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Giordano Bruno: (Nola, 1548 • Roma, 1600). A los 14 años


se traslada a la cercana Nápoles. En 1565 ingresa al con·
vento de Santo Domingo y obtiene, en 1572, el doctorado
en teología. Poco después huye para no enfrentar dos
procesos inquisitoriales. De esa manera, Bruno Inicia un
peregrinaje de tres lustros por Europa, que en lo Intelectual
resulta muy productivo: imparte lecciones, disputa y escrl·
be incesantemente. Así lo testimonian más de 40 libros pu-
blicados durante ese periodo, los cuales abarcan distintas
disciplinas: filosofía natural y moral, cosmología, mnemo-
tecnia, ontología, teatro, teología, magia natural y poesía.
En Venecia es aprehendido por la Inquisición y de ahí se
le traslada a Roma. Tras ocho años de cárcel, Bruno es sen-
tenciado, en 1600, a morir en la hoguera acusado de herejía.
Bruno es, sin lugar a dudas, uno de los pensadores re-
presentativos del Renacimiento. En su obra se muestran las
contradicciones y conflictos ideológicos má~ agudos de
la época. Entre sus aportaciones a la historia de la filosofla
y de la ciencia destaca su cosmología. La idea de un uni·
verso infinito de innumerables mundos, estructurado en
sistemas solares como el nuestro y con diversos movimien-
tos, constituye una especie de revolución copernicana que
transforma por completo el pensamiento desde fines del
siglo XVI.
En La expulsión de la bestia triunfante Bruno emprende
una reforma especulativa de la realidad. A lo largo del dlá·
logo, los principios se contraponen a los defectos huma·
nos y a la indiferencia de la sociedad. Además de expresar
diversas Ideas revolucionarias en el plano de la moral y ma·
nifestar severas criticas a los problemas sociales de su tlem·
po, el texto posee una gran fuerza literaria y un enorme
bagaje erudito.
Con la presente edición, traducida al castellano por
Ernesto Schettino y Martha Lilla Rojas, la colección Cien
del Mundo pone al alcance de los lectores no sólo la obra
más autobiográfica del Nolano, sino también una fuente
teórica de primer orden para el estudio del Renacimiento.

CIEN
del Mundo

.l~l.L..21r
LA EXPULSIÓN
DE LA BESTIA
TRIUNFANTE
Cien obras imprescindibles para
el conocimiento de la cultura universal
..
Giordano Bruno

LA EXPULSIÓN
DE LA BESTIA
TRIUNFANTE
Traducción
Ernesto Schettino y Martha Lilia Rojas

Prólogo
Ernesto Schettino

Ü ConMjo Nac:lonel
pere le
Culture y les ArtH
,

Primera edición en Cien del Mundo: 1991

Producción: Dirección General de Publicaciones del


CONSEJO NACIONAL PARA LA CULTURA
Y LAS ARTES

D.R. © De la presente edición


Dirección General de Publicaciones
Consejo NacionaJ para la Cultura y las Artes
Av. ~evolución 1877, 10º piso
San Angel, CP 01000
México, D.F.

ISBN 968-29-3809-0

Impreso y hecho en México


ÍNDICE

Prólogo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 9
¿Por qué Giordano Bruno? ........... ... : . . . . . . . . . . . 9
¿Por qué La expulsión de la bestia triunfante?. ... . . . . . . 20

LA EXPULSIÓN DE LA BESTIA TRIUNFANTE

Epístola explicativa escrita por el Nolano al muy ilustre y exce-


lente caballero señor Felipe Sidney . . . . . . . ... . . . . . . . . . . . . . 31

Diálogo primero ....... . . .... ... ...... . .... ... ... . .. .. 57


Segunda porte del Diálogo primero . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 74
Tercera parte del Diálogo primero . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 90

Diálogo segundo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 113


Segunda parte del Diálogo segundo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 127
Tercero porte del Diálogo segundo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 150

Diálogo tercero . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 173


Segundo porte del Diálogo tercero . . . . . . . . . . . • . . . . . . . . 190
Tercero porte del Diálogo tercero . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 233

Bibliografía . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 257
Obras italianos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 257
Obras latinas ...... .. ........ . .... .... . . . . . . . . . . . . . . 258
Traducciones de obras de Bruno o/ español . . . . . . . . . . . . 259
Obras sobre Bruno ... ... . ..... . ..... . . . . . . . . . . . . . . . . 260

7
)
) PRÓLOGO

[... ] recordando el posado, ordenando el presente


y previendo el futuro.

Giordano Bruno

¿Por qué Giordano Bruno?

La idea de publicar una obra de Giordano Bruno en la colección


Cien del Mundo nos pareció realmente afortunada y útil, pues el ob-
jetivo de la misma es presentar al gran público una muestra repre-
sentativa de los grandes autores de la humanidad. Y Bruno es, sin
ninguna duda, uno de los pensadores a los que ésta debe más en su
desarrollo intelectual.
Pese a que hubo de pasar mucho tiempo para que Bruno obtuvie-
ra cierto reconocimiento (aún escaso desde nuestro punto de vista)
por sus enormes aportaciones al avance del pensamiento humano,
y aunque considerarnos que deberá pasar otro tanto para que el jui-
cio sobre su obra sea suficientemente objetivo, completo y justo,
hoy en día son pocos los sectores que todavía pretenden borrar de
la historia todo vestigio de su vida e ideas, como muchos lo intenta-
ron desde los tiempos en que vivía.
En la "Introducción" a la cena de las cenizas' intentamos dar
una explicación de las causas religiosas, políticas, personales e inte-
lectuales de semejante actitud y olvido. Aquí expondremos breve-
mente el marco en que se desarrolló el pensamiento bruniano, apun-
tando los principales marcos de referencia de su obra.
Giordano Bruno nació en Nola en 1548, en plena etapa de madu-
rez del Renacimiento. Para entonces el sistema capitalista comenza-
ba su proceso de consolidación a través de generar nuevos produc-
tos, instrumentos y formas de producción, de nuevas relaciones

1 Giordano Bruno , La cena de las ceniws, imroducción y traducción de Ernesto


Scheuino M., México, Universidad Nacional Autónoma de México, 1972
(Opúsculos, 74).

9
mercantiles, de formas más avanzadas de a propiación, del desarro-
llo de la conquista y colonización del llamado Nuevo Mundo, de la
formación del mercado mundial, así como del establecimiento de
fórmulas mercantilistas, monopolistas y proteccio nistas por parte
de las nacientes potencias europeas, convertidas - con el apoyo de
la burguesía y de una nueva nobleza- en grandes Estados naciona-
les bajo la estructura de monarquías centralizadoras.
Este proceso revolucionario en la estructura económica Y e~o­
nómico-política, el tránsito del mundo feudal al moderno capita-
lista, no podía darse sin grandes procesos de ajuste, sin ~normes
contradicciones y conflictos, sin profundos cambios y tensiones en
todos los niveles; magnificados, en lo externo, por las relaciones in-
ternacionales acrecentadas por el surgimiento del mercado mundial
y la formación de los grandes imperios coloniales; y ampliados, en
lo interno, por los conflictos intestinos a nivel nacional emr~ 7lases,
partidos y facciones que, por Jo demás, no tenían comparac1on con
Ja estrechez del mundo feudal.
Las guerras contra moros y turcos, las insurrecciones campesinas,
los movimientos revolucionarios y populares, los procesos por la
consolidación de la nueva monarquía, las guerras de conquista Yco-
lonización, los conflictos ideológicos en el seno de la Iglesia, la Re-
forma y la Contrarreforma, las guerras de religión, las luchas por
el poder en todos Jos niveles, el ascenso político de la ?urguesía, el
desarrollo de la nueva piratería, financiada por las naciones afecta-
das en el reparto del Nuevo Mundo, sobre todo en el Atl~ntico, ~o
son más que algunos de los grandes fenómenos en el mvel soc10-
político que acompañaron a aquellos otros, pero q~e se tra~uce~ en
una infinidad de fenómenos particulares de gran nqueza h1stónca.
Esta serie de trascendentes acontecimientos, que modificaron tan
radicalmente todas las formas del ser social, repercutieron en Y se
realimentaron con los productos del pensamiento y de la sensibili-
dad artística y literaria, correspondiendo el desarrollo de éstos con
aquéllos. . . . .
Puede concebirse al mundo intelectual y art1st1co del Renacuruen-
to como su principal y más rico producto histórico, pero éste no se
comprende sin el de la economía y el de la política. El Renacimiento
rompió la estrechez del mundo medieval tanto física co~o. ~ental
y prácticamente, ampliando en una enorme escala las pos1b~lidades
del ser human0. Los descubrimie"tos geográficos, las conquistas, la
colonización y el desarrollo del mercado mundial.van de la mano
con las nuevas concepciones del mundo y la destrucción del geocen-
trismo y del universo finito. La idea medieval del hombre como un

10
ser caído, pecador, impotente y limitado, cede su lugar a la del ser
creador, capaz de representar cualquier papel en el gran teatro del
mundo, desde los sujetos más despreciables e ínfimos hasta a los pro-
pios dioses, como un ser dominador de la naturaleza a través de su
actividad, del conocimiento, de la ciencia y de la técnica.
El Renacimiento no es, pues, tan sólo el rescate de los modelos y
textos griegos y romanos, como pretendía Giorgio Vasari en las Vi-
das de artistas ilustres. Es mucho más: una fase esencial en el desa-
rrollo histórico de la humanidad, una gran época de revolución so-
cial, que responde al tránsito del feudalismo al capitalismo, con sus
etapas de crisis generalizada del sistema anterior y de formación
y de consolidación del nuevo; que reúne, por lo mismo, residuos y
reminiscencias de lo medieval, a la vez que produce las formas ger-
minales, los desarrollos y anticipos del mundo moderno. Es, en
síntesis, una era crítica, de cambios radicales, tránsitos constantes,
agitación, inestabilidad, confusión, lucha, apasionamientos, con-
tradicciones , grandes contrastes, de riquezas culturales insospecha-
das, en la cual los elementos de la civilización en decadencia se mez-
clan con los de la que está surgiendo.
En este contexto, podemos decir que ningún otro pensador del
Renacimiento expresa como Giordano Bruno estas realidades con-
trapuestas. En algunos aspectos conserva rasgos medievales, mien-
tras que en otros es plenamente moderno, más aún, revolucionario.
Y no se trata, como han pretendido algunos de sus críticos más inte-
resados en desprestigiarlo,2 de que no exista suficiente coherencia; al
contrario, pese a la exposición dialogada y a la búsqueda teórica in-
cesante de Bruno, podemos afirmar que estamos ya ante un nuevo
sistema filosófico con fuertes bases argumentativas y empíricas, ca-
paces de sustituir, como en efecto ocurrirá, a las concepciones aris-
totélica y aristotélico-tomista como sustento filosófico general y es-
tructura de soporte de la filosofía y la ciencia modernas.
Lo que sucede es que en el Nolano3 se encuentran todavía (como

2 Véanse, por ejemplo, los infundados, ignorantes y maliciosos ataques de Her-


bert Butterfield (los orígenes de la ciencia moderna, Madrid, Taurus, 1958), o los
más inteligentes, informados, pero igualmente malintencionados, de Luigi CicuttiJ1i
(Giordano Bruno, Milán, Publicazioni dell' Universitá Cattolica del Sacro Cuore, So-
cietá Editrice •·Vita e Pensiero" ).
l Siguiendo la tradición de los grandes poetas y artistas del Renacimiento , quienes
gustaban de ponerse como sobrenombre (a veces más querido para ellos que su nom-
bre propio) el gentilicio vinculado a sus ciudades natales, Bruno, quien tenia especial
nostalgia por su querida Nola (en la expulsión de la bestia triunfante es más que no-
table esta actitud), usaba con especial carifto el apelativo Nolano.

11
en mayor, más que en menor medida, aparecen también en los de-
más autores de la época) elementos, restos, vestigios de las concep-
ciones dominantes durante la Edad Media, a la vez que se está desa-
rrollando la verdadera revolución copernicana de la que hablaba
Kant (o sea, no sólo el cambio en la concepción general del universo
físico, sino también en la del conocimiento del mismo), pues en él
maduran las ideas clave que servirán de base a la física moderna (es-
pecialmente bajo la modalidad galileana) y, en consecuencia, al res-
to de las ciencias.
Para entender mejor el papel que desempeña Bruno como base de
la revolución científica del siglo siguiente, debemo señalar que en
él se dan dos condiciones necesarias para lograr semejante resulta-
do: por una parte, el Nolano representa la gran síntesis del pensa-
miento anterior , incluido el renacentista; y, por otra, un cúmulo de
nuevas, sólidas y revolucionarias ideas. 4
Por lo que respecta a la síntesis, Bruno es consciente del gran pa-
sado, de la rica historia que debe retomar y recrear, críticamente por
supuesto, la cual abarca desde los textos de la antigua sabiduría de
los egipcios, hasta sus propios tiempos, pasando por la Biblia, los
físicos jonios, los pitagóricos, los atomistas, Platón, Aristóteles.~
los poetas clásicos griegos y latinos, Lucrecio, Cicerón, el Hermes
Trismegisto, la patrística, los grandes pensadores árabes (particular-
mente Avicena y Avicebrón), los cabalistas medievales, san Alberto
Magno, santo Tomás, Raimundo Lulio, David de Dinant, los físicos
de París (en especial Nicolás Oresme), los platónicos de la Academia
Florentina (sobre todo a Marsilio Ficino y Giovanni Pico della Mi-
randola), Maquiavelo, los poetas italianos del Renacimiento, Tele-
sio, Paracelso y, en forma muy destacada, puesto que representan
dos de sus fuentes primordiales, Nicolás de Cusa y Nicolás Copérni-
co; a todos éstos los cita con mayor o menor frecuencia, se apoya
en ellos, los recrea y cuestiona cuando es preci o.
Bruno utiliza en diversas formas (tanto po itiva -materiales de

4 Por supuesro, las concepciones brunianas no surgieron u nih1lo, sino como dirá
Galileo en un ges10 de relali\'a modestia, en t:alidad de "enanos monrados sobre hom-
bros de giganres". Para Bruno "la verdad es hija del riempo" (1-eritasjilio temporis),
aunque como 1ipico hombre del Renacimiemo reconoce más los méritos de los pensa-
dores anteriores que los de sus con1emporáneos y ensalza al máximo su propia figura,
como puede apreciarse en Lo t>xpulsión de lo bestia triunfante.
l Sus se~eras criricas hacia ésle no eliminan su valoración posiri~a para algunos
aspec1os, como la lógica, ni rampoco el hecho fundamenral de que el propio Nolano
se formó en el máximo rigor de la escolásrica, conociendo muy a fondo los principales
ICXIOS aris101élicos.

12
su propia construcción teórica- como negativamente -obstáculos
a quitar o deformidades a destruir) las ideas, tesis, problemáticas,
concepciones de éstos y muchos otros pensadores de todo tipo, in-
cluyendo a los que son tomados por perniciosos y son objeto de sus
severas críticas, que van apareciendo de una forma u otra en los es-
critos brunianos, como podrá observarse a lo largo de La expulsión
de la bestia triunfante, que en este sentido es uno de los textos más
ricos en el manejo de su inmenso, variado y sólido bagaje cultural.
Respecto de esto último, debemos mencionar que la inmensa cul-
tura y gran memoria de la que hacía gala Bruno fue una de las causas
de que con frecuencia fuera considerado brujo o mago, y que tan
fatales consecuencias Je trajo durante su vida, desde la estancia en
el convento en Nápoles hasta su muerte en la hoguera de Campo di
Fiori. Lo cierto es que había desarrollado, como parte de su gnoseo-
logía y metodología, estructuras y prácticas mnemónicas al estilo del
arte de la memoria de Lulio, aparte de su privilegiada capacidad de
retención.
La filosofía de Bruno (o, como a él le gustaba denominarla: la no-
lana filosofía), su gran síntesis o summa, a pesar de la extraordinaria
cantidad y calidad de antecedentes que comporta, no es ni remota-
mente ecléctica ni caótica, sino profunda, peligrosamente crítica e
internamente sistemática, como es fácil de advertir en la lectura de
La expulsión de la bestia triunfante o en cualquier otra de sus obras
(con mayor facilidad en las de contenido cosmológico u ontológico,
por ser, en cierto sentido, concepciones más redondeadas, pese a su
forma dialogal o poética). Esto es aún más meritorio, pues la solidez
del edificio teórico aristotélico, apuntalado por el tomista, le había
permitido sobrevivir cerca de dos mil años como el modelo teórico
cosmológico por excelencia. 6
Los méritos de Bruno se acrecientan si tomamos en cuenta que Je
tocó vivir en la etapa de mayor conflicto dentro del Renacimiento,
la de la Contrarreforma, que volvía sumamente peligroso pensar
por cuenta propia, haciendo a un lado dogmas y cuestionando los
argumentos de autoridad para establecer tesis nuevas y sostener lo

6 Vale la pena recordar aquí las tesis de Thomas S. Kuhn sobre la dificuhad de su-
perar los paradigmas de la ciencia una vez establecidos (Lo estructuro de los rt>volu-
ciones científicas, México, Fondo de Cuhura Económica, 1971), panicularmeme y
en concrero de la revolución copernicana en el derrocamiemo del paradigma aris101é-
lico (The Copernicon Revolution. Planetory Asrronomy in the Development o/ Wes-
tern Thought, Nueva York, Vin1age Books, s.f.), aunque creemos que Kuhn sobreva-
lora el papel de Copérnico y carece de elemenlos de juicio su ficienies para valorar
adccuadamenie el de Bruno.

13
que la evidencia personal mostraba como la verdad. Esta terrible lu-
cha contra la Inquisición en su momento de auge o sus semejantes
en países protestantes, el dogmatismo de los considerados sabios lo-
cales, 7 los prejuicios y prohibiciones y los intereses creados de or-
den ideológico-político, no era tarea fácil, como nos muestra Ja his-
toria inteleclUa.I de Ja segunda mitad del siglo XVI y principios del
XVII.
Ahora bien, ¿cómo fue posible que en ese ambiente Bruno pudie-
ra obtener semejante cultura y llegar a las nuevas concepciones?
Parte de la respuesta la debemos encontrar entre bastidores del gran
teatro político-religioso de la época.
El estallido de la Reforma permitió, en sus orígenes, un momentá-
neo fortalecimiento de la orden de los predicadores (los dominicos)
dentro de la estructura ideológico-política de la Iglesia católica; ya
que, además de ser aquélla el núcleo más destacado intelectualmente
de la misma, en tanto era la que formaba con mayor solidez a sus
frailes en las teorías aristotélico-tomistas y con otras enseñanzas, los
movimientos y tendencias procestante.s habían surgido de manera
primordial en otras órdenes religiosas, como los aguscinos o los
franciscanos, debido en especial a que los excesos, lujos y negocios
de la Iglesia chocaban con sus propios principios.
Para combatir al protestantismo y las demás secuelas del desor-
den religioso (herejías, magia, brujería, prácticas demoniacas, et-
cétera), resulcaba indispensable fortalecer a los paladines teórico-
prácticos de la Iglesia, que eran sobre codo los dominicos; aunque
pronto, justo en la segunda mitad del siglo XVI, y apoyada abierta-
mente por España, se presentará la competencia de la Compañía de
Jesús, iniciándose un tenebroso conflicto entre estos dos grupos cla-
ve de religiosos católicos, que tendrá una fuerte y fatal repercusión
en la persona del Nolano.
Al ser, en principio, los dominicos la cabeza de la lucha contra el
protestantismo, sus integrantes requerían tener la formación e info r-
mación adecuadas para las prédicas, las polémicas, exorcismos u
otras prácticas de contrarresto; es decir, requerían tener acceso a las
fuentes del bien y del mal. En pocas palabras, los miembros -al me-
nos los más destacados- de la orden de los predicadores tenían la
necesidad, la posibilidad y la libertad para leer libros prohibidos por
el lndex. 8 Gracias a esta coyuntura, Bruno tuvo la oportunidad de

7 Como fue el caso de los teólogos calvinistas en Ginebra o en Alemania, los doc-
tores de Oxford en Inglaterra o el auditorio del Colegio de Cambrai.
• lndu libror11m prohibitor11m, que con la Reforma y luego la Contrarreforma al-
canzó su pleno apogeo al lado del Santo Oficio.

14
leer muchos de estos textos en el convento de Santo Domingo en Ná-
poles, como puede observarse a través de sus obras.
Pero la libertad tiene precio. Bruno destacó pronto por su capaci-
dad teórica, su afán de saber y avidez de lectura, pero también por
su independencia de criterio y franqueza de expresión, conjunto de
cualidades que, aunadas a la fama de mago, se convirtieron en una
fórmula explosiva que no pudo controlar la disciplina conventual.
El marco de ésta era insoportable para un intelecto incontenible
como el del Nolano. 9 Después de haberse doctorado (1572) y de
dos procesos dentro del convento por manifestaciones poco amisto-
sas para con algunos de sus hermanos en religión, así como fuera de
la ortodoxia respecto a los dogmas del catolicismo, Bruno termina
por huir ( 1576) a Roma y luego al norte de Italia, comenzando así
un largo peregrinaje que no parará sino hasta su encarcelamiento en
Venecia (1592) y luego en Roma , hasta su muerte (17 de febrero de
1600) en esa ciudad , en la plaza de Campo di Fiori.
Su peregrinaje lo hace en busca de libertades espirituales, pero
también de apoyos económicos y de realizaciones intelectuales. En
ocasiones encuentra alguna de éstas, pero nunca todas juntas (lo
más aproximado será su estancia en Inglaterra, pero a través de La
cena de las cenizas y de La pxpulsión de la bestia triunfante nos po-
demos percatar qué tan lejos estaba de alcanzar una situación ideal).
Tres lustros durará su peregrinaje por diversas parte de Europa: 1º
cuatro años entre Roma, Siena, Noli, Venecia, Lucques y Chambéry;
doce meses de terrible experiencia entre los calvinistas de Ginebra;
poco más de un año entre Lyon, Aviñón, Montpellier y Toulouse,
con algunos importantes éxitos, y también sobresaltos a causa de las
guerras de religión; dos años en París bajo Ja protección del rey
Enrique III, quien lo apoya ampliamente (1581-1583), gracias a lo
cual logra sólidas realizaciones académicas, pero de nuevo las con-
troversias del Nolano y las guerras de religión obligan al rey a en-
viarlo a Inglaterra con su embajador, el señor de Mauvissiere (Mi-
chel de Castelnau); residencia por dos años en Londres, con una
fecunda producción editorial (ahí publica la mayor parte de sus diá-

9 Bruno eleva a ideal de sabiduría y de realización humana ;!Sta rebeldía y esta ne-
cesidad de libertades éticas e intelectuales, considerándola como la fórmula de acer-
camiento a Dios, que él resume en el término de furor heroico, nombre que lle\·ará
otro de sus diálogos morales.
to Salvo por algunos detalles y documentos descubiertos posteriormente, las obras
de Vincenzo S;;ampanato siguen siendo las fundamentales para el conocimiento de
la vida del Nolano (cf. la "Bibliografía").

15
logos italianos), apoyado por importantes nobles ingleses como Sid-
ney y Greville; 11 nueva estancia en París por más de un año, con
importantes publicaciones, pero las complicaciones político-reli-
giosas del reino de Francia y una desafortunada lectura en el Co-
legio de Cambrai (el actual Colegio de Francia), provocan la migra-
ción; Marburgo y Wittenberg le son favorables por un tiempo simj-
lar, pero la muerte de su protector y la hostilidad del sector calvinis-
ta lo obligan a continuar hacia otros sitios; Praga y Helmstadt
representan una nueva etapa de casi un año, para partir de nuevo,
ahora hacia Frankfurt y Zurich; pero, cansado de huir y con la nos-
talgia del retorno a Italia, acepta en 1591 volver a Venecia, para ser
denunciado y entregado a la Inquisición por su discípulo y anfitrión,
el noble Mocerugo, irritado al parecer por lo que creía era renuencia
del Nolano a compartir con él sus artes mágicas.
Quince años de un lado a otro, con serios problemas, rusputas y
persecuciones. Y, sin embargo, en esas condiciones produjo más de
40 obras, que sobrepasan las S mil páginas, de los más diversos con-
tenidos (filosofía natural y moral, cosmología, mnemotecrua, onto-
logía, literatura, magia natural y poesía), con ideas y tesis originales
y básicas para el desarrollo del pensamiento humano, lo cual lo con-
vierte en uno de los intelectuales más admirables en la historia de la
cultura. A lo anterior habría que agregar que contaba apenas 44
años cuando, al encarcelarlo, la Inquisición cortó su vena de es-
critor.
Pero más importante que el volumen y la variedad temática es el
contenido, lo revolucionario y trascendente de sus teorías. Y, sin lu-
gar a dudas, las más importantes son las nuevas concepciones gene-
rales del uruverso, la materia y el alma, de las cuales dependerán mu-
chas otras tesis concretas, entre las cuales están las relativas al ser
humano, con proyecciones -directas o indirectas, francas o ver-
gonzantes- a los más importantes autores de fines del siglo XVI y
de todo el xvn: Campanella, Gilbert, Bacon, Brahe, Galileo, Ke-
pler, Descartes, Spinoza, Leibniz, Toland, etcétera; aparte de otros
autores y núcleos menos académicos y positivos, que también ten-
drán en Bruno una de sus principales fuentes .
Una de las aportaciones fundamentales de Bruno al desarrollo de
la filosofía y la ciencia modernas fue la nueva cosmología, su con-
cepción general del universo, que podríamos denominar, sin temor

11 Véanse la descripción que hace Bruno en la " Epístola explicativa" de la expul-


sión de la bestia triunfante y las notas al respecto. También es altamente ilusuativa
de su estancia en Inglaterra (para lo bueno y lo malo) La cena de las cenizas.

16
a equivocarnos, como la \erdadera revolución copernicana, ya que
llevó a sus últimas consecuencias las ideas contenidas de manera im-
plíci1a en De la revolución de las esferas celestes de Copérnico, ade-
más de ir mucho más allá.
Lo anterior podemos entenderlo en varios seniidos: en primer
lugar, porque la obra estaba prácticamenie olvidada, en especial de-
bido al prólogo de Osiander, que Bruno denuncia con vehemencia;
segundo, porque Copérnico no había roto con la estructura aristoté-
lica de un mundo finito, de centro fijo y una serie de esferas celestes,
correspondientes a los diversos planetas y la de las estrellas fijas o
bóveda celeste; tercero, porque no toca para nada la teoría de los
elemento , conservando así casi toda la teoría aristotélica de los me-
teorológicos y la división del mundo en celeste y terrestre; cuarto,
porque con lo anterior dejaba una gran cantidad de problemas sin
tocar, con todas sus consecuencias.
Bruno arrasa con esos aspectos supervivientes, desarrollando una
concepción global y coherente, que sirvió de base para el desarrollo
de la física clásica a partir de Galileo. 12
Ante todo asume la idea de un uni verso infinito, en el cual no exis-
te un centro absoluto, puesto que en el infinito no hay arriba o aba-
jo, derecha o izquierda, sino sólo posiciones relativas al observador.
Ante las posibles objeciones teológicas, toma como base las tesis de
Nicolás de Cusa de que no podemos limitar la potencia divina con
un mundo finito, imperfecto, limitado. Distingue ampliamente en-
tre universo y mundo (o, mejor dicho, mundos, en plural).
A partir de lo anterior, se desvanecen las esferas celestes (Bruno
llama de "cebolla" a esta concepción del universo, en virtud de las
capas o esferas celestes con las que lo imagina), sustit uyéndolas por
la teoría de los sistemas solares, ya que replantea la idea copernicana
del heliocentrismo. extendiéndola al conjunto del universo y soste-
niendo que las estrellas son otros tantos soles con sus respectivos
planetas -como el nuestro- y, al igual que en este caso, con posi-
bles lunas y hasta formas de vida semejantes.
Así, los mundos se conciben innumerables y tan perfectos o im-
perfectos como el que vivimos, o sea, plantea la tesis de la homoge-
neidad de la materia en el universo, descartando la dualidad de

11 De algún modo Galileo es el ma~or deudor imelectual de Bruno. pero 1ambién


un seguidor ~ergoni.ante ( ituación por demás comprensible. tras el juicio y condena
por parte de la Inquisición). Kepler le reprocha en una carla el haber omi1ido mencio-
nar al Nolano en su Diálogo de los dos grandes sistemas del mundo .

17
físicas (celeste y sublunar), con consecuencias fundamentales para
el estudio de los fenómenos celestes.
Las distancias entre los cuerpos celestes se conciben mucho mayo-
res de lo que había pensado Copérnico, quien a su vez las había am-
pliado con respecto a lo que había sostenido Ptolomeo, dando la ex-
plicación de las apariencias provocadas por las mismas. Bruno le
saca jugo a la tesis copernicana de los movimientos terrestres, extra-
yendo nuevas conclusiones respecto a los de rotación y traslación,
sosteniendo el movimiento polar que apenas si se había esbozado en
De Revolutionibus, y añadiendo audazmente un movimiento zodia-
cal, que por mucho tiempo se tomó como una simple locura junto
con el polar, pero que ahora se ha reconsiderado en virtud de los mo-
vimientos del sistema solar en el marco de la galaxia.
Aunque con muchos elementos especulativos, Bruno práctica-
mente resuelve el problema de la gravedad y sostiene la idea de la
existencia de la atmósfera. Replantea de manera radical el problema
de las apariencias de los movimientos terrestres, sosteniendo que la
gravedad es un fenómeno de magnetismo (tesis por la cual Gilbert
pasará a la historia de la ciencia), así como aclarando problemas del
movimiento combinado (que retomará después Galileo).
Los cometas dejan de ser fenómenos del mundo sublunar, adelan-
tándose a las mediciones de Tycho Brahe (por las cuales también éste
pasará a la historia de La ciencia). Desarrolla asimismo una serie de
tesis en tomo a las apariencias debidas a la luminosidad de los astros
y a las distancias relativas entre ellos, permitiendo con eso aclarar
muchos problemas y abriendo nuevas perspectivas a la observación
astronómica. Muchas de las observaciones y experimentos que desa-
rrollará posteriormente Galileo están preparados por las tesis bru-
nianas; por ejemplo, las observaciones de la Luna y el descubrimien-
to de las lunas de Marte, están anticipadas en La cena de las cenizas
y Del infinito, universo y mundos.
Por supuesto que, como destacan los críticos de Bruno, existen
muchas fantasías especulativas en medio de sus concepciones; pero
hasta éstas están siendo revaloradas, como es el caso de los mencio-
nados movimientos polar y zodiacal de la Tierra, la posibilidad de
vida en otros mundos, la teleología de las funciones vitales de los
movimientos terrestres, etcétera.
Sin embargo, es evidente -y esto ha constituido uno de los pun-
tos más débiles para la revaloración científica de las concepciones
brunianas- el hecho de que éstas carecen de dos bases fundamenta-
les de la ciencia moderna: la exposición matemática y la experi-
mentación sistemática; pues aunque no las rechazó del todo y las lle-

18
gó a utilizar ocasionalmente, sí destacó las insuficiencias teóricas de
ambas 13 y las subordinó a la argumentación.
Baste lo anterior para indicar lo importante que es la cosmología
bruniana y así resaltar su trascendencia en la historia de la ciencia,
en el entendido de que sólo hemos mencionado someramente y en
general algunos de los aspectos más relevantes de su filosofía de la
naturaleza.
Pero quizá tan importante, o aun más que estas tesis, sea la con-
cepción ontológica que les sirve de base. En efecto, sus tesis ontoló-
gicas resultan fundamentales en el trasfondo de la ciencia, la filoso-
fía y, en general, la concepción del mundo modernas. De particular
trascendencia es su concepción de la materia, 14 que sostiene la idea
de que, como principio básico, es homogénea en todo el universo;
que contiene en sí misma tanto las formas y determinaciones que ob-
servamos en la naturaleza, así como el principio de su manifestación
y desarrollo; concibe la idea de que la materia está jerarquizada
según los grados de la complicatio-explicatio."
También sostiene que, en su sentido fundamental, la materia se
identifica con el universo, con lo uno y, por consiguiente, con Dios.
A partir de estas tesis desarrolla su panteísmo o teopantismo (Dios
está en todas las cosas, o es el principio nuclear de éstas), el cual im-
plica, primero, una revaloración de la materia como causa y princi-
pio de lo existente; segundo, la concepción de un principio intrínse-
co del movimiento y el cambio, que se vincula a una idea compleja
y relativamente novedosa del alma; tercero, la asunción de la idea

ll Curiosamen1e en esle punto en que coinciden Cusa y Copérnico, Bruno se afe-


rra a la tradición aristotélica de las categorías, destacando el carácter accidental de
la cantidad. No se debe olvidar que, por ejemplo, con fundamentos matemáticos se
sostuvo el gcoccntrismo mucho tiempo después de Copémico, y otros muchos errores
en la historia de la ciencia. En Del infinito, universo y mundos y De principiis rerum,
e/ementis et causisel Nolano da una explicación fundada de sus reticencias al empiris-
mo, sobre todo porque también pueden caer en errores debido a las apariencias pro-
vocadas por un insuficiente análisis de los datos de la percepción, como ocurre con
las teorías del gcocentrismo.
14 Para una exposición más detallada de este punto, véase nuestro articulo "La
significación histórica del concepto de materia en Giordano Bruno", en Muestra, Re-
vista de la Escuela Nacional Preparatoria, números 3, enero-marzo de 1988, pp. 20-
28, y 4, abril-junio de 1988, pp. 32-40.
" Los términos complicatio y explicatio implican una idea dialéctica de la materia
(cuya función, por lo menos del segundo, es en pane parecida a la hegeliana de auto-
desarrollo de la idea). Para tener una idea aproximada de su significado, el primero
corresponderla, más o menos, a aglutinamiento, concentración, condensación; en
tanto que el segundo se parecería a desarrollo, evolución, despliegue, manifestación.
Véase también la nota 9 de la "Epístola explicativa".

19
cusaniana de perfección del universo, y en particular de la Tierra,
frente a la concepción aristotélica de la perfección descendente en
el uni verso, en la cual el mundo celeste está constituido de éter, sus-
tancia de la perfección, y el sublunar de los cuatro elementos, cuya
mezcla da lugar a la generación y La corrupción y, por consiguiente,
a la imperfección. 16
Las tesis ontológicas de Bruno se tornan difíciles aun par:i los es-
pecialistas debido a que la materia tiene múltiples manifestaciones,
de acuerdo a sus grados de complicación o explicación, según se tra-
te de una naturaleza naturalizante o naturaleza naturalizada. La
problemática de los vínculos materia-forma-alma, de la función
como causa o principio, de la jerarquización de sustancia-elemen-
tos-compuestos-entes-mónadas-átomos, de la relación maceria-uno-
Dios-universo, de la correspondencia entre lo uno y lo múltiple, de
la complementariedad entre lo máximo y lo mínimo, etcétera, cons-
tituyen el trasfondo metafísico básico de las nuevas concepciones de
la ciencia y la filosofía. Y cuya riqueza teórica es tal, que de ellas
surgirán posiciones disímbolas. 1

¿Por qué La expulsión de la bestia triunfante?

Las concepciones de Bruno sobre el hombre, la moral y la historia


son, en cieno sentido, consecuencia de sus tesis ontológicas y cos-
mológicas. El Nolano concibe al hombre a la manera típica del Re-
nacimiento, como microcosmos, pequei'\o universo o totalidad; no
obstante, él le da un significado más profundo a esa idea, ya que
considera que en el ser humano se da la unidad básica de materia-
forma, cuerpo y alma, siendo ésta la forma intrínseca de aquél.
Como modo de la explicario de la materia-Dios, el hombre no es un
ser caído ni imperfecto (siguiendo a Aristóceles, Bruno concibe lo

16 No es posible aquí ofrecer una exposición lo suficientemente amplia de la con-


cepción bruniana de la materia, que de por sí es compleja y da lugar a representacio-
nes erróneas de la misma, debido sobre todo a la especie de exposición dialéctica que
utiliza Bruno, panicularrr.ente en De la causa, principio y uno, De immenso ti innu-
merabilis, De monade, numero et figura y De princ1piis rerum, elementis et causis;
y cuya cabal comprensión no es posible sin "incular estas tesis con las demás, especial-
mente las cosmológicas, pero tambitn las antropológica .
17 Resulta interesante constatar (pese a las posiciones ~ergonzantes de algunos de
ellos) que del enjambre de ideas ontológicas de Bruno se influyan, directa o indirecta-
mente, concepciones tan diferentes como la idea galilcana de naturaleza, el corpuscu-
larismo cartesiano, la sustancia-Dios y los modos de la misma en la ltico de Spinoza,
la monadología leibnizfana, etcétera.

20
perfecto en función de la especie); por el contrario, de alguna mane-
ra expresa a la divinidad, contiene a Dios en el núcleo de su ser. Su
materialidad ya no es pensada como causa de defecto, privación o
limitante; sino, por el contrario, de potencia, realización y perfec-
ción del individuo y la especie, sin contraponerse con el alma.
La mujer es revalorada al igual que la materia. Ni esta última
es la casi nada, puesto que contiene en sí a las formas y el alma como
principios intrínsecos, y es por ello la fuente generadora de todos los
seres; de igual modo, la mujer no es vista como defectuosa frente
al varón (Isabel de Inglaterra vendría a ser un buen ejemplo concreto
de esta capacidad de perfección en la mujer).
Sin embargo, como se puede apreciar en la "Epístola explicativa"
de La expulsión de la bestia triunfante, lo que él denomina filosofía
moral, o sea, sus ideas acerca de la historia, la sociedad y la ética,
no están aún maduras, sino en gestación, en bosquejo. Y la funda-
mentación materialista, objetiva, de su filosofía , se estrella frente a
la amarga realidad de injusticias, falta de reconocimiento, abusos,
necedad, pedantería, farsa social (en particular en el mundo acadé-
mico), enajenación y cobardía intelectual.
Bruno tiene clara la idea de que el fundamento del ser humano es
su trabajo, su práctica, y que ésta deriva de las necesidades; y en for-
ma desarticulada entiende que la realidad humana no es estática y
plantea una idea del progreso, de desarrollo histórico ascendente.
Pero al mismo tiempo observa los males de su tiempo (guerras, ham-
brunas, represiones, abuso de la religión y del poder, injusticias, far-
sas, corrupción) y otras imperfecciones del ser humano, en especial
las vividas en carne propia, y entonces desespera en su linea teórica
y salta hacia el mundo de la subjetividad, del voluntarismo e, inclu-
sive, del esoterismo y la irracionalidad. 11
Surgen así en el Nolano una serie de contradicciones internas que
lo hacen debatirse -en el campo antropológico- entre la objetivi-
dad de su materialismo panteísta y la subjetividad de sus resenti-
mientos y aspiraciones, dando lugar a posiciones muy diferentes: de
una parte, un cierto determinismo, en el que la providencia alcanza
a los mínimos, a los detalles; 19 de otra, un voluntarismo individua-
lista. Por supuesto, Bruno trata de resolver estas dificultades, pero

11 V. gr. sus ideas pitagóricas de la metempsicosis, sus desviaciones cabalísticas o


sus escapes meramente irónicos o coléricos, los cuales pueden apreciarse en forma
por demás ejemplar en los diálogos de la expulsión de la bestia triunfante.
19
Como ha sido señalado muy bien, el pasaje de la expulsión de la bestia
triunfante donde Mercurio detalla a Sofía minucias, no constituye realmente una
burla del providencialismo, sino, por el contrario, una valoración de lo mínimo.

21
nunca lo logra por completo. Se asemeja en esto a Platón,211 quien
se sumerge con frecuencia en estas alternativas sin solución satisfac-
toria, buscando constantemente nuevas posibilidades.
En estas contradicciones la moral y la religión terminan escindi-
das, para lograr por esta vía quizá algo de congruencia: por un
lado, éstas con un carácter coactivo, determinadas por principios
extrínsecos a los sujetos, con argumentos que se acercan al maquia-
velismo o a la reolpolitik, apropiadas para las masas; por otro, mo-
dalidades de aquéllas apropiadas al sabio (podríamos decir a Bru-
no), en las que el conocimiento y la razón le proporcionan al sujeto
normas y principios intrínsecos (muy cercanos al imperativo categó-
rico kantiano), con autodeterminación de la conducta moral, liber-
tad plena de conciencia y aproximación a Dios por el camino del
conocimiento de Ja realidad.
No obstante sus apreciaciones objetivas, o quizá por ellas, el No-
lano observa una serie de limitaciones y defectos en el ser humano,
tanto individual como colectivamente, que cree es tiempo de corre-
gir; tal es el caso de Jos males antes señalados y otros más que aborda
en sus diálogos morales, y en particular en el que estamos presen-
tando.
Bruno emprenderá una reforma especulativa de la realidad, una
auténtica utopía, que es el objetivo fundamental de Lo expulsión de
lo bestia triunfante. Pero, al desesperar ante la realidad, se va hacia
el refugio personalizado, el de los furores heroicos, entrando en ac-
ción la contradicción entre sus pretensiones sociales (reflejadas en
la idea de Consejo de los Dioses, que representa a los consejos rea-
les, el modelo parlamentario de la época) y su actitud individual, eli-
tista, intelectualista.
Esto y más representa Lo expulsión de lo bestia triunfante. En
ella se expresan los problemas más íntimos de Bruno, una lucha inte-
rior que sólo concluirá con su muerte y que expresa la vida misma
del Renacimiento. Las obras cosmológicas y ontológicas del Nolano
poseen mayor valor teórico, contienen las aportaciones más puntua-
les al desarrollo intelectual, son más coherentes, establecen tesis más
redondeadas; pero también son más pobres en Jo tocante a la vida
de su autor, no muestran de igual forma la actividad creadora y re-
flexiva, no expresan de la misma forma las luchas y contradicciones
del hombre del Renacimiento.
No pretendemos darle mayor valor a ésta que a las otras obras de

20 Tal vez sea ésta la razón por la que en De los heroicos furores adopta posiciones
neoplatónicas radicales.

22
Bruno. Por el contrario, en la " Bibliografía" indicamos traduccio-
nes de sus libros al español con objeto de acercar al lector a ellas.
Pero cuando iniciamos la traducción de Lo expulsión de lo bestia
triunfante no había ediciones de ella en nuestro idioma, y sí en cam-
bio existían de los diálogos italianos cosmológicos y ontológicos,
por lo que nos pareció más apropiado publicar éste, pre~entan~o
al público una obra rica en referencias al autor y a su reahdad his-
tórica.
Por lo demás, esta obra manifiesta las dotes literarias del Nolano,
entendiéndose así por qué se le incluye como una de las figuras más
destacadas de la historia de la literatura italiana.
Para nuestro gusto no es una obra muy equilibrada desde el punto
de vista literario, pero en cambio es muy rica en manifestaciones de
todo tipo. 21 Tiene mucho de comedia, por lo que está emparentada
con /1 condelaio; es una crítica social de primer orden, por lo que
es una fuente histórica preciosa para el estudio del Renacimiento;
asimismo es autobiográfica en diversos aspectos, lo que permite
profundizar en la personalidad del Nolano; en momentos es lo que
se propone Bruno en la " Epístola explicativa": un bosquejo de su
filosofía moral, lo que nos acerca a un punto medular de su sistema
filosófico; a ratos es una manifestación erudita, sobre todo en lo re-
lativo a la mitología grecorromana, lo que permite una revisión del
humanismo renacentista; con frecuencia linda en los núcleos esotéri-
cos, aunque sea en forma irónica, lo que nos da otra perspectiva
fundamental de la época; además, está llena de apuntes varios sobre
asuntos teóricos (v. gr. de las artes plásticas), costumbres, juegos,
etcétera, satisfaciendo así otros campos de nuestra curiosidad.
También tiene zonas oscuras que para algunos serán desagra-
dables, como las críticas a religiones positivas y a determinados
núcleos humanos, pese a que Bruno sustenta la tolerancia religiosa.
Sin embargo, es preciso comprender que el fanatismo, el dogmatis-
mo, los prejuicios, las guerras de religión, la Inquisición y el afán
de suprimir a las demás creencias, son fenómenos reales que Bruno
quería combatir y que le habían afectado personal y socialmente.
Tampoco debemos olvidar que esta obra servirá a la Inquisición
como prueba en la condena de Bruno, ni que será por ello objeto de
curiosidad morbosa desde el siglo XVII.
Pasando a la estructura de la obra, podemos decir con Guzzo que

21 "(••• )La Expulsión de la bestia triunfante, la más célebre y la más rara de las
tres obras (morales!", dice Gentile en el "Prefacio" a los Diálogos morales, t. 1 de
Giordano Bruno: Dialoghi lraliani, p. LIV.

23
la selección de la forma dialogada no es. de ninguna manera, gratui-
ta. El diálogo se presta a las formas teóricas en emergencia, en
construcción, puesto que permite buscar tema , oponer tesis, reafir-
mar argumentos y pulir ideas, en un manejo más libre que en otras
modalidades. Como dice Cilibeno: "En erecto, fundar el carácter
del diálogo bruniano -distinguiéndolo de otras forma-. de la litera-
tura renacentista- es precisamente la visión de una vida que pene1ra
toda cosa, homogéneamente, íuera de cualquier di~tinción de -.alor
y dignidad prestablccidas. " :1
El diálogo bruniano permite una mezcla de lo li1erario con loteó-
rico, lo destructivo de la crítica con lo constructivo de la concepción,
lo serio con lo jocoso, la de cripción junto a la explicación, la imagi-
nación al lado de la abstracción. la metáfora y la idea, lo íácil y lo
difícil, lo simple y lo complejo.
Es1as características comune a los diálogo brunianos se vuelven
superlativas en La expulsión de la bestia triunfante. El contenido se
presta a esta circunstancia. ya que aquí enfrenta problemas singular-
mente delicados y peligrosos, de ahí cambién parte de las dificulta-
des para la traducción y lectura de la obra.
En efecto, Bruno es consciente de que buena parte de lo que aquí
expresa resultará molesto para muchos, cuando no abiertamente
ofensh·o: católicos, cal\ inistas. luteranos, anglicanos, judíos, son
tocados en distintos grados y aspecto religiosos; los podero os go-
bernantes, en especial el papa y el rey de España, son blanco de otros
ataques; miembro~ de la nobleza e intelectuale ingleses on directa
o indirectamente aludidos por diferentes razones; los vanidoso , ne-
cios, pedantes, corrupto~. incontinentes y demás sustentante de los
vicios mencionado!\ en la obra se sentirán retratados; y así por el esti-
lo con las demás críticas y comentarios. que abundan en la obra, que
darán por resultado enemigos seguros de ella.
Es cierto que Bruno busca atenuar estos erectos para algunos ca-
sos (en otros se regodea con la referencia explicita y abierta), aunque
creemos que no siempre lo logra. El disfraz de la mitología clásica
es uno de sus medios favoritos; otro es el lenguaje oca ional y pre-
meditadamente confuso de algunos pasajes: uno más es el doble
sentido; otro, el de las referencias esotéricas; y a~í. iambién, las me-
táforas, lo símbolos, las indicaciones coyunturales, algunos califi-
cativos y cuantos recursos (que son muchos los que tiene) se le vie-
nen en mientes y que presta la ocasión los utiliza. Pero muchos Je
estos vericuetos mentales y literarios pueden escapársele a los lecto-

11 Michele Cili~no. Giorduno Brunu. p. 70.

24
res. aun a los más avezados a ellos y conocedores del ambiente de
ta época. lo que con tituye a la vez una dificultad y un reto. Hemos
tratado de dar las pistas mediante la traducción o las notas, pero no
siempre ha sido posible.
La obra encierra de principio algunos enigmas. Uno, relativamen-
te dilucidable, es la extensión de la "Epístola explicativa", com-
prensible por la necesidad que tiene Bruno de aclarar a Sidney los
problemas con Greville y prevenirlo contra los ataques que sabe ge-
nerará este nuevo libro, máxime por sus contenidos político-
ideológicos. No obstante, cabe destacar que este tipo de epístolas
son parte clave de las obras de Bruno, y que contienen una riqueza
nada despreciable, aunque por lo general son de corte serio y
abstracto. Otro enigma es la división en tres diálogos, s ubdivididos
a su vez en tres partes, lo que puede tener algún significado especial:
¿una especie de Eneadas, a la manera de Plotino?, ¿simbolismo nu-
merológico o cabalístico? Resulta demasiado audaz afirmar alguna
de estas u otras hipótesis. Algo significativo es la división infor-
mal de ta obra en los dos hemisferios, que corresponden a sus cons-
telaciones y signos, que a su vez representan vicios y virtudes, lo que
bien puede ser producto de la disposición existente o tener algún
imbolismo adicional.:.' En lo personal, nosotros no creemoc; que
se deba dar una interpretación específicamente esotérica del libro,
pues pensamos que es un recurso y no un fin el uso de textos, metá-
foras, figuras y otros elementos. y que la estructura responde a un
plano racional.
A estas características y dificultades habría que añadir las propias
del estilo y lenguaje de Bruno. En efecto, su estilo es peculiar porque
no es homogéneo ni rutinario, sino que varía de acuerdo a los conte-
nidos, la importancia del asunto, las dificultades teóricas o ideológi-
cas, la ductilidad literaria de algún tema o pasaje. la afectación sub-
jetiva para el autor, el contexto, la tipología de sus personajes
literarios, la ambientación que pretende en ocasione , etcétera.
Así, a veces se presenta un diálogo ágil, entretenido, comprensi-
ble; otras c;e topa uno con largos, confusos y dificiles monólogos;
unas ocasiones es trivial y hasta frívolo, otras serio y riguroso. Pero

1• Alguna' in1erpre1aciones de Bruno buscan presenaarlo fundamenaalmenac en-


man.<1do en un panorama esotérico. Denaro de ésla!i cabe de~ aacar la de France> Va-
le\. la o.:ual conaiene una documentación amplia al respe.:10, aunque no ; iempre - a
nuc\tro juicio- estructuralmente comin~-ente (\éase en particular >U libro Giordano
Bruno und thf! llermttt<" Tradition. donde hace particular hincapié en la interpreta-
ción esotérica de lu expulsión de /u bestia triunfuntt) .

25
creemos que siempre tiene una intencionaUdad precisa y su forma
un significado.u
Por lo que toca al lenguaje, presenra serias dificultades, ya que
tampoco aquí es homogéneo, porque puede presentar pasajes ente-
ros con indiscutible rigor terminológico y sintáctico o, por el contra-
rio, forzar con relativa facilidad la expresión hacia formas popula-
res, arcaizantes, confusas, simplonas, equívocas, de doble sentido,
etcétera. A esto debe agregarse que por su origen maneja términos
y expresiones napolitanas y españolas, por su formación eclesiástica
utiliza muchos latinismos y algunas palabras de origen griego y he-
breo, por sus viajes y observaciones también emplea buena cantidad
de extranjerismos y barbarismos, por su cultura usa arcaísmos y pa-
labras y giros poco usuales.
De manera que resulta indispensable al traductor estar atento a
todas estas circunstancias para lograr un máximo de fidelidad (hasta
donde es factible) de tal riqueza y complejidad de expresión, así como
de ideas y concepciones en la versión a otra lengua. Por semejantes
razones es que preferimos mantener la estructura del texto, la sin-
taxis y la terminología lo más fiel posible a la obra original, evitando
al máximo la tentación de recreaciones deformantes, aclaraciones
grotescas, simplificaciones mutilantes o traducciones traidoras.
Pese a todo lo señalado es preciso decir que el texto de la obra es
tal que resulta altamente sugestivo, conserva vigencia en sus conte-
nidos básicos, entretiene, hace reir, provoca enojos, emociona, per-
turba, explica, añade conocimientos y, sobre todo, mueve a la re-
ílexión.
Para el establecimiento del texto hemos utilizado la edición crítica
(ya clásica) de Giovanni Gentile, actualizada por Giovanni Aquilec-
chia, si bien para algunos pasajes también empleamos la antigua de
Paolo de Lagarde. Respecto a las notas, como ocurre en casi todas
las ediciones recientes de la obra italiana de Bruno, usamos como
base el aparato crítico elaborado por Gentile, si bien da muchas co-
sas por supuestas y la mayoría de sus anotaciones se refieren el esta-
blecimiento del texto en italiano, por lo que resultaba inútil reco-
gerlas. Tampoco quisimos reproducir la gran cantidad de notas
extraídas de un apostillador napolitano anónimo, porque en mu-

24 Debemos sci'lalar aquí que Bruno no sólo escribe diálogos, sino también come-
dias (11 candelaio), poemas (caso especialisimo es el De immenso et innumerabilis,
que adopta la estructura del De rerum natura de Lucrecio), discursos (las Oratio vale-
dictoria o la Oratio consolatoria), lecciones (libri physicorum A ristotelis explanau),
escolios (Triginta sigi/11), lratados (De principiis rerum, elementis et causis), lo que
nos da una riqueza de formas de expresión muy singular.

26
chos de los casos se trata de simples comentarios interesados y, en
otros, de interpretaciones dudosas. Utilizamos algunas de las notas
de Augusto Guzzo, aunque desafortunadamente su edición es in-
completa por ser antológica. En cambio, decidimos ampliar de ma-
nera considerable las notas relativas a pasajes mitológicos, astronó-
micos, históricos y geográficos, pues la comprensión de distintos
pasajes depende de las referencias de este tipo. Los corchetes son
añadidos nuestros a las notas de Gentile y Guzzo. Aquellas que no
IJevan referencia expresa han sido preparadas por nosotros. 25
Finalmente queremos agradecer la vaUosa colaboración de la doc-
tora Alma Vallejos Dellaluna por la revisión de la traducción de los
textos latinos, de la señorita Martha González y de la señora Euge-
nia Bribiesca en la mecanografía de este material.
E.S.M.

25 Para la elaboración de esas notas nos apoyamos con frecuencia en alguno de los
siguientes libros: Enciclopedia Universal Ilustrado Europeo-Americana Espasa-
Calpe, Diccionario Enciclopédico Hispano-Americano, Diccionario de la Lengua Es-
pañola de la Real Academia Española, Encycfopoedia Britannica; el aparato critico
de las ediciones de clásicos griegos y latinos de la Loeb Classical Library de Harvard
University Press y de la Collection des Universités de France de la Association
Guillaume Budé; Diccionario de mitología griega y romana de Pierre Grima!, Diccio-
nario de la mitología clásica de Constantino Falcón et al., The Greek Myths de Ro-
ben Graves, Vocabulario della lingua italiana de Nicola Zingarelli y Diccionario
Bompiani de autores literarios.

27

LA EXPULSIÓN DE LA BESTIA TRIUNFANTE
• propuesta por Júpiter, realizada por el Consejo,
revelada por Mercurio, relatada por Sofla, escuchada
por Sau/ino, registrada por el No/ano . Dividida en
tres diálogos, subdivididos en tres partes

Consagrada al muy ilustre y excelente caballero, se~or


Felipe Sidney'

Estampada en París2 MDLXXXIV

t Sir Philip Sidney (1554-1586) fue un noble de gran cultura, vinculado a diversos
personajes del Renacimiento a través de diversas actividades políticas, sus múltiples
viajes como diplomático y su protección a refugiados en Inglaterra. Fue un buen polí-
tico y militar, cercano a la reina Isabel. Asimismo, tuvo dotes literarias, como puede
observarse en su Arcadio, obra conocida y utilizada por Shakespean:. Fue uno de los
máximos protectores, promotores y, hasta cierto punto, seguidores de Bruno en In-
glaterra; a él le dedica, además de La expulsión de la bestia triurifonte, su obra De
gli Eroici Furori (De los heroiros /urores).
2 Aunque dice "estampada en París", en realidad la obra fue publicada en Lon-
dres, como dijo Bruno a los inquisidores en un interrogatorio el 2 de junio de 1592.
La razón que les daba era que el impresor, con fines comerciales, había sugerido po-
ner impreso en Venecia o París. Al respecto véase Gentile, nota 1 en p. Lll del tomo
1 de Giordano Bruno, Dialoghi ltaliani, nuovamenti ristampati con note di Giovanni
Gentile, terza edizione a cura di Giovanni Aquilccchia, Sansoni-Firenze, seconda ris-
tampa, 1985. En lo sucesivo, salvo mención en cootrario, cuando citemos a Gentile
nos referiremos a sus notas a esta edición de La expulsión... , que se encuentra en el
tomo 11 (Dialoghi Moralt), que. como señalamos en el "Prólogo", fue la que nos sir-
vió como base principal para nuestra traducción.

29
EPÍSTOLA EXPLICATIVA ESCRITA
por el No/ano al muy ilustre y excelente caballero
seflor Felipe Sidney

Es un ciego quien no ve el sol, un tonto quien no lo conoce,


un ingrato quien no le da las gracias; ya que es tanta su luz,
tanto el bien, tanto el beneficio, por el cual se resplandece,
sobresale y disfruta, pues es maestro de los sentidos, padre
de las sustancias, autor de vida. Ahora bien, no sé qué sería de
mí, excelente señor, si no estimase vuestro ingenio, no honra-
se vuestras costumbres, no celebrase vuestros méritos, con los
cuales os habéis mostrado a mí desde el primer momento en
que llegué a la isla británica, y por todo el tiempo concedido;
de igual modo os manifestáis a muchos, en cuanto la situación
se presenta y consideráis a todos, con lo que se hace patente
vuestra natural inclinación verdaderamente heroica.
Dejando, por consiguiente, el pensamiento del resto al res-
to, y el deber de los muchos a los muchos, no quiera el destino
en lo que a mí respecta que, a causa de la sensibilidad que he
mostrado ante las molestas e inoportunas descortesías de
algunos, 1 vaya yo a dejar una huella de ingratitud ante la mi-
rada de la eternidad al ahuyentarme de vuestra bella, afortu-
nada y muy cortés patria, sin que antes, por lo menos, no os
saludase con un signo de reconocimiento, junto con el genero-
sísimo y gentilísimo espíritu del señor Fulco Grivelo.4 El cual

l En La cena de las ceniuzs Giordano Bruno había hecho una severa crítica tanto
al populacho de Londres como a los doc1ores de Oxford, e inclusive a algunas cos-
tumbres consideradas bárbaras en otras panes de Europa, parlicularmente en Italia.
4 Sir Fulke Greville (1554-1628), poe1a y estadista, amigo cercano de Sidney deSde
sus allos escolares en la Shrewsbury School. A través de Sidney, Greville penetró en
la corle, donde se volvió favori10 de la reina Elizabeth l. Greville había desarrollado
misiones diplomáticas en los Países Bajos, Irlanda y Francia, donde quizá conoció
a Bruno. Junio con Sidney, fue miembro del grupo literario del Areópago. Cuando
Bruno estuvo en Londres, Greville fue su anfitrión, e inclusive en su casa se llevó a
cabo la discusión que recoge Bruno en La cena de las ceniuzs (que quizá fue la causa

31
-
sé que está vinculado a vos por lazos de vieja y estrecha amis-
tad Y~on el cual os hab~is educado, nutrido y crecido juntos.
~e ah1 que se os asemeje en muchas y dignas virtudes, tanto
mt~rnas como externas. Y, por lo que a mí respecta, fue des-
pues de vos el segundo que me propuso y ofreció o fidos los
cuales h~biera ~c~ptado y él seguramente habría cumplid~ su
oferta, s1 la env1d1osa Erinia no hubiese derramado entre no-
sotros el veneno de viles, malvados e innobles interesados.
De modo que, r~~r vando para él algún otro tema, os presen-
to este grupo de d1alogos, los cuales erán, ciertamente, tan
buenos o malos, ~gradables o . tristes, apreciados o indig-
nos, excelentes o viles, doctos o ignorantes, elevados o bajos
aprove~h.ables o inútiles, fértiles o estériles, serios o licencio:
so~, rehg1osos o profanos, según los lectores en cuyas manos
c~1gan , puesto que unos tienen una opinió n y otros la contra-
na. Mas, como el número de los estultos y perversos es incom-
parablemente mayor al de los sabios y justos, ocurre que, si
deseara alcanzar la fama u otros frutos que paren las voces de
la mu.chedumb~e , estaría lejos de aspirar a tener éxito para mi
estudio y trabajo; antes bien, debo esperar que sea mo tivo de
descontento y que habrá que apreciar mucho más el silencio
que el comentario. Pero si tomo en cuenta el punto de vista
d~ la ete~na verdad , para el cual las cosas son tanto más apre-
ciadas e ilustres, en vista de que a veces no sólo son conocidas
buscadas y poseídas por pocos, sino que incluso son concebí:
da~ como viles, blasfemadas y perseguidas. Sucede que, cuanto
mas m.e esfuerzo en romper el curso del impetuoso torrente,
con mas fuerza lo veo crecido co n el túrbido, profundo y esca-
broso paso.
. ~sí , es preferible dejar que la multitud se ría, se burle, se
d1v1erta, se recree con la máscara de los mimos cómicos his-
triónicos Silenos/ bajo la cual está escandid~. recubie;to y
de la ruptur~ , debido a las se\ eras criticas a los doctores de 0"<ford. uni\Crsidad en
la que tambtfo aquél había estudiado).
~ Sileno es u~~ rica~ c~n~usa figura de la mitología griega. de origen oriental. que
fue usada genenca .º mdl\tdualmeme. En es1e úhimo caso. se presenta co mo hijo
d~ H ~rmes ( M ercu~o) o de Pan y una ninfa. En su forma más popular. es maC'slro de
Dtomsos (8 ac?). as• como u in ~atigable ) jocoso compañero de francachelas; a, C'C~
es represen1ac 1ó~ dC' dones sem1pro féticos y de cierta sabiduría que se manifie ta n e n
su estado de cbnC'dad consue1udinaria .

32
-
seguro el tesoro de la verdad y la bondad; de la misma manera
que, por el contrario, se topa uno con muchísimos otros suje-
tos que bajo un rostro severo, un semblante sumiso una proli-
ja barba y una grave y magistral toga, con estudiada forma y
para universal daño, demuestran una ignorancia no inferior
a su orgullo que a su vileza, y una no menos perniciosa que
celebrada bribonería.6
Aquí, muchos que por su bondad y doct rina no pueden ha-
cerse pasar por doctos y buenos, fácilmente podrán ganar te-
rreno haciéndonos pasar como ignorantes y viciosos. Pero
Dios sabe, conoce la infalible verdad de que, de igual manera
que semejante clase de hombres son necios, malvados y per-
versos, así, yo no sé, no tengo, no pretendo otra cosa en mis
pensamientos, en mis palabras y en mis actitudes que la since-
ridad, la sencillez y la verdad .
De esa forma se j uzgará allí do nde las intenciones y las
obras heroicas no sean concebidas como frutos vanos y de
nulo valor; donde no se juzgue como suprema sabiduría la
creduli.dad sin criterio; do nde se distingan los consejos divinos
de las imposturas humanas; donde no se considere como un
acto de religión y piedad sobrehumana el pervertir la ley natu-
ral; donde no se crea que es una locura la contemplación dili-
g~_nte . Allí d~nde n ~ consista el honor en la avarienta pose-
s10n; la magnificencia en actos de gula; la fama en la multitud
de s!rvientes, cualesquiera que sean; la dignidad en el mejor
vestir; la grandeza en el tener más; la verdad en las quimeras·
la prudencia en la malicia; la sagacidad en la traición; la sensa:
tez en el engaño; el saber vivir en el fingimiento· la fortaleza
e~ la fu ria! la ley en la fuerza ; la justicia en la t¡'ra nía; el jui-
cio en la violencia. Y así, por el estilo, se vaya razonando en
todos los demás asuntos. En la obra, Giordano habla en len-
guaje co mún, no mbra libremente, llama co n su nombre a lo

6 Una constante en el pensamiento y acción de Giorda no Bruno será ~u critica a


I~ pedantes'! farsanlC'S, especialmente de to medios académicos. lo que con frccuen-
ct~ le acarreo pr.oblemas. como su famosa disputa con los doc1ores de Oxford o. aún
mas grave, la d 1spu1a e~ el Colegio .de Cambrai en Francia . la cual lo obligó a salir
huyendo. Incluso ese upo de coníltctos le ocasionaron que J e1erminados ~ec1ore<>
buscara n afanosamen1e mandarlo al olvido t.lespué~ de muerto.

33
que la naturaleza da su propio ser; no le dice vergonzoso a
lo que la naturaleza hace digno; no cubre lo que ella muestra
descubierto; llama al pan, pan y al vino, vine,; denomina a la
cabeza, cabeza, a los pies, pies, y a las demás partes con su
nombre. Al comer le dice comer, al dormir, dormir; al beber,
beber; y de igual modo va significando los demás hechos natu-
rales con su propio título.
Considera a los milagros como milagros; a las hazañas y
maravillas, proezas y maravillas; a la verdad, verdad; al sa-
ber, saber; a la bondad y virtud, bondad y virtud; a las su-
percherías, supercherías; a los engaños, engaños; a la espada
y fuego, espada y fuego; a las palabras y sueños, palabras y
sueños; a la paz, paz; al amor, amor. Tiene a los filósofos
por filósofos, a Jos pedantes por pedantes, a los monjes por
monjes, a los ministros por ministros, a los habladores por ha-
bladores, a los sonsacadores por sonsacadores; a los inútiles,
saltimbanquis, charlatanes, titiriteros, estafadores, histriones
y papagayos, los toma por lo que se dicen, muestran ser y son.
Juzga a los trabajadores, a los caritativos, a los sabios y a los
héroes, por eso mismo. ¡Vamos!, ¡vamos! a éste, como ciuda-
dano y servidor del mundo, hijo del padre Sol y de la Tierra
madre, y porque ama mucho al mundo, comprendemos de
qué modo debe ser odiado, blasfemado, perseguido y deseado
borrarlo de él. Pero, mientras tanto, que no permanezca ocio-
so, ni malamente obsesionado en esperar su muerte, su trans-
migración, su cambio.
Por ahora ofrece a Sidney, numeradas y ordenadas, las si-
mientes de su filosofía moral; mas no para que las observe, las
conozca y las entienda como un asunto nuevo, sino para que
las examine, considere y juzgue, aceptando lo que se deba
aceptar, disculpando todo aquello que se pueda disculpar y
defendiendo todo cuanto se debe defender contra las arrugas
y cejas de los hipócritas, los dientes y la nariz de los presumi-
dos, las tijeras y silbidos de los pedantes. Advirtiendo a los
primeros de éstos que piensen que es cierto lo que establece esa
religión que comienza, se desarrolla y se conserva con resuci-
tar muertos, curar enfermos y dar de lo que tienen; así como
también que no puede existir afecto donde se roba lo de los
otros, se deteriora a los sanos y asesina a los vivos. Aconsejan-

34
do a los segundos que se conviertan al intelecto agente Y sol
intelectual, rogándole a éste que les proporcione luz a quienes
no la tienen. Haciendo comprender a los terceros que no es
propio de nosotros, como sí ocurre con ellos, ser esclavos de
ciertos y determinados vocablos y palabras, sino que por gra-
cia de los dioses nos es permitido y estamos en libertad de que
ellos nos sirvan a nosotros, tomándolos y acomodándolos a
nuestro gusto y conveniencia. De esta manera, no nos moles-
tarán los primeros con su perversa conciencia, los segundos
con su ciego mirar, los terceros con su mal empleada acuciosi-
dad, si es que no quieren ser considerados los primeros como
insensatos, envidiosos y malvados; señalados los segundos
por ignorantes, presuntuosos y temerarios; y marcados los
terceros por viles, superficiales y vanidosos. Lo anterior, por
no haberse abstenido los primeros de la rígida censura hacia
nuestros juicios, los segundos de la perversa calumnia a nues-
tros sentimientos y los terceros del necio cribar en nuestras pa-
labras.
Ahora bien, con objeto de aclarar a quien quiera y pueda
mi intención en los presentes discursos, protesto y garantizo
que, por lo que a mí toca, estoy de acuerdo con lo que común-
mente los hombres sabios y buenos consideran digno de ser
aprobado y, con ellos, repruebo io contrario. Por esta razón
ruego y conjuro a todos para que no se vaya a presentar algu-
no, de inclinación tan perversa y tan maligno espíritu, que
quiera concluir, dando a entender a sí y a los demás, que lo
que está escrito en este texto está dicho por mí de manera cate-
górica; ni crea (si desea creer lo que es cierto) que yo, de por
sí o accidentalmente, desee en lo más mínimo atacar a la ver-
dad y arremeter contra lo que es honesto, útil y natural y, por
consiguiente, divino; sino que tenga por seguro que con todas
mis fuerzas me dedico a lo contrario. Y si acaso ocurre que tal
sujeto no es capaz de esto, que no tome una decisión, sino per-
manezca en la duda mientras no esté seguro, hasta después de
haber profundizado en el meollo de su significado. Considere,
además, que éstos son diálogos donde aparecen interlocutores
que representan y son portavoces de los discursos de muchas
y múltiples personas, que igualmente abundan en sus propios
significados, razonando con aquel fervor y celo que de modo

35
más completo P_uede_ser Y es apropiado a ellos. Por lo tanto,
q~.e no haya q~1en piense de otro modo, salvo que estos tres
dialo~os han sido planteados y desarrollados solamente para
que Sirvan d~ materia_ y sujeto de un futuro artificio.
Ya que temen~o la _mtención de tratar la filosofía moral de
~cuerdo a la luz mtenor que ha irradiado en mí el divino sol
1~telectual, ~e parece ~ue es conveniente primero anteponer
ciertos preludios a ~meJanza de los músicos; bosquejar algunas
con_fusas Y ocultas Imeas y sombras, como hacen los pintores·
urdir Y extend~r algunos hilos, a la manera de los tapiceros'.
Y colar determmados apoyos, cimientos profundos y ciegos'
al modo de los grandes arqu~tectos. Lo cual no me parecía po~
der efectuar~e de manera mas conveniente si no era mediante
~a enumeración Y p~esta en algún orden de todas las primeras
ormas de la morahdad, que son las virtudes y Jos vicios capi-
tales, en.la fo~m_a que veréis en seguida, introducidos por un
arre~enudo J~p.1ter, quien había colmado el cielo de tantas
bestias .cor;io v1c1os hay.' según la forma de cuarenta y ocho fa-
n:iosas 1magene~; Y qu1e~ _ahora decide expulsar aquéllas del
7

cielo, ~e la glor~a Y del s1t10 de culminación, destinando a la


mayor!ª determmadas regiones en Ja Tierra, remplazando en
esas mismas mora~as ~ las virtudes, desde hace tanto tiempo
desterradas y tan indignamente dispersas. Ahora, mientras
e~to se pon~ en ~archa, se ~e vituperar cosas que parecen in-
dignas de v1tu~eno, despreciadas otras dignas de estima, exal-
tadas otras mas n:ierecedoras de censura; y por Jo contrario.
Tened todo por d1c.ho (i?c~uso por los que pueden decirlo de
grado) de manera mdefimda, como metido en dificultades
puest? en ca~paña, perseguido en el teatro, en espera de se;
exammado, d1sc~ti.do y comparado en el momento en que se
compondrá. la mus1ca, se pintará la imagen, se tejerá la tela
se levantara el techo. '
M~entra~ t.anto, Sofía interpreta a Sofía, Saulino hace de
S~ulmo, J~p1ter de !ú~iter; .Momo, Juno, Venus y otras divi-
nidades gnegas y eg1pc1as, disolutas o serias, lo que son, como

7
Los simbolismos, esotéricos o no, del tipo de la Cábala eran muy free
finales de la Edad Med. d . uentes a
. ia Y urante el Renacimiento; ignoramos a qué cuarenta
Y ocho (,amosa.s imágenes se refiera.

36
son, y según pueden adecuarse a la condición y naturaleza que
es dable representar. Si véis juntos propósitos serios y joco-
sos, pensad que todos son igualmente dignos de ser observa-
dos a través de lentes no comunes. En conclusión, no tengáis
más cuestión por establecida que el orden y el número de suje-
tos de la consideración moral, jumo con los fundamentos de
tal filosofía, la cual veréis toda por completo configurada en
aquéllos. Por lo demás, que cada quien coseche en este medio
los frutos que pueda, de acuerdo a la capacidad de su canasta;
pues no hay cosa tan negativa que no se convierta en algo pro-
vechoso y útil para los buenos, como tampoco hay cosa, por
buena y digna que sea, que no pueda ser motivo y materia de
escándalo para los bellacos. Acá, por tanto, teniendo lo res-
tante (donde no se puede recoger digno fruto de enseñanza)
como cosa dudosa, sospechosa e incierta, tómese como meta
de nuestra intención el orden, la estructura, la distribución, la
guía del método, el árbol, el teatro y campo de las virtudes y
los vicios; de donde enseguida se ha de discurrir, investigar,
informarse, dirigirse, explicarse, reconducirse y acamparse
con otras consideraciones; cuando concluyamos por comple-
to según nuestra luz y propia intención, nos explicaremos en
diversos diálogos particulares, en los cuales la arquitectura
universal de tal filosofía estará plenamente completada, y
donde razonaremos en forma más definitiva.
Tenemos acá, por consiguiente, un Júpiter que no es consi-
derado como bastante legítimo y buen vicario o lugarteniente
del primer principio y causa universal, sino justamente remo-
vido como cosa variable, sometida al destino de la mutación.
Sin embargo, sabiendo él que en todo ente infinito y sustancia
están las infinitas e innumerables naturalezas particulares (de
las cuales él es un individuo) que, como en sustancia, esencia
y naturaleza son uno, así, por razón del número que subrepti-
ciamente penetra, acontecen innumerables vicisitudes y espe-
cies de movimiento y cambio. Por tanto, cada una de ellas, y
particularmente Júpiter, se encuentra con que es tal indivi-
duo, bajo tal composición, con tales accidentes y circunstan-
cias, determinado por diferencias que surgen de los opues-
tos, todos los cuales se reducen a uno original y primero, que
es primer principio de todos los demás, que son eficientes

37
pr?ximos de cad~ ~ambio y· vicisitud. Por lo cual, de lo ue
primero no era Jup1ter después fue. hecho Júpiter, de la mi::na
manera qu~ de lo que en la actuabdad es Júpiter al final será
~~~~~~sad (11ferenlte a Júpiter. Sabe que, de la eterna sustancia
. . ea a ~ua no puede surgir de la nada, ni tam oco es
a01qu1labl~, smo que sólo se puede rarificar, condensa~ orde-
nar Y.co~f1gurar), el compuesto se disuelve, se trasfo;ma su
constitución, ~ambia .la figura, se altera el ser, varía la fortu-
~ª~nir~anec1e~do s1empr~ lo que en sustancia son los ele-
. ?s: Yeso ~1smo, que siempre fue, permaneciendo uno el
prin~1p10 materia~, es la verdadera sustancia de las cosas eter-
na, mgenerable, mcorruptible.s '
C~?oce bien que de la eterna sustancia incorpórea nada
~ª":1 ta, se forma o se deforma, sino que permanece siempre
e igual modo,. que no puede ser sujeto de disolución, como
t~mpoc? e~ posible que lo sea de composición; por esta razón
m por s1 m por algún accidente, puede decirse que muera ~
qu~dla muerte no es otra cosa que la separación de las part~s
um as ~n el compuesto. De donde, permaneciendo todo el ser
sust~nc~al (el cual no puede perderse), lo que termina de cada
~~~ e .ª~ partes. ~s ese accidente de amistad, de acuerdo, de
pos1c1ón, uruon Yorden. Sabe que la sustancia espiritual
aunque tenga familiaridad con l~s. cuerpos, no se debe pens~
que realmente entre en compos1c1ón Y mezcla con aquéllos
por(ue esto es adecuado para la relación entre los cuerpos en:
tre as ~artes de la matena conformadas de modos difere~tes·
~va~ e~1s~ una cosa, un principio interno eficiente e informa:
la c ' es ~ ~I cual, por el cual Y en relación al cual se realiza
ompos1c1ón. y es parecido a lo que ocurre con el piloto res-
pecto a la nave, el padre de familia en relación a la casa o un
constructor no externo, sino que desde el interior del edificio
construy.e, adapta Yconserva. En él radica la eficacia de man-
tener ~mdos a los. elementos contrarios; concertar' como en
una cierta armoma, las cualidades discordantes ara lo r r
conservar la composición de un animal. Él tuerc: el enj~i~,

a Las tesis ontológicas de Bruno están I"


la causa, principio y uno publicada poc amp tamcnte desam~lladas en su obra De
/ante, también en lnglat;rra. o ames que La expulsión de la bestia rriun·

38
urde la tela, entreteje los hilos, modera las complexiones, es-
tablece los órdenes, digiere y distribuye los principios vitales,
enhebra las carnes, distiende los cartílagos, suelda los hue-
sos, ramifica los nervios, ahueca las arterias, esteriliza las
venas, estimula el corazón, inspira los pulmones, desde den-
tro socorre a todo con el calor vital y el humor radical, a fin
de que adquiera consistencia semejante hipóstasis y así se ma-
nifieste al exterior tal rostro, figura y aspecto. Así se forma
la morada de todos los seres que se denominan animados, des-9
de el núcleo del corazón, o.cosa proporcional a él, explicando
y conformando los miembros y conservando a los explicados y
conformados. Así, compelido por el principio de la disolución,
abandonando su arquitectura, causa la ruina del edificio, des-
uniendo los elementos contrarios, disolviendo la mezcla, re-
moviendo la hipostática composición, al no poder alojarse
eternamente en un mismo compuesto con idénticas mixturas,
perpetuando las mismas filas y conservando órdenes iguales;
por eso, refugiándose en el corazón desde los miembros y las
partes externas, y como volviendo a acoger los insensibles
aparatos y mecanismos, muestra abiertamente que sale por la
misma puerta por la cual le convino entrar en otro tiempo.
Sabe Júpiter que no es posible ni verosímil que la materia cor-
poral, la cual es combinable, divisible, manejable, contráctil,
formable, móvil y consistente bajo el dominio, imperio y vir-
tud del alma, no es aniquilable, ni en punto alguno o átomo
destruible; y, por el contrario, que la naturaleza más excelen-
te, que impera, gobierna, preside, mueve, vivifica, nutre, ani-
ma, mantiene y contiene, sea de peor condición que aquélla.
Sea ésta, como quieren ciertos estultos que se hacen pasar por
filósofos, un acto que resulta de la armonía, simetría, consti-
tución y, en fin, un accidente que por la disolución del com-
puesto se convierta en nada junto con la propia composición,
antes que principio y causa intrínseca de la armonía, constitu-
ción y simetría que derivan de él.

