Cuántas veces habremos escuchado de chicos eso que nos
decían en tono de amenaza: el ocio es la madre de todo los vicios. Y nosotros, los chicos en aquel entonces, sin saber que era ocio, intuíamos que teníamos que estar siempre en ocupaciones socialmente aceptadas. ¿Escuchar música? Siempre que nuestras manos estuvieran ocupadas en algún otro trabajo. ¿Estar pensando? Eso era no hacer nada y por tanto vicio. ¿Reírse mucho? ¡Ojo! Peligro!!! Después llorarás!!! La generación de mayores que educó a los que hoy forman esta generación de adultos mayores estuvieron educados en la cultura del esfuerzo, del trabajo, desdeñando el placer y el tiempo libre. ¿Cuándo empezamos a saber que existía ese tiempo libre?. De muy grandes. Y todavía es difícil quedarse una hora solamente escuchando música sin ninguna otra cosa en las manos. Pues bien, ahora se estudia el ocio y el tiempo libre como situaciones saludables y recomendables en especial para los adultos mayores. En un trabajo presentado en el Primer Congreso Iberoamericano de Psicogerontología, El Establecimiento de un Estilo de Ocio Activo y Saludable en la Vejez, Silvia Martínez Rodríguez de la Universidad de Deusto, escribe: “El disfrute de experiencias de ocio se ha revelado como un factor de calidad de vida y un recurso de primera magnitud para estimular el desarrollo personal cumpliendo, además, una función terapéutica en determinadas situaciones. Las múltiples investigaciones sobre los beneficios del ocio justifican que sea considerado por parte de los profesionales de la gerontología, como un recurso a utilizar en las intervenciones dirigidas a las personas mayores. Por otro lado, el establecimiento de un estilo de ocio equilibrado que contribuya a impulsar el crecimiento y el bienestar personal es algo que, desde una perspectiva preventiva, debería formar parte de los objetivos de cualquier acción dirigida a personas ancianas.” Qué es el tiempo libre
Es un concepto complejo, porque no es simplemente “no hacer
nada”. Mas aún, es hacer, pero disfrutando, optando, en donde lo que predomina es la motivación y lo que se tiende es a lograr placer, gratificación, tranquilidad, paz interior. Es complejo porque no es lo mismo para todas las personas. Tiene en común la motivación y el disfrute, pero las formas en que pueden tomar esas actividades de tiempo libre son muy variadas. Es interesante lo que dice Sergio Fajn en su trabajo “Recreando el Envejecer”, presentado en el Primer Congreso de Psicogerontología: “Partimos de la premisa que el tiempo libre es una construcción a la que se arriba. Llamaremos operación recreativa a las oportunidades que el sujeto se de para hacer lugar durante su tiempo liberado de obligaciones a la construcción de un nuevo tiempo, el tiempo vivido con libertad o tiempo libre. Es durante el tiempo liberado de obligaciones cuando se presentan condiciones favorables para realizar esta construcción, ya que es aquí donde bajan los niveles de exigencias y coerciones. Quizás el sujeto pueda habilitarse a realizar el pasaje del tiempo liberado de obligaciones hacia el tiempo libre. Es una experiencia de autoconstrucción y de autonomía. Autoconstrucción en tanto se fabrica un tiempo nuevo, una vivencia subjetiva de autotransformación, de implicación con el deseo. Y de autonomía en tanto se instala un espacio único y propio, instante de soledad donde es uno y solo uno quien se hará responsable por el modo de transitar el tiempo.” Todo aquello que lleva a que los adultos mayores obtengan una mejor calidad de vida con la singularidad que ello significa, proporciona un aumento de la autoestima y la seguridad consiguiente. Aprender a darse permisos, a quererse, a gratificarse, lleva a hacer no solo cosas por uno mismo sino por los demás. Las actividades solidarias juegan un rol importante en la forma en que los individuos interactúan con otros y se gratifican en la tarea.