las buenas madres siempre quieren lo
mejor para sus hijos. En una escuela
FLORECILLAS PARA LA
VIRGEN
Es la historia de Oscar, un muchacho que no
cree en María y la parece ridículo ofrecerle
propósitos a manera de florecillas. En un
sueño ve a la Virgen en persona quien recibe
las flores de sus compañeros, mientras de él
no recibe sino un tallo seco y con espinas.
Esto le hará cambiar de parecer respecto a
la Virgen y se convierte en su gran devoto
ACTORES 5: Profesor, María, Oscar, José y
Ariel. Además hay un relator.
EFECTOS: Hay un momento en el que se
pasa de la realidad al sueño y viceversa, un
poco de música y/o humo caería muy bien.
RELATOR: Es costumbre que para el mes de
María todos presentemos una florecilla a la
Virgen. A ella le gusta mucho todo lo que
nosotros podamos hacer para demostrarle
que la queremos, pero le gusta más cuando
esto nos ayuda a cambiar y a ser mejores;
pequeño sacrificio, o un buen propósito que
harán en honor de la Virgen.
salesiana de nuestra ciudad un profesor que
era muy devoto de la Virgen decidió pedir a
sus estudiantes que prepararan sus
florecillas para entregárselas a ella. Unos lo
aceptaron bien, pero hubo otros que no.
Veamos lo que ocurre.
PROFESOR: Bueno muchachos, vamos a
terminar con lo que más les gusta a
ustedes… ¡tarea!
TODOS: ¡No! ¡Otra vez..! ¡Ya tenemos
mucha!...
PROFESOR: Pero esta vez su tarea es muy
distinta y además fácil.
ARIEL: Siempre nos dice eso… pero a ver
con qué nos sale ahora
PROFESOR: Su tarea consiste en dar a la
Virgen unas flores. Nada más…
JOSÉ: Y por qué no le damos dinero para
que las compre usted y nos aprueba a
todos…
PROFESOR: Es que estas son flores
especiales, no se compran en ninguna
tienda. Para que me entiendan reciban este
papel (entrega a todos un papelito). Ahora
escriban ahí una buena acción, o un
OSCAR: ¿Y cómo sabrá que hemos cumplido
con la tarea?
PROFESOR: Fácil, porque el día de la Virgen,
el 24 de Mayo, me lo dirás a mí y a toda la
clase… Ahora pueden irse, nos vemos la
siguiente semana, adiós…
(se va el profesor y se quedan los
estudiantes, al menos los 3)
ARIEL: ¡Ya tengo las flores que le quiero dar
a la Virgen!
JOSÉ: No sé si valga la pena hacer este tipo
de cosas, pero por si acaso las haré no vaya
a ser que el profesor revise o se le ocurra
preguntar a mis padres, allí si que me
metería en líos.
OSCAR: (con fuerza les quita los papeles a
sus compañeros y los rompe) ¡No se dan
cuenta que esto es una tontería! ¡Tan
tontos son para caer en estos juegos sin
sentido!
ARIEL: ¡Oscar! ¿Qué tienes?
JOSÉ: Si Oscar, te pasas de la raya.
OSCAR: Ya estoy cansado de que nos traten
como si fuéramos niños… ¡Florecillas!
Nunca escuché cosa más idiota… Y
dedicadas a la Virgen … ¡Y ustedes creen
esos cuentos! ¡Maduren! ¡Dejen de ser
niños! (Se va furioso)
JOSÉ: ¿Tú qué opinas Ariel?
ARIEL: Yo amo a la Virgen con todo mi
corazón, rezo el rosario todas las semanas y
nunca me duermo sin rezarle… me duele lo
que piensa Oscar, pero eso no me arruinará
mi mes de la Virgen. ¿Y tú qué dices?
JOSÉ: La verdad yo creo porque me dicen
que lo haga, pero no tengo mucha fe… pero
la idea de tener una madre en el cielo
siempre me ha gustado, por eso a veces le
rezo a María. Tienes razón, Oscar no nos va
a dañar el mes de María.
ARIEL: Saca una hoja y vamos a escribir
nuestras florecillas.
(José saca una hoja de su cuaderno, la
divide en dos, da una mitad a Ariel y ambos
se sientan en el suelo… piensan un rato y