9 El término explicando tiene aquí la connotación profunda y básica de la filoso-


fía de Nicolás de Cusa -retomado y cnri ~uecido por el propio Bruno- de la expli-
catio, que con algunos matices y diferencias equivaldrla al moderno concepto de de-
sarrollo.
39
-
El cual no menos puede subsistir sin el cuerpo, que el cuer-
po -que es movido, gobernado y unido por su presencia, así
como disperso en su ausencia- pueda existir sin él. Por consi-
guiente, considera Júpiter que este principio es la sustancia en
que consiste verdaderamente el hombre, y no un accidente que
deriva de la composición. Éste es el numen, la inteligencia, el
héroe, el demonio, el dios particular, en el cual, desde el cual
y a partir del cual, de la misma manera como son formadas y
se forman diversas complexiones y cuerpos, así viene a penetrar
subrepticiamente diferentes seres en especie, diversos nom-
bres, diversas formas. Éste, por ser lo que mueve y gobierna
al cuerpo conforme a la razón, en lo que se refiere a los actos
racionales y los apetitos, es superior a aquél y no puede ser
constreñido y forzado por él; acontece por la alta justicia que
domina todas las cosas que, por los desordenados afectos, sea
atormentado y envilecido en el mismo cuerpo o en otro, y no
deba esperar la dirección y administración de una mejor mo-
rada cuando se haya conducido mal en el gobierno de otra.
Consiguientemente, de ahí, que por haber tenido, por ejem-
plo, una vida caballuna o porcina, será prescrito por la fatal
justicia (como muchos filósofos excelentísimos han compren-
dido y yo pienso que, si no ha de ser creído, es al menos digno
de ser considerado) que se le entreteja a su alrededor una cár-
cel correspondiente a tal delito o crimen, como órganos e
instrumentos convenientes a semejante obrero o artífice. Y
así, marchando siempre más y más allá por el destino de la
mutación, eternamente irá asumiendo unas y otras especies de
vida y de fortuna peores o mejores, según se haya conducido
de mejor o peor modo en la condición y suerte inmediata an-
terior.
De igual modo vemos que el hombre, mutando de ingenio
y cambiando de afecto, de bueno se torna perverso, de tempe-
rado se vuelve intemperado, y por el contrario, aquel quepa-
recía una bestia llega a parecer algo peor o mejor, en virtud
de ciertos rasgos y figuraciones que, emanando del ánimo in-
terno, se muestran en el cuerpo , de modo que no engañarán
jamás a un fisonomista prudente. Sin embargo, así como ve-
mos en muchos de la especie humana una cara, semblante, vo-
ces, gestos, afectos e inclinaciones de tipo caballuno, en otros

40
--
porcino, asnal, aguileño, bovino, etcétera; del mismo modo,
debe creerse que exista en ellos un principio vital, por el cual,
por potencia de una próxima pasada o futura mutación de
cuerpo, muestran que han sido o están por ser puercos, caba-
llos, asnos, águilas o algún otro animal, si ne cambian y se
preparan de otra manera mediante hábitos de continencia, es-
tudio, contemplación y otras virtudes y vicios. De esta sentén-
cia (no sin gran causa expuesta por nosotros más allá de lo que
parece permitir la argumentación del presente lugar) pende el
acto de la penitencia de Júpiter, el cual se representa como es
descrito vulgarmente: un dios que tuvo virtudes y gentilezas,
pero también libertinajes, ligerezas y debilidades humanas y,
en ocasiones, brutales y bestiales; se le imagina, según es bien
sabido, como alguien que se trasforma en aquellos diversos
sujetos o formas, para significar la mutación que en sus dife-
rentes afectos incurren Júpiter, el alma o el hombre, al hallar-
se en esta fluctuante materia. El mismo es colocado como mo-
tor y gobernador del cielo, para dar a entender con ello que
en todo hombre, en cada uno de los individuos, se observa un
mundo, un universo; 10 en el cual, con Júpiter gobernador, se
simboliza la luz intelectual que distribuye y gobierna en él, y
dispone en esa admirable arquitectura los órdenes y asientos
de las virtudes y los vicios.
Este mundo, expuesto según la imaginación de estultos
matemáticos y aceptado por no más sabios físicos, entre los
cuales los peripatéticos son los más vanos, no sin fruto se
muestra: primero dividido a modo por tantas esferas y luego
diferenciado en aproximadamente cuarenta y ocho imágenes
(en las cuales pretende, primeramente, un octavo cielo parti-
do, estelífero, que es llamado firmamento por el vulgo), que
viene a ser principio y materia de nuestro trabajo. Porque
aquí Júpiter (que representa a cada uno de nosotros), después
que es concebido, nace; de niño, se vuelve joven y robusto;
y de tal se va haciendo cada vez más viejo y enfermo; entonces,
de inocente e inexperto se torna nocivo y mañoso, se pone me-

to La idea de l hombre como microcosmos es típica del Renacimiento, especial-


mente en pensadores con in íluencias platónicas. C f. Ernst C assirer, Individuo y cos-
mos en la filosofía del Renacimiento, Buenos Aires, Emecé Editores. 1951 .

41
lancólico y, a veces, se hace bueno; de ignorante, se vuelve sa-
bio; de disoluto, sobrio; de incontinente, casto; de licencioso,
serio; de inicuo, justo; actitudes a las que quizá se ve inclinado
al menguar sus fuerzas , e impelido y espoleado por el temor
a la fatal justicia, superior a los mismos dioses, que les intimi-
da. El día, pues, que en el cielo se celebra la fiesta de la gigan-
tomaquia11 (signo de la guerra sin tregua ni cuartel que lleva
el alma contra los vicios y afectos desordenados), este padre
quiere efectuar y resolver lo que tiempo atrás se había pro-
puesto y determinado; del modo como un hombre, con la
mira de cambiar propósitos de vida y costumbre, primero es
inducido por cierta luz que reside en la atalaya, almena, o
popa de nuestra alma, qi.¡e es llamada por algunos sindéresis 12
y que aquí está simbolizada, más o menos, casi siempre por
Momo.
Pone esto, por tanto, a consideración de los dioses; es decir,
ejercita el acto del raciocinio del consejo interior, y se pone a
consultar acerca de lo que hay que hacer. Y en este punto con-
voca a las voluntades, arma las potencias, di~pone las inten-
ciones, no para después de la cena, en la noche de la irrefle-
xión y sin el sol de la inteligencia y la luz de la razón; tampoco
con el estómago en ayunas, en la mañana, o sea, sin el fervor
de espíritu y sin estar bien inflamado por el supremo ardor;
sino después de la comida, tras haber probado la ambrosía del
virtuoso celo y estar embebido del néctar del divino amor, cer-
ca o en punto del mediodía, o sea, cuando menos nos ultraja
el enemigo error y más nos favorece la amiga verdad, en el tér-
mino del más lúcido intervalo. Entonces se expulsa a la bestia

11 La gigantomaquia es la lucha de los gigantes, hijos de Gea Oa Tierra) en contra


de los dioses ollmpicos encabezados por Zeus (Júpiter),.para intentar vengar la derro-
ta y sometimiento de sus hermanos los titanes, también derrotados por los olímpicos.
La titanomaquia representa la lucha generacional entre la primera generación de dio-
ses, con Cronos al frente, y la segunda generación, capitaneada por Zeus. Con fre-
cuencia se confunden y mcz.clan gigantomaquia y titanomaquia, como seria aquí el
caso.
12 Sindéresis, palabra de origen griego que significa observar y conservar cuidado-
samente, pero que en su contexto filosófico equivale a la capacidad de discreción inte-
lectual, al esplritu critico. Gentile (nota 2 en p. 561) dice: " Sindiresis o Sintéresis,
término escolástico de dudosa etimología, usado para significar la conciencia en el
sentido ético-religioso."

42
triunfante, esto es, a los vicios que predominan y suelen atro-
pellar la parte divina; se vuelve a purgar el ánimo de los erro-
res Yse torna ornato de las virtudes; todo por amor a la belleza
que se ve en. la bondad y la justicia naturales, así como por el
~eseo que sigue.ª la excitación por los frutos de aquélla, al
igual. que por odio y temor a la contraria deformidad y repug-
nancia. Esto se da por aceptado y acordado en todo y por todos
los dioses, cuando las virtudes y potencias del alma concurren
par~ favorecer la obra y acto de aquél, a tal grado que, por
Justo, bueno Y verdadero, determina aquella luz eficiente la
cual endereza el sentido, el intelecto, el discurso, la memo;ia,
el a~or, la concupiscencia, la irascibilidad, la sindéresis, la
elección: facuhades simbolizadas por Mercurio Minerva
Diana, Cupido, Venus, Marte, Momo, Júpiter ; otras dei~
dad es.
Por tanto, ad~nde ~staba la Osa, 13 por razón del lugar, ya
que es la parte mas eminente del cielo, se antepone a la verdad
la cual es más alta y digna que todas las demás cosas· más aún'
es la pri~era, la última. y la intermedia, pues llena' el camp~
d~ la Entidad, la Necesidad, la Bondad, el Principio, el Me-
dio, el Fin y la Perfección; se concibe en los terrenos con-
templativos: metafísico, físico, moral y lógico. Y, junto con
la Osa, descienden la Deformidad, la Falsedad el Defecto la
Imposibilidad, la Contingencia, la Hipocresía,' la Impostu'ra,
la Felonía.
La morada de la Osa Mayor, 14 por razón que no es de
13
Brun~ va a tomar los elementos de la astronomía y astrología de su tiempo y del
pasado, as1 como los de la mitología, no siempre con fuentes claramente identifica-
bles, pues su v~sta cultura incluye desde los clásicos hasta obras esotéricas casi igno-
t~s en I~ actualidad . Bruno va a ir utilizando mapas estelares al lado de descripciones
su~bóhcas de carácter moral, mítico y esotérico, en forma tal que es muy dificil se-
guulo. Resuha co~veniente obsc~8:T un mapa estelar (de preferencia de la épocaJ
para reafirmar las imágenes y pos1c1ones de las constelaciones. Aquí se refiere a la
Osa Menor:. "Co~~tela.ción boreal de forma semejante a la de la Osa mayor, pero me-
nor Y con d1spos1c~ón inversa y estrellas menos brillantes, una de las cuales, la más
separada del cuadnlátero, es la polar, que dista menos de grado y medio del polo áni-
c?", .se lec en el Diccionario de la lengua españolo de la Real Academia Espaftola
vigésima edició~, M~drid, 1984, p. 987. Dada su seaciUcz, hemos utilizado este text~
(que en lo sucesivo citaremos con las siglas DLERAE) para las descripciones sumarias
de las constelaciones que se van mencionando .
14
Osa Mayor: "Constelación siempre visible en el hemisferio boreal y fácil de re-
conocer por el brillo de siete de sus estrellas, cuatro que forman cuad~ilátero, y las

43
mencionar en este lugar, queda vacante. En el sitio donde se
hace oblicuo y se curva el Dragón, 15 por estar cercana a la
Verdad, se coloca a la Prudencia con sus doncellas, la Dialéc-
tica y la Metafísica, que tiene contiguas, por la derecha, a la
Astucia, la Sagacidad y la Malicia y, por la izquierda, a la Es-
tupidez, la Inercia y la Imprudencia. Aquélla se mueve en el
campo de la consulta. De ese lugar caen la CasuaHdad, la Im-
provisación, la Suerte, la lndiferencia, con sus vecinos dies-
tros y siniestros. De ahí, donde esgrime solo Cefeo, 16 caen el
Sofisma, la Ignorancia de perversa disposición y la Fe necia
con sus siervos, ministros y asistentes; y Sofía, por ser compa-
ñera de la Prudencia, se presenta ahí, y se hallará en los cam-
pos divino, natural, moral y racional.
Ahí donde Bootes 17 observa el Carro, 18 se eleva la Ley para
avecinarse a la madre Sofía; y a aquélla se la verá transitar por
los campos divino, natural, gentil, 19 civil, político, económi-
co y ético particular, por los cuales se asciende a cosas supe-
riores, se desciende a las inferiores, se extiende y amplía a las
semejantes y se mueve en sí mismo.
De ese sitio cae la Prevaricación, el Delito, el Exceso, el
Desorden, con sus descendientes, ministros y acompañantes.
Donde luce la Corona Boreal, 20 acompañada de la Espada,2 1
se advierte al Juicio, como efecto próximo de la ley y acto de
justicia. A éste se le verá moverse en cinco campos: Aprehen-
sión, Discusión, Determinación, Imposición, Ejecución; y de

otras tres un arco de círculo que pa rte de uno de los vértices del mismo cuadrilátero.
semejando en junto un carro sin ruedas", DLERAE, p. 987.
15 Dragón: "Constelación boreal de figura muy irregular y extensa, que rodea o
envuelve a la Osa Menor'', DLE RAE, p . 517.
16 Cefeo: "Constelación boreal, poco importante por su extensión y el resplandor
de sus estrellas, situada cerca de la Osa Mayor", DLERAE, p . 299.
17 Bootes o Boyero: "Constelación boreal próxima a la Osa Mayor y cuya estrella
principal es Arturo" , DLERAE, p. 206.
18 O sea, la Osa Mayor.
19 Derecho de gentes, o sea , el primitivo derecho internacional, q ue se reconocía
como natural para todos los pueblos a diferencia del ciudadano.
º
2 Corona Boreal: " Pequeña pero nota ble constelación septentrional entre Hércu·
les y Bootes". OLERAE, p . 365.
21 Espada: "Línea vertical de estrellas en el interior de la constelación de Orión .
Entre ellas se halla una célebre nebulosa, la más admirable de todo el cielo"
DLERAE, p . 567 . •

44
ahí, por consecuencia, cae la Iniquidad con toda su familia.
Por la Corona, que sostiene la sosegada siniestra, se simboliza
al Premio y la Recompensa; con la espada, que hace vibrar la
activa diestra, se representa el Castigo y la Vindicación.
Donde parece que Alcides22 se abre paso con su maza , tras
la disputa de la Riqueza, la Pobreza, la Avaricia y la Fortuna
con sus regaladas cortes, va a tomar su residencia la Fortaleza,
la que veréis moverse por los terrenos de la Impugnación, la
Repugnancia , la Expugnación, la Conservación, la Ofensiva,
la Defensa; de cuya diestra caen la Ferocidad, la Furia, la Bes-
tialidad; y de la siniestra la Flaqueza, la Debilidad, la Pusila-
nimidad; y alrededor de las cuales se ven la Temeridad, la Au-
dacia, la Presunción, la Insolencia, la Confianza; y frente a
ella la Vileza, el Miedo, la Duda, la Desesperación, con sus
acompañantes y siervos. Transita casi por todos los campos.
Adonde se ve la Lira21 de nueve cuerdas, asciende la madre
Musa con sus nueve hijas: la Aritmética, la Geometría, la
Música, la Lógica, la Poesía, la Astrología, la Física, la Meta-
física, la Ética; de donde, por consecuencia, caen la ignoran-
cia, la Pereza y la Bestialidad. Las madres tienen al universo
por territorio y cada una de las hijas tiene su propio tópico.
En donde extiende sus alas el Cisne24 ascienden la Peniten-
cia, la Purificación, la Retractación, la Reforma, el Lava-
miento; y de ahí, por tanto, caen la Egolatría, la Inmundi-
cia, la Sordidez, el Descaro, la Perversidad, con todas sus
familias. Transitan en el terreno y alrededores del Error y de
la Falta.
De donde es desechada y destronada Casiopea" junto con

22 Alcides, Hércules o Heracles (el nombre de Alcides se debe a Akeo, su abuelo;


Y el de Heracles - "la gloria de Hera"- a los 12 trabajos que le impuso la celosa
Hera, en compensació n a su deshonra): " Constelación boreal muy extensa, situa-
da al occidente de la Lira, norte del Serpentario y oriente de la Corona Boreal",
DLERAE, p. 701.
23 Lira: "Pequei\a pero muy nOlable constelación septentrional, cerca y al sur de
la cabeza del Dragón y al occidente del Cisne", DLERAE, p . 809.
2A Cisne: "Una de las principales constelaciones boreales de la Vía Láctea, situada
entre el Cefeo y el Águila", DLERAE, p. 306.
25 Casiopea: " Constelación boreal muy notable, de no grande extensión, que res-
pecto del polo d.ista próximamente lo que la Osa Mayor ,por el lado opuesto" ,
DLERAE, p. 274.

45
la Vanidad, la Altivez, la Arrogancia, la Jactan~:ia y otras
compañeras que se ven en el campo de la Ambición y la False-
dad, ahí ascienden la regulada Majestad, la Gloria, el Deco-
ro, la Dignidad, el Honor y otros acompañante con su corte,
q ue por lo común se mueven en los terrenos de la Si mplicidad ,
la Verdad y otros similares como principal elección; y, en
otras ocasio nes, por fuerza de la Necesidad , transitan por el
campo del Disimulo y similares, que por accidente pueden
convertirse en refugio de las virtudes. 26
En donde el feroz Perseo27 muestra el go rgóneo trofeo, su-
ben la Fatiga, la Diligencia, el Estudio, el Fervor, la Vigilan-
cia, el Tra bajo, el Ejercicio, la Ocupació n , con los estímulos
del celo y el temor. Tiene Perseo los talares del útil Pensa-
miento y el Desprecio del bien popular, con sus ministros In-
genio, Perseverancia, Industria, Arte, Investigación y Esme-
ro; y por hijos reconoce a la Invenció n y el Provecho, de los
cuales cada uno tiene tres copas plenas del Bien de fo rtuna,
Bien del cuerpo y Bien del espíritu. Discurre en los campos de
la Ro bustez, la Fuerza y la Integridad; huyen de su presencia,
por una parte, la To rpeza, la H olgazanería, el Ocio, la Pere-
za, la Desidia, la P oltronería, con todas sus familias; y por
otra, la Inquietud, la Ocupación tonta, la Vaciedad , el Entre-
tenimiento, la Curiosidad, el Apuro, el Aturdim ienco, que
brotan del campo de la Irritación, la Instigación, la Com-
pulsión, la Provocación y otros ministros que edifican el pala-
cio del Arrepentimiento.
Al puesto de Triptolemo:!ll se eleva la Humanidad con su
familia: el Consejo, la Ayuda, la Clemencia, el Favor, el Su-
fragio, la Asistencia, el Salvamento, el Consuelo , j unto con
otros compañeros y hermanos de éstos, así como con sus mi-

26
Giordano Bruno estará constantemente en la disyuntiva de elegir entre la d1s·
creción y la expresió n a bierta de sus ideas, a unque termina siempre por inclinarse a
la segunda vía; la cual le generará muchos problemas, hasta conducirlo a su heroica
muerte.
7
2 Perseo: "Const'!lación septentrional cerca y a l oriente de And rómeda".
DLERAE, p. 1012.
zs T riptolemo es un héroe y rey mítico de Eleusis (Ática); considerado d inventor
de la agricultura, especialmente del trigo, como un do n de Demeter; también se le
toma como fundado r de los m isterios de Eleusis. No es claro el contexto ea que se
presenta aquí.

46
nistros e hijos, los cuales versan en el terreno particular de la
Filantropía, al que no se aproxima la Misantropía ~on su cor-
tejo: la Envidia, la Malignidad, el Desdén, el Disfavor y otros
hermanos de éstos, que discurren por el campo de la Descor-
tesía y otros lugares viciosos.
A la casa del Serpentario29 trepan la Sagacidad, la Perspi-
cacia, la Sutileza y otras virtudes similares que habitan en el
terreno de la Consulta y la Prudencia; de ahí huyen la Nece-
dad, la Estupidez, la Tontería con sus multitudes, todas las
cuales tropiezan en el campo de la Imprudencia y la Desconsi-
deración.
Al lugar de la Saeta30 van la juiciosa Elección, la Obser-
vancia y la Intención, que se ejercitan en el terreno del Estudio
ordenado La Atención y la Aspiración; de ese sitio se separan
'
la Calumnia, la Difamación y el Despecho, así como otros hi-
.
jos del Odio y de la Envidia, que se complacen en los huertos
de la Insidia, el Espionaje y semejantes vilísimos e innobles
cultivadores.
En el espacio dentro del cual se arquea el Delfín31 se ven
ahora el Afecto, la Cortesía, la Deferencia, que junto con sus
acompañantes se encuentran en el campo de la Filantropía Y
la Familiaridad; de donde huye la enemiga y ultrajante Multi-
tud, que se retira a los terrenos de la Contienda, el Duelo Y la
Venganza .
Allí donde al Águila32 se larga, junto con la Ambición, la
Presunción, la Temeridad, la Tiranía, la Opresión Y otros
compañeros oficiosos en el campo de la Usurpación Y la Vio-
lencia, y en él se van a aposentar la Magnanimidad, la Magni-
ficencia, la Generosidad, el Orden, los cuales se mueven por
los territorios de la Dignidad, la Potestad, la Autoridad.

29 Serpentario: "Constelación septentrional pró~i ma al Ec_ua~or celeste, -~nida a


la Serpiente y comprendjda entre Hércules, por el norte, y Sag1tano y Escorp1on, por
el sur". DLERAE, p. 1196.
JO Saeta: "Constelació n bo real al no rte del Águila y cerca de ella", OLERAE,
p. 1168. . . . ..
11 Delfín: " Pequei\a constelación borea l situada cerca y al o riente del Agu1la •
DLERAE, p. 429.
12 Águila : " C onstelación septentrio nal de la Vía Láctea, a l occidente del Pegaso
y al sur del Cisne", DLERAE, p. 41.

47
Donde estaba el caballo Pegaso'1 ahora se halla el Furor
divino, el Entusiasmo, el Éxtasis , el Vaticinio y la Iniciativa
.
que transitan en el campo de la Inspiración; de donde se alejan
'
huyendo el Furor bestial, la Manía, el Ímpetu irracionaJ, la
Disolución del espíritu, la Dispersión del sentido interior, los
cuales se encuentran en el terreno de la destemplada Melanco-
lía, que se vuelve antro para el Genio perverso.
De donde retrocede AndrómedaJ.1 con la Obstinación la
Perversidad y la estulta Persuasión, las cuales se enseña; en
el territorio de la doble Ignorancia, ahí acceden la Condescen-
dencia, la Esperanza, la Expectación, que se mani fiestan en el
campo de la buena Disciplina.
J?el sitio de donde se desprende el Triángulo,1~ ahí se con-
sobda la Fe, llamada también Fidelidad , que se observa en el
terreno de la Constancia, el Amor, la Sinceridad, la Simplici-
dad, la Verdad y otros, de los c uales quedan muy alejados los
suelos del Fraude, el Engaño, la Volubilidad.
En el sitio que en otros tiempos fuera alcázar de Aries36 se
hallan ahora colocados el Obispado, el Ducado, la Ejemplari-
dad, la Demostració n, el Consejo, la Indicación, que son feli-
ces en el campo del Respeto, la Obediencia, el Consentimien-
to, la virtuosa Emulación, la Imitación; y abandonan ese
lugar el mal Ejemplo, el Escándalo, la Enajenación, que son
atormentados en el territorio de la Dispersió n, el Extravío, la
Apostasía, el Cisma y la Herejía.
Tauron muestra haber sido símbolo de la P aciencia, la To-
31
Pegaso: "Constelación septentrional notable situada a cont inuación v al occi-
dente de Andrómaca", DLl:RAE, p. 996. •
34
Andrómeda: "Constelación septentrional debajo o un poco al sur de Casio-
pea". DI ERAE, p. 86.
15
Triángulo Boreal: "Constelación debajo o un poco al sur de Perseo" , ot ER-\1:.
p. 1296.
36
Ar.ies o Carnero: "Constelación zodiacal que en otro tiempo debió coincidir
con el signo de este nombre (primer signo o pane del zodiaco, de 30 grados de ampli-
tud, que el Sol recorre aparentemente al comenzar la primavera), pero que actual-
mente, por el resultado del movimiento retrógrado de los puntos equinocciales, se ha-
lla delante del mismo signo y un poco hacia el oriente", DLERAE, p. 116.
37
Tauro o Toro: "Constelación zodiacal que en otro tiempo debió de coincidir
con el signo de este nombre (segundo signo o parte del zodiaco, de 30 grados de ampli-
tud, que el Sol recorre aparentemente al mediar la primavera), pero que actualmente,
por r~ultado del movimiento retrógrado de los puntos equinocciales, se halla delante
del mismo signo o un poco hacia el oriente", DLERAE, p. 1247.

48
lerancia, la Longanimidad, la Ira regulada y justa, que se ma-
nejan en los terrenos del Gobierno, Ministerio, Servicio,
Afán, Trabajo, Respeto y otros. Con él se van la Ira desorde-
nada, el Despecho, el Enojo, la Querella, la Cólera, que se ha-
llan casi en los mismo campos.
Donde habitaban las Pléyades, 'M ascienden la Unión, la Ci-
vilización, la Comunidad, el Pueblo, la República, que tienen
su consistencia en el terreno de la Convivencia, la Concordia,
la Comunión, donde preside el regulado Amor; y con aquéllas
son sacudidos del cielo el Monopo lio, la Multitud, la Secta,
el Triunvirato, la Facción, la Pandilla, la Partida, que decli-
nan hacia los territorios del Afecto desordenado, el inicuo De-
signio, la Sedición , la Conjura, donde rige el Perverso Conse-
jo con toda su familia.
De donde se marchan los Gemelos,'~ ahí suben el Amor
simbólico, la Amistad, la Paz, los cuales se complacen en sus
propios campos; y aquellos que son expulsados se llevan con-
sigo a la Parcialidad indigna, que obstinada se aferra en el
campo del inicuo y perverso Deseo.
Cáncer.al' arrastra consigo a la mala Represió n, al indigno
Retroceso, al Freno vituperable, la Rendición , la Retirada del
bien hacer y pensar, el Destejer de Penélope y otros consortes
y compañeros semejantes que se restablecen y conservan en
los campos de la Inconstancia, la Pusilanimidad, la Pobreza
de espíritu, la Ignorancia y otros muchos; y a las estrellas as-

Jx Pléyade-.: · ·cumulo de estrellas muy notable en la constelación del Toro,


a modo de mancha blanquecina o nube, entre las cuales se perciben a simple vista
seis y a ~eces (según la fuerza visual del observador) siete estrellas principales",
l>I Fii \E, p . 1039.
J 9 Gemelos o Géminis: "Constelación zodiacal que en otro tiempo debió de coin-
.:idir con el signo de este mismo nombre (tercer signo del zodiaco, de 30 grados de
amplitud, que el Sol recorre aparentemente durante el último tercio de la primave-
ra). pero que actualmente. por rc;ultado del movimiento retrógrado de los pun-
tos equinocciales, se halla delante del mismo signo o un poco hacia el oriente",
DI ERAi:;, p. 660.
~Cáncer o Cangrejo: " Constelación zodiacal que en otro tiempo debió de coinci-
dir con el signo de este nombre (cuarto signo del zodiaco, de 30 grados de amplitud,
que el Sol recorre aparentemente al comenzar el verano), pero que actualmente, por
resultado del movimiento retrógrado de los puntos equinocciales, se halla delante del
mismo signo y un poco hacia el oriente", DLE RAE , p. 241.

49
~~--------------------- ......
cienden la recta Conversión, la Represión del mal, la Retrac-
ción de lo falso y lo inicuo, cada una con sus ministros, que
se regulan en el terreno del Temor honesto, el Amor o rdena-
do, la recta Intención, la Penitencia y otros aliados contrarios
al mal Progreso, a la Mejora perversa y a la Obstinación ven-
tajosa .
El León•• se lleva consigo al tiránico Terror, al Espanto y
lo Terrible, a la peligrosa y odiosa Autoridad , a la Gloria de
la presunción y al Placer de ser temjdo antes que amado; los
cuales se mueven en el terreno del Rigorismo, la Crueldad la
Violencia, el Homicidio, que son atormentados en esos sit,ios
por las sombras del Temor y de la Sospecha . En su lugar as-
cienden al espacio celeste la Magnanimjdad, Ja Generosidad ,
la Esplendidez, la Nobleza, la Prestancia, que gobiernan en
los.campos de la Justicia, la Misericordia, la justa Victoria el
digno Perdón, que aspiran, con base en la Diligencia más bÍen
a ser amados que temidos; y allí se confortan con la Seguri-
dad, la Tranquilidad de espíritu y sus familias.
Con la Virgen•2 van a reunirse la Continencia, el Pudor, la
Castidad, la Modestia, Ja Honestidad y el Recato , que triun-
fan en el terreno de la Pureza y la Honra , el cual es desprecia-
do por la Impudicia, la Incontinencia y otras madres de f ami-
lias enemigas. .
. ~ibraº ha sido modelo de la esperada Equidad , de la Jus-
t1c1a'. 1~ Gracia, la Gratitud, el Respeto y otros compañeros,
admm1stradores y seguidores, que transitan por el trino cam-

41 León o Leo: "Constelación zodiacal que en otro tiempo debió de coincidir con
el signo de este nombre (quinto signo o parte del zodiaco, de JO grados de amplitud,
que el Sol recorre aparentemente al mediar el verano), pero que actualmente, por re·
sultado del movimiento retrógrado de los puntos equinocciales, se halla delante del
mismo signo y un poco hacia el oriente", DLERAE, p . 796.
42
Virgen o Virgo: " Constelación zodiacal que en otro tiempo debió de coincidir
con el signo de este nombre (sexto signo o parte del zodiaco, de 30 grados de ampli-
tud, que el Sol recorre aparentemente en el último tercio del verano), pero que actual·
mente, por resultado del movimiento retrógrado de los puntos equinocciales, se halla
delante del mismo signo y un poco hacia el oriente", OLERAE, p . 134S.
0
Libra: "Constelación zodiacal que en otro tiempo debió de coincidir con el sig-
no de este no mbre (séptimo signo o parte del zodiaco, de 30 grados de amplitud, que
el Sol recorre. a~arentemente a l comenzar el ()(oilo), pero que actualmente, por resul-
tado del mov1m1ento retrógrado de los puntos equinocciales, se halla dela nte del mis-
mo signo y un poco hacia el oriente", DLEllAE, p. &01.

50
................ --------------
pode la Distribución, la C::º~~tación y la R.etribución, ~n el
cual no ponen un pie la lnJust1c1a, la Desgrac1a~.la lngrat1~u~ ,
la Arrogancia y otras de sus acompañantes, h1Jas Y adm1ms-
tradoras.
Donde curvaba su torcida cola y extendía sus patas Escor-
pión44 no aparecen en adelante el ~~aude~ el Apl~uso inicuo,
el Amor fingido el Engaño, la Traición, smo precisamente las
virtudes que les 's on contrarias, las hijas de la Simplicidad, la
Sinceridad, la Verdad y que se mueven en los terrenos de sus
madres.
Vemos que Sagitario45 era signo de la Cont~mplación, el
Estudio y el buen Impulso, con sus secuaces y sirvientes, que
tienen por objeto y sujeto el campo de lo Verdadero y lo Bue-
no para conformar el Intelecto y la Voluntad, de donde que-
dan muy alejadas la afectada Ignorancia y la Despreocupa-
ción vil.
Ahí donde todavía reside Capricornio46 se ven la Ermita, la
Soledad la Postración y otras madres, compañeras Y sirvien-
tas, que ~e retiran en el campo de la Absolución Y la Libertad,
en el cual no están seguras la Conversación, el Contrato, la
Curia, el Convi vio y otros pertenecientes a estos hijos, compa-
ñeros y administradores.
En el sitio del húmedo y destemplado Acuario•1 ved ahora
44 Escorpión: "Constelación zodiacal que en otro tiempo debió de coincidí~ con
el signo de este nombre (octavo signo o parte del zodiaco, de 30 grados de amphtud,
que el Sol recorre aparenteme nte al mediar el otol\o), _pero _q ue actualmente, por re-
sultado del movimiento retrógrado de los puntos equmocc1a les, se halla delante del
mismo signo y un poco hacia el oriente", DLEllAE, p . S61. . . ..
4S Sagitario: "Constelación zodiacal que en otro tiempo debió de comc1d1r c?n el
signo de este nombre (noveno signo o pane del zodiaco, de 30 grados de amphtud,
que el Sol recorre aparentemente en el último tercio del otoilo)_. per~ que actualmen-
te, por resultado del movimiento retrógrado de los puntos equmocc1ales, se halla de-
lante del mismo signo y un poco hacia el oriente", DLERAE, p . 1_169. . ..
46 Capricornio: " Constelación zodiacal que en otro tiempo debió de comad1~ con
el signo de este nombre (décimo signo o parte del zodiaco, de 30 grados de amphtud,
que el Sol recorre aparentemente al comenzar el inviern~). pc;ro que actualmente, por
resultado del movimiento retrógrado de los puntos cqumocc1ales, se halla delante del
mismo signo y un poco hacia el oriente", DLERAE, p . 254 . . . . .
47 Acuario: " Constelación zodiacal que en otro tiempo debió de comc1dir c?n el
signo de este nombre (undécimo signo o parte del zodiaco, de 30 grados de amplitud,
que el Sol recorre aparentemente a mediados del invierno), y.que aho ra se h~lla d~la~­
te de él y un poco hacia el oriente, por efecto de la precesión de los equmoCC1os •
DLERAE, p . 22.

51
~~--------------------- .
a la Templanza, madre de muchas e innumerables virtudes,
que especialmente se muestra ahí con sus hijas la Civilización
y la Urbanidad, de cuyos terrenos huye la Intemperancia de
afectos, con el Salvajismo, la Rusticidad y la Barbarie.
De donde, junto con el indigno Silencio, la Envidia del sa-
ber Yel Plagio de doctrina, que se mueven en el terreno de la
Misantropía y la Bajeza de ingenio, son sacados los Piscis,48
ahí son introducidos el digno Silencio y la Taciturnidad, que
tratan en el campo de la Prudencia, la Continencia, la Pacien-
cia, la Moderación y otros, de los cuales huyen hacia contra-
rios refugios la Locuacidad, la Charlatanería, la Habladuría,
la Trivialidad, la Bufonería, la Histrionería, la Ligereza de
propósitos, la Futilidad, la Murmuración, la Querella, el Ru-
mor.
Adonde estaba la Ballena49 en seco ahora se encuentra la
Tranquilidad de ánimo, que está segura en el campo de la Paz
Yla Quietud; de ahí se excluye a la Tempestad, la Turbulencia,
la Pena, la Inquietud y otros aliados y hermanos.
De allá, donde sorprende a los númenes el divino y milagro-
so Orión~ con la Impostura, la Maña, la Gentileza inútil, el
vano Prodigio, la Fascinación, el Chisme y la Estafa, que
como guías, conductores y porteros administran a la Jactan-
cia, la Vanagloria, la Usurpación, la Rapiña, la Falsedad y
otros muchos vicios, en los campos en los que departen, ahí
es exaltada la Milicia diligente contra los poderes inicuos, visi-
bles e invisibles; la cual se fatiga en los campos de la Magnani-
midad, la Fortaleza, el Amor comunitario, la Verdad y otras
virtudes innumerables.
Donde todavía permanece la fantasía del Río Eridano5• se

48
Piscis o Peces: "Constelación zodiacal que en otro tiempo debió de coincidir
con el signo ~e este nombre (duodécimo y último signo o pane del zodiaco, de 30 gra.
dos de amplitud, que el Sol recorre aparentemente al trrminar el invierno), pero que
actualmente, por resultado del movimiemo retrógrado de los puntos equinocciales,
se halla delante del mismo signo y un poco hacia el oriente", DLERAE, p. 1031.
49
Ballena: "Constelación del hemisferio austral, próxima al Ecuador y situada
debajo de Piscis", DLERAF, p. 160.
~ Orión: "Constelación ecuatorial, una de las más hermosas del ciclo, situada al
o riente del Toro y al occidente del Can Menor y del Mayor", DLEllAE, p. 950.
51
Río Erídano: ''Constelación del hemisferio austral, que se extiende al occidente
de la Liebre y al oriente de la Ballena", DLERAE, p. SSI.

52
..
------------------------~

debe encontrar alguna cosa noble, de la cual hablaremos en


otras ocasiones, porque su augusto propósito no tiene lugar
entre estos otros.
De donde es arrojada la fugaz Liebre52 junto con el vano
Temor, la Cobardía, el Pavor, la Desconfianza, la Desespera-
ción, la falsa Suspicacia y otros hijos e hijas del padre Inepti-
tud y la madre Ignorancia, se observa ahora al Respeto, hijo
de la Prudencia y de la Consideración, ministro de la Gloria
y del verdadero Honor, que puede tener éxito por todos los
campos virtuosos.
Donde, en actitud de correr tras de la liebre, tenía el lomo
alargado el Can Mayor,s1 se elevan ahora la Vigilancia, la
Custodia, el Amor a la República, la Protección de los asun-
tos domésticos, el Tiranicidio, el Celo y la Predicación salutí-
fera, que se hallan en el campo de la Prudencia y la Justicia
natural; y con aquél caen la Caza y otras virtudes feroces y
bestiales, las cuales desea Júpiter que sean consideradas heroi-
cas, aunque discurran en el terreno de la Crueldad, la Bestiali-
dad y la Bellaquería.
En su caída, arrastra consigo la Canículas. a la Lisonja, la
Adulación y el vil Obsequio, con sus compañías; y ahí, en lo
alto, asciende la Clemencia, la Familiaridad, la Amabilidad,
la Afabilidad, que transitan en el terreno de la Gratitud y
de la Fidelidad.
Ahí, de donde el Navío55 regresa al mar junto con la vil
Avaricia, la embustera Mercadería, la sórdida Ganancia, la
fluctuante Piratería y otros compañeros infames y las más de
las veces insultantes, van a tomar su residencia la Liberalidad,

s2 Liebre: " Pequefta constelación meridional debajo de Orión y al occidente del


Can Mayor". DLERAE, p. 804.
Sl Can Mayor: "Constelación austral situada debajo y algo al oriente de la de
Orión", DLERAE, p. 240.
S4 En el texto original dice Cagnuola, que debe ser la estrella Canícula, o sea Sirio:
"Estrella de primera magnitud, la más brillante de todo el ciclo, en la constelación
del Can Mayor", DLERAE, p . 1207. Pero también es probable que signifique al Can
Menor: "Constelación ecuatorial al oriente de Orión y debajo del Cangrejo y de los
Gemelos", DLERAE, p. 240.
ss Navlo Argos: "Constelación del hemisferio austral, situada cerca y al occidente
del Centauro y debajo del Can Mayor", DLEkAE, p. 913.

53
la cortés Comunicación, la oportuna Provisión, el Contrato
útil, el digno Peregrinaje y el pródigo Trasporte, con sus her-
manos, contramaestres, timoneles, remeros, soldados, centi-
nelas y otros servidores, quienes tratan en el territorio de la
Fortuna.
Donde se alargaba y desenroscaba la Serpiente Austral,S6
llamada Hidra, se hacen ver la próvida Cautela, la juiciosa Sa-
gacidad y la revivificante Virilidad; de ahí caen la senil Torpe-
za y la estúpida Puerilidad, junto con la Insidia, la Envidia,
la Discordia, la Maledicencia ); otros comensales.
De donde es arrojado el Cuervon con su sombría Negrura,
cacareadora Locuacidad, deshonesta y gigantesca Impostura,
con la odiosa Agresión, el ciego Desprecio, la negligente Ser-
vidumbre, el tardo Comedimiento y la impaciente GuJa, ahí
son remplazados por la Magia divina con sus hijos, la Mántica
con sus ministros y familia, entre los cuales el Augl}rio es el
principal y el jefe; los que suelen, por buen fin, ejercitarse en
los terrenos del Arte militar, la Ley, la Religión y el Sacer-
docio.
De donde, al lado de la Gula y la Ebriedad, es trasladada
la Copass con esa multitud de servidores, compañeros y veci-
nos, allá se observa actualmente a la Abstinencia y ahí están
también la Sobriedad y la Templanza respecto al alimento,
con sus órdenes y condiciones.
Donde persevera y es confirmado en su sacristía el semidiós
Centauro,s9 se ordena al lado de la divina Parábola, el sacro
Misterio, la Fábula moral, y el divino y santo Sacerdocio con
sus institutores, conservadores y ministros; de ese sitio cae y
es expulsada la Fábula supersticiosa y bestial con su estulta
Metáfora, vana Analogía, caduca Anagogía, necia Tropolo-

S6 Serpiente Austral o Hidra: "Constelación austral ae figura muy prolongada,


comprendida entre las del León y la Virgen por el none, y las del Navío y el Centauro
por el sur", DLERAE, p. 705.
H Cuervo: "Peque!la constelación austral, muy cerca y al oriente del Cráter",
DLERAE, p. 394.
58 Copa: "Pequen.a constelación austral, cerca y un poco al none de la Hidra".
DLERAE, p. 358.
59 Centauro: "Constelación extensa del hemisferio austral. compuesta de estrellas
muy brillantes, situada cerca y al occidente del Lobo y debajo de Virgo", DLERAE,
p. 289.

54
gia y ciega Figuración, junto con sus falsas cortes, claustros
porcinos, sectas sediciosas, grados confusos, órdenes desor-
denadas, deformes reformas, inmundas purezas, sucias purifi-
caciones y perniciosísimas bribonerías, que se desenvuelven en
los terrenos de la Avaricia, la Arrogancia y la Ambición,
en los cuales gobierna la torva Malicia y se conduce la ciega
y crasa Ignorancia. ·
Con el Altaro están la Religión, la Piedad y la Fe; de su
ángulo oriental caen la Credulidad con su multitud de desva-
ríos y la Superstición con su muchedumbre de cosas, cosillas
y bagatelas; y de la parte occidental se van al precipicio la ini-
cua Impiedad y el insano Ateísmo.
Adonde espera la Corona Austral, 61 ahí están el Premio, el
Honor y la Gloria, que son los frutos de las virtudes fatigosas
y de los estudios virtuosos, que penden del favor de los llama-
dos influjos celestes.
De donde se pesca al Pez Meridional, 62 allá se encuentra el
Goce de los ya mencionados frutos honrados y gloriosos; ahí
reside la Alegría, el río de las Delicias, el torrente de la Volup-
tuosidad; ahí está la Cena; 63 ahí el Alma

Nutre la mente con tan noble alimento,


Que a Júpiter la ambrosía y el néctar no envidia.M

Allá radica el Fin de los tempestuosos trabajos, ahí está el Le-


cho, allí el tranquilo Reposo, ahí la segura Quietud.

Vale

60 Altar o Ara: "Constelación austral situada debajo del Escorpión", DLERAE, p.


109.
61 Corona Austral: "Constelación del hemisferio meridional en la Vía Láctea Y
debajo del Sagitario", DLERAE, p. 365.
62 Pez Meridional o Austral: "Constelación muy notable situada debajo del
Acuario", OLERAE, p. 1017.
6J Alusión a la eucaristía.
64 Petrarca, soneto 193, edición Salvo-Cozzo, Gentile, nota 2 en p. 570.

55
DIÁLOGO PRIMERO
1NTERLOCUTORES

Sofía, Saulino, 1 1crcurio

Sofía: De modo que, si en los cuerpos, materia y ente no exis-


tiese la mutación, la variedad y la vicisitud, nada sería conve-
nienie, nada bueno, nada deleitable.
Saulino: Muy bien lo has demostrado, Sofía.
Sofía: No vemos que consista en otra cosa todo deleite, sino
en cierto trá nsito, curso y movimiento. Dado que es fastidioso
y triste el estado de hambre, desagradable y pesado el estado
de hartura, entonces aquello que nos deleita es el paso de un
estado al otro. El estado del venéreo ardor nos atormenta,
el estado de la desfogada lujuria nos aflige, luego aquello que
nos apacigua es el trá nsito del uno al otro. En ninguna condi-
ción presente se encuentra placer, si la pasada no nos ha llega-
do a hastiar. La fati ga no es placentera, sino en el principio,
tras el reposo; y si no es al inicio, después de la fatiga, en el
reposo no existe deleite.
Saulino: Si así es, si en el movimiento está la participación
tanto de lo que agrada como de lo que molesta, entonces no
existe deleite sin mezcla de tristeza.
Sofía: Dices bien . A lo que he dicho agrego que Júpiter en
cierta ocasión, como le aburriese su condición de Júpiter, se
tomó unas vacaciones, ocupándose ya como agricultor, ya
como cazador, ya como soldado; un rato estaba con los dio-
ses, otro con los hombres, otro con las bestias. De igual mo-
do, los que habitan en los campos se van de fiesta y se distraen

1 .. Apellido
materno de Bruno, muy 'omün en los 'uatro cenw\ no la nos del 5iglo
Entre tanta gente, por la ausencia de algün indicio, es imposible reconocer al
"' 11 •• •
interlocutor de La expulsión de la bestia 1ri11nfan1e y de La Cábala. Se podría, no obs-
tante, pensar en Andrea Savolinu (personaje importante a mediados del ~iglo) ...".
Gentile. nota 1 en p. 571 .

57
en las ciudades; los que viven en las ciudades realizan sus pa-
satiempos, fiestas y vacaciones en las aldeas. A quien ha esta-
do acostado o sentado le place y le gusta caminar; y quien ha
caminado encuentra alivio al sentarse. Quien por mucho tiem-
po ha estado encerrado bajo techo encuentra placer en la cam-
pifia; ansía un aposento quien está harto del campo. Comer
con frecuencia un manjar, por delicioso que sea, termina por
provocar náusea. De manera que viene a satisfacer la muta-
ción de un contrario en el otro por sus participaciones, el mo-
vimiento de un contrario al otro por sus medios; y finalmente,
vemos tanta familiaridad de los contrarios entre sí que se aco-
modan más entre ellos que .con sus semejantes.
Saulino: Así me parece que sea, ya que la justicia no se pone
en acto sino adonde está el error, la concordia no se realiza
sino donde existe contrariedad; lo esférico no se asienta en lo
esférico, porque sólo se tocan en un punto; pero lo cóncavo
sí descansa en lo convexo. Moralmente, lo soberbio no puede
concordar con lo soberbio, lo pobre con lo pobre, lo ava-
ro con lo avaro; pero se complace el uno con lo humilde, el otro
con lo rico, éste con lo espléndido. Sin embargo, si se conside-
ra física, matemática y moralmente, se ve que no ha sido poco
lo descubierto por aquel filósofo que llegó a la doctrina de la
coincidencia de los contrarios,2 ni es imbécil práctico aquel
mago que sabe buscarla donde ella reside. Por lo tanto, todo
lo que has proferido es muy cierto, pero me gustaría saber,
Sofía, con qué propósito, con qué fin lo has dicho.
Sofía: Lo que quiero inferir de aquello es que el principio,
el medio y el fin, el nacimiento, desarrollo y perfección de
cuanto vemos, existe a partir de los contrarios, por, en y para
los contrarios. Y donde está la contrariedad está la acción y
la reacción, el movimiento, la diversidad, la multiplicidad, el
orden, los grados, la sucesión, la vicisitud. Porque nadie que
razone adecuadamente, jamás abatirá o enaltecerá su ánimo
por el ser y tener presente, aunque en comparación con otros
hábitos y fortunas le parezca bueno o malo, peor o mejor. De
tal modo yo, con mi divino objeto que es la verdad, por tanto
tiempo como fugitiva, oculta, deprimida y sumergida, por

2 "Alusión al Cusano" (Nicolás de Cusa], Gentile, nota 1 en p. 573.

58
bando del destino, he juzgado ese término como principio de
mi retorno, aparición, exaltación y magnificencia; la cual será
tanto más grande, cuanto mayores han sido las contrarie-
dades.
Saulino: Así acontece con quien desea elevarse sobre la
tierra saltando gallardamente, que primero necesita agachar-
se; y quien proyecta saltar un foso más eficazmente, mide a
veces el impulso, echándose hacia atrás ocho o diez pasos.
Sofía: Tanto más, por consiguiente, espero un mejor éxito
en el futuro, por gracia del destino, cuanto que hasta ahora
me ha tocado la peor parte.
Saulino:

... Cuanto más desanimado,


Cuanto más está el hombre de esta rueda en el fondo,
Tanto más a ese punto se encuentra aproximado,
Quien ha de ascender, se debe girar en redondo:
Alguno que casi en la horca la cabeza ha colocado,
Que al día siguiente ha dado ley al mundo.3

Pero prosigue, por favor, Sofía, para que reveles en forma


más expresa cuál es tu propósito.
Sofía: El tonante Júpiter, después de haberse mantenido
joven tantos años, comportado como un desenfrenado y ocu-
pado en el ejercicio de las armas y en los amores, ahora, como
domeñado por el tiempo, comienza a declinar en su lascivia
y vicios, así como en aquellas cualidades que acompañan a la
virilidad y la juventud.
Saulino: Los poetas sí, pero los filósofos nunca han intro-
ducido y descrito de esta manera a los dioses. ¿De modo que
Júpiter y los demás dioses envejecen? ¿Así que no es imposi-
ble que también ellos tengan que atravesar las orillas de Aque-
ronte?4

3 "Ariosto, Orlando furioso, XL V, 2", Gentile, nota 1 en p. 574.


4 Mítico río del mundo subterráneo que se consideraba como la frontera encre el
mundo de los vivos y el de los muertos. Por la referencia literaria, Gentile, nota 1
en p. 575, piensa que "Evidentemente el aucor tiene presentes Jos Diálogos de los
muertos de Lucia no."

59
Sofía: Calla, no me interrumpas, Saulino. Escúchame hasta
el final.
Saulino: Habla entonces, que te escucho atentamente, ya
que estoy cierto que de tu boca no salen sino grandes y graves
propósitos; aunque dudo que mi cabeza los pueda compren-
der y sostener.
Sofía: No dudes. Como decía, Júpiter empieza a madurar
y no admite más personas en el Consejo que aquellas que
tienen nieve en los cabellos, surcos en la frente, gafas en la na-
riz, harina en la barbilla, bastón en las manos, plomo en los
pies. Quiero decir: en la cabeza, recta imaginación, solícita re-
flexión, memoria retentiva, en la frente la sensata aprehen-
sión, la prudencia en los ojos, en la nariz la sagacidad, la aten-
ción en las orejas, en la lengua la verdad, en el pecho la
sinceridad, en el corazón los ordenados afectos, la paciencia
en los hombros, en el dorso el perdón de las ofensas, la discre-
ción en el estómago, en el vientre la sobriedad, la continencia
en el pecho, la constancia en las piernas, la rectitud en las
plantas, en la izquierda el pentateuco de decretos,s en la de-
recha la razón discursiva, la ciencia indicativa, la regulativa
justicia, la imperativa autoridad y la potestad ejecutiva.
Saulino: Bien educado; pero es necesario que primero esté
bien lavado y bien purgado.
Sofía: Ahora no existen bestias en las que se trasforme, ni
Europas a quienes dé cornadas, ni Dánaes que lo empalidez-
can en oro, ni Ledas que lo emplumen como cisne, ni ninfas
Asterías y muchachos frigios que lo ceben como águila, ni
Dólides que lo hagan serpiente, ni Mnemosines que lo degra-
den a pastor, ni Antíopes que lo sernibestialicen como Sátiro,
ni Alcmenes que lo conviertan en Anfitrión.6 Porque aquel

s "La colección de las leyes, así llamada por analogía con los cinco l.i bros atribui-
dos a Moisés", nota 1 en p. 476 de la edición antológica de Guzzo, Opere di G. Bruno
e T. Campanella a cura di Augusto Guzzo e di Romano Amerio, en el volumen 33
de la colección La letteratura italiana. Storia e testi, Riccardo Ricciardi Editore,
Milán-Nápolcs, 1956. Al igual que en el caso de Gcntile, citaremos las notas de Guzzo
al Spaccio, sobrentendiendo que se trata de esta edición.
6 Referencia a los míticos vicios y aventuras amorosas de Júpiter: para seducir a
Europa, doncella hija de Agenor, rey de Tiro, se trasformó en toro blanco y la raptó,
llevándosela a Creta, de cuya unión nacieron Minos, Radamantis y Sarpedón. A Dá-
nae, hija de Acrisio, rey de Argos, la obtuvo en forma de llu.via de oro, unión de la

60
timón, que hacía virar y guiaba esta nave de la metamorfosis,
se ha debilitado de tal forma que apenas puede resistir el ímpe-
tu de las olas, y quizá el agua le comience a hacer falta abajo.
La vela está de tal suerte desgarrada y reventada, que en vano
sopla el viento para hincharla. Los remos, que solían adelan-
tar renovadamente el barco a despecho de los vientos contra-
rios y de las oscuras tempestades, ahora, así exista la calma
más completa y esté a su gusto tranquilo el campo de Neptu-
no, en vano el capitán silbará a Barlovento, a Sotavento, a po-
pa, a proa, porque los remeros se han vuelto como paralíticos.
Saulino: ¡Oh! ¡Gran caída!
Sofía: De hoy en adelante ya no· habrá quien diga y cuente
fábulas de un Júpiter lascivo y voluptuoso, porque al buen pa-
dre se le aplomó el espíritu.
Saulino: ¿Como aquel que tenía ya tantas esposas, tantas
doncellas de compañía y tantas concubinas, que al fin quedó
tan hastiado, aburrido y desfallecido que exclamó: "Vanidad,
vanidad, todo es pura vanidad"? 7
cual nació Perseo. A Leda, hija de Testio de Etolia, la tomó trasformándose en cisne,
relación de la cual habrían salido dos huevos con dos gemelos: Clitemnestra y Cástor
y Helena y Pólu.":, los primeros tenidos de Tindareo (marido de Leda, quien también
se había unido a ella esa noche) y los segundos de Zeus (Júpiter). Respecto a Asteria,
la version mítica base es que huyó de Zeus trasformada en codorniz y se lanzó al mar,
convirtiéndose luego en isla (Ortiga, isla de las codornices, más tarde llamada Delos),
por lo que parece que Bruno o se equivoca o recoge alguna otra tradición. El mucha-
cho frigio es Ganimedes, de la estirpe real de Troya, al cual Zeus raptó en forma de
águila cuando pastaba su ganado y lo sedujo, convirtiéndolo luego en su escanciador
en el Olimpo. Respecto a Dólide, dice Gentile, nota 2 en p. 576: "También en los He-
roicos f urores se repite esta forma procedente o de una falla en la memoria de Bruno
o de una falsa lectura de viejas ediciones, en lugar de Deoide. Cf. Ovidio, Metamor-
fosis, 11, 850 y ss., VI, 114 (especialmente en este pasaje, que se inicia de~de el 103);
lugares en los cuales se inspira Bruno en esta enumeración de las metamorfosis eróti-
cas de Júpiter.•• Deoide sería una hija de Deo, nombre de Ceres (Deméter), divinidad
terrestre por excelencia, uno de cuyos símbolos es la serpiente; Mnemósine, hija de
Gea y Urano, en cuya morada, en una gruta del monte Citerón se habría unido a Zeus
durante nueve noches consecutivas, en las cuales habrían generado a las nueve musas;
Antiope era hija del rey Nicteo de Tebas, a la cual sedujo Zeus en forma de sátiro,
unión de la que le vinieron a Antiope muchas desgracias; Akmenes o Alcmena era
esposa de Anfitrión, por cuya belleu Zeus adoptó la figura de éste para seducirla,
naciendo de la unión Alcides (Hércules).
7 "l Reyes, I, 11 y Eclesiastés l, 2", Gentile, nota 2 en p. 577. Se refiere al rey Sa-
lomón y la frase resume el sentido del Eclesiastés, texto dedicado justamente contra
la vanidad. En el referido texto de Reyes se dice que Salomón se pervirtió y se hizo
idólatra debido a su pasión por las mujeres, sobre todo extranjeras, llegando a tener
setecientas en calidad de reinas y trescientas secundarias.

61
Sofía: Él piensa en su día del juicio final; porque, como está
escrito, el término de sus más o menos o casi treinta y seis mil
años está cercano. En el cual la revolución del año del mundo
amenaza con que otro Celio' venga a apoderarse del dominio
y por la fuerza del cambio que acompaña al movimiento de
trepidación9 y por la variada, jamás vista ni oída, relación y
disposición de planetas. Teme que el destino disponga que la
sucesión hereditaria no sea como la de la precedente gran re-
volución mundana, sino más variada y diferente, así refunfu-
ñen cuanto quieran astrólogos agoreros y otros adivinadores.
Saulino: Así, pues, se teme que llegue algún más cauto Celio
que, siguiendo el ejemplo del cura Juan, 10 que para obviar
los posibles inconvenientes futuros no destierre a sus hijos
a los palacios del monte Amarat 11 y, además, por temor de
que algún Saturno lo castre, 12 no cometa jamás el error de no
atarse los calzoncillos de hierro y no se constriña a dormir sin
calzón de diamante. Por lo cual, no ocurriendo la antecedente
causa, se cerrará la puerta a los demás consecuentes, y en vano
se esperará el día del nacimiento de la diosa de Chipre, la
depresión del cojo Saturno, la exaltación de Júpiter, la multi-
plicación de los hijos y de los hijos de los hijos, de los nietos
y de los nietos de los nietos, hasta la tantésima generación,

8 "Cclio: celeste (adjetivo de caelum). Alude al milo de Saturno que despojó el


reino al padre" , Guzzo, nota 4 en p. 477. Saturno (Cronos) había destronado a su
padre Uranos treprcsenlacióo del cielo); sin embargo, la idea abarcarla también a
Zeus, quien, a su vez, arrebató el celeste trono a su padre C ronos, además deque Pro-
meteo le habría predicho la aparición de un nuevo rey de los ciclos. Los. 36 000 años
constituyen una ciíra recurrente en los mitos del "gran ciclo", basada en datos astro-
nó micos.
9 "Balance aparente y casi insensible que los astrónomos antiguos atribuían al fir-
mamento, de septentrión a mediodía, o al contrario" , DLERAE, p. 129S.
10 Preste (presbítero, sacerdote, padre) Juan: "Asl era deno minado el rey de los
abisinios, entre los cuales la sucesión del primogénito al trono era garantizada por
el destierro o la masacre de todos los hermanos... La leyenda del padre Juan está di-
fundida en todos los escritores del Renacimiento", Guzzo, nota 7 en p . 477. El título
de padre se debe a las funciones sacerdotales y gentilicias que existían entre los abi-
sinios.
11 "El monte Amarat de Bruno es la región del Amara (Etiopía)", Guzzo, nota 8
en p. 477.
12 En la mitología griega, Cronos (Saturno) castró con una hoz a Uranos, su
padre.

62
cuantésimall es en nuestros tiempos y puede ser hasta el tér-
mino prescrito en los futuros:

Nec iterum ad Troiam magnus mitterur Achilles. 14

Sofía: Por consiguiente, estando en tal punto la condición de


las cosas y viendo Júpiter en el inoportuno memorial de la des-
vanecida fuerza y la extenuada virtud aproximarse como su
muerte, frecuentemente hace cálidos votos y vierte fervientes
plegarias al destino, afanoso de que en los futuros siglos los
sucesos le sean favorables.
Saulino: Me refieres cosas maravillosas, Sofía. ¿Piensas
que Júpiter desconoce la condición del destino que, por un
epíteto preciso e infortunadamente divulgado, es renombrado
inexorable? Es no obstante verosímil que cuando esté de vaca-
ciones (si es que el destino se las concede), tal vez se ponga a
leer algún poeta, y no es difícil que llegue a sus manos el trági-
co Séneca, para que le dé esta lección:

El destino nos guía y nosotros cedemos ante el destino;


y los contados hilos del contorsionado huso
solícitos pensar en cambiar no pueden.
Lo que hacemos y soportamos, de alto
y prestablecido decreto el todo pende;
y la dura hermana
el torcido hilo para atrás no retuerce.
Discurren las parcas con cierto otden,
mientras cada uno de nosotros
va inseguro a enfrentar sus destinos. 1S

Sofía: Aun así quiere el hado que, aunque el propio Júpiter

1J "Adjetivos ordinales correspondientes a los latinos totus... quorus. La locu-


ción asemeja la frase bíblica", Guzzo, nota 10 en p. 477 . En realidad, Bruno crea
muchos neologismos y lo justifica. Cf. lo que dice en la " Epístola explicativa... , p.
41.
1• Virgilio, Églogas, IV , 36. El verso original dice "atque (no nec) iterum ad... "
("Ni [y de nuevo) será enviado a Troya un gran Aquiles").
IS Séneca, Edipo, coro, versos 980 y ss. Gentile scilala (nota 1 en p . 580) los versos
1001-1008, IOIS-1016, pero debe si:r un error.

63
sepa que éste es inmutable y que no puede suceder otra cosa
que lo que debe acontecer y acontecerá, no deja de realizarse
su destino por emejantes medio . El hado ha ordenado las
plegarias, tanto para obtener como para no obtener las gra-
cias; y para no apesadumbrar más a las almas trasmigrante ,
interpone la bebida del río Lete, •h por medio de las mutacio-
nes, a fin de que mediante el olvido cada uno e torne especial-
mente afecto y aplicado en el mantenimiento de su presente
estado. Por esta razón los jóvenes no reclaman la condición de
niños, los niños no anhelan estar en el vientre materno. y nin-
guno de éstos desea el estado que tenían en aquella vida que
llevaban antes de que se encontrase en tal naturaleza. El puer-
co no quiere morir para dejar de ser puerco, el caballo sobre
todo se asusta de perder los estribos. Júpiter, debido a las in-
gentes necesidades, teme enormemente dejar de ser Júpiter.
Pero la merced y gracia del hado, sin haberlo bañado con el
agua de aquel río, no cambiará su estado.
Saulino: De modo que, ¡Oh Sofía! , ¡cosa inaudita!, ¿esta
divinidad tiene aún adónde dirigir oraciones? ¿Todavía se
mueve él en el temor a la j usticia? Y yo me maravillaba porque
los dioses tenían gran temor de perjurar sobre el pantano del
Est ige; 17 ahora comprendo que esto se debe a que también
ellos deben pagar por sns faltas.
Sofía: Así es. Júpiter ha ordenado a su herrero Vulcano que
no trabaje en los días de fiesta; ha mandado a Baco que no
comparezca su corte y que no permita desenfrenos a sus evan-
tes,18 salvo en tiempo de carnaval y en las fiestas principale
del año, sólo después de la cena, luego de que se ponga el sol
y no sin su especial y expresa licencia. Momo, •~ quien había

16 En la mitología griega el Lcte era un río o fuente del mundo subterráneo donde
los muertos bebían para olvidar su vida anterior.
t7 Según una versión de la mitología griega. cuando algún dio quería jurar sole~­
ncmente, Zcus lo comprometía haciéndolo jurar ante el agua del río (o laguna) Es11-
ge, río de los infiernos. Si cometía perjurio recibía terribles castigos que duraban die1
ai\os.
11 "U no de los muchos nombres que designan a las sacerdo1isas en el culto orgiás-
tico de Baco (de euoé, grito ritual)", Guzzo, nota 3 en p. 479.
t9 Divinidad muy antigua que personifica la crítica, d sarcasmo Y la burla. Hijo
de la Noche, le estaba permitido criticar a los dioses. Por su personalidad, fue perso-
naje favorito de los autores de comedias en la antigüedad.

64
hablado contra los dioses y como a ellos les había parecido
que mostraba demasiado rígidamente sus errores, por ello ha-
bía sido expulsado del consistorio y Consejo de aquéllos, sien-
do relegado a la estrella que está en la punta de la cola de Ca-
listo,20 sin permiso para traspasar el limite de aquel paralelo
al cual subyace el monte Cáucaso,2 t donde el pobre dios era
extenuado por los rigores del frío y del hambre. Ahora es rei-
vindicado, justificado, restituido a su prístino estado, y con-
vertido en heraldo ordinario y extraordinario, con el privile-
gio amplísimo para poder reprender los vicios de cualquiera,
sin importar para nada sus títulos y dignidades. Ha prohibido
a Cupido que siga paseándose desbraguetado en presencia de
hombres, héroes y dioses, como es su costumbre; ordenándole
que no ofenda más la vista de los cielícolas, mostrando las nal-
gas por la Vía Láctea y en el olímpico senado, sino que en el
futuro vaya vestido por lo menos de la cintura para abajo;
también le ha dado estrictísimo mandato para que en adelante
no se atreva a lanzar dardos más que por vía natural y el amor
humano se realice de manera similar al de los demás animales,
haciendo que los hombres se enamoren en momentos determi-
nados y adecuados. Así, del mismo modo en que es común
marzo para los gatos, mayo para los asnos, a aquéllos les sean
ajustados los días en que Petrarca se enamoró de Laura y
Dante de Beatriz;22 y que este reglamento permanezca en for-
ma de interim23 hasta el próximo concilio, cuando entre el Sol
en el décimo grado de Libra, el cual está ordenado en el naci-
miento del río Eridano, allá donde está la plegadura de la ro-

20 En una de las versiones de la mitología griega, Calisto era una compailera de


caza de Artemisa (Diana), a quien Zcus sedujo bajo uno de sus tantos disfraces; pero,
al descubrirse el asunto, Artemisa la convirtió en una osa y la mató por no haber con-
servado su virginidad. Zeus, conmovido, la habría convertido después en la constela-
ción de la Osa Mayor.
2t "En el movimiento anual , la constelación (de la Osa Mayor) no se desplaza más
allá del paralelo que pasa por el Cáucaso (situado en el límite entre Europa y Asia,
en territorio soviético). Siendo una constelación septentrional, Momo, que está rele-
gado ahí, sufre frío y hambre", Guzzo, nota 4 en p. 479.
22 "Petrarca, como es sabido, dice haberse enamorado el 6 de abril de 1327",
Gentile, nota 2 en p. S83. " ... y Dante, según Boccaccio, el primero de mayo", Guz-
zo, nota l en p. 480.
23 Provisional.

65
dilla de Orión. 24 Allí se restaurará aquella ley natural, según
la cual es lícito a cada varón tener mujeres cuantas pueda ali-
mentar y fecundar, porque es cosa superflua e injusta. Y de
hecho contraria a las normas naturales que, en una mu1er ya
preñada y encinta, o en otros sujetos peores, como otras ilegi-
timas lujurias -que por temor al vituperio provocan el abor-
to-, se esparza aquel semen que podría engendrar héroes Y
llenar las sedes vacías del empíreo."
Saulino: Bien dispuesto, a mi juicio. ¿Qué más ha suce-
dido?
Sofía: Aquel Ganimedes,26 que a completo d~~echo d~ la
celosa Juno lo tenía tan encanlado y que era el umco a qwen
le permitía ~tara su lado, así como sostenerle los trisulcos ~a­
yos, en tanto los dioses se m.ante~ían re~er~ntemeote varios
pasos atrás, ahora creo que, S1 no nene mas vLrtu~ que ª'!u~lla
que tiene casi perdida, es de temerse que de pa~e de Jupiter
apenas si se pueda considerar afonunado de servir como escu-
dero a Marte. 27
Saulino: ¿De dónde surge esta mutación?. . .
Sofía: Tanto de lo que ya se dijo del cambio del propio J~­
piter, como porque el envidioso Saturno en días pasados, si-
mulando mimarlo, lo sacudió de tal manera meneando la tos-
ca mano por el mentón y las encarnadas mejillas, que con
aquel manoseo se le llenó de pelos el rostro, de modo que poco
a poco va menguando aquella gracia que fu~ ~paz de arf3;11-
car a Júpiter del cielo y hacerlo raptar por Jup1ter ~ara Uevar-
selo al cielo, de donde el hijo de un hombre es deificado Y el
padre de los dioses es pajareado. 21 • ,
Saulino: ¡Cosas en verdad sorprendentes! Contmua.

24 Respcclo a este pasaje, Gua.o (nota 2 m p . 480) afima.a; " El coa~ de~ dio-
ses es convocado en el punto del cielo doode se encuemra.la f~e dd no~·
también él deificado y elevado al cielo, luego de que en él percaera f~OlllC.
u Burla del tema teológico del mímuo delenninado de los elegidos. .
» Qaaimcdes es un mítico prioápe ck Troya, hijo de Trcx, quien era c:omidendo
como d más bcilo de los hombres y del cual se prendó Zeus, al lflldo de raptarlo Y
lkvársdo como su favorito y escanciador (copero). .
27 Refercoc:ia de doble sallido, pero que expresa wia gran degradación por la
mala fama de Ares (Marte). ,
21 "'Paja.rc:ado' no en d sentido común de 'cazar' o, como metí.fara, 'eoga4ar •
sino en el significado de 'volvene pájaro'", GllZZO, nota l en p . 481 .

66
Sofía: Ha establecido para todos los dioses que no pueden
tener pajes o ayudas de cámara menores de veinticinco años
de edad .
Saulino: ¡Ah, ah! ¿Ahora qut! hace, qué dice Apolo de su
querido Jacinto?29
Sofía: ¡Oh!, ¡si supieras lo descontento que está!
Saulino: Cierto, creo que su congoja provoca este cielo tan
oscuro, que ha durado ya siete días; su aliento produce tantas
nubes, sus suspiros tales vientos tempestuosos y sus lágrimas
tan copiosas lluvias.
Sofía: Has adivinado.
SauJino: ¿Qué será ahora de ese pobre muchacho?
Sofía: Ha tomado la decisión de mandarlo a estudiar huma-
nidades en alguna universidad o colegio reformado y ponerlo
bajo la vara de algún pedante.
SauJino: ¡Oh fortuna, oh suerte traidora! ¿Te parece que
sea un bocado de pedantes? ¿No sería mejor ponerlo bajo el
cuidado de un poeta, colocarlo en manos de un orador o edu-
carlo con el bastón de la cruz? ¿No era más conveniente some-
terlo a la disciplina de ... ?
Sofía: ¡Basta, basta! Lo que debe ser, será; lo que debía ser,
es. Ahora bien, para concluir la histor~a de Ganimedes, espe-
rando éste el acostumbrado recibimiento, con aquel usual guiño
juvenil le ofreció una taza de néctar, pero Júpiter, habiendo
fijado los turbios ojos un buen rato sobre su rostro, le dijo:
"¿No te avergüenzas, hijo de Tros?30 ¿Piensas que todavía
eres un ruño? ¿Acaso con los años no te aumenta la discreción
y se te fortalece el juicio? ¿No te das cuenta que ya pasó el
tiempo en que me venías a aturdir los oídos y que, cuando salí-
amos al patio exterior, Sileno, Fauno, el de Lampsaco1 1 y
otros más se sentían colmados de felicidad si llegaban a tener

29 Mítico hijo de Amielas, rey de Esparta, por cuya belleza Apolo se enamoró de
él. La fábula narra que accidentalmente, jugando al disco, Apolo le habria dado
muerte, o que el viento Céfiro, celoso por no tener los favores del muchacho, habria
desviado aquél hacia su cabeza; y Apolo, para inmortalizarlo, lo convirtió en la nor
que lleva su nombre.
30 Tros es el héroe epónimo de Troya, y padre de Ganimedes.

JI Príapo, dios itifálic:o por excelencia, considerado como hijo de Dionisos y


Afrodita. Tenia su principal c ulto en la ciudad asiática de Lampsaco

67
la oportunidad de robarte un pellizquito o por lo menos rozar
tu vestimenta, y en recuerdo de esa rozadura no se lavaban las
manos cuando iban a comer o hacían otras cosas que les delei-
taban su fantasía? Pues bien, prepárate y piensa que quizá
será necesario que te dediques a otro oficio. Te advierto que
no quiero más frivolidad cerca de mí."
Quien hubiera visto el cambio en el rostro de ese pobre mu-
chacho o adolescente, no sé si le hubiese ganado la risa, la
compasión o una mezcla de las dos.
Saulino: Creo que esta vez risit Apol/o. 32
Sofía: Espera, porque lo que has oído hasta ahora no son
más que flores .
Saulino: Di, pues.
Sofía: Ayer que fue la fiesta de la conmemoración del triun-
fo de los dioses sobre los gigantes, inmediatamente después de
la comida, aquella que gobierna la naturaleza de las cosas Y
por la cual disfruta todo el que goza bajo el cielo, 33

La bella madre del doble amor,


la divina potestad de hombres y dioses,
aquella por la cual todo viviente al mundo
viene concebido, y una vez nacido ve el sol,
por la cual huyen los vientos y las tempestades,
cuando despunta por el luminoso oriente,
le sonríe el mar tranquilo, y de hermoso manto
la tierra se reviste, y le ofrece
con las bellas manos de náyades34
gentiles copiosos ramajes, flores y frutos
que colman el aderezado corno de Aquelools

nabiendo ordenado el baile, se le puso delante con esa gracia


que consolaría y encendería de amor al turbulento Caronte; 36

32 Rió Apolo. " Horado, Odas, l, 10, verso 12", Gentile, nota 1 en p. 586.
JJ Venus.
34 Las náyades son ninfas descendientes del Océano (o, segün otras versiones, de
Zeus). Representan a fuentes de agua o manantiales.
3S "Traducción libre del himno a Venus que se encuentra en De la naturaleza de
las cosas (1, 1-9) de Lucrecio", Guzzo, nota 2 en p. 482.
36 Caronte, como genio del mundo infernal que trasportaba a las almas en su bar-

68
y, co,mo correspondía, fue a ofrecer la primera pieza a Júpi-
ter. Este, en vez de lo que acostumbraba hacer -o sea, ceñirla
con el brazo izquierdo y estrecharla pecho con pecho, presio-
nándole el labio inferior con los dos primeros dedos de la dies-
tra, para juntar boca con boca, diente con diente, lengua con
lengua (caricias excesivamente lascivas, impropias de un pa-
dre hacia su hija) y de esta forma empezar el baile-, ayer,
alargando su diestra al pecho y manteniéndola a distancia (co-
mo diciendo Noli me tangere), 31 con un aspecto digno de
compasión y un rostro lleno de devoción, le dijo:
"¡Ah Venus, Venus!, ¿no será posible que, al fin, por lo
menos una vez tengas en consideración nuestro estado, espe-
cialmente el tuyo? ¿Acaso piensas que es verdad lo que se ima-
ginan los hombres de nosotros que quien es viejo siempre es
viejo, quien es joven siempre es joven, quien es niño siempre
es niño, conservándose así eternamerue. como cuando fuimos
elevados de la tierra al cielo; y así como· n.uestra pintura y re-
trato se observa siempre igual, de la misma manera no va cam-
biando y volviendo a cambiar nuestra constitución vital?
Hoy, por la fiesta, se me refresca la memoria de la condición
que tenía cuando derroté y fulminé aquellos fieros gigan-
tes que osaron montarse sobre Pelias Osa, y sobre Osa Olim-
po;38 cuando fui capaz de sumir en las negras cavernas del
orco voraginoso al feroz Briareo, 39 al cual la madre Tierra
había dotado con cien brazos y cien manos, para que pudiese
vencer al cielo con el ímpetu de cien rocas removidas contra
los dioses; cuando confiné al presuntuoso Tifón allá donde se
unen el mar Tirreno con el Jonio, arrojándolo sobre la isla Ti-
nacria, con el fin de que fuese la perpetua sepultura de su cuer-
po vivo. 40 Por lo que dice un poeta:

ca por los pantanos del Aqueronte, simbolizaba la fealdad y el horror. ya que maltra-
taba a aquéllas en su travesía.
37
No me toques. Referencia irrespetuosa al Evangelio de San Juan XX, 17.
38 Se refiere a los montes Pelión, Ossa y Olimpo en Tesalia, que los gigantes utili-
zaron para subir al cielo.
39 Briareo es uno de los tres hecatonquiros (gigantes de cien brazos) que Urano
había sumido en el Tártaro y Cronos dejado en el mismo; Zeus lo liberó junto con
sus hermanos Coto y Giges, convirtiéndolos en sus aliados en la Titanomaquia o !u"
cha contra los titanes.
40 Tifón o Ti feo, el ser más gigantesco que hubiera nacido, producto de la unión

69
Allí, al temerario y audaz Tifón,
que yace cargado con el peso del Trinacrio,
oprime la diestra del monte Peloro
los pesados despojos; y la siniestra oprime
el llamado Pachin; el amplio dorso,
que al peso han hecho los callos,
comprime el pedregoso y vasto Lilibeo;
y la horrenda cabeza agobia Mongibello,
donde con su gran martillo
templa rayos el fragoso Vulcano.•1

Yo, que sobre aquel otro fulminé la isla de Prócida;•2 • ~o,


que reprimí la audacia de Licaón y, en tiempos de D~ucahon ,
licué la tierra rebelde al cielo;º y con otras tantas senales ma-
nifiestas me he mostrado dignísimo de mi autoridad. Ahora
no temw fuerza de carácter para contener a ciertos semihom-
bres y:contra toda mi voluntad, me es necesario .dejar c.orrer
el mundo a voluntad del azar y la fortuna; y qwen mejor la
persiga, la obtenga y quien la venza, la goce. Ah~ra ?'e he
convertido como aquel León viejo de Esopo,44 a qmen impu-
ne el asno da de patadas, la simia se burla de él y, como si fuese
un insensible tronco, el cerdo se va a rascar en él su pol~osa
panza. Ahí donde tenía yo nobilísi~os orác~lo~, s~~tuanos Y
altares, ahora, habiendo sido dembados e md1gms1mamente
profanados, han erigido en su lugar altares y estatuas a algu-

de la Tierra con Tártaro. que según la mitología fue sepultado por Zcus bajo el monte
Etna, en Sicilia.
•1 " Traducció n libre de Ovidio, Metamorfosis, versos 346-354", Guzzo, nota 4
en p. 483. El texto hace referencia a puntos claves de la isla de Sicili~: Tinacri_a es su
nombre griego; Peloro es un promontorio cerca del cstrec_h o de M~i~a; Pachin (Pa-
chino) es el nombre antiguo del cabo Pássero, al sur de S1racusa; L.'hbeo es un cabo
en el extremo occidental, en la zona de la ciudad de Marsala; Mong¡bello es el monte
Erna.
•2 P rócida es una isla al noroeste d el Golfo de Nápolcs.
43 De acuerdo a una de las varias versiones del mito, el rey Licaón. de Arca~ia,
hijo de Pelasgo, recibió a Zeus en su palacio y, queriendo compro~ar Sl era un ~Jo~,
le dio a comer a uno de sus múltiples hijos. por lo que Zeus. enojado•. lo convlftló
en lobo; otra versión narra que los hijos de Licaón hicieron algo semejante, po~ lo
que Zcus decidió acabar con esa raza de hom~res dcgener~dos provocando un ddu-
vio, del cual sólo fue salvado el justo Dcucalión Y su mujer. .
44 " Véase la fábula (no csopiana) de Fe_dro. 1, 21 ".nota de Spampanato en Genu-
le, nota 3, en p. 588.

