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SALA CONSTITUCIONAL

MAGISTRADA PONENTE: CARMEN ZULETA DE MERCHÁN

El 12 de agosto de 2008, el abogado Vladimir Villalba Rodríguez,

inscrito en el Instituto de Previsión Social del Abogado bajo el número

54.401, con el carácter de apoderado judicial de GENERAL MOTORS

VENEZOLANA, C.A., inscrita en el Registro Mercantil Primero de la

Circunscripción Judicial del Estado Carabobo el 27 de julio de 1988, bajo

el Nº 34, tomo 6-A, solicitó la revisión constitucional de la sentencia Nº

1016, dictada el 30 de junio de 2008 por la Sala de Casación Social de este

Máximo Tribunal.

El 14 de agosto de 2008, se dio cuenta en Sala y se designó ponente a


la Magistrada Doctora Carmen Zuleta de Merchán, quien con tal carácter la
suscribe.
Realizado el estudio del expediente, esta Sala decide, previas las

siguientes consideraciones:

DE LA SOLICITUD DE REVISIÓN

Señaló el apoderado judicial de General Motors Venezolana, C.A.,

como fundamento de la revisión, los siguientes argumentos:

Que, el 30 de junio de 2008, la Sala de Casación Social del Tribunal

Supremo de Justicia declaró con lugar el recurso de casación interpuesto

por el ciudadano Ángel Ernesto Mendoza contra el fallo dictado el 6 de

agosto de 2007 por el Juzgado Superior Segundo del Trabajo de la

Circunscripción Judicial del Estado Carabobo, que declaró sin lugar la

demanda que por enfermedad profesional incoó el mencionado ciudadano

contra General Motors Venezolana, C.A., al considerar que había prescrito

la acción, de conformidad con lo establecido en el artículo 62 de la Ley

Orgánica del Trabajo.

Indicó que, el fallo dictado por la Sala de Casación Social con

ocasión del recurso de casación ejercido, declaró con lugar el recurso “(…)

al considerar en una novedosa interpretación, que a pesar de estar

comprobado en el expediente y haber sido declarado por el Juez de Alzada,

que el trabajador tuvo conocimiento que padecía una supuesta enfermedad

profesional en fecha 27 de febrero de 2004,- y en consecuencia, era


aplicable el artículo 62 de la Ley Orgánica del Trabajo (LOT) con

respecto a la configuración y extensión del lapso de prescripción, sin

embargo dicho lapso de dos (02) años debía extenderse a cinco (05) años

por la ‘aplicación inmediata’ del artículo 9 de la Ley Orgánica de

Prevención, Condiciones y Medio Ambiente de Trabajo (LOPCYMAT),

aunque ésta última hubiere entra en vigencia con posterioridad, en fecha

26 de julio de 2005” (Subrayado propio del texto trascrito).

En este orden de ideas, señaló que “[e]sta interpretación viola el

principio de irretroactividad de la ley y otros principios constitucionales,

por cuanto significa la aplicación de una norma sustantiva (y no

adjetiva) de promulgación posterior a una situación jurídica verificada

bajo el imperio de una norma vigente para el momento de la ocurrencia

de los hechos (…)”(Subrayado y negritas del texto trascrito)

Asimismo delató “(…) la clara violación de las garantías de

seguridad jurídica y confianza legítima, específicamente la garantía de

irretroactividad de las leves; el principio de legalidad y de la tutela

judicial efectiva, en particular del debido proceso, previstos en los

artículos 24, 26, 44 y 49 (8) de la Constitución de la República Bolivariana

de Venezuela, así como la contravención de la reiterada jurisprudencia de

esa Sala Constitucional (…)” (Subrayado propio del texto trascrito).


En tal sentido precisó que “(…) el fundamento contenido en la

sentencia cuya revisión se solicita para aplicar el artículo 9 LOPCYMAT

(sic) a un supuesto de hecho perfeccionado con anterioridad a su entrada

en vigencia y regido en consecuencia por el artículo 62 LOT (sic), es la

‘aplicación inmediata' permitida en el citado artículo 24 CRBV (sic) en

casos de normas adjetivas o procedimentales”.

Argumentó que “(…) esta ‘aplicación inmediata’ de normas

procedimentales o adjetivas ex artículo 24 CRBV (sic) es claramente

inaplicable en el presente caso, toda vez que las normas sobre prescripción

tienen carácter sustantivo y no procedimental”.

Alegó que “(…) las normas que establecen la prescripción están

contempladas en leyes sustantivas, como de manera general lo prevé el

Código Civil Venezolano, y de manera especial con respecto a la materia

laboral, la Ley Orgánica del Trabajo y más recientemente la Ley Orgánica

de Prevención, Condiciones y Medio Ambiente del Trabajo”.

Adicional a lo anterior, precisó que “(…) se desprende del propio

fallo cuya revisión se solicita, que la fecha indubitada de constatación de

la enfermedad profesional u ocupacional en el presente caso fue el 27 de

febrero de 2004, momento en el cual era evidentemente aplicable el


artículo 62 LOT. Tal como fue declarado en el presente caso por la

Alzada” (Subrayado propio del texto trascrito).

Igualmente señaló que “(…) la interpretación que realiza la Sala

Social (…) extiende de manera inconstitucional el lapso de prescripción

para accionar judicialmente por enfermedades profesionales u

ocupacionales de dos (02) a cinco (05) años en aquellos casos en los

cuales, a pesar de la entrada en vigencia de la LOPCYMAT (sic), y en

consecuencia, hubiere comenzado el cómputo del lapso bianual de

prescripción según el artículo 62 LOT (sic), sin embargo aún no se hubiere

vencido dicho lapso de dos años para el momento en que entró en vigencia

la LOPCYMAT (sic).

Dentro de este orden de ideas disintió del criterio sostenido por la

Sala de Casación Social referido a la posibilidad de la aplicación inmediata

del lapso complementario de la norma sobre prescripción de las acciones de

indemnizaciones derivadas de accidentes de trabajo y/o enfermedad

profesional previsto en la Ley Orgánica de Prevención, Condiciones y

Medio Ambiente de Trabajo, dado que se basa “(…) en una acepción

extensiva y parcial de la doctrina asentada en fallo de esa Sala

Constitucional No. 015 del 15.12.05 (…)” Igualmente agregó que “[n]o

puede considerarse el lapso bianual de prescripción previsto en el artículo

62 Ley Orgánica del Trabajo como una consecuencia futura, puesto que la
norma en cuestión además de establecer el lapso temporal también fija los

criterios para activar su supuesto de hecho. Es decir la norma genera sus

consecuencias desde el mismo momento en que se cumplen las condiciones

para que comience a contarse el lapso de prescripción, vale decir la

ocurrencia del accidente o la constatación de la enfermedad, tras lo cual

transcurrirá fatalmente el lapso de prescripción a menos que el legitimado

accione judicialmente. Estas condiciones y no otras activan la norma, por

lo que extender su plazo por aplicación de una norma posterior la

descontextualiza y modifica un supuesto de hecho ya cumplido, alterando

severamente el equilibrio procesal de las partes”.

