatos y la Iglesia. Por último, el capítulo sexto está consagrado a un análisis
específico de los protagonistas y sus identidades, tanto a nivel de representaciones
como de la realidad. Esta Segunda Parte culmina con el enunciado de algunas con-
clusiones que retoman el problema central abordado, es decir, el análisis de la lógica
interna de los hechos.

134
CAPÍTULO 1
VALPARAÍSO: LA REACCIÓN ESPONTÁNEA DE LOS ESTUDIANTES

1. Antecedentes
En Valparaíso, el alza de la locomoción colectiva comenzó a regir el martes 26 de
marzo. La situación era especialmente sensible para los usuarios de los recorridos
que circulaban entre Valparaíso y Viña del Mar. Situadas a escasos 7 kilómetros de
distancia, ambas ciudades eran cada vez más interdependientes. Miles de personas
se desplazaban diariamente en ambas direcciones, ya fuese por motivos de trabajo
o de estudio. A pesar de que prácticamente formaban parte de una misma área
urbana, el transporte público entre estas dos ciudades era considerado como
suburbano. Hasta antes del alza, sus tarifas eran de $10 para los microbuses
corrientes y de $15 para los llamados “expresos”304. Sin embargo, las nuevas tarifas
cambiaron radicalmente esta situación: la tarifa diurna de autobuses y buses alcanzó
los $30 y la nocturna $40, a la vez que la de los expresos quedó fijada en $40 y $60
respectivamente305.
El alza –superior a un 150%– fue considerada tremendamente injusta por la
población. Los nuevos valores fueron vistos como una arbitrariedad de parte de los
organismos responsables de Santiago. Las autoridades locales reaccionaron con ra-
pidez solicitando al Gobierno un nuevo estudio de los costos regionales. Esta clara
actitud de rechazo, tanto de parte de sectores oficialistas como de oposición, hizo
que inmediatamente se iniciaran las negociaciones para la rebaja de las tarifas.
Sin embargo, el sentimiento de injusticia que recorría a los miles de usuarios de
los servicios de transporte colectivo de esa zona, no esperó el resultado de las con-
versaciones y comenzó a expresarse espontánea y masivamente. Valparaíso, entonces,
marcó el inicio de las protestas en el país.

304
Aquellas máquinas que no llevaban pasajeros de pie.
305
Diario Oficial, N° 23.707, del 26/3/57, p. 679.

135
2. El primer día de protesta
Desde las primeras horas del miércoles 27 de marzo se produjeron incidentes
entre el público y los conductores de la locomoción colectiva. Los más irritados
fueron los pasajeros que debían trasladarse de Viña a Valparaíso para concurrir a
sus trabajos. Numerosos grupos de estudiantes, obreros y empleados se concentra-
ron en los paraderos.
Muchos propietarios temiendo los disturbios que la nueva alza podía provocar
–alza considerada incluso por muchos de ellos elevada– prefirieron guardar sus má-
quinas para evitar que fuesen dañadas. Eso hizo que el servicio se viera afectado,
especialmente en las horas de mayor afluencia de público. En las primeras horas de
la tarde las máquinas que continuaban en servicio en Viña del Mar eran muy esca-
sas y para la noche la mayoría de los recorridos fueron suspendidos en ambas
ciudades306.

Predominan los estudiantes


Fueron los estudiantes los que más activamente protestaron por el alza. Al me-
diodía, a la hora de la salida de clases, protagonizaron diversos incidentes, tanto en
Viña del Mar como en Valparaíso. En general las manifestaciones, aunque airadas,
fueron pacíficas, limitándose en la mayoría de los casos a detener el tránsito for-
mando verdaderas “barreras humanas”. Hubo, sin embargo, grupos más exaltados.
En ambas ciudades algunos microbuses resultaron con sus vidrios quebrados fruto
del apedreo de los estudiantes307.
La manifestación más masiva fue la marcha a pie que, en señal de protesta,
protagonizaron los estudiantes de la Universidad Católica de Valparaíso, entre esta
ciudad y la Plaza Sucre de Viña del Mar. El mitin, que alcanzó grandes proporciones
al producirse la confluencia de la marcha que venía de Valparaíso con los grupos
que en Viña ya estaban protestando desde el mediodía, fue disuelto finalmente por
Carabineros pasadas las 13 horas308.
Tras una relativa calma, las manifestaciones se reanudaron cerca de las 17 horas,
esta vez en el centro de Valparaíso. Los incidentes se iniciaron en el paradero de
Plaza Victoria, donde grupos de estudiantes impidieron el avance de los microbuses
expresos a Viña del Mar. Los jóvenes universitarios y liceanos organizaron mítines
relámpago en la Plaza Victoria, iniciando marchas hacia el barrio Puerto o bien

306
La Unión, Valparaíso, 28/3/57, p. 2 y El Mercurio, Valparaíso, 28/3/57, p. 7.
307
Revista Zig Zag, N° 2.715, 6/4/57, pp. 34-37; Revista Vea, N° 938, 4/4/57, p. 32; La Unión, Valparaíso,
28/3/57, p. 1 y El Mercurio, Valparaíso, 28/3/57, pp. 1 y 12.
308
El Siglo, Santiago, 28/3/57, p. 1 y El Mercurio, Santiago, 28/3/57, p. 23.

136
hacia Barón. Una vez disueltas por Carabineros, las manifestaciones se recomponían
en las calles paralelas. La policía se vio en aprietos para controlar este modo de
operar de los estudiantes309.
Entretanto, caída ya la tarde en Viña del Mar, un grupo de 300 estudiantes de
ambos sexos, pertenecientes al Liceo Nocturno de Viña del Mar, habían realizado
una manifestación por las calles céntricas de la ciudad. Los estudiantes nocturnos
recorrieron la calle Álvarez y la Plaza Vergara para luego detenerse en las puertas
de la oficina local del diario La Unión. La manifestación se disolvió pasadas las
21.30 horas sin registrarse incidentes mayores.
La prensa informó también de un intento de copamiento de una radioemisora,
en Viña del Mar. Serían las 20.30 horas cuando un grupo de estudiantes habría tra-
tado de introducirse a viva fuerza en las oficinas de la Radio Minería, con el fin de
ocupar sus micrófonos para exponer su protesta. Solicitada la fuerza pública el gru-
po se disolvió rápidamente310.
A lo largo de la jornada hubo un solo detenido y los daños materiales fueron
estimados en cien mil pesos311. Culminaba, así el primer día de protestas estudian-
tiles en Valparaíso.

Los distintos actores opinan


Junto a las manifestaciones y desfiles que el miércoles 27 recorrieron las calles
de las ciudades de Viña del Mar y Valparaíso, no faltaron las reuniones y declaracio-
nes públicas de diversos actores sociales y políticos de la región.
El Consejo directivo de la Federación de Estudiantes de la Universidad Católica
de Valparaíso (FEUCV), acordó “su más enérgica protesta por la inusitada alza” y
designó un comité permanente destinado a estudiar jurídica y económicamente la
medida del Gobierno. Acordó, además, “mantenerse en constante actividad y reali-
zar manifestaciones” hasta la derogación de las alzas. La FEUCV propuso la
realización de un desfile universitario de protesta para un día a fijarse de acuerdo
a la evolución de la situación312.
La Federación de Estudiantes Secundarios de la provincia también hizo oír su voz,
difundiendo los siguientes acuerdos: realizar un paro de protesta de 24 horas, acompañado
de mítines en Valparaíso y Viña del Mar y suspender las clases a partir de la mañana del
lunes, con el fin de realizar una concentración general en Valparaíso. Por su parte, los

309
El Mercurio, Valparaíso, 28/3/57, pp. 1 y 12.
310
Id.
311
La Unión, Valparaíso, 28/3/57, p. 1 y El Mercurio, Valparaíso, 28/3/57, p. 7.
312
La Unión, Valparaíso, 28/3/57, p. 2 y El Mercurio, Valparaíso, 28/3/57, pp. 1 y 12.

137
estudiantes vespertinos y nocturnos de Valparaíso, a través de su Federación, declararon
que el alza constituía un “atentado” económico contra los miles de estudiantes que con
gran esfuerzo sacrificaban horas de reposo y descanso para poder estudiar. Llamaban,
por lo tanto, a la constitución de un Comando de Protesta, que agrupara a todos los
estudiantes. Se declaraban, por último, al margen de todo movimiento político313.
En términos de organizaciones gremiales y sindicales, hay que destacar la declara-
ción hecha por la Central Única de Trabajadores (CUT) de Valparaíso, protestando contra
el alza y solidarizando con las “manifestaciones de repudio”. La CUT convocaba, final-
mente, a todas las organizaciones a concurrir a un ampliado sindical el domingo, con el
fin de “estudiar y organizar la lucha por la derogación de estas alzas”. Similares decla-
raciones fueron emitidas por la Confederación de Sindicatos Obreros de Viña del Mar y
el Directorio Provincial de la Confederación de Empleados de Chile (CEPCH)314.
En el ámbito vecinal hubo también reacciones, como, por ejemplo, la del barrio
Santa Inés de Viña del Mar, donde sus Juntas de Vecinos, organizaciones gremiales
y deportivas se reunieron para analizar la situación y acordaron “protestar enérgi-
camente” por el alza315.
La opinión de las fuerzas políticas estuvo ausente este primer día de protestas
sociales en Valparaíso, demostrando una cierta lentitud en la reacción de los acto-
res políticos. Solo el Partido Democrático de Valparaíso hizo oír su voz, declarando
su disposición a “participar de todas las manifestaciones de protesta” que se reali-
zaran y llamando a crear “un gran movimiento que represente las opiniones de la
ciudadanía del puerto”316.

3. La protesta se diversifica
Las manifestaciones de repudio y rechazo al alza de la locomoción colectiva en
Valparaíso y Viña del Mar continuaron el día jueves 28 de marzo. Los estudiantes
siguieron siendo sus principales protagonistas. Sin embargo, la violencia fue en
ascenso y hacia el final de la jornada se incorporaron otros sectores sociales. Como
afirmara El Mercurio de Valparaíso, “se trató de una situación que no se producía en
el puerto desde hace muchos lustros”317.
Recordemos que las autoridades provinciales, por su parte, alarmadas por el
curso de los hechos, viajaron en la tarde de ese mismo día jueves a Santiago con el
fin de negociar directamente con el Gobierno la rebaja de las nuevas tarifas.
313
La Unión, Valparaíso, 28/3/57, p. 2.
314
La Unión, Valparaíso, 28/3/57, pp. 1 y 2 y El Siglo, Santiago, 28/3/57, p. 1.
315
La Unión, Valparaíso, 28/3/57, p. 2.
316
Id.
317
El Mercurio, Valparaíso, 29/3/57, p. 1.

138
Desde temprano en la mañana
Entusiasmados por las manifestaciones del día anterior, una buena parte de los
estudiantes de Valparaíso y Viña del Mar decidieron espontáneamente –salvo el
paro convocado por la F.E.S.– no asistir a clases el día jueves. Desde temprano,
entonces, comenzaron a recorrer las calles de sus ciudades gritando sus consignas.
Sin embargo, de las palabras se pasó a rápidamente a los hechos. Durante toda la
mañana numerosos vehículos de la locomoción colectiva fueron apedreados por es-
tudiantes y “pobladas” en Valparaíso y Viña del Mar. Las informaciones de la prensa
eran alarmantes:
La policía ha sido incapaz de contener a la enfurecida muchedumbre, compuesta
por estudiantes y pueblo que arrasa todo por las calles porteñas. Los manifestan-
tes, en su afán de impedir el tránsito de microbuses, han atravesado y volcado
vehículos en las esquinas. Esto motivó la paralización, a las 11 horas de hoy de los
servicios de movilización colectiva en todo Valparaíso318.
Pasadas las 10 de la mañana los estudiantes de Valparaíso se habían concentra-
do en la Plaza Victoria iniciando un desfile por calle Condell, donde la policía trató
de disolverlos violentamente. A diferencia del miércoles, numerosas fueron las
muchachas estudiantes que se sumaron a las manifestaciones, principalmente li-
ceanas. Durante todo el día grupos de manifestantes insistieron en interrumpir las
clases de los diferentes establecimientos, instando a sus alumnos a sumarse a las
protestas. El número de manifestantes fue así en aumento319.
Durante la mañana, en Viña del Mar se organizó también una marcha estudian-
til, a la que posteriormente se sumaron alumnos de algunos colegios de Valparaíso.
Reunidos en la Plaza Vergara, marcharon luego hasta el Liceo de Niñas de Viña y la
Municipalidad, para luego desfilar por calle Valparaíso hasta Miramar320.
Al igual que el día anterior, “una muchedumbre formada por jóvenes de ambos
sexos” protagonizó un masivo desfile que avanzó a pie desde Valparaíso, por Aveni-
da España, hasta Viña del Mar, “atacando con piedras y palos todo vehículo de
locomoción que pasara”321. Luego de un breve mitin en la “Ciudad Jardín”, regresa-
ron al puerto322.
Tras el mediodía, en Valparaíso, grupos de manifestantes fueron replegados por
la policía hacia la Avenida Argentina. Allí se improvisó un desfile que partió desde

318
Última Hora, Santiago, 28/3/57, p. 16.
319
El Siglo, Santiago, 29/3/57, pp. 1 y 5; El Diario Ilustrado, Santiago, 29/3/57, p. 14; El Mercurio, Valparaíso,
29/3/57, p.1 y La Tercera, Santiago, 29/3/57, pp. 10 y 11.
320
La Nación, Santiago, 29/3/57, p. 2.
321
La Tercera, Santiago, 29/3/57, p. 10 y 11 y Clarín, 29/3/57, p. 7.
322
La Segunda, Santiago, 28/3/57, p. 12.

139
la Universidad Católica para seguir por Pedro Montt y continuar hacia el puerto,
por calles Condell, Esmeralda, Prat y Plaza Sotomayor. La presencia de la muche-
dumbre hizo que la ETCE y los empresarios particulares decidieran suspender sus
servicios. El clima era el siguiente:
Los manifestantes se posesionaron de las calles y, gritando consignas contra el
alza de la locomoción colectiva, contra el Gobierno y los servicios de locomoción,
avanzaron hasta instalarse en Plaza Sotomayor, donde estuvieron largo rato. Pos-
teriormente regresaron al centro de la ciudad, en medio de ensordecedor griterío,
disolviéndose la manifestación a las 13 horas323.
En horas de la tarde, cuando por momentos pareció que los incidentes habían
bajado de intensidad, los servicios de transporte público fueron reanudados. Sin
embargo, poco después fueron definitivamente suspendidos al ser objeto de nuevos
atentados. La anunciada iniciativa de hacer circular las máquinas de la ETCE con
protección policial no había surtido efecto. En cambio, comenzaron a aparecer vehí-
culos de distintas categorías, en especial camiones, que transportaron pasajeros de
un punto a otro de la ciudad324.
Entre tanto, ese mismo jueves 28 de marzo, al mediodía, se había constituido el
Comando Provincial contra el Alza de la Locomoción Colectiva, formado por la CUT,
la Asociación Nacional de Empleados Fiscales, la CEPCH, la Asociación de Semifis-
cales, las Federaciones de Estudiantes Universitarios, Secundarios y Vespertinos y
los partidos Radical, Falange Nacional y componentes del FRAP. A las 16.30 horas
la directiva del Comando fue recibida por el Intendente provincial al cual le hicie-
ron entrega de un memorándum325. Al día siguiente la prensa informó sobre esta
reunión:
El Intendente les instó a que cooperaran a moderar los ánimos a fin de evitar
desmanes. Se le respondió que ése era el pensamiento de los integrantes del Co-
mando, quienes solicitaron autorización para realizar una concentración pública
mañana [sábado] al mediodía, la que fue concedida326.
En horas de la tarde el Intendente había recibido también a un grupo de diri-
gentes universitarios, miembros de la FEUCV327.
Entrevistado el Intendente, a la salida de estas reuniones, se lamentó de los
daños sufridos por los vehículos de la locomoción colectiva. Indicó que había “mu-
chas formas de protestar” pero sin provocar necesariamente daños. Se declaró

323
El Mercurio, Valparaíso, 29/3/57, p. 1.
324
El Diario Ilustrado, Santiago, 29/3/57, p. 14.
325
El Siglo, Santiago, 29/3/57, p. 1.
326
El Mercurio, Valparaíso, 29/3/57, p. 3.
327
Id.

140
también sorprendido de que los “desmanes” prosiguieran a pesar de las medidas
tomadas. En seguida advirtió:
Quiero que puntualicen que estoy dispuesto a mantener el orden público. Más
aún, cuando he sido informado que los comunistas se están aprovechando para
hacer más grandes las cosas y más difíciles las soluciones328.
Finalmente, el Intendente informó que, de acuerdo a las solicitudes recibidas,
había concedido autorización para dos desfiles a realizarse el día sábado en la ma-
ñana. Uno por cuenta del Comando contra las Alzas y otro de la Federación de
Estudiantes de la UCV329.

Los incidentes de la Plaza Sotomayor


Durante la tarde del jueves 28 de marzo los incidentes en Valparaíso fueron
numerosos en los barrios Puerto y Almendral, destacándose por su violencia los
ocurridos en Plaza Sotomayor entre las 19.15 y las 20.45 horas y en Plaza Victoria a
las 21 horas330.
En efecto, la FEUCV había convocado a una manifestación para la tarde del
jueves, a la que se habían sumado las otras federaciones universitarias y la Federa-
ción de Estudiantes Secundarios. Alrededor de las 19 horas, estudiantes
universitarios, de colegios, liceos y de establecimientos de enseñanza técnica ini-
ciaron su marcha en “una cerrada y disciplinada columna”. Los manifestantes
avanzaron, sin encontrar resistencia, por las calles Condell, Esmeralda y Prat hasta
llegar a la Plaza Sotomayor. El número de manifestantes era de varios miles, los que
fueron interceptados por Carabineros, en un intento de evitar que llegaran a las
puertas de la Intendencia331.
Carabineros recibió orden de no permitir demostración alguna en la Plaza
Sotomayor. Para ello se apostó una dotación de cien carabineros y una flotilla de
Radiopatrullas […] La fuerza policial detuvo a los manifestantes provocando su
desbande hacia la Avenida Errázuriz332.
La acción policial efectivamente produjo una confusión enorme, circunstancia
en la cual algunas personas lanzaron piedras contra los vehículos estacionados en
los alrededores. Carabineros volvió a intervenir, pero esta vez la respuesta de los

328
El Mercurio, Valparaíso, 29/3/57, p. 1.
329
La Nación, Santiago, 29/3/57, p. 2.
330
El Mercurio, Valparaíso, 29/3/57, p. 1 y La Unión, Valparaíso, 29/3/57, pp. 1 y 4.
331
Mundo Libre, Santiago, 29/3/57, p. 1 y Las Últimas Noticias, Santiago, 29/3/57, pp. 3 y 18. De acuerdo a
las distintas informaciones de prensa, las cantidades oscilan entre 3 mil, 5 mil y 8 mil, entre estudian-
tes y obreros.
332
El Mercurio, Valparaíso, 29/3/57, p. 1.

141
manifestantes fue violenta. Premunidos de piedras atacaron decididamente a las
fuerzas policiales333.
En la refriega resultó herido en la cabeza, víctima de un piedrazo, el Prefecto de
Carabineros, teniente coronel Santiago Gianelli, quien dirigía las fuerzas policiales.
La situación se volvió en extremo tensa. Algunos manifestantes comenzaron a
destruir el alumbrado público mientras los carabineros arremetían violentamente
contra la muchedumbre. Hubo incluso combates cuerpo a cuerpo entre estudiantes
y Carabineros cuando éstos trataban de llevarse algún detenido 334. La Plaza
Sotomayor se transformó, así, en un “virtual campo de batalla”. Incluso, según El
Mercurio, “hubo tres o cuatro disparos al aire, cuya proveniencia se atribuyen
mutuamente, a Carabineros y estudiantes”335.
Sin embargo, los estudiantes se recomponían e intentaban avanzar siempre ha-
cia la Intendencia en “apretadas” filas. No es de extrañar que el mayor número de
heridos del día –no menos de 30– se produjera durante estos incidentes. Provocada
nuevamente la dispersión de los manifestantes con gases lacrimógenos, la policía
procedió a disolver los últimos grupos. La concentración culminó, finalmente, alre-
dedor de las 20.45 horas336.
Entretanto, un automotor que salía de Valparaíso poco después de las 20 horas,
en dirección a Viña del Mar y ciudades interiores, había sido apedreado también
por los manifestantes. La Intendencia, por su parte, a las 21 horas había ordenado
el acuartelamiento general en primer grado de todas las fuerzas armadas de
Valparaíso337. Poco después, cuando los estudiantes habían decidido ya disolverse,
personas aparentemente ajenas al estudiantado se habrían dedicado a apedrear a
Carabineros, a romper vidrios en los Juzgados del Crimen y a destruir el alumbrado
público. Todo esto desde el Parque Italia hasta las Plazas Simón Bolívar y Victoria,
e incluso a lo largo de la Avenida Pedro Montt. También hubo destrozos en las calles
Condell, Blanco, Serrano, Cochrane y Bustamante, hasta la Aduana, quedando todo
el sector a oscuras.
Estas violentas manifestaciones se sucedieron en el centro de la ciudad hasta pasadas
las 10 de la noche. A las 23 horas la calma comenzó a volver a Valparaíso. Terminaban,
así, las manifestaciones callejeras del segundo día consecutivo de protestas338.
Hasta la medianoche, la Asistencia Pública de Valparaíso había atendido 41 he-
ridos leves y menos graves. De entre ellos, según la prensa, más de 20 eran
333
Id.
334
El Diario Ilustrado, Santiago, 29/3/57, p. 14 y Mundo Libre, Santiago, 29/3/57, p. 1.
335
El Mercurio, Santiago, 29/3/57, pp. 1 y 14.
336
Id. y El Mercurio, Valparaíso, 29/3/57, p. 1.
337
El Diario Ilustrado, Santiago, 29/3/57 y El Siglo, Santiago, 29/3/57, pp. 1 y 5.
338
La Nación, Santiago, 29/3/57, p. 2.

142
carabineros. En la madrugada se entregó un nuevo balance de los heridos, llegándo-
se a 63 personas atendidas en ese centro asistencial. El número de contusos, en todo
caso, fue estimado en 300. La Prefectura de Carabineros, por su parte, informó que
el saldo final de detenidos durante la jornada del jueves 29 había sido de 52 perso-
nas, entre estudiantes, obreros y empleados339.
Entre los daños materiales, pudo establecerse que numerosos buses y trolebu-
ses quedaron con sus vidrios y focos quebrados; algunos taxis estropeados y una de
sus casetas telefónicas dañadas; una caseta para dirigir el tránsito arruinada, en
calle Bellavista; centenares de focos del alumbrado público destruidos; los cristales
del edificio de la Grace y Cía. (Chile) S.A., del Hotel Reina Victoria y del Banco de
Crédito e Inversiones, igualmente destruidos; así como varias vitrinas comerciales
de calles Serrano y Cochrane340.

Separando aguas
A últimas horas de la noche, el presidente de la FEUCV, Osvaldo Droppelmann,
entregó su versión de los hechos. Junto con reconocer la convocatoria al desfile que
la FEUCV había hecho a los estudiantes, declaró:
Que dicho desfile tuvo su término en el crucero Reyes, luego de comprobar que en
la manifestación se habían infiltrado elementos ajenos y extraños al estudianta-
do, que pretendían darle un sentido distinto al acordado por la Federación.
Que posteriormente una masa estudiantil quiso llegar hasta la plaza de la Inten-
dencia, con el objeto de expresar allí su repudio al alza de tarifas de la locomoción.
Que dicho intento fue repelido por el Cuerpo de Carabineros, lo que provocó una
violenta reacción de los manifestantes y dio origen a actos de violencia que la-
mentamos y de los cuales no podemos ser solidarios341.
En el mismo sentido, se refirieron a los hechos la Federación de Estudiantes
Vespertinos y Nocturnos de Valparaíso y la Confederación de Estudiantes de Ense-
ñanza Media. Esta última entidad también denunció y rechazó, “la presencia de
agitadores profesionales de reconocido sector político” en las manifestaciones es-
tudiantiles. No obstante, se asumía la responsabilidad de todos los actos y desfiles
organizados por la Confederación342.
La prensa de derecha no dejó tampoco de manifestar su reacción frente a los
hechos de violencia. Así, el diario La Unión de Valparaíso, si bien destacó la justicia

339
El Mercurio, Valparaíso, 29/3/57, p. 1 y Última Hora, Santiago, 29/3/57, p. 16.
340
El Mercurio, Valparaíso, 29/3/57, p. 1 y El Mercurio, Santiago, 29/3/57, pp. 1 y 14.
341
La Unión, Valparaíso, 29/3/57, p. 1.
342
La Unión, Valparaíso, 29/3/57, p. 2.

143
de las demandas estudiantiles, condenó los desmanes. La Unión recogía una imagen
que crecientemente se iría apoderando de la opinión pública: “América ya tiene un
triste recuerdo: Bogotá”343.
La actuación de Carabineros durante los incidentes fue otro punto de controver-
sia. Sindicados por muchos como los responsables del desencadenamiento de la
violencia, otros valoraban la “serenidad” con que habían actuado. Es el caso de una
nota publicada por El Mercurio de Valparaíso al día siguiente. En ella se dice que
incluso en el momento de ser herido el teniente coronel Gianelli, “éste no perdió la
calma y dictó las disposiciones del caso para evitar violencias innecesarias”344.
En todo caso, la protesta alcanzaba proporciones nada despreciables. El diario
radical Mundo Libre, tituló su primera página de la edición del día viernes 29 de
marzo, como sigue: “Hay guerra civil ahora en Valparaíso”. Este titular –catalogado
de “falso y tendencioso” por el Intendente de Santiago– le valió a Mundo Libre una
acusación judicial por estimarse que estaba “destinado a causar alarma pública”345.

4. La relativa calma del viernes 29 de marzo


La intensidad de las protestas del día jueves debe haber influido en la calma
relativa que se observó el día viernes 29 de marzo en Viña del Mar y Valparaíso.
Puede ser que la expectativa de que las nuevas tarifas serían rebajadas haya también
incidido. Calma relativa, porque las manifestaciones no cesaron durante buena parte
del día, sino que se realizaron con menos incidentes y menor violencia. No obstante
lo cual, ese día Valparaíso fue declarado Zona de Emergencia. Es posible, también,
que se haya tratado de ‘la calma que precede a la tormenta’, ya que el día sábado 30
fue el momento más crítico del movimiento social que recorrió a Valparaíso.

Manifestaciones sin incidentes durante el día


Desde la mañana del viernes 29, grupos de estudiantes se concentraron en el
Parque Italia y Plaza Victoria. Continuaban manifestando así su rechazo al alza de

343
En referencia a los sucesos que en el año 1948 habían sacudido la capital colombiana. Conocido
como el ‘bogotazo’, el 9 de abril de 1948, tras el asesinato del líder liberal Jorge Eliecer Gaitán,
hubo en la ciudad de Bogotá un levantamiento popular extremadamente violento que causó des-
trucción y muertes. Al respecto, ver el documentado trabajo: Herbert Braun, “Los mundos del 9 de
abril, o la historia vista desde la culata”, en: Gonzalo Sánchez y Ricardo Peñaranda (compiladores),
Pasado y presente de la violencia en Colombia, Fondo Editorial CEREC, Bogotá, 1986.
344
El Mercurio, Valparaíso, 29/3/57, p. 3.
345
De acuerdo a: Denuncia judicial de la Intendencia de Santiago al Presidente de la Corte de Apelacio-
nes, 30/3/57, A.J.S., Proceso 17/57, Corte de Apelaciones de Santiago, 1957, fs. 2 y 3. Defensa de Mundo
Libre en fs. 16 y sobreseimiento en fs. 19.

144
la movilización, incluidas las primeras rebajas obtenidas por la Intendencia porte-
ña en Santiago. La mayoría de estos estudiantes, así como otros de Viña del Mar,
habían iniciado a las 9 horas una huelga indefinida. El movimiento involucraba a
más de 7.000 alumnos346.
Por su parte, la Intendencia de Valparaíso había ordenado, a primera hora del
día, que se reanudaran los servicios de locomoción colectiva, tanto en esta ciudad
como en Viña del Mar; sin embargo, “surgieron actos hostiles que amagaron la segu-
ridad de los vehículos”, por lo que fueron retirados de circulación347.
En la ciudad de Viña del Mar, durante la mayor parte del día no se registraron
incidentes, viviéndose una jornada de calma348. En Valparaíso, en cambio, durante
toda la jornada el sector de Plaza Sotomayor estuvo bajo vigilancia de la marinería.
Continuamente grupos de manifestantes se acercaban al lugar, como si estuviera ya
cargado de simbolismo.
Pasado el mediodía, entre 450 y 800 obreros ferroviarios de la Maestranza
Barón de los Ferrocarriles del Estado, vistiendo sus ropas de trabajo, realizaron
un desfile exigiendo la jornada única de trabajo, como manera de reducir sus
gastos en locomoción. El desfile se encontró en la Plaza Victoria con un camión
repleto de policías que procedieron a detener a algunos de sus dirigentes, los
que posteriormente fueron liberados. A los gritos de “estudiantes apaleados,
ferroviarios a su lado”, la marcha continuó hasta el Cerro Barón. Con el fin de
conseguir apoyo a su demanda, solicitaron una entrevista con el Intendente.
Los ferroviarios se declararon en estado de alerta y sin descartar la posibilidad
de ir a un paro349.
Los estudiantes de la enseñanza media, por su parte, efectuaron también un
desfile de protesta que contó con resguardo policial, sin que se produjeran inciden-
tes. Los estudiantes habrían tenido “especial cuidado de no admitir elementos
extraños, que intentaban plegarse a la manifestación”350.
A las 14 horas, la Confederación Marítima de Chile (COMACH), entidad que
reunía aproximadamente 8 mil trabajadores de los gremios marítimos de Valparaíso
inició un paro de 36 horas. Posteriormente la COMACH decidió reunirse con el
Intendente, al que le plantearon un memorándum de tres puntos: la derogación del
alza, la libertad de los detenidos y el “retiro inmediato de las fuerzas de Carabineros

346
La Unión, Valparaíso, 30/3/57, pp. 1 y 4; El Mercurio, Valparaíso, 30/3/57, pp. 1 y 14; Última Hora,
Santiago, 29/3/57, p. 16 y El Diario Ilustrado, Santiago, 30/3/57, p. 2.
347
El Mercurio, Valparaíso, 30/3/57, pp. 1 y 14.
348
Id.
349
El Diario Ilustrado, Santiago, 30/3/57, p. 2; El Siglo, Santiago, 30/3/57, p. 5; La Tercera, Santiago, 30/3/57,
p. 10 y La Nación, Santiago, 30/3/57, pp. 1 y 2.
350
El Mercurio, Valparaíso, 30/3/57, pp. 1 y 14.

145
de toda la ciudad” y su posterior reemplazo “por personal de las Fuerzas Armadas
o de Marinería”351.
A partir de las 14 horas se había intentado también reponer el servicio de loco-
moción colectiva, para lo cual algunas máquinas comenzaron a circular con custodia
de la Armada. En cada microbús o trolebús fue apostado personal de la Defensa de
Costa y marinería; sin embargo, “como los ataques continuaron”, tanto “la ETCE
como los empresarios particulares prefirieron guardar los vehículos”352. A las 17
horas, en Valparaíso ya no circulaban sino contados autobuses de $10. La mayoría
del público se movilizaba en camiones o a pie.
En horas de la tarde fueron puestos en libertad 16 de los 18 detenidos del día
anterior, en los incidentes de Plaza Sotomayor. Careados, en la Fiscalía Militar de
Valparaíso, con los carabineros que resultaron lesionados, solo dos de los detenidos
fueron reconocidos como atacantes, quedando entonces detenidos. El resto fue
liberado353.
El intendente Jorge Vío Valdivieso formuló declaraciones, en la tarde del vier-
nes 29, advirtiendo que el orden sería mantenido “cueste lo que cueste”. Sin embargo,
el tono general de sus palabras fue, más bien, conciliatorio:
Insisto que se está haciendo todo lo posible por lograr tarifas racionales. Para ese
efecto ha venido a Valparaíso el jefe de costos de la Subsecretaría de Transportes
del Ministerio de Economía quien, a petición de la Junta Reguladora del Tránsito,
que presido, establecerá cuales deben ser las tarifas reales. Por eso estimo que debe
primar la cordura y dejar de mano el desorden que solo causa perjuicios. […]
…una vez más hago un llamado a la cordura. Estoy cierto de que por las vías
legales el problema se resolverá354.

Valparaíso: Zona de Emergencia


Como una manera de enfrentar los graves incidentes que se venían produciendo
entre manifestantes y Carabineros, el viernes 29 de marzo el Gobierno decidió
decretar la Zona de Emergencia en el departamento de Valparaíso. La medida entró
a regir a las 19 horas del mismo día viernes. Como jefe de la plaza fue designado el
contralmirante Jorge Escobedo Díaz, quien quedó a cargo de todas las tropas de las
Fuerzas Armadas y Carabineros. La autoridad militar procedió de inmediato a aplicar

351
La Unión, Valparaíso, 30/3/57, p. 3; El Diario Ilustrado, Santiago, 30/3/57, p. 2; La Nación, Santiago,
30/3/57, pp. 1 y 2; Última Hora, Santiago, 29/3/57, p. 16; El Siglo, Santiago, 30/3/57, p. 5 y Clarín,
Santiago, 30/3/57, p. 16.
352
El Mercurio, Valparaíso, 30/3/57, pp. 1, 3 y 14.
353
La Unión, Valparaíso, 30/3/57, p. 1 y El Mercurio, Valparaíso, 30/3/57, p.3.
354
El Mercurio, Valparaíso, 30/3/57, p. 3.

146
un plan de seguridad que contemplaba el resguardo de los principales servicios de
utilidad pública así como de los terminales de algunos recorridos. Coordinó también
sus actividades con el Intendente, con el Presidente de la Corte de Apelaciones, con
los prefectos jefes de Carabineros e Investigaciones y con los jefes de unidades
militares y navales355.
Sin embargo, la declaración de Zona de Emergencia no fue obstáculo para que a
las 19.30 horas “una larga columna” de manifestantes –integrada por estudiantes
universitarios y de enseñanza media, además de miembros de diferentes organiza-
ciones gremiales– iniciara en Valparaíso una marcha desde la Plaza O’Higgins en
dirección a la Intendencia. Pero impedidos por la policía, no alcanzaron a llegar a la
Plaza Sotomayor regresando a la Plaza O’Higgins sin provocar incidentes. Habién-
dosele sumado nuevos grupos de manifestantes, se constituyó en el lugar una enorme
concentración que, según cifras del diario La Unión, llegó a las 10 mil personas.
Entre las numerosas consignas y gritos de protesta, se destacaba la siguiente: “El
gobierno se asustó y los troles escondió”. Dirigieron la palabra a la muchedumbre
los dirigentes Luis Valdés Cruz, socialista popular, secretario de la CUT provincial,
y Humberto Fuentealba, radical, presidente provincial de la Federación de Estu-
diantes de la Universidad de Chile. Tras los discursos se dio por terminado el acto.
No obstante, una parte de los asistentes intentó nuevamente avanzar por avenida
Pedro Montt en dirección a la Intendencia, pero sin lograrlo356.
A las 21 horas llegó a Valparaíso una marcha de estudiantes secundarios y co-
merciales que a las 19.30 había partido, a pie, desde la Plaza Vergara de Viña del
Mar. Compuesta por aproximadamente 300 personas, la marcha concluyó en la Pla-
za Victoria donde se improvisó una concentración frente a las oficinas del diario La
Unión, la que duró aproximadamente unos 45 minutos357.
La concentración frente al diario La Unión fue la última del día y se disolvió
poco antes de las 22 horas. Fue a partir de esa hora, sin embargo, que se inició una
serie de violentos incidentes aislados, intermitentemente, en distintos lugares del
centro de Valparaíso. Protagonizados por grupos relativamente pequeños de manifes-
tantes –identificados por cierta prensa como “estudiantes y obreros” y calificados
de “guerrillas nocturnas”– estos incidentes se produjeron especialmente en las zonas
en que el alumbrado público se encontraba destruido. Fue el caso de los ataques
sufridos por patrulleros de Carabineros en Plaza Victoria y Plaza Sotomayor y el
incendio de una garita de despacho de los buses intercomunales en la avenida Brasil,
junto al Arco Británico. Carabineros procedió a disolver también a grupos rezagados
en torno a las plazas Simón Bolívar y Victoria. Para ello utilizó bombas lacrimógenas.
355
La Nación, Santiago, 30/3/57, pp. 1 y 2.
356
El Siglo, Santiago, 30/3/57, p. 5 y La Tercera, Santiago, 30/3/57, p. 10.
357
El Siglo, Santiago, 30/3/57, p. 5 y La Unión, Valparaíso, 30/3/57, p. 3.

147
Mientras se desarrollaban estos hechos, en Avenida Errázuriz “grupos de obreros”
lanzaban piedras al paso de los trenes y destruían el alumbrado público, siendo
fuertemente reprimidos por Carabineros358.
Los incidentes del viernes 29 de marzo habrían cesado cerca de las 23 horas,
“con el desembarco de tres compañías de marinería, que iniciaron el patrullaje de
la ciudad”359. Hasta la medianoche, seis personas heridas habían sido atendidas
durante ese día en la Asistencia Pública del puerto. Dos carabineros, dos obreros y
dos estudiantes360.
A últimas horas de la noche, tras una reunión con el contralmirante Escobedo, el
Intendente de la provincia comunicó que había autorizado la concentración que
para el día siguiente al mediodía del sábado había organizado el Comando contra
las Alzas361.

5. La protesta llega a su momento más crítico


De un modo paradojal, el día sábado 30 de marzo se sobrepusieron dos procesos:
por una parte, el término de las negociaciones que llevarían a una reducción impor-
tante de las tarifas para Valparaíso y, por otra, el momento más álgido de las protestas.
En el momento en que más claramente la muchedumbre exponía sus vidas en la
calle, la causa del conflicto que la movilizaba ya estaba prácticamente solucionada.
Una vez más se hacía evidente –solo que esta vez de modo dramático– la falta de
sintonía entre la sociedad civil y la sociedad política en el Chile de 1957.

Tres concentraciones simultáneas


La Intendencia de Valparaíso autorizó, finalmente, la realización de tres mani-
festaciones el día sábado 30 por la mañana: una de los estudiantes secundarios, una
de los estudiantes de la Universidad Católica de Valparaíso y otra del Comando
Provincial contra las Alzas.
El primero de los desfiles se inició alrededor de las 11 horas y fue el organizado por
la Federación de Estudiantes Secundarios. La columna avanzó por la Avenida Pedro
Montt hasta la Plaza de la Victoria, continuó luego por calle Condell, desde donde regre-
só a la Plaza Victoria y se unió a otros manifestantes que recorrían el lugar362.

358
Las Últimas Noticias, Santiago, 30/3/57, pp. 3 y 6; El Mercurio, Valparaíso, 30/3/57, p. 1; Clarín,
Santiago, 30/3/57, p. 16 y La Unión, Valparaíso, 30/3/57, pp. 1 y 4.
359
El Mercurio, Santiago, 30/3/57, p. 23.
360
El Mercurio, Valparaíso, 30/3/57, p. 1; El Siglo, Santiago, 30/3/57, p. 5 y El Sur, Concepción, 30/3/57, p. 5.
361
El Mercurio, Valparaíso, 30/3/57, p. 1.
362
El Mercurio, Valparaíso, 31/3/57, p. 1.

148
Por su parte, la marcha organizada por la FEUCV respondía al deseo de esta
Federación de desligar su conducción de los hechos de violencia que se venían su-
cediendo desde el jueves. Esta manifestación, integrada por los alumnos de
diferentes escuelas de la UCV, se inició alrededor de las 11.30 desde el frontis de la
Universidad en Avenida Argentina. La columna avanzó por calle Pedro Montt, en
dirección a la Plaza Victoria. Los estudiantes se estacionaron en Brasil esquina
Molina. En el trayecto:
Un grupo de alumnos formó un verdadero cordón humano alrededor del grueso de
la columna con el fin de evitar que elementos extraños se infiltraran entre sus
filas y, de ese modo, pudieran provocar desórdenes363.
El discurso central estuvo a cargo del presidente de la Federación, Osvaldo Dro-
ppelman, quien enfatizó que estaban dispuestos a utilizar “todos los derechos que
nos franquean la Constitución y las leyes” con el objeto de obtener la derogación
del decreto del alza de la locomoción. A su juicio la medida era injusta, poco realis-
ta y reflejaba un fuerte centralismo al no consultar las realidades locales364. Luego
de escuchar las palabras de sus dirigentes, la columna se retiró por Avenida Brasil
hasta calle Carrera, donde la concentración fue oficialmente disuelta. Los dirigen-
tes de la UCV querían así demarcar su responsabilidad de posibles incidentes
posteriores365.
Esta concentración marcaría el fin de las movilizaciones de la FEUCV. De he-
cho, ya había dos posturas en su interior al momento de decidir sobre la marcha de
ese sábado: un gran sector se oponía a su realización. Finalmente se hizo, pero el
mismo Osvaldo Droppelman, con posterioridad, declararía que las manifestaciones
callejeras de los universitarios tenían que terminar debido a que “elementos extra-
ños a ellas y agitadores profesionales” desvirtuaban sus propósitos366.
No obstante, una parte de los asistentes a la marcha de la FEUCV volvió o per-
maneció en las cercanías de la Plaza Victoria, ya que ése había sido el lugar fijado
para que convergieran los distintos grupos que participarían en la manifestación
del Comando contra las Alzas. En efecto, varios grupos sindicales y estudiantiles,
que se habían reunido en la Plaza O’Higgins, se sumaron a la gran columna de la
COMACH que desde Plaza Aduana se dirigía hacia Plaza Victoria, por la Avenida
Errázuriz, para participar también de la concentración. Desde la Plaza Victoria,
todos estos grupos marcharon, en un solo gran desfile por avenida Pedro Montt,
hasta Avenida Argentina367.
363
Id.
364
La Unión, Valparaíso, 31/3/57, p. 3.
365
El Mercurio, Valparaíso, 31/3/57, p. 1.
366
La Unión, Valparaíso, 31/3/57, p. 1.
367
El Mercurio, Valparaíso, 31/3/57, p. 1 y La Unión, Valparaíso, 31/3/57, p. 3.

149
Desde el mediodía, tropas de marinería habían ido ocupando posiciones en los
lugares céntricos de la ciudad. De parte de estos contingentes, durante todo el día
se observaría una actitud mucho más mesurada frente a las manifestaciones, que la
de Carabineros. La tranquilidad en Valparaíso, hasta ese momento en todo caso, era
casi total368.
El sitio para la concentración del Comando había sido fijado por la Intendencia
en la Avenida Argentina con la calle Colón, donde convergieron distintos grupos y
desfiles. El acto, que habría contado con la participación de unas 8.000 personas,
se inició a las 13 horas con la presencia de organizaciones estudiantiles, gremiales,
sindicales y políticas. Hicieron uso de la palabra, Luis Valdés Cruz, secretario
general de la CUT; Humberto Fuentealba, por la Federación de Estudiantes de la
Universidad de Chile; Luis López Villanueva, por la Confederación Marítima
Portuaria de Chile; Luis Vega Contreras en representación de los regidores de la
Municipalidad de Valparaíso; Germán Díaz del Canto, por los estudiantes
vespertinos y nocturnos; Gustavo Boye, por la Federación de Estudiantes
Secundarios; Manuel Gil, secretario provincial de la CEPCH; Humberto Díaz
Burgos por el FRAP y el Partido Radical; y, finalmente, el secretario de
organización de la CUT provincial, quien dio lectura a los acuerdos del Comando
y que fueron largamente aplaudidos369. El contenido de estos acuerdos era el
siguiente:
1º) Derogación inmediata de la Resolución N° 67 y 68 de la Dirección de Transpor-
te y Tránsito Público que alzó injustificadamente las tarifas de la locomoción
colectiva;
2°) Que se decrete de inmediato la libertad incondicional de los detenidos por esta
situación creada;
3°) Que se ponga en vigencia la rebaja del 50 por ciento en los abonos para los
estudiantes y profesores;
4°) Protestar enérgicamente por la represión policial de que han sido objeto los
estudiantes y el pueblo;
5°) Derogación total del Decreto que ordenó la Zona de Emergencia para Valparaíso;
6°) Que se deje sin efecto la anunciada alza en las tarifas de los Ferrocarriles del
Estado;
7°) Derogación de la ley N° 7.163, que creó la Dirección del Tránsito y Transporte
Público, por ser éste un organismo inoperante; y

368
El Siglo, Santiago, 31/3/57, p. 5.
369
La Unión, Valparaíso, 31/3/57, p. 3; El Mercurio, Santiago, 31/3/57, p. 37; Última Hora, Santiago, 30/3/57,
p. 16 y El Mercurio, Valparaíso, 31/3/57, p. 1.

150
8°) Que se devuelvan a las Municipalidades sus atribuciones indebidamente cer-
cenadas por el Fisco370.
La concentración duró hasta pasadas las 14 horas. Durante todo el desarrollo de la
misma, las fuerzas policiales y varios radiopatrullas se mantuvieron a una cierta dis-
tancia en actitud vigilante, no faltando el intercambio de palabras y actitudes hostiles
entre policías y manifestantes. Fue precisamente cerca de las 14 horas que un micro-
bús fue apedreado por los manifestantes en la esquina de Avenida Argentina con
Pedro Montt. Los carabineros que resguardaban el vehículo hicieron disparos al aire.
Llegó así el momento en que de la hostilidad verbal se pasó a los hechos y cayeron
algunas piedras sobre un piquete de Carabineros, los que reaccionaron violentamen-
te sobre los manifestantes. Estos se confundieron entre los puestos y el público de
una feria que funcionaba todos los días sábados en la Avenida Argentina. La situación
derivó en una verdadera batalla de frutas, verduras y piedras, por un lado, y bastones
y gases lacrimógenos por el otro, la que duró hasta pasadas las 15:30 hrs.371.
Con todo, puede decirse que hasta esa hora, al menos, la situación era relativa-
mente ordenada y estaba bajo control, tanto de los organizadores como de la policía.
Sin embargo, un hecho fortuito vendría a cambiar el rumbo de las cosas.

La vida puesta en juego


Desde el mediodía se encontraba reunida en la Intendencia de Valparaíso una
serie de autoridades provinciales con representantes de la Subsecretaría de Trans-
portes del Ministerio de Economía y con empresarios de la locomoción colectiva. Se
discutía la rebaja de las tarifas para la provincia de Valparaíso. Eran aproximada-
mente las 14 horas cuando, a pesar de la reticencia de los empresarios, se acordó
una rebaja en casi todas las tarifas reajustadas, “en un porcentaje equivalente al 50
y 100 por ciento del valor de los antiguos pasajes”372.
Horas antes, el organismo responsable de Santiago había reconocido un “error”
en el cálculo de las tarifas porteñas. Se obtenía así un importante triunfo de la provin-
cia por sobre el centralismo de Santiago. No era el objetivo por el cual los estudiantes
habían iniciado las protestas y a las que se había sumado buena parte de la población
–ya que pedían la derogación total del alza–, pero era un avance importante373.
Sin embargo, a pocas cuadras de la Intendencia, la muchedumbre y la policía no
lograban ponerse de acuerdo tan fácilmente. En los días anteriores se había acumu-
lado ya demasiada tensión. A la menor ocasión, se iba a manifestar violentamente.
370
La Unión, Valparaíso, 31/3/57, p. 3.
371
La Unión, Valparaíso, 31/3/57, pp. 1 y 3 y El Mercurio, Valparaíso, 31/3/57, p. 1.
372
El Mercurio, Valparaíso, 31/3/57, p. 1. Ver también: La Unión, Valparaíso, 31/3/57, p. 1.
373
Clarín, Santiago, 31/3/57, p. 5.

151
Fue lo que comenzó a suceder cuando, a las 15.45 horas, por la esquina de Aveni-
da Argentina con Pedro Montt pasó un camión transportando pasajeros. Entre ellos
un carabinero. Desde la multitud surgió una voz que lo increpó. Un grupo logró
detener el camión, agrediendo violentamente al policía. A los pocos minutos, la
situación inversa. Piquetes de la policía rodearon el lugar de los hechos, rescataron
a su compañero de armas y procedieron a golpear con extrema violencia a los mani-
festantes. La gresca fue monumental. Hasta que un disparo se impuso por sobre los
gritos de la multitud. Un menor de 13 años, Gilberto Godoy Pulgar, cayó gravemen-
te herido con la mandíbula y la garganta atravesadas por la bala374. Entre los testigos
del hecho se instaló un silencio y un temor glacial, los que rápidamente fueron
seguidos por una ira incontenible:
Este suceso enardeció los ánimos arreciando la guerrilla y sumándose numero-
sos civiles que estaban de simples espectadores. Cuando el hecho adquiría un
‘climax’ sumamente peligroso, llegaron refuerzos de la Armada que fueron avi-
sados por radio por Carabineros. La entrada de la marinería permitió disolver
el tumulto y atender al menor que fue llevado a la Posta Infantil de la Asisten-
cia Pública375.
La emergencia fue así superada, pero el cambio de registro en el conflicto ya se
había producido. Comenzaba una dura tarde ese sábado 30 de marzo en Valparaíso.
La noticia de un menor gravemente herido por Carabineros se extendió con ra-
pidez entre los grupos de manifestantes que, disuelta la concentración de Avenida
Argentina, comenzaron a recorrer las calles del plan de Valparaíso. La indignación
ganó terreno entre ellos. Un gran número de personas apedreó el domicilio del
Prefecto Segundo Jefe de Carabineros, el teniente coronel Santiago Gianelli, quien
se encontraba reponiéndose de la herida sufrida el jueves anterior en los sucesos
de la Plaza Sotomayor376.
Alrededor de las 17 horas la locomoción colectiva fue retirada ya que los atenta-
dos contra los vehículos iban en aumento. Entre las 18.30 y las 19.30 horas la mayoría
de los incidentes se producían a lo largo de la Avenida Pedro Montt, que a esa hora
comenzaba a quedar a oscuras ya que todos los faroles del alumbrado público se
encontraban destruidos. Alrededor de dos mil personas pugnaban por pasar más
allá de la Plaza Victoria para alcanzar el barrio del puerto. Los avances eran conte-
nidos por las fuerzas de la marinería, que a esas alturas habían reemplazado a casi
la totalidad de los carabineros. Los incidentes se concentraron en el sector de esa
avenida comprendido entre Plaza Victoria y el Parque Italia.

374
La Tercera, Santiago, 31/3/57, pp. 10 y 11 y Mundo Libre, Santiago, 31/3/57, p. 8.
375
El Mercurio, Valparaíso, 31/3/57, p. 1.
376
La Unión, Valparaíso, 31/3/57, p. 1.

152
Fue precisamente a las 19.30 horas que uno de esos incidentes derivaría, nueva-
mente, en una tragedia. Inesperadamente, a la altura del 1900 de Avenida Pedro
Montt, hizo su aparición un pelotón de Carabineros armado de fusiles ametrallado-
ra. Se produjo entonces un violento encuentro entre manifestantes y policías. Varias
descargas al aire fueron hechas para dispersar al grupo que protestaba.
En la residencial ‘Domínguez’, ubicada en Avenida Pedro Montt 1932, se encon-
traba de visita en el domicilio de Adolfo Ruay Domínguez el obrero Samy Muga
Barrera, de veintitrés años. Cuando carabineros, según testigos oculares, hicieron
disparos al aire con sus fusiles ametralladora, el obrero Muga le dijo a su amigo,
cuando estaba en el segundo piso de la residencial: ‘Déjame asomarme a ver lo que
pasa’. Fueron sus últimas palabras, pues en esos momentos la ráfaga de balas
golpeaba el balcón. Muga cayó inerte junto al balcón, con dos balazos en el cora-
zón. Su amigo Adolfo Ruay, de 26 años, alcanzó a recoger su cuerpo, recibiendo dos
balazos en el antebrazo derecho377.
La muchedumbre, enterada del trágico desenlace, se dio a la persecución de los
carabineros, los que se replegaron haciendo uso de sus armas de fuego. En ese tiro-
teo cayó herido gravemente el empleado Raúl Cubillos Bustos, de 42 años, con sus
dos piernas atravesadas por una bala. Según otras informaciones, el ciudadano
Manuel Martínez también habría resultado herido en los incidentes en que murió
el obrero Muga378.

¡A la Sexta Comisaría!
Tras los incidentes que costaron la vida a Samy Muga, la efervescencia se trasla-
dó nuevamente hacia la Avenida Argentina y el barrio Almendral. Desde las primeras
horas de la tarde se había corrido la voz entre los manifestantes que los detenidos
estaban siendo llevados al cuartel de la Sexta Comisaría, ubicada en la calle Euse-
bio Lillo, a dos cuadras de la Avenida Argentina. Se comenzó a producir, entonces, a
partir de las 14 horas y durante toda la tarde, un nuevo agrupamiento de manifes-
tantes en las proximidades del cuartel policial. Se sumaron también “pobladores de
los cerros”. Al tiempo que lanzaba piedras contra el recinto, la “poblada” pedía a
gritos tanto la libertad de los detenidos, como castigo al responsable de haber dis-
parado sobre el menor Godoy Pulgar. Igualmente atacó “los carros patrulleros que
llegaron al lugar”, los que quedaron con sus vidrios rotos y daños en sus carroce-
rías379. En el momento más álgido de los hechos, la presión de los manifestantes se
hizo casi insostenible:
377
Id.
378
El Diario Ilustrado, Santiago, 31/3/57, pp. 5 y 11 y El Mercurio, Santiago, 31/3/57, p. 37.
379
Id.; La Tercera, Santiago, 31/3/57, pp. 10 y 11 y La Nación, Santiago, 31/3/57, pp. 1 y 6.

153
El avance de los manifestantes fue repelido con una descarga de fusilería de parte
de Carabineros, la que no amedrentó a la masa. En esta escaramuza cayó herido el
empleado Tomás Mardones Leiva, de 30 años, casado. […] Mientras los
autopatrullas se concentraban en el cuartel y se reorganizaban las fuerzas de
Carabineros, tropas de marinería formaron barrera, protegiendo su retirada. La
multitud se contuvo, después de varios disparos al aire, formando barrera en el
Pasaje Quillota y Subida La Palma, frente a los fusiles de la marinería”380.
Mientras tanto, otros grupos de manifestantes atacaban el cuartel desde lo alto
del Cerro Barón:
Así fue como grupos organizados avanzaron por calle Santa Lucía, hasta Herma-
nos Clark. Comenzaron a lanzar piedras por encima de los techos de las casas que
son de un piso, hacia el interior de la Comisaría.
Carabineros avanzaron entonces desde el interior del cuartel, subiendo por la que-
brada, en procura de la calle Hermanos Clark. […] Después de intensos disparos
hechos al aire, lograron ahuyentar a los provocadores, los cuales se replegaron
hacia la parte alta del cerro381.
La muchedumbre continuó frente a la Sexta Comisaría, mantenida a cierta dis-
tancia por un fuerte contingente de la marinería con sus armas en ristre. En
reiteradas ocasiones los marinos hicieron nuevas descargas al aire. Sin embargo,
cerca de la medianoche la “poblada” logró ser disuelta y comenzó el retorno a sus
hogares en los cerros382.
Mientras tanto se habían seguido produciendo incidentes en distintos lugares
de la ciudad, ocasionándose diversos daños materiales. En Avenida Argentina, por
ejemplo, se habían apedreado tiendas del comercio y casas particulares. También
se intentó destruir y prender fuego a diversos bienes públicos383 . En diferentes puntos
de la ciudad se atacó a Carabineros “que cumplían sus funciones en grupos de cin-
co, armados de revólveres y carabinas”384.
Otros grupos aislados atacaban los escasos vehículos que pasaban por Avenida
Errázuriz, cerca la Plazuela Barón, que iban o venían de Viña del Mar. La Avenida
Argentina cobró un aspecto impresionante cuando grupos de manifestantes
comenzaron a prender fogatas al centro de la calzada, en medio de la oscuridad.
Periodistas denunciarían, al día siguiente, que una gran cantidad de bares y cantinas
continuaron abiertas hasta altas horas de la noche. Los reporteros declaraban haber

380
La Unión, Valparaíso, 31/3/57, p. 1.
381
Id.
382
El Mercurio, Santiago, 31/3/57, p. 37 y El Diario Ilustrado, Santiago, 31/3/57, pp. 5 y 11.
383
La Unión, Valparaíso, 31/3/57, p. 1 y El Mercurio, Valparaíso, 31/3/57, p. 1.
384
El Mercurio, Santiago, 31/3/57, p. 37.

154
visto “grupos de exaltados que avanzaban por Avenida Argentina en total estado de
ebriedad”385.
Finalmente, a últimas horas de la noche, un grupo que venía por la Avenida
Errázuriz avanzó por Avenida Brasil rompiendo sistemáticamente los focos del alum-
brado público, hasta llegar frente a la Prefectura General de Carabineros. Los
manifestantes habrían hecho disparos desde las palmeras, los que fueron contesta-
dos por oficiales de Carabineros. En el incidente, que se habría prolongado por casi
diez minutos, no se registraron heridos ni detenidos386.
Aproximadamente a la 1.30 de la madrugada, tropas de marinería y del ejército
tenían prácticamente dominada la situación. Una tensa calma se había impuesto en
la ciudad de Valparaíso. Las “Fuerzas Armadas acordonaron completamente la ciu-
dad, especialmente el barrio del Almendral, tomando estricto control sobre vehículos
y transeúntes…”387.
Otras informaciones, sin embargo, daban una visión un poco distinta de la situa-
ción de la ciudad al terminar el cuarto día consecutivo de protestas:
La ciudad ha sido sorprendida por un apagón total. Las autoridades no han dado
ninguna respuesta al respecto. Por otra parte, detuvieron el suministro de agua.
Dirigentes políticos estiman que este es un verdadero sitio a Valparaíso388.

Balance de la jornada
Un muerto y nueve heridos, la mayoría a bala, dos graves, a causa de una serie
de tiroteos, entre ellos un policía. Violentos ataques a Carabineros, lo cual obligó a
la autoridad a retirarlos de las calles en las últimas horas de la tarde, para reempla-
zarlos por fuerzas del Ejército y tropas de marinería, que quedaron a cargo del
orden en la ciudad. Dieciocho personas detenidas. Cuantiosos daños a instalaciones
públicas, vehículos de locomoción colectiva, edificios particulares y otros389. He allí
un escueto balance para una jornada cuya gravedad la prensa destacó, unánime-
mente, al día siguiente.
Si bien la autoridad militar, de su lado, no hizo un balance detallado de los hechos,
en la madrugada del domingo el jefe de la Zona de Emergencia, contralmirante Jorge
Escobedo, entregó una información oficial con las siguientes disposiciones:

385
La Unión, Valparaíso, 31/3/57, p. 2.
386
La Unión, Valparaíso, 31/3/57, p. 1 y La Nación, Santiago, 31/3/57, pp. 1 y 6.
387
El Mercurio, Valparaíso, 31/3/57, p. 1.
388
El Siglo, Santiago, 31/3/57, p. 5.
389
Id. y Mundo Libre, Santiago, 31/3/57, p. 8; El Mercurio, Valparaíso, 31/3/57, p. 1 y El Mercurio, Santiago,
31/3/57, p. 37

155
1º) Mañana deberá funcionar normalmente el servicio de movilización colectiva,
poniéndose en vigencia las tarifas aprobadas en la reunión que se llevó a efecto en
la Intendencia de Valparaíso.
2°) No se permitirán desfiles ni concentraciones.
3°) Se mantendrá patrullaje y vigilancia para dar protección a los vehículos que
atienden el servicio de movilización.
4°) Todo atentado contra la seguridad pública deberá repelerse con energía390.
Simultáneamente, el jefe de la zona había dado la orden, en la noche del sábado,
de que todo el personal de la Escuadra, que se encontraba franco en el puerto, se
recogiese a sus naves a fin de estar listos para recibir órdenes391.
La Federación de Estudiantes de la Universidad de Chile de Valparaíso, por su
parte, también emitió una declaración en la madrugada del domingo 31 de marzo.
La FECH condenaba la actitud de Carabineros, responsabilizándolos de la violen-
cia, así como de la muerte de una persona y de cientos de heridos; anunciaba que
recurriría a todos los medios legales para castigar a los responsables; respaldaba la
propuesta de volver a las tarifas antiguas; comunicaba su “inquietud” respecto a
las “reales intenciones de las esferas gubernativas en cuanto al curso a darle a los
acontecimientos”, alertando “al estudiantado y al pueblo en general ante el “peli-
gro de un posible golpe de Estado”; y celebraba, por último, la “serena actitud”
adoptada por la marinería, considerándola una “garantía para la seguridad de las
vidas de la población”392.
Como puede observarse, los agitados acontecimientos del sábado 30 de marzo,
en Valparaíso, dieron pie a todo tipo de comentarios y especulaciones. Sin embargo,
la vuelta a la normalidad fue más rápida de lo que podría haberse esperado.

6. El retorno a la normalidad
Bajo la celosa custodia de más de 3.000 efectivos de las fuerzas armadas,
Valparaíso vivió el domingo 31 de marzo su primera jornada de tranquilidad, tras
cuatro días de intensas protestas sociales. El anuncio de una segunda rebaja en las
tarifas provinciales, el repliegue de una parte de las organizaciones estudiantiles y
los efectos de la violencia deben haber contribuido a calmar los espíritus de los
porteños.

390
El Mercurio, Valparaíso, 31/3/57, p. 1 y La Unión, Valparaíso, 31/3/57, p. 2.
391
La Unión, Valparaíso, 31/3/57, p. 2.
392
Id.

156
Lo que el viento se llevó
Desde las primeras horas de la mañana, piquetes de la marinería y del ejército
tomaron posiciones en las principales calles del centro de la ciudad. El Cuerpo de
Carabineros permaneció en sus cuarteles sin tomar parte del resguardo del orden.
El grueso de los 3 mil hombres que vigilaban la ciudad estaba integrado por las
fuerzas de la Marina y por personal de la Escuadra, el que se había acuartelado en
sus buques la noche anterior. Por orden del jefe de la Plaza, estas fuerzas reempla-
zaban a las de Carabineros:
El almirante Escobedo ordenó ayer la permanencia de Carabineros dentro de sus
cuarteles, con el objeto de evitar la reanudación de disturbios con su presencia en
las calles393.
El día domingo comenzó a normalizarse también el servicio de locomoción co-
lectiva, poniéndose así en vigencia las nuevas tarifas rebajadas. Los vehículos
circularon custodiados por personal de las Fuerzas Armadas. Se contó con moviliza-
ción hasta pasadas las 21 horas. Sin embargo, algunos grupos de empresarios
particulares insistían en que las tarifas no les resultaban convenientes. De hecho,
las máquinas particulares circularon escasamente durante el domingo y anuncia-
ron que el día lunes no saldrían a trabajar. Frente a ello, el Intendente advirtió de la
posibilidad de que las máquinas fuesen requisadas394.
Este ambiente de normalidad fue reconocido también por el jefe de la Plaza, el
que en la madrugada del lunes emitió un comunicado informando del normal desa-
rrollo de las actividades durante el domingo y asegurando su continuidad395. A esas
mismas horas, poderosos reflectores del crucero “O’Higgins” y del buque “Arauca-
no” alumbraban constantemente la ciudad y en especial los sectores oscurecidos de
los cerros. A juicio de alguna prensa, esta medida:
…contribuyó poderosamente a la tranquilidad del vecindario, temeroso de que se
cometieran nuevos desmanes al amparo de las sombras. Este verdadero patrulla-
je, por medio de las potentes luces de los barcos, resultó […] un buen resorte
psicológico, ya que evidenciaba el estado de alerta en que se encuentran nuestras
naves de guerra para intervenir en el caso de una emergencia, protegiendo la
seguridad e intereses de la población396.
Curiosa manera de tranquilizar. En todo caso lo que sí contribuyó al clima de
normalidad fue el término del paro que a mediodía del viernes había iniciado la
393
La Unión, Valparaíso, 1/4/57, p. 3.
394
La Unión, Valparaíso, 1/4/57, p. 2; El Mercurio, Valparaíso, 1/4/57, p. 14; El Siglo, Santiago, 1/4/57, p. 5 y
Clarín, Santiago, 1/4/57, p. 16.
395
La Unión, Valparaíso, 1/4/57, p. 1 y El Mercurio, Valparaíso, 1/4/57, p. 14.
396
La Unión, Valparaíso, 1/4/57, p. 1.

157
COMACH. En la tarde, el presidente de la Federación de Estudiantes Secundarios,
Gustavo Boye, anunció que darían por terminado su movimiento el lunes 1 de abril397.
De igual opinión era el Intendente de la provincia, quien declaró que los estudian-
tes debían seguir el ejemplo de la COMACH. Además, condenó severamente los
disturbios habidos en la ciudad, haciéndose eco de las últimas declaraciones del
ministro del Interior, culpando al Partido Comunista398.
Sin embargo, no todos en Valparaíso eran de la misma opinión. Reunidos el mis-
mo domingo 31, los regidores porteños decidieron insistir en la inmediata suspensión
del alza e iniciar un nuevo estudio de costos. Se sumaban también al reconocimien-
to de “la acertada medida” de reemplazar las fuerzas de Carabineros por las de la
Marina, “evitando así una mayor animosidad del pueblo”399. La CUT provincial, por
su parte, en un ampliado de dirigentes, realizado el domingo en la mañana, acordó
asistir masivamente a los funerales del obrero Samy Muga que se realizarían el
martes 2 de abril400.
Durante la tarde y hasta las 19 horas, se había constituido en la Cárcel Pública
de Valparaíso el fiscal militar, mayor auditor Robert Dávila, quien tomó declaracio-
nes a los 18 detenidos del día sábado. Todos ellos quedaron en libre plática. De
acuerdo al parte policial, el motivo de su detención era “por daños y maltrato de
obra a Carabineros”401.
Poco antes del mediodía del domingo 31 de marzo, se desató en Valparaíso un
fuerte temporal de viento que duró hasta cerca de la medianoche402. He allí, tal vez,
un último elemento que contribuyó a la rápida normalización del puerto. El viento
parecía haberse llevado los restos de la tensión que se expresó durante la agitada
tarde del sábado 30.

Comienza el mes de abril


El lunes 1 de abril comenzaron a reintegrase los alumnos de los distintos niveles
de enseñaza en Valparaíso. Al respecto, la Confederación de Estudiantes de la Ense-
ñanza Media ordenó la “reintegración a clases en forma normal”, considerando que
la rebaja obtenida en las tarifas era un éxito del movimiento estudiantil. Por su
parte, las directivas estudiantiles de las universidades porteñas acordaron repudiar
los desmanes del fin de semana. Del mismo modo, protestaron por la acción de

397
El Mercurio, Valparaíso, 1/4/57, p. 14 y La Unión, Valparaíso, 1/4/57, p. 1.
398
La Unión, Valparaíso, 1/4/57, p. 3.
399
El Mercurio, Valparaíso, 1/4/57, p. 1 y La Unión, Valparaíso, 1/4/57, p. 3.
400
La Unión, Valparaíso, 1/4/57, p. 3; El Siglo, Santiago, 1/4/57, p. 5 y La Tercera, Santiago, 1/4/57, p. 11.
401
El Mercurio, Valparaíso, 1/4/57, p.14.
402
La Unión, Valparaíso, 1/4/57, p. 1 y La Nación, Santiago, 1/4/57, p. 16.

158
Carabineros y solicitaron al Gobierno que restableciera a las municipalidades la
facultad de fijar las tarifas de la movilización colectiva403.
Durante todo el día se mantuvo la vigilancia militar. Para efectos de la seguri-
dad, la ciudad era recorrida permanentemente por 15 vehículos militares y la
locomoción colectiva siguió circulando con protección militar. Un solo incidente se
produjo cuando una microbús Valparaíso-Viña del Mar que pasaba frente a la Uni-
versidad Santa María recibió el impacto de una piedra que rompió uno de sus
vidrios404. Por la noche, el alumbrado público comenzó también a normalizarse en
las principales arterias de la ciudad405.
En un comunicado entregado por el Jefe de Plaza, en las últimas horas de la
noche del lunes, se informó que las fuerzas de la Marina y del Ejército continuarían
a cargo del orden público durante el día martes. El comunicado establecía, en par-
ticular, que durante los funerales de Samy Muga personal de marinería daría
“protección especial a la ceremonia” para evitar “todo desorden o manifestaciones
que alteren el orden público”406.

Dos de abril en Valparaíso: funerales de Samy Muga


El 2 de abril Valparaíso vivió nuevamente una jornada de relativa tranquilidad.
Las fuerzas navales y militares continuaron vigilando la ciudad, tarea a la cual se
sumaron tres helicópteros aeronavales407.
En este clima de ‘tranquilidad vigilada’ se realizaron los funerales de Samy Muga.
El cortejo partió poco antes de las 11 horas desde el local del Sindicato Hucke,
ubicado en calle Uruguay. En el sepelio participaron numerosas organizaciones gre-
miales, sindicales y estudiantiles de Valparaíso y Viña del Mar, además de juntas de
vecinos. Al pasar por el sector de la Aduana, funcionarios de la Intendencia estima-
ron en diez mil el número de personas que componían el cortejo fúnebre, cantidad
en la que coincidieron casi todos los periódicos al informar de la noticia. Salvo El
Mercurio de Valparaíso y Última Hora que, en cambio, informarían de 20 mil perso-
nas408. Un solo incidente se habría producido frente a la Estación Puerto, cuando

403
La Nación, Santiago, 2/4/57, p. 8; La Unión, Valparaíso, 2/4/57, pp. 2 y 3 y La Segunda, Santiago,
1/4/57, p. 5.
404
El Mercurio, Valparaíso, 2/4/57, p. 1; El Diario Ilustrado, Santiago, 2/4/57, pp. 1 y 2 y La Segunda, Santiago,
1/4/57, p. 5.
405
La Unión, Valparaíso, 2/4/57, p. 3 y El Mercurio, Valparaíso, 2/4/57, p. 1.
406
La Unión, Valparaíso, 2/4/57, p. 3. Para una visión de conjunto de los principales hechos ocurridos en
Valparaíso entre el miércoles 27 de marzo y el lunes 1 de abril, ver: Revista Ercilla, N° 1.143, 3/4/57, p. 6
407
La Unión, Valparaíso, 3/4/57, p. 1; El Diario Ilustrado, Santiago, 3/4/57, p. 2; La Tercera, Santiago, 3/4/57,
p. 5 y El Mercurio, Valparaíso, 3/4/57, p. 1.
408
La Unión, Valparaíso, 3/4/57, p. 1; El Mercurio, Valparaíso, 3/4/57, p. 3 y Santiago, 2/4/57, p. 16.

159
aparecieron tres Carabineros, que fueron insultados por el público, debiendo ser
protegidos por la marinería409.
El cortejo llegó al cementerio de Playa Ancha alrededor de las 12.30 horas. Tras
una misa realizada por el capellán del Regimiento Maipo, Florencio Infante, vinie-
ron los discursos. Intervinieron el regidor Luis Vega Contreras; dirigentes de la CUT;
la Federación de Estudiantes de la UCH y el obrero municipal de Viña del Mar
Rogelio Astudillo Castro410.
Sin embargo, a pesar de la tranquilidad observada en la ciudad, los hechos de
Santiago comenzaban a tener repercusiones en Valparaíso. Por ejemplo, la decisión
del Gobierno de suspender las clases en todo el país venía a interrumpir el proceso
de normalización que desde el lunes se verificaba en el puerto. Además, la fuerte
represión de Carabineros en Santiago y la muerte de Alicia Ramírez también te-
nían sus ecos en Valparaíso. Así, la FEUCV volvió a decretar un paro, de 24 horas,
como protesta “por la manera de actuar del Cuerpo de Carabineros”411. Queja com-
partida por la Juventud Conservadora Unida, la que públicamente declaró su repudio
a “la forma desproporcionada” en que había “sido repelido por la autoridad públi-
ca este auténtico movimiento estudiantil”412.
Por otra parte, un paro llamado por la CUT provincial para ese martes 2 abril, no
había tenido sino un éxito parcial. No habiéndose comprometido el poderoso gre-
mio portuario, ni los ferroviarios, ni los empleados fiscales, el movimiento estuvo
reducido –salvo en el caso del gremio de la salud– a sindicatos medianos y menores,
sin gran impacto en la producción.

Un tardío e innecesario toque de queda


La declaración del Estado de Sitio en todo el país, en la noche del martes 2 de
abril, a partir de lo que estaba sucediendo en Santiago, hizo que Valparaíso se viera
afectado también por medidas de excepción. Medidas que en realidad no se compa-
decían con la tranquilidad que se observaba desde el domingo 31. El ejemplo más
claro fue el establecimiento –el miércoles 3 por orden del jefe de la zona de Emer-
gencia– del toque de queda en todo el departamento de Valparaíso, entre las 22
horas y las 6 de la madrugada413. Valparaíso se colocaba así, tardía e innecesaria-
mente, a tono con la lógica que el general Gamboa imponía desde Santiago.

409
La Segunda, Santiago, 2/4/57, p. 12.
410
La Unión, Valparaíso, 3/4/57, p. 1.
411
La Unión, Valparaíso, 3/4/57, p. 2.
412
La Unión, Valparaíso, 3/4/57, p. 1.
413
El Mercurio, Valparaíso, 4/4/57, p. 1; La Nación, Santiago, 4/4/57, p. 10 y La Tercera, Santiago, 4/4/57, p. 2.

160
El único elemento de posible perturbación fue el paro de 24 horas –a partir de
las 8 horas del miércoles 3– decretado por la Federación de Alumnos de la Universi-
dad Técnica Federico Santa María. De ese modo, se protestaba por la muerte de
Alicia Ramírez y se promovía la asistencia a sus funerales. Las denuncias que aun
persistían eran las de los asaltos o ‘cogoteos’ que se producían en las zonas de la
ciudad que todavía permanecían a oscuras414.
El jueves 4 de abril, el toque de queda en Valparaíso fue restringido a solo seis
horas. Por su parte, Carabineros comenzó paulatinamente a retomar sus funciones,
quedando una reducida fuerza de marinería a cargo de puntos considerados estra-
tégicos. Esta flexibilidad de parte de las autoridades porteñas, observada desde el
inicio de las protestas y expresada ahora en la reducción del toque de queda, fue
recurrentemente destacada415.
El viernes 5 de abril, la normalidad en Valparaíso ya era casi total. En vista de
esta situación, el toque de queda fue acortado en una hora más, comenzando a me-
dianoche. El jefe de la Zona de Emergencia aprovechó la ocasión para “reconocer
la cordura y tranquilidad” de que estaba dando muestras la población.
Así tenemos que, a menos de una semana del término de las protestas, el sábado
6 de abril, Valparaíso había recuperado totalmente su normalidad416. En esos mis-
mos momentos en Santiago se derogaba el alza de la locomoción y, paradojalmente,
la Cámara de Diputados aprobaba una Ley de Facultades Extraordinarias para ha-
cer frente a las convulsiones sociales…

7. Elementos de síntesis y de interpretación


Valparaíso marcó el comienzo de las protestas por el alza en las tarifas de la
locomoción colectiva a fines de marzo de 1957. Y lo hizo con un sello social y de
masividad. Fue la población en su conjunto la que, en toda su diversidad social,
reaccionó decididamente contra una medida considerada arbitraria e injusta. Pesó
en ello, sin duda, el componente regional del conflicto: la medida había sido toma-
da –una vez más según ellos– en Santiago, por autoridades centralistas sin considerar
las peculiaridades de la región.
El inicio de las protestas en Valparaíso y Viña del Mar fue espontáneo. No hubo
concertaciones previas ni existía tampoco un movimiento anterior que pudiese ha-
ber conducido la reacción de la población. La protesta inicial, si bien airada y rotunda,
no fue necesariamente violenta. Más aun, casi todas las organizaciones sociales que
414
La Unión, Valparaíso, 4/4/57, p. 2 y La Nación, Santiago, 5/4/57, p. 10.
415
La Unión, Valparaíso, 5/4/57, pp. 1 y 4; El Mercurio, Valparaíso, 5/4/57, p. 1; El Diario Ilustrado, Santiago,
5/4/57, p. 2; La Segunda, Santiago, 4/4/57, p. 12 y La Nación, Santiago, 5/4/57, p. 10.
416
El Mercurio, Valparaíso, 7/4/57, p. 1; El Sur, Concepción, 7/4/57, p. 1 y El Mercurio, Santiago, 7/4/57, p. 21.

161
se manifiestan en torno al hecho –especialmente las estudiantiles que se ponen a la
cabeza del movimiento– enfatizaron en que éste debía encauzarse en la legalidad.
Así, en el primer día de protestas en Valparaíso se observa, a través de las declara-
ciones de los distintos actores que opinan, una absoluta conducta legal. Nadie
pretende echar abajo el Gobierno. Todos proponen acciones para dos o tres días
después. Los partidos casi no opinan.
Llama la atención, por lo tanto, la violencia del segundo día. Se observa también
una mayor autonomía de los estudiantes en sus acciones, respecto al resto de la
población. Son los estudiantes los que copan las calles durante todo el día. La vio-
lencia que adquieren las manifestaciones no fue ajena a la reacción policial que
reprimió duramente a los manifestantes. El nivel del enfrentamiento se ve refleja-
do en el número de carabineros heridos el día jueves: una veintena. Detrás de los
sucesos de la Plaza Sotomayor se observa que junto a los estudiantes han actuado
también otros sectores sociales: habitantes pobres de los cerros se habrían sumado
a las manifestaciones. Sectores políticos también. Hay destrucción deliberada de
bienes y persistencia en protestar frente a la sede del poder político regional: la
Intendencia. Carabineros lo impide por la fuerza.
Solo en el tercer día de protestas se incorpora el mundo laboral, a través de la
más importante de las acciones sindicales del conflicto: el paro de los trabajadores
portuarios de la COMACH. Los estudiantes continúan protestando durante el día,
aunque ya se observan disensiones en su seno. Hasta el momento, la conducción ha
estado en manos de la FEUCV, de orientación conservadora. Se denuncia la presen-
cia de agitadores, de extremistas o de provocadores, según quien haga la denuncia.
Unánimemente se pide el reemplazo de Carabineros por fuerzas de la marinería.
Todos condenan la violencia policial. Se suman los partidos políticos a través de sus
declaraciones y los pobladores solidarizan con los estudiantes.
El desencuentro entre sociedad civil y sociedad política se expresa en Valparaíso
el sábado 30 de marzo al mediodía: mientras las autoridades regionales llegaban a
acuerdos con las autoridades de Santiago y con los empresarios –lo que significaba
la rebaja de tarifas–, en las calles el conflicto había cruzado el umbral de la
irracionalidad. Se producían las primeras víctimas graves y la muerte de Samy Muga.
Grupos enfurecidos asediaron durante horas un recinto policial. Los estudiantes de
la FEUCV se habían descolgado ya del proceso. Los carabineros son enviados a sus
cuarteles. Los daños se contaban ya por millones. La llegada de la noche y del
domingo vino a calmar los ánimos. La noticia de la rebaja de tarifas se difundió. La
normalidad comenzó a restablecerse.
Cuando Valparaíso comenzaba a restablecer su ritmo habitual de funcionamien-
to y los ya más tranquilizados manifestantes procedían a enterrar a su víctima fatal,
llegaron los ecos de los sucesos de Santiago. A nuestro juicio, Valparaíso vivió su

162
propio 2 de abril, el 30 de marzo. Con una diferencia importante respecto a lo que
sucedería luego en Santiago. Los actores comprometidos mostraron un comporta-
miento más uniforme a lo largo del conflicto y el objetivo inicial del mismo no
perdió vigencia. No hubo grandes distorsiones en el curso del proceso. La autoridad
política y militar, por último, mostró una cordura y un interés por encontrar solucio-
nes que, lamentablemente, no mostrarían las autoridades de Santiago.

163
CAPÍTULO 2
EXTENSIÓN DE LAS PROTESTAS A SANTIAGO Y CONCEPCIÓN

1. Antecedentes
En Santiago, la entrada en vigencia de las nuevas tarifas de la locomoción colec-
tiva provocó inmediatamente reacciones. Así, el martes 26 de marzo, al enterarse de
la medida, los usuarios criticaron las alzas y el mal servicio brindado por el trans-
porte público. Sin embargo, las respuestas se mantuvieron en el plano del malestar,
del alegato, del comentario, sin llegar a transformarse en incidentes. Interrogado,
por ejemplo, un chofer sobre cómo había recibido el público la noticia, expresó:
“Estuvieron tranquilos, creímos que podrían reaccionar en otra forma”; para luego
agregar: “el público ya está acostumbrado a las alzas de precios”417.
Recién la noche del miércoles 27 se produjeron los primeros incidentes en la
capital, cuando en los alrededores de la Plaza de Armas un grupo de estudiantes
realizó un “mitin relámpago”. Disueltos los manifestantes por la policía, dos estu-
diantes resultaron detenidos418. En todo caso, se trató de pequeñas acciones en las
que el grueso de la población no tuvo una participación activa.
En Concepción, en el curso del miércoles se produjeron incidentes aislados, cuan-
do estudiantes habrían lanzado algunas piedras contra vehículos de la locomoción
colectiva. También se informó de algunos incidentes en Iquique a causa de una
huelga declarada por los empresarios en protesta por la suspensión de la bonifica-
ción de la bencina419.
Fueron las noticias que llegaban desde Valparaíso las que contribuyeron a ir
creando un clima de inquietud y de movilización social, principalmente entre los
estudiantes universitarios y secundarios, quienes, poco a poco, a partir del día jue-
ves 28 de marzo, lograron ir aumentando el caudal de las protestas tanto en Santiago,
como en Concepción.

417
Revista Vea, N° 938, 4/4/57, pp. 4 y 5 y Mundo Libre, Santiago, 27/3/57, p. 8.
418
Mundo Libre, Santiago, 28/3/57, p. 1 y El Siglo, Santiago, 28/3/57, p. 5.
419
La Unión, Valparaíso, 28/3/57, p. 1.

165
2. En la senda de Valparaíso
Mientras los estudiantes eran los que comenzaban a ocupar las calles de la capi-
tal, diferentes organizaciones sociales trataban de convocar a sectores sociales más
amplios. Alentada por el ejemplo de Valparaíso, pero de un modo más lento, no tan
espontáneo y menos masivo, la ciudad de Santiago fue haciendo su propio camino
de protesta social. A diferencia de Valparaíso, en que la rápida reacción de los estu-
diantes seguida por el resto de la población prácticamente obligó a pronunciarse a
las distintas organizaciones sociales, en Santiago eran éstas las que llamaban a sus
bases y a la población en general a expresar su descontento.

El llamado de las organizaciones sociales


El 27 de marzo, el Consejo Directivo de la Central Única de Trabajadores resolvió:
Llamar a todas las organizaciones e instituciones sindicales, gremiales, políticas,
sociales, profesionales, culturales, técnicas, industriales, estudiantiles, deportivas,
a las dueñas de casa, pobladores y arrendatarios, a organizar en definitiva un
Comando Nacional que tenga por misión exclusiva y finalidad única la defensa
del consumidor de todas las alzas abusivas y luchar contra la carestía de la
vida…420.
Luego, la CUT protestaba, específicamente, por el alza de la locomoción, exi-
giendo “servicios de $10” y “el término del fraccionamiento de recorridos”. Por
último, responsabilizaba al Gobierno del “descontento nacional” existente y de los
“nuevos conflictos” que podrían originarse. Diversas organizaciones gremiales y
sindicales se sumaron a estas exigencias421.
A nivel de otras organizaciones sociales, principalmente poblacionales, comen-
zó también desde el miércoles 27 un movimiento tendiente a canalizar la protesta
por el alza. En efecto, varias comunas populares eran víctimas del fraccionamiento
de los recorridos, con lo cual el alza de los pasajes se elevaba en algunos casos por
sobre un 100% o 150%. En comunas como La Cisterna, Quinta Normal, San Miguel
y Conchalí, comenzó a hablarse de realizar una “huelga de pasajeros”422. Donde más
cuerpo tomó esta idea fue en la comuna de La Cisterna, en la que se creó un coman-
do que, junto con preparar el boicot al uso de los medios de locomoción, convocó a
una concentración a realizarse el domingo 31 de marzo, frente a la Municipalidad.
La iniciativa fue respaldada por diversas organizaciones poblacionales y por los

420
Última Hora, Santiago, 28/3/57, p. 11; La Tercera, Santiago, 28/3/57, p. 2 y El Siglo, Santiago,
29/3/57, p. 8.
421
La Tercera, Santiago, 28/3/57, p. 2 y Mundo Libre, Santiago, 28/3/57, p. 3.
422
Las Últimas Noticias, Santiago, 28/3/57, p. 16 y La Tercera, Santiago, 28/3/57, p. 3.

166
núcleos locales del FRAP y del Partido Radical. Sobre la base de denuncias muy
concretas, se buscaba ir sumando fuerzas para llevar adelante la proyectada huelga
de pasajeros. Una primera manifestación estaba convocada para el viernes 29, a las
6 de la mañana en los paraderos 21 y 22 de Gran Avenida, desde donde se pensaba
iniciar una marcha a pie hacia el centro de la ciudad423.
Esta situación se daba, tal como se vio en la Primera Parte, en un contexto de
conflictividad laboral y sindical. El miércoles 27 y jueves 28 de marzo se habían
realizado sendas asambleas del sindicato Madeco en las que se acordó votar la huel-
ga el 4 de abril y “protestar enérgicamente” contra el alza de la locomoción424. El
conflicto más importante era el que mantenían los mineros de El Teniente y que los
había conducido el viernes 29 de marzo a la votación de una huelga legal que co-
menzaría el lunes 1425. Entretanto, el jueves 28, la Corte de Apelaciones de Santiago
había confirmado una sentencia dictada en el mes de febrero, condenando a tres
años y un día de relegación a los dirigentes de la CUT Clotario Blest, Juan Vargas
Puebla y Baudilio Casanova. La dirigencia de la CUT respondió llamando a “levan-
tar el espíritu de lucha y combatividad de la clase trabajadora”. Ante este escenario,
gran cantidad de organizaciones sindicales hicieron llamados a unirse a la lucha
contra las alzas426.

Los estudiantes salen a la calle


En la tarde del jueves 28 de marzo, en Santiago, grupos de estudiantes recorrie-
ron las calles del centro para manifestar su protesta por el alza y el mal trato a
escolares en los vehículos de la locomoción colectiva. Al anochecer, los más exalta-
dos lanzaron piedras contra buses y trolebuses, así como también en contra de
Carabineros y de algunos establecimientos comerciales427.
En efecto, pasadas las 21 horas, improvisados grupos de manifestantes –princi-
palmente de estudiantes universitarios y nocturnos– avanzaron por calle Bandera
en dirección al centro de la ciudad. A los gritos en contra del alza, en calle Compa-
ñía frente a la Plaza de Armas, en Ahumada y a lo largo de Merced, se sumaron
algunas pedradas contra buses428. Alrededor de las 21.15 horas, en la esquina de

423
Clarín, Santiago, 28/3/57, p. 7; El Siglo, Santiago, 28/3/57, p. 1 y La Tercera, Santiago, 29/3/57, p. 10.
424
La Tercera, Santiago, 29/3/57, p. 2 y El Siglo, Santiago, 30/3/57, p. 8.
425
De acuerdo a: Oficio Nº 1.874, del Director general del trabajo al Ministro del Trabajo, 30/3/57, A.N.S.XX.,
F.M.TRA., S.F.M., Providencias, Vol. 4 (683-948), 1957. En la prensa ver: La Unión, Valparaíso, 30/3/57,
p.2, El Sur, Concepción, 30/3/57, p. 5, El Siglo, Santiago, 30/3/57, p. 1 y La Tercera, Santiago, 30/3/57, p. 4.
426
El Siglo, Santiago, 29/3/57, p. 5 y 30/3/57, p. 4; Las Últimas Noticias, Santiago, 29/3/57, p. 20 y Mundo
Libre, Santiago, 30/3/57, pp. 3 y 5.
427
Las Últimas Noticias, Santiago, 29/3/57, pp. 3 y18 y El Mercurio, Valparaíso, 29/3/57, p. 14.
428
El Mercurio, Santiago, 29/3/57, pp. 1 y 14.

167
Estado y la Plaza de Armas un numeroso grupo de carabineros procedió a detener a
un joven mientras protestaba. Los manifestantes reprobaron bulliciosamente la
acción policial y a los pocos minutos las emprendieron contra un trolebús del reco-
rrido Bilbao:
Los manifestantes se dispersaron por la Plaza de Armas y se reagruparon una y
otra vez para lanzar gritos de protesta y dispersarse nuevamente. Fue entonces
cuando un grupo lanzó, como grito de guerra: –¡Valparaíso, Valparaíso!429.
Los incidentes se prolongaron hasta cerca de las 11 de la noche. Poco antes, un
microbús Pila-Cementerio había sido detenido por un grupo de muchachos en Com-
pañía, a un costado del Congreso Nacional. Los manifestantes, tras pedir a los
pasajeros que descendieran de la máquina, intentaron volcarla. La llegada de Cara-
bineros impidió la acción y varios estudiantes fueron detenidos.
Al día siguiente, la prensa denunció el destrozo de varias tiendas del centro,
el apedreamiento de dos microbuses particulares y los serios daños que recibie-
ron siete buses particulares. La Dirección General de Carabineros informó que en
los incidentes del día jueves en la noche participó alrededor de un centenar de
manifestantes, los que –de acuerdo a otras informaciones– habrían sido duramen-
te reprimidos con lumas y bombas lacrimógenas. Según la prensa, habrían actuado
también policías de civil, apostados en las principales calles céntricas430. Uno de
los incidentes “más espectaculares” fue protagonizado por un grupo de carabine-
ros de civil en la esquina de Ahumada y Huérfanos, cuando trataron de detener a
un estudiante. La reacción del público fue violenta, cayendo sobre los policías
una lluvia de piedras y golpes, que los obligó a huir para “salvar su integridad
física” 431.
En total resultaron detenidas catorce personas, la mayoría de ellas estudiantes.
Alrededor de la medianoche, seis detenidos obtuvieron la libertad gracias a la in-
tervención de parlamentarios del FRAP. El resto sería puesto a disposición de la
Intendencia de Santiago, con el objeto de aplicarles la Ley de Defensa Permanente
de la Democracia432.
Al día siguiente, viernes 29 de marzo, en horas de la tarde y de la noche se
volverían a repetir las manifestaciones en el centro de Santiago. Pero, previamente,
durante el día se produjeron otras novedades. Por ejemplo, el retorno a la tarifa
fraccionada en la comuna de La Cisterna, lo cual hizo fracasar la proyectada marcha

429
El Siglo, Santiago, 29/3/57, p. 1.
430
El Mercurio, Santiago, 29/3/57, pp. 1 y 14, Mundo Libre, Santiago, 29/3/57, p. 16 y Última Hora, Santiago,
29/3/57, p. 5
431
La Tercera, Santiago, 29/3/57, p. 11.
432
El Diario Ilustrado, Santiago, 29/3/57, p. 4 y La Tercera, Santiago, 29/3/57, p. 20.

168
a pie sobre Santiago. Por su parte, los preparativos para el acto comunal del domingo
continuaban adelante, sumándose nuevos sectores y organizaciones433.
La Federación de Estudiantes de Chile, FECH, había convocado a una asamblea
en su local de Alameda 634 para las 19 horas. A ella concurrieron alrededor de 400
estudiantes, los que decidieron suspender las clases a las 10 de la mañana del día
siguiente para realizar una concentración pública frente al local de la Federación.
Terminada la asamblea, se organizó una columna que cruzando la Alameda avanzó
por calle Mac Iver, bloqueando el tránsito a los buses. Otro grupo marchó por la
Alameda en dirección al oeste434.
Eran las 20.30 horas del viernes 29 de marzo y comenzaba un segundo día de
protestas estudiantiles vespertinas en la capital. El Presidente Ibáñez había aban-
donado, pocas horas antes, la capital rumbo a Talca para luego dirigirse a su fundo
en las cercanías de Linares435.

Aumenta la violencia: muerte de un suplementero


En las primeras horas de la tarde del viernes 29 de marzo, los choferes de micros
particulares habían comenzado a detener su actividad protestando por la decisión
de los empresarios de reducirles a un 15% su participación en la venta de pasajes.
Aprovecharían así de realizar una asamblea para analizar qué actitud tomar a futu-
ro. A eso de las 20 horas ya se habían guardado numerosos vehículos, lo que provocó
problemas al público que volvía a sus hogares. Se estimó que el paro afectó a un
70% de los vehículos de locomoción colectiva particular436.
Eran las 20.30 horas del viernes 29 de marzo: “No hay un peso para el puchero, pero
hay alza para el micrero…”, “Todo Chile a luchar contra el alza criminal”, gritaban los
estudiantes de la FECH que avanzaban por calle Mac Iver. El primer incidente con la
policía se produjo en Mac Iver con Agustinas cuando los universitarios golpearon con
sus puños los costados de un bus Santa Rosa-Pintana. La policía, que se había agrupado
a un costado de la Biblioteca Nacional, avanzó de pronto y comenzó a golpear a los
estudiantes. Estos se dispersaron y tras algunos minutos de desconcierto volvieron a
reagruparse para dirigirse hacia la Plaza de Armas. Al igual que el día anterior, la refe-
rencia a las protestas estudiantiles de Valparaíso estuvo presente en los manifestantes,
muchos de los cuales gritaban la consigna: “Valparaíso, Valparaíso”437.

433
El Siglo, Santiago, 30/3/57, p. 5 y Clarín, Santiago, 30/3/57, p. 16.
434
El Mercurio, Santiago, 30/3/57, pp. 17 y 21 y El Siglo, Santiago, 30/3/57, p. 1.
435
Las Últimas Noticias, Santiago, 30/3/57, p. 20; El Diario Ilustrado, Santiago, 30/3/57, pp. 1 y 2 y El Sur,
Concepción, 30/3/57, p.5.
436
El Siglo, Santiago, 30/3/57, p. 5 y Clarín, Santiago, 30/3/57, p.16.
437
El Siglo, Santiago, 30/3/57, p. 1 y Mundo Libre, Santiago, 30/3/57, p. 8.

169
Cientos de estudiantes ocuparon Ahumada, llegando a la Plaza de Armas:
En Compañía con Ahumada los manifestantes se detuvieron, formando una com-
pacta multitud. […] Varios centenares de muchachos se sentaron en el suelo,
impidiendo el tránsito. Relampaguearon las máquinas fotográficas. […] Luego
todos se pusieron de pie e iniciaron una alegre y gigantesca ronda, cantando al
mismo tiempo el Himno de la Juventud [de la Universidad de Chile]: ‘Ser un ro-
mántico viajero y el sendero continuar. Ir más allá del horizonte…’438.
Una vez más la policía arremetió contra los manifestantes con desproporciona-
da violencia, produciendo dramáticas escenas en que los rezagados eran golpeados
sin contemplaciones, quedando numerosos contusos.
Durante varias horas, las calles Estado, Ahumada, Bandera y todas las transver-
sales entre la Alameda y Plaza de Armas, fueron escenario de violentos
enfrentamientos entre los manifestantes y la policía. Los grupos que eran disueltos
por la acción policial en un lugar, rápidamente se recomponían en otro. Numerosos
vehículos de la locomoción colectiva sufrieron apedreamientos e importantes da-
ños. Igualmente, algunas garitas de semáforos fueron destruidas. Otros vehículos
particulares fueron atravesados en calle Ahumada, a modo de barricadas. En la
Alameda, el camión lanza-agua de Carabineros actuó en repetidas ocasiones, cuan-
do se produjeron incidentes en las esquinas de Bandera, Ahumada, Arturo Prat y
San Diego. El número de manifestantes fue estimado por El Mercurio en “no menos
de dos mil”. Las Últimas Noticias habló de tres mil. Se informó también de inciden-
tes en el barrio de Franklin y San Diego439.
Eran las 21.30 horas cuando –en Alameda esquina Bandera– un grupo de carabi-
neros procedió a detener un estudiante que se había subido a un trolebús tratando
de escapar a la acción policial. Una multitud enardecida atacó con piedras a los
policías, los que debieron abrirse paso haciendo disparos al aire. Efectivamente,
dirigentes de la FECH informaron de dos tiroteos durante los incidentes, en uno de
los cuales se habrían hecho más de diez disparos440.
El otro tiroteo informado por la FECH habría ocurrido en Alameda con la calle
Londres, pudiendo coincidir con el allanamiento sufrido por el local del Partido
Socialista Popular. En efecto, a las 21.50 horas se produjo un violento incidente en
la sede del PSP, ubicada en la calle Londres Nº 55, cuando efectivos de Carabineros
que perseguían a unos manifestantes penetraron en dicho local, “llegando hasta el

438
El Siglo, Santiago, 30/3/57, p. 1. Sentarse en el suelo, impidiendo el tránsito, era la misma táctica
empleada con éxito por los estudiantes porteños.
439
La Segunda, Santiago, 30/3/57, p. 12; El Siglo, Santiago, 30/3/57, p. 1; El Mercurio, Santiago, 30/3/57,
pp. 17 y 21; Las Últimas Noticias, Santiago, 30/3/57, pp. 3 y 6 y Mundo Libre, Santiago, 30/3/57, p. 8.
440
Las Últimas Noticias, Santiago, 30/3/57, pp. 3 y 6 y El Sur, Concepción, 30/3/57, p. 5.

170
segundo piso, donde están las oficinas del Comité Central y golpeando a varios de
los que ahí se encontraban”. En el incidente resultaron seis personas heridas. Poco
más tarde, el senador Ampuero se comunicó con el ministro del Interior para de-
nunciar los hechos. Un incidente similar se produjo también en el local de la Falange
Nacional441.
Sin embargo, el incidente de más trágicas consecuencias ocurrió cerca de la
medianoche en la esquina de las calles Bandera y Catedral, cuando:
El conductor del bus del recorrido Mapocho-Cisterna, al ver en la esquina de la
Farmacia Congreso un grupo de manifestantes contra las alzas, no siguió por Ban-
dera hacia la Alameda, sino que dobló velozmente por Catedral echándose encima
del grupo442.
La mayoría alcanzó a correr y esquivar el bus, salvo el suplementero Juan Ama-
dor González, quien murió instantáneamente, constituyéndose en la primera víctima
fatal en Santiago. Tras los hechos, el chofer se fugó.
Por más de tres horas, grupos de estudiantes, obreros y público en general se
habían apoderado prácticamente de las principales calles de la capital. Un suple-
mentero muerto; a lo menos 38 heridos, incluidos algunos carabineros; 44 detenidos;
alrededor de 55 vehículos de la ETCE con sus vidrios destrozados, al igual que 16
buses particulares; cuatro garitas de Carabineros destruidas; nueve letreros de es-
tacionamiento y de tránsito arrancados de raíz y numerosas vitrinas con sus vidrios
quebrados. Ese fue el saldo parcial de la jornada. Las fuerzas policiales, a pesar de
la violencia con que reprimieron a los manifestantes, se habían visto en serias difi-
cultades para controlar la situación. Solo pasada la medianoche comenzó a volver la
calma a la ciudad de Santiago: “El centro, especialmente la calle Ahumada, presen-
taba un aspecto de batalla recién terminada”443.

Objeto de controversias
Los acontecimientos del viernes 29 de marzo volvieron a ser objeto de contro-
versia, tanto respecto a quienes eran sus instigadores, como a la desmedida actuación
de las fuerzas policiales. Así es como para la prensa gobiernista y de derecha, las
manifestaciones fueron obra de agitadores y elementos subversivos comunistas444.
El diario La Tercera, en cambio, sin desconocer la gravedad que alcanzó la situación,
fue claro al sostener que “el movimiento de protesta no tuvo conductores” y que
441
Clarín, Santiago, 30/3/57, p. 16 y La Tercera, Santiago, 30/3/57, p. 11.
442
El Siglo, Santiago, 30/3/57, p. 1.
443
La Tercera, Santiago, 30/3/57, pp. 10 y 11; El Siglo, Santiago, 30/3/57, p. 1; El Diario Ilustrado, Santiago,
30/3/57, pp. 1 y 2 y Última Hora, Santiago, 30/3/57, p. 3.
444
El Diario Ilustrado, Santiago, 30/3/57, p. 1 y La Nación, Santiago, 30/3/57, pp. 1 y 2.

171
fue “totalmente espontáneo”445. La prensa de izquierda, por su parte, expresó su
inquietud por la acción provocadora que, a su juicio, se había observado de parte de
la policía446.
Por último, en la madrugada del día sábado se reunió el Comité Ejecutivo de la
FECH tomando una serie de acuerdos, entre los cuales figuraban los siguientes:
1) Protestar con indignada firmeza ante los hechos bestiales perpetrados por la
policía, que por órdenes expresas del Gobierno, se ha propuesto acallar a la pobla-
ción de Santiago por medio del terror.
2°) Denunciar al país la forma en que el Gobierno va avanzando paulatinamente
hacia la dictadura, al desconocer toda garantía, como ha sucedido, por ejemplo,
con el asalto perpetrado en los locales del Partido Socialista Popular y la Falange
Nacional, la agresión fría y premeditada contra los dirigentes de la FECH y en
general a los estudiantes, la detención arbitraria de estudiantes, etc.447.
La FECH solidarizaba también con los estudiantes y obreros de Valparaíso y
proponía la realización de un paro general exigiendo la derogación de las alzas de
la movilización. Por último, invitaba a toda la población para que asistiera a una
concentración, ese sábado 30, a las 12 horas, frente a su local de Alameda.

3. Un agitado sábado 30 de marzo


El sábado 30, Santiago amaneció con menos del 50% de sus medios de transpor-
te colectivo. Solo los vehículos de la ETCE se movilizaron más o menos normalmente.
El resto había sido dañado en los días anteriores o bien los empresarios los habían
retirado de circulación por temor a que fuesen objeto de las iras populares. Las
amenazas del Gobierno de que requisaría las máquinas que no salieran a cumplir
sus recorridos, no surtieron efecto. Amenazas que, en todo caso, tampoco se hicie-
ron efectivas.
La FECH, por su parte, había convocado ampliamente a reunirse frente a su
local, cerca del mediodía, donde se realizaría una asamblea. Se había anunciado,
también, una posterior marcha hacia la Plaza de Armas. Las fuerzas de Carabineros
habían recibido “órdenes precisas” de disolver la manifestación, ya que ésta no
contaba con la autorización necesaria. La policía tenía orden también de tomar
todas las medidas del caso para que no se repitieran los ataques de los días anterio-
res contra las máquinas en servicio448.

445
La Tercera, Santiago, 30/3/57, pp. 10 y 11.
446
El Siglo, Santiago, 30/3/57, p. 1; Mundo Libre, Santiago, 30/3/57, p. 8 y Última Hora, Santiago, 30/3/57, p. 3.
447
La Tercera, Santiago, 30/3/57, p. 11 y La Unión, Valparaíso, 30/3/57, p. 1.
448
El Debate, Santiago, 30/3/57, p. 1.

172
En marzo de 1957, los sábados en la mañana eran aun días de trabajo normal,
que habitualmente culminaban con la realización de compras para el hogar y la
familia. Por el centro de Santiago circulaba, entonces, gran cantidad de gente. Más
todavía si era fin de mes.

Marchas y concentración en Plaza de Armas


A partir de las 10 y media de la mañana del sábado 30 de marzo de 1957, grupos
de estudiantes universitarios comenzaron a concentrarse en distintos puntos de
Santiago: frente a la sede de la FECH, en Alameda entre San Isidro y Santa Rosa;
junto al monumento de Andrés Bello, en el frontis de la Casa Central de la Univer-
sidad de Chile; y en la Facultad de Derecho de esta misma Universidad, en la calle
Pío Nono. Sin embargo, la decisión de Carabineros fue impedir, desde un comienzo,
las manifestaciones. Para ello, las fuerzas policiales rodearon desde temprano el
local de la FECH, ante lo cual, los estudiantes intentaron realizar una “concentra-
ción relámpago” frente a la Biblioteca Nacional, al costado del Cerro Santa Lucía.
Más o menos a las 10.30 horas, fueron disueltos violentamente por los carabine-
ros, quienes los persiguieron haciendo gala de una violencia absolutamente
innecesaria. Numerosas liceanas y algunos estudiantes universitarios trataron de
refugiarse en el recinto de la Biblioteca, pero un teniente […] no tuvo reparo en
ordenar a la tropa invadir el edificio. […]los carabineros entraron al hall del
edificio y sacaron a viva fuerza a las personas refugiadas, cuyo mayor número
estaba constituido por personas de corta edad449.
Poco después, alrededor de las 11 horas, se produjo otro incidente, esta vez en-
tre estudiantes de las Escuelas de Derecho y de Farmacia y fuerzas de Carabineros
apostadas en el sector de Vicuña Mackenna y Alameda. Todo había comenzado una
hora antes, cuando los estudiantes de Derecho, reunidos en asamblea, decidieron
invitar a los de Farmacia a realizar, en común, una manifestación en la Plaza Baque-
dano, para luego marchar hacia el local de la FECH, Alameda abajo. Con ese objeto
se dirigieron hacia la Escuela de Farmacia que quedaba más o menos a una cuadra.
En ese momento llegó un gran contingente de policías que rodeó el sector y trató de
impedir la realización del desfile. Para ello recurrió a bombas lacrimógenas e hizo
uso de sus bastones, quedando varios estudiantes contusos. Con una herida cortan-
te en el cuello, producida por un sable de la policía, resultó el dirigente estudiantil
radical, Guido Maquiavello450.

449
La Tercera, Santiago, 31/3/57, pp. 10 y 11.
450
Mundo Libre, Santiago, 31/3/57, p. 8; La Nación, Santiago, 31/3/57, pp. 1 y 2 y La Unión, Valparaíso,
31/3/57, p. 1 y La Tercera, Santiago, 31/3/57, pp. 10 y 11.

173
En general, durante toda la mañana del sábado 30 la policía trató de impedir el
acceso de manifestantes al sector comprendido entre Mapocho, Alameda, Teatinos y
Mac Iver. Vano intento, que dio lugar a violentos choques con los manifestantes. La
fuerza pública utilizó “sus bastones y gases lacrimógenos” para disolver las columnas
que, desde diversos puntos de la ciudad, “pujaban por llegar hasta la Plaza de Armas”451.
Las escaramuzas se sucedían de un lugar a otro, a lo largo de la Alameda. Frente al Club
de la Unión un sargento hizo uso de su arma y realizó disparos al aire452.
Al mediodía, un grupo de aviadores británicos rendía homenaje al prócer nacio-
nal Bernardo O’Higgins, frente a su monumento en la Plaza Bulnes. Fuerzas
especiales de la policía custodiaban el sector:
La policía volvió a intervenir cuando grupos de estudiantes comenzaron a lanzar
voces contra Inglaterra y su política internacional, haciendo alusión directamen-
te a la isla de Chipre y el Canal de Suez453.
La falta de medios de locomoción hizo que, entre el mediodía y las tres de la
tarde, la aglomeración de gente en las calles aumentara considerablemente. Fue-
ron las horas en que los incidentes alcanzaron su mayor intensidad y masividad. Los
puntos más conflictivos, a partir de mediodía, fueron San Antonio con Alameda,
Santo Domingo con Mac Iver, Ahumada con Agustinas y, ciertamente, la Plaza de
Armas.
En efecto, a eso de las 13 horas, una columna de estudiantes se movilizó por
Ahumada, desde Alameda hacia el norte. A su paso, los manifestantes arrastraban
los autos estacionados hasta dejarlos al centro de la calzada. Los menos exaltados,
entonaban el himno nacional y canciones estudiantiles. Llegados los distintos gru-
pos de estudiantes a la Plaza de Armas, numerosos transeúntes se plegaron a la
protesta. Allí, para impedir el avance de los trolebuses, algunos estudiantes comen-
zaron a cortar los cables que afirmaban los tomacorrientes454.
Entre las 13 y las 15 horas, la Plaza de Armas se transformó en un verdadero
“campo de batalla”. Los manifestantes lanzaban piedras y provocaban destrozos.
La policía reprimía:
Vinieron las cargas de carabineros. Se oyeron numerosos tiros de revólveres y las
bombas lacrimógenas hacían llorar al más alegre. La acción descontrolada de
carabineros hizo que numerosas personas que nada tenían que ver en los sucesos
resultaran golpeadas o afectadas por los gases455.

451
El Mercurio, Santiago, 31/3/57, p. 29 y 33 y Última Hora, Santiago, 30/3/57, p. 16.
452
La Unión, Valparaíso, 31/3/57, p. 1.
453
El Siglo, Santiago, 31/3/57, p. 9.
454
La Segunda, Santiago, 30/3/57, p. 1 y La Tercera, Santiago, 31/3/57, pp. 10 y 11.
455
Mundo Libre, Santiago, 31/3/57, p. 8.

174
El clima de tensión en el centro de Santiago comenzó a aflojar alrededor de las
3 de la tarde. A las 18 horas, la Primera Comisaría de Carabineros informó que 23
eran las personas detenidas en los incidentes de la mañana456. La superioridad de la
ETCE, por su parte, hizo saber a la policía que, entre las 12 y las 16 horas del sábado
30, resultaron con daños considerables 27 buses, 6 troles y 5 tranvías, algunos de
cuyos choferes sufrieron lesiones en el rostro ocasionadas por pedradas. También se
registraron daños en dos autos radiopatrullas457.

Por la tarde: del centro a los barrios


En el centro de Santiago, las protestas se reanudaron a partir de las 20 horas del
sábado, pero bajo una modalidad diferente. A las grandes masas que en la mañana
tendían a concentrarse en un solo lugar, le sucedieron pequeños grupos, de alta
movilidad, que aparecían y desaparecían con la misma rapidez. Alguna prensa dio
en llamar a esto una “táctica de guerrilla”. Este tipo de manifestaciones hacía ex-
tremadamente difícil que la policía lograra impedir los ataques en contra de los
vehículos de la ETCE que aun circulaban. De allí que la imposibilidad de controlar
la situación exasperara “notablemente a las fuerzas policiales las que cuando inter-
vinieron lo hicieron con extremada violencia”458. Los carabineros, de la mañana a la
tarde, habían cambiado su tenida habitual, poniéndose botas y equipándose con
carabinas y fusiles ametralladora: a juicio de ciertos periodistas, Santiago tenía el
aspecto de una ciudad ocupada militarmente459.
Aproximadamente a las 20.30 horas, un grupo de alrededor de 400 estudiantes
hizo su aparición en la Plaza de Armas, reuniéndose en la esquina de Merced y 21
de Mayo. Los estudiantes comenzaron a recorrer la plaza en pequeños grupos, gri-
tando sus consignas: “Unidad nacional, contra el alza criminal”, “Estudiantes con
obreros defendemos el puchero”, “¡Abajo el alza de las micros!”. Luego, alrededor
de las 21 horas, la mayoría de estos grupos se dirigió por Merced hacia San Antonio
y Mac Iver460. Construyendo improvisadas barricadas, los estudiantes impidieron el
tránsito de vehículos en las calles. En estos incidentes fueron destruidas casi la
totalidad de las casetas de control para los semáforos461.

456
La Unión, Valparaíso, 31/3/57, p. 1.
457
El Diario Ilustrado, Santiago, 31/3/57, pp. 5 y 11; La Unión, Valparaíso, 31/3/57, p. 1 y El Mercurio, Santiago,
31/3/57, pp. 29 y 33.
458
La Nación, Santiago, 31/3/57, pp. 1 y 2 y La Tercera, Santiago, 31/3/57, pp. 10 y 11.
459
Mundo Libre, Santiago, 31/3/57, p. 8.
460
La Nación, Santiago, 31/3/57, pp. 1 y 2.
461
Mundo Libre, Santiago, 31/3/57, p. 8; La Nación, Santiago, 31/3/57, pp. 1 y 2 y El Mercurio, Santiago,
31/3/57, pp. 29 y 33.

175
La situación se volvió más difícil a la hora de la salida de los teatros y cines, ya
que miles de personas no encontraron medios de transporte para volver a sus casas.
Muchas de ellas terminaron por sumarse a las protestas. Carabineros, por su parte,
tampoco contribuía a que los ánimos se calmaran. Así, por ejemplo, cerca de las
22.30 horas, un contingente de la Prefectura Central irrumpió en el Café Haití re-
partiendo golpes a destajo, en medio de las rechiflas y protestas de los ‘habitués’462.
Alrededor de las 23 horas, el local de la FECH fue bloqueado totalmente por la
policía quedando algunos estudiantes en su interior. Poco más tarde la redacción
del diario Mundo Libre recibió el siguiente llamado telefónico:
Llamamos desde el interior de la FECH. Estamos cercados por cientos de carabine-
ros. Nadie puede abandonar el local. Está cercado nuestro vicepresidente, Mateo
Mihovilovich [dirigente estudiantil del Partido Conservador Unido]. Tememos un
allanamiento de un momento a otro…463.
Tras lo cual, la comunicación se cortó. Posteriormente varios parlamentarios se
hicieron presentes en el lugar, obteniendo la salida de los estudiantes.
Los asaltos a los buses y otros vehículos se sucedieron, entre las 20 y las 23
horas, simultáneamente, en distintos puntos del centro de Santiago: en Mapocho y
en la Alameda, en Ahumada y en Mac Iver, en Agustinas y en Catedral. Los inciden-
tes de la noche del sábado 30 compitieron en violencia con los del viernes en la
noche, sin embargo esta vez se extendieron a diferentes barrios. En las comunas de
San Miguel, Providencia, La Cisterna y Ñuñoa se produjeron también mítines y
ataques a los vehículos de la movilización colectiva. Serios incidentes hubo en la
ribera norte del río Mapocho, lugar en el cual se ubicaban algunos paraderos de
líneas de movilización a barrios suburbanos, donde las micros fueron atacadas por
“densos grupos de personas compuestos por gente de toda condición social”464.
Al momento del balance de la jornada del sábado 30 de marzo, informaciones de
prensa hicieron llegar a más de 150 el número de detenidos en el curso de los inci-
dentes. En cuanto a lesionados, se informó que solo entre las 20 y las 23 horas,
habrían llegado “por lo menos unos 25 muchachos heridos” a la Posta Central de la
Asistencia Pública. Otra información habló de “poco más de treinta personas” aten-
didas desde las 21 horas hasta la 1 de la madrugada465.
En horas de la noche regresó anticipadamente de Talca el Presidente Ibáñez y de
inmediato convocó a una reunión en La Moneda a los ministros del Interior y Defensa,
al subsecretario Carlos Ferrer, a los directores generales de Carabineros e Investigaciones

462
La Tercera, Santiago, 31/3/57, pp. 10 y 11.
463
Mundo Libre, Santiago, 31/3/57, p. 9 y El Siglo, Santiago, 31/3/57, p. 5.
464
Última Hora, Santiago, 31/3/57, p. 4.
465
La Tercera, Santiago, 31/3/57, p. 10 y La Nación, Santiago, 31/3/57, p. 2.

176
y a altos jefes de las Fuerzas Armadas. Trascendió que en la reunión se tomaron medidas
tendientes a coordinar la acción de las distintas fuerzas policiales y militares con el fin
de “asegurar el orden público”466. Culminaba así, el tercer día consecutivo de mani-
festaciones populares en la capital, caracterizadas por una creciente violencia.

Declaraciones de estudiantes y trabajadores


La directiva de la FECH realizó una serie de reuniones hasta entradas horas de
la noche del sábado 30, discutiendo la posición que mantendría en los días siguien-
tes. El lunes, los estudiantes pensaban presentar peticiones concretas al Gobierno,
sin dejar por ello de organizar desfiles callejeros para presionar por sus demandas.
Respecto a los actos de violencia durante las manifestaciones, el presidente de la
FECH expresó que la directiva no estaba de acuerdo, pero que se debían a la represión
policial, la que “exalta los ánimos y ya nadie puede contenerse”467. En una declaración
pública, dada a conocer en la noche del sábado, la FECH entre otros puntos señalaba:
c) advierte a las autoridades que si prosigue la violencia contra el estudiantado,
la FECH se verá en la obligación de proceder con mayor vigor para rechazarla; y
d) la FECH da de plazo hasta el lunes 1 de abril a las 24 horas, para que el Gobier-
no derogue el decreto de alza en la locomoción, y de no hacerlo se decretará desde
las 8 horas del martes un paro general del estudiantado universitario, primario y
secundario en todas las ciudades del país468.
En seguida, la Confederación Nacional de Estudiantes, que agrupaba a las fede-
raciones de alumnos de las siete universidades del país, llegó a un acuerdo similar469.
El Consejo Ejecutivo de la CUT, reunido de manera extraordinaria, acordó protes-
tar “enérgicamente” por los “atropellos cometidos por Carabineros en contra de los
estudiantes, trabajadores y público en general”. La CUT acordó igualmente “solidari-
zar” con los estudiantes “en su lucha contra la política alcista del actual gobierno” y
llamó:
…a todos los sindicatos, asociaciones y gremios de obreros y empleados a sumarse
activamente a esta batalla, para cuyo efecto deberán reunirse después del trabajo
en sus locales y en el local central de la CUT, para de allí ordenar y organizar los
mítines y desfiles que diariamente deberán tonificar la acción de los estudiantes y
la población de Santiago470.
466
El Mercurio, Valparaíso, 31/3/57, p. 1 y El Diario Ilustrado, Santiago, 31/3/57, p. 11.
467
El Mercurio, Santiago, 31/3/57, pp. 29 y 33 y El Mercurio, Valparaíso, 31/3/57, p. 12. La Tercera, Santiago,
31/3/57, p. 11.
468
La Tercera, Santiago, 31/3/57, p. 11.
469
El Mercurio, Santiago, 31/3/57, pp. 29 y 33.
470
El Siglo, Santiago, 31/3/57, p. 9.

177
El día sábado emitieron pronunciamientos diversas organizaciones sindicales.
Entre ellas destacó la del Comité Juvenil de Suplementeros, que entregó una
declaración en relación con la muerte de uno de sus asociados, ocurrida la noche
del viernes. En ella se expresaba la protesta del gremio por la forma en que se
estaba reprimiendo “el movimiento ciudadano contra el alza de tarifas” y se exigía
“el castigo para los responsables” de la muerte de Juan Amador González Carrasco.
Terminaba la declaración invitando a concurrir a los funerales del malogrado
suplementero471.

4. La aparente distensión
Al igual que en Valparaíso, la creciente violencia de los incidentes de Santiago
declinó con la llegada del día domingo. Si bien el 31 de marzo de 1957 no fue un
domingo como los otros, reinó al menos una tranquilidad que permitió reencontrar
una cierta serenidad en los espíritus. Como si la mayoría de los actores comprome-
tidos hubiese sentido la proximidad del peligroso límite en que la convivencia social
se rompe definitivamente. A ello pueden haber respondido, en parte, las iniciativas
de negociación que se desarrollaron ese domingo y el lunes siguiente.
Sin embargo, la búsqueda de soluciones no era compartida por todos los secto-
res del Gobierno, lo cual dio origen a una especie de políticas paralelas entre los
responsables políticos y los responsables policiales y militares. Para estos últimos,
el día domingo fue una ocasión para seguir adelante con sus medidas represivas.
Los actores sociales, en tanto, no abandonaron tampoco sus reivindicaciones ni sus
manifestaciones de descontento. Las encauzaron, eso sí, por vías pacíficas472.

Detenciones y allanamientos de madrugada


En la madrugada del domingo 31 de marzo, la Policía Política de Investigaciones
detuvo a nueve dirigentes sindicales de la CUT y a un dirigente estudiantil de la
FECH. Lo hizo en sus propios domicilios, en cumplimiento de órdenes de detención
emanadas de la Intendencia de Santiago473. Así lo reconoció el secretario general de
Investigaciones y jefe comisario de la Novena Administrativa, Raúl del Campo, quien
añadió que las personas habían sido detenidas en virtud de la Ley de Defensa de la
Democracia, por ser “instigadoras de los incidentes y desmanes cometidos con fines
subversivos”474. Los detenidos fueron: José Díaz Iturrieta, Julio Alegría Alfaro, Juan

471
Id.; Mundo Libre, Santiago, 31/3/57, p. 5 y El Mercurio, Santiago, 31/3/57, pp. 29 y 33.
472
Revista Vistazo, Nº 241, 2/4/57, pp. 2 y 3.
473
La Tercera, Santiago, 1/4/57, pp. 10 y 11.
474
El Mercurio, Santiago, 1/4/57, pp. 13 y 15 y El Mercurio, Valparaíso, 1/3/57, p. 14.

178
Lamatta González y Guillermo del Río Pereda, consejeros nacionales de la CUT;
Clotario Blest Riffo, Baudilio Casanova Valenzuela y Juan Vargas Puebla, presidente
nacional, secretario general y tesorero nacional, respectivamente; Oscar Astudillo
González, secretario del Comité Regional Santiago; Elías Mallea Bravo, secretario
de la Federación Metalúrgica y Enrique París Roa, vicepresidente de la FECH475.
Recordemos que entre estos dirigentes había tres –Blest, Vargas y Casanova– que
estaban condenados a penas de relegación cuyo cumplimiento debía iniciarse en
esos días.
Numerosos fueron los casos de dirigentes sociales que no fueron habidos por la
policía civil en sus domicilios y que escaparon de esa manera a una segura deten-
ción. Se supone que estas acciones represivas realizadas en la madrugada del
domingo, fueron una consecuencia directa de las decisiones tomadas en la noche
del sábado por el Presidente Ibáñez a su regreso a la capital. En esa misma reunión
se habría acordado la detención de dirigentes políticos “en la medida necesaria”, lo
cual habría comenzado con la búsqueda del dirigente comunista Volodia Teitelboim,
quien logró escabullirse, para posteriormente presentar un recurso de amparo476.

Un día de relativa normalidad


La ETCE aseguró el día domingo un servicio regular de locomoción colectiva en
todos los barrios y comunas de Santiago, aunque, en general, se observó una dismi-
nución de máquinas respecto a domingos anteriores. Personal del Ejército y de la
Aviación fue destinado a la vigilancia de estos vehículos. Igualmente, fuerzas ex-
traordinarias de Carabineros patrullaron las calles del centro de la ciudad. Según
declaraciones del general Horacio Gamboa, desde las 5 de la madrugada las Fuer-
zas Armadas y Carabineros se encontraban en estado de alerta en primer grado477.
En efecto, en la noche del 30 al 31 de marzo, la Jefatura de la Zona de Emergencia
de Santiago había emitido su Orden Nº 6, en la cual se disponía el acuartelamiento
en primer grado de “todas las Escuelas y Unidades de las guarniciones militar y
aérea”, así como del “personal de los Cuarteles Generales, Reparticiones, Academias,
Institutos y Fábricas”. En su párrafo segundo, dicha Orden asignaba las misiones de
las distintas fuerzas. Al referirse al Ejército y Fuerza Aérea, disponía que varias de
sus unidades protegieran “con personal armado cada vehículo del servicio público
de locomoción colectiva”. La Orden Nº 6 también establecía que Carabineros
realizara patrullajes, especialmente en el centro de la ciudad, “impidiendo la
formación de grupos de personas para prevenir la formación de manifestaciones
475
El Siglo, Santiago, 1/4/57, pp. 1 y 5 y El Sur, Concepción, 1/4/57, pp.1 y 5.
476
Revista Ercilla, Nº 1.143, 3/4/57, p. 6 y Revista Vistazo, Nº 241, 2/4/57, pp. 2 y 3.
477
La Nación, Santiago, 1/4/57, pp. 1 y 10 y Las Últimas Noticias, Santiago, 31/3/57, pp. 1 y 16.

179
relámpago”478. Esta disposición de fuerzas –los militares vigilando los vehículos de
locomoción colectiva y los carabineros controlando el orden público– se mantendría
en los días siguientes y llegaría a tener importantes repercusiones en el desarrollo
de los acontecimientos. Pero, ahora, volvamos al clima del domingo 31 de marzo, en
la ciudad de Santiago:
Solo se produjeron incidentes esporádicos en el centro, en los cuales grupos de
personas expresaron protestas por el alza de las tarifas de la movilización colecti-
va. La intervención de Carabineros determinó la disolución de los grupos de
manifestantes, los cuales no provocaron situaciones de violencia, sino que se reti-
raron repitiendo sus consignas contra las alzas. Estos tuvieron como escenario, la
Alameda y la Plaza de Armas479.
Es probable que estos incidentes no hayan estado ajenos a la realización del
acto del FRAP en el Teatro Dieciocho. De hecho, alrededor de las 14 horas hubo
algunos enfrentamientos entre grupos de personas que venían de allí y fuerzas po-
liciales que intentaron disolverlos480. En dicho acto, el senador Quinteros –quien
estuvo a cargo del discurso central– se había referido al clima de protesta que esta-
ba viviendo el país:
No son los estudiantes los que están llevando al país a la ruina y a la anarquía,
sino los gobernantes que tienen sumido al pueblo en la miseria. Se quiere acallar
con sangre y represión las justas protestas callejeras. Pero el FRAP saldrá a la
calle junto a la CUT y los estudiantes a protestar contra las alzas y a reconquistar
los derechos políticos, económicos y sociales para el pueblo481.
El dirigente provincial del FRAP, Pascual Barraza, había sostenido los mismos
planteamientos de Quinteros, prometiendo que la “clase obrera no podrá mante-
nerse impasible y se movilizará junto a los estudiantes para detener el alza”. Este,
en efecto, era un tema sensible, sobre el cual volvería el dirigente estudiantil de la
FECH, Gustavo Horwitz, al hacer uso de la palabra y criticar a los partidos del
FRAP, porque “no habían prestado a los estudiantes todo el apoyo necesario”.
Horwitz, llamó a todos los militantes del FRAP a “salir a la calle”: “la lucha ha
comenzado, en los días que vienen será dura; los trabajadores deben sumarse”482.
Tras la intervención de Horwitz, los dirigentes sindicales y políticos que habla-
ron no pudieron sino que adherir a la demanda estudiantil. En efecto, hasta ese
478
Orden Nº 6 de la Jefatura de la Zona de Emergencia, Santiago, 30/3/57. Citada en el informe que
el general Horacio Gamboa, jefe de la Zona de Emergencia, enviara al presidente de la República
y al Ministro del Interior a mediados de abril.
479
El Mercurio, Santiago, 1/4/57, pp. 13 y 15.
480
La Nación, Santiago, 1/4/57, pp. 1 y 10.
481
El Siglo, Santiago, 1/4/57, pp. 1 y 5.
482
Id.

180
momento las manifestaciones habían sido básicamente estudiantiles y urbano po-
pulares, notándose la ausencia de las fuerzas sindicales y de los trabajadores en
general. Salvo en el plano de declaraciones públicas de las organizaciones sindica-
les y gremiales. El FRAP, por su parte, debía definir más claramente su posición.
El carácter urbano popular del movimiento se hizo nuevamente presente en la
realización, ese domingo 31 de marzo, de varios actos de masas en algunas comunas
de Santiago. El más importante fue el realizado en el Parque Municipal de La
Cisterna y que contó con la asistencia de “un público combativo que repletó” el
lugar. Sin embargo, hubo también otras manifestaciones importantes en la zona sur
de Santiago, como en el sector de La Legua:
Cinco cuadras de gente, en apretada marcha por las calles de las poblaciones de
Vieja y Nueva La Legua, dieron a conocer su descontento por las continuas alzas
que ha decretado últimamente el Gobierno, muy en especial por el alza de la loco-
moción. […] Ante la grandiosa protesta popular, los dueños de autobuses prefirieron
retirarse del recorrido dejando sin locomoción a este sector483.
Por su parte, el Quinto Congreso de la Agrupación Provincial de Pobladores,
que se había iniciado el viernes por la noche y en el cual habían participado más de
cien delegados de las distintas comunas de la capital, llegó a su término en la tarde
del domingo. El Congreso en pleno había acogido un planteamiento de la CUT en el
sentido de que “los pobladores arrendatarios” se sumaran a las manifestaciones
“en forma organizada”484.
En horas de la noche del domingo se informó que los detenidos en los calabozos,
gimnasio y oficinas del Cuartel General de Investigaciones a raíz de los incidentes
de esos últimos días eran 101. Se anunció que todos ellos serían pasados el lunes a
primera hora a disposición de la Corte de Apelaciones de Santiago485.

Funerales de Juan Amador González


En la tarde del domingo 31 se efectuaron también los funerales del suplementero
Juan Amador González, muerto el viernes en la noche. El cortejo partió a las 16.40
horas desde el local sindical de los ‘canillitas’, en calle Arturo Prat, hacia el
Cementerio General. Casi la totalidad del gremio formó parte en él, así como
representantes sindicales, estudiantiles y barriales, que a los gritos de ‘asesinos’ y
otros motes contra la policía, llegaron hasta el camposanto. En el trayecto no se

483
El Siglo, Santiago, 1/4/57, p. 6.
484
El Siglo, Santiago, 31/3/57, p. 9.
485
Clarín, Santiago, 1/4/57, p. 16; La Nación, Santiago, 1/4/57, p. 1; La Tercera, Santiago, 1/4/57, p. 10 y
Mundo Libre, Santiago, 1/4/57, p.2.

181
registraron mayores incidentes486. Alrededor de las 17.30 horas, en el mausoleo del
Sindicato de Suplementeros, varios dirigentes hicieron uso de la palabra, para
enseguida proceder a sepultar los restos en uno de los nichos487.
Entre los discursos destacó el del profesor primario Alfonso Farías Ugalde, quien
fue presentado como “camarada de luchas gremiales del extinto”. Farías expresó
que el problema de las alzas trascendía el caso de las tarifas de la locomoción colec-
tiva, abarcando ámbitos más importantes como los arriendos, el vestuario, el calzado
y otros, donde los aumentos habían sido enormes. De allí que hiciera el siguiente
llamado:
Debemos mantener y fortalecer la lucha contra las alzas, hasta que sean los mis-
mos partidos populares quienes nos pidan suspender la batalla. Hay que seguir. El
martirologio del compañero González así lo exige488.
Una vez terminadas las exequias de Juan Amador González, los asistentes se
retiraron del cementerio improvisando un pequeño desfile. A poco andar –tal como lo
denunciara posteriormente el Partido Socialista Popular en una declaración de
protesta– se produjo un incidente con la policía, en Valdivieso casi esquina de Avenida
El Salto, en el que algunos carabineros habrían golpeado “con saña hasta dejar
inconcientes y mal heridos a una mujer y a un joven que pretendió defenderla”489.

Discrepancias estudiantiles
A las 13.30 horas del domingo, el Comité Ejecutivo de la Federación de Estu-
diantes Secundarios de Chile, FESECH, había hecho pública una declaración en la
que se llamaba a los estudiantes a estar alertas frente a los acuerdos que se adopta-
rían en el curso de la tarde en el local de la FECH. Se protestaba también “por los
actos de violencia desatados por la fuerza policial”. Finalmente, expresaba que el
ánimo de los estudiantes se había “enardecido” a causa del maltrato que ofrecían
los choferes y por la “infiltración de elementos ajenos al estudiantado”, que actua-
ban como “agitadores”490.
En la mañana del domingo, el Comité Ejecutivo de la FECH había difundido un
comunicado en el cual manifestaba su disposición a mantener “intransigentemen-
te” su movimiento, así como el estar preparando un “paro total” para mediados de
la semana491. En el curso de la tarde, en sendas declaraciones el Comité Ejecutivo

486
El Siglo, Santiago, 1/4/57, p. 6 y La Tercera, Santiago, 1/4/57, p. 1.
487
El Siglo, Santiago, 1/4/57, p. 6.
488
Mundo Libre, Santiago, 1/4/57, p. 3.
489
Id.
490
La Nación, Santiago, 1/4/57, p. 10; Última Hora, Santiago, 1/4/57, p. 3 y El Siglo, Santiago, 1/4/57, p. 6.
491
Última Hora, Santiago, 31/3/57, p. 16 y El Siglo, Santiago, 1/4/57, p. 4.

182
de la FECH expresó su acuerdo de continuar la lucha junto al pueblo de Santiago.
Movimiento que continuaría “hasta las últimas consecuencias”, mientras no se dis-
pusiera “la libertad incondicional de todos los detenidos” y se derogara el decreto
que había autorizado el alza de las tarifas de la movilización.
Luego de denunciar el atropello por parte del Gobierno a todas las garantías lega-
les –como, a su juicio, había sucedido con la detención de los dirigentes estudiantiles
y sindicales en la madrugada– la FECH ordenó la suspensión de las clases el día lunes
a las 11 de la mañana para realizar asambleas en las que se informara de los últimos
acontecimientos. Citaba, también, a una asamblea a las 19 horas del lunes en su local
de Alameda. Por último, el Comité Ejecutivo de la Federación sostenía:
Que no hemos solicitado entrevista alguna al ministro del Interior, como tenden-
ciosamente lo ha querido hacer aparecer en sus declaraciones.
Que no aceptaremos conversaciones con personeros del Gobierno hasta que no se
haya dictado la libertad incondicional de todos los detenidos y se haya derogado
el alza de las tarifas de la locomoción colectiva492.
Sin embargo, a las 21.30 horas una delegación de dirigentes estudiantiles visitó al
ministro del Interior en su residencia particular. Ella estaba integrada por el presi-
dente de la FECH, Eduardo Moraga; por el presidente del Centro de Alumnos de
Medicina, Patricio Rojas; y por un representante de la Confederación de Estudiantes
Universitarios, el presidente de la FEUC, Roberto Gil Medina. Estos dirigentes le
habrían expuesto al ministro “que las protestas organizadas por ellos habían sido
encausadas dentro del orden y respeto a las autoridades”. El ministro les habría ase-
gurado que “el Gobierno permitiría las manifestaciones estudiantiles siempre que se
realizaran dentro del orden y previa autorización de acuerdo a las disposiciones lega-
les”493. También se había logrado un acuerdo en el sentido de que al día siguiente:
… se reuniría la Comisión Coordinadora del Tránsito, con asistencia de dirigentes
estudiantiles. La Comisión proporcionaría a los estudiantes todos los antecedentes
que se tuvieron en cuenta para el alza de tarifas de la locomoción, y que, si se
llegara a la conclusión de que hay algo que modificar, se haría inmediatamente494.
Con posterioridad a esta reunión, el presidente de la FECH dio a conocer un
comunicado en el cual se informaba de su realización y “sobre la verdadera situación
de nuestras gestiones”. Como logro de la reunión, señalaba que el ministro Videla
se había comprometido a garantizar a los estudiantes el derecho a celebrar
manifestaciones, “siempre y cuando no se produzcan actos de violencia”. Se insistía,

492
Mundo Libre, Santiago, 1/4/57, p. 3; Última Hora, Santiago, 1/4/57, p. 3 y El Siglo, Santiago, 1/4/57,
p. 5.
493
El Mercurio, Valparaíso, 1/3/57, p. 14.
494
El Mercurio, Santiago, 1/4/57, p. 13.

183
así mismo, en la necesidad de ampliar el movimiento, invitando al “pueblo de
Santiago, principal afectado con estas medidas, “a incorporarse en esta nueva etapa
de nuestras luchas cívicas”495.
Claramente existía una diferencia de criterios en la cúpula directiva de la FECH,
o al menos una gran descoordinación. Se expresaba una vez más el conflicto entre el
sector representado por su presidente –elegido con los votos de la falange, de los
liberales y los conservadores– y el resto del Comité Ejecutivo, compuesto mayorita-
riamente por radicales, socialistas y comunistas. Ambos grupos apelaban a su
legitimidad para dar conducciones divergentes: el presidente hacía valer su investi-
dura y el Comité su posición mayoritaria. Los primeros parecían preocupados por el
carácter violento que asumían las protestas y estaban dispuestos a negociar con el
Gobierno la mantención del orden. Los otros, en cambio, aparecían más interesados
en politizar y extender el movimiento y no estaban dispuestos a negociar mientras
el Gobierno mantuviera la fuerte represión policial y el alza. Se reproducía así la
tensión entre las tendencias políticas a negociar y aminorar el conflicto o bien a
mantenerlo en función de sus objetivos finales. El rumbo que tomarían los aconte-
cimientos en la semana que se iniciaba, se mostraba, entonces, incierto.
A juicio de muchos –entre ellos el comentarista político Luis Hernández Parker–
a esas alturas el conflicto ya estaba prácticamente superado, fruto de las gestiones
conciliatorias del senador Allende, del ministro Videla y de los dirigentes de la
FECH. Se trataba de un movimiento que “languidecía”, que había encontrado “una
solución digna y ecuánime para todos” y que ya “no daba para más”496. El lunes 1 de
abril, sin embargo, terminaría diciendo otra cosa.

5. Las manifestaciones en la ciudad de Concepción


En Concepción, el alza en las tarifas de la locomoción colectiva significó un
aumento del 100% en los pasajes urbanos y del 45% en los recorridos rurales. Dis-
tante a 500 kilómetros al sur de Santiago, la ciudad de Concepción había
experimentado en los años 40-50 un gran crecimiento y expansión industrial, au-
mentando considerablemente su población urbana. Sin embargo, las comunicaciones
con el medio rural continuaban siendo importantes tanto para el traslado de mano
de obra como de alimentos. Buena parte de la actividad industrial de la zona se
situaba, además, en pequeños complejos urbanos cercanos a Concepción, que re-
querían de medios de comunicación y transporte.

495
El Diario Ilustrado, Santiago, 1/4/57, pp. 1 y 2 y Las Últimas Noticias, Santiago, 1/4/57, p. 16.
496
Revista Ercilla, Nº 1.144, 10/4/57, pp. 4 y 5.

184
Las reacciones contra el alza no se hicieron esperar. Los primeros incidentes se
produjeron el miércoles 27, cuando grupos de estudiantes apedrearon algunos
vehículos de locomoción colectiva en el centro de la ciudad. Se trató, más bien, de
hechos aislados en los que intervino la policía pero donde no hubo detenidos. Fue a
partir del jueves 28 que las incidencias comenzaron a cobrar mayor importancia.

Huelga de los autobuseros


Las primeras reacciones contra el alza provinieron de los empresarios particula-
res que protestaron por la diferenciación de tarifas entre las máquinas más recientes
y las anteriores a 1948. Esto, porque el parque de microbuses en Concepción estaba
compuesto en su gran mayoría por máquinas antiguas. El paro empresarial, que el
jueves significó una disminución de un 50% en las máquinas, se agravó el viernes,
llegando a afectar la totalidad de los servicios497.
En la mañana del viernes, la insuficiencia se palió, en parte, con la colaboración
de particulares que llevaron pasajeros en sus automóviles, camionetas o camiones,
aunque numerosos fueron los grupos de trabajadores y estudiantes que debieron
hacer sus trayectos a pie. Al mediodía, la situación adquirió mayor gravedad cuando
ya la mayoría de los autobuseros había retirado sus vehículos, lo que coincidía con
una hora de gran movimiento de pasajeros. Fue entonces cuando “cientos de
estudiantes se volcaron a las calles de la ciudad” para protestar contra el alza. Los
estudiantes, principalmente los escolares al momento de salir de sus escuelas y
colegios, invitaban a los pasajeros a que descendieran de los buses y luego ape-
dreaban las máquinas. El público, en general, recibió “con aplausos” estas
manifestaciones. Las calles Barros Arana, Caupolicán, Aníbal Pinto, Freire, O’Higgins
y Colo-Colo, entre otras, se vieron convulsionadas por las protestas. Centenares de
personas realizaron también mítines relámpago en protesta por las alzas, en distintos
lugares del centro de la ciudad498.
Alrededor de las 14 horas, los usuarios que volvían a cumplir sus obligaciones,
luego del almuerzo, se encontraron “sin medios de locomoción”. Largas filas de
estudiantes, empleados y obreros se dirigieron a pie a sus ocupaciones”499. Igual
cosa ocurrió al finalizar las jornadas de trabajo, en que la población debió regresar
caminando a sus hogares, en los barrios. En la noche, circularon algunas ‘micros
azules’ del Apostadero Naval de Talcahuano, que hicieron el servicio entre
Concepción y ese puerto y algunas micros del recorrido de Concepción a Penco.

497
El Sur, Concepción, 29/3/57, p. 9 y 30/3/57, p. 1.
498
El Siglo, Santiago, 30/3/57, p. 5; La Tercera, Santiago, 30/3/57, p. 10; El Diario Ilustrado, Santiago, 30/3/57,
p. 1; El Mercurio, Valparaíso, 30/3/57, p. 1 y La Unión, Valparaíso, 30/3/57, p. 1.
499
El Sur, Concepción, 30/3/57, p. 1.

185
Por la tarde, alrededor de las 17 horas, el intendente Alberto Carrasco García,
se había reunido con una delegación de autobuseros. Después de dos horas de
reunión, el Intendente comunicó “oficialmente” que les había señalado que de-
bían renovar sus servicios al día siguiente a las 8 horas. Consultado sobre si tomaría
algunas medidas en contra de los empresarios “en paro ilegal”, respondió que
había pedido órdenes al Gobierno, pero no las había “recibido aún” y que cuando
tuviera respuesta, obraría “de acuerdo con esas instrucciones” 500. Carrasco fue
criticado por la prensa regional del día sábado por haber actuado con poca ener-
gía frente al paro de los autobuseros y los desórdenes estudiantiles501.

La reacción de las organizaciones sociales y políticas


El Consejo Provincial de la CUT se había reunido el día jueves, acordando
hacer pública su disconformidad con un alza que consideraban “desmedida” en
relación al aumento del precio de la bencina y “desproporcionada” para las carac-
terísticas de los recorridos en la provincia. Por ello, la CUT solidarizaba con las
“manifestaciones estudiantiles de protesta” y llamaba “a las organizaciones sin-
dicales a pronunciarse en contra” del alza y a comunicarlo “a las autoridades y
Gobierno, por medio de notas y telegramas”. El Consejo Provincial designó, por
último, una comisión para que conversara con los estudiantes y otras organizacio-
nes, con el fin de “preparar una concentración pública de protesta” para el lunes
1 en la tarde. Una delegación asistiría a la reunión que la Federación de Estu-
diantes de Concepción tenía convocada para los días siguientes. El objetivo de la
reunión convocada por la F.E.C. era “organizar un gran movimiento de protesta
en contra de las alzas”, invitando a los diversos partidos políticos y a organismos
gremiales de la zona 502.
A diferencia de Valparaíso y Santiago, en que el sábado 30 de abril fue un día
de graves y violentos incidentes, en Concepción fue una jornada de reuniones y
concertaciones entre distintas organizaciones. Los acuerdos adoptados entre el
Intendente y los empresarios particulares de microbuses –que contemplaban una
nueva clasificación de los vehículos que podían cobrar 15 o 10 pesos, dependiendo
ya no del año de fabricación sino de su estado– hicieron que hacia mediodía del
sábado los servicios comenzaran a regularizarse. La ciudad se mostraba tranquila503.
A las 12 del día, la Federación de Estudiantes de Concepción celebró una sesión
extraordinaria para tratar el tema del alza. Sus acuerdos fueron “impulsar junto a

500
Id.
501
Id.
502
El Sur, Concepción, 29/3/57, p. 9 y 30/3/57, p. 7.
503
El Sur, Concepción, 31/3/57, p. 1 y 10.

186
las organizaciones sindicales y demás organizaciones estudiantiles una efectiva
campaña pública de protesta en contra de las alzas de la subsistencia”, “enviar una
nota al Gobierno, solicitando se deroguen las alzas decretadas para las tarifas de la
locomoción colectiva” y “organizar un movimiento conjuntamente con los estudiantes
secundarios para el día lunes a mediodía”504.
Luego, a las 15.30 horas y en el mismo local de la FEC., se realizó la reunión
ampliada con dirigentes gremiales y políticos de la zona. La reunión estuvo presidida
por el presidente de la Federación, Sergio Wilson, y contó con la participación del
regidor Galo Gómez, en representación del FRAP; del regidor Luis Ayala, a nombre
del Partido Democrático; de Luis Fernández como delegado de la CUT; de Francisco
Wilson por el Partido Conservador y Federación Social Cristiana; de Washington
Figueroa, parte del Partido Obrero Revolucionario; de representantes de los centros
de alumnos del Liceo de Hombres y de la Escuela de Técnicos Industriales y de
diversos otros delegados de instituciones y organizaciones gremiales.
Entre los principales acuerdos de dicha reunión se contaban promover que los
particulares contribuyeran al transporte de pasajeros para así boicotear a los em-
presarios microbuseros; realizar, por parte de los estudiantes, “una crítica organizada
a la locomoción colectiva”, a partir del día lunes, en que se realizaría un mitin
estudiantil a mediodía; analizar la posibilidad de “requisamiento de los vehículos
por parte del Estado” y convocar a una gran concentración que se efectuaría el
jueves siguiente, 4 de abril, a las 19 horas, invitando “a todas las instituciones gre-
miales, partidos políticos y centros de pobladores” que quisieran concurrir. Sin
embargo, el principal acuerdo, fue la constitución de un “Comando Permanente
contra las Alzas”505.
Por último, ese mismo día sábado, los Partidos Socialista Popular, Radical y Fa-
lange Nacional acordaron sumarse a las protestas y a las iniciativas emprendidas
por los sectores estudiantiles y gremiales.
En la ciudad de Concepción, el día domingo 31 de marzo transcurrió en una
tensa calma; sin embargo, las acciones de protesta serían retomadas el día lunes.