70
nos que me avergüenza nombrar, porque son peores que nues-
tros sátiros, faunos y otras semibestias; más viles aun que los
cocodrilos de Egipto, ya que éstos si bien eran guiados mágica-
mente, mostraban algún signo de divinidad; pero aquéllos son
ciertamente basura de la tierra. Todo lo cual ha ocurrido por
la injuria de nuestra enemiga fortuna, quien no los ha elegido
y exaltado tanto por honrarlos, cuanto para vilipendiamos,
despreciarnos y para nuestro mayor vituperio. Las leyes, esta-
tutos, cultos, sacrificios y ceremonias, que por mis mensaje-
ros he dado, ordenado, mandado e instituido, han sido aboli-
dos y anulados; en su lugar se encuentran las más sucias e
indignas bellaquerías que esta ciega haya podido jamás imagi-
nar, con el fin de que, como por nosotros los hombres se con-
vertían en héroes, ahora se vuelvan peor que bestias. A nues-
tras narices no llega más el aroma del asado que hacían en
nuestro honor en los altares, sino que, si acaso tenemos apeti-
to, nos es menester ir a saciarnos a las cocinas, como dioses
patelarios.·~ Y aunque en algunos altares sahuman incienso
(quod dat avara manus),46 me temo que poco a poco ese
humo se esfume, a fin de que no quede ningún vestigio de
nuestras santas instituciones. Por la práctica sabemos que el
mundo es precisamente como un bizarro caballo, el cual sabe
perfectamente cuándo es montado por alguien que no puede
manejar las riendas diligentemente, y por ello lo desprecia y
trata de quitárselo de encima; y cuando lo ha tumbado le da
de patadas. He aquí que se me seca el cuerpo y se me humede-
ce el cerebro; me nacen tumores en los huesos y se me caen los
dientes; se me dora la carne y se me platea la cabellera; se me
cuelgan los párpados y se me estrecha la vista; se me debili-
ta la respiración y se me refuerza la tos; se me inmoviliza
el trasero y me tambaleo al caminar; me tiembla el pulso y se
me pegan las costillas; se me adelgazan los nudillos y se me en-
gruesan las articulaciones; en conclusión (que es lo que más
me atormenta), porque se me endurecen los talones y se me

45 Los patelarios eran dioses rorr snos del hogar, de ínfima categoría, a quienes se
ofrecían viandas en platos Uamados patella.
46 En tonto lo do uno mono avariento.

71
afloja el contrapeso, el odrecillo de la gaita se me alarga y el
bastón se me acorta:

Mi Juno no está de mí celosa,


mi Juno de mí ya no se preocupa.

Respecto a tu Vulcano (dejando de lado a los demás dioses),


quiero que tú misma reflexiones. Aquel que con tanto vigor
solía golpear el sólido yunque, a cuyos estrepitosos ruidos,
que salían al horizonte desde el Etna que vomita fuego, Eco
les respondía desde las concavidades del campano Vesubio y
desde el pedregoso Taburno,47 ¿adónde está ahora esa fuerza
de mi herrero y consorte tuyo? ¿No está extinguida? ¿Acaso
tiene aún vigor para inflar los fuelles y encender el fuego?
¿Acaso tiene todavía aliento para levantar el pesado martillo y
golpear con él el metal candente? Incluso tú, hermana mía, si
no crees a otros, pregúntale a tu espejo; ve cómo por las arru-
gas que se te han agregado y por todos los surcos que el arado
del tiempo ha impreso en tu rostro, presentas día con día ma-
yores dificultades al pintor que deba retratarte al natural, si
es que no quiere mentir. En las mejillas, donde al reír se te for-
maban esos dos hoyuelos tan graciosos, esos dos centros, dos
puntos en medio de tan lindos pocitos, provocando esa sonri-
sa que derretía a todo el mundo, y añadiendo siete veces más
gracia al rostro, desde donde (como aún ocurre con los ojos)
Amor lanzaba jugueteando sus tan agudos y encendidos dar-
dos; ahora, comenzando por las comisuras de la boca hasta
la parte ya conmemorada, de uno y otro lado comienzan a
aparecer las formas de cuatro paréntesis que, duplicadas al
apretar la boca, parece que quisieran prohibirte· la risa con
aquellos arcos circunferenciales que aparecen tras los dientes
y las orejas, para hacerte semejante a un cocodrilo. Aparte de
que, rías o no rías, el interno geómetra, que te seca la humedad
vital y provoca que tu piel esté cada vez más cerca del hueso,
al resecar tu cutis te hace profundizar en la frente la descrip-
ción de las paralelas de cuatro en cuatro, mostrándote por

4 1 El Taburno es un monte del sur de Italia, situado entre el Samnio y la Cam-


pania.

72
aquéllas el camino recto, el cual te conduce como hacia el ce-
menterio. ¿Por qué lloras, Venus? ¿Por qué ríes, Momo?", dijo
al ver a éste mostrar los dientes y a aquélla verter lágrimas.
"Hasta Momo sabe cuándo uno de estos bufones (cada uno
de los cuales sabe poner en las orejas del príncipe más verda-
des en torno a los hechos, que juntos todo el resto de la corte,
y por los cuales, como la mayoría de los que no se atreven a
hablar, hablan bajo una especie de juego, y hacen mover y
mueven adrede) dijo que Esculapio te había dado una provi-
sión de polvo de cuerno de cervatillo y una conserva de cora-
les, 48 después de haberte extraído dos muelas picadas: esto
con tan gran secreto que ahora no hay piedrita en el cielo que
no lo sepa. Ve, pues, querida hermana, cómo nos doma el
tiempo traidor; observa cómo todos estamos sujetos a la mu-
tación, y lo que mientras tanto más nos aflige es que no tene-
mos certeza ni esperanza alguna de recobrar por completo ese
mismo ser que fuimos alguna vez. Vamos y no regresamos
iguales; y como carecemos de memoria de lo que éramos antes
de que estuviésemos en este ser, de la misma manera no pode-
mos tener conocimiento de lo que seremos después. Así, pues,
se terminan el temor, la piedad y la religión de nosotros; el ho-
nor, el respeto y el amor; todos los cuales parten junto con
la fuerza, la providencia, la virtud, la dignidad, la majestad y la
belleza, las cuales se alejan de nosotros, al igual que la sombra
con el cuerpo. Sólo la verdad, junto con la absoluta virtud, es
inmutable e inmortal; y si a veces cae y se sumerge, la misma
resurge necesariamente a su tiempo, abrazada de su servidora
Sofía. Cuidémonos, pues, de no ofender a la divinidad del
destino, agraviando a este gémino numen49 tan recomendado
a él y por él tan favorecido. Pensemos en el próximo estado
futuro y no dejemos, como descuidando casi al numen univer-
sal, de elevar nuestro corazón y afecto a ese dispensador de
todo bien y distribuidor de todas las demás fortunas. Supli-
quémosle que en nuestra trasfusión, tránsito o metempsicosis,
nos conceda genios dichosos; dado que, aunque sea él inexo-

48 "En la medicina antigua se mantenían estas sustancias por hemostáticos (conte.-


nedores de la hemorragia)", Guu.o, nota 2 en p. 486.
49 O sea, la Verdad y la Virtud, o la Verdad y la Sabiduría.

73
rabie, sin embargo se necesita atenderlo con los votos de ser
conservados en el estado presente o penetrar en otro mejor,
o similar, o sólo un poco peor. Aparte de que el estar bien dis-
puesto hacia el numen superior es como un signo de futuros
efectos favorables de aquello; como quien tiene prescrito el
llegar a ser hombre, que es necesario y ordinario que el destino
lo guíe haciéndolo pasar por el vientre de la madre; el espíritu
predestinado a encarnarse en pez necesita que primero sea su-
mergido en las aguas; de igual manera, a quien está por ser fa-
vorecido por las divinidades conviene que transite a través de
buenos votos y operaciones."

Segunda parte del Diálogo primero

Con este discurso , suspirando de cuando en cuando, el gran


padre de la patria celestial concluía su razonamiento con Ve-
nus y el intento de bailar se convertía en propuesta de realizar
el gran Consejo con los dioses de la mesa redonda; o sea, to-
dos aquellos dioses que no son postizos, sino naturales, y que
son cabeza en el Consejo, excluyendo a los cabezas de came-
ro, cuernos de buey, barbas de chivo, orejas de asno, dientes
de perro, ojos de cerdo, narices de simio, frentes de macho ca-
brío, estómagos de gallina, panzas de caballo, pies de mulo y
colas de alacrán. Pero, dado el pregón por boca de Miseno,
hijo de Eolo50 (ya que Mercurio desdeña servir, como anti-
guamente lo hizo, de trompetero y anunciador de edictos),
todos los dioses, que estaban dispersos por el palacio, muy
pronto se encontraron reunidos. Y he acá que, después de to-
dos, cuando se había hecho un poco de silencio, e iba Júpiter
con un aspecto no menos triste y apesadumbrado que con ele-
vada presencia y preminencia magistral, antes de que ascen-
diese al trono y compareciera en el tribunal, se le hace presente

so Según Virgilio (Eneida, VI, 164-165), Miscno seria hijo de Eolo . Miscno, cor-
neta del ejército de Eneas, habria desafiado a los dioses, pretendiendo que tocaba
aquélla mejor que cualquier inmonal, por lo que T ritón lo habria ahogado en el mar,
conviniéndose en parte de la costa de la Campania.

74
Momo, qujen con su acostrumbrada libertad de palabra, con
una voz tan baja que fue oído por todos, dijo así:
"¡Oh padre!, este Consejo debe ser diferido para otro día y
otra ocasión, porque esta extravagancia de reunir en cónclave
ahora, inmediatamente después de la comida, pareciera que es
ocasionada por la pesada mano de tu tierno copero; porque
el néctar que no puede ser bien digerido por el estómago ni de-
leita ni consuela, sino que altera y aflige la naturaleza y per-
turba la fantasía, volviendo a unos festivos sin motivo, desor-
denadamente alegres a otros; a unos supersticiosamente
devotos, a otros vanamente heroicos; a unos coléricos, ma-
quinadores de grandes fantasías a los otros; hasta que, con el
desvanecimiento de tales humos, que atraviesan por tan diver-
samente estructurados cerebros, todas esas cosas se desmoro-
nan y se esfuman. A ti, Júpiter, parece que te han conmovido
esas especies de gallardos e inciertos pensamientos y te han en-
tristecido; por eso , inexcusablemente todos te juzgan, aunque
sólo yo me atreva a decirlo , vencido y dominado por la otra
bilis , dado que en esta oportunidad, que no estamos congre-
gados con disposición para realizar el Consejo; en esta oca-
sión en que estamos reunidos para la fiesta; en este momento,
después de la comida y con la circunstancia de haber bien co-
mido y mejor bebido, quieres tratar asuntos tan serios, según
me parece entender y de alguna manera puedo olfatear de tu
discurso. ''
En ese instante, ya que no es costumbre ni tampoco lícito
a los demá~ dioses disputar con Momo, Júpiter, después de
observarlo expresando una sonrisa despectiva, sin darle la me-
nor respuesta, subió a su elevada cátedra, se sentó, y contem-
pló en rededor la corona del gran senado asistente. Con esa
mirada sucedió que a todos se les pusiera a palpitar el cora-
zón, por la sacudida de la maravilla, el golpe del temor y el
ímpetu de reverencia y de respeto, que suscita la majestad
cuando se presenta en el pecho de los mortales e inmortales;
enseguida, habiendo bajado un tanto los párpados y poco des-
pués arqueado los ojos con las pupilas en alto, y lanzado un
fogoso suspiro del pecho, prorrumpió con esta sentencia:

Oración de Júpiter
•,
75
No esperéis, oh dioses, que, según mi costumbre, os vaya a en-
tonar en el oído con un artificioso proemio, con un terso hilo
de narración y con un encantador acopio epilogal. No aguar-
déis un adornado tejido de palabras, una pulida hilera de sen-
tencias, un rico artificio de elegantes designios, una suntuosa
pompa de elaborados discursos ni, según el magisterio de los
oradores, conceptos sometidos tres veces a la lima, antes que
pasen una vez a la lengua: non hoc.

Non hoc isla sibi tempus spectacula posci1.s1

Creedme, dioses, porque creeréis la verdad, que ha llenado ya


doce veces sus plateados cuernos la casta LucinasJ desde que
determiné efectuar esta reunión de hoy, a esta hora y en los
términos que observáis. Mientras tanto, he estado más ocupa-
do en considerar lo que a nuestro pesar debo callar, a que me
haya sido lícito premeditar acerca de lo que debo decir.
Percibo que os maravilláis de que en este momento, cance-
lando vuestras diversiones, os haya citado a la congregación
y, tras la comida, a tan repentino Consejo. Os oigo murmurar
acerca del hecho de que en un día festivo se les conmueva con
asuntos serios, y no hay ninguno de vosotros a quien al sonido
de la trompeta y ante el propósito del edicto no se haya turba-
do. Pero yo, aunque la razón de estas acciones y circunstan-
ci~s depende de mi voluntad, que la ha podido fundar, y que
m1 voluntad y decreto sea la misma razón de la justicia, de
cualquier modo no quiero dejar de libraros de esta confusión
y asombro, antes de proceder a otra cosa. Tardíos , digo, gra-
ves y pesados deben ser los designios; maduro, secreto y cauto
~ebe ser el Consejo; pero la ejecución debe ser alada, veloz e
mmediata. Por esto no creáis que en la comida me haya vio-
lentado algún extraño humor que, después del alimento, me

51
No éste... Este tiempo 110 requiere semejantes espectáculos. Virailio Eneida
VI, 37. e• • •
32
En las principaJes tradiciones, Lucina era una divinidad latina de los alumbra-
mientos; se consiJera también como un epíteto de Juno, como una hija de ésta o
como Diana . Sin embargo, también se la identifica con Hécate, diosa ctónica vincula-
da a la magia y a los hechizos, particularmente activa en las noches de luna clara· a
su vez, a Hécate se la confundía con Selene, la divi nidad lunar. '

76
tenga atado y vencido, y que no sea motivado por la razón,
sino proceda a actuar debido al ímpetu de nectáreo humor;
por el contrario, desde la misma fecha del afto pasado comen-
cé a deliberar dentro de mí lo que debería efectuar en este día
y hora. Después de la comida, por tanto, ya que no es costum-
bre dar las noticias tristes con el estómago vacío; de improvi-
so, porque sé muy bien que no soléis venir tan de buen grado
al Consejo como a la fiesta, pues aquél es vehementemen-
te rehuido por muchos de vosotros, algunos por una causa,
otros por otra. Así, hay quien lo teme por no hacerse de ene-
migos; otros por la incertidumbre de saber quién gana y quién
pierde; hay quien lo hace por temor de que su consejo venga
a estar entre los despreciados; algunos otros por despecho de
que su parecer a veces no ha sido aprobado; quien más por
mostrarse neutral en las causas desfavorables para una o la
otra parte; algunos más para no tener ocasión de recargarse
la conciencia.
Ahora os recuerdo, oh hermanos e hijos, que aquellos a
quienes el destino les ha permitido saborear la ambrosía, be-
ber el néctar y disfrutar el placer de la majestad, están conmi-
nados igualmente a sobrellevar todas las cargas que esto trae
consigo. La diadema, la mitra, la corona, no honran la cabeza
sin oprimirla; el manto real y el cetro no adornan el cuerpo sin
estorbarlo. ¿Queréis saber por qué he utilizado para esto un
día de fiesta, especialmente el de ésta? ¿Os parece, pues, que
éste sea un digno día de fiesta? ¿No creéis vosotros que éste
debe ser el día más trágico de todo el año? ¿Quién de vosotros,
después de que lo baya pensado bien, no juzgará como algo
vituperioso celebrar la conmemoración de la victoria sobre los
gigantes, al mismo tiempo que somos despreciados y vilipen-
diados por los ratones de la Tierra? Ojalá hubiese sido volun-
tad del omnipotente e irrefragable destino que entonces hu-
biésemos sido arrojados del cielo, cuando por la dignidad y
virtud de los enemigos nuestra derrota no era tan deshonrosa;
porque ahora estamos en el cielo peor de como estábamos,
peor que si hubiésemos sido arrojados de abi, además de que
ese temor de nosotros, que nos hacía tan gloriosos, se ha apa-
gado. La gran reputación de nuestra majestad, providencia y
justicia está acabada. Y, lo que es más grave, no tenemos fa-

77
cultad ni fuerza para reparar nuestro mal, para vengar nues-
tras injurias, porque la justicia con la cual el destino gobierna
a los gobernantes del mundo nos ha quitado esa autoridad y
potestad, de la cual hemos hecho tan mal uso, quedando des-
cubiertos Ydesnudos ante los ojos de los mortales, haciéndo-
les manifiestos nuestros vituperios; y hace que el mismo cielo
dé testimonio de nuestros delitos con tan clara evidencia, como
claras y evidentes son las estrellas. Porque en él se ven clara-
mente los frutos, las reliquias, los reportes, las voces, los escri-
tos, las historias de nuestros adulterios, incestos, fornicacio-
nes, iras, desdenes, rapiñas y otros delitos e iniquidades. Y
que, como premio a nuestros errores, hayamos cometido
otros errores mayores, elevando al cielo los triunfos de vicios
Yasientos de maldades, dejando destehadas, sepultadas y ol-
vidadas en el infierno a las virtudes y a la justicia.
Y para comenzar por las cosas menores, como por los peca-
dos veniales, ¿por qué el Deltatón solo, digo aquel triángulo,
ha obtenido cuatro estreUas junto a la cabeza de Medusa, bajo
las nalgas de Andrómeda y sobre los cuernos del Carnero?H
Para mostrar la parcialidad que existe entre los dioses. ¿Qué
hace el Delfín junto al Capricornio hacia la parte septentrio-
nal, adueñado de quince estrellas? Está ahí para que se pueda
contemplar la asunción de aquel que ha sido buen mediador
por no decir . alcahuete, entre Neptuno y Anfitrite. ¿Por qué'
las siete hijas de Atlante están asentadas arriba al lado del
cuello del blanco Toro? Para que se vana~lorie el padre, con
lesa majestad para los demás dioses, de habernos sostenido a
nosotros y al ruinoso cielo, o también para tener cómo mos-
trar su liviandad los númenes que allá las condujeron. ¿Por
qué Juno ha honrado al Cangrejo con nueve estrellas, sin con-
tar las otras cuatro circunstantes que no figuran? Sólo por un
capricho, porque aquél le cortó el talón a Alcides al tiempo
que combatía con aquel gigantón ..s. ¿Quién me podrá dar
otra razón, que no sea el simple e irracional decreto de los su-

H En realida d CXlto1ón , o sea, el Triángulo Boreal. AJ rcspcc10 dice Guzzo (nota


3.en p . 490): " Constelación lriangular en la cual, según el mito, fue ignil'iC3da la ini-
cial del nombre divino, o según 01ra leyenda, e.I dcha del Nilo."
4
S De acuerdo al mito, el Cangrejo atacó a Hércules a instancia de Hera (Juno)
cuando luchaba con1ra la hidra Lernea .

78
periores, del porqué el Serpentario, llamado Ofiulco 55 por
nosotros los griegos, obtuvo junto con su culebrita el espacio·
de treinta y seis estrellas? ¿Qué grave y oportuna razón existe
para que Sagitario usurpe treinta y una estrellas? Porque fue
hijo de Eusquemia,S6 quien fue nodriza o amamantadora de
las musas. ¿Por qué no mejor a la madre? Porque aquélla sa-
bía además bailar y hacer juegos de prestidigitación. ¿Por qué
tiene Acuario cuarenta y cinco estrellas al lado de Capricor-
nio? ¿Quizá porque salvó a Facete,57 la hija de Venus, en el
pantano? ¿Por qué no a otros, con quienes nosotros los dioses
estamos en deuda y que se hallan sepultados en la Tierra, sino
a éste, que ha realizado un servicio indigno de tanta recom-
pensa, se le ha concedido semejante espacio? Por la simple ra-
zón de que así lo ha querido Venus.
¿Los peces, aunque merezcan algún premio por haber saca-
do del río Éufrates aquel huevo que, empollado por la paloma,
impidió la misericordia de la diosa de Pafos, 51 aún así os pa-
rece que sean merecedores de obtener el ornamento de treinta
y cuatro estreUas, sin contar otras cuatro circunstantes, y ha-
bitar fuera del agua en la región más noble del cielo? ¿Qué
hace Orión, todo armado para esgrimir solo, con los brazos
abiertos de par en par, embadurnado con treinta y ocho estre-
llas, en la latitud austral hacia Tauro? Está ahí por puro capri-
cho de Neptuno, a quien no le bastó con darle privilegio sobre
las aguas, donde tiene su legítimo imperio, sino que además,
fuera de su patrimonio, quiere prevalecer con tan poco propó-
sito. Sabéis vosotros que la Liebre, el Can y la Canícula tienen
cuarenta y tres escrellas en la parte meridional, no por otra
cosa sino por dos o tres naderías, que los hace permanecer allí
al lado de la Hidra, la Copa y el Cuervo, los cuales obtienen
cuarenta y una estrellas. Y esto en recuerdo de que los dioses

ss Ofiuco, d que tiene asida una serpiente.


" "Equivocación de Bruno. por 'Eufemia' ", Guzzo, nota 3 en p. 491.
fl "Lección incierta. Probablemente se refiere a Venus Afacita, venerada en Afa-
ca. cerca de Hdiópolis", Guzzo, nota Sen p. 491 .
" Se refiere a Afrodita. Pafos es una ciudad de Chipre donde se supone q_ue nació
aquélla. Respecto a la versión que usa aquí Bruno, Guzzo scftala (nota 6 en p. 491)
que "el mito de los peces que, habiendo encontrado en el limo del Éufratcs un huevo
de singular tamal\o, lo arrojaron a la orilla, donde fue empollado después por la palo-
ma y de ~I surgiese Venus, es de. origen babilónico."

79
enviaron en cierta ocasión al Cuervo a tomar agua para beber,
el cual vio en el camino una higuera que tenia higas e higoss9
(puesto que ambos géneros son aprobados por los gramáticos,
llamadlos como os plazca), por gula ese pájaro se esperó a que
estuvieran maduros, y después de que finalmente se sació, se
acordó del agua y fue a llenar el recipiente, pero vio al dragón,
tuvo miedo y regresó con el jarro vacío adonde estaban los
dioses. Éstos, para hacer claro qué tan bien han empleado el
ingenio y el pensamiento, han descrito en el cielo esta historia
de tan gentil y oportuno servidor. ¡Véis qué tan bien hemos
gastado el tiempo, la tinta y el papel! La Corona Austral, que
bajo el arco y los pies de Sagitario se ve adornada con trece
brillantes topacios, ¿quién la ha predestinado a permanecer
eternamente sin cabeza? ¿Qué bella vista quieren ustedes que
exista de aquel pez Nozio,60 bajo los pies de Acuario y Capri-
cornio, distinguido con doce luces y seis más que están en su
entorno? Del Altar, o incensario o templo o sagrario, como
queramos llamarlo, yo no hablo, porque nunca fue más con-
veniente que estuviera en el cielo como ahora, porque casi no
encuentra sitio donde estar en la Tierra; ahora está bien allá,
en calidad de reliquia, o tal vez como un tablón de la hundida
nave de nuestra religión y culto.
De Capricornio no digo nada, porque me parece dignísirno
de obtener el cielo por tanto beneficio que nos ha proporcio-
nado, al mostrarnos la receta con la cual pudiésemos vencer
al Pitón, 61 porque era necesario que los dioses se trasforma-
ran en bestias si querían hacer honor a esa guerra: y nos ha
proporcionado doctrina, haciéndonos saber que no se puede
mantener en lo alto quien no sabe convertirse en bestia. No
hablo de la Virgen, porque para conservar su virginidad no

s9 Gentilc (nota 4 en p . 601), mostrando el uso de Jos dos géneros y la pedantería


a la que hace referencia Bruno, señala fuentes y ejemplo de esta crítica: " De hecho,
en el Spigilegio (Florilegio) de Scoppa (Venecia, 1543, ce. IJS y 227), aparecen los
dos géneros. Amusio, el pedante del Moro de Gianbattista della Pona, prescribe:
Dicemusfir:us, quas scimus in arbore nasd; Diamusficos, Caeciliane, tuos... (Deci-
mos higas (femenino), las cuales sabemos nacen en un drbol; d«ilnos higos (masculi·
no), oh Ceciliano, a los tuyos... "
60 Noto, austral.
61
" También Capricornio fue deificado y elevado aJ Ciclo por haber sostenido a
Júpiter en la lucha contra los titanes", Guzzo, nota 2 en p. 492.

80
está segura en ningún lugar fuera del cielo, teniendo de un
lado a un León y del otro a un Escorpión para su protección.
la pobrecita huyó de la Tierra a causa de la excesiva lujuria
de las mujeres; las cuales, mientras más son preñadas, más sue-
len apetecer el coito, lo que provoca que no esté segura de ser
contaminada, aunque se hallase en el vientre de la madre; por
eso, que disfrute de sus veintiséis carbúnculos, junto con los
otros seis que están en su entorno. Respecto a la inmaculada
majestad de esos dos Asnos que lucen en el espacio de Cáncer,
no me atrevo a hablar, porque de modo supremo, por derecho
y por razón, es suyo el reino de los cielos, como con muchas
eficacísimas razones me propongo mostraros, porque de tan
alta materia no oso hablar a la ligera. Sólo me quejo y me la-
mento tanto de que estos divinos animales hayan sido tan ava-
ramente tratados, no haciéndolos estar como en su casa, sino
en el hospicio de ese retrógrado animal acuático y no recom-
pensándolos más que con la miseria de dos estrellas, dándole
una a cada uno y, por cierto, no mayores a las de la cuarta
magnitud.
Entonces, pues, del Altar, Capricornio, la Virgen y los As-
nos (aunque me disgusta que a algunos de ellos no habién-
dolos tratado según su dignidad, en vez de hacerles un honor
se les ha hecho una injuria), por ahora no quiero determinar
cosa alguna respecto a ellos, sino que torno a los otros supues-
tos, que están en la misma balanza que los mencionados.
¿Cómo no queréis que murmuren los demás ríos que están
en la Tierra por el agravio que se les ha hecho? Puesto que
¿cuál es la razón por la que el Erídano deba tener sus treinta
y cuatro candelillas, que se ven desde éste y aquel lado del Tró-
pico de Capricornio, privilegiándolo frente a otros no menos
dignos y grandes y otros más dignos y mayores? ¿Pensáis vo-
sotros que basta con decir que ahí tienen su morada las herma-
nas de Faetón?62 ¿O tal vez queráis que sea celebrado porque
ahí fue fulminado el hijo de A polo por mi mano, en razón de
que su padre abusó de su oficio, grado y autoridad? ¿Por qué
el caballo de Belerofonte63 está elevado para investirse con

62 Las hermanas de Faetó n son las helíadcs, hijas de Helios (el Sol) .
63 Belcrofonte es un héroe m ítico-legendario, descendiente de la casa real de Co-

81
veinte estrellas en el cielo, mientras que su jinete está sepulta-
do en la Tierra? ¿Con qué propósito aquella Saeta, que por
el esplendor
, de cinco estrellas que tiene enclavadas, luce cerca-
na al Aguila y al Delfín? Claro que se le hace un gran agravio
al no estar cerca de Sagitario para que se pueda servir de ella
cuando haya tirado la que tiene apuntada, o bien en alguna
otra parte donde tenga que rendir cuenta de sí. Después, bra-
mo por comprender ¿qué hace entre los despojos del León y
la cabeza de aquel blanco y dulce Cisne esa Lira, hecha con
cuernos de buey, en forma de tortuga? Quisiera saber si la que
habita ahí es en honor a la tortuga, a los cuernos o a la lira,
o bien para que todos vean la 91aestría de Mercurio que la ha
realizado, como testimonio de su disoluta y vana jactancia.
¡He aqui, oh dioses, nuestras obras! ¡He aquí nuestras egre-
gias manufacturas con las cuales honramos al cielo! ¡Ved qué
bellas obras, no muy disímiles a las que suelen hacer los niños
cuando amalgaman el lodo, la pasta, las mezclas, las ramas o
las pajuelas tratando de imitar las obras de los adultos! ¿Pen-
sáis que no debemos rendir cuentas de nuestros hechos? ¿Po-
déis persuadiros que por las obras ociosas seremos menos re-
queridos, interrogados, juzgados y condenados, que por las
p~abras ociosas? La diosa Justicia, la diosa Templanza, la
diosa Constancia, la diosa Liberalidad, la diosa Paciencia,
la diosa Verdad, la diosa Mnemosine,64 la diosa Sofía y tan-
tas otras diosas y dioses son echados no sólo del cielo, sino
también de la Tierra. En su lugar, en los eminentes palacios
edificados por la alta Providencia para su residencia, se ven
delfines, cabras, cuervos, serpientes y otras porquerías, impu-
dicias, caprichos y ligerezas. Si esto os parece inconveniente
Y nos llega el remordimiento de conciencia por el bien que he-
mos dejado de hacer, con mayor razón debéis considerar con-
migo que tenemos que ser penetrados y traspasados debido a
las gravísimas maldades y delitos que hemos cometido, de los

rinto; segú!I un~ versiones era hijo de Poscidón (Neptuno). Entre sus múltiples haza-
i'las que le unpuueron estuvo la de matar a la Quimera, monstruo al que eliminó con
la ayuda del caballo alado Pegaso. Mis tarde quiso elevarse con él hasta la mansión
de los dioses y Zeus, en castigo, lo precipitó a la tierra y lo mató.
64 Mncmosine es hija de Gca y Urano, y madre de las musas; personifica a la me-
moria y a la revelación.

82
cuales no solamente no nos hemos arrepentido y no los hemos
enmendado, sino que encima de ello les hemos celebrado con
triunfos y ensalzado como trofeos, no en un altar frágil y pe-
recedero, no en un templo terrestre, sino en el cielo y en las
eternas estrellas.
Se pueden padecer y fácilmente se perdonan, oh dioses, los
yerros cometidos por la flaqueza y por la no más juiciosa li-
viandad; pero, ¿qué misericordia, qué piedad puede otorgarse
para aquellos que son cometidos·por quienes habiendo sido
colocados al frente de la justicia, a causa de criminalísimos
errores, cometen peores yerros al honrar, premiar y elevar al
cielo los delitos junto con los delincuentes? ¿Por qué grande
y virtuoso hecho ha obtenido Perseo veintiséis estrellas? Por
haber ase~nado, estando al servicio de la enfurecida Minerva,
a las Gorgonas que dormían, sirviéndose para ello de los tala-
res y un escudo de cristal que lo hacía invisible, y haberle en-
tregado luego la cabeza de Medusa. Y no bastó que fuese ele-
vado él solo, sino para más grande y célebre memoria se
requería que apareciera también allí la mujer, Andrómeda,
con sus veintitrés estrellas, y su yerno Cefeo65 con trece,
quien expuso a su inocente hija en la boca de Ceto66 por
capricho de Neptuno, irritado porque la madre de aquélla,
Casiopea, pensaba que era más bella que las nereidas. No obs-
tante, también a la madre se le ve dueña de una cátedra, con
otras trece estrellas, en los confines del círculo Ártico.
Aquel padre de los carneros67 con lana de oro, ¿qué hace
balando en el punto equinoccial con dieciocho estrellas, sin
contar otras siete circundantes? ¿Está, tal vez, ahí para predi-
car la locura y estupidez del rey de Cólquida, la impudicia de
Medea, la libidinosa temeridad de Jasón y la inicua providen-

65 Cefeo es el rey epónimo de los cefenos (quizá etíopes o, según otra versión,
pueblo habitante a orillas del Éufrates), hijo de Belo, esposo de Casiopea, padre de
Andrómeda y suegro de Perseo.
66 Monstruo marino, hijo del Ponto y de Gca, enviado por Poseidón (Neptuno)
a castigar a Casiopea.
6 7 Aries.

83
cia de nosotros? 68 Esos dos niños69 que en el sig11ífero iguen
al Toro rodeados por dieciocho estrellas, aparte de otras siete
informes circundantes, fuera del amor recíproco de dos afe-
minados, ¿qué muestran de bueno o de bello? ¿Por qué razón
el Escorpión obtuvo el premio de veintiuna estrellas, sin con-
tar las ocho que están en las tenazas, nueve que están a su alre-
dedor y otras tres informes? Como premio a un homicidio or-
denado por la ligereza y envidia de Diana, quien hizo que
asesinara al émulo cazador Orión. 70 Sabéis bien que Quirón,
con su bestia, obtuvo en la latitud austral del cielo sesenta y
seis estrellas por haber sido el pedante del hijo que nació del
estupro de Peleo y Tetis.71
Sabéis que la corona de Ariadna, en la cual resplandecen
ocho estrellas, y es celebrada allá delante del pecho de Bootes
y las curvas de la culebra, no está en ese sitio más que para
conmemorar perpetuamente el desordenado amor del padre
Líber, 72 quien ciñó a la hija del rey de Creta, rechazada por
Teseo, su estuprador.
Aquel León, que lleva el basilisco en el corazón y obtuvo el
espacio de treinta y cinco estrellas, ¿qué hace al lado del Can-
grejo? ¿Está tal vez ahí por haber engañado a su compañero
de armas y servidumbre bajo las órdenes de la airada Juno,

68 Jasón es el héroe tesalio de los Argonautas, hijo de Esón, rey de Yoleo, que fue-
ra destronado por su medio hermano Pelias, quien para devolverle el trono le impuso
que trajera el vellocino de oro. Para el viaje reunió a los más destacados héroes de
toda Grecia, quienes se embarcaron en la nave Argo en camino a la Cólquida, donde
la hija del rey Eetes, Medca, le ayudó a obtener el preciado objeto.
69 Géminis.
10 Orión es un gigante, hijo de la Tierra (aunque también se auibuye la paternidad
a Zeus, Poseidón y Hermes juntos, quienes orinaron en la piel de un buey (véase injra
la nota 82 del Diálogo tercero). Murió por haber intentado violar a Anemisa (Dia-
na), cuando un escorpión enviado por los dioses le picó en un talón; también existe
la versión de que Anernisa le envió al escorpión por haberla desafiado en competen-
cia a lanzar el disco .
1 1 Quirón, hijo de Cronos, es un centauro sabio, educador y médico . Fue precep-
tor de Aquiles (que es a quien hace referencia al hablar del estupro de Peleo y Tetis),
asl corno de Jasón y Asclepio. Aquí Bruno hace un juego de palabras entre pedagogo
y pedante.
72 Ariadna, hija del rey Minos de Creta, enamorada de Tesco lo ayudó a matar al
Minotauro y escapar de la isla; pero fue abandonada por él en la isla de Naxos. Según
una versión del mito, Ariadna desesperada se habría suicidado, pero según otra Ja
habría desposado Dionisos (identificado en la tradición latina con Líber), regalándo-
le una corona de oro elaborada por Hefestos (Vulcano).

84
que lo armó devastador del territorio Cleoneo, con el fin
de que, contra su voluntad, esperara la llegada del valiente Al-
cides.73 Hércules invicto, laborioso hijo mío, que con sus des-
pojos del león y su mazo parece que defienda las veintiocho
estrellas, las cuales se ha merecido más que ningún otro, al
realizar tantos hechos heroicos; aunque, a decir verdad, no
me parece conveniente que ocupe ese lugar, donde su presen-
cia pone ante los ojos de la justicia la ofensa cometida contra
el vínculo conyugal de mi Juno, por nú y por la seducida de Me-
gara, 74 madre de él. La nave de Argo, en la que están encla-
vadas cuarenta y cinco resplandecientes estrellas en el amplio
espacio cercano al círculo Antártico, ¿tiene algún otro fin que
el de eternizar el recuerdo del gran error que cometió la sabia
Minerva, que con aquella n~ve instituyó a los primeros piratas
con el objeto de que el mar, al igual que la tierra, tuviera sus
diligentes depredadores?1s Y para retornar a lo que se conoce
como el cinturón del cielo, ipor qué aquel Buey hacia el prin-
cipio del zodiaco ocupa treinta y dos claras estrellas, sin con-
tar la que está en la punta del cuerno septentrional y otras
once que son llamadas informes? Por la razón de que ése es
(¡ay de mí!) Júpiter, quien robó la hija a Agenor, la hermana
a Cadmo. 16 ¿Qué Águila es esa que en el firmamento usurpa
el atrio de quince estrellas, más allá de Sagitario, hacia el po-
lo? Desdichado, ése es Júpiter quien ahí celebra el triunfo
sobre el raptado Ganimedes y de sus victoriosas llamas y amo-
res. Esa Osa, esa Osa, ¡oh dioses!, ¿por qué ha sido colocada
en Ja más bella y eminente parte del mundo, como en una ele-
vada atalaya, como en la más soleada plaza y como si fu era
el más célebre espectáculo que a nuestros ojos se pueda pre-
sentar en el universo? Quizá para que no exista ojo que no vea
la conflagración que emprendió el padre de los dioses después

7
J Se refiere a la leyenda del león de Nemea, una de las hazañas de Hércules, del
cual obtuvo la famosa piel que se convirtió en uno de sus símbolos principales. Cleo-
oe es una antigua ciudad de Grecia, en la Argólida, próxima al bosque de Nemea.
74 Se refiere a Alcrnena; sin embargo, era de Micenas y no de Megara.

n Siguiendo una tradición aristocrática griega y romana, Bruno acusa al comer-


cio de corruptor de las costumbres.
16 Se refiere a Europa, a quien raptó en forma de toro blanco.

85
del incendio de la Tierra por el carro de Faetonte,n cuando
estaba observando las ruinas de aquel fuego y las reparaba lla-
mando a los ríos que, tímidos y fugitivos, se habían recluido
en las cavernas, mientras realizaba esto en mi dilecta región
de Arcadia: he aquí que otro fuego me encendió el pecho; el
cual procediendo del esplendor del rostro de la virgen Nona-
crina, 78 me pasó por los ojos, me cautivó el corazón, me ca-
lentó los huesos y me penetró hasta la médula; de tal suerte
que no hubo agua ni remedio que me pudiera ayudar a apagar
mi incendio. En este fuego estuvo el dardo que me atravesó
el corazón, el lazo que me ató el alma y la garra que me arreba-
tó y me dio como presa su hermosura. Cometí el sacrílego es-
tupro, violé a la compañera de Diana e injurié a mi fidelísirna
consorte; por eso, bajo el aspecto y la forma de una Osa se me
presentó la fealdad de mi sucio exceso; lejos estuvo esa abomi~
nable vista de horrorizarme, y tan hermoso me pareció ese
mismo monstruo y tanto me gustó, que quise que su vivo re-
trato fuera exaltado en el más alto y magnífico sitio de la
arquitectura del cielo. Ese error, esa fealdad, esa horrible
mancha que desdeña lavar el agua del Océano; que Tetis, por
temor a contaminar sus ondas, no quiere que se acerque a sus
dominios; que Dictina79 le ha prohibido la entrada a sus de-
sienos, por temor a profanar su sagrada comunidad; y por la
misma razón las nereidas y las ninfas le niegan los ríos.
Yo, mísero pecador, ante la inmaculada justicia absoluta,
y la vuestra, confieso mi culpa, mi grandísima culpa, de que
he pecado muy gravemente hasta el presente y que por el mal
ejemplo he dado oportunidad y autorización a vosotros para
hacer lo mismo; y con esto confieso justamente que yo, junto
con vosotros, hemos merecido el desdén del destino , que no
permite que nos reconozcan ya como dioses. Y mientras les

n Para la historia de Faetonte, véase la nota SI del Diálogo tercero.


78 La virgen Nonacrina es Calisto, la compañera de Diana, quien era originaria de
Nonacris en Arcadia.
79 De acuerdo a una versión seria una compai'lera de Anemisa, llamada original-
mente Britomartis, ninfa cretense hija de Zeus, de la cual se enamoró Minos y a quien
acosaba, hasta que un día, a punto de ser alcanzada se arrojó al mar desde una roca,
pero fue salvada por una red de pescadores y de ahí su nombre de Diclina (muchacha
de la red). De acuerdo a olras versiones sería la propia Anemisa.

86
hemos otorgado el cielo a las porquerías de la tierra, el destino
ha permitido que se nos cayeran los templos, las imágenes y
las estatuas que teníamos en la tierra; a fin de que con justicia
sean abatidos aquellos que indignamente han colocado en las
alturas esas cosas viles y bajas.
¡Ay de mí! Dioses, ¿qué hacemos? ¿Qué pensamos? ¿Qué
esperamos? Hemos prevaricado , hemos sido perseverantes en
los errores y vemos a la pena añadida y continuada con el
error. Proveamos, por tanto, a nuestros asuntos; porque así
como el destino nos ha negado el no poder caer, de igual ma-
nera nos ha concedido el poder resurgir; empero, como hemos
estado preparados para el derrumbe, también estamos provis-
tos para volver a ponernos de pie. Ese castigo en el que hemos
incurrido por el error, peor del cual no podría ocurrirnos, lo
podremos superar sin dificultad mediante 1a reparación, la
cual está en nuestras manos. Por la cadena de nuestros yerros
estamos atados; por la mano de la justicia nos liberaremos.
Donde nuestra liviandad nos ha rebajado, allí es necesario que
la seriedad nos eleve. Convirtámonos a la justicia, de la que,
al habernos distanciado, nos hemos alejado de nosotros mis-
mos; de suene que ya no somos dioses, ya no somos más noso-
tros mismos. Retornemos, pues, a ella, si queremos volver a
ser nosotros otra vez.
El orden y la manera de hacer esta reparación es que prime-
ro quitemos de nuestros hombros la pesada suma de errores
que nos retiene; apartemos de nuestros ojos el velo de la poca
consideración que nos estorba; escombremos del corazón el
egoísmo que nos demora; arrojemos de nosotros todos esos
vanos pensamientos que nos oprimen; apliquémonos en de-
moler las máquinas de los errores y los edificios de las perver-
sidades que bloquean la vía e impiden el camino; destruyamos
y anulemos, en la medida de lo posible, los triunfos y trofeos
de nuestras fascinerosas hazañas, para que aparezca en el tri-
bunal de la justicia el veraz arrepentimiento por los errores co-
metidos. ¡Vamos! ¡Vamos dioses!, quitemos del cielo estas
larvas, estatuas, figuras, imágenes, retratos, procesos e histo-
rias de nuestras avaricias, lujurias, robos, rencores, despechos
y ultrajes. Que pase, que pase esta noche lóbrega y sombría
de nuestros errores, porque la vaga aurora del nuevo día de

87
la justicia nos invita; y preparémonos para el Sol que está por
salir, de tal modo que no nos descubra así de inmundos como
estamos. Es necesario acicalarnos y embellecernos; y no sólo
nosotros, sino también se requiere que nuestras moradas y ha-
bitaciones estén limpias y puras: debemos purificarnos inter-
na y externamente. Preparémonos, digo, primero en el cielo
que está intelectualmente dentro de nosotros, y luego en este
sensible, que en forma corporal se presenta a los ojos. Separe-
mos del cielo de nuestro ánimo a la Osa de la deformidad, a
la Saeta de la detracción, al Equino de la ligereza, al Can
de la murmuración, a la Canícula de la adulación. Aléjense de
nosotros el Hércules de la violencia, la Lira de la conjuración,
el Triángulo de la impiedad, el Boyero de la inconstancia, el
Cefeo de la insensibilidad. Que se aparten de nosotros el Dra-
gón de la envidia, el Cisne de la imprudencia, la Casiopea de
la vanidad, la Andrómeda de la desidia, el Perseo del vano
afán. Ahuyentemos al Ofiuco de la maldición, al Águila de
la arrogancia, al Delfín de la lujuria, al Caballo de la impa-
ciencia, a la Hidra de la concupiscencia. Apartemos de noso-
tros a la Ballena de la avidez, al Orión de la arrogancia, al
Río de las superfluidades, a la Gorgona de la ignorancia, a
la Liebre del vano temor. Que ya no esté dentro del pecho la
nave Argos de la avaricia, la Copa de la intemperancia, la Li-
bra de la iniquidad, el Cáncer del mal regreso, el Capricornio
de la decepción. No permita que se nos acerque el Escorpión
del fraude, el Centauro del afecto animal , el Altar de la su-
perstición, la Corona de la soberbia, el Pez del indigno silen-
cio. Con éstos caigan los Gemelos de la mala familiaridad, el
Toro de la preocupación por las cosas bajas, el Aries de la in-
consideración, el León de la tiranía, el Acuario de la disolu-
ción, la Virgo de la infructuosa conversación, el Sagitario de
la detracción. Si así, oh dioses, purgamos nuestra casa, si así
volvemos nuevo nuestro cielo, nuevas serán las constelaciones
e influjos, nuevas las impresiones, nuevas las fortunas; por-
que de este mundo superior pende el todo, y los efectos con-
trarios dependen de las causas contrarias; ¡oh felices, oh ver-
daderamente afortunados de nosotros, si hiciéramos una
buena colonia de nuestra alma y pensamiento! A aquellos de
vosotros que no os agrada el presente estado, os agrade el pre-

88
sente consejo. Si queremos cambiar de estado, cambiemos de
costumbres. Si queremos que aquél sea bueno y mejor, que és-
tas no sean iguales o peores, purguemos el interior sentimien-
to, dado que desde la formación de este mundo interno no
será difícil desarrollar la reforma de este otro sensible y exter-
no. La primera purga, 80 oh dioses, veo que la hacéis, veo que
la habéis hecho; veo vuestra determinación; he visto vuestra
determinación, la habéis realizado; y se ha efectuado repenti-
namente, porque no está sujeta a los contrapesos del tiempo .
Ahora procedamos a la segunda purga. Esta es respecto a
lo externo, corpóreo, sensible y localizado. Sin embargo, es
necesario que vaya con cierto orden, sucesión y dirección; em-
pero, es preciso esperar, confrontar una cosa con otra, com-
parar éste con aquel argumento, antes de determinar; dado
que las cosas corporales, como su disposición está dada en el
tiempo, de igual modo no puede darse en un instante su
ejecución. He aquí, pues, el término de tres días, en los cuales
no tenéis que decidir ni determinar dentro de vosotros si esta
reforma se deba hacer o no; porque, por orden del destino,
tan pronto os la propuse, lajuzgásteis muy conveniente, nece-
saria y óptima; y no como un signo externo, figura y sombra,
sino realmente y en verdad veo vuestro sentimiento, como vo-
sotros recíprocamente véis el mío; y de modo no menos súbito
de aquel con el que yo les he llegado a los oídos con mi pro-
puesta, vosotros con el fulgor de vuestro consentimiento me
habéis impactado los ojos. Resta, pues, que penséis y exami-
néis dentro de vosotros la forma en que se ha de proveer a es-
tas cosas que se quitan del cielo, para las cuales es necesario
procurar buscar y ordenar otros campos y moradas; y, ade-
más, debemos determinar cómo se han de rellenar estas sedes,
con el fin de que el cielo no quede desierto, sino mejor cultiva-
do y habitado que antes. Cuando hayan pasado los tres días
vendréis a mi presencia, después de haber premeditado lugar
por lugar y cosa por cosa, para que, tras haber llevado a cabo
toda posible discusión, estipulemos en el cuarto día lo que

80 Estas purgas o purificaciones corrcspc:>nden a los pasos de la mística, a la mane·


ra de las Eneadas de Plotino.

89
convenga determinar y pronunciar respecto a la forma de esta
colonia. He dicho.

Así, oh Saulino, el padre Júpiter tocó el oído, encendió el es-


píritu y conmovió el corazón del senado y del pueblo celestial,
de tal modo que él mismo se u o cuenta claramente, por los
rostros y los gestos que mostraban mientras pronunciaba su
oración, que en la mente de los dioses estaba concluido y de-
terminado todo lo que les había propuesto. Habiendo, pues,
el gran patriarca de los dioses expresado la última cláusula de
su discurso e impuesto silencio, todos ellos, a una voz y con
estruendo, dijeron:
"Con mucho gusto, oh Júpiter, consentimos en realizar
todo lo que nos has propuesto y el destino ha verdaderamente
determinado."
Por acá surgió el estremecimiento de la multitud, por allá
la señal de una alegre resolución, allí una solícita reverencia
aquí una duda, ahí un pensamiento, allá un aplauso, acullá
una sacudida de cabeza de algún interesado, más allá una es-
pecie de visión y más acá otra; hasta que, llegada la hora de
la cena, ~e fueron retirando todos: quien por esta parte, quien
por aquella.
Saulino: ¡Cosas de no poca importancia, oh Sofía!

Tercera parte del Diálogo primero

Sofía: Llegado el cuarto día, y precisamente a mediodía se


reunieron de nuevo en el Consejo general, donde no solam'en-
te les fue permitido estar presentes a los susodichos númenes
principales, sino también a todos aquellos a quienes está con-
cedido el cielo como por ley natural. Instalado, pues, el sena-
do y el pueblo de los dioses, habiendo ascendido Júpiter con
su acostumbrada manera a su trono dorado y de zafiro con esa
especie de diadema y el manto con los que sólo suele ~parecer
en los consejos solemnísimos; estando todo ordenado, la tur-
ba plenamente atenta y un solicitado absoluto silencio, de
modo tal que los congregados parecían otras tantas estatuas

90
o pinturas; entonces se presenta en el centro, con sus órdenes,
insignias y circunstancias, mi hermoso numen Mercurio. Y
habiendo llegado ante la presencia del gran padre, brevemente
anunció, interpretó y expuso lo que no erfi oculto para todo
el Consejo, pero que, para guardar la forma y el decoro de los
estatutos es necesario pronunciar. Es decir, el cómo los dioses
estaban listos y preparados, sin simulación ni dolo, sino con
libre y espontánea voluntad, para aceptar y poner en ejecu-
ción todo lo que el presente sínodo llegara a concluir, instituir
y ordenar. Habiendo dicho lo cual, se dirigió a los circunstan-
tes dioses y les pidió que alzaran la mano para ratificar lo que
en su nombre había expuesto en presencia del altitonante. Y
así fue hecho.
En seguida abrió la boca el magno padre y se hizo oír del
siguiente modo:
"Si tan gloriosa, oh dioses, fue nuestra victoria sobre los gi-
gantes, que en breve espacio de tiempo se sublevaron contra
nosotros, que eran enemigos extranjeros y abiertos, que nos
combatían sólo desde el Olimpo y que no podían ni intentaban
otra cosa que precipitarnos del cielo, ¿cuánto más digna y glo-
riosa no será la que tengamos sobre nosotros mismos, que re-
sultamos victoriosos sobre ellos? ¿Cuánto más digna y glorio-
sa, digo, será la victoria sobre nuestras pasiones, las cuales
han triunfado sobre nosotros por tanto tiempo, que son ene-
migas domésticas e internas, que nos tiranizan por todas par-
tes y que nos han zarandeado y desviado de nosotros mismos?
"Si, por consiguiente, nos pareció digno de una gran fiesta
aquel día que nos produjo tal victoria, cuyo fruto se disipó en
un momento, ¿cuánto más festivo deberá ser éste, cuya fructí-
fera gloria será eviterna por los siglos futuros? Que siga sien-
do, por tanto, festivo el día de la victoria; pero del que se decía
de la victoria sobre los gigantes, dígase ahora de la victoria de
los dioses, porque en ése nos hemos vencido a r.osotros mis-
mos. Institúyase además como festivo este día en el que se re-
purga el cielo y éste sea más solemne para nosotros de lo que
haya podido ser para los egipcios la trasmigración del pueblo
leproso•• y para los hebreos el paso del babilónico cautiverio.

11 Los hebreos.

91
Hoy el morbo, la peste, la lepra se van del cielo a los desiertos;
hoy se rompe esa cadena de delitos y es destrozada la raíz de
los errores que nos obligan al castigo eterno. Ahora, pues, te-
niendo todos vosotros buena voluntad para proceder a esta re-
forma y habiendo premeditado todos, como advierto, el modo
como ésta se deba y se pueda llevar a cabo, para que estas se-
des no queden vacías y a los trasmigrantes les sean ordenados
lugares convenientes, yo empezaré por darles mi parecer acer-
ca de cada uno; y una vez que lo haya realizado , si os pareciera
digno de ser aprobado, decidlo; si os pareciera inconveniente,
explicaos; si creeis que se pueda mejorar, declaradlo; si algo
se debe quitar, decid vuestro parecer; si creéis que se deba
agregar algo, haceos oír; porque todos tienen plena libertad
de proferir su voto; y quien calla, otorga."
En esto se irguieron un momento todos los dioses y con esta
señal ratificaron la propuesta.
"Por tanto, para dar inicio y comenzar por el principio",
dijo Júpiter, "veamos primero las cosas que están en la parte
boreal y tomemos las medidas respecto a ellas; y después,
poco a poco, por orden, iremos progresando hasta el final.
Decid vosotros, ¿qué opináis y juzgáis de esa Osa?"
Los dioses a quienes correspondían las primeras voces co-
misionaron a Momo para que respondiera, quien dijo:
" Gran vituperio, oh Júpiter, y más grande del que tú mis-
mo puedes reconocer, es que en el más célebre lugar del cielo,
allí donde Pitágoras (que concibió al mundo con brazos, pier-
nas, tronco y cabeza) afirmó que radica la parte superior de
aquél, a la que se contrapone el otro extremo que dice que es
la ínfima región; iuxta'l lo que cantó un poeta de esa secta:

Hic ver/ex nobis semper sublimis, al illum


Sub pedibus Styx atra videt manesque profundi;u

allá adonde los navegantes se consultan en los desviados e in-


ciertos caminos del mar; allá hacia donde alzan las manos to-

12 Conforme a.
IJEste polo es para nosotros siempre SMblime, para aquil, en cambio, ~ 11e bajo
lospiesdelsombrfoEstigeyde los profundos Manes , Virgilio, Geórgicas, 1, 242-243.

92
dos los desventurados que sufren tempestades; allá adonde
rondaban los gigantes: allá donde la fiera generación de Belo114
hacia ascender la torre de Babel; allá donde los magos del
espejo calibeo buscan los oráculos de Floron, 8' uno de los
grandes príncipes de los árticos espíritus; allá donde los caba-
listas dicen que Samuel quiso levantar el trono para hacerse
semejante al primer altitonante; allá mismo has puesto a este
feo animalejo. El cual, no con una mirada, no con un retorci-
do bigote, no con alguna imagen de mano, no con un pie, no
con otra parte menos innoble del cuerpo, sino con una cola
(que, contra la naturaleza de la e-Specie 0suna, quiso Juno que
se le quedara pegada atrás), casi como un digno índice de ta~
destacado sitio, haces que muestre a todos los terrestres, mari-
nos y celestes contempladores el polo magnífico y sostén del
mundo. Por consiguiente, de cuanto mal hiciste al ponerla
allí tanto harás bien en quitarla; y trata de explicarnos adón-
' .
de la quieres enviar y qué cosa deseas que la sustituya en su
lugar."
Júpiter respondió:
" Que se vaya adonde os parezca y guste, ya sea con los Orsi
de Inglaterra, o con los Orsini y Cesarini de Roma86 si que-
réis que esté en la ciudad muy cómodamente."
"En los claustros de Bemesi87 quisiera que fuera encarce-
lada", dijo Juno.
"No tanto desdén, esposa mía", replicó Júpiter, "que vaya
adonde se quiera, con tal de que sea libre y deje ese lugar en
el cual, por ser la sede más eminente, quiero que fije su resi-
dencia la Verdad, porque allá no llegan las uñas de la detrac-
ción; la perversidad de la envidia no envenena; las tinieblas del
error no penetran. Allí estará estable y en paz; allá no será sa-
cudida por oleadas y tempestades; ahí servirá como una segu-

114 Ser supremo en la mítologla caldeo-asiria, dios salvador del orden.


ª' Referencia extrai'la.
86 "Alusiones a familias ciudades y estados que llevan al oso en sus insignias; así,
después, se refiere aJ cscud~ de Berna. De cualquier modo, no por casualidad Bruno
recuerda familias italianas, por ejemplo los Orsini y Cesarini, ramas de las cuales se
fueron a radicar a Nola y tuvieron una pane no pequei'la en su historia", Gentile,
nota 4 en p. 618.
17 "La ciudad de Berna, que tiene al oso en su escudo de armas, tiene todavía osos
vivos dentro de una rosa en medio de la ciudad", Guzzo, nota 4 en p. 503.

93
ra guía de quienes van errando por este tempestuoso piélago
de errores; y desde aquel lugar se manifestará como claro y
límpido espejo de contemplación."
Dijo el padre Saturno:
"Que proponga Momo qué cosa haremos con la Osa Ma-
yor.''
Y Momo respondió:
"Que se vaya, porque es vieja, como dama de compañía de
la jovencita y menor; y cuiden que no se vuelva su Celestina;
y si sucediera semejante situación, que sea confinada a servir
a algún mendigo, quien, con irla mostrando y haciéndola
montar por niños y otros sem'ejantes, para curar la fiebre
cuartana y otras pequeñas enfermedades, pueda así ganar lo
suficiente para que vivan ambos."
Preguntó entonces Marte:
"¿Qué haremos con nuestro Dragonzuelo, oh Júpiter?"
Y respondió el padre:
"Que diga Momo."
Y éste expresó:
"Esa es una bestia inútil y está mejor muerta que viva. Pe-
ro, si les parece bien, mandémosla a la Hibernia o a una isla
de las Orcades a pastar. 88 Perq fíjense bien, pues no es de du-
darse que con la cola no haga algún desastre de estrellas, ha-
ciéndolas precipitarse al mar."
Respondió Apolo:
"No temas, oh Momo, porque ordenaré a Circe o a Medea
que con los versos con los que se durmió cuando era guardián
de las manzanas de oro, ahora sea de nuevo adormecido y
trasportado despacio a la Tierra. Y no me parece que deba
morir, sino que se vaya mostrando por dondequiera que exista
bárbara belleza: porque las manzanas de oro serán las belda-
des, 89 el dragón será la fiereza, Jasón será el amante, el en-
canto que duerme al dragón será que

88 "Hibernia es Irlanda y las Orcades son las islas Orlmey y Shetland (en Esco-
cia)", Guzzo, nota 2 en p. 504.
89 Se refiere a las manzanas de oro de las Hespérides, que Gea había regalado a
Hera en su boda con Zeus y que vigilaba el dragón Ladón, de las cuales se apoderó
Heracles (Hércules), según una de las versiones durmiendo al dragón (aunque ésta
no es la más difundida).

94
No hay tan duro corazón que proponiendo,
tiempo esperando, llorando y amando,
y quizá pagando, no se conmueva:
ni tampoco tan frío querer, que no se caliente. 90

¿Qué cosa quieres que ocupe su lugar, oh padre?"


"La Prudencia", respondió Júpiter, "la cual debe estar
junto a la Verdad; porque ésta no debe manejarse, moverse
y emplearse sin aquélla, y porque la una sin la compañía de
la otra no es posible que sea provechosa o que sea honrada."
"Bien provisto", dijeron los dioses.
A lo anterior, agregó Marte:
"Cefeo, cuando era rey, solamente supo mover los brazos
para agrandar el reino que la fortuna le ofreció. 91 Ahora no
está bien que de la misma forma, abriendo los brazos de tal
suerte y agrandando los pasos, obtenga una plaza tan grande
en el cielo."
"Está bien, pues", dijo Júpiter, "que se le dé de beber el
agua del Lete92 para que pierda la memoria, olvidando la te-
rrena y celestial posesión y renazca en un animal que no tenga
ni piernas ni brazos."
"Así debe ser", agregaron los dioses, "pero que en su lugar
lo suceda Sofía, porque la pobrecita debe de participar de los
frutos y de la fortuna de la Verdad, su indisociable compañe-
ra, con la que siempre ha compartido las angustias, las aflic-
ciones, las injurias y las fatigas; además de que si no está
aquélla para que los adininistre, no sabemos cómo podrá lle-
garse alguna vez a reconocerla y honrarla."
"Con mucho gusto", dijo Júpiter, "lo acuerdo y os lo au-
torizo, oh dioses; porque todo orden y razón lo quiere, y má-
xime porque malamente creería haber puesto en su lugar a
aquélla sin ésta, pues no se podría hallar contenta en ese sitio
al estar lejos de su tan amada hermana y predilecta compa-
ñera."
90 "Contrafacción de versos de Taso, Aminta, acto l, escena i, y acto V, coro.
Bruno alladc por su cuenta, para mofa de las mujeres, el detalle de 'quizá pagando'",
Gentile, nota l en p. 620.
91 Véase supra nota 65.
92 Véase supra nota 16.

95
"De Arctofílax" ,91 dijo Diana, "que tan bien esmaltado
de estrellas guía el carro, ¿qué crees , Momo, que se deba hacer
con él?"
Éste respondió :
"Por ser ése el arcadio fruto de aquel sacrílego vientre y
aquel generoso parto, que todavía es testimonio de los horren-
dos atracos de nuestro gran padre, debe irse de aquí; ahora
búsquenle ustedes su morada."
Entonces dijo Apolo:
"¡Por ser hijo de Calisto que siga a su madre!"
Agregó Diana:
"Y porque fue cazador de osos, que vaya detrás de la ma-
dre, con tal de que no le clave encima alguna punta de fle-
cha. "
Añadió Mercurio:
"Y porque véis que no sabe andar otro camino, que vaya
siempre mirando a la madre, la que debería regresar a la Eri-
mantida selva."
"Así será mejor", dijo Júpiter, "y porque la infeliz fue vio-
lada por la fuerza, yo quiero reparar el daño volviéndole a
dar, si así place a Juno, su hermosa prístina figura."
"Lo acepto" , dice Juno, " si antes le dan nuevamente su es-
tado de virginidad y queda, por consecuencia, en custodia de
Diana."
"No hablemos más de esto por ahora", dijo Júpiter, " sino
veamos qué queremos colocar en su lugar ."
Después de muchas y muchas discusiones, sentenció Jú-
piter:
"Allí suceda la Ley, porque es necesario que ésta esté en el
cielo, dado que así como ésta es hija de la Sofía celeste y divi-
na, al igual que aquella otra es hija de la inferior , en la que
esta diosa manda su influjo e irradia el esplendor de su propia
luz mientras va por los desie"os y lugares solitarios de la
Tierra."
"Bien dispuesto, oh .Júpiter", dijo Palas, "porque no es

9l & identifica con la constelación del Boyero (Bootes). "Arctoffiax habría naci-
do de los amores de Calisto y Júpiter: lgino, Astron., 11 , 4". Gentile. Árcade. héroe
epónimo de los arcadios, sería su nombre.

96
verdadera ni buena aquella ley que no tiene como madre a
Sofía y como padre al intelecto racional ; y por tal razón, esta
hija no debe estar lejos de su madre; de manera que para que
desde abajo contemplen los hombres cómo deben ser ordena-
dos los asuntos al lado de ellas, se provea en este punto de este
modo, si así le parece bien a Júpiter.
" Después sigue la sede de la Corona Boreal, hecha de zafi-
ro, enriquecida con tantos lucientes diamantes y que da una
hermosísima perspectiva con cuatro y cuatro, que son ocho,
carbúnculos9-I ardientes. Ésta, por ser algo hecho abajo, tras-
portada desde abajo, me parece muy digna de ser presentada
a algún heroico príncipe, que no sea indigno de ella; pero vea
nuestro padre a quién desprovisto debemos ofrecérsela menos
indignamente."
"Que se quede en el cielo", repuso Júpiter, "en espera del
momento en que deberá ser otorgada eri premio a ese futuro
brazo invicto, que con el mazo y el fuego traerá la tan ansiada
paz a la mísera e infeliz Europa, destrozando todas las cabezas
de este monstruo peor que el Lemeo, 91 que con multiforme
herejía esparse el fatal veneno, el cual se expande a grandes
pasos por todas partes a través de las venas de aquélla."
Añadió Momo:
" Bastará que dé fin a esa poltronesca secta de pedantes, que
sin actuar bien según la ley divina y natural, se creen religiosos
gratos a los dioses, y dicen que hacer el bien está bien, y el ha-
cer mal está mal, pero que no por el bien que se haga o el mal
que no se haga se llega a ser digno y grato a los dioses, sino
por confiar y creer de acuerdo a su catecismo. Ved , dioses, si
alguna vez se encontró bribonada más abierta que ésta, que
sólo por ellos no es vista, pues los cuales no ven nada."
" Cierto" , dijo Mercurio, "aquel que no conoce ninguna

94 Rubíes: "& le dio esie nombre suponiendo que lucia en la oscuridad como un
carbón encendido", OLE RAE, pp. 258-259.
9S La Hidra. monstruo hijo de Tifón, cuyo veneno era altamente mortífero, como
fue el caso de Hércules. & le concebía con cuerpo de perro y nueve cabezas de ser-
piente. de las cuales una era inmortal. " Alusión a la Reforma protestante en sus múl-
tiples sectas", Guzzo, nota 1 en p. 506. Esta parte de la obra es bastante oscura (cosa
por demás comprensible); en este punto regresa al sujeto original: "la poltronesca
secta de pedantes".

97
iniquidad, no conoce ésta, que es la madre de todas. Cuando
el propio Júpiter y todos nosotros juntos propongamos tal
pacto a los hombres, deberemos ser más abominados que la
propia muerte, como aquellos que, coa enorme daiio de la con-
vivencia humana, no tienen otra cosa en mente más que su
vana gloria."
" Lo ~ores", dijo Momo, "que nos difaman diciendo que
esto t'S institución de los supremos; y también con aquello de
que censuran los efectos y los frutos , dándoles todavía d títu-
lo de defectos y vicios. Mientras nadie obra por ellos y ellos
obran por nadie (porque no hacen otra obra qut' hab1ar mal
de las obras), en tanto viven de las obras dt quienes han otra-
do más para otros que por ellos, y que para otros han institui-
do templos, capiUas, albergues, hospitales, colegios y univer-
sidades; por lo que son abiertamente ladrones y usurpadores
de los bienes ilereditéirios de oteo~ : los cuales, si no son perfec-
tos, ni tan buenos como deben, empero no serán (como sí son
ellos) perversos y perniciosos al mundo: sino que más bien son
necesarios para la República, peritos en las ciencias especula-
tivas, estudiosos de la moralidad, solícitos en cuanto a aumen-
tar el celo y cuidado en auxiliarse el <1'10 al otro, y mantener
la convivencia (parn la que están ordenadas todas las leyes),
proponiendo algunos !Jremios para los benefactores y amena-
1..ando con ciertos castigos a los delincuentes. Además, mien-
tras dicen<l6 que toda su atención está en las cosas invisibles,
las cuales ni ellos ni otros entendieron jamác;, dicen que para
la consecución de aquéllas basta sólo el destino, el cual es in-
mutable, mediante ciertas afecciones interiore~ y fantasías, de
las cuales se nutren principalmente los dioses. "
"Sin embargo", dijo Mercurio , "no les dehe enojar ni exci-
tar el celo el que algunos crean que las obras son ::ieces1rias,
ya que tanto el destino de aquéllos como d destino de los que
creen l<' contrario está prefijado, y no se modifica porque sus
creencias o no creenciac; se modifiquen. sea de una o de otra
manera. Y por la misma razón, ello:l no deben ser fastidiosos

96 Critica específica a los calvirustas, co1ara los cuales Bri.no COilSCTVa una natural
a versión debido a que en Ginchra estuvo " pun:o d.! morir acusado de hereje por
ellos.

98
a quienes no les creen, y que los toman por malvadisimos;
porque no a cama de que los vayan a creer y estimar hombres
de bien cambiarán de destino. Además de que, de '1cuerdo a
su doctrina, no está a su libre arbitrio el cambiarse a esta fe.
Pero los demás que creen lo contrario pueden. jurídicamente,
según su conciencia, no sólo serles molestos, sino, además,
considerar como un gran sacrificio a los dioses y como un be-
neficio p1ra el mundo el perseguirlos, matarlos y borrarlos de
la faz de la Tierra, porque s0n peores que los gusanos, que las
langostas estériles y que las arpías, las cuales no hacían nada
bueno, sino que las cosas que no podían devorar las despeda-
zaban y ensuciaban con los pies, poniéndoles obstáculos a los
que se esforzaban en conse~uirlas."
''Todos los que tienen j mcio natural'', dijo A polo, ·'juzgan
buenas las leyes, porque tienen como meta la práctica; y. de
aquéllas, comparativamente las mejores son las que propician
mejor la práctica; porque de todas las leyes, unas han sido
proporcionadas por nosotros, otras estableciaas por los hom-
bres, de manera especial para el bieuestar de la vida humana ;
y es por eso que algunos no ven el fruto de sus méritos en esa
vida, sino que el bien y el mal, el premio y el castigo, según
sus obras, les es prometido y puesto antP. la perspectiva de la
otra vida. De todos, pues, los que creen y enseñan diversa-
mente" , dijo Apolo, "sólo éstos merecen ser perseguidos por
cielo y tierra, y exterminados como peste de! mundo; y no
son más dignos de misericordia que los lobos, osos y ~erpien­
tes, tanto que el acabar con ellos es una obra meritoria y dig-
na; por el contrario, tan incomparablemente mayores serán
los méritos de quien los elimine, cuanto que mayor pestilencia
y ruina traen éstos que aquéllos."
"Por eso", aclaró bien Momo, ·•es que la Corona Austral
se reserva especialmente a quien por el • dcstir\G ec;tá dispuesto
a acabar con esta fétida porquería del mundo. "
" Bien", dijo Júpiter, "así quiero, así determino que sea
otorgada esta corona, como Mercurio, Momo y Apolc han
propuesto con razón y vosotros consentís. Esta peste, por ser
cosa violenta y contra toda ley y naturaleza, ciertamente no
podrá durar mucho; como podéis daros cuenta. que ellos tie-
nen su hado o destino completamente en contra, porque ja-

99
1
más creció el número de éstos;si no fue para provocar mayor
ruina."
"La corona es un digno premio", afirmó Saturno, "para
quien los quitará de en medio; pero para estos perversos resul-
ta pequeño y desproporcionado castigo el ser sólo borrados
de la conversación de los hombres: pues me parece además de
justicia que, una vez que hayan dejado ese cuerpo, de inme-
diato, por muchos lustros y por varias centenas de años, va-
yan trasmigrando de cuerpo en cuerpo, por diversos cambios
y varias veces, y terminen habitando en cerdos, que son los
animales más holgazanes del mundo, o que se tomen en ostras
marinas pegadas a los escollos."
"La justicia", dijo Mercurio, "pide lo contrario. Me pare-
ce justo que como castigo a la ociosidad se les dé el trabajo.
Aunque será quizá mejor que terminen en asnos, para que
retengan la ignorancia y se despojen del ocio; y en ese supues-
to, gracias al continuo trabajo, tengan poco heno y paja por
alimento y muchos bastonazos como recompensa."
Todos los dioses aprobaron en masa este punto de vista.
Entonces, sentenció Júpiter que la corona sea eterna para
quien les propine la última sacudida; y que aquéllos vayan
rencarnado en asnos por tres mil años . Sentenció, además,
que en el lugar de esa corona particular quedara la ideal y co-
municable al infinito, para que de ella puedan suscitarse infi-
nitas coronas, como de una lámpara encendida, sin disminuir
y sin menoscabo de su virtud y eficacia, se pueden encender
otras infinitas. A esa corona quiso que le fuera unida la espa-
da ideal, la cual igualmente tiene más auténtico ser que cual-
quier otra particular, subsistente dentro de los límites de las
operaciones naturales. Por esa espada y corona entiende Júpi-
ter el juicio universal, por el cual en el mundo cada uno sea
premiado o castigado según la medida de sus méritos y delitos.
Aprobaron mucho esta decisión todos los dioses, porque con-
viene que la Ley tenga su sede junto al Juicio, ya que éste se
debe gobernar por aquélla y aquélla debe ejercitarse por éste;
éste debe ejecutar y aquélla dictar; en aquélla ha de fundarse
toda la teoría, en éste toda la práctica.
Después de muchos discursos y digresiones a propósito de
esta sede, Momo mostró Hércules a Júpiter, y le dijo:

100
1
"Ahora, ¿qué haremos con este bastardo tuyo?"
A lo que respondió Júpiter:
"Habéis oído, dioses, la razón por la que mi Hércules se
debe ir con los demás a otro lado. Pero no quiero que su parti-
da sc:a como la de los demás; porque la causa, modo y razón
de su asunción ha sido muy diferente, ya que únka y singular-
mente por las virtudes y méritos de sus hazañas heroicas se ha
merecido el cielo; y aunque espurio, empero ha demostrado
tener la dignidad para ser hijo legítimo de Júpiter. Y ved de
manera clara que sólo por ser adventicio y no naturalmente
dios, es que se le niega el cielo; y es mío, no suyo, el error por
el que soy señalado, como ha sido dicho. Y creo que os re-
muerda la conciencia; porque si alguien debiese ser exceptua-
do de esa regla y determinación general, ése debería ser sólo
Hércules. Pero, si lo quitamos de aquí y lo mandamos a la
Tierra, hagámoslo sin restarle nada a su honor y reputación,
que no deben ser menores que si continuara en el cielo."
Se levantaron muchos, digo, la gran mayoría de los dioses
y dijeron:
"Con mayor reputación, si mayor se puede."
"Instituyo, pues", agregó Júpiter, "que en esta ocasión a
él, como persona laboriosa y fuerte, le sea otorgada tal comi-
sión y cuidado, por la cual se vuelva un dios terrenal, grande
de tal modo que sea más estimado por todos que cuando era
conocido como semidiós celestial."
Esos mismos respondieron:
"Que así sea."
Y porque algunos ni se habían levantado entonces, ni ha-
blaban ahora, se dirigió Júpiter a ellos y les dijo que también
se hicieran oír. Sin embargo, algunos de ellos dijeron:
"Probamus. " 97
Otros dijeron:
"Admittimus. " 98
Juno sentenció:
"Non refragamur. " 99

97 A ceptamos.
98 Admitimos.
99 No impugnamos.

101
r
Emor.ces profirió Júpiter el decreto en esta forma:
"En virtud de que actualmente se descubren monstruos en
algunos lugares de la Tierra, si bien no tal como eran en los
tiempos de los antiguos agrkultores -aunque quizá peo-
res-; yo, Júpiter, r,adre y proveedor general, instituyo que, si
no con igu.al o mayor corpulencia, dotado y enriquecido em-
pero con mayor ater1ción, diligencia, vigor de ingenio y efica-
cia de espíritu, se vaya Hércules a la Tierra como mi lugarte-
niente y minic;tra de mi poderoso brazo; y así como se mostró
grande al principio, cuando nació y fue parido en ella, al ha-
be!' superado y vencido a tantos feroces monstruos; y después,
cuando 1etornó a ella victorioso del infierno, apareciendo
co:no inesperado consüeio de los amigos e imprevisto venga-
dor de los ultrajantes tiranos; así, ahora, como un nuevo, tan
nece'ciaric y anhelado proveedor, sea por tercera vez visto por
su madre; y recorrier.do las posesiones de ella, vea si de nueva
cuenta va abatiendo por las arcádicas ciudades a algún león
Nemeo; si el Clecneo aparece de nuevo en Tesalia. Que vea si
la Hidra, esa peste de Lema, ha resucitado para tomar sus re-
toñantes cabezas. Que descubra si e11 Tracia ha resurgido
aquel Diémedes, quien ~on la ~angre de los peregrinos alimen-
ta en el Ebro a los caballos. Vuelva los ojos a Libia, por si An-
teo, que tantas veces recobraba su espirita, hubiera alguna vez
recobrado el cuerpo. Considere si en el reino ibero hay algún
tricorpóreo Geríones. Que levante la cabeza y vea si en estos
tiempos vuelan por los aires las perniciosísimas estinfálidas,
digo, si vuelan esas arpías, qae a veces solían nublar el aire e
impedir la vista de los astros luminosos. Que observe si algún
ríspido jabalí se ve paseando por los erimánticos desiertos. Si
encuentra algún toro, PO diverso del que causaba hórrido te-
mor a tantos pueblos; si se necesita hacer salir a la superficie
a un triforme Cerbero que ladre, para que vomite el mortífero
acónito; si alrededor de los salvajes altares se encuentra aigún
carnicero Busiris; si alguna cierva, que con dorados cuernos
adema la cabeza, aparece por esos desiertos, parecida a
aquella que con los pies de bronce corría veloz, semejante al
viento; si alguna nueva reina amazona ha congregado a las
tropas rebeldes; si algún pérfido y variable Aqueloo, con in-
constante, multiforme y variado aspecto, tiraniza en alguna

102
r
parte; si hay hespérides que, defendidas por el dragón, estén
custodia=ido las manzanas de oro; si de nuevo aparece la célibe
y audaz reina del pueblo Termodoncio; si por Italia va rapi-
ñando aigún Lanc!n:o ladrón, o algún Caco depredador, que
con el humo y las llamas defienda sus hurtos; 100 si éstos , pa-
recidos u otros nuevos e inauditos monstruos se le aparecieran
y se le arrojaran mientras va lustranc;lo el espacioso dorso de
la Tierra , que revuelva, reforma, arroje, persiga, ate, dome,
desnude, disipe, rompa, despedace, quiebre, deprima, sumer-
ja, queme, parta, mate, nulifique. Por esas hazañas, merced
a tantas y tan gloriosas fatigas, ordeno, si no me contradice
el destino, que en los lugares donde efectúe sus heroicas em-
presas, le sean erigidos trofeos, estatuas, colosos y, además,
altares y templos."
"Verdaderamente, oh Júpiter'', dijo Momo, "ahora me
pareces por completo y en todo un dios del bien; porque veo
que el paternal afecto no te lleva a traspasar los límites de la
retribución, según los méritos de tu Alcides; quien, si no es
digno de tanto, es por lo demás merecedor tal vez de aiguna
ventaja, incluso a juicio de Juno, quien ve.o, por su sonrisa,
que acepta igualmente lo que digo."
Pero he aquí a mi tan esperado Mercurio, oh Saulino, por
lo que es conveniente que nuestra plática sea diferida para
otro día. Haz el favor de alejarte y dejarnos conversar juntos
en privado.
Saulino: Bien, hasta mañana.
Sofía: Aquí está aquél a quien ayer dirigí les votos: al fin,
después de que ha tardado tanto, se me hace presente. Ayer
en la tarde aquéllos deberían haberle llegado, anoche haber
sido escuchados y esta maiiana realizados por el mismo. Si no
ha acudido rápido a mi voz, algo grave lo ha de haber deteni-
do, puesto que creo que no soy menos amada por él, que por
mí misma. Helo ahí, lo veo salir de esa nube brillante por su
blancura que, impulsada por el espíritu de Austro, corre hacia

100 Hércules o Herades es una de las figuras más ricas y conocidas de la mitología
griega, el héroe por excelencia. Entre los ciclos de trabajos y hazanas que se vinculan
a su figura están éstos aquí mencionados. Bruno aprovecha, más o menos, las ha-
zaftas del Hércules matabestias para lanzar algunas críticas a circur.stancias de su
época.