Que “(…) la nueva interpretación sobre la norma aplicable para

computar la prescripción de las acciones derivadas de accidentes de

trabajo o enfermedades ocupacionales, además de ser inconstitucional por

ser las normas sustantivas como el artículo 9 LOPCYMAT (sic) imposible

de ser aplicado de manera inmediata ex artículo 24 CRBV (sic), también es

errada desde el punto de vista de la tesis de la ‘colisión de las leyes en el

tiempo’ y del derecho intertemporal invocadas por la sentencia

cuestionada, toda vez que no puede considerarse el lapso bianual de

prescripción previsto en el artículo 62 LOT (sic) como una consecuencia

futura de la norma, visto que ésta genera sus consecuencias desde el

mismo momento en que se cumplen las condiciones para que comience a


contarse el lapso de prescripción; y porque en cualquier caso, deben

respetarse los hechos y efectos pasados de la normativa aplicable para el

momento en que se configuraron los hechos”.

Argumento que “(…) la novedosa interpretación del fallo cuya

revisión solicita[n], tiene una gravísima incidencia general en la

aplicación del régimen de prescripción de acciones en materia laboral de

incalculables consecuencias, toda vez que al fundamentarse en la indebida

‘aplicación inmediata’ de la nueva norma, además de extender un lapso

que cuando comenzó a contarse era de dos (02) años a cinco (05) años,

también cambia las condiciones o parámetros para comenzar a contarlo,

al ser desde luego diferentes los supuestos previstos en el artículo 9

LOPCYMAT de los indicados en el artículo 62 LOT" (Resaltado propio del

texto trascrito ).

Que “(…) el articulo. 9 LOPCYMAT (sic) establece que el lapso de

prescripción comenzará a contarse a partir de la fecha de terminación de

la relación laboral, o de la certificación del origen ocupacional del

accidente o de la enfermedad por parte de la unidad técnica administrativa

del Instituto Nacional de Prevención, Salud y Seguridad Laborales

correspondiente, la que ocurra de último. Por su parte y de manera

completamente distinta, el articulo 62 LOT (sic) establece que lapso de

prescripción comenzará a contarse a partir de la fecha del accidente o


constatación de la enfermedad. En consecuencia, la nueva interpretación

de la Sala de Casación Social, atinente a la ‘aplicación inmediata’ del

articula 9 LOPCYMAT (sic) aún en caso de que el lapso de prescripción se

hubiere ya iniciada baja el imperio del artículo 62 LOT (sic), no sólo

extiende la duración de dicha lapso, sino que también cambiaría los

supuestos previstos como punto de inicio del cómputo del mismo”.

Que “(…) la sentencia cuya revisión solicita[n] aplica una norma

que entró en vigencia el 26 de julio de 2005 (artículo 9 LOPCYMAT) (sic),

a un supuesto de hecho que se configuró el 27 de febrero de 2004, bajo la

vigencia del artículo 62 LOT (sic), lo cual es evidentemente

inconstitucional por implicar la aplicación retroactiva de la ley”.

Que “la sentencia cuya revisión se solicita contraviene

flagrantemente tanto las garantías de seguridad jurídica y confianza

legítima, específicamente la garantía de irretroactividad de las leyes; el

principio de legalidad, del debido proceso y de la tutela judicial efectiva,

previsto en lo artículos 24, 26, 44 y 49 (8) de la Constitución de la

República Bolivariana de Venezuela, como en la doctrina de esa Sala

Constitucional”.

En virtud de lo expuesto solicitó a esta Sala Constitucional que “(…)

declare ha lugar la presente solicitud de revisión constitucional, anule el


fallo revisado y quede en consecuencia confirmada la prescripción de la

acción correctamente declarada por el Tribunal de Alzada en el presente

caso”.

III

DEL FALLO OBJETO DE REVISIÓN

El 30 de junio de 2008, la Sala de Casación Social del Tribunal

Supremo de Justicia declaró con lugar el recurso de casación interpuesto

por la representación judicial del ciudadano Ángel Ernesto Mendoza, con

fundamento en los siguientes términos:

“[e]n la denuncia bajo examen, se delata el vicio de falta de


aplicación por la recurrida de los artículos 2 y 9 de la Ley
Orgánica de Prevención, Condiciones y Medio Ambiente del
Trabajo.

A los fines de verificar lo alegado por el recurrente se pasa a


transcribir un pasaje del texto de la recurrida:

Oportuna como fue la defensa de prescripción opuesta por la


accionada, se debe determinar la procedencia o no de tal
defensa, con respecto a la enfermedad ocupacional referida a
la Lumbalgia que dice padecer el actor, y lo hace de la
siguiente manera:

El artículo 62 de la Ley Orgánica del Trabajo establece, lo


siguiente: ‘La acción para reclamar la indemnización por
accidentes o enfermedades profesionales prescribe a los dos
(2) años, contados a partir de la fecha del accidente o
constatación de la enfermedad’.

Igualmente ha sido conteste la Sala de Casación Social del


Tribunal Supremo de Justicia, al señalar, que las acciones por
indemnización derivada de una enfermedad profesional,
prescribirán a los dos (2) años a partir de la constatación de
la enfermedad; por lo que, la Juez de la recurrida infringió
por error de interpretación, el artículo 62 de la Ley Orgánica
del Trabajo, así como la reiterada Jurisprudencia de nuestro
máximo Tribunal de Justicia, al considerar que el lapso de
prescripción comenzaba a computarse desde la declaración
de incapacidad.-

A los fines de fundamentar tal criterio, se mencionan a


continuación sentencia (sic) recientes de la Sala de Casación
Social del Tribunal Supremo de Justicia, a saber:

Caso -JUAN JOSÉ LIMPIO BENÍTEZ Vs. TOYOTA DE


VENEZUELA, C.A.-, de fecha 3 de octubre del año 2006:

(Omisis)

Caso -GARI ANTONIO BEJARANO TRIAS Vs. C.V.G.


INDUSTRIA VENEZOLANA DE ALUMINIO, C.A. (C.V.G.
VENALUM)- de fecha 9 de julio del año 2007.

