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rrc Horizontes

del Barroco La cultura


de un Imperio
María de los Ángeles Fernández Valle
Carme López Calderón
Yolanda Fernández Muñoz
Inmaculada Rodríguez Moya
(eds.)
Universo Barroco Iberoamericano
Horizontes
del Barroco
la cultura
de un Imperio
Vol. 23
Este libro ha sido cofinanciado por la Universidad de Extremadura y las Ayudas para la realización de Actividades
de Investigación y Desarrollo, de Divulgación y de Transferencia de Conocimiento por los Grupos de Investigación
de Extremadura (GR18012), así como por la Xunta de Galicia y los Proxectos Plan Galego IDT (ED431B 2020/10).
Horizontes
del Barroco
la cultura
de un Imperio
Vol. 23
María de los Ángeles Fernández Valle
Carme López Calderón
Yolanda Fernández Muñoz
Inmaculada Rodríguez Moya
(eds.)
Salvador Hernández González
Eva Calvo
(coords.)
© 2021 Director de la colección
Universo Barroco Iberoamericano Fernando Quiles García
23º volumen
Comité científico
María del Mar Albero Muñoz (Universidad de Murcia,
Edición España)
María de los Ángeles Fernández Valle Ana María Aranda Bernal (Universidad Pablo de Olavide,
Carme López Calderón Sevilla, España)
Yolanda Fernández Muñoz Ana Cristina Correia de Sousa (Universidad de Oporto,
Inmaculada Rodríguez Moya Portugal)
Jaime Cuadriello (Universidad Nacional Autónoma de
Coordinación México, México)
Salvador Hernández González Mercè Gambús Saiz (Universitat de les Illes Balears,
Eva Calvo Palma de Mallorca, España)
José Julio García Arranz (Universidad de Extremadura,
Cáceres, España)
Colaboración en la edición José Jaime García Bernal (Universidad de Sevilla,
Carlos Usabiaga López España)
Rafael López Guzmán (Universidad de Granada, España)
José Manuel López Vázquez (Universidade de
Santiago de Compostela, España)
Pedro Luengo Gutiérrez (Universidad de Sevilla, España)
Víctor M. Mínguez Cornelles (Universitat Jaume I,
Maquetación Castellón, España)
Andavira Editora S.L. Juan M. Monterroso Montero (Universidade de Santiago
Impresión de Compostela, España)
Andavira Editora S. L. Almerindo E. Ojeda (University of California, Davis, USA)
Francisco Ollero Lobato (Universidad Pablo de Olavide,
Sevilla, España)
Imagen de portada y contraportada: El Cristo de
Francisco Javier Pizarro Gómez (Universidad de Extre-
la Encina (detalles). Iglesia Parroquial de San Vi- madura, Cáceres, España)
cente Mártir, San Vicente de Alcántara, Badajoz, Fernando Quiles García (Universidad Pablo de Olavide,
España © Fotografía: Isidro Álvarez -Tecnigraf. Sevilla, España)

Fotografías y dibujos: De los/as autores/as, ex- Alena Robin (The University of Western Ontario, London,
Canadá)
cepto que se especifique en la imagen
Fernando Rodríguez de la Flor (Universidad de Sala-
manca, España)
© de los textos e imágenes: los/as autores/as Antonio Urquízar Herrera (Universidad Nacional de
© de la edición: Educación a Distancia, Madrid, España)
Andavira Editora S. L.
E. R. A. Arte, Creación y Patrimonio
Iberoamericanos en Redes / Universidad
Pablo de Olavide

ISBN: 978-84-126058-7-7
Depósito Legal: C 2297-2021
1ª edición, Santiago de Compostela y Sevilla,
2021
Índice

Presentación de las editoras 11

Barroco. La cultura de un Imperio


13
Fernando Rodríguez de la Flor

A orillas del Atlántico. Triana y sus vínculos con la flota


de Indias (1649-1653) 39
Fernando Quiles García

Los mecanismos de la inventiva del arte colonial:


una aproximación al corpus quiteño 59
Almerindo Ojeda Di Ninno

Una aproximación a las piezas de platería del


Barroco bávaro realizada por los jesuitas en 71
Santiago de Chile conservadas en la Catedral
Ana Pérez Varela

Entre Nueva Granada y Nueva España.


Ingenieros militares entre dos reinos 89
Manuel Gámez Casado

A vida de São Francisco de Assis nos azulejos setecentistas da


América Portuguesa: entre hagiografias, gravuras e apropriações 105
Aldilene Marinho César Almeida Diniz

Nuevas aportaciones sobre la capilla de


Loreto del Noviciado de los jesuitas en Lima 121
José Manuel Almansa Moreno

José de Campos Redondo y su donación,


al Sacro Monte, de una Virgen del Rosario de Cuzco 141
José María Valverde Tercedor
7
Horizontes del Barroco: la cultura de un Imperio

Capillas posas y de indios. El reflejo de una tipología


arquitectónica iberoamericana en la España de la Edad Moderna 155
Sergio Ramírez González

La huella transpacífica del coco a través


de la cultura material en la Nueva España 173
Sarah Serrano Pino

Un paisaje simbólico: santos, arpías y unicornios en el belén 189


Ángel Peña Martín

“O tempo de si mesmo pede conta” – efémero, perenidade


e inconstância na(s) culturas(s) do Barroco 209
Sara Bravo Ceia y André Filipe Neto

El Barroco jurídico y lo jurídico en el Barroco 223


Marina Rojo Gallego-Burín

La composición del Cabildo Eclesiástico


en el Tucumán del Barroco (1711-1734) 239
Alejandro Nicolás Chiliguay

La Unión Espiritual (Una alianza para la vida) 255


Agustín René Solano Andrade

No hay sometimiento sin resistencias.


La viudedad en la España del Siglo de Oro 273
Begoña Álvarez Seijo

Construir el hogar barroco sevillano.


Una visión femenina a través de dotes,
inventarios y pinturas en la segunda 289
mitad del siglo XVII
Lidia Beltrán Martínez

Mujeres mecenas de los saberes científicos en el siglo XVII:


entre las cortes española y novohispana 315
Gina Del Piero
8
| Índice

El coleccionismo de Isabel de Farnesio.


La porcelana como elemento decorativo 325
en el palacio de La Granja de San Ildefonso
Eva Calvo

De Madrid al cielo –pasando por la Nueva Granada–.


Gabriel Gómez de Sandoval cumple la profecía
345
y erige la capilla del Sagrario de Bogotá
Adrián Contreras-Guerrero

La familia Medina Picazo y los testimonios


de su patrocinio devocional 359
Verónica Guadalupe Herrera Rivera

El conjunto de bienes de Cristóbal Carròs de Centelles (†1624),


marqués de Quirra y conde de Centelles, en el contexto del 369
coleccionismo nobiliario valenciano y español del momento
Àngel Campos-Perales

Arquitectura y ornamento efímero.


