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Anselm Grün

NUESTRAS
PROPIAS
SOMBRAS
Tentaciones, complejos, limitaciones

Cuarta edición

Edición debatida y comentada sin autorización


del autor

NARCEA, S.A. DE EDICIONES


ANSELM GRÜN ha publicado en esta colección:
• La mitad de la vida como tarea espiritual. La crisis de los 40/50 años
• La oración como encuentro.
• Buscar a Jesús en lo cotidiano. Ejercicios en la vida diaria.
• Su amor sobre nosotros. Reflexiones orantes para todos los días.
• La salud como tarea espiritual. Actitudes para encontrar un nuevo gusto por la vida.
• Una espiritualidad desde abajo. El diálogo con Dios desde el fondo de la persona.

Queda rigurosamente prohibido, sin autorización escrita de los titulares del “Copyright”, bajo las sanciones
establecidas en las leyes, la reproducción total o parcial de esta obra por cualquier medio o procedimiento,
comprendidos la reprografía y el tratamiento informático, y la distribución de ejemplares de ella mediante
alquiler o préstamo público.

NARCEA, S.A. DE EDICIONES, 2001


Dr. Federico Rubio y Galí, 9, 28039 Madrid
narcea@infonet.es
www.narceaediciones.es
Vier-Türme-Verlag, Münsterschwarsach, Alemania
Título original: Der Umgang Mit Dem Bösen
Traducción: Carlos Castro Cubells
I.S.B.N.: 84-277-0961-7
Depósito legal: M. 47.007-2000
Impreso en España, Printed in Spain
Imprime LAVEL, S.A. Pol. Ind. Los Llanos. 28970 Humanes (Madrid)

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Indice

Pags.
Prólogo del digitalizador.............................................................. 4

Prólogo del grupo de debate......................................................... 9

Prólogo a la edición española por Carlos Castro Cubells............. 12


El mal como experiencia. Lenguaje mítico y lenguaje científico.
La voz monástica nos habla.

Introducción.................................................................................. 64

1. Naturaleza de los demonios..................................................... 87

2. Técnicas de los demonios........................................................ 129

3. Clases de demonios................................................................. 152


El demonio de la gula. El demonio de la lujuria. El demonio
de la codicia. El demonio de la tristeza. El demonio de la ira.
El demonio de la acedía. El demonio de la vanagloria. El
demonio del orgullo.

4. La lucha con los demonios...................................................... 194


Diversas técnicas. El método antirrético. Medios contra
cada vicio.

5. Signos del triunfo sobre los demonios.................................. 210

Conclusión................................................................................. 212

Conclusión del digitalizador...................................................... 214

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Prólogo del digitalizador

Este libro lleva diecisiete siglos escribiéndose. Es algo así como una “mamushka”. Es un
libro dentro de otro, y así. Está basado en las enseñanzas acumuladas desde los primeros monjes
cristianos del siglo III que llegaron hasta nuestros días, formalmente escrito por el monje
benedictino Anselm Grün, (en quien se evidencia la influencia de los aportes psicológicos de la
escuela austríaca de Carl Jung, lo que lo hace poco recomendable, y aún escandaloso, para
algunos) y prologado largamente por Castro Cubells.
A todo esto hay que agregarle que fue elegido por un grupo de trabajo interno al que yo
pertenecía, para estudiar la actividad demoníaca a la luz del cristianismo y, sin confesarlo
abiertamamente, también a la luz de las ideas de Gurdjieff. (Porque para los católicos, Gurdjieff es
más escandaloso aún que Grün, que Jung, que... en fin...).
Tenía la costumbre de grabar las jornadas de trabajo, porque lo que allí se decía me era
muy valioso a nivel personal.
Después, la experiencia de vida y los ratos libres hicieron el resto. Un largo trabajo de
desgrabación y selección de lo importante (lleno de sugestivos contratiempos con olor a azufre) me
hizo intercalar los comentarios del grupo, complementado con notas aclaratorias al pie escritas
bajo mi responsabilidad, bastante posteriores a todo el proceso de lectura comentada. Es decir,
con el diario del lunes...
Los diferentes tipos de letras y apartados les ayudarán a reconocer los diferentes niveles.
Los integrantes del grupo Kenosis están presentados por las iniciales de sus nombres.

El problema de la maldad siempre fue muy urgente para mí, aunque sólo en mis últimos
años tomé conciencia de esto. Ahora, cada vez me desespera más la percepción de que tendemos
a creer que la raìz de los problemas del mundo es la ignorancia, o la pobreza, o la política, o…
cualquier cosa, menos la maldad. Ahora esto se me hace obvio, y sin embargo, para la mentalidad
del hombre promedio es una idea extraña o ingenua.
Uno de los primeros recuerdos que tengo de mi infancia (tendría uno o dos años, recién
habría aprendido a caminar) fue el encontrarme de pie al lado de un Cristo crucificado en la iglesia
que estaba frente a mi casa natal, que en ese momento se me presentó como enorme, aunque no
debía medir más de un metro, claro. Estaba apoyado en el piso, o tal vez un poco elevado, en un
costado de la iglesia. Recuerdo la sangre, la expresión de dolor en el rostro del mártir. En ese
momento, seguramente se estaba desarrollando una misa, porque al horror de esa visión se le
sumó el horror adicional de ver que toda la gente estaba ahí (entre quienes estaban mis padres y
abuelos), tranquilamente sentada. Recuerdo que sentí algo que podría ponerse en palabras del
siguiente modo: “¿Cómo pueden estar tan tranquilamente sentados ahí cuando a alguien le
hicieron algo tan espantoso?”.
Después, por supuesto, la vida me enseñaría cuánto confiar en los que están...
“tranquilamente sentados ahí”. Pero todavía me cuesta entender la naturaleza de la maldad.
Todavía me sorprende hasta dónde puede llegar la destrucción que produce.
En general, esos individuos creen que soy ateo. Que se lo sigan creyendo.
Habiendo cometido tan tempranamente el pecado se solipsismo, luego comprendí que el
problema de la maldad solamente se le hace urgente a quienes alcanzan un cierto desarrollo.
Hasta donde puedo ver desde donde estoy en este mundo, existen tres niveles de religiosidad:

El primero es la religiosidad del deseo.


El segundo es la religiosidad del poder.
El tercero es la religiosidad de la conciencia.

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Digresión necesaria:
Esta separación por niveles es chocante y hasta ofensiva para el religioso convencional
actual (Y de otras épocas más aún, pero qué importa ahora...). Gran parte de la historia de la
humanidad se ha pasado en guerras entre seguidores de diferentes religiones, todos tratando de

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imponer por la fuerza a los otros bandos su religión particular, en la seguridad de que la propia
religión es la verdadera mientras que la del enemigo es falsa.
Actualmente, la “globalización” impone una visión mucho más civilizada y pretendidamente
superadora, consistente en el “respeto a la pluralidad”, lo que equivale en fin a decir que todas las
religiones son igualmente válidas, a lo que se le suma que también es válido no tener ninguna. Los
exterminios en masa provocados por las guerras de otras épocas se ha reducido un poco, pero los
fundamentos sobre los que descansa esta nueva moda (es una moda, créanme) no son mucho
más evolucionados que los fundamentos que sostenían el anterior estado de cosas. ¿Son
preferibles? Seguramente. Pero son igualmente falsos.
El verdadero motivo por el cual existen diferentes religiones en diferentes niveles es tan
sencillo y básico que es posible sentir que uno es un poco tonto cuando por fin se lo comprende.
A nadie sensato se le ocurriría la idea de hacer que un alumno de primaria curse 7 veces el
tercer grado, o que un egresado de séptimo grado ingrese directamente a la universidad, ni que el
nivel secundario sea posterior al universitario. La necesidad de ir recorriendo los diferentes niveles,
ascendiendo a medida que se “cumplen los objetivos” como está de moda decir ahora, es evidente
y nadie la cuestiona. Cuando los objetivos se cumplen, por lo general se festeja, se hacen entregas
de diplomas y demás trámites y ceremonias ya conocidas por todos. Todos están felices de poder
acceder al siguiente nivel en el próximo ciclo lectivo.
Sin embargo, hasta ahora no he sabido, sólo como un ejemplo entre muchos otros
posibles, de ninguna idishe mamele que haya organizado un festejo a causa de que su hijo haya
comenzado a interesarse por las ideas del budismo. Episodios como éstos son más bien
traumáticos para quienes los atraviesan... generan conflicto, resentimiento, enemistades,
separaciones... es raro que sean bien recibidos.
Y, oh, sorpresa, se trata de lo mismo. Las escuelas formales en la esfera del desarrollo del
conocimiento, las religiones en la esfera del desarrollo del ser.
Diferentes niveles de seres necesitan diferenes niveles de sistemas de instrucción
religiosa, acordes a lo que necesitan aprender y al mismo tiempo a lo que son capaces de
comprender. Fin.
¿Cuál es el nivel educativo más importante, el inicial, el primario, el secundario, el
universitario, los postgrados? Respuesta: todos son importantes. Todos cumplen una función. No
se puede suprimir uno solo, ni suplantar uno por otro, porque todo el proceso se ve corrompido.
¿Cuál es la religión más importante? La respuesta es la misma que la de la pregunta
anterior.
Si cuesta digerir esto, pregúntense cuál de las cuatro ruedas es la más importante en un
automóvil... ¿cuál de las cuatro podrían quitar, de manera que pudiera seguir rodando?
O mejor, recuerden esto... el Dalai Lama respondió sencilla y brillantemente a esta
cuestión. Interrogado por un entrevistador que tal vez tenía la intención de habilitarle una ocasión
para promocionar su sistema religioso (o que trató tal vez de tenderle una trampa) y que le
preguntó cuál de todas era la mejor religión, éste recibió la siguiente respuesta: “La mejor religión
es la que consigue hacer del que la practica una persona mejor”.
Fin de la digresión.

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Bien, sigamos:
Las Religiones de deseo, como el Umbanda o el Vudú, son las expresiones más primitivas
de la religiosidad. En ellas, el bien y el mal están al mismo nivel; en realidad, si siquiera existen
estas categorías, de la manera en que se las entiende más adelante. Lo que determina a qué
entidad espiritual entrego mi devoción es lo que me gusta. Si me gusta el bien, adoro a entidades
benéficas. Si me gusta el mal, adoro a entidades maléficas. Eventualmente, el practicante las
“incorpora”. Esto quiere decir, que “conscientemente” decide dejarse dirigir por ellas. Los rasgos
determinantes de esta religiosidad son, entre otros, la ausencia del sentido de moralidad, y el
nomadismo y el analfabetismo, reales o funcionales (más adelante quedarán más claros estos
rasgos).
Es relativamente frecuente encontrar detrás de delitos violentos la participación de seres
pertenecientes a este nivel (asesinatos rituales, por ejemplo).

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Las Religiones de deseo, sin embargo, sirven al propósito en el hombre-bestia, de
despertar la percepción de que el mundo de la materia no es lo único que existe, sino que hay
planos supra-materiales. Esto es imprescindible para un avance posterior. Lo primero que le debe
pasar es aprender a apartarse aunque sea por pequeños períodos del interés en las actividades
puramente instintivas como el sueño, la alimentación, la reproducción y la pelea por liderar la
manada, que siguen presentes mucho después aún en los humanos más elevados. El contacto
con entidades, aún las más diabólicas y perjudiciales, produce este efecto, por lo general junto con
una buena cantidad de sufrimiento. Esto último, a la larga, termina empujándolos al siguiente nivel,
aunque más no sea para escapar del dolor.

Las religiones de poder, como el Hinduísmo y el Judaísmo, son el principio del sentido
moral. Estas se originan cuando un número suficientemente grande de seres especialmente
dotados comprenden que las entidades benéficas y maléficas son claramente diferenciables, y que
por otro lado es necesaria alguna forma de ley para lograr una organización social que permita
hacer prevalecer el bien sobre el mal. Las consecuencias inmediatas de esta necesidad son la
aparición de la escritura y de la agricultura (aquí viene...).
En la educación formal, la pregunta “¿Cuándo aparece la escritura?” siermpre remite a una
respuesta cronológica (“Aparece en tal o cual civilizacion en el año xxxx”). Sin embargo, es más
importante poder responder la pregunta desde un aspecto cualitativo y funcional. O sea...
La escritura no es necesaria en el nivel anterior, porque la utilidad original de la escritura, la
que genera su inevitable y rápida aparición, es RECORDAR; recordar las diferencias entre el bien y
el mal para practicar el primero y evitar el segundo. En el nivel anterior, esto no es necesario, ya
que en los practicantes de religiones de deseo lo que predomina es el deseo presente, y cuando
eso sucede no es necesario recordar nada. Si quiero comida, la extraigo de la naturaleza, exijo que
alguien me la proporcione, o la robo. Mientras no sienta hambre, no me interesa no saber cómo
criar animales, cultivar la tierra, o leer una receta de cocina. Es la aparición del sentido moral lo que
origina la escritura y la agricultura. Sus desarrollos son inmediatos, urgentes.
Las personas donde este sentido moral aparece acaban erigiéndose en líderes de la
organización social, cosa que no sucede en un mismo grado con el individuo “de a pie” (Esto es
así, o no es de ningún modo... Atila no era un líder con un sentido moral desarrollado. ¿Dónde
están los Hunos ahora?). Fatalmente, las leyes que se establecen no son consensuadas sino que
se instalan por imposición. No son “enseñanzas”, sino “mandamientos”. El método de aplicación es
la represión. De manera normal, los que obedecen los mandamientos en general no lo hacen
comprendiéndolos en profundidad, sino sólo por subordinación psicológica, y por el temor al
castigo y al sufrimiento que deriva de no obedecerlas.
El rasgo más distintivo de este nivel es que tiene una capacidad que los otros dos no
tienen: Es capaz de generar civilización a partir de seres de la peor calidad. No se espera a que los
individuos comprendan. Suficiente con que obedezcan. En el nivel anterior no existe el impulso
civilizador, y al nivel siguiente sólo pueden ingresar los individuos que ya lo encarnen, que ya lo
hayan hecho suyo.
Si se pretendiera esperar a que todos comprendieran, la civilización no comenzaría nunca.
(“La educación comienza con la represión...” Sigmund Freud). La escritura, la agricultura, las artes,
las filosofías y las ciencias recién aparecen en este nivel. Si se llegan a encontrar en el nivel
anterior, no hace falta rastrear mucho para descubrir que sólo son imitaciones. Y, como sucede
todo el tiempo con los rasgos de civilización del analfabeto funcional, quitada la influencia del
hombre civilizado no pasa mucho tiempo antes de que se diluyan y se pierdan.
A pesar de que aquí estos rasgos se afirman, la civilización lograda a través de una religión
de poder se instala en una meseta por encima de la cual no puede seguir elevándose, porque el
“tono emocional” que prevalece es el del terror (Y una educación basada en el terror es,
inevitablemente, terrorista; es tautológico, y aun así cuesta digerirlo). El clima de violencia de las
sociedades que las practican es inherente a este nivel. Son abiertamente clasistas y racistas, y no
permiten fácilmente que esas actitudes se flexibilicen. Y, por supuesto, cada una dice ser la
“verdadera” civilización. Ninguna postula “Nosotros somos lacras, el ‘pueblo elegido’ es el de al
lado”.
El “pagano” siempre es el otro.

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Todo esto tiene una consecuencia trágica, y es que las religiones de poder, una vez
cumplida su misión, comienzan a convertirse en un lastre, en una influencia involutiva. El punto
culminante de esta situación es la guerra. Todas las guerras. Donde hay religión de poder, hay
guerra. Así es siempre.
Pero tarde o temprano, la conciencia se abre paso en el alma humana, y aparecen
individuos con la aspiración de acceder a un nivel superior.

Las religiones de conciencia, como el budismo y el cristianismo, son la una superación del
nivel anterior. En éste, los individuos no pueden avanzar en su desarrollo a través de la obediencia,
sino a través de la comprensión interna de las leyes que observan. Se podría hacer un paralelo
grosero de estos dos niveles con las diferencias entre un animal adiestrado y un animal
domesticado: un animal adiestrado es aquel que aprendió a comportarse como el adiestrador le ha
enseñado a hacerlo cuando se lo ordena, porque ha aprendido a obedecer. En cambio, un animal
domesticado sabe hacer lo que aprendió del entrenador incluso cuando el entrenador está
ausente. A esto se refiere la metáfora de la “segunda venida del Cristo”. La “segunda vez” no
vuelve “afuera”... vuelve “adentro”.
Esta capacidad de comprensión está íntimamente ligada con la aparición de la vocación,
en el sentido más amplio del témino. Y un rasgo determinante es la pérdida del “tono emocional”
del terror presente en el nivel anterior. El sujeto “pierde el miedo a la ley” (con lo que, a llos ojos de
quienes están en el nivel anterior aparece como un delincuente), después de que comprende que
ésta puede ser mejorada porque es una creación humana, pero para esto primero hay que
cuestionarla y revisarla. Esta “pérdida del miedo” produce “crucifixiones” más o menos reales, pero
llegado a este punto no se puede retroceder. Dios no es una creación humana (uno de sus
atributos es la eternidad), pero las religiones sí lo son. Y éstas aparecen y desaparecen
constantemente bajo Su mirada. Es un hecho. Y a Él no se le mueve un pelo. (Tengo la sospecha
de que no da un centavo por ninguna de nuestras “religiones”...)
La frase de Freud está incompleta. La completaré por mi cuenta y riesgo: “La educación
comienza con la represión, a la que hay que abandonar con la aparición de la vocación. Toda
prosecusión de la represión después de la aparición de la vocación engendra la revolución”.
(No tengo dudas de que en la actualidad la producción de ateos está en su mayor parte a
cargo de los “guias religiosos” que se han desviado. Nadie nace “ateo”. El impulso religioso es
parte constituitiva de la esencia humana.)
A todo esto se le añade una complicación más: con frecuencia, las aspiraciones atrasan...
o la pertenencia formal adelanta. Como lo quieran ver. Con frecuencia, quienes pretenden
pertenecer a una religión de poder funcionan como pertenecientes a una religión de deseo, es
decir, ni siquiera son obedientes a lo que predican. Con frecuencia, quienes pretenden pertenecer
a una religión de conciencia todavía evidencian que no tienen el menor discernimiento de lo
correcto, y solamente obedecen al manipulador que les ha tocado en suerte, sin cuestiionar ni
cuestionarse.
Pero un hecho sirve como faro para saber en qué punto se está: Para quienes realmente
ya están “a tiro de pistola” del nivel de una religión de conciencia (la “vocación”), el problema de la
maldad se vuelve central. Más aun, comienza a ser palpable la diferencia entre la maldad simple y
la malignidad.. Antes de ese punto, por supuesto que la malignidad penetra sus vidas tanto como
las de cualquiera, pero todavía no hay una conciencia clara de este hecho. Y cuando no hay una
conciencia clara, no se establece una relación causa-efecto firme entre pecado y dolor. Todavía no
es posible asumir una posicion radical frente a la malignidad. Lo común en este estadío... es
“negociar” con ella... “administrarla”.
No sé si se ve lo patético de esta situación. Si tuviera que dar una definición concreta de la
“malignidad”, diría lo siguiente:
La malignidad es la maldad que alcanza la conciencia de sí misma, y se reafirma en su
intencionalidad.
Definida así, es obvio que no hay “negociación” posible.
Al diablo no se lo convence. Al diablo se lo combate. Cuando se comprende esto, aparece
la necesidad de una obra como este libro...
Paradójicamente, puede perfectamente ser leído por un ateo. Porque no es un libro
“místico”. Casi no presenta realidades inaccesibles para el materialista, que no tiene ninguna

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posibilidad de acceder a contactos con la divinidad por estar sumergido hasta la cabeza en este
maya, en el fondo de este purgatorio. No tener contacto con Dios no nos exime de tener un
contacto cotidiano con lo demoníaco, más bien una cosa es consecuencia de la otra. Este libro,
entonces, puede tomarse como el “know how” de la malignidad.
Como poco, puede ser un aliado de la salud mental de quienes se esfuercen por estudiarlo
y entenderlo. La gran mayoría de los “pacientes psicológicos” son sólo sujetos que no saben como
se combate con la malignidad, y esto sólo porque nadie los ha instruído en lo más mínimo en ese
arte. Y si desde todos los frentes la malignidad avanza para despojar de sentido a las conciencias,
para dejar sin alma, o peor todavía, para “reinventarle” el alma a toda la humanidad (y ésta parece
ser la meta del “neoliberalismo”… “La finalidad es cambiar el corazón y el alma.” dijo Margaret
Thatcher), esto es lo que está a mi alcance para oponerme a este desastre. Mi alma es mía y no
me la “reinventa” ningún demonio. Vade retro.
Pero para quienes todavía no han llegado, detenidos o moviéndose lentamente hacia la
aspiración del desarrollo de la conciencia, seguramente lo que sigue será una acumulación de
disparates de tamaño continental. Este libro no será para ellos. Les aconsejo que dejen de leerlo si
es esto lo que les inspira, porque les hará más mal que bien. Lo que no se está en condiciones de
manejar, mejor no tocarlo.
Y todavía peor es adherir y aceptar livianamente. Como dice Constantine desde la ficción,
“Cuando podés ver los demonios, los demonios te pueden ver a vos.”
Que esto no les suceda por accidente. Les aseguro que no les gustaría.
A quienes han llegado, a quienes ya se sientan acorralados por la malignidad y ya
comprendieron que no hay “retorno a la inocencia”, esta obra les será de mucha utilidad, no tengo
ninguna duda. Para ellos (además de para mí concretamente) es que me he tomado este trabajo.
Y este libro se tiene que seguir escribiendo... Cuando se llega hasta aquí, la ilusión que producen
las religiones convencionales de que son algo establecido, obras ya terminadas, se diluye... la
meta en este nivel (la que yo puedo ver ahora, por lo menos) es parir una religiosidad desprovista
de crímen.
O sea... esto recién empieza.

Permanezcan en el Bien.

S.
Buenos Aires, otoño de 2020, pandemia.

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Prólogo del grupo de debate

M.: Este libro es un hallazgo, porque es una manera práctica de decir todo
lo que les dije toda mi vida, y viene justamente en el momento en el que les dije
que el primer punto para “C” es el exorcismo, el auto-exorcismo. Los monjes
pasan ocho autoexorcismos, nosotros pasamos treinta, cuarenta, cincuenta,
sesenta. Esa es la diferencia.
El libro es maravilloso, pero hay una gran mezcla entre entes y entidades. O
sea que necesito toda la conexión para no darles información incorrecta. A veces
habla de entidades, a veces habla de entes, y el tipo, que se “endiabló”,
evidentemente al escribir del tema sin conocimiento interno, desecha lo que
plantea como cierto con una pretendida posición psicológica.

S.: ¿Eso fue lo que pasó? Yo lo interpreté como que estaba tratando de
juntar las dos disciplinas...

M: Por un lado te dice que sí, por el otro te dice que no, es como que
desconfirma por un lado lo que dice por el otro.

A.: Si seguís leyendo al que cita, se va para cualquier lado.

M.: Anoche lo leí bastante, no pude dormir, estaban todos los diablos
sueltos, movilizó cualquier cantidad de entidades. Esto que es fuerte, que es duro,
que realmente les va a demostrar lo que es la vida del monje, esa gran dureza que
tienen los monjes, es nada en relación a “C”. Nada, en el sentido de que para
nosotros, desde el primer día “C” comienza la batalla contra el diablo. Y no
termina, sino después de la muerte. Los monjes tienen ocho diablos, se dan
cuenta de que están re-piolas, el que quiere hacerse monje, es fácil.

R.: es cómodo, baratito,...

M.: Para nosotros no es así; es mucho más complicado.

R.: ...pero tampoco llegan al mismo lugar que nosotros.

M.: No; están un estadio antes que nosotros, eso lo saben, ¿no?

E.: ehhhh... no.

9
M.: El camino del faquir, que es el mas bajo, es el del control físico. El
camino del monje, que es el control emocional, el que aquí van a ver. El camino
del yogi, que es el del control mental, y después está el Cuarto Camino, que es el
camino de los tres juntos, pero en la vida. Es el gran desafío del diablo, porque es
muy fácil, de pronto, tener todo un entorno que te facilita la depuración, y muy
difícil estar solo, llevando una vida normal, haciendo las cosas normales, pecando
normalmente, pero (y aquí, de alguna manera lo insinúa), nosotros no pecamos
por pecar, pecamos para conocer el pecado y liquidarlo. Esa es la diferencia.

S.: En un párrafo aconseja eso para un determinado demonio, creo que el


de la acedía.

M.: Lo aconseja, sí. Lo deja sugerir, es factible, eso lo hacemos con todos.
De pronto, un tipo que no tiene un buen desarrollo de su gula, de su lujuria, de su
ira, es un reprimido.

R.: Es lo que yo le había dicho en su momento a D., que deje de


autocastigarse, que joda, y que después se haga célibe.

M.: Entonces, dejar fluir, es la primera condición “C”. Los monjes también lo
hacen.

R.: Si reprimís, el demonio toma más fuerza...

M.: Sí, toma mucha más fuerza. Entonces, nunca reprimir. Muchas veces
les dije, y hoy lo van a entender más con esto, que si a mí, a pesar de haber
tomado el celibato y la consagración de mi vida formalmente, se me cruza una
persona y esa persona se convierte en una obsesión, y es un hombre, DEBO dejar
el celibato (no debo mantenerlo), sacarme ese diablo de encima, es decir, darle el
gusto al cuerpo, las hormonas, y volver al celibato.

E.: ¿No perdés tu condición? ¿No era que se te quemaba el cerebro con la
energía del Kundalini?

M.: No, no quiero pecar. No quiero ceder. Obviamente, si sos mentirosa con
vos misma, todas las excusas vienen bien. “No, la verdad es que yo me quiero
conocer” (risas) “No me quedó claro, voy a volver a pecar” (risas). Esto es en
serio, es conciencia vs. conciencia, si no, te “freís” en serio. Pero si hubiera una
obsesión (que es muy difícil que se de y si se da, generalmente está vestido de
colorado), y no me permite rezar, y no me permite concentrarme, y no me permite
conectarme, y no me permite avanzar con el camino, no tengo otra alternativa.

V2.: Lo que decías hace un tiempo con el ejemplo del mono...

M.: Claro. Entonces, bueno, esto es lo que nos hace más difícil el camino.
El monje, ¿qué hace, si se le presenta la tentación? A muerte, la rechaza. Se mata
a azotes.

10
R.: Ahí baja al camino del faquir, ¿no? Porque es más fácil...

M.: Claro. Pueden llegar hasta el yogi, pero bajan. Y van a encontrar, en un
montón de cosas, de que se mantienen en un estado emocional, pero no pasan al
estado mental, que es el desarrollo que en “C” se propicia. Físico, mental,
emocional, espiritual, álmico, es un desarrollo psicológico, psíquico. También es
importante tener una buena psiquis para abordar el camino, porque si tenés una
psiquis enferma, se complica bastante. Hay que empezar terapéuticamente, que
es lo que hago en los grupos, comenzar a sacar todo lo que molesta, y después
entrar en camino.

11
Prólogo a la edición española
Carlos Castro Cubells

Este segundo libro del P. Anselm Grün O.S.B. que he traducido me invita a hacer
unas reflexiones que considero útiles para el lector español y, en general, para todo el que
se interese por el momento espiritual y meditativo que vivimos. El primer libro que traduje
fue La mital de la vida como tarea espiritual; este segundo no creo que sea el último, pues
ya está en el telar la traducción de alguno más del mismo autor. Por ello me siento en la
necesidad cordial y agradecida de presentar de una manera más detallada al autor y señalar
su intento, es decir aquello que nos sugiere sin decírnoslo del todo.

El P. Anselm Grün es un monje y vive su monacato en una abadía benedictina del


centro de Europa que se dilata en afán y en esperanza hasta los confines del mundo y que es
misionera. Ahora remitámonos al presente libro. Y es... que el presente libro nos indica y
hasta nos denuncia un impulso de su autor que no es sólo impulso sino que se ha convertido
en vocación.

Ese impulso y vocación consisten en presentar la inmensa riqueza y profundidad de


la vida monacal a los contemporáneos, hermanos actuales del que hoy es monje. Pero
cuidado con lo dicho. No se trata de presentar a los hombres de hoy “la actualidad del
monacato”, ni de hacer una apología que sería “apologética”, de la vida monástica. ¡Qué
horror! Apologética y vida monástica son términos incompatibles. El monje no necesita ni
apologética ni “poner al día”, ni demostrar que también hoy los monjes tienen actualidad, o
cualquier tópico semejante propio de otros predios superficiales y buscadores del último
tren en las corrientes de opinión y moda.

No. Se trata de otra cosa. Se trata de presentar, lúcida, lealmente, con rigor lo que es
la visión que de la realidad, y de la última realidad, tienen los monjes. Por eso el P. Anselm
emplaza a los monjes del pasado – con ello emplaza a los del presente, y se emplaza a sí
mismo – para que den su voz y el testimonio de su experiencia en puntos decisivos de
nuestra vida. Veamos.

Hay en el P. Anselm dos preguntas no expresadas del todo, y que conviene decir y
dar razón de ellas. La primera razón es ésta: ¿Cómo vivieron los monjes – la tradición
monástica - los problemas esenciales de nuestra vida? Para responder a esa pregunta hay
que oírlos y sumergirse en esa tradición.

12
La segunda cuestión reza así: en el trato, comercio, relación con estos problemas,
¿qué descubrieron los monjes, qué dijeron y enseñaron, qué horizontes tocaron y desde qué
lenguaje podemos seguir un diálogo fecundo? Como puede verse las cuestiones no son
pequeñas y nos sumergen hasta el abismamiento en lo que es la vocación monacal, en lo
que es la vocación del hombre que se arriesga a bucear por los mares infinitos de la
existencia.

¿Cómo vivieron los monjes – o un monje – las crisis de la vida, nuestra relación con
el mal, la relación con el prójimo? Estos son los temas del P. Anselm. Y también, segunda
pregunta, ¿qué descubrieron y qué nos enseñaron? ¿Cuál fue su lenguaje y cómo hablar de
ello con ellos y entre nosotros?

El mal como experiencia


El mal es una experiencia que todo hombre tiene y que no es una teoría, ni una
pregunta metafísica. El mal es algo que todos experimentamos de una manera concreta y
particular y, por ello, antes de hablar del mal deberíamos hablar de los males.

M.: Con esto está diciendo que el “pecado original”, el diablo con el cual
muchas veces dijimos que nacemos, está presente en la vida de todos. No existe
la persona que pueda irse sin conocer su parte oscura. La parte oscura es el
común denominador del hombre.

R.: ¿No te podés ir sin conocerla?

M.: Sí. No debés. Es un privilegio conocer la parte oscura, y no es fácil,


nada fácil. ¿Qué se opone a conocer la parte oscura? Los cuatro venenos que
ustedes ya conocen. Nunca se olviden de eso. Cada vez que dicen “No puedo” o
“Esto no es para mí” o “Esto no lo tengo” revisen los cuatro venenos. Si aparece
un síntoma de los cuatro venenos, es un diablo.

R.: Todos saben los cuatro venenos, ¿no?

Todos: ..................................... cri, cri

M.: Consideración interna, identificación, autojustificación y


proyección de culpa1. “Yo no sería así si mi tío hubiera sido tía” “Esto no me

1
M. ya había expuesto esto con anterioridad, por eso habla descontando que conocemos y recordamos el
punto. Haré lo que pueda... Los “cuatro venenos” son pecados que producen anulación o destrucción de
atributos del alma. Son, también, según M., los elementos indispensables que se deben descubrir con una
observación interna completa… algo que. personalmente, nunca comprendí del todo. Solamente entiendo que
si se está en poder de estos venenos, la capacidad de observación interna disminuye o se anula.
1.- La consideración interna destruye la virtud de “justicia”; es lo que lleva a prestar atención sólo a
lo que puede afligirnos a nosotros mismos. La “autocompasión” es una de sus facetas. Es lo que nos convierte
en “idiotas” en el sentido más griego del término, privándonos de la posibilidad de comprender la realidad
que nos rodea en relación con nosotros mismos.

13
hubiera pasado si esa persona no me hubiera dejado sin casa”. ¡Mentiras! El
hecho de que esa persona te haya dejado sin casa no justifica la venganza, el odio
y la reacción. Entonces, primero, aceptar como cierto que el mal (que mucha
gente dice que es una cuestión exclusivamente de parececes psicológicos), es
una existencia real que viene compartida con el bien que todos llevamos dentro.
.
¿Cómo vieron los males y el mal como conjunto de males los antiguos monjes? ¿Qué
descubrieron y qué nos dijeron acerca de ello?

Estas fascinantes preguntas constituyen el tema y el objeto de este pequeño libro


que es profundo y sugestivo como pocos. Un libro que sólo tiene un defecto: el de ser
excesivamente breve y obligar, por ello, al traductor-prologuista a explayarse y extenderse.
Por eso lo hago sin disimular mi satisfacción, sobre todo, por tratarse de quien se trata: un
monje benedictino y alemán.

El monje antiguo y el actual sabe que hay un mal físico que produce un dolor físico.
Sabe también que hay un mal del alma que constituye el mal psíquico y, por último, sabe
que hay un mal espiritual que es el mal del espíritu.

M.: Nosotros tratamos de trabajar sobre los males psíquicos, sobre los
males mentales (agregamos uno más), sobre los males emocionales, y
espirituales.

R.: ¿Qué es un mal mental? ¿Una locura?

S.: ¿Una ideología torcida podría serlo?

M.: No. No un mal de procesos psíquicos, sino mentales. Hablamos de


mente. Una persona negativa, un mago negro, un poder oscuro elevado a la
enésima potencia.

R.: ¿Eso no tiene que ver con entidades? ¿No es un tipo manejado?

2.- La identificación destruye la virtud de “humildad”; es ese falso sentido de “conexión” o


“pertenencia” que nos hace creer que somos iguales a algo o alguien que “admiramos” pero que en realidad
no se parece para nada a nosotros mismos, y que nos impide conocernos en profundidad. Sus productos son el
fanatismo y la idolatría ciega a un líder.
3.- La autojustificación destruye la virtud de “honestidad”; es consecuencia de la pretensión de saber
todo el tiempo por qué hacemos lo que hacemos, cuando por lo general sólo estamos dejándonos llevar por la
corriente de las circunstancias, de manera inconsciente. Es la causa de las “mentiras” de “Pinocho”, esas que
no forman parte en principio de una estafa conscientemente planeada, sino que se ensayan como
“explicación” de lo que en realidad no conocemos, y que nos enreda en mentiras cada vez más grandes.
4.- La proyección de culpa destruye la virtud de “vergüenza” (tal vez les produzca sorpresa, en este
tiempo de acedía, la idea de que la vergüenza es una virtud; volveremos sobre esto más adelante). Es
consecuencia de un falso sentido de la vergüenza, que nos empuja a evitar mostrarnos falibles y que nos cierra
la puerta a la posibilidad de corregir nuestros errores, hundiéndonos cada vez más en ellos.

14
M.: No. No está manejado, está enfermo. Desarrolla un poder negativo. Eso
es un enfermo mental. El otro es un mal psicológico o psíquico. Y un enfermo
físico, es el que tiene una enfermedad física.
Según “C” (y hasta ahora se comprueba), toda persona que tiene trabajo
interno, difícilmente se enferma. Tiene cuestiones somáticas, de pronto somos
muy somáticos. Dolores de vientre, de cabeza, pero “no se pudre el templo”.

R.: No tienen cáncer, por ejemplo...

M.: Puede ser, pero es muy difícil. La vida del caminante “C” es la de un tipo
sano. Que tiene “pinchaduras”, porque es muy fuerte el trabajo interno. Entonces,
lo primero que somatiza es el estómago, de pronto estamos bajo un grado de
tensión tan grande que terminamos con dolor de estómago. Pero no enfermos del
colon. O con un dolor de cabeza porque los entes nos comieron y nos dejaron así,
pero no estamos enfermos, es energético. No llega a hacerse enfermedad. ¿Por
qué?
S.: Porque se la detiene antes.

M.: Bien, S.; es el principio de la enfermedad. La paramos dos minutos


antes. Si esa parte energética no la cuidáramos, al cabo de determinado tiempo,
estaríamos enfermos. Por ejemplo, se dice habitualmente que las personas
rígidas, absolutas, incapaces de tener elasticidad mental, son las más propensas a
la arteriosclerosis y enfermedades de ese tipo.

S.: ¿Enfermedades cardíacas también?

M.: Enfermedad cardiaca no hay, hay somatización cardiaca. Si no tenés un


antecedente real de una enfermedad cardiaca, una disfunción real y concreta no
tenés por qué tomarla en “C”.

A.: Está estudiado que todos los tipos de trastornos cardíacos están
absolutamente ligados a la ira. La gente que vive airada termina reventando el
corazón. Con problemas cardiovasculares.

E.: Muchas enfermedades son un reflejo de ira, envidia, etc.; se reflejan en


el cuerpo.

M.: Claro, si lo vas atajando a tiempo y vas trabajando sobre esos factores,
tenés menos posibilidad. Porque la salud también depende de Dios, y a veces, las
pruebas de los santos pasan por grandes enfermedades, pero en sus últimos
tiempos; nunca obstruyendo sus vidas. Lo que ustedes tienen que lograr las 24
horas del día, aún durmiendo, es observar qué pasa adentro. Los oídos afuera, la
mente adentro. 24 horas al día. Van a empezar por cinco minutos, después diez,
después quince, pero el propósito, el esfuerzo, la perseverancia, el empeño, son
24 horas al día. Estoy hablando con alguien, y simultáneamente a toda la atención
que pongo en el otro, tengo la atención puesta en mí. De esa manera voy a
detectar si hay un “pinchacito”, una molestia, un bloqueo, si hay en mí una

15
intención doble, que es lo más importante, eso es obligatorio para empezar.
Sinceridad; si lo que estoy diciendo es un verso japonés, si lo digo para mí, no
para él, sin necesidad de “desnudarme”, replantear. Es decir, inmediatamente,
cambiar el orden energético. Entonces eso, ligado al cuidado de las energías
cósmicas naturales, psíquicas, sexuales, indudablemente es uno más propenso a
la salud que, por ejemplo, los monjes, que terminan todos enfermitos.

S.: ¿Hay alguna enfermedad típica del monje?

M.: Terminan muy gastados.

A.: Aquí mismo, dice que hay una tendencia, un diablo, que los hace
excederse en todo lo que sea autoflagelación, sacrificio, se pasan de rosca y se
hacen pelota.

M.: Sí, y aparte, como no se manejan en la parte mental, sino que es


emocional, exclusivamente (ustedes saben que el centro más delicado es el
emocional), terminan fundidos. Nosotros, ¿qué hacemos? Usamos el instintivo, el
emocional, de pronto tenemos una fatiga afectiva grande, una carga afectiva
grande, ¿qué hay que hacer?

R.: Cambiar de centro.

M.: Sí, claro, pero, ¿cómo cambiamos de centro?

M2.: Me pongo a resolver un problema de matemáticas.

M.: Claro, o a dibujar. O escucho música. Pero no me acuesto, enfermo.


¿Entendieron?

E.: ...msé. (Risas)

M.: No me voy a la cama enfermo. “Rendirse nunca, retroceder jamás”.


Aquí se forman guerreros. Ustedes toman “rendirse” con respecto a los demás.
Pero con los demás es la última etapa. Primero, no hay que rendirse ante uno
mismo. Nunca rendirse. Estoy agotado, estoy “molido”. A ver, ¿de qué lado estoy
“molido”? Estoy “molido”, por ejemplo, físicamente, pero no estoy “molido”
psíquicamente, puedo hacer observación, trabajo psicológico, y no estoy “molido”
desde el punto de vista emocional, puedo amar, compartir, pero no. Llego
cansada, y digo a todos “Déjenme de jorobar...” ¿Qué tiene que ver mi cansancio
físico con la necesidad de amor que tengo? ¿Entienden? Separar. No patear al
perro, escupir a mi hijo, poner mala cara...

R.: Cuando te drenan de todos los centros, ¿cómo hacés para salir?

M.: Ahí hay que cortar con todo... Jamás “me voy a la cama”, si me voy a la
cama es grave, es porque tengo miedo de desmayarme, porque nos desmayan los

16
entes. Y no me voy a dormir, voy a descargar, hago todo un proceso de descarga
donde no estoy dormida, estoy semi-desmayada, y cuando me siento bien, dos o
tres horas después, me levanto. Pero rendirme, no. “Voy a la cama porque yo
quiero – le digo al ente – no porque vos me mandás”. Es lucha permanente. Lo
que van a aprender en este libro es la lucha diaria, cotidiana, constante, cada
cinco segundos. Que no para nunca. Y que es bellísima. La consecuencia de esta
lucha es entrar en una dimensión que existe en esta dimensión, que es de una
generosidad y de una riqueza incomparable. No hay placer, no hay goce, no hay
éxtasis terreno que pueda equiparar en medio segundo esa sensación. Si no, no
habría monjes, no habría trabajadores “C”, no habría budistas, nadie querría
evolucionar, chicos. Sin evolución, sería como chupar un clavo, de aburrido.
Entonces, cuando tengan la idea de que van a perder algo, les aseguro que van a
ganar mucho. Sí, van a perder algo: lo que no sirve. Dando el salto al otro lado del
charco les esperan experiencias inenarrables, inexplicables, por alguna extraña
razón nadie las puede explicar. Será porque debe ser así. Uno puede hablar de
maravilla, sí, “Maravilla, debe estar ahí como una idiota, colgada del árbol...” No.
¿Estás dulce, romántica? No. Es VIDA. Y la vida ruge en uno. No es “Sonríe, Dios
te ama”. No. Es una sensación de vida interior, de fuerza interior, es un mar que
se desboca en todos los centros, que inunda y hace ver la vida de una manera
fantástica. Estoy dispuesta a morir cuando el Señor me llame, pero me va a dar
mucha lástima ese día. Amo la vida. Y si amo la vida integral y absolutamente, no
es porque no tenga motivos para ser una absoluta depresiva. Me sobran. Pero
siento esa VIDA tan fuerte, tan poderosa, gritando “Quiero vivir”, y esto no es una
reacción ni a que me espera un auto sport en la puerta, ni a que me voy a dar el
gran lujo de ir a comer afuera porque no tengo un mango, ni porque me espera mi
amante adorado en su caballo azul, porque no lo tengo, es decir, nada. O todo: mi
hijo, el conejo y el gato. Todo. Bendito sea ese todo, que me puedo expresar en
ellos. Entonces, es fuerza, esa vitalidad, esas ganas de vivir, que entrego energías
porque me sobran, y vuelven a crecer, y permanentemente digo: “Tata, cuando se
termine esto, va a ser una lástima”. Porque es precioso. Ahora, si les cuento las
circunstancias, y... lloramos todos. (Risas). Nada que ver. Entonces, las
circunstancias son para aprender. Y eso lo van a ver acá. Todo lo que nos pasa en
la vida es nada más que para aprender. Lo que vivimos es lo que está adentro.
¿Quién entendió esto?

R.: Todo lo que uno adquiere por los sentidos está puesto ahí para que uno
crezca y para que uno lo transmute y lo desarrolle.

M.: Prueba y error. Me equivoqué, perdí, gané... hay que tener un nivel de
frustración muy grande... ¿eh, “verdugo”? si perdí, perdí.
Tenés que reemplazar la necesidad de ganar, E. ...

E.: ¿...eh? (Risas)

M.: ... por las ganas de vivir.

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S.: Lo que estás diciendo, antes me sonaba extraño. Ahora se me está
haciendo más familiar.

M.: Hay momentos en que tomás alegría, ¿no, S.? Que entrás en esa
vibración “extraña”. Tal vez no te pase nada, no te haya ocurrido nada, es VIDA.
Ahora, si uno quiere ganar, “¡¡¡Quiero ganarrrrrr!!!” y disipo todas mis energías en
esto, ¿para qué? Y, ¿a quién? De cualquier manera, la competencia, a la edad de
ustedes, es buena...

S.: ... sobre todo si uno gana. (Risas)

M.: ... siempre que no sea excesiva. Es buena porque los motiva, los
moviliza.

A.: Tenemos lo psíquico, lo mental...

M.: Nosotros trabajamos sobre el plano físico, sobre el plano psíquico,


sobre el plano emocional, sobre el plano álmico, sobre el plano espiritual y mental.
Tenemos cinco campos de acción simultáneos.

S.: Aquí figuran tres, ¿no?

M.: Aquí figuran tres, nosotros tenemos cinco. Y hay otra cosa importante
que...

R.: Claro, porque ellos no trabajan con el centro mental, por eso no tienen
problemas con él...

S.: Claro. No es que no exista para ellos, sino que no se ocupan.

Los monjes no han necesitado, para hacer esta división, recurrir a la terminología
moderna, pues desde antiguo ellos sabían – y de ellos lo aprendieron los modernos – que
había un hombre physichós, otro psychichós y otro pneumatichós. Cada estrato del ser o de
la persona, el físico, el psíquico y el espiritual experimenta una faceta del mal.

M.: Para nosotros no es tan así. El mal emocional es todo el que tiene que
ver con los afectos, y con los afectos retorcidos. “Te amo porque me complaces”
es un diablo. “Te odio” o “Me apego a vos”, lo estoy haciendo emocionalmente.
“No puedo vivir sin vos”...

S.: Los “amores que matan”...

M.: ...totalmente demoníaco. Absolutamente demoníaco. ¿Qué es eso? “No


puedo vivir sin vos”. “No te cases, no mires, no comas, no saludes”...

S.: ...y el otro dice “No puedo vivir CON vos”... (Risas)

18
A.: ¿Y el espiritual?

M.: El espiritual tiene que ver con las grandes entidades, que aquí no se
reconocen ni se diferencian. Aquí hay entidades nombradas, pero están
mezcladas con los entes. Y están definidos muy bien los entes. Hay un lío.

O.: O sea que las entidades y los entes atacan planos distintos...

M.: Totalmente. Por algún lado van a entrar, ¿entendés? Esa es la consigna
de ellos.

S.: Aún así, lo que plantea este libro es un gran avance, porque
normalmente tenemos que la salud es la salud del cuerpo y nada más.

M.: Claro. Y no existe “la salud del cuerpo”. La salud del cuerpo es un
derivado, un subproducto de las otras.

A.: Y es la única que se ve porque es la única que miramos.

M.: Ese es el problema.

M2.: No me quedó claro cuando decís que los entes entran por cualquier
lado... ¿no es que atacan específicamente?

M.: Sí. Pero eso depende de cada uno. Por ejemplo, a V. la puede atacar
determinado grupo que a vos, no. Depende de tu personalidad, que flanco dejas.
Acuérdense de que no son inteligentes. Me dio mucha alegría (porque esto fue
una experiencia mía, no la he tomado de ningún lado) el decir que el diablo no es
inteligente sino astuto, es mi experiencia con el diablo, y aquí lo dice claramente:
no es inteligente, es astuto. Entonces, trata de ver de qué manera puede entrar.
Pero con astucia de gato.

A.: No puede ver el alma.

M.: “Ni bien mires para otro lado, entro”. Pero no puede ver el alma.

R.: Los ángeles, ¿son inteligentes, o sólo son astutos?

M.: Aquí los están presentando como “pensamientos”. Como un estado del
Espíritu Superior. Para nosotros, son “entidades del Bien” como también existen
las entidades del mal.

R.: Por otro lado, no podrían ser inteligentes porque no tienen libre albedrío.

M.: No, no tienen libre albedrío. Pero, a ver, V2: ¿Qué es el libre albedrío?

V2.: Se me ocurre que es un don del Espíritu.

19
M.: Hay muchos “malos bichos” inteligentes...

S.: Tengo una agenda llena...

M.: ¿Cómo usas vos la inteligencia? No busques repetir memes...

V2.: Con argumentación...

M.: La argumentación es astucia. La astucia argumenta. El diablo


argumenta como nadie. Y es astuto. Preponderantemente astuto. ¿Qué es la
inteligencia? Si usamos un término, debemos saber de qué se habla.

A: Yo lo veo como una capacidad para discernir. Lo veo como algo que da
libertad. Porque el diablo, en ese sentido, no tiene más que un solo propósito, que
es lograr que las personas caigan. Para conseguir eso, “opera”. Es un “programa
menor”. En cambio, nosotros podemos discernir, eso es inteligencia: elegir qué es
lo que queremos.

M.: Los ángeles, ¿pueden elegir?

A.: Me parece que no. Son otro “programa”.

M.: Claro. Obedecen totalmente a Dios.

R.: Para mí, en el caso de los ángeles, es lo mismo que en el caso de los
diablos, pero con el signo invertido.

M.: Claro, pero estamos en que si podemos o no discernir. El ángel puede


discernir; y el diablo también puede discernir.

R.: Y entonces, a qué le llamás discernir?

M.: Vamos a ver qué es “inteligencia” conforme a “C” y después vamos a la


inteligencia “común”. Lo que van a encontrar por lo común es que es la capacidad
de razonar, la capacidad de solucionar problemas, la lógica, todo eso lo saben,
¿no es cierto?

S.: Sería la capacidad de reaccionar convenientemente ante un suceso


desconocido.

M.: “Reaccionar” ya no es “inteligente”, es instintivo.

A2.: Creo que lo dice en el sentido de utilizar la experiencia ganada para


prevenir situaciones nuevas...

M.: Eso está más cerca.

20
S.: Tiene que ver con la adaptación. Es decir, de qué manera solucionar
situaciones nuevas.2

M.: Resolver situaciones nuevas. Es otra de las definiciones.

B.: Tiene que ver con la creatividad.

A2.: En la facultad, me dijeron que había diferentes tipos de “inteligencia”;


que, en general, se habla de inteligencia refiriéndose a lo mental, pero está la
inteligencia creativa, la inteligencia física...

M.: La inteligencia física es aquella que te indica que “el fuego quema”, por
ejemplo. La inteligencia instintiva.

O.: Está basada en recuerdos. La inteligencia emocional también está


basada en todas las vivencias que uno tuvo, y eso hace que se reaccione frente a
situaciones nuevas de determinada forma.

E.: ¿No es la capacidad de tomar un curso de acción conforme a un montón


de variables que intervienen?

M2.: ¿¿¿???

R.: Para mí, no tiene nada que ver con replicar. Casualmente, si se quita el
concepto”replicar”, desaparecen muchas definiciones de “inteligencia” conocidas.
No tiene nada que ver con el hemisferio izquierdo del cerebro, es todo lo contrario.
Es lo que hace M., mirar para adentro y que salga la solución sin procesamiento.
Todo lo que tienen que ver con procesamiento no es inteligencia, sino replicación
de memes. Es un proceso lógico, un desarrollo. Todo lo que sea un resultado de
un conocimiento interno y de ponerse en contacto con uno mismo, eso es
inteligencia.

E.: ¿Eso es inteligencia objetiva?

V2.: Hacer una meditación, ¿sería utilizar la inteligencia?

M.: No. En principio, ¿qué lugar tiene la inteligencia en la capacidad de


asombro? Una persona esquemática, ¿es inteligente?

B.: No. Sigue un patrón.

2
Habiendo podido meditar sobre esto una buena cantidad de tiempo, no he podido hacer otra cosa que volver
a Galileo y su método científico. Hoy, definiría a la inteligencia como la capacidad de resolver problemas
desconocidos a partir de la ausencia de datos. La inteligencia recopila datos, construye modelos teóricos de
los hechos analizados y ensaya soluciones hasta encontrar la que funciona.

21
M.: ¿Tiene capacidad de asombro?

B.: No.

S.: Claro, el asombro aparece cuando hay capacidad de reconocer que algo
es enteramente nuevo.

M.: Ver lo viejo como si fuera nuevo, todos los días. No relacionar, no
“pegotear”, no identificarse. “No, ya sé, todos los hombres son iguales”. “Todas las
mujeres son iguales” (guiño).

S.: ....Je, je, je,...3

A2.: Es estar dispuesto a aprender.

M.: Atención libre. Y el resultado de la atención libre, la inteligencia “C”, que


nosotros propiciamos y que llegamos a concebir, es aquella que trabaja
simultáneamente en los tres centros. Sin intervención de la lógica. Nada de
“pensar”. La lógica es réplica.

S.: Sin “recetas”.

M.: Sin recetas. Sin ningún tipo de elaboración, ni la más elemental.


Ninguna comparación. Ninguna asociación. Ningún proceso lógico, ni matemático.

S.: ¿No lleva a la verdadera “originalidad”, este camino?

M.: Y... necesariamente.

S.: Mirándolo desde el punto de vista del artista, ese que está “buscando el
estilo”, por ejemplo...

M.: Claro. Todo lo cual no significa que el resultado sea necesariamente


estético, necesariamente “bonito”... (Risas) pero se ve en los tres centros
simultáneamente, se pone la atención, se envía el mensaje a los tres centros, y los
tres centros instantáneamente responden. Es decir, “ponderan”. Eso es una
ponderación. ¿Qué quiere decir que ponderan? Que a la vez vieron pasado,
presente y futuro del problema. Todo un proceso simultáneo. Que dura fracciones
de segundo.

M2.: Pero los centros ponderan gracias a las experiencias que tuvimos...

M.: No, no, no. Ponderan pasado, presente y futuro. Consecuencia. Lo que
el ser humano siempre ignora.

3
En esa época estaba saliendo del peor modo de una relación con V2, que también formaba parte del grupo.
El comentario era para mí.

22
E.: Pero el pasado del “pasado, presente y futuro”, ¿no sería basado en lo
que nos pasó?

R.: No.

A2.: El pasado de la situación...

R.: Desde el origen, el génesis de la situación, del problema...qué fue lo que


desarrolló ese problema, para qué se desarrolló, cuál va a ser su consecuencia, y
cómo es que en este momento interactúa con tu vida.

E.: Es decir, ¿sabés lo que te va a pasar antes de que te pase?

R.: No.

M.: No. Eso es adivinación. En los procesos a los que se llega en “C” no
son de adivinación, como la adivina que te tira las cartas. Es “matemática básica”.
Sé que el ente que vos tenés viene de tal lado, se presenta de tal forma y conduce
a tal parte, y trae tal consecuencia.

E.: ¿Eso no está basado en la experiencia, ver varias veces lo mismo?

M.: En el momento en que lo reproduzco, dejo de ser inteligente. Tengo que


estar permanentemente en presente. Presente, presente, presente. Y hay un
diablo que te lleva al pasado. Ese diablo, es lo primero que se aprende en “C”. No
volver al pasado. El Ingeniero y Miguel decían “Jamás tentarse con mirar el
abismo que se acaba de pasar”. Nosotros pasamos muchos abismos. Muy
densos.

R.: “¡Qué abismooooooooooooo!... aaaaaaaaaahhhhhhh.....”

M.: El, no (Refiriéndose a R.). Dice: “Mirá lo que paséeeeeeeeeeeee...”


(Risas). Y lo tengo que ir a buscar abajo. En el momento en que uno se asoma al
abismo (ustedes lo saben) viene el vértigo. Entonces, pasé el abismo (que son los
diablos), “Qué suerte...”. No. “Qué pena...” Tampoco. “Uy, todo lo que me costó...”.
Jamás. No debe quedar nada.

R.: “Ahora me merezco vacaciones...”

M.: Nada. Esa es la manera correcta.

S.: ¿“Sin despeinarse” como al Agente 007?

M.: Por eso el trabajo de observación es de 24 horas al día. Para poder


alcanzar el grado necesario de conocimiento interno y poder entrar en este
espacio. Entonces, ¿Tengo que volver al pasado? Va a volver solo, el pasado. Si

23
mi psiquis está solucionando un quilombo en este momento, solito va a venir un
recuerdo del pasado. No tengo que sentarme a decir: “Todo el pasado fue mejor,
qué lindo era antes, qué bien que estaba”. No hace falta. Es totalmente
improductivo y viene cargado de cosas.

A.: Es uno de los errores de la psicoterapia.

M.: Ah... cierto.

A.: Te llevan a construir el pasado en vez de que esto venga naturalmente...


la ficha cae, trabajando el presente. No hace falta construir el pasado y pensar que
ese pasado es verdad.

S.: “Hábleme de su niñez...” Y te tienen tres años con eso.

R.: Se te reconfigura todo el pasado...

E.: Comúnmente, es inevitable volver para atrás...

R.: Es el “yo” del momento el que cuenta el pasado, cuenta su versión...

M.: Claro. Pero renueva, toma, la energía anterior.

R.: Y lo distorsiona.

B.: Y después terminás creyendo la historia que contaste.

R.: Y rehacés tu vida a partir de ahí...

E.: Y uno se engancha en eso, y empieza: “Y si hubiera pasado de forma


diferente, si hubiera hecho...”

M.: Eso es especular al pedo. Acá y en la China.

A.: Un pasado construido racionalmente. No sirve para nada. Te va


alejando cada vez más de vos mismo.

M.: “Si mi tío hubiera sido tía, hoy tendría una pollera” (risas). Qué
interesante...

A.: Y se sigue viviendo la misma vida.

M.: Chicos, no se pongan tristes por el pasado. Están aprendiendo.


Disfruten aprender. Ábranse al conocimiento. Gocen de aprender. Es muy lindo. El
cerebro se va abriendo, van alcanzando un grado de inteligencia superior. Pero
para eso hay que tener humildad.

24
M2.: Oh, no... Eso es un gran problema... (Risas).

E.: Es un problema complicado...

M: No creo que seas tan soberbio como te ves. El tema, entonces, es que la
ponderación proviene como final de un tipo de trabajo. Entonces, cuando ese
trabajo se hizo bien, uno no necesita decir “Este ente “A” que conocí en M2.
Ahora se reprodujo en B. Entonces hoy le pica la nariz y mañana va a tener un
resfrío”. Se darán cuanta de que, cuando termino de elaborar así, se fue todo al
diablo.

E.: Si M2. y yo tuviésemos el mismo ente, cuando lo ves en él, es diferente


a cuando lo ves en mí...

M.: Totalmente. Es el mismo ente, pero no es...

E.: No es el mismo.

R.: Es como si fuera un parásito, que cuando se te pega, muta con tu ADN
y se convierte en una deformación de vos.

M.: Sí.

A2.: Es interactivo... de acuerdo a la persona...

A.: Si no, no resistiría.

R.: Claro, porque lo que hace es modificarte a vos...

A.: Si no muta, se muere. No se puede replicar.

E.: Asumir que lo que le pasó a el fue lo mismo que me pasaría a mí, sería
asumir que somos los dos iguales y vivimos lo mismo y... no sería así, tampoco.

M.: Tampoco. De pronto, la experiencia del otro siempre nos sirve. “Mirá:
ese estado lo pasé. Generalmente tiene este síntoma, este otro, y este otro”. Pero
a mí me llegó de mi padre, y a vos se te pegó en el colegio. Entonces, ya es
distinto. Además, ¿dónde lo viviste? ¿En el emocional, en el mental? El ente es el
mismo. Y la raíz, ¿dónde está? Entonces, esa capacidad de ponderar, es lo que
dice “Viene del instinto, viene del emocional, viene del mental; si viene del mental,
¿dónde está? Ahí pasó, ¿adónde va? Hacia el abismo”. Parás. Pero todo en
fracción de segundos. Dense cuenta de que esto es así (porque sé que está el
“bicho” de la desconfianza), porque las preguntas que ustedes me hacen, no tengo
tiempo de procesarlas. Entonces al que duda (no sé quién de ustedes es en este
momento), le doy este testimonio concreto: no tengo preparadas las preguntas. No
les dije que entregaran las preguntas una hora antes.

25
M2.: Yo pensé que sí...

R.: Sos vidente... ya sabías.

M.: Ahhh.... soy evidente, no vidente (risas).

E.: No veo la diferencia entre lo que es saber lo que va a pasar y ver


presente, pasado y futuro.

M.: Ah, bueno. Te lo explico. Aquí hay una sugerencia de lo que va a pasar.
Hay varias maneras de saber lo que va a pasar. La más típica, es la adivinación
formal de las “brujas”. Según lo que dice este libro (no es mi constatación, no lo
sabía. Siempre dudo, conmigo no acertaron jamás, en principio, Nunca, jamás, no
es una manera de decir. Nunca. Las veces que me tiraron las cartas: “Llena de
dinero, llena de éxito” Jamás se dio). Lo que está sucediendo, según los monjes,
es que el diablo es un ente que está en el aire, no corpóreo, aunque a veces se
puede corporizar, pero mucho más rápido.

A2.: Y cuando H. te tira las cartas...

M.: A mí nunca me tiró nada. Aparte, nunca pregunto por lo futuro, por un
principio... No pido que nadie me tire las cartas, ¿sabés por qué? Cuando empecé
“C” me hacía tirar las cartas, y el ingeniero I. me dijo: “Yo no le voy a decir que no
lo haga, es una gran invocación a todos los entes, pero hágalo. Usted es libre de
elegir. Vaya a ver al mejor vidente que conozca, corte la baraja en “stop” y
manténgase en “stop”.” Entonces, para evitar cualquier tipo de influencia, busqué
un tipo por el diario. Corté, y me dijo:”Esto es un disparate, volvé a cortar”. Vuelvo
a cortar, y me dijo, al cabo de media hora, que ya no sabía qué decir, me decía
“tenés siete hermanos” “No, soy hija única” “Tu papá y tu mamá están en Europa”
“No, están acá” Era así, patético. Entonces me dijo: “Sinceramente, a vos no te
puedo tirar las cartas”. Ese fue el final.
Cuando voy a lo de H., a veces le hago la trampa, le corto, y me imagino
por ejemplo un montón de trabajo, y me dice “Estás llena de trabajo”.
Permanentemente lo testeo. Yo le digo a las cartas lo que hay que decir. Nadie me
dice otra cosa que lo que yo le digo. Mi subconsciente. O sea, no pierdan el
tiempo.

S.: O sea, así como lo ve un vidente, lo podrías ver vos si te prestaras


atención a vos mismo...

M.: No te quepa duda. Seguro. Y no estoy viendo el futuro, estoy viendo


mis deseos.

S.: ...Ah.

M.: Mis “ansias”.

26
M2.: Claro, no es futuro, son tus entes que salen y “hablan”...

M.: Son inconscientes, no los tengo presentes. Pero hagan la prueba, vayan
a un tiracartas, pónganse en “stop” en el momento de cortar, y manténganse en
“stop”. Dicen disparates.

S.: Claro, el tema es cómo hacemos para mantener un “stop” así...

M2.: ya sabemos que no duramos ni cinco segundos... (Risas)

M.: Ya tendrían... hay una complacencia terrible en el grupo, ya tendrían


que tener práctica. Ahora, si se pasan el día hueveando, es problema de ustedes,
no mío.

E.: ¿Y la gente que tiene el don de videncia natural, que no es adivinación,


es videncia, qué sería?

M.: Algunos casos de videncia natural existen, eso es cierto. Y H. tiene


casos, pero no de futuro, de presente. Tiene mucha videncia. Está con esto, pero
no quiere tirar las cartas. Odia tirar las cartas.

S.: ¿Ya sabe esto?

M.: No, pero lo intuye, es muy especial, H. No quiere tirar las cartas. Lo que
pasa, es que a veces se queda sin plata, y todo el mundo le pide que le tire las
cartas. Y dice: “Lo hago, pero no es lo que a mí me gusta, no me gusta, no
quiero”. Lo dice permanentemente. Porque intuye que es un gran macanazo.
Ahora bien, hay gente que tiene capacidades parapsicológicas naturales,
clarividencia. Puede ser que se pueda proyectar un tiempo más allá, es muy
factible. Otra de las cosas que (en mi caso no tengo ni clarividencia ni tengo un
corno a la vela), lo que sí tengo es una intuición muy desarrollada, entonces la
intuición es la misma síntesis de la inteligencia, hecho entre el emocional y el
mental, hacia la derecha. Capto. En segundos.

E.: Captás, ¿qué?

M.: Por ejemplo, R. va a rendir un examen y “Te va a ir bien” o “Te va a ir


mal”. O “Tal nota”. Generalmente, acierto. Al día, no me pregunten un mes antes,
porque ni ahí.

E.: ¿Y cuando ves a la gente?

M.: Cuando veo a la gente capto algo, rechazo o aceptación, que no es


química.

R.: Cuando ves con quién estuvo alguien...

27
M.: Sí. Con quién estuvo, sí... Con quién va a estar, no.

E.: Pero, como la otra vez, cuando viste una persona así o asá...

M.: Porque la estoy viendo (risas nerviosas). Yo no veo el futuro. Está en tu


psiquis. Sabés en tu subconsciente. Si te tirara las cartas sería lo mismo. Está en
el subconsciente. Lo que pasa es que hay tantas barreras que no se lo ve. Nadie
adivina el futuro. El futuro está en Dios.

S.: ¿Y aquello de esa mujer que viste detrás de mí hace unos meses?

M.: Lo mismo. Justo coincidió que cuando veo a la mujer al lado de él, vi a
su madre que lo estaba llamando porque la iban a operar. No es pasado. Hay una
sincronización. A S. lo estaba llamando la madre, su subconsciente tomó el
llamado (¿cómo no lo va a tomar si es la madre?), pero no fue al consciente.
Estaba enferma, estaba por operarse. Lo miro, y le digo “Hay alguien que está al
lado tuyo que es así, así y así”. Pero qué va a pasar, es distinto. Ahora, la intuición
de “Va a ir bien”, “Va a ir mal”, es el centro valorativo. Fíjense que estoy marcando
físicamente cada lugar. Estoy hablando de inteligencia, está acá (señala su
hemisferio cerebral izquierdo). Estoy hablando de intuición, está acá, a la derecha,
justo en la mitad (señala su hemisferio cerebral derecho). Y, estoy hablando de lo
afectivo, estoy acá (señala su pecho). Es decir, voy cambiando y veo dónde estoy.
Constantemente. Tienen que sentir dónde están. Cada dos segundos, ¿dónde
estoy?

E.: ¿Cómo te das cuenta? No lo siento como para decirlo...

R.: ¿Nunca te acostaste y sentiste como que el cuerpo se te levanta? A


veces, cuando me acuesto, siento como si mi cuerpo estuviese dos centímetros
más arriba... como si estuviera “movido”... ahí sentís más claramente dónde estás.

M.: No, eso es el etéreo... adentro, cada palabra que dicen, tienen que
saber si están en el instintivo, en el emocional, o en el intelectual.

R.: ...Pero yo los siento como si estuvieran afuera, adelante.

M.: Puede ser un problema de percepción. Puede haber mucha fantasía en


tu caso. Cuidado con las fantasías. La fantasía es el proceso tuyo, normal, que
hace que las percepciones se alejen de vos. Sos una unidad interna. No es que
sea una fantasía esto, sino que al tener fantasías no puedas ponerte en contacto
con tu observación.

E.: En el único momento en que me doy cuenta es cuando estoy enojado...

M.: Bueno, tenés que trabajar esto. Estás ubicado en tu espalda, estás
fuera de eje. Tratá de encontrarte a vos, E.

28
E.: ¿Qué es estar “fuera de eje”?

M.: Es estar fuera del Yo, del “amo”, del “yo” superior. ¿Sabés por qué se
produce el desplazamiento del eje? (El eje es como el de la tierra. Imaginate que
este eje se corra a la derecha o a la izquierda, atrás o adelante). Eso ocurre
cuando uno está IDENTIFICADO.

Todos: Ahhh...

S.: Identificarse, ¿es como quedar “excéntrico”, entonces?

Todos: ¿Eeeeeeh?

M.: Claro, quedás fuera del centro...

S.: Cuando algo gira fuera de su centro, “cabecea”.

M.: Y bueno... Vos fijate qué es una persona “excéntrica”4...

V2.: ¡Claro, es eso! ¿No?

E.: Y, ¿cómo se encuentra el centro?