Las protestas del lunes 1 de abril


Efectivamente, se intuía que el lunes sería un día agitado en Concepción. A las
9 horas el Intendente había citado a los jefes de Investigaciones y Carabineros a
una reunión extraordinaria para discutir “el temperamento” que deberían adoptar
las fuerzas policiales en caso de producirse algún incidente. Luego se supo que las

504
El Sur, Concepción, 31/3/57, p. 11.
505
Id.

187
fuerzas de Carabineros habían sido “reforzadas por grupos de policías que han sido
traídos a Concepción de distintas localidades vecinas”. Comenzaba también el
anunciado boicot estudiantil a las micros y se sabía que a mediodía se intentaría
realizar un mitin en la Plaza O’Higgins. La FEC, en todo caso, había dado instrucciones
a los estudiantes de que “por ningún motivo” usaran “la violencia en las manifes-
taciones que han organizado”. A las 16 horas, el recién creado Comando contra las
Alzas visitaría al Intendente Carrasco506.
Las manifestaciones estudiantiles se iniciaron cerca del mediodía del lunes,
cuando hizo su aparición por calle Barros Arana hacia la Plaza de Armas una colum-
na de estudiantes de la Escuela de Técnicos Industriales. Eran los primeros, luego
vendrían otros:
La manifestación adquirió envergadura, sin embargo, solo a las 12.30 horas, al
irrumpir por O’Higgins hacia la Plaza Independencia, un desfile de estudiantes
universitarios y secundarios luego que realizaran un mitin relámpago en la Plaza
O’Higgins. Los manifestantes, que voceaban frases en contra del alza, dieron una
vuelta completa a la Plaza Independencia y se estacionaron frente a la Intenden-
cia, donde arreciaron las protestas507.
A esa hora, los manifestantes eran más de 2.000 personas, principalmente estu-
diantes pero también público que se había sumado a los desfiles508. Los edificios de
la Intendencia y de la Municipalidad estaban rodeados por un gran contingente de
Carabineros, que formaban una verdadera “barrera” impidiendo a los manifestan-
tes acercarse. Estos fueron repelidos a lumazos y con gases lacrimógenos, aunque
hasta el momento no se habían registrado incidentes graves509. Sin embargo:
Cuando la columna de manifestantes realizaba una segunda vuelta a la Plaza,
hicieron su aparición dos microbuses por Barros Arana, lo que bastó para que los
estudiantes obligaran a detenerse a uno de ellos, el patente LJ-772, sobre el que
cayeron pedradas que le quebraron 4 vidrios. Uno de los soldados que custodiaban
el vehículo hizo un disparo al aire con su pistola510.
Situaciones como la que se acaba de relatar, en que estudiantes atacaron vehícu-
los de la locomoción sucedieron en distintos lugares de la ciudad. Especial violencia
tuvieron los acontecimientos que se desarrollaron, poco después de las 13.30 horas,
en el paradero de las micros Concepción-Talcahuano, ubicado en la calle Castellón
entre Freire y Maipú. Allí, los manifestantes –constituidos por “una poblada de más

506
El Sur, Concepción, 1/4/57, p. 1 y El Sur, Concepción, 2/4/57, p. 1 y 8.
507
El Sur, Concepción, 2/4/57, p. 1 y 8.
508
La Tercera, Santiago, 2/4/57, p. 8 y Clarín, Santiago, 2/4/57, p. 16.
509
El Diario Ilustrado, Santiago, 2/4/57, pp. 1 y 2.
510
El Sur, Concepción, 2/4/57, pp. 1 y 8.

188
de 500 personas”– atacaron una serie de vehículos que se encontraban estaciona-
dos, los que emprendieron la marcha hacia el centro. Luego, los manifestantes
destruyeron las casetas de control ubicadas en dicho paradero. En el marco de los
incidentes se registraron algunas agresiones a choferes y atropellamientos de ma-
nifestantes. Sucesos de menor gravedad se produjeron también en el sector del
terminal de microbuses de calle Tucapel. Otra caseta de control fue incendiada
durante las manifestaciones: la de los microbuses a Chiguayante, en calle O’Higgins
con Colo-Colo511.
Cerca de las 14 horas comenzó a restablecerse la calma. Sin embargo, a esa mis-
ma hora la ciudad quedó sin locomoción, por disposición de los dueños de vehículos,
que retiraron sus máquinas en prevención de nuevos atentados. Uno de los sectores
más afectados por la falta de locomoción fue el de Talcahuano, el que quedó prácti-
camente sin comunicación con Concepción. En la tarde, “los estudiantes sostuvieron
reuniones y volvieron a ocupar el centro de la ciudad, sin que se registraran hechos
graves”. Por su parte, a las 17.30 horas, la Federación Ferroviaria de la III Zona,
había realizado un desfile como adhesión a los estudiantes y solicitando la libertad
de los detenidos, a lo que se accedería más tarde. Solicitaban también la deroga-
ción de las tarifas vigentes. Tras estos mismos objetivos, habían celebrado reuniones
diversos sindicatos de la zona512.
Dos estudiantes habían sido detenidos a las 13.05 horas en Prat y Barros Arana,
por lanzar piedras a las micros. A las 13.35 horas fueron detenidas tres personas
ligadas a la destrucción de la garita de Chiguayante. Por último, una persona fue
detenida en el desfile de los ferroviarios frente a la Intendencia. Todos fueron pues-
tos en libertad en “las últimas horas de la tarde”513.
La actividad del Intendente Carrasco fue también intensa ese día lunes. A media
tarde recibió la visita de los dirigentes del Comando contra las Alzas, los que
formalizaron su protesta y exigieron que el Gobierno consultara a las autoridades
provinciales antes de tomar ese tipo de medidas. También se reunió con una
delegación de dirigentes de organizaciones ferroviarias. Alrededor de las 18.30 horas,
el intendente recibió a la directiva de la Asociación de Dueños de Autobuses
Concepción-Talcahuano, la que le señaló que habían retirado los buses de circulación
porque no contaban con garantías suficientes para trabajar, dados los ataques del
público. En esa reunión se acordó que la Intendencia tomaría las medidas para
evitar nuevos atentados –como prever la custodia militar de las máquinas– y que,

511
El Diario Ilustrado, Santiago, 2/4/57, pp. 1 y 2 y El Mercurio, Santiago, 2/4/57, p. 21.
512
La Nación, Santiago, 2/4/57, p .8; La Tercera, Santiago, 2/4/57, p. 8; Clarín, Santiago, 2/4/57, p. 16 y El Sur,
Concepción, 2/4/57, p. 10.
513
El Sur, Concepción, 2/4/57, p. 1 y La Tercera, Santiago, 2/4/57, p. 8.

189
“calmándose los ánimos y volviendo la ciudad a la normalidad”, se repondrían todos
los microbuses en los diferentes recorridos514.
Los regidores municipales se reunieron también en la tarde del lunes 1 de abril,
en sesión extraordinaria, y decidieron aclarar a la opinión pública su ninguna res-
ponsabilidad en el alza. Surgía, nuevamente, el tema de en quién debían radicar las
facultades en relación al transporte público. La Municipalidad de Concepción no se
sentía en absoluto responsable:
… pues las facultades que en esta materia le confiere la Ley de Organización y
Atribuciones de las Municipalidades, les han sido cercenadas a estos organismos
de administración comunal, hasta el punto de no tener ya, casi, participación
alguna en cuanto se refiere al transporte colectivo de pasajeros515.
A las 22.30 horas del lunes 1 de abril, tras haberse reunido ya con el Intendente
provincial, el Comando contra las Alzas resolvió hacerle llegar un memorando al
día siguiente, cuyos puntos centrales serían el mantenimiento de las antiguas tari-
fas y el repudio a “los actos de violencia cometidos en contra de algunos microbuseros
durante el día”. El Comando confirmó, también, la realización de “un comicio pú-
blico” para el jueves 4, a las 18 horas516.
La asamblea de la FEC, por su parte, había resuelto mantener el movimiento, ya
que, a su juicio, el Gobierno no había “considerado la necesidad de un estudio con-
cienzudo para la provincia”. Acordó igualmente declarar un paro de 24 horas para
protestar contra “los vejámenes realizados en contra de los estudiantes de Santiago
y de los de Concepción”. El presidente de la FEC insistió, sin embargo, en el carác-
ter pacífico de las protestas517. Lo que los estudiantes penquistas no podían prever
era que algunas horas más tarde, en Santiago, se produciría la muerte de Alicia
Ramírez.

El martes 2 de abril en Concepción


Los microbuses que circularon el martes 2 de abril en Concepción, lo hicieron
con protección militar. Esto y la disminución de los incidentes respecto al día ante-
rior, hizo que durante la tarde los servicios se “seminormalizaran”. Desde la mañana
se había ordenado el acuartelamiento en primer grado de las tropas de las tres
unidades militares existentes en la ciudad. Por su parte, la Prefectura de Carabine-
ros confirmó que el personal policial había sido reforzado “con fuerzas de Talcahuano

514
El Sur, Concepción, 2/4/57, pp. 1 y 8.
515
El Sur, Concepción, 2/4/57, p. 8.
516
El Sur, Concepción, 2/4/57, p. 6.
517
Id.

190
y Coronel” y que permanecía en estado de alerta. Las instrucciones del día fueron
las siguientes: actuar “con el máximo de serenidad y prudencia”, pero “enérgica-
mente en caso de ocurrir desórdenes”518.
La ciudad en general estuvo tranquila, pese a que se realizaron dos desfiles
estudiantiles, uno al mediodía y otro al anochecer, produciéndose incidentes sin
mayor gravedad y a consecuencia de los cuales resultaron detenidas dos personas519.
En la mañana, los estudiantes universitarios se reunieron en la plazoleta del
Campanil del barrio universitario. Se les sumarían, un poco más tarde, los estudian-
tes secundarios quienes abandonaron sus clases. Tras hacer uso de la palabra algunos
dirigentes, los manifestantes se dirigieron en columnas al centro de la ciudad:
Después de dos vueltas por la Plaza Independencia en forma silenciosa, los estu-
diantes disolvieron la concentración. El mitin terminó con un minuto de silencio
en la Plaza O’Higgins en memoria de la universitaria muerta en Santiago520.
En la ciudad de Chillán, distante unos 90 kilómetros al norte de Concepción, a
mediodía del martes 2 de abril se realizaron las primeras manifestaciones estudian-
tiles contra las alzas de la locomoción colectiva y en “repudio a la acción policial
realizada contra los estudiantes de Santiago”. En efecto, representantes de los más
importantes establecimientos educacionales secundarios de la zona, se reunieron a
mediodía y decidieron llamar a un paro de 48 horas. Las manifestaciones de los
estudiantes chillanejos continuarían hasta el día viernes521.
Las manifestaciones en Concepción no se reanudarían sino hasta las 19 horas, en
que se realizó una nueva reunión en el Barrio Universitario, de donde luego partió
una columna en dirección al centro de la ciudad. Los manifestantes dieron vuelta a la
Plaza Independencia y se concentraron frente al quiosco. Tras disolverse el desfile, se
produjo un pequeño enfrentamiento con la policía en la esquina de calles Castellón y
Maipú, “cuando un grupo quiso lanzar piedras contra un microbús”. A las 20.40 horas,
se produjo otro incidente en la Plaza Independencia, frente a la Intendencia:
Después de lanzar pullas contra un carabinero que ocupaba el teléfono del parade-
ro de taxis, los estudiantes lanzaron piedras y cápsulas con gases a los policías.
Dos carabineros y un oficial fueron alcanzados por las piedras522.
Pasadas las 19 horas, mientras en la Plaza Independencia tenía lugar la
manifestación estudiantil, el Intendente Carrasco se había comunicado con el
subsecretario del Interior, Carlos Ferrer. Terminada la conversación telefónica, el

518
El Sur, Concepción, 3/4/57, p. 7.
519
La Tercera, Santiago, 3/4/57, p. 5.
520
El Sur, Concepción, 3/4/57, p. 7.
521
El Diario Ilustrado, Santiago, 3/4/57, p. 4 y El Sur, Concepción, 6/4/57, p. 7.
522
Id.

191
Intendente declaró a la prensa que el señor Ferrer le había manifestado que
“estuviera tranquilo y que se enviarían órdenes especiales”. Nada se le adelantó
sobre su contenido, pero sin duda se trataba de la dictación del Estado de Sitio, que
a esas horas se estaba decidiendo en Santiago523.
Por su parte, la CUT provincial hizo un nuevo llamado a participar del acto
programado por el Comando Contra las Alzas para el jueves 4 de abril. La FEC, en
vista de las detenciones de dirigentes estudiantiles y gremiales que se estaban pro-
duciendo, así como de las muertes acaecidas en Santiago, decidió prolongar su paro
por 24 horas más.

Concepción declarada Zona de Emergencia


Junto con la declaración del Estado de Sitio en todo el país, los departamentos
de Concepción, Tomé y Yumbel fueron declarados Zona de Emergencia a partir de
la medianoche del martes 2 de abril. Jefe de la Plaza fue designado el general de
brigada Rodolfo Otto Müller, quien había llegado a Concepción solo dos días antes.
Entre las primeras medidas estuvo el acuartelamiento en primer grado ya no
solo de las fuerzas del Ejército, sino también de Carabineros e Investigaciones. Se
estableció, también, la protección de los servicios públicos por parte de estas fuer-
zas. En uso de sus atribuciones, el jefe de la Zona de Emergencia podía establecer
normas especiales a partir de las cuales obtener “la tranquilidad y el orden” de la
población. Sin embargo, el general Otto Müller no lo consideró necesario524.
A pesar de las disposiciones de la Zona de Emergencia, el miércoles 3 de abril,
en la mañana, “una larga columna de estudiantes se dirigió al centro de la ciudad,
por la Diagonal Pedro Aguirre Cerda”. Era el comienzo de la “marcha del silencio”,
convocada en homenaje a Alicia Ramírez525. Esta marcha fue, sin embargo, deteni-
da por la policía. Reagrupados los estudiantes en calle Cochrane, al llegar a Pinto y
San Martín fueron nuevamente detenidos:
Luego de ser disueltos por la fuerza policial, los estudiantes se reunieron en pequeños
grupos y se concentraron en la Plaza Independencia. Mientras un estudiante gritaba
‘Alicia Ramírez’, respondía el coro ‘Presente’. Ello motivó la intervención policial,
cuyos componentes […] procedieron a disolver a los manifestantes. Varios grupos
se refugiaron en la galería Alessandri, […] y otros establecimientos siendo
desalojados por los carabineros quienes lanzaron bombas lacrimógenas. Después
de veinte minutos, los manifestantes se retiraron del centro…526.
523
Id.
524
El Sur, Concepción, 4/4/57, p. 7.
525
Revista Ercilla, Nº 1.144, 10/4/57, p. 8.
526
El Sur, Concepción, 4/4/57, p. 7.

192
En algún momento del día, entre las 12 y las 18 horas, diecisiete estudiantes
fueron detenidos por Carabineros, acusados de boicotear los microbuses y tratar de
destrozar sus vidrios. Sin embargo, los estudiantes manifestaron que “solo reclama-
ron ante el conductor porque cobraba $18 en vez de $15”. El hecho se habría
producido al subir el grupo de estudiantes deliberadamente al microbús y exigir
que se les cobrara la tarifa escolar. El chofer “dirigió rápidamente el vehículo hasta
la Cuarta Comisaría, conduciendo allí a los estudiantes”. La policía los detuvo, para
luego dejarlos en libertad bajo fianza527.
A las 19 horas, los estudiantes universitarios y secundarios volvieron a reunirse
en la plazoleta del Campanil, donde los dirigentes dieron a conocer la marcha de
los acontecimientos. Momentos después llegó al lugar un bus con carabineros, quie-
nes “rodearon la plazoleta, mientras un grupo de militares se reunía en la calle
Edmundo Larenas”. Los dirigentes universitarios hicieron saber a la policía que el
recinto era terreno universitario y que su retiro evitaría incidentes. Los carabineros
abandonaron el barrio, tras lo cual, los estudiantes, en grupos aislados, se dirigie-
ron a la Plaza Independencia donde, en un número cercano a 200, corearon consignas
en homenaje a Alicia Ramírez528.
En las primeras horas de la madrugada del jueves, la Cuarta Comisaría de Cara-
bineros informó que doce habían sido las personas detenidas por la policía después
de los incidentes del día. Añadieron que dos policías habrían resultado con heridas
leves, por piedrazos. Por su parte, los periodistas se quejaron de que Carabineros
no habría dado facilidades a la prensa para cubrir los incidentes, a diferencia del
Ejército “que en todo momento dio amplias garantías a los periodistas”529.
Recordemos que por orden del Gobierno, a partir del miércoles 3 de abril se
suspendieron las actividades en todos los establecimientos educacionales del país.
En el caso de la Universidad de Concepción, el rector, “en atención a los últimos
acontecimientos ocurridos en Santiago y en esta ciudad”, convocó en forma extraor-
dinaria al Consejo Docente, acordando “suspender las clases y actividades
universitarias hasta el sábado próximo”530.

Últimos incidentes y vuelta a la normalidad


El jueves 4 de abril, la ciudad de Concepción vivió un día de calma hasta aproxi-
madamente las 7 de la tarde, hora en que estaba prevista la concentración del
Comando contra las Alzas. Durante el día, la locomoción fue parcialmente prestada
527
Id.
528
Id.
529
Id.
530
El Sur, Concepción, 4/4/57, pp. 7 y 8.

193
por micros custodiados por soldados o marineros. Se habían anunciado manifesta-
ciones para el mediodía en el centro de la ciudad, pero no hubo incidentes531.
Entre las 12 y las 14 horas, la FEC realizó una reunión en la que se dio “un
acalorado debate” en torno a las posiciones a tomar frente a la grave situación que
vivía el país. Finalmente se acordó: “solicitar la derogación de las alzas de tarifas
de la locomoción colectiva”, “gestionar la libertad de los detenidos”, “pedir castigo
para los culpables de las muertes” y “oponerse a las facultades extraordinarias”532.
En la tarde del jueves 4, desde las 19.30 horas comenzó a afluir gran cantidad
de público, principalmente estudiantes, a las bocacalles de la Plaza Independencia.
A las 20:00 horas, cuando las tropas del Ejército procedieron al despeje de la
zona, comenzaron nuevos incidentes: hubo resistencia al arresto de algunos mani-
festantes y agresiones físicas a Carabineros. Finalmente, el público fue dispersado
mediante cargas de caballería de una patrulla del Ejército y la vigilancia de dos
camiones con soldados y una patrulla de Carabineros. Sin embargo, mientras esto
acontecía, un grupo de manifestantes procedía a volcar un microbús en calle
Carrera533.
Después que el centro de la ciudad quedó despejado y sometido a una fuerte
vigilancia militar y policial, grupos de manifestantes se desplegaron en dirección a
los barrios:
A las 21.15 horas, en Tucapel esquina Rozas un grupo de alrededor de 100 perso-
nas, trató de asaltar un micro del recorrido Tucapel-Estación. Intervino personal
militar, que disparó numerosos tiros al aire para disolver la poblada. Poco des-
pués, ésta se reagrupó y se dirigió a los pabellones de Manuel Rodríguez, invitando
a los obreros y vecinos a plegarse al movimiento. Este grupo, aumentado a más de
doscientas personas por la incorporación a él de vecinos del sector, llegó a las 21.40
horas a la Plaza Cruz, donde se efectuó un mitin relámpago. […] Se disolvió la
manifestación ante la aparición de un carro patrullero de Carabineros534.
A las 21.30 horas, el general Otto Müller, jefe de la Plaza, entregó una declaración
pública ante las manifestaciones ocurridas durante el día en el centro de la ciudad,
insistiendo en que “la fuerza bajo su mando tiene órdenes terminantes de disolver toda
aglomeración o grupo de personas en los sectores céntricos y otros lugares de la ciudad”535.
Por su parte, el Intendente, que el día miércoles había anunciado a los empresarios

531
La Segunda, Santiago, 4/4/57, p. 5; El Diario Ilustrado, Santiago, 5/4/57, p. 1 y La Nación, Santiago,
5/4/57, p. 10.
532
El Sur, Concepción, 5/4/57, p. 7.
533
Última Hora, Santiago, 5/4/57, p. 8 y El Sur, Concepción, 5/4/57, pp. 1 y 7.
534
El Sur, Concepción, 5/4/57, p. 1.
535
Id.

194
particulares que debían poner en circulación los vehículos que tras la clasificación fuesen
autorizados a cobrar solo $10, al ver que esto no se cumplió el día jueves, amenazó con
que a partir del viernes se procedería a requisar dichas máquinas536.
Al día siguiente, el subsecretario del Interior, Carlos Ferrer Farinol, restaría
importancia a los acontecimientos de Concepción, calificándolos de “brotes esporádicos
de protesta”537. El día viernes, efectivamente, tras cuatro días de manifestaciones de
distinta intensidad, Concepción volvería a la normalidad. Si bien los servicios de
locomoción colectiva aún no funcionaban con la totalidad de las máquinas, ello no
causaba mayores problemas ya que los pasajeros habían disminuido a causa de la
suspensión de las clases. La Intendencia, en todo caso, no implementó el anuncio de
requisición de máquinas, aunque el sábado 6 advirtió que denunciaría ante la Corte
de Apelaciones a aquellos autobuseros que no sacaran todas sus máquinas a trabajar538.
Los patrullajes en las calles y la vigilancia a los servicios de utilidad pública
continuaron, registrándose “una absoluta calma en toda la ciudad y una vuelta com-
pleta a la normalidad”539. Hubo un solo incidente, que se produjo cuando, cerca del
mediodía, un grupo de estudiantes intentó “volcar un bus que estaba en repara-
ción”, momento en que patrullas militares “detuvieron a algunos manifestantes e
hicieron disparos al aire”540.
Esta misma tranquilidad se observó en el resto de la provincia, lo que llevó al
jefe de la Plaza a formular la siguiente declaración oficial:
Esta Jefatura comunica a la población civil que por ahora no estima necesario
establecer toque de queda, que prohíba a los ciudadanos transitar en la vía públi-
ca después de una hora determinada […] la ciudadanía podrá continuar sus
actividades en forma normal dentro del respeto a las normas legales de observan-
cia al orden y tranquilidad pública541.
No obstante, el Jefe de la Plaza había tomado también otro tipo de medidas,
menos comprensivas que las señaladas. Durante el día viernes algunos dirigentes
estudiantiles debieron presentarse a la Comandancia de la Zona de Emergencia
donde recibieron claras “recomendaciones” de parte de oficiales del estado Mayor:
[…] se les instó a cesar toda actividad que pueda provocar desórdenes, desfiles,
manifestaciones o conversaciones con dirigentes de juntas de vecinos o gremiales,
pues en caso contrario se les aplicarán las medidas legales en vigencia. […]

536
El Sur, Concepción, 5/4/57, p. 7.
537
Última Hora, Santiago, 5/4/57, p. 2.
538
El Sur, Concepción, 6/4/57, p. 9 y 7/4/57, p. 9.
539
El Sur, Concepción, 6/4/57, p. 7.
540
La Tercera, Santiago, 6/4/57, p. 4; La Nación, Santiago, 6/4/57, p. 1 y La Unión, Valparaíso, 6/4/57, p. 3.
541
El Sur, Concepción, 6/4/57, p. 7.

195
Fuimos informados que en poder de los encargados de mantener el orden público
se encuentran los nombres, antecedentes políticos, ocupaciones y residencias de
todos los dirigentes universitarios que forman el comando de huelga542.
De este modo, por diversos medios –entre los cuales hay que destacar una cierta
flexibilidad de parte de las autoridades militares y políticas de la zona– se había
llegado a controlar, sin pérdidas humanas, la situación en la ciudad de Concepción.
En efecto, el día lunes 8 de abril el Intendente informó al Ministerio del Interior de
los acuerdos adoptados por la Junta Provincial Reguladora del Tránsito y que signi-
ficaban la suspensión del alza y el establecimiento de un nuevo tarifado con bencina
bonificada a $19.40543.

6. Elementos de síntesis y de interpretación


En Santiago, el inicio de las protestas fue menos espontáneo y masivo que en
Valparaíso. Más aún: las primeras reacciones del público fueron de reclamo, pero
sobre la base de una relativa resignación frente a la medida. Serán grupos de estu-
diantes, entonces, los que realizarán las primeras acciones, a la manera que lo venían
haciendo desde fines de 1956: intermitentemente, en el centro de Santiago, en pe-
queños grupos y al atardecer. Las organizaciones gremiales y sindicales llamarán
también a la protesta. El abuso suplementario que entrañaba el fraccionamiento de
las tarifas en algunas comunas populares activó también el descontento entre los
así llamados pobladores.
El jueves por la noche comenzaron los incidentes entre estudiantes y policías en
el centro. Los manifestantes eran pocos, los golpes muchos. El ejemplo de los estu-
diantes del puerto operó como un acicate para las movilizaciones en la capital. El
viernes por la noche en Santiago se vivió la violencia que en la víspera había azota-
do la Plaza Sotomayor en Valparaíso. Solo que en Santiago se produjo una primera
víctima fatal. Por su parte, el acuerdo alcanzado entre la autoridad comunal y los
empresarios del sector de La Cisterna para terminar con las tarifas fraccionadas,
había hecho naufragar la iniciativa de una gran huelga de pasajeros y de una mar-
cha a pie sobre el centro de Santiago organizada por los pobladores. Esto retardó la
entrada en escena de nuevos actores sociales.
Las declaraciones públicas se sucedieron con rapidez. Ya había efervescencia en
el mundo sindical y numerosas fueron las organizaciones que levantaron su voz para
rechazar el alza. Aunque los únicos que parecían dispuestos a movilizarse eran los
542
Id.
543
Revista Ercilla, Nº 1.144, 10/4/57, p. 8 y de acuerdo a los Telegramas Nº 201 y 202 del Intendente de
Concepción al Ministerio del Interior. Al respecto, ver Oficios Nº 1.062 y 1.064, del ministro del Interior
al ministro de Minería, 9/4/57, A.N.S.XX., F.M.INT., S.F.M., Oficios 1957, vol. 5.

196
estudiantes organizados en la FECH. La derecha y el Gobierno acusaron a la
izquierda y a los comunistas de apadrinar a los agitadores y extremistas que a su
juicio estaban creando un clima artificial de descontento. La izquierda, por su parte,
denunció la brutalidad mostrada por los carabineros al reprimir la justa protesta
de los estudiantes y el pueblo.
La masividad de las manifestaciones en la capital del país se alcanzó el día
sábado. Consciente o espontáneamente, el público que frecuentaba el centro de
Santiago ese día terminó sumándose a la protesta de los estudiantes. Éstos, impedidos
de reunirse frente a su local, lograron romper el cerco policial e inundar las calles
céntricas y la Plaza de Armas con sus gritos, cantos y carreras. A partir del mediodía,
la belicosidad aumentó y Carabineros y manifestantes no escatimaron energías por
imponerse unos a otros. El empate llevó a la tregua. La lucha se reanudó al atardecer
pero bajo nuevas formas: los manifestantes fueron menos pero mejor organizados e
iban de un lado a otro sin dar tiempo a la acción de los policías. Estos, por su parte,
lucieron tenida de combate y poca paciencia. La violencia aumentó. Los daños, los
heridos y los detenidos también. Finalmente, los manifestantes se retiraron hacia
los barrios desde donde, lejanos, comenzaron a llegar los ecos de sus protestas. La
calma volvió al centro, al tiempo que el Presidente Ibáñez regresaba de Linares y se
reunía con sus ministros en La Moneda.
El gran ausente de las protestas –el movimiento sindical– fue el más golpeado y
de un modo artero. La mayoría de su dirigencia fue detenida del sábado al domingo,
entre gallos y medianoche. Se cumplía así uno de los acuerdos de la reunión de
Ibáñez con sus ministros y se contaba, entonces, con elementos para comenzar a
denunciar el complot de los extremistas contra el Gobierno y el sistema democráti-
co. Junto a eso, había que desmovilizar a los estudiantes, para lo cual se los invitó a
dialogar. Esta estrategia gubernamental, sin embargo, iba a tener dos lecturas en-
tre sus propias filas: una política y otra militar, con dos timoneles: el coronel Videla
y el general Gamboa. La una, buscando regenerar una mayoría política como apoyo
para el Gobierno; la otra, buscando reforzar la autoridad presidencial con prescin-
dencia de los partidos. Ambas, como respuesta al fracaso electoral del ibañismo en
las parlamentarias de marzo de 1957. De parte de la oposición, el deseo casi unáni-
me era echar atrás el alza y detener la violencia del enfrentamiento entre
manifestantes y policías. Intenciones que empalmaron bien con la particular lectu-
ra que el ministro Videla daba a la estrategia gubernamental.
Así, con la dirigencia de la CUT en la cárcel y con una parte de los líderes estu-
diantiles sentados a la mesa de negociaciones, el movimiento aparecía, el domingo
31 de marzo, controlado.
En el intertanto, las voces de protesta de los estudiantes de Valparaíso habían
llegado también a Concepción. Aunque, en realidad, en este caso, el clima de

197
descontento fue creado en buena parte por los propios empresarios de la locomoción
colectiva al paralizar sus máquinas, generando el malestar natural de la población
ante la falta de medios de transporte. En ese contexto, los estudiantes asumieron el
desafío lanzado por sus compañeros de Valparaíso y Santiago de encabezar las
protestas. Y lo hicieron de un modo organizado, creando un amplio comando contra
las alzas, encabezado por la FEC, pero integrado por el conjunto de organizaciones
sociales y políticas de la región. Comando que entró en interlocución con una
autoridad política regional que, al igual que en Valparaíso y a diferencia de Santiago,
estuvo más dispuesta a solucionar el conflicto que a abortarlo, reprimirlo o cooptarlo.
Socialmente, las protestas en Concepción tuvieron un rostro más homogéneo:
principalmente estudiantes y trabajadores, sin que los sectores más pobres o
marginales de la zona llegaran a comprometerse en los hechos.
El efecto cascada que mostraron los acontecimientos en las tres ciudades com-
prometidas, hizo que en Concepción el día más álgido fuese el 1 de abril, cuando el
movimiento en Valparaíso ya estaba terminado y en Santiago parecía extinguirse.
Los sucesos del martes 2, relanzarían en parte las protestas, pero como reacción
frente al alza sino como repudio a la represión a los estudiantes capitalinos, a la
muerte de Alicia Ramírez y a la existencia de numerosas víctimas en Santiago. La
calma volvió a restablecerse completamente en Concepción, a partir del viernes 5
de abril.

198
CAPÍTULO 3
MUERTE DE ALICIA RAMÍREZ Y MARTES 2 DE ABRIL

1. Antecedentes
Para algunos sectores, el movimiento de protestas por el alza de la locomoción
colectiva estaba virtualmente terminado el lunes 1 de abril al mediodía. Desde el
domingo venían realizándose conversaciones entre sectores del Gobierno, de la
oposición y de los estudiantes. El día lunes, precisamente, estaba llamado a poner
término a esas negociaciones: el Gobierno abriría la posibilidad de revisar las
tarifas, los estudiantes harían sus últimas manifestaciones y anunciarían la vuel-
ta a clases y los partidos políticos habrían contribuido, discretamente, a la solución
del conflicto. Sin embargo, un hecho inesperado cambiaría el rumbo del proceso.
La muerte de Alicia Ramírez golpeó rudamente la conciencia de miles de chile-
nos. Al igual que otros estudiantes en décadas anteriores –Ramona Parra a fines de
los cuarenta o Rojas Magallanes en los años veinte– este nombre vino a inscribirse
en los registros de la memoria colectiva como el de una joven más que había ofren-
dado su vida por sus ideales. Sin importar, verdaderamente, las circunstancias
precisas de su muerte ni su grado de involucramiento en las manifestaciones estu-
diantiles. Lo importante era saber que se trataba de una joven llena de esperanzas,
cuya vida había sido tronchada por un flagrante abuso de poder de parte de la
fuerza pública. Ello bastó para que despertara un inconsciente colectivo en el cual
se venían acumulando años de desencantos y desesperanzas y un gran cansancio
frente a los abusos de la autoridad.
Cuando la mañana del día martes 2 de abril de 1957, los ‘canillitas’ agitaron la
edición de Última Hora haciendo público el rostro sin vida de Alicia Ramírez, el
encuentro entre la masa y la joven terminó de consumarse. La comunicación social
se había establecido, gracias al acierto periodístico de un modesto reportero gráfi-
co. Comunicación que luego tomaría relevo en las emisiones radiales de ‘la hora de
almuerzo’, que difundieron profusamente las manifestaciones que se estaban pro-
duciendo en la ciudad. Una simple estudiante provinciana haría emerger de los
extramuros de Santiago, una masa incontenible que se volcaría amenazante sobre
el centro de la ciudad.

199
Mientras esta especie de ‘alquimia social’ se producía subterráneamente, en la
superficie del sistema la clase política intentaba defender el orden establecido.
Recordemos que durante toda la mañana del martes 2 de abril, se realizaron
reuniones políticas en distintos ámbitos: a nivel de Gobierno, entre los distintos
partidos, en el Parlamento, entre el Gobierno y los partidos… También que el con-
junto de las fuerzas políticas, desde la derecha hasta la izquierda, hicieron al
Gobierno una proposición de arreglo, que incluso llegó a contar con el apoyo de los
estudiantes. Recordemos, por último, que esta negociación fracasó en los momen-
tos en que la protesta social alcanzaba su punto más alto y salía también a la
superficie, a pocos metros del centro del poder: La Moneda. Fracasado el acuerdo
político se impuso el Estado de Sitio. Cuando la represión ya había comenzado y
Alicia Ramírez ya no era la única víctima.

2. Lunes 1 de abril: la víspera


El lunes 1 de abril Santiago amaneció bajo un fuerte control militar, que se
manifestó en la presencia de soldados en lugares estratégicos, en la custodia arma-
da de los microbuses que circulaban y en la ubicación de tanques y carros de asalto
en el corazón del barrio cívico. Eran las órdenes que había impartido el jefe de la
Plaza, general Horacio Gamboa. Un ambiente de guerra que no se correspondía con
la tranquilidad observada el día anterior544. La ciudad vivió, hasta las últimas horas
de la tarde del lunes, una jornada de relativa calma, interrumpida solo por algunas
manifestaciones estudiantiles y por la falta de medios de locomoción. Los contactos
entre autoridades y algunos dirigentes estudiantiles continuaron durante el día,
aunque las decisiones más importantes del movimiento estudiantil se tomaron en
una asamblea realizada a las 20 horas.

Presión y represión sindical


Tal como estaba anunciado, el lunes 1 de abril comenzó la huelga en el mineral
de cobre El Teniente. Hicieron efectivo el paro total de actividades casi 6.000 obreros
y 850 empleados. La paralización significaba una pérdida diaria de aproximadamente
500 toneladas de cobre blister y refinado a fuego. Por su parte, el Fisco perdía en
impuestos alrededor de 320.000 dólares diarios. No faltaron los comentarios
asociando este movimiento a los disturbios estudiantiles. Entre ellos, los del ministro
de Hacienda, Eduardo Urzúa, quien estimó que se trataba de “un movimiento

544
De acuerdo al informe entregado posteriormente por el Gerente Gamboa. Ver: La Nación, Santiago,
14/4/57, pp. 1 y 2 y El Mercurio, Santiago, 14/4/57, pp. 25 y 29. Ref.: cita 708.

200
perfectamente sincronizado”545. El primer día de la huelga, en todo caso, se desarrolló
en absoluta tranquilidad546.
Por otra parte, en San Bernardo, los 1.600 obreros de la Maestranza Central de
Ferrocarriles del Estado declararon un paro de 24 horas por el no pago del corres-
pondiente reajuste de 25% en sus sueldos y salarios, y en solidaridad con el
movimiento contra del alza de la locomoción colectiva, la que en San Bernardo al-
canzaba el 100%. La movilización no estuvo exenta de choques con Carabineros547.
A las acciones de presión de estos grupos de trabajadores habría que sumar la
represión ejercida por el Gobierno, durante el fin de semana, sobre un selecto nú-
mero de dirigentes sindicales. En efecto, a primera hora del lunes, el Consejo
Provincial de la CUT de Santiago se reunió de manera extraordinaria para analizar
los últimos acontecimientos. En la reunión, el Consejo acordó:
…hacer pública su más enérgica protesta por el salvaje apaleo a los manifestantes
en contra de las alzas y por el arbitrario y cobarde asalto y detención a los dirigen-
tes de la CUT, en el día de ayer548.
Golpeada y debilitada como estaba, difícilmente la CUT podía ir más allá de las
palabras. Es así como el Gobierno, sin grandes contrapesos, inició el lunes 1 de abril la
persecución judicial de los detenidos en los días anteriores, en virtud de la Ley de
Defensa Permanente de la Democracia. Acompañadas de las respectivas listas de de-
tenidos, la Intendencia presentó a la Corte de Apelaciones de Santiago las denuncias
correspondientes. Una, comprometía a las 27 personas detenidas por Investigaciones
en la madrugada del domingo en calidad de “dirigentes de los comandos contra las
alzas”. Se las acusaba de “incitar a la sedición” y el proceso quedó a cargo del minis-
tro de la Corte de Apelaciones José María Eyzaguirre. La segunda denuncia era por
“ejercitar e incitar al desorden público” y afectaba a 60 de las 74 personas que per-
manecían detenidas por su participación en los incidentes callejeros de los días
anteriores. Este proceso quedó a cargo del ministro Víctor Ortiz Castro549.
Los dirigentes de la CUT detenidos fueron interrogados por el ministro
Eyzaguirre hasta pasadas las 22 horas, después de lo cual se determinó la “incomu-
nicación” de casi todos ellos. Entre los incomunicados, figuraban los dirigentes de

545
Recordemos que este movimiento se arrastraba desde comienzos de marzo y la huelga estaba
anunciada desde antes del inicio de las protestas por el alza de la locomoción colectiva, lo que
relativiza la hipótesis de la ‘sincronización’ entre ambos movimientos.
546
El Mercurio, Santiago, 2/4/57, p. 21; El Diario Ilustrado, Santiago, 2/4/57, p. 2; El Sur, Concepción, 2/4/57,
p. 4 y La Tercera, Santiago, 2/4/57, p. 2.
547
El Diario Ilustrado, Santiago, 2/4/57, p. 2.
548
Mundo Libre, Santiago, 2/4/57, p. 2.
549
El Diario Ilustrado, Santiago, 2/4/57, pp. 1 y 2; La Nación, Santiago, 2/4/57, p.5; Última Hora, Santiago,
1/4/57, p. 16; Mundo Libre, Santiago, 2/4/57, p. 8 y El Sur, Concepción, 2/4/57, p. 4.

201
la CUT Clotario Blest, Juan Vargas Puebla y Baudilio Casanova, quienes al mismo
tiempo fueron notificados de una sentencia de la Corte de Apelaciones que los
condenaba a 3 años y un día de relegación. Por su parte, en el otro proceso, el
ministro Ortiz Castro ordenó la “libertad incondicional” de 12 de ellos. En suma,
de las 87 personas puestas a disposición de los tribunales, 23 quedaron detenidas
incomunicadas, 47 detenidas en libre plática y 16 en libertad incondicional. La
totalidad de los que permanecieron detenidos fueron trasladados a la Cárcel
Pública550.
También en la tarde del lunes, comenzaron a deducirse ante la Secretaría de la
Corte de Apelaciones, una serie de recursos de amparo interpuestos en favor de
ciertos detenidos. Las personas favorecidas por tales recursos fueron: Guillermo
del Río, Héctor Lemira, Roberto Santibáñez, Juan Vargas Osorio, Eliecer Ibarra y
Volodia Teitelboim. Los dos últimos no figuraban entre los detenidos551.
La tercera denuncia presentada a los tribunales por la Intendencia de Santiago
era contra el diario Mundo Libre. Se lo acusaba de haber publicado “una noticia
falsa y tendenciosa destinada a causar alarma pública”, lo cual también caía dentro
de las sanciones de la Ley de Defensa Permanente de la Democracia. Lo concreto
era que Mundo Libre había publicado en la primera página de su edición del viernes
29 de marzo un vistoso titular señalando: “Hay guerra civil ahora en Valparaíso”. La
causa fue sobreseída por estimarse que “la existencia del delito denunciado” no se
encontraba justificada552.

Entre conversaciones y manifestaciones


Durante la mañana del lunes 1 de abril se realizó una reunión en el despacho del
ministro del Interior a la que concurrieron el vicerrector de la Universidad de Chile,
Hugo Sievers; el presidente de la FECH, Eduardo Moraga; y el secretario general
de la Confederación de Estudiantes Universitarios, Roberto Bobenrieth. Minutos
antes, estos mismos dos dirigentes estudiantiles habían conversado con el jefe de la
Plaza, general Horacio Gamboa, solicitándole garantías para hacer un desfile por
las calles céntricas de Santiago. Misma petición que reiteraron al ministro Videla,
el que sostuvo que no había inconvenientes si se cumplía con las “disposiciones
legales” vigentes. Moraga y Bobenrieth le solicitaron también que concretara su

550
Clarín, Santiago, 2/4/57, p. 16; El Siglo, Santiago, 2/4/57, p. 5; El Mercurio, Santiago, 2/4/57, p. 15;
La Nación, Santiago, 2/4/57, p. 5 y El Sur, Concepción, 2/4/57, p. 4.
551
El Mercurio, Santiago, 2/4/57, p. 15 y La Nación, Santiago, 2/4/57, p. 5.
552
Oficio Nº 402 del Intendente de Santiago al presidente de la Corte de Apelaciones de Santiago,
30/3/57, A.J.S., Proceso 17/57, Corte de Apelaciones de Santiago, 1957, fs. 2 y 2 vta. y Sobreseimiento
de la causa, 16/4/57, A.J.S., Proceso 17/57, Corte de Apelaciones de Santiago, 1957, fs. 19 y 19 vta.

202
ofrecimiento respecto a informarlos de los estudios técnicos que habían llevado al
alza de las tarifas de la locomoción, a lo que el ministro se mostró dispuesto553.
Iniciada desde las 7 horas, la vigilancia militar se mantuvo durante todo el día
lunes en las calles del centro de Santiago. Ello permitió, además, “dar descanso al
personal de Carabineros”, el cual solo volvió a formar parte de los patrullajes en
horas de la tarde554. Recordemos que el lunes 1 de abril fue el día en que el general
Gamboa declaró que tenía bajo sus órdenes 15.000 hombres armados prontos a in-
tervenir, si era necesario555.
No obstante la vigilancia militar, algunos grupos desarrollaron igualmente ma-
nifestaciones en distintos sectores de la ciudad. Así, a eso de las 8 de la mañana, en
Avenida Matta con Santa Rosa “desconocidos” habían apedreado un microbús556.
En la comuna de Ñuñoa, alrededor del mediodía estudiantes de algunos colegios, y
también adultos, protagonizaron una manifestación, que se inició en la Avenida
José Pedro Alessandri :
… formaron un desfile de más de cien personas, quienes a las 12 horas comenzaron
a caminar por la Avenida Irarrázaval hacia Pedro de Valdivia, lanzando gritos de
protesta contra los dueños y choferes de microbuses y troles. El tránsito fue
paralizado hasta las 12.15 horas en que Carabineros logró disolver la
manifestación557.
Los estudiantes de la Escuela de Derecho, por su parte, protagonizaron nueva-
mente una manifestación al abandonar masivamente sus aulas y volcarse sobre la
calzada de la Alameda. Al mediodía y a los gritos de “¡Chile, sí! ¡Ibáñez, no!”, avan-
zaron hacia las calles céntricas donde engrosaron las filas de estudiantes de otras
escuelas. Según la prensa de oposición, la columna fue “agredida por carabineros
durante todo el trayecto”, siendo disuelta violentamente por “un grupo móvil de
carabineros” en Portugal con la Alameda558.
Otros incidentes, pero sin mayores consecuencias, se registraron durante el día
–entre las 12 y las 14 horas– a lo largo de la Alameda en las esquinas con Santa
Rosa, Ahumada, Arturo Prat y Bandera; en el sector de Independencia; frente a los
Tribunales; en el sector de la Universidad Católica; así como en Plaza de Armas. Es
así como poco después del mediodía, las fuerzas de Carabineros “lanzaron gran

553
La Segunda, Santiago, 1/4/57, p. 5; Última Hora, Santiago, 1/4/57, p. 16; El Mercurio, Santiago,
2/4/57, pp. 15 y 19 y El Debate, Santiago, 1/4/57, p. 1.
554
La Segunda, Santiago, 1/4/57, p. 1; Las Últimas Noticias, Santiago, 1/4/57, p. 1; Clarín, Santiago, 2/4/57,
p.16 y El Mercurio, Santiago, 2/4/57, pp. 15 y 19.
555
Clarín, Santiago, 2/4/57, p. 16; El Mercurio, Santiago, 2/4/57, p. 15 y La Tercera, Santiago, 2/4/57, p. 3.
556
La Segunda, Santiago, 1/4/57, p. 12.
557
El Mercurio, Santiago, 2/4/57, pp. 15 y 19 y La Segunda, Santiago, 1/4/57, p. 12.
558
Última Hora, Santiago, 1/4/57, p. 16 y Mundo Libre, Santiago, 2/4/57, p. 2.

203
cantidad de bombas lacrimógenas” en un amplio sector de la calle Ahumada, “con
el fin de disolver los grupos de muchachos prestos para lanzar proyectiles a los
vehículos”559.
En horas de la tarde, la E.T.C.E. denunció en la Primera Comisaría de Carabine-
ros que, entre las 12 y las 19 horas habían sido dañados cinco buses y un tranvía en
el perímetro comprendido entre las calles Mapocho, Bernardo O’Higgins, Bandera y
Mac Iver. Los empresarios particulares denunciaban que 416 máquinas habían su-
frido daños diversos y rotura de vidrios560.
Entre los incidentes del día lunes, se habría producido uno de particular origi-
nalidad en la comuna de San Miguel:
En la Gran Avenida, un grupo de estudiantes liceanos de ambos sexos subieron a
un [bus] FIAT que pasaba sin guardia ninguna. Uno de los estudiantes, pistola en
mano, exigió al chofer que devolviera a los pasajeros ‘los cinco pesos robados’.
Como éste no podía ni atinaba a moverse ante el argumento de la pistola, una de
las secundarias tomó dinero de la caja y entregó a cada pasajero el dinero que
estimaban que habían pagado de más. En la esquina se bajaron muy alegres y
satisfechos entre numerosos aplausos561.

3. Muerte de la estudiante Alicia Ramírez


En este ambiente de manifestaciones estudiantiles, casi festivas por momentos
y que no llegaron a alterar seriamente la normalidad de la ciudad de Santiago,
transcurrió buena parte del lunes 1 de abril. Sin embargo, el balance final del día
no pudo hacerse sino hacia la medianoche y éste arrojó un saldo trágico. Un inci-
dente entre estudiantes y la policía terminó con la muerte de una joven universitaria:
Alicia Ramírez.

Asamblea de la FECH y nuevos y graves incidentes


Fracasada una primera reunión de la FECH a las 11 horas –la mayoría de los
dirigentes se había ocultado al saber que eran buscados por la policía política– todo
quedó postergado para una asamblea que estaba fijada para las 19 horas562. En esta
“agitada” asamblea de delegados de la FECH, el presidente de la Federación,
Eduardo Moraga, dio cuenta de las gestiones que “a título personal” había realizado
ante el ministro del Interior. Los delegados acordaron mayoritariamente desahuciar
559
El Diario Ilustrado, Santiago, 2/4/57, pp. 1 y 2 y Mundo Libre, Santiago, 2/4/57, p. 2.
560
El Diario Ilustrado, Santiago, 2/4/57, pp. 1 y 2.
561
La Tercera, Santiago, 2/4/57, p. 9.
562
El Sur, Concepción, 2/4/57, pp. 1 y 4.

204
dichas gestiones y decretar un paro general universitario por 48 horas, que se iniciaría
a las 10 de la mañana del martes563. Se mantuvo así el criterio de no avanzar con el
Gobierno sobre ninguna fórmula de acuerdo, mientras no se lograse la derogación
del alza de las tarifas de la locomoción y la libertad de todos los dirigentes sindicales
y estudiantiles. La Confederación Nacional de Universitarios iba igualmente a la
suspensión de clases a partir del martes, ya que se había vencido el plazo de dos
días que había dado al Gobierno para derogar las alzas564.
Durante la asamblea, los estudiantes conocieron de la autorización dada por el
general Horacio Gamboa para que se efectuara un desfile por la Alameda hasta
frente a la Universidad de Chile. Así es como al finalizar, los estudiantes universi-
tarios, más delegaciones de secundarios, nocturnos y vespertinos, iniciaron un desfile
hacia la casa central de la Universidad de Chile, llenando “de lado a lado” la calzada
norte de la Alameda. Encaramados en la estatua de Andrés Bello, algunos dirigentes
hicieron uso de la palabra pidiendo “cordura y tranquilidad” a un auditorio “de
más de dos mil jóvenes que escuchaba”. Los dirigentes hicieron presente que debía
respetarse el compromiso de no desfilar por las calles céntricas. Algunos grupos
que intentaron dirigirse hacia el centro por calle Ahumada fueron disuadidos565.
Finalizado el acto frente a la Universidad de Chile, se cantó la canción nacional y
se invitó a poner término a la manifestación “con una gran demostración de fuerzas”
frente al local de la Federación566. De vuelta al local de la FECH, los manifestantes
tuvieron que detenerse, porque Carabineros había hecho una barrera en calle San
Isidro y Alameda: “Los muchachos encendieron papeles de diarios en improvisadas
antorchas y empezaron a cantar sus himnos característicos”. Cerró el acto Eduardo
Moraga, quien dio a conocer el acuerdo de reunirse a las 12 horas del día siguiente, en
la Plaza Vicuña Mackenna. Durante varios minutos los estudiantes “hicieron grandes
rondas, mientras alegremente, cantaban consignas contra las alzas”. Alrededor de las
22 horas, la mayoría de los manifestantes comenzaba a retirarse a sus casas567.
En eso estaban, cuando se iniciaron los primeros choques con la policía. Un
grupo de estudiantes y periodistas que se encontraba en los alrededores de la Bi-
blioteca Nacional fue “brutalmente” desalojado por una patrulla policial. Pocos
minutos después:
563
El paro contó con la inmediata adhesión de la Federación Nacional de Estudiantes Secundarios,
de la Federación Nacional de Estudiantes Normalistas y de la Federación de Estudiantes Vesper-
tinos y Nocturnos de Chile. Los estudiantes de la Universidad Católica, en cambio, resolvieron
no plegarse al paro. Ver: El Siglo, Santiago, 2/4/57, p. 5; Mundo Libre, Santiago, 2/4/57, p. 16; La
Tercera, Santiago, 2/4/57, p. 9 y La Unión, Valparaíso, 2/4/57, p. 1.
564
La Tercera, Santiago, 2/4/57, p. 9; La Unión, Valparaíso, 2/4/57, p. 1 y La Nación, Santiago, 2/4/57, pp. 1 y 2.
565
El Siglo, Santiago, 2/4/57, p. 5; Última Hora, Santiago, 2/4/57, p. 9 y La Tercera, Santiago, 2/4/57, pp. 8 y 9.
566
Última Hora, Santiago, 2/4/57, p. 9.
567
La Tercera, Santiago, 2/4/57, pp. 8 y 9 y El Siglo, Santiago, 2/4/57, p. 5.

205
… un grupo de muchachos penetró a toda carrera por la calle Miraflores, lle-
vando a la siga a un poderoso grupo de carabineros armados de carabinas. En
medio de la Plaza Vicuña Mackenna se produjo una corta refriega entre los
policías y los estudiantes. Abrumados por el violento castigo cayeron varios
estudiantes 568.
Otra versión de prensa, esta vez del diario La Tercera, indica:
Los hechos se precipitaron cuando las fuerzas de la policía avanzaron a una orden
para disolver la manifestación. Cerca de doscientos carabineros se movilizaron
rápidamente y dieron golpes de bastón a diestra y siniestra, lanzando a la vez
bombas lacrimógenas. Como en una estampida, escaparon los estudiantes. Un grupo
se dirigió a toda carrera hacia Mac Iver con Moneda, produciéndose allí el primer
baleo de la noche569.
Las informaciones del vespertino Última Hora permiten darle continuidad al
relato:
En Moneda entre Miraflores y Mac Iver se produjo el primer incidente grave.
Alrededor de 50 estudiantes fueron cercados por dos grupos policiales que no les
tuvieron compasión. Los golpes de sables estuvieron a la orden del día. Un sablazo
le cortó la oreja derecha infiriéndole una herida de 12 centímetros en la cabeza y
causándole una fractura en el cráneo al estudiante de 5º año de Medicina Veteri-
naria, Max Perelman Ide, de 22 años570.
Otras seis personas más fueron heridas. En estos mismos incidentes fueron heri-
dos dos de los tres periodistas que en el curso del día lunes fueron agredidos por la
policía en Santiago571.
Todas las informaciones de prensa coinciden en señalar que tras los violentos
incidentes ocurridos en el sector de Alameda y Moneda entre Mac Iver y Miraflores,
los manifestantes corrieron por estas dos calles hacia el norte, hacia el sector de
Mapocho. Ellas coinciden también en que al llegar estos grupos a la calle Merced
hubo nuevos enfrentamientos con la policía. “Nuevas tropas de asalto de carabineros
le salieron al paso”, diría al día siguiente Última Hora572.
Entretanto, a las 20.45 horas, el ministro Videla, al término de una reunión con
los ministros de Economía, Defensa y Trabajo, además del subsecretario de Trans-
portes y el director de la E.T.C.E., sostuvo que:

568
Última Hora, Santiago, 2/4/57, p. 9.
569
La Tercera, Santiago, 2/4/57, pp. 8 y 9.
570
Última Hora, Santiago, 2/4/57, p. 9.
571
Última Hora, Santiago, 2/4/57, p. 3.
572
Última Hora, Santiago, 2/4/57, p. 9.

206
Se está volviendo a la normalidad y así espero que continúe sucediendo hasta
llegar a una completa serenidad de juicio, lo que es muy importante. Mientras
tanto, el Gobierno está actuando con una tolerancia difícil de superar573.
En efecto, hasta ese momento, durante la jornada del lunes se habían produ-
cido alrededor de veinte detenciones y pocos heridos. Un balance que, aunque
provisorio, era más auspicioso que el de los últimos días de la semana anterior.
Sin embargo, las fuerzas policiales y militares estaban actuando con rudeza. Es
así como, lamentablemente, minutos más tarde el optimismo del coronel Videla
se vería refutado por un desgraciado hecho protagonizado por las fuerzas que,
bajo su propia responsabilidad, debían resguardar el orden y la tranquilidad
ciudadana.

Muere Alicia Ramírez


Cuando los grupos “llegaban gritando a la altura de Merced, se sintieron dispa-
ros de carabinas…”. Eran las 22.40 horas y el día lunes 1 de abril se cerraba con un
saldo de relativa calma. Fue entonces cuando, en Miraflores esquina Merced, “un
incidente inesperado abrió paso a la tragedia”574.
Alicia Ramírez Patiño, estudiante del cuarto año de la Escuela de Enfermería
de la Universidad de Chile, de 23 años, originaria de La Calera y residente en el
Pensionado Universitario de calle Santos Dumont, delegada de la Escuela de Enfer-
meras ante la directiva de la FECH, resultó herida, siendo trasladada a la Posta
Central. Según Última Hora, la joven universitaria no se recuperó y una anemia
intensa, seguida de un schock, la puso en estado de coma, falleciendo alrededor de
las 23.00 horas575. Junto a Alicia Ramírez, fue herido gravemente el estudiante se-
cundario Manuel Vásquez Ferreira, de 15 años.
Distintas versiones existen sobre estos hechos, siendo dos los puntos de mayor
divergencia: quiénes fueron los autores de los disparos, si Carabineros o efectivos
militares; y qué hacía Alicia Ramírez en el lugar de los hechos: si era simple tran-
seúnte o formaba parte de la manifestación. Según el parte oficial de Carabineros,
la estudiante habría muerto a consecuencia de disparos realizados por soldados del
ejército, quienes cubrían al carabinero Víctor León mientras escapaba de la perse-
cución de un grupo de manifestantes576. Esta versión policial, con algunos matices,
fue refrendada por la prensa de derecha577. Según la prensa opositora, en cambio,
573
El Diario Ilustrado, Santiago, 2/4/57, p. 4.
574
Las Últimas Noticias, Santiago, 2/4/57, pp. 3 y 14.
575
Última Hora, Santiago, 2/4/57, p. 16.
576
El Sur, Concepción, 2/4/57, pp. 1 y 4.
577
El Diario Ilustrado, Santiago, 2/4/57, pp. 1 y 2.

207
los disparos habrían sido realizados por Carabineros578. Con respecto a la participa-
ción de Alicia Ramírez en los hechos, Mundo Libre y El Siglo sostuvieron que Alicia
Ramírez se habría hecho parte de la manifestación en forma pacífica579. Última Hora,
La Tercera, La Nación y El Diario Ilustrado plantearon que Ramírez y su novio Jorge
Godoy solo transitaban por el sector, siendo ajenos a los incidentes580.
De la información disponible, puede desprenderse que Alicia Ramírez murió a
causa de los disparos que –muy probablemente por parte de Carabineros– se realizaron
en contra de un grupo de manifestantes. Si bien es posible que estos hayan intentado
agredir a un carabinero de franco, no es evidente que hayan constituido un grupo
peligroso. Subsistiendo la duda sobre la participación de la víctima en los hechos,
queda claro que de haber sido parte de la manifestación, lo hacía pacíficamente.
Sobre el caso de Manuel Vásquez, sería el propio afectado el que, posteriormen-
te, entregaría su testimonio sobre las circunstancias en que fue herido, así como
sobre la identidad de quienes hicieron los disparos:
En un momento vi atravesar 2 carabineros que lucían franja blanca, hacia la
esquina poniente. Se parapetaron tras unos automóviles estacionados y comenza-
ron a disparar. Parecían ametralladoras por la rapidez con que se sucedían los
disparos. Al medio de la calle había un grupo de muchachas y muchachos que
respondían con piedras. Traté de esconderme tras un cartel del ‘Miraflores’ y en-
tonces fue cuando me alcanzó la bala. […]
Me salía sangre por la boca y la nariz. Me dije: ‘estoy muerto…’. Sin embargo,
pude pararme para caer más allá. Fue entonces cuando, a 4 metros de donde yo
estaba, vi a Alicia Ramírez. Vestía tres cuarto rojo y falda negra… Yo no la cono-
cía, lo supe después. También supe que la falda no era negra, sino azul marino…
Traté de pararme y así lo hice con mucha dificultad… La sangre la sentía correr
por mi camisa roja y hacia los pantalones beige, con que andaba ese día. Alguien
pasó a mi lado y me aferré a su brazo… ‘Estoy herido’, le dije... Pronto otro mu-
chacho ayudó al primero. Caminamos por Miraflores hacia Huérfanos…581.
Finalmente, hay que consignar que en la madrugada del miércoles 3 de abril, en
el curso de una conferencia de prensa iniciada a las 02.20 horas en el ministerio de
Defensa, el general Gamboa informó que había dispuesto la instrucción de un pro-
ceso militar para establecer quién disparó el proyectil que dio muerte a la joven
Alicia Ramírez. El proceso quedaría a cargo del auditor teniente coronel Osvaldo

578
Última Hora, Santiago, 2/4/57, p. 8.
579
Mundo Libre, Santiago, 2/4/57, p. 8 y El Siglo, Santiago, 2/4/57, p. 5.
580
Última Hora, Santiago, 2/4/57, p. 16; La Tercera, Santiago, 2/4/57, p. 8; La Nación, Santiago, 2/4/57, p. 1 y
El Diario Ilustrado, Santiago, 2/4/57, pp. 1 y 2.
581
Revista Vistazo, Nº 243, 14/5/57, p. 5.

208
Salas, quien actuaría en calidad de fiscal. La versión que el general Gamboa entre-
gó de los hechos fue la siguiente:
Después de las manifestaciones que con debida autorización efectuaron los estu-
diantes anoche, en las inmediaciones de Merced esquina Miraflores, dos carabineros
de franco, que se trasladaban a sus respectivas unidades, fueron atacados y agre-
didos por elementos que escapan al control de los organizadores de la manifestación.
Los carabineros andaban desarmados y fueron amparados por otros policías, pro-
moviéndose un tiroteo en que resultaron heridos Alicia Ramírez Patiño y Manuel
Vásquez Ferreira. Ambos fueron trasladados a la Posta Central en un automóvil
conducido por una persona que no ha sido identificada. Desafortunadamente la
señorita Ramírez murió instantes después582.
El general Gamboa explicitó que, a su entender, los autores de los disparos no
habían sido militares, sino carabineros. Del mismo modo, comunicó que no se había
comprobado que hubiesen existido disparos de ambos bandos583.

Tras la muerte, la vida continuó


Entretanto, cuando en la FECH se tuvo conocimiento de la violenta represión
desatada por Carabineros en el sector de Miraflores, los dirigentes se pusieron en
contacto con parlamentarios de los partidos populares. Los primeros en llegar fue-
ron Haroldo Martínez y Mario Palestro, del Partido Socialista Popular, los que
tuvieron que hacer grandes esfuerzos para poder entrar al local estudiantil, ya que
estaba bajo fuerte vigilancia policial. En efecto:
Como a las 22 horas, en atención a que los jóvenes no cejaban en sus desfiles
relámpagos, llegó la caravana de tanques y carros de asalto. No intervinieron pero
se situaron frente al local de la FECH, en perfecto orden de batalla584.
Los policías habían tendido “un verdadero cerco y no dejaban entrar ni salir a
nadie del local”. Desde la FECH, los diputados socialistas tomaron contacto con el
senador Ampuero, quien obtuvo del general Gamboa “la seguridad de que los estu-
diantes no serían molestados al abandonar su sede”. Sin embargo, Carabineros apaleó
duramente a los estudiantes que se atrevieron a salir:
No contentos con esto, los carabineros –presos de un furor verdaderamente homi-
cida– entraron a viva fuerza al local, en forma tan violenta que rompieron una
cañería del agua potable. En el interior del local se produjo –con la entrada de los
carabineros– un gran pánico585.
582
El Diario Ilustrado, Santiago, 2/4/57, p. 1.
583
Las Últimas Noticias, Santiago, 2/4/57, p. 3 y Última Hora, Santiago, 2/4/57, p. 3.
584
La Tercera, Santiago, 2/4/57, pp. 8 y 9.
585
El Siglo, Santiago, 2/4/57, p. 5.

209
La tranquilidad en el centro de Santiago comenzó a retornar pasada la mediano-
che586. No así para los padres de Alicia Ramírez, los que a esa misma hora eran
notificados, en La Calera, de que su hija había sido herida en los incidentes de la
capital. Tras un largo y tenso viaje, acompañados de dos de sus hijos, llegaron a la
Posta de la Asistencia Pública a las tres de la madrugada. Durante más de una hora
se les ocultó la verdad587.
La reacción de la FECH no se hizo esperar. En horas de la madrugada, el Comi-
té Ejecutivo emitió una declaración en la que protestaba por el “asalto” que había
sufrido su local y los golpes que habían recibido los estudiantes que se encontra-
ban en su interior, pero sobre todo protestaba por la actuación de Carabineros,
que le había costado la vida a Alicia Ramírez y graves heridas a Manuel Vásquez
y Max Perelman. En vista de estos hechos, la FECH exigía la derogación inmedia-
ta del alza de tarifas, el “retiro inmediato de las fuerzas de Carabineros y su
reemplazo por las Fuerzas Armadas”, la libertad incondicional de todos los dete-
nidos y la sanción inmediata a los responsables de “la masacre de estudiantes”588.
La declaración destinaba un párrafo especial a las Fuerzas Armadas, a las que se
pedía “como parte del Pueblo de Chile”, que supieran “conservar un sistema en
que subsistan por lo menos las mínimas garantías para la persona humana”. La
FECH concluía:
5°) Que el Gobierno de Chile se ha puesto al margen de las leyes al no respetar las
garantías que la Constitución asegura a los habitantes del país. Ante esta situa-
ción, los estudiantes de Chile llaman a todos los trabajadores a un paro nacional
hasta que no se logren los objetivos que ya hemos señalado589.
Por su parte, el presidente de la FECH, Eduardo Moraga, emitió una airada
declaración pública, recordando que en las entrevistas sostenidas con el ministro
del Interior, éste había garantizado el derecho de los estudiantes a celebrar reunio-
nes y mítines590.
Una de las primeras reacciones políticas, esa misma noche, fue la del presidente
del FRAP, el senador Salvador Allende. Este responsabilizó también al ministro del
Interior:
Le hicimos ver que en Valparaíso se había derogado el alza de tarifas y que este era
el camino que había que seguir para evitar mayores males. No fuimos oídos. No se
nos ha escuchado, y el país sabe que nuevamente se ha derramado sangre […]

586
El Mercurio, Santiago, 2/4/57, pp. 15 y 19.
587
Última Hora, Santiago, 2/4/57, p. 8.
588
La Tercera, Santiago, 2/4/57, p. 9.
589
Mundo Libre, Santiago, 2/4/57, p. 9.
590
La Tercera, Santiago, 2/4/57, p. 9.

210
El FRAP agotará todas sus fuerzas para que termine el reinado del terror e irres-
ponsabilidad, de la cobardía y el asesinato alevoso y respaldará sin vacilaciones
la lucha heroica de la juventud de Chile591.
En la madrugada se tuvo conocimiento que unidades militares de provincias
estaban listas para partir hacia la capital “en caso de recibir una orden en tal
sentido”592.

4. La respuesta masiva de los estudiantes


A las 8 y media de la mañana del martes 2 de abril fue recibido el cuerpo de
Alicia Ramírez en el Instituto Médico Legal. Algunas horas después, se confirmó la
noticia de que el balazo había entrado por la espalda593. Poco antes del mediodía de
ese día martes, llegaron al Instituto Médico Legal los padres de la estudiante
fallecida, viviéndose momentos “desgarradores”. Su intención era llevar el cuerpo
de la muchacha a su pueblo natal de Los Nogales, al interior de La Calera. Sin
embargo, fueron informados de que previamente debían conseguir la autorización
del Primer Juzgado del Crimen. Se sabía, también, que la FECH tenía intenciones
de velar el cuerpo de la universitaria en su local, antes de ser conducido a la Estación
Mapocho594.
Recordemos que la FECH había convocado a un paro de 48 horas a partir de las
10 de la mañana y a una concentración, a partir de las 10 y media, en la Plaza
Vicuña Mackenna, a metros de su local de Alameda. Luego, se contaba con la auto-
rización para hacer una manifestación por determinadas calles del centro de
Santiago595.

¡Alicia Ramírez Patiño… presente!


Desde temprano en la mañana, estudiantes secundarios y universitarios aban-
donaron sus liceos y escuelas para dirigirse en pequeños grupos a la Plaza Vicuña
Mackenna, situada en la Alameda a un costado de la Biblioteca Nacional596. El paro
convocado por la FESECH se hizo efectivo en la totalidad de los colegios y liceos de
Santiago, dependientes del Ministerio de Educación. En los liceos de hombres se
registró un ausentismo de más del 80% de los estudiantes, y los que concurrieron a
591
El Siglo, Santiago, 2/4/57, p. 5.
592
Las Últimas Noticias, Santiago, 2/4/57, pp. 3 y 14.
593
Última Hora, Santiago, 2/4/57, p. 16.
594
La Segunda, Santiago, 2/4/57, p. 12 y El Mercurio, Santiago, 3/4/57, p. 15.
595
El Debate, Santiago, 2/4/57, p. 1.
596
La Segunda, Santiago, 2/4/57, p. 12; La Nación, Santiago, 3/4/57, pp. 1 y 5 y El Diario Ilustrado, Santiago,
3/4/57, pp. 1 y 2.

211
clases fueron enviados a sus casas después de la segunda o tercera hora. Por su
parte, los liceos de niñas, que contaron con una asistencia muy irregular, autoriza-
ron a sus alumnas para regresar a sus hogares antes del mediodía y cerraron los
establecimientos para evitar problemas. En el caso de los estudiantes universita-
rios, la mayoría se dirigió a sus escuelas y facultades, aunque no para asistir a clases
sino para organizar su desplazamiento hasta la FECH, tanto en grupos pequeños
como en marchas organizadas597. Así, miles de estudiantes comenzaron a concen-
trarse en la Plaza Vicuña Mackenna, después de las 10 horas.
Uno de los primeros incidentes del martes 2 de abril se produjo durante la movi-
lización de los alumnos y alumnas del Liceo Integral N° 1, Liceo Amunátegui, Técnico
N° 2 de Niñas, Técnico N° 4 de Niñas y Liceo N° 2 de Niñas. Reunidos en un solo gran
desfile, los estudiantes salieron a la Alameda a la altura del 2900 y se dirigieron al
oriente, rumbo al local de la FECH. Sin embargo, a poco andar se encontraron con la
policía, “iniciándose un apaleo en que resultaron varios heridos y contusos”598. En la
ocasión, tres dirigentes estudiantiles fueron detenidos, además de un profesor.
Finalmente, los “diez mil estudiantes” que se habían concentrado en la Plaza
Vicuña Mackenna iniciaron un gran desfile en homenaje a Alicia Ramírez. Eran
cerca de las 11 de la mañana. Precedida por el estandarte enlutado de la Federa-
ción de Estudiantes y por una gran bandera chilena, la columna bajó por la Alameda
y dobló hacia el centro por calle Estado. A los gritos de “Si nos apuntan con pistola,
le daremos poca bola; si nos apuntan con fusiles, gritaremos Viva Chile”, los estu-
diantes avanzaron hasta la Plaza de Armas599.
En cada esquina los estudiantes se detenían para gritar: ‘¡Compañera Alicia
Ramírez Patiño… presente!’. El grito lo repetían tres veces y al final el abanderado
preguntaba: ‘¿Quién la mató?’. La respuesta, coreada por diez mil gargantas, decía:
‘Dos pacos’600.
Llegada a la Plaza de Armas, la columna dobló por Compañía y dio la vuelta
completa por la calles Ahumada y Monjitas siguiendo hasta Mac Iver, por donde
volvió hacia la Alameda. Al paso de los estudiantes, que llenaban completamente la
calzada, el público les manifestaba su adhesión601.
De vuelta al local de la FECH, cerca de las 12.30 horas, los miles de estudiantes
se sentaron en la calzada para oír la palabra de sus dirigentes, los que luego de
pedir y guardar un minuto de silencio en homenaje a la estudiante fallecida, llamaron
597
El Mercurio, Santiago, 3/4/57, p. 11.
598
La Tercera, Santiago, 3/4/57, p. 11.
599
Última Hora, Santiago, 2/4/57, p. 16 y La Segunda, Santiago, 2/4/57, p. 12.
600
Última Hora, Santiago, 2/4/57, p. 16.
601
La Segunda, Santiago, 2/4/57, p. 12; Última Hora, Santiago, 2/4/57, p. 16 y La Nación, Santiago, 3/4/57,
pp. 1 y 5.

212
a no apedrear los microbuses ni agredir a los “señores carabineros”. Primero habló
un dirigente secundario, el que instó a sus compañeros a “continuar luchando unidos”
y a no volver a clases al día siguiente. A las 13 horas habló, finalmente, el dirigente
de la FECH Aníbal Palma, quien recordó que los estudiantes luchaban por “tres
puntos importantísimos”: libertad de todos los estudiantes detenidos, derogación
de las alzas de tarifas y castigo a los culpables de la muerte de Alicia Ramírez602.
Luego:
En los instantes en que los manifestantes coreaban la Canción Nacional como
último acto antes de retirarse a sus casas, llegaron allí por Mac Iver los estudian-
tes de Medicina, que en número de 500, se plegaron al homenaje a Alicia Ramírez
Patiño y a la protesta estudiantil por su crimen603.
En efecto, los estudiantes de medicina habían paralizado sus clases al mediodía
para sumarse a las manifestaciones. Con sus delantales blancos habían avanzado por
calle Panteón hacia Independencia y de ahí al centro de la ciudad. Abrían la marcha los
dirigentes del Centro de Alumnos, precedidos de “estudiantes en tres motocicletas”604.
Durante la realización de estos desfiles, los estudiantes chocaron en varios pun-
tos con Carabineros, pero sin producirse incidentes demasiado graves. Los policías
fueron objeto de la ira estudiantil ya que eran sindicados como los autores de la
muerte de Alicia Ramírez. Como lo sostuviera el periodista Mario Carneyro, en la
época, “el cadáver de Alicia Ramírez estaba flotando siniestramente fuerte” en el
ambiente, lo que, a su juicio, indicaba la posibilidad de violencia. Sin embargo, los
desfiles de la mañana no la produjeron605.
Pero poco después de las 13.15 horas, cuando la multitud de estudiantes se dis-
persó por la Avenida Bernardo O’Higgins y otras arterias de la ciudad, “la
muchachada comenzó a provocar a los carabineros, quienes actuaron con gran ener-
gía para ahuyentarlos”. La tranquilidad duró, entonces, solo unas escasísimas horas:
“porque después del mediodía arreciaron los hostiles disturbios y la atmósfera se
caldeó en grado extremo”. Así, hasta antes del mediodía, “nadie presagiaba la tor-
menta que iba a producirse en la tarde”606.

Violentos incidentes en el centro de Santiago


Violentos incidentes se registraron en las calles céntricas después del medio-
día, especialmente en Monjitas, Catedral, Ahumada, Plaza de Armas, Estado,
602
La Segunda, Santiago, 2/4/57, p. 12. Ver relato de Aníbal Palma en Tercera Parte.
603
Última Hora, Santiago, 2/4/57, p. 16.
604
La Segunda, Santiago, 2/4/57, p. 12. Al respecto, ver testimonio de Patricio Hevia en Tercera Parte.
605
La Tercera, Santiago, 3/4/57, pp. 8 y 9.
606
Id.; Clarín, Santiago, 3/4/57, pp. 8 y 9 y La Segunda, Santiago, 2/4/57, p. 12.

213
Agustinas y Alameda, frente al Ministerio de Educación. Incidentes que dejaron
cerca de una veintena de heridos, varios de ellos de gravedad607.
A las 12.40 horas, un teniente de Carabineros descargó su revólver disparando
al aire en Ahumada esquina de Agustinas, y 15 minutos más tarde, en Estado esqui-
na de Agustinas, grupos de estudiantes protegidos en las puertas de los edificios,
bombardearon con una lluvia de piedras a los carabineros608. Los incidentes más
graves se produjeron en la Plaza de Armas. Ya cerca del mediodía, grupos de estu-
diantes habían avanzado hacia ese lugar:
Turbas incontrolables llegaron hasta Plaza de Armas y empezaron a una metódica
destrucción de bancos, casetas y faroles. Pequeñas fuerzas de carabineros opusieron
sus armas. Y aquí la gente tuvo la primera y engañosa sensación de victoria. Los
uniformados escaparon casi con humillación. Vi cómo un grupo de unos 30 carabi-
neros arrancaron de la plaza hacia Compañía seguidos de una lluvia de piedras. Se
parapetaron en las puertas y en el Teatro Real. De allí disparaban al aire todavía609.
Informado de los hechos, el general Gamboa dispuso que los tanques, camiones
y carros blindados estacionados ante el ministerio de Defensa se dirigieran hacia la
Plaza de Armas. Según la prensa, “los soldados fueron aplaudidos” y “su sola pre-
sencia calmó la situación”. Pasadas las 13 horas, el Ejército dispuso que “el tránsito
de gente se hiciera por las avenidas de la Plaza, dejándose libre el paso por las
calzadas”. Desalojados los carabineros de la Plaza de Armas y reemplazados por
militares, los manifestantes tuvieron “la sensación de haber ganado la primera ba-
talla callejera”. Se desplazaron, entonces, hacia otros lugares: “buscaban a los
carabineros para enrostrarles, con piedras y gritos, su triunfo”610.
Cerca de las 14 horas, en Alameda esquina de Bandera se produjo un nuevo
incidente en el que Carabineros apaleó “sin compasión a hombres, mujeres y niños”611.
Por otra parte, grupos de estudiantes y público en general habían tratado de
realizar un desfile hasta frente al Ministerio de Educación, donde fueron dispersa-
dos por el carro lanza-agua de Carabineros. Las fuerzas policiales usaron primero
sus bastones para luego recurrir a sus fusiles. Los grupos de manifestantes preten-
dieron formar barricadas con automóviles ubicados en los costados de la Alameda
Bernardo O’Higgins y apedrearon los vehículos de locomoción colectiva. Estas inci-
dencias frente al Ministerio de Educación “se prolongaron desde las 13 hasta cerca
de las 16 horas”. Testigos comentaron que desde la Caja de Empleados Particulares
y Periodistas sus funcionarios “alentaban a los revoltosos a proceder en contra de
607
La Segunda, Santiago, 2/4/57, p. 12.
608
Última Hora, Santiago, 2/4/57, p. 16.
609
La Tercera, Santiago, 3/4/57, pp. 8 y 9.
610
La Segunda, Santiago, 2/4/57, p. 12 y La Tercera, Santiago, 3/4/57, pp. 8 y 9.
611
Última Hora, Santiago, 2/4/57, p. 16.

214
los carabineros, a los cuales insultaban desde los balcones en forma hiriente”. Se
supo también que en Alameda esquina de Teatinos “un grupo de carabineros que
fue apedreado por estudiantes, disparó y varias personas cayeron heridas, siendo
alrededor de las 14 horas”612.
A las 14.30 horas, “un piquete de carabineros” irrumpió en el hall del Telégrafo
del Estado y procedió a golpear “indiscriminadamente y en forma sádica” a perso-
nas del público y funcionarios que se encontraban en el recinto613.
Por su parte, el ministro de Educación, a esas mismas horas dio a conocer la
decisión del Gobierno de decretar, “en forma indefinida, la suspensión de clases, en
todo el país, en los establecimientos fiscales” dependientes de ese ministerio614.
Con esta medida, el ministerio quería, además, devolver a los padres la responsa-
bilidad por las acciones de sus hijos, ya que a su juicio los llamados hechos
anteriormente no habían sido escuchados.
Pero la muchedumbre estaba alentada por la amplitud de las manifestaciones y
por el “éxito” obtenido en algunos de los enfrentamientos. Las fuerzas policiales
crecientemente se veían sobrepasadas por los manifestantes, que parecían “un ven-
daval desatado”615.
El saldo de esta primera jornada de incidentes, hasta las 14 horas del martes 2
de abril, fue de 56 heridos atendidos en la Posta Central de la Asistencia Pública616.

Se pierde el control de las protestas


Entre las dos y las tres de la tarde hubo, aparentemente, una disminución de las
manifestaciones. Sin embargo, a partir de las 15 horas “el clima de tensión se agudi-
zó”. Los estudiantes fueron “impotentes para controlar su movimiento” y debieron
replegarse617. A los carabineros les pasaría otro tanto. Unos y otros, a la postre, se
retirarán del centro.
Ante la gravedad de los hechos producidos entre las 11 y las 15 horas, se dispuso
la paralización total de los vehículos de locomoción colectiva, los que fueron guar-
dados en sus terminales. A las 16 horas solo circulaban automóviles particulares y
algunos taxis en el sector comprendido entre Mapocho, Alameda, Plaza Italia y

612
El Mercurio, Santiago, 3/4/57, p. 11; El Diario Ilustrado, Santiago, 3/4/57, p. 5 y La Unión, Valparaíso,
3/4/57, p. 1.
613
Mundo Libre, Santiago, 3/4/57, p. 8.
614
El Mercurio, Santiago, 3/4/57, p. 11; La Nación, Santiago, 3/4/57, p. 2; La Unión, Valparaíso, 3/4/57, p. 2 y
Clarín, Santiago, 3/4/57, p. 6.
615
La Tercera, Santiago, 3/4/57, pp. 8 y 9.
616
Mundo Libre, Santiago, 3/4/57, p. 8.
617
La Tercera, Santiago, 3/4/57, p. 9.

215
Amunátegui618. Hasta el mediodía del martes 2 de abril, según información del Sin-
dicato General de Autobuseros, “más de cien microbuses habían sufrido serios
deterioros”. A las 16 horas, también, la casi totalidad del comercio había cerrado
sus puertas definitivamente619.
Pasadas las 15 horas, se precipitaron los disturbios callejeros cuando nuevamente
se comenzaron a apedrear los escasos vehículos de la locomoción colectiva. A las
15.45 horas, en Ahumada con Moneda los manifestantes derribaron casetas del
tránsito, quemándolas. Echaron abajo también algunos faroles del alumbrado
público. Igual cosa hicieron otros grupos en Agustinas con Bandera, Ahumada con
Huérfanos y Agustinas con San Antonio. A las 16.10 horas, seis carabineros que
viajaban en una camioneta, en Mapocho, fueron rodeados y atacados por la multitud:
“los policías repelieron el ataque con disparos”620.
Cerca de las 17 horas, fueron arrancados todos los cercos de fierro forjado de los
jardines de la Alameda desde Mac Iver hasta Morandé621. Igualmente fueron retira-
das casi todas las rejas protectoras de riego de los árboles, que eran de hierro fundido,
y las casetas de Carabineros del Tránsito. Con ellas se hacían barricadas y se levan-
taban obstáculos en las calzadas622.
A esa misma hora, alrededor de las 5 de la tarde, la Alameda, entre Ahumada y
Bandera, volvió a ser escenario de violentos choques entre manifestantes y poli-
cías. Enfrentamientos de los que fue testigo el periodista Mario Carneyro:
Los manifestantes llegaron en rápidos desfiles hasta la Alameda con Ahumada. El
campo […] estaba cubierto por decenas de carabineros. Arma al brazo, exaspera-
dos por cinco días de vigilancia, con los nervios desechos por tanto y continuo
incidente, esperaban expectantes un epílogo. […] …como a las cinco, hora que
quedó fijada como el comienzo de un combate indescriptible.
Los manifestantes avanzaron desde Ahumada hacia Alameda y desde allí hacia el
Club de la Unión. Repito que sus armas eran los gritos y las piedras, matizadas de
vez en cuando con la Canción Nacional. Sus filas eran heterogéneas: hombres
maduros, obreros, estudiantes, mujeres y niños. Todos engañados con la suposición
de una victoria asomándose. Y eran rechazados sistemáticamente por las balas. Al
comienzo al aire. Esto produjo los primeros heridos623.
Sin embargo, a poco andar, dada la presión que ejercían los manifestantes y el
nerviosismo de los carabineros, los acontecimientos se precipitaron:
618
El Mercurio, Santiago, 3/4/57, pp. 1 y 15 y El Diario Ilustrado, Santiago, 3/4/57, pp. 1 y 2.
619
El Diario Ilustrado, Santiago, 3/4/57, p. 2 y La Nación, Santiago, 3/4/57, pp. 1 y 5.
620
El Diario Ilustrado, Santiago, 3/4/57, pp. 1 y 2 y La Nación, Santiago, 3/4/57, pp. 1 y 5.
621
El Debate, Santiago, 3/4/57, p. 4.
622
Las Últimas Noticias, Santiago, 3/4/57, p. 15 y El Diario Ilustrado, Santiago, 3/4/57, pp. 1 y 2.
623
La Tercera, Santiago, 3/4/57, pp. 8 y 9.

216
Los uniformados ya no dispararon al aire. Su mira enfocó los cuerpos de la gente
que cubría como con desordenada estrategia todo el sector circundante de Alameda
esquina Ahumada. Y fueron cayendo los cuerpos. […] La batalla había
comenzado624.
Las balas eran contestadas por piedras: “mientras un carabinero recibía un
impacto, cincuenta manifestantes se iban a tierra”. Igual cosa relataría,
posteriormente, el senador socialista popular Raúl Ampuero, que vivía en Serrano
con Avenida Bernardo O’Higgins y que toda esa tarde estuvo transitando entre la
calle Arturo Prat y Londres 33, sede de su Partido:
Lo digo como testigo presencial… […]. He visto caer, ante mis ojos, a la gente en
las calles. Entre las dos y media y las cinco de la tarde, hubo una cacería, una
indigna cacería de estudiantes y obreros en ese sector. Tres murieron frente al
edificio en que vivo. Otros fueron arrinconados y golpeados en la estrecha calle-
juela que rodea la propiedad de la Caja de los Ferrocarriles. Allí estudiantes,
peatones y obreros fueron asesinados, antes de la media tarde625.
Entretanto, a las 17.00 horas, en la calle Puente, frente al N° 558, habían caído
heridos dos menores, tras un incidente entre “asaltantes y un grupo de policías”626.
Así:
Los violentos incidentes alcanzaron su culminación a partir de las 18 horas. Un
gran sector de la Alameda Bernardo O’Higgins quedó a oscuras cuando grupos de
exaltados sujetos atacaron a pedradas las ampolletas de los faroles del alumbrado
público, destrozándolas627.
A estas alturas de los acontecimientos, los estudiantes ya no tenían una partici-
pación organizada. Algunos, en pequeños grupos, seguían siendo parte activa de las
manifestaciones. Otros, habían intentado espontáneamente “defender” algunos
lugares de la ciudad “para impedir la obra destructora de las turbas”628.
Ante el cariz tomado por la situación, la Federación de Estudiantes celebró una
reunión extraordinaria, durante la cual se adoptaron acuerdos en el sentido de pe-
dir a “los escolares que cesaran en sus manifestaciones callejeras y se retiraran a
sus respectivos hogares”629. Según una información de prensa, la última actividad
pública de los estudiantes habría tenido lugar a eso de las 19 horas, frente al local
de la FECH:

624
Id.
625
SEN., Sesión 5ª, 6/4/57, D.S.S., 3ª L.E., p. 147.
626
La Nación, Santiago, 3/4/57, pp. 1 y 5.
627
El Diario Ilustrado, Santiago, 3/4/57, pp. 1 y 2.
628
Clarín, Santiago, 3/4/57, p. 16; El Debate, Santiago, 3/4/57, p. 5 y La Nación, Santiago, 3/4/57, p. 2.
629
Clarín, Santiago, 3/4/57, pp. 8 y 9.

217
Las masas estudiantiles estaban concentradas frente a la Biblioteca Nacional,
escuchando la cuenta de sus dirigentes. En el centro en cambio, el clima revolucio-
nario alcanzaba su máxima tensión630.
Entretanto, el ministro del Interior había formulado un nuevo llamado a los
padres de familia para que impidieran a sus hijos participar “en las violentas accio-
nes” que, en su opinión, “elementos extremistas” estaban desarrollando en el centro
de la ciudad. El ministro Videla acusaba a “agitadores profesionales” de escudarse
en el estudiantado para crear un “clima de desquiciamiento” que atentaba “contra
nuestra democracia”. De allí que el Gobierno hubiese ordenado a las tropas milita-
res que impidieran los desmanes que atentaban “contra la propiedad pública y
privada”. Concluía la declaración del ministro Videla:
El Ejecutivo no puede responsabilizarse de las situaciones dolorosas que se pro-
duzcan, por eso insiste en su solicitud. Los padres de familia deben impedir a sus
hijos el participar en las asonadas callejeras631.
Cerca de las 19 horas el presidente de la FECH se dirigió al Senado para cono-
cer la respuesta del ministro Videla a la proposición hecha por los partidos, con el
acuerdo de la FECH, a mediodía. Enterado de que el Gobierno pedía un compromi-
so explícito de los estudiantes de que suspenderían las manifestaciones y regresarían
a clases, Moraga debió dirigirse nuevamente a la FECH para consultar al resto de la
directiva. El viaje lo hizo en un jeep de la Fuerzas Armadas, acompañado por oficia-
les del Ejército, dado que a esa hora “era difícil transitar por las calles del centro”632.
Poco más de una hora más tarde, llegó al Palacio de Gobierno Gustavo Horwitz,
miembro del Comité Ejecutivo de la FECH, acompañado de otros dirigentes, con la
respuesta de la organización. Horwitz señaló que aceptaban los puntos debatidos
en el Senado, pero que la Federación exigía sanciones para quienes aparecieran
como responsables de haber disparado contra los estudiantes. Ellos, por su parte, se
comprometían a regresar a clases al día siguiente, miércoles 3 de abril. Sin embargo:
El Ministro señor Videla no escuchó las proposiciones y dijo que por ningún moti-
vo el Gobierno aceptará presiones de los estudiantes y que solo se entenderá con
los dirigentes de los partidos políticos, como una deferencia hacia ellos633.
De ese modo, la participación directa de los estudiantes en los hechos de abril,
tanto en la calle como en las negociaciones, había terminado.
Recordemos, por último, que las gestiones de los partidos fracasaron ya que el
Gobierno las suspendió al enterarse de los últimos incidentes en el centro y al verse
630
El Debate, Santiago, 3/4/57, p. 1.
631
El Mercurio, Santiago, 3/4/57, p. 1.
632
El Mercurio, Santiago, 3/4/57, pp. 1 y 15.
633
El Diario Ilustrado, Santiago, 3/4/57, p. 2 y El Mercurio, Santiago, 3/4/57, pp. 1 y 15.

218
La Moneda asediada por un grupo de manifestantes. A últimas horas del martes 2
de abril, el Estado de Sitio fue decretado.

5. De la protesta estudiantil al desborde popular


En esas circunstancias, el Gobierno tomó una de las medidas más controverti-
das en torno a los sucesos del 2 de abril de 1957: decidió retirar a las fuerzas del
Cuerpo de Carabineros para reemplazarlas por militares. Acertada o no, lo cierto es
que se produjo un lapso de tiempo en que el control sobre el centro de la ciudad lo
alcanzaron los manifestantes, produciéndose todo tipo de desmanes, así como ata-
ques a edificios de los poderes públicos y privados.

El polémico retiro de Carabineros


No resulta clara la hora exacta en que se produjo el relevo de Carabineros por
las fuerzas militares, ni si éste fue inmediato o gradual. Los diversos periódicos, a
partir de diferentes informaciones oficiales, barajan distintas horas, con diferen-
cias que van entre los 30 y los 120 minutos. Lo cierto pareciera ser que la decisión
de retirar al Cuerpo de Carabineros se tomó alrededor de las 17 horas y que ella
terminó de implementarse a las 19.30 horas.
A las cinco de la tarde, el general Horacio Gamboa habría pedido al Gobierno el
retiro de los carabineros de las calles porque a su juicio estaba “comprobado” que
“enardecían a la multitud”634. La orden habría llegado al personal de Carabineros
alrededor de las 18 horas, momento en que tropas del Ejército habrían “tomado el
control de las incidencias” en la Alameda Bernardo O’Higgins y en las principales
arterias del centro de la ciudad. Estas tropas fueron “reforzadas más tarde por per-
sonal de la Fuerza Aérea de Chile”. Ambas fuerzas quedaron a cargo del coronel
Raúl Igualt, Jefe del Estado Mayor de la II División del Ejército y uno de los más
cercanos colaboradores del general Gamboa. El jefe de la Plaza había informado
que disponía de 20.000 hombres para “garantizar el orden público y el respeto de la
propiedad privada”635. Así, según el oficialista diario La Nación, a las 18 horas del
martes 2 de abril:
Carabineros comienzan a retirarse a sus cuarteles. El Ejército toma el control de
la ciudad. Mil quinientos manifestantes rodean un tanque y tres carros de asalto,
en calle Ahumada, frente al Hotel Claridge, aplaudiendo a sus ocupantes. Un ofi-
cial se dirigió a la turba desde la torre del tanque pidiéndoles que se retiraran en

634
Mundo Libre, Santiago, 3/4/57, p. 8.
635
El Diario Ilustrado, Santiago, 3/4/57, pp. 1 y 2 y La Nación, Santiago, 3/4/57, p. 3.

219
orden y que conservaran la calma. Se deshizo la manifestación luego de cantarse
la Canción Nacional. Algunos exaltados, no obstante, lanzaron gritos contra La
Moneda636.
Esta versión la encontramos en casi todos los periódicos del día 3 de abril, es decir,
inmediatamente después de los hechos637. Sin embargo, simultáneamente va a surgir
la denuncia –de parte de algunos sectores– de que el centro de la ciudad habría que-
dado desguarnecido durante varias horas. Es decir, que el retiro de Carabineros no
habría sido seguido inmediatamente de la llegada de las tropas militares638.
En los días siguientes el Gobierno insistiría en que el relevo había sido asegura-
do. Una posible explicación a esta diferencia de pareceres la podemos encontrar en
el siguiente hecho: los carabineros efectivamente fueron retirados y reemplazados,
más o menos a la misma hora, por fuerzas militares “que se movilizaban en tanques,
carros blindados, jeeps y otros vehículos”. Asimismo, fueron apostados en gran nú-
mero frente a La Moneda, “a fin de evitar que los agitadores se aproximaran al
Palacio”. Sin embargo, se trataba de dos tipos de patrullaje totalmente distintos.
Carabineros ejercía un control extensivo, a través de patrullas policiales que reco-
rrían permanentemente todo el centro de la ciudad, en vehículos rápidos y a pie. La
presencia del Ejército, en cambio, era en ciertos lugares claves y en su mayoría
estacionada. Solo cuando la ‘ola de asaltos’ había ‘envuelto a la ciudad’, la acción de
‘patrullas’ del Ejército ‘debió ser reforzada’639.
Si bien el Gobierno podía argumentar que la ciudad no había quedado despro-
vista de vigilancia, no podía asegurar que ella hubiese sido suficiente. El centro de
Santiago, escenario de violentos incidentes desde después de mediodía, fue aban-
donado por las fuerzas policiales a partir de las 18 horas y no fue copado por tropas
militares. Por el contrario, los manifestantes no encontraron gran resistencia a sus
acciones sino hasta cerca de las 21 horas, cuando comenzó el toque de queda640.
Los excesos y la violencia de las manifestaciones a partir de las 18 horas del martes
2 de abril se explica, en buena parte, por la falta de vigilancia que acabamos de
señalar. Sin embargo, hay otro elemento a no olvidar: la violencia que habían adquirido
los enfrentamientos al momento en que las fuerzas de Carabineros abandonan el centro.
Violencia mortal, que ya había cobrado sus primeras víctimas y que llegó casi al
paroxismo cuando las últimas patrullas policiales evacuaban la Alameda.
Efectivamente, entre 18 y 18.30 horas, cuando Carabineros se disponía a regre-
sar a sus cuarteles, en la Avenida Bernardo O’Higgins, entre Ahumada y Bandera,
636
La Nación, Santiago, 3/4/57, pp. 1 y 5.
637
El Mercurio, Santiago, 3/4/57, pp. 1 y 15 y Las Últimas Noticias, Santiago, 3/4/57, pp. 3 y 6.
638
El Mercurio, Santiago, 3/4/57, pp. 1 y 15.
639
Id. y La Nación, Santiago, 3/4/57, pp. 1 y 5.
640
SEN., Sesión 3ª, 5/4/57, D.S.S., 3ª L.E., p. 61.

220
“se produjo un tiroteo con estudiantes viéndose caer a varias personas heridas”641.
Según otras informaciones, se trataba de manifestantes que huían del centro hacia
la Alameda y que:
… se tropezaron con unas rezagadas unidades de Carabineros que regresaban a
sus correspondientes dotaciones. Con pistolas y revólveres hicieron frente a los
carabineros, librándose entonces un espectacular tiroteo en la Avenida Bernardo
O’Higgins que abarcó las calles Estado, Ahumada y Bandera. Los representantes
del orden respondieron el fuego y en la refriega cayeron más o menos 11 de los
manifestantes. Dos de ellos resultaron muertos…642.
El uso de armas de fuego por parte de los manifestantes no aparece claramente
confirmado. Pero lo que sí es cierto es que un grupo de cuatro carabineros –que al
momento de replegarse se vieron virtualmente bloqueados en medio de la Alameda,
entre Ahumada y Estado– se habría visto en la necesidad de “disparar a quemarropa
para defender sus vidas”, pese a lo cual, los enfervorizados manifestantes se habrían
abalanzado sobre ellos. Finalmente, los carabineros lograron escapar por calle
Ahumada hasta encontrar resguardo militar643. Días más tarde, los cuatro carabineros
afectados darían a conocer su propia versión de los hechos, destacando que habían
sido víctimas de piedras y balazos por parte de los manifestantes y que ellos, por su
parte, solo habían hecho disparos al aire644.
Así, con el retiro de las fuerzas de Carabineros, se cumplieron las órdenes supe-
riores, quedando la calle –intencionadamente o no– a merced de los manifestantes.
A juicio de algunos, la situación se había tornado “peligrosísima y alarmante”645.
Días más tarde, el general Horacio Gamboa haría declaraciones que agregan
antecedentes al polémico retiro de Carabineros y su reemplazo por fuerzas milita-
res. Según Gamboa, la colocación de soldados en los vehículos de locomoción
colectiva habría tenido el efecto de dispersar sus tropas por toda la ciudad. En
consecuencia, una vez tomada la decisión de retirar a Carabineros, no habría podi-
do recuperar inmediatamente a sus hombres, retrasando en “dos horas” la “defensa
de la ciudad”. Gamboa añadía que a esa altura la “revolución estaba en marcha”646.
El propio jefe de la Plaza entregaba, así, elementos que hacen plausible la ver-
sión de un Santiago sin resguardo ni policial ni militar, a disposición de los
manifestantes por algunas horas.

641
La Unión, Valparaíso, 3/4/57, p. 1.
642
Clarín, Santiago, 3/4/57, p. 8.
643
El Diario Ilustrado, Santiago, 3/4/57, pp. 1 y 2 y La Tercera, Santiago, 3/4/57, pp. 8 y 9.
644
La Nación, Santiago, 5/4/57, p. 7.
645
Clarín, Santiago, 3/4/57, pp. 8 y 9.
646
Revista Golpe, Nº 29, 9/4/57, p. 9.

221
Destrucción de bienes públicos e incendios
Los postes de alumbrado fueron derribados a lo largo de varias cuadras en las
calles San Antonio, Estado, Ahumada, Moneda, Agustinas, Huérfanos y Merced,
dejando así a oscuras amplios sectores céntricos de Santiago647.
A partir de las 18 horas y consumado el retiro de las fuerzas de Carabineros, los
manifestantes se mantuvieron en constante actividad en la Alameda, entre las calles
Bandera y Carmen. A esas horas, grupos de manifestantes golpeaban rítmicamente
los postes de fierro que se mantenían en pie y avivaban las fogatas “con todos los
materiales que encontraban a mano”648. Este golpeteo en los postes, posteriormente
daría pie a diferentes interpretaciones, como por ejemplo:
Alternaban en los oídos las descargas de las armas de fuego, provenientes de distintos
sectores y el impresionante repicar de los faroles, que eran golpeados al unísono en
larga extensión de la calle, mediante piedras y otros objetos duros, como una
misteriosa clarinada de la subversión, llamando a la lucha y al pillaje649.
Al igual que en días anteriores, las casetas de Carabineros del Tránsito fueron tam-
bién objeto de la violencia, siendo casi en su totalidad destruidas e incendiadas. Casi
todos los semáforos del centro fueron destrozados650. En la Plaza de Armas, los escaños
que habían sobrevivido, fueron despedazados durante la tarde. Junto con otros elemen-
tos fueron “quemados en grandes pilas que ardieron durante varias horas”651.
El número de heridos y muertos iba en aumento con el correr de las horas. No
siempre como resultado de enfrentamientos directos, ya que muchas veces el azar
cobró también sus víctimas:
Los propietarios del Hotel Bidart, ubicado en calle Nueva York N° 9, informaron
que poco después de las 18 horas, un pasajero que había llegado en la tarde a
dicho establecimiento, que hasta el momento no ha sido identificado, mientras se
encontraba asomado a una de las ventanas observando los incidentes callejeros,
fue herido por una bala que le provocó la muerte. El cadáver fue enviado después
al Instituto Médico Legal652.
A pocos metros del Hotel Bidart, pero algo después de las 19 horas, los manifestan-
tes se trenzaron en un violento intercambio de palabras con algunos miembros del
conspicuo Club de la Unión, que se encontraban en el segundo piso de ese centro social.
647
La Nación, Santiago, 3/4/57, p. 2. Ver también: El Diario Ilustrado, Santiago, 3/4/57, pp. 1 y 2.
648
El Debate, Santiago, 3/4/57, p. 5.
649
El Debate, Santiago, 3/4/57, p. 1.
650
El Diario Ilustrado, Santiago, 3/4/57, pp. 1 y 2.
651
Id.
652
El Mercurio, Santiago, 3/4/57, pp. 1 y 15 y Las Últimas Noticias, Santiago, 3/4/57, p. 14. La víctima se
trataba del agricultor Héctor Ramírez, para cuyos datos personales remitirse al Capítulo 6 de esta
Segunda Parte, pp. 336-367.

222
Luego de este altercado verbal, la poblada estimó del caso destruir los siguientes
automóviles estacionados allí: Oldsmobile 1956, patente DD-105, de Zapallar;
Hudson 1955, color negro, patente YC-145, de San Clemente, y el Buick 1957, color
plomo, patente WA-576, de Providencia653.
A todos estos coches, así como a algunos otros que había en el sector, los mani-
festantes les rompieron los vidrios y les abollaron sus techos.
Hacia las 19.30 horas, los desmanes continuaban a lo largo de las primeras cua-
tro cuadras de la calle Estado, en las que los manifestantes arrancaban postes del
alumbrado y prendían fuego a los restos de las casetas de Carabineros del tránsito.
Mientras tanto –de acuerdo al gobiernista diario La Nación– en Moneda, desde San
Antonio a Bandera; en Agustinas, desde San Antonio a Morandé; y en Ahumada en
toda su extensión, se improvisaban amplios desfiles de manifestantes que también
arrancaban postes del alumbrado público, lanzaban pedradas, destrozaban nego-
cios y proferían “toda clase de gritos subversivos”. La calle Bandera, desde Alameda
hasta Compañía, quedaría “completamente a oscuras”654.
A las 18 horas, en Mapocho, a la entrada de Avenida La Paz, una poblada había
incendiado tres garitas de la locomoción, debiendo intervenir los bomberos y tro-
pas del Ejército, las cuales consiguieron despejar el sector, “disparando varias
ráfagas de ametralladoras”. En efecto, las distintas compañías de bomberos de San-
tiago debieron concurrir a atender, en la tarde y noche del martes 2 de abril, a 13
llamados de incendios intencionales655.
El espectáculo de grandes fogatas alimentadas con maderas, garitas de Carabi-
neros y otros elementos, se prolongó durante “gran parte de la tarde y de la noche”
en varias calles céntricas, especialmente en la Avenida Bernardo O’Higgins656.

Ataques a los símbolos del poder


Hechos sintomáticos se produjeron durante la asonada de ayer. Las turbas, en su
afán sedicioso, no respetaron ninguno de los poderes constituidos del Estado. Pre-
tendieron asaltar La Moneda y atacaron de hecho los edificios en que funcionan el
Congreso Nacional y los superiores Tribunales de Justicia. La prensa no escapó,
tampoco, a este afán destructor…657.

653
La Nación, Santiago, 3/4/57, p. 2 y Clarín, Santiago, 3/4/57, p. 5.
654
La Nación, Santiago, 3/4/57, pp. 1 y 5.
655
El Mercurio, Santiago, 3/4/57, pp. 1, 11 y 15; Las Últimas Noticias, Santiago, 3/4/57, p. 15 y La Unión,
Valparaíso, 3/4/57, p. 3.
656
El Diario Ilustrado, Santiago, 3/4/57, pp. 1 y 2.
657
La Nación, Santiago, 3/4/57, p. 2.

223
Hablar de intento de “asalto” a la casa de Gobierno es ir demasiado lejos. En
ningún momento La Moneda estuvo en riesgo de caer en manos de los manifestan-
tes. Lo que sí sucedió fue que en dos ocasiones grupos de manifestantes se acercaron
a ella en actitud amenazante, profiriendo gritos y la atacaron con piedras. Las horas
en que se habrían producido estos ataques difieren de un periódico a otro, pero lo
claro es que uno se produjo por el lado sur de la Moneda, frente a la Plaza Bulnes; y
el otro por el lado norte, o sea por la calle Moneda. El primero de los ataques habría
ocurrido alrededor de las 19.30 horas (18.30 según otras informaciones) y el segun-
do cerca de las 21 horas658. Respecto al primero:
Alrededor de las 19.30 horas, un grupo de más de 600 personas intentó asaltar La
Moneda, por la puerta del Ministerio de Relaciones Exteriores, que da a la Plaza
Bulnes. Armados con piedras y palos avanzaron amenazadoramente hacia el
Palacio de Gobierno. Los carabineros de la Guardia de Palacio, en forma prudente,
cerraron la enorme puerta y reforzaron el personal. Segundos más tarde, tropas
del Ejército, que llegaron a ese lugar en camiones, hicieron retroceder a los
manifestantes, para lo cual hicieron numerosos disparos al aire659.
De acuerdo a otras informaciones, los asaltantes, que habrían sido cerca de mil,
habrían lanzado “piedras y disparos”; “numerosas piedras habrían caído en el inte-
rior del hall posterior”; “en la poblada no participaban estudiantes”; y los militares
habrían lanzado sus vehículos “sobre los exaltados haciendo algunas bajas”, logrando
finalmente “alejar a la multitud”660.
Al parecer, el segundo incidente frente a La Moneda fue de menor importancia
y rápidamente controlado por las fuerzas militares que a esa hora ya comenzaban a
dominar la situación:
A las 21.05, se produjo un conato de asalto a La Moneda. Un grupo considerable
de personas que disparaban tiros y lanzaban petardos y piedras, intentó acercarse
a la puerta principal en forma beligerante, pero fueron repelidos por la tropa
estacionada en la Plaza de la Constitución”. […] Como medida de precaución, se
dispuso que los porteros del Ministerio del Interior recibieran armas, y fueron
instaladas ametralladoras en ambas puertas del Palacio de Gobierno. Los centinelas
fueron premunidos de ametralladoras livianas, en lugar de carabinas661.
También fue atacado el Palacio de los Tribunales de Justicia a las 19.30 horas. El
recinto habría sido atacado y dañado por grupos de personas que exigían inmediata
libertad de los detenidos que se encontraban en su interior. Una multitud de “unos
658
El Diario Ilustrado, Santiago, 3/4/57, p. 5.
659
Clarín, Santiago, 3/4/57, p. 9.
660
El Mercurio, Santiago, 3/4/57, p. 15; El Diario Ilustrado, Santiago, 3/4/57, pp. 1 y 2 y El Mercurio, Valparaíso,
3/4/57, p. 1.
661
El Mercurio, Santiago, 3/4/57, pp. 1 y 15.

224
cien manifestantes no identificados” rodeó el edificio, ubicándose por los costados
y procedió a lanzarle piedras e improvisadas antorchas de papel662.
Simultáneamente otros grupos –o bien los mismos manifestantes una vez fraca-
sado el ataque al Palacio de Justicia– procedieron a ocasionar otros daños, entre
ellos atacar el edificio del diario El Mercurio, situado a pocos metros:
… rompiendo la totalidad de los vidrios y tratando, en seguida, de lanzar mate-
rial inflamable dentro de las oficinas. El personal logró extinguir el fuego y reforzar
las puertas, hasta la llegada de un batallón motorizado, lo que ocurrió media
hora después de iniciado el ataque663.
Entre las 20 y las 21 horas los locales de los diarios El Debate –situado en Alameda
874– y El Diario Ilustrado –ubicado en calle Moneda– sufrieron también ataques de
parte de grupos de manifestantes664.
El Congreso Nacional no escapó tampoco a la acción de los exaltados. A esa
misma hora –entre 19.30 y 20 horas– diferentes grupos “destruyeron todos los focos
de los jardines que dan a la calle Catedral y la mayor parte de los vidrios por los
costados de Morandé y Compañía”665. El sector carecía de vigilancia policial, salvo
una pareja de carabineros al interior del recinto del Congreso:
Las turbas entonces se adueñaron del sector que circunda el Congreso Nacional y
cometieron toda clase de tropelías y desmanes, destruyendo nuevas casetas de di-
rección del tránsito, quemando otras y disparando piedras contra el alumbrado
eléctrico, dejando totalmente a oscuras el sector, a vista y paciencia del público
que se detenía a observarlos y de los parlamentarios que salían de la sesión de la
Cámara, todos los cuales se veían impedidos de intervenir, pues los exaltados por-
taban palos y piedras. […] Finalmente, antes de abandonar el sector, la turba
formada por muchachones y algunos adultos, disparó sus piedras contra las ven-
tanas del Senado, provocando la quebrazón de los enormes y valiosos vidrios, para
luego retirarse profiriendo insultos contra el poder Legislativo y sus miembros666.
El diario La Nación insistiría, en crónica aparte, en los insultos proferidos contra
los parlamentarios y “contra las actividades que, como poder público, le asisten al
Congreso Nacional” 667 . En el debate parlamentario posterior a los hechos, se
denunciaría que el diputado ibañista Galvarino Rivera hizo disparos a la multitud,
662
El Mercurio, Santiago, 3/4/57, p. 11; La Tercera, Santiago, 3/4/57, p. 11; La Nación, Santiago, 3/4/57,
pp.1 y 5 y El Mercurio, Valparaíso, 3/4/57, p. 1.
663
El Mercurio, Santiago, 3/4/57, pp. 1 y 15; El Diario Ilustrado, Santiago, 3/4/57, p. 2; La Unión, Valparaíso,
3/4/57, p. 3 y El Mercurio, Valparaíso, 3/4/57, p. 1.
664
El Debate, Santiago, 3/4/57, p. 1 y El Diario Ilustrado, Santiago, 3/4/57, p.1.
665
El Mercurio, Santiago, 3/4/57, pp. 1 y 15 y Las Últimas Noticias, Santiago, 3/4/57, pp. 3 y 6.
666
El Diario Ilustrado, Santiago, 3/4/57, pp. 1 y 2. Ver también: La Nación, Santiago, 3/4/57, p. 2.
667
La Nación, Santiago, 3/4/57, p. 5 y Clarín, Santiago, 3/4/57, p. 5.

225
desde la Cámara. Sobre la falta de vigilancia en el sector, el senador Allende
informaría:
A las tres o cuatro de la tarde, el señor Edecán del Senado pidió tropas. A las cinco
las pidió el Presidente de la Corporación. ¡A las 9.20 de la noche llegó la tropa! Eso
nos consta a todos los Senadores. ¿Qué explicación tiene este hecho? ¿Cómo es
posible que si las autoridades del Congreso pedían fuerza pública, ésta no se
enviara?668.
Finalmente, hay que consignar que, aparte de las sedes de los tres poderes pú-
blicos y de importantes medios de comunicación, los manifestantes atacaron también
otros lugares más simbólicos. El más importante fue el ataque al monumento al
héroe naval Arturo Prat que estaba en construcción en el sector de Mapocho. Cerca
de las 19 horas, una “turba incendió el andamiaje de madera del monumento”, el
que quedó totalmente destruido. La acción fue controlada por fuerzas policiales
que “debieron disparar sus armas para dispersar a los incendiarios”. Los manifes-
tantes también habrían desvalijado el taller donde se guardaban los originales de
la escultura. La misma tarde del martes 2 de abril, los faroles del monumento a
Bernardo O’Higgins –ubicado en el sector de Plaza Bulnes– fueron también destrui-
dos a pedradas669.
Por último, la Prefectura de Carabineros informó a las 21.50 horas “que una
turba intentaba incendiar la Catedral y que habían sido enviados, de inmediato,
refuerzos policiales”670. Esta noticia, sin embargo, a diferencia de las otras, no fue
confirmada.

Ola de saqueos y de robos


Después del repliegue de las fuerzas policiales y con la llegada de la noche, se
iniciaron actos de pillaje y principio de saqueo a comercios diversos:
A las 20 horas, grupos de individuos, incluso muchachos, aprovechando la espe-
cial circunstancia de que la totalidad de los focos de alumbrado público habían
sido destrozados durante el día, se adueñaron de las calles, especialmente en el
centro e iniciaron el saqueo, robo y pillaje en forma audaz y descarada, sin que
pudieran ser reprimidos por las autoridades policiales, que se habían retirado a
sus cuarteles…671.

668
SEN., Sesión 3ª, 5/4/57, D.S.S., 3ª L.E., p. 60.
669
El Mercurio, Santiago, 3/4/57, pp. 1 y 15; El Mercurio, Valparaíso, 3/4/57, p. 1; La Nación, Santiago, 5/4/57,
p. 7 y El Diario Ilustrado, Santiago, 3/4/57, pp. 1 y 2.
670
La Unión, Valparaíso, 3/4/57, p. 1.
671
El Diario Ilustrado, Santiago, 3/4/57, pp. 1 y 2.

226
Este tipo de acciones, en el centro de la ciudad, se mantuvo hasta cerca de las 22
horas. Más tarde, se extendió a los barrios, principalmente a lo largo de la calle San
Diego. La prensa destacó “la impunidad en que trabajaban los asaltantes”, así como
el hecho de que “tropas de de soldados tuvieron que usar sus armas para controlar
la situación”672.
Al día siguiente, se estimaba entre 100 y 200 el número de establecimientos
comerciales que había sufrido daños “por destrucción y robo”, habiendo sido “sa-
queadas sus vitrinas e instalaciones”673. En términos geográficos, los sectores más
afectados habían sido las calles situadas al sur de Plaza de Armas: Mac Iver, San
Antonio, Estado, Ahumada, Bandera, Agustinas y Huérfanos, y al norte de ella, las
calles 21 de Mayo y Puente. Igualmente habían sido afectados numerosos negocios
en San Pablo y Arturo Prat.
Como siempre. No faltaron quienes quisieran obtener beneficio del desorden y la
inquietud colectiva. Elementos con aspecto patibulario, en grupos de cuatro o
cinco, quedaban estacionados en aquellos lugares donde había posibilidad de sa-
car algo posible de vender. Estaban próximos a las vitrinas quebradas de casas
comerciales, listos para sustraer lo que estuviera a su alcance674.
Una serie de armerías fue objeto de asaltos por parte de los manifestantes en
calles Ahumada, Tenderini y Omer Huet. En casi todas ellas, los asaltantes habrían
robado armas, pistolas, revólveres, balas y especies diversas”675. Además de las ar-
merías, fueron también afectadas la tienda ‘Salomé’ en Estado y varias joyerías, de
donde se sustrajo “relojes, joyas de alto valor y porcelanas finas”, utilizando “rieles
y tubos de señalización de tránsito” para descerrajar las cortinas676.
Sin embargo, el intento de asalto que alcanzó más notoriedad pública fue el de
los conocidos ‘Almacenes París’, ubicados en calle San Antonio con la Alameda.
Parte de sus vitrinas fueron destruidas y se habría producido un intento de incen-
dio. Las distintas informaciones coinciden en señalar que la oportuna intervención
de un grupo de estudiantes impidió que el hecho pasara a mayores:
Cuando una poblada destruyó las cortinas metálicas de la vitrina de los Almacenes
París, […] un numeroso grupo de estudiantes –algunos de no más de 15 años–
acordonaron el establecimiento y, armados con fierros, impidieron el saqueo677.
672
El Mercurio, Santiago, 3/4/57, pp. 1 y 15; Mundo Libre, Santiago, 3/4/57, p. 8 y El Debate, Santiago,
3/4/57, p. 5.
673
El Debate, Santiago, 3/4/57, p. 5 y La Nación, Santiago, 3/4/57, p. 2.
674
El Mercurio, Santiago, 3/4/57, pp. 1 y 15
675
Las Últimas Noticias, Santiago, 3/4/57, p. 15; El Debate, Santiago, 3/4/57, p. 5; La Nación, Santiago,
3/4/57, pp. 1, 2 y 5 y Clarín, Santiago, 3/4/57, p. 8.
676
El Mercurio, Santiago, 3/4/57, pp. 1 y 15; El Diario Ilustrado, Santiago, 3/4/57, pp. 1 y 2; Las Últimas
Noticias, Santiago, 3/4/57, p. 15; El Debate, Santiago, 3/4/57, p. 5 y La Nación, Santiago, 3/4/57, p. 2.
677
La Nación, Santiago, 3/4/57, p. 2. Ver también: La Nación, Santiago, 3/4/57, pp. 1 y 5.

227
En el otro sector amagado por los saqueos, al norte de la Plaza de Armas, grupos
invadieron la Custodia de Equipajes en el interior de la Estación Mapocho, de don-
de sustrajeron maletas, abrigos y “cuanto les fue posible llevar”. También se informó
que “una muchedumbre de exaltados” habría tratado de incendiar el Mercado Cen-
tral, “donde se produjo un principio de siniestro que fue sofocado merced a la
oportuna intervención del Cuerpo de Bomberos”678.
Los principales asaltos, sin embargo, se cometieron a lo largo del comercio esta-
blecido en la calle 21 de Mayo. Parte de la prensa supuso que los asaltantes provenían
de los sectores populares ubicados en la rivera norte del río Mapocho:
Las bandadas de forajidos, aprovechándose del pánico y tras formar sus filas en
los linderos del Mapocho, subieron por calle 21 de mayo, vociferando contra todo
y contra todos… para dispersarse por diferentes arterias santiaguinas”679.
Con posterioridad a los hechos, hubo denuncias en el sentido de que algunos
saqueos habrían sido promovidos por agentes de la policía civil, que actuaban como
provocadores. Así, Mateo Mihovilovic, dirigente de la Juventud Conservadora y vi-
cepresidente de la FECH, habría denunciado frente a una asamblea de estudiantes
de Ingeniería:
Yo vi un hombre de traje oscuro, que junto con romper los cristales de las vitrinas,
‘entregaba’ a los estudiantes haciéndoles zancadillas cuando venía la policía680.
El presidente de la FECH, Eduardo Moraga, denunció a Carabineros a un sujeto
que rompía vidrios con la cacha de un revólver Colt, similar a los que usaba la
policía, pero sin conseguir que fuera detenido. El senador Raúl Ampuero, ante el
Senado, relató:
Vecinos del edificio que ocupo vieron cómo desde un auto, en la esquina de Ahumada
con Alameda, se bajaron dos individuos, hablaron, como a las cinco de la tarde,
con una patrulla armada –no recuerdo si eran carabineros o soldados–, destruyeron
con toda calma las vitrinas de la camisería ‘Kerry’, volvieron a ocupar el coche y
se fueron681.
¿Quiénes eran estas personas, que actuaban con tanta tranquilidad frente a los
encargados de resguardar el orden?, terminaba preguntándose el senador Ampuero.

678
De acuerdo a: El Mercurio, Santiago, 3/4/57, pp. 1 y 15 y Las Últimas Noticias, Santiago, 3/4/57,
p. 15.
679
Clarín, Santiago, 3/4/57, pp. 8 y 9.
680
Revista Vistazo, Nº 242, 7/5/57, pp. 8-9.
681
SEN., Sesión 5ª, 6/4/57, D.S.S., 3ª L.E., pp. 147 y 148.

228
El fantasma del “bogotazo” y las medidas del general Gamboa
La mayoría de las informaciones de prensa consigna distintos comentarios so-
bre la forma de operar de los manifestantes, casi todos ellos orientados a demostrar
la actuación de grupos previamente organizados o de agitadores profesionales de
filiación comunista.
Un diplomático, que habría estado presente en los sucesos de Bogotá en abril de
1948, manifestó también su opinión –en la noche del martes 2 de abril de 1957– a El
Mercurio:
He observado la acción concertada y veloz de los grupos de asalto que invadieron
el centro de Santiago esta tarde, y les declaro que corresponde exactamente al
plan que pusieron en práctica los comunistas en Bogotá, que incluyó ataques a los
principales edificios, saqueos e incendios682.
La referencia a los sucesos de Bogotá iba a ser recurrente683. Tal vez acosado por
este mismo fantasma del ‘bogotazo’, a las 21 horas el Gobierno declaró el “toque de
queda” en Santiago, con lo cual ningún ciudadano podía circular por las calles so
pena de ser detenido o recibir alguna “medida enérgica de parte de los represen-
tantes de la autoridad”. Un poco más tarde, el general Gamboa –que prefirió bautizar
los acontecimientos como “la batalla de Santiago”– declararía que “el pueblo debe
retirarse a sus hogares y aguardar en ellos la vuelta a la normalidad”684. Junto con
esto, se dio la orden de disparar “contra todas aquellas personas sorprendidas en
actos de vandalismo o ataque a las Fuerzas Armadas”685.
Entrevistado, la noche del martes 2 de abril en su cuartel general del ministerio
de Defensa, el general Gamboa habría expresado:
– Hice retirarse a la tropa de Carabineros para darles un descanso y llamar con
ello a la pacificación. No han querido entender. Ante el pillaje vergonzoso desenca-
denado en Santiago, no hay más réplica que las balas. […]
– [Llamé al] Coronel Igualt [indicándole que diera la] orden a todos los coman-
dantes de usar sin titubeo sus armas y obligar a todo el mundo a retirarse a sus
casas […] Dos disparos al aire para amedrentar y luego disparar al blanco686.
De acuerdo a la misma crónica, más tarde el general Gamboa habría reiterado
que se disparara “a matar” contra cualquiera que resistiera la orden de retirarse a
sus domicilios. Por último, habría informado telefónicamente al Presidente Ibáñez

682
El Mercurio, Santiago, 3/4/57, p. 1.
683
La Tercera, Santiago, 3/4/57, p. 9.
684
El Mercurio, Santiago, 3/4/57, p. 1.
685
La Unión, Valparaíso, 3/4/57, p. 1 y Las Últimas Noticias, Santiago, 3/4/57, pp. 3 y 6.
686
El Debate, Santiago, 3/4/57, p. 1.

229
que había dado “órdenes de disparar sin contemplaciones contra las turbas de ván-
dalos que estaban destrozándolo todo en el centro”687 .
De esa manera, a las 22 horas del martes 2 de abril, patrullas del Ejército reco-
rrían las calles centrales, dispersando los últimos focos de manifestantes.

También en los barrios


Minutos después de las 21 horas, en el despacho del general Gamboa se habrían
recibido informaciones de que “turbas amenazantes avanzaban hacia el centro desde
el sur y desde el norte de la ciudad, atacando almacenes y otros locales en su
marcha”688. Coincidente es la información proporcionada por el diario Mundo Libre:
Tanques, carros de asalto y vehículos de transporte comenzaron a patrullar las
calles, mientras columnas de manifestantes llegaron desde los barrios hasta Ma-
pocho, Estación Central, Plaza Baquedano y Avenida Matta, gritando contra las
alzas, los carabineros y las autoridades689.
Al parecer, siguiendo instrucciones del propio general Gamboa, estas marchas
habrían sido contenidas “oportunamente en las regiones periféricas”690. De hecho,
durante toda la noche y parte de la madrugada del miércoles, el diario La Nación
dijo haber recibido “denuncias de los diversos barrios”, acusando “la comisión de
desmanes por elementos incontrolados”. Especialmente del sector San Diego-
Franklin, donde resultó destruido un automóvil de Investigaciones, y Plaza
Chacabuco691. Efectivamente, casi todas las denuncias coinciden en señalar la zona
norte y la zona sur de Santiago como las más convulsionadas.
En el sector de San Diego, numerosos locales fueron asaltados. También, en la
esquina con Franklin, se destruyeron algunos automóviles, los que serían coloca-
dos como barricadas por los manifestantes “con el objeto de perpetrar actos de
pillaje”. Finalmente, cerca de las 22 horas, habrían intervenido “tropas del Ejér-
cito” para impedir que los desmanes adquirieran “mayores proporciones”692.
Pero los desmanes en la zona sur de Santiago no se limitaron al sector de Franklin
y San Diego. En otras zonas también se registraron incidentes, como, por ejemplo, a
las 22.15 horas en la Población Dávila, en la comuna de San Miguel, en que “una
turba” incendió la garita y paradero de los buses y micros de esa población. O,
también, a las 23 horas, cuando se produjeron “asaltos a las panaderías y otros
687
Id.
688
El Debate, Santiago, 3/4/57, p. 1.
689
Mundo Libre, Santiago, 3/4/57, p. 8.
690
El Debate, Santiago, 3/4/57, p. 1.
691
La Nación, Santiago, 3/4/57, p. 5.
692
La Tercera, Santiago, 3/4/57, p. 9 y Las Últimas Noticias, Santiago, 3/4/57, p. 15.

230
negocios del sector Matadero”. En esos momentos en todo el barrio reinaba una
oscuridad absoluta. “Destacamentos de tanques y carros blindados hicieron su apa-
rición, ahuyentando a los asaltantes”. Finalmente, a las 24 horas en Gran Avenida
con San Joaquín, “las turbas volcaron varios automóviles y colocaron piedras en el
camino”, para obstaculizar el avance de los tanques693.
Pasadas las 22 horas, parte de los incendios se desplazaron a los barrios aleda-
ños al centro de la ciudad. De acuerdo a las informaciones proporcionadas por el
Cuerpo de Bomberos, se registraron siniestros en Estación Central, Recoleta y Quinta
Normal694.
Según informes de Carabineros, la noche del martes se produjo también un asal-
to al Aeropuerto de Los Cerrillos, en la comuna de Maipú, siendo dañadas las
instalaciones de la Línea Aérea Nacional695. Pasada la medianoche, a las 0.20 horas,
“un grupo de desconocidos tomó por asalto” la tienda Divesa en Alameda 2884. Los
individuos habrían robado $ 90.000 en dinero efectivo y especies por más o menos
cuatro millones, entre las cuales se contaban ternos, zapatos y camisas. Informacio-
nes posteriores, atribuirían el acto a “unos quinientos sujetos provenientes de las
viviendas ubicadas en los alrededores de la Estación Central” y harían ascender las
pérdidas a 25 millones696.
Al momento del cierre de la edición que saldría a la calle el miércoles 3, el
diario La Tercera aun tenía informaciones de que:
… calle San Diego, Barrio Matadero, Mapocho, San Miguel y suburbios, conti-
núan siendo recorridos por las turbas, que saquean, destruyen, queman y asolan
cuanto encuentran a su paso697.
A esas mismas horas, en la violenta noche del martes 2 de abril, un furgón espe-
cial del Instituto Médico Legal trasladaba los restos de Alicia Ramírez Patiño rumbo
a Nogales, pequeño pueblo a pocos kilómetros de La Calera. Las autoridades ha-
bían prohibido que la estudiante de enfermería fuese velada en el local de la FECH.
El cuerpo de la joven iba acompañado por algunos miembros de su familia698.

6. Martes 2 de abril: el crepúsculo


Con la llegada de la noche y con el establecimiento del toque de queda, la pro-
testa fue decayendo en el centro de Santiago y –como hemos visto– se extendió a los
693
La Nación, Santiago, 3/4/57, pp. 1 y 5.
694
El Mercurio, Santiago, 3/4/57, p. 11 y El Diario Ilustrado, Santiago, 3/4/57, pp. 1 y 2.
695
El Sur, Concepción, 3/4/57, p. 1 y La Unión, Valparaíso, 3/4/57, p. 1.
696
Las Últimas Noticias, Santiago, 3/4/57, p. 15 y La Nación, Santiago, 4/4/57, p. 3.
697
La Tercera, Santiago, 3/4/57, p. 9.
698
El Mercurio, Santiago, 4/4/57, p. 9 y La Tercera, Santiago, 4/4/57, p. 2.

231
barrios. Como si algunos de los manifestantes hubieran vuelto a sus lugares de
origen, las comunas periféricas, para continuar allí sus manifestaciones. No sabe-
mos hasta qué horas ni con qué intensidad. Tampoco sabemos cuántos.
Terminaba así, el 2 de abril de 1957, una de las jornadas más violentas que
conociera la ciudad de Santiago en su larga historia. Sin embargo, en esas horas
finales, algunos de los protagonistas comenzaban a sacar sus cuentas. De una parte,
los que habían sufrido en carne propia los efectos del enfrentamiento debían curar
sus heridas, enfrentar la prisión o asumir la muerte de un familiar o amigo. De otra,
quien había dirigido las tropas militares y policiales en el ‘campo de batalla’, co-
menzaba a reconstituir por escrito su visión de los hechos.

Heridos, muertos y detenidos en la jornada del 2 de abril


La actividad en la principal posta de urgencia de Santiago, ubicada en calle
San Francisco, a pocos metros de la Alameda, había sido incesante. El director de
la Asistencia Pública, el doctor Mariano Bahamonde, tomó personalmente la di-
rección de los servicios de urgencia y citó a la totalidad del personal médico,
enfermeras y auxiliares para poder hacer frente a la gran cantidad de heridos
que arribaban. Cerca de 30 médicos y más de 60 enfermeras no se dieron respiro
posible699.
Desde iniciados los incidentes, aproximadamente a las 12 del día, hasta las 18
horas, “el personal realizó una labor agotadora”, prestando auxilio a “ciento veinte
personas heridas” que fueron trasladadas a este establecimiento. En efecto, a las 18
horas la Asistencia Pública había agotado prácticamente su capacidad de atención.
Del centenar de heridos, tres de ellos habían llegado en estado agónico y fallecie-
ron minutos después. Un sacerdote franciscano dio cerca de treinta extremaunciones
a heridos graves que solicitaron sus oficios. A la medianoche se informó de otros 45
heridos atendidos. Más del sesenta por ciento tenía lesiones a bala700. Las ambulan-
cias, para poder trasladar a “los numerosos heridos que quedaban después de las
cargas de Carabineros”, debieron transportar en cada carrera tres y cuatro heridos,
algunos de los cuales a pesar de su gravedad “eran colocados junto al chofer”, por
la falta de espacio disponible en el interior701.
El número total de heridos consignado en los distintos periódicos no coincide.
En todo caso, si nos atenemos a lo informado por el diario Las Últimas Noticias –que
incorpora las cifras de la Posta Central–, la lista completa de las víctimas se habría
699
La Tercera, Santiago, 3/4/57, p. 12.
700
Clarín, Santiago, 3/4/57, p. 7; Las Últimas Noticias, Santiago, 3/4/57, p. 14; El Diario Ilustrado, Santiago,
3/4/57, pp. 1 y 2 y La Tercera, Santiago, 3/4/57, p. 12.
701
El Mercurio, Santiago, 3/4/57, pp. 1 y 15.

232
elevado a 281 heridos”702. Otras informaciones hablan de 160, 200 y 250 heridos.
Entre los numerosos heridos figuraban dos sacerdotes703.
Respecto a las personas fallecidas en los enfrentamientos con la policía, pasó
algo parecido que con los heridos. Las informaciones eran fragmentarias y diferían
de un medio a otro. Sin embargo, finalmente, hasta la medianoche del martes se
tenía conocimiento cierto de seis personas muertas.
En la madrugada del miércoles se corrió insistentemente el rumor de que, tras
un breve sumario militar, se habría ordenado “el ajusticiamiento de cuatro indivi-
duos que habrían sido sorprendidos in fraganti saqueando casas comerciales”. Los
fusilamientos se habrían efectuado entre las 3 y las 3.30 horas en el recinto de
FAMAE. Sin embargo no fue posible confirmar oficialmente esta noticia. Consulta-
do al respecto el Jefe de la Plaza, general Horacio Gamboa, manifestó no tener
conocimiento oficial de ello. Interrogado sobre si tendría facultades para tomar ese
tipo de decisiones, expresó que sí, “[…] porque un jefe militar responsable frente a
una situación de emergencia, puede adoptar todas las medidas necesarias”704. Esta
noticia circuló también profusamente en los despachos de los corresponsales ex-
tranjeros, aunque fue sistemáticamente negada por el Gobierno705.
Tampoco fue reconocida oficialmente la presunta muerte, en la madrugada del
miércoles, de dos personas en el “populoso” sector oeste de la ciudad:
Las inmediaciones de la Estación Central fueron centro de diversas y rojas
incidencias que culminaron con la muerte de dos individuos no identificados
que, en la Avenida General Velásquez, procedían a cometer toda suerte de pi-
llajes [...] Un violento tiroteo dispersó un numerosos grupo y dos sujetos
perdieron la vida 706.
A las 22 horas del 2 de abril, en la Primera Comisaría de Carabineros se informó
de la detención de 60 personas por “agredir al personal, provocar al mismo y ser
autores de innumerables robos”. Se informó también de cinco carabineros heridos
en los incidentes, pertenecientes a esa misma comisaría. Según otras informacio-
nes, los carabineros heridos habrían sido siete y los detenidos en la 1ª Comisaría,
treinta707.

702
Las Últimas Noticias, Santiago, 3/4/57, p. 14 y La Nación, Santiago, 3/4/57, p. 2.
703
La Tercera, Santiago, 3/4/57, p. 9; Mundo Libre, Santiago, 3/4/57, p. 8; El Diario Ilustrado, Santiago,
3/4/57, pp. 1 y 2; El Sur, Concepción, 3/4/57, pp. 1 y 8; La Unión, Valparaíso, 3/4/57, p. 1 y Clarín,
Santiago, 3/4/57, p. 16.
704
Las Últimas Noticias, Santiago, 3/4/57, p.20.
705
La Segunda, Santiago, 3/4/57, p. 12; El Diario Ilustrado, Santiago, 4/4/57, p. 2 y La Nación, Santiago,
4/4/57, pp.1 y 7.
706
Clarín, Santiago, 3/4/57, p. 16.
707
El Diario Ilustrado, Santiago, 3/4/57, pp. 1 y 2 y La Tercera, Santiago, 3/4/57, p. 9.

233
La “batalla de Santiago”: los hechos según el general Gamboa
El 14 de abril saldría a la luz pública el informe de diez carillas sobre los
hechos del martes 2, que el general Gamboa había entregado al Presidente
Ibáñez708. De alguna manera, se trata de la versión oficial o al menos de quien
dirigió las operaciones de la que –por el mismo Gamboa– fue bautizada como la
“batalla de Santiago”.
El Informe destaca que ya desde el mes de enero de 1957 habrían existido
antecedentes de que se estaba preparando un movimiento sedicioso. De allí que,
a fines de marzo, cuando comenzaba a desatarse el “clima de violencia”, el jefe
de la Zona de Emergencia hubiese solicitado al Comandante en Jefe del Ejército
–el día 26 de marzo– autorización para “no licenciar el escaso contingente que
aún estaba acuartelado”. Esta medida, en todo caso, no logró evitar la merma de
efectivos en muchas unidades militares que ya tenían a su contingente con permiso,
preparándose para el licenciamiento. Por este motivo, cuando el sábado 30 el
general Gamboa ordenó el “alistamiento de nuevas fuerzas para ser traídas a
Santiago” en caso de necesidad, se percató de que “no podía precisarse” el número
de efectivos de que dispondría. De todas formas, como ya hemos visto, el general
Gamboa ordenó el acuartelamiento en primer grado de las tropas con que contaba
en Santiago.
En un claro ánimo de aminorar la relevancia de los contingentes puestos en
acción, Gamboa sostiene que la fuerza militar de que disponía efectivamente, a las
4 de la tarde del martes 2 de abril, era aproximadamente de 300 soldados (cinco
compañías de 60 hombres), no todos muy calificados para operaciones militares. El
resto estaba diseminado por la ciudad, protegiendo los micros. Una realidad que
contrasta con las declaraciones que había hecho con anterioridad, amenazando con
que tenía 15.000 (el día lunes) y 20.000 (el martes) hombres a su cargo y dispuestos
a restablecer el orden709.
A juicio del general Gamboa, la situación estuvo controlada hasta el mediodía,
luego de finalizada la marcha de los estudiantes de Medicina. Continúa el Informe:
Alrededor de las trece horas del día dos, comenzó a caldearse notoriamente el
clima de efervescencia en la Alameda Bernardo O’Higgins, desde Mac Iver hasta
Amunátegui, debiendo los carabineros en diversas oportunidades disparar sus
armas para disolver grupos que con inusitada violencia pretendían atacarlos.
En las inmediaciones del Ministerio de Defensa Nacional, una Compañía de

708
“Informe del general Horacio Gamboa, jefe de la Zona de Emergencia, al presidente de la
República y al Ministro del Interior”, publicado en extenso en: La Nación, Santiago, 14/4/57, pp.
1 y 2 y El Mercurio, Santiago, 14/4/57, pp. 25 y 29.
709
Desconocemos, sin embargo, el número de efectivos policiales de que disponía el jefe de la Plaza.

234
soldados […] debió actuar en diversos puntos, en cooperación con los carabineros,
para forzar a los violentos manifestantes a dispersarse y a circular sin formar
grupos710.
De ahí en adelante, a juicio del general Gamboa, la situación se iría agravando
paulatinamente hasta que las fuerzas de Carabineros fueron desbordadas por los
manifestantes. El jefe de la Plaza habría recibido dos llamados telefónicos del Pre-
fecto de Carabineros informándole de la crítica situación que se vivía en la Plaza de
Armas. En el segundo de ellos –a las 15.30 horas según el Informe– el general de
Carabineros Luis Santoni, le habría manifestado:
Que con sus fuerzas era totalmente impotente para disolver la manifestación sin
producir incalculables bajas, pues era tal la violencia que los manifestantes ya no
hacían caso sino ante descargas cerradas contra la masa misma.
El general Gamboa dispuso, entonces, una verdadera operación militar para re-
cuperar el control de la Plaza de Armas y empujar a los manifestantes hacia el
norte de la ciudad, en dirección al río Mapocho (por calle 21 de Mayo) y al Parque
Forestal (por calles Monjitas y Merced). Para ello, aparte de las maniobras de los
propios carabineros, ordenó el desplazamiento de sus fuerzas militares hacia el sec-
tor amagado. La acción fue supervisada por el propio Gamboa, quien –según su
Informe– comprobó el éxito de la operación. La Plaza de Armas quedó a cargo de
“una compañía del Buin y de un medio de las fuerzas mecanizadas”.
La impresión personal recogida por el Jefe de la Plaza, en su trayecto, fue que las
manifestaciones de los grupos estudiantiles y populares que en un comienzo
pretendían realizar manifestaciones de protesta y desfilar en uno u otro sentido,
agrupándose en diversos sitios –lo que por reacción obligada y en natural
cumplimiento de sus obligaciones, se lo impedía la tropa de Carabineros– había
cambiado totalmente sus objetivos y se habían transformado decididamente en
violentos atacantes de los carabineros, tratando por todos los medios, balas, piedras,
fierros, palos, etc., de liquidar a esta fuerza de resguardo del orden.
A su vez los Carabineros, sintiéndose agredidos directamente y sin ninguna otra
finalidad que su exterminio, reaccionaron en defensa propia, descargando sus ar-
mas en contra de sus agresores personales. Los Carabineros habían sido arrastrados
a una lucha en que estaba en juego su propia y personal supervivencia.
Según el general Gamboa, esta situación conducía inevitablemente a un
enfrentamiento de grandes proporciones si no se le ponía atajo. Cabían, entonces, solo
dos posibilidades: buscar el “apaciguamiento” de los manifestantes, retirando las fuerzas

710
Esta y las siguientes citaciones textuales: “Informe del general Horacio Gamboa…”, El Mercurio,
Santiago, 14/4/57, pp. 25 y 29.

235
de Carabineros, o bien “restablecer el orden” usando de modo “intensivo, enérgico y
decidido” todas las fuerzas militares disponibles, hasta las últimas consecuencias y sin
retroceso. Gamboa, en acuerdo con el ministro del Interior y con el propio general Santoni
–nos dice su Informe–, optó por “replegar las fuerzas de Carabineros”.
…era una operación extraordinariamente difícil, pues ellos estaban empleados
en diversos sectores y, como se ha dicho, no ya solamente en resguardo del orden
público propiamente tal, sino ahora también, en defensa de la integridad y honor
de su institución… […]. En la Avda. Bernardo O’Higgins, desde Mac Iver hasta
Morandé, fue particularmente delicada la acción de repliegue […], pues en ese
sector la lucha era, si puede decirse, cuerpo a cuerpo. Los Carabineros debían
hacer frente a ataques desde todas las direcciones, incluso desde edificios desde
donde se les disparaba además de arrojárseles toda suerte de objetos contundentes.
Tan estrecho era el combate en que estaban empeñados los Carabineros, que fue
necesario organizar una acción especial de fuerzas mecanizadas bajo cuya protec-
ción pudieron retirarse las unidades de carabineros.
Esto ocurría –de acuerdo al Informe del general Gamboa– “entre las 18 y 19
horas”, antes de la llegada a Santiago de los regimientos de refuerzo. El objetivo
perseguido con el retiro de Carabineros, a juicio de Gamboa, no fue alcanzado:
… el retiro de aquéllos no provocó en las masas la reacción que se esperaba [apaci-
guarlas], sino que por el contrario, se pretendió aprovechar tal medida para aumentar
la revuelta y explotarla como una brecha abierta entre las fuerzas del Gobierno. Las
masas revolucionarias intentaron ataques hacia diversos objetivos y produjeron
numerosos incendios y saqueos en casas comerciales, en especial en las armerías711.
Especial atención dedica el general Gamboa al derribamiento de postes del alum-
brado público, que, a su juicio, se habría realizado “mediante el empleo de cuerdas”,
lo cual demostraría “la preparación premeditada y organización de esta asonada”.
Del mismo modo, el jefe de la Plaza insistía en que la confabulación habría reposa-
do sobre la acción de jóvenes –aunque no solamente, como veremos a continuación–
que se distinguían por su vestimenta:
En pleno tiroteo en la Alameda era fácil observar en la calzada a numerosos ciclis-
tas en mangas de camisa, capitaneados por otros con chombas rojas que se movían
en todas direcciones bajo las balas. Eran mensajeros que llevaban órdenes de los
agitadores o que les avisaban los desplazamientos de las tropas.

711
El propio Informe del general Gamboa sostiene, un poco más adelante: “En la calle Ahumada
fueron asaltadas varias armerías, no lográndose los objetivos perseguidos, gracias a la oportuna
intervención de las fuerzas del Regimiento Buin, […], y también a que las armas y municiones ya
no se encontraban en ellas, en cumplimiento de anteriores medidas de previsión dispuestas por
el Jefe de la Plaza”.

236
Durante el combate […] una mujer vestida de blanco se desplazaba de uno a otro
lado de la Alameda, temerariamente bajo el fuego, llevando en sus brazos un en-
voltorio rojo que parecía una guagua.
En fin, no es raro encontrar en la prensa de aquellos días, referencias a “la
guagua de rojo” del general Gamboa. Junto con detenerse en el hecho de que algunos
quioscos de suplementeros permanecieron “intactos” ya que habrían servido de
buzón para los “mensajes que transportaban los ciclistas”, el Informe relata otros
destrozos provocados por los manifestantes así como sus ataques al Congreso, a los
Tribunales de Justicia, al edificio de El Mercurio, al monumento a Arturo Prat y el
intento de ataque al Palacio de Gobierno. Fue en ese momento que el general
Gamboa dio nuevas instrucciones a sus efectivos, las que posteriormente serían
transcritas –con fecha 3 de abril– en la Orden Nº 9 de la Jefatura de la Zona de
Emergencia:
Todos los comandantes de las fuerzas empleadas, sean de Ejército, Fuerza Aérea o
Carabineros deberán tener presente que la mantención del orden público es su
deber fundamental y que las misiones recibidas deben ser cumplidas cualesquiera
que sean las circunstancias y los sacrificios que ellas impongan. […] no caben
contemplaciones de ninguna naturaleza. Todas las fuerzas deben usar la máxima
potencia de fuego que poseen para restablecer la normalidad y el orden...
A juicio del general Gamboa, éste fue el “instante más dramático de la lucha”,
el que se prolongó “hasta las 21 horas”. Para hacerle frente se habían utilizado
“todas las fuerzas”, salvo una “reserva de poca monta” organizada en las inmedia-
ciones del Ministerio de Defensa. Fuerzas totalmente insuficientes para responder
a las múltiples peticiones de ayuda y protección que llegaban sin cesar a la Jefatura
de la Plaza: “todos querían protección”. Sin embargo, continúa el Informe:
La realidad era otra. No había grandes disponibilidades de fuerzas; pero los efecti-
vos eran accionados precisamente, para evitar lo que habrían querido que ocurriese
los revolucionarios. Una distribución de fuerzas en todas direcciones […] para que
no se fuera fuerte en ninguna parte. Menos, todavía, en el sector en que está ubica-
do el mando político y militar de la nación: el Palacio de Gobierno y el Ministerio
de Defensa Nacional.
A medida que transcurrían los acontecimientos anteriores, el tiempo jugaba en
favor de la legalidad y el orden. Los soldados apostados en los vehículos de locomo-
ción colectiva estaban siendo recuperados y reorganizados, y llegaban también a
Santiago las fuerzas que viajaban desde Los Andes, San Felipe y Quillota.
A las 21 horas ya estaba decidida totalmente la situación en favor del imperio de
la Constitución y de la Ley...

237
A las 21 horas, entonces, fue establecido el toque de queda y se hizo “una distri-
bución de fuerzas que permitió controlar totalmente la capital en toda su extensión
y dominar y aplastar la insurrección”712.
Atrás quedaban 3 horas –de las 18 a las 21– en que a juicio del general Gamboa la
ciudad no estuvo desguarnecida. Sin embargo, su propio relato muestra que, en los
hechos, grandes sectores del centro de Santiago sí lo estuvieron. ¿Por negligencia,
impotencia o estrategia militar? El debate que apenas terminados los hechos se ha-
bía iniciado, sería estimulado por la publicación del Informe que venimos de presentar.

Declaraciones inmediatamente posteriores


Las primeras declaraciones correspondieron a los organismos estudiantiles, tal vez
porque eran los que más directamente aparecían involucrados en la convocatoria a las
manifestaciones que tan dramáticamente habían culminado ese martes 2 de abril.
Esa noche, la Federación de Estudiantes Secundarios de Chile y de Santiago lla-
maron a sus bases a “no participar en manifestaciones callejeras, ni de ninguna otra
índole”, a “permanecer en sus casas hasta que se restablezca el orden público” y
“esperar nuevas declaraciones de la Federación tendientes a solucionar la situación
creada”. La FESECH hacía esta declaración considerando que “elementos ajenos al
estudiantado” se habían mezclado en las manifestaciones, tratando de aprovecharse
de la situación para crear un clima que atentaba contra “la estabilidad institucional
del país”. Por último, los firmantes de la declaración puntualizaban que “los desma-
nes” habían sido cometidos una vez que la Federación había dado orden de disolver la
manifestación. El contenido de esta declaración fue profusamente difundido por la
Dirección de Informaciones del Estado en la noche del martes713.
Por su parte, el vicepresidente de la FECH, el joven conservador Mateo
Mihovilovich, emitió también esa noche una declaración, en nombre del Ejecutivo
de esa Federación:

712
Años más tarde, el general Gamboa relataría que esa noche, alrededor de las 10 y media, el
Presidente Ibáñez lo llamó a La Moneda para que le informase de la situación. Gamboa le asegu-
ró al Presidente que “podía contar, como siempre, con la invariable lealtad de todos los solda-
dos”. El general Ibáñez, “con una sonrisa dibujada en su cara”, le habría dicho: “–Bien… me
alegro de oírlo… quieren hacerme renunciar… no lo conseguirán… Nunca les daría en el gusto…
dejando a Videla… si llegara el momento de abandonar el Poder, se lo entregaré a usted…”.
Según: Horacio Gamboa, En la ruta del 2 de abril, Imprenta Fantasía, Santiago, 1962, p. 166.
713
El Mercurio, Santiago, 3/4/57, p. 1; La Nación, Santiago, 3/4/57, p. 2 y La Tercera, Santiago, 3/4/57, p. 5. A
la 1.45 horas del miércoles 3, la directiva de la FESECH, tras entrevistarse con el general Horacio
Gamboa, partió rumbo a Valparaíso con la misión de lograr que los secundarios del puerto cesaran sus
manifestaciones. El viaje lo realizaron con protección militar, en un jeep del Ejército. Las Últimas
Noticias, Santiago, 3/4/57, p. 5.