Consideraciones sobre el valor y la función
de los espacios festivos sacros 391
durante el Barroco en Andalucía
Francisco Ollero Lobato

Las devociones sevillanas del siglo XVI.


Espacios de culto y sociabilidad festiva 429
José Jaime García Bernal

Ornatos de ingenio y arte.


La arquitectura efímera en Madrid
por la exaltación al trono de Carlos IV 467
y la jura como príncipe de Fernando VII (1789)
Inmaculada Rodríguez Moya

La “Processó de la Sang” de Barcelona


en los siglos XVII y XVIII, la gran fiesta barroca 483
Vanessa Martín Nicolás
9
Horizontes del Barroco: la cultura de un Imperio

Os Miserere no fundo musical da Sé de Évora:


o caso específico da obra de Julião Rosado Tavares 503
Rita Faleiro

Monjas Coronadas: retratos


y fiesta en la Nueva España (XVII-XIX) 519
Isabel Mª Lloret Sos

Barroco y Semana Santa en la Andalucía interior:


la ruta Camino de Pasión 533
Salvador Hernández González

El arte barroco andaluz en las guías de viajes


publicadas por Murray, Baedeker y Joanne 559
Victoria Sánchez Mellado

10
Presentación

Con el objetivo de crear un lugar de encuentro e intercambio de


ideas para aquellas personas que, desde ámbitos diversos, es-
tudian la cultura barroca, en el año 2012 se constituyó el Centro
de Estudios del Barroco Iberoamericano y, apenas unos meses
después, se lanzó la convocatoria de un Simposio Internacional
de Jóvenes Investigadores. Este primer encuentro, celebrado en
Santiago de Compostela en mayo 2013, sentó las bases para las
ediciones posteriores que, sucesivamente, fueron acogidas por
las ciudades de las otras dos universidades fundadoras del CeI-
BA: Castellón, en abril de 2015, y Sevilla, en marzo de 2017.

En el 2019, el IV Simposio supuso la apertura de estas


reuniones a una universidad invitada, la de Extremadura, lo que
permitió que sus tres jornadas se desarrollasen en distintas se-
des de Cáceres, Trujillo y Guadalupe. Bajo el lema Las Orillas del
Barroco, el encuentro mantuvo las tres premisas básicas de los
anteriores: fomentar la participación de jóvenes investigadores,
favorecer el carácter multidisciplinar de las aportaciones y po-
tenciar la dimensión internacional del simposio –como anuncia
el subtítulo escogido en esta ocasión– en base a la distinta pro-
cedencia tanto de los participantes, como de los objetos/sujetos
de estudio.

Las contribuciones pivotaron en torno a seis grandes


ejes –Viajes, comercio y transferencias recíprocas; Mecenazgo, co-
leccionismo y museografía; El barroco en las artes del tiempo; La
mujer en el barroco; Artes plásticas, iconografía y simbolismo del
barroco; Ciudades y arquitectura del barroco– que ahora se reco-
gen revisadas, ampliadas y reordenadas en dos volúmenes.

El primero de ellos, titulado Horizontes del Barroco: la


cultura de un Imperio, comprende los estudios en torno a tres te-
11
Horizontes del Barroco: la cultura de un Imperio

mas clave: los múltiples contactos que se produjeron entre per-


sonajes y objetos de las “orillas del Barroco” y que se hacen la-
tentes en las influencias, trasvases, apropiaciones, adaptaciones
y huellas visibles en el amplio espectro de la cultura material; el
papel crucial que, para la instauración de ciertos saberes, gus-
tos, temas y formas, desempeñaron los promotores, mecenas y
coleccionistas, siendo fundamental en este sentido la labor de-
sarrollada por algunas mujeres; y el carácter consustancial de la
fiesta, con todo el aparato visual y musical que lleva aparejado, a
la cultura de este Imperio.

El segundo volumen, titulado Horizontes del Barroco:


creaciones y expresiones artísticas, aglutina los trabajos en tor-
no a un nutrido grupo de obras representativas de las distintas
disciplinas: pintura, escultura y retablística, arte gráfico, arqui-
tectura, urbanismo y audiovisual. Los acercamientos propuestos
contribuyen a caracterizar en términos iconográficos, formales
e incluso materiales el quehacer del periodo, mostrando las
particularidades y convergencias que acusan las “orillas del Ba-
rroco”, así como las herencias recibidas y las pervivencias que
trascienden la cronología marco. En relación con esto último, se
incluyen también estudios sobre aproximaciones actuales a las
obras barrocas, tanto en términos de conservación y preserva-
ción, como de difusión y musealización.

Queremos expresar nuestro más sincero agradecimien-


to a los/as ponentes y a los/as miembros del Comité Científico,
los/as profesores/as María del Mar Albero Muñoz, Ana María
Aranda Bernal, Ana Cristina Correia de Sousa, Jaime Cuadrie-
llo, Mercè Gambús Saiz, José Julio García Arranz, José Jaime
García Bernal, Rafael López Guzmán, José Manuel López Váz-
quez, Pedro Luengo Gutiérrez, Víctor M. Mínguez Cornelles,
Juan M. Monterroso Montero, Almerindo Ojeda Di Ninno, Fran-
cisco Ollero Lobato, Francisco Javier Pizarro Gómez, Fernan-
do Quiles García, Alena Robin, Fernando Rodríguez de la Flor
y Antonio Urquízar Herrera, por su participación e implicación
para que el IV Simposio repitiese el éxito de los precedentes.
Esperamos que lo mismo ocurra con las dos nuevas publicacio-
nes que ahora ven la luz, así como con los encuentros futuros
que todavía están por venir.

María de los Ángeles Fernández Valle


Carme López Calderón
Yolanda Fernández Muñoz
Inmaculada Rodríguez Moya

12
El Barroco jurídico y lo jurídico en el Barroco
The Juridical Baroque and the Juridical in the Baroque Period

Marina Rojo Gallego-Burín


Universidad de Málaga, España
mgallegoburin@uma.es
https://orcid.org/0000-0001-7923-2469

Resumen Abstract
En los estudios sobre el Barroco un aspec- In studies on the Baroque, one aspect that
to que habitualmente se obvia es el Dere- is usually ignored is the law of this period,
cho de esta época, pese a que es indudable despite the undoubted existence of Baroque
la existencia de una jurisprudencia del Ba- jurisprudence. We intend to analyze the law
rroco. Pretendemos analizar el Derecho de of this time, which is framed in the doctrinal
este tiempo, que se encuadra en la corrien- current of the late mos italicus, whose in-
te doctrinal del mos italicus tardío, cuya in- fluence caused the jurisprudence of the pe-
fluencia causó que la jurisprudencia de la riod to have its own characteristics. We will
época tuviera unas características propias. pay attention to the dichotomy faced by the
Prestaremos atención a la dicotomía a la jurists of using Latin or Spanish in their wri-
que se enfrentaban los juristas de utilizar tings. And we will highlight other characteris-
el latín o el castellano en sus escritos. Y tics, such as the excessive use of authorities,
destacaremos otras características, tales prioritizing the argument of authority as a te-
como la utilización excesiva de autorida- chnique used to argue, to the point that legal
des, primando el argumento de autoridad texts were written using a jungle and swarm
como técnica empleada para argüir, hasta of quotes from jurists and treatises. All kinds
provocar que los textos jurídicos se redac- of authorities are used as arguments, such as
taran utilizando una selva y enjambre de ci- biblical, patristic or literary quotations, while
tas de juristas y tratados. Se emplean como verbal paraphrases, metaphors and other li-
argumentos todo tipo de autoridades, tales terary resources, typical of the time, abound.
como citas bíblicas, patrística o literarias,
al tiempo que abundan la utilización de pa- Keywords: Baroque, Law, Jurisprudence,
ráfrasis verbales, metáforas y otros recur- Mos italicus.
sos literarios, típicos de la época.