103
el centro de nuestro horizonte y cediendo a los centelleantes
rayos del Sol se abre en círculo, casi coronando mi noble pla-
neta. Oh sagrado padre, alta maje.stad , te agradezco porque
veo a mi alado numen despuntar por en medio y con las alas
extendidas batiendo el aire, alegre con el caduceo en la mano,
hendir el cielo en dirección mía más veloz que el ave de Júpi-
ter, más errante que el hálito de Juno, más singular que la
Arábiga Fénix; rápido se aproximó a mí, gentil se me presen-
ta, devoto como nunca se me muestra.
Mercurio: Heme aquí contigo, olJ?equioso y favorable a tus
deseos, oh Sofía mía, ya que me has mandado llamar; y tu ple-
garia no ha llegado a mí como humo aromático, según es tu
costumbre, sino como penetrante y bien alada saeta de rayo
resplandeciente.
Sofía: Pero tú, numen mío, ¿cómo es que, según acostum-
bras, no te has presentado rápidamente?
Mercurio: Te diré la verdad, oh Sofía. Tu plegaria me llegó
cuando yo ya había regresado del infierno para poner en las
manos de Minos, Eaco y Radamantes doscientos cuarenta y
seis mil veintidós almas, que por diversas batallas, suplicios
y necesidades han cumplido el curso de la animación de los
cuerpos presentes.'º' Allí estaba conmigo la Sofía celeste, IJa-
mada vulgarmente Minerva y Palas, quien por el vestido y el
andar inmediatamente supo que esa embajada era tuya .. .
Sofía: Bien la podía conocer, ya que, no menos que conti-
go, frecuentemente suelo tratar con ella.
Mercurio: ... Y me dijo:
"Vuelve los ojos, oh Mercurio, que por ti viene esta emba-
jada de nuestra hermana e hija terrena. La que vive de mi espí-
ritu y de más lejos, cerca de las tinieblas , procede del resplan-
dor de mi padre, quiero encomendártela."
"Resulta innecesario, oh nacida del cerebro de Júpiter'' , le

101 " Aq uí no solamente imita Bruno a Luciano, sino que alude también a aconte·
cimientos contemporáneos. En España el cruel trato del Santo Oficio y Ja animosidad
contra los hebreos y moriscos, las persecucio nes en Inglaterra contra los pre$biteria·
nos y católicos, la octava guerra civil ea Francia, la insurrección de Flandes contra
Felipe 11, las luchas religiosas en Alemania, para no mencionar otras, eran causas de
estragos y exterminios", Gentile, nota 3 en p. 631. Minos, Eaco y Radamanlis eran,
para la mitología griega , los jueces del Hades Oos infiernos).

104
respondí, " el recomendarme a nuestra común y tan amada
hermana e hija. ''
Me aproximé, pues, a tu mensajera: la abracé, la besé, la re-
duje, abrí los botones de la chaqueta y la guardé apretada en-
tre la camisa y la piel, bajo la cual late y vuelve a latir el pulso
de mi corazón. Júpiter (que estaba presente, un poco aparta-
do, discutiendo en secreto con Eolo y Océano, quienes esta-
ban con las botas puestas para regresar rápidamente a sus
asuntos acá abajo) vio lo que hice y, rompiendo el discurso
en que se haJlaba, me preguntó curioso qué solicitación era
ésa que me había metido en el pecho; y habiéndole respondido
que era tuya:
"¡Oh mi pobre Sofía! " , dijo, "¿cómo está?, ¿qué hace?
Ay, pobrecita, por esa carta, que no está muy lujosamente
plegada, entendí que no podía ser otra cosa más que lo que di-
ces. Hace mucho tiempo que no hemos tenido noticia alguna
de ella. ¿Qué cosas pide?, ¿qué le hace falta? , ¿qué te pro-
pone?"
" Nada más", dije, "que vaya junto a ella y la escuche por
una hora."
" Está bien", dijo , y regresó a terminar su discurso con los
dos dioses; y después me llamó de prisa, diciendo: " Vamos,
vamos, rápido, ordenemos nuestros asuntos, antes de que va-
yas a ver qué quiere esa infeliz y yo vaya a encontrar a mi fasti-
diosa esposa, que ciertamente me pesa más que toda la car-
ga del universo. De repente quiso (porque de nuevo así ha sido
decretado en el cielo) que con mi mano registrara todo lo que
debe ser provisto hoy en el mundo."
Sofía: Déjame oír, si quieres, estos asuntos, ya que me has
despertado este cuidado en el pecho.
Mercurio: Te diré. Ha ordenado que hoy a mediodía, dos
melones, de entre los demás del melonar de Franzino, estén
perfectamente maduros; pero que no sean cortados sino tres
días después, cuando no serán juzgados buenos para comerse.
Quiere que al mismo tiempo del azufaifo que está en casa de
Gioan Bruno, a las faldas del monte Cicala, 102 treinta azufai-

102 " Gioan Bruno: padre del filóso fo. También los otros nombres que se presen-
tan en esta página evocan a personas bien conocidas por Bruno, las cuales vivían en

105
fos sean cortados perfectamente, diecisiete caigan a la tierra
sin madurar y quince sean comidos pcr los gusanos. Que Vas-
ta, esposa de Al>enzio, mientras se quiere enchinar los cabe-
llos de las sier:es, por haber calentado demasiado el hierro, se
le quemen cincuenta y siete; pero que no se le e~calde la cabe-
za, y que por esta vez no blasfeme cuando sienta el hedor; sino
con paciencia lo deje pasar. Que del estiércol de su buey naz-
can doscientas cincuenta y dos cucarachas, de las cuales cator-
ce sean pisadas y muertas por el pie de Abenzio, veintiséis
mueran boca arriba, veintidós vivan en una caverna, ochenta
vayan en peregrinación por el corral, cuarenta y dos se vayan
a vivir bajo el tronco que está junto a la puerta, dieciséis va-
yan desenrollando las pelotillas por donde mejor les parezca,
y que el resto corra a la suerte. Que a Laurenza, cuando se pei-
na, se le caigan diecisiete cabellos, trece se le rompan y, de
aquéllos, diez le vuelvan a nacer en tres días y siete ya no le
vuelvan·a salir. Que la perra de Antonio Savolino conciba cin-
c9 cachorritos, de los cuales, a su tiempo, vivan tres y dos sean
arrojados; y de los tres. el primero se parezca a la madre, el
segundo sea diferente, y el tercero sea en parte parecido al pa-
dre y en parte al de Polidoro. Que en ese tiempo se oiga cantar
el cuclillo desde la Starza, y que no deje oír más que doce can-
tos, ni más ni menos; después que parta y se vaya a las ruinas
del castillo Cicala por once minutos, y de ahí vuele a Scarvai-
ta; 103 y lo que debe hacer después, lo veremos luego. Que la
piel que el maestro Danese corta sobre la banca, sea estropea-
da. Que de las tablas de la cama de Constantino partan doce
chinches y se vayan a la cabecera: siete de las más grandes,
cuatro de las más chicas y una mediana, y lo que ha de ser de
ellas lo veremos esta noche a la luz de la vela. Que a los quince
minutos de la misma hora, por el movimiento de la lengua, la
cual se irá llevando por el paladar por cuarta vez, a la vieja
de Fiurulo se le caiga la tercera muela que tiene en la mandíbu-

la comarca de San Giovanni del Cesco, su lugar natal", Guzzo, nota 3 en p. 514.
103 "Starza: localidad en las faldas del monte Cicala", Guzzo, nota 8 en p. 514;
"Castillo (Cicala) construido sobre una de las colinas que se elevan entre San Pablo
y Casamarciano, en lo alto de Nola, a principios del siglo xu ... en 1512 no quedaban
de él más que ruinas". Gentile, nota 1 en p . 635 ; " Scarvaita: barrio en las cerca-
nlas de Nola", Guzzo, nota 10 en p. 514. ·

106
la inferior derecha, la cual se caiga sin sangre y sin dolor; por-
que dicha muela ha llegado al término de su trepidación, que
ha perdurado precisamente diecisiete revoluciones lunares
anuales. Que Ambruoggio, en el cientoduodécimo empujón
haya despachado y expedido el negocio con su mujer, y que no
la preñe esta vez, sino a la siguiente con ese semen en el que
se convertirá ese puerro cocido, que come ahora con el arrope
y el pan de mijo. Que al hijo de Martinelli le empiecen a salir
los vellos de la pubertad en el pubis y le comience a cambiar
la voz. Que a Paulino, mientras quiere alzar una aguja rota
del suelo, por la fuerza que haga, se le rompa la cinta roja de
los calzones, por lo que, si blasfema, quiero que sea castigado
después con que esta noche su sopa esté demasiado salada y
sepa a humo; que caiga y se le rompa el botellón lleno de vino ;
y, si por esto también blasfema, proveeremos luego al respec-
to. Que de siete topos, los cuales salieron hace cuatro días del
fondo de la tierra tomando diversos caminos hacia la superfi-
cie, dos lleguen a la misma hora, uno en punto a mediodía y
el otro quince minutos y diecinueve se.g undos después, separa-
dos tres pasos el uno del otro, un pie y medio dedo en el huerto
de Anton Faivano. De la hora y lugar de los otros se verá más
tarde. 104
Sofía: Tienes mucho quehacer, oh Mercurio, si quieres con-
tarme todos estos actos de la provisión que hace el padre Júpi-
ter; y al quererme hacer escuchar todos estos decretos particu-
lares uno por uno, me parece que eres como aquel que quería
contar todos los granitos de arena que existen en la Tierra. Has
tardado tanto en contar cuatro minucias de la infinidad que
han sucedido en un pequeño lugar, donde hay cuatro o cinco
moradas no tan espléndidas, que pienso: ¿qué sucedería si
quisieras dar por completo cuenta de las cosas ordenadas para

l().I " El discurso de Mercurio ha dado bastante material a los estudiosos de Bruno .
El cual se complace en es1e lugar en recoger algunos recuerdos del pequeño mundo
en el que había vivido de nillo, y que, en Londres, después de lantos años de que se
había alejado, de tantos pa(ses visitados y tantas vicisitudes en las que se había visto
involucrado, le volvía naturalmente a la memoria, deseando representar los pequeños
cuidados que la Providencia divina debía no obstante darse por la diminuta vida, in-
cluso vulgar, de una pequeñísima parte del mundo, co mo era la mezquina 'comarca',
dond~ estaba su modes1a casita paterna y aquellas pocas de las pocas personas por
él conocidas en los años ya lejanos de su infancia'', Gen1ile, nota 2 en p. 637.

107
esta aldea, que está en las faldas del monte Cicala? Seguramen-
te no te bastaría un año para explicar una por una, como has
empezado a hacer. ¿Qué pasaría , si además quis_ieras apo.rtar
todo lo acontecido en la ciudad de Nola, en el remo de Napo-
les, en Italia, en Europa, en todo el globo terrestre, en cada
uno de los globos que hay en el infinito, como infinitos son
los mundos sometidos a la providencia de Júpiter? En verdad,
para contar todo lo que ha sucedido y ordenado en un instante
en el ámbito de uno solo de estos orbes o mundos no te basta-
ría pedir cien lenguas y cien bocas de hierro, como hacen los
poetas, 1os sino que necesitarías' miles y miles de millones en el
término de un año y no habrías ejecutado ni la milésima parte.
Y para decir la verdad, oh Mercurio, no sé qué signifique este
reporte tuyo, por el cual algunos de mis cultivadores, l~a~a­
dos filósofos consideran que este pobre gran padre Jup1ter
está muy ocu~ado, atareado y apremiado; y creen que él tiene
tal fortuna que no hay mortal alguno que deba enviéliar su es-
tado. Esto, sin mencionar que en el tiempo que gastaba en
proponer y destinar estos resultados, necesariamente surgie-
ron infinitas veces infinitas ocasiones de proveer y haber pro-
visto a otros: y tú, mientras r.ne lo quieres contar, si quisiera
hacer tu trabajo, debes haberlo hecho y hacerlo infinitas veces
otras tantas infinitas.
Mercurio: Sabes, Sofía, si eres Sofía, que Júpiter hace todo
sin trabajo, afán y molestia, porque a innumerable~ especies
e infinidad de individuos provee dando orden y habiendo or-
denado, no con cierto orden sucesivo sino en forma absoluta-
mente inmediata y simultánea; y no hace las cosas al modo de
los eficientes particulares, una por una, con muchas acciones
y con aquellas infinitas llega a actos infinitos; sino que todo
lo pasado, presente y futuro lo realiza con un acto simple Y
singular. . .
Sofía: Yo puedo saber, oh Mercurio, que no mmed1at~­
mente cuentas y pones en ejecución estas cosas y ellas no estan
en un sujeto simple y singular; y, sin embargo, el eficiente

1os " Virgilio, Eneida, VI, 625-626: ... Mih i si linguae centum.sinl oraqu~~n1um_.
Ferrea vox . .. ( ... aún si hubieron para mí cien lenguas>' bocas, ferrea vo.:... ) • Gcnu-
le, nota 1 en p. 640.

108
debe ser proporcionado o, por lo menos, con la operación ha-
cerse proporcional a aquéllas.
Mercurio: Es verdad lo que dices, y así debe ser, y no puede
ser de otra manera en el eficiente particular, próximo y natu-
ral; porque allí, según la razón y medida de la efectiva virtud
particular, sigue la medida y razón del acto particular respecto
al particular sujeto; pero en el eficiente universal no es así,
porque él es proporcionado, si se puede decir así, a todo el
efecto infinito que de él depende, según la razón de todos los
lugares, sujetos, tiempos y modos.
Sofía: Sé, oh Mercurio, que el conocimiento universal es di-
ferente del particular, como el finito del infinito.
Mercurio: Di mejor: como la unidad respecto del número
infinito. Y debes saber también, oh Sofía, que la unidad está
en el número infinito, y el número infinito en la unidad; ade-
más, que la unidad es un infinito implícito, y 'el infinito es la
unidad explicita: de lo que se sigue que, donde no hay unidad,
no hay número, ni finito ni infinito; y dondequiera que hay
número, o finito o infinito, ahí necesariamente está la uni-
dad. Ésta, pues; es la sustancia de aquél; por lo tanto, quien
no por accidente, como algunos intelectos particulares, sino
esencialmente, como la inteligencia universal, conoce la uni-
dad, conoce lo uno y el número, conoce lo finito e infinito,
el fin y término de comprensión y exceso de todo; y esto puede
hacer todo no sólo en universal, sino también en particular;
así como no hay particular que no sea comprendido en lo uni-
versal, no existe número en el cual más verdaderamente no
esté la unidad, que el número mismo. Así, pues, sin dificultad
alguna y sin obstáculo Júpiter provee a todas las cosas, en to-
dos los lugares y tiempos, como necesariamente el ser y uni-
dad se encuentra en todos los números, en todos los lugares,
en todos los tiempos y átomos de tiempos, de lugares y de
números; y el único principio del ser está en infinitos indivi-
duos, que fueron, son y serán. Pero no es para esta dispu-
tación el objeto para lo cual he venido y por lo que creo haber
sido llamado por ti.
Sofía: Es verdad que sé bien que estas son cosas dignas de
ser decididas por mis filósofos, y plenamente entendidas no
por mí, que no las puedo comprender más que con dificultad

109
a través de comparaciones y similitudes, sino por la Sofía ce-
leste y por ti; pero fue por tu narración que he sido llevada a
tal cuestión, antes de llegar a discutir acerca de mis particula-
res intereses e intenciones. Y ciertamente me pareció que fuera
de todo propósito que tú , juiciosísimo numen , hubieses entra-
do a discutir cosas tan mínimas y bajas.
Mercurio: No lo he hecho con vanidad, sino con gran previ-
sión, Sofía; porque he juzgado necesaria esta reprensión para
ti, por lo que conozco, que por las muchas aflicciones estás de
tal manera turbada que con facilidad el sentimiento te lleva a
querer opinar de forma no muy pía acerca del gobierno de los
dioses; el cual es justo y sacrosanto PJ!ra el fin último, aunque
la'i cosas aparezcan en la forma como tú las ves, confusísimas.
He querido, por tanto, antes de tratar otra cosa, incita11e a tal
contemplación, para volverte segura frente a las dudas que
pudieses tener, y que tal vez muchas veces demuestras; porque
siendo terrena y discursiva, tú no puedes entender claramen-
te la importancia de ta providencia de Júpiter y del estudio de
nosotros sus colaterales . 106
Sofía: Mas, sin embargo, oh Mercurio, ¿qué significa que
más bien ahora, que en otras ocasiones, te ha movido este
celo?
Mercurio: Te diré, pues. lo que he pospuesto decirte hasta
ahora: porque tu voto, tu oración, tu embajada, aunque llegó
al cielo y a nosotros veloz y pronta, estaba no ob!>tante como
congelada a medio verano; era ilresolu!a, estaba trémula, casi
más como arrojada a la fortuna que .;orno enviada y encarga-
da a la providencia; como si estuviera dudosa de poder lograr
la meta de tocamos los oídos, como de quienes están atentos
a cosas que son consideradas más importante<;. Pero te enga-
ñas, Sofía, si piensas que no tenemos cuidado por las cosas
mínimas, como lo hacemos por las principales; de igual modo
que las cosas grandísimas y principalísimas no permanecen sin

106 "Estas palabras de Mercurio vien:n a respaldar abienamente el que, como en


las nimiedades de páginas anteriores, Bruno no pretende de ningún modo burlarse
del concepto de la Providencia, como t;intas veces y por tantos aut..>res se ha repetido;
sino que sólo desea representar en una forma caprichosa y paradójica, como era la
índole de su inger..io, un concepto que para él tenia un valor altamente especulativo",
Gentile, nota 1 en p. 642.

110
las mínimas y abyectísimas. Todo, por consiguiente, aunque
mínimo, está bajo la infinitamente grande providencia; cada
cosa, por vilísima minucia que se quiera que sea, es importan-
tísima en el orden del todo y del universo; porque las cosas
grandes están compuestas por las pequeñas, y las pequeñas
por las pequeñísimas y éstas por los individuos y mínimos . Así
lo entiendo de las grandes su!>tancias, como cambien de los
grandes eficientes y de los grandes efector..
Sofía: Es verdad. Porque no hay arquitectura tan grande,
magnífica y bella, que no esté hecha de cosas que aparecen y
son juzgadas pequeñísimas, vilísimas e informes.
Mercurio: El acto del conocimiento divi!lo es la sustancia
del ser de todas las cosas; y, sin embargo, así como todas las
cosas tienen el ser finito o infinito, también todas son cono-
cidas, ordenadas y provistas. El conocimiento divino no es
como el nuestro, que viene después de las cosas; sino que está
antes <le las cosas, y se encuentra en todas las cosas, de mar.era
que si no se encontrara allí, no habría causas próximas y se-
cundarias.
Sofía: Y por eso quieres, oh Mercurio, que no me espante
pcr cosa mínima o grande que me ocurra, no sólo como prin-
cipal y directa, sino aun como indirecta y accesoria; y de que
Júpiter está en todo, colma el todo y escucha todo.
Mercurio: Así es; pero para el futuro, acuérdate de entu-
siasmar más a tu embajadora y no enviarla tan descuidada,
mal vestida y fría en presencia de Júpiter; y él y tu Palas me
impusieron que, antes de que te hablase de otra cosa, con al-
guna habilidad te advirtiera acerca de esto.
Sofía: Yo se los agradezco a todos.
Mercurio: Ahora explica la causa por la que me has hecho
venir a tu lado.
Sofía: Por la mutación y cambio de hábitos que observo en
Júpiter y por lo que por otros razonamientos he obtenido de
ti, he logrado la confianza para preguntarles e instarles a lo
que antes no me atrevía, cuando temía que cualquier Venus ,
Cupido o Ganimedes rechazara y expulsara a mi embajada en
el momento en que se presentase a la pue1ta de la cámara de
Júpiter. Ahora que ha reformado todo y c;ue ha ordenado
otros porteros, guías y asistentes y que él está tan bien dispues-

J11
to a la justicia, quiero que por tu intermedio le sea presentada
mi petición, la cual se refiere a las grandes ofensas que me ha-
cen diversas clases de hombres en la Tierra, y rogarle que me
sea favorable y propicio según su conciencia le dicte.
Mercurio: Esta petición tuya, por ser grande y de no poca
importancia, y también por haber sido n~e~amente dec~et~do
en el cielo que todos los asuntos, tanto civiles como.cnmma-
les sean registrados en la cámara, con todos sus mouvos, me-
di~s y circunstancias, es por ello necesario que me la entregues
por escrito, y así se la presente a Júpiter. y al senado celeste.
Sofía: ¿Para qué este nuevo ordenamiento? .
Mercurio: Para que de esta manera cada uno de los dioses
se vea obligado a hacer justicia; porque con el registro q.ue
eterniza la memoria de los actos, lleguen a temer la eterna in-
famia, y a incurrir en censura perpetua con la condena que se
debe esperar de la absoluta justicia que reina sobre los gober-
nantes y preside sobre todos los dioses.
Sofía: Así, pues, lo haré. Pero necesito tiempo par.a pensar
y escribir; por eso te ruego que vengas mañana a m1 lado, o
bien al día siguiente.
Mercurio: No falcaré. Tú piensa en lo que haces.

Fin del Diálogo primero

112
DIÁLOGO SEGUNDO

SauJino: Por favor, Sofía, antes de que pasemos a otra cosa,


dame razón de este orden y disposición de números que ha
formado Júpiter en los astros. Y primero dime, ¿por qué en
la eminentísima sede (porque así se la considera vulgarmente)
quiso que residiera la diosa Verdad?
Sofía: Fácilmente. Sobre todas las cosas , oh Saulino, está
situada la verdad; porque ésta es la unidad que está por enci-
ma de todo, es la bondad que es preeminente a cada cosa; por-
que uno es el ente, lo bueno y lo verdadero; lo mismo es verda-
dero, ente y bueno. La verdad es aquella entidad que no es
inferior a cosa alguna; porque si quieres imaginar algo antes
que la verdad, se necesita que creas que eso es algo diferente
a la verdad; y si lo imaginas como algo diferente a la verdad,
necesariamente lo concebirías como si no tuviera verdad en sí
y existiera sin verdad, como si no fuera verdadero ; de donde,
por consiguiente, es falso, es cosa de nada, es nada, es no ente.
Dejo establecido que nada puede ser anterior a la verdad, si
no es verdadero que aquél sea anterior y esté por encima de
la verdad; y tal ser verdadero no puede existir si no es por la
verdad. Así, no puede existir otro ser en compañía de la ver-
dad y existir él mismo sin verdad; ya que, si por la verdad no
es verdadero, no es ente, es falso, es nada. De igual mane-
ra, no puede existir algo al lado de la verdad; porque si está
después de ella, está sin ella; si está sin ella no es verdadero,
porque no tiene a la verdad en sí; por lo tanto será falso, por
lo tanto será nada. Por consiguiente, la verdad está antes que
todas las cosas, está con todas las cosas, está después de todas
las cosas, está sobre todo, con todo, después de todo; tiene ra-
zón de principio, medio y fin. Ella está antes de las cosas, a
modo de causa y principio, en cuanto que por ella las cosas
tienen dependencia; está en las cosas y es la sustancia misma
de ellas, en cuanto que de ella obtienen la subsistencia; está

113
después de todas las cosas, en cuanto que por ella se compren-
den sin falsedad. Es ideal, natural y conceptual; es metafísica,
física y lógica. Sobre todas las cosas, por lo tanto, está la ver-
dad; y lo que está sobre todas las cosas, aunque sea concebido
según otra razón y nombrado de otra forma, eso de todos mo-
dos tiene, en sustancia, que ser la misma verdad. Por esta cau-
sa, pues, con toda razón, quiso Júpiter que en la parte más
eminente del cielo sea vista la verdad. Pero ciertamente esta
que ves de manera sensible y que puedes comprender con la
capacidad de tu intelecto, no es la perfecta y primera, sino
cierta figura, cierta imagen y cierto esplendor de aquélla, la
cual es superior a este Júpiter del cua~ hablarnos a menudo y
que es materia de nuestras metáforas .
Saulino: Dignamente, oh Sofía, porque la verdad es la cosa
más sincera, la más divina de todas; más bien, la divinidad
y la sinceridad, la bondad y la belleza de las cosas es la verdad;
la cual, ni por violencia se destruye, ni por antigüedad seco-
rrompe, ni por ocultamiento disminuye, ni por comunicación
se dispersa; ya que ningún sentido la confunde, el tiempo no la
arruga, ningún lugar la esconde, la noche no la interrumpe,
la tiniebla no la vela; antes bien, mientras más y más impugna-
da es, más y más resurge y crece. Sin defensor ni protector se
defiende; y, sin embargo, ama la compai'úa de pocos y sabios,
odia la multitud, no se.muestra a los que por ella misma no la
buscan, y no desea manifestarse a los que humildemente no
se le entregan, ni a todos los que con fraude la inquieren; em-
pero permanece en lo más alto, donde todos miran, pero po-
cos contemplan. Pero ¿por qué, oh Sofía, la prudencia le si-
gue? ¿Tal vez porque los que quieren contemplar la verdad y
que la quieren predicar se deben gobernar con prudencia?
Sofía: No es ésta la causa. Esa diosa que está unida y próxi-
ma a la verdad tiene dos nombres: providencia y prudencia.
Se llama providencia en cuanto influye y se encuentra en los
principios superiores; y se llama prudencia en cuanto se efec-
túa en nosotros; como Sol suele ser nombrado aquel que escal-
da y difunde la luz, y además esa luz y esplendor difuso que
se encuentra en el espejo y además en otros sujetos. La provi-
dencia, pues, se declara en las cosas superiores, es compañera
de la verdad, no existe sin ella , es la misma libertad y la misma

114
necesidad; de manera que la verdad, la providencia, la liber-
tad y necesidad, la unidad, la esencia, la entidad, todas son
uno absolutísimo, como en otro momento te haré entender
mejor. Pero, para comodidad de la presente meditación, de-
bes saber que ésta infunde en nosotros la prudencia, la que
está asentada y constituida en cierto discurso temporal; y es
una razón principal que versa en torno a la universal y particu-
lar; tiene por doncella a la dialéctica y por guía a la sabiduría
adquirida, llamada vulgarmente metafísica, la cual considera
los universales de todas las cosas que caen bajo el conocimien-
to humano; y todas las consideraciones de estas dos se refieren
al uso de aquélla; tiene dos enemigas insidiosas que son vicio-
sas: a la derecha se encuentra la astucia, perfidia y malicia; a
la izquierda la estupidez, inercia e imprudencia. Y versa en
torno de la virtud deliberativa, como la fortaleza respecto del
ímpetu de la iracundia, la templanza respecto del consenti-
miento de la concupiscencia, la justicia respecto de todas las
operaciones, tanto exteriores como interiores.
Saulino: Por la providencia, pues, quieres que influya en
nosotros la prudencia, y que en el mundo arquetipo aquélla
responda a ésta que está en el mundo físico: ésta que ofrece
a los mortales el escudo, por el cual se fortifica con la razón
contra las cosas adversas, por el que somos enseñados a tener
más rápida y perfecta cautela donde mayores daños amena-
zan y se temen; por el que los agentes inferiores se conforman
a las cosas, a los tiempos y a las ocasiones; y no se cambian,
sino que se adaptan los ánimos y las voluntades. Por el cual
a los ánimos bien dispuestos nada súbito e improviso sucede,
de nada dudan, sino que todo esperan; de nada sospechan,
pero de todo se cuidan, recordando el pasado, ordenando el
presente y previendo el futuro. Ahora dime, ¿por qué sigue
Sofía y está próxima a la prudencia y a la verdad?
Sofía: La Sofía, como la verdad y la providencia, es de dos
clases. Una es la superior, celeste y ultramundana, si se puede
decir así; y ésta es la misma providencia, que al mismo tiempo
es luz y ojo: ojo, que es la luz misma; luz, que es el ojo mismo .
La otra es la derivada, mundana e inferior; y no es la verdad
misma, sino que es veraz y partícipe de la verdad; no es el Sol,
sino la Luna, la Tierra y astro, que por otro luce. Así no es

115
Sofía por esencia, sino por participación; y es un ~jo que reci-
be Ja luz y es iluminado por luz externa y peregrina; Y no es
ojo por sí, sino por otro; y no tiene ser por sí, sino ~or otro.
Porque no es lo uno, no es el ente, lo verdadero; smo de lo
uno, del ente, de lo verdadero; a lo uno, al ente, a lo verdade-
ro; por lo uno, por el ente, por lo verdadero; en lo uno, en el
ente, en lo verdadero; desde lo uno, desde el ente, ~esde lo ver-
dadero. La primera es invisible, irrepresentable e i~compren­
sible sobre todo, en todo, bajo todo; la segunda esta represen-
tada en el cielo, ilustrada en los ingenios, comunic~da ~orlas
palabras, asimilada por las artes, pulida po~ las ~iscusiones,
delineada por las escrituras; por la cua~, qu~en dice saber lo
que no sabe, es un temerario sofista; qui~n. m~ga saber lo que
sabe, es ingrato con el intelecto agente, i~J.uno~o a la verdad
y ultrajante hacia mí. Y de la misma condición vienen a ser t.o-
dos los que no me buscan por mí misma, o por la su~rem.a ~ir­
tud y amor por la divinidad, que está sobre cualqmer Jup1ter
y todo cielo, sino para venderme por dinero o por honores, o
por otra clase de ganancias; o no tanto p~ra saber, como para
ser conocido; o para detractar y poder impugnar ~ ponerse
contra la felicidad de algunos molestos censores Y ngidos ob-
servadores; y de éstos, los primeros son misera~les, .los segun-
dos son vanos los terceros son malignos y de vil ánimo . Pero
' . , .
aquellos que me buscan para edificarse a s1 mismos, son pru-
dentes; los demás que me observan para edificar a ~tros, son
humanos; los que me buscan absolutamente, son cu~1osos; los
otros que me inquieren por amor a la suprema y pnmera ver-
dad, son sabios y, por consiguiente, felices ..
Saulino: ¿De dónde se desprende, oh Sof1a, que no todos
los que igualmente te poseen, son afectados .del mismo modo;
es más, quien mejor te posee, es menos edificado?
Sofía: ¿Dónde sucede, oh Saulino, que el Sol ?º escalda a
todos aquellos a quienes ilumfoa, y a veces cahenta menos
a quienes más resplandece? .
Saulino: Te entiendo, Sofía: y comprendo que tu eres la que
de varios modos contemplas, comprendes y explicas esta ver-
dad y los efectos de esa superior influencia de tu se~; a la. cual,
en varios grados y por diversas escalas, tod?s aspiran, m~en­
tan, estudian y se esfuerzan en llegar ascendiendo, y se objeta

116
y presenta igual fin y meta a los diferentes estudios, y viene
a realizar diferentes sujetos de virtudes intelectuales, según di-
versas medidas, mientras la dirige a aquella única y simplísima
verdad; la cual así como no hay quien de algún modo la pueda
tocar, así no se encuentra aquí abajo quien la pueda compren-
der perfectamente: porque no es comprendida ni es verdade-
ramente alcanzada, sino por aquél en quien está por esencia,
y ése no es otro que ella misma. Y por eso desde afuera no se
ve sino en sombra, semejanza, espejo y en la superficie y for-
ma de rostro, a la cual no hay en este mundo quien se le apro-
xime más por acto de providencia y afecto de prudencia, ex-
cepto tú, Sofía, mientras a ella conduces a sectas diversas, de
las cuales unas admirando, otras ejemplificando, otras inqui-
riendo, otras opinando, otras más juzgando y determinando;
unas veces por suficiencia de natural magia, otras por supers-
ticiosa predicción, unas por modo de negación, otras por
modo de afirmación, unas por vía de composición, otras
por vía de división, unas por vía de definición, otras por
vía de demostración; unas por principios adquiridos, otras
por principios divinos a.;piran: mientras ella les clama, en
ningún lugar presente, de ningún lugar ausente, proponiéndo-
les por escritura ante los ojos del sentimiento todas las cosas
y efectos naturales v les entona al oído de la mente in~erna
para las concebidas especies de cosas visibles e invisibles..
Sofía: A la Sofía sucede la Ley, su hija; y por ésta aquélla
quiere actuar; y por ésta ella quiere ser actuada; por ést~ los
príncipes reinan y los reinos y repúblicas se mantienen . Esta.
adaptándose a la constitución y costumbres de pueblos y gen-
tes, reprime la audacia con el temor, y hace que la bondad esté
segura en medio de los perversos; y es la razón de que en los
reyes exista siempre el remordimiento de la conciencia, con el
temor de la justicia y la expectativa de ese suplicio que rechaza
al orgulloso atrevimiento, e introduce al humilde consenti-
miento con sus ocho ministros, que son talión, cárcel, golpe,
exilio, ignominia, esclavitud, miseria y muerte. Júpiter la ha
vuelto a colocar en el cielo y exaltado con la condición de que.
en virtud de su preeminencia y fuerza, haga que los poderosos
no se hallen seguros; sino que refiriendo todo a una mayor
providencia y ley superior (por la cual, como divina y natural,

117
se regule la civil), haga entender que,, para los que salen de las
telas de araña, están ordenadas las redes, los lazos, las cade-
nas y los cepos, dado que por orden de la ley eterna está decre-
tado que los más poderosos sean más potentemente reprimi-
dos y vencidos, si no bajo un manto y dentro de una estancia,
bajo otro manto y otra estancia, lo que será peor. Después le
ordenó e impuso que especialmente trate y sea rigurosa con
respecto a las cosas para las que desde un principio, primero
y principalmente ha sido estatuida: es decir, con respecto a ese
tanto que pertenece a la comunión de los hombres, a la civil
conversación; con el fin de que los poderosos sean sostenidos
por los impotentes, que los débiles no sean oprimidos por los
más fuertes, los tiranos sean derrocados, los gobernantes y re-
yes justos sean ordenados y confirmados, las repúblicas sean
favorecidas, la violencia no infiltre a la razón, la ignorancia
no menosprecie a la doctrina, los pobres sean ayudados por
los ricos, las virtudes y estudios útiles y necesarios a la comu-
nidad sean promovidos, mejorados y sostenidos; que sean
\ exaltados y recompensados los que los aprovechen; y que los
ociosos, avaros y propietarios sean despreciados y tenidos por
viles. Que se mantenga el temor y el culto a las potestades invi-
sibles; así como el honor, la reverencia y el temor a los próxi-
·.,_
mos gobernantes vivientes; que a nadie se le confiera el poder,
si él mismo no es superior en méritos, con virtud e ingenio en
los que sobresalga, ya sea por si mismo, lo que es raro y casi
imposible; ya con comunicación y consejo, au.n de otros, lo
que es debido, ordinario y necesario. Le ha concedido Júpiter
la facultad de legar, la cual sobre todo estriba en que ella no
se vuelva tal que se atraiga desprecio y vileza; a las cuales se
podrá encontrar guiando los pasos por dos caminos, de los
cuales uno es el de la iniquidad, ordenando y proponiendo co-
sas injustas, el otro es el de la dificultad, proponiendo y orde-
nando cosas imposibles, las que igualmente son injustas. Ya
que dos son las manos por las que tiene poder para legar toda
ley, una es la de la justicia, la otra es la de la posibilidad; y
cada una de éstas es moderada por la otra, dado que, si bien
muchas cosas son posibles aunque no son justas, no obstante
nada es justo que no sea posible.
Saulino: Dices bien, oh Sofía, que ninguna ley que no esté

118
ordenada para la práctica de la convivencia de los hombres
debe ser aceptada. Bien lo ha dispuesto y se los ha ordenado
Júpiter; porque, venga del cielo o salga de la Tierra, no debe
ser aprobada ni aceptada aquella institución o ley que no
aporta la utilidad y comodidad que lleva a un óptimo fin; del
cual no podemos entender que exista uno mayor que aquel
que de tal manera encamina los ánimos y reforma los inge-
nios, para que de ellos se produzcan frutos útiles y necesarios
a la humana comunicación; porque ciertamente es necesarío
que sea algo divino, arte de las artes y disciplina de las discipli-
nas, aquello por el que han de ser regidos y contenidos los
hombres, que entre todos los animales son los de naturale-
za más diversa, de costumbres más variadas, de inclinaciones
más divididas , de voluntades más distintas y de impulsos más
inconstantes. Pero ¡ay de mí!, oh Sofía, que hemos llegado a
tal punto (¿quién habrá podido creer jamás que esto fuera po-
sible?) que aquélla debe ser considerada especialmente reli·
gión, la cual tenga por mínimo y vil y por error la acción y el
acto de las buenas obras, 1 diciendo algunos que de ellas no se
preocu~an los·dioses, y que por ellas, por grandes que sean,
no son Justos los hombres .
Sofía: En verdad, oh Saulino, yo creo soñar; pienso que es
un fantasma, una aparición de turbada fantasía y no algo ver-
dadero lo que dices; y, sin embargo, es cierto que se encuen-
tran algunos que proponen y hacen creer esto a la mísera gen-
te. Pero no dudes, porque el mundo se dará cuenta fácilmente
que esto no se puede digerir, así como fácilmente se percata-
rá que no se puede subsistir sin ley ni religión .
Ya hemos visto algo respecto a cómo la ley ha sido bien or-
denada y colocada; ahora debes oír con qué estudio se ha si-
tuado a ésta junto al juicio. Júpiter le ha puesto al juicio en
las manos la espada y la corona: a ésta, para que con ella pre-
mie a los que obran bien, absteniéndose del mal; aquélla, para
que con ella castigue a los que están prontos a delinquir y son
inútiles e infructíferas plantas. Ha conminado al juicio para
la defensa y cuidado de la verdadera ley y la destrucción de la
inicua y falsa, dictada por genios perversos y enemigos del pa-
1
Críticas más o menos veladas a la Reforma.

119
cífico y feliz estado humano; también le ha ordenado que,
junto a la ley, no extinga, sino encienda cuanto sea posible la
sed de gloria en el pecho humano, porque ésta es la única y
muy eficaz espuela que suele motivar a lns hombres y excitar-
los a realizar esos gestos heroicos que aumentan, mantienen
y fortalecen a las repúblicas.
Saulino: Los nuestros de la falsa religión llaman vanas a to-
das estas glorias; pero dicen que hay que gloriarse solamente
en no sé qué tragedia cabalística .~
Sofía: Además, que no atienda a lo que se imagine o piense
cada uno, a condición de que las palabras o gestos no corrom-
pan el estado tranquilo; y especialmente se ocupe en corregir
y mantener todo lo que radica en las obras, sin juzgar al árbol
por su bello follaje, sino por sus buenos frutos; y los que no
los producen sean quitados y cedan el lugar a otros que sí los
ofrezcan. Que no crea que en modo alguno los dioses están in-
teresados en las cosas en las cuales ningún hombre se siente '
interesado; porque los dioses se preocupan solamente por
aquellas cosas en las cuales se pueden preocupar los hombres ;
y no por cualquier cosa que sea hecha, dicha o pensada por
ellos se conmueven o se enojan, más que por aquello con lo
cllal se pierda el respeto por el que se mantienen las repúbli-
cas; dado que los dioses no serían tales si sintieran gusto o dis-
gusto, tristeza o alegría por lo que hacen o piensan los hom-
bres; si no aquéllos estarían más necesitados que éstos, o por
lo menos así aquéllos recibirían utilidad y provecho de éstos ,
así como éstos de aquéllos. Estando, pues, los dioses exentos
de toda pasión, vienen a tener solamente ira o placer activo Y
no pasivo; y, sin embargo, no amenazan con castigos o pro-
meten premios, por mal o bien que resulte de ellos, sino por
· lo que llega a perpetrarse en los pueblos y en las comunidades
civiles, a las cuales han socorrido con sus leyes y estatutos di-
vinos, al no ser suficientes los humanos. Por lo tanto es cosa
indigna, necia, profana y censurable pensar que los dioses
busquen la reverencia, el temor, el amor, el culto y respeto de
los hombres por algún otro buen fin y utilidad que no sea el

2 De acuerdo con un co mentaris1a napoli1ano anónimo se 1rataria de textos bibli-


cos de Jcremias, Daniel y Pablo .

120
de los mismos hombres ; dado que, siendo ellos gloriosísimos
por sí mismos , y no pudiéndoseles añadir gloria desde fuera,
han hecho las leyes no tanto para recibir gloria, cu~nto para
comunicársela a los hombres; y, sin embargo, las leyes y los
juicios están más lejanos de la bondad y verdad de la ley y del
juicio, en cuanto más se distancian de la ordenación y aproba-
ción, especialmente de aquello que tiene su fundamento en las
acciones morales de los hombres con respecto a los demás
hombres.
Saulino: Por este ordenamiento de Júpiter se demuestra efi-
cazmente, oh Sofía, que los árboles que están en los huertos
de las leyes los ordenan los dioses por los frutos, y especial-
mente aquéllos con los cuales se alimenten, se nutran y se con-
serven los hombres; y que los dioses no se deleitan con más
fragancia que "t:On la de éstos.
Sofía: Escucha. Con esto quiere que el juicio infiera que los
dioses desean sobre todo ser amados y temidos, con el fin de
favorecer a la sociedad y prevenir particularmente aquellos vi-
cios que le acarrean sufrimientos; empero, los pecados inte-
riores sólo deben ser juzgados como pecados por el efecto ex-
terior que causen o puedan causar; y las justicias internas no
son nunca justicias sin la práctica externa, como las plantas
en vano son plantas sin frutos, ya sea existentes o esperados.
Y quiere que entre los errores, comparativamente, los máxi-
mos sean aquellos que perjudican a la República; los menores,
aquellos que perjudican a algún particular mezquino; míni-
mo, el que ocurra entre dos que estén de acuerdo; nulo es
aquel que no provoca mal ejemplo o mal efecto, y que ocurren
por los ímpetus accidentales de la constitución del individuo. 3
Y éstos son los mismos errores por los que los eminentes dio-
ses se sienten máxima, menor, mínima o nulamente ofen-
didos; y a causa de las obras contrarias a éstos se consideran
máxima, menor, mínima o nulamente obsequiados. Le ha
ordenado también al juicio que sea de tal modo penetrante
como para que en el futuro apruebe la penitencia, pero que no
la coloque en el mismo nivel que la inocencia; que apruebe el

l El mismo comentarista apunta aquí que la fuente de la teología del Nolano pro-
cede de Mercurio (Hermes Trismcgistos) y d e los gentiles.

121
creer y el estimar, pero nunca al parejo del hacer y obrar . Lo
mismo entiende del confesar y decir respecto al corregir y abs-
tenerse; que se fíe tanto en los pensamientos, por cuanto res-
plandecen en los signos expresos y en los efectos posibles. Que
no permita que aquel que doma vanamente al cuerpo, se siente
junto a quien refrena el ingenio; que no ponga en compara-
ción a este solitario inútil, con aquél de provechosa conversa-
ción. Que no distinga las costumbres y religiones en función
de la diferencia de togas y vestimentas, sino por los buenos y
mejores hábitos en las virtudes y disciplinas. Que no favorez-
ca tanto al que ha frenado el fervor de la libídine, ya que tal
vez es impotente y frío, cuanto al que ha mitigado el ímpetu
de la ira, que ciertamente no es tímido, sino paciente. Que no
aplauda tanto a quien tal vez en forma inútil se ha obligado
a no mostrarse libidinoso, sino a aquel que determina no ser
más maldiciente y ma lhechor. Que no diga que es mayor error
el soberbio apetito de gloria, que con frecuencia resulta bené-
fico a la República, que la sórdida avidez de dinero. Que no
exalte tanto a uno por haber sanado a un vil e inútil cojo, que
poco o nada vale más sano que enfermo, como a otro que ha
liberado a la patria y reformado un á nimo perturbado. Que
no considere tanto o más como un gesto heroico el haber podi-
do extinguir de un modo u otro un horno en llamas sin agua,
como el haber extinguido las sediciones de un pueblo sin san-
gre. Que no permita que se levanten estatuas a holgazanes ene-
migos del estado de las repúblicas y que, en perjuicio de las
costumbres y la vida humana, ofrecen palabras y sueños, sino
a los que erigen templos a los dioses, aumentan el culto y el
celo de la ley y la religión, por la que se encienda la magnani-
midad y el ardor de la gloria que resulta del servicio a su pa-
tria, y de la utilidad para el género humano; de donde resultan
instituidas universidades para las disciplinas de las costum-
bres, las letras y las armas. Y que se cuide de prometer amor,
honor y premio de vida eterna e inmortalidad a quienes aprue-
ban a los pedantes y charlatanes; sino a aquellos que, por de-
dicarse al perfeccionamiento del propio intelecto y el de los
d emás, al servicio de la comunidad, a la observancia expresa
de los actos de la magnanimidad, justicia y misericordia , son
gratos a los dioses. Los cuales, por esta razón, exaltaron al

122
pueblo romano sobre los demás, porque con sus magníficas
hazañas , más que las otras naciones, supieron adaptarse y ase-
mejarse a ellos, perdonando a los sometidos, venciendo a los
soberbios, rechazando las injurias, no olvidando los benefi-
cios, socorriendo a los necesitados, defendiendo a los afligi-
dos, levantando a los oprimidos, refrenando a los violentos,
promoviendo a los que lo merecen, sometiendo a los delin-
cuentes, aterrorizándolos y exterminándolos con los flagelos y
hachas, y a los dignos de honor y gloria erigiéndoles estatuas
y colosos . De donde, consiguientemente, este pueblo se mani-
festó cotno el más refrenado y alejado de los vicios de incivili-
zación y barbarie, y el más refinado y dispuesto a generosas
empresas, como jamás se haya visto otro. Y mientras tales
fueron sus leyes y religión, tales fueron sus costumbres y haza-
ñas, y tal ha sido su honor y felicidad .
Saulino: Quisiera que hubiera ordenado al juicio alguna
medida expresa en contra de ta temeridad de estos gramáticos
pedantes que en nuestra época abundan en Europa.
Sofía: Muy bien, oh Saulino, Júpiter ha mandado , impues-
to f ordenado al juicio que vea si es verdad que estos sujetos
inducen a los pueblos a despreciar, o por lo menos a prestar
poco interés a los legisladores y a las leyes, dándoles a enten-
der que proponen cosas imposibles y que ordenan como por
burla; es decir, para dar a conocer a los hombres que los dio-
ses saben ordenar lo que ellos mismos no pueden poner en
práctica. Que vea si mientras dice que quieren reformar las de-
formadas leyes y religiones, vienen ciertamente a dañar todo
lo que hay de bueno y a confirmar y elevar a los astros to-
do aquello que pueda haber o parecer de perverso y vano. Que
vea si aportan otros frutos oiferentes a los de impedir la comu-
nicación, disipar las concordias, disolver las uniones, hacer
que se rebelen los h ijos contra sus padres, los siervos contra
sus amos, los súbd itos contra sus jefes, introducir el cisma en-
tre pueblo y pueblo , gente y gente, compañeros y compa~e­
ros, hermanos y hermanos, y meter la discordia entre las f arni~
lias, las ciudades, las repúblicas y los reinos; y, en conclusión,
que si mientras saludan con la paz, llevan a donde quiera que
entran, el puñal de la división y el fuego de la dispersión, sepa-
rando al hijo del padre, al prójimo del prójimo, al extranjero

123
de su patria y provocando otros divorcios horre.ndos Y. c?ntra
toda naturaleza y ley. Que vea si , mientras se dicen mmtstros
de uno que resucita a los muertos y sana a los enfe~mos ,' no
sean ellos quienes, peor que ningún otro ser que exista sobre
la tierra enferman a los sanos y matan a los vivos, no tanto
con el f ~ego y con el hierro, como con su perniciosa lengua.
Que vea qué clase de paz y concordia es esa que .P~oponen a
los pueblos miserables, si tal vez quieren y amb1c1ona~ ~ue
todo el mundo consienta y concuerde con su presuntuos1S1ma
ignorancia y apruebe su malvada concienci.a, mientra~ qu.e
ellos no quieren consentir ni concordar con nmguna ley, Justi-
cia ni doctrina; y en el resto del mundo y por siglos no se pre-
senta tanta discordia y antagonismo como se comprueba entre
ellos. Es por eso que, entre diez mil pedantes de ésos, no ha7
uno que no tenga compuesto su propio catecismo; .si no publi-
cado, al menos por publicar, lo que no aprueba ninguna ot~a
institución más que la suya , encontrando en todas las demas
algo que condenar, reprobar y dudar ; adem~s de que se en-
cuentra la mayor parte de aquellos que son discordantes con-
sigo mismos, abrogando hoy lo que escribi ~ron ayer. Que vea
qué logros tienen ellos y qué conductas s usc1t~n y p~o voc~n e~
los demás, en lo que respecta a los actos de la JUStt~ta Ym1sen-
cordia así como a la comunicación y acrecentamiento de los
bienes 'públicos; si por su doctrina y enseñ~nza se han ~regido
academias universidades, templos, hospitales, coleg1os, es-
cuelas y lu~ares de disciplinas y artes; o bien, si donde ~e en-
cuentran estas cosas son las mismas y hechas con las mismas
facultades que existían anees de que ellos llegaran Ycompare-
cieran entre la gente. Después, si por su cuidado estas cosas
han aumentado o por su negligencia han disminuido, acabado
en ruinas, en disolución y dispersión. Además, si son usurpa-
dores de bienes ajenos o bien generosos donadores de sus p~o­
pios bienes; y, finalmente, si aquellos que toman su pa~te, in-
crementan y establecen los bienes públicos, como h~c1an sus
contrarios predecedores, o bien , junto con los anteriores, los
gastan, dividen y devoran ; y, mientras deprimen las obras , ex-

4 "Cf. Mateo XI, S; Lucas VII , 22; lsaias XXXV.~.!' LX I. I". Gentile. nota 2
en p. 661.

124
tinguen todo fervor por realizar las nuevas y conservar las an-
tiguas. Si es así, y si tales sujetos fueran apercibidos y entera-
dos, y si después de ser advertidos, mostrándose incorregibles,
se sostienen en su obstinación, ordena Júpiter al juicio, bajo
pena de su propia desgracia y de perder ese grado y preemi-
nencia que tiene en el cielo, que los disipe, disperse y anule;
y que desvanezca con cualquier fuerza, brazo o industria has-
ta el recuerdo del nombre de tan pestífero germen. Y, añadido
a esto, que haga entender a todas las generaciones del mundo,
bajo pena de su propia ruina, que se armen a favor de ese jui-
cio, en tanto se pone plenamente en ejecución el decreto de
Júpiter contra esta mancha del mundo.
Saulino: No creo, oh Sofía, que Júpiter quiera al fin disol-
ver esta mísera clase de hombres tan rígidamente, sin empezar
por conmoverlos de tal manera que, antes que les produzca la
ruina final, vea si los puede corregir y, haciéndolos darse
cuenta de su maldición y error, los incite al arrepentimiento.
Sofía: Ciertamente; pero Júpiter ha ordenado al juicio que
proceda de esa manera que te digo. Quiere que les sean quita-
dos todos aquellos bienes que habían adquirido quienes predi-
caban, alababan y enseñaban a obrar, y que han sido dejados y
ordenados por aquellos que obraban y confiaban en las obras,
y que han sido establecidos por estos que han creído hacerse
gratos a los dioses con esas obras, beneficios y testamentos;
y así lleguen a abominar aun los frutos de aquellos árboles ,
que proceden de esa semilla tan odiosa para ellos; y vengan a
mantenerse, conservarse, defenderse y nutrirse solamente de
esos frutos, de esos réditos y sufragios, los cuales aportan y
les han aportado ellos y los que creen en ellos y que aprueban
y defienden esta opinión. Y que, además, no les sea lícito ocu-
par con rapiña y violenta usurpación lo que los demás, para
la utilidad común, con libre y grato ánimo, por medios nor-
malmente contrarios para contrario fin, han producido y sem-
brado. Y así salgan de aquellas profanadas moradas y no co-
man de ese pan excomulgado; sino que se vayan a vivir a
aquellas puras e inmaculadas casas, y se nutran con ese ali-
mento, que por medio de su reformada ley les ha sido destina-
do, y de nuevo producido por estos píos personájes que tan
poca estima hacen de las obras operadas, y sólo por una vil,

125
inoportuna y estúpida fantasía se consideran reyes del cielo
e hijos de los dioses, y con mayor fuerza creen y atribuyen a
una vana, bovina y asnal fe, que a un útil, real y magnánimo
efecto.
Saulino: Pronto se verá, oh Sofía, qué tan aptos sean para
ganarse un palmo de tierra éstos, que son tan efusivos y pródi-
gos al ofrecer el reino de los cielos; y se sabrá qué tan liberales
son esos otros emperadores del cielo empíreo con la propia
sustancia de sus Mercurios, que tal vez, por la poca fe que tie-
nen en las obras de caridad, reducirán a estos sus celestes men-
sajeros a la necesidad de ir a trabajar los campos o a desempe-
ñar algún otro oficio; los cuales, sin devanarse del todo los
sesos, les aseguran que no sé qué just~ia de otro se ha conver-
tido en su propia justicia;5 que por causa de su pureza y jus-
ticia, sólo serán excluidos quienes se asusten por los asesina-
tos, rapiñas, robos u homicidios que hayan cometido, y por
las limosnas, actos de generosidad, de misericordia y de justi-
cia no se confíen, se atribuyan ni esperen nada .
Sofía: ¿Cómo es posible, oh Saulino, que las conciencias
afectadas de tal manera puedan alguna vez tener verdadero
amor para obrar bien, y tener verdadera penitencia y temor de
-cometer alguna fechoría, si por los errores cometidos son
tranquilizados y por las obras de justicia son sometidos a tan-
ta desconfianza?
Saulino: Tú ves los efectos, Sofía; porque es algo verdadero
y cierto, como ellos son verdaderos y ciertos, que, cuando de
cualquier otra profesión y fe alguien se cambia a ésta, de gene-
roso que era se vuelve avaro; de apaeible, se torna insolente;
de hunúlde lo ves soberbio; de donador de lo suyo se vuelve
ladrón y usurpador de lo ajeno; de bueno se hace hipócrita;
de sincero, maligno; de sencillo, malicioso; de agradecido se
vuelve arrogantísimo; de apto para alguna bondad y doctrina
se hace propenso a toda clase de ignorancia y fecho ría; y, en
conclusión, de lo infeliz que pudiera ser se ha vuelto pésimo,
lo que no puede ser peor.

s Párrafo confuso debido a las alusiones a Cristo.

126
Segunda parte del Diálogo segundo

Sofía: A.hora prosigamos con nuestro propósito, el cual se in-


terrumpió ayer por la llegada de Mercurio.
Saulino: !°1ª pasado ya un buen tiempo para que, habiendo
dado la razon de la colocación y posición de los buenos núme-
nes en el lugar donde estaban esas bestias, se vea a quiénes
otros se l~s ha ordenado suceder a los demás; y, si te place, te
molestana con que me hicieras comprender siempre la causa
y ~a~ón de los cam?ios. Ayer nos quedamos en cómo el padre
Jup1ter ha ?ado sah~a a Hércules, pero consecuentemente hay
que ver primero que cosa puso en su lugar.
Sofía: Yo, oh Saulino, en verdad he oído que en el cielo
ocurrió algo diferente a aquello que en fantasía, en sueño, en
sombra, en espíritu de profesía vio Crantor acerca del debate
de la Riqueza, la Voluptuosidad, la Salud y la Fortaleza.6
Porque cuando Júpiter excluyó a Hércules del cielo, inmedia-
tamente se adelantó Ja Riqueza y dijo:
"A mí, oh padre, corresponde este lugar. "
A lo que respondió Júpiter:
"¿Por qué razón?"
Y ella dijo:
"Más bien me maravilla que hayas tardado tanto en colo-
carme, Y de que antes de acordarte de mí, no sólo hayas colo-
cado a .otras diosas y a otros númenes que me deben dejar el
paso, smo que, además, hayas permitido que fuera necesario
que por mí misma viniera a oponerme y presentarme contra
el perjuicio y agravio que me hacéis."
Y Júpiter respondió:
"Expresa, pues, tu causa, Riqueza; porque yo no considero
~berte ofendido al no darte una de las moradas ya provistas,
smo que tam.p~co creo hacerlo con negarte la presente, que
está por sum1mstrarse; y quizá te podrías dar cuenta de aígo
peor de lo que piensas."
6
Cr~t~r: fil~sofo griego, .d~scípulo de Xenócrates y de Polemón, nacido en Soli,
en ~a C1h~1a .<Asia Me.,or). V~v16 entre fin~s del siglo 1v y principios del m a.c. y se
<>ccpó pnncipalmente de la lllosof!a práctica {moralista). Gentile indica (nota 1 en
p. 666) ver al respecto Sexto Empírico, Ad11. Math em. , XI, Sl-58.

127
"¿Y qué cosa peor me puede suceder a causa de tu juicio,
más allá de lo que ya me ha sucedido?", dijo la Riqueza.
"¿Dime por qué razón antepusiste la Verdad, la Prudencia,
la Sofía, la Ley, el Juicio, si yo soy aquélla por la que la Ver-
dad se estima, la Prudencia se dispone, la Sofía es apreciada,
la Ley reina, el Juicio determina; y sin mí la Verdad es vil, la
Prudencia es desventurada, la Sofía es descuidada, la Ley es
muda el Juicio es cojo. Porque yo a la primera doy campo,
a la s:gunda doy vigor, a la tercera luz, a la cuarta autoridad,
al quinto fuerza; a todos juntos alegría, belleza y ornamento
y los libro de molestias y miserias."
Respondió Momo:
''Oh, Riqueza, tú no dice-S más verdad que falsedad; porque
tú, además, también eres aquella por quien el Juicio cojea, la
Ley es silenciada, la Sofía es pisoteada, la Prudencia es encar-
celada y la Verdad oprimida, lo que sucede cuando te haces
compaf\era de mentirosos e ignorantes, cuando con el brazo
de la suerte favoreces a la locura, cuando enciendes y cautivas
los ánimos para los placeres, cuando manejas a la violencia,
cuando resistes a la justicia. Y, en seguida, a quien te posee
no das menos fastidio que alegría, deformidad que belleza,
fealdad que ornamento; y no eres quien pone fin a fastidios
y miserias, sino que los cambias y conviertes en otra cosa. De
manera que en opinión eres buena, pero en realidad eres más
malvada; en apariencia eres querida, pero en existencia eres
vil; para la fantasía eres útil, pero en el efecto eres perniciosísi-
ma; dado que por tu habilidad, cuando te confieres a algún
perverso (como de costumbre te veo en casa de malvados, y
rara vez cerca de hombres de bien), allá abajo has impelido a
la Verdad fuera de las ciudades, hacia los desiertos; has roto
las piernas a la Prudencia; has hecho avergonzar a la Sofía;
has cerrado la boca a la Ley; le has restado valor al Juicio; a
todos has vuelto vilisimos."
"Y en esto, oh Mor-o", respondió la Riqueza, "puedes co-
nocer mi potestad y excelencia: porque yo, abriendo y cerran-
do el puño, y comunicándome acá o allá, hago que estos cinco
dioses valgan, puedan y hagan, o bien sean despreciados, ex-
pulsados y desechados; y, para acabar, puedo enviarlos al cie-
lo o al infierno."

128
En este punto intervino Júpiter:
"No queremos en el cielo y en estas sedes más que dioses
buenos. De aquí se extirpen los que son malvados, o los que
son más malos que buenos, o aquellos que indistintamente son
buenos y malos; entre los cuales pienso que estás tú, que eres
buena con los buenos y pésima con los perversos."
"Sabes, oh Júpiter", dijo la Riqueza, "que yo por mí soy
buena, y no soy por mí indiferente o neutra, o de una y otra
manera, como dices, sino en cuanto de mí otros se quieran ser-
vir bien o mal."
Aquí respondió Momo:
"Tú eres, pues, Riqueza, una diosa manejable, servible, ne-
gociable y que no te gobiernas por ti misma, y no eres verdade-
ramente la que riges y dispones de los demás , sino de quien los
demás disponen y que es regida por los demás; de donde eres
buena cuando los otros te manejan bien y eres mala cuando
eres mal guiada; eres, digo , buena en manos de la Justicia, de
la Sofía, de la Prudencia, de la Religión , de la Ley, de la Libe-
ralidad y de otros númenes; eres malvada si los contrarios de
éstos te manejan, como son la violencia, la avaricia, la igno-
rancia y otros. Como, por consiguiente, por ti misma no eres
ni buena ni mala, así creo que esté bien, si Júpiter lo consiente,
que para ti no haya ni vergüenza ni honor; y, por tanto, no
seas digna de tener tu propia morada, ni en lo alto, entre los
dioses y divinidades celestiales, ni abajo, en los infiernos, sino
que eternamente vayas de lugar en lugar, de región en región."
Sonrieron todos los dioses con el dicho de Momo y Júpiter
sentenció de este modo:
"Así que, Riqueza, cuando estés con la Justicia, habitarás
en el lugar de la Justicia; cuando estés con la Verdad, estarás
donde esté su excelencia; cuando estés con la Sabiduría y So-
fía, te sentarás en su trono; cuando seas de los voluptuosos
placeres, te encontrarás donde están ellos; cuando seas del oro
y la plata, entonces te meterás a las bolsas y cajas; cuando se
trate de vi no, aceite y trigo, ve a encajarte a las cantinas y tien-
das; cuando estés con ovejas, cabras, y bueyes, ve a pastar con
ellos y reposa con los rebaños y manadas.''
De este modo Júpiter le impuso lo que debe hacer cuando
se halle entre los locos, y cómo se debe comportar cuando esté

129
en casa de sabios; en qué modo debe perseverar en lo futuro
para actuar como en el pasado (tal vez porque no se_ puede h~­
cer otra cosa), de manera que se deje encontrar en cierto senti-
do fácilmente y en otro con dificultad. Pero, para muchos este
modo y razón no la hizo entender; sino que Momo elevó la voz
y le dio otra, aunque fue por la misma vía, es decir:
"Que nadie te pueda encontrar sin que antes se haya arre-
pentido de haber tenido buena mente y sano cerebro. _c_r~o
que quiso decir que es nece-sario perder. el re~peto y el J~tct?
de prudencia, sin pensar jamás en la mcertldumbre e mfi-
delidad de los tiempos, no pdniendo atención en la dudosa e
inestable promesa del mar ,7 no creer en el cielo~ no observar
justicia o injusticia, honor o vergüenza, buen tien;po o tem-
'!
pestad, sino que todo se arriesga a la fortu~a: cuidate de fa-
miliarizarte con quienes con demasiado JWcio te buscan; Y
menos aún te vean quienes con cuerdas, lazos y redes de provi-
dencia te persiguen; sino que, por lo regular, ve adonde están
los más insensatos, locos, descuidados y estúpidos; Y, en c_o n-
clusión cuando estés en la Tierra cuídate de los más sabios,
como d~I fuego; y, así, acércate siempre y familiarízate con la
gente semibestial y mantén ~iempre la misma regla que tiene
la fortuna."
Saulino: Es normal, oh Sofía, que los más sabios no sean
los más ricos; ya sea porque se contentan con po~~· Y a ese
poco lo consideran bastante, si es suficiente para vivu; ya sea
por otras causas; tal vez porque, mientras ~stán dedic~dos a
obras más dignas, no andan vagando demasiado por aca Yp~r
allá para encontrarse a uno de estos númenes, que s?n la Ri-
queza o la Fortuna. Pero continúa con tu ra_zonamie~to .
Sofía: Apenas vio la Pobreza que su enemiga, la_ Rique~a,
era excluida cuando con una más que pobre gracia se hizo
presente, y ctijo que por la misma razón por la_que se h~cí~ l~
Riqueza indigna de ese lugar, ella debía ser considera~~ d1gms1-
ma del mismo, por ser su contraria. A lo que respond10 Momo:
"Pobreza, Pobreza, tú no serias completamente Pobreza si
no fueras también pobre en argumentos , silogismos y buenas
conclusiones. No porque seas contraria, oh miserable, se si-

7 Esto es, la promesa de los marineros, aquella que no se cumple nunca.

130
gue como consecuencia que tú debas ser investida de lo que
ella es despojada o privada, y que tú debas ser lo que ella no
es: como, por ejemplo (puesto que es necesario hacértelo en-
tender mediante un ejemplo) , que tú debas ser Júpiter y
Momo porque ella no sea ni Júpiter ni Momo; y, en conclu-
sión, que lo que se niega de ella deba ser necesariamente afir-
mado de ti; porque los que son más ricos en dialéctica de lo
que tú eres, saben que los contrarios no son iguales con positi-
vos y privativos, contradictorios, varios, diferentes, otros, di-
vididos, distantes y diversos. Saben también que por razones
de oposición se deriva el que no puedan existir j untos en un
lugar; pero no se sigue de ello que donde no esté y no pueda
estar ella, estés o p uedas estar tú."
En ese momento se rieron todos los dioses , cuando vieron
a Momo queriendo enseñar lógica a la Pobreza; y desde en-
tonces quedó este proverbio en el ciclo: Momo es maestro de
la Pobreza, o bien: Momo enseña dialéctica a la Pobreza. Y
esto lo dicen cuando quieren burlarse de algún hecho contra-
hecho.
"¿Qué te parece entonces que se deba hacer conmigo, oh
Momo? ", dijo la Pobreza. " Decide rápido porque yo no soy
tan rica en palabras y conceptos como para poder discutir con
Momo, ni tan copiosa de talento como para poder aprender
mucho de él."
Entonces Momo pidió a Júpiter por esa vez licencia para de-
terminar. A lo que Júpiter respondió:
"¿Te burlas otra vez de mí, oh Momo? Si tienes tanta licen-
cia que eres más licencioso (quise decir licenciado) tú solo que
todos los demás. Dale pues, seguro , la sentencia a ésta, ya que si
es justa, la aprobaremos."
Entonces Momo dijo:
"Me parece congruente y conveniente que también ésta se
ande paseando por las plazas en las que se ve dando vueltas
a la Riqueza, y corra y discurra , vaya y venga por los mismos
terrenos; porque (como establecen los cánones del raciocinio)
a causa de semejantes contrarios, ésta no debe entrar si no es
al lugar de donde la otra huye, y no sucederla, sino allí de don-
de aquélla parta; y aquélla no debe remplazar y entrar, sino al
lugar de donde ésta parte y huye; y siempre la una esté a espal-

13 l
das de la otra, y la una dé el empujón a la otra , no tocándose
nunca cara a cara, sino donde una tiene el pecho la otra tenga
la espalda , como si jugaran (c0mo hacemos nosotros a veces)
al juego de la rueda del zapatón .'
Saulino: ¿Qué comentó Júpiter sobre esto con los demás?
Sofía: Todos confirmaron y ratificaron la sentencia.
Saulino: ¿Y la Pobreza qué dijo?
Sofía: Dijo:
"No me parece justo, oh dioses (aun cuando mi parecer tie-
ne lugar, y no estoy por completo privada de juicio), que mi
condición deba ser en todo similar a la de la Riqueza."
A lo que respondió Momo:
"Del antecedente que actúan en el mismo teatro y represen-
tan la misma tragedia o comedia , no debes acar la conclusión
de que están en la misma condició n, quia contraria versantur,
cirea idem . '' ·•
"Veo, o h Momo" , dijo la Pobreza, "que te burlas de mi;
que hasta tú, que haces profesión de decir la verdad y de ~a­
biar ingenuamente, me desprecias; y no me parece que sea ese
tu deber, porque la Pobreza es más dignamente defendida a
veces, más aún, las más de las veces, que la Riqueza ."
" ¿Qué quieres que te haga" , respondió Momo, "si tú eres
pobre de todo a todo? La Pobreza no es digna de defensa, si
es pobre de juicio, de razón, de méritos y de silogismos, como
es tu caso , que me has obligado a hablar incluso por las reglas
analíticas de los Priori y Posteriori de Aristóteles .'º
Saulino: ¿Qué cosa me dices de ello, Sofía? ¿Entonces los
dioses echa n mano a veces de Aristóteles? ¿Estudian verbigra-
cia en los filóso fos?
Sofía: No te diré las loas que hay sobre Pippa, Nanna, An-
tonia, Burchiello, Ancroia y otro libro , que no se sabe de

~ '"No e~ fácil decir i.:uál \Ca l"itC juego. si no corrr<;ponde al ' jugar al zapató n'.
u~<1do 'por los grand~·. no obstante tenga 'del pueril en panc·. co~o nos info_r~a
Toma\SO Garzoni (C\critor italia no del ~iglo X\I, especialmenic dedicado a nouc1as
y curiosidades) en el discur5o LXIX de la Pia:.ui Universa/e (Plaui uni1•ersal de todas
lus prof esioner del mundo)'". Gentile. nota l en p. 672.
Y J:.'n ra;:ón de q 11e los contrarios se encuentran habitualmente en torno de lo

mismo.
10 '"Es deci r, de los Analytici ¡mores (Primeros analíticos) y de los Analy tid pos-
teriores (Analitim s posteriores) de Aristó teles" . Gentile, no ta 1 en p. 673 .

132
quién es, pero que está en discusión si es de Ovidio o Virgilio,
y no recuerdo el nombre, y de otros semejantes. 11
Saulino: ¿Y a pesar de eso tratan ahora cosas tan graves y
seria:;?
Sofía: ¿Y te parece que ésas no son serias?, ¿qué no son gra-
ves? Saulino, si tú fueras más filósofo, digo más agudo, cree-
rías que no hay lección, no existe libro que no sea examinado
por los dioses, y que, si no es enteramente desabrido, no sea
manejado por ellos; y que, si no es del todo mentecato, no
sea aprobado y puesto con las cadenas en la biblioteca común;
porque se complacen en la multiforme representación de to-
das las cosas y en los frutos multiformes de todos los ingenios,
porque ellos se complacen en todas las cosas que existen y to-
das las representaciones que se hacen, en no menor medida en
la que tienen cuidado de que existan, y dan orden y p~r mi so
para que se hagan. Y piensa que el juicio de los dioses es dife-
rente a nuestro sentido común, y no todo Jo que es pecado
para nosotros y de acuerdo a nosotros, es pecado para ellos
y de acuerdo a ellos. Esos libros, ciertamente al igual que las
teologías, no deben ser comunes pa ra los hombres ignorantes,
que también son perverso s, porque reciben de ellos mala ense-
ñanza.
Sa ulino : ¿Mas no son libros hechos por hombres de mala
fama, deshonestos y disolutos, y quizá con mala intención?
Sofía: Es verdad; pero no dejan de tener su enseñanza y los
frutos del conocimiento de quién escribe, cómo escribe, por
qué y dónde escribe, de qué habla, cómo habla, cómo se enga-
ña él, cómo los demás se engañan por él, cómo se declina y
cómo ~e inclina a un sentimiento virtuoso y vicioso, cómo

" "l.a P1ppu. la Nunnu y la Allloniu \on tres in1erlocutore\ de lo' inmorale' Ra-
xiunumenti (Ra:onu111ien1os 1 ( 1535 o 1536) de Pedro Aretino; el mi\ mo que. en el
Filólofo (11 . 7\. hace decir a Li>a: · ¡,Qué má~? 1 eyendo la Pippa y la A n10 11i<1, ~on ~i­
dera ... · Sohrc Aretino \éa\e Eroin 1:11rori, p 960 (ed . G cntile-Aq uilC\:chia). Bur-
chiello e' el celebre poe1a y barbero florentino Do menico d i Giovanni. ll<1mado el
Burchiello (barquito de 1ransporte llU\illll ( 1-W-i- 1449). autor de un 1ipo de p0<sia
burlc\ca. lla mada preci-ramcnte burchiellesco. l.a ...Jncroia (personaje de un pequeño
poema popular llamado ' La reina Anaoia'. una mu jer vieja y ~u cia ) es el igua lmente
notable poema caballercsi.:o del ciclo fra ncés, tan popular e n la Italia del \iglo xv 1...
El libro de incierto autor. \on l a~ Priapea que recordará pági nas más adela nte ... ".
Gentile. nota 2 en p . 673 .

133
mueve a la risa, al fastidio , al placer, a la náusea; y en todo
hay sabiduría y providencia, y en cada cosa está toda cosa , y
especialmente está uno donde está el contrario, y éste princi-
palmente se obtiene de aquél.
Saulino: Pero regresemos al asunto del que nos distrajo el
nombre de Aristóteles y la fama de Pippa. ¿Cómo fue despe-
dida la Pobreza por Júpiter, después de haber sido tan ridicu-
lizada por Momo?
Sofía: No quiero referir todas las ridículas discusiones que
hubo entre él y ella, la cual no menos momisabac de Momo ,
como de ella supo momisar él. Declaró Júpiter que ésta tenga
privilegios y prerrogativas que no tiene aquélla en estas cosas
acá abajo.
Saulino: Di qué cosas son.
Sofía: "Quiero", dijo el padre , "en primer lugar, que tú,
Pobreza , seas cauta y sepas regresar fácilmente allá de donde
una vez partiste, y expulsar con mayor fuerza a la Riqueza; a
que, por el contrario, tú seas expulsada por aquélla, la que
quiero que sea perpetuamente ciega. Después quiero que tú,
Pobreza, seas alada , diestra y veloz, por plumas cornadas de
águila o de buitre; pero en los pies quiero que seas como un
viejo buey que tira del pesado arado que se hunde en las venas
de la tierra; y la Riqueza , por el contrario, deseo que tenga las
alas lentas y pesadas, adaptándose las de una oca o un cisne;
pero que los pies sean de velocísimo corcel o ciervo , a fin de
que cuando ella huye de alguna parte empleando los pies , tú ,
con el batir de tus ala s allí te hagas presente; y donde tú desa-
lojes por obra de tus alas, ella puede allí sucederte usando sus
pies : de modo que con la misma rapidez con que de ella huyas
o seas perseguida, tú vayas a perseguirla y ahuyentarla."
Saulino: ¿Por qué no las vuelve a ambas o bien empluma-
das o bien de pie, si tarde o temprano nada menos se podrían
adaptar para perseguirse o ahuyentarse?
Sofía: Porque , andando la Riqueza siempre cargada, por el
peso de algún modo le llegan a estorbar las ala s; y la Pobreza,
andando siempre descalza por pedregosos camino s, f ácilmen-

I~ Mombar, neologismo que \ignifica burlar~\.' a la manera de Momo.