(Omisis)
De los extractos de sentencias que anteceden, se desprende
que el lapso de prescripción para el reclamo de las
indemnizaciones derivadas por enfermedad profesional
comienza a computarse a partir del diagnóstico de ella, esto
es, desde que el trabajador está en conocimiento de la
existencia de la enfermedad y no desde la certificación de la
enfermedad, como erradamente lo declaró el A quo, de
conformidad con lo establecido en la Ley Orgánica del
Trabajo, aplicable al caso de autos, en razón de que la
presente acción se rige bajo la vigencia de la Ley Orgánica de
Prevención, Condiciones y Medio Ambiente del Trabajo,
derogada. Y ASÍ SE DECLARA.-

Del pasaje ut supra transcrito se evidencia que el ad quem


fundamentó la declaratoria de prescripción de la acción, en lo
dispuesto en el artículo 62 de la Ley Orgánica del Trabajo,
norma ésta aplicada por cuanto a su entender, la presente
acción se rige bajo la vigencia de la Ley Orgánica de
Prevención, Condiciones y Medio Ambiente del Trabajo
derogada, la cual no contenía disposición expresa alguna que
regulara dicha institución, como si el mencionado artículo
aplicado.

Ahora bien, en fecha 26 de julio de 2005, se publicó en la


Gaceta Oficial de la República Bolivariana de Venezuela N°
38.236, la Ley Orgánica de Prevención, Condiciones y Medio
Ambiente del Trabajo, la cual en su artículo 2, establece el
carácter de orden público de las disposiciones en ella
contenidas, en concordancia con la Constitución de la
República Bolivariana de Venezuela y la Ley Orgánica del
Sistema de Seguridad Social. Asimismo, en lo que interesa, el
artículo 9 de la referida Ley consagra el lapso de prescripción
de las acciones para reclamar las indemnizaciones por
accidente de trabajo o enfermedad ocupacional, a tenor de lo
siguiente:

Las acciones para reclamar las indemnizaciones a


empleadores o empleadoras por accidentes de trabajo o
enfermedades ocupacionales prescriben a los cinco años,
contados a partir de la fecha de terminación de la relación
laboral, o la certificación del origen ocupacional del
accidente o enfermedad por parte de la unidad técnico
administrativa del Instituto Nacional de Prevención, Salud y
Seguridad Laborales correspondiente, lo que ocurra de
último. (El subrayado es de la Sala).

En tal sentido, cabe destacar que el artículo 62 de la Ley


Orgánica del Trabajo, aplicado por la recurrida al caso de
autos, regula la prescripción de la acción para reclamar lo
relacionado con las indemnizaciones derivadas de infortunios
laborales, a saber, accidente de trabajo o enfermedad
profesional, en sujeción a un lapso bienal, es decir de dos (2)
años contados a partir de la fecha del accidente o
constatación de la enfermedad; lapso que al entrar en
vigencia la Ley Orgánica de Prevención, Condiciones y Medio
Ambiente del Trabajo (26 de julio de 2005), conforme al
artículo antes transcrito, fue ampliando a cinco años y
modificado el momento a partir del cual se inicia el cómputo
del mismo, a saber, a partir de la fecha de terminación de la
relación laboral, o de la certificación del origen ocupacional
del accidente o enfermedad por parte de la unidad técnico
administrativa del Instituto Nacional de Prevención, Salud y
Seguridad Laborales correspondiente, lo que ocurra de
último.

Observa la Sala que la Ley Orgánica de Prevención,


Condiciones y Medio Ambiente del Trabajo (26 de julio de
2005), en el Titulo IX, relacionado con las disposiciones
transitorias, derogatorias y finales, no estipula norma alguna
que derogue expresamente el artículo 62 de la Ley Orgánica
del Trabajo, que al igual que el artículo 9 de la señalada Ley,
regula lo concerniente a la prescripción de la acción derivada
de infortunios laborales, por lo que le corresponde a esta
Sala, indagar si la referida norma se encuentra derogada o no
y en caso afirmativo, si ella es susceptible de producir efectos
en el orden jurídico.
Es menester resaltar que en la causa sub examine, el
trabajador tuvo conocimiento que padecía una supuesta
enfermedad profesional u ocupacional, en fecha 27 de febrero
de 2004, oportunidad correspondiente al Informe emitido por
el ‘Neurorradiólogo’, vista la Resonancia Magnética, que se
practicó el ciudadano Ángel Ernesto Mendoza, con la
intención de conocer, cual era la causa del ‘continuo dolor
molesto que presentaba en la espalda’; en la cual se concluye
que el mismo presenta: ‘-ANILLO FIBROSO PROMINENTE
CON PEQUEÑA PROTUSION DE DISCO PARACENTRAL
IZQUIERDA L1-L2.-ANILLO FIBROSO PROMINENTE
DISCRETO L4-L5’; denotándose que desde la fecha señalada,
27 de febrero de 2004, hasta la fecha en que entró en vigencia
la Ley Orgánica de Prevención, Condiciones y Medio
Ambiente del Trabajo, conteste con su publicación el 26 de
julio de 2005, había transcurrido un (1) año, cuatro (4) meses,
veintinueve (29) días, es decir, no se había consumado el
lapso de prescripción a que hace referencia el artículo 62 de
la Ley Orgánica del Trabajo.

Por tanto, visto que con la entrada en vigencia de la nueva ley


no se derogó expresamente la regulación de la prescripción
de la acción en supuestos de infortunios laborales que
contempla la Ley Orgánica del Trabajo; la ampliación del
lapso de prescripción como las circunstancias excepcionales
que denota el presente caso, a saber: a) que el trabajador
accionante se encuentra prestando servicios para el
empleador-demandado; b) que para la fecha de entrada en
vigencia de la nueva Ley Orgánica de Prevención,
Condiciones y Medio Ambiente del Trabajo (26 de julio de
2005) no había transcurrido el lapso de prescripción a que
hace referencia el artículo 62 de la Ley Orgánica del Trabajo;
y c) la modificación sustancial del momento a partir del cual
se inicia el cómputo del lapso de prescripción en materia de
indemnizaciones derivadas de infortunios laborales; trae
consigo como al respecto señala Sánchez Covisa (1976), dos
problemas en cuanto a:

(...) 1.- La determinación de los dos instantes precisos en que


una ley empieza a ser obligatoria y deja de ser obligatoria. De
una ley situada entre esos dos momentos puede en efecto
proclamarse que ‘está vigente’. Antes o después podrá ser un
proyecto de ley, una ley en formación, una ley derogada o
anulada, pero en ningún caso una ley vigente.

Esto es lo que podríamos llamar ‘vigencia in abstracto de la


ley’, ya que tal vigencia tiene lugar aunque no exista
ninguna situación de hecho concreta a la que pueda
aplicarse.

2.- La determinación de las situaciones de hecho a las que no


se aplica, a pesar de estar vigente, o a las que se aplica a
pesar de haber cesado de estar vigente. Así, la Ley de Minas
vigente, a pesar de estarlo, no se aplica a las concesionarias
mineras anteriores en fecha a la de su entrada en vigor. Así, a
la inversa, el Código Civil de 1922, derogado el 1º de octubre
de 1942, se sigue aplicando con posterioridad a la fecha de su
derogación, a las relaciones contractuales que se concertaron
antes de la citada fecha.