Palabras clave: Barroco, Derecho, Juris-


prudencia, Mos italicus.

223
Horizontes del Barroco: la cultura de un Imperio

¡Ayer deidad humana, hoy poca tierra:


Aras ayer, hoy túmulo, oh mortales!
Plumas, aunque de águilas reales,
Plumas son; quien lo ignora, mucho yerra.
Luis de Góngora, En el sepulcro de la duquesa de Lerma.

Para José Antonio Maravall, Barroco “es un concepto histórico


que comprende, aproximadamente, los tres primeros cuartos
del siglo XVII, centrándose con mayor intensidad, con más plena
significación, de 1605 a 1650”1. Maravall renuncia a servirse del
término “Barroco” “para designar conceptos morfológicos o es-
tilísticos, repetibles en culturas cronológica y geográficamente
apartadas”2; opta por un “concepto de época que se extiende,
en principio, a todas las manifestaciones que se integran en la
cultura de la misma”3. Tradicionalmente Barroco se ha identifi-
cado como un movimiento artístico, pero es eso y mucho más. El
Barroco es un movimiento que afecta a todas las dimensiones
artísticas, culturales, de pensamiento y de la vida; nos referimos
al arte, escultura, música, literatura… barroca. Sin embargo, un
aspecto que suele olvidarse cuando se estudia el Barroco es su
dimensión jurídica, el Derecho de la época. Según Rafael Gibert,
“existe un Barroco jurídico y un aspecto jurídico en el Barroco”4,
afirmación en la que nos hemos inspirado para el título de este
texto. A similares conclusiones llegaba Tomás y Valiente, que se
refiere incluso a juristas típicos del Barroco5. En el ámbito ju-
rídico nos vamos a referir a un tiempo que se encuadra en la
corriente doctrinal del mos italicus tardío. Una corriente que va
a invadir Europa en la triada de la enseñanza, la doctrina y la
práctica jurídica.

Wölfflin afirma que es “sabido que el movimiento hacia la


meta no suele ser uniforme y que sobrevienen siempre reaccio-
nes o retrocesos a cada nuevo empuje. Pasa mucho tiempo hasta
que es admitido por la mayoría lo que consiguieron los esfuerzos

1. Maravall, José Antonio. La cultura del Barroco. Barcelona, Editorial Ariel,


1983, pág. 24.
2. Ibídem, págs. 24-25.
3. Ibídem, pág. 29.
4. Gibert y Sánchez de la Vega, Rafael. “El oficio cortesano según Bermúdez
de Pedraza”, Actualidad y perspectiva del Derecho público a fines del siglo XX:
Homenaje al profesor Garrido Falla. Tomo 3. Madrid, Universidad Complutense
de Madrid, 1992, pág. 2081.
5. Tomás y Valiente, Francisco. El Derecho penal de la Monarquía absoluta (Siglos
XVI-XVII-XVIII). Madrid, Editorial Tecnos, 1969, pág. 122.
224
El Barroco jurídico y lo jurídico en el Barroco | Marina Rojo Gallego-Burín

individuales, y no parece que la evolución va hacia atrás de vez en


cuando”6. Esto ocurre en el arte pero también pasa en el Dere-
cho. Asimismo, este autor cuando se refiere al Barroco, dice de
él que “aumenta la riqueza de las formas. Las figuras se hacen
más complicadas, los motivos se desplazan e insertan unos en
otros”7. Todo ello es extrapolable al Derecho, lo mismo de recar-
gado que es el arte Barroco lo es su Derecho. Veámoslo.

Domínguez Ortiz cuando estudia la sociedad del siglo XVII afirma Lo jurídico
que “por un jurista que aventura teorías personales hay cien rá- en el Barroco
bulas que componen enormes mamotretos a base del Digesto y
los glosadores, citados incansablemente”. El siglo XVII se carac-
teriza como un siglo en el que el pensamiento jurídico y el deve-
nir histórico no evolucionaban al unísono, las leyes no seguían su
ritmo, los juristas no creían que los sucesivos acontecimientos
que se producían debieran ir acompañados de cambios legales8.

Es necesario realizar ciertas precisiones sobre cómo era


el Derecho en esta época, adviértase que nos referimos al Derecho
de la Edad Moderna, cuya evolución sigue por los mismos cauces
que los trazados por la Edad Media. Además, con el reinado de los
Reyes Católicos aparece una nueva organización política, que es
el Estado y la monarquía se ocupa y preocupa por ser absoluta. En
este tiempo se habla del problema del ius commune, el Derecho
Común en Castilla, un problema surgido tras la entrada en vigor
de Las Partidas, promulgadas por Alfonso X en 1348, con el Orde-
namiento de Alcalá de Henares. La fuente principal con la que se
había redactado Las Siete Partidas de Alfonso X era el Derecho
Común, llamado común por ir destinado a toda la cristiandad y
conformarse del Derecho Romano y el Derecho Canónico. De esta
circunstancia se valieron los juristas para que en los casos en los
que no encontraran respuesta en los textos normativos en lugar
de acudir a consultarle al rey, como era preceptivo según el orden
de prelación de fuentes, acudían al Derecho Común.