M: Cortando identificaciones. Una de las fórmulas que ayudan mucho es “X


existe” (x es el nombre de la persona), pero decirlo de corazón.

M2.: Lo que yo uso a veces, cuando me doy cuenta de que me identifiqué


totalmente es hacer como que mis ojos son una cámara, hasta que me empiezo a
ver, y puedo decir “este soy yo”, y ahí todo se corta.

M.: Está bien, es bárbaro como sistema, pero si no, el “X existe”, pero lo
tenés que buscar adentro, no afuera.

M2.: Claro, si no es una frase que termina perdiendo el sentido.

M.: “X existe, 2, 3,1”. O el orden que les corresponda.

S.: Ah, el ejercicio que diste el año pasado...

E.: ¿Y por qué mi orden es 2, 3,1?

Todos: ¡¡¡Jojojojo...!!!5

4
“Excéntrico”, “snob”... Palabras que se utilizan coloquialmente y que describen a una persona en estado de
“identificación”.
5
1, 2,3, centros instintivo, emocional e intelectual. Cada persona tiene algono de los 3 órdenes posibles en
que pueden sucederse los tres números, segón sea el desarrollo alcanzado en sus centros, de mayor a menor.

29
M: Hagan de cuenta que aquí dentro tienen un “bichito” que puede ir a
cualquier lado del cuerpo sin pedir permiso. Ese “bichito” es la Atención. Donde se
mueve algo, el bichito va. Ahí estaría la atención. De pronto el corazón, de pronto
el hombro izquierdo, el derecho. Va y viene y siempre vuelve ahí. Pero siempre
avisa. Es un informante. Es el Yo superior. Siempre informa. Es el Observador en
pequeñito que tenés que desarrollar. Vive en el timo, en la glándula pineal, pero ve
todo.
Sigamos:

El monje antiguo experimentó el mal físico y lo soportó con los recursos de la época
y la mejor presencia de ánimo que le fue concedida. Fue mucho más avisado y entendido de
los males psíquicos. Tuvieron los monjes de la gran época (siglos III al VI) una perspicacia
psicológica poco común e hicieron descubrimientos prácticos que la ciencia tardaría siglos
en reconocer.

M.: “La perspicacia psicológica”...a ver

M2.: ¿Cómo cuál? No entiendo de qué va...

M.: Es decir, que de pronto el descubrimiento de los diablos (y aquí viene el


primer bardeo) es una cuestión de “astucia” de los monjes, de perspicacia. ¿Se
dan cuenta qué “finito” que es?

R.: O sea, qué piolas que eran los monjes...

M.: (en tono de ironía)...No que se rompieron el alma, que trabajaron


internamente como putos, no... Perspicacia.

R.: Aparte, si son monjes, se lo dieron por revelación...

M.: Y no fueron “descubrimientos”, marquen esa palabra. ¿Cómo


descubrimientos? ¿Me van a decir a mí que sacarse un ente es un
“descubrimiento”? ¡Es un parto! ¡En su vida abortó nada este tipo!

R.: Habría que llamarlo y tocarle el ente para que sufra... (Risas)

A.: ¿No habrá querido decir “en la práctica”?

M.: Aquí no dice “en la práctica”, ojo con lo que se tragan.

S.: Puede ser un defecto de traducción, esto, originalmente, debe haber


estado en alemán.

Poder verlo con claridad en uno mismo es todo un trabajo, es mucho más fácil verlo en los demás. De ahí que
la pregunta de E. nos hizo reír a todos. Evidencia que “no se está viendo”.

30
R.: No lo justifiques...

S.: Es verdad, las malas traducciones hacen un desastre con el texto.

Sin embargo – y esto nos lo enseña muy discretamente y en fina sugerencia P. Anselm – no
es el objetivo esencial del monje ser psicólogo o quedarse en el plano psicológico. El monje
descubre, cultiva y se mueve en el plano del espíritu.

M.: No es una sugerencia. Es decir, lo está llenando de... ¿cómo se llama


este obispo que habla de forma amanerada...?

S.: El obispo de Morón, monseñor Laguna...

A.: Un momento, esto es el prólogo... esto no lo escribió Anselm Grün, sino


el traductor, Carlos Castro Cubells.

M.: Además, el monje descubre, cultiva y se mueve en el plano del espíritu,


del instinto, de la emoción, del alma, de la vida, del trabajo, de las manos, de las
mascotas...

V2.: Sí, lo pinta como un “New Age”...

Pero no olvida los otros dos planos.

B.: Pero es como que lo tira abajo... como diciendo que no sirve para nada.

M.: Pero después lo ensalza. Es como que aparece la tentación, y después


vuelve a su lugar.

B.: Porque no le da importancia a la vida cotidiana en cuanto al aprendizaje.

M.: ¿Qué te parece? Lo cotidiano es lo fundamental.

Y en el plano del espíritu, o en la esfera del espíritu como diría Max Scheler, también se da
el mal.

M.: ¿Cómo, “también” se da el mal?

A.: Bueno, esto es el prólogo...

S.: Sí, pero el prólogo es un cuarto del libro...

M.: Después también aparecen cosas como éstas... Lo que sí les pido,
como experiencia, esto que estoy haciendo, sería interesante que lo hicieran
ustedes. Esto va para S.; cuando les digo “No lean...” es porque se “comen” todo.
Se lo morfan. No hay que leer. Hay que meditar.

31
S.: Es cierto, leí esto y no lo vi como grave...

M.: Entonces, lean un libro por año, pero, por favor, aprendan. No repliquen
78 libros. Un libro por año es más que suficiente, porque uno agarra una hoja, la
medita, ¿qué me quedo? ¿Me quedó desarmonía, me quedó armonía? ¿Esto es
falso, esto es verdadero?
Ahora, si es una novelita pistolera, Si podemos leerla toda... (Risas).

M2.: ¿Y si es la Teoría de la Relatividad de Einstein?

M.: También, no te va a meter nada raro.6

E.: ¿Y si leo a Gurdjieff?

M.: Con Gurdjieff también hay que tener cuidado. Mucho cuidado.

E.: ¿Y Ouspensky?

M.: Peor, porque no es de primera mano. Y ojo con las traducciones. Y ojo
con lo que interpretás. Y ojo con lo que toman fuera de contexto. Gurdjieff, no. Sus
libros son sus libros. Pero las reproducciones que hace Ouspensky son...

R.: Bueno, ese libro chiquitito de Gurdjieff que me dio S...

S.: “El Mensajero del Bien Venidero”...

R.: Hay algunas cosas que son atroces.7

M.: Sí. Pero si ustedes, el día de mañana reescriben mis charlas...

S.: Yo estoy grabando...

M.: ...van a poner lo que se acuerdan, lo que el ente quiso, lo que la


emoción quiso entender, lo que sacaron textual y les pareció que no era
“suficientemente claro” y le van a dar un “toque” (risas) y va a terminar siendo
cualquiera. Entonces, ojo con lo que se lee. Siempre, siempre, despacito. Nadie
puede no estar tentado por el diablo. Nadie. Sobre todo cuando se hace trabajo
místico. Entonces, salvo que hubiera una integración permanente, un esfuerzo
consciente constante que te termina consumiendo la vida, en cuyo caso escribís
un libro, dos libros, en toda tu vida. Si sacaste diez o quince libros... si te sentás y

6
No estoy de acuerdo. La Teoría de la Relatividad de Einstein es una de las teorías físicas más perturbadoras
de la percepción común del mundo, y si es mal comprendida puede traer serios trastornos. Esta observación es
fruto de experiencias personales. Evidentemente, M. No ha leído mucho de Física.
7
“El mensajero del Bien venidero” fue un folleto publicitario. No se lo puede tomar como “enseñanza”.

32
dejás que la máquina de escribir “camine”, cualquiera puede escribir así. ¿Qué
estás diciendo? ¿Cómo te salió el “bicho”? ¿Cómo quisiste influir? Todo eso hay
que controlarlo, y volver a escribir, dejarlo tranquilo, volver a leerlo, volver a
trabajarlo, volver a expresarlo... entonces, claro. Sacás un libro cada cien años.

R.: Por ahí, hacés la segunda parte de La Biblia... (Risas)

E.: “La Biblia Episodio II” (risas).

A.: “Reloaded” (risas)

S.: Hollywood no pudo hacerlo.

Así como hay enfermos físicos y psíquicos, los hay espirituales. Y si el enfermo
físico requiere tratamiento físico y el psíquico demanda tratamiento psiquiátrico, el enfermo
espiritual pide un adecuado tratamiento que es de orden espiritual, pneumático o religioso
que tiende a su sanación, que es salvación y que no tiene otro nombre que el tradicional de
la conversión.

M.: A ver... ¿Realmente creen que la conversión es una cuestión psíquica?

S.: Dice que no, que es una cuestión espiritual...

M.: O que es una sanación espiritual...

A.: No, sanar, no.

R.: ¿Qué es “pneumático” exactamente?

M.: De “pneuma”, alma. Vos estás mal espiritualmente, yo te curo, y te


convertís.

V2.: Claro, eso, no...

A.: Cuando no hay conversión, el alma está enferma...

M.: Querido, esa es tu interpretación. Ahora leé el libro.

A.: Llama sanación del alma a la conversión...

M.: Vos podés tener el alma más sana del mundo y no estar convertido. Ve
a la conversión como una consecuencia, como un producto que puedo hacer
como monje, “yo te curo y vos te convertís”. No. Te curás, llevás una vida normal,

33
fenómena, serás buen cristiano, estarás en contacto con Dios, vas a tener un
espíritu sano, pero conversión, viene de Dios. No del hombre.8

R.: Es altemente descalificador...

M.: Hay un ente descalificador.

R.: Se está poniendo a la altura de decir “Tenés una psicopatología que lo


único que te la puede curar es un rito en el cual te puedo dar consejos que vos
no...“ Es jodido.

M.: Ojalá fuera así, soy la primera que me interno hoy en un monasterio.

E.: Ahora, me acabo de dar cuenta, en dos párrafos que leímos, qué mal
que leemos.

A.: Horrible.

M.: Sobre todo, vos, que te tragás libros, libros, libros...

S.: Está teorizando, ¿no? No está hablando de la experiencia personal, ni


de cosas que se ven normalmente en un monasterio.

M.: No, se tienta. Saca sus cosas de su propio ente, no es un tipo con
observación interna. Entonces, al tipo se le escapan, no tiene mala intención.

A.: ¿Sabés qué entiendo con esto? Lo voy leyendo y digo”bueno, esta es la
forma en que él lo llama...”, y sigo viaje, hasta que encuentre algo que me permita
redondear...

M.: No, porque te aseguro que esto te quedó en tu subconsciente. Esta


mala información. Por eso estás como estás.

R.: A vos, más que a nadie, porque tenés el ente del psicólogo por la
facultad... yo tengo el ente del relacionista público. Es imposible no adquirir entes
cuando uno va a la facultad...

A.: En este caso, no leí el prólogo completo, me fui directamente a Grün.

M.: Yo, generalmente, los prólogos tampoco los leo, pero en este caso lo
hojeé, y me di cuenta de que tenía muchos vacíos...
8
Existe una acepción “light” de la palabra “conversión”, y se refiere al cambio de actitud del ser
completamente vuelto hacia los sentidos, cuando, generalmente en un lamentable y doloroso estado álmico,
comienza a interesarse y acepta una determinada corriente religiosa, y se decide a practicarla. A ésto se refiere
Castro Cubells. Esto es bastante diferente de la acepción que describe M., que se refiere a los efectos de la
influencia divina sobre el alma del discípulo avanzado; o sea, el alma obedeciendo al espíritu, en
comunicación y armonía con ella. Más adelante se verá más detalladamente.

34
S.: Yo sí los leo, pero trato de tener presente que no es el mismo que
escribió el libro. Es alguien que opina sobre el libro, no el autor.

M.: En este caso me pareció importante porque debía haber mucha


información y quería saber para dónde iba el tipo... lo importante es rescatar que
este último párrafo es “proteico” absolutamente: si el monje te da salud, vos te
convertís; es un tipo que no tiene la menor idea de lo que es un monje, de la salud
espiritual ni de la conversión.

E.: ¿Es un monje el que escribió el prólogo?

M.: No sé. Monje o no monje, está equivocado. La salud espiritual puede


ser plena en un ser humano, sin que necesariamente eso signifique conversión. La
conversión es una gracia de Dios. Todos los días uno se inclina ante Dios y pide
conversión. Y te da diez. Y vos al otro día decís “Quiero más conversión”, y te da
cincuenta. Y vos al otro día vas y decís “Quiero más conversión”, y te morís y
decís “Hey, te olvidaste de darme la conversión”. Eso es la conversión.

M2.: ...Me mataste. No entendí.

R.: Es cuando uno transmuta todo su interior en algo, ¿no?

M.: Hasta el último pelo es Dios. Hasta el último pelo convertido en Dios.
Eso es convertirse.

R.: Aquí transforman “convertirse” en “hacerse cristiano”... “¡El vio la luz!”


como los evangelistas... “¡Estás salvado!”

M.: O que tomó la comunión. ¿Tomaste la comunión? Ah. Fenómeno,


pero... es un disparate teológico grave. ¿Cuál es la gravedad? Que uno reza tres
padrenuestros, va cuatro veces a misa, y dice “Me convertí”. O la familia dice “Los
convirtieron”.”¡Ojalá!”, griten.

S.: O sea, se está usando la palabra “conversión” muy livianamente...

M2.: Es algo que está tan lejos...

M.: “Tan lejos como el Alfa Centauro y tan cerca como la yugular”. Eso
depende de Dios. Hay muchos sacerdotes sanos espiritualmente, que siguen
esperando su tiempo de conversión. Y siguen rogando por su conversión. Y hay
conversiones otorgadas, chiquitas, medianas, grandes, poderosas, inmensas. Y
Santa Catalina, por ejemplo, que es una de las santas más conversas, murió
pidiendo conversión. “Quiero amarte, quiero integrarme” Y era Santa Catalina.
Entonces, es un disparate decir que alguien que se haya sacado todos los diablos
del espíritu, se convirtió.

35
E.: Debe haber pocos 100% conversos...

M.: Y... mirá: el que es converso real, no está satisfecho. Ningún converso
te va a decir “Soy converso”. Si te lo dice, es porque no es. La sed de Dios es
inagotable. No llega nunca. Y la conversión es depender de la voluntad de Dios
hasta el último pelo. No hay nada tuyo. Todo es de Dios.

En estos males del alma y del espíritu fueron especialistas los antiguos y los
modernos monjes. Lo que les debemos es algo extraordinario que algún día y en algún
lugar habrá que detallar y resumir históricamente. Han sido y son los monjes especialistas
en curaciones y también en el conocimiento práctico de los riesgos y dificultades de la
existencia. Sería, sin embargo, mutilada la visión de lo que es un monje creer que sólo es
especialista en el conocimiento y tratamiento de los males. Fue y es también un fino catador
de los bienes, del bien y del abismo infinito de la verdad, bondad y belleza en el absoluto de
Dios.

Pero el libro que nos ocupa y da pie a estas reflexiones versa sobre el mal y los
malignos, es decir, los demonios. Se me ocurre glosar en nuestro idioma español dos cosas.
Es la primera, la riqueza de la experiencia psicológica monacal. La segunda es la cuestión
del lenguaje con el que se aborda el tema concreto del mal. Todo ello está dentro de la
cuestión del lenguaje con el que se aborda el tema concreto del mal. Todo ello está dentro
de la cuestión del mal como experiencia.
Sí, es una experiencia concreta y encauzada por caminos prácticos que buscan el
equilibrio concreto y real de personas reales. Y esas personas reales que son los monjes, los
cristianos a los que se dirigen las enseñanzas, tienen como horizonte la vida del espíritu, la
vida en Dios que les da su dimensión y su destino. Por todo ello antes de comentar las dos
cuestiones señaladas voy a detenerme en lo que significa el mal como experiencia.

Todos tenemos la experiencia de los males, del mal. Por eso también tenemos la
experiencia del sufrimiento, del dolor. Así todos hemos experimentado el malestar, el dolor
ante la penuria, la enfermedad, el panorama de la vejez, la perspectiva de la muerte. Estas
cuatro realidades provocaron una actitud en el que iba a ser “el iluminado”, el Budha, que
habría de tener consecuencias monacales.

M.: “Una actitud...”

A.: O sea, un ente... (Risas)

O.: Aparte, dice “estas cuatro realidades” y nombra como seis...

S.: Sí, parece Guillermo Nimo... (Risas)

M.: ... “Que habría de tener consecuencias monacales”. Perdón, ¿cuántos


años tiene la Iglesia Católica?

Todos: Casi dos mil...

36
M.: ¿Cuántos tiene el Budismo?

S.: Un poco más.

R.: Creo que comenzó mil años después que el Hinduismo.

S.: Es posterior en cuanto a su llegada a Occidente, pero cronológicamente


anterior al cristianismo. Llegó como novedad, digamos, con Marco Polo...

M.: ¿Y desde cuándo los monjes monacales van a tomar a Buda?9

S.: Los de los siglos III al VI, no, porque ni se enteraron de que existía...

M.: Dice Buda que la enfermedad, la vejez, el dolor y la muerte son las
cuatro fronteras que atan tu vida, que ningún ser humano puede ser libre en
cuanto existan la enfermedad, la vejez, el dolor y la muerte. Cristo no te habla de
las cuatro fronteras. Es totalmente al revés. El dice que esas cuatro fronteras
pueden existir como pruebas, pueden existir como un medio para elevarte. Que la
salida no está en caminar “horizontalmente”, está “hacia arriba”.

R.: ¿Y la actitud? ¿Cómo llega a la actitud?

M.: No, no es una actitud, es un estado de contemplación... un darse


cuenta, un despertar a la realidad...

S.: Es muy superficial llamarlo “actitud”... suena a que Fito Páez le dijo a
Buda: “A vos lo que te falta es actitud” (Risas)

Pero si es éste el mal que normalmente acosa a cada hombre, hay todavía otra faceta del
mal, que es aún más perturbadora y “maligna”. No se trata tan sólo del mal que podríamos
llamar normal y esperado sino de otro que tiene características propias y que hiere más
profundamente, por lo cual se le ha reservado el calificativo acentuado de MALIGNO.

S.: Hace una diferenciación entre lo que puede ser, por ejemplo, una
inundación o un terremoto...

M.: O la muerte, la enfermedad, la vejez...

S.: ...y lo que es la actividad...

M.: ...del Colorado.

9
En ese momento no habíamos caído en la cuenta de que este libro es “demoniología contemporánea”. Está
muy lejos de la demoniología medieval. Aprovecha conocimientos disponibles actualmente, desde las
religiones orientales hasta la Psicología “oficial”. El resultado es formidable, pero todavía no está al alcance
del “gran público”… y, como toda disciplina de vanguardia, produce escándalos entre los tradicionalistas.

37
R.: Para mí es atroz tomar a la muerte como “el mal”.

S.: Es... “comúnmente malo”.

M.: La filosofía de Buda, repito...

R.: ¡¡¡¿¿¿Pero qué poronga hacemos hablando de Buda???!!!

S.: Lo trajo a colación el prologuista... (Risas)

M.: R., antes de Cristo, la vida terminaba en el planeta Tierra.


Cuando ibas para un lado, te encontrabas con la vejez; cuando ibas para el otro te
encontrabas con la enfermedad; cuando ibas para allá te encontrabas con el dolor,
y cuando venías para acá te encontrabas con la muerte. Por lo tanto, no había
liberación.

S.: Sí, pero tampoco es la malignidad. Eso es... “el mal de estar en el
mundo”...

M.: Es la REALIDAD DEL HOMBRE...

S.: ¡Eso!

M.: ...que la descubre Buda desde el punto de vista sensible. ¿Qué vamos a
hablar de riquezas, y de acumular cosas, si la verdad es que cualquier paso que
de a las cuatro fronteras, estoy trabado en una jaula? Después viene Cristo y dice
“No te preocupes por la jaula. Andá para arriba.”

S.: Y ahí aparece la malignidad, que es mucho peor que lo que encontró
Buda...10

R.: Si un monje no toma conciencia de que se va a morir y que la vida está


en el otro lado...

M.: No es para nosotros, esto. La enfermedad, la vejez y la muerte no es un


problema cristiano. El cristiano está para la otra vida, no le importa ésta.

R.: Si acá te tenés que morir luchando y ya está...

S.: Claro, pero este libro está escrito no para monjes, sino para la gente
común. Por eso menciona todo esto.

R.: Dejame de joder...

10
Oh, sorpresa... la jaula también está cerrada por arriba. Por algo es “jaula” y no “corral”.

38
M2.: Pero si vos le escribís a la gente común cosas que no son cristianas, le
estás dando cosas tergiversadas, no le estás diciendo la posta, le estás diciendo
que los límites son ésos...

S: Sin embargo, a mí me parece útil que para una persona “poco avisada”
se haga una distinción entre los males del mundo y la malignidad.11

M2.: Pero el mal mundano para un cristiano, es lo que decíamos, no puede


ser la muerte...

S.: Es que puede ser que este libro no lo esté leyendo un cristiano...

M2.: ¡Pero lo está escribiendo alguien que sí! ¡¿Cómo un cristiano va a


escribir a otro que no es cristiano, bajándole una línea que no es cristiana?!

R.: Y aparte, en un párrafo mezclándolo con el budismo.

B.: Es un cocoliche...

M.: No pueden estar haciendo literatura doctrinal sobre una base


equivocada.12

R.: Claro, parece un escrito de un “New Age”.

M: No importa lo que el tipo quiso: lo que el tipo quiso fue interferido


(porque estaba haciendo un tratado de diablos) por un montón de entes y de
diablos.

R.: Se ve que escribieron primero el libro, lo tomaron, y después se escribió


el prólogo.

S.: Siempre se hace así, como los “copetes” periodísticos. Se hacen


después de la nota.

A.: Me da la impresión de que lo tomó un psicólogo...

M.: ...y lo hizo pelota (risas)

A.: ... que lo quiso, como “envaselinar”, con budismo, y darle un toque
“cientificoide” como para que la gente lo leyera.

11
Y más adelante quedará en evidencia que si no se comienza haciendo esta distinción, no puede diferenciarse
entre “ente” y “entidad”. Pero no nos adelantemos.
12
Este libro no es “literatura doctrinal”. No son las Constituciones del Opus Dei. Es un libro de circulación
abierta que se consigue en librerías, que no está especialmente destinado a iniciados en ninguna religión en
particular, y que trata del problema universal y eterno de la malignidad. La inclinación de este grupo es tan
sectaria que a un párrafo descriptivo, neutro, que no presiona para inculcar doctrina, se lo juzga blasfemo.
Nadie es perfecto...

39
M.: Claro, es lo que hablábamos otro día... ¿quién se atreve a salir a la calle
a decirle a alguien “Vos tenés un diablo”? como que le dio vergüenza. Entonces,
que no lo haga.

R.: Si el prólogo lo escribió otro, este Carlos Castro Cubells, ¿por qué lo
estamos leyendo?

M.: Porque es importante... (Risas). El tipo está adelantando toda la


doctrina diabólica.

E.: Está adelantando lo que él entendió de la doctrina diabólica.

M.: Claro. Lo demás, no te explica mucho más. Eso es lo malo. (Risas).

Hay dos clases de males, como hay dos clases de sufrimiento y de dolor. Por una
parte el dolor, el mal esperado, el que corresponde a nuestra naturaleza limitada, y el otro
mal que llena de amargura especial y que va contra nuestra propia naturaleza, que pretende
apartarnos de esa nuestra naturaleza, de nuestra patria. A ese mal es a lo que se le ha
llamado malignidad, el MALIGNO o simplemente DEMONIO.

S.: Está bien, se está explayando sobre lo anterior.

M.: Está bien y está mal. No nos quiere separar de nuestra naturaleza. Nos
quiere separar de nuestra naturaleza esencial. El Maligno no nos quiere separar
de la naturaleza. ¿Qué más quiere que te revuelques con ella?13

M2.: Claro, te quiere separar de la conexión con Dios.

R.: Se quiere asegurar de que no seas anti-naturaleza.

M.: Claro. Ahí también hay un error.

Más tarde veremos por qué se le ha llamado así en una larga tradición. Antes es
necesario esclarecer en qué consiste y qué experiencia concita. Es la experiencia del mal
radical que está más allá de los dolores producidos por la situación limitada de nuestra
condición. Es la experiencia de un combate que no se desarrolla en los terrenos de lo visible
sino en los aires que es ámbito propicio de los demonios. Muy bien lo expresa San Pablo en
la carta a los Efesios cuando dice: “Que no es nuestra lucha contra la carne y la sangre (el
hombre y lo viable) sino contra los principados, potestades, dominaciones de este mundo de
tinieblas, contra los espíritus del mal que están en los cielos (los aires)” (6,12).

13
Cuando el prologuista se refiere a “nuestra propia naturaleza” no dice expresamente que se refiera a nuestra
naturaleza animal. A ésta última, la llama “nuestra naturaleza limitada”. Se sobreentiende siguiendo el texto
que se refiere a nuestra naturaleza esencial. La aclaración que hace M. es correcta, pero redundante. Aunque
considerando la cantidad de adoquines por metro cuadrado que la rodeaba... tal vez era necesaria.

40
M.: Voy a explicar que el aire, el fuego, los elementos, significa que no
solamente manejan “el aire”, sino que estamos hablando del campo Astral.
Debería haber puesto, en vez de “aire”, campo astral.

V2.: Si no, los veríamos pasar.14

M.: Fíjense cómo relaciona a San Pablo; entre paréntesis pone “hombre y lo
viable” no es así, no se puede tocar San Pablo.

R.: Claro, no podés poner un corchete en una cita bíblica para poner
semejante estupidez.

M.: No es cristiano este tipo. Y entre paréntesis vuelve a poner “los aires”.
No se puede poner un corchete en las Escrituras. Está prohibido por la Iglesia, es
excomunión y es condenación. Termina La Biblia diciendo que “cualquiera que
agregue o quite una sola palabra de La Biblia será condenado eternamente. Esto
es cierto, lo que dice San Pablo. Saquen los corchetes.15

R.: ¿Cómo lo bastardeó poniéndole “los aires”?

M.: Lo rebajó, lo convirtió en nada.

R.: Me imagino a San Pablo tratando de decir algo re-profundo y éste


diciendo “Claro, ahí vienen volando” (risas)

M.: Este es uno de los textos más crípticos de San Pablo, que ni los
sacerdotes profundizan mucho.16

14
Habría que preguntarle a V2 cómo hace para ver pasar el aire. La metáfora es válida. “Están en el aire y son
invisibles”, no creo que San Pablo hubiese podido echar mano de un término como “plano astral” (que es muy
correcto), en el supuesto de que esta expresión hubiese existido en su época.
15
Si sacan los corchetes, saquen también lo que está entre corchetes... Por torpe que fuese la aclaración entre
corchetes, no puede acusarse al prologuista de estar “alterando el texto bíblico”, ni “condenarlo eternamente”
por esto. No alteró clandestinamente una edición de la Biblia (esto es lo que la Iglesia condenaría), sino que
citó una frase de la Biblia y la comentó entre paréntesis, haciéndose cargo abiertamente del comentario. No
hay intención dolosa ni posibilidad de confusión.
16
Si no tengo permiso para esforzarme por entender a San Pablo, prefiero no leerlo. Es mejor interpretar y
equivocarse (el error es un gran maestro para el hombre “C”) que incorporar sin entender; esta es la actividad
típica del fanático, el tipo humano que está en las antípodas de lo que es el hombre “C”. Este no es un texto
tan críptico... lo que sucede es que trae recuerdos de eventos que la Iglesia prefiere pasar por alto. Lo que
quiere decir San Pablo es que la lucha no es material, como una guerra por el territorio, por límites
geográficos, o por riquezas materiales, sino por quién influencia, quién posee, las almas de los hombres. Es lo
que no comprendieron los romanos que combatían a los primeros cristianos... mientras los crucificaban y los
arrojaban a los leones en el circo, el cristianismo se expandía. Fue Constantino el que comprendió que la
batalla había que darla en otro plano: para que Roma domine el brote de cristianismo había que asimilarlo a
las costumbres romanas, amalgamarlo, y por fin, erigirse en “guía de la fe cristiana” manteniendo el control
político. Este fue el principio del catolicismo, y esta “obra” estuvo terminada varios siglos más tarde cuando
Roma toma definitivamente el control del catolicismo, desplazando a Constantinopla y a Bizancio. Y casi
nada del cristianismo original se conservó en el catolicismo, pero pocos parecen darse cuenta... así son las
luchas de los espíritus que están en los aires. Cuesta ver quién es quien...

41
R.: Aparte, nadie se atreve a decir “yo te digo la posta” de lo que dijo San
Pablo.

M.: Nadie. Está ahí. Este, ya lo interpretó y todo.

M2.: Es un capo.

R.: En serio, qué raro que en un libro hecho por un monje alteren un texto
así; es como si yo escribiera “Amarse (tener sexo) los unos a los otros”17
¿entendés? (Risas)

Este mal es el tema y el objeto del combate de aquellos monjes que nos trae a
colación para nuestra enseñanza y advertimiento, el P. Anselm con sabiduría y aviso
monacales. Y es que tenemos que luchar, queramos o no, con unas fuerzas invisibles, que
“andan por los aires” y que retuercen, impiden y atormentan nuestras conductas.

M.: “Nuestras conductas” ¿Hace falta que detalle dónde está el error, aquí?

R.: Yo lo que no entiendo es la parte de cómo se retuerce una conducta...

O.: Siempre por afuera, la conducta, la actitud...

S.: A lo sumo, se puede mencionar la conducta como la consecuencia


última de lo que está pasando en una persona.

M.: Siempre está “afuera”. Puede tener una conducta de señor inglés total...

O.: ...y por adentro, cualquier cosa18

Un serio análisis de nuestra realidad denuncia estas presencias y nos puede orientar. Nos
puede hacer “caer en la cuenta” de nuestra verdadera situación.

¿Cuál es nuestra verdadera situación? ¿Dónde están nuestros enemigos? ¿Cuáles


son nuestros enemigos? Y aquí surge una de las cuestiones fundamentales de la vida
monacal y del porqué hay monjes. Nuestros enemigos son unas realidades invisibles, pero
tremendamente reales, que operan contra nosotros y que para enfrentarlos tenemos que
descender a verdaderas profundidades y lejanías, desiertos y abismos de soledad y silencio.

M: Esto es correcto.

17
No. No es lo mismo. Y la intención descalificadora de R. es tan obvia que no necesita comentarse. Creo que
necesitaría “amarse” un poco más seguido.
18
Y sin embargo... “Por sus obras los conocerás”. Tarde o temprano la conducta refleja lo que hay adentro.

42
Esta es la gran aventura monacal que tiene como escenario el desierto, lugar de los
demonios y lugar también del encuentro con Dios como el lector percibirá en las páginas de
este libro.

M.: Le está dando un carácter físico a algo simbólico.

S.: Yo lo interpreté simbólicamente. ¿Qué querés decir, que el que escribe


no lo está diciendo simbólicamente?

M.: No, porque después habla de un caso de un tipo que se fue al


desierto.19 Al desierto en serio. O sea que si no te vas al Sahara...
Dense cuenta de que lo estamos desgranando, pero a cuánta gente le queda en el
subconsciente, en el formativo intelectual,... lo arruinó, porque es hermoso el libro.

R.: Cómo un mal prólogo puede arruinar un libro... yo no leo los prólogos.

B.: No, no hay que leerlos20.

Pero esta aventura monacal es la aventura de todo hombre o mujer que se arriesgue a tomar
su vida en sus manos y dirigirla con responsabilidad. Es la aventura que no se agota con el
esclarecimiento psicológico, pero que no se puede realizar sin lucidez psíquica.

M.: Esto es correcto.

Tras ella viene la amplificación (o iluminación) de conciencia que nos lleva a lo


transpersonal, a lo espiritual, al abismo de Dios. Y esto supone una lucha contra el
Demonio. Hora es ya de que veamos por qué se llama demonio a semejante enemigo de
nuestra propia realización y cumplimiento.

M.: Con lo de “transpersonal” hizo una ensalada. Y Dios no es un abismo.

M2.: Si Dios es un abismo, no quiero meterme.

S.: Sí, eso lo dejé picando, no sé qué habrá querido decir con eso. Como
metáfora, es un espanto.

R.: Además, el abismo está relacionado con lo oscuro...

M.: Con el diablo. Cada vez que uno pasa un abismo no podés volverte a
mirar el abismo porque es demoníaco, es tentador, da vértigo, y es asqueroso.

M2.: Y dice que esto supone una lucha contra el demonio. Es un hijo de
puta.... (Risas)

19
El texto que fundamentaría la corrección de M está bastante más adelante, sin conexión directa con este
párrafo. Se me hace obvio que el prologuista está hablando simbólicamente.
20
Ajá… Y si no los leés, ¿de qué manera vas a enterarte de que son malos? Ay, mi pichón de adoquín…

43
M.: Y con la realización y el cumplimiento volvemos otra vez a la conducta.
Lo que te impide ser un tipo feliz...

R.: Además, estamos hablando de luchar contra el demonio pero no hay


una pizca de Dios en todo lo que dijo...

S.: ¿Cómo que no? El abismo... (Risas)

E.: Y además, un estado de conciencia expandida es una iluminación... ¿?21

Lenguaje mítico y lenguaje científico


Los escritos de un monje suponen siempre una actitud que conlleva un lenguaje en
el que se expresa esa actitud. Así sucede con los escritos de los monjes antiguos y con los
del P. Anselm. Aquellos monjes de los primeros siglos del cristianismo con su experiencia
del “mal maligno”, teniendo entre sus manos las resistencias, excusas y estratagemas
diversas del ser humano se habían zambullido nada menos que en la aventura del trato con
“los poderes del aire” y habían ingresado en un mundo inefable e incontable. La
experiencia de ese mundo halló su expresión en el lenguaje mítico. Y aquí tenemos otra de
las cuestiones y sugerencias de este libro que nos presenta, entre otras muchas cosas, el
gran valor del lenguaje mítico para expresar la experiencia religiosa.

M.: Esto sí es importante. No se pueden entender los diablos si uno no


acepta la mítica. El símbolo. ¿Quién puede decir qué es un diablo?

R.: Si no lo decodificás como símbolo no podés...

M.: No podés. No podría explicarte qué es un diablo. Tiene que ser una
experiencia que vos decodificás a través de un mito.

R.: Como no es un producto humano, no tenés nada adentro como para


conceptualizarlo, entonces tenés que atraparlo en una idea. Por eso es que se lo
simboliza con el tipo con el tridente.

S.: No es alguien materialmente “real”, seguramente.

21
Sí. Un estado de conciencia expandida es una iluminación. “Iluminación” es el término budista equivalente
a “metanoia” en griego y a “arrepentimiento” en el cristianismo. Es un cambio positivo en la calidad de la
mente. Lo que sucede es que “Iluminación” suena muy romántico al occidental snob (que con frecuencia sólo
aspira a ser un idiota feliz), mientras que “arrepentimiento” tiene una connotación dolorosa. Pero cuando se la
conoce verdaderamente, cuando se la experimenta, se comprueba que la “iluminación” es MUY dolorosa.
Porque es tomar conciencia de pronto de todos los errores cometidos y sus consecuencias. Sólo un psicópata
la “disfrutaría”. El disfrute viene después, con la “eliminación del karma”, o, en lenguaje cristiano, con el
“perdón de los pecados”.

44
R.: Pero si te creés que el diablo es eso...

S.: .. Diría que como nunca vi a nadie con cuernos, entonces el diablo no
existe... esto sería falta de sensibilidad por lo mítico.

M.: Por eso es que en “C” se estudia, se informa, sobre mitologías


griega, eslava, romana, etc. para acostumbrar a la mente a aceptar lo mítico. Es la
manera de ver nuestros entes. ¿Cómo les puedo explicar qué es un ente?

El hombre moderno ha perdido casi por completo la sensibilidad con lo mítico. Esto
se debe a la primacía de lo mental, de lo racional sobre todas las cosas. Las religiones se
habían expresado en lenguaje mítico; la “edad de la razón” sustituye el mito por la
reflexión, por la comprobación científica. Durante mucho tiempo se ha creído que la razón
podía agotar el conocimiento de toda la realidad. Pero ya también este estado de conciencia
y esta convicción han entrado en crisis, han pasado y se está volviendo a descubrir que el
mito no es una fábula de la fantasía sino un modo de percibir y tocar la realidad.

M.: Esto es lo único que realmente vale la pena. Se está volviendo a


descubrir que el mito no es una fábula, no es una fantasía. Es un modo de percibir
y tocar la realidad.

S.: Es algo que se abandonó en el Renacimiento y recién en el siglo XX se


empezó a recuperar. Por algo, uno de los libros de Pauwels se llamó “El Retorno
de los Brujos” (1960). Pauwels vio que esto “se venía”.

No quiere decir esto que hayamos de volver a la etapa mítica de la humanidad, pero
sí que hemos de incorporar la dimensión mítica como una realidad que forma parte de
nuestro ser completo que no es, precisamente, el de ser solamente “racional”. Hay
realidades que no pueden captarse con la razón.

S.: No está confrontando la mitología con la razón. Está sumando, no


reemplazando. “No deseches nada, sumá” sería el mensaje.

M.: Esto también tiene que ver con aceptar que un crucifijo, una imagen, no
es “Dios”. Si no, estaríamos haciendo idolatría.

S.: Estaríamos haciendo otro “becerro”.

Y para el nuevo estado de conciencia al que vamos, superada la exclusividad racionalista,


vuelve a aparecérsenos el gran valor y vigencia de lo mítico. Así, para percibir y tratar con
esa realidad maligna que tantas veces nos cerca, la visión mítica nos ha sido de mucho
provecho y es un acierto que no puede ignorarse.

Una de esas realidades que no puede captarse con la razón es el mal. Y es que la
razón percibe la realidad de manera no inmediata, sino mediata. La razón “rodea” al objeto
y mediante el concepto lo relaciona con él y lo maneja. Pero, ¿ha penetrado, ha conocido
verdaderamente el objeto? Hoy estamos ya convencidos de que no. Necesitamos, en

45
general, pero de manera especial – como es el caso del mal – tocar, palpar, entrar en
relación viva con lo que llamamos objetos, realidades.

M.: Esto es muy bueno. Por ejemplo, esto es redondo, tiene agujeros, tiene
cigarrillos adentro, entonces es un cenicero.

B.: Hay que armar un concepto para poder tratar con el objeto.

S.: No se puede hacer esto con el mal.

M.: Es lo que decía antes entre la inteligencia “C” y la inteligencia común.


La inteligencia “C” no hace “esto es redondo, tiene cigarrillos, etc”. No: “Cenicero”.
Este tipo ha estado muy integrado al formativo intelectual, y se está dando
cuenta (como muchas corrientes del momento) de que el formativo intelectual no
sirve fuera de su propio territorio.

S.: Claro, esto es novedoso para él.

M.: Claro.

Lo más simple y elemental, lo más profundo por otra parte, se resiste al


conocimiento racional.

M.: Esto es cierto. ¿Cómo podés explicar el alma, cómo podés explicar el
espíritu, cómo podés explicar un diablo, cómo podés explicar un ente? ¿Cómo
podés graficar el amor?

M2.: ...Corazoncitos. (Risas).

M.: O sea, un símbolo.

Además hay todo un mundo que es arracional, irracional, sobre-racional. Y todo ese ámbito
ha sido expresado míticamente, simbólicamente, que no es ni fabulosamente, ni falsamente.
El lenguaje mitico nos transmite las experiencias profundas de todo aquello que no puede
captarse (ya esta palabra es significativa) con la mediación de la razón, sino que nos invita
a una relación más profunda y de otro orden. Con el mal, con las realidades elementales y
superiores no puedo quedarme en una relación conceptual. Esto ya hoy lo tenemos muy
claro. Y la forma de expresar esa otra relación ha sido durante siglos la expresión mítica, el
lenguaje que han solido utilizar las religiones. Por eso, plantear hoy si “existen” o no
existen los demonios no tiene verdadero sentido por que antiguamente esto no necesitaba
plantearse ni hoy tampoco. Quiero decir que no hace falta plantear la cuestión como
problema intelectual.

M.: Desde el punto de vista intelectual, jamás vas a entender qué es el


amor, qué es el deseo, qué es el diablo, qué es el alma, qué es Dios, es imposible.
Se capta con sentidos que son interoceptivos. Suprarracionales.

46
S.: ¿No es como querer clavar un clavo con un destornillador? Estás
usando la herramienta incorrecta.

M.: Exacto. Totalmente. Jamás vas a llegar. Hago propicia esta oportunidad
para explicarles, sobre todo para D., que está hoy en su lucha, que le deseo que el
Espíritu Santo lo acompañe y lo ayude y lo proteja, está peleando por su devoción,
acusado de que le han lavado el cerebro, y “convertido”, dense cuenta de que lo
que uno puede utilizar para “convertir” a alguien es el intelecto. Y el intelecto dura
hasta que la gente se retira del lado de uno22. En cuyo caso viene otro con más
fuerza intelectual, con un ente más gordo, y te da vuelta todo el pastiche.
Entonces, ¿qué es la “conversión”? nada. Nadie “convierte” a nadie. Lo que uno
puede llegar a hacer es sacarle las capas que la persona tiene por sí misma, en
las que se ha encajado equivocadamente, y descubrir su propia alma y su propia
fe. “Dar fe” no existe. Para nada. Así que esto tiene que ver con eso. No se puede
dar, no se puede controlar de ninguna manera. Por ejemplo, yo quiero que me
ames. Voy a estar toda mi vida tratando de que me ames. Te voy a convencer de
que soy maravillosa, pero, ¿de que me ames? Es otra cosa. Te voy a convencer
de todas las bondades de Dios. Pero que te acerques a Dios, es otra cosa.

¡Qué finura la de aquellos monjes y qué finura la del P. Anselm para sumergirnos en
realidades y no insistir en temas subsidiarios! Los monjes antiguos y el creyente de hoy
indican con la figura del demonio una realidad cuyas manifestaciones están claras y ahí. Y
esta realidad en su último hontanar es un misterio y algo inalcanzable, todavía en mayor
medida que lo puede ser la neurosis o el complejo psíquico. Ya lo dijo acertadamente
C.G.Jung.

El lenguaje mítico expresa una realidad que no es un “nada más que” sino el “más
allá” que trasciende la limitación de lo mental mediato. Sólo el lenguaje mítico nos puede
llevar a lo transreal a que nos remite nuestra experiencia de contacto directo con otras
esferas de realidad. Porque estamos en contacto con otras esferas de realidad y lo que nos
pasa en forma de impulsos o inhibiciones, de ansias o bloqueos de placeres y displaceres no
es otra cosa que el conjunto de indicios y mensajerías de la otra realidad. Se llega también a
la otra realidad por la experiencia del mal.

M.: Este tipo no tiene la menor idea de la verdad que dice acá.

S.: Pero es verdad, ¿no?

M: Sí, pero no lo sabe. No lo sabe, porque acaba de desmentirlo en el


párrafo anterior. Es decir, creo que este señor agarró un tratado de teología, y un
tratado de psicología. Entonces dijo: “Voy a poner cuatro párrafos de acá y cuatro
de allá. Y hace una “síntesis”, un pastiche. No puede contradecirse hasta ese
punto. Esto es una verdad total: todo lo que nos pasa, no nos pasa en este
terreno. Todo. El amor, el odio, el resentimiento, todo lo que nos pasa está vivido,

22
Este es el motivo por el cual las sectas siempre presionan al discípulo para hacerle cortar nexos con
familiares y amigos. De otro modo, el lavado de cerebro no sería efectivo.

47
con anticipación, en la cuarta dimensión, en una realidad totalmente diferente. Por
eso es que no hay ninguna mente humana que pueda llegar a la cuarta dimensión
de otro ser humano. Así de fácil. El odio de Fulano está en la cuarta dimensión. Yo
puedo darle todos los métodos para que desarme su odio. Pero si él no va a su
propia escalera, yo no puedo subir a la escalera de él en mi cuarta dimensión.
Sería el colmo de... la no-libertad. No habría libre albedrío. Al punto tal, que los
sacerdotes exorcistas (los de verdad, no los chantas que se ven por televisión)
afirman que no pueden exorcizar si la persona no quiere. Por favor, ésa es la
individualidad.23
A través del mito, puede hacerse que la otra persona se ponga en contacto con su
propia liberación. Pero si la enseñanza que contienen no es aceptada, no pasa
nada.

S.: Eso, es lo que se llama “estar embichado”, ¿no? Ponerse del lado del
“bicho”.

M.: Sí. Fíjense que en la farmacopea de la medicina oficial existen los


“placebos”. Y curan. Realmente curan.

Este es el gran emplazamiento existencial: llegar a la otra realidad, a lo absoluto, a


Dios en la confrontación con el mal.

M.: Aquí metió la pata. En la cuarta dimensión no está Dios.

S.: Creo que lo que quiere decir es: “Estoy tan golpeado por el mal, por la
malignidad, que termino reconociendo la existencia del opuesto...”

M.: Pero es tu imaginación. Aquí dice otra cosa. En concreto, ¿qué dice
aquí? ¡No lean así! “Este es el gran emplazamiento existencial: llegar a la otra
realidad”. Perfecto.

R.: ¿Qué es un emplazamiento existencial?

S.: Un desafío. Emplazar es “dar plazo”.

M2.: “Esto es lo que hay que hacer”.

M.: ¿A qué otra realidad? A la cuarta dimensión. “A lo absoluto”, no. “A Dios


en la confrontación con el mal” ¿Dios con la espada en la mano?

23
Se puede tomar contacto con esta idea emocionalmente de un modo sorpresivo y dramático, en la historia
del “Drácula” de Bram Stoker. Cuando Van Helsing le revela al resto del grupo la naturaleza del “Nosferatu”
que están yendo a cazar, les dice: “Escúcheme, jovencito: Lucy no es una víctima al azar atacada por simple
accidente. ¿Lo entiende? ¡No! Es una recluta dispuesta, una seguidora vehemente, una seguidora lasciva. Me
atrevería a decir que es una devota discípula. Es... la concubina del Diablo. ¿Ha entendido?”. El texto es una
traducción del guión del film de Coppola, pero la idea está correctamente enunciada.

48
M2.: Está bajando a Dios al nivel del mal.

M.: Sí... Dios baja a la cuarta dimensión y agarra la espada (¿?)

R.: Es un maldito pagano.

M.: Es gravísimo pensar que en la batalla que nosotros desarrollamos en


este momento (es lo que nos está conduciendo, porque en este momento estamos
en cuarta dimensión, cuando nos conectamos) está Dios peleando contra el mal.
¿Quién es, He-man? Dios no confronta con el mal.

M2.: Porque está en un estadio más alto.

R.: Si Dios quisiera confrontar al mal, no sería Dios. O es Dios, o


confronta.24

M.: Se pone en dualidad. Dios dual.

A2.: Yo lo entendí distinto, que es uno mismo el que llega a la


confrontación.

S.: Claro, yo entendí eso, también.

M.: Ah, ¿que vos, confrontando al mal, llegás a Dios? Tampoco. ¿Saben
por qué digo que no es esa la interpretación? Porque antes dice “llegas a lo
absoluto”. Si no estuviera esto, estaría de acuerdo con ustedes. ¿Cómo vas a

24
Esto no es un postulado teológico. Es pura lógica. El “absoluto” contiene todo lo que existe. No puede
“confrontar”, no hay nada más fuera de sí mismo. El “dios” que confronta contra algo, por esto mismo se
revela como una divinidad de rango inferior, como parte de un todo más grande. El “dios único”, que somete
con violencia a los dioses de sus vecinos, es un oxímoron. Y es por naturaleza… “diabólico” (del italiano
“diávolo” = el que divide). Comprender esto no es algo menor, sino que tiene una conclusión terrorífica: El
monoteísmo es el principio de la neurosis. El rasgo distintivo de la neurosis es que quien la padece está en un
“túnel de realidad” donde todo lo que está fuera de su túnel es negado.
Bancate ésta si tenés huevos, Sigmund. Te veríamos correr... No, es chiste. Freud era valiente,
incluso llegó a afirmar en su libro “El porvenir de una ilusión” que la religión era una neurosis cercana a la
locura. Recibió muchos palos por este libro… así que estoy inventando la pólvora.
El verdadero monoteísmo es posible, pero debe cumplir el requisito de integrar armónicamente todo
lo que existe. Ninguno de los monoteísmos conocidos lo cumple. Si un “dios” combate a otro “dios”... ambos
son diablos menores con la ambición loca de ser adorados como un Dios único (vicio típico de los diablos).
Sólo puede aceptarse un “dios” así entrando en un “túnel de realidad”, en una neurosis. Es decir, aceptando
algunos hechos e ideas e ignorando otros. La neurosis es la hermana gemela de los “negacionismos”. Las
consecuencias son tan visibles que es un rasgo de locura negarlas: odio, muerte, sufrimiento, destrucción.
Observen Medio Oriente, cuna de varios “monoteísmos”.
Soy consciente de que el mundo está lleno de “almas bellas” que me matarían sólo por exponer esta
idea… pero una vez comprendida no se puede retroceder. No se puede seguir creyendo en los “reyes magos”
una vez que se sabe que son los padres. No se puede creer en “la cigüeña” cuando se conoce el mecanismo de
la reproducción de los seres vivos. Como escribí en el prólogo del digitalizador (permítanme ser
autorreferencial), no hay “retorno a la inocencia”. El verdadero monoteísmo todavía está en el horizonte.
Lejos, muy lejos. Y sí, esto recién empieza.

49
llegar a Dios peleando con los diablos? Si peleás con los diablos, tenés para toda
la vida. Si tenés suerte de vencerlos, conseguís paz interior. Y si tenés la gracia de
Dios, llegás al Altísimo. Si tenés suerte de haber vencido a todos los diablos y no
tenés una sola obra que valga la pena en tu vida, ¿hay salvación?

M2.: ...no...

S.: ¿Y cómo se hace para vencer a todos los diablos sin tener una sola
obra?

M.: Estoy dando una hipótesis absurda, nadie los vence a todos. Suponete
que venzamos todos. Pero nos hemos pasado la vida encerrados para nosotros
mismos, venciendo nuestros demonios. Y los demás, que revienten25. Si no tenés
obra, si no tenés amor simultáneo al enfrentamiento con el mal, no tenés nada. Un
monje no es un hombre que se encierra; es un hombre que tiene un profundo
amor a Dios y que busca a Dios. Y en ese profundo amor a Dios, entre otras
cosas, pelea contra el mal.

Debe el lector, debemos todos reparar en la gravedad de la transmisión por estos textos tan
finamente escogidos. Así comprenderemos la expresión de San Pablo citada más arriba.
Nuestra lucha está en el combate con las potestades de los aires. Todo este mundo, este
ámbito es el que el psicólogo atisba pero cuya última expresión es la inmersión e el ámbito
de lo absoluto, de lo espiritual, de lo religioso.

El lenguaje científico ha venido a confirmar y a enriquecer desde otro punto de vista


lo que ya desde antiguo se había percibido. Aquí tampoco se trata de una corroboración
“apologética”. Se trata de una coincidencia en la unidad. El lenguaje y el pensamiento
científico han entrado en una fase nueva más realista y abierta, en una nueva conciencia que
les hace capaces de entrar en la nueva era. Lo mítico también reconoce sus límites. Lo
científico, los suyos y así estas dos últimas etapas de la conciencia se preparan para ser
asumidas, superadas, pero no abolidas, en la nueva dimensión de la conciencia que se
anuncia.

Perdone el lector que sólo aluda a temas tan graves como éstos con breves
referencias. Si entrase más a fondo sustituiría el magnífico trabajo del P. Anselm por
aquello que sugiere. Pero sí había que decir que lo ha sugerido y que lo hemos entendido.
Su voz ha sonado y ha sido recogida. Y creo que será para él una satisfacción el que se le
diga que su libro nos trae todo el trasunto de lo que es la vocación monástica. La vocación
y la vida monástica es un acontecimiento que lleva a la unidad el talante y lenguaje mítico y
el científico y, esto no por componendas, sino porque poniendo, de verdad, a cada uno en

25
El ejemplo es absurdo desde el vamos, pero es ilustrativo de una trampa terrible: quienes suponen que se
puede vencer a los diablos ocupándose sólo de sí mismos, están poseídos por el demonio de la codicia.
“Quien salve su alma, la perderá”. Un pensamiento como éste revela que no se conoce la caridad, que no se la
ha experimentado realmente. Se corre desesperadamente hacia Dios, y el que te está esperando cuando se
llega a la meta es el diablo.
Lo que desarma esta trampa es el “sacrificio”. Sacrificio, en realidad, debe entenderse como “hacer algo gratis
por otro”. O sea, la “Obra” en su significado más profundo.

50
su lugar, sin reduccionismos ni exclusivismos se va construyendo la armonía de las
distintas esferas del ser humano iluminado por la gran Presencia de Dios.

M.: Saraza (Risas).

B.: Yo no escribiría esas cosas (Muchas más risas26).

La voz monástica nos habla


Apuntando lo anterior me queda todavía por decir lo que para mí es lo más
importante y lo que creo que, consciente o inconscientemente late en los afanes de este
monje del siglo XX que, por su edad, será del siglo XXI.
Me queda por decir lo que nos transmite esencialmente, es decir, cordialmente este
libro sobre nuestra relación con el mal. Nos transmite la experiencia monástica. No se
asuste el lector. La experiencia monástica no es otra sin la seria relación con las cosas, con
la vida tomándola en serio y hasta sus últimas consecuencias.

26
B. se “destaca” por hablar y escribir de forma rebuscada e incoherente.

51
M.: Lo que quiso decir con tanta pavada, es que “La vida no es un paseo”,
como dice “C”, “La vie n'est pas une promenade”. Hay que asumir la vida, vivir en
serio, asumir sus responsabilidades, su día a día, minuto a minuto, hora por hora.

M2.: ¿Ahí dice eso?

M.: No. (Risas).

S.: Creo que la desesperación por hacer al libro simpático a la gente es lo


que lo lleva a redactar así... está pensando en un lector que no tiene interés en
leer el libro.

M.: La tentación. Es una tentación.

En este tomar en serio la vida, en la radicalidad de las promesas bautismales, el


monje descubre el horizonte del mal y entra en contacto con él confrontándose de manera
decisiva. La confrontación es una lucha que afecta a la existencia entera y pone en
conmoción todos los resortes vitales. Así en esta lucha se exige un serio conocimiento de sí
mismo, tanto de los planos conscientes como de los inconscientes y de aquellas máscaras
que ocultan o tratan de ocultar nuestras verdaderas actitudes y tendencias.

S.: La “radicalidad de las promesas bautismales” sería tomarse el bautismo


seriamente. Pero abunda en términos raros para hacerse el difícil.

M.: No es para hacerse el difícil. Paren un poco. Estamos en “C”. Eso es


una interpretación del formativo intelectual. Nada ocurre porque sí. Nada es
casual, nada quiso decir, lo dijo y lo hizo y es responsable. Y uno también. Sobre
todo en un libro. Tenés tiempo de sobra para leer y retirar lo que no corresponde.

E.: Cómo salta de cosas copadas a cosas delirantes, ¿no?

M.: Por eso te digo que tiene dos libros: tiene la “Summa Theológica” de
Santo Tomás y hace un refrito con otro. Son dos personas escribiendo.

El conocimiento de uno mismo es uno de los frutos más ricos de la experiencia


prolongada de la soledad y el silencio. Instalados en la última solitudo, que es el núcleo
personal, los monjes superan los prejuicios y las insinceridades en una labor catártica
constante.

A.: La catarsis es reacción pura.

M.: No. Te deja un conocimiento terrible.

S.: ¿Cuál es el conocimiento que te deja?

M.: Perdón. Hay que cambiar la palabra “catarsis” por “autoexorcismo”.

52
Todos: Aaaaaaaaaaaaaaaahhhhhhhhhhhhhh...

M.: Este señor se refiere a los autoexorcismos. Entonces usa la palabra


“catarsis” que creo que es muy psicoanalítica, si mal no recuerdo. El otro día
cuando les dije que había desarrollado por lo menos veinte o treinta
autoexorcismos, todos me miraron con cara de “son mentiras”. Fíjense, aquí lo
dice. Es continuo, constante, lo que él llama “catarsis”. Catarsis es la expulsión de
los distintos demonios. La vida del hombre “C” es: o expulsás entes, o expulsás
demonios. Y en el intervalo, construís el amor, la consideración externa, la
mansedumbre, la religiosidad, la devoción y la buena obra. La “joda” no está. No
hay tiempo. Lo que hay es, por ejemplo: “Quiero sexo: hombre C haciendo sexo”.
“Quiero comer: hombre C come” “Quiero ir al teatro: hombre C va al teatro”.
“Hombre C va a pasear” “Hombre C va a la plaza”. No es “Soy un hombre C
durante 2 horas y el resto del día me integro a la vida y hago lo que se me da la
gana”. Jamás un hombre “C” hace “lo que se le da la gana”. ¿Por qué?

M2.: Porque las ganas no son mías... (Risas).

R.: Además, si te conocés, sabés que las ganas y los deseos son el
enemigo... estaba pensando por qué un hombre “C” no se siente solo. Es porque
está en contacto con Dios.

M.: Y con uno mismo. ¿Cómo me voy a sentir sola si estoy acompañada
todo el día conmigo? (Risas).

R.: Pero no sos una multiplicidad...

M.: “Yo” es siempre sorprendente. Siempre me deja con la boca abierta,


“Yo”. (Risas).

M2.: El “Yo” “posta”, siempre es mucho más interesante que el yo que lo


mira.

R.: Pero no te sentís sola porque tenés un contacto con “arriba”... ¿no?

M.: No solamente que tengo un contacto con “arriba” que no son las 24
horas (ojalá lo fuera) sino que estoy en contacto conmigo. Es un placer estar
“conmigo”. Porque cuando estoy torturada, cuando estoy peleando con un
demonio, no estoy “asquerosa”. Estoy “peleando con un demonio”. Cuando estoy
peleando con una antivirtud no estoy hecha una deprimida, estoy “peleando con
una antivirtud”. Estoy haciendo algo. ¿Cómo no voy a estar bien conmigo misma?
Cuando estoy mal y no sé por qué, estoy conmigo misma tratando de saber por
qué. Estoy entretenida preocupándome para ver por qué.

O.: Claro, si no, estás identificada y te vas con cualquier cosa.

53
A2.: ¿Y cuando estás descalificada?

M.: Cuando estoy descalificada, busco, a ver cuál es la descalificación, por


dónde entró, qué hice antes, qué hice después, cuál fue la palabra, hasta que la
encuentro. Y eso es fuente de alegría, y estoy sola. En ningún momento hay que
bajar la guardia.
Les va a costar un tiempito entrar, adecuarse a estar con ustedes mismos.
El diablo (justamente de él estamos hablando) es el que los lleva a mirar afuera.
“Quiero la ropa que tiene ese chico, quiero el auto que tiene ese otro, quiero la
inteligencia de aquél”, es el diablo. Todo lo que yo tengo lo ignoro. ¿Cómo saber
quién soy?

O.: A mí me dice: “eso es aislarse”. Es una excusa.

M.: No, porque mientras tanto, mientras estoy hablando con vos, mientras
estoy hablando con todos ustedes, no estoy aislada; estoy plenamente
comunicada, no dejo de estar conmigo. Ahora, si para estar conmigo necesito que
se vayan todos, ahí sí estoy aislado. Hablando de aislamiento, ahora viene una
etapa de aislamiento para la gente “C”, o sea que en mi caso sí me aíslo, es el
único mes en el año en que tomo contacto conmigo misma, entonces si bien van a
seguir las clases, no las consultas individuales ni los diarios, porque tengo que
desagotar el 100% de mis energías en mí. Paso todo el año entregándolas, y se
me pasan muchas cosas.

R.: Así que no llamen, no hinchen las pelotas...

M.: Sí, como no, que llamen, con mucho gusto, siempre los quiero... no me
traigan cosas, porque no les voy a poder contestar. Llamarme, sí, porque los
quiero y los necesito y porque el contacto me gusta. Pero no para algo serio.

S.: ¿Y cuándo podemos volver a llamar?

M.: El 21 de septiembre.

S.: ...El 21 de septiembre a las 9 de la mañana empieza a sonar el teléfono


y pelamos el pergamino... (Risas).

E.: R. se pone de operadora...

M.: Estamos en el mes más bajo energéticamente hablando. Es el mes en


que las personas delicadas y enfermas suelen morirse. El sol está más lejos que
nunca. Y como nosotros nos valemos mucho del sol, las energías nuestras bajan
muchísimo. Y cuando bajan las tenemos que ocupar en nosotros. Primera
responsabilidad. Después, cuando estamos abundantes de energía, sí podemos
entregar a los otros. Porque si no, sería un exceso. Si yo estoy dando energías
que necesito para mi evolución, las estoy dando a otra persona, estoy cayendo en
tentación, aceptando un diablo que dice “No podés no ser generosa y buena”. Es

54
muy común ese diablo. Y olvido mi primera cosa primero. Siempre hay que tener
en cuenta prioridades. Mi primer cosa primero. Estoy en este mundo para
evolucionar yo. En segunda instancia, ayudar a la evolución27. No puedo cambiar
el orden. Toda mi personalidad quiere cambiar el orden.

R.: “No, pero hay tantas personas que dependen de mí, me tengo que
dedicar a cuidarlos”...

M.: Además tengo un buen trabajo para hacer, A. me prestó un librito del
que leí dos hojas nada más, pero me puso en contacto con un error mío que es
muy interesante, que dice que las energías que uno va concentrando a través del
trabajo evolutivo, que son energías de tipo sexual, nos hacen mandones,
imperativos, y exigentes en el “ya y ahora”. Y creo que es un error que he
cometido con todos, así que, bueno, es un buen momento para disculparme.

S.: Lo siento, pero no sé de qué estás hablando...

R.: Yo le dije lo mismo...

M.: Es una presión, es un “tenés que evolucionar ahora, no mañana,


ahora”...

M2.: Y si no hicieras eso no haría nada, estaría sentado en el sillón de...


¿dónde está Goofie? (risas)28

M.: Tengo que comprender que es un proceso, no me tengo que poner loca,
es un proceso que yo pasé, ¿cómo no lo van a pasar ustedes?

A2.: A mí me parece que nos hacía falta...

27
En el Cristianismo no hay tal prioridad. “Amarás al prójimo como a ti mismo” implica ausencia de
prioridades. Ni por encima ni por debajo de los demás. La idea de prioridad (“Primero yo”) es ocultista, o,
como dice Pauwels, de los que quieren “tomar el cielo por asalto”. (Además, la actividad cotidiana de M.
desmiente sus palabras).
Si vamos al Budismo encontramos que contempla las tres opciones: encontramos el “camino del rey”, el
“camino del remero” y el “camino del mártir”. En el del rey, primero evoluciono yo, después ayudo a
evolucionar. En el del remero, todos juntos evolucionamos al mismo tiempo, en el tercero ayudo a
evolucionar a los demás y después me ocupo de mí. El Ocultismo se asimila al primer camino del Budismo,
El Cristianismo se asimila al segundo. En cuanto al tercero... solamente puedo decir que no le veo
posibilidades de realización. Tal vez sea el camino de Judas... Pero tómenlo como de quien viene.
28
Goofie (Tribilín) es un personaje de Walt Disney, un pequeño muñequito que M. eligió para simbolizar el
estado de estupidez del hombre en complacencia, dejándolo sentado en el centro de la mesa. El “estado de
estupidez” es, en realidad, el efecto a largo plazo de la acción de los pecados sobre el alma. Los sentidos se
cierran y las impresiones no pueden ingresar. No es una mera “ausencia de inteligencia”. Es mucho peor. Es
ausencia de atención, frente a la cual la calidad de la inteligencia pierde relevancia. El “hombre astuto” del
que habla el Cuarto Camino, es, justamente, el que tal vez no tiene una inteligencia muy brillante, pero sus
sentidos están en alerta. Las “gentes sencillas” de los Evangelios, en contraposición con los “doctores de la
Ley”.

55
M.: Me parece que no, porque el libro dice algo que me dejó pensando y es
lo que quiero meditar, dice que cuando uno desborda esa energía terrible, porque
es energía alta la que viene, en el “campo trabajado” se corre el riesgo de “sacar
el trigo junto con la cizaña”. Las dos cosas juntas. Por ese imperativo. De pronto
son chicos, son chicos espiritualmente, son chicos físicamente, y necesitan un
tiempo de evolución.

S.: Sí, pero a veces necesitamos combatir la pereza con un poco de


presión, ¿no?

M.: Sí, de vez en cuando. Pero no mi energía puesta locamente...

R.: Podés ejercer la misma disciplina y la misma presión, pero desde otro
lugar. No el de esperar un resultado definido, sino hacer que muevas tu trasero
larvático. Sin “creérselo”...

M.: Claro. En cambio, mi desesperación por tener aquí a diez hombres nº 4


no tiene sentido.

S.: Se hace desde el poder, eso. ¿No?

M.: No, en ese libro se explica muy bien. Son energías que sobran.29

R.: Qué lindo eso de tener energías que sobren... (Risas)

M.: Aquí lo explican muy bien. Entonces uno sabe dónde llegó. Yo sé dónde
llegué. Doy vuelta la cabeza y digo: “¿Dónde me equivoqué? Acá, acá, acá y acá.
Son cuatro puntos. ¡Dale, tarado! ¿Qué hacés ahí?” Es cierto, eso, sí. “¿No te das
cuenta? Si yo te dije. Corregís el punto a) y estás acá. Corregís el b) y estás más
acá. Ya está.” Claro, pero para encontrar el punto, ¿cuántos años estuve?
¿Cuántos errores pasé?¿Cómo hice para descubrir el punto a)? Me quedé pelada
buscando el punto a). ¿Por qué pretendo que lo vean rápido? No es así. Hay que

29
Esta confesión involuntaria es interesante... M. está (o al menos dice estar) en voto de castidad. Cito a
Gurdjieff a través de Ouspensky en “Fragmentos de una enseñanza desconocida”: “Mientras un hombre no
sabe (esto es, mientras no sepa qué hacer con la energía sexual acumulada resultante de la práctica de la
castidad), es preferible para él no emprender nada. Hasta que no tenga un conocimiento nuevo y exacto, le
será del todo suficiente que dirija su vida según las reglas y los principios comunes. En este campo, cuando un
hombre comienza a hacer teorías o a soltar las riendas de su imaginación, esto sólo lleva a la psicopatía.” De
esto se deduce de forma directa que un hombre que sabe consume la energía sexual transmutándola, es decir,
en la evolución. Si “sobran” energías, es que no ha hecho nada con ellas, o sea que tal vez no sabe qué hacer
con ellas, y (según confiesa M. y esto se condice con mi experiencia personal) el individuo se vuelve
imperativo, violento, y (agrego yo) las energías sexuales acumuladas son el combustible ideal para el demonio
de la Lujuria. Esto explica por sí solo la epidemia de abusos sexuales entre las órdenes religiosas que obligan
a la castidad. Ya lo sé, la respuesta usual es que “abuso sexual hay en todas partes”. Esto es mentira, y lo
sostendría frente al Papa si se diera la circunstancia. La verdad está a la vista para quien quiera verla: La
castidad forzada produce sexopatía. Daré más detalles cuando veamos el demonio de la Lujuria. Adelantaré
que las peores manifestaciones de la lujuria son las que no necesitan una actividad sexual física.

56
darles tiempo de reflexión, tiempo de crecimiento, tengo que entender que es un
proceso.