238
La Federación de Estudiantes de Chile, manteniendo siempre la total vigencia de
todos los acuerdos adoptados anteriormente y ratificando una vez más su inaltera-
ble posición cívica en defensa de los fundamentos democráticos, se hace un deber en
declarar a la opinión pública del país que, ante los desmanes de que son culpables
algunos elementos que escapan por completo a la dirección del movimiento estu-
diantil, expresa su más enérgico repudio a los atentados vandálicos de estos elementos
y al pillaje de que están haciendo objeto a inmuebles y propiedades particulares714.
No sabemos si esta declaración expresaba el pensamiento general del Comité
Ejecutivo de la FECH o no. En todo caso, no fue la única declaración pública emiti-
da en nombre de la Federación: Gustavo Horwitz, miembro también del Comité
Ejecutivo, hizo entrega –en la madrugada del miércoles– de otro comunicado en el
que informaba del fracasado intento hecho por la directiva de la FECH de entrevis-
tarse con el ministro Videla. El texto declaraba que la FECH mantendría el paro
mientras no se derogara el alza, se liberara a todos los detenidos, se investigara y
castigara a “los culpables de las masacres del lunes y martes recién pasado” y se
derogara el Estado de Sitio715.
Por su parte, la Federación de Estudiantes de la Universidad Técnica, también
protestó “enérgicamente por los asesinatos y violentos apaleos cometidos, sin justi-
ficación alguna, por las fuerzas de Carabineros”716.
En términos de declaraciones públicas, no hay que olvidar, por último, la emiti-
da por el Presidente Ibáñez y sus ministros de Interior y Defensa en las últimas
horas del día martes 2 de abril. En ella, Ibáñez prometía restablecer el orden “por
el medio enérgico de las armas: fusiles, ametralladoras y cañones”. Cosa que ya
había comenzado a hacer desde la tarde misma del martes 2 de abril.

7. Elementos de síntesis y de interpretación


Es posible que el Gobierno y buena parte de la derecha hayan sido víctimas de
su propio discurso o de su convicción real de que el Partido Comunista y la CUT
pretendían desestabilizar el sistema institucional. La represión a la dirigencia sin-
dical y los intentos de vincular la huelga de El Teniente a las protestas por el alza
de la locomoción, de una parte, y la recurrente denuncia de un complot comunista,
de otra, así lo indicarían. Sin embargo, la realidad mostraba otra cosa: una CUT
muy debilitada después del fracasado paro de 1956 y un Partido Comunista afecta-
do por casi diez años de ilegalidad, mal podían transformarse en los conductores de
un proceso revolucionario.
714
El Mercurio, Santiago, 3/4/57, p. 1 y El Mercurio, Valparaíso, 3/4/57, p. 1.
715
La Tercera, Santiago, 3/4/57, pp. 8 y 9.
716
La Tercera, Santiago, 3/4/57, p. 5.

239
Sirva lo anterior como un elemento para comprender el desencuentro que hubo
entre el proceso social de las protestas y el tratamiento que política y militarmente
le dieron las autoridades. Mientras importantes y crecientes grupos sociales expre-
saban su descontento a través de manifestaciones espontáneas y sin un objetivo
político claro, el Gobierno respondía como si se tratase de una conspiración. El
impacto que produjo la muerte de Alicia Ramírez en la opinión pública puede no
haber estado ajeno a este desencuentro.
El curso de los acontecimientos del día lunes 1 de abril, hasta las 20 horas, no
hacía prever el desenlace que tendría el martes 2 de abril. Todo indica que fue una
exagerada represión policial la que precipitó los hechos. Producida la muerte de
Alicia Ramírez, la distancia entre el proceso social de la protesta y la manera ofi-
cial de encararla se fue transformando en un verdadero abismo. Despertó el
inconsciente colectivo.
La ira contenida de los estudiantes, el martes en la mañana mientras desfilaban
en homenaje a su compañera muerta, ante la presencia provocadora de las fuerzas
policiales y la violencia desatada a partir del mediodía en los enfrentamientos de
la Plaza de Armas, fueron pasos sucesivos de una marcha inevitable hacia el quie-
bre de la tradicional convivencia social. Los policías, desbordados e incapaces de
mantener el orden, se sintieron amenazados en su existencia física por los manifes-
tantes. Éstos, enardecidos por la injustificada represión policial y por la sorda
respuesta de las autoridades, se sintieron con el derecho de hacer valer su circuns-
tancial superioridad. Socialmente, a esas alturas, los estudiantes no eran sino un
grupo más dentro de una diversidad mucho mayor. El conflicto entre estudiantes y
policías daba paso a un conflicto entre marginalidad y sistema.
En ese sentido, es interesante observar las características que asumió la protes-
ta en la tarde del martes 2 de abril.
Un primer rasgo fue el de la agresividad en contra de la policía. La multitud,
arriesgando sus vidas, no dudó en hacerles sentir su superioridad numérica y enros-
trarles la ira acumulada en el curso de los enfrentamientos.
Un segundo componente fue el de la violencia contra los bienes públicos. La
cantidad de incendios registrados esa tarde expresa bien el límite que alcanzó la
expresión de la protesta social. Como si a través de la infinidad de fogatas que
poblaron el centro de Santiago, se hubiese querido señalizar tanto la presencia de
los manifestantes como su poder de reducir a cenizas los bienes públicos.
En tercer lugar, el ataque a sedes de importantes poderes públicos y privados.
Hechos cargados de simbolismo si se los quiere ver como expresión del conflicto no
solo con la autoridad sino con el sistema en su conjunto. Punto extremo de esta
violencia simbólica contra lo establecido fue la destrucción de las obras del

240
monumento a Arturo Prat y el ataque a la estatua de Bernardo O’Higgins, los dos
principales héroes militares de la historiografía nacional.
Por último, los asaltos y saqueos de que fueron objeto algunos comercios, princi-
palmente armerías, joyerías y tiendas de ropa. Robo generalizado y masivo, que
viene a mostrar una especie de deseo de hacerse justicia por sus propias manos.
Roto el compromiso social, ¿por qué no apropiarse de aquello a lo cual se cree tener
derecho, pero que el orden establecido de ordinario lo niega? Llama la atención
que las tiendas de alimentos y de abarrotes no fueron –salvo un par de panaderías
en algunos barrios– objeto de robos ni saqueos. Como bien observara uno de los
periódicos de la época, no se robó ‘por hambre’. Aunque sí, tal vez, por reparar un
sentimiento de injusticia.
Estas características de la protesta nos muestran comportamientos de los mani-
festantes probablemente ligados a sus motivaciones y sentimientos. Porque, claro
está, no se trató mayoritariamente ni mucho menos de conductas racionales y pre-
meditadas. Y aunque no es posible descartar la presencia ya sea de provocadores
enviados por la policía o por el Gobierno o de agitadores interesados en agudizar el
conflicto con finalidades políticas, en ningún caso se puede atribuir a estos even-
tuales elementos la responsabilidad principal ni exclusiva de los hechos.
Otro asunto es el problema de si hubo intención o no de parte del Gobierno de
‘dejar hacer’ con el fin de poder aplicar medidas políticas coercitivas. Al respecto,
están las explicaciones del general Gamboa, quien demuestra que efectivamente el
contingente militar disponible era insuficiente para controlar una situación como
la creada el martes 2 de abril en la tarde. Sin embargo, debemos suponer que eso se
sabía al momento de ordenar el retiro de las fuerzas de Carabineros. La explicación
de que con dicho retiro se esperaba un apaciguamiento de los ánimos, no parece
razón suficiente para que la principal autoridad militar de Santiago corriese el
riesgo de perder el control de la ciudad, como de hecho pareció suceder. Salvo que
lo que se buscase fuese tener que recuperarlo utilizando la ‘máxima potencia de
fuego’.
Negligencia culpable de la autoridad de por medio o no, el desborde popular se
produjo, asumiendo las características que hemos señalado, y que luego, una vez
recuperado el control del centro de la ciudad, tendió a trasladarse hacia las zonas
periféricas de Santiago: el sur, el oeste y el norte. Todas zonas populares afectadas
por los problemas sociales y económicos del Chile de 1957 y que podríamos consi-
derar como afectadas por grados relativos de marginalidad.

241
CAPÍTULO 4
MIÉRCOLES 3 DE ABRIL Y DÍAS POSTERIORES

1. Antecedentes
Si bien el martes 2 de abril la protesta alcanzó su grado máximo en masividad,
violencia y descontrol, al día siguiente ella continuó en niveles un poco menores,
pero igualmente importantes. En este sentido, durante el miércoles 3 no solo hubo
‘intentos de pillaje’ –como lo sostendría después el general Gamboa– sino también
movilizaciones sociales y expresiones de descontento popular.
Fracasadas las negociaciones y decretado el Estado de Sitio, el Gobierno se sin-
tió liberado de amarras y comenzó a implementar las medidas anunciadas por el
jefe de la Plaza en la víspera y reafirmadas por el propio Presidente Ibáñez: el
orden sería restablecido con el uso ‘enérgico’ de las armas. Si respecto a la tarde del
día martes se puede decir que hubo negligencia por parte de las autoridades políti-
cas de Gobierno, a partir de la madrugada del miércoles lo que se observa es un
rigor represivo casi implacable.
El día miércoles, entonces, se enfrentan, por una parte, los deseos de ciertos
sectores sociales de mantener la protesta, no solo ya por el problema del alza, sino
también por la represión desatada el día anterior, y, por otra parte, el endureci-
miento del Gobierno. El dramático resultado de esta confrontación lo encontramos
en que el número de víctimas fatales llegó, ese miércoles, a nueve. En efecto, los
heridos continuaron llegando a las postas y muchos de ellos fallecieron a causa de
sus heridas. Por primera vez en esos días, el número de heridos de mediana grave-
dad y graves duplicó al número de heridos leves. Los detenidos, por su parte, se
multiplicaron respecto al día anterior717.
El miércoles 3 fue el día en que también comenzaron las reacciones públicas –a
través de la prensa principalmente– de los distintos sectores de la sociedad chilena
y cuyos contenidos analizaremos en el siguiente quinto capítulo.

717
Sobre el número e identidad de heridos, detenidos y muertos, a lo largo de todas las protestas,
ver Capítulo 6 de esta Segunda Parte.

243
Recordemos que los días jueves 4, viernes 5 y sábado 6 fueron el tiempo necesario
para discutir y llegar a aprobar –por parte de la Cámara– el proyecto de facultades
extraordinarias que el Gobierno había presentado al Parlamento el mismo miércoles
3. Socialmente, como veremos, fueron días de relativa calma por parte de los manifes-
tantes, aunque el Gobierno mantuvo un ostentoso dispositivo militar en la ciudad.
La derogación del alza en las tarifas de la locomoción, anunciada en la noche del
sábado 6 por el ministro de Economía vino a poner fin a la causa del conflicto. La
ciudad de Santiago, por su parte, había recobrado ya su normalidad. Faltaba, sin
embargo, que el poder militar hiciera sus últimas víctimas: el día domingo 7 son
muertas las dos últimas personas en relación directa con los sucesos de abril. Vícti-
mas tardías de un ‘clima de guerra’ que sectores del Gobierno estuvieron interesados
en mantener.

2. La noche del martes al miércoles


Al final del capítulo anterior veíamos que las primeras reacciones frente a los
hechos del martes 2 de abril provinieron de las organizaciones estudiantiles. Úni-
cas organizaciones sociales, por lo demás, que participaron en tanto que tales en las
manifestaciones de ese día. Valga esto como motivación para preguntarse por cómo
había evolucionado la situación del movimiento sindical.
Recordemos que al día lunes 1 había dos conflictos en curso, el de los mineros
del cobre y el de los ferroviarios de San Bernardo. Y adelantemos que en la noche
del martes al miércoles sucedieron dos hechos que involucrarían a grupos de
trabajadores.

Actividad sindical y nueva detención de dirigentes


En la mañana del martes 2 de abril, los miembros del Consejo Directivo Nacional
de la CUT que aun se encontraban en libertad, se habían reunido “secretamente” y
habían redactado un voto de protesta por la represión de los días anteriores,
responsabilizando al Gobierno de la muerte de Alicia Ramírez. Habían solicitado,
además, el retiro de las tropas de Carabineros y llamado “a la población de Santiago”
a participar de los funerales de la estudiante muerta. Se sabía también que a las
siete de la tarde de ese martes se reunirían los presidentes de las principales
federaciones sindicales –el Consejo de Federaciones de la CUT– a quienes el Consejo
Nacional sometería el acuerdo de realizar un paro nacional a partir del miércoles a
las 0 horas718. En efecto, al respecto al día siguiente se informaría:

718
De acuerdo a: Última Hora, Santiago, 2/4/57, p. 16 y Las Últimas Noticias, Santiago, 3/4/57, p. 20.

244
El Consejo de Federaciones de la CUT ratificó en la tarde de ayer la decisión acor-
dada por el Consejo Nacional en el sentido de paralizar, por 48 horas, todas las
actividades a través del país, a contar de las 0 horas de hoy [miércoles].
El Consejo de Federaciones establece que el paro es de protesta por el asesinato de
estudiantes, contra las alzas y por el restablecimiento de la libertades públicas719.
Por su parte, los obreros ferroviarios de la maestranza de San Bernardo habían
acordado seguir durante el martes 2 el paro iniciado el día anterior. Permanecieron
en sus puestos solamente los ingenieros, los jefes administrativos y los jefes de
talleres. Los obreros insistieron que su movimiento era tanto por sus problemas
salariales, como en apoyo a la protesta por el alza de las tarifas de la locomoción
colectiva. Alrededor de las 10.30 horas se habrían producido incidentes en el centro
de San Bernardo720. Por la tarde del martes, a pesar de las circunstancias que se
vivían en el centro de la ciudad, se realizó una gran reunión, con la asistencia de
unos cuatro mil ferroviarios de todo Santiago. La Federación Industrial Ferroviaria
“representaba a 27 mil trabajadores en actividad y 11 mil jubilados”721.
En el curso del día y de la noche del martes 2 de abril, una serie de otros organis-
mos gremiales habían tomado también acuerdos de paralización de actividades, de
solidaridad con las víctimas de la lucha contra las alzas y de asistir a los funerales
de Alicia Ramírez. Tales fueron los casos de los Profesores de la Universidad de
Chile, de la Federación de Estudiantes Normalistas, de la Federación de Educadores
y de la Unión de Profesores. En el campo estrictamente laboral, se pronunciaron al
menos ocho federaciones, confederaciones y asociaciones de carácter nacional y
sectorial722. También lo hicieron la Junta Nacional de los Obreros Municipales y la
directiva del Sindicato del Hospital El Salvador. El Colegio Médico y la Federación
Médica de Chile emitieron, por su parte, un “voto de protesta por los lamentables
hechos” del día martes. Por último, los sindicatos industriales de Mademsa y Madeco
acordaron, por unanimidad, hacer un paro de 24 horas y realizar, en la mañana del
miércoles, una concentración frente a la Municipalidad de San Miguel723.
Por su parte, el miércoles 3 la huelga de los mineros del cobre de El Teniente
entraba en su tercer día. A la fecha, el mineral ya había dejado de producir más de
mil toneladas de cobre fino y la mayor parte de la población de Sewell y Caletones

719
Mundo Libre, Santiago, 3/4/57, p. 2.
720
Según: La Segunda, Santiago, 2/4/57, p.16 y La Nación, Santiago, 3/4/57, pp. 1 y 5.
721
De acuerdo a: Última Hora, Santiago, 2/4/57, p. 4; Clarín, Santiago, 3/4/57, p. 6 y El Mercurio, Valparaíso,
3/4/57, p.3.
722
La Federación de Trabajadores de la Prensa; la Federación de Obreros de Imprenta de Chile; la
Federación Textil; la Federación de Panificadores; la Acción Sindical Chilena; la ANEF; la CEPCH y
la ANES.
723
Mundo Libre, Santiago, 3/4/57, p. 2; Clarín, Santiago, 3/4/57, p. 6 y La Tercera, Santiago, 3/4/57, p. 5.

245
había abandonado estos campamentos. Si bien la mayoría de la prensa informó que
no se habían producido incidentes y que reinaba la calma en la zona, en el Ministe-
rio del Interior se había tenido información, desde Rancagua, que daba cuenta de
algunos choques entre tropas y mineros724.
A pesar de los conflictos de San Bernardo y El Teniente y del gran despliegue de
declaraciones y acuerdos, el movimiento sindical no era el principal protagonista
de las movilizaciones que estaban ocurriendo. Descabezada la CUT, poco podían
hacer el resto de las organizaciones. Sin embargo, la policía insistía en perseguir a
sus dirigentes. Eso fue lo que ocurrió, una vez más, en la madrugada del miércoles
3 de abril. En efecto, en horas de la madrugada, efectivos de la policía política de
Investigaciones detectaron e interrumpieron una reunión de dirigentes sindicales
que se realizaba en la casa del abogado laboralista Eduardo Long Alessandri, ubica-
da en la Avenida República N° 290, en Santiago725.
Detuvieron allí a 23 personas las que posteriormente fueron pasadas a la Corte
de Apelaciones, con una denuncia de la Intendencia acusándolas de ser las respon-
sables de un “complot revolucionario”726. Al medio día del miércoles, los detenidos
fueron llevados a la Corte de Apelaciones, donde, tras tomarles declaración duran-
te toda la tarde, se ordenó su traslado, cerca de la 21 horas, a la Cárcel Pública, “en
calidad de incomunicados”727.

Asalto a la Imprenta Horizonte: los hechos


Tal como ya hemos referido en la Primera Parte, la misma madrugada del miér-
coles 3, alrededor de las 2.15 horas, fue asaltada y destruida la Imprenta Horizonte.
Situada en la calle Lira Nº 363, en ella se editaban los diarios izquierdistas El Siglo
y Última Hora y los semanarios Golpe, Vistazo y Entretelones.
En efecto, esa madrugada en la Imprenta Horizonte se encontraban trabajando
unos veinte operarios y algunos periodistas cuando, de improviso, entró violenta-
mente un numeroso grupo de policías de civil. Estos, sin identificarse, procedieron
a detener a todas las personas que se encontraban en el primer piso. Las sacaron a
la calle detenidas y luego comenzaron a destruir sistemáticamente las instalaciones

724
La Nación, Santiago, 3/4/57, p. 3; Las Últimas Noticias, Santiago, 2/4/57, p. 16 y 3/4/57, p. 20; La
Nación, Santiago, 4/4/57, p. 6 y La Tercera, Santiago, 4/4/57, pp. 2 y 7.
725
El Mercurio, Santiago, 4/4/57, p. 7; La Tercera, Santiago, 4/4/57, p. 6 y El Diario Ilustrado, Santiago,
4/4/57, pp. 1 y 2.
726
El Mercurio, Santiago, 4/4/57, p. 7. Ver también: El Mercurio, Valparaíso, 4/4/57, p. 3 y Las Últimas Noticias,
Santiago, 4/4/57, p. 3.
727
El Mercurio, Santiago, 4/4/57, p. 7; El Mercurio, Valparaíso, 4/4/57, p. 3; El Diario Ilustrado, Santiago,
4/4/57, p. 2; La Nación, Santiago, 4/4/57, p. 2 y La Nación, Santiago, 4/4/57, pp. 1 y 2.

246
de la imprenta728. Luego los policías se dirigieron al segundo piso, donde funcionaba
el taller de compaginación y la sala de linotipias, reduciendo “a fierros machacados
y retorcidos todas las máquinas”. Según el diario Última Hora, los talleres fueron
“prácticamente demolidos”729.
Los detenidos, entretanto, fueron conducidos a un camión militar estacionado
en calle Lira, vehículo en el cual, luego, fueron trasladados hasta los cuarteles de
Investigaciones730.
Según el relato de algunos vecinos de la imprenta, a las dos de la mañana ha-
brían llegado tropas del Ejército y Carabineros al sector, ubicándose en las
respectivas esquinas del lugar:
Rodearon la manzana. Luego llegaron varios autos, de donde descendieron civiles
que entraron al local. Después no vimos nada. No nos asomamos a las ventanas
porque una señora de la casa de allí –contó un vecino– prendió la luz y le avisaron
con un tiro a la ventana que debía permanecer a oscuras731.
En una querella judicial presentada en los días siguientes por la Sociedad Em-
presa Periodística “Las Noticias de Última Hora” –diario que se editaba en
‘Horizonte’– se involucraba directamente a personal uniformado en los hechos732.
En la parte expositiva de la querella se denunciaba:
Fueron detenidos 22 obreros gráficos, cuyos nombres indicaremos en el segundo
otrosí. Todos ellos fueron sacados de inmediato del local y trasladados a Investiga-
ciones en la misma ropa de trabajo en que se encontraban. Conjuntamente con lo
anterior, parte del personal uniformado y de civil, que fundadamente suponemos
es personal de Investigaciones, se dedicaba a destruir todas nuestras máquinas,
instalaciones, muebles, vidrios, teléfonos, relojes, etc.733.
Con posterioridad a estos hechos, la policía se hizo presente también en las ofici-
nas de redacción del diario El Siglo, situadas en el centro de Santiago. Allí destruyeron
“las máquinas de escribir, los escritorios, las sillas y los estantes, la instalación eléc-
trica y arrasaron sistemáticamente con todo lo que encontraron”. Se llevaron también
detenidas siete personas. En este caso, la policía de Investigaciones contó nuevamen-
te con la asistencia de un piquete militar para llevar a cabo las detenciones734.

728
Mundo Libre, Santiago, 4/4/57, p. 8.
729
Última Hora, Santiago, 5/4/57, pp. 4 y 5.
730
Un completo detalle de los daños provocados en la maquinaria e implementos de la imprenta Hori-
zonte, lo proporcionó en la Cámara, el diputado José Oyarzún, del Partido Democrático. Ver: DIP.,
Sesión 5ª, 10/4/57, B.S.C.D., 3ª L.E., pp. 138 y 139
731
Mundo Libre, Santiago, 4/4/57, p. 8.
732
Última Hora, Santiago, 6/4/57, p. 6.
733
Id.
734
Revista Vistazo, Nº 242, 7/5/57, p. 7. Ver también: El Siglo, Santiago, 30/4/57, p. 4.

247
Interpretaciones y reacciones ante el asalto
Cerca del mediodía del mismo miércoles 3 de abril, Arturo Matte Alessandri,
propietario del diario vespertino Última Hora, y un representante de la Imprenta
Horizonte concurrieron al Ministerio del Interior a protestar por estos hechos. Soli-
citaron que el Gobierno diese “garantías para la prensa de oposición”. El ministro
Videla se habría negado a recibirlos, pero prometió que se ordenaría una investiga-
ción735. Posteriormente, Matte declaró a los periodistas:
Y no puede existir ninguna duda de que [el gobierno] ha amparado, por lo menos,
la destrucción de Horizonte, puesto que los mismos individuos que participaron
en ese acto de vandalismo, fueron quienes se llevaron detenidos a los 22 operarios
y a los periodistas que, en esos momentos, se encontraban trabajando en el
taller736.
Las informaciones oficiales y la prensa afín al Gobierno, sin embargo, atribuye-
ron el asalto a “una turba” y trataron de deslindar responsabilidades entre quienes
habrían destruido la imprenta y quienes habían efectuado las detenciones. El resto
de la prensa, a partir del día jueves, asumió distintas posturas. Así, por ejemplo, El
Mercurio atribuyó el asalto a “un grupo de individuos”, los que habrían destruido
“ocho linotipias y la prensa rotativa”; y las detenciones, a “la fuerza pública”. Simi-
lar lenguaje utilizó el vespertino La Segunda. El diario La Tercera, en cambio, atribuyó
ambos hechos a “funcionarios de la Novena Administrativa”, igual que el diario El
Sur, quien informó que “funcionarios de la Policía Política de Investigaciones” ha-
bían procedido a “destrozar la máquina rotativa y varias linotipias” y a detener a
una treintena de personas. Mundo Libre, finalmente, denunció la detención de las
veintitrés personas que trabajaban en la imprenta, indicando que cinco de ellas se
encontraban desaparecidas, al día jueves737.
En la tarde del mismo miércoles el Sindicato de Obreros de Zig-Zag acordó un paro
de 24 horas en solidaridad con los trabajadores de la Imprenta Horizonte. El movimiento
comprometía a 200 empleados y 600 obreros738. El día jueves, el diario Mundo Libre
publicaría una página entera con fotografías de la destruida imprenta, comentando que
el hecho constituía “una de las páginas más negras de nuestra trayectoria democrática
y resulta solo comparable con los días obscuros de la Alemania Nazi”739.

735
La Segunda, Santiago, 3/4/57, p. 12; La Nación, Santiago, 4/4/57, pp. 1 y 2 y El Sur, Concepción,
4/4/57, p. 1.
736
Mundo Libre, Santiago, 4/4/57, p. 16.
737
Ver, respectivamente: El Mercurio, Santiago, 4/4/57, p. 7; La Segunda, Santiago, 3/4/57, p. 12; La Tercera,
Santiago, 4/4/57, p. 6; El Sur, Concepción, 4/4/57, pp. 1 y 5 y Mundo Libre, Santiago, 4/4/57, p. 8.
738
Mundo Libre, Santiago, 4/4/57, p. 16.
739
Mundo Libre, Santiago, 5/4/57, p. 8. Ver también: Mundo Libre, Santiago, 5/4/57, p. 8.

248
Por su parte, el ministro del Interior envió una nota al presidente de la Cámara
de Diputados, con fecha 4 de abril, en la que le manifestaba que el asalto habría
sido “uno de los tantos sucesos lamentables” ocurridos en la capital740. Algunas horas
después, el ministro Videla declararía que cualquiera que hubiese sido el autor del
asalto, éste constituía “una torpeza incalificable, digna de castigo”741. Juicio, sin em-
bargo, que no se compadecía con el hecho de que el mismo Videla hubiese estampado
su firma –o alguien en su lugar, con o sin su autorización– sobre un documento oficial
que pretendía legitimar las detenciones, después que éstas ya se habían realizado. En
efecto, los funcionarios de Investigaciones procedieron a detener a las personas que
se encontraban en Horizonte y en El Siglo, sin orden competente, y sin conocer de
antemano su identidad. Según El Siglo, con posterioridad a los hechos apareció una
orden ministerial ordenando la detención y relegación del grupo de detenidos742.
Tal vez por este motivo, el ministro Videla –más de una semana después de los
hechos y cuando ya todo el mundo acusaba del asalto a los funcionarios de Investi-
gaciones– insistió en sostener, esta vez ante la Cámara de Diputados, que “la
detención del personal de la Empresa Horizonte, nada tiene que ver con el asal-
to”743. Declaraciones posteriores del subsecretario del Interior, el controvertido
Carlos Ferrer, insistirían en la separación de ambos hechos, aunque terminaría por
reconocer que “se trató de una medida administrativa del Gobierno”744. ¿Cómo sa-
bía el Gobierno exactamente quiénes estaban trabajando en la imprenta a la hora
del allanamiento, como para incluir sus nombres en la orden? Al parecer, Ferrer no
reparó en el hecho.

3. La mañana del miércoles 3 de abril


Mientras ocurrían los dos hechos que acabamos de relatar –detención de diri-
gentes sindicales y asalto a la imprenta Horizonte– las dos principales autoridades
del momento –una política y otra militar– recorrían la ciudad vigilando que todo
estuviese en calma. En efecto, el ministro del Interior hizo un recorrido en automóvil
a las 3 de la madrugada “por el sector central de Santiago y algunos barrios”. Lo
hizo, “acompañado de los comandantes en jefe de las ramas de la Defensa
Nacional”745. Horas antes, el propio general Horacio Gamboa había efectuado

740
Texto de la nota en: DIP., Sesión 2ª, 4/4/57, B.S.C.D., 2ª L.E., p. 9.
741
Última Hora, Santiago, 5/4/57, pp. 4 y 5.
742
El Siglo, Santiago, 7/5/57, p. 3.
743
DIP., Sesión 5ª, 10/4/57, B.S.C.D., 3ª L.E., p. 96. Declaraciones que con anterioridad ya había hecho en
el Senado, ver: SEN., Sesión 3ª, 5/4/57, D.S.S., 3ª L.E., pp. 82 y 83.
744
El Siglo, Santiago, 7/5/57, p. 8.
745
El Mercurio, Santiago, 4/4/57, pp. 1 y 9 y La Unión, Valparaíso, 4/4/57, p. 1.

249
también una “ronda inspectiva por la ciudad”, que finalizó alrededor de las 2 de la
madrugada746.
El miércoles en la noche, el general Gamboa reconocería que durante el día
había sido necesario “reprimir violenta y enérgicamente, con el empleo de las ar-
mas, varios intentos de pillaje”747. La realidad, sin embargo, había sido más compleja:
es cierto que el Gobierno había reprimido con violencia y energía, pero no siempre,
ni mucho menos, acciones de pillaje. Como veremos a continuación, la represión
afectó a muchos y diversos sectores de la población.

La llegada del nuevo día


De acuerdo a informaciones del diario La Nación, alrededor de las 5 de la maña-
na del miércoles 3 comenzaron a llegar a Santiago las fuerzas de la Marinería de
Desembarco; a las 6, los efectivos de la Escuela de Artillería de Linares; y a las 7, los
de la Escuela de Caballería y del Regimiento de Infantería Nº 2 ‘Aconcagua’, de
Quillota, y del Regimiento ‘Guardia Vieja’, de Los Andes748.
Entre las 8 y las 8.45 horas, el Presidente Ibáñez, acompañado del ministro se-
cretario general de Gobierno, Mario Ciudad, realizó un recorrido en auto por Santiago
“para imponerse de los destrozos del día martes”. De vuelta en el centro, se detuvo
frente a los Almacenes París, donde observó la destrucción de sus vitrinas. El Presi-
dente no hizo comentarios de su recorrido749.
El miércoles 3 de abril, todo el comercio mantuvo sus puertas cerradas en tanto
que algunos bancos atendieron al escaso público que se dirigió a efectuar sus ope-
raciones habituales. La Bolsa de Comercio, en cambio, suspendió sus actividades,
“como medida tendiente a evitar fluctuaciones de valores”. Los cines tampoco abrie-
ron sus puertas y bares, fuentes de soda y restaurantes permanecieron cerrados. No
hubo servicios de locomoción colectiva. Efectivos del Ejército y de la FACH estable-
cieron un “circuito de seguridad” entre las calles San Antonio y Amunátegui, por la
Alameda; entre la Estación Mapocho y el Parque Forestal, y dentro del radio que
circunda la Plaza de Armas750.
La Línea Aérea Nacional, LAN, fue la única empresa de aeronavegación que
mantuvo sus servicios nacionales e internacionales, según se informó en el

746
La Nación, Santiago, 4/4/57, p. 2.
747
El Mercurio, Santiago, 4/4/57, p. 1.
748
La Nación, Santiago, 4/4/57, pp. 1 y 2.
749
La Segunda, Santiago, 3/4/57, p. 5; El Mercurio, Santiago, 4/4/57, p. 1; La Nación, Santiago, 4/4/57, p. 1; El
Diario Ilustrado, Santiago, 4/4/57, p. 4 y La Unión, Valparaíso, 4/4/57, p. 1.
750
La Segunda, Santiago, 3/4/57, p. 13; El Mercurio, Santiago, 4/4/57, pp. 7 y 9; Las Últimas Noticias, Santiago,
4/4/57, pp. 3 y 12 y La Nación, Santiago, 4/4/57, pp. 1, 2 y 7

250
Aeropuerto de Los Cerrillos. Panagra, ALA y Cinta habían suspendido sus vuelos
en atención a los acontecimientos que estaban sucediendo en Santiago751. Ese
miércoles, varios corresponsales extranjeros llegaron a Santiago para informar
directamente a sus respectivas agencias752.
Durante todo el día, dos helicópteros de la FACH efectuaron una labor de reco-
nocimiento sobre Santiago. Estos aparatos sobrevolaban:
… los lugares donde se reunían manifestantes o cuando éstos avanzaban hacia
determinados lugares, especialmente al sector céntrico. De inmediato se comuni-
caba por radio a las autoridades, las que despachaban tropas al lugar donde se
encontraban los grupos para detenerlos753.
Aviones de la Fuerza Aérea realizaron también vuelos especiales para vigilar la
red ferroviaria de todo el país, como asimismo las plantas hidroeléctricas y de agua
potable y diversas instalaciones de servicio público. En estos vuelos se comprobó
que reinaba la normalidad en todos esos puntos754. Vehículos del Ejército y del Cuerpo
de Carabineros, recorrieron durante buena parte de la mañana las calles de Santiago,
haciendo presente a los transeúntes que, entre otras prohibiciones, debían evitar
formar grupos en las calles:
… se advirtió a la población que había órdenes de disparar contra todos aquellos
que adoptaran actitudes sediciosas, promoviendo asaltos, desmanes y otros desór-
denes públicos, y que en consecuencia, debían abstenerse de participar en cualquier
mitin o desfile755.
Horas más tarde, a lo largo de un sector de la Alameda, fueron instalados poten-
tes reflectores de la Fuerza Aérea con el fin de iluminar –cuando llegara la noche–
la zona en que habían sido destrozados los faroles y para “enfocar a los posibles
manifestantes que pudieran llegar hasta ese lugar”. Los poderosos focos ilumina-
ron, entonces, durante la noche del miércoles, todo el tramo de la Alameda
comprendido entre el local de la FECH y el ministerio de Defensa756.
A las 13 horas, el general Horacio Gamboa recibió a la prensa, confirmando la
llegada de refuerzos militares, los que –anunció– ya “se encontraban en servicio, en
resguardo de la ciudad”. El jefe de la Plaza expresó –esta vez– que tenía “18.000

751
La Nación, Santiago, 4/4/57, p. 3.
752
El Mercurio, Santiago, 4/4/57, p. 7.
753
El Mercurio, Santiago, 4/4/57, p. 7. Al respecto ver también: El Mercurio, Santiago, 4/4/57, p. 1; El
Mercurio, Valparaíso, 4/4/57, p. 3; El Diario Ilustrado, Santiago, 4/4/57, pp. 1 y 2 y La Nación, Santiago,
4/4/57, pp. 1 y 2.
754
El Mercurio, Santiago, 4/4/57, p. 7.
755
La Nación, Santiago, 4/4/57, pp. 1 y 2.
756
El Mercurio, Santiago, 4/4/57, pp. 7 y 9 y El Diario Ilustrado, Santiago, 4/4/57, pp. 1 y 2.

251
hombres” bajo su mando757. Entre las medidas concretas, el general Horacio Gamboa
había dictado una orden por la cual se prohibía la circulación de ciclistas por los
diversos sectores céntricos de la capital. Esta medida se fundamentaba –a su juicio–
“en el hecho de que muchos ciclistas servían de enlace entre grupos de agitadores”758.
En horas de la noche –a las 21.15 del miércoles– el general Gamboa emitió un
nuevo comunicado, destinado a difundir en la ciudadanía el significado de las dis-
posiciones legales que contemplaba el Estado de Sitio y que estaban en rigor desde
las 0 horas. El comunicado concluía:
El jefe de la Plaza cumple con advertir a la población de Santiago que todas las
medidas que se han adoptado, tendientes a normalizar la situación de la ciudad,
se están aplicando con el máximo rigor. En consecuencia, la Fuerza Pública, segui-
rá cumpliendo con su deber, por doloroso que ello sea759.
Las palabras del general Gamboa tenían mucho sentido, ya que efectivamente
estaba terminando una jornada dolorosa, que concluía con tres víctimas fatales
más que el día anterior: el martes 2 de abril habían fallecido seis personas y el
miércoles 3 murieron nueve. Una prueba más del rigor con que la autoridad militar
se había propuesto restablecer el orden. Así lo reconoció la prensa de derecha, al
día siguiente, casi con beneplácito. Fue el caso, por ejemplo, de El Diario Ilustrado:
Desde ayer la fuerza pública ha restablecido casi completamente el orden cons-
titucional, valiéndose ahora de sus armas para contrarrestar definitivamente
la acción de los extremistas. […] Las medidas del Estado de Sitio son aplicadas
sin contemplaciones y con el máximo de severidad y sus consecuencias las han
sufrido los extremistas que durante el día de ayer persistieron en sus funestos
propósitos de producir disturbios y repetir desmanes que cometieron durante
cinco días760.
Como puede observarse, la llegada del nuevo día, trajo consigo una serie de
medidas destinadas a asegurar la ‘mantención del orden’, en una ciudad afectada
en su funcionamiento habitual. Llegada la noche, a pesar de un duro balance en
víctimas, las autoridades evaluaron que sus objetivos habían sido alcanzados. La
derecha también. Veamos, entonces, a continuación, el curso seguido por los
acontecimientos durante el miércoles 3 de abril, para ver la justeza de estas
evaluaciones.

757
El Mercurio, Santiago, 4/4/57, p. 7; La Nación, Santiago, 4/4/57, p. 2; Mundo Libre, Santiago, 4/4/57,
p.2 y La Unión, Valparaíso, 4/4/57, p. 1. Ver: Decreto reservado Nº 146, Ministerio de Defensa
Nacional, Subsecretaría de Guerra, 16/4/57, A.N.S.XX., F.M.JUS., S.F.M., Providencias, Vol. 3, 1957.
758
La Nación, Santiago, 4/4/57, p. 3 y El Sur, Concepción, 4/4/57, p. 5.
759
El Diario Ilustrado, Santiago, 4/4/57, pp. 1 y 2.
760
Id.

252
Los primeros incidentes
A juicio del diario radical Mundo Libre, el día habría transcurrido en relativa
calma hasta el momento en que los militares comenzaron a implementar su “circui-
to de seguridad” en el centro de Santiago:
Todas las calles del centro estaban atestadas de una multitud que ocupaba vere-
das y calzadas. No hubo un solo desorden, hasta que se ordenó abandonar el sector.
Desde ese momento ocurrieron incidentes y se produjeron tiroteos por parte de las
Fuerzas Armadas. No vimos a un solo civil contestando las balas de soldados y
carabineros. Tiraban piedras y denuestos. Nada más761.
Miradas las cosas desde un ángulo casi opuesto, El Mercurio de Valparaíso infor-
maba que, “no obstante la firmeza” con que las Fuerzas Armadas y Carabineros
habían actuado “frente a los agitadores”, igual se habían registrado “nuevos inci-
dentes aislados” en diversos sectores de la capital762.
En todo caso, el general Gamboa reconoció que los principales incidentes de la
mañana del miércoles, “ocurrieron en los sectores del Parque Forestal, Cerro Santa
Lucía, Plaza Almagro, Estación Mapocho y otros sitios cercanos a la Avenida Matta”.
Aunque él mismo informó que ya en las primeras horas de la mañana se habían
producido incidentes en algunas fábricas del sector del paradero 6 y medio de Santa
Rosa763. Cuestión, esta última, que fue reiterada –con un particular lenguaje– por la
prensa del mediodía:
La primera demostración de que las hordas no estaban sometidas, se tuvo en las
primeras horas de la mañana al comprobarse que en diversos barrios de la ciudad,
grupos heterogéneos estaban impidiendo a los obreros ingresar a sus trabajos. Esta
labor fue matizada, con la destrucción de puertas y ventanas de los establecimien-
tos que pretendían trabajar en forma normal764.
Sin embargo, el primer incidente de proporciones ocurrido en la mañana del
miércoles se inició alrededor de las 10 horas en Alameda con Santa Rosa. Allí “un
grupo de individuos” habría avanzado hasta las puertas del Banco Panamericano,
donde provocaron a los carabineros que resguardaban dicho establecimiento, lan-
zándoles pedradas. Pocos minutos después, en Alameda con San Francisco, Santa
Rosa, Mac Iver y San Antonio, “se reunieron nuevos grupos que fueron disueltos
por las fuerzas militares”765. Otra versión de prensa, agrega:

761
Mundo Libre, Santiago, 4/4/57, p. 8.
762
El Mercurio, Valparaíso, 4/4/57, p. 1.
763
El Diario Ilustrado, Santiago, 4/4/57, pp. 1 y 2 y La Segunda, Santiago, 3/4/57, p. 13.
764
El Debate, Santiago, 4/4/57, p. 5.
765
El Mercurio, Santiago, 4/4/57, pp. 7 y 9 y Las Últimas Noticias, Santiago, 4/4/57, pp. 3 y 12.

253
No contentos con lanzar improperios, los mencionados obreros dispararon piedras
a los carabineros los que rápidamente fueron auxiliados por algunos soldados que
llegaron en un jeep del Ejército. Los soldados alcanzaron a detener a dos hombres
y llevarlos a un cuartel. Los demás se escondieron y huyeron. En esta ocasión se
hicieron algunos disparos al aire766.
En ese sector, los incidentes habrían durado, intermitentemente, hasta casi el
mediodía. Distintas informaciones de prensa coinciden en señalar que las fuerzas
de Carabineros y militares hicieron uso reiterado de sus armas y que allí se produ-
jeron “las primeras bajas humanas” del día. Cuatro personas habrían fallecido
“víctimas del baleo sostenido por Carabineros en Alameda con Mac Iver, cuando
dispersaron a balazos a manifestantes”767.
Simultáneamente, a eso de las 11 horas, un centenar de “asaltantes” apedrea-
ron un automóvil en Alameda con Bascuñán. Carabineros disparó quedando dos
heridos graves. A esa misma hora, se produjeron también incidentes en la calle San
Pablo, desde Bandera hasta Maturana:
Pobladas atacaron vehículos y apedrearon a carabineros. Resultaron tres heridos
por las balas de la policía. Cinco uniformados resultaron heridos por las piedras768.
El segundo incidente de gravedad, en la mañana del 3 de abril, se inició a las
12.30 horas en San Diego frente a la Plaza Almagro:
… donde varios individuos apedrearon vehículos mientras otros procedieron a
incendiar las diversas garitas de microbuses y quioscos de fruterías y de la Direc-
ción de Pavimentación Urbana, ubicados en ese sector. La oportuna intervención
de los bomberos impidió que aquellos siniestros tuvieran mayores consecuencias.
Al ser repelidos estos atentados por las fuerzas policiales, resultaron varios heri-
dos, falleciendo en ese mismo lugar, Carlos Alfonso Reyes Morales, obrero de 25
años769.
Una garita de microbuses fue incendiada también en San Diego con Inés de
Aguilera. Los hechos habrían continuado en Tarapacá con San Diego, donde “una
treintena de individuos” derribó una protección de madera de un edificio “para
alimentar una gigantesca hoguera destinada a impedir el tránsito por el sector”.
Tras la llegada de un radiopatrulla de Carabineros, los incidentes terminaron en el
cine ‘Roma’, “donde se ocultaron varios de los autores de los desmanes”770.

766
La Segunda, Santiago, 3/4/57, p. 12.
767
Mundo Libre, Santiago, 4/4/57, p. 16; La Nación, Santiago, 4/4/57, p. 3 y El Diario Ilustrado, Santiago,
4/4/57, pp. 1 y 2.
768
La Nación, Santiago, 4/4/57, pp. 1 y 2.
769
El Mercurio, Santiago, 4/4/57, pp. 7 y 9.
770
El Diario Ilustrado, Santiago, 4/4/57, pp. 1 y 2.

254
Efectivamente, en estos hechos de la calle San Diego y Plaza Almagro quedaron
varios heridos de gravedad a causa de los tiros disparados por las tropas, produ-
ciéndose al menos una víctima fatal771.
Pasado el mediodía, el Presidente Ibáñez había llamado a su despacho al gene-
ral Horacio Gamboa para que le informara sobre la situación en la capital. El informe
entregado por el jefe de la Plaza habría consistido, esencialmente, en tres puntos:
la zona céntrica de Santiago ya estaba en calma y bajo control, se había iniciado el
patrullaje en los barrios y se había dado orden de cerrar la FECH “para evitar que
los elementos sediciosos y maleantes se confundan con los estudiantes”772.
En efecto, en esos mismos momentos, alrededor de las 13 horas del miércoles 3
de abril, por orden de las autoridades fueron cerradas las puertas de la sede de la
Federación de Estudiantes de Chile, las que no se abrirían –se dijo– “hasta nueva
determinación”. En el allanamiento, realizado con un gran despliegue militar, se
encontraron cerca de 200 pancartas contra las alzas y el Gobierno y la edición
completa del periódico estudiantil Claridad, especies que junto al estandarte de la
Federación, fueron llevadas al Ministerio de Defensa Nacional773. En el momento
del allanamiento solo se encontraba en el local el mayordomo, Mamerto Silva Plaza,
de 41 años, quien atendía las numerosas consultas que estudiantes y trabajadores
aun hacían sobre la sepultación de Alicia Ramírez774. Silva fue detenido, conducido
al ministerio de Defensa, interrogado y luego, alrededor de las 15 horas, puesto en
libertad775. El general Gamboa, por su parte, había reconocido que “se hizo uso de
las armas frente al local de la Federación de Estudiantes”776.

Grave enfrentamiento en la comuna de San Miguel


Temprano en la mañana del miércoles 3 de abril, se produjo la insólita deten-
ción de cuatro estudiantes de sexta preparatoria de la Escuela Pública Nº 57 de San
Miguel. A petición del Director del Grupo Escolar ‘Pedro Aguirre Cerda’, carabine-
ros de la 11ª Comisaría detuvieron a los menores, acusados de haber solicitado “que
se autorizara una huelga en aquel establecimiento para que los alumnos concurrie-
ran al centro de la ciudad a participar en las manifestaciones callejeras contra las
alzas”. Poco después de ser detenidos, los cuatro estudiantes quedaron en libertad,
“bajo la responsabilidad de sus padres”777.
771
Las Últimas Noticias, Santiago, 4/4/57, pp. 3 y 12 y La Segunda, Santiago, 3/4/57, p. 12.
772
La Nación, Santiago, 4/4/57, p. 1 y 2 y La Tercera, Santiago, 4/4/57, p. 7.
773
La Segunda, Santiago, 3/4/57, p. 13 y La Tercera, Santiago, 4/4/57, p. 6.
774
El Siglo, Santiago, 17/5/57, p. 2.
775
La Nación, Santiago, 4/4/57, pp. 1 y 2.
776
La Segunda, Santiago, 3/4/57, p. 13.
777
De acuerdo a: El Mercurio, Santiago, 4/4/57, pp. 7 y 9 y Las Últimas Noticias, Santiago, 4/4/57, pp. 3 y 12.

255
En la comuna de San Miguel parecía que los acontecimientos se estaban viviendo
con un día de retraso respecto al centro de la ciudad. No es raro que los estudiantes
estuviesen en un espíritu de manifestaciones, ya que algunos sindicatos obreros de la
zona habían programado una movilización para el día miércoles, expresando y canali-
zando el malestar de la población. Fue precisamente en el transcurso de esta movilización
–al mediodía del miércoles, cuando una gran marcha avanzaba por la Gran Avenida
hacia el centro– que se producirían graves enfrentamientos con la policía.
Hubo distintas versiones de lo sucedido. O más bien, lo sucedido fue cambiando
de versión a medida que se iba difundiendo y dependiendo del medio que informa-
ra. Así, por ejemplo, El Mercurio de Santiago reprodujo lo que fueron las primeras
informaciones proporcionadas por el propio Cuerpo de Carabineros:
…a las 12 horas, una muchedumbre calculada en 400 a 500 personas, formada
por trabajadores de la industria MADECO, que marchaba por Gran Avenida en
dirección al centro de la ciudad, fue detenida por una patrulla de la 12ª Comisa-
ría. Los manifestantes trataron de proseguir su marcha, encabezados por el
diputado señor Mario Palestro Rojas, y el dirigente del sindicato de MADECO,
Miguel Zuleta Araya, por lo que carabineros procedieron a su detención. Los ma-
nifestantes atacaron de hecho con piedras y palos a los carabineros, quienes
repelieron con sus armas a los exaltados. Además de las dos personas señaladas,
fueron detenidas también otros cuatro trabajadores778.
La Tercera, por su parte, entregó una visión de los hechos más cauta indicando
que las detenciones se habían producido cuando la gente “circulaba por la Gran
Avenida a la altura del paradero 8, después de abandonar las fábricas ‘Madeco’ y
‘Mademsa’, camino de sus hogares”779. El diario radical Mundo Libre se situó tam-
bién en un registro de verosimilitud, al sostener:
Los policías procedieron a la detención del mencionado parlamentario. Pero los
obreros reaccionaron y se fueron sobre los policías reclamando la libertad del dete-
nido. Estos hicieron uso de sus carabinas disparando sobre los manifestantes780.
Es probable que esta última sea la versión más cercana a la realidad de lo sucedi-
do. En todo caso, efectivamente se produjeron numerosos disparos, que provocaron
una docena de heridos, tres de ellos graves y la muerte de una mujer de 29 años: Iris
Aburto Díaz. Todos los cuales fueron trasladados a la Posta del Hospital Barros Luco781.
El diario La Nación, en cambio, ofreció una versión bastante diferente de los hechos:

778
El Mercurio, Santiago, 4/4/57, pp. 7 y 9.
779
De acuerdo a: La Tercera, Santiago, 4/4/57, p. 6.
780
Mundo Libre, Santiago, 4/4/57, p. 16.
781
Según: La Tercera, Santiago, 4/4/57, p. 7; El Mercurio, Santiago, 4/4/57, pp. 7 y 9 y El Diario Ilustrado,
Santiago, 4/4/57, pp. 1 y 2.

256
Una poblada de más o menos dos mil personas intentó asaltar ayer el Cuartel de la
Comisaría de Carabineros de San Miguel. A consecuencia de estos hechos resultó
un muerto y seis de los manifestantes quedaron heridos después de sostener un
violento tiroteo con el personal que defendió el cuartel. El tiroteo se prolongó por
cerca de un cuarto de hora y durante las incidencias fue detenido el diputado
Mario Palestro, acusado por dichas autoridades de ser el instigador del asalto782.
El vespertino La Segunda informó también que “a continuación del tiroteo se
produjo una tentativa de asalto a dicho Cuartel de Carabineros”783. Esta nueva ver-
sión oficial de los acontecimientos sería la que serviría de fundamento para acusar
a los detenidos y en particular al diputado Mario Palestro. Al respecto, insistiría La
Nación en la idea de un asalto al cuartel policial y de intercambio de disparos784.
En consecuencia, el diputado Mario Palestro sería “acusado de encabezar una
turba que trató de asaltar la Décimo Segunda Comisaría de Carabineros”785. Cerca
de las 18 horas, acompañado de la denuncia respectiva de la Intendencia de Santia-
go, el diputado fue trasladado a la Corte de Apelaciones, junto con los otros
detenidos786. Se sostenía que Palestro “había sido detenido en delito flagrante”. Los
detenidos fueron interrogados hasta las 21.30 horas, al igual que tres oficiales de
Carabineros. Luego de analizar los antecedentes, el magistrado a cargo determinó
declararse incompetente, y pasar el proceso a la justicia militar. Los detenidos fue-
ron mantenidos incomunicados y puestos a disposición del Juez Militar…, general
Horacio Gamboa Núñez787.
Días más tarde, saldría a la luz pública la versión de algunos de los protagonis-
tas de los sucesos, obreros de Madeco, Mademsa y del Servicio de Aseo Municipal,
los tres grupos que organizaron el desfile del miércoles 3 de abril y que invitaron al
diputado Palestro a participar de él. Según estos testigos:
La columna bajó por la Gran Avenida y frente al paradero nueve y medio se
produjo el primer choque con una patrulla de carabineros armados. Como la si-
tuación se tornara peligrosa, Palestro y la directiva de Madeco ordenaron detenerse
a la columna y ellos avanzaron solos hacia la 12ª Comisaría en procura de garan-
tías. Pero en el cuartel las cosas se sucedieron con rapidez increíble. El diputado

782
La Nación, Santiago, 4/4/57, p. 3.
783
La Segunda, Santiago, 3/4/57, p. 12.
784
La Nación, Santiago, 4/4/57, p. 3.
785
La Nación, Santiago, 4/4/57, p. 2.
786
Ver: DIP., Sesión 1ª y 2ª Especiales, 3/4/57, B.S.C.D., 2ª L.E., pp. 3-33, especialmente pp. 13-14. Al día
siguiente, la Cámara volvió a ocuparse del tema del fuero parlamentario, a partir del caso de Palestro
y de otros diputados que habían sido víctimas del celo policial. Ver: DIP., Sesión 2ª, 4/4/57, B.S.C.D., 3ª
L.E., pp. 11-37.
787
De acuerdo a: El Mercurio, Santiago, 4/4/57, p. 7 y El Diario Ilustrado, Santiago, 4/4/57, p. 1.

257
Palestro y los seis dirigentes que lo acompañaban quedaron detenidos por no res-
petar las disposiciones de Estado de Sitio, y en la calle, se ordenó a un grupo móvil
disolver el desfile ‘disparando al cuerpo’. La policía disparó sobre los obreros desde
el interior del carro que a toda velocidad subió y bajó por la Gran Avenida. […]
Los obreros jamás estuvieron a menos de cien metros de distancia de la Comisa-
ría, y nunca se les pasó por la mente asaltar el cuartel. Además, ¿para qué? ¿De
qué nos habría servido?788.
Solo cuando el diputado Mario Palestro había cumplido 13 días de detención –el
martes 16 de abril– pudo ser entrevistado por periodistas de Última Hora, a los que
entregó su propia versión de los hechos:
De improviso pude comprobar que desde la 12ª Comisaría, […], salía un pelotón
de carabineros armados con carabinas y ametralladoras, a interceptar la colum-
na. Corrí a ponerme en el medio para evitar una masacre, pero nada conseguí. Los
carabineros estaban enfurecidos, con decirles que los oficiales, para mandarlos,
tenían que gritarles toda clase de groserías. […]. Ni un loco, ni un imbécil, ni un
irresponsable, podía haberse atrevido a atacar a los carabineros o intentar asaltar
la Comisaría. Eso era un suicidio. Yo no soy tan torpe como para cometer una
estupidez de esa naturaleza. […] Cuando los obreros avanzaban, los carabineros
los enfrentaron y sin gritarles siquiera que se disolvieran, comenzaron a disparar-
les. Todos huyeron…789.
Según el diputado Palestro, el parte policial que remitió la 12ª Comisaría a la
Segunda Fiscalía Militar, y sobre el cual se basaba la acusación en su contra, habría
sido “fabricado” por abogados de la Prefectura General de Carabineros.

Repliegue final de los estudiantes y funeral de Alicia Ramírez


El martes 2 de abril, los estudiantes habían sido sobrepasados en los dos terre-
nos en los cuales se desarrollaban los acontecimientos: la movilización social y la
negociación política. En la calle, habían perdido la conducción de la protesta y en
las conversaciones de la Moneda el ministro del Interior los había reemplazado por
los dirigentes de los partidos. Solo les quedaba esperar, curar sus heridos y enterrar
a sus muertos.
La Federación de Estudiantes de Chile, FECH, entregó una declaración pública
el miércoles a las 17.30 horas, expresando que repudiaba “los actos vandálicos y
saqueos cometidos por elementos extraños a los estudiantes” y al movimiento contra
el alza de la movilización. Sostenía, asimismo, que mantendría su actitud de lucha,

788
Última Hora, Santiago, 10/4/57, p. 5.
789
Última Hora, Santiago, 17/4/57, p. 7.

258
continuando el paro decretado mientras no se diera cumplimiento a las peticiones
que le habían sido formuladas al Gobierno. Se culpaba, además, al ministerio del
Interior y a la fuerza pública de los últimos sucesos y expresaba su oposición a las
facultades extraordinarias. La declaración de la FECH terminaba llamando a la
ciudadanía “a no hacer uso de la locomoción colectiva mientras no se derogue el
decreto de alzas de tarifas” y a que permaneciera en sus casas. Al estudiantado lo
llamaba a estar “atento a las instrucciones de su directiva”790.
La Federación de Estudiantes de la Universidad Católica, FEUC, por su parte,
emitió también una declaración condenando el curso que habían tomado las mani-
festaciones estudiantiles. A su juicio, ello se había debido a la infiltración en las
filas estudiantiles de “elementos irresponsables y agitadores”. Se apoyaba, en cam-
bio, la actitud que había adoptado el Gobierno de “reprimir en forma enérgica los
vandálicos actos de saqueo”. La FEUC negaba, en seguida, que ella se hubiese su-
mado al movimiento huelguístico, “actitud que habría contribuido a aumentar la
tensión general y llevado a una ruptura del marco institucional”. Terminaba la de-
claración haciendo un llamado a los estudiantes a que “acaten las órdenes emitidas
por el jefe de la plaza” y enfatizando que el único organismo que agrupaba a las
siete universidades del país era la Confederación Nacional de Estudiantes Univer-
sitarios. Por la FEUC firmaban Roberto Gil, presidente, y Antonio Gómez, secretario
general791.
Por primera vez, en la semana que ya duraba el movimiento, se cuestionaba
públicamente el liderazgo de la FECH, responsabilizándola sutilmente de los acon-
tecimientos. La FEUC, en cambio, levantaba a la CNEU como principal referente
estudiantil.
Infructuosamente habían esperado los estudiantes de la FECH el traslado de los
restos de Alicia Ramírez Patiño, a su local. Por órdenes expresas del ministerio del
Interior, el martes en la noche el Instituto Médico Legal había enviado el cadáver de
la joven directamente a La Calera. Entretanto, al local de la FECH habían llegado
numerosas coronas y personas a entregar su pésame a los estudiantes; entre ellos, el
Rector de la Universidad de Chile, Juan Gómez Millas, acompañado del Secretario
General Álvaro Bunster, y el Rector de la Universidad Técnica, Santiago Labarca792.
Los restos de Alicia Ramírez –cuya familia vivía en la Población Cemento Melón
de La Calera– fueron trasladados desde Santiago hasta la casa de sus padres. Desde
allí, a la iglesia de dicha población, donde en la mañana del miércoles 3 “se ofició
790
La Tercera, Santiago, 4/4/57, p. 2; La Nación, Santiago, 4/4/57, p. 6; Clarín, Santiago, 4/4/57, p. 16;
Mundo Libre, Santiago, 5/4/57, p. 2; La Unión, Valparaíso, 4/4/57, p. 2 y El Mercurio, Valparaíso,
4/4/57, p. 3. Texto completo, en: El Sur, Concepción, 4/4/57, p. 5.
791
La Segunda, Santiago, 3/4/57, p. 13; La Tercera, Santiago, 4/4/57, p. 2 y La Nación, Santiago, 4/4/57, p. 7.
792
Mundo Libre, Santiago, 4/4/57, p. 5. Ver también: El Siglo, Santiago, 17/5/57, p. 2.

259
una misa por el eterno descanso de su alma”. La llegada del cuerpo a su domicilio
“produjo escenas desgarradoras en el seno de su familia”793.
Por la tarde, a las 17.30 horas, se efectuaron los funerales, organizándose un
gran desfile integrado por estudiantes universitarios de Santiago y Valparaíso, ade-
más de delegaciones de estudiantes primarios y secundarios y sindicales de la zona.
Gran cantidad de público acompañó los restos en profundo y respetuoso silencio.
La urna era transportada en vilo por estudiantes de la Universidad de Chile, que
habían concurrido especialmente a este acto y que portaban el estandarte de la
Federación de Estudiantes de Chile enlutado.
La urna, envuelta en la Bandera Nacional, fue llevada hasta el puente sobre el río
Aconcagua, sitio donde fue colocada en la carroza mortuoria que la condujo hasta
el Cementerio de Nogales. En el camposanto hicieron uso de la palabra numerosos
oradores794.

4. La tarde del miércoles 3 de abril


En Santiago, a las 15.15 horas, grupos que habían sido desalojados de la Alameda
se concentraron nuevamente en la Plaza Almagro. Al ser disueltos por la policía
habrían tratado de oponer resistencia produciéndose “un incidente de proporciones”.
Del hecho resultó muerto un obrero de más o menos 35 años –Gabriel Lazo Toledo–
y numerosos heridos, “varios de ellos graves”795.
Entretanto, los helicópteros de la FACH habían continuado sobrevolando la ciu-
dad. Dijeron las informaciones oficiales que desde uno de esos aparatos fueron
observados “más o menos 120 individuos” que, “sin vestón”, se encontraban con-
centrados “en la terraza del Cerro Santa Lucía”. Y que habrían sido detenidos gracias
al anuncio del oficial que conducía la máquina796.

Las controversias del Cerro Santa Lucía


Así comenzó uno de los episodios más controvertidos de los días 2 y 3 de abril y
que daría pie a todo tipo de especulaciones, en el cuadro de un sinnúmero de infor-
maciones que no llegaban a configurar claramente los hechos:
Alrededor de las 17.30 horas, formaciones coordinadas ejecutaron un movimiento
envolvente alrededor del Cerro Santa Lucía y después de un tiroteo de regular
intensidad fueron capturados 154 individuos que se habían ocultado allí para
793
El Mercurio, Valparaíso, 4/4/57, p. 3.
794
Id.
795
La Nación, Santiago, 4/4/57, pp. 1 y 2.
796
El Mercurio, Santiago, 4/4/57, p. 7.

260
iniciar por la noche el pillaje de la ciudad. En la refriega hubo varios heridos y
con posterioridad se informó en la Primera Comisaría que muchos de los aprehen-
didos eran sujetos de malos antecedentes y varios de ellos portaban armas797.
En la noche, el general Gamboa “confirmó la detención de 120 individuos en la
terraza del Cerro Santa Lucía”, reiterando que la mayoría eran delincuentes, que “se
desempeñaban como hombres de enlace con otros grupos también de delincuentes”.
Señaló, además, que serían puestos a disposición de los Tribunales de Justicia, “o
relegados a lugares que oportunamente serán elegidos”. En otras informaciones se
señaló que en el lugar se hallaban “unos 300 manifestantes”, de los cuales carabine-
ros de la 1ª Comisaría habían logrado capturar aproximadamente la mitad798.
Pronto se echó a correr la voz de que se trataría del “cuartel general” de los
“elementos subversivos que han estado actuando en los luctuosos sucesos de los
últimos días”. Se dijo también que en el allanamiento al cerro se había descubierto
“un verdadero arsenal”:
Se encontró en el lugar una gran cantidad de armas, especialmente cuchillos, laques
y botellas con líquido inflamable para provocar incendios799.
Detenidos por la policía […], se comprobó que portaban hondas para lanzar piedras,
trozos de fierro y otras armas contundentes. Una de estas hondas llevaba marcado el
signo del Partido Comunista. Varios de estos individuos eran poseedores de bicicle-
tas, en las cuales viajaban para mantener el enlace con otros grupos de agitadores800.
Cerca de las 19 horas, se escucharon “algunos tiroteos” en el costado poniente
del cerro Santa Lucía. Culminaba así, al parecer, “la labor de despeje de ese paseo
público, que algunos elementos de las pobladas habían tomado como refugio”801.
En los días siguientes, surgirían todo tipo de comentarios y rumores respecto a
lo sucedido el miércoles 3 de abril en el cerro Santa Lucía. La mayoría de ellos
apuntaba a denunciar que allí se habría producido una gran matanza y que los
cuerpos habrían sido sacados en la madrugada del jueves, sigilosamente, en horas
del toque de queda.

Camisas blancas (o a cuadros) y ciclistas


Una de las informaciones sobre los detenidos del cerro Santa Lucía sostuvo que
todos ellos andaban “en mangas de camisa” y que algunos eran “poseedores de

797
El Diario Ilustrado, Santiago, 4/4/57, pp. 1 y 2.
798
El Mercurio, Santiago, 4/4/57, pp. 7 y 9 y El Diario Ilustrado, Santiago, 4/4/57, pp. 1 y 2.
799
Las Últimas Noticias, Santiago, 4/4/57, p. 15.
800
El Mercurio, Santiago, 4/4/57, p. 7.
801
La Nación, Santiago, 4/4/57, pp. 1 y 2.

261
bicicletas”. Recordemos que ya en la mañana de ese miércoles 3 de abril el general
Gamboa había prohibido la entrada de ciclistas al centro de Santiago. Por la tarde,
insistió en que “los grupos de manifestantes se servían de ciclistas como ‘enlaces’
con sus dirigentes”, señalando que estos últimos “generalmente iban, sin vestón y
con camisas a cuadros”802.
Esta peculiar aseveración del general Gamboa, se basaba, a su juicio, en una
detenida observación del modo de actuar de los manifestantes en los días anterio-
res. Formaba parte también de aquella ‘teoría de los postes’ a la que ya hicimos
referencia en el capítulo anterior y que volvió a difundirse en los días siguientes:
Con golpes en los postes, que sostienen las líneas aéreas de los trolebuses, se comu-
nicaban entre sí los grupos de exaltados, en las manifestaciones de anteanoche en
la capital803.
Días más tarde, el general Gamboa volvería a pronunciarse sobre la importancia
que habrían jugado estos cientos de ciclistas en los eventos:
… ya al segundo día, nos comenzó a llamar la atención la cantidad de ciclistas
que pasaban rápidamente de un lado a otro de la ciudad, sin temor alguno al
fuego. Descubrimos que todos eran mensajeros de los insubordinados. El sistema
de órdenes, algunas de las cuales están en nuestro poder, era perfecto, completo. En
cada punto de la ciudad había una orden que cumplir. Actualmente hay cerca de
300 bicicletas requisadas804.
Verdaderas o no las presunciones de Gamboa, lo cierto es que, desde el primer
momento, la noticia fue ampliamente difundida –y ‘enriquecida’– por la prensa es-
crita y radial805.
Para otros, los enlaces “se dedicaban a transmitir las órdenes de los dirigentes del
movimiento subversivo a los barrios y poblaciones callampas” y los ciclistas eran quie-
nes llevaban estas comunicaciones. El Diario Ilustrado hizo la siguiente relación:
Al respecto, hay que recordar que durante la manifestación y desfile que efectuó el
FRAP poco antes de la última elección de parlamentarios, el Partido Comunista
presentó una sección de ciclistas. Son estos los elementos que ahora están siendo
empleados en tan antipatriótico fin806.
Traducidas las aprehensiones del general Gamboa en órdenes a sus subordina-
dos, se generó una situación que podríamos denominar de ‘surrealista’ si no fuese
por la angustia que seguramente provocó en quienes fueron víctimas de ella:
802
El Diario Ilustrado, Santiago, 4/4/57, pp. 1 y 2.
803
La Unión, Valparaíso, 4/4/57, p. 2.
804
Revista Zig Zag, Nº 2.716, 13/4/57, p. 27.
805
La Nación, Santiago, 4/4/57, p. 7.
806
El Diario Ilustrado, Santiago, 4/4/57, pp. 1 y 2.

262
La policía y fuerza de seguridad empezó a detener ayer a cuanto individuo era
sorprendido en ‘mangas de camisa’.
En la tarde, todos los ciudadanos que transitaban por las calles en camisa y sin
vestón, eran detenidos.
Después que la policía militar recibió la orden, unos 500 muchachos en mangas de
camisa y ciclistas se encontraban detenidos en el hall del Ministerio de Defensa.
No usaban vestón y andaban en mangas de camisa. Esto hizo fácil su identifica-
ción como agitadores y promotores de incidentes y asaltos807.
Entre 200 y 500 oscila la cifra de detenidos que según la prensa llegó a reunirse
en el hall del Ministerio de Defensa entre las 16 y las 18 horas del miércoles 3 de
abril. Todos ellos eran sospechosos en tanto respondían a las características dadas
por el general Gamboa: “la gran mayoría de los arrestados de ayer, no llevaban
vestones y sus edades fluctuaban entre los 14 y los 35 años”808. Algunos de los dete-
nidos alcanzaron a ser interrogados en el mismo ministerio de Defensa:
Los que dijeron que salían de sus respectivos trabajos, [y] por eso circulaban sin
vestón, fueron puestos en libertad. Los que no supieron aclarar su situación, fue-
ron detenidos y llevados a la Corte de Apelaciones”809.
Efectivamente, a las 17.30 horas, dos camiones con detenidos, “todos ellos con
camisas blancas”, salieron desde el Ministerio de Defensa Nacional al edificio de
los Tribunales de Justicia y fueron puestos a disposición de la Corte de Apelacio-
nes810. El resto de los detenidos fue trasladado en camiones militares hasta las
Comisarías de Carabineros y al Cuartel de Investigaciones. Algunos recobraron la
libertad, otros fueron procesados811.

Tiroteos al anochecer: las últimas víctimas del día


En el curso de la tarde, principalmente a partir de las 18 horas, se registraron cho-
ques entre manifestantes y miembros de las Fuerzas Armadas en Recoleta con Mapocho,
Estación Central y Parque Forestal. Todos lugares aledaños al centro de la ciudad.
En la zona del Parque Forestal y del costado sur del Río Mapocho, entre las 18 y
las 19.30 horas, tropas del Ejército y Carabineros efectuaron “varias descargas” a

807
El Diario Ilustrado, Santiago, 4/4/57, pp. 1 y 2; Mundo Libre, Santiago, 4/4/57, p.8; La Tercera, Santiago,
4/4/57, p. 6 y El Mercurio, Santiago, 4/4/57, pp. 7 y 9.
808
La Nación, Santiago, 4/4/57, p. 7.
809
La Tercera, Santiago, 4/4/57, p. 6.
810
La Nación, Santiago, 4/4/57, pp. 1 y 2.
811
El Mercurio, Santiago, 4/4/57, pp. 7 y 9, La Nación, Santiago, 4/4/57, p. 7 y El Diario Ilustrado, Santiago,
4/4/57, pp. 1 y 2.

263
fin de disolver grupos de personas que se habían reunido allí. “Entre ellos había
varios equipos de ciclistas”. Los tiroteos fueron reiterados, ya que algunos grupos
“aunque cumplían con la orden de circular, lo hacían limitándose a volver a los
mismos sitios”812. Una realidad que se vivió también en otros sectores de la ciudad,
como la calle San Pablo, desde Bandera hasta Matucana; Mapocho, cerca de la Esta-
ción; Franklin, San Diego y Arturo Prat”813.
Alrededor de las 19.30 horas, “cuando ya la oscuridad era casi total” en el sector
de Alameda entre Santa Rosa y San Francisco, un grupo atacó con piedras el reflec-
tor que la Fuerza Aérea tenía ubicado en ese lugar:
Los soldados de la FACH, que en esos momentos no eran más de dos o tres en el
lugar, repelieron con valentía a los asaltantes que eran muchos más. En la refrie-
ga cayeron varios de ellos heridos mientras los otros huyeron. Entre los heridos
cayó Manuel Iribarren Olivares, reconocido agitador que resultó con una herida a
bala en la pierna derecha de carácter de mediana gravedad. Iribarren usaba una
casaca de cuero café que junto con una camisa escocesa de color rojo, son distinti-
vos que están usando los agitadores para conocerse entre ellos814.
Minutos antes de las 20 horas, se produjeron algunos “incidentes serios” en la
zona sur de la Alameda, sobre todo en Lord Cochrane, Santa Rosa, San Diego, Arturo
Prat y Serrano, cuando “algunas pobladas insistieron en pasar hacia el centro de la
ciudad”. Sin embargo, estos grupos “fueron repelidos por las tropas y carabineros”.
Otros sectores del centro de la ciudad eran recorridos permanentemente por grupos
de personas que se paseaban caminando, sin detenerse. A juicio de La Nación, se
trataba de “elementos retrasados de los sujetos ‘sin camisa’ que llegaron uniformados
al centro desde las 15 horas”815.
Una foto tomada a las 20 horas del miércoles 3, muestra a soldados de la avia-
ción, avanzando “con bayoneta calada” por calle Bandera, “a fin de despejar de
público los puntos vitales de acceso al Palacio de La Moneda”, según reza el pie de
foto. El edificio se mantenía estrechamente custodiado por fuerzas blindadas e in-
fantería armada con ametralladoras816. También alrededor de las 20 horas, en el
sector de la Estación Mapocho –más precisamente al cruzar el puente Independen-
cia– una camioneta de Investigaciones habría sido atacada a pedradas “por una
poblada compuesta por unas mil personas”, para luego intentar incendiarla con
una bomba de tipo ‘Molotov’817.
812
El Mercurio, Santiago, 4/4/57, pp. 7 y 9 y La Nación, Santiago, 4/4/57, pp. 1 y 2.
813
El Debate, Santiago, 4/4/57, p. 5.
814
El Diario Ilustrado, Santiago, 4/4/57, p. 4. Ver también: Las Últimas Noticias, Santiago, 4/4/57, pp. 15 y 16.
815
La Nación, Santiago, 4/4/57, pp. 1 y 2.
816
Las Últimas Noticias, Santiago, 4/4/57, p. 13.
817
La Nación, Santiago, 4/4/57, p. 3.

264
Pero, sin lugar a dudas, el hecho más grave ocurrido en la tarde y noche del
miércoles 3 de abril, se habría producido entre las 19.30 y las 21 horas, en Alameda
con Santa Rosa y Mac Iver. Al respecto se informó:
…desde las azoteas de los edificios circundantes, se abrió fuego en contra de las
fuerzas que patrullaban el sector. La respuesta no se hizo esperar. Las tropas del
Ejército y de la Aviación apuntaron sus armas hacia los lugares en que se encon-
traban emboscados los francotiradores y comenzó una verdadera batalla, que se
prolongó una hora y media sembrando pánico y alarma en la población818.
Los disparos se habrían hecho desde un edificio de departamentos de Mac Iver
con Alameda, desde el techo de la Biblioteca Nacional y desde un edificio en cons-
trucción ubicado en San Isidro con Alameda. Los soldados de la FACH que estaban
destacados en el lugar hicieron uso del foco antiaéreo iluminando las fachadas de
esos edificios, los que recibieron cerradas descargas de armas automáticas. Otros
efectivos procedieron a registrar un edificio ubicado en el costado norte de la Ala-
meda Bernardo O’Higgins, “en busca de individuos sospechosos que pudieran portar
armas”. Uno de los habitantes de estos edificios sería gravemente herido al ser
alcanzado por dos balas “cuando observaba los acontecimientos desde la ventana
del sexto piso del edificio” donde vivía, situado en Mac Iver esquina con Alameda.
A las 21 horas era operado en la Posta Central en un esfuerzo por salvarle la vida.
Otro herido, fue “un tranquilo transeúnte que caminaba por la calle Santa Rosa en
dirección al sur de la ciudad”, quien también fue alcanzado por las balas819.
Al igual que el día anterior, el miércoles 3 de abril el toque de queda en Santiago se
inició a las 21 horas. La iluminación era “casi normal en el centro”, luego que brigadas de
la Compañía Chilena de Electricidad habían reparado “precariamente” los focos destrui-
dos. Las calles céntricas ya estaban prácticamente desiertas, “mientras el patrullaje era
muy superior” al del martes a esa misma hora. “La exigencia de los salvoconductos era
estricta”820. A juicio de un reportero del diario radical Mundo Libre, que había recorrido
entre las 19 y las 21 horas distintos sectores de la ciudad, en ella reinaba la calma:
Santiago no vive un clima de revolución. En un auto recorrí esta tarde toda la
ciudad y no vi en parte alguna, síntomas de rebelión armada ni hechos ni circuns-
tancias favorables para la comisión de actos delictuosos o que pudieran amenazar
la tranquilidad pública o la propiedad privada. Desde la calle San Ignacio hasta
la Estación Central y el barrio Pila por el oeste y la Alameda hasta Rondizzoni por
el sur, que son sectores populares, no ocurre nada821.

818
El Debate, Santiago, 4/4/57, p. 5.
819
La Nación, Santiago, 4/4/57, pp. 1 y 2; Mundo Libre, Santiago, 4/4/57, p. 16, Clarín, Santiago, 4/4/57, p. 16;
Las Últimas Noticias, Santiago, 4/4/57, pp. 15 y 16 y La Unión, Valparaíso, 4/4/57, p. 2.
820
La Unión, Valparaíso, 4/4/57, pp. 1 y 6.
821
Mundo Libre, Santiago, 4/4/57, p. 8.

265
Sin embargo, los incidentes seguían produciéndose de modo aislado. Como el
que se habría producido en torno a otra comisaría de Carabineros. Esta vez a las 21
horas, la 19ª Comisaría, situada en Santa Victoria esquina de Carmen, habría sido
atacada “por un grupo de individuos no identificados”. Los atacantes se habrían
parapetado en el techo del ‘Hogar del Veterano del 79’, desde donde habrían reali-
zado “varios tiros que rebotaron en el patio de la unidad policial”. Dados a la fuga,
no fue posible lograr su captura822.
Alrededor de las 21.15 horas se habría producido la muerte de Carlos Domingo
Orrego Álvarez, empleado bancario de 35 años que, según la versión oficial, habría
muerto “al lanzarse desde el sexto piso del Ministerio de Defensa, en un arranque
de nerviosismo, producto de su estado de embriaguez”. Orrego Álvarez había sido
detenido a últimas horas de la tarde “por desacato” y conducido, al igual que otros
cientos de sospechosos, a dicho ministerio:
…fue llevado, como era rutina, ante los oficiales de la Guardia General. Se le pidió
su carnet de identidad, y mientras éste era revisado, aprovechó un descuido para
lanzarse por la ventana que da a la calle, cayendo sobre el pavimento. Su muerte
se produjo en forma instantánea…823.
La falta de claridad sobre las circunstancias en que se habría producido este
hecho, llevó a la instrucción de un proceso judicial tanto en la justicia militar como
en la civil824.
Cerca de las 22 horas se escucharon disparos en los alrededores de la fábrica de
cerveza ubicada en Vitacura, pero sus autores no fueron identificados. La Subcomisaría
del sector informó que su personal no había intervenido en los hechos, aunque sí detu-
vieron a tres sospechosos “que fueron sorprendidos transitando por la vía pública en
horas del toque de queda”825. Finalmente, también alrededor de las 22 horas, se escu-
charon los últimos tiroteos en el sector céntrico. Según el diario El Debate, se trataba de
“grupos que pretendían entrar en el centro de la ciudad por la Alameda a la altura de
Santa Rosa”, y que fueron “rechazados con toda energía” por las fuerzas armadas.
Después de la hora señalada, Santiago volvió a la calma, turbada solamente por
el ruido de los patrulleros del Ejército, Carabineros y Aviación826.

822
El Diario Ilustrado, Santiago, 4/4/57, pp. 1 y 2.
823
La Nación, Santiago, 4/4/57, p. 7.
824
Ver: Oficio Nº 11, del presidente subrogante de la Corte de Apelaciones al presidente del Senado,
15/4/57, A.SEN., Acusaciones constitucionales, Tomo 980, 1956-57, p. 368.
825
El Diario Ilustrado, Santiago, 4/4/57, pp. 1 y 2.
826
El Debate, Santiago, 4/4/57, p. 5.

266
Más víctimas fatales
Durante el día miércoles 3 de abril, el personal de diversos hospitales depen-
dientes del S.N.S. efectuó “un paro parcial de brazos caídos”, en señal de protesta
contra las alzas. Sin embargo, dichos funcionarios permanecieron en sus estableci-
mientos y mantuvieron equipos de emergencia. Por su parte, la Asociación de
Empleados del Hospital José Joaquín Aguirre, perteneciente a la Universidad de
Chile, había acordado efectuar un paro de 48 horas a partir del miércoles, “dejando
turnos de emergencia y reforzando la Posta de Primeros Auxilios”827.
Los citados movimientos huelguísticos no fueron, en todo caso, impedimento para
que los servicios hospitalarios cumplieran con sus funciones. Más problemático era,
por ejemplo, el cansancio que se venía acumulando en el personal médico y paramé-
dico tras las duras jornadas vividas. En esa misma Posta Central, durante el día
miércoles se “atendieron seis heridos menos graves y cerca de 120 heridos leves”.
Hasta las 22 horas, las diferentes postas tanto de la Asistencia Pública como de otros
servicios hospitalarios daban un total de “siete muertos y más de doscientos heridos
en los incidentes ocurridos en Santiago en las últimas 24 horas”828. De acuerdo a otras
informaciones, sin embargo, el número de víctimas fatales habría sido superior:
Cinco muertos que fueron dados a conocer oficialmente en la Posta Central, más
seis que habrían perecido en la Plaza Almagro y Gran Avenida, hace subir a once
el número de personas que perecieron ayer…829.
Según el diario El Mercurio, la noche del miércoles el Instituto Médico Legal le
habría confirmado a sus periodistas que las personas muertas en los disturbios calle-
jeros durante el día habían sido ocho, a las que habría que agregar el caso de Orrego.
Por su parte, fuerzas militares, Carabineros e Investigaciones efectuaron duran-
te el día numerosas detenciones:
Anoche se nos informó que, además de los 120 individuos que habían logrado
parapetarse en el Cerro Santa Lucía, quienes más tarde fueron conducidos en
carácter de detenidos a la Primera Comisaría, personal de esta misma unidad
había detenido a 30 sujetos, todos ellos catalogados como sospechosos. En otras
comisarías se informó que había alrededor de 50 detenidos, también en carácter
de preventivos y como sospechosos. Al Cuartel de Investigaciones llegó cerca de un
centenar de detenidos, en su mayoría delincuentes habituales, quienes, se cree,
han participado en saqueos y robos”830.

827
El Mercurio, Santiago, 4/4/57, p. 9 y El Mercurio, Valparaíso, 4/4/57, p. 3.
828
El Debate, Santiago, 4/4/57, p. 6; La Unión, Valparaíso, 4/4/57, p. 1 y 6; El Sur, Concepción, 4/4/57, pp. 1 y
6 y La Nación, Santiago, 4/4/57, pp. 1 y 2.
829
La Tercera, Santiago, 4/4/57, pp. 6 y 7. También según: Mundo Libre, Santiago, 4/4/57, p. 16.
830
El Mercurio, Santiago, 4/4/57, pp. 7 y 9.

267
Otras informaciones indican que durante el día habrían sido detenidas “ciento
dos personas, sorprendidas en actos vandálicos y manifestaciones violentas”, confir-
mando también la “intensa actividad” desplegada por Investigaciones en los medios
delictuales habituales831. No sabemos si en las cantidades que acabamos de citar esta-
rán comprendidos o no aquella parte de los centenares de detenidos que a cierto
momento estuvieron en el ministerio de Defensa y luego fueron trasladados a diver-
sos cuarteles.
Minutos después de las 18 horas, Carabineros e Investigaciones pusieron a
disposición de la Corte de Apelaciones “a 77 nuevos detenidos por los incidentes
ocurridos durante las últimas 48 horas”. También fueron presentados a los tribu-
nales los detenidos de calle República y el diputado Palestro y los cinco
trabajadores detenidos junto a él832 . El ministro Víctor Ortiz tomó declaraciones
el mismo día a los 77 nuevos detenidos, dejando en libertad a 9 de ellos. Los 68
restantes “quedaron detenidos e ingresaron a la Cárcel Pública”. El mismo ma-
gistrado el lunes anterior había decretado la prisión de 44 personas y el martes
de otras 15833.
Así, en total, proviniendo de los distintos procesos judiciales en curso, hasta la
noche del miércoles 3 de abril en la Cárcel Pública de Santiago “había 182 deteni-
dos, 55 de los cuales, en calidad de incomunicados”834.

5. Comienza el retorno a la normalidad


A las 7 de la mañana del jueves 4 de abril de 1957, la ciudad de Santiago, como
diversas otras localidades de la zona central del país, fue sacudida por “un fuerte
temblor”835. Como si el movimiento de la tierra hubiese replicado los graves aconte-
cimientos ocurridos en los días precedentes. Sin embargo, como lo reconociera toda
la prensa de la época, el jueves fue el día en que la normalidad comenzó lentamen-
te a restablecerse. Fue el día, también, en que el general Horacio Gamboa declaró
tener controlada la situación pero no “aniquilada” la “revolución contra el gobier-
no y los poderes públicos”836.
Entretanto, el Congreso Nacional seguía discutiendo la promulgación de una
ley de Facultades Extraordinarias, tal como lo había solicitado el Poder Ejecutivo.

831
El Diario Ilustrado, Santiago, 4/4/57, pp. 1 y 2.
832
La Nación, Santiago, 4/4/57, pp. 1 y 2; El Diario Ilustrado, Santiago, 4/4/57, p. 2 y La Nación, Santiago,
4/4/57, p. 2.
833
El Sur, Concepción, 4/4/57, pp. 1 y 5.
834
La Unión, Valparaíso, 4/4/57, pp. 1 y 6 y El Sur, Concepción, 4/4/57, pp. 1 y 5.
835
El Mercurio, Santiago, 5/4/57, p. 11 y La Nación, Santiago, 5/4/57, p. 7.
836
El Diario Ilustrado, Santiago, 5/4/57, pp. 1 y 2.

268
Situación general del jueves 4 de abril
El día jueves continuaron vigentes las medidas adoptadas por la autoridad mili-
tar para el día anterior. Es decir, prohibición de realizar manifestaciones o reuniones
públicas; obligación de denunciar todo “acto de subversión, vandalismo, atropello a
las personas o destrucción a la propiedad pública o privada”; suspensión de espec-
táculos y cierre de cantinas y bares; suspensión del tránsito de camiones con
pasajeros; y vigencia del toque de queda en horas de la noche837. Todas estas medi-
das fueron difundidas a la población desde aviones civiles y de la Fuerza Aérea que,
provistos de altoparlantes, sobrevolaron los distintos barrios de la ciudad838.
Mientras los bancos comerciales trabajaron normalmente y Correos y Telégra-
fos del Estado puso nuevamente en funcionamiento su personal, la Bolsa de Comercio
permanecería cerrada hasta el lunes siguiente839. Tampoco se reanudaron los servi-
cios de transporte público, como se había anunciado durante el día anterior840. Al
respecto, el general Gamboa se vio en la necesidad de aclarar que ello no ocurriría
mientras no existieran “absolutas garantías para el normal desenvolvimiento de la
locomoción y la integridad del personal y pasajeros”841.
El comercio del sector céntrico, en general, mantuvo sus puertas cerradas. Sin
embargo, los directivos del Sindicato Profesional de Dueños de Establecimientos
Comerciales, SIDECO, continuaron las gestiones destinadas a evaluar los daños y
tratar de obtener facilidades del Gobierno para resarcirse de ellos. Los comercian-
tes agradecieron a los funcionarios del Gobierno la “comprensión que encontraron
en ellos” y ofrecieron todo su apoyo a las medidas que adoptara el Ejecutivo “para
buscar la normalidad y el restablecimiento total del concepto de autoridad”842.
Durante el día jueves, el subdirector general del Servicio Nacional de Salud, el
doctor Bogaslov Juricic, confirmó que, “debido a los últimos acontecimientos”, la
mayoría de los hospitales de la capital venían cumpliendo sus labores con menos
personal que el habitual. Sin embargo, aseguró que ello no había entorpecido el fun-
cionamiento de los “servicios básicos”. El director del Servicio, por su parte, informó
que en algunos hospitales se debió enviar a los enfermos a su casa. Recordemos que
junto con los problemas derivados de la falta de locomoción, buena parte del perso-
nal de los hospitales se había involucrado en movimientos huelguísticos de protesta843.
837
El Mercurio, Santiago, 5/4/57, p. 1; La Nación, Santiago, 5/4/57, p. 3; El Diario Ilustrado, Santiago, 5/
4/57, pp. 1 y 2; Las Últimas Noticias, Santiago, 5/4/57, pp. 3 y 12 y La Tercera, Santiago, 5/4/57, p. 16.
838
La Nación, Santiago, 5/4/57, p. 2; El Mercurio, Santiago, 6/4/57, p. 13 y El Mercurio, Valparaíso, 6/4/57, p. 1.
839
La Nación, Santiago, 5/4/57, pp. 2 y 11.
840
La Tercera, Santiago, 5/4/57, p. 9; La Nación, Santiago, 5/4/57, p. 1 y Clarín, Santiago, 5/4/57, p. 9.
841
El Mercurio, Santiago, 5/4/57, p. 1.
842
El Mercurio, Santiago, 5/4/57, p. 1 y La Nación, Santiago, 5/4/57, p. 11.
843
La Segunda, Santiago, 4/4/57, p. 5; El Mercurio, Santiago, 5/4/57, p. 1; La Nación, Santiago, 5/4/57, p. 6; La
Tercera, Santiago, 5/4/57, p. 16; La Unión, Valparaíso, 5/4/57, p. 4 y El Sur, Concepción, 5/4/57, p. 3.

269
El día jueves siguió sin aparecer el diario vespertino Última Hora que ya no
había circulado el miércoles debido a la destrucción de la imprenta Horizonte, en
la que se editaba. Tampoco se editó el diario El Siglo, el que no volvería a aparecer
sino hasta fines del mes de abril. Se supo también que en la madrugada del miér-
coles, la edición del rotativo Mundo Libre había sido “revisada personalmente por
el Intendente de la Provincia, acompañado por un Auditor Militar y fuerza arma-
da”. Lo mismo habría sucedido en la noche del jueves, según una denuncia del
senador radical Luis Bossay, presidente del Consejo del diario844.
El patrullaje de la ciudad continuó a cargo de las fuerzas armadas, las que con-
taban con refuerzos de Valparaíso y 1.500 conscriptos licenciados el año anterior,
que respondieron en Santiago al llamado del Ministerio de Defensa845. Efectivos del
Ejército montaron guardia –un hombre cada 3 ó 4 metros– todo el día frente al
Congreso Nacional. Por su parte, los efectivos de Carabineros eran solamente desti-
nados a “una labor de vigilancia en puntos fijos”, determinados por el jefe de la
Plaza, tales como servicios de agua potable, electricidad, gas, teléfonos, bancos,
cajas y oficinas fiscales. La red ferroviaria siguió siendo patrullada desde el aire
por aviones de la Fuerza Aérea846.
En otro plano, se desmintió el rumor de que “se iría a una reorganización del
Gabinete”. El desmentido estuvo a cargo del ministro Secretario General de Go-
bierno, Mario Ciudad, a cuyo juicio el aserto estaba destinado “a empequeñecer el
prestigio de las autoridades que han logrado dominar la violencia desatada”847.

Los principales acontecimientos del día jueves


Entre la 1 y las 2 de la madrugada del jueves 4 de abril, el ministro del Interior
recorrió las calles centrales y algunos barrios de la capital con el objeto de imponerse
personalmente de la situación. Posteriormente, entre las 8.30 y 9.30 horas de la
mañana, visitó ferias y mercados para evaluar el abastecimiento a la población. En
ambos recorridos comprobó una “absoluta tranquilidad”848.
Por la noche del jueves, los jefes de la Prefectura de Carabineros y de Investiga-
ciones informarían que durante el día “se había observado una relativa tranquilidad”
en los distintos sectores de la ciudad de Santiago:
844
Mundo Libre, Santiago, 5/4/57, p. 1. Ver también: El Debate, Santiago, 5/4/57, p. 5; El Mercurio,
Santiago, 5/4/57, p. 1 y La Tercera, Santiago, 5/4/57, p. 4.
845
La Segunda, Santiago, 4/4/57, p. 13; El Diario Ilustrado, Santiago, 5/4/57, p.2 y La Nación, Santiago,
5/4/57, p. 1. Otros quinientos conscriptos se presentaron en las unidades militares de Valparaíso.
846
El Mercurio, Santiago, 5/4/57, p. 9; La Nación, Santiago, 5/4/57, p. 2; Las Últimas Noticias, Santiago,
5/4/57, pp. 3 y 12 y El Mercurio, Valparaíso, 5/4/57, p. 1.
847
La Nación, Santiago, 5/4/57, p. 7.
848
La Segunda, Santiago, 4/4/57, p. 12 y Clarín, Santiago, 5/4/57, p. 5. Ver también: La Tercera, Santiago,
5/4/57, p. 4 y La Nación, Santiago, 5/4/57, pp. 3 y 5.

270
… registrándose solo algunos intentos fallidos de individuos extremistas y delin-
cuentes que intentaron asaltar refugios de pasajeros, destruir bujías del alumbrado
público, cañerías de agua potable y vitrinas de los negocios ubicados en poblacio-
nes suburbanas849.
Todos actos que habrían sido “repelidos enérgica y oportunamente” por las fuer-
zas militares850. Veamos, en todo caso, otras visiones sobre cómo había transcurrido
el día.
A juicio del diario conservador El Diario Ilustrado, la “única incidencia digna de
mención” había acontecido en las primeras horas de la mañana, en el camino a
Puente Alto. En efecto, alrededor de la 7 de la mañana, un grupo de trabajadores
que se dirigía a su industria habría sido interceptado por “otro grupo de manifes-
tantes que los obligó a bajarse de un camión en que eran transportados, incitándolos
a participar de un movimiento huelguístico”:
Miembros de las Fuerzas Armadas que se encontraban cerca, fueron avisados e
intervinieron haciendo uso de sus armas para amedrentar a los agitadores. Algu-
nos manifestantes resultaron heridos y otros fueron detenidos para ser puestos a
disposición de los Tribunales851.
Según el diario liberal El Debate –que salía a circulación en las primeras horas
de la tarde– el centro de Santiago se mostraba tranquilo, al mediodía del jueves.
Esto, por primera vez desde que habían comenzado las manifestaciones de protesta
de los estudiantes852.
Durante todo el día jueves se observó una fuerte presencia de personal de la
Fuerza Aérea en la Población Dávila Carson –en la zona sur de Santiago– y en la
cual un extenso sector había sido declarado “zona militar” por el ministerio de
Defensa. Desde el día lunes que se venían produciendo diversos incidentes en el
sector, como apedreamiento a vehículos de locomoción colectiva y otros. La pobla-
ción Dávila estaba ubicada a la altura del paradero 15 de la Gran Avenida y se
temía que fuera asaltado el estanque de agua que abastecía a todo ese sector. Por
ello la jefatura de la Guarnición Militar de Santiago ordenó el acordonamiento de
toda la población y la vigilancia del estanque853.
Entretanto, ese mismo día jueves la SOFOFA realizó una encuesta a nivel de un
grupo de industrias de Santiago, llegando a la conclusión de que la gran mayoría de
ellas había funcionado normalmente:

849
El Mercurio, Santiago, 5/4/57, p. 9.
850
El Diario Ilustrado, Santiago, 5/4/57, pp. 1 y 2.
851
El Mercurio, Valparaíso, 5/4/57, p. 1. Ver también: Las Últimas Noticias, Santiago, 4/4/57, pp. 1 y 16.
852
El Debate, Santiago, 4/4/57, p. 1.
853
La Nación, Santiago, 5/4/57, p. 7.

271
Efectivamente, de 297 industrias importantes encuestadas, solo 19 no han funcio-
nado debido a presiones externas y otro reducido grupo de ellas ha visto afectado
su ritmo de operación por la falta de medios de movilización de sus trabajadores:
el resto ha trabajado normalmente854.
Tras reunirse con los ministros del Interior y de Economía y comunicarles el
resultado de esta encuesta, los dirigentes de la organización empresarial hicieron
un llamado a que las industrias comenzaran “a operar normalmente desde el pri-
mer turno de mañana viernes 5 de abril”, dando las facilidades del caso a sus
trabajadores si la locomoción aun no era restablecida855.
Por su parte, en la Intendencia de Santiago se informó que grupos de “obre-
ros habían declarado huelgas en adhesión a la CUT” en algunas industrias
menores. Se trataba de una decena de establecimientos, que comprometía alre-
dedor de 1.000 trabajadores. Los obreros municipales de Puente Alto declararon
también un paro de adhesión al movimiento de protesta, al igual que 300 obre-
ros de Tejidos Caupolicán Chiguayante. Los 260 empleados del sanatorio El Peral
de Puente Alto que habían iniciado un movimiento por el pago de la bonifica-
ción de 30.000 que se les debía, se reincorporaron a las 18 horas. Igual cosa
habían hecho los 1.600 obreros de la Maestranza de San Bernardo tras tres días
de huelga 856.
Por último, los trabajadores del mineral El Teniente anunciaron que al día si-
guiente retomarían las conversaciones con la empresa857. Sin embargo, las nuevas
negociaciones tendrían una corta duración: el sábado 6 ellas se romperían nueva-
mente al rechazar la empresa la petición de un bono compensatorio equivalente a
dos sueldos básicos858.

El caso del diputado Palestro


Numerosos recursos de amparo fueron presentados durante el día jueves 4 de
abril en la secretaría de la Corte de Apelaciones de Santiago, en favor de personas
detenidas o que temían serlo859. Entre ellos, fue presentado uno en favor del diputa-
do Mario Palestro, pidiendo su libertad. Conocido el recurso, la Corte se declaró

854
El Mercurio, Santiago, 5/4/57, p. 1. Ver también: La Nación, Santiago, 5/4/57, p. 1.
855
El Diario Ilustrado, Santiago, 5/4/57, p. 1; La Nación, Santiago, 5/4/57, p.11 y Revista Industria, marzo-
abril 1957, p. 20.
856
La Segunda, Santiago, 4/4/57, pp. 5 y 13; La Nación, Santiago, 5/4/57, p. 2; La Tercera, Santiago, 5/4/57,
p. 9 y El Mercurio, Valparaíso, 5/4/57, p. 1.
857
La Tercera, Santiago, 5/4/57, p. 2.
858
La Nación, Santiago, 7/4/57, p. 1 y La Tercera, Santiago, 7/4/57, p. 3.
859
El Diario Ilustrado, Santiago, 5/4/57, p. 2.

272
incompetente para resolver sobre él, ya que el caso había pasado a la justicia mili-
tar, donde quedaría a cargo del juez y general Horacio Gamboa. Este, por su parte,
había solicitado a la Corte de Apelaciones el desafuero del diputado Palestro para
poder, así, incoar una causa en su contra, acusándolo de infringir las disposiciones
del Estado de Sitio y de la Ley de Defensa de la Democracia.
Desde las 19.30 hasta las 21 horas estuvo reunida la Corte, en pleno extraordina-
rio, para analizar el desafuero del diputado Palestro. A favor del desafuero alegó el
abogado José Otero Bañados, auditor general de Carabineros. Por la defensa lo hizo
el abogado Tomás Chadwick. La causa finalmente quedó en acuerdo y se ordenaron
nuevas diligencias860.
Tomás Chadwick calificó las aseveraciones formuladas por Carabineros contra
su defendido de “pueriles e inverosímiles”. La defensa de Palestro sostuvo que era
“una falta de respeto al Tribunal traer una petición de desafuero con antecedentes
de tan poco valor”. En parte de su alegato, Chadwick manifestó:
Es de carácter inverosímil esta acusación. ¿Cree su Ilustrísima Señoría que un
diputado, por más fuero que tenga, aún haciéndose acompañar por un grupo de
500 obreros […] se iba a enfrentar, totalmente desarmado, a las fuerzas de carabi-
neros armados de ametralladoras, carabinas y bombas? No. Indiscutiblemente
que no. Mario Palestro no es un héroe inglés ni tiene en el pecho coraza para
enfrentar las balas. ¿Cree Ilustrísima Señoría que fuera posible un asalto a una
Comisaría en las condiciones anotadas?861.
Tras la intervención de Chadwick, Otero hizo una rectificación en el sentido de
que él nunca habría afirmado ni dicho que se hubiera pretendido asaltar a la Comi-
saría. Señaló que el diputado Palestro había sido “detenido porque no quiso acatar
la orden de disolver al grupo”. Recordó Otero que el Estado de Sitio no permitía
“transitar a grupos de más de 3 personas”. Al respecto, Chadwik comentó:
Yo creí que lo acusaban de posible asalto a la Comisaría y no porque andaba en
grupo mayor de tres personas. El desafuero es más inverosímil aún862.

Nuevas víctimas y detenidos


A las 6.10 horas del jueves 4 de abril dejó de existir en la Posta Central de la
Asistencia Pública, Alejandro Olivares, de 41 años, quien había llegado a ese
establecimiento el martes 2, herido a bala en uno de los primeros incidentes de
aquel día. La Posta Nº 2 comunicó, por su parte, el fallecimiento de Manuel A. Jerez

860
Clarín, Santiago, 5/4/57, pp. 8 y 9 y La Unión, Valparaíso, 5/4/57, p. 1.
861
La Tercera, Santiago, 5/4/57, pp. 8 y 9.
862
Id.

273
Castro, herido a bala en la noche del miércoles 3 de abril863 . Estas dos nuevas víctimas
fatales se venían a sumar a las de los días anteriores, llegándose así a un número de
18 muertes en Santiago.
En cuanto a los heridos, el día jueves se difundieron las siguientes cifras: 15 el
día lunes; 260 el martes y 46 el miércoles, dando un total de 321864. Según la prensa,
durante el día jueves a la Posta Central no habrían llegado heridos por incidentes.
Junto con comenzar a difundirse las cifras globales de muertos y heridos, surgie-
ron los primeros comentarios y rumores de que las víctimas fatales habrían sido
más que las reconocidas oficialmente:
Esta posibilidad nace del hecho sintomático que muchas personas han desapareci-
do, luego de haberse encontrado en medio de las manifestaciones. Sus nombres no
aparecen en las listas de heridos, detenidos o muertos. Tal es el caso del menor de
12 años de edad, Milton Eduardo González, que aún no regresa a su casa de calle
Los Geranios 70 y el de la muchachita de 16 años Ester Buendía Gutiérrez, que
vive en la Población Juan Antonio Ríos865.
Se hablaba también de 25 “pelusas” que habrían sido duramente reprimidos en
la madrugada del jueves “cuando se preparaban a lanzarse al centro a romper vitri-
nas y robar a destajo”. Se sospechaba que algunos de ellos hubiesen muerto, ya que
solo una parte figuraba como heridos:
Quince de estos heridos graves se encuentran en la Sala de Emergencia del Hospi-
tal El Salvador. Son todos pelusas que ni siquiera portaban documentos. Por tal
motivo están ingresados al hospital como ‘N.N.’866.
El día viernes se supo que los familiares de un estudiante de la Facultad de
Química y Farmacia de la Universidad de Chile y de dos menores, los buscaban
desesperadamente pues se encontraban desaparecidos desde el martes 2 de abril867.
El periodista Luis Hernández Parker, en su columna semanal de la revista Ercilla,
del 10 de abril, al hacer el balance de muertos y heridos hasta el lunes 8, agrega-
ba “15 desaparecidos”868. La revista Vea, por su parte, se interrogaba: “¿Cuántos
fueron los caídos en las refriegas callejeras de la semana pasada? ¿18…, 20…,
30…?” 869 .

863
La Segunda, Santiago, 4/4/57, p. 12; El Mercurio, Santiago, 5/4/57, p. 9 y El Mercurio, Valparaíso,
5/4/57, p. 1.
864
El Debate, Santiago, 4/4/57, p. 1.
865
La Tercera, Santiago, 5/4/57, pp. 8 y 9.
866
Id.
867
La Tercera, Santiago, 6/4/57, p. 16.
868
Revista Ercilla, Nº 1.144, 10/4/57, pp. 4 y 5.
869
Revista Vea, Nº 939, 11/4/57, p. 32. Recordamos que sobre el número y la identidad de detenidos, heri-
dos y muertos, volveremos en el Capítulo 6 de esta Segunda Parte.

274
En el plano judicial, el jueves 4 de abril se produjeron también novedades. Por
la tarde el Gobierno tomó la decisión de no seguir deduciendo nuevas querellas por
infracción a la Ley de Defensa de la Democracia –lo que obligaba a radicar los
procesos en la Corte de Apelaciones y a nombrar a uno de sus ministros como juez
instructor– sino que denunciar a los detenidos directamente a la justicia ordinaria
“por infracciones, entre otros, a los artículos 485 y 486 y 269 del Código Penal”870.
Los artículos mencionados, correspondían a delitos que trataban sobre desórde-
nes en la vía pública o atentados en contra la propiedad privada o pública. Como
resultado concreto de esta medida, la Corte de Apelaciones proseguiría solo con la
sustanciación de las causas iniciadas en los primeros días del movimiento. De ese
modo, se esperaba descongestionar la labor en la Corte y obtener una mayor rapi-
dez en los procesos respectivos871. Así, ya el jueves la Intendencia dedujo denuncias
contra 93 personas, las que fueron puestas a disposición de los Juzgados. Tras ser
interrogadas, la mayoría fueron enviadas a la Cárcel Pública. Hasta las 18 horas del
jueves, entonces, el total de detenidos enviados a la cárcel por diversos delitos co-
metidos en los sucesos de los cuatro días anteriores era de 179 personas872.
Una de las noticias más importantes ocurridas el jueves 4, en el ámbito de los
detenidos, tuvo que ver con la libertad otorgada a algunos de los dirigentes sindicales
procesados. En efecto, el ministro que llevaba el proceso contra los dirigentes de la
CUT detenidos en la madrugada del domingo 31 de marzo, tras interrogar
nuevamente a los detenidos decidió la libertad de 9 de ellos, entre los cuales
figuraban Clotario Blest, Baudilio Casanova y Juan Vargas Puebla. También fue
liberado el dirigentes estudiantil Enrique Paris873. Pero la noticia no concluyó allí:
Blest, Vargas Puebla y Casanova fueron de inmediato relegados, en virtud de la
sentencia por tres años y un día, relacionada con el fracasado paro nacional del 9 de
enero874. Así, los tres dirigentes sindicales no alcanzaron a gozar de su libertad y
pasaron a ser los primeros de una larga lista de relegaciones que se sucederían a
partir del viernes 5 de abril875. Entretanto, el ministro que sustanciaba el proceso
contra los detenidos en la casa de Longh Alessandri, decidió la libertad de 5 de los
procesados.
Efectivamente, a últimas horas de la tarde del jueves se supo que 18 personas
serían “relegadas a diversos puntos del norte y sur del país por delitos contemplados

870
El Mercurio, Santiago, 5/4/57, p. 9.
871
Las Últimas Noticias, Santiago, 5/4/57, pp. 3 y 5.
872
El Mercurio, Santiago, 5/4/57, p. 9 y Las Últimas Noticias, Santiago, 5/4/57, pp. 3 y 5.
873
La Unión, Valparaíso, 5/4/57, p. 4; El Mercurio, Santiago, 5/4/57, p. 9; El Diario Ilustrado, Santiago, 5/4/57,
p. 2 y Las Últimas Noticias, Santiago, 5/4/57, pp. 3 y 5.
874
El Mercurio, Santiago, 5/4/57, p. 9. A las ciudades de Molina, San Carlos y San Javier, respectivamente.
875
La Nación, Santiago, 5/4/57, p. 6 y El Siglo, Santiago, 16/6/57, pp. 4-5.

275
en las disposiciones de la Ley de Defensa Permanente de la Democracia”. Los
nombres no fueron revelados876.
En términos de detenciones hay que señalar también que desde las primeras ho-
ras de la madrugada del jueves, los servicios de Investigaciones realizaron sucesivas
redadas que les permitieron “aprehender a una cincuentena de individuos”. Según la
policía civil, la mayoría de ellos eran delincuentes habituales y algunos habrían parti-
cipado de los “saqueos” del día martes. En particular se informó de detenidos en
relación al saqueo de la tienda DIVESA877. El miércoles, la policía civil ya había dete-
nido a algunos “ladrones reconocidos que pululaban por el centro de la ciudad con el
fin evidente de saquear y entregarse a todo tipo de desmanes”878.

6. El fin de las manifestaciones


El viernes 5 de abril fue designada la comisión que revisaría las tarifas de la
locomoción colectiva. En ella participarían, junto con técnicos y profesionales, repre-
sentantes de los estudiantes, de los empleados y de los obreros879 . El Gobierno concedía,
así, uno de los principales puntos del conflicto. A cambio, recibiría una ley de faculta-
des políticas extraordinarias880. Entretanto, el control militar de la ciudad se mantenía.
Ese mismo viernes 5 de abril salió nuevamente a circulación el vespertino Última
Hora, tras dos días de ausencia debida a la destrucción de la imprenta Horizonte.
En su edición criticó a la llamada “prensa seria” por la poca cobertura e importancia
que le había otorgado al hecho. Según Última Hora, el ataque a la imprenta Horizonte
perseguía debilitar “uno de los pilares fundamentales” en que descansaba parte
importante de la prensa opositora881.

Una tranquilidad prematura e inconveniente


El viernes 5 de abril todos los bancos comerciales del país, como también el Banco
Central de Chile, funcionaron normalmente. Normal fue también el abastecimiento
de alimentos que tuvo Santiago a través de sus ferias y mercados. Durante la mañana,

876
El Diario Ilustrado, Santiago, 5/4/57, p. 1.
877
El Mercurio, Santiago, 5/4/57, p. 9 y El Mercurio, Valparaíso, 5/4/57, p.1. Ver también: Revista Ercilla,
Nº 1.144, 10/4/57, p. 8.
878
El Diario Ilustrado, Santiago, 5/4/57, pp. 1 y 2.
879
La Tercera, Santiago, 6/4/57, p. 4.
880
Para un sintético relato de los principales hechos políticos ocurridos entre el 1 y el 5 de abril y la
discusión en torno a las facultades extraordinarias, ver crónica en: Revista Política y Espíritu, Nº 176,
15/4/57, pp. 2-8. Otra crónica, que cubre el período que va desde el lunes 1 hasta el 8 de abril, en:
Revista Vea, Nº 939, 11/4/57, pp. 4 y 5.
881
Última Hora, Santiago, 5/4/57, pp. 4 y 5.

276
camiones municipales con altoparlantes invitaron al comercio a abrir sus puertas.
Aproximadamente un 30 por ciento de los establecimientos respondió. Para el sábado
se anunció una reapertura general de los comercios entre las 9 y las 13 horas882.
Las reparticiones públicas volvieron a atender normalmente, salvo en algunos
casos por ausencia de personal debido a la falta de locomoción colectiva. Continuó
también la reposición del alumbrado público, esperándose que para el sábado estu-
viese ya totalmente repuesto.
Si bien la locomoción colectiva continuó suspendida, el día viernes se concedie-
ron mayores facilidades para el tránsito de vehículos particulares, manteniéndose
únicamente “determinadas zonas de seguridad para estacionamiento de tropas”.
Especialmente el sector comprendido entre: Alonso Ovalle, Compañía, Mac Iver y
Amunátegui, al cual no se permitía el ingreso de vehículos que no estuviesen debi-
damente autorizados883.
El director general del Servicio Nacional de Salud informó que habían quedado
solucionadas las dificultades laborales surgidas en los hospitales del Salvador, Barros
Luco, El Peral, Open Door y Trudeau, viéndose así normalizada la atención. La nueva
situación permitía suspender la evacuación de enfermos y admitir nuevamente a
los que solicitaran hospitalización884.
Todos estos elementos contribuyeron a acentuar la sensación de que se estaba
“volviendo a la normalidad”. El Debate, por su parte, sostenía que “paulatinamente”
la ciudad de Santiago había “recobrado su ritmo de normal actividad”885. Las
autoridades militares, sin embargo, parecían no compartir esta visión de la realidad.
La noche del viernes, el general Gamboa declararía, en una conferencia de prensa,
que, a su juicio, la situación no estaba normalizada. Al respecto, con un tono
marcadamente guerrero, agregó:
Como la situación no está normalizada, se justifica el mantenimiento de las fuer-
zas en sus mismas posiciones. No he disminuido ni restringido ni limitado ninguna
de las medidas que se adoptaron para sofocar el movimiento subversivo. Todo
sigue en pleno vigor’886.
Ya al mediodía del viernes, el mismo general Gamboa, a través del Boletín Infor-
mativo Nº 9, había expresado:

882
La Nación, Santiago, 6/4/57, pp. 1 y 2; La Tercera, Santiago, 6/4/57, pp. 3 y 4; El Mercurio, Santiago,
6/4/57, p. 9 y La Unión, Valparaíso, 6/4/57, p. 1.
883
El Mercurio, Santiago, 6/4/57, p. 1 y 11. Ver también: La Nación, Santiago, 6/4/57, pp. 1 y 6 y La Tercera,
Santiago, 6/4/57, pp. 4 y 9.
884
La Nación, Santiago, 6/4/57, p. 6; La Unión, Valparaíso, 6/4/57, p. 3 y El Mercurio, Santiago, 6/4/57, pp. 1
y 11.
885
El Diario Ilustrado, Santiago, 6/4/57, pp. 1 y 2 y La Unión, Valparaíso, 6/4/57, p. 1.
886
La Nación, Santiago, 6/4/57, pp. 1 y 6.

277
Las directivas políticas que han controlado y dirigido la revolución en marcha siguen
su acción de sabotaje y de propaganda. Se están repartiendo proclamas de los partidos
extremistas vendidos al Soviet Ruso, en que se incita al paro general, al ataque a las
fuerzas del orden público y a la destrucción del sistema democrático887.
Esta visión de las cosas fue acompañada de una comunicación –también entre-
gada al mediodía del viernes– en la cual se reiteraba la prohibición de formar grupos
o estacionarse en las esquinas; la vigencia del toque de queda a las 21 horas; el
cierre de cines y teatros y la prohibición de espectáculos públicos, carreras hípicas
y encuentros deportivos durante el fin de semana; así como los oficios religiosos
más allá de las 13 horas del domingo888.
Complementariamente a estas medidas, el gobierno mantuvo durante el día viernes
la cadena radial a través de la Dirección de Informaciones del Estado, DIE. A pesar de
una reunión entre su director y el presidente de la Asociación de Radiodifusoras de
Chile, donde surgió el acuerdo de que a contar de las 8.30 horas de la mañana del día 6
de abril la totalidad de las emisoras del país dejarían la red nacional que había comen-
zado a las 21 horas del martes 2 de abril, se mantuvo la siguiente restricción:
Con respecto a los informativos y programas de carácter político o comentarios
políticos ellos se transmitirán única y exclusivamente bajo la tuición de la DIE,
hasta nuevo aviso889.
… las radio estaciones no podrán transmitir otras informaciones nacionales y
extranjeras que las que proporcione la DIE y en cadena nacional890.
Resultaba evidente que mientras la realidad tendía a volver a sus cauces de
normalidad, el gobierno y las autoridades militares estaban interesados en mante-
ner un cierto clima de expectación y tensión. Probablemente con el objetivo de
asegurar la aprobación de las facultades extraordinarias. Así lo denunció, al menos,
el diario radical Mundo Libre con peculiar lenguaje:
El juego de la guerra dura ya seis días y los hombres encargados de inflar el globo
se sienten extenuados. El inmenso sacrificio de los carabineros, soldados y aviado-
res por mantener el clima de suspenso guerrero, con matices tenebrosos y
alternativas terroristas, empezó a mostrar ayer los primeros síntomas de que ‘el
cuero no da para más’891.

887
El Mercurio, Santiago, 6/4/57, pp. 1 y 11.
888
La Tercera, Santiago, 6/4/57, p. 9 y 4; La Nación, Santiago, 6/4/57, p. 3; El Diario Ilustrado, Santiago,
6/4/57, pp. 1 y 2 y La Unión, Valparaíso, 6/4/57, p. 1.
889
El Mercurio, Santiago, 6/4/57, p. 9.
890
El Diario Ilustrado, Santiago, 6/4/57, p. 1. Ver también: La Tercera, Santiago, 6/4/57, p. 4 y La Unión,
Valparaíso, 6/4/57, p. 3.
891
Mundo Libre, Santiago, 6/4/57, p. 4.

278
En este sentido, el general Gamboa reiteraría el día sábado, frente a los perio-
distas, sus aprehensiones sobre la tranquilidad que reinaba en el país:
La normalidad que ustedes dicen que notaron esta mañana, me hace pensar en que
también la mañana del martes parecía normal. Pero, ¿qué ocurrió en la tarde…?892.

Las últimas incidencias


Contrariamente a la ambigüedad mostrada por la principal autoridad militar de
Santiago –el general Gamboa– en relación a la tranquilidad reinante en la ciudad,
la Prefectura General de Carabineros afirmó, en la noche del viernes, que durante
el día “había reinado absoluta tranquilidad en Santiago”893. No obstante, se habían
producido algunas incidencias.
La primera de ellas ocurrió faltando quince minutos para las dos de la madruga-
da del viernes, en horas del toque de queda, cuando el automóvil patente ZM-245,
que manejaba Gabriel Soto y que se dirigía por el camino de San Bernardo a Los
Morros, habría sido interceptado por una patrulla militar ubicada frente a la planta
eléctrica de ese sector. El conductor, según se informó posteriormente, no habría
obedecido las señales, continuando su marcha, ante lo cual “los soldados recurrie-
ron a sus armas y al disparar sobre el automóvil hirieron a doña Ana Lecaros, de 40
años de edad, y a su hija Sonia Marín Lecaros, de 18 años”894.
En las primeras horas de la mañana se había informado que otros sectores, en
especial de obreros de industrias de la comuna de San Miguel, se habían sumado a
los acuerdos de “no concurrencia a sus labores habituales de los obreros de Mademsa,
Madeco y de los obreros municipales de las comunas circunvecinas”895. Los obreros
municipales de Santiago, en cambio, comunicaron a la alcaldesa que habían decidido
no participar en la huelga convocada por sus colegas de otras comunas”896.
El viernes se dio a conocer también un manifiesto de la CUT en el cual se llamaba a
todos los trabajadores a “continuar la lucha contra la derogación de las alzas”; a oponer-
se al Estado de Sitio y a las Facultades Extraordinarias; y a solicitar la libertad de todos
los detenidos y el respeto de “las libertades públicas y los derechos sindicales”. Decla-
raba, además, que en el Comité de la CUT “la unidad se mantiene intacta y la moral
alta, pese a los golpes recibidos, como es la prisión de los dirigentes nacionales”897.

892
La Nación, Santiago, 7/4/57, pp. 1 y 2.
893
El Mercurio, Santiago, 6/4/57, p. 1 y El Diario Ilustrado, Santiago, 6/4/57, pp. 1 y 2.
894
El Diario Ilustrado, Santiago, 6/4/57, pp. 1 y 2. También en: La Unión, Valparaíso, 6/4/57, p. 3.
895
Acta Informe del Inspector del Trabajo Juan Arancibia, 5/4/57, A.N.S.XX., F.M.TRA., Providencias,
Vol. 4 (683-948), 1957.
896
El Diario Ilustrado, Santiago, 6/4/57, p. 2.
897
La Tercera, Santiago, 6/4/57, p. 3.

279
El vespertino Última Hora fue el único diario que informó de un incidente que
se habría producido, alrededor de las 11.30 horas del viernes frente al local de la
CUT, situado en Alameda Bernardo O’Higgins Nº 850. El hecho habría tenido graves
consecuencias:
…las tropas disolvieron un grupo de personas que se había estacionado frente al
mencionado local, usando para ello sus armas de fuego. […] Las tropas al conti-
nuar disparando contra las personas, dieron muerte a un desconocido, cuyo cadáver
fue transportado momentos más tarde al Instituto Médico Legal898.
El general Gamboa, por su parte, también al mediodía, informó que habrían
ocurrido dos incidentes, “uno en el sector Mapocho abajo y otro en Alameda con
San Diego”, en los cuales “no se habían producido bajas”899. Posteriormente, en la
noche del viernes, Gamboa declaró que en los alrededores de la Plaza Egaña había
sido “asaltada una fuente de soda” y que en la Plaza Manuel Rodríguez “se preten-
dió destruir el alumbrado público”900.
Gran atención dio, por último, el general Horacio Gamboa a una “proclama” del
Consejo Comunal de Pobladores de Ñuñoa, que se habría repartido “profusamente”
durante el día viernes. En ella, entre otros puntos, se llamaba “a realizar mítines y
asambleas de protesta o a valerse de otros medios para difundir la justeza de esta
lucha”901. El texto completo de la proclama, formó parte de uno de los boletines
emitidos por el jefe de la Plaza el día viernes, y fue difundido ampliamente por la
prensa. Alcanzó así, probablemente, una difusión mucho mayor a la que jamás pensaron
sus autores902. El Diario Ilustrado se hizo particularmente eco de las denuncias de la
autoridad militar, informando que numerosos volantes habían sido “distribuidos en
diversos barrios de la ciudad”, llamando a organizar huelgas e incitando a “una abierta
resistencia contra las resoluciones adoptadas por el Gobierno en resguardo del orden”.
Algunos de estos panfletos habrían estado firmados por el “FRAP Juvenil”903.
En las últimas horas de la tarde del viernes, salió a circulación el número de la
revista Topaze que en la madrugada había sido retirado por la fuerza pública desde
la imprenta Zig Zag. La edición fue devuelta con sus páginas centrales entintadas
en negro. En ellas figuraba una caricatura del dibujante Pepo, bajo el título “El
crimen de no saber gobernar”904. Al día siguiente –el sábado 7– el diario Mundo
Libre publicaría en su portada la misma caricatura que había motivado la clausura.

898
Última Hora, Santiago, 5/4/57, p. 2.
899
El Mercurio, Santiago, 6/4/57, pp. 1 y 11.
900
Las Últimas Noticias, Santiago, 6/4/57, pp. 3 y 16 y La Nación, Santiago, 6/4/57, p. 6.
901
Texto de la proclama en: La Nación, Santiago, 6/4/57, p. 6.
902
Al respecto, ver también: El Diario Ilustrado, Santiago, 6/4/57, p. 2.
903
El Diario Ilustrado, Santiago, 6/4/57, p. 6.
904
Id.; La Nación, Santiago, 6/4/57, p. 5; La Tercera, Santiago, 6/4/57, p. 16 y Mundo Libre, Santiago, 6/4/57, p. 5.

280
Finalmente, en la madrugada del sábado se habrían realizado dos “operacio-
nes” policiaco-militares. Una, “destinada a sorprender a los grupos sediciosos” que
según la autoridad aun actuaban “en los barrios y comunas” de la capital905; la otra,
una redada destinada a capturar delincuentes habituales que posiblemente habían
actuado en los saqueos del día martes. Como resultado, el sábado a mediodía fue-
ron puestos a disposición del 5º Juzgado, “diez delincuentes confesos de ser los
autores del robo y saqueo de la tienda Divesa”, perpetrado en la tarde del martes 2
de abril. Horas antes, los detectives habían detenido otro grupo sindicado como los
presuntos autores del saqueo a la tienda BATA906.

Comienzan las relegaciones


El día viernes se confirmó que numerosas personas serían relegadas a distintos
lugares del norte y sur del país. La cantidad exacta de relegados que habrían parti-
do ese día varía de un diario a otro: 20, 21, 28, 33 y 60 fueron las cifras difundidas. Al
parecer la confusión se produjo por el hecho de que algunos partieron el mismo
viernes y otros lo harían en la madrugada del sábado907.
Efectivamente, más allá del número exacto, los lugares de destinación eran lejanos
y pequeños pueblos: Melinka, en el Archipiélago de Chiloé; Belén, Putre y Codpa, al
interior del departamento de Arica; Huellusca en la zona austral; y Los Muermos en la
provincia de Llanquihue908. Entre los nombres de los posibles relegados figuraban los ya
mencionados dirigentes sindicales y las 21 personas que habían sido detenidas en el
local de la Imprenta Horizonte. Entre estas últimas figuraba el periodista Elmo Catalán
Avilés889. Todos partieron con custodia de funcionarios de Investigaciones910.
Comenzaba así un largo peregrinar para estas decenas de personas que partían
al destierro sin conocer, muchas veces, ni su destino ni los motivos por los cuales se
les relegaba. Informaciones oficiales entregadas en la tarde del sábado, confirma-
ban que 33 personas habían sido relegadas hasta ese momento en virtud del Estado
de Sitio911. Días más tarde, en la madrugada y mañana del 9 de abril, en Valparaíso

905
La Nación, Santiago, 6/4/57, p. 6.
906
La Segunda, Santiago, 6/4/57, p. 12; El Mercurio, Santiago, 7/4/57, p.20; El Diario Ilustrado, Santiago, 7/4/
57, p.8 y El Mercurio, Valparaíso, 7/4/57, p. 1.
907
El Mercurio, Santiago, 6/4/57, p. 11.
908
La Unión, Valparaíso, 6/4/57, p. 3.
909
La Nación, Santiago, 6/4/57, p. 7.
910
La Tercera, Santiago, 6/4/57, pp. 8 y 9.
911
Última Hora, Santiago, 6/4/57, p. 3 y 8; La Nación, Santiago, 7/4/57, p. 7; El Diario Ilustrado, Santiago, 7/4/57, p. 5;
La Tercera, Santiago, 7/4/57, p. 3 y El Sur, Concepción, 7/4/57, p. 1. La Cámara de Diputados recibió numerosos
telegramas de relegados que protestaban por su injusta detención y demandando su libertad. Ver, por ejem-
plo: A.DIP., Asuntos de Interés General, L.E., Especial acusaciones, Tomo 1, 1957, pp. 232-233.

281
fueron detenidos ocho dirigentes sindicales, la mayoría de los cuales pertenecía al
Consejo Provincial de la CUT. Tras ser trasladados a Santiago, siguieron luego el
destino de los otros relegados912. Finalmente, todos ellos, en un número cercano a
70, fueron concentrados en el pueblo de Curepto –de tres mil habitantes– en la
parte suroeste de la provincia de Talca. Allí permanecerían hasta que, a fines del
mes de abril, fuera liberado el último grupo de ellos913.
Por otra parte, tras efectuarse las diligencias ordenadas por el Tribunal Pleno
de la Corte de Apelaciones en su audiencia del jueves en la tarde, este organismo
dictó su fallo “por el cual y por unanimidad de sus miembros, desaforó al diputado
del Partido Socialista Popular señor Mario Palestro”. Esto significaba que el parla-
mentario sería procesado por el general y juez militar don Horacio Gamboa Núñez,
“por infracción a la Ley de Defensa de la Democracia y al Código de Justicia Mili-
tar”914. El sábado 6 de abril, la Corte de Apelaciones denegó la libertad bajo fianza
de Mario Palestro, por haber sido sorprendido –según el fallo– “en delito flagran-
te”. Sí se le concedió el derecho de apelación ante la Corte Suprema; sin embargo,
ésta confirmó, el 16 de abril, por unanimidad, el desafuero del parlamentario915.
Finalmente, hay que señalar que hasta las 11.35 horas del viernes, los ministros
de la Corte de Apelaciones habían interrogado a 230 detenidos, “de los cuales 148
quedaron detenidos y 59 de ellos incomunicados”. Sin embargo, unas horas después
el número de incomunicados llegaba solo a 21 y la mayoría de los que habían recu-
perado la libertad fueron detenidos nuevamente por Carabineros e Investigaciones
a la salida de la Corte. Se informó también que muchas de estas personas fueron
posteriormente relegadas “sin proceso y en conformidad al Estado de Sitio”916.

Los primeros funerales y las últimas muertes


El día viernes 5 de abril el Servicio Nacional de Salud hizo llegar al Congreso
Nacional las listas oficiales de heridos y muertos atendidos en las postas de la Asis-
tencia Pública. En ellas no se incluían los heridos y muertos en otros hospitales de
la capital. Estas cifras oficiales consignaban 11 muertos y 231 heridos, registrados
entre el lunes 1 y el jueves 4 de abril en las tres postas de la Asistencia Pública que

912
El Mercurio, Valparaíso, 10/4/57, p. 1 y La Nación, Santiago, 10/4/57, p. 8. Al respecto, ver también
reportaje en: Revista Vistazo, Nº 242, 7/5/57, p. 21.
913
Clarín, Santiago, 27/4/57, p. 16. Sobre la suerte corrida por los relegados en general, ver también dos
completos reportajes: Revista Vea, Nº 940, 18/4/57, pp. 2 y 3 y Revista Vistazo, Nº 242, 7/5/57, pp. 4, 5 y 8.
914
El Mercurio, Santiago, 6/4/57, p. 1; La Tercera, Santiago, 6/4/57, p. 9 y Las Últimas Noticias, Santiago,
6/4/57, p. 3.
915
El Mercurio, Santiago, 7/4/57, p. 15 y La Tercera, Santiago, 7/4/57, p. 3.
916
La Tercera, Santiago, 6/4/57, pp. 8 y 9.

282
atendieron durante las incidencias callejeras de esos días en Santiago917. Interroga-
do el general Gamboa sobre si había ya una lista oficial con el total de todos los
muertos, respondió: “No. Estoy preocupado de salvar a los vivos”918.
Quienes sí se preocupaban de los muertos, eran sus familiares y amigos. Ese
mismo día viernes se realizaron, sin incidentes, los funerales de cuatro de las vícti-
mas fatales del martes 2 de abril: a las 9.30 horas el de Héctor Ramírez Molina; a las
11 horas el de Carlos Orrego Álvarez; a las 16 horas el de Iris Aburto de Salas; y a las
16.30 horas el de Gabriel Lazo Toledo919.
Entretanto, el abogado del Sindicato de Empleados de la Caja de Previsión del Ban-
co del Estado anunció la presentación de un escrito pidiendo que la justicia del crimen
ordenara una segunda autopsia al cadáver de Carlos Orrego Álvarez, quien se habría
suicidado lanzándose desde el sexto piso del Ministerio de Defensa. A juicio del aboga-
do, el cuerpo de Orrego presentaba una serie de “huellas punzantes” en el “contorno
del tronco”, que podrían corresponder a “heridas a cuchillo”. Una nueva autopsia ven-
dría, a juicio del abogado, a clarificar las circunstancias de la muerte de Orrego920.
El viernes 5 de abril, a pesar de algunas informaciones en contrario, en las postas
y hospitales no se registraron heridos, quedando en evidencia que no se habían
producido incidentes graves. El día sábado –un día radiante, con un sol tibio y bri-
llante– millares de personas concurrieron al centro de Santiago para proveerse de
todo tipo de mercaderías, sin que se produjeran incidentes de ningún tipo. Se estimó
que un 80% del comercio había funcionado normalmente921. Por su parte, ese mismo
día el ministro del Interior recibió telegramas de la mayoría de los Intendentes del
país, “en los cuales se le informa que la situación es tranquila”, agregándosele que
“las actividades se han normalizado en todo el territorio”922.
Sin embargo, a pesar de la tranquilidad que se observaba en la ciudadanía y la
ausencia de incidentes, en la noche del sábado 6 de abril se produciría una nueva
muerte en Santiago cuando, según informaciones oficiales:
… una patrulla de cuatro soldados, al mando del capitán Sergio Muñoz Vergara, debió
emplear sus armas para repeler una agresión de parte de 16 individuos, en una inci-
dencia ocurrida en Vivaceta a la altura del N° 540, alrededor de las 20 horas923.

917
Oficio Nº 453 del director del Instituto Médico Legal y Oficio Nº 718 del director de la Asistencia
Pública de Santiago, ambos al secretario del Senado, 5/4/57, A.SEN., P.C.G., 1956-57, Tomo 978,
pp. 777-778 y pp. 779-790, respectivamente.
918
La Nación, Santiago, 6/4/57, pp. 1 y 6 y La Tercera, Santiago, 6/4/57, pp. 8 y 9.
919
La Tercera, Santiago, 6/4/57, p. 8.
920
Mundo Libre, Santiago, 6/4/57, p. 4.
921
El Mercurio, Santiago, 7/4/57, p. 20 y La Tercera, Santiago, 7/4/57, p. 3.
922
La Segunda, Santiago, 6/4/57, p. 12 y El Mercurio, Valparaíso, 7/4/57, p. 1.
923
El Diario Ilustrado, Santiago, 7/4/57, pp. 5 y 8.

283
En la acción resultó muerto Raúl Ramírez Guzmán, de 41 años, el que se en-
contraba, junto a las otras personas, bebiendo en el restaurante “El Deportista”.
El grupo fue obligado a abandonar el local y dispersarse por estar “contravinien-
do las medidas de seguridad del Estado de Sitio”. Sin embargo, no hay constancia
de que el grupo hubiese agredido a los militares924. Según otras informaciones,
que no fueron confirmadas oficialmente, se habría producido una segunda muer-
te esa misma noche: la de un comerciante “que tripulaba un camión manejado
por el hijo de éste”, el que, al no detenerse “fue acribillado a tiros” por una pa-
trulla militar 925.
Dos últimos casos fatales se produjeron en Santiago el domingo 7 de abril. Uno,
fue el de Juan Hinojosa Hinojosa, de 23 años, ocurrido a las 17.20 horas en calle
Mapocho con Bulnes, quien habría tenido un altercado con un miembro de una pa-
trulla militar, el que le habría disparado un tiro hiriéndolo mortalmente926. El otro
caso ocurrió por la noche, pasadas las 23 horas, cuando el ciudadano británico señor
Cedric Dally fue herido mortalmente en el tórax por una patrulla policial. Según
una declaración oficial, el incidente se habría producido al no acatar el señor Dally
la orden de detención927.
De esta forma se ponía fin a la larga lista de personas que perdieron la vida
durante los sucesos del mes de abril de 1957. Una lista que, a juicio de algunos,
dejaba en evidencia un desigual enfrentamiento:
El balance oficial de la tragedia es una prueba acusadora: 19 muertos, 40 heridos
graves, 80 heridos de mediana gravedad y 200 heridos leves, todos civiles y heri-
dos a bala, contra 20 carabineros heridos a pedradas928.
Recordemos, finalmente, que el alza fue derogada el sábado 6 de abril en la
noche, al tiempo que el Senado aprobaba las facultades extraordinarias. Terminaban
así 10 días de manifestaciones y protestas, que habían sacudido a las tres principales
ciudades del país, siendo Santiago la más comprometida por los acontecimientos929.

924
Al respecto, ver también: Mundo Libre, Santiago, 7/4/57, p. 4 y El Sur, Concepción, 7/4/57, p. 1.
925
Mundo Libre, Santiago, 7/4/57, p. 4.
926
Las Últimas Noticias, Santiago, 8/4/57, p. 15; La Nación, Santiago, 8/4/57, p. 7 y El Mercurio, Valparaíso,
8/4/57, p. 5.
927
Texto de la declaración en: La Nación, Santiago, 9/4/57, p. 2. Ver también: El Debate, Santiago, 8/4/57,
p.1. Con fecha 12 de abril, el Ministerio de Relaciones Exteriores –a través del Oficio Nº 1095– deman-
daría al jefe de la Zona de Emergencia, antecedentes sobre este caso.
928
Última Hora, Santiago, 5/4/57, p.3. Al respecto, el general Gamboa el día 7 de abril diría que el número
de efectivos policiales y militares heridos durante las incidencias llegaba a 77. Número que, al menos,
no se corresponde con las cifras conocidas oficialmente. Ver: El Diario Ilustrado, Santiago, 8/4/57, p. 1.
929
Una síntesis fotográfica de estos sucesos, desde su inicio en Valparaíso hasta la vuelta de la calma
en Santiago, la encontramos en una serie de 30 fotografías publicadas en: Revista Vea, Nº 939, 11/4/57,
pp. 2 y 3.

284
7. Elementos de síntesis y de interpretación
Si la espontaneidad fue lo que caracterizó la protesta del martes 2 de abril,
sorprendiendo tanto a autoridades como a los mismos manifestantes, su evolución
posterior, a partir del día miércoles, respondió a patrones más predeterminados.
Por parte del Gobierno, la decisión de reprimir cualquier intento de prolongar
las protestas coexistió con una voluntad de mantener un clima de emergencia polí-
tica. El fuerte dispositivo militar que entró a operar el día miércoles en la ciudad
de Santiago respondía a esta doble intencionalidad: evitar los desbordes, pero sin
llegar a restablecer la normalidad. La detención de un nuevo grupo de dirigentes
sindicales; el asalto a la Imprenta Horizonte; los ‘enfrentamientos’ del Banco Pana-
mericano y de la Plaza de Almagro; la detención y acusación del diputado Mario
Palestro; el desalojo del cerro Santa Lucía; y la masiva detención de ciudadanos ‘en
mangas de camisas’; son todos hechos que pueden ser leídos en este doble registro.
Es evidente que si la voluntad política de la autoridad hubiese sido el mero resta-
blecimiento del orden, su modo de operar habría sido diferente. Numerosos sectores
denunciaron la provocación que significaba el exagerado despliegue militar.
Los manifestantes, por su parte, estaban conscientes también de las nuevas
condiciones existentes en el país. En efecto, quienes manifestaron su descontento
el día miércoles y jueves lo hicieron informados del Estado de Sitio y de la decisión
del Gobierno de reprimir las protestas. Entre las motivaciones para hacerlo, sin
embargo, es posible distinguir al menos dos. De una parte, aquellos sectores sociales
que no habían formado parte activa en las manifestaciones del día martes deseaban
expresarse y trataron de hacerlo ‘tardíamente’. Fuese porque vivían en zonas alejadas
del centro –el caso de la manifestación de la comuna de San Miguel que pretendía
‘marchar’ sobre el centro de Santiago– o fuese porque no habían estado a la cabeza
de las manifestaciones –el caso de las organizaciones sindicales que irrumpieron a
través de sus declaraciones llamando a continuar la protesta–. Y, de otra parte,
estaban las motivaciones políticas de ciertos grupos, que trataron de conducir y
mantener en alza el clima de movilización expresado el día martes.
Con la distancia que proporciona el análisis de los hechos, se observa una cierta
funcionalidad entre estos dos comportamientos: el de un Gobierno que quería man-
tener el clima de alteración, pero sin perder el control de la situación y el de grupos
sociales y políticos, interesados en continuar sus manifestaciones de protesta en
función de sus intereses particulares. Una funcionalidad que, como ya hemos dicho,
produjo el día miércoles un saldo trágico de muertos superior al del martes 2 de
abril.
Sin embargo, autoridades político-militares y manifestantes no fueron los úni-
cos actores que se mostraron activos el día miércoles. Aparecieron también en la

285
escena pública otros sectores o grupos tales como los comerciantes, las autoridades
municipales, los propietarios de medios de comunicación y periodistas, y los miem-
bros del Poder Judicial. Sectores todos que pasaron a cumplir diversos roles en la
situación creada con los sucesos del 2 de abril. En casi todos los casos, movidos por
un interés corporativo o sectorial.
Así, por ejemplo, los comerciantes desplegaron todas sus capacidades y contac-
tos para posicionarse como los principales afectados por los hechos y demandar al
Gobierno una reparación económica y financiera. Las autoridades municipales
–responsabilizando de los hechos, en general, al gobierno central– deslindaban res-
ponsabilidades y pedían también recursos para hacer frente a los daños provocados
por los manifestantes. El sector de los medios de comunicación reclamó airadamen-
te contra las medidas coercitivas a la libertad de expresión implementadas por las
autoridades. El Poder Judicial, por su parte, se vio puesto en incómoda situación al
tener que operar como ejecutor de la voluntad represiva del Gobierno quien, ha-
ciendo uso de la legislación extraordinaria –Estado de Sitio, Ley de Defensa de la
Democracia y Facultades Extraordinarias, después–, perseguía judicialmente a sus
opositores.
El relevo de actores, aparece así como uno de los rasgos distintivos de los suce-
sos de abril de 1957. Es decir, una dinámica a través de la cual determinados actores
van dejando la escena pública para dar paso a otros, sin que necesariamente haya
concertación o continuidad de intereses. Así lo percibimos al observar que los estu-
diantes, que fueron los primeros protagonistas del conflicto, dejaron paso, el martes
por la tarde, a grupos sociales heterogéneos y marginales, los que, a su vez, se reti-
raron para ser seguidos por grupos de obreros, empleados y público en general, el
día miércoles. Entre estos actores, sin embargo, no existió necesariamente una solu-
ción de continuidad y la mayoría de ellos debe haber tenido una visión segmentada
de los hechos. En el caso de los representantes de la autoridad, se observa el relevo
habido entre carabineros y militares, que corresponde también a dos momentos en
el transcurso de los hechos. A los actores sociales populares les seguirán otros, eco-
nómicos, como los ya mencionados comerciantes, o institucionales, como el Poder
Judicial. Por último, serán los actores propiamente políticos –los partidos en el Par-
lamento– los que dominarán la escena y protagonizarán el desenlace de los
acontecimientos.
Actores que se suceden unos a otros sin un libreto común e imprimiéndole cada
vez un sello particular a los hechos. La continuidad y la ‘coherencia’ de los aconte-
cimientos, hay que buscarla, entonces, en el proceso en su conjunto. Ejercicio que
solo es posible realizar con posterioridad a los hechos y que escapaba, por lo tanto,
a las posibilidades de la sociedad de la época. En ausencia de un actor o de un
grupo de actores que asegurara la dirección u orientación de los acontecimientos,

286
la sociedad chilena de la época no tuvo más posibilidad que actuar parceladamente
y de acuerdo a representaciones parciales de los hechos. Representaciones en las
que la realidad se confundía, muchas veces, con los propios fantasmas de cada ac-
tor, como lo veremos en el capítulo siguiente.

287
CAPÍTULO 5
EL DISCURSO SOBRE LOS HECHOS

1. Antecedentes
En los capítulos precedentes, hemos intentado reconstruir –paso a paso y respe-
tando lo más fielmente posible los hechos– el curso histórico que siguieron los
acontecimientos sociales desencadenados por el alza de la locomoción colectiva del
26 de marzo de 1957. Ello nos ha permitido acumular elementos factuales para
comprender lo que hemos llamado la ‘lógica interna’ de los hechos. Sin embargo,
tan importante como la reconstrucción de los hechos, resulta conocer la visión que
los distintos sectores de la sociedad de la época tuvieron de los mismos. Se trata de
las representaciones que en el momento se hicieron los diferentes actores sobre lo
que estaba sucediendo, a la luz del discurso elaborado en torno a los hechos y al
calor de los mismos.
Las fuentes que nos permiten conocer parte de dichas representaciones son prin-
cipalmente los editoriales y artículos de opinión aparecidos en los periódicos de la
época, el debate parlamentario y las declaraciones públicas emitidas en el período.
Fuentes que remiten, es cierto, a aquellos sectores que tenían la capacidad de infor-
mar y formar opinión pública y que no agotan la diversidad de la sociedad chilena
de la época. Sin embargo, son las fuentes existentes y a ellas nos atendremos en
esta parte del análisis930.
En este capítulo, primero presentaremos las visiones de los hechos que los dis-
tintos periódicos ofrecieron a sus lectores entre el 27 de marzo y el 7 de abril de
1957, de acuerdo a la línea de cada periódico. Luego, el discurso de los principales
partidos políticos de la época, sobre la base tanto del debate parlamentario como
de las declaraciones públicas de sus directivas u opiniones de sus representantes.
Finalmente, se ha reconstruido, en sus líneas gruesas, el discurso oficial del Gobier-
no así como el de tres actores socio-institucionales, como lo eran las organizaciones
estudiantiles, el sindicalismo y la iglesia católica.

930
El análisis se verá ampliado hacia otros actores y sensibilidades, a partir de otro tipo de fuentes,
como son las entrevistas que presentaremos en la Tercera Parte de este libro.

289
La presentación y análisis de la información busca responder, desde el discurso,
a tres preguntas fundamentales relacionadas con los hechos ocurridos en abril de
1957: qué sucedió, por qué sucedió y qué significados o implicancias tuvieron. Ello
ha permitido reconocer lo medular de la representación que cada sector y/o actor
se hizo de los hechos, así como analizar su variación en el transcurso de los mismos.

2. La prensa oficialista
Dos eran los medios de prensa que representaban las posiciones del Gobierno
en la época: el diario La Nación y el diario Clarín. Ambos compartían un sello un
tanto populista y su relativa incondicionalidad respecto del gobierno del Presiden-
te Ibáñez. En términos políticos tradicionales, podrían calificarse de centro derecha
el primero y de centro izquierda el segundo.

El diario La Nación
Desde comienzos de marzo de 1957, La Nación venía sosteniendo una dura cam-
paña de denuncias sobre las deficiencias del sistema de transportes, tanto estatal
como privado. Esto hizo que su primera reacción frente a las manifestaciones de
protesta fuese de aceptación y comprensión. No faltaron, incluso, quienes acusaron
a este diario de haber sido uno de los incitadores de los hechos, a causa, precisa-
mente, de su campaña. Sin embargo, rápidamente La Nación introdujo la distinción
entre protestas admisibles “dentro del orden”, de otras que no lo eran si se aparta-
ban de los “hábitos respetuosos” y atentaban contra el “orden público”931.
Entre las causas iniciales, La Nación reconocía, en consecuencia, el mal servicio
que prestaban los microbuseros así como los “abusos” que se cometían con las nue-
vas tarifas. Hablaba de una “justa ansiedad” en la población y admitía que quienes
protestaban eran la juventud y el público en general. Aunque advertía del aprove-
chamiento que determinados sectores políticos podían hacer de los hechos. Pedía,
entonces, que se actuara dentro de los “lineamientos democráticos”, que se utiliza-
ran “las vías legales” y que no se cometieran “excesos”.
Producidos los primeros hechos de violencia, La Nación comenzó a hablar de
“desmanes” y a calificar las circunstancias de “penosas” y “lamentables”. Una protesta
“justa e idealista” comenzaba a ser manejada políticamente por grupos que pretendían
provocar un “clima sedicioso” y entorpecer así el normal desarrollo de la “vida

931
Para estos y otros conceptos citados a continuación respecto al diario La Nación, así como para el
conjunto del discurso del resto de los periódicos, la base documental de referencia fue procesa-
da y consignada en matrices de análisis para cada periódico, tal como se expuso en la Introduc-
ción general de este libro.

290
institucional” del país. Las primeras acusaciones fueron dirigidas a grupos políticos
de oposición y se mencionó a los radicales. Comenzó a hablarse de “campaña” y se
acusó a parte de la prensa de estar creando “alarma” y aumentando la “intranquilidad”.
Ante tales hechos, se hizo un llamado a la reflexión y a la “serenidad”. Se saludó la
actitud igualmente “serena” que habían mostrado las fuerzas armadas y Carabineros.
Los acontecimientos del 2 de abril van a cambiar fuertemente el discurso del
principal periódico oficialista. Pasó a denunciarse la “gravedad” de los desmanes,
sus rasgos “vandálicos” y su carácter francamente “sedicioso”. Se trataría de los
“días más negros” de la historia nacional, sin precedentes anteriores. La violencia y
la agitación desencadenada constituían una “vergüenza” y amagaban el orden y la
estabilidad del sistema institucional. En las crónicas se hablaba de “clima revolu-
cionario” y de “asonada popular”. Los hechos fueron calificados de “dramáticos” y
“luctuosos” o de “tristes episodios”.
De un problema económico se había transitado a uno político. El orden institu-
cional estaba amenazado por un movimiento dirigido por “elementos políticos
totalitarios”, principalmente el Partido Comunista, que incitaban a “grupos de
activistas” y “delincuentes”. Frente a ello se imponía una defensa “irrestricta y
vigorosa”, de parte del Gobierno. Así, La Nación reconocía entre las causas del
problema, dos aspectos principales: la inflación con su cuota de sacrificios impuesta
a la población y la acción del comunismo quien habría organizado la revuelta con el
fin de debilitar la democracia.
En consecuencia, para el diario La Nación, lo que estaba en juego era el “quie-
bre de la estructura constitucional”. Había que “salvar” el régimen jurídico y velar
por el respeto a la Constitución y la Ley. Se imponía “aplastar la sedición en mar-
cha”. Esta visión de la situación se prolongó varios días después del 2 y 3 de abril,
sosteniéndose que el peligro para la estabilidad democrática no había terminado932.
La “personalidad del Presidente Ibáñez”, se constituía en una especie de baluarte
ante un proceso creciente de “descomposición moral” colectiva y de “relajamien-
to”. El ataque a los monumentos nacionales y a los héroes de la patria era un signo
más. Las facultades extraordinarias serían, por último, el instrumento que permiti-
ría recuperar la normalidad e imponer el orden.

El diario Clarín
Este es uno de los pocos periódicos que destaca en el público una actitud inicial
de aceptación y de resignación frente a las alzas. Actitud, sin embargo, que habría

932
Aunque se rechazaba de plano la idea de que el país estuviese “al borde de una dictadura”. La
Nación, Santiago, 12/4/57, p.4.