Ello tiene su causa en la formación que recibían los es-


tudiantes de Leyes y Cánones, pues durante los siglos XVI y XVII
la enseñanza de la Jurisprudencia se basaba en los textos nor-
mativos y doctrinales del ius commune. En este tiempo, se utili-

6. W ölfflin, Enrique. Conceptos fundamentales de la Historia del Arte. Madrid, Ed.


Espasa Calpe, 1992, pág. 47.
7. Ibídem, pág. 93
8. Domínguez Ortíz, Antonio. La sociedad española en el siglo XVII. Granada,
Universidad de Granada, 1992, pág. 7.
225
Horizontes del Barroco: la cultura de un Imperio

za el método escolástico —característico del mos italicus—, los


litigios se resolvían formulando todo tipo de argumentaciones,
provenientes del Corpus Iuris Ciuilis y del Corpus Iuris Canonici, co-
mentarios, Derecho del rey, autoridades castellanas, costumbres,
prácticas, textos de la Biblia, teológicos, filosóficos o históricos. Y
ello a pesar de que seguía vigente el orden de prelación de fuentes
establecido por el Ordenamiento de Alcalá de 1348, confirmado
posteriormente en 1505 en las Leyes de Toro que promulgó la reina
Juana. A pesar de que las Leyes de Toro otorgaban preferencia al
Derecho Regio y excluían el Derecho Común, dicho orden de pre-
lación de fuentes nunca fue discutido, pero también es cierto que
en la práctica no se observaba. La consecuencia de ello fue que en
lugar de acudir al monarca cuando el Derecho Regio, los fueros
municipales y las Partidas eran insuficientes para resolver el caso,
se acudía a las fuentes romano-canónicas. Por lo que de facto la
gran mayoría de los juristas castellanos incluían el ius commune
en el orden de prelación de fuentes, ora se anteponía el Derecho
Civil al Canónico, ora se procedía a la inversa.

Entonces ¿qué es lo que se enseñaba en las Universida-


des, durante el Barroco? Es preciso advertir que la enseñanza
del Derecho cuenta con una tradición de más de dos mil años,
pero tanto los métodos como los conocimientos impartidos son
distintos en cada época9. A lo largo de los siglos XVI y XVII la en-
señanza del Derecho se basaba en el Corpus Iuris Canonici y en
el Corpus Iuris Civilis.

Como ya hemos apuntado con anterioridad, a pesar de


que las Universidades contaban con programas oficiales, a co-
mienzos del siglo XVII la enseñanza del Derecho no se hallaba
establecida, era diferente en cada Universidad, pues los textos
arquetípicos del Derecho Canónico y Romano se hallaban su-
bordinados a un complejo proceso de fijación e interpretación,
de hecho era reciente el descubrimiento de una parte inédita de
las Pandectas10. Pero los profesores no enseñaban solo el Dere-
cho Romano-Canónico sino que en las aulas lo que hacían era
introducir múltiples comparaciones y concordancias tanto entre
ambas ramas jurídicas, como respecto al Derecho de Castilla. Lo
cual tenía como consecuencia la separación que existía entre el
Derecho que se estudiaba y el que los juristas practicaban en el

9. García Sánchez, Justo. “Antonio Pichardo de Vinuesa y la enseñanza del derecho


romano a través de las instituciones de Justiniano”, Revista internacional de
Derecho Romano, 2008, pág. 91.
10. Pelorson, Jean- Marc. Los Letrados, juristas castellanos bajo Felipe III.
Investigaciones sobre su puesto en la sociedad, la cultura y el Estado,
traducción de Marciano Villanueva Salas. Valladolid, Junta de Castilla y
León, Consejería de Cultura y Turismo, 2008, pág. 55.
226
El Barroco jurídico y lo jurídico en el Barroco | Marina Rojo Gallego-Burín

foro, pues no se consideraba primordial el estudio de las leyes


del reino, estas se enseñaban de un modo secundario, para veri-
ficar la existencia de dichas concordancias11. Por tanto, es cierto
que el Derecho Real de Castilla era enseñado en las aulas, pero
se consideraba como un ius singulare de aplicación preferente,
integrado en el Derecho Común, junto a su glosa y doctrina, que
constituye el cuerpo normativo central de la enseñanza12.

En definitiva, el Derecho Común se había erigido como


la legislación supletoria al Derecho de Castilla, con una noto-
ria presencia en la vida jurídica del reino. Aunque la legislación
regia era de aplicación preferente, resultaba insuficiente para
resolver todos los problemas jurídicos. De ahí que fuese impres-
cindible el estudio del Derecho Común13.

Como ha afirmado Mariano Peset, en los siglos moder-


nos, el aprendizaje del Derecho era “más que un cúmulo de co-
nocimientos, una habilidad que permite discurrir entre los su-
puestos o casos; un arte de argumentar desde unos tópicos o
lógica jurídica que aluden constantemente a las normas de los
Corpora o a los autores, muy en especial a la opinión común”14.

Esa práctica de los juristas de acudir al Derecho Común


para resolver los litigios intentó ser combatida por los monarcas,
es de reseñar los esfuerzos que hizo el rey Juan II de Castilla al
limitar las opiniones que podían ser alegadas en los pleitos, pero
ello no dio frutos. En este sentido, los Reyes Católicos también
actuaron y promulgaron en 1499 la pragmática conocida como
“Leyes por la brevedad y orden de los pleitos”, pero tampoco lo-
graron alcanzar su objetivo, y será un problema que persistirá
hasta el siglo XVIII.

Este sistema educativo en el Derecho tuvo una consecuencia: la El Barroco


utilización del argumento de autoridad, hasta su abuso. Es la de- jurídico
nominada communis opinio doctorum. La práctica habitual es la

11. R odríguez-San Pedro Bezares, Luis Enrique. La Universidad Salmantina del


Barroco, periodo 1598-1625. Vol. II, Régimen docente y atmósfera intelectual.
Salamanca, Universidad de Salamanca, 1986, págs. 506 y 509.
12. Peset, Mariano. “Las Facultades de Leyes y Cánones. Siglos XVI a XVIII”,
Salamanca: revista de Estudios, nº 47, 2001, pág. 50.
13. Alonso Romero, María Paz. Salamanca, escuela de juristas. Estudios sobre la
enseñanza del Derecho en el Antiguo Régimen. Madrid, Editorial Dykinson,
2012, págs. 341 y ss.
14. Peset Reig, Mariano. “Las Facultades de Leyes y Cánones…”, op. cit., pág. 50.
227
Horizontes del Barroco: la cultura de un Imperio

de acumular y acumular opiniones y autoridades ajenas, como


si pareciera que el fiel de la balanza, la razón y la verdad, se
inclinara por el peso de esa acumulación. La auctoritas alcanza
fuerza jurídica. Lo recargado de la época llega hasta al Derecho.
Este barroquismo va a invadir todos los ámbitos del Derecho,
tanto los tratados teóricos como la praxis jurídica.

Al convertirse en la práctica habitual de los sabidores del


Derecho de los siglos XVI y XVII, surge la necesidad de alcanzar
soluciones probables y seguras. Por ello los juristas redactaron
obras en las que compilaban las opiniones de las autoridades,
prueba evidente de que se tratan de unos tiempos de decadencia15.

La literatura Al ocuparnos de lo jurídico en el Barroco un aspecto que no po-


jurídica y política demos obviar es la literatura jurídica de la época, pues una de
del Barroco las características de este tiempo es el elevado número de trata-
dos jurídicos que se dieron a la estampa .
16

En la segunda mitad del siglo XVI surge un género lite-


rario nuevo, que se dedica a estudiar las instituciones, así como
las condiciones que necesitaban aquellos que las encarnaban.
La literatura política del siglo XVII se trata de un género muy
recurrente por parte de los autores a lo largo de todo el Barroco,
hasta el punto de que la densidad de este género literario es
considerada como una de las características de este tiempo17.
José Antonio Maravall señaló que este tipo de obras del siglo XVII
presentan elementos comunes, en el fondo y la forma18.