S.: Sí, ya sé qué es. Algo parecido sucede con los profesores universitarios
demasiado brillantes, que se impacientan ante cualquier pregunta que hagas. Por
lo menos en mi caso, siempre aprendí más de los profesores “grises” que de los
“brillantes”. Son los que tienen más paciencia con las dificultades del alumno.

M.: No es impaciencia por las preguntas. Me encantan las preguntas. Es


impaciencia por el resultado.

M2.: En las preguntas se ve el interés del otro por aprender.

M.: Aparte digo: Por qué tienen que pasar por tanto dolor, por tanta miseria,
por tanta cosa espantosa, si yo ya pasé y les digo “Es para acá, por el puente”. No
van a pasar por el puente, porque está escrito que van a hacer el mismo trayecto
que yo hice. No van a tomar el puente. No sé por qué, pero es así. Cada uno tiene
su tiempo, va a encontrar su puente, su caída. Pero esa exigencia del “ya y ahora”
es peligrosa. Y ahí me frené, porque hasta ahí venía diciendo “Qué bien, es la
energía del devoto” hasta que ves que “puedes llevarte el trigo junto con la
cizaña”. Se puede llegar a quebrar la esperanza. Eso es una responsabilidad
gruesa. Muy grande. Entonces, sobre eso quiero trabajar de una manera muy
especial.

S.: El discípulo puede llegar a decir “Yo no sirvo para esto”.

M.: Obvio. Pero no se preocupen. Hay momentos en el camino que son


totalmente áridos. No se queden. Así es la lucha con los diablos. Más adelante
vamos a llegar a los diablos propiamente dichos, y contra eso, solamente la
palabra de Dios.

E.: Hay momentos en que siento que estoy sacrificando un montón de


cosas (Risas y abucheos)30, no, en serio, estoy cambiando un montón de cosas
que tenía antes a las que me aferré mucho durante mucho tiempo, y te las vas
sacando y decís: “Uh, me quedo sin esto, sin lo otro...no veo nada, no veo nada”

M.: Es que no tenés que quedarte sin nada, porque el Cuarto Camino no es
el camino del monje, que es restrictivo; si lo necesitás, pecá conscientemente.
Porque eso te va a dar una dosis de humildad que necesitás.

S.: La última vez que dijiste eso, V331 salió corriendo...

M.: Pero es lo que hay que hacer.

30
Un rasgo evidente en E. (que los demás veíamos continuamente) es que no puede sacrificar nada, es “Todo
para mí”.
31
Una integrante del grupo de trabajo que ya no estaba con nosotros a esa altura. Huyó horrorizada.

57
E.: ¿A qué te referís con pecar conscientemente?

M.: A las cosas que abandonaste, que antes hacías y que eran malas, volvé
a hacerlas conscientemente, sabiendo que son malas. Y sabiendo por qué lo
hacés y para qué lo hacés, sentir el peso de ser culpable de lo que hacés; no, que
lo dejaste “porque mamá me lo dijo”. Lo dejás vos, cuando vos ves el mal. Si no,
no lo dejes. Eso es “C”. En el monje, no. En el monje, es obligatorio que dejes. Tu
familia, tu casa, que dejes un montón de cosas. Para nosotros, no. Tomá tu
tiempo. Si necesitás pecar, hacelo conscientemente. Entonces, ahí es cuando la
soberbia se desinfla. Y es bueno. Ahora, reprimir, no. Reprimir no sirve ni acá ni
afuera. Hay una regla: “dejar fluir 3, controlar 1”. Por ejemplo, la ira: la dejás fluir,
pero la estás observando. Hoy hice ese ejercicio cuando me enojé con mi vecina:
realmente, no sentía la ira como mía; un ente-ira trabajaba por mí y yo lo
observaba. Y por dentro, me reía muchísimo de mí misma. Observando la ira,
dejándola fluir, porque es un ente, que estaba suelto, subía y bajaba, ¿por qué
llego a ese ente? Llegué porque estoy buscando desde hace un montón de tiempo
atrás, por qué no odio. Y encontré la razón de por qué no odio. Porque siempre
pregunto “¿por qué?”. Es una actitud, un ente inteligente. La primera reacción es
“¿por qué tal persona hace daño?” No es “Carajo, mierda, me heriste, etc.” Es algo
que vino conmigo. Debe ser algo esencial.

S.: Me suena contradictorio. ¿Es un ente o es esencia?

M.: A lo largo de los años, todo va tomando características de ente, y


algunas cosas son naturales. Pero revisando recuerdos de cuando tenía 5 años,
tres años, un año, preguntaba “¿por qué? ¿Por qué son malos? ¿Por qué hacen
daño?”. No “¿Qué me hiciste?”

S.: Curiosidad en lugar de ira...

M.: Sí, pero no la curiosidad instintiva, sino una búsqueda de la verdad que
signó mi vida.

S.: Como un problema de ingeniería cósmica...

M.: Claro. Sin identificarme con el ataque. Me da “chinche” y a los dos


segundos digo “qué sentido tiene, si esa pobre persona ni sabe lo que hace,
¿cómo me voy a enojar?”.

Este drama tuvo lugar en tiempos en el desierto físico y ahora y siempre en el desierto de
una actitud.

M.: ¡Mentiras! Es en el desierto del alma.

58
Por ello es conveniente que consideremos brevemente lo que es el desierto como lugar y
como desencadenante de la lucha con el mal que es la lucha por el bien.

En primer lugar el desierto es un lugar físico cuyas notas más importantes son su
carácter agreste, solitario y silencioso. El desierto siempre ha sido un símbolo profundo
para el corazón humano. En él resuena como en pocos sitios la invitación a sentirse criatura
y a ponerse ante lo absoluto.

Por una parte, el desierto es el punto donde Dios se manifiesta. Y esto por dos
motivos: porque se está lejos de las distracciones y por que en el desierto se toca, palpa y ve
la gran presencia. Pero, precisamente por ello, el desierto es también lugar de demonios, de
los malos, de los males. Y es que el desierto es situación límite que presenta la
ambivalencia del bien y del mal. Nos pone el desierto en el borde de la trascendencia.

M.: Según “C”, el “desierto” es un lugar donde nadie va, sino que nos llevan.
El Señor nos deja en el “desierto” cada tanto, y nos deja obligatoriamente para que
la persona humana no pierda humanidad y no se endiose. El “desierto” es la
absoluta ausencia de Dios, la absoluta carencia de ayuda y de gracias. Uno queda
sin fe, sin ningún tipo de vibración interna, sin la alegría de vivir, pero no como un
“desconectado” común: un “infra”, un objeto, una cosa.

E.: Y ¿con qué peleás si no tenés fe, en ese estado?

M.: Ahí está el libre albedrío y la gran prueba. Si tenés capacidad para
encontrar el coraje, saber que tenés que seguir peleando, saber que Dios está, un
día te rescata. Pero cuando él quiere.

Asi comprendemos que toda situación límite de nuestra vida, tomada en serio es un
desierto, una actitud de desierto. Es una coyuntura propicia para el comercio con lo
absoluto.

M.: Aquí, copió de algún otro libro (risas). Es decir, para nosotros el desierto
es una cosa muy seria, ,muy dolorosa, es una experiencia inolvidable, y es una
experiencia, que, como todo paso por el desierto, te deja quemado, sediento,
destrozado...32

E.: ¿Por qué? ¿Se va seguido?

M.: Cuando Él quiere. Es una de las experiencias místicas más duras.


Generalmente es cuando Dios considera que estás apto para ser probado. Nadie
va al desierto si no está en condiciones, sería una crueldad. Entonces cuando se
sale del desierto, uno sale lleno de vida, de fuerza, de todo. Pero te queda la

32
El “desierto” para el monje significa la condición de aislamiento en la que se desarrolla la vida monástica.
Esto es algo a lo que el monje se somete voluntariamente. Otra cosa muy diferente es el “desierto” como gran
prueba. Esto cae sobre tu cabeza sin que lo pidas. Lo que es coincidente es que en las dos situaciones hay que
vérselas con los demonios.

59
experiencia de lo áspero, de lo solitario, de la sed. Y el temor de volver. O sea, no
es tan alegre el desierto. Y, si llegamos a encontrar los diablos grandes en el
desierto, creo que la perdemos. Generalmente los encontramos cuando estamos
bien. En el desierto los diablos son: “Dejá de creer en Dios”; “Mirá todo lo que
hiciste, y ahora como estás”, el que dijo E. hace un momento: “Todo lo que dejé y,
¿si no llego a nada?” Todo lo que implica “Dejar el camino”. Pero no son los
grandes. Estos vienen cuando estás armado, si no, te hacen pelota. El Señor es
infinitamente justo.

La vocación monacal se convierte por ello en invitación para todos porque todos
hemos de afrontar, en un momento o en otro, la situación límite que consiste en haber
nacido, tener que morir, y tener que vivir con sentido y orientación salvadora.

¿Cómo se nos aparece el mal en el desierto de la seriedad aceptada de nuestra vida?


Por lo pronto se nos aparece como contraste en una confrontación. En el momento en que
un hombre se sabe poner verdadera, conscientemente ante Dios y en Dios choca con la
horrible experiencia de su nihilidad, de su ceniza. Así lo sintió Abraham en el Antiguo
Testamento.

M.: Eso no es el desierto.

S.: ¿No es la constatación de la propia nadidad?

M.: Es el “estado de nadidad” que nosotros también solemos tener. Es una


enseñanza de humildad dura, pero no es el desierto.

S.: ¿Y cómo llegó hasta acá? Me parece que se le cayó una hoja del libro
que estaba copiando...

M.: Seguro. (Risas). Estábamos hablando de cómo se presenta el mal.


Cómo se nos aparece el mal en el desierto.

S.: Y de ahí, salta a la experiencia de nadidad...pero además la superpone


a una visión de los propios errores y faltas.

A la primera sensación del célebre “polvo y ceniza” se une la conciencia de las


propias faltas, de las faltas “añadidas”. Y cuanto mayor es la tendencia hacia lo absoluto,
hacia el bien, hacia Dios, tanto mayores son las dificultades y necesidad de combate. Y al
conjunto de esta situación se le llama tentaciones del demonio.

M.: Bueno, más o menos la rescató...

Dios es una tensión y hasta que no se descubre, la vida llamada “religiosa” es


inmadura. Dios es tensión de amor con las dificultades propias del amor.

M.: Esto es cierto. Aquí volvió al otro libro. Dios es una tensión. No te deja
descansar.

60
Los monjes han sido y son los especialistas en esta tensión y en este combate y por ello
ayudan a todos sus hermanos con su irradiación.

R.: Vamos a tirar un monje abajo de la mesa, a ver si nos irradia. (Risas)

S.: No es así... esa interpretación corre por tu cuenta. No es tan fácil.

E.: Lo enchufamos a 220 a ver si anda como el cuarzo... (Risas)

M.: Venía bárbaro con lo de la tensión, y la arruinó; lo demás no sirve.

El mal pues, en la experiencia monástica, es la nota de distancia entre Dios y la criatura que
se va diluyendo en la unidad. De ahí que la gran batalla contra el demonio es la oración.

M.: No me pregunten qué es diluirse en la unidad... yo no lo escribí...

R.: ¡Se droga! ¡El tipo se droga! (risas). O, fuera de joda, el tipo está tomado
por un demonio que va tomando el control de a ratos...

M.: Está bien, les digo algo para el futuro lejano: SÍ hay dilución. Es una
parte de la vida interna que hay que pasar; cuando lo pasen, no se asusten. Es
temporal. Es la sensación de que te estás disgregando, de que te estás yendo. No
es que pierdas individualidad, porque simultáneamente estás más en el eje que
nunca, pero es como que te están sacando pedazos de vos, diluyéndote,
borrándote. De acá a que les pase, van a pasar mil años, ojalá les pase, y tal vez,
no les pase nunca. O sea, no se sugestionen.

S.: ¿Qué significa eso de la oración? ¿Por qué es tan importante la oración
para él?

M.: Porque no hay manera de vencer al diablo si no tenés la oración. Y acá


cabe explicar, porque también es importante, qué es la oración:

Orar es hacer algo intencionalmente por amor.

E.: Pensé que era rezar.

M.: No. No solamente. Yo creo que Le satisface mucho más al Señor un


gesto realmente positivo de tu corazón, un sacrificio de hecho, a tu amor propio, a
tu orgullo, a tu fiaca, es mucho más plácido que un rosario dicho de memoria.
Seguro.

E.: O sea, el rezo y la oración no son lo mismo.

61
M.: El rezo es parte de la oración. Pero a veces el rezo, el rezo mecánico,
concretamente no sirve. Sirve la oración árida, según lo que leí el otro día, que es
cuando el devoto está en el desierto. Entonces reza con aridez. Y esa oración es
bienvenida por Dios. Porque es todo un esfuerzo. Sin ganas, sin devoción, sin
entrega, rezás porque tenés que rezar.

S.: ¿Porque ese es el momento en que uno renunciaría?

R.: Aparte, porque no tenés ningún motor de nada, no estás en contacto


con nada, es el hecho de rezar porque es lo que quiero, es lo correcto seguir
golpeando la puerta, obviamente es mejor recibido que...

M2.: ...ir todos los domingos a misa porque sí.

M.: Otra manera de orar es elevar el pensamiento, que se los recomiendo


porque es muy bonito, todo el día, a cada rato,

E.: ... ¿qué?

M.: Elevar el pensamiento.

E.: ¿Qué es eso?

M.: “¡Qué hermoso día, Dios, Gracias!”

S.: Salir de lo chiquito, de lo cotidiano, momentáneamente, aunque sea.

E.: ¿No es algo mecánico, al principio?

M.: No tiene que ser mecánico. Cuando ves algo bello, ofrecéselo a Dios,
dando gracias. De corazón. Todo el día.

M2.: Me salió, no sé de donde, que al hacer un comentario así, estaría


rebajando la Creación porque yo pretendería estar al nivel de criticar Su obra.

M.: Admirar, no criticar.

S.: ¿Dónde está la crítica en decir “Qué lindo día”?

M.: Debería decir algo como “A esta rosa le faltan cuatro pétalos”... Te lo
planteo de otro lado: Yo te hago una torta con todo mi amor, con todo mi cariño y
te la pongo adelante, ¿vos qué hacés? ¿Te la comés y punto?

M2.: No, no, admiro la torta.

M.: A mí me gusta que me digan “Qué rica torta, cómo laburaste, ¿esto es
para mí? Gracias, M.” Esta es la oración más linda que se puede hacer. La otra es

62
la oración de pedido, cuando uno está mal, en vez de “Ya se me va a pasar, yo de
esta salgo”, “Ayuda, S.O.S. me estoy ahogando”. Para información, el pedido a
Dios es “AOI”, pero con el alma. Es el llamado en casos de urgencia. Es el alma la
que tiene que aprender a decir “AOI” porque no es idioma subjetivo, es idioma
consciente.

La oración es siempre un acercarse a Dios y una lucha con el demonio. La oración


es el gran desafío al demonio porque supone instalarse en el ámbito al que el demonio no
tieme acceso.

M.: Cada vez que ustedes eleven el pensamiento a Dios, cada vez que
pidan socorro, cada vez que tengan una emoción de gracias, el demonio se corre.
Son invisibles al diablo.

A.: Como en el cuento de Ouspensky...33

M.: Estás en el alma, un lugar donde el diablo no tiene acceso. Ante una
tentación gruesa, para arriba.

En este caso como en todos hemos de ver las polaridades como anuncios de unidad.
Leyendo las páginas de este libro se percibe. Una voz que nos llama y nos fortalece para
superar las dificultades y a través de, no a pesar de, nos conduce a la otra dimensión.

M.: ¿Entendiste, E.? no es “a pesar de” sino “a través de”. No dejás nada
que tenga valor.

Se comprende que para todo este drama el desierto sea el lugar apropiado. Desierto,
soledad, silencio, contemplación, fidelidad a través de las dificultades, descenso a la
sinceridad, a la autenticidad, liberación de los prejuicios, realización de la paz en la nueva
conciencia... he ahí lo que el autor nos dice al enseñarnos cómo de manera concreta se
lucha contra el mal, con el maligno, con el demonio.

33
Me refería a Leslie White, personaje del libro “Charlas con un diablo”, cuento 2º, “El diablo benevolente”
de Piotr Ouspensky. Cuando Leslie White lee poniendo toda su atención en un libro, el diablo se desespera
porque “no lo ve”.

63
Introducción
Siempre se ha dicho y contado que los primeros monjes sostuvieron luchas con los
demonios. Basta con ojear el relato de la vida de S. Antonio escrita por Atanasio, para
comprobar cómo Antonio fue asediado y atacado constantemente por los demonios.
Cuando Antonio decidió irse al desierto, que era considerado come el dominio de los
demonios, éstos intentaron con toda su fuerza impedirle este prop6sito y alejarle del
desierto diciéndole: “¡Retírate de nuestro reino! ¡Qué tienes tú que hacer en el desierto?”
Antonio fue al desierto para vivir exclusivamente para Dios y abrirse del todo a Él. Sin
embargo el camino a la soledad no sólo conduce a la proximidad de Dios sino también a la

64
cercanía del mal. El mal se le acerca ahora de una manera clara y patente. Y su soledad se
revela como una ambivalencia con el mal. Y Antonio tiene que aceptar la lucha con el mal
para que su camino en el desierto no sea una catástrofe sino una senda que conduzca a
Dios.

La experiencia de Antonio es, para el monaquismo primitivo (siglo III al VI


aproximadamente), algo típico. Los monjes han experimentado en carne propia que el
camino hacia Dios tiene sus primeros pasos en una lucha con las fuerzas oscuras. Han
vivido la alternancia entre las fuerzas que acercan y alejan de Dios. A estas fuerzas
negativas que los monjes ven en deseos, impulses, motivaciones y emociones les llaman
demonios. Igualmente descubren con todo detalle las distintas clases de demonios que hay,
así como las técnicas y métodos que emplean para arrastrar a los hombres a sus caminos.
También dan numerosos consejos para la lucha contra ellos.

Nos fijaremos especialmente en Evagrio Póntico, (+ 339), el monje escritor más


significativo del Oriente. En su Tratado Práctico nos transmite una serie de instrucciones
sobre cómo el monje puede reconocer al demonio y habérselas con éI, cosa que alcanza
positivamente por la serenidad (apatheia) y ausencia de pasiones. Evagrio ejerció una gran
influencia en el antiguo monacato, sobre todo en Casiano que marcó de manera decisiva el
monaquismo occidental. Lo que presentamos de Evagrio, y de otros padres monásticos
como complemento, es algo más que un testimonio de un tiempo pasado. Se trata de
experiencias de monjes. Y a la luz de sus experiencias podemos nosotros comprender y
valorar las nuestras. Sobre todo aquellas experiencias pueden ofrecernos esperanzas para la
lucha con los poderes con los que nos vemos confrontados y que nos amenazan con
hacernos enfermar interiormente.

Vamos a tratar de la lucha con los demonios, aunque no se plantea aquí la cuestión
de si los hay o no los hay. La polémica que se ha encendido en los últimos años en torno al
exorcismo corresponde más bien a la pregunta sobre la existencia de los demonios. Pero
cuando la cuestión es la que nos ocupa, esto es la lucha, se da por supuesto que se sabe lo
que son los demonios y lo que absolutamente se puede decir, existan o no existan.

A.: Esto ya viene más “jugado”.

M.: Sí, esto ya me gusta.

M2.: Sí, esto ya es del autor del libro, no es el prólogo.

S.: Dice: “No te voy a explicar qué son los demonios. Si no sabés...”

M.: Si no tenés una experiencia concreta y real, es totalmente al cuete.

La palabra demonio perfila una determinada idea. Ciertamente, sin embargo, se trata
de una imagen, de un símbolo que hace referencia a una realidad qne no coincide
plenamente con la idea pura. El contenido es más importante que la discusión sobre la
palabra y la idea. Lo decisivo es la descripción de la actividad de los demonios, de su
técnica, de sus formas de aparición y de su conducta. Los fenómenos que los antiguos

65
monjes observaron y que expresaron en su lenguaje son algo que también hoy nosotros
debemos tomar en serio. Sin embargo los habremos de denominar con nuestro lenguaje
psicológico distinto.

La cuestión se reduce en todo caso a qué lenguaje se usa para describir los hechos.
Se puede usar un lenguaje puramente científico o un lenguaje elaborado con imágenes
mitológicas que no se ajusta a la estricta realidad comprobable sino que deja espacio para lo
incomprensible. Un lenguaje que trabaja con el “nada más que* nos cierra la realidad más
que nos la abre. El decir, por ejemplo, que los demonios no son “nada más que”
pensamientos, “nada más que” tendencias de la voluntad, reduce la realidad a lo fijo, a lo ya
conocido y nos limita el campo de investigación de lo desconocido.

¿Es que acaso conocemos perfectamente el misterio de los pensamientos y de las


pasiones? ¿Conocernos realmente lo que son las emociones y los complejos? En las páginas
que siguen nos vamos a ocupar no tanto de la creencia o no creencia en los demonios como
de los fenómenos que los monjes han descrito como tales demonios y con los que tanto
entonces como ahora nos tenemos que enfrentar.

R.: Está diciendo “Dejate de joder discutiendo si son o no son demonios,


fijate que es algo puntual que lo podés ver en vos”.

M.: Demuéstrenmelo.

S.: Está tocando el límite del formativo intelectual cuando pregunta si


conocemos el misterio de los pensamientos y las pasiones.

M.: Pero demuéstrenme esto con un hecho puntual y claro, que un diablo
no es un pensamiento, que no es un complejo.

R.: ¿El frío que sentíamos con M.....a?

M.: Está bien, pero...

R.: ¿M.....a borrándolos la mente? ¿Las camas que se movían34?

M.: Bueno, ésas son experiencias tuyas... (Risas).

S.: Sí, pero me suena a que sabe de qué habla... (Risas nerviosas).

M2.: Yo, cuando vi el vacío en D., cuando D. “no estaba”... esos ojos
vacíos...

S.: Si, de pescado de pescadería...

34
Parece ser que M.....a era algo así como una versión mejorada de “Carrie”. No llegué a conocerla
personalmente.

66
M.: Claro, pero estamos hablando de casos extremos, yo les pregunto
ahora, ¿cómo saben que alguno de ustedes tiene un diablo encima?

M2.:... los mato a todos por las dudas.

S.: No. Eso es Herodes.

R.: Para empezar, da por seguro que lo tienen.

M.: No te quepa la menor duda. Además no hay uno, son millones. Son
legión.

V2.: ¿La multiplicidad de voces?

M.: Eso es un síntoma.

B.: La sensación de que alguien nos habla.

S.: Pero esa es una prueba para nosotros mismos.

V2.: Claro, no se puede probar en otro.

E.: O que te empuja a hacer cosas que sabés que no son correctas.

M.: Y ¿cómo sabés que sos vos o que es el diablo? Eso es lo que te estoy
preguntando.

A.: A mí me pasaba que tenía dificultad para rezar.

M.: También. Es un síntoma externo. Decime vos, como psicólogo (olvidate


de todo esto), cómo interpretarías “voy a hacer algo, quiero hacer algo que no
quiero hacer y que sé que no es correcto”.

A.: El psicoanálisis diría que hay una pulsión inconsciente.

M.: Bien. S., ¿qué es una pulsión inconsciente? ¿De dónde viene?

S.: ...Me aparece la palabra “dualidad”.

M.: De una confrontación. ¿De qué?

S.: Entre dos adentro de uno.

M.: ¿Quiénes?

S.: Ah... (Risas)

67
M.: El bien y el mal. ¿Ven? Se puede llegar incluso científicamente. El está
expresando una cosa que desde el punto de vista psicológico es una compulsión.
Y te pregunto ¿qué es una compulsión? Y me respondés que es una lucha interna.
¿Y quién puso esa lucha interna?

S.: ... No sé. ¡¡¡Pero si lo agarro, lo cago a trompadas!!! (Risas) porque el


efecto que produce es de una inquietud, un desasosiego muy grande. No es algo
alegre.

M.: Claro, obvio.

A2.: ¿Y la cuestión de los yoes?

M.: Los yoes no son diablos. Son formaciones mecánicas.

A2.: ¿Y no te pueden llevar a ese estado?

M.: Si, hay yoes contrapuestos con otros, pero no son tan densos como
para llevarte a ese estado.

A.: Por ejemplo, entre lo que es una creencia muy arraigada, y una
necesidad de responder a una situación del momento que no coincide con la
creencia.

M.: Una creencia es un “yo”. Uno de los tantos “yoes” es una creencia.
“Yo” me creo linda, “yo” me creo fea, “yo” me creo hábil, “yo” me creo bruta, “yo”
me creo torpe, son “yoes”.

R.: En mi caso, cuando estaba tomado por un bicho de éstos, era un


desplazamiento de mi estado de conciencia. “No estaba”.

M.: Eso es cierto. Por eso decía recién M2. que D. “no estaba”.

R.: No, pero no tiene la más puta idea de lo que se siente por dentro.

M2.: ...No, ni idea.

R.: ADENTRO “no estás”.En el caso de D. quedó en evidencia para los que
están “afuera”, pero generalmente los que están afuera no se dan cuenta.
“Adentro”, es como si estuvieras viendo todo pero no pudieras manejar nada.

M.: Un gran bloqueo, y vos quedás detrás del bloqueo.

B.: A mí me pasaba que en una hora pensaba una cosa, pero en realidad
no era yo que pensaba, era algo que me venía de otro lado, mi cabeza empezaba
a “hablar” mucho, y una hora después era un discurso de todo lo contrario, era una
dualidad total. Una hora una cosa, otra hora otra cosa. Y no lo podía parar.

68
R.: A veces, son discusiones que duran segundos.

E.: A mí me pasaba en el laburo: “Che, qué bueno, te podrías llevar esto a


tu casa” (Risas). Era algo constante.

M.: Eso es una tentación. Ahora, para ese tipo de tentaciones, dice el monje
en este libro (que en esto es bárbaro), que hay que contestar con la palabra de
Dios. ¿Por qué? Primero, porque contradecís psicológicamente, contradecís
emocionalmente, y colocás una inyección de elixir divino, que otra palabra no la
tiene. Para lo cual hay que empezar a internalizarse con la palabra de Dios.

R.: Claro, porque si decís (poniendo voz de boludo): “Mamá me dijo que no
robe...”

M.: No. Pasajes de la Biblia, o frases que tengan que ver con el caso.
Salmos, por ejemplo. En el caso este: “No robarás”. Contradecis
psicológicamente, contradecís la emoción y anteponés la palabra de Dios.
Por ejemplo, siento odio. “Dios es Amor”.Chau al odio. No te dura ni dos
minutos.

M2.: Tengo un dolor de estómago espantoso.

M.: ¿Sobre qué frase?

M2.: Recién. Sobre las últimas.

M.: Rebobinemos.

M2: Cuando empezamos con lo de anteponer la Palabra. Lo entendí, todo


bien, pero...

M.: ...No querés. Ese que vive ahí (señala el estómago de M2) no quiere.
Se te van a ir las hemorroides el día que lo largues.

S.: ¿Para tanto, es? ¿Tiene un diablo “caminando” por adentro?

A.: Parilo de una vez... (Risas).

M.: Vamos a hacer un ejemplo: tenés una tentación de rebeldía contra la


Palabra. ¿Qué dirías para contrarrestarla? Andate a todo lo contrario; que tu
mente esté en todo lo contrario. Estás con dolor. ¿Dios es dolor?

M2.: No.

M.: ¿Qué es?

69
M2.: Amor.

M.: ¿Qué más? ¿Lo contrario de enfermedad? ¿Lo contrario de dolor?

M2.: Pureza, tranquilidad...

M.: ¿Fuerza? ¿Alegría? Dale, contrarrestá...

M2.: Fuerza, alegría, bienestar....

M.: ¡Salud!

M2.: Salud, si. Pureza. Y me agarraron unos retorcijones que me asustan...

S.: El llavero del Hombre Araña35 está colgado ahí... (Risas).

M.: Prestá atención a lo que dijiste: Te pedí lo contrario de enfermedad y de


dolor y me dijiste pureza, tranquilidad.

S.: Sí, tuviste que repreguntar varias veces hasta que sintonizó...

M.: No te salía lo contrario de enfermedad. Hay que hacer todo un esfuerzo


interno para encontrar la palabra opuesta. Es un ejercicio que no tiene
desperdicio. Incorpórenlo.

A.: La anécdota más fuerte que tengo sobre esto es lo que me pasaba
cuando iba a comulgar. Las cosas que me venían a la cabeza sobre los curas...

M.: Se peleaba con el cura, con la gente, que era una “romería”, que la
iglesia no era una iglesia, blasfemaba...

A.: ...Cuando iba a comulgar, “Y éste, seguro se estuvo tocando, se estuvo


haciendo una paja y ahora me viene a dar la ostia...” (Risas) “¿Se le parará a
éste?” así, todos los pensamientos de este tipo se me venían en cascada. Todo el
tiempo. Era terrible.

M.: Antes de comulgar...

A.: Y después de comulgar...

M.: Cuando pudo comulgar, salió que pesaba diez kilos menos, nos
quedamos todos mirándolo. No entendíamos nada. Estaba “flaco”. Cómo sería el
monstruo que tendría... Evidentemente, no debe haber bajado peso físicamente
hablando, pero era tan grande el “bicho”, que al irse...

35
El llavero donde estaban las llaves del baño. Tenía un muñequito del Hombre Araña.

70
A.: ...Pero tenía todo esto todo el tiempo en la cabeza, arrodillarse para
confesar o para comulgar, era “Ahora viene la fellatio” (risas), todo así, no es
joda... y no era mío, la verdad es que no era mío en serio.

M.: No, no era. Son pensamientos que uno no puede producir en un estado
lógico y normal. Es de “colgado”.

A.: Y todo “infra”.

M.: Otra cosa que quiero aclarar, es que, como dijo San Pablo, nuestra
lucha es contra las Dominaciones, las Potestades, hay diablos “chicos”, que
nosotros vamos venciendo todos los días, que son los Entes; hay diablos que son
más grandes, internos o externos, con los cuales se puede pelear; y hay otras
jerarquías más elevadas, contra las cuales...

R.: ...Corré. (Risas).

M.: ...hay que llamar a un exorcista. No todos tienen un diablo de


personalidad igual a otro. Es decir, que no haya psicosis de Descalificador, por
favor.

R.: Eso. No me caguen (risas).

M2.: No entendí...

M.: No hay que pasar por el Descalificador. Cada uno tiene el honor de
tener su propio diablo.

A.: Esto último lo conté para que sepan que es así, que pasa todo esto.

M.: Pasa, y hay que contrarrestarlo. Aparte, iba a confesarse, y el día que
iba no quedaba un cura. Se iban todos. Entonces me llamaba y me decía: “Fui a la
iglesia, esperé una hora y no había nadie. “Pero no puede ser” le decía. “¿Fuiste a
la sacristía?” “Sí, no había ningún cura”. Varias veces. Un día me llama y me dice:
“Estoy en la iglesia y no hay ningún cura”. “Voy para allá”, le contesté (Risas).

S.: Seguro había un monaguillo en el campanario que gritaba: “¡Ahí viene el


gordo, ahí viene el gordo!..”(Risas).

A.: Ese día pregunté por el padre E. y al final lo encontré, fue el único día
que lo encontré. Y ni sabía qué decirle. Me miró y me dijo: “Vení” (risas).

M.: Fue una lucha hacerlo confesar. Se le iban los curas. Y cuando lo
acompañé me puse al lado de él y me dice: “No hay cura” “Va a haber”, le dije. Y
cuando viene uno me pregunta “¿Qué te parece?” “¡Andá! Yo cuído” (risas).

R.: ...Apuntándolo con la mira láser... (Risas).

71
A.: Después me enteré por otra persona, que ése era el obispo... (Más
risas).

M.: En cambio, D. no tuvo contradicción. Era otro tipo de diablo. Por eso les
digo que no empiecen con la idea de que hay que pasar por lo mismo, ni este año
ni el año que viene; en el caso de R., lleva demasiados años peleando... aparte, o
lo abortaba o se iba. No tenía alternativa.

S.: Ya era un problema de vivienda... (Risas).

R.: No. Físico.

M.: Algo así.

R.: La clave de por qué salí, para mí, fue el amor hacia ella.

M.: Eso lo dice “C”. En estos casos, sólo el amor al instructor, salva. En eso,
D. está “pegado”.

M2.: Me pasó hace unos días que quise entrar a la iglesia al mediodía y
estaba cerrada. No había nadie. ¿Cómo una iglesia puede estar cerrada?

M.: Tenés que ir a partir de las cuatro.

S.: No es un supermercado chino, que te atienden a cualquier hora...


(Risas)

M.: Antes, estaban abiertas a cualquier hora.

B.: Después, cuando empezaron a afanar cosas...

M.: Ahora, no. Por razones de seguridad, por falta de personal, porque los
sacerdotes son muy pocos para estar todo el día ahí.¿Saben que los sacerdotes
pueden oficiar sólo una misa por día, y no más? Dan las misas con la cantidad de
sacerdotes que tienen.

E.: No; en la iglesia donde voy yo, no pasa eso.

V2.: En la mía tampoco, hay uno solo que da misa a la mañana y a la tarde.

M.: Tendrán una bula especial. Nadie puede comulgar dos veces en el
mismo día. Y el sacerdote comulga. Salvo que no comulgue en una. Pero sería
una barbaridad.

S.: No sería una misa, me parece.

72
M.: Claro. Puede ser que tengan un permiso especial. Las vocaciones
sacerdotales están en crisis. No hay sacerdotes.

M2.: Eso es parte del plan para hacer que caiga la Iglesia.

M.: Seguro. Cada vez hay más problemas de ese tipo. Pero repito: no se
sientan mal por no estar endemoniados, efectivamente lo están, empiecen a
buscar el propio demonio. Van a ver primero los más “chicos”. Es la manera mejor,
la menos traumática Por ejemplo, si V. hubiese hablado a tiempo, en vez de hacer
esa crisis enorme, lo habría exorcizado a través de cinco años. No hacía falta
llegar ahí. En el caso de D. es un caso excepcional. Es un chico que fue
alimentado así, con el Descalificador, toda su vida. No puede ser otra cosa. La
lucha que tiene, que la está haciendo con un coraje, con una fuerza admirable,
que cada vez lo quiero más, es terrible, porque no tiene con qué comparar. El
resto tiene con qué comparar. Ha recibido educación, moral, valores, religiosidad,
o por lo menos un código elemental de caballerosidad, de buena moral, que le
permite decir “esto es correcto, esto es incorrecto”. D. no recibió nada. Un paria
total en cuanto a su educación moral. Así que está empezando a vivir de nuevo.
Es una revolución. Así que lo que vieron acá, no necesariamente es obligatorio. Y
en el caso de S., que estaría dentro de lo más “normal”...

S.: Gracias.

M.:... es una caída de dos, tres o cuatro días, y después, arriba de nuevo.

M2.: Pasaste el primer nivel, te faltan el dos, el tres, el...

S.: Dejame un ratito acá... (Risas)

M.: ...No tiene por qué esa cosa de derrumbarse como D.

R.: ¿Por qué lo estás comentando?

M.: Porque lo quiero mucho, porque mi alma está con él, porque lo está
pasando solo...

R.: No, no, ¿por qué estás comentando estos procesos?

M.: Porque sé que hay miedos.

M2.: Porque muchos sentimos, bah, hablo por mí, que tenemos que llegar a
eso para poder seguir en el camino...

A2: ...Como que era lo normal que tuvieras un ataque “fiero” de locura...

M.: No, no es lo normal. Se parece a un ataque de locura, y eso que no


leyeron el hermoso escrito de S., era un ataque de locura completo.

73
R.: Lo que vimos acá, era un ataque de locura “cú, cú”...

M.: Es un momento...

S.: ... un momento que duró tres días.

M.: Es una crisis. Una gran crisis. Y es posible que no pase. Fíjense: a
medida que vayan leyendo este libro, que los siete pecados capitales son siete
diablos. De cada uno de los siete salen otros siete, o sea, cuarenta y nueve. Los
monjes reconocen ocho, para mí son siete. Más las legiones que tiene cada
diablo...

S.: Sin embargo, el octavo, la Acedía, está muy bien descripto, a pesar de
que por lo menos a mí, se me escapa todo el tiempo. No sé muy bien qué es, pero
se ve que es algo muy real...36

M.: Yo no creo que sea tan así. Yo la pasé. Pero no creo que después
venga la gloria, la paz, y se terminó todo...

S.: A lo mejor, es lo que pasa en los monasterios. No en la vida “real”...

M.: Claro, porque no están tentados...

S.: Y a lo mejor, es por eso que se pone más pesada en los monasterios.

A.: Claro, no tienen otra cosa en la cabeza, encerrados en una celda...

S.: No tienen ni la revista “Caras” con los culos en primer plano...37 debe ser
una hinchazón de huevos...

A.: Yo también lo tuve....

M.: ¡A vos te faltan millones! (Risas). Estamos hablando del último. No te


adjudiques que estás en el último diablo. ¿Sabés todos los que te quedan?

A.: ... no dije que estoy en el último...

M.: Es el último diablo del devoto, la Acedía38.

36
La comprensión de la Acedía terminaría siendo la perla de esta obra. Más adelante se verá por qué.
37
Curiosa contradicción que una revista especializada en culos en primer plano se llame “Caras”.
38
La Acedía es el último diablo que se descubre, no necesariamente el último que se exorciza (este equívoco
me desorientó durante bastante tiempo). Para poder ver a éste hace falta haber descubierto antes a todos los
demás. Más adelante, se verá que la Pereza es la cara visible de la Acedía, la “punta del iceberg”. Más bien, es
al revés: si no se exorcisa éste en primer lugar, los demás vuelven una y otra vez. “La Pereza es la madre de
todos los vicios”.

74
S.: Lo busqué en un diccionario y solamente me dio que es sinónimo de
amargura, de acidez.

M.: Los monjes dicen que después no hay más. No creo que sea así. Tal
vez para ellos sea así.

V2.: Eso de que es el demonio meridiano, no lo entendí...

M2.: ¿Y eso de que es el más oneroso de todos?

S.: El que más caro te sale...

M.: ¿A quién le pasa eso de que “el día se hace lento, que uno odia el lugar
donde está”? eso es un estado depresivo, no es el demonio de la acedía. La
acedía es un estado espiritual, no psicológico. Los síntomas del hastío son muy
comunes, los vive todo el mundo, nada que ver con la acedía. Son síntomas
parecidos, pero no es eso. Es importante distinguir factores psicológicos de
factores espirituales. Puedo tener un complejo de inferioridad, y no tener el
Descalificador. Por favor, nada que ver. Complejo es todo aquello que interpreté
sin tener valores de referencia. El ataque del demonio es otra cosa.

M2.: Pueden entrar por ahí, pero...

M.: Suelen entrar por ahí, les encanta encontrar la puerta abierta...

M2.: ...Pero el resquicio no es el demonio.

A.: Están siempre buscando las actitudes para “mandarse”.

M.: Otra de las cosas importantes que se señalan aquí es que de acuerdo
como uno se muestra físicamente, es como él te ataca. Está buenísimo, eso.

A.: Hay que despistarlo.

M.: Si estás toda vestida de negro, hecha una vampiresa, por más que no lo
seas, el “tipo” dice: “Ah, ¿qué querés, seducir? Yo te voy a dar el tipo que te va a
hacer mierda”.

M2.: O, cuando me uno se siente mal, se siente “depre”, lo mejor es


vestirse...

M.: Con colores maravillosos, alegres.

A2.: ¿Por eso hace bien, cuando una está mal, “producirse”? te levanta un
poco...

M.: Sí.

75
S.: Pero no termines como Nacha Guevara...

A2.: M2. No me entendía cuando se lo decía, que cuando estoy mal,


vestirme bien me hace sentir distinta.

M.: Hace bien, sí. Lo despista mucho lo que nosotros manifestamos con
nuestra actitud corporal. Y otra cosa que descubrí, es por qué este sacerdote, este
monje, el padre D., me rechazó nuestro libro39. Lo descubrí acá, leyendo éste. Los
monjes asocian mucho la entrada del diablo con las cosas. Cosas e imágenes.
Cuando la cosa no está, te queda la imagen. Y lo que le dimos a leer,
equivocadamente, es el capítulo de la complacencia.

S.: ¿Y qué tiene de jodido?

M.: El palo en el culo.

S.: Ah... ¿Y por eso ya no lee más?

M2.: ¡Sí!

M.: No lee más, porque eso indica, para un monje, tentación. ¿Por qué?
Porque cuando lo leo, siento que me están metiendo el palo en el culo. Todo lo
cual nos lleva a “soy un gay frustrado”, “soy un gay activo”, o “tengo sin resolver
una situación anal”.

S.: Pero es un problema del que lee, no del que escribe.

M2.: Está bien, pero... son humanos. Que sean monjes no quita que sean
humanos.

M.: Leyó esa frase y no quiso leer más.

S.: Podría habérselo aguantado un poco y seguir leyendo, más adelante iba
a entender...

M.: No, era muy inocente, muy puro, muy santo, pero no pudo superar
eso...

S.: Yo creo que el que lo va a leer sin problemas es el sacerdote


cordobés40, ese que escribió “Sin Tapujos” (risas), vos que lo criticás tanto, ese lo
va a terminar leyendo... tiene el coraje suficiente.

39
El libro es “Kenosis, el retorno al paradigma olvidado”, del que se imprimieron sólo 200 ejemplares.
40
Me refería al libro “Sin tapujos: la vida de un cura” del sacerdote José Mariani. En este libro, el sacerdote
confiesa episodios de conducta homosexual.

76
M.: Ese, seguro... si hubiera leído el libro desde la primera hoja no pasaba
nada, pero como lo agarró justo ahí, lo entiendo. Yo decía “Pero ¿por qué lo
rechazó, por qué no es un poco más amplio y no lee tres líneas más?” Pero
recibió la tentación.

B.: Pero, ¿vos le dijiste que lo leyera desde ahí?

M.: Sí, se lo dije. Porque ese mensaje era para él, él está en complacencia,
por eso se está yendo de la Iglesia. Mirá cómo es el diablo, recién lo veo, le dice
“No sigas, porque ahí está la tentación” (la sensación del palo en el culo) y ahí se
priva de un mensaje que era para él. Porque el libro todavía no había salido.

S.: Ah, esto sucedió antes de editarlo...

M.: Sí. Le mandamos el capítulo, no el libro completo. Y me lo rechazó, ¿a


través de qué? De un prejuicio. “Si habla del palo en el culo, es malo”. Ahora, debe
estar lleno de tentaciones, porque está en la calle, imaginate todas las tentaciones
que entran a través de la televisión, de los avisos, revistas...

S.: Ah, ¿realmente se abrió?

M.: No. Se tomó un año. No debería haberse ido, no es un hombre para “la
calle”, creo que va a volver, pero destruido. Elemental, simple, con energías de
santidad.

A.: Puede volver resentido y desesperanzado.

S.: Es el mismo que te dijo “Qué difícil que está el mundo, ¿no?”

M.: Sí. Si hubiera aceptado leerlo, por ahí... pero ése es el diablo.
¿Entienden? Cuando dicen “yo pienso...”, “yo tengo la verdad...” “porque mi
teoría...” Hay que preguntarse: “¿Es yo?” “¿Qué quiere yo?” “¿Desde dónde?”
“¿Hacia dónde?” “¿Con qué consecuencias?” Cuando está todo claro, sigo
adelante. Si no está todo claro, no hago nada. ¿Cuánto tardás en hacer un
chequeo?

E.: ...Horas (risas).

M2.: Yo, por lo menos, me quedo en el discurso interno “Oh, no, porque
entonces, bla, bla,...”

M.: No les estoy diciendo que hablen internamente, les estoy diciendo que
ponderen. Así, miren, concreto. A ver, R., desde dónde hacés el Ningunismo?

R.: ...Desde querer cambiar el mundo a mi manera.

M.: ¿Para qué?

77
R.: Para enseñarle al resto del mundo cómo puede vivir.

M.: ...Ya es negativo. (Risas y abucheos).

E.: R. es malo...

M.: ¿Cómo vas a enseñarle a vivir al resto del mundo? ¿Vieron alguna vez
alguna cosa más soberbia?

R.: Por eso estoy tratando de cambiarlo.

E.: ¿Viste? Yo sabía que eras soberbio. Eso es porque yo no lo soy...


(Risas).

S.: “Yo era soberbio, ahora me curé y soy perfecto” (Risas).

M.: ¿Se dan cuenta de que sólo se necesitan 5 segundos de sinceridad


consigo mismos?

R.: ¿Cuántos años de trabajo me tiraste a la mierda por 5 segundos de


sinceridad? (Risas).

E.: Acabás de arruinarle la vida... (Risas).

M.: No. Porque puede hacer lo mismo desde otro lugar. Lo único que hay
que tener en cuenta es desde dónde, para qué y por qué. Y uno lo sabe. A mí no
me digan que no lo saben... porque aún sin observación interna, se sabe cuándo
se está haciendo el mal.

E.: Es que uno lo hace igual...la, ra, la, ra, la,... (Tarareo de punguista)

M.: ¡¡¡Ahhh.... eso me encantó!!!

B.: ...Pero te hacés el boludo...

M.: ...Porque no te importa nada, si complicás a tu familia o a quien sea, si


perdés el trabajo,...

E.: Hace unos días me pasó que estaba de mal humor, y lo sabía, y cada
vez que mi vieja me hablaba, yo sabía que la atacaba conscientemente, y no
podía frenarme. Estaba enojado yo, y terminé haciéndola enojar a ella. Lo veía y
me decía “No tengo que estar haciendo esto”...

S.: (imitando a don Corleone) “Santino...”

M.: Acordate del ejercicio de las frases, y parar. Ahí estás “tomado”.

78
E.: Sí, hubo un momento en que me di cuenta, me miraba y me dije:”Estoy
haciendo esto para “replicarme”, estoy mal yo, y quiero que se ponga mal ella”. Y
continuaba igual.

M.: Claro, lo que quería hacer el ente era replicarse41. Quería tener “hijos”.
Ese es el único propósito. Cuando uno para y se dice “¿con qué propósito estoy
contestando? ¿Para joder al otro?”

S.: Qué fuerza que tiene el ente, el “italiano”, que aún viéndolo no lo puede
parar...

M.: Si el “desde dónde” está claro, hasta podés hacer lo mismo, pero desde
otro lugar. Por ejemplo, “Me gusta esa chica”; ¿para qué? “¿Para pasarlo bien,
para divertirme?”. Eso es sano. “¿Para gozar?”, es sano. ” ¿Para someterla, para
ultrajarla, para hacerle el culo...?”

R.: ¡¡¡Es sano!!! (Risas).

M2.: Ahí llegamos a la cuestión de los deseos...

E.: Está bueno hacerlo para ver desde dónde... (Silencio incómodo)42.

41
Esta noción referida al ente de “replicarse” tiene una implicancia muy profunda. Es una idea difícil de
captar, y mucho más todavía, de “fotografiar” su manifestación en la práctica. Existe un dicho popular: “La
violencia engendra la violencia”. Tengo un contratexto para este dicho: “La Conciencia aborta la violencia”.
La misión de los seres que trabajan por hacer este mundo mejor de lo que es, en resúmen, es “absorber la
maldad”. Es como hacer el trabajo de una esponja. Hay que evitar el “derrame” de la maldad. Cuando se
forma parte de la ciega cadena kármica, se recibe y se da el mal. El mal se “replica”. Se “copia”. Como un
virus. Es necesario detener esta cadena de reacciones kármicas, y la única manera de lograrlo es absorber el
mal que se recibe y no transmitirlo. Este es el trabajo esencial de la Conciencia. Esto es “C”. Es un trabajo
doloroso. Es humillante. Pero es la esencia del trabajo que vino a hacer el Cristo a este mundo. Y es el
servicio más elevado que se le puede hacer a Dios desde esta miserable condición humana. Porque esto
constituye la esencia de la “redención”, que es el proceso contrario a la replicación, y no tiene nada que ver
con la muerte del Cristo. No tenemos que matar a Cristo para redimirnos… esto pertenece al nivel de
entendimiento de las bestias, que toman por literal el símbolo y nunca saben de qué lado tienen que estar. En
las palabras más simples que puedo usar, la “redención” se produce cuando el alma recupera la sintonía con el
espíritu después de haber estado operando bajo una influencia maligna. En la práctica, lo que tenemos que
hacer para redimirnos es rechazar activamente la replicación, trabajar para que no se produzca. El mismo
Anselm Grün, en su pequeña obra “La Redención”, atribuye a los gnósticos esta noción. Benditos sean
quienes aprendan este arte.
Algo más sobre la replicación: Es la meta última del perverso. Se dice por lo común que el perverso disfruta
de hacer daño, y es cierto. Pero esa no es la meta, es sólo la “diversión” mientras se ejecuta el trabajo central:
hacer que la víctima también se pervierta. La meta se alcanza cuando el perverso puede decirle a su víctima:
“¿Ves? Vos no sos mejor que yo. Sos igual”. El perseguido que se transforma en perseguidor, el abusado que
se transforma en abusador, son “productos terminados” de la replicación. La meta no es la destrucción del
sujeto, es la destrucción del Bien en sí mismo.
42
E. estaba hablando en serio, aunque parecía un chiste… personalmente, me caía especialmente mal. Lo
primero que pensé cuando lo conocí fue que era muy extraño que lo hayan aceptado en el grupo de trabajo
interno… “¿Cómo pueden tener esperanzas de que este fascista pueda mejorar?”

79
M2.: (mirando mal a E.) Ah, bueno...
Decía, para ponderar pensamiento, deseo, conclusión. Listo. La conclusión
es que “No, ni en pedo”.

M.: ... Me abstengo. Divertirme, todo bien, si el otro está de acuerdo. No me


tengo que divertir sola mientras el otro está pensando que es en serio, porque ahí
estamos fallando en la nobleza, en lo básico. Esto no es mío, me voy a degradar,
y lo voy a pagar caro.
Otro ejemplo: quiero comer. ¿Por qué?

M2: ¡Porque soy un gordo asqueroso! ¡¡¡Iujuuuuu....!!! (Risas).

M.: O porque tengo ansiedad. No. Comer por ansiedad, no. Si tengo
ansiedad, observo por qué estoy ansioso, saco la ansiedad y dejo la comida en su
lugar.

E.: ¿Y cuando querés pegarle a la pared, qué hacés?

M.: Eso es ira. Ya vamos a llegar a la ira. Es uno de los diablos más
difíciles. Evagrio la llama “el demonio personificado”.

E.: Lo que me funciona es sentarme en la PC y jugar algún juego bien


agresivo y me dedico a matar gente, y se me va todo, y me quedo relajado.

M2.: Yo hacía lo mismo con “Wolfenstein”, estaba un rato “¡Pum, pum, pum,
nazis hijos de puta!” y no te queda nada.

A.: No es cierto que no te queda ¿Sabés lo que hacés? Un circuito donde la


ira se vuelve a reproducir, catarsis-ira, catarsis-ira, nada más. No hay aprendizaje.

R.: Es como estar caliente, y en vez de hacer el amor, ponerse a ver una
película pornográfica. Si tenés ganas de golpear a alguien, hacelo, y cuando te
enfrentes a las consecuencias de ese acto, ahí sí puede haber aprendizaje.

S.: ¿No hay ira detrás del “perro rabioso”?

M.: Sí, pero no es el núcleo.

R.: Vos fijate que en la apología del amor que hizo S. en esa carta no era
ira, no era “Te voy a apuñalar”... si hubiese sido ira no hubieran sido quince
páginas, hubieran sido tres renglones...”Morite, puta, morite”...y listo. (Risas) Vos
ladrás, no mordés (refiriéndose a S.)... (Risas).

M.: La ira es más destructiva.

E.: ¿Y por qué siempre se me representa el deseo de mostrarle al otro de


que podés destruirlo y no lo hacés porque sos bueno?

80
R.: Eso es porque sos un maricón... (Risas).

E.: Como me pasó en mi último trabajo, que tenía ganas de jackearle el


sistema y rompérselo todo, estoy capacitado para hacerlo pero no lo hice.

R.: Es lo mismo que si lo hicieras.

M.: Eso es odio.

R.: Pero es lo mismo que si lo hicieras “Yo no lo mato al hijo de puta que
me cagó la mina porque yo sé que me caga a trompadas...” (Risas). Para uno
mismo ya vale, ya cuenta como si lo hubieras hecho.

M.: Lo que hago en mi caso, a ver si les sirve: cuando hay furia o algún
sentimiento negativo, lo primero que hago es recluirme, me aparto de la gente. No
hay que lastimar a otros. Principio básico: amar al prójimo.

(En este momento entra una visita)

S.: Pero... ¡Caramba!

M.: ¿Y.? ¿Volviste de La India?

(Presentaciones y comentarios sobre el viaje de Y.).

V2.: Estaría bueno preguntarle a Y. si los hindúes reconocen demonios...

M.: En el Baghavad Gita están descriptos muy bien...

Y.: En el capítulo 16 se explica la naturaleza divina, y la naturaleza


demoníaca. Y no sé ustedes, pero por lo menos yo me siento más identificado con
los demonios.... (Risas).

S.: Caramba... ¡bienvenido al club! (Risas).

Y.: Ser una persona santa es como ser una joya decorada con piedras
preciosas. Humildad, tolerancia, conocimiento, limpieza, serenidad, sabiduría. Hay
una diferencia entre conocimiento y sabiduría, para el orden de escuelas. Tener
conocimiento es tener información, con un grado de desapego por lo que uno es
capaz de conocer. Por ejemplo, ese micrófono que está en el centro de la mesa:
alguien puede decir que es su propietario. Sin embargo, si tenés un conocimiento
claro de que todos los elementos con los que está compuesto no nos pertenecen,
llegamos a estar conscientes de que está a nuestro cuidado, pero que al mismo
tiempo, no lo puedo poseer. Con un espíritu posesivo, sufro. Si se me pierde, si se
deteriora, sufro. Entonces, tengo que tener conocimiento para que haya un grado
de desapego saludable.

81
La sabiduría sería la realización de ese conocimiento en la práctica. Poseo
lo que conozco, lo ostento, lo vivo. Por ejemplo, si yo le digo a alguien de aquí, sin
ofender a nadie, porque están grabando (Risas), “No fumes, porque es malo para
la salud...”

M.: A., ¿nos vamos? (Risas).

Y.: ... uno tiene autoridad para decirlo porque no lo hace. Tiene el
conocimiento, y lo aplica en la práctica. Pero si quiero enseñar algo que no
practico, que no lo vivo, no tengo autoridad. En las sociedades modernas se pide
una calificación académica, pero no se exige tanto una calificación en el ámbito
personal. De carácter, de integridad del individuo. En esta escuela, se exigen
ambas cosas. De todas maneras, si se quiere acceder a la felicidad, debemos ser
más estrictos con nosotros mismos. En el control de los sentidos, en el control de
la mente, en fortalecer la inteligencia. La inteligencia sintetiza y toma las
decisiones. Pero cuando la inteligencia está débil, está en un plano animal.
Entonces la mente y los sentidos hacen lo que se les antoja. Y la consecuencia
última de esto es el sufrimiento. Para evitar el sufrimiento, hay que fortalecer la
inteligencia. Es un proceso científico, paso a paso, que comienza como están
ahora: escuchando, es el paso más importante. Hay diferentes niveles en el
escuchar. Hay personas que son muy puras, y pueden hacer lo que quieran, pero
lo que a ellas les interesa es que las escuchen. ¿Por qué? Porque si ustedes
escuchan a una persona de alta preparación espiritual, solamente por escucharla
con sumisión podés retener lo que se te envía como mensaje. Es bueno tener
libros, porque es importante en esta era, que todo quede escrito.
¿Qué es esto? (mirando fotocopias de este libro) “Naturaleza de los
demonios”...

M.: Estamos tratando el tema.

Y.: ...Entonces, cuando queda en un plano mental, o meramente


sentimental, el mensaje se diluye, no penetra en el corazón. Cuando entra en el
corazón, cuando el mensaje es espiritual, queda fijo en la conciencia. Eso está en
el Baghavad Gita 2:59, cuando Arjuna le pregunta a Krishna cómo es una persona
trascendentalista: cómo habla, qué hace. Entonces Krishna le da los signos, las
señales, los síntomas para reconocer que una persona está autorrealizada, que es
poseedora de un conocimiento superior, videntes de la Verdad. Y ellos piden
cuatro cosas para aprender las materias del espíritu: escuchar con sumisión,
humildad, actitud de servicio, y por último, las preguntas que haga deben ser
pertinentes.

S.: Uh, con razón...

Y.: Uno debe cultivar esas preguntas, que tengan relación con nosotros; a
veces somos expertos en hacer preguntas, pero que son de otro... (Risas)

S.: Eso nos sale bárbaro, acá...

82
M.: Preguntas “curiosas”...

Y.: Claro, pero los maestros están interesados en cómo hacer crecer a sus
discípulos. Estos cuatro requisitos son la estructura apropiada para poder decir
que somos discípulos. El término “alumno” no es muy convincente para la jerga
vedantista. Porque es algo parecido a un asno... 43(Risas). Es mejor “discípulo”,
porque significa que está siguiendo una disciplina. Y la interacción entre maestro y
discípulo es un desafío interno y externo.
No sé si quieren hacerme alguna otra pregunta...

M.: Lo que pasa es que ya me “bombardearon” a mí varias horas, están


medio “vacíos”... (Risas). Te preguntaron sobre demonios porque nos llegó un
libro que estamos desmenuzando...La tarea con los demonios no termina nunca.
Con el último suspiro se expira el último demonio.

Y.: Desde tiempos inmemoriales siempre fue la misma historia: O dominan


el mundo los santos, o dominan el mundo los demonios. En la actualidad,
¿quiénes creen que estarán dominando? (risas)

M.: Los angelitos, es el reino del amor. (Risas).

Y.: Hay una tercera clase de personas, que son las que están en el medio
de esas dos clases de personas que...

S.: “Que ya tomaron partido”, digamos...

Y.: Sí. La tercera clase son los “inocentes”44. Los “inocentes” van para el
lado que los llevan o unos u otros.

S.: ¿Ustedes los llaman “inocentes”?

Y.: Sí. No quiero poner ningún ejemplo de aquí porque se está grabando
(Risas), a “x” persona le doy un libro que explica todo lo que es ciencia espiritual, y
la persona se lo lleva con mucho entusiasmo, te lo agradece. Pero camina una
cuadra y se encuentra con otra persona que es lo opuesto, que le aconseja tirar el
libro a la basura, y la obedece. Obedece a quien tenga más cerca. No significa
que no puedan mejorar, pero tienen que tener una muy buena asociación. Es de
vital importancia para poder hacer que nuestros errores sean la base de nuestra
sabiduría, poder aprender de nuestros errores, y no seguir cometiéndolos y
pidiendo perdón alternativamente en forma interminable. Mejorar, cambiar, y lo
mejor sería ver cómo podemos reparar los daños que hemos causado.

43
Y sin embargo... “alumno” y “discípulo” son prácticamente sinónimos. Parece ser que el pretendido
significado de la palabra “a-lumno” = “sin-luz” no es correcto. “Alunnus”, en Latín, significa “cría”, o sea, un
ser que deviene y depende de otro, que le dio origen y lo alimenta.
44
El “Pinocho” de los hermanos Grimm es exactamente esto.

83
M.: Nosotros hacemos al revés: primero reparamos y después pedimos
perdón. Porque si pedís perdón antes, te quedás a mitad de camino.

Y.: Lo que decía es en una escala gradual, a largo plazo. Hay un punto muy
importante, que es que a veces pedimos perdón aunque adentro no lo vemos, es
como si estuviera pagando con un billete falso.

M.: Por eso decía que lo último es el perdón. Primero el darse cuenta,
después la reparación, externa, interna, y el pedido de disculpas. Es un nivel de
conciencia. A los “inocentes” les falta un nivel de conciencia, ¿no?

Y.: Según nuestras enseñanzas, en diferentes eras hay diferentes


facilidades. En Satia Yuga, la Era de Oro, las personas son muy cualificadas,
viven 100.000 años, llevan 50.000 prácticas de yoga para volverse
autorrealizados. Van elevando el alma de un chakra a otro (el alma está flotando
entre los 5 aires vitales), lo logran con diferentes posturas. En Satia Yuga no hay
vicio en la sociedad humana. Son personas sin pecado.
En Treta Yuga, la siguiente era, ya entra un vicio. La gente vive 10.000
años, y también aparecen los demonios. Los demonios en un planeta, y los santos
en otro. El proceso no es de meditación sino de sacrificio. Se adora a Dios para
perfeccionarse.
En Baphra Yuga, La gente vive 1.000 años, y los demonios están en el
mismo planeta que los santos. Hay dos vicios. El proceso de perfeccionamiento,
de autorrealización, es cantar en los templos.
Y por último, Kali Yuga, la era que estamos viviendo, en la que la gente
puede vivir 100 años (si no tiene malos hábitos) el proceso de autorrealización es
cantar el santo nombre de Dios. Y ya tenemos tres vicios. Y los demonios viven en
el mismo cuerpo que los santos.

E.: Cualquier coincidencia...

M.: ¿Cuáles son los tres vicios?

Y.: Existen cuatro vicios, que son “las cuatro patas del toro”, dentro del
Dharma, o religión. El “toro” se sostiene en estas cuatro patas: Intoxicaciones,
juegos de azar, prostitución, y... comer todo lo que se mueve45.

V2.: ¿Gula?

Y.: Comer lo que no se debe. En Kali Yuga, lo único que está saludable es
la Veracidad.

S.: ¿Qué significa que esté saludable?

45
Y. está citando de memoria, y la cantidad de vicios no coincide con las”cuatro patas”.

84
Y.: Significa que la Verdad todavía tiene refugio en los libros sagrados. Tú
puedes alimentarte de ahí, todavía.

M.: ¿Eso se va a terminar?

S.: O sea que todavía se puede estar peor...

Y.: Hay una “dádiva” de 10.000 años. Y ya corrieron algunos (risas


nerviosas). La era dura 422.000 años.

M.: O sea que los libros sagrados todavía nutren, podés sacar riquezas si
realmente las buscás, pero esto se va a terminar...

Y.: Porque hay tres tipos de autoridades dentro de la perfección de los


seres humanos. Una son los libros sagrados, la otra autoridad son los sabios, y la
tercera son los que practican las enseñanzas de los libros, o sea los maestros. La
diferencia entre un sabio y un maestro espiritual es la siguiente: un maestro
espiritual es aquel que puede redimir a otras personas. Que puede acabar con el
proceso de pecado. Que puede liberar. Y los sabios pueden enseñarnos, son una
“buena asociación”, pero no tienen el poder de sacar el pecado. Jesucristo era un
maestro espiritual. Los sabios ayudan, y con el tiempo, si siguen mejorando,
también llegan a maestros. Por esto, hay dos tipos de maestros espirituales: los
que vienen directamente del mundo espiritual, y los que se perfeccionan aquí, en
medio del proceso científico, y siguiendo a los maestros liberados. En India hay
lugares sagrados, muy poderosos, que están en otra dimensión, y uno debería,
algún día, visitarlos.
Y uno siempre debe tener una guía, un “padrino”... siempre con el
micrófono ahí... (Risas)

M.: Te pone nervioso el micrófono, te molesta...

Y.: Por ahí uno usa alguna palabra que pueda hacer sentir mal a alguien, es
importante hablar con palabras precisas.

M.: ¿Te entendí mal? Porque no tengo bien el número de patas...

Y.: Puede ser que me falte alguna... (Risas) Vamos de nuevo. De la


veracidad voy a tener un beneficio, que es no caer en la mentira, en la falsedad, lo
cual me traslada a una plataforma de integridad de carácter. Es uno de los
deberes del líder. Después, la limpieza. Si cultivamos la limpieza, interna y
externa, podemos desarrollar un comportamiento de misericordia.

M.: No veo la relación entre la limpieza y la misericordia...

Y.: La limpieza interna significa que tenemos que desarrollar las cualidades
del alma. Que no tienen reemplazo, la misericordia no se puede simular. Puedo
decir que soy bueno, voy a ayudar a cruzar la calle a tres ciegos, pero después

85
alguien me dice algo que no está entre lo que estoy dispuesto a escuchar, y me
“sacó”.
Después, la austeridad. Evitar todo lo que sea exceso. Si te ponen una torta
delante y no puedes parar de comer hasta que se termina,...es algo que uno
voluntariamente hace y que no está en una zona de confort. Esto hace que
podamos controlar los sentidos y la mente. La voluntad inmediata se ve
reemplazada por una voluntad a largo plazo. Ser austero con las cosas materiales
para obtener iluminación, la buena conciencia. No hace falta la cama de clavos.
Eso está en el terreno de la ignorancia. Lo hacen los faquires para obtener dinero.
Me falta una pata, ¿no? Las intoxicaciones. Lo anterior se refería a la
cantidad, ahora me refiero a la calidad, la pureza de lo que ingerimos.

S.: Claro, no es lo mismo la gula que la intoxicación.

Y.: Intoxicación significa alcohol, drogas, es una violencia que uno se hace
a sí mismo. Aquí, ya nuestra cordura, la tenemos perdida. Si evitamos las
intoxicaciones, tenemos posibilidades de que nuestra conciencia llegue a un nivel
humano máximo, al menos “estar despierto”. Ser sensible a todo lo que es...

S.: Vigilia, por lo menos.

Y.: Tener cuidado en nuestra vida cotidiana. Lo que hablo, lo que hago, lo
que pienso, lo que deseo. O sea que las “cuatro patas del toro” son la veracidad,
la limpieza, la austeridad, y la iluminación.

86
1. Naturaleza de los demonios
La doctrina sobre los demonios de los antiguos monjes es una enseñanza sobre la
práctica, no es una teoría. La recta relación con los demonios es más importante que la
especulación sobre su naturaleza y su esencia, aunque naturalmente encontremos algunas
observaciones sobre su naturaleza.

M2: No entendí…

M: No importa.

S: Hacen un enfoque eminentemente práctico, no les interesa teorizar sobre


“la historia de la demoniología”. Es el “know how”.

Los demonios eran originariamente ángeles. Sin embargo, al caer, al apartarse de


Dios se convirtieron en algo malo. Ahora, en el estado actual intentan seducir a los hombres
y conducirlos al mal. Evagrio registra tres categorías de seres racionales: los ángeles, los
demonios y los hombres. A cada uno de estos órdenes le corresponde una fuerza espiritual:

87
el nous (espíritu) a los ángeles, el thymos, a los demonios y la epithymia (deseos) a los
hombres.

M.: O sea, esto nos lleva a que siempre que entramos en un estado
espiritual, nuestro pensamiento, nuestra mente, está formando ángeles. Cuando
entramos en la zona instintiva profunda, estamos formando deseos, estamos
formando “hombres”, entes. Cada vez que estamos en el instinto, hacemos una
“forma”46 que se transmite a través del tiempo-espacio. Y cada vez que nuestra
emoción es positiva, nos pone en contacto con Dios, pero si nuestra emoción es
negativa, estamos “enviando demonios a la calle”.
Los entes son “monstruos”, según las antiguas enseñanzas, que nos
esperan “a la salida”47 en el astral, dicen que son monstruos horribles, como ésos
que dicen ver los chicos, espantosos, llenos de cuernos... Los diablos, no; los
diablos hasta pueden ser bellos. Y los hombres, como lo encontré el otro día de
casualidad en las sagradas escrituras, se dividen en hombres “celestes”, que han
llegado a la Tierra por designio de Dios, y hombres generados por la tierra, de los
cuales... no dice nada. Engendrados por la naturaleza.

B.: Yo pensaba que “ente” y “demonio” eran lo mismo... que las diferencias
eran sólo cuestión de tamaño.48

M.: No.