Esto es lo que podríamos llamar ‘vigencia in concreto de la


ley’, ya que tal vigencia tiene lugar con relación a situaciones
de hecho concretas, prescindiendo de la vigencia abstracta de
la norma (...) (p.119 y 120).

Por lo que le corresponderá a esta Sala determinar conforme


a lo antes expuesto, cual es el lapso de prescripción aplicable
al caso de autos, para lo cual se observa:

La derogación de una norma o ley, constituye una modalidad


de pérdida de vigor de la misma, en virtud de que una nueva
norma o ley la suprime o modifica. La misma puede ser
expresa o tácita, ocurriendo la primera cuando la nueva ley
suprime formal y específicamente la ley o norma anterior; y se
habla de derogación tácita como lo señala la obra de Sánchez
Covisa (1976), La Vigencia Temporal en el Ordenamiento
Jurídico Venezolano, cuando ‘existe incompatibilidad
material entre los preceptos de una ley anterior y de una ley
posterior, sin que la posterior contenga cláusula derogatoria
expresa, ni haga incluso alusión alguna a la ley anterior.’.
(p.168). Por lo que al darse este supuesto de hecho, tal como
igualmente lo señala el citado autor ‘los preceptos de la ley
anterior quedan derogados en virtud del principio lex
posterior derogat priori’.

Así que, aplicando la doctrina citada al caso in commento,


visto que tanto el artículo 62 de la Ley Orgánica del Trabajo
como el artículo 9 de la Ley Orgánica de Prevención,
Condiciones y Medio Ambiente del Trabajo, regulan lo
referente a la prescripción de las acciones para reclamar las
indemnizaciones derivadas de accidente de trabajo o
enfermedad profesional, es decir, tienen igual ámbito de
aplicación, con base al principio universalmente admitido ‘lex
posterior derogat priori’, esta Sala concluye señalando que el
artículo 62 de la Ley Orgánica del Trabajo, fue tácitamente
derogado.

Ahora bien, la entrada en vigor de una nueva ley, trae consigo


lo que la doctrina ha denominado ‘colisión de leyes en el
tiempo’, todo ello fundado como lo señala Zitelmann, en su
obra ‘Sfera di validità e sfera de applicazione delle leggi.
[trad. It.], en DI, 1961’, en que generalmente el ámbito
temporal de vigencia y el ámbito temporal de eficacia no
coinciden perfectamente, produciéndose entre ambos
disociaciones.

En este sentido, la Sala Constitucional de este máximo


Tribunal en sentencia N° 1807 de fecha 03 de julio de 2003,
expresó:

Como lo señala Diez-Picazo, ‘la esencia de la derogación no


consiste en hacer desaparecer todos los efectos de la ley-por
más que a veces, pueda hacerlo-, sino en delimitar la eficacia
o aplicabilidad de las leyes en el tiempo, estableciendo una
ordenada sucesión de las mismas’ (La Derogación de las
Leyes. Editorial Civitas, S.A. Madrid, España, 1990, p235).
Así, lo ha reconocido la Corte Constitucional Italiana, en su
sentencia nº 49/1970, que estableció: ‘... La derogación no
tanto extingue las normas, cuanto delimita su esfera material
de eficacia y, por ello, su aplicabilidad a los hechos acaecidos
hasta un determinado momento en el tiempo, que coincide,
normalmente y salvo que se disponga otra cosa en la nueva
Ley, con la entrada en vigor de esta última...’ (Crizafulli, V.
Lezioni di diritto costituzionale. Vol. II, Padua, 1984).

La libertad del legislador para resolver el conflicto temporal


de leyes es amplia y puede manifestarse de dos modos, a
saber: a) normas de conflicto particulares, destinadas a
orientar la sucesión de dos o más leyes concretas; y b) normas
de conflicto generales, dirigidas a resolver la sucesión de
cualesquiera leyes. Ahora bien, el problema consiste en
determinar cuál es la eficacia normal de la ley en el tiempo, es
decir, cuál es la eficacia de la ley, en ausencia de
disposiciones transitorias, con respecto a las situaciones
pasadas, presentes y futuras subsumibles en el supuesto de
hecho por ella contemplado.

Por lo que le corresponde a esta Sala, como garante de los


principios, garantías y derechos constitucionales,
específicamente a la tutela judicial efectiva, recurrir al
derecho intertemporal para determinar cual de las normas
sobre prescripción de la acción de infortunios laborales (la
anterior o la posterior) debe aplicarse al caso de autos. El
derecho intertemporal, es definido por Wolff citado por
Joaquín Sánchez Covisa (1976) (ob. cit.), como ‘aquel que se
propone determinar que norma jurídica, entre dos o más
vigentes sucesivamente, debe aplicarse a una relación de la
vida real.’. (p. 210).

Sobre el particular, esta Sala de Casación Social en sentencia


N° 1 de fecha 9 de febrero de 2000, (Caso: Trina Valentina
López Almerida de Nieves contra Banco Mercantil, C.A.,
S.A.C.A., S.A.I.C.A.); en relación con el punto en estudio,
sentó las directrices que en materia laboral deben seguirse
para determinar ante un conflicto de normas vista la entrada
en vigencia de una nueva ley, cuál es la aplicable, y al efecto
señaló:
Ahora bien, en fecha 01 de mayo de 1.991, sin haber
concluido el lapso semestral previsto en la Ley que la
precedió, entró en vigencia la actual Ley Orgánica del
Trabajo, la cual en su artículo 61 modificó el referido lapso
ampliándolo a un año, por lo que, en criterio de esta Corte,
éste era el lapso aplicable al caso concreto.

En este orden de ideas se pronunció esta Sala en sentencia de


fecha 18 de julio de 1991, mediante la cual estableció que en
caso de conflictos suscitados por la entrada en vigencia de
una nueva Ley, debe acudirse a las normas de Derecho
Intertemporal, específicamente, a las disposiciones
transitorias, siendo que la Ley Orgánica de Tribunales y de
Procedimiento del Trabajo no contiene este tipo de normas,
por remisión de la misma Ley, debe acudirse a aquellas
previstas en el Código de Procedimiento Civil, que en su
artículo 941 dispone:

'...Los términos o lapsos que hubieren comenzado a correr, se


regirán por el Código Derogado, sin embargo, los lapsos
procesales en curso que resulten ampliados por el presente
Código, beneficiarán a las partes o al Tribunal en su caso...'

(Omissis)

‘…Corresponde de esta manera a esta Alzada pronunciarse


sobre la prescripción opuesta, dependiendo el examen de las
demás cuestiones planteadas, de lo que se decida sobre
aquélla.

La demandada opone la prescripción tomando como fecha de


finalización de la prestación de servicios el 14 de Diciembre
de 1990; oportunidad ésta que también refiere la actora en su
escrito libelar como de terminación de la relación de trabajo,
por lo que será a partir de esta fecha que se iniciará el
cómputo del lapso de prescripción.