En primer lugar, debemos hacer referencia a los aspec-


tos que comparte esta literatura en cuanto a la forma. La mayo-
ría de ellos tienen un aspecto similar, son textos impresos en los
que se alterna la letra cursiva y redonda. Sus portadas compar-
ten un mismo estilo, se singularizan por estar ilustradas con ba-
rrocos grabados en los que se encaja el título del libro, que suele
ser prolijo, y el nombre del autor con los cargos y dignidades

15. L uque Tavera, Miguel. Un universo de opiniones. La literatura jurídica


indiana. Madrid, Biblioteca de Historia de América, Consejo Superior de
Investigaciones Científicas, Instituto de Historia, 2003, pág. 87.
16. Rojo Gallego-Burín, Marina. “La literatura jurídico-política castellana
y portuguesa de los siglos XVI y XVII”, Revista Jurídica de la Universidad
Autónoma de Madrid, nº 33, 2016, págs. 233-249.
17. Abellán, José Luis. Historia crítica del pensamiento español. Del Barroco a la
Ilustración (siglos XVII y XVIII). Tomo III. Madrid, Espasa-Calpe, 1981, pág. 62.
18. Maravall, José Antonio. La teoría española del Estado en el siglo XVII. Madrid,
Instituto de Estudios Políticos, 1944, págs. 20 y ss.
228
El Barroco jurídico y lo jurídico en el Barroco | Marina Rojo Gallego-Burín

que ostenta. Y a pie de página


encontramos la ciudad y el año
de impresión. Con asiduidad,
los autores indicaban en sus
portadas también a la persona
a la que iba dirigida su obra.
Esto se pone de manifiesto en
la portada Instituciones Politicas
de Diego de Tovar y Valderrama
(Fig. 1), obra dirigida al prínci-
pe Baltasar Carlos de Austria.
Respecto a la redacción, suele
caracterizarse por la abun-
dancia de adjetivos, escritos
también bajo el espíritu del ba-
rroquismo literario en los que
abundan las metáforas, analo-
gías, tópicos y exemplos.

La literatura política
aparece desvinculada de la Uni-
versidad, estos ayuntamientos
se desvinculan de la realidad
del momento y no participa en
el debate social y político, desa-
rrollado en otros ámbitos. Esto
tiene una consecuencia inme-
diata y es que aunque la mayor
parte de los escritores de estas
Fig. 1. Diego de Tovar,
obras habían cursado sus estudios en la Universidad, no se de- Portada de Instituciones
dicaban a la enseñanza. No obstante, existen excepciones, tales Políticas, Madrid, 1645.
como la de Andrés Mendo, lector de Teología y de Sagrada Escri-
tura en Salamanca; Tovar y Valderrama, profesor en la Universi-
dad de Alcalá; el P. Márquez, en la salmantina; el doctor Sancho
de Moncada, catedrático de Sagrada Escritura, o Fernão de Oli-
veira, profesor de retórica. La gran mayoría de los tratadistas lo
que van a ocupar son puestos en la burocracia, ejemplo de ello
es el licenciado Gerónimo de Zebayos, regidor de Toledo; Mateo
de Lisón y Biedma, regidor de Granada y procurador en Cortes,
y Juan Fernández Abarca, contador. También hallamos letrados,
como Martín González de Cellorigo o Francisco Bermúdez de Pe-
draza; además de militares, secretarios o embajadores. Tanto por
su formación, como por los cargos que ostentan, estos autores
poseen un conocimiento preciso de la realidad contemporánea.
Otros tratadistas van a ser miembros de la Iglesia, poseían for-
mación en cuestiones morales y, además, una fuerte influencia
sobre el gobierno del Estado. De ese grupo son representativos
229
Horizontes del Barroco: la cultura de un Imperio

fray Juan de Santa María o el jesuita Pedro de Ribadeneyra. Es-


tos escritores también se van a singularizar porque, a pesar de
que en ciertos aspectos se manifiestan críticos con la realidad del
momento, se van a manifestar adeptos al rey y a la monarquía.

Como consecuencia de tratarse de obras redactadas


al margen de la Universidad, como ya hemos dicho, ni se van
a singularizar por tener un carácter académico ni tienen como
finalidad convertirse en libros de textos. Son escritos con una
pretensión práctica, es decir, servir como un revulsivo, de suerte
que sus lectores —el monarca, los consejeros, los ministros, los
súbditos— lleven a cabo las reformas propuestas. En definitiva,
su principal objetivo es la educación política.

El hecho de que toda una pléyade de escritores presta-


ra su atención a los oficiales de la monarquía tiene su razón de
ser en el contexto del momento. A partir de los Reyes Católicos,
los juristas y expertos en el conocimiento de la política y la bu-
rocracia reemplazan a nobles y eclesiásticos en los puestos de
la administración, tanto en los más preeminentes como en los
menos elevados19. Si bien es cierto que bajo el reinado de Felipe
II la clase política era heterogénea, confluyendo hidalgos, letra-
dos, religiosos y legos, en el siglo XVII, como afirma Bennassar,
se produce “el reto más grave”, “el reto del valido o privado, del
favorito único en quien delega la realidad del poder”20. Esta es la
consecuencia, de que esos escritores dan voz a todos aquellos
juristas y facciones, que habían sido desposeídos de todas las
potestades que hasta entonces habían ostentado.

Como ejemplo de este tipo de escritores y tratados pode-


mos mencionar a Francisco Bermúdez de Pedraza (1576-1655)21
y El secretario del rey. Un tratado publicado en el año de 1620, en
el que confluyen todos los ingredientes del Barroco, dedicado
a una institución que se encontraba en declive y ensombrecida
por el valido. Por su parte, Gibert afirma que los discursos de
Bermúdez “muestran la simetría, la equilibrada proporción de

19. García Marín, José. La burocracia castellana bajo los Austrias. Sevilla,


Ediciones del Instituto García Oviedo, Universidad de Sevilla, 1976, pág. 83,
y Maravall, José Antonio. Estado moderno y mentalidad social (Siglos XV a
XVII). Tomo II. Madrid, Ediciones de la Revista Occidente, 1972, págs. 443
y ss.
20. Bennassar, Bartolomé. La monarquía española de los Austrias. Conceptos,
poderes y expresiones sociales. Salamanca, Universidad de Salamanca, 2006,
pág. 31.
21. Francisco Bermúdez de Pedraza es un jurista, historiador y canónigo de la
Catedral de Granada. Vid. sobre este autor, Rojo Gallego-Burín, Marina. El
pensamiento jurídico de Francisco Bermúdez de Pedraza (1576-1655). Madrid,
Marcial Pons, 2018.
230
El Barroco jurídico y lo jurídico en el Barroco | Marina Rojo Gallego-Burín

las partes que es la más noble conquista de los prosistas ba-


rrocos”22. Por los excesos propios de la época el propio autor
declara que su redacción es precisa y clara:

Prometo suma breuedad, porque muchas y grandes cosas, escritas con


ella, es la sal que las sazona, y la salsa con que se auiua el gusto de los
modernos, quanto le estragan compendios mas dilatados que la vida para
leerlos, y principalmente a V. M; con que cuido y me desvelo mas de ceñir
en breue circulo estos discursos, que en dilatarlos23.

