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Cuando Dios no responde

Es necesario reflexionar sobre lo que puede significar, para


nuestro crecimiento espiritual, una no respuesta de Dios de la
forma en que esperamos.
Por Josanan Barros | Países Hispanos
3 abril, 2019

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Es necesario reflexionar sobre lo que puede significar, para nuestro crecimiento
espiritual, no recibir respuesta de Dios de la forma en que esperamos. (Foto:
Shutterstock)

“Pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se


acerca a Dios, necesita creer que existe, y que recompensa a quien lo busca”
(Hebreos 11:6).

“¿Por qué Dios no responde?” es una pregunta tan antigua como el principio del
mal. Cuando surgió el pecado, este nos separó de la presencia de Dios y, en
consecuencia, de las respuestas directas de Dios. Desde Abel que murió
probablemente preguntando “¿Por qué Señor?” o Moisés que pidió entrar en la
tierra prometida y el pedido le fue negado. David pasó una semana orando por su
hijo recién nacido que finalmente murió. San Agustín pedía en oración, cuando era
niño, que los profesores no le pegaran, pero continuaba sufriendo en la escuela.

Lea también:

Medite en cada capítulo de la Biblia

Personas que sufrieron porque no recibieron respuestas. Hechos como esos


alimentan el escepticismo a lo largo de los años. Francis Galton fue un escéptico
inglés, primo de Charles Darwin, que escribió una obra y analizó científicamente la
oración. Él propuso que la oración, en diversos aspectos, no surte ningún efecto, y
que orar y no orar da lo mismo. Porque Dios, si existe, no se preocupa por
responder. Yo creo en la oración, pero tengo que reconocer el desafío de luchar
con situaciones como las antes descritas.

Motivos para creer en la oración

Si Dios dijera que la oración es como una caja de sugerencias, en la que


presentamos nuestras peticiones, y él las analiza con cuidado, sería más lógico.
Muchas circunstancias de la vida, sin embargo, parecen reforzar más las
frustraciones por las veces que usted oró y no obtuvo respuestas. También
tenemos que admitir que Dios muchas veces realmente no responde, pero
tenemos la opción de elegir algo mejor que el escepticismo. Este artículo no es
una respuesta al tema “¿Por qué Dios no responde?”. Es la presentación de los
motivos que me llevaron a elegir el camino de creer y no el del escepticismo.

Me gustaría presentar cinco argumentos que sostienen mi creencia:

A pesar de que en la ausencia de respuestas me surgieron dudas, las


respuestas que recibo me hacen creer en un Dios que actúa a mi favor.

Si no tener respuestas trae dudas, las respuestas deben conducirme a la


seguridad de que él me escucha. El mundo actúa así: cuando todo sale mal, es
porque Dios no escucha, no existe o no se preocupa, pero cuando suceden cosas
buenas fue la casualidad que me protegió o simplemente las circunstancias de la
vida.

Jorge Muller, un cristiano del siglo XVII, tenía como principio de vida ver la
providencia y la acción de Dios en cada aspecto de la vida y la costumbre de
escribir las respuestas que recibía de Dios. Al final de la vida, él reunió en un libro
50 mil respuestas de Dios a sus oraciones a lo largo de la vida. La pregunta que
debemos hacer es: ¿Por qué las evidencias no nos acercan a Dios en la misma
proporción que las dudas nos apartan de él?
El enemigo coloca la duda y asegura que Dios no nos escucha y no se preocupa
por nosotros. Y así, nos lleva a quedarnos con esa duda. Dios, por otro lado,
afirma que no necesitamos temer, pues él está con nosotros todos los días. Decidí
creer en las evidencias y cuestionar las dudas.

Decidí creer que Dios tiene propósitos muchas veces desconocidos por
detrás del silencio o de la respuesta negativa.