Para el 14 de diciembre de 1990 se encontraba vigente la Ley


del Trabajo de 1936, con sus diferentes reformas, y el
Reglamento de la Ley del Trabajo de 1973, con vigencia a
partir del primero de febrero de 1974.

(…) La situación que nos ocupa surge porque la prestación


del servicio finalizó estando vigente la norma que establecía
la prescripción en seis meses y antes de vencerse esta lapso,
entró en vigencia la norma que estableció el término de un
año para la prescripción de las acciones provenientes de la
relación laboral.

(…) Ambas partes sostienen que la relación de trabajo finalizó


el 14 de diciembre de 1990, vigente la prescripción semestral,
por lo que ésta operaría el 14 de junio de 1991.

El libelo de demanda fue presentado al Tribunal el 25 de


noviembre de 1991, la admisión de la demanda se cumple el 2
de Diciembre de 1991 y la citación se logra el 9 de diciembre
de 1991, luego de haber vencido el lapso de seis meses a que
se refiere el artículo 287 de la Ley del Trabajo derogada,
pero vigente a la finalización de la relación de trabajo, por lo
que la acción evidentemente está prescrita’. (Negrillas de la
Sala. Vide: folios 274 al 290 del expediente).

(Omissis)
Lo constatado en el párrafo anterior significa que, para el 01
de mayo de 1991 -fecha en la cual entró en vigencia la
preceptiva legal de la actual Ley Orgánica del Trabajo que
fijó en un año el lapso de prescripción de los derechos del
trabajador amparado por dicho instrumento (vide: artículo
61)-, apenas había transcurrido un lapso de cuatro (4) meses
y dieciséis (16) días, contados a partir de la fecha en que
terminó la relación de trabajo in comento. Es decir, el lapso
de prescripción extintiva se encontraba en curso.

De allí que la recurrida en casación, conforme al criterio


jurisprudencial de Derecho Intertemporal que para la
prescripción extintiva de las acciones laborales fijó la Sala de
Casación Civil, en la supra copiada decisión, en lugar de
aplicar al presente caso la norma legal inserta en el artículo
287 de la derogada Ley del Trabajo -consagratorio de un
lapso de prescripción extintiva semestral-, diversamente ha
debido aplicar el régimen de prescripción liberatoria anual
contemplado en el artículo 61 de la vigente Ley Orgánica del
Trabajo. Así se declara.

Con respecto a la aplicación del Derecho intertemporal,


Joaquín Sánchez Covisa (1976, ob. cit.), señala:

Existe una norma fundamental en el Derecho intertemporal de


todos los países, que es la de que los actos y relaciones de la
vida real se regulan por la ley vigente en el momento en que
se llevan a cabo. Esta regla, formulada por la doctrina en la
forma ‘tempus regit actum’, es perfectamente paralela a la
regla de Derecho intertemporal ‘locus regis actum’.

(Omissis)

(...) El problema que se plantea en el Derecho intertemporal


(...) es precisamente, la determinación de ese ‘tempus’ en el
cual tiene su punto de apoyo cada relación jurídica.

(…)
El origen histórico de esta regla es la vieja norma de Derecho
Romano ‘Leges et constituciones futuris certum est dare
forman negotiis, non ad facta praeterita revocari’.

Además de esta regla, que afecta a cualquier especie de leyes


y que, por su misma generalidad, es fuente constante de
dificultades, existen otras reglas especiales, que afectan a
determinados sectores del orden jurídico. Tal es el caso de las
normas que establecen reglas intertemporales especiales para
el Derecho procesal y, más destacadamente, para el Derecho
Penal, en el cual rige ordinariamente la norma excepcional
complementaria que establece la retroactividad de las leyes
penales más favorables al reo.

Por último, muchas leyes, contienen, por lo común bajo la


rúbrica de ‘disposiciones transitorias’, normas especialísimas
de Derecho intertemporal, que resuelven los conflictos que
suscita la entrada en vigor de la ley en cuestión.

Ahora bien, ¿cómo se integran estas diversas normas de


Derecho intertemporal en un orden jurídico positivo?

Pueden distinguirse tres sistemas esenciales (...).

(Omissis)

Tercer Sistema: Corresponde este último sistema a aquellos


ordenamientos jurídicos en los cuales el principio de la
irretroactividad de la ley es un precepto constitucional, lo que
no obsta para que contengan en leyes ordinarias normas
transitorias especiales, cuyo contenido no podrá contradecir
en ningún caso, como es lógico, el mencionado imperativo
constitucional.
Por consiguiente, en tales órdenes jurídicos se aplicará en
todo caso, el principio de irretroactividad. Se aplicará
asimismo, cuando existan, las normas transitorias especiales
que contengan las leyes ordinarias, con la importante
salvedad de que tales normas podrán reglamentar para el
caso en cuestión el principio constitucional, podrán prescribir
una aplicación paulatina de la ley a los casos concretos, mas
no podrán infringir, desde ningún punto vista el principio de
irretroactividad (...).

(Omissis)

(...) Este tercer sistema... corresponde... al Derecho Positivo


Venezolano (...) (Omissis). (p. 211, 212, 213,214).

En este orden de ideas, se advierte que el principio de


irretroactividad de la ley se encuentra consagrado en nuestro
ordenamiento, a nivel constitucional, en el artículo 24 de la
Constitución de la República Bolivariana de Venezuela en los
siguientes términos:

Artículo 24: Ninguna disposición legislativa tendrá efecto


retroactivo, excepto cuando imponga menor pena.

Las leyes de procedimiento se aplicarán desde el momento


mismo de entrar en vigencia aun en los procesos que se
hallaren en curso; pero en los procesos penales, las pruebas
ya evacuadas se estimarán en cuanto beneficien al reo o a la
rea, conforme a la ley vigente para la fecha en que se
promovieron.
Cuando haya dudas se aplicará la norma que beneficie al reo
o a la rea.

El alcance de este principio ha sido determinado en varias


ocasiones por la jurisprudencia y doctrina de nuestro país,
mediante el análisis de las diversas situaciones que pudieran
dar lugar a una aplicación retroactiva de la ley.

En relación con ello, señaló la Sala Constitucional, en


decisión N° 15 de fecha 15 de febrero de 2005 (caso: Tomás
Arencibia Ramírez, Richard Urpino y otros), lo siguiente:

La inclinación de la redacción de la norma hacia la


aplicación de este principio en la especial materia penal no
puede conducir, en modo alguno, a entender que la
irretroactividad de las leyes es únicamente garantía penal, y
no exigible en relación con las normas que regulen otros
ámbitos jurídicos. Antes por el contrario, se trata de un
principio general del Derecho, que fue elevado, en nuestro
ordenamiento jurídico, al rango de derecho constitucional,
cuya importancia es tal que, como sostuvo esta Sala en
sentencia n° 1507 de 05.06.03 (Caso Ley de Regulación de la
Emergencia Financiera), no es susceptible siquiera de
restricción ni suspensión en el caso de regímenes de
excepción.