S.: Si se presta atención al orígen de cada uno, son bien diferentes: un


demonio es un ángel caído, y un ente es una creación humana.

M.: Claro. Por eso siempre les digo: diferencien “ente” de “entidad”. El ente
es una formación de naturaleza humana.

R.: Es como un programa, no tiene vida propia.

M.: Sí, tiene vida propia.

R.: Pero no tiene inteligencia.

M.: Sí, tiene inteligencia. Es una inteligencia elemental.


El hábito de protestar, por ejemplo, es un ente. ¿Vieron esas personas a las
que nada les viene bien, nadie les cae bien? El refunfuñón, la “gata Flora”, es un
ente.

D.: ¿Por qué tienen una forma horrible?


46
En el budismo se la llama “tulpa”. Gracias al cielo, salvo trágicas excepciones los hombres comunes no
saben, verdaderamente, desear… Su propia pereza les sive de protección. Tal vez sea mejor así.
47
M. se refiere como “a la salida” al momento de la muerte del cuerpo físico, cuando el alma debe atravesar
el “bajo astral”, el “barrio bajo” del mundo supramaterial.
48
Aquí empezamos a ver que sí era importante diferenciar entre “males” y “malignidad”.

88
M.: Porque son formaciones que se crean a partir de los deseos instintivos.
Entonces vienen de la parte más arcaica, más oscura, más innoble del ser
humano. Tienen una forma retorcida, reptilesca. En cambio, los diablos (como el
Descalificador) son entidades. Son espíritus, no son instinto.

S.: Y la belleza es la que conservan en parte de cuando eran ángeles,


todavía conservan algo...

M.: Claro, sí, sí. Esto lo hablo todos los días con R., pero ya me ganó él. El
hecho de tener una armonía física, no determina belleza interna. Si pudiéramos
“ver” físicamente a los entes, podríamos percibir qué tan horrorosos son; en mi
caso, los “presiento”, no los puedo “ver”49.

S.: Pero podemos “ver” los efectos que producen.

V1.: Y la belleza de los diablos ¿no la usan intencionalmente para influír?

M.: Por eso les digo que hay que tener cuidado con eso de “es una persona
tan bonita...”

S.: Con las feas tambén hay que tener cuidado, pero ya estás prevenido...
(Risas)

M.: en el caso de esta bebé (la novia de R.), no es que sea un diablo. Sí, es
una cajita vacía. Y por eso es peligrosa.

M2.: ¿Quién?

S.: El vampirito... (Risas)50

M.: Busquen contenido, no forma. Cuando hay contenido, es muy difícil que
entre una entidad. Lo que discuto todos los días es que me dicen “Es tan bella...” y
a partir de que es bella le agregás que es una princesa, que es buena, que es
dulce...

A.: A mí nunca me pasó... (Risas).

S.: No olviden que las feas también son malas...

M.: No busquen cáscara. Busquen resonancia.

49
Receta para principiantes: No existen los entes “bellos”... un ser dominado por un ente siempre produce un
efecto desagradable, siempre es alguien que nos cuesta soportar, su interacción nos cansa, nos “gasta”.
Siempre percibimos en él una cierta “ausencia de humanidad”, y así es efectivamente. El ente inhibe la
actividad del alma, deshumaniza. Todos conocemos más de uno... y todos podemos tener uno. O más de uno.
50
La novia de R. acostumbraba vestirse de “gótica”.

89
R.: Yo conseguí eco... (Risas)51

M.: Volvamos al párrafo leído. Si ustedes se acuerdan, un día les dije:


“Encontré el camino corto”.

O.: A mí me chocó eso de que todo lo emocional es demoníaco.

M.: Todo, no. Las buenas emociones, no. Pero es cierto que los deseos son
del hombre, las emociones son del diablo, (o no, solamente las emociones
violentas), y está el espíritu, los pensamientos espirituales que nos ayudan a
evolucionar.

A.: Me parece que cuando habla de las emociones del diablo, habla de lo
“infra”. Lo pensé por ese lado, no por lo emocional.

M.: Nunca “pienses”. Nunca. No te puedo sacar de ahí.

A2.: ¿No son las pasiones, el diablo?

M.: No. La pasión es el deseo descontrolado. Parás el deseo y se acabó la


pasión.

S.: ¿No se refiere al territorio que les es propio a cada uno, donde “juegan
de locales”?

M.: ¿Quiénes?

S.: Los ángeles, los demonios y los hombres.

M.: Hay un orden perfecto, porque si no chocaríamos con todos los


planetas, los aerolitos... el orden es Dios. Dios es orden. Y nosotros tenemos
incluido el mal, en orden. Nuestra alma es mitad santa y mitad pecadora. Y el alma
está en la emocionalidad del hombre. Es la “boca del cuerpo”, el corazón. Ahí es
donde germinan los siete pecados capitales y las mil quinientas maneras de ser
positivos. ¿Cómo nos ponemos en contacto con un lado o con otro? A través del
deseo. Entonces, si tengo un deseo perverso...

R.: O sea, uno podría salir a caminar por el filo de la navaja excepto por los
deseos...naturalmente seríamos aptos para caminar por el filo de la navaja
excepto que aparecen los deseos y ahí sonamos.

M.: Si hubieras sacado los deseos totalmente, sí.

51
Fue una crueldad innecesaria burlarse de esa forma de una cabeza hueca. Y sí, nosotros también éramos
malos…

90
A.: Es lo que hacen los budistas.

M.: Claro.

R.: Ajá. Totalmente.

M.: Todo viene de ahí. El deseo bueno y el deseo malo. Pero no deja de ser
deseo. Entonces, es muy distinto que te desee buenaventura, que va incluido
“envidio tu buenaventura”. ¿A ver si lo ven? El hombre es instinto. El deseo es el
instinto. El deseo no está ni en el corazón ni en la mente. El deseo está en el “piso
de abajo” de Gurdjieff. En el instinto. No hay deseos emocionales. No hay deseos
mentales. Hay deseos instintivos. Y en el instinto hay cosas naturales (el instinto
de conservación, el instinto de maternidad) y están los otros. El instinto de poseer,
por ejemplo.

A.: Los siete pecados capitales...

M.: ¡¡¡¡NOOOOOOO!!!!

S. Estos están en el nivel de la emoción, en el nivel del diablo.

M.: En el nivel de la emocionalidad. En el thymos. Es muy importante definir


esto para poder observar. Es muy distinto “deseo una mujer” (está “allá abajo”) a
“necesito una mujer” (está “más arriba”), o “qué bueno sería tener una mujer” (está
“arriba de todo”). Si aprenden a ver los deseos, la batalla con el diablo se reduce a
la mitad. Ver los deseos. Es muy difícil ver los deseos. Porque uno cree que está
viendo un deseo cuando tiene una emoción o cuando tiene un pensamiento. El
“master” en esto se lo lleva D. (risas). Jamás sabe si lo desea, si lo pensó o si lo
siente. Ese es el trabajo que tienen que tomar seriamente. ¿Deseo, siento o
pienso?

M2.: A mí me ayudó muchísimo el ejercicio que habías dado sobre esto...

M.: Pero hay que seguir haciéndolo, yo doy las cosas una vez y no las
vuelvo a dar porque si no, estaríamos haciendo palotes toda la vida. Ustedes
deben continuar con lo que les hace bien.

R.: (imitando una hinchada) Pa-loo-tes, pa-loo-tes, (risas).

M.: El pensamiento sin deseo no sirve absolutamente para nada. El


“master” se lo llevan A. y R. Elucubran, elucubran, elucubran.

A.: Hay cierto placer...

R.: Ah, ¿cómo que no? Cierto.

91
M.: Pero el placer es emocional. Y otra es B., otra que tiene el “master” de
la elucubración al cuete.

S.: ¿Es un placer emocional?

R.: ¿Quién tiene la medalla de oro? Hagamos los Olímpicos... (Risas)

M.: El pensamiento que queda acá y asocio “Ah, entonces...” ese camino no
modifica al hombre en nada. Estoy hablando, por ejemplo, de la culpa. ¿Qué es la
culpa? El alumno tiene que decirse inmediatamente: ¿Cómo busco mi culpa?
¿Conozco la culpa? Mientras que estoy hablando, tiene que ir ubicando su culpa,
no hacer “Sí, porque la culpa, bla, bla,...”, y la mantiene “ahí arriba”, y hasta que la
bajamos, nos fuimos al diablo.

A.: Pero qué divertido.... (Risas).

S.: Yo creo que es un disfrute en el intelectual...es una masturbación


intelectual.

M.: ¡Síiiiiii! Otro que está en las redes, S.

M2.: Y... “Sherlock”, a full... es eso52.

M.: Gracias a Dios, a cada rato baja mucho al emocional, si no, sería
insoportable (risas).

R.: Yo estoy bajando un poco, ¿no?

M.: Bueno, antes eras espantoso. “Ah, entonces la teoría de los monjes
tibetanos unidos a la gloriosa exposición de Manrique en el ’74...” (Risas) No
quise decir eso...noooooooooo...
El deseo inspira, moviliza, la emoción y la mente. Mis pensamientos son
malos si mis deseos son malos. Si mis pensamientos no están apoyados por el
deseo, aprieten el botón del inodoro y listo. Porque no están apoyados por el
deseo.
El hombre “natural” es el instinto. El hombre total se compone de espíritu,
emoción e instinto.

R.: Pero dentro del hombre, ¿la mente sería el factor angélico y la parte
emocional sería el factor demoníaco?

M.: No.

52
“Sherlock” era el “ente” sobre el que se me había ordenado “trabajar”. Un ente muy raro... porque
Ouspensky (en su libro “Un nuevo modelo del universo”), menciona a Sherlock Holmes como uno de los
posibles modelos de “superhombre”. Una inteligencia tan desarrollada que es imposible hacerla caer en una
trampa... Más bien, el “ente” sobre el que yo debía trabajar debería haberse bautizado “Maxwell Smart”.

92
A2.: Eso sería decir que todas las emociones son malas.

M.: La mente sirve para sintetizar, no para apreciar la vida. Ojo: Hablo de
la mente, no del pensamiento al cuete. La mente recibe información del instintivo y
el emocional simultáneamente, sintetiza, y tiene conocimiento y sabiduría. Ahora
no estamos hablando de conocimiento y sabiduría; estamos hablando de cómo
sacarnos diablos.

R.: Entonces esta división en tres partes no tiene nada que ver con...

M.: Tiene que ver pero no estamos en eso. ¡NO ESTAMOS EN EL


CONOCIMIENTO, ESTAMOS-EN-LOS-DIABLOS! ¡¡¡CAPÍTULO-DIABLOS!!!
En la emoción están los diablos y la santidad. ¿Cuándo está la santidad?
Cuando redimiste a Tymos.
¿Saben por qué se pierden? ¡¡Porque salen con huevadas, con cosas que
no tienen nada que ver con esto!! Nada de hablar de mente ni un pito a la vela.
Vamos a volver a cero. Según el monje, tenemos tres condiciones: el espíritu
manejado por los ángeles; la emocionalidad, manejada por el demonio, y el
instinto manejado por el hombre a través de los deseos.

A.: La emocionalidad que no es demoníaca, entonces, ¿qué es? ¿Con qué


se conecta?

M.: Es la parte redimida, la parte angélica.

A.: Entonces no es toda demoníaca...

M.: Nacés con la mitad del emocional en “negro” y la otra mitad en “blanco”.
A veces te conectás con lo blanco, a veces con lo negro. No es toda demoníaca.
Si no, serías un poseso. ¿Qué es un poseso, un poseído? Una persona a la que a
su estado emocional lo gobierna enteramente el demonio. Todo su emocional es
perverso, ruin, asqueroso, destructivo, odioso.

A.: ¿Eso no está ligado con el instintivo?

M.: ¡¡¡NOOOO!!!
ESTO ES LO INTERESANTE. LOS SIETE PECADOS CAPITALES NO
ESTÁN EN EL INSTINTIVO. ESTÁN EN EL EMOCIONAL.53

53
Este equívoco está muy extendido entre los católicos; es una consecuencia de identificar al cuerpo físico
como el origen del pecado, en especial por la función sexual. Ejemplo fácil: el deseo sexual es instintivo. Pero
la Lujuria es emocional. El pecado perturba el comportamiento del cuerpo físico, pero no se genera en él. En
esta charla todavía se nos aparecía como muy confuso el lugar donde anidan los demonios en el hombre, pero
adelanto algo: los centros instintivos son “irresponsables” de cualquier pecado, no tienen ninguna “culpa”. Su
trabajo es sólo mantener con vida al cuerpo físico. Cualquiera que intente “combatir el pecado” yendo en
contra de los instintos se convierte en un “reprimido”, en una colección de somatizaciones.

93
A2.: Yo pensé que sí.

M.: Por eso era que aquel sacerdote llamaba al corazón, “La boca del
cuerpo”. Pero véanlo, búsquenlo. Búsquenlo dentro de ustedes. Medítenlo.

R.: Es como dividir en otra profundidad al hombre...

M.: No. No hay contradicción. Es lo mismo. Chicos, ¿no se acuerdan de la


división de los centros de Gurdjieff? Aplíquenlos.

R.: Pero aquí la mente no figura...

M.: Se ubica en el nivel espiritual. El espíritu de Dios ingresado al hombre


va a su mente. No a su emoción ni a su instinto.

A.: Yo pensaba que iba a su emoción, por eso no entendía.

M.: No. Ahí está la lucha entre el bien y el mal. Si tengo todo el día
pensamientos espantosos (V…) y esos pensamientos espantosos no están
avalados por un deseo y una emoción espantosos, es una pelusa que entró en
casa. Se tira y listo. Si estoy todo el día refunfuñando y quejándome internamente,
pero no hay egoísmo, no hay odio, no hay deseo de destrucción, son
pensamientos negativos; es una máquina que fue alimentada equivocadamente.

S.: Es un hábito mecánico, adquirido por imitación, que puede abandonarse


y listo...

A.: El deseo, entonces, se sustenta en el instintivo.

M.: Deseo de procrear, deseo de comer, deseo de ayudar, deseo de


contribuir al otro, deseos como éstos movilizan el resto. Siempre hay un deseo en
el hombre. El trabajo es verlo. Lo que postula el budismo es la eliminación del
deseo. Lo que postula “C” es conocer el deseo y reeducarlo, para redimir el
emocional y alcanzar un estado superior. No el reprimir el deseo.
El hombre es sus deseos. Los diablos, o la evolución, el Cristo redimido,
están en el corazón. Y la conclusión de esa lucha se resume en el espíritu que
está en la mente. Si ganó el mal, tendremos un espíritu oscuro. Una mente oscura,
dirigida a la destrucción.

Thymos es la parte emocional del alma, la parte excitable, la parte en la que


aparecen las vehementes emociones como la ira, el odio, la envidia.

Más adelante, en el capítulo 3, “Clases de demonios”, los monjes dan precisiones: según qué clase de
demonio sea, puede anidar en la parte emocional de alguno de los tres centros, instintivo, emocional, o
mental. Si se tiene una idea clara de los centros de Gurdjieff, todo encaja.

94
M.: Recuerden el diagrama de Centros. En la parte inferior, el hombre
mecánico dividido en instinto, emoción y mente. Cada uno de las divisiones tiene
una parte positiva y otra negativa. Más arriba, el Emocional, y más arriba, el
Mental. ¿Dónde está el alma?

E.: En el Mental-mental.

R.: No. En el Emocional-emocional.

M.: ¡¡¡No!!! Está en el Mental-mental y el Mental-emocional. En el mental y


emocional superiores. Tenés almas más altas, y almas más bajas. Entonces,
cuando el autor dice que está en la parte emocional del alma, se está refiriendo a
la segunda división de los centros superiores, o sea al Mental-emocional.

D.: O sea, no son las emociones humanas que percibimos normalmente...

M.: Para que te ubiques: lo “sentimentaloide”, como el “no soy capaz de


matar una mosca”, está abajo, en el Instintivo-emocional. El amor, está en los
centros de arriba. El “Qué lástima me da esta persona” está abajo. La compasión,
el com-padecer, el “padecer con el otro” está en el Mental-emocional. Pero este
emocional superior tiene su parte negativa. Si sos poseído por un diablo, vas a
vivir en esta parte emocional negativa.
Esta “parte en la que aparecen las vehementes emociones como la ira, el
odio, la envidia” uno cree que es el Instintivo. Y éste es el error más grande en que
cae la humanidad: el buscar el odio, la envidia y la ira en la zona instintiva.
Cuando en realidad, está en la zona superior, en el alma54.
54
La Psicología “oficial” busca el “mal”, no en el instinto (¡los psicoanalistas directamente niegan que el
hombre tenga instinto! Les preguntaría cómo respiran mientras duermen... sospecho que las respuestas serían
ingeniosas), sino en la personalidad. En el nivel de la “psique”, en el “alma”.
Digresión: en el Psicoanálisis no se habla de “instintos” sino de “impulsos” o “pulsiones”. Personalmente, veo
que este remilgo se debe al rechazo que tenían los europeos blancos del siglo XIX ante la idea de tener rasgos
en común con seres considerados inferiores... es el mismo rechazo que se podía encontrar hacia las ideas de
Darwin acerca del parentesco del hombre con el mono, o hacia las de Marx, cuando mencionaba la
posibilidad de que el Proletariado y el Capital participaran de la “plusvalía” equitativamente... El rechazo no
se basaba en ideas; eran ideas que ofendían vanidades, no que contradecían otras ideas... eso era lo de menos.
Darwin ofendía a los religiosos, Marx ofendía a los ricos y Freud ofendía a los reprimidos. De paso, las ideas
de estos tres pensadores, Freud, Marx y Darwin, fueron el centro de la pelea dada en el siglo XIX (y el XX, y
todavía sigue) entre la humanidad que evoluciona y los reaccionarios, entre la luz y la oscuridad.
Continúo: Pero el amor al Mal (la acedía, el padre de todos los pecados capitales) no es un problema de
personalidad; es un problema suprapsicológico. Es un problema de un nivel más elevado. Es de naturaleza
moral. Y ya sabemos que el Psicoanálisis es orgullosamente amoral: si el paciente se siente “bien”, está
“curado”. No importa si se siente “bien” cometiendo delitos. Este malentendido es la causa del “fracaso” de
muchas terapias psicológicas, cuando se encuentra que no se puede lograr que el paciente llegue a sentirse lo
suficientemente “feliz” como para “darle el alta” (La realidad última es que la felicidad y la malignidad son
mutuamente excluyentes, la gente malvada siempre sufre). En la personalidad están las fobias, las histerias,
las manías, y tantos otros males que la Psicología trata con éxito. En cambio, el amor al mal es lo que los
psicólogos terminaron por identificar como “psicopatía”. Sucede algo muy curioso: los psicólogos reconocen
que los psicópatas no son tratables (ni ellos buscan tratamiendo porque así como están se sienten
“perfectamente”), pero sí han dado nombres a los síntomas que ellos producen sobre otras personas:
“indefensión aprendida”, “anhedonia”, “disonancia cognitiva”. Lo más lejos que han llegado es a recomendar

95
Y el Mental-mental también tiene su parte negativa: un “mago negro” es
alguien que vive en su mental superior, en la parte negativa.

S.: ¿Y el instintivo también tiene parte negativa?

M.: La parte instintiva positiva, te empuja a la vida. La parte instintiva


negativa te lleva al suicidio55. Una cosa sería que te propongas suicidarte, que es
mental, y otra cosa es que, por ejemplo, cruces la calle sin mirar. Prestar atención
al cruzar la calle es instintivo, hasta los perros lo hacen. Lo contrario, dicen que se

“contacto cero” con el psicópata. Es el único trastorno diagnosticado no para tratar al afectado sino a sus
víctimas. La verdad es que la Psicología “oficialmente reconocida” no tiene un real alcance sobre el problema
del Mal, sobre la malignidad.
Comprender la verdadera magnitud de este malentendido trágico es estremecedor. Si sienten pánico
en este momento, van entendiendo el problema.
Hilando más fino, aprovecho aquí para desenredar esa maraña de “alma” y “espíritu”, palabras que
por lo general se utilizan como sinónimos, siendo que cada una tiene límites bien definidos. Ambos están en
el plano suprafísico, claro, y de ahí la confusión para el principiante. En el “alma” están la falsa personalidad,
la personalidad auténtica, el mundo emocional común del hombre, las “dualidades”. Aquí transcurren las
alegrias y los dolores de la humanidad en general. Aquí actúa la Psicología “oficial”. Es el territorio del “Ser”.
En un plano más elevado está el “espíritu”, que es el asiento de la conciencia y el sentido moral. El alma
puede funcionar “perfectamente” sin ponerse en contacto con el espíritu, o sea sin tener ni conciencia ni
sentido moral. Este contacto, si sucede, por lo general es traumático; porque se conoce de pronto y sin dudar,
cuánta distancia hay entre ambos. Quienes perciben la existencia del espíritu, usualmente por pequeños
lapsos, conocen la experiencia con el nombre de “remordimiento de conciencia”. El espíritu es el territorio del
“Deber Ser”. Y no se altera ni cambia por las vicisitudes del mundo ni por la moral de costumbres. Al raro
caso de un contacto estrecho, sostenido y armónico entre el alma y el espíritu, se lo llama “santidad”. Aquí, el
alma sintoniza con el espíritu sin dejarse llevar por los demonios ni por las cosas del mundo. En los gráficos
de los centros de Gurdjieff, el “espíritu” se asienta en el centro intelectual superior y el centro emocional
superior, de los cuales se dice que son centros “que constantemente nos hablan, pero que no escuchamos”.
Personalmente, fue horroroso para mí darme cuenta (ya siendo adulto) de que, en el hombre común, esta
conexión, este diálogo entre alma y espíritu no se produce nunca. Para mi siempre fue natural a pesar de que
no podía verbalizarlo ni formularlo filosófcamente, pero terminé entendiendo que esta diferencia entre el
hombre “en el camino” y el hombre mundano, el “hombre-bestia”, era el motivo de esa “impermeabilidad”
que muestran estos últimos para los asuntos morales. A lo sumo, pueden adquirir por imitación una “moral de
costumbres” que neutralice o por lo menos disminuya su peligrosidad en la interacción social. El hombre-
bestia es el sujeto de estudio del Psicoanálisis. No se puede ir “más arriba” con él. Nacen siendo mierda, y
mueren siendo mierda, diría Gurdjieff…
55
Aquì hay una cierta contradicción con los esquemas presentados por Nicoll, donde la parte instintiva del
centro instintivo aparece sin parte negativa. Creo que el de Nicoll es el correcto. Si el centro instintivo tuviera
parte negativa, esto equivaldría a decir que todos tenemos un “mecanismo de autodestrucción”. O sea, que
todos somos “orgánicamente” suicidas, lo que es evidentemente falso; se demuestra suficientemente con una
inspección anatómica. A menos que seas un alacrán...
Todas las funciones del centro instintivo, todos los órganos, estàn dirigidas a proteger la vida del
propio organismo, de otros organismos y a generar nuevos organismos. La respiración, la digestión, la
regulación de la temperatura corporal, la reproducción, la protección de las crías, y además el estado de alerta
para evitar cualquier peligro exterior: ataques de otros organismos, objetos punzantes o cortantes, caídas, etc.,
que no es otra cosa que la actividad del instinto de conservación. Un sujeto llega al suicidio no porque se
activa la inexistente parte negativa del centro instintivo, sino porque la parte negativa del centro emocional (el
demonio de la tristeza, o lo que en Psicología se llama “depresión”) inhibe el funcionamiento del centro
instintivo. El sujeto toma un veneno, se tira al vacío, deja de ofrecer resistencia a las agresiones, etc. Y algo
interesante: La primera función instintiva que se afecta es la del impulso sexual. Es, por mucho, la más
delicada. El impulso sexual desaparece hasta por un simple resfrío. Su sola presencia es una señal de salud
física, y de ausencia de depresión.

96
puede ver en los perros abandonados por el amo, que pierden la atención y
cruzan sin mirar.
El apetito es otro ejemplo. Perder el apetito sería caer en la zona negativa
del instintivo, que te llevaría a morirte de hambre.
Busquen lo contrario de la ira: es la serenidad; lo contrario del odio: es la
misericordia. Estas están en la parte positiva del Mental-emocional.

M2.: ¿Y el amor?

M.: Lo contrario del amor es el no-amor, la indiferencia.56

El demonio se caracteriza por un predominio del thymos, por la confusión y desorden de la


parte irascible del alma. La ira ciega que se enfurece contra los demás, es para Evagrio una
imagen de la esencia del demonio. En una ocasión llega a identificar al demonio con una
persona poseída por la ira y la indignación:

56
Definición freudiana, con la que no estoy para nada de acuerdo. La indiferencia es un punto muerto, un
punto medio entre una emoción y su opuesta, y como tal, no puede ser el extremo opuesto de nada. La causa
de este equívoco es la subjetividad: lo produce el dolor de amar sin ser amado, que lleva al sujeto a percibir la
indiferencia del ser amado como un “daño”. Pero esta indiferencia puede tener muchas causas: desde la
discapacidad emocional (muy frecuente en personas sin trabajo interno) hasta la virtud de la prudencia, como
en el caso de que el “objeto amado” haya captado rasgos de degradación en el demandante de amor. Esta
situación es peligrosa, porque es la puerta de entrada al demonio del Orgullo, que, sintiéndose “herido”,
habilita la venganza del despechado. Detrás de un crímen pasional no hay otra cosa que este proceso. De
manera que la idea de que “la indiferencia es lo contrario del amor” no sólo es errónea sino que además carga
con una semilla de crímen. Cuidado con esto.
Para salir de esta confusión, definamos de manera práctica y realista, qué es el amor, de manera de
quitarnos de encima todo delirio romántico. El amor es un estado del alma. Este estado tiene características
muy definidas y produce como consecuencia obras muy definidas. Comportamientos muy definidos. Quien
está en estado de amor es sensible a los estados de los demás, se alegra con la alegría de los demás y sufre con
el sufrimiento ajeno (empatía). Y hasta es capaz de hacer algo concreto para sacar a los demás del
sufrimiento. ¿Y qué es lo contrario de todo esto?
Lo contrario del amor es el resentimiento. Quien está en estado de resentimiento también es sensible
a los estados de los demás, pero la alegría de los demás le causa dolor y el sufrimiento ajeno lo alivia
(antipatía). Y es capaz de “trabajar”, de hacer algo concreto para sacar a los demás de la alegría, cosa que le
produce una “alegría” (sucia) a él mismo. En el Judaísmo se lo tiene bien identificado y estudiado: se lo llama
“odio gratuito”. Es una verdadera desgracia que esta noción no se haya conservado en el Cristianismo. Al
menos, nadie me la mencionó jamás de esta manera en la educación formal que recibí. Supongo que esto
retrasó en buena medida mi comprensión sobre este punto. Una cosa más: Es de la mayor importancia
distinguir rápidamente el resentimiento del odio, error trivial. El odio genuino siempre tiene un “foco”, un
objetivo, un “target”. Se odia algo o alguien concreto, y cuando se lo destruye o al menos se lo neutraliza, el
odio desaparece. Bajo ciertas condiciones, el odio puede ser hasta beneficioso, porque protege la integridad
del alma. “No teman odiar lo odioso”, aconsejaba A.R. Orage. Ejemplo extremo: si se odia la malignidad, el
alma se mantiene en bondad. (Por supuesto, conviene extremar la vigilancia, porque se camina por una
cornisa; en ausencia de atención, el odio muta fácilmente en resentimiento).
En cambio, el resentimiento es ciego. No tiene ni foco ni límite, y se derrama al universo entero de
forma “esférica”, sin ninguna discriminación. Es el mal por el mal mismo. No lo confundan con el dolor de la
inocencia herida, disfraz frecuente del resentimiento. No es lo mismo. Y no lo confundan, sobre todo porque
la piedad ingenua es la puerta de entrada del resentimiento en el alma, y una vez adentro suelta su veneno y
contagia. No se apiaden de la malignidad. Es una cuestión de higiene del alma. La piedad no es para las
vívoras.

97
"Ningún vicio entrega tanto al demonio como la ira puesto que pone en
conmoción la parte emocional del alma... No creas que el demonio es otra cosa que
el hombre llevado por la ira”.

R.: ¿El demonio, sin el hombre, no sería demonio?

M.: Se quedaría sin trabajo. Creo que si se ponen a ver la ira


profundamente, van a encontrar que la ira es la expresión de la envidia, del odio,
del no-amor, de la no-misericordia, de la no-compasión, de la no-fe...

R.: ¿Qué es la ira? ¿Es lo mismo que el enojo?

M.: Es una fuerza que lo único que quiere es destruír. Dice el refrán que “La
ira es ciega”. El enojo es algo muy diferente: aparece cuando algo lesiona la
honra. Es lo que tuvo Cristo cuando echó a los mercaderes del templo. No tenía
“ira”. El enojo es una respuesta.

S.: Exactamente: es una respuesta. No es un “Do”, no hay iniciativa en el


enojo. En cambio, la ira toma la iniciativa. La ira es como el amor, no necesita un
desencadenante.

M.: Muy bien, muy claro lo tuyo.

D.: No entendí.

S.: Más que entender, se puede observar. Las personas que viven airadas
tienen un rasgo: buscan excusas para exteriorizarla. Pero la ira es pretérita al
motivo. Los motivos son falsos. He conocido “personajes” así, que todo el tiempo
están buscando el “pelo al huevo” para poder justificar una explosión de ira.
Otro rasgo relacionado es que las personas airadas son imposibles de
conformar. No hay dosis de buena voluntad, por grande que sea, que consiga
calmarlas. Es decir, son capaces de saltar de tema en tema en una discusión o de
cambiar sobre la marcha los supuestos motivos de su explosión, hasta encontrar
uno que “funcione”. Hay una ausencia total de buena voluntad en el airado.
Y lo “peor” que puede hacerse es acorralarlas verbalmente hasta dejarlas
sin argumentos para justificar la ira: en ese momento la ira se muestra desnuda y
se ve la verdadera intención: la destrucción por la destrucción misma57. Puede ser

57
Este dato, esta enseñanza, se la debo a V2. Una tarde en que habíamos salido, en la que ella había llegado 3
horas tarde y además estaba tomada por la ira, terminamos cayendo en varias discusiones por los motivos más
absurdos e irrelevantes. Más tarde, tratando de retomar una relación en buenos términos, le dije: “¿Me
perdonás por haberte hecho enojar hace un rato?” Su respuesta fue: “¡Yo no me enojo cuando vos me hacés
enojar! ¡Yo me enojo cuando YO quiero!”. Me reí en su cara con ganas y la abracé, y al no poder evitar ser
contagiada por mi risa, cerró su acto diciendo: “¿O te pensás que sos tan importante?”
Sin proponérselo, dio en el clavo con la esencia de la ira.
Le tomé el pelo un año entero gracias a su memorable frase.

98
un espectáculo bastante perturbador si te toma desprevenido. Es como “tocar el
mal”.

Los antiguos monjes atribuyen a los demonios también un cuerpo aunque algo más
leve que el de los hombres. Se compone fundamentalmente de aire. El aire es además el
ámbito donde están los demonios.

M2.: ¿Están personificados o tienen un cuerpo?

M.: Tienen un “cuerpo” porque a veces, hay gente que los “ve”. Es un
cuerpo etéreo. Pero ese cuerpo etéreo puede ingresar en una persona. Tienen el
mismo “diseño” que los ángeles.

O.: ¿Puede pasar que alguen crea que está viendo un ángel y en realidad
está viendo un demonio?

S.: Je, je, je, sí... Conozco a alguien que ve demonios y cree que ve
ángeles58.

M.: Cuando ves un ángel, no estás viendo a una persona de carne y hueso.
Lo que estás viendo es un “agujero astral”. Así también son las apariciones de la
Virgen, y otras apariciones que han provocado grandes reacciones en el hombre.
Se abre un “túnel” dentro de la cuarta dimensión. Ellos no pueden “venir acá”.

S.: Recuerdo algo que leí en una obra de los Rosacruces, a ver si coincide:
los demonios desean actuar en el mundo material, pero no tienen vehículo, por
eso necesitan uno. Por eso “poseen”. No pueden tener un cuerpo físico propio, no
pueden “nacer” como hombres.

M.: Claro.

E.: Y si se pueden materializar, ¿para qué quieren tener un venículo?

M.: Porque son una representación etérea que dura muy poco, pero se ven
como si fueran materiales. Los ángeles también “usan” a la gente. Muchas veces
actuamos como ángeles, y muchas veces actuamos como demonios. No llega a
ser una posesión, porque los ángeles no ”poseen”, pero toman cuerpos, como les

Mucho después, supe que esto hasta se puede explicar desde la Química. Resulta que una explosión de ira
hace que el sistema nervioso libere noradrenalina y dopamina. Son neurotransmisores que producen una
“agradable” sensación de energía, de manera que es posible volverse “adicto” a estos neurotransmisores, pero
para obtenerlos, el sujeto tiene que entrar en ira. No es fácil ver que la ira produce placer, como el resto de los
pecados. Pero así es. Otra turbia búsqueda de “bienestar”.
Existe, incluso (si se la sabe ver), una típica “sonrisa” (más bien deforme) propia de quien está tomado por la
ira y encuentra una excusa para darle salida (Es el “Ya te tengo hijo de puta”, “YTTHDP”, de Eric Berne).
58
Comprender este “malentendido” es comprender la naturaleza de la religión Umbanda. En vez de esforzarse
por expulsar entes y entidades, los umbandistas buscan incorporarlos alegremente. A estas posesiones
consentidas, voluntarias, las llaman “bajar el santo”. Así quedan...

99
conté que me pasó con el vedanta Y. (que nos visitó la semana pasada) que entró
aquí con los brazos abiertos diciendo: “Hermanita, hermanita, te quieren matar...” y
jamás nos habíamos visto antes. Y a él no le quedó conciencia del episodio, no se
acuerda de nada.

S.: Fue para una misión puntual.... es como que los diablos, en cambio, lo
hacen “por cuenta propia”, es una “misión” que tienen, y no se van si no los echan.
Recuerdo que aquel libro Rosacruz decía también que buscan preferentemente
personas débiles, porque no todos los hombres son igualmente...“poseíbles”

M.: Ajá... (...silencio) Y... ¿qué es ser débil? (...más silencio)

S.: Ehhh.... el ejemplo que daban era el de personas con vicios...

M.: ¡¡¡EL HOMBRE DÉBIL ES EL HOMBRE SIN CONVICCIONES!!!


No hay ninguna otra definición. Si no tenés legítimas convicciones de algo,
aunque sea una, dos, o tres, elementales, básicas, sos un recipiente bárbaro para
el diablo. Por ejemplo, ¡la elemental convicción de no hacer daño! Cualquier
convicción es una puerta cerrada. Ahora, los “proteicos”, la gente a la que todo le
viene “bien”, que le da lo mismo cualquier degradación...

S.: ¡Ahhhhh!... Lo que Y. llamaba el otro día, “los inocentes”...

M.: ¡Claro! Los llama “inocentes” en el sentido de que no tienen conciencia;


la palabra tiene una connotación despreciativa, no es una calificación hecha con
ternura, precisamente...59
Volvamos a los diablos en sí y al párrafo que leímos. Son energías que
están en el aire. Que te golpean, que te dan dolor de cabeza, de estómago...

S.: ¿El “aire” entendido como “plano astral”?

M.: No sé cómo lo interpretarían ellos, porque no salen de esa palabra...A


veces, cuando les digo que siento que ustedes piensan en mí, o que me “tiraron
un ente”, o que me perjudicaron energéticamente, es algo que “vino por el aire”.
Pero no por “el oxígeno”.

S.: Da la impresión de que al no tener el concepto de “astral” utilizan la


palabra “aire”...

M. Sí. Aire.
Pero no están tanto en el astral, están más en nuestra dimensión60. Son
esas energías negativas que H. nos saca. Por eso dicen que “deambulan por los

59
Esta acepción de la palabra “inocencia” como sinónimo de”inconsciencia”, debe tomarse más bien como
una licencia poética. El significado más literal de “inocencia” es el que aceptan los juristas, o sea, el de
“ausencia de malicia”, que no tiene nada que ver con la inconsciencia...

100
aires”. Lo importante es que busquen conocer sus deseos, “hacer el manifiesto”,
darse cuenta de que un momento en contacto con la bronca, con la envidia, con la
ira, no significa que una persona sea un demonio. No se autotitulen ni se
destruyan de esa manera. Porque están obedeciendo al diablo. El diablo quiere
que se convenzan de que realmente son una porquería. El día que se convencen
de que son una porquería, se degradan y se pierden para siempre. Por eso el
manifiesto es importante, es un “¿Qué busco en la vida?”
¿Esto me hace perfecto? Para nada. Soy un proceso. El último proceso de
crecimiento lo voy a tener cuando expire, cuando muera. Mientras tanto, sigo en
busca de ser mejor. Pero “no ser mejor” no quiere decir ser la última porquería del
universo. Lo concreto es “¿Para dónde actúo? ¿Para el bien o para el mal? Si
actúo para el bien y tengo un montón de errores, corregiré mis errores sin
desesperarme. Pero si se siente en el corazón que se busca el bien, no se
preocupen. Esto le corta el paso al diablo. No se dejen gobernar por la idea de que
son lo peor, porque ése es “El Señor de la Culpa”. Podemos llamarla así, a esta
entidad. Uno acepta que es una porquería, acepta que es un obtuso, acepta que
es un idiota, que es dañino... no solamente estamos formando un “anticristo”
adentro, es decir una imposibilidad de evolucionar a una segunda consciencia,
sino que nos estamos yendo para el otro lado, que es lo que él quiere. Nos
convence de que somos culpables de ser una mierda.

A.: Los que realmente son una mierda no sienten ninguna culpa...

M.: No te quepa ninguna duda. Los que están en el “Ente Capa” hoy, ese
que nos acusa permanentemente, tienen todas las degradaciones y las viven muy
contentos, sin culpa...

S.: ...je, je, je, sí; hasta que un día se tiran por una ventana61. Pero sí,
nunca son culpables de nada, ¿no? Siempre es uno.

M.: (irónica) Es lo natural...

V2.: ¿No es por eso que uno de los fundamentos de la “New Age” es “Fuera
la culpa”?

M.: Lo que pasa es que si lo decís desde ahí y después hacés cualquier
cosa, no sirve para nada.

60
Discusión bizantina: ¿Qué es “acá” y qué es “allá”? Nuestras emociones son el nexo entre nosotros mismos
y el plano astral; los diablos están en el astral y nuestras emociones también, no están en el mundo material.
Solamente nuestros cuerpos están en el plano material. El astral también es “nuestra” dimensión, y la
conocemos, transitamos y sufrimos bastante más de lo que creemos.
61
En esos días, justamente, en Buenos Aires, se había suicidado el conductor televisivo y DJ Juan Castro
tirándose al vacío desde su balcón. Era un sujeto que exibía sus degradaciones con orgullo. Sincrónicamente,
yo había sufrido a otro DJ en mi trabajo, al que yo había ayudado a conservar su puesto y que me “agradeció”
tratando de hacer que yo perdiera el mío, entre otras maldades gratuitas... Terminó suicidándose por
electrocución, metiéndose en una bañera y arrojando después un cable eléctrico dentro de ella. En esto
pensaba yo cuando hice el comentario.

101
O.: “¡Me garché un caballo, fuera la culpa!” (Risas).

R.: ¿Entonces la “New Age” no está tan errada?

M.: Está MUY errada. Tomó la verdad y la debilitó. “Perdónate a ti mismo”


es un error garrafal, porque entrás en una ensoñación, en una conciencia falsa de
que no hiciste nada, y no es eso. Uno tiene responsabilidades. Si soy abordado
por la ira, soy responsable de mi ira. Debo hacerme cargo y corregir el defecto.
Soy responsable, no “culpable”.
La culpa sólo deja un camino: “¿Y ahora cómo la escondo, dónde la meto
para que no se vea?” Esto sólo te lleva a hundirte más. En el otro extremo, el
“Perdónate a ti mismo” termina en que uno ni siquiera asuma la responsabilidad
de en qué se ha convertido.

A.: La “new Age” es una oferta de salida de este “bicho”; para sacarte de
este eje falso de ser culpable, te lleva a otro eje falso donde no sos culpable de
nada...

S.: ¿Otro eje más? Ya vamos por el tercero... (Risas)

A2.: Una de las críticas que se le hace a la Iglesia Católica es la


manipulación a través de la culpa...

S.: Convengamos que una deformación muy común de la idea de “Pecado


Original” nos lleva derecho a esto...

M.: La Iglesia, hoy por hoy, acepta de hecho la sexualidad humana, y esto
que voy a contar no es una infidencia, porque D. mismo comentó con varios de
ustedes, que cuando él todavía no había “debutado” sexualmente, un sacerdote le
dijo “Primero tenés que ser un hombre normal, conocer el sexo, y después, si
querés, adoptar el celibato”. Dicho por un monje. Y está bien, porque si no, la
“vocación “es una represión, una repulsa, un “Quiero ser monje porque no me
atrevo a ser hombre”. Nada que ver con lo que estamos hablando62.

62
Es cierto que esto no tiene nada que ver, pero yo no me refería a la culpa producida por la esquizofrénica
moral sexual judeocristiana, tan omnipresente que M. la trae a colación por su propia cuenta desviando
completamente el curso de la conversación. Yo me refería al rasgo de fatalidad del pecado original, que no
podemos esquivar ni remediar de ninguna manera, porque lo “heredamos”. No lo causamos, pero debemos
pagar por él eternamente. Los opresores y manipuladores utilizan con éxito el truco de la culpa desde la noche
de los tiempos: si se consigue hacer sentir culpable a alguien, se lo puede someter sin que se atreva a
defenderse. Y cuando la culpa es falsa, la víctima pierde toda su vida buscando sin éxito cómo reparar... M.
no está consciente de esta gigantesca y monstruosa proyección de culpa que hace el dogma sobre sus fieles, y
a pesar de que distingue con detalle las desviaciones que produce la culpa en las mentes y en las almas,
sorprendentemente no ve ninguna relación causa-efecto. Yo veo que toda la mentalidad judeocristiana está
modelada por la culpa del pecado original. El “Señor de la Culpa” reina sobre ella. Es un rasgo notable que la
diferencia totalmente de la mentalidad de los hindúes y budistas. La doctrina del Pecado Original no se
entiende mal casualmente: se entiende mal porque se enseña mal, hay una intencionalidad. Por mi parte,
desde el principio de mi vida decliné hacerme cargo de lo que Adán haya hecho o dejado de hacer. Recuerdo

102
Si estoy en error, no soy culpable; soy responsable. La culpa son los siete
pecados capitales no vistos. Y que nos dominan. La culpa a la que se refiere el
Pecado Original es no cumplir con la conciencia objetiva.

S.: Ah, esa es la “correcta” culpa...

M.: El falso eje que crea el “Señor de la Culpa” es lo más antievolutivo que
he encontrado en mi vida. Hace que la gente no sea responsable de sus actos. Me
decía siempre M+. que no podía dormir preguntándose por qué la gente no tenía
conciencia de vigilia, porque lo veíamos, lo seguimos viendo. La gente no es
responsable de sus actos.

S.: Como si todos estuvieran sonámbulos...

M.: Sí. Y yo siempre le respondía “No sé”. La respuesta está en este falso
eje.

En él se pueden mover más rápidamente que los hombres porque vuelan.

M.: No es que vuelen porque tengan alas...es lo mismo que el pensamiento,


que no tiene la misma velocidad que el cuerpo.

S.: Se podría entender en el sentido de que son ingrávidos, que no están en


el mismo nivel de materia que nosotros.

Son fríos como el hielo. Normalmente son para nosotros invisibles, pero pueden
adoptar determinadas formas de manifestaci6n. No pueden convertirse en cuerpos como los
ángeles pero pueden tomar formas y colores de cuerpo y presentarse como cuerpos
humanos o algo semejante. Pueden hacerse oír como voces.

M.: El hecho más característico de los diablos son las voces. Por ejemplo: si
en el momento en que te acercás a tomar la comunión en la iglesia decís “Qué
bragueta tiene el cura”, muy posiblemente no lo dijiste, ni lo pensaste, ni lo
sentiste. “Algo” pasa en vos que dice “Mirá la bragueta del cura”. Eso es un
demonio. Uno está compenetrado en el acto de comulgar y de pronto, ¿qué pasó?

M2.: Uno piensa “¿De dónde vino eso?”

claramente que me preguntaba “¿Y yo qué hice?” No había tenido el gusto de conocer a Adán, y menos
todavía de influenciar su comportamiento.
La doctrina del Pecado Original, así, mal enseñada y mal entendida, no es otra cosa que terrorismo
psicológico. Sus consecuencias son, o bien una enfermedad psíquica denominada “escrúpulo” que fue sufrida,
por ejemplo, por Lutero (que consiste en el convencimiento erróneo de no tener ninguna posibilidad de
salvación espiritual y que lleva a un estado de desesperación que puede desembocar en suicidio, y que es
relativamente rara en estos tiempos), o bien ese estado de “inconsciencia” (la “inocencia”) que mencionaba
M. (o sea, el abandono deliberado de todo sentido moral para evadirse de la sensación de opresión que éste
causa, bastante de moda actualmente), que produce conductas autodestructivas que generan sufrimientos
propios y ajenos, y pueden incluso terminar en muertes “accidentales”.

103
S.: ¿Se lo podría tomar como una distracción?

M.: No es una distracción. Si estás atento a vos mismo, te das cuenta de


que no es tuyo. Pero si no estás atento a tu propia persona y te da lo mismo,
terminás pensando que sos un degenerado. Que sí es tuyo. Que es lo que ellos
quieren. Que pensemos que estamos perdidos. Porque ahí entran. Entonces, si se
pasa por un episodio de este tipo, se hace “stop”, se recurre a Dios, se le dice “No
te acerques porque no te acepto” y se toma la comunión, o se hace lo que se tiene
que hacer. Pasar por esto no tiene nada que ver con un pecado.
Ahora, si vas a la iglesia con la intención de ver la bragueta del cura y a
cagarte de risa del cura, es otra historia. Ahí somos nosotros. Nuestras propias
intenciones.
Las imágenes y voces tienen que ver con esa cosa que se llama, a través
de todos los siglos y de las distintas religiones, TENTACIÓN. Si te agarrás de esa
imagen o de esa voz, SONASTE. Entró el animal. Nunca se agarren de lo que no
es de uno.
Pero para eso, primero hay que saber qué es de uno, y qué no.
Te pueden llegar a perseguir durante horas. La única forma de “cortarlos”
es la misma que con una persona que te persigue para molestarte: darte vuelta y
decirle “Basta, hasta aquí llegaste”, poniendo toda tu energía.

D.: No ponerse en “Soy víctima de los pensamientos y tengo culpa de...”

M.: De esa culpa,...ustedes saben: se matan de risa Dios, el diablo y el


hombre. Y el perro también. (Risas)

El punto de contacto entre la posibilidad de conocimiento humano y los demonios


es la fantasía.

Todos: ¡¡¡IÚJUUUUUUU....!!! 63 (Risas)

S.: No habla del juego de Rol, ¿no?

M.: Esto es de la mayor importancia, el juego de Rol es fantasía elevada a


la enésima potencia, ahora entenderán por qué se infectaron todos...

M2.: Síiiiiiiiii... ¡Disney, matemos a Disney! (Risas).

Los demonios excitan en nosotros las imágenes de la fantasía. En el sueño por los
ensueños.

63
Hay varios ex-jugadores de Rol en este grupo. Hay psicólogos que tienen la sospecha de que este juego
puede producir brotes psicóticos en algunos individuos... los integrantes de este grupo de trabajo, en cambio,
están completamente convencidos. Entre ellos hay varios ex-psicóticos... y en algunos tengo dudas de que
sean “ex”.

104
M.: ¿Cuántas veces les he dicho: “Por favor, cuando se van a dormir,
duermen.”? Nada más. En vez de eso “Soy Batman”, o “Encontré la chica de mi
vida”... cuando te acostás.

R.: Cuando te estás despertando es peor...

M.: Cuando se toca la cama, lo primero es sentarse en la cama, no


acostarse. Te ponés a leer, a hacer algo concreto, y cuando sentís que el sueño
viene, apagás la luz y te dormís. Pero a la gente le encanta ese período de antes
de quedarse dormida, de perderse en fantasías. Ahí entran todos los demonios.
Y hay goce en este estado. Si los diablos no produjeran algún tipo de goce,
¿creen que les dariamos “enter”?

S.: Para mí, es mucho más difícil dominar esto al despertarme que al
dormirme. Cuando me acuesto, me desmayo....

M.: Se los dije en la primera reunión: El que no toma la “cabecera de playa”


en el primer momento al despertarse no evoluciona. Hay que saltar de la cama, y
“arriba”...

B.: Y cómo cambia el estado de lucidez que se tiene después durante el


día....

M.: Eso de “Hago fiaca y me estiro”.... No.

R.: ¿Y ver televisión?

M.: Depende de lo que veas, si te ponés a ver una película de terror....

R.: ... el subconsciente se te carga y cuando soñas, se te aparece a servirte


una malteada...

M.: Lo mejor es dejar la mente quieta. A veces dejo el televisor encendido,


pero como “ruído de fondo” mientras leo, para que no haya intervención de otros
ruídos. Cuando llega el sueño, me “desconecto”. Ahí no hay pesadillas, no ocurre
ninguna alteración de la psiquis por la noche, si tienen sueños, son agradables, a
veces se tienen sueños lúcidos, la mente está en paz. Y el último pensamiento
tiene que estar en Dios. Al levantarse, “Buenos dias, Señor”... y aunque te duela
todo, levantarse...

S.: ¿El sueño profundo es síntoma de que lo estoy haciendo bien?

M.: Si apoyás la cabeza en la almohada y te dormís como un cascote, sí. Y


tenés que dormir no más de 7, 8 horas.

S.: Me ha pasado incluso el quedarme dormido sin terminar de sacarme la


ropa....

105
M.: No, eso ya es de vago64. (Risas) Todo debe ser intencional. Si te cuesta
sacarte la ropa, que te cueste. Lo contrario, es rendirse ante uno mismo. Esto,
nunca.

M2.: Con la comida es lo mismo, ¿no? Si tenés hambre no es “agarro lo


primero que venga”...

M.: No. “Voy a comer”. Debe haber intención. Y es mejor esperar. Aunque
sea un segundo.

Y puesto que los demonios tienen un cuerpo, están unidos a los objetos corporales y
a través de ellos actúan en la fantasía.

M.: ¿Qué quiere decir esto? Que si de pronto ponemos aquí un gran traste
con siliconas, es muy difícil evitar crear otra cosa que no sean fantasías sobre el
traste. El alcohol, las drogas…

S.: Bueno, el alcohol y las drogas potencian, sobre todo, la capacidad de


soñar y fantasear…

M.: ¿Y qué busca la publicidad? Aumentar nuestra capacidad de


ensoñación. Si no “viéramos el traste” tal vez no pensaríamos en “el traste”.

O.: Me rompe soberanamente que en todas partes haya televisores, en los


bares hay televisores, en los subtes hay televisores, en el almacén hay
televisores…

S.: Parece que estuviéramos en la película “1984”.

E.: El 80% de la energía la gastamos fantaseando.

D.: Hay una diferencia entre la necesidad de tener, por ejemplo, un pantalón
y el deseo de comprarte el más caro, el que esté en todas las propagandas. Y me
imagino que soy el más exitoso porque lo tengo.

M.: Nada que ver. De “No tengo pantalones, voy a comprar uno” a “Me
fascinó ese pantalón, voy a trabajar como un loco el tiempo que sea necesario
para juntar el dinero para comprar ese pantalón”.

Crean representaciones de cosas visibles en el alma que unidas a la emoción y


conmoción, como thymos en el fondo del ser, producen fuertes emociones.

64
No estoy tan de acuerdo... El cansancio extremo producido por un largo día de trabajo no es algo propio de
un vago. Pero en fin… estoy hablando con alguien que toma taxis aunque no tenga dinero, porque el
transporte público es incómodo… digamos todo.

106
M.: “Quiero comprar eso, necesito comprar eso, si no compro eso no soy
nadie”.

También apoyándose en nuestros recuerdos excitan con las imágenes de esos


recuerdos, emociones que pueden impulsarnos en la dirección que ellos buscan.

R.: Es oficial: El diablo es un publicista (Risas).

S.: Sí, tiene los mismos códigos y valores.

El método más común que usan para influir sobre nosotros es el de los malos
pensamientos. Frecuentemente los demonios son identificados con los malos pensamientos,
ya que no es siempre posible distinguir si los pensamientos son el mismo demonio o están
provocados por él.

D.: ¿No podés diferenciar entre un pensamiento y el demonio?

M.: Tal vez son tuyos.

M2.: Si son “provocados por él” es que los tenés. Dijiste “eso es mío” y
entró. La otra, es que sean el mismo demonio. Que le digas “No entrás porque eso
no es mío”.

M.: Cuando te pasó, es el demonio. Cuando te surgió “del corazón” sos vos.

S.: ¿Sobre uno no se tiene control, sobre el otro, sí?

M.: Sobre ninguno de los dos se tiene control, salvo por una intencionalidad
para salir de ahí. Es decir, no hay que aceptar los malos pensamientos, sean
extraños o internos. Siempre “Stop, esto no es mío”. Producir ángeles en un
mundo que está lleno de demonios, es posible. Cada pensamiento debe ser un
ángel. Si no son ángeles, no piensen.

M2.: Ya nos vemos con la baba cayéndonos... (Risas)

S.: Por lo menos te volvés inofensivo…

M.: Se pueden hacer muchas cosas para salir de un pensamiento negativo.


En vez de pensar, ponete a leer, a jugar un juego, o a cortar leña… pero cuando
por ejemplo, pensás en alguien, tiene que ser con amor. Si no, no pienses. Son
pequeños demonios los que uno genera. Soy responsable de mis pensamientos.

M2.: ¿Sirve cambiar de centro?

M.: El hombre dispone; la mente no puede hacer lo que se le cante, las


emociones lo que se les ocurre y el instinto para cualquier lado. Tiene que haber
un AMO. “YO quiero” o “YO no quiero”.

107
La lucha contra el demonio consiste principalmente en luchar contra los propios
pensamientos, pensamientos cargados de afectividad y que no son puramente intelectuales.
Así Evagrio atribuye sólo a los demonios los pensamientos teñidos de emocionalidad;
distingue pensamientos angélicos, demoníacos y simplemente humanos. Los pensamientos
que nos inspiran los ángeles exploran las cosas, el por qué han sido creadas, para qué
sirven, cuál es su esencia y cómo pueden ser símbolos.

M.: Aquí puedo dar un ejemplo concreto: ¿por qué mi vecina me odia? ¿Por
qué quiere lastimarme?65 Si yo no tengo nada contra ella… ¿qué le pasa? ¿Qué
tiene? Sé que está lejos del hijo, sé lo que significa estar enemistado con un hijo,
la comprendo, la contengo durante un determinado tiempo, porque tiene un motivo
para estar así. Hasta que el abuso lleva a lo otro… segundo paso. Pero todo el
tiempo es “¿Por qué lo hace?”

S.: Lo que no impide llegar a la comprensión de que su esencia es maligna.

M.: No. Nunca vas a llegar a la conclusión de que su esencia es maligna.

S.: ¿Ni siquiera si es cierto?66 Tal vez estoy usando una palabra incorrecta.

D.: Eso sería juzgar al otro desde la creencia de que sé qué es bueno y qué
es malo.

M.: Exacto, es no juzgar, es tratar de comprender. Es ponerse en los


zapatos del otro. Tratar de determinar que le pasó. Si alguien viene corriendo y me
pisa, “Es un maldito”… no. Estaba apurado.

S.: Bueno, en ese caso “Es un maldito” no sería una conclusión seria.

M.: ¿Se acuerdan? Les di aquel ejercicio de buscar por lo menos 5


posibilidades de qué le pasa al otro para actuar conmigo así. “Me dijo “tarado””.
¿Por qué? ¿Porque me hizo un chiste? ¿Porque actué como un tarado? ¿Porque
se sentía mal? No puedo enojarme con una persona que está mal. No la puedo
enjuiciar para toda la vida y que nunca más se me acerque… eso es cosa de la
chusma, no de quienes tienen pensamientos angélicos. Porque lo que existe
detrás de esa bronca al otro, de esa descarga, ¿qué es? Un ego terrible que sufre

65
Su vecina, en esos días, había tomado el hábito de tirarle cucarachicida Raid en aerosol, en cantidades
industriales, por debajo de la puerta de entrada de su departamento (lo que le produjo dos intoxicaciones), con
la excusa de que “hay olor a gato”. Al parecer, no veía a su hijo desde que éste había conseguido una “orden
de restricción” o algo así, oontra ella, y por eso estaba “mal”… Una jodida importante, evidentemente.
66
Lo siento, pero tengo la convicción de que las esencias malignas existen. ¿Para quiénes, si no, es la
“condenación eterna”? ¿No es para quienes definitiva y conscientemente eligieron el mal? Un castigo eterno
sólo puede aplicarse a un alma eterna. ¿Para qué castigar eternamente a un ente, a una falsa personalidad que
desaparece con la muerte física? No es una discusión teológica. Es un absurdo lógico. Una de dos: O no existe
ni la condenación eterna ni las esencias malignas, o existen ambas. Pero no me hagan una ensalada de Lutero
con Osho.

108
porque le pisaron el dedo gordo. Y si te pisaron el dedo gordo del ego, ponete
contento y aprendé. Porque si hay un efecto, en algo colaboré.
Siempre constructivo, como la Creación.

Los pensamientos simplemente humanos pueden solamente presentar al espíritu la


forma de una cosa.

M.: Es decir, una cosa, o una persona. Es el deseo de poseer.

R.: El planeamiento, el armado de una idea, eso es plenamente humano,


¿no? Deseo construir un edificio, por ejemplo…

M.: No, puede haber un montón de pensamiento angélico ahí, “Quiero


salvar la humanidad”…

R.: No, “Quiero hacer un baño”… ¿querés algo más mundano, más humano
que eso?

M.: Si realmente la Creación fuera tan asquerosa, ¿por qué Dios perdió 7
días?

M2.: Pero R. no habla de la Creación de Dios, dice por ejemplo “quiero


diseñar un vaso”…

M.: Está dentro de la Creación. ¿Por qué no lo vas a hacer lo mejor, lo más
hermoso que sea posible? Tenés que poner lo mejor, colaborar con lo mejor que
podés dar.

D.: O sea, se puede poner algo angélico en todo. ¿Eso querés decir?

R.: Lo que estoy buscando es ¿cuál es el puramente humano?

M.: El deseo. “A esa mina me la voy a voltear”. Cuando deseás algo, se


tiene una representación corpórea, simbólica. “Vamos a comer pizza” y te
imaginás la porción de pizza.

A.: ¿Entonces no hay deseos espirituales?

M.: No. O es espíritu, o es deseo.

A.: El deseo está ligado al apego por algo.

M.: ¡Al apego de una cosa corpórea! Puede ser un hombre, una mujer,
tiene que tener sustancia corpórea. Si no, no hay deseo. No puedo… “desear

109
evolucionar”, “aspiro” a evolucionar. Tengo “ansia” de evolucionar. Pero, ¿deseo?
No tenés ninguna “forma”. “Deseo”… un sándwich.67

A.: La ambición está ligada al deseo.

M.: Sí, sin deseo no hay ambición. Por eso, la ambición es del hombre, la
aspiración es de los ángeles. Todo ángel interno aspira a llegar a Dios. Aspira a la
pureza, aspira a la bondad. Nunca “aspira a una heladera”.

A.: ¿Y aquello de que “La aspiración es del hombre, la ambición es de la


mujer”?

M.: Sí era así… en 1830.

E.: Cuando había hombres y mujeres. (Risas)

A.: O sea, se aspiran ideales y se ambicionan materiales.

M.: Sinceramente, he encontrado demasiados hombres sin aspiraciones, y


muchas mujeres con aspiraciones. Se está dando vuelta todo. Antes, cuando
estaba Gurdjieff, y yo lo aprendí, era así: el hombre tiene aspiración, la mujer,
ambición. Hoy, no sé.

R.: Yo veo más hombres con ambición.

S.: En resúmen, ves que “se está nivelando para abajo”.

A.: Es que es imposible que haya aspiración porque se borraron los ideales.

M.: Eso es cierto... al no haber ideales, no hay aspiraciones.

D.: Me parece que antes las mujeres buscaban cosas más concretas:
casarse, la casa, el auto. Ahora…

M.: Ahora, lo que la mujer ambiciona es “ser hombre”. ¿No parecen


“amazonas”? ¿O son femeninas? Los quieren enlazar, calentarlos en el horno,
comérselos, y “Uno menos”. “Ahora ocupo el puesto de él”. Ambicionan “el
hombre”, no “la heladera”, “la casa”, que se la consiguen por su cuenta. Cada vez
son más masculinas, en sus maneras internas, en sus deseos68.

67
Receta para adoquines: el “deseo” sólo puede ejercerse sobre algo susceptible de ser robado, en el sentido
más materialista del término. Desde la comida hasta el dinero, pasando por todos los objetos imaginables,
incluyendo los cuerpos físicos de otras personas.
68
Eugen Relgis, en su artículo “Las aberraciones sexuales de la Alemania Nazi” da una buena cantidad de
pistas sobre las causas de esta tendencia.

110
E.: ¿Por eso no encuentro en ningún lado una mujer que me haga decir “Es
ésta”? porque tal vez estoy buscando…

M.: Lo que estás buscando es una mujer que te vea como hombre y se
ponga en lugar de mujer, nada más.

E.: Pero, ¿tan complicado es?

M.: En las grandes ciudades como ésta, sí. No creo en el interior, me


parece que el interior es más sano. Váyanse todos a vivir al interior (Risas).

D.: ¿Qué cosa física tiene la ambición de poder?

M.: El poder te da de todo. Influencia, capacidad de manipulación, el


sometimiento y el miedo de los demás.

D.: O sea, es el acceso a todas las cosas materiales.

M.: Además, no existe el poder si no tenés dinero. Todo el que acumula


dinero, ambiciona poder.

E.: No entiendo por qué dicen que para la evolución no hay un “ícono”… ¿Y
si tomás a Cristo de “ícono”?

B.: No podés “ambicionar ser como Cristo”

M.: La aspiración nuestra es emular a Cristo.

S.: Eso, en E. es “ambición”69.

M.: ¿Cómo vas a ambicionar el dolor, el sufrimiento?

S.: Eso es un problema que te espera en el camino, E….

M.: Es decir, uno lo acepta a pesar de sí mismo, a pesar del ego, aceptás
imitar a Cristo. Porque no es “lindo”.

S.: Desde los cánones de belleza mundana, seguro que no.

M2.: Y no tenés un modelo físico de “qué es”.

M.: Claro, no necesitás barba y bigotes.

69
El “Cristo” que E. imagina es uno muy particular, es ese “Cristo” de la ultraderecha, el “Cristo de los
ricos”; el que bombardea plazas llenas de civiles y fusila “comunistas”… Un Cristo de pelo corto y
borceguíes. Creer o reventar, esta clase de sujetos existe y anda suelta. Son la causa de los “golpes de estado”.
Este en particular era más bien “inocente”, creo que nunca se dio cuenta de lo mal que me caía.

111
D.: Eso es de la “New Age”70. Te da un modelo físico de la espiritualidad. Te
comprás un montón de libros, los leés, y podés ambicionar ser espiritual.

M.: Tenés razón, muy buena observación. Es la “ambición de la


espiritualidad”. Por eso te dicen “A mí nadie me afecta, nadie me hace daño”…
¿Cómo les vas a “hacer daño” si son “cajas de entes”? ¿Quién entra ahí? Jamás
les podés hacer daño, están tan “reforzados” que no les entra nada. Ni bueno, ni
malo.
Sigamos:

Y los pensamientos que vienen del demonio contemplan las cosas siempre con
pasión y emoción. Así, por ejemplo, cómo se pueden poseer las cosas, qué placer
proporcionan y si pueden dar gloria y honor.

M.: ¿Ven? Por eso les dije más de una vez, que si el pensamiento no sale
del corazón, no está apoyado por la pasión y la emoción, ni les lleven el apunte.

Los demonios son astutos, bloquean, mienten y engañan.

M.: Cada vez que se sientan con el cerebro bloqueado, no tengan claridad
para saber dónde están, qué les pasa, hay un demonio.

M2.: ¡Iujuuuuuuu… estamos endemoniados! (risas nerviosas)

S.: Corrés el riesgo de quedarte muy sola, acá sentada, con esa frase…

D.: Entonces la culpa es un demonio, porque te bloquea la conciencia.

A.: Entonces, resumiendo: contemplar algo para aprehenderlo es angelical,


y contemplar algo para poseerlo y manipularlo es demoníaco.

M.: Por eso es que decimos “tal cosa o tal otra es demoníaca”, y R. se
enfurece, porque cree que somos fanáticos de esos que ven al diablo con los
cuernos y la cola por todos lados. No, lo que “vemos” es el pensamiento, el
sustrato. Lo que vemos es la intencionalidad pura, de la que en ciertos casos
puede decirse que “es demoníaca”.

S.: Existe una sobreabundancia de intencionalidad demoníaca, ¿no?

M.: Pufff… Cuando se está bloqueado, (tomen nota), y no saben què les
pasa, bloqueo mental, bloqueo emocional, no decidan nada. Ni siquiera ir a tomar

70
La expresión “New Age” proviene de una publicación inglesa de arte contemporáneo que tenía ese nombre.
Creada por A.R. Orage, el más importante discípulo inglés de Gurdjieff en Inglaterra, al que no obstante, éste
siempre consideró medio salame. En la perspectiva que dan los años, algo de razón tenía… La New Age es
algo así como “el hijo drogadicto del Cuarto Camino”.

112
un café. Busquen a alguien que tenga claridad y pregúntenle “¿Dónde me vas a
llevar?”

S.: ¿Y si te responde “Al Shopping”?71 (Risas)

D.: Quedarte encerrado en complacencia tampoco lleva a nada.

M.: Lo ideal para salir del bloqueo porque no falla, es tomar una hoja de
papel y un lápiz y “volcar”… cuando se terminó de volcar todas las motivaciones
del bloqueo se hacen tres preguntas: “¿Qué deseo?, ¿qué siento?, ¿qué pienso?”
Lo escrito no lo va a leer nadie porque después de esto se quema la hoja, (porque
simbólicamente tiene que “convertirse en humo”), y con toda la expresión de los
deseos, los sentimientos y los pensamientos, el bloqueo se va. Aparece el
verdadero motivo del bloqueo. Generalmente es un pensamiento demoníaco o un
cruce negativo, y a partir de verlo, se recupera la claridad.
Nunca decidan en bloqueo, cosas importantes como un matrimonio, la
compra de una casa, dónde irse de vacaciones, etc. etc., porque vamos a hacer
un desastre.

S.: Nada de lo que no se pueda salir fácilmente.

M.: Claro. Porque al otro día, cuando ves lo que hiciste en estado de
bloqueo, te querés matar.

Comparados con los ángeles son menos inteligentes. No pueden penetrar con su
mirada el fondo de las almas de los hombres sino que su conocimiento depende de las
apariencias, de la conducta y a través de ella comprenden la situación del alma humana: ven
la actitud corporal, la voz, los movimientos.

E.: ¿Los podés cagar?

S.: De la misma forma que a una persona a la que estás engañando.

M.: Te sentìs muy mal, y te vestís como un duque. ¿Qué hace alguien que
se siente mal? Tiende a no vestirse, a no afeitarse…

B.: Yo hago al revés, me visto como una reina.

