Tal como hemos visto en el cuadro de las primeras hojas, la ansiedad es un
círculo vicioso. Y entre circulo, los pensamientos son una parte importante en mantener ese circuito funcionando.
Ante el ejemplo de tener que exponer frente a un grupo de personas, usted
comienza a sentir los síntomas de la ansiedad y el pensamiento inicial es “no lo voy a poder hacer, lo haré mal”, lo cual genera la sensación de incapacidad ante una situación que lo deja desvalido, y los síntomas se incrementan, taquicardia, hiperventilación, sudoración, etc…
Entonces el pensamiento aparece de nuevo, pero más determinante: “siento
que me estoy quedando sin aire”, “siento que me estoy muriendo”.
¿Le suena parecido? Sucede todo el tiempo. Y estos pensamientos solo
ocasionan que la cadena siga avanzando.
Por supuesto que aprender a lidiar con estos pensamientos no es tan
sencillo como aconsejar sencillamente “pon tu mente en blanco”.
Lo importante es trabajar con ellos; tener registro de lo que pasa por su
mente en esos momentos, tenerlos presentes y poder analizarlos para encontrar una vía de trabajo. Esto permitirá clarificarlos, clasificarlos y sobre todo determinar si son preocupaciones reales o no.
Siempre recuerde que los pensamientos que se ocasionan en el círculo de la
ansiedad son errores de pensamiento, distorsiones cognitivas de la realidad. Una persona ansiosa tiende a pensar de manera distorsionada, porque toda la carga negativa que arrastra desde la causa misma de la ansiedad (de la cual ya hablamos) es excesivo para una persona.
Usted puede cambiar su forma de pensar; no está condenado a sentir