A sensu contrario al Secretario del rey podemos mencio-


nar una obra anterior, dada a la estampa en 1615, por el francis-
cano e “intelectual de la oposición a Lerma”24, fray Juan de San-
ta María, Tratado de Republica, y politica christiana. Para Reyes y
Principes: y para los que en el gobierno tienen sus vezes25. Un obra
que sería reimpresa en diversas ocasiones: en 1617 en Barcelo-
na, en 1619 en Valencia y más tarde en Lisboa y Nápoles. Tomás
y Valiente la caracteriza como “un libro claro y bien escrito, con
maneras sencillas y poco contaminadas aún del farragoso arti-
ficio del Barroco”26. Maravall, por su parte, destaca que Santa
María es el autor político que mantiene una postura más extre-
ma, pues sostiene que el monarca que no respeta las decisiones
adoptadas por el Consejo se adentra en la tiranía27.

En este recorrido por la literatura jurídica del Barroco


es insoslayable mencionar también Arte legal para el estudio de
la iurisprudencia28, el primer manual para el estudio del Derecho
escrito en castellano. Rafael Gibert realizó afirmaciones clarivi-

22. Gibert y Sánchez de la Vega, Rafael. “El funcionario español de la época


austriaca”, Actas del I Symposium de Historia de la Administración. Madrid,
Instituto de Estudios Administrativos, 1970, pág. 263.
23. Bermúdez de Pedraza, Francisco. El Secretario del Rey, a Filipe Tercero,
Monarca Segundo de España, por el Licenciado…, Auogado en sus Reales
Consejos. Madrid, Luis Sanchez Impres, 1620, del R.N.S, Discurso I, ff. 4v-5r.
24. Feros, Antonio. El Duque de Lerma. Realeza y privanza en la España de Felipe
III. Madrid, Marcial Pons, 2002, pág. 425.
25. Santa María, Juan de. Tratado de Republica, y policia christiana. Para Reyes y
Principes: y para los que en el gobierno tienen sus veces. Barcelona, Geronymo
Margarit, 1617.
26. Tomás y Valiente, Francisco. Los Validos en la Monarquía española del siglo
XVII. (Estudio institucional), Instituto de Estudios Políticos. Colección
“Historia Política” a cargo de Melchor Fernández Almagro. Madrid, 1963.
Editada después en Siglo XXI de España Editores en 1982 y 1990, con
sucesivas reimpresiones, la última en 2015, pág. 143.
27. Maravall, José Antonio. La teoría española del Estado…, op. cit., pág. 288.
28. Bermúdez de Pedraza, Francisco. Arte legal para estvdiar la Ivrisprvdencia.
Con la paratitla, y exposicion a los titulos de los quatro libros de las Instituciones
de Iustiniano. Por el Licenciado Francisco Bermudez de Pedraça, Abogado en
los Consejos de su Magestad. Dirigida a Don Ivan de Acuña, Marques de Valle,
Presidente de Castilla. Salamanca, Imprenta de Antonia Ramirez, viuda,
Salamanca, a costa de Nicolas Martin de Castillo, mercader de libros, 1612.
231
Horizontes del Barroco: la cultura de un Imperio

dentes sobre este tratado: “obra juvenil no exenta de vacilacio-


nes, pero documento expresivo de la cultura jurídica del Barro-
co”29; “eslabón Barroco en la cadena que arranca de Bolonia”30,
y “documento singular sobre la educación jurídica de la época
austriaca”, que “contiene profundas y hermosas consideracio-
nes sobre la ciencia del Derecho, el estudio y el papel del juris-
ta”31. En oposición a la tendencia de la época, como hemos visto
con anterioridad, Bermúdez defiende que la interpretación de las
leyes y la solución de las cuestiones jurídicas dudosas no podía
descansar en la acumulación de opiniones y autoridades ajenas,
pues ello es variante según el momento. A juicio del jurista gra-
nadino, era mucho más útil ejercitar la fuerza del ingenio propio,
para deducir, ya de la letra, ya del espíritu de la ley, soluciones
con que resolver el litigio, por complejo que fuera. Adviértase
que esa incitación al recurso del ingenio, es otro elemento ca-
racterístico del Barroco. Según Tomás y Valiente, esa exaltación
del ingenio individual con menosprecio de la común opinión de
los juristas no responde a un racionalismo de cuño humanista,
sino a “la hartura y cansancio que se produce en casi todos los
juristas castellanos del Barroco ante el fárrago indomable de las
opiniones de los Doctores”32. Esa exaltación de la agudeza de
ingenio responde a la cultura del Barroco.

Por otra parte, podemos mencionar la obra titulada el


Hospital Real de la Corte33, la cual puede considerarse como la
obra más barroca de Bermúdez de Pedraza. Si bien en las otras
mencionadas del mismo autor, El Secretario del rey y Arte legal
para estudiar la ivrisprudencia, son ejemplo vivo del Barroco jurí-
dico; Hospital Real de la Corte destila en sus páginas el escepticis-
mo, el pesimismo y el desengaño del mundo propios del Barro-
co. Aparece también la imagen de la fortuna, un tópico habitual
en la obra de los escritores renacentistas y barrocos34. Nótese
que la fortuna es una diosa pagana de la suerte (buena o mala)
pagana, de la que autores como Quevedo pusieron de manifiesto
la dificultad de armonizar la idea de hado o fortuna con la reli-
gión cristiana, imperante entonces: “las palabras fortuna, hado,

29. Gibert y Sánchez de la Vega, Rafael. El Arte para estudiar Jurisprudencia de


Bermúdez de Pedraza. Granada, Cátedra de Historia del Derecho español,
Universidad de Granada, Prelección curso 1966-1967, pág. I.
30. Gibert y Sánchez de la Vega, Rafael. Historia general del Derecho español.
Madrid, Copigraf, 1977, pág. 260.
31. Ibídem.
32. Tomás y Valiente, Francisco. El Derecho penal…, op. cit., pág. 122.
33. Bermúdez de Pedraza, Francisco. Hospital Real de la Corte, de enfermos
heridos en el animo de vicios de la Corte, su origen, malicia, preservacion y
medicina curativa del alma. Granada, 1645.
34. González García, José María. La diosa Fortuna. Metamorfosis de una metáfora
política. Madrid, Antonio Machado Libros, 2006, pág. 175.
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El Barroco jurídico y lo jurídico en el Barroco | Marina Rojo Gallego-Burín

suerte, que se leen en Séneca, por ser traducción las dejo como
dioses, error suyo, condenado por nuestra sagrada religión”35.