M.: Eso lo aconsejan los psicólogos; cuando una persona está deprimida,
que trate de vestirse bien y arreglarse; o sea, eso está ayudando a que el diablo
no la atrape. O salir…

71
Tener que decidir quién tiene claridad cuando uno mismo está bloqueado es un tanto difícil, ¿no? Este es el
punto en el que los que hacen la “Labor de San Rafael” en las sectas quieren encontrarte. Ahí, estás a “punto
caramelo”… por eso las cárceles y los hospitales son los puntos ideales para el reclutamiento.

113
S.: Sí, en los casos más extremos de depresión se abandona incluso la
higiene. Aparece “el linyera”.

A.: Otra cosa que funciona es la actividad física, aire y adrenalina.

M.: Sí, sobre todo que sea algo que te impida entrar en complacencia. Si al
bloqueo le sumás la complacencia, sonaste. Entonces, tratar de salir de ahí.
Llamar a una amiga e ir a tomar el té, es bueno. Hacer gimnasia es bueno. Hacer
el amor es bueno.

D.: ¿También? (risas)

M.: Sí. Sobretodo en los jóvenes, cuando hay mucha energía sexual
acumulada y no la saben manejar, les producen brutos bloqueos. Brutos.

S.: La famosa “embolia láctea”. (Risas)

M.: Por eso es que el ascetismo es algo a lo que uno llega a través del
tiempo, de la convicción, y después de un ejercicio sano de la sexualidad. Salvo
que hayan nacido santos…

D.: Ahora entiendo (risas)

M.: Tensión en el cuello, en los hombros, sensación de tristeza, angustia,


sensación de sueño.

O.: Son todos los síntomas que tengo, que no sé de dónde vienen de
repente.

M.: Lo que tenés que hacer es preguntarte “¿Qué es lo que deseo?” si es


“quiero bajarme una mina” y lo ves realmente, el bloqueo desaparece. No hace
falta que lo hagas. Mientras no sea una cuestión biológica, como “deseo comer
porque me está bajando el azúcar en la sangre”, es otra historia.

E.: ¿Y si deseo un trabajo, qué hago? ¿Imagino que estoy trabajando?

M.: No deseás un trabajo, estás necesitando un trabajo. Vos, que “desees”


trabajar, difícil… (Risas).

S.: Lo que deseás es que te paguen un sueldo todos los meses… Ya te


resignaste a que para que eso pase tenés que trabajar, pero lo que deseás es el
sueldo, no el trabajo.

M2.: Si desearas trabajar, saldrías a tu patio y harías jardinería…

E.: Los odio cuando me sacan la ficha. (Risas).

114
M.: En resúmen, los diablos prestan atención a cómo te ves, si te ves
deprimido, por ejemplo, entran por tu depresión. Si te ven rascándote, pueden
entrar a través de tu pereza.

S.: Paul McCartney recordaba en una entrevista que, en su adolescencia,


en una ocasión en que no sabía qué hacer con su vida, su padre le dijo “El diablo
siempre encuentra una ocupación para las manos ociosas”. Parece que le prestó
atencion, porque de los cuatro Beatles, era el que más laburaba… (Risas). Era el
que tenía la mejor familia, las del resto eran un desastre.

M2.: Un ejemplo bastante postmoderno, el de Paul McCartney…72

S.: Paul McCartney no es postmoderno, es de los ’50.

Sin embargo asombran a los hombres cuando pueden prever lo que les sucederá, su
conducta. Antonio explica esta capacidad por la levedad de su cuerpo. Así, si unos
hermanos se ponen en camino para visitarnos, los demonios se adelantan y nos previenen
de su llegada. Esto para Antonio no es nada infrecuente:

“Este adelanto lo podría hacer también alguien que fuese a caballo porque iría más
deprisa que los caminantes. No hay por qué asombrarse. Pero de lo que va a
suceder después no saben los demonios nada de antemano. Sólo Dios sabe antes lo
que sucederá. Los demonios, en cambio, anuncian como ladrones lo que ven
mientras corren delante”.

M.: Por eso, la iglesia católica, y en general, todo lo que sea esoterismo
sano, aconseja que no nos hagamos tirar las cartas ni cosas por el estilo, porque
movilizan entes y entidades. Y si se hace una consulta, tiene que ser puntual: qué
me está pasando en este momento. Nunca, qué me va a suceder. Porque a partir
de aquí hacés una especie de dependencia, que abre la puerta a que los
demonios te tiendan trampas. Por dar un ejemplo: te dicen “en dos años te vas a
casar con una rubia”, y como tu novia es morena, la dejás y empezás a buscar
una rubia. Y ahí, el diablo más diablo es la rubia con la que te vas a enganchar
porque la bruja te dijo que te ibas a casar con una rubia.

B.: ¿Es como cuando sentís que a alguien le pasó algo o…?
72
Parecía una acotación tonta. Sin embargo... es que es extraña la idea de la “vocación” como un antídoto
para el pecado, ¿no? Pero es una verdad dura como la roca. La “orientación vocacional” no sólo tiene una
utilidad práctica y obvia, la de generar individuos más productivos. El desarrollo de una vocación cierra la
puerta a las tentaciones (Ya sé, para refutar esto está Axel Rose... mal ejemplo). Un individuo enfocado en un
trabajo cualquiera por el que tiene un genuino interés es mucho más difícil de acomplejar, de desestabilizar,
de “poseer”, en resúmen. Por el contrario, los que se pierden dejándose llevar por la corriente de la vida, con
existencias rutinarias, opacas y sin sentido, son el festín de los diablos. Esto se condice con que la vocación
está conectada directamente con la esencia. Esos raros pero documentados e irrefutables casos, como los de
Wolfang Mozart o Michel Petrucciani, donde la “vocación” es irrefrenable en los primeros años de vida, sin
duda vienen de la esencia, porque todavía no hay formación de personalidad, ni auténtica ni falsa.
Concentrarse en el desarrollo de una vocación siempre ayuda a mantener al individuo en contacto con su
esencia y mantener a distancia las desviaciones.

115
M.: No. Eso es un presentimiento.

Los demonios pueden dominar a un hombre que esté poseído. Le producen


enfermedades como esquizofrenia, epilepsia, locura e histeria. Las historias de los monjes
narran distintos síntomas de enfermedades psíquicas que atribuyen a los demonios. Un
monje se come sus excrementos (coprofagia), otro se rasca hasta hacerse heridas. Otros son
zarandeados de aquí para allá y algunos impulsados al suicidio.

M.: Esto es algo que hablé con A. cuando descubrí el Descalificador. Le dije
“Qué bueno sería hacer una incursión por los “loqueros”, porque para mí, más de
uno… no está loco”. Son imágenes del “loquero”, éstas que describe.

Si se investigan más de cerca las afirmaciones de los monjes sobre los demonios se
perciben intentos de aclarar los fenómenos. No se trata de definiciones y no intentan
comprender exactamente, conocer, lo que los demonios sean realmente. Los monjes lo que
hacen es expresar en su lenguaje mitológico realidades psíquicas.

M.: Esto es cierto, ¿saben que nunca intenté conocerlos? Lo que quiero es
saber cómo actúan.

D.: ¿Qué sería “conocerlos”?

M.: Interiorizarse, porque si lo ves desde adentro, por qué lo hacen, lo que
sienten, uno se mete en el abismo. Entonces, nunca “adentro”. Porque ahí “te
fuiste”…
En cambio sí me meto adentro de los entes. Para poder ayudarlos a
ustedes.

Si ahora nosotros confrontamos estas afirmaciones de los monjes con lo que dice C.
G. Jung como psicólogo sobre los demonios no significa esta comparación que los
demonios sean otra cosa que factores psíquicos.

D.: ¿Qué quiere decir esto?

M.: Que NO son factores psíquicos73.

R.: No creas que los demonios son producto de una locura; es al revés, la
locura puede ser producto de un demonio.

Jung intenta, como empírico, penetrar en los mismos fenómenos que los monjes
han descrito desde su doctrina de los demonios.

73
Sería bueno poder revisar el texto en alemán (está más allá de mis capacidades) porque la traducción del
párrafo es bastante desafortunada. ¿equipara los demonios a factores psíquicos o no? Parece dejar la duda.

116
M.: Jung trató de meterse adentro del diablo…

Ambos intentos de acercarse a la realidad, deben ponerse uno al lado del otro,
simplemente, sin dar un juicio sobre cuál de las tentativas ha aclarado mejor la realidad. De
esta comparación puede resultar que la realidad que intentamos describir tanto en lenguaje
científico como mitológico puede ser presentada pero nunca captada plenamente.

M.: Es absolutamente así.

R.: Podés armar un mapa al respecto. Otra cosa, no. Porque te volverías
loco.

S.: Jung trató de hacer otro mapa paralelo, entonces.

M.: Sí, otro mapa desde otro lado.

Jung trata de los demonios relacionándolos con su doctrina de los complejos


autónomos y de la proyección.

M.: Estos dos conceptos, los complejos autónomos y la proyección son lo


que se denominan “entes”. No son entidades. Son entes que siguen funcionando
solos, en tanto y en cuanto no desarmes el nudo traumático. Jung parte de una
base que no es correcta, porque el demonio NO es un ente. Es una entidad.

D.: El demonio no tiene el motivo, el nudo traumático; es la esencia de la


malignidad.

M.: Tiene la intención y la capacidad de hacer. No necesita “motivo”.

S.: No necesita trauma. Es “malo porque le gusta”, como el profesor


Neurus.

M.: Sí.

Proyección es “una inconsciente - esto es no percibida ni clara - transferencia de una


situación anímica subjetiva a un objeto exterior”.

M.: Esto fue lo que te pasó a vos, D… tengo toda la sensación de que,
como niño, al nacer el hermano, lo vive como un abandono. Hay que ver cómo
actuaron los padres con el nacimiento del bebé, él tenía 2 años. Entonces la
comprensión que hizo es que fue dejado de lado, que ya no es más lindo. Que ya
no sirve. Se descalificó, y en vez de odiar al hermano (no le dio el corazón para
entrar en odio, gracias a Dios), entra en la fantasía.
Hizo una proyección de toda su vida, y ahí empieza desde chico a edificar
que es el más infeliz, el más enfermo, siempre en comparación con eso que todo
el mundo atiende, porque es un recién nacido.

117
D.: Con mi hermano me pasa que nunca lo pude criticar en serio… de toda
mi familia, nunca le critiqué nada.

M.: No quisiste aceptar el odio como resolución del conflicto. Pero


aceptaste, por una cuestión de virus proteico, el “delirio”, la formación (que creo
que está en muchos aquí, insisto, revisen sus vidas), el aceptar ingresar en un
“paraíso” imaginario, donde el papá es malo, la mamá es mala, la abuela es mala,
todo es malo, él es la víctima, pero la víctima obligada a ser un genio, un guión
terrible.
Lo peor de esto (que lo comenté con A.) es que antes, el neurótico, en
algún momento se “pisaba”. Hoy, el virus, no miente. Es perfecto. De no haber
surgido la visita de los padres de D., jamás nos hubiéramos enterado qué estaba
pasando. Tiene tanta fuerza de realidad ese mundo irreal, que lo venden como
perfecto. Porque mirá que tonta no soy y siempre estoy buscando la
contradicción… cero contradicción.

D.: Y eso que mi intención era contar todo para poder sacar las cosas a la
luz.

M.: No lo veía como un sueño. Para él era ese el mundo, esa la realidad, lo
que estaba pasando era cierto, total y absolutamente.

A.: El único punto que se puede tomar como referencia, y es que no dejan
que los demás sean testigos de…

S.: Mmmmm… a ver, avanzá sobre eso.

M.: Sí, ahí vamos a “atacar” todos los casos.

A.: Por ejemplo, D. no quería que nadie conociera a los padres.

M.: Hubiéramos descubierto esto antes.

D.: Bueno, mis padres eran “malos”, si se enteraban de esto me iban a


sacar de “C”, si sabían que participé en la redacción del libro mi madre se iba a
deprimir, etc… y mi madre está fascinada con el libro, se lo está mostrando a todo
el mundo.

A.: Ese es el único punto que hay que tomar en cuenta. Para que esto se
sostenga, tienen que estar aislados todos los compartimientos. Que nadie sepa
nada del otro.

M.: Y bueno, ahora estamos invitados a la casa de V2.

A.: Por supuesto… Y vamos a conocer a la Bestia Portuaria (Risas). Y a la


Bruja Mala…

118
S.: ¿Servirían cartas y grabaciones de conversaciones telefónicas para
confrontar?

D.: Depende de las que quieras mostrar y las que no…

S.: Puedo traer todo lo que tengo.

M.: Es una tarea ímproba, porque no podés estar citando a los padres de
todos, y tampoco creerles a los padres, ellos también pueden tener su propias
fantasías, entonces lo que hay que hacer es confrontar en serio.74

A.: En la reunión que tuvimos con los padres de D., me la seguí “comiendo”,
al principio… “qué nivel de psicopatía que tienen”, pensaba…

D.: Cuando se encontraron, a mí se me creó una sensación de molestia,


como si me estuvieran dejando afuera de… y me enojé… (Risas de todos)

M.: Pará, que lo que acabás de decir es la teoría que planteé antes: “Me
están dejando afuera una vez más”.

S.: ¡Confesaste! Confesaste y quedó grabado (risas).

M.: Creaste toda una fantasía, pero no derivaste en odio a tu hermano. Se


lo creyó y vivió así 26 años.

A.: ¿Qué tiene que ver el Descalificador con esto?

M.: Que la fantasía deja entrar el Descalificador… si vivís en lo falso y no en


la conciencia real, entra cualquier demonio. Sos una atracción a todos.

D.: Me acuerdo que siempre me decías “Vos tenés un eje falso”.

M.: Te habías inventado una fantasía perfecta. Mirá que a V., cuando
empezó a delirar, la atrapé por la contradicción, porque tengo una memoria
fotográfica “Dijiste esto, esto otro, etc”. D., ni una. Me ganó. “¿Qué pasa que este
chico no “sale”? ya estoy podrida”. Claro, no estaba hablando con D... Estaba
hablando con “Juan”. Con un personaje ficticio.
Sigamos:

En la medida en que los propios deseos o emociones los trasladamos a otro no


vemos en ese otro la realidad.

M.: El ladrón cree que todos son ladrones, para decirlo rápido… es la
“jaula”, cada uno ve lo que es. Y no puede ver lo que no es.

74
Lo que en sociología se llama “estudio de campo”. Convivir cotidianamente con los sujetos a investigar.

119
S.: Suceden dos cosas: uno no ve lo que es uno, y tampoco ve lo que es el
otro.

M.: Exacto. Pero también te está indicando, como observador imparcial,


quién sos. Si siempre creés que toda la gente que te rodea es ladrona… empezá a
buscar cómo evitar a la cana (risas).

Nos dejamos engañar por la propia proyección y somos dominados por ella. Este
hecho fue descrito por los antiguos como engaño del demonio.

M.: Aquí tengo una observación que aportar: la “jaula” en la que estamos es
parte del castigo al Pecado Original. Porque es inevitable. “Te voy a meter en una
jaula para que no puedas ver de verdad tus pecados, tus culpas. Y vas a vivir ahí,
viendo eso y nada más”. Ahí no vas a ver nunca a Dios.

De manera semejante se entendió la acción de proyecciones extrañas como algo


demoníaco. Cuando otros lanzan sobre nosotros sus proyecciones nos presionan con una
fuerza que apenas podemos sustraernos de ellas. Las proyecciones son como una especie de
proyectiles disparados por un hombre malo y que nos enferman.

M.: Como cuando les digo “¿Quién atacó a la cabeza, quién atacó al
corazón?” si se proyecta desde el instinto va al instinto, si se proyecta desde el
emocional voy a producir dolor en el pecho, si lo proyecto desde la mente,
produzco dolor de cabeza.

S.: Por eso es tan difícil sacárselo de encima, a diferencia del ente de la
culpa… no es un darse cuenta en uno mismo, sino que hay que esquivar o evitar
el ataque desde afuera…

M.: Lo que pasa es que a veces entran cosas que no tenés ni idea de qué
es… porque si entra algo que tengo observado, que está en mis “carpetas de
definiciones de virus”, ningún problema. ¿Y si no lo tengo observado? Me pongo a
trabajar como loca, y si no me “voltea”, termino por definir un ente “nuevo”. Pero
son los casos jodidos…
Pero por donde más entran estas cosas es por la culpa… si emito una
información y alguien me “ataca”, puedo no verlo, puedo caer en el error de
sentirme mal (dolor de cabeza) y puedo pensar “¿Qué dije? ¿A quién toqué? ¿fue
a propósito, o sin querer?” Y soné. Esto produce la Culpa… Lo correcto: ver el
“objeto” que viene… si son amigos, se vive devocionariamente por nuestros
errores. Si es enemigo, se lo “devuelve”, se lo rebota.

M. L. von Franz, discípula de C. G. Jung escribe lo siguiente a propósito de estas


acciones negativas de las proyecciones de otros sobre nosotros:

M.: Yo, acá, puse un gran signo de interrogación, porque, realmente...

120
“Tan pronto come una persona proyecta sobre otra un trozo de sus sombras incita
al venenoso contenido de lo dicho. Las palabras, que son como proyectiles contra el
otro, (agudezas, pullas) simbolizan el torrente anímico negativo que dirige el
proyectante contra el otro. Cuando se es blanco de las proyecciones negativas de
otro se siente un odio hacia el otro casi físico como ante un proyectil”.

M.: Para mí, no. No tan es así, porque no es necesario que haya palabras.
¿Y hablar de “odio”? salvo que seas muy reaccionario…75

S.: Era alemana, esta mujer. De la época en que había mucho odio en el
aire en ese país. La doctrina del Espacio Vital, el antisemitismo, etc… es un tipo
humano al que que no estamos acostumbrados a tratar de cerca.

M.: Sí, eso es cierto.

Las proyecciones propias nos arrastran con su fuerza. Las proyecciones extrañas
actúan sobre nosotros como malos espíritus. La causa de las proyecciones es para Jung los
complejos a los que define como:

“La imagen de una determinada situación psíquica que está acentuada


emocionalmente de forma fuerte y que se manifiesta como incompatible con las
situaciones o enfoques normales de la conciencia. Este cuadro está fuertemente
cerrado, posee se propia totalidad y posee además un relativo grado de
autonomía”.

M.: En concreto, un complejo es una gran malinterpretación, cargada de


energía.

En el comienzo de un complejo hay un contenido sentimental acentuado; un


contenido cuya sola mención desencadena en nosotros fuertes emociones que habíamos
eliminado de nuestra conciencia. Un complejo nos coloca “en una situaci6n de compulsión
de pensamiento y de acción”. El complejo es relativamente autónomo. En los sueños, los
complejos se presentan personalizados. Por eso Jung comprendió que los demonios de los
antiguos fueran considerados como seres independientes.

V2.: Pero Jung pone a los demonios a la misma altura que los complejos...

M.: Porque es Jung, es un empírico; ahí ya dejamos de hablar de demonios


para hablar desde el Psicoanálisis.

75
M. no se da cuenta de entrada de la gravedad del significado de este párrafo, porque fue formada en una
ideología de ultraderecha, la cual no reconoce el propio discurso de odio. Pero mi acotación no cayó en el
vacío... Hay casos mucho más dramáticos, caricaturescos, casos “clínicos”. En el fin de la “Década Ganada”,
en Argentina, pasamos por un período donde se puede ver lo mismo que veía Marie-Louise von Franz, que, en
los días en que escribo esto, no sólo no ha terminado sino que ha recrudecido.

121
Se nos presentan frecuentemente como personas; para Jung son trozos de la psyche
separados y, puesto que son inconscientes, pueden tener un señorío sobre el YO. Jung
describe esto como identidad del complejo y afirma:

“Esta idea absolutamente moderna tenía en la Edad Media otro nombre: entonces
se llamaba posesión. Esta situación no es indiferente pues no hay ninguna
diferencia entre una posibilidad de complejo y la tremenda blasfemia de un
poseído. Só1o hay diferencia de grado”.

M.: Sinceramente, no concuerdo. Dando del ejemplo de M…..a, ella estaba


llena de complejos. Pero el “bicho” que tiene… no es ninguno de ellos. (Risas
nerviosas).
Según este tipo, el autor, no hay demonio, pero después te dice que sí. No
se quiere hacer cargo. Quiere hacer una síntesis que no es posible. Ve sólo la
manifestación, no el “desde dónde”.

A.: Pareciera que Grün está desesperado por dar en el libro una visión
científica del tema de los demonios...

M.: Claro, para hacerlo “universal”, y eso es imposible.

A.: La idea de moda a principios del siglo XX era que se iba a poder explicar
a través de la psicología toda la existencia humana. El “más allá” y el “más acá”. Y
terminaron en una gran “tautología”, que no era ni científica ni mística.

V2.: El Psicoanálisis...

A.: No, todo lo que era “pre-Psicoanálisis”... Actualmente, si a esto te lo


llegan a considerar los psicoanalistas, te denuncian en la OEA... (Risas).
Es gracioso... en el año en que yo me recibí, vino aquí a Argentina el que
sería considerado uno de los más grandes, el “padre de la psicología”: Eysenck76.
Un tipo que antes de la Segunda Guerra Mundial iba a estudiar Física, y como no
pudo estudiar Física, se metió en Psicología... (Risas). Un día íbamos caminando
por Palermo (yo le hacía de traductor, estaba todo el tiempo al lado de él,
paseando con semejante “monstruo”), y aproveché para hacerle preguntas. Una
fue “¿Qué opina del psicoanálisis?” Y me respondió: “Filosofía. Muy entretenida,
muy bien escrita Filosofía”. Y tenía razón, a la larga... En ese momento me
escandalizó, porque yo venía de haber estudiado todo lo referente al psicoanálisis.
Pero tenía razón.

M.: Y aparte, el psicoanálisis ha tratado de explicar al hombre desde un


punto tan limitado y tan bájo, que me quedo con Kant, con Aristóteles, con Platón.

76
Hans Jürgen Eysenck (1916-1997) considerado el “padre de la Psicología Conductual”. Visitó Argentina en
1981, según María Andrea Piñeda, de la UNSL, San Luis, Argentina.

122
A.: Una línea. Esa es una línea básica. Porque hay otra línea, la de lo que
se llama “Psicoanálisis inglés”, de un tipo que se llamaba Winnicot77; él decía que
el psicoanálisis freudiano trabajó la “línea descendente”, pero no la “línea
ascendente”, la de los “ideales”. Winnicot trata de rescatar esta otra línea.78

M.: Pero igual, trata de explicar al hombre como un montón de mecanismos


psíquicos... Y si eso fuera el hombre, ¿qué hacemos en la Tierra? Vayámonos hoy
mismo... porque realmente, no tenemos nada que hacer aquí.

A.: Todo lo que es “la cultura” es una formación reactiva... Pero, metido en
el fondo, lo que motivó al psicoanálisis fue “la omniexplicación del todo”... de
hecho, los escuchás a los psicoanalistas, y “te explican todo”... (Risas)

S.: Y se han vuelto cerrados, ¿no? Para ellos, lo que cae fuera del
psicoanálisis no existe...

A.: ...totalmente cerrados. A los congresos que realizan asisten solamente


ellos... y la investigación de la eficacia de la psicoterapia no tiene importancia.

M.: ¿Seguimos?

Jung llega a pensar que los antiguos no sólo no habían psicologizado los complejos
perturbadores sino que al designarlos como seres independientes, es decir, como demonios,
habían determinado mejor su contenido que los intentos modernos de describirlos diciendo:
“Yo tengo un complejo”, Porque en realidad es el complejo el que nos tiene a nosotros.

77
Donald Woods Winnicot (1896-1971), pediatra, psiquiatra y psicoanalista inglés. Fue el creador de la
noción de “díada”, utilizada posteriormente por René Spitz para explicar cómo se forma un fascista en el
primer año de vida.
78
Esta idea también aparece en “Psicología de la posible evolución del hombre” de P. Ouspensky. Dos líneas
de la psicología: la que estudia al hombre “tal como es” y la que estudia al hombre “tal como puede llegar a
ser”. Ouspensky agrega que en su época la Psicología estaba en el nivel más bajo de toda la Historia... se
refería, por supuesto, a Freud.
Sin embargo, hay que reconocer que lo que sucedió es que Freud, con su despreciable “línea descendente”...
fue a buscar al hombre ahí donde había caído: en la inconsciencia. En su época, Freud se las tenía que ver con
la histeria, el marasmo, el escrúpulo, enfermedades provocadas por la moral victoriana. Freud no era un
psicólogo, la Psicología no existía como especialidad. Era un médico clínico que tenía que tratar con
enfermos que no parecían estar físicamente enfermos en principio... La frase “Todo es sexo”, con la que se ha
vulgarizado la conclusión general a la que arribó, se refería a pacientes en los que la represión sexual los
había enfermado de muchas maneras. Y tuvo tanto éxito... que en pocas décadas esas “enfermedades
culturales” dejaron de aparecer tales como se las conocían (al punto que actualmente casi ni se las recuerda),
no sin antes provocar dos guerras mundiales y 60 millones de muertos. El “desprecio” por Freud que muesta
M. no tiene nada de original... es el que mostraron siempre los religiosos, los ocultistas, los “evolucionados”,
auténticos y falsos. Hay que poner en su lugar a Freud y reconocerle el mérito que tiene. Realmente, la única
objeción seria que puede hacérsele al Psicoanálisis es que es una disciplina que carece de sentido de
trascendencia. Pero el camino de la evolución espiritual, que es el camino de la lucha contra los demonios,
solamente puede encararse a partir de la salud mental. No es un camino ni para histéricos ni para psicóticos de
ningún tipo. La “evolución” de estos ejemplares defectuosos siempre termina en el “lado oscuro”. Y Freud, de
esta forma, se constituye en un “primer escalón”, absolutamente imprescindible. No se puede saltar.

123
M.: Acá se fue de mambo otra vez. El hecho de personalizar un complejo no
te garantiza salir del complejo. Tiene una carga emocional que no puede
soslayarse. Esta desviación es frecuente en psicoterapia. Es sólo ponerle un
nombre y después pensar que lo superaste. “Antes veía demonios, ahora veo
pájaros negros”.

A.: Una variación de aquel famoso chiste… “Antes veía demonios y me


asustaba, ahora los veo y no me importa.”79 (Risas)

M.: Hay una diferencia entre un complejo y un demonio. Si a un complejo lo


tomás como “el complejo no es mío”, te aseguro que no salís. (Risas) Pero si
tomás un diablo como “el diablo no es mío”, salís al instante. Y si tenés un
complejo, y el diablo entra en el complejo… que Dios te ayude. Pero si el complejo
te ataca por un lado y el diablo por el otro, con complejo, podés rebotar el diablo.

S.: Se me ocurre que el diablo ataca en el complejo, no puede ser tan tonto
de perder el tiempo tratando de entrar por otro lado.

M.: Sí, el diablo suele meterse en el complejo, por eso dicen que te observa
cómo hablás, cómo actuás… pero no quiere decir necesariamente que un tipo
acomplejado sea un endiablado, un poseído.80

Al despojar al complejo de su autonomía y descubrirlo como actividad propia, aparece la


angustia ante su destructora acción. Cuando los antiguos hablan de posesión describen la
acción del complejo exactamente. Reconocen con ello que el poseído:

“No es exactamente un enfermo sino que sufre una influencia espiritual invisible de
la que no puede ser en ninguna manera señor. Este invisible “algo” es el llamado
complejo autónomo, un contenido inconsciente que se sustrae a la captación de la
voluntad consciente”.

M.: Aquí no está hablando de demonios o entidades, sino de entes. Esto


está definido en nuestro libro, como entes. El complejo está en la zona baja. El
complejo produce entes. No produce entidades. De ahí la confusión.81

79
Bueh… a John Nash le sirvió. Consciente de sus alucinaciones, se mantuvo activo y productivo.
80
Hitler es un buen ejemplo de complejo superpuesto con posesión, o sea, entes y entidades actuando
sinérgicamente... Un marginal, un pintor sin éxito (no sé si saben lo acomplejados que pueden llegar a ser los
artistas fracasados... bueno: MUY), que además tenía una mentalidad criminal, con claros síntomas de
posesión. La peor combinación. Se pueden encontrar detalles sobre el caso en “El retorno de los brujos” de
Louis Pauwels, cuando habla de Hitler y su contacto con los “Superiores Desconocidos”.
81
Pero si es un “complejo autónomo”, sea ente o entidad, es externo a la propia alma... de ahí su “autonomía”.
Los antiguos estaban en lo cierto. Un complejo autónomo es una forma de posesión. Suena muy extraño, en
principio, equiparar complejos con entes, ¿no? Pero si se lo observa más de cerca… un “acomplejado”,
constantemente está “escuchando voces”, consciente o inconscientemente. Que le dicen que nunca podrá ser o
hacer tal cosa, que los demás están burlándose de él, que no tiene derecho a tal o cual cosa o decisión… Quien
haya tratado con un acomplejado de cualquier tipo sabe lo difícil que es acordar algo con él, hacerle cumplir
una promesa, por ejemplo. Es un sujeto que complica lo simple y vuelve imposible lo difícil. Como si
continuamente consultara con un “otro” que lo hace cambiar de opinión. Bien, ese “otro”… son los entes y

124
Jung distingue dos complejos diferentes: el complejo del alma y el complejo del
espíritu, Jung añade al complejo del alma el inconsciente personal que surge por la
represión de contenidos que son excluidos por principios morales o estéticos del ambiente.

M.: Por ejemplo, uno puede ser un pervertido y no querer serlo.

El complejo del alma debe ser integrado por el hombre. El daño de un complejo del
alma se experimenta como enfermizo.

El complejo del espíritu aparece cuando irrumpen determinados contenidos en la


conciencia provenientes del inconsciente colectivo. El hombre siente el complejo del
espíritu como algo extraño e incómodo y, a la vez, fascinante. Tan pronto como un
contenido de éstos es alejado de la conciencia, el hombre se siente aliviado. En el complejo
del espíritu algo extraño llega hasta nosotros. Raros e inéditos pensamientos nos
sorprenden, el mundo se trasmuta y se siente uno amenazado, atacado.

M.: Aquí aclara bastante… “Raros e inéditos pensamientos”... Aquí, SÍ, en


estos últimos renglones, se describe a una entidad presente. Estos “dos complejos
diferentes” son producto de la actividad, por un lado, de los entes, o sea el
complejo del alma, y por el otro, el complejo del espíritu, producto de la actividad
de las entidades.82

En el complejo del espíritu no queda otra opción que la de apartarlo del ámbito del
sujeto. Esto lo expresaban los antiguos diciendo que había que arrojar a los demonios.
Franz ha hecho la experiencia: en algunos pacientes, no hay otra solución para resolver el
encuentro con al diablo interior que la huída.

M.: Pero eso no es arrojarlos…

S.: Es todo lo contrario… arrojar el diablo es hacer que sea él el que huya...

A.: Debe ser la huída del terapeuta… (Risas)

entidades. Por contraste, las almas limpias de complejos son simples y fáciles en el trato. El complejo es un
“intruso” ajeno al alma de la persona, que proviene de su inconsciente. A menos que consideremos al
inconsciente como parte del alma (el cielo nos libre de este equívoco), que justamente es lo que el ente trata
de hacernos creer… Equivaldría a decir que el ente es parte del alma. Y si así fuera, un autoexorcismo sería
imposible. Sólo podemos “echar fuera” lo que no es nuestro. Y en los mundos interiores, encontramos
infinidad de cosas que no son “Yo”. Hay mucho más “no Yo” que “Yo”.
82
Esto significa que los entes actúan en el nivel del alma (el territorio del “Ser”) y las entidades actúan en el
nivel del espíritu (el territorio del “Deber Ser”). Y ambos son “autónomos”, no son parte nuestra. No está tan
confundido Anselm Grün. Y Jung, todavía menos. Los confundidos éramos nosotros…

125
S.: Es algo así como aconsejar a un alcohólico que no vaya a los bares…
eso no es arrojar un demonio, es escapar cobardemente de algo que te sigue, que
va con vos.83

“Solamente se puede aconsejar al paciente que se mantenga alejado de las zonas y


situaciones que puedan favorecer el complejo... Ante determinados poderes oscuros
en el propio interior solamente se puede huir o en todo caso mantenerse a
distancia”.

Jung señala la íntima unión que hay entre el complejo y el afecto.

“Todo afecto encierra la inclinación a convertirse en complejo autónomo, separarse


de la jerarquía de la conciencia y, a ser posible, a arrastrar al YO tras sí”84.

M.: ¿Afecto, cariño? Aquí tengo más signos de interrogación

S.: No, no, el “afecto” como sinónimo de “actitud”. “Afecto” tiene otra
acepción. “Conducta afectada”, por ejemplo, es una conducta actuada, hipócrita,
falsa, “armada”.85

Jung recuerda la experiencia que se tiene cuando alguien se deja Ilevar por
expresiones no meditadas. Entonces se dice que se ha dejado Ilevar por la lengua, con lo
cual se expresa claramente que su hablar se ha convertido en un ser independiente que ha
arrastrado al sujeto y se lo ha Ilevado. Por eso es natural que los antiguos vean en ello la
actividad de un espíritu, de un demonio. Y que el demonio sea la imagen de un afecto
independiente, de un afecto personificado.

S.: Reemplacen “afecto” por “actitud” y van a ver que encaja todo.

Aunque las exposiciones de Jung nos lleven de nuevo a la doctrina de los demonios
de los antiguos monjes hay que saber distinguir. Jung trata sobre todo del fenómeno de la
posesión, esto es de una enfermedad. También los antiguos monjes ponen en relación la
posesión con los demonios. Sin embargo, para ellos no es éste el principal fenómeno. Jung
es médico y, como tal, se esfuerza por curar al enfermo. Pero para el monje la curación del
poseído es la consecuencia de una justa relación con el demonio. Para los monjes se trata en
la lucha contra el demonio de la cotidiana confrontación con el mal, de la conducta ante la

83
Es inevitable. Franz era psicóloga, no exorcista. Su consejo está a la altura de sus capacidades, y de todas
formas, funciona. En “Las enseñanzas de Don Juan”, Castaneda cuenta que Don Juan, al preguntarle qué hace
un brujo cuando se encuentra con un poder que comprende que no puede vencer, éste le responde “Un brujo
se caga en los pantalones”. Y luego le explica que en casos así, lo único que puede hacer es darle la espalda a
ese poder. En este punto, Marie-Louise Von Franz y Don Juan coinciden: “Soldado que huye sirve para otra
guerra”. Pero eso NO es exorcisar.
84
“Arrastrar el YO tras sí” es, justamente, lo que el ente hace cuando consigue que creas que él es parte del
alma, que era el equívoco que señalé un par de páginas atrás. “Se lo llevan los demonios” es, por otro lado,
una expresión popular conocida.
85
Sería mucho más apropiado el término “afectación”.

126
prueba y tentación. Los demonios son imágenes de los contenidos inconscientes que
intentan arrastrar al hombre a su torbellino. En la medida en que los monjes proyectan el
contenido negativo del inconsciente en la figura del demonio, crean la posibilidad de
evitarlo. Colocan fuera el inconsciente, lo nombran y así se pueden defender de él. En este
sentido la confrontación con los demonios es una forma eficaz de sortear el inconsciente,
sobre todo en lo referente a los afectos y emociones. La proyección de las realidades
interiores en los demonios libera cosas y personas de la prisión.

M.: O sea que Jung dice que uno se inventa un demonio para poder
resolver una situación de conflicto. Lo coloco fuera del inconsciente, lo nombro, y
así me puedo defender.

S.: Es la interpretación que da Jung, pero reconoce que lo de los monjes


funciona mejor. Está diciendo “Qué bueno que es esto de imaginarse que los
demonios existen”.

M.: Pero lo está re“bardeando”... si esto fuera cierto en el 1%, no estarían


los loqueros llenos...

A.: Esto, el Psicoanálisis no lo aceptaría nunca, no sé por qué lo mezcla con


el psicoanálisis...

M.: Porque el autor no se quiso “jugar”...

A.: Si directamente hubiese traducido a Evagrio, habría quedado un libro


mejor...

M.: Además, los complejos provienen siempre de una situación, una


experiencia vivida en la cotidianeidad. En cambio, los demonios pueden atacar a
personas que bien pueden tener una vida llana, sin complejos86, y sin embargo...

Los monjes intuyen con su doctrina sobre los demonios el mecanismo por el que
nosotros proyectamos nuestros propios deseos y emociones en los otros. No es culpable el
prójimo que nos molesta, sino un demonio que, por medio del prójimo y su conducta
impertinente, quiere molestarnos para mantenernos en el afecto negativo.

Hablando de los demonios, los monjes dan razón de la seriedad y multiplicidad de la


amenaza del mal sobre nosotros. No se vence al mal con un poquito de buena voluntad. El
mal viene hasta nosotros como demonio refinado y con técnicas muy sutiles. Si el hombre
se abre a su propia realidad se siente atacado y puesto en peligro por el abismo e
impenetrabilidad del mal.

Esta experiencia la expresan los monjes cuando describen la amenaza de los


“demonios malos”. Aquí no es la idea lo decisivo, sino el fenómeno, que la idea, o mejor la

86
Jejeje... ¿Estás segura? ¿cuántos acomplejados se reconocen como tales?

127
imagen, del demonio quiere indicar. Por último, se trata en la doctrina del demonio de una
advertencia para que tengamos una recta relación con el mal. Más importante que conocer
la esencia de los demonios lo que se ventila es el saber sus técnicas.

M.: Lo que quiero puntualizar es que el autor encuentra que hay un valor
muy grande en lo que dice el monje en las páginas siguientes, como para producir
autoexorcismos. Pero como lo toma un demonio, a él, y él no sabe lo que es un
demonio, porque lo copió, no se da cuenta de que necesita justificarse, y ese sí es
un demonio.

D.: Como si sintiera culpa y dijera “¿Cómo voy a estar hablando de


demonios, que voy en cana?” (Risas) “No me lo van a publicar”

M.: No se juega. Entonces ocupa 5 o 10 páginas para ser “científico” y no


hacerse cargo de “denunciar” los demonios. Pero por otro lado, su parte buena
encontró que esto tiene valor, la traducción de Evagrio, porque realmente puede
exorcisar. Entonces ¿qué te deja? “Tomalo o dejalo”. Pone al lector en dualidad. O
sea, es un libro que no sirve, salvo estudiándolo profundamente. Porque si no
querés profundizar, terminás diciendo “Son todos complejos”. No es vanidad, es
temor al ridículo.

A.: Por otro lado, si sólo hubiera traducido a Evagrio, no sería un libro de él.

M.: Es un sacerdote, un monje. Tiene una misión concreta en la vida. Y


tiene una obligación para con sí mismo: librarse de sus demonios. Nunca un
sacerdote de ninguna orden puede dar a pensar que los demonios no existen. Ese
es el demonio que tiene adentro, que no lo vio.

R.: Y que se ponga a estudiar psicología ya de por sí habla de que muy


clara no tiene “la cosa”.

D.: Bueno, pero por ejemplo el exorcista que visité en La Plata87 tiene un
montón de estudios de psicología hechos, porque tiene que diferenciar los
problemas psicológicos de las posesiones. Pero no es un psicólogo. La finalidad
que persigue es descartar las dudas de que un aparente poseído no sea, en
realidad, una persona con problemas psicológicos.

M.: En el capítulo siguiente ya entraremos en las técnicas de los demonios,


que es la mejor parte del libro.

87
D. se refiere al padre Carlos Alberto Mancuso, de la ciudad de La Plata, prov. De Buenos Aires.

128
2. Técnicas de los demonios
Los demonios luchan de distintas maneras con los hombres. La forma de esta lucha
depende de las circunstancias de cada cual:

“Con las gentes del mundo, los demonios combaten más bien a propósito de cosas.
Con los monjes a propósito de pensamientos. Debido a la soledad, los monjes
carecen de cosas. Como es mucho más fácil pecar con los pensamientos que con
actos, la lucha contra los pensamientos es más difícil que contra las cosas. La
inteligencia es fácilmente movible y difícil de gobernar en lo que se refiere a las
imágenes ilícitas de la fantasía”.

129
Evagrio nos da con estas palabras dos técnicas fundamentales distintas: la lucha por
las cosas, por la renuncia a los bienes del mundo exterior, y la lucha en el ámbito de los
pensamientos y de las imágenes de la fantasía.

M.: Acá hay bastantes personas que tienen claros ejemplos de lo que es
estar en determinadas circunstancias, en determinados momentos, y ver pasar
pensamientos. Lo saben V., E., D., A., V2, no sé si lo has vivido...

V2.: Sí.

M.: Ver que no son tuyos, M2., O., B., S., como cosas, no de uno, internos,
sino como una “cinta” que pasa.

E.: Son pensamientos “descolgados”

M.: Esa es la característica: ser “descolgados”. Esa es la presencia, por


ejemplo, de la “tentación”, ese es un demonio. Entonces, frente a la tentación, la
propuesta de los monjes es ésta, la propuesta de “C” es el “Stop”. Detención. Ver
el pensamiento y “rebotarlo”. ¿Vieron cuando les digo “de un raquetazo”? Pararlo,
mirarlo, y ¡pum! Para afuera.

D.: ¿Qué significa “verlo”? ¿Ver que no es de uno?

M.: Observarlo, es decir: “¿Qué barbaridad estás diciendo?” “¿Qué


pretendés?”

V.: Pero no ponerte a dialogar con el pensamiento...

M.: Si te ponés a “dialogar”, es que ya “entró”. Ya necesitás otro tipo de


técnica. O sea, se cruzó, se rebota. Si me “engancho” con el pensamiento y lo
continúo... chau.
Con respecto a las “cosas”, ¿qué entienden? Lo material, ¿no? Pero no es
sólo eso... el “amor”, para la gente materialista, es una “cosa”.

S.: Algo que tiene un “precio”, que se compra y se vende, y se negocia... un


“valor”. En el sentido mercantilista de la palabra.

M.: Eso. Entonces no es “pelear por el micrófono” (señalando el mic que


recoge la charla). Es pelear por la belleza, por el éxito, por el amor, por la ternura,
por...
S.: Por las horas de atención dedicadas, por la mensualidad... todo
mezclado.

M.: Todo mezclado, todo es lo mismo.

Sobre cómo se presenta la lucha con las cosas nos dice Atanasio:

130
“Cuando Antonio se decidió por el camino del desierto los demonios quisieron
impedírselo y le presentaron, en primer término, una gran cantidad de plata en el
camino. Antonio reconoció en la plata la tentación y argucia del enemigo malo.
Maldijo la plata y al momento desapareció.

M.: Maldecirlo es rebotarlo. Si bien “C” no aconseja el uso de palabrotas,


porque implica un rebaje del espíritu, pero sí, cuando se trata del diablo, puteen. A
lo carrero... Ahí, el “tata” no se enoja.88 Lo dijo el mismo San Francisco... “Abrí la
boca que te cago”, dirigiéndose al diablo. (Risas) A mí, esa no se me había
ocurrido. Y estamos hablando de un santo.

Sin embargo, al poco, percibió en el camino oro. Ahora no se trataba de una


apariencia sino de verdadero oro. Pero Antonio no se dejó detener en su propósito. Pasó
sobre todo aquello “como sobre fuego” y corrió para sustraerse de la tentación”.

M.: En el caso nuestro... ¿corremos para sustraernos de la tentación? No.


Tenés que saber por qué se te presentó oro y no una mina en bolas, por ejemplo,
según “C”. ¿Por qué esa tentación y no otra?89

S.: ¿Porque a Antonio le gustaba más la guita que las minas? (Risas)

M.: Porque Antonio tendría un voto de pobreza bastante discutible... porque


si no, la tentación podría haber sido un sándwich de milanesa... cuando somos
tentados, hay que observar cómo está uno, a través de cómo nos tientan. El diablo
es muy astuto y sabe cómo tentarnos. ¿Cuál es nuestra debilidad? Si nos ataca
por ahí, es porque por ahí puede entrar. Antonio, alguna historia con la guita
tenía...

D.: A mí, lo que me llamó la atención es que la primera vez se le presentó


como una ilusión, y la segunda vez se le presentó como una cosa concreta. Como
si la primera vez hubiese sido un delirio de él, un deseo de él, y la segunda, una
tentación que viene de afuera, materializada.

M.: Puede ser, primero puede haber aparecido en él, el pensamiento de que
“y si dejo el desierto y me voy con mi familia que tiene dinero, que tiene todo lo
que necesita”, y luego lo otro, se le presentó la tentación concreta. Pero tiene que
ver con el poder adquisitivo. Como estos monjes tienen el voto de pobreza, lo tocó
por el lado que le “duele”. No le puso una mina, le puso guita.

88
El “odio a la malignidad” que mencioné antes, y que protege la integridad del alma, es exactamente esto. En
cuanto a la preocupación de que “el tata se enoje” por una palabrota, me parece pintoresco... es la “Mrs
Broflowsky” que vive en M., esa que dice “Puedes bombardear cualquier pais siempre y cuando no digas
malas palabras”.
89
Atanasio vivió en el siglo II de nuestra era, durante el cual la moralidad sexual no tenía ni por asomo la
connotación que tiene ahora, en ninguna cultura de la época. Las fuertes restricciones sexuales en los
religiosos comienzan recién en el siglo XI con el papa Gregorio VII.

131
Las cosas exteriores pueden ser para el hombre una tentación. Por el dinero el
demonio tienta la codicia del hombre. El dinero, en cuanto dinero, no es en sí malo, pero
los sentimientos que el dinero despierta en el hombre pueden convertirse por obra del
demonio en codicia. Algo semejante ocurre con las otras cosas. Si a alguien le ocurre una
desgracia, si se le rompe una parte del cuerpo, se considera como algo normal; pero la
reacción ante el hecho puede ser dirigida por el demonio. Si se reacciona con ira, el monje
ve en ello al demonio de la ira que le tienta.

M.: No es que ve en ello al demonio... me parece que lo está bardeando de


una manera muy simplista. Si me pasa algo y el demonio de la ira viene y me
tienta, es un cuento para niños. “Yo soy bueno, vino el demonio malo, y me tentó,
y no es mío, yo soy inocente”.

V.: Es una excusa muy fácil para seguir en la misma...

M.: Es MI IRA la que se puso en acción.

O.: Si reacciona es que no se estaba observando... sólo hay reacción.

M.: Suponte que te rompés una pata justo antes de ir a jugar al fútbol.
Maldecís con ira, te enojás, te enfurecés... la culpa no es “del diablo que vino”... te
faltó abnegación, te faltó comprensión, te faltó observación. Por ejemplo, “Me
rompí la pata porque si hubiese ido a jugar al fútbol me habría caído en un pozo
de 5 metros, me salvó de algo”... “Me rompí la pata porque era necesario para
aprender esto, que no solamente del fúlbol debo vivir”... “Me rompí la pata porque
es un momento en que debo estar en la parte baja de la ola, no tengo por qué
estar siempre bien, ¿quién soy? ¿Gardel?” Tengo que sufrir, tengo que pasar
problemas, estoy abajo. Entonces, además de no ver por qué razón me pasó esto,
además, me doy el lujo de entrar en ira. ¿De quién es la ira? ¿Del diablo o mía?
Es mía.

E.: ¿De todas las situaciones se puede tomar siempre algo?

M.: De todas.

E.: ¿Romperte una pata puede colaborar de manera positiva para tu


evolución?

M.: El hombre puede vivir en ley de accidente o en ley de destino. Si el


hombre está con Dios, el evento pertenece a la ley de destino. Si está sin Dios,
pertenece a la ley del accidente. Lo que te pasa, te pasa.

D.: Recuerdo el caso de San Ignacio de Loyola, que era soldado y estando
convalesciente por ser herido en combate, pidió libros de caballería para leer.
Como no había, le trajeron libros de vidas de santos... y se puso a leer, y su vida
cambió...

132
M.: Eso es destino.

Si alguien tropieza con algún impedimento en el camino, puede que ese


impedimento lo haya puesto un demonio para ponerme en un estado de ánimo enojado o
para impedirme algún propósito.

M.: Está mal enfocado. La cosa es así: si de pronto me pasa algo, y estoy
dentro de la ley de destino, me está pasando por algún motivo. Me está privando
de algo, o estoy pagando algo. O estoy aprendiendo algo.

E.: Es jodido verlo en el momento...

M.: Hay que aprender a verlo, porque si no, no estás dentro del camino
consciente. Esto es “C”. Hay que “separarse”. Es ese minuto en el que se miran
las cosas “desde lejos”.
Supongamos que me hago el propósito de visitar la Virgen de Lourdes. Y
cuando decido el día en que planeo ir, me llama una persona que necesitaba ver y
me cita justo para ese día. Ese es un demonio de afuera. No, el “me caí”.

E.: ¿Y cómo sabés si esas situaciones aparecen porque no tenés que ir,
porque por ejemplo, voy a chocar con el auto?

M.: Si el propósito es bueno... no tiene por qué pasar. Difícilmente sea así.
La protección está implícita. Si te surgen todos los problemas, el diablo está
afuera, impidiendo que llegues. El hecho de “me caí” obedece a un deseo
subconsciente, que es mío. Muchos actos de “suicidios involuntarios” no son tan
involuntarios.

S.: Y menos el de Juan Castro, por ejemplo...

M.: Es un buen ejemplo, sí. Ahora, los inconvenientes de “afuera”, lo que no


te corresponden, sobre los que no podés influír, por ejemplo si justo una mina con
la que soñaste toda la vida te cita para ese día... o tenías el dinero para ir y te lo
robaron... no que “lo perdiste” porque en el fondo no querías ir...

Las cosas no son demoníacas, pero pueden provocar en mí reacciones que rompan
mi equilibrio y que me impulsen en determinada dirección de pensar o de obrar. Un
apotegma de los Padres muestra cómo puede influir el demonio mediante las cosas
exteriores en los hombres.

M.: El párrafo siguiente es patético:

“El abba Niketa contaba de dos hermanos que habían venido juntos para Ilevar
una vida en común. Uno de ellos se propuso lo siguiente: "Si mi hermano desea
alguna cosa, yo lo haré". Por su parte, el otro pensó: "Yo haré la voluntad de mi
hermano". Vivieron muchos años en una gran armonía. Cuando el enemigo vio esto
decidió separarlos. Se puso delante de la puerta y se mostró a uno como paloma y

133
al otro como corneja. Entonces uno dijo: "Mira la paloma" Y el otro repuso: "Es
una corneja". Y empezaron a discutir acalorándose tanto la disputa que llegaron
hasta la sangre para alegría del enemigo maligno. Se separaron: Después de tres
días, volviendo sobre si mismos, reflexionaron y se echaron el uno a los pies del
otro y cada uno de ellos concedió que se trataba de un pájaro lo que habían visto.
Reconocieron la tentación del diablo y permanecieron inseparables hasta el fin”.

M.: Desde el punto de vista “C” hay varios “peros”: “Si mi hermano desea
alguna cosa, yo lo haré”, nunca jamás. ¿Cómo voy a hacer lo que vos quieras?
¿Con un par? ¿Qué responsabilidad tengo de mi vida? Ahora, si estás al servicio
de San Benito, es otra cosa...90

D.: ¿No lo estará diciendo en un sentido de fraternidad?

M.: Sí, pero la fraternidad está mal expresada. La fraternidad es resonancia,


comunión, nunca servidumbre intelectual, o volitiva, que es peor. Y la otra: ¿Puedo
cortar una relación porque la otra persona opina diferentemente de mí? ¿Eso
implica que nos agarremos a patadas? Entonces no había nexo. Había servilismo
mutuo... y el primer día en que no nos ponemos de acuerdo, nos matamos. El
diablo vio que no había nexo sino servilismo. El nexo verdadero nunca es “te
pertenezco”. “Pertenecemos”... únicamente a Dios. Ahora, si entregamos el poder
de Dios a otra persona, los idiotas somos nosotros.
Ahora bien: no es lo mismo el servilismo que el servicio. Todos debemos
“servir”, porque el que sirve es el que más tiene, el que más puede dar. En el
“mundo”, el que “sirve” es un idiota.

E.: Pero si pensás así, vivís haciendo cosas para los demás...

M.: Y eso es lo que hago, E., vivo para los demás.

E.: Me cuesta asimilarlo... lo veo, pero...

M.: A ver si me entendés así: te sacás el Loto, y tenés toda la guita del
mundo, y te comprás todo lo que soñaste tener. Todo. Y tenés la alternativa de dar
la mitad de todo eso a distribuír en un grupo de gente que está realmente pasada
de hambre. ¿Dónde disfrutarías más el dinero? La verdad...

E.: ¿La verdad, lo que me sale? En MÍ. Pero sé que...

M.: ¿Podés disfrutar 300 automoviles, 500 mansiones? ¿No disfrutarías


más ver que otras personas pueden salir a flote y prosperar?
90
Tal vez M. no se ubica en la época. Los monjes no eran seres evolucionados en una época evolucionada.
Sin duda, muchos eran almas primitivas en el Medioevo, y si necesitaban hacer votos tan brutales, con toda
seguridad sucedía que su egocentrismo también era brutal. Aceptar servir a otro de esa manera era una ruda
forma de practicar una humildad completamente impropia. Nicoll lo explicaba así: “Necesitamos imitar
estados superiores con el fin de atraerlos”. Esto último suena “bonito” pero no trasunta lo cruel de la vida real,
como sí lo hace este relato.

134
E.: Pero no lo hubiera hecho desde el lugar correcto... diría “Mirá toda esta
gente ha prosperado gracias a MÍ... (Risas)91

D.: Pero ver a la gente alegre, ver diez personas que están bien, podrías
imaginar lo bien que se siente...

S.: Hay gente que no puede...

M.: Para mí, en este momento... me siento con ganas de tener un auto, y lo
disfrutaría... el segundo auto ya no lo disfrutaría. La primera casa también la
disfrutaría, porque ahora estoy alquilando... la segunda... no tiene sentido. Pero
hay gente con 35 autos, 25 casas... y no son 25 veces más felices que yo...92

D.: ¿Por qué si, a nivel experiencia, es tan evidente que uno, al hacer cosas
por los demás se siente mejor que cuando sólo hacemos cosas para nosotros
mismos, uno termina cayendo en el egoísmo?

M.: Es el EGO el que te dice que vas a ser más, que le vas a dar más
placer al mundo, teniendo más. Siendo avaro. Medítenlo.

V2.: ¿Darle más placer al mundo?

M.: Sí, sí... El que da, no le da más placer al mundo. El mundo te rechaza
por dar, sos un estúpido, sos un boludo, sos una persona débil, sos un
sentimental.

S.: Reconozco eso como el argumento de mucha gente para “no dar”...

91
Lo dice en serio. E. es la Codicia encarnada. Así funciona. Y E., en realidad, se siente un vivo bárbaro
reconociéndolo... En realidad, es algo común. El adulto medio ha quedado en una “edad moral”, digamos, de
9 años. Los pecados capitales son mucho más que aquellas explicaciones infantiles que recibíamos. La codicia
no es acumular dinero, es querelo todo para uno mismo. Eso incluye, como aquí se ve claramente, el tiempo
dedicado a algo o el reconocimiento por haber ayudado. Y así con todos. La Pereza no es sólo no levantarse
temprano, la Gula no es sólo comer de más, la Lujuria no es que te atraigan mucho las mujeres... Esas son
explicaciones de infancia. El “verdadero hombre” no es el “mayor de edad”. Es el que ha alcanzado un
desarrollo adulto del sentido moral. Y son muy pocos los que llegan, la mayoría ni siquiera lo intenta... Por
eso el mundo parece estar habitado por millones de chicos malcriados, muchos ya con canas.
92
Lo que M. está describiendo, tal vez sin saberlo, en realidad, es la 1º Ley de Gossen (Gossen fue un
economista), que es una función que determina la satisfacción que se puede obtener de los bienes, y que
gráficamente tiene forma de campana de Gauss. O sea, hay un punto justo de posesión de bienes que produce
una satisfacción máxima, y si se tiene más o menos, la satisfacción disminuye. El “camino del medio” del
budismo se refiere a lo mismo. Es la vieja virtud de la Templanza.
Pero esta ley se refiere solamente a las personas “sanas”. El avaro, el codicioso, no entiende de “puntos
justos” sino de “cuanto más, mejor”. Es un “extremista” en el sentido más literal del término. Por eso la
Avaricia no tiene posibilidad de ser saciada. En realidad, ningún pecado la tiene. Sólo por este rasgo, ya se
puede reconocer al pecado.

135
M.: Claro, porque no está bien visto por la “sociedad” si sos un “dador”.
¿Cómo le das placer al mundo? Mostrando que tenés las 25 casas y 25 autos. El
otro, el “dar”, te da placer a vos.

S.: La primera es la psicología que te lleva a votar a Menem, al garca con


éxito... (Risas)

M.: Para que el mundo te respete, tenés que mostrar fuerza, poder,
riqueza... entonces, el mundo te considera y te respeta. Sos “importante”. Ahora, si
das la mitad en donación sos un idiota.
Pregunta: ¿Cómo distingo servir de ser servil? Primero: Esperar resultados,
no. Cuando se da, la mano derecha ignora lo que da la mano izquierda. Servir y
dar están en la misma dimensión. Pero si estás dando porque considerás que sos
menos que el otro, sos un servil. ¿Y qué pasa muchas veces? Que podemos dar
una mano, pero no lo hacemos porque “me va a tomar de idiota, no le voy a hacer
de sirviente, qué se cree...” COMPLEJOS. Son complejos de inferioridad. Cuando
se tiene verdadera conciencia de las propias limitaciones, no hay complejos.
Ahora, cuando estás lleno de complejos, cada cosa que hacés por alguien te da la
sensación de que te estás degradando. Pero no es así. Si puedo servirte, es
porque tengo más que vos. Te puedo dar.

E.: Claro, el pensamiento común es completamente contrario a esto.

B.: Hace unos días nos dieron para leer la Parábola de los Talentos...

M.: Exactamente, esa parábola trata de esto.

Siempre es decisiva la reacción del hombre ante los acontecimientos externos.


Cuando reaccionamos pasionalmente nos dejamos influir por un demonio. Cuando vemos
las cosas a la luz de nuestros propios deseos y emociones, cuando arrojamos sobre las cosas
nuestras proyecciones, entonces son los demonios los que actúan a través y por medio de
las cosas. Nos engañan y nos atrapan a través de las cosas. Pero si las cosas y las
contrariedades exteriores las consideramos a la luz de Dios, como viniendo de Dios y
proyectadas por Dios y consentidas por Dios, entonces todo puede servir para salvación.

M.: Esto es así, y no es así... “Cuando reaccionamos pasionalmente nos dejamos


influir por un demonio”, sí, correcto. En toda pasión grande, brutal, indudablemente
nos estamos dejando influenciar, atrapar, por esa cosa. Ahora, “Cuando vemos las
cosas a la luz de nuestros propios deseos y emociones, cuando arrojamos sobre las cosas
nuestras proyecciones, entonces son los demonios los que actúan a través y por medio de
las cosas” ¡NO! Actúan a través de nosotros. No es “de las cosas” es “de nosotros”.
Cuando nosotros pensamos mal de alguien, los demonios nos usan para
que pensemos mal de alguien. No es que el “alguien” produce el demonio. Si no,
qué fácil...
Y lo que quiero rescatar es que dice que “si las cosas y las contrariedades
exteriores las consideramos a la luz de Dios, como viniendo de Dios y proyectadas por Dios
y consentidas por Dios, entonces todo puede servir para salvación”, esto que suena a

136
catecismo, es la mejor forma de vivir si la vemos de otro lado. Si nosotros amamos
directamente a la gente, es muy seguro que entren demonios.

Todos: ¿¿¿Ehhhhh???

M.: ¿Por qué? Porque si amo a una persona, mis pasiones van a ser
inevitables, a la vez que las de la persona también lo serán. Va a haber un nexo
pasional. “Es mío”. “Que nadie me lo toque”. Es posesión, celos, envidia. Pero
cuando soy apto para amar a través del puente, la cosa cambia. El puente es
Dios. Entonces, no lo veo como “mí cosa usable”... es un reflejo de Dios a través
del puente. No es mío. Es de Dios. Haré con él lo mejor que pueda porque su
felicidad es la de Dios. No mía. Eso se llama “amar a través del puente”. Entonces,
si logran amar así a sus amigos, a sus parejas, a sus hijos...
No somos un conjunto de huesos y carne. No somos una psiquis. No somos
un corazón que late. Cada uno de nosotros es una VIDA. Unica oportunidad
irrepetible. Representantes de la voluntad de Dios. ¿Por qué tratarnos con una
“familiaridad” indebida? “Sos mío” “Te retengo”. Estamos apoderándonos, y
necesariamente eso le va a hacer daño. ¿Por qué? Porque mis celos lo van a
dañar, mi posesión lo va a dañar, le va a cortar caminos, no lo voy a dejar avanzar
si no me lleva de la mano... entonces, ¿a qué le estoy faltando el respeto?
¿Solamente a una persona, o a un proyecto de Dios que no sé cuál es? No tengo
por qué saberlo, pero es un proyecto.

Además de objetos y acontecimientos, los demonios utilizan también a las personas.


A este propósito dice Evagrio:

“A los solitarios, los demonios les combaten directamente; pero contra aquellos
que viven en monasterios y conventos y se ejercitan en las virtudes, movilizan a los
hermanos poco diligentes. Esta lucha es, sin embargo, más leve que la otra pues no
hay en la tierra ningún hombre tan cruel como los demonios”.

M2.: No entendí nada...

M.: Dice que a los solitarios los demonios los combaten directamente. Hay
pensamientos oscuros, conspiraciones mentales, pero el que está dedicado a la
virtud, no tiene eso, sino que tiene un hermano al lado que lo jode. El que de
pronto, cuando hay que poner la mesa, se hace el distraído...

También nuestra reacción tiene su papel, pues si somos atacados por un demonio y
nos dejamos llevar por el enojo y la ira en lugar de aceptar al otro tal como es los resultados
son distintos. Si adoptamos la segunda actitud mantendremos el equilibrio y el otro, el
prójimo, no nos “atacará”.

M.: Si estás enojado, o haciendo algo indebido y te lo hago ver, te desafío,


me vas a atacar. Si me callo y te tengo paciencia, no me atacás. Cuando los hago
expresar sus diablos, lo que hago es atacar el diablo para que me ataque, para

137
que se ponga en evidencia. Siempre resguardando a la persona para que no se
dañe.

Los demonios combaten a los monjes especialmente con los pensamientos. Los
pensamientos son imágenes que el entendimiento forma con objetos del mundo exterior.

M.: Es evidente. No podemos tener un pensamiento sobre una flor si no


hemos visto antes una flor. Por eso las imágenes pornográficas, la pornografía en
general influye muchísimo para que los diablos estén alimentados. Es estar viendo
constantemente escenas desbordantes. Querramos o no, las imágenes de la
publicidad, que nos “entran” en la calle, en el subte, en la tv, revistas... las
imágenes son un ataque continuo.

Los demonios no pueden producir por sí mismos pensamientos en los hombres sino
que solamente influyen mediante la nueva presentación de cosas o personas percibidas
anteriormente.

M.: Es decir, los demonios no podrían hacer nada si tuviéramos una


sociedad normal, moralmente aceptable. Habría menos diablos.93

Evagrio lo explica así:

“Todos los pensamientos demoníacos introducen en el alma representaciones de


objetos ya percibidos. El intelecto que ha conservado la impresión mantiene en sí la
forma de ese objeto. Así el intelecto reconoce por el objeto al demonio que se le
aproxima. Si, por ejemplo, aparece en mi espíritu el rostro del hermano que me ha
molestado o herido, es una señal de que soy tentado por el pensamiento de la
amargura.

M.: Aquí puse un signo de interrogación... no es el pensamiento de la


amargura... este sacerdote es muy pasivo consigo mismo... es la íra. Las
ganas de apretarle el cogote.

Si se piensa en riquezas y honores, entonces se hace patente el objeto que nos


acosa. Igual sucede cuando se trata de otros pensamientos: siempre será en el
objeto donde has de descubrir qué demonio hay y qué te presenta la imagen”.

M2.: Cuando paso por un barrio con lindas casas, y digo “Qué linda casa,
qué lejos estoy de tener una igual”...

93
Esta fantasía es la génesis de la moral victoriana. En realidad, sólo sucede que los diablos cambian la
estrategia; el diablo hasta puede terminar “apostando a la nobleza”, que es la enseñanza que deja el cuento “El
diablo benevolente”, ya citado, de Ouspensky. No, gracias. Ya se probó y nos fue mal como pocas veces en la
Historia...

138
M.: Ahí le estás reventando la vida a los que están adentro... le estás
mandando diablos...

M2.: jejejee... Sí, ya sé...

Los demonios pueden influir en la clase de cosas o personas que aparecen en


nuestro espíritu. Si nos preguntamos por qué precisamente pensamos en tal o cual
acontecimiento no podemos dar una respuesta exacta. Y es que el pensamiento aparece
simplemente en nosotros. Muchos pensamientos aparecen en nosotros áridos, opacos, y
engendran situaciones de ánimo enojosas e irritantes. Para Evagrio esto es siempre una
señal de que un demonio nos ha conducido a estos pensamientos; también piensa que no
todos los pensamientos son engendrados por los demonios. Surgen también del mismo
hombre.

M.: ¿Cuáles son los pensamientos que surgen del hombre? ¿De dónde
vienen?

D.: De los deseos.

“Sin embargo los recuerdos que más allá de todo límite llevan a la ira o al deseo”,
proceden del demonio.

M.: No, señor. El deseo y la ira pertenecen al lado oscuro del hombre94.

D.: ¿La ira también?

S.: Sobre todo la ira...

M.: La ira es uno de los pecados capitales. Están adentro.

S.: Una vez un evangelista me dijo “Me voy a ir a vivir al Bolsón porque
afuera está lleno de tentaciones”... todavía me estoy riendo.

E.: Si vas a la zona roja, te encontrás con el demonio de la lujuria95...

M.: Un poco es así, es lo que les decía hace un momento... si tuviéramos


una sociedad más sana, que ocultara con más discreción lo que se sale de lo que
debe ser...

M2.: Pero si tenés la tentación, vas a ver una mujer embarazada y en vez
de decir “Mirá que hermoso, va a ser madre”, vas a decir “Qué perra, mirá cómo
94
“El lado oscuro del hombre” es el inconsciente… de donde vienen los entes. M. está diciendo lo mismo con
otras palabras… y no tiene consciencia de esto. De nuevo: el inconsciente no es parte del alma. Está
“adentro”… pero como intruso.
95
No tenés ni idea de lo que es la lujuria, piscuí. Y menos, de dónde está. Perdón, pero no sé decirlo de otra
forma.

139
se la garcharon”... claro que si te vas a la zona roja, los estímulos van a ser más
obvios.

M.: Si no estuviera en nosotros, no influye en nosotros. Eso es cierto.

Aquí Evagrio hace una aclaración ante la difícil pregunta sobre el origen de nuestros
pensamientos, es decir, de dónde vienen. Los buenos y saludables los producen los ángeles.
Los malos, los demonios. Los pensamientos influyen sobre el estado de ánimo y sobre toda
la actitud del hombre. Por eso es importante conocer los pensamientos que se consienten y
aquellos con los que se lucha y se rechazan.

Una forma de pensamientos son los recuerdos. Precisamente por medio de los
recuerdos de la vida pasada puede el demonio hacer caer a muchos. Despierta por los
recuerdos antiguos sentimientos y ocupaciones.

M.: Cuidado; no son los recuerdos que aparecen cuando “nos ponemos a
recordar”. Son los recuerdos vitales, los que cimientan tu visión del mundo.

S.: Lo que uno interpretó. No son recuerdos objetivos.

M2.: La construcción que hacés de tu vida.

