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Por ejemplo, cuando la representada indica que su padre, el Sr. Juan Manuel
Carrer, le adquirió una casa habitación y una serie de galpones anexos a la Sra.
Josefina Colombo, mediante compraventa instrumentada en escritura pública.
Es decir que la escritura pública N° 329 que refiere el caso, autorizada por el
escribano Gonzalo Sánchez Alonso e inscripta en el Registro de la Propiedad
acredita la categoría de titular registral del derecho.
Pero además de este título, para adquirir un derecho real se necesita el modo. En
este sentido, coincido con mi compañera Bianca cuando indica que el modo en
dicha escritura se realizó al momento que el Sr. Carrer firmó la escritura, ya que de
esta manera quedó realizada la tradición posesoria.
De esta forma también podemos establecer cuáles son los derechos en relación
con el inmueble en cuestión. Esto es importante ya que no es lo mismo ser un
poseedor legítimo a ser un poseedor ilegítimo de mala fe, es decir, los efectos son
sumamente diferentes.
Por ello, siguiendo la normativa, hay que comprender que la buena fe es estar
persuadido de obrar conforme a derecho y que sólo quien alega la mala fe le
incumbe la carga de la prueba (salvo en casos indicados por la ley), mientras
tanto, la buena fe del poseedor se presume.
Dicho esto, en el caso planteado se puede suponer que la relación de poder del Sr.
Carrer que inicia en 1990 es una posesión legítima ya que ejercía un derecho real
que se constituyó según las exigencias de la normativa, y por lo tanto, se presume
la buena fe, mientras que el Sr. Monti actuó de mala fe cuando la duración
de contrato terminó y no restituyó el inmueble, sino que tomó la
posesión del mismo de manera unilateral, ya que manifiesta por
actos exteriores la intención de privar a la otra parte de la
posesión.