Sabemos por qué Dios no respondió la oración de Jesús en Getsemaní. Tenía el


propósito mayor de salvarnos. Sabemos responder por qué Dios no atendió el
pedido de Marta y María de curar a Lázaro. Dios tenía el propósito mayor de
resucitarlo.

¿Por qué no usar ese mismo argumento cuando Dios no responde?

No entendemos todos los propósitos por detrás de las respuestas de Dios, pero
bíblicamente uno de sus propósitos es llevarnos a una confianza más madura.

Podemos preguntar: ¿Cómo recibir una respuesta negativa o no recibir ninguna


respuesta puede llevarnos a tener más confianza?

Permítanme contar una ilustración. Imaginen que tienen un comercio y necesitan


pagar una deuda de diez mil dólares. No tienen un centavo, y de repente, un
cliente que nunca vieron en la vida entra en la tienda y compra exactamente lo
equivalente a ese monto de dinero. Al final de la compra, él dice: voy a llevar la
mercadería, pero solo puedo pagar con un cheque. Sienten miedo y desconfían
del cheque, pero entregan la mercadería. Al recibir el cheque corren al banco a fin
de cambiarlo y descubren que tiene fondos. Quince días después, el mismo cliente
vuelve, compra por diez mil dólares y nuevamente paga con cheque. Otra vez
sienten miedo, pero no es el mismo miedo de la primera vez. Van al banco y
nuevamente el cheque tiene fondos.

Cada quince días, él vuelve y siempre paga con cheque y siempre el cheque tiene
fondos. Después de un buen tiempo y muchas compras siempre correctas, el
hombre ya es un amigo, y un día compra diez mil dólares más. Entonces, se da
cuenta de que no trajo el cheque, y dice: “hoy no puedo llevar la mercadería,
olvidé el cheque”. Probablemente le diríamos: “puede llevarla, de aquí a quince
días, me trae el cheque”.

¿Qué sucedió?

Las respuestas de fidelidad del cliente nos hicieron confiar en él incluso sin la
garantía del cheque.

En la vida espiritual, sucede lo mismo. Las respuestas de Dios a lo largo de la vida


son como cheques de fidelidad y cuidado en él. Pero él quiere llevarnos a un tipo
de relación y confianza que nos haga decir: “El Señor ya demostró que es fiel
conmigo y aun sin respuestas (aun sin un cheque) continúo confiando en él”.

La idea es que no dudemos en la oscuridad lo que Dios nos mostró en la luz.

Bíblicamente las personas que más confiaron no fueron las que vieron abrirse el
mar, una nube de fuego de noche y una lluvia de alimento. Los que más confiaron
fueron los echados en un horno, los que llevaron a su hijo al altar del sacrificio o
perdieron todo lo que tenían en un conflicto entre el bien y el mal.

Si yo supiera que Dios responde mis oraciones siempre y cuando quiero,


dejaría de orar.

No tendría confianza al saber que mi frágil sabiduría humana sería el criterio para
las respuestas de Dios.

Cuando la Biblia afirma que todo lo que pedimos se hará, debemos recordar que
es todo lo que esté en conformidad con los propósitos y las promesas de Dios.

En el libro El camino a Cristo, la escritora Elena de White afirma que “Somos tan
cortos de vista y propensos a errar, que algunas veces pedimos cosas que no
serían una bendición para nosotros, y nuestro Padre celestial contesta con amor
nuestras oraciones dándonos aquello que es para nuestro más alto bien, aquello
que nosotros mismos desearíamos si, alumbrados de celestial saber, pudiéramos
ver todas las cosas como realmente son” (p. 96).

Debemos confiar que como Dios es completamente bueno, sabe dar buenas
dádivas y, como es completamente sabio, sabe qué dones son buenos y cuáles
no.

Decidí que mi énfasis en la vida cristiana no sería esperar respuestas, sino


disfrutar de la compañía de Dios.