Otro rasgo del Barroco que emerge en Hospital Real es


el senequismo de Bermúdez de Pedraza, que responde a una
tendencia propia del Barroco36, y tendrá su máximo exponente
en Quevedo37.

Asimismo, apelar a la agudeza de ingenio para resolver


las cuestiones jurídicas problemáticas y disputables se inserta
en la cultura del Barroco. El hecho de concebir la experiencia
histórica como un criterio orientador de la acción política, se
trata de una idea próxima al tacitismo, al tiempo que mostrar
predilección por Séneca es muestra de neoestoicismo. Tacitismo
y neoestoicismo son otras dos corrientes doctrinales predomi-
nantes del Barroco. Veámoslo.

En contraposición al Renacimiento, su luz y vitalidad del


carpe diem, el Barroco es un tiempo en el que se suceden los tópi-
cos del pesimismo, la desventura, la fugacidad de la vida, el “tea-
tro del mundo” o el sentimiento del desengaño. Así se aprecia en
la estrofa gongorina que encabeza este trabajo. Los emblemas y
los símbolos del Barroco son calaveras, esqueletos, relojes, per-
sonajes apesadumbrados, tristes, preocupados…38. Es un tiempo
de crisis que exige que surjan “remedios”, doctrinas o modos de
vida que permitan sobrevivir a esa pesadumbre y dolor vital.

Entre las postrimerías del siglo XVI y comienzos del siglo


siguiente surge con fuerza el neoestoicismo. Autores como Justo
Lipsio o Guillaume du Vair construyen a través de sus obras esta
corriente doctrinal que pretenden crear un sistema moral racional

35. Q uevedo y Villegas, Francisco de. “De los remedios de cualquier fortuna”,
“Advertencia”, Obras completas: obras en prosa. Madrid, edición de Felicidad
Buendía, 1981, pág. 1069. Vid. Kenneth Krabbenhoft. Neoestoicismo y género
popular. Salamanca, Universidad de Salamanca, 2001, págs. 31 y ss.
36. A lo largo de las primeras décadas del siglo XVII se habían sucedido las
traducciones de Séneca al castellano. En ese sentido pueden citarse las
traducciones de fray Gaspar Ruiz Montiano en Espejo de bienechores y
agradecidos (Barcelona, 1606), traducción De beneficiis; Doctrina moral de
las epístolas que Luzio Aeneo Séneca escribió de Juan Melio de Sande (Madrid,
1612), De clementia (Madrid, 1626) traducida por Alonso de Revenga y
Proaño, y las de Pedro Fernández Navarrete en Siete libros de A. E. Séneca
(Madrid, 1627) y De beneficiis (Madrid, 1629).
37. Otaola González, Paloma. Coordenadas filosóficas del pensamiento de
Quevedo. Alicante, Editorial Club Universitario, 2004, pág. 29.
38. Rojas Parada, Pedro. “El Quijote en la encrucijada de la Edad Moderna”, Sanz
Camañes, Porfirio (coord.). La Monarquía Hispánica en tiempos del Quijote.
Ciudad Real, Universidad de Castilla La Mancha, Sílex Ediciones, 2005, pág.
364.
233
Horizontes del Barroco: la cultura de un Imperio

independiente de cualquier pensamiento externo y concordante con


la doctrina cristiana. Esa es la razón de ser de acudir a las ideas de
Séneca u otros autores como Epicteto, que hacen del estoicismo
“un producto cultural propio de un período de crisis, no deja de ser
cierto también que su emergencia tuvo lugar en un momento clave
en el desarrollo de la historia de las ideas en Europa”39.

Por otra parte, era común en este tiempo que nos ocupa
concebir las “historias antiguas” como exemplo y guía de las ac-
tuaciones políticas, esta es una idea propia del tacitismo40. Irre-
futablemente los tacitistas no tienen que ser catalogados como
defensores encubiertos de la teoría de Maquiavelo. Adviértase
que para la comprensión del tacitismo han surgido tres hipótesis
elementales41:

• El tacitismo posibilita defender el ideario de Maquia-


velo pero sin mencionarlo, pues se trata de un autor
proscrito y prohibido a través del índice de libros pro-
hibidos. Es decir, se disfraza a Maquiavelo de Tácito.

• El tacitismo sirve como baluarte de la política autónoma.

• El tacitismo posibilita que la historia se conciba como


una disciplina que construya la ciencia del Estado y del
gobierno.

La preocupación principal de los tacitistas consistía en


ejercer el poder independientemente de la ética y construir la po-
lítica como una ciencia experimental, teniendo como fundamento
la experiencia histórica. Según José Luis Abellán, el tacitismo, en
sus orígenes, responde a la búsqueda renacentista de renovación
de las fuentes romanas, que algunos fundan en Tito Livio y, otros,
en Tácito42. Se consideraba que, en ese ambiente de crisis y deca-
dencia, Tácito era la salvación de la monarquía hispánica porque
servía a los cortesanos desorientados los antídotos necesarios

39. Rodríguez Manzan, David. “El estoicismo como moral en Vives, el Brocense


y Quevedo”, Ingenium, nº 5, enero-junio, 2011, pág. 107.
40. Tomás y Valiente, Francisco. “El gobierno de la Monarquía y la administración
de los reinos en la España del siglo XVII” , fun. Ramón Méndez Pidal. Historia
de España. La España de Felipe IV. Tomo XXV. Madrid, Espasa-Calpe, 1982,
págs. 25-26.
41. Álvarez, Ángel Octavio. “La invención de las pasiones. Consideraciones
sobre la recepción del tacitismo político en la Cultura del Barroco”,
Astrolabio. Revista internacional de filosofía, nº 10, 2010, pág. 2.
42. Abellán, José Luis. Historia crítica del pensamiento español, III, Del Barroco
a la Ilustración (siglos XVII y XVIII). Tomo III. Madrid, Espasa-Calpe, 1981,
pág. 102.
234
El Barroco jurídico y lo jurídico en el Barroco | Marina Rojo Gallego-Burín

para sobrevivir en el resbaladero de la Corte, les orientaba a con-


servar e incrementar su poder en las esferas del poder político43.
En definitiva, se entiende que el tacitismo es una actitud, la mane-
ra de cómo reaccionar a la fortuna de la política44.

