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Curso: RUNAS VIKINGAS
Lic. Marinela Ramírez

Guía N° 6: EL DIOS ODÍN


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Ymir Audumla

Bolthorn Buri

Bestla Bor

Vili Ve
Odín, jefe supremo del panteón nórdico, es un dios complejo, casi indescifrable para la
consciencia y los valores contemporáneos. Al ser hijo de Bor (cuyas facciones eran
delicadas y espíritu bondadoso) y la giganta Bestla, descendiente del temible Ymir, su
propio origen es una manifestación de la lucha entre la razón y el instinto, la vida y la muerte,
el bien y el mal, extremos que coexisten en él y le dan impulso a sus actos. A veces guerrero
implacable, a veces poeta, siempre buscador de la verdad, Odín es el dios del ingenio y la
lucha por la vida.

El dios difusor de las runas

La importancia del dios Odín en nuestro estudio es fundamental, ya que a él se le atribuye


el conocimiento de las runas. Las Eddas (1) narran que, mediante un sacrificio, que fue un
acto chamánico, alcanzó a encontrar un medio de comunicación entre dioses y humanos.
Se colgó del árbol Yggdrasil, herido por su propia lanza, durante nueve días con sus noches
sin comer ni beber, en principio adentrándose en las inconmensurables profundidades y
sabiduría del Niflheim, para luego recorrer psíquicamente los otros ocho mundos. Con una
gran fuerza de voluntad su cuerpo soportó esta misión suicida y se dice que de alguna
manera renació trayendo en su mente el cúmulo de conocimiento al cual sólo los muertos
tienen acceso. En ese lapso, fue capaz de adentrarse en las entrañas del ser, donde
vislumbró los caracteres rúnicos. Con un grito desgarrador llegó hasta el fondo y se apoderó

(1)
Eddas: Los Edda son 2 recopilaciones medievales de historias orales antiguas relacionadas con
la mitología nórdica. Estas obras islandesas juntas forman el corpus más importante para conocer
la mitología nórdica. Fueron recopiladas y escritas por eruditos que preservaron una parte de estas
historias. Una es la Edda prosaica (conocida también como Edda menor o Edda de Snorri), escrita
en prosa, y la Edda poética (también llamada Edda Mayor o Edda de Saemund). En la Edda poética
se recopilan poemas muy antiguos, de carácter mitológico y heroico, realizada por un autor
anónimo hacia 1250.
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de ellos. Con el esfuerzo, Odín perdió el conocimiento, pero logró atrapar las Runas y ellas
fueron su legado para el mundo.

Una vez en tierra modeló los símbolos de las runas que había conocido, talló runas mágicas
sobre su lanza Gungnir, sobre la dentadura de su caballo Sleipnir y sobre otras incontables
cosas animadas e inanimadas. Su objetivo era dejar esta sabiduría a los mortales y a los
demás dioses. Al principio fueron usadas por los hombres como objetos mágicos, después
como oráculo y finalmente como caracteres de los primeros alfabetos nórdicos.

Según relato del Edda Mayor, en su capítulo denominado Hávamál (recopilado en siglo XI
Uppsala, Suecia, 138), está la sección conocida como Rúnatal. Allí se narra el origen de las
Runas:

Veit ek, at ek hekk


Sé que colgué
vindga meiði á
en un árbol mecido por el viento
nætr allar níu,
nueve largas noches
geiri undaðr
herido con una lanza
ok gefinn Óðni,
y dedicado a Odín,
sjalfr sjalfum mér,
yo ofrecido a mí mismo,
á þeim meiði,
en aquel árbol del cual nadie
er manngi veit,
conoce el origen de sus raíces.
hvers af rótum renn.
No me dieron pan,
Við hleifi mik sældu
ni de beber de un cuerno,
né við hornigi,
miré hacia lo hondo,
nýsta ek niðr,
tomé las runas
nam ek upp rúnar,
las tomé entre gritos,
æpandi nam,
luego me desplomé a la tierra.
fell ek aftr þaðan.

Edda poética - Hávamál, estrofa 138[23] [24]

…..

Rúnar munt þú finna Conoce las runas


ok ráðna stafi, y aprende los signos,
mjök stóra stafi, los caracteres de mucha fuerza,
mjök stinna stafi, los caracteres de mucho poder,
er fáði fimbulþulr que tiñó el tulr supremo (Odín).
ok gerðu ginnregin y los altos poderes hicieron
ok reist hroftr rögna. y el señor de los dioses (Odín) grabó.