Las respuestas no son la única evidencia de la presencia de Dios conmigo. Mi


relación con Dios se basa, no en las respuestas, sino en la compañía. Cuando
Abraham salió de la tierra de Ur de los caldeos, preguntó a dónde iría y Dios no le
respondió, aun así Abraham salió de su tierra y de la casa de su padre (Génesis
12). Él no sabía hacia dónde iba, pero sabía con quién iba y eso le fue suficiente.
Dios le había dado la promesa de que lo bendeciría en la travesía y él se apegó,
no a una respuesta, sino a la promesa. Cuando oro, voy a la presencia de un
amigo y no de un político o un Papá Noel cósmico.

Creo que a pesar de que a veces Dios no nos responde, él nos ama.

La fe no es una jerga cristiana, una doctrina o una afirmación. La fe es una


relación con alguien digno de confianza. La fe es confianza, y nosotros solo somos
capaces de confiar en alguien que conocemos. Él continúa amándonos. ¿Cuáles
son nuestras dudas y lágrimas, preguntas y cuestionamientos? Escuchemos a
Dios que nos dice hoy: “Vengan y razonemos juntos, a vamos a conversar,
pregunten, duden, pero no se aparten de mí”. Las dudas sinceras de Job fueron
mejores que las seguridades fingidas de sus amigos. No desistan y permanezcan
firmes hasta el día en que él responderá todas las dudas y enjugará todas las
lágrimas.

4 razones por las cuales Dios


no responde tu oración
Cuando oramos siempre esperamos una respuesta, por lo cual resulta
decepcionante cuando parece como si Dios no nos escucha o está en silencio. Sin
embargo, no porque no obtengamos lo que pedimos significa que Dios no nos
atiende. En lugar de sacar conclusiones precipitadas o de darnos por vencidos en
la oración, reflexionemos sobre algunos aspectos que debemos tener en cuenta:

1. No sabes pedir.
Que oremos no significa que lo hagamos bien. Podemos cometer errores al orar,
los cuales se convierten en un gran impedimento en nuestra comunicación con
Dios. Si no sabemos pedir, es ilógico esperar que haya alguna respuesta de Dios.
Esto no quiere decir que Él no nos escuche, sino que quiere darnos la oportunidad
de corregir esas fallas al orar y podamos aprender a hacerlo de una mejor manera.
Antes de precipitarte y pensar que Dios no te escucha o responde, primero evalúa
si estás orando correctamente.

2. No conoces a Dios.
Para muchos, la oración es un conjunto de simples palabras que se dicen en voz
alta y que no van dirigidas a nadie en específico. Frases como «¡Ayúdame, Dios!»,
o «Quiero que todo me me vaya bien hoy. Amén», son palabras que bien pueden
ser dichas como una expresión, o pueden ser parte de una conversación con uno
mismo; sin embargo, a veces las personas las consideran como oraciones a Dios.
El problema con este pensamiento es que se le da mayor importancia a lo que se
quiere y se deja de lado al ser al cual va dirigido. Es decir, pesa más nuestros
requerimientos que Dios mismo.
La oración no se trata de solo pedir, sino de conocer a Dios y a descubrir quiénes
somos en Él. Si no conocemos a nuestro Señor, ¿cómo esperamos obtener una
respuesta suya? Dios sabe todo lo que hacemos, cada pensamiento, cada palabra
incluso antes que la pronunciemos, y pese a todo, no se entromete en
conversaciones que no van dirigidas hacia Él. Así que no se trata de que Dios no
te responde, sino de que tú no lo conoces y, por lo tanto, tus oraciones no van a
Él.