luego escriben).
ARIEL: Deja ver tus propósitos.
JOSÉ: ¡No! Esos son secretos…
ARIEL: Tienes razón, pero yo quiero pedirte
que me ayudes a cumplir con una florecilla
JOSÉ: ¿Yo? ¿Cómo?
ARIEL: Algo que quiero regalar a la Virgen es
mucha oración por Oscar, ojalá ella pueda
tocarle el corazón y hacerle cambiar.
Sabemos que es un buen amigo, pero a
veces se le afloja un tornillo… como ahora…
¿me ayudas?
JOSÉ: ¡Claro! Para serte sincero yo también
escribí ese propósito… así que lo hacemos
juntos. Bueno, ahora vámonos a nuestras
casas porque se hace tarde y no quiero dar
un disgusto a mi mamá, porque rompería
mi segundo propósito…
ARIEL: Y el tercero es dejar de decir
groserías… (se escapa)… Chao!!
JOSÉ: Oye no le digas a nadie…
(Después de un momento entra
nuevamente Oscar, sigue molesto)
OSCAR: No puedo entender cómo pueden
ser tan tontos en creer esos cuentos de la
edad media…. (se sienta) Pero bueno, no
me voy a arruinar la salud por culpa de esos
inventos. Mejor me pongo a estudiar, no
quiero repetir el año otra vez… (siente
sueño y se duerme)
RELATOR: Oscar no era un mal muchacho.
Se encontraba en la adolescencia y le
costaba entenderse a sí mismo, pero más
todavía siendo agresivo buscaba hacerse
notar entre sus compañeros. A pesar de que
no era un “ejemplo de conducta”, sus
compañeros le querían y aceptaban. Pero
más aún, aquél día en el que habló tan feo
de la Virgen María, ella le daría una lección
que no iba a olvidar.
(En sus sueños, se levanta de donde quedó
dormido y ve a María)
MARÍA: ¡Vengan! ¡Todos! ¡Vengan todos
hijos! Vengan que quiero darles unos
regalos que me ha dado mi hijo Jesús para
ustedes.
(Ariel aparece con un bello ramo de flores.
José con unas cuantas. José se da cuenta
que en su mano tiene unos tallos secos.
María les reparte unas especies de regalos.
José se ha quedado apartado)
MARÍA: Oscar, hijo mío ven, éste regalo es
para ti.
OSCAR: Ma, Ma… María debes estar
equivocada porque yo no merezco ningún
regalo.
MARÍA: ¿Cómo que no? Todos mis hijos
merecen regalos
JOSÉ: Pero yo no me porto bien y además
hoy hablé mal de ti…
MARÍA: No importa hijo, mi amor por mis
hijos no depende de cómo se comporten,
yo siempre les amaré, incluso aunque ellos
no me quieran. No te olvides que soy tu
madre y el amor de madre nunca se pierde.
(Oscar se acerca y le da un abrazo)
ARIEL: Mamá, hoy que es tu día queremos
darte unos regalos.
JOSÉ: Si mamá, hemos traído algo para ti.
MARÍA: ¡Qué sorpresa tan maravillosa! ¿Y
qué es?
ARIEL: (Se acerca y le da su bello ramo de
flores y se va) Estos son los propósitos que
he hecho para regalarte y mira, con la
ayuda de Dios he podido cumplirlos todos,
así que ahora te presento este ramo.
JOSÉ: (Se acerca y le da su bello ramo de
flores y se va) Mi ramo no es tan grande y
bello como el de Ariel, pero lo poco que
tengo te lo entrego con mucho cariño. Hice
muchos propósitos, pero sólo pude cumplir
algunos cuantos, pero ese poco sacrificio
que hice por ti te lo doy ahora, espero que
te guste mamá.
MARÍA: Si claro que me gusta, estas flores,
las flores de su buen comportamiento, las
flores de sus buenos deseos y de los
pequeños sacrificios que hacen para ser
mejores pensando en mí son las que más
me gustan, son el mejor regalo que me
pueden hacer. (Se da cuenta de que Oscar
se quedó apartado y con las manos
escondidas con sus tallos secos) Y tú Oscar
¿No tienes algo para darme?
OSCAR: Si, pero prefiero no dártelo
MARÍA: ¿Por qué dices eso?
