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Así, conocer si somos libres o no, o mejor dicho, conocer si podemos ser libres
o no, creo que es lo menos que como individuos pensantes podemos hacer.
Saber si lo que hemos realizado desde que usamos la razón o lo que tenemos
planeado realizar como proyecto de vida, fue o será producto del ejercicio de
nuestra libertad o tristemente resultado del movimiento de los hilos que Dios, el
destino, la naturaleza o como suela llamársele haga de nuestra vida marioneta.
He aquí la importancia de saber si existe la libertad.
Al iniciar el siglo XXI en Honduras la disciplina histórica entra en un
relativo proceso de consolidación y de renovación en cuanto a sus objetos de
estudio y metodologías, siendo que su origen y desarrollo es
reciente dentro del área de las Ciencias Sociales en el país; sin embargo, en este
proceso de renovación de la disciplina histórica, hay un campo que no ha sido
igualmente estudiado y profundizado: el de la teoría de la historia
Derecho a la Libertad
La libertad es un derecho sagrado e imprescriptible que todos los seres humanos
poseen. La libertad es la facultad de obrar según su voluntad, respetando la ley
y el derecho ajeno.
Existen dos tipos de libertades:
• Las libertades individuales: Las libertades individuales fundamentales son la
libertad de opinión, de expresión, de circulación, de pensamiento, de
consciencia, de religión y el derecho a la vida privada.
• Las libertades colectivas: Las libertades colectivas son aquellas que
corresponden a un grupo de personas. Se trata particularmente de la libertad de
asociación, de reunión pacífica, la libertad sindical y el derecho a la
manifestación.
Del mismo modo que los adultos, los niños tienen derechos y libertades. Sin
embargo, los niños son seres en crecimiento y, por ende, son más frágiles y
vulnerables que los adultos. Además, con el fin de asegurar su protección y su
bienestar, los niños tienen libertades más restringidas que los adultos.
Sin embargo, se benefician de libertades importantes de respetar. Estas son las
llamadas libertades “de ciudadanía”: la libertad de opinión, de expresión y de
asociación; y de las llamadas libertades “espirituales” o “religiosas”: la libertad de
pensamiento, de consciencia y de religión.
El derecho de los niños a la libertad de opinión, de expresión y de asociación
Los niños tienen, como los adultos, el derecho de tener una opinión, expresarla
y reunirse para compartir su punto de vista.
La libertad de opinión
Libertad de opinión. Derecho que posee el ser humano para disentir
o discutir los puntos de vista que profese, con aquel que tiene una
postura diferente. Implica que cada individuo sea prudente en la
forma en que presenta sus opiniones, teniendo en cuenta que donde
finaliza su libertad, comienza la del otro
Fuente: https://www.ejemplos.co/tipos-de-libertad/#ixzz7ObYop2k1
La libertad de opinión significa que cada uno es libre de tener una opinión o un
juicio, de acuerdo a sus emociones, capacidades reflexivas y conocimientos.
Los niños tienen el derecho a tener una opinión diferente a la de sus padres.
Tomando en cuenta su edad, así como su grado de madurez y discernimiento,
los niños tienen derecho a que su opinión sea tomada en cuenta. Los Estados,
las comunidades y los padres tienen el deber de escuchar a los niños y acordar
una consideración particular a sus opiniones cuando las decisiones que van a
tomar les incumben.
La libertad de expresión
Derecho que poseen todos los hombres de expresar sus ideologías
y opiniones en cualquiera de sus formas. Mediante actos o palabras,
el ser humano puede manifestar sus pensamientos
Fuente: https://www.ejemplos.co/tipos-de-libertad/#ixzz7ObYNdSmk
La libertad de asociación
Derecho que tiene cada individuo a agruparse. Esta tarea se lleva a cabo en
instituciones, organizaciones, partidos políticos o cualquier otra agrupación que
posea objetivos legales. Mediante este derecho a la libertad de asociación,
ningún individuo podrá ser obligado a permanecer en una organización o
institución a la que ya no desee pertenecer.
La libertad de asociación y de reunión permite a todas las personas reunirse para
compartir idea y defender una opinión, una causa.
Así como los adultos, los niños tienen derecho a reunirse para ponerse de
acuerdo y participar en temas que tienen que ver directamente con sus derechos
y su bienestar, pero también sobre asuntos de actualidad que les interesen.
El derecho del niño a la libertad de pensamiento, de consciencia y de religión
Los niños tienen derecho a pensar libremente y apegarse a los valores,
convicciones y religión de su elección.