3. No es lo mejor para ti.


Tal vez estés orando con mucho fervor y pidiendo por algo que crees que sería
beneficioso para ti; sin embargo, nuestros pensamientos no son como los de
Dios. Isaías 55:8-9 (TLA) dice: «Dios dijo: «Yo no pienso como piensan ustedes ni
actúo como ustedes actúan. Mis pensamientos y mis acciones están muy por
encima de lo que ustedes piensan y hacen: ¡están más altos que los cielos! Les
juro que así es».» Incluso cuando podemos pensar que nuestras peticiones van
acorde a la voluntad de Dios, es Él quien determina el proceder de las cosas y
sabe qué es lo que mejor nos conviene. Como seres humanos muchas veces nos
enfocamos más en obtener satisfacción automática mas no pensamos en el futuro.
En cambio, Dios conoce el pasado, el presente y el futuro; y si no responde a las
oraciones de la forma que esperamos es porque sabe que no es lo mejor para
nosotros. Debemos aprender a confiar en su sabiduría y dejar que Él decida
nuestro porvenir.

4. No es el tiempo correcto.
Tener fe en el poder de Dios implica confiar en su tiempo. Nuestras peticiones
pueden estar dentro del plan de Dios, pero quizás ahora no sea el momento
adecuado para que se cumplan. Eclesiastés 3:11 (PDT) dice: «Todo sucede a su
debido tiempo. Sin embargo, Dios puso en la mente humana la habilidad de
entender el paso del tiempo, aunque nadie alcanza a comprender la obra de Dios
desde el principio hasta el fin.» Por lo tanto, debemos ser pacientes en la espera y
no dejar de orar. Las cosas buenas que suceden en el tiempo incorrecto pueden
convertirse en negativas y hasta perjudiciales. Es por eso que la mejor decisión
que podemos tomar es perseverar hasta que Dios nos indique el momento
indicado.

¿Por qué Dios no responde mis


oraciones?
9 DE ENERO DE 2020
Lysa TerKeurst
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 English

Y sucedió que a su debido tiempo, Ana concibió y dio a luz un hijo.


1 Samuel 1:20a (RVA-2015)

¿Alguna vez has llorado por algo hasta que se te acabaron las
lágrimas? Tus ojos hinchados se rinden y se secan mientras
sigues con la corriente de angustia en tu alma. Miras hacia el cielo
en confusión total… — “¿Por qué Dios no responde mis
oraciones?”.

Yo también me he encontrado en esa situación.

Y hay alguien en la Biblia que también experimentó lo mismo.

Ella se sintió provocada y frustrada. Su angustia llegó a ser tan


intensa que lloraba y rehusaba comer.
Clamó ante el Señor con amargura en su alma:

—Oh Señor de los Ejércitos, si te dignas mirar la aflicción de tu


sierva, te acuerdas de mí y no te olvides de tu sierva, entonces
yo…(1 Samuel 1:11b, NVI).

Estas palabras describen y detallan la angustia profunda de una


mujer de hace miles de años atrás, y sin embargo me encuentro
aquí en tiempos modernos identificándome con ella
completamente. Las palabras son de Ana, una mujer que hallamos
en primera de Samuel, capítulo uno.

Las lágrimas derramadas por Ana debido a su vientre vacío se


hicieron aún más dolorosas por la otra esposa de su esposo…
Penina. Ella tenía muchos hijos e hijas y se aseguraba de
recordárselo a Ana en cada oportunidad que se presentaba.

Existe un hilo común tejido por todo el relato de Ana, en tu vida y


en la mía. Todas podemos encontrarnos desesperadamente
deseando algo que vemos que el Señor les da a otras mujeres. Lo
vemos bendiciéndolas en las mismas áreas en que somos
restringidas. Observamos a esas mujeres y nos sentimos tan
dolidas y marginadas injustamente.

¿Por qué a ellas sí? ¿Por qué a mí no?

Luego, el aparente silencio injusto de Dios nos escolta de un


corazón perturbado a una alma amargada. Y comenzamos a sentir
algo que contradice todo lo que creemos ser verdad: Si Dios es
bueno, ¿por qué no se muestra bueno conmigo en esto?