Edda poética - Hávamál, estrofa 142[23] [24]


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Los nombres de Odín


Odín, nombre vikingo del dios supremo, es a su vez llamado con otros muchos nombres.
Es Wotan para los germanos y Woden para los anglosajones, tres nombres que, en suma,
pueden significar “Furia” o “Arrebato”. De su nombre anglosajón Woden deriva el nombre
en Inglés Antiguo wōdnesdæġ (hoy Wednesday) que asigna al Miércoles, día consagrado
al culto a Woden. En la tradición latina, el miércoles se reservaba al dios Mercurio. No es
casual que a Mercurio y a Odín se les asignen atributos como elocuencia, inteligencia y
creatividad para salir de aprietos, además del engaño y la jugarreta.
Odín también es conocido como “el padre de todos" porque es quien rige sobre todos los
dioses, pero literalmente es el padre de muchos de ellos. Es llamado "Padre de los caídos",
porque todos aquellos que han caído en batalla son sus hijos adoptivos; para quienes
reservó el Valhalla y el Vingólf, palacios donde son llevados para formar un ejército élite,
los einherjars, preparado para enfrentar la arremetida del mal en la batalla final Ragnarok.
También se le conoce como “el caminante”, porque transitaba por todos los mundos
creados, en especial Midgard, la tierra de los hombres, para transmitir enseñanzas y
consejos, junto a los valores de la tradición ancestral. Es igualmente llamado “viento y
espíritu”, por haber insuflado la vida a los seres humanos en la creación del mundo. Se le
conoce así mismo, como “el dios tuerto” porque entregó un ojo a cambio de la sabiduría,
relato que se hará más adelante por ser de suma importancia para conocer la personalidad
de este dios.

Padre de los dioses

Odín es el dios de la guerra, de la muerte, de la sabiduría, de la poesía y de la


magia. Era uno de los dioses primigenios, hijo de Bor, uno de los primeros seres
que habitaron el mundo en sus orígenes. Con sus hermanos Vili y Ve creó el
mundo, le dio un orden y estructura, reinando entre todos los dioses que fueron
naciendo en adelante. Según la mitología escandinava, se considera a Odín el
padre de los primeros humanos Ask y Embla, ya que les dio forma y vida.

Además, fue respetado por todos los dioses porque en variadas ocasiones logró
deshacer los planes del dios Loki de llevar a cabo el Ragnarok (destrucción u
ocaso de los dioses), con lo cual consiguió el respeto de los demás dioses y un
lugar similar al detentado por Zeus en el Olimpo Griego.

Reinaba desde el Asgard, dominio de los dioses, y en él tenía un palacio


majestuoso, Bilskirnir, el más grande del reino divino. Allí estaba el Hlidskialf,
su trono, desde donde podía ver por completo los nueve mundos creados. Tenía
tres esposas: Frigg, Jord y Rinda.

Frigg, que representaba la tierra cultivada, le dio tres hijos, Balder (llamado a
ser el sucesor de Odín), Hoder y Hermod. Sólo ella podía sentarse en el trono de
Odín, pues ella gobernaba conjuntamente con él sobre los dioses.
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Con Jord (también conocida como Erda), símbolo de la tierra deshabitada, Odín
engendró a Thor, el dios guerrero más fuerte, y Meili (de quien poco se sabe).

La tercera esposa de Odín es Rinda, que representaba la tierra fría del invierno,
con quien el dios aceptaba estar un corto período de tiempo. Con ella engendró
a Vali, quien vengaría su muerte en el Ragnarok y sería uno de los pocos dioses
que sobreviviría a esa catástrofe.

Los aspectos de odín


El caminante sabio
En las representaciones pictóricas se le ve deambulando
como un “anciano sabio”. Un hombre fuerte de larga barba
blanca, con capa oscura (gris o azul), sombrero de ala
ancha y bastón o báculo. Y es que, para sus andanzas,
solía vestirse de ese modo a fin de no ser reconocido y se
mezclaba con los mortales para compartir sabiduría y
consejos. Por ser un caminante, es el dios de los viajeros
y de quienes se desplazan por los caminos del mundo.

En la gráfica vemos a Odín, el anciano sabio, tal como lo


imaginó el pintor sueco Georg Von Rosen, 1886.

El guerrero
Con frecuencia vemos a Odín como el
guerrero con su lanza, Gungnir, que jamás
fallaba y había sido creada por los enanos
con una rama del árbol sagrado Yggdrasil.
Llevaba el brazalete Draupnir, que se
regeneraba cada siete días y cabalgaba en
su caballo de ocho patas, Sleipnir,
“resbaladizo”, capaz de ir velozmente de un
lado al otro del horizonte ya que sus ocho
patas simbolizaban los vientos
provenientes de los ocho puntos
cardinales.
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El dios supremo
Otra imagen frecuente de Odín lo muestra sentado
en su trono divisando los mundos con su visión de
360 grados. Allí suele estar acompañado por dos
lobos, Geri y Freki, que simbolizaban el espíritu
cazador innato de su amo, y eran alimentados con
la carne que se suponía era para Odín, ya que éste
solo se alimentaba de hidromiel, bebida de miel
fermentada.
También lo acompañaban o sobrevolaban los
cuervos Hugin y Munin, cuyos nombres significaban
“pensamiento” y “memoria”, que eran la extensión
de sus ojos y oídos. En realidad pensamiento y
memoria eran dos valores muy apreciables para
este eterno buscador de conocimiento, para quien la
sed de alcanzar la sabiduría llegaba hasta límites
casi obsesivos.

