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POESÍAS A AREQUIPA

Arequipa
Ciudad blanca,
Hija del volcán,
Madre de todos
cuantos han brotado de ti.

El cielo azul,
las montañas, los volcanes
que acompañan al Misti
parecen centinelas,

mientras el río Chili baja


y ruidoso pasa
por el puente Grau,
por el Bolognesi.

Todo un campo verde


es tu vientre,
en donde das morada
a una raza de hombres
cuya música es el dolor de la ausencia.

Blanco es el sillar
sobre el que,
peldaño a peldaño,
te eriges.

Ciudad de los conventos,


de las picanterías,
del Yaraví.

Cuna de hombre
que sueña.
Yanahuara
El alma es como la
ciudad donde nací.

He vuelto a recorrer 
sus calles angostas,
sus casas bajas, 
blancas.

Puertas de madera
antigua,
sin pintar.

Sus calles empedradas.

Algunas casas 
tenían Crisantemos
de color rojo, 
y de color rosa también.

He querido volver a sentir


al niño que corría
por esas calles.

Pero sólo veía


algunos autos que 
no podían voltear 
en la esquina.

He tocado una puerta,


salió una señora
de mediana edad...

No supe qué preguntar.


EL YARAVÍ

¿Por qué te están olvidando, Yaraví?


Te parió la pena, te parió el celo,
en la luna llena o en algún desvelo;
¡no mueras!, vive, masqueseya por mí.

Naciste en la esquina di'una chichería,


en las cuerdas tristes di'un madero,
en el quebranto di'un viejo chichero,
al pie di'un fogón di'una noche fría.

Inspiración loncca hecha lamento,


el tormento di'un corazón que suena,
el semblante triste de una pampeña,
decima o cuarteta carajiando el llanto.

Versos que cantan sollozos di'una pasión,


en las ccoccas rejas di'una mujer amada,
reclaman beso, una caricia, una mirada,
como plegaria di'un cariño en prisión.

Lágrimas enjugadas en tiznada ramada,


dentro la humareda di'un fondo de chicha,
con fuerte anizado buscando la dicha,
gorgojeando el Loncco y la triste guitarra
LA CCONCHA

Siempre la quija del Loncco


en tres tiznadas piedras moría,
era la cconcha que en la chacra
en ceniza las huacacaras volvía;
eran las tres piedras acaloradas
calientes del rescoldo guardado,
un pedazo de charqui chancca'u
en la piedra a la presa la doraba;
boca'u que hacía qquetimbiar
con un mordiscón di'una cebolla,
un vaso chicha husma o sayana
sacaba el qquechuro con sudor;
luego la olleta con agua y vapor
agotaba el aderezo de ajo y sal
con la carne de res del camal,
pa' hacer el chaqque de nabos;
papas del vecino llauqquiadas,
bien chanccadas en el batán,
con un choclo verde ccahuiu
y patasca del buen trigo remoja'u;
tripas y cecina pa' espesar el río,
verdura ccachida, una taja zapallo;
también ají colora'u pa' dar color;
chicharrones pa' mejorar el sabor,
en la ancana un ccachi de tosta'u;
el Loncco se quedaba esponja'u
al pie de la cconcha qui'an olvida'u
La Picantería

Cómo poder olvidarte. Picantería de mis pueblos,


donde sonccaba la chicha, la usma o la sayana,
con el picante jayari pa’ apaciguar la mañana;
mascando un chinchucho, con ese chaqque de nabos.
Cómo no recordar mis tiznadas paredes de adobe;
tu techo de tijera, con su ccechincha llorona;
tus claraboyas pintadas por esa paila glotona,
tras la tinaja, un chasca para que no se roben.
Tus chombas de chicha, llenas y con espuma,
la candela en la cconcha consumiendo una raja;
dos maillanas sudorosas peleando en la tinaja,
sacando la última gota al anchi de la seisuna.
Tu alegre pendón rojo, en la puerta nos llamaba;
la humareda en la chiminea derramaba el apetito,
cuando la coneja se quejaba del cututo con un grito,
mientras el carcoso “gato cconchero” miraba.
Como voy a olvidar al huinco jalando el cconcho,
y cuando soplan la teqque, con esa larga pucuna;
a la cuchara de palo, meniando el locro pa’ la hambruna;
y al Loncco enccapichado con su chalina y su poncho.
Y la hermosa picantera, con sus trenza mal peinada,
siempre carajiando mientras la gota gorda sudaba,
silbando su triste, al son de su batán y chaqquena,
y moliendo su Datan de anauchos pa’ la picantiada..
FÉLIX GARCÍA SALA
LA RAMADITA

Ramadita de la Picantería de antaño,


paja y chamiza en la torcida horqueta;
fuertes vigas amarradas con reata,
pendón rojo, chombas y humareda.

Rincón donde el loncco acorrucado,


masticaba el rocoto más picante;
tomaba chicha y buen aguardiente,
mientras la triste guitarra lloraba.

Ramadita en una tarde helada,


calentando con tu cconcha de leña
con cazuelas, ollas, batán y chaqquena
y los cotutos esperando la chactada.

Te tragaron los güisgües moscardones,


el progreso te convirtió en ceniza;
te raimaron del bello paisaje
por pijes lugares y salones con encaje.

Ya no atiende la maillana de trenzas,


de blusa y pollera con bobos;
ya no hay seisuna pa’ sernir la chicha
ni la tocpina y la seisuna en la cconcha.

Se olvidaron de las auchas y del ccauchi


de los “bragues” y la boga frita;
el hiro de zapallo y la timpusca
de jayari y el llatan, occote y mote.