291
durado poco para dar paso, luego, a la “protesta”. Una protesta “violenta”, sin pre-
cedentes en la historia, y que habría escrito una de sus más “negras páginas”.
Inicialmente, los “actos violentos” habrían sido una “legítima reacción” de
aquellos sectores que veían sus “intereses” amagados por el alza y por los “abusos”
de choferes y empresarios. Pero luego, la responsabilidad habría caído en los grupos
más exaltados, en la agitación expresa y en una cierta “falta de cordura” de las
fuerzas policiales que habrían reprimido indiscriminadamente las manifestaciones.
Todo ello, finalmente, después del 2 de abril, daría paso –como razón explicativa de
los hechos– a un “plan revolucionario y anarquista” que recordaba el “bogotazo” de
1949. Falto de originalidad, Clarín bautizó los hechos bajo el nombre de “santiagazo”.
En un comienzo, Clarín advierte que los acontecimientos pueden acarrear “tras-
tornos” y “perjuicios”, lo cual hacía necesaria una respuesta enérgica pero ecuánime
de parte del Gobierno. Se hizo también un llamado a la “cordura” y a la serenidad por
“ambos lados”. Cuando los hechos se agravaron, sus consecuencias fueron vistas como
amenazas de “caos” y de “destrucción de los fundamentos” de la democracia.

3. La prensa de derecha
Se trata, ciertamente, de la prensa más abundante en la época. Dentro de ella
encontramos diarios y revistas y podemos distinguir al menos dos tendencias grue-
sas: una conservadora y otra más liberal. En efecto, La Unión de Valparaíso y El
Diario Ilustrado respondían a posturas políticas conservadoras; El Mercurio, tanto de
Santiago como de Valparaíso, expresaba un pensamiento liberal, manteniendo una
cierta independencia partidaria; Las Últimas Noticias y La Segunda, compartiendo
la línea de pensamiento de El Mercurio, estaban dirigidos al amplio público y mos-
traban posturas que no encontramos en el ‘decano’ de la prensa chilena. El Debate,
en cambio, expresaba más claramente a los sectores políticos liberales.

El diario La Unión, de Valparaíso


La postura de La Unión está fuertemente marcada por su carácter de periódico
regional. Predomina en él, al menos en una primera fase, una visión del conflicto a
la luz de la realidad de Valparaíso y Viña del Mar. Es así como en su visión de lo
sucedido priman el “descontento” expresado en las “manifestaciones callejeras”
de los primeros días en Valparaíso, así como los “condenables desmanes” que termi-
naron desvirtuando “lo justo y lo lícito”, para transformarlo en “vandalaje a la
bogotana”. Las razones que se esgrimen como explicación a los hechos, en ese pri-
mer momento, se corresponden con la realidad local: se trató de un alza “desatinada”,
“injusta”, “equivocada”, “parcial”, “precipitada”, que impactó en los “hogares

292
modestos”. Un alza que fue acordada por organismos estatales de Santiago, “sin
escuchar a las autoridades locales”.
Consecuentemente, las reflexiones iniciales ante los acontecimientos conducen
a La Unión a advertir que los “derechos legítimos de las ciudades” no pueden ser
pisoteados. Pero se advierte también que los “desmanes” buscan provocar una “in-
evitable represión”, con el objeto de desviar la “justa causa”.
Un primer momento de inflexión en el discurso de La Unión, lo encontramos des-
pués del sábado 30 de marzo. Los hechos son vistos como “gravísimos sucesos” que
dan pié a una “lucha fratricida”, que se desarrolla como en un “campo de batalla”. Se
viven “horas tétricas”. En el origen sigue estando el alza, como expresión suprema de
los errores económicos y políticos del Gobierno, y el atropello regional. Sin embargo,
ya no se trata de un simple descontento. Hay causas más hondas, ligadas a “un agudo
estado de irritación”, acumulado desde hacía años, y un cansancio por la “inoperan-
cia e ineficacias del gobierno”. Un gobierno que no supo comprender el desacuerdo
manifestado por la ciudadanía el 3 de marzo, no con los planes anti inflacionistas,
sino con el equipo a cargo de implementarlos. Los provocadores y elementos disocia-
dores existen, es cierto, pero no hay que “tomar como explicación del fenómeno lo
que es accidental y agregado a éste…”, sugiere La Unión. A su juicio, no hay más
alternativa que reconocer el “gran descontento nacional” existente. El Gobierno tie-
ne que aceptar que está “concluido”. Así como tiene que aceptar que es contradictorio
señalar que el Partido Comunista fue derrotado el 3 de marzo y al mismo tiempo
atribuirle la capacidad de organizar un movimiento como el que se estaba viviendo.
La situación era más grave: se caminaba “al borde del abismo”. Se hacía un llamado a
la “cordura colectiva”; el bien común exigía “la pacificación”.
Un segundo punto de inflexión, lo encontramos después del martes 2 de abril y
a la luz de lo ocurrido en Santiago. El discurso sobre lo que sucede cambia y se
introducen nuevos términos: “incertidumbre”, “zozobra”, “revolución”. Ha habido
un “desborde pasional” que ha abierto las puertas al “vandalismo” y a la “barba-
rie”. El “imperio de la horda”. El “estallido revolucionario” que persigue “el caos y
la anarquía” y pone en peligro el “régimen constituido” y la democracia.
Se explica que los propósitos iniciales del movimiento fueron sobrepasados y
que se impusieron quienes deseaban “un cambio institucional por medios violen-
tos”. La fuerza pública, por su parte, ha exacerbado los ánimos. Sin embargo, frente
a un “conato revolucionario” se justifica una “represión legítima”. Con todo, no
deja de reconocerse que entre las causas hay que distinguir dos aspectos: uno, el de
las manifestaciones estudiantiles “contra el alza” y los “errores gubernativos”; y,
otro, el de los “grupos anárquicos” que se infiltraron y “desencadenaron una verda-
dera revolución”. No hay que olvidar, tampoco, a quienes se incorporaron por un
simple y “primitivo afán de saqueo”.

293
La barbarie no respetó ni a los héroes ni a sus monumentos. Se requería, enton-
ces, “salvar” la “estabilidad constitucional” y el “régimen democrático”. Para ello
era necesario que la “autoridad” actuara “con fuerza” y “sin debilidad”. Primero
había que “apagar el incendio” y luego discutir responsabilidades. Y el incendio se
apagaba con facultades extraordinarias. Lo que estaba en juego era la existencia de
Gobierno o no.

El Diario Ilustrado
Desde un comienzo el discurso de El Diario Ilustrado contuvo los elementos que
caracterizarían su postura en los momentos más álgidos. Así, ya el domingo 31 de
marzo hablaba de desórdenes callejeros que eran motivo de “vandálica destrucción”.
En el origen de los hechos se reconocía el alza de la locomoción, pero igualmente se la
justificaba en los “altos costos” de los microbuseros y en la necesidad de terminar
con la bonificación de la bencina. Sí se denunciaba el “error de no informar” previa-
mente, por parte del gobierno. Tanto o más importante que los daños objetivos de la
inflación, como causa explicativa del descontento, lo eran las “maniobras del Partido
Comunista”, que había sabido utilizar a los estudiantes. Estudiantes “inconscientes”
que habían iniciado un movimiento que les iba a ser escamoteado.
Tras los sucesos del martes 2 de abril, en este diario conservador se consolidó
uno de los discursos más duros y estereotipados del momento. En efecto, esos días
fueron calificados como de “zozobra y asombro”, “bochornosos” y “trágicos”. Los
“desmanes” fueron considerados “sin precedentes” y calificados también de “pri-
mitivas reacciones”. Inquietud, desconcierto, vergüenza y espanto fueron algunos
de los estados de ánimo evocados por El Diario Ilustrado en su página editorial entre
el 2 y el 7 de abril. Se habló también de “luctuosos acontecimientos” y de “desma-
nes vandálicos”, para finalmente calificar los hechos como “movimientos sediciosos”
y “anarquía franca”. En su opinión, fueron “días de rebelión”. En algunas crónicas
se reiteró que se trataba de los “más vergonzosos y tristes hechos que recuerde la
historia”, verdaderos “actos criminales”, “inconcebibles”, que constituyeron un
“conato de sedición”.
Las causas no se las veía lejanas a las de los sucesos de Bogotá, en los que se
reconocían las “consignas y tácticas” del Partido Comunista. Las órdenes venían
directamente de “Moscú”, del “Kremlim”. Con ellas, no se pretendía otra cosa que
desconocer la “autoridad legítima” y buscar el “cambio de régimen jurídico”, pro-
curando “el derrumbe de las instituciones republicanas”. Existía un “plan previo”,
de “clara inspiración y dirección comunista”, alentado por la “incapacidad” de al-
canzar el poder por vías democráticas: se trataba de una “izquierda” derrotada. La
“secta roja” había desatado un “movimiento político subversivo” que había sido

294
aprovechado por “bandidos y maleantes” y por los más “descalificados elementos
de la sociedad”. Junto a los comunistas habrían actuado los socialistas populares y
los trotskistas, ayudados todos por un sector de la prensa que les era afín933. En una
crónica se insiste en que se trataría de “un plan diabólicamente preparado”, pero
se agrega un elemento nuevo: el plan habría sido “aprovechado en forma magnífica
por la falta de vigilancia”. Se está hablando, obviamente, del martes 2 en la tarde.
Aunque, por último, se sostenía que no se quería caer en el infantilismo de “decir
que todos los manifestantes eran comunistas o socialistas” o “afirmar que todos los
saqueos fueron obra roja”. No. Se reconocía que había “un descontento y un espíri-
tu subversivo latente”, cuyas causas eran “hondas”934.
Las consecuencias, bajo este prisma, no podían ser sino muy graves. Se tenía la
sensación de que “la prestigiosa democracia chilena” había dado “un salto hacia
atrás, bruscamente, colocándose en tristes niveles de barbarie”. Se descubría, así,
la existencia de “una falla cívica y cultural” en “una porción considerable de la
población”. El gobierno, frente a esto, tenía que actuar con “firme energía”: a nada
conduciría una “política de apaciguamiento y ‘mano tendida’”. Las fuerzas arma-
das ya estaban cumpliendo su deber, con “abnegación y patriotismo”, como
“guardianes” de la “seguridad interna de la nación”. El Diario Ilustrado se pregun-
taba cómo era posible que tras el ejemplo que se había ofrecido “al mundo” en las
últimas elecciones, se produjeran manifestaciones “tan contrarias, dentro de una
misma organización social”. Su respuesta era que tal vez ése era el precio que debía
pagarse por una “tranquilidad futura”. Que así fuese, dependía de que no se olvida-
ra tan “terrible lección”935. Se recomendaba también, no “halagar los bajos instintos
de las masas”, como tampoco –refiriéndose a los muertos habidos– “aureolar con la
corona del martirio” a quienes habían sido “víctimas de la casualidad, de su impru-
dencia o de su actuación delictiva”.
Finalmente, el diario conservador, a pesar de la rigidez de su discurso, termina-
ba constatando un hecho que nos parece de sumo interés. Tras considerar que el
régimen democrático había estado a punto de derrumbarse a partir de hechos a los
que se les había atribuido “una importancia relativa”, concluía: “se pudo apreciar
un profundo abismo entre la calle y los dirigentes políticos”. Una idea, ésta, que

933
Más tarde, también se extendería la responsabilidad al Partido Radical: El Diario Ilustrado,
Santiago, 8/4/57, p. 3.
934
La prédica anticomunista de los conservadores se mantuvo por varios días; al respecto, ver, por ejemplo:
“Conspiración comunista” (editorial), El Diario Ilustrado, Santiago, 10/4/57, p. 3; “Incitaciones a la
sedición” (editorial), El Diario Ilustrado, Santiago, 14/4/57, p. 7 y “La propaganda comunista”, El Diario
Ilustrado, Santiago, 16/4/57, p. 3.
935
Una visión complementaria a estas consecuencias –en la que se denuncia un país “moralmente enfer-
mo– la encontramos en: “Un triste balance” (editorial), El Diario Ilustrado, Santiago, 10/4/57, p. 3.

295
encontraremos también en otros discursos, bastante alejados política e ideológica-
mente de los conservadores.

El diario El Mercurio, de Valparaíso y de Santiago


La línea editorial de El Mercurio de Santiago y del de Valparaíso era la misma: la
mayoría de las veces, los editoriales y comentarios políticos semanales se reprodu-
cían en ambas ediciones. El de Valparaíso, ciertamente, fue más sensible a los inicios
del conflicto y a sus componentes locales.
Desde un comienzo se destacó el carácter “violento” y el “tono agresivo” que
asumían las manifestaciones, las que, a su juicio y en el caso de Valparaíso, no se
producían “desde hace años”. A medida que pasaban los días y las protestas iban en
aumento, El Mercurio comenzó a caracterizarlas como “graves desórdenes” o “aso-
nadas”. Las consideró un “espectáculo degradante” y condenó la destrucción que
generaban.
Entre las causas del conflicto, se argumentaba que más que el alza misma, el
público rechazaba lo “exagerada”, “desproporcionada” y “desconsiderada” que
ella había sido, así como el que no hubiese habido “aviso previo”. Pesaban tam-
bién las razones que se daban desde Valparaíso: la medida había sido tomada por
“organismos centralizados y burocráticos”. Se reconocía también la “repulsa” que
el alza había provocado entre los sectores populares, por ser los más afectados.
Después de los sucesos del día 30 de marzo –tanto los ocurridos en Valparaíso
como en Santiago– se agregó, como causa explicativa, la existencia de “provoca-
ciones de carácter extremista”, que obedecerían a “un plan sistemático” dirigido
por los comunistas. No se abandonaba, aun, sin embargo, la denuncia de una gran
“desorganización en el campo de la locomoción colectiva” y se insinuaba que el
gobierno no estaba reaccionando como correspondía. Se criticaba a la “prensa
extremista”.
Hasta el 1 de abril, El Mercurio creyó que el movimiento podía ser o había sido
ya controlado. Advertía que sus consecuencias podían ser “imprevisibles” y que era
necesario controlar los “desmanes” a tiempo, ya que si no, después, habría que
recurrir a “medidas extremas”. Se reconocía la contradicción entre el comporta-
miento de la ciudadanía frente a las elecciones parlamentarias de marzo y el clima
de protestas que se vivía en abril. Preocupaban los efectos que el conflicto podía
tener en “el prestigio internacional” del país.
El 2 de abril marca también un cambio importante en el discurso de El Mercurio.
A sus ojos, los hechos adquirieron un “cariz alarmante”. Se había llegado a un “es-
tado colectivo” de descontrol que hacía temer por la “integridad del régimen
constitucional”. Ya no se estaba frente a manifestaciones callejeras, sino ante un

296
“levantamiento de masas”, caracterizado por los “desmanes” y la “violencia”, lo
que habría dado origen a “episodios brutales”. El país atravesaba –a su juicio– un
“peligroso desfiladero”. Las “alteraciones revolucionarias” habían atropellado a la
“autoridad constituida”. Se trataba de acontecimientos ajenos a la “memoria na-
cional”, “sin precedentes”, que significaban “una regresión a la obscura época en
que la República estaba aún inerme para defenderse de los ataques de las hordas”.
En algunas crónicas se hablaba de “subversión” y de “sedición”.
El Mercurio mostró una tendencia a responsabilizar al Gobierno del giro que
tomaron los acontecimientos. Concretamente se denunciaba la gravedad que signi-
ficaba el que “un país quede, aunque sea por algunas horas, entregado a la
irresponsabilidad de masas inducidas y dirigidas desde la ilegalidad”. Del mismo
modo se calificaba de “temeraria” la opción de “seguir manteniendo la coexistencia
de fuerzas armadas y manifestantes”. Se pensaba que la presencia del “aparato de
guerra” exacerbaba los ánimos. La represión había hecho subir el “malestar” y las
víctimas daban al movimiento “cada vez más cuerpo”. Esta posible responsabilidad
gubernamental, sin embargo, no hacía que El Mercurio bajara el tono respecto a la
denuncia de la “intervención” de “elementos comunistas” o de “comandos revolu-
cionarios” que se habrían librado a una “destrucción sistemática”. En efecto, para
El Mercurio el “alma de la subversión” habían sido el Partido Comunista y el Partido
Socialista Popular, sectores derrotados en las urnas y que trataban de involucrar
también al Partido Radical936. Salía al paso, por último, a aquellas interpretaciones
de que la causa habría sido la crítica situación económica del país: decía El Mercurio
que había que pensar cuánto más grave sería la situación si no se hubiese aplicado
la política antinflacionista937.
Las principales consecuencias que destacaba El Mercurio en su visión de los
hechos eran los riesgos de alteración del “orden legal establecido”, por una parte, y
los daños a la economía, por otra. Frente a ello, era necesaria una “acción enérgica”
que permitiera “volver a la normalidad”, para así asegurar la continuidad del
“régimen jurídico” y la mantención de los planes económicos en curso938. Los sucesos
de abril habían abierto “grietas en la base misma del edificio constitucional”, que
era urgente reparar para así terminar con la “fragilidad” mostrada por el “régimen
democrático”. La herramienta para efectuar esta reparación eran, evidentemente,

936
Días más tarde, en su página editorial, El Mercurio fustigó duramente el comportamiento político
de ciertos sectores del Partido Socialista Popular: “Por la defensa de la democracia”, El Mercurio,
Santiago, 15/4/57, p. 3.
937
El Mercurio retoma este aspecto de los hechos en dos editoriales posteriores al domingo 7 de abril:
“Cuál es la situación real de Chile” (editorial), El Mercurio, Santiago, 8/4/57, p. 3 y “Medidas económi-
cas y orden público” (editorial), El Mercurio, Santiago, 12/4/57, p. 3.
938
La importancia de restablecer el “principio de autoridad” fue expuesta en: “Concepto sobre la nor-
malidad” (editorial), El Mercurio, Santiago, 9/4/57, p. 3.

297
las facultades extraordinarias. El Mercurio mostraba, por último, un gran pesar por
el hecho de que Chile hubiese exhibido “ante el resto del mundo su peor faz”. Lo
sucedido era visto como un llamado a la realidad para los que “creían que Chile
constituía una excepción en el panorama continental”. Hacía votos, entonces, para
que pronto el país volviera “al sitio que le corresponde entre las naciones civilizadas”.

El diario Las Últimas Noticias y el vespertino La Segunda


Estos dos medios formaban parte de la misma cadena periodística de El Mercurio,
sin embargo se orientaban a un público diferente. ¿Podríamos considerar estos dos
diarios como una segunda voz –con un segundo discurso– de los sectores represen-
tados por El Mercurio? En parte sí. Sugerimos, entonces, aunque con prudencia,
tomar los discursos siguientes como aquello que El Mercurio veía necesario decir
pero inconveniente de hacerlo desde sus páginas. O bien –segunda alternativa– como
aquello que podía interpretar o impactar en sectores medios y populares que no
leían habitualmente sus páginas.
En el caso de Las Últimas Noticias, la debilidad de su página editorial obliga a
buscar principalmente en las crónicas informativas los componentes de su discurso,
relativos a nuestras tres preguntas. Editorialmente, los hechos son calificados de
“lamentables, inesperados e inevitables”, y su “vertiginoso” desarrollo es visto con
“alarma”. Las crónicas, luego de la “noche ignominiosa” del 2 de abril, hablan de
“desmanes”, de “desbordes”, de “luctuosos sucesos” y de “asonadas callejeras”.
Finalmente se impone una idea de “movimiento sedicioso” o de “revuelta extremis-
ta” que habría intentado “derribar el régimen institucional”. Todo ello, “sin
precedentes en nuestra historia republicana”; algo ajeno a Chile, un país en donde
“no podían pasar estas cosas”.
Editorialmente, Las Últimas Noticias renuncia a entrar a analizar el “fondo del
problema”, declarándose “sin ánimo” para hacerlo. No obstante, a través de sus
notas periodísticas, presenta sus causas ligadas a un movimiento estudiantil inicial,
de carácter “espontáneo” y “sin raíces peligrosas”, pero al cual se habrían sumado
los “cerebros comunistas”. Hábiles agitadores, siguiendo “planes revolucionarios”
preexistentes, habrían intentado subvertir el “régimen institucional”.
En estos acontecimientos, Chile habría perdido su tradicional “sentido de la mesura y
serenidad”, afectando la “fama” del país en América y temiendo que la prensa extranjera
difundiera lo “peor” y de manera “abultada”. El “orgullo nacional” lucía sendos “crespones
negros”. Por “el bien de la patria” había que recuperar “la paz”. Las facultades
extraordinarias permitirían defender “la estabilidad” y “la nacionalidad misma”. Para
ello, había que defender, en consecuencia, el Gobierno legalmente constituido; si no,
dominarían “la anarquía y la dictadura”, “el caos y el saqueo”. Por último, el atentado al

298
monumento a Prat, venía a confirmar la actuación de “elementos cavernarios inspirados
en consignas extrañas” y “extranjeras”, ajenas a “nuestra nacionalidad”939.
El discurso del vespertino La Segunda, se expresa más o menos en los mismos
términos que Las Últimas Noticias, aunque enfatiza en aspectos un poco distintos. A
su juicio, los hechos se constituyen teniendo como eje las polaridades “barbarie”/
”civilizado” e “irresponsabilidad”/”buenos modales”. Lo sucedido le pareció algo
“inconcebible para Chile”: una “vergonzosa situación”, contraria a la “tradición” y
fuente de una “justificada alarma”. Fueron, en suma, “trágicos días”.
Al igual que Las Últimas Noticias, La Segunda renuncia a una reflexión más profun-
da, argumentando –en la víspera del 2 de abril– que “ya no es tiempo de discutir
responsabilidades” ni necesario “analizar las causas y las culpas”. Del mismo modo,
reconoce también por lo menos algunas de las causas iniciales en la “falta de tino”
mostrada por “la autoridad”, al alzar las tarifas “sin aviso” previo, así como en su “falta
de energía” para controlar los abusos tanto de microbuseros como de manifestantes.
Pero lo que la distingue de Las Últimas Noticias es su preocupación, casi obsesiva, por la
“roja configuración” de los acontecimientos. En efecto, para La Segunda “la mano roja
extendió sus dedos” así como “roja fue la inspiración y la estrategia de este ‘bogotazo’”.
Los agitadores no luchaban sino “por la confusión, por las tinieblas, por el infierno, que
es rojo, y por lo tanto fácilmente identificable en su fisonomía política”. Por último,
fueron “los rojos” los que atentaron “contra las vidas y contra la propiedad”940.
Las implicancias de lo que estaba sucediendo se ilustraba con la imagen de “la
bola de nieve”, que podía llegar a generar un verdadero “alud”. Se requería, enton-
ces, “cordura”. Tanta o más preocupación existía por el “prestigio mundial” de Chile:
los acontecimientos eran considerados un “baldón histórico” que venía a demostrar
que aun quedaban “cavernícolas” en el país. Chile había torcido su “rumbo demo-
crático”. Una dura lección que, a su juicio, no había que olvidar.

El diario El Debate
Dentro del espectro de la derecha, el discurso de El Debate es el más atípico, ya
que se distancia de la lógica con que la mayoría del resto de esos medios se
939
En los días posteriores –entre el 11 y el 18 de abril– Las Últimas Noticias publicó una serie de
siete notas a cargo del escritor y crítico literario Daniel de la Vega. En ellas se exacerba el
enfoque que el diario dio a los hechos, llamando la atención el desprecio con que el autor se
refiere a los manifestantes. El sólo enunciado de algunos de los títulos de estas notas sirve para
hacerse una idea de su contenido: “Aspectos de la Horda”, “Los Asaltantes”, “La Invasión Verti-
cal”, “La Zarpa Escondida”, “La Complicidad”. Al respecto, ver también el punto 2 del Capítulo
6 de esta Segunda Parte.
940
Posteriormente se denunciaría la supuesta “infiltración comunista” en el sistema educativo chileno,
ver: “El quiste infeccioso, protegido”, por Julio César, La Segunda, Santiago, 8/4/57, p. 3.

299
representaban los hechos. Por lo pronto, durante varios días se refirió a ellos como
“causa popular”, “incidentes callejeros” o, simplemente, “desfiles y concen-
traciones”. Sin desconocer, por eso, la seriedad de los acontecimientos y el que las
multitudes se expresaban “en forma irrazonable, desordenada y hasta violenta”.
Solo con posterioridad al 2 de abril utilizó términos como “asonada callejera”,
“vandalismo desatado”, “sangrientos sucesos” o “intentos revolucionarios” con
origen en las “protestas callejeras”. Hacia fines de la primera semana de abril, se
refirió también al “clima de innecesaria represión” y a las “exageraciones” del
gobierno, frente a una ciudad que había recuperado la “calma”.
Respecto a los ‘porqués’, El Debate sostuvo desde un comienzo que el descontento,
más que un asunto de tarifas, era debido a la “humillación” a que se sometía a los
ciudadanos en los medios de transporte. Ese era el origen de la “irritación lacerante”
que recorría a la población. A ello se sumaba la “irresolución de las autoridades” y el
“afán de ganancia de los empresarios”. De económico, el problema se había vuelto
“político”. A la “exasperación pública” por un servicio “intolerable” y a la “descon-
fianza en las resoluciones del gobierno”, no había que olvidar agregar, sin embargo,
“la condición miserable a que se encontraba reducida la masa”. La gravedad de los
hechos del 2 de abril no hizo variar en lo sustancial esta visión de las cosas, aunque
acercó un poco el discurso de El Debate al del resto de la derecha: un “real desconten-
to público” había movilizado a los estudiantes, lo cual, a su vez, había entregado “masas
activas a la conducción inteligente y audaz de los bien organizados extremistas”. Lue-
go, venían las “exageraciones” del Gobierno con el fin de conseguir facultades
extraordinarias. Finalmente, El Debate sostenía que la causa de “la inquietud popu-
lar” no era otra que “la desesperación de las masas, derivada del desatino en el manejo
de los asuntos económicos”941. Y se preguntaba si los trastornos no podrían haberse
evitado con una “mayor sensibilidad” de parte del gobierno.
La principal implicancia, a juicio de El Debate, debía ser la necesaria y “efectiva
reconsideración de todas las medidas de orden económico”. Entretanto, “la repre-
sión” podría “acallar las voces de la protesta”, pero ella se mantendría “viva”
mientras no desaparecieran “las causas que la originaron”. El Gobierno debía “con-
tinuar firme y alerta”, pero no era conveniente que exagerara ni que prosiguiera
“hostilizando” al público “innecesariamente”.

4. La prensa de centro y de izquierda


Hemos calificado de ‘centro’ aquellos órganos de prensa más moderados que
oscilaban entre posturas de derecha y de izquierda y que, ubicándose la mayoría de

941
Sobre esta tesis se volvería a insistir en: “Odioso” (editorial), El Debate, Santiago, 9/4/57, p.1 y
“Escapatoria” (editorial), El Debate, Santiago, 12/4/57, p. 1.

300
las veces en oposición al Gobierno, no asumían las posturas más duras. Es el caso
del diario La Tercera de la Hora. Como prensa de izquierda –en clara y neta oposición
al gobierno– tenemos un espectro que va desde el diario Mundo Libre, ligado al
sector más crítico del Partido Radical, hasta El Siglo, de orientación comunista,
pasando por Última Hora, de tendencia socialista.

El diario La Tercera de la Hora


Con una relativa presencia de sectores moderados del Partido Radical, La Tercera
se caracterizaba, en esa época, por un periodismo que trataba de captar y representar
el sentimiento mayoritario de la población. Desde un comienzo, La Tercera destacó
la masividad y lo genuino de la protesta, sin negar la violencia que contenía “la
reacción ciudadana”. Una violencia “inusitada”, aunque propia de “un gesto
desesperado de rebelión”. Se trató, a su juicio, de “un movimiento espontáneo e
indignado”, que expresaba el “clamor general del público”. Los hechos del 2 de
abril fueron calificados de “dolorosos” y “trágicos” y descritos como un “momento
de dispersión del sentido común”, que provocó una “enorme destrucción”.
Desde el punto de vista de las causas o los porqués, La Tercera mantuvo una
coherencia a lo largo de todo el conflicto. La causa inicial y última era la mala
calidad de los servicios de locomoción colectiva. El alza solo fue “la gota que colmó
la paciencia ciudadana”. Ante el abuso de los empresarios y el mal servicio, vino la
“reacción natural” del público; y las obras de destrucción fueron la respuesta fren-
te a los “apaleos” policiales: una “réplica desesperada”. Se trató de una “indignación
colectiva”, que no fue “guiada por móviles políticos ni capitalizada por los comunis-
tas o ácratas”. Su origen estaba en “la desorientada acción económica del gobierno”.
Por lo tanto, la “pacificación militar y policial” no pondría fin a la “hostilidad ciu-
dadana y al desasosiego”. Se trataba de un problema de profunda desorganización
de los servicios de transporte que databa de más de 25 años y frente al cual la
paciencia se agotaba. Finalmente, los “actos de violencia” fueron “desfigurando” el
movimiento, el que “desbordó hacia extremos” que amenazaban la vida humana, la
propiedad, el trabajo, la armonía y la normalidad. Sin embargo, nada de ello hacía
cambiar el que el origen directo del conflicto estuviese en “el malestar económico”
y en la “gravísima situación” en que se debatía “la mayor parte” del pueblo.
Desde un principio, también, La Tercera declaró la inutilidad del “cuento del
comunismo”, calificándolo de “manoseado y simplista slogan”. Enfatizaba en que
lo único serio era “reorganizar los servicios de locomoción colectiva” y dar una
solución “eficaz” al problema. Advertía sobre los costos de ceder ante la “presión
de las protestas” y llamaba a velar por “el respeto universal” existente hacia Chile,
cooperando a que volvieran “la cordura y la tranquilidad”. Las facultades

301
extraordinarias solo conseguirían “postergar por la fuerza policial” la emergencia
de nuevos incidentes. Convenía, más bien, que el Gobierno emprendiera una
“profunda labor de beneficio económico”, que aliviase “la tensa situación del país”.

El diario Mundo Libre


Desde su fundación, en 1956, Mundo Libre venía protagonizando un duro –y a
veces bajo– debate con el diario La Nación, reflejo de la pugna que desde 1952 se
vivía entre radicales e ibañistas. Mundo Libre desarrolló, así, un lenguaje beligeran-
te, a veces exagerado, y sus informaciones, animadas por la pasión política, no
siempre eran confiables. Sin embargo, en general, respecto a los hechos de abril se
mantuvo en el registro natural de un órgano de oposición.
Mundo Libre destacó que las protestas eran una expresión de la “oposición ro-
tunda” del público frente al alza y que el “clima de agitación” era el resultado de la
“indignada reacción” de la gente. A su juicio, “la violencia desatada en las calles”
era responsabilidad exclusiva de las fuerzas de Carabineros. Su interpretación de
los hechos del martes 2 en la tarde fue que, “al amparo” de una “justa indignación”,
“elementos irresponsables” habrían perpetrado “actos de vandalismo y pillaje”.
Rechazó igualmente la “innecesaria violencia” ejercida por la policía, que a su jui-
cio “agravó la situación” hasta generar aquellos “luctuosos sucesos”. Condenó
también lo que llamó “actos criminales” realizados por delincuentes. Por último, a
partir del día jueves 4, insistió en que la calma era “total” y que se vivía un “incom-
prensible despliegue de fuerza militar”.
A su juicio, la protesta era el “espontáneo fruto de la indignación popular”,
cuya masividad se explicaba por la “afinidad impalpable” que generaba “el fraude
y el desencanto” en “la masa que creyó y tuvo fe” en el gobierno de Ibáñez. El alza
de la locomoción, que venía a lesionar los “limitados recursos” de la gente, se
transformó en la “gota que derramó el vaso de la pasividad”. La “mansedumbre” y
la “paciencia” habían llegado a su límite: la situación económica rebasaba las
“posibilidades económicas de los asalariados”. Descartando el argumento de la infil-
tración comunista –que, a su juicio, a la larga terminaba favoreciendo al comunismo–,
Mundo Libre no dejó de acusar al diario La Nación de haber “azuzado” el conflicto y
atribuyó la violencia a los “excesos de la fuerza pública”, la que habría procedido
“sin mesura ni sabiduría”. Mundo Libre se explicó también los hechos por la acción
de “elementos anti-democráticos” –ex ibañistas, a su juicio– que se habían mantenido
al margen de las luchas cívicas y que habrían aprovechado esta oportunidad para
“dar rienda suelta a sus bajos instintos”. Como siempre, el hampa y la delincuencia
habían tratado también de hacer sus ganancias. La desprotección en que había
quedado la ciudad el día martes, explicaba en parte los saqueos y el pillaje desatados.

302
Al respecto, Mundo Libre se preguntaba si el “prolongado lapso” transcurrido entre
el retiro de la policía y la llegada de los militares no habría sido “intencional”. Una
vez restablecido el orden público, Mundo libre acusó de que la ostentación de poder
militar solo pretendía “provocar la violencia”.
En un comienzo, la principal significación de los hechos fue, para Mundo Libre,
el que “Chile” había resuelto “asumir la ofensiva” frente a tanto atropello. Se aban-
donaba así “la pasividad” y se exigía el “derecho a una existencia mejor”. En ese
sentido, las protestas eran “útiles y convenientes”, como expresión de un “pueblo”
que despertaba. La emergencia posterior de actos de “vandalismo y pillaje”, hizo
que Mundo Libre distinguiera varios aspectos comprometidos en el movimiento:
uno, la “justa protesta del pueblo”; dos, la “justificada indignación” por la repre-
sión, lo que dio origen a “actos de represalia”; y, tres, los “actos de destrucción y
violencia innecesarios”. Estos últimos, ciertamente, eran condenados, así como la
acción de Carabineros, quienes se habrían mostrado “indignos de la confianza y el
respeto” de la ciudadanía. Se advertía, por último, que la ruptura de “la norma
constitucional”, podía llevar a peligrosos gobiernos “de facto”.

El diario vespertino Última Hora


De orientación popular y socialista, este diario complementaba su línea editorial
a través de columnistas que cubrían un amplio espectro del mundo progresista de la
época. Siguiendo el contenido de ciertos editoriales y los análisis de algunos de estos
columnistas –escritos con posterioridad al momento más álgido del conflicto– se ob-
serva que ‘lo sucedido’ es simplemente reconocido como manifestaciones de “protesta”,
sin mayores adjetivaciones. Se habla también de “estallido” y de “reventón”.
En el origen se reconoce la existencia de un alza que no se correspondía con lo
que se “había anunciado”: fue una “sorpresa” y una “burla”. Sin embargo, la causa
de fondo se la ubica en “el profundo descontento” existente en un pueblo que había
visto “tramitadas sus esperanzas” y “destrozados sus anhelos”. Las protestas marca-
ban el fin de “la indiferencia y resignación”. La responsabilidad no era solo del
Gobierno, sino también de las “fuerzas [políticas] populares” que no cumplían con
su rol: el pueblo, “desesperanzado”, se había lanzado “al sacrificio de una acción
directa y sin perspectivas”. La “izquierda política” participaba, entonces, también,
de la “vergüenza” nacional. La existencia de esta causa profunda hace que desde
Última Hora se cuestione la visión de la mayoría de los otros periódicos, que
pretendían “descubrir un cambio de carácter en la lucha callejera” que se había
desarrollado entre el lunes y el miércoles. Por el contrario, según Última Hora, “en
el trasfondo de todos los sucesos hubo una sola corriente” que guió los acon-
tecimientos: “el descontento por largo tiempo acumulado y la impotencia para

303
expresarlo por los canales de la vida normal”. Y los cambios que hubo en la manera
de expresar ese descontento –”desde los gritos hasta el asalto directo”– se debieron
exclusivamente a dos factores: “la insensibilidad y la ineficiencia” del Gobierno y,
luego, “la brutal y desatentada acción policial”. No había que buscar diferencias,
entonces, entre la acción de los estudiantes, la de los obreros y “el clima general de
repudio”. Lo único ajeno fue la suma del “hamponaje”, lo que era “inevitable”.
Uno de los grandes errores del Gobierno –inexplicable a juicio de Última Hora–
fueron las horas que la ciudad estuvo sin vigilancia, tras el reemplazo de carabine-
ros por militares. En suma, lo sucedido no se debió a una acción política destinada
a derrocar al Gobierno, sino a “un estallido de protesta por la situación económica
general del país, provocado por el desgobierno ibañista”942.
En términos de implicancias, Última Hora manifiesta una actitud de
comprensión frente a “estas reacciones primarias” de la masa, por las razones ya
explicadas: el engaño por parte de las “esferas directivas” del país; el oportunismo
de la derecha; y la distracción de la izquierda en asuntos menores, olvidando su
objetivo “fundamental”, cual era el “ganar la confianza del pueblo, ofreciendo
soluciones y alternativas”. Luego, se insiste en que los acontecimientos no
siguieron “un plan sistemático”, que de haber existido habría cambiado total y
radicalmente “el curso de los hechos”. Razón suficiente para terminar con “las
leyendas negras y rojas” que se estaban “tejiendo”. Habiéndose normalizado la
situación, Última Hora consideraba que el otorgamiento de facultades extra-
ordinarias significaba “jugar la innecesaria carta” de convertir a Ibáñez “en un
dictador legal”943.

El diario El Siglo
Imposibilitado de seguirse imprimiendo, por la destrucción de la Imprenta Ho-
rizonte y de sus oficinas de redacción, El Siglo solo circuló hasta el martes 2 de abril.
Luego reaparecería el 1 de mayo. Contamos, entonces, con su visión solo del inicio
de las manifestaciones, las que en un comienzo fueron denominadas como “protes-
ta informe”, “resistencia pasiva”, “protestas aisladas”, “movilización callejera”, para
luego llegar a calificarlas de “movilización de masas” y “movimiento organizado de
protesta”. Se denunció también la “violencia policial”, calificada de “cobarde e
insensata”, frente a “manifestaciones pacíficas”. Con posterioridad a los hechos, el
diario comunista pasaría a denominar los hechos como las “luchas de abril”.

942
Esta misma interpretación sería reiterada en: “Revolución’ del peñascazo”, por Espartaco, Última
Hora, Santiago, 9/4/57, p. 2.
943
A ello se refiere también el siguiente editorial: “Un clima artificial” (editorial), Última Hora, Santiago,
10/4/57, p. 2.

304
El Siglo enfatizó en la ilegalidad del alza así como en su injusticia y en su odiosi-
dad, expresiones todas aplicables a la política antiinflacionista que la justificaba.
Las alzas habían creado un “clima de agitación” que venía a confirmar que “la
paciencia ya se agotó”. La responsabilidad total recaía, entonces, en el Gobierno, al
que no le quedaba otro alternativa que escuchar “la protesta espontánea y unáni-
me” del pueblo. Al no hacerlo y optar por la represión, había “errado el camino”. Se
imponía “solucionar el problema” concreto y enmendar la injusticia. La “injustifi-
cada” violencia “desatada” por Carabineros, solo aumentaba “el odio del pueblo
contra la política del oficialismo”. Desde la distancia que daba el mes de mayo, El
Siglo argumentaba que los hechos de abril se debían a la existencia de “un profundo
descontento popular por la política económica del régimen”. A lo cual se sumaba el
hecho de que “las masas”, al irrumpir a solo un mes de las elecciones parlamenta-
rias de marzo, demostraban que “no se sentían interpretadas por el resultado
electoral” o que “no habían podido expresarse satisfactoriamente” en ellas.
Una primera implicancia era, para El Siglo, que “el alza” había “golpeado en una
sensibilidad al parecer algo embotada por tanto abuso”. Pero, desatado el movimiento
de protesta, se lo había tratado de desprestigiar, para lo cual se había utilizado la provo-
cación policial. Se trató de un movimiento con “carácter político”, que para su éxito
requería una “acción de masas” y no de “grupos aislados”. Se insistía, entonces, en la
necesidad de una solución política al problema y no represiva. Mientras no se soluciona-
se el problema que la había originado, la protesta seguiría “extendiéndose”. En mayo,
El Siglo declaraba que “el pueblo no ha salido derrotado” y que el descontento –de
continuar las alzas– volvería a estallar. Una nueva provocación a los sectores populares,
solo demostraría la existencia de un “plan fascista” impulsado por un sector del gobier-
no y destinado a destruir “los restos de democracia” existentes.

5. Los partidos políticos


Una parte importante del pensamiento de los partidos políticos fue vehiculiza-
do a través de los periódicos en que contaban con mayor influencia, tal como se
viera en los puntos anteriores. Sin embargo, no resulta ocioso revisar sus plantea-
mientos directos. En general, éstos no revierten las tendencias generales de lo que
hemos denominado como la prensa de derecha, de centro y de izquierda. Sin embar-
go, aportan matices que pueden ser sugerentes.
En el caso de la izquierda, esta revisión es más importante aun, ya que su prensa
era la más débil de la época y una parte de ella fue censurada o afectada por el
asalto a la imprenta Horizonte. En el caso del discurso ‘oficialista’, no hemos incor-
porado al Partido Agrario Laborista ya que su aporte al debate fue casi nulo,
sumándose a las posturas que el ministro Videla sostuvo desde el Ministerio del

305
Interior y que analizaremos en el punto siguiente. Para el resto de los partidos, se
ha tomado como base sus declaraciones públicas, algunas opiniones oficiosas de sus
dirigentes y el más importante de los discursos pronunciados por alguno de sus
senadores en el marco del debate de la ley de facultades extraordinarias, en las
sesiones del 5 y 6 de abril de 1957 en el Senado.

El Partido Conservador Unido


La postura oficial del PCU, expresada principalmente a través de declaracio-
nes de su presidente, Jorge Prieto Letelier, no dista mucho de la sostenida por El
Diario Ilustrado. Las protestas fueron vistas como una tentativa de “arrasar con
las instituciones democráticas”944. Hechos que habrían respondido a un “plan”
previo, concebido por el Partido Comunista en alianza con el Partido Socialista
Popular. En consecuencia, “elementos comunistas” usaron políticamente a los
estudiantes para desatar “los mayores desmanes que se han conocido en la histo-
ria de Chile”. Con ello afectaron la “limpia trayectoria” de un país que se había
ganado el “respeto” de las naciones. En suma, se trató de hechos que constituían
–a los ojos del PCU– un “desprestigio” para un país “civilizado” y ante los cuales
no cabía sino respaldar las medidas que la “autoridad” tomara para terminar con
“el caos”.
El discurso del senador Francisco Bulnes, en cambio, sin salirse de esta matriz
gruesa, expresó una posición un poco más cauta frente a lo que denominó como
hechos “dolorosos” y “lamentables”. De partida, Bulnes –uno de los exponentes
jóvenes más prestigiados de la derecha de la época– situó los hechos en el marco
del “proceso inflacionista” que venía asolando al país desde hacía muchos años.
Proceso que, gracias a las medidas implementadas desde 1955, estaría comenzando
a ser controlado, cuestión que era necesario reconocer y valorar. Lo que para la
dirección del PCU era un plan comunista, para Bulnes había sido una “campaña de
agitación y subversión” frente al problema de las alzas, sin atribuirle en ella una
responsabilidad específica a los comunistas. Los provocadores –“elementos que nada
tenían que ver con los estudiantes”– habrían insultado y atacado desde un comienzo
a las fuerzas de Carabineros, obligándolas a reprimir –tal vez con algún exceso–
estos ataques. Bulnes consideraba que el Gobierno había mantenido una actitud de
“calma y serenidad”, siendo, a su juicio, “absolutamente falso” que hubiese dejado
desguarnecida la ciudad la tarde del martes 2 de abril.

944
Para estos y otros conceptos citados a continuación respecto a las declaraciones del Partido
Conservador Unido o a los dichos de sus dirigentes, así como para el conjunto del discurso del
resto de los partidos, la base documental de referencia fue procesada y consignada en matrices
de análisis para cada partido.

306
La explicación última de lo sucedido era, a juicio de Bulnes, que el Gobierno
había creído que bastaría con el retiro de Carabineros para que la situación se
calmara, sin haber dado, en consecuencia, “instrucciones suficientemente enérgicas”
a las tropas militares. Junto con rendir homenaje al Cuerpo de Carabineros
–verdadera “víctima de los sucesos”– por haber sabido resguardar las “instituciones
fundamentales”, Francisco Bulnes pensaba que había que ir en defensa de la
democracia, legislando a favor de las facultades extraordinarias.

El Partido Liberal
Para la dirección de este partido, lo que había comenzado como un “movimiento
de opinión”, en protesta por el alza de tarifas de la locomoción colectiva, terminaría
derivando en “sedición y vandalismo”. Oficialmente, a través de su vicepresidente,
los liberales hablaron de “procedimientos y criminales”, para referirse a los excesos
de un movimiento que había “desbordado los límites de la tolerancia”.
El alza de tarifas no habría sido sino un “pretexto” para desatar una “provoca-
ción organizada” contra las fuerzas policiales. Así, el movimiento había sido
“interferido y aprovechado por elementos extremistas” para provocar incidentes e
imprimirle un “violento giro”. La responsabilidad el Partido Liberal la hacía recaer
en aquellos sectores políticos que habían sufrido una “aplastante derrota” en las
elecciones parlamentarias de marzo. No se trataría sino de la “revancha” de la “ex-
trema izquierda antidemocrática”. Paralelamente, sin embargo, el influyente senador
liberal, Gregorio Amunátegui, sostenía que el “verdadero culpable” se llamaba “in-
flación”, recordando que los liberales habían advertido que si no se salía del “círculo
infernal de las alzas”, se iban a producir “trastornos gravísimos”. En esta misma
línea, el empresario liberal Osvaldo de Castro acusaría al ex-ministro de Economía,
Herrera, por haber intentado contener “bruscamente” la inflación.
Quienes contribuían al “ambiente de desorden” que se había creado y que
desprestigiaba “gravemente” al país en el exterior, eran estimados por el Partido Liberal
como “traidores a la Patria”. Lo ocurrido –una verdadera “vergüenza nacional”– se
contradecía, a juicio del PL, con el “nivel cívico”, la “cultura” y la “madurez” alcanzada
por el país y ameritaba el apoyo a toda medida tendiente a “restablecer el orden”. Para
aquellos que enfatizaban en los aspectos económicos del problema, la implicancia era
la continuación de la “lucha contra la inflación” de manera “implacable”.
El discurso principal de los liberales en el Senado al discutirse el proyecto de
facultades extraordinarias estuvo a cargo del senador Eduardo Moore. Sin embargo,
éste no fue un gran aporte al debate. Aparte de considerar los hechos como los “desór-
denes más graves ocurridos en la capital”, Moore atribuía los incidentes a la acción
de maleantes y vagos que habrían cumplido “consignas y planes preconcebidos”.

307
Igualmente, sembraba la duda sobre una eventual participación de miembros del
Partido Socialista Popular y descartaba la posibilidad de que el propio Gobierno
hubiese alentado los desbordes. Por último, Moore hizo un llamado a salvar las
“instituciones fundamentales” y destacó la “principalísima” función que cabía al
Ejército, como “resguardo”, para un “buen funcionamiento institucional”.

La Falange Nacional
En este caso, además de una breve declaración del Consejo Nacional y del dis-
curso que el senador Eduardo Frei pronunciara en el curso del debate parlamentario
sobre las facultades extraordinarias, se han considerado dos artículos editoriales
de la revista Política y Espíritu, órgano que reflejaba el pensamiento de la Falange
Nacional en la época, así como una larga entrevista realizada al senador Frei por la
revista Zig-Zag.
A juicio de la Falange, las “justas protestas populares” habían sido desvirtuadas,
produciéndose “actos de pillaje” y “vergonzosos incidentes”. Hechos sorprendentes,
que conmovieron la “tradicional estabilidad democrática” del país. Las responsa-
bilidades eran atribuidas, por una parte, al Gobierno y, por otra, a la izquierda y a
los partidos que preparaban “la revolución”. Según los analistas políticos de la
Falange, en los acontecimientos de abril podían distinguirse tres fases o etapas: de
la “protesta” inicial por el alza, se pasó, luego, cuando la fuerza pública dejó sin
cuidado la ciudad, a una “asonada”, la que podría haber derivado en “revolución”.
En las dos primeras etapas, claras y ciertas, se señalan, de modo ambiguo, las
responsabilidades tanto de comunistas y socialistas populares como de “agentes de
Investigaciones”, aunque se sostiene que no todo fue preparado de antemano. Hechos
espontáneos, fueron adquiriendo, de un modo natural, un “carácter político”, del
cual quisieron aprovecharse los “grupos revolucionarios”. En todo caso, el “golpe
revolucionario” –la tercera etapa– no habría llegado a consumarse.
De lo sucedido, la Falange concluía que, al parecer, la democracia se mantenía
por una cierta “inercia social”, dada por una suerte de equilibrio entre dos grupos
a los que no les interesaba mayormente la democracia: el Gobierno y los “oposito-
res”. Las facultades extraordinarias eran vistas como una “fase política”, tras la
“fase militar” inicial y, a pesar de no desearlas, las votaron favorablemente.
De suma importancia en la posición adoptada finalmente por la Falange, tras
muchas dudas y discusiones, fueron las opiniones de Eduardo Frei Montalva, quien
afirmó no recordar hechos de tal “gravedad” y “magnitud” en el país. En su opinión,
la razón había que buscarla en la política antinflacionista que se venía implementando
y que representaba un “sacrificio” injusto y desproporcionado para los “sectores de
más escasos recursos”. Allí estaba el “origen profundo” de trastornos que ya

308
crónicamente amenazaban la “vida institucional”945. En este caso, una suma de
“errores” del Gobierno y su “desprecio” por la opinión pública, habían generado el
“descontento” que había estado a la base del “estallido”, el cual había sido
“arteramente” aprovechado para convertirlo en “asonada”. La “miseria”, la “amar-
gura” y el agotamiento de buscar soluciones a sus problemas, generaban el descontento
de una “proporción muy grande” de la población. Según Frei, en todo caso, las
“organizaciones sindicales responsables” no habrían tenido ninguna injerencia en
los desmanes.
Para el senador Frei, la solución debía ser “de fondo” y no “de fuerza”, lo que
significaba encarar el problema de la “cesantía” y de la “miseria”. En lo inmediato,
pensaba que si la asonada no era dominada pronto, sobre el país se cerniría la “anar-
quía”, o la “dictadura”. No había más alternativa, entonces, que apoyar un gobierno
legalmente constituido y otorgarle facultades extraordinarias. En perspectiva, el
dilema se presentaba entre el “camino de la violencia” o el de la “evolución progre-
siva” de la sociedad. Frei también diagnosticaba la existencia de un estancamiento
del país, fruto de un cierto “empate político” entre la derecha y la izquierda: “el
país aparece desconfiado y desarticulado”, concluía.

El Partido Radical
Los radicales fueron quienes más claramente y desde un comienzo acusaron al
Gobierno de ser el “responsable exclusivo” de la “grave agitación” y la “conmoción
nacional” que se vivía. Así se desprende al menos de la opinión de su Junta Central
y de la de varios de sus dirigentes nacionales. Aunque, como ya lo dijéramos en la
Primera Parte, hubo un sector minoritario del partido que discrepó de la tendencia
general asumida por su dirección.
La protesta era el fruto de la “desesperación económica” y de la “miseria” y
ésta, la “resultante lógica y esperada” de los desaciertos del Gobierno. Las manifes-
taciones habían surgido de modo “independiente”, sin un “carácter político” y “sin
tutela” de partidos o gremios. Los hechos más graves podrían haberse evitado, a
juicio del PR, si el gobierno hubiese aceptado la proposición de los partidos políti-
cos durante el martes 2 de abril. Por el contrario, la represión “inhumana y cruel”
había sido un elemento más de provocación. Los actos de “pillaje” eran también
945
Días más tarde, el 20 de abril, el dirigente falangista Radomiro Tomic publicaría un artículo en
un diario de Buenos Aires, señalando que los sucesos de Chile eran “representativos de los pro-
blemas comunes latinoamericanos”, principalmente económicos. Ver: “Radomiro Tomic se refie-
re a sucesos ocurridos en Chile en publicación de ‘La Prensa’, Argentina”, El Mercurio, Santiago,
21/4/57, p. 27 y “Los hechos ocurridos en Chile se derivan de los problemas comunes latinoame-
ricanos”, por Radomiro Tomic, El Sur, Concepción, 21/4/57, p. 4. Texto en: “La lección de Chile”,
por Radomiro Tomic, Revista Política y Espíritu, Nº 178, 15/5/57, pp. 25-27.

309
responsabilidad del Gobierno, en tanto había dejado la ciudad sin resguardo poli-
cial. En suma, la tarde del 2 de abril era el resultado de una “maniobra del gobierno”
para “desvirtuar y empañar el movimiento estudiantil y popular de protesta” y
crear un clima favorable para obtener la facultades extraordinarias.
Para los radicales la significación de los hechos no era otra que la voluntad del
Gobierno de instaurar un “régimen dictatorial”. Justamente por eso, eran contra-
rios a otorgarle las facultades extraordinarias, sosteniendo que la “paz social” no se
alcanzaba con medidas represivas sino con diálogo y entendimiento. Por su parte,
los sectores minoritarios consideraron los hechos como una “vergüenza nacional” y
se mostraron partidarios de “apagar el incendio” primero, para después buscar a
los “culpables”.
El senador Luis Bossay fue uno de los principales portavoces del discurso oficial
del PR, recién esbozado. El fue el encargado de sostener la postura del partido en el
Senado. A lo ya señalado, habría que agregar su énfasis en el origen económico del
problema, especialmente aludiendo a los “sacrificios”, ni “razonables” ni “compar-
tidos” que habían impuesto a la población las medidas del gobierno frente a la
acentuación del proceso inflacionario. La de la locomoción se habría sumado a las
otras alzas y habría provocado la “oleada popular” del mes de abril. En los hechos
distinguía también distintos momentos: primero, la “protesta justa” de los estu-
diantes; luego, la “represión desproporcionada y absurda” de Carabineros hasta el
momento de la muerte de Alicia Ramírez, en que, a su juicio, no se habían producido
aún excesos por parte de los manifestantes y que generó la “indignación popular”;
y, por último, la falta de vigilancia del martes 2 de abril y la llegada de “maleantes
y delincuentes prontuariados” al centro de Santiago. Según Bossay, no eran los
comunistas los responsables de estos hechos, sino que se estaba frente a un alza-
miento de tipo “nacista” o “fascista”, organizado por el gobierno –al igual que Perón
en 1955– y destinado a crear “alarma pública” para obtener las facultades extra-
ordinarias.
A juicio de Luis Bossay, el gobierno trató desde el inicio de crear “un clima de
agitación y violencia que hiciera posible el desconocimiento y atropello de la
normalidad constitucional”. Ello mostraba la existencia de un “súper gobierno”, de
“un poder detrás del trono”. Por último, proclamó el “fracaso” de los “planes Klein-
Saks” y la necesidad de cambiar el rumbo de la política económica.

El Frente de Acción Popular, FRAP


Recordemos que el FRAP estaba constituido por los partidos Socialista de Chile,
Socialista Popular, Democrático y Comunista. El discurso de este último, sin embargo,
dada su situación de ilegalidad y la responsabilidad que se le atribuía en los hechos,

310
lo analizaremos en punto aparte. Respecto al PSCH, se ha tomado como referencia las
opiniones de Salvador Allende, secretario general del partido y presidente del FRAP,
principalmente a través de su discurso en el Senado. En el caso del PSP, se cuenta con
una declaración pública de su Comité Ejecutivo y el texto del discurso de su secretario
general, Raúl Ampuero en el Senado. El discurso del Partido Democrático se encuentra
reflejado también en la intervención de su presidente senador Humberto Martones,
en el debate parlamentario sobre las facultades extraordinarias.
En general, los distintos partidos del FRAP comparten su visión sobre lo que
denominan como “protestas populares”, “manifestaciones de descontento”, “bata-
lla” por la derogación del alza de tarifas, “sacrificio heroico” de la juventud o, más
negativamente, como “luctuosos sucesos” y “hora amarga” de la democracia. Todos
compartían que uno de los problemas de fondo del conflicto era la existencia de
una política económica “reaccionaria y antipopular” que generaba cesantía y mise-
ria y, con ello, la “desesperación del pueblo”. Según Ampuero, a esta política
económica “desafortunada” se sumaba la “burla sistemática” de la buena fe de las
masas, lo que generaba una “explosiva situación”. A su juicio, en 1957 el pueblo
estaba “exasperado”, políticamente “escéptico”, con sus sindicatos “debilitados” y
materialmente “hambriento”. Al respecto, Martones usaba la recurrida imagen de
“la gota que rebasó el vaso de la resistencia” popular.
En ese contexto –decía Ampuero– vino el alza de la locomoción, generándose un
proceso que era difícil “clasificar en etapas”, aunque sí se podía reconocer la “deli-
berada brutalidad” de la represión contra los estudiantes; la carencia de vigilancia
en el centro de Santiago el martes 2; y la “provocación” de parte del Gobierno ya
fuese a través de delincuentes o a través de agentes de policía. Sobre este punto el
senador Martones puso el acento de su discurso: la ciudad había quedado desguar-
necida y se habría puesto en libertad a “cuatrocientos delincuentes habituales”, los
que habrían protagonizado los desmanes. Martones acusaba al gobierno de haber
preparado los hechos, con lo cual había fracasado la negociación con los partidos.
Salvador Allende, por su parte, se quejaba que Videla no lo había “oído” en sus
propuestas de solución, así como el Gobierno no había aceptado la proposición de
los partidos políticos, escudándose en el “absurdo” del ataque a La Moneda. A partir
de ese momento –sostenía Allende– el Gobierno se confabuló para transformar
simples desmanes en “revolución planificada y organizada”: una prueba de ello es
que el miércoles 3, cuando los peores momentos ya habían pasado, hubo más muertos
que el martes 2 de abril. Concretamente, Allende acusaba al general Gamboa de no
haber hecho buen uso de la fuerza militar que comandaba. En cuanto al FRAP, sus
ordenes habían sido claras: “nadie a la calle”. Por otra parte, Allende reconocía que
la CUT no había sido capaz de paralizar el país y que nunca había visto un movimiento
tan “mal organizado”, sin conexiones con los sindicatos ni los partidos.

311
No obstante, siempre en el plano de los ‘porqués’, el discurso de Salvador Allende
insistía en un aspecto interesante: la responsabilidad de todos los sectores, incluida
la izquierda. Unos más que otros, por cierto. En primer lugar el Gobierno, por haber
generado “intranquilidad” social y un ambiente de “caos económico”, “político” y
“moral”. Y, luego, la derecha por haber contribuido a implementar la política
económica que estaba a la base del descontento. Pero también la izquierda –y él
personalmente– por no haber sabido ser “intérpretes integrales de la inquietud
popular”.
En la mañana del 2 de abril el PSP hizo un llamado a “solidarizar activamente”
con el movimiento, lo que dio pie para que, tanto la derecha como el gobierno, lo
acusaran de ser el responsable político, junto a los comunistas, de las graves inci-
dencias que ocurrirían esa tarde. Sin embargo, tal como lo sostuviera Allende, al
parecer en ningún momento la izquierda pensó seriamente la posibilidad de trans-
formar los hechos en un intento revolucionario. Es cierto que el discurso público de
los socialistas populares era encendido y recurrentemente hacía referencias al ne-
cesario y revolucionario cambio de las estructuras. Ampuero en su discurso en el
Senado, explicó esta posición denunciando, en primer lugar, la sistemática “falsifi-
cación del carácter representativo” de la democracia chilena y el “profundo divorcio
entre la masa popular y los gobernantes”. A su juicio, esta realidad era la que expli-
caba la recurrencia de “formas severas de represión”, lo cual daba cuenta de un
“sistema republicano” enfrentado a una “crisis orgánica”. Sin embargo –aclaraba
Ampuero– denunciar esta realidad con vehemencia no significaba estar por la “sub-
versión” y el “golpe de Estado” sino, por el contrario, contribuir a la superación de
esos problemas.
Salvador Allende hacía un planteamiento de fondo similar al de Ampuero (o Ampuero
similar al de Allende) al sostener que la democracia en Chile se había ido “desfigurando”
con el paso del tiempo hasta llegar a ser “estática, sin vitalidad, sin contenido ni anhelos
de renovación”. Reducida a sus aspectos formales, la democracia ni siquiera había logrado
evitar la “prostitución” en la gestación de los poderes públicos. De esta debilidad
institucional nacían las recurrentes “expresiones de rebeldía”. La realidad de la
organización política era también “deficiente”. En los hechos de abril –continuaba
Allende– la gente habría protestado “contra una política” y contra “un sistema”. La
acción política, a su juicio, se había vuelto “pequeña” y se había “alejado de la sociedad”,
no siendo “capaz de interpretarla”. No obstante este duro diagnóstico, Allende afirmaba
que ni el Partido Comunista ni la izquierda habían estado detrás del movimiento, ya
que ambos sabían que los esfuerzos por cambiar las bases de la “feble democracia”
chilena solo podían realizarse “dentro del cauce legal”.
El senador socialista popular Raúl Ampuero temía que el gobierno volviera “aun
más estrecho” el marco de la “convivencia democrática”, en tanto que Salvador

312
Allende rechazaba que el “problema social” de Chile se resolviera con “leyes
represivas, drásticas y violentas”. Por eso, ambos se oponían a otorgar una ley de
facultades extraordinarias.

El Partido Comunista
El discurso del Partido Comunista en torno a los hechos de abril lo observare-
mos, principalmente, a través de documentos oficiales que fueron elaborados a
propósito del XXIV Pleno del Comité Central, realizado en mayo de 1957. Además
de dos declaraciones públicas de su Comisión Política.
Desde un comienzo, los comunistas le atribuyeron a las manifestaciones –que a
su juicio se habían originado en el “justo movimiento de los estudiantes”– el carác-
ter de “luchas”, ya fuese “de masas”, “populares”, “callejeras” o, finalmente, “de
abril”. Movimiento que, a juicio del PC, era la expresión de un “profundo y legítimo
descontento” popular originado en la desesperación a que la política económica
había llevado a “las masas”. Por lo tanto, el principal responsable era el Gobierno:
se trataba de un problema creado por él. Más aun cuando lo habría agudizado al
dejar caer una fuerte represión en contra de las “espontáneas” y “legítimas” mani-
festaciones estudiantiles. Los comunistas tempranamente rechazaron las acusaciones
oficiales que los hacían aparecer como responsables de los hechos. Reconocían el
apoyo que su partido daba a la “lucha” contra la “política de hambre” del Gobierno,
pero no a los “actos de pillaje”, los que, por el contrario, atribuían a “agentes poli-
ciales” y “maleantes” puestos en libertad. A su juicio, entonces, el “estallido de
descontento popular” no tenía los objetivos “sediciosos” que le fueron adjudicados
después por las autoridades.
Posteriormente, en el Informe de la Comisión Política al Pleno del Comité Cen-
tral, en mayo, el Partido Comunista reconocería “haber sido sorprendido por la
magnitud del movimiento”, el que habrían logrado conducir solo en un “pequeño
grado”. Concretamente, reconocían que el 2 de abril había “escapado a las manos”
del PC, de la CUT y del FRAP. Más tarde aún, en sendos informes preparados por las
direcciones regionales de Valparaíso y Santiago, se reconocen ciertas diferencias en
el desarrollo de los hechos en una y otra ciudad, así como en la participación de los
cuadros comunistas en ellos. Por ejemplo, se destaca la espontaneidad absoluta de las
manifestaciones de Valparaíso, la capacidad de dirección mostrada por el PC regional
y sus esfuerzos –exitosos– de mantener la “legalidad” del movimiento. En Santiago,
en cambio, se reconocía una “dirección política” casi “ausente” o “extremadamente
débil”, lo cual habría dado pie a algunas “desviaciones de izquierda”946.

946
Punto, éste, que será abordado en detalle en el capítulo 3 de la Tercera Parte.

313
Junto con rechazar la “acusación” de estar animados por “propósitos antidemo-
cráticos”, los comunistas expresaron su deseo de una pronta “vuelta a la normalidad
democrática”. En el plano de la reflexión de los acontecimientos, el Partido Comunista
señalaba que tras las elecciones de marzo, los sectores populares habrían mostrado una
“tendencia” a “confiar ante todo en su propia acción”, lo cual indicaría que las elecciones
no fueron un “fiel reflejo de la voluntad popular”. Impresión que les permitía afirmar
también que esta voluntad tenía dificultades crecientes para expresarse por la “vía
electoral u otro medio pacífico”. En particular, los comunistas pensaban que las “leyes
electorales” no permitían elecciones “verdaderamente democráticas”. Dado, entonces,
un régimen poco democrático, las “masas” no mostraban “suficiente confianza” en los
“poderes del Estado” ni en los “partidos políticos”. Retomado este tema en el documento
de conclusiones del Pleno, se volvía a hablar de “otra vía”, pero, finalmente, se reafirmaba
la opción por “un camino pacífico”. Camino que obligaba a avanzar en el esfuerzo por
“democratizar las leyes y las instituciones políticas”.
Junto con justificar y apoyar las luchas populares, el PC sostenía que el Gobier-
no tenía “el deber” de considerar “atentamente” la opinión y la situación económica
“de las masas”. Se denunciaba también la existencia de un “grupo golpista” en La
Moneda, con el riesgo de llevar al país a una “dictadura fascista”. Por último, ya en
el mes de mayo, los comunistas seguían afirmando que el “deseo de lucha” de las
masas se mantenía intacto y que el pueblo chileno era “indomable”. En todo caso,
se insistía que cualquier solución a los problemas del país requería de la incorpora-
ción de la “totalidad de la población”.

6. Actores sociales e institucionales


La prensa nacional y el discurso de los partidos políticos nos han mostrado las
maneras en que los hechos fueron vistos por las distintas corrientes de opinión de
la época. Sin embargo, en general, se trata de miradas algo externas a los aconteci-
mientos mismos. Ahora, en cambio, nos interesará analizar el discurso de algunos
de los principales actores comprometidos más directamente en los hechos para así
conocer su propia visión de lo sucedido.
En primer lugar, y sobre lo que existe mayor cantidad de documentación, vere-
mos las declaraciones oficiales del gobierno, sea a través del Ministerio del Interior
o de la jefatura de la Plaza, así como algunas declaraciones oficiosas de sus perso-
neros. Luego, revisaremos las declaraciones de las diferentes organizaciones
estudiantiles, principalmente de la FECH. Igual cosa haremos respecto a las orga-
nizaciones sindicales, en especial la CUT. Por último –aunque sin un compromiso
directo en los hechos– analizaremos algunos documentos que expresan el pensa-
miento de la iglesia católica o de sus movimientos apostólicos.

314
La visión del Gobierno
El discurso del Gobierno sufre variaciones dependiendo de quién lo expresa y
del momento en que se formula. En términos de exponentes, se puede distinguir,
claramente, dos portavoces: el ministro del Interior y el general Gamboa, y en tér-
minos de oportunidad, tres momentos: antes del 2 de abril, en torno al 2 de abril y
con posterioridad al 2 de abril.
En los primeros días del conflicto, es el Ministerio del Interior el que expresa
oficialmente el pensamiento del Gobierno, a través de las declaraciones del 29 y 30
de marzo. En ellas, el coronel Videla identifica el movimiento de los estudiantes,
desde un comienzo, con un supuesto plan de inspiración comunista. Las “asonadas”
y el “clima de violencia”, no habrían respondido a un movimiento “espontáneo”,
sino a un “plan organizado y desarrollado por elementos comunistas”947. Las alzas
de la locomoción –mínimas, por lo demás, según Videla– no eran más que “un pre-
texto” para desatar “planes sediciosos” que se venían tejiendo con anterioridad.
Esta situación era la que hacía necesario que el gobierno actuara con energía. A
este discurso, se suma, a partir del 31 de marzo, el general Gamboa, encargado
militar de la ciudad de Santiago y responsable de coordinar la ‘energía’ guberna-
mental para contener el “plan de alteración sistemática del orden”. Para Gamboa,
el alza también es un “pretexto” para realizar toda suerte de “atentados”, “actos de
provocación” y “agitación”.
Los hechos del martes 2 de abril provocan la reacción conjunta de los ministerios
de Defensa e Interior, encabezados por el propio presidente: se trata de la declaración
pública firmada por Ibáñez, Videla y O’Ryan en las últimas horas de ese día. En ella
se habla de los “graves hechos” que estaban sacudiendo al país, de los “atentados”
y “saqueos”, así como del clima de “sedición” que los animaba. La respuesta del
Gobierno será dura: hará uso de todo tipo de armas para “poner fin a la obra vandá-
lica”, ya que, de lo contrario, terminarán imponiéndose el “caos” y la “anarquía”.
El gobierno establece la existencia de una “violencia ilegítima” y una “violencia
legítima”: la una “irresponsable” y la otra “restauradora”. Todos concuerdan en el
“sello comunista” de estos “incidentes” y “acciones violentas” que tienen por objeto
“desquiciar” la democracia. Por ello el Estado de Sitio y la posterior solicitud de
facultades extraordinarias: uno para hacer frente a la actitud “sediciosa” y anti-
constitucional del Partido Comunista chileno que sigue los “planes del comunismo
internacional” y, la otra, para desbaratar la acción de “grupos perfectamente
organizados”. En este concierto uniforme de acusaciones, la voz solitaria y disonante

947
Al igual que en los acápites anteriores, para los conceptos citados respecto a las declaraciones
del Gobierno, así como de los otros actores que se analizan a continuación, la base documental
de referencia fue procesada y consignada en matrices de análisis para cada uno de ellos.

315
del embajador de Chile en EEUU, quien se animó a reconocer que, detrás de los
hechos, debía existir una “causa de real inquietud” entre la población.
En los días siguientes al 2 de abril, la voz oficial del Ministerio del Interior se
trasladará al Parlamento, manteniéndose el mismo discurso del coronel Videla948.
Así, las declaraciones públicas del gobierno quedarán casi todas libradas a la
creatividad del general Gamboa y de algunos otros funcionarios. Comienza, entonces,
a hablarse de “revolución en marcha”, de “insurrección”, de “lucha en defensa del
régimen”, de “movimiento faccioso”, de “revuelta”. Finalmente, el general Gamboa
llega a reconocer que, a su juicio, la “batalla” librada en la capital es “la más grande
operación militar” en la historia de Santiago. Y que él tuvo el honor de dirigirla.
Las razones de esta nueva visión de los hechos, se las encuentra en la acción de
“enemigos” que buscaban destruir el régimen democrático; en la existencia de un
movimiento organizado por “minorías perfectamente bien organizadas”; o en el
“quiebre” de la estabilidad constitucional buscada por individuos movidos por “bajas
pasiones”. Visión de la realidad que queda plasmada en el Informe del general
Gamboa, en el cual ya se habla, abiertamente, del intento de “apoderarse del
gobierno”, de “golpe” o de “plan premeditado”. El ministro del Interior romperá su
silencio para aceptar también, el 7 de abril, que “la protesta estudiantil derivó en
insurrección política”.
Desde un comienzo, para el Gobierno las protestas significaron un “atentado”
contra los “más altos intereses de la nación”, que podía provocar una “anarquía”
que “a nada conduce”. Quienes así actuaban, se ponían automáticamente fuera de
la ley, ley que el Gobierno tenía la obligación de hacer respetar. De allí aquello de
que la violencia ejercida por el gobierno era “legítima”.
Preocupaba, también, el daño que estos acontecimientos –“ejemplo de barba-
rie”– podían producir al prestigio del país. Cuando el lenguaje se volvió más guerrero,
se planteó la necesidad de “aniquilar” la “insurrección”. Las muertes fueron consi-
deradas como “inevitables” e “ínfimo” el saldo en vidas humanas y material, frente
a lo que hubiera ocurrido si es que las Fuerzas Armadas no hubiesen actuado con
energía y “prudencia”. Fuerzas Armadas que con “abnegación” estuvieron dispues-
tas al “sacrificio” y mostraron –todo esto a juicio del gobierno– una “vigorosa moral”.
Loas todas que se hicieron extensivas también al Cuerpo de Carabineros. Algo en
disonancia con este discurso oficial y con el que él mismo había sostenido a lo largo
del conflicto, el coronel Videla –a una semana del 2 de abril y como una de sus

948
El ministro del Interior fue el encargado de fundamentar, en nombre del gobierno, el proyecto
de facultades extraordinarias ante la Cámara y el Senado. Textos completos de ambos discursos,
en: SEN., Sesión 2ª, 5/4/57, D.S.S., 3ª L.E., pp. 18-32 y DIP., Sesión 5ª, 10/4/57, B.S.C.D., 3ª L.E.,
pp. 91-99.

316
implicancias– declaró que lo que el país requería era “una política fundamentada
en la atención inmediata de los problemas nacionales”.

Las federaciones de estudiantes


El liderazgo de la FECH a lo largo del conflicto apareció como algo no cuestio-
nado. Solo después del martes 2 de abril, cuando el movimiento sobrepasó la
conducción de los estudiantes, algunas otras organizaciones estudiantiles intenta-
ron levantar una voz divergente. A pesar, entonces, de existir un discurso bastante
homogéneo entre el estudiantado, desde el inicio del conflicto es posible distinguir
ciertos matices entre el discurso de la FECH y el de otras federaciones. Así, los
“actos de protesta” y las “manifestaciones” estudiantiles, aparecieron siempre a
los ojos de la FECH como un movimiento “ordenado” y “viril”, una “protesta pa-
triótica” y una “lucha” incluso “heroica”. Las organizaciones estudiantiles más
conservadoras, o los mismos sectores minoritarios de derecha de la FECH, en cam-
bio, hablaban de “desmanes”, de actos “tumultuosos” o de “trágicos sucesos”. Todos,
sin embargo, utilizaron términos como “actos vandálicos” y “pillaje”, para referirse
a los excesos del día martes.
En cuanto a los ‘porqués’, todas las organizaciones estudiantiles coincidieron en
atribuir el origen del conflicto al alza de las tarifas de la locomoción, la que, indis-
tintamente, fue calificada de “irrazonable”, “injusta” e “ilegal”. En el caso de la
FECH, esta crítica se hacía extensiva a toda la “política antipopular”, que a su
juicio implementaba el Gobierno, y que atentaba contra los “intereses de la ciuda-
danía”. Una segunda razón, también bastante consensual, era la responsabilidad de
Carabineros por la “brutal acción policial”, la “represión” o su “actuación incalifi-
cable” o “brusca”; factor que había agudizado el conflicto y generado respuestas
también violentas de parte del estudiantado. La FECH destacaba un tercer elemen-
to explicativo que tenía que ver, a su juicio, con diferencias entre la actitud del
Gobierno y la de los estudiantes: mientras éstos hacían “esfuerzos” por “solucio-
nar” el conflicto, el Gobierno “tramita y demora”; y mientras los estudiantes trataban
de evitar los “desmanes”, Carabineros reprimía en forma “criminal”. Los estudian-
tes normalistas denunciaron también la “intransigencia” del Gobierno. Por su parte,
la FESECH sostenía que la actitud de los choferes y de los agitadores había contri-
buido a que la tensión estudiantil aumentara y que a cierto momento el movimiento
había sido influido por elementos del “Partido Comunista” y sectores del “naciona-
lismo fanático”. La FEUC responsabilizaba de los excesos a “elementos ajenos” al
estudiantado.
Destaca entre los estudiantes la voluntad, común, de que sus actos y manifes-
taciones se mantuvieran dentro de la legalidad y del orden y no dudarán en repudiar

317
los excesos. La FECH, por su parte, le otorgó a su “lucha” un carácter simbólico
llegando a manifestar su disposición “a entregar sus vidas por un sistema de vida
digno”. Después del 2 de abril, las organizaciones estudiantiles se dividieron entre
las que estaban dispuestas a mantener el movimiento, como la FECH, y aquellas
que cesaron sus actividades de protesta, como el caso de la FESECH, o enfatizaron
en que nunca adhirieron a las manifestaciones, como el caso de la FEUC. La petición
de facultades extraordinarias también las dividió: la FECH y los normalistas se
opusieron, mientras la FEUC declaró públicamente que apoyaba al Gobierno en las
medidas de represión “enérgica”. La FECH, finalmente, declarará su “triunfo
parcial”, al obtener la suspensión del alza, suspenderá el paro, pero “no el
movimiento”.

Las organizaciones sindicales


En varias ocasiones durante las manifestaciones de abril los estudiantes se que-
jaron de que los trabajadores y los obreros no los acompañaban suficientemente en
las protestas. El general Gamboa, por su parte, se jactó en una oportunidad de no
temer un paro obrero, ya que habían logrado “destruir” las directivas de la CUT. En
efecto, el movimiento sindical no fue un actor de primer orden en los sucesos de
abril, lo cual no quiere decir que sus organizaciones –con una larga tradición de
declaraciones y denuncias públicas– no se pronunciaran sobre los hechos, a través
de documentos que a continuación analizaremos.
Siguiendo también su tradición, la CUT denominó recurrentemente los hechos
de abril como “luchas” y como una “batalla” por los derechos de la ciudadanía.
También habló de “actos vandálicos”, asociándolos, eso sí, a la “destrucción de
imprentas”. Las otras organizaciones se refieren a los “graves hechos”, a los “repro-
bables sucesos” y a “actos delictuales”.
Para la CUT, las alzas son la principal explicación a las manifestaciones de pro-
testa. Alzas que constituían un “escandaloso atentado” a los “derechos ciudadanos”
y frente a las cuales había que oponer una “defensa” organizada. El gran responsa-
ble, entonces, del “descontento nacional”, es el Gobierno. El alza de la locomoción
es “burda e ilegal”, “abusiva y arbitraria”. La política económica ha llevado al país
a una situación de “hambre, cesantía y miseria”. La violencia policial, por una par-
te, y la detención indiscriminada de los dirigentes sindicales, por otra, fueron también
causa de las protestas. No así de los saqueos y de la destrucción, prácticas ajenas a
los movimientos estudiantiles y de trabajadores y que se habrían producido por la
ineficiencia del gobierno para guardar el orden público. En general, no se reconoce
responsabilidad de la clase trabajadora en los hechos, sobre todo cuando la mayoría
de sus dirigentes se encontraba detenida antes del inicio de los hechos.

318
El 2 de abril no fue, para la CUT, sino fruto de la “incomprensión” del gobierno
ante las justas protestas populares por sus legítimos derechos. El Comando Gre-
mial, por su parte, consideró también el alza como un “atentado económico” y como
una medida “ilegal”. La CIOSL reconoció en el origen las “difíciles condiciones
económicas” por las que atravesaba el país y la falta de una organización sindical
“fuerte y apolítica”, capaz de afrontar la situación.
Para la CUT, estos hechos fueron una prueba de su “unidad” y de su “alta mo-
ral”, las que le permitieron hacer frente a un momento difícil. Advierte que el
Gobierno fracasará en sus intentos por establecer una “dictadura”. Ella, por su
parte, no cesa en sus “llamados a la lucha”. En cambio, para los empleados de co-
mercio, por ejemplo, los hechos son graves en tanto han quebrado el “inviolable
derecho de propiedad”. La CIOSL, por último, recomienda que el gobierno intro-
duzca “cambios” en la “necesaria” lucha antinflacionista.

La voz de la Iglesia Católica


La verdad es que la Iglesia, en sí misma, no jugó un papel muy relevante en los
hechos de abril. Fue tan sorprendida como el resto de los actores institucionales y
se limitó a reaccionar a través de una declaración pública del cardenal y arzobispo
de Santiago, el ya anciano José María Caro. Al análisis, se han agregado otras dos
declaraciones de movimientos católicos del mundo obrero y universitario.
Para monseñor Caro, los hechos de abril constituyeron “trágicos y bochornosos
sucesos”. La Juventud Obrera Católica (JOC) no los califica, aunque sí condena los
“actos de violencia y destrucción”. La Acción Católica Universitaria (ACU), por su
parte, también los denomina “trágicos sucesos”. En cuanto a las razones del movi-
miento, la declaración del cardenal Caro no es directa. Reconoce la legitimidad de
que la gente trate “de obtener lo que se estima de justicia” o sus “justas y razona-
bles peticiones”, pero condena que ello se haga por medio de la “violencia”, del
“atropello a la Constitución, a las leyes”, o “a la legítima autoridad”. Respecto a las
autoridades, les da a entender que deben oír las demandas de los ciudadanos y les
reconoce que se han visto obligadas a “reprimir con energía los abusos cometidos”,
con el fin de “resguardar el orden público”.
La JOC, en cambio, denuncia que hay un “malestar obrero” profundo, debido a
la situación de “angustia económica” que se vivía y a que los sacrificios que impli-
caron las medidas de ajuste económico no habían sido debidamente compartidas,
recayendo principalmente sobre la “clase obrera”. En cuanto al desarrollo mismo
de los hechos de violencia, la JOC pensaba que había habido “una acción sistemáti-
ca y organizada de destrucción y saqueo”, sin pronunciarse, sin embargo, sobre
quiénes la “dirigían”. A ello se habría agregado la “acción desafortunada” de la

319
policía. Para la ACU, las protestas eran legítimas siempre que se atuvieran al “mar-
co constitucional” y, por lo tanto, condenaba los “abusos y violencias” así como a los
responsables de haber promovido “los sangrientos incidentes del centro”. En la
base del problema, la ACU también identificaba “la difícil situación económica”
por la que atravesaba el país y que, a su juicio, afligía “en forma especial a la clase
obrera”.
En su declaración, monseñor Caro confesaba que le era “imposible suponer ta-
les desmanes” en Chile, reconocido en todo el mundo como “una nación culta,
civilizada, cristiana y democrática”. Particular preocupación manifestó por el “la-
mentable espectáculo” dado frente a las delegaciones extranjeras que concurrían
al Congreso Católico sobre la Vida Rural. La principal consecuencia para el país, a
su juicio, era la pérdida de la “concordia, del respeto y de la paz”, valores que
llamaba a restablecer. Para la JOC y los otros movimientos católicos obreros, la
necesaria “pacificación social” exigía no olvidar lo sucedido y buscar “soluciones
eficientes” al “profundo malestar obrero” existente. Era necesario hacer valer el
“bien común” por sobre “intereses de grupo”. La ACU, por su parte, creía en la
urgencia de que “todas las instituciones del país” se compenetraran de un “espíritu
de verdadera superación y saneamiento cívico” y que asumieran sus responsabili-
dades específicas. Todo ello, para “remediar con real sentido social los graves
problemas” que afectaban al país. En esta tarea, los cristianos, “abandonando toda
pasividad culpable”, debían poner “en práctica sus normas de justicia social” para
así hacer realidad “el bien común y la paz de los pueblos”.

7. Elementos de síntesis y de interpretación


A modo de síntesis, intentaremos realizar una lectura horizontal o transversal al
conjunto de los medios y actores, con el fin de desprender tendencias generales en
torno a tres de nuestras preguntas centrales: qué sucedió, por qué sucedió y sus
consecuencias o significados.
Respecto al ‘qué sucedió’ –o sea a la forma en que los distintos sectores denomi-
naron o se representaron lo que estaba sucediendo– llama la atención la evolución
de los conceptos desde un extremo al otro del arco político. De derecha a izquierda,
se evoluciona desde la descalificación hacia la valoración: por ejemplo, desde ‘des-
manes’ o ‘sedición’ hacia ‘luchas’ o ‘movimiento’, conceptos estos últimos que en la
tradición de izquierda tenían una connotación positiva. La visión de ‘lo que suce-
día’, evolucionaba también al correr de los días, en función del giro que tomaban
los acontecimientos. Así, el martes 2 de abril marca un punto de quiebre en casi
todos los discursos analizados, aunque observándose un mayor énfasis en diferen-
ciar un ‘antes’ y un ‘después’ en los sectores de centro. Tanto la derecha como la

320
izquierda, tienden a mantener su visión inicial de los hechos a lo largo de todo el
conflicto: por ejemplo, para los conservadores unidos y para sectores del Gobierno
siempre se trató de un plan comunista, en tanto que para éstos el movimiento fue
siempre justo y espontáneo. La diferenciación de un ‘antes’ y un ‘después’, así como
de lo aceptable y lo condenable, en términos de contenido, aparece asociada a ejes
tales como los siguientes: orden-desorden, pacífico-violento, civilización-barbarie,
responsabilidad-irresponsabilidad, espontáneo-dirigido.
Una mirada de conjunto nos muestra que hubo casi tantas representaciones de
‘lo que sucedió’ como actores o medios de comunicación opinaron. A pesar de que
es posible desprender tendencias generales, en cierto modo cada cual vio lo que
quiso ver. Y quienes, a nuestro juicio, llegaron más lejos en sus representaciones
fueron los grupos conservadores y el Gobierno, los que sobrepasaron con creces lo
que la realidad mostraba. Creemos que esta ‘distorsión’ no estuvo del todo ajena a
la evolución de los acontecimientos y, con certeza, terminó condicionando la acti-
tud de sus propios mentores.
En cuanto a las causas o a los ‘por qué sucedió’, todos los medios de comunicación
asumieron que el alza de las tarifas de la locomoción fue el detonante de las protestas.
Para unos, necesaria aunque no debidamente anunciada; para la mayoría, injusta,
arbitraria o ilegal. A partir de esta base de realidad –el alza– se construyeron tres
tipos de explicaciones a la reacción popular que produjo la medida. Una, la de la
oposición, que enfatizó en la existencia de un malestar acumulado por la crítica
situación económica y sus efectos sociales en grandes capas de la población: existía
cesantía y miseria y las protestas vinieron a expresar este descontento de base
económica. Otra explicación, expresada por la mayor parte de la derecha y el
Gobierno, sostenía que el alza de la locomoción colectiva había sido un pretexto
aprovechado políticamente para desestabilizar el sistema político y hacer fracasar
los planes antiinflacionistas que se estaban implementando. El movimiento era, en
consecuencia, de base política e instigado y dirigido por los partidos de izquierda,
derrotados en las elecciones parlamentarias de marzo. Finalmente, una tercera
explicación –minoritaria– insistía en buscar las causas de lo sucedido en el problema
de la mala calidad de los servicios de transporte público.
A partir de estos tres tipos de explicaciones generales, se fueron desarrollando
posiciones más particulares en ciertos sectores. Así, por ejemplo, el reconocimiento
de causas económicas llevó a buena parte de la oposición a señalar al Gobierno
como el principal causante de los hechos, en tanto responsable de una errada polí-
tica económica. Un sector de la derecha, por su parte, llegó a ver en el origen de las
protestas la existencia de un plan revolucionario destinado a liquidar la institucio-
nalidad democrática e instaurar una dictadura comunista. Los sucesos del martes 2
de abril llevaron también a la elaboración de nuevas explicaciones, entre las cuales

321
figuraba aquella de que el propio Gobierno habría favorecido los excesos al dejar
sin protección policial las calles del centro de Santiago. No hay que olvidar tampo-
co las posiciones más regionalistas que atribuyeron la causa de lo sucedido al
centralismo y arbitrariedad de las autoridades nacionales, al tomar medidas sin
considerar la realidad particular de las provincias.
Las posiciones de los partidos políticos y de los actores sociales e instituciona-
les, respecto a los ‘por qué’ de lo sucedido, respondieron en general a los contenidos
ya expuestos. Aunque conviene retener algunas particularidades. Como el caso
de los partidos de derecha en que, predominando las explicaciones de orden polí-
tico y acusando a comunistas y socialistas de instigar los hechos, siempre existe
algún sector que reconoce el origen económico del problema. El centro político,
por su parte, expresado en la época por la Falange Nacional, aprovechó la ocasión
para responsabilizar tanto al Gobierno y a la derecha económica como a la oposi-
ción de izquierda. Y la izquierda, por último, que fue la única que no distinguió
quiebres en la evolución de los hechos sino que tendió a verlos como un solo pro-
ceso, expresión espontánea del descontento. Al momento de sindicar responsables
hay sectores del socialismo que asumen su cuota de responsabilidad al no haber
sido capaz de interpretar el sentimiento popular y no haberle dado cauces de
expresión.
En suma, la imagen de ‘la gota que rebalsó el vaso’, utilizada profusamente en
1957, sintetiza bien, a nuestro juicio, la visión predominante en la sociedad chilena
de la época. Queda la impresión, sin embargo, que al momento de preguntarse por
las causas de lo sucedido, cada sector respondía desde la parcialidad de sus intere-
ses, sin llegar a percibir la totalidad de factores que confluían en aquella situación.
Las ‘implicancias o el significado’ que los distintos sectores le atribuyen a los
hechos, también aparecen sesgadas por las posiciones de cada cual. Sin embargo,
dejan traslucir visiones más profundas sobre la situación del país. Así, casi todos
reconocen que los hechos que se están viviendo reflejan la existencia de una crisis
profunda en la sociedad chilena. No solo económica –en lo cual no todos están de
acuerdo– sino principalmente moral y política. Desesperanza, desánimo, des-
confianza, desencanto, incertidumbre, descomposición moral, son expresiones
recurrentes, entre otras, para mostrar el espíritu de la época. Políticamente,
sorprende el grado de coincidencia que existe entre sectores muy distantes ideoló-
gicamente para denunciar el abismo, la distancia o el quiebre existente entre la
población y las instituciones políticas. Crisis que para todos –por diferentes motivos–
quedaba evidenciada en la paradoja de que apenas un mes después de las elecciones
parlamentarias se produjera una explosión social que escapaba a la tradición política
del país. Del mismo modo, casi todos sintieron que la estabilidad democrática se
veía amenazada. Para la derecha y el Gobierno, a manos de los grupos izquierdistas;

322
para estos y el resto de la oposición, a manos de grupos antidemocráticos existentes
en el seno del mismo Gobierno.
Sorprende la importancia que vastos sectores le otorgaron al daño que los hechos
de abril podían producir al prestigio nacional en el exterior. Lo cual refleja –muchas
veces de modo explícito– una sobre valoración de la imagen que el país tenía en el
concierto mundial, acompañada de la correspondiente desvalorización del resto de
los países de América Latina. ‘En Chile no sucedían esas cosas’, se dirá con
insistencia. Estos mismos sectores son los que, casi en su mayoría, saludarían el
comportamiento de las Fuerzas Armadas y de Carabineros, como garantes del orden
público. Orden público que, a su juicio, requería de medidas políticas extraordinarias
para ser restablecido plenamente. Para otros sectores, en cambio, junto con condenar
la represión policial y militar, lo que se imponía era una solución de fondo al
problema, exigiendo la modificación de la política económica del Gobierno. Estos
sectores miraban con desconfianza el otorgamiento de facultades extraordinarias,
ya que la presencia de grupos antidemocráticos en el gobierno no garantizaba su
justa aplicación.
Finalmente, si para la derecha los sucesos de abril significaban que vastos secto-
res estaban interesados en debilitar y colapsar la institucionalidad democrática
para instaurar una dictadura comunista; para una parte de la izquierda, estos mis-
mos hechos, mostraban que el sistema democrático en Chile evidenciaba signos de
agotamiento en la medida que no garantizaba la expresión de la soberanía popular.
Este raciocinio era llevado, en el caso de los comunistas, al punto de insinuar la
posibilidad de una ‘otra vía’, no electoral, para la consecución de los cambios que la
realidad reclamaba.
Queda la impresión final, por lo tanto, de que las dificultades de los distintos
sectores para percibir adecuadamente lo sucedido y sus causas, se ve superada, en
parte, al momento de reflexionar sobre las implicancias o significados que tenían
los acontecimientos que sacudían el país. No siempre se supera la parcialidad de
los discursos pero éstos, al menos, calan con mayor profundidad la realidad nacio-
nal y dejan ver sus contradicciones más profundas. De ese modo, los discursos se
acercaban, tal vez, a interpretar en parte lo que los propios protagonistas quisieron
expresar.

323
CAPÍTULO 6
LOS PROTAGONISTAS Y SUS IDENTIDADES

1. Antecedentes
En el capítulo precedente se ha analizado el discurso que distintos sectores de
la sociedad chilena elaboraron en torno a los sucesos de abril –y al calor de los
hechos– en 1957. Para ello se le formuló a ciertos documentos tres preguntas: qué
sucedió, por qué sucedió y qué consecuencias o significados se le atribuyeron a los
hechos. Ese análisis permitió esbozar, en general, las interpretaciones que en la
época se le dieron a lo sucedido. Falta, sin embargo, analizar el ‘problema’ de los
protagonistas y sus identidades: ¿quiénes actuaron?
Se trata de un ‘problema’, porque los protagonistas o actores de una determina-
da situación histórica son también objeto de las representaciones que se construyen
sobre los hechos. Así, una misma situación histórica puede aparecer, a través de
distintos discursos o relatos, protagonizada por actores diferentes. Ello nos llevó,
por una parte, a analizar las distintas denominaciones que en la época se le dio a
quienes participaron activamente de los hechos de abril949. Por otra parte, sin em-
bargo, quisimos analizar las identidades que se desprenden de los datos históricos
disponibles, para lo cual, cruzando información de distintas fuentes de la época,
llegamos a identificar un total de más de 1.000 personas que fueron detenidas,
heridas o muertas durante los sucesos de abril de 1957950.
Estamos conscientes, por tanto, que respecto de este punto –el de los protago-
nistas y sus identidades– no hemos sido exhaustivos. No se cuenta con fuentes
históricas que permitan conocer con certeza la identidad ni el número exacto de los
protagonistas de los sucesos de abril de 1957. Sin embargo, a través de este capítu-
lo, habremos confrontado las identidades atribuidas en los discursos con aquellas
consignadas por las fuentes de la época, para contribuir así a esbozar el campo de lo
historiográficamente posible.
949
Análisis realizado a partir de la información consignada y sistematizada en las mismas matrices
a las que ya hemos hecho referencia y que sustentaron el análisis del capítulo precedente.
950
Información contenida en una base de datos a la cual ya se hizo referencia en la Introducción General
del libro.

325
2. Los discursos sobre ‘quiénes actuaron’
A través del discurso de distintos sectores, interesará analizar si existen
tendencias generales en el modo de identificar a quienes participaron de los hechos.
Para ello, se ha volcado una parte de la información disponible en cuadros sinópticos
de acuerdo a los cuatro grandes grupos u orientaciones políticas de la época: el
Gobierno, la derecha, el centro y la izquierda951. Esta información, que recoge las
denominaciones que contiene cada fuente analizada, se ha ordenado según si es
anterior o posterior al 2 de abril, recogiendo así una de los rasgos anotados en el
capítulo anterior sobre las inflexiones en la evolución de los discursos952. Para cada
caso se presenta primero la información y luego el análisis, el que se ha estructurado
en torno al eje ‘identidad social / identidad política’.

La visión del Gobierno


Entre los discursos representativos del Gobierno se ha considerado, por una parte,
los dos periódicos más afines –La Nación y Clarín– y, por otra, los pronunciamientos de
los principales personeros de Gobierno, enfatizando en las autoridades políticas del
momento: el ministro del Interior, coronel Videla, y el jefe de la Plaza, general Gamboa.

QUIÉNES ACTUARON, de acuerdo a los discursos del GOBIERNO


Discurso Antes del 2 de abril Después del 2 de abril
Diario La Nación • la juventud • elementos indeseables*
• el público* • sectores de la sociedad que viven en
• los estudiantes** constante brega con la policía y la ley
• otras personas • sectores sociales subordinados a las más
• sectores políticos de oposición bajas pasiones
• muchachos idealistas • turbas irresponsables*
• la gran masa estudiantil • fuerzas antisociales
• manifestantes • grupos de activistas y de delincuentes
• miembros del Partido Comunista
• los comunistas
• delincuentes habituales
• individuos provenientes de las capas más
bajas de la ciudad
• turba descontrolada, turbas
• maleantes
• sujetos ajenos
• turbas armadas
• las bandas

951
Hemos dejado fuera la información proveniente de las matrices que contienen la información de
los propios actores estudiantiles y sindicales, así como de la Iglesia Católica.
952
Recordemos que la información analizada corresponde al período que va entre el 27 de marzo y el 7
de abril de 1957.

326
Discurso Antes del 2 de abril Después del 2 de abril
• elementos provenientes de las
poblaciones callampas
• conocidos agitadores
• las pobladas*
• elementos sediciosos
Diario Clarín • agitadores y exaltados • hordas de malandrines de la peor
• manifestantes especie*
• estudiantes • hordas de exaltados, exaltados
• obreros • grupos de choque
• organizaciones sindicales • pillastres emboscados
• elementos ajenos
• avezados agitadores
• incontroladas bandas
• bandadas de forajidos, bandadas
• misterioso grupo
• vándalos
Ministro Videla • elementos comunistas • los antipatriotas
• sector del estudiantado* • agitadores profesionales del comunismo
• grupos descontrolados internacional y de otros grupos
• elementos estudiantiles extremistas
• bandas de desalmados
• los estudiantes
• agitadores
• elementos extremistas
• agitadores profesionales
General Gamboa • los estudiantes** • enemigos de la patria
• agitadores profesionales** • partidos extremistas vendidos al
• grupos estudiantiles y populares soviet ruso
• las masas populares • enemigos del orden público, de la patria
• elementos políticos de choque y de las libertades
• masa incalculable de ciudadanos • los comunistas y maleantes
• el enemigo implacable y tenaz
• las bestias en que se transforman los
hombres
• masas exacerbadas por las pasiones
• grupos políticos de tendencias extremas
• las turbas
• las hordas del desorden
Otros • los vagos del Mapocho • turbas
• estudiantes* • elementos extremistas
• vagos • subversivos
• panaderos • los comunistas
• tipos que andan sueltos • forajidos
• los malvados • agitadores profesionales
• los antipatriotas
• elementos de izquierda
• el Partido Comunista
• partidos de extrema izquierda
(*): Cantidad de reiteraciones

327
Previo al 2 de abril, en ambos periódicos así como en el discurso del general
Gamboa, se observa una identificación ‘social’ de los manifestantes, predominando
los estudiantes en el caso de La Nación y los trabajadores en Clarín. Gamboa utiliza
la denominación popular y ciudadanía para englobar a unos y a otros; otros inclu-
yen también a los vagos. Aunque todos denuncian desde un comienzo la presencia
de agitadores que habrían desvirtuado y orientado políticamente los hechos, es
Videla quien enfatiza en este punto reduciendo la presencia social solo a grupos de
estudiantes, que habrían sido utilizados.
Con posterioridad al 2 de abril, el rostro social de la protesta tiende a desapare-
cer del discurso gobiernista y predominan identidades de tipo político. Los
manifestantes pasan a ser agitadores, extremistas, comunistas, enemigos, subversi-
vos, elementos de izquierda, sediciosos, etc. Junto a ellos, aparecen actuando los
grupos delictuales, los maleantes, forajidos, pillos. En conjunto, extremistas y de-
lincuentes conforman las turbas, las hordas y las bandadas.
Solo en el caso del diario La Nación se observa la persistencia de una cierta
identificación social de los protagonistas, posterior al 2 de abril. Sin embargo es
una identificación negativa. Se habla de sectores sociales marginales, pobladas pro-
venientes de las capas más bajas de la sociedad, habitantes de poblaciones callampas,
fuera de la ley e inspirados en las más bajas pasiones.
En todo caso, lo que se observa en el discurso oficialista, a nuestro juicio, es una
débil identificación social de los protagonistas, predominando una estigmatización
política de sus identidades.

La visión de la derecha
Respecto de este punto –el ‘quiénes actuaron’– en la derecha predomina el discur-
so de los periódicos, los que abundantemente denominaron y adjetivaron a los
protagonistas de los hechos. Los partidos, en cambio, fueron más cautos. No hay que
olvidar que entre los diarios hay tendencias más conservadoras –La Unión y El Diario
Ilustrado– y otras más liberales –El Mercurio y El Debate–. Recordemos también que
Las Últimas Noticias y La Segunda formaban parte de la misma empresa periodística
que El Mercurio, aunque iban dirigidos a un público más amplio que éste.

328
QUIÉNES ACTUARON, de acuerdo a los discursos de la DERECHA

Discurso Antes del 2 de abril Después del 2 de abril


Diario La Unión • público • turbas desatadas
• obreros ferroviarios • los peores elementos sociales
• estudiantes • extremistas de toda índole
• colegiales • una horda desatada
• empleados* • manos anónimas y cobardes
• obreros*
• las fuerzas vivas
• grupos silenciosos de adustos y
adultos personajes
• elementos no identificados
• infiltrados
• grupos estudiantiles*
• elementos de dudosa filiación
policial y política
• elementos comunistas
• elementos disociadores
El Diario • agentes del Partido Comunista • turbas incontroladas, enardecidas*
Ilustrado • estudiantes inconcientes • elementos comunistas*
• los estudiantes y obreros • los bandoleros, los mafiosos
• los maleantes*
• la juventud
• capas inferiores de la sociedad
• los más descalificados elementos
de la sociedad
• los saqueadores y cogoteros
• las turbas enloquecidas
• grupos cavernarios
• seres humanos de las más bajas
estratas sociales
• hombres maduros, adiestrados
• los estudiantes*
• bandas de desalmados
• grupos de irresponsables individuos
• grupos, hordas, turbas de extremistas
• hombres y mujeres de las poblaciones
callampas*
• las turbas rojas
• hordas destructoras
• los exaltados
• una poblada
• un público incivilizado sin la menor
traza de decencia
• individuos vulgares
• hordas de comunistas y malhechores

329
Discurso Antes del 2 de abril Después del 2 de abril
Diario El Mercurio • caravanas de estudiantes • masas inducidas y dirigidas
• el público • los más heterogéneos elementos
• las agrupaciones extremistas • de todas clases y condiciones sociales
• medios estudiantiles y obreros • estudiantes de ambos sexos, en su mayoría
• grupos de choque* menores de edad
• estudiantes y menores • obreros y empleados
• elementos extremistas • vagos* e indeseables
• la juventud • agitadores comunistas
• los estudiantes** • una fronda
• jóvenes y niños • elementos comunistas*
• grupos de choque del comunismo • comandos revolucionarios
• elementos de toda clase y condición • turbas y brigadas de asalto
• los obreros y los empleados • los ‘pelusas’
• el comunismo • gentes de los suburbios
• estudiantes y sectores asalariados • ocupantes de las poblaciones callampas*
en general • los descamisados, muchachos de 15 a 20
años
• algunas viejas de rostro horrible
• los extremistas***
• las turbas*
• gente de los bajos fondos de la ciudad*
• desplazados de la sociedad
• el movimiento estudiantil
• una poblada
• los exaltados
• elementos desquiciadores
• brigadas de maleantes
• elementos con aspecto patibulario
• brigadas de asalto comunistas
• elementos irresponsables
• individuos descartados por la sociedad
• elementos descontrolados
Diario • grupos exaltados • criminales elementos extremistas
Las Últimas • diversos sectores • elementos incalificables**
Noticias • turbas de exaltados
• grupos sediciosos
• elementos subversivos
• turba de maleantes*
• elementos cavernarios
• hordas de desalmados
• turbas callejeras
• vagos
• individuos sin oficio
• una infra escala social
• hordas vandálicas
• vandálicos asaltantes
• delincuentes comunes
• miembros de los bajos fondos sociales

330
Discurso Antes del 2 de abril Después del 2 de abril
• súbditos del internacional Estado Anti
Social
• de evidente extracción carcelaria
• varios bien vestidos
Diario • pasajeros • maleantes en son de crimen
La Segunda • estudiantes en son de gresca • cavernícolas
• los estudiantes • hordas de la anarquía internacional
• ciudadanos de una ‘república de criminales’
• los hombres de las cavernas
• agitadores sociales
• chusma dirigida por los agitadores
• el elemento estudiantil
• el populacho
• las Juventudes Comunistas
Diario El Debate • el público • turbas
• estudiantes* • saqueadores
• trabajadores portuarios • hordas
• personas ajenas al alumnado • grupos heterogéneos
Partido • elementos estudiantiles • elementos del Partido Comunista
Conservador • elementos que nada tenían que ver
Unido con los estudiantes
Partido Liberal • el ambiente estudiantil • elementos extremistas descontrolados
• grupos estudiantiles • hordas cobardes y anónimas
• adición de elementos extremistas • hordas* irresponsables
• elementos políticos extremistas
• partidos marxistas, totalitarios,
antidemocráticos
• elementos antipatrióticos
• maleantes sueltos que vagan por los barrios
• delincuentes
• cogoteros, pungas, cartilleros clandestinos
y tratantes de blancas
(*): Cantidad de reiteraciones

La cobertura que los diarios La Unión y El Mercurio le dieron al inicio del conflicto
en las ciudades de Valparaíso y Viña del Mar, hizo que una parte importante del
discurso de la derecha atribuyera una clara identidad social a los manifestantes:
estudiantes, trabajadores y público en general. No sin denunciar la presencia de
elementos ajenos al movimiento, que infiltrándolo trataban de llevarlo a extremos.
Esta dimensión política de los hechos fue más enfatizada por El Diario Ilustrado, el
que desde un comienzo identificó políticamente al movimiento, tildándolo de
comunista. El Debate, en cambio, se mantuvo hasta antes del 2 de abril en un registro
de identificación social de los protagonistas.

331
Después del martes 2 de abril, los discursos de la derecha tienden a homogenei-
zarse, en el sentido de que todos van a denunciar la presencia de grupos políticos
–principalmente comunistas– pero no van a descuidar la identificación social de los
protagonistas. Solo que ésta va a cambiar radicalmente. Ya muy pocos van a hablar
de los estudiantes y los trabajadores, y pasarán a ocuparse, en cambio, de denun-
ciar la acción de elementos sociales a su juicio incalificables. Se hablará también
de delincuentes y maleantes.
En efecto, en el discurso de la derecha posterior al 2 de abril se distinguen,
claramente, tres grupos de actores o protagonistas. En primer lugar, los extremis-
tas, los exaltados, los comunistas, los grupos de choque, los revolucionarios, las
brigadas de asalto, los subversivos y sediciosos; es decir, sectores movidos por una
voluntad política de promover desordenes y cuya identidad social no se define más
allá de decir que algunos son jóvenes y otros adultos. En segundo lugar, grupos de
los más bajos estratos sociales, vagos e indeseables, gentes de los suburbios, de los
bajos fondos, de las poblaciones callampas, movidos por instintos cavernarios y
animados por un afán de destrucción. Y, en tercer lugar, los delincuentes, mafiosos,
bandoleros, maleantes y patibularios. Estos tres sectores comparten un mismo sen-
tido de la irresponsabilidad, del descontrol, del desquiciamiento.
Interesante resulta la definición que en dos momentos hace El Mercurio de los
grupos sociales más desposeídos: se refiere a ellos, una vez, como elementos despla-
zados de la sociedad y, otra vez, como descartados por la sociedad. Estos mismos
sectores son los que recibieron los más duros calificativos de parte de los diarios La
Segunda y Últimas Noticias953. Los partidos políticos, por su parte, aparecen más pre-
ocupados por las identidades políticas y por los facetas delictuales de los hechos.
En suma, a nuestro juicio, el discurso de la derecha articula distintas dimensio-
nes identitarias –política, social, delictual– agregando a la estigmatización política,
que veíamos en el discurso del gobierno, una violenta y dura estigmatización social
de los protagonistas.

953
Existe una serie de notas publicadas por Daniel de la Vega en Las Últimas Noticias, en las que
alude al tema de la barbarie y la civilización. Así, al hablar de la “invasión vertical”, de la Vega
sostiene: “… estos bárbaros no vienen de otra parte, sino que trepan de los bajos fondos, pero
con la misma bestialidad”. En “La zarpa escondida”, expresa: “… la cáscara de la civilización es
superficial y basta una trizadura para que salga, ávido y cruel, el salvaje de las cavernas. […] El
salvaje peludo y ebrio de destrucción pasó por la calle Ahumada, tal como lo vieron los romanos
llegar en el ímpetu torrencial de las invasiones”. A partir de estas impresiones, no es extraño
que Daniel de la Vega concluya, sin pudor: “…la mayoría sólo tiene un superficial barniz de
civilización y bajo ese ligero traje recientemente adquirido, se esconden todavía considerables
apetitos y restos de la ferocidad del salvaje prehistórico. Por lo tanto, la tan decantada igualdad,
es muy relativa. No somos iguales. Entre el individuo de fina sensibilidad y el delincuente, hay
un espacio incalculable”. Las Últimas Noticias, Santiago, 13 y 15/4/57, p. 4.

332
La visión del centro
Dos vertientes son posibles de distinguir en el centro político de la época: una so-
cialcristiana y otra laica, radical. De allí que a continuación presentemos, primero, el
discurso de la Falange Nacional y, luego, el de dos periódicos: La Tercera, que podríamos
calificar como independiente, con presencia radical moderada y Mundo libre, radical
militante. Para finalizar con las opiniones más representativas del Partido Radical.

QUIÉNES ACTUARON, de acuerdo a los discursos del CENTRO


Discurso Antes del 2 de abril Después del 2 de abril
Falange • organizaciones sindicales • elementos antisociales
Nacional y estudiantiles • gente de diversas clases
• algunos hombres mal vestidos
y de aspecto patibulario
• jóvenes manifestantes arreglados
Diario La Tercera • estudiantes* • filas heterogéneas: hombres maduros,
• obreros* obreros, estudiantes, mujeres y niños
• empleados • grupos de ladrones y vagos
• asalariados en general • turbas enfurecidas
• muchachos universitarios • una muchedumbre descontrolada
y secundarios • cientos de ‘pelusas’
Diario Mundo • obreros** • elementos irresponsables
Libre • estudiantes**** • delincuentes
• empleados* • elementos anti-democráticos
• la dueña de casa • salieron los bárbaros a la calle
• el pueblo* • la mano negra agazapada en la sombra,
• trabajadores* pero dirigida
• la ciudadanía sin distinción
política ni ideológica
• estudiantes y obreros organizados
Partido Radical • obreros*** • el ‘lumpen proletariado’: el hombre que
• estudiantes*** vive al margen de toda ley, el maleante
• empleados* y el delincuente
• trabajadores • turbas
• estudiantado • horda incivil y antisocial
• maleantes registrados en los archivos
policiales
(*): Cantidad de reiteraciones

Destaca en el caso de los discursos representativos del centro político, la clara y


neta identidad social de los manifestantes, antes del 2 de abril. Se trata de un movi-
miento de estudiantes, trabajadores y población en general, que no aparece
desvirtuado por la presencia de grupos ajenos a él. En esto coinciden tanto falan-
gistas como radicales.

333
Después del 2 de abril, el discurso cambia. Ambos sectores se referirán a la
presencia de nuevos grupos, aunque hay un matiz de diferencia en el enfoque. La
Falange Nacional y el diario La Tercera mantendrán la atención sobre la identidad
social de los manifestantes, enfatizando en su diversidad y heterogeneidad. Sobre
este trasfondo social destacarán la presencia de grupos delictuales o antisociales.
Los radicales, en cambio, tendieron a enfatizar los rasgos delictuales y políticos por
sobre los sociales. Así, con posterioridad al 2 de abril, los protagonistas pasan a ser
los maleantes y delincuentes, junto a elementos irresponsables y antidemocráticos,
que respondían –todos– a directivas policiales con fines políticos. Los radicales caen,
así, en una posición similar a la del gobierno, pero de signo contrario. Socialmente,
la única identidad que aparece en su discurso es la de lumpen proletariado, con una
fuerte carga negativa.
El centro político reconoce, entonces, a actores sociales precisos como los prin-
cipales protagonistas de los hechos de abril, a los que suma, posteriormente, la
acción de grupos delictuales y político-policiales.

La visión de la izquierda
La discreción mostrada por el FRAP durante los sucesos de abril, al menos en
cuanto a declaraciones públicas, hay que suplirla con el discurso de la prensa afín. En
el caso del diario comunista El Siglo, recordemos que solo circuló hasta el martes 2 de
abril ya que esa noche fueron asaltadas sus oficinas y destruida su imprenta, quedan-
do imposibilitado de circular hasta mayo. Última Hora, por su parte, es determinante
para marcar un posicionamiento de izquierda diferente al del Partido Comunista.

QUIÉNES ACTUARON, de acuerdo a los discursos de la IZQUIERDA

Discurso Antes del 2 de abril Después del 2 de abril


Diario • la juventud universitaria • el estudiante universitario
Última Hora • la población entera • el liceano
• los estudiantes • los obreros
• empleados • los empleados
• obreros • los más desheredados
• las poblaciones callampas
• el hamponaje
• adolescentes descamisados
• estudiantes
• militantes políticos
• el delincuente y el hampón
• el desesperado y el saqueador
• algunos grupos francamente delictuosos

334
Discurso Antes del 2 de abril Después del 2 de abril
FRAP • la población • estudiantes
• empleados • obreros
• obreros • empleados
• estudiantes • maleantes
Diario El Siglo • los trabajadores*
• los estudiantes****
• el pueblo*
• obreros***
• el pueblo chileno en su conjunto
• los comunistas, los socialistas, los
falangistas y otros sectores políticos
• empleados
• jóvenes
• elementos ajenos
• elementos provocadores
Partido • obreros • provocadores* policiales
Comunista • estudiantes* • maleantes presos
• pobladores • elementos populares
• población en general • trabajadores jóvenes políticamente
atrasados
• delincuentes
• estudiantes comunistas
• los trabajadores y el pueblo
• elementos facistas y provocadores*
• bandoleros
• ciudadanos honrados
(*): Cantidad de reiteraciones

En el caso de la izquierda es donde menos diferencia se hace entre el discurso


previo y el posterior al 2 de abril. Desde un comienzo el discurso refiere a la identi-
dad social de los participantes: estudiantes, empleados, obreros y pobladores. Se
habla del pueblo, en general. Tempranamente se reconoce también que en sus filas
operan identidades políticas populares: comunistas, socialistas, falangistas. Algu-
nos –como el diario El Siglo– denuncian la presencia de provocadores de la policía.
Tras el 2 de abril, esta identidad social de los manifestantes no desaparece. Por
el contrario, por ejemplo, si uno analiza el caso del diario Última Hora, ella se enri-
quece, ampliándola a nuevos grupos sociales, entre los cuales se da cabida a sectores
marginales que pudieron haber participado de los desmanes. Descrita, así, amplia-
mente la identidad social de los protagonistas y sin hacer un corte abrupto entre el
pre y el post 2 de abril, sí se establece una diferencia entre tales grupos populares
y los delincuentes, hampones y maleantes.

335
Quien mejor expresa esta demarcación social entre el pueblo ‘sano’ y el pueblo
delictual, tan característica de la izquierda clásica, es el Partido Comunista el que
se hace eco de la denuncia de que la autoridad habría dejado en libertad a un grupo
importante de maleantes e introduce también la variable política al denunciar la
presencia de grupos fascistas. Por último, el PC introduce también el concepto de
sectores políticamente atrasados, que no habrían sabido evitar los desbordes.
La izquierda, entonces, es la que con más claridad se preocupa de identificar
socialmente a los protagonistas de la protesta, imponiéndose el criterio de que el 2
de abril no es sino un momento –el más agudo tal vez– dentro de un mismo y único
movimiento popular. Los actores sociales que protagonizaron los hechos y que inte-
resa identificar son, ciertamente, los grupos sociales que ella representa.

Identidades sociales y políticas atribuidas desde el discurso


En base a la información y análisis precedentes, es posible configurar, para cada
sector político, una visión de conjunto que retome tanto el eje ‘identidad social /
identidad política’, como la distinción temporal ‘pre y post 2 de abril’.
En el caso del discurso del Gobierno, la identificación social fue débil desde un
comienzo, mencionándose a estudiantes, a grupos obreros o sindicales y a masas
populares en general, pero descalificándolos a través de un estigma político: los
estudiantes que se movilizaban no habrían sido sino instrumento de agitadores, con
la complicidad de grupos de exaltados o elementos extremistas. El 2 de abril no
hizo sino agudizar esta tendencia, dando pie a todo tipo de calificaciones en las que
prácticamente desapareció cualquier referencia social –positiva o neutra– de iden-
tidad. Se impuso la descalificación. Si nos atenemos, entonces, al discurso de los
sectores de gobierno, los protagonistas de los sucesos de abril no habrían sido, final-
mente, sino agitadores políticos y grupos de antisociales.
En el caso del discurso de la derecha, desde el comienzo del conflicto existió una
triple identificación de sus protagonistas: política, social y delictual. Políticamente,
se denunciaba la presencia de activistas o agitadores de izquierda; socialmente se
mencionaba a estudiantes y obreros; y, en menor grado, a sectores marginados de la
ley. Los hechos del 2 de abril refuerzan en este discurso, sumándose una estigmatiza-
ción social de los participantes: estos pasan a ser vistos como los grupos de los más
bajos estratos sociales y a los que se les atribuye todo tipo de conductas y hábitos
reprobables. Los grupos sociales no desaparecen como actores, sino que ‘socialmente’
la identificación se degrada emergiendo una representación de los grupos populares
descalificatoria y despreciativa. Así, si nos guiáramos por el discurso de la derecha,
los protagonistas habrían comenzado siendo estudiantes, obreros y elementos políti-
cos, para terminar siendo extremistas, maleantes y grupos bajos de la sociedad.

336
Por su parte, antes del 2 de abril, el discurso de los sectores de centro atribuía,
clara y exclusivamente identidades sociales a los protagonistas del movimiento:
estudiantes, obreros, trabajadores, empleados, ciudadanos… El impacto del 2 de
abril en sus representaciones implicó la ampliación de esta identificación a grupos
delictuales, políticos y policiales, eclipsando en parte las identidades sociales.
El discurso de los sectores de izquierda es el menos sensible a los hechos del 2
de abril. Antes y después de esa fecha se trató de una identificación en registro
social, con énfasis popular: no solo obreros, empleados y estudiantes sino también
la población en general, los asalariados, el pueblo, los pobladores, los más deshere-
dados… Así como no hubo quiebre pre y post 2 de abril en las identificaciones
sociales, fue constante la mención a la presencia de provocadores. Lo que sí se agre-
ga con posterioridad al 2 de abril es la referencia a grupos delictuales.

3. Los protagonistas y la información disponible


La información disponible sobre la identidad de algunos de los protagonistas de
los hechos de abril de 1957, se ha organizado según se trate de personas detenidas,
heridas o muertas954. En total, la información reunida permitió identificar más de
mil personas, tal como se ve reflejado en el siguiente cuadro:

Número de fichas por categoría y ciudad

Valparaíso Concepción Santiago TOTAL


Fichas Nº % Nº % Nº % Nº %
Detenidos 63 9 45 6 617 85 725 62
Heridos 63 14,5 6 1,5 364 84 433 36
Muertos 1 4 - - 22 96 23 2
TOTAL 127 11 51 4 1.003 85 1.181 100
Fuente: Base de datos de la investigación

Este universo, ciertamente, no es exhaustivo, en el sentido de que no correspon-


de al total real de detenidos, heridos y muertos habidos durante los sucesos de abril

954
Las fichas que componen la base de datos son individuales. Cada una de ellas posee un encabe-
zado común en el cual se registran los mismos datos personales para cada caso. Ellos son: apelli-
do, nombre, sexo, edad, estado civil, domicilio, comuna, ciudad, oficio y función o responsabili-
dad pública. Luego, el cuerpo de las fichas se diferencia consignando la categoría de la que
forma parte la persona (detenida, herida o muerta), la fecha en que ello ocurrió y las circunstan-
cias en que se produjo.

337
de 1957. Se trata de los casos en que, cruzando diferentes fuentes, pudimos estable-
cer con certeza la identidad de los afectados. Cada ficha esta respaldada por dos o
más documentos. Ciertamente el número real de detenidos y heridos debe haber
sido mayor, sobre todo detenciones de corta duración y heridos leves. En todo caso,
en nuestra base de datos contamos al menos con todos aquellos detenidos que fue-
ron procesados y aquellos heridos que recibieron atención hospitalaria. Sobre los
muertos nos referiremos específicamente más adelante.
Así como esta base de datos no es exhaustiva respecto al total de detenidos,
heridos y muertos, mucho menos lo es respecto al conjunto heterogéneo y diverso
que participó de los hechos de abril, y que no llegó a caer en ninguna de estas tres
categorías. Se trata, por lo tanto, de un segmento de quienes protagonizaron esos
hechos: aquel grupo que quedó consignado en algún tipo de documento.
Estas necesarias prevenciones y advertencias, no restan, a nuestro juicio, valor
heurístico a nuestra base, ya que a partir de una muestra de sujetos que con certeza
participaron de los hechos, es posible establecer tendencias generales respecto a la
identidad de los protagonistas de los sucesos de abril de 1957. A través de la edad,
del oficio o profesión y de su domicilio, es que podemos dibujar, de un modo gene-
ral, la fisonomía social de quienes estuvieron involucrados en los hechos. Esto, sin
embargo, está limitado por la disponibilidad de cada uno de estos datos, por sujeto,
la que es desigual por categoría y por ciudad.

Información disponible sobre detenidos


El volumen de información de que disponemos para el caso de los detenidos de
Santiago, es muy superior al de las otras dos ciudades. Se trata de 617 casos, que
representan el 85% del total de fichas de detenidos, tal como se observa en el si-
guiente cuadro:

Información disponible sobre detenidos en Valparaíso, Concepción y Santiago


Valparaíso Concepción Santiago

Nº de detenidos 63 45 617
con sin con sin con sin
información información información información información información
Fecha detención 63 - 45 - 600 17
Edad 15 48 23 22 534 83
Estado civil 9 54 24 21 483 134
Domicilio 2 61 2 43 448 169
Comuna - 63 - 45 443 174
Oficio 41 22 33 12 572 45
Fuente: Base de datos de la investigación

338
En el caso de Santiago, la información disponible en los respectivos indicadores
supera, en todos los casos, el 70%; es decir, al menos para el 70% de los sujetos
identificados contamos con la totalidad de sus datos personales955. La información
de las detenciones ocurridas en Valparaíso y Concepción, en cambio, representan
solo el 15% del total de detenciones registradas en el período, con un nivel bastante
más bajo de cobertura de los distintos indicadores. Ello reafirma lo que ya hemos
visto en los capítulos precedentes respecto a la importancia central que tuvieron
los sucesos en Santiago. Junto con ser cuantitativamente menos importantes, las
informaciones de los detenidos en estas dos ciudades son menos completas que en
Santiago.

Información disponible sobre heridos


La información que poseemos sobre los heridos en las manifestaciones de abril
de 1957, es menor que para los detenidos. En la casi totalidad de los 433 casos
consignados, contamos con sus nombres, la fecha en que fueron heridos, la grave-
dad de sus lesiones y el recinto hospitalario en que fueron atendidos. Para más de
la mitad de ellos contamos con antecedentes sobre edad y oficio. Carecemos, sin
embargo, de datos sobre domicilio. Las cifras exactas de la información disponible
las encontramos en el siguiente cuadro:

Información disponible sobre heridos en Valparaíso, Concepción y Santiago

Valparaíso Concepción Santiago

Nº de detenidos 63 6 364
con sin con sin con sin
información información información información información información
Fecha 63 - 6 - 364 -
Edad 56 7 - 6 222 142
Estado civil 13 50 - 6 11 353
Domicilio 1 62 - 6 17 347
Oficio 56 7 5 1 229 135
Gravedad 63 - 6 - 364 -
Hospital 62 1 3 3 350 14

Fuente: Base de datos de la investigación

955
Concretamente, para el 97% de los casos se conoce la fecha de detención; para el 93% el oficio;
para el 87% la edad; para el 78% el estado civil; para el 72% el domicilio; para el 71% la comuna
y para el 92% el oficio.

339
Particularmente en el caso de Santiago, es necesario señalar que la información
disponible no es uniforme para todo el período en estudio. En efecto, la documenta-
ción más completa –listas oficiales de heridos– la encontramos solo a partir del día
1 de abril y ello puede distorsionar la visión de conjunto. Especialmente, como lo
veremos un poco más adelante, en relación a los datos de edad y oficio.

4. Identidad de los protagonistas a través de las personas detenidas


En base a la información disponible, a continuación presentamos, en primer
lugar, un análisis de los detenidos en Valparaíso y Concepción, limitado al número,
edad y oficio, para luego profundizar en estos y otros datos como domicilio, para
Santiago. La información en este caso, permite también hacer determinados cruces
que complejizan el análisis.

Número y perfil de los detenidos en Valparaíso y Concepción


Lo primero que parece interesante de mostrar es la distribución en el tiempo
–entre el 27 de marzo y el 9 de abril– del número de detenciones, consignado en el
siguiente cuadro:

Nº de detenidos por día en Valparaíso y Concepción, 1957


Fecha de detención Valparaíso Concepción
miércoles 27 de marzo 1 -
jueves 28 de marzo 27 -
viernes 29 de marzo 6 -
sábado 30 de marzo 20 -
domingo 31 de marzo - -
lunes 1 de abril - 6
martes 2 de abril - 2
miércoles 3 de abril - 34
jueves 4 de abril - 3
viernes 5 de abril - -
sábado 6 de abril - -
domingo 7 de abril - -
lunes 8 de abril - -
martes 9 de abril 9 -
TOTAL con información 63 45
Fuente: Base de datos de la investigación

340
En Valparaíso, el movimiento se concentra en los primeros días y es rápidamen-
te controlado, sin producirse una gran cantidad de detenidos. Casi diez días después
de terminados los hechos –el 9 de abril– se registran nueve detenciones, esta vez de
personas que fueron relegadas. En Concepción, en cambio, en que el movimiento es
refractario de Santiago y Valparaíso, las detenciones se concentran entre el 1 y el 4
de abril, pero sobre todo al día siguiente del 2 de abril.
En cuanto a la edad de los detenidos, dado el bajo porcentaje de detenidos con
información de edad (24% en Valparaíso y 51% en Concepción), lo que se puede
desprender es solamente una tendencia: los detenidos se ubican claramente dentro
de la población joven y adulta joven, menor de 35 años. Esta tendencia etaria, se ve
en gran parte confirmada por la información relativa a los oficios o actividades de
los detenidos:

Detenidos según oficio y actividad956 en Valparaíso y Concepción, 1957

Valparaíso Concepción
Categoría Nº % Nº %
Estudiantes 11 27 26 79
Obreros 18 44 4 12
Empleados 6 15 1 3
Comerciantes 1 2 2 6
Sin oficio 1 2 - -
Otros 4 10 - -
TOTAL con información 41 100 33 100
Fuente: Base de datos de la investigación

En efecto, el caso más neto es el de Concepción en donde la correspondencia


entre edad y actividad de los detenidos es casi total, tratándose fundamentalmente
de estudiantes. Para el caso de Valparaíso, en que la tendencia etaria se ubicaba en
los dos primeros tramos de edad (13 a 24 y 25 a 34 años), la distribución de oficios
entre estudiantes y trabajadores hace también sentido.
En suma, lo que nos muestran las cifras, para el caso de Valparaíso, es una predo-
minancia de obreros y empleados y un tercio aproximadamente de estudiantes. Todos

956
Para las categorías de oficios y actividades hemos respetado las denominaciones encontradas en
las fuentes. Las categorías utilizadas corresponden a las cinco más frecuentes en el total de los
detenidos.

341
ellos formando parte de una población relativamente joven. Estos rasgos de los
detenidos son coherentes con el curso seguido por las protestas, dándose un mayor
número de detenciones aquellos días en que las manifestaciones fueron más violen-
tas (jueves 28 y sábado 30), coincidiendo esto también con una mayor diversidad
social de los manifestantes. En Concepción, en cambio, se nota una mayor homege-
neidad social entre los detenidos, predominando claramente los estudiantes y
concentrándose las detenciones en un solo día: el 3 de abril. En ambos casos, se
trata de población masculina: 100% en Valparaíso y 98% en Concepción.

Número y edad de los detenidos en Santiago


El hecho de que para 17 sujetos no hayamos podido establecer con exactitud la
fecha de detención hace que, de aquí en adelante, en todos los casos que utilicemos
la variable ‘día de detención’, el universo considerado para Santiago será de 600
sujetos. Por ejemplo, en el siguiente cuadro en que presentamos, precisamente, la
distribución de los detenidos por día:

Número de detenidos por día en Santiago, 1957


Fecha de detención Nº Fecha de detención Nº
miércoles 27 de marzo 2 lunes 8 de abril -
jueves 28 de marzo 14 martes 9 de abril 3
viernes 29 de marzo 47 miércoles 10 de abril 7
sábado 30 de marzo 82 jueves 11 de abril 9
domingo 31 de marzo 28 viernes 12 de abril -
lunes 1 de abril 55 sábado 13 de abril -
martes 2 de abril 112 domingo 14 de abril -
miércoles 3 de abril 157 lunes 15 de abril 6
jueves 4 de abril 47 martes 16 de abril -
viernes 5 de abril 17 miércoles 17 de abril 4
sábado 6 de abril 9 domingo 28 de abril 1
domingo 7 de abril - TOTAL con información 600
Fuente: Base de datos de la investigación

342
Hasta el día sábado 6 de abril, se trata de detenciones ligadas directamente a
los incidentes derivados del alza de la locomoción. La progresión del número de
detenidos refleja bien el curso seguido por los hechos, y que fueron objeto de relato
histórico en los capítulos 2, 3 y 4 de esta Segunda Parte. Del 9 de abril en adelante,
sin embargo, se trata de detenciones en busca de responsables por los robos y sa-
queos ocurridos en la tarde del 2 de abril.
En el caso de Santiago se mantiene la tendencia de género observada en
Valparaíso y Concepción: 609 hombres detenidos (98,7%) y solo 8 mujeres (1,3%).
El estado civil de los que registran información al respecto, arroja 335 personas
solteras contra 148 casadas.
Veamos, a continuación, en detalle, las edades de los sujetos consignados como
detenidos:

Detenidos según tramo de edad en Santiago, 1957

13 a 24 años 290
25 a 34 años 151
35 a 44 años 60
45 a 54 años 24
55 o más años 9
TOTAL con información 534
Fuente: Base de datos de la investigación

En el cuadro precedente, puede observarse que el 54% de los detenidos son


menores de 25 años, los que sumados al 28% del segundo tramo hacen una mayoría
de población menor de 35 años, que supera el 80%. Ahora bien, si examinamos con
más detalle la composición de las 290 personas del primer tramo, encontramos que
201 de ellas se ubican entre los 13 y los 20 años. Se trata, entonces, de una población
esencialmente joven. Sin embargo, nos pareció interesante interrogarnos si había o
no cambios en la edad de los detenidos a medida que evolucionaban los sucesos.
Para ello, cruzamos las edades con los diferentes días en que hubo manifestaciones
y detenidos:

343
Detenidos según día y tramo de edad en Santiago, 1957

Marzo Abril
Edad 27 28 29 30 31 1 2 3 4 5 6
13 a 24 años 1 9 29 44 7 33 60 54 23 10 3
25 a 34 años - 3 10 20 8 9 23 50 17 3 3
35 a 44 años - - 3 4 6 4 6 27 - 3 1
45 a 54 años - - 1 - 4 - 2 12 4 1 -
55 o más años - - 1 1 2 1 1 1 2 - -
Sin información 1 2 3 13 1 8 20 13 1 - 2
TOTAL detenidos 2 14 47 82 28 55 112 157 47 17 9

Fuente: Base de datos de la investigación

Es interesante observar cómo, hasta el 2 de abril, el primer tramo de edad tien-


de a duplicar o triplicar al segundo. Esta tendencia se interrumpe el miércoles 3 de
abril en que ambos tramos se equiparan. Más aún, si se suman ese día el segundo y
tercer tramo, la población entre 25 y 44 años supera a la menor de 25 años.

Oficios o actividad de los detenidos en Santiago


Ahora bien, parece importante confrontar esta tendencia etaria con los oficios u
ocupaciones de los detenidos, sobre todo para ver si la primacía de una población
joven se corresponde o no con una mayoría de estudiantes. Veamos, entonces, en
primer lugar, lo que nos muestran los detenidos clasificados según oficio o actividad:

Detenidos según oficio o actividad en Santiago, 1957

Nº %
Estudiantes 107 19
Obreros 254 44
Empleados 84 15
Comerciantes 37 6
Sin oficio 24 4
Otros 66 12
TOTAL con información 572 100
Fuente: Base de datos de la investigación

344
Sorprende la gran cantidad de obreros, los que sumados a los empleados llegan
a representar casi el 60% de los detenidos. Es probable que la denominación ‘obre-
ro’ haya sido utilizada en términos muy amplios tanto por los propios afectados (un
detenido al entregar sus datos a la policía) como por los medios de comunicación
(un periodista ante la necesidad de identificar personas provenientes del medio
popular). En este sentido, la identidad ‘obrero’ es posible de asimilar a la de ‘traba-
jador’, sin que necesariamente informe si el sujeto está ocupado o desocupado.
Los que se definen como ‘empleados’ están ciertamente ocupados, ya sea en la
administración fiscal, semi fiscal o sector privado. Entre los comerciantes hay una
gran diversidad social, pudiendo encontrarse entre ellos tanto dueños de estableci-
mientos comerciales como vendedores ambulantes. Predominan, en todo caso, los
pequeños comerciantes independientes. Los ‘sin oficio’ son los que expresamente
así lo señalaron al entregar sus antecedentes personales. Respecto a los ‘otros’ ofi-
cios, lo predominante son los trabajadores por cuenta propia en áreas de trabajo
semi artesanal, aunque también hay algunos profesionales y técnicos.
A continuación presentamos un resumen de todos los oficios, profesiones o acti-
vidades correspondientes a los 572 detenidos de Santiago, para los cuales contamos
con esta información.
En el caso de los 107 estudiantes, aparte de los 66 que son identificados sola-
mente como ‘estudiantes’, encontramos 24 secundarios, 12 universitarios, 4 primarios
y 1 estudiante vespertino. De acuerdo a la edad de los estudiantes detenidos es
posible determinar que casi un 40% debe corresponder a estudiantes secundarios
(entre 13 y 17 años). El resto deben haber sido universitarios y vespertinos.
Respecto a los detenidos identificados como ‘obreros’, aparte de los 92 que no
registran especialidad, es posible distinguir siete áreas de trabajo o especialización.
La más significativa es la de los 59 obreros ligados a la construcción. Luego, en el
ámbito de la industria pesada, se ubican 30 obreros. En tercer lugar, los obreros
gráficos con 21 sujetos, la mayoría de ellos detenidos en el allanamiento a la Imprenta
Horizonte. Los detenidos identificados como obreros del cuero y del calzado y como
panificadores son 9 en cada caso. Los del mueble 8 y los textiles 5. Finalmente, una
serie de 20 otros obreros de campos diversos.
Así, los 254 detenidos que registran la actividad de obreros, se distribuyen de la
siguiente forma:

345
Composición interna de la clasificación Obrero en Santiago, 1957
(Total=254)
Obrero (93) Obrero pulidor Obrero panificador (9)
Obrero soldador Obrero barnizador (6)
Obrero estucador (16) Obrero desabollador Obrero enchapador
Obrero gásfiter (10) Obrero fundidor Obrero mueblista
Obrero de la construcción (7) Obrero niquelador
Obrero carpintero (7) Obrero petrolero Obrero textil (3)
Obrero electricista (6) Obrero tejedor (2)
Obrero pintor (6) Obrero gráfico (10)
Obrero albañil (5) Obrero gráfico, linotipista (5) Obrero jornalero (4)

Obrero baldosista Obrero gráfico, compaginador Obrero cargador (4)


Obrero cerrajero Obrero gráfico, encuadernador Obrero matarife (3)
Obrero gráfico, fotograbador Obrero agrícola (2)
Obrero mecánico (12) Obrero gráfico, litógrafo Obrero aseador (2)
Obrero metalúrgico (4) Obrero gráfico, prensista Obrero calderero
Obrero mecánico, tornero (3) Obrero gráfico, tipógrafo Obrero ferroviario
Obrero ayudante mecánico (2) Obrero fogonero
Obrero minero (2) Obrero del calzado (6) Obrero laboratorista
Obrero mecánico, herrero Obrero curtidor (3) Obrero vidriero
Fuente: Base de datos de la investigación

Es importante notar que más del 60% de los detenidos registrados como obre-
ros, registran también el campo o área de trabajo. En el caso de los 84 detenidos
consignados como ‘empleados’, la situación es diferente: solo en un 26% de los ca-
sos es posible conocer el campo específico de trabajo:

Composición interna de la clasificación Empleado en Santiago, 1957


(Total=84)
Empleado (62) Empleado, chofer E.T.C.E.
Empleado, chofer FACH
Empleado, garzón (4) Empleado, dactilógrafo
Empleado fiscal (3) Empleado, jefe de obra
Empleado, corrector de pruebas (2) Empleado, joyero
Empleado de Correos Empleado, linotipista
Empleado de los baños Delicias Empleado, mensajero
Empleado minero Empleado, radio-técnico
Empleado semi-fiscal Empleado, vendedor
Fuente: Base de datos de la investigación

346
Los detenidos identificados como ‘comerciante’ –un total de 37 sujetos– tampo-
co proporcionan muchas pistas sobre los ámbitos en que ejercían el comercio. Solo
10 de ellos lo hacen: 5 ambulantes, un florista, un heladero, un joyero, un verdulero
y un regente de prostíbulo.
Finalmente, bajo la categoría ‘otros’, encontramos una serie de oficios que pro-
bablemente podrían formar parte de las clasificaciones anteriores, pero que no lo
hemos hecho para no diluir los elementos de identidad social que contiene. Así, por
ejemplo, un ‘suplementero’ podría ser considerado como ‘comerciante’, pero sabe-
mos que socialmente es más claro llamarlo suplementero, lo mismo que un
lustrabotas. He aquí, entonces, la lista completa de oficios clasificados como ‘otros’
y que suman 66 sujetos:

Composición interna de la clasificación Otros oficios en Santiago, 1957


(Total=66)

Delincuente habitual (8) Chofer de taxi (2) Diputado


Zapatero (8) Abogado Empresario de micros
Periodista (6) Cocinero Labores de casa
Agricultor (5) Constructor Profesor
Chofer (4) Constructor Civil Profesor universitario
Jardinero (4) Contador Prostituta
Suplementero (4) Contador, ayudante Sacristán
Lustrador de botas (3) Cuidador Sastre
Tapicero (3) Decorador de vitrinas
Mueblista (2)
Fuente: Base de datos de la investigación

Llama la atención el bajo número de lo que podríamos denominar ‘profesiona-


les’. También sorprende, por lo baja, la cifra de ‘delincuentes habituales’, tema sobre
el cual volveremos más adelante. Oficios independientes como zapatero, jardinero,
tapicero, mueblista, sastre, en cambio, llegan a 20. Los 5 ‘agricultores’ permanecen
en la incógnita. El ‘sacristán’ y la ‘prostituta’ vienen a completar, por los extremos,
la identidad social popular que muestran los detenidos en Santiago, con ocasión de
los sucesos de abril de 1957.
Ahora bien, al cruzar esta información sobre oficios y actividades de los deteni-
dos, con los días en que fueron aprehendidos, podemos hacernos una idea más
concreta de la evolución ‘social’ de la protesta:

347
Detenidos según día y actividad en Santiago, 1957

Marzo Abril
Actividad 27 28 29 30 31 1 2 3 4 5 6
Estudiantes 2 12 21 29 5 13 12 8 - 1 -
Obreros - - 8 20 8 17 59 89 33 7 6
Empleados - 1 3 14 8 7 18 27 2 1 2
Comerciantes - - 2 1 2 6 5 9 4 - -
Sin oficio - - 7 4 - 3 3 2 3 2 -
Otras - - 5 8 5 5 10 12 4 6 1
Sin información - 1 1 6 - 4 5 10 1 - -
TOTAL detenidos 2 14 47 82 28 55 112 157 47 17 9
Fuente: Base de datos de la investigación

Efectivamente, la presencia de trabajadores, sean obreros o empleados, comien-


za a notarse desde el sábado 30 de marzo y va en aumento hasta alcanzar su punto
máximo el miércoles 3 de abril. Esto hace pensar, entonces, que la población joven
que se expresó en las protestas de abril en Santiago, más que estudiantil, fue popu-
lar, autoidentificada o identificada como ‘obreros’. Veamos si esta hipótesis se ve
confirmada al cruzar edades y oficios:

Detenidos según edad y actividad en Santiago, 1957

13 a 24 25 a 34 35 a 44 45 a 54 55 a 58 Sin TOTAL
años años años años años inform. det.
Estudiantes 88 5 - - - 14 107
Obreros 118 78 28 12 5 13 254
Empleados 34 26 15 4 2 3 84
Comerciantes 17 17 2 - - 1 37
Sin oficio 13 6 2 1 - 2 24
Otros 19 19 12 7 2 7 66
Sin información 1 - 1 - - 43 45
TOTAL detenidos 290 151 60 24 9 83 617

Fuente: Base de datos de la investigación

En efecto, entre la población joven –menor de 25 años– hay una proporción un


poco superior de obreros que de estudiantes: 40% y 30%, respectivamente. Si se
agregaran los 14 estudiantes ‘sin información’ de edad –pero que al ser estudiantes
probablemente entrarían en este primer tramo– los porcentajes se equiparían. Esta
tendencia de obreros jóvenes viene a ser confirmada por su fuerte presencia en el
tramo de población adulta joven, en el que ocupan el 52% del total.

348
Domicilio de los detenidos en Santiago
Una última variable a incorporar, que debiera servir para comprobar –o no– una
fuerte presencia de sectores populares obreros en los sucesos de abril, es la del
domicilio de los detenidos. Esta información la poseemos para el 73% de los casos,
lo cual nos da una base suficientemente confiable. Para hacerla operativa, sin em-
bargo, se debió deducir una información complementaria: las comunas de
pertenencia de los domicilios consignados957.
Siguiendo un criterio de ‘recurrencia’ se llegó a una clasificación que considera
la comuna de Santiago y diez comunas circundantes: San Miguel, La Granja y la
Cisterna, por el sur; Quinta Normal y Las Barrancas, por el oeste; Renca y Conchalí,
por el norte; y Ñuñoa, Providencia y Las Condes, por el este. La amplitud de la
comuna de Santiago, así como consideraciones socioeconómicas de su población,
nos llevaron a subdividirla en tres sectores: Santiago centro, Santiago sur y Santiago
oeste. Se configuran así, aparte del centro de Santiago, cuatro grandes sectores,
siguiendo los puntos cardinales. De acuerdo, entonces, a esta división comunal, la
afiliación de los domicilios de las personas detenidas, dio los siguientes resultados:

Detenidos según comuna de domicilio en Santiago, 1957

Comuna Nº % Sector %
Santiago centro 23 5 Centro 5
Santiago sur 59 13
San Miguel 45 10
La Granja 7 1,5
La Cisterna 14 3 Sur 27,5
Santiago oeste 91 20,5
Quinta Normal 48 11
Las Barrancas 14 3 Oeste 34,5
Renca 10 2
Conchalí 82 19 Norte 21
Ñuñoa 20 5
Providencia 11 2,5
Las Condes 6 1,5 Este 9
Otras 13 3 Otras 3
TOTAL con información 443 100 100
Fuente: Base de datos de la investigación

957
Para ello, trabajamos con la división comunal de la provincia de Santiago existente en la época.
Con la ayuda de mapas de calles relativamente antiguos, aunque más recientes que 1957, llega-
mos a afiliar comunalmente el 98,8% de las direcciones consignadas en la base de datos.

349
Desde un punto de vista socioeconómico –de acuerdo a una “zonificación de
residencias y actividades” de la ciudad de Santiago, realizada en 1953– la comuna
de Santiago era definida como “zona residencial clase media y obrera”, calificación
que también compartía un sector de Ñuñoa, un sector de Conchalí y un sector de
San Miguel. El grueso de estas dos últimas comunas, sin embargo, más La Cisterna
y Quinta Normal, eran consideradas “zona de residencia obrera”. Las Barrancas,
Renca, La Granja y otro sector de Conchalí eran definidas como “zona de residen-
cia obrera periférica”. Providencia, Las Condes y un sector de Ñuñoa, por último,
eran consideradas como “zona residencia clase alta”958.
A la luz de esta clasificación, tenemos que casi el 40% de los detenidos provenía
de una zona residencial de clase media y obrera (reagrupando los tres sectores de la
comuna de Santiago). Otro 40% provenía de zonas de residencia obrera tradiciona-
les (Quinta Normal, Conchalí y San Miguel) y alrededor de un 10% de zonas de
residencia obrera periféricas (Las Barrancas, Renca, La Granja y La Cisterna). El
10% restante, provenía del sector este de la ciudad, zona de residencia de los secto-
res de clase alta (Las Condes, Providencia y Ñuñoa).
Una manera de testear este perfil socioeconómico de los manifestantes deteni-
dos, ha sido cruzar los antecedentes sobre sus oficios o actividades y sus comunas
de residencia. El resultado es el siguiente:

Detenidos según oficio y comuna en Santiago, 1957


Estud. Obrero Empl. Comer. S/ofic. Otros S/inf. TOTAL
Santiago centro 9 7 3 3 - 1 - 23
Santiago sur 7 29 11 5 5 2 - 59
San Miguel 9 27 2 1 - 6 - 44
La Granja 1 6 - - - - - 7
La Cisterna - 7 3 3 - 1 - 14
Santiago oeste 10 39 11 9 4 18 - 91
Quinta Normal 11 16 10 3 2 6 - 48
Las Barrancas 1 8 - 1 1 3 - 14
Renca - 5 2 1 1 1 - 10
Conchalí 6 37 16 9 6 8 - 82
Ñuñoa 7 8 2 - 2 1 - 20
Providencia 6 - 4 - - 1 - 12

958
Según: Ehijo, Francisco, Problemas de Planificación Urbana, Instituto de Vivienda y Planificación,
Universidad de Chile, Santiago, 1953, lámina 16. Citado por: Loyola, Manuel, Los pobladores de
Santiago, 1952-1964: su fase de incorporación a la vida nacional, Tesis de Licenciatura, Departa-
mento de Historia, Universidad Católica de Chile, Santiago, 1988.