La libertad de consciencia
La libertad de consciencia permite a cada persona determinar libremente los
principios y los valores que guiarán su existencia.
La libertad de consciencia es una libertad a medio camino entre las libertades de
pensamiento, de opinión y de la libertad de religión. Esta libertad, ligada
estrechamente a las convicciones éticas y filosóficas de las personas, es la
afirmación de que todos los seres humanos están dotados de una consciencia y
de una razón. Asimismo, son libres de determinar cuáles serán los principios que
guiarán su existencia.
Los niños tienen derecho a decidir qué principios y guiarán su vida.
La libertad de religión
Se considera como religión un conjunto de creencias y prácticas a las cuales se
entregan los seres humanos con el objetivo de establecer una relación con su(s)
dios(es).
La libertad de religión, permite a cada persona tener la religión o la convicción
de su elección y de manifestarla libremente. Es el derecho a no sufrir coacción
ni opresión que afecte su libertad de religión o a sus demás derechos.
Los niños pueden determinar libremente la religión o la convicción de su elección,
desde el momento en el que alcancen un nivel suficiente de discernimiento. Los
niños tienen derecho a que no les impongan una religión que vaya en contra de
su agrado.
Libertad de elección.
Capacidad que posee cada ser humano de tomar sus propias decisiones y de
decidir sobre aquello que forma parte de su vida privada y pública. Este derecho
tiene que ser valorado sin ser castigado.
Libertad de movimiento.
Derecho que otorga a cada ser humano la posibilidad de circular dentro del
territorio. Todo ser humano puede circular siempre y cuando acate ciertas
normas vigentes dictadas por las autoridades de algunos territorios, que exigen
documentos y visados para entrar o salir de sus territorios.
Libertad académica.
Derecho que tiene toda persona de enseñar o proceder a debates sobre
diferentes temas. Esto también refiere al derecho de poder realizar
investigaciones, para luego mostrar abiertamente los resultados de estas sin ser
sometido a ningún tipo de limitación o censura.
Desafíos
Gracias a estas libertades, los niños adquieren el derecho a participar en la vida
pública y política de su comunidad. Estas libertades constituyen a la vez un
verdadero desafío para el bienestar de los niños y de la sociedad.
La responsabilidad de los niños
Cuando los adultos escuchan y piden la opinión de los niños, estos se sienten
más involucrados en los asuntos de su sociedad y del mundo. De esta forma
toman consciencia de sus derechos y del papel que van a desempeñar en la
construcción y administración de su sociedad a la misma vez al obtener un lugar
en la comunidad y ser portavoces de su generación, los niños se vuelven más
responsables y confían en ellos mismos.
Los niños se hacen cargo de su futuro
La opinión de los niños es esencial en la sociedad. Los niños tienen el derecho
a expresar sus opiniones y a proponer ideas para una mejora de la protección
de sus derechos. De esta manera, teniendo en cuenta su edad y grado de
madurez, es necesario que los Estados otorguen a los niños la posibilidad de
unirse a los adultos a cargo (locales, regionales y nacionales) para discutir sobre
las temáticas actuales que les concierne, tales como la salud, la discriminación,
la ciudadanía, la familia, la educación, el medio ambiente, etc. La participación
realmente puede ayudar a los niños a hacerse cargo de su propio desarrollo.
Los ciudadanos del mañana
Debido a su edad, los niños no pueden votar ni ser elegidos. Sin embargo, dado
que son ciudadanos en crecimiento y que serán los actores de las sociedades
del mañana, es fundamental informarlos sobre sus derechos y sobre las
problemáticas y los retos actuales. Esto permite formar a los futuros ciudadanos
e instaurar un diálogo entre las diferentes generaciones para contribuir así a la
preservación de los principios democráticos de las sociedades.
Así pues, los Estados tienen el deber de escuchar a los niños y a integrarlos en
sus procesos de decisión: por una parte, alentarlos a desempeñar un papel
activo desde niños; y por otra parte, formarlos para que puedan tomar las riendas
de la sociedad cuando sean adultos.
Papel del Estado y de los padres
Los estados y los padres tienen que respetar las elecciones de pensamiento, de
consciencia y de religión de los niños Los Estados no pueden intervenir en el
ejercicio de sus libertades.
Los padres tienen el deber de guiar a sus hijos:
• Hacia la libertad de pensamiento y de consciencia: los padres tienen que
transmitir y hacer que los hijos descubran los principios y valores que les
permitirán tener una vida sana tanto física como mentalmente.
• Hacia la libertad de religión: los padres tienen que guiar a los hijos y
protegerlos de los peligros, tales como las sectas y las creencias que
predican principios nefastos para su salud.
