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La capacidad de obrar del menor de edad

Con la excepción de adoptar a partir de los 25 años (art. 175 CC) se obtiene la capacidad de
obrar plena a partir de los 18 años y se le es considerado mayor de edad (art. 12 CE). A partir
de este punto uno es destituido automáticamente de la patria potestad de sus padres y
administra sus propios negocios jurídicos de ahí en adelante. ¿Pero como funciona antes de
cumplir los 18 años, que restricciones están impuestas a la capacidad de obrar del menor de
edad?

Históricamente la capacidad de obrar del menor de edad ha estado vigorosamente limitada, ya


que hasta mediados del siglo XX todo negocio llevado a cabo por un menor de edad se
consideraba radicalmente nulo y prácticamente inexistente. Esto se debía a que según el art.
1263 CC los menores (no emancipados) no tenían la capacidad de declarar durante un
negocio jurídico, ya que faltaba el elemento esencial del consentimiento. Esta doctrina se
alteró tras la comparación por el profesor Federico de Castro y Bravo entre el derecho civil
español y alemán en consideración a esta materia. En vez de manifestar que los negocios
realizados por menores son nulos el derecho alemán establecía que estos eran simplemente
anulables, pero no nulos. A pesar de que nunca se haya cambiado el contenido del art. 1263,
sí se empezó a interpretar bajo esta nueva influencia. Posteriormente la Ley Orgánica 1/1996
de Protección Jurídica del Menor expande este concepto e instaura la interpretación
restrictiva de la capacidad de obrar de los menores, obligándonos a siempre tener en cuenta la
madurez del menor a la hora de celebrar un negocio jurídico por si solo.

Hoy en día sigue sin haber un artículo en concreto del Código civil que establezca los limites
de la capacidad de obrar de los menores, pero esta se puede deducir desde otros artículos
(como los arts. 154-157 CC) que cementan las funciones de los padres (o tutores), la patria
potestad y la relación con el hijo. Hasta los 18 años cada menor se encuentra bajo la potestad
de sus representantes legales (art. 162 f. CC), que velan por su interés superior,
representándolos y administrando sus bienes. Sin embargo, estos tampoco pueden interferir
en aspectos más personales del menor como el libre desarrollo de la personalidad según el art.
10 CE, conflictos de interés entre padres e hijos o actos relativos a bienes excluidos a la
administración de los padres. A esto se suma que los padres no pueden renunciar a los
derechos de título de sus hijos ni gravar o enajenar sus bienes inmuebles etc. sin la
autorización previa de un Juez del domicilio según el art. 166 CC.
¿Pero qué actuaciones autóctonas están dentro de la esfera de capacidad de obrar del menor?
A la hora de realizar un negocio jurídico existen tres criterios por considerar. Primero: tiene
que estar permitido por ley realizar ese negocio para el menor. Segundo: el negocio tiene que
ser realizable sin la asistencia de sus representantes. Tercero: se trata de un negocio relativo a
bienes y servicios a de la vida corriente conforme a los usos sociales. Si esto no es el caso el
negocio será anulable o impugnable y requerirá de la confirmación posterior de los
representantes legales. Otros aspectos importantes para considerar son el ámbito patrimonial
y personal. En el ámbito patrimonial se le permite la posesión de cosas y la aceptación de
donaciones que no comporten una contraprestación al menor. Se le es posible dictar
testamento a partir de los 14 años y empezar a trabajar a los 16 años, como también ser
testigo en actuaciones civiles. Por otro lado, tenemos el ámbito personal que engloba el
matrimonio a partir de los 18 años (o 16 años en el caso de menores emancipados) según el
art. 46.1 CC y la Ley 15/2015 de la Jurisdicción Voluntaria. El menor también está tiene
autorización de optar por la nacionalidad española o vecindad civil a partir de los 14 años,
realizar actos relacionados a los derechos de la personalidad, otorgar capitulaciones
matrimoniales y ejercer la patria potestad sobre sus propios hijos.
A través de todo esto podemos observar que las capacidades para obrar del menor van
aumentando según su edad y madurez, lo cual está respaldado por la Ley 41/2002 Básica
reguladora de la autonomía del paciente y derechos y obligaciones en materia de información
y documentación clínica, hasta llegar a los 18 años.

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