134
te se llega a lastimar los pies; no obstante, en vano tendría ésta
las plantas y aquélla las plumas veloces.
Saulino: Esta resolución me complace. Ahora prosigue.
Sofía: Además quiere que la Pobreza persiga especialmente
a la Riqueza, y ésta sea ahuyentada por aquélla cuando se en-
cuentre en los palacios terrenales y en esas mansiones en las
cuales tiene su imperio la Fortuna; pero en el momento en que
ella se aferra a cosas elevadas y apartadas de la furia del tiem-
po y de aquella otra ciega, no quiere que tenga tanta animosi-
dad o fuerza de ataque para hacerla huir y quitarle el lugar.
Porque no quiere que fácilmente se aleje de donde con tanta
dificultad y dignidad requiere para alcanzar; y así, por el con-
trario, desea que tenga esa firmeza respecto a las co~as inferio-
res como ella la puede tener en las superiores.
"Es más", agregó Júpiter, "quiero que en cierto modo lle-
gue a existir entre ustedes alguna concordia, nó de especie in-
constante, sino de grandísima importancia, con el fin de que
no pienses que al ser sacada del cielo seas más relegada al in-
fierno, ni que, por el contrario, al ser quitada del infierno seas
colocada en el cielo; de manera que la condición de la Rique-
za, la cual he ordenado, vaya a ser incomparablemente mejor
que la tuya. Sin embargo, quiero que se hagan mutuamente
tanta falta, que la una empuje a la otra del lugar de su mayor
dominio, que más bien cada una se mantenga y fomente por
la otra, de manera que entre ustedes haya una estrechísima
amistad y familiaridad."
Saulino: Explícame pronto cómo es esto.
Sofía: Dijo Júpiter, añadiendo a lo que había dicho:
"Tú, Pobreza, cuando seas de las cosas inferiores, podrás
estar unida, atada, y apretada a la Riqueza de las cosas supe-
riores, muchísimo más de lo que tu contraria Riqueza pueda
serlo de las cosas inferiores; porque con ésta ninguno que sea
sabio y quiera saber jamás considerará poder allegarse cosas
grandes, dado que a la filosofía le estorban las riquezas y la
Pobreza ofrece para ello camino seguro y rápido; ya que no
puede existir la contemplación donde se está rodeado por la
turba de muchos servidores, o donde existe esa inoportuna
multitud de deudores y acredores, de cuentas de mercaderes,
razones de aldeanos, la pastura de tantas barrigas mal educa-
135
.~

das, la insidia de tantos ladrones, los ojos de ávidos tiranos


y exacciones de infieles ministros; de manera que nadie puede
saber lo que es tranquilidad de espíritu, si no es pobre o pare-
cido al pobre. Después quiero que sea grande quien en la po-
breza es rico, porque se conforma; y que sea vil y siervo quien
en las riquezas es pobre, porque no está satisfecho. Tú estarás
segura y tranquila; ella ofuscada, codiciosa, recelosa e inquie-
ta; tu serás más grande y magnífica, despreciándola, que lo
que ella puede ser alguna vez, considerándose y estimándose;
a ti, para saciarte, quiero que te baste la mera opinión; pero
para que ella se harte, no quiero que le sea suficiente toda la
posesión de las cosas. Quiero que tú seas más grande arran-
cando la cpdicia, de lo que pueda ser ella acumulando las po-
sesiones. Para ti quiero que te sean francos los amigos, para
ella ocultos los enemigos. Quiero que tú seas rica con la ley de
la naturaleza, y ella pobrísima con todos los estudios y artima-
ñas políticas; porque no quien tiene poco, sino aquel que mu-
cho desea es verdaderamente pobre. A ti (si estrechas el costal
de ambición), te bastará lo necesario, y poco será suficiente;
y a ella nada le baste, aunque tome todo con los brazos abier-
tos. Tú, con restringir tus deseos , podrás competir en felici-
dad con Júpiter; aquélla, abriendo los bordes de la codicia, se
sumergirá más al abismo de las miserias."
Apenas había terminado Júpiter de despachar a ésta, cuan-
do ella, contentísima, pidió licencia para ponerse en camino;
y la Riqueza dio muestras de querer acercarse nuevamente
para hacer al Consejo una nueva propuesta, pero no se le au-
torizó hablar más.
"¡Fuera, fuera!", le dijo Momo. " ¿No oyes cuántos te
evocan, te gritan, te suplican , te sacrifican, te lloran y con qué
potentes votos y chillidos , que ya nos ensordecieron a todos,
te llaman? ¿Y tú te estás entreteniendo y paseando tanto por
estos lugares? Vete rápido, por las malas, si no te quieres ir
por las buenas."
"No te molestes por esto, oh Momo", le dijo Júpiter, "deja
que se aleje y se vaya cuando le parezca y le plazca."
"En verdad'', dijo Momo, "ella me parece algo digno de
compasión y una especie de injusticia en relación de quien no
provee a eso, y puede, que ésta acuda menos con quien más

136
~

la llama y reclama, y que a quien más la merece, menos se


acerca."
"Quiero'', dijo Júpiter, "lo que quiere el destino."
Saulino: Hazlo de otro modo, debía decir Momo.
Sofía: "Yo quiero que con respecto a las cosas de allá aba-
jo, ésta sea sorda: y que nunca, por ser llamada, responda o
venga, sino que, guiada más por la suerte y la fortuna, vaya
a ciegas y a tientas a comunicarse con alguno, a quien encon-
trará entre la multitud."
"De allí sucederá", dijo Saturno, "que se comunicará más
pronto con uno de los grandes holgazanes y truhanes, cuyo
número es como la arena, que con uno que medianamente sea
un hombre de bien; y antes lo hará con alguno de estos me-
diocres, que son bastantes, que a uno de los más ilustres, que
son poquísimos; y tal vez nunca, es más, ciertamente nunca,
con quien es más merecedor que los demás e individuo único."
Saulino: ¿Qué dijo Júpiter a esto?
Sofía: "Así tiene que ser: el destino le ha dado esta condi-
ción a la Pobreza, de que sea llamada con deseo por rarísimos
y poquísimos, pero que se comunique y se presente a muchísi-
mos y a la multitud más grande; la Riqueza, por el contrario,
llamada, deseada, invocada, adorada y esperada por casi to-
dos, que vaya a entregarse abundantemente a rarísimos, y a
aquellos que ni siquiera la cultivan y esperan. Que ésta sea sor-
da por completo, al grado de que con ningún estrépito y fra-
gor se conmueva, y que sea tan dura y resistente que, apenas
jalada con garfios y grúas se aproxime a quien la procura; y
que aquélla sea atentísima, rapidísima, listísima para que, al
menor silbido o gesto, desde cualquier parte que sea llamada,
por más lejana que esté, rápidamente se presente allí; además
de que, por lo general, se encuentra en la casa y a espaldas de
quien no sólo no la llama sino que, incluso, con toda diligen-
cia se esconde de ella.''
Mientras la Riqueza y la Pobreza cedían el lugar:
"¡Alto ahí!" , dijo Momo, "¿qué sombra es aquélla, fami-
liar a esas dos contrarias y que está con la Riqueza y que está
con la Pobreza? Yo suelo ver de un mismo cuerpo diversas
sombras, pero de diversos cuerpos una misma sombra no, ja-
más, que yo lo haya notado, excepto ahora."

137
A lo que respondió Apolo:
"D0nde no hay luz, todo es una sombra; aunque sean di-
versas sombras, si están sin luz se confunden y son una: como
cuando hay muchas luces sin que alguna densidad de cuerpo
opaco se oponga o interponga, todas concurren a hacer un es-
plendor."
"Aquí no me parece que deba ser así", dijo Momo, "por-
que donde está la Riqueza está por completo excluida la Po-
breza, y donde está la Pobreza, es diametralmente diferente
de la Riqueza, y no como dos luces concurrentes en un sujeto
iluminable, aquélla se ve que es una sombra que está con una
y otra."
"Mírala bien, oh Momo", dijo Mercurio, "y verás que no
es una sombra."
"No dije que es una sombra", respondió Momo, "sino que
está ligada a esos dos númenes como una misma sombra a dos
cuerpos. Oh, ahora caigo en la cuenta: ésa me parece la Avari-
cia, que es una sombra; es la tiniebla de la Riqueza y la tiniebla
de la Pobreza."
"Así es", dijo Mercurio, "ella es hija y compañera de la
Pobreza, acérrima enemiga de su madre, y cuanto puede huye
de ella; enamorada y apasionada de la Riqueza, a la cual, aun-
que esté junto a ella, siempre siente el rigor de la madre que
la atormenta; y aunque esté cerca de ella, está lejos, y aunque
esté ella lejos, está cerca; porque si se le aleja, según la verdad
le es intrínseca, y unida según la estimación. ¿Y no ves que es-
tando unida y compañera de la Riqueza, hace que la Riqueza
no sea Riqueza, y que estando lejos de la Pobreza , hace que
la Pobreza no sea Pobreza? Estas tinieblas, esta oscuridad,
esta sombra es la que hace a la Pobreza ser mala y a la Riqueza
no ser buena; y no se encuentra sin malear a una de las dos,
o a las dos juntas; rarísimas veces a ninguna de las dos, y esto
sucede cuando están rodeadas por todos lados por la luz de la
razón y el intelecto."
Entonces pidió Momo a Mercurio que le explicara cómo
aquélla hacía a la Riqueza no ser riquezas. A lo que respondió
que el rico avaro es pobrísimo; porque la Avaricia no está
donde están las riquezas, si no está también ahí la Pobreza;
la cual en forma no menos verdadera se encuentra ahí, gracias

138
al afecto, que se pueda encontrar en virtud del efecto; de suer-
te que esta sombra, pese a su corrupto despecho, nunca se
puede separar de su madre más que de sí misma.
Mientra decían esto, Momo, quien no carece de una buení-
sima vista (aunque no siempre vea a la primera) al haber pues-
to mayor atenció n, dijo:
"Oh Mercurio, lo que yo te decía que era como una som-
bra, ahora me doy cuenta que son muchas bestias bien juntas;
porque la veo canina, porcina, ovejuna, simiesca , osuna ,
aquilina, corvina, halconada, leonina, asnal y ninas y ninas,
como bestias jamás existieron: y, a pesar de tantas bestias. es
un solo cuerpo . Me parece ciertamente la pantamorfia" de
los anima les irracionales."
"Di más bien", respondió Mercurio, "que es una bestia
multiforme; parece una y es una, pero no es uniforme, como
es propio de los vicios tener muchas formas, ya que son infor-
mes y no tienen rostro propio , al contrario de las virtudes.
Como veo a su enemiga liberalidad , la que es simple y una ; la
justicia es una y simple; de igual modo como ves que la salud
es una y las enfermedades son innumerables. "
Mientras Mercurio decía esto, Momo le interrumpió su ra-
zonamiento y le dijo:
"Yo veo que en su perdición tiene tres cabezas; pensaba, oh
Mercurio, que la vista se me hubiese trastornado , cuando vis-
lumbraba de esta bestia sobre un busto una, otra y otra cabe-
za; pero cuando di vuelta a los ojos por completo, y puesto
que no existe otra cosa que me parezca igual, concluyo que no
es de otra forma que como lo veo."
"Tú ves muy bien", respondió Mercuri o. "De esas tres ca-
bezas, una es la mezquindad, otra es la sucia ganancia, la otra
es la terquedad. "
Preguntó Momo si ellas hablaban; y Mercurio respondió
que sí, y que la primera dice: " Mejor ser rico que ser conside-
rado más liberal y grato"; la segunda expresa : " No te mueras
de hambre por ser noble"; la tercera dice: "Si no es un honor,
me es útil".

11
Pantamorfia . de ponte = 1oda< y mor.fe = forma: 1 oda~ las formas.

139
"Y, sin embargo, ¿no tienen más que dos brazos'?", pre-
guntó Momo.
"Bastan las dos manos", respondió Mercurio, de las cuales
la derecha está abierta, abierta y ancha, ancha, para tomar; la
otra está cerrada, cerrada y apretada, apretada, para poseer
y dar como por destilación y por alambique, sin proporción
de tiempo y lugar, como tampoco de medida."
"Acérquense más a mí, tú Riqueza y tú Pobreza " , dijo
Momo, "para que pueda ver mejor la gracia de esta bella
ém ula vuestra ."
Cuando lo hubieron hel'.ho, dijo Momo:
"Es un rostro, son varios rostros; es una cabeza, son varias
cabeza ; es hembra, es hembra; tiene la cabeza muy pequeña,
aunque la cara sea más que mediocre; es vieja, e vil, es sórdi-
da, tiene el rostro lánguido. es de color negro; la veo arrugada
y tiene cabellos enredados y oscuros, ojos atento , boca abier-
ta y anhelante y nariz y garras encorvadas; maravilla que sien-
do un animal mezquino tiene el vientre tan vasto y voragino-
so, imbécil, mercenario y servil , cuya faz arquea dirigida a las
estrellas . Cava la tierra, se sepulta; y para encontrar algo se
sumerge en las profundidades de la tierra, y dando la espalda
a la luz tiende a los antros y a las grutas, adonde jamás alcan za
la diferencia entre el día y la noche ; ingrata, para cuya perver-
sa esperanza nunca será mucho, harto o ba tante lo que se le
da, y cuanto más recibe, más ávida se vuelve; como la llama,
que se torna más voraz conforme se hace más grande. ¡Despi-
de, despide, expulsa, expulsa rápido, oh Júpiter, de estas po-
sesiones a la Pobreza y a la Riqueza juntas, y no permitas que
se acerquen a la morada de los diose , a menos que vengan sin
esta vil y abominable fiera!"
Respondió Júpiter:
" Os vendrán encima y detrás de ella, como vosotros os dis-
pongáis a recibirlas. Por ahora que se vayan con la resolución
ya dada, y nosotros volvamos pronto a nuestro quehacer de
determinar qué numen será el poseedor de este lugar."
Y he aquí que, mientras el padre d e los dioses se volteó , por
sí misma, descaradamente y con una no in ólita arrogancia,
se presentó la Fortuna y dijo:
"No está bien, oh dioses consulares, y tú, oh gran senten-

140
ciador Júpiter, que, donde hablan y pueden ser tan amplfa-
mente escuchadas la Pobreza y la Riqueza, yo sea vista como
una pusilánime que calla por vileza, no me manifieste y, con
toda razón, me queje. Yo, que soy tan digna y tan poderosa,
que impulso a la Riqueza, la guío y la empujo por donde me
parece y me place, de donde quiero la expulso, y adonde quie-
ro la conduzco, manipulando la sucesión y vicisitud de ella
con la Pobreza; y todos saben que la prosperidad de los bienes
externos no se puede atribuir, como su principio, más a la Ri-
queza que a mí; de igual manera que la belleza de la música
y la excelencia de la armonía no debe alguno atribuirla princi-
palmente a la lira y al instrumento, sino al arte y al artista que
los maneja. Yo soy esa diosa divina y excelente, tan deseada,
tan buscada, tan querida, por la cual las más de las veces se
dan gracias a Júpiter; aquella de cuya mano abierta procede
la riqueza, y por cuyas palmas cerradas todo el mundo llora,
y entran en zozobra las ciudades, reinos e imperios. ¿Quién
ofrece alguna vez votos a la Riqueza o a la Pobreza? ¿Quién les
da las gracias alguna vez? Todo aquel que quiere y se desvive
por aquéllas, me llama a mí, me invoca a mí, sacrifica por
mí; quienquiera que se vuelve alegre por aquéllas, me lo agra-
dece a mí; rinde tributo de gratitud a la Fortuna, por la Fortu-
na pone al fuego los aromas, por la Fortuna humean los alta-
res. Soy una causa que, cuanto más incierta, más venerada y
temida soy; y más deseable y apetecible soy conforme me hago
menos compañera y familiar; porque ordinariamente en las
causas menos abiertas, más ocultas y mayormente secretas, se
encuentra más dignidad y majestad. Yo, que con mi esplendor
ofusco a la virtud, denigro a la verdad, domo y desprecio a la
mayor y la mejor parte de estas diosas y dioses que veo apare-
jados y puestos como en orden para tomar su lugar en el cielo;
y yo que aún aquí, en presencia de tal y tan grande senado,
sola aterrorizo a todos; porque, aunque no tengo una vista
que me ayude, sí tengo oídos, por los cuales me doy cuenta
de que gran parte de ellos castañean y golpean los dientes por
el temor que conciben de mi formidable presencia; aunque
con todo esto no pierden la osadía y la presunción de adelan-
társeme, para hacerse designar sin que antes se haya dispuesto
acerca de mi dignidad; yo, que tengo con frecuencia, y más

141
que con frecuencia, imperio sobre la Razón, la Verdad, la So-
fía, la Justicia y otros númenes, los cuales, si no quieren men-
tir respecto a lo que es para todo el mundo evidentísimo, po-
drán decir si pueden llevar la c1Jenta del número de las veces
que los he tumbado de sus cátedras, sedes y tribunales, y a mi
antojo los he reprimido, atado, encerrado y encarcelado. Y
también por mi merced , después y otras veces, han podido sa-
lir del paso, liberarse, restablecerse y reafirmarse, nunca sin
el temo r de mis desgracias."
Momo dijo:
"Comúnmente, o h ciega señora, todos los demás dioses es-
peran la retribución de estas sedes por las obras buenas que
han realizado, realizan y pueden realizar, por las cuales el se-
nado se ha propuesto premiar a aquéllos; y tú, mientras de-
fiendes tu causa, nos presentas la lista y proceso de tus delitos,
por los cuales no sólo deberías ser expulsada del cielo, sino
también de la Tierra."
Respondió la Fortuna que ella no era menos buena que
otros buenos ; y que fuese tal como era, no estaba mal, porque
cuando el destino dispone, todo está bien; y que si su naturale-
za fu ese tal como la de la víbora, que por naturaleza es vene-
nosa , en esto no tendría ella la culpa, si no la naturaleza o al-
gún otro ser, que la ha creado así. Además que ninguna cosa
es absolutamente·mala; porque la víbora no es mortal y tóxica
para la víbora; ni el dragón, el león, el oso, al oso, al león, al
dragón; sino que cada cosa es mala respecto a alguna otra cosa.
"Como vosotros, dioses virtuosos, sois malos respecto a los
viciosos, los de1 día y de la luz son malos para los de la noche
y oscuridad; y vosotros entre vosotro sois buenos, y ellos en-
tre ellos son buenos; como sucede también con las sectas ene-
migas del mundo, donde cada uno de los adversarios se nom-
bra a sí mismo hijo de dioses y justo; y, no menos éstos de
aquéllos, que aquéllos de éstos, a los más importantes y hon-
rados los designan como los peores y los más reprobables de
los hombres. Yo, pues, la Fortuna, aunque en relación a algu-
nos sea réproba, respecto a otros soy divinamente buena; y es
sentencia aprobada en la mayor parte del mundo, que la fo r-
tuna de los hombres pende del cielo; por lo que no hay estrella

142
mínima ni grande que aparezca en el firmamento, de la cual
no se diga que yo la administro."
Entonces respondió Mercurio, diciendo que su nombre se
tomaba muy equivocadamente: porque a veces por la Fortuna
no hay otra nada más que un incierto evento de las cosas; y
esa incertidumbre a los ojos de la providencia no es nada, aun-
que sea enorme a los ojos de l~s metales. La Fortuna no oía
esto, sino que continuaba y, a lo que había dicho, agregó que
los más egregios y excelentes filósofos del mundo, como han
sido Empédocles y Epicuro, le atribuyen más obras a ella que
al mismo Júpiter, más aún , que a todo el concilio de los dioses
juntos.
"Y así todos los demás" , decía, "me conciben diosa, me
consideran una diosa celeste, como en este verso, que creo no
os sea nuevo a los oídos, el cual no hay bobalicón que esté
aprendiendo a leer que no sepa recitar:

Te facimus, Fortuna, deam, cae/oque locamus. 14

Y quiero que comprendáis, oh dioses, con cuánta verdad soy


llamada por algunos loca, estúpida, desconsiderada, mientras
ellos son tan locos, tan estúpidos y tan desconsiderados que
no saben dar razón de mi ser; y donde advierto de aquellos
que son considerados más doctos que los demás, que en efecto
demuestran y concluyen lo contrario en cuanto son obligados
por la verdad, de tal suerte me llaman irracional y sin discur-
so, pero no por esto me consideran brutal o necia, dado que
con tal negaeión no tratan de detractarme, sino de atribuirme
ventajas; como yo a veces quiero negar cosas pequeñas para
conceder cosas mayores. No soy, pues, por ellos comprendida
como alguien que sea y actúe bajo la razón y con la razón, sino
por encima de toda razón, por encima de todo razonamiento
y de todo ingenio. Esto sin tomar en cuenta que, igualmente,
se dan cuenta y confiesan que yo obtengo y ejerzo principal-
mente el gobierno y reino sobre los sujetos racionales, inteli-
gentes y divinos; y no hay sabio que me diga que actúo con
mi brazo sobre cosas privadas de razón e intelecto como son

14 Fortuna, te hicimos diosa y en el cielo te depositamos , Juvenal, Sátira X, 366.

143
las piedras, las bestias, los niños, los locos y otros que no tie-
nen conciencia de las causas finales y no pueden proceder con-
forme a fines ."
"Te diré, oh Fortuna", dijo Minerva, "por qué razón te
llaman sin discurso y razón. A quien carece de algún sentido
le falta algún conocimiento, sobre todo el que depende de ese
sentido. Ahora considera tu caso, tú que estás privada de la
luz de los ojos, los cuales son causa principal de la ciencia."
La Fortuna respondió que, o se engañaba Minerva a sí mjs-
ma o quería engañar a la Fortuna; y se confiaba en hacerlo
porque la veía ciega:
"Pero", le dijo, "aunque esté privada de la vista, no estoy
sin embargo privada del oído ni del intelecto."
Saulino: ¿Y crees que esto sea verdad, oh Sofía?
Sofía: Escucha, y verás cómo sabe distinguir, y cómo no le
son desconocidas las filosofías y, entre otras cosas, la Metafí-
sica de Aristóteles:
"Yo", decía, "sé que existe quien afirma 15 que la vista es
lo más deseado para el saber, pero nunca conocí a uno tan ne-
cio que diga que la vista hace máximamente conocer. Y cuan-
do alguno dijo que ésa es máximamente deseada, no quería,
por lo tanto, que fuera máximaniente necesaria, más que para
el conocimiento de ciertas cosas, como son los colores, las fi-
guras, las simetrías corporales, las bellezas, las hermosuras y
otras cosas visibles, que más bien suelen perturbar la fantasía
y enajenar el intelecto; pero no que fuera necesaria en forma
absoluta para todas o las mejores especies de conocimiento,
porque sabía muy bien que muchos, para volverse sabios, se
han sacado los ojos; así como de aquellos sabios que, o por
suerte o por naturaleza, han sido ciegos, muchos son más ad-
mirables, como te podrían comprobar muchos Demócritos,
muchos Tiresias, muchos Horneros y muchos como el ciego de
Adria. 16 Además, creo que sabes distinguir, si eres Minerva,

u "Aristóteles, Metaflsica, l. i, al principio". Gentile, nota 4 en p. 688.


16
Demócriio: filósofo atomista griego del siglo v a.c., nacido en Abdera; quien,
según Cicerón, se privó de la vista para concentrarse mejor en sus pensamientos. Ti-
resias: adivino griego mítico·legendario de la época aquea o micénica, quien predijo
que Hércules seria un héroe de grandes hazailas y quien reveló a Edipo el misterio
de su vida ; según una versión quedó ciego a los 7 ai\os por haber visto desnuda a Ate-

144
que cuando un cierto filósofo estagirit a dijo que la , il\la e'
máximamente de cada para el saber. no comparaba la , ¡,_
ta con otra clase de medio de conocimiento. como con el oido.
con el pensamiento , con el intelecto: si no que hacia compara-
ciones entre este fin de la vista. que es el saber ,. ahi.ún otro
fin que la mi mase pueda proponer. Sin embarn~-. -;i ~o 1e di'-
gusta ir hasta los Campos Elíseos a razonar l'~n él (<ii e<. qt~e
no ha partido aún de allí para la ot ra \'ida. v bebido de la'>
aguas del Lete 1• verás que él hará esta glosa: Nosotros de'lea-
mos la vista sobre todo para este fin de saber: ,. no e\te otro:
Nosotros deseamos entre los otros semidos sob~e todo la \"ista
para saber."
Saulino: Es admirable, oh Sofía, que la Fortuna epa refle-
xionar mejor, y mejor entender los textos que Minerva. quien
es custodia de estas inteligencias.
Sofía: No te admires, porque cuando consideres el asunto
profundamente y cuando practiques y con verse con cuidado.
encontrarás que los graduados dioses de las ciencias. de las
elocuencias y de los juicios, no son más juiciosos, más sabios
ni más elocuentes que los demás. Ahora, para proseguir con
su causa, que hacía la Fortuna en el senado, dijo ésta, diri-
giéndose a todos:
"Nada, nada, oh dioses, me quita Ja ceguera; nada que val-
ga, nada que contribuya a la perfección de mi ser; e~ por eso
que, si yo no fuera ciega, no sería Fortuna, y tanto falta que
por esta ceguera podáis vosotros disminuir o atenuar la gloria
de mis méritos, que de la misma ceguera extraigo argumen-
to de la grandeza y excelencia de ellos, dado que por ésa llegaré
a convencer que estoy menos abstraída de los actos de la con-
sideración y que no puedo ser injusta en las distribuciones. "
Dijo Mercurio a Minerva:

ne~; según otra. fue casti~ado por Hera al dar la resp uesta de que la mujer gozaba
mas el amor que el hombre ... Lui~i Groto (1541-1585). llamado el ciego de Adria,
orador y poeta , uno de los pocos autores del siglo xv1 nom brados por Bruno" .
Spampanato. citado por Gentile. en p. 689. nora 1.
17
• Los Campos Elíseos constituyen el lugar de los bienaventurados. de la!" almas
vmuosas. después de la muerte (originalmente era una especie de cielo de los aqueos,
frente al Hades): recordemos que si el muerto bebía de las aguas del Lere olvidaba
lodo.

145
"No habrás hecho poco, cuando hayas demostrado esto."
Y agregó la Fortuna:
"Conviene a mi justicia ser así; a la verdadera justicia no
conviene, no cuadra, por el contrario, repugna y ultraja, la ac-
ción de los ojos. Los ojos están hechos para distinguir y cono-
cer las diferencias (por ahora no quiero demostrar cuán a me-
nudo los que juzgan son engañados por la vista); yo soy una
justicia que no tengo que distinguir ,_no tengo que hacer dife-
rencias; pero, como todos, soy principal, real y finalmente un
ente, una misma cosa (porqu~el ente, lo uno y lo verdadero
son lo mismo), así tengo que poner a todos en cierta igualdad ,
considerar a todos al parejo, tener toda cosa por una, y no es-
tar más lista para apreciar, para llamar a uno antes que a otro,
y no estar más dispuesta para dar a uno más que a otro, y estar
más inclinada hacia el próximo que hacia el lejano. No veo
mitras, togas, coronas, artes o ingenios; no advierto méritos
ni deméritos; porque , aunque los haya, no son cosas de una
u otra naturaleza, en esto o en aquello , sino muy ciertamente
por circunstancias y oportunidades o accidentes que se pre-
sentan, se encuentran y trascurren en esto o en aquello; y, sin
embargo, cuando doy, no veo a quién doy; cuando quito, no
veo a quién quito; para que de este modo venga yo a tratar a
todos por igual y sin diferencia alguna . Y con esto ciertamente
vengo a entender y a hacer todas las cosas iguales y justas, y
justa e igualmente distribuyo a todos. Meto a todos dentro de
una urna y en el amplisimo vientre de ésta a todos confundo,
mezclo y muevo; y después, ¡allá a quien le toque: al que le
toca buena, bien para él, y a quien le sale mal, peor para él!
De este modo, dentro de la urna de la Fortuna no es diferente
el más grande del más pequei'io; por el contrario, allí todos
son igualmente grandes e igualmente pequeños, porque ellos son
diferentes por otros y no por mí, es decir, antes que entren a
la urna y después que salen de ella. Mientras están adentro,
todos son agitados por la misma mano, en la misma vasija y
con la misma sacudida. Pero cuando después se sacan las suer-
tes, no es razonable que aquel a quien toe.a un mal resultado
se lamente o de quien sostiene la urna, o de la urna, o de la
sacudida o de quien mete la mano a la urna; sino que debe,

146
con la mejor y mayor paciencia que pueda, sobrellevar lo que
ha dispuesto y como ha dispuesto el Destino: dado que, en
cuanto al remanente, él ha sido igualmente inscrito, su boleto
era igual al de todos los demás: fue también numerado, meti-
do y agitado. Yo, pues, que trato a todo el mundo por igual
y tengo todo por una masa, de la cual a ninguna parte conside-
ro más digna o indigna que a las otras, por ser vasija de opro-
bio; yo, que echo a todos en la misma urna de la mutación y
movimiento, que soy igual para todos, pues a todos por igual
contemplo, o no contemplo particularmente a alguno más que
a otro, vengo así a ser justísima, aunque para todos vosotros
aparezca como lo contrario. Ahora, que a la mano que se in-
troduce en la urna, toma y saca las suertes, que para algunos
toca buena y para otros mala, le llegan gran número de indig-
nos y rara vez dignos de mérito, esto sucede por la desigual-
dad, iniquidad e injusticia de vosotros que no hacéis a todos
iguales y que tenéis los ojos de las comparaciones, distincio-
nes, desigualdades y los órdenes, con los cuales conocéis y ha-
céis diferencias . De vosotros, de vosotros digo, proviene toda
desigualdad, toda iniquidad; porque la diosa Bondad no se da
igualmente a todos; la Sabiduría no se comunica a todos en
la misma medida; la Templanza se encuentra en pocos; a rarí-
simos se muestra la Verdad. Así, vosotros, númenes buenos,
sois escasos, sois muy parciales al hacer las enormísimas dife-
rencias, las desmesuradísimas desigualdades y las confusísi-
mas desproporciones en las cosas particulares. No soy, no soy
yo inicua, ya que sin diferencias miro a todos, y para la que
todos son como de un solo color, como de un único mérito,
como de una misma suerte. Por vosotros sucede que, cuando
mi mano saca las suertes, acudan a ella más a menudo no sólo
para el mal, sino también para el bien, no sólo para los infor-
tunios, sino también para las fortunas, más los malvados que
los buenos, más los insulsos que los sabios, más los falsos
que los veraces. ¿Por qué es esto? ¿Por qué sucede? Viene la
Prudencia y echa en la urna no más de dos o tres nombres; vie-
ne la Sofía y no mete más de cuatro o cinco; viene la Verdad
Y no deja más que uno, y dejara menos si menos se pudiera; y
después de cientos de miles que son echados a la urna, queréis
que a la sortílega mano acuda más rápido uno de esos ocho

147
o nueve, que de los otros ochocientos o novecientos mil. Aho-
ra, ¡haced vosotros lo contrario! Haz, digo, tú, Virtud, que
lo~ virtuosos can más que los viciosos; haz tú, Sabiduría, que
el número de sabios sea mayor que el de los estultos; haz tú,
Verdad. que seas abierta y manifiesta a la mayoría; y muy
ciertamente los premios y las oportunidades ordinarios favo-
recerán a más eguidores de vosotros que de sus opuestos. Ha-
l'Cd que sean todo~ justos, veraces, sabios y buenos, y cierta-
mente no habrá nunca grado o dignidad que yo otorgue que
le pueda tocar a mentirosos, a injustos, a locos. No soy, pues,
más injusta yo, que trato y muevo a todos por igual, que voso-
tros que no hacéis a todos iguales. De manera que, cuando su-
cede que un holgazán o truhán llega a ser príncipe o rico, no
es por mi culpa, sino por la iniquidad de vosotros, ya que por
~cr aquéllos esca. os de vuestra luz y esplendor, no le quitasteis
ante~ lo holgazán o truhán, o no lo hacéis ahora, o por lo me-
no-. después venid a purgarlo de esta truhanesca holgazanería,
con tal de que una persona así no sea quien dirija. No es un
error el que alguien sea convertido en un príncipe, sino que sea
convertido en príncipe un truhán. Ahora, siendo dos cosas di-
ferentes, es dedr, principado y truhanería, ciertamente el vi-
cio no consiste en el principado que doy yo, sino en la truhane-
ria que dcjái existir vosotros. Yo, al mover la urna y extraer
las suerte~, no considero más a uno que a otro; y no por esto
lo he predeterminado para ser príncipe o rico (aunque es nece-
sario que de manera determinada venga a la mano uno solo
de entre todos los demás); pero vosotros, que hacéis las distin-
cione mirando con los ojos y comunicándoos a quien más y
a quien meno , a quien demasiado y a quien nada, habéis ve-
nido a dejar a aquel determinadamente truhán y holgazán. Si,
por consiguiente, la iniquidad consiste no en hacer un prínci-
pe y no en enriquecerlo, sino en determinar a un ujeto con
la holgazanería y la truhanería, entonce · no vendré a ser yo la
inicua , sino vosotros. He aquí, pues, cómo el Destino me ha
hecho justísima y no me pudo haber hecho injusta, porque me
hizo existir sin ojos, a fin de que por esto pueda graduar igual-
mente a todos."
Aqui replicó Momo, diciendo :
"No te decimos injusta por los ojos, sino por la mano."

148
A lo que ella respondió:
"Ni siquiera por la mano, oh Momo, porque no soy yo má~
causa del mal, que los tomo como vienen, que aquellos que no
vienen como los tomo: quiero decir, que no vienen así, sin di-
ferencia, como sin diferencia los acepto. No soy yo causa del
mal, si los tomo como llegan; sino ellos, que se me presentan
como son y otros que no los hacen ser de otra manera. No soy
perversa yo, que ciega extiendo indifercntemente la mano a
aquel que se presenta claro u oscuro, sino quien así lo~ hace,
quien así los deja y así me los envía."
Momo replicó :
"Pero cuando todos se volviesen indiferentes, iguales y se-
mejantes, no dejarías por eso de ser de todos modos inicua:
porque siendo todos igualmente dignos del principado, no los
harías a todos príncipes, sino a uno solo entre ellos."
Respondió sonriendo la Fortuna:
"Hablamos, oh Momo, de quién es injusto , y no hablamos
de quién sería injusto. Y ciertamente, con este modo tuyo de
proponer y responder, me pareces suficientemente convencido,
puesto que de lo que es de hecho, has procedido a lo que sería;
y de que no puedes decir que yo soy injusta, pasas a decir que
yo sería injusta. Permanece, pues, de acuerdo a lo que has con-
cedido, que yo soy justa, pero que sería injusta; y que vosotros
sois injustos, pero seríais justos. Antes bien, a lo que he dicho
añado que no solamente no soy injusta, sino que tampoco sería
menos justa entonces, cuando vosotros me los entregárais a to-
dos iguales; porque, en cuanto a aquello que es imposible no
se espera justicia ni injusticia. Ahora bien, no es posible que
un principado sea dado a todos; no es posible que todos tengan
una misma suerte; sino que es posible que a todos les sea ofreci-
da por igual. De esto que es posible se sigue lo necesario, es de-
cir, que de entre todos es preciso que uno lo logre; y que en esto
no radica la injusticia y el mai, porque no es posible que sea
más que uno; pero el error consiste en lo que se sigue, es decir,
que ese uno sea vil, que ese uno sea truhán, que ese uno sea vir-
tuoso; y la causa de este mal no es la Fortuna, que sólo da el
ser príncipe y el ser acaudalado, sino la diosa Virtud que no les
da, ni les dio el ser virtuosos."
"Excelentemente ha expuesto sus razones la Fortuna", dijo

149
el padre Júpiter, "y por todo esto me parece digna de tener
una sede en el cielo; pero no me parece conveniente que ten-
ga una sede propia, siendo que no tendría menos de cuantas
estrellas existen; porque la Fortuna está en todas ellas no me-
nos que en la Tierra, dado que ellas no son menos mundos que
la Tierra. Además, según la general opinión de los hombres,
de todas ellas se dice que pende la Fortuna: y ciertamente, si
tuvieran más abundancia de intelecto, dirían algo de mayor
utilidad. Sin embargo (diga Momo lo que le plazca), siendo
que tus razones, oh diosa, me parecen a mi pesar eficaces,
concluyo que, si no hay en contra de tu causa nuevos alegatos
que tengan mayor peso que los hasta ahora aportados, no de-
seo atreverme a definirte una morada , como antes deseaba
constreñirte o relegarte a aquélla; pero te doy, más bien te
dejo en todo el cielo con ese poder que muestras tener, ya que
por ti misma tienes tanta autoridad que puedes abrirte esos lu-
gares que están cerrados al propio Júpiter junto con todos los
demás dioses. Y no quiero decir más acerca de aquello por lo
que todos te estamos realmente tan agradecidos. Tú, abriendo
todas las puertas, abriéndote todos los caminos y disponién-
dote todas las moradas, haces tuyas todas las cosas ajenas; y,
por ello, importa que las sedes que son de los otros, no lleguen
a ser también tuyas; por aquello de que, cuanto está bajo el
signo de la mutación, todo absolutamente pasa por la urna,
por la revolución y por la mano de tu excelencia."

Tercera parte del Diálogo segundo

De esta manera, pues, Júpiter le negó a la Fortuna la sede de


Hércules, dejándole a su arbitrio estar en aquélla y en todas
las demás que hay en el universo. Sea como fuere, los demás
dioses no discreparon con esta sentencia; y la ciega diosa,
viendo que la determinación tomada no le acarreaba injuria
se despidió del senado, diciendo:
''Yo, pues, no me voy completamente abierta, ni completa-
mente oculta a todo el universo ; recorro los altos y bajos pala-
cios, y en no menor grado que la muerte sé elevar las cosas ín-
fimas y humillar a las supremas; y al final, por la fuerza de

150
l
la vicisitud, todo lo nivelo y con incierta sucesión y razón irra-
cional (es decir, por encima y fuera de las razones particula-
res) y con indeterminada medida giro la rueda, sacudo la ur-
na, con el fin de que mi designio no sea reprochado por
individuo alg~~º· ¡.Vamos!, Riqueza, ven a mi derecha, y tú,
Pobreza, a m1 1zqmerda: traed con vosotras a vuestra comiti-
va; tú, Riqueza, a tus ministros tan gratos, y tú, Pobreza, a
los tuyos, tan fastidiosos para la multitud. Que nos sigan di-
go, primero el fastidio y la alegria, la felicidad y la infelicidad;
la tristeza y el ~ontento; el júbilo, la melancolía; la fatiga, el
descanso; el ocio, la ocupación; la mezquindad, el ornamen-
to. Después la austeridad, las delicias; el lujo, la sobriedad· la
libídine, la abfitinencia; la embriaguez, la sed; la crápula: el
hambr~; el apetito, la saciedad; la codicia, el tedio y hartura;
la plenitud , la vacuidad; también el dar, el tomar; la efusivi-
dad, la parsimonia; el invertir, el despojar; el lucro la ruina·
el ingreso, la salida; la ganancia, el dispendio· la a~aricia l~
liberalid~d, con su número y medida, exceso y' defecto; ig~al­
dad, desigualdad; deuda, crédito. En seguida: seguridad, sos-
pecha; celo, adulación; honor, desprecio; reverencia burla·
obsequio, desprecio; gracia, deshonra; ayuda, destÍtución;
descons~elo, consuelo; envidia, congratulación; emulación,
compasión; confianza, desconfianza; dominio servidumbre·
libertad, cautiverio; compañía, soledad. Tú, 'opo rtunidad'.
camina adelante, precede mis pasos, ábreme mil y mil cami-
nos; ve incierta, incógnita, oculta, porque no quiero que mi
llegada sea demasiado prevista. Da de bofetadas a todos los
vates, profetas, adivinos, mánticos y pronosticadores. A to-
dos aquellos que se atraviesen para impedir nuestro camino,
dales de ~odazos ~n las costillas. Quita de enfrente de mis pies
todo posible obstaculo. Allana el camino y arranca cualquier
o~ro ma~orraJ de proyectos que pueda ser molesto para una
ciega deidad , a fin de que cómodamente por ti, mi guía, me
sea determinado el subir o el apoyar, el girar a la derecha o
a la izquierda, el mover, el detener, el conducir y el sostener
de los pasos. Yo, en un momento e inmediatamente voy y ven-
go, establezco y muevo, levanto y siento, mientras con diver-
sos medios que ofrece cada ocasión extiendo las manos a di-
versas e infinitas cosas. Discurrimos, pues, de todo, por todo,

151
en iodo. para iodo: aquí rnn dioses, a llí con héroes; a llá con
hombre . acullá con bestias ...
Ahora. habiendo termi nado este litigio y dado espacio a la
l· on una. rnltcado Júpiter hacia los dioses, dijo:
"!\ le parece que el lugar de Hércules deba ocuparlo la For-
1aleza. porque ésta no debe estar lejos de donde está la verdad,
la ley, el juido: ya que constante y fuerte debe ser la voluntad
que adminis1ra el j uicio rnn la prudencia, por la ley, segú n la
\erdad: dado 4ue como la \'Crdad y la ley for man el intelecto,
la prudencia. el j uicio y la j usti cia regulan la voluntad; así, la
constancia y fo rtaleza conducen a l efecto . De donde ha sido
dicho por un sabio : No le con vier1as en j ue::., si con la vinud
y f uer::.a 110 eres capa::. de romper la maquinaria de la iniqui-
dad.'"
Respondieron todm los d ioses:
" Has &•puesto bien, oh Júpiter. ya que H ércule~ ha sido
hasta ahora como un modelo de la fortaleza. que debía con-
1emplarse en los astros. Entra tú, Fortale7.a, con la linterna de
la razón por delante, porque de otro modo no serías fortaleza,
sino estupidez, furia, audacia. Y no serías considerada forta-
leza. ni tampoco lo serias; porque por locura, error y enajena-
ción mental llegaría a no temer el mal y la muerte. Ésa luz
hará que no seas a udaz donde se debe temer: dado que tal cosa
d necio y arrebatado no teme. siendo q ue, cuando uno es más
prudente y sensato, es lo que más debe te mer. Ésa hará que
d o nde impone el honor , la utilidad pública, la dignidad y per-
fección del propio ser , así como el cuidado de las leyes divinas
v nat urales, de ahí no te muevas d e bido a los terrores que ame-
;rncen con la muerte; que estés lista y dispuesta, donde los de-
más son lentos y desidiosos; que con facilidad soportes lo que
otros difícilmen te toleran; que tengas en poco o en nada aque-
llo que los otros est iman mucho y bastante. Modera tus malas
compañ ías: a la que está a la derecha con sus ministros: Teme-
ridad , Audacia, Presunción , Insolencia, Furia, Fatuidad ; y a
la que está a tu izquierda, con la Pobreza de espíritu, Humilla-
ción, Temor, Vileza, Pusilanimidad, Desespera<;ión. Conduce
a tus virtuosas hijas Asiduidad, Firmeza , Tolerancia, Magna-
nimidad, Indulgencia, Bravura, Vivacidad e Industria, con el
libro del registro de las casas que se gobiernan con Cautela, o

152
con Perseverancia, o con Evasión, o con Paciencia; en el que
se señalan las cosas que el fuerte no debe temer: es decir, las
que no nos hacen peores , como el Hambre, la Desnudez, la
Sed, el Dolor , la P obreza, la Soledad , la Persecución , la Muer-
te; y de las otras cosas que, por volvernos peores, deben ser evi-
tadas con toda diligencia: como la crasa Ignorancia, la Injusti-
cia, la Infidelidad, la Mentira, la Avaricia y cosas semejantes.
Así, templándote, no inclinándote a derecha o izquierda, y no
alejándote de t us hijas, leyendo y o bservando tu registro,
no apagando tu luz, serás solitar ia t ute la de las Virtudes ,
unica custodia de la Justicia y torre singular de la Verdad;
inexpugnable por los vicios, invicta por las fatigas, constante
en los peligros, rígida contra las voluptu osidades, desprecia-
dora de la Riqueza, domadora de la Fortuna, triunfadora del
todo. Temerariamente no osarás, inconsid eradamente no te-
merás; no ostentarás los placeres, no huirás de los indicios;
por falsa alabanza no te complacerás, y por vituperio no te es-
pantarás; no te e nva necerás por las prosperidades; no te de-
tendrás por las adversidades;· no te pesarán los fast idios; no
te sublevará el viento d e la ligereza; no te henchirá la riqueza
y no te confundirá la pobreza: despreciarás el exceso, tendrás
poco sentido d e lo necesario. Te alejarás de las cosas bajas y
estarás siemp re atenta a altas empresas."
"Ahora bien, ¿qué se ordenará para mi Lira?", dijo Mer-
curio.
A lo que respondió Momo:
" Tenla contigo para tu diversió n, para cuando te halles en
una barca o bien cuando te encuentres en las hosterías . Y si
prefieres hacer con ella un regalo, dándosela a quien más me-
recidamente le sea útil, y no quieres andar mucho para buscar-
lo, vete a Nápoles, a la plaza del Olmo, o bien a Venecia, a
la plaza San M arcos, 18 hacia el atardecer, porque en estos
dos lu gares se presentan los corifeos d e aquellos que se trepan

ix Gentile señala (no1a 3 en p. 700) que la Piaua de l'Olmo es la más larde llama-
da via del Puer10. en la cual se hada un mercado muy frecuen1a do. Para mayor refe-
rencia sobre d asumo. Gen1ile remi1e a la obra Pemamerone. ed. Croce, I, 90. de
Juan Bau1is1a Basile, au1or napolilano del siglo xv11. Para la Plaza de San Mar,·m
en Venecia. refiero:! a la obra ya ci1ada Piaua universa/e de Garzoni, donde mues1r<1
una riqueza de vi\encias de iodo tipo en la misma.

153
a los bancos; y allí te podrá encontrar ese mejor, al cual iure
meriti19 se le deba dar."
Preguntó Mercurio:
"¿Por qué más bien a los mejores de ésta que de otra
clase?"
Respondió Momo que en estos tiempos la lira se ha vuelto
principalmente instrumento de charlatanes, que la usan para
granjearse y entretener al público, y vender mejor sus bolitas
y pomos, así como el rabel 20 se ha vuelto instrumento de los
ciegos pordioseros.
Mercurio dijo:
"¿Está en mi poder hacer con ella lo que yo quiera?"
"Así es", dijo Júpiter, " menos dejarla por ahora en el cie-
lo. Y quiero (si así os parece a vosotros miembros del Conse-
jo) que en lugar de su lira de nueve cuerdas, ocupe su sitio de
gran madre Mnemosine,2 1 con las nueve musas, sus hijas."
Al oír esto, en señal de aprobación todos los dioses incli-
naron la cabeza; y la diosa, promovida con sus hijas, dio las
gracias. La Aritmética, que es la primogénita, dijo que les
agradecía por más veces de las que no concibe con números
particulares y especies de ellos, y más allá, por más miles y mi-
les que jamás pueda aportar el intelecto con sus adiciones; la
Geometría por todavía más formas y figuras de las que se pue-
dan crear, y que átomos puedan jamás concurrir por las fan-
tásticas resoluciones de los continuos; la Música, porque la
fantasía pueda combinar todavía más formas de armonías y
sinfonías; la Lógica para que no cometan más absurdos sus
gramáticos, falsas persuasiones sus retóricos, y sofismas y fal-
sas demostraciones los dialécticos; la Poesía porque, para dejar
fluir sus tantas fábulas, sus cantores no posean más pies cuan-
tos versos han hecho y estén por hacer; la Astrología porque
contenga más estrellas el inmenso espacio de la etérea región,
si decir más se puede; la Física tantas gracias les dio, cuantos
próximos y primeros principios y elementos puede haber en el

19 Por legítimo dert>Cho.


20 Antiguo instrumento pastoril de tres cuerdas, parecido al laúd, sonado con un
arco.
21 Véanse supra las notas 6 y 64 del diálogo anterior.

154
seno de la naturaleza; la Metafísica más de los existentes géne-
ros de ideas y especies de fines y eficientes sobre los naturales
efectos, tanto según la realidad que está en las cosas, corno se-
gún el concepto que las representa; la Ética por cuantas cos-
tumbres, conductas, leyes, justicias y delitos puedan existir en
éste y otros mundos del universo. La madre Mnemosine dijo:
"Os doy tantas gracias, oh dioses, como pueden ser los su-
jetos particulares para la memoria y el olvido, para el conoci-
miento y la ignorancia."
Mientras tanto Júpiter ordenó a Minerva, su primogénita,
que le pasara la caja que tenía bajo la cabecera de la cama; y
de allí sacó nueve urnas, las cuales contienen nueve colirios
que han sido ordenados para purificar el alma humana, tanto
en lo que se refiere al conocimiento como al afecto. En primer
lugar les dio tres a las tres primeras, diciéndoles:
"He aquí el mejor ungüento con el que puedan purgar y
aclarar la potencia sensible respecto a la multitud, magnitud
y armónica proporción de las cosas sensibles."
Le dio una a la cuarta, y dijo:
"Esto servirá para regular la facultad inventiva y judicati-
va. Toma esto", le dijo a la quinta, "que con suscitar cierto
melancólico impulso es poderoso para estimular a un delicio-
so furor y vaticinio.''
Le dio el suyo a la sexta, mostrándole la manera con la cual
aquello abriese los ojos de los mortales para la contemplación
de las cosas arquetípicas y supremas. La séptima recibió aquel
por medio del cual es reformada de la mejor forma la facultad
racional respecto a la contemplación de la naturaleza. La oc-
tava recibió el otro, no menos excelente, el cual promueve al
intelecto a la comprensión de las cosas sobrenaturales, en la
medida que influyen en la naturaleza y en cierto modo son in-
dependientes de ella. El último, más grande, más precioso y
excelente, lo puso en manos de la última hija; la cual, en cuanto
es posterior a las demás, también es la más digna; y le dijo:
"He aquí éste, Ética, con el cual prudentemente, con saga-
cidad, agudeza y generosa filantropía, sabrás instituir religio-
nes, ordenar los cultos, introducir leyes y efectuar juicios; así
como aprobar, confirmar, conservar y defender todo lo que
está bien instituido, ordenado, puesto y ejecutado, concertan-

155
do lo mejor posible los afectos y efectos en el culto de dioses
y convivencia de los hombres ."
"¿Qué haremos con el Cisne?", preguntó Juno .
Respondió Momo:
'' Mandémoslo en nombre de su diablo a nadar con los otros
al lago de Pergusa o al río Caistro, donde tendrá muchos com-
pañeros." 11
"No quiero eso", dijo Júpiter, "sino ordeno que sea mar-
cado en el pico con mi sello y puesto en el Támesis; porque allí
estará más seguro que en ninguna otra parte, dado que por el
temor de la pena capital, no me podrá ser tan fácilmente roba-
do .,, 23
"Sabiamente has provisto, oh gran padre", replicaron los
dioses; y esperaban que Júpiter determinara quién sería el su-
cesor. Por lo que continuó el primer presidente, y decretó:
"Me parece muy conveniente que sea colocada allí la Peni-
tencia, la cual es entre las virtudes como el cisne entre los pája-
ros: porque ella no se atreve, ni puede volar alto por la carga
de la vergüenza y el humilde reconocimiento de sí misma y se
mantiene sumisa; pero alejándose de la odiosa Tierra y no
osando elevarse al cielo, ama los ríos, se entrega a las aguas,
que son las lágrimas del arrepentimiento en las que busca la-
varse, purgarse, purificarse , tras de que po r el disgusto que le
provoca el verse ensuciada en la fangosa playa del error, toma
la determinación de corregirse y, en cuanto sea posible, ase-
mejarse a la cándida inocencia. Con esta virtud vuelven a su-
bir las almas que son derrumbadas desde el cielo e inmersas

22 " Reminiscencia de \Crsos de Ovidio. Metamorfosis, V, 385-387:

Haud procul Hennoeis lacus est a moenibu.s altae,


Nomine Pergu.s, aquoe: non illo pluro Caystros
Carmina cycnorum labentibus audit in undi•

(No distante de los muros de Henna existe un lago de aguas proíundas / llamado P er-
gus. Ni en las onduladas aguas del Caistro I oyes mayor número de cantos de cisnes. )
Para el C a istro (rio de Jonia) cf. Virgilio. Geórgicas, 1, 38~ ", Gcntile, nota 1 en
p. 704.
21 " Referencia evidente a la pena, que, en tiempos de Isabel , part:ce que fuera
conminado quien robase alguno de los cisnes. que debían e~ istir como ornamento del
Támesis", Gentile, nota 2 en p . 704.

156
en el Orco 1~ tenebroso , pasando por el Cocito de los placeres
sensibles , y encendidas por el Periflegetón 25 del amor por los
placeres materiales y apetito de generació n; de los cuales, el
primero desborda el espíritu de tristeza, y el segundo vuelve
al alma desdeñosa; como por remembranza de su alta alcur-
nia, retornando en si misma, se disgusta consigo mi sma por
su presente estado, se lamenta por lo que se deleitó y no quisie-
ra haherse complacido a sí misma; y de este modo va despo-
jándose poco a poco del presente estado , atenuándosele la
materia carnal y el peso de la crasa sustancia; se cubre toda
de plumas, se inflama y se calienta al Sol, concibe el férvido
amor por las cosas sublimes, se torna aérea, se aferra al Sol
y de nuevo se convierte a su principio."
" Dignamente la Penitencia es colocada entre las virtudes" ,
dijo Saturno; " porque, aunque sea hija del padre Error y de
la madre Iniquidad es, sin embargo, como la rosa bermeja,
que se esconde entre las punzantes y crueles espinas; es como
una reluciente y clara chispa que del negro y duro pedernal se
desprende, se eleva y se dirige hacia el Sol su semejante."
"¡Bien provisto, bien determinado! ", dijo todo el concilio
de los dioses. "¡Que se siente la Penitencia entre las virtudes,
que sea uno de los dioses celestes! "
A esta voz general, antes que otra cosa se propusiera de Ca-
siopea, alzó la voz el furibundo Marte, y dijo :
"Que no haya, oh dioses, quien quite a mi belicosa Espa-
iia,26 esta matrona que tan orgullosa, altiva y majestuosa no

2~ El Orco ( Hades de los griegos) es el infierno, el mundo s ubterráneo de lo~ muer-


to~ t:n la mitología etru~co- romana . Tambien se le identificó con Plulón o H ade~.
dios de los infiernos.
2~ En la mitología griega Cocito es u n río subterráneo, aíluentt'. del Aqueronie: te-
nia como fuente las lágrimas de los muertos insepultos. Flegetón era otro río mílirn,
hijo del Cocito, que rodt:aba al Tártaro en sentido imerso al de éste y, en ve1 de agua.
corrían por él torbellinos de llamas s ulfurosas. donde se arrojaban a la\ alma~ de Jo,
criminales.
2~ "En torno a la jaciancia de los españoles. convertida en proverbial en la lit era-
tura italiana del siglo xv1, véase B. Croce, Ricerche ispano-itolione (lnvestigucione~
hispono-itolionus), 11, sumario de las Actas de la Academia Pontaniana, vol. XXVIII.
Nápoles. 1898, p. 10; y Farinelli, en Ross. bibliogr. of. lett. it. (Reseño bihlwgrúfi('(J
de la f1terat11ru italiano). VII ( 1899), 288-289. En el Morioe enrnmiun (Elogio de fu
locura) de Erasmo (Lugd . Batav .. 1648). p . 172, los espai'lole~ 'bellicarn gloria nulli
concedunt · ('a nadie conceden la gloria guerrera')", Gen lile, nota 1 en p. 705 .

157
se contentó con subir al cielo sin llevarse su cátedra con todo
y baldaquín. Quisiera que a ésta (si así le place al altitonante
padre y si vosotros no queréis hacerme enojar con el riesgo de
sufrir después en buena medida lo mismo, cuando pasárais
por mis manos), por tener costumbre de aquella patria y por
parecer ahí nacida, nutrida y criada, determinéis que allí resi-
da."
Respondió Momo:
"Que no haya quien quite la Arrogancia y a esta mujer, que
es el vivo retrato de aquélla, al bravo señor capitán de es-
cuadras. "
A lo que Marte respondió:
' 'Con esta espada te haré conocer y no solamente a ti pobre-
tón, que no tienes otra virtud ni fuerza que la lengua podrida
sin sal, sino además a cualquier otro (excepto a Júpiter, por
ser superior a todos) que diga que bajo lo que vosotros llamrus
jactancia, no se encuentra belleza, gloria, majestuosidad,
magnanimidad y fortaleza digna de la protección del escudo
marcial; y cuyas injurias no son indignas de ser vengadas por
esta horrenda punta que ha solido domar a hombres y dio-
ses."
"Tenla, pues, en mala hora contigo", contestó Momo,
"porque entre nosotros los dioses no encontrarás otro tan ex-
travagante y loco que, para ganarse una de estas infernales y
tempestuosas bestias, quiera arriesgarse a que le rompan la ca-
beza."
"No te encolerices, Marte, no te enojes, Momo", dijo el be-
nigno padre de los dioses. "Sin problemas se te podrá conce-
der libremente esto, dios de la guerra, pues no es algo que
tenga demasiada importancia, si a veces es necesario soportar,
aun a despecho nuestro, que con la sola autoridad de tu llame-
ante espada cometas tantos estupros, tantos adulterios, tantos
latrocinios, usurpaciones y asesinatos. Que vaya, pues, que yo
junto con los demás dioses la encargamos en todo a tu libidi-
nosa voluntad: sólo que no la retengas más por acá, entre los
astros, cerca de tantas diosas virtuosas. Que se vaya con su cá-
tedra para abajo, y se lleve consigo a la Jactancia. Que ceda
el lugar a la Simplicidad, la cual declina de la derecha de ésa,
que ostenta y predica más de lo que posee, y de la izquierda

158
de la Disimulación, la que oculta y finge no tener lo que tiene
y muestra poseer menos de lo que se encuentra. Esta imitado-
ra de la Verdad no debe peregrinar lejos de su reina, aunque
a veces la diosa Necesidad la obligue a declinar hacia la Disi-
mulación, a fin de que no sea inculcada la Simplicidad o la
Verdad, o para evitar algún otro inconveniente. Haciéndose
esto por ella con método y orden, fácilmente podrá ser hecho
de nuevo sin error ni vicio."
Al ir la Simplicidad a tomar su lugar, se manifestó con paso
majestuoso, seguro y confiado; al contrario de la Jactancia y
la Disimulación, que no caminan sin temor, como demostra-
ban con los pasos recelosos y el medroso aspecto. El aspecto
de la Simplicidad complació a todos los dioses, porque por su
uniformidad en cierto modo representa y tiene similitud con
el semblante divino. Su semblante es amable, y nunca se modi-
fica; Y por esto, con la misma razón por la que una vez que
empieza a gustar, siempre gustará; deja de ser amada por de-
fectos ajenos, no por los suyos. Pero la Jactancia, la cual suele
complacer, por dar a entender que posee más de lo que posee,
pero, fácilmente , cuando se le llega a conocer, no sólo causa
disgusto, sino que provoca también a veces desprecio. Del
mismo modo la Disimulación que, al ser del todo conocida,
como en un principio quiso persuadir, no sin dificultad podrá
llegar a ser odiada por aquel para quien al comienzo fue grata.
Estas dos fueron consideradas indignas del cielo y de estar
unidas a lo que suele encontrarse en medio. Pero no tanto la
Disimulación, de la cual hasta los mismo dioses suelen servirse
de ella; porque, a veces, para ahuyentar a la envidia, a lacen-
sura y al ultraje, la Prudencia oculta la Verdad con las vesti-
duras de aquélla.
Saulino: Es verdad y está bien, Sofía; y no sin espíritu de
verdad mostró el poeta ferrarense que ésta es mucho más con-
veniente a los hombres, si en ocasiones no es inconveniente
para los dioses:

Aunque las más de las veces sea el simular


reprendido, y dé de mala mente indicios,
aun así en muchas cosas se puede encontrar
y haber en muchas realizado evidentes beneficios,

159
y daños , críticas y muerte haber podido quitar;
pues no conversamos siempre con amigos
en esta bastante más oscura que serena
vida mortal, toda de envidia llena.27

Pero quisiera saber, oh Sofía, en qué sentido dices que la Sim-


plicidad tiene similitud con el semblante divino.
Sofía: Porque no puede agregar nada a su ser con la jactan-
cia , ni se le puede sustraer nada con la simulación. Y esto se
origina porque no tiene interpretación ni percepción de sí mis-
ma; como lo que es simplísimo , si no quiere ser más que sim-
plísimo, no se entiende a sí mismo. Porque lo que se siente y
se considera, en cierto modo se hace mucho y, para decirlo
mejor, se hace uno y otro; porque se hace objeto y potencia,
cognoscente y cognoscible: ya que en el acto de la inteligencia
muchas cosas inciden en uno. Pero aquella simplísima inte-
ligencia no se entiende a sí misma como si tuviera un acto re-
flejo de inteligente y de inteligible; mas porque es absolutí-
sima y simplísima, por tanto, sólo se dice que se entiende
negativamente, ya que no puede estar oculta. La Simplicidad,
pues, en cuanto no aprende y no comenta sobre su ser, se en-
tiende que tiene similitud divina. Desde la cual declina a toda
distancia la presuntuosa Jactancia. Pero no tanto la estudiosa
Disimulación, a la que Júpiter ha permitido que a veces se pre-
sente en el cielo, y no ya como diosa, sino, en algunos casos,
como doncella de la Providencia y escudo de la Verdad.
Saulino: Ahora pasemos a considerar lo que ha hecho de
Perseo y de su morada.
Sofía: "¿Qué harás, oh Júpiter, con este bastardo tuyo que
hiciste parir a Dánae?" , dijo Momo.
Júpiter respondió :
"Que se vaya, si así le place a todo el senado (porque me
parece que una nueva Medusa se encuentra en la Tierra que,
no menos que aquélla que existió hace ya mucho tiempo , tiene
el poder de convertir en piedra con su aspecto a quien la mira) ,
que se vaya hacia ella, no como mandado por un nuevo Poli-

21 " Ariosto, Orlando Furioso, XXIV , 1", Gcntile, nota 1 en p. 708.

160
dectes, 28 sino como un enviado por Júpiter, junto con todo el
senado celestial; y vea si, con el mismo arte, puede vencer a
ese más horrible y nuevo monstruo."
Entonces se levantó Minerva, diciendo:
"Y yo por mi parte no dejaré de conseguirle un no menos
útil escudo de cristal con el que venga a deslumbrar la vista de
las enemigas forcides puestas en custodia de las gorgonas; 29 y
personalmente quiero asistirlo hasta que haya separado de su
busto la cabeza de esta Medusa."
" Harás muy bien con eso, hija mía", dijo Júpiter; " y te im-
pongo esta tarea, a la que quiero que te dediques con toda dili-
gencia. Pero no quisiera que nuevamente sucediera, en perjui-
cio de los pobres pueblos , que por las gotas que escurrirán de
las venas abiertas se generen nuevas serpientes en la Tierra;
donde, para desgracia de los míseros, ya se encuentran mu-
chas y hasta demasiadas. Pero que, moneado sobre Pegaso,
que saldrá del fecundo cuerpo de aquélla, recorra (parando el
flujo de las sanguinolentas gotas) ya no el África, donde vaya
a quedar cautivo de alguna malévola Andrómeda: de la cual,
amarrada con férreas cadenas, termine atado con unas de dia-
mante; sino que, con su alado corcel, recorra mi amada Euro-
pa, y allí busque dónde están esos soberbios y monstruosos
atlantes, enemigos de la progenie de Júpiter, de la que temen
les quiten las manzanas de oro que tienen ocultas bajo la cus-
todia y defensa de la Avaricia y Ambición. Que busque dónde
hay otras más generosas y más bellas andrómedas30 que son

28 Perseo. héroe griego mítico-legendario, hijo de Zeus y Dánae. De acuerdo a


una de las versiones, Polidectes, rey de Serifos, enamorado de Dánae conci bió la idea
de enviar a Perseo por la cabeza de Medusa para deshacerse de él, que era el obstáculo
para obtener a su madre. Medusa era una de las gorgonas, que tenia la fama de petri-
ficar a los hombres con su penetrante mirada ; gracias a la ayuda de Atenea, Perseo
logró decapitar a Medusa y éste, por gralitud, le donó la cabeza para que petrificara
con ella a sus enemigos, la cual fijó Atenea a su égida.
29 Las gorgonas eran tres hermanas: Esteno, Euriale y Medusa, monstruos mari-
nos, hijas de Forcis y Ceto (de ahí forcides), de las cuales las dos primeras eran inmor-
tales y sólo Medusa mortal. En las versiones principales, Perseo usa su propio escudo
de bronce como espejo, evitando así ver directamente los ojos de Medusa.
30 Andrómeda era hija de Cefeo, rey de los etiopes, y de Casiopea. Por culpa de
la vanidad de ésta, al afirmar que era más bella que las nereidas, Poseidón cas1igó
al país, enviándole un mons1ruo; consultado el oráculo, ésle les indicó que la solución
era ofrendar a Andrómeda al monstruo, atándola a una roca en la costa. Perseo,

161
atadas y expuestas a las fieras marinas, por la violencia de fal-
sa religión. Que vea si algún violento Fineo, 11 estrechado por
la multitud de perniciosos ministros, usurpa los frutos del tra-
bajo y la fatiga ajenos. Si algún número de ingratos, obstina-
dos e incrédulos Polidectes allí presiden, que les ponga enfren-
te el animado espejo, que se los ponga ante los ojos donde
puedan admirar su repelente retrato, por cuyo horrendo as-
pecto pierdan , petrificados, todo perverso sentido, movi-
miento y vida. " 32
"Bien ordenado todo", dijeron los dioses. " Porque es cosa
conveniente que junto con Hércules, quien con el brazo de la
Justicia y el bastón del Juicio se ha hecho domador de las cor-
póreas fuerzas, comparezca Perseo, que con el espejo lumino-
so de la doctrina y con la presentación del abominable retrato
del cisma y herejía, meta el clavo a la perniciosa conciencia de
inteligencias malhechoras y obstinadas, quitándoles la acción
de lengua, manos y sentidos."
Saulino: Pasa ahora a aclararme, Sofía, lo que puso en el
lugar que quedó vacante por la salida de éste.
Sofía: Una virtud que en hábito y gestos en nada es diferen-
te a él, que se llama Diligencia, o bien Solicitud, la que tiene
y ha tenido por compañera a la Fatiga, en virtud de la cual
Perseo fue Perseo, y Hércules fue Hércules, y todo fuerte y es-
forzado es esforzado y fuerte; por quien el bisnieto de Aban-
teJJ arrebató a las forcides la luz, la cabeza a Medusa,
el alado corcel al mutilado busto, las manzanas sagradas al
hijo de Clímene y Jápeto, la hija de Cefeo y Andrómeda a Ce-
to , defendió a la esposa del rival, Argos volvió a ver su patria,

quien pasaba por ahí después de degollar a Medusa, se enamoró de ella y la libró de
sus males.
11 Finco era tío y prometido de Andrómeda, quien se opuso al trato efectuado en-
tre Perseo y Cefeo (casarse con Andrómeda si los libraba del monstruo), y lo atacó
con sus hombres, por lo que Perseo le mostró la cabeza de Medusa y lo petrificó.
32 En ausencia de Perseo, Polidectes babia intentado violar a Dánae, pero ésta se
habla refugiado en el templo, por lo que Perseo le mostró también la cabeza de Medu-
sa y lo petrificó.
JJ Abantc fue un guerrero muy valiente, hijo de Linceo, uno de cuyos hijos, Acri-
sio, fue rey de Argos y padre de Dánae, la madre de Perseo. En el pasaje hace Bruno
una apretada slntcsis de las leyendas en torno a Perseo, uno de los héroes de la mitolo-
gla griega más ricos, después de Hcraclcs.

162
le quitó el reino a Preto, lo restituyó al hermano Crisio, se
vengó del ingrato y descortés rey de la isla Serifos; por quien ,
digo, se supera todo cuidado, se trunca toda circunstancia ad-
versa, se facilita todo camino y acceso, se adquiere todo teso-
ro, se doma toda fuerza, se quita toda maldad, se obtiene todo
deseo, se defiende toda posesión, se arriba a todo puerto, se
somete a todos los adversarios, se exalta a todos los amigos
y se vengan todas las injurias; y, finalmente, se alcanza todo
proyecto. Ordenó, pues, Júpiter, y esta orden la aprobaron
todos los ~ioses , que la esforzada y diligente Solicitud se pre-
sentara. Esta compareció, habiéndose adaptado los talares
del ímpetu divino, con los cuales desprecia el sumo bien popu-
lar, desdeña las mullidas caricias de las voluptuosidades que,
como sirenas insidiosas, tratan de apartarla del curso de la
obra que la busca y espera. Aferrada con la izquierda al escu-
do resplandeciente de su fervor, que de estúpida maravilla
obstruye los ojos desidiosos e inertes; abrazando con la dere-
cha la serpentina cabellera de perniciosos pensamientos, bajo
la que subyace esa horrible cabeza, de cuyo infeliz ro~tro , de-
formado por mil pasiones de desdén, de ira, de miedo, de te-
rror, de aborrecimiento, de maravilla, de melancolía y de lú-
gubre arrepentimiento , petrifica e idiotiza a quien fija sus ojos
en él; montada sobre el alado caballo de la estudiosa Perseve-
rancia, con el cual, a cuanto se aplica, aJlí llega y logra, supe-
rando cualquier obstáculo de clivoso monte, indecisión de
profundo valle, ímpetu de caudaloso río, barrera de densísi-
mos matorrales y de cualquier alta y gruesa muralla. Estando ,
pues, en presencia del sacrosanto senado, oyó del sumo presi-
dente estas palabras:
. "Quiero, oh Diligencia, que obtengas este noble lugar en el
cielo, porque tú eres quien nutre con el afán a los ánimos gene-
rosos. Asciende, supera y rebasa con ánimo, si es posible,
toda pedregosa y escabrosa montaña . Alienta tanto tu afec-
to que no sólo seas capaz de resistir y vencerte a ti misma, sino
que,_ además, carezcas de la noción de tu dificultad, no tengas
sen.tido de lo que es tu fatiga; porque así la fatiga no debe ser
fatiga para sí, como para sí misma ninguna dificultad es difi-
cultad. Pero no serás digna fatiga si del mismo modo no te
vences a ti misma, como si no te consideras ser lo que eres, fa-

163
tiga; dado que, siempre que tengas noción de ti, no puedes ser
superior a ti; pero, si no eres deprimida o suprimida, eres por
lo menos oprimida por ti misma. La suma perfección es no
sentir fatiga y dolor cuando se scporta fatiga Y dolor. Debe
superarte con ese sentido de la voluptuosidad, que no siente
voluptuosidad; esa voluptuosidad, digo, la cual, si fuese na~u­
ralmente buena, no sería despreciada por muchos, como pnn-
cipio de enfermedades, pobreza y censura. Pero tú, Fatiga,
respecto a las obras egregias, que sean voluptuosidad y no fa-
tiga para ti misma; ven a ser, digo , una y la misma cosa con
ella, la cual, fuera de esas obras y actos virtuosos, que ~ea para
sí misma no voluptuosidad, sino fatiga intolerable. ¡Animo!,
pues, que si eres virtud no te ocupes de cosas bajas, de cosas
frívolas de cosas vanas. Si quieres estar allá , donde el polo su-
blime d~ Ja Verdad te llegue vertical, rebasa este Apenino,
sube estos Alpes, cruza este escabroso Océano, vence estos ás-
peros Rifeos,'J traspasa este estéril y helado Cáucas~, pe-
netra las inaccesibles pendientes e introdúcete en aquel dichoso
círculo, donde la luz es continua y no se tiene jamás ni ti-
nieblas ni frío, sino que es perpetuo el clima cálido y donde
te será eterna la aurora o el día. Pasa tú, pues, diosa Solicitud
o Fatiga; y quiero", dijo Júpiter, "que la dificultad corra en
tu presencia y te huya . Arroja a la Desventura , toma a la For-
tuna de los cabellos; apresura, cuando mejor te parezca, el
curso de su rueda; y. cuando así lo consideres, ins{rtale el cla-
vo, para que no corra. Quiero que contigo vengan la Higiene,
la Robustez, la Incolumidad. Que sea tu escudera la Diligen-
cia y tu portaestandarte el Ejercicio. Que te siga la Adquisi-
ción con sus municiones, que son Bien del cuerpo, el Bien del
alma y, si quieres, el Bien de la Fortuna; y, de éstos, quiero
que sean más amados por ti los que tú misma has adquirido ,
que aquello que recibas de otroc;: igual que una madre ama
más a los propio hijo , como 4ue los conoce mejor por ser
-.uyos. No quiero qu~ pueda-. di,idine; porque si te desmem-

l4 Los Rifeos son unos montes que Jos antiguos situaban al none de la Escitia,
también llamados Hiperbóreos. La hipótesis es que se trata de los actuales Cárpatos,
sistema montaftoso que se extiende desde el Danubio, en Checoslovaquia, hasta la
Unión Soviética.

164
braras, ocupándote en parte de las obras de la mente y en par-
te en las operaciones del cuerpo, te volverías defectuosa en
una y otra partes; y si te entregas más a una de ellas, prevale-
cerías menos en el otro lado: si te inclinaras por completo a
las cosas materiales, nada llegarías a ser en las cosas intelec-
tuales, y viceversa. Ordeno a la Ocasión que, cuando sea nece-
sario, en voz alta o a señas o mediante el silencio te llame, o
te exhorte, o te atraiga, o te ineite, o te obligue. Mando a la
Comodidad y a la Incomodidad para que te adviertan cuándo
se pueden embarcar, y cuándo se debe bajar la carga, como
a veces cuándo es necesario atravesar a nado. Quiero que la
Diligencia te quite cualquier obstáculo; que la Vigilancia sea
tu centinela, cuidando por todos lados para que nada se te
acerque de improviso; que la Indigencia te advierta de Ja Soli-
citud y Vigilancia de las cosas vanas; la que, si no es escuchada
por ti, sea sustituida al fin por la Penitencia, Ja cual te haga
experimentar que es cosa más laboriosa haber meneado las
manos vacías, que con las manos llenas haber tirado piedras.
Tú, con los pies de Ja Diligencia, apresúrate y huye cuanto
puedas, antes de que la Fuerza mayor intervenga y quite a la
Libertad o bien abastezca de fuerza y armas a la Dificultad."
Así la Solicitud, despué de dar las gracias a Júpiter y a los
demás, emprende su camino y habla de esta forma:
"He aquí que yo, la Fatiga, muevo los pasos, me preparo,
me desembarazo. ¡Fuera de mí toda torpeza, todo ocio, toda
negligencia , toda desidiosa pereza, fuera toda lentitud! Tú,
Industria mía, pon ante los ojos de la consideración tu prove-
cho, tu meta. Vuelve provechosas tantas calumnias ajenas,
tantos frutos ajenos de malignidad y envidia, así como ese tu
razonable temor de que te expulsen de tu albergue natal, que
te distancien de los amigos, que te alejen de la patria y des-
tierren a regiones poco amigables. Haz conmigo, Industria
mía, glorioso ese exilio y esas penurias, por encima de la quie-
tud, sobre esa patria tranquilidad, comodidad y paz. ¡Va-
mos!, Diligencia, ¿qué haces?, ¿por qué holgazaneamos y
dormimos vivos tanto, si tanto y tanto lo haremos a nuestra
muerte? Dado que, aun cuando esperamos para nosotros otra
vida u otro modo de ser, no será nuestra, como la tenemos en
la actualidad; porque ésta, sin esperar nunca retorno, eterna-

165
------------------------------- .
mente pasa. Tú , Esperanza, ¿qué haces que no me estimulas,
que no me incitas? ¡Vamos!, haz que yo espere de las cosas
difíciles un éxito saludable, si no me apresuro antes de tiempo
y no paro a tiempo; y no hagas que yo me prometa algo para
que viva , sino para que viva bien . Tú, Celo, asísteme siempre,
a fin de que no intente nunca cosas indignas de un numen de
bien y que no extienda las manos a esos asuntos que sean moti-
vo de un asunto mayor. Amor de gloria, preséntame ante los
ojos todo lo sucio que haya que ver, y toda cosa deshonesta
como para ser apresurado por la seguridad en la entrada y
principio del negocio. Sagacidad, haz que no me retire de las
cosas inciertas y dudosas, ni les dé la espalda, sino que poco
a poco me aparte de ellas para estar a salvo . Tú misma (para
que yo no sea encontrada por mis enemigos, y su fu ria no se
me eche encima) confunde, siguiéndome, mis vestigios . Tú me
haces conducir mis pasos por caminos distantes de las mora-
das de la Fortuna, pues ella no tiene largas las manos, y no
puede ocupar más que las que están cerca de ella, y no agita
sino a los que se encuentran dentro de sus urnas. Tú harás que
yo no intente cosa alguna sino aquello que puedo hacer de ma-
nera apta; y hazme en el asunto más cauta que fuerte, si es que
no puedes hacerme igualmente cauta y fuerte. Haz que mitra-
bajo sea oculto y sea abierto: abierto, con el fin de que cada
cual lo busque e indague; oculto, para que no todos, sino po-
quísimos, lo encuentren. Porque sab.es bien que las cosas ocul-
tas son investigadas y las cosas encerradas invitan a los ladro-
nes. Además, lo que se manifiesta es juzgado vil, y el arca
abierta no es buscada con esmero, y es considerado poco va-
lioso lo que no se ve que con gran cuidado ha sido puesto en
custodia. Adversidad, con la voz de tu brioso fervor, cuando
la dificultad me agobie, ultraje y resista, no dejes de entonar-
me frecuentemente al oído esta sentencia:
Tu ne cede malis, sed contra audentior ita. ' 5
Tú , Deliberación , me harás entender cuándo me conviene
disolver o quebrantar la mal empleada ocupación; la que
H Mos tú no cedas al mal, sino por el contrario persevera con má5 valor, Virgilio,
Eneida, VI, 95, Gentile, nota 2 en p. 716.