En este tiempo también la práctica del Derecho va a tener unas La práctica


características propias. Nos encontramos con la problemática jurídica barroca.
de que las alegaciones jurídicas son un tipo de documentación El género literario
del que carecemos casi de estudios, pues es un aspecto al que
forense de las
la historiografía moderna no le ha prestado demasiada atención,
solo contamos con algunos estudios como los de Lalinde o Tor- alegaciones e
mo Camallonga45. En gran medida se trata de una documenta- informaciones
ción desatendida. en Derecho

Las alegaciones o informaciones en Derecho, también


son llamadas porcones. Esta denominación de porcón es el re-
sultado de unir las preposiciones por y con, de acuerdo con las
cuales se expresaba la posición de cada una de las partes en
el proceso que se presentaban ante las altas instituciones ju-
risdiccionales —Consejo Real y Chancillerías—. Constituyen un
género literario propio. Lalinde Abadía los define como “escritos
en los que los abogados de las partes han concretado su visión
de la ‘litis’, generalmente tras la práctica de la prueba, y que
en el siglo XVII, al menos, se han impreso en gran cantidad”46.
Según Gandasegui Aparicio son “unos documentos procesales

43. Varó Zafra, Juan. “Grupos tacitistas españoles del siglo XVI”, Revista Signa,
nº 24, 2015, pág. 545.
44. Álvarez, Ángel Octavio. “La invenciónn de las pasiones...”, op. cit, pág. 11.
45. Lalinde Abadía, Jesús. “Situación del Derecho romano en el sistema jurídico
aragonés”, Revista de Historia del Derecho. Volumen Homenaje al Profesor M.
Torres López, nº 2, 1977-1978, págs. 169-188; Tormo Camallonga, Carlos. “El
Derecho en las alegaciones jurídicas del siglo XVIII”, Saitabi, nº 50, 2000,
pág. 277, y “El fin del Ius commune: las alegaciones jurídicas en el juicio civil
de la primera mitad del XIX”, Anuario de Historia del Derecho Español, nº 71,
2001, págs. 473-500. Vid. asimismo Barrientos Grandón, Javier. “Mos italicus
y praxis judicial indiana”, Ivs Fvgit. Revista Interdisciplinar de Estudios
Histórico-Jurídicos, nº 5-6, 1996-1997, págs. 359-430; Coronas González,
Santos Manuel. “Alegaciones e informaciones en Derecho (porcones) en la
Castilla del Antiguo Régimen”, Anuario de Historia del Derecho Español, nº
73, 2003, págs. 165-192, y Serna Vallejo, Margarita. “El régimen legal de las
alegaciones jurídicas en la Corona de Castilla y en los reinos de Navarra y de
la Corona de Aragón en la Baja Edad Media y en la Época Moderna”, Ivs Fvgit.
Revista de Estudios Histórico-Jurídicos de la Corona de Aragón, nº 17, 2011-
2014, págs. 11-54, y Alonso Romero, María Paz y Garriga Acosta, Carlos.
El régimen jurídico de la abogacía en Castilla (siglos XIII-XVIII). Madrid,
Universidad Carlos III de Madrid, 2014, págs. 54-57.
46. Lalinde Abadía, Jesús. “Situación del Derecho romano…”, op. cit., pág. 175.
235
Horizontes del Barroco: la cultura de un Imperio

específicos, en primer lu-


gar por suponer un espa-
cio procesal muy concreto
en el que se resume el
contenido de lo que en el
pleito se ha dicho y hecho,
y sobre todo por las carac-
terísticas de su contenido:
se corresponden con un
estilo formado dentro del
ámbito forense pero en el
que convergen influencias
doctrinales y teóricas im-
portantísimas”47. Serna
Vallejo formula también
una definición de estos
textos como “los escritos
de argumentación jurídica
elaborados por los letra-
dos a favor de las partes
y cuya presentación ante
el órgano jurisdiccional
en un juicio contradicto-
rio se configuró como el
último acto procesal pre-
vio al pronunciamiento de
la sentencia”48. Desde un
punto de vista formal, las
alegaciones no seguían
una ordenación preesta-
blecida. Así, podían ser re-
Fig. 2. Francisco Bermúdez dactadas en latín o en cas-
de Pedraza, Alegación tellano, con firma y fecha o sin ellas, con o sin índice o sumario.
jurídica de para un pleito
eclesiástico, Granada, 1633.
Con frecuencia este género literario forense se ve influen-
ciado por el arte Barroco, así se comprueba en (Figs. 2 y 3)49, como

47. Gandasegui Aparicio, María José. Los pleitos civiles en Castilla, 1700-1835:


estudio del funcionamiento de la administración de justicia castellana en el
marco de los pleitos privados. Tesis Doctoral inédita. Tomo IV. Madrid,
Universidad Complutense de Madrid, 1999, pág. 31.
48. Serna Vallejo, Margarita. “El régimen legal de las alegaciones…”, op. cit.,
págs. 11-12.
49. Por D. Pedro de Valençvela y Faxardo, Cavallero del Orden de Santiago. Con
Don Diego de Castillexo y Valençuela Cauallero de la dicha Orden. Sobre el
mayorazgo de Valençuela, y bienes subrogados en lugar de la dicha villa, y
lo anexo y perteneciente a ello. En Granada, por Antonio Renè de Lazcano,
y Bartolome de Lorençana, en la calle de Abenamar. Año de 1633;
Por el Padre Fray Ivan de la Cruz, Religioso Carmelita descalço, Albacea
236
El Barroco jurídico y lo jurídico en el Barroco | Marina Rojo Gallego-Burín

los abogados se preocupa-


ban de ilustrar sus alegacio-
nes jurídicas con grabados
calcográficos. En este caso
una ilustración de Santa
Teresa de Jesús, de autor
desconocido, y un grabado
del Apóstol Santiago firma-
do por el famoso grabador
flamenco Francisco Heylan.
Otra peculiaridad es cómo,
debido a la selva de citas que
presentaban estos escritos,
es frecuente realizar nume-
rosísimas notas marginales
indicando la fuente, nombre
del autor, obra y pasaje, del
que se había tomado.

A lo largo de este
trabajo hemos puesto de
manifiesto cómo el Barro-
co es un movimiento cul-
tural-artístico que afecta
al Derecho de la época. La
corriente doctrinal de este
tiempo se denomina mos
italicus tardío, pues se pro-
duce un regreso del Dere-
cho Romano y del Derecho
Canónico. El ámbito jurídico
se ve inundado de Derecho Fig. 3. Fray Alonso Bernardo
de los Ríos y Guzmán,
Común que provocará la decadencia del Derecho. Los juristas Defensa jurídica, h. 1678-
alegan el ius commune hasta el extremo de crear en sus escritos 1692.
auténticas marañas y selvas de citas, que convierten en comple-
jas las lecturas. Este estilo sobrecargado será empleado tanto
en los tratados doctrinales, en los de literatura jurídica política,
como en las alegaciones jurídicas.

y testamētario, executor, y declarador de la voluntad de doña Francisca


de Mendosa su madre. En el pleyto eclesiastico, con el Licenciado Don
Francisco Bermudez de Pedraza, Canonigo desta santa Iglesia, juez de
testamentos que se dize por el Dean y Cabildo Sedevacante. Visto por los
señores don Iuan Bautista de la Rea. Don Gregorio Lopez de Mendiçabal. Don
Francisco Zapata. Por Antonio Renè Lazcano, y Bartolome de Borençana, en
la calle Abenamar. Año de 1633. BNE PORCONES/207(19).
237

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