350
Estud. Obrero. Empl. Comer. S/ofic. Otros S/inf. TOTAL
Las Condes 5 - 1 - - - - 6
Otras 3 7 1 1 - 1 - 13
Sin información 32 58 18 1 3 17 45 174
TOTAL detenidos 107 254 84 37 24 66 45 617

Fuente: Base de datos de la investigación

Este cuadro nos muestra, por una parte, la fuerte presencia obrera en la comuna
de Santiago, tanto en su sector sur como oeste. Así también confirma el carácter
obrero de comunas como San Miguel, La Granja, La Cisterna, Las Barrancas y Renca.
Sin embargo, por otra parte, nos muestra Conchalí y Quinta Normal como comunas
más compartidas entre empleados, obreros y estudiantes. Seguramente sus zonas
más próximas a la comuna de Santiago deben haber compartido el rasgo clase media
y obrera. Respecto a las comunas del sector oriente, predominan en ellas los
estudiantes, salvo en el sector más popular de Ñuñoa.
Finalmente, los datos disponibles nos permitieron indagar también en la relación
entre comuna de residencia de los detenidos y la fecha de su detención. Esto, con el fin
de ver si la evolución de la identidad social de los detenidos a través de los días –que
hemos observado a la luz de los otros antecedentes– se verificaba también a partir de
sus comunas de domicilio. Para ello cruzamos día de detención y comuna de origen:

Detenidos según día y comuna en Santiago, 1957


Marzo Abril
Comuna 27 28 29 30 31 1 2 3 4 5 6
Santiago centro - 1 3 5 1 3 4 - 5 1 -
Santiago sur - - 8 12 2 5 8 13 5 3 1
San Miguel - 2 1 3 2 3 7 11 7 - 4
La Granja - - 2 - - - 3 1 1 - -
La Cisterna - - 1 2 - 2 6 1 1 - -
Santiago oeste 1 - 8 12 5 7 9 23 9 9 1
Quinta Normal -1 - 7 15 2 6 13 2 1 -
Las Barrancas - - 1 2 - - 2 6 1 - -
Renca - - 2 - - 1 1 2 4 - -
Conchalí - - 6 12 1 7 26 15 8 3 3
Ñuñoa - - 4 3 1 2 6 4 - - -
Providencia - 1 5 1 - 2 1 1 - - -
Las Condes - 1 1 - - - 2 - - - -
Otras - - - 3 - 1 7 2 - - -
Sin información 1 8 5 20 1 20 24 65 4 - -
TOTAL detenidos 2 14 47 82 28 55 112 157 47 17 9
Fuente: Base de datos de la investigación

351
Efectivamente, desde el día 29 comienza a notarse una presencia de sectores
populares, primero de la comuna de Santiago (zonas sur y oeste), luego de Quinta
Normal y Conchalí. San Miguel se hace más presente a partir del día 2. Este día
llama la atención el alto numero de detenidos provenientes de la comuna de Con-
chalí, es decir de la zona norte de Santiago, al otro lado del río Mapocho. Una posible
explicación es que desde ese sector fue más fácil llegar ese día al centro ya que la
vigilancia tendía a concentrarse sobre la Alameda. Este día, sin embargo, se obser-
va el mayor número de detenidos proveniente de las comunas obreras periféricas
de la zona sur. Por último, la composición de los detenidos del día 3 de abril, a la luz
de sus domicilios, se muestra nuevamente popular.
En suma, recapitulando los rasgos de identidad que se desprenden de las infor-
maciones sobre los detenidos de Santiago, podemos decir: se trata de una población
esencialmente masculina, compuesta por jóvenes y por adultos jóvenes, menores
de 35 años en su gran mayoría. En general, se trata de personas con oficio o activi-
dad conocida, predominando en un comienzo los estudiantes, para luego ser
superados claramente por sectores obreros, de las más diversas áreas laborales. La
presencia de empleados, siendo discreta, refuerza esta mayoría de ‘trabajadores’.
Esta composición principalmente popular, que ya se perfila a la luz de los oficios y
actividades, se ve confirmada al analizarse las comunas de domicilio de los deteni-
dos. Un número importante de ellos proviene de los sectores medios y populares de
la comuna de Santiago, así como de comunas obreras circundantes. Pocos son los
que vienen de las comunas populares periféricas, más alejadas del centro de la
ciudad. También es bajo el número de detenidos con domicilio en las comunas aco-
modadas de la zona oriente. Distintos cruces de edad, oficio y comuna de domicilio,
confirman estas tendencias.

Los detenidos con posterioridad a los hechos


Aparte de los nueve trabajadores detenidos en Valparaíso para ser relegados –la
mayoría de ellos dirigentes sindicales–, solo en Santiago se produjeron detenciones
posteriores a los días más críticos de abril. Estas detenciones respondieron a la
acción desplegada por el servicio de Investigaciones con el fin de poder mostrar
responsables de los saqueos y robos de la tarde del 2 de abril. Se trata de un total de
30 personas que fueron detenidas entre el 9 y el 28 de abril de 1957. En rigor, a
estas 30 personas habría que agregar otras 10 que fueron detenidas por Investiga-
ciones el día 5 en un allanamiento en la zona oeste de Santiago, acusadas del saqueo
a la tienda DIVESA y que sí contabilizamos en los análisis anteriores959.
959
La prensa habla de un número cercano a los 50 detenidos en relación a los robos y saqueos. A
través de nuestras fuentes hemos llegado a identificar, con certeza, 40 personas.

352
Se trata de un grupo predominantemente masculino (solo dos mujeres en él), en
que el 72% son jóvenes o adultos jóvenes menores de 35 años. Esto representa una
baja del 10% respecto a la presencia de esos dos tramos en el universo total de
detenidos en Santiago. Ese 10% se traslada a la población adulta, que en este caso
llega a representar un 20%.
Respecto a los oficios o actividades de quienes fueron detenidos acusados de
robos y saqueos el martes 2 de abril, la información disponible muestra que se man-
tiene una predominancia de ‘obreros’, un 25%, aunque bastante inferior al 44%
observado en el universo total de detenidos en Santiago. Los ‘comerciantes’ repre-
sentan un 20% al igual que los ‘delincuentes habituales’, a quienes habría que sumar
los 4 ‘estudiantes’ detenidos que tenían antecedentes policiales por hurtos y robos
anteriores. Entre las ‘otras’ actividades encontramos 2 ‘suplementeros’, 2 choferes
de taxi, un zapatero, una ‘prostituta’, un ‘chofer’ que obraba como regente de un
prostíbulo y el sacristán.
En cuanto a los domicilios de los detenidos por los robos del martes 2 de abril, la
información consignada en la base de datos indica que más del 50% de los domici-
lios se ubica en el sector poniente de la ciudad de Santiago, principalmente en lo
que hemos denominado Santiago oeste. Muchos fueron detenidos en barrios conoci-
dos de la policía, por su alta concentración de prostíbulos y población delictual,
como, por ejemplo, Estación Central. La zona sur de Santiago también aparece a
menudo como lugar de domicilio de estos detenidos. Ambos sectores, cercanos a
barrios comerciales amagados por los robos y saqueos.
En suma, el grupo de personas detenidas por supuesta participación en los ro-
bos y saqueos del martes 2 de abril, muestra una composición de edad un poco
mayor a la del conjunto de los detenidos. Socialmente se trata, por una parte, de
delincuentes habituales o personas que vivían en torno a la prostitución y al robo,
así como de sectores populares con oficios diversos, ubicados en los límites con la
delincuencia. Esta fisonomía social aparece confirmada por la distribución espa-
cial de sus domicilios. Pero, finalmente, lo más relevante es que este grupo no
representa sino un poco más del 6% del total de detenidos.

Presencia de dirigentes sociales entre los detenidos


Otro rasgo de identidad que parece interesante de revisar entre los detenidos por
los sucesos de abril, es el de su representatividad social y política, a partir de la informa-
ción reunida sobre la responsabilidad pública que los detenidos puedan haber tenido.
Desde un punto de vista estrictamente político, el único detenido al que se le
reconoce una investidura pública es al diputado Mario Palestro, del Partido Socialista
Popular, detenido el 3 de abril. En la prensa es posible encontrar algunas atribuciones

353
de militancia a ciertos detenidos, pero ellas no son muy numerosas ni tampoco
confiables como para analizarlas. Obviamente lo que predomina en estas versiones
de prensa –sobre todo de la derecha– son las filiaciones, comunistas, socialistas y
radicales. En particular dos detenidos son sindicados como miembros de las
Juventudes Comunistas.
Desde un punto de vista social, sin embargo, la información es más abundante.
En efecto, tanto para el caso de Valparaíso como para Santiago tenemos anteceden-
tes de varios detenidos que eran dirigentes sociales, principalmente sindicales pero
también estudiantiles. No así, para Concepción, donde al parecer no se registraron
detenciones de dirigentes.
En el caso de Valparaíso, hubo dos detenciones de dirigentes estudiantiles, en
los inicios del movimiento, en la calle, durante las manifestaciones de los días 27 y
28 de marzo; uno era dirigente de la Federación de Enseñanza Profesional de Valpa-
raíso y el otro presidente de los estudiantes de la Escuela Normal de Viña del Mar.
Mucho más tarde, el 9 de abril, ocho dirigentes sindicales fueron detenidos en sus
domicilios o lugares de trabajo, por Investigaciones y bajo órdenes expresas del
Gobierno; todos eran miembros del Consejo Provincial de la CUT de Valparaíso,
incluido su secretario general.
En el caso de Santiago también ocurrió que las únicas detenciones de dirigentes
producidas durante las manifestaciones correspondieron a dirigentes estudiantiles;
así fueron detenidos un dirigente de la Confederación de Estudiantes Nocturnos, un
miembro del Comité Ejecutivo de la FECH y cuatro miembros de la directiva del
Centro de Alumnos del Liceo Integral Nº 1. El resto de los dirigentes detenidos, lo
fueron por órdenes expresas del Gobierno a través de allanamientos a cargo del Servicio
de Investigaciones. El primero de ellos se produjo en la madrugada del domingo 31
de marzo, donde cayeron diez dirigentes sindicales, un dirigente estudiantil, un
dirigente de pobladores y un dirigente del Movimiento por la Libertad y los Derechos
Humanos. La otra operación importante realizada por Investigaciones ocurrió en la
madrugada del miércoles 3 de abril, cuando fue allanado el domicilio de un abogado
y dirigente de la CUT donde se realizaba una reunión de esta organización sindical.
Las otras cuatro detenciones de dirigentes sindicales se produjeron en los domicilios
de los afectados o en la calle, pero siempre por orden del Gobierno.
Entre los 48 dirigentes sindicales detenidos en Santiago, al menos 14 eran miem-
bros del Consejo Directivo Nacional de la CUT, incluidos su presidente y su secretario
general960.
960
De acuerdo a la base de datos de la investigación, entre los otros dirigentes detenidos se
encontraban, además, por ejemplo: los presidentes de la Federación de Química y Farmacia, del
(Continúa en la página siguiente)

354
De los datos que hemos presentado se desprende, primero, que a diferencia de
la dirigencia estudiantil, los dirigentes sindicales fueron objeto de una represión
intencionada de parte del Gobierno. Segundo, que, también a diferencia de los es-
tudiantiles, los dirigentes sindicales no tuvieron una participación activa en las
manifestaciones. Esto, tanto porque una buena parte de ellos fueron detenidos el
domingo 31 de marzo y los otros mientras discutían qué actitud tomar frente a los
sorpresivos sucesos del 2 de abril, como porque no se registraron detenciones direc-
tas en las manifestaciones. Por último, dada la estrecha vinculación existente entre
el movimiento sindical y el movimiento político en el Chile de la época –que se
traducía en la frecuente militancia política de los dirigentes sindicales– es posible
desprender que tampoco hubo, entonces, una presencia significativa de los parti-
dos en las manifestaciones.

5. Identidad de los protagonistas a través de las personas heridas


Recordemos que la información disponible para el caso de las personas heridas,
es menor en cantidad y calidad que para los detenidos. En efecto, para el 100% de
los 433 casos consignados se dispone de la fecha en que fueron heridos y su grave-
dad; para un 65%, edad y oficio; pero solo para un 5% sus datos de domicilio.

Cantidad y gravedad de los heridos


Comencemos por analizar el número de heridos por día y su gravedad. Ello nos
permitirá agregar otra visión de la evolución general de los hechos, poniendo de
relieve la violencia de los mismos. Visión que podremos confrontar con la analizada
anteriormente en el caso de los detenidos y que se cuantifica de la siguiente manera:

Sindicato Recalcine y del Sindicato del Laboratorio Chile; el presidente y el secretario general
de la Federación Industrial Nacional Minera; el presidente y el vicepresidente del Sindicato del
Cementerio General; los secretarios generales de la CUT Provincial de Santiago, de la Federación
de Curtidores de Chile y de la Federación Industrial Nacional Metalúrgica; el secretario general
de la Federación Industrial Nacional de la Construcción y secretario del Comité Regional contra
las Alzas; el encargado de organización de la Federación Industrial Nacional de la Construcción;
el subsecretario general y otro dirigente de la Federación Nacional del Cuero y del Calzado;
tesorero del Sindicato Industrial de Copec; el vice presidente de la Asociación Nacional de
Empleados Semifiscales; un dirigente nacional de la Federación de Trabajadores Agrícolas; y
dirigentes de la Asociación Nacional de Obreros de Obras Públicas, del Sindicato Industrial de
Cerro Blanco de Polpaico y del Sindicato Madeco.

355
Heridos según día y gravedad en Valparaíso, Concepción y Santiago, 1957
(N=433)

Marzo Abril
27 28 29 30 31 1º 2 3 4 5 TOTAL
Valparaíso
Leve 2 41 6 2 - - - - - - 51
Mediana - 4 - 1 - - - - - - 5
Grave - - - 7 - - - - - - 7
TOTAL 2 45 6 10 - - - - - - 63
Concepción
Leve - - - - - 1 - 2 - - 3
Mediana - - - - - 2 - - - - 2
Grave - - - - - 1 - - - - 1
TOTAL - - - - - 4 - 2 - - 6
Santiago
Leve - 2 21 37 - 24 116 16 3 1 220
Mediana - 1 7 3 - 2 42 9 - - 64
Grave - - 1 5 - 6 45 22 - 1 80
TOTAL - 3 29 45 - 32 203 47 3 2 364

Fuente: Base de datos de la investigación

Se confirman, por una parte, las curvas de intensidad de las manifestaciones en


cada una de las tres ciudades. En el caso de Valparaíso, los heridos se concentran
entre el 28 y el 30 de marzo; en Concepción los días más críticos son el 1 y el 3 abril;
y en Santiago se observan nuevamente las dos cimas de intensidad, el 29 y 30 de
marzo, la primera, y el 2 y 3 de abril, la segunda.
En segundo lugar, el cuadro nos da indicios sobre el comportamiento de la re-
presión. El más claro es el caso de Valparaíso en que se observa nítidamente la
variación en el número y tipo de heridos que produce el reemplazo de las fuerzas de
Carabineros por las de la marinería: de 45 heridos el jueves 28 se pasa a 10 el
sábado 30, ante manifestaciones de similar o mayor intensidad. Sin embargo, la
proporción de heridos graves aumenta considerablemente.
Por su parte, en Santiago lo que llama la atención es el número creciente de
heridos en la fase inicial del conflicto, el remanso del día lunes 1 de abril y los más
de 200 heridos del día martes. El aumento de la violencia no solo se observa en la
cantidad de víctimas sino también en la gravedad de las mismas. Esto compromete
claramente la acción policial: la proporción de heridos de mediana gravedad y graves,
en los días 2 y 3 de abril, es notable y la mayoría de ellos por impacto de balas o

356
golpes de sable. Información que cobra más importancia aún si se considera que el
número de carabineros heridos fue relativamente bajo, como veremos más adelante.
En esta visión de conjunto interesa mostrar, por último, la proporción de hom-
bres y mujeres que fueron heridos en el curso de las manifestaciones: las cifras
indican que en Valparaíso las mujeres representan un 5% de los heridos, que en
Concepción no se registran mujeres heridas y que en Santiago éstas alcanzan casi
un 18%. Cifra importante de retener, ya que, a la luz de las detenciones, la partici-
pación de mujeres en los incidentes era casi nula.

Edad y oficio de los heridos en Valparaíso y Santiago


A partir de la información disponible, el análisis en torno a la identidad de los
manifestantes heridos solo es posible para los casos de Valparaíso y Santiago; para
Concepción no disponemos de datos suficientes de edad y oficio de los heridos como
para establecer tendencias. Veamos, en primer lugar, qué nos muestran las cifras de
edad:

Heridos según tramo de edad en Valparaíso y Santiago, 1957

Tramo de edad Valparaíso Santiago


Menos de 14 años 6 13
15 a 24 años 19 104
25 a 34 años 17 52
35 a 44 años 7 20
45 a 54 años 7 21
55 a 64 años - 9
65 o más años - 3
TOTAL con información 56 222
Fuente: Base de datos de la investigación

Como se observa, en el caso de Valparaíso se trata de una población joven y


adulta joven. En cuanto a Santiago, los heridos se dividen casi en 50% y 50% entre
los menores de 25 y los mayores de esa edad. La falta de información etaria de los
heridos durante los primeros días de protesta, impide formarse una impresión glo-
bal de la evolución de los heridos por edad. En todo caso, lo que se conoce para los
días 1 al 5 de abril muestra una proporción levemente superior de adultos jóvenes
y adultos el día 3.

357
En cuanto a los oficios, en Valparaíso un poco menos de la mitad de los heridos
registrados corresponden a carabineros (27 casos), lo cual explica cifras más altas
en tramos de edad superiores a 35 años. Los otros oficios o actividades correspon-
den a 14 estudiantes, 5 obreros, 6 empleados, 1 comerciante y 2 sin trabajo. Una
composición social que, como tendencia, corresponde a las características del con-
flicto en la ciudad de Valparaíso.
En el caso de Santiago –de acuerdo a la información disponible, que no es ex-
haustiva ni constante, como ya advertimos– la mayor cantidad de heridos fueron
empleados, seguidos muy de cerca por estudiantes. Sin embargo, si a los empleados
se le suman los obreros, llegamos a que en su gran mayoría los heridos fueron perso-
nas ligadas al mundo del trabajo. Veamos a continuación los totales por oficio así
como su distribución en el tiempo:

Heridos según día y oficio en Santiago, 1957

Marzo Abril
Oficios 28 29 30 31 1º 2 3 4 5 TOTAL
Estudiantes 2 1 13 - 4 27 2 1 - 50
Obreros - - - - 1 29 9 - - 39
Empleados - - 1 - 5 38 8 1 - 53
Comerciantes - - - - - 10 4 - - 14
Carabineros - 9 - - 3 10 - - - 22
Su casa - - - - 5 7 3 - - 15
Profesionales - 2 1 - - 2 - 1 - 6
Sin profesión - - - - - 2 - - - 2
Otros - - - - 2 20 6 - - 28
Sin información 1 17 30 - 12 58 15 - 2 135
TOTAL heridos 3 29 45 - 32 203 47 3 2 364
Fuente: Base de datos de la investigación

Nuevamente la falta de información respecto a los primeros días impide una


visión de conjunto. Sin embargo, igual se puede observar el alto número de emplea-
dos que resultaron heridos el martes 2 de abril, lo que se corresponde con el tipo de
público que transitaba habitualmente por el centro de la ciudad en un día de sema-
na. Ello podría llevar a pensar que una parte importante de los heridos no
participaban directamente en los incidentes. Sin embargo, al interrogarnos por el
tipo de heridas recibidas, comprobamos que casi la mitad de ellos resultaron me-
diana o gravemente heridos.

358
Respecto al número de carabineros heridos, hay que señalar que el número to-
tal es relativamente bajo, en relación al total de heridos: 51 sobre 433 (12%). De
ellos, 39 leves y 12 de mediana gravedad. Es interesante ver las cifras por ciudad: 27
en Valparaíso, 22 en Santiago y 2 en Concepción. Esta distribución es importante
porque, por ejemplo, muestra que en Santiago –donde ocurrieron los principales
enfrentamientos– la relación fue de solo 22 en 347 heridos, lo que representa un
poco más de 6%.
Finalmente hay que decir que el tipo de oficios de los detenidos, que vimos en
páginas anteriores, no difiere mucho del de los heridos en Santiago. Así, entre los
profesionales tenemos 2 dentistas, 2 periodistas, 1 ingeniero y 1 abogado; entre los
empleados, solo en diez casos tenemos especificación; entre los obreros, por su par-
te, la gran mayoría tampoco dice especialidad, mencionándose solamente algunos
mecánicos, estucadores y panificadores. Estudiantes los hay primarios, secundarios
y universitarios. Y, finalmente, entre los ‘otros oficios’, destacan: choferes, bombe-
ros, profesores, fotógrafos, peluqueros, sacerdotes, sastres y modistas.

6. Los muertos en torno a los sucesos del 2 de abril


En el capítulo 4 de esta Segunda Parte ya hemos hecho referencia a la existen-
cia de distintas versiones sobre el número exacto de muertos en torno a los sucesos
del 2 de abril. En efecto, desde que se produjeron las primeras víctimas fatales,
comenzaron a circular diversas informaciones sobre el número e identidad de los
fallecidos. En nada contribuyó el silencio que el Gobierno mantuvo al respecto y
que solo fue roto el 5 de abril ante una solicitud explícita del Congreso. Así, los
casos fatales se fueron conociendo a través del relato de testigos presenciales, de
informaciones de prensa o de los comunicados o partes emitidos por los servicios
hospitalarios.
Como ya hemos visto, el primer deceso se produjo el viernes 29 de marzo cuan-
do Amador González fue atropellado por un microbús en medio de los incidentes
callejeros de esa noche. Luego, el sábado 30 se produjo la muerte de Samy Muga, en
Valparaíso, a consecuencia de disparos hechos por tropas que disolvían una mani-
festación. Alicia Ramírez fue la tercera víctima fatal, tras ser herida a bala el lunes
1 de abril, por la policía, en el centro de Santiago. Hasta ese momento se trataba de
casos aislados que fueron informados pronta y claramente a la opinión pública; en
esos días preocupaba más la falta de informaciones sobre el número de heridos y de
detenidos. Sin embargo, a partir de los violentos hechos del martes 2 de abril y sus
fatales consecuencias, comienza a producirse la desinformación sobre las víctimas.

359
La controversia en el número de víctimas fatales
Las agencias informativas internacionales fueron las primeras en dar cifras de
muertos, a través de sus despachos al exterior. Fue el caso, por ejemplo, de la infor-
mación proporcionada por la agencia Reuters, fechada en Santiago el 2 de abril,
que indicaba un número de 15 muertos, de acuerdo a lo informado por el diputado
Julio Durán a esa agencia961.
La agencia France Press, por su parte, informó a todo el mundo de 41 muertos
al miércoles 3 de abril. Así también, un cable de United Press, aparecido en el
diario La Prensa de Buenos Aires, fechado en Santiago ese mismo día 3, sostenía
que la cifra llegaba a 34 fallecidos962. A estas informaciones se sumaron las del
supuesto fusilamiento ocurrido en la madrugada del miércoles 3 de abril y que
las agencias internacionales difundieron profusamente. En Europa, los diarios Le
Soir en Bélgica y Le Figaro en Francia se hicieron eco de esta denuncia y publicaron
la noticia963. Como se observa, las agencias informativas internacionales en general
difundieron cifras de muertos considerablemente mayores a las que luego se
reconocerían964.
La posibilidad de que el número de muertos fuese muy superior al de las
informaciones oficiales, llegó a estar en boca de casi todos en los días inmediatamente
posteriores a los hechos. Así, por ejemplo, lo manifestó el senador Salvador Allende,
durante el debate de las facultades extraordinarias, aunque sin darle crédito:
Me refiero a los datos oficiales, porque existe un rumor de que hay más muertos y
de que ellos no han pasado ni por la Asistencia Pública ni por el Instituto Médico
Legal. No me haré eco de este rumor965.
Oficialmente, el martes 9 de abril el Instituto Médico Legal salió al paso de
estas distintas versiones que circulaban y reconoció haber registrado 21 muertes
violentas entre el lunes 1 y el domingo 7 de ese mes, entregando una nómina oficial
con el nombre de las víctimas966. El Instituto Médico legal era el organismo encarga-
do de controlar y reunir la información sobre “todos los decesos por muerte violenta”
que se produjeran en Santiago. Los cementerios, por su parte, tenían prohibido
realizar inhumaciones sin el respectivo pase de los servicios del Registro Civil. Se-
gún su director, el Instituto Médico Legal extendía su control incluso a aquellos
casos de muerte natural no certificados por médicos. Por último, el doctor Vargas

961
The New York Times, 3/4/57, p. 14.
962
Publicado en: La Tercera, Santiago, 5/4/57, pp. 8 y 9.
963
Le Soir, 4/4/57, p. 3 y Le Figaro, 4/4/57, pp. 1 y 20.
964
La Tercera, Santiago, 27/4/57, p. 5.
965
SEN., Sesión 4ª, 5/4/57, D.S.S., 3ª L.E., p. 114.
966
El Diario Ilustrado, Santiago, 10/4/57, p. 1.

360
informó que no habían recibido “últimamente visitas de personas que consulten
por desaparecidos a raíz de las incidencias”967.

Desapariciones, rumores, sepultaciones ilegales y desmentidos


Ese mismo día 9, sin embargo, el diario Última Hora informaba que “familiares
de gente desaparecida” continuaba “haciendo colas”, en un número cercano a vein-
te, frente al local del Instituto Médico Legal, en Avenida La Paz. En particular se
informaba del siguiente caso:
Dos mujeres del pueblo que se identificaron como Eudolia Canto Peña y María
Gloria Peña López, buscaban a un menor de siete años desaparecido el día miérco-
les 3, esto es durante el tiroteo. En la Sección Informaciones les dijeron: ‘Aquí no
hay ningún cadáver de un niño de esa edad’968.
Según Última Hora, en cambio, quedaban en el recinto de la morgue varios cadá-
veres sin identificar aún. Numerosos fueron los casos de personas desaparecidas
que registra la prensa en los días anteriores, especialmente niños de corta edad y
estudiantes. El diario La Tercera llegó a registrar “por lo menos veinte” casos, desta-
cándose entre ellos los de los menores Benito y Myriam Cristina Juarez Candia, de
11 y 12 años; el de Hernán Báez Guerrero, estudiante universitario de 23 años; los
de los estudiantes de Derecho Luis Muñoz Estrada, Juan Morelli Foster y Ricardo
Navarrete Ortiz; y el del estudiante de medicina Carlos Ostelmann969.
La revista Golpe, por su parte, dio cabida en sus páginas –de un modo ambiguo
en cuanto a su credibilidad– a una serie de “rumores” que circulaban entre la
población de Santiago. Uno de ellos –haciéndose eco a su vez de la posibilidad de
que delincuentes comunes hubiesen sido liberados para que cometieran los saqueos–
sostenía que algunos delincuentes habían sido posteriormente ajusticiados por la
policía, quien “para borrar toda huella los llevó hasta el Parque Cousiño donde
fueron masacrados”. Otro de los rumores sostenía que de los 120 delincuentes que
habían sido sorprendidos en el cerro Santa Lucía, “ninguno bajó vivo”. En seguida,
se rumoreaba también que un radiopatrullas había sido asaltado por una poblada
en el barrio Vivaceta y que los carabineros, al defenderse con sus ametralladoras,
habían hecho alrededor de una cincuentena de muertos. Muertos que habrían sido
transportados a un lugar desconocido en un camión militar, tras tomárseles las

967
Id.
968
Última Hora, Santiago, 9/4/57, p. 16.
969
Al respecto ver: La Tercera, Santiago, 6/4/57, p. 16; La Tercera, Santiago, 7/4/57, p. 2; La Tercera, Santia-
go, 8/4/57, p. 2 y Última Hora, Santiago, 10/4/57, p. 4. Otras denuncias de desapariciones, así como del
caso de un grupo de ‘pelusas’ que habrían sido heridos y/o muertos, figuran también en el capítulo 4
de esta Segunda Parte.

361
huellas digitales. Por último, los rumores aseguraban que “los muertos no pasaban
por la Morgue ni por las asistencias públicas”, sino que eran llevados directamente
a “la fosa común” de un cementerio970.
Será precisamente esta última versión la que cobrará más importancia, como
denuncia, con posterioridad a los hechos de abril. La detención, el domingo 7 de
abril, del presidente del Sindicato del Cementerio General, Juan Ortiz Tapia y de su
vicepresidente Justo Contreras, así como una misteriosa persecución al resto de la
directiva, formaron parte de una denuncia más amplia que encabezara el diario El
Siglo una vez que volvió a circulación en el mes de mayo. La base de la denuncia era
la siguiente:
En la madrugada del domingo 7 de abril fuerzas policiales y militares realizaron
una operación combinada. Carabineros armados con fusiles ametralladoras, trans-
portados en buses ‘mitsubiches’ [sic.], rodearon la población en que viven los
dirigentes sindicales del Cementerio General (Los Portales, frente a ese cemente-
rio). Se introdujeron a las casas de algunos de ellos, pero solo lograron detener a
dos. Luego barrieron a balazos los sectores comprendidos entre Avenida La Paz y
El Salto. A continuación, entre 1 y 4 de la mañana, militares y carabineros se
apoderaron del cementerio. El único que podía proporcionarles las llaves era el
administrador, Armando Vargas, regalón del régimen y amigo personal de los más
altos funcionarios del Ministerio del Interior en ese período971.
El Siglo se preguntaba por los motivos por los que las fuerzas policiales se ha-
brían apoderado del cementerio; por las razones para detener a dirigentes de un
sindicato aislado, sin responsabilidades nacionales o de federación; y por los moti-
vos para aislar todo el sector e impedir por medio de las armas que los vecinos se
asomaran fuera de sus casas. En su edición del 16 de mayo, El Siglo esbozaba la
respuesta a sus interrogantes, afirmando que los muertos no serían 21 sino “más de
76”. Ello explicaría los hechos del domingo 7, día en que se habría desarrollado una
“dramática, secreta y espeluznante operación”, según “un informante” de su “más
absoluta confianza”:
– En furgones negros, completamente cerrados empezaron a transportar los cadá-
veres de niños, jóvenes y ancianos caídos en la masacre. Algunos tenían el cuerpo
acribillados, mutilados972.
El denunciante sostenía que todas estas “víctimas desconocidas” habrían sido
sepultadas en el Cementerio General de Santiago. Indagaciones de El Siglo indica-
ban que los entierros se habrían hecho en el mismo lugar en que se encontraban
970
Revista Golpe, Nº 30, 19/4/57, p. 6.
971
El Siglo, Santiago, 15/5/57, p. 2. Ver también: Última Hora, Santiago, 10/4/57, p. 6.
972
El Siglo, Santiago, 16/5/57, p. 2.

362
sepultados los fallecidos por una antigua epidemia de cólera, y cuya exhumación
estaba prohibida. El Siglo denunciaba también que el administrador del cementerio
mantenía “una vigilancia policial” extrema, que el personal había sido cambiado
de funciones y los vigilantes reemplazados.
Las denuncias del diario El Siglo continuaron hasta fines del mes de mayo, insis-
tiendo que en el Cementerio General se habrían producido entierros ilegales, tanto
en su Fosa Común como en el Patio 25, lugar este último que misteriosamente había
sido removido en los días de abril, para luego ser rápida e inexplicablemente pavi-
mentado973. En esos mismos días de mayo, la FECH –a través de sus dirigentes
Eduardo Moraga y Enrique Paris– se hizo parte también de esta denuncia974.
Algunos años más tarde, el general Horacio Gamboa, se referiría a estos hechos,
negando absolutamente la existencia de otras muertes que no fueran las oficiales:
Quien desee desmentir esta afirmación deberá demostrar en qué cementerio fue-
ron sepultados cadáveres sin “pase” u orden judicial. Por otra parte, nadie se ha
presentado a la prensa, al Parlamento, a los partidos políticos, a las radios u otros
órganos receptores de denuncias, a reclamar por el desaparecimiento de un pa-
riente, un amigo o, siquiera un conocido –no incluido en la lista– a raíz de los
sucesos del ‘2 de abril’. Nadie ha podido sostener –responsablemente– la pérdida
de persona alguna durante esos días, que pudiera, de una u otra manera, imputar-
se a acción de las autoridades de Abril de 1957. ¡Ya han pasado cinco años!975.
En rigor el ex-general Gamboa tenía razón: nadie había podido demostrar –ni a
ese momento ni hasta ahora– que hubiese habido más muertes que las oficialmente
reconocidas. Sin embargo, ni en 1957, ni en 1962976, ni en 1993 –como lo veremos en
las entrevistas que analizaremos en la Tercera Parte– ello ha bastado para terminar
con la creencia de que sí se habían producido más muertes que las oficiales.

La identidad de los que oficialmente murieron


La lista de las personas fallecidas en Santiago entre el 1 y el 7 de abril de 1957,
proporcionada por el Instituto Médico Legal977, el 9 de ese mes, fue la siguiente:

1) Alicia Ramírez Patiño


2) Héctor Ramírez Molina

973
Al respecto, ver: El Siglo, Santiago, 29/5/57, pp. 1, 6 y 7.
974
El Siglo, Santiago, 30/5/57, p. 12.
975
Gamboa, Horacio, En la ruta del 2 de abril, Imprenta Fantasía, Santiago, 1962, p. 176.
976
Fecha en que el general Gamboa publica su libro.
977
Lista oficial en: El Diario Ilustrado, Santiago, 10/4/57, p. 1.

363
3) José Rodríguez Muñoz
4) Ricardo Pizarro Venegas
5) Mario Avalos Salazar
6) Moisés Céspedes Díaz
7) Luis A. Salazar Salazar
8) Manuel J. Muñoz Carrasco
9) Tulio A. Soto Miranda
10) Carlos Reyes Morales
11) José Oyarce
12) Hugo Moraga Galaz
13) Fernando Hernández Moya
14) Gabriel Lazo Toledo
15) Carlos D. Orrego Álvarez
16) Iris Aburto Díaz
17) Manuel Jerez Castro
18) Alejandro Olivares Olivares
19) Raúl Ramírez Guzmán
20) Juan Ramón Hinojosa
21) Cedric William Dally Phillips

A esta lista, hay que agregar las muertes de Amador González y de Samy Muga,
ocurridas con anterioridad a la de Alicia Ramírez978. Así, para efectos de nuestra
investigación, operaremos sobre la base de un total de 23 personas muertas, entre
el 29 de marzo y el 7 de abril. En el caso de 2 personas que fallecieron el día 4, pero
heridas el 2 y 3 de abril, se tomó como fecha de muerte el día en que fueron heridas.
La información disponible queda resumida, entonces, como sigue:

978
Hemos logrado identificar un solo caso que no figura en las listas oficiales y que podría tratarse
de una persona muerta a causa de los incidentes del 30 de marzo en Valparaíso. Se trata de
Rómulo Astudillo Astudillo, el que de acuerdo a un parte policial habría fallecido a las 16 horas
a consecuencia de “una violenta caída de un camión”. El hecho se habría producido en el mismo
lugar y hora de los graves incidentes de ese sábado en Valparaíso. Estudiantes sostienen que
Astudillo “estuvo junto a ellos en las manifestaciones que se realizaban en el Pasaje Quillota y
que fue detenido y golpeado salvajemente por Carabineros”. Su cuerpo apareció en la morgue el
domingo en la mañana. Ver: Mundo Libre, Santiago, 1/4/57, p. 5.

364
Número oficial de víctimas fatales por día, 1957

Día Nº Día Nº
viernes 29 de marzo 1 miércoles 3 de abril 10
sábado 30 de marzo 1 jueves 4 de abril -
domingo 31 de marzo - viernes 5 de abril -
lunes 1 de abril 1 sábado 6 de abril 1
martes 2 de abril 7 domingo 7 de abril 2

Fuente: Base de datos de la investigación

De este total de 23 personas muertas, solo 2 corresponden a mujeres; los 21


restantes son hombres. Las edades fluctúan entre los 16 y los 80 años, predominan-
do los jóvenes y adultos jóvenes, menores de 35 años:

Número oficial de víctimas fatales por tramo de edad, 1957

0 a 24 años 7
25 a 34 años 8
35 a 44 años 5
45 a 54 años 1
55 a 64 años 0
65 o más años 2
Fuente: Base de datos de la investigación

Agrupadas las víctimas por oficio o actividad, predominaban los obreros y em-
pleados, distribuyéndose el total de la siguiente forma: 7 obreros, 7 empleados, 3
estudiantes, 3 comerciantes, 1 agricultor, 1 dueña de casa y 1 sin profesión.
A continuación, presentaremos una reseña biográfica de las personas que falle-
cieron en los sucesos de abril de 1957 y las circunstancias en que ello ocurrió, con el
fin de aportar rasgos de su identidad social.

Circunstancia de las muertes y reseña biográfica de las víctimas


• Juan Amador González Carrasco, 41 años, casado, padre de cuatro hijos, de acti-
vidad suplementero. Muerto el 29 de marzo de 1957, en Santiago.
Dueño de un quiosco de diarios ubicado en la calle Amunátegui, González
Carrasco se dirigió, en la noche del viernes 29, hacia el sector de Mapocho en
compañía de su colega y amigo, Raúl Tapia Castillo. Al cruzar el sector aledaño a la

365
Plaza de Armas se sumaron a las protestas, uniéndose a grupos de estudiantes que
recorrían el sector céntrico. Cuando uno de estos grupos se dirigía por calle Bandera
hacia Catedral, una carga de la policía lo dispersó. Amador González Carrasco no
alcanzó a esquivar un bus que repentinamente dobló hacia Catedral. El fuerte
impacto le provocó la muerte. Su cuerpo quedó largo rato tendido sobre el pavimento
y fue cubierto con diarios, por su propio amigo. Eran las 23 horas pasadas. Llegada
la policía, Tapia Castillo fue detenido, flagelado en el cuartel de Investigaciones,
procesado y permaneció encarcelado hasta el mes de junio, acusado de estar
“incitando a tomarse el poder…”979.
• Samy Muga Barrera, 23 años, soltero, empleado. Muerto el 30 de marzo de 1957,
en Valparaíso.
Hijo de un funcionario del Servicio Nacional de Salud, que se desempeñaba en
el hospital Van Buren de Valparaíso, Samy Muga trabajaba como despachador de
buses en una de las líneas de locomoción colectiva del puerto. El sábado 30 de
marzo se encontraba de visita donde su amigo Adolfo Ruay, que ocupaba una pieza
en una residencial de calle Pedro Montt. Atraído por los disparos que se oían en la
calle, se asomó a un balcón donde recibió el impacto de dos proyectiles que le cau-
saron la muerte980.
• Alicia Isabel Ramírez Patiño, 24 años, soltera, estudiante de Enfermería en la
Universidad de Chile. Muerta el 1 de abril de 1957, en Santiago.
Nacida en el mineral “El Soldado”, en el departamento de Quillota, Alicia
Ramírez era hija de Efraín Ramírez Tapia, un obrero de la fábrica de Cemento
Melón de La Calera, y de Dolores Patiño Orrego. Sus estudios primarios los hizo
en la Escuela 18 de La Calera y los secundarios en el Liceo de Quillota. Alicia
Ramírez hacía dos años que había dejado su hogar para trasladarse a realizar sus
estudios a Santiago, pero semanalmente viajaba a La Calera para visitar a sus
padres y a sus cinco hermanos menores. Estaba de novia con el joven Jorge Godoy,
en compañía de quien se encontraba al momento de ser herida en calle Merced
esquina de Miraflores. Alicia Ramírez era delegada de su Escuela ante la
Federación de Estudiantes de Chile, FECH, y sectores comunistas la reivindicaron
como militante de su partido981.
• Héctor Ramírez Molina, 80 años, soltero, agricultor. Muerto el 2 de abril de 1957,
en Santiago.

979
Mundo Libre, Santiago, 31/3/57, p. 6 y El Siglo, Santiago, 12/5/57, p.2. Ver también Capítulo 2,
Segunda Parte.
980
Al respecto, ver punto 5, Capítulo 1, Segunda Parte.
981
Sobre las circunstancias de la muerte de Alicia Ramírez, ver punto 3, Capítulo 3, Segunda Parte.

366
De paso por Santiago, se hospedó en un hotel céntrico, ubicado en la calle Nue-
va York esquina Alameda. Alrededor de las 17.30 horas del martes 2, encontrándose
sentado junto a una ventana del hotel observando los incidentes que se producían
en la Alameda, recibió el impacto de una bala perdida, lo que le ocasionó la muerte.
De Héctor Ramírez no se conocen más antecedentes personales, salvo que sería
oriundo de la región de Molina, provincia de Talca982.
• José Sergio Rodríguez Muñoz, 22 años, soltero, de oficio garzón. Muerto el 2 de
abril de 1957, en Santiago.
Originario de Curicó, Rodríguez Muñoz ocupaba una modesta pieza en calle
Compañía 2499 y estaba empleado como garzón en la fuente de soda y rotisería “La
Bahía”, en el centro de Santiago. Sus padres eran humildes campesinos naturales
de El Romeral, lugar donde vivía aun su familia, compuesta por otros siete hermanos.
De regreso a su hogar, alrededor de las 16 horas del martes, Rodríguez Muñoz se
dirigió por calle Mac Iver, hacia la Alameda, para observar los incidentes. Sin
embargo, allí arreciaban las balas, por lo cual buscó refugio en el Pasaje
Metropolitano, ubicado entre San Antonio y Estado. Una mueca como sonrisa, que
se le producía en los momentos de tensión, habría generado las iras de un policía
que le habría disparado, ocasionándole la muerte. Sus compañeros de trabajo
debieron costear sus funerales ya que su modesta familia no tenía recursos para
ello983.
• Ricardo Pizarro Venegas, 16 años, soltero, estudiante vespertino y empleado.
Muerto el 2 de abril de 1957, en Santiago.
Ricardo Pizarro trabajaba durante el día en una fábrica de ropa ubicada en el
sector de Diez de Julio y en la noche cursaba el 4º año de Humanidades en el Liceo
Integral Nº 3. Con sus escasos ingresos ayudaba a su madre, Marina Venegas Oliva,
originaria de Chillán y separada desde hacía 12 años. Ambos, junto a Isabel, su
hermana mayor y un tío, vivían desde hacía tres años en Santiago, en calle Portugal
1229. El día martes 2 de abril Ricardo Pizarro fue enviado al centro por su patrón,
alrededor de las 15 horas. A las 17 avisó por teléfono a la fábrica que no podría
regresar por falta de locomoción. A las 18 horas fue recogido, en Alameda esquina
de Arturo Prat, mortalmente herido por una bala en el abdomen. Según su madre,
el joven “andaba loco con estas cosas de los estudiantes y antes ya había ido dos
veces a desfilar o a mirar”984.
• Mario Ávalos Salazar, 17 años, soltero, estudiante. Muerto el 2 de abril de 1957,
en Santiago.

982
Revista Ercilla, Nº 1.144, 10/4/57, p. 7.
983
Id. y Última Hora, Santiago, 8/4/57, p. 4.
984
Última Hora, Santiago, 8/4/57, p. 3 y Revista Ercilla, Nº 1.144, 10/4/57, p. 6.

367
Mario Ávalos vivía con su madre viuda en una modesta vivienda levantada en
un sitio eriazo ubicado en la primera cuadra de la calle Lira. Cursaba el 6º año
primario en la Universidad Popular Pedro Aguirre Cerda. Ese día martes se dirigió
al centro para participar de las protestas, siendo herido de muerte en calle Serrano
con Alameda alrededor de las 18 horas. Un mes antes, un medio hermano suyo ha-
bía sido asesinado en una “reyerta de los bajos fondos”, en un bar de calle San
Martín. Los funerales de Mario Ávalos fueron costeados por sus amigos985.
• Moisés Céspedes Díaz, 51 años, casado sin hijos, chofer de una camioneta de
LAN Chile. Muerto el 2 de abril de 1957, en Santiago.
Casado con Juana Henríquez, Moisés Céspedes vivía en una modesta vivienda
en la octava cuadra de avenida Recoleta. Luego de entregar su turno en la camione-
ta, al mediodía, en Teatinos con General Mackenna, Céspedes se encaminó hacia el
puente Independencia para de allí dirigirse a su hogar. Sin embargo, al llegar a la
avenida Balmaceda, por San Martín, se produjo un enfrentamiento entre manifes-
tantes y Carabineros. Estos hicieron uso de sus armas. Una bala lo alcanzó
atravesándole el brazo, el abdomen y un riñón. Eran las 13 horas. Llevado a la Posta
Central, falleció alrededor de las 8 de la noche. No se le conocían actividades sindi-
cales ni políticas986.
• Luis Alberto Salazar Salazar, 25 años, soltero, obrero. Muerto el 2 de abril de
1957, en Santiago.
De este caso solo se sabe que fue herido a bala en el cráneo durante los inciden-
tes del Parque Forestal, a las 17.15 horas.
• Manuel Jesús Muñoz Carrasco, 31 años, casado sin hijos, empleado. Muerto el 3
de abril de 1957, en Santiago.
Casado desde hacía poco más de un año con María Elisa Cuevas Henríquez,
vivía en calle Catedral 2273 y trabajaba en la fuente de soda y restaurante “Dominó”,
ubicado en Agustinas con Ahumada. Sin embargo, ese día miércoles 3 el comercio
permaneció con sus puertas cerradas por orden la jefatura de la zona de emergencia.
No obstante, Muñoz Carrasco igual se dirigió al centro, en bicicleta y “con ánimo
curioso”. “Vestía terno café y camisa sport a cuadritos pequeños”, relataría
posteriormente una testigo de su muerte, producida por una bala que le “perforó el
pecho”, en Mac Iver con la Alameda. Debió ser cerca del mediodía. Según su esposa,
Muñoz no pertenecía a ningún partido político987.
• Julio Segundo Alberto Soto Miranda, 17 años, soltero, empleado. Muerto el 3 de
abril de 1957, en Santiago.

985
Revista Ercilla, Nº 1.144, 10/4/57,p. 7
986
Revista Ercilla, Nº 1.144, 10/4/57, p. 6.
987
Id. y El Siglo, Santiago, 19/5/57, p. 6-7.

368
Julio Soto vivía con su madre, María Miranda, y su hermana y trabajaba emplea-
do en una oficina de corredores de Bolsa. Con su trabajo ganaba escasos $14.000
que, junto a los también escasos ingresos de su hermana, constituían el sostén eco-
nómico de su familia. Ese miércoles Soto Miranda fue a trabajar normalmente y,
como de costumbre, poco antes del mediodía se dirigió al Banco Panamericano a
hacer los depósitos diarios de la oficina. De regreso, un tiroteo lo sorprendió en Mac
Iver con la Alameda y fue alcanzado por una bala en el tórax. Era el mediodía del 3
de abril988.
• Carlos Alfonso Reyes Morales, 25 años, soltero, obrero textil. Muerto el 3 de
abril de 1957, en Santiago.
Reyes Morales trabajaba desde hacía seis años como obrero en la Fábrica Textil
Chiguayante. Domiciliado como pensionista en calle Lastarria 185, pasadas las 13
horas del miércoles se encontraba en compañía de un amigo en calle San Diego, en
las cercanías de la Plaza Almagro, lugar en que se producían incidentes. Los mani-
festantes fueron reprimidos a balazos por la policía. Una de esas balas fue a alojarse
en la región toráxica de Carlos Reyes, causándole la muerte horas más tarde en la
Posta Central de la Asistencia Pública. Al parecer, Reyes no contaba con parientes
cercanos en Santiago989.
• José Gastón Oyarce Tobar, 35 años, operario. Muerto el 3 de abril de 1957, en
Santiago.
Se desconocen mayores antecedentes de esta persona, salvo que fue muerto al-
rededor de las 10.30 horas del miércoles 3, en Alameda esquina de San Isidro, a un
costado del local de la FECH. Hasta el miércoles 10 de abril, nadie había retirado su
cadáver de la morgue990.
• Hugo Gerardo Moraga Galaz, 29 años, casado, padre de una hija, empleado.
Muerto el 3 de abril de 1957, en Santiago.
Hugo Moraga era hijo de un suboficial de Carabineros y hermano de un sargento
primero del Ejército. Casado con Norma López, vivía junto a ella y a su hija de siete
años, en calle Andes 2325. Desde los 17 años trabajaba en el Laboratorio Chile
como despachador en la bodega de propaganda y no se le conocía militancia política.
Era miembro de la Acción Católica y de Siproarte, ya que desde niño tocaba guitarra
y acordeón. Alrededor de las 11 horas del miércoles 3 recibió un impacto de bala en
el lado derecho del tórax, mientras trataba de escapar de los incidentes que se
producían a esa hora en Alameda con calle Estado. Su fallecimiento se produjo

988
Revista Ercilla, Nº 1.144, 10/4/57, p. 6.
989
Revista Ercilla, Nº 1.144, 10/4/57, p. 7.
990
Gamboa, Horacio, Op. cit., p. 174 y Revista Ercilla, Nº 1.144, 10/4/57, p. 7.

369
horas más tarde en la Posta Central de la Asistencia Pública. Sus compañeros de
trabajo decretaron un paro de 48 horas en protesta por su muerte991.
• Francisco Fernando Hernández Moya, 30 años, soltero, de actividad comercian-
te. Muerto el 3 de abril de 1957, en Santiago.
Fernando Hernández Moya formaba parte del numeroso grupo de personas que
vivía del comercio, en pequeña escala, en torno a la Vega Central. La mañana del
miércoles 3 de abril, sin embargo, había sido pobre en compra y venta de productos
agrícolas. Los sucesos de la víspera habían sido demasiado graves y casi no había
público. Hernández Moya decidió volver a su domicilio –que compartía con otros
amigos en calle Nataniel 1145– pasado el mediodía. No pudo tomar la calle San
Antonio, como era su costumbre, y debió dirigirse por Mac Iver hacia la Alameda.
Allí lo sorprendió una balacera, de la cual trató de escapar refugiándose en el Pasa-
je Tenderini. Sin embargo, cuando entraba al pasaje una bala lo alcanzó en la cabeza,
falleciendo posteriormente en el Hospital de la Universidad Católica. Eran las 15.30
horas992.
• Gabriel Lazo Toledo, 38 años, casado, dos hijos, obrero en la industria del vidrio.
Muerto el 3 de abril de 1957, en Santiago.
Desde los 18 años, Gabriel Lazo trabajaba en la Fábrica de vidrios Dell’Orto.
Con su esposa Luisa Klepping y sus dos hijos era dueño de un pequeño sitio en la
comuna de San Miguel, donde él mismo había construido su vivienda. Debido a los
incidentes en el centro, ese miércoles 3 la fábrica –ubicada en San Francisco, terce-
ra cuadra– cerró más temprano y Lazo se dirigió a su hogar por calle San Diego. Al
llegar a la Plaza Almagro, en compañía de un amigo, se producían incidentes entre
civiles y la policía. Esta hizo uso de sus armas. Su amigo corrió, él también, pero sin
suerte: fue herido mortalmente en la región de las vértebras cervicales. Falleció
alrededor de las 16 horas993.
• Carlos Domingo Orrego Álvarez, 31 años, casado, sin hijos, empleado. Muerto el
3 de abril de 1957, en Santiago.
Portero de la Caja de Previsión del Banco del Estado, Carlos Orrego pertenecía
al Partido Radical, pero no se le conocía una actividad política ni sindical importan-
te. En la tarde del miércoles, Orrego dejó su trabajo un poco antes de lo habitual y
debe haberse sumado a las manifestaciones en el centro. En tales circunstancias
fue detenido y conducido al Ministerio de Defensa. Posteriormente las autoridades
informarían que el detenido –en supuesto estado de ebriedad– se habría lanzado
desde el sexto piso de ese ministerio. Su muerte fue consignada, entonces, como

991
Última Hora, Santiago, 8/4/57, p. 4 y Revista Ercilla, Nº 1.144, 10/4/57, p. 6.
992
Revista Ercilla, Nº 1.144, 10/4/57, p. 6.
993
Revista Ercilla, Nº 1.144, 10/4/57, p. 7.

370
suicidio. Su esposa, María Arriagada rechazó esta versión de los hechos, originándo-
se una investigación judicial994.
• Iris Aburto Díaz, 29 años, casada, cuatro hijos, dedicada a las labores de su casa.
Muerta el 3 de abril de 1957, en Santiago.
Casada con Zoilo Arturo Salas, iniciaba su quinto embarazo; el mayor de sus
hijos tenía 7 años y el menor 2. Vivía además con su hermana Gisella en la comuna
de San Miguel. Ambas salieron a hacer sus compras diarias en el comercio del ba-
rrio. En busca de azúcar llegaron hasta el paradero 8 de la Gran Avenida donde en
esos momentos –las 11.30 horas aproximadamente– se realizaba el desfile de los
obreros de Madeco. Envueltas en el tumulto que generó la carga de los carabineros
de la 12ª comisaría, las hermanas Aburto trataron de escapar. Lo lograron, pero
cuando se alejaban del sector –según el relato de Gisella– una camioneta de carabi-
neros comenzó a seguirlas apuntándolas con sus carabinas. Sonaron los disparos e
Iris cayó mortalmente herida en el corazón995.
• Manuel Jerez Castro, 26 años, casado, dos hijos, obrero. Herido el 3 de abril y
muerto el 4 de abril de 1957, en Santiago.
Manuel Jerez se desempeñaba como cargador en el desvío ferroviario de Santa
Elena, en Santiago, con un salario semanal de $5.500. Su esposa esperaba un tercer
hijo. Como muchos otros días, el miércoles 3 de abril Jerez estuvo bebiendo con
amigos en una cantina cercana a su lugar de trabajo. Tarde en la noche, pasadas las
23 horas, el grupo se encontró en calle Portugal con Maule, intentando volver a sus
hogares. La presencia de un bus con militares atrajo sus iras y protestas. Un tenien-
te golpeó a uno de ellos, dándoles medio minuto para que se dispersaran. Jerez
Castro, con sus movimientos torpes y el ánimo belicoso a causa del alcohol, no cum-
plió la orden y recibió una bala en el abdomen. Murió en la madrugada del jueves
en la Posta Nº 2996.
• Alejandro Olivares Olivares, 40 años, casado padre de 4 hijos, de oficio albañil.
Herido el 2 de abril y muerto el 4 de abril de 1957, en Santiago.
Casado con Magdalena Gallardo, sus hijos tenían 8, 7, 5 y 2 años. Alejandro
Olivares trabajaba como obrero de la construcción en las obras de Vicuña Mac-
kenna Sur, del Plan Habitacional del Servicio de Seguro Social y sus compañeros
protestaron públicamente por su muerte. Afirmaron que su “único delito” había
sido protestar contra un alza ilegal y corrieron con los gastos de su funeral. Oliva-
res fue herido a bala el martes 2 en Alameda entre las calles Estado y San Antonio,

994
Revista Ercilla, Nº 1.144, 10/4/57, p. 6, A.J.S., Proceso Nº 51.394, 5º Juzgado del Crimen de Santiago,
1957.
995
Mundo Libre, Santiago, 8/4/57, p. 8 y Revista Ercilla, Nº 1.144, 10/4/57, p. 7.
996
Revista Ercilla, Nº 1.144, 10/4/57, p. 6.

371
a las 17.45 horas, cuando un grupo de manifestantes fue encajonado y reprimido
por la policía. Falleció, luego, en la Asistencia Pública a las 6.10 horas del día
jueves 4. Posteriormente, su viuda se informó que recibiría una pensión de $2.500
al mes997.
• Raúl Ramírez Guzmán, 41 años, soltero, sin profesión. Muerto el 6 de abril de
1957, en Santiago.
Ramírez Guzmán vivía con una tía en un modesto hogar de Conchalí, en la zona
norte de Santiago. Tiempo antes había estado internado por trastornos mentales,
siendo, en todo caso, según sus familiares, inofensivo y con un “carácter casi infan-
til”. Ese día sábado 6 regresaba de Renca a su casa, ubicada en calle Vivaceta, cuando
–no se sabe si solo o como parte de un grupo– se cruzó con una patrulla militar que
vigilaba el sector. Un conscripto le ordenó detenerse apuntándole con su arma.
Ramírez echó a correr “despavorido”. El militar disparó causándole la muerte. Eran
las 20 horas998.
• Juan Ramón Hinojosa Hinojosa, 22 años, soltero, obrero mecánico. Muerto el 7
de abril de 1957, en Santiago.
Hinojosa vivía con su madre en el barrio Mapocho. Ese domingo, después de
almuerzo salió de su hogar y volvió alrededor de la cinco de la tarde, algo bebido.
Doña Elena Hinojosa le pidió que no bebiera más y que no volviera a salir ya que
era peligroso y que la venta de licor estaba prohibida. Molesto por la disputa
familiar, Juan Ramón Hinojosa salió a la calle con una botella la que quebró fren-
te a su casa. Una patrulla de la Fuerza Aérea que hacía guardia en una esquina
próxima, al oír el ruido, apuntó sobre el exaltado muchacho. Antes de que Hinojo-
sa pudiese reaccionar, recibió dos balazos que le provocaron la muerte. La patrulla
declaró haber sido agredida. Los hechos ocurrieron en Mapocho, entre Cautín y
Bulnes 999.
• Cedric William Dally Phillips, 66 años, casado, sin hijos, comerciante. Muerto el
7 de abril de 1957, en Santiago.
Ciudadano británico, C. W. Dally vivía en Chile desde 1918, se dedicaba a la
importación de maquinaria y estaba casado con Violeta Lewellin Jones. Ese do-
mingo 7 viajaba en su automóvil por avenida Tobalaba en dirección a su casa,
ubicada en calle Galicia, sector oriente de la ciudad. Siendo las 23 horas pasadas
y estando en vigencia el toque de queda, al llegar a calle Bilbao habría recibido
orden de alto de parte de dos conscriptos que hacían guardia en el lugar. Por

997
Última Hora, Santiago, 10/4/57, p. 6 y El Siglo, Santiago, 5/5/57, p. 7.
998
Revista Ercilla, Nº 1.144, 10/4/57, p. 7.
999
Las Últimas Noticias, Santiago, 8/4/57; p. 15, La Nación, Santiago, 8/4/57, p. 7 y Revista Ercilla, Nº 1.144,
10/4/57, p. 7.

372
motivos que se ignoran, Dally Phillips no detuvo el auto. Una bala atravesó el
respaldo del asiento del conductor, ocasionándole una muerte instantánea1000.

7. Elementos de síntesis y de interpretación


El análisis del discurso respecto a ‘quiénes actuaron’ en los sucesos de abril de
1957, realizado en la primera parte de este capítulo, nos mostró, en primer lugar, el
impacto que el 2 de abril tuvo en las representaciones de los distintos sectores. En
efecto, en casi todos ellos –con excepción tal vez de la izquierda– los hechos del
martes 2 modificaron de manera significativa la identificación que se hacía de los
grupos que protagonizaban tales hechos. Así, en varios de los discursos posteriores
al 2 de abril, casi no quedan rastros de identidades sociales, predominando las cali-
ficaciones políticas o delictuales.
De un modo general, se podría decir que a medida que se avanza en los discursos
del espectro político, de derecha a izquierda, se transita de una identificación pre-
ferentemente política hacia una esencialmente social. Eso hace que en el discurso
del centro y de la izquierda se encuentren imágenes y representaciones más concre-
tas de quiénes podrían haber sido los actores de los sucesos de abril.
Vistos los protagonistas a partir de la información sobre detenidos, heridos y
muertos reunida en nuestra base de datos, su fisonomía social se aclara. Ella no es
exhaustiva respecto a la totalidad de las personas que participaron de los hechos
pero constituye una muestra que nos ha permitido derivar tendencias y confrontar-
las con las representaciones surgidas del discurso.
Los detenidos en Valparaíso son mayoritariamente jóvenes o adultos jóve-
nes, pero no exclusiva ni mayoritariamente estudiantes. Dos tercios son obreros.
En Concepción, en cambio, la mayoría son menores de 25 años y en su totalidad
estudiantes.
Las informaciones de Santiago, sin embargo, son las que más elementos de iden-
tidad nos entregan, tanto por el número de detenidos registrados como por la calidad
de los datos personales que logramos reunir. Así hemos establecido que la tenden-
cia etaria se reproduce también en la capital, en donde casi el 50% de los detenidos
eran menores de 25 años y el 28% tenían entre 25 y 34 años. Porcentajes que suma-
dos nos indican que casi el 80% de las personas detenidas eran menores de 35 años.
Este rasgo juvenil se modifica en parte después del 2 de abril, en que se observa un
aumento en la edad de los detenidos. El segundo elemento interesante es que el
45% de los detenidos son obreros, seguidos de un 20% de estudiantes, un 15% de

1000
La Tercera, Santiago, 9/4/57, p. 16 y Revista Ercilla, Nº 1.144, 10/4/57, p. 7. Ver también: Última
Hora, Santiago, 10/4/57, p. 4.

373
empleados, un 6% de comerciante y un 10% de oficios varios. Tercer elemento a
destacar, en consecuencia, es que estos obreros y empleados son mayoritariamente
jóvenes. Tanto es así, que analizada la composición de los detenidos menores de 25
años tenemos que un 50% de ellos se declaran o son reconocidos como obreros, un
35% como estudiantes y un 15% como empleados. La proporción de 50% de obreros
se repite también en el tramo siguiente de 25 a 34 años de edad. He allí, entonces,
un primer perfil para una parte de los protagonistas de los hechos de abril.
El perfil que venimos de presentar se ve complementado con la información
sobre las comunas de origen de estos detenidos, los que en su mayoría fueron apre-
hendidos en las calles céntricas de la capital. Un 40% de ellos provenía de comunas
calificadas en la época como de ‘clase obrera tradicional’; otro 40% venía de comu-
nas de ‘clase media y clase obrera’ y un 10% de comunas de ‘clase obrera periférica’.
En términos de sectores urbanos, predominan las zonas sur y oeste de la ciudad, de
alta concentración popular. Se trata entonces de una población de trabajadores
jóvenes que en esa época todavía viven en las antiguas comunas obreras y popula-
res, fuertemente sobrepobladas y con graves problemas habitacionales. A este
respecto, nos parece oportuno recordar que solo un 30% de los detenidos eran casa-
dos y un 70% solteros. En su totalidad del sexo masculino.
Un tercer aspecto de la identidad de los detenidos consignados en nuestra base
de datos nos indica que se trataba en su gran mayoría de manifestantes o público
normal y corriente. Esto lo afirmamos a partir de dos constataciones: solo un poco
más del 6% de los detenidos lo fueron expresamente bajo sospecha de haber sido
autores de robos o saqueos, en los días posteriores a los hechos y solo un 10% tenían
responsabilidades dirigentes en su medio social. Es decir, la información disponi-
ble sobre los detenidos no permite afirmar que entre ellos hubiese una presencia
significativa de delincuentes o de activistas sociales o políticos. El perfil de las
personas que fueron muertas reafirma esta apreciación.
Los datos disponibles sobre heridos tienden a confirmar las tendencias anterio-
res, aunque introducen algunas variaciones. Por ejemplo, aparece un porcentaje
importante (18% en Santiago) de mujeres heridas. Y la edad tiende a aumentar,
repartiéndose los heridos en mitades iguales entre menores de 25 años y mayores
de 25 años. En términos de los oficios de los heridos, el grupo más afectado son los
empleados, luego los estudiantes y finalmente los obreros.
Finalmente, aunque el número de personas que fallecieron no permite un análi-
sis cuantitativo de sus datos personales, éstos vienen a confirmar las tendencias
generales. De los 23 fallecidos, 7 eran obreros, 7 empleados, 3 comerciantes, 3 estu-
diantes, una dueña de casa, un agricultor y un sin profesión. La gran mayoría de
ellas eran de extracción popular, pertenecían a familias con graves problemas eco-
nómicos y habitaban la zona sur y oeste de la capital. El caso de los ‘empleados’ no

374
debe llamar a engaño ya que casi todos ellos ejercían ocupaciones modestas y mal
remuneradas. Las edades de los fallecidos confirman la tendencia general: 7 eran
menores de 25 años y 8 tenían entre 25 y 34 años.
Una confrontación general entre las representaciones subyacentes en los dis-
cursos reseñados en la primera parte del capítulo y el análisis de las informaciones
reunidas sobre los detenidos heridos y muertos, permite, a nuestro juicio, al menos
tres reflexiones.
Primero, los discursos no dan cuenta de la unidad existente entre dos rasgos de
los protagonistas que parecen esenciales a partir de la información reunida: su ju-
ventud y su extracción obrera. En efecto, en el discurso se habla de los jóvenes por
un lado y de los obreros por otro; pero siempre se asocia la juventud a los estudian-
tes y los obreros a sectores adultos, mientras que lo que nos muestra nuestra base
de datos es la correspondencia entre una identidad juvenil y una identidad obrera.
Lo cual tiene proyecciones a nuestro juicio determinantes para comprender la lógi-
ca interna de los acontecimientos, como lo veremos en las conclusiones de esta
Segunda Parte.
Segundo, el discurso del Gobierno y de la derecha, y también en parte el del
centro, atribuye identidades políticas a los protagonistas, que no aparecen confir-
madas en los datos reunidos sobre detenidos, heridos y muertos. Por el contrario, lo
que muestran estos datos es que no hubo una presencia importante de militantes
políticos en tanto que tales, sino que probablemente en tanto que dirigentes socia-
les, fuesen estudiantiles o sindicales. Esto es probable, dada la fuerte implicación
de los partidos en estos movimientos. Sin embargo, incluso esta presencia de diri-
gentes sociales no es del todo significativa. Los dirigentes estudiantiles detenidos
fueron pocos y los sindicales –que llegaron a casi una cincuentena– no fueron dete-
nidos actuando en los acontecimientos sino con anterioridad a ellos o en sus
domicilios por órdenes expresas del Gobierno.
Tercero, las supuestas identidades delictuales reiteradas en el discurso de todos
los sectores no se ven tampoco reflejadas en el perfil identitario que se desprende
de la información reunida. Sabemos, sin embargo, que hubo efectivamente saqueos
y robos. Es probable, entonces, que los autores de estos actos no hayan sido apre-
hendidos ni heridos, lo cual es plausible si se considera que fueron cometidos
mientras la ciudad de Santiago se encontraba sin vigilancia policial. También es
posible que quienes hayan participado de los saqueos hayan sido personas comunes
y corrientes.

375
CONCLUSIONES
SEGUNDA PARTE

1. Distintas formas de expresión para un mismo rechazo inicial


No cabe duda que el detonante de la protesta fue el alza de las tarifas de la
locomoción colectiva. Sin embargo, esta misma reacción inicial de rechazo a la me-
dida asumió formas distintas en cada una de las tres ciudades comprometidas.
Reconocer estas diferencias constituye la puerta de entrada a lo que hemos deno-
minado la ‘lógica interna’ de los sucesos de abril.
La espontaneidad, masividad y diversidad social que mostró la protesta en
Valparaíso, desde sus inicios, estuvo en proporción directa a la percepción de arbitra-
riedad e injusticia de la medida tomada por la autoridad. En efecto, es en Valparaíso
y Viña del Mar donde los efectos del alza golpearon más fuerte y uniformemente a
la ciudadanía. Cosa que no ocurrió en Santiago, en donde el tamaño de la ciudad, la
dispersión de la población y las diferentes realidades comunales hicieron que la
reacción masiva no se produjera sino hasta el tercer día de manifestaciones que,
hasta ese momento, eran casi exclusivamente estudiantiles. En Concepción, en
cambio, fueron los empresarios de microbuses los que primero reaccionaron al
sentirse perjudicados por la medida, interrumpiendo el servicio; al hacerlo, dieron
una razón suplementaria a los estudiantes para encabezar un organizado movimiento
junto a los sindicatos.
Estas diferentes actitudes frente al alza de tarifas sirve para mostrar también
que la protesta no fue el resultado de una concertación previa. Por el contrario, los
actores que están en su origen son tan diversos como los caminos que van buscando
para expresar socialmente su rechazo. Desencadenado el proceso, sus rumbos serán
inciertos y cambiantes.

2. La violencia en relación directa con la actitud de la autoridad


Si bien la protesta social en sus inicios asume formas diferentes en cada lugar,
su carácter pacífico y legal aparece como una constante. Más allá de la radicalidad
que le imprimen los estudiantes a sus primeras manifestaciones, éstas en general

377
fueron no violentas. El caso paradigmático es el de los estudiantes porteños que se
tendían en las calles para evitar el paso de los buses. Lo mismo puede observarse en
Santiago, donde las primeras acciones eran detener los vehículos y hacer descen-
der a sus pasajeros o impulsar la idea de una ‘huelga de pasajeros’.
La rápida extensión de la violencia, aparece ligada estrechamente a la actitud
de la autoridad y en particular al comportamiento de la policía. Es cierto que entre
los estudiantes y los carabineros existía una tensión de larga data, que podríamos
considerar como histórica, lo que le daba a la expresión de la violencia una cierta
autonomía tanto respecto de las dirigencias estudiantiles como de las autoridades
políticas. Sin embargo, mientras las primeras constantemente llamaron a sus dirigi-
dos a mantenerse dentro de la legalidad, las diferentes actitudes que asumió la
autoridad influyeron directamente en los grados de violencia que adquirieron los
hechos. Nuevamente Valparaíso sirve de ilustración: la decisión de hacer intervenir
a la marinería, así como la voluntad de obtener la derogación del alza, fueron deter-
minantes tanto para que el conflicto fuese de corta duración como para que su
saldo en víctimas y daños no fuese tan elevado.
En Santiago, en cambio, la inmediata descalificación del movimiento por parte
de las autoridades, la fuerte represión desatada por Carabineros y la doble estrate-
gia que posteriormente desarrolló el gobierno –de diálogo y de represión– hicieron
abortar los esfuerzos por una pronta solución del conflicto. Así, el 1 de abril, en vez
de marcar el fin del conflicto, como todo lo hacía suponer, se transformó en fecha
fatídica: la muerte de Alicia Ramírez a manos de la policía, marcó la agudización
del conflicto. Esta misma relación entre grados de violencia y actitud de la autori-
dad se verá confirmada en los sucesos del día miércoles 3 de abril en que, fruto casi
exclusivo de la acción militar y policial, el número de víctimas fatales sobrepasó al
del día martes, clímax de la protesta social.
La violencia, entonces, lejos de ser un dato presente en el contexto inmediato emer-
ge como uno de los primeros rasgos de la ‘lógica interna’ de los hechos, encontrando una
explicación posible en estas diferentes actitudes de la autoridad política y militar.

3. Quiebre de la convivencia social


La violencia, en efecto, no fue ajena al profundo desencuentro entre sociedad
civil y sociedad política que se evidencia con ocasión de los sucesos de abril. Un
desencuentro que se observa tanto en Valparaíso como en Santiago, pero que se
materializa en fechas distintas.
En Valparaíso será el sábado 30 de marzo. Paradojalmente, mientras las
autoridades reunidas en la sede del poder político regional encontraban una solución
pactada entre los empresarios y el Gobierno, el conflicto en las calles entre

378
manifestantes y policías llegaba a su punto máximo. La muerte de Samy Muga y
decenas de heridos serán una de las expresiones del quiebre de la convivencia social.
La otra, será el largo asedio a la Sexta Comisaría y la destrucción de bienes públicos
por parte de los manifestantes.
En Santiago será el martes 2 de abril. Cuando el conflicto entre estudiantes y
policías da paso a otro más profundo e irreversible entre marginalidad y sistema.
Estudiantes y policías se retiran del centro de Santiago el que es ocupado por nue-
vos sectores que ya no creen en los lazos que los unen al sistema político, si es que
alguna vez existieron. Una marginalidad emergente en los finales de la década del
50 en Chile. Así, el 2 de abril en Santiago, la ruptura y distanciamiento entre los
protagonistas del conflicto coyuntural –organizaciones sociales y partidos, por un
lado, y Gobierno por otro– dejará en evidencia, y será la ocasión para que se expre-
se, una ruptura más profunda de la sociedad chilena: aquella entre quienes estaban
o se sentían integrados a la vida social y aquellos que estaban o se sentían margina-
dos de ella.
Los sucesos de abril nos muestran una separación profunda entre la población y
las autoridades: mientras una se expresaba a través de un movimiento espontáneo
y sin mayor proyección que la de su descontento, la otra veía en ello solo una
conspiración. Ello explica, por último, que a una dinámica esencialmente social se
le haya dado una ‘solución’ política represiva como lo era la ley de Facultades
Extraordinarias.

4. Se termina protestando contra todo y en todas partes


Las características que asume la protesta cuando alcanza sus grados máximos
de violencia y desborde muestran que lo que comenzó siendo el rechazo a una medi-
da concreta de la autoridad terminó siendo un reclamo generalizado. La dinámica
interna del proceso hizo que de objetivos parciales se fuese transitando, en los he-
chos, a cuestionamientos más globales de la realidad.
Expresivo resulta que las iras populares, que en los primeros días se dirigieron
contra los vehículos de locomoción colectiva, se desplazaran luego hacia las fuerzas
encargadas de mantener el orden y luego hacia los bienes públicos, municipales y
privados. La agresividad y la violencia adquirieron su máxima carga simbólica
cuando –el sábado 30 en Valparaíso y especialmente el martes 2 en Santiago– grupos
de manifestantes cargaron contra las sedes de importantes poderes públicos como
lo eran la comisaría o la Intendencia en Valparaíso y los tribunales de justicia, el
Parlamento y la misma casa de gobierno en Santiago. Tampoco escaparon símbolos
significativos como las estatuas de Arturo Prat y Bernardo O’Higgins. Poderes
privados como algunos medios de comunicación también fueron objeto de repudio:

379
tal fue el caso del edificio del diario El Mercurio. Finalmente, los robos y asaltos a
comercios no alimentarios pueden ser interpretados como un intento extremo por
revertir una injusta distribución de la riqueza.
Espacialmente, es interesante observar que –en Santiago sobre todo– la protes-
ta se desplaza dentro de un eje urbano ‘centro-periferia’. Es decir, la protesta se
inicia y llega a sus momentos más álgidos en el sector céntrico de la ciudad, lo cual
hace que sus protagonistas se desplacen desde los alrededores hacia el centro. Y
cuando el control policial o directamente la represión impide ocupar el sector cen-
tral como escenario, la protesta se desplaza hacia las zonas periféricas, hacia los
barrios. En Valparaíso este desplazamiento se produce también, aunque en menor
medida, entre los cerros y el plano.
En su ‘lógica interna’, entonces, la protesta experimenta reiterados desplaza-
mientos, tanto en su intencionalidad como en su espacialidad.

5. Relación entre la realidad y su representación


Las representaciones que los diversos sectores de la sociedad chilena se hacen
de la realidad en 1957 tienden a ser parciales, en el sentido que no logran aprehen-
der la complejidad de la situación y se contentan con focalizar uno u otro aspecto
de ella. Son parciales, también, en el sentido que responden, la mayoría de las ve-
ces, a sus intereses particulares o a sus opciones ideológicas globales. Esta
parcialidad de las representaciones provoca distorsiones que tienen repercusiones
en las actitudes de los diferentes actores.
En efecto, se actúa de acuerdo a lo que se ve en la realidad, y se ve la realidad
tal como cada uno se la representa. Así, cada cual fija sus posiciones y emprende
iniciativas en función de su lectura de los hechos. Tenemos, entonces, que los
discursos terminan creando también realidad. El impacto del martes 2 de abril en
los discursos es notable a este respecto. Lo que sucede son dos procesos
íntimamente relacionados. Por una parte, la evolución de los acontecimientos hizo
que su representación variara en muchos sectores dando paso libre a las más
extremas (des)calificaciones en los discursos. Pero, por otra parte, este cambio en
los discursos provocó, sin duda, un impacto en la realidad que llevó a que las
iniciativas que tomaron los actores políticos estuvieran referidas mucho más a los
discursos que a los hechos que sucedían. Tal fue el caso, concretamente, de la
discusión y dictación de las facultades extraordinarias. Otro ejemplo de esta
estrecha relación entre realidad y representación de la realidad es lo que se observa
a partir del análisis de las causas que se dieron al conflicto. Pues bien, las actitudes
políticas y sociales se fijaron de cara a estas distintas representaciones de lo que
se pensaba eran sus orígenes. Las propuestas de solución al conflicto, en

380
consecuencia, respondieron muchas veces más a estas visiones de la realidad que
a lo que ésta iba mostrando.
Esto tuvo repercusiones en la evolución y orientación de los sucesos de abril,
haciéndose parte de su lógica interna. Ya que, finalmente, sectores relevantes como
el Gobierno y la derecha terminaron actuando en función de una ‘realidad’ que
ellos mismos habían contribuido a crear con sus discursos. En breve: los movimien-
tos sociales de abril no tenían la ‘peligrosidad’ institucional que los sectores
dominantes le atribuyeron. No eran una rebelión ni una revolución. Eran, solamen-
te, como lo veremos más adelante, una revelación.

6. La diferencia entre ‘jóvenes y obreros’ y ‘obreros jóvenes’


Otra rasgo de lo que hemos llamado la lógica interna de los sucesos de abril fue
una tendencia al ‘relevo de actores’. Es decir, a una participación escalonada de
diferentes actores sin que necesariamente se encontrasen o que hubiese continui-
dad entre ellos. Esta sucesión de actores reforzó la tendencia a distinguir etapas o
fases a lo largo del conflicto. El impacto del 2 de abril a nivel del discurso contribu-
yó a acentuar esta percepción: los actores previos a esa fecha habrían sido unos y
los posteriores otros.
En el caso del discurso del gobierno, la débil identificación social inicial de los
protagonistas se transformó en identificación política y delictual, dando paso, así, a
la estigmatización política. En el caso del discurso de la derecha, se evolucionó
hacia una estigmatización social que llegó a extremos insospechados. La manera en
que se denomina o califica a los grupos que protagonizaron los hechos de abril llega
a extremos que reflejan un profundo desprecio o un gran temor hacia los grupos
populares. Esta violencia verbal refleja que existía en los grupos más conservado-
res de la sociedad una subvaloración muy profunda de una buena parte de la
población chilena. Los excesos a que llegarían estos mismos grupos quince años
más tarde, con ocasión del golpe de Estado de 1973, encuentran así importantes
antecedentes culturales y políticos en su reacción frente a los sucesos de abril de
1957.
De acuerdo a cómo los discursos identificaron socialmente a los protagonistas
de los sucesos de abril de 1957, se concluye que fueron principalmente jóvenes
estudiantes y obreros y empleados, es decir trabajadores. Sin embargo, si el balan-
ce se hace a partir de los registros de detenidos y heridos, el resultado muestra
principalmente a jóvenes y adultos jóvenes (menores de 35 años) que se identifican
como obreros. Los estudiantes se ubican, claramente, en un segundo lugar. De ex-
tracción popular, estos jóvenes obreros eran mayoritariamente solteros y residían
en comunas antiguas aledañas al centro de la ciudad, superpobladas y con graves

381
problemas sociales. No ejercían funciones dirigentes y no podían ser considerados
delincuentes. Ateniéndonos a este perfil identitario pueden desprenderse, a nues-
tro juicio, algunas reflexiones.
En primer lugar, se trata de una población recién integrada o en vías de integra-
ción al mundo laboral, sufriendo directamente, por tanto, las consecuencias de la
crisis económica que se traducía en bajos salarios y cesantía. No se trataba de obre-
ros mayores, con una integración más estable al trabajo. En segundo lugar, se trata
de un sector no politizado o, en el mejor de los casos, en vías de politización y sin
una vinculación orgánica fuerte con los partidos o las organizaciones sindicales.
Por último, no es osado pensar que por las características anteriores, fuese uno de
los sectores de la población que con mayor fuerza resentía la desesperanza, la falta
de confianza en el futuro y el desencanto.
Rasgos todos más que suficientes para que estos ‘obreros’ jóvenes se transfor-
masen en los protagonistas principales de los sucesos de abril. Rasgos que escaparon,
en general, a las representaciones que los distintos sectores de la sociedad chilena
de la época se hicieron de quienes habían participado de los hechos. Se prefirió ver
aquello que era conocido: estudiantes y obreros. Los unos, jóvenes idealistas, y los
otros, adultos politizados por la izquierda.

7. Revelación: la sociedad chilena en crisis


La lógica interna de los hechos vino, finalmente, a confirmar algo que estaba
presente en el clima del contexto inmediato a los hechos de abril: la idea de una
sociedad en crisis. En efecto, tal como ya lo adelantábamos, los sucesos de abril más
que una ‘rebelión’ o una ‘revolución’ fueron una ‘revelación’ de tensiones que sub-
terráneamente recorrían a la sociedad chilena de la época. Así lo percibieron –esta
vez recogiendo la sensibilidad de la realidad– casi todos los discursos de la época.
Revelación de una crisis que no era solo económica como se venía denunciando
desde 1955, sino que también política y moral. La contradicción que implicaba la
sucesión –en menos de un mes– de dos hechos tan diametralmente opuestos como la
realización de una elección parlamentaria en perfecta calma y orden y luego una
explosión social sin precedentes, evidenciaba la crisis política. Nuevamente la idea
de quiebre entre sociedad civil y sociedad política, agravada esta vez por la denun-
cia de quiebre también en valores esenciales como la confianza, la credibilidad, la
esperanza, el respeto al otro.
Revelación, también, de otros sentimientos presentes en el Chile de 1957. Como,
por ejemplo, el extendido temor –de unos y otros por razones distintas– a un quiebre
institucional, lo que no reflejaba sino la desconfianza generalizada en la solidez del
sistema democrático. O ese sentimiento de superioridad sempiterno de los grupos

382
dominantes chilenos respecto a las otras naciones de América latina y aquella
necesidad permanente de contar con el reconocimiento y la valoración internacional.
Lo que les hacía intolerable la idea de que en Chile también ocurrieran ‘excesos’
propios de ‘sociedades atrasadas’. O la siempre utilitaria manera de relacionarse de
esos mismos grupos con las fuerzas armadas y de carabineros, a quienes no les
atribuían otra función que ser los guardianes del orden necesario para la prosperidad
económica de sus negocios. Prosperidad que confundían con el desarrollo económico
de la nación. O la insinuación que una parte de la izquierda chilena comenzaba a
hacer sobre la posibilidad de transitar una ‘otra vía’ hacia el cambio social, no ya
pacífica e institucional sino violenta y revolucionaria. Como adelantándose a lo
que sería una tendencia creciente en los años 60.

383
Tercera Parte

La memoria de abril del 57


INTRODUCCIÓN
LA MEMORIA DE ABRIL DEL 57

El propósito de esta Tercera Parte es explorar en la memoria de algunos actores y


testigos de los hechos ocurridos en abril de 1957, principalmente en Santiago. Para
ello, deberemos tomar distancia de los acontecimientos históricos tal como ocurrie-
ron y fueron vistos en abril de 1957 –objeto de las dos primeras partes de este libro–
e interrogar los recuerdos que de esos hechos subsistían 35 años después1001. Recorde-
mos que el propósito de esta exploración en la memoria, es poder llegar a establecer
una ‘confrontación’ entre los recuerdos y los hechos tal como han sido estudiados a
partir de las fuentes escritas de la época. Confrontación que no pretende determinar
la ‘verdad’ de un tipo de relato sobre el otro, sino que busca establecer relaciones de
correspondencia o no correspondencia entre ambos relatos, así como evaluar la exis-
tencia o no de informaciones históricas propias a cada tipo de fuente.
Un análisis general de los relatos de los entrevistados muestra algunos rasgos
del modo de operar de la memoria, que nos parece interesante de consignar a modo
introductorio. Recordemos que la pauta de entrevista comenzaba con una pregunta
abierta: ¿cuál es el recuerdo que usted tiene de los sucesos de abril de 1957, tal como éstos
le vengan a la memoria? Enfrentados a esta pregunta, se observa que los entrevista-
dos optan entre dos ‘entradas’ posibles al relato: desde el análisis o desde los hechos.
En el primer caso, la ‘entrada’ se produce a través de alguna referencia al contexto
de la época, activándose así la memoria a partir de un ejercicio analítico. La segun-
da vía, la de los hechos, remite directamente a alguna experiencia concreta, de
dimensión individual, familiar o social, vivida en relación al tema de la pregunta y
que estructura el inicio del relato.
El número de entrevistados que optan por una u otra ‘entrada’ es equivalente:
23 casos comienzan su relato refiriendo a un análisis de los hechos y 17 lo hacen en
referencia directa a un hecho significativo para sus vidas. Posteriormente, como es

1001
Recordemos que este análisis se sustenta en una serie de entrevistas realizadas entre fines de
1993 e inicios de 1994 a un total de 40 personas comprometidas en los hechos de abril, ya fuese
como actores o como testigos. El listado completo de sus nombres, edades y actividades se en-
cuentra en el punto 4 de la Bibliografía, el final del libro.

387
obvio, se producen pasajes múltiples de un campo al otro. El análisis de la composi-
ción interna de unos y otros muestra lo siguiente:
• Entre aquellos 23 que ‘entraban’ al relato a través del análisis, 20 reconocían
militancia política en la época o una clara identificación política. En término de
sus funciones, 10 cumplían algún rol dirigente en el medio estudiantil y 9 direc-
tamente en el medio político. De acuerdo a la calificación de ‘actores’ y ‘testigos’,
16 corresponden a actores y 7 a testigos. Finalmente, en términos de la edad que
tenían en 1957, el grupo se sitúa levemente por sobre la media del total: 31,8
años.
• Por el contrario, entre los 17 entrevistados que comenzaron su relato refiriéndo-
se a hechos concretos, solo 9 reconocieron militancia política. En término de
funciones públicas, 5 tenían responsabilidades dirigentes, el resto solamente
ejercía sus profesiones o actividades. En cuanto a su calificación, 9 correspon-
den a testigos y 8 a actores. Por último, la media de sus edades en 1957 resultó
ser de solo 26,5 años, por debajo de la media total y con más de cinco años de
diferencia con la del grupo anterior.
Más allá de las limitaciones de esta muestra, la homogeneidad de cada grupo es
significativa lo que permite establecer algunas relaciones: primero, el vínculo en-
tre haber tenido una pertenencia o afiliación política en la época y tener un ‘recuerdo
analítico’ de los hechos es claro; segundo, puede pensarse que los testigos se mue-
ven más fluidamente entre los hechos y el análisis, en tanto que los actores tienden
a analizar los hechos; por último, pareciera que los mayores en la época, tendrían
más elementos de análisis que los jóvenes, quienes conservarían más el impacto de
las situaciones vividas.
Sin embargo, el principal valor de nuestras fuentes orales está en relación a los
objetivos propuestos para esta Tercera Parte y que pasamos a exponer en los tres
siguientes capítulos. En el primero, se analiza el contenido de los relatos a partir de
la inquietud por el conocimiento de los hechos ocurridos en 1957. En el segundo, se
pasa revista a la manera cómo esos hechos aparecen ‘interpretados’ en los relatos
de los entrevistados y a las causas que se reconocen en sus orígenes. Para finalizar,
en el capítulo tercero, se aborda el tema de los protagonistas y sus identidades
sociales y políticas. Cada uno de estos tres capítulos finaliza con un intento de sin-
tetizar los resultados de la confrontación de sus contenidos con los desarrollados en
las dos primeras partes anteriores de este libro. Esta Tercera Parte culmina, enton-
ces, con la proposición de algunas conclusiones que se desprenden de este ‘ejercicio
de confrontación de fuentes’.

388
CAPÍTULO 1
LOS HECHOS DESDE LA MEMORIA

1. Antecedentes
En los cuatro primeros capítulos de la Segunda Parte, dimos detallada cuenta
del curso seguido por los acontecimientos entre el 27 de marzo y el 8 de abril de
1957. Para ello nos basamos en fuentes escritas de la época, principalmente infor-
mación de periódicos y documentación oficial. Ahora queremos indagar en los hechos
desde la memoria de quienes fueron testigos o actores de los sucesos de abril de
1957. ¿Cuáles fueron los acontecimientos que más la impactaron? ¿Se correspon-
den o no, los recuerdos, con la información de la época? ¿Nos permite la memoria
conocer hechos que en 1957 no salieron a la luz? ¿Difiere la memoria de unos y
otros dependiendo de las condiciones y posiciones de cada cual en 1957?
Tal como ya se dijo en la Introducción de este libro, la exploración de la memo-
ria se ha realizado a partir de un conjunto de 40 entrevistas llevadas a cabo al inicio
de los años noventa. En este capítulo analizaremos la información referida a hechos
concretos que recordaron los entrevistados. Cada uno de ellos se aproximó libre-
mente a su recuerdo o memoria sobre los sucesos de abril de 1957. Una buena parte
lo hizo a partir del relato de hechos y circunstancias en las que les tocó participar o
bien observar. Solo al final de la entrevista sometimos a su consideración algunos
hechos controvertidos en la época –que no hubiesen sido abordados en su primer
relato– demandándoles si tenían información al respecto.
Es interesante observar que el recuerdo de los sujetos entrevistados se concen-
tra en el día martes 2 de abril. En efecto, si asumimos la segmentación temporal
que distingue un período previo a los hechos del día 2 (entre el 27 de marzo y el 1 de
abril); el día 2 mismo (mañana, tarde y noche); y una fase posterior (entre el 3 y el
8 de abril), observamos lo siguiente: de los 40 entrevistados, solo 8 se refieren en su
relato a los acontecimientos inmediatamente anteriores al 2 de abril; 29 de ellos
nos relataron hechos ocurridos durante el martes 2 de abril; y 22 se refirieron a
hechos acaecidos con posterioridad al 2 de abril.
Llama la atención el bajo número de entrevistados que relataron hechos ante-
riores al 2 de abril, confirmándose así la centralidad que adquirieron los sucesos

389
del martes 2, ‘borrando’ de la memoria, en cierta manera, los acontecimientos ante-
riores. De los 8 sujetos que se refirieron a hechos de los días previos, 7 eran
estudiantes, lo cual muestra una tendencia a que cada actor recuerde aquello que
lo involucró más directamente; los principales protagonistas de las manifestacio-
nes previas al 2 de abril fueron, en efecto, los estudiantes. Se confirma, así, también,
la hipótesis del ‘relevo’ de actores que sugiriéramos en las conclusiones de la Se-
gunda Parte.
A continuación, entonces, presentaremos la información sobre los hechos –¿qué
sucedió?– recogida en las entrevistas y ordenada cronológicamente según los
acontecimientos.

2. Los hechos previos al 2 de abril


Recordemos que las manifestaciones en Santiago comenzaron el jueves 28 de
marzo en la noche y continuaron el viernes y el sábado. El domingo 31 fue un día de
represión selectiva y de negociaciones. Las movilizaciones se reanudaron el lunes
por la tarde, las que culminaron con la muerte de Alicia Ramírez, hecho que cam-
biaría el curso de los acontecimientos1002.
En las entrevistas –como ya adelantábamos– prácticamente no encontramos
menciones a las manifestaciones de los primeros días. Salvo referencias generales
de Alfonso Guerra, dirigente de los estudiantes vespertinos, de María Eugenia
Horwitz, estudiante secundaria en la época, y de Aníbal Palma, dirigente universi-
tario quien, sin entrar en hechos concretos, fue tal vez el más explícito al recordar
así la situación al momento del 2 de abril:
Lo que era cierto es que se llevaba casi una semana de protestas continuas, que
iban cada vez con más efervescencia. Al movimiento de universitarios se habían
incorporado también los estudiantes secundarios1003.
Los pocos recuerdos sobre los días previos al 2 de abril se concentran en torno a
la movilización realizada por la FECH el lunes 1 y la muerte de Alicia Ramírez,
sobre los cuales volveremos más adelante. Sin embargo, hay otros relatos que resul-
tan también interesantes, los que tratan sobre un par de reuniones que se habrían
realizado el domingo 31 entre dirigentes estudiantiles y dirigentes políticos.

Reunión de los estudiantes con los partidos


Hemos visto en capítulos precedentes que uno de los puntos de debate –en la
época– fue el grado de participación que habrían tenido los partidos de izquierda o

1002
Al respecto ver puntos 2 y 3, Capítulo 3, Segunda Parte.
1003
Entrevista a Aníbal Palma, Santiago, 28/1/94.

390
de oposición en los sucesos de abril. Se trataba, en el fondo, de la discusión sobre si
tales acontecimientos habían sido premeditados políticamente o no. En relación a
este tema, resulta interesante el testimonio de dos dirigentes estudiantiles de la
época que nos relatan iniciativas que ellos tomaron para contactar a los partidos
políticos.
Uno, es el caso del ya citado dirigente universitario Aníbal Palma, militante de
la Juventud Radical y miembro de la directiva de la FECH:
Yo recuerdo perfectamente que dos noches antes –antes de que se produjeran estos
hechos, antes de la muerte de Alicia Ramírez– en vista que el movimiento estaba
creciendo, los dirigentes de la Federación tomamos contacto con los distintos par-
tidos políticos. Me recuerdo que en nuestro partido, el Radical, había actitudes de
los dirigentes para que tratáramos de controlar el movimiento, de calmarlo.
Tuvimos una entrevista, me acuerdo, con la gente del FRAP –en ese tiempo presi-
dido por Salvador Allende– y todos los dirigentes del Partido Comunista, el Partido
Socialista, etc. En esa conversación, el tema de discusión era cómo canalizar este
movimiento de agitación, que había empezado con los estudiantes pero que esta-
ba cobrando cada vez más fuerza. […] O sea, era una reunión de análisis. Pero ahí
nadie apreció –estábamos los principales dirigentes de izquierda y los dirigentes
de la federación estudiantil– la gravedad que podía tomar esto. A los dos días de
esta reunión se produce –o al día siguiente– la muerte de Alicia Ramírez y este
desborde global y total1004.
Aníbal Palma recuerda que ese tipo de movilizaciones era habitual, lo que se
expresaba en la recurrente consigna ‘estudiantes con obreros, defendamos el pu-
chero’. Sin embargo, esa vez fue diferente:
Pero en este caso no hubo tampoco una mayor coordinación. Y yo creo que lo que
más grafica esta desconexión con la realidad –y lo tengo muy grabado– es esa
reunión de la directiva de la FECH con sus jefes políticos, con la directiva del
FRAP. En que, bueno, ahí se analizaba qué conducción darle a este movimiento. Y
a los dos días se produce este desborde1005.
El otro caso es el del dirigente universitario socialista Gustavo Horwitz –miem-
bro del comité ejecutivo de la FECH– el que recuerda una reunión similar sostenida
al interior de su partido:
El domingo antes del dos de abril, con el grupo de dirigentes de la Brigada Univer-
sitaria Socialista llegamos a la conclusión de que éste era un proceso social que
estaba desencadenándose de una manera un poco anárquica. […] y entonces nos

1004
Id.
1005
Id.

391
bajó bastante preocupación y consideramos que el partido no estaba suficiente-
mente interiorizado de este fenómeno y nos encontramos en la obligación de que
esto se conociera. Entonces ese día domingo –me acuerdo– fuimos a la casa del que
era secretario general del Partido Socialista Popular, Raúl Ampuero, para tener
una conversación con él. Bueno, tuvimos la conversación y le planteamos esta
situación. El quedó de reunir al Comité Central y discutir el problema.
No me acuerdo si al día siguiente –pudo haber sido el mismo día, no me recuerdo–
tuvimos una reunión en que fuimos a plantear esto mismo y que se reunieron
algunos dirigentes del Partido Socialista Popular y algunos dirigentes del Partido
Socialista de Chile. […] El hecho es que ahí planteamos nuestra inquietud frente
al asunto1006.
Los relatos nos indican que dos de los principales partidos de la oposición –el
Radical y el Socialista– además del FRAP, solo se plantearon el problema de la
conducción de las manifestaciones –interpelados por sus dirigentes estudiantiles–
recién algunas horas antes del 2 de abril de 1957.

Concentración de la FECH y muerte de Alicia Ramírez


La mayoría de los testimonios sobre los días previos al 2 de abril –decíamos ya–
remiten a la manifestación realizada por la FECH el lunes 1 y que culmina con la
muerte de Alicia Ramírez. Hechos sobre los cuales existe abundante información
periodística, la que ya fue analizada en la Segunda Parte. Los testimonios, por lo
tanto, encuentran su valor más que en la descripción de los hechos, en su capacidad
de recrear el clima en que los estudiantes los vivieron. La mayoría de los recuerdos
corresponden a sujetos que en la época eran estudiantes.
Ese lunes la ciudad de Santiago había amanecido con un gran despliegue de
carros militares y tanques en ciertos lugares considerados estratégicos, como por
ejemplo el Ministerio de Defensa. Ambiente, sin embargo, que no inhibió la realiza-
ción de manifestaciones estudiantiles:
Yo no me acuerdo bien si la huelga grande, la huelga general de estudiantes, tanto
secundarios como universitarios por lo menos aquí en Santiago, empezó el 30 de
marzo o el 1 de abril. La verdad es que no lo tengo claro. Sin embargo, el 1 de abril
sí sé que fuimos bastante reprimidos y con tiroteos ya, en la Plaza de Armas1007.
En todo caso, la principal manifestación estudiantil de ese día fue la organizada
por la FECH y a la cual concurrieron numerosos estudiantes. Gustavo Horwitz,

1006
Entrevista a Gustavo Horwitz, Santiago, 2/3/94.
1007
Entrevista a María Eugenia Horwitz, Santiago, 3/2/94.

392
dirigente de la FECH y miembro de su Comité Ejecutivo, recuerda los hechos que
desembocarían en la muerte de Alicia Ramírez:
El día 1 de abril, nosotros convocamos una manifestación; se hizo una gran asam-
blea en la FECH y a la salida de la Federación…, se disuelve la asamblea, la gente
sale cantando, haciendo pequeños desfiles.
Y un pequeño grupo, que no serían más de 20, 30 personas, se va por la calle
Miraflores en dirección a Mapocho. […] Ahí […], en la calle Agustinas entre
Miraflores y Santa Lucía hay una comisaría de tránsito, y yo tengo la impresión
de que los carabineros estimaron que éste era un grupo de personas que iba a
atacar, o iba a tomarse, o iban a atentar contra la comisaría, creo yo. Salen unos
carabineros que se ponen nerviosos, parece, y disparan contra el grupo. Y entonces
ahí dejan herida, que después muere, a Alicia Ramírez que era una estudiante de
enfermería. En una manifestación que era absolutamente inocente. Eso ocurre el
1 de abril1008.
Eduardo Moraga –estudiante falangista que ocupaba la presidencia de la FECH
en ese momento– recuerda que luego de estos hechos “ya la cosa se encrespó y
cambió de carácter todo el movimiento”1009. Efectivamente, la muerte de Alicia
Ramírez provocó reacciones inmediatas en el medio estudiantil, las que luego
tendrían efectos en ese momento insospechados1010. Los primeros en reaccionar
fueron los estudiantes de Medicina de la Universidad de Chile, los que se sentían
muy unidos a sus compañeras de la Escuela de Enfermería:
Y se tomó una decisión en el Centro de Alumnos de Medicina –que funcionaba
donde está la Facultad de Medicina norte, al lado del hospital José Joaquín Aguirre–
en solidaridad por la compañera caída: el deseo de manifestarse ante las fuerzas
policiales, ante las fuerzas del Gobierno […]. Y quisimos realizar una marcha al
día siguiente1011.
Algo similar sucedía, entretanto, en el local de la FECH, ubicado en Alameda
540. Alfonso Guerra recuerda cómo la FECH y el Comando Contra las Alzas “acor-
daron convocar a una gran salida para el día siguiente, suspensión de clases en
todos los niveles y una gran concentración en Santiago”1012.

1008
Entrevista a Gustavo Horwitz, Santiago, 2/3/94. Un testimonio similar fue dado por Alfonso Guerra,
Santiago, 21/1/94.
1009
Entrevista a Eduardo Moraga, Santiago, 27/1/94.
1010
En el punto capítulo 2 de esta Tercera Parte analizaremos una serie de otras referencias a la muerte
de Alicia Ramírez –realizadas por los entrevistados– pero en relación a la importancia que jugó en el
rumbo de los acontecimientos. Es decir, como causa inmediata de los hechos.
1011
Entrevista a Patricio Hevia, Santiago, 19/1/93.
1012
Entrevista a Alfonso Guerra, Santiago, 21/1/94.

393
3. La mañana del 2 de abril
Efectivamente la movilización estudiantil sería el rasgo dominante de la maña-
na del martes 2 de abril. La muerte de Alicia Ramírez había insuflado nuevas energías
a un movimiento que ya había tenido su primer ciclo la semana anterior. Sin embar-
go, desde temprano se percibió que el impacto de la convocatoria estudiantil
sobrepasaría las expectativas de sus dirigentes. Uno de los lugares de reunión fue
la Plaza Italia:
La idea era recorrer todo el centro de Santiago. Y se produjo un fenómeno muy raro
[ya que] la cantidad de gente que llegó fue impresionante. Si tú hubieras visto,
hasta los días anteriores las concentraciones de la FECH eran de quinientas, mil
personas. Cuando mucho, dos mil personas. Ese día en la mañana era impresionante
la cantidad de gente que llegó, las escuelas pararon, la universidad paró, pararon las
construcciones, qué se yo..., un fenómeno. Se junta una masa humana que baja por
la Alameda, que va cubriendo la Alameda, y se va sumando gente. Bueno y todo esto
contra la represión, ahora ya concretamente por el caso de Alicia Ramírez1013.
Plaza Italia era un tradicional punto de convergencia de distintas facultades
universitarias que quedaban en el sector, como por ejemplo la Facultad de Derecho
de la Universidad de Chile. Pero en esta oportunidad se sumaron también las estu-
diantes de Trabajo Social de la Universidad Católica, que se iniciaban en las lides
estudiantiles. El recuerdo de esta experiencia quedaría profundamente grabado en
la memoria de una de estas estudiantes, Teresa Quiroz, de 20 años en ese entonces:
Nosotros nos juntamos en Vicuña Mackenna 360 y marchamos hacia la Plaza
Italia, los que veníamos de la Escuela de Trabajo Social. […] Al llegar, nosotros
nos juntamos con un grupo grande de obreros de la construcción, ellos venían
todos con sus cascos de la construcción, marchando. Llegamos a las puertas de la
Universidad Católica y nos juntamos con todos los estudiantes de la Federación de
la Católica que iban a marchar en apoyo a esta protesta. […] La FECH venía por
el otro lado, venía de la Alameda hacia arriba.
Bueno, ahí tanto estudiantes como obreros nos confundimos un poco y se vio que la
marcha era bastante masiva. Yo pude distinguir los obreros de la construcción. Me
llamaron mucho la atención por su disciplina, cómo marchaban y por los cascos que
traían y por sus consignas. Y vino un grupo también masivo de la CUT1014.
Pero no solo había cambiado la masividad y la composición de los manifestantes
sino también la actitud de las fuerzas policiales. Así lo recuerda, al menos, el diri-
gente estudiantil Gustavo Horwitz:

1013
Id.
1014
Entrevista a Teresa Quiroz Santiago, 3/1/94.

394
…era una movilización muy masiva. Ya no eran mítines que se hacían así con
unas cuantas personas, sino que era una gran masa que ocupaba gran parte de la
Alameda y ya las fuerzas represivas actuaban de una manera bastante violenta
en contra de nosotros1015.

La marcha de los estudiantes de Medicina a la FECH


Entretanto, cumpliendo lo acordado por su Centro de Alumnos, los estudiantes
de la Escuela de Medicina de la Universidad de Chile habían iniciado esa misma
mañana una gran marcha solidarizando con la muerte de Alicia Ramírez:
Y esa marcha la decidimos partir desde el hospital [José Joaquín] Aguirre, desde la
Facultad de Medicina por la calle Independencia, con delantales blancos y la lla-
mamos una ‘marcha del silencio’. Y esa marcha se realiza el 2 de abril del 57.
Nosotros queríamos ir desde la Facultad de Medicina hacia la Federación de Estu-
diantes, hacia la FECH. […] El gesto significativo era que no se gritó ninguna
consigna, no se atacó a la policía, pero cada vez que se veía un carabinero, lo único
que se hacía era levantar las manos…1016.
El sentido de este gesto –recuerda Patricio Hevia– había surgido luego de la
matanza del edificio del Seguro Obrero en septiembre de 1938. Cada vez que la
gente veía a Arturo Alessandri o a la policía, levantaba las manos solamente “como
diciendo ‘aquí nosotros nos rendimos y ustedes nos mataron’”. Así, este gesto fue
recuperado por los estudiantes en abril de 1957, en protesta por la muerte de Alicia
Ramírez. Fue una gran marcha:
Era una cosa curiosa, era la Facultad completa, no era un grupo de estudiantes
sino que era toda una escuela, como la Escuela de Medicina que era una escuela
grande. Cientos y cientos de alumnos que nos juntamos y que marchamos. O sea,
no era una cúpula con tres o cuatro personas que van caminando sino que esto era
una manifestación, oral, expresiva, visual casi. Que al no tener consignas políti-
cas, era pluralista, expresaba lo que era el estudiantado más que a una corriente
política que tenía el Centro de Alumnos. […] Entonces marchamos desde el pri-
mer año de Medicina, segundo, tercero, hasta los últimos años, juntos. En ese acto
simbólico, del silencio y de levantar las manos, silencio y levantar las manos…1017.
Sin embargo, cuando la larga columna llegó al sector de la Estación Mapocho, la
policía intentó impedirle el paso:

1015
Entrevista a Gustavo Horwitz, Santiago, 2/3/94.
1016
Entrevista a Patricio Hevia, Santiago, 19/1/93.
1017
Id.

395
Viene entonces la fuerza represiva. Empieza entonces una provocación –porque
ésa fue una provocación– y empiezan a cerrar las calles, que no se puede marchar
al centro, que no se puede ir por ahí... […] Vino la represión y ahí se produce el
desborde. Porque al cerrarse las calles, lo que se hace es llegar a la FECH de todas
maneras y cada uno llegó como pudo. Y ahí se disuelve el desfile como tal, en
forma organizada, sin haber tirado un tiro, sin haber hecho nada. Y después se va
hacia la Federación de Estudiantes...1018.
Alberto Acevedo era también estudiante de medicina en la Universidad de Chile.
Próximo a la Falange Nacional –aunque un poco más de derecha según su propia
impresión– tenía una visión crítica del ambiente de politización que se vivía en la
universidad. Ambiente que, según su recuerdo, se respiraba también esa mañana
del 2 de abril en la sede de la FECH:
…un grupo más o menos grande de alumnos de medicina de oposición […] nos
apersonamos en la sede de la FECH, ahí en la Alameda. Cuando llegamos nos
encontramos con que había bastantes desórdenes en las calles. […] Por lo menos
en la Alameda, en esa zona, no se veía una excesiva violencia de grupos que des-
truyeran nada. […] En el interior de la FECH, el mismo espectáculo de la Escuela
de Medicina trasladado a la FECH. Es decir –yo me acuerdo como si fuera ayer–
que un representante nuestro, el doctor [Sergio] Scroggie, se subió arriba de una
mesa para tratar de hablar y por detrás lo agarraron numerosos detractores y lo
derribaron al suelo y no lo dejaron hablar. En este clima transcurría una verdade-
ra batahola, […] entraba gente con noticias y salían otros, y en eso llega la noticia
de que el movimiento obrero y los estudiantes iban a hacer algo en las calles, que
había que salir.
Entonces yo fui partidario de que se creara una brigada de la FECH. […] …con
unos distintivos en los brazos: rápidamente agarramos unos pedazos de género, les
pusimos FECH y comenzamos a nombrar ahí mismo gente. Doce, quince, veinte, y
después yo supe que se había seguido nombrando gente. Salimos en brigadas, como
de a seis, a la calle para tratar de dirigir una cosa que, en ese momento, era abso-
lutamente ingobernable. Estaba la calle llena de gente gritando…1019.
Patricio Hevia coincide en que al momento en que los estudiantes de Medicina
llegaron a la FECH –culminando así su marcha– reinaba un clima de tensión que
sobrepasaba a los dirigentes estudiantiles:
Pero en el momento en que llegamos a la Federación de Estudiantes –no sé la hora
pero debe haber sido al mediodía, una cosa así– nos encontramos con una situación

1018
Id.
1019
Entrevista a Alberto Acevedo, Santiago, 5/1/94.

396
peligrosa. Se palpaba en el ambiente que se iba a juntar gente de poblaciones y
gente de las universidades, de las distintas facultades de la Universidad de Chile.
Todos iban hacia la Federación de Estudiantes.
Y en ese momento, en que no había resguardo, hay voces, consignas, de gente que
estaba ahí que dice: ‘a La Moneda’, ‘a La Moneda’, ‘a La Moneda’. A mí me tocó
escucharlas. Es decir, el ir a La Moneda era suicida en ese momento. […] Y ahí
viene de alguna manera la improvisación de los que éramos dirigentes. Yo me
acuerdo que nos paramos en los balcones de la FECH para tratar de hacer una
contra marcha, una contra marcha hacia la Plaza Italia. […] O sea, contra la
orden de ir a La Moneda, marchemos a la Plaza Italia a ver si nos juntamos con la
Universidad Católica, a ver si nos juntamos con otros, dando así cualquier discul-
pa para poder... Entonces nosotros nos parábamos, uno, y hablaba y hablaba… y
Sergio Scroggie hablaba y hablaba y después yo y después otro y así tratábamos...
Porque no había cabeza, no había comando. […] Nosotros tratamos de evitar que
fueran a La Moneda solamente. Hicimos esta contra marcha […] y ahí marcha-
mos con gente hacia Plaza Italia. Logramos que muchos que querían ir a La Moneda
no fueran1020.
Aníbal Palma era estudiante de Derecho y también dirigente de la FECH. Mili-
taba en la juventud del Partido Radical y se encontraba en el local de la FECH esa
mañana del 2 de abril:
Yo me recuerdo que cerca del local de la Federación de Estudiantes de Chile estaba
la CUT y frente a la CUT algunos dirigentes de la Central Única de Trabajadores
trataron de intervenir para calmar a la gente: fueron pifiados, se les arrojaron
piedras. Después se dirigieron hacia la FECH –había una masa humana que des-
bordaba la Alameda– [donde] tampoco había quién condujera ni quien hiciera
nada.
Me acuerdo que lo más que hicimos fue que, cuando la gente gritaba ‘¡a La Moneda!’
–que estaba rodeada de tropas-, tomamos la iniciativa de organizar un desfile con
el estandarte de la FECH, […] y dirigirnos hacia Plaza Italia para alejarlos de la
zona central. Y efectivamente se logró –por lo menos con un gran sector– disolver
esta manifestación frente a la FECH y dirigirlos hacia Plaza Italia donde
terminó1021.
Julio Stuardo, también dirigente estudiantil del Partido Radical, coincide en
que finalmente se habría logrado orientar una parte de los manifestantes hacia el
sector oriente de la ciudad, diciéndoles que los trabajadores del Sindicato de la

1020
Entrevista a Patricio Hevia, Santiago, 19/1/93.
1021
Entrevista a Aníbal Palma, Santiago, 28/1/94.

397
Mina Disputada de las Condes venían bajando hacia Santiago y que por eso había
que dirigirse a Plaza Italia para encontrarlos1022. De cualquier modo, la maniobra de
los dirigentes de la FECH tuvo un éxito parcial ya que, a esas alturas, las manifesta-
ciones se habían dispersado por distintos lugares del centro de la ciudad. El control
de los hechos, como lo reconocen Patricio Hevia y Aníbal Palma, ya había escapado
de las manos de la FECH. Los propios manifestantes, por su parte, desarrollaban
tácticas para burlar a la policía. Esta, a su vez, endurecía la represión.

La manifestación crece y la represión aumenta


Juan Luis González tenía 27 años, había estudiado medicina en la Universidad
Católica y ese martes 2 de abril debía dar su examen de grado, para recibirse de
médico. Para ello debió presentarse en el Hospital José Joaquín Aguirre muy tem-
prano esa mañana. Rendida exitosamente la prueba, decidió ir con un amigo al
centro de la ciudad a celebrar, cosa que no pudieron hacer ya que se vieron envuel-
tos en los incidentes:
Veníamos del José Joaquín Aguirre, tomamos un carro –en esa época había unos
carros, los 36 si no me equivoco– por Independencia y nos bajamos por ahí en
Compañía. Y ya había mucha gente en el centro, mucha gente. Había pequeñas
manifestaciones de grupos en las que se notaba perfectamente bien que había
algunos universitarios de la Universidad de Chile. […] …estaban manifestando
en contra de […] la subida del valor del pasaje de la movilización colectiva1023.
María Eugenia Horwitz tenía 16 años y era presidenta del Centro de Alumnas
del Liceo Nº 1 de Santiago. Esa mañana, como muchos otros alumnos de estableci-
mientos secundarios, marcharon también hacia el local de la FECH:
El día 2 de abril cuando yo iba llegando ahí a la plaza ésta que está en el borde de
la Biblioteca Nacional –no me acuerdo cómo se llama, Vicuña Mackenna, creo, eso
estaba frente al local de la FECH, que estaba al lado del teatro Santa Lucía, ahí
estaba llamada la manifestación– y yo cuando iba llegando ya el tiroteo era muy
grande. Entre los más jóvenes, los más chicos digamos, había muchos estudiantes
secundarios. Entonces nos fuimos retirando1024.
Efectivamente, en ese sector comenzó la represión, sobre todo a la columna que
venía desde Plaza Italia y de la cual formaba parte la estudiante de trabajo social,
Teresa Quiroz:

1022
Entrevista a Julio Stuardo, Santiago, 24/1/94.
1023
Entrevista a Juan Luis González, Bruselas, 21/10/91. Un testimonio similar fue vertido por Ibador
Castro. Entrevista a Ibador Castro, Santiago, 22/12/93.
1024
Entrevista a María Eugenia Horwitz, Santiago, 3/2/94.

398
Bueno, estábamos en este encuentro FECH, FEUC, obreros, cuando nos desviaron
por el cerro Santa Lucía hacia atrás. Ahí hubo un poco de confusión y en un
momento dado ya empezó la represión fuerte. […] Yo me acuerdo del apoyo de la
gente que iba arriba de las micros hasta que las micros tuvieron que salirse. Salu-
dos, apoyos, las consignas se gritaban entre todos. Cuando nos metimos al centro
igual. La marcha tenía un carácter festivo, […] Hasta que vino esta ‘mano negra’
que le dio una nota completamente distinta y que fue muy rápido. Yo creo que nos
acorralaron muy rápidamente. […] Nos permitieron gritar un par de cuadras
más y ahí ya vino la represión fuerte digamos. Muchos uniformados en la calle,
muchísimos y disparando, disparando y ahí yo sentí que los obreros tenían más
control de la cosa. […] Cuando empezó la represión –que empezó cerca del cerro
Santa Lucía, ahí nos desviaron hacia dentro– yo me acuerdo que los obreros te-
nían como más orden: ‘hacia acá, hacia allá’… Ellos como que en algún momento
captaron el peligro más que nosotros1025.
Los momentos que siguieron fueron difíciles para la estudiante Teresa Quiroz:
lo que hasta ese momento había sido una experiencia de encuentro y expresividad
de diversos grupos sociales se transformó en algo dramático:
Yo me acuerdo que a los obreros los obligaron a subir al cerro y a los estudiantes
nos empezaron a apalear. […] En ese momento yo me acuerdo que me metí debajo
de un auto, porque ya se veía que eran balas. Ya no era el apaleo clásico sino que
eran balas. Y yo me metí debajo de un auto y ahí un carabinero empezó a apalear-
me un oído. En ese momento yo tenía un oído delicado y ahí, en esa ocasión, como
que lo perdí. Y después al tratar de salir, al rato después de las balas, nos dimos
cuenta que a los obreros los llevaban hacia arriba del cerro. Entonces ahí ha em-
pezado una balacera. La sensación que yo tuve como estudiante era que los estaban
matando. […] La impresión que nosotros teníamos –por lo menos el nivel de agre-
sividad que tuvieron con nosotros, de apalearnos y todo– era que los carabineros
entraron en forma muy violenta. O sea, eso que yo me metiera debajo de un auto
y que me pegaran con un palo, era que ellos apaleaban a diestra y siniestra1026.
En el caso de María Eugenia Horwitz, la experiencia no fue menos impactante,
aunque tal vez la vivió más inocentemente, a causa de su edad:
Yo me acuerdo, cuando nos retiraron de la Plaza Vicuña Mackenna, y luego cami-
namos con varias muchachas del Liceo y unas primas mías que estudiaban Derecho,
que llegamos ahí al lado del Correo Central y ahí había una balacera. Me acuerdo
que estaban los pelusitas, los que vendían los diarios, tirando piedras y nosotras
como parapetadas. Me acuerdo de un mocosito, mucho más chico que yo, que me
1025
Entrevista a Teresa Quiroz, Santiago, 3/1/94.
1026
Id.

399
decía: ‘oye, métete ahí detrás del árbol si no te van a matar’. Y sentíamos los
guaracazos, pero era algo tan raro, creo que era la primera vez que escuché bala-
zos en mi vida. No sabía bien lo que era...1027.
Dos entrevistados, Gustavo Horwitz y Luis Vitale, recuerdan que de parte de los
manifestantes –al menos de los más organizados– se venía implementando una es-
trategia de hostigamiento hacia las fuerzas policiales, con el fin de volverlas
ineficientes, aunque eso las volvía también más violentas. Una estrategia que, en la
época, había dado que hablar:
Habíamos diseñado en toda esta última parte del proceso […] una estrategia en
que primero aparecía la gran masa y cuando llegaban las fuerzas represivas,
orgánicamente se dividían los compañeros en distintos grupos. Y entonces la fuerza
pública –nunca los carabineros se dividen– iba a atacar a algunos. Entonces se
utilizaba un mecanismo de golpear los postes de la Alameda, los postes del
alumbrado y de los ‘troles’ que había. Los golpeaban con una piedra o con un
fierro y sonaban muy fuerte. Ese era el signo para agrupar a la gente de nuevo ahí,
en un lugar opuesto al de los carabineros. Entonces, a los pocos instantes se producía
una gran masa que se reunía…, y los carabineros partían para el otro lado y así
durante horas. Lo que enloquecía mucho a los ‘pacos’. Se pusieron muy violentos1028.
Pasado el mediodía las manifestaciones comenzaron a sobrepasar claramente
los esfuerzos de la policía por controlarlas:
Y la gente entra por Ahumada. La gente se quedó ahí en la calle Ahumada, tipo
doce del día. Impresionante, yo nunca había visto tanta gente, a no ser que la
memoria me esté traicionando. Y esta gente se quedó ahí en la calle gritando.
Eran la una, dos de la tarde y la gente todavía en grandes cantidades estaba allí.
Entonces de repente irrumpe la fuerza de Carabineros a través de parlantes pi-
diendo el despeje de las calles. Incluso la calle Ahumada iba de bote en bote…1029.
En el marco de esta situación, una vez más nos encontramos –al igual que en la
información recogida de los periódicos– con una referencia al papel jugado por las
radioemisoras en esa época:
En ese entonces, las radios transmitían. [Luis] Hernández Parker –que era un
periodista de primera– se informaba de todo, procesaba la información y a la una
y media de la tarde, tú sintonizabas [la radio] y sabías qué pasaba, de manera
sintética en el país1030.

1027
Entrevista a María Eugenia Horwitz, Santiago, 3/2/94
1028
Entrevista a Gustavo Horwitz, Santiago, 2/3/94. También hay recuerdos similares en la entrevista a
Luis Vitale, Santiago, 26/1/94.
1029
Entrevista a Alfonso Guerra, Santiago, 21/1/94.
1030
Entrevista a Luis Vitale, Santiago, 26/1/94.

400
Esta misma impresión fue reiterada por otro entrevistado: “No había ‘tele’ en
aquellos años, solo radio. Las radios informaron hasta tarde de estos terribles des-
órdenes que había en el centro de Santiago. Mucha gente se movilizó hacia el centro
de Santiago por estas informaciones”1031.

El desborde popular
Entre la mayoría de los entrevistados hay coincidencia en señalar que pasado el
mediodía del martes 2 de abril comienza a producirse el desborde de las manifesta-
ciones. Concuerdan, además, en destacar que una de las características de este
desborde fue la presencia de nuevos sectores sociales. Aparte de los estudiantes y
trabajadores que se vieron durante la mañana, en los relatos se menciona –recu-
rrentemente– a los pobladores. De acuerdo a los testimonios, este desborde tuvo
como consecuencia más visible la impotencia de las fuerzas policiales y el inicio de
acciones de destrucción.
Quien mejor sintetiza esta situación es el –en ese entonces– dirigente estudian-
til Aníbal Palma:
Se produce un desborde popular no controlado, en que los sectores de las poblacio-
nes invaden el centro de Santiago. Se empiezan a producir desmanes, asaltos a
tiendas, quema de microbuses. Es decir, un contexto de protesta o de insurrección
que ya no se compadecía con lo que había sido hasta ese momento el movimiento
estudiantil. […] Pero yo diría, por lo que recuerdo, que hasta las dos de la tarde
era lo tradicional. […] no pasó a ser más que una protesta tradicional fuerte, de
más violencia, pero dentro del marco. Y el desborde se comienza a producir entre
las tres y las cuatro de la tarde, en que empiezan a aparecer grupos ya en otra
dimensión y en que la fuerza pública se retira1032.
Esta misma impresión fue la que se llevó Juan Luis González en sus intentos por
llegar al lugar en el que quería festejar su título de médico:
Empezamos a movernos a lo largo del centro de Santiago, en la Plaza de Armas...
Hasta que, pretendiendo llegar al Club de la Unión, nos encontramos con el núcleo
de la manifestación que era en la Alameda. Y ahí vi una cosa que no se me va a
olvidar jamás. Ahí ya había otra clase de gente, ahí ya había gente de las
poblaciones, gente de la periferia. […] Realmente había una efervescencia pero
tremenda, una efervescencia que probablemente se desbordó de los cauces que
incluso los mismos estudiantes le habían pretendido dar. Y se despertó realmente

1031
Entrevista a José Santiago, Santiago, 15/2/94. Lamentablemente durante la investigación no se
pudo acceder a registros radiales.
1032
Entrevista a Aníbal Palma, Santiago, 28/1/94.

401
una agresividad, ya no solamente contra los carabineros, que en ese momento
pretendían controlar esta situación y que actuaban con una dureza muy grande,
muy firme1033.
Por su parte, el sacerdote Gabriel Larraín, quien se encontraba en el Hotel
Carrera, asistiendo al Congreso de Vida Rural, recuerda que:
En ese momento no era más que un movimiento social, un movimiento de masas
como los ha habido más de alguna vez en Chile. Hasta ese momento eran los
carabineros quienes enfrentaban estos movimientos1034.
A juicio de Alfonso Guerra, la situación se habría tornado crítica cuando los
carabineros intentaron desalojar el centro de la ciudad y fueron sobrepasados por
los manifestantes:
Como a las dos de la tarde el Gobierno parece que toma la decisión de despejar el
centro. Además, la gente en la calle empezó también a moverse, a golpear los postes,
a gritar, paralizando el tránsito y ahí se dio una efervescencia. […] Y los carabine-
ros cometen el error de querer despejar por la fuerza. Entonces empiezan a arremeter.
Todavía no era muy común la bomba lacrimógena, era a palo limpio y a balazos.
[…] Y la gente, como era tanta, empezó a resistirse, resistirse y en la medida en que
se produce fuerza contra fuerza, se van encrespando los ánimos. La ‘gallá’ empezó a
‘encarajinarse’ y se fue encima de los ‘pacos’. Ahí ya empezó el ‘despelote’ […] y los
‘pacos’ como que vieron que eso era una fuerza muy fuerte, muy grande, que no
retrocedía frente a sus embestidas. La gente se envalentonó y empezó a atacarlos1035.
Es nuevamente Juan Luis González quien nos relata un episodio que expresa,
con todo su dramatismo, el punto al que estaban llegando los incidentes en las
primeras horas de la tarde del 2 de abril:
Y ahí, cerca de la parroquia San Francisco vi una cosa fantástica, no se me va a
olvidar jamás. Había un carabinero en el medio de la Alameda –que en esa época tenía
un bandejón central con árboles– tendido en el suelo con su carabina y disparando. La
verdad es que yo no sé si estaba disparándole a los manifestantes. Yo recuerdo el repetir
de las balas…, […]. Y la verdad de las cosas es que este hombre estaba solo metido ahí,
en el medio, disparando contra la masa y de repente se le cayó toda la gente encima.
¿Qué fue de él?, no lo sé, pero eso no se me va a olvidar jamás1036.
Sobrepasada la acción de la policía, comenzó el destrozo de los bienes públicos.
En este caso, es el diputado conservador, Héctor Correa, el que recuerda:
1033
Entrevista a Juan Luis González, Bruselas, 21/10/91. Gustavo Horwitz tiene recuerdos similares.
Entrevista a Gustavo Horwitz, Santiago, 2/3/94.
1034
Entrevista a Gabriel Larraín, Santiago, 12/1/94.
1035
Entrevista a Alfonso Guerra, Santiago, 21/1/94.
1036
Entrevista a Juan Luis González, Bruselas, 21/10/91.

402
Y empezaron a destruir –las turbas– los semáforos, los faroles, las bancas de las
plazas en las calles, como sucede siempre. No hubo asaltos, al menos en el centro
de Santiago ni en el barrio alto ni otras partes. No recuerdo que haya habido
asaltos a casas particulares, no recuerdo, pero compruébelo, puede haber habido
algunas cosas aisladas pero no fue un saqueo de Santiago. De manera alguna1037.
Aunque más tarde sí se producirían saqueos y asaltos al comercio. Entretanto, a
los palos y disparos de la policía, los manifestantes respondían con piedras y con
proyectiles que obtenían destruyendo diversos objetos:
La otra cosa que era muy impresionante, era que intentaban hacer como barrica-
das con las rejas de los jardines de la Alameda. […] Yo vi cómo los tipos sacaban
las rejas que tenían los jardines, […] y sacaban los bancos, porque había bancos y
botaban los semáforos, no eran muchos pero había. Empezaron a apedrear tien-
das y tengo la impresión de que también las saqueaban1038.
Efectivamente, llegado un momento, del ataque a los bienes públicos se pasó al
asalto y robo de tiendas y comercios:
En un momento determinado tú te dabas cuenta que esa masa que se había visto
en la mañana de estudiantes, trabajadores, estaba cambiando de contenido. Es
cierto. Ya veías grupos organizados y grupos que tenían claras características
marginales delictuales. Y de ahí pasar a la vía de la ruptura de vitrinas y saqueo
fue un paso. Fue violentísimo, se pasó al saqueo…1039.
El dirigente trotskista José Santiago se recuerda de estos hechos, enfatizando
en lo poco habituales que eran respecto a la tradición del movimiento obrero:
…una movilización de masas que apareció repentinamente. Nadie habló de que se
habría convocado, pero apareció de repente. Estas masas, muy agresivas y violen-
tas, se dieron vueltas por el centro de Santiago […] cometiendo toda clase de
desmanes. Asaltando negocios, lo que en aquellos años era absolutamente inconce-
bible en Santiago o por lo menos en el movimiento obrero. Que los manifestantes
descerrajaran las cortinas de los negocios y los desvalijaran, no estaba en el histo-
rial del movimiento obrero chileno1040.

4. La tarde del 2 de abril


Como hemos visto, los recuerdos hasta el mediodía del martes 2 de abril son más
o menos homogéneos, en el sentido de reconocer ciertas tendencias generales como

1037
Entrevista a Héctor Correa, Santiago, 16/3/94.
1038
Entrevista a Juan Luis González, Bruselas, 21/10/91.
1039
Entrevista a Alfonso Guerra, Santiago, 21/1/94.
1040
Entrevista a José Santiago, Santiago, 15/2/94.

403
la movilización estudiantil, la represión y el desborde popular que se produce a
partir del mediodía. Sin embargo, iniciada la tarde –es decir a partir de las dos o
tres de la tarde, cuando ya comienzan los destrozos más violentos y los ‘saqueos’–
los recuerdos comienzan a particularizarse. Salvo respecto a ciertos hechos que en
la época tuvieron repercusión pública –como, por ejemplo, el retiro de Carabineros
o el asalto a los Almacenes París–, se pierde la visión de conjunto y cada relato
queda circunscrito a la particularidad de las vivencias. Como si la memoria se frag-
mentara en pequeños episodios, ligados a la experiencia puntual de cada sujeto.
A continuación, entonces, daremos cuenta tanto de aquellos acontecimientos
presentes en la memoria de varios de los entrevistados, como de aquellas experien-
cias particulares que –sin haber entrado en contacto en ese momento– ocurrieron
simultáneamente en aquella tarde del 2 de abril de 1957, teniendo como escenario
común las calles de Santiago.

El retiro de los carabineros y la llegada de los militares


Varios entrevistados hacen mención al retiro de las fuerzas policiales, ya fuese
como resultado de verse sobrepasadas en los hechos o como efecto de una resolu-
ción gubernamental1041. Del mismo modo, muchos son los que recuerdan la llegada
de los militares al centro de la ciudad y el despliegue de sus vehículos blindados. Al
igual que con la información de prensa –y de modo más agudo tal vez– las referen-
cias a la hora en que tales desplazamientos habrían tenido lugar, cuando las hay,
son imprecisas y cambiantes1042.
Gabriel Larraín –el sacerdote que había dejado las sesiones del Congreso sobre
la Vida Rural para ver lo que sucedía en el centro– liga el retiro de los carabineros
a la agudización de los destrozos. Al respecto, recuerda:
En un momento determinado, […] notamos nosotros que se retiran todas las fuer-
zas de Carabineros y queda Santiago sin ninguna, ninguna custodia del orden
público. Yo seguía en diferentes puntos viendo qué pasaba. […] Esto duró al me-
nos como dos horas, cuando irrumpen las Fuerzas Armadas para restablecer el
orden. Y las Fuerzas Armadas con todo el poderío que ellas tienen. Yo recuerdo
haber visto un tanque, por ejemplo, por San Diego hacia la Alameda. Había tam-
bién un tanque por Arturo Prat hacia la Alameda”1043.

1041
Al igual que en el caso de la muerte de Alicia Ramírez, estas referencias al retiro de Carabineros
serán retomadas en el Capítulo 2 de esta Tercera Parte, al hacer el análisis de las causas inme-
diatas de los hechos.
1042
Ver: Capítulo 3, Segunda Parte.
1043
Entrevista a Gabriel Larraín, Santiago, 12/1/94.

404
En el recuerdo del entonces estudiante vespertino Alfonso Guerra, el retiro de
los carabineros es lo que precede al inicio de la destrucción de los postes del alum-
brado público, hecho que causó tanto impacto en la prensa de la época:
De repente desaparecen los ‘pacos’ del centro y durante un largo rato, que es lo que
aprovecha la turba ésta para empezar a doblar los faroles […] para obstaculizar
justamente la pasada de los vehículos de los carabineros. Tiraban los postes hacia
la calle y generaban entonces como una especie de barricada. Y efectivamente
quedó un lapso como entre las dos y las cinco en que los ‘pacos’ tuvieron que
retirarse porque no pudieron frenar el ímpetu de la gente… […] Y el Gobierno
entonces da la orden de que salga el Ejército. Así que sale el Ejército. […] Como a
las cinco, seis de la tarde empiezan a entrar los primeros tanques. Tanques…,
primera vez en mi vida que veía los tanques tan de cerca1044.
Para Luis Vitale, el retiro de los carabineros fue el resultado del triunfo de los
manifestantes sobre las fuerzas policiales:
Se logró derrotar a los carabineros […]. Parece increíble pensar en eso pero así fue:
fueron derrotados los carabineros. Y se dispersaban por todas partes […]. Por lo
tanto Ibáñez debe decidir –no sé exactamente la hora– reemplazar a los carabine-
ros por el Ejército. […] Lanza los tanques a la calle y los tanques vienen avanzando
¿cierto? desde Estación Central hacia más al centro. Yo recuerdo muy, muy bien,
quizás se haya producido en otras partes, no sé si era generalizado todo esto. […]
¿Qué decide hacer el Gobierno ante esta situación? No puede derrotar el movi-
miento de las calles porque es muy grande. […] Porque también hay que tener en
cuenta que no hay carabineros tampoco. Entonces en vista de esta situación el
Ejército decide cercar, cerca un perímetro y defiende más bien el centro ¿no?1045
Son varios los entrevistados que confirman que el despliegue de los militares
causó mucha impresión. Entre ellos, Patricio Hevia:
Y estando en eso llega entonces el Ejército, ya una vez que se produce la destruc-
ción. Cuando se estaba en plena destrucción, con quema de llantas, […] en la
Alameda todo eso, sin ningún carabinero, sin nada, aparecen los tanques. […]. No
es que el Ejército fuera a complementar a la fuerza policial, sino que había ausen-
cia –por orden superior del Gobierno– de protección en la ciudad. Era casi como
incitar a todo esto. […] Entonces cuando llega el Ejército, […]se largan a dispa-
rar. Ahí no sabemos cuántos muertos quedaron. Entonces les tiraban piedras y
estos contestan y todo… […] …eran puros muchachos jóvenes que disparaban.

1044
Entrevista a Alfonso Guerra, Santiago, 21/1/94.
1045
Entrevista a Luis Vitale, Santiago, 26/1/94.

405
Ahora los tanques los tengo claramente…, los tanques por la Alameda. Y eran
varios tanques. No era la figura imaginaria sino que eran tanques efectivamente
que fueron caminando1046.
Sin embargo, en un primer momento, al parecer algunos sectores de la ciudada-
nía recibieron con beneplácito la intervención de los militares, interpretándola como
otro signo de la derrota de los carabineros:
Cuando salieron las primeras unidades blindadas que llegaron a la Plaza de Armas,
la gente creía que iban a favor... […] entonces creyeron que el Ejército iba a apoyar
esa sublevación. Que iba a apoyar ese movimiento popular que se venía contra el
Gobierno, y gritaban ‘viva el Ejército, abajo el paco Ibáñez, viva el Ejército’. Cosa
curiosa y los ‘gallos’ [militares] miraban, se reían no más, les importaba un cuesco.
Pero ya después se empezaron a serenar las cosas1047.
Por último, el testimonio de Marco Antonio Ojeda, joven suboficial del Ejército
que debió patrullar en la noche del 2 de abril, confirma el retiro de Carabineros en
horas de la tarde:
También supe que cuando nosotros entramos habían retirado Carabineros. Hubo
un momento en que era tal el desorden que... y la gente empezó a apedrear a
Carabineros. En ese tiempo no se usaban estos ataques y ante ese hecho de la
gente, retiraron Carabineros y entramos nosotros1048.

Ataque a los Almacenes París


Dentro de los hechos ocurridos en el lapso que transcurrió entre el retiro de las
fuerzas policiales y la llegada de los militares, el asalto a la tienda Almacenes París
fue uno de los que más impacto causaron. Recordemos que la prensa informó profu-
samente del hecho, destacando la participación de estudiantes que intentaron
evitarlo1049. En efecto, Alberto Acevedo –el estudiante de Medicina que participó de
la creación de brigadas que intentaron poner orden en las manifestaciones– recuer-
da que en las primeras horas de la tarde les fueron a anunciar que un grupo
amenazaba los Almacenes París1050. Estos se ubicaban en Alameda con San Antonio,
a menos de dos cuadras del local de la FECH:
Que iban a asaltar y a saquear los Almacenes París. Visto lo cual, partimos con un
grupo de cuatro o cinco estudiantes más. […] Llegamos e hicimos una cadena alrededor

1046
Entrevista a Patricio Hevia, Santiago, 19/1/93.
1047
Entrevista a Alejandro Pizarro, Santiago, 16/12/93.
1048
Entrevista a Marco Antonio Ojeda, Santiago, 29/3/93.
1049
Al respecto ver punto 5, Capítulo 3, Segunda Parte.
1050
El relato de Anibal Palma coincide con el de Acevedo. Entrevista a Aníbal Palma, Santiago, 28/1/94.

406
de la puerta principal. Ya había empezado la gente a tirar piedras y cosas. Yo hice un
discurso a la gente para que me ayudaran a detener esto porque tergiversaba el
movimiento estudiantil. […] Tuve mucho eco y un montón de gente se unió a nosotros
y éramos después como treinta unidos, decididos... tratando de hacer algo1051.
El relato de Acevedo viene a confirmar aquellas denuncias que en la época se
hicieron sobre la posible participación de provocadores:
En ese momento me llamó la atención algo muy especial […] es que comenzaron a
aparecer sujetos que yo ya había visto: cuarentones, vestidos de terno, serios –de
bigote algunos, pero bien peinados– que arengaban a la gente para que hiciera des-
manes. Arengaban a la gente para lo de los Almacenes París. Y yo me planté frente a
ellos y los puse en evidencia: ‘estos son los hombres que quieren tergiversar nuestro
movimiento, este señor que está aquí es... ¿qué hacemos con él?’. Y ‘fregaron’, no
pudieron asaltar los Almacenes París y nosotros estuvimos ahí como hasta las nueve
de la noche. En ese momento llegó la noticia de que había toque de queda, […]
…deben haber sido las ocho de la noche y el toque de queda era a las nueve1052.

Intentos por dar conducción


La intervención de algunos dirigentes estudiantiles para evitar el saqueo de
Almacenes París, fue tal vez de los últimos momentos de ‘conducción’ en el desarrollo
de los acontecimientos del 2 de abril. La impresión que en la mañana habían tenido
los dirigentes de la FECH, de que el movimiento se les escapaba de las manos, durante
la tarde ya era una certeza. No obstante, se hicieron aun algunos esfuerzos.
Quien más crudamente expresa el sentimiento de haber sido desbordado por los
acontecimientos es Eduardo Moraga, quien era el presidente de la FECH en abril
del 57. Y lo hace –tal vez por haberse sentido objeto de críticas en ese momento– de
un modo un tanto justificatorio:
Fuimos sobrepasados, sobrellevados en lo que era la intención del movimiento
estudiantil de tomar esta bandera de reclamar por esta alza. Se vio que había no
sé si otros intereses u otras organizaciones detrás de esta asonada, de este movi-
miento, pero la verdad es que no fueron estudiantes los que dimos un golpe siquiera
contra los faroles…1053.

1051
Entrevista a Alberto Acevedo, Santiago, 5/1/94.
1052
Id.
1053
Entrevista a Eduardo Moraga, Santiago, 27/1/94. En la época, Eduardo Moraga fue criticado por algu-
nos sectores de no haber cumplido bien su rol de presidente de la FECH. En particular, Gustavo
Horwitz recuerda: “…cuando este movimiento había adquirido cierta magnitud, Moraga que era el
presidente de la FECH había desaparecido del escenario, nadie sabe dónde se había ido. […] O sea,
(Continúa en la página siguiente)

407
La visión de Gustavo Horwitz –el vocal socialista de la FECH– tiende, en cam-
bio, a rescatar los esfuerzos realizados en aquel momento, por vanos que hayan
resultado:
Ese día hicimos un intento [de dar conducción] pero era una ilusión..., el asunto
ya estaba desencadenado. A pesar de que teníamos un gran ascendiente sobre la
gente, pero las masas eran inmensas. Además eso pudo haber sido controlado si
hubiéramos participado con la autoridad, digamos con el Gobierno. Porque uno
de los elementos incontrolables eran los Carabineros y de eso no nos podíamos
encargar nosotros. Ellos fueron el gran elemento provocador del estallido.
Ahora, nosotros teníamos un gran ascendiente sobre la gente, eso era notable, era
un hecho inobjetable. Pero para eso había que tener acceso a la gente y subidos
arriba de una mesa ahí en la FECH, hablándole a una multitud embravecida, no
íbamos a conseguir nada. Como de hecho no conseguimos nada1054.
Alfonso Guerra, dirigente del Comando contra las Alzas en representación de
los estudiantes vespertinos, tenía vínculos con las Juventudes Comunistas. Y una
parte de éstas –como veremos más adelante– jugaron una voluntad de conducción
más allá de la directiva de la FECH. Sin embargo, la visión de Guerra reconoce
igualmente la impotencia del momento:
Tratamos de darle conducción hasta las cuatro o cinco de la tarde. Tratamos de
frenar el saqueo, pero en realidad era muy difícil. Tú no puedes cuando estás al
frente de una horda. […] …pero ya después la gente que entró no te reconocía
como dirigente. Tú podías tener influencia mientras estaban los estudiantes, los
‘viejos’ de la construcción, mientras estaba esa masa que tenía una actitud de
lucha política contra las alzas. Pero cuando toda esa masa empieza a desaparecer
y empieza a emerger este otro mundo que efectivamente emergió, que bajó de San
Miguel, que bajó de Conchalí… Efectivamente llegó esa gente y ya los grupos que
se movían no te reconocían… […] No había ninguna posibilidad de conducción
política porque ya tu mundo había sido desplazado. Había ahí una masa con odio,
con mucho resentimiento. […] Tipo seis, siete de la tarde ya nosotros perdimos el
control de esta cosa. Bueno, ¿qué hicimos?, nos fuimos a reunir para conversar
este asunto y la idea fue preparar un paro nacional. A todo esto, [ya] habían
sacado el acuerdo de Estado de Sitio…1055.

de hecho quedamos nosotros a cargo de la Federación”. Patricio Hevia, por su parte, tiene la impre-
sión de que Moraga fue virtualmente retenido por personeros del Ministerio del Interior o de Defen-
sa con el fin de dejar sin conducción a la FECH. El propio Moraga relató haber asistido en la tarde a
una reunión al Senado y luego a otra organizada por la CUT en la cual habría sido detenido, junto a
otros dirigentes sindicales, siendo liberado en horas de la noche.
1054
Id.
1055
Entrevista a Alfonso Guerra, Santiago, 21/1/94.

408
Finalmente, el relato de Federico García –uno de los principales dirigentes del
sector de las Juventudes Comunistas que intenta conducir los acontecimientos en
una perspectiva revolucionaria, como veremos más adelante–, a pesar de su valora-
ción de la acción de las masas, reconoce también la dificultad de la tarea:
El asunto es que el día 2 [de abril] se producen movimientos masivos de gente.
Hay combates en distintas partes de Santiago y en el fondo la masa logra conquis-
tar los espacios. Se puede decir que ni el Ejército ni la policía habían podido tomar
terreno en ese asunto. Los dueños, los que se quedan con el terreno fue una masa
en la que ya cada cual hace lo que quiere. De ahí que la sensación que embarga a
esta dirigencia es que se nos escapa la cosa.
Pero en la noche ya hay algunas reuniones y se resuelve continuar empujando las
cosas y ver manera de lograr obtener algún nivel de coordinación. Sin embargo,
ya para entonces hay conflictos con la dirección comunista, […]. Entonces, al día
siguiente continúa la cosa pero ya más debilitada y después ya al tercer día las
cosas estaban controladas1056.

Memorias de una tarde a través de siete episodios


Lo que nos revelan las entrevistas, es que detrás de cada recuerdo de un testigo
o de un actor, hay una historia particular hecha de pequeños episodios, como los
que presentamos a continuación.
• Manuel Cabieses era reportero del diario Última Hora y tenía 23 años. Su hija
Francisca acababa de nacer en el Hospital San Juan de Dios, en la calle Matucana:
La situación en Santiago, particularmente en el área del centro de la ciudad, era
tan caótica y peligrosa que nosotros los reporteros del diario tuvimos que quedar-
nos en el sector del diario. Me acuerdo que nos fuimos a dormir a un hotel que
todavía existe, el Hotel Sao Paulo, porque era demasiado peligroso salir del área
esa. Y yo vine a conocer a mi hija varios días después, el 4 o 5 de abril… Virtual-
mente no se podía atravesar el perímetro de la ciudad.
Era una situación bastante caótica lo que recuerdo: incidentes que se producían
en cada momento, por todos lados, tiroteos. Me recuerdo haber visto un grupo de
gente echando abajo postes de la luz eléctrica, era como sorprendente ver que los
ataban, sacaban cuerdas, [y quedaban] doblados en las calles. La gente apedrean-
do vitrinas, sacando cosas y enfrentándose con la policía hasta que entró el Ejército
a operar. Esos son algunos recuerdos aislados que tengo1057.

1056
Entrevista a Federico García, Santiago, 4/2/94.
1057
Entrevista a Manuel Cabieses, Santiago, 28/12/93.

409
• Luis Salazar era dirigente del sindicato de la industria MADECO y tenía 29
años. En esos días de abril estaban en plena negociación colectiva:
Nosotros en ese período estábamos con nuestro pliego de peticiones, que nos corres-
pondía presentarlo a la tercera citación de la Junta de Conciliación en la cual nosotros
teníamos que estar. Debíamos ir a como diera lugar, porque de lo contrario se nos
creaba un problema. La patronal podía darnos por inasistencia y comprometer nues-
tras demandas económicas. Fue así como el día 2 de abril nosotros fuimos a esta
reunión a la Junta de Conciliación, pero que estaba en [la calle] Borgoño, al otro
lado del [río] Mapocho. Y la verdad es que llegamos hasta el puente no más. Porque
en ese momento era la balacera terrible, las garitas de vehículos que había ardían
de fuego. Y la verdad es que nosotros tuvimos que devolvernos porque no había
reunión de Junta de Conciliación. Volvimos y no teníamos el tiempo para hacer una
asamblea general, porque ya eran las cinco de la tarde1058.
• Alberto González era obrero gráfico y tenía 24 años. El martes 2 de abril en su
industria decidieron parar de trabajar a media tarde:
Yo trabajaba en Bellavista, en Kegan. Nos vinimos todo el Sindicato a Mapocho y
entre arranques por ahí también ayudamos a quemar algunas garitas. Algunas
garitas, lo que era un poco contradictorio porque quemábamos las garitas de nues-
tros propios compañeros del transporte. Pero era tanta la bronca que había, que
yo creo que más que el alza de la locomoción era […] que se había ido acumulando
la rabia, así. Y es tanto que Carabineros no se la pudo, a pesar de que hubo una
matanza muy grande en Mapocho. […] Ahora, no se olvide también que todos esos
hechos se centralizaron en el sector Mapocho, en el sector extra-Santiago. […] Por
una cuestión muy lógica: Mapocho era el centro donde convergían todos los fina-
les de micros o por ahí pasaban casi todos los micros que había en ese tiempo en
Santiago. No estaba tan ramificado Santiago1059.
• Héctor Correa tenía 41 años y era diputado del Partido Conservador. Ese día
martes también había asistido a la Cámara:
Le confieso que pasé uno de los sustos más grandes de la vida. Sesionó el Congreso,
se levantó la sesión de la Cámara como a las ocho, las nueve de la noche. Yo salí
con el diputado conservador Juan Valdés Riesco. Tomamos el auto que estaba
estacionado frente a la Cámara y enfilamos por Morandé con el propósito de llegar
1058
Entrevista a Luis Salazar, Santiago, 4/3/94.
1059
Entrevista a Alberto González, Santiago, 22/12/93. Julio Stuardo nos relató una experiencia similar,
pero que habría ocurrido con los trabajadores del sindicato de Zig-Zag. A Stuardo le habría
correspondido ir a convencerlos de que participaran en las manifestaciones y habrían marchado desde
el lugar donde estaba Zig-Zag hasta la Estación Mapocho, donde se estaba construyendo el monumento
a Arturo Prat el que, como ya sabemos, fue totalmente destruido. Entrevista a Julio Stuardo, Santiago,
24/1/94.