Las restricciones de las libertades
Estas libertades reconocidas tanto para los adultos como para los niños son lo
que llamamos derechos y libertades, es decir derechos que implican que los
Estados no intervengan y dejen a las personas gozar plenamente de estas
libertades.
Sin embargo, el buen ejercicio de estas libertades, el mantenimiento del orden
público y de la seguridad del país, la preservación de los valores morales, así
como el respeto de los derechos ajenos conducen necesariamente a hacer
algunas restricciones a estas libertades.
• Sólo las libertades de pensamiento, de consciencia y de opinión no
encuentran verdaderas restricciones. Cada quién es libre de pensar lo que
quiere y no puede sufrir ninguna restricción siempre y cuando sus
pensamientos y sus opiniones queden en el ámbito de su mente.
Es hacia finales del Siglo XIX, cuando se puede advertir en Honduras el inicio de
una preocupación más o menos consistente por la construcción de un
pensamiento político que explique las dificultades de estructurar un Estado
republicano en un territorio fragmentado y con escasa cohesión social. Tal
preocupación tiene lugar en el contexto de los intentos de modernizar al país al
impulso de una serie de medidas enmarcadas dentro del proceso de la reforma
liberal.
Hoy día, uno de los mayores problemas es el hecho de que en Honduras aún no
existen estudios de ciencia política a nivel de licenciatura. Pese a esa ausencia,
desde los años 90 del siglo XX, se han impulsado en la UNAH dos proyectos de
creación de maestrías en ciencia política: La primera viene desde la iniciativa de
la Facultad de Derecho y la segunda comenzó desde el Departamento de
Ciencias Sociales. La primera iniciativa aún no ha podido comenzar a andar, en
tanto que la segunda inició en el año 2004 la primera promoción, con dos grupos
simultáneos en las ciudades de Tegucigalpa y San Pedro Sula, en el marco del
convenio internacional de cooperación científico-técnico firmado entre la UNAH
y la Universidad de La Habana (Paz, 2004)1.
Este rápido vistazo a los antecedentes permite señalar que la ciencia política en
Honduras tiene el desafío de la formación de profesionales en este campo así
como de su institucionalización en general, y sobre todo de la creación de grupos
permanentes de pensamiento e investigación.
Una de las principales fortalezas para la disciplina sea quizás el hecho que en
los últimos diez años se ha generado un interés en ir propiciando espacios de
formación académica a nivel universitario, que ha implicado el surgimiento de
iniciativas para crear dos maestrías relacionadas para estudiar el fenómeno de
la política, lo cual es un punto de referencia para la institucionalización y
profesionalización de esta disciplina.
Por otra parte existe un número reducido pero significativo de hondureños que
han salido del país para emprender especializaciones relacionadas con el
estudio de la política. Algunos han estudiado en Estados Unidos, Inglaterra, y
otros en Sudamérica. Especial mención merece la Maestría Latinoamericana de
Estudios Sociopolíticos de la Universidad Alberto Hurtado de Chile, que se ha
convertido en un referente en la última década, y al menos cinco hondureños se
han graduado en dicha maestría en esa etapa.
Por otra parte la cooperación española (AECI) tiene varios años de estar
impulsando estudios e intervenciones en el campo del desarrollo municipal, la
descentralización y el fortalecimiento del sistema de justicia; la OEA se ha visto
involucrada en estudios sobre la situación y papel de los partidos políticos,
incluyendo el análisis y potenciación de la participación de la juventud en los
partidos, en tanto que la Unión Europea (UE) ha apoyado procesos para
potenciar las condiciones de la participación ciudadana en los asuntos públicos.
En el campo del debate destaca el papel que ha jugado la Fundación Friedrich
Ebert en propiciar espacios de diálogo y debate sobre los retos del quehacer
político en Honduras, produciendo además una serie de boletines que sitúan
temas coyunturales acerca de la dinámica de los actores políticos.
En vista de que el país no cuenta siquiera con una carrera de pregrado en ciencia
política a nivel universitario, resulta evidente que uno de los desafíos prioritarios
es la institucionalización académica de la misma. Más allá de que exista un grupo
de hondureños(as) cursando en el extranjero estudios politológicos o afines, no
se distingue una comunidad de cientistas políticos -ni siquiera existe un registro
para saber cuántos son, mucho menos algún tipo de asociación- que pretendan
como proyecto la fundación de los cimientos que permitan un desarrollo
consistente de esta ciencia en Honduras4.