En relación con este principio, la jurisprudencia de esta Sala


(entre otras, sentencias 1760/2001; 2482/2001, 104/2002 y
1507/2003), ha señalado lo siguiente:

‘Una elemental regla de técnica fundamental informa que las


normas jurídicas, en tanto preceptos ordenadores de la
conducta de los sujetos a los cuales se dirigen, son de
aplicación a eventos que acaezcan bajo su vigencia, ya que no
puede exigirse que dichos sujetos (naturales o jurídicos,
públicos o privados) se conduzcan u operen conforme a
disposiciones inexistentes o carentes de vigencia para el
momento en que hubieron de actuar.
La garantía del principio de irretroactividad de las leyes está
así vinculada, en un primer plano, con la seguridad de que las
normas futuras no modificarán situaciones jurídicas surgidas
bajo el amparo de una norma vigente en un momento
determinado, es decir, con la incolumidad de las ventajas,
beneficios o situaciones concebidas bajo un régimen previo a
aquél que innove respecto a un determinado supuesto o trate
un caso similar de modo distinto. En un segundo plano, la
irretroactividad de la ley no es más que una técnica conforme
a la cual el Derecho se afirma como un instrumento de
ordenación de la vida en sociedad. Por lo que, si las normas
fuesen de aplicación temporal irrestricta en cuanto a los
sucesos que ordenan, el Derecho, en tanto medio
institucionalizado a través del cual son impuestos modelos de
conducta conforme a pautas de comportamiento, perdería
buena parte de su hálito formal, institucional y coactivo, ya
que ninguna situación, decisión o estado jurídico se
consolidaría. Dejaría, en definitiva, de ser un orden’.

Ahora bien, como afirma JOAQUÍN SÁNCHEZ-COVISA, la


noción de retroactividad se encuentra intrínsecamente
relacionada con la noción de derecho adquirido, si se
entiende por tal “aquel que no pueda ser afectado por una ley
sin dar a la misma aplicación retroactiva”-, por lo que ambos
son “el aspecto objetivo y el aspecto subjetivo de un mismo
fenómeno”, expresión que esta Sala ha hecho suya en
sentencias nos 389/2000 (Caso Diógenes Santiago Celta) y
104/2002 (Caso Douglas Rafael Gil), entre otras. En
consecuencia, esta Sala considera que ha de partirse de la
premisa de que “una ley será retroactiva cuando vulnere
derechos adquiridos” (SÁNCHEZ-COVISA HERNANDO,
JOAQUIN, La vigencia temporal de la Ley en el ordenamiento
jurídico venezolano, 1943, pp. 149 y 237).

Asunto por demás complejo es la determinación de en qué


casos una norma jurídica es retroactiva y, en consecuencia,
cuándo lesiona un derecho adquirido. Para ello, la autorizada
doctrina que se citó delimita cuatro supuestos hipotéticos: (i)
cuando la nueva Ley afecta la existencia misma de un
supuesto de hecho verificado antes de su entrada en vigencia,
y afecta también las consecuencias jurídicas subsiguientes de
tal supuesto; (ii) cuando la nueva ley afecta la existencia
misma de un supuesto de hecho que se verificó antes de su
entrada en vigencia; (iii) cuando la nueva ley afecta las
consecuencias jurídicas pasadas de un supuesto jurídico que
se consolidó antes de su entrada en vigencia; y (iv) cuando la
nueva ley sólo afecta o regula las consecuencias jurídicas
futuras de un supuesto de hecho que se produjo antes de su
vigencia.

En los tres primeros supuestos, no hay duda de que la nueva


Ley tendrá auténticos efectos retroactivos, pues afecta la
existencia misma de supuestos de hecho (Actos, hechos o
negocios jurídicos) o bien las consecuencias jurídicas ya
consolidadas de tales supuestos de hecho que se verificaron
antes de la vigencia de esa nueva Ley, en contradicción con el
principio ‘tempus regit actum’ y, en consecuencia, con el
precepto del artículo 24 constitucional. En el caso de la
cuarta hipótesis, la solución no es tan fácil, ante lo cual
SÁNCHEZ-COVISA propone –postura que comparte esta
Sala- que habrá de analizarse el carácter de orden público o
no de la norma jurídica que recién sea dictada, para
determinar si su aplicación no puede renunciarse o relajarse
por voluntad de las partes (Ob. cit., pp. 166 y ss.) y, en caso
afirmativo, la nueva legislación puede válidamente y sin ser
retroactiva regular las consecuencias futuras de las
relaciones existentes, siempre que se respeten los hechos y
efectos pasados.

Conteste con lo antes expuesto, aceptar en el presente caso,


aplicar de forma inmediata el lapso complementario de la
norma sobre prescripción de las acciones de indemnizaciones
derivadas de accidentes de trabajo y/o enfermedad
profesional, previsto en la Ley Orgánica de Prevención,
Condiciones y Medio Ambiente del Trabajo (26 de julio de
2005), conllevaría a regirse por las consecuencias futuras de
un supuesto nacido bajo la norma anterior a su vigencia, pero
aún no consolidado.

Es decir, no se trata de la reapertura de un lapso de


prescripción que hubiera transcurrido íntegramente antes de
la entrada en vigencia de la nueva normativa, sino de la
aplicación inmediata de una norma a una situación que,
aunque derivada de un supuesto generado bajo la vigencia del
artículo 62 de la Ley Orgánica del Trabajo, aún no había
concretado sus efectos jurídicos.

En este sentido, expone el autor venezolano Joaquín Sánchez-


Covisa, citando a Roubier que ‘La ley tendrá efectos
retroactivos –según Roubier- cuando se aplique a hechos
consumados (facta praeterita) o a situaciones en curso (facta
pendentia) en la parte que es anterior al cambio de legislación
mas no tendrá efecto retroactivo sino inmediato, cuando se
aplique a hechos futuros (facta futura) o a situaciones en
curso (facta pendentia) en la parte que es posterior al cambio
de legislación’. (pág. 234).

Con base en lo expuesto, concluye esta Sala que la aplicación


inmediata del lapso previsto en el artículo 9 de la Ley
Orgánica de Prevención, Condiciones y Medio Ambiente del
Trabajo, al caso de autos, resulta totalmente plausible a la luz
de los preceptos constitucionales, y en ningún momento puede
considerarse una aplicación retroactiva de la Ley, sino por el
contrario, el modo consecuencial de eficacia de la Ley a
partir del momento de su entrada en vigencia, ello, en virtud
de ampliar el lapso de prescripción aún no consumado bajo la
vigencia de la derogada ley.