Y en ese momento de honestidad cruda, nos vemos obligadas a


admitir que nos sentimos algo sospechosas de Dios. Hemos hecho
todo lo que sabemos hacer. Hemos orado todo lo que sabemos
orar. Nos hemos parado firmes en promesas incontables con
rostros de valentía. Y aún así … nada.

¿Qué hacemos cuando nuestro corazón lucha por hacer las paces
entre la habilidad que tiene Dios de cambiar las cosas duras y Su
aparente decisión de no hacerlo en nuestro caso?
Hacemos lo que hizo Ana.

En lugar de alejarse de Dios, o sospechar de Él, ella se inclinó


hacia Él, llenando el espacio de su espera con oración.

¡Ah, cuánto me encanta su fe inquebrantable! Cuando la


esterilidad y el maltrato de parte de Penina podrían haberle
causado a Ana perder la esperanza completamente, ella rehusó
que la detuvieran de confiar en Dios. Ella poseía una fe que no
estaba basada en sus circunstancias, sino fundada en la verdad
que ella sabía acerca de su Dios bueno y fiel… una fe que la dirigió
a orar en el tabernáculo con tanta pasión y audacia, ¡que el sumo
sacerdote Elí pensó que estaba borracha (ver 1 Samuel 1:12-18)!

Y aunque, a fin de cuentas, sus llantos de angustia abrieron paso a


los llantos de su hijo recién nacido, 1 Samuel 1:20a emplea
palabras muy claras para avisarnos que la respuesta para Ana no
llegó inmediatamente: “Y sucedió que a su debido tiempo, Ana
concibió y dio a luz un hijo… ” (énfasis agregado).

Tomó tiempo. Pero no dudes, el tiempo de Dios – aunque no haya


sido el tiempo que Ana deseaba – era el tiempo perfecto.

El tiempo de Dios era imprescindible porque Samuel estaba


destinado a jugar un rol esencial en la transición de mando entre
la época de los jueces y el establecimiento eventual del reinado
para los Israelitas.

Dios no hizo esperar a Ana para castigarla. Él no había sido


indiferente ni insensible a sus llantos. Y tampoco nos está
ignorando en nuestra espera.

Dios nos ama demasiado como para responder a nuestras


oraciones en un momento fuera del oportuno.

Padre Dios, muchísimas gracias por recordarme hoy que no me


estás ignorando. Tú oyes cada llanto de mi corazón. Te pido que,
por favor, me consueles en la espera. Ayúdame a confiar en Tu
tiempo perfecto. En el Nombre de Jesús, Amén.

CUANDO DIOS NO RESPONDE COMO ESPERAMOS


Dios se manifiesta de diferentes maneras, como él quiere y
cuando lo cree necesario, creo que todos en el trayecto de
nuestras vidas hemos entablado conversación con nuestro
padre Celestial ya sea para pedir, para agradecer ó para
interceder por otros.
No se si te has dado cuenta pero no todas las respuestas de
Dios a nuestras oraciones son perceptibles, muchas veces
llegamos a creer que Dios nos ignora, porque calla ante
nuestro clamor o no nos contesta como nosotros queremos;
Dios siempre escucha las peticiones de sus hijos; pero a
veces las respuestas de Dios es un “NO” y es ahí cuando
llegamos a creer que no nos está escuchando nuestras
oraciones. Esto es normal, a mí me pasaba muy a menudo
cuando no conocía lo misericordioso que es nuestro Dios con
sus hijos.

Efesios 6:18 Orando en todo tiempo con toda oración y


súplica en el Espíritu, y velando en ello con toda
perseverancia y súplica por todos los santos;
La palabra de Dios nos manda a orar en todo tiempo, que no
importa si estamos bien o estamos mal; pero no debemos de
descuidar la oración porque es el medio para obtener
respuesta, que no desmayemos, que seamos perseverantes
en nuestras súplica, que nos alentemos los unos por los otros
en oración.