Respecto al campo temático, otro desafío tiene que ver con la necesidad de
identificar objetos de estudio acotados y relevantes para el país que dé paso a
la construcción de agendas y programas de investigación sobre temas aún
ausentes de tratamiento científico. Existen estudios y ensayos sobre la transición
política a la democracia comenzada a inicios de los años 80 del siglo pasado,
también algunos trabajos importantes sobre las relaciones entre el poder militar
y el poder civil, sobre la dinámica y el papel de la sociedad civil, pero
prácticamente no existe mayor logro en estudios profundos sobre el sistema de
partidos ni sobre las relaciones entre los poderes del Estado.
En lo que atañe al campo laboral, se aprecia que no existe una demanda formal
de politólogos de carrera para la asesoría política de los congresistas, candidatos
a cargos de elección, Poder Ejecutivo, Agencias de Cooperación Internacional y
no digamos la Empresa Privada. Esto quizás tenga que ver con el hecho que al
politólogo tiende a vérsele como un tipo de intelectual que hace análisis político
como una actividad ocasional o como un área de desarrollo laboral no exclusiva.
En al área de los estudios de opinión política se advierte que el mercado ha sido
absorbido más por los expertos en marketing, sin que necesariamente se realice
un análisis político a profundidad a partir de los sondeos de opinión. De manera
que como oportunidad de trabajo, la coyuntura electoral hace que se demande
más a aquellas firmas con capacidad de hacer encuestas y creación de imagen
de los candidatos y partidos, en desmedro del análisis político propiamente
dicho.
Así la situación, el campo laboral desarrollado para y por los politólogos es
reducido. No es la docencia el predominante, porque la mayoría de los
profesores que sirven la clase de ciencia política, y afines, vienen del campo del
derecho o de la sociología5. En la maestría en estudios políticos y sociales,
debido a la ausencia de profesionales con grado de Doctorado en el campo, los
catedráticos suelen ser profesores visitantes que provienen de Cuba y en menor
medida de los Estados Unidos. Por otra parte, algunos profesionales avenidos al
campo de la política encuentran ciertos espacios dentro de las ONG, requeridos
no tanto para la investigación y el análisis político sistémico, sino más bien por
sus habilidades en gestión de proyectos y capacidad de echar a andar procesos
de incidencia política. Otros incursionan en el periodismo y unos menos en la
mercadotecnia política. Muy pocos han figurado como asesores a políticos; y
como se dijo antes, ni siquiera en el propio Congreso Nacional se cuenta con un
cuerpo asesor de politólogos, mucho menos los propios partidos, el Poder
Ejecutivo ni los órganos de justicia y administración electoral6. En lo que se
refiere al sector privado, en general no hay una demanda formal de profesionales
de la ciencia política.
Desde luego que existen otras preguntas en liza, además de las anteriores, tales
como la preocupación por fortalecer las relaciones entre sociedad civil y Estado,
la ampliación y profundización de los mecanismos de participación ciudadana
(con énfasis en la auditoria social y rendición de cuentas) y la independencia de
los poderes del Estado (especialmente del Poder Judicial); sin embargo, una
peculiaridad de estas inquietudes es que las reflexiones suelen traducirse en
abordajes fraccionados y de corto alcance. No parece haber mayor preocupación
-y esto tiene ventajas pero también inconvenientes- por englobar el análisis bajo
la síntesis ordenadora de teorías integradoras que den cuenta del fenómeno
político desde el nivel estructural. De manera que si antes no se había logrado
establecer, formalmente, los objetos prioritarios de estudio de la ciencia política
en el país, ahora se encuentran múltiples objetos de estudio muchas veces
desvinculados de un tronco analítico común.
Frente a las distintas preocupaciones y problemas sobre el fenómeno de la
política en Honduras, no se identifican escuelas teóricas que construyan
argumentos, diseñen y apliquen metodologías para hacer consistentes las
proposiciones. Más bien tiende a prevalecer en los analistas una opinión, que si
bien parece lúcida, resalta más la agudeza intuitiva que la verificación empírica.
Por el momento no se avizoran mayores signos de cambio en esta limitación, por
cuanto existe una débil institucionalidad para la investigación politológica, sin
perjuicio de que, como se mencionó antes, existen apoyos directos de varias
agencias de cooperación internacional, aunque obviamente más dentro de la
racionalidad de un análisis micro político o sectorial, pero poco dirigidos hacia
estudios que permitan la formulación de proposiciones teóricas sobre la realidad
política nacional, con el adecuado soporte empírico. En principio, la investigación
básica que debería provenir de las universidades es en este campo exigua, con
escasos recursos disponibles y en general condiciones adversas para la labor
científica8.