Por tanto, a criterio de esta Sala, tomando como punto de


referencia que bajo los postulados del artículo 62 de la Ley
Orgánica del Trabajo, la supuesta enfermedad profesional se
constató en fecha 27 de febrero de 2004, al practicarse el
accionante la resonancia magnética, tal como se señaló ut
supra, en virtud del principio tempus regis actum; al aplicar
el lapso de prescripción ampliado en la Ley Orgánica de
Prevención, Condiciones y Medio Ambiente del Trabajo (26
de julio de 2005), es decir, de cinco años al terminus a quo, se
constata que siendo interpuesta la demanda en fecha 6 de
julio de 2006 y notificándose a la demandada el 27 de julio
del mismo año, habían transcurrido dos (2) años y cinco (5)
meses, lo cual evidencia que no operó el lapso de
prescripción. Así se decide.
En virtud de los planteamientos antes expuestos, esta Sala de
Casación Social, considera que la recurrida incurrió en el
vicio que se le imputa, como es la falta de aplicación del
artículo 9 de la Ley Orgánica de Prevención, Condiciones y
Medio Ambiente del Trabajo. En este orden, debe declararse
con lugar la presente delación, lo cual hace inoficioso
pronunciarse sobre las demás infracciones planteadas. Así se
decide.

Evidenciada como ha sido la infracción cometida por el


Sentenciador de Alzada, la Sala declara con lugar el recurso
de casación interpuesto por la parte accionante, y en
consecuencia, anula el fallo recurrido, todo de conformidad
con lo dispuesto en el artículo 175 de la Ley Orgánica
Procesal del Trabajo, y dado que la declaratoria esta fundada
en que la acción no está prescrita, conforme a la norma
aplicable –artículo 9 de la Ley Orgánica de Prevención,
Condiciones y Medio Ambiente del Trabajo-, a fin de
garantizar el principio de la doble instancia, se repone la
causa al estado de que el Juzgado Superior que resulte
competente, dicte sentencia en cuanto al fondo de la
controversia. Así se decide.

DECISIÓN

Por las razones antes expuestas, este Tribunal Supremo de


Justicia en Sala de Casación Social, administrando justicia en
nombre de la República y por autoridad de la Ley, declara: 1)
CON LUGAR el recurso de casación interpuesto por la parte
actora, contra la sentencia proferida por el Juzgado Superior
Segundo del Trabajo de la Circunscripción Judicial del
Estado Carabobo, en fecha 6 de agosto de 2007; 2) se
ANULA el fallo recurrido, y 3) se REPONE la causa al
estado ya fijado en la parte motiva de la presente sentencia”.

IV
DE LA COMPETENCIA

Esta Sala determinar su competencia para conocer de la presente

solicitud de revisión y al respecto observa, que conforme lo establecido en

el numeral 10 del artículo 336 de la Constitución de la República

Bolivariana de Venezuela, esta Sala Constitucional del Tribunal Supremo

de Justicia, tiene atribuida la competencia de “(…) revisar las sentencias

definitivamente firmes de amparo constitucional y de control de

constitucionalidad de leyes o normas jurídicas dictadas por los tribunales

de la República, en los términos establecidos por la ley orgánica

respectiva (…)”.

Conforme a la citada disposición constitucional, el legislador

estableció en los artículos 5.4 y 5.16 de la Ley Orgánica del Tribunal

Supremo de Justicia de la República Bolivariana de Venezuela, lo

siguiente:

“(…) Es de la competencia del Tribunal Supremo de Justicia


como más alto Tribunal de la República.

4. Revisar las sentencias dictadas por una de las Salas,


cuando se denuncie fundadamente la violación de principios
jurídicos fundamentales contenidos en la Constitución de la
República Bolivariana de Venezuela, Tratados, Pactos o
Convenios Internacionales suscritos y ratificados válidamente
por la República, o que haya sido dictada como consecuencia
de un error inexcusable, dolo, cohecho o prevaricación (…).
… omissis …

16. Revisar las sentencias definitivamente firmes de amparo


constitucional y control difuso de la constitucionalidad de
leyes o normas jurídicas, dictadas por los demás tribunales de
la República”.

De acuerdo al referido contexto legal, esta Sala determinó en el fallo

N° 93 del 6 de febrero de 2001 (caso: “Corpoturismo”) que la potestad

extraordinaria, excepcional, restringida y discrecional, de revisar las

decisiones judiciales, recae sobre los siguientes tipos de sentencia:

“1. Las sentencias definitivamente firmes de amparo


constitucional de cualquier carácter, dictadas por las demás
Salas del Tribunal Supremo de Justicia y por cualquier
juzgado o tribunal del país.

2. Las sentencias definitivamente firmes de control expreso de


constitucionalidad de leyes o normas jurídicas dictadas por
los tribunales de la República o las demás Salas del Tribunal
Supremo de Justicia.

3. Las sentencias definitivamente firmes que hayan sido


dictadas por las demás Salas de este Tribunal o por los demás
tribunales o juzgados del país apartándose u obviando
expresa o tácitamente alguna interpretación de la
Constitución contenida en alguna sentencia dictada por esta
Sala con anterioridad al fallo impugnado, realizando un
errado control de la constitucionalidad al aplicar
indebidamente la norma constitucional.

4. Las sentencias definitivamente firmes que hayan sido


dictadas por las demás Salas de este Tribunal o por los demás
tribunales o juzgados del país que de manera evidente hayan
incurrido, según el criterio de la Sala, en un error grotesco en
cuanto a la interpretación de la Constitución o que
sencillamente hayan obviado por completo la interpretación
de la norma constitucional. En estos casos hay también un
errado control constitucional (…)”.

En el presente caso, se observa que la solicitud de revisión de autos

fue interpuesta contra la sentencia Nº 1016 dictada por la Sala de Casación

Social de este Tribunal Supremo de Justicia el 30 de junio de 2008. En

consecuencia, esta Sala se declara competente para conocer y decidir la

revisión solicitada, advirtiendo que la misma estará supeditada al examen

que de las actas procesales se realice para verificar la existencia de un error

evidente o inexcusable en la interpretación de la Constitución, o de la

sustracción absoluta de los criterios interpretativos de normas y principios

constitucionales adoptados por esta Sala Constitucional, así como también

de algún tipo de violación constitucional en la que, por estar envuelto el

orden público, sea necesaria la intervención del máximo intérprete

constitucional. Así se declara.

CONSIDERACIONES PARA DECIDIR

Establecido lo anterior, esta Sala pasa a pronunciarse acerca de la

presente solicitud de revisión, no sin antes reiterar el criterio sostenido en

sentencia del 2 de marzo de 2000 (caso: “Francia Josefina Rondón


Astor”), ratificado en el fallo del 13 de julio de 2000 (caso: “Asociación de

Propietarios y Residentes de la Urbanización Miranda”), conforme al cual

la discrecionalidad que se atribuye a la facultad de revisión constitucional,

no debe ser entendida como una nueva instancia y, por tanto, la solicitud en

cuestión se admitirá sólo a los fines de preservar la uniformidad de la

interpretación de normas y principios constitucionales o cuando exista una

deliberada violación de preceptos de ese rango, lo cual será analizado por

esta Sala, siendo siempre facultativo de ésta, su procedencia.