166
........ -------------------~----~

dignamente tendrá en su mira no el oro ni las aptitudes de los


vulgar~s Ysó r~idos ingenios, sino aquellos tesoros que menos
escondidos y dispersos por el tiempo, son cultivados y celebra-
dos en el campo de la eternidad, para que no se diga de noso-
tros como de aquéllos: meditantur sua stercora scarabaei.36
Tú, Paciencia, confírmame, refréname y adminístrame tu
preciado Ocio, ése de quien no es hermana la Desidia, sino
aquel que es hermano de la Tolerancia. Me harás declinar de
las inquietudes e inclinarme a la no curiosa Solicitud. Enton-
ces me negarás el correr, cuando correr me arrastre a donde
están precipitados, infames y morrales obstáculos . Entonces
no me harás levar el ancla y soltar la popa de la playa, cuando
suceda que me exponga a insuperable turbulencia de tempes-
tuoso mar . Y en esto me proporcionarás Ocio para abocarme
con la Deliberación, la que me hará cuidar primero de mí mis-
ma; segu.ndo la tarea que tengo que hacer; cercero para qué fin
Ypor que; cuarco, en qué circunstancias; quinto, cuándo· sex-
to, dónde; séptimo, con quién. Adminístrame ese Ocio c~n el
que pueda. hacer cosas más bellas, más buenas y excelentes que
las q.ue dejo; por~ue en casa del Ocio tiene su sede el Consejo
Yalb se habla mejor que en cualquier otra parte de la vida bea-
ta. De~de ahí se contemplan las causas de mejor manera; des-
de aJla se puede emprender la tarea con más eficacia y fuer-
za, porque, sin haber primero reposado suficientemente no es
posible poder correr bien más tarde. Tú, Ocio, adminís¡rame ,
para que. y~ ~ea estimada menos ociosa que los demás; ya que
por med1ac1on cuya sucederá que yo sirva a la república y de-
fensa de la patria más con mi voz y exhortación que con la es-
pada, la lanza y el escudo lo hacen el soldado, el tribuno, el
emperador . Aproxímate a mí, tú generoso, heroico y solícito
Temor, y con tu estímulo haz que yo no desaparezca primero
del número de los ilustres que del número de los vivos. Haz
que, antes que el entorpecimiento y muerte me quite las ma-
nos, Y~ me encue.ntre provista de tal manera que no me pue-
dan quitar la glona de las obras. Solicitud, haz que se termine
el techo antes que llegue la lluvia; haz que se reparen las venta-
36
Meditan sus asuntos en el excremento del escarabajo.

167
nas antes de que soplen los aquilones y australes del lúbrico
e inquieto invierno. Memoria del bien empleado curso de la
vida, tú harás que la senectud y la muerte me lleven antes de
que se me turbe el ánimo. Tú, Temor de perder la gloria ad-
quirida en la vida, no me harás acerbas, sino queridas y dese-
ables la vejez y la muerte."
Saulino: He aquí, oh Sofía, la más digna y honorable receta
para remediar la tristeza y el dolor que trae la edad madura
y para el inoportuno terror a la muerte que, desde el momento
en que tenemos uso de razón, suele tiranjzar al espíritu de los
hombres . Por lo que bien dijo el nolano Tansillo:P

Gozan quienes no son ingratos al cielo.


Y para elevadas empresas no fueron fríos y rudos;
las alegres estaciones, cuando la nieve y hielo
caen sobre los cerros de flor y hierba desnudos,
no tienen de qué afligirse, aunque, el pelo
y el rostro cambiando, cambian de vida y proyectos.
No tiene el agricultor de qué se duela,
seis que a su debido tiempo el fruto recoja.38

Sofía: Muy bien dicho, Saulino. Pero ahora es tiempo de que

l7 " No es casual el recuerdo de Tansillo en los labios de Savolino. iambién él no-


lano", Gentile, nota 1 en p. 718.
38 " Tansillo, El vendimiador, estrofa 5a. p. 53, ed. Flamini. Pero el texto transi-
lleano decía:
Tutte le donne che son grate al Cielo,
E non hanno qua/ voi rigidi 1 cuori,
Vivon contente; e poi che neve e ge/o
Copron la terra in Vl.'C'e d'erbe e fiori,
Ancor che col piacer cangino il pelo,
Nuovo pensier non han che f'addolori:
Non ha l'agricoltor... etc."
(Todas las mujeres que son gratas al cielo,
y no tienen , como vos, rígidos los corazones,
viven contentas; y después de que la nieve y el hielo
cubren la tierra en lugar de las hierbas y flores,
aunque con el placer cambian el pelo,
nuevo pensamiento no tienen que las aflija:
No tiene el agricultor ... ) ¡
Gentile. nota 3 en p. 718.

168
te retires, porque aquí viene mi tan amigo numen, esa gracia
tan deseable, ese tan honorable rostro que desde el oriente se
me aproxima.
Saulino: Bien, pues, Sofía mía, mañana nos veremos a la
hora acostumbrada, si así lo deseas . Y yo, mientras tanto, iré
a bosquejar todo lo que he oído de ti, para que más adecuada-
mente pueda recordar tus conceptos cuando sea necesario re-
petirlos y, en un futuro, pueda con más facilidad hacer partí-
cipe de ellos a los demás.
Sofía: Me extraña que con las plumas más apresuradas que
de costumbre venga hacia mí; no lo veo venir como siempre,
jugueteando con el caduceo y aleteando libremente en el aire
purísimo. Me parece verlo alteradamente atareado. Allí está,
me mira y de tal forma ha dirigido los ojos hacia mí que de-
muestra que su ansiosa actitud no es por mi causa.
Mercurio: Propicio te sea siempre el destino, impotente sea
contra ti la furia del tiempo, mi amada y gentil hija, hermana
y amiga.
Sofía: ¿Qué cosa, oh mi hermoso dios, hace que te veas tan
turbado, aunque conmigo seas como siempre tan generoso al
ofrecerme tu alegre gentileza? ¿Por qué te he visto venir como
de viaje, y más decidido a continuar tu camino que dispuesto
a quedarte un poco conmigo?
Mercurio: La razón de esto es que tengo prisa , pues me
mandó Júpiter a proveer y reparnr el incendio que ha empezado
a suscitar la loca y fiera Discordia en este reino partenopeo. 19
Sofía: ¿Por qué dices, Mercurio, que esta pestífera Eri-
nia ha traspasado los Alpes y el mar y ha llegado a este noble
país? 40
Mercurio: Ha sido llamada por la estúpida ambición y loca
confianza de alguno; ha sido invitada con bastantes liberales
pero no menos inciertas promesas; por una falaz esperanza ha
sido conmovida. Es esperada con doble recelo: que en el
pueblo se manifiesta con el deseo de mantenerse en la misma
39 El reino partenopeo es Nápoles. En la tradición mítica Parténope es una de la~
sirenas que, ante la sagacidad de Ulises, se arrojó al mar y su cuerpo fue a dar a Ná-
poles.
¡, -40 "Las guerras de religión, a las cuales Italia había permanecido siempre extra-
ila", Gentile, nota t en p. 720.

169
libertad en la que siempre ha estado y el temor de caer en una
más estrecha esclavitud; y en el príncipe, con la sospecha de
perder todo por haber querido abarcar demasiado.
Sofía: ¿Cuál fue el origen y principio de esto?
Mercurio: La gran avaricia, que está intrigando con el pre-
texto de querer mantener la religión.•1
~ofía: ~l pretexto en verdad me parece falso; y, si no me en-
gano, es_ mexcusable, porque no se necesita reparo o cautela
donde ninguna destrucción o peligro amenaza, donde los áni-
~os son t~l cual eran, y donde el culto de aquella diosa notro-
pieza en estas como en otras partes.42
M~r~uri?: Y cuando eso sucediera no le correspondería a la
Avanc1a, smo a la Prudencia y a la Justicia poner el remedio
porque he aq~í que este asunto ha movido al furor del pueblo:
Y para la ocasión parece haber tiempo de invitar a los ánimos
41
''.He aquí un_ensayo de interpre1ación ma1erialis1a de la his1oria. De hecho la
tentativa, que reahzó en 1S47 P edro de Toledo {y al cual me parece, como a Spampa-
nato, G. Bruno e la letteratu~a dell'Asino [G. Bruno y la literatura del asno) , Portici,
1904, P~: ~OS Y ss. , que aqu1 Bruno hace alusión de él). para introducir en Nápoles
la lnqu1S1c1ón de España, ~o~de la subkvación del pueblo de 17 de mayo de aquel
año Y los desórdenes que ~1gu1eron por dos meses, 1erminó en una amnistía pagada
a los españoles con 100 mil ducados. Spampanato imagina que Bruno conocía esos
as.untos 'por haberlos oído nar_rar mil veces, y detalladamente, después de JS78, en
Gmebra, PO~ un próf~go ~apoluano que fue su benefac1or y amigo, el marqués Gale-
azzo Caracc1olo (Beru , Vtta, 90-94)'. Ciertamente, incluso sin la narración de Carac-
c1olo, Bruno pud~ haber ~ido hablar de los acontecimientos del ano 47 desde Nápo-
les, ant_es de su huida. Esta fuera de duda que se equivoca Fiorentino ( Studi e ritratti
(Estudios Y retrato~), _P~· 349-351), al pretender respecto a este importante Jugar de
la expulsión ... un md1c10 de hechos contemporá neos a la composición misma de es-
t~s diálogos. Que Bruno no se creyese obligado a hacer coincidir el 1iempo de Ja ac-
ción con el de su obra lo demuestran abiertamente iodos Jos pormenores de las pági-
nas preceden1es_(respec10 a las previsiones de Júpi1er), que nos trasportan, como
obse~vaba anteriormente, a Jos años próximos al IS60. Bruno, en su habi1ual negli-
gencia res~to a los. d_etalles, no se ha cuidado de establecer una fecha de1erminada
para su acción dramauca. Y tiene razón Spampana10 en destacar que los pormenores
de la sublevación napolitana de mayo de IS85 contra el acaparamiento de granos
efectuada ~re~ ~irrey de Osuna, no corresponden más que en parte {en pequeñísim~
parte) a los md1c1os que. s_e hallan en la expulsión ... , en tanto que sí corresponden
abundan1e~ente las noucias de los acontecimientos de 1547; y es no1able la alusión,
que el P~~p10 Spampanato no olvida en ~a Vida(p . 2S7, nota 2), a uno por cuya 'eslúpi-
da. a~b1c1ón Y demente confianza ha sido llamada es1a pes1ifera Erinia' al reino, el
pnnc1~ don Ferrante Sanscverino. Se viene abajo, pues, la inducción de Fioren1ino,
de que en mayo de lS8S ~runo apenas había llegado al final del segundo diálogo' "
Gentile, nota 1 en p . 720. '
G•7. am ~1e~ · S
ummonte {Juan Amomo · Summonte, notario napolilano, nacido a
mediados del siglo xv1, muerlo en 1602, his1oriador casi contemporáneo, en su H is-

170
rebeldes no tanto a defender la justa libertad , cuanto a aspirar
a la injusta licencia, a gobernarse según la contumaz y pernicio-
sa libídine, a la que siempre fue propensa la multitud bestial.
Sofía: Dime, si no te molesta, ¿de qué forma dice la Avari-
cia que quiere remediar el conflicto?
Mercurio: Agravando los castigos de los delincuentes, de
tal suerte que de la pena de un reo participen igualmente mu-
chos inocentes, y a veces hasta los justos; y con esto venga a
engordar cada vez más el príncipe. 43
Sofía: Es natural que las ovejas que tienen al lobo porgo-
bernante sean castigadas con ser devoradas por él.
Mercurio: Pero cabe la duda de que en cualquier caso sea
suficiente la pura hambre insaciable y la avidez del lobo para
hacerlos culpables. Y es contra toda ley que por la culpa del
padre sean mutiladas las o vejas y la madre.
Sofía: Es cierto que nunca he encontrado tal juicio excepto
entre los feroces bárbaros, y creo que se encontró primero en-
tre los judíos, por ser ésa una raza tan pestilente, leprosa y ge-
neralmente perniciosa, que mereciera ser antes extinguida que
nacida. Así que, para volver a nuestro asunto, ¿es ésta la
razón que te tiene tan alterado , indeciso y por lo que es necesa-
rio que me dejes inmediatamente?
Mercurio: Así es; he querido hacer este camino para venir
a ti antes de llegar adonde he dirigido el vuelo; para no hacerte
esperar en vano, y no faltar a la promesa que hice ayer. A J ú-
piter lo he persuadido de algún designio acerca de tus casos ,
y lo veo más inclinado que de costumbre a complacerte. Pero,
por cuatro o cinco días, y hoy entre ellos, no tengo tiempo de
examinar y conversar contigo lo que debemos tratar a propó-
sito de la petición que debes hacer; pero, mientras tanto, de-

torio della cittá e del Regno di Napoli (Historia de ta ciudad y del reino de Nópoles,
Nápoles, Raimondi e Vivenzio, 1749, t. V. pp. 28()..28 1), en contra de la inoportuni-
dad del proyecto de Toledo, observa que Nápoles 'ha sido siempre religiosísima' y
pura de 'cualquier mancha de herejía' ", Gentile, nota 1 en p . 721 .
4J "Y Summonte confirma que se querían los procesos hereticales ' no 1anto por

el honor de Dios, cuanto por obtener de ellas las severas confiscaciones de bienes'.
Los mismos conceptos de Bruno y Summonre habían sido ya e~presados por Torqua-
to Tasso en su diálogo Del piacere onesto (Del placer honesto, publicado en la prima·
vera de 1583), como lo ha mostrado Spampanato, Posti/te (Glosas), p. 314", Gentile,
nota 1 en p . 722.

171
bes ten e~ paciencia, ya que es mejor encontrar a Júpiter y al
senado hbres de otras ocupaciones que, puedes creerlo, de la
manera como están ahora.
Sofía: Me gusta esperar, porque si el asunto es tratado más
tarde, podrá ser también mejor ordenado. Y a decir verdad
he e.stado muy apurada (para no faltar a mi promesa que t~
~ab1a hecho de encargarte hoy la petición) y no he podido sa-
t1sfacerme a mí misma, dado que pienso que las cosas deben
ser expuestas más minuciosamente de lo que he hecho en esta
nota, la qu.e te entreg? para que veas (si tienes oportunidad
por el cammo) el conjunto de mis demandas.
. Mercurio: La veré, pero tú harás bien en aprovechar este
tiempo para hacer un reporte más largo y cuidadoso, a fin de
que se ~ueda proveer más plenamente a todo. Yo, ahora,
co~o pnmera cosa, con objeto de confundfr a la Fuerza, quie-
ro 1r a P.rovocar a la Astucia para que, junto con el Engaño,
P.ueda d1cta.r. una carta de traición contra la pretendida ambi-
ciosa Rebehon, y por esa falsa carta se aleje la furia marítima
del Turc? y obstac.ulice la Gálica furia que, a grandes pasos,
se aproxima por tierra desde esta parte de los Alpes."" Así,
por falta de Fuerza se disuelva la Osadía, se tranquilice el
pueblo, se asegure el príncipe y el Temor apague, sin beber
la sed de la Ambición y la Avaricia. Y con esto, que por fi~
se vuelva a llamar a la exiliada Concordia y sea puesta en su
cáte?ra la Paz, mediante la confirmación del antiguo Hábito
de vid~, Y con la abolición de la peligrosa e ingrata Novedad.
Sof1a: Ve, pues, numen mío, y plazca al destino que tus de-
seos se cumplan felizmente, para que no venga mi enemiga
Guerra a perturbar mi estado y el de los demás.

Fin del Diálogo segundo


44
En relación a la Astucia, Gentile cita (ea oOlas 1 y 3, p. 723) a Kuhlenbeck : "En
el a~o de 15~8 la polí~ica del Duque de Alba en unión coa el astuto papa Paulo IV ,
logró pre.vemr ~I :stall!?º de una peligrosa guerra con Francia por el dominio espallol
en la Ita ha meridional : respecto al Turco: "En aquel tiempo los turcos inquietaban
no ~as veces. con su flota las costas de la Italia meridional y también las ciudades
ma~11.. ~as ~ortificadas. En .1558 fue saqueada Sorrento por ellos"; sobre la Gálica
funa. Enrique 11 de Francia amenazaba en 1558 con una invasión al reino de Nápo-
les." Y concluye Gentile que "Según Bruno. por tanto, los sublevados de Nápoles
esperaban la ayuda de los turcos, por mar, y de Francia, por tierra."

172
DIÁLOGO TERCERO

Sofía: No es necesario, Saulino, que te explique en detalle to-


dos los argumentos que expuso la Fatiga o Diligencia o Soli-
citud o como la quieras llamar (porque tiene tantos nombres
que no terminaría de decírtelos en una hora); pero no quiero
callar lo que sucedió inmediatamente después de que ella, con
sus ministras y compañeras, se fue a ocupar el lugar allá adon-
de decían que estaba el diligente Perseo.
Saulino: Di, que te escucho.
Sofía: Sucedió inmediatamente después (porque la espuela
de la Ambición a menudo sabe incitar e impulsar a todos los
heroicos y divinos ingenios, hasta a estos dioses compañeros
que son el Ocio y el Sueño) que, ni ociosa ni somnolientamen-
te, sino solícitos y sin demora, apenas la Fatiga o Diligencia
desapareció, ellos se hicieron presentes. Por lo que Momo
dijo:
"Líbranos, Júpiter, de disgustos, porque veo con claridad
que todavía tendremos más líos después del desalojo de Per-
seo, como tuvimos tantos después del de Hércules. "
A lo que respondió Júpiter:
"El Ocio no sería Ocio y el Sueño no sería Sueño si por mu-
cho no tuvieran que molestarse con demasiada Fatiga o Dili-
gencia, porque aquélla esrá apartada de acá, como ves; y éstos
están acá sólo por virtud privativa, que consiste en la ausencia
de su opuesta y enemiga."
"Todo estará bien", dijo Momo . "si no nos hacen can len-
tos y ociosos que no podamos definir hoy lo que se debe con-
cluir acerca del asunto principal.''
Empezó, pues, el Ocio a hacerse oír de esta manera:
"Así el Ocio , oh diose~. a ,·ece-. e-; malo. como la Diligencia
o Fatiga es la mayor parte de la-. 'ccc ... mala: así el Ocio e-; la
mayor parte de las veces convcnicmc y bueno. como a \·ece'>
es buena la Fa1iga. No ~reo. puc .... '>i ni-.tc la justicia entrevo-

173
sotros, que queráis negarme igual honor, si no es debido a que
ni siquiera me consideréis digno. Es más, con razones espero
haceros entender (a causa de ciertos argumentos que he oído
aducir en alabanza y a favor de la Diligencia o Negocio) que
cuando seamos colocados en la balanza de la razonable
comparación, si el Ocio no es encontrado igualmente bueno,
se demostrará con gran ventaja que es mejor , de manera que
no sólo no la estimaréis vosotros igualmente virtud que a mí,
sino que, además, la encontraréis contrariamente como vicio.
"¿Quién es aquél, oh dioses, que ha conservado la tan ala-
bada edad de oro? ¿Quién Ia'ha instituido, quién la ha mante-
nido si no es la ley del Ocio, la ley de la naturaleza? ¿Quién
la destruyó? ¿Quién la expulsó casi irrevocablemente del
mundo, si no fue otra que la ambiciosa Solicitud, la cuidadosa
Fatiga? ¿No es ella la que ha perturbado los siglos, ha metido
el cisma en el mundo y lo ha conducido a una edad herrum-
brosa, funesta y fangosa, habiendo empujado a los pueblos a
rodar y poniéndolos en una revolución y precipicio, después
de que los ha sublevado en la soberbia y el amor por las nove-
dades, así como en la libídine del honor y la gloria particula-
res? Lo que, en sustancia, ~o es diferente a todos y, a veces,
en dignidad y mérito es inferior a aquellos mismos, con malig-
nidad ha sido tal vez superior a muchos y, sin embargo, llega
a tener el poder de destruir las leyes de la naturaleza, de hacer
ley su libídine, a la cual sirven mil querellas, mil orgullos, mil
ingenios, mil solicitudes, miles de cada uno de los otros com-
pañeros, con los que tan presuntuosa la Fatiga ha ganado te-
rreno; sin los otros que, cubiertos y disfrazados bajo los ropa-
jes de esos mismos, no han sido abiertamente echados , como
la Astucia, la Vanagloria, el Desprecio por los demás, la Vio-
lencia, la Malicia, la Ficción y los secuaces de éstos, que no
han pasado ante la presencia de vosotros, como son: la Opre-
sión, la Usurpación, el Dolor, el Tormento, el Temor y la
Muerte; los cuales jamás son esbirros y vengadores del pacífi-
co Ocio, sino siempre de la solícita y cuidadosa Industria, del
Trabajo, la Diligencia, la Fatiga; y así sucesivamente de tan-
tos otros nombres, con los que se denomina para pasar inad-
vertida, y por los que más bien se viene a ocultar que a mani-
festarse.

174
"Todos alaban la bella edad de oro, en la cual yo hacía a
los ánimos pacíficos y tranquilos, libres de ésta vuestra virtuo-
sa diosa; a cuyos cuerpos bastaba el condimento del hambre
para hacer la más suave y loable de las comidas a las bellotas,
las manzanas, las castañas, los melocotones y las raíces que la
benigna naturaleza administraba, cuando con tal alimento
mejor los nutría, más los vigorizaba y por más tiempo los
mantenía vivos, como no lo podrán hacer nunca tantos otros
artificiosos condimentos que ha encontrado la Industria y el
Estudio, ministros de ésta; los cuales, engañando al gusto y se-
duciéndolo, administran el veneno como un dulce; y entre
tanto son producidas más cosas que agradan al gusto que
aquellas que benefician al estómago, con lo que vienen a
arruinar la salud y la vida, mientras están dedicados a compla-
cer a la gula. Todos exaltan la edad de oro, y después conside-
ran y predican como virtud a aquella bribona que la extinguió,
a aquella que ha inventado lo mío y lo tuyo: la que ha dividido
y apropiado para éste o aquél no sólo a la tierra (la que es do-
tada a todos sus moradores) sino, además, al mar, y en una
de éstas, quizá hasta el aire. Aquélla, que ha introducido la ley
para el disfrute de lo ajeno, y ha hecho que lo que era suficien-
te para todos llegue a ser abundancia para unos y carencia
para los demás; por lo que aquéllos, a su pesar, parrandean,
mientras éstos se mueren de hambre. Aquélla, que ha cruzado
los mares para violar las leyes de la naturaleza, confundiendo
a los pueblos que la benigna madre diferenció, y para propa-
gar los vicios de una raza a otra; porque no son tan fácilmente
propagables las virtudes, excepto si queremos llamar virtudes
Y bondades a las que por cierto engaño y costumbre así son
llamadas y creídas, aunque los efectos y frutos sean condena-
dos por todo sentido y toda natural razón. Como son las
abiertas fechorías, estupideces y perversidades de leyes usur-
padoras y apropiatorias de lo mío y lo tuyo; y la que hace el
más justo al que fue más fuerte poseedor; y el más digno, al
que ha sido más solícito, más industrioso y primer ocupante
de aquellos dones y partes constitutivas de la tierra, que la na-
turaleza y, por consiguiente, Dios, dan sin distinción a todos.
"¿Seré yo acaso menos favorecido que aquéllas? Yo, que
con mi dulzura que sale de la boca, de la voz de la naturaleza,

175
he enseñado a vivir en paz, tranquilamente y contento con esta
vida presente y cierta, y a tomar con grato afecto y generosi-
?ad los bienes que la naturaleza nos ofrece, y no negar, como
ingrato~ y desmemoriados, lo que ella nos da y dicta, porque
es ~o n:i1smo que nos da y manda Dios, autor de aquélla, con
quien igualmente vendríamos a ser ingratos. ¿Será, digo, más
favorecida aquella que tan rebelde y sorda a los consejos, y
tan desdeñosa .
. y esquiva contra los dones naturales conforma
s~s pensamientos y manos a artificiosas empresas y maquina-
ciones por las cuales está corrompido el mundo y pervertida
la ley de nuestra madre? ¿No oís cómo en estos tiempos, dán-
dose cuenta tarde el mundo de sus males, llora ese siglo, en el
que con mi gobierno mantenía alegre y contento al género hu-
mano, así como con gritos y lamentos aborrece el presente si-
glo, en el. que la Solicitud y la industriosa Fatiga, desconcer-
tando, dice moderarlo todo con el acicate del ambicioso
Honor?

Oh bella edad del oro,


no ya porque de leche
fueran las corrientes del río y destilara miel el bosque;
no porque sus frutos
dieran del arado intactas
las tierras, y las serpientes vagaran sin ira ni veneno;
ni porque la nube sombría
no desplegara entonces su vuelo,
y en la primavera eterna,
que ahora se inflama y padece frío,
riese de luz y de claridad el cielo;
ni traía forastero
o guerra o mercadería a las ajenas riberas el navío:

sino sólo porque aquel vano


nombre sin sujeto,
aquel ídolo de errores, ídolo de engaño,
aquel que por el vulgo insano
Honor fuera después nombrado,
que de nuestra naturaleza lo hiciera tirano,
no mezclaba su anhelo

176
entre el alegre goce
de la amorosa grey;
ni fue su dura ley
advertida para aquellas almas en libertad habituadas
mas ley áurea y feliz, '
que Natura esculpió: si le~ place, se les permite. 1

"Ésta, envidiosa de la quietud y beatitud, o bien sombra del


placer que en nuestro ser podemos albergar, habiéndole pues-
to ley al coito, al alimento, al dormir, a fin de que no solamen-
te menos nos podamos deleitar, sino para que más a menudo
nos aflijamos y nos atormentemos; hace que sea hurto lo que
es don de la naturaleza y quiere que se desprecie lo bello, lo
plac~ntero, lo bueno; y que hagamos estimable al mar amargo
y rum. Ésta sed~ce al mundo para que deje el bien presente y
verdadero que tiene, y se ocupe y se ponga toda en aflicción
por l.a sombra de una gloria futura. Yo, de lo que con tantos
espejos, como estrellas hay en el cielo, la verdad demuestra,
Y lo que con tantas voces y lenguas, como objetos bellos exis-
ten, la naturaleza exteriorizada entona, vengo desde todas
partes del interno edificio a exhortarlo:

Dejad las sombras y abrazad lo verdadero.


No cambiéis el presente con el futuro .
S~is el lebrel que se precipita en el río,
mientras desea la sombra de lo que tiene en boca.
Consejo no fue jamás de sabio o astuto
perder un bien por conseguir otro.
¿.Para qué buscáis un tan lejano proyecto,
s1 en vosotros mismos encontráis el paraíso?

Más bien, quien pierde uno mientras está en el mundo


no espere después de la muerte otro bien.
Porque le indigna al cielo dar un segundo
a quien el primer don querido no retiene;
así, creyendo elevaros, caéis en el fondo;
y quitándoos al placer, a las penas

1 "Tasso, Amintas, acto l, coro", Gentilc, nota 1 en p. 730.

177
os condenáis; y con engaño eterno ,
codiciando el cielo, estáis en el infierno. " 2

Entonces respondió Momo, diciendo que el Consejo no tenía


tanto ocio como para poder responder una por una a cada una
de las razones que el Ocio, por no haber tenido penuria de
Ocio, ha podido componer y ordenar. Pero que por el mo-
mento hiciera uso de su naturaleza yéndose a esperar por tres
o cuatro días; porque podría ser que, por encontrarse los dio-
ses ociosos, pudieran determipar algo en su favor, lo que aho-
ra es imposible. Replicó el Ocio:
"Permítaseme, oh Momo, añadir otro par de razones, en
no mayor límite que el de la forma de un par de silogismos,
más eficaces por el contenido que por la forma. De los cuales,
el primero es éste: al primer padre de los hombres, cuando era
buen hombre, y a la primera madre de las mujeres, cuando
era buena mujer, Júpiter les concedió a mí por compañ.ero;
pero cuando se volvió ésta triste y aquél triste, Júpiter ordenó
que se les arrojara aquélla por compañera, para que hiciera a
la mujer sudar el vientre y al hombre doler la frente. " 3
Saulino: Debía decir: sudar a él la frente y doler a ella el
vientre.
Sofía: "Ahora considerad, dioses'', dijo, "la conclusión
que depende de que yo fuera declarado compañ.ero de la Ino-
cencia y aquélla compañera del Pecado. Dado que, si lo seme-
jante se acompañ.a de lo semejante, lo digno con lo condigno,
entonces yo vengo a ser virtud y ella vicio, y por lo tanto yo
digno y ella indigna de tal sede. El segundo silogismo es éste:
Los dioses son dioses porque son muy dichosos; los dichosos
son dichosos, porque no tienen diligencia ni fatiga: no tienen
fatiga y diligencia quienes no se mueven ni alteran; éstas son

2 "La segunda oclava es de Tansillo, Vendemmiatore (Vendimiador), estrofa 20a ,


edición Flamini , p. 60. La primera eslá formada por Bruno con versos extraídos de
tres estrofas distintas del mismo Vendemmiatore, 17a, 18a, y 19a" , Gentile, nota 2
en p. 730.
l "Alusión al Génesis, 111, 16-19, subrayada por el comentarista napolilano".
Gentile, nota 2 en p. 731 . Cabe mencionar el juego de significados que hace aquí Bruno
con la palabra trista, que además de trisle significaba prostituta, y trisro que también
tiene la acepción de mezquino; a esto se ai\ade la burla al ímal del pá.rrafo, con el j uego
de meretriz-madre ("sudar el vientre") y de trabajo-cornudo ("doler la frente " ).

178
máximas de quienes tienen consigo al Ocio; por lo tanto, los
dioses son dioses porque tienen consigo al Ocio."
Saulino: ¿Qué respondió Momo a esto?
Sofía: Dijo que por haber estudiado lógica en Aristóteles
no había aprendido a responder a los argumentos en cuarta
figura.•
Saulino: ¿Y Júpiter qué dijQ?
Sofía: Que de todo lo que aquél había dicho y él oído se
acordaba solamente del último argumento respecto al haber
sido compañ.ero del buen hombre y la buena mujer; acerca del
cual se le ocurría que los caballos no _son asnos por encontrar-
se en compañía de éstos, ni nunca la oveja es cabra por andar
entre las cabras. Y agregó que los dioses habían dado al hom-
bre el intelecto y las manos y lo habían hecho a semejanza de
ellos, dándole facultad sobre los demás animales , la cual con-
siste no sólo en saber obrar según la naturaleza y ordinaria-
mente, sino, además, fuera de las leyes de ella; para que, for-
mando o pudiendo formar otras naturalezas, otros cursos,
otros órdenes con el ingenio y con la libertad, sin la cual no
tendría tal similitud, viniese a sustentarse como dios de la
Tierra. 5 Aquélla, ciertamente, cuando llegue a hacerse ocio-
sa, será frustrante y vana, como inútil es el ojo que no ve y
la mano que no aprehende. Y por esto determinó la providen-
cia que ocupara en la acción las manos y en la contemplación
el intelecto; de manera que no contemple sin acción y no obre
sin contemplación. En la edad de oro, pues, por el Ocio los
hombres no eran más virtuosos de como lo son en el presente
las bestias, y tal vez eran más estúpidos que muchas de éstas.
Ahora bien, habiendo nacido entre ellos las dificultades por
la emulación de los actos divinos y la adaptación de sentimien-
tos espirituosos, habiendo resllrgido las necesidades, se agllZa-
ron los ingenios, se inventaron las industrias, se descubrieron
las artes; y siempre, día a día, por medio de la indigencia, des-

4 "Efeclivamente, Aristóteles no habla del silogismo de la cuarta figura ", Genti-


le, nota 1 en p . 732.
s La idea de la dignidad del hombre representa un tema básico de la filosofía del
Renacimiento, desarrollada panicularmcnte por los neoplatónicos florentinos, en es-
pecial por Giovanni Pico della Mirandola (1463-1494) en su discurso que lleva ese ti-
tulo: De la dignidad del hombre.

179
de la profundidad del intelecto humano, se estimulan nuevas
y maravillosas invenciones. De donde, alejándose cada vez
más y más del ser bestial por las solicitas y urgentes ocupacio-
nes, más altamente se aproxima al ~~r divino. De las injusti-
cias y malicias que crecen junto con las industrias no te debes
maravillar , porque si los bueyes y los simios tuvieran tanta vir-
tud e ingenio como los hombres, tendrían las mismas aprehen-
siones, las mismas inclinaciones y los mismos vicios . Así, en-
tre los hombres, los que tienen algo del puerco, del asno y del
buey, son ciertamente menos tristtlS y no están infectados por
tantos criminales vicios; pero no por eso son más virtuosos,
excepto en el modo en el que las bestias, por no ser partícipes
de igual cantidad de vicios, vienen a ser los más virtuosos de
ellas. Pero nosotros no alabamos la virtud de la continencia
en la puerca, que se deja copular por un solo cerdo y una vez al
año; sino en una mujer, quien no sólo es apremiada una vez
por Ja naturaleza, debido a la necesidad de la procreación si-
no, y aún más, por el propio razonamient o, las más de las ve-
ces por la inquietud del placer y por ser ella todavía fin de sus
actos. Además de ello, no mucho, sino muy poco , alabamos
por continencia a una hembra o un macho po rcino que, por
estupidez y rudeza de constitución , rara vez y con poca sen-
ualidad acontece que sean apremiados por la libídine, como
a aquél por ser frío y culpado de maleficio , o a aquél otro por
ser decrépito; de otro modo debe ser considerada la continen-
cia, la que es verdadera continencia y verdadera virtud en una
constitución más gentil , mejor nutrida, más ingeniosa, más
perspicaz y mayormente aprensiva . Sin embargo , para la ge-
neralidad de regiones , con grandes esfuerzos exi te virtud en
Alemania, hay mucha en Francia, más existe en It:ilia y con
más ventaja existe en Libia. 6 De donde, si consideras más
profundamente, tanto falta que Sócrates revelase algún defec-
to suyo que más bien llegó a alabarse tanto mayormente de
continencia, cuando aprobó el juicio del fisonomista acerca

~ " Para estas correspondencias en1re d medio g.:o¡;ráfico y los temperamentos


humanos, cf. el capitulo De virwde foá (De los lugares de la 1·m11cf) en De rerum prin·
cipiis (De lol p rincipios de las cosas), en Opera !atina, 111. pp. 554-556'", Gentile,
no1a 1 en p. 734.

180
de su natural inclinación al sucio amor por los muchachos.
"Si consideras, pues, Ocio" , dijo Júpiter, " lo que se debe
considerar de e to, encontrarás que no porque los hombres no
fueran tan viciosos, como ahora, por ello en tu do rada edad
los hombre fueran vi rtuosos; ya que hay mucha diferencia
entre no ser vicioso y ser virtuoso ; y no tan fácilmente se
desprende lo uno de lo otro, considerando que no exi ten las
mismas \.irtude donde no existen los mismos estudios, los
mismos ingenios, inclinaciones y complexiones. Pero, por
comparación de algunos locos e ingenios fastidiosos, ucede
que se tengan a los bárbaros y salvajes como mejores que no-
sotros los dioses, por no estar marcados por esos mismos vi-
cios; por lo que las bestias, las que están mucho meno afecca-
das por tale vicio que ellos , serían por eso mucho más
buenas que ellos. A vosotros, pues , Ocio y Sueño, con vuestra
áurea edad, bien les convendrá que no os volváis vicios alguna
vez y de algún modo , pero jamás y de ningún modo el que
seáis virtudes. Por tanto, cuando tú, Sueño, no seas Sueño,
y tú, Ocio, sea~ Ocupación, entonces seréis enumerados entre
las virtudes y seréis exaltados."
Ento nces el Sueño dio un pasito y se restregó un poco los
ojos. para decir también él alguna cosilla y aporta r alguna pe-
queña idea al Senado, para que no pareciera que ha bía venido
en vano. Cuando Momo lo vio conducirse ta n uavcmente y
despacito, embelesado por la gracia y belleza de la diosa Pere-
za, que , como una aurora ante el Sol, antecediéndolo, a punto
de querer hacer ella el prólogo ; y, no osa ndo descubrir su
amor en presencia de los d ioses, por estarle prohibid o mimar
a la sierva , le hizo cariños al seflor en esta forma (después de
haber lan¿ado un cálido suspiro), hablando rnmo letrado ,
para hacerle mayor reverencia y honor:

Somne, quies rerum, p/acidissime somne deorum,


pax animi, quem cura fugir, qui corpora duris
fessa ministeriis mu/ces reparesque /abori.'
7
O\idio. Metam orfosis, XI, 623-625:
Sue1'o, reposo de todas las ocupaciones. muy placidisimo ~uc1'o de los dio~.:~.
Paz del alma. de quien procura ahuyencarse, q ue relajas los o:a n ~dm .:uerpo'
por los duros ofkios y les das nuevas fuerzas para el trabajo.

181
Apenas hubo empezado esta cantilena el dios de las represio-
nes (quien por la razón ya mencionada se había olvidado de
su deber), cuando el Sueño, entusiasmado a propósito de tan-
tas alabanzas y arrullado por el tono de aquella voz, invitó a
la audiencia al Sopor, quien se alojaba en el pecho. El cual,
después de hacer una señal a las fumosidades que residían en
el estómago, se le treparon todas juntas al cerebro , haciéndole
así más pesada la cabeza, y con eso se le vinieron a paralizar
los sentidos. Ahora, mientras el Ronquido tocaba ante él flau-
tas y trombones, tambaleándose tambaleá ndose, fue inclinán-
dose hasta terminar de cabeza en el seno de la madre Juno; y
de semejante inclinación sucedió que (puesto que este dios
anda siempre en camisa y sin calzones), por ser la camisa de-
masiado corta, mostró las nalgas, el coliseo y la punta del
campanario a Momo y a todos los demás dioses que estaban
de aquel lado . Entonces, ame esta situación, apareció en el lu-
gar la Risa , mostrando a los ojos del Senado la prospectiva de
muchos huesillos, todos ellos dientes; y haciéndose oír con la
disonante música de tantas carcajadas, interrumpió el hilo de
su discurso a Momo . Quien, no pudiendo resentirse contra
ella, todo su desdén lo volcó contra el Sueño, que la había pro-
vocado, al menos con no premiarlo con ninguna gentileza y,
encima de eso, ofreciéndole con mucha solemnidad el purga-
torio , con la alforja y el báculo de Jacob , como por mayor
desprecio de su adulatorio y amatorio dicendi genus.8 De
donde bien se daba cuenta que los dioses no se reían tanto de
la condición del Sueño, como del extraño caso ocurrido a él, Y
de que el Sueño era el actor y él el sujeto de esa comedia;
y con esto, habiéndole cubierto la Vergüenza el rostro con un
purpúreo velo , dijo :
" ¿A quién le toca quitarnos de enfrente a este lirón? ,
¿quién hace que este ridículo espejo se nos presente a los ojos
tan extensamente?''
Entre tanto la diosa Bellaquería, conmovida por la rabiosa
querella de Momo (dios de los no más vulgares que tenga el
cielo), tomó en brazos a su marido; y rápidamente, habiéndo-

8 Género de expresión [estilo!.

182
lo quitado de allí, se lo llevó hacia la cavidad de un monte cer-
cano a los Cimerios; 9 y con ellos se fueron sus tres hijos:
Morfeo, Icilón y Fantaso; y pronto todos éstos se encontraron
allá donde la tierra despide nieblas perpetuas, causando un
eterno crepúsculo en el aire; donde el viento no sopla, y la
muda Quietud tiene un palacio suyo todavía cercano a la man-
sión real del Sueño; ante cuyo atrio hay un jardín de abetos,
hayas, cipreses, bojes y laureles; en medio hay una fuente que
nace de un pequeño riachuelo, que a partir del rápido paso del
leterío, desviándose desde el tenebroso in fierno a la superficie
de la tierra, ahí viene a aparecer a cielo abierto. Aquí pusieron
al soñoliento dios en su lecho , que tiene de ébano las tablas,
de plumas los colchones y el pabellón de seda color pardusco.
Mientras tanto, habiendo pedido licencia, la Risa se separó
del cónclave; y, habiendo retornado las bocas y las quijadas
de los dioses nuevamente a su lugar, que poco faltó para que
reventara alguno de ellos, el Ocio, quien se había quedado allí
solo, viendo que el juicio de los dioses no estaba muy inclina-
do a su favor; y, desesperado por beneficiarse más de algún
otro modo si no eran aceptados casi todos y los principales de
sus argumentos; pero, tantos como se fueron presentando ha-
bían sido echados por tierra y volteados, y por la fuerza del
rechazo algunos apenas vivían, otros habían reventado, otros
tenían el cuello roto , otros más se habían despedazado con es-
truendo: consideraba cada instante como un año para aprove-
char la ocasión de quitarse de en medio, antes de que quizá le
pudiera sobrevenir alguna ignominiosa desgracia semejante a
la de su compañero, por culpa del cual no dudaba que Momo
9 "Cí. Ovidio, Metamorfosis, XI, 592-593:

Est prope Cimmerios longo spelunca recessu,


Mons cavus, ignovi domus el penetralia Somni
(Cerco del país de los Cimerios [la actual Crimea, en Ucrania],
en sitio muy apartado, existe una caverna
En un monte horadado, casa y aposento del indolente Sueno.)

Y Bruno se atiene a Ovidio en lo q ue sigue; en tanto q ue, por su parle, Florio en su


Nuevo mundo de palabras (p. 375) toma de La expulsión ... los nombres de los hijos
del Suei'lo", Gentile, nota 1 en p. 737. Morfeo, lkelos y Faniasos son hijos de Hipnos
(el Sueilo) y de la Noche; Morfeo presentaba figuras humanas, lkelos (o Fobetor) fi-
guras de animales, y Fantasos paisajes.

183
le empeorara las censuras en su contra. Pero éste, descubrien-
do el miedo que aquél tenía de hechos que no eran suyos, le
dijo :
"No temas, pobre persona, porque yo, instituido por el
destino como abogado de los pobres , no quiero dejar de abo-
gar por tu causa." Y dirigiéndose a Júpiter, le dijo: " Por lo
que tú dices , oh padre, acerca de ta causa del Ocio, veo que
no estás plenamente informado acerca de su ser, de su mora-
da, de sus ministros y de su corte; la que, ciertamente, si llega-
ras a conocer, con facilidad me persuado que si no le quieres
otorgar como Ocio una cátedra en las estrellas, al menos como
Quehacer lo podrías alojar junto a aquel otro, así llamado y
considerado su enemigo; con el cual, sin hacerse daño uno al
otro, podrá haber una perpetua residencia." .
Respondió Júpiter que él deseaba una oportunidad para
poder contentar justamente al Ocio, de cuyas caricias no hay
mortal ni dios que no suela deleitarse a menudo; pero que con
gusto lo escucharía si le hacía comprender alguna poderosa
causa a su favor .
"¿Te parece poco, Júpiter", dijo , " que en casa del Ocio
exista ocio, en cuanto a la vida activa, allí donde hay tantos
caballeros de compañía y servidores que se levantan bien tem-
prano por la mañana, para lavarse tres o cuatro veces con cin-
co o siete clases de agua el rostro y las manos, y que con el
hierro caliente y con la goma de helecho consuman dos horas
para ensortijarse y rizarse la ca bellera , imitando a la alta _Y
gran providencia, de la que no hay cabello que no sea exami-
nado, con el fin de que sea arreglado a su medida? ¿Dónde,
enseguida, se arreglan el jubón con tanta diligencia, con tant_a
sagacidad se ordenan los pliegues del cuello, con tanta suavi-
dad se abrochan los botones, con tanta gentileza se acomodan
los puños, con tanta delicadeza se limpian y pulen las uñas,
con tanta justicia , suavidad y equidad se acoplan los calzo-
nes con la camisa, con tanta circunspección se disponen los
nudos de las agujetas, con tanto esmero se suben y bajan las
palmas huecas para acomodarse la calceta; con tanta simetría
y proporción se acoplan los ori fidos del resorte de l~s calzo-
nes donde éstos se unen con las calcetas, cerca del phegue de
la rodilla? ¿Y dónde con tanta paciencia se soportan las estre-

184
chísimas ligaduras o jarreteras, para que no se bajen las calce-
tas plegándose y se confundan los confines de éstas con los de
las piernas; dónde con la fuerza de la dificultad. dispone y dis-
cierne el j uicio que, no siendo elegante y conveniente que el
zapato se acomode al pie, venga el pie ancho , chueco, nudoso
y tosco, muy a su pesar, a acomodarse al zapato estrecho, de-
recho, terso y elegante? ¿Dónde con tanta elegancia se enca-
minan los pasos para visitar la ciudad , se discurre, se visita y
se entretiene a las damas, se baila, se hacen cabriolas, corre-
teos, bransles y trescas; 10 y, cuando no hay otra cosa que ha-
cer, por haberse cansado de tales actividades, para evitar el in-
conveniente de cometer errores, se sienta uno a jugar juegos
de mesa , retirándose de los otros más fu ertes y fatigosos? De
esta manera se evitan todos los pecados, aunque éstos no sean
más que siete mortales y capitales, porque, como dijo un juga-
dor genovés: ¿Qué Soberbia quieres tú que tenga un hombre
que habiendo perdido cien escudos con un conde se pone a ju-
gar para ganar cuatro reales a un sirviente? ¿Qué Avaricia
puede tener aquel a quien mil escudos no le duran ocho días?
¿Qué Lujuria o Amor lascivo puede encontrarse en quien ha
puesto toda la atención del espíritu en el juego? ¿Cómo po-
drás acusar de lra a quien , por temor a que el compañero se
retire del juego soporta mil injurias, y le responde con gentile-
za y paciencia a un orgulloso que está enfrente de él? ¿De qué
modo puede ser goloso quien pone todo derroche y aplica
todo esmero a su ejercicio? ¿Qué Envidia puede existir en éste
por lo que otros posean, si bota y parece que desprecia lo que
es suyo? ¿Qué Pereza puede existir en quien, empezando des-
de mediodía, a veces desde la mañana, y no cesa nunca de ju-
gar hasta la media noche? ¿Y qué os parece que se dedique
a esto mientras deja permanecer ociosos a sus servidores y a
quienes los deben cuidar y administrar? ¿Al remplo, al merca-
do, a la cantina, a la cocina, al establo, a la cama, al burdel?
Y para haceros ver, oh Júpiter y vosotros dioses, que en casa

10 Bransles: " Baile francéli llamado bransle" : Mondo d1po1 nle (Mundo de pofo-
bros), p. 48. citado por Gentile, nota 2 en p. 740. Trescas: "Antiguo baile campesino
muy agitado" , Nicola Zingarclli. Vocobolario della lmgua italiana, Zanil helli-
Bologna, ristampa 1986, p. 2047.

185
del Ocio no faltan personas doctas y letradas, ocupadas en los
estudios, además de las ocupadas en los deberes ya menciona-
dos, ¿os parece que en casa del Ocio se está ocioso en cuanto
a la vida contemplativa, donde no faltan gramáticos que dis-
cutan sobre qué fue primero, si el nombre o el verbo? ¿Por
qué sucede que el adjetivo se ponga antes y después del sustan-
tivo? ¿Por qué en la dicción alguna cópula se coloca antes, co-
mo, por ejemplo et, y otra, por ejemplo, que, se coloca des-
pués?" ¿Cómo la e y la d con la adición de la raíz y la
separación de la d intermedia, viene a producir fácilmente el
retrato de aquel numen de Lampsaco , 12 que por envidia co-
metió el asinicidio? ¿Quién es el autor a quien legítimamente
debe adjudicarse el libro de la Priapea, a Marón de Mantua
o a Nasón de Sulmona? 11 Dejo de lado otros tantos bellos te-
mas similares y aún más refinados que éstos.
"Donde tampoco faltan dialécticos que indaguen si Crisao-
rio, 1~ quien fue discípulo de Porfirio , tenía boca de oro por
naturaleza, por reputación o solamente por nomenclatura; si
la Periermenia debe situarse antes o venir después o bien, ad

1
1 En latín Et y Que signi fican ambas Y.
12 Véase supra nota 3 1 del Diálogo primero. El dios de Lampsaco: .. Es decir, de
Príapo. No se ofrecen aclaraciones acerca de la representación obscena que resulta
del entrelazamiento de las dos susodichas letras", Gentile, nota 1 en p. 742. Sin em-
bargo, debe representar alguna forma obscena de falo, símbolo de Priapo. Lo relati-
vo al asinicidio es porque a Príapo se le representaba junto a un asno, debido a que
en una de las leyendas, al pretender éste abusar de la ninfa Lotis, de quien estaba ena-
morado, el asno de Sileno se puso a rebuznar, con lo cual vio frustrados sus deseos.
u .. La polémica se había originado en los albores del siglo -se exhumó de un pa-
saje de una obra del humanista napolitano Scoppa (In varios autores Collec:tanea
[Repertorio de varios autores! . Nápoles, 1507), bastante conocido por Bruno: 'Ovi-
dius sive alius ... in Priapeis impudica sic dicens facit ' ['Ovidio u otro ... asi lo dijo
en las impúdicas PriapeaJ- la que habría durado bastante, dado que Doni (Amonio
F. , 1513- 1574), en las Foglie de la Zueca (H ojas de la Calaba:.a. Venecia. 1589, c.
156 v.), dirigiéndose al señor Juan quídam (cualquiera) pedante dice: 'Entiend o que
estáis en una gran diferencia respecto a si la Priapea es de Marón o de Marcial; os
ruego que nos déis vuestro parecer' ; Spampanato, Postille (Acotaciones), en Cn"tica.
IX, p. 230" , Gentile, nota 2 en p. 742.
14
"Crisaorio, el discípulo de Porfirio, al cual éste dedicó su Isagoge (introduc-
ción a las Categorías de A ristóteles). La etimología extra,·agante indicada por Bruno
hace pensar en una confusión entre Crisaorio y Crisóstomo", Gentile, nota 3 en
p. 742.

186
/ibilum, 15 ponerse antes y después de las Categorías; 16 si el in-
dividuo sólo debe ser ennumerado y colocado en medio como
un sexto predicable, o bien ser como un escudero de la especie
y caudatario del género, 17 si, después de ser peritos en las
formas silogísticas, debemos primero aplicarnos al estudio de
la Posteriora, donde se cumple el arte judicativo, o bien llegar
inmediatamente a la Tópica por la que se perfecciona el arte
inventivo; si es necesario practicar las sutilezas ad usum ve/ ad
fugam ve/ in abusum: 18 si los modos , que forman los moda-
les son cuatro, o cuarenta, o cuatrocientos; y no quiero añadir
otras mil hermosas cuestiones.
"Dónde están los físicos que dudan si de las cosas naturales
puede haber ciencia; si el sujeto es ente móvil o cuerpo móvil,
o ente natural o cuerpo natural; si la materia tiene otro acto
que el entitativo; en qué consiste la línea de concidencia del fí-
sico y del matemático; si la creación y producción de nada
existe o no; si la materia puede existir sin la forma; si más for-
mas sustanciales pueden existir juntas; y otros innumerables
problemas parecidos acerca de cosas evidentísimas, que con
inútiles investigaciones son cuestionadas. Dónde los metafísi-
cos se rompen la cabeza en torno al principio de la individua-
ción; acerca del sujeto ente, en cuanto ente; acerca de la com-
probación de que los números aritméticos y las magnitudes
geométricas no son sustancia de las cosas; acerca de las ideas,
si es cierto que tengan el ser sustancial por sí mismas; acerca
del ser idéntico o diverso subjetiva y objetivamente; acerca del
ser y la esencia; acerca de los accidentes idénticos en número,
en uno o en más sujetos; acerca de la equivocación, univoca-
ción y analogía del ente; acerca de la conjunción de las inteli-
gencias a los orbes estelíferos. Si ésta es por modo de alma o
bien por modo de moviente; si la virtud infinita pueda ser de

IS A voluntad.
l6 Burla sobre la discusión escolástica relativa al orden de las obras de lógica de
Aristóteles (el famoso Organon o Instrumento por ex~lencia). Periermenia (la Her-
menéutica), las Categorfas, los Analfticos posteriores y los T6picos.
17 " La especie y el género son, de hecho, dos de los cinco predicados contados por

Porfirio en su c élebre Isagoge a las categorías de Aristóteles, estudiada en todas las


escuelas medievales de lógica", Gent.ile, nota 1 en p . 743.
18
Para uso, desvío o abuso.

187
magnitud finita; acerca de la unidad o pluralidad de los prime-
ros motores; acerca de la escala del progreso finito o infinito
en causas subordinadas; y acerca de tantas y tantas cosas se-
mejantes, que hacen delirar a tantas capuchas y hacen destilar
el líquido del cogote a tantos protosabios."
Entonces dijo Júpiter:
"Oh Momo, me parece que el Ocio te ha ganado o soborna-
do, ya que tan ociosamente gastas el tiempo y la intención.
Concluye, porque renemos bien definido lo que debemos ha-
cer con éste."
"Dejo de referir , pues", agregó Momo, "tantos otros in-
numerables asuntos que son tratados en casa de este dios:
como sería el caso hablar de tantos vanos versificadores que,
a despecho del mundo, quieren hacerse pasar por poeta , tan-
tos escritores de fábulas, tantos nuevos narradores de hi torias
viejas, mil veces mejor referidas por otros a duplicadameme
mil. Dejo a los algebristas, cuadradores de círculos, figuri s-
tas, metódicos, reformadores de dialécticas, instauradores de
ortografías, contempladores de la vida y de la muerte, verda-
deros postillones del paraíso, nuevos caudillos de la vida eter-
na corregida nuevamente y reeditada con muchas utilísimas
adiciones, buenos mensajeros de mejor pan, de mejor carne
y vino, que no pueda ser el griego de Somma, la malvasía de
Candia y el asprino de Nola. 19 Dejo las hermosas especula-
ciones acerca del destino y la elección, acerca de la ubicuidad
de un cuerpo, acerca de la excelenda de la justicia que se en-
cuentra en las sanguijuelas. "
Entonces dijo Minerva:
"Si no le cierras la boca a este parlanchín, oh padre, perde-
remos el tiempo en vanos discursos , y este día no será posible
despachar nuestro principal asunto."
Sin embargo, dijo el padre Júpiter a Momo:
"No tengo tiempo de discutir acerca de tus ironías. Pero,
para llegar a tu despacho, Ocio, te digo que el que es loable
y diligente Ocio, se debe sentar y se sienta en la misma cátedra
que la Solicitud, porque la fatiga debe servirse del ocio y el
ocio debe moderarse por la fatiga. Para beneficio de aquél,
19 Se refiere a diversos tipos de vinos de la Campania.

188
que ésta sea más razonable, más expedita y diligente, porque
difícilmente de la fatiga se llega a la fatiga. Y de la misma ma-
nera que las acciones sin premeditación y reflexión no son
buenas, así, sin ocio premeditante, carecen de valor. Igual-
mente, no puede ser suave y grato el tránsito del ocio al ocio,
ya que éste jamás es dulce sino cuando surge del seno de la fa-
tiga. Ahora, que nunca suceda, pues, que tú, Ocio, puedas ser
verdaderamente grato, sino cuando sucedas a dignas ocupa-
ciones. Quiero que para los ánimos generosos el ocio vil e iner-
te sea la mayor fatiga que puedan tener , si no e les presenta
después de un loable ejercicio y trabajo. Quiero que te abalan-
ces como señor a la Senectud, y que a ésta la hagas a menudo
volver los ojos hacia atrás; y si no ha dejado dignos vestigios,
la volverás molesta , triste, temerosa del próximo juicio de la
inminente estación que la conduce al inexorable Tribunal de
Radamán ,20 y que así llegue a sentir los horrores de la muerte
antes de que ésta llegue."
Saulino: Bien dijo a este respecto Tansillo:

Creed a quien puede haceros juramento,


que estado triste no hay en el mundo que tenga
parecido a la pena que viene del arrepentimiento;
puesto que el pasado no hay quien reponga.
Y aunque toda contrición conlleve tormento,
lo que más nos contraría y más nos afrenta
e infiere herida que curar no se tolera,
es cuando un hombre pudiera mucho, y nada hiciera. 21

20 Radamán o Radamantis, junto con Minos y Sarpedón, es uno de los tres hijos
que Europa tuvo de Zeus. Aunque la tradición al respecto es confusa, se creía que
por su sabiduría y justicia había sido llamado a los infiernos para juzgar a los muer·
tos, junto con Minos y Eaco. Al parecer. originariamente juzgaba sólo a los que iban
a los Campos Elíseos, o sea, a las mejores almas.
2I "Tansillo, ll 1·endemmiatore (El vendimiador), estrofa 7a. En la edición Flami-
ni el texto dice (p. 54):

Credete a chi n' ha fa u o esperimento,


Che fra tutti i martir, donne mie core,
Ness11n ven' é maggior che '/ pentimento,
Poi che 'I passoto non si puó disfare:
E ben che ogni penrir porti tormento,
Que/ elle piú fiero piaga ne suol /are,

189
Sofía: Exactamente. Dijo Júpiter:
"Es más, quiero que sea triste el éxito de los asuntos inúti-
les, algunos de los cuales ha recitado Momo, y que se encuen-
tran en la casa del Ocio; y quiero que la ira de los dioses caiga
sobre aquellos laboriosos ocios que han metido al mundo en
las mayores molestias y trabajos como nunca lo hubiera podi-
do hacer trabajo alguno. Aquellos, digo, que quieren conver-
tir toda la nobleza y perfección de la vida humana sólo en
ociosas creencias y fantasías, mientras de tal manera amones-
tan las diligencias y obras de justicia que por ellas digan que
el hombre no se vuelve mejo/ (aunque se manifieste); y de tal
manera vituperan los vicios y desidias, que por aquéllos digan
que los hombres no se hacen menos gratos a esos dioses a los
cuales eran gratos, con todo lo que eso, y peor, debía ser. Tú,
Ocio inerte, inútil y pernicioso no esperes que se disponga tu
morada en el cielo y por los dioses celestiales, sino en el infier-
no por los ministros del riguroso e implacable Ptutón."
Ahora bien, no quiero referir cuán ociosamente se conducía
el Ocio mientras se alejaba, e incitado con cuántas punzadas
apenas se podía mover, si no fuera porque obligado por la
diosa Necesidad, que lo espoleó, se desplazó de allí, lamentán-
dose del Consejo, que no le había querido conceder algunos
días de tiempo y término para sépararse de su compañía.

Segunda parte del Diálogo tercero

Entonces Saturno instó a Júpiter para que en la disposición de


las demás sedes fuera más expedito, porque la noche se apro-
ximaba, y que se dedicara solamente al asunto principal de
quitar y poner; y, en cuanto a lo que se refiere al orden con

Ove rimedio alcun sperar non Ieee,


E quando un polea molto e nu/la /«e."

(Creed a quien nos ha dado experiencia, I que entre todos los martirios, queridas mu-
jeres mías, / ninguno existe mayor que el arrepentimiento, / luego que el pasado no
se puede deshacer: I y bien que todo arrepentir conlleva tormento, / lo que más fiera
llaga nos suele hacer, / donde esperar remedio alguno no es permitido, / es cuando
u1to podio mucho y nada hito), Gcntile, nota 2 en p. 746.

190
el cual las virtudes de diosas y otros se deban gobernar, se de-
termine en la próxima fiesta principal, cuando será conve-
niente que los dioses se reúnan de nuevo, que será la vigilia del
Panteón. Propuesta a la que accedieron todos los dioses con
una inclinación de cabeza, excepto la Premura, la Discordia,
la Intempestividad y otros.
"Así, me parece también a mi", dijo el Altitonante.
"Vamos, pues", agregó Ceres, "¿adónde vamos a mandar
a mi Triptolemo, aquel carretero que véis allá, aquél por quien
di el pan de trigo a los hombres? 22 ¿Queréis que lo mande a
vivir a las comarcas de las dos Sicilias, 2 J donde establezca su
residencia; ya que allí hay tres templos que me fueron consa-
grados por su diligencia y obra, uno en Apulia, otro en Cala-
bria y otro más en la misma Trinacria?" 2~
"Haz lo que te plazca con tu cultor y ministro, oh hija",
dijo Júpiter. "Que en su sede, si así os parece también a voso-
tros, dioses, lo suceda la Humanidad, que en nuestro idioma
es llamada la diosa Filantropía; de la cual me parece, con mu-
cho, que este auriga haya sido el modelo. Dejo de lado el que
ella fue quien te impulsó a enviarlo, y que después lo guió para
llevar a cabo tus beneficios hacia el género humano."

22 "Ovidio, en una de sus elegías (Tristia (Las 1ristes), libro 111, elegía viii, vv. 1
Y 2), dice: ' Ninc ego Triptolemi cupcrem conscendere currus, Misil in ignotam qui
rude semen humun' ('Ahora , desearía colocarme en el carro de Tripto lemo, el que
introdujo la ruda semilla dentro de la tierra yerma'); y narra el mito completo en el
libro cuarto de Los fastos a partir del verso 507". Gentile, nota 1 en p. 748. Triptole-
mo era hijo de Ctlco, rey de Eleusis (cerca de Atenas) y, de acuerdo al mito, habría
ayudado a Dcméter. la diosa de la Tierra, quien andaba en busca de su hija Perséfone,
raptada por Hades; en agradecimiento la diosa le habría regalado un carro tirado por
dragones y unas espigas de trigo, dándole a Triptolemo el encargo de ensei'lar a los
hombres la agricultura. También el joven héroe se convirtió en el mítico fundador
de los cultos de misterios.
21 "'Un reino de las dos Sicilias no existe en rigor sino hasta 181S, después del
tratado de Viena•, pero sí el nombre desde varios siglos antes: habiendo entrado Lo-
renzo Valla a Nápolcs en 1442 junto con el príncipe Alfonso 1, aquél sostuvo que el
principc debería emitir un decreto que asignase a los dos reinos el nombre correspon-
diente a cada uno de ellos, mientras que los concsanos querían que se conservase la
costumbre diplomática de la cancillerfa de Anjou, pretendiendo que 'el nombre de
Sicilia fuese propiamente el del continente, y que la isla fuese llamada Sicilia por estar
próxima a la tierra firme, mientras que su verdadero nombre era el de Trinacria' ".
Gcntile, nota 2 en p. 748.
24
Trinacria es el nombre que los antiguos griegos le dieron a Sicilia, por tener una
forma triangular y por sus tres puntas. Véase supra nota 41 del Diálogo primero.

191
"Es cierto", dijo Momo, "puesto que por ella Baco hace
en los hombres tan buena sangre y Ceres tan buena carne,
como no podía existir en los tiempos de las castañas, las habas
y las bellotas. Huya de la presencia de ésta, pues la Misantro-
pía junto con la Indigencia, y como es usual y razonable, de
las dos ruedas de su carro, que la de la izquierda sea el Consejo
y la de la derecha la Ayuda; y de los dos míticos dragones que
jalan la pértiga, del lado izquierdo estará la Clemencia, del de-
recho el Favor."
Propuso después Momo a Mercurio qué quería hacer con
el Serpentario, porque a él le parecía bueno y adecuado para
enviarlo a hacer el papel de Marso charlatán, teniendo esa gra-
cia para manejar sin temor y peligro a semejante y tamaña ser-
piente.is Propuso también la serpiente al radiante Apelo, por
si le servía a sus magos y hechiceros, como quien dice a sus
Circes y Medeas para preparar sus brebajes; o bien si la quería
conceder a sus médicos, como sería Esculapio, para hacer su
triaca.u Se la propusó también a Minerva, por si le pudiera
servir para mandarla a vengarse de algún renacido enemigo
Laocoonte. 27
2S " Era tradicional la pericia de los marsos (pueblo del antiguo Samnio, Italia
central) en el arte del e ncantamiento y la magia. cr. Ovidio, Artis amaroriae (Arre
de amar), 11, 102, y Horado, Epodo, XVII , 29. También Tansillo en el soneto
XXXIV (Poesie liriche [Poesías líricas] , cd. de Fiorentino, p. 18):

Non spero che virtú d'erbe, o di pietre


O for1:11 di paro/e, o man d 'uom Marso
Mi sani... "
(No espero que virtud de hierbas, o de piedras
O fuena de palabras, o mano de hombre Marso
Me sane... )
Gentile, nota 2 en p . 749

Marsos es también el hijo de Circe y Ulises, un rey legendario de los etruscos; se le


creía fundador de los marsos y del arte de los augures.
26 La relación con Apolo se presenta porque después de que éste matara a Pitón,
debió compensar a la madre Gca estableciendo el famoso santuario de Dclfos, princi-
pal centro oracular griego a partir de la época arcaica . Triaca es un fármaco antiguo
compuesto de varios ingredientes, principalmente de opio, el cual era usado como an-
tidoto contra venenos.
27 De acuerdo al mito, Laocoonte era un sacerdote troyano de Apolo, quien fue
aplastado junto con sus dos hijos por dos enormes serpientes sali~ del m~ ~ el
momento en que hacia sacrificios a Poscidón . Según una de las versiones habna sido
un castigo de Atenea, porque Laocoonte había lam~ado una jabalina o querido que-

192
"Que la tome quien quiera", dijo el gran patriarca, "y ha-
gan lo que se les anroje, tanto con la erpiente como del Ofiu-
co, con tal de que se quiten de ahí; y en su lugar queden la
Sagacidad, la cual suele verse y admirarse en la Serpiente."
"Que suba pues la Sagacidad", dijeron codos los dioses,
"ya que no es menos digna del cielo que su hermana la Pru-
dencia; porque donde aquélla sabe mandar y poner en orden
lo que se debe hacer y dejar ocurrir para algún proyecto, ésta
sepa antes y después juzgar con la fuerza de la buena inteligen-
cia, que tiene; y expela a la Grosería, la Desconsideración y
la Imbecilidad de las plazas donde las cosas se ponen en duda
o en consulta. Que de los vasos de la sabiduría beba el saber,
para que conciba y dé a luz actos de Prudencia. "
"De la Saeta", dijo Momo , " como nunca tuve curiosidad
por saber a quién pertenecía, es decir, si fuese aquella con la
que Apolo mató al gran Pitón , o bien aquella con la que lama-
dre Venus hizo que su haraganzuelo hiriera al feroz Marte,
que por venganza después le clavó a esa cruel un puñal bajo la
panza hasta la empuñadura; o quizás una memorable, con
la cual Alcides venció a la reina de las estinfálides; o aquella
otra, por la cual murió el jabalí de Calidón; 2~ o bien sea la
reliquia o trofeo de la castísima Diana. Sea la que se quiera,
que la tome su dueño y se la clave donde le plazca."
"Bien", respondió Júpiter, "que se vaya de allá junto con
la Insidia , la Calumnia, Ja Difamación, acto de Envidia y la
Maledicencia; y en ese sitio queden la buena Atención, la Ob-
servancia, la Elección y la Concertación de regulada inten-
ción." Y agregó: "Del Águila, ave divina y heroica, y emble-

mar al caballo de ma dera que ella había ideado para acaba r con Troya ; después de
acabar con él y sus hijos, las serpientes habrían ido a enrosca rse a los pies de la esta1ua
de Atenea . Debe recordarse que Atenea 1ambién es una diosa vinculada a la tierra
y a la adivinació n, por lo que la serpiente es igualmen1e uno de sus símbolos.
24 Apolo lleva, entre otros epítetos, el de ílechador; en una de las m úh iplcs versio-
nes del apoderamiento de Delfos por parte de Apolo , se d ice que mató a ílechazos
a Pitón, mo nstruo hijo de Gca (la T ierra). El haraganzuelo de Venus es Eros (Cupi-
do). Estínfalo es el rey epónimo de una ciudad arcadia , cuya hija Parté no pe al unirse
con Heracles dio a luz a E veres; también es el nombre de una laguna de la misma re-
gión, en donde Heracles dio muerte a las aves (llamadas estinfálides) q ue se habían
convertido en una plaga , cumpliendo a sí su quinto trabajo. La caza del jabalí de Cali-
dón es una leyenda co mpleja, en la que particip!lll muchos de los héroes de la mi1olo-
gía griega, particularmente Atalan1a y Meleagro, rey de Calidón, contra quien, en
castigo, Artemisa había enviado al mencionado animal.

193
ma del Imperio, determino y así deseo, que vaya a establecerse
de carne y hueso a la absorbente Alemani a, donde más que en
cualquier otra parte será festejada en forma, figura, imagen
y semejanza, en tantas pinturas, estatuas y armaduras, cuan-
tas estrellas se pueden presentar en el cielo ante los ojos de la
contemplativa Alemania. La Ambición, la Presunción , la Te-
meridad, la Opresión, la Tiranía y otra:. compañeras y minis-
tras de estas diosas, no es necesario que c;e lai. lleve consigo
allá, en donde todas estarían ociosas ; ya que el campo no es
demasiado ancho para ellas: sino que emprendan el vuelo lejos
de aquel dilecto y excelso pllís, donde los e cudos son las ca-
zuelas, los yelmos son las ollas y palanganas , los sables son los
huesos envainados en carne salada , las trompetas son tos va-
sos, cántaros y jarros, los tambores son los barriles y toneles,
el campo de batalla es la mesa para beber, quise decir para co-
mer; las fortalezas, los baluartes, tos castillos, los bastiones
son las cantinas, las tabernas, tas hosterías, que existen en ma-
yor número que tas mismas casas."
Entonces Momo dijo:
"Perdóname, gran padre. si interrumpo tu charla. Pero me
parece que estas diosas compañeras y ministras , aun sin man-
darlas, ya se encuentran allá: porque la Ambición busca ser
superior a todos haciéndose puerco; ta Presunción del vientre ,
que pretende recibir no menos de arriba que desde arriba pre-
tende mandar abajo al gaznate; la Temeridad , con la que en
vano el estómago trata de digerir lo que ahora mismo luego
es nece ario vomitar: la Opresión de los sentidos y el natural
calor; la Tiranía de la vida vegetativa, sensitiva e intelectiva
reinan más en esta sola parte de este globo que en cualquiera
de las demás.''
"Es verdad, oh Momo", agregó Mercurio , "pero tales Ti-
ranías, Temeridades, Ambiciones y otras cacodiosas semejan-
tes, con sus cacodemonios,.!9 no son para nada aquilinas, sino
sanguijuelas, glotonas, estorninas y cochinos. Luego, para
volver al propósito de la sentencia de Júpiter, ésta me parece
muy perjudicial para la condición, vida y naturaleza de este
real pájaro; el cual, porque bebe poco y come y devora mu-

29 Bruno juega aquí con la palabra griega cacós (malo. feo), haciendo un sarcas-
mo de alguno~ gra már icos de su tiempo. clásicos pedanres.

194
cho, porque tiene los ojos tersos y claros, porque es veloz en
sus movimientos , porque con la ligereza de sus alas sobrevuela
al cielo y habita en lugares secos, pedregosos, altos e inhóspi-
tos, no puede ser el símbolo ni concordar con una raza campe-
sina; y a la cual, la doble opresión de los calzones, parece que
con fuerte contrapeso la desplome hacia el profundo y tene-
broso centro; y que si así ere~ esta gente tan lenta y pesada,
no tan inepta para perseguir y huir, como buena para mante-
nerse firme en las guerras; y que en su mayor parte está sujeta
al mal de los ojos; y que, incomparablemente, más bebe que
come."
"Lo que he dicho, dicho está", respondió Júpiter. "Dije
que se presente allá en carne y hueso para ver sus retratos;
pero no para que esté como en prisión, o que deje de encon-
trarse allá, adondequiera está verdaderamente y en espíritu
con otras y más dignas razones, con los ya mencionados dio-
ses; y que deje esta gloriosa silla a todas aquellas virtudes, de
las cuales puede haber sido vicaria: como, por ejemplo, a la
diosa Magnanimidad, la Magnificencia, la Generosidad y
otras hermanas y ministras de éstas.''
"Ahora ¿qué haremos", dijo Neptuno, "con el Delfín?
¿Les parece que lo ponga en el Mar de Marsella, donde por
el río Ródano vaya y venga continuamente, visitando una y
otra vez el Delfinato?"
"Que así se haga pronto", dijo Momo, "porque, a de-
cir verdad, no me parece que sea cosa para reírse menos, si al-
guno

Delphinum cae/is appinxit, f/uctibus aprum,

que si

Delphinum sylvis appinxit, f/uctibus aprum"J-O

30 Ha pintado un de{ffn en los cielos, un jabalí en las olas


Ha pintado un delj{n en los bosques, un jabalí en las olas

Horacio, Epistula ad Pisones (Epístola a los pisones, mejor conocida como De arte
poetica [A rte poética)), v. 30.

195
"Que se vaya adonde quiera Neptuno", dijo Júpiter, "y en
su lugar lo suceda la figurada Dilección, la Afabilidad, la Cor-
tesía con sus compañeros y ministros."
MÍnerva pidió que el caballo Pegaso, dejando las veinte re-
31
lucientes pecas y la Curiosidad, se vaya a la fuente cabalina,
que por mucho tiempo ha estado revuelta, destruida Y entur-
biada por bueyes, puercos y asnos, y vea si con las patas Ylos
dientes puede reivindicar ese lugar de tan villana concurr.en-
cia, para que las musas, viendo el agua de la fuente clara Yhm-
pia, no se nieguen a retornar allí y realizar en ella ~us consultas
y promociones. Y que ascienda a este lugar del cielo el Furor
divino, el Rapto, el Entusiasmo, el Vaticinio, el Estudio Y el
Ingenio con sus congéneres y ministros, de donde eter~~mente
destile el agua divina a los mortales, para lavar los ammos Y
abrevar los afectos.
"Que se quite esta Andrómeda", dijo Neptuno, "si así l~s
place a vosotros, dioses; la cual, por la mano de la Ignorancia
ha sido atada al escollo de la Obstinación con la cadena de ra-
zones perversas y falsas opiniones, para que se la trague la ba-
llena de la perdición y ruina final, que va discurriendo por el
inestable y tempestuoso mar; y que sea confiada a las diligen-
tes y benévolas manos del solícito, laborioso .Y prudent~ P~r­
seo que habiéndola desatado y sacado de alb, desde el md1g-
no ~autiverio la promueva a su propia digna conquista. Y que
Júpiter disponga quién deberá ocupar su lugar entre las es-
trellas."
" Allá" , respondió el padre de los dioses, "q~iero que as-
cienda la Esperanza, aquella que esperando el digno fruto de
sus obras y trabajos no existe cosa tan ardua y difícil para la
cual no encienda todos los ánimos, los cuales pueden tener
sentido de algún fin."
"Que suba", respondió Palas, "ese santísimo es.cu~o del
pecho humano, ese divino cimiento de todos los ed1fic1os de
bondad , ese segurísimo refugio de la Verdad; aquella que . por
cualquier extraño accidente nunca desconfía, porque siente en
JI Fuente cabalina o Hipocrena: una de las dos fuentes famosas que se hallaban
en el monte Helicón (en Beocia. cerca de Tcbas). en cuyas faldas estaba el valle con~­
grado a las musas. Una de las versiones del mito relata que Pegaso, al rel;"rhar, habta
hecho brotar el manantial de una patada.

196
sí misma las semillas de su propia suficiencia, las cuales no les
pueden ser arrebatadas por ningún violento poder; aquella en
virtud de la cual es fama que Estilpón superase la victoria de
los enemigos; aquel Estilpón, digo, que librado de las llamas
qt•e les incendiaban la patria, la casa, la esposa, los hijos Ylos
bienes , le respondió a Demetrio que tenfa todas sus cosas.. con-
sigo, porque consigo llevaba esa Fortaleza, esa Justicia, esa
Prudencia , por las cuales podía esperar mejor consuelo, sal-
vación y sustento de su vida; y por las cuales despreciaría sin
problema las mieles de ésta. '' 32
"Dejemos estos ornamentos", dijo Momo, "y pasemos rá-
pido a ver lo que se debe hacer con ese Triángulo o Delta."
Respondió la astada Palas:
"Me parece conveniente que se ponga en manos del carde-
nal de Cusa, 1J para que éste vea si con aquél puede liberar a
los empachados geómetras de esa fastidiosa cuestión de la
cuadratura del círculo, regulando el círculo y el triángulo con
su divino principio de la conmensurabilidad y coincidencia de
la máxima y mínima figura: esto es, de aquella que consta
de un mínimo, y de la otra que consta de un máximo número de
ángulos. Trácese, pues, este triángulo [figura 1] con un círculo
que lo comprenda, y con otro que sea comprendido por él; Y
con la relación de estas dos líneas (de las cuales, una va del
centro al punto de la coincidencia del círculo interno con el
triángulo externo; la otra, desde el mismo centro a uno de los
ángulos del triángulo) viene a cumplirse esa cuadratura por
tanto tiempo y tan vanamente buscada."
32 "Diógenes Laercio, 11, 115"', Gentile, nota 1 en p . 755. Estilpón. originario d.e
1\kgara. fue maestro de Zenón. el fundador del estoicismo. y sustentaba como tes•~
moral la impasibilidad del alma. La anécdota que refiere aquí Bruno es la de la toma
de Megara por Demetrio Poliorcetcs en el año 306 a.C.: éste ordenó q.ue respetaran
la' ida> morada de Estilpón. a quien consideraba el más sabio de los gncgos contem-
poráneos .
H Nicolás de Cusa (1401-1464). teólogo. filósofo, matemático y astrónomo . Es
uno de los más grandes pensadores del siglo x v (especialmente admirado )' respetad?
por Bruno). autor de una serie de importantes obras en el desarrollo de la cosmov~­
sión renacentista. entre las que destaca De lo doclO ignorancia. Entre otras, sus tesis
teológicas sobre la relación de Dios con su obra (la naturaleza, el universo), de las
cuales derivan importantes consecuencias cosmológicas. como las de la infinitud del
universo. la relauvidad del observador y otras más, así como las que se refieren a la
tolerancia religiosa y d conocimiento humano. son fundamentales para comprender
la géne~is del pensamiento del Nolano.