OSCAR: Mi madre querida no tengo un
ramo de rosas, ni siquiera unas cuantas
como José, ni siquiera una… porque no hice
propósitos, no tomé en serio lo que tantas
veces me dijeron sobre ti… y ahora sólo
tengo para darte estos tallos secos y llenos
de espinas (se pone a llorar).
MARÍA: (Se acerca y le consuela) Hijo no te
preocupes… Ciertamente las flores de Ariel
y de José son muy bellas y me gustan, pero
ahora me encuentro feliz de saber porque
desde que eras niño no me decías madre y
hoy lo has hecho, por hoy para mí eso es
suficiente. Así que no te desanimes y a
partir de hoy sé un buen hijo mío. ¿Está
bien? (le da una de sus flores y se va…)
OSCAR: Si mamá, si mamita querida, si
mami. (vuelve al lugar donde quedó
dormido y despierta, se seca las lágrimas y
se da cuenta que tiene la flor)
OSCAR: ¡Madre! ¡María te amo!
RELATOR: (mientras se hace el relato se
dispone todo como comenzó, en la clase)
Oscar entendió por medio de su sueño que
María no es un cuento o una historia, sino
una presencia real en nuestra vida. Después
de esa experiencia nuestro amigo Oscar no
volvió a ser el mismo. En cuanto llegó a su
casa escribió una serie de propósitos para
ofrecerlos como florecillas a María. La flor
que la Virgen le había dado con el tiempo se
marchitó, pero Oscar quiso reemplazarla
con cientos de buenos propósitos, en honor
de su madre querida, la Virgen María.
Unos días después del sueño, llegó el día de
presentar la “tarea” al profesor.
PROFESOR: Bueno jovencitos, veamos
entonces cómo nos fue con la tarea. ¿Quién
quiere comenzar?
(todos levantan la mano)
PROFESOR: ¡Qué extraño! Todos quieren
participar… ¿qué bicho les picó?
Bueno, entonces comencemos por José,
dinos cómo te fue:
JOSÉ: Como usted bien sabe, no me gusta
ser orgulloso así que sólo cumplí unos
cuantos de los propósitos que me hice, pero
los que los cumplí los cumplí bien… me
siento contento.
MAESTRO: “Unos cuantos” no está mal,
pero recuerda que somos hijos de un Padre
perfecto y la mediocridad no va bien con
nuestro Padre… A ti Ariel no te pregunto
porque ya sé que cumpliste todos tus
propósitos.
quiero hacer nada que la ofenda, por el
contrario quiero hacer que toda mi vida sea
un hacer florecillas para ella, para mi
madre. La primera de éstas es esta acción
en la que reconozco mis errores, pido
perdón y me comprometo a cambiar.
PROFESOR: Esa es la mejor florecilla que he
escuchado en toda mi vida…

ARIEL: E inclusive algunos de los propósitos (La clase sigue…)

de José… para que no se queden en el
vacío…
PROFESOR: ¿y Tú Oscar? ¿Quieres
compartir con nosotros cómo te fue?
OSCAR: Si profesor
PROFESOR: (admirado) ¿Si…?
adelante, te escuchamos…
RELATOR: María es nuestra madre, no lo
dudemos nunca. Nos ama sin importar lo
que hagamos, pero espera de nosotros que
podamos ser buenos hijos suyos. Oscar
aprendió que las florecillas que le
ofrecemos agradan a la Virgen María, por
Digo… ello no dudemos en hacer las propias y
ofrecérselas.

OSCAR: Profesor, no se avergüence de

sorprenderse porque sé bien que fui muy
FIN
irresponsable. La verdad no tenía
propósitos, la idea de hacer florecillas para
la Virgen me parecía cursi, e incluso tonto.
Profesor, rompí la hoja con los propósitos
de mis compañero y por eso me disculpo
ante usted y ante ellos.

Pero ahora entiendo bien que soy un hijo de

María Auxiliadora, ahora sé que ella me
ama como su hijo aunque no lo merezca.
Pero porque ahora la quiero tanto no