Por otra parte, esta Sala ha sostenido en casos anteriores que la labor

tuitiva del Texto Constitucional mediante la revisión extraordinaria de

sentencias no se cristaliza de forma similar a la establecida para los

recursos de gravamen o impugnación, diseñados para cuestionar la

sentencia, para ese entonces, definitiva.

Antes bien, el hecho configurador de la revisión extraordinaria no es

el mero perjuicio, sino que, además, se verifique un desconocimiento

absoluto de algún precedente dictado por esta Sala, la indebida aplicación

de una norma constitucional, un error grotesco en su interpretación o,

sencillamente, su falta de aplicación, lo cual se justifica en el hecho de que

en los recursos de gravamen o de impugnación existe una presunción de

que los jueces en su actividad jurisdiccional, actúan como garantes

primigenios de la Carta Magna. De tal manera que, sólo cuando esa


presunción logra ser desvirtuada es que procede, la revisión de la sentencia

(Vid. Sentencia de la Sala N° 2.957 del 14 de diciembre de 2004, caso:

“Margarita de Jesús Ramírez”).

Tomando en cuenta las anteriores consideraciones y luego de un

cuidadoso análisis de los alegatos esgrimidos en la solicitud de revisión

planteada, esta Sala observa que el ejercicio de este excepcional medio

constitucional va dirigido a objetar la valoración realizada por la Sala de

Casación Social, sobre la aplicación inmediata del lapso complementario

de la norma que sobre la prescripción de las acciones derivadas de

accidentes de trabajo y/o enfermedad profesional, prevé artículo 9 de la

Ley Orgánica de Prevención, Condiciones y Medio Ambiente de Trabajo.

Así las cosas, considera esta Sala que en el caso de autos, el


razonamiento sostenido por la Sala de Casación Social de este Máximo
Tribunal resulta ajustado a derecho, dado que se enmarcó dentro de los
principios constitucionales de progresividad y de interpretación más
favorable de los derechos de los trabajadores consagrados en los cardinales
1 y 3 del artículo 89 constitucional; determinando en el caso sub júdice que
la aplicación inmediata del lapso previsto en al artículo 9 de la Ley
Orgánica de Prevención, Condiciones y Medio Ambiente de Trabajo, “(…)
resulta totalmente plausible a la luz de los preceptos constitucionales, y
que ningún momento puede considerarse una aplicación retroactiva de la
Ley, sino por el contrario, el modo consecuencial de eficacia de la Ley a
partir del momento de su entrada en vigencia, ello, en virtud de ampliar el
lapso de prescripción aún no consumado bajo la vigencia de la derogada
ley “; aserto éste que comparte la Sala.
Ante la situación planteada, se impone para la Sala reiterar una vez

más que, la sola inconformidad con el dispositivo de un fallo adverso -tal


como se desprende del escrito presentado- no da cabida a solicitar la

revisión constitucional.

Ergo, esta Sala determina que el fallo objeto de revisión resulta


ajustado a derecho, por lo que no se determina la violación de los derechos
y garantías constitucionales denunciados por el solicitante, toda vez que no
hubo socavamiento alguno por parte de la sentencia cuestionada.

Por ende, esta Sala al determinar que el fallo no incurre en los


supuestos determinados para la procedencia de la revisión constitucional
determina que la presente solicitud debe declararse no ha lugar en derecho,
por lo que se desestima. Así se decide.

VI

DECISIÓN

Por las razones expuestas, esta Sala Constitucional del Tribunal

Supremo de Justicia, administrando justicia en nombre de la República, por

autoridad de la Ley, declara que NO HA LUGAR a la solicitud de revisión

constitucional interpuesta por el abogado Vladimir Villalba Rodríguez, con

el carácter de apoderado judicial del GENERAL MOTORS

VENEZOLANA, C.A, de la sentencia Nº 1016, dictada por la Sala de

Casación Social de este Máximo Tribunal, el 30 de junio de 2008.

Publíquese y regístrese.

Dada, firmada y sellada en el Salón de Sesiones de la Sala

Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia, en Caracas, a los 31 días


del mes de octubre de dos mil ocho (2008). Años 198º de la Independencia

y 149º de la Federación.

La Presidenta,

LUISA ESTELLA MORALES LAMUÑO

El Vicepresidente,

FRANCISCO A. CARRASQUERO LÓPEZ

Los Magistrados,

JESÚS EDUARDO CABRERA ROMERO


PEDRO RAFAEL RONDÓN HAAZ

MARCOS TULIO DUGARTE PADRÓN

CARMEN ZULETA DE MERCHÁN

Ponente

ARCADIO DE JESÚS DELGADO ROSALES

El Secretario,

JOSÉ LEONARDO REQUENA CABELLO


Derecho Intertemporal

Introducción.
La irretroactividad nace en el derecho romano y se extiende luego por el
mundo, convirtiéndose en un principio de aplicación de la ley aceptado
universalmente; es decir, válido entodos los tiempos y en todos los lugares.
Para poder analizar de manera empírica el principio de la irretroactividad es
necesario hacer mención de sus principales teorías, como la es la teoría
deSavigny, la teoría de derechos adquiridos, teoría del hecho jurídico
cumplido, la teoría de Roubier y la teoría del interés público o privado, las
cuales definen la base de este principio jurídico.
La irretroactividad de las leyes significa que las normas legales rigen a
partir de su vigencia sin poder aplicarse a situaciones pasadas, sobre todo
por razones de seguridad jurídica. Imagínense la situación de que alguien
cometiera un hecho en ese momento no calificado como delito, y al
momento de ser juzgado rigiera otra ley que sí lo condenara, y ésta pudiera
serle aplicada.Desarrollo.
• Derecho Transitorio o Intertemporal:
Son normas de transición que tienen un lapso de inicio y un lapso de
conclusión. Las Normas jurídicas tienen un tiempo de vigencia. El inicio de
lavigencia coincide con la publicación en Gaceta Oficial o con la fecha
posterior que ella misma indique, y la vigencia de la norma finaliza con la
derogación por otra norma. Cuando la norma se aplicafuera de los extremos
de su vigencia se presentan dos problemas: la irretroactividad y la
retroactividad de la ley.
• Principio de la irretroactividad de la ley:
Principio general aplicable en elderecho venezolano, consagrado en los
artículos: 24 de la Constitución y 3 del Código Civil.
El principio significa que la ley no puede aplicarse a los hechos ocurridos
con anterioridad a su entrada envigor. La ley solo se aplica a los hechos
ocurridos en su vigencia.

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