M.: Si no existiera esto, no existiría pie para la venganza, la ira, la timidez,


ningún complejo...
Se hace densa esta lectura, ¿no? Me parece que todo esto está
movilizando diablos. Los veo un poco cansados a todos...

Un recuerdo teñido emocionalmente tiene su fundamento en una experiencia


fuertemente emotiva del pasado:

“Si recordamos algo con pasión (emocionalmente) ya hemos aceptado también la


pasión pasada. Y al revés, lo que aceptamos apasionadamente lo recordamos de
nuevo con pasión (empatía)”.

M.: NO es empatía. Borren empatía. Lo que te dice es...

S.: Esa palabra está desubicada como caballo arriba de un techo... es el


mecanismo del resentimiento.

B.: ¿No es identificación?

M.: ...que estás identificado. Si no estás identificado no te pasaría eso.

Experiencias que despiertan fuertes emociones en los hombres actúan


destructivamente, en el caso de que no se sepa elaborarlas. Los demonios mantienen

140
abiertas las heridas del pasado y continúan despertando con el recuerdo las dañosas
emociones, sobre todo la amargura, la tristeza y el desaliento.

M.: A esto último, sáquenle una fotocopia y péguenla en la puerta de la


heladera. (Risas)

Los demonios usan en la lucha contra los hombres imágenes de la fantasía y del
ensueño, visiones y alucinaciones. Depende de qué parte del alma ataquen. Si atacan la
parte concupiscible, forjan un espejismo de copiosas comidas o de mujeres desnudas.

E.: ¿Qué es “concuspiscible”?

M.: La concuspicencia... son los apetitos bajos, lo “infra”. Sexo, placer


corporal.

E.: ¡¡¡Qué bueeeenooo!!! (Risas)

Cuando el combate se libra en el campo de las emociones aparecen bien en el sueño


o en la vigilia las imágenes de serpientes, leones y escorpiones.

M.: Los deseos, en los sueños, con frecuencia toman la forma de animales.
Cada deseo es representado por un animal...

E.: ¿Cuál sería yo?

S.: Mirá “Los Autos Locos”... vos sos Patán. (Risas)96

B.: ¡¡¡Ay, Síiiiiiii!!!

M.: Un perro, un gato... Cada deseo “pertenece” a un animal... Deseos


sexuales, de comida, de vanagloria, todos los deseos tienen un “pariente” animal.
Ubicando al animal, uno los maneja mejor.

B2.: Incluso en el lenguaje coloquial, eso aparece...

M.: “Comería como un chancho”, “Escapó como una rata”... en los animales
podemos ver materializados todos nuestros estados pasionales.

E.: Yo tengo algo de buitre... (Risas)

M2.: ¿Y el ornitorrinco? (Risas)

96
Entre que se reía igual, que siempre trataba de hacer la mínima y que perseguía a toda costa
reconocimientos y “medallas”... era igualito. El perro vago que se divierte haciendo pequeñas travesuras y
maldades...

141
A veces orquestan un infernal estrépito para aterrorizar y producir angustia.
Atanasio cuenta lo siguiente de Antonio:

“Tal era el estruendo que durante la noche hacían los demonios que parecía que
todo el lugar se estremecía. Parecía como si los demonios fueran a romper y a
atravesar los cuatro muros de la pequeña estancia. Después se convertían en
figuras de fieras salvajes y serpientes. Frecuentemente se llenaba la estancia con
apariciones de leones, osos, leopardos, toros y culebras, víboras, escorpiones y
lobos”.

M.: Esto es real. Son visiones que parecen concretas. Hay santos que han
contado esto... El padre Pío, el último de los sacerdotes estigmatizados, para
dormir necesitaba tres sacerdotes al lado, orando.

El ensueño es para los demonios su puerta de entrada favorita. Las imágenes que
surgen en el sueño producen efectos ulteriores.

M.: ¿Están practicando no ensoñar?

Si los demonios representan la imagen de un grupo de amigos, francachelas con los


parientes y mujerío durante el sueño, el hombre al día siguiente se encuentra enfermo en la
parte concupiscible de su alma, mientras dura la fuerza de la pasión.

M.: Queda impregnada la impresión del sueño.

Mediante las imágenes de bestias feroces el alma se torna temerosa y angustiada.


Estas imágenes son causa a veces de palideces y de decaimientos. De Antonio se cuenta
que le golpearon los demonios hasta dejarlo medio muerto y que quedó sin poder moverse.
En cuanto a la acción en el cuerpo está claro que los demonios no inducen a pensamientos
inofensivos sino que son una fuerte realidad psíquica. Los fenómenos que los monjes
describen como obra de los demonios son conocidos por la Psicología. Los complejos
psíquicos tienen tendencia a la somatización.

M2.: No entendí...

M.: Volvemos a aquello que les conté una vez sobre mi ejemplo de la
“salvadora de hombres”: evidentemente es un complejo. Complejo de haber visto
en la infancia el matrimonio desunido, en competencia, de sus padres. Esos
pensamientos inducidos quedan bien en el fondo del subconsciente. En su vida
adulta, se dedica a destruir matrimonios, con la fantasía de estar “salvando” al
hombre de las garras de su esposa. Es grave... Puede entrar un demonio en ese
complejo. Porque es una cosa no observada. “C” es llevar a nivel consciente
cosas como éstas, que están en el subconsciente. Hay que observar lo que se
piensa, se siente y se hace. “¿Por qué persigo a los hombres casados? ¿Por qué
me gustan?” Sin forzar la respuesta, sólo llamando al subconsciente. Si se hace
bien, en algún momento surge la respuesta. Aparece una visión del pasado, en

142
este caso, serían los padres competitivos. Claro... Por el camino, dejé tres casas
patas para arriba97... (Risas)
Pero nada de “lógica”, nada de forzar recuerdos... ahí te vas para el lado de
los tomates.

En la literatura monástica se registran también otras técnicas demoníacas.

“Cuando los demonios en su lucha contra el monje se sienten débiles, se retiran un


tiempo y observan cuál es la virtud que en ese tiempo se descuida. Después se
precipitan de nuevo para hacer pedazos a la pobre alma”.

M.: Estamos hablando de cuidarnos de los pensamientos, de no dejarnos


llevar por la ensoñación... pero mientras nos concentramos en estas dos cosas,
estamos descuidando otras 300.000... Siempre hay flancos... entonces ahora no te
atacan en la concuspiscencia, pero...

E.: ¿Y no se puede llegar a un punto de ser capaz de observar todo


simultáneamente?

M.: No se puede... ¿sabés cuál es el único progreso que tenés? Es que


sabés quién sos. Sabés todos los “animales” que hay dentro tuyo. Entonces,
cuando aparece un lagarto, por ejemplo, inmediatamente decís “Esto no es mío,
¿de dónde viniste?”.
Los diablos tienen una estrecha relación con la interpretación que hacemos
de la realidad. Diría que los diablos entran a través de la incomprensión de nuestra
propia realidad.

D.: ¿Maya o es otra cosa?

M.: Y maya, además. Porque todo lo comprendemos con tres neuronas. Por
falta de capacidad... Somos tres cerebros funcionando. Cuando funciona sólo
uno... Si en este momento están con los tres cerebros funcionando, esta clase
tiene sentido. Si sólo están con el cerebro intelectual, pueden decir “Ahora voy a
fabricar un diablo a pilas”. Sí sólo están entendiendo con el cerebro instintivo, van
a salir “cargados” con el diablo.

D.: ¿Y eso qué significaría?

M.: Cargados... entendiendo lo que el instinto puede entender. “Hay diablos,


hay peligro, hay pecado”. El resto de la información se la pierden. Van a salir
“calientes” con los diablos. Si están con el cerebro emocional, van a salir mitad
cargados con el emocional positivo, mitad con el emocional negativo. ¿Cómo esta
clase sirve? Cuando están instinto, emoción y mente en cada palabra.

97
“La sabiduria está llena de cicatrices, por eso es más conmovedora que hermosa” No recuerdo quién lo
dijo...

143
E.: ¿Y hay manera de darte cuenta en qué centro estás?

M.: Si, claro. Tenés que llegar a estar con tus tres centros durante todo el
día, en todas las circunstancias de tu vida. Hay que ejercitar, hacia ahí vamos.

E.: ¿Pero detectar en qué centro estás?

M.: Eso ya lo están haciendo.

E.: pero, ¿los tres centros al mismo tiempo, cómo se “sienten”?

M.: Es un estado de amplitud mental, casi de omnicomprensión. ¿Sabés


cómo se llega a eso? A través de la “kenosis”, del vaciamiento. Dios te creó con
esa capacidad. No estás ahí porque te llenaste de “cosas”. No estamos yendo
hacia la anormalidad, estamos yendo hacia lo normal. A medida que tenés menos
desorden en la cabeza, más cerca estás de “limpiar” los tres centros. Puede haber
desequilibrios temporales, tener una época “emocional”, otra “mental”, otra
“instintiva”, hasta que los centros se equilibran.

M2.: ¿Un “emocional” sería un “sentimental pelotudo”?

M.: NO. OJO CON ESO. Al contrario: la verdadera emocionalidad está en el


lado opuesto al sentimentalismo. ABSOLUTAMENTE OPUESTO. No tiene
“violines”, no tiene “pajaritos”, no dibuja corazones, no “sueña”, no “planifica”, no
tiene “ilusión”.98

D.: ¿Entonces el sentimentalismo dónde está?

M.: El sentimentalismo es del instintivo. “Ay, qué estará haciendo...” y una


se siente tan “viva”... NO. Estás en el último sótano, haciendo cagadas... (Risas).

98
Si vamos a decir toda la verdad, hay que decir lo siguiente: La función esencial del centro emocional, del
verdadero y sano centro emocional, es la clarividencia. Esta no es una capacidad “extrasensorial”, ni es
“sobrenatural” de ningún modo. Un centro emocional totalmente limpio de emociones negativas es
clarividente; esto significa que conoce emocionalmente de forma instantánea y sin dudar. Para dar un ejemplo
grosero: Te ponen a un hijo de puta a 200 metros detrás de un árbol, e inmediatamente podés sentir que “Uy,
mirá, ahí a 200 metros, detrás de aquel árbol, hay un hijo de puta”. Cuando no se tiene conciencia de esto,
algunas veces podemos tener la extraña experiencia de que “nos suena una alarma” al estar en presencia de un
desconocido, que con el tiempo se revela como un personaje siniestro, y lo tomamos en todo caso como
“coincidencia”. Podría ser coincidencia, pero también podria ser clarividencia. Puede ser real. Tan real como
que el centro intelectual puede procesar información y arribar a conclusiones. Pero la información no entra
por el centro intelectual, salvo, claro, la que es puramente técnica. El “conocer”, en asuntos que involucran
otros seres, es emocional. Por esto, quienes tienen una emocionalidad “sucia”, se “pierden”, terminan “en
malas compañías”, siendo victimas de la “mala suerte”... La mala suerte no existe, y la mala compañia es
ante todo uno mismo.
Y es cierto lo que en un capítulo anterior describía M.: La clarividencia es en tiempo presente, nunca “ve”,
literalmente hablando, el futuro. Pero puede predecirlo por conocimiento de causa-efecto. En este sentido, la
clarividencia no es diferente de la meteorología. El meteorólogo no “adivina” que va a llover, lo deduce
interpretando datos del presente. Y con bastante frecuencia, acierta. La “clarividencia” del meteorólogo es, en
esencia, la capacidad de conocer e interpretar rápida y correctamente esos datos.

144
Es la zona de la curiosidad mecánica, de la posesión, del egocentrismo. Cuando
hay amor, los corazones se entrelazan... y para qué necesito verte, si sé que
estás.
Al amor se lo lleva adentro. Vivo o muerto.

Los demonios averiguan las partes débiles de una persona, sus inclinaciones y
dependencias, para reforzarlas sin que el interesado lo note. Y así lo conducen
imperceptiblemente a su destierro. Los demonios se esconden tras pensamientos,
inclinaciones y necesidades.

M.: SOBRE TODO en las necesidades. Necesidad es debilidad.

El mal se enmascara inocentemente como pequeñas debilidades o como inclinación.


Y así el hombre puede quedarse ciego para la realidad y ciego ante su propia verdad.

M.: “Tengo una inclinación a la crítica, pero soy tan buen tipo”... (Risas).
“Tengo una inclinación al pesimismo, pero soy una joyita”. (Risas)

V.: “Ay... Perdoname, no fue mi intención, tengo una inclinación” (Risas)

M.: “Tengo una inclinación a los celos”, dijo Otelo (Risas)

S.: En los “pequeños vicios”, ¿no?

M.: “Pequeñeces salvan, pequeñeces matan”.

M2.: Pregunta: ¿Por qué diferencia entre “la realidad” y “su propia verdad”?

M.: Porque podés decir “Es mi necesidad y soy humano”. “Es mi pequeña
inclinación a la maldad”. “Defectos tiene todo el mundo”. Entrás en justificación. La
realidad es externa. La verdad es interna. El hecho de que estemos reunidos acá
es real. Pero cómo te sentís en este momento es algo interno tuyo.

Los demonios observan a los monjes. No les es posible ver directamente en las
almas, lo que está reservado sólo a Dios. Sin embargo pueden conocer lo que sucede en el
hombre a través de las palabras, las actitudes corporales y la conducta exterior. Por eso
tienen muy en cuenta la expresión del rostro para ver si denuncia ira, irritación o tristeza.
Miran atentamente a dónde se dirige el hombre, hacia qué personas, hacia qué
acontecimientos. Observan la forma y manera de sentarse, estar de pie o caminar. Nuestras
miradas pueden denunciar a los demonios nuestros afanes, nuestra manera de andar les hace
patentes nuestra indiferencia o nuestro enervamiento. Nuestro gesto y nuestra actitud
corporal no son algo sin importancia para nuestra vida espiritual.

Para Evagrio, estas manifestaciones son puertas para la irrupción de los demonios.

M.: Si de pronto se me da por ponerme una túnica y un turbante con una


piedra preciosa y me hago pasar por el “maestro espiritual venido de Oriente”... ya

145
estoy incorporando un diablo. Y hasta contagio a mis “discípulos”... si los hago
inclinar ante mí, los hago sentirse “elegidos por el maestro”... entran todos, ahí.

D.: Eso ya no es personalidad factual que uno puede armar para una
circunstancia determinada, ¿no?

M.: No, si me lo creo en serio, no. Por eso son tan peligrosos esos
“institutos” donde se encuentran esa clase de “maestros”... hay que tener mucho
cuidado con los “gurúes”. Generalmente, son tipos de capacidad o con
potencialidad, porque si no, no llegarían ni a empezar, pero que se han
desviado.99

E.: ¿Qué significa “con capacidad”?

M.: Que han tenido habiliades, dones, revelaciones, la posibilidad de “subir”.


Pero se pierden en cuanto “se sienten más”. Que es un poco lo que les pasa a los
políticos, a los que llegan a la fama de alguna manera.

S.: En personas menos preparadas, como los deportistas, por ejemplo, es


mucho más evidente.

M.: Claro. Maradona, Monzón, Tévez... pero le puede pasar a cualquiera.

Nuestro hablar, nuestras maneras, nuestra actitud corporal nos llevan en una
determinada dirección. Si no prestamos atención a todo esto podemos ser conducidos, sin
darnos cuenta, a un encarcelamiento interior. En nosotros se instala aquello que expresa
nuestro cuerpo hacia el exterior. Y la negligencia en nuestras manifestaciones nos desliza
progresivamente hacia una falta de conformación interior y a un vacío.

S.: Una buena personalidad factual puede ser un problema para los
demonios, ¿no? Los enloquecés cuando se te antoja...

M.: Y... por eso dice “C” dice que hay que tener “plástica”, engañarlos
permanentemente. Es una manera de liberarse hasta cierto punto.

99
Esto, que por ejemplo Ouspensky descubría con gran ingenuidad en Gurdjieff cuando, en su libro
“Fragmentos...” escribió: “Desde hacía ya algún tiempo, como lo he dicho, veía la posibilidad de separar a G.
de sus ideas”; esto normalmente se toma como una excepción, o un peligro probable, cuando en realidad es la
regla. SIEMPRE la enseñanza que porta un guía está muy por encima de su propia persona. Esto, que es
motivo de “desencanto” para tantos discipulos, es de esperar. No se empieza el camino sino hasta que se
comprende esto. La Enseñanza lleva siglos desarrollándose, es un acto supremo de soberbia pretender
equipararla a nuestras propias capacidades, por grandes que sean. Nunca un sólo hombre pudo ser más que la
tradición que lo formó, salvo tal vez Jesucristo, y no estoy seguro. Recuerdo que M. me dijo una vez, estando
a solas: “Yo superé a Gurdjieff, te va a sonar muy soberbio, pero así es”. Me dije “Otra vez sopa”. Sin
embargo, permanecí un tiempo más en el grupo, no por ella sino por la enseñanza que transmitía. A esa altura,
ya se me hacía obvio de que era fascista... Sólo me fui cuando era evidente que se había vuelto una amenaza
para mi salud mental y mi reputación. “Estás contaminado por ideas de izquierda”, me dijo una de las últimas
veces que hablamos. Bien... hora de irse.

146
D.: Hay una pregunta que me surge... ¿Los demonios, al ver estas
posturas, nos miran desde afuera o desde adentro, viendo también nuestros
pensamientos?

M.: Desde afuera.

S.: Como si fuera una persona, no tienen más capacidades que una
persona física100...
D.: Lo que quería decir es... Es una elucubración intelectual, pero... ¿están
afuera mirándonos, o es algo que se nos mete en la cabeza?

M.: No. Están afuera. En el aire.


Salvo los tuyos, que están adentro... (Muchas risas)

S.: Por eso los de afuera quieren entrar...

E.: Y los que están adentro gritan “¡¡¡Quiero saliiiiir!!!” (Risas)

M2.: Ya me parecía que estaban muy apretados. (Risas)

M.: Los internos no nos ven...

S.: NOS USAN. (Risas)

M.: Tal cual, nos usan. Usan nuestras debilidades. Nuestro egoísmo, gula,
apatía, la complacencia, todo lo usan para llevarnos al error. En cambio, los de
afuera, estudian por dónde pueden entrar. Como ya son muchos adentro...
(Risas)... hay que tratar de que no sigan entrando. Porque cuando se combinan,
hacen desastres.
Entonces, yo creo que la misión más clara del monje es impedir que los que
están afuera entren, y echar a los que están adentro. Esa es la lucha.

Si no miramos con lupa crítica nuestras palabras y nuestros gestos entramos poco a
poco en la desidia interior; pensaremos que nuestra intención es noble y no nos daremos
cuenta de que se ha instalado en nosotros una actitud negativa.

M.: La desidia interior es lo que nosotros llamamos “complacencia”. Y una


“actitud negativa” es un ente.

S.: O sea que lo que nos está recomendando, lo de “mirarnos con lupa
crítica”, es la autoobservación.

100
En realidad, debería haber dicho “Las personas físicas no tienen más capacidad de hacer el mal que las que
les dan los demonios”. Cuando somos acosados por la malignidad, no estamos interactuando con una entidad
humana... por lo general, la percepción de un cuerpo material nos inhibe de tener presente este hecho real. La
próxima vez miren con el alma, además de mirar con los ojos. Asegúrense de tener valor. Lo van a necesitar...

147
Otra técnica de los demonios es la de no reconocer límite alguno o sentido de la
medida. Incitan a los monjes a una exagerada ascética para así desalentarlos. Les incitan a
desmedidos ayunos para debilitar el cuerpo y que no puedan ayunar más. A alguno lo
desorientan en medio de la noche para que rece y no lo dejan dormir; tensan el arco para
que no puedan cumplir con su deber. Poimen lo dice con toda claridad: “Todo exceso, del
demonio procede”.

M.: Ponerse a rezar o autoflagelarse, en lugar de descansar.

S.: Son los peores excesos, ¿no? Los que se cometen creyendo que es
algo bueno…

M.: Si te pasás el día rezando y rezando, llega un momento en que se hace


mecánico, y toda tu persona te dice “Terminala porque me tenés podrido”, y
perdés contacto con la divinidad.

A.: El límite entre uno y otro estado es el filo de una navaja, de delgado.

M.: Así es.

La desmesura de los demonios se hace patente también en que no tienen en cuenta


las circunstancias en las que se pueden tener determinados comportamientos. No tienen
ninguna discretio. No saben reconocer cuándo la regla acostumbrada ha de adaptarse a las
circunstancias. Aconsejan a los enfermos seguir ayunando. Aconsejan a destiempo lo que
hay que hacer y por ello no aprovecha. Someten a los hombres con duros preceptos sin
tener en cuenta su situación. Obligan a alguno a hacer votos ascéticos sin preocuparse de
las circunstancias para perseverar. Quieren hacer de los monjes, cruzados de principios
testarudos, ciegos para el momento oportuno, incapaces de saber rehusar y admitir
prudentemente, dejándolos clavados en una regla inflexible. Así desaprovechan lo bueno y
conducen al monje a un callejón sin salida en donde se pierde la medida humana y se está
invadido de preceptos sin vida.

M.: Todo lo que sea rígido, fanático, es propio del diablo. Todo lo que no
tenga “movimiento de cintura” está mal a priori.101

Otra técnica muy extendida de los demonios es sembrar discordias entre los
hermanos. Dejan correr un mal juicio sobre el hermano o simplemente siembran un rumor
impertinente. Los monjes saben que hurgar en la mancha del otro hace ciegos para las
propias faltas. Así se favorece la acción de los demonios. Se sucumbe a la astucia de los
demonios en tanto en que se cree que es bueno tener que criticar las faltas de los otros,

101
Aquí se describe en detalle lo que Ouspensky, en “El diablo benevolente” ya citado, quería decir cuando
“el diablo apuesta a la nobleza”. Cuando el alma de un hombre está realmente a punto de escapar
completamente de su influencia, el diablo juega esta carta y gana otra vez. De esta forma, las mejores
intenciones del más aplicado de los discípulos terminan, nuevamente, sirviendo al diablo.

148
cuando lo que se hace es proyectar las propias faltas; así desaparecen de nuestra vista las
propias faltas.

Lo que hoy llamamos evasión en la enfermedad, los monjes lo consideraban como


obra de los demonios. Los demonios intentan apartar la buena conducta del monje mediante
la pusilanimidad y la debilidad:

“Es bueno cuidar la paz del corazón. Un hombre sensato ejercita la serenidad del
corazón. Grande es ciertamente el cuidado de la paz del corazón tanto para la
virgen como para el monje. Especialmente para los jóvenes. Pero advierte: cuando
el propósito es la paz del corazón, inmediatamente viene el maligno y agobia al
alma con pusilanimidad, falta de valor y pensamientos vagos. También atosiga al
cuerpo con debilidad, decrecimiento de la tensión de las fuerzas, flojedad de
piernas y de todos los miembros y así quiebra la fuerza del alma y del cuerpo. Y...
“como estoy enfermo no puedo ir al oficio". Pero si estamos vigilantes todo se
resuelve. Había una vez un monje que cuando quería ir al oficio le sobrevenían
escalofríos y temblores febriles y sentía una tensión en la cabeza. Se decía a sí
mismo: "Estoy enfermo. Y puede ser que me muera. Voy a reaccionar antes de que
me muera y voy al coro". Con este pensamiento se obligó a sí mismo y fue al oficio.
Al terminar, la fiebre había cesado. Siempre mantenía este pensamiento en el coro y
así superó las tentaciones”.102

M.: La cosa es así: Hay que ser flexible. Ayuno, rezo y oración, cuando
estoy atacada, me siento en riesgo, y llega un momento en que la “máquina se
hace bolsa” porque la estoy forzando a permanecer en un estado que no es el
normal. Entonces, concedo ciertas libertades para no “cortar la cuerda”. Si sigo
estirando... No es “hacerse mimos”, concedo.

M2.: Esa concesión tiene que ser consciente, porque si no, termino diciendo
“Basta, que se vaya todo a la c...”

M.: Claro, si llegás ahí, perdiste. No hay que llegar ahí.

D.: Pero nunca sabés exactamente cuándo llegás a ese punto...

M.: No hay que “querer ser Dios”. Eso te pone más en error, te quebrás,
después te cuesta mucho más “levantarte”. Me concedo cosas, que no es estar en
complacencia. En cuanto recobro el control de mí mismo, suficiente. Es hasta una
cuestión de sentido práctico... Y más allá de eso: no podría crecer. ¿Cómo podría
saber si crecí cuando no me tomo mis licencias?103

102
Y aquí, por el contrario, el monje describe lo que pasa si se actúa sin nobleza, “haciendo la mínima”. El
equilibrio es delicado, como a continuación describe M.
103
Suena casi “subversivo” para una mentalidad religiosa convencional, y sin embargo, así es. “Crecer” no es
“volverse más obediente”. Es no necesitar vigilancia ni coacción externa ni internalizada para transitar una
senda recta por los propios medios.

149
D.: Eso no lo entiendo...

M.: Me tengo que dejar libre, y en esa libertad, voy a ver todo lo que está
reprimido.

Evagrio distingue la técnica de los demonios con los jóvenes y la seguida con los
mayores. Con los jóvenes los demonios actúan sobre las pasiones corporales, sobre los
impulsos de la parte concupiscible del alma. Con los mayores, por el contrario, se aplican
sobre todo a la parte emocional del alma, mediante las pasiones anímicas, en las emociones
como la ira, irritación, mal humor, tristeza y desánimo. De ahí que la tarea para los jóvenes
sea embridar y dominar sus impulsos. Por su parte a los mayores se les pide que pongan
orden en sus emociones y no se dejen llevar de aquí para allá por sus estados de ánimo. La
tarea de los mayores la considera Evagrio esencialmente más difícil.

Esta idea en la terminología de Jung significaría que el hombre en la primera mitad


de la vida debe dirigir la energía de sus impulsos por derroteros rectos. La regulación de los
impulsos se ve dificultada por experiencias negativas tenidas en la infancia. De ahí que la
integración de los impulsos sea siempre acabamiento o maduración simultánea del
inconsciente personal y dominio de la propia historia vital. En la segunda mitad de la vida
se trata de la integración del inconsciente colectivo. Para el varón, en primer término, es la
integración de su ánima que se manifiesta precisamente en sus estados de ánimo y sus
humores. También Jung considera esta tarea esencialmente más difícil que el dominio de
los impulsos.104

Lo que los monjes describen como técnica de los demonios pone en evidencia su
experiencia psicológica. Saben con qué mecanismos de la psique humana y por qué sutiles
caminos los demonios buscan dominar a los hombres en los pensamientos, estados de
ánimo y pasiones. Los acontecimientos secretos del alma humana se pueden aclarar por la
acción de los demonios. Los monjes son del parecer que los pensamientos y emociones
exteriores abalanzándose sobre ellos, buscan hacerles violencia. Esta experiencia la
confirma la actual Psicologia. Jung remite a nuestro lenguaje cotidiano. También nosotros
decimos: “¿Qué demonios le ha pasado?” o, “tiene el demonio en el cuerpo”. Estas
expresiones verbales indican que experimentamos la acción del complejo inconsciente
como viniendo de un ser independiente que nos infunde desde fuera pensamientos y
emociones.

Cuando los monjes hablan de los demonios quieren describir la realidad tal como la
han experimentado. Para esta descripción disponían como instrumento de un lenguaje en el
que no se distinguía todavía lo conceptual y lo imaginativo sino que estaban unidos la idea
y la imagen, la palabra y el símbolo. Si nosotros hoy comprendemos sus descripciones

104
Este acuerdo entre Evagrio y Jung está también en consonancia con la experiencia común de vida. El
“dominio de los impulsos” en la segunda mitad de la vida se vuelve más fácil, sencillamente porque la energía
vital que los alimenta se va debilitando. No es un “mérito” del discípulo, necesariamente. En cambio, la vejez
es enemiga natural de la “integración del ánima”, porque la progresiva acumulación de malas experiencias, si
no se las procesa conscientemente, facilita la instalación de un tono emocional de resentimiento que es
inevitablemente desintegrador. El viejo carcamán, el “Abraham Simpson”, que odia todas las manifestaciones
de la juventud, es una caricatura muy popular de este estado.

150
como imágenes de una experiencia real tendremos una buena ayuda para comprender y
tratar nuestras propias experiencias. Pero si abandonamos el ámbito de la experiencia e
intentamos comprender científicamente a los demonios entonces todo se confunde. Y es
que no aclaramos más nuestras experiencias con nuestros pensamientos y emociones sino
que creamos nuevos seres y miedos ante estos seres independientes. Pensamos que estos
seres se pueden encontrar incluso en todas partes como objetos de nuestro mundo exterior.
Construimos así unos “superseres” cuanto más horribles más interesantes. Y con ello
hemos dejado de comprender rectamente lo que los monjes nos quisieron decir con su
doctrina sobre los demonios.

Precisamente el hecho de que los monjes hablen tan matizadamente de los


demonios, que a veces los identifiquen con pensamientos y pasiones, que a veces los
describan como padres de los pensamientos y de las pasiones, indica que no se trata de la
esencia de los demonios sino de su acción, y en última instancia, del fenómeno psíquico. La
doctrina monástica sobre los demonios describe y explica lo que sucede en el alma humana
cuando se pone en busca de Dios y nos dice cómo se siente amenazada por diversas
tentaciones que buscan separarla de Dios y también de su propia salud.

151
3. Clases de demonios
Los monjes distinguen diversas clases de demonios. El criterio para su
discernimiento lo suministra la llamada cautela ante los vicios. Esta doctrina cautelar es un
interesante capítulo de la psicología monástica. Fue desarrollada sobre todo por Evagrio
Póntico y Casiano, pero también aparece en Clímaco, Máximo el Confesor y otros.
Se distinguen ocho vicios: gula, lascivia, codicia, tristeza, ira, acedía, afán de gloria
y orgullo. Evagrio atribuye cada uno de estos vicios a un demonio. Los demonios son
determinados por su función. No todos provocan los mismos pensamientos sino que uno
incita a la codicia, otro al orgullo. Además los demonios se distinguen por su modo de
obrar. Unos son ligeros y atacan de repente, como el de lascivia. El demonio de la
Acedía es, por el contrario, pesado y oprime el alma poco a poco y cada vez más
fuertemente.
La articulación de los ocho vicios se apoya en la división tripartita del alma según
Platón. Los tres primeros vicios se sitúan en la parte concupiscible (epithimia), los tres
siguientes en la parte excitable o emocional (thymos) y los dos últimos en la parte espiritual
(nous)105. Los tres primeros son impulsos fundamentales. Podrían hacerse corresponder con

105
Aquí se dan precisiones sobre el lugar donde anidan los demonios en el hombre. Traduzco al diagrama de
centros de Nicoll: gula, lascivia y codicia toman la parte emocional del centro instintivo. Tristeza, ira y acedía

152
la fase oral, anal y edípica del desarrollo de la primera infancia. Estos impulsos pertenecen
a la naturaleza humana y no se les aparta fácilmente. La tarea consiste en integrarlos
dándoles su justa medida.

M.: De alguna manera, esta analogía entre los tres primeros vicios, gula,
lascivia y codicia, y las etapas oral, anal y edípica que enunció Freud es cierta,
tienen una base real. El hombre pasa por esas tres fases. Y un homosexual, por
ejemplo, es una persona que se ha quedado en la fase anal. Lo he estado
investigando bastante. Está identificado ahí, y la libido no le pasó a los genitales.

S.: Aparentemente, Freud llegó a todo esto a través de la observación


directa de sus pacientes, ¿no?

M.: Y él también se observaba mucho. Se autoobservaba a su manera, sin


la técnica que nosotros tenemos, tal vez de manera un poco más torpe, porque no
tenía guía interna y mezclaba mucho su subjetividad.

S.: ¿No es un poco tarde, en la vida adulta, para observar en uno mismo
todas las fases?

M.: No, si observás que te quedaste en una de las etapas, y ves, por
ejemplo, que tu placer está centrado en la boca, bueno... hay que salir de ahí de
alguna forma.

E.: ¿Entoces, puede ser posible cambiar a un homosexual?

M.: Para mí, sí. Si el sujeto quiere. Porque si no quiere, es imposible. Todo
lo que no te guste, te lo podés sacar de encima. Si elegís el placer, no.106

toman la parte emocional del centro emocional. Vanagloria y Orgullo toman la parte emocional del centro
intelectual.
106
Esta aspiración de “curar al homosexual” siempre ha sido desacreditada por la experiencia. Es cierto que si
el homosexual quisiera, sería posible. Pero en la práctica no se lo ve nunca, porque no quiere. Salvando las
distancias, es algo así como un analfabeto que no tiene ningún interés en aprender a leer. Podría sí, pero... Y
no sé de ningún caso de “curación” de homosexuales, supongo que es ante todo porque la homosexualidad no
es una “enfermedad”. No hay “cura”, y nadie se muere de homosexualidad. En la práctica parece ser más bien
como la calvicie, una característica particular que no puede modificarse. Ni las “curas” de la homosexualidad
ni los tratamientos capilares tienen éxito. El homosexual sigue siendo homosexual, y el pelado sigue siendo
pelado. Y un homosexual así “curado” es una falsificación un tanto ridícula, tanto como puede serlo un pelado
con peluca. Verse mejor no es una “cura”.
Sin embargo, esta aspiración tiene un orígen entendible, y es que no es posible la evolución espiritual
cargando con desviaciones sexuales. Solamente se puede entrar en camino con un mínimo de alineamiento
interior. Y no se conocen individuos más “desalineados” y faltos de equilibrio que éstos... sus vidas
emocionales son el imperio de las pasiones. Y la pasión es la enemiga natural de la conciencia. Y la evolución
espiritual es, en esencia, el desarrollo de la conciencia.
El que no se enteró de esto, todavía no se enteró de nada.
Actualmente en las sociedades civilizadas, no hay problemas en que un homosexual “blanquee” su
condición, siempre que respete normas básicas de convivencia como cualquier otro individuo... Pero no tiene
ninguna posibilidad en el camino de la evolución del ser... ni tampoco se hace problemas por esto.

153
M2.: Pero si te da placer y al mismo tiempo es malo, también te lo podés
sacar...

M.: Pero tenés que renunciar al placer. Y en general, hasta sucede que el
sujeto no ve el placer. Si ves el placer y renunciás a él, salís inmediatamente. Y es
todavía más difícil de observar cuando no se trata de un placer concreto, de un
hábito determinado. Es algo que tenés que buscar, y que te das cuenta de que es
placer, después de haber pasado por muchos engaños. En principio, a uno “no le
gustan” las consecuencias de un vicio determinado, no te sentís bien. Pero en el
fondo, estás atado a una forma de placer. Por ejemplo, es frecuente ver en adictos
a drogas que, cuando avanzan en la descripción de lo que les pasa, cuentan
cosas desagradables con satisfacción, no como una tragedia sino con placer.
Hasta que no pierden ese apego al placer, no pueden cambiar.

S.: Claro, es difícil que lo hagan delante de un terapeuta, pero en reuniones


donde se sienten a sus anchas, sin investigadores, terapeutas o testigos
incómodos, lo cuentan como si fueran hazañas...

M.: Adictos, alcohólicos, violadores... es el mismo mecanismo. Les encanta


hacerlo, si no, dejarían de hacerlo. Por eso nadie cambia a nadie. En algún
momento pueden sentir culpa, pero que le gusta, le gusta. No es el placer físico,
es algo mucho más interno. Sólo las manifestaciones son externas. El “desde
donde” es lastimar, herir, invadir. A uno mismo o al otro.

Los tres siguientes son estados de ánimo negativos más difíciles de dominar. No se
dejan dominar como los impulsos. El trato correcto con ellos exige un equilibrio anímico y
una madurez interior que sólo se alcanza mediante una leal confrontación con los pensa-
mientos y estados de ánimo y una apertura incondicional para con Dios.

M.: Aquí estamos otra vez en error. El impulso (gula, lascivia, codicia), para
nosotros, pertenece a la naturaleza humana y no se lo aparta fácilmente, como
bien dice aquí. Pero los estados negativos (tristeza, ira y acedía), al ser
observados inmediatamente, para “C”, son superados. Al momento. Al instante. Ni
siquiera hay que esperar mucho.

El homosexual vive pegado a los sentidos con la meta suprema de conseguir placer. El placer es un
dios esquivo, y es un camino seguro a la infelicidad, pero esto ya es una cuestión de libre albedrío... Eso sí,
jamás avanzará un sólo paso en un camino espiritual. No he conocido un sólo homosexual que tuviera
aspiraciones de desarrollo interior. Es más: ni siquiera toman contacto con el “desarrollo interior” como
noción. Todavía más: cualquier contacto accidental con alguna idea verdaderamente perteneciente a este
orden los escandaliza y subleva. Su emocionalidad los habilita, sí, para “religiones de deseo”. Este es su
límite.
Y de todas maneras… no se preocupen. Mucho peor que la homosexualidad es el sadomasoquismo, que con
frecuencia los líderes religiosos ejercen descaradamente haciéndolo pasar por “rigor moral”… de todas las
desviaciones sexuales, ésta es la que con más frecuencia malogra la evolución espiritual… y desde las
religiones convencionales no se le pone nunca ningún freno. Cuídense del sadomasoquismo mucho más que
de la homosexualidad. Un poco más adelante, cuando se trate el demonio de la Lujuria, encontrarán muchos
más detalles sobre este punto.

154
S.: Pero no dice que son “indominables”, dice que hay que dominarlos de
otra manera y que son más difíciles, pero no imposibles.

M.: Pero pone como requisito eso de “una madurez interior que sólo se
alcanza mediante una leal confrontación con los pensamientos y estados de
ánimo”... o sea, de alguna manera, está mezclando los pensamientos con los
impulsos. Si vos “pensás” en tu estado negativo... no salís más.

S.: ¿O sea que la “receta” que está dando no sirve?107

M.: No. No salís más. Moriste ahí adentro. Si estás en un estado negativo y
te ponés a pensar en lo negativo que estás, estás multiplicando el impulso.

Aún son más difíciles de vencer los dos últimos vicios puesto que el espíritu es
menos dominable.

Evagrio habla de diversas maneras sobre los ocho vicios. Habla de impulso y
estados de ánimo, o de pensamientos de codicia o de ira, al igual que otras veces habla del
demonio de la codicia, del demonio de la ira. Así personifica al vicio.

M.: ¿Qué es lo contrario al vicio?

M2.: La virtud.

S.: Definición “de manual”. Son antónimos.

M.: Sí, pero no. No son antónimos en un sentido común, son dos caminos
separados, que corren en diferentes direcciones. Pero no enfrentados. Uno sigue
a un jefe, el otro a otro.

Es como algo independiente que está enfrente. Es un demonio que tienta y que
quiere introducir en un impulso una emoción o una obcecación espiritual. Cada uno de los
ocho demonios tiene su propia técnica. La identificación de los demonios con los ocho
vicios muestra de nuevo que Evagrio no trató en su doctrina de fenómenos extraordinarios
como la posesión sino que le interesa la confrontación con lo oscuro y malo que cada cual
registra en sí. Esto lo hace para alentar en la lucha contra las actitudes interiores
defectuosas que quisieran fijarse en nosotros e impedir nuestra autorrealización y apertura a
Dios.

107
Es verdad. No sirve. Y sí sirve la observación de las emociones. Llegué a verlo más tarde. Lo he
experimentado. Observar no es pensar. Es acumular información que en algún momento desemboca en un
“darse cuenta” (creer que observar es pensar es un “error de manual” en el que el discípulo puede pasar toda
su vida). Y un “darse cuenta” puede cortar de cuajo un acceso de ira y abrirnos a la comprensión, una buena
noticia puede cambiarnos de la tristeza a la alegría con la velocidad del rayo, y un sentimiento de vergüenza
auténtico al vernos en acedía puede sacarnos de ahí y ponernos en el camino correcto en un segundo. Y esto
está en concordancia con algo que dice Nicoll: “El centro emocional es el que funciona más rápidamente”. Y
en esto, evidentemente Grün y M. no coinciden para nada.

155
M.: Esto es lo importante. Nos estamos confrontando con el motor de
nuestros pensamientos, emociones y acciones. Confrontando al “amo” con la
realidad interna. Siempre hay que buscar la confrontación, en “C”. Hay que buscar
no estar cómodo, buscar la tensión. Continuamente estar bajo tensión.

A.: Es para no entrar en complacencia.

M.: Claro, no quedarse “contento”, satisfecho con el “Yo soy así”, o con la
aceptación tácita de que lo que te está ocurriendo es la verdad. Lo que te está
ocurriendo es un estado, no es “Yo”. Y así tenés que verlo. “Yo”... está tan lejos...

M2.: Y si estás “cómodo” estás sin posibilidades de crecer. Estás


estancado.

M.: Claro. Nunca “Me gusta el chocolate, me como el chocolate”. No. “¿Por
qué me gusta el chocolate?”

E.: Muchas veces, nos lo preguntamos y no encontramos la respuesta...

M.: No importa. Ya lo estás “largando” al subconsciente. Ya aparecerá la


respuesta, aunque sea unos días después. Nada es porque sí. Y es más fácil de
ver cuando el caso es “No me gusta...”.

Evagrio describe cada uno de los ocho demonios que están detrás de los ocho vicios.

El demonio de la gula

“El pensamiento de la gula lleva al monje a un rápido fracaso de su ascética. Le


pone ante los ojos obsesivamente su estómago, su hígado, su bazo, hidropesía o una larga
enfermedad y la necesidad de un médico. Piensa frecuentemente en algún hermano que ha
sufrido semejantes males. A veces, para eludir y dispensarse de su propia ascesis, pide a los
hermanos enfermos le cuenten lo que les ha pasado para atribuirlo todo a la ascética que
practicaban.”

M.: ¿Qué está buscando el monje que está haciendo esto? Autojustificación
y proyección de culpa.

El demonio de la gula no tienta aquí en el punto de comer desmedidamente.


Presenta tan sólo motivos aparentemente razonables que argumentan contra el ayuno. El
demonio es demasiado sutil como para tentar con un vicio tan primitivo como el de la
gula108.

108
Sin embargo... en el cuento “El diablo benevolente” Ouspensky nos pone sobre aviso acerca de los
primitivos vicios y la forma en que lo aprovechan los demonios, con el siguiente diálogo: .-“Yo no creo que
métodos tan simples sigan siendo efectivos por mucho tiempo" .-"Han estado surtiendo efecto desde el tiempo
de Adán", dijo el Diablo con modestia. "Su mérito principal es que son simples y no despiertan sospechas.”

156
Su método es el de racionalizar. Fundamentos razonables ocultan necesidades y
deseos que hay detrás. Así el demonio se esconde detrás de la razón para no tener que pre-
sentarse ante el monje abiertamente como nocivo y malo. Evagrio ha penetrado claramente
este mecanismo de la racionalización.

M.: “Mirá lo que le pasó a ese monje por hacer ayuno”. Estás discutiendo la
obediencia que le corresponde a un monje para anteponerle el ego. En este caso,
el “jefe” es el ego. ¿Qué hacemos nosotros frente a una dualidad de ese tipo?

A.: Empezamos a comer como cerdos (Risas)

M.: Comemos, vemos la justificación, observamos la proyección de culpa,


vemos hasta qué punto nos identificamos...

E.: O no comemos. ¿No podemos abnegar?

M.: No, comemos. ¿Cómo vas a abnegar lo que no conocés? Estás


reprimiendo. Si me dicen que no coma carne, y yo, francamente, me comería 7
bifes, y yo siento que esto no sirve para nada y es una boludez, tengo que comer
carne. Hacer todo el circuito de experiencia. Si no, es represión... dejás de comer
carne y te aparece por la lechuga. Y cuando conseguiste reprimir la lechuga,
escupís a una persona que te pasa al lado.

E.: Tal vez estoy por preguntar una estupidez... pero con ese criterio... si no
me gustan los hombres, ¿tengo que tener sexo con un hombre?

M.: ¡¿Qué estás diciendo, proteico mío?! No tiene nada que ver... ¿qué
razonamiento hiciste? Paren... paren, que aquí hay un malentendido gordo.

S.: ¿Estás diciendo que tu falta de atracción sexual por otro hombre es un
demonio?

M.: Escuchame, proteico... hay una diferencia muy grande entre lo que te
dice la voz de la conciencia y lo que te dicen las pasiones109. Si no sabés distinguir
una y otra, estamos mal. Que yo tenga ganas de matar a alguien y vaya a matarlo
a ver qué experimento... evidentemente estoy frente a un demonio grande, si se
me cruza el impulso de matar... Ahí ni siquiera abnego. Ahí, reprimo, lucho, salgo
corriendo a bañarme en agua bendita, y busco algo más. Es una cuestión grave,
de conciencia.

E.: Sí, hice una pregunta estúpida.110

S.: “Macho es el que probó y no le gustó”...

109
Repito: La pasión es la enemiga natural de la conciencia.
110
Ya les había avisado que E. no estaba muy bien... pero aquí fue apaleado convenientemente.

157
M.: Ahora, si no vas a bailar salsa porque tenés el prejuicio de que es una
tontería... tenés que ir a bailar salsa. Probar, determinar por qué no te gusta, no
puedo decidirlo “a priori”. No estoy faltando a nada grave. Voy a faltar, si reprimo.
Pero si fui tres veces, no siento ningún placer, todo el mundo la pasa bárbaro y yo
me aburro... no es para mí.
Todo lo cual no quiere decir que hay que probar todas las drogas para
después decir “no quiero drogarme”.
¿Cuál es la pregunta?: “¿Qué quiere mi jefe?” Mi jefe quiere que haga
ayuno. Si en el ayuno se me cruza una duda, para que sea un ayuno que me sirva
a mí y le sirva al jefe, tengo que saber qué lo obstruye. ¿Qué quiere mi jefe, que
me drogue? No. ¿Quién quiere que me drogue? Mi ego. Listo. No lo sigo.111

E.: Ahora que lo pienso, sí, esto te resuelve el problema de ponerte en


dualidad.

M.: No necesitas pasar por un estado de dualidad. Si sabés que quiere tu


jefe... pero para eso tenés que conocerlo... si no, no sabés contra qué confrontar.
Es como un trabajo o un exámen. Si tenés una pauta de trabajo o de estudio, en la
confrontación con la pauta vas a saber cuánto cumpliste.

E.: En el caso, por ejemplo, en que la pauta sea “no tomarte la botella”, pero
tenés la fijación de tomarte la botella...

M.: Te la tenés que tomar, porque si no eso te va a impedir todo el


desarrollo del trabajo posterior. Todo lo que impida tu camino hacia Dios es malo.
Todo lo que hagas para encontrar tu camino hacia Dios es bueno. Si tomarte o no
tomarte la botella te va a tener ocupado diez meses (“¿me la tomo o no me la
tomo?”), agarrá la botella, bajátela, dejame de joder y seguí tu camino. Eso es “C”.
En cambio, el monje dice “Notelatomesnotelatomesnotelatomes”.
Ahora, si lo que tenés es un problema de alcoholismo, es otra cosa. No es
tan fácil. Hay que pedir ayuda y consejo, porque si no, no salís más.

S.: Es una excusa muy común, esa de “tener una experiencia” para
maquillar una adicción... tomate la botella... y seguí tu camino, buscando otra
botella... (Risas).

111
La descripción de la Gula como el impulso por comer desmedidamente, y el ayuno como la manera de
dominarlo, es más bien infantil; es la explicación para los seres simples. Hablemos claro: La verdadera gula es
ese impulso que lleva hacia el exceso, que puede aparecer no sólo en cualquier función fisiológica, sino en
cualquier práctica que en principio produzca placer (“experiencias”, le dicen ahora...). Comer, beber, tener
sexo, intoxicarse, dormir, viajar permaneciendo sólo 10 minutos en cada lugar diferente para “conocer el
mundo”, o tener cincuenta pares de zapatos y antojarse con otro par de un modelo que todavía no tenemos...
todo esto más allá de lo necesario para el bienestar, al punto que el desenlace es el hastío, el llegar a sentir
desagrado por todo lo que nos gusta (este sería “el momento del vómito”, digamos...). En resumen, el
demonio de la Gula es el que nos aparta de la virtud de la Templanza, que es la virtud que consiste en saber
encontrar el punto justo en todas las cosas. De esto es que habla el “camino del medio” del Buda. O la noción
de “Economía Sexual” de Whilhelm Reich.

158
M.: Ajá... a ver, chicos: Cuando una persona que no tiene y no está en
trabajo interno le dice a S. que quiere “tener una experiencia”... ¿desde dónde lo
dice?

V.: Desde la búsqueda del placer.

M.: Bien, V...Tal cual. Nosotros no estamos en ese lugar. No hablo para esa
gente. Hablo para la gente que quiere “ir para arriba”. ¡No hablo para un montón
de tarados que quieren “tener una experiencia”! Si quiero tener una experiencia
sexual negativa es para mí, no para Dios. Si quiero probar drogas es para mí, no
para Dios. Voy hacia Dios y me encuentro con una montaña en el medio. ¿Qué
tengo que hacer? Correr la montaña. ¡¿O me voy a quedar ahí convertido en un
sorete porque no me atreví a correr la montaña?!... Coraje, chicos. El coraje está
en el alma, y es para esto que está.112

V.: ¿Y lo de racionalizar? ¿Cómo es eso?

M.: Ah, sí... racionalizar. “Mirá: en la iglesia me dicen que tengo que ir a
misa todos los domingos; pero realmente, no tiene sentido ir todos los domingos.
Porque es un acto que, francamente, no sirve para nada.” Esto es “racionalizar”:
Es disfrazar de decisión sensata, argumentando con razonamientos, lo que en
realidad es un capricho de mi ego. Lo que tengo que hacer, entonces, es ir a misa,

112
Esta aclaración es imprescindible y certera. Todas estas enseñanzas son de un nivel muy elevado. No están
al alcance de personas sin trabajo interno. Lo que sucede en el mundo real (se ve con mucha frecuencia en los
seguidores de la “New Age” y, de una forma menos caricaturesca, en todas las religiones convencionales) es
que cuando un reprimido se “libera” para “confrontar con la pauta y saber cuánto se cumple”... sigue siendo el
mismo reprimido de siempre. La dificultad para entender esto lo causa el uso de la palabra “represión”, tanto
cuando la represión fue impuesta desde el exterior como cuando es voluntaria. Realmente, deberían usarse
palabras diferentes... La “represión” en el primer sentido es la que estudiaba Freud, la que era causa de la
“Histeria”. Es lo que convierte a hombres que podrían haber sido libres, bondadosos y constructivos en
fascistas, y que se implanta en los primeros años de vida a través de la moral victoriana: crueldad, sarcasmo,
desamor y castigo. En cambio, la “represión de las emociones negativas” (expresión usual en el Cuarto
Camino, proveniente del Budismo) se trata de una represión voluntaria de algunas manifestaciones psíquicas
propias (lo que la religión llama genéricamente “pecado”) decidida por un individuo adulto y consciente de
los efectos que desea producir en su propia alma, y realizada por su propia cuenta y riesgo. Nadie más
interviene (ni siquiera “Dios”, si me apuran...). Esta represión puede aplicarse y retirarse a voluntad. Es de
esta represión que habla M.
Esta técnica (porque al fin y al cabo es una técnica) es poco “popular”. Es la misma que aconsejaba
Rasputín cuando proponía “alcanzar el cielo atravesando el infierno”. Digamos que, a una mentalidad
religiosa convencional, esta técnica le parece espantosa. Este rasgo “rasputinesco” es lo que provoca que las
“bellas almas” se escandalicen tanto y vean al Cuarto Camino como una forma de satanismo. Casualmente
quienes le asignan esta calificación son los mejores empleados del fulano...
Es una práctica en principio inaccesible para un ser humano que ha pasado por una educación
represiva en el sentido freudiano. Primero hay que quitar todas las represiones impuestas compulsivamente
por una educación monstruosa. Hay que abandonar tradiciones y morales de costumbres. Es un camino
peligroso. Física, materialmente peligroso. La obra autobiográfica “Poco ortodoxa” de la escritora Deborah
Feldman es un buen ejemplo de lo que puede pasar, si se tiene buena suerte. Si se tiene de la mala, puede
suceder lo que le sucedió a Whilhelm Reich.

159
“fumarme” varias misas, quedarme ahí sentado hasta darme cuenta de “quién” es
el que no quiere que vaya a misa.113

El demonio de la lujuria

“El demonio de la lujuria incita a desear diversos cuerpos. Ataca cruelmente a los
continentes para que abandonen su continencia hasta que no la cumplan en absoluto.
Mancha el alma e induce a la acción torpe. Deja caer ciertas palabras y luego oírlas de
nuevo como si el objeto estuviera presente y visible.”

M.: Es recordar los ojos, una palabra, una película, una escena... uno atrae
una sexualidad falsa. La sexualidad es real cuando está motivada por alguien.
Amo a alguien, y necesita mi cuerpo relacionarse con ese otro cuerpo. Si estoy
“caliente”, algo me está fallando. Vamos al médico primero, y después, vamos a
otro lado.
Entonces, esa lujuria nace porque uno se “engancha”. A una película, un
comentario, a la chica que pasó...

E.: Sí, tiene mucho que ver con la imaginación.

S.: Aquí, estamos en el territorio de la fantasía. Había una revista erótica,


en los ’80, que se llamaba “Eroticón”, aquí en Buenos Aires, que tenía como
copete publicitario: “La revista que estimula su órgano sexual más importante: el
cerebro”. Toda la excitación puede iniciarse con una fantasía.

M.: Sí. Ahora cuando terminemos con la lujuria, R. nos va a hablar un poco
de lo que investigó sobre lujuria, sobre lo que es la “pornomancia”, y se van a dar
cuenta de que está muy lejos, la humanidad, de ser espléndida en su sexualidad,
que no son los machos y las hembras impresionantes que parecen ser, mientras
que nosotros seríamos una punta de boludos que no sabemos ni cómo se hace...

R.: NO. No quiero.

M.: Bueno, entonces lo explico yo brevemente.

R.: ¡NO! ¡Todavía no! ¡Es clave! ¡Va a dar lugar a confusión!

113
Un ejemplo mucho mejor sobre racionalización (el que da M. es publicidad encubierta del rito católico)
sería el “principio de realidad” de Freud, que con frecuencia lleva a considerar como “realidad” lo que son
sólo usos y costumbres. Freud consideraba que las normas sociales represivas fruto de la moral victoriana
eran una realidad sólida y había que adaptarse a ellas, y aconsejaba usar fármacos como la cocaína (por su
efecto antidepresivo) para poder soportarlo. Whilhelm Reich, en cambio, vio que esas “realidades” se podían
cambiar, como se demostró con la revolución sexual de los ’60. Con demasiada frecuencia, la
“racionalización” es cobardía disfrazada de sensatez.

160
M.: Bueno, es el hecho de que todo el mundo está fomentando... (Risas por
la cara de desesperación de R.) No lo voy a exponer completo, R. (Risas). Decía,
cómo se fomenta deliberadamente la pérdida de energía sexual. La gente no está
sexualizada verdaderamente. Una persona que está verdaderamente sexualizada,
es decir, que su centro sexual está motivado y funciona, tiene una creatividad
terrible, un dinamismo impresionante, y un magnetismo muy difícil de sortear.

E.: ¿Sabés que sí? Quiero decir, fuera de joda... (Risas)114, cuando
empezás a dejar, de manera consciente, todo el delirio fantástico, loco, de lado...

M.: Sí, señor...

E.: ...no sé si por ahí, atribuírlo, aunque no existe la casualidad, o a que


justo tuve una racha buena, al suprimir todo eso, primero, “estás más pilas”, y
segundo, que se te acercan las mujeres de otra manera.

M.: ¡Eso! Pero no te quepa duda... Y del otro lado, las mujeres, cuando
dejan de hacerse la cabeza por todo (ensoñar, planear, aspirar al “orgasmo
perfecto”, después desconfiar, sospechar, dar por hecho que las están engañando
o traicionando), ahí, atraen... M+. lo decía de una forma muy brutal, perdón por la
expresión, pero es muy clara: “El pajero y la pajera no enganchan nada”. Nada,
pero nada. Para nada.
Ese magnetismo es lo que te permite triunfar en la vida, descollar en tu
trabajo, lo que te permite ser un buen deportista, un buen laburante, un buen
artista.

E.: Y cuando uno es un chico, ¿por qué en lugar de decirte disparates del
tipo “Te van a salir pelos en la mano” (Risas), no te dicen las verdaderas
connotaciones y consecuencias que tiene?

M.: ¡¡Porque no se sabe, ángel!! ¡¡Bajá!! Esta es información que el día de


mañana podrán pasar a sus hijos, si la comprenden y aplican.

A.: Ahora, incluso es al revés... se fomenta la imaginación.

B.: Ahora se fomenta la masturbación a todo nivel...

V.: Y te dicen que te vas a ver mejor, que la piel se te pone más lozana...

M.: Son mentiras. Sí. Todo eso hace que ustedes salgan a comprar.
Fanáticamente. Esa energía sexual puesta en juego es lo que nos lleva a ser
consumidores. Hay que desligarse de esa calentura al pedo. Reservarla para una
relación concreta con otra persona real.

114
Sin ánimo de ensañarme, explico las risas... E. tiene una fantasía acerca de su propio magnetismo sobre las
mujeres que no se condice para nada con la soledad en la que está atrapado... Es algo así como un “Johnny
Bravo”. Los que lo conocen no lo pueden tomar en serio.

161
E.: De un tiempo a esta parte, al canal porno del cable lo paso de largo
igual que a los canales de deportes...

M.: Eso es lo correcto, E... Me encanta que lo hayas entendido y que lo


pongas en práctica.

R.: Pero no es verdad... (Risas)

M.: Así deben ser un hombre y una mujer. Concretos. ¿Está el objeto de
deseo? Bien. ¿No está el objeto de deseo? No tengo que ir a buscar con qué
calentarme para sentirme “persona”. Estamos hablando de persona, no de gato
caliente. El estar caliente no significa ser más mujer ni más hombre. Es ser macho
falso y hembra falsa. Porque ni siquiera es un celo real, es un celo inventado. Se
responde si está el estímulo. Si no, no lo imagino. En este punto es que
comienzan los problemas de impotencia y de frigidez.

A.: Es cierto, esta es una época donde se consulta mucho por problemas de
impotencia y frigidez.

M.: Porque se busca el “alto rendimiento”... se lo toma como un deporte.

El demonio de la lujuria actúa sobre todo en la fantasía a la que llena de imágenes y


pensamientos impuros y de esta manera oscurece el entendimiento. Ataca al monje de
repente como viniendo de un cielo tranquilo y despierta en poco tiempo una fuerte pasión.
Especialmente tienta al monje durante la noche. Sobre esto Evagrio dice algunas veces que
el demonio de la lujuria afecta directamente al cuerpo y lo conduce a la combustión.115

115
El demonio de la Lujuria es uno de los peor comprendidos, tanto por los monjes cristianos, como por los
practicantes laicos e incluso por los integrantes de este grupo de trabajo, donde en este punto el nivel de
comprensión cae a uno de los niveles más bajos de todo el proceso de análisis de esta obra. No es que todo lo
que se ha puntualizado aquí sea incorrecto, sino que todo esto no pertenece al demonio de la Lujuria sino al de
la Gula, referido a la energía sexual. La búsqueda de placer que lleva a una práctica excesiva, fantasiosa o no,
del sexo, NO es lujuria, sino gula. La verdadera Lujuria es algo mucho más terrible, tanto que hasta el
Psicoanálisis la ha identificado y la ha estudiado bajo otro nombre: Sadomasoquismo. Y es relativamente
poco conocido y experimentado, no sólo por el hombre común, sino incluso por los discípulos de los grupos
de trabajo interno, porque constituye un claro rasgo de criminalidad para la moral convencional, y por lo
tanto, decididamente obsceno y su práctica (salvo durante revoluciones o guerras), penada legalmente, no
suele encontrarse abiertamente ni con mucha frecuencia, gracias al cielo... La Lujuria es la desviación de la
energía sexual hacia la violencia, de manera que el placer no se busca ya en las sensaciones sexuales en sí,
sino en causar terror, dolor, daño, a otro ser. Esto es tanto más terrible en la medida que el sujeto tenga alguna
noción desviada de “moralidad” sexual, consistente sólo en represión. Cuanta más represión, más energía
sexual puede acumularse y desviarse a la violencia. Como guía rápida: siempre que se desconoce la
humanidad del otro participante, cuando se lo cosifica en un acto sexual, se ha cruzado la línea divisoria entre
la sexualidad sana y la lujuria.
El producto típico del demonio de la Lujuria es la violación anal seguida de muerte. (En cierto modo,
está íntimamente relacionado con lo que ahora se llama “femicidio”. Y la institución en la que la Lujuria se
ejerce más desatadamente es el terrorismo de estado, algo de lo que se ha hablado bastante pero se ha
comprendido bastante poco). En los casos más extremos, ni siguiera es necesario un contacto sexual
propiamente dicho: La esencia de la Lujuria, al fin y al cabo, es el disfrute de la tortura. Es esa fuerza

162
El demonio de la codicia
“La codicia sugiere al alma el sentimiento de la vejez, la incapacidad para trabajar,
un hambre a la vista, posibles enfermedades, la amargura de la pobreza y la vergüenza que
conlleva. Y todo esto es para conservar lo necesario.”116

maligna que está detrás del fascismo, que no es una “ideología política” sino una forma de criminalidad. Para
los fascistas, está naturalizado que las manifestaciones sanas de la sexualidad siempre están sospechadas de
“indecencia”, mientras que las de la sexualidad lujuriosa se presentan como “actos heroicos”.
Es una discapacidad emocional que tiene una raíz orgánica, neurológica, y que por esto es
irreversible e incurable. De estas raíces, la obra de René Spitz llamada “El primer año de vida del niño”, da
abundantes detalles. No cualquier clase de hombre puede ser poseído por la Lujuria; se necesitan
características, taras, particulares. En su obra “El hombre en busca de sentido”, Viktor Frankl hace una reseña
del comportamiento de los guardias de los campos de concentración, que ilustra muy bien este punto. Y existe
un artículo escrito en 1949 por un eugenista llamado Eugen Relgis, llamado “Las aberraciones sexuales de la
Alemania Nazi” que es la mejor radiografía de la Lujuria que he encontrado.
Es tan innecesario un contacto sexual propiamente dicho, que hasta puede ser practicada por una
mujer frígida: tuve una pareja que me llegó a decir, despreciativamente: “Si estás caliente hacete una paja”.
Esto, que provenía de una mujer que se sentía moralmente “superior” al resto por no tener sexo, es la forma
en que la Lujuria se manifestaba en ella. Disfrutaba de producir infelicidad. Su marido anterior falleció en un
estado de locura, y cuando se me hizo evidente cómo fue que llegó a ese estado, me aparté de ella como de la
peste. Me esperaba lo mismo.
La Lujuria también puede confundirse con codicia, es decir, puede manifestarse a través del uso que
se hace del dinero. Querer todo el dinero para sí mismo es codicia, pero cuando se le agrega el elemento de
que además el prójimo debe ser desposeído de todo, dejándolo en la indigencia de manera de poder reducirlo
a la servidumbre, prostituírlo (la prostitución es una de las tantas formas de servidumbre), estamos en
presencia de otra de las caras de la Lujuria. El dinero ya no es instrumento para conseguir bienes, sino que se
convierte en instrumento para esclavizar y degradar, que son otras formas de tortura. El “señor feudal” de la
Edad Media encarnaba esta forma de lujuria. Actualmente esta situación se reedita en el “neoliberalismo”, que
es el feudalismo de estos días. El señor feudal ahora es un empresario.
Una diferencia notable entre la “gula sexual” y la Lujuria es que, mientras la gula sexual lleva a
probar prácticas sexuales no convencionales, y por fin al hastío, que termina a veces incluso en un bizarro
estado de “castidad”, no por virtud, sino por desencanto, en cambio la Lujuria no tiene jamás este desenlace.
El violador nunca modifica su intención ni su accionar, ni se corrige ni se arrepiente. El fascista, tampoco.
Esta marcada caracteristica común ya es un indicio de que son dos manifestaciones que pertenecen al mismo
demonio.
En lo que respecta a “pecados sexuales” (asunto sobre el que las enseñanzas religiosas abundan en
disparates) se puede en fin decir que si el impulso sexual no busca satisfacerse causando daño a otra persona,
y al mismo tiempo la frecuencia de su satisfacción no produce una marcada disminución de la energía
necesaria para llevar una vida buena y productiva, no puede decirse en esos casos que haya pecado de lujuria
ni de gula en la vida sexual de un individuo. Son manifestaciones lícitas y sanas de la energía sexual, y son
sagradas. Cuando se está bajo el poder de la Lujuria, no se puede acceder a una sexualidad amorosa, erótica
(la Lujuria es decididamente tanática, por si todavía no cayeron en la cuenta), todas sus manifestaciones se
tiñen de violencia y el individuo se corrompe y degenera. Y estos equívocos, con mucha frecuencia, están
causados por las mismas “enseñanzas religiosas” a las que comúnmente somos sometidos.
116
Este párrafo me provocó una gran impresión la primera vez que lo leí. Yo siempre tuve una relación muy
difícil con mi familia de orígen. Extrañamente difícil. Soporté prohibiciones absurdas, me sabotearon
incontables esfuerzos por hacer una vida feliz, por desarrollar mi vocación, por conseguir trabajo, por
ganarme la vida por mis propios medios, por formar una familia. Intentaron esclavizarme, luego
enloquecerme, luego encerrarme, luego desheredarme. Pasé muchos años en un estado de profunda confusión.
Muchos años después, este párrafo, en un sólo segundo, sacó a la luz lo oculto: mis padres codiciaban mi
edad, mi juventud, mis esperanzas. Sencillamente, no podían soportar que yo fuera más joven que ellos... Si

163
Tampoco aquí presenta el demonio el deseo de una manera directa sino que pone
como excusa diversos motivos que quieren combatir la pobreza y la prodigalidad. No
incitan los demonios los instintos sino que combaten los resortes que los pueden dominar al
describirse y representar los peligros que pueden venir. Los pensamientos que el demonio
de la codicia sugiere producen angustia y pusilanimidad, privan del empuje interior para
reprimir los impulsos y llevarlos por buen camino. Como no se ve ninguna motivación para
esforzarse o reprimirse se cae inconscientemente en el vicio de la codicia. Se es víctima
derrotada del demonio de la codicia porque están corroídos los fundamentos para luchar
contra los impulsos que llevan a ella. Quien haya tratado a un drogadicto y oído sus
argumentos comprueba la exactitud de las observaciones de Evagrio. También aquí para
justificarse, se ponen en cuestión, con aparentes fundamentos razonables, los verdaderos
motivos. Pero, en realidad, tras esos fundamentos yace la infantil necesidad de poseer cada
vez más. Porque no se ha aprendido de niño a renunciar y a adaptarse a la realidad, se ve
uno dominado por el impulso o, como dice Evagrio, puesto en jaque por el demonio de la
codicia. Según Freud es imprescindible para adaptarse a la realidad un cierto rechazo del
instinto.

M.: Y mi abuela se compró un paraguas, no tiene nada que ver Sigmund


Freud acá117...

A.: Cuando hace citas...

M.: ...es patético. ¿Qué es la codicia, chicos? ¿Es la avaricia?

E.: No, es la necesidad de asegurarse algo.

D.: Es la necesidad de no desprenderse de las cosas que uno tiene...

M.: Ni de la vida, ni de los sentimientos, ni de los pensamientos... la codicia


no quiere dejar nada en su lugar.

R.: Te ata, te estanca en el mismo estadío en el que parece que cualquier


cambio te va a hacer perder lo que tenés ahora.