Odín, el dios sabio


Odín es un dios de gran sapiencia, fruto del
conocimiento del mundo, de la magia y la poesía.
Tal sapiencia fue adquirida en principio a cambio
de uno de sus ojos. Según narra la leyenda, una
vez creado el mundo, ansioso de conocer los
misterios de la vida y la muerte, viajó hasta la tierra
de los gigantes, Jotunheim, en las raíces de
Yggdrasil, donde hizo una visita a su tío
materno Mimir, el gigante reconocido por su
sabiduría y guardián del pozo que llevaba su
nombre. El dios le pidió a Mimir que le permitiese
tomar un trago de esa agua, ya que para ser el rey
de los dioses necesitaba la sabiduría que ella
proporcionaba.
El manantial era la fuente de todo ingenio y
sapiencia y en sus profundidades se reflejaba
claramente el pasado, el presente y el futuro.
Mimir, conocedor del valor de un favor como el que
Odín le pedía, se rehusó, a menos que éste le diera a cambio uno de sus ojos. El dios,
decidido a alcanzar su meta, aceptó de inmediato, con su propio cuchillo arrancó uno de
sus ojos y lo entregó a Mimir quien lo guardó, hundiéndolo en las profundidades del
manantial. Una vez en el fondo de las aguas, el ojo se convirtió en un objeto pálido y a la
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vez brillante. Así, el ojo del pozo simbolizó la Luna y el que quedaba en el rostro de Odín,
el Sol. Al beber abundantemente de estas aguas, y mediante este rito iniciático que le causó
la pérdida de un ojo, Odín alcanzó el saber que ansiaba, la gran herencia ancestral, el
conocimiento omnisciente del gigante y su único ojo adquirió una visión ilimitada.

Dios de la magia o chamán


Odín era considerado también el dios de la magia. Gracias a sus profundos y variados
conocimientos, era capaz de atravesar los nueve mundos sin contratiempos, sabía cómo
recorrer grandes distancias en poco tiempo, abandonar su cuerpo, aparecer y desaparecer
a voluntad, así como cambiar su aspecto cuando lo necesitaba. En ocasiones, por ejemplo,
adoptaba la forma de un águila.
Estos dones lo ponían en contacto con el mundo de los muertos, pero también lo
convirtieron en el dios de la guerra interior. En efecto, muchas serían las batallas de Odín
contra diversos enemigos, en especial contra los gigantes de hielo, pero más intensas aún
son sus propias batallas interiores.
Conocedor del destino final de los dioses, Ragnarok, leyenda sobre la cual hablaremos en
un documento posterior, mantiene una lucha interna para no perder el control sobre el orden
en los mundos ya creados y al mismo tiempo, consciente de la gran responsabilidad que
pesaba sobre sus espaldas como era mantener la vida y la creación materializadas en estos
nueve mundos, solía luchar contra sí mismo y sus propias debilidades.
Todo ello explica el carácter severo y a veces contradictorio del dios, así como el que
los vikingos, inspirados por esta formidable figura, fueran tan audaces y aguerridos.
Estaban movidos por la certidumbre de que morir heroicamente en combate les aseguraba
un lugar en el Valhalla y, con ello, el honor de ser parte del ejército de Odín.

Los palacios de Odín


Odín tenía tres palacios a su disposición: el Gladsheim, la sala de reuniones; el Valaskialf,
donde se encontraba su trono Hlidskialf y desde donde divisaba los mundos; y el palacio
Valhalla, donde iban los elegidos que habían muerto valientemente en combate. Morir en
combate era la muerte más noble y digna que un nórdico podía esperar; morir de viejo, por
una enfermedad o en un acto de cobardía era una deshonra que se pagaba con un destino
cruel, el inframundo de Hel, una suerte de infierno de eterno sufrimiento. Cuando había una
batalla en el Midgard, el reino de los hombres, Odín enviaba a las Valkirias, quienes
seleccionaban a los más valerosos guerreros para conducirlos a Valhala. Allí eran
nombrados Einherjars, ejército a la disposición del propio Odín que descansaban y se
entrenaban para enfrentar al mal en la batalla final Ragnarok. En Valhala, comían carne de
jabalí y bebían hidromiel. Una vez saciados, luchaban en el patio destrozándose los unos
a los otros hasta que el cuerno sonaba de nuevo. Sus heridas sanaban inmediatamente y
los combatientes, como buenos amigos, volvían de nuevo a otro banquete.

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