410
hasta el Mapocho y de ahí subir. Pero nos hemos encontrado con un taco de tránsito,
probablemente provocado por los que prepararon este movimiento y empezamos a
sentir las balas que rebotaban en los estucos de los edificios. Yo le dije: ‘mira Juanito,
simplemente tendámonos adentro del auto porque de repente nos llega una [bala]
y sería la muerte más idiota’. Y nos invadió, así, una sensación de inseguridad
[…] porque uno no sabía de dónde venían las balas1060.
• Naúm Kramarenko era corresponsal para la NBC y tenía 34 años. Comenzados
los incidentes del 2 de abril, se alojó por tres o cuatro días en el Hotel Carrera para
poder cubrir de cerca de los hechos:
Lo que recuerdo son mis caminatas desde Hotel Carrera hasta el Ministerio de
Defensa y hasta la Radio Corporación […] para recoger noticias de lo que estaba
pasando… […] Ahora, lo que yo recuerdo es haber estado en un segundo piso, en
Ahumada, con todos los negocios cerrados. La gente no tenía dónde meterse. Fren-
te a donde está el café Haití ahora, había un restaurante naturista y contra las
rejas de ese restaurante naturista vi como un carabinero […] con la lanza le atra-
vesó el muslo a una persona, a un hombre no tan joven, un hombre de unos 40
años. Y cómo picanearon a la gente y la corretearon, era una cosa muy, muy
violenta. Los carabineros con sable y con lanza. No hubo tiroteo pero sí hubo
balazos en otras partes. En la Alameda. Es decir en ese acto no hubo tiros pero en
Alameda hubo balazos de ida y de vuelta1061.
• Federico García tenía 24 años y andaba por el centro de Santiago trasladando
propaganda de las Juventudes Comunistas:
Bueno, entonces ese día, me acuerdo, hay que ir a llevar toda esta papelería y voy
cruzando por el cerro Santa Lucía... Entonces voy con un alto de panfletos y uno
me hace señales. Está toda la gente tirada por el suelo, me hacen señales... me
dicen ‘escóndete, escóndete’, me gritan... Había mucho ruido y tiros por todos la-
dos, y yo ahí. Me estaban disparando del Santa Lucía. Entonces me fui, me escondí
detrás de una casa, ahí en Tenderini, en una callecita corta. Me meto detrás de
una puerta cuando entra un ‘paco’ persiguiendo un muchacho, lo arrincona fren-
te mío y lo mató…, contra la pared, ahí cayó1062.
• Alejandro Pizarro tenía 35 años y era funcionario del Banco del Estado, ubica-
do en la Alameda esquina de Morandé:
A mí me tocó presenciar en la tarde del 2 de abril desde el entrepiso del Banco del
Estado […] y tener que agacharnos, meternos bajo las máquinas, porque volaban
1060
Entrevista a Héctor Correa, Santiago, 16/3/94.
1061
Entrevista a Naúm Kramarenco, Santiago, 10/3/94.
1062
Entrevista a Federico García, Santiago, 4/2/94. La víctima pudo haber sido el garzón Sergio Rodríguez
Muñoz.

411
las balas... […] Desde ahí veíamos las cargadas de la población, los piedrazos. Vi
por ejemplo un motociclista, un carabinero, completamente sangrando, destroza-
da la cara para abajo, impresionante, y el tipo seguía manejando su moto por en
medio del paseo de la Alameda, tratando de alcanzar el Ministerio de Defensa
para refugiarse. Era un momento en que todavía las Fuerzas Armadas no salían a
la calle, no intervenían en esto. […] …y cuando salimos en la tarde –al atardecer
del 2 abril, un día de otoño, todavía estaba claro, las ocho de la noche, no era tan
oscuro– nos fuimos […] Alameda arriba y vimos los destrozos. Qué cosa más ho-
rrorosa, […] los vidrios del ‘Domus’ –el restorán ese donde la gente conversaba y
hacía tertulias literarias y políticas en la noche– quebrado todo. ‘El Negro Bueno’,
más abajo, todo quebrado. Montones de escombros de vidrios botados en el suelo,
que era difícil pasar incluso. Una desolación1063.

El robo de armerías
La prensa de la época informó abundantemente sobre el asalto que habrían
sufrido algunas armerías del centro de Santiago, en la tarde del 2 de abril de 19571064.
Sin embargo, en ese momento no hubo pruebas fehacientes de que los manifestan-
tes hubiesen atacado con armas de fuego a la policía. Por su parte, en los testimonios
recogidos a través de las entrevistas, nos encontramos con dos relatos que hacen
mención explícita a estos hechos, reconociendo la existencia de los asaltos pero, al
mismo tiempo, situándolos en su contexto.
Es el relato de Luis Vitale el que proporciona los mayores antecedentes:
Y bueno, entonces, el día 2 de abril en la tardecita ya, comienzan las expropiacio-
nes. Yo diría que las expropiaciones, los asaltos a las armerías en que yo participé,
no serían más de las dos o las tres de la tarde del día 2 de abril. Temprano, tempra-
no. Y ahí se expropian todas las armerías que había en la calle Tenderini y después
avanzamos sobre las que estaban en la zona de Arturo Prat, San Diego y todo eso.
Fueron prácticamente expropiadas casi todas…1065.
Vitale –que militaba en esos años en el Partido Obrero Revolucionario– coinci-
de, sin embargo, en que el resultado de estas operaciones no fue el que podría
imaginarse:
Pero, ¿qué armas tenían? Tú sabes, las armerías ¿qué es lo que pueden tener? Era,
más bien, un poco simbólico. Se sacaron unos rifles, claro, pero no había armas
pesadas. […] Daban vueltas, disparaban ahí, tiraban, pero no había ninguna

1063
Entrevista a Alejandro Pizarro, Santiago, 16/12/93.
1064
Ver punto 5. Capítulo 3, Segunda Parte.
1065
Entrevista a Luis Vitale, Santiago, 26/1/94.

412
preparación, entrenamiento, nada, todo era así. Algunos se llevaron las armas
para la casa, claro, la mayoría1066.
Es así como Alfonso Guerra recuerda haber sido testigo de este tipo de hechos:
“Hubo muchas actitudes…, me recuerdo de un ‘gallo’ que iba con una escopeta en
las manos y llevaba cajas de balas de revólver y no hallaba qué hacer”1067. La misma
impresión guarda Gustavo Horwitz, quien le atribuye al asalto a las armerías un
significado de tipo simbólico:
Asaltaron las armerías, por ejemplo. Hay unos distinguidos abogados que en ese
tiempo asaltaron dos armerías que había ahí en Tenderini. ¿Y para qué las asalta-
ron? Para asaltarlas no más, porque era el símbolo..., tener armas era el símbolo
de que tenemos poder. No usaron las armas para nada, además no creo que hayan
servido1068.
La decisión del Gobierno de poner freno a la situación significó la posterior
llegada de las Fuerzas Armadas y el control que se establece en la zona céntrica.
Ello pondría fin a este tipo de acciones:
En la Alameda con Serrano, estábamos ahí por el café ‘Indianápolis’, cuando enton-
ces se abrió la armería que justo quedaba en la esquina y, bueno, expropiamos la
armería. Me acuerdo muy bien que ya estaba el Ejército […]. Con los ‘pacos’ era
fácil pero cuando llegan ellos con tanques y todo… De repente llega un regimiento,
un destacamento sería, atacándonos, me acuerdo muy bien. […] yo me acuerdo que
me fui con un fusil que había sacado de ahí, arrastrándome. Arrastrándome por ese
callejón que hay ahí en [la galería] Indianápolis, que va a dar a Serrano. Y ahí
empezaron los balazos, yo dije aquí... Por primera vez vi la muerte muy cerca.
Y bueno, logramos escapar..., pero ya la presencia del Ejército era muy fuerte1069.

La Moneda: ‘asalto’ y reunión


El palacio de La Moneda fue un lugar que motivó controversias en los días de los
sucesos de abril de 1957. No solo porque allí funcionaba el centro del Poder Ejecu-
tivo y se tomaban las principales decisiones políticas, sino porque el martes 2 de
abril en la tarde se celebró ahí una reunión que resultó determinante para el curso
posterior de los hechos y porque, al mismo tiempo, el lugar habría sido objeto del
hostigamiento de los manifestantes1070.

1066
Id.
1067
Entrevista a Alfonso Guerra, Santiago, 21/1/94.
1068
Entrevista a Gustavo Horwitz, Santiago, 2/3/94.
1069
Entrevista a Luis Vitale, Santiago, 26/1/94.
1070
Sobre los intentos de ataque a La Moneda, ver punto 5, Capítulo 3, Segunda Parte.

413
Sobre el eventual ‘asalto’ a La Moneda nos encontramos, en primer lugar, con
dos testimonios polares: el del diputado conservador Héctor Correa y el del diri-
gente juvenil comunista Federico García. El primero, afirma:
Hubo una falla de la fuerza pública, que en ese momento era el Ejército, que dejó
pasar [por la calle] Moneda abajo una turba que pasó frente a La Moneda con
notorio propósito de asaltar La Moneda, si hubiera podido. Esa fue mi impresión.
Tuvieron que cerrar las puertas de La Moneda y, no sé…, había oscurecido y empe-
zaron a tirar piedras y hubo balazos contra La Moneda. Y me contaba Osvaldo
Yáñez Bustos, que era ministro, que tuvieron que tirarse al suelo dentro de La
Moneda para que no les llegara algún balazo1071.
Federico García, por su parte, junto con reconocer que no hubo ataque se la-
mentó de ello:
Y la gente rodea La Moneda, pasan en torno a La Moneda. Dentro de La Moneda
está solo el presidente con Benjamín Videla, después se supo, cada uno con una
pistola. Pero realmente era cosa de empujar la puerta. Pero nadie lo hizo. Ahí hay
uno de los dirigentes de la ‘jota’ que se pasea al frente de las masas ahí, en todo el
centro, pasa frente a La Moneda, que está a oscuras, y no se le ocurre atacarla. Se
llegó casi justo al objetivo del poder, pero no..., no había estructura, no había
organización para eso1072.
Otros testimonios refuerzan también la impresión de que, finalmente, a pesar
de la presencia de manifestantes en el sector, no hubo intentos serios de atacar el
palacio. Entre ellos el relato de Alejandro Pizarro, que observaba los hechos desde
el Banco del Estado, a escasos metros de La Moneda:
Pero hubo un momento en que hubo una masa grande de gente que se acercó
hacia La Moneda. El 2 mismo en la tarde, una masa enorme se acercó hasta la
calle Morandé y ahí entró ya a actuar Carabineros enérgicamente y los dispersa-
ron. Eso lo vi yo cerquita, desde el entrepiso1073.
Esto del asalto o no a La Moneda tuvo su importancia porque en esos mismos
momentos, se realizaba allí una reunión del ministro del Interior con dirigentes
políticos, para discutir el camino a seguir frente a la gravedad de los incidentes. Y
tal como lo vimos en capítulos anteriores, el Gobierno finalmente argumentó este
supuesto ataque para decretar el Estado de Sitio. Esta circunstancia coincidió con
la llegada de una delegación de dirigentes estudiantiles, convocados por el mismo
ministro Videla. Entre ellos estaba Gustavo Horwitz, quien recuerda:

1071
Entrevista a Héctor Correa, Santiago, 16/3/94.
1072
Entrevista a Federico García, Santiago, 4/2/94.
1073
Entrevista a Alejandro Pizarro, Santiago, 16/12/93.

414
Mientras nosotros estábamos en asamblea alguien trajo un mensaje de que el
ministro del Interior quería hablar con los dirigentes estudiantiles. […] Entonces
acordamos ir a hablar con el Gobierno. Nosotros no queríamos que se desarrollara
o se desatara esta situación y pensamos, lógicamente, que el Gobierno nos llama-
ba porque estaba perdiendo el control, como de hecho estaba ocurriendo. Entonces
va una delegación a hablar con el Ministro.
Llegamos a La Moneda cuando ya en ese momento llegar a La Moneda era bas-
tante difícil porque el ‘despelote’ que había en la Alameda y en las inmediaciones
era gigantesco. […] Debe haber sido alrededor de las ocho de la tarde, ya había
oscurecido, entre las siete y media y ocho serían1074.
Llegados a La Moneda, los dirigentes de la FECH debieron esperar un rato para
que el ministro Videla los recibiera, ya que se encontraba reunido con el senador
liberal Fernando Alessandri, que era presidente del Senado, y con Juan Antonio
Coloma, dirigente del Partido Conservador:
En un momento el ministro del Interior –seguramente avisado de que nosotros
estábamos esperándolo– sale de esa reunión para atendernos. Y nos atiende en una
oficina de al lado. [Desde allí] alcanzábamos a divisar, dentro del gabinete, a
Fernando Alessandri y a Juan Antonio Coloma. Entonces le dijimos: ‘usted nos
mandó llamar, nosotros somos dirigentes de la FECH y le venimos a exponer cuá-
les son las condiciones que exige la FECH para llamar a poner término a este
movimiento’. Nosotros ya nos habíamos puesto de acuerdo en un petitorio. Enton-
ces el ministro del Interior nos dice: ‘miren señores, el Gobierno no acepta exigencias
de nadie así que se terminó aquí la entrevista’. ‘Muy bien –le dijimos– seguiremos
adelante’. Y se acabó la entrevista1075.
A juicio de Horwitz, el ministro del Interior habría desahuciado la negociación
con los estudiantes porque ya en ese momento había obtenido el apoyo de la dere-
cha para solicitar facultades extraordinarias en el Parlamento. Cancelada la
entrevista, los dirigentes estudiantiles debieron abandonar La Moneda. Sin embar-
go, al salir se dieron cuenta que la situación estaba muy tensa:
Bueno, teníamos que irnos. En ese momento […] a la persona que andaba en la
calle, frente a La Moneda, le metían bala. La Moneda estaba cerrada, había una
guardia de Carabineros impresionante. Habían puesto una ametralladora al
interior de La Moneda apuntando hacia la puerta, por si acaso alguien venía a
botarla. Nos encontramos con esto y nos volvemos para adentro y le decimos al
oficial de guardia que nosotros no estamos dispuestos a irnos si no nos daban
garantías. […] A todo esto vienen saliendo Alessandri y Coloma. Entonces nos
1074
Entrevista a Gustavo Horwitz, Santiago, 2/3/94.
1075
Id.

415
dirigimos a Alessandri, que iba saliendo para subir a su auto que estaba en la
puerta, y le decimos ‘usted señor Alessandri tiene que sacarnos de aquí, nos van a
matar y el Gobierno nos mandó a llamar’. Entonces nos dijo que no tenía nada
que ver con nosotros, cerró la puerta y se mandó a cambiar1076.
Finalmente, Gustavo Horwitz recuerda que la situación tuvo una salida gracio-
sa. El Gobierno decidió poner a disposición de los estudiantes una custodia militar
que debía acompañarlos hasta el lugar al que se dirigieran, para garantizar que
llegaran sin contratiempos. El problema fue que los dirigentes debían dirigirse a
una reunión en un lugar secretamente convenido…

5. La noche del 2 de abril


Poco antes que se estableciera el toque de queda –a las 21 horas de ese martes 2
de abril– la ciudad comenzó a despejarse. Recordemos que esto coincidió con el
despliegue de fuerzas militares que vinieron a cubrir el vacío dejado por el retiro
de Carabineros algunas horas antes.

Movilización de Investigaciones y patrullaje militar


Ya hemos visto –tanto a la luz de la documentación de la época como de las
entrevistas– que el dispositivo policial y militar desplegado en la tarde y noche del
martes 2 de abril fue complejo y difícil de evaluar. Como complemento a esa infor-
mación, tenemos los relatos del policía de Investigaciones Ricardo Palma y del
suboficial de Ejército Marco Antonio Ojeda, que fueron –ambos– movilizados de
manera extraordinaria en la noche del martes 2 de abril.
Ricardo Palma era detective del Servicio de Investigaciones y tenía 23 años.
Soltero, vivía con su madre en la calle Andrés Bello, cerca de Loreto, en la ribera
norte del río Mapocho:
Ahora, mi recuerdo es el siguiente. Yo estoy en mi casa, de repente la asonada es
fuerte y por radio llaman a que todos los efectivos de Investigaciones deben llegar
a sus cuarteles. Yo había salido a las dos de la tarde porque mi turno se terminaba
a las dos de la tarde. […] Yo creo que eran como las nueve y media de la noche y yo
cruzo. Lo que yo pensé que iba a ser un cruzar no fue un cruzar. Cuando ya llego al
puente de Recoleta me doy cuenta de que la cosa va en serio. ¿Por qué? Porque
donde se estaba haciendo la estatua de Arturo Prat, eso ya estaba completamente
quemado. Estaba todo en el suelo1077.

1076
Id.
1077
Entrevista a Ricardo Palma, Santiago, 24/1/94.

416
Palma recuerda que había incendios en varios lugares, que los semáforos no
funcionaban y que los postes del alumbrado estaban en el suelo. Reinaba la
oscuridad:
Entonces empiezo a sentir balazos, tienen que haber sido los ‘milicos’. […] Ya
habían puesto guardia en los puentes, por lo tanto ya no se podía cruzar. Entonces
cuando yo crucé, yo mostré la placa, y así logré pasar, prácticamente agachado
desde el puente Recoleta hasta la Estación Mapocho donde se desarrollaba una
batalla más o menos fuerte. Ahí tiene que haber sido entre ‘milicos’ y civiles que
atacaban para destruir. […] Bueno, finalmente llegué a mi cuartel. […] Cada uno
contaba lo que le pasaba. Los que venían de Alameda que había ya ráfagas de
bala qué sé yo, ametralladoras1078.
Marco Antonio Ojeda se recuerda perfectamente de los hechos, porque cree que
debe haber sido la primera vez que lo acuartelaban siendo suboficial de Ejército.
Tenía 21 años:
Recuerdo que el 2 de abril hubo una efervescencia, hubo huelgas y la fuerza públi-
ca no fue capaz de contener todo estos desórdenes y recuerdo que nos acuartelaron.
[…] Y nos tocó salir con tropas y a mí me designaron, como subteniente, a cargo de
una sección de aproximadamente 30 hombres, para los efectos de patrullaje. Más
que todo de presencia militar en el centro. El lugar que me destinaron fue el Mi-
nisterio de Defensa. Nos tocaba patrullar el sector entre [las calles] Gálvez, y Lord
Cochrane, por la Alameda y Alonso Ovalle por el extremo sur. Y en la noche nos
alojamos en el mismo lugar, en la Plaza Bulnes y ahí pasamos la noche1079.
Recuerda que salieron al atardecer de la Escuela de Unidades Mecanizadas y
que fueron transportados en carros blindados o en camiones, con los conscriptos de
la Escuela. El patrullaje a su cargo se desarrolló sin mayores complicaciones ya que
el perímetro del centro cívico estaba totalmente “copado” por unidades militares:
O sea la gente la iban filtrando en las cuadras anteriores así es que ya a la altura del
Ministerio de Defensa y La Moneda ya no llegaba nadie, solamente los moradores.
[…] Me acuerdo de que en la noche cuando estábamos haciendo guardia la gente
que vivía ahí […] bajaba a ofrecernos café..., muy amable. No nos veían como algo
represivo, al contrario como que les estábamos cuidando sus propiedades1080.
Finalmente, el relato de Ojeda confirma la llegada, en la noche del martes 2 de
abril, de tropas de otras localidades con el fin de reforzar el contingente a cargo de
la plaza de Santiago:

1078
Id.
1079
Entrevista a Marco Antonio Ojeda, Santiago, 29/3/93.
1080
Id.

417
Me acuerdo sí que mi hermano –él también era oficial de Ejército– él había salido
un año antes que yo. El estaba en el regimiento Buin. No, no, a ver, no, estaba en
Los Andes y trajeron tropas de Los Andes y nos encontramos por casualidad en la
plaza Bulnes los dos, patrullando. Claro él estaba en Los Andes y yo venía llegan-
do de Copiapó, así que... hubo gente, hubo traslado de tropas. Era más o menos
normal traer gente desde Los Andes1081.

Últimas reuniones y repliegue


Mientras las fuerzas militares tomaban sus posiciones definitivas, los últimos
grupos de manifestantes se retiraban hacia los barrios y los dirigentes que habían
intentado dar alguna conducción a los acontecimientos volvían a sus casas cabizba-
jos. No sin antes haber sostenido algunas reuniones clandestinas para ver qué hacer
al día siguiente.
Una de las últimas movilizaciones masivas del día martes 2 de abril debe haber
sido la que le tocó presenciar al estudiante Alberto Acevedo, cuando ya se retiraba
hacia su hogar:
A mí me tocó venir hacia el barrio alto, dispersando a la gente que nos obedecía
fantásticamente. Todo el mundo se iba para la casa. A todo esto, entiendo que salió
el Ejército… […] Bueno, venía llegando a Plaza Italia cuando me encuentro con
una columna de unas 800 personas que venía por Vicuña Mackenna en un amplio
frente, con pancartas. Quién sabe de dónde vendrían… Estaban llegando como a
las ocho de la noche al centro. […] La gente se comenzó a ir, […], sobre todo ante
el hecho de que faltaba como media hora para el toque de queda y que estaban los
militares en la calle. No sé si había muertos pero seguramente iban a haber. Así es
que se dispersó la columna y ahí yo me vine para la casa1082.
Para José Cademartori, joven economista comunista que acababa de ser elegido
diputado en la elección del 3 de marzo, pero que aún no asumía su cargo, el recuer-
do de esa noche es imborrable:
…Santiago a las nueve de la noche, totalmente oscuro. Todo el centro, rotas las
lámparas de la calle y yo volviendo a mi casa en medio de esa oscuridad, hasta el
paradero cuatro de la Gran Avenida. Recorriendo [la calle] San Diego absoluta-
mente a oscuras, con el temor naturalmente de asaltos y vandalismos, que podían
ocurrir y que estaban ocurriendo en esos instantes en diversos lugares.
Llegué sano y salvo a mi casa, con la gran preocupación de mi mujer. Yo tenía en
ese momento 26 años […] Así transcurrieron esos sucesos del 2 de abril. Como le
1081
Id.
1082
Entrevista a Alberto Acevedo, Santiago, 5/1/94.

418
digo esa imagen de oscuridad total, una ciudad paralizada, balazos a lo lejos se
escuchaban, bombas lacrimógenas. En fin, todo un cuadro bastante caótico que
solo vino a repetirse en Chile, yo creo, con otro carácter pero una situación más o
menos caótica, el 11 del setiembre del 73, es decir para el golpe1083.
No obstante, algunos grupos hacían aun algunos esfuerzos por comprender lo
que sucedía e intentar darle dirección y proyección. Así, por ejemplo, el dirigente
trotskista Raúl Santander, recuerda:
Y posteriormente, esa noche, ya más tarde cuando se había implantado el toque
de queda […] me reuní yo con camaradas míos y conversamos, discutimos, ha-
ciendo una especie de evaluación muy rápida, primera, de lo que había ocurrido.
Permanecí en el centro de la ciudad hasta las doce, pasado incluso el toque de
queda, hasta la hora en que me fui a mi casa1084.
Alfonso Guerra, por su parte, recuerda los intentos por coordinar un paro de los
estudiantes en Valparaíso, Santiago y Concepción, requisito para pensar una acción
similar a nivel nacional:
Ahora, esa noche el toque de queda fue a las nueve de la noche y tuvimos que ir a
buscarnos un lugar donde juntarnos para ver qué hacíamos. Y la idea era de em-
pezar para movilizar a la gente y ver la posibilidad de convocar a un paro
nacional1085.
Recordemos que esa misma noche –o en horas de la madrugada– sería intercep-
tada por la policía una reunión de dirigentes de la CUT, que intentaban también
ponerse a tono con la situación1086. Esa es la reunión a la cual el presidente de la
FECH dice haber asistido:
Se había fijado previo una reunión con la directiva de la CUT en la avenida
República […] y salimos a reunirnos allá abajo a la CUT y cuando llegamos a
esa reunión había piquetes de Carabineros en la puerta. Nos dijeron: ‘¿ustedes
vienen a esta reunión? Sí, venimos a esta reunión’. ‘Pasen por aquí…’. La cosa
es que estaban todos detenidos y todos fuimos en un furgón a una comisaría
detenidos. Y ya en la noche quedó bueno realmente un desastre, fue una cosa
tremenda1087.
Ya en su casa, ubicada cerca del centro, en calle Compañía, Armando de Ramón
recuerda que la tensión continuó hasta altas horas de la noche:

1083
Entrevista a José Cademartori, Santiago, 3/1/94.
1084
Entrevista a Raúl Santander, San Sebastián, 12/2/94.
1085
Entrevista a Alfonso Guerra, Santiago, 21/1/94.
1086
Al respecto, ver Capítulo 4, Segunda Parte.
1087
Entrevista a Eduardo Moraga, Santiago, 27/1/94.

419
La situación en Santiago debe haber sido muy, muy aflictiva porque toda la no-
che yo casi no dormí, desde mi casa escuchando los balazos. Pero balaceras feroces
que se armaban a las dos, tres de la mañana, continuamente…1088.

Incidentes en el sector de Recoleta


No solo el centro de Santiago se vio convulsionado por los sucesos del martes 2
de abril. Ya hemos visto, por ejemplo, cómo en reiterados relatos se ha hecho men-
ción al sector de Mapocho, como uno de los lugares de mayor conflictividad esa
tarde. Pues bien, al parecer este hecho hizo que en la zona del Mapocho hacia el
norte, en el sector que va de Recoleta hacia el oeste, se registraran esa noche inci-
dentes muy violentos, en paralelo a lo que sucedía en el centro, y que se prolongaron
hasta entradas horas de la noche. Recordemos que el dispositivo desplegado por los
militares solo cubría un sector restringido del centro de Santiago.
La experiencia vivida por la enfermera Elba Contreras esa noche, viene a ilustrar
la amplitud que adquirieron las manifestaciones de protesta en ese sector norte de la
ciudad. Ella tenía 26 años, estaba pronta a casarse y vivía en un hogar de enfermeras
ubicado a la entrada de la calle Recoleta. Ese día martes, con su futuro marido debían
visitar una vivienda donde se mudarían después del matrimonio. Cuando salieron de
la casa, pasadas las 20:30 horas, recuerda Elba Contreras, sintieron ruidos, gritos y
balazos a lo lejos. En medio del trayecto hacia la calle principal, Recoleta, se apagaron
todas las luces y quedó todo a oscuras. Igual decidieron continuar:
Pero cuando llegamos a la esquina de Recoleta venía una turba pero enorme,
enorme, enorme, de gente como si se hubiera despoblado todo Santiago y llenaban
la calle Recoleta... De todo: mujeres, niños, hombres, con palos, con... todo. Y todo
esto oscuro, oscuro, oscuro. Entonces cuando llegamos a la esquina de Recoleta
toda esta multitud de gente nos rodeó y nos trataron de dar vuelta el auto. Enton-
ces mi marido les trataba de dar explicaciones, pero no se podía porque era tanto
el enredo de situaciones ahí..., los gritos y balazos, explosiones y de todo que no se
sabía mucho qué es lo que estaba pasando. […] No se veía ningún policía, no se
veía ningún militar por ningún lado. Era solamente gente que destruía todo lo
que pillaba a su paso. […]
Gritando y destruyendo todo, los negocios, todo lo que pillaban, porque se sentían
los golpes y todo1089.
Elba Contreras y su novio tuvieron que hacer el trayecto de vuelta a sus hogares
por calles adyacentes, debiendo esconderse en los momentos en que el ruido de las
1088
Entrevista a Armando de Ramón, Santiago, 5/1/94.
1089
Entrevista a Elba Contreras, Santiago, 9/3/94.

420
balas se hacía más cercano. Ella calcula que deben haber llegado a la casa de sus
suegros “más o menos como a la una de la mañana”, ubicada en las primeras cua-
dras de la calle Recoleta.

6. Los hechos posteriores al 2 de abril


La mayoría de los entrevistados guarda en su memoria que los acontecimientos
no se prolongaron mucho más allá del miércoles 3 de abril. De hecho, casi todos los
recuerdos sobre hechos posteriores al 2 de abril corresponden a ese miércoles. Los
más recurrentes fueron los referidos al impacto que produjo ver, al día siguiente, el
estado en que había quedado la ciudad, así como las referencias –generales en mu-
chos casos– a eventos como el asalto a la Imprenta Horizonte y a la dictación de
facultades extraordinarias1090.
Los estudiantes de aquella época son los que, nuevamente, aportan sus recuer-
dos sobre el destino que corrió el movimiento estudiantil en los días inmediatamente
posteriores. También hubo relatos específicos sobre la marcha encabezada por el
diputado Palestro y el asalto al local de la FECH. Finalmente, los relatos sobre lo
que habría sucedido en el cerro Santa Lucía no logran aclarar totalmente el punto.

Una ciudad vigilada y destruida


Por motivos muy distintos, a menudo ligados a la vida cotidiana, algunos entre-
vistados recuerdan haber tenido que ir al centro de la ciudad el día miércoles, siendo
quizás el más pintoresco el del seminarista Alfonso Baeza quien ese día –fijado de
antemano– debía concurrir a la residencia del arzobispo de Santiago para recibir la
tonsura:
Esto fue después del dos de abril, al día siguiente más o menos... Entonces había
una gran conmoción y los vehículos no podían entrar al centro nada más que con
salvoconducto. Entonces fuimos con el rector del Seminario y con otros más que
nos tonsurábamos y tuvimos que exhibir el salvoconducto para poder entrar a
este sector. Ese es un recuerdo puntual, que no se me ha borrado, del ambiente que
se vivía1091.
El obrero Alberto González, por su parte, se recuerda haber ido al centro, ese
miércoles 3, desde su barrio en el sector de Franklin, a ver lo que pasaba:

1090
Respecto al caso de la Imprenta Horizonte, el antecedente de mayor interés lo proporcionó Marco
Antonio Ojeda al destacar los nexos que debieron haber existido entre el general Gamboa y el
oficial que comandó las tropas que participaron del hecho, el teniente Pelayo Izurieta, ambos de
la rama de caballería.
1091
Entrevista a Alfonso Baeza, Santiago, 22/12/93.

421
Ahí nosotros, […], nos vinimos ‘a pata’ hasta aquí a la Alameda por Santa Rosa…
Y en los barrios, lo único que había eran patrullas militares que andaban dando
vueltas ahí, por los barrios antiguos, y un helicóptero que otro. En la mayor parte
de los barrios, en todas las esquinas, había ‘pichangas de pelota’. Pasaban los
helicópteros y había que esconderse porque no podíamos estar juntos. […] No
podían andar más de dos personas juntas, andaban tres y a uno ya se lo llevaban
detenido1092.
Armando de Ramón fue otro de los tantos santiaguinos que concurrieron al cen-
tro a mirar cómo había quedado la ciudad:
Realmente los destrozos eran increíbles. Las típicas cosas, las rejas de los jardines
que se arrancan de los paseos públicos; faroles en el suelo; árboles desmochados
para sacar palos, seguramente; los bancos y los adornos de las plazas, igual tam-
bién, rotos, botados. Una destrucción pero gigantesca y una cantidad enorme de
camiones militares yendo y viniendo, pero ya no disparaban ni nada sino que
estaban como patrullando. Y militares a pie también, como haciendo inventario
de lo que había quedado de esto. La Alameda era un espanto como quedó y la
Plaza de Armas también y en general las calles del centro. Los vidrios quebrados,
daba la impresión que había habido un intento de saqueo1093.
Recordemos que Ibador Castro vivía en una modesta población en la ribera sur
del río Mapocho, en el sector oeste de Santiago. Para ir a su trabajo, el día miérco-
les, no debió atravesar el centro de la ciudad pero igualmente fue testigo de los
daños provocados el día anterior:
Y al otro día, yo trabajaba en las industrias Montero que estaban en Matucana.
Yo en la mañana, cuando me levanto, no hay nada, no hay movilización, no hay
nada. Me vengo a pie por Balmaceda y Matucana y todos los kioscos de diarios
incendiados, los negocios muchos incendiados también y muchas micros en el ca-
mino incendiadas. Y también muchas Fuerzas Armadas afuera. De la industria,
trabajamos medio día recuerdo ese día, nos llevaron a la casa, a cada uno a domi-
cilio, en camiones, llevados por militares1094.

Destino del movimiento estudiantil


Los intentos por lanzar un paro nacional, que comprometiera no solo a los estu-
diantes sino también a los trabajadores, finalmente, no prosperaron. Así lo recuerda
Alfonso Guerra, que en la noche del martes había participado de esos esfuerzos:

1092
Entrevista a Alberto González, Santiago, 22/12/93.
1093
Entrevista a Armando de Ramón, Santiago, 5/1/94.
1094
Entrevista a Ibador Castro, Santiago, 22/12/93.

422
Bueno, y se intentó hacer una plataforma con la CUT y todos los organismos para
poder preparar un paro nacional a esta cosa. Pero la represión siguió al día si-
guiente, la represión no es solamente el dos de abril sino que toda la semana. El
toque de queda y el estado de sitio fue decretado por toda la semana, el miércoles
también. Y a medida que los partidos entraron en contradicción, esto empezó ya a
desarmarse. Los sindicatos como tal, que siempre han estado muy presionados por
las fuerzas políticas, también empezaron a esquivar la cosa y no hubo ambiente
para el paro nacional. Solo quedaron focos, focos de gente que intentó resistir. […]
…gente marginal, de sectores que quisieron seguir con la agitación y que fueron el
día miércoles y jueves reprimidos sistemáticamente1095.
Uno de estos grupos es que el dirigía Federico García –y del cual según su relato
participaba el propio Guerra– y que correspondía a un sector de la dirección estu-
diantil de las Juventudes Comunistas. Este sector llevó adelante, sobre todo el día
3, más que el martes 2, una campaña de agitación y propaganda destinada a mante-
ner y radicalizar el movimiento. Así lo relata Federico García:
Se invade la Imprenta Horizonte y se rompe todo el aparato de propaganda del
Partido Comunista oficial. Los únicos sistemas de propaganda que quedan en pie,
son los que están vinculados de alguna manera con los que tenía la Juventud
Comunista. Pero los dirigentes de la Juventud Comunista se esconden, de manera
que en un momento dado no queda como dirección en la calle más que la Direc-
ción de Estudiantes. […] Bueno, tenía la dirección de educación pero tuve que
cooptar la de propaganda. Y toda la propaganda que surge en esa época del Parti-
do Comunista es la que yo imprimí. Alguna de esas se leyó por ahí, en el Senado de
la República. […] La propaganda fue básicamente de mimeógrafo […] y eran
llamados directos a las masas que peleaban en la calle, para continuar su comba-
te. Se les llamó a desarmar policías y tratar de formar destacamentos. Por ahí iba
la cosa. […] Pero, qué ocurría, la capacidad orgánica de estas fracciones era muy
baja1096.
Conocido su grado de implicancia en los hechos, aprovechamos de interrogar a
García sobre algunas de las ‘leyendas’ detectadas en la prensa de la época, tales
como la estrategia de golpear los postes y de las famosas camisas blancas. Cuestio-
nes, ambas, que habrían caracterizado, según las autoridades de 1957, las
movilizaciones del miércoles 3 de abril. He aquí su respuesta:
1095
Entrevista a Alfonso Guerra, Santiago, 21/1/94.
1096
Entrevista a Federico García, Santiago, 4/2/94. Efectivamente, en la sesión del 5 de abril de 1957, en el
Senado el ministro del Interior denunció la existencia de esta propaganda, dando lectura a parte de
ella. Ver: SEN, Sesión 2ª, 5/4/57, D.S.S., 3ª L.E., pp. 30-32. Sobre la existencia de esta conducción para-
lela dentro del Partido Comunista, volveremos, en profundidad, en el Capítulo 3 de esta Tercera Par-
te, al momento de analizar la memoria existente sobre los actores que participaron en los hechos.

423
Se volvieron locos con eso. Resultó lo siguiente. La gente descubrió que golpeando
los postes los volvía locos a ellos, entonces la gente golpeaba los postes –como los
golpes de las cacerolas años después– pero no significaba un sistema de comunica-
ción. La comunicación que se dio allá fue de otro orden. La gente se comunicaba
en arbolitos. Dejaba en algún arbolito un papelito para establecer contacto, pero
eso ya correspondía al manejo de un sistema de comunicación a nivel de la gente
que estaba al tanto. […] Ahora lo de las camisas blancas es falso. Obviamente,
cuando tú vas a andar en la calle en un día de sol en abril, andas en camisa. Y por
lo menos yo, nunca, ni entonces ni antes ni después, he andado en camisa, siempre
he usado chaqueta1097.
Al margen entonces de estas acciones destinadas a radicalizar el movimiento
–un tanto aisladas y sin mayor éxito– lo que sí se produjo fue un paro nacional de
estudiantes, convocado por la FECH. En realidad, no por toda la directiva, que ya se
estaba dispersando, sino por un sector socialista a nombre de la directiva. En ello
intervino Gustavo Horwitz:
Entonces acordamos entre nosotros, los socialistas populares, ya que no había
mucho más a quien echar mano porque [Enrique] París estaba preso y los otros
andaban desaparecidos. Bueno, entonces acordamos hacer un llamado a paro
general, que lo firmé yo a nombre de la FECH. Tuvimos una reunión clandestina
–estábamos escondidos por allá cerca de San Bernardo, en una parcela– con Aniceto
Rodríguez que era senador del partido [y] le entregamos la declaración. Al día
siguiente Aniceto Rodríguez hizo un discurso en el Senado y lee la declaración
llamando a paro general de la Federación de Estudiantes, lo cual está en las actas
del Senado1098.
Sin embargo, el movimiento ya estaba en su fase terminal. El llamado a paro
coincidió con la suspensión de clases que el Ministerio de Educación ordenó en
todos los establecimientos del país y los dirigentes estudiantiles comenzaban a pa-
sar a la ‘clandestinidad’ para evitar ser aprehendidos por la policía. El mismo Horwitz
recuerda:
Entre otras cosas, a esas alturas yo ya estaba en la clandestinidad, se suponía.
Bueno, después nos refugiamos en distintos lugares, teníamos mecanismos de co-
municación más o menos…, un clandestinaje más o menos infantil, comparado
con lo que vivimos años después1099.

1097
Entrevista a Federico García, Santiago, 4/2/94.
1098
Entrevista a Gustavo Horwitz, Santiago, 2/3/94. Efectivamente, al respecto ver: Carta de Gustavo Horwitz
a Aniceto Rodríguez, sin fecha, SEN, Sesión 6ª, D.S.S., 3ª L.E., pp. 210-211.
1099
Entrevista a Gustavo Horwitz, Santiago, 2/3/94.

424
En el caso del dirigente estudiantil, radical, Julio Stuardo, la ‘clandestinidad’ no
fue suficiente para impedir que lo detuvieran en pleno centro de la ciudad, a plena
luz del día, con diarios… clandestinos:
Los dirigentes de la FECH eran muy buscados, estuvimos escondidos y en la clan-
destinidad por dos o tres días más. […] Esto culmina con mi detención… […] Yo
estaba escondido, pero como se clausuró el diario Mundo Libre, yo fui a conversar
con Luis Bosay al [local del] diario porque se iba a sacar uno nuevo con otro
nombre […] y el director iba a ser yo. […] Yo andaba con mi actual mujer –que
era mi polola en esa época– pero andábamos con un ejemplar clandestino del
Mundo Libre […] habíamos sacado una edición a mimeógrafo del Mundo Libre
y lo andábamos repartiendo. Muchos estudiantes lo andábamos repartiendo y a
mí, que estaba hasta ese momento libre, me agarraron. Mi mujer fue libre y yo fui
al gimnasio de Investigaciones donde estaban los [que iban a ser] relegados1100.
A juicio de Patricio Hevia, dirigente del Centro de Alumnos de Medicina y dele-
gado ante la FECH, junto con la represión al movimiento estudiantil hubo una
voluntad política expresa de olvidar y dar vuelta la página:
Borrar todo como si aquí no ha pasado nada, aquí el orden está restablecido, unos
cuantos agitadores que llegaron a provocar al Gobierno y que incendiaron las cosas,
eran lumpen y punto. Y aquí no ha pasado nada. Entonces se dio la versión de que
estaba todo tranquilo, que el orden estaba restablecido. Y al poco tiempo que le
dieron las facultades [extraordinarias], el mismo Ibáñez las devolvió al Congreso
diciendo que no necesitaba estas facultades, porque él controlaba la situación1101.
Por último, los dirigentes estudiantiles recuerdan que el Gobierno, como parte
del proceso de normalización, abrió algunos espacios de diálogo con los estudian-
tes. Sin embargo, fuera de la derogación del alza en las tarifas del transporte público,
ellos estiman que no se obtuvieron mayores logros. Esa es, al menos, la opinión de
Roberto Bobenrieth, estudiante falangista que había sido presidente de la FECH
antes de Moraga:
Permanecimos en la clandestinidad unos dos o tres días. A los dos o tres días esto se
calmó y el Gobierno citó a conversar, quería conversar con las directivas. Enton-
ces ahí aparecimos, pero para ir a conversar […] pusimos como condición que
todos los colegas que habían sido detenidos fueran puestos en libertad y que se
castigara a los culpables que les pegaron a los que habían sido detenidos. Cosa que
por supuesto no sucedió1102.

1100
Entrevista a Julio Stuardo, Santiago, 24/1/94.
1101
Entrevista a Patricio Hevia, Santiago, 19/1/93. Sobre tramitación y derogación de las Facultades Ex-
traordinarias, ver Capítulo 4 de la Primera Parte.
1102
Entrevista a Roberto Bobenrieth, Santiago, 4/2/94.

425
A Gustavo Horwitz le tocó también participar de estas conversaciones, respecto
de las cuales recuerda:
Después eso sigue de alguna manera, porque se producen cambios políticos. […] El
Gobierno cambia de política, […], y se cita a unas reuniones multisociales a discu-
tir algunas medidas que cambien la política económica. A esas reuniones van
dirigentes representantes de las organizaciones de trabajadores, de partidos políti-
cos e invitan a la FECH. Yo estuve en una o dos de esas reuniones con este general,
pero en definitiva no pasó nunca nada1103.
Mientras el miércoles 3 de abril los dirigentes estudiantiles comenzaban a pre-
ocuparse por su seguridad y pasaban, muchos de ellos, a la clandestinidad, se produjo
un hecho entre ‘pintoresco’ y simbólico: el asalto militar a la sede de la Federación
de Estudiantes de Chile. Como si el general Gamboa, por la fuerza, hubiese querido
asegurar el destino final del movimiento estudiantil que los protagonistas nos aca-
ban de relatar. Al respecto, Gustavo Horwitz recuerda que estando ya oculto en
algún lugar con otros dirigentes, enviaron una persona al local de la FECH para
saber si había novedades. A su regreso les informó que la Federación de Estudian-
tes había sido allanada:
Se habían llevado todo lo que había y al cuidador del local, que era una ‘institu-
ción’ y que se llamaba Mamerto. Era el cuidador y él sabía todo, sabía hasta a
quién iban a elegir cada año, sabía todo. […] El vivía en el local y cuidaba. […]
Entonces nos vienen a comunicar que al día siguiente tropas del Ejército habían
cargado todo lo que había dentro de la FECH, lo habían echado en camiones y
arriba llevaban a Mamerto… preso1104.

MADECO y la marcha de San Miguel


Recordemos que el martes 2 de abril, el dirigente sindical Luis Salazar y otros
obreros habían intentado llegar al sector de Mapocho para concurrir a una reunión
en la cual debían negociar el pliego de peticiones del sindicato de MADECO. Sus-
pendida la reunión a causa de los incidentes, retornaron a la fábrica, pero no
alcanzaron a realizar una asamblea de trabajadores porque ya era tarde. Continúa
el relato de Salazar:
Al otro día todos nosotros, los dirigentes, estuvimos a primera hora en la empresa.
Pero los trabajadores no quisieron echar a andar las máquinas y nos pidieron que

1103
Entrevista a Gustavo Horwitz, Santiago, 2/3/94.
1104
Entrevista a Gustavo Horwitz, Santiago, 2/3/94. Este episodio también es recordado por Aníbal
Palma y Julio Stuardo. Entrevistas a Aníbal Palma, Santiago, 28/1/94 y a Julio Stuardo, Santiago,
24/1/94.

426
hiciéramos reunión en diferentes plantas dentro de la fábrica. Se pidió autoriza-
ción a la empresa y se hicieron dichas reuniones, en las cuales la gente acordó por
unanimidad no seguir trabajando y salir a la calle1105.
La industria MADECO –que manufacturaba productos en cobre– tenía en la época
dos plantas: la de cables y la de tubos. En la planta de tubos había, más o menos, 600
trabajadores y en la planta de cables un poco más de 300. En vista del acuerdo
tomado por los casi mil trabajadores, Luis Salazar recuerda que fueron a solicitar a
los directivos de la empresa autorización para retirarse. Ésta les fue denegada:
Fue así como salimos de la empresa. Se fue toda la gente al sindicato y se hizo una
asamblea, como se dice, ‘de bote en bote’. Y la verdad es que por unanimidad la
gente acordó incorporarse al paro de la CUT. Estábamos en este debate cuando
llegó el diputado Mario Palestro y nos comunicó que había autorización para
hacer un desfile hasta la municipalidad de San Miguel. Fue así como nosotros
salimos en desfile, por [la calle] Ureta Cox, y se acoplaron a nuestra marcha los
trabajadores de MADEMSA, que eran algo de 1.500. Así es que salimos a la Gran
Avenida en un gran desfile. […]
Se sumó también gente de una industria de lana, pero que era poca; trabajadores
de la Fundición Nueva York que había por ahí también; y una fábrica textil que
también se incorporaron. Se incorporó gente de otros sindicatos y mucha gente así
suelta. Fue una columna bastante gruesa, bastante importante. […] Toda la gen-
te, unos con su bolsita de la comida, el almuerzo, otros con sus bolsos de ropa, en
fin, cada cual llevaba su paquetito. Íbamos en un desfile ordenado, con sus respec-
tivos estandartes cuando al llegar a la comisaría nos detienen1106.
El diputado socialista Mario Palestro, que vivía en la comuna de San Miguel
–escenario de estos hechos– había sido su alcalde años antes, tenía un gran ascen-
diente sobre la población y era muy querido y respetado. Su reconocida pasión por
las causas sociales y su manera franca y directa de decir las cosas, se dejan traslucir
en su relato de los hechos, 36 años más tarde:
Yo le puedo decir que venía, diríamos, con un grupo numerosísimo de trabajado-
res de este sector sur de Santiago, todos trabajadores de MADEMSA, de MADECO,
de las industrias que había muy numerosas en ese tiempo, las industrias textiles
también muy poderosas. Acordamos ir a Santiago a expresar las protestas y a
pedir explicaciones sobre lo que estaba sucediendo.
Veníamos desde el paradero once de la Gran Avenida. […] Veníamos varias cuadras,
que cubrían toda la Gran Avenida hacia el centro, diríamos hacia el norte de la

1105
Entrevista a Luis Salazar, Santiago, 4/3/94.
1106
Id.

427
comuna y fuimos detenidos violentamente, a balazos, en el paradero ocho donde
se encuentra la actual 12ª Comisaría de Carabineros. Ahí no hubo explicaciones,
no hubo detención previa, no hubo absolutamente nada sino que sencillamente
nos agarraron a balazos. Nos estaban esperando armas al brazo y empezaron a
disparar. Y ahí murieron como cuatro o seis compañeros que venían en la
columna1107.
Eran poco más de las 11 de la mañana del 3 de abril de 1957. Las informaciones
oficiales consignarían una persona muerta y numerosos heridos graves a bala1108.
Por su parte, el relato de Luis Salazar señala solo la existencia de varios heridos:
Nos detienen y nos empiezan a apalear. Y al que primero llevaron para adentro de
la comisaría fue al diputado Mario Palestro. Y ahí quedó el desparramo, porque la
balacera fue grande. Hubo más o menos tres personas heridas con balas, porque
hubo que arrancar… […] Con el rechazo al desfile que le hicieron, oiga, a balas, la
gente arrancó a no sé cuantos kilómetros por hora. A mí me tocó pegarme un
‘pique’ como de cinco cuadras. Esa es la realidad de las cosas1109.
Recordemos que este incidente le costó al diputado Palestro un proceso judi-
cial, su desafuero como parlamentario y varios meses de cárcel. Para finalmente ser
sobreseído1110. Los dirigentes sindicales, por su parte, tampoco estuvieron exentos
de problemas posteriores. Luis Salazar recuerda:
Bueno, la huelga [en MADECO] siguió. Hasta los cuatro o cinco días el movimien-
to siguió. En ese tiempo estaba lo que se llamaba la PP, la policía política de
Investigaciones. Indudablemente que andaban detrás de los dirigentes, de la gente
más destacada. Resguardaban los locales sindicales, los lugares donde podíamos
estar nosotros. […] Y [después] ya viene el decreto de Estado de Sitio y la gente
volvió a sus trabajos. Todos volvieron a sus trabajos.
Empezó ahí ya la demanda contra los dirigentes, especialmente del sindicato nues-
tro. A toda la directiva nos aplicaron la Ley [de Defensa] de la Democracia y nos
inhabilitaron como dirigentes sindicales. E indudablemente que sin ningún fue-
ro. No nos despidieron. […] [Pero] nos sacaron a cada uno de nosotros de nuestros
centros de trabajo, de donde trabajábamos. Por ejemplo a mí me pusieron a ba-
rrer, y a otros, otras cosas así... bastante, cómo le diría yo, humillantes. Así más o
menos termina la cosa1111.

1107
Entrevista a Mario Palestro, Santiago, 19/3/93.
1108
Al respecto ver el punto 3 del Capítulo 4 de la Segunda Parte.
1109
Entrevista a Luis Salazar, Santiago, 4/3/94.
1110
Ver punto 5, Capítulo 4, de la Segunda Parte.
1111
Entrevista a Luis Salazar, Santiago, 4/3/94.

428
El controvertido cerro Santa Lucía
Mientras las informaciones de la prensa de la época tienden a circunscribir los
incidentes del cerro Santa Lucía al miércoles 3 de abril, los relatos de los testigos y
actores de la época se mueven flexiblemente entre el martes 2 y el miércoles 31112.
Esta imprecisión temporal está acompañada de diferentes versiones acerca de lo
sucedido en el cerro, que van desde la creencia de que allí ocurrió ‘una gran matan-
za’ hasta la convicción de que el Santa Lucía no era más que ‘un cerrito de agrado’.
Veamos los diferentes relatos.
Quien primero se refiere al cerro Santa Lucía –en términos cronológicos en su
relato– es Teresa Quiroz, la joven estudiante de Trabajo Social de la Universidad
Católica. Ella se refiere al cerro ya en la mañana del martes 2 de abril, cuando la
marcha que viene de Plaza Italia es interceptada por la policía, cerca del mediodía.
Y lo hace como el lugar en donde habrían confinado a numerosos obreros para lue-
go matarlos:
La impresión que yo tuve es que en [la calle] Santa Lucía, esta marcha, sobre todo
la de obreros, la tiraron para arriba del cerro. Yo […] que estaba entre los estu-
diantes, [tuve] la sensación de que nosotros quedamos fuera de este cordón. […]
Pero sentíamos que esta gran fila [de obreros] la tiraban para allá. Ahora parece
que fue mucho más allá donde los entraron a matar, más arriba del cerro. Yo creo
que al principio fue una balacera loca para que entráramos en pánico. Y algún
tiro al aire. Pero yo creo que la matanza más sistemática fue arriba.
Y la información que nosotros manejamos después fue la misma: que fue arriba,
que fueron muchos de la construcción, de la CUT. […] Ni en la noche nos dejaron
entrar. Nosotros nos quedamos hasta muy tarde en la noche y no nos dejaron
entrar, ni a enterrar, ni a sacar cadáveres, ni a ver si había heridos… […] Pero no
pudimos entrar. O sea se rodeó todo. Me imagino que trataron de cubrir toda esa
zona1113.
Patricio Hevia es de la misma opinión que Teresa Quiroz, en el sentido de que el
martes 2 de abril se habría producido en el cerro Santa Lucía una gran mortandad,
dejando abierta la posibilidad de que hubiera sido producto de una provocación:
Viene, entonces, el repliegue que se produce y se meten después al cerro Santa
Lucía. Y en el cerro Santa Lucía fue la matanza, la matanza no sé de cuántos.
Pero datos que en esa época me dieron del Servicio de Salud, calculan que por lo
menos cien cadáveres fueron enterrados en el Cementerio General, […] sin nom-
bre y sin lo que correspondería legalmente, en términos de decir causa de defunción.

1112
Para las informaciones de la época, ver el punto 4 del Capítulo 4 de la Segunda Parte.
1113
Entrevista a Teresa Quiroz, Santiago, 3/1/94.

429
Ahora, yo no sé si fueron a la morgue o no fueron a la morgue, o los metieron o no
los metieron a la fosa común. […] Cuando se produce esto del cerro Santa Lucía
ya la información no aparece en ninguna parte, ya hay Estado de Sitio1114.
Hevia piensa que la composición social de la gente que habría sido reunida en el
cerro Santa Lucía puede haber favorecido el que no se conociera el hecho:
Yo creo que fue básicamente [gente] popular. Estudiantes nuestros del Centro de
Medicina, no. No tuvimos testigos nosotros, […] porque ninguno de los estudiantes
que estábamos actuando en la Federación de Estudiantes participamos de eso. […]
Entonces lo que queda en la imagen es un gran dolor, en términos de que mucha
gente murió, anónima, N.N., que no lo publicaron los diarios, que no lo dijeron1115.
La hipótesis de la provocación es enfatizada en el relato de Federico García, el
que la considera como uno de los ‘golpes’ dados por la autoridad a los grupos que
podrían haber conducido el movimiento en una perspectiva revolucionaria:
Además hubo golpes que les dieron que fueron fuertes. En un momento dado, yo
creo que hubo elementos de provocación funcionando. En el sentido, por ejemplo,
que aparecen gentes que cita a la gente que pelea en las calles –ya el día dos de
abril– para que se reúna en el Santa Lucía y mucha gente fue al Santa Lucía y
allí los mataron. […] Entonces da la sensación de que ahí muere mucha gente de
ésta […] Son dos camionadas –según testigos de esa época– de cadáveres que
cargaron ahí en la mañana siguiente: estuvieron matando toda la noche los del
Ejército, ahí. Porque se retiró a los carabineros y metieron al Ejército. Todo Santiago
estaba a oscuras en ese momento. […] Hubo una matanza, allí en el cerro Santa
Lucía, hubo una matanza. Yo vivía a poquitos metros del sector y durante toda la
noche se baleó. Yo escuchaba ahí el tiroteo. Y otro amigo mío vio en la madrugada
–porque vivía ahí justo frente al cerro– la cargada de los camiones […] y los tapan
con lonas. […] Se sabe que hubo gente que citaba a la gente que veía en la calle
para el Santa Lucía, porque iba a ver una reunión importante. Fueron policías
seguramente. La gente subió al cerro y ahí los rodearon en el cerro y...1116.
El relato de García tiene puntos de encuentro con el del dirigente estudiantil
Sergio Scroggie, a pesar de corresponder a orientaciones políticas radicalmente
opuestas: García era de las Juventudes Comunistas y Scroggie del Partido Liberal.
Sin embargo, hay una diferencia importante ya que para Scroggie los muertos ha-
brían sido delincuentes comunes, fusilados durante la madrugada de alguno de los
días posteriores al 2 de abril:

1114
Entrevista a Patricio Hevia, Santiago, 19/1/93. En el curso de la investigación no pudimos encon-
trar documentación que confirmara esta versión.
1115
Entrevista a Patricio Hevia, Santiago, 19/1/93.
1116
Entrevista a Federico García, Santiago, 4/2/94.

430
Recuerdo perfectamente que iba en la moto mía por ahí por Santa Lucía y esta-
ban los ‘gallos’ contra la muralla. Eso lo tengo... no sé, debe haber sido martes,
miércoles, jueves, debe haber sido en la mañana, al amanecer. Los balearon al
tiro. […]
Yo mismo tengo que haber visto por lo menos treinta o cuarenta ‘gallos’. Ahora,
no los vi, como se llama, […] cómo les estaban disparando, pero había un montón
de cadáveres al lado, así es que suponía que los estaban baleando. Pero como te
digo eran delincuentes que habían pillado robando, saqueando, incluso acuchi-
llando gente y gente inocente que no tenían arte ni parte1117.
Junto a estos cuatro testimonios que, de una u otra forma, denuncian la ocurren-
cia de muertes en el cerro Santa Lucía o en sus alrededores, sea el 2 de abril o en los
días siguientes, existen otros cuatro que nada dicen sobre hechos de sangre. Al
contrario, tienden a negarlos. Al igual que en los cuatro primeros relatos, los suje-
tos pertenecen a diferentes tendencias políticas.
Así, por ejemplo, Aníbal Palma reproduce lo que fue parte del sentido común de
la época:
Ahí fue un lugar de represión pero lo que se habló mucho, mucho, es que ahí en el
cerro Santa Lucía se habían concentrado organizadamente grupos de delincuen-
tes. Ahí se había establecido como una especie de cuartel general y de ahí se
movilizaron hacia el centro, o se refugiaron después de los saqueos1118.
Por su parte, el ‘cameraman’ de la NBC, Naúm Kramarenko, sin haber estado
filmando en el lugar recuerda que no hubo heridos ni disparos en el sector:
En el cerro Santa Lucía, por lo que yo recuerdo, hubo gente en la terraza que da
hacia la Alameda tirando piedras, sacando piedras de los jardines y tirándolas
hacia la calle, no disparando. Y por lo que yo recuerdo hubo hartos detenidos por
los Carabineros. Detuvieron gente, sin ningún disparo y sin ningún herido. A me-
nos que haya habido algún herido de un palo o de un puñete o de una caída, pero
sin sangre. Eso es lo que yo recuerdo del Santa Lucía. Yo no lo filmé, yo no estuve
ahí, pero sí recuerdo que estaban tirando piedras y dejaron los jardines vacíos de
piedras1119.
Para el diputado socialista Mario Palestro, los dichos sobre el cerro Santa Lucía
deben haber sido creados por el Gobierno para culpar a la izquierda:
Quién iba a tomar el cerro Santa Lucía como un foco de resistencia contra el
Gobierno, en contra o a favor del Gobierno, nada que ver. Pero siempre se dijo que

1117
Entrevista a Sergio Scroggie, Santiago, 27/1/94.
1118
Entrevista a Aníbal Palma, Santiago, 28/1/94.
1119
Entrevista a Naúm Kramarenco, Santiago, 10/3/94.

431
ahí se escondían los guerrilleros y la gente que estaba contra el Gobierno. […]
[Era] muy fácil de rodear ¿no? No tenía mayor importancia desde el punto de
vista militar o estratégico, ninguna. Eso es un cerrito de agrado no más... […] [A
veces] se esconden los delincuentes... y a lo mejor mucha de la gente que estaba
participando se refugiaron ahí1120.
Finalmente, Luis Vitale, militante trotskista en esa época, junto con reconocer
que puede haber sido un lugar de reunión, prefiere aplicar el sentido común:
[El cerro Santa Lucía] el día 2 de abril en la mañana, once, doce de la mañana y
en la tarde hasta las tres, cuatro de la tarde fue ocupado por la gente, sin ninguna
duda. Estaba tomado y de ahí se tiraban piedras y todo, a los ‘pacos’ que queda-
ban. Fue un reducto importante […] No sé, me da la impresión de que la gente se
dispersó. No sabría mucho de tácticas guerrilleras pero cuando vio los tanques...,
se debe haber retirado1121.

7. Opiniones sobre el número de muertos


Quince son los entrevistados que emiten alguna impresión sobre el número de
muertos que habría habido durante los sucesos de abril de 1957. De ellos, once
creen que el número de víctimas fue superior a los 21 casos reconocidos oficialmen-
te. Entre estos once, siete se pronuncian sobre cifras alternativas, las que oscilan
entre decenas y ‘miles’.

Fueron muchos más


Aníbal Palma no recordaba la cifra oficial de muertos. Al ser informado de las
21 personas reconocidas oficialmente, expresó:
Fueron muchos más, porque hubo bala directa a la gente y eran pobladas, masas
humanas que circulaban, lo que facilita el anonimato. Pueden haber sido gente de
poblaciones marginales, ¿no es cierto?1122.
Alfonso Guerra también se manifestó por la hipótesis de que los muertos pue-
den haber sido difíciles de identificar, dada su proveniencia social popular:
La cantidad de muertos nunca la vas a saber, primero porque fueron muertos los
marginales ¿te das cuenta? Hay una masa de muertos que tú puedes contabilizar
cuando matan a una persona que es de una fábrica, cuando notas que no está en
la fábrica o que no llegó a la escuela. Se pueden contabilizar las fuerzas sociales

1120
Entrevista a Mario Palestro, Santiago, 19/3/93.
1121
Entrevista a Luis Vitale, Santiago, 26/1/94.
1122
Entrevista a Aníbal Palma, Santiago, 28/1/94.

432
que están contabilizadas, pero esas fuerzas sociales que están en ‘las callampas’,
que no sabes quiénes son, cuántos son, muchos de ellos ni siquiera estaban legal-
mente insertos en la sociedad chilena. Fueron muchos. Pero nunca vamos a saber
cuántos fueron1123.
Marco Antonio Ojeda, confrontado a la cifra de 21 muertos oficiales, estimó:
En realidad no podría decirle, no tuve acceso a eso. Pero por lo que después se
conversaba, en realidad fue un número mayor de víctimas. No pueden haber sido
tan pocos1124.
Finalmente, Gabriel Larraín manifestó que, a su juicio, en abril de 1957, hubo
más daño físico que daño humano. De cualquier modo, estimó que el número debió
ser elevado:
Bueno, ahí hubo tiroteos. Yo no recuerdo estadísticas de muertos, pero sí fue la
asonada más grande que hubo en Chile de las que yo recuerdo1125.

Algunas otras estimaciones superiores


Luis Vitale manifestó no tener una impresión propia sobre la cantidad de muer-
tos durante los hechos de abril, sino solamente el recuerdo de lo que él pensaba
eran las cifras oficiales:
No, yo lo único [que sé] es la información oficial, de 36 muertos entre civiles y
militares1126.
Sergio Scroggie recordó que nunca se supo el número exacto de víctimas y mani-
festó que el creía que era superior a lo que la gente se imaginaba. Informado de la
cifra oficial de 21 fallecidos, expresó:
No. Tiene que haber habido mucho más que eso. Por lo menos 100. […]
Específicamente los que yo vi fue en la calle Santa Lucía, frente al cerro Santa
Lucía casi al llegar a la Biblioteca Nacional…1127.
Armando de Ramón también recordaba que nunca se había sabido a ciencia
cierta cuántos habían sido y creía que el Gobierno había dicho “algo de 100 muer-
tos o menos”. Informado de la cifra de 21, manifestó:
No, ridículo. No podía ser, imposible, con toda la magnitud que había tenido…
Entonces se decía que tenían a los muertos metidos abajo en la plaza de la

1123
Entrevista a Alfonso Guerra, Santiago, 21/1/94.
1124
Entrevista a Marco Antonio Ojeda, Santiago, 29/3/93.
1125
Entrevista a Gabriel Larraín, Santiago, 12/1/94.
1126
Entrevista a Luis Vitale, Santiago, 26/1/94.
1127
Entrevista a Sergio Scroggie, Santiago, 27/1/94.

433
Constitución, donde hay un estacionamiento de autos. Que ahí los metían y los
llevaban en la noche escondidos para botarlos no sé por dónde. A lo mejor…1128.
Federico García recordó haber ido a la Asistencia Pública con el fin de conocer
la identidad de las personas fallecidas y ver si entre ellas había conocidos:
Eran más o menos las cinco de la tarde del 2 de abril y había 53 muertos ahí.
Nosotros no pudimos identificar gente que buscáramos, que conociéramos noso-
tros. Conocimos las listas, no nos dejaban ver los muertos… […] Lo otro fue en la
noche… […] A las dos camionadas ponle 30 muertos a cada una, 60. Deben haber
sido un centenar o dos centenares en total. Además se peleó en muchos lugares1129.
Para Mario Palestro, hubo una acción deliberada de las autoridades para impe-
dir que se conociera el elevado número de víctimas:
Se cerraron todas las calles […] que daban al Instituto Médico Legal, es decir a la
morgue y al Cementerio General. Se cerró todos los accesos a los civiles y según lo
que se ha sabido posteriormente por medio de funcionarios y empleados del Insti-
tuto Médico Legal, se dice que fueron centenares los cadáveres que pasaron por
ahí y que fueron prácticamente botados –tal como en la dictadura de Pinochet– a
las fosas comunes del cementerio. Mataron mucha gente […] [pero fueron] muy
pocos los familiares que dieron cuenta de la desaparición o el asesinato de sus
familiares […] Centenares de cadáveres se calcula… […] estaba todo controlado,
la prensa estaba cerrada prácticamente, ya nadie informaba1130.
Julio Stuardo, con más cautela, recordó la cifra que en aquella época le tocó
escuchar:
Hablaban de 300 muertos. Yo no sé si realmente hubo 300 muertos, pero el día 2 de
abril en la noche a las 7 de la tarde, había tiroteo…1131.
Finalmente, el testimonio de Teresa Quiroz, al que ya nos hemos referido a pro-
pósito de los hechos del cerro Santa Lucía. Si se la toma en términos literales, se
trata, ciertamente, de la estimación más alejada de la realidad. Sin embargo, si se
considera la experiencia en la cual esta imagen de la realidad se construyó, tal vez
pueda ser considerada como un simbolismo:
Y en la noche yo me dirijo al cerro [Santa Lucía], por Pedro de Valdivia Norte.
Porque nos empiezan a llegar informaciones de que por ahí están los muertos. Pero
no nos dejan entrar. Entonces nosotros nos quedamos dando vueltas. Después toma-
mos contacto con la FECH y nos dicen que hay algunos cadáveres que seguramente
llegan a los hospitales. Después nos dicen que los cadáveres están en la morgue.
1128
Entrevista a Armando De Ramón, Santiago, 5/1/94.
1129
Entrevista a Federico García, Santiago, 4/2/94.
1130
Entrevista a Mario Palestro, Santiago, 19/3/93.
1131
Entrevista a Julio Stuardo, Santiago, 24/1/94.

434
Se habla de cifras, mil, dos mil. Nosotros nos damos cuenta de que la cosa fue en
serio. Bueno, esa noche no pudimos hacer gran cosa, fue una noche como triste,
sobrecogidos de ver en lo que se estaba. Después empezamos a tener reuniones en
la [Universidad] Católica, al día siguiente, los presidentes de cada centro de alum-
nos, evaluar, a informarnos. […] Bueno ahí empezamos nosotros a nivel de
Federación a movernos con la FECH, […] para ver qué sabían ellos. Bueno y em-
pezamos a oír de que habían mil muertos, pero no teníamos acceso a los cadáveres...
Realmente quedamos como paralizados. […] Con la sensación de que no pudimos
seguir más allá ¿no? […] Después supimos que los cadáveres se los llevaron a los
hospitales de la [Universidad de] Chile, después supimos que estaban en la mor-
gue, pero ahí ya hubo como una desconexión total1132.

Las cifras oficiales, más o menos


El diputado conservador Héctor Correa fue uno de los entrevistados más sor-
prendidos al recordársele que la cifra oficial en la época había sido de 21 muertos.
Su único comentario fue: “Yo me quedé con la impresión de que habían sido dos”1133.
Roberto Bobenrieth, por su parte, recordó haber consultado sobre el asunto di-
rectamente al Servicio Médico Legal, en la época:
Yo tengo algún recuerdo porque […] el dato que nosotros tomábamos era el dato
del Instituto Médico Legal, porque algunos estudiantes de Medicina nos pasaban
el dato de cuántos cadáveres habían. […] Dato que por lo menos tenía que ser
exacto porque siempre un cadáver lo llevaban al Instituto Médico Legal. Por ley,
en ese tiempo, cualquier persona muerta en la calle debía ser llevada, remitida, al
Instituto Médico Legal. Yo tenía la impresión, en ese momento, de unos 20, 25
muertos1134.
Naúm Kramarenko, recordó que él había estado en la Posta Central de la Asis-
tencia Pública en la noche del martes 2 de abril:
Yo diría que habían en la Asistencia Pública unas 17 o 18 personas que estaban
graves, que estaban como para morirse. Y en la calle, muertos terminales, así que
murieron en la calle, unos 20 debe haber habido, hasta 30, pero no más. Quizás
mucho menos…1135.
Finalmente, Alejandro Pizarro es el que más claramente aceptó la cifra entrega-
da oficialmente:

1132
Entrevista a Teresa Quiroz, Santiago, 3/1/94.
1133
Entrevista a Héctor Correa, Santiago, 16/3/94.
1134
Entrevista a Roberto Bobenrieth, Santiago, 4/2/94.
1135
Entrevista a Naúm Kramarenco, Santiago, 10/3/94.

435
Yo creo que las víctimas oficiales son nada más las víctimas que hubo. Vivíamos
una democracia en la que había libertad absoluta, había claridad en las informa-
ciones. El Gobierno no tenía un ministerio de propaganda ni era un gobierno
dictatorial ni era un gobierno fuerte tampoco. Al contrario, era un gobierno débil
como se ve. Otro gobierno habría reprimido el primer día y se acaba la cosa. Deja-
ron mucho pasar los desórdenes.
Y si el Gobierno dijo que fueron 21 y la opinión pública se conformó con 21, 21
tienen que haber sido. Todo el mundo se conoce, es un país muy transparente, todo
el mundo tiene parientes en alguna parte, tiene amigos en otra parte, se habría
sabido que eran más. Y una cosa así la habrían aprovechado los partidos […]
políticamente1136.
Por último, Pizarro apunta en su relato un elemento de comprensión a esta gran
disparidad de opiniones respecto al número real de víctimas:
Los muertos en ese tiempo, uno o dos, impactaban mucho la sensibilidad nacio-
nal. Después nos acostumbramos a soportar más cantidad de muertos en todas
estas cosas, todas estas grandes represiones1137.

8. Elementos de síntesis y de interpretación


Tal como ya lo hemos dicho, el propósito de recurrir a la memoria –y en particu-
lar a entrevistas a actores y testigos de los sucesos de abril de 1957– no ha sido
principalmente el obtener información ‘objetiva’ sobre los hechos ni tampoco el
confirmar o refutar lo que muestran la fuentes escritas. Sin embargo, tal como lo
evidencia este capítulo, los relatos contienen una buena cantidad de referencias a
hechos concretos. El caso que acabamos de presentar, de las distintas opiniones
sobre el número de muertos, ilustra bien, a nuestro juicio, la dificultad de procesar
la información contenida en los relatos, en términos de confirmación o refutación
de informaciones oficiales.
Nuestro interés, recordemos, está centrado más en la idea de confrontación de
fuentes. En este caso, por ejemplo, se trata de confrontar la información sobre los
hechos expuesta en las dos partes anteriores –aunque especialmente en la Segunda
Parte– con aquello que muestran los relatos. A nuestro juicio, esta confrontación
puede establecerse en dos campos: el de la ‘correspondencia’ y el de la ‘novedad’. El
primero tendiente a ver si los recuerdos de los entrevistados se corresponden o no
con los hechos retenidos por las fuentes tradicionales; el segundo, tendiente a des-
tacar si la memoria conduce a nuevas informaciones o no.
1136
Entrevista a Alejandro Pizarro, Santiago, 16/12/93.
1137
Id.

436
En términos de correspondencias, efectivamente hay puntos de coincidencia
que nos parecen importantes. En parte porque llevan a reforzar la plausibilidad de
ciertas informaciones concretas, pero sobre todo porque confirman procesos o rela-
ciones entre hechos, reforzando así posibles interpretaciones.
• Por ejemplo, el encuentro que durante la mañana del martes 2 de abril se produce
entre distintos actores sociales y el impacto que ese hecho tuvo en el curso de los
acontecimientos. Los relatos aclaran bien lo sucedido en el curso de esa mañana,
fruto de la confluencia de grupos estudiantiles, de trabajadores y posteriormente
de pobladores. Recordemos lo ya dicho, también, sobre el posible ‘relevo’ de actores.
• Un segundo ejemplo de correspondencia es, a nuestro juicio, el que se produce
en torno al avance en los grados de violencia a medida que pasan las horas del
día martes 2 de abril. Como fruto de aquella especie de circuito entre la violen-
cia de la represión, la acción de grupos con cierta organización y estrategia y el
hecho final de una policía sobrepasada por los acontecimientos, y que es retira-
da del centro de la ciudad.
• Un tercer punto de correspondencia lo vemos –muy ligado al anterior– en esta
noción de desborde creciente que conduce a la destrucción de bienes públicos y
al asalto de algunos comercios. Los relatos se corresponden bien, a nuestro jui-
cio, con la imagen que de estos hechos logramos reconstruir a partir de las fuentes
periodísticas de la época.
• Un cuarto aspecto –que es correspondiente en cuanto señalar una dimensión
que escapó tanto a nuestras fuentes escritas como orales– es sobre el rol jugado
por las radioemisoras de la época. Es algo que aparece indicado en ambos tipos
de fuentes y que constituye, en sí mismo, un tipo de fuente particular del cual
lamentablemente no pudimos disponer. Cuán útil sería conocer el contenido,
orientación y forma que asumió el discurso de las radios chilenas de esa época.
• Dos otros puntos de correspondencia para terminar con esta enumeración de
tipo ilustrativo: los hechos ocurridos en torno a La Moneda y el dispositivo militar
que se despliega sobre la ciudad entrada la noche. Sobre el primero basta señalar
la concordancia respecto a la improbabilidad de que el palacio se haya visto
amenazado seriamente en su seguridad y la probabilidad de que el Gobierno
haya terminado con su ambigüedad y optado por un camino de resolución de la
crisis cuando uno de sus sectores internos obtiene el apoyo de la derecha para
las facultades extraordinarias. Sobre el segundo, la reiteración de que llegada
la noche se concentra a los efectivos militares y se establece un cordón de segu-
ridad militar en torno al centro cívico de la ciudad.
Las no correspondencias son menos en cantidad y afectan a puntos que ya en la
época fueron fuente de divergencias y de opiniones encontradas. Se trata a nuestro
juicio de no correspondencias entre tendencias. Veamos algunos ejemplos:

437
• En las fuentes de la época se tiende a presentar la marcha y enfrentamiento de
la comuna de San Miguel como parte de una acción política premeditada, mien-
tras que a partir del recuerdo de algunos de sus protagonistas –comprometidos,
es cierto en la acción y por lo tanto parciales– se descubren elementos que ex-
plican mejor el hecho. En concreto la vinculación con la huelga de MADECO.
• Un segundo caso de no correspondencia gira en torno al cerro Santa Lucía. Mien-
tras en la época la tendencia es a circunscribir los hechos a la detención de un
grupo de delincuentes el día miércoles 3 de abril, la memoria tiende a presentar
una visión más compleja y controvertida, inclinada hacia la creencia de que ése
habría sido el escenario de una represión mayor. Como si, en el recuerdo, el
cerro Santa Lucía asumiera una mayor carga simbólica.
• Lo mismo sucede, a nuestro juicio, con el caso del número de muertos. Mientras
la tendencia en la época es a aceptar las cifras oficiales, más de tres décadas
después, la mayoría sigue pensando que las víctimas fueron más de 21.
• Por último, la principal no correspondencia es la que se produce entre una rea-
lidad que nos muestra una secuencia de hechos que comenzaron el 27 de marzo
y una memoria que tiende a focalizarse en el martes 2 de abril. Los días inme-
diatamente siguientes también tienden a borrarse, en especial el miércoles 3,
que no dejó de ser importante.
Respecto a la confrontación en torno a la pregunta por si la memoria aporta
nuevos antecedentes concretos, nuestras entrevistas nos impulsan a decir que sí.
Veamos algunos casos.
• Un elemento de novedad importante, es el de las reuniones entre estudiantes y
partidos políticos el fin de semana anterior al martes 2 de abril. Reuniones que
aportan una información indispensable para formarse una idea más cabal en
cuanto al problema de la premeditación política de los acontecimientos. A la luz
de esos relatos, es claro que las direcciones de los partidos estaban lejos de
jugar un rol dirigente anticipado y no muy cerca tampoco de asumir, en esos
momentos, un papel conductor.
• Un segundo aspecto novedoso es conocer un poco más ‘desde adentro’ el desem-
peño de la dirigencia estudiantil durante el desarrollo de los hechos. Estamos
pensando en los relatos que van desde las primeras reacciones ante la muerte
de Alicia Ramírez hasta las últimas reuniones clandestinas, tratando de llamar
a un paro nacional. Pasando por la marcha de los estudiantes de Medicina; el
ambiente que animó la columna que va de Plaza Italia al Santa Lucía; las briga-
das que protegen Almacenes París; los fracasados discursos a la masa en los
balcones de la FECH; la coartada de evitar ir a La Moneda invitando a volver
hacia Plaza Italia; las conversaciones en el Senado y en La Moneda; en fin, la
vuelta a los hogares, cansados y, en parte, superados por los acontecimientos.

438
• Importante y nuevo es también el relato de lo ocurrido en el sector de Indepen-
dencia, fuera del radio céntrico, y como producto tal vez del impedimento a que
esos sectores llegaran efectivamente al centro. Sabíamos que los hechos habían
repercutido en los barrios, pero no teníamos imágenes concretas. El relato de
Elba Contreras –en la intersección entre lo público y lo privado– hace luces
sobre lo que debe haber pasado más allá del centro de la ciudad.
• En el plano de las vivencias personales –de aquellos trozos de historia que pro-
tagonizaron cada uno de nuestros entrevistados y que constituye la base de su
memoria– están como información valiosa esa serie de pequeños relatos que nos
amplía la visión de lo que concretamente sucedió el martes 2 de abril por la
tarde.
• Pero, finalmente, el elemento que en nuestra opinión comporta la mayor nove-
dad e importancia, es la apertura que nos brindan algunos relatos hacia la acción
de grupos de jóvenes izquierdistas que trataron de conducir los acontecimien-
tos. Esto es algo absolutamente ausente en las fuentes escritas de la época, salvo
en lo que fuesen acusaciones generales y sin bases de realidad, como las suposi-
ciones de un complot del comunismo internacional. Los relatos presentados en
este capítulo, en relación a hechos en que estos grupos habrían participado son
la ‘punta’ de un pequeño ‘iceberg’ que iremos descubriendo en los dos capítulos
siguientes.

439
CAPÍTULO 2
LA INTERPRETACIÓN DE LOS HECHOS DESDE LA MEMORIA

1. Antecedentes
En el Capítulo 5 de la Segunda Parte analizamos el discurso que los diferentes
sectores y actores de la sociedad chilena de 1957 habían elaborado al calor de los
hechos de abril. En particular, analizamos la manera en que ellos se representaron
lo que estaba sucediendo y las causas que se dieron como explicación a los hechos.
Queremos retomar, ahora, esa línea de interrogantes desde la memoria. Ir más allá
del recuerdo existente sobre los hechos en su realidad factual –objeto del capítulo
precedente– para interrogar la representación que los entrevistados se hacen de
ellos y las razones por la cuales creen que se produjeron. Más de tres décadas des-
pués de haberse producido, ¿cómo son calificados, caracterizados o denominados
los sucesos de abril? ¿A qué causas son atribuidos los hechos de abril de 1957? ¿Qué
dimensiones del proceso vivido quedaron más fuertemente gravadas en la memoria
de los actores? ¿Aparecen en la memoria nuevos elementos de explicación para lo
ocurrido?
Orientados por tales interrogantes, hemos buscado en los relatos de nuestros 40
entrevistados aquellos pasajes que contengan explícitamente elementos de repre-
sentación de los hechos en su conjunto, como fenómeno global. Dicho en una frase
o en una pregunta: ¿qué representó para ellos el 2 de abril? De los 40 relatos anali-
zados, en 36 encontramos referencias explícitas en este sentido, las que tratamos de
organizar o agrupar en términos de aproximaciones afines. Se nos constituyó así
una primera gran división: aquellos que consideran que los hechos de abril fueron
esencialmente espontáneos o no provocados y los que creen que, por el contrario,
ellos respondieron a voluntades determinadas y fueron, en cierto modo provocados.
Sorprende que, a pesar de los años transcurridos, esta doble y opuesta aproxima-
ción permanezca. A partir de nuestro análisis, 17 entrevistados se ubican en el primer
tipo de representación y 19 en el segundo.
Tras analizar los contenidos de cada una de estas distintas visiones o repre-
sentaciones de los sucesos de abril, procedimos a indagar en las causas que los
distintos entrevistados daban para explicar estos hechos. Y nos encontramos con

441
que, en general, éstas eran bastante homogéneas, independientemente de la
representación que cada cual se hiciera ‘del 2 de abril’. En general se trataba de
causas presentes en el contexto de la época y que agrupamos en tres grandes tipos:
causas político-institucionales, causas económico-sociales y causas político-sociales.
Finalmente, algunos relatos hacen mención a hechos concretos que pudieron haber
jugado el rol de detonantes o agravantes de la situación general y que agrupamos
bajo la rúbrica de causas inmediatas.

2. Hechos espontáneos, no provocados


Lo común a los relatos que vamos a presentar a continuación, es que todos ellos
comparten la impresión de que los sucesos de abril de 1957 fueron, en general y de
manera dominante, espontáneos. Ninguno de estos 17 entrevistados cree que detrás
de lo ocurrido haya habido una dirección política explícita y premeditada. Por el con-
trario, algunos enfatizan en la dificultad de encontrar elementos, en los hechos mismos,
que los hagan comprensibles. Otros ponen el acento en la espontaneidad con que
emergieron las protestas más violentas. Y, por último, están quienes destacan el ca-
rácter de estallido, de desborde, que asumieron los sucesos de abril de 1957.

Un acontecimiento inexplicable
Cuando Francisco Bulnes, senador del Partido Conservador en 1957, se refiere a
los hechos de abril como algo que nunca llegó a comprender bien, lo hace pensando
en que las razones que en ese tiempo se arguyeron no resultaron justas. Principal-
mente aquella levantada desde su sector político –la derecha– y que presentaba los
hechos como obra del Partido Comunista. Así, Francisco Bulnes, tras discutir que se
hubiese tratado de un movimiento político dirigido expresamente por los oposito-
res al Presidente Ibáñez, expresa:
Todos supusimos, en los primeros momentos, que éste era un levantamiento promo-
vido por los comunistas. Sin embargo, la impresión que me llevé yo después –por el
conjunto de antecedentes y por la propia reacción de mis colegas comunistas en el
Senado, por lo que más adelante conversé con ellos, cuando los comunistas volvieron
al Congreso– tengo la impresión de que no era un asunto promovido por el Partido
Comunista. Por el contrario, el PC lo miró con tanto asombro como lo miramos los
demás y con inquietud, porque no sabía qué fuerza estaba surgiendo. Y, enseguida
hay otro aspecto del asunto: el movimiento no dejó –que yo recuerde en este momen-
to– ninguna secuela, no dejó herederos, no tuvo mayores consecuencias1138.

1138
Entrevista a Francisco Bulnes, Santiago, 11/1/94.

442
De allí que el ex-senador Bulnes concluya, casi con sorpresa, que, a pesar de
dedicarse a la actividad política, nunca tuvo “un concepto claro respecto de los
orígenes del 2 de abril”.
En el caso de Julio Silva Solar, dirigente de la Falange Nacional en esos años, las
dificultades para llegar a comprender ‘qué’ habían sido realmente los sucesos de
abril de 1957, se vinculan a su carácter sorpresivo:
Fue siempre un hecho que quedó como en la penumbra. No hubo explicaciones ni
interpretaciones sobre esto ¿no? De manera que fue como una explosión, como
una explosión que se produjo en un momento dado y que al parecer no fue dirigi-
da por nadie y por lo tanto era bien difícil explicárselo1139.
No obstante estas incertidumbres, Julio Silva tiene el recuerdo de que “lo del 2
de abril fue más sindical y social que político”. Sin embargo, esa claridad aparece
perturbada por una de las explicaciones que se dio en la época de los sucesos:
Además entonces había otro factor ahí que era extraño en este movimiento, […].
El general Gamboa, que apareció de repente y que algunos piensan que podía
haber un aprovechamiento de un sector militar acaudillado por Gamboa en con-
tra de Ibáñez. […] Pero no era fácil deponer a Ibáñez, sobre todo por el lado de los
militares, porque Ibáñez tenía un gran mando, un gran ascendiente. […] Pero las
ínfulas que llevaba Gamboa, a muchos les hizo pensar –no sé si ésta fue una im-
presión subjetiva– que podía pasar algo, en el sentido de un golpe militar, digamos,
contra Ibáñez. Eso es lo que yo recuerdo de ese suceso ¿no?, que como digo, fue
muy sorprendente y muy difícil de explicar1140.
Para el doctor Alberto Acevedo, estudiante universitario en esos años, los he-
chos de abril del 57 no resultan del todo claros porque siente que hay algo en ellos
que se le escapa. Algo poco natural en su emergencia y una cierta falta de “arraigo
popular”. Un movimiento que adquiere cierta masividad pero que luego decae: “fue
un movimiento que yo no lo entendí, porque es un movimiento que nace y se muere
al tiro…”1141.
Los tres siguientes casos de entrevistados que expresan una representación de
los hechos de abril como algo espontáneo pero inexplicable, asocian esta dificultad
de comprensión a algunas características de su propia inserción social en la época.
En el caso de la joven estudiante universitaria de la época, Teresa Quiroz, la dificul-
tad para tener una representación clara de la naturaleza de los sucesos de abril de
1957, se vincula al modo como ella vivió esa experiencia. Y al igual que ella, muchos

1139
Entrevista a Julio Silva, Santiago, 27/1/94.
1140
Id.
1141
Entrevista a Alberto Acevedo, Santiago, 5/1/94.

443
otros estudiantes, que se involucraron por el problema del alza de la locomoción,
sin tener mayor conciencia sobre lo que estaba en juego:
Nosotros nunca medimos la magnitud del acto al que íbamos, no nos dimos cuenta
de que estábamos metidos en un acto de esa envergadura. O sea nuestra participación
–por lo menos la mía– fue rebelarnos por una medida que dañaba a los trabajadores
y a nosotros, pero no sabíamos en qué iba a terminar.Yo creo que no tuvimos ninguna
conciencia. […] Había una cuestión política, en el sentido de un rechazo al gobierno
de Ibáñez, de sus alzas. Había eso, pero más conciencia, no. […] O sea ésta fue una
salida más. No se nos dijo ésta va a ser terrible, no. Era una más1142.
Para Armando de Ramón, en cambio, la difusa imagen que tiene de los hechos se
asocia a su pertenencia a un grupo social que –a su juicio– no veía en ellos sino un
motivo de fastidio:
De manera que cuando comenzaron estos hechos yo no me di cuenta. […]
Yo no te puedo dar detalles porque no tenía nada que ver con el movimiento éste.
En el fondo, lo único que me producía en ese momento –y te ruego que no me
interpretes mal– me producía una inmensa sensación de fastidio. […] No parecía
ese movimiento tener ningún destino. Nunca pareció tenerlo ¿no? Es decir, era
absurdo pensar que unas asonadas de ese tipo, que en el fondo se estaban transfor-
mando en destrucción de bienes públicos, pudieran hacer tambalear al Gobierno.
Hubo gente que creyó que el Gobierno iba a caer con esta cosa ¿no?1143.
Finalmente, según el médico siquiatra Luis Weinstein –en esa época estudiante
universitario–, en él predominaba una visión de la realidad fuertemente racional
que le dificultaba la comprensión de fenómenos que escaparan a esa lógica:
Para mí, el 2 de abril representó […] como una sorpresa que se acoplaba a la
forma cómo a mí me llegó el movimiento ibañista. […] Esto podía pasar en
Argentina, en Colombia, pero en Chile no. En Chile era distinto. Nosotros
asociábamos mucho a Chile con Francia, un país racional1144.
De acuerdo a Weinstein esta dificultad de representarse la realidad de una ma-
nera distinta a la preconcebida, podía llevar incluso a la negación de la realidad:
En resumen, volviendo al 2 de abril, me queda como sensación de algo que éramos
testigos entonces, [pero que] éramos incapaces de entender en todos los alcances.
No nos cabía, digamos, y la tendencia era como a negarlo. […] Como quien dijera
que el 2 de abril no pasó nunca, no existió1145.

1142
Entrevista a Teresa Quiroz, Santiago, 3/1/94.
1143
Entrevista a Armando de Ramón, Santiago, 5/1/94.
1144
Entrevista a Luis Weinstein, Santiago, 4/3/94.
1145
Id.

444
Una manifestación espontánea
El doctor Juan Luis González –entonces recién titulado de médico– cree que el
movimiento de abril de 1957 dejó rápidamente atrás la orientación que los estu-
diantes habían tratado de darle. Recuerda que en su medio habitual se responsa-
bilizaba a determinados sectores políticos de haber llevado las cosas más lejos,
específicamente a la izquierda. Sin embargo, finalmente, sin desconocer la existencia
de un descontento que tal vez trató de ser conducido por algunos grupos, cree que
el movimiento fue esencialmente espontáneo:
Además estos grupos eran […] pequeños, que se desplazaban con gran velocidad.
Ahora, yo no sé si tenían una estructura orgánica, si tenían un mando central, o
eran espontáneos. Probablemente eran espontáneos. Yo no creo que haya habido
una organización, así, que haya planificado todo esto. Yo creo que fue un reventón
de frustraciones y de pobreza y de injusticias y de muchas cosas. […] Y que por lo
tanto me hace pensar –con buenas razones– que esto fue una cosa absolutamente
no programada, que fue espontánea1146.
La misma impresión que guardó, a través de los años, el obrero y poblador Ibador
Castro:
Yo recuerdo que esta cosa resultó como muy espontánea, o sea que de repente se
desató todo, no fue una cosa que empezara en el día. Es cierto que en el día era lo
del alza, ¿no es cierto?, la efervescencia natural. Pero a esa hora de las nueve de la
noche empieza inmediatamente pero con fuerza, fue una cosa tan…1147.
En el caso del relato del ex-dirigente de la FECH, Roberto Bobenrieth, los suce-
sos de abril se presentan como un movimiento popular que sobrepasa a las dos
instituciones que, de alguna manera, habían estado en su origen:
Y en ese momento yo creo que se produjo una cosa que quizás ni la CUT ni nosotros, la
FECH, teníamos muy claro: un movimiento espontáneo de adhesión popular. […] En
política cuesta visualizar cuándo viene un movimiento popular porque es difícil de
prever, aparece. […] Y realmente ahí se produjo un movimiento popular en que la
gente salió, salió a marchar. […] Yo creo que en todas estas cosas actuamos espontánea
y honestamente […] porque nosotros no sabíamos qué se iba a armar… Pensábamos
que era como otra vez más, que había que andar marchando, estar en la calle1148.
‘La gota que rebasó el vaso’, una imagen que con frecuencia encontramos en la
prensa de la época para representar los sucesos de abril. Esta imagen es retomada
en la representación que Alejandro Pizarro se hacía de los hechos:

1146
Entrevista a Juan Luis González, Bruselas, 21/10/91.
1147
Entrevista a Ibador Castro, Santiago, 22/12/93.
1148
Entrevista a Roberto Bobenrieth, Santiago, 4/2/94.

445
Todo esto fue llenando la copa del descontento popular, este ‘reventazón’ del 2 de
abril pudo haber sucedido el 1º de enero, el 18 de setiembre o el 25 de agosto… Fue
una cosa espontánea, no fue manejado esto. En ese tiempo se dijo que el Partido
Comunista, que esto y esto otro… Pero no, el Partido Comunista, usted sabe que es
vocero de todos los descontentos... Era poderoso, tenía fuerza, pero no era tanto...
[…] Con todo este descontento popular, la subida de las tarifas de la movilización
fue la gota que rebasó la copa. Esto no fue organizado… […] la copa ya estaba
rebasada1149.
Pizarro, al igual que los relatos anteriores, concluye destacando la espontanei-
dad de los hechos:
Yo vi una masa informe no más. Yo tengo el sentimiento, la apreciación directa de
que esto fue un movimiento espontáneo… […] Entonces fue una reacción espon-
tánea de cansancio o de agotamiento, de un sector. […] El 2 de abril no fue
preparado. […] Como una hojarasca que se quema y listo, se acabó1150.

Un desborde popular, un estallido


En la transición entre lo espontáneo y el desborde encontramos el testimonio de
Manuel Cabieses, reportero del diario Última Hora en la época. Su memoria guarda
tres rasgos presentes en los sucesos de abril: la sorpresa, la espontaneidad y la furia:
Creo que para todo el mundo, incluyéndome a mí, que estaba reporteando esto y
que tenía estas relaciones con dirigentes sindicales, fue una sorpresa, digamos, el
cómo se pueden desencadenar los hechos. […] Bueno, hablábamos de la esponta-
neidad, de la masividad, de la furia evidente contra todo lo que representaba el
orden establecido, o la furia contra la riqueza –la opulencia de aquella época que
era bastante menor que la de hoy– de gente que no tenía nada. Era evidentemente
una rebelión de los pobres1151.
Para Aníbal Palma, dirigente estudiantil en la época, los sucesos de abril de
1957 fueron, principalmente, un desborde popular. De los pocos que, a su juicio, se
han dado en la historia nacional y que en su origen habría tenido una movilización
estudiantil:
…una expresión de un desborde popular no controlado, ni organizado, ni
planificado. Esto partió como las tradicionales protestas estudiantiles, por un alza
de la movilización, que estaban dentro del marco tradicional de sus movilizaciones.
[…] no pasó de ser una más, es decir un movimiento de protesta como se habían

1149
Entrevista a Alejandro Pizarro, Santiago, 16/12/93.
1150
Id.
1151
Entrevista a Manuel Cabieses, Santiago, 28/12/93.

446
realizado muchos en el país. […] Yo diría que, en términos globales, podría
asimilarse a lo que fue el ‘bogotazo’ en Colombia o algunos fenómenos parecidos
que se registraron en Venezuela y en Argentina. Yo no me recuerdo en la historia
de Chile que se haya producido otra situación similar, de un desborde no controlado
y no sujeto tampoco a una orientación política1152.
A juicio de Aníbal Palma este carácter no controlado y la carencia de orienta-
ción política explican que el movimiento, así como cobró una enorme fuerza, luego
se haya disuelto:
…porque no había nada detrás. O sea, no había ninguna plataforma de lucha, no
había una conducción orgánica. […] Es absolutamente falsa la posición del Go-
bierno de que había dirigentes, que habían dirigido…, ahí no había ninguna
dirección ni nada. […]
No recuerdo yo [esto] de una poblada que invade el centro, que destroza todo, que
incendia y que saquea tiendas, eso no. Creo que un fenómeno así no se había
producido…1153.
La idea del ‘bogotazo’, como símbolo de un estallido inesperado que sobrepasa
todos los canales de expresión y manifestación –que ya habíamos encontrado en la
prensa de la época– aparece también en el relato del sacerdote Alfonso Baeza1154.
En el caso del obrero Alberto González, la idea de ‘desborde’ es tomada como la
expresión de una inquietud social, largamente acumulada:
La gente desbordó toda una inquietud social que tenía, a través de un alza de
locomoción… […] Entonces muchos, nosotros por ejemplo, salimos más por eso:
como un llamado a protestar contra el alza. No era un paro, era protestar,
manifestar...1155.
La enfermera Elba Contreras reconoce no tener claro “si esto había sido previamen-
te preparado” o no. Sin embargo, sí recuerda que en ese momento se vivía un ambiente
muy conflictivo, en el marco del cual ella sitúa la emergencia de las protestas:
Yo creo que es la única vez que he visto acá en Chile, que tengo conocimiento, un
desatarse así tan grande de agresividad y de desquite, digamos, de todas las injus-
ticias que se han cometido contra los sectores más pobres. Porque en general los
chilenos son como muy medidos en sus peticiones […] pero el desborde de este
movimiento, de esta movilización del 2 de abril fue una cosa como sin destino.
Fue sin destino1156.
1152
Entrevista a Aníbal Palma, Santiago, 28/1/94.
1153
Id.
1154
Entrevista a Alfonso Baeza, Santiago, 22/12/93. Ver nota 343 y punto 5, Capítulo 3, Segunda Parte.
1155
Entrevista a Alberto González, Santiago, 22/12/93.
1156
Entrevista a Elba Contreras, Santiago, 9/3/94.

447
En el origen de este desborde, Elba Contreras identifica una situación de pro-
funda injusticia y un cierto rencor social acumulado: “‘aquí vamos a hacer lo que
queramos, vamos a desquitarnos de todo lo que nos han hecho’, fue una cosa así,
como yo la sentía”1157.
Por último, están las representaciones de los entrevistados que en sus relatos
ponen el énfasis en el carácter de estallido o levantamiento que habrían tenido los
sucesos de abril de 1957. Se diferencian de otros relatos que analizaremos más ade-
lante –que también se refieren a la idea de levantamiento– en que éstos se mantienen
en el registro de algo no premeditado1158.
El primer caso es el de José Cademartori –diputado electo en marzo de 1957 y
militante comunista– quien resalta el carácter de levantamiento:
Ese estado de violencia latente, de descomposición social, de caos, de mucha vio-
lencia, eso fue el 2 de abril en Santiago […] Pero fue un hecho único, tal vez, en un
período largo. […] por lo menos yo no recuerdo de niño de haber vivido otros
sucesos como esos. […] Lo que sí recuerdo es que estaba en el centro y que […]
había un verdadero levantamiento popular. Grupos numerosos de jóvenes traba-
jadores y empleados que enfrentaban a la fuerza policial1159.
Levantamiento, estallido, en todo caso para José Cademartori se trató de algo
no dirigido:
Evidentemente no esperábamos que ocurriera y en cierto modo nadie lo esperaba.
Yo creo que tuvo mucho carácter espontáneo. O sea no fue preparado, como se
habrá dicho más de alguna vez en esos días y posteriormente. No fue una conspi-
ración comunista o de quien sea ¿no? Yo creo que fue un estallido espontáneo de
violencia o de indignación1160.
La representación que Volodia Teitelboim –importante dirigente del Partido
Comunista, en 1957 y al momento de la entrevista– tiene de los hechos de abril, va
en la misma dirección:
El 2 de Abril de 1957 fue un estallido popular, complejo, heterogéneo, donde inter-
vinieron elementos muy diferentes. Yo estimo que no fue un movimiento organizado
en forma sistemática, sino que respondió a una explosión sobre la base, claro, de
una carga montada, acumulada, por los acontecimientos. […] …una espontanei-
dad que obedece a motivaciones muy directas, pero también a déficits, a
descontentos de larga data, que en el fondo son muy complejos de analizar1161.
1157
Id.
1158
De alguna manera estos relatos expresan lo que fue la visión oficial del Partido Comunista en la
época.
1159
Entrevista a José Cademartori, Santiago, 3/1/94.
1160
Id.
1161
Entrevista a Volodia Teitelboim, Santiago, 30/12/93.

448
Insiste también Teitelboim en la convicción de que fue un movimiento sin direc-
ción política, ni de los comunistas ni de la izquierda:
Yo creo que este movimiento fue sorpresivo para la izquierda organizada, in-
clusive para el Partido Comunista. […] Si hubiera habido un movimiento
organizado y una especie de acuerdo político entre distintas fuerzas oposito-
ras, posiblemente el desenlace hubiera sido mucho más profundo. Pero como
no había una organización previa, ni se sabía a dónde se quería llegar exacta-
mente, fue como esos estallidos en que se expresa un sentimiento y no se
concreta mucho 1162.

3. Hechos dirigidos, provocados


Los relatos que analizaremos a continuación, tienen en común el que se repre-
sentan los hechos como resultado de una voluntad explícita, en general política.
Es decir, los acontecimientos de abril de 1957 habrían sido inducidos –en diferen-
tes grados y con distintas orientaciones dependiendo de los entrevistados– por
grupos o intereses posibles de identificar. En diferentes grados, en el sentido que
para algunos todo el proceso habría sido premeditado, en tanto que para otros
solo a cierto momento de los hechos habrían intervenido estas voluntades políti-
cas. Con diferentes orientaciones, porque para algunos fue el resultado de una
conspiración de la izquierda o bien del Gobierno. Para otros fue un levantamiento
popular con voluntad de cambio, o bien solo un hito dentro de un proceso mayor,
de orden estructural.

Una conspiración de izquierda


El Partido Conservador fue uno de los sectores que en la época acusaron con
más fuerza al Partido Comunista de haber instigado los sucesos de abril de 1957.
Tanto es así, que el ex diputado conservador Héctor Correa Letelier, tres décadas
después de ocurridos los hechos, continuaba convencido de ello, aunque sin com-
prender bien el porqué:
Lo que recuerdo es que por esta alza de las tarifas de las micros comenzaron los
incidentes. En mi concepto, una sublevación hábilmente organizada por el Parti-
do Comunista, que era muy fuerte, y por elementos de izquierda sueltos, como
siempre. […] Ahora lo que yo nunca entendí […] es cómo un mes después de las
elecciones, en que a ellos les había ido regular, siempre sacaban 14 o 15 diputados,
¿qué sacaban con esto?1163.
1162
Id.
1163
Entrevista a Héctor Correa, Santiago, 16/3/94.

449
Para el ex presidente de la FECH, Eduardo Moraga, en cambio, los responsables
habrían sido los socialistas. Este es un caso en el que se observa un cambio notable
en la representación que el entrevistado se hace de los hechos, ya que en la época le
atribuía la responsabilidad al Gobierno:
Yo tengo la impresión –y siempre se dijo mucho– que en esto habría participado
organizadamente el Partido Socialista, que en aquel entonces era muy violento
[…] Eran muy exaltados, se declaraban marxistas y competían en quién era más
de izquierda y quién era más violento, si el PC o el PS... […] A mí me da la impre-
sión que esto lo alentó y lo organizó mucho los socialistas. Que no fue tan lumpen,
[o tal vez sí] lumpen, pero organizado por alguien y se decía que más que nada
eran los socialistas…1164.
Curiosamente, en esta misma perspectiva de entrevistados, que se representan
los hechos de abril como un hecho impulsado por sectores de izquierda con fines
conspirativos, nos encontramos con el relato de José Santiago, dirigente trotskista
en la época. En su relato involucra, específicamente, a grupos socialistas supuesta-
mente coludidos con sectores militares:
Había un gran fraccionamiento, habían varias agrupaciones de tipo socialista,
muy izquierdizantes… […] Dicen que estos elementos conspirativos estaban dentro
del corazón del movimiento este que de repente explotó, llamado 2 de abril. Ahora,
hubo una parte militar que no respondió a los compromisos contraídos con los
conspiradores, con los conjurados, y eso explica que el Gobierno haya tomado
medidas como la de movilizar las Fuerzas Armadas, poner tanques en todo
Santiago. […]
Ahora, las personas que participaron en esto, los que estuvieron en la médula del
asunto, antes de estallar ese atardecer del 2 de abril, es muy difícil saber quiénes
fueron. Pero yo creo que eran los grupos políticos que habían andado golpeando
los cuarteles y que estaban preparando una asonada para echar abajo el Gobierno
y tomar el poder en las manos. ¿Qué grupos? Todos estaban metidos en el baile,
socialistas especialmente1165.
Finalmente, está la visión del ex comandante en jefe de la Fuerza Aérea, Armando
Ortiz, quien, sin haber participado de los hechos directamente y guardando un
recuerdo muy vago de lo sucedido, no duda en calificar los hechos como “una
revolución en marcha”, sosteniendo que, frente a ella, había que actuar en
consecuencia1166.

1164
Entrevista a Eduardo Moraga, Santiago, 27/1/94.
1165
Entrevista a José Santiago, Santiago, 15/2/94.
1166
Entrevista a Armando Ortiz, Santiago, 19/1/94.

450
Una maniobra del Gobierno
Patricio Hevia se formula una serie de interrogantes sobre la manera como se
fueron desarrollando “los luctuosos sucesos del 2 de abril”, como recuerda que se
los denominó en la época. En todo caso, tiene la certeza de que ellos no fueron
programados ni planificados por los estudiantes de ese entonces y que, por el con-
trario, las cosas se fueron enlazando curiosamente:
Ahora, mirado a lontananza, uno ve que había algo detrás, que eran los hilos que
se iban manejando con una perfección de reloj, cronométrica. […] Somos testigos
de que efectivamente nosotros no hicimos ninguna provocación y después se nos
acusó de provocadores, junto a la Federación de Estudiantes y al lumpen. Como
que todo eso era una sola ‘majamama’ junta… […] Es extraño que hayan dejado
sin conducción a la FECH. Es extraño que hayan retirado a la fuerza policial,
sabiendo que venía gente al centro. Nunca se dio una explicación del por qué
retiraron a la fuerza policial1167.
Hevia concluye señalando a sectores de las Fuerzas Armadas o del Gobierno
como posibles responsables de los hechos de abril de 1957:
¿Fue ésta una respuesta para evitar algo y los estudiantes fuimos utilizados y los
trabajadores y obreros también? […] No sabemos si esto fue más de grupos de las
Fuerzas Armadas o de partidos. Mi impresión es que era más bien por las Fuerzas
Armadas y por el Gobierno mismo, que por los partidos. […] Entonces esto apare-
cería […] como una justificación que les resultó positiva, que funcionó, o sea, esto
puede haber sido un comando interior… Porque a pesar de los muertos –que no les
importaban mucho– los fines políticos los lograron. O sea, lograron las facultades
extraordinarias, el Estado de Sitio, el control de la situación, dar vuelta a la hoja
y terminar el período el 58 y entregarle a Jorge Alessandri el mando1168.
El entonces sacerdote Gabriel Larraín tiene una visión de lo acontecido similar
a la de Hevia. Se trata de una interpretación que surge de su condición de testigo de
los hechos:
Lo que recuerdo es de mi propia interpretación: aquí hubo fundamentalmente
una maquinación para justificar después, tal vez, políticas más autoritarias y
para justificar desaciertos políticos que se estaban produciendo. Pero que no
resultó, puesto que la opinión pública en general coincidía con esta interpreta-
ción de que eso era algo provocado o algo fríamente calculado [para] que se
produjera 1169.

1167
Entrevista a Patricio Hevia, Santiago, 19/1/93.
1168
Id.
1169
Entrevista a Gabriel Larraín, Santiago, 12/1/94.

451
Gabriel Larraín no descarta la posibilidad de que el general Gamboa haya
tenido algo que ver en el asunto, operando como una suerte de “cerebro gris”. Sin
embargo, lo que más le sorprende fue “el comportamiento del Gobierno”:
Eso es lo más inédito de todo. Bueno, las explosiones sociales se dan, emergen por
una ‘equis’ razón. Pero cuando uno observa que el gran aliado del sector que revolu-
ciona es el aparataje de Estado, estamos frente a una apuesta bastante peligrosa. Se
apuesta a poder canalizar y rentar de eso, pero también se está convencido de que no
va a pasar nada más que eso1170.
La representación que Marco Antonio Ojeda tiene de lo sucedido en abril de
1957, la fue construyendo ‘a través de los años’. Ojeda –recordemos– era suboficial
del Ejército en 1957:
Yo en ese momento no lo supe, pero a través de los años y comentarios posteriores
con gente de diferentes ambientes, he llegado a la conclusión de que fue en forma
deliberada. Ibáñez del Campo en ese tiempo estaba terminando su período presi-
dencial y estaba con bastantes problemas. Y siempre él fue un tanto adicto a esto
de […] dar golpes de sorpresa. Entonces me imagino yo que pretendió justificar un
acto de fuerza. […] Yo pienso que se produjo esto para justificar la entrada de las
Fuerzas Armadas y además emplear la violencia, una represión fuerte. No creo
que haya sido descoordinación1171.
Ojeda concluye, entonces, que el Gobierno, iniciado el movimiento, se habría
aprovechado de la situación. Naúm Kramarenko, por su parte, también piensa que
los hechos fueron manejados por un grupo dentro del Gobierno o del ibañismo,
interesado en distraer la atención de la opinión pública:
¿No habrán sido los mismos que inventaron el Partido Agrario Laborista, y los
mismos cerebros que inventaron la base para todos estos negocios y negociados, y
los mismos que pusieron al pobre general Carlos Ibáñez del Campo de pantalla?
¿No habrán sido los mismos que tuvieron el control de eso y lo echaron a andar?
[…] “Yo no sé, fíjese, si todo esto no fue una especie de ajuste para que la gente
siguiera hablando de otra cosa1172.
Lo esencial en la visión que el diputado socialista Mario Palestro conserva de
los hechos de abril, es que la izquierda, específicamente el PS, no estuvo compro-
metida en el movimiento. Por el contrario, él afirma la tesis del ‘autogolpe’:
Yo siempre pensé que había sido una especie de autogolpe. Ahí había mucha gente
de origen político fascista, había muchos militares en retiro y en servicio activo

1170
Id.
1171
Entrevista a Marco Antonio Ojeda, Santiago, 29/3/93.
1172
Entrevista a Naúm Kramarenco, Santiago, 10/3/94.

452
que eran los que le daban el respaldo al Presidente Ibáñez y que todo el mundo los
conocía como viejos fascistas en este país1173.
Conspiración del Gobierno, entonces, según Palestro, destinada a asegurar “la
permanencia de Ibáñez en la conducción del país”, pero que habría fracasado.
Sergio Scroggie era en ese tiempo estudiante universitario y pertenecía a la
Juventud Liberal. Su representación de los hechos expresa bien lo que fue la visión
del otro sector de la derecha, que no creyó en la tesis conservadora del complot
comunista. Scroggie cree más bien que el propio Gobierno intervino en los aconte-
cimientos en función de sus propios intereses:
Como no tenía la mayoría en el Congreso, […] el mismo presidente –por lo que yo
pude apreciar en la calle– aumentó los desórdenes porque trató de sacar estas
facultades extraordinarias. Incluso abrió las cárceles para que salieran los presos
[…] y esto se convirtió en un robo generalizado en el centro de Santiago, las vitri-
nas, los comercios del centro, quedaron todos destruidos. […] Entonces él también
se sumó a la ‘pelotera’ y sacó los tanques. […] Y con las facultades extraordinarias
Ibáñez paró esta cuestión al tiro. Se terminó1174.
En su representación de los hechos, Scroggie tampoco descarta la posibilidad de
que intereses militares hayan estado comprometidos:
Y se piensa que talvez […] hubo gente del Gobierno metida, con el objeto de trans-
formar la democracia en una dictadura, pero después eso se aplacó. A mi modo de
ver, yo creo que hubo gente del Gobierno que en lugar de parar el asunto lo incre-
mentó y provocó ese pánico digamos, porque fue un verdadero pánico1175.
Para Guillermo Verdejo –poblador en esa época y que debió atravesar el centro
de la ciudad en medio de los incidentes– lo principal, en su visión de los hechos, es
el elemento provocación. Una provocación que el Gobierno habría montado para
acusar luego a las organizaciones populares:
Este fue un acontecimiento muy interesante porque ahí se vio de dónde parte la provo-
cación, diría yo. Ahí las provocaciones partían desde las propias esferas oficiales y eso
no me lo pueden desmentir […] porque soy testigo presencial. […] Lo fundamental fue
el día 2, ese fue como el estallido de esta cosa. Fue como hacer una provocación a las
organizaciones sindicales y sociales para echarles la culpa a ellos de los desmanes1176.
Finalmente, está el relato de Julio Stuardo, dirigente estudiantil radical en la
época, que presenta una interpretación más compleja de los hechos. La responsabi-
lidad habría sido del Gobierno, pero en un cuadro de conflictos internos:
1173
Entrevista a Mario Palestro, Santiago, 19/3/93.
1174
Entrevista a Sergio Scroggie, Santiago, 27/1/94.
1175
Id.
1176
Entrevista a Guillermo Verdejo, Santiago, 1/2/94.

453
Yo pienso que al retirar el Gobierno a Carabineros, reconoció de alguna manera su
incapacidad para mantener el orden público. Al impedir que entrara el Ejército a
tomar el control, se entró en una especie de conflicto tácito con el Ejército. Y allí,
el general que finalmente tomó el control de la ciudad, […] el general Gamboa,
tuvo el poder en la mano y no dio el golpe, porque no se atrevió o porque le faltó un
milímetro, no lo sé. Entonces viene la reacción política de Ibáñez1177.
A juicio de Stuardo, Ibáñez era “muy impolítico” y frente a una situación de
emergencia como aquella se manejó muy mal. Sin embargo, tenía políticos impor-
tantes a su lado, que lo habrían aconsejado. En suma, Stuardo sintetiza:
Entonces cuando Ibáñez ve que puede haber un protagonismo militar –era un
hombre poco político, pero [que] tenía astucia de cuartel– el peligro ya estaba
encima. […] Ibáñez, se sintió en un ‘sandwich’ entre el Ejército al cuál él le abrió
las puertas y la presión popular. A lo mejor, […], en esa situación de inestabilidad,
llamó a estos políticos hábiles […] que podían equilibrar las cosas en términos de
la política tradicionalmente democrática en el país y aplacarlas1178.
En ese contexto, Ibáñez habría abierto el espacio para el diálogo político, a tra-
vés del cual se habrían conseguido las facultades extraordinarias.

Un levantamiento popular contra el sistema


Los relatos que hemos agrupado bajo este rótulo, son aquellos cuya representación
de los hechos resaltan la existencia de un movimiento popular orientado –más o menos
orgánicamente– en contra del sistema. En este sentido, predomina una visión ‘anti-
espontaneísta’ del proceso, lo cual –como veremos– no significa necesariamente que
todos reconozcan la existencia de una conducción partidista. Tienen en común también
–lo que las diferencia de las representaciones que denominamos ‘conspiración de
izquierda’– una aproximación valorativa del movimiento. Hay que recordar, por último,
que tres de los cuatro entrevistados considerados en esta posición fueron actores
directos en los intentos por dar conducción política al movimiento.
Quien a nuestro juicio mejor expresa este tipo de representación de los hechos
es Alfonso Guerra. Recordemos que él formaba parte del Comité contra las Alzas y,
en tanto que tal, había trabajado activamente en la fase de agitación estudiantil de
los meses previos a abril de 1957. Es justamente ese esfuerzo el que rescata Guerra,
para contestar la supuesta espontaneidad del movimiento. A su juicio la acción de
los comités contra las alzas habría sido “el motor” de la agitación popular. Cuestionar
la supuesta espontaneidad del movimiento no significa para Alfonso Guerra,

1177
Entrevista a Julio Stuardo, Santiago, 24/1/94.
1178
Id.

454
necesariamente, afirmar la planificación o la premeditación. Reconoce y enfatiza,
eso sí, que era una lucha contra las alzas que terminó cuestionando el sistema:
Yo no creo que haya sido una acción planificada sino que fue producto del ambiente
y de la situación… […] Pero no fue espontáneo. Fue con un contenido claro de justi-
cia, de lucha, motivado por razones efectivas. […] [Junto con agosto del 49] son los
dos hechos que tienen que ver con la ruptura del sistema. […] Abril del 57 fue un
intento más serio, no planificado, […], sino que como una reacción de las fuerzas
sociales para romper el sistema. Yo lo coloco en el mismo plano de agosto del 49, que
está un poco más atrás en la memoria, pero que también forma parte de ese elemen-
to rupturista. El 2 de abril tiene su antecesor en el movimiento del 491179.
En esta misma perspectiva se ubica la visión de Federico García quien, recorde-
mos, fue uno de los dirigentes del sector de la Juventud Comunista que impulsó una
conducción revolucionaria del movimiento. Para él, los hechos de abril hay que si-
tuarlos en una perspectiva más larga:
Mi recuerdo es un recuerdo de masas que subvierten el orden, que rebalsan todos
los límites de la acción política tal como había sido fijada por los partidos políti-
cos. Pero voy a volver un poco más atrás. Me da la impresión […] que ese rebalse
de las masas con respecto al cuadro político se venía dando ya desde hacía un
tiempo, por lo menos desde el 521180.
Es así como García vincula también los hechos de abril a la serie de manifestacio-
nes que se venían impulsando desde fines de 1956. A su juicio, esas manifestaciones
fueron creciendo hasta que se produce la muerte de Alicia Ramírez y el desacato a la
orden del Partido Comunista y del FRAP de que la gente permaneciera en sus casas.
En ese contexto, García trata de situar la acción de su grupo y sus debilidades:
Si no hubiera habido ciertos grupos activos empujando acciones de calle, por los
motivos que fueran, no habría habido 2 de abril. […] [Pero estos] pequeños grupos,
por muy encargados de la propaganda que estuvieran, no tenían la capacidad para
coordinar acciones que condujeran a una toma del poder. Sin embargo el poder
había quedado desarticulado. […] No había una infraestructura de parte de los
grupos que querían apoyar el movimiento insurreccional, porque era una insurrec-
ción ya, que crecía. […] Chile estaba maduro para una revolución, se pudo ver eso.
Pero había una tremenda crisis de dirección, había una dirección potencial, en ger-
men, muy pequeña, sin capacidad organizativa ni ‘complotativa’ tampoco. […] Se
llegó casi justo al objetivo del poder, pero no había estructura, no había organiza-
ción para eso1181.
1179
Entrevista a Alfonso Guerra, Santiago, 21/1/94. En referencia a los sucesos del año 1949, en que
también a propósito de una alza en la locomoción colectiva, se produjo un movimiento social
conocido como “la revolución de la chaucha”.
1180
Entrevista a Federico García, Santiago, 4/2/94.
1181
Id.

455
Finalmente, García rechaza la imagen de los hechos de abril como una gran
conspiración de la izquierda. Sin desconocer la voluntad política de conducir los
hechos, aclara:
Es decir, hubo gente que vio que venía esta cosa y dijo, bueno, desde el punto de
vista político yo me alzo sobre esto. Ya. Pero que haya inventado el 2 de abril, […],
y haya hecho todo eso, no. Sino que, simplemente, cuando vio la gente peleando,
trató de darle una dirección. Trataron, pero no pudieron, porque realmente la
fuerza de masas era una fuerza mucho mayor que todo lo que ellos tenían1182.
En el caso de Luis Vitale, su relato respecto a este punto se centra en cuestionar
la idea de que el 2 de abril fue algo espontáneo. Militante sindical en la época y
conocedor del esfuerzo hecho por el grupo de las Juventudes Comunistas por con-
ducir el movimiento, reivindica la existencia de una dirección política, no
estrictamente partidaria. Sin embargo, Vitale, al igual que García, coincide en que
la conducción de estos grupos fue sobrepasada:
El 2 de abril se puede decir, literalmente a mi juicio, que es una semi insurrección
urbana, por no llamarle insurrección urbana. Es una insurrección en la que se
toma el control del centro de Santiago, sin ninguna duda. Como había sido ocupa-
do antes también, porque no era la primera vez que se ocupaba Santiago. Se ocupó
en la época de la Asamblea Obrera de la Alimentación, el año 1919 y se ocupa el
año 25, cuando es derrotado José Santos Salas… […] La Juventud Comunista, los
mismos que dirigen, son desbordados por un proceso que, a mi juicio, no tenían ni
idea de que se podía producir. […] Ellos no tenían ni idea de que se iban a descol-
gar las poblaciones, no sabían. Sus cálculos eran hacer efectivo un movimiento,
una lucha fuerte, tomar esa zona y dentro de sus cálculos estaba también que
serían expulsados del PC1183.
Finalmente, un último caso que, aunque menos nítido, nos parece que corres-
ponde también a un tipo de representación de los hechos que reconoce en ellos un
movimiento popular radicalizado. Es interesante que Clodomiro Almeyda identifi-
que también los dos elementos explicativos propuestos por Vitale, agregando un
tercero, la represión:
…fue un elemento muy novedoso en la política chilena, con algunos de los rasgos que
le puedo señalar: [primero] la radicalidad de algunos de sus componentes, minorita-
rios, pero que jugaron un rol dentro de él. Segundo, la participación de los pobladores
¿no? marginales, y [tercero], también, el rol que jugó el sector público, […] la actitud
represiva de los ‘pacos’, que normalmente no es muy inteligente en estos casos1184.

1182
Id.
1183
Id.
1184
Entrevista a Clodomiro Almeyda, Santiago, 3/2/94.

456
Un hito más dentro de un proceso histórico de larga duración
Una primera referencia a los sucesos de abril de 1957, como un hecho que res-
ponde principalmente a una acumulación social y organizativa anterior la
encontramos en el relato de María Eugenia Horwitz. Reaccionando contra una vi-
sión que los presenta como un proceso social autónomo y un tanto espontáneo, la
historiadora expresa:
Porque la verdad es que esto es algo tremendamente trabajado y de larga data,
trabajado sistemáticamente por esta alianza forjada comunista-socialista. Por su-
puesto que el 2 de abril sobrepasa en mucho lo que los estudiantes universitarios
eran capaces de hacer, sin duda alguna. Pero hay que reconocer que había una
situación de movilidad en el país, […] que se notó también en varios otros inci-
dentes anteriores… […] Es así como yo veo el cuadro. De ahí que tenga serias
dudas con esta tesis, por ejemplo de Gabriel Salazar, de este reventón social autó-
nomo del 571185.
Esta misma idea de que el movimiento de abril de 1957 no es un hecho aislado,
sino que hallaría su sentido en un proceso más amplio, la encontramos en el relato
de Raúl Santander, dirigente trotskista de la época:
El 2 de abril, en sí mismo, no es un acontecimiento en verdad ni precursor, ni el
resultado, es solamente una de las luminarias, uno de los estallidos, de un proceso
que es mucho mayor. Por lo tanto su trascendencia hay que medirla, no en sí
misma sino como una de las expresiones, suelta, de un proceso que todavía no
daba todas sus luces. No fue un detonante de nada, solamente se engarzó a otros
procesos que siguieron su curso con cierta naturalidad. […] El 2 de abril es el
árbol que no deja ver el bosque, que aparece de repente como una llamarada que
provoca un impacto1186.
En su representación de los hechos, Santander reconoce que no hubo una prepa-
ración, ni reuniones previas que pudieran hablar de una concertación, pero que sí
había un clima apropiado, “una latencia total”, como él lo llama.
Por último, el testimonio de Gustavo Horwitz que, junto con recuperar elemen-
tos de representaciones que ya hemos analizado en puntos anteriores, termina
afirmando centralmente la pertenencia de los hechos de abril a un proceso que los
trasciende, producto de la situación de relativa crisis que vivía la sociedad chilena
y sus efectos en determinados sectores sociales. En la representación que Horwitz

1185
Entrevista a María Eugenia Horwitz, Santiago, 3/2/94. M.E. Horwitz se refiere a la interpretación
del historiador Gabriel Salazar sobre estos hechos. Ver: G. Salazar, La violencia política popular
en las ‘grandes alamedas’, Ediciones SUR, Santiago, 1990, pp. 260-261.
1186
Entrevista a Raúl Santander, San Sebastián, 12/2/94.

457
tiene del proceso, vemos que, desatada la reacción social, los hechos habrían segui-
do el curso que tuvieron debido a la confluencia de al menos tres factores:
La verdad es que contribuyeron ahí tres elementos. Uno, que no hubo una
participación organizada de los partidos políticos. Segundo, que la fuerza pú-
blica, Carabineros, había entrado a actuar de una manera no muy racional
en cuanto a la represión: ya estaban tan enloquecidos los carabineros como
los manifestantes. Y, en tercer lugar, es muy probable que se haya incorporado
a esta especie de anarquía una especie de lumpen ¿no? que se aprovechó de las
circunstancias1187.
Sin embargo, estos distintos aspectos que hemos expuesto del relato de Gustavo
Horwitz no son sino consideraciones puntuales respecto a una interpretación histó-
rica más de fondo y proyectiva:
Lo que yo digo es que el 2 de abril se explica como parte de un proceso que viene,
que viene madurando. El 2 de abril es solo uno de los muchos episodios que culmi-
nan en un proyecto político mucho más sólido, que es el proyecto de la Unidad
Popular, y que en ese tiempo se llamaba el FRAP1188.

4. Causas de orden político


La mitad de los entrevistados argumentaron causas de orden político para expli-
carse los sucesos de abril de 1957. En efecto, en 21 relatos encontramos referencias
al contexto político institucional en el cual se habrían desarrollado los hechos, indi-
cándose alguna relación de causalidad con los hechos. En particular, la gran mayoría
de estos entrevistados se refirieron a la gestión del gobierno del Presidente Ibáñez
como factor determinante para el surgimiento del movimiento de protesta. Otra
parte –menos importante– se orientó hacia la realidad de los partidos políticos en
busca de explicaciones a lo sucedido.

Un gobierno desgastado
El principal problema que muestra el gobierno de Carlos Ibáñez en 1957 –a la
altura de la mitad de su quinto año de ejercicio– era el no haber cumplido con casi
ninguno de los contenidos programáticos por los cuales había sido elegido mayori-
tariamente en 1952. Esto lo destacan, de diversas maneras, numerosos entrevistados.
Por ejemplo, en palabras de Juan Luis González:

1187
Entrevista a Gustavo Horwitz, Santiago, 2/3/94.
1188
Id.

458
Se miraba al gobierno de Ibáñez realmente como un gobierno sumamente inefi-
ciente, muy corrupto y que no tenía un buen sustento político, a pesar de que
había accedido al poder con una mayoría avasalladora. Ya estaba en sus postri-
merías y la verdad de las cosas es que se veía todo esto como muy decadente1189.
En realidad, para algunos de los entrevistados, el gobierno de Ibáñez, desde un
comienzo había mostrado su debilidad. Rafael Agustín Gumucio, diputado falangis-
ta en la época, recuerda que al momento de la elección “había un desorden total del
cuadro político”, que Ibáñez no poseía realmente un programa de Gobierno y que,
en ese sentido, “ese gobierno desde que nació no tenía ninguna base para tener
éxito”1190. Alejandro Pizarro, por su parte, ibañista “hasta el último momento”, re-
conoce que “la conducción política de Ibáñez había sido muy vacilante”1191.
Pero lo que más ha quedado grabado en la memoria de los testigos y actores que
interrogamos ha sido la incapacidad de Ibáñez para cumplir con su promesa de
‘barrer’ con las malas prácticas de la política. En tal sentido el símbolo de ‘la esco-
ba’ es recurrente; una escoba que no había hecho el trabajo que había prometido1192.
Los entrevistados tienen la impresión de que en 1957 se había llegado a un
punto en que el Gobierno ya no controlaba la situación. “Había como un desorden
político y social, en que no había toma de posiciones de parte del Gobierno”, en
dichos de María Eugenia Horwitz. Impresión que es compartida por Gabriel Larraín
y que lo lleva a ligar estrechamente los sucesos de abril a la incapacidad del
Ejecutivo:
Esto sucede cuando ya todo el período eufórico, mesiánico, de Ibáñez se había
terminado y el tipo demostraba que no era capaz. Ya no había ninguna discusión
al respecto. Prácticamente las mismas cosas que quiso combatir las hacía pero
mucho mejor, más perfectamente mal que los otros. […] Yo creo que en el fondo
esto sucedió porque el gobierno de Ibáñez no tenía ninguna consistencia, en el
fondo es eso1193.

Acumulación de frustraciones
Consecuencia lógica del clima de desgaste y descrédito que acabamos de
describir, la “mayoría entusiasta de adeptos” se había ido esfumando, instalando en

1189
Entrevista a Juan Luis González, Bruselas, 21/10/91.
1190
Entrevista a Rafael Agustín Gumucio, Santiago, 27/1/94.
1191
Entrevista a Alejandro Pizarro, Santiago, 16/12/93.
1192
Entrevistas a Federico García, Santiago, 4/2/94, a Roberto Bobenrieth, Santiago, 4/2/94, a Naúm
Kramarenco, Santiago, 10/3/94 y a Teresa Quiroz, Santiago, 3/1/94.
1193
Entrevista a Gabriel Larraín, Santiago, 12/1/94.

459
ella la desilusión1194. Desvanecida la “avalancha” que lo había llevado al Gobierno,
Ibáñez enfrentaba, tal como se había observado en las elecciones parlamentarias
de marzo de ese año 1957, “una crítica mayoritaria, de derecha, de izquierda y de
centro, de todos lados”1195.
Dos de los dirigentes estudiantiles falangistas de la época, coincidieron tam-
bién en destacar la creciente pérdida de confianza en el gobierno de Ibáñez:
Estábamos en el gobierno de Ibáñez en que había mucho descontento general con-
tra este gobierno por ineficaz por poco efectivo1196.
Si lo miro históricamente […], yo diría que se estaba acumulando mucha frustra-
ción con el gobierno de Ibáñez, que iba a hacer mejoras fundamentales en el país
y la gente sentía que no...1197.
En efecto, a partir del año 1955 –en palabras del poblador Guillermo Verdejo–
había una “acumulación de preocupaciones de carácter sindical, social, pro liberta-
des públicas”. A su juicio, había “una tensión muy grande, era una cosa muy
maciza”1198. Misma impresión que encontramos en otros relatos, como el de la enfer-
mera Elba Contreras:
Había mucho descontento, en general, con el presidente […] Ibáñez. La gente esta-
ba como muy agresiva en el sentido de no tolerar cosas y se había producido una
situación muy conflictiva en todo el país que tenía que ver con algunas medidas
que se habían tomado desde el Gobierno en relación a la movilización colectiva
[…]. Entonces esto había tomado, digamos, mucho vuelo, este descontento1199.
Otros entrevistados, sin embargo, relativizan este descontento frente al Gobier-
no y su consecuente rechazo. Así, según José Cademartori, Naúm Kramarenko y
Juan Luis González, por ejemplo, el descontento existente no hacía previsible ima-
ginar que podría llegarse a manifestaciones de la magnitud de las que se vivieron
en el mes de abril1200. A continuación veremos otros tres testimonios que se ubican
en esta misma perspectiva, aunque todos ellos son de personas que habían tenido
algún tipo de vínculo con el gobierno de Ibáñez: Clodomiro Almeyda había sido
ministro en los primeros años, Francisco Bulnes había apoyado su política económi-
ca y Alejandro Pizarro se declaraba políticamente ibañista. Comencemos viendo lo
planteado por Almeyda:
1194
Entrevista a Armando de Ramón, Santiago, 5/1/94.
1195
Entrevista a José Cademartori, Santiago, 3/1/94.
1196
Entrevista a Eduardo Moraga, Santiago, 27/1/94.
1197
Entrevista a Roberto Bobenrieth, Santiago, 4/2/94.
1198
Entrevista a Guillermo Verdejo, Santiago, 1/2/94.
1199
Entrevista a Elba Contreras, Santiago, 9/3/94.
1200
Entrevistas a José Cademartori, Santiago, 3/1/94, Juan Luis González, Bruselas, 21/10/91 y Naúm
Kramarenco, Santiago, 10/3/94.

460
Bueno, pero así y todo yo diría [que] no había un repudio tan generalizado al gobierno
de Ibáñez en esa época, como el que había el año 50-51 contra el gobierno radical.
[…] Esto fue un movimiento [el de abril de 1957] básicamente económico…1201.
Francisco Bulnes por su parte, senador de Partido Conservador en la época, en
su relato discute algunos de los elementos señalados más arriba:
Si uno analiza, por ejemplo, la situación del gobierno de Ibáñez frente a la opi-
nión pública, […] no tenía ya a esa altura adherentes muy entusiastas, pero
tampoco tenía opositores muy combativos. Era un gobierno que producía un poco
de indiferencia. […] …no era un problema político actual el gobierno de Ibáñez.
Estábamos en el año 57, iba a haber elecciones el 58, no había en torno al Gobier-
no ninguna fuerza que pudiera aspirar a prolongarse, no había grandes aversiones.
El Gobierno había producido desencanto dentro de sus partidarios, pero no había
tampoco una oposición enconada1202.
Finalmente, de un modo más pragmático, Alejandro Pizarro, a la luz de los he-
chos, relativiza también el peso de la oposición a Ibáñez y los efectos políticos de
los sucesos de abril:
Así como unos deseaban la dictadura otros decían que se fuera. Pero en ningún
caso se polarizó tanto como para echar abajo al presidente. Se sabía que no iba a
llegar a tanto, que era un ‘reventazón’ no más1203.

Inestabilidad política y el fantasma militar


Junto a este clima de desprestigio gubernamental y de descontento social, algu-
nos entrevistados ponen el acento en un relativo clima de inestabilidad política que
habría afectado al país en esos momentos. En particular, asociado al peligro de un
golpe militar. Conocedores del futuro del pasado, sabemos que ello no sucedió, sin
embargo el temor existió, tal como lo subraya Bobenrieth:
Entonces había un clima de mucha efervescencia. Siempre había el temor de que
Ibáñez se volviera a transformar en dictador y que diera un golpe de Estado. Cosa que
efectivamente no sucedió: él cumplió su período democráticamente. Pero siempre ha-
bía este temor de que como en el período anterior ya había sido un dictador…1204.
José Cademartori habla de “crisis política” en la cual habría estado en juego “la
estabilidad misma del gobierno de Ibáñez”. Un gobierno que, a su juicio, venía
descomponiéndose, de crisis en crisis:

1201
Entrevista a Clodomiro Almeyda, Santiago, 3/2/94.
1202
Entrevista a Francisco Bulnes, Santiago, 11/1/94.
1203
Entrevista a Alejandro Pizarro, Santiago, 16/12/93.
1204
Entrevista a Roberto Bobenrieth, Santiago, 4/2/94.

461
Ya había elementos de una situación muy inestable en el Gobierno, que llevaban
a pensar que podía caer, que podía venir un golpe de Estado. […] Seguramente en
el Gobierno había –yo no recuerdo ni conozco los detalles– gente que se oponía,
pero era un clima de inestabilidad muy grande. […] Por el carácter contradictorio
de su accionar, en que había fuerzas que querían hacer cambios progresistas y, por
otro lado, otras fuerzas que buscaban que el Gobierno fuera hacia posiciones de
ultra derecha incluso. Fuerzas nacionalistas de ultra derecha hacia un golpe tam-
bién ¿no? Había tendencias también de ese tipo1205.
En términos prácticos y concretos, en la realidad del momento había solo dos
situaciones que podrían haber dado pie o sustento a este temor. Sin contar, por
cierto, los antecedentes del propio Ibáñez en su primer gobierno y movimientos
militares como el de Línea Recta en 1954. Estos dos datos de realidad eran dos
militares: el general Gamboa y el coronel Videla. En el caso del general Gamboa,
como ya hemos visto, en esos días se temió que pudiese tener ambiciones de poder:
Ahora, es posible que allí también hubiera otros elementos que yo no los detecto y
menos a esta distancia. Es el problema del general Gamboa. Un hombre del cual se
sostiene que tenía pretensiones políticas bastante ambiciosas y que, de alguna manera,
habría sido un factor. Pero eso yo no lo tengo claro y habría que analizarlo1206.
Del coronel Videla, ministro del Interior, se decía que jugaba un papel en senti-
do distinto al de Gamboa –más político que militar– pero apuntando a la misma
dirección: el poder. Francisco Bulnes, sin embargo, acota:
Yo le voy a decir, esa idea de Benjamín Videla [que fuera candidato presidencial]
era una idea de Coloma. Una vez me lo dijo a mí en reserva, hablando de qué
íbamos a hacer para el 58. Pero sucede que cuando llegó el momento ya el ibañis-
mo no existía. Lo de Coloma no estaba mal pensado, en el supuesto de que el
ibañismo hubiera permanecido, pero cuando llegó el momento no existía, así que
la supuesta candidatura de Videla murió ‘no nata’1207.

Un sistema de partidos debilitado


El panorama de los partidos políticos es otro elemento recurrente al momento
en que los entrevistados dibujan el contexto en el cual se dieron los hechos de
abril de 1957. Los partidos aparecen –de diferentes maneras– mencionados como
actores que pudieron haber influido en el clima previo a los sucesos1208. Se destaca,
1205
Entrevista a José Cademartori, Santiago, 3/1/94.
1206
Entrevista a Volodia Teitelboim, Santiago, 30/12/93.
1207
Entrevista a Francisco Bulnes, Santiago, 11/1/94.
1208
La participación directa de los partidos en el desarrollo de los sucesos de abril, a partir del relato de
los entrevistados, será analizada en el capítulo siguiente de esta Tercera Parte.

462
en primer lugar, una cierta situación de reordenamiento o de readecuación en el
cuadro político:
En ese tiempo ya estaban creciendo –en el esquema tradicional de dominio de los
partidos Liberal, Conservador y Radical– […] los partidos Socialista y Comunista
en el sector popular. Porque el [Partido] Radical se estaba dividiendo, los grupos
de la universidad, radicales, eran muy socializantes. Y para la Falange Nacional,
fue un momento de crecimiento como opción política válida ante el país1209.
En el campo particular de la izquierda, además de los partidos históricos se
manifestaban otros grupos menores:
Yo en esa época […] no era militante, entonces no tengo recuerdos marcados. Sí sé,
naturalmente, de aquella época, la gravitación importante que tenía el Partido
Comunista, el Partido Socialista, sobre todo la izquierda. Había también, entien-
do, pequeños grupos de lo que podríamos llamar la ultra izquierda de la época,
grupos trotskistas y todavía quedaban residuos de anarquismo o anarquistas, que
habían tenido […] bastante importancia sindical1210.
Esta misma realidad es vista como dispersión, desde el campo del movimiento
obrero:
Era un período en que había un fraccionamiento muy grande del movimiento
obrero. Los partidos estaban de alguna manera venidos a menos, se habían extin-
guido notablemente y había aparecido una serie de movimientos, […], que
pretendían encauzar el descontento popular por los caminos que ellos reivindica-
ban o patrocinaban como los más correctos para la clase obrera y el pueblo1211.
Este panorama de readecuaciones se veía complementado, en el caso de la iz-
quierda, por la vigencia aún de la Ley de Defensa Permanente de la Democracia,
que proscribía al Partido Comunista1212.
Esta realidad, de una relativa debilidad de los partidos, se veía también refleja-
da en otro fenómeno, especialmente en las juventudes políticas. Se trataba de un
cierto rechazo hacia las direcciones oficiales de sus partidos, tal como lo expresa
Julio Stuardo para el caso universitario:
La verdad es que fue un movimiento no solo contra las alzas o contra el gobierno
de Ibáñez sino que fue un movimiento anti partidos. ¿Por qué? Porque los mili-
tantes comunistas estaban contra el Partido Comunista; los militantes radicales
contra el Partido Radical; y es por eso, también, la participación secundaria de los

1209
Entrevista a Roberto Bobenrieth, Santiago, 4/2/94.
1210
Entrevista a Manuel Cabieses, Santiago, 28/12/93.
1211
Entrevista a José Santiago, Santiago, 15/2/94.
1212
Entrevista a Roberto Bobenrieth, Santiago, 4/2/94.

463
socialistas de la época. Evidente, porque la mitad de los socialistas estaba con
Ibáñez y, segundo, porque los socialistas que estaban con Allende eran una mino-
ría dentro de la FECH1213.
Este cuadro general es el que le permite a Gabriel Larraín afirmar la no partici-
pación de los partidos en la génesis de los hechos de abril:
Este no fue un problema institucionalizado, no lo fue. No había ningún partido
político ni fuerza social orgánica que hubiese sido capaz de haber hecho eso. No
por un problema ético, sino por incapacidad de organización1214.
Algunos de los entrevistados piensan que esta incapacidad de los partidos para
influir, no solo en los hechos de abril, sino más en general en la realidad social, se
puede haber debido a la proximidad de las elecciones presidenciales de 1958:
Y entonces, en realidad, los partidos políticos ya se estaban parapetando para la
elección presidencial, que fue el año 58, en que ya venían las candidaturas de
Jorge Alessandri, que fue electo presidente; de Eduardo Frei Montalva que fue
candidato y que perdió; y de Salvador Allende que también fue candidato el año
58: era la segunda candidatura de Salvador Allende1215.
A propósito de climas electorales y de partidos, Gustavo Horwitz no descarta
que los resultados de la elección parlamentaria de marzo de 1957 hubiesen jugado
un papel en la gestación y desarrollo del movimiento:
Se producen las elecciones y curiosamente la izquierda es derrotada, diría yo,
en términos de sus expectativas. Saca un número de parlamentarios reducido.
Pero, curiosamente también, después de las elecciones nosotros [los estudian-
tes] retomamos a los pocos días esta lucha, esta movilización social con las
organizaciones de trabajadores. Y entonces yo diría que talvez una explica-
ción podría ser esta desilusión, esta frustración que produce el resultado
electoral1216.
Horwitz recuerda que desde el comienzo de las manifestaciones se nota un au-
mento en el número de participantes, proceso del cual los partidos habrían estado
ausentes:
Lo curioso de todo esto es que este proceso que nosotros desencadenamos se hace al
margen de los partidos políticos. Ni el Partido Socialista, ni el Partido Comunista
–y mucho menos los demás partidos– asumen una participación coherente con este
proyecto que estábamos desarrollando nosotros. Es cierto que participan socialistas

1213
Entrevista a Julio Stuardo, Santiago, 24/1/94.
1214
Entrevista a Gabriel Larraín, Santiago, 12/1/94.
1215
Entrevista a Roberto Bobenrieth, Santiago, 4/2/94.
1216
Entrevista a Gustavo Horwitz, Santiago, 2/3/94

464
y comunistas, trabajadores socialistas y comunistas. Pero no es que el Partido
Comunista puso en movimiento sus fuerzas, ni que el Partido Socialista puso en
movimiento sus fuerzas. Pero este movimiento empieza a crecer considera-
blemente…1217.

5. Causas de orden económico-social


De un modo similar al caso de la causas de orden político, nuevamente más de la
mitad de los entrevistados arguyen causas de orden económico y social1218. Las refe-
rencias las hemos agrupado en cuatro grandes temas o aspectos: la situación
económica en general, la política antinflacionista del Gobierno, los efectos sociales
de esta política y las condiciones de vida de los sectores medios y populares. De
diversas maneras, los entrevistados consideran que estos diferentes aspectos for-
maban parte del contexto en el cual surgieron los hechos de abril.

Una precaria situación económica


La debilidad y el desgaste del gobierno de Ibáñez están también fuertemente
asociados al deterioro de la situación económica del país:
La situación económica del país era muy mala. Yo no sé por qué habrá sido, pero
estaba muy mala la situación de las divisas, había que hacer economías muy impor-
tantes. Así que había un descontento generalizado con el gobierno de Ibáñez, diría yo,
por todos lados. […] Había descontento porque no había cosas ¿no? Faltaban cosas...1219.
La mayoría de los entrevistados coincide en señalar la inflación como el princi-
pal problema económico de la época:
El clima del país era complicado porque el gobierno de Ibáñez había tenido una
inflación muy alta, por lo menos para los parámetros de ese tiempo1220.
…estábamos en medio de un proceso inflacionario bastante fuerte, si no me equi-
voco. Había una situación inflacionaria1221.
Sí, porque la inflación llegó en esos años, yo diría que el año 54 por ahí, llegó a
92%, la inflación se disparó en tiempos de Ibáñez. Yo lo recuerdo muy bien porque
[…] todo lo que era muy sencillo en la vida corriente, con un 92% de inflación
eran problemas inabordables1222.
1217
Id.
1218
De estos 23, 14 habían dado también causas políticas y 9 no.
1219
Entrevista a Alberto Acevedo, Santiago, 5/1/94
1220
Entrevista a Roberto Bobenrieth, Santiago, 4/2/94
1221
Entrevista a José Cademartori, Santiago, 3/1/94
1222
Entrevista a Francisco Bulnes, Santiago, 11/1/94

465
Y había una inflación en ese momento en Chile espantosa. El general Ibáñez no
había podido controlar la inflación y me acuerdo que subió la movilización1223.
Según Clodomiro Almeyda, que había sido dos veces ministro en el gobierno de
Ibáñez, el proceso inflacionario había encontrado su origen:
…en la política económica bastante keynesiana que patrocinaba y que inspiraba
sobre todo el ministro Pedregal. De él se decía que era un ministro […] que hacía
prevalecer –dentro de sus concepciones económicas– el desarrollo productivo por
sobre el control de las variables macroeconómicas, como se denominan hoy en día1224.
Efectivamente, a partir de 1955 el Gobierno para enfrentar el acentuado proce-
so inflacionista, decidió dar un viraje en su política y –con el apoyo de la derecha–
contrató a esta misión norteamericana:
Pero la situación económica hacía agua, era muy grave. La inflación era muy
fuerte y el gobierno de Ibáñez había contratado una misión norteamericana, los
Klein-Saks. […] Pero la misión no había sido capaz de sujetar o por lo menos de
controlar la situación. Entonces ésta se desbordaba1225.
Pero antes de conocer la visión que los entrevistados tienen de las consecuen-
cias de esta política, veamos el recuerdo que ellos guardan acerca de sus contenidos
y características.

La Misión Klein-Saks
Clodomiro Almeyda es quien mejor recuerda en qué consistió la propuesta de la
misión consejera norteamericana:
Como consecuencia de esta política inflacionaria que el Gobierno se percataba
que era muy difícil de controlar, se decidió dar un viraje. Un viraje que, como
todos los virajes de este tipo, son hacia una política restrictiva. Lo que ahora se
llama una política de ajuste. Que, [en la época] se caracteriza por un intento de
congelar las remuneraciones para evitar, digamos, un exceso de oferta en el merca-
do y también evitar la subida de los costos y, en consecuencia, de los precios. Se
optó también por restringir el crédito y subir los intereses. Es decir, tomar una
serie de medidas deflacionarias, restriccionistas. Bueno, y para eso, […], el Gobier-
no contrató a una misión extranjera: la Misión Klein-Saks. […] Una misión que
reflejaba los puntos de vista de los economistas norteamericanos de carácter mo-
netaristas. De los que después pueden haber sido estos famosos ‘Chicago Boys’1226.

1223
Entrevista a Sergio Scroggie, Santiago, 27/1/94
1224
Entrevista a Clodomiro Almeyda, Santiago, 3/2/94.
1225
Entrevista a Alejandro Pizarro, Santiago, 16/12/93.
1226
Entrevista a Clodomiro Almeyda, Santiago, 3/2/94.

466
Es también lo que recuerda Héctor Correa Letelier, en aquel tiempo impulsor
de dicha política y que, con los años, luego se volviera más crítico:
Los salarios se reajustaron el 50% del Índice de Precios al Consumidor. […] En el
fondo es lo mismo que ‘los Chicago’. […] Es decir, tener que equilibrar la demanda
y la oferta, y si se escapa la demanda simplemente los precios se elevan... […]
Vienen reajustes inferiores al alza del costo de la vida. ¿Se acuerda usted de ese
dicho que se usaba en esos casos? ‘Los salarios suben por la escalera y los precios
por el ascensor’. O sea, se arrancaron los precios1227.
De distintas maneras y en distintos lenguajes, casi la totalidad de los entrevista-
dos que se refirieron a la Misión Klein-Saks no pudieron evitar comparar su propuesta
económica a la que, dos décadas más tarde, implementaría el equipo económico de
la dictadura de Pinochet. Veamos algunos ejemplos:
Era todo el período donde el gobierno de Ibáñez había traído a la misión esta, la
Klein-Saks, que había intentado generar un ‘shock’ económico para controlar todo
el proceso inflacionario. […] …porque la línea de la Klein-Saks era orientar el
modelo económico chileno en función de una economía liberal. Yo creo que ahí
había, un poco, un precursor de lo que ha habido ahora. La Misión Klein-Saks,
[…], hizo una cosa muy concreta: nos apretó los salarios y subió los precios. Pro-
dujo un desequilibrio muy fuerte1228.
Gustavo Horwitz, por su parte, recuerda que como dirigentes estudiantiles en
los años 56-57 les tocó un período de bastante agitación política:
…había una situación económica muy aguda porque el gobierno de Ibáñez, con el
propósito de frenar el proceso inflacionista que se estaba desencadenando, […]
Asumió unas tesis económicas de una misión norteamericana que se llamaba ‘Mi-
sión Klein-Saks’ y que en definitiva era aconsejar una política monetarista como
la que impuso la dictadura de Pinochet, después del año 74, 75 y que en definitiva
consistía en la congelación de sueldos y salarios, el aumento de algunos precios...
En fin, y manejar los mecanismos de política comercial exterior a través de los
tipos de cambio. En esa época no se desafiaba todavía, como ahora, la política de
fijación de precios de los artículos esenciales, pero se planteó en esta política eco-
nómica la conveniencia de elevar muchos de los precios fijados de los artículos
esenciales1229.
En términos más heterodoxos pero no menos certeros, Armando de Ramón esta-
blece el vínculo entre estas medidas y los hechos de abril:

1227
Entrevista a Héctor Correa, Santiago, 16/3/94.
1228
Entrevista a Alfonso Guerra, Santiago, 21/1/94.
1229
Entrevista a Gustavo Horwitz, Santiago, 2/3/94.