M.: Todo lo que sea miedo al cambio, atrás está la codicia. La avaricia, es
acumular. Como si tuvieras una bolsa que nunca se termina de llenar. Ahora, si
sos avaro y codicioso, estás jodido. La codicia es querer quedarse con lo que es
de otro. Yo me siento vieja, y te veo joven. Yo no soy vieja, viejos son los

ellos no podían volver a ser lo que yo era en ese momento, yo tampoco debía serlo. Debía ser obediente,
pobre, frustrado, vivir como un viejo, y quedarme solo. Debía ser infeliz como ellos y no atreverme a esperar
nada mejor que lo que ellos pudieran darme. Esto, ni más ni menos, es el producto de la codicia. Tuve
siempre en claro que en ellos no había bondad, pero durante esta lectura los vi por primera vez con horror.
117
La cita no es procedente. Lo que dice Freud es cierto, pero no se aplica aquí. Los berrinches de los niños
con frecuencia son instintivos; el instinto de poseer se ve en muchas especies animales, por ejemplo la
territorialidad. La del “perro guardián” es universalmente conocida. Pero el demonio de la Codicia no se
manifiesta en el instintivo, sino en el emocional. Su naturaleza es diferente. Ya se ha expuesto bastante sobre
este punto en páginas anteriores.

164
trapos...Tengo la edad que he vivido, no tengo que estar codiciando la juventud.
Quiero la juventud. La quiero. Y así me convierto en un terrible chupasangre. Y
comienza a envejecer la gente joven en función de esa chupasangre que no
quiere envejecer.

D.: Y todo es parte de no querer desprenderse de...

M.: ... de la juventud.

A.: “Drácula”.118

M.: Como el joven que no se quiere desprender del niño. Y aparece como
“irresponsable”... Es codicioso. No es “irresponsable”. Está codiciando la
inimputabilidad, digamos... “Soy chiquito”... chiquito se es hasta los 10... Después
hablemos de responsable o irresponsable, es otro estadío, otra etapa. No querer
dejar las cosas en su lugar, es codicia. Ninguna persona con capacidad de
asombro y de admiración puede ser codiciosa.
“Veo algo lindo, y lo quiero para mí”, es codicia. “Veo algo lindo y lo quiero
destruír”, es envidia. “Veo algo lindo y lo quiero guardar, esconder”, es avaricia.

D.: Ah... ¿lo que envidiás no lo querés para vos?

M.: ¡No! Lo que envidio no lo quiero para mí, lo quiero destruír. “Como yo no
lo tengo, vos tampoco”.

E.: ¿La ambición es negativa?

M.: No confundan ambición con codicia. Si tenés codicia, vas a ser ese hijo
de puta que va a estar esperando que el tipo se mueva de su silla para pegarle un
culazo y sentarte vos. Si tenés ambición vas a tratar de aplastarlo para seguir
adelante.

E.: Entonces sí es negativa... ¿Y el sentimiento de competencia cómo se


llamaría? Competir como corresponde, no aplastando al otro...

M.: La competencia nace con el ser humano, si vos no tenés una mínima
capacidad de competir no podés ni respirar. En tanto sea sólo competencia, está
bien. Pero no la mezcles con nada más. Si la mezclás con avaricia, con codicia,
con envidia, con celos, es una porquería. Pero la competencia es parte de la vida.
¿Cuál es el espermatozoide que fecunda? El más competitivo. ¿Cuál es el perro
que se aparea con la perra? El más competitivo. La competencia está en la
naturaleza.

A.: Hasta en los memes. Los memes que predominan son los más
competitivos.

118
Es cierto. Es Drácula. “No aceptaré un “no” por respuesta”.

165
M.: También. No hay problema en mostrar capacidad. Lo jodido es trabajar
para demostrar que el otro es un inepto. ¿Desde dónde demostrás que sos más
capaz? ¿Desde “Correte, que yo soy el mejor”?119 El que es realmente capaz, lo
demuestra sin hacer daño. Si el otro contesta con envidia... es problema del otro.
La complacencia tiene mucho que ver con la codicia. La complacencia de
“querer tener más”, porque si estuvieras realmente complacido con lo que ya
tenés, no tendrías ni avaricia ni codicia ni envidia y estarías en paz. Y lo peor que
les puede pasar es que ese sentimiento se refiera a las cualidades de otra
persona.

S.: Claro, mientras se trate de “cosas”, de “objetos”, no es tan grave,


¿no?120

M.: Mientras se trate de cosas, de trabajos, uno no pasa de ser un hijo de


puta. Pero cuando uno no es capaz de dejar la belleza de otro en su lugar, ya es
decididamente demoníaco. Ahí sí, luchen contra eso con todas sus fuerzas.
Aprendan a asombrarse y a admirarse con las bellezas, con los “dientes blancos”
de la gente. Deben admirarse desde adentro, no esa admiración sucia que se
conoce como “sana envidia” y que termina siendo envidia a secas. Dejar la belleza
en su lugar es el secreto de abrir todas las llaves internas. Hay que pelear
muchísimo para eso, hay que enfrentarse a este diablo de mierda que pretende
que uno es el único, el más exclusivo, el más merecedor y el más chaposo, que te
empuja a creer que uno es lo único que existe y los demás son “de juguete”. En
todo ser humano hay alguien que sufre y necesita contar con nosotros. No le pasa
solamente a uno mismo. Hay que reconocer al otro y dejarlo ser. En sus
cualidades y sus pertenencias. Hay que renunciar a la codicia. Y no en su aspecto
negativo, no necesitamos renunciar a nuestras propias capacidades y
pertenencias. La renuncia y la admiración son simultáneas. Donde hay
admiración, no puede entrar este bicho. Y la capacidad de admirar produce en vos
una energía creativa que te vuelve capaz de generar riqueza, belleza,
conocimiento, que ya no son los que admirás, sino que son tuyos. En cambio
cuando codiciás, no podés crear nada. Ni una letra.

A.: La exacerbación de la sexualidad y el consumo por los medios como la


tv... ¿no está pensada para fomentar la codicia?

119
Estas manifestaciones del demonio de la codicia son una epidemia entre los artistas, que envenenan todo el
ambiente donde se mueven... tanto más cuanto menos talento tengan. El “gran artista” sólo aparece cuando se
vence la codicia.
120
La codicia hacia las posesiones materiales es una forma relativamente “inocente” de la codicia. Los objetos
están, el dinero está, está en su propia naturaleza ser poseídos por alguien. La codicia verdaderamente
destructiva, maligna, es la del “tirano”, la del que trabaja por poseer las voluntades ajenas. Las almas, en
suma. El producto más acabado de la codicia se ve en el drama del Fausto de Goethe. La ambición central del
diablo es la de apoderarse de las almas de los hombres. La “posesión demoníaca”, en suma, es un acto de
codicia de parte del diablo.

166
M.: No, eso es una excusa. Es autojustificación. Sólo es una “invitación” a
que vos goces, que lo uses. No para que sea tuyo. Estás, en todo caso, imitando
un modelo, o codiciando un modelo. Pero la codicia es tuya, no de la tv. No está
afuera, está adentro. Al que creó el sistema de los “proteicos” no le interesa la
codicia, no le da dinero.

D.: Cuando sos codicioso, ¿no vas a comprarte la misma ropa que el tipo
que despertó tu codicia?

M.: No, te quedás inerte, masticando la codicia, en vez de asombrarte, y


procurar conseguir lo mismo por tus propios medios. Eso sí sucede, pero no es
codicia. Eso es “el mono”; es el impulso instintivo de imitar, y la publicidad lo
aprovecha muy bien, sí. Los proteicos son monos, eso es cierto. Pero al sistema
que creó al proteico no le interesa la codicia como estrategia, porque la codicia los
paralizaría.

D.: ¿Y no es envidia?

M.: No. Envidia es “te rompería la camisa que te queda tan bien”.

R.: ¿Y con las ideas? Cuando vos decís algo inteligente e importante en
una clase, y alguien se pone en “Puta, cómo lo dijo ella y no se me ocurrió a mí” y
trata de plagiarlo porque no soporta que se le haya ocurrido a otro. En lugar de
poder decir “¡Qué bueno!”

M.: A veces pasa hasta leyendo un libro... encontrás una enseñanza


brillante, una frase de la gran siete, y algo adentro te dice “¿Por qué no se me
ocurrió a mí?”

B.: ¿Y utilizar una frase de otro?

M.: Mientras “cites la fuente”, todo bien. Pero si te la adjudicás, es plagio.


¿Y qué es el plagio? Entre estos bichos, ¿cuál es?

A.: Es codicia.

S.: Sí, es codicia. No hay destrucción, es robar algo.

M2.: Es un tema muy difícil, este121...

121
Esta confusión en los participantes de este grupo sobre distinguir entre codicia, avaricia y envidia no es
casual. Este es un grupo donde casi todos han sido formados (sin tener mucha conciencia de esto) en el
catolicismo de derecha, que enseña estas nociones pero no las conecta para nada con la práctica. Oí hablar
acerca de la “justicia” con desprecio entre ellos muchas veces. La ridiculizan, se burlan de ella. Si les hubiera
preguntado qué significa “iniquidad”, con seguridad no habrían podido dar una respuesta acertada, a pesar de
que es una palabra que aparece con frecuencia en escritos religiosos. Pero con frecuencia, la practican como si
fuera una virtud… Mi experiencia de vida me ha mostrado que estas tres son las expresiones de demonios
subalternos, a las órdenes de otro mayor, al que yo llamo el demonio de la Iniquidad. El de la codicia empuja

167
M.: ¿Saben cómo lograr ver “el diente blanco”, y aprender a dejar la belleza
en su lugar? Les doy un ejercicio sencillo, de principiante: haciéndolo con cosas
en las que no pueden convertirse, ni pueden pretender ser. Animales, plantas,
minerales.
La actitud contemplativa ante la naturaleza ayuda, no solamente a captar
impresiones, sino a ver el “diente blanco”. Salir de sí, para “aprehender”. Cuando
ya se es hábil haciendo esto con paisajes, con animalitos, con sonidos, entonces
es más fácil llevarlo al ser humano. Admirar. ¿Cómo van a poder hacerlo con
personas si observan una hoja de una planta y no captan lo milagroso de su
existencia, sino que les parece una cosa común? Oh, milagro... es una hoja. Si
escuchan el canto de un pájaro y les parece que no tiene nada de asombroso...
¿cuál es la capacidad de admiración que tienen?
“Mirá que hermoso amanecer...”.- “Dejá, ya lo vi ayer...” (Risas).
Empiecen por ahí.

El demonio de la tristeza
“La tristeza aparece unas veces por la frustración de los deseos y otras como consecuencia
de la ira. Si es por la frustración de los deseos sucede lo siguiente: en primer término vienen
unos pensamientos que hacen recordar al alma la casa, los padres y el anterior modo de
vida. Y si ven (los demonios) que el alma, en lugar de poner resistencia, sigue estos
pensamientos y en ellos se goza, se apoderan de ella y la sumergen en la tristeza puesto que
lo pasado ya no es y en la vida presente ya no se puede dar. Cuanto más se ha disfrutado
con los pensamientos del pasado tanto más desaliento y depresión se siente por los
siguientes.”

a la apropiación deshonesta, el de la avaricia a la acumulación sin freno ni sentido, y el de la envidia es una


especie de “plan Z”, es decir, cuando no se puede alcanzar lo codiciado ni atesorarlo, el último recurso es
destruir el objeto de la ambición para que nadie más lo tenga.
La Iniquidad es inequidad, es decir, es vocación de injusticia. El poseído por este demonio mayor se
desespera ante un estado o un acto de equidad, de justicia. Solamente se complace cuando puede cometer una
injusticia, cuando puede generar un perjuicio ajeno, aunque fuera mínimo. Con un poco de humor negro,
podríamos decir que el demonio de la Iniquidad es el que empuja a la acción a los “anticomunistas”. “¿Qué es
eso de que todos tengan las mismas oportunidades? Si Dios te hizo pobre, asi te tenés que quedar”… Por aquí,
en estos días, circula una frase, dicha por un inicuo famoso: “Qué es eso de universidades por todos lados?”
Esto último da una pista de por qué nadie en el grupo de trabajo menciona la “Iniquidad”.
Recuerdo haber visto claramente por primera vez la acción de este demonio trabajando yo para una
empresaria del negocio de los espectáculos artísticos. Siempre que salíamos de gira, ella tenía la “manía” de
irse del hotel donde habíamos tomado habitaciones dejando cuentas impagas. En una ocasión, varios
empleados del lugar (que ya la tenían “calada”) se pararon delante del ómnibus que nos transportaba, para que
no nos pudiéramos ir; y la obligaron a pagar una cuenta del bar del hotel, consistente en poco más que un
café. Estuvo de mal humor y sin hablar en todo el viaje de regreso, que duró más de 6 horas. No era un
problema de dinero, eran monedas. Lo importante, lo que necesitaba para sentirse bien, era escapar sin pagar
lo que había consumido. Tiempo después, como ya lo sospechaba, dejó sin pagarme los tres últimos trabajos
que hice para ella, mas una cuenta de un restaurante de la que tuve que hacerme cargo porque ella “no tenía
efectivo”. Esto es la “iniquidad” en estado puro. Este es el demonio central en este apartado que nos ocupa. El
demonio de la Iniquidad busca evitar que practiquemos la virtud de la Justicia.

168
M.: Algo muy típico en la gente mayor.

S.: ¿“Todo tiempo pasado fue mejor”?

V2.: ¿Lo que vos llamás “Las reflexiones del viejo choto”?

M.: Sí. “Las reflexiones del viejo choto”.

La última causa de la tristeza es para Evagrio, una dependencia exagerada del


mundo. “Quien ama al mundo sufrirá muchas tristezas; pero quien desprecia las cosas de
este mundo encontrará alegría en todo”.

M.: Aquí hay que parar un momento. La palabra “desprecio”, dentro de la


Biblia, no significa una actitud negativa, sino sólo de desapego. “No apegarse a”.

S.: Literalmente, “despreciar” significa “no ponerle precio”. No asignarle


valor.

M.: Ser del mundo sin pertenecer a él. Es decir, por ejemplo disfrutar de un
buen whisky, pero sin hacer del whisky el “leitmotiv” de tu vida.

S.: Si está, bien, y si no, también.

M.: Claro.

Si en la vida se tienen grandes deseos, fácilmente se tienen decepciones y se cae en


la tristeza. La tristeza estrecha el corazón humano, (o estrangula, mientras que la alegría lo
amplía (diacheo y systello). Típico de la tristeza es también la dependencia del pasado. En
él todo era mejor y más bello. La mirada hacia el pasado nos hace ciegos para el presente.
No nos colocamos en la realidad sino que huimos al mundo de apariencias de un pasado
idealizado. Y tan pronto como hay que confrontarse con el presente nos enterramos en la
tristeza. No nos dejemos en absoluto engañar por esto.

M.: “Ah, sí, qué feliz que era cuando mi papá vivia, eramos una familia
feliz...” Con lo que implícitamente, estás diciendo que todo lo que tenés ahora es
una porquería. Con el agravante de que lo más probable es que ni siquiera haya
sido así. Un doble pecado. Mentir sobre tu pasado y escupir sobre tu presente.

“La tristeza debilita el entendimiento que observa. Ningún rayo de sol atraviesa la
profundidad de las aguas y la claridad de la luz no ilumina al corazón entenebrecido.”

D.: Al principio, había dicho que la tristeza aparece de dos maneras... una
es ésta, y la otra es como consecuencia de la ira...

M.: Ahí vamos, es lo que sigue.

169
El demonio de la ira
Estrechamente unida a la tristeza está la ira. Casiano coloca a la ira antes que a la
tristeza y el mismo Evagrio trata la ira antes que la tristeza en su escrito sobre los ocho
espíritus de la maldad. A veces la tristeza hace brotar la ira. Evagrio describe así la ira:

M.: ¿Qué piensan de todo esto? ¿Qué está primero? O mejor: ¿La tristeza
tiene relación con la ira?

E.: Sí. La tristeza es frustración. La ira, de alguna manera, se provoca


cuando algo no sale como vos pretendías.

V2.: Para mí, aparece primero la ira.

S.: La manifestación de la tristeza puede ser un disparador...Yo he visto que


después de un período de experimentar tristeza, ésta puede dar paso a la ira si de
pronto encontraste a alguien en quien proyectar la culpa de lo que te pasa.

M.: Ah, eso sí. Pero estamos hablando de sentimientos enlazados. Es que
hace tantos años que no hago eso... pero tenés razón. Lo que pasa es que
cuando uno está en tristeza como trabajador “C”, observa la tristeza y la corta. La
tristeza es una cosa, y la ira es otra.

S.: No, no, no... Acordate de cómo es la tristeza de la gente común... Hasta
puede ser algo manipulado políticamente. Hitler explotó la tristeza de la gente en
la recesión de la postguerra y señaló a los judíos como los culpables de todo... e
inventó una guerra de la nada.

A.: También puede ser al revés. Deseás algo, no lo lográs. Entrás en ira por
eso. Hasta que la ira se va consumiendo y caés en un estado de tristeza y
depresión122...

M.: Pero eso es hacer un desastre... es como tener un cortocircuito


adentro...

V.: Pero pasa. Se pasa de un lado al otro. Pero no es que sean lo mismo.

M.: Hubo un sentimiento que Nuestro Señor Jesucristo sufrió estando en la


Tierra, el único que se marca como sentimiento negativo... ¿Cuál fue?

122
Aquí, la depresión es consecuencia del violento consumo de energía que produce la ira. La víctima se
“desinfla” luego de un ataque de ira. Algo que también he observado, es que la ira puede hacer “alianza”
también con la pereza, es decir, la ira como consecuencia de “lo difícil que es todo”, terminando luego en la
tristeza porque nada es como me gustaría que fuera. La cadena sería pereza-ira-tristeza.

170
Todos: ....................cri, cri...

M.: La tristeza. Nunca tuvo ira. El enojo (no la ira, no confundan) es


esencial, la tristeza no es esencial.

D.: Pero me parece que ese es otro tipo de tristeza. No es la tristeza


producida por la condición humana. No es la tristeza “del mundo”, de la
materia123...

M2.: Aquí se habla de la tristeza como del rememorar viejas cosas, enzalzar
viejas cosas, y que eso produce la tristeza.

M.: Claro... pero les voy a explicar que existe otra clase de tristeza. Porque
Cristo dice: “El oso tiene su madriguera, los pájaros tienen su nido, pero el hijo del
hombre no tiene donde reclinar su cabeza”. Lo dice con tristeza. Se siente sólo.
No tiene en quién confiar. En varios lugares del Nuevo Testamento, la tristeza de
Jesús se marca bastante.124
La ausencia de la presencia de Dios, para el alma, es motivo de tristeza.
Pero es una tristeza que no tiene ni ira ni envidia. Ni te empuja a destruír ni a
matar, ni a ningún deseo. Es “añoranza de eternidad”. No necesariamente la
tristeza está causada por las “cosas”. Yo creo que está limitado este texto.

S.: Tal vez se saldría del tema, el texto, si se pusiera a explicar la tristeza
esencial. El texto habla sobre los diablos, no sobre la “tristeza divina”.

M.: Tal vez habría que usar otra palabra125. Pónganla entre comillas.
Porque a veces, la tristeza es una señal de presencia del alma. El alma suele caer
en tristeza.

123
Tal cual. Gol de D.
124
Ese día, M. estaba demasiado “elevada” como para hablar de los diablos. Lo que dice es cierto, pero la
tristeza de Jesús no es un demonio. Es la auténtica tristeza esencial, no del que añora los bienes materiales o
los honores, sino la del “superhombre” que observa y comprende la tragedia de la condición humana. El
hombre está a mitad de camino entre la bestia y el Dios. No puede ser un animal porque no puede, aunque lo
intente, desprenderse de la conciencia que le ha tocado, y al mismo tiempo no tiene la calidad de conciencia
divina que se necesita para trascender su condición. Se hace preguntas a las que no puede encontrar
respuestas. M. “se fue de tema”. Lo que estamos tratando aquí es de “radiografiar” el demonio de la Tristeza
operando sobre el alma humana, arrastrándolo al pecado, no a la liberación. Es, en cierta forma, uno de los
demonios más sencillos de identificar, porque el daño que produce en el endemoniado es inmediato y muy
visible.
125
La palabra existe. Para designar la tristeza esencial se usa la palabra “compasión”. Hay que tener en claro
que la Tristeza como demonio es una manifestación del Ego (comprender esto le quita todo el romanticismo y
la hace indigna de merecer piedad, algo que no es fácil de tragar). El Ego oscila entre la ira y la tristeza
cuando no puede salirse con la suya. Este es el motivo por el cual, con frecuencia y para quienes están
relativamente “limpios” emocionalmente, la tristeza ajena no inspira empatía sino incomodidad, cuando no
directamente desprecio (“Que se joda por …………” elegí el calificativo que te guste). De una manera difusa,
oscura, o a veces grotesca y violentamente, se intuye que su origen carece de nobleza. En cambio, la
“compasión” pertenece al alma que aspira a contribuir a elevar al prójimo por encima del sufrimiento que la
condición humana impone. A propósito…¿Siente compasión Dios por esta condición humana? ¿Sufre por

171
Continuemos:

“La ira es una pasión muy ardiente. Se la define como un encrespado movimiento de la
parte emocional del alma contra quien ha hecho una injusticia a otro o que como injusticia
se considera. Amarga al alma durante todo el día y arrastra al entendimiento sobre todo
durante la oración manteniendo el rostro del ofensor ante los ojos. Si dura mucho y se
convierte en rencor, produce por la noche turbación, debilidad y palidez en el cuerpo y
ataques de bestias feroces. Estas cuatro señales que siguen al rencor (resentimiento) van
acompañadas de muchos pensamientos.”

M.: Yo diría que esta no es la definición de la ira (perdóneme, señor monje),


diría que la ira se caracteriza por el deseo de destruír al otro. La descripción está
bien, pero hay deseo de destruír, no de “hacer justicia”. La verdadera “Justicia” es
una virtud aristotélica, no se la puede involucrar en una actividad demoníaca.

La ira oscurece el espíritu del hombre y le priva de su claridad.


“Los pensamientos de un airado son crías de víboras venenosas y devoran el
corazón que les ha dado vida.”

M.: Sí, devoran el corazón propio pero devoran también al otro. Ojo con
esto.

Las emociones vehementes sacan al hombre de sí y no le dejan ningún pensamiento.


Obran morbosamente en el alma porque mediante estas emociones el inconsciente negativo
con todas sus imágenes angustiosas, entra en la conciencia y le arrebata su señorío. El
hombre queda abandonado a su afecto de tal modo que es manipulado y se deja arrastrar
sobre todo a la venganza. La ira impulsa a la venganza.

M.: Bieeen... aquí si está bien expresado. Esa sí me gustó. Hay deseo de
venganza, no de justicia. Saquen cualquier referencia a la “justicia”.

E.: Yo, por ejemplo, creo que a veces tengo momentos de ira, pero no soy
rencoroso.

M.: Eso no lo sabés...

A.: Tal vez no sos rencoroso porque te vengaste exitosamente (Risas)

S.: Claro, a la ira la tenés al día (Risas)

M.: Hiciste pelota a todo el que te ofendió... (Risas)

eso? Yo creo que sí (Jesucristo, al menos, lo hacía).Y por esto creo que no es “omnipotente”. Dios no puede
hacer que seamos mejores. Eso es responsabilidad nuestra. Compartir aunque sea por un momento ese
sentimiento de compasión siempre es una oportunidad para tratar de comprender el tamaño de la compasión
de Dios por el hombre, y del sufrimiento que le produce.

172
S.: ...“¡¡¡Y ahora me siento bieeeen!!!” (Risas)

M.: Lo dice clarito, aquí. “Si no es posible la venganza, la ira se convierte en


rencor”

Si no es posible la venganza se convierte en rencor, en un estado de ánimo duradero


de descontento y enojo, o en tristeza. Si el monje no hace frente al afecto de la ira, es
realmente devorado, como dice Evagrio o, en el lenguaje de Jung, “el Yo pierde su
armadura, esto es, que no puede defender su existencia frente a los ataques de los factores
afectivos; es una situación que frecuentemente se registra en los comienzos de una
esquizofrenia.”

M.: Bueno, ya tienen todos el título de Psicólogo, ya se pueden ir... ¡¿Cómo


que la ira es el comienzo de una esquizofrenia?! ¡Está mal!... ¿la ira es el principio
de la esquizofrenia?

S.: Interpreto que la ira tomando el control del alma desintegra el “Yo”. La
esquizofrenia es el “Yo” des-integrado. O sea... “Hay más de uno ahí adentro”.
¿Será esto lo que quiere decir? Entonces... ¡¡¡la cura de la esquizofrenia es la
venganza!!!126

A.: Puede estar refiriéndose a la ira puesta sobre si mismo.

M.: ¿Eso es la esquizofrenia?

A.: No. (Risas). Eso es lo que él dice que es la esquizofrenia.

126
Nadie captó el chiste... haciendo standup moriría de hambre. Espero que no lo hayan tomado literalmente.
Hablando en serio: Lo que Jung dice tiene sentido. La ira es el principio de algo que parece “esquizofrenia”
cuando se la reprime. (Además, después de conocer el mecanismo que desarmé en mí, lo he visto actuar en
otras personas, seres de “dos caras”). Pasé muchos años sintiéndome “esquizofrénico” por no poder ni
contestar ni neutralizar el daño psíquico al que mi familia de orígen me sometió por años. Ni siquiera entendía
mi ira, porque no sabía bien qué me estaba pasando. Pero “tenía más de uno” adentro. Conozco esa “des-
integración del Yo”. Mi comportamiento tenía que ser, casi constantemente, el opuesto al que mi golpeada y
disminuída razón me indicaba, o sufrir las consecuencias de mi “desobediencia”. Esto, visto a la distancia, era
una situación de enfermedad, claramente. Y es algo muy frecuente. Los amores “histéricos”, los “amores que
matan”, donde uno nunca termina de entender si te aman o si te odian, tienen aquí su origen. Quien está “des-
integrado”, ama histéricamente. Es el “amodio” de Orage. Por contraste, una persona “íntegra” es la que, aun
bajo la presión de las circunstancias, frente a provocaciones y traiciones, se muestra estable y en calma,
resistiendo la influencia de este demonio (lo que con frecuencia hace que los instrumentos del demonio que
ejecutan la provocación se incendien por dentro... “¡No te jodes!”, dicen en España).
De aquí no se sale por la “venganza”, como dije en chiste durante el debate. Ésta te deja atrapado en un eterno
péndulo oscilante entre ira y tristeza. Se sale por la verdadera “justicia”. Es decir, se debe honrar lo respetable
y aislarse de lo despreciable (No me salgan con “el perdón”... eso pertenece al nivel de la humanidad. El
perdón corresponde cuando alguien se arrepiente, y el demonio no se arrepiente). Cuando se tolera y justifica
la malignidad (aún si es por fuerza mayor) se comienza a practicarla (conozco esto... lo hice con mis padres
para desgracia de toda una familia)... y entonces se abren las puertas de la locura. Ya están bien cerradas hace
tiempo. Pero a veces, en mis pesadillas, escucho ruídos del otro lado de las puertas.

173
M.: ¿La ira puesta sobre sí mismo es el primer paso hacia la esquizofrenia?
Mirá... la ira sobre sí mismo, a veces puede traer como consecuencia una división,
una polaridad. Porque si no la largás, y te la tragás, te la “comés”, te va creando la
sed de venganza y por otro tenés el miedo a la venganza, y el factor de principios
contra la venganza, la conciencia del “deber ser”. Y si la cosa dura mucho... puede
crear una escisión. Pero de ahí, a que sea “El orígen de...”

S.: No lo fundamenta, además... es un “galerazo”. Pero me suena creíble.

D.: ¿Por qué dice “realmente devorado”?

M.: Porque termina uno devorado por su propio sentimiento de ira, de eso
no me cabe la menor duda. Porque la ira devora de dentro hacia afuera.

S.: ¿Cuáles serían “las dos personas” en las que se divide el Yo?

M.: Uno el “airado”, y el otro el “formado”, el que tiene principios, el que


sabe que “eso no se hace”, que la venganza no es buena. Eso NO es
esquizofrenia, pero en esa lucha podría abrirse una doble personalidad. Es más
bien una “neurosis”, una esquizofrenia es algo mucho más grave.127

El demonio de la acedía
“El demonio de la acedía, llamado también demonio meridiano, es el más oneroso
de todos.

R.: ¿Qué es “oneroso”?

M.: El más “caro”, el que más te hace pagar. El más jodido.

S.: El que más te cuesta.

127
Es verdad. Cuando se tiene una doble personalidad, se tiene conciencia de ese hecho. En cambio, en una
verdadera esquizofrenia, esos “dos que habitan en uno” no tienen conciencia ni percepción el uno del otro. No
se reconocen mutuamente. Ahí... agarrate. En realidad, la doble personalidad es un estado muy común.
Coloquialmente, tiene un nombre: Hipocresía. Qué interesante que la hipocresía no sea considerado un
pecado o un demonio en la enseñanza religiosa… La razón es tan simple como espantosa: en ella, la
hipocresía está tan naturalizada que se la considera una virtud. Algo similar a lo que sucede en el judaísmo
con el orgullo y la vanidad (volveré sobre esto más adelante). Para los católicos tiene un nombre elegante:
“discreción”. En el judaísmo tiene otro mucho menos conocido: “duplicidad”. Esta es la principal causa de la
debilidad de carácter de estos creyentes, que son universalmente conocidos por su rasgo de pensar una cosa,
decir otra y hacer una tercera… Quien toma conciencia de este hecho y consigue trascender este pecado poco
señalado desarrolla una fortaleza del alma con la que el creyente común no puede ni siquiera soñar. Son casos
raros, pero muy ruidosos. De San Francisco de Asís para arriba, más o menos.

174
Ataca al monje hacia las cuatro y le asedia hasta las ocho128. En primer lugar hace
que el sol se mueva lentamente o que se detenga dando la impresión de que el día tiene
cincuenta horas. Luego impulsa al monje constantemente a la ventana para mirar saltar
fuera de la celda; para observar el sol y comprobar si son más de las nueve y no viene
ningún hermano.

R.: Es extraño, eso.

M.: No, no es extraño. Chicos... arriba, arriba. En algún momento uno se


queda solo en casa, no hay tv, no hay radio, no hay amigos, no hay familia. Y
comienza a aparecer un estado de desazón interno. Entonces, por ejemplo, te
ponés a leer. Son las 5. Terminaste de leer (sin ganas ni interés), mirás el reloj, y
son las 5 y 5. Te vas afuera, mirás el sol, y decís “Bueno, ya va a atardecer”. Y vas
a dar una vuelta...

S.: A mí me pasa todo lo contrario a toda hora. Siempre es demasiado tarde


para todo... (Risas).

M2.: El tiempo no pasa cuando no tenés nada que hacer.

M.: No es que “no haya nada que hacer”. El estado de acedía es un estado
de “vaciedad” (que no se los deseo), de “nadiedad”, de “muerte interna” donde no
hay capacidad para “hacer” nada, teniendo un mundo de cosas para hacer.
Aunque, por ejemplo, estés tapado de trabajo.

S.: Eso lo conozco. Lo que no conozco es eso de que “la hora no pasa”.

M.: No es que “no tenés ganas”. No podés. Las “ganas” no interesan. Las
“ganas“hay que enfrentarlas, lo que hay que hacer hay que hacerlo igual. El
problema es cuando no podés. Vos lo viviste.

S.: Sí, pero no conozco eso de que el tiempo no pase.

M.: Los cuatro o cinco días que tuviste después de tu “explosión” de hace
unos meses... en esa semana, hasta que te vi, decías “no me puedo mover de la
cama”. Estabas destruído, no te podías ni mover.

S.: Pero el tiempo no pasaba lentamente.

128
“Demonio meridiano” sería un demonio del mediodía. No entiendo bien qué es eso de “hacia las cuatro y
le asedia hasta las ocho”. Tal vez signifique el período que va desde las 4 a las 20, es decir, que es un
demonio que ataca durante el día, cuando se supone que uno está ocupado en actividades constructivas.
Durante la noche, a la hora de dormir, no tiene cabida. Enseguida se entenderá por qué.

175
M.: La sensación de lentitud es porque “no pasa nada”. Ni adentro ni
afuera.129 Uno sabe que “se tiene que sacar el bicho”. No sabe, y sabe que lo
tiene. Y quiere hacer y no puede, y quiere dialogar y no puede.

M2.: El virus “mata” al antivirus.

M.: Claro.

Este demonio inculca una aversión al lugar donde se vive, así como al modo de
vida.

M.: Es obvio... es un estado de hastío. Estoy podrido de la casa, de donde


estoy, de mis compañeros, de mis amigos, quiero cambiar de vida, quiero mandar
todo a la mierda.

S.: Reconozco eso de hace como 20 años atrás... pero me falta el elemento
de la lentitud del paso del tiempo.

M.: Y además, es un diablo que con frecuencia viene a consecuencia de un


trabajo interno fuerte. No es un diablo como el de la ira. Es una jerarquía más
elevada. Es un diablo que ataca a los devotos.130

Aversión al trabajo manual y aparece la idea de que el amor entre los hermanos ha
desaparecido, que no hay nadie que le consuele. Si hay alguien que en estos días le ha
molestado, el demonio usa a ese hermano para aumentar la animadversión. El demonio le
hace tener nostalgia de otros lugares donde el monje podría fácilmente encontrar lo que
necesita y donde podría tener una forma de vivir menos pesada y más ventajosa. Le añade
la sugerencia de que agradar al Señor no está ligado a ningún sitio. En todas partes, le
susurra, puede ser adorada la divinidad. Continúa el tentador con el recuerdo de los
parientes y del modo de vida anterior y le pinta cuánto dura la vida poniendo ante sus ojos
las cargas de la ascesis. Pone, como se dice, todas su baterías en movimiento para que el
129
El episodio al que se refiere M. remite a un disgusto que yo había tenido con ella. No era acedía, era haber
tomado conciencia de que el grupo de trabajo estaba yendo en una dirección muy diferente de la que parecía
tener, era algo de la mayor gravedad para mí, y lo había puesto por escrito; y M. había decidido que yo estaba
poseído por “el perro rabioso”, el demonio de Judas. (Si algo no hizo Judas fue declarar que pensaba cometer
una traición, más allá de que el Cristo lo supiera de antemano). También decidió que yo “no estaba
observando correctamente”. Después me di cuenta de que en realidad, no estaba observando lo que ella quería
que observara, o peor... que estaba observando lo que ella no quería que observara.
Esas desviaciones que yo había notado, un par de años después cristalizarían en las estúpidas muertes de dos
integrantes del grupo (y otros dos más que no habían pertenecido, al menos durante el análisis de esta obra),
con lo que, por si todavía me quedaba alguna duda, confirmaron que lo que me había pasado ni era locura, ni
posesión, ni acedía. Lo que había visto era real, y por algún misterioso motivo, M. se negó a prestarme
atención. Este episodio personal no era un ejemplo de lo que es la acedía. Pero sí sucedió que, a partir de ahí,
seguí formando parte del grupo para desentrañar qué era lo que estaba sucediendo, y cuál era el verdadero
propósito de M. Ah, sí… “Sherlock”… Me “educaron” para que sea “el tonto del pueblo”… y mi alma lo
rechazó con toda su fuerza. “Sherlock” no era un ente. Era mi alma. Te equivocaste feo, M.
130
Esto no es exacto... puede atacar a todo el mundo y es la causa de muchas existencias miserables... Pero si,
es de una jerarquía más elevada, y sólo termina revelándose con claridad a los devotos que perseveran. Ya
sabemos... cuando no hay conciencia, no hay percepción de causa-efecto.

176
monje abandone su celda y huya del camino de su carrera. Después de este demonio no
viene ningún otro. Un estado de inefable alegría invade al alma después de esta lucha.”

M.: Si no te vence, claro...

R.: ¿Después de éste, no hay más diablos?

M.: Sí, hay más diablos. Lo que en realidad quiere decir, es que cuando has
tenido la experiencia de la acedía y la superás... los demás demonios son un
paseo. Un monje me dijo una vez “No sabés lo duro que es caminar detrás del
sol”. El “sol” es el desierto.

Para los antiguos monjes, el demonio de la acedía es el más peligroso.

M.: La mayoría queda ahí, enganchado, hechos pelota.

Tiene en sí casi todas las tentaciones y pensamientos: Mientras los otros demonios
tocan sólo una parte del alma, el demonio del mediodía ocupa toda el alma. Sofoca el
entendimiento. Roba al alma toda elasticidad. No se tiene gusto por nada.
Casiano denomina a la acedía como tedio o angustia del corazón, congoja interior.
El desánimo interior lleva al sueño o a huir de la celda. Evagrio describe el comportamiento
de una víctima de la acedía con humor muy logrado:
“El ojo de un perezoso131 mira frecuentemente por la ventana y su espíritu imagina
al visitante. La puerta rechina y él salta; oye una voz y mira curioso desde la ventana, no se
vuelve sino que mira fijamente con la boca abierta hacia afuera.

131
Aquí “saltó la liebre”. Para todo el grupo, este demonio se estaba mostrando esquivo, ni siquiera teníamos
una lejana idea de lo que era, en el momento en que esta lectura tenía lugar. Ya anoté al principio que la
descripción del demonio de la Acedía es la perla de este libro, la enseñanza más valiosa que contiene.
Aquí, Evagrio llama “perezoso” al monje víctima de la acedía. En el “Libro de Caballería” de Raimundo
Lullio, la acedía está definida como “el amor al mal”. En su lista de pecados capitales, falta la pereza. Pero
figura la acedía. Ambas referencias coindicen. La pereza y la acedía están en una relación muy íntima. La
pereza entendida comúnmente es sólo “la acedía del cuerpo físico”, se manifiesta claramente en la conducta y
es fácil de ver. Pero la Acedía como demonio afecta también el cuerpo emocional y el mental. La acedía es
una “pereza” física, emocional y mental; es la renuncia a comportarse, sentir y pensar correctamente, porque
“es algo que da mucho trabajo”. Mejor no pensar, mejor no sentir, mejor no moverse. Permanece tal vez una
oscura conciencia de que “Algo no está bien, pero no importa; dejemos el problema para otro día”. Para el
aspecto emocional de la acedía, es tan desagradabe y ofensiva que existe una palabra con que se la describe en
términos mundanos: la palabra es “frivolidad”. Es la María Antonieta que, frente a que el pueblo no tiene pan,
responde “Si no tienen pan que coman tortas”.
Coloquialmente, a uno de sus síntomas se lo llama “procrastinación”... Y es uno de los elementos
centrales en el cuento de “Pinocho” de los hermanos Grimn... en este relato, la “pereza” y la “falta de
corazón”, que metafóricamente es la ausencia de alma, casi se confunden.
Es realmente un estado grave, porque es el derrumbe de todos los atributos del alma. Por esto los
monjes afirman que “es el demonio más peligroso”. Es el demonio que sostiene a todos los demás (“La pereza
es la madre de todos los vicios”). Cuando se comprende esto, se comprende su peligrosidad. Y ya no se puede
“negociar” con la Malignidad. O se toma partido por el Bien, o se abandona la lucha espiritual en la
conciencia de que no se es más que mierda. (“¿Comprenden ustedes que son absoluta merdosidad?” insultaba
a veces Gurdjieff a sus discípulos, para sacudirlos y avergonzarlos de estar en poder de la pereza. “Si siguen
así, reventarán como perros”, les decía). Más nos vale que sea una encrucijada que seamos capaces de
enfrentar. Esto es, comprender que la Acedía es la raíz del árbol de la Malignidad. Comprenderla es una

177
Durante el oficio de lectura bosteza frecuentemente y el sueño le invade; se frota los
ojos, estira las manos, aparta los ojos del libro y mira a la pared. Luego vuelve a mirar al
libro, lee un poco, y se esfuerza inútilmente por penetrar el sentido de las palabras. Cuenta
las hojas y examina las letras. Le parece mal la escritura y la impresión hasta que por fin
cierra el libro, lo pone bajo la cabeza y duerme no con sueño demasiado profundo pues el
hambre despierta su alma y come.”

V.: Me ha pasado estudiando...

M.: Es parecido a muchas cosas. Pero no es nada de lo que les pasó. Es un


episodio propio de los grados más altos de la espiritualidad. Y de aquí a que
lleguen ahí, no tienen que tener ni uno solo de los “bichos” anteriores.

S.: O sea que no es para nosotros, esto (Risas)

M.: Pero algún día pueden entrar... y tienen que saber qué es.

Gregorio el Grande enumera como consecuencias de la acedía la desesperación,


desaliento, mal humor, amargura, indiferencia, somnolencia, aburrimiento, evasión de sí
mismo, hastío, curiosidad, dispersión en murmuraciones, intranquilidad del espíritu y del
cuerpo, inestabilidad, precipitación y versatilidad.

M.: Es como si de pronto perdieras todo lo que lograste espiritualmente en


30 años. El “hombre a la menos uno”. No hay consuelo. Es como si uno hubiera
perdido todas las condiciones espirituales, a Dios, la fe, la esperanza, la
inteligencia, el discernimiento, la revelación, todo. Es decir, un tipo en bolas.

A.: ¿No sería la consecuencia de un trabajo de renuncia permanente y


desapego?

M.: No. Eso tal vez sería una explicación “científica”... Es la última prueba
de Dios. Porque si no está en el camino de la fe, podés hacer todo lo que quieras,
que si Dios no te llama, acedía no vas a tener132.

S.: ¿Y qué “prueba” es ésta? ¿A qué apunta?

M.: Sin nada, a medida que vas creciendo, obtenés dones. Te aumenta la
inteligencia, te aumenta el discernimiento, te aumenta el contacto con Dios, te
aumenta la fe, te aumenta la esperanza, te los sacan de golpe... pero vos sabés

experiencia extremadanente perturbadora. Es como estar cavando alegremente para plantar flores, y descubrir
de pronto una fosa común de desaparecidos N.N... Pero al mismo tiempo, cuando se consigue enfrentarla y
dominarla, el resto de los demonios se queda sin alimento. Por eso se dice que después de éste “no viene
ninguno más” Después de éste, los demás son fácilmente manejables. Ya no tienen el control sobre la propia
alma que tenían antes.
132
Otra vez la misma inexactitud. De nuevo, lo que el individuo que no está en el camino espiritual no tiene
es la percepción de la acedía ni la intención de deshacerse de ella... pero puede estar dominado por ella como
el que más.

178
que volvés. Te dan diez, te sacan siete, vas bajando y subiendo, pero todo está
bien. Y de pronto, tenés un montón de dones espirituales. Y en ese momento, te
sacan todo. Y te aparecés en la mitad del desierto.

E.: Pero si sabés que es un estado temporal...

M.: Las pelotas... en ese estado, no sabés nada. En ese momento, “no la
ves”. Te quedás sin observación, sin inteligencia, sin discernimiento, sin
espiritualidad, sin fe, sin nada. NADAAAA... En bolas, totalmente. Por eso es que
“es el último”.

S.: ¿Se podría decir que “te sacan la plataforma sin aviso”?

M.: Sí. Te tiran a la mierda. Si pasás esa, podés “subir”. No hay nada. Sos
peor que un tipo que nunca hizo nada. Está descripto acá, es un idiota. Un tipo
que mira la ventana, que está inquieto, que no puede rezar, que agarra un libro y
le molesta lo que lee, que pone música y le molesta, es todo una mierrrrdaaa...

S.: Está como un chico hiperactivo, ¿no?

M.: Sí, pero después de 30 años de trabajo interno. Te sacan todo, y es


como si Dios dijera “vamos a probar qué pasa”. Si ahí caíste, dedicate a otra cosa.

V2.: “Caer”, ¿qué significaría?

M.: Dejar el camino espiritual. Ahí, el alma tiene que ser un guerrero. Otra
que dejarse llevar por un malhumor... Ahí, hay penitencia, abnegación,
observación, oración árida. Punto. Y el tiempo que dura lo dispone Dios.

La acedía es la gran tentación para el solitario, el eremita. Para él es cuestión de vida


o muerte. Todo se pone en cuestión, falta todo impulso interior, el corazón parece cada vez
más enfermo, el alma se embrolla.

M.: ¿Ven? No queda nada, quedó más chiquito que un hombre nº 1, que
tiene convicciones estúpidas, pero que por lo menos tiene convicciones. Ni eso
queda.

S.: El nº 1, comparado con esto, es un “bobo feliz”, que como todavía no


entiende mucho, no tiene grandes crisis...

“El alma invadida por la amargura de la acedía enferma y sufre. Y en un exceso


semejante de sufrimiento le abandonan todas sus fuerzas. Su posibilidad de resistencia está
a punto de abandonar la lucha ante un demonio tan poderoso. Ha perdido la cabeza y se
comporta como un niño pequeño que llora sin motivo y grita dolorosamente como si no
hubiese ninguna esperanza de consuelo.”

M.: ¿Se entiende? Es un estado que hasta puede terminar en suicidio.

179
Todo el organismo espiritual se conmueve. El hombre se siente traspasado hasta el
límite. Recae en comportamiento infantil y se compadece de sí mismo. André Louf califica
la acedía como crisis necesaria por la que pasa el que se aparta tajantemente de toda
distracción. “La acedía es una especie de sentimiento de vértigo ante el abismo que se abre
entre el alma y Dios y la incapacidad de atravesar ese aspecto vacío o simplemente
soportarlo.”
El monje roza en la acedía el límite de la locura. Le amenaza el hundimiento
espiritual o el derrumbamiento del alma. Sin embargo, quien pasa esta crisis manteniéndose
firme, simplemente perseverando, experimenta una paz y alegría profundas e íntimas. De
esta prueba sale un hombre nuevo integrado de manera armónica.
La acedía coincide con la situación que M. L. v. Franz llama “la pérdida del alma.”

“La pérdida del alma se presenta como displacer y cansancio sobrevenidos de


pronto. Ya no se tiene la alegría de vivir y el interesado se siente vacío y
paralizado en sus incentivos y todo parece sin sentido.” Este autor explica esta
situación afirmando que una gran parte de las energías psíquicas pasan al
inconsciente y por ello no están ya al servicio del Yo.

M.: Yo no lo explicaría así. Sería quitar la complacencia en el Yo y poner la


complacencia en Dios133.

La energía es sometida por un complejo inconsciente. Así como la ira y la tristeza


son reacciones por el malogro del tercer impulso fundamental, en la acedía los impulsos se
anulan134. Para Evagrio consiste precisamente el peligro de la acedía en que se le oculta al
que la sufre. Los impulsos desordenados dominan sin que el hombre se dé cuenta de ello y,
a veces bajo la máscara de virtudes.

S.: O sea que el sujeto dominado por la acedía no es consciente de lo que


le está pasando... una persona que está triste, por ejemplo, más o menos tiene
conciencia de su tristeza. Nunca supe de nadie que, estando triste, diga “Qué feliz
que soy”…

M.: Sí. Con los demás demonios, alguna característica podés ver. En la
acedía, no ves nada. Ni siquiera sabés que estás en acedía.

Esta observación de Evagrio corresponde a lo que Franz registra sobre muchas


depresiones endógenas. “En el fondo hay en la estancada parálisis de la personalidad, un
deseo peculiar intenso de forma varia (poder, amor, impulso de expansión, agresividad, etc)
que el depresivo, por muchos motivos no se atreve a dejar manifestar.” En la acedía los tres

133
Malentendido grave: Von Franz está explicando la pérdida del alma, y M. explica cómo combatirla. No
están hablando de lo mismo.
134
Para comprender lo que está diciendo Grün: Los tres impulsos fundamentales son Gula, Lujuria, Codicia.
El tercer impulso fundamental es la Codicia, la que cuando se frustra llama a la Ira y la Tristeza. La Acedía,
en cambio, anula los tres impulsos (“Me daría un gran atracón, violaría muchas mujeres, saldría a robar
mucho dinero… pero es mucho trabajo. Mejor me hago una siesta”).

180
impulsos fundamentales atacan al hombre en tanto que reprimidos y como consecuencia no
son reconocidos por el inconsciente. Precisamente el hecho de que no haya ningún enemigo
a la vista contra el que luchar, hace de la acedía una situación tan peligrosa. Los monjes
aconsejan perseverar. Luego aparece una nueva vida, paz y alegría. Franz expresa esto
psicológicamente: “Si se persevera el suficiente tiempo en esta situación aparece luego la
mayoría de las veces el complejo que es activado por las energías adquiridas y llega a la
esfera de la conciencia. Surge un interés intenso por la vida que sin embargo, la mayor
parte de las veces, toma una dirección distinta de la que tuvo hasta entonces.”

M.: Un desastre cómo desvirtuó todo cuando salió con la “depresión


endógena”135.

A.: Venía armando algo hermoso, y termina derrapando en la banquina.

E.: Por eso hay que conseguir a Evagrio. Es más... en .pdf.

S.: Hay una definición de la Acedía en el “Libro de la Orden de Caballería”


de Raimundo Lulio que es muy interesante. Todavía no encontré puntos de
contacto con ésta, pero como es algo que está tan lejos de lo que podemos
entender, tal vez pueda agregar algún elemento. Es un párrafo de pocos
renglones en el capítulo 6. Está en Castellano antiguo, figura como “acidia”.

M.: ¿Ah, sí? Quiero leerlo.136


-------------------------------------------------------

D.: Tengo información que me ha pasado un sacerdote, y coincide bastante


con lo que dice Lulio. La acedía es el pecado capital que da origen a la pereza. O
sea que la pereza es una consecuencia de la acedía. Tiene que ver con no poder

135
La acotación de M. L. V. Franz tiene sentido… Si bien la depresión endógena perfectamente puede
aparecer en individuos con una alta calidad humana, con, digamos, una cierta “inmunidad” a la acedía , se
puede confundir, o mejor aún, está emparentada, con lo que se describe como “cansancio moral”: “Me cansé
de ser bueno, es una mierda. Los malvados ganan siempre. Que se vaya todo a la c…”. Cuando este estado se
instala, aparece en el sujeto algo coloquialmente denominado “cinismo”. Bien, este es otro nombre de la
acedía.
136
Sin permiso de Raimundo Lulio transcribo el párrafo que le cité a M. y que analizamos en la siguiente
reunión, junto con más imformación que luego aportó D.:
“12. Acidia es vicio por el cual el hombre es amador del mal y desamador del bien. Por ello éste es el vicio
por el que mejor se pueden ver en el hombre señales de condenación mejor que en otro vicio, y por lo
contrario de la acidia se pueden conocer mejor en el hombre señales de salvación mejor que por otra virtud.
Por consiguiente, quien quiere vencer y superar acidia conviene que tenga en su corazón fortaleza por la cual
venza la naturaleza del cuerpo, que por la corrupción y el pecado de Adán está inclinada al mal. El hombre
que tiene acidia, siempre que obra bien algún hombre, se disgusta por ello, y cuando algún hombre obra mal,
siente disgusto de que el daño que causa no sea mayor. Y por eso tal hombre extrae trabajo y mal del bien y
del mal de los demás hombres. De donde, como el disgusto causa sufrimiento y trabajo a la persona, si tú,
caballero, quieres vencer este vicio, te conviene rogar a la fortaleza que fortalezca tu corazón contra la acidia;
la cual fortaleza vence recordando que Dios, si hace bien a un hombre o a muchos, de todo ello no se sigue
que no pueda hacerte bien a ti, puesto que a él no le da todo cuanto tiene y a ti no te quita nada del tuyo.”

181
tener visión de lo que es el bien o el amor. Produce una tristeza por el bien, en
lugar de comprender al bien y alegrarse por el bien. Es como una “envidia al bien”.
Un libro que leí, que habla de que ésta es “la civilización de la acedía”, dice que
tiene que ver tambien con la confusión de lo que es el bien y el mal, no tener
claridad, no tener una medida de qué es lo que está bien y lo que está mal. Un
ejemplo que da es el de Judas, que cuando María utiliza unos óleos santos para
ungir a Jesús, óleos que eran muy valiosos, carísimos, Judas, desde la envidia, le
reprocha no haber vendido esos óleos para darle de comer a los pobres.

M.: Ahí se entiende perfectamente por qué dice que es “la civilización de la
acedía”. Recapitulemos: Según Evagrio, la acedía es el último de los diablos que
vencen los santos, alguien que está empeñado en su santificación. Entonces,
según él, es un estado de “cansancio espiritual”. Pero esta otra información que le
acercaron a D. es un diferente concepto de la acedía, y además, dice que ésta es
la “civilización de la acedía”, o sea: la civilización de la descalificación de toda
virtud, del bardeo, de la obnubilación del quinto chakra, que es el chakra de la
claridad.

S.: Por eso la acedía no se ve, por eso en la reunión anterior nos costaba
tanto entender de qué se trata, ¿no? No hay nada con qué contrastarla. “Si todo
es rojo, el rojo no se ve”.

M.: Claro. Todo es igual. Pero no es complacencia, por ejemplo.


Frecuentemente recibo de ustedes comentarios del tipo “¿Qué tiene de malo?”
referido de actos que, si se los revisa en profundidad, son aberrantes, son
degradantes a la claridad. “¿Por qué está mal?” “Todo el mundo lo hace”. No se
“ve” la degradación. “No veo dónde está mal”, o “Es humano”… Es degradante lo
que se está sosteniendo... y no se ve como degradante. ¿Se acuerdan cuando les
hablaba de que “No hay conciencia”? bueno. Yo lo llamo “no hay conciencia”. El
cura dice que es el demonio de la Acedía. Me parece una información
espectacular, me parece tan interesante como el Descalificador de nuestro libro137.

D.: Es un sacerdote jesuita de Mendoza que hizo un estudio de los pecados


capitales y pone énfasis particular en la Acedía. Es lo que les pasa tanto a los
sacerdotes como a los laicos cuando pierden la claridad del objetivo en Dios, por
ejemplo que a un sacerdote le de más importancia a salir por televisión que estar
en el sagrario...

M.: Eso ya es un extremo grotesco... pero el sacerdote “amargado” que le


da más importancia al hecho de que “Total, la gente es bruta y no entiende nada”
en vez de atender a su misión de acercarse a todas las personas y buscar
evangelizarlas también está en manos de la Acedía. Esa actitud de orgullo, como
de que “Yo soy la Primera Dama”... no, no sos la Primera Dama, tarado... sos un

137
Se está refiriendo al libro “El retorno al paradigma olvidado - Kenosis”.

182
sacerdote de Cristo y no estás cumpliendo con tu misión... Si vino el mismo Cristo
a servir, y algunos se creen que son más...138

A.: Eso puede ser tomado como vanagloria... o soberbia.

M.: Sí, con facilidad se puede confundir, pero lo que está pasando en el
fondo, es que ha perdido valor, perdió el rumbo, perdió el foco. Perdió claridad.

A.: Pero la Acedía no figura como pecado capital...

M.: Sí figura, es el Pecado de Pereza.

D.: La mencionan algunos monjes. Lo que sucede es que los pecados


capitales “oficiales” son relativamente recientes en la historia de la Iglesia. En la
Edad Media, cada santo, cada monje, proponía su visión sobre el pecado.
Entonces cada pecado podía tener más de un nombre y entenderse de diferentes
formas.

S.: ¿Dónde está la primer referencia a los pecados capitales? Me suenan


“medievales”... pero no sé cómo se origina la noción.

M.: No se preocupen por esos detalles, es anecdótico. Es una formalidad


teológica. Información, digamos... la mejor “teología” que existe, es cuando el
corazón habla. Si se “conectan” internamente.

138
Este comentario al pasar no es un asunto menor. El “ateísmo” que tanto preocupa a los guías religiosos, del
que, en general, hablan tantas pestes... muchas veces es producido por el guía cuando es presa de la Acedía.
En efecto, el impulso religioso está presente con frecuencia en el humano desde el principio, nace con él. La
esencia del impulso religioso son 3 preguntas fundamentales que nos hacemos cuando aparece la conciencia:
1.- ¿De dónde venimos? 2.- ¿para qué existimos? 3.-¿hacia dónde vamos al morir? La esencia de la Religión
es la búsqueda de las 3 respuestas. En otros seres, aparece una cuarta pregunta: 4.- ¿Cómo puedo conseguir
que las respuestas que se me ocurren sean aceptadas y compartidas por los demás? Es en este punto
exactamente cuando la Religión se transforma en Política, que es el arte de tomar y conservar el poder
(cuando se entiende esto, se entiende por qué es tan dificil “separar Iglesia y Estado”). Aquí comienzan las
perversiones. Los guías comienzan a mentir, a manipular. Y algunos de sus discípulos tardan poco en darse
cuenta. Esta perversión del maestro con frecuencia quiebra la esperanza del discípulo y lo hace descreído, lo
empuja al ateísmo. Este es el verdadero “escándalo”. Por eso, lo primero que hay que aprender cuando se
emprende un camino evolutivo es a separar tajantemente al instructor de la tradición que representa (ya hice
esta afirmación antes en alguna otra nota al pie). Porque ningún instructor es mejor que su tradición, y con
frecuencia es mucho peor. Sé por varias experiencias completamente aisladas entre sí que el contacto
frecuente y cercano con un guía religioso, constatar su ambición, su ingratitud, su desintegración interna, su
estupidez irreparable, puede sumirte en la desesperación. Puede convencerte de que nada tiene sentido. Y en
ese momento… la Acedía toca a tu puerta.
No es una idea mía... El padre de George Gurdjieff escribió unas máximas para su hijo, y una de ellas
era: “Si quieres perder la fe, entiéndete con el cura”.Nunca, pero nunca, hay que poner ninguna esperanza en
un individuo en estado de estupidez, que es el estado en que a la larga nos lleva la influencia del pecado en
cualquiera de sus formas. Te va la salud mental, y tal vez la vida, en ese error.

183
El demonio de la vanagloria
“El pensamiento de la vanagloria es muy sutil y se introduce con facilidad
furtivamente entre los virtuosos. Este demonio les sugiere el deseo de publicar sus empeños
y esforzarse por la fama entre los hombres. Pinta en su fantasía: expulsión de furibundos
demonios, curación de mujeres y una multitud que toca con veneración sus vestidos.
Anuncia que llegará a ser sacerdote y ya le hace oír cómo la gente llama a su puerta,
buscándole. Si se resistiera se lo llevarían atado. Y llevado por esperanzas vacías le entrega
a tentaciones del demonio del orgullo o de la tristeza cuando le sugieren pensamientos que
van contra sus esperanzas.”
La vanagloria no está en el mismo plano que los otros vicios. Casiano la sitúa en la
parte racional del alma.

S.: Entonces no está en el centro emocional como los pecados anteriores,


sino en el mental...139

M.: Sí.

La vanagloria aparece cuando parecen haber sido superados los otros vicios.
Entonces hace daño precisamente el empeño por haber vencido esos vicios.

E.: Ah, entonces para nosotros no es problema... (Risas)

A.: Pero algo de esto tenemos, seguramente.

M.: Sí, en otra escala. Es la necesidad de reconocimiento fuera de control.


“Le hice un bien al fulano y me clavó una espada”. Entonces, ¿Qué? ¿Le hice bien
para que me diera un beso? No. Es como hacer un regalo interesado a un
personaje notable... “M. le desea con este presente, señor sacerdote, que tenga
un feliz día” estoy buscando fama. Si hago algo así tiene que ser anónimo...

S.: Eso es un regalo que se hace uno mismo, ¿no?

M.: ¡Eso! Yo le tengo mucho miedo a eso, siempre lo estoy observando.


Trato de hacerlo de la manera más anónima posible.

S.: Podrías tener una estampita de Maradona para recordar el demonio de


la Vanagloria (Risas).

M.: Y es un estado, no es una presencia real de “estar esperando algo”


concreto y puntual. Sino que es un estado constante de inquietud, de ansiedad,
donde uno se pregunta “Qué pasa que la gente no me da importancia, qué mal
que está...” Claro, qué mal que está uno, en realidad.

139
Esto ya está aclarado en nota al pie al principio del capítulo: La Vanagloria se instala en la parte emocional
del centro mental.

184
A.: Entonces esto pasa también en otros niveles.

M.: Sí, pasa en ese aspecto, por ejemplo te doy una mano en algo, y en
cuanto hacés algo que no me gusta, inmediatamente viene el reproche “Y yo que
te di una mano...”. Ahí aparece en pequeño, en un nivel cotidiano.

V.: Se da mucho en las relaciones familiares, padres e hijos, o suegros y


nueras...

M.: Eso es vanagloria. Gloria-vana. Gloria al pedo, en resumen.

E.: Qué feo que suena así...

M.: Para sentir vergüenza interna, sirve. Para sentir que uno se glorifica al
cuete. Que no tiene sentido, que es descabellado. No sirve para nada.

S.: Pregunta: ¿En qué caso sería la “gloria” con sentido, la “gloria” a secas?
Porque si hay una que es al pedo, tiene que haber otra legítima, digamos...

M.: ... Cuando no la pedís ni la esperás, y de pronto te toca. La de la tierra o


la del Cielo, cualquiera de las dos. Cuando no viene de la vanidad.
¿Y qué es algo vano? Es algo de lo que se puede prescindir perfectamente
porque es una estupidez, porque no tiene sustento. Porque no sirve.

D.: ¿Qué diferencia hay con el orgullo?

M.: Muchísma. El orgullo es activo, imperativo y dominante. La vanagloria


es simplemente estúpida. Es sentarse a ser adorado. Es pasiva. Es una auto-
idolatría.

El demonio de la vanagloria es especialmente astuto. Siempre se introduce


furtivamente cuando parecen vencidos los otros demonios.140
Evagrio compara la vanagloria a una bolsa de dinero agujereada. Se mete lo que se
ha ganado con esfuerzo pero no conserva nada.

M.: Te hace perder todo. Quedás en bolas.

S.: Es como el cero de la ruleta, ¿no?

M.: ¡Sí! En serio, ¿eh? Te deja sin nada.

Así la vanagloria echa a perder todos los esfuerzos por una victoria. Hace luchar al
monje por falsas motivaciones, no para abrirse a Dios sino para agradar a los hombres. Por
ello le orienta hacia lo exterior y el monje pierde la recta perspectiva de sí mismo. Quien se

140
Es la situación que le da gracia al chiste “Yo antes era vanidoso, ahora me curé y soy perfecto”. Sin duda,
el arte del Humor, cuando es inteligente, puede ser un instrumento para abrir conciencia.

185
identifica con altos ideales, sucumbe ante la tentación de la vanagloria. Como el ideal es
valorado por los hombres, él se las promete felices y aumenta el sentimiento de autovalora-
ción. En última instancia, en la vanagloria está el propio yo en primera fila. Se trata de una
glorificación del Yo, no de una entrega a Dios141.

El demonio del orgullo


“El demonio del orgullo conduce al hombre a la caída más grave. Convence al alma
de que no crea que Dios es el que ayuda sino que le impulsa a creer que es ella la causa de
sus buenas acciones y le hace considerar a los hermanos desde un plano superior
teniéndolos por irreflexivos e ignorantes. AI orgullo le siguen la ira y la tristeza. Como
último mal: desconcierto del espíritu, locura y alucinaciones en que aparecen una
muchedumbre de demonios por el aire.”

S.: Falta el detalle de la impuntualidad... (Risas)

M.: Sí, son impuntuales los orgullosos (Más risas)

E.: Maldito perro...142 (Más risas)

El orgullo no es sólo el último, sino también el más peligroso de los vicios. El


orgulloso se considera a sí mismo como Dios y niega, en última instancia, su condición
humana.

M.: Qué feo que es esto, por Dios.

V2.: ¿Esto no sería soberbia?

141
En la “Introducción del digitalizador”, mencioné al pasar que las religiones de poder instalan a la
civilización en una meseta desde donde no se puede seguir subiendo. Aquí se ve en detalle por qué sucede
esto. La diferencia más notable entre una religión de poder y una religión de conciencia se me aparece en
relación a la posición que adoptan una y otra frente a la vanagloria y el orgullo. Para las religiones de poder,
son virtudes. Para las religiones de conciencia, son pecados. Esto tiene sentido: en las religiones de poder se
otorga suma importancia a, justamente, el poder terrenal. El orgullo y la vanagloria son funcionales a la meta
de obtener puestos de privilegio. Quienes consiguen ser admirados, temidos y obedecidos detentan el poder.
Entonces, no sólo hay que practicar estas “virtudes”; además deben ser bien vistas por los sometidos; ellos
deben creer en estas “virtudes”. Es esto, justamente, lo que lleva a las religiones de poder a un punto muerto,
en las que la civilización se vuelve terrorista y las posibilidades de evolución de sus integrantes se anulan.
Para pasar al siguiente nivel es imprescindible internalizar una “inversión” en la valoración de la vanagloria y
el orgullo. No es casualidad que tanto Siddharta Gautama (el budismo a partir del hinduísmo) como Jesús el
Cristo (el cristianismo a partir del judaísmo) hayan atacado este problema, uno con la renuncia a su linaje
aristocrático y la práctica del ascetismo, el otro con la crucifixión, la “muerte para el mundo”. Al parecer, no
hemos encontrado todavía la forma de trascender las “castas” y el “fariseísmo” sin un trance traumático, sin
apelar a la violencia. No sucede “por las buenas”. En fin… tarea para el futuro.
142
E. se había encaprichado en la reunión anterior con llegar a cualquier hora porque estaba ocupado... y M.
no le permitió asistir. Estuvo de mal humor toda la semana. Todos estábamos aguantando la risa porque
parecía que el texto le estaba hablando a él...

186
M.: Yo a esto lo tengo como soberbia... orgullo y soberbia están cerca, ¿no?
La idea que a veces me anima, de “salvarlos” de los errores que cometen es
considerarme “Dios”...

A.: Es muy difícil separarlo de la soberbia.

S.: La separación es teórica, ¿no? En realidad, cuando hay uno... atrás se


prenden todos.

V.: Están todos entrelazados, conectados ¿no?

M.: Donde termina uno, empieza el otro, y todos tienen algo del otro.

S.: El “banquete romano”...

M.: Claro...

Esto le conduce fuera de la realidad a un mundo aparencial en el que se hincha cada


vez más para terminar en una perturbación espiritual. Orgullo es lo que C. G. Jung llama
“inflación”. El orgulloso se hincha con el contenido del inconsciente y siempre pierde el
sentido de la realidad. Se tiene por un gran reformador, por un profeta o un santo. Ignora
sus sombras y, sin notarlo, es inundado por el inconsciente143.

M.: Mirá vos... no es lo mismo que la soberbia. Es “la negación a ver”. No es


“creer” con palabras que uno es Dios. Uno “se siente” en el lugar de Dios. No hay
palabras, no hay pensamiento, hay estado. El estado interno es como si uno
mismo fuera Dios. El idiota, el vano, lo verbaliza. “Ay, me siento Dios”. No es esto.
Aunque estés en silencio orando con un monje, podés estar sintiéndote que sos
como Dios. Es un estado del ser. Lo jodido, lo que marca especialmente, es...

V2.: ...la pérdida del sentido de la realidad.144

M.: Así es.

Esto conduce, según Jung, a una pérdida del equilibrio anímico, a una disolución de
la personalidad. En este sentido hablar del demonio de la amenaza tiene como referencia el
orgullo.

S.: No capto qué es “disolución de la personalidad”.

143
Esta expresión “inundado por el inconsciente”, es muy gráfica. En los diagramas de la psiquis, ésta se
representa como un recipiente en la que en la superficie está la conciencia de vigilia, más abajo el nivel
preconsciente y por debajo, ocupando todo el resto del recipiente, el inconsciente. Cuando el inconsciente
“aumenta de tamaño” hace desbordar el recipiente de la psiquis y la conciencia de vigilia “se escurre por
fuera”. En ese estado, en el recipiente sólo queda el inconsciente. Hay una frase popular que dice “Tal persona
está con el inconsciente al aire”. Se trata precisamente del efecto que produce el demonio del orgullo.
144
Gol de V2.