197
Figura l

En ese momento se levantó de nuevo Minerva y dijo:


"Pero yo, para no parecer menos cortés a las musas, quiero
enviar a los geómetras un regalo incomparablemente mayor y
mejor que éste y cualquier otro que hasta ahora haya sido
otorgado; por el cual el Nolano, a quien fue revelado primero,
y por cuya mano es difundido a la multitud, me debe no sola-
mente una, sino cien hecatombes; porque en virtud de la con-
sideración de la equidad que se encuentra entre el máximo
y el mínimo, entre lo exterior y lo interior, entre el principio y
el fin, les entrego una vía más fecunda, más rica, más abierta
y más segura; la cual no sólo demuestre cómo el cuadrado se
hace igual al círculo, sino , además, inmediatamente, cada
triángulo , cada pentágono, cada hexágono y, finalmente,
cualquier figura poligonal que se desee; de donde también
será igual línea a línea , que superficie a superficie, campo a
campo y cuerpo a cuerpo en las figuras sólidas."
Saulino: Esto será algo excelentísimo y un inestimable teso-
ro para los cosmómetras.
Sofía: Tan excelente y digna, que me parece en verdad que
se equipare a la invención de todo el resto del patrimonio geo-
métrico. Es más, de aquí depende otra más completa, más
grande, más rica, más fácil, más exquisita, más breve y no me-

198
Figura 2

nos cierta; Ja cual, por la línea y superficie del círculo, viene


a conmensurar cualquier figura poligonal; y el círcu lo por la
línea y superficie de cualquier polígono.
Saulino: Quisiera cuanto antes comprender la manera.
Sofía: Lo mismo dijo Mercurio a Minerva , a lo que ella res-
pondió:
"Primero (del mismo modo en que tú lo has hecho), dentro
de este triángulo [figura 2] trazo un círculo, el máximo que se
pueda delinear; después, fuera de este triángulo, dibujo otro,

Figura 3

199
-
el mínimo que se pueda delinear , hasta el concacto de los tres
ángulos; y de allí no quiero proceder a tu fastidiosa cuadratu-
ra, sino al sencillo trigonismo , buscando un triángulo que ten-
ga su línea igual a la línea del círculo, y otro que llegue a obte-
ner la superficie igual a la superficie del círculo . Éste será
[figura 3] uno respecto al triángulo medio, equidi stante del
que contiene el círculo y del otro que está contenido en el círcu-
lo; el cual dejo, para que con su propio ingenio otro lo tome

Figura 4

así, porque me basta haber mostrado el lugar de los lugares.


Así, para cuadrar el círculo, no será necesario tomar el trián-
gulo, sino el cuadrángulo que está entre el máximo interno y
el mínimo externo al círculo [figura 4]. Para pemagonar el
círculo, se tomará el medio entre el pentágono máximo conte-
nido por el círculo y el mínimo que contiene al círculo. De
manera semejante se hará siempre para hacer cualquier otra
figura igual al círculo, en área y en línea. Así también, para
encontrar el círculo del cuadrado igual al círculo del triángu-
lo, se encontrará el cuadrado de este círculo parecido al trián-
gulo del otro círculo, de la misma medida que éste.,,
Saulino: De este modo, oh Sofía, se pueden igualar las
demás figuras a otras figuras con la ayuda y relación del círcu-

200
-
lo, que hace la medida de las medidas. Es decir, si quiero hacer
un triángulo igual al cuadrángulo , tomo el medio entre los dos
colocados en el círculo, con el medio entre dos cuadrángu-
los colocados en el mismo círculo, o bien a otro igual. Si quie-
ro tomar un cuadrado igual al hexágono, delinearé dentro y
fuera del círculo éste y aquél, y tomaré el medio entre los dos
de uno y otro.
Sofía: Lo has entendido bien. En tanto que de allí no sola-
mente se tiene la igualación de todas las figuras con el círculo,
sino que además de cada una de las figuras con todas las
demás mediante el círculo, conservando siempre la igualdad
según la línea y según la superficie. Así, con pequeña conside-
ración o atención, se podrá tomar toda igualdad y proporción
de cualquier cuerda o cualquier arco, mientras entera, dividi-
da o aumenta fa con algunos cálculos, llega a constituir tal po-
ligonia, que :n la forma mencionada de.sde ese círculo sea
comprendid r. o lo comprenda.
" Bien, ahora definase rápido", dijo Júpiter, "a quién que-
remos colocar en ese lugar."
Minerva respondió:
"Me parece que estaría bien la Fe y Sinceridad, sin la cual
todo acuerdo es incierto y dudoso, se disuelve toda conversa-
ción, toda convivencia se destruye. Ved a lo que se ha reduci-
do el mundo por haber introducido como costumbre y prover-
bio que para reinar no se observe la fe. 34 Además: que con
los infieles y herejes no se observe la fe. Después: que se
quebrante la fe hacia quien la rompe. Ahora ¿qué pasará si
esto es puesto en práctica por todos? ¿Qué sucederá en el
mundo si todas las repúblicas, reinos, dominios, familias y
particulares dicen que se debe ser santo con el santo, perverso
con el perverso?, ¿y se justificarán de ser malvados, por tener
a malvados por compañeros o vecinos?, ¿y pensarán que no de-
bemos esforzarnos en ser buenos absolutamente, como si f ué-
semos diose-S, sino por comodidad y según la ocasión, como

34 "'Sic Etheocles apud Euripidem: Si violandum est ius, regní causa violandum
est. (Al igual que Etheocles como se lee en Euripides: Si el derecho existe para violen-
tar, la causa de la autoridad real es para violentar', apostillador napolitano). Bruno
es, se puede agregar, como luego Campanella, opuesto a la doctrina de Maquiavelo" .
Gcnlile, nota 2 en p. 760.

201
sucede con las serpientes, lobos y osos, tóxicos y venenos?"
"Quiero" , agregó el padre, "que entre las virtudes la Fe sea
encomiadísima; y ésta , si no es dada con la condició n de otra
fe, que jamás sea permitido que se rompa por la ruptura de
la otra, dado que es una ley de algún judío o sarraceno bestial
y bárbaro, mas no de un civilizado y heroico griego o romano,
al que algunas veces y con cierta clase de gente, sólo por el pro-
pio interés y con el fin de engañar, sea lícito otorgar la fe, ha-
ciéndola ministra de la tiranía y traició n. "
Saulino: Oh Sofía, no hay ofensa más infame, perversa e in-
digna de misericordia que aquella que hace alguno a otro, en
virtud de haber creído uno en el otro; y uno sea ofendido por
el otro por haberle tenido fe, considerándolo hombre de bien.
Sofía: " Quiero, por consiguiente", dijo el Altitonante,
"que esta virtud aparezca glorificada en el cielo, a fin de que
sea en el futuro más estimada en la Tierra. Que ésta se vea en
el lugar en el que se veía el Triángulo, por el cual de manera
conveniente ha sido y es simbolizada la Fe; porque el cuerpo
triangular (como lo que consta del menor número de ángulos
y está más lejos de ser circular) es más difícilmente movible
que cualquiera que esté configurado de otra manera . Así se
purga la playa septentrional, donde comúnmente se ven tres-
cientas sesenta estrellas: tres mayores, dieciocho grandes,
ochenta y una medianas, ciento setenta y siete pequeñas, cin-
cuenta y ocho menores, trece mínimas, con una nebulosa y
nueve oscuras.
Saulino: Ahora, concluye brevemente qué se hizo del resto .
Sofía: " Dinos, oh padre", dijo Momo , " lo que debemos
hacer con ese primer padre de los corderos; aquel que ante
todo hace brotar de la tierra las descoloridas plantas, aquel
que abte el año y con un manto nuevo, florido y frondoso re-
cubre aquélla y enamora a éste. "
"Porque dudo", dijo Júpiter, " en mandarlo con los de Ca-
labria, los de Apulia o los de la próspera Campania, donde a
menudo el rigor del invierno los mata; ni me parece conve-
niente mandarlo con los de las llanuras y montes africanos,
donde revientan por el excesivo calor; me parece muy conve-
niente que se encuentre cerca del Támesis , donde veo tantos
hermosos, buenos, gordos, blancos y ágiles. Y no son desme-

202
surados, como en la reg1on cerca del Nigero;H ni negros,
como cerca del Sele y del Ofanto;16 ni flacos, como cerca
del Sebeto y del Sarno;17 ni nocivos, como cerca del Tíber y del
Arno; ni feos a la vista, como los que están cerca del Tajo;
dado que aquel lugar sienta bien a la estación de la cua l es pre-
dominante, por ser allí templado el cielo más que en otra par-
te, de aquel y de este lado del punto equinoccial; y habiendo
expulsado de la susodicha tierra el excesivo rigor de las nieves
Yel excesivo ardor del Sol, como lo testifica el perpetuamente
verde y florido terreno, la hace afon unada, como en una con-
tinua y perpetua primavera. Agrega a esto que allí, abrigado
por la protección de los brazos del inmenso Océano, estará a
salvo de lobos, leones y osos y de otros feroces animales y po-
testades enemigas que hay en la tierra firme. Y ya que este ani-
mal tiene algo del príncipe, del duque, del ca udillo ; tiene algo
del pastor, del capitán y del guía; como véis en el cielo, donde
todos los signos de este lado del firmamento corren detrás de
él; Y como percibís en la Tierra, donde, cuando él brinca o se
precipita, cuando se aleja o se endereza, cuando baja o se apo-
ya, buenamente todo el redil se pone a imitarlo, ensayarlo y
seguirlo; quiero que en su lugar lo suceda la virtuosa Emula-
ción, la Ejemplaridad y el buen Consentimiento con otras vir-
tudes hermanas y ministras; a las cuales son contrarias el Es-
cándalo, el Mal Ejemplo, que tienen por ministras a la
Prevaricación, la Enajenación, el Extravío; por guía a la Mali-
cia o a la Ignorancia, o a las dos juntas; por secuaz a la estúpi-
da C redulidad, la cual, como véis, es ciega y tantea el camino
golpeando con el bastón de la oscura Inquisición y de la loca
Persuación ; tiene como compañera perpetua a la Vileza e
Ineptitud, las cuales todas juntas dejan estas sedes y se van
errantes por la Tierra. "

)$ Las referencias en 1orno a Aries son realmente confusas, especialmente las vin-
culadas a los ríos, como es el caso. De acuerdo a Gentile el Nigero seria un río de difí-
cil u.bicación, pero considera qu~ es el río Negro, antes llamado Tanagra, en Ja Cam-
pania . No obstante, la referencia de desmesurado podría 1ener sentido vi nculado a
cau~aloso, y e ntonces podría ser el Níger (el Nilo de los negros), situado en África
occidental y citado por Plinio.
16
El Sele y el Ofanto son dos ríos de Italia meridional, uno en Campania y el a iro
en Apulia .
37 Ríos de la Campa nia.

203
"Bien mandado" , respondieron todos los dioses.
Y le preguntó Juno qué quería hacer con su Tauro, con ese
buey suyo, con aquel consorte del santo Pesebre. A quien res-
pondió:
"Si no quiere ir cerca de los Alpes, a las orillas del Po, digo
a la metrópolis del Piamonte, donde está la deliciosa ciudad
de Taurino, 38 llamada así por él; como por Bucéfalo, Buce-
falia;39 por las cabras, las islas que están enfrente de Par-
ténope hacia occidente; 40 Corveto, 41 en Basilicaca, por los
cuervos; Mirmidonia, por las hormigas; por el Delfín, el Del-
finato; por los jabalíes, Aprusto; Orfanto por las serpientes;
y Oxonia, por no sé qué otra especie; 42 que se vaya como
compañero del vecino Carnero, donde (como atestiguan sus
carnes que, por la abundancia de la yerba fresca y la delicade-
za de sus pasturas, son las más preciadas del mundo) tiene los
más hermosos consortes que se puedan ver en todo el espacio
que resta del universo."
Y preguntó Saturno quién sería el sucesor, a lo que respon-
dió de esta manera:
" Por ser éste un animal que soporta las fatigas , paciente-

JM Turin . Igualmente el resto de las ciudades mencionadas tienen que \er con toro
o buey. Gentile sc!lala (nota 4 en p . 763) respecto a Turin : "En el interrogatorio \ éne-
to del 30 de mayo de 1592, Bruno recordó: ' Más larde me puse en camino desde Sa\"O-
na hacia Turín; donde al no encontrar una acogida a mi ;atisfacdón, \ inca Venecia
por el Po' (Spampanato, Vito [Vida de G1ordo110 Bruno), p . 698).'Esto ocurrió hacia
finales de 1577 (véase Berti, Vita, pp. 58-59). Quizá por Turín \Oh ió a pasar a su re-
greso de Venecia, al año siguiente, al trasladarse a C hambéry."
J9 Bucéfalo (cabeza de buey) era el caballo favorito de Alejandro Magno; Bucefa-
lia es una ciudad de la India fundada por él en honor a su cab'\llo.
40 Frente a Nápoles (cf. nota 39 del Diálogo segundo). es decir, Capri .
4 1 " Equivoco explicable. debiendo Bruno tener en los oídos denominaciones pa-

recidas, pero salern itanas, Corbara, Montecorvino; más bien, ~ ontecorvino lo re-
cuerda después . En Basilicata, en la circunscripción de Potenza, está Corleto. que los
lugareños llaman Corlito y los antiguos denominaban Co meto" . Gentile. nota 3 en
p. 764.
4 2 Mirmido ncs (pueblo que habitó en la antigua Grecia, en Tesalia). de mírmos.
hormiga en griego. Aprusto (en el original dice Aprutio, pero lo más cercano es la
mencionada antigua ciudad de los brucios). de oper, jabalí en latín, Ofanto (río de
la Apulia, en el sur de Italia, el antiguo Aufidus), de ofis, serpiente en griego. Ül\onia
(nombre latinizado de Ül\ford , en Inglaterra). de ox. buey en inglés. Bruno no oculta
su disgusto frent e a los doctores de Oxford, con quienes discutió tanto allá como en
Londres, lo cual ~onstit uye el motivo de Lo cena de los ceni::os (véase e pecialmente
la p. 182 de mi traducción, editada por la UNA \1).

204
mente laborioso, quiero que desde ahora sea el símbolo de la
Paciencia, Tolerancia, Sufrimiento e Indulgencia, virtudes en
verdad muy necesarias para el mundo; y por lo tanto que con-
sigo partan (aunque no me apura que se vayan con él o no) la
Ira, la Indignación, el Furor, que suelen acompañar a éste, en
ocasiones irascible animal. Aquí véis salir a la Ira, hija que ha
sido parida por la aprehensión de la Injusticia y la Injuria; se
va dolorida y vengativa, porque le parece inconveniente que
el Desprecio la aceche y le golpee las mejillas. ¡Qué miradas
enardecidas dirige a Júpiter, a Marte, a Momo, a todos! ¡Có-
mo la aconseja la Expectativa de venganza, que la consuela y
la refrena, mostrándole el favor de la Posibilidad amenazado-
ra contra el Despre~io, el Ultraje y la Vejación, sus provoca-
dores! Allá va el lmpetu, su hermano, que le da fuerza,
energía y fervor; allá va su hermana la Furia, que la acompaña
con sus tres hijas: Cólera, Crueldad y Vileza. ¡Oh, qué difícil
Y molesto es contemplarla y reprimirla! ¡Qué desagradable-
mente puede ser tragada y digerida por otros dioses, que no
seas tú, Saturno; ésta que tiene las narices abiertas, la frente
impetuosa , la cabeza dura, los dientes mordaces, los labios ve-
nenosos, la lengua cortante, las manos con garfios, el pecho
ponzoñoso, la voz aguda y color sanguinoso!"
Entonces Marte intercedió por la Ira, diciendo que ésta al-
gunas veces, es más, la mayor parte de las veces, es una virtud
necesarísima, por ser auxiliar de la Ley, dar fuerza a la Verdad
Y al Juicio, agudizar el Ingenio y abrir el camino a muchas
egregias virtudes, que no anidan en los ánimos tranquilos. A
lo que Júpiter respondió:
"Entonces, y en la medida en que sea virtud, que subsista
Y resida entre aquéllas a las que es propicia, pero que nunca
se aproxime al cielo si no trae como guía al Celo con la linterna
de la Razón."
"¿Y qué haremos con las siete hijas de Atlante,º oh pa-
dre?'', dijo Momo.
A lo cual respondió Júpiter:
"Que se vayan con sus siete lámparas a iluminar aquel san-

41
Las hijas de Atlante son las Pléyades, quienes eran siete .

205
to casamiento nocturno y de medianoche;41 y adviértanles
que se vayan antes que la puerta se cierre y desde arriba empie-
ce a destilar el frío, el hielo, la blanca nieve, ya que entonces
será en vano que griten y toquen para que se les abra la puerta,
ya que el portero que tiene la llave responderá: No os conoz-
co. Adviértanles que estarán locas si no le ponen suficiente
aceite a la lámpara; la cual si está siempre húmeda y nunca se-
ca, hará que no les falte el esplendor de dignas alabanz~s y
gloria . Y en esta región que dejan, introduzca su sustancia la
Conversación, la Sociedad, el Matrimonio, la Confraterni-
dad, la Asamblea, la Conviv•encia, la Concordia, el Acuerdo,
la Confederación; y allí se unan a la Amistad, porque, donde
no está ésta, en su lugar se presentan la Corrupción , la
Confu sión y el Desorden. Y si no son rectas, no son ellas; por-
que jamás se encuentran verdaderamente (aunque las más ~e
las veces se presenten de nombre) entre los malvados; pero lle-
nen realidad de Monopolio , Conciliábulo, Secta, Conspira-
ción, Turba, Conjura o algo con cualquier otro nombre y ser
detestable . No están entre los irracionales y aquellos que no
tienen buenos propósitos; tampoco donde está el ocioso creer
y entender lo mismo; sino adonde se concurre a la misma
acción respecto de las cosas entendidas de manera semejante.
Perseveran entre los buenos; y son breves e inconstantes entre
los perversos, como entre aquellos de los cuales dijimos a pro-
pósito de la Ley y el Juicio, en los cuales no se encuentra ver-
daderamente concordia, como aquellos que no tienen que ver
respecto a las acciones virtuosas."
Saulino: La concordancia entre aquéllos no se debe a que
entiendan del mismo modo, sino a que ignoran y actúan ma-
lignamente del mismo modo, y en que no entienden segú~ di-
versas razones. Aquéllos no están de acuerdo en obrar bien,
sino en hacer igualmente poco caso de las buenas acciones y
en estimar indignos todos los actos heroicos. Pero volvamos
a lo nuestro. ¿Qué se hizo con los dos jovencitos?
Sofía: Cupido los pidió para el gran Turco; Febo quería que

44 " frridet parbolam decem virginum (Se burla de la parábola de las diez. vírge-
nes): Mateo , XXI V (debe decir XXV , 1-13)", a postillador napolitano, citado por
Gentile en nota 1, p . 765 .

206
fueran pajes de algún príncipe italiano; Mercurio deseaba
que fueran cubicularios de la gran cámara. A Saturno le pare-
cía que servirían para calentador de algún viejo y gran prela-
do, o bien para él, pobre decrépito. A lo que Venus dijo:
"¿Pero quién, oh barba blanca, les asegura que no les des
de mordidas, que no te los comas, si tus dientes no perdonan
ni a tus propios hijos, por lo que eres difamado por parricida
y antropófago?"~'
"Y peor aún", dijo Mercurio, "ya que es posible que en al-
gún torruoso enfado que lo asalte, les plante esa punta de gua-
daña en el talle. Esto sin tomar en cuenta que, si a ésos se les
permite quedarse en la corte de los dioses, lo más razonable
es que te toquen a ti , buen padre, que a otros muchos no me-
nos reverentes que te puedan haber abierto los ojos."
Entonces sentenció Júpiter que no permitía que in poste-
rum"' se admitan pajes u otros sirvientes en la corte de los
dioses, salvo aquellos que tengan mucho juicio, discreción y
barba. Y que éstos se sortearan, para definir a cuál de los dio-
ses tocaría suministrarlos a algún amigo de la Tierra. Y mien-
tras algunos insistían en que él fuera quien lo determinara,
dijo que en estas cosas delicadas no quería generar suspicacias
de parcialidad en sus ánimos, al inclinarse más hacia una que
hacia otra de las partes discordantes.
Saulino: ¡Buena disposición para evitar las disensiones que
se habrían podido suscitar por causa de éstos!
Sofía: Pidió Venus que en su lugar quedaran la Amistad,
el Amor, la Paz, con sus testigos la Cohabitación, el Beso, el
Abrazo, las Caricias, los Cariños y todos sus hermanos, servi-
dores, ministros, asistentes y vecinos del gemelo Cupido.
"La petición es justa", dijeron todos los dioses.
" Hágase", dijo Júpiter.
Después, debiendo definir qué harían con el Cangrejo (el
cual , por aparecer quemado a causa de la ignición del fuego

45 Saturno (Cronos). después de destronar a su padre Uranos (el cielo), se casó


con su hermana Rea, pero como sus padres le habían predich o que, a su , ez, uno de
sus hijos lo destronarla, los devoraba (así ocurrió con Deméter. Hades, Hes1ia, Hera
y Poseidó n). hasta que Rea dio a luz a Zeus y lo escondió en Creta.
46 En lo sucelivo.

207
y enrojecido por el calor del Sol, no parecía que se encontraba
en el cielo, sino que estaba condenado a las penas del infier-
no), Juno preguntó , como cosa suya , qué pensaba el Senado
al respecto; la gran mayoría de éste lo dejó a su arbitrio. Y ella
dijo que si Neptuno, dios del mar, lo permitía, desearía que
se entregase a las olas del mar Adriático, allá donde tiene más
compañeros que estrellas hay en el cielo. Además de que esta-
ría cerca de la honorabilísima República veneciana, Ja cual,
como si fuese también ella un cangrejo, poco a poco se va re-
trayendo de oriente hacia occidente. Consintió el dios que
porta el gran tridente. Y Júpiter dijo que en el lugar de Cáncer
estaría bien el trópico de la Conversión, de la Enmienda, de
la Reprensión, de la Retractación, virtudes contrarias al Mal
Progreso, la Obstinación y la Pertinacia; e inmediatamente
agregó, acerca del destino del León , diciendo:
"Pero que este feroz animal se abstenga de seguir al Can-
grejo y de querer ser también allá su compañero; porque si va
a Venecia encontrará allí otro más fuerte de lo que él pueda
ser, puesto que aquél no solamente sabe combatir en la tierra,
sino que pelea bien en el agua y mucho mejor en el aire, ya que
tiene alas, está canonizado y es persona de letras; por eso será
más conveniente para él bajar a los desiertos libios, donde en-
contrará hembra y compañeros. Y me parece que a esa plaza
se debe mudar la Magnanimidad, aquella heroica Generosi-
dad, que sabe perdonar a los súbditos, compadecer a los en-
fermos, domar a la Insolencia, oprimir a la Temeridad , recha-
zar a la Presunción y vencer a la Soberbia."
"¡Muy bien!", dijo Juno y asintió la mayor parte del con-
sistorio. Omito referir con cuán magnífico y bello aparato y
gran comitiva se fue esta virtud; porque ahora, por la estre-
chez de tiempo, quiero que te conformes con oír lo principal
respecto a la reforma y disposición de las sedes, puesto que te
informaré de todo lo demás cuando te conduzca de sede en se-
de, viendo y examinando esos alcázares.
Saulino: Bien, querida Sofía. Me agrada mucho tu amabilí-
sima promesa; por ello estoy contento de que a la mayor bre-
vedad, cuando gustes, me informes acerca del orden y deci-
sión que se tomaron en relación a los otros lugares y cambios.

208
Sofía: " Ahora ¿qué sucederá con la Virgen?", preguntó la
casta Lucina, 47 la cazadora Diana.
"Consúltala", respondió Júpiter, "respecto a si quiere irse
de superiora o abadesa de las hermanas o monjas que están
en los conventos o monasterios de Europa; digo, en aquellos
lugares donde no han sido quebrantadas o dispersadas por la
peste;"' o bien ir a gobernar a las damiselas de las cortes,
para que no las asalte la gula de comerse la fruta antes o fuera
de la estación , o volverse consortes de sus señoras.
"Oh", dijo Dictina, 49 "que no puede; y dice que no quiere
por ningún motivo regresar al sitio del cual una vez fue arro-
jada y de donde tantas veces huyó."
El gran padre replicó:
"Que permanezca, pues, asegurada en el cielo y que se cui-
de bien de no caer y procure no ser seducida en este lugar."
Momo dijo:
"Me parece que podrá seguir pura y limpia si persevera en
mantenerse alejada de animales racionales, héroes y dioses y
se conserva entre las bestias, como· basta ahora lo ha hecho,
teniendo hacia la parte occidental al f erocísimo León y hacia
el oriente al venenoso Escorpión. Pero no sé cómo se compor-
tará ahora que estén cerca de ella la Magnanimidad, la Afabi-
lidad, la Generosidad y la Virilidad, que montándola sin pro-
blema alguno, haciéndola contraer a causa del contacto
familiar algo de lo magnánimo, amoroso , generoso y viril, de
hembra la convertirán en macho, y de diosa silvestre y rústica,
numen de sátiros, silvanos y faunos , la convertirán en numen
galante, humano, afable y hospitalario."

47 V~ supra nota 52 del Diálogo primero . En este pasaje Lucina se maneja por

su carácter de virgen. Las principales diosas vírgenes en la mitología grecorromana


son Atenea, Artemisa, y Hcstia, de ahí la tendencia a identificar a diosas menores
con ellas según sus características.
48 " Bruno se refiere a las recientes pestilencias de los ailos IS7S- IS77 en Italia
(Spampanato, Vita, pp. 267-268), y de IS80-IS82 en Francia, que obligaron a cerrar
muchos conventos" , Gentile, nota 1 en p. 769.
49 Dictina o Dicte es otro nombre de Britomartis, la dulce virgen. Era una ninfa
cretense, quien huyendo de las pretensiones del rey Minos se arrojó al mar; sin embar-
go, fue salvada por la red de unos pescadores, por lo que recibió el nombre de Oictina
("la muchacha de la red" ). En algunos sitios se utilizaba como un epíteto de Artemi-
sa, por la caza con red .

209
"Sea lo que tiene ser", respondió Júpiter; "y entre tanto
que junto a ella, en la misma silla, estén la Castidad, la Pudi-
cia, la Continencia, la Pureza, la Modestia, la Vergüenza y la
Honestidad, contrarias a la prostituta Lujuria, la copiosa In-
continencia, Impudicia, Descaro; por las cuales considero que
la Virginidad es una de las virtudes, ya que no es algo que ten-
ga valor por sí misma. Ya que, por sí misma, no es virtud ni
vicio, y no contiene bondad, dignidad ni mérito; y cuando no
sirve a la naturaleza imperante se convierte en delito , impo-
tencia, locura y estupidez e~resa; y si obedece a alguna im~e­
riosa razón, se llama Continencia y tiene la naturaleza de VJr-
tud, ya que participa de gran fortaleza y desprecio ~e los
placeres: lo cual no es vano y frustrante, sino que contnbuye
a las relaciones humanas y a la honesta satisfacción de los de-
más."
"¿Y qué haremos con las Ba lanzas", dijo Mercurio .
"Que vayan por todas partes", respondió el primer presi-
dente, " que anden entre las famfüas, a fin de que con ellas los
padres vean hacia dónde se inclinan mejor los hijos,_s~ la~ .ª
letras o a las armas; si por la agricultura o por la rehg1on; s1
hacia el celibato o al amor; dado que no está bien que se em-
plee el asno para volar ni a los puercos para arar. r~co­ que
rran las academias y universidades, donde se examine s1 los
que enseñan tienen el peso justo, o si no son demasiado ligeros
o excedidos; y si los que presumen de enseñar en la cátedra Y
en sus escritos, tienen necesidad de escuchar y estudiar; y ~o­
pesándoles el ingenio se vea si aquél pesa como pluma o bien
como plomo; y si tiene algo de la oveja o más bien del pastor;
y si es bueno para apacentar puercos y asnos o bien criaturas
capaces de razonar. Que vayan por los edilicios vestales 50 a
hacer entender a éstos y a aquéllas, cuál y cuánto sea el mo-
mento del contrapeso, para violentar la ley de la naturaleza
a causa de otra sobre o extra o contranatural, y según toda ra-
zón y proporción, o fuera de ellas. Que vayan por las cortes,

so Vesta (identificada con Hestia) es la diosa del hogar, la que mantiene vivo el
fuego del mismo y la pureza . Renuente a la unión carnal, es una diosa virgen. Re~re­
senta la defensa intransigente de los principios. En Roma, las vestales o sacerdot_isas
de Vesta debían ser y permanecer vírgenes de por vida, so pena de crueles castigos
que culminaban con espantosas muertes.

210
para que los oficios, los honores, las sedes, las gracias y exen-
ciones circulen conforme el peso de los méritos y dignidades
de cada uno; porque no merecen guardar el orden, y por gran
equivocación de la fortuna lo guardan, aquellos que no saben
regir de acuerdo con el orden. Que vayan también por las repú-
blicas, a fin de que la carga de las administraciones se contra-
pese con la suficiencia y capac_idad de sus sujetos; y no se dis-
tribuyan los cargos balanceando los grados de la sangre, de la
nobleza, de los títulos, de la riqueza; sino de las virtudes que
nacen de los frutos de las empresas, para que gobiernen los
justos, participen los capaces, enseñen los doctos, guíen
los prudentes, combatan los fuertes, aconsejen los juiciosos y
manden los que tienen autoridad. Que vayan por todos los Es-
tados, a fin de que en los tratados de paz , confederaciones y
alianzas no se prevarique ni se eluda lo justo , lo honesto y la
común utilidad , atendiendo a la medida y al peso de la propia
fe y de la de aquellos con los cuales se pacta; y en las empresas
y asuntos de guerra se considere con qué equilibrio concurren
las propias fuerzas respecto a las del enemigo, lo que es pre-
sente y necesario con relación a lo que es posible en el futuro,
la facilidad del proponer frente a la dificultad del ejecutar, la
comodidad del enterrar con la incomodidad del salir, la incos-
tancia de los amigos con la constancia de los enemigos, el pla-
cer de ofender con relación a la preocupación de defenderse,
la ventaja de perturbar lo de otros con la complejidad de con-
servar lo propio , el patente dispendio y ruina de lo propio con
la incierta adquisición y ganancia de lo ajeno. Que vayan
con todos los hombres, para que cada uno contrapese lo que
quiere con lo que sabe; lo que quiere y sabe con lo que puede;
lo que quiere, sabe y puede con lo que debe; lo que quiere, sa-
be, puede y debe con lo que es, hace, tiene y espera."
"Ahora, ¿qué pondremos en el lugar donde están ahora
las Balanzas? ¿Qué quedará en lugar de la Libra?", preguntó
Palas.
Muchos respondieron:
"La Equidad, lo Justo, la Retribución, la razonable Distri-
bución, la Gracia, la Gratitud, la buena Conciencia, el Re-
conocimiento de uno mismo, el debido Respeto para con los
mayores, la obligada Ecuanimidad hacia los iguales, la Benig-

211
nidad que se requiere para con los in fer~ore , la Ju~tic1~ ~i n
rigor respecto de todos; los que desalojan a la l ngral~lUd,
la Temeridad, la Insolencia , el Atrevimiento, la Arrogancia , la
Iniquidad, la Injuria y o tros fa miliares de és~os. ·:
" ·Bien bien!" dijt:ron todos los del cons1ston o.
D~spués se lev~ntó el hermoso crinado Apolo Y dijo:
" También ha llegado la hora, o h dioses, en la que de.be1:"os
deshacernos de este gusano in fernal que fue la causa pnnc1pal
del horrible caso y cruel muerte de mi amado Faeto nte; por-
que cuando aquel pobrecito inseguro y t.ímido , con los mal
conocidos corceles guiaba el carro de m1 eterno fuego, este
pernkioso monstruo vino a encontrárselo de tal modo.amena-
zador con la punta de su mortal cola que, por el horn ble sus-
to, lo puso fuera de sí, e hizo que de sus tiernas i:nanos ca~eran
los frenos sobre el lomo de los caballos: de alh la tan celeb~e
ruina del cielo, que todavía aparece quemado en la llama: 1.a
Vía Láctea· el tan famoso daño del mu ndo, que en much1.-1-
mas partes ~e manifiesta incinerado, y de ello se siguiese la tan
vergonzosa mancilla cont ra mi deidad.' 1 Es por ello una ver-
güenza que semejante inmundicia h~ya ocupado por t.anto
tiempo en el cielo el espacio de dos signos. '!e, pues, J?iana .
qué quieres hacer con tu anim al, el cual vivo es mahgno Y
muerto no sirve para nada ."
"Permitid me (si así os place)", dijo la diosa virgen, "que
regrese a Quíos, en el monte Kelipo, donde nació po r o~den
mía, a pesar del presuntuoso Orión, y q~e allí, en la misma
materia de la que fue hecho, se di suel va:~ Qu: ~e vay~n .c.o n
él el Fraude, la Decepción , el Engaño, la perniciosa ~1~~1o n ,
el Dolo, la Hipocresía, la Mentira , el Perjurio, _la Tra1~10n ; .Y
que en aquella parte queden las vi rtudes contraria : la Smcen -

s1 Faetonte es hijo de Apolo (en 01ra~ \CrsionC\ hijo de Hdio,. el Soll: a quien k
fue concedido guiar el carro del Sol, pero ;i,,u~1ado por 1?' '>igno'> Jel LO<ha.:o de" 10
el carro, primero hacia el ciclo. quemándolo.)' luego hacia 13 T11.~rra. 'c~-ando d c.:ua·
dor y 1ostando a sus habi1an1es, por lo que a me .el .~ligro que rc~~e..enl~ba. _zeu, '::
fu lminó y lo arrojó al río Eridano (el Po), con\ 1niendolo en un cl\ne. En ()(ai.1011'
se le identifica con el propio río Eridano.
~2 El mito refi ere qu-: cuando Orión pretendió \ iolar a Artemi..a ~ a "u doncella
Opis, la diosa le envió un Escorpión que lo ma1ó picándole un talón. \ 'ea-.e ~upru nota
70 del Diálogo primero.

212
dad , el C umplimiento de promesas, la Observancia de la fe,
con sus hermanas, ...eguidoras y ministras."
" Haz con él lo 4ue te plazca", dijo Momo, "ya que las ac-
cio nes de éste no te serán discutidas, como al viejo Saturno las
de los dos jovencitos. Y veamos rápido lo que se debe hacer
del hijo Eu quémico ,51 quien por temor de lanzar la vieja sa-
eta sin poder reponerla la tiene asegurada al arco desde hace
miles de años, poniendo la mira donde se prolonga la cola en
el aguijón encima del lomo del Escorpión. Y ciertamente si,
como lo considero bastante diestro en apuntar , e~irigir la
mira al blanco, que como dicen representa la mita del arte
de la arquería, lo pudiera también considerar expe o en la
parte resta nte, consistente en tirar y dar en el blanco, aconse-
jaría que lo enviáramos a ganarse algo de reputación a la isla
británica , donde suelen aquellos señores, unos en jubón y
otros en sayo con falda , celebrar la fiesta del príncipe Arturo
y duque de Sciardichi .s.i Pero desconfió de que, careciendo
de la idea principal, por lo que toca a dar en el medio del obje-
tivo, no vaya a desacreditar el oficio. Por lo tanto ved lo que
<1ueréis hacer con él, porque (a decir verdad, como yo lo en-
tiendo) no me parece bueno para nada, más que para espanta-
pájaros, como guardián , por ejemplo, de las habas o de los
melones."
"Que se vaya" , dijo el patriarca, " adondequiera; que algu-
no de vosotros le dé el mejor empleo que le plazca; y en su lu-
gar quede la alegórica Especulación , la Contemplación , el Es~
tudio, la Atención , la Aspiración, el Impulso para óptimo fin ,
con sus concurrentes y compañeras."
En esto agregó Momo:
"Qué quieres padre, que se haga de ese sa~to, inmaculado
y venerable Capricornio? ¿De ese tu divino éilustre ·hermano
de leche, de e e nuestro infatigable y más que heroico camara-

H Eusquémico se refiere a Sagitario. Véase supra nota 56 del Diálogo primero.


S4 Bruno hace alusión al gus10 de los ingleses por el tiro al arco. Lo del duque
Sciardichi (Shoreditch) se refiere a una anécdota del rey Enriq ue Vlll , a quien le gus-
taban este 1ipo de compe1encias. Gentile menciona el 1exto A rchery de C.J . longman
Y Coronel H . Walrond , London, Longmans. Green y Co., 1984, en el cual se encuen·
~ran ilusu adas estas cost umbres.

213
da contra el peligroso insulto efe la gigantesca perversidad?
¿De ese gran consejero militar que encontró el modo de equili-
brar a aquel enemigo que desde el antro del monte Tauro apa-
reció en Egipto como formidable antagonista de los dioses?
¿De aquel que nos enseñó a trasformarnos en bestias (ya que
abiertamente no hubiéramos tenido el valor de acometerlo),
a fin de que el arte y la astucia suplieran el defecto de nuestra
naturaleza y fuerzas para producirnos un honorable triunfo
sobre los poderes adversarios? Pero, ¡ay de mí!, este mérito
tiene también algún demérito; porque este bien no existe sin
algún mal anexo, tal vez porque está prescrito y definido por
el destino que ningún bien esté desprovisto de algún fastidio
o sinsabor, o por no sé qué otra razón ."
"Ahora bien", dijo Júpiter," ¿qué mal nos ha podido traer
él, como para que pueda decirse que ha estado liga~o a tanto
bien?, ¿qué indignidad, como para que se haya podido acom-
pañar con tanto triunfo?"
Momo respondió:
"Lo hizo con aquello de que los egipcios honraran las imá-
genes vivas de las bestias y nos adoraran en la forma de ellas;
por lo que se burlan de nosotros, como te diré."
"Esto, oh Momo, no lo tomes a mal, porque sabes que los
animales y las plantas son vivos efectos de la naturaleza; la
cual (como debes saber) no es otra cosa que Dios en las cosas."
Saulino: Por lo tanto, natura est deus in rebus. 55
Sofía: "Sin embargo", dijo, "diversas cosas vivas repre-
sentan diferentes númenes y distintas potestades; los que
además del ser absoluto que tienen , obtienen el ser comunica-
do a todas las cosas según su capacidad y medida. Por lo que
Dios todo (aunque no en forma total, sino en unas cosas m~s
y en otras menos excelentemente) está en todas las cosas. S1~
embargo Marte se encuentra más eficazmente en natural vesti-
gio y modo de sustancia, no sólo en. una víbora o un. escor-
pión, sino también en una cebolla o aJO, _q u~ en cualqu1.e.r for-
ma de pintura o estatua inanimada. Ast, piensa tamb1en del
Sol en el azafrán, en el narciso, en el heliotropo, en el gallo,
en el león; así debes pensar de cada uno de los dioses para cada

55 La 110/llraleza es Dios e11 las <·osas.

214
una de las especies bajo diferentes géneros del ente, porque así
como la divinidad desciende en cierto modo por cuanto que
se comunica en la naturaleza, de la misma manera por la natu-
raleza se asciende a la divinidad, e igualmente por la vida res-
plandeciente en las cosas naturales se sube a la vida que impe-
ra en ésas."
"Es verdad lo que dices", respondió Momo, "porque en
efecto veo cómo aquellos sabios con estos medios eran capa-
ces para hacer que los dioses les fueran familiares, a fablcs y
dóciles; quienes, por las voces que mandaban desde las esta-
tuas, les proporcionaban consejos, doctrinas, adivinaciones e
instituciones sobrehumanas; de donde, mediante ritos mági-
cos y divinos, se remontaban a las alturas de la divinidad por
la misma escala de la naturaleza por la cual la divinidad des-
ciende hasta las cosas mínimas para la comunicación de si mis-
ma. Pero lo que me parece deplorable es que veo a algunos in-
sensatos y estúpidos idólatras, los cuales, no más de como la
sombra se aproxima a la nobleza del cuerpo, imitan la excelen-
cia del culto de Egipto; y que buscan la divinidad, de la cual
no tienen idea alguna, en los excrementos de las cosas muertas
e inanimadas; que con todo esto se burlan no solamente de
aquellos divinos y prudentes cultores, sino también de noso-
tros, como de aquellos por los que tenemos reputación de bes-
tias; y, lo que es peor, con esto triunfan, al ver sus in~cn atos
ritos con tanta reputación , y los de los otros completamente
desvanecidos y acabados."
"No te molestes por eso, oh Momo", dijo lsis, "porque el
destino ha ordenado la vicisitud de las tinieblas y la luz. "
"Pero lo malo es", respondió Momo, "que ellos tengan
por cierto que están en la luz. "
E lsis agregó que las tinieblas no serían tinieblas si fuera11
por ellos conocidas. Aquéllos, pues, para implorar algunos
beneficios y dones de los dioses, con conocimiento de profun-
da magia, participaban por medio de ciertas cosas naturales,
en las cuales estaba en tal modo latente la divinidad, y por las
cuales ella podía y quería comunicarse para tales cfcctos. Por
lo que esas ceremonias no eran vanas fantasías, sino vivas vo-
ces que tocaban los propios oídos de los dioses; los cuale. ,
como quieren ser comprendidos por ellos, no por voces de un

215
lenguaje que les sepan simular, sino a través de las voces de
efectos naturales, de tal manera mediante actos ceremoniales
con los cuales ésos trataron de ser comprendidos por noso-
tros: de otro modo habríamos sido sordos a sus ruegos, como
un tártaro a un sermón griego que nunca oyó. Sabían aquellos
sabios que dios está en las cosas, y que la divinidad , latente
en la naturaleza, actuando y resplandeciendo diversamente en
diferentes sujetos, y a través de diversas formas físicas, con
ciertos órdenes, llega a participar de sí, es decir, del ser, de la
vida e intelecto; y, sin embargo, con los mismos diversos órde-
nes, se disponían a recibir tantos y tales dones, cuantos y cua-
les anhelaban. Entonces, por la victoria, libaban a Júpiter ma-
gánimo en el águila, en la cual, según tal atributo , está
escondida la divinidad; por la prudencia en las operaciones,
libaban en la serpiente a Júpiter sagaz; contra la traición, a
Júpiter amenazante en el cocodrilo; y así, para otros innume-
rables fines, libaban en otras innumerables especies. Todo lo
cual no se hacía sin un mágico y eficacísimo saber .
Saulino: ¿Por qué lo llamas así, oh Sofía, si Júpirer no era
conocido en los tiempos de los egipcios cultos, sino que se ha-
lló mucho tiempo después, entre los griegos?
Sofía: No pienses en el nombre griego, oh Saulino, ya que
yo hablo según la costumbre más universal, y es que los nom-
bres (aun los griegos) son postizos para la divinidad, puesto
que todos saben bien que Júpiter fue un rey de Creta, hom-
bre mortal, y cuyo .cuerpo, al igual que el de todos los demás
hombres, fue putrefacto o incinerado. No es ningún secreto
que también Venus haya sido una mujer mortal, quien fue una
deliciosísima reina de Chipre, bella sobremanera, graciosa y
liberal. Piensa lo mismo de todos los demás dioses que son co-
nocidos como hombres.
Saulino: ¿Cómo es, entonces, que lo adoraban y lo invoca-
ban?
Sofía: Te lo diré. No adoraban a Júpiter como si él fuera
la divinidad, sino adoraban a la divinidad como si estuviera
en Júpiter; porque viendo a un hombre en el cual sobresalían
la majestad, la justicia, la magnanimidad, comprendían que
en él residía un dios magnánimo, justo y benigno; y ordena-
ban y ponían por costumbre que tal dios, o bien la divinidad,

216
en tanto que de tal modo se comunicaba, fuese nombrada Jú-
piter; como bajo el nombre del sapientísimo Mercurio egipcio
fuesen designadas las divinas sabiduría, interpretación y ma-
nifestación. De manera que de este o aquel hombre no es ce-
lebrada otra cosa que el nombre y la representación de la di-
vinidad, que con el nacimiento de aquéllos había venido a
comunicarse a los hombres y coq su muerte se les hacía com-
prender que había cumplido el ciclo de sus obras, o que había
regresado al cielo.
Así los númenes eternos (sin que exista ninguna inconve-
niencia contra lo que es verdadero de la sustancia divina) tie-
nen diversos nombres temporales en distintos tiempos y en di-
ferentes naciones : como puedes observar por historias
manifiestas que Pablo de Tarso fue llamado Mercurio, y Ber-
nabé el Galileo56 fue denominado Júpiter, no porque se cre-
yera que fuesen esos mismos dioses, sino porque considera-
ban que la virtud divina que se encontró en Mercurio y Júpiter
en otros tiempos, en su momento se encontrase en éstos, por
la elocuencia y persuasión que había en uno, y por los útiles
efectos que dimanaban del otro.
He aquí, pues, cómo jamás fueron adorados cocodrilos,
gallos, cebollas y nabos, sino los dioses y la divinidad en los
cocodrilos, gallos, etcétera; la cual en determinados tiempos
y lugares, sucesiva y simultáneamente, se encontró, se encuen-
tra y se encontrará en diversos sujetos aunque sean mortales:
considerando a la divinidad, en cuanto que nos es próxima
y familiar, y no en cuanto es altísima, absoluta en sí misma y
ajena a las cosas producidas. Ve, pues, cómo una simple divi-
nidad que se encuentra en todas las cosas, una fecunda natu-
raleza, madre conservadora del universo, según se comunica
de diversas formas, resplandece en diversos sujetos y toma
diversos nombres. Ve cómo a esa una es necesario ascender di-
versamente por la participación de diversos dones; de otro
modo en vano se intenta contener el agua con las redes y pes-
car los peces con la pala. De allí que en los dos cuerpos princi-
pales que están cercanos a este nuestro planeta y numen ma-
terno, es decir, en el Sol y la Luna, percibían la vida que

S6 Hechos de los Apóstoles XIV, 11.

217
conforma a las cosas según dos razones fundamentales. Des-
pués la comprendían según otras siete razones, distribuyéndo-
la en siete luces llamadas errantes; a las cuales, como a un
principio original y causa fecunda, reducían las diferencias de
las especies en cualquier género: diciendo de las plantas, de los
animales, de las piedras, de los influjos, y de unas y otras espe-
cies, éstas son de Saturno, éstas de Júpiter, éstas de Marte, és-
tas y aquéllas de éste y de aquel otro. Así de las partes, de los
miembros, de los colores, de las señales, de los caracteres, de
los signos, de imágenes distribuidas en siete especies. Pero no
se evita con esto el que aquéllos no entendieran que es una di-
vinidad que se encuentra en todas las cosas; la cual, de la mis-
ma manera que se comunica y difunde de innumerables mo-
dos, de igual forma recibe innumerables nombres y por
innumerables vías, con razones propias y apropiadas para
cada uno, se busca, mientras con ritos innumerables se honra
y venera, porque innnumerables géneros de gracia tratamos
de obtener de aquélla. Pero en esto se requiere e a sabiduría
y juicio, ese arte, diligencia y ejercicio de la luz intelectual,
que por el sol inteligible, en determinados tiempos y más en
otros menos, a veces máxima y a veces mínimamente, es reve-
lada al mundo . Cuyo hábito se llama magia: y ésta, en cuanto
versa sobre principios sobrenaturales, es divina; y en la medi-
da que trata respecto a la contemplación de la naturaleza e in-
vestigación de sus secretos, es natural ; y es llamada mediana
y matemática, en cuanto djscurre acerca de las razones y actos
del alma, que está en el horizonte de lo corporal y espiritual ,
espiritual e intelectual.
Ahora, para regresar al punto del que nos apartamos, l sis
le dijo a Momo que los estúpidos e insensatos idólatras no te-
nían razón en reírse del mágico y divino culto de los egipcios;
los cuales contemplaban a la divinidad en todas las cosas y en
todos los efectos, según las propias razones de cada uno; y,
por medio de las especies que hay en el seno de la naturaleza,
sabían recibir los beneficios que deseaban de ella; la cual, del
mismo modo como proporciona los peces del mar y los ríos, los
animales salvajes de los desiertos, los metales de las minas,
los frutos de los árboles, así, de determinadas parte!> . de deter-
minados animales, de determinadas bestia • de determinadas

218
plantas ofrece determinadas suertes, virtudes, fortunas e im-
presiones. Sin embargo, la divirudad en el mar fue llamada
Neptuno; en el sol, Apolo; en la tierra, Ceres; en los desiertos,
Diana ; y diversamente en cada una de las demás especies, las
cuales, como distintas ideas, constituían diversos númenes en
la naturaleza, todos los cuales se referían a un numen de nú-
menes y fu ente de las ideas sobre la naturaleza.
Saulino: Me parece que de aquí se derive esa Cábala de los
hebreos, cuya sabiduría (cualquiera que sea ésa en su género)
procede de los egipcios, entre los cuales fue instruido Moisés.
Aquélla primeramente atribuye al primer principio un nom-
bre inefable, del cual secundariamente se originan cuatro, que
después se diseminan en doce; los cuales se trasforman en lí-
nea recta en setenta y dos, y por oblicua y recta en ciento cua-
renta y cuatro; y así sucesivamente, desarrollados en cuater-
narios y duodenarios, en innumerables, como innumerables
son las especies. Y de tal manera, según cada nombre (en
cuanto se acomoda al propio idioma) llaman un dios, un
ángel, una inteligencia, una potestad, la cual preside una espe-
cie; donde al final se encuentra que toda la deidad se reduce
a una fuente, como toda la luz al primero y por sí luminoso,
y las imágenes que hay en diversos y numerosos espejos, como
en tantos sujetos particulares, se reducen a un principio for-
mal e ideal, fuente de aquéllas.
Sofía: Así es. De tal modo, por tanto, ese dios, en tanto que
absoluto, no tiene nada que ver con nosotros, sino en cuanto
se comunica a los efectos de la naturaleza, y es más íntimo
para aquéllos que la naturaleza misma; de manera que si él
no es la naturaleza misma, ciertamente es la naturaleza de la
naturaleza; y es el alma del alma del mundo, sino es el alma
misma: por eso, según las razones especiales que querían aco-
modarse para recibir la ayuda de aquél, por medio de las orde-
nadas especies debían hacérseles presentes, del modo como
quien quiere el pan, va con el panadero; quien quiere vino,
con el tabernero; quien apetece frutas va con el jardinero;
quien sabiduría, con el maestro; y así va discurriendo para to-
das las demás cosas; mientras que una bondad, una felicidad ,
un principio absoluto de todas las riquezas y bienes , contraído

219
a diversas razones , difunde los dones según las exigencias de
los particulares.
De aquí puedes inferir de qué manera la sabiduría de lm.
egipcios, la cual se ha perdido, adoraba a los cocodrilos, a
los lagartos, a las serpientes, a las cebollas, y no solamente
a la Tierra, a la Luna , al Sol y a otros astros del cielo; cuyo
mágico y divino rito (por el cual tan fácilmente la divinidad
se comunicaba a los hombres) es deplorado por Trismegisto ,
cuando, razonando con Asclepio , dijo :

¿Ves, oh Asclepio, estas estatuas animadas. llenas de sentido


y de espíritu, que realizan tales y tantas dignas acciones? ¿Es-
tas estatuas, digo, pronosticadoras de cosa~ futuras, que indu-
cen las enfermedades , las curaciones, la'i alegria~ y la triste-
zas, según los méritos, en los ánimos y cuerpo humanos? ¿No
sabes, oh Asclepio. que Egipto es la imagen del cielo, o mejor
dicho, la colonia de todas las cosas que se gobiernan y ejer.:i-
tan en el cielo? A decir verdad, nuestra tierra es templo del
mundo. Pero, ¡ay de mí!, tiempo "endrá en el que se \erá
cómo en vano Egipto ha sido religioso cultor de la di vinidad;
porqué la divinidad, retornando al cielo, dejará a Egipto de-
sierto; y esta sede de divinidad quedará pfr.ada de toda reli-
gión, por haber sido abandonada de la presencia de los dio-
ses, porque ese lugar to ocupará gente extranjera y bárbara sin
religión , piedad, ley ni culto alguno . ¡Oh Egi pto, Egipto!, de
tus religiones quedarán solamente las leyendas, hasta increí-
bles para las generaciones futuras , a las cuales no les quedará
nada que narre tus pías hazañas más que las letras esculpidas
en las piedras, las cuales hablarán no a los dioses o a los hom-
bres (porque éstos estarán muertos, y la deidad habrá trasmi-
grado aJ cielo), sino a escitas e indios o a otros iguales de natu -
raleza salvaje. Las tinieblas se antepondrán a la luz; la muerte
será juzgada más útil que la vida; nadie levantará los ojos al
cielo; el religioso será considerado demente; el impío será juz-
gado prudente; el furioso, fuerte; el pésimo, bueno. Y créeme
que hasta la pena capital le será aplicada a quien se dedique a
la religión de la mente; pues se inventarán nuevas justicias,
nuevas leyes; no se encontrará nada santo, nada religioso ; no
se oirá cosa alguna digna del cielo o de los celestes. Sólo queda-
rán ángeles perniciosos, los cuales, mezclados entre los hom-
bres, forzarán a los miserables a cometer audazmente todo

220
tipo de mal, como si fuera justicia, dando lugar a guerras, ra-
piñas, fraudes y codas las demás cosas contrarias al alma y jus-
ticia natural; y ésta será la vejez, el desorden y la irreligión del
mundo. Pero no dudes, Asclepio, porque después de que suce-
dan estas cosas, entonces el padre y señor Dios, gobernador
del mundo, el omnipotente proveedor, mediante un diluvio de
agua o de fuego , de enfermedades o de pestes, o por otros mi-
nistros de su justicia misericordiosa, sin duda pondrá fin a tal
mancha, compeliendo al mundo a su antiguo rostroY

Saulino: Ahora vuelve a la discusión de lsis y Momo.


Sofía: A propósito de los calumniadores del culto egipcio,
le recitó ese verso del poeta:

Loripedem rectur derideat, Aethiopem albus. ss

"Las insen atas bestias y verdaderos brutos se ríen de noso-


tros los dioses, por ser adorados en bestias, plantas y piedras
y de mis egipcios, que de este modo nos reconocían; y no pien-
san que la divinidad se manifiesta en todas las cosas; aunque
para un fin universal y excelentísimo, en cosas grandes y prin-
cipios generales y, para fines inmediatos, cómodos y necesa-
rios para diversos actos de la vida humana, se encuentra y se
ve en cosas llamadas abyectísimas, a pesar de que cada cosa,
por lo que ha sido dicho, tiene la divinidad latente en sí; por-
que ella se explica y comunica hasta los mínimos y desde los
mínimos según su capacidad; sin cuya presencia nada tendría
el ser, porque aquélla es la esencia del ser desde el primero has-
ta el último. A lo que he dicho, agrego y pregunto: ¿Por qué
razón increpan a los egipcios en lo que ellos también quedan
comprendidos? Y para hablar de quienes de nosotros o huye-
ron o fueron arrojados como leprosos a los desiertos, ¿no re-
currieron ellos en sus penurias al culto egipcio cuando por una

~- ··:-.k11:11ni Tri, megisti Dialogus, Lucio Apuieio Madaurensi phitosopho plato-


ni..:o in1erpre1e [Diálogo del Mercurio Trismegisto, vertido por el lilósofo platónico
Ludo ApulC)o). cap. IX : in Jamblicus, De mysteriis Aegyptiorum (Sobre los miste-
rios de los egipcws) y otras obras, Venetiis, in aedibus Al<li et Andrea Soceri, mensc
Nmembri ;-.1oxv1. f. 130r. Traducción literal", Gentile, nota 1 en p. 784.
~~ Que re burle quien tiene las piernas rectas del patituerto, el blanco del etiope.
.. Juvenal. Sátiros. 11. 23", Gentile, nota 2 eo p. 786.

221
necesidad me adoraron en la figura de un becerro de oro? ¿Y
por otra carencia no se inclinaron, se arrodillaron y elevaron
las manos hacia Thoth en la forma de una serpiente de bronce,
aunque por su innata ingratitud, después de haber conseguido
con sus súplicas el favor de uno y otro dios, despedazaron am-
bos ídolos? 59 Luego, cuando quisieron honrarse llamándose
santos, divinos y benditos, ¿de qué modo pudieron hacerlo si
no fue haciéndose llamar bestias, como se ve cuando el padre
de las doce tribus,60 dando a sus hijos su bendición, como
testamento los alabó con el pombre de doce bestias? Cuántas
veces llaman a su viejo dios: renovado León, Águila volante,
Fuego ardiente, Tormenta resonante, Tempestad valerosa; y
al nuevamente conocido por sus otros sucesores: Pelícano en-
sangrentado, Gorrionci/lo solitario, Cordero inmolodo. 61 Y
así lo llaman, así lo pintan, así lo comprenden , donde lo veo
en estatuas y pinturas, con un libro, no sé si puedo decir que en
la mano, que ningún otro sino él puede abrirlo y leerlo. Ade-
más ¿no todos aquellos que lo creen deificado, son nombra-
dos por él y hasta ellos mismos se llaman vanagloriándose sus
ovejas, su pos/uro, su rebaño, su redil, su grey? Omito que a
ellos mismos los veo representados por los asnos, al pueblo ju-
dío, por la hembra madre, y las demás generaciones que se le
debían unir, creyendo en él, por el potrillo. 62 Fíjate, pues,
cómo estos númenes, este pueblo elegido es representado por
tan pobres y bajas bestias; ¿y todavía se burlan de nosotros
que somos representados en otras más fuertes , dignas e impe-
riosas?
"Paso por alto que todas las generaciones ilustres y egregias,
cuando desean mostrarse y significarse por sus signos y haza-
ñas, helos aquí que los ves como águilas, halcones, milanos,
cuclillos, lechuzas, mochuelos, búhos, osos, lobos, serpien-
tes, caballos, bueyes, cabrones; y a veces, porque ni siquiera
se creen dignos de hacerse una bestia entera, he aquí que pre-

59 "Véase Éxodo XXXII, 184 y Números XXI , 9", Gentile, no1a 3 en p. 787.
60 "El pa1riarca Jacob. Véase Génesis XLIX, 14 (pero no se limi1a al 14, la men·
ción de animales es desde el 8 al 21)'', Gen1ile, no1a 4 en p. 787.
61 " Véase el Apoc.a lipsis IV, 7 y V, 6", Gentile, nota 3 en p. 788.
62 Gentile remile (nota 6 en p. 788) al Génesis XVI . 12 y XL, 11, pero no corres·
ponden.

222
sentan una parte de ella, ya una pierna, ya una cabeza, o un
par de cuernos, o una cola o un vergajo. Y no pienses que, si
.
se pudieran trasformar sustancialmente en tales animales no
lo hanan de buen grado. Si no, ¿con qué fin crees que pintan
.
en sus escudos a las bestias o cuando los acompañan en sus re-
tratos, en sus estatuas? Piensas tal v~z que quieren decir algu-
na otra cosa, que no sea más .que: Esta, ésta, de quien ves el
retrato, oh expectador, es aquella bestia que os está próxima
y consumada; o bien: Si queréis saber quién es esta bestia, sa-
bed que es aquélla de quien aquí véis el retrato y aquí escrito
su nombre. ¿Cuántos hay que para mejor parecer bestias se
ponen la piel de lobo, de zorro, de tejón, de cabra, de cabrón,
al grado de que, para ser uno de estos animales, tal parece que
no les falta otra cosa más que la cola? ¿Cuántos hay que para
demostrar qué tanto tienen de pájaro, de volátil, y dar a cono-
cer con qué ligereza podrían remontarse a las nubes, se emplu-
man el sombrero y la gorra?"
Saulino: ¿Qué dirás de las damas nobles, tanto de las gran-
des como de las que quieren aparentar grandeza?, ¿acaso no
hacen más caso de las bestias que de sus propios hijos? Míra-
las, casi diciendo:
"Oh, hijo mío, hecho a mi imagen, si así como te muestras
h~mbre, te mostraras conejo, perrita, marta, gato, cibelina;
ciertamente, así como te he confiado a los brazos de la sierva
de la criada, de esta ignorante nodriza, de esta sucia, puerca:
borracha, la que fácilmente, infectándote con su hedor te
hará morir, porque es conveniente también que duermas ~on
ella; entonces sería yo, yo misma la que te llevaría en brazos
te sostendría, te amamantaría, te peinaría, te cantaría te ha~
, .. • t
na canc1as, te besaría, como lo hago con este otro gentil ani-
mal, el cual no quiero que se domestique con nadie más que
con~ig~; no permitiré que lo toque nadie más que yo; y no
lo dejare estar en otro cuarto y dormir en otra cama más que
en la .~í~. Si sucediera que la cruel Atropo61 me lo quite, no
perm1t1re que sea sepultado como tú, sino que lo embalsama-
ré, le perfumaré su piel; y a ésta, como a divina reliquia, don-

63
Atropo (la inílex.ible) es una de las moiras, hijas de la Noche divinidades temi-
bles ligadas al destino y, por consiguien1e, al nacimiento y a la ~uerte.

223
de falten los miembros de Ja frágil cabeza y pies, le haré la fi-
gura en oro esmaltado y rociado de diamantes, perlas y rubíes.
Así, adonde tenga que presentarme honrosamente, lo llevaré
conmigo, ya enrollándomelo al cuello, ya acercándomelo al
rostro, a la boca, a Ja nariz; ya apoyándolo en mi brazo; ya,
bajando perpendicularmente el brazo, Jo dejaré colgar alarga-
do hacia las faldas, para que no sea pane de lo que no está co-
locado en perspectiva."
De donde se ve claramente cómo, con más solícito cuidado,
estas generosas mujeres son más afectuosas con esos animales
que con su propio hijo, para con ello dejar ver qué tanto ma-
yor sea la nobleza de aquéllos sobre éste, cuánto aquéllas son
más honorables que éste.
Sofía: Y para regresar a argumentos más serios, los que son
o pretenden ser más grandes príncipes, para evidenciar con
signos expresos su poder y divina preeminencia sobre los de-
más, se colocan sobre la cabeza la corona, que no es otra cosa
más que la representación de tantos cuernos que en círculo le
coronan , id est le encornudan la cabeza. Y aquéllas, mientras
más altas y eminentes son, tanto más magistral hacen la repre-
sentación y son signo de mayor grandeza; por lo que un duque
se pone celoso de que un conde o un marqués muestre una co-
rona tan grande como la suya; mayor conviene al rey, máxima
al emperador, triple le corresponde al papa, como aquel sumo
patriarca que debe tenerlas para él y para sus compañeros.
Aun los pontífices siempre han usado la mitra puntiaguda con
dos cuernos; el dux de Venecia aparece con un cuerno a mitad
de la cabeza; el gran Turco lo hace salir en alto fuera del tur-
bante y derecho en forma piramidal redonda: todo lo cual está
hecho para dar testimonio de su grandeza, colocándose artís-
ticamente esta hermosa parte en la cabeza, Ja cual ha sido con-
cedida por la naturaleza a las bestias: quiero decir, con mos-
trar el ser bestial. Esto nadie lo ha podido expresar más
eficazmente, ni antes ni después, que el conductor y legislador
del pueblo judío. Ese Moisés, digo, que salió de la corte del
faraón doctorado en todas las ciencias de los egipcios; aquel
que, en medio de la multitud de signos , venció a todos
aquellos expertos en la magia . ¿De qué modo mosiró su exce-
lencia, por ser divino legado para ese pueblo y representante

224
de la autoridad del dios de los hebreos? ¿Os parece que, ba- ·
jando del monte Sinaí con las grandes tablas, viniese con la
forma de un hombre puro, siendo que se presentó venerable
con un par de grandes cuernos que le ramificaban sobre la
frente? 64 Ante cuya majestuosa presencia, faltándole el valor
a ese pueblo errante que Jo miraba, fue necesario que se cu-
briera el rostro con un velo; Jo que hizo por dignidad y para
no hacer demasiado familiar ese divino y más que humano as-
pecto.
Saulino: También he oído que el gran Turco, cuando no se
presenta ante una audiencia familiar, se pone el velo sobre su
persona. Así he visto yo a los religiosos de Castello en Géno-
va, mostrar por breve tiempo y dar a besar Ja velada cola, 65
diciendo:
"No toquéis, besad; ésta es la santa reliquia de aquella ben-
dita burra que fue digna de llevar a nuestro Dios desde el monte
de los Olivos a Jerusalén. Adoradla, besadla, ofrecedle limos-
na: Centuplum accipietis, et vitam aeternam possidebitis. " 66
Sofía: Dejemos esto y regresemos a nuestro asunto. Por ley
y decreto de esa nación elegida, nadie se hace rey si no es su-
ministrándole aceite con un cuerno en la cabeza; y existe
disposición de que salga ese regio licor del sagrado cuerno
para que se manifieste cuánta es Ja dignidad de los cuernos,
los cuales conservan, difunden y dan a luz la regia majestad.
Ahora, si un pedazo, una reliquia de una bestia muerta tiene
tanta reputación, ¿qué debes pensar de una bestia viva y ente-
ra, que no tiene los cuernos prestados, sino por un eterno be-
neficio de la naturaleza? Continúo con el asunto de acuerdo
a la autoridad de Moisés , la cual, en Ja ley y escritura, no usa
más amenazas que ésta o semejantes a ésta:
" He aquí, pueblo mío, lo que dice nuestro Jehová: Despun-

64 "Véase Éxodo XXXIV, 33 y ss.", Gentile, nota 1 en p. 792 (los cuernos eran
rayos de luzJ.
M "'La cola de la asna que llevó a Cristo a Jerusalén' (apostillador napolitano).
En el Candelaio dice Bruno: 'En nombre de la bendita cola del asno que adoran en
Castello los genoveses', cola que debió ver en Génova, cuando pasó por ahí cuando
huía de Roma. Véase Sparnpanato, Vita, pp. 269-270", Gentile, nota 2 en p. 792.
66 Recibiréis un céntuplo, y poseeréis la vida eterna, "Mateo XIX, 29", Gentile,
nota 3 en p. 792.

225
taré vuestro cuerno, oh trasgresores de mis preceptos."' Oh
prevaricadores de mi ley, quebrantaré, desvaneceré sus cuer-
nos.M Truhanes y malvados , yo os descornaré completa-
mente." "~
Así, normalmente no usa más promesas que ésta, o pareci-
das a ésta:
"Te encornudaré ciertamente; por mi fe, por mí mismo , te
prometo que te adaptaré los cuernos, oh elegido pueblo mío.-º
Fiel pueblo mío, ten por seguro que no sufrirán ningún mal
tus cuernos, de ellos no menguará nada. Generación santa , hi-
jos bendito , ensalzaré, en(\)teceré, sublimaré vuestros cuer-
nos, porque deben ser exaltados los cuernos ~e los justos. ""1
De donde está claro que en los cuernos radica el esplendor,
la excelencia y la potestad, porque son cosas de héroes, bestias
y dioses.
Saulino: ¿De dónde viene entonces la costumbre de llamar
cornudo a uno, queriendo decir con ello hombre sin reputa-
ción o que ha perdido alguna renombrada clase de honor?
Sofía: ¿De dónde viene que algunos ignorantes porcinos a
veces te llamen filósofo (el cual, si lo es verdaderamente, es el
título más honorable que pueda tener un hombre) y te lo dicen
como para injuriarte o vituperarte?
Saulino: Por cierta envidia.

~7 "Jeremías XLVIII. 25: 'Abcissum es1 Cornu Moab ... , ait Dommus· ('Cercena-
do es el cuerno [poder] [en e)1e pasaje. como en la mayoria de los q ue siguen , cuerno
1iene la significación de poder, valor, altar. e1cé1era. que en el 1e,10 dejamos como
cuerno en función del ~arcasmo de Bruno) de Moab ...• dice el Señor')". Gentile. no1a
2 en p. 793. . • • .
6l! '"Salmo~ LXXIV, 11: 'Et omnia comua peccatorum confnngarn (Y rompen~
todos los cuerno~ (fuerzas] de los pe...-adores· r·, Gentile. no1a 3 en p. 793.
6'I .. Amós 111. 14: ·oicit Dominus Deus: ampu1abun1(ur) cornua (altaris) et ca-
denl in terram' ('Dice el Señor Dios: serán amputados los cuernos [altares] Y caerán
a tierra')'". Gentile. nota 4 en p. 793. .
·u '"l.ucas l. 69: 'El Dominus Deus erexi1 cornu salu1is nobis' ('Y el Señor Dios ha
le' antado un cuerno (poder) de salvación para nosotros·,••. Gentile. no1a 5 en p. 793.
1 1 " l Reyes 11. 10 (no corresponde): ' Dominus... sublimabi1 cornu eius· ('El. Se-
ñor ... elevará su cuerno' (poder)); 1 Paralipómeno) (Crónicas) XXV. 5: 'Dommus
dedit. . . ut e'alteretur cornus' ('El Señor había dado para exal1ar el cuerno' [poderH;
Salmos LXX IV . 11: 'El exaltabuntur cornua iusli' l'Y serán exaltados los cuC'mos
(poderes) de los justos'); CXI. 9: 'Cornu eius naltabuur in glona· c·su cuerno (po-
der) será glorificado'); CXLV lll . 14: ·E1 exalta'n cornu populi sui· ('Y ensalzó el
cuerno (fuerza) de su pueblo·); e1cé1era ... Gen1ile. nota 6 en p. 793.

226
Sofía: ¿Por qué sucede que a veces llames filósofo a un loco
o estúpido?
Saulino: Por cierta ironía.
Sofía: Así puedes entender que, por cierta envidia o por
cierta ironía, ocurre que tanto aquellos que son corno los que
no son honorables y excelentes, sean llamados cornudos.
Concluyó pues lsis para el Capricornio que, por tener cuernos
y ser una bestia, y además de haber hecho que los dioses se vol-
vieran cornudos y bestias (lo que contiene en sí una gran doc-
trina y juicio de las cosas naturales y mágicas, respecto a las
diversas razones con las cuales la forma y sustancia divina o
se introduce, o se explica o se confiere para todos, con t~dos
y por todos los sujetos), no solamente es un dios celeste, smo,
además, digno de una mayor y mejor plaza que ésta. Y por
aquello que los más viles, más bien vilísimos , idólatras ~e ~re­
cia y de las demás partes del mundo reprochan a los eg1pc1os,
responde por lo que se ha dicho de que si bien se comete indig-
nidad en el culto, éste es necesario de todas maneras; Y si
pecan aquellos que, por muchas necesidades º. penu~ias,. en
forma de animales vivos, plantas vivas, astros vivos e inspira-
das estatuas de piedra y de metal (en los que no podemos deci r
que no exista lo que es más íntimo a todas las cosas, que es
su propia forma), adoraron a la deidad una, simple y absoluta
en sí misma, multiforme y omniforme en todas las cosas,
¿cuán incomparablemente peor es ese culto y más vilmente pe-
can los que sin penuria o necesidad alguna, es más, fuera de
toda razón y dignidad, bajo hábitos, títulos e insignias divi-
nas, adoran a las bestias y a peores que bestias?
Los egipcios, como saben los sabios, a través de estas for-
mas naturales exteriores de bestias y plantas vivas ascendían
y (como muestran sus realizaciones) penetraban a la divini-
dad; pero ellos, de las espléndidas prendas exteriores de sus
idolos (colocándoles a unos en la cabeza los dorados rayos
de Apolo, a otros la gracia de Ceres, a otros más la pureza de
Diana, a unos el águila, a otros poniendo en la mano el cetro
y el fulgor de Júpiter) descienden luego para adorar en sustan-
cia, como si fueran dioses, a ésos que apenas alcanzan aquel
tanto de espíritu que tienen nuestras bestias; porque finalmen-
te su adoración se limita a hombres mortales, ineptos, infa-

227
mes, estúpidos, difamadores, fanáticos, deshonrados , infor-
tunados, inspirados por genios perversos, sin ingenio, sin
elocuencia y sin ninguna virtud; los cuales, vivos no valieron
por sí mismos, y no es posible que muertos valgan por sí o por
otro. Y aunque por causa de ellos esté tan estercolada y tan
emporcada la dignidad del género humano, que en lugar de es-
tar embebido de las ciencias lo está de ignorancias más que
bestiales, por lo que ha sido reducido a ser gobernado sin au-
ténticas justicias civiles, todo ha sucedido no por prudencia de
ellos, sino porque el destino otorga su tiempo y su fortuna a
las tinieblas. Y añadió estas palabras, dirigiéndose a Júpiter:
"Y me duelo por vos, oh padre, por todas las bestias que,
por ser bestias, me parece que las haces indignas del cielo
.
siendo, no obstante, tanta su dignidad, como lo he mostrado."
'
A lo cual el Altitonante respondió:
"Te engañas, hija, que sea por ser bestias. Si los demás dio-
ses hubiesen desdeñado el ser bestias, no habrían acontecido
tantas y tales metamorfosis. Pero no pudiendo, ni debiendo
conservarse aquí en hipostática sustancia, quiero que perma-
nezcan en retrato, el cual sea significativo, indicio y figura de
las virtudes que en esos lugares se establezcan. Y aunque algu-
nas tienen una expresa significación de vicio, por ser animales
aptos para la venganza contra la especie humana, no carecen,
sm embargo, de virtud divina, de otro modo muy propicia
para esa misma y para otras; porque nada es absolutamente
malo, sino que lo es respecto a cosas determinadas, como la
Osa, el Escorpión y otros: no quiero que esto sea contrario al
propósito, sino que lo soporte del modo que has podido ver
y verás. Sin embargo, no me preocupa que la Verdad esté bajo
l~ figura y el nombre de la Osa, la Magnanimidad bajo el del
Aguila, la Filantropía bajo el del Delfín, y así de las demás.
Y volviendo a la propuesta sobre tu Capricornio, sabes lo que
he dicho desde el principio, cuando hice la enumeración de los
que deberían dejar el cielo; y creo que recuerdas que él es uno
de los exceptuados. Que goce, pues, su sede, tanto por las ra-
zones que tú has aportado, cuanto por otras muchas no menos
importantes, que se podrían añadir. Y que con él, por dignas
consideraciones, more la Libertad de espíritu a la que a veces
administra el Monaquismo (sin referirme al de los charlata-

228
nes), la Ermita, la Soledad, que suelen producir esa divina se-
ñal que es la buena Contracción."
Después preguntó Tetis sobre lo que el consistorio quería
hacer con Acuario .
"Que vaya", respondió Júpiter , "a encontrar a los hom-
bres y les resuelva aquella cuestión del diluvio, y exponga
cómo aquél ha podido ser universal, por qué se abrieron todas
Las cataratas del cielo; y que haga que no se siga creyendo que
fue particular, porque es imposible que el agua del mar y de
los ríos pueda cubrir ambos hemisferios, más bien ni siquiera
uno mismo de este y del otro lado de los Trópicos o la Equi-
noccial. Después, que haga comprender cómo esta reparación
de la especie devorada por las olas se debió a nuestro Olim-
po de Grecia y no a los montes de Armenia, o al Mongibello de
Sicilia, o a cualquier otra parce. 72 Además, que las generacio-
nes de los hombres se encuentran en diversos continentes no
a la manera como tantas otras especies de animales salidos del
seno materno de la naturaleza, sino a fuerza de travesías y en
virtud de la navegación; por qué, por ejemplo, fueron condu-
cidos por aquellas naves que existieron antes de que se encon-
trara la primera; por qué (hago a un lado otras malditas razo-
nes, en cuanto a los griegos, los druidas y las tablas de
Mercurio, que cuentan más de veinte mil años, no digo luna-
res, como dicen ciertos estériles glosadores, sino de esos re-
dondos similares al anillo , que se computan de un invierno a
otro, de una primavera a la posterior, de un otoño al otro, de
una estación a la misma subsecuente) ha sido descubierta re-
cientemente una nueva parte de la Tierra, que llaman el Nuevo
Mundo, donde tienen memoriales de diez mil años o más, los
cuales son, como os digo, enteros y redondos, porque sus
cuatro meses son las cuatro estaciones, y porque, cuando los

n Debe existir algún error de parte de Bruno o habrá utilizado alguna versión
poco usual, ya que el mito habla del Parnaso y no del Olimpo. El Mongibello de Sici-
lia es el Etna. El diluvio es un mito muy extendido y con muchas variantes; en el caso
de Grecia se relaciona con el mito de Deucalión, hijo de Prometeo, quien en una de
las versiones habría aconsejado a su hijo (según otras lo habría hecho el propio Zeus,
debido a su virtud y piedad), que construyera un gran arca (o cofre) y la abasteciera
suficientemente de todo, ante la inminente destrucción de la raza humana por medio
de las aguas, castigo decidido por Zeus ante la impiedad de ésta. Tras el diluvio, Deu-
calión llegó a la cima del Parnaso, el únic-0 lugar de la Tierra no inundado.