467
Ya había pasado el período del 56, que fue una inflación loca y que trajeron a la
misión ésta Klein-Saks. Eso significó las típicas cosas que hacen los norteamerica-
nos ¿no?, unos ajustes y una apretada de cinturón espantosa. De manera que yo
creo que podría tener alguna relación con este movimiento1230.

Efectos sociales de la política económica


La implementación de algunas de las medidas de rectificación económica
propuestas por la Misión Klein-Saks, generó nuevos efectos sociales, los que vinieron
a sumarse a los que ya provocaba la inflación anterior. Así lo plantean Federico
García y, con gran claridad, Clodomiro Almeyda:
Esta política restriccionista –que no recuerdo bien en qué medida se había imple-
mentado a las alturas del 2 de abril del 57– no hacía sino acentuar el malestar
social. Porque a la elevación del costo de la vida y a la imposibilidad de que los
salarios pudieran seguir el mismo ritmo de aquella, se añadía ahora otro elemen-
to que desde el punto de vista del bolsillo de las clases populares era bastante más
negativo. O sea, no se trataba solo de que [los salarios] no podían subir, sino que
incluso de congelarlos o limitar los reajustes a un porcentaje bastante inferior al
alza del costo de la vida. Y además, la política restriccionista tenía otros efectos
también, […] pero que normalmente se dan: restricción de la actividad económi-
ca general, cesantía, etc.1231.
El resultado más evidente de este deterioro de la situación y sus consecuencias
sociales fue el incremento de la pobreza, tal como lo percibía María Eugenia Horwitz
al dirigirse todos los días al Liceo Nº 1 de niñas:
Yo tengo la impresión de que era un período de gran cesantía. No solo porque
nosotros lo dijéramos en las reuniones, sino porque había una pobreza generaliza-
da. Yo, que vivía en estos barrios de arriba, al ir al colegio […] pasaba por el
centro de Santiago y creo que es de las oportunidades en que he visto más gente
pidiendo limosna1232.
Una visión totalmente diferente es la que conserva el ex senador Bulnes. A su
juicio, la política económica del Gobierno no había generado una situación social
“especialmente angustiosa”. Tampoco –en su opinión– habría habido “sordera
respecto a las aspiraciones populares”. Por el contrario, él cree que “la conciencia
del problema económico y social la tenía el país entero”, “tanto la derecha como la

1230
Entrevista a Armando de Ramón, Santiago, 5/1/94.
1231
Entrevista a Clodomiro Almeyda, Santiago, 3/2/94, conceptos similares fueron vertidos en la entrevis-
ta a Federico García, Santiago, 4/2/94.
1232
Entrevista a María Eugenia Horwitz, Santiago, 3/2/94.

468
izquierda”. Iniciativas para mejorar las condiciones de vida –dice Francisco Bulnes–
las había. De allí que, a diferencia del resto de los entrevistados, él piense:
Bueno, entonces, se siguió una política antinflacionista, pero fue una política bas-
tante suave. Yo no creo, desde luego, que se produjera mayor cesantía que la
corriente en aquella época. No hay grandes variaciones en las tasas de cesantía y
seguramente no hubo tampoco retroceso en los sueldos y salarios1233.
Sin embargo, otros testimonios insisten sobre la crítica situación social y seña-
lan la notoria acumulación de tensiones sociales:
Estos problemas sociales se reflejaban en una agitación del movimiento sindical
que aspiraba a tratar de compensar el deterioro del nivel de vida de las masas,
debido a la inflación, con mejoramiento de las condiciones de vida, particular-
mente con alzas de sueldos y salarios. De tal manera que había una respuesta
social a la inflación1234.
Se […] elevaron muchos de los precios […], principalmente la locomoción y los
elementos comestibles esenciales para los sectores populares. Eso hizo que se acu-
mulara una tensión fuerte respecto del reclamo o de la protesta social1235.
Finalmente, el doctor Juan Luis González concluirá que los hechos de abril de 1957
encontraron una de sus razones fundamentales en el duro clima social que se vivía:
Nuestra visión yo creo que se ajustaba mucho a la realidad, en el sentido que
pensábamos que de verdad eso era una manifestación más de la opresión y la
injusticia social. Ahora, no es que lo avaláramos, lo explicábamos, no es que lo
justificáramos pero lo explicábamos1236.

Condiciones de vida: seis relatos


Los efectos sociales inmediatos de la política económica –que se acaban de enun-
ciar– venían a sumarse a condiciones de vida ya deterioradas. No solo en los sectores
obreros o populares sino también en algunos sectores medios. La memoria de nues-
tros entrevistados acerca de su realidad familiar o cotidiana, o bien su visión de la
realidad a partir de sus oficios, nos sirve –a través de sus relatos– para conocer la
realidad social de estos diversos sectores.
• Es el caso, por ejemplo, del empleado del Banco del Estado, Alejandro Pizarro,
quien nos retrata el perfil de un funcionario bancario de esos años y su relación con
el mundo de la pobreza:
1233
Entrevista a Francisco Bulnes, Santiago, 11/1/94.
1234
Entrevista a Clodomiro Almeyda, Santiago, 3/2/94.
1235
Entrevista a Gustavo Horwitz, Santiago, 2/3/94.
1236
Entrevista a Juan Luis González, Bruselas, 21/10/91.

469
Mire, el bancario era un estatus social muy aparte en la sociedad. Dentro de los
empleados tiene una posición de privilegio o por lo menos la tenía. Buenos suel-
dos, buena Caja de Previsión, lugares de veraneo gratis para su familia, para él,
para sus niños, buenos sanatorios por si acaso está enfermo, servicio médico exce-
lente a muy bajo precio. Entonces éramos una elite. Cuando las elites se engolfan
en su propio medio, maldita sea la cosa que les preocupan los demás. ‘Mala suerte
si naciste pobre’. Era así la cosa, desgraciadamente. Después uno como hombre
mayor se va dando cuenta de que hay una injusticia social, que hay que ayudar,
en fin. En ese tiempo nosotros decíamos sencillamente bueno, ‘pobres van a haber
toda la vida, porque unos tienen mayor inteligencia, menor inteligencia, no son
capaces, son viciosos, se toman la plata en vez de trabajar...’. Porque, en gran parte
es verdad la cosa. Así es que no había un acercamiento muy grande1237.
• Una situación especial era la que vivía Marco Antonio Ojeda, en tanto subofi-
cial de Ejército:
Nosotros, como subtenientes, teníamos un casino, entonces no teníamos mayores
problemas porque la Escuela arrendaba dos casas en Antonio Varas. Frente a los
estanques del agua potable había un pasaje por ahí, a una cuadra de Bilbao, dos
casas recién hechas, y ahí vivíamos alrededor de unos quince oficiales solteros.
Eran solamente dormitorios y nos alimentábamos en un casino de la Escuela.
Nosotros, como subtenientes en realidad teníamos la alimentación asegurada, alo-
jamiento y el vestuario lo entregaba el Ejército. Era sí muy poco el sueldo. […] En
la otra gente sí se veía que había problemas, en la gente que trabajaba1238.
Efectivamente, había grandes sectores de ‘gente que trabajaba’, pero que no
por ello lograba asegurar un nivel de vida acorde con sus necesidades y expectati-
vas. Se trataba de sectores medios empobrecidos.
• Manuel Cabieses, reportero de Última Hora en 1957, nos relata su situación y
la de sus padres:
En realidad la pequeña burguesía pobre, como le llamábamos en la época, era
realmente pobre. En el caso mío, para ilustrar la cosa, yo me casé con mi mujer
que era enfermera universitaria y nos fuimos a vivir a una pensión, arrendába-
mos una pieza en una pensión. O sea no teníamos como para una casa. […] Mis
padres eran separados. Mi padre había sido funcionario público toda su vida, mi
madre también trabajaba como oficinista en lo que fue antes el Banco del Estado,
en el Instituto de Crédito Industrial. Éramos dos hermanos y toda nuestra niñez
fue también en pensiones, vivíamos así. […] En el centro de Santiago, sobre todo
en la Plaza Brasil, sobre todo en esa área ¿no? Vivimos en muchas pensiones con
1237
Entrevista a Alejandro Pizarro, Santiago, 16/12/93.
1238
Entrevista a Armando Ortiz, Santiago, 19/1/94.

470
mi madre y mi hermana. Y era la forma de vida de muchísima gente ‘venida a
menos’, como se decía en aquellos tiempos […] Y en el momento este del 57, noso-
tros vivíamos en la casa de mis suegros allegados porque no nos alcanzaba el
dinero para más. Eso era más o menos las condiciones de vida de ese sector1239.
Esa era una parte del mundo que tenía trabajo, la clase media empobrecida. Sin
embargo, más abajo de ella, en la escala social, venían los grupos que no estaban
integrados al mundo laboral o que estándolo tenían condiciones de vida aún más
precarias.
• Guillermo Verdejo, que desempeñaba oficios diversos, vivía en un sector urba-
no reconocidamente popular:
En esa época nosotros vivíamos allá en Bascuñán Guerrero al final […]. Pobres,
pobres, pobres. En el sector donde nosotros vivíamos pasaba el Zanjón de la Aguada,
todavía pasa por allí […] a rajo abierto. Y usted sabe, a rajo abierto cualquiera
tira cualquier basura, mugre qué sé yo..., entonces siempre va a seguir siendo un
foco de infección. […] El barrio era muy pobre. Ahí fue donde en el gobierno de
Carlos Ibáñez hicieron algo que trataba de mejorar en parte esa situación.
Inventaron unas casas, es decir, unos pabellones de este material, de ‘rocalit’, esto
con que hacen las planchas para el techo..., de pizarreño. […]Pero ahí entonces
hacinaban gente. Terrible ¿ah? porque eso en el invierno era frío y en el verano un
horno1240.
• Como enfermera, a Elba Contreras le tocaba habitualmente estar en contacto
con los sectores más afectados por la pobreza, en distintos barrios y sectores popu-
lares del Santiago de la época. Ella recuerda:
La marginalidad era marginalidad total, porque yo era enfermera de salud pública
–fui siempre enfermera de salud pública– y yo me metía en el Cerro Blanco, me
metía en El Salto, me metía en Recoleta y en el área sur, en La Legua, La Victoria…
[…] Entonces me conozco todo, y la pobreza era pobreza. […] En ese tiempo los
marginales eran marginales totales. […] La vivienda era […] con cartones. Eran
cartones, eran papeles, no tenían techo... La alimentación, el vestuario… […]
Había muchas enfermedades infecto-contagiosas, mucha sarna, mucha pediculosis,
diarreas, mucho, mucho de eso. […] Los problemas eran múltiples. […] El acceso
a la vivienda era tremendo, incluso para los sectores medios. Talvez para los sectores
medios lo que los favorecía era que estaban adscritos a una Caja de Previsión.
[…]. Pero el resto de las personas del nivel socioeconómico bajo ¿no? era muy poco
el acceso a la vivienda que tenían1241.

1239
Entrevista a Manuel Cabieses, Santiago, 28/12/93.
1240
Entrevista a Guillermo Verdejo, Santiago, 1/2/94.
1241
Entrevista a Ibador Castro, Santiago, 22/12/93.

471
• Finalmente, para Gabriel Larraín, entonces sacerdote que vivía en el medio
popular, el contacto con la pobreza era también una realidad diaria:
Yo vivía a un kilómetro, a diez cuadras de la Estación Mapocho, en el sector norte, o
sea al lado. Y yo recuerdo haber visitado, a doscientos metros de donde yo vivía, a un
tipo que se estaba muriendo, que estaba viviendo en ‘su casa’. Casa entre comillas
porque era una depresión del terreno, tipo zanja, cubierta con cartones. Era un
hoyo, un hoyo en el que el tipo se metía con cartones y trapos viejos. Y eso, a mil
metros de la Estación Mapocho. […] O sea, realmente en Santiago la situación
económica y social de esos años era malísima, malísima. Pero, cosa curiosa, […] no
se veía ese nivel de desarrollo internacional que se ve en los sectores altos en estos
días. O sea, el barrio alto en Chile, no era París, no era Nueva York como lo es hoy en
día, era mucho menos. La vida de la gente pudiente, de la gente más rica, era mucho
más austera que la de hoy, mucho más. Si bien es cierto que había mucha pobreza,
yo diría que no había tanta ostentación de diferencia, tan notoria ¿no?1242.

6. Causas de orden político-social


En este acápite hemos querido reunir los relatos de aquellos entrevistados que
entre las causas que pueden explicar los sucesos de abril de 1957, consideran los
factores de movilización social. Es decir, un clima de agitación social previo que
habría influido o servido de base para las manifestaciones de protesta. En canti-
dad, estos testimonios son menos que los que señalaron causas políticas y económicas:
son solo 12 testimonios1243.
Los tipos de actividad político-social a que se refieren son básicamente dos:
sindical y estudiantil, aunque hay también una extensa referencia al Comité contra
las Alzas, que reúne ambas. Obviamente, todos los entrevistados que recuerdan
movilizaciones de tipo estudiantil, eran dirigentes estudiantiles en la época.

La movilización sindical y sus límites


El doctor Juan Luis González se recuerda que previo a los hechos de abril había
una cierta activación sindical:
Bueno, la verdad es que había una gran tensión sindical y laboral, tanto en el
cobre como en el carbón, especialmente, y en algunas fábricas. Me recuerdo que
[también] en la fábrica Yarur, que era una tremenda industria textil1244.
1242
Entrevista a Gabriel Larraín, Santiago, 12/1/94.
1243
Entre ellos, 7 son de entrevistados que ya habían señalado causas de orden político; 6 ya habían
indicado causas económico-sociales; y 3 no habían argüido ni unas ni otras.
1244
Entrevista a Juan Luis González, Bruselas, 21/10/91.

472
Sin embargo, lo más relevante pudo haber sido la situación del movimiento sin-
dical, más en general, tal como lo expone el abogado Julio Silva Solar:
Pero, yo pienso que si bien hubo mucho de espontáneo, creo que había ahí una
efervescencia de tipo social y muy orientada por el movimiento sindical, que en
esa época tenía una conducción, un liderazgo, digamos, sobre todo me parece que
en Clotario Blest. Era un liderazgo fuerte, un liderazgo un poco mesiánico que
alentaba la idea de un cambio brusco, drástico y naturalmente el movimiento se
orientaba en ese sentido. […]. O sea que se produjo virtualmente un enfrenta-
miento […] entre la política de Ibáñez y el movimiento sindical1245.
Este mismo análisis, pero para un período más amplio y centrado en la CUT en
particular, lo encontramos en el relato del historiador Luis Vitale, en ese entonces
dirigente sindical:
En el contexto en el cual se dio el 2 de abril, sin ninguna duda hay un proceso de
ascenso, muy importante, de ascenso popular cuyos aspectos más importantes son
sobre todo el paro del año 1954, para sacar a Clotario Blest de la cárcel. […]. Se
logra sacar en libertad a Clotario y se prepara el paro de junio de 1955, que a mi
modo de ver es el paro más importante […] de toda la historia de Chile, desde el
punto de vista de la envergadura. Que prácticamente paralizó todo el país, se
paralizaron todas las actividades. […] Después hay un paro en enero del 56 con-
tra la Misión Klein-Saks […] En ese contexto es que se da la huelga de enero del
56, donde no tiene tanta repercusión como tuvo antes la huelga del 551246.
A juicio de Vitale, ya a esas alturas hay problemas internos en la CUT. El Parti-
do Comunista habría entrado en conflicto con los planteamientos de Clotario Blest
respecto a la huelga general y sobre el rol de los sindicatos. Esto habría repercutido
en el paro del 56:
Y, entonces sí, baja un poco. Tampoco participan los militantes sindicales del Par-
tido Radical en la huelga de enero del año 56 y es un poquito más débil, aunque de
todos modos fue fuerte. Y a partir de ese momento se suceden en el país muchas
huelgas, aunque no huelgas generales, se suceden muchas huelgas. Y esto influye
sobre el resto y especialmente los estudiantes y la juventud1247.
La visión del dirigente trotskista Raúl Santander es más crítica respecto a la
CUT, a su dirección y a los partidos tradicionales de la izquierda:
Bueno, hay una reanimación sindical, hay una serie de situaciones. No nos olvide-
mos de una cosa, que la CUT tiene también traspiés. El año 56, por ejemplo, hay
una serie de movilizaciones provocadas por la CUT, pero que la CUT defecciona.
1245
Entrevista a Julio Silva, Santiago, 27/1/94.
1246
Entrevista a Luis Vitale, Santiago, 26/1/94.
1247
Id.

473
La CUT entra en acuerdo con el gobierno de Ibáñez y prácticamente capitula en
un momento determinado y esa capitulación incluso es avalada por los partidos,
por el Partido Socialista y por el Partido Comunista. […] Entonces hay un retroce-
so de la CUT. Ese retroceso de la CUT, el 56, esa capitulación política […], en
verdad detiene el desarrollo general del movimiento sindical organizado. O, por lo
menos, lo confunde1248.
A este respecto, la opinión de Federico García es más concluyente y –de ser
acertada– tiene mayores implicancias para los sucesos de abril:
De todos modos, ya en el 56 había fallado el sindicalismo de presión. La clase
trabajadora se pone un poco escéptica en esto de acompañar a nuevas huelgas
generales, que no tienen norte1249.
Allí podría radicar una de las explicaciones de los sucesos de abril, vistos como
la búsqueda de nuevos caminos de expresión, ante el agotamiento –al menos par-
cial– del modo sindical.

El Comité contra las Alzas


Alfonso Guerra es quien más énfasis pone en la acción del Comité contra la
Alzas, acción que a su juicio explicaría en parte la emergencia y desarrollo de las
protestas de abril de 1957. Este comité –del cual Guerra era uno de sus dirigentes–
se habría formado a iniciativa de la CUT y agrupaba también a diversos sectores
estudiantiles:
Entonces la CUT asume la defensa contra las alzas y se formó un comité de lucha
contra las alzas. […] por ahí por noviembre-diciembre del 56. […] Bueno, enero y
febrero fueron de agitaciones muy escuálidas, no eran grandes concentraciones.
Pero sí este Comité empezó a ir a asambleas, a fábricas, a visitar poblaciones y a
hacer toda la lucha de denuncia de lo que significaba la política económica del
Gobierno. Y esto fue prendiendo fundamentalmente en el estudiantado tanto noc-
turno como diurno1250.
Esta actividad se habría mantenido durante el verano del 57, sostenida funda-
mentalmente por los estudiantes nocturnos y vespertinos. En todo caso, eran
manifestaciones bastante pequeñas:
Estas agitaciones no eran mucho más de 20, 30, 40 personas. Se daban vuelta por
Estado, por Ahumada, gritando, hasta la Plaza de Armas. […] Bueno, entonces,
hasta que llega el mes de marzo, en que, por ejemplo, se hacen algunas asambleas
1248
Entrevista a Raúl Santander, San Sebastián, 12/2/94.
1249
Entrevista a Federico García, Santiago, 4/2/94.
1250
Entrevista a Alfonso Guerra, Santiago, 21/1/94.

474
sobre la cuestión de las alzas e incluso se empieza a plantear la necesidad de orga-
nizar un paro nacional contra las alzas.Ya empezó a gestarse esa idea. […] Entonces
cuando comienzan las clases diurnas, ya la FECH empieza a activar más la agita-
ción contra las alzas junto con la CUT. Ya empieza entonces a producirse la
agitación en el día1251.
Según Guerra, la influencia del Comité contra las Alzas habría llegado incluso a
provincias:
Este Comité contra las alzas había viajado a Valparaíso y a Concepción. Clotario
Blest, Manuel Dinamarca y yo viajamos a Valparaíso, para hablar con la FECH de
Valparaíso, con los estudiantes nocturnos de Valparaíso y con la CUT de Valparaíso.
[…] Eso fue por ahí por enero o febrero. Para que la lucha por las alzas no fuera
solamente una cuestión de tipo santiaguino. Y otra gente viajó a Concepción1252.

La movilización estudiantil
La actividad político-social de los estudiantes también se remontaría –según
algunos testimonios– al año 1956:
“El año 56 –yo fui dos años presidenta del colegio, del 56 al 57– hubo una gran
movilización, una huelga larga de profesores que nosotros apoyamos, que duró yo
creo más de un mes, que fue bastante reprimida... Y ahí era claro que nosotros
actuamos con la dirección local de la Juventud Comunista y la Federación de
Estudiantes Secundarios. […] Y actuamos en esa huelga, por lo tanto ya a comien-
zos del 57 había toda una experiencia de los estudiantes secundarios de
participación en las huelgas. […] Y la movilización yo calculo que debe haber
empezado a fines del mes de octubre1253.
María Eugenia Horwitz se recuerda también que la movilización estudiantil
–principalmente la universitaria– estaba centrada en tres problemas: la cesantía, la
Misión Klein-Saks y la posible alza de tarifas de los micros. Esos eran, a su juicio, los
“puntos nodales”, como nodal habría sido también la “alianza entre socialistas y
comunistas”1254.
Confirmando lo señalado por Alfonso Guerra, Gustavo Horwitz se recuerda que
en el ámbito universitario se participó también de las movilizaciones del verano.
Como era ya casi tradicional, se tomó contacto con la CUT para impulsar una
movilización en contra de las alzas y en contra de la congelación de sueldos y salarios
impuesta por el gobierno de Ibáñez:
1251
Id.
1252
Id.
1253
Entrevista a María Eugenia Horwitz, Santiago, 3/2/94.
1254
Id.

475
Empezamos esas movilizaciones alrededor de diciembre de 1956. Hacíamos
salidas callejeras varias veces a la semana, prácticamente sin ningún éxito
real en los primeros tiempos. Participaban algunos trabajadores, algunos es-
tudiantes, todos por cierto militantes y hacíamos algunos mítines en el centro
de Santiago. Teníamos conflicto con los carabineros, pero habíamos llegado a
un cierto ‘modus vivendi’ con ellos. La represión era casi pactada, no había
una represión brutal y yo tengo la impresión de que era así porque nosotros
éramos muy pocos, casi tantos como los carabineros. Y porque el Gobierno no
quería generar un foco de conflicto. Ya estaban en proceso las elecciones parla-
mentarias, que se hicieron el primer domingo de marzo de 1957. Bueno,
seguimos todo este proceso de movilización el mes de diciembre y el mes de
enero… 1255.
Este mismo recuerdo lo conserva Julio Stuardo, dirigente universitario de la
Juventud Radical, introduciendo, eso sí, la crítica a los dirigentes falangistas de la
FECH:
Estaban así dadas las cosas yo diría en diciembre del 56. Yo pienso que uno de los
elementos más fundamentales de lo que ocurrió el 57 fue la tarea de agitación
estudiantil durante el verano. […]. Y esto se debió al hecho de que cuando el
Secretario General pasó a ser radical y tomaba posiciones izquierdistas, los demó-
crata cristianos se sintieron como presionados. Yo diría incluso inseguros en su
posición política, sobrepasados, porque quedaron en minoría. […] Y esto determi-
nó una agitación durante la época de vacaciones, una agitación en enero y en
febrero1256.
En este punto resulta interesante conocer la visión de los propios dirigentes
falangistas de la época. Por ejemplo, la de Eduardo Moraga, presidente titular de la
FECH en ese momento:
Me recuerdo que a finales del 56 –en diciembre si no me equivoco– ya había una
cierta agitación en el medio estudiantil. Como todas las cosas de ese tiempo, muy
ideologizada, fundamentalmente empujada por los miembros del Partido Comu-
nista, […] …que empujaban a una actividad de agitación, de salir a las calles, de
promover marchas estudiantiles, sin una causa precisa en aquel entonces. Cual-
quier motivo servía para aquello. Terminó el año –porque ya a fin de año había
muy poca actividad– y todo quedó en nada. Fueron pequeñas salidas de pequeños
grupos a la calle, que no pasaron más allá1257.

1255
Entrevista a Gustavo Horwitz, Santiago, 2/3/94.
1256
Entrevista a Julio Stuardo, Santiago, 24/1/94.
1257
Entrevista a Eduardo Moraga, Santiago, 27/1/94.

476
Roberto Bobenrieth, por su parte, que había precedido a Moraga en la presiden-
cia de la FECH y muy próximo a éste, también tiene la impresión de que durante el
verano del 57 no habría habido mayor agitación1258.
Esta visión, sin embargo, es absolutamente constestada por el relato de Julio
Stuardo, quien, aparte de los mítines estudiantiles, recuerda un hecho –la muerte
del obrero Rojas Llantén– que en particular habría causado gran conmoción:
Lo notable, es que el movimiento estudiantil se mantiene en la calle en desfiles
cada dos días, a veces todos los días, durante enero y febrero. […]. Al parecer en
enero hubo un obrero golpeado. Un obrero que participaba en una manifestación
estudiantil fue golpeado por Carabineros, se llamaba Rojas Llantén, creo que por
ahí por el 20 de enero. Y este hombre muere. Entiendo que muere en el furgón o en
la prisión. Entonces el certificado médico dice infarto. La Federación de Estudian-
tes pide autopsia pública. […] y la autopsia determinó que había moretones en la
espalda. […] Total que el asunto quedó en una gran manifestación que se le hizo a
Rojas Llantén, pero el asunto siguió. […] Después entramos a febrero y vinieron
las manifestaciones por la muerte de Rojas. Así es que yo diría que esto se mantu-
vo durante todo el mes de enero y siguió en febrero1259.
Patricio Hevia confirma el hecho que a comienzos del año académico de 1957,
en el mes de marzo, ya había contactos entre las organizaciones de estudiantes y las
de trabajadores:
En ese momento, marzo del 57, había un clima de agitación estudiantil que yo lo
ubicaría dentro de cauces normales, porque siempre en democracia nosotros te-
níamos agitaciones. Teníamos situaciones que se producían especialmente […]
por el alza del costo de la vida. Había como una tradición de solidaridad también
con los trabajadores. Entonces los estudiantes –y especialmente los de la Universi-
dad de Chile– teníamos un contacto muy directo con organizaciones sindicales.
[…] O sea, no es de extrañar que haya habido relaciones informales, más que
formales, entre los estudiantes y los trabajadores1260.
Más aún, el local mismo de la FECH se fue transformando en punto de encuen-
tro para diversos sectores1261. Este hecho es reconocido también por Eduardo Moraga,
aunque no sin señalar que, a su juicio, esta movilización estudiantil era provocada
por los grupos ‘de siempre’. Solo que ahora se agregaba un nuevo motivo: el alza en
las tarifas de la locomoción colectiva:
1258
Entrevista a Roberto Bobenrieth, Santiago, 4/2/94.
1259
Entrevista a Julio Stuardo, Santiago, 24/1/94. La muerte de Manuel Rojas se produjo, en realidad, tras
una manifestación estudiantil realizada el 7 de febrero de 1957. Sobre este hecho y, en general sobre
las movilizaciones estudiantiles de ese verano, ver: G. Salazar, op. cit., pp. 261-264.
1260
Entrevista a Patricio Hevia, Santiago, 19/1/93.
1261
Entrevista a Gustavo Horwitz, Santiago, 2/3/94.

477
Al volver de las vacaciones del verano y empezar de nuevo la actividad estudiantil, en
marzo, prácticamente sobrevino el alza de los microbuses y esto fue retomado por este
mismo grupo que agitaba dentro de la Federación de Estudiantes el salir a protestar.
[…] Se aprovechó esta alza en los microbuses –que era un buen pretexto, un caballo de
Troya excelente– para volver a pedir entonces que la Federación de Estudiantes enca-
bezara un movimiento de salir a las calles a protestar y a hacer marchas. Se tomó el
estandarte de la Federación para encabezar toda esta resistencia popular a esta míni-
ma –bueno, a lo mejor entonces era mucha– a esta pequeña alza en la locomoción1262.

7. Causas inmediatas
Ciertamente la causa inmediata más importante de los sucesos de abril de 1957
–como lo hemos visto ya en diferentes capítulos de la Primera y Segunda Parte– fue
el alza en el valor de los pasajes de la locomoción colectiva. Sin embargo hay que
hacer notar que solo 15 entrevistados –de los cuales 8 eran estudiantes– tenían un
recuerdo claro de que esa alza había desencadenado los hechos. La mayoría, en
cambio, recordaba el 2 de abril como fecha clave o un hito dentro de ellos.
Lo anterior tal vez explica por qué en un gran número de relatos nos encontramos
con referencias a dos hechos que son esgrimidos como posibles explicaciones a lo suce-
dido el mismo 2 de abril: por un lado, la muerte de Alicia Ramírez y, por otro, el retiro de
las fuerzas policiales del centro de Santiago. Ambos aparecen como causas inmediatas
que pudieron haber estado a la base del giro que el 2 de abril de 1957 toman las protes-
tas. A continuación, entonces, presentaremos lo sustancial de estos relatos.

La muerte de Alicia Ramírez


Las circunstancias de la muerte de Alicia Ramírez así como sus implicancias
para el desarrollo de los hechos son tratadas explícitamente en 11 relatos. En la
mayoría de los casos se trata de estudiantes (6) o bien de periodistas o reporteros
(3), es decir actores o testigos provenientes de dos de los medios sociales o profesio-
nales que probablemente tuvieron más contacto con el hecho. Es así como el
corresponsal fílmico de la National Broad Casting, Naúm Kramarenco, se recuerda:
En la calle Mac Iver hubo un enfrentamiento a balazos, ahí fue donde [hirieron a]
esa muchacha, que yo la fui a filmar a la Asistencia Pública que estaba detrás de
San Francisco. Sí. Porque la llevaron todavía con vida, pero llegó a la Asistencia y
duró una hora. […] le llegó un balazo de carabina en el hueso de la cadera, pero el
hueso le explotó y una esquirla del hueso se le enterró en el corazón1263.
1262
Entrevista a Eduardo Moraga, Santiago, 27/1/94.
1263
Entrevista a Naúm Kramarenco, Santiago, 10/3/94.

478
Manuel Cabieses, reportero del vespertino Última Hora, también recuerda el
hecho y su implicancia:
Estos sucesos de abril –el dos y tres de abril del 57– me parece que se inician
con la muerte de una estudiante, Alicia Ramírez. A mí me tocó reportear la
muerte de esta muchacha, me recuerdo que junto con un reportero gráfico,
Raúl Montoya. […] Logramos introducirnos a la morgue de la Posta Central
donde estaba el cuerpo de Alicia Ramírez y él hizo una foto de la chica muer-
ta. Me recuerdo que tenía una gran perforación en el costado del cuerpo, en la
cadera me parece. Fue una foto bastante impresionante. Por ahí arrancan un
poco mis recuerdos1264.
Gracias al mismo Cabieses pudimos finalmente ubicar a Raúl Montoya, autor de
la famosa foto del cuerpo de Alicia Ramírez, que cubrió la primera página de la
edición de la Última Hora del día martes 2 de abril. A los 73 años de edad, el repor-
tero gráfico Montoya nos relató:
…mataron a esta niña, no me acuerdo si era en Mac Iver o por ahí cerca de la
Alameda. Alicia Ramírez se llamaba. Y de ahí, después, nos fuimos todos a la
Posta porque estaban llegando heridos... […] Nos fuimos a la Posta para tomar
[fotos de] los heridos y en eso un enfermero me dijo que [Alicia Ramírez] murió.
Eran las ocho, no sé. Convencí al enfermero que me dijera dónde estaba. ‘No –me
dijo– está en la morgue’. Tanto conversamos que al final se decidió y me dijo:
‘sígame yo voy a abrir la puerta, le voy a prender la luz y yo voy a seguir, usted
haga lo que quiera ahí...’. Me dijo, ‘en tal parte está’. Ahí yo corrí la sábana,
estaba con una sábana… […] Y eso es. Lo único que pudimos hacer fue tomarle
la foto ahí. La tenían sin ropa, sin nada más que una sábana tapada […] Era
joven, debe haber tenido unos 18, 19 años, por ahí. […] Y eso fue.
Y de ahí salimos arrancando, porque si no nos iban a quitar las máquinas. Ahí
tiempo tuvimos, el tiempo que hubiéramos querido. Pero teníamos que apurar-
nos… Bueno, si no había otra cosa que tomarle la foto no más, estaba ahí no más.
Eso es lo que... […] Y como fuimos los únicos, el diario al otro día publicó la
muerte de ella con la foto a una página, de Alicia Ramírez. […] Ahí se armó más
lo de los estudiantes1265.
Efectivamente, como lo dice Raúl Montoya, con la muerte de Alicia Ramírez ‘se
armó más’ el movimiento de los estudiantes. Es la misma impresión que guarda Aníbal
Palma, quien considera que este hecho “provocó entonces una situación de conmoción
nacional”1266.
1264
Entrevista a Manuel Cabieses, Santiago, 28/12/93.
1265
Entrevista a Raúl Montoya, Santiago, 6/1/94.
1266
Entrevista a Aníbal Palma, Santiago, 28/1/94.

479
Este recuerdo de la muerte de Alicia Ramírez como un hecho que impacta la
sociedad de la época y desencadena sus tensiones internas, es reiterado en varios
relatos:
Esta situación que vivía el país en ese momento, se había agudizado mucho en el
estudiantado universitario porque había sido baleada una estudiante. […] Entonces
eso había exacerbado mucho los ánimos y la gente quería como hacer justicia. O
sea, mataron a una estudiante, a una joven. Y eso fue como el detonante de que la
agresividad aflorara con mucha más fuerza y yo te digo sin control. Sin control1267.
El detonante fue la muerte de Alicia Ramírez. A lo mejor si no hubiera sucedido la
muerte de Alicia Ramírez, el martes en la mañana no se podría haber hecho el
paro y no se habría podido juntar tanta gente, pero ese fue el detonante1268.
Claro, allí concurrieron otros elementos…, el episodio de la Alicia Ramírez que fue
muy impactante. […] Ella era delegada de la escuela de Enfermería y el acto [su
muerte] apareció como tan gratuito y tan brutal. Además no estábamos acos-
tumbrados a la muerte todavía. Entonces, que en un acto así tan intrascendente,
llegaran y mataran a una muchacha joven, buena moza, qué sé yo, fue muy
impactante1269.
Un impacto que donde primero golpeó fue en el medio estudiantil y, en particu-
lar, en los estudiantes de Medicina, muy próximos a la escuela de Enfermería donde
estudiaba Alicia Ramírez. Así lo explica Patricio Hevia:
…una gota que rebalsó en el 57 fue que en un acto totalmente normal para la
época, […] mataran a una compañera. A una compañera de la escuela de Enfer-
mería: Alicia Ramírez. […] lo que desencadenó una ira, una furia, un deseo de
manifestar en forma activa, manifestarse ante eso. […] Ella era militante comu-
nista, por la información que yo tengo o que tenía en ese momento. Alicia era
comunista y nosotros en ese momento éramos demócrata cristianos. O sea, tampo-
co tenía un carácter [político], sino que era la solidaridad más allá de la posición
política1270.
De la protesta por el alza de los pasajes se pasa a una protesta generalizada. Del
actor estudiantil se pasa a otros actores sociales. Eso le permite a Julio Stuardo
pensar que con la muerte de Alicia Ramírez el 2 de abril se desata:
1267
Entrevista a Elba Contreras, Santiago, 9/3/94.
1268
Entrevista a Alfonso Guerra, Santiago, 21/1/94. De acuerdo a este relato, el novio de Alicia Ramírez,
Jorge Godoy –que la prensa de la época lo presenta como un simple estudiante–, habría sido dirigente
sindical. Al respecto, Guerra sostiene: “Jorge Godoy era un muchacho en aquella época. Godoy, que
después fue presidente de la CUT, bueno, él era dirigente sindical. El tenía muchas actividades por-
que su novia ¿no? era la Alicia Ramírez, la que mataron, que era una estudiante de Enfermería”.
1269
Entrevista a Gustavo Horwitz, Santiago, 2/3/94.
1270
Entrevista a Patricio Hevia, Santiago, 19/1/93.

480
El tema de la movilización del pasaje escolar –que venía del año anterior, por lo
que yo recuerdo– es lo que desencadena toda esta ola de protestas permanentes.
Pero lo que desencadena el 2 de abril es la muerte de Alicia Ramírez. […] El 2 de
abril, después de la muerte de Alicia Ramírez, ya no lo para nadie ¿no?1271.
Los relatos de nuestros entrevistados parecen confirmar que llegado un momen-
to –como ya lo dijéramos en la Segunda Parte– Alicia Ramírez se transforma en el
símbolo que termina de echar abajo las contenciones a la protesta social. Dicho
simplemente, en palabras de Federico García:
El asunto fue que estas manifestaciones fueron creciendo de tono y un buen día se
origina una balacera, ahí en Miraflores, y mataron a una muchacha, Alicia
Ramírez. Los periódicos destacan la fotografía de la chica asesinada, los muchachos
andan con la foto en alto. Se va a las poblaciones con aquello, se incendia la
cosa1272.

El retiro de la fuerza policial y la liberación de delincuentes, como hechos


premeditados
Llama la atención el alto número de entrevistados que en sus relatos se refieren
al hecho de que la fuerza pública se hubiese retirado del centro el martes 2 de abril.
Son más que los que recuerdan que el alza de la locomoción fue el detonante de
estos sucesos. Son más que los que explícitamente se refieren a la muerte de Alicia
Ramírez. Son 20. Entre ellos son varios los que, además, ligan el retiro de la policía
a la acción de delincuentes en el centro de la ciudad. Veamos algunos de estos relatos.
Es a través del relato de Eduardo Moraga –presidente de la FECH en la época–
que encontramos una primera constatación de la situación, sin que atribuya res-
ponsabilidades:
Yo te diría porque eso lo vi, lo vimos en el momento que nosotros salíamos del
Senado, para llegar a la FECH. No había carabineros en la calle, estaban como
retirándose, incluso no atacaban. Se retiraron y esto debe haber transcurrido en-
tre las siete y las nueve que nosotros nos pudimos ir hasta República. [Desde la
FECH,] por la Alameda hasta República son como 20 cuadras que caminamos en
que no había ningún carabinero en la calle, la ciudad estaba desierta, entregada a
estos grupos que andaban organizados. Entonces a mí me consta que hubo un
lapso de cuatro, cinco o seis horas a lo mejor..., es probable que no haya habido
nada hasta que salieron los militares a la calle1273.

1271
Entrevista a Julio Stuardo, Santiago, 24/1/94.
1272
Entrevista a Federico García, Santiago, 4/2/94.
1273
Entrevista a Eduardo Moraga, Santiago, 27/1/94.

481
El en ese entonces diputado electo José Cademartori, también recuerda:
Incluso las horas a las que yo me estoy refiriendo, las seis de la tarde hasta la hora que
llegué a mi casa, se había producido un hecho también importante que era que el
Gobierno, sobrepasado por la acción rebelde, había retirado Carabineros y había saca-
do a la calle al Ejército. Tanques, había ya tanques en ese momento en la calle1274.
Rápidamente los relatos comienzan, además de constatar el retiro de Carabineros,
a formular posibles explicaciones y a relacionarlo con la presencia de delincuentes.
Bien ubicado para evaluar esta situación se encontraba Ricardo Palma, funcionario
de Investigaciones en la época:
Y esa batalla fue ganada, porque no sé si como al mediodía o pasado el mediodía
que el Ministerio del Interior retiró a los ‘pacos’ y Santiago quedó en un instante
sin ningún tipo de resguardo… […] Y hubo muchos robos, se asaltaron muchos
lugares, tiendas qué sé yo, porque una de las cosas que recuerdo es que esa noche
cuando yo ya estaba en el cuartel llegaban detenidos, delincuentes comunes, que
venían con veinte pantalones puestos, con diez chaquetas qué sé yo… […] Recuer-
do que hubo un lapso de tiempo en que no hubo resguardo y ahí ocurrió la parte
mayor, la parte más fuerte y era porque los estudiantes les habían ganado la bata-
lla a los ‘pacos’ y se la habían ganado en la calle. Y eso desde la mañana1275.
Una serie de relatos recogen ‘lo que se decía’ o rumores que escucharon sobre la
responsabilidad de las autoridades en los hechos, aunque sin hacer necesariamente
suyas tales versiones. Es el caso de los testimonios del dirigente trotskista José
Santiago y de Alfonso Guerra1276. El relato del en ese entonces suboficial de Ejérci-
to, Marco Antonio Ojeda, apunta también en ese sentido:
…retiraron Carabineros y entramos nosotros. Bueno, y ahí se produjo un lapso debe
haber sido un par de horas entre que se retiraron Carabineros y entraron las Fuerzas
Armadas con el Ejército y ahí es donde se produjeron estos desmanes. Donde el cen-
tro mismo de la ciudad quedó desguarnecido. Se rumoreaba en ese tiempo que habían
sacado gente de la cárcel, que los habían dejado en libertad, porque fueron demasia-
dos los actos de vandalismo que hubo de quebrar vidrieras, de robar, cosa que en ese
tiempo la gente no se comportaba así. Había protestas, había huelgas pero no había
saqueos, digamos. Entonces fue una manera de actuar demasiado extraña1277.
Lo mismo sucede con Guillermo Verdejo, quien no solo acusa a las autoridades
sino que –al igual que otros dos o tres entrevistados– desecha absolutamente la
posibilidad de que los asaltos hayan sido obra de los grupos populares:
1274
Entrevista a José Cademartori, Santiago, 3/1/94.
1275
Entrevista a Ricardo Palma, Santiago, 24/1/94.
1276
Entrevista a José Santiago, Santiago, 15/2/94 y Entrevista a Alfonso Guerra, Santiago, 21/1/94.
1277
Entrevista a Marco Antonio Ojeda, Santiago, 29/3/93.

482
Resulta que en el centro estaba ocurriendo una serie de hechos delictuales.
Supongo que el gobierno de la época con sus amigos y una tracalada de fula-
nos por ahí que se arreglan, habían soltado muchos delincuentes, que estaban
haciendo barbaridades. Asaltos, robos y qué sé yo, descerrajamiento de nego-
cios en el centro y todo para echarle la culpa a las organizaciones sociales y
sindicales. […] Las organizaciones sociales jamás han hecho esto. Nunca. Menos
los sindicatos1278.
Misma certeza que encontramos en el testimonio del entonces sacerdote Gabriel
Larraín, quien descarta la idea de una descoordinación entre las Fuerzas Armadas
y Carabineros. Por el contrario, él ve más bien una cierta ‘coordinación’:
Si hay presencia de fuerzas de orden permanentemente no llega a este volumen el
motín, jamás, jamás. Si las Fuerzas Armadas intervienen a reforzar la presencia
de Carabineros, esto no sucede simplemente. El interregno fue visiblemente provo-
cado, porque no iban a ser tan ‘pajarones’ los ‘milicos’, que son campeones de la
puntualidad, de llegar atrasados dos horas a intervenir. No, eso fue explícito, pro-
vocado a nivel de la presidencia de la República… Ahí hubo un provocar situaciones
que favorecían una asonada. Lo hubo claramente1279.
Patricio Hevia también habla de provocación, la que se habría sumado a la serie
de otros hechos ‘curiosos’ que a su juicio sucedieron ese día y a algunos de los
cuales ya hemos hecho referencia en otros puntos:
¿Por qué? ¿Qué pasó, que en un momento en que tenían que producir el orden a
través de las fuerzas policiales, llega el Gobierno y decide retirar la fuerza policial y
dejó Santiago absolutamente sin ningún tipo de protección? Eso, para nosotros, fue
una provocación. O sea, como que dio una orden, como que había una intencionali-
dad y una direccionalidad. […] producen el caos y el desorden al retirar la fuerza
policial y dejar el centro de Santiago absolutamente sin resguardo de ningún tipo1280.
Incluso el ex-diputado conservador, Héctor Correa Letelier, reconoce no haber
comprendido nunca cómo se llegó a producir tal situación, de la cual se habrían
aprovechado los delincuentes. Salvo que…:
Y se deja caer el lumpen, entonces, a ver si pesca algo. Por una de esas medidas que
nunca logré saber por qué, pero salieron los delincuentes. […] Porque a mediodía
del primero o del dos de abril retiraron a los carabineros de las calles de Santiago.
Era jefe de la plaza un general, me parece que era Gamboa…1281.

1278
Entrevista a Guillermo Verdejo, Santiago, 1/2/94.
1279
Entrevista a Gabriel Larraín, Santiago, 12/1/94.
1280
Entrevista a Patricio Hevia, Santiago, 19/1/93.
1281
Entrevista a Héctor Correa, Santiago, 16/3/94.

483
También el dirigente estudiantil liberal de la época, Sergio Scroggie, sostiene la
versión de ‘la salida de los presos’, sindicándolos como los responsables de “cual-
quier cantidad de robos, robos con violencia”1282.
Finalmente, en esta serie de testimonios que afirma la responsabilidad de las
autoridades en los hechos, está el de Julio Stuardo, que involucra directamente al
Presidente Ibáñez en el asunto:
Ibáñez mandó retirar a Carabineros, […] para dejar la ciudad, digamos, libre
para que los saqueadores le permitieran pedir una ley de facultades extraordina-
rias y reprimir en serio el asunto. Bueno. Así como los estudiantes no controlábamos
la situación, el Gobierno empezó a perder el control1283.

El retiro de la fuerza policial y los actos delictivos, como hechos fortuitos


Junto a este grupo de relatos que acabamos de presentar, existe otro, menos
numeroso, en que se discute la posibilidad de que haya responsabilidades oficiales.
Aunque sin que por ello se desconozcan los hechos:
No se supo si la orden esta de retirar fue premeditada, digamos, pensando que esto
venía, o se dio cuando se cortó la luz […] y se vio que esto iba a tomar un matiz
mucho más grande, más cruento, y se retiraron ahí. No supe. No me quedó claro.
[…] Yo no vi ni un solo ‘milico’ en la noche, cuando volvimos caminando después
por una serie de callejuelas, no vi ni un ‘milico’ ni un carabinero, nada, nada1284.
Otros son más claros aún, como el caso del entonces empleado del Banco del
Estado, Alejandro Pizarro:
Que habían lanzado el lumpen de las cárceles, que habían quedado los delincuen-
tes en las calles…, yo no creo eso. Ningún gobierno serio en Chile ha hecho eso, eso
es pensar con muy... No, son mitos. […] Es hilar demasiado fino decir que echaron
al lumpen a la calle1285.
En el caso de Pizarro parecería lógica esta postura, si uno piensa que en ese
tiempo él era partidario del Gobierno y por lo tanto difícilmente iba a creer tales
versiones. Sin embargo, existen otros tres relatos, esta vez provenientes de perso-
nas de izquierda, que argumentan en el mismo sentido. Por ejemplo, Luis Vitale:
Todo esto va a ser rápidamente deformado tanto por la derecha y el centro y la
izquierda. Todo esto escapaba realmente de sus manos. Primero está la reacción
del Partido Comunista que, la misma noche, la misma tarde del 2 de abril, llama

1282
Entrevista a Sergio Scroggie, Santiago, 27/1/94.
1283
Entrevista a Julio Stuardo, Santiago, 24/1/94.
1284
Entrevista a Elba Contreras, Santiago, 9/3/94.
1285
Entrevista a Alejandro Pizarro, Santiago, 16/12/93.

484
a su gente a retirarse de las calles e irse a la casa, [porque] esto es una provoca-
ción. ¿De dónde venía el susto de la provocación? De que –decían ellos– esto lo
manejaba Gamboa, que era Ibáñez el que suelta a unos llamados delincuentes
comunes, los suelta.
Nosotros nunca los vimos, a lo mejor efectivamente lo hizo. Yo no podría decir que
no los soltó Ibáñez, pero sí que esto [el movimiento] no tenía nada que ver con los
delincuentes. Fue organizado y planificado por la Juventud Comunista. Después,
con la gente volcada a las calles, a lo mejor Ibáñez, para tratar de crear más
conmoción, largó a los presos. Eso yo no lo sé, no sé. Pero eso no es determinante,
absolutamente, no es ninguna cosa determinante1286.
Tampoco lo cree Federico García, quien discute que el Gobierno haya estado en
capacidad de hacerlo. Al mismo tiempo insiste en que parte de la izquierda contri-
buyó también a esa interpretación:
Sí, algo de eso se habló, pero no sé. Me da la impresión que el Gobierno estaba un
poco descascarado, estaba fuera de medios, no estaba en control de hacer mu-
chas movidas. …nunca se habló de cuándo recogieron a los que pusieron en
libertad. No..., los que hacían los ‘destartalamientos’ en el centro no eran delin-
cuentes, era gente que venía de las poblaciones. […] No creo eso. Porque ¿para
qué se iban a crear más problemas de los que tenían? Porque yo libero a los
presos de la cárcel y a partir de ahí yo ya también tengo más problemas, más
gente embromándome la vida. […] No, no creo, como que es un rumor. […]
Ahora, claro, el Partido Comunista tomó mucho esa línea. Trató de desprestigiar
el 2 de abril. Para ellos el asunto fue una asonada de bandoleros, manejados por
el Gobierno. Bueno y estaban tratando de justificar su postura, porque ellos
traicionaron el asunto1287.
En el caso del dirigente socialista Gustavo Horwitz, la puesta en duda de estos
hechos corre más bien por cuenta del razonamiento político:
Entonces yo me pregunto ¿y para qué era esto? […] …hay otros que sostienen que
dieron órdenes de abrir las puertas de Investigaciones y de la cárcel, para que
salieran los bandidos a hacer desmanes. Está bien, yo no tengo ninguna compro-
bación real de que eso haya ocurrido, no lo he sabido hasta el día de hoy. […]
Bueno, pero supongamos que todo eso ocurrió, ¿para qué? Los hechos posteriores
no han demostrado que eso tuviera un objetivo político. ¿Qué pasó después de eso?
No pasó nada que condujera a pensar que esto había fracasado o había tenido
éxito. Porque no hay ni siquiera intento1288.
1286
Entrevista a Luis Vitale, Santiago, 26/1/94.
1287
Entrevista a Federico García, Santiago, 4/2/94.
1288
Entrevista a Gustavo Horwitz, Santiago, 2/3/94.

485
Y respecto al desfase entre la salida de los carabineros y la llegada de los milita-
res, Horwitz prefiere buscar una explicación pragmática:
Ahora, la cosa de los militares obedece a otro motivo. Es decir yo no sé si obedece
a este motivo, pero tiene una explicación. Fueron los días en que hay cambio de
contingente, hay cambio de contingente entre los ‘milicos’ y entonces no era tan
fácil llegar y sacar a los ‘milicos’ a la calle operativamente. Estamos hablando del
año 57, no estamos hablando del año 75, 76, 78, 82 en que eso no le iba a pasar a
Pinochet y a sus amigos, porque él sabía que tenía que estar dispuesto las 24 horas
del día y los 365 días a ‘parar la subversión’1289.

Retiro de Carabineros sí, apertura de cárceles no


Para el final hemos dejado dos relatos que se ubican en una posición interme-
dia. En el sentido de reconocer los hechos, de afirmar una responsabilidad oficial
en ellos, pero relativizar lo de la puesta en libertad de los presos. Es el caso, en
primer lugar, del relato de Aníbal Palma:
…creo que el Gobierno provocó en cierta medida, facilitó los hechos para poder
justificar una mayor represión. Porque no se explica de otra manera el retiro de la
fuerza policial de las calles que quedaron desguarnecidas y la irrupción de todo
un lumpen hacia el centro de la ciudad… […] No necesariamente apertura de
cárceles, pueden haber estado en Investigaciones. Y lo otro, es que la gente de la
policía tiene contactos y es cuestión de decirle ‘¡ya!, a movilizar rápidamente a los
grupos lumpen’. Entre ellos se ubican1290.
Hipótesis que en cierta medida es avalada también por el ex-policía de Investi-
gaciones, Ricardo Palma:
Ese rumor yo también lo escuché. Ahora yo no sé. No es fácil, porque los presos
pertenecen a Gendarmería, por lo cual lo encuentro muy difícil. Lo que podría
haberse soltado son los detenidos que estaban en los cuarteles policiales, tanto de
Carabineros como de Investigaciones. Les pueden haber dicho ‘váyanse’, porque
hasta ese momento no están frente a un juez. Entonces pueden haberles dicho
‘miren váyanse porque necesitamos el cuartel y no los necesitamos con ustedes
aquí’. Es posible porque sí lo mencionaron, en el Servicio. Además, te digo, por la
cantidad de presos que empezaron a llegar, que eran cantidades pero grandes1291.

1289
Id.
1290
Entrevista a Aníbal Palma, Santiago, 28/1/94.
1291
Id.

486
8. Elementos de síntesis y de interpretación
La confrontación en el plano de la representación e interpretación de los hechos
es más compleja de establecer que en relación a los hechos mismos. Resulta más
difícil establecer, por ejemplo, ‘correspondencia’ o identificar ‘novedades’ como lo
hicimos en el capítulo anterior. La dificultad radica, a nuestro juicio, en que se
trata de representaciones elaboradas en condiciones muy diversas.
Tras el análisis realizado en el Capítulo 5 de la Segunda Parte, sobre la base de
las representaciones contenidas en editoriales y documentos oficiales de la época,
una de las conclusiones a que llegábamos era que se trataba de representaciones
que iban cambiando al compás de evolución de los hechos. De allí que identificára-
mos, por ejemplo, un antes y un después del 2 de abril, cuyos contenidos se asociaban
a determinados ejes de oposiciones (orden-desorden, pacífico-violento) En los rela-
tos de las entrevistas, en cambio, estamos frente a representaciones decantadas
después de un largo tiempo y cuyas implicancias, por ejemplo, no están sometidas a
la contingencia. En fin, a pesar de éstas y otras dificultades, inherentes a las dife-
rencias de contexto en que estos dos tipos de representaciones se han producido,
intentaremos ciertas reflexiones.
Un primer elemento que llama la atención es que de los diferentes ejes de opo-
sición que estructuraban el contenido de los discursos en 1957, treinta y cinco o más
años después hay uno de ellos que persiste con fuerza: el eje ‘espontáneo-dirigido’
o ‘no provocado-provocado’ como lo hemos denominado ahora. Ese es el principal
elemento diferenciador –como lo hemos visto en este capítulo– en los relatos de
nuestros entrevistados. A pesar de que no estamos absolutamente seguros de que la
clasificación que hemos realizado al interior de estos dos grandes tipos de repre-
sentaciones sea la mejor, sí estamos ciertos que las opiniones permanecen divididas
en partes más o menos equivalentes. He allí un aspecto de los sucesos de abril de
1957 que el paso del tiempo y el trabajo de la memoria no ha logrado resolver.
Sin embargo –segundo elemento– es interesante destacar que los contenidos
específicos al interior de esos dos grandes bloques sí han sufrido modificaciones.
Por ejemplo, en 1957 quienes creían que los hechos estaban ‘dirigidos’ eran mayori-
tariamente aquellos que sostenían la tesis del complot comunista; treinta y cinco
años después esa postura no la sostiene casi nadie y en cambio es numeroso el
grupo que sindica al Gobierno como responsable de haberlos provocado. Del mismo
modo, dentro del grupo que ve una conducción detrás de los hechos, hay una canti-
dad considerable que los reivindica como expresión de una voluntad política popular
de cambios, postura que en 1957 era difícil de sostener. En todos los casos, además,
ha desaparecido aquella imagen de planificación maquiavélica, imponiéndose más
bien la idea de un explosión social, estallido o desborde que –dependiendo de las

487
distintas posturas– habría sido, ya sea, en absoluto conducida, o un tanto provocada
o en parte dirigida.
Respecto a la idea que nuestros entrevistados tienen sobre las causas que ha-
brían provocado los sucesos de abril de 1957, tenemos la impresión que ellas no
difieren mayormente del ‘contexto inmediato’ expuesto en la Primera Parte. Salvo
en un punto, que no es menor: el alza misma de las tarifas de la locomoción, pero
que remite más bien al tema de las causas inmediatas, que veremos un poco más
adelante. Pero en cuanto a los aspectos políticos, sociales y económicos llama la
atención la coincidencia entre el análisis hstórico de la realidad de marzo de 1957 y
lo que la memoria ha conservado de dicha realidad (estamos pensando en la corres-
pondencia que existe con el primer capítulo de la Primera Parte).
Un poco distinta es la situación respecto al discurso que los diferentes sectores
levantaron, al calor de los hechos, sobre sus posibles causas. Recordemos que en el
capítulo 5 de la Segunda Parte, respecto de las causas o los ¿por qué?, identificamos
tres tendencias: resultado del malestar acumulado por la situación económica, re-
sultado de un aprovechamiento político con el fin de desastibilizar económica y
políticamente el sistema, y resultado del problema de la mala calidad del transpor-
te público. Si se hace la confrontación con las impresiones contenidas en los relatos
de testigos y actores, el resultado es menos armónico. Treinta y cinco años más
tarde, claramente las causas se sitúan en una perspectiva más amplia: el desgaste
del Gobierno y la frustración popular, así como la inestabilidad y la debilidad de los
partidos, en el plano político; la crítica situación económica, la política antinflacio-
nista y sus efectos sociales en condiciones de vida ya deterioradas, en el plano
económico social (éste es el plano en el que hay más correspondencia); y una cre-
ciente ola de movilizaciones sociales, tanto sindicales como estudiantiles, en el plano
político social.
Este último aspecto –el de la movilización social– es tal vez el que aparece como
más novedoso, respecto a las causas argüidas en la época y constituye una fuente
importante de reflexión, al menos en dos direcciones: una, la situación real del
movimiento sindical y el eventual ‘vacío’ que habría provocado su progresivo debi-
litamiento a partir de 1955; otra, el proceso de autonomización que parte importante
de la juventudes políticas habría vivido desde fines del 56 y el impacto que eso
habría tenido en ciertos medios sociales marginales o de trabajadores jóvenes con
débil inserción laboral. Aspectos sobre los cuales, de otro modo, volveremos en el
capítulo siguiente al analizar los actores que a la luz de la memoria habrían partici-
pado en los hechos.
Finalmente, a nivel de las causas ‘inmediatas’, el gran cambio es la pérdida de
importancia del problema del alza de las tarifas, frente a otros dos elementos como
son la muerte de Alicia Ramírez y el retiro de Carabineros. El cambio es comprensible

488
a la luz de uno de los rasgos que muestra la memoria existente sobre los hechos de
abril de 1957 y que ya fue señalado: la centralidad que adquiere el martes 2 de abril
respecto al proceso de los días anteriores. Consecuencia lógica de esta ‘concentración’
de la memoria en el 2 de abril, es que las causas inmediatas ‘anteriores’ tiendan a
desaparecer frente a aquellas que explican más ‘inmediatamente’ los sucesos de
ese día particular.
En el caso específico de la muerte de Alicia Ramírez, consideramos que la me-
moria expresada por los entrevistados realiza una enorme contribución a situar ese
hecho en su ‘real’ significación. Es decir como un elemento de orden subjetivo que
logró captar y al mismo tiempo liberar una sensibilidad popular contenida. Un he-
cho fortuito –la muerte no deseada de Alicia Ramírez– sumado a otro hecho, más
fortuito aun –la foto furtiva de su cadáver entre los fríos pasillos de un hospital–
fueron los precipitantes de lo que ya hemos mencionado como ‘la alquimia social’
del 2 de abril de 1957.

489
CAPÍTULO 3
LOS ACTORES Y SU IDENTIDAD DESDE LA MEMORIA

1. Antecedentes
El tema de los protagonistas de los sucesos de abril de 1957 ya fue abordado en
el Capítulo 6 de la Segunda Parte, tanto desde los discursos de la época sobre los
actores que habrían participado en los hechos, como desde la información existente
sobre los detenidos, heridos y muertos con ocasión de estos sucesos.
En este tercer y último capítulo de la Tercera Parte, queremos someter la memo-
ria de los testigos y actores a la interrogante sobre quiénes habrían participado en
los hechos de abril de 1957. ¿Cuál es el recuerdo que guardan sobre los grupos
sociales que protagonizaron tales sucesos? ¿Qué identidades atribuyen a los suje-
tos que participaron directamente en los acontecimientos? ¿Cuál es la visión que
tienen de la realidad de esos grupos o sujetos? ¿Qué grado de participación le atri-
buyen a las organizaciones sociales y partidos políticos existentes en ese momento
en Chile?
El análisis de la información, en este caso, ha sido organizado por actor, re-
cogiendo de los relatos no solo las referencias a la participación concreta de
estos actores en los hechos, sino también la visión que se desprende de su reali-
dad social, de su posición en la sociedad chilena de la época o de sus tensiones
internas.
En términos de actores sociales, las referencias a ‘estudiantes’ y ‘obreros’ apa-
recen equilibradas: cerca de la mitad de los entrevistados se refieren a ellos
otorgándoles un rol principal o relevante en los acontecimientos. Así también hay
algunas referencias a otros actores, como el ‘lumpen’ y los ‘delincuentes’. Sin em-
bargo, lo más interesante y novedoso es el lugar que ocupan los ‘pobladores’ en la
memoria de los entrevistados. En más de 30 relatos encontramos referencias ex-
plícitas, lo cual no solo es un aporte a la interpretación de los acontecimientos,
sino también una fuente de conocimiento de la realidad de ese actor en los años
cincuenta. Recordemos que a nivel de la prensa y la documentación de la época
no encontramos muchos antecedentes concretos acerca de su participación. Res-
pecto a las organizaciones sociales, los relatos también se muestran equilibrados

491
en sus referencias a la FECH y a la CUT. Hay también alusiones al Comando
contra las Alzas1292.
Finalmente, en relación al rol jugado por partidos y organizaciones políticas,
los relatos le otorgan poca relevancia a la derecha en el desarrollo de los aconte-
cimientos, así como a la Falange Nacional y al Partido Radical, de los cuales se
destacan más sus procesos y realidades internas que su actuación pública. Lo más
interesante, sin duda, se sitúa en el campo de los partidos de la izquierda y en
particular en relación al Partido Comunista. Los relatos nos proporcionan nuevos
antecedentes acerca de la participación de un sector de las Juventudes Comunis-
tas en la conducción de los hechos, así como de los conflictos internos que ello
habría producido.

2. Sectores sociales
En los relatos encontramos numerosos pasajes con referencias y descripciones
generales de los sectores sociales que habrían participado de los hechos de abril,
que no se contradicen con la identificación posterior de actores específicos involu-
crados en los acontecimientos. Se trata de referencias ‘genéricas’, que hemos
clasificado en tres tipos: hay quienes vieron principalmente ‘jóvenes’, otros que
vieron ‘pueblo’ y otros, finalmente, remarcaron la presencia de sectores ‘margina-
les’. Tres denominaciones que, a nuestro juicio, retratan bien la complejidad del
tema de los protagonistas de los sucesos de abril de 1957.

Los jóvenes y el pueblo


Un rasgo social que aparece destacado por los entrevistados, independiente-
mente del actor social específico al cual se refieran, es la juventud de los
participantes. Una juventud que le imprime a las manifestaciones un ritmo y un
sello de rebeldía:
Jóvenes, muchos muchachos jóvenes. Como siempre esas ‘cargadas’ sociales las
encabeza la gente joven. Yo me acuerdo ver muchachos muy jóvenes, que corrían
de un lado a otro, gritaban, los apaleaban, terrible el desorden1293.
Jóvenes que, normalmente y como veremos más adelante, se los tiende a asociar
con los estudiantes:

1292
En cuanto a la Iglesia, como institución social, los relatos tienden a confirmar su no participa-
ción directa en los acontecimientos. Entregan, eso sí, algunos antecedentes de su rol –precisa-
mente social– en aquella época.
1293
Entrevista a Alejandro Pizarro, Santiago, 16/12/93.

492
Movilización popular a la cual se sumó el público, la población, y se sumaron
especialmente los estudiantes. O sea, los estudiantes salieron en defensa de esta
injusticia que se consideraba esta alza inusitada e importante de la movilización1294.
A sus 81 años, quien mejor recuerda este rasgo juvenil de los manifestantes es
Raúl Santander, el que al ser entrevistado manifestó:
El 2 de abril..., a mí me da la impresión que emergen, salen a la calle, se concen-
tran en la calle Ahumada especialmente, grupos grandes, de 300, 500, 1.000
personas, sobre todo elementos jóvenes, en los cuales podría haber habido trabaja-
dores jóvenes. Pero había [también] muchachos estudiantes, incluso yo diría
secundarios, uno que otro universitario, gente incluso popular1295.
Un segundo rasgo general que aparece destacado en los relatos es la diversidad
social de los protagonistas y que asume la expresión de ‘la gente corriente’, ‘el pueblo’.
Así, lo constataron en sus entrevistas Naúm Kramarenko, quien recuerda haber filmado
a “hombres, mujeres, niños, de todo”, y Ricardo Bobenrieth al referirse a “gente…,
gente con mucha rabia acumulada”1296. Para Alberto Acevedo, la “masa del movimien-
to” también la constituía “la gente que estaba en la calle”. En efecto, recuerda:
Gente diría yo del pueblo, que se movía mucho, había mucha gente en la calle.
[…] Yo creo que aquí participaron […] obreros pertenecientes a agrupaciones po-
líticas bien definidas y […] alumnos de la Universidad de Chile, fundamentalmente,
seguramente de alguna otra universidad también. Y […] gente del público general
que se mete y va a ver, y participa y tira piedras y cosas, ‘cabros’ chicos…1297.
‘Todo el mundo’ pudo haber participado a cierto momento en los hechos. Tal es
la impresión de actores que en la época tuvieron una ubicación tan diferente como
María Eugenia Horwitz –estudiante secundaria– y Marco Antonio Ojeda –subofi-
cial de Ejército–:
Bueno, temprano, cuando ocurre este asunto, eran los estudiantes y la gente, los
cesantes que se daban vuelta por la plaza de Armas, la gente que aplaudía por las
calles. […] Viéndolo ahora a distancia... Mira, yo creo que hubo de todo1298.
No, en realidad como que se fue creando una ola de descontento y actuó todo el
mundo. No hubo una fuerza determinada, sino que fue como un clamor general y
que en un momento dado se desvió o lo aprovechó otra gente1299.

1294
Entrevista a Elba Contreras, Santiago, 9/3/94.
1295
Entrevista a Raúl Santander, San Sebastián, 12/2/94.
1296
Entrevista a Naúm Kramarenco, Santiago, 10/3/94 y entrevista a Roberto Bobenrieth, Santiago, 4/2/94.
1297
Entrevista a Alberto Acevedo, Santiago, 5/1/94.
1298
Entrevista a María Eugenia Horwitz, Santiago, 3/2/94.
1299
Entrevista a Marco Antonio Ojeda, Santiago, 29/3/93.

493
En el relato de Teitelboim encontramos, finalmente, toda la diversidad y com-
plejidad de lo que comúnmente se denomina ‘pueblo’, con sus identidades sociales,
políticas e, incluso, delictuales:
…hubo la suma de elementos muy dispares. Elementos de gente insatisfecha, toda
de pueblo, algún elemento político que se incorporó una vez desatados los aconte-
cimientos, y también –como sucede siempre en esta clase de hechos– la inserción
de gente que quiso sacar algún provecho directo. La pequeña hampa que configu-
ra un participante inevitable en esta clase de cosas. […] Yo creo que fue el
pueblo…1300.

Los marginales
En tercer lugar, tal vez desde otro ángulo y refiriéndose a otro momento de la
protesta, ciertos relatos ponen el acento en otro rasgo social de los actores. Uno que
remite a su relativa marginalidad respecto ya sea al sistema social o al mundo popu-
lar organizado. Aníbal Palma sitúa bien, a nuestro juicio, el punto:
No era la movilización tradicional de sectores dirigidos por la CUT, los partidos
políticos, las movilizaciones estudiantiles. No, aquí fue otro elemento absoluta-
mente distinto. No sujeto a control, que no seguía consignas, que no seguía partidos
políticos, que no estaba organizado1301.
Un sector social aparentemente inclasificable, definido por diferencia a otros,
ciertamente emergente en los años 50. ‘Otro mundo’, a los ojos de un estudiante
universitario de la época:
Mira…, era gente que no se veía en el centro habitualmente. Segundo, muchos
tenían el aspecto físico de maleantes, de lumpen, un poco por la actitud, por la
forma y venían, al parecer, del sector sur. […] Claramente no eran estudiantes...
[…] Parecían gente suelta y no gente organizada explícitamente… […] Era extra-
ño el grupo. […] Esa sensación de que ahí había otro mundo. No todo era lumpen,
había pueblo1302.
Confluencia de sectores sociales en la protesta, relevo de actores a medida que
ella evoluciona, en fin, una dinámica que hace complejo el tema de los protagonis-
tas de los sucesos de abril de 1957. A juicio de Alfonso Guerra, la entrada en escena
de este sector marginal significó el retiro de los actores más organizados e incluso
el conflicto entre ellos:

1300
Entrevista a Volodia Teitelboim, Santiago, 30/12/93.
1301
Entrevista a Aníbal Palma, Santiago, 28/1/94.
1302
Entrevista a Patricio Hevia, Santiago, 19/1/93.

494
Porque además esos mismos obreros tampoco estaban con los otros [los margina-
les]. Porque llegó un momento en que llegaron los carabineros y les dijeron, mire
se van o los batimos. Entonces, claro, los obreros se fueron. Lo que quedó fue eso
otro. […] Se encontraron, pero en un momento llegó el otro y el otro se retiró. O
sea, no hubo solidaridad. […] Y en un momento determinado [los obreros] se reti-
raron y este otro mundo marginal quedó solo ¿no?1303.
En suma, la incorporación de este sector marginal vino a completar esta idea de
diversidad social popular, haciendo de ella uno de los sellos particulares de los
sucesos de abril. Una posible síntesis la encontramos en dos relatos:
El 2 de abril fue multiclasista, estudiantes, obreros, marginales, lumpen, qué sé
yo. Además muy masivo. La ciudad de Santiago esa mañana del 2 de abril, hacía
muchos años que a lo mejor no se veía tanta masa en la calle y no solamente en las
calles del centro, [también en] Estación Central, Mapocho, Franklin…1304.
“En síntesis, si tú quisieras señalar la característica social del 2 de abril tendrías
que decir: el día 1, estudiantes, sin duda alguna, la juventud, estudiantes y juven-
tud trabajadora. Al día 2, ya cambió el carácter, cambió el carácter porque ya son
pobladores. Tiene un carácter muy popular el 2 de abril. Ese grupo de gente que se
descuelga de las poblaciones, le cambia el carácter en cuanto a la composición
social de los que intervienen el 2 de abril1305.
Finalmente, en reiteradas ocasiones los relatos mencionan la intervención, no
ya de un actor social pero sí de eventuales protagonistas, ajenos al ‘genuino’ mundo
popular: los provocadores. Muchos son los que creen que ellos protagonizaron o
incentivaron los saqueos y asaltos en la tarde del 2 de abril. Es el caso, por ejemplo,
de Alberto Acevedo que, como brigadista de la FECH, recuerda lo que vio en
Almacenes París:
Nunca he podido encontrar una explicación satisfactoria. Porque esos eran indivi-
duos absolutamente desvinculados con el movimiento, muy ordenados, con
consignas muy claras y –qué quieres que te diga– me dan ganas de decirte que
eran militares. Por el mismo corte de pelo que tenían, ¿no es cierto?, bien afeita-
dos, unos ciertos rasgos faciales bastante típicos del personal militar de más rango,
diría yo, sargentos, una cosa así. […] En la única parte donde tú los encuentras,
en Chile, es en el Ejército o en Investigaciones1306.
Teniendo esta diversidad de sectores sociales como telón de fondo –jóvenes,
pueblo, marginales– los relatos comienzan a perfilar con mayor nitidez la identidad
1303
Entrevista a Alfonso Guerra, Santiago, 21/1/94.
1304
Id.
1305
Entrevista a Luis Vitale, Santiago, 26/1/94.
1306
Entrevista a Alberto Acevedo, Santiago, 5/1/94.

495
de determinados actores sociales: estudiantes, obreros, pobladores, lumpen, delin-
cuentes comunes.

3. Estudiantes y obreros
Los relatos, al referirse a los actores que participaron en los hechos, lo hacen, en
primer lugar, a propósito de las circunstancias de dicha participación; sin embargo,
agregan luego una segunda dimensión, aquella de la realidad social de dichos acto-
res. A continuación, entonces, revisaremos aquellos relatos que se refieren, en estas
dos dimensiones, a los actores que aparecen más evidentemente comprometidos:
los estudiantes y los obreros.

La participación de los estudiantes


Es interesante observar lo que sucede en la memoria de los entrevistados con
respecto a los ‘estudiantes’, en cuanto actores del movimiento. Tal vez por el ‘olvido’
producido respecto a los días iniciales del conflicto, concentrándose los recuerdos
en el día 2 de abril, la visibilidad de los ‘estudiantes’ como actor, desde la memoria,
es a nuestro juicio baja. Al menos en relación a la participación documentada a
partir de las fuentes tradicionales. Así, no son muchos los relatos que les reconocen
a los estudiantes un nivel de participación importante. Uno de ellos es el de Gabriel
Larraín:
Porque yo recuerdo que vi muchos estudiantes que estaban involucrados en esta
cuestión, hasta la hora que yo digo, después ya me fui a mi población, pero a esta
hora sí, incluso a los lugares que fui, fui a la Posta también, y en la Posta había
muchos estudiantes… Fui a la Federación de Estudiantes que estaba en la Alameda1307.
Por su parte, el ex-senador conservador Francisco Bulnes junto con reconocer la
participación de los estudiantes, la trivializa:
Entonces ¿qué fue? Yo creo que pueden haber confluido muchas causas ¿no? Bueno,
esto de que las alzas de la movilización provocaran reacciones de estudiantes era
una cosa a la que estábamos acostumbrados desde que yo era niño, ocurría siempre.
No porque les importara demasiado a los estudiantes el precio de la movilización
sino que era un pretexto para ‘revolverla’1308.
Alfonso Guerra, por último, constata la fuerte presencia de los estudiantes en la
marcha de la mañana del 2 de abril, a quienes “por donde pasaban se les sumaba la

1307
Entrevista a Gabriel Larraín, Santiago, 12/1/94. Otro testimonio es el del periodista de Última
Hora Manuel Cabieses, quien los distingue por carrera y por origen social. Entrevista a Manuel
Cabieses, Santiago, 28/12/93.
1308
Entrevista a Francisco Bulnes, Santiago, 11/1/94.

496
gente”1309. En algunos otros relatos se les atribuye un mayor protagonismo, recono-
ciéndoseles una voluntad de enfrentamiento con la policía, la que se habría
manifestado en una especie de ‘táctica’ expresa:
Tengo entendido que hubo una muy buena organización respecto de los estudian-
tes y de los que participaron de la asonada. Porque había cosas que después nosotros
las comentábamos en Investigaciones. […] Lo que nos decían es que los estudian-
tes comenzaron a atacar tipo Lautaro, en su lucha contra Pedro de Valdivia. O sea
grupos de estudiantes que se lanzaban, por ejemplo, contra un grupo de ‘pacos’
pero después se retiraban y entraba otro grupo y comenzaron a agotar a los ‘pacos’
y comenzaron a ganarles la batalla1310.
Pero, junto a aquellos relatos que les otorgan un mayor protagonismo, encontra-
mos otros que lo relativizan, en diferentes grados. Así, por ejemplo, el dirigente
socialista Clodomiro Almeyda, recuerda:
Creo que también tuvieron participación en esto, pero menor, los estudiantes. Las
organizaciones estudiantiles también jugaron un rol en este asunto. No funda-
mental, pero también contribuyeron a que se produjese esta cosa, e incluso el local
de la Federación de Estudiantes era uno de los locales que utilizaban los movi-
mientos sociales, la coordinadora de todas estas organizaciones que actuaban en
este movimiento1311.
Esta misma impresión de estudiantes que se suman, que contribuyen, pero que
no son los actores fundamentales, la encontramos en el relato del obrero Alberto
González:
Los estudiantes también salieron en apoyo a la protesta, a la demanda que hacían
los trabajadores organizados que eran de la Central Única. No hay que olvidar
que también la CUT hizo un llamado, pero a protestar, no a parar1312.
El médico Juan Luis González, por último, recuerda que entre los heridos: “estu-
diantes, si los había, eran los menos”1313.

El mundo social de los estudiantes


Los relatos nos proporcionan distintas imágenes sobre la realidad del mundo
estudiantil de la época, que pueden ayudar a comprender mejor su participación

1309
Entrevista a Alfonso Guerra, Santiago, 21/1/94.
1310
Entrevista a Ricardo Palma, Santiago, 24/1/94. Una referencia similar fue evocada en la Entrevista a
Julio Stuardo, Santiago, 24/1/94.
1311
Entrevista a Clodomiro Almeyda, Santiago, 3/2/94.
1312
Entrevista a Alberto González, Santiago, 22/12/93.
1313
Entrevista a Juan Luis González, Bruselas, 21/10/91.

497
en los hechos de abril de 1957. Así, por ejemplo, Alberto Acevedo recuerda el clima
de politización –a su juicio un tanto excesivo– que recorría parte del medio
estudiantil:
Había una politización muy grande de la vida en la Universidad de Chile. En la
Escuela de Medicina de esa época se vivía un ambiente de un gran compromiso de
los estudiantes con los eventos generales que conmovían al país, pero especialmen-
te una simpatía muy considerable hacia los movimientos obreros. […] Entonces
nosotros reaccionábamos con indignación frente a esta utilización de este poder
estudiantil para producir tanto desasosiego y tanta falta a clase. […]. Así que
había un compromiso y una politización importante del estudiantado1314.
Esta misma impresión la conserva el ex dirigente universitario falangista Roberto
Bobenrieth, quien destaca, eso sí, dos fuentes para dicha politización: la realidad
social y la literatura política. Al respecto, Bobenrieth recuerda:
Entonces considerábamos que el que no iba a las poblaciones, el que no tenía
contacto, no podía hablar del tema, no tenía derecho a hablar de política, ese era
nuestro planteamiento. Y leíamos muchas cosas, nosotros leímos las encíclicas del
Papa, discutíamos El Capital de Marx, discutíamos todas estas cosas...1315.
En efecto, esta politización del estudiantado y su compromiso con los problemas
nacionales –que ya venía desde los años 20– se había visto reflejada también en
hechos anteriores1316. Como, por ejemplo, las movilizaciones del año 49 que en 1957
fueron ampliamente referidas:
Los estudiantes actuaban como detonadores. En la ‘revolución de la chaucha’ del
año 49 fueron también los estudiantes, pero después se echaban para atrás1317.
El movimiento estudiantil se había radicalizado bastante. Había habido antes
otro estallido del movimiento estudiantil, durante el gobierno de González Videla,
por la cuestión de las micros, el 491318.
Esto se correspondía con una presencia importante de los partidos políticos en
el medio estudiantil, aunque no siempre se reflejara en la militancia de sus dirigen-
tes, como lo recuerda María Eugenia Horwitz: “Entre los estudiantes secundarios
[los socialistas] teníamos injerencia en varios liceos, pero un solo presidente de
centro de alumnos que era yo”1319.

1314
Entrevista a Alberto Acevedo, Santiago, 5/1/94.
1315
Entrevista a Roberto Bobenrieth, Santiago, 4/2/94.
1316
Sobre esto volveremos más adelante en este capítulo, al analizar la situación de la FECH, como prin-
cipal organización estudiantil de la época.
1317
Entrevista a Armando de Ramón, Santiago, 5/1/94.
1318
Entrevista a Julio Silva, Santiago, 27/1/94.
1319
Entrevista a María Eugenia Horwitz, Santiago, 3/2/94.

498
La politización o radicalización del mundo estudiantil también tenía que ver
con coordenadas socioeconómicas, tal como lo sugiere Alfonso Guerra. En particu-
lar, él destaca la realidad del estudiantado vespertino:
La Federación de Estudiantes Vespertinos y Nocturnos tenía mucha importancia
por estar formada por gente, por estudiantes, mayor de 18 años, normalmente.
Son tipos que trabajan. […] O sea era un movimiento estudiantil muy activo, y
estaba formado por esta gente en que ya muchos eran militantes activos. […]
Socialmente era más heterogéneo. Claro, era un movimiento estudiantil pluricla-
sista. Evidentemente eran tipos que laboraban, incluso algunos de ellos reunían
dobles condiciones, porque además de ser estudiantes nocturnos algunos de ellos
eran dirigentes sindicales1320.
En general, de acuerdo los relatos, estos distintos signos de politización y agita-
ción estudiantil estaban indicando una gran efervescencia en el medio juvenil1321.
Sin embargo, en la época habría existido –de acuerdo a la opinión de Luis Vitale–
una cierta dificultad para captar este fenómeno:
A decir verdad, cuando se produce el 2 de abril del 57, toda la izquierda en general
es totalmente sorprendida. E incluso Clotario Blest y yo y este grupo en el cual
estaba, el POR [Partido Obrero Revolucionario], también. Porque se había dado a
nivel de la juventud un proceso muy fuerte. No solamente en la juventud estu-
diantil, sino también en la juventud trabajadora, y que nosotros no habíamos
percibido bien1322.

La participación del mundo obrero y su realidad social


Aparte de los relatos que refieren hechos concretos en los que se vieron involu-
crados sectores obreros –presentados en el Capítulo 1 de esta Tercera Parte– son
pocos los que hablan de la participación obrera en general. Predominan las referen-
cias a la realidad del mundo obrero de la época. En todo caso, respecto a la
participación obrera, al menos vamos a consignar el relato de Teresa Quiroz, que
deja traslucir toda la admiración y novedad que para una joven estudiante universi-
taria podía representar, en ese momento, el contacto con el mundo obrero:
Yo los vi como una población aguerrida, disciplinada, me impresionó mucho. Fuer-
te, uniformada incluso, disciplinada, porque ellos iban mucho más ordenaditos
que nosotros en las filas. Yo los vi robustos, o sea no vi un mundo desnutrido,
pobre. No, los vi fuertes. La CUT también, con mucho más manejo de la situación

1320
Entrevista a Alfonso Guerra, Santiago, 21/1/94.
1321
Como ya lo veremos también, más adelante, al analizar la situación de los distintos partidos políticos.
1322
Entrevista a Luis Vitale, Santiago, 26/1/94.

499
que nosotros. O sea yo me encontré con una organización que admiré y que fue
muy entera, que supo captar el peligro. Cuando la cosa se puso fea, nos dijeron a
nosotros ‘viene la repre’...’1323.
Una segunda referencia a la participación directa de sectores obreros en los
sucesos de abril, la encontramos en el relato del policía de Investigaciones Ricardo
Palma:
Y de repente empiezan a llegar camiones de militares de los cuales empiezan a
bajar presos. Yo no tenía idea de dónde eran y consulté con algunos: ‘deben ser de
los que han pillado robando o haciendo cosas’, eso era lo que nos decían ahí. No
era el tipo de delincuente común, que uno más o menos tenía cierta apariencia de
él. Eran trabajadores, puede ser de industrias, qué sé yo, de alguna parte. Tenían
otro aspecto, hombres de trabajo, había hombres maduros, pero no se veían como
que hubieran sido delincuentes, de ninguna manera. Los bajaban y los ponían en
fila y entraban. Como cuatro o cinco camiones más o menos. ¿Cuántos habría en
cada camión?, a lo mejor unos 30 o 40, no sé, pero así fue1324.
Social y gremialmente, Clodomiro Almeyda amplía la visión sobre el mundo
obrero de la época y recuerda que en esos años los empleados no solo estaban acti-
vos, sino que, a su juicio, lo estaban más que los obreros:
Bueno, dentro del movimiento sindical, en este período estaba más desarrollado el
movimiento de los empleados que el de la clase obrera. Puedo equivocarme un
poco, pero en general, […] aquellos componentes que conformaron la JUNECH
[Junta Nacional de Empleados de Chile] tenían bastante más importancia que los
sindicatos obreros […]. Creo que los empleados públicos –sectores de los servicios,
gente de la salud, profesores, sectores de esa índole, tenían una buena organiza-
ción sindical y en la cual había influencia política también detrás– jugaban un
rol importante en ese movimiento de agitación que culminó con el 2 de abril1325.
José Cademartori, en cambio, enfatiza más en la realidad social del mundo obre-
ro clásico. Como candidato a diputado por el sector oeste de la ciudad de Santiago,
en su campaña parlamentaria de 1957 conoció bien dicha zona:
Pero [la población] Los Nogales, que es bastante anterior, la menciono porque ahí
había núcleos obreros. […] Estaban también los núcleos de Estación Central, de
todo el sector de lo que llamábamos la 9ª comuna, donde había mucha gente

1323
Entrevista a Teresa Quiroz, Santiago, 3/1/94.
1324
Entrevista a Ricardo Palma, Santiago, 24/1/94.
1325
Entrevista a Clodomiro Almeyda, Santiago, 3/2/94. Almeyda tiene razón en dudar sobre su diagnóstico
en torno a la realidad de los empleados, ya que la imagen que nos ofrece corresponde más a la realidad
de comienzos de la década de los 50 que a sus finales. En todo caso, es indiscutible que el mundo de los
trabajadores en 1957 no se reducía a los obreros. Los empleados jugaban allí un rol muy importante.

500
proletaria, obreros ferroviarios. La Estación Central era un centro grande de
trabajo. Estaba la Empresa de Transportes Colectivos del Estado que tenía una
serie de terminales y depósitos ahí. Bueno, se pueden nombrar muchas industrias:
estaba las Ferreterías Unidas en Independencia, donde había centenares de
trabajadores; había muchos obreros, había muchas textiles, varias textiles
grandes1326.
Es interesante ver cómo Cademartori en su relato, al describir este mundo obre-
ro y localizarlo espacialmente en la ciudad, se desliza hacia un segmento de
trabajadores que escapa a las definiciones clásicas y que recoge, al mismo tiempo,
este rasgo juvenil que ya mencionábamos en el punto anterior:
Entonces hay aquí, rápidamente, una buena masa obrera juvenil, joven eso sí.
[…] Pero ¿qué clase de juventud? Claro, estudiantes, obreros y empleados. Pero
empleados de baja categoría económica, digamos, que pululaban mucho en el cen-
tro: mensajeros, barredores, trabajadores de las fuentes de soda...1327.
Como vemos, numerosas son las imágenes del mundo obrero de la época. Así van
apareciendo otros relatos que nos hablan de un sector obrero menos integrado, más
pobre, en los límites casi de la marginalidad. Y que era visto también como mundo
obrero:
…eran masas obreras, pero sobre todo eran, lo que llamaban acá, lumpen, que
eran los marginales de Chile. Gente que trabajaba una vez y diez veces estaba
cesante, que básicamente vivía al borde de la sociedad pero integrados de alguna
manera al sistema de explotación existente. Entonces necesitaban como una re-
consideración de su calidad como obreros miserables. […] Es curioso, en esos sectores
se dio una mayor desesperación pero también había, a ratos, mayor conciencia
política1328.
Esta constatación que hace García, de un mundo obrero más marginal pero al
mismo tiempo combativo, lo lleva a referirse y a retratar su visión de otros sectores
obreros de la época. Un retrato que nos hace pensar –una vez más– en la variedad
de identidades obreras que encontramos en nuestra investigación sobre los deteni-
dos de abril:
…te encontrabas también con una clase obrera demasiado estratificada, […]. Te-
nías los obreros del cobre que tenían un salario muy bueno; tenías los ferrocarrileros

1326
Entrevista a José Cademartori, Santiago, 3/1/94.
1327
Id. Es interesante cómo esta referencia de Cademartori a este sector joven –mezcla de obreros y
empleados de baja calificación– se encuentra con los resultados de nuestro análisis sobre el perfil
social de detenidos, heridos y muertos, realizado en la Segunda Parte. Recordemos solamente que
entre los muertos de abril hay al menos dos empleados de fuentes de soda.
1328
Entrevista a Federico García, Santiago, 4/2/94.

501
que también estaban bastante bien y que a veces servían de plataforma para los
juegos políticos de partidos, que no eran socialistas. Tenían conexiones con radica-
les, demócrata cristianos. […] Pero por otro lado estaban los de la salud, en
condiciones más desmejoradas y toda esa otra gente que no tenía militancia sindi-
cal y que su única militancia, en un momento dado, se encontraba en su resistencia
frente al poder, en la calle. Pero en general eran obreros de la construcción que
estaban cesantes. El ciclo de la construcción era muy variable en Chile y de repen-
te te encontrabas con un período donde todos los carpinteros, estucadores, ahí
estaban, electricistas, todos, cesantes1329.

4. Pobladores y poblaciones
Como ya decíamos, el elemento más interesante que aportan las entrevistas, en
relación al tema de los protagonistas de los sucesos de abril de 1957, es la centrali-
dad que los relatos le otorgan a la participación de los sectores poblacionales.
Denominados como ‘pobladores’ en algunos casos, o simplemente como ‘las pobla-
ciones’ o como ‘marginales’, en otros, no siempre resulta fácil distinguirlos de otro
actor también recurrente: el así llamado ‘lumpen’.

La participación de los pobladores


Llama la atención que en varios relatos, al referirse al ingreso del actor pobla-
cional a la escena de abril de 1957, se utilicen imágenes como de ‘descuelgues’ o
‘bajadas’ de estos sectores hacia el centro de la ciudad. El carácter ‘externo’ o ‘mar-
ginal’ está muy marcado en los relatos, al igual que lo está el factor temporal. Es
decir, hay un momento en que esto se produce: hay un antes y un después de la
llegada de los pobladores:
Esto empezó a unirse con que se descuelga la gente de las poblaciones. […] A la
una y media Santiago ya estaba ocupado y entonces como a las dos o tres de la
tarde empiezan a descolgarse las poblaciones. […] Todavía era hora de trabajo,
entonces, no son estrictamente obreros: son gente que se ha descolgado de las po-
blaciones, muchas mujeres había, muchas mujeres. […] Porque [esa gente], junto
con los estudiantes, son los actores del proceso, y las mujeres1330.
Según Vitale, la incorporación de estos sectores, que vienen de las poblaciones,
le cambia la composición social al movimiento:
1329
Id. Para identidades de los detenidos, ver el Capítulo 6 de la Segunda Parte.
1330
Entrevista a Luis Vitale, Santiago, 26/1/94. Vitale es el único que señala en dos o tres oportunidades la
presencia de las mujeres como grupo social. Cabieses también las menciona. Siempre, en todo caso,
estas referencias se producen en el marco del actor poblacional.

502
Entonces, lo que le va a dar un sello muy claro a este movimiento, en cuanto a
lo popular, van a ser estas poblaciones que se descuelgan de distintas partes de
Santiago. Por lo tanto, este carácter que tenía de movilización más o menos
dirigida por parte de los estudiantes, empieza a cambiar. Entonces se empiezan
a dar situaciones en las cuales se va organizando una serie de grupos, al margen
de esa conducción, pero no en contra, sino que amalgamando todo esto1331.
Clodomiro Almeyda coincide con esta apreciación, en el sentido que la presen-
cia de los pobladores constituye uno de los rasgos peculiares de estos hechos. Aunque
esa presencia de los pobladores en el centro de la ciudad –a su juicio ‘inaugural’– no
sea fácil de explicar:
Otra característica, es que en el movimiento del 2 de abril se advirtió, se notó, la
presencia de los pobladores. Yo no podría asegurar a qué se debió ese asunto. Yo
creo que puede haber habido ahí promoción política, como uno de los elementos.
Pero, no basta, no basta. Habría que estudiar más a qué se debió […] esta movili-
zación de los sectores marginales. Yo diría que, quizás, fue la primera vez que se
produjo esta movilización de los sectores marginales. […] Significativo, es la pri-
mera emergencia de los pobladores al centro de Santiago1332.
En términos concretos, en los relatos encontramos varias referencias a los posi-
bles lugares de origen de estos sectores que llegaron al centro, así como a algunos
de los hechos que protagonizaron. El periodista Cabieses, recuerda:
En este momento estoy recordando una escena que me impresionó mucho, en
la esquina de Santa Rosa y Alameda. Había bajado una columna de gente que
venía marchando de San Miguel –me parece– encabezada por mujeres. A mí
me tocó reportear, estar ahí en ese momento, y […] se me grabó en la memo-
ria. Recuerdo la agresividad de las mujeres, eran mujeres de poblaciones
evidentemente. Cómo empujaban con el pecho los fusiles de los ‘pacos’, desa-
fiándolos a que dispararan, insultándolos, con un desprecio aparente por la
vida. […] Era evidentemente una rebelión de los pobres 1333.
Otro relato –el de Federico García, en este caso– coincide también en señalar las
zonas norte y sur de Santiago como lugares de origen de estos nuevos manifestantes:
Hubo, en el otro lado del Mapocho, un levantamiento grande. Esa gente avanzó desde
el Cerro Blanco, desde todas esas partes, avanzó, cruzó los puentes, ahí estaba el Ejérci-
to, y hubo una pelea muy grande en ese lugar. De eso sé. Sé también de gente que
avanzó del sur, del paradero 15 o 20 de Gran Avenida para acá, hasta el centro1334.
1331
Entrevista a Luis Vitale, Santiago, 26/1/94.
1332
Entrevista a Clodomiro Almeyda, Santiago, 3/2/94.
1333
Entrevista a Manuel Cabieses, Santiago, 28/12/93.
1334
Entrevista a Federico García, Santiago, 4/2/94.

503
El testimonio de Alfonso Guerra se ubica también en esta misma perspectiva,
enfatizando en lo que ya hemos denominado el ‘relevo de actores’, o sea el hecho
que la llegada de los pobladores coincide con el retiro de otros actores, como los
estudiantes:
Creo que el proceso logró arrastrar a sectores marginales fuertemente. En la
medida en que se mantenía la gente en la calle, que empezaban a correr las
noticias de que la gente estaba violentándose, en las poblaciones había empezado
a salir gente. Ya no solamente fue en el centro de Santiago, también fue en la
zona de Mapocho, fue en la zona de Franklin, fueron distintos focos, en la zona
de Estación Central. Se fue juntando gente… […] Pero cuando toda esa masa
[de estudiantes y obreros] empieza a desaparecer, empieza a emerger este otro
mundo, que efectivamente emergió, bajó de San Miguel, bajó de Conchalí…
Efectivamente llegó esa gente…1335.
Para el final hemos dejado dos extractos de relatos que, junto con confirmar el
perfil social de estos sectores poblacionales, se abren a vincularlos tanto a los ‘sa-
queos’ como al ‘lumpen’. El primer relato, les atribuye los desmanes:
Se vio que habían entrado las poblaciones periféricas a hacer todos estos desma-
nes, saqueos de tiendas, quebrazón de vitrinas, se robaban todo lo que había. Bueno,
en ese tiempo todavía era una sociedad muy pacata, entonces eso fue multiplica-
do, pero siempre se dejó muy en claro que lógicamente no habían sido los
estudiantes1336.
Y el segundo, claramente afirma que junto al desplazamiento de los pobladores
se habría producido el del lumpen:
No era gente del centro. […] Fueron las poblaciones, un movimiento poblacional
que se desencadena hacia el centro de Santiago. Creo que se puede haber […]
corrido la voz de que el centro estaba sin fuerza policial, que estaba habiendo
saqueos. Fue una explosión realmente de marginalidad. No era el elemento habi-
tual que uno, por ejemplo, recordara de manifestaciones políticas, no era ese. […]
Ahora yo creo que sobre ese movimiento, sí se monta lo otro, se mezclan las dos
cosas porque al venir la marginalidad de las poblaciones, bueno junto con ella
viene el lumpen y los delincuentes1337.
Sobre el ‘lumpen’ y los ‘delincuentes’ volveremos un poco más adelante. Por
ahora, profundicemos en la realidad de las poblaciones y de sus habitantes en el
Santiago de 1957.

1335
Entrevista a Alfonso Guerra, Santiago, 21/1/94.
1336
Entrevista a Eduardo Moraga, Santiago, 27/1/94.
1337
Entrevista a Aníbal Palma, Santiago, 28/1/94.

504
El mundo de los pobladores y de las poblaciones
La realidad de la pobreza, en el Santiago de 1957, no escapaba a la percepción
de ningún sector político de la época. Sí variaba la manera de verla, de explicarla y
de enfrentarla. Así, en la derecha, por ejemplo, a la luz del relato del ex senador
conservador Francisco Bulnes, se pensaba:
Esa es la época de las poblaciones callampas. Yo me acuerdo, tantas veces le diji-
mos nosotros al Frente Popular, a los radicales, que la herencia que le dejaban al
país era la población callampa. La población callampa surgió en los años cuaren-
ta principalmente en la época de ellos. […], Santiago estaba cercado por poblaciones
callampas, sub humanas. […] Esa era gente que se había venido de los campos
pero que no tenía nada1338.
En el diagnóstico, la visión de la izquierda no era muy diferente. Así lo expresa
Alfonso Guerra:
El año 57 Santiago estaba rodeado por un cordón de callampas […]. Toda la ribera
del Mapocho, toda esa parte eran callampas. Cuando hablo de callampas, eran tres
o cuatro palos, pedazos de cartón y dentro viviendo tres o cuatro personas o cinco.
Toda la ribera del Mapocho estaba llena, hacia abajo, de callampas. Cerca de La
Legua justo había también una zona de callampas. […] El Zanjón de la Aguada que
está ahí en Franklin, todo eso eran callampas. Habían cordones de callampas1339.
No pocos estudiantes universitarios de la época conocían esta realidad movidos
por una preocupación social. La memoria registró esas experiencias, saliendo a la
luz al momento de los relatos:
Había poblaciones callampa tremendas. Todo lo que es ahora, por ejemplo, La
Faena era una población callampa, sin calles, sin nada. Yo iba para allá como
estudiante a visitar a la gente. Era gente que había llegado a Santiago, del sur y
del norte, con la ilusión de encontrar trabajo y no lo habían encontrado y vivían
ahí. Los maridos a veces haciendo ‘pololos’ por todos lados, las mujeres cuidando
los cabros chicos, con muchas enfermedades, mucha mortalidad1340.
Junto a la preocupación social, había también una motivación profesional y po-
lítica. Muchas veces la población era un lugar de encuentro de jóvenes universitarios
de distintas tendencias:
Nosotros trabajábamos tratando de hacer algo en la parte médica, estudiantes de
Medicina. Los estudiantes de Derecho que nos ayudaban algo en la parte legal,
tratábamos de hacer cosas. Y los movimientos y partidos políticos, los populares

1338
Entrevista a Francisco Bulnes, Santiago, 11/1/94.
1339
Entrevista a Alfonso Guerra, Santiago, 21/1/94.
1340
Entrevista a Alberto Acevedo, Santiago, 5/1/94.

505
¿no?, iban también a esos lugares. Pero esta cosa […] se veía terrible porque cada
vez crecía más, aparecía otra población1341.
Sin embargo, junto con este verdadero ‘cordón’ de poblaciones callampas, en
Santiago existían también los barrios antiguos que concentraban un tipo de pobre-
za distinta, menos visible tal vez. Esta doble realidad queda muy bien reflejada en
el siguiente relato:
Santiago era una ciudad rodeada por un sistema de poblaciones callampa, muy
importante en el sur y en la zona norte, al otro lado del Mapocho. […] Conchalí,
por una parte, y toda la zona de La Legua, todo lo que quedaba por el paradero 10
al sur. Y el viejo Santiago que en gran parte era un conventillo. Toda esta zona del
centro era arrendada a familias. Entonces vivían muchas familias hacinadas en
el centro1342.
A esta misma doble realidad popular trata de referirse Gustavo Horwitz en su
relato, al distinguir lo que significaba ser poblador de lo que era ser habitante de
una zona antigua y pobre:
Había un sector que no es propiamente lo que hoy son los pobladores. Era la zona
de Quinta Normal donde nosotros trabajamos muchísimo y teníamos gente. Pero
que no es lo que significa el poblador, es decir el ‘gallo’ que viene de una toma
numerosa, que construye la mediagua y que va conformando allí sectores de mise-
ria, de facto, digamos. […] El Zanjón de la Aguada, claro, pero eso no era producto
de un movimiento que hubiese significado la ‘toma’ del Zanjón de la Aguada para
irse a vivir allí. Donde sí existía eso, era en la zona de San Miguel donde estaba la
población..., no me acuerdo cómo se llama, una de las poblaciones que ahora está
consolidada… […] la población La Victoria. Bueno, ahí había tomas y habían
habido organizaciones poblacionales, pero no eran numerosas ni muy orgánicas,
como después ocurrió1343.
Esta ‘complejidad social’ del mundo popular y poblacional de la época queda
también reflejada en el comentario de Raúl Santander, quien se inclina a pensar
que buena parte de los protagonistas de los sucesos de abril pueden haber sido
estos habitantes pobres de la ciudad, no necesariamente marginales:
Yo pienso más bien en gente de cierta marginalidad, diríamos, decorosa. De gente
que era tal vez de origen obrero. O esta calificación pequeño burgués. La pequeña
burguesía en este país, en verdad, es tan acomodaticia. Se aplica desde el hombre

1341
Entrevista a Roberto Bobenrieth, Santiago, 4/2/94.
1342
Entrevista a Federico García, Santiago, 4/2/94.
1343
Entrevista a Gustavo Horwitz, Santiago, 2/3/94. En realidad la toma de La Victoria sucedió en octubre
de 1957.

506
que trabaja en el Banco, […], de la clase media, hasta el pobre tipo que, en reali-
dad, lustra los zapatos en una esquina por ahí o que tiene un bolichito. La clase
media, en verdad, que no quieren ser obreros, no quieren aparecer como tales1344.
Raúl Santander hace aparecer nuevamente a esta juventud, popular, semi obre-
ra, ‘pobre sin remedio’, que parece haber sido dominante también entre los
manifestantes de abril:
Hay también una juventud que transita, en cierto modo, por el mundo de la peque-
ña burguesía: que va al colegio, que ha hecho un curso en una escuela nocturna, que
trabaja un poquito de repente por aquí y por allá, pero que en el fondo constituye
una Capa social que no tiene ninguna ubicación muy precisa. Que posiblemente
vive en la casa del padre que es artesano o que es obrero, pero que no está ligado de
una manera orgánica ni sicológicamente a la clase obrera, a la mentalidad luchado-
ra, sindicalista, etc. Y forma parte de la capa pobre de la población, de la pobre ‘sin
remedio’. Pero que al mismo tiempo tiene, diríamos por osmosis, una cierta educa-
ción, que entiende, que sabe algo, que lee en los diarios, en los kioscos, que va al cine,
que va a la galería, que sabe que está en alguna parte. No es la absoluta inconscien-
cia, y tiene un espíritu de rebelión, aunque menos acentuado1345.

Realidad política de los pobladores


Interesante resulta también recoger el modo en que algunos de los entrevista-
dos aborda la relación entre los partidos políticos y este sector poblacional
emergente. Unos, los menos, se inclinan a pensar que hubo una cierta influencia
política en la movilización de los pobladores; otros, los más, creen que aún la iz-
quierda no comprendía bien lo que emergía de la nueva realidad urbana y seguía
anclada a sus viejas concepciones. En ambos hay algo de realidad. Veamos estas
aproximaciones con mayor detención.
El dirigente socialista Clodomiro Almeyda es quien más claramente expresa la
creencia de que hubo influencia de los partidos:
Creo que en esta movilización de los pobladores, de los sectores marginales de la
ciudad jugó un papel importante la cosa política. Creo que socialistas, comunistas
jugaron un papel importante en ese asunto. No algo decisivo, sino un papel, no sé
si importante. Para ser más escueto, diría significativo. […] No podría calibrarlo
a estas alturas de la vida, pero algo tuvo que ver eso naturalmente, estimulando
toda esta cosa ¿no?1346.

1344
Entrevista a Raúl Santander, San Sebastián, 12/2/94.
1345
Id.
1346
Entrevista a Clodomiro Almeyda, Santiago, 3/2/94.

507
Acto seguido, sin embargo, Almeyda reconoce que la falta de una estructura
orgánica de parte de los pobladores hacía más difícil la influencia directa de los
partidos:
Siempre los movimientos de los pobladores tuvieron un elemento de autonomía.
Quizás el elemento inicial fue movido […] un poco por los partidos políticos pero
después adquirieron cierta independencia. […] No creo que hayan estado organi-
zados todavía los pobladores en una federación. Porque cuando se organizan
federaciones ya los partidos políticos pasan a tener una cierta importancia por-
que son los que tienen el poder de articular a distintos elementos de base. Pero creo
que todavía no se había llegado a eso. […] Ahora, [hay que preguntarse] por qué
se produjo entonces eso. Porque claro, la situación económica los golpeó a ellos,
pero a la vez eran el sector más sufrido, estaban acostumbrados a todas esas cosas.
Por eso hay que saber bien. Yo por eso creo que jugó un papel significativo la cosa
política…1347.
Recordemos que Almeyda junto con destacar lo singular de la participación de
los pobladores, destacó también la presencia de sectores políticos radicalizados que,
a su juicio, empujaron el proceso. Es tal vez pensando en eso que afirma la influen-
cia de los partidos, lo cual no estaría muy alejado de la realidad. Ahora bien, en
cuanto al grado de organización de los pobladores, la única referencia explícita
–aunque bastante general– la encontramos en el relato del dirigente poblacional
Guillermo Verdejo, quien recuerda:
Siempre existieron comités de pobladores, juntas vecinales, ligas de arrendatarios.
Había muchos arrendatarios, no ve que Santiago no daba abasto para la población.
Se formaban ligas de arrendatarios para defenderse de la carestía de los arriendos.
[…] Esas organizaciones existieron siempre. Además de lo corriente, los clubes de-
portivos que han existido siempre, asociaciones de gente que se dedica a la cultura
también, centros culturales, eso siempre ha existido. A veces con más actividad otros
veces menos, como son a veces las cosas: dependen de quienes las dirijan1348.
En el caso de Gustavo Horwitz –dirigente socialista estudiantil en esos años– él
reconoce la influencia de su partido en algunas comunas populares, pero discute
que hubiese habido conciencia plena del actor poblacional:
Sí claro, [los sectores poblacionales] no solo existían, participaron realmente. Des-
de luego en sectores muy importantes de ellos el Partido tenía influencia. […]. Y la
gente que más apoyo nos prestó en todo este trabajo previo, fueron compañeros

1347
Id. Recordemos que ya existía el Comando de Pobladores, que tenía expresiones provinciales y
comunales.
1348
Entrevista a Guillermo Verdejo, Santiago, 1/2/94.

508
que eran de la seccional San Miguel del partido, toda la zona de Palestro, qué sé
yo. […] Pero a los pobladores nunca los tomamos en cuenta porque no era una
categoría separada, como quien dice. […] Yo no me acuerdo, no sabría decir si eso
era porque no se le prestó importancia política o porque realmente no se había
consolidado como grupo, con un cierto grado de autonomía respecto de otras clasi-
ficaciones…1349.
El posteriormente dirigente socialista Aníbal Palma –en esos años dirigente
universitario de la Juventud Radical– piensa también que la izquierda no percibía
aun la realidad poblacional, razón por la cual difícilmente podía conducirla:
La izquierda tradicional apuntaba al movimiento sindical, a los obreros sindica-
lizados. No había una gran atención hacia el movimiento poblacional. […] Insisto,
mi impresión es que ése es un fenómeno que emerge al margen de los partidos
políticos. Después los partidos políticos constatan el fenómeno y le empiezan a
prestar atención, pero no es impulsado por los partidos políticos1350.
Esta dificultad, sin embargo, no era privativa de los partidos de izquierda. El
entonces dirigente falangista Julio Silva Solar piensa que el tema estaba en esa
época ausente y que solo se vendría a imponer años más tarde:
Ahora el asunto marginal, de los marginales, por lo menos a mí me parece que no
era un tema muy presente en ese momento. El asunto de los marginales es un
tema bastante presente en la segunda campaña de Frei [1964], en esa época diga-
mos. En ese momento el panorama se veía en términos más clásicos, como
enfrentamiento de clases. Entonces el factor marginal, como que no entraba mu-
cho en el cuadro. Siempre se veía como la clase obrera, los empleados, en el campo
de los trabajadores. Se veía poco todavía el marginal y el poblador incluso. Eso yo
creo que fue un tema posterior, a pesar de que a lo mejor puede haber sido inci-
piente ya en ese momento1351.
Según Federico García la razón de esta dificultad para aprehender la realidad
poblacional era profunda y comprometía un nuevo análisis de la sociedad chilena,
que el grueso de la izquierda aun no hacía:
Se daba una descomposición en el campo que hacía llegar a la gente a la gran
ciudad en busca de trabajo y no había realmente una expansión, ni siquiera de la
industria sustitutiva, ni nada de eso. De esa manera se fue abriendo un curioso
sistema social que en el fondo escapaba a los modos de análisis corrientes. Incluso
entre los partidos Socialista o Comunista, que enfocaban su análisis en torno a la

1349
Entrevista a Gustavo Horwitz, Santiago, 2/3/94.
1350
Entrevista a Aníbal Palma, Santiago, 28/1/94.
1351
Entrevista a Julio Silva, Santiago, 27/1/94.

509
existencia de una burguesía, un proletariado, un campesinado. Pero estas gentes
que vivían en las ciudades y quienes no tenían trabajos regulares, ni los tenían en
absoluto, llegaban a ser vistos muchas veces como lumpen. Esto se notaba en los
escritos de la época del Partido Comunista. Eso daba también origen a algunas
discusiones1352.
En la cita precedente vemos cómo García insinúa que el recurso al calificativo
de ‘lumpen’ pudo haber sido un atajo que evitara una nueva manera de analizar y
comprender la realidad. Esta hipótesis, bajo diferentes formulaciones, la vamos a
encontrar en otros relatos también, como lo veremos en el acápite siguiente. Por
ahora, sin embargo, queremos reforzar el tema con un último relato:
Yo diría que era gente de estos marginales que están siempre y que todavía exis-
ten. Esa gente que hay en las poblaciones y que su única oportunidad es entrar en
una avalancha como ésta. Es su coyuntura de agarrar algo. Porque están resenti-
dos, pisoteados, humillados. Entonces yo creo que engancharon. Para ellos ésa era
su salida, nada con el discurso político. […] Tú no los puedes catalogar de lumpen,
fueron los marginales. […] Esa gente bajó, venían de esas zonas, de las callampas.
[…] Ahora que dentro de eso venía gente como delincuente común, a lo mejor. Si
en las callampas también viven los delincuentes comunes ¿no?1353.
Sentido común: los delincuentes vivían también en las poblaciones. Una reali-
dad recogida con toda simplicidad y sabiduría, a la vez, en el relato del poblador
Guillermo Verdejo:
En los barrios, porque en los barrios usted encuentra de todo. Siempre ha ocurrido
así, en los barrios se encuentra de todo: bueno, regular y malo. Por diferentes
razones, cada cosa es por una razón1354.

5. El ‘lumpen’ y los delincuentes


A continuación daremos una mirada a los relatos sobre la supuesta participación
del ‘lumpen’ en los hechos, así como a las ‘razones’ de su existencia, o no, como
realidad social. Varios relatos (7) refieren directamente al lumpen como uno de los
actores de los hechos de violencia y de robo, aceptándolo como parte de la realidad.
Otros (5) plantean el hecho, pero se interrogan sobre su veracidad. Y, finalmente,
unos pocos (2) dudan claramente de dar tal calificación a los autores de los desmanes.
Sin embargo, al momento de las referencias genéricas al lumpen, en la mayoría de
los relatos que se pronuncian sobre el tema encontramos una actitud de contestación

1352
Entrevista a Federico García, Santiago, 4/2/94.
1353
Entrevista a Alfonso Guerra, Santiago, 21/1/94.
1354
Entrevista a Guillermo Verdejo, Santiago, 1/2/94.

510
o duda sobre su participación o existencia. En algunos casos se utiliza indis-
tintamente lumpen o delincuente, pero hay relatos que se refieren exclusivamente
a los ‘delincuentes’ comunes u ocasionales.

Participación y realidad social del lumpen


Para el ex-senador conservador Francisco Bulnes, no hay duda de que en los
hechos de abril hubo participación del lumpen:
Pero aquí se juntaron otras fuerzas, evidentemente que salió el lumpen a la calle.
Y la impresión de los políticos más adelante, es que en esto había participado
fundamentalmente el lumpen. En aquellos tiempos todavía –esto en la jerga poli-
cial– se llamaba ‘la patilla’ al delincuente habitual1355.
En el otro extremo del arco político, es el diputado socialista Mario Palestro el
que viene a confirmar el hecho:
Me da la impresión de que era lumpen no más, no eran trabajadores. El lumpen se
conoce y en esos tiempos con mayor razón... Estaban esos grupos tirando piedras a
los vitrales de la Cámara. […] Había un elemento –que a simple vista era un
lumpen– con una camisa desteñida, así media roja y con un pito1356.
Tras el retiro de Carabineros, es que se habría producido la entrada en acción,
según el relato de Aníbal Palma, de estos elementos:
Y eso ya es la aparición del lumpen. Hubo asaltos a tiendas, quema de vehículos y
ya tipo seis o siete de la tarde empiezan a aparecer tropas […]. Ahora, posterior-
mente se pudo detectar que ahí participaron delincuentes. […] Ahí no hubo
trabajadores organizados, ni hubo estudiantes, ni hubo dirigentes políticos que
dirigieran o incentivaran. Al contrario, los pocos que pudieron intervenir trata-
ban de calmar y poner cierto orden. Eso es más o menos lo que recuerdo1357.
Otros dos relatos hacen referencia a esta participación directa del lumpen, aun-
que, cuando lo hacen, refieren también a otros actores:
Sectores populares con palos, con piedras, con todo, también con revólveres y con
todo, pero más armados con piedras y con palos. Yo te diría que se juntó de todo,
había lumpen, había de todo, de lo que uno pudo apreciar1358.
Era mayormente gente joven, supuestamente universitarios, pero había mucho
lumpen metido, que es la gente que se mete al revoltijo y que sale con un reloj

1355
Entrevista a Francisco Bulnes, Santiago, 11/1/94.
1356
Entrevista a Mario Palestro, Santiago, 19/3/93.
1357
Entrevista a Aníbal Palma, Santiago, 28/1/94.
1358
Entrevista a Elba Contreras, Santiago, 9/3/94.

511
nuevo. Ya le conté que rompieron una tienda y sacaron radios..., pero mayormen-
te gente joven y gente obrera. Gente obrera de la que no falta1359.
Existe también una serie de testimonios en que se admite el hecho de la presencia
del lumpen, aunque señalando que así ‘se decía’, ‘se hablaba’ o ‘se pensaba’ en la
época. Al respecto, los testimonios de Alfonso Baeza e Ibador Castro son elocuentes:
Lo novedoso de esta situación fue como que cayó el lumpen –decían– sobre Santiago
por el hecho en que quedó un momento en que no hubo nadie que vigilara1360.
Ahí se habló mucho de que Ibáñez había sacado al lumpen a la calle para que
hicieran destrozos, porque las tiendas fueron saqueadas, todas las tiendas fueron
abiertas1361.
Finalmente, dos testimonios que dificultan que a esos sectores se los pueda cali-
ficar de lumpen. Uno de ellos, el del doctor Juan Luis González:
No me atrevería a calificarlos de lumpen, porque la verdad de las cosas es que yo
creo que no lo eran. Era gente pobre, no eran desalmados ni... Probablemente
algunos se habían visto comprometidos por participar directamente y otros por ir
pasando1362.
Sin embargo, el problema del lumpen adquiere también perfiles sociales o so-
ciológicos más profundos. Es lo que sugiere, por ejemplo, Gabriel Larraín a partir
de su experiencia de vida en el medio popular de la época:
Yo vivía en ese tiempo, estaba muy metido, en el mundo popular urbano. Y, real-
mente, organizacionalmente eran pocos los [sectores] que tenían una presencia
interesante, pocos. Pero indiscutiblemente cuando muchos coinciden en las mis-
mas carencias y en los mismos anhelos, no se requiere ni un timbre ni una
campanilla para organizarlos, porque los tipos están organizados casi esencial-
mente. Entonces, si bien es cierto que aquí hay lumpen, también hay una
demostración de descontento. Hay una situación de ‘ya, por primera vez podemos
ser protagónicos’. ‘Si vivo marginado en la vida cotidiana, seamos protagónicos
en este recreíto de anarquía’.
Porque, en el fondo, el gobierno de Ibáñez representaba el orden, y el orden era la
marginación, el orden era el nepotismo, el orden era la carestía, eso era el orden.
Bueno, ‘tengamos un recreo de anarquía’. O sea, si uno mira qué proporción de
lumpen y qué proporción de ‘cabros cabreados’ había... Tampoco es cierto que el
lumpen, a un pitazo de árbitro, surja de todas partes. No1363.
1359
Entrevista a Naúm Kramarenco, Santiago, 10/3/94.
1360
Entrevista a Alfonso Baeza, Santiago, 22/12/93.
1361
Entrevista a Ibador Castro, Santiago, 22/12/93.
1362
Entrevista a Juan Luis González, Bruselas, 21/10/91.
1363
Entrevista a Gabriel Larraín, Santiago, 12/1/94.

512
Perfiles sociales o sociológicos, pero también perfiles políticos. En efecto, para
algunos entrevistados, como ya se ha insinuado anteriormente, el problema de ha-
blar del lumpen surge de la incapacidad de la izquierda para comprender la
emergencia de un nuevo sector social. Así lo sostuvo en su entrevista el dirigente
trotskista Raúl Santander1364. Luis Vitale, por su parte, es de una opinión similar:
A los partidos de izquierda, con esto les ‘cae la chaucha’ ¿no? de que existe un
nuevo movimiento social que son los pobladores. Hasta ese entonces la opi-
nión, básicamente del Partido Comunista, era que la mayor parte de esa gente
era lumpen. Yo me acuerdo que cuando yo iba a las poblaciones, el año 54, 55,
56 y comentaba luego esto dentro de la CUT –yo todavía no era dirigente na-
cional de la CUT pero lo era de la Federación de Química– los comunistas
decían: ‘pero esta gente son lumpen, la gente que vive en las poblaciones son
lumpen; el proletariado, compañero, ése sí que es bueno y el proletariado no
está ahí’. […] De manera que el argumento de menosprecio a esto, venía de
parte de la izquierda, especialmente del PC que hablaba de que casi todos esos
que vivían en esos barrios eran ‘lúmpenes’. El Partido Socialista Popular per-
cibía un poco mejor el proceso, yo nunca escuché que tuvieran este menosprecio
hablando del lumpen1365.

La participación de delincuentes comunes


La mención de delincuentes comunes como posibles autores de los delitos de
robo y asalto de tiendas, es frecuente en los relatos. Ya lo vimos –en el capítulo
anterior– a propósito de la posibilidad de que el Gobierno hubiese liberado a algu-
nos de estos delincuentes con el objeto de agravar los hechos. Es, por ejemplo, en lo
que insiste Sergio Scroggie:
Por la cara de los tipos y por la forma en que andaban vestidos eran reos, […] no
sé qué les deben haber ofrecido…, pero los saqueos fueron salvajes... […] Es muy
probable que haya llegado gente de la periferia, de las callampas de ese entonces,
que llegaban al centro y saqueaban. Pero dirigidos, muy bien dirigidos, muy bien
coordinados1366.
Hubo, efectivamente, un sentido común en la época –sobre todo en ciertos me-
dios anti ibañistas– que aceptaba esta versión de las cosas. Es lo que recuerda que
se decía en su medio familiar la entonces estudiante secundaria María Eugenia
Horwitz:

1364
Entrevista a Raúl Santander, San Sebastián, 12/2/94.
1365
Entrevista a Luis Vitale, Santiago, 26/1/94.
1366
Entrevista a Sergio Scroggie, Santiago, 27/1/94.

513
Lo que se decía, lo que se decía después era que eran delincuentes llegados de las
poblaciones. […] A nadie le cabía duda de que eran delincuentes. Por lo menos en
el círculo donde yo estaba. Nosotros jamás íbamos a ir a saquear los Almacenes
París, por lo tanto no teníamos ninguna duda de que eran delincuentes1367.
Sin embargo, existe también otra manera de aproximarse al problema, más críti-
ca en el sentido de cuestionar esta denominación amplia y generalizada de
delincuentes comunes. Se reconoce la participación de delincuentes, pero se hace
un esfuerzo por comprender quiénes eran:
Ahora, ¿quiénes participaron en la asonada? Yo le digo sinceramente, porque estuve
muy metido en muchos sectores, que cuantitativamente hablando el noventa por cien-
to era hampa. Entre el hampa profesional y el principiante, entre el cabro de población
medio cesante, medio aburrido de la vida, que aprovechaba este momento entre dis-
tracción y abastecimiento y el hampa profesional. […] La causante física de los destrozos
más mayoritarios era gente incontrolada simplemente. Nadie podría decir, mire, fue
una brigada que tenía como plan liquidar tantas tiendas. No, nada que ver1368.
Esta distinción es interesante: habría habido un segmento de la población que
se vio comprometida en actos delictuales sin ser parte del ‘hampa’, de los ‘delin-
cuentes comunes’ ni del ‘lumpen’. Es lo que piensa también el ex-detective de
Investigaciones, Ricardo Palma:
Más que el delincuente común, estaba también el que vio abierta la tienda y se metió
y sacó cosas, sin ser un delincuente. Agarró cosas y se las llevó a su casa. Muchas cosas
no aparecieron. Las tiendas dijeron que les habían robado cualquier cantidad. Como
te digo, yo vi llegar gente con veinte pantalones, con treinta chaquetas, con faldas, con
paquetes, con maletas llenas y no creo que hayan sido solo delincuentes comunes1369.
Esta complejidad del mundo popular de la época, que al parecer se hacía más
evidente en los momentos de ‘desorden social’, queda expuesta, desde otro ángulo
en el siguiente comentario del médico siquiatra Luis Weinstein:
En ese entonces estaba trabajando sobre todo en el área norte de Santiago. Y antes
había trabajado en la antigua población Lo Encalada, una población bien margi-
nal. Me llamaba la atención una especie de delicado equilibrio que había entre
dirigentes politizados […] y delincuencia, alcoholismo. Como que había brotes de
violencia de tipo doméstico, de tipo cuadra. En que incluso, de repente, participa-
ba gente que era comunista, pero eso era muy censurado desde el Partido. Era
causal de expulsión1370.
1367
Entrevista a María Eugenia Horwitz, Santiago, 3/2/94.
1368
Entrevista a Gabriel Larraín, Santiago, 12/1/94.
1369
Entrevista a Ricardo Palma, Santiago, 24/1/94.
1370
Entrevista a Luis Weinstein, Santiago, 4/3/94.

514
6. Organizaciones sociales
El hecho de contar entre los entrevistados con una buena y representativa can-
tidad de dirigentes estudiantiles de la época, hace que los relatos sean de gran
riqueza para conocer su realidad, principalmente en el ámbito universitario. La
Federación de Estudiantes de Chile, FECH, aparece indiscutidamente como su prin-
cipal organización y casi todos los sectores le atribuyen una participación
determinante en el inicio del movimiento. Sin embargo, para comprender ese rol
resulta indispensable conocer la información que los entrevistados entregan sobre
su realidad orgánica y política interna.
La otra gran organización social, sindical en este caso, era la Central Única de
Trabajadores, CUT. Las referencias en los relatos a su participación son escasas ya
que, en los hechos, su papel en los acontecimientos fue menor. Sin embargo hay una
abundante información sobre su realidad orgánica y política, así como sobre su ac-
ción en los años y meses previos a abril de 1957.
En tercer lugar, pero no menos importante, está la participación que se le atribuye
al Comité contra las Alzas. La entrevista a uno de sus gestores y dirigente –y un par
de otros relatos– nos permite conocer más sobre su participación en los hechos.

Estructura y realidad política de la FECH


En general casi todos los dirigentes estudiantiles entrevistados coinciden en
destacar el alto grado de politización de la FECH, expresado tanto en sus preocupa-
ciones como en su composición interna. Un buen cuadro de esta realidad nos ofrece
el relato de Aníbal Palma:
Es una época que tengo bastante grabada. Me desempeñaba en ese tiempo como
presidente del Grupo Universitario Radical. La Federación de Estudiantes de Chile,
como es tradicional, funcionaba traspasando mucho la realidad política del país.
O sea, todos los partidos políticos tenían sus organizaciones universitarias
perfectamente organizadas, con los distintos centros de estudiantes que controlaban
unos u otros. La Federación de Estudiantes tenía un cuerpo delegado que
prácticamente funcionaba como una especie de parlamento porque estaban
representados todos los partidos políticos. Y había jefes de cada organización
política1371.
Las opiniones sobre el resultado que daba esta forma de funcionamiento, fuer-
temente politizada, están divididas. Curiosamente, la división cruza a entrevistados
que en la época compartían la misma opción política. Así, por una parte, Roberto

1371
Entrevista a Aníbal Palma, Santiago, 28/1/94.

515
Bobenrieth, presidente falangista que precedió a Eduardo Moraga en la presiden-
cia de la FECH, recuerda:
En ese tiempo la política tenía algunos aspectos muy positivos. No había ninguna
preocupación, yo diría, por el poder, la preocupación era servir a la comunidad. Y
entonces las diferencias que teníamos los falangistas de ese tiempo con socialistas,
comunistas, radicales, era quién ofrecía un mejor programa de servicio a la comu-
nidad. Ese era el punto de partida de la discusión. […] Esto le dio a la generación
de esos tiempos una hermosa tonalidad moral, porque no había detrás de esos
movimientos juveniles ninguna aspiración personal… […]. Y de ahí venían las
coincidencias, cuando se trataba de servir a la comunidad, y de ahí venían tam-
bién las diferencias, cuando se trataba de decir cuál era el programa que cada
grupo ofrecía. Si se trataba de servir a la comunidad nos juntábamos todos. Si se
trataba de luchar por los presupuestos universitarios, también. […] Si nos subían
el precio de la micro íbamos todos a la guerra, si había problemas con las matrícu-
las estábamos todos de acuerdo. Podíamos discutir sobre la situación en el mundo
socialista, ahí nos íbamos a diferenciar, pero en las cosas de bienestar estábamos
todos de acuerdo1372.
La visión de Eduardo Moraga, en cambio, es bastante menos idílica, tal vez mar-
cado por la experiencia que le tocara vivir como presidente de la FECH, al suceder
a Bobenrieth:
El primer falangista que habíamos logrado colocar en la FECH, porque siempre
fue un reducto de una fusión radical marxista, [en que] los radicales hacían de
cabeza pero muy apoyados por el PS y PC, fue Roberto Bobenrieth. […] que fue el
presidente falangista –digamos demócrata cristiano– de la FECH y, como siempre,
ahí hubo muy poca colaboración, porque los falangistas éramos muy pocos. En-
tonces estuvimos ese año de presidencia de Roberto, seis o siete acompañándole en
estas cosas, siempre rebalsados por el PC, por las orillas, por el PS, por los radica-
les, hostigados. […] “Porque los delegados de la FECH no todos estaban de acuerdo…
[…] No se acordaba precisamente salir a desfilar, cuando ya los comunistas tenían
agarrado el estandarte y salían ‘cascando’ adelante…1373.
La elección de Eduardo Moraga como presidente de la FECH, para el período
56-57 aparece en los relatos como un hecho controvertido. De una parte, aseguró la
continuidad del mandato falangista y significó, sin duda, una nueva derrota para la

1372
Entrevista a Roberto Bobenrieth, Santiago, 4/2/94.
1373
Entrevista a Eduardo Moraga, Santiago, 27/1/94. Efectivamente, Bobenrieth fue el primer falangista
que ganó la presidencia de la FECH. Anteriormente había una combinación llamada FAU, Frente de
Avanzada Universitaria y que estaba compuesta por el Partido Radical, el Partido Socialista y el
Partido Comunista.

516
izquierda. Pero por otro lado, al parecer vino a confirmar la falta de capacidad
política de aquella tendencia para conducir la federación estudiantil. Si bien la
izquierda no encabezaba la FECH, sí tenía la mayoría de los otros cargos. Entre
ellos, el que ocupaba Horwitz, quien recuerda claramente la elección de Moraga:
…los candidatos de la lista comunista-socialista eran Enrique París, Arsenio
Guzmán y yo. Enrique París era comunista y Arsenio Guzmán y yo éramos
socialistas. […] la consecuencia de esto significó que la directiva de la Federación
de Estudiantes de ese año 56 quedó con la presidencia de un demócrata cristiano
que se llamaba Eduardo Moraga. Que después del 2 de abril pasó al anonimato, se
recibió de médico y nunca más he sabido qué pasó con él. Después venía un
vicepresidente, Mijovilovic [conservador], un secretario general que no me acuerdo
de su nombre pero que era liberal […] y cuatro directores que eran Enrique París
y yo y dos radicales que eran Aníbal Palma y Julio Stuardo1374.
La elección de Moraga había llamado la atención. Sobre todo en el campo de los
dirigentes de izquierda que aspiraban a un liderazgo político y avanzado de la Fede-
ración. El socialista Gustavo Horwitz es quien va más lejos en su asombro y en su
crítica:
Moraga era una persona sin ninguna personalidad ni consistencia política. Nun-
ca supe por qué llegó a ser presidente de la FECH, por qué la Falange lo asignó a él.
Nunca me lo expliqué, la Democracia Cristiana en esa época tenía otros dirigentes
de mayor categoría. [Eduardo Moraga] no tenía ningún carácter, ni personalidad,
ni estaba comprometido con esta misión de ser dirigente de la Federación de Estu-
diantes, que en esa época todavía era un símbolo de la lucha social, del debate
político y de la inquietud ideológica1375.
Patricio Hevia, siendo él estudiante de Medicina al igual que Moraga, acota que
en esos tiempos era un “caso insólito” el que un estudiante de los primeros años
llegase a ser presidente de la FECH. Hevia también recuerda que, al no tener mayo-
ría, “teníamos que concertar necesariamente, teníamos que negociar porque no
teníamos ‘aplanadora’ dentro de la FECH”1376.
Un nuevo contrapunto lo encontramos en la visión de Sergio Scroggie, dirigente
estudiantil liberal en esos años:
Yo era delegado de los alumnos de medicina a la Federación de Estudiantes de
Chile, que estaba muy ideologizada en ese momento. Prácticamente lo único que
se discutía era de política no más. […] La FECH siempre fue la primera, como

1374
Entrevista a Gustavo Horwitz, Santiago, 2/3/94. Horwitz se refiere a la elección realizada a fines
del 56, en la que resultó electo Moraga, cuyo mandato se extendió al 57.
1375
Id.
1376
Entrevista a Patricio Hevia, Santiago, 19/1/93.

517
siempre los estudiantes en ese entonces íbamos primero y detracito venían todos
los demás. La CUT, los micreros, no sé… […] Todavía no habían ingresado [a la
FECH] movimientos violentistas. El Partido Comunista y el Partido Socialista
estaban dentro de una posición, llamémosla así, política1377.
Efectivamente existían vínculos con la CUT, como lo volveremos a ver más ade-
lante a propósito del Comité contra la Alzas. Este contacto estaba nuevamente
cruzado por variables políticas. Recuerda Eduardo Moraga:
Sí, siempre teníamos nexos con la CUT sobre todo con unos dirigentes demócrata
cristianos, falangistas que estaban metidos también en la CUT. Ellos nos pedían
que la FECH no dejara esta cosa y manteníamos este nexo con ellos más que con
toda la gente marxista que dominaba la CUT. […] Íbamos a estas reuniones y en
la concentración del 1º de mayo siempre el presidente de la FECH era un orador de
fondo al lado del presidente de la CUT. Había una comunión bastante estrecha
siempre con la CUT. Ahora, de práctica y efectiva no sé cuánto, pero dábamos esta
sensación de presencia de los universitarios al lado de la Central Única de
Trabajadores1378.
Finalmente, lo que aparece como indiscutible es esta vocación de la FECH
–histórica por lo demás– por la cosa pública. Esa es por lo menos, la imagen que
conserva Teresa Quiroz, dirigente estudiantil de la FEUC en ese tiempo:
En ese sentido la FECH tenía más avanzado, era más combativa. Yo me acuerdo
que nos ligábamos con Derecho, con Medicina, yo participaba mucho en las re-
uniones con ellos y tenían como un discurso más avanzado, una plataforma más
clara ¿no? Y nosotros empezando a meternos en todo esto ¿verdad?1379.
O como lo expresa Julio Stuardo a propósito de las orientaciones políticas de los
estudiantes de la FECH:
Porque los estudiantes votaban no por los temas internos de la Universidad, sino
que votaban por los temas nacionales. Se veía una gran preocupación ciudadana,
una aspiración al protagonismo político, del estudiantado1380.

La participación de la FECH
Sería esa aspiración al protagonismo político la que llevó a fines de 1956 y co-
mienzos del 57 a la FECH a ser uno de los actores de las protestas que estallarían a
fines del mes de marzo. Ya hemos visto la participación de los estudiantes en los

1377
Entrevista a Sergio Scroggie, Santiago, 27/1/94.
1378
Entrevista a Eduardo Moraga, Santiago, 27/1/94.
1379
Entrevista a Teresa Quiroz, Santiago, 3/1/94.
1380
Entrevista a Julio Stuardo, Santiago, 24/1/94.

518
eventos y cómo ella comenzó algunos meses antes de la masificación del movimien-
to. Esa realidad no fue ajena a la situación política interna de la FECH y a la cual
hemos hecho referencia en el acápite anterior.
En efecto, tal como lo recuerda Gustavo Horwitz, a pesar del triunfo de la alian-
za entre la Falange y la derecha, que había permitido que Moraga llegara a la
presidencia, en el campo de la izquierda se habían producido tres hechos importan-
tes. El primero –siempre de acuerdo al relato de Horwitz– era que la Juventud
Socialista se había visto reforzada en esa campaña; el segundo es “que se junta ahí
un grupo de dirigentes de alguna categoría personal, de ascendiente frente a este
universo universitario” y, tercero, que, a su juicio, los jóvenes radicales comenzaban
“a vivir un proceso de revisión hacia la izquierda” que los acercaría a comunistas y
socialistas. En este cuadro se produce la siguiente situación:
Se produce ahí un fenómeno en que se llega a una especie de mayoría de cuatro
contra tres. […] Elegida esta directiva, nosotros con los radicales constituimos
una especie de mayoría en el seno del Comité Ejecutivo y teníamos también ma-
yoría en el Directorio. Y entonces tratamos de impulsar en esa época, dentro de
muchos otros proyectos, […] la idea de concertar un entendimiento con las orga-
nizaciones de trabajadores para desafiar la política económica impuesta por el
Gobierno…1381.
Julio Stuardo, que formaba parte de la directiva de la FECH por los radicales,
recuerda también ese proceso en el que él mismo habría jugado un rol:
Estamos hablando de noviembre o diciembre del 56, un militante radical, que era
yo, pasó a ser el secretario general de la FECH. Esto cambió notablemente la actitud
política de la Federación. Porque la actitud de los dirigentes falangistas en aquella
época era bastante conservadora. Ellos estaban muy vinculados a la Juventud
Obrera Católica, a la Unión de Estudiantes Católicos del Pedagógico que eran de
una orientación política, a nuestro entender, en aquella época, franquista1382.
La crítica a la dirigencia falangista universitaria de la época se hizo sentir con
fuerza ese verano de 1957. Recordemos que Eduardo Moraga fue acusado, lite-
ralmente, de abandonar su cargo en la presidencia de la FECH para partir,
supuestamente, de vacaciones. Moraga, sin embargo, en su relato desmiente el hecho:
Había una agitación, había mucho descontento contra Ibáñez y ya estábamos
muy próximos a otras elecciones. Yo creo que era el ambiente preelectoral lo que
movía todas estas protestas ¿no? Bueno, pero vino enero-febrero. Yo nunca veraneé
–ahora tal vez me doy el lujo de salir unos días a la playa pero en aquellos días de
estudiantes ni siquiera veraneábamos– y esa vez tampoco fui a mi pueblo por el
1381
Entrevista a Gustavo Horwitz, Santiago, 2/3/94.
1382
Entrevista a Julio Stuardo, Santiago, 24/1/94.

519
hecho de ser presidente de la FECH. Dije no, hay que quedarse acá. Me quedé.
Incluso pernoctaba en la FECH, dormía en la FECH, en el sillón de la presidencia1383.
El recuerdo de Eduardo Moraga no solo difiere del resto en este punto relativo a
su participación individual, sino también respecto al clima que se vivió en los me-
ses de verano. No así respecto a que en marzo la actividad aumentó, cuestión en la
que todos están de acuerdo:
Pasé todo el verano en la FECH, pero enero y febrero fue una taza de leche. Lógica-
mente, Santiago desierto en aquel entonces, no había ninguna actividad. Pero al
volver todas las actividades de los estudiantes, en marzo, vino esta alza de las
micros y ahí se aprovechó esa coyuntura para expresar todo esto. Y ahí quedó este
desastre y vino esta asonada que fue muy violenta, muy corta, muy rápida, pero
muy violenta para aquellos tiempos. Bueno, después los hechos han sido supera-
dos por una violencia superior y esto quedó como un juego de niños…1384.

Situación de la CUT
Si bien existieron los nexos entre la FECH y la Central Única de Trabajadores,
CUT, la participación de la central sindical en los hechos de abril fue baja. Desde
un punto de vista estrictamente social, ya vimos cuál había sido la participación de
los ‘obreros’. En los relatos, entonces, más que referencias a la participación de la
CUT, en tanto que tal, encontramos información sobre la situación por la que atra-
vesaba y que ayuda a comprender su baja participación en los hechos.
El dirigente sindical de MADECO, Luis Salazar, no se equivoca al recordar que
la CUT en ese período se mostraba activa:
La Central Única de Trabajadores venía movilizándose por los problemas econó-
micos, socioeconómicos, por los problemas de alzas que estaban surgiendo,
problemas de cesantía. Había problemas realmente preocupantes por los cuales la
Central Única en ese período estaba luchando, estaba enfrentando al Gobierno
para solucionar en parte esos problemas. O sea la participación nuestra era como
afiliados a la Central Única de Trabajadores1385.
Eso era así, sin embargo la CUT pasaba por un período difícil tras haber vivido
años de intensa y fructífera actividad entre su fundación –en 1953– y 1956. En efec-
to, recuerda Alfonso Guerra:
La CUT tiene una curva ascendente que comienza el 53 con su unidad, donde da
una serie de batallas, entre ellas la del 55. Pero llega a un punto determinado en

1383
Entrevista a Eduardo Moraga, Santiago, 27/1/94.
1384
Id.
1385
Entrevista a Luis Salazar, Santiago, 4/3/94.

520
que ya al interior de la CUT empiezan las fuerzas políticas a moverse, vuelven a
surgir las confrontaciones internas y sobre todo las diferencias de algunos parti-
dos con Clotario Blest. […] A partir del paro del 56 [la CUT] pierde fuerza…1386.
La figura de Clotario Blest aparece una y otra vez en los relatos de los entrevis-
tados al referirse a la CUT. Dirigente de los empleados semifiscales a fines de los
40, se convierte en el líder de la unidad en 1953. De allí en adelante estará a la
cabeza de la CUT hasta 1961, ejerciendo siempre una conducción sindical contro-
vertida, tildada con frecuencia de anarquista. Julio Silva Solar liga la emergencia
del movimiento de abril de 1957 a esta conducción de Blest:
El movimiento, la explosión esta, correspondía a una política que había llevado la
Central Única de Trabajadores, que en ese período no era tan dependiente de los
partidos, precisamente por la presencia de hombres como Blest, que no era hombre
de partido. Blest era más bien un hombre anárquico, no era un hombre de partido,
nunca lo fue. Era cristiano, pero un cristiano anárquico. Y tenía sus problemas. El
tuvo muchos problemas, por ejemplo, aunque no eran muy visibles, con el Partido
Comunista en el movimiento sindical. Porque Blest era mucho más izquierdista, el
Partido Comunista era más realista, digámoslo así, y jugaba un papel moderador1387.
Sin embargo, piensa Silva Solar, esta impronta que Blest le imprimía a su liderazgo
–que no se traducía necesariamente en un trabajo de equipo y que carecía de una base
de apoyo político en la CUT, dominada por comunistas y socialistas– no tenía mayor
arraigo en el mundo sindical1388. De allí que Julio Silva concluya que “la directiva sindi-
cal también fue tomada de sorpresa” por el movimiento de abril de 1957. El no cree que
“haya habido una directiva sindical que haya organizado o armado este asunto”. El
relato de Julio Stuardo tiene puntos de encuentro con el de Julio Silva, en el sentido de
reconocer una cierta “tradición anarquista” ligada a Blest, pero agrega un elemento
nuevo. La posible vinculación de ese sector con otro, emergente, de jóvenes:
La tradición anarquista tuvo que ver en la gestación ideológica del dos de abril. Y
quien estaba vinculado a estos sectores era Clotario Blest, que era el presidente de
la CUT. El ya había sido encarcelado y había recibido el apoyo de la Federación de
Estudiantes. Se había ido creando a partir del paro nacional del 55 […] un fuerte
entendimiento entre los estudiantes y los sectores de la CUT. El hombre que era el
puente era Clotario Blest. Significaba un puente entre estos sectores que emergían
a la vida política, muy jóvenes y muy audaces, y estos sectores antiguos que ve-
nían en decadencia, que yo diría que era el sector anarquista1389.

1386
Entrevista a Alfonso Guerra, Santiago, 21/1/94.
1387
Entrevista a Julio Silva, Santiago, 27/1/94.
1388
Id.
1389
Entrevista a Julio Stuardo, Santiago, 24/1/94.

521
Retengamos esta observación de Stuardo, porque tal vez uno de los espacios
donde este encuentro se produce sea el Comité contra las Alzas, que veremos un
poco más adelante. En todo caso, parece innegable que los paros de 1955 y 1956 son
antecedentes importantes para comprender la situación en que la CUT se encontra-
ba en 1957. A juicio del historiador y en ese tiempo dirigente sindical, Luis Vitale,
el paro del 55 es un momento clave en la evolución de la central sindical:
El paro de junio de 1955, a mi modo de ver, es el paro más importante […] de toda
la historia de Chile, desde el punto de vista de la envergadura ¿no? En que prácti-
camente paralizó todo el país, se paralizaron todas las actividades. No me refiero
tanto a la combatividad del paro –que sí la hubo– sino al conjunto de población
que abarcó. No creo que antes en la historia de Chile hubiera habido un paro más
grande. Bueno, claro, coincidían circunstancias. Por ejemplo, los radicales esta-
ban en violenta oposición a Ibáñez, entonces el sector de capas medias en que
influía entonces el Partido Radical, se plegó al paro. Fue el paro más grande que
hizo la CUT1390.
Con ese antecedente –más otro paro en 1954 con el que se había logrado liberar
a Clotario Blest, encarcelado por el Gobierno– la CUT iba en un camino ascenden-
te. Sin embargo, 1956 sería un año de tropiezos. Así nos lo recuerda Alfonso Guerra:
El paro nacional del 56 fue el primer error de Clotario Blest. Blest firma su térmi-
no sin acuerdo del Consejo Directivo de la CUT. […] Llega [con Ibáñez] a un acuerdo
de parar el paro en una forma muy brusca. En desacuerdo con las fuerzas políticas
que lo acompañan, […] sin ninguna reunión previa del Consejo de federaciones ni
una discusión con el movimiento sindical. […] Entonces a partir de ese momento
la CUT comienza su declive. Porque ese paro estaba muy fuerte, muy exitoso y de
repente se le entrega. Clotario Blest dice que a él lo obligaron los comunistas a
entregar el paro, los comunistas dicen que lo entregó Clotario Blest por su cuenta
y riesgo, por algunas prebendas ¿no?
Bueno, a partir de este paro nacional, ya la CUT dejó de ser lo que había sido en los
primeros años, del 53 al 55. Ya es una CUT comida por las discrepancias internas.
Parar el paro, significó un quiebre para abajo muy fuerte. Porque mucha gente en
los sindicatos perdió sus trabajos, mucha gente. Entonces la CUT perdió
credibilidad1391.
Según Guerra, este hecho habría estado a la base de las dificultades que encon-
tró Clotario Blest, en 1957, para impulsar desde la CUT un movimiento amplio contra
las alzas. Solo algunas federaciones se habrían movilizado:

1390
Entrevista a Luis Vitale, Santiago, 26/1/94.
1391
Entrevista a Alfonso Guerra, Santiago, 21/1/94.

522
Entonces el 57 la CUT no respaldó totalmente a Clotario. Lo dejaron como una
cosa de Clotario. Allí [solo] fueron los de la construcción, los metalúrgicos y la
Confederación del Cuero y Calzado un poco, pero las demás federaciones no se
sumaron. Y cuando, después, se discutió la posibilidad de enfrentar el Estado de
Sitio y el toque de queda con un paro nacional, no hubo eco. Ahí el Partido Comu-
nista y el Partido Socialista se abrieron y con eso la CUT no tuvo posibilidad de
moverse1392.

La participación del Comité contra las Alzas


La iniciativa en la cual se habría producido el encuentro entre las organizacio-
nes sociales más activas de la época, sería un comité de lucha contra las alzas. De
acuerdo al testimonio de Alfonso Guerra, su creación se produjo entre noviembre y
diciembre de 1956 y en él habrían participado las siguientes organizaciones: la CUT,
la FECH, la Federación de Estudiantes Vespertinos, la APEUCH, que era la Asocia-
ción del Personal Administrativo de la Universidad de Chile, la Federación de la
Construcción, los metalúrgicos y algunos organismos de pobladores.
Políticamente, este comité habría tenido un sesgo en la medida en que la mayo-
ría de sus dirigentes habrían sido de tendencia comunista:
Los dirigentes que participaban allí eran comunistas. Eran los más activos, eran
los dirigentes comunistas de estas organizaciones. Porque de la CUT, junto con
Clotario, participaba, me acuerdo, el viejo Mallea. […] De la FECH, por ejemplo,
era Enrique París, o sea, no era el presidente sino que Enrique París que era vocal.
Este comité se formó sobre la base de las organizaciones pero los dirigentes que
actuaron en representación de esas organizaciones eran fundamentalmente co-
munistas ¿no?1393.
De esta particularidad se recuerda muy bien el entonces radical Julio Stuardo,
porque, en su opinión, la creación de este comité habría sido parte de la siguiente
operación política del Partido Comunista:
Claro, me acuerdo muy bien. Lo que pasa es que el Partido Comunista cuando ve
que los radicales toman la calle, ellos tratan de capturar el movimiento y se forma
el Comando contra las Alzas que no era un comité, era un comando contra las
alzas y allí nombran a dos dirigentes comunistas. Uno es Gonzalo Toro que es el
presidente del Comando, que es un joven intelectual muy valioso, y el otro es
Alfonso Guerra, que era al parecer del Partido Comunista1394.

1392
Id.
1393
Id.
1394
Entrevista a Julio Stuardo, Santiago, 24/1/94.

523
Según Stuardo, finalmente los radicales se habrían sumado también a la inicia-
tiva, la que habría tomado un curso diferente al deseado por la dirección del PC:
Más o menos el tema es el siguiente. Los comunistas deciden salir a atajar esta
escapada populista ¿no? Entonces crean el Comando contra las Alzas y nosotros,
los radicales, que teníamos una muy buena relación con los comunistas, una exce-
lente relación, entonces aceptamos el Comité contra las Alzas. Lo fortalecimos y
toda esta lucha del mes de enero y febrero es con el comité. A tal grado, que el
Partido Comunista estaba en la onda de no provocar, en la onda de ir despacio,
incluso llegaron a entregar algunos provocadores a la policía... Pero, el sector de
Gonzalo Toro, de Alfonso Guerra, se fue disparando, se fue disparando para la
izquierda1395.
Visto desde la CUT, este movimiento es percibido como algo de las juventudes
políticas de ese tiempo. Luis Vitale, se recuerda:
Esto es tomado por la juventud, que empieza a desarrollar comités contra las
alzas, que empiezan siendo comités creados por la juventud del Partido Comunis-
ta, pero una juventud muy amplia. […] Estoy hablando de febrero, marzo y esto
empieza a tomar volumen, a hacerse manifestaciones. Nosotros como CUT partici-
pábamos en eso pero no teníamos idea de qué es lo que estaba pasando por abajo.
[…] Veíamos que la juventud se incorporaba, empezaron a llegar muchos estu-
diantes a la CUT, cosa que no pasaba antes. Nosotros no teníamos ni idea de qué es
lo que estaba pasando por abajo, y por abajo lo estaban dirigiendo estos ‘cabros’ y
preparando muy bien la situación1396.
Alfonso Guerra, dirigente de este comité en la época, vuelve insistentemente
sobre el hecho de que la agitación previa contra las alzas, por menor que hubiese
sido, constituye un antecedente importante para los sucesos de abril. Relata Guerra:
La labor de este comité era la agitación contra las alzas a través de volantes y a
través de acciones. Es decir, este comité organizó muchas salidas a la calle antes
del 2 de abril. Salidas, digamos, ridículas a veces, salidas de 20 personas, 30
personas, aquí por el centro de Santiago. Pero además este comité empezó a
vincularse con todos los organismos, a discutir, a tratar de coordinar una acción
de difusión de la lucha contra las alzas. El centro de la acción era la lucha contra
la política de la Misión Klein-Saks. […] Su lugar de funcionamiento fue la FECH,
ahí al lado del teatro Santa Lucía, ahí la FECH le dio una oficinita a este comité
para que funcionara. Entonces ahí nos reuníamos periódicamente al principio,
después se formó una especie de directiva cuyo presidente era Clotario Blest y el
secretario ejecutivo de ese comité fui yo. Pero al principio no hacíamos más que
1395
Id.
1396
Entrevista a Luis Vitale, Santiago, 26/1/94.

524
eso, propaganda, agitación, ir a las asambleas. Todo esto durante todo enero y
febrero, agitación sobre grupos pequeños de gente, de estudiantes, sobre todo en las
tardes. Era sobre la base de los estudiantes nocturnos1397.
Sin embargo –según Alfonso Guerra y coincidiendo en parte con lo señalado por
Stuardo respecto al Partido Comunista–, a cierto momento del proceso los partidos de
izquierda comienzan a mostrarse reticentes a la iniciativa. Principalmente socialistas y
comunistas. De allí, por ejemplo, el aislamiento en que habría quedado Clotario Blest:
Lo que le pasó a Clotario Blest en la CUT, nos pasó casi a todos, salvo a nosotros, el
grupo estudiantil nocturno, que era más homogéneo. Pero el resto, la gente de la
APEUCH, la gente de la FECH no siguieron impulsando. Al interior […] del Co-
mando contra las Alzas empezaron las discrepancias políticas internas, entre sus
distintos componentes. Porque los sindicatos y las federaciones estudiantiles tie-
nen fuerza y pujanza en la medida en que los componentes políticos las impulsan.
[…] A la FECH le pasó más o menos algo parecido. Y a todos.
El único grupo que [escapó a esto] fuimos los estudiantes nocturnos, pero nosotros
éramos una parte más agitativa que no pesábamos realmente en término de las
decisiones. O sea, nosotros no teníamos un poder real, teníamos capacidad de agi-
tación, capacidad de eso pero nada más...1398.
De todos modos, a pesar del fin de esta historia –que concluye con la disolución
de este comité por decisión de los partidos poco después del 2 de abril– Alfonso
Guerra continúa pensando que allí estuvo uno de los motores. “La clave”, como él
dice. Una agitación previa sin la cual el movimiento posterior no habría “agarrado”.

7. Actores políticos
La mayoría de los entrevistados que se refieren a la participación de los partidos
políticos en la gestación y desarrollo de los sucesos de abril, estiman que ésta fue
mínima. En distintos casos los relatos proporcionan antecedentes particulares a la
situación de algunos de los principales partidos y a su eventual participación en los
hechos. El único caso en el cual prácticamente no hay referencias a su participación
en los hechos, es el de la derecha1399. A continuación, entonces, presentaremos la
información referida tanto a la situación general como a la de algunos partidos.
1397
Entrevista a Alfonso Guerra, Santiago, 21/1/94.
1398
Id.
1399
Salvo, recordemos, las referencias –que ya han aparecido– a su participación en la negociación de las
facultades extraordinarias. Sólo Gustavo Horwitz, hablando de la realidad estudiantil, expresa: “La
derecha en la universidad no tenía mucha fuerza, aunque sí la tenía en algunos sectores, porque en
ese tiempo capitalizaba la influencia de la iglesia católica en algunos sectores...”. Entrevista a Gustavo
Horwitz, Santiago, 2/3/94.

525
Dejando, eso sí, para el punto siguiente el caso del Partido Comunista, que presenta
características que ameritan un tratamiento separado.

Situación de los partidos políticos en general


El entonces dirigente estudiantil radical Aníbal Palma, sostiene, a partir de su
“propia experiencia” como militante, que “los partidos políticos no tuvieron ningún
control” de la situación1400. Lo mismo afirma Patricio Hevia, también a partir de su
vivencia como dirigente del Frente Demócrata Cristiano universitario1401. Julio Silva
Solar, por su parte, cree que los partidos a cierto momento tomaron posiciones, pero
en general, una vez que los hechos ya se habían desencadenado:
Yo creo que los partidos, en general todos los partidos tanto de derecha como de
izquierda, se colocaron en el asunto. Los partidos de izquierda se colocaron natu-
ralmente junto al movimiento y los partidos de derecha junto al orden, como
ocurre siempre. Pero evidentemente los partidos eran bastante ajenos a lo que
sucedía1402.
De un modo bastante más pragmático y expresando tal vez un sentido común
‘apolítico” o ‘antipolítico’ habitual en algunos sectores medios, Naúm Kramarenko
afirma:
Le voy a decir una cosa, mi experiencia me dice que cuando hay partidos políticos
no salen a la calle, mandan gente. Nunca he visto que un partido político salga a
la calle a hacer estas cosas, siempre es gente sin bandera1403.
Quien ofrece una visión más completa y profunda del panorama político, espe-
cialmente de la izquierda, es Federico García en ese entonces militante crítico de la
Juventud Comunista. Su visión es que los partidos atravesaban por un momento de
readecuaciones internas que los hacía estar muy lejos de un rol de conducción. Se
encontraban muy debilitados:
Hay que ver un poco cómo se daban las cosas dentro de los partidos. El Partido
Radical fue despedazado, fue aplastado por el triunfo de Ibáñez. El Partido
Comunista venía de ser defenestrado por las políticas represivas de González Videla.
Había quedado reducido a una masa sobre todo de funcionarios, más o menos de
1.500 funcionarios, de partido, y en torno a eso, un grupito de simpatizantes. Y el
Partido Socialista también se había debilitado en su colaboración final con
González Videla y luego con su colaboración con Ibáñez. Incluso había dado origen

1400
Entrevista a Aníbal Palma, Santiago, 28/1/94.
1401
Entrevista a Patricio Hevia, Santiago, 19/1/93.
1402
Entrevista a Julio Silva, Santiago, 27/1/94.
1403
Entrevista a Naúm Kramarenco, Santiago, 10/3/94.

526
a una división: un sector del Partido Socialista se puso en la línea de Allende,
buscando una salida independiente, la otra [en la línea de Ampuero] entró a
colaborar con Ibáñez1404.
Pero no solo la realidad política general los había debilitado sino que, además,
en los partidos se estaba produciendo un fenómeno que podríamos denominar de
conflicto generacional. García –que como veremos más adelante tiene motivos para
hacerlo– se recuerda perfectamente bien de la situación:
En todos estos partidos se daba también otro fenómeno: el envejecimiento de los
viejos dirigentes y la aparición de una dirigencia que no podía plantearse como
alternativa porque estaba reducida a una situación de obediencia perfecta. [Era
el caso de] las Juventudes Socialistas y las Juventudes Comunistas. Nosotros, por
ejemplo, no podíamos intervenir en los congresos del Partido Comunista. Debía-
mos simplemente acatar líneas, ser instrumentos para desarrollar una política en
el frente juvenil, sobre todo dentro de las universidades y en las escuelas grandes.
Pero con todo, [los partidos] eran grupos chicos, prácticamente chicos […] Este
asunto [el movimiento de protesta de abril de 1957] habla del contacto por parte
de jóvenes, había gente de la Juventud Radical también. Se estaban deshaciendo
los partidos, entonces la gente joven buscaba caminos extraños1405.

Situación de la Falange Nacional y del Partido Radical


En el caso de la Falange Nacional, la atención de los entrevistados se concentra,
ciertamente, en su proceso de transformación en Partido Demócrata Cristiano. La
memoria lo ha guardado como un hito en esa época. Partido pequeño aun, la
participación de la Falange en el ámbito estudiantil ya la hemos ido conociendo a
través de la actuación de sus dirigentes universitarios. Uno de ellos, precisamente,
Eduardo Moraga, recuerda:
Bueno, yo soy..., o era, soy, no sé, demócrata cristiano, que en aquel entonces nos
llamábamos Falange Nacional. Éramos muy poquitos los falangistas que partici-
pábamos, seríamos ocho o diez. Y como siempre esta cosa de este partido –de la
Falange Nacional antes y ahora la Democracia Cristiana– que nunca quisimos
quedarnos atrás, sino que también queríamos estar presentes en estas protestas.
Que no fuera solo del Partido Comunista. Nos adheríamos, entonces, estos ocho o
diez, pocos que éramos, a las marchas1406.

1404
Entrevista a Federico García, Santiago, 4/2/94.
1405
Id.
1406
Entrevista a Eduardo Moraga, Santiago, 27/1/94.

527
La idea de crear un partido demócrata cristiano estaba en el aire desde hacía un
tiempo y no eran pocos los sectores que pujaban por su pronta constitución. En esta
idea convergían diferentes grupos, como lo recuerda el que entonces era presidente
de la Falange Nacional y diputado por ese partido, Rafael Agustín Gumucio:
Bueno, el 57, el de Ibáñez era un gobierno desparramado, sin fuerzas consistentes.
Tanto es así que la gran mayoría de los dirigentes agrarios, que eran un partido
fuerte, el 57 ya formaron parte de la Federación Social Cristiana, que la presidía
yo como presidente de la Falange. Allí estaban el Partido Conservador Social
Cristiano, que lo dirigía don Horacio Walker; el Partido Agrario pero no como
partido entero, sino que la gran mayoría de sus dirigentes; y también un pequeño
grupo de conservadores que los dirigía José Musalem, que se llamaban popular
cristianos o algo así. Y la Falange, por cierto1407.
El retraso o la dificultad para haber constituido más rápidamente el nuevo par-
tido tenía que ver con la existencia de tendencias distintas en el seno de la Falange.
Así lo reconoce el propio Gumucio:
La idea fue combatida por una minoría dentro de la Falange. Yo estuve de acuer-
do, pero debo hacer una confesión. Yo estuve de acuerdo en el sentido de que como
la Falange era a esas alturas un gran partido ya, con disciplina, con organización,
iba a dominar al resto y por lo tanto la Democracia Cristiana iba a tener la in-
fluencia de este partido que podía orientar al resto de las fuerzas… En lo que me
equivoqué…, porque así es la historia1408.
Julio Silva Solar se ubicaba en ese grupo que no veía con buenos ojos la forma-
ción de un nuevo partido, o al menos bajo esa forma:
Fue una operación típicamente de Frei, en el sentido de ser concebida como una
operación para crear una gran fuerza de centro, que pudiera jugar un papel prota-
gónico. Ahora, dentro del Partido había un sector, digamos de izquierda, que no se
interesaba mucho por esto, sino que más bien se interesaba por desarrollar una
política popular. Por desarrollar un pensamiento de transformación social, que
fue lo que después se llamó el socialismo comunitario o el comunitarismo. Ahí se
veía una operación como de hacer un partido más grande, más fuerte, […] no era
un hecho que entusiasmara. Y este sector de izquierda era todavía bastante débil,
incluso en la juventud era débil. […] Era todavía un grupo chico1409.
Julio Silva Solar sostiene que la Falange nunca supo deshacerse de ese sello de
centro que la marcó desde sus comienzos. Y cuando Gumucio dice que ‘se equivocó’
lo dice en el sentido de que él aspiraba a una evolución hacia posiciones un poco
1407
Entrevista a Rafael Agustín Gumucio, Santiago, 27/1/94.
1408
Id.
1409
Entrevista a Julio Silva, Santiago, 27/1/94.

528
más de izquierda, cosa que Frei y los nuevos sectores que se incorporaron evitaron.
En el caso de Julio Silva, su posición era más crítica aun, ya que ellos claramente se
orientaban a posiciones de tipo socialista1410.
Realizadas las elecciones parlamentarias de marzo de 1957, en las que Eduardo
Frei Montalva saca una abrumadora mayoría como senador por Santiago, y estando
ya en perspectivas las elecciones presidenciales de 1958, su principal líder no esta-
ba dispuesto a arriesgar ese capital político en revueltas sociales. Esta cauta postura
política de la Falange se observó, recordemos, por ejemplo con ocasión del debate
sobre la Ley de Facultades Extraordinarias. Primaba el objetivo de crear el nuevo
Partido Demócrata Cristiano.
En el caso del Partido Radical, su participación en los sucesos de abril de 1957
se da, principalmente, a través de sus parlamentarios en el debate sobre la Ley de
Facultades Extraordinarias. Aparte de eso y de las declaraciones públicas de sus
dirigentes, no tiene más figuración. Su juventud, sin embargo, venía participando
desde fines de 1956, como lo hemos visto, en la agitación estudiantil. Gustavo Horwitz,
socialista, recuerda la influencia de la Juventud Radical a nivel universitario:
Estaba el Partido Radical, que en esa época era una fuerza política muy importante
dentro de la Universidad y especialmente en algunos centros como la escuela de
Derecho, […] y otras en que tenían muchísima fuerza. Primero, porque el Partido
Radical había sido una gran fuerza, la principal fuerza política de Chile, y, segundo,
porque no obstante la derrota que había sufrido el año 52 cuando la elección de
Ibáñez, ellos empezaron a acumular en gran medida el descontento que se fue produ-
ciendo. Más que el descontento, la desilusión popular frente al Gobierno […] y en
alguna medida eso fue capitalizado también por el Partido Radical1411.
El recuerdo de Julio Stuardo, dirigente juvenil en esos años, plantea la existen-
cia de un proceso fuerte de izquierdización en la Juventud Radical:
La Juventud Radical había tomado una actitud muy antagónica con la directiva del
Partido Radical y había ocupado un vacío político, que se refería concretamente a los
primeros síntomas de la guerrilla latinoamericana. Había ya alguna guerrilla en
Colombia y estaba la de Fidel Castro bastante avanzada y existían movimientos
estudiantiles cubanos muy antagónicos con Batista, que habían viajado a Chile pocos
meses antes. […] Entonces la juventud chilena vibraba mucho con los acontecimientos
de estos héroes guerrilleros y este tema fue un poco monopolizado por la Juventud
Radical de la época. Con lo cual logró acercarse a los últimos grupos anarquistas que
existían en la federación de trabajadores de imprenta y los del calzado…1412.

1410
Id.
1411
Entrevista a Gustavo Horwitz, Santiago, 2/3/94.
1412
Entrevista a Julio Stuardo, Santiago, 24/1/94.

529
Stuardo sostiene que esta realidad de la Juventud Radical explica en parte la
gran votación alcanzada por ellos el 56-57 en la elección de la FECH. Así también
afirma que la juventud “sobrepasó al Partido Radical en vincularse con la CUT”.
Por otra parte, en el marco de las movilizaciones estudiantiles, se habría producido
otro fenómeno, esta vez de vinculación con sectores poblacionales:
Entonces se formó una especie de grupo independiente que se llamaba Juventud
Popular Independiente [JPI]. Era un grupo del sector popular que se juntó con los
jóvenes universitarios radicales. Yo diría que tenía composición ‘lumpen’, pero
que siempre tuvo la dirección política de la Juventud Radical. Lo cual permitió
engrosar las filas de los estudiantes que estaban dispuestos a mantener la lucha
durante las vacaciones, con la JPI y con sectores de trabajadores, ‘inorganizada-
mente’. Esto fue una verdadera lucha de desgaste entre los agitadores callejeros de
esa época, que mantuvieron una agitación por dos o tres meses…1413.
Es evidente que un grupo de la Juventud Radical estaba evolucionando –como
lo veremos más adelante también en el caso de las Juventudes Comunistas– hacia
posiciones izquierdistas revolucionarias y que participaron activamente en la agi-
tación del movimiento de abril de 1957.

Situación de la derecha
En el caso de la derecha, hubo una actitud evidente de rechazo hacia las protes-
tas. Sin embargo, los movimientos sociales de abril habrían producido un fenómeno
de importantes consecuencias. Sergio Scroggie nos abre la vista ante un hecho en
general desconocido. Se trata del impacto de las protestas en el mundo universita-
rio derechista, que, según sus recuerdos, habría dado origen a un Movimiento
Gremialista, precursor del que identificaría a la derecha universitaria a fines de los
años sesenta:
Bajo el punto de vista estudiantil [el 2 de abril de 1957] fue algo que nos enseñó
mucho a nosotros, que éramos un grupo de gente que estábamos en la Federación
de Estudiantes, independientes, liberales, conservadores. Y cuando salió Jorge Ales-
sandri, formamos el Movimiento Gremialista Universitario, que fue tal vez el
precursor del gremialismo de la Universidad Católica, porque nosotros nacimos
mucho antes. Nosotros formamos el Frente Gremial Universitario, precisamente
para que no volviera a ocurrir nunca más aquello. […]
Lo que nos interesaba en ese momento, era que la Federación de Estudiantes no se
metiera en ninguna huelga, en ninguna cosa para que el Gobierno pudiera trabajar

1413
Id.

530
tranquilo. […] Había un rechazo muy grande de parte de todos los estudiantes
[…] que pensaban que los dirigentes estudiantiles que se metían en política estaban
muy ideologizados y no hacían nada por los mismos estudiantes.
Pero todo nació el 2 de abril. El Frente Gremial Universitario lo fundamos noso-
tros, nació el 2 de abril porque la verdad es que nosotros nunca pensamos que una
estupidez tan grande, como era una huelga de estudiantes, pudiera acarrear esa
tremenda…[…]
Una consecuencia fue entonces el nacimiento del gremialismo universitario en la
Universidad de Chile. […]
Quedamos choqueados con eso. El gremialismo, como le digo, nació en la Facultad
de Medicina. Formamos el Frente Gremial Universitario, es decir, ya estábamos
aburridos de la repartija política1414.
Una revelación importante, que se viene a sumar a las consecuencias que en la
izquierda tendrían los acontecimientos de abril de 1957.

Situación del Partido Socialista


Al parecer, la participación de los socialistas se habría limitado, por una parte,
al ámbito parlamentario y político público y, por otra, al medio universitario. El
partido, como tal, no habría tenido conocimiento de lo que venía y solo al final
habría tratado de tomar posición1415. Así se desprende del relato del diputado socia-
lista popular Mario Palestro:
Nadie tenía claridad de qué estaba pasando, ni quiénes estaban detrás de esta
asonada. En primer lugar la izquierda, en la que yo he militado toda mi vida,
jamás tuvo ninguna participación. Solamente al final, cuando ya el movimien-
to venía de vuelta, pudiéramos decir, cuando vienen los hechos violentos, los
saqueos que hubo, los incendios, todas esas cosas, recién ahí la izquierda, a los
dos o tres días, vino a tomar en serio este asunto y empezó a tratar de ver qué
estaba sucediendo. La verdad es que la izquierda no tuvo ninguna participa-
ción efectiva ni en la organización, ni en los hechos mismos que precedieron al
estallido1416.
Y en particular, respecto al hecho en el que el diputado Palestro participó direc-
tamente y que podría ser visto como una acción de su partido, él mismo aclara:

1414
Entrevista a Sergio Scroggie, Santiago, 27/1/94.
1415
Recordemos, al respecto, los relatos de la reunión que los dirigentes universitarios –tanto radicales
como socialistas– habrían tenido el domingo 31 de marzo y el lunes 1 de abril, con sus respectivos
partidos, para informarles sobre el movimiento que se estaba desencadenando.
1416
Entrevista a Mario Palestro, Santiago, 19/3/93.

531
Los únicos que salimos a la calle –más que nada como una cosa voluntarista– fue
aquí en la comuna de San Miguel, que siempre fue una comuna muy combativa.
[…] La verdad es que fuimos, tal vez, los únicos y más que nada como una cosa de
autodefensa instintiva, podríamos decir, de participar en algo que estaba pasan-
do, pero que no era producido por nuestra gente, por nuestros dirigentes sindicales
o poblacionales o políticos1417.
Desde otro punto de vista, a partir de otra experiencia –como fue la de la diri-
gente estudiantil secundaria, socialista en ese momento, María Eugenia Horwitz–
se observa también que no había una predisposición especial frente al movimiento:
“no teníamos ninguna preparación, nadie nos había instruido ni siquiera para tirar
piedras”1418.
Gustavo Horwitz confirma también que en el espíritu de los dirigentes universi-
tarios socialistas no había –como sí se observaba en otras juventudes políticas de la
época– una voluntad rupturista o de radicalización del conflicto:
No, yo no percibí. Desde luego quienes se planteaban en posiciones más de izquier-
da dentro del partido éramos nosotros. Y entre nosotros no existía la ilusión de que
esto era un asalto al ‘palacio de invierno’. No. Lo miramos siempre como un pro-
yecto político de entendimiento de los partidos populares; de entendimiento entre
los trabajadores y la juventud, los estudiantes; y como vehículo para plasmar un
gran movimiento del pueblo con miras a obtener victorias políticas. Nunca lo
planteamos como un asalto al poder y la lucha armada..., nunca. No estuvo desde
luego entre nosotros, y mucho menos lo estuvo entre los dirigentes del partido1419.
Analizado desde un punto de vista más social, retomando aquello de la existen-
cia de un sector poblacional con tendencias a la radicalización política, Horwitz
recuerda que en el caso de los socialistas ello no era percibido. Se mantenían en un
esquema político más clásico:
No había en esa época un movimiento poblacional al nivel de hoy. […] Nosotros
tampoco teníamos conciencia de eso, ni formaba parte de nuestra visión del pro-
blema. Nosotros lo veíamos como un entendimiento entre los trabajadores, pero
organizados. […] Era el mundo laboral el que nosotros veíamos como la fuerza
política y social que debía participar en esto: los jóvenes, los intelectuales, los
profesionales... Ese era el mundo que nosotros veíamos como el elemento que iba a
finalizar el proceso político para plasmar un gran movimiento a nivel nacional,
digamos, para desafiar las políticas del Gobierno y para plantearse…1420.

1417
Id.
1418
Entrevista a María Eugenia Horwitz, Santiago, 3/2/94.
1419
Entrevista a Gustavo Horwitz, Santiago, 2/3/94.
1420
Id.

532
Por último, interrogado Federico García –uno de los dirigentes del grupo que
efectivamente intentó darle una conducción política y radicalizar el movimiento–
sobre sus relaciones con los jóvenes socialistas, recordó:
Hay una réplica pero más débil. Se dio el caso de contactos ‘cumbristas’ y de
contactos también en poblaciones. Gente que trataba de hacer algo, una acción
cualquiera, generalmente trató de hacerla en contacto con los socialistas. […]
Pero, no sé, me da la impresión que los socialistas no llegaban muy lejos en este
asunto, era más bien la gente que venía del Partido Comunista la que tenía más
decisión1421.

Situación de los grupos trotskistas


La principal expresión del trotskismo en el Chile de los años 50 era el Partido
Obrero Revolucionario (POR). En el año 1957 Raúl Santander formaba parte de su
dirección y recuerda que se encontraban en un período de expansión:
Teníamos un trabajo hacia los estudiantes universitarios, teníamos un trabajo
hacia los jóvenes socialistas, un gran número […] pasaron a integrar las filas de
nuestro movimiento, pequeño todavía. Teníamos un trabajo sindical organizado
en distintas gremios y sindicatos. Hacíamos actos públicos, sacábamos periódicos,
revistas, publicábamos folletos. Teníamos una actividad bastante intensa. Especial-
mente en el año 57 nosotros estábamos en un período de desarrollo, de crecimiento,
con mucha expansión. Nuestra gente era toda gente joven. Prácticamente había
una ruptura con los viejos, nuestra gente no tenía más allá de 18 a 20 años, en
término medio en aquella época. Por lo tanto no tenían una gran presencia, por sí
mismos, en el movimiento sindical […]. Teníamos que actuar un poco desde
fuera1422.
Efectivamente, por el tamaño del POR y por el tipo de trabajo característico de
los grupos trotskistas –el así llamado ‘entrismo’– es muy probable que no hayan
tenido una participación directa como organización, tal como lo afirma, categórica-
mente por lo demás, otro de sus dirigentes de aquella época, José Santiago: “como
partido político nunca tuvimos, ni antes ni durante, ninguna participación”1423.
Pareciera ser que la principal actividad del POR en ese momento fue mantener-
se informado sobre el curso de los acontecimientos –a través de militantes que
participaban de los hechos pero como parte de otros grupos mayores, sociales o
políticos– y elaborar un análisis a partir del cual influir en la situación global. Esa

1421
Entrevista a Federico García, Santiago, 4/2/94.
1422
Entrevista a Raúl Santander, San Sebastián, 12/2/94.
1423
Entrevista a José Santiago, Santiago, 15/2/94.

533
es nuestra impresión, tras analizar una rica documentación de la época, elaborada
por la dirección del POR y conservada en el archivo personal de Raúl Santander1424.
En uno de estos documentos, escrito en junio de 1957 y en el que se evalúan los
acontecimientos de abril, el POR, concluye:
Las masas han demostrado que no obedecían a la fecha a ningún partido obrero ni
a la CUT y que su descontento tampoco era canalizado por ninguna formación bur-
guesa. Con su proceder dan a entender que están dispuestas a empeñarse en luchas
generales y violentas por la defensa de su estándar de vida y al mismo tiempo que
necesitan una dirección revolucionaria que las conduzca con éxito en sus acciones.
El PC demostró una vez más la cobardía y desorientación de sus dirigentes. Su
consigna ‘nadie en el trabajo, nadie en la calle, todos en sus casas’, revela la com-
pleta descomposición de que es víctima su dirección1425.
Luis Vitale, militante del POR en aquella época y que participó activamente en
los hechos del martes 2 de abril, confirma las distancias que existían con los comu-
nistas y muestra, más bien, una apertura hacia los socialistas:
Ya estoy hablando del punto de vista de este grupo POR, que teníamos una acti-
tud muy crítica a la política que realizaba el Partido Comunista. Tampoco teníamos
nexos. Teníamos nexos básicamente con la juventud trabajadora socialista y más
precisamente con la juventud del Partido Socialista Popular, que dirigía Raúl
Ampuero. Que era en el fondo un grupo más fuerte que el Partido Socialista de
Chile que dirigía Salvador Allende, a decir verdad1426.
Por su parte, el entonces militante de la Juventud Comunista, Federico García,
que como ya dijimos encabezó un intento de dar conducción al movimiento, recuer-
da sobre la relación de este sector con los trotskistas:
Con los grupos trotskistas, durante el período ese, se dieron contactos, pero llenos
de terror de estarse juntando con el diablo ¿no? Y entonces, se dijo, bueno, los
probaremos en la acción, si hacen las cosas que se comprometen a hacer. El encar-
gado del contacto con los grupos trotskistas fue [Alfonso] Guerra. Cosa que le
causaba a él muchos escozores. Entonces él nos comunicaba lo que hacía con ellos
en la Federación de Estudiantes. Posteriormente se dio el caso de la cooptación de
1424
Se trata de tres documentos, dos manuscritos y uno dactilografiado, escritos en los meses de
abril y junio de 1957. El primero es un relato pormenorizado de los hechos y sus raíces, titulado
“Jornadas de abril en Chile”, sin fecha, presumiblemente escrito en el mismo mes de abril, 6 p.
dactilografiadas. El segundo lleva por título “Minuta abril 1957”, manuscrito fechado el 20/4/57,
7 p. Y el tercero, también manuscrito, se titula “Los sucesos de abril”, fechado el 13/6/57, 12 p.
Sin firma y aunque su autoría no nos fue revelada, es muy probable que el autor de estos escritos
haya sido el propio Santander.
1425
“Los sucesos de abril”, 13/6/57, Archivo Raúl Santander, p.10-11.
1426
Entrevista a Luis Vitale, Santiago, 26/1/94.

534
Guerra por los grupos trotskistas. Lo mismo pasó con otros. […] …con los trotskis-
tas ya hay más contactos después y consisten en una especie de chequeo entre las
conclusiones que sacaba la gente que venía de la Juventud Comunista […] y ver si
realmente el discurso teórico de los trotskistas, explicaba algo, funcionaba o no1427.

8. La participación del Partido Comunista


Este es otro de los aspectos en el cual los relatos de actores y testigos de la
época han resultado de mucha utilidad. En efecto, sobre este tema –de gran contro-
versia en la época pero insuficientemente aclarado por la documentación de esos
años– varios son los entrevistados que proporcionan antecedentes. Calificados por
su condición de actores directos en los acontecimientos de abril de 1957, abordan
en sus relatos nuevas dimensiones sobre el papel jugado por sectores del Partido
Comunista en la crisis de abril.
Los nuevos antecedentes que proporcionan los entrevistados, sin embargo, no
simplifican la tarea de esclarecer los hechos. La complejidad de la situación viene
dada por la existencia de un conflicto al interior del Partido Comunista de la época.
La posición oficial del partido es contestada por un sector de su juventud, que fi-
nalmente se autonomiza y entra a actuar con criterios propios. Este hecho hará
detonar el conflicto interno, el que tendrá como resultado –a fines de 1957– la sali-
da de un grupo importante de militantes de la Juventud. La situación, sin embargo,
no salió plenamente a la luz pública en la época.
A continuación intentaremos presentar, de la manera más clara posible, aque-
llos relatos que permiten avanzar en el conocimiento del grado de participación del
Partido Comunista en los hechos de abril de 1957.

La posición oficial
Naturalmente, quien tenía que pagar todos los ‘platos rotos’ y asumir la responsa-
bilidad plena por lo que sucedía era el Partido Comunista. Nosotros teníamos
simpatía por el movimiento, porque era un movimiento de descontento, de rebel-
día, pero claro, nos interesaba un movimiento canalizado, bien pensado, ‘in
crescendo’. Y por lo tanto no queríamos que fuera un movimiento puramente co-
munista, sino un movimiento popular, incluso que participaran partidos populares,
que participara la izquierda, gente independiente para conformarlo como un mo-
vimiento político, no como una asonada callejera1428.

1427
Entrevista a Federico García, Santiago, 4/2/94.
1428
Entrevista a Volodia Teitelboim, Santiago, 30/12/93.

535
Este relato de Volodia Teitelboim, miembro de la comisión política del PC en
1957, viene a reafirmar, después de más de tres décadas, lo que al parecer fue la
actitud de ese partido ante los hechos de abril. Los comunistas chilenos, en ese
momento, no estaban interesados en llevar adelante acciones que reforzaran el ais-
lamiento en que ya la vigencia de la Ley de Defensa de la Democracia los había
colocado1429. No se trataba solo de una actitud pragmática sino que se correspondía
también con su política de ‘Frente de Liberación Nacional’. Una política que priori-
zaba las alianzas amplias, tal como lo recuerda el socialista Gustavo Horwitz:
El Partido Comunista […] sostenía la tesis de que para derrotar al imperialismo,
que era en definitiva su enemigo principal, había que buscar un entendimiento
con todas las fuerzas políticas que estuvieran en un discurso o en un proyecto de
esa naturaleza. Y en consecuencia, como primera prioridad buscaban la alianza
con el Partido Socialista. Pero también y muy especialmente con el Partido Radi-
cal y eventualmente con el que sería el Partido Demócrata Cristiano. Obviamente
que esa política estaba orientada fundamentalmente a acumular fuerzas. En esa
época el Partido Comunista estaba muy inspirado por la correlación de fuerzas en
el campo internacional1430.
Por su parte, José Cademartori, economista comunista que había sido electo
diputado por la lista del Partido del Trabajo, recuerda que el debate partidario
previo a los hechos de abril, estaba lejos de amparar eventos de esa naturaleza. Ni
el debate posterior tampoco, ya que en él –recuerda Cademartori– se señaló la debi-
lidad del análisis anterior:
Posteriormente a los sucesos, hubo una reunión del Comité Central donde en cier-
to modo, en forma autocrítica, se decía: previmos y no previmos esta situación
porque de alguna manera la previmos analizando el contexto, pero no la previmos
en cuanto […] al desfase entre una forma de conducta de la ciudadanía –que se
expresa a través de las elecciones, como se expresó en aquella oportunidad en que
nada hacía presagiar un estallido como este– y el estallido mismo que ocurre me-
nos de un mes después de esas elecciones. Eso se hacía notar, como diciendo: hay
un país real y hay un país formal y no nos guiemos para nuestro análisis objetivo
puramente por un solo aspecto de esa conducta1431.
Sin embargo, es cierto que la tendencia general –sobre todo de la derecha y del
Gobierno como ya hemos visto– era a responsabilizar al PC de los ‘platos rotos’,
como dijera Teitelboim.

1429
Recordemos que el PC impulsa la consigna “nadie al trabajo, nadie en la calle, todos a sus ca-
sas”, que el FRAP hace suya –o a la inversa– y que se difunde en la noche del 1 de abril.
1430
Entrevista a Gustavo Horwitz, Santiago, 2/3/94.
1431
Entrevista a José Cademartori, Santiago, 3/1/94.

536
Desde un punto de vista político práctico se agregaba además la precaria situa-
ción en que se encontraba el PC, como para encabezar un movimiento como el de
abril de 1957. El relato de José Cademartori, a partir de su vivencia del martes 2,
permite ilustrar esta situación:
Ahora en detalle mismo, no recuerdo bien qué actividad política estaba desarro-
llando yo ese día. Debo recordar, para empezar, que nosotros los comunistas en ese
momento estábamos en la ilegalidad todavía. […] No había por lo tanto local, un
lugar público donde nos reuniéramos... Había algunos puntos de referencia, claro,
oficinas, pequeños lugares semiclandestinos, pero no teníamos un cuartel general.
Entonces nuestra participación –o la mía en particular, por lo menos en ese mo-
mento– fue más de observador que otra cosa. Además nos pilló a todos bastante de
sorpresa…1432.
Un nuevo punto de vista nos permite reforzar esta impresión de ausencia de
conducción comunista oficial. Se trata del relato del estudiante demócrata cristia-
no Patricio Hevia, quien recuerda:
El Partido Comunista estaba con nosotros, como estudiantes, pero no se dio una
manipulación. Los que estábamos en el Centro de Alumnos no fuimos manejados
por el Partido Comunista como debe haber dicho El Mercurio. No. […] …en nin-
gún momento apareció una conducción de ellos, sino que la conducción fue nuestra,
como estudiantes. […] No fuimos sobrepasados por el Partido Comunista y no
fuimos tampoco objeto de manipulación de parte de ellos. Hubiera podido ser si el
presidente de la FECH hubiera sido comunista, pero no, el presidente de la FECH
era compañero nuestro, falangista…1433.
Por último, al interior mismo del Partido Comunista existía una ‘cultura políti-
ca’ que difícilmente iba a aceptar como políticamente correcto un movimiento como
el de abril de 1957. Así lo recuerda Luis Weinstein, cuando dice que existía la ten-
dencia a ver estos hechos como “un gran error, un exabrupto, que no llevaba a nada”.
Weinstein, ex militante ya en esa época pero aún vinculado al trabajo universitario
del PC, agrega:
La orientación que nosotros recibíamos en las células comunistas y nuestra visión
de las cosas era no solamente que no era una cosa razonable esperar que hubiesen
grandes movimientos participativos, gente en la calle, sino también que no era
deseable. Se hablaba mucho del movimiento organizado, dirigido por la clase obrera.
Y aquí, en este caso, hasta donde yo entendía, había sectores populares inorgáni-
cos. No estaban dirigidos ni por los sindicatos ni claramente por los partidos
políticos. Es decir, gente común y corriente que estaba participando. Es decir, iba
1432
Entrevista a José Cademartori, Santiago, 3/1/94.
1433
Entrevista a Patricio Hevia, Santiago, 19/1/93.

537
en un sentido distinto a la ortodoxia. […] Me imagino que también estaba rela-
cionado con el supuesto de que todo lo que no fuera encauzado por los partidos,
todo lo que fuera espontáneo era como caldo de cultivo para mayor represión,
para mayor retroceso en las conquistas populares y que en el fondo jugaba para el
lado equivocado. […] Al final, desde el punto de vista del desarrollo histórico no
favorecía a los intereses del cambio. Yo pienso que eso era una cosa con la que yo
me identificaba1434.
Sin embargo, esta manera de ver y entender las cosas, si bien podía ser mayori-
taria, no era necesariamente la única. Así lo sostiene el mismo Luis Weinstein:
Yo puedo intuir que había gente en los márgenes del Partido Comunista y alguna
gente adentro que diría: ‘¿cómo que el Partido Comunista no lucha, mientras el
pueblo está en el buen camino, está mostrando lo que hay que hacer’?1435.

Disidencia en la Juventud Comunista


Efectivamente había otros sectores dentro del Partido Comunista que no pensa-
ban de la misma manera que la conducción oficial. Y se ubicaban al interior de la
Juventud Comunista. De los dos miembros de la dirección del PC, de ese momento,
entrevistados, solo uno, Cademartori, deja entrever, sutilmente, la existencia de
una posible disidencia:
Creo que por conversaciones posteriores, tengo el vago recuerdo de dirigentes estu-
diantiles comunistas que pueden haberme contado su participación en la acción
como dirigentes, en la calle, desarrollando una cierta acción de lucha. Pero no
podría asegurar los detalles con certidumbre1436.
En general, entonces, en los contactos que tuvimos con dirigentes del Partido
Comunista en el marco de nuestra investigación, su actitud fue de cautela sobre el
tema1437. Comentado este hecho con el ex militante de las Juventudes Comunistas,
Alfonso Guerra, éste comentó:
Lo entiendo muy bien, porque uno de los principales actores políticos de los suce-
sos de abril fue el Partido Comunista, más que el Partido Socialista. Pero como
consecuencia […] al PC se le produce después de muchos años, por primera vez,

1434
Entrevista a Luis Weinstein, Santiago, 4/3/94.
1435
Id.
1436
Entrevista a José Cademartori, Santiago, 3/1/94.
1437
Un ejemplo: haciendo antesala para la entrevista con Volodia Teitelboim, el 30 de diciembre de 1993,
encontramos a Luis Corvalán, a quien demandamos la posibilidad de entrevistarlo. Su respuesta, casi
textual, fue: “Todo lo que hay que saber sobre el 2 de abril se encuentra en la documentación oficial
del partido y en su periódico. No tengo nada que agregar a ello”. Por supuesto, no hubo entrevista. El
mismo Teitelboim, en su relato, no hizo ninguna referencia al tema.

538
una gran escisión. Porque al mismo tiempo que se desencadenaban los hechos y
algunos comunistas estaban al frente, el Partido Comunista y otros sectores de las
Juventudes Comunistas trataban de paralizar ese fenómeno. Incluso se colocaron
enfrente de las multitudes. Te digo concretamente: cuando esta avalancha en los
Almacenes París y fueron rotas las vitrinas y su intento de asaltarlo, los cordones
que se colocaron delante, fueron los cordones de la juventudes comunistas para
impedir que estas turbas entraran. Pero resulta que en esas turbas iban muchas
fuerzas comunistas…1438.
Sin embargo, quien finalmente nos abriría la puerta de entrada a este episodio
de la vida interna del Partido Comunista, sería uno de sus principales protagonis-
tas: el en ese tiempo dirigente de la Dirección Estudiantil de la Juventud Comunista,
Federico García. Su testimonio sitúa el fenómeno que se produce en 1957 en las
Juventudes Comunistas de Chile dentro del marco de conflictos intergeneraciona-
les que ya hemos mencionado para el caso de otros partidos. Conflictos que tenían
como uno de sus problemas eje el de la radicalidad de las luchas:
En la Juventud Comunista comenzó a darse también un fenómeno parecido. La
Juventud Comunista estaba en ese período en un proceso de preparación de un
Congreso Regional en Santiago. Y allí se empezaban a dar fuertes discordancias
entre el aparato dirigente de la juventud […]. Bueno esas diferencias comienzan a
darse, sobre todo, con el sector que proviene de la Dirección de Estudiantes de la
Universidad de Chile. Ahí estábamos varios, varia gente. Me acuerdo de Enrique
París, estaba también Hugo Fazio, […]. También había un muchacho Wittaker
[…] que llegó a ser secretario de organización. Yo llegué a ser secretario de educa-
ción de la Dirección de Estudiantes [Comunistas, DEC]1439.
Federico García recuerda que había un cierto interés por el movimiento de ma-
sas que se venía dando: “Veíamos como interesante echar a andar esas masas”. Sin
embargo, estima que ese interés no tenía en un comienzo un “sentido de conspira-
ción”. Por el contrario, se trataba de ampliar el movimiento, se trataba de:
… buscar salidas, salidas desde las escuelas para protestar contra algo, cualquier
cosa. Para en ese proceso de protestas arrastrar a otra gente. Y empezamos así a
ver la posibilidad de reclutar gente de otro tipo a la que conocíamos antes. Los que

1438
Entrevista a Alfonso Guerra, Santiago, 21/1/94. Corresponde en este momento hacer una aclara-
ción: durante la entrevista con Alfonso Guerra, éste en ningún momento asumió explícitamente
su militancia comunista en 1957. En cambio, mantuvo una relativa ambigüedad, dando a enten-
der que en ese tiempo ya era militante socialista. Posteriormente, numerosos entrevistados hi-
cieron referencia a él como militante de las juventudes comunistas y, luego, vinculado a grupos
trotskistas, antes de ingresar definitivamente al Partido Socialista.
1439
Entrevista a Federico García, Santiago, 4/2/94.

539
estaban en el Partido eran burócratas, en la gran mayoría con salarios. Lo que
queríamos eran combatientes para un tiempo nuevo de cambio. Y ¿dónde podían
encontrarse?, pues en la lucha. Entonces salíamos a todas las peleas que había con
la policía de esa época, con vistas a reclutar combatientes1440.
Este proceso se dio en los últimos meses de 1956 y comienzos del 57 y muchas
veces estos sectores que se incorporaban “no eran tan inocentes” y provenían de
“otras salidas” del Partido Socialista o del Comunista. El grupo fue creciendo y
diversificándose socialmente:
Salíamos de la Escuela de Derecho, arrastrábamos a toda la gente, llegábamos ahí
al Parque Forestal y ya estábamos trenzados a peñascazos con la policía. […].
Bueno, más gente venía y ya llegó la gente joven de las poblaciones y comenzó a
ser entretenido venir al centro de Santiago, pues sabían que iba a haber lo que
llamaban ‘mocha’. […] Bueno, este entrenamiento va a ir ordenando el apareci-
miento de una cantidad de grupos de ‘combatientes’, que se llamaban. […] Era un
reclutamiento con vistas a atraerlos hacia la Juventud Comunista, en el caso nues-
tro. Los socialistas no sé qué andarían haciendo. Me acuerdo que andaba muy
activo en esa época un muchacho Horwitz1441.
A esos grupos se les intentó dar algo de formación política, a través de cursi-
llos, sin embargo –recuerda Federico García– “pronto la reflexión se fue de la
política a cómo fabricar elementos para poder combatir en algo que se veía
venir como más grande”. Y el imaginario de aquello “más grande” vino a ser
llenado por los sucesos de comienzos del mes de abril. Así, llegado el martes 2
de abril de 1957:
La orden que da el Partido Comunista de ‘alertas y en sus casas’, se desconoce. La
policía invade la imprenta Horizonte, se rompe todo el aparato de propaganda del
PC oficial. Los únicos sistemas de propaganda que quedan en pie son los que están
vinculados de alguna manera con los que tenía la Juventud Comunista. Pero los
dirigentes de la Juventud Comunista se esconden, de manera que en un momento
dado no queda como dirección en la calle más que la Dirección de Estudiantes. Yo
me veo en la obligación de cooptar [la dirección], por desaparecimiento de los
dirigentes. Bueno, yo tenía la dirección de educación pero tuve que cooptar la de
propaganda1442.
A juicio de García, la dirección del Partido Comunista en un comienzo dio espa-
cio para que “las cosas siguieran”, pero luego, cuando el tono de la protesta subió,

1440
Id.
1441
Id.
1442
Id.

540
“tiró para atrás” e insistió en el llamado a que la gente permaneciera en sus casas.
A nivel de base, los militantes estaban divididos:
Los militantes viejos del PC hacen acciones desesperadas en las poblaciones para
que la gente no avance hacia el centro de Santiago. Pero los dirigentes de la Juven-
tud Comunista hacen lo contrario. Es decir, […] en la Dirección de Estudiantes
unos están por seguir la línea del Partido, otros vacilan porque no saben para
dónde van las cosas, […] y otros, simplemente empujan para que el movimiento
de masas irrumpa1443.
Siguiendo siempre el relato de Federico García, él estima que el problema que
se generó fue “que legítimamente había crecido el combate de la gente y había que
dar alguna dirección a eso”. Y la dirección que se dio fue la de “tratar de empujar
hacia adelante, en busca de una situación de quiebre”. Esta conducción se vio refle-
jada en el tipo de propaganda:
La propaganda fue básicamente de mimeógrafo y eran llamados directos a las
masas que peleaban en la calle para continuar su combate. Se les llamó a desar-
mar policías y tratar de formar destacamentos. Por ahí iba la cosa. Incluso
encontraba uno papelitos pegados por todas partes. Pero, ¿qué ocurría? La capaci-
dad orgánica de estas fracciones era muy baja1444.
Estas dificultades orgánicas –más el desborde de las manifestaciones a juicio de
García– hizo que se fuera perdiendo el control de la situación y el centro de Santiago
quedara en manos de “una masa ya en que cada cual hace lo que quiere”:
De ahí que la sensación que embarga a esta dirigencia es de que se nos escapa la
cosa. Pero en la noche ya hay algunas reuniones y se resuelve continuar empujan-
do las cosas y ver manera de lograr obtener algún nivel de coordinación. Para
entonces, sin embargo, ya hay conflictos con la dirección comunista que está rete-
niendo [a la gente] de las poblaciones para que no se produzca ningún encuentro.
Entonces, al día siguiente continúa la cosa pero ya más debilitada y después ya al
tercer día las cosas estaban controladas1445.
Hasta ahí la participación de este sector de la Juventud Comunista en los hechos
de abril de 1957. Una participación que tendría consecuencias posteriores como
veremos en seguida. Pero antes, consignemos el testimonio del historiador Luis Vitale,
que en ese tiempo, siendo él parte de los grupos trotskistas, se hizo su propia visión
de los hechos y conoció a sus protagonistas:

1443
Entrevista a Federico García, Santiago, 4/2/94.
1444
Id.
1445
Id. Probablemente García se refiere a los días 2, 3 y 4 de abril.

541
Entonces, en ese momento en el PC se estaba dando un sector de izquierda muy
fuerte en la juventud, no solo estudiantil. ¿Qué había ocurrido? Que el Partido
Comunista a principios del 57 […] llama a luchar contra las alzas. […] Esto es
tomado por la juventud y […] este movimiento empieza a desarrollarse.
Ese movimiento es inspirado –y después ejecutado también– por Gonzalo Toro
Gardland […] Gonzalo era comunista, de la Juventud Comunista. […] El hombre
que junto con él inspira todo esto, desde el punto de vista ideológico, es Federico
García. […] El hombre que inspira la historia del 2 de abril es Federico García
Moraga. […]
Total que toda esta juventud, básicamente Juventud Comunista […] es la que
‘cranea’ todo esto, es la que lo diseña, la que lo proyecta. […] Entonces, esta Juven-
tud Comunista, más otros –ellos ya tenían otros círculos, ya habían desbordado el
PC– […] montan todo eso y efectivamente ellos dirigen sin ninguna duda eso1446.

El conflicto interno
Las consecuencias internas de esta conducción ‘paralela’ de parte de un grupo
de las Juventudes Comunistas, no tardarían en hacerse sentir dentro de ese partido.
El conflicto interno de orientaciones terminaría superándose a través de la salida
de buena parte de dicho grupo. Sin haber alcanzado mayor trascendencia pública,
igualmente se tuvo conocimiento en el ámbito de la izquierda. El socialista Clodomiro
Almeyda recuerda:
Entrando en el aspecto político, creo que algunos elementos radicalizados del Par-
tido Comunista, que terminaron por irse de él en esa época, tuvieron un papel
importante en ese momento dentro de los grupos de agitación política. Creo que
cumplieron un rol importante en ese asunto, algunos grupos de izquierda radica-
lizados que se habían formado. Algunos propiamente del Partido Comunista, de la
disidencia actual o potencial en esa época en el Partido Comunista…1447.
Lo mismo sucede con Gustavo Horwitz, quien guarda un vago recuerdo del hecho:
Después de ese tiempo, se produce una barrida interna en la Juventud Comunista
y a varios de los estudiantes comunistas los echan… […] no sé..., no estoy tan
interiorizado. Todos estaban en conflicto con los viejos1448.
Alfonso Guerra nuevamente nos entrega en su relato una visión aparentemente
externa del asunto, aunque según otros testimonios él habría sido parte del conflic-
to, llegando a ser también expulsado:
1446
Entrevista a Luis Vitale, Santiago, 26/1/94.
1447
Entrevista a Clodomiro Almeyda, Santiago, 3/2/94.
1448
Entrevista a Gustavo Horwitz, Santiago, 2/3/94.

542
Después de ese fenómeno, en noviembre del 57, se produce una gran emigración de
sectores de las Juventudes Comunistas hacia fuera, con altos dirigentes... […] Mu-
cha gente emigra. ¿Por qué? Porque ahí se produce una contradicción entre estos
sectores, que se habían encontrado en este proceso de desenvolvimiento de las fuer-
zas sociales, y su posición como partido.
El Partido Comunista […] asume la defensa de la institucionalidad y choca
con estos jóvenes comunistas, con esta masa comunista. Y hace que estos jóve-
nes entren en discrepancia muy fuerte con las posturas oficiales del partido y
viene una gran purga. Deben haber salido, en esa época, más de 200 jóvenes
comunistas. […] Mucha gente que tenía en su perspectiva este concepto de la
revolución, encontraron este fenómeno de masas como natural en el proceso
de lucha1449.
A juicio de Guerra, después del 2 de abril, la dirección del Partido Comunista
habría lanzado “la teoría de la provocación montada”, con el fin de desalentar el
movimiento y eso habría producido la reacción de los sectores que habían estado
alentando, desde hacía meses, la agitación.
Una vez más es el relato de Federico García el que proporciona –desde su
punto de vista– los mayores antecedentes. A su juicio, el conflicto era más pro-
fundo y anterior a los hechos de abril. Lo que estaba en discusión era el “que
pudiera haber todavía una perspectiva pacífica para solucionar las cosas”. Quie-
nes más discutían esta posibilidad eran sectores comunistas de “la primera
comuna de Santiago”, entre quienes comenzó a “madurar” algo así como un
“vago” descontento:
El asunto fue que se daban esas discordancias con respecto a la línea del Partido,
que en esa época tenía como ideólogo principal a Orlando Millas y donde también
jugaba un rol [Luis] Corvalán, que estaba en un período de ascenso. Aún no era
Secretario General. Las discusiones no se daban abiertamente hacia el interior del
Partido, las discusiones tomaban una forma de gente que se veía y que se decía:
‘las cosas van mal por donde van, qué podemos hacer’1450.
El impulso de un vasto movimiento de masas es visto por los grupos disidentes
como una posibilidad de forzar a una “renovación del partido”:
Lo que interesaba era más que nada ir estimulando este movimiento para gene-
rarle al partido un ambiente diferente para sus discusiones políticas. Íbamos hacia
congresos importantes y se abría la posibilidad de abrir una discusión sobre las
estrategias que podían conducir eventualmente a una revolución en Chile. La

1449
Entrevista a Alfonso Guerra, Santiago, 21/1/94.
1450
Entrevista a Federico García, Santiago, 4/2/94.

543
cosa era cómo crear un partido que sirviera para esa revolución y que obviamente
no lo veíamos posible con un partido profundamente burocratizado y demasiado
proclive a buscar las soluciones a través del puro proceso electoral1451.
Todo esto, recuerda García, se hacía a través de “avances muy parciales, muy
furtivos, muy lleno de sentido de culpa”. No era fácil ir al conflicto con un partido
de larga tradición y ello fue generando un fraccionamiento interno:
Entonces eso dio lugar a una serie de actividades que se siguieron por vía
clandestina y sin comunicaciones entre ellas. Digamos, los pro partido, los que
fueron denominados después antipartido y los vacilantes, cada uno tuvo su propia
fracción. […]
En esos días es cuando descubrimos nosotros que esta línea antifraccional del
Partido Comunista no era verdadera, porque existía una fracción burocrática,
que se reunía, tomaba decisiones y en cierto modo conspiraba contra el resto del
partido. Y por su parte, ellos venían a descubrir que el sector desobediente tam-
bién se comenzaba a fraccionar. Pero lo divertido del caso es que la fracción
burocrática actuaba con plena conciencia y los otros llenos de vacilaciones y sen-
tidos de culpas. ‘No podemos formar tendencias’, ‘no podemos formar fracciones’,
eran frases que se escuchaban. Bueno, de hecho se fueron formando. Al final la
constatación que realizan es: ‘estamos fraccionados’1452.
Según Federico García las expulsiones habrían comenzado inmediatamente des-
pués de los hechos de abril:
Después del 10 de abril se dio una purga general en el Partido Comunista.
Procedieron a expulsar a los miembros de la 1ª Comuna y a expulsar a los miembros
de la Dirección de Estudiantes que habían manifestado posiciones críticas. A mí
me expulsaron, porque no estaba al día en mis cuotas… […] Los otros fueron
expulsados por ladrones, enemigos, gente inmoral, etc. Siguieron las expulsiones
luego de un tiempo… […] Pero fueron limpiando así. En dos etapas terminaron de
limpiar las influencias reformistas, o como se las llame, que habían dentro del
Partido Comunista. […] Wittaker fue muy activo en ese tiempo y también fue
expulsado1453.
Sin embargo, si bien el conflicto fue superado a través de la salida del grupo
disidente, las consecuencias del hecho no terminarían allí. Trascenderían y ten-
drían repercusiones en la evolución de la izquierda chilena en los años siguientes.
Tal como recuerda Clodomiro Almeyda, había allí:

1451
Id.
1452
Id.
1453
Id.

544
Elementos que después llegaron a constituir la izquierda no oficial y que tenían
especial interés en vincularse a los sectores poblacionales, y que tenían allí algu-
nos núcleos. Incluso esa disidencia comunista comenzó llamándose “Movimiento
2 de abril”, si no me equivoco1454.

El caso Wittaker
Para el final hemos dejado el testimonio de María Eugenia Horwitz, quien
–como ya dijimos– era la novia de uno de los dirigentes de la Dirección Estudiantil
Comunista, Enrique París. Se trata de un relato sobre el proceso al que habría sido
sometido el estudiante de medicina Diego Wittaker, acusado de haber participado
en los hechos de abril, en contradicción con las orientaciones de la dirección del
Partido Comunista1455.
María Eugenia Horwitz –que luego fue militante de las Juventudes Comunis-
tas– retuvo este hecho, porque él se dio en el marco de un congreso de la Juventud
Comunista que se habría realizado, no recuerda bien si en octubre, noviembre o
diciembre de 1957:
En ese Congreso se discutió lo ocurrido el año 57, el 2 de abril. Y había habido una
investigación al interior de la Juventud Comunista, muy curiosa porque afectaba
a uno de los miembros de la DEC que era un estudiante de medicina de apellido
Wittaker, muy amigo de Enrique, era su amigo más directo […] por haber traba-
jado mucho tiempo juntos. Enrique venía de la Acción Católica y empezó a hacerse
comunista a finales del primer año de medicina. […] Yo calculo que en el momen-
to en que Enrique entró a la Juventud Comunista, la persona que lo reclutó –un
modelo para él– fue Wittaker que seguramente era el encargado político o uno de
los miembros del secretariado de la Juventud Comunista en Medicina. Y con el
cual mantuvo siempre una gran amistad1456.
Wittaker fue –según el relato de M. E. Horwitz– finalmente expulsado en dicho
congreso, acusado:
… de actividades ‘reinosistas’, que para los comunistas quería decir la utilización
de la vía armada. Lo cual en la etapa de coexistencia pacífica, de unidad amplia
de diferentes fuerzas políticas y sociales, indudablemente estaba reñido con la
línea política discutida a partir de fines de los años 40. El ‘asunto Reinoso’ se

1454
Entrevista a Clodomiro Almeyda, Santiago, 3/2/94.
1455
En marzo de 1993 tomamos contacto con el doctor Diego Wittaker, con el propósito de entrevistarlo
para nuestra investigación. Sin embargo, a pesar de habernos reunido en dos oportunidades y haber
conversado sobre los sucesos de abril, se negó terminantemente a entregar un testimonio público
sobre su participación en los hechos.
1456
Entrevista a María Eugenia Horwitz, Santiago, 3/2/94.

545
discute en el partido Comunista entre el año 49 y el 52; por lo tanto, si para el
resto no era claro de qué se estaba hablando cuando se hablaba del ‘reinosismo’
–el PC estaba entonces en la clandestinidad– para los comunistas sí estaba claro.
Y a los que no lo tenían claro, a los más jóvenes, se lo explicaban.
Por lo tanto a Wittaker se le acusaba de lo siguiente: de haber utilizado dinamita
para abrir unas panaderías. Yo estoy segura de que era una en Quinta Normal y
que la dinamita venía de San Antonio. Y de haber luego repartido el pan, por lo
menos en Quinta Normal. […] Además [Wittaker] habría encabezado manifesta-
ciones que fueron hacia el centro de Santiago el día 2 de abril mismo desde la
mañana temprano.
Como digo, Wittaker fue expulsado y el único que lo defendió en el Congreso fue
Enrique: sacó su voto y el del otro miembro de la DEC, diciendo que era inocente.
Pero Wittaker fue expulsado en el Congreso1457.
Según recuerda María Eugenia Horwitz el ‘caso Wittaker’ se discutió durante
años en el Partido Comunista, en la medida en que entre 1957 y 1966 y fruto de la
Revolución Cubana, el tema de las ‘vías’ volvía permanentemente. “Ya no se habla-
ba del ‘reinosismo’ sino que se hablaba del ‘caso Wittaker’”.
Por su parte, durante 1958 Enrique París –que hasta ese momento había creído
que la información entregada por la dirección contra Wittaker era falsa– se enteró,
por boca del propio Wittaker, que las acusaciones eran ciertas. Junto con marcar el
fin de la amistad, significó –según M. E. Horwitz– la comprobación de la existencia
de la fracción estudiantil:
… y que no era pequeña. Había algunos que estaban en la dirección de la
juventud y que habían formado parte de esta fracción que había hecho
Wittaker. Era una fracción real. Ahora, fracción en la cual no solo participa-
ban estudiantes universitarios, sino que tiene que haber participado también
un grupo importante –yo supongo por el barrio– de gente del Partido, no solo
de la Juventud. Por lo menos en San Antonio y en Quinta Normal, no sé si en
otros lugares1458.
Finalmente, María Eugenia Horwitz se recuerda que sobre estos hechos escuchó
hablar durante mucho tiempo:
Yo era un espectador más o menos objetivo y al cual no le interesaba demasiado
este cuento, a excepción de lo que afectara en lo personal a Enrique. Por lo tanto el
hablar delante de mí daba lo mismo, porque no tenía mucha importancia. Además,
en ese tiempo, yo entendía la mitad de lo que se estaba diciendo. Quién era Reinoso

1457
Id.
1458
Id.

546
y de qué se había tratado, lo vine a aprender mucho después… […] Por eso está
tan grabado. Porque era un conjunto de situaciones que yo las viví más bien como
situaciones humanas1459.

9. Elementos de síntesis y de interpretación


El tema de las identidades de quienes participaron en los sucesos de abril de
1957 ya lo hemos abordado bajo dos ópticas. Lo vimos, primero, a partir de los dis-
cursos elaborados durante el transcurso mismo de los hechos y, luego, a la luz de las
informaciones reunidas sobre las personas detenidas, heridas y muertas en tales
acontecimientos. Ambas lecturas fueron hechas en el Capítulo 6 de la Segunda Par-
te, ocasión en la cual fueron también confrontadas.
Tenemos ahora la posibilidad de realizar una nueva confrontación a partir de la
exposición que en este capítulo hemos hecho de las identidades que se desprenden
del recuerdo de los testigos y actores entrevistados.
• Un primer elemento que salta a la vista es que, así como en los discursos de
1957 tendían a predominar las identidades políticas, sobre todo después del 2
de abril, en este caso predominan claramente las identidades sociales, en toda
su diversidad. La visión y descripción de los sectores sociales comprometidos
(jóvenes, pueblo y marginales) refleja a nuestro juicio la sensibilidad de la me-
moria respecto al tema identitario. Sobre ese fondo se recortan las identidades
específicas que recuerdan los entrevistados.
• La segunda diferencia respecto a los discursos del 57, pero también al análisis
de nuestra base de datos, compromete la identidad de los estudiantes. Estos,
como actores sociales de los hechos de abril aparecen disminuidos respecto a la
impresión que se tenía en 1957 y al análisis ‘objetivo’ de las informaciones de
detenidos, heridos y muertos. Descontando, por cierto, los testimonios de los
entrevistados que eran estudiantes en la época que, naturalmente, relevan su
actuación. Esta baja del perfil de la identidad estudiantil creemos que se debe,
una vez más, al impacto del martes 2 de abril en la memoria colectiva y el consi-
guiente eclipse de los días previos, que fue precisamente cuando los estudiantes
se manifestaron más masivamente.
• En el caso de la identificación obrera, ella también aparece un tanto disminuida,
sobre todo respecto al análisis de la base de datos en la que, recordemos, aparecía
una gran mayoría de personas que se identificaban como ‘obreros’. Lo que sí es
interesante es que en los relatos de los entrevistados aparece señalada aquella
característica que se reveló como la más importante que podía desprenderse de

1459
Id.

547
la base de datos: la identidad de ‘obreros jóvenes’. Varios son los entrevistados
que señalan explícitamente este rasgo en quienes habrían participado de los
hechos de abril, cuestión que no aparecía en absoluto en los discursos de la
época.
Pero lo que sin duda constituye el principal aporte de la memoria, en relación a
las identidades sociales, es la insistencia en la presencia de una identidad poblacio-
nal o de pobladores. Este rasgo que aparecía insinuado en el discurso de los sectores
de izquierda y que en la información de la base de datos se podía desprender del
análisis de las comunas de origen de los detenidos, pero que no aparecía claramen-
te en tanto que tal (nadie se identificaba como ‘poblador’), lo encontramos
sólidamente instalado en la memoria de la mayoría de los testigos y actores entre-
vistados. Este hecho abre una amplia posibilidad de reflexiones.
• Primero, coloca el problema evidente de la categoría social en sí misma: la no-
ción o concepto de ‘poblador’ se encuentra en la actualidad mucho más
desarrollada e integrada al universo cultural, sociológico o político de los chile-
nos que promediando los años cincuenta. Por lo tanto, hay dos posibilidades: o
se está nombrando de otra manera a sectores que en 1957 se identificaban, por
ejemplo, como obreros, o bien la distancia permite ver y nombrar actores que en
ese momento no fueron identificados o que no dejaron huellas en lo que hoy
constituyen nuestras fuentes de la época.
• Segundo, se trata de una identificación social que extiende la visibilidad más
allá de las identidades ‘estructurales’ o funcionales, ligadas al mundo del traba-
jo o del estudio, iluminando fuera de los límites de la sociedad ‘conocida’. La
recurrencia del término ‘marginales’ o la imagen de sectores que se ‘descuel-
gan’ o que ‘bajan’ o que ‘llegan’ son indicativas de esta ampliación identitaria.
• Tercero, la identificación de pobladores abre la posibilidad de reconocer la par-
ticipación de ‘mujeres’, hecho absolutamente ausente en los discursos y en las
informaciones oficiales de detenidos y mínimamente presente en la de los heri-
dos. Junto a las mujeres aparece también otro tipo de ‘jóvenes’, que ya no son ni
estudiantes ni obreros al estilo tradicional. Aquellos jóvenes ‘pobres sin reme-
dio’ como los denominó uno de los entrevistados.
• Cuarto, la asociación de esta identidad de ‘pobladores’ a una realidad socio
espacial como eran las ‘poblaciones’, permite complejizar la visión de los grupos
populares de la época y los tipos de pobreza en que vivían. La ‘población’ aparece
como una realidad sociocultural distinta al barrio empobrecido, aledaño a la
zona central de Santiago. En abril de 1957 ambos sectores se habrían manifestado.
Si los pobladores estaban en el límite de la sociedad que trabajaba y estudiaba,
el lumpen y los delincuentes estaban a su vez en el límite de la de los pobladores.

548
Recordemos que la referencia a estos sectores socio-delictuales era abundante en
el caso de los discursos de 1957 –aunque no siempre utilizándose el término ‘lum-
pen’– y lo fue también en las entrevistas. No así en la información de la base de
datos, en que el lumpen no figura como identidad y los delincuentes habituales son
poco numerosos. Nuevamente las posibilidades de reflexión son amplias:
• Primero, en términos sociales la identidad ‘lumpen’ resulta difícil de diferen-
ciarla de la de ‘pobladores’ o ‘marginales’. O más bien: resulta necesario
preguntarse si la identidad lumpen no estará en cierto modo ‘doblando’ la iden-
tidad pobladores. Sobre todo cuando a ambos se los vincula con la emergencia,
el 2 de abril, en el centro de Santiago, de ‘nuevos’ sectores sociales venidos de
extramuro y que reemplazaron a los actores más organizados, como los estudian-
tes y los obreros.
• Segundo, pareciera que la comisión de actos de violencia, de robos, asaltos y
saqueos, ‘exigiera’ la existencia de una identidad ‘ad-hoc’. La izquierda dice que
no pueden haber sido los obreros ni sus militantes ya que eso no formaba parte
de sus tradiciones. La sociedad de la época, ni ellos mismos tampoco, hubiesen
aceptado que los estudiantes fuesen sindicados como los autores de tales exce-
sos. Entonces, ¿quiénes? El lumpen, ese actor intermedio entre el poblador y el
delincuente habitual.
• Tercero, las alusiones al lumpen asumen también una connotación política, des-
de el momento en que hay relatos que afirman que su referencia habría sido
parte de la estrategia –de un sector de la izquierda– de explicación de los he-
chos. Fruto en parte de la impotencia política frente al rumbo de radicalización
tomado por los acontecimientos y, en parte también, de una incapacidad ideoló-
gica para comprender los cambios en la estructura social y que impedía reconocer
la emergencia de los pobladores.
En cuanto a identidades ‘organizacionales’ –si pudiese ser así denominada la de
miembros de organizaciones sociales reconocidas– nos parece que existe una relati-
va correspondencia entre el papel que se les asignó en la época y el lugar que ocupan
en la memoria. Aunque sí hay una diferencia y que no es menor: la memoria refiere
mucho más a los antecedentes de la participación de estas organizaciones, cuestión
que en la época nos aparece menos presente. Esto es importante –tal como lo vimos
también en relación a las causas político sociales en el capítulo precedente– para
comprender el rol jugado tanto por la FECH, como por la CUT y, especialmente, al
parecer, por el Comando contra las Alzas.
Finalmente, en cuanto a las identidades ‘políticas’, la confrontación arroja a
nuestro juicio, dos constataciones. Una es que, en general, la participación de los
partidos políticos aparece mucho menos presente en la memoria de los entrevistados,

549
que en los discursos de la época. Esta memoria se corresponde así más con la
tendencia indicada por la base de datos, la que no registraba casi presencia de
dirigentes políticos ni sociales entre los detenidos, heridos y muertos en relación
directa con los hechos.
La segunda constatación es mucho más significativa, constituyéndose en el gran
aporte, a nuestro juicio, de la memoria al tema de las identidades políticas de quie-
nes participaron de los hechos de abril de 1957. Nos referimos, ciertamente, a la
participación de un sector de la Juventud Comunista en la gestación de un clima
previo y en los intentos de dar una conducción ‘revolucionaria’ al movimiento. Cues-
tión que ni los discursos –salvo quizás algunos documentos oficiales del Partido
Comunista, leídos entre líneas– ni la base de datos permitían seriamente suponer o
afirmar. Al respecto, las últimas reflexiones:
• Primero, estamos en presencia de un tipo de ‘realidad histórica’ que fácilmente
escapa a las fuentes tradicionales, como la documentación pública, salvo a tra-
vés de archivos personales o confidenciales. Se trata, en efecto de un conflicto
interno a un partido político, respecto al cual es posible suponer que hubo una
voluntad de que no trascendiese. Es por la vía de una fuente oral, ligada a uno
de los actores del conflicto, que se accede a la información sobre esa ‘realidad
histórica’ que permanecía no visible. Asumiendo el sesgo que este tipo de acce-
so puede representar.
• Segundo, si bien la información no cambia en lo fundamental la interpretación
de los hechos –ya que se trató de una acción relativamente marginal dentro del
conjunto de variables que influyeron en el curso de los mismos, sin contar que
fracasó en sus objetivos– sí da luces sobre las tensiones políticas existentes en
la época. Por una parte, respecto a tendencias que recorrían a las juventudes de
distintos partidos y, por otra, respecto al inicio de un debate que marcaría pro-
fundamente la realidad política de la izquierda –y de la sociedad– como fue el
debate sobre las ‘vías’ (pacífica o armada) para el cambio social.
• Tercero, muy ligado a lo anterior, la constatación de que los sucesos de abril
fueron el punto de partida de un proceso de reordenamiento orgánico y político
que llevaría a la emergencia de nuevas fuerzas políticas que en los años sesenta
se ubicarían en el extremo izquierdo del espectro político nacional. Al mismo
tiempo, un proceso similar se produciría en el extremo derecho con el surgi-
miento del ‘gremialismo’, que también habría encontrado una de sus vertientes
en los hechos de abril. Tenemos así, que un mismo fenómeno político social,
como lo fueron esos sucesos de 1957, serviría de impulso a dos corrientes tan
opuestas como la ‘izquierda revolucionaria’ y la ‘derecha gremialista’.

550
CONCLUSIONES
TERCERA PARTE

1. Memoria ‘del 2 de abril’ de 1957


Desde el punto de vista del recuerdo de los hechos, la memoria de los sucesos de
abril es, ante todo, la memoria del 2 de abril de 1957. Tal es una de las primeras
constataciones que puede hacerse a partir del análisis de los relatos de nuestros
entrevistados.
La memoria ha retenido el 2 de abril a través de los años, como si la historia de
más de diez días de acontecimientos se hubiese concentrado en ese solo día martes.
La visibilidad hacia los días anteriores y posteriores es baja. Salvo que se trate de
un actor o un testigo que haya estado directamente comprometido en todo el proce-
so. Aunque incluso los estudiantes, que fueron quienes mayor participación tuvieron
en los días previos, tampoco distinguen bien la particularidad de los hechos que
precedieron al martes 2 de abril. Fecha que, además, se vuelve punto de referencia
obligado al momento de situar otros acontecimientos: ‘dos días antes’, ‘el fin de
semana previo’, ‘pocos días después’…
La memoria del 2 de abril se muestra rica en recuerdos sobre hechos, circuns-
tancias, anécdotas, detalles, que en su mayoría se corresponden con aquello que
han preservado las fuentes escritas de la época. En ocasiones matizando o comple-
tando lo sucedido aquel día. Las veces en que esta memoria se aventuró más allá
del 2 de abril, fue para extraer del recuerdo episodios desconocidos a través de las
fuentes de la época.
Concretamente, es notable el aporte de la memoria a la recreación del ‘clima’
social, político, ambiental, que se vivió a lo largo de ese día martes 2 de abril. En
particular, la memoria hace más consistentes ciertas constataciones realizadas en
la Segunda Parte, al analizar la ‘lógica interna de los hechos’: por ejemplo, el tema
de la sucesión de actores; el tema de la violencia; el tema del desborde social.

551
2. Al rescate de la dimensión subjetiva de los hechos
Solo poco más de un tercio de los entrevistados recordaba que el origen de los
sucesos de abril había sido un alza en las tarifas de la locomoción colectiva. Predo-
mina en el recuerdo, como ya hemos dicho, ‘el 2 de abril’, como una realidad en sí
misma. Es así como en los relatos, al momento de referirse a las causas inmediatas,
lo que aparece con una fuerza incontestable es la muerte de Alicia Ramírez, ocurri-
da en la noche del lunes 1 de abril.
El ‘equilibrio’ de la reconstrucción histórica que es posible a partir de las fuen-
tes escritas de la época, pareciera así estallar en pedazos frente a la ‘arbitrariedad’
de la memoria. Con el mismo impulso con que quienes acompañaban a Alicia Ramí-
rez, esa noche de abril en Santiago, deben haberse precipitado sobre su cuerpo para
atenderla, los recuerdos se precipitan sobre el hecho de su muerte. En ambos casos
dejando de lado la racionalidad y abriendo curso al lado más ‘subjetivo’ de la vida.
Lo que en una lógica de reconstrucción ‘racional’ de los hechos aparece como ‘fac-
tor detonante’, la memoria tiende a presentarlo como ‘hecho fundante’. No tiene
mucho sentido juzgar la validez de una u otra de estas dos aproximaciones, pero sí
es posible destacar que, en relación a los hechos de abril de 1957, la memoria exis-
tente rescata con fuerza la dimensión ‘subjetiva’ de los hechos. Una dimensión poco
presente en las fuentes tradicionales.
Esta tendencia se observa también en relación a otros temas como, por ejemplo,
los hechos que habrían ocurrido en el cerro Santa Lucía, el saldo final en víctimas
fatales, el espíritu que animaba a los estudiantes la mañana del martes 2 de abril o
la eventual puesta en libertad de delincuentes tras el retiro de los carabineros.
Todos hechos a través de los cuales la memoria o el recuerdo abre paso a lo que
hemos denominado ‘la dimensión subjetiva de los hechos’. Fuente fundamental para
la construcción de sentidos.

3. El 2 de abril de 1957 como movimiento social


Llama la atención que a pesar de las más de tres décadas pasadas desde abril de
1957 al momento de las entrevistas, la memoria sobre lo sucedido siguiera reprodu-
ciendo la división entre si considerarlos como provocados o como esencialmente
espontáneos. Los motivos y razones por los cuales se seguía creyendo una u otra
interpretación, sin embargo, son distintos a los de la época.
Pues bien, interesa retener uno de esos cambios: aquel que indica –a la luz de la
memoria– que los hechos de abril, provocados o no, fueron principalmente un movi-
miento social. En el sentido que fue expuesto en la Introducción General, es decir,
un movimiento social considerado ya sea como ‘expresión de malestar social’, como

552
‘manifestación de tensiones subyacentes’ o como ‘formas de acción política no insti-
tucionalizada’.
En efecto, la mayoría de los relatos en los cuales encontramos una atribución de
sentido explícita de los hechos, considera y enfatiza la dimensión social de los mis-
mos. Así, la percepción inicial de los hechos como movimiento social, viene a ser
reforzada por las fuentes orales y sobre todo, creemos, por el paso del tiempo. No es
que las fuentes escritas de la época no permitiesen reconocer en los hechos de abril
su carácter de movimiento social, pero, sobre todo a nivel de representaciones
–recordemos los discursos elaborados en 1957– había una fuerte tendencia a verlos
como algo cercano a un complot o maniobra política.
Este mismo carácter social de los hechos de abril se ve reforzado también desde
el punto de vista de lo que en los relatos aparecen como sus causas o explicaciones.
Causas entre las cuales cobran mayor importancia los factores que hemos llamado
político-sociales, por ejemplo, tales como las movilizaciones sociales que se venían
produciendo desde fines de 1956.

4. Predominio de las identidades sociales


En coherencia con el punto anterior, la memoria de los testigos y actores entre-
vistados subraya las identidades sociales de los protagonistas de los sucesos de abril
de 1957. Esto cobra especial importancia cuando estas identidades se refieren a
grupos emergentes o marginales en la sociedad de 1957 y que, en tanto tales, nor-
malmente sus huellas no eran registradas por las fuentes escritas de la época.
Estamos pensando principalmente en el caso de los pobladores. Un caso para-
digmático ya que de acuerdo estricto a las fuentes consultadas para la primera y
segunda parte, su presencia en los hechos de abril aparece muy débil; y cuando
aparece es a través de una identidad fuertemente distorsionada. Recordemos, a
modo de ejemplo, las denominaciones utilizadas en los discursos de la derecha para
referirse a los estratos sociales bajos de la sociedad o a quienes aparecían como
responsables de la violencia y de los saqueos.
Al respecto, la memoria de los entrevistados muestra una gran riqueza en des-
cripciones y reflexiones a propósito de estos actores y sus condiciones de vida
socioeconómica y cultural. Esto aparece no solo en cuanto al tema específico de la
identidad, sino también en la relación de hechos y en su consideración como parte
de las causas del conflicto.
Algo parecido sucede respecto a los así denominados ‘lumpen’ y delincuentes.
En el caso de ‘obreros’ y ‘estudiantes’ el aporte aparece menor ya que se trata de
identidades mucho más cubiertas por las fuentes escritas de la época.

553
En todo caso, estas constataciones remiten a una de las preocupaciones de fon-
do de esta investigación, cual es la de develar el poder que la historiografía tiene
para atribuir identidades a sectores que no poseen los recursos o capacidades para
hacer visibles, por sí mismos, sus rasgos identitarios.

5. Descubrimiento de nuevas identidades políticas


Paradojalmente, la misma memoria que perfila la identidad social de los prota-
gonistas de los sucesos de abril de 1957 –y que en consecuencia contesta la supuesta
preeminencia de los partidos– termina revelando uno de los antecedentes políticos
más interesantes de la investigación.
Esta paradoja es posible porque, en realidad, lo que emerge de la memoria no es
una atribución de responsabilidad a alguno o a varios de los actores políticos de la
época, sino que devela un proceso de gestación de nuevas identidades políticas. En
efecto, nuestra impresión es que, más allá del impacto concreto de la acción del
grupo disidente de las Juventudes Comunistas –que en los días críticos no fue tan
relevante– lo interesante es el proceso que se estaba produciendo en un segmento
de las juventudes políticas de la época.
El análisis es posible llevarlo más lejos aún. La memoria del 2 de abril de 1957
nos autoriza a pensar que la acción de esos jóvenes, más que una intervención de lo
político en lo social, revela una intervención de lo social en lo político. Es decir,
¿por qué no pensar que fueron los movimientos sociales de abril de 1957 los que
precipitaron el conflicto de un segmento de las juventudes políticas con las dirigen-
cias oficiales de sus partidos? Y no al revés como podría imaginarse.
El proceso que interesa, entonces, es el que se inicia en abril de 1957 y que
conduciría a la formalización de nuevas identidades políticas en los años siguientes
y que se expresarían en movimientos de izquierda más radicales. Sin olvidar tampo-
co el testimonio que nos relata las repercusiones que los hechos de abril tuvieron
en medios estudiantiles de derecha y que habrían estado a la base del surgimiento
de las primeras expresiones del ‘gremialismo’ en la Universidad de Chile, con ante-
rioridad a que éste surgiera en la Universidad Católica, considerada tradicionalmente
como su cuna.

554
CONCLUSIONES GENERALES

Por el modo en que se ha expuesto el tratamiento de la información histórica y


los elementos de análisis que de ella de desprenden, lo esencial de las conclusiones
sobre el tema de este libro ya está presentado. Se encuentra tanto en los puntos
finales de cada capítulo, como en las conclusiones de las tres partes en que este
texto se ha dividido.
A modo de conclusiones generales, por lo tanto, solo intentaremos recuperar
una visión de conjunto sobre nuestro objeto de investigación, poniendo énfasis en
lo que fueron las interrogantes historiográficas que motivaron el estudio de los
sucesos del 2 de abril de 1957.

1. Información sobre los hechos


Uno de los principales desafíos historiográficos que se desprendía tanto de la
producción existente como de una cierta ‘demanda social’ vehiculizada a través de
la memoria colectiva, era la profundización en el conocimiento de los hechos ocurri-
dos en abril de 1957. Al respecto, creemos que los resultados de la investigación
realizada aportan información histórica en torno a los siguientes aspectos:
• El conflicto, en su fase más álgida, es posible circunscribirlo a los días que van
entre el 26 de marzo de 1957, momento en que el gobierno dicta la resolución
que establece el aumento en las tarifas del transporte urbano y suburbano, y el
lunes 9 de abril, en que la normalidad está ya restablecida en la ciudad de San-
tiago. En este período lo que se observó fueron masivas reacciones de protesta
social, que involucraron a actores muy diversos de la población. Bajo la forma de
una irrupción o estallido social, en general espontáneo, amplios sectores mani-
festaron su rechazo a la medida. A esta expresión de malestar social la hemos
denominado como ‘movimientos sociales de abril de 1957’.
• El conflicto involucró las tres principales ciudades del país –Santiago, Valparaíso
y Concepción– adquiriendo en ellas características diferentes. Estas diferencias
se observaron en la forma en que se expresó el rechazo, en la manera en que

555
reaccionó la autoridad pública y en los grados de participación de la población.
Esto hizo que su gravedad y duración fuese diferente en cada caso, sin observarse
elementos que permitan suponer una concertación previa.
• En la ciudad de Santiago fue donde los hechos adquirieron su mayor trascenden-
cia, pudiendo distinguirse tres fases en el desarrollo del conflicto: una, que va
desde el 28 de marzo al 1 de abril, caracterizada por el protagonismo de los estu-
diantes y de sectores jóvenes populares; dos, la jornada del martes 2 de abril, en
la que el movimiento anterior es sobrepasado imponiéndose un enfrentamiento
violento con numerosos heridos y muertos y derivando en la destrucción de bie-
nes públicos y privados; y tres, los días posteriores al 2 de abril en que predomina
el dispositivo de seguridad y represivo impuesto por el gobierno y que culmina el
domingo 7 de abril, con los incidentes que producen una última víctima fatal.
• La muerte de la estudiante Alicia Ramírez, ocurrida el lunes 1 de abril, marca
un hito fundamental en la evolución de la protesta. Señala el momento en que el
motivo inicial de oponerse a una medida económica concreta, es sobrepasado
por la manifestación de un descontento general y un rechazo a la actitud repre-
siva asumida por la policía.
• La violencia que va aumentando paulatinamente desde el inicio del conflicto
hasta alcanzar en Santiago sus máximos grados el 2 y 3 de abril, aparece como el
producto de una fuerte represión policial que no logra controlar los crecientes
niveles de movilización. Desatada la violencia, la policía es sobrepasada por los
manifestantes que, ya sin control, son encabezados por los grupos más violentos.
• El retiro de las fuerzas policiales del centro de Santiago en la tarde del martes 2
de abril aparece como un hecho comprobado, que responde a una decisión de la
autoridad militar de la ciudad, con consulta a la autoridad política. Del mismo
modo, se comprueba que las fuerzas militares que reemplazaron a la policía no
tomaron efectiva posesión de la ciudad sino horas más tarde. Si bien el motivo
argüido en la época fue la falta de efectivos y medios para hacerlo, el hecho de
que la autoridad contara con esta información al momento de tomar la decisión
permite sostener que fue una decisión política consciente.
• La violencia expresada por los manifestantes en el centro de Santiago tuvo como
objetivos más visibles y principales los bienes públicos, los locales comerciales
y algunos símbolos del poder político. En ocasiones esta violencia y las manifes-
taciones de protesta se trasladaron también a barrios aledaños al centro de la
ciudad, especialmente en sus zonas norte y sur.
• De parte de los sectores estudiantiles se observan acciones tendientes a conducir
o dirigir el movimiento, sobre todo cuando éste comienza a salirse de sus cauces
iniciales. No se observan, en cambio, acciones de parte de partidos políticos que

556
no sean aquellas encaminadas a buscar una solución negociada con el gobierno.
Hubo sí acciones menores de grupos políticos juveniles que se separaron de las
orientaciones dadas por sus partidos.
• En el seno del gobierno se constata la existencia de sectores que pugnan por
orientar la conducción política oficial en distintas direcciones: unos, orientados
hacia la negociación política, otros hacia los golpes de autoridad y la represión.
Estas diferencias no llegan, sin embargo, a la ruptura sino una vez que el con-
flicto está superado. Durante la crisis se mantiene, entonces, una conducción
política gubernamental única, aunque por momentos contradictoria.
• En términos de logros, la protesta social consiguió que la resolución de alzar las
tarifas del transporte público fuese suspendida. Sin embargo, en el plano del
cuestionamiento más amplio que ella hizo de la situación general del país, no
mostró resultados concretos, sin producirse cambios a nivel institucional.
• El día 2 de abril de 1957 permanece en la memoria como símbolo y síntesis de
los acontecimientos ocurridos en Santiago en esa época. La visión de los hechos
acaecidos se mantiene en general fiel a lo que podemos suponer que efectiva-
mente sucedió. Sin embargo, se observa en la memoria un énfasis en aquellos
acontecimientos con mayor carga simbólica, afectiva o humana, lo cual cierta-
mente es un aporte. Los hechos ocurridos los días previos y posteriores al 2 de
abril, tienden a diluirse como recuerdos.

2. Elementos de interpretación de los hechos


El segundo ámbito en el cual la historiografía sobre los sucesos de abril de 1957
se mostraba deficitaria era el de la interpretación de los hechos. Más allá de la
natural diferencia de interpretaciones sobre un mismo suceso, en este caso lo que
aparecía era una gran distancia entre las distintas explicaciones a lo sucedido y, en
general, la mayoría de ellas carentes de sustento historiográfico. Al respecto, la
investigación aporta en los siguientes aspectos:
• Ubicar los sucesos de abril de 1957 en su contexto inmediato, permite proponer
la noción de ‘crisis de abril’ como una manera de significar una realidad econó-
mica, política y social más compleja, de la cual ellos formaron parte. Los dos
meses que rodean los hechos, se inician en un contexto marcado por las eleccio-
nes parlamentarias de marzo, el que luego da paso a un profundo debate
económico que incluye el tema de ‘las alzas’, tema que va a operar, finalmente,
como detonante de la irrupción social. Pasada la emergencia social, la atención
nacional volvió a centrarse en el campo político. Estos distintos planos, sin em-
bargo, se van superponiendo sin sacarse las consecuencias de cada uno y sin
relacionárselos entre sí.

557
• Parte importante del clima en el que se suceden los hechos estudiados, está
marcado por lo que hemos identificado como pragmatismo político, inseguridad
económica y desencanto social. Estas tres ‘actitudes’, presentes en marzo de
1957, parecen haber orientado y otorgado sentido a la protesta social.
• En relación a las causas más profundas que habrían conducido a la emergencia
de la protesta social de abril de 1957, se identifican los siguientes elementos:
– Políticamente, el desgaste del gobierno de Carlos Ibáñez a esas alturas era
incontestable y los distintos sectores políticos veían que las posibilidades de
cambio no dependían ya de ese gobierno, sino que se resolverían al año si-
guiente en las elecciones presidenciales de 1958.
– Desde el punto de vista económico, la implementación de un plan de rectifi-
caciones con el fin de detener la inflación había significado a esas alturas
costos muy altos para los sectores populares, había dividido al empresariado
y sus resultados no eran del todo evidentes.
– Socialmente, la heterogénea mayoría de chilenos que había hecho triunfar a
Ibáñez en 1952 con la esperanza de que vendrían ‘tiempos mejores’ se encon-
traba dispersa y defraudada, con distancia hacia los partidos políticos y
golpeada en sus niveles de vida.
• La identificación de estas causas más profundas, políticas y socio-económicas,
puede ayudar a comprender también la ocurrencia de al menos tres fenómenos
que marcaron el curso de los acontecimientos:
– El que un movimiento que comenzó por un motivo muy preciso como el alza
de tarifas derivara en una protesta generalizada.
– La llegada a un punto de ‘quiebre de la convivencia social’ y que significó
que la protesta se saliera definitivamente de los cauces tradicionales.
– La existencia al interior del gobierno de tendencias encontradas y que, fi-
nalmente, también enfrentaban los hechos en función de sus proyectos
políticos futuros.
• La existencia de causas como las señaladas, permitiría también comprender me-
jor la reacción del ‘sistema político’ (Gobierno, Parlamento, partidos políticos).
Una reacción que aparece como ‘sobredimensionada’ respecto a los hechos, al
atribuírseles a éstos proyecciones y propósitos que no estaban necesariamente
presentes en sus protagonistas. Concretamente, se temió por la estabilidad del
sistema democrático. Otro elemento explicativo a esta reacción de parte de los
actores políticos, es la dinámica que se produjo entre ‘la realidad y la represen-
tación de la realidad’. Dinámica en la que la segunda iba más lejos que la primera.
• Menos claro es el papel que pudieron haber jugado las movilizaciones estudian-
tiles que venían produciéndose desde fines de 1956. Según algunos actores, tal

558
activación habría sido determinante en la emergencia de las protestas posterio-
res. Sin estar ciertos de ello, lo que sí es seguro es que jugaron un papel.
• Al momento de interpretar y explicar lo sucedido en abril de 1957, hay que
considerar también la existencia de causas ‘inmediatas’. Entre ellas, aparte del
alza misma, está el papel ‘precipitante’ que en Santiago jugó la muerte de Alicia
Ramírez. Así como el efecto ‘agravante’ que produjo el retiro de la fuerza poli-
cial del centro de Santiago y la tardanza de las fuerzas militares en tomar el
control del centro de la ciudad.
• La explicación a las diferencias observadas en el desarrollo de los acontecimien-
tos en las tres ciudades comprometidas, puede encontrarse, por una parte, en el
diferente impacto que el alza tuvo en las tarifas locales y, por otra, en las distin-
tas actitudes adoptadas por la autoridad en cada lugar.
• A pesar de que los hechos aparecen con un marcado carácter social y espontá-
neo, son vistos también –tanto en la época como a partir de la memoria– como
acontecimientos de inspiración política. Esto se traduce en dos visiones: como
algo ‘provocado’ o como algo ‘no provocado’. El análisis de la información histó-
rica disponible, sin embargo, tiende a confirmar la naturaleza espontánea de
estos hechos. Sin desconocerse la voluntad de intervenir de ciertos sectores po-
líticos, como lo fue el caso de sectores de las juventudes políticas, pero que lo
hicieron tardía y marginalmente. Y sin que por ello tampoco se desconozca que
constituyeron una manifestación política no institucional.
• En el sentido que acabamos de exponer, los sucesos de abril de 1957 aparecen
más como una ‘revelación’ que como una ‘revolución’. Revelación de las contra-
dicciones y tensiones profundas que cruzaban la sociedad chilena, como veremos
más adelante a propósito de la significación histórica de estos acontecimientos.

3. Identidad de los actores


El tercer ámbito en el cual era, a nuestro juicio, necesario profundizar el conoci-
miento historiográfico, es el de las identidades de quienes habrían participado en
los hechos de abril de 1957. En este terreno, nos parece que el estudio presentado
aporta los siguientes elementos:
• Una de las identidades más nítidas que aparece es la de los estudiantes, princi-
palmente universitarios y, en menor medida, secundarios. Su presencia es
importante en los primeros días del conflicto en Valparaíso y Santiago y durante
toda la duración del mismo en Concepción. Sin embargo, ya a partir del sábado
30 se observa la presencia de nuevos sectores sociales. Finalmente, en Santiago,
los estudiantes serán desplazados por estos nuevos sectores, lo cual hace que el
movimiento se diversifique socialmente.

559
• Los nuevos sectores que se suman a las manifestaciones estudiantiles son tam-
bién jóvenes, pero de origen popular y que mayoritariamente se identifican
–cuando tienen oportunidad de hacerlo– como ‘obreros’. Esta característica juve-
nil no se corresponde con la identidad de ‘obreros’ que predominaba en la época y
que se refiere esencialmente a trabajadores adultos. A partir de las estadísticas
de detenidos, estos ‘obreros jóvenes’ sobrepasan largamente a los estudiantes.
• Otro sector que emerge como actor importante en los movimientos de abril del
57 –sobre todo en la tarde del martes 2 de abril– son los habitantes pobres o
marginales de la ciudad que comienzan a ser identificados como ‘pobladores’.
Se trata, sin embargo, de una identidad apenas insinuada en las fuentes de la
época y que solo termina de confirmarse a partir de la memoria de testigos y
actores de los hechos. Esta constatación es importante, porque estos sectores
son los que más distorsionada vieron su identidad en el transcurso de los he-
chos, recibiendo, sobre todo de parte de los sectores conservadores de la sociedad,
denominaciones muy peyorativas.
• El así llamado ‘lumpen’, constituye un actor de fisonomía e identidad difusas.
Se utiliza el término para referirse a los grupos que habrían sido responsables
de los robos, asaltos y saqueos, situándose socialmente entre el delincuente ha-
bitual y el poblador. Tales actos se cometieron, pero no es claro quiénes fueron
sus responsables. Este ‘lumpen’ puede haber sido parte de los mismos poblado-
res transformados en delincuentes ocasionales.
• Curiosamente, las identidades de las personas que fallecieron durante los inci-
dentes aparecen divididas entre trabajadores u obreros jóvenes y ‘gente común
y corriente’ o ‘gente de la calle’, escapando a las identidades que hemos visto
como más recurrentes. Este hecho nos remite a considerar que parte de los par-
ticipantes –pasivos o activos– de los hechos de abril, fue también el público que
habitualmente transitaba por las calles del centro de Santiago.
• Se puede sostener entonces que las identidades de los actores que participan en
los hechos de abril son mayoritariamente sociales. Del mismo modo, se puede
constatar que hubo lo que hemos llamado un ‘relevo de actores’. Es decir, una
dinámica no concertada de sustitución o reemplazo entre los actores que –a
medida que transcurrían los días– tomaron parte en los hechos.
• Otra expresión de las identidades sociales, son las identidades ‘organizaciona-
les’, en referencia a las principales organizaciones sociales que participaron de
los hechos. La más clara es la Federación de Estudiantes de Chile, FECH, junto
a varias organizaciones estudiantiles de nivel intermedio y de base. Desde la
memoria, se rescata también la presencia del Comando contra las Alzas, como
una organización relevante. Por último, participan también algunos sindicatos y
la Central Única de Trabajadores, CUT, aunque en menor medida.

560
• En cuanto a la participación de los actores políticos tradicionales –los partidos–
se constata que ella fue marginal. Así mismo, se comprobó que la presencia de
dirigentes políticos y gremiales fue escasa. Se observa, en cambio, la emergen-
cia de nuevas identidades políticas, expresadas en grupos de jóvenes disidentes
al interior de algunos partidos –principalmente el Partido Comunista–. Estos
grupos actuaron políticamente intentando dar conducción en una perspectiva
‘revolucionaria’, sin conseguirlo.
• En otro plano –más conceptual en torno al tema de la identidad– parece inte-
resante retener la relación que en el caso de los sucesos de abril de 1957 se
establece entre la identidad histórica de los ‘pobladores’ y la poca extensión
que en esa época tenía el ‘concepto’ de pobladores. La realidad existía larga-
mente, pero el concepto todavía no se había generalizado. Ello hace que desde
el presente sea más evidente identificar a aquellos sectores como ‘pobladores’.

4. Significación histórica de los hechos


En cuarto lugar, estaba la preocupación por indagar en las implicancias o conse-
cuencias de los hechos de abril y de su recuerdo. No tanto en el plano de sus efectos
inmediatos, sino en el plano de sus significaciones y sentidos. Significados que fue-
ron vistos de una manera en el momento de ocurrir los hechos y de otra, a través de
la memoria.
• En la época, casi todos los sectores reconocieron que la sociedad chilena atrave-
saba por una crisis profunda. Crisis que se expresaba en lo que hemos denominado
su ‘desconexión interna’; es decir, la distancia profunda que parecía existir en-
tre la sociedad política y la sociedad civil. Reconocida, por ejemplo, en la
afirmación de que todos los sectores políticos fueron sorprendidos por los he-
chos y que todos tenían su cuota de responsabilidad en lo sucedido.
• Otra significación histórica de los hechos de abril de 1957 es que permiten reco-
nocer cambios sociales importantes que estaban ocurriendo en la sociedad
chilena de la época. Uno de ellos es la extensión de una realidad de marginali-
dad social caracterizada principalmente por la pobreza. En el marco de esa
marginalidad se observa una nueva espacialidad, las poblaciones, y la presencia
de un nuevo actor social, los pobladores. Una realidad nueva que no es bien
asumida por el conjunto de la sociedad y que despierta en sus sectores más
tradicionales un sentimiento que oscila entre el temor y el desprecio hacia este
nuevo rostro, emergente, de lo popular.
• Los hechos estudiados permiten reconocer también el estado de los ‘movimientos
sociales’ de la época –esta vez entendidos como actores colectivos con perma-
nencia en el tiempo–. Particularmente del movimiento obrero y del movimiento

561
estudiantil. El primero, que ha conocido a partir de 1952 una recuperación notable
con la creación de la CUT, pero que a partir de 1956 enfrenta problemas tanto
internos como de hostilidad gubernamental. El segundo, que encuentra su
principal exponente orgánico en la FECH, muestra la vitalidad e interés por los
asuntos nacionales que eran característicos a su historia desde los años veinte.
Hay que señalar, por último, en el plano de los movimientos sociales de la época,
la emergencia del ‘movimiento poblacional’, que llegará a ser uno de los actores
sociales más importantes de los años sesenta y setenta.
• Los acontecimientos estudiados evidencian los cambios que están ocurriendo
en la sociedad de la época a nivel de las ‘representaciones políticas’. En efecto,
además del distanciamiento de los partidos políticos respecto a la sociedad civil
–o tal vez como resultado de ese hecho– se observan readecuaciones que van a
ser importantes a futuro. La derecha más conservadora muestra una tendencia
declinante, al menos en el plano electoral; el agrariolaborismo –principal pro-
ducto político del ibañismo– está en franca descomposición; en el centro político,
el Partido Radical muestra ya la existencia en su seno de dos corrientes y la
Falange Nacional aumenta su caudal político transformándose en Democracia
Cristiana. En tanto, la izquierda logra reunificar sus dos vertientes socialistas
en torno a un discurso más radical de cambio social, mientras el Partido Comu-
nista postula un cambio moderado que le va a significar conflictos con sus aliados
socialistas y tensiones internas con un sector de su juventud.
• Siempre en el plano político, y teniendo en cuenta el cuadro recién descrito, los
hechos de abril de 1957 van a significar también el punto de partida para dos movi-
mientos de ‘renovación’ del cuadro político chileno: de una parte, la emergencia de
una izquierda revolucionaria con raigambre social y, de otra, la emergencia en la
derecha de una tendencia ‘gremialista’ con fuerte expresión universitaria. Ambas
pueden ser vistas, tomando en cuenta sus diferencias, como una crítica a las formas
políticas tradicionales y se van a constituir, en los años siguientes, en ‘novedades
históricas’ que van a transformar el cuadro de representaciones políticas.
• Respecto a implicancias inmediatamente posteriores de los hechos estudiados,
hay que destacar que en la época ellas se remiten especialmente al impacto que
estos acontecimientos podían tener en las elecciones presidenciales de 1958.
• En la memoria de los entrevistados, las referencias a consecuencias posteriores
son naturalmente mayores, por el tiempo transcurrido entre los hechos y el
momento de las entrevistas 1460. En todo caso se trata, en general, más de
establecimiento de relaciones que de líneas de causalidad directas. Al respecto

1460
Estas referencias no fueron tratadas explícitamente en la exposición que hemos hecho de nues-
tro trabajo, pero forman parte del análisis realizado a partir de las fuentes orales.

562
solo vamos a consignar los hechos o procesos con los cuales, desde la memoria,
fueron relacionados los sucesos de abril:
• Fin del gobierno de Ibáñez y elecciones presidenciales de 1958. Estas elec-
ciones, que significaron el triunfo de Jorge Alessandri y la derrota de Eduardo
Frei y Salvador Allende, habrían relanzado, sin embargo, las candidaturas de
Frei y Allende para las siguientes elecciones presidenciales y que ganarían
respectivamente, en 1964 y 1970.
• Cambios posteriores en el cuadro político –a los que ya nos referimos– en los
cuales ‘el 2 de abril’ habría pesado más que ‘el 3 de marzo’ (elección parla-
mentaria). Se habrían consolidado así los ‘tres tercios’ en la política chilena.
• Anticipo de tres fenómenos que caracterizarían los años sesenta: el radica-
lismo político, la presencia de los pobladores y la ‘revolución ideológica’ de
los sesenta.
• Finalmente, en los relatos de los entrevistados hay también referencias a la signi-
ficación que los hechos de abril de 1957 habrían tenido respecto de temas relevantes
para el desarrollo posterior de la sociedad chilena. Algunos de ellos son:
– El tema del cambio social y el rol en él de los partidos políticos y de los
actores sociales. En particular, con referencia a la dificultad que los partidos
tuvieron para comprender la emergencia de un nuevo actor social, los pobla-
dores, y sus aspiraciones de cambio social.
– El tema de los estallidos, explosiones o desbordes sociales, como expresión
de descontento y como resultado de las distancias entre lo social y lo políti-
co. Han ocurrido –se dice– y pueden volver a suceder.
– El tema de la violencia en la sociedad chilena y la injerencia de las fuerzas
armadas en la vida política, ambas como realidades presentes desde larga
data, pero con irrupciones esporádicas. Aunque las referencias a estas dos
dinámicas no siempre van unidas, el caso del golpe militar de 1973 fue
recurrente.
• En suma, desde el punto de vista de la significación de los hechos de abril de
1957, queda la impresión de que ellos pueden ser analizados como ‘anticipado-
res’ de procesos más profundos que recorrerán la sociedad chilena en los años
sesenta e inicios de los setenta.

5. El recurso a la memoria
En el texto, así como en las conclusiones precedentes, ya se han expuesto los
aportes de la memoria al conocimiento e interpretación del tema investigado. Por
lo tanto, bajo esta rúbrica no vamos a volver sobre esos aspectos, solo queremos

563
reseñar muy brevemente los motivos por los cuales algunos de los entrevistados
consideraron que los hechos de abril de 1957 quedaron grabados en su memoria. La
recuperación de estos elementos puede tener un valor no solo en relación al tema
de estudio, sino que también como un aporte al mejor conocimiento de los mecanis-
mos que intervienen en la memoria colectiva o social:
• Para un grupo importante de entrevistados lo determinante para el recuerdo de
estos hechos fue su carácter inusual, constituyendo un momento de ruptura social,
política, emocional, solo comparable a lo sucedido con ocasión del golpe de Estado
en 1973. Se enfatiza en el impacto que en 1957 les causó la violencia, la inestabili-
dad latente, la cólera de las multitudes, las muertes. Sostienen que antes de 1957
había habido muy pocos casos de estallidos de esta naturaleza y advierten sobre las
posibilidades de que vuelvan a ocurrir. ¿Una ‘memoria testimonial’?
• En otros, la persistencia de la memoria en relación a estos hechos se debe al
deseo de que se hiciera luz sobre ellos ya que en la época sus vivencias no co-
rrespondieron con lo que oficialmente se informó. Estos hechos habrían quedado
ocultos bajo el eufemismo de ‘los luctuosos sucesos de 1957’, constituyendo un
verdadero ‘bolsón’ de dudas e imprecisiones históricas que es necesario enfren-
tar. ¿Una ‘memoria verdad’?
• Más lejos aun van quienes afirman que su recuerdo se levanta frente al olvido
en que estos hechos habrían caído para la historia. La imagen de hechos provo-
cados por el lumpen o agentes policiales, como parte de una maniobra del
gobierno o de grupos interesados, habría tenido por objeto ocultar el carácter
masivo y de protesta de los movimientos de abril. La izquierda también habría
echado al olvido estos hechos, borrándolos prácticamente de su memoria. ¿Una
‘memoria denuncia’?
• Para otros, por último, la memoria de estos hechos forma parte de su propia
historia personal, por el impacto que ellos tuvieron en el curso de sus vidas. En
algunos casos significó la apertura a un mundo hasta ese momento desconocido
para ellos: el de la marginalidad. En otros, fue el paso que condujo al compromi-
so político. Y varios tuvieron la sensación de haber sido protagonistas de una
experiencia ‘históricamente significativa’, que muy pocas veces volvieron a sen-
tir después en sus vidas. ¿Una ‘memoria existencial’?

6. Confrontación de fuentes
Realizado el ‘ejercicio’ de confrontación de fuentes, sus resultados han sido ya
presentados para su lectura. Al respecto, queremos dejar consignadas ciertas re-
flexiones de orden metodológico que pueden ser útiles de tener en cuenta para
futuras investigaciones:

564
• Ya decíamos, en relación al tema de las identidades, que la visión de éstas varia-
ba fuertemente de la ‘historia’ a la ‘memoria’. El ejercicio realizado nos confirma
el enorme poder que tienen la historiografía y las fuentes tradicionales para
atribuir identidades. Mientras las fuentes escritas tienden a hacerlo a partir de
los poderes estructurados, la memoria lo hace desde las prácticas sociales. La
confrontación así como el uso de métodos de análisis diversos (análisis de los
discursos y base de datos cuantitativa) se mostraron, en este caso, enormemente
productivos.
• Se ha mencionado también la complementariedad entre las dimensiones ‘subje-
tiva’ y ‘objetiva’ en el análisis de ciertos hechos que despertaron controversias
en la época. Por ejemplo, en relación a la muerte de Alicia Ramírez. De ese y
otros casos desprendemos que efectivamente el relato proveniente de la memo-
ria social se sitúa más cerca de la ‘historicidad de los sujetos’ que de la
‘historicidad de las instituciones’. Ello hace que, a veces, los ‘olvidos’ de uno de
los relatos sean la base de los ‘recuerdos’ del otro.
• La experiencia realizada confirma, a nuestro juicio, la opción metodológica de
situar la confrontación de fuentes al momento del análisis e interpretación y
no al momento del tratamiento de la información. Es frecuente encontrar re-
latos que se construyen utilizando simultáneamente fuentes escritas y fuentes
orales, procedimiento en el cual una de las dos cumple la función de ‘ilustrar’
o ‘reforzar’ aspectos de un relato principal comandado por el otro tipo de fuente.
Este cruce de informaciones al interior de un mismo relato atenta contra la
‘lógica’ y la ‘coherencia’ internas a cada tipo de fuentes. Distinto es tratar la
información separadamente y llevar su análisis lo más lejos posible respetan-
do la lógica y la coherencia de la fuente que se trate, para luego proceder a
una confrontación de sus resultados. Confrontación que, como ya hemos dicho,
puede situarse a nivel de ‘correspondencia’, de ‘complementariedad’ o de ‘no-
vedad’.
• Lo anterior refuerza también la idea de que las distintas fuentes pueden cum-
plir funciones autónomas y específicas respecto a un mismo proceso de
conocimiento. Es lo que algunos autores han llamado la complementariedad de
‘procedimientos heurísticos’. Lo que supone aceptar y valorar el que las fuentes
generan conocimientos diferenciables. Y que es, justamente, su diferencia la
que hace posible y útil su confrontación.
• Finalmente, queremos recuperar una afirmación de Bogumil Jewsiewicki, cita-
da en la Introducción General a propósito del concepto de memoria. Jewsiewicki
sostiene que el valor principal de la memoria es de tipo ‘comprensivo’, en el
sentido de que permite saber “cómo la sociedad presente produce un sentido y

565
autoriza una nueva interpretación de las huellas obtenidas por medio de otros
procedimientos de toma de información”. Al momento de cerrar las conclusio-
nes del trabajo que hemos presentado, nos parece una afirmación que sintetiza
bien uno de los principales intereses que lo han animado.

566
BIBLIOGRAFÍA

1. Fuentes inéditas

Archivo Nacional del Siglo XX


• Fondo Ministerio del Interior
– Decretos con antecedentes. Año 1957.
– Providencias con antecedentes. Año 1957.
– Oficios. Año 1957.
– Ordenes ministeriales. Año 1957.
– Ordenes de servicio. Año 1957.
– Mensajes. Año 1957.
– Circulares. Año 1957.
– Leyes. Año 1957.
• Fondo Ministerio de Justicia
– Decretos. Año 1957.
– Oficios con antecedentes. Año 1957.
– Providencias. Año 1957
• Fondo Ministerio de Defensa
• Sub-Fondo Subsecretaría de Guerra
– Decretos. Año 1957.
– Resoluciones. Año 1957.
• Sub-Fondo Subsecretaría de Marina
– Providencias. Año 1957.
– Oficios con antecedentes. Año 1957.
• Sub-Fondo Subsecretaría de Aviación
– Ordenes Comando en Jefe. Año 1957.

567
• Fondo Ministerio de Economía
– Decretos. Año 1957.
– Resoluciones. Año 1957.
• Fondo Ministerio del Trabajo
– Decretos. Año 1957.
– Providencias. Año 1957.
– Oficios con antecedentes. Año 1957.
• Fondo Ministerio de Obras Públicas
– Providencias. Año 1957.
• Fondo Intendencia de Santiago
– Decretos. Año 1957.
– Registro de publicaciones. Año 1957.

Archivos del Senado y de la Cámara de Diputados


• Archivo de la Cámara de Diputados
– Archivo de los Asuntos de Interés General.
Segunda Legislatura Extraordinaria, enero 1956.
Legislatura Extraordinaria, octubre 1956 / enero 1957.
Legislatura Extraordinaria, marzo / abril 1957.
Legislatura Ordinaria, mayo / septiembre 1957.
Segunda Legislatura Extraordinaria, marzo / mayo 1958.
Legislatura Ordinaria, mayo / septiembre 1958.

• Archivo del Senado


– Año legislativo 1954-1955.
– Año legislativo 1955-1956.
– Año legislativo 1956-1957.
– Año legislativo 1957-1958.
– Año legislativo 1958-1959.
– Boletines del Senado. 1953-1954 y 1956-1957.

Archivo de la Dirección General de Gendarmería de Chile


– Libro de Ingreso y Egreso de Detenidos a la Cárcel Pública de Santiago, prove-
nientes de Fiscalía, Ilustre Corte de Apelaciones, Juzgado Civil, Juzgado Policía
Local, Juzgado de Menores y Aduanas. 1955-1960.

568
– Libro de Detenidos Incomunicados Cárcel Pública de Santiago. 1953-1958.
– Libros de Detenidos Cárcel Pública de Santiago,
• Primer Juzgado de Mayor Cuantía. 1950-1961
• Segundo Juzgado de Mayor Cuantía. 1952-1961.
• Tercer Juzgado de Mayor Cuantía. 1951-1959.
• Cuarto Juzgado del Crimen. 1955-1962.
• Quinto Juzgado del Crimen. 1950-1958.
• Primer y Segundo Juzgado de Menor Cuantía. 1956-1959.
• Tercer y Cuarto Juzgado de Menor Cuantía. 1956-1957.
• Juzgado de San Miguel. 1956-1957.
– Libro de Condenados Cárcel Pública de Santiago, varios Juzgados. 1954-1957.
– Libros de Procesados Cárcel Pública de Santiago,
• Segundo Juzgado Mayor Cuantía. 1953-1963.
• Tercer Juzgado Mayor Cuantía. 1955-1963.
• Cuarto Juzgado Mayor Cuantía. 1954-1963.
• Sexto Juzgado Mayor Cuantía. 1953-1963.
• Séptimo Juzgado Mayor Cuantía. 1955-1963.
• Segundo y Tercer Juzgado Menor Cuantía. 1957-1962.
• Juzgado de San Miguel. 1953-1962.

Archivo Judicial de Santiago


– Corte de Apelaciones de Santiago.
Proceso 16-57, Legajo 230; Proceso 17-57, Legajo 230, Nº 40.
– 1º Juzgado del Crimen de Santiago.
Proceso Nº 65.292, Legajo O-57-4; Proceso Nº 65.350, Legajo P-57-26.
Proceso Nº 65.403, acumulado luego al Proceso anterior Nº 63.983 del mismo
Juzgado. Legajo T-56-17.
– 4º Juzgado del Crimen de Santiago.
Proceso Nº 61.164, Legajo 1802-5; Proceso Nº 61.177, Legajo 1884-8.
Proceso Nº 61.180, Legajo 1818-23; Proceso Nº 61.181, Legajo 1828-17.
Proceso Nº 61.182, Legajo 1822-13; Proceso Nº 61.183, Legajo 1818-24.
– 5º Juzgado del Crimen de Santiago.
Proceso Nº 51.394, Legajo 335; Proceso Nº 51.455, Legajo 336.

569
– 1er Juzgado de Menores de Santiago.
Proceso Nº 189972, Legajo T-56-17.
– 2ª Fiscalía Militar de Santiago.
Proceso Nº 951-57, Legajo 335.

Archives du Ministère des Affaires Étrangères (Bélgica)


– Dossier général Chili, Nº 12.511, 1954.
– Dossier général Chili, Nº 12.698, 1955.
– Dossier général Chili, Nº 12.834, 1956.
– Dossier général Chili, Nº 13.096, 1957.

2. Fuentes impresas
Documentos oficiales
• Boletín de Sesiones de la Cámara de Diputados
– Legislatura Extraordinaria 1956-1957.
– Segunda Legislatura Extraordinaria 1957.
– Legislatura Ordinaria 1957.
– Legislatura Extraordinaria 1957-1958.
– Segunda Legislatura Extraordinaria 1958.

• Diario de Sesiones del Senado


– Segunda Legislatura Extraordinaria 1956.
– Legislatura Ordinaria 1956.
– Legislatura Extraordinaria 1956-1957.
– Segunda Legislatura Extraordinaria 1957.
– Legislatura Ordinaria 1957.
– Legislatura Extraordinaria 1957-1958.
– Segunda Legislatura Extraordinaria 1958.
– Legislatura Ordinaria 1958.

• Diario Oficial de la República de Chile


– Enero-julio 1957.

570
Periódicos nacionales
El Diario Ilustrado, Santiago, marzo-mayo 1957
El Mercurio, Santiago, marzo-mayo 1957
El Mercurio, Valparaíso, marzo-mayo 1957
La Unión, Valparaíso, marzo-mayo 1957
La Segunda, Santiago, marzo-mayo 1957
Las Últimas Noticias, Santiago, marzo-mayo 1957
El Debate, Santiago, marzo-mayo 1957
La Nación, Santiago, marzo-mayo 1957
El Sur, Concepción, marzo-mayo 1957
La Tercera de la Hora, Santiago, marzo-mayo 1957
Clarín, Santiago, marzo-mayo 1957
Mundo Libre, Santiago, marzo-mayo 1957
Las Noticias de Última Hora, Santiago, marzo-mayo 1957
El Siglo, Santiago, 1 de marzo al 2 de abril y mayo 1957

Revistas nacionales
• Publicaciones periódicas de información general
Revista Ercilla (1956 -1957)
Revista Golpe (marzo-abril 1957)
Revista Topaze (marzo-abril 1957)
Revista Vea (1956-1957)
Revista Vistazo (marzo-mayo 1957)
Revista Zig Zag (1956-1957)

• Publicaciones periódicas ‘especializadas’


Revista Católica (enero-julio 1957)
Revista Industria (enero-junio 1957)
Revista Mensaje (marzo-abril 1957)
Revista Panorama Económico (enero-junio 1957)
Revista Política y Espíritu (enero-junio 1957)
Revista Principios (mayo-agosto 1957)
Periódico Claridad (febrero-abril 1957)

571
Periódicos y revistas extranjeras
• Periódicos extranjeros
L’Humanité, París (marzo-abril 1957)
Le Figaro, París (marzo-abril 1957)
Le Monde, París (marzo-abril 1957)
Le Soir, Bruselas (marzo-abril 1957)
The New York Times, U.S.A. (marzo-abril 1957)
The Times, Londres (marzo-abril 1957)

• Revistas extranjeras
Belgique-Amérique Latine (Nº 74 a Nº 132, 1950-1957)

3. Artículos y libros citados


A BARCA , J ORGE , Los sucesos de abril de 1957, Seminario magister en Historia,
Universidad de Chile, mimeo, Santiago, 1994, 32 p.
AYLWIN, MARIANA; BASCUÑÁN, CARLOS; CORREA, SOFÍA Y OTROS, Chile en el siglo XX, Editorial
Emisión, Santiago, 1986.
BRAUN, HERBERT, “Los mundos del 9 de abril, o la historia vista desde la culata”, en:
Pasado y presente de la violencia en Colombia, Gonzalo Sánchez y Ricardo
Peñaranda, compiladores, Fondo Editorial CEREC, Bogotá, 1986, pp. 195-231.
BURGUIÈRE, ANDRÉ (BAJO DIRECCIÓN DE), Dictionnaire des sciences historiques, París, 1986,
690 p.
CASANUEVA, FERNANDO Y MANUEL FERNÁNDEZ, El Partido Socialista y la lucha de clases en
Chile, Editorial Quimantú, Santiago, 1973, 316 p.
CASTRO, SAMUEL, “Del colectivo en la historia: a propósito de marzo 1957”, en: Histo-
ria y sociedad en Valparaíso en la década del ’50. Estudios de caso, Seminario de
título, Departamento de Historia, Universidad Católica de Valparaíso, 1991, pp.
128-199.
CITRON, SUZANNE, Enseigner l’histoire aujourd’hui. La mémoire perdue et retrouvée, Les
Editions Ouvrières, París, 1984, 159 p.
CORREA PRIETO, LUIS, El presidente Ibáñez, la política y los políticos, Editorial Orbe,
Santiago, 1962, 280 p.
CORREA, SOFÍA Y OTROS, Historia del siglo XX chileno, Editorial Sudamericana, Santiago,
2001, 428 p.
DÉLANO, LUIS ENRIQUE, La base, Editora Austral, Santiago, 1968, 245 p.

572
ESPINOZA, VICENTE, Para una historia de los pobres de la ciudad, SUR Editores, Santiago,
1988.
GAMBOA, HORACIO, En la ruta del 2 de abril. Escrita con la valentía de un soldado chileno,
Imprenta Fantasía, Santiago, 1962, 320 p.
GARCÉS, MARIO, Tomando su sitio. El movimiento de pobladores de Santiago, 1957-1970,
LOM ediciones, Santiago, 2002, 445 p.
GODOY, GLORIA, Los hechos del 2 de abril 1957 en Santiago, Seminario magíster en
Historia, Universidad de Chile, mimeo, Santiago, 1994, 22 p.
IZQUIERDO FERNÁNDEZ, GONZALO, Historia de Chile, Tomo III, Editorial Andrés Bello,
Santiago, 1990.
JEWSIEWICKI, BOGUMIL “La mémoire”, in: Ch. Coulon et D.-C. Martin (editores), Les
Afriques politiques, La Découverte, París, 1991, pp. 59-71.
JEWSIEWICKI, BOGUMIL, (SOUS LA DIRECTION DE), Récits de vie et mémoires. Vers une anthropologie
historique du souvenir, L’Harmattan-SAFI, Paris-Québec, s.d., 344 p.
JOBET, JULIO CÉSAR, Historia del Partido Socialista de Chile, Documentas, Santiago, 1987.
JOUTARD, PHILIPPE, “Mémoire collective”, in: André Burguière (sous la direction de),
Dictionnaire des sciences historiques, Presses Universitaires de France, París, 1986,
pp. 447-449.
LE GOFF, JACQUES, Histoire et mémoire, Gallimard, París, 1988.
LOYOLA, MANUEL, Los pobladores de Santiago, 1952-1964: su fase de incorporación a la
vida nacional, tesis de Licenciatura, Departamento de Historia, Universidad
Católica de Chile, Santiago, 1988, 93 p.
MANNS, PATRICIO, Las grandes masacres, Empresa Editora Nacional Quimantú, Santiago,
1972, 95 p.
MONTERO MORENO, RENÉ, Confesiones políticas (Autobiografía cívica), Empresa Editora
Zig-Zag, Santiago, 1958, 238 p.
MORALES, M. SOLEDAD, Los sucesos de abril. Significado de una manifestación popular en
el desarrollo político. Santiago 1957, Seminario magíster en Historia, Universidad
de Chile, mimeo, Santiago, 1994, 34 p.
MOULIÁN, TOMÁS, El Gobierno de Ibáñez. 1952-1958, FLACSO, Santiago, 1986, pp. 36-37.
MOULIÁN, TOMÁS, Fracturas. De Pedro Aguirre Cerda a Salvador Allende (1938-1973), LOM
ediciones, Santiago, 2006, 274 p.
NORA, PIERRE, “Le retour de l’événement”, in: Jacques Le Goff et Pierre Nora (sous la
direction de), Faire de l’histoire, T. 1, Noveaux problèmes, Gallimard, París, 1974,
pp. 210-228.

573
NORA, PIERRE, (SOUS LA DIRECTION DE), Les lieux de mémoire, T.I, La République, Gallimard,
París, 1984, 674 p.
O LAVARRÍA BRAVO, ARTURO, Chile entre dos Alessandri: memorias políticas, Tomo II,
Editorial Nascimento, Santiago, 1965.
PÉREZ LEDESMA, MANUEL, “Cuando lleguen los días de la cólera” (Movimientos sociales,
teoría e historia), en: José María Sánchez Nistal, Massimo Montanari y otros,
Problemas actuales de la historia. Terceras Jornadas de Estudios Históricos,
Ediciones Universidad de Salamanca, Salamanca, 1993, pp. 141-187.
PETRAS, JAMES, Politics and Social Forces in Chilean Development, University of California
Press, Berkeley, 1969.
PETRAS, JAMES, Política y fuerzas sociales en el desarrollo chileno, Amorrortu editores,
Buenos Aires, 1971, 345 p.
P RATS GONZÁLEZ, CARLOS , Memorias. Testimonio de un soldado, Editorial Pehuén,
Santiago, 1985, 610 p.
ROUSSO, HENRI, Le syndrome de Vichy de 1944 à nos jours, Editions du Seuil, París,
1987, éd. 1990, 414 p.
SALAZAR, GABRIEL, Violencia política popular en las “grandes alamedas”. Santiago de Chi-
le, 1947-1987 (Una perspectiva histórico-popular), Ediciones SUR, Santiago, 1990,
433 p.
S EGAL, ANDRÉ, “Mémoire collective et communication de l’histoire”, in: Bogumil
Jewsiewicki (sous la direction de), Récits de vie et mémoires. Vers une anthropologie
historique du souvenir, L’Harmattan-SAFI, París-Québec, s.d., pp. 141-146.
SILVERT, KALMAN H., The Conflict Society: Reaction and Revolution in Latin America,
New Orleans, 1961, 280 p.
SILVERT, KALMAN H., La sociedad problema. Reacción y revolución en América Latina,
Editorial Paidos, Buenos Aires, 1962.

574
4. Entrevistas
Nombre Edad Actividad Función Edad
entrevistado en 1957 en 1957 en 1957 entrevista
01 ACEVEDO, Alberto 21 años Estudiante U. de Chile 57 años
02 ALMEYDA, Clodomiro 34 años Abogado y académico Dirigente político 71 años
03 BAEZA, Alfonso 26 años Seminarista 62 años
04 BOBENRIETH, Roberto 24 años Estudiante U. de Chile Dirigente estudiantil 60 años
05 BULNES, Francisco 39 años Senador Dirigente político 76 años
06 CABIESES, Manuel 23 años Reportero 60 años
07 CADEMARTORI, José 26 años Economista Diputado electo 63 años
08 CASTRO, Ibador 23 años Obrero/poblador 59 años
09 CONTRERAS, Elba 26 años Enfermera 63 años
10 CORREA, Héctor 41 años Diputado Dirigente político 78 años
11 DE RAMON, Armando 30 años Abogado 66 años
12 GARCIA, Federico 24 años Estudiante U. de Chile Dirigente 60 años
13 GONZALEZ, Alberto 24 años Obrero 60 años
14 GONZALEZ, Juan Luis 27 años Médico 61 años
15 GUERRA, Alfonso 23 años Estudiante vespertino Dirigente 59 años
16 GUMUCIO, Rafael Agustín 48 años Diputado Dirigente político 84 años
17 HEVIA, Patricio 24 años Estudiante U. de Chile Dirigente estudiantil 60 años
18 HORWITZ, Gustavo 25 años Estudiante U. de Chile Dirigente estudiantil 61 años
19 HORWITZ, M. Eugenia 16 años Estudiante secundaria Dirigente estudiantil 53 años
20 KRAMARENCO, Naúm 34 años Reportero 70 años
21 LARRAIN, Gabriel 32 años Sacerdote 68 años
22 MONTOYA, Raúl 37 años Reportero gráfico 73 años
23 MORAGA, Eduardo 22 años Estudiante U. de Chile Presidente FECH 59 años
24 OJEDA, Marco Antonio 21 años Militar Sub oficial Ejército 57 años
25 ORTIZ, Armando 51 años Militar Fuerza Aérea 88 años
26 PALESTRO, Mario 35 años Diputado Dirigente político 71 años
27 PALMA, Aníbal 21 años Estudiante U. de Chile Dirigente estudiantil 58 años
28 PALMA, Ricardo 23 años Policía civil Investigaciones 60 años
29 PIZARRO, Alejandro 35 años Empleado público 71 años
30 QUIROZ, Teresa 20 años Estudiante U. Católica Dirigente estudiantil 56 años
31 SALAZAR, Luis 29 años Obrero Dirigente sindical 66 años
32 SANTANDER, Raúl 45 años Independiente Dirigente político 81 años
33 SANTIAGO, José 50 años Empleado público Dirigente político 86 años
34 SCROGGIE, Sergio 20 años Estudiante U. de Chile Dirigente estudiantil 57 años
35 SILVA, Julio 30 años Abogado Dirigente político 67 años
36 STUARDO, Julio 24 años Estudiante U. de Chile Dirigente estudiantil 61 años
37 TEITELBOIM, Volodia 41 años Escritor Dirigente político 77 años
38 VERDEJO, Guillermo 35 años Obrero/poblador 72 años
39 VITALE, Luis 29 años Historiador Dirigente sindical 66 años
40 WEINSTEIN, Luis 26 años Estudiante U. de Chile Dirigente estudiantil 62 años

575
ÍNDICE

Presentación 5

Introducción General 11
1. Memoria de los hechos de abril 1957 y desafíos historiográficos 11
2. Historia y memoria 14
3. El objeto de estudio y la opción metodológica 19
Los movimientos sociales de… 19
…abril de 1957 en Chile 20
Un ejercicio de confrontación de fuentes 22
4. Fuentes de información, análisis y presentación de resultados 23
Fuentes tradicionales y centralidad de los periódicos 23
Análisis cualitativo y cuantitativo 23
El recurso a la memoria 24
La presentación del análisis y de sus resultados 25

PRIMERA PARTE
LA CRISIS DE ABRIL Y SU CONTEXTO INMEDIATO 27

Introducción
La crisis de abril y su contexto inmediato 29

Capítulo 1
Clima político y debate económico 31
1. Antecedentes 31
2. Elecciones parlamentarias de marzo: mirada política al Chile de 1957 32
Defensismo del Gobierno y sus partidarios 32
Los énfasis de la derecha 33
La crítica del radicalismo y de la izquierda 34

577
Las grandes tendencias frente a la elección 35
Escepticismo de la ciudadanía 36
Los resultados electorales: mirada cuantitativa 37
Los resultados electorales: mirada cualitativa 38
Abstención y consecuencias políticas inmediatas de la elección 39
3. La situación económica: políticas de rectificación y alzas 40
El Gobierno: de la debilidad política a la ofensiva económica 40
Caída en el precio del cobre y crisis del salitre 42
Déficit de la caja fiscal 43
Precio del dólar 44
La renuncia del ministro Lazo y el problema de las alzas 45
Nuevo ministro para nuevas alzas 47
4. Elementos de síntesis y de interpretación 49

Capítulo 2
Clima social: falta de trabajo y pobreza 51
1. Antecedentes 51
2. La vuelta a clases y el problema de la educación 52
La falta de matrículas y el alza de los uniformes,
textos y útiles escolares 52
3. Los conflictos laborales y el problema de la cesantía 54
Conflictos laborales a comienzos de marzo 54
Otros conflictos por reajustes salariales 56
Conflictos en el sector público 57
Aumento de la cesantía: el caso del salitre 58
Paralización de la construcción 59
La cesantía en otras áreas 60
Comerciantes ambulantes y suplementeros 61
4. Las condiciones de vida y el problema de la pobreza 62
La comuna de Barrancas: un caso tipo 63
La falta de viviendas y la acción del Gobierno 64
Los distintos rostros de la pobreza 65
5. Actores y organizaciones sociales 68
CUT: tres problemas puntuales y uno permanente 69
Organizaciones y acciones de los pobladores 71
La Federación de Estudiantes de Chile, FECH 72
Los Comandos contra las Alzas 74
6. Elementos de síntesis y de interpretación 75

578
Capítulo 3
Irrupción de la protesta social 77
1. Antecedentes 77
2. Crónica de un alza anunciada 78
El problema de las tarifas escolares 79
La situación en Concepción y Valparaíso 81
El informe de la Comisón Videla 82
3. El alza de las tarifas de la locomoción colectiva 84
Impaciencia ciudadana 84
Tensiones en el Gobierno 85
La Resolución N° 67 y el Decreto N° 222 86
La noticia del alza en la prensa 88
El alza en las provincias de Valparaíso y Concepción 90
Nuevas tensiones en el Gobierno 92
4. Emergencia de la protesta social 95
Valparaíso 96
Santiago y Concepción 97
Vuelta a la normalidad 99
5. Elementos de síntesis y de interpretación 100

Capítulo 4
La reacción política 103
1. Antecedentes 103
2. Ley de Facultades Extraordinarias: la reacción política 103
El desconcierto inicial de los actores políticos 104
Declaración conjunta en defensa del sistema político 105
La Ley de Facultades Extraordinarias 106
La reacción de los partidos 108
Facultades innecesarias 109
3. El “Caso Horizonte” y la crisis ministerial 110
Asaltados, detenidos y luego relegados 111
Detención de cuatro abogados comunistas 113
Pugna al interior del Gobierno 114
La crisis ministerial 116
Fin prematuro de las Facultades Extraordinarias 118
Los malos pasos del Juez Militar 119
La comprobada responsabilidad de Investigaciones 121
4. Elementos de síntesis y de interpretación 122

579
Conclusiones
Primera parte 125
1. Una crisis política, social y económica 125
2. Una sociedad ‘desconectada’ internamente 125
3. Pragmatismo, inseguridad y desencanto 126
4. Explosión del descontento 127
5. El sistema amenazado 128

SEGUNDA PARTE
LOS HECHOS EN SU LÓGICA INTERNA 131

Introducción
Los hechos en su lógica interna 133

Capítulo 1
Valparaíso: La reacción espontánea de los estudiantes 135
1. Antecedentes 135
2. El primer día de protesta 136
Predominan los estudiantes 136
Los distintos actores opinan 137
3. La protesta se diversifica 138
Desde temprano en la mañana 139
Los incidentes de la Plaza Sotomayor 141
Separando aguas 143
4. La relativa calma del viernes 29 de marzo 144
Manifestaciones sin incidentes durante el día 144
Valparaíso: Zona de Emergencia 146
5. La protesta llega a su momento más crítico 148
Tres concentraciones simultáneas 148
La vida puesta en juego 151
¡A la Sexta Comisaría! 153
Balance de la jornada 155
6. El retorno a la normalidad 156
Lo que el viento se llevó 157
Comienza el mes de abril 158
Dos de abril en Valparaíso: funerales de Samy Muga 159
Un tardío e innecesario toque de queda 160
7. Elementos de síntesis y de interpretación 161

580
Capítulo 2
Extensión de las protestas a Santiago y Concepción 165
1. Antecedentes 165
2. En la senda de Valparaíso 166
El llamado de las organizaciones sociales 166
Los estudiantes salen a la calle 167
Aumenta la violencia: muerte de un suplementero 169
Objeto de controversias 171
3. Un agitado sábado 30 de marzo 172
Marchas y concentración en Plaza de Armas 173
Por la tarde: del centro a los barrios 175
Declaraciones de estudiantes y trabajadores 177
4. La aparente distensión 178
Detenciones y allanamientos de madrugada 178
Un día de relativa normalidad 179
Funerales de Juan Amador González 181
Discrepancias estudiantiles 182
5. Las manifestaciones en la ciudad de Concepción 184
Huelga de los autobuseros 185
La reacción de las organizaciones sociales y políticas 186
Las protestas del lunes 1 de abril 187
El martes 2 de abril en Concepción 190
Concepción declarada Zona de Emergencia 192
Últimos incidentes y vuelta a la normalidad 193
6. Elementos de síntesis y de interpretación 196

Capítulo 3
Muerte de Alicia Ramírez y martes 2 de abril 199
1. Antecedentes 199
2. Lunes 1 de abril: la víspera 200
Presión y represión sindical 200
Entre conversaciones y manifestaciones 202
3. Muerte de la estudiante Alicia Ramírez 204
Asamblea de la FECH y nuevos y graves incidentes 204
Muere Alicia Ramírez 207
Tras la muerte, la vida continuó 209

581
4. La respuesta masiva de los estudiantes 211
¡Alicia Ramírez Patiño… presente! 211
Violentos incidentes en el centro de Santiago 213
Se pierde el control de las protestas 215
5. De la protesta estudiantil al desborde popular 219
El polémico retiro de Carabineros 219
Destrucción de bienes públicos e incendios 222
Ataques a los símbolos del poder 223
Ola de saqueos y de robos 226
El fantasma del “bogotazo” y las medidas del general Gamboa 229
También en los barrios 230
6. Martes 2 de abril: el crepúsculo 231
Heridos, muertos y detenidos en la jornada del 2 de abril 232
La “batalla de Santiago”: los hechos según el general Gamboa 234
Declaraciones inmediatamente posteriores 238
7. Elementos de síntesis y de interpretación 239

Capítulo 4
Miércoles 3 de abril y días posteriores 243
1. Antecedentes 243
2. La noche del martes al miércoles 244
Actividad sindical y nueva detención de dirigentes 244
Asalto a la Imprenta Horizonte: los hechos 246
Interpretaciones y reacciones ante el asalto 248
3. La mañana del miércoles 3 de abril 249
La llegada del nuevo día 250
Los primeros incidentes 253
Grave enfrentamiento en la comuna de San Miguel 255
Repliegue final de los estudiantes y funeral de Alicia Ramírez 258
4. La tarde del miércoles 3 de abril 260
Las controversias del Cerro Santa Lucía 260
Camisas blancas (o a cuadros) y ciclistas 261
Tiroteos al anochecer: las últimas víctimas del día 263
Más víctimas fatales 267
5. Comienza el retorno a la normalidad 268
Situación general del jueves 4 de abril 269
Los principales acontecimientos del día jueves 270
El caso del diputado Palestro 272
Nuevas víctimas y detenidos 273

582
6. El fin de las manifestaciones 276
Una tranquilidad prematura e inconveniente 276
Las últimas incidencias 279
Comienzan las relegaciones 281
Los primeros funerales y las últimas muertes 282
7. Elementos de síntesis y de interpretación 285

Capítulo 5
El discurso sobre los hechos 289
1. Antecedentes 289
2. La prensa oficialista 290
El diario La Nación 290
El diario Clarín 291
3. La prensa de derecha 292
El diario La Unión, de Valparaíso 292
El Diario Ilustrado 294
El diario El Mercurio, de Valparaíso y de Santiago 296
El diario Las Últimas Noticias y el vespertino La Segunda 298
El diario El Debate 299
4. La prensa de centro y de izquierda 300
El diario La Tercera de la Hora 301
El diario Mundo Libre 302
El diario vespertino Última Hora 303
El diario El Siglo 304
5. Los partidos políticos 305
El Partido Conservador Unido 306
El Partido Liberal 307
La Falange Nacional 308
El Partido Radical 309
El Frente de Acción Popular, FRAP 310
El Partido Comunista 313
6. Actores sociales e institucionales 314
La visión del Gobierno 315
Las federaciones de estudiantes 317
Las organizaciones sindicales 318
La voz de la Iglesia Católica 319
7. Elementos de síntesis y de interpretación 320

583
Capítulo 6
Los protagonistas y sus identidades 325
1. Antecedentes 325
2. Los discursos sobre ‘quiénes actuaron’ 326
La visión del Gobierno 326
La visión de la derecha 328
La visión del centro 333
La visión de la izquierda 334
Identidades sociales y políticas atribuidas desde el discurso 336
3. Los protagonistas y la información disponible 337
Información disponible sobre detenidos 338
Información disponible sobre heridos 339
4. Identidad de los protagonistas a través de las personas detenidas 340
Número y perfil de los detenidos en Valparaíso y Concepción 340
Número y edad de los detenidos en Santiago 342
Oficios o actividad de los detenidos en Santiago 344
Domicilio de los detenidos en Santiago 349
Los detenidos con posterioridad a los hechos 352
Presencia de dirigentes sociales entre los detenidos 353
5. Identidad de los protagonistas a través de las personas heridas 355
Cantidad y gravedad de los heridos 355
Edad y oficio de los heridos en Valparaíso y Santiago 357
6. Los muertos en torno a los sucesos del 2 de abril 359
La controversia en el número de víctimas fatales 360
Desapariciones, rumores, sepultaciones ilegales y desmentidos 361
La identidad de los que oficialmente murieron 363
Circunstancia de las muertes y reseña biográfica de las víctimas 365
7. Elementos de síntesis y de interpretación 373

Conclusiones
Segunda Parte 377
1. Distintas formas de expresión para un mismo rechazo inicial 377
2. La violencia en relación directa con la actitud de la autoridad 377
3. Quiebre de la convivencia social 378
4. Se termina protestando contra todo y en todas partes 379
5. Relación entre la realidad y su representación 380
6. La diferencia entre ‘jóvenes y obreros’ y ‘obreros jóvenes’ 381
7. Revelación: la sociedad chilena en crisis 382

584
TERCERA PARTE
LA MEMORIA DE ABRIL DEL 57 385

Introducción
La memoria de abril del 57 387

Capítulo 1
Los hechos desde la memoria 389
1. Antecedentes 389
2. Los hechos previos al 2 de abril 390
Reunión de los estudiantes con los partidos 390
Concentración de la FECH y muerte de Alicia Ramírez 392
3. La mañana del 2 de abril 394
La marcha de los estudiantes de Medicina a la FECH 395
La manifestación crece y la represión aumenta 398
El desborde popular 401
4. La tarde del 2 de abril 403
El retiro de los carabineros y la llegada de los militares 404
Ataque a los Almacenes París 406
Intentos por dar conducción 407
Memorias de una tarde a través de siete episodios 409
El robo de armerías 412
La Moneda: ‘asalto’ y reunión 413
5. La noche del 2 de abril 416
Movilización de Investigaciones y patrullaje militar 416
Últimas reuniones y repliegue 418
Incidentes en el sector de Recoleta 420
6. Los hechos posteriores al 2 de abril 421
Una ciudad vigilada y destruida 421
Destino del movimiento estudiantil 422
MADECO y la marcha de San Miguel 426
El controvertido cerro Santa Lucía 429
7. Opiniones sobre el número de muertos 432
Fueron muchos más 432
Algunas otras estimaciones superiores 433
Las cifras oficiales, más o menos 435
8. Elementos de síntesis y de interpretación 436

585
Capítulo 2
La interpretación de los hechos desde la memoria 441
1. Antecedentes 441
2. Hechos espontáneos, no provocados 442
Un acontecimiento inexplicable 442
Una manifestación espontánea 445
Un desborde popular, un estallido 446
3. Hechos dirigidos, provocados 449
Una conspiración de izquierda 449
Una maniobra del Gobierno 451
Un levantamiento popular contra el sistema 454
Un hito más dentro de un proceso histórico de larga duración 457
4. Causas de orden político 458
Un gobierno desgastado 458
Acumulación de frustraciones 459
Inestabilidad política y el fantasma militar 461
Un sistema de partidos debilitado 462
5. Causas de orden económico-social 465
Una precaria situación económica 465
La Misión Klein Saks 466
Efectos sociales de la política económica 468
Condiciones de vida: seis relatos 469
6. Causas de orden político-social 472
La movilización sindical y sus límites 472
El Comité contra las Alzas 474
La movilización estudiantil 475
7. Causas inmediatas 478
La muerte de Alicia Ramírez 478
El retiro de la fuerza policial y la liberación de delincuentes,
como hechos premeditados 481
El retiro de la fuerza policial y los actos delictivos,
como hechos fortuitos 484
Retiro de Carabineros sí, apertura de cárceles no 486
8. Elementos de síntesis y de interpretación 487

586
Capítulo 3
Los actores y su identidad desde la memoria 491
1. Antecedentes 491
2. Sectores sociales 492
Los jóvenes y el pueblo 492
Los marginales 494
3. Estudiantes y obreros 496
La participación de los estudiantes 496
El mundo social de los estudiantes 497
La participación del mundo obrero y su realidad social 499
4. Pobladores y poblaciones 502
La participación de los pobladores 502
El mundo de los pobladores y de las poblaciones 505
Realidad política de los pobladores 507
5. El ‘lumpen’ y los delincuentes 510
Participación y realidad social del lumpen 511
La participación de delincuentes comunes 513
6. Organizaciones sociales 515
Estructura y realidad política de la FECH 515
La participación de la FECH 518
Situación de la CUT 520
La participación del Comité contra las Alzas 523
7. Actores políticos 525
Situación de los partidos políticos en general 526
Situación de la Falange Nacional y del Partido Radical 527
Situación de la derecha 530
Situación del Partido Socialista 531
Situación de los grupos trotskistas 533
8. La participación del Partido Comunista 535
La posición oficial 535
Disidencia en la Juventud Comunista 538
El conflicto interno 542
El caso Wittaker 545
9. Elementos de síntesis y de interpretación 547

587
Conclusiones
Tercera Parte 551
1. Memoria ‘del 2 de abril’ de 1957 551
2. Al rescate de la dimensión subjetiva de los hechos 552
3. El 2 de abril de 1957 como movimiento social 552
4. Predominio de las identidades sociales 553
5. Descubrimiento de nuevas identidades políticas 554

Conclusiones Generales 555


1. Información sobre los hechos 555
2. Elementos de interpretación de los hechos 557
3. Identidad de los actores 559
4. Significación histórica de los hechos 561
5. El recurso a la memoria 563
6. Confrontación de fuentes 564

Bibliografía 567

588
ESTE LIBRO HA SIDO POSIBLE

POR EL TRABAJO DE

Comité Editorial Silvia Aguilera, Mauricio Ahumada,


María Bohigas, Carlos Cociña, Mario Garcés, Luis
Alberto Mansilla, Tomás Moulian, Naín Nómez, Julio
Pinto, Paulo Slachevsky, Hernán Soto, José Leandro
Urbina, Verónica Zondek Proyectos Ignacio Aguilera
Secretaría Editorial Alejandra Césped Dirección de
Arte Txomin Arrieta Diseño y Diagramación
Editorial Ángela Aguilera, Paula Orrego, María
Francisca Huentén, Rodrigo Urzúa Corrección de
Pruebas Raúl Cáceres Exportación Ximena
Galleguillos Página web Leonardo Flores Secretaría
Distribución Sylvia Morales Ventas Elba Blamey, Luis
Fre, Rodrigo Jofré, Marcelo Melo Administración y
Bodegas Jaime Arel, Leonidas Osorio, Nelson
Montoya, Jorge Peyrellade Librerías Nora Carreño,
Ernesto Córdova Secretaría Gráfica LOM Aracelly
González Servicio al Cliente Elizardo Aguilera, Carlos
Bruit, José Lizana, Edgardo Prieto Diseño y
Diagramación Computacional Guillermo
Bustamante, César Escárate, Claudio Mateos
Secretaría Imprenta Mónica Muñoz Producción Juan
Aguilera, Eugenio Cerda Impresión Digital Carlos
Aguilera, Efraín Maturana, William Tobar Preprensa
Digital Ingrid Rivas, Daniel Véjar Impresión Offset
Eduardo Cartagena, Luis Palominos, Rodrigo Véliz,
Francisco Villaseca Corte Eugenio Espíndola, Sandro
Robles Encuadernación Bruno Cáceres, Rodrigo
Carrasco, Sergio Fuentes, Aníbal Garay, Pedro
González, Carlos Muñoz, Luis Muñoz, Marcelo Toledo
Despachos Miguel Altamirano, Pedro Morales
Administración Mirtha Ávila, Alejandra Bustos, Diego
Chonchol, César Delgado, Marcos Sepúlveda.
LOM EDICIONES

También podría gustarte