187
M.: Todo lo bueno que podés tener, todo lo noble, todo lo tuyo, todo eso te
lo “come” este diablo.

S.: Pero todo eso no está en la personalidad...

M.: No, lo que pasa es que para este monje hay diferencia en el significado
de la palabra “personalidad”...

S.: Ah... entonces aquí “personalidad” es “la condición de persona”...

M.: Sí, te la “come” toda. Por ejemplo, si sos un buen religioso, y has
llegado a cierta paz interna, y de pronto estás ocupando el lugar de Dios, no
porque lo pienses. Sino porque un día te das vuelta, como ocurre en estas
porquerías de diablos, y te encontrás sentado en el lugar de Dios... Te encontrás.

S.: Entonces debería decir “disolución de la esencia”, para traducirlo a los


términos que usamos nosotros...

M.: Claro. Es un pecado del alma.

D.: ¿Qué significa “pecado del alma”?

M.: Que se asienta en el alma, en la esencia, no en la personalidad. El


orgullo tonto, el del vano, la vanagloria de cuarta, está en la personalidad. Casi ni
llega a ser pecado, es un “complejo de inferioridad maquillado”.
Pero siempre que uno se niega a cambiar, por lo general es el demonio del
Orgullo. Es un buen dato para ubicarlo.
Las veces que habré dicho a mis maestros... “Lo que pasa es que usted es
demasiado antiguo, demasiado religioso, demasiado sectario, dado a la fe de
manera excesiva, qué va a ser así, por favor...” Negarse a ver tiene que ver con
este demonio. Y un día cuando abrís la puerta de por qué no querías ver,
¡¡¡Guaaaaaaaaaaa…!!!, jajajajaja... agarrate...

E.: ¿Se abre esa puerta?

M.: Siempre. Siempre que quieras, siempre. Y Recuerden los cuatro


venenos de Gurdjieff. Es muy inteligente la propuesta de Gurdjieff, muy clara. Hay
cuatro cosas que nos impiden ver el error. Siempre que esté alguno de ellos, no
estamos viendo el error. Así de fácil. Si querés una observación perfecta, tenés
que encontrar la proyección de culpa, la consideración interna, la identificación y la
autojustificación.

D.: Tiene que estar la intención de “bucear” en todo esto...

M.: Tiene que haber una forma de “placer” en bucear.

E.: Pero es “bucear en la mierda”...

188
M.: Si... hay que tener el “placer” de bucear en la mierda. Cuantas más
mierdas pesco, menos mierda soy.

El orgulloso cae, por la identificación con arquetipos del inconsciente en su


violencia y normalmente queda poseído. Por eso los monjes hablan precisamente de
perturbación del espíritu y también de pérdida del espíritu.

M.: Vuelvan a leer y mediten sobre el orgullo porque está muy bien
planteado.145

145
Estos dos últimos demonios (Vanagloria y Orgullo) son “socios”, (como Ira y Tristeza, por eso es un poco
difícil delimitar cuál es cual). Vanagloria, Orgullo y Soberbia son entidades que actúan sincrónicamente,
“articuladamente”, como está de moda decir ahora... Intentaré la descripción de cada uno, según lo que he
podido sacar en limpio luego de meditar sobre todo esto.
De los tres, es el Orgullo el que es, en realidad, una virtud pervertida (un “angel caído”). Existe un
orgullo genuino que está en conexíón con el sentido del honor, y éste a su vez, con la Vergüenza, virtud
madre de toda otra virtud.
Digresión: “Perversión” es un término de la Psicologia. Es todo impulso que, siendo virtuoso en su origen,
toma una dirección opuesta y se manifiesta produciendo un resultado contrario al que aspira obtener su razón
de ser. El ejemplo mas “fácil” de una perversión es el del sadismo: El impulso sexual, esencialmente erótico,
dador de vida, se manifiesta produciendo sufrimiento y muerte. La perversión no es anímica sino espiritual, es
decir, no sucede en el alma sino en el espíritu. Incluso, sin darse cuenta, es posible que un psicoanalista de
talento lo termine reconociendo: Le he escuchado decir al licenciado Gabriel Rolón en una entrevista, algo así
como que (lo siento, no puedo citar textualmente): “El perverso es un baño de humildad para el psicoanalista,
porque tiene que reconocer que aquí el psicoanálisis encuentra su límite; con el perverso no se puede”. El
motivo es que el psicoanalista se mueve en el territorio del alma, del “ser”, y la perversión es una desviación
del espíritu, del “deber ser”. Es un asunto moral/religioso, no psicoanalítico. Ya lo expuse en otra nota al pie.
Continúo:
Es el genuino sentido del orgullo el que no nos permite caer en la deshonra, por la vergüenza íntima
que nos produciría. Mientras así funciona, es legítimo y beneficioso. Pero con facilidad éste se convierte en
Falso Orgullo, que sí es el diablo que nos ocupa aquí. Se produce esta desviación por Vanagloria. La
Vanagloria es lo que comúnmente se conoce como “vanidad”. No se refiere sólo a ambicionar “fama” a
cualquier precio, esta es la explicación “infantil”. Es algo más amplio. La vanidad se podria definir como “la
predilección por lo superfluo”.
Un ejemplo tonto: Es lo que nos hace sentir incómodos de salir a la calle con un par de medias con
un color que no nos combina con los calzoncillos... y mientras vamos preocupados por esto, un camión nos
atropella al cruzar la calle... y nos orinamos y defecamos encima (¿recuerdan la advertencia de las abuelas de
salir a la calle con ropa interior limpia, por si tenemos un accidente y nos tiene que atender un médico?
Bueno... no tiene sentido... es sólo vanidad). El esfuerzo por llamar la atención de cualquier forma, por
acumular poder, la pretensión de elegancia, la competencia por tener más belleza que el prójimo, la
preocupación por “el qué dirán”, son todas variaciones de esta “predilección”.
Dicho así, se lo puede tomar como un demonio “bobo”, menor, pero es más peligroso de lo que
parece, porque causa grandes pérdidas de energía y de tiempo que podrían ser utilizados para atender lo que sí
es importante. El vanidoso siempre está “en la nube de pedos”. Y se desanima inmediatamente si toma
conocimiento del esfuerzo real que demanda un logro genuino... Es más fácil parecer que ser.
Y al elegir el “parecer” antes que el “ser”, entonces más que practicar la virtud nos preocupa
simularla, ocultar nuestra falta de virtud. Cuando esto se instala, es que aparece esa “pérdida de sentido de la
realidad” que señala Grün en el (falso) Orgullo (“¿Quién se creerá que es?” se preguntan quienes lo sufren).
Nos creemos nuestra propia mentira, en resumen... Esto nos empuja a la Soberbia, que ya no es un estado
interno sino más bien una forma de comportamiento. Es “el falso orgullo en movimiento”. Actuamos dando
por hecho que valemos más que los demás, ofendiendo a quienes nos rodean y causando infinidad de
molestias y conflictos, que más temprano que tarde se vuelven en contra de nosotros mismos. El producto
terminado del accionar de esta “asociación ilícita” de demonios es la perturbación conocida en la Psicología

189
Los ocho vicios y sus correspondientes demonios amenazan al hombre en medida
creciente. Mientras que los tres impulsos fundamentales (gula, lascivia, codicia) son
relativamente fáciles de dominar, es mucho más difícil lo referente a los tres estados de
ánimo (tristeza, ira, acedía). De un adulto se espera que los tres impulsos fundamentales los
tenga dominados de tal manera que no dañen al todo de su personalidad. Claro que aquí hay
un más y un menos. Dado que los impulsos tienen una función positiva no se trata de
anularlos sino sólo de ordenarlos e integrarlos.
En la confrontación con los tres estados de ánimo (gula, lascivia, codicia) se trata de
la integración de la propia sombra. En primer término tienen que ser reconocidas las
necesidades y deseos para que no se adueñen del alma incontroladamente como emociones
negativas.

M.: Hay que ver los deseos y las necesidades con claridad. Cuando no las
vemos, se van para adentro. Cuando se van para adentro, fermentan. Y cuando se
expresan, no se expresan como deseos o necesidades, sino como soretes.

Después se plantea la lucha contra la tristeza, el displacer y la ira en la


confrontación con el inconsciente sobre todo para la integración del ánima, la parte
femenina del alma, que se manifiesta en el varón como mal carácter si se la ha reprimido146.

M.: Es lo que les acabo de decir.

como “alienación”, que consiste en que el sujeto cree, redondamente, ser otra persona (del inglés “alien”,
extraño, extranjero, extraterrestre). Bien se podría decir que Orgullo, Soberbia y Vanidad son demonios
subalternos a las órdenes de otro más grande, el “demonio de la Alienación”.
Es el “Napoleón” de los manicomios, de birrete atravesado, en el humor popular. La profesora de
Inglés de apellido italiano y que no tiene dinero para viajar ni siquiera por su propio país, pero que se ofende
si no la tratan como a una ciudadana londinense, es un ejemplo frecuente con el que podemos encontrarnos en
el mundo real (Tuve una pareja así, créanme que conozco de qué hablo).
La “alienación” no es una perturbación mental que se produzca por accidente. Su orígen es la acción
de esta tríada de diablos. Seguramente sin tener ni la intención ni el conocimiento, Armando Bo Jr. ha
realizado en el año 2012, un film en coproducción argentino-estadounidense llamado “El último Elvis”, que
es una radiografía acabada de las consecuencias de la acción de estos demonios sobre un cantante
deshauciado por la fama, que imita a Elvis Presley. Es una historia muy ilustrativa de este proceso.
Algo más sobre la vergüenza, madre de toda virtud, antídoto directo de la alienación: Existe un
equívoco espantoso en las religiones judeocristianas, la costumbre de hablar de la “fé” como el principio de la
virtud, como si se pudiera comenzar por la “fé”, y la tendencia a castigar su falta como si fuera un delito. Y la
verdad es que la fé es la consecuencia última de un acrecentamiento de la conciencia. No se puede producir fé
de buenas a primera, como si apareciera de la nada. Este equívoco mantiene a millones de almas sin ninguna
posibilidad de evolución, acusadas de “no tener fé”. Este es un callejón sin salida. La realidad es que la virtud
comienza con la capacidad de sentir vergüenza por lo que somos. La “fé” todavía está lejos…
Gurdjieff lo decía de una forma brutal. “Para que un hombre pueda cambiar, debe horrorizarse de sí
mismo”. El horror es una fábrica de conciencia. Me atrevo a decir que es la única. Así de inconsciente es el
hombre, así de duro es el aprendizaje.
146
Y en la mujer, la represión del ánima se manifiesta como maldad gratuita sin límites (“conchudismo”, en
Argentina), que es la inspiración de tantos “chistes de suegras”... (Sí, también hay mujeres que reprimen la
parte femenina del alma… son las que pretenden tener una pija más grande que la del hombre, si me permiten
esta forma grosera de caracterizarlas). Esta pareja son el “viejo facho” y la “vieja arpía” que todos
conocemos. Y que podemos llegar a ser. Que todos tengamos la gracia de comprenderlo a tiempo, amén.

190
S.: ¿Por qué “en el varón”?

M.: Porque está hablando de monjes. No está hablando de hombres y


mujeres, en la vida cotidiana de los monjes no hay mujeres...

Esta confrontación se realiza tanto según Evagrio como según Jung en la mitad de la
vida y se presenta esencialmente más difícil que el dominio de los instintos.
Por último, en la lucha contra la vanagloria y el orgullo se trata de la sinceridad
consigo mismo y en relación con Dios.

M.: Aquí tenemos que cambiar “sinceridad consigo mismo”, que no se


puede hacer, para nosotros, por “autoobservación”.

En la terminología junguiana se plantea la pregunta de si el Yo deja lugar al sí-


mismo; si el Yo busca el contenido del inconsciente para poseerlo y enriquecerse o si se
abre y entrega a lo luminoso que le sale al encuentro en los arquetipos, sobre todo en el
arquetipo de Dios.

M.: No coincido. Está hablando de una opción entre arquetipos. Si dejás de


identificarte con los aspectos oscuros, con las sombras, y te identificás con un
arquetipo positivo, sos tan vacío en un caso como el otro. En nuestras palabras:
dejás de ser un tipo de mierda para convertirte en un “proteico”147. Estamos en la
misma... es identificación.

V.: Cambiás una figurita por otra.

M.: Sí. Más linda. Pero sigue siendo una figurita.

Expresado esto religiosamente se trata de la pregunta de si yo quiero usar para mi


utilidad a Dios y a los hombres, si los uso para mi enaltecimiento, o si quiero servir a Dios
y a los hombres; si estoy dispuesto a dejar mis ideales y mis imágenes de Dios y
abandonarme al verdadero Dios para entregarme a su amor.

147
En este grupo de trabajo la noción de “proteico” (que M. encontró plasmada inocentemente en el libro “La
era del acceso” de Jeremy Rifkin) estaba siendo estudiada y trabajada especialmente. Esta noción es difícil,
pero daré un esbozo: Por analogía con las “proteínas” orgánicas, que se arman y se desarman cambiando de
forma durante la digestión de los organismos vivos, le llamábamos “proteico” al hombre sin alma.
Es el “Pinocho” de los Hermanos Grimm. La manifestación externa más clara de la presencia de alma en un
individuo es su capacidad de “discernimiento”. Así, el alma actúa como un “bouncer”, un portero que
discrimina las influencias recibidas desde el mundo exterior a sí misma, deja entrar las buenas y rechaza las
malas. El “proteico” es el individuo que es arrastrado continuamente por la última influencia dominante
recibida, que no tiene “bouncer”, no tiene un “amo” interno, un verdadero “Yo”, de manera que cambia
continuamente de identificación en identificación sin orden ni concierto. Y estas influencias no dejan ningún
rastro edificante, ninguna enseñanza útil en el Yo cuando desaparecen. En particular, el “proteico” está
especialmente indefenso ante la manipulación mediática, que puede llevarlo a variadas formas de locura (Otra
vez la “alienación”: el proteico y el alienado tienen fuertes puntos de contacto). En su subjetividad, juzga
“rígidos” a los individuos que tienen un “Yo” sólido. Se ven a sí mismos como “flexibles”.

191
M.: Esto es otra cosa. Esto es el “Fiat”148. El “sí”. Es como el “Fiat” de la
Virgen. Hay tres “Fiat” que sostienen nuestra fe. La Creación, la Virgen aceptando
al Niño, y Jesús aceptando ser el Salvador.149
El primer “Fiat”: ¿Cómo está tu mundo interior? Tu universo interior, ¿en
caos o en armonía cósmica?

E.: En caos, obviamente (Risas)

M.: Bien, entonces el primer “Fiat” es decidir “separar las tinieblas de la luz”
dentro de mí mismo (Observación interna). Porque mi voluntad en Dios así lo
quiso.
El segundo “Fiat”, es aceptar aquello que se engendra dentro de nosotros
por ese trabajo de observación, el Espíritu Santo, que nos hace diferentes a los
demás seres, que se llama “alma”, donde está inscripta toda la esperanza de Dios.

E.: No aceptar el segundo sería la muerte en vida, digamos150...

D.: ¿Y el tercero?

E.: El tercero es el que suena más feo... (Risas)

M.: No sean literales, no dramaticen... Simplemente, “toma tu cruz y


sígueme”. Digamos, del segundo “fiat” al tercero, te queda cargar tu cruz, que no
es más grande ni más chica que la que te toca, es la que podés llevar a cuestas.
La “crucifixión” es “morir a la vida”, no “morir en vida”. Crucificar todo lo malo. En
vez de vivir en la oscuridad, en vez de ser un retorcido, de estar complicándote la
vida, de que te gusten los sentimientos esquivos, nocivos, malos, ¿por qué no vivir
en la luz?
“Porque eso es lo que hacen los boludos”, te pueden contestar. Pero
“boludo” es aquel al que le gusta vivir torturado y en caos. Ese sí es un boludo. El
que logra encontrar su armonía interior, y “poner los planetas donde deben estar”,
y tiene su creación interna bien hecha, no es ningún idiota, no se pierde de nada.
Gana todo.
Los placeres se multiplican, en otro nivel y de otra forma.
“No, ¿cómo te vas a perder el placer de la ira?” ¿Qué placer hay en la ira,
que te retuerce por dentro? “No, me siento fuerte en el odio”. ¿Qué “fuerza”
encontrás ahí? ¡¡¡¡Eso es NADA!!!!. Estás haciendo daño, te estás enterrando

148
Del Latín, “Fiat”: “Que se haga”.
149
El texto “El Cristo Cósmico” de la teósofa Annie Besant habla en detalle sobre el significado de los “fiat”,
si bien es bastante complicado, de un nivel inusualmente alto.
150
Algo así... Es la muerte del alma. No aceptar “el Espíritu Santo” es lo que convierte a un iniciado en un
“mago negro”, o sea, un ser que utiliza el conocimiento adquirido de los mundos interiores de manera egoísta.
Este “pasarse al lado oscuro” es el “pecado contra el Espíritu Santo”, es decir, hacer el mal conscientemente.
Como explica Ouspensky, Es el único pecado que no se perdona, el que convierte a los ángeles en demonios.
(“Ángel malo, que ha comprendido más que otros”, en palabras de Pierre Schaeffer). El conocimiento que
adquirimos nos hace responsables del uso que hacemos de él.

192
hasta el fondo, vas a terminar lleno de tierra con tu odio, y ¿a quién dañaste? A lo
mejor, mataste una vida. ¿Y? ¿Quién perdió? El que mataste va a ser víctima
inmolada, ¿Y vos, qué? Perdiste para siempre. Entonces, no elegir los malos
sentimientos, sino vivir en la parte positiva de uno mismo.
No como un tonto que dice “Sonríe, Dios te ama”. Cuando hay problemas,
hay problemas. Cuando viene la mala, ahí hay que poner el cuerpo. Pero vivir
resentidos, enojados, deprimidos... ¿por qué? Es un asco. La bondad no es
idiotez.

193
4. La lucha con los demonios151

Diversas técnicas

Después de lo dicho, ¿cómo se presenta la lucha con los demonios? El primer


método que el monje ha de usar en la lucha contra los demonios es la rigurosa observación

151
A partir de aquí, esta obra no se siguió analizando grupalmente. Justo cuando comienza el capítulo más
importante, cada integrante tuvo que terminar (o no) de leerlo por su propia cuenta. Como si M. hubiera
recibido una orden “de arriba” (sospecho que no llevaba el grupo de trabajo de manera independiente) la
actividad pasó de la instrospección al activismo ultracatólico. Se comenzó a hablar en contra del Sistema
Democrático, en contra de los Derechos Humanos, en contra del “arte degenerado”, en contra del derecho a la
identidad de los bebés robados durante la Dictadura, etc... Este cambio coincide con el juicio politico a la
Corte Suprema, a la “mayoría automática” de Menem, más precisamente meses después del nombramiento de
Eugenio Zaffaroni y Elena Highton de Nolasco, y meses antes del nombramiento de la jueza Carmen Argibay.
En esos meses, silenciosamente, los sectores más retrógrados de la Iglesia le declaran la guerra al incipiente
kirchnerismo, que, según confidencias recibidas por M., iba a “atacar a la Iglesia por abajo”. Ya me quedaba
claro quién ataca por abajo en estos asuntos... Comenzaba “la grieta”, esta epidemia de odio que, quince años
después, ha envenenado a toda Sudamérica.
Desviaciones viejas, conocidas. Yo ya estaba demasiado prevenido como para caer en semejante
trampa sin notarlo. Tal vez, también, alguien juzgó que el grupo ya estaba lo suficientemente “agarrado”
como para cambiar las reglas sin que se desbande. A pesar de eso, unos meses después me fui, (por mi propia
seguridad; M. comenzó a sugerir que yo era “comunista”) y algunos más lo harían después... otros dos más,
morirían trágica y estúpidamente menos de dos años después (como ya sospechaba que podría suceder cuando
los abandoné). Una vez más, encontré las huellas de las perversiones provocadas por la moral victoriana y el
fascismo en la formación religiosa. Una vez más, los que detentan el conocimiento acumulado durante siglos
se revelaban usina de crímen. Pero también, encontré la constatación de que es posible, con paciencia
quirúrgica, separar la enseñanza evolutiva del adoctrinamiento genocida. No hay más remedio que hacer esto.
Siempre es así. Este evento recurrente (la “desilusión” producida por la desviación de los instructores), este
“generador de ateos a granel”, es también la constatación del poder del Enemigo y la evidencia más grande de
que retroceder y “negociar” carece de sentido.
Así que estos últimos capítulos sólo tendrán mis comentarios al pie en adición al texto de Grün, cuya
certeza dependerá sólo de las modestas capacidades que haya conseguido desarrollar. Haré lo que pueda.

194
de los pensamientos e imágenes y sobre todo la observación de cómo los pensamientos y
sentimientos se relacionan y se siguen unos a otros. Oigamos a Evagrio:
“Si un monje quiere conocer por experiencia a los feroces demonios y familiarizarse
con su técnica, que observe los pensamientos, que preste atención a su duración, a su
disminución, a sus asociaciones, sus momentos y qué demonio produce éste o aquél, qué
demonio o qué otro sigue o no sigue. Y que se informe por Cristo de los fundamentos de
todo ello. De hecho los demonios no pueden soportar a los que examinan la práctica con
saber claro, pues quieren envolver en la oscuridad a los de recto corazón”.152
Un conocimiento claro de los demonios les quita su peligrosidad. Este conocimiento
es, por otra parte, el fruto de una larga y seria observación de uno mismo. Cuanto más se
examina la relación de pensamientos y sentimientos, cuanto más se han descubierto los
mecanismos que se desarroIlan constantemente en nosotros, más se ha dado el primer paso
en la lucha contra los demonios.
Quejarse del mal humor o de las debilidades ante ciertas tentaciones no sirve de
nada. Lo decisivo es descubrir las causas de ese mal humor. ¿De qué hechos exteriores
depende? ¿De qué disposiciones internas? Si se conocen bien sus amenazas se podrá
también más fácilmente defenderse de ellas.
Lo que aquí Evagrio describe coincide con las advertencias que hoy da la psicología
conductista. Los psicólogos conductistas nos recomiendan registrar nuestras formas de
comportamiento, inquirir las Ilamadas frecuencias fundamentales de la conducta continuada
y en un segundo paso preguntarse por los acontecimientos precedentes. Para ello hay que
distinguir cuatro clases de hechos precedentes: circunstancias espacio-temporales, situación
social, comportamíentos de los otros y pensamientos propios. Estas cuatro formas de
hechos, dice Evagrio, se corresponden a los modos en que pueden actuar los demonios
sobre los hombres; se descubre un sorprendente paralelismo.153
Sin embargo, la observación de los demonios es apenas posible durante la tentación
ya que el espíritu está turbado. De ahí que se debe reconstruir rigurosamente la situación
después de la tentación:
“Repara en ti mismo, acuérdate de todo lo que ha sucedido, cómo has comenzado,
cómo conrinuó, en qué lugar fuiste atrapado por el espíritu de la lujuria, de la ira o de la
tristeza y cómo se ha desarrollado todo. Investígalo con rigor y consérvalo bien en la
memoria para que sepas desenmascarar al pensamiento si se vuelve a presentar”.
No se puede eludir fácilmente toda tentación, pero si se reconoce y analiza
ulteriormente la situación y el mecanismo que en ella ha funcionado se estará sobre aviso
ante asaltos semejantes de los demonios. Evagrio Ilega a aconsejar que se admita
tranquilamente uno o dos días al demonio de la acedía. Sólo así se le puede conocer y
ponerle eficazmente en fuga. Para investigar a fondo al demonio es necesario tener con él
una cierta familiaridad. Hay que dejarlo entrar para poder comprender los mecanismos que
siempre usa154.

152
Esto equivale exactamente a la “Observación de Sí” del Cuarto Camino.
153
Con el tiempo, se comienza a descubrir que no hay mucha diferencia entre “demonios encarnados” y
“demonios desencarnados”. “Comportamientos de los otros y pensamientos propios” comienzan a ser
observados de la misma manera. Los pensamientos y sentimientos destructivos son influencias de la misma
calidad que las “malas compañías”. La presencia o ausencia del “vehículo” (el cuerpo físico) pasa a ser un
detalle secundario.
154
En rigor de verdad, esto no es necesario... En la práctica, al menos para el principiante, se parte de la
situación de que yá entró hace rato... quien pueda verlos venir, ya es un iniciado experto en la lucha contra la

195
La pregunta por el fundamento de los pensamientos vuelve siempre en Antonio a la
cuestión del nombre del demonio. En una plática a sus monjes cuenta su propia experiencia
con los demonios y da el siguiente consejo:
“Si sobreviene una aparición no hay que acobardarse, sino en primer término, pre-
guntar valerosamente de qué clase es: “¿Quién eres tú y de dónde vienes?” Y si es el rostro
de un santo te dará seguridad y el temor se convertirá en alegría. Pero si la aparición es
diabólica se debilitará enseguida si se mira con firmeza al espíritu. Es una señal de paz en el
alma preguntar sencillamente: “¿Quién eres tú y de dónde vienes?” Así preguntó el hijo de
Naves y supo a qué atenerse y no le quedó oculto a Daniel el enemigo que le tentaba”.
Preguntar por el nombre del demonio indica que no se está arrebatado sino en un sítio desde
el cual se puede juzgar todo lo que sobrevenga.
Evagrio exige a los monjes que juzguen los pensamientos ante el tribunal del propio
corazón y que los pongan a prueba mientras se les contrasta. Si ante el contraste huyen, es
prueba de que son demoníacos. Si permanecen es que son buenos. Lo que Evagrio entiende
por este contraste no está del todo claro155. Sin embargo es evidente que en el juicio de los
pensamientos no se trata de un proceso intelectual, sino de una prueba en la medida en que
un pensamiento pueda soportarla. Si un pensamiento se mantiene frente a resistencias,
dificultades y sufrimientos, tiene que provenir de Dios. Si no, es claro que el demonio
quiere confundirnos.
En un texto más amplio Evagrio desarrolla cómo se puede observar y reconocer a
los demonios:
“Es también necesario que conozcamos las diferencias entre los demonios y que ob-
servemos las circunstancias de sus venidas. Reconocemos por los pensamientos (y los
pensamientos los reconocemos por las cosas) qué demonios aparecen raramente y pesan
mucho en el alma; cuáles aparecen frecuentemente y son más ligeros y cuáles atacan de
repente y Ilevan al espíritu a la blasfemia. Reconocer esto es importante para que en el
momenio en que 1os pensamientos comienzan a poner en movimiento su contenido y antes
de ser Ilevados demasiado lejos de lo que nos corresponde, digamos palabras contra ellos y
denunciemos al demonio que nos ataca. De esta manera haremos, con la ayuda de Dios,
progresos fácilmente. Y conseguiremos que los demonios huyan Ilenos de admiración y
sobresalto”.
Aquí se enumeran dos armas eficaces contra los demonios. En primer lugar es
importante dar nombre al demonio. En el momento en que hemos dado nombre a un
pensamiento, a una intención, a un sentimiento, a una pasión hemos logrado ya cierta
distancia de ellos. La expresión de nuestra situación interior sobrepasa el simple saber. El
saber puede quedarse en nuestra cabeza sin ser operativo. Pero en cuanto damos nombre a
los pensamientos, prácticamente los captamos.156

Malignidad. El principiante alcanza la “familiaridad” con un demonio por esos chispazos de lucidez
momentánea del tipo “Putamadre... Me pasó de nuevo...”. En la práctica, el hartazgo de sentirse
recurrentemente atrapado en una situación penosa y humillante es el disparador más frecuente del comienzo
de la resistencia a la influencia maligna.
155
Si se reemplaza “contraste” por “careo” se entiende más claramente la idea.
156
Entiéndase bien: “Dar nombre a un demonio” no implica asignarle un “nombre de pila”. Un nombre está
bien elegido cuando tiene relación estrecha con las características del demonio. Es más bien como cuando
alguien recibe un apodo. Los cordobeses saben mucho de esto…(El “pata’e catre” sin duda es una persona de
baja estatura, el “cara’e galpón” seguramente tiene un rostro más ancho que alto). Un apodo acertado lleva
información en sí mismo, rápidamente nos lleva a descubrir a qué clase pertenece, de las ya descriptas.

196
La segunda arma que Evagrio recomienda es el Ilamado método antirrético: se
puede atacar al demonio con determinadas palabras. Evagrio explica este método en otro
lugar más detalladamente:
“Si eres tentado, no reces antes de que Ileno de ira hayas lanzado algunas palabras
contra el que te ataca. Pues si tu alma está Ilena de pensamientos no puede ser tu oración
pura. Pero si contra los pensamlentos, dices algo con ira, desconciertas y expulsas las
representaciones que te ha inspirado el enemigo. Esta es la influencia natural de la ira:
apartar los pensamientos aunque sean buenos”.
Es decisiva en este método antirrético la aplicación inteligente de la ira. La ira
aparta del entendimiento los pensamientos. Esto vale para los buenos y para los malos.
EI buen uso de la ira, consiste en emplearla contra los malos pensamientos. En otro
lugar dice Evagrio que hay en la naturaleza de la parte emocional del alma -a la que
pertenece la ira- la posibilidad de luchar contra el demonio. No es muy útil observar
solamente con el entendimiento los pensamientos, las actitudes erróneas y los motivos
impuros. La lucha estricta se tiene en la parte emocional del alma. Yo tengo que establecer
mis sentimientos contra los demonios. Por eso es la ira el sentimiento más eficaz porque
ataca Ilena de indignación al enemigo y lo pone en fuga. Con la ira, el tentado no se
compadece a sí mismo sino que se anima a la lucha. Se activa y avanza con el empeño de
su corazón contra los pensamientos que intentan llevarle en dirección falsa.
En esta lucha se puede encontrar ayuda en la enemistad de los demonios entre sí. El
demonio de la vanagloria, por ejemplo, es enemigo del de la lujuria. Así se puede arrojar al
de la lujuria por el de la vanagloria. Evagrio cita a este respecto uno de los antiguos
aforismos: “Se puede sacar la llave con otra llave”.157
En Antonio aparece el empeño de las emociones contra el demonio como burla y
escarnio. Cuando él se encontraba azotado y hostigado por los demonios con agudos
dolores, increpaba a los demonios con desprecio:
“Si tuvieseis poder, bastaría con que viniese uno sólo de vosotros. Pero como el
Señor os ha quitado la fuerza, intentáis infundir temor por el número. Una señal de vuestra
debilidad es el que imitáis la figura de bestias feroces”.
Constantemente Antonio recomienda a los monjes despreciar a los demonios y burlarse de
ellos. Con la burla se activan sus emociones y se arroja a los demonios. Esto es, aun visto
de manera puramente humana, un medio eficaz para ser señor de los pensamientos. Pero
Antonio fundamenta esta burla de los demonios en la fe en la presencia del Señor que está a
su lado en la lucha y que garantiza la victoria. Advierte a los monjes que no deben tener
miedo a los demonios, sino reflexionar:
“Consideraremos en nuestro interior que el Señor está con nosotros y que es El
quien ahuyenta y vence a los demonios. Pensaremos y tendremos siempre presente que los
enemigos no nos harán nada porque el Señor está con nosotros”.
Desde la fe en la presencia del Señor, Antonio increpa a los demonios
constantemente con palabras de las Escrituras. Cuenta sus propias luchas:

157
Esto sucede de todas formas, y es el orígen de la confusión y la tensión que generan los demonios en el
alma, que termina por no saber para dónde correr, tironeada en diferentes direcciones por diferentes demonios
(¿Cedo por vanidad o me niego por orgullo? ¿Actúo por ambición o dejo que la pereza me gane? ¿Me entrego
a la tristeza o tomo venganza con ira?) Se trata de llevar esas situaciones a la conciencia y salir del medio, sin
tomar partido activamente por ninguno de los dos.

197
“Una vez vinieron los demonios amenazándome y me rodearon como gentes
guerreras con sus armamentos. Otra vez Ilenaron mi morada con caballos, bestias feroces y
serpientes. Pero yo me puse a cantar el salmo: “Unos van en carros de guerra, otros a
caballo, pero nosotros venceremos en nombre del Señor nuestro Dios”. Y por la oración
fueron expulsados en el nombre del Señor. Frecuentemente me mortificaban con serpientes,
pero yo decía: “Nada me separará del amor de Cristo””.

El método antirrético

Evagrio en su obra Antirrhetikon ofrece una buena selección de palabras de la


Escritura que el monje puede usar eficazmente en su lucha contra los demonios. Estas
palabras las agrupa para cada uno de los demonios de los ocho vicios. En primer lugar,
enumera los distintos pensamientos que los demonios pueden inspirar a los monjes. Y
contra cada uno de estos pensamientos pone una palabra de las Escrituras. Comienza
analizando cada situación en la que el monje se encuentra. El entendimiento tiene que
comprender primero la situación. Después se debe pronunciar con todo empeño del
sentimiento, las palabras de la Escritura contra los pensamientos que acosan. Evagrio
espera de este método la curación de las diversas situaciones. La palabra de la Sagrada
Escritura no está elegida al azar sino que en ella ya se da una superación del pensamiento
tentador. La palabra percibe la situación, penetra las maquinaciones de los demonios y
Ileva en sí la victoria, no en cuanto contradice a la tentación con argumentos sino porque le
opone otra realidad diferente. La palabra es también Palabra de Dios y por ello en ella lucha
el mismo Dios en favor del hombre y en contra de los demonios. Dios se concreta en la
palabra como aquel que me ayuda precisamente ahora contra el enemigo tentador.158
Un par de ejemplos pueden aclarar lo que es el método antirrético. A propósito del
vicio de la gula Evagrio describe la siguiente tentación:
“Contra el pensamiento de que, a causa de mi vida, la áspera pobreza me amarga;
respondo: El Señor es mi pastor, nada me puede faltar”.
Contra la amargura que brota de la penuria en el comer y beber se contrapone otra
realidad: Dios, que es mi pastor, se preocupa de que a mí nada me falte. No es ninguna
refutación lógica de la tentación. Es una frase en la que yo, en primer término, tengo que
creer. Si yo creo en la realidad de esa frase, si esa frase ha tocado mi corazón, entonces la
tentación está superada pues la amargura cede ante la alegría en el Señor. No son sentencias

158
Tengo que confesar que la primera vez que leí esto del “método antirrético” me pareció una ridiculez.
Siempre me negué a darle un significado mágico a eso de la “palabra de Dios”. En un nivel común, lo
considero sólo superstición... ¿Cómo una palabra va a protegerte de una fuerza maligna? Pero me llevaría una
sorpresa... Paralelamente, si bien hacía muchos años que conocía la práctica de la “Observación de si” y el
Recuerdo de si” que son los dos pilares del Cuarto Camino, las herramientas que logran el “llamado a la
Conciencia”, raramente notaba que podía ponerlos en práctica. Y por lo general, cuando esto pasaba, no podía
atribuírlo a mi voluntad. Esto era algo humillante, porque si bien siempre desprecié los ritos de todas las
religiones, porque los considero superfluos, no era capaz de aplicar estas prácticas que son todo sensatez, y
que conocía bien. Un día “me cayó la ficha”: el método antirrético es Recuerdo de Sí, presentado de una
forma que está al alcance del último principiante. Si se encuentra la palabra contraria al nombre de la
malignidad que a uno lo oprime, ésta llama al estado contrario. Es “empujar a la Conciencia a patadas en el
culo”. Funciona sí o sí, aunque estemos en el fondo del abismo. Es un método para tontos... o sea, para mí.
Antes de comprender esto, todo lo que aquí se dice sobre la “fe” es charla vacía. La fe no es un recurso
universal… quien no la tiene no puede apoyarse en ella. Este es un punto débil de este capítulo…
constantemente, Grün se apoya en la “fe”. Así que muchos se quedan (nos quedamos) afuera…

198
baratas las que Evagrio usa para sacar de apuros. Son palabras que el orante debe lanzar
Ileno de ira contra los demonios y con las que él mismo se debe empeñar en luchar para
creerlas y para tener en ellas un arma.
Con el demonio de la lujuria hay que luchar de la siguiente manera:
“Contra los pensamientos impuros que persisten en nosotros y que frecuentemente
nos producen imágenes vergonzosas y atan al espíritu con apasionados deseos deshonestos
digamos: “Apartaos de mí los malvados, porque el Señor ha escuchado mis soIlozos; el
Señor ha escuchado mi súplica”” (Sal 6,9 s).
Los pensamientos lascivos son experimentados aquí como poderoso enemigo al que
queda entregado sin ayuda el monje. La palabra que debe contraponerse a esta tentación no
analiza las causas del pensamiento, sino que supera el pensamiento por la fe en la asistencia
de Dios. Ya que Dios está presente en la tentación, el monje tiene suficientes motivos para
luchar no sólo para desistir simplemente del instinto sino para romper el señorío del
instinto. El instinto no se mata, pero cuando se ha aceptado la lucha con él se ha integrado
una fuerza positiva. La lucha se da como una pugna por una motivación más fuerte. ¿Qué
es más fuerte, la satisfacción del instinto o el pensamiento de la presencia de Dios? Cuando
el monje se aferra al Dios presente, se decide en favor de que Dios es la auténtica
motivación de su obrar y por ello actúa de acuerdo con la realidad, más que si se deja
vencer por el instinto.
Un ejemplo para el vicio de la codicia:
“Contra el pensamiento que se opone a dar algo a un hermano necesitado o prestar
al que pide digamos: “Abre la mano a tu hermano, al pobre, al indigente de tu tierra”” (Dt5,
17).
Aquí está la palabra de Dios que se pone frente al demonio. Es un mandato que
exige exactamente lo contrario de lo que nos quiere persuadir el demonio. Los
pensamientos que nos inspira el demonio parecen razonables. Siempre hay motivos para no
dar nada al otro. El demonio puede engañarnos con el argumento de que nosotros podremos
vernos en necesidad. Con este pensamiento y en el mismo plano se plantea la exigencia
contraria: dale tanto como quiera. Si esta exigencia se entiende como mandato de Dios, su
fundamento tiene más peso que lo que nos inspira el demonio. El mandamiento de Dios no
se apoya en detalles, no contradice los argumentos del demonio. Simplemente está
establecido. Mientras se va repitiendo la palabra de Dios el obrar se va acomodando poco a
poco a ella. La palabra de Dios se convierte en una orden interior, en un motivo
incontestable de nuestro quehacer, actuando en nosotros más fuertemente que el afán de
poseer que hasta ese momento había sido el motivo igualmente incontestable y que
determinaba nuestras acciones.159
Sobre el vicio de la tristeza Evagrio describe la siguiente situación:

159
Este es el talón de Aquiles de la instrucción religiosa, el punto de entrada de la impostura. Como el
discípulo debe obedecer sin entender porque su conciencia todavía es débil para sostenerse por sí misma, toda
tergiversación de la palabra de Dios pasa por verdadera y modifica su comportamiento; y éste
comportamiento puede modelarse a conveniencia de los abusadores, que son legión, hasta la reducción a la
servidumbre y todavía más. El “negocio de la religión” es, es esencia, el “arte” de falsificar la palabra de
Dios. El Cuarto Camino, por el contrario, establece que lo correcto es actuar desde la comprensión. Si
constatamos la indignidad y la vergüenza a la que nos empuja obedecer una tentación, podemos resistirla
desde nosotros mismos sin ninguna necesidad de obediencia ciega.

199
“Para el alma que ha caído en temor y temblor ante los demonios que se le
presentan y que ha Ilegado a creer que el Señor la ha abandonado que diga: "Porque el
Señor tu Dios, es un Dios compasivo; no te dejará ni te destruirá””.
Hoy la Psicología trataría esta situación de manera algo distinta y la denominaría
depresión que va acompañada de sentimientos de abandono. La cuestión está en si esta
ciencia puede ofrecer medios más eficaces de curación que Evagrio que remite al cobijo en
Dios160. Tomemos otra tentación:
“Contra el demonio que me recuerda los pecados de mi juventud digamos: "El que
es de Cristo se ha hecho criatura nueva, y lo viejo pasó, se ha hecho nuevo”” (2 Cor 57,17).
Aquí se trata de la superación del pasado. La Psicología, en la mayor parte de los
problemas y enfermedades busca las causas en el pasado. Pero sólo la investigación de las
causas no es suficiente. Hay hasta el peligro de que con el esclarecimiento del pasado se
ahogue la superación de mis problemas actuales. Para muchos, el descubrimiento de una
educación áspera sirve sólo para quejarse de los demás. Pero esto no cura. Alguna vez, a
todos nos Ilega el momento de tener que aceptarnos con nuestro pasado. Cuando se
consigue esto, se puede dejar el pasado y verse libre de su carga. El pasaje de la carta a los
Corintios que Evagrio aconseja, supera al pasado de otra manera. No son decisivas las
faltas de la juventud, ni las de otros, ni las propias. Lo que es decisivo es que en mí haya
una realidad nueva que sea tan real como mi pasado. Cristo mismo está en mí y me puede

160
En algún momento, M. presentó a la “depresión” como “pecado de iniquidad”. Ah, claro… en el capítulo
donde se habla del demonio de la Codicia, no se hizo ninguna referencia a la iniquidad. La depresión es
iniquidad, la “indignación” por un acto de equidad o solidaridad, no… el cielo nos libre de estos “guías” que
nos mandan derecho al fondo del averno. Esta es la “espiritualidad” de la ultraderecha.
Pero en fin, como hemos visto en el demonio de la Tristeza, también es posible terminar en una depresión a
causa de la iniquidad. Esto dijo M. en una ocasión: “El pecado de iniquidad es un atentado contra la fe.
Estamos en la vida, no para juntar cosas, no para ser los más lindos, ni los más brillantes ni los más
destacados, sino para cumplir concretamente una misión. La depresión aparece cuando se siente que la vida
no tiene sentido. Si sabés que estás como guerrero de Dios, y que tenés una espada para pelearla, y que tenés
una misión, y que tenés un por qué ¿de qué carajo estás triste?”. Ahora bien, existen otras causas de la
depresión, además de la fijación en los errores y tragedias vividas en el pasado, del sentimiento de la falta de
sentido en el presente, y de la frustración por una ambición no satisfecha. Es posible entrar en depresión a
causa de influencias en nuestro propio entorno, que superen nuestro entendimiento por ignorancia,
inexperiencia, o tener inculcado un torcido mandato de obediencia. Me refiero, concretamente, a la compañia
de seres entregados a lo que ya se presentó como Acedía (el “amor al mal”), que se complacen especialmente
en conducir a los demás al extravío, en denigrar cualquier impulso de equidad, en pisotear toda forma de
inocencia. Nada irrita más al inicuo que la visión de una manifestación de justicia, de bondad, de amor al
prójimo. Inmediatamente obedecen al impulso de calumniar y destruír. El destinatario del ataque se convierte
en víctima de la acedía de otro ser. “Tu bondad es estupidez, y ni siquiera podés ser malvado como yo porque
sos demasiado tonto”, es el mensaje. He conocido más de un caso que terminó en suicidio, y yo mismo me he
encontrado empujado al suicidio por estas fuerzas en mi adolescencia, cuando todavía no conocía claramente
cómo actúan. El antídoto en estos casos es fácil de enunciar, pero es dificil de ejecutar cuando no se tiene
claridad: Apártense de los malvados. Esto es lo único que protege contra esta forma de depresión. No
obedezcan a influencias malignas, no importa el grado de intensidad de la relación que se tiene con el
instrumento del mal. Esto es muy difícil de hacer si estas influencias provienen, por ejemplo, de tus propios
padres, o de tu pareja. Pero estos casos suceden realmente. No esperen ayuda de nadie aquí. Sólo de la solidez
de la propia conciencia. Cuando la elección es entre el suicidio y el “deshonrar padre y madre”, no hay ni guía
espiritual ni psicólogo que te asista. De hecho, hasta pueden acelerar el proceso de destrucción interior.
Doy fe.

200
cambiar de tal modo que un mal pasado por mi culpa o por la de otros ya no cuenta más.
Cae como una carga y yo quedo libre para el futuro161.
Con respecto a la ira, Evagrio propone la siguiente situación:
“Los pensamientos de ira no permíten que nos reconciliemos con los hermanos
impidiéndolo con diversos y razonables motivos. Así parece que sería una vergüenza,
miedo o vanagloria, o incluso, colaboraríamos a que el que ha caído reincidiese en su
primera falta, etc. Tales pretextos son signos de la técnica diabólica del demonio que no
quiere que nuestro pensar se vea líbre del rencor. Digamos: “No Ileguéis a pecar: que la
puesta del sol no os sorprenda en vuesrro enojo”” (Ef 4,261).
Aquí describe Evagrio una técnica de los demonios que hoy Ilamamos
racionalización162. El entendimiento encuentra todos los motivos posibles para no hacer
algo. No nota que está resistiendo a las voces interiores que le impulsan a un recto
proceder. Los que están en esta situación se sienten frecuentemente en una ambivalencia
que no les puede hacer felices. Instintivamente barruntan lo que tendrían que hacer pero
rechazan todas las bases favorables para hacerlo.
Evagrio resuelve esta ambivalencia proponiendo una sencilla norma para que el
monje no se presione a sí mismo. El sol no debe ponerse sobre vuestra cólera. Esta
expresión del apóstol tiene para Evagrio una autoridad que no se puede disolver con
argumentos racionales y por ello esta autoridad ayuda a penetrar y superar el refinado juego
de la racionalización.
Para la acedía nos da este consejo:
“Para el alma que acoge en la acedía pensamientos desesperanzados y siente que la
vida monástica es tan fatigosa y pesada de sobrellevar le recuerda: “Abandónate en el Señor
y haz el bien”” (Sal 37,3).
Las quejas de que la vida es demasiado pesada se oyen hoy frecuentemente. Evagrio
no consuela, sino que exige el entregarse al Señor y hacer el bien. Esta frase formulada
constantemente con corazón entusiasta defiende al monje sobre todo de tenerse lástima a sí
mismo y al sacarle de esta situación de autoconmiseración, Ilevarle a una acción y a una
confianza en las que se abandone con firme corazón en el Señor. No se trata de ninguna
técnica barata, de ningún truco psicológico sino de tomar en serio una expresión bíblica, la
Palabra de Dios, en la que Dios mismo garantiza la verdad de la promesa163.
En el entrenamiento autógeno164 se recomiendan hoy constantemente frases de
confianza que persuaden y que, como muestra la experíencia, infunden una cierta
confianza. Aquí se aconseja, más allá de la dimensión humana, la repetición de una palabra

161
Esta es una fantasía muy frecuente entre los evamgélicos “convertidos”… El único cambio notable es un
aumento de la vanidad… siguen siendo lo mismo de siempre pero ahora “en el nombre de Cristo”. Hay que
poner especial atención en que los “pecados de juventud” no sean los mismos que los cometidos la semana
pasada. No sé si me explico…
162
M. habló de la “racionalización” sobre el final de la descripción del demonio de la Gula, de una forma que
es pertinente también para este pasaje.
163
Esta insistencia en que no se tome el apoyarse en la fe como una sentencia o técnica “barata” es muy
sugestiva… hasta Grün intuye que la fe no es efectiva. Ni siquiera es una técnica, es lo que llamaríamos
“condicionamiento”. Sin duda, un fanático parece “inconmovible” en su “fe”. Esto puede “proteger” hasta
cierto punto. Pero no es Conciencia.
164
El “entrenamiento autógeno” es una técnica psicoterapéutica de principios del siglo XX, muy cercana a la
meditación, que se utilizó sobre todo para tratar casos de estrés. La New Age ha tomado y abusado de esta
idea, aconsejando la repetición de frases determinadas, incluso mirándose a un espejo, del tipo “Soy el amor,
soy la juventud”… en fin…

201
de Dios. El orante espera la curación, la salvación de la fuerza divina. En la palabra obra el
mismo Dios como médico para nosotros.
Sin embargo, la Palabra de Dios no nos promete siempre el alivio. Puede también
exigirnos la tribulación:
“Contra el pensamiento que nos asedia durante el tiempo de la acedía de recurrir a
un hermano para recibir un supuesto consuelo, tenemos esta expresión: “En mi angustia te
busco, Señor mío, no hay nadie que pueda consolarme. Sólo ante Dios me quejo”” (Sal
77,3).
Aquí no se propone ninguna solución de la situación incómoda de la acedía, sino
que el monje es emplazado a soportar esta situación, a no evadirse de ella y en ello mismo
ver una experiencia de Dios. Cuando el monje comprueba esta experiencia en el salmo, su
situación pierde su carácter incómodo y angustioso. Cuando algo se conoce ya no es tan
peligroso. En comunidad con los que rezan los salmos se puede perseverar más fácilmente.
El monje siente que no está sólo en su lucha sino en comunidad con el autor del salmo y
con todos los otros monjes que él sabe lo rezan constantemente. El ejemplo de los piadosos
del Antiguo Testamento y la comunión con todos los que siguen este ejemplo, da fuerza a
cada uno para soportar su situación personal. El monje se siente inserto en una gran
comunidad de personas que tienen experiencias parecidas y de las cuales sabe que luchando
han perseverado o que están en la perseverancia.
Evagrio da un singular consejo para otro pensamiento típico de la acedía:
“Contra el pensamiento de la acedía consistente en buscar otra celda distinta porque
la que se tiene se considera odiosa y húmeda, causa de todas las enfermedades, hay que
decir: “Esta es mi mansión por siempre; aquí viviré porque la deseo” (Sal 132,14).
Es Dios mismo el que díce este versículo sobre Sion como su morada. Sin embargo
le sirve al monje para superar la tentación de huir de su celda y con ello evitar la
confrontación con sus pensamientos. La Palabra le indica que su celda, a la que unos
momentos antes consideraba como húmeda y odiosa, es el lugar donde para siempre ha de
reinar después de haber alcanzado la victoria sobre sí mismo.165
Evagrio no sabía nada de la exégesis moderna, pero sí mucho del alma humana, de
los riesgos que corre y de su curación. Naturalmente que un versículo de un salmo puede
utilizarse mal, si se fuerza su cita, aunque sólo puede perjudicar a sus compañeros. Para que
una palabra de la Escritura pueda curar y no sólo proteger de la enfermedad, Evagrio, en su
Antirrhetikon, ha elegido en la Escritura los pasajes adecuados a cada situación y ha
recogido tan sólo la experiencia de sus compañeros de vida monástica haciéndosela
accesible a otros.

165
Es inevitable que, al meditar sobre las enseñanzas monásticas sobre la celda y la acedía, pensemos que,
como no somos monjes y no tenemos “celda”, éstas no nos atañen. Bueno... tengo malas noticias. Para
quienes practiquen el Cuarto Camino no será novedad, porque este camino es la práctica simultánea de los
tres caminos anteriores pero “fuera del monasterio”, es decir, en la vida de todos los días. Para nosotros, la
“celda”, entonces, son nuestras responsabilidades, nuestros deberes eserales. Todos los tenemos. Y no es
difícil de ver que a cualquiera que intente esquivar estos deberes inmediatamente se lo señala como “parásito”
(la palabra usada por Gurdjieff y Nicoll es “vagabundo”). Debemos pagar por todo. Un ser en acedía es, ante
todo, un irresponsable, en el sentido más amplio del término. El “vagabundo” de Gurdjieff, el vividor, el
“garca”, se tratan todos de lo mismo. Siempre que nos sorprendamos en el intento de hacer “la fácil”, “la
mínima”, de sacar una ventaja indecente en cualquier episodio, tengamos por sabido que es el demonio de la
Acedía. Es doloroso salir de ahí. Duele pagar cuando se está acostumbrado a que todo “caiga de arriba”. Si se
está ahí, hay que pasar por ese dolor. No hay otra forma de salir.

202
Nos vendría bien hoy tener también a nuestra disposición para nuestras
enfermedades y amenazas las palabras curativas, para decirlas creyendo en su realidad.
Otro ejemplo para la acedía:
“Para el alma que por una enfermedad corporal se ve invadida de pensamientos de
acedía, este texto: “Soportaré la cólera del Señor, pues pequé contra él, hasta que juzgue mi
causa y me haga justicia; me sacará a la luz y gozaré de su justicia”” (Miq 7,9).
Aquí la enfermedad es tomada como prueba que el Señor me confía como paso por
las tinieblas hacia la luz. Frecuentemente nos turban de una manera tan fuerte
contrariedades como la enfermedad y la desgracia porque quedan sin significación para
nosotros. Son oscuras, incomprensibles, impenetrables y por ello nos dejan en la oscuridad.
La falta de sentido de los acontecimientos nos oscurece el sentido de nuestra vida y nos
roba de tal manera la fuerza expansiva interior, que nos precipita en la acedía, en el
desánimo, en la depresión. Descubrir, mediante la Palabra de Dios, el sentido de una
enfermedad nos da fuerza para vencer la enfermedad y así madurar. De este modo,
ganamos por la enfermedad en fuerza interior en lugar de dejarnos arrebatar por la acedía la
capacidad expansiva. El sentido de la contrariedad es, sin embargo, una cosa muy sutil. Con
demasiada facilidad podemos atribuirle sentidos falsos, lo que todavía nos hace más daño.
Hay personas que ven en una desgracia el castigo de Dios y se tienen por condenadas.
Perciben la desgracia, pero están ciegas. No la perciben desde la óptica de la Palabra de
Dios sino que fuerzan a la Palabra para confirmar sus propias angustias o sus enmarañados
pensamientos. Y así la misma Palabra de Dios puede hacer daño166.
Especialmente perspicaz es Evagrio en lo tocante al vicio de la vanagloria.
Penetrantemente analiza los motívos que nuestro entendimíento trae por los pelos
tras los cuales no se esconde otra cosa cosa que la búsqueda de la propia consideración y
fama.
“Para el alma que por vanagloria descubre alguna de las intimidades de la vida
monacal a personas del mundo presenta este texto: “No hables a oídos insensatos, porque
despreciarán tus sensatas razones”” (Prov 23,9).
Contra los pensamientos que nos empujan a ir al mundo para atraernos la simpatía
de los que nos ven, recuerda: “Las palabras del que murmura son golosinas que bajan hasta
el fondo del vientre”” (Prov 26,22).
A primera vista los argumentos tentadores parecen razonables. En definitiva todos
tenemos una tarea apostólica. Podemos respaldar nuestro comportamiento hasta con
palabras de Jesús, pues no podemos poner nuestra luz debajo del celemín167. Por eso,
admiran más las cortantes palabras con que Evagrio contradice estas convicciones. Y es que

166
De todas las contrariedades, la más perturbadora es la constatación de la desviación del propio “gurú”. Por
esto hay que estar prevenido especialmente contra ella, como ya acoté en otras notas al pie.
167
El celemín era un recipiente para medir volúmenes, equivalente a 4,6 litros. Si se pone una lámpara debajo
de este recipiente, ésta deja de alumbrar y con seguridad, además, se apaga. “Poner la lámpara debajo del
celemín” es un dicho de Jesús para animar a sus discípulos a que no se dejen estar, sino que salgan a predicar
su Palabra. Pero aquí Grün previene contra la tentación de utilizar los conocimientos adquiridos (o todavía
peor, los conocimientos que ni siquiera hemos adquirido realmente) para satisfacer la Vanagloria. Todavía
más, Evagrio cita los Proverbios y adelanta que, lejos de producir admiración, la revelación al mundo exterior
de las intimidades de la vida monacal, por lo general es blanco de burlas y desprecio de parte de los
insensatos. Son “perlas arrojadas a los cerdos”.

203
aquí se descubre de manera inmisericorde lo que hay escondido detrás de esas
convicciones.
Otra tentación consiste en presumir de maestro aunque se tenga poca experiencia.
Es el peligro de la inflación como frecuentemente señala Jung. Alguien se siente profeta o
mejorador del mundo y piensa que sus ideas y palabras serían de decisiva significación para
la salvación de sus prójimos. Evagrio aconseja:
“Contra los pensamientos de vanagloria que nos Ilevan a enseñar aunque no
tengamos ni salud de alma ni conocimiento de la verdad, este texto: “No queráis muchos
pretender haceros maestros, sabiendo que seremos juzgados más severamente”” (Sant 3,1).
Las tentaciones más sutiles fomentan nuestro orgullo disfrazándose frecuentemente
bajo capa de lo bueno o extraordinario:
“Contra el pensamiento orgulloso que me impide visitar a los hermanos porque no
los considero a mi altura, este pasaje: "Trata con los doctos y te harás docto” (Prov 13,20).
Este texto presenta a los hermanos con otra luz y desenmascara mi juicio sobre ellos
denunciándolo como arrogante y orgulloso. Aquí se hace patente en todo caso que un
mismo pensamiento puede ser inspirado por un demonio o por un ángel. Durante el vicio de
la acedía el monje debe resistir la tentación de visitar a los hermanos. Si él se dijese que
podría aprender mucho de los hermanos, este argumento no sería otra cosa que un pretexto
que no debe seguir.
En el caso del orgullo, sin embargo, Evagrio aconseja ir a los hermanos, para
aprender de ellos. Permanecer aislado y pensar arreglarse sólo sus problemas sería orgullo.
Hay que distinguir siempre con exactitud de dónde viene cada pensamiento. El
pensamiento en sí puede ser bueno o malo, inspirado por un demonio o por un ángel. Esto
se puede reconocer por la paz o la guerra interior que produce. Los pensamientos de los
demonios producen siempre en el hombre intranquilidad y turbación, mientras que los
pensamientos de un ángel deparan siempre en el interior calma, alegría y paz.
Contra los pensamienios orgullosos que me muestran los pecados de los hermanos:
“No tengas en cuenta las habladurías que corren por ahí para no oir cómo tu
servidor se queja de ti”” (Ecl 7,21).
Aquí se denuncia una tentación que frecuentemente se presenta con apariencia de
bien: es el interés por la salvación de los hermanos. Basados en un profundo conocimiento
de los hombres se saben sus faltas, se creen conocer las más íntimas motivaciones de los
otros y haber descubierto sus problemas más profundos. Se habla de ello en un tono de
preocupación, sin caer en la cuenta de que la verdadera causa de todo ello no es el interés y
la solidaridad por el hermano, porque si así fuese se cubrirían con el silencio o se
conllevarían. Pero se habla así por manía de escarbar en lo oscuro. No se es consciente de
que en último término es la propia oscuridad, todavía no reconocida y aceptada, lo que se
está removiendo. Siempre es más fácil proyectar en los otros que alcanzar la propia
transparencia.168 Esto lo dificulta el orgullo. El pasaje del Eclesiastés que Evagrio
recomienda contra esta tentación denuncia la proyección: no se tiene que prestar oídos a
tales habladurías, pues de lo contrario también se tendría que oir la crítica del servidor y

168
Esto es lo que se conoce como “medir con la propia vara”. La “proyección”, en lenguaje psicoanalítico, el
“Siempre cree el ladrón que todos son de su condición” de la sabiduría popular. Cuando proyectamos,
ponemos en evidencia nuestras propias sombras, pretendiendo que las vemos en otra persona. Por ejemplo:
¿Realmente sabemos probadamente que tal persona es un ladrón, o sólo estamos confesando sin darnos cuenta
lo que nosotros haríamos si estuviéramos en su lugar?

204
nos tropezaríamos con que los otros dicen de mí lo mismo y que la suciedad que he
removido recae sobre mí, y otros sacan a luz mi propia oscuridad.

Medios contra cada vicio

El método antirrético es aplicable a cualquier vicio. Evagrio distingue solamente las


palabras que se deben oponer a los demonios según el vicio. En su Tratado Práctico indica,
junto a este método, otro medio de combatir los vicios. No se atiene a su clasificación sino
que se fija en las tres partes del alma.
Si el espíritu vagabundea, le vuelven a fijar la lectura, la vigilia y la oración. Si se
inflaman los deseos, los dominan el hambre, la penuria y el recogimiento en la soledad. Si
se encrespa la parte irascible del alma, la tranquiliza el canto de los salmos, la paciencia y
la misericordia.
“Todo esto debe ser practicado en el momento oportuno y con la correspondiente
mesura. Pues lo que ocurre sin mesura y a destiempo no dura mucho y lo que no dura, más
hace daño que provecho”.
El medio que aquí Evagrio recomienda lo encontramos constantemente en la
tradición monástica: en Gregorio Nacianceno, Juan Damasceno, Casiano, Juan Clímaco y
Máximo el Confesor. Los deseos, los impulsos, se dominan embridándolos. Por el
contrario, la parte emocional del alma se dirige mediante sentimientos positivos: por la
grandeza de corazón y por la misericordia. En el rencor, el corazón se contrae pero en
cuanto se expansiona desaparecen las emociones negativas. El canto de los salmos es
frecuentemente un medio curativo para los ánimos turbados.
Gregorio Nacianceno cree que los salmos son un melódico medio curativo. Y
Basilio escribe en sus Sermones sobre los salmos:
“El canto de los salmos tranquiliza el alma, fomenta la paz, serena las turbaciones e
inquietudes de los pensamientos. Dulcifica al airado y pone en orden a los que están
confusos”.
Mientras se cantan los salmos, los que lo hacen, se abandonan al ritmo artístico de
su poesía y a la belleza de sus melodías que producen sentimientos positivos que permiten
curar al alma.
Evagrio enumera el correspondiente medio para cada vicio. Contra la gula
recomienda que se evite la hartura y contentarse con poca agua. Establece aquí una medida
material a la que hay que atenerse para dominar la desmesura del vicio interior. Con una
vida regulada y mesurada se tiene a raya al instinto y poco a poco queda ordenado. Contra
la lujuria recomienda Evagrio sobriedad en la bebida, pues cree que con el mucho beber se
fomentan las fantasías sexuales169. La avaricia se vence dando limosnas. Amor y avaricia
no pueden coexistir. Por eso se debe ejercer conscientemente el dar y el regalar.
“El que huye de todos los placeres del mundo es una fortaleza inaccesible para el
demonio de la tristeza. La tristeza es, de hecho, la frustración de un placer presente o
esperado. Y es imposible el arrojar a este enemigo si dependemos emocionalmente de ésta
o aquella cosa terrena. Pues el demonio lanza su red y fomenta la tristeza allí donde ve que
va nuestra inclinación”.

169
Por supuesto, hace tiempo ya que sabemos que el alcohol no engendra los impulsos, sino que suspende la
represión, por lo que los deseos íntimos ya presentes en el individuo se exteriorizan sin freno. Esto,
aparentemente, no lo sabía Evagrio...

205
Evagrio Ilega con esto a la causa de la tristeza. No se conforma con que desaparezca
el síntoma. Esto podría hacerse con otros medios consoladores como comer, beber u oír
música. Sin embargo si no está alejada la causa de mi tristeza necesitaré cada vez más estos
consuelos que duran poco170. Por ello tengo que cambiar mi actitud ante las cosas. No
puedo depender de las cosas, ni de las personas, ni de los bienes, ni del éxito. Por otro lado,
Evagrio sabe que no sólo hay que ir a la raíz de la tristeza, sino que es completamente
razonable tratar los síntomas. Por eso recomienda el canto de los salmos y la oración que
alejan la tristeza.
Evagrio dedica gran atención a la lucha contra la ira, ya que es la ira, según su
parecer, la característica de los demonios. La ira hacer crecer en el hombre el thymos que es
la parte emocional del alma y la hace demoníaca. Como remedio Evagrio recomienda la
misericordia y la dulzura, porque estas dos actitudes reducen el thymos. Con la
misericordia el corazón se ensancha, las emociones no se acumulan sino que pueden
discurrir fluidamente, los sentimientos cambian al alma humana. El que le concede mucho
terreno a la ira se identifica con ella. Quien, por el contrario, deja entrar la dulzura, se
transforma interiormente en este sentido. Los sentimientos no se quedan en nuestro exterior
sino que nos producen una disposición interior que determina nuestro pensar y nuestro
obrar. Por eso es tan importante fomentar sentimientos positivos.
Como medio general en la lucha contra la ira, Evagrio aconseja:
“Que el sol no se ponga sobre vuestra ira para que los demonios no vengan durante
la noche y asusten al alma y al espíritu haciéndolos cobardes y temerosos en la lucha del
día siguiente. Las imágenes que asustan, brotan de la agitación de la parte emocional del
alma y nada induce más al espíritu a abandonar como la agitación del thymos”.

Si la ira no cesa antes del sueño, sino que le acompaña, se engendran las pesadillas.
Durante el sueño, la ira influye en el inconsciente de manera negativa de tal modo que al
día siguiente se tiene ya un mal punto de partida. Se está en estado angustioso, debilitado
interiormente, incapaz para luchar contra las emociones negativas. También es peligroso de
manera parecida al llevar al sueño la ira, el aislarse con ella en la soledad. La soledad es un
veneno para los airados. Conduce a la confusión embrollada del corazón. Por eso es bueno
para los irascibles estar entre otros para que no pueda afincarse la ira en ellos. Como
remedio, Evagrio señala activar la función positiva del thymos. AI thymos le corresponde
luchar por una satisfacción. Si los ángeles ponen ante nuestra mirada satisfacciones
espirituales y alegrías, nos animan a dirigir nuestro thymos contra los demonios y luchar
con ellos. La parte emocional del alma necesita un buen objetivo y, teniéndolo, actúa
positivamente en nosotros.
La lucha contra la acedía es una de las más duras de la vida del monje. Dado que no
ataca simplemente a una parte del alma sino a su totalidad, la lucha es a “todo o nada”. Se
aconsejan varios medios. Seguimos, en primer término, a Evagrio:
“Si somos presa del demonio de la acedía, nuestra alma queda partida en dos entre
lágrimas: una parte consuela, y la otra es consolada. Sembrando buenas esperanzas
cantamos con el santo David: “¿Por qué te acongojas, alma mía, por qué te me turbas?
Espera en Dios que volverás a alabarlo: Salud de mi rostro, Dios mío”” (Sal 41 (42), 6).
Aquí se recomiendan las lágrimas como medio curativo contra la acedía. Justamente es un
signo de la acedía encontrarse duro y sin sentimientos. Se está como consumido, vacío y

170
Bulimia, alcoholismo, rock’n’roll... Si no se aleja la causa de la tristeza, éstos son los efectos a largo plazo.

206
seco, sin sentimientos para no tener que sentir el dolor. Las lágrimas rompen la coraza y la
vida puede de nuevo irrumpir en el alma. Los antiguos monjes consideran las lágrimas
como lluvia fecundante que riega y da vida al alma seca.
El segundo medio que Evagrio recomienda es el conocido método antirrético. Pero
es interesante su descripción: el alma se desdobla e ínicia consigo misma un diálogo.
Representa a la vez dos papeles: el que habla y el que responde, el consolador y el
consolado. Este método también se utiliza hoy en Psicología. Se recomienda imaginar que
hay alguien sentado enfrente en una silla. Así se comienza un diálogo con el propio Yo que
está sentado en la orilla de enfrente. Se le deben comunicar todas las angustias y deseos y
hablar con él. No se debe tener una actitud autoritaria y dura con el interlocutor sino tomar
era serio sus sentimientos y sus deseos. También Evagrio toma en serio dar consejos, hablar
de ias tristezas y turbaciones del alma. No juzga, sino que empatiza la tristeza para
consolarla con la esperanza en Dios.
Otro medio en la lucha contra la acedía lo da Evagrio recomendando permanecer en
la celda.
Alguien dijo al Abba Arsenio: “Mis pensamientos me atormentan diciéndome: tú no
puedes ayunar ni puedes trabajar. Visita, al menos a los enfermos pues también esto es
caridad”. Pero el Espíritu que conocía la semilla del demonio, le dijo: “Ve, come, bebe,
duerme y no trabajes. Únicamente no abandones la celda”. Así comprendíó que el
permanecer en la celda lleva al monje a su recto comportamiento ordenado”.
Evidentemente