1Tesalonicenses 5:17 Orad sin cesar


Vemos en este otro versículo que Dios nos exhorta a
mantenernos en oración a que nuestra oración sea constante,
que mantengamos esa comunión para con él no desmayando
en nuestra súplica porque Dios da lo que él quiere a quien él
quiere darlo y como él quiere no como nosotros exactamente
queramos que él se manifieste.

“Quiero parafrasear una historia para hacerla corta, de


un Judío que era perseguido por unos soldados
alemanes en la 2° guerra mundial. Este judío al sentir
que era alcanzado por los que le perseguían, buscó un
refugio para esconderse y se ocultó en una cueva que
no era muy profunda.
Cuando estaba en el fondo angustiado por la agonía de
ser descubierto empezó a clamar a Dios, que le
mandara Ángeles para que lo protegieran y no ser
descubierto por sus enemigos, en ese momento
apareció una araña y empezó a tejer una telaraña en la
entrada de la cueva, él judío volteó la mirada hacia
arriba y al ver a la araña exclamó: Señor te pido que me
mandes Ángeles y lo que me mandas una simple
araña… El judío con miedo volvió a inclinarse para
continuar orando. Cuando llegaron los alemanes y se
pararon frente a la cueva uno de ellos dijo: creo que
logró escapar porque a la cueva no ha entrado pues la
telaraña está intacta”

Realmente me conmovió esta historia, pues muchas veces


queremos que Dios se manifieste de una forma que podamos
ver ó palpar lo que le pedimos, Dios no necesita hacer eso
para contestar nuestras peticiones o para darnos protección.
Dios se manifiesta como él quiere o como a él le da la gana,
Dios te puede dar algo que por muy sencillo que parezca
puede hacer maravillas en tu vida como lo hizo con él judío de
esta historia, hay ocasiones en las que estamos atribulados
que no nos damos cuenta que Dios ya nos contestó; pero no
vemos su respuesta porque esperamos que Dios se manifieste
como nosotros queremos.
Últimamente me he sentido mal de salud, que me cuesta
conciliar el sueño, antes mis oraciones eran para sanación;
pero me di cuenta que cuando estaba súper bien de salud a
Dios lo ignoraba, nunca le abrí las puertas. Ahora que mora
en mí, tengo paz en mi interior aunque que mi día se
complique porque talvez no me sienta bien; pero ahora no
dejo que esto me robe el gozo, mi preocupación ya no es por
volver a ser el de antes, mas bien me preocupo por ser
agradable ante los ojos de mi Señor aprendiendo a vivir un
día a la vez, deleitándome en lo que Cristo me ha dado y con
esto hago que cada día valga la pena vivirlo. Y no es que mi
Dios no escuche mis oraciones, más bien se está glorificando
en mí dándome fuerzas para vivir en gozo ó en tribulación.

…y orad unos por los otros, para que seáis sanados. La


oración eficaz del justo puede mucho Santiago 5:16

No importa cuales sean las tribulaciones que estés pasando,


dice su palabra que la oración del justo puede mucho por lo
tanto esa respuesta viene en camino para sanarte o para
confortarte.

No te desanimes la lucha es a diario mientras tengamos vida,


a decir verdad de esto se trata la vida de un hijo de Dios, de
mantenernos en comunicación constante creyendo en tu
corazón que todas tus batallas las puede ganar con oración.

Que las tribulaciones no sean solo para derribarte mas bien


para que te tomes tu tiempo de hablar con Dios. Tengo claro
que cada vez que me llegan las aflicciones es porque Dios
quiere hablar conmigo porque sin sufrimiento no nos fuera
posible acercarnos a Dios. Entre mas dolor haya en tu vida
mejor conocerás a CRISTO porque es la única manera en la
que Dios puede obrar y ser notado. Muchas veces pedimos
que Dios nos haga milagros y no queremos estar mal; si para
que Dios obre, tenemos que estar mal.
No desmayes ni te detengas, Dios siempre te va a mandar
consuelo mientras llegue la solución.

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