229
años estaban divididos en menos meses , también estaban divi-
didos en meses más grandes. n Pero que Acuario, para evitar
los inconvenientes que podéis considerar por vosotros mis-
mos, vaya a conservar diestramente esta creencia, encontran-
do algún bello modo de acomodar esos años . Y lo que no pue-
da glosar y excusar, que lo niegue audazmente, diciendo que
se debe tener más fe en los dioses (de los cuales llevará los edic-
tos y bulas) que en los hombres, los cuales son todos embus-
teros."
En esto se entrometió Momo, diciendo:
"Me parece mejor excusarla de esta manera, diciendo, por
ejemplo, que estos habitantes de la tierra nueva no forman
parte de la especie humana, porque no son hombres, aunque
en sus miembros, figura y cerebro sean muy semejantes a
aquéllos; y en muchas particularidades se muestren más sa-
bios y en el trato a sus dioses menos ignorantes."
Mercurio respondió que esa excusa era muy difícil de tragar:
"Me parece que, por lo que atañe a las memorias de los
tiempos, se puede fácilmente proveer haciendo mayo~es éstos
o menores aquellos años; pero pienso que sea conveniente en-
contrar alguna noble razón, por algún soplo de viento o por
algún trasporte de ballenas que se hayan engullido personas
de un país y las hayan ido a vomitar vivas a otras partes Y a
otros continentes. De otro modo nosotros, dioses griegos, se-
remos confundidos; porque se dirá que tú, Júpiter, por medio
de Deucalión, no eres restaurador de todos los hombres, sino
solamente de cierta parte."
"De esto y del modo de proveer se hablará con mejor oca-
sión", dijo Júpiter.
Le encomendó también que defina la controversia de si él
ha estado hasta ahora en el cielo por un padre de los griegos,
o de los hebreos, o de los egipcios o de otros, y si lleva por
nombre Deucalión , Noé u Otrio u Osiris . 74 Finalmente, que

7J Gentile (nota 3 en p. 797) vincula este texto a las Canos d~ relación de Hernán
Cortés, por to que supone que se trata de una referencia a te~tos aztecas.' lo que no
pasa de ser una mera hipótesis. Lo interesante del asunto es la idea de un sistema con-
trario al cómputo bíblico de la antigüedad.
74 Otrio quizá sea u11 equivoco por Ogige~ u Ogigo (otra tradición griega .relaci".
nada con el dilu vio, ésta de origen tebano). Igualmente extrai\a es la referencia a Os1-

230
determine si él es el patriarca Noé, quien, ebrio por el amor
al vino, mostraba el principio orgánico de su generación a sus
hijos, ' 5 para hacerles comprender a todos juntos en qué con-
sistía el principio restaurador de esa generación engullida y su-
mergida por las olas del gran cataclismo , cuando dos hombres
varones retrocediendo arrojaron las ropas sobre el descubier-
to vientre del padre; o bien es ese tesalio Deucalión, a quien ,
justo con su esposa Pirra, le fue mostrado en las piedras 7~ el
principio de la humana restauración; por lo que de dos hom-
bres, un varón y una mujer, retrocediendo las arrojaban para
atrás al descubierto vientre de la madre Tierra. Y que enseñe
cuál de estas dos narraciones es la fábula y cuál es la historia
(porque no pueden ser historia ambas); y si las dos son f ábu-
las, cuál es la madre y cuál es la hija; y vea si puede reducirlas
a metáfora de alguna verdad digna de ser ocultada. Pero que
no infiera que la suficiencia de la magia caldea haya salido y
derive de la cábala judaica; porque los hebreos son confundi-
dos por excremento de Egipto, y no hay nadie que pueda ima-
ginar con algo de verosimilitud que los egipcios hayan tomado
algún digno o indigno principio de aquéllos. Por lo que noso-
tros, los griegos, reconocemos por padres de nuestras leyen-
das, metáforas y doctrinas a la gran monarquía de las letras
y excelencia, Egipto, y no a esa raza que nunca tuvo un palmo
de tierra que, por naturaleza o por justicia civil, fuera suyo; de
donde con amplitud se puede concluir que no son naturalmen-
te, como tampoco, por una larga violencia de la fortuna, ja-
más han sido, parte del mundo.
Saulino: Esto, oh Sofía, lo dice Júpiter por envidia; porque
luego dignamente son denominados o se nombran santos,
por ser más bien una estirpe celeste y divina que terrenal y hu-
mana; y no teniendo una digna parte de este mundo, son apro-

ris, pues si bien en los te)(tos herméticos se habla de una especie de diluvio, se vincula
a Rá, cua ndo éste era rey divino (aunque en algunas tradiciones Osiris es una repre-
sentación de Rá).
75 Noé y sus vergüenzas. Génesis IX, 21 y ss.
76 En el mito de Deucalión, éste y su esposa Pirra. una vez desembarcados, le pre-
guntaron al oráculo de Temis en Dclfos cómo podrían conseguir compar'lcros, y el
oráculo les respondió que arrojando atrás los huesos de su madre. o sea, las piedras,
huesos de la madre Tierra .

231
bados por los ángeles como herederos de aquel otro, el cual
es tanto más digno en cuanto no existe hombre, grande o pe-
queño, sabio o estulto, que por fuerza de elección o del destino
no pueda adquirirlo, y muy seguramente tenerlo como suyo.
Sofía: No nos apartemos del tema, oh Saulino.
Saulino: Ahora di, ¿qué quiso Júpiter que ocupara ese
lugar?
Sofía: La Templanza, la Civilización, la Urbanidad, arro-
jando de ahí a la Incontinencia, el Exceso, la Rudeza, el Salva-
jismo, la Barbarie.
Saulino: ¿Cómo, oh Sofía, la Templanza obtuvo la misma
sede que la Urbanidad?
Sofía: Como la madre puede cohabitar con la hija; porque
la Incontinencia de los afectos sensuales e intelectuales, se di-
suelven, desordenan, dispersan y zozobran las familias, las re-
públicas, las sociedades civiles y el mundo; la Templanza es
la que reforma todo, como te haré comprender cuando visite-
mos estas moradas.
Saulino: Está bien. .
Sofía: Ahora, para pasar a los Peces, se puso de pie la her-
mosa madre de Cupido, n y dijo:
"Os encomiendo con todo mj corazón (por el bien que me
deseáis y el amor que me aportáis, oh dioses) a mis padrinos ,
los cuales depositaron en la oriUa del río Éufrates el gran hue-
vo que, empollado por la paloma, desplegó mi misericordia."
"Que regresen, pues, adonde estaban" , dijo Júpiter; "que
les baste el haber permanecido aquí tanto tiempo , y se les con-
firme el privilegio de que los sirios no se los puedan comer sin
ser excomulgados; y que se cuiden de que no venga nuevamen-
te algún caudillo Mercurio que, quitándoles los huevos inte-
riores, forme alguna metáfora de nueva misericordia para sa-
nar el mal de los ojos de algún ciego; 78 porque no quiero que

77 La madre de Cupido, según unas de las versiones míticas, sería Afrodita (Ve-
nus). Para lo del huevo, véase supra nota 58 del Diálogo primero. ·
78 "Cf. el libro de Tobías capítulos VI y XI. Algún caudillo Mercurio: el ángel

Rafael, compai'lero y guia de Tobías". Gentile, nota 3 en p. 801 . Se refiere a la histo-


ria bíblica del pez que saltó del Tigris y que, por consejo del ángel Rafael , Tobías aga-
rró y le quitó las entrai'las con fines medicinales, gracias a lo cual habría curado a su
padre de la ceguera, entre otras cosas.

232
Cupido abra los ojos, dado que, si ciego tira tan recto y hiere
a cuantos desea, ¿qué creen que haría si tuviera los ojos lim-
pios? Que se vayan, pues, allá y permanezcan en su juicio por
lo que he dicho. Ved cómo por sí mismo el Silencio, la Taci-
turnidad, en la forma con la cual apareció en Egipto y Grecia
la imagen de Poode con el índice puesto sobre la boca, va a
tomar su lugar. Ahora dejadlo pasar, no le habléis, no le pre-
guntéis nada. Ved cómo de aquel otro lado se separan el Chis-
me, la Habladuría, la Locuacidad, con otros siervos, damise-
las y asistentes."
Agregó Momo:
"Remuévase también de una buena vez esa melena llamada
Cabellera de Berenice y se la lleve aquel Tésalo79 a vender en
la Tierra a alguna princesa calva."
"¡Bien!", respondió Júpiter.
"Ahora véis purgado el espacio zodiacal, donde se han to-
mado trescientas cuarenta y seis estrellas notables: cinco má-
ximas, nueve grandes , sesenta y cuatro medianas, ciento trein-
ta y tres pequeñas, ciento cinco menores, veintisiete mínimas,
tres brumosas."

'fercera parte del Diálogo tercero

"Ahora he aquí cómo se ofrece para ser despachada la tercera


parte del cielo", dijo el Altitonante: "la parte llamada aus-
tral, llamada meridional, donde primero, oh Neptuno, se nos
presenta tu gran animalucho."
"La Ballena", dijo Momo, "si no es aquel que sirvió de ga-
lera, de carruaje o tabernáculo al profeta de NíniveSO y éste a
él de pastura, medicina y vomitorio, si no es el trofeo del
triunfo de Perseo, si no es el protopariente de lanni de l'Orco,

79 Cabellera de Berenice: "Constelación boreal sit uada debajo de los Lebreles y


al oriente del Boyero". DLERAE, p. 215. Berenice era hija de Ptolomeo Filadelfo,
rey de Egipto en el siglo 111 a.c .• casada con Ptolomeo Evergetes, su sucesor en el
trono. Se cuenta que Berenice se conó su hermosa cabellera para que Afrodita fuera
propicia a su marido en la expedición a Siria, pero el presente de la diosa fue robado
y de ahí nació el mito de la constelación respectiva.
80 "Jonás. Véase Jonás 11, 1 y ss.", Gentile, nota 3 en p. 802.

233
si no es la bestezuela de Cola Catanzano, cuando desciende a
los infiernos: yo, aunque sea uno de los grandes secretarios de
la república celestial, no sé enhoramala qué sea él. Que se va-
ya, si así place a Júpiter, a Salónica;81 y vea si puede servir
para alguna bella fábula a la turbada gente y pueblo de la dio-
sa Perdición. Y porque, cuando este animal se descubre sobre
el alto, tempestuoso y bullente mar, anuncia la futura tranqui-
lidad de aquél, si no en el mismo día, en uno de los que vienen
después; sin embargo, me parece que a su grado, deba haber
sido un buen ejemplar de la tranquilidad de espíritu."
"Está bien'', dijo Júpiter, "que esta soberana virt ud, lla-
mada Tranquilidad del Ánimo aparezca en el cielo , si es la
que une a los hombres contra la mundana inestabilidad, los
hace constantes frente a las injurias de la fortuna, los mantie-
ne alejados de la ansiedad de las administraciones, los conser-
va poco atentos de las novedades, los hace poco molestos a
enemigos, poco pesados a los amigos y para nada sujetos a la
vanagloria; no estar perplejos por la variedad de casos, ni irre-
solutos ante los encuentros de la muerte."
En seguida preguntó Neptuno:
"¿Qué haréis, oh dioses, de mi favorito, de mi bello predi-
lecto, de aquel Orión digo, que hace, por miedo (corno dicen
los etimologistas), orinar el cielo?" 81
Entonces respondió Momo:
"Dejadme proponer a mí, ob dioses. Nos ha echado, como
es proverbio en Nápoles, el macarrón en el queso. Esto, por-
que sabe hacer maravillas y, como sabe Neptuno, puede cami-
nar sobre las olas del mar sin hundirse, sin bañarse los pies;
y con esto, consecuentemente, podrá hacer otras muchas be-
llas gracias. Mandémoslo entre los hombres y hagamos que les
dé a entender todo lo que nos parece y place, haciéndoles creer

81 Por el comentario del apostillador napolitano, Satónica era un sitio acogedor


para los judíos de su tiempo.
82 De acuerdo a una de las versiones, Zeus, Poseidón y Hermes ha brían engendra-
do al gigante Orión orinando una piel de un buey sacrificado (el nombre vendría de
ouron, orina en griego) con.o agradecimiento a Hirieo por su hospiialidad. quien se
los había pedido, ya que carecía de descendientes. Aquí Bruno juega también con ta
palabra ouranós (cielo en griego). Según el apostillador napolitano sería una alusión
a Cristo.

234
1

1
que lo blanco es negro, que el intelecto humano, donde les pa-
rece que ven mejor, es una ceguera; y lo que según la razón
parece excelente, bueno y óptimo, se trata de algo vil, per-
verso y extremadamente malo ; que la naturaleza es una puta
ramera; que la ley natural es una chapucería; que la naturaleza
y la divinidad no pueden concurrir en un mismo buen fin, y
que la justicia de la una no está subordinada a la justicia de
la otra, sino que son cosas contrarias, como la luz y las ti-
nieblas; que la entera divinidad es madre de griegos, y es como
una madrastra enemiga de las demás razas; de donde se des-
prende que ninguno puede ser grato a los dioses si no es gre-
quizando, id est haciéndose griego: porque el más gran perver-
so y holgazán que haya en Grecia, por pertenecer a la progenie
de los dioses, es sin comparación mejor que el más justo y
magnánimo que haya podido salir de Roma en el tiempo que
fue república, y de cualquier otra generación, aunque sea me-
jor en costumbres, ciencias, energía, juicio, belleza y autori-
dad. Porque éstos son dones naturales, despreciados por los
dioses, y abandonados a aquellos que no son capaces de ma-
yores privilegios: es decir, de los sobrenaturales que otorga la
divinidad, como aquél de saltar sobre las aguas, de hacer bai-
lar a los cangrejos, de hacer dar volteretas a los cojos, de hacer
ver a los topos sin anteojos y otras innumerables bellas fine-
zas. Persuadirá con esto que la filosofía, toda contemplación
~, toda magia que pueda hacerlos semejantes a nosotros, no es
otra cosa que locura; que todo acto heroico no es nada más
que bellaquería; y que la ignorancia es la más bella ciencia del
mundo, porque se adquiere sin fatiga y no vuelve al ánimo
afecto a la melancolía. Con esto quizá podrá reclamar y res-
taurar el culto y honor que hemos perdido y aún aventajarlo,
haciendo que nuestros bribones sean considerados dioses por
ser o griegos o grequizados. Pero con temor, oh dioses , os doy
este consejo: porque alguna mosca me susurra en el oído:
dado que podría ser que este hombre, al fin , encontrándose
la presa en la mano , no la retenga para él, diciéndole y hacién-
dole creer más allá, que el gran Júpiter no es Júpiter, sino que
Orión es Júpiter; 83 y que todos los dioses no son otra cosa

83 "'ln Christum fort asse· (' Bien pudiera ser para Cristo'), apostillador napolita-
no. Cf. nota anterior. Es la misma acusación que se le lanzará en contra en Venecia

235
más que quimeras y fantasías. Por tanto, me parece igualmen-
te conveniente que no permitamos, que per fas et nejas.~
como dicen, quiera hacer tantas destrezas y demostraciones,
por cuantas pueda hacerse nuestro superior en reputación."
En esto respondió la sabia Minerva:
"No sé, oh Momo, con qué sentido dices tú estas palabras,
das estos consejos, preparas para la bacaUa escas cautelas.
Creo que tu discurso es irónico; porque no te considero tan
loco como para que puedas pensar que los dioses mendigan
con estas mezquindades la reputación entre los seres huma-
nos; y por lo que toca a estos impostores, cuya falsa reputa-
ción, la cual está fundada sobre la ignorancia y la bestialidad
de quienquiera que los considera y estima, sea más pronto su
honor que la confirmación de su indignidad y sumo vituperio.
Importa al ojo de la divinidad y presidente verdad, que uno
sea bueno y digno, aunque ninguno de los mortales lo conoz-
ca; pero el que otro llegase falsamente a ser estimado dios por
todos los mortales, no por esto se le añadirá dignidad a él,
porque solamente vendrá a ser hecho por el destino instru-
mento y señal por la cual se vea la tanto mayor indignidad
y locura de todos aqueUos que lo consideran, cuanto ése es
más vil, innoble y abyecto. Si, por consiguiente, se toma no
solamente a Orión, el cual es griego, y hombre de algún
mérito, sino alguno de la más indigna y putrefacta raza del
mundo, de la más baja y puerca ·naturaleza y espíritu, el cual
sea adorado por Júpiter, ciertamente jamás Uegará él honrado
en Júpiter, ni Júpiter despreciado en él: dado que él, enmasca-
rado e incógnito obtiene aquella plaza y trono, pero antes bien
otros serán vilipendiados y deshonrados en él. Por tanto,
jamás podrá un malhechor ser capaz de honor por esto , que
sirve de remedo y mofa de los ciegos mortales con la ayuda de
númenes enemigos."
"Ahora ¿sabéis", dijo Júpiter, "lo que resuelvo de este

y que será rechazada por él enérgicamente: 'Et cum hace diceret, plurimum se contris·
tavit, repplicando (Y cuando estas cosas le hubo dicho, se apesadumbró muchísimo,
reclamando): ¡No sé cómo se me imputan estas cosas! ', Spampanato, Vita, pp. 488-
494", en Gentile, nota 1, p. SOS.
~ Para el bien y para el mal.

236
hombre para evitar cualquier posible escándalo futuro? Quie-
ro que se marche abajo, y ordeno que pierda toda la virtud de
hacer ilusiones, engaños, juegos, habilidades y otras maravi-
Uas que no sirven para nada; porque no quiero que con ello
pueda llegar a destruir aquel tanto de excelencia y dignidad
que se encuentra y consiste en las cosas necesarias a la repúbli-
ca del mundo; el cual veo cuán fácil es poder engañarlo, y por
consecuencia inclinado a las locuras y propenso a toda co-
rrupción e indignidad. Empero, no quiero que nuestra reputa-
ción resida en la discreción de este hombre u otro semejante;
porque, si un rey está loco, el cual da a uno de sus capitanes
y generoso duque tanto poder y autoridad por los cuales se le
pueda hacer superior (lo que podría ocurrir sin daño del reino,
el que podrá tan bien, o quizá mejor, ser gobernado por éste
que por aquél), cuanto más insensato será y djgno de corrector
y tutor, si pusiese o dejase en la misma autoridad a un hombre
abyecto, vil e ignorante, por el cual llegue a ser envilecido,
maltratado, turbado y trastornado el todo; habiendo puesto
esta persona la ignorancia en calidad de ciencia, la nobleza en
desprecio y la villanía en reputación."
"Que se vaya sin tardar", dijo Minerva, "y que lo reempla-
ce en ese espacio la Industria, el Ejercicio bélico y el Arte mili-
tar, por el cual conserve la patria paz y autoridad; se ataquen,
venzan y reduzcan a la vida civil y a la humana conversación
a los bárbaros; se supriman los cultos, religiones, sacrificios
y leyes inhumanas, porcinas, salvajes y bestiales; porque para
realizar esto, quizá por la multitud de los viles ignorantes y
perversos, la cual aventaja a los nobles sabios y verdadera-
mente buenos, que son pocos, no basta mi sabiduría sin la
punta de mi lanza, por cuanto tales pillerías están arraigadas,
fructificadas y multiplicadas en el mundo."
A lo cual respondió Júpiter:
"Basta, hija mía, la sabiduría contra escas últimas cosas,
que de por sí envejecen, sucumben, son devoradas y digeridas
por el tiempo, como cosas de fragilísimo fundamento."
"Pero mientras tanto", dijo Palas, "se necesita resistir y
oponerse, a fin de que con la violencia no nos destruyan antes
de que los reformemos."
" Lleguemos'', dijo Júpiter, "al río Erídano, al cual no sé

237
cómo tratarlo; que está en la tierra y que está en el cielo, mien-
tras las demás cosas, de las cuales estamos tratando, hacién-
dose en el cielo, dejaron la tierra. Pero éste, que está acá, y
que está allá; que está adentro v que está afuera; que está en
lo alto y que está en lo bajo; y que tiene de celeste y tiene de
terrestre; y que está allá, en Italia, y que está acá, en la región
austral; ya no me parece cosa a la cual se necesita donar, sino
a la cual convenga que le sea quitado algún lugar."
"Al contrario", dijo Momo, "oh padre, me parece cosa
digna (después que el río Erídano tiene esta propiedad de po-
der lo mismo estar supuesta y personalmente en más partes)
que lo hagamos estar por doquiera que sea imaginado, nom-
brado, llamado y considerado, lo que se puede hacer todo con
poquísimo gasto, sin interés alguno, y tal vez no sin una buena
ganancia. Pero ocurra de tal modo que quien coma de sus pe-
ces imaginados, nombrados, invocados y reverenciados, sea
como, por ejemplo, si no comiese; de manera semejante,
quien beba de sus aguas, sea igualmente como aquel que no
tiene qué beber; quien de manera parecida lo tenga dentro del
cerebro, sea asimismo como aquel que lo tiene vacante y va-
cío; quien de la misma manera tuviera la compañía de sus ne-
reidas y ninfas, que no esté menos solo que aquel que también
se halla fuera de sí mismo ."
"¡ Bien!", dijo Júpiter, "aquí no existe prejuicio algu-
no, dado que por este hombre no sucederá que los demás se
queden sin su sustento, sin bebida, sin que le quede algo en el
cerebro y sin compañeros, por ser aquél su comida, su bebida,
guardarlo en el cerebro y tenerlo en compañía, en imagina-
ción, en nombre, en voto, en reverencia; pero sea como pro-
pone Momo y veo que los demás ratifican. Esté, por consi-
guiente, el Erídano en el cielo, pero nada más que por fama
e imaginación. Allá donde no estorbe, que en ese mismo lugar
verdaderamente pueda estar alguna otra cosa, la cual definire-
mos otro día; porque se requiere pensar sobre esta sede, como
también sobre la de la Osa Mayor.
"Proveamos ahora a la Liebre , la cual deseo que sea consi-
derada ejemplar del temor por la Contemplación de la muer-
te; y también, por cuanto se puede, de la Esperanza y Con-
fianza, la cual es contraria al temor, porque en cieno modo

238
la una y la otra son vinudes, o por lo menos materia · de
aquéllas, si son hijas de la Consideración y sirven a la Pruden-
cia. Pero el vano Temor, la Cobardía y la Desesperación, que
se vayan abajo junto con la Liebre a provocar el verdadero in-
fierno y Horco de las penas para las almas estúpidas e igno-
rantes. Que allí no haya lugar tan escondido en el cual no se
introduzca esta falsa Sospecha y el ciego Terror a la muerte,
abriéndose la puerta de toda alejada habitación mediante los
falsos pensamientos que paren, nutren y crían la estulta Fe y
la carente Credulidad; pero ya no (sino con vanas fuerzas) se
aproxime adonde circunda el inexpugnable muro de la verda-
dera filosófica contemplación, donde la tranquilidad de la vida
está fortificada y encumbrada, adonde está abierta la verdad,
adonde es clara la necesidad de la eternidad de toda sustan-
cia; adonde no se debe de temer otra cosa que el ser despojado
de la humana perfección y justicia, que consisten en la seme-
janza de la naturaleza superior y n~ errante."
Acá dijo Momo:
"He oído, oh Júpiter, que quien come liebre se hace bello;
hagamos, por tanto, que quienquiera que coma de este animal
celeste, sea macho o hembra, de feo se torne hermoso, de des-
graciado se vuelva gracioso, de cosa asquerosa y desagradable
se haga agradable y atractivo; y haga bienaventurado el vien-
tre y estómago que los concibe y digiere y se convierte en
aquélla."
"Sí; pero no quiero", dijo Diana, "que se pierda la simien-
te de mi Liebre."
"Oh, yo te diré", dijo Momo, "un modo con el cual todo
el mundo la podrá comer y beber sin que sea comida ni bebi-
da, sin que haya diente que la toque, mano que la palpe, ojo
que la vea y quizá tampoco lugar que la comprenda."
"De esto", dijo Júpiter, "razonaréis después. Ahora, re-
tornando a este Perrazo que corre a su lado, mientras por tan-
tas centenas de años lo captura en espíritu y, por miedo de per-
der la ocasión de seguir cazando más, jamás llega aquella hora
en que la atrape de verdad, y por tanto tiempo le va ladrando
detrás, imaginándose las reacciones."
"De esto me he lamentado siempre, oh padre", dijo Mo-
mo, "que has repartido mal, haciendo que ese perro mastín

239
que fue puesto a perseguir a la tebana zorra, 85 lo has hecho
ascender al cielo como si fuese un perro lebrel a la cola de una
'
liebre, haciendo permanecer allá abajo a la zorra converttda
.
en piedra."
"Quod scripsi, scripsi" ,"' dijo Júpiter.
"Y esto", dijo Momo, "es lo malo: que Júpiter tenga su
voluntad por justicia, y su beneficio como fatal decreto, para
manifestar que él tiene la absoluta autoridad, y no para dar
a creer que él confiesa poder cometer o haber cometido erro-
res, como suelen hacer los demás dioses, que por tener alguna
parte de moderación a veces se arrepienten, se retractan o co-
rrigen.''
"Y entonces" , dijo Júpiter, "¿qué cosa piensas que. esta-
mos haciendo en este momento , tú, que de uno parucular
quieres inferir el juicio general?"
Se excusó Momo que él infería en general , en especie, esto
es, en cosas semejantes; no en género, o sea, en todas las
cosas.
Saulino: La glosa fue buena, porque no existe lo semejante
donde existe de otro modo.
Sofía: Pero agregó:
"Sin embargo, padre santo, ya que tienes tanto poder que
puedes hacer de la tierra cielo, de piedras panes y de panes
cualquier otra cosa, finalmente puedes hacer hasta lo que no
es ni puede ser hecho; haz que el arte de los cazadores, id est'1
la Venación, como es una soberana locura, una regia demen-
cia y un imperial furor , se torne en una virtud, una religión,
una santidad;ªª y que sea grande la honra para uno ~or ser
verdugo, matando, desollando, descuartizando y destripando
una bestia salvaje. De esto, aunque convendría a Diana rogar-

85 Se trata de la anécdo ta del zorro de Tcumcso, circunscrita a las leyendas de An-


fitrión, el hijo de Alcco . Dicho zorro asolaba los campos de Tebas y Crconte, el re!•
\e puso como condición a Anfitrión para prest.arle ayuda bélica que acabara con ~I;
sin embargo, el zorro era muy rápido, por lo que pidió la ayuda del perro de Procns,
-que también tenía fama de rápido, convirtiéndose en una ca.za sin fin , hasta que Zcus
los convinió co estatuas de piedra.
86 Lo que estd escrito, escrito está.
81 Esto es.
ta " Bartholomcss (J. Bruno, 11, 104) hace notar que este elogio de la caccrla no
podía disgustar a la reina Elizabeth" , ~lile , nota 1 en p. 811 .

240
te, no obstante yo le pido, por ser a veces cosa honesta que,
en caso de implorar beneficio y dignidad , antes se interponga
otro, que ese mismo a quien se espera que venga por sí mismo
a presentarse, introducirse y proponerse; dado que con su ma-
yor oprobio le sería negado, y con su menor decoro le sería
concedido aquello que busca."
Respondió Júpiter:
"Aunque, como el ser carnicero deba ser considerado el
arte y práctica más vil, como no lo es el ser verdugo (del modo
que se ha hecho costumbre en ciertas partes de Alemania),
porque ésta se emplea también en contratar miembros huma-
nos, y a veces administrando a la justicia; y aquél en los miem-
bros de una mísera bestia, siempre suministrando a la desor-
denada gula, a la cual no basta el alimento ordinario de la
naturaleza, más conveniente para la complexión y vida del
hombre (hago a un lado las otras más dignas razones);ª9 así,
el ser cazador es una práctica. y arte no menos indigno y vil
que el ser carnicero, al igual que no tiene menor condición de
bestia la selvática fiera que el doméstico y campestre animal.
Empero me parece y place, para no reprochar, y con el fin de
que no sea acusada de vituperio mi hija Diana, ordeno que el
ser verdugo de hombres sea cosa infame; el ser carnicero, es
decir, matachín de animales domésticos , sea cosa vil; pero el
ser victimario de bestias salvajes sea honor, buena reputación
y gloria."
"Orden", dijo Momo, " conveniente no para Júpiter cuan-
do es estacionario o directo, sino cuando es retrógrado. Me
maravillaba cuando veía a estos sacerdotes de Diana, después
de haber matado un venado, una cabra, un cervatillo, un ja-
balí o algún otro animal de esta especie, arrodillarse en tierra ,
descubrirse la cabeza, alzar hacia los astros las palmas de las
manos; y luego con el propio sable truncarle la testa, ensegui-
da arrancarle el corazón antes que tocar los demás miembros;
Y así, con un culto divino operando el pequeño cuchillo, pro-
ceder sucesivamente a las demás ceremonias; de donde se ma-
nifiesta con cuánta religión y pías circunstancias sabe hacer la

19 " Las más dignas rawnes serian aquéllas ya sugeridas a los pitagóricos de Ja
doctrina de la metempsicosis, que Bruno profesaba" . Gentilc, nota 3 en p. 811.

241
bestia sólo aquel que no admite compañero en este asunto,
pero deja permanecer a los otros con cierta reverencia y fingi-
do asombro en las proximidades para contemplar. Y mientras
él es entre los demás el único verdugo, se considera que es, ni
más ni menos, el sumo sacerdote a quien solamente estaba
permitido conducir el Semammeforaso y poner el pie dentro
del Sanctasanctórum. 90 Pero lo malo es que frecuentemente
ocurre que, mientras estos ateones van persiguiendo los cier-
vos del yermo, llegan a ser convertidos por su Diana en cerva-
tillo doméstico, soplándoles a la cara con ese rito mágico,
echándoles agua de la fuente en el dorso, y diciendo tres veces:

Si videbas feram,
Tu currebas cum ea;
Me, quae iam tecum eram,
Spe,ctes in Galilea;91

o bien, encantándolo en forma vulgar, de este otro modo:

90 "Tanto Sanctasanctórum, como Semammeforaso es1án registradas por Florio

en el New World of Word.s (pp. 463 y 488) con el ejemplo y la explicación de Bruno" ,
Gentile, nota 3 en p. 812. De acuerdo al Diccionario de la Lengua Espaílofade la Real
Academia (p. 1176), Sanctasanctórum es la " Pane interior y más sagrada del taber·
náculo erigido en el desierio (por orden de Dios), y del templo de Jerusalén, separada
del sancta por un velo." Y Gómez de liaño en su traducción da el nombre de Shem
Ha-Meforash para el término Semammeforaso.
91 C uando veías a la fiera,
tú corrías con ella;
a mi, que entonces estaba contigo,
me esperarás en Galilea;

"Fórmula mágica, extral'la fusión y, al mismo tiempo, adulteración de dos lugares


bíblicos, útil para convertir en bestias domésticas a los cazadores de las bestias selvá-
ticas, o sea, a los sacerdotes: ... si a la palabra/eram se sustituyera/urem {ladrón),
se tendrían los versículos del Salmo XL LX, 18: Si videbas fu"'m, currebas cum eo...
(Cuando veías al ladrón, tú comas con él. .. ). Agregando después que /era tiene un
significado alegórico -el gamo, el cervatillo con que se representa a Cristo (Cantar
de los cantares 11, 9 y 17. Véase la Cábala, p. 849, edición de Gentile tomada como
base). Se entreverá que la segunda pane de la fórmula está sacada del relato de la re-
surrección, cuando el ángel dice (Mateo XXVIII, 7) a Maria Magdalena y a la otra
Maria: Ecce praecedit vos in Galileam: lbi eum videbitis (He aquf al que os precede
en Galilea; allí lo veréis), Spampanato, Postil/e, p. 312", citado por Genúle, en nota
2, p . 813.

242
Dejaste tu habitación
y a la bestia perseguiste;
con tanta atención
tras ella corriste,
qué idéntico en constitución
compañera tuya la hiciste. Amén. "

"Así, pues", concluyó Júpiter, "quiero que la Venación sea


una virtud; en atención a lo que dice Isis92 a propósito de las
bestias; Y, además, porque con tan diligente vigilancia, con
tan religioso culto se aciervan, enjabalinean, enfierecen y
abestian. Sea, digo , una virtud tan heroica que cuando un
príncipe persiga una gacela, una liebre, un ciervo u otra fiera,
haga cuenta que las legiones enemigas le corren adelante;
cuando haya atrapado alguna cosa, sea precisamente en ese
pensamiento, como si tuviese en las manos cautivo a aquel
príncipe o tirano del cual más teme, de donde sin razón venga
a realizar esas bellas ceremonias, restituir aquellas fervorosas
gracias y ofrecer al cielo esas bellas y sacrosantas bagatelas."
"Bien provisto para el sitio del can cazador", dijo Momo,
"al cual estará bien enviarlo a Córcega o a Inglaterra. Y en
su lugar lo suceda la P redicación de la verdad, el Tiranicidio ,
el Cuidado de la Patria y de los asuntos domésticos, la Vigi-
lancia, la C ustodia y la Procuración de la república. Ahora,
¿qué haremos con la Cachorra?"
Entonces se levantó la blanda Venus y la pidió en gracia a
los dioses, para que alguna vez, por pasatiempo suyo y de sus
damiselas, con aquel gracioso meneo de la persona, con esos
besitos y aquel gentil aplauso de cola, en tiempo de sus vaca-
ciones, le alegre el pecho.
"Bien", dijo Júpiter, "pero ve, hija , que quiero que con
ella se vayan las tan queridas pequeña Lisonja y Adulación,
así como los perpetuamente odiados Celo y Desprecio; por-
que en ese lugar quiero que estén Ja Familiaridad, Ja Afabili-
dad, la Apacibilidad, la Gratitud, el sencillo Obsequio y la
afectuosa Servidumbre."
"Haced", respondió la bella diosa, " del resto Jo que os
92 Véase supra. p . 221.

243
plazca; porque sin esta cachorrita no se puede vivir felizmente
en la corte, como en aquellas mismas no se ~uede perseverar
virtuosamente sin esas virtudes que tú mencionas."
y apenas acababa de cerrar la boca Ja diosa de Pafos93
cuando Minerva abrió Ja suya diciendo :
"Ahora, ¿a qué fin destináis mi bella manufactura , ese pe-
lágico vagabundo, esa habitación móvil, esa bodega Yesa fie-
ra errante esa verdadera ballena que a los tragados cuerpos
vivos y sa~os los va a vomitar en las extremas riberas de los
opuestos, contrarios y diversos márgenes del mar? "9-1
"Que se vaya", respondieron muchos dioses, "con la abo-
minable Avaricia, con el vil y arrebatado Mercado, con la de-
sesperada Piratería, la Depredación,. el Fraude, la ~sura Y
otros pérfidos sirvientes, ministros y circunstantes de estos. Y
que ahí residan la Liberalidad, la Generosidad.• la No~le.za de
espíritu , la Comunicación, el Oficio y otros dignos mm1stros
y sirvientes de ellos.'' . . .
"Se necesita", dijo Minerva, "que sea concedida YadJudt-
cada a alguno."
"Haz de ella lo que a ti te plazca", dijo Júpiter.
"Pues bien", dijo ella, "que sirva a aJgún solícito portu-
gués, o algún curioso y avaro británico, con el fin de ~ue con
ella se vaya hacia las Indias Occidentales a descubnr otras
tierras y otras regiones, donde el agudo capitán genovés no ha
descubierto;95 y así, que sucesivamente sirva en el futuro ~I
más curioso, solícito y diligente investigador de nuevos conti-
nentes y tierras. " . .
Habiendo terminado Minerva su asunto, el mste, reacio Y
melancólico Saturno empezó a dejarse oír en este tenor:
" Me parece, oh dioses, que entre los ~eser~ados ~ara per~
manecer en el cielo, con los Asnos, Capncormo y Virgo, este

93 Al nacer de la espuma del mar, Afrodita habria surgido justamente en la anti-


gua Pafos, ciudad de la isla de Chipre. . . . . ,
9-1 "• Adhuc in historiam Jonae' ('Hasta aqu1 de acuerdo a la h1stona de Jonas ),
apos1illador napolitano" . Gentile, nota 1 en p. 815. Aunque. en realidad. se refiere
a Argos, el Navío. y no a la Ballena. .
95 Gentilc ci1a (nota 2 en p. 815) al respecto a Folengo, Baldus. XVII ,> a Arer~no .
Ragioname111i , p. 52, ambos autores italianos que escr~bi~ron en la primera muad
del siglo xv1. Y añade : "Alusión a los viajes d e descubnm1ent~ llevados a ca~o por
tos portuguese~. inglese~. genoveses r .:spañoles durame los siglos '(\ y)\\ l.

244
esta Hidra, 96 esta antigua y gran serpiente que dignísimamen-
te alcanzó la patria celeste, como aquella que nos reivindicó
de las injurias del audaz y curioso Prometeo,97 no tan ami-
go de nuestra gloria, como demasiado adicto a los hombres,
a los cuales quería que por privilegio y prerrogativa de la
inmortalidad fuesen por completo semejantes e iguaJes a no-
sotros. Fue ésta aquel sagaz y diestro animal , más prudente,
sutil, hábil y refinado que todos los demás que se produzcan
sobre la Tierra; el cual, cuando Prometeo hubo sobornado a
mi hijo , vuestro hermano y padre Júpiter, para obsequiarles
a los hombres aquellos odres o barriles plenos de vida eterna,
ocurrió que, habiendo cargado un asno, poniendo aquéllos
sobre esa bestia para llevarlos a la región de los hombres , el
asno (porque por algún trecho del camino iba adelante de su
palafrenero) quemado por el Sol, cocido por el calor, agotado
por la fatiga, sintiendo los pulmones desecados por la sed, fue
convidado por este hombre a la fuente; donde (por ser aquélla
algo profunda y estrecha, de modo que el agua estaba alejada
de la superficie de la tierra en unos dos o tres paJmos) necesitó
que el asno se encorvara y se torciera tanto para tocar la líqui-
da superficie con los labios que llegaron a caérsele del lomo
los barriles, se despedazaron los odrezuelos , se derramó la
vida eterna y toda vino a desperdigarse por la tierra y aquel
pantano que coronaba con las hierbas a la fuente . Este animal
recogió diestramente alguna partícula para sí; Prometeo que-
dó confundido, los hombres bajo la triste condición de la
mortaJidad , y el asno, perpetuo escarnio y enemigo de éstos,
condenado por la raza humana, con la anuencia de Júpiter,
a eternas penurias y fatigas, al peor nutrimento que se pueda
encontrar y a tener por paga frecuentes y gruesos bastonazos.
Así, oh dioses, por causa de este animal ocurre que los hom-
bres hagan algún caso de nuestros hechos; porque ved que

96 Véase supra nota 56 de la " Epístola explicativa" .


97 Es extrai\a la referencia a Pro meteo, ya que la relación de éste con la Hidra de
Lema es indirecta: Hcracles, al matar a este monstruo hijo de Tifón, con cuerpo
de serpiente y múltiples cabezas, cuyo aliento mataba a quien se hallaba cerca, utilizó
su sangre para envenenar sus ílcchas, con las cuales hirió al centauro Quirón; quien,
a su vez, intercambió su inmortalidad con Prometeo, debido a los dolores que su fria
por la herida.

245
ahora, aunque sean mortales, reconozcan su imbecilidad y es-
peren pese a todo pasar por nuestras manos, nos desprecian,
se burlan de nuestras acciones, y nos consideran como simios
y macacos: ¿qué harían si fuesen del mismo modo, como so-
mos nosotros, inmortales?"
" Bastante bien explica Saturno" , dijo Júpiter.
"Que permanezca pues", respondjeron todos los dioses.
" Pero sepárense", añadió Júpiter, " la Envidia, la Maledi-
cencia, la Insidia, la Mentira, la Injuria, la Contienda y la Dis-
cordia; y las virtudes contr~rias a éstas se queden con la ser-
pentina Sagacidad y Cautela. Pero no puedo soportar que esté
ahí aquel Cuervo; por eso, que Apolo se lleve consigo ése su
divino, aquel su buen sirviente, aquel solícito embajador y di-
ligente mensajero y correo, que tan bien llevó a efecto las ór-
denes de los dioses, cuando esperaban caJmar su sed por la di-
ligencia de su servicio."
"Si desea reinar", dijo Apolo, " que se vaya a Inglaterra,
donde encontrará las mil legiones. Si quiere permanecer en la
soledad , que extienda su vuelo a Montecorvino, cerca de Sa-
lerno. 98 Si pretende ir adonde haya muchos higos, que se
vaya a Figonia, o sea, donde la costa entra en contacto con el
martle Liguria, desde Niza hasta Genóva . Si es atraído por la
gula de cadáveres, que se vaya deambulando por la Carnpa-
nia, o bien por el camino que va de Roma a Nápoles, donde
son descuartizados tantos ladrones que, de paso en paso , les
vienen preparados con carne fresca los más abundantes y sun-
tuosos banquetes que pueda encontrar en cualquier otra parte
del mundo. " 99

98 A unos 20 kilómetros de la ciudad de Sakmo, hacia los montes Picentini .


99 " El padre Victorino Guillermo Cotin recuerda en su Diario, el 13 de diciembre
de IS8S, la plática habida con dos italianos que le hablaron de Sixto V: '11 a fait rude
exécution en banissemens et mons de plusieurs gentishomes. mais par contraicte,
car desjá les voleurs, dés les temps de Grégoire XIII , l'assiégeoyent á Rome et teno-
yent tous les chemins , entre Rome et Naplcs, en péril et danger. De cctte rudcssc du
pape m'avoit parlé hier Jordanus (Bruno), avec blasme d' iccluy' ('Ha realizado una
ruda ejecución con proscripciones y muenes de muchos nobles, pero por violencia,
ya que desde entonces los ladrones, desde los tiempos de Gregorio Xll1 , acosaban
a Roma y tenían todos los cam inos entre Roma y Nápoles bajo peligro y amenaza .
Oc C>ta rudeza del papa me había hablado ayer Giordano. con reproche de aquél'),
Spampanato. Vita, pp. 653-654'" , en Gentilc, nota 2. p. 81

246
Agregó Júpiter:
"Que también se vayan abajo la Infamia, la Irrisión, el Des-
precio, la Locuacidad, la Impostura; y en aquella sede los
remplacen la Magia, la Profecía y toda Adivinación y Pronós-
tico, que por sus efectos sean juzgados buenos y útiles."
Saulino: Quisiera entender tu opinión, oh Sofía, en relación
a la metáfora del cuervo; la cual primeramente fue halJada y
representada en Egipto, y luego en forma de historia es toma-
da por los hebreos, con los cuales esta ciencia trasmigró desde
Babilonia; y en forma de fábula es asumida por los que poeti-
zaron en Grecia. Dado que los hebreos cuentan sobre un cuer-
vo enviado desde el arca por un hombre, que se llamaba Noé,
para ver si las aguas se habían desecado, al tiempo que los
hombres habían bebido tanto que reventaron; y este animal
extasiado por la gula de cadáveres, se quedó, y no volvió ja-
más a su misión y servicio. Lo que parece del todo contrario
a lo que relatan los egipcios y griegos, de que el cuervo había
sido invitado al cielo por un dios, Uamado Apolo por éstos,
para ver si encontraba agua en el tiempo en que los dioses se
morían de sed; y este anjmal, extasiado por la gula de los hi-
gos, se tardó muchos días, y regresó tarde al fin, sin traer el
agua, y, creo, habiendo perdido la vasija.
Sofía: No quiero por ahora extenderme para exponerte la
docta metáfora, pero te quiero decir sólo esto: que de lo dicho
por los egipcios y hebreos todo va a responder a la misma me-
táfora; porque decir que el cuervo parta desde el arca, que está
diez codos levantada sobre el monte más alto de la Tierra y
que parta del cielo, me parece que sea casi lo mismo. Y que
los hombres que se encuentran en tal lugar o región sean lla-
mados dioses , no me parece demasiado extraño; porque, por
ser celestes, con poca fatiga pueden ser dioses. Y que de éstos
sea llamado Noé aquel hombre principal, y Apolo por esos
otros, fácilmente se concuerda; porque la denominación dife-
rente concurre en un mismo oficio de regenerar: dado que sol
et homo generant hominem. 100 Y que haya ocurrido en el
tiempo en que los hombres tenían mucho que beber y que
haya sido cuando los dioses se morían de sed, ciertamente es

100 El sol y el hombre engendran al hombre.

247
todo uno y lo mismo: porque, cuando las cataratas del cielo
se abrieron y se rompieron las cisternas del firmamento, es
una cosa necesaria que se llegara a tal situación que los terres-
tres tuviesen demasiado para beber y los celestes muriesen de
sed. Que el cuervo haya quedado engolosinado y prendado
por los higos, y que ese mismo haya sido atraído por la gula
de los cuerpos muertos, ciertamente llega todo a lo mismo, si
consideras la interpretación de aquel Josué, que sabía explicar
los sueños. 'º' Porque el panadero de Putifar (que decía haber
tenido una visión en la que llevaba en la cabeza un canasto de
higos, al cual venían a comer los pájaros) le pronosticó que él
debía ser colgado y de sus carnes debían comer los cuervos y
los buitres. Que el cuervo hubiese vuelto, pero tarde y sin pro-
vecho alguno, es enteramente lo mismo, no solamente con el
decir que no regresó jamás, sino también con el aseverar que
jamás hubiese ido ni fuese mandado; porque no va, no hace,
no regresa, quien va, hace y regresa en vano. Y solemos decir
a alguno que llega tarde y en vano, aun cuando traiga algo:

Fuiste, hermano mío, y no tornaste;


en Lucca me pareció verte. 102

He aquí, pues, Saulino, cómo las metáforas egipcias pueden


existir sin contradicción en otras historias , en otras fábulas,
y otros figurados sentimientos.
Saulino: Esta tu concordancia de textos, si no me convence

101 "Génesis XL, 16 y ss.; donde realmente no se habla de Pulifar, sino de un mi-
nistro del rey, cf. Spampanato, Lo Spaccio, p. 83, nota 2. Para la fábula del cuervo
y de los higos, el profesor Spampanato me adviene que Bruno puede haber utilizado
la Figueido de Aretino, Copricc. e pioc. rogionomenti, p. 483. Cf. Pulci, Morgonte,
XXVIII , 130", Gentile, nota 1 en p. 820.
1o2 "Spampanato considera que en estos dos versos Bruno ha refundido por su
cuenta un adagio que era común en la Italia de aquel tiempo. Aretino en el Filósofo
(acto V, escena 9) hace decir por la Massara, en el mismo sentido que Bruno, 'En
Luca te vi'; y Lorenzo Lippi en el Molmontile, VII, 57: ' ... en Lucca te veré'. Lalli
en la Eneido trovestita (Eneido disfrazado), 111, 4: 'Y dken con frecuencia de otros:
Te veo en Lucca'. Tommaso Buoni de Lucca, en su Tesoro de'Proverbi, cuenta de
un Lucchese, que se topó en Lucca con un pisano, lo colmó de conesías; pero fue
mal correspondido, porque, encontrado después en Pisa, no fue reconocido. De don-
de habría exclamado: 'En Lucca te vi y en Pisa te conocí'. Florio da cuenta de esto
en manuales de conversación: Critico, XXII, 248", Gentile, nota 2 en p. 820.

248
del todo, está próxima a convencerme. Pero por ahora conti-
núa con la historia principal.
Sofía: "Ahora ¿qué se hará con la Copa?", preguntó Mer-
curio. "¿De la Jarra qué se hará?"
"Hagamos", djjo Momo, "que sea regalada, iure succesio-
nis, vita durante, 'º3 al más grande bebedor que produzca la
alta y la baja Alemania, donde la Gula es exaltada, magnifica-
da, celebrada y glorificada entre las virtudes heroicas, y la
Embriaguez está clasificada entre los atributos divinos: donde
el treink 104 y retreink, bibe et rebibe, ructa reructa, cespita re-
cespita, vomi removi usque ad egurgitationem utriusque iuris,
id est105 del caldo, butargo, 106 potaje, seso, alma y salchicha,
videbitur porcus porcorum in gloria Ciacchi. 101 Váyanse con
aquél la Embriaguez, ¿no la véis allá en traje alemán con unos
pantalones bombachos tan grandes que parecen las cubetas
del abad mendicante de san Antonio, y con esa gran bragueta
que en medio de una y otra se descubre: de modo que pare-
ce que quiere arietar el paraíso? Mirad cómo va, como osa,
embistiendo ahora con éste, ahora con aquel costado, ya de
proa ya de popa, en cualquier cosa, que no hay escollo, roca,
maleza u hoyo al cual no le pague tributo. Advertid que con
ella van sus fidelísimos compañeros Hartura, Indigestión, Fu-
mosidad, Adormecimiento, Temblor, alias Tropiezo, Balbu-
ceo, Tartamudez, Palidez, Delirio, Eructo , Náusea, Vómito,
Porquería y otros secuaces, mjrustros y asistentes. Y como
ya no puede caminar, ved cómo monta sobre su carro triun-
fal, al cual están atados muchos buenos , sabios y santos per-
sonajes, de los cuales los más célebres y famosos son Noé,
Lot, Chiaccone, Vitanzano, Zucavigna y Sileno. 108 El alférez

101 De por vida, por derecho de sucesión.


104 "Trink en alemán significa beber, de donde surge el italiano trincare (beber
desmesuradamente)", Gentile, nota 2 en p. 821.
ios Bebe y vuelve o beber, eructo y vuelve o eructar, tropieza y vuelve a tropezar,
vomito y vuelve o vomitar hasta lo egurgitoción y de aquel de los dos derechos, esto
es. Gentile en nota 3, p. 821, sellala el juego de palabras entre jus (caldo, salsa) y jus
(derecho).
106 "Butargo, hueva de atún ahumada", Gentile, nota 4 en p. 821.
un Seró visto en lo glorio de los cerdos el puerco de puercos.
108 "Todos, más o menos, solemnes bebedores. Para Noé (Noemo en el texto), cf.
Génesis IX, 20 y ss. Para Lot, cuyas hijas lo embriagaron para yacer con él, véase

249
Zampaglion lleva el estandarte teñido de escarlata; donde con
d color de las propias plumas se muestra el retrato natural de
dos estorninos; y junto a dos yugos, con bella galanura jalan
el timón cuatro soberbios y gloriosos puercos, uno blanco,
uno rojo, uno multicolor, uno negro; de los cuales el primero
~e llama Grungarganfestrofiel, el segundo Sorbillgramfton, el
tercero Glutius, el cuarto Strafocazio. " 1119
Pero sobre esto te contaré más ampliamente en otras oca-
dones. Veamos qué ocurrió, después de que Júpiter hubo or-
denado que allí sustituyesen lfl Abstinencia y la Templaza con
~ us órdenes y ministros, que escucharás: porque ahora es el
momento en que pasemos a tratar del centauro Quirón, 110
1e~pecto a lo cual, viniendo ordenadamente a propósito, le
elijo el viejo Saturno a Júpiter:
" Y qué, oh hijo y señor mío, ves que el Sol está por ponerse,
no despachemos rápido a estos otros cuatro, si ello te place."
Y Momo dijo:
"Ahora, ¿qué queremos hacer de este hombre insertado en
bestia, o de esta bestia encepada a hombre, en el cual una per-
rnna está hecha de dos naturalezas, y dos sustancias concu-
rren en una hipostática unión? Acá dos cosas vienen a unirse
para formar una tercera entidad; y de esto no existe duda al-
!.una. Pero en ello radica la dificultad; es decir, si semejante
tercera entidad produce una cosa mejor que la una y la otra,
o de alguna de las dos partes , o bien más vil. Quiero decir, ¿si,
siendo añadido al ser humano el ser caballuno, es producido
un numen digno del sitial celeste, o bien una bestia digna de
ser colocada en una manada y establo? En fin (haya sido di-

igualmente el Génesis XIX, 32 y ss. Chiaccone es derivado de un nombre común,


del napolitano 'chiaccone', plural 'chiaccune' (pámpano, sarmiento, rampollo, en
relación con la vid). Vitanzano y Zucavigna son apodos de borrachines (derivados
de manera similar de la vid). Sileno, como se sabe, es el compaftero de Baco", Gemi-
le, nota 4 en p. 822.
109 "Spampanato (Lo spoccio, p. 89) ha querido investigar el significado de estos
estrambóticos nombres creados por Bruno; y cree que Grungarganphestrophiel pue-
de significar 'quien como hociqueando y con altanería'; Sorbillgramphton, 'sorbe-
dor'. Glutius deriva del latín glutio, -ivi {engullir) y tiene el sentido de glotón; como
Strafocazio, del napolitano srrafocarsi, engullir vorazmente, al grado de atragantar·
se", Gentile, nota S en p. 822.
110 "Ale~rnria de Cristo", Gentile, nota 3 en p. 823.

250
cho lo que se quiera por parte de lsis , Júpiter y otros de la ex-
celencia de ser bestia, y que para el hombre, por ser divino ,
Je conviene tener algo de la bestia, y cuando apetece mostrarse
altamente divino haga cuenta de hacerse ver en tal medida bes-
tia). jamás podrá creer que donde no existe un hombre entero
y perfecto, ni una perfecta y entera bestia, sino un pedazo de
bestia con un pedazo de hombre, pueda ser mejor que como
donde está un pedazo de calzón con un pedazo de jubón, de
lo cual jamás provenga vestimenta mejor que jubón o calzo-
nes, ni menos así de buena, como ésta o aquélla ."
"Momo, Momo'', respondió Júpiter, "el misterio de esta
cosa es oculto y grande, y tú no puedes comprenderlo; empe-
ro, como cosa elevada y grande, necesitas solamente creerlo."
"Sé bien", dijo Momo, "que ésta es una cosa que no puede
ser comprendida por mí, ni por quienquiera que tenga una
pizca de intelecto; pero que yo, que soy un dios, u otro que
se encuentra tanto entendimiento como podría haber en un
grano de mijo, deba creerlo, quisiera primero que me fuera
dado a creer por ti con alguna bella manera. "
"Momo", dijo Júpiter, "no debes querer saber más de lo
que se necesita saber, y créeme que esto no se necesita saber."
"He aquí, pues", dijo Momo, "lo que es necesario enten-
der, y que yo a mi propio despecho quiero saber; y para com-
placerte, oh Júpiter, deseo creer que una manga y un calzón
valen más que un par de mangas y un par de calzones, y
todavía con gran ventaja; que un hombre no es un hombre,
que una bestia no es una bestia; que la mitad de un hombre
no sea medio hombre, y que la mitad de una bestia no sea una
media bestia; que un medio hombre y una media bestia no
sean un hombre imperfecto y una bestia imperfecta, sino más
bien un numen , y pura mente digna de reverencia. "
En este punto los dioses solicitaron a Júpiter que se despa-
chase pronto y decidiera sobre el Centauro según le pareciera.
Por ello, Júpiter. habiendo ordenado a Momo que callase, de-
cidió de esta manera:
"Así haya yo mismo expresado algún propósito contra
Quirón, al presente me retracto, y digo que, por ser el centau-
ro Quirón un hombre justísimo, que en un tiempo habitó en

251
el mo~te Pe~ión, 11 1 donde enseñó medicina a Esculapio , as-
trolog1a a Hercules y a tañer la cítara a Aquiles, sanando en-
fermos crónicos, mostrando cómo se ascendía a las estrellas
Ycómo las cuerdas sonoras se juntaban a la madera y se toca-
~an, no me parece indigno del cielo. Antes bien lo juzgo digní-
s1~10, porque en este templo celeste, junto a este altar al cual
asiste, no hay más sacerdote que él; al cual véis con esa bestia
de of~enda en la mano, y con una botella de libación colgada
a la c~n.tura. Y puesto que el altar, el templo, la capilla son ne-
cesans1m~s, y t~do esto sería vano sin el administrante, por
esto que viva aca, que acá permanezca y acá se conserve eter-
namente, si no dispone otra cosa el destino."
En este punto, agregó Momo:
"Digna y prudentemente has decidido, oh Júpiter, que éste
sea el s~cerdote en el celeste altar y templo; porque, cuando
haya alimentado bien a ese animal que tiene en la mano será
imp~sib~e que le pueda faltar jamás la bestia del sacrificio: ya
que el m1~mo, y uno solo, puede servir como sacrificio y sacri-
ficador, 1d est como sacerdote y como bestia."
"Ah_or~ bien, pues", dijo Júpiter, "que de este sitio partan
la Best1ah~ad, la Ignorancia, la Fábula inútil y perniciosa; y
donde esta el Centauro se quede la justa Simplicidad, la Fábu-
1~ .moral. D~ d~nde se encuentra el Altar. se vayan la Supersti-
cion, la Inf1dehdad, la Impiedad y la habiten la no vana Reli-
gión, la no estulta Fe y la verdadera y sincera Piedad."
Acá propuso Apolo:
"¿Qué pasará con esa Tiara? 112 ¿A quién estará destinada
aque}la Corona? ¿Qué queremos hacer con ella?"
"Esta, ésta" , respondió Júpiter, "es aquella corona la
cual, no sin un elevado mandato del destino, no sin un insti~to
~e.espíritu _divino y no sin un enorme mérito, aguarda al invic-
t1s1mo Ennque tercero, rey de la magnánima, poderosa y beli-
cosa Francia; 1u que después de ésta y la de Polonia, se empe-

111 De acuerdo al milo, el centauro Quirón vivía en una caverna del monte Pelión
en Tesalia. •
112 Tiara: la Corona Austral.
113 "¡Oh me~tiroso adulador!, apostillador napolitano ", citado por Gen1ile en

nota 2, p . 826. Sin embargo, no debe olvidarse que Enrique 111 era todavía en ese mo-
mento el verdadero pro1ec1or de Bruno, especialmente despucs de lo aconteddo con

252
ña, como ha atestiguado en el comienzo de su reinado
ordenando esa su tan celebrada empresa, a la cual, haciend~
cuerpo las dos pequeñas coronas con otra más eminente y be-
lla, se añadiese por alma el emblema: Tertia coelo maner.114
Este rey cristianísimo, santo, religioso y puro, puede decir se-
guramente: Tertia coelo manet, porque sabe perfectamente
que está escrito Bienaventurados los pacíficos, bienaventura-
dos los mansos, bienaventurados los puros de corazón, por-
que de ellos será el reino de los cielos. 11 s Ama la paz, mantie-
ne a su amado pueblo en la tranquilidad y la devoción; no le
agradan los alborotos , estruendos y fragores de los instru-
mentos marciales que rigen la ciega conquista de inconstantes
tiranías y principados de la Tierra; sino todas las formas de
justicia y santidades que muestran el camino recto hacia el rei-
no eterno. No esperen los audaces, tempestuosos y turbulen-
tos espíritus de quienes son sus súbditos que, mientras él viva
(al cual la presencia de ánimo no lo provee de bélico furor) ,
quiera ofrecerles ayuda por la cual no vayan inútilmente a per-
turbar la paz de los otros países, con el pretexto de agregar los
otros cetros y otras coronas; porque Tertia coelo manet. En
vano contra su voluntad irán las huestes francas rebeldes a
pretender los ajenos confines y territorios; porque no habrá
proposición de caprichosos consejos, no habrá esperanza de
inconstantes fortunas, comodidad de externas administracio-
nes y sufragios que valgan con el pretexto de investirlo de
mantos y engalanarlo con coronas, para arrebatarlo (a no ser
por la fuerza de la necesidad) del bendito afán de la tranquili-
dad de espíritu, antes bien liberal de lo propio que ávido de
lo de los otros. Prueben, por lo tanto, otros sobre el vacante
reino lusitano; sean otros los diligentes sobre el dominio bel-
ga. ¿Para qué os quebráis la cabeza y os devanáis los sesos,
unos y otros principados? ¿Por qué desconfiáis y teméis voso-
tros, otros príncipes y reyes, que no vaya a domeñar vuestras
fuerzas y hurtaros las propias coronas? Tertia coelo manet.

los doctores de Oxford y el enfriamiento de algunos de sus a migos ingleses; para en-
tonces había retornado con el sei'lor de Mauvissiere, embajador de Francia y a quien
el rey había encargado a Bruno.
114 Permanezco en el cielo lo Tercero.
us "Mateo V, .5- 8. Cí. el Salmo XXXVI, 11·', Gentile. nota 3 en p. 826.

253
Quédese, por tanto " , concluyó Júpiter, " la Corona, esperan-
do a aquél que será digno de su espléndido dominio; y que acá
tengan además su trono la Victoria, la Recompensa, el Pre-
~io, la Perfección, el Honor y la Gloria; los cuales, si no son
vutudes, son fines de aquéllas. " 116
Saulino: ¿Qué dijeron entonces Jos dioses?
Sofía: No hubo grande o pequeño, mayor o menor, varón
o mujer, o de una y otra condición, que se hallase en el Conse-
jo, que con toda voz o gesto no haya plenamente aprobado el
sapientísimo y justísimo decreto jovial. De manera que, alegre
y jubiloso por todo lo realizado, el Al titonante se puso de
pie y extendió la diestra hacia el Pez austral , que era el único
al que fa ltaba por definir su situación, y dijo:
" Pronto, quítese de ahí ese Pez, y no quede otra cosa de él

116 Al respecto dice Gentile (nota 2 en p. 827): "'Desde finales de ISSI a junio de

JS83 ~runo hab~a rad icado en París y había conocido de cerca a Enrique 111 , quien
lo hab1a favorecido. Leyendo allá una lección e.'<traordinaria, 'adquiri -dice él mis-
mo ~n el in1erroga1orio veneciano del 30 de mayo de 1S92- tal renombre, que el rey
E nrique tercero me mandó llamar un día, inquiriéndome si la memoria que tenia
Y que profesaba era natural, o bien la tenía por ane mágica; a lo cual di respuesta; y
con ~quello q ~e 1 ~ d ije e hice probar a él mismo, reconoció que no era por arte mági-
ca, sino por c1enc1a. Después de esto hice imprimir un libro sobre la memoria con el
tílulo de Umbris ideorum (Dt' las sombras de las ideas) , el cual dediqué a su majestad
(Opera, 11, 1, 3). Y con esta oportunidad me hizo lector (catedrático) extraordinario y
provislo (~on sueld o); y seguí en esa ci udad para leer (ensei\ar), como he dicho, por
c~rca de cinco ai'los. A causa de los 1umulios que se produjeron después, 1omé licen-
cia, Ycon can as del mismo rey me fui a lngla1erra a vivir con el embajado r de suma-
jcs1ad , que era el sei\or de la Malviciera (Mauvissiere). por nombre Castelnovo (Cas-
telnau)', S pa mpanato, Vilo, pp. 701-702; en casa del cual residía en Lond res miemras
escribía estas páginas del Spaccio. Los embajadores venecianos (Bcni, p. 126) cuen-
tan q ue Enrique 111 'se deleiLaba mucho discurriendo} oyendo argumentar, introdu-
ciendo por este motivo, estando en la mesa, disputas de doctores sobre diferentes
asuntos, es1udiando con mucho gus to los asuntos morales y los libros de historia';
·~nrique es ama ~le de las artes y de las ciencias y se deleita principalmente con la poe-
sta y la elocuencia, en la cual de verdad deslaca admirablemente' . Lo anterior puede
bastar para explicarnos las alabanZ35 prodigadas por Bruno al rey de Francia . que
estaba, en realidad, lejos de ser digno de ellas. Así como 'él veía al cortés y culto y
h~spi1a l ario Castelnovo; y por el ministro argumen1aba el rey' (Fiorentino, S1udi e
rtlralli, pp. 37 1-372). Era una estimación personal para el rey, reforzada por la grati-
tud (véase Spampanato, Vi1a, pp. 3 16-32 1). Por lo que toca al emblema de la divisa
de Enriq ue: Terlia (además de la Corona. las coronas de Po lonia y de Francia) COl!lo
mane/, Ba rlho lo mess (J. Bruno, 1, 99) apunta: 'Al tiempo que Bruno felicitó al re}
por haber tomado como divisa -la 1ercera, etcétera-, los miembros de la Liga le
pro meti~~o n es1a corona al claustro, de la mano del esquilador, del verdugo q uizá,
o le pred11eron q ue ella se le escaparía como la corona de Nápoles que Paulo IV había

254
más que su retrato; y que él, en sustancia, sea cogido por nues-
tro cocinero y que luego Juego , fre.sco fresco, sea metido para
la celebración de nuestra cena, una parte a la parrilla, otra
parte guisado en salsa, otra parte al vinagre, una parte más sa-
zonado de otras formas como le parezca y plazca, aderezadCt
con salsa romana. Y hágase lo más pronto posible, porque de
tanto negociar me muero de hambre, y creo que también os
pasa lo mismo a vosotros: además de ~ue me paree~ que ~s
conveniente también que este purgatono no quede sm algun
provecho para nosotros."
"¡Bien, bien, muy bien! " , respondieron al unísono todos
los dioses, " y que allí se encuentre la Salud, la Seguridad, la
Utilidad, el Júbilo, el Descanso y el sumo Placer, que son pro-
ducidos como un premio de las virtudes y una retribución de
los estudios y fatigas."
Y con esto salieron alegremente del cónclave, habiendo
purgado al espacio a parte del zodiacal, que contiene trescien-
tas dieciséis estrellas señaladas.
Saulino: Y ahora también yo me voy a mi cena.
Sofía: Y yo me retiro a mis nocturnas contemplaciones.

Fin del Diálogo tercero

pretendido irasferirle con las armas de Enrique II'. He aquí la diatriba de los partida-
rios de la Liga al emblema de Enrique, conservado por el cronisla De l'Etoile:

Qui dedil ante d uas unam abs1ulit, altera n utal.


Tertia tonsoris est facienda manu.
Periurii te poena gravis manet ultima coelo,
Na m Deus infidos despicit ac deprimit;
Ni! tibi cum coelis, hic nulla corona tyrannis;
Te ma ne! infelix ultima coenobio."

(Quien antes dio dos, una quitó, la otra tambalea.


La tercera debe ser ejecutada por la mano del barbero.
Grave pena por perjurio te espera en el cielo por la última,
pues Dios desprecia y derriba a los infieles;
no hay nada para ti en los cielos y aquí ninguna corona para los 1iranos;
la última te queda, infeliz, en el claustro.)

" Una interpretación madura de las relaciones entre Bruno y los círculos académicos
franceses ligados a Enrique 111 nos es proporcionada por Frances A. Yates, The
French Academil!S of 1he Sixteenlh Ceniury, Lo ndres, 1947", adición de Aquilecchia
a la nota an1erior.

255
BIBLIOGRAFÍA

En la presente bibliografía sólo precendemos dar al leccor tres tipos


de referencias para futuras lecturas y profundi?ación en el tema : pri-
mero, las obras de Giordano Bruno, indicando las principales edi-
ciones recientes en la lengua original en que fueron escritas; segun-
do, las ediciones de obras de Bruno craducidas al español de que
tenemos referencias; cercero, algunas de las obras más importantes
que se han escrito sobre el Nolano y que tengan alguna edición más
o menos reciente, especialmente aquéllas asequibles en lengua espa-
ñola.

Obras italianas

L 'Arco di Noé (obra perdida a la que Bruno hace referencia en el


segundo diálogo de Lo cena de las cenizas y en la " Epístola dedi-
catoria" de la Cábala del caballo pegáseo).
Purgatorio de l'inferno (obra perdida a la que hace referencia Bru-
no en el quinto diálogo de La cena de las cenizos).
Il condelaio , París, 1582.
Lo cena de le ceneri, Londres (en la edición original no lleva referen-
cia sobre su lugar de impresión). 1584.
De la causa, principio e uno, Londres (en la edición original dice Ve-
necia), 1 1584.
De l'infiniro, universo e mondi, Londres (también dice Venecia),
1584.
Spoccio de la bestia rrionfonre, Londres (en la edición original dice
"estampado en París"), 1584.
Cabo/a del cava/lo pegaseo, con la aggiunta dell' Asino Cillenico,
París, 1585.
De gli eroici furori, París, 1585.

Existen múltiples ediciones de estas obras. Sin embargo, las más im-

1 Véase al respec10 de estas aheraciones la no1a 2 de la "Epis1ola explica1iva".

257
portantes son la de Paolo de Lagarde en dos volumenes (Gotinga ,
1888); la gran edición crítica de Giovanni Gentile, también en dos
tomos, reimpresa nuevamente al cuidado de Giovanni Aquilecchia
(Sansoni Editore, Firenze, tercera edición, 1958; segunda reimpre-
sión, 1985), que es la que hemos tomado como base, pero no contie-
ne /1 candelaio ; y la de Augusto Guzzo (en Opere di Giordano Bru-
no e di Tommaso Compone/la, tomo de la colección La Letteratura
italiana. Storia e testi, Riccardo Ricciardi Editore, Milán-Nápoles,
1956), la cual es para muchos de los textos simplemente antológica .

Obras latinas

De Umbris idearum, París, 1582.


Ars Memoriae, París, 1582.
Cantus Circaeus , París, 1582.
De compendiosa Architectura, el complemento ar1is Lullii, París,
1582.
Recens et completa Ars Reminiscendi et in phan1astico campo ex a-
randi. Triginta sigilli et triginta sigillorum explicalio. Sigillis sigi-
1/orum, Londres, 1583.
Cen111m et viginti Articuli de na/uro et mundo adversus peripateti-
cus, París, 1586.
Idiota triunphans. De somnii interpretatione. Mordentius. De Mor-
dentii Circino. lnsomnium (los dos primeros de estos diálogos es-
taban perdidos y fueron editados en 1957 por Giovanni Aquilec-
chia) París, 1586.
Dialogi duo de Fabricii Mordenris. In Morden1is el Mordentii circi-
no, París, 1586.
Figura1io aristotelici physici auditus, París, 1586.
De Lampade combinawria Lulliana, Wittenberg, 1587.
De progressu et lampade venatorio l ogicorum , 1587.
Animadversiones circo lampadem lullionam , Ex codice Augusta-
no nunc primum editae, 1587.
Lampas triginta s1a111arum, 1587 (?).
libri physicorum Aristo1elis explanoti, 1587 (?).
De Specierum scr111inio et Lompade combinatoria Roymundi Lul/ii,
Praga, 1588.
Oratio valedictoria, Wittenberg, 1588.
Oratio consolatoria, Wittenberg, 1588.
Camoeracensis ocrorismus, Wittenberg, 1588.

258
Articuli centum et sexaginta adversus huius tempestatis Mathemati-
cos atque Philosophos, Praga, 1588.
De magia et theses de magia, 1589 (?).
De Principiis rerum, elementis et causis, 1590.
De magia mathematica, 1590 (?).
De bnmenso el innumerabilis, Francfort, 1591.
De Monade, numero et figura, Francfort, 1591.
De triplici minimo et mensura, Francfort, 1591.
De imaginum, signorum et idearum compositione, Francfort, 1591 .
De vinculis in genere, Zurich, 1591.
Praelectiones geometricae y Ars deformationum, 1591 (?) (textos
inéditos publicados por Giovanni Aquilecchia en 1964).
Summa 1erminorum metaphysicorum, Marburgo , 1609 (Namer dice
Tiguri [Zurich) , 1595).
Medicina Lulliana.

Para el conjunto de las obras latinas no hay más que una gran
edición: Jordani Bruni Nolani, Opera latine conscripta, publicis
sumptibus edita, recensebat F. Fiorentino, F. Tocco, H . Vitelli, V.
lmbriani et C.M. Tallarigo, Nápoles- Florencia, 1879-1881 (en tres
volumenes con ocho partes), reeditada en facsímil por Friedrich
Frommann Verlag Günther Holzboog, Stuttgart-Bad, Cannstatt, en
1962.

Traducciones de obras de Bruno al español2

De la causa, principio y uno, prólogo de Ángel Vasallo, Buenos


Aires, Losada, 1941.
De lo infinito, universo y mundo, traducción de Constante y Alfre-
do Galleti, Santiago de Chile, Ediciones Ercilla, 1941.
Sobre el infinito universo y los mundos, traducción, prólogo y notas
de Ángel J. Capelletti, Buenos Aires, Aguilar, 1972.
Lo cena de las cenizas, introducción y traducción de Ernesto Schetti-
no M., México, Universidad Nacional Autónoma de México ,
1972 (reeditada sin nuestro consentimiento por Swan, San Loren-
zo del Escorial, 1984).
La cena de las cenizas, introducción, traducción y notas de Miguel

2 Se trata de las traducciones de que tenemos conocimiento, aunque no todas son


completas y la versión al espailol no siempre es adecuada.

259
Ángel Granada, Madrid, Editora Nacional, 1984. Reeditada en
Madrid por Alianza Editorial, 1987.
Los heroicos furores, introducción, traducción y notas de Maria
Rosario González Prada, Madrid, Tecnos, 1987.
Expulsión de la bestia triunfante y De los heroicos!u rores, introduc-
ción, traducción y notas de Ignacio Gómez de Liaño, Madrid, Al-
faguara, 1987.
Bajo el titulo de Mundo, magia, memoria, Ignacio Gómez de Liaño
publicó una antología de textos de Bruno (sobre todo del De la
causa, principio y uno, aunque contiene pasajes del Sobre el infi-
nito universo y los mundos, de la expulsión de la bestia triunfante
y de las obras latinas Sobre magia y Sobre la composición de imá-
genes, Madrid, Taurus, 1973 .
También tenemos la referencia de una traducción de Miguel Ángel
Granada de la expulsión de la bestia rriunfante, publicada en
1989.

Obras obre Bruno

Antonucci, María (editora), L 'está della Con1roriforma in l1alia,


Roma, Editori Riuniti, 1974.
Aquilecchia, Giovanni, Giordono Bruno, Roma, 1971.
Bédeanda, Henri, Pensée humaniste el 1rodi1ion chrétienne aux
xve. el XV/e. siécles, París, Editions Contemporaines, 1950.
Burkhardt, Jacobo, La cultura del Renacimiento en Italia, Barcelo-
na, Iberia, 1959.
Cantimori, Delio, Umonesimo e religione ne/ Rinoscimenro, Turín,
Einaudi Editore, 1975.
Cassirer, Er nst, Individuo y cosmos en lo filosofía del Renacimien-
to, Buenos Aires, Emecé Editores, 1951.
Cassirer, Ernst, El problema del conocimiento, t. 1, México, Fondo
de Cultura Económica, 1956.
Cicuttini, Luigi, Giordono Bruno, Milán, Societá Editrice "Vita e
Pensiero", s.f.
Ciliberto, Michele, Giordano Bruno, Bari, Editori Laterza, 1990.
Dresden, S., Humanismo y Renocimienlo, Madrid, McGraw-Hill-
Guadarrama, 1968.
Dunham, Barrows, Héroes y herejes, t. 11, Barcelona, Seix Barral,
1969.
Gentile, Cario (editor), Giordono Bruno ieri e oggi, Foggia, Edizio-
ni Bastogi, 1982.

260
Gentile, Giovanni, 11 pensiero italiano del Rinascimen10, Firenze,
Sanso ni Edito re, 1955 .
Guzzo, Augusto, Giordano Bruno , Buenos Aires, Columba, 1967.
Guzzo, Augusto, I dialoghi del Bruno , Turín, Edi!ioni de "L'Er-
ma", 1932.
Heller, Agnes, El hombre del Renacimiento, Barcelona, Península,
1980.
Hoffman, Ann, Uves of the Tudor Age. 1485-1603, Londres, Os-
prey Publishi ng Limited, 1977.
Koyré, Alexandre, Érudes Galiléenes, París, Hermann, 1966.
Koyré, Alexandre, From the Closed World to the lnfini1e Universe,
Baltimore, The Johns Hopkins Press, 1970.
Kristeller, Paul Oskar, Ocho filósofos del Renacimiento italiano,
México, Fondo de Cultura Económica, 1970.
Michel, Paul-Henri , Lo cosmologie de Giordano Bruno, París,
Hermano, 1962.
Namer, Emile, Giordano Bruno ou l'Univers comme fondement de
la philosophie moderne, París, Editions Seghers, 1966.
Pappi, Fulvio, An1ropologia e civi/ta ne/ pensiero di Giordano Bru-
no, Florencia, La Nuova Italia Editrice, 1968.
Pacerson, Antoinette Mann, The lnfinite Worlds of Giordano Bru-
no, Springfield, Charles C. Thomas Publisher, 1970.
Rocchi , Jean, L 'errance et l'hérésie ou le destin de Giordano Bruno,
París, Editions Fran~ois Bourin, 1989.
Singer, Dorothea W., Giordano Bruno. His Lije and Thought wi1h
Annotated Tronslalion of his Work on 1he lnfinite U ni verse and
Worlds, Nueva York, 1950.
Spampanato, Vincenzo, Documenti della vito di Giordano Bruno,
Firenze, Leo S. Olschki Editore, 1933.
Spampanato, Vincenzo, Vita di Giordano Bruno, Messina, Princi-
pato, 1921. [Reedición facsimilar reciente, Roma.)
Symonds, John A., El Renacimiento en Italia , México, Fondo de
Cultura Económica, 1957.
Vecchiotti, Icilio, Che coso ha veromente detto Bruno, Roma,
Ubaldini Editore, 1971 .
Védrine, Hélene, Lo conceplion de la nature chez Giordano Bruno,
París, Vrin, 1967.
Yates, Frances A., Giordano Bruno and the Hermetic Tradition ,
Londres, The University of Chicago Press, 1964 (existe edición es-
pai\ola , Barcelona, Ariel, 1983).
Yates, Frances A., Giordano Bruno e la culturo europeo del Rinosci-
mento , Bari, Lacerza, 1988.

261
La upulsión de Ja bestia triulffante
-Con una tirada de S mil ejemplares-
Jo terminó de imprimir la
Dirección General de Publicaciones
del Consejo Nacional para Ja Cultura y las Artes
en Jos talleres de
Comunicación Gráfica y R.epresentaciones P.J. S,A. de C. V.
Juan Antonio de la Fuente No. 21 rol. Obrera
en el mes de diciembre de 1991

Fotograíla de portada: Gcnoveva Villavisencio

Disefto de portada y cuidado de la edición:


Dirección General de Publicaciones

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