Cómo ti’an olvidado, mi vieja ramadita,


se está apolillando el cerón de tus recuerdos
guardados en el rincón del raccay,
hasta que el rescoldo de los años la consuma.
LAS PALOMAS

Cómo juegan las palomas,


cómo revolotean por la plaza;
desesperadas buscan su alimento.
por el hambre les dan caza.
Qué ingenuas son las palomas;
que alegran la plaza de las armas.
Fueron pichones del campanario,
de los vitrales, del rosario,
de las palmeras, del Tuturutu;
de la piedra granito que está de luto,
y de Arequipa en su aniversario.
Inocentes palomas de la Catedral,
hagan que el viento las lleve alto;
huyan del humo, del asfalto,
del que les quiere hacer mal,
lleven su “currucucú” hasta el trigal.
A los portales dejen de blanquear,
el humo siempre les va a ganar.
Están flacas porque no tienen pago,
el insípido maicillo en vez de trigo;
las quieren como adorno, pero sin ganar.
Huyan muy lejos, cambien de lugar,
los huertos esperándolas están,
en el campo, las semillas buscarán.
Vuelvan sólo para pasear,
vuelen que se van a enfermar.
Es Patrimonio la humanidad
sólo quieren la belleza de la ciudad,
y ustedes sólo buscan caridad.
El niño que las quiere es pobre,
el Alcalde, no gasta ni un cobre,
¡huyan!, ¡huyan!, ¡aléjense de la ciudad!
La Lechera

El desayuno del mejor brote


traía alegremente en el alba,
la leche blanca en su carga,
llegaba con pausado trote
y arroyando con su quirco azote, 
Léchenla de mis recuerdos;
causante de mis insomnios;
¡adió s ccala malamedra!,
saludas a mi raimada suegra,
Así, deshojaba sus dichos lonccos.
Siempre fresca como una rosa,
en su burra parda montada;
có mo quemaba su hechicera mirada;
bien sonriente y salerosa,
como buena arequipeñ a. tirando prosa;
de reyatas y lloqque duro, su ceró n.
con sus limpios porongos de lató n,
mientras ella, su yaraví silbaba,
su inquieta burra rebuznaba,
oliendo pa’ meyar, buscaba un rincó n.
Jala’u pa’trá s su huaccali sombrero;
pa’ un la’u sus piernas con su pollera,
las largas trenzas de su cabellera
que abrigaban a su pecho hechicero,
arrancando suspiros del mejor caballero.
Con su ccocco litro por medida,
entre los soñ olientos coalas galgos,
apoyá ndose y montando con á giles saltos
¡Buenos días comadrita…!, ¡burra…!
Y hace tiempo la espero en la esquina
a mi hermosa y cautivadora lechera,
creo que algú n loncco la tiene prisionera
o la auyentó la edionda gasolina,
nadie me da razó n, ni los vecinos de la cima.
Pobre y triste, por mi mala suerte,
mi corazó n y está qquetinbiando,
¡nelenele estoy por haberte amado tanto,
quiero olvidarte, pero só lo con la muerte.
FÉLIX SARCIA SALAS
Mi canto a Arequipa
Canto tu gloria
Arequipa linda y audaz
tu noble historia
bien grabada en mi alma quedará.
Arequipa, Arequipa, Arequipa… Sultana
Sueñas al arrullo del amor
bajo un vaporoso cielo azul
al pie de tu magno volcán. . .
Canto tu gloria
Arequipa lírica y audaz
Oh, bella Arequipa
cuna de mil tradiciones
Tú siempre serás nuestro baluarte
cuna hermosa de la libertad
Oh, bella Arequipa
madre de las grandes rebeldías
Tú siempre serás símbolo eterno
de la gloria de nuetsro Perú.
Oh, bella Arequipa
perla eterna de los andes.
Canto tu gloria
Arequipa lírica y audaz
tu noble historia
bien grabada en mi alma quedará
Arequipa, Arequipa… Sultana
sueñas al arrullo del amor
bajo un vaporoso cielo azul
al pie de tu magno volcán…
Canto tu gloria
Arequipa lírica y audaz. 
Autor: Benigno BallónFarfán
Rio de Arequipa
canción
Al silencio de una noche
río de Arequipa
ya vas calmando, calmando (bis)
Al ruido de unas cadenas
chola arequipeña.
Te vais, me dejas llorando,
te vais, me dejas llorando.
No por hermosa que seas
chola Arequipeña
me estáis engañando, engañando (bis)
No te subáis tan arriba
chola Arequipeña
Te vais, me dejas llorando,
te vais, me dejas llorando.
Al silencio de una noche
río de Arequipa
ya vas calmando, calmando (bis)
Al ruido de unas cadenas
chola arequipeña.
Te vais, me dejas llorando,
te vais, me dejas llorando,
No por hermosa que seas
chola Arequipeña
me estáis engañando, engañando (bis)
No te subáis tan arriba
chola Arequipeña
Te vais, me dejas llorando,
te vais, me dejas llorando,
LOS DÁVALOS
Al Pie del Misti
Canción
Al pie del Misti
mi blanca y bella
esta Arequipa,
mi tierra querida,
tierra gentil y generosa.
Fecunda tierra
cual lava ardiente
de tu majestuoso Misti
se sintió tu rebeldía.
Canta gozoso mi corazón,
de tu pasado, canten las glorias,
entonemos un himno de amor
Arequipa cuna de Melgar (bis).
Las marineras, yaraví en las guitarras
lindas serenatas y las barricadas,
alegres campanas, corridas de toros
fecundo fervor y revoluciones,
esa es mi Arequipa
mi blanca ciudad (bis)
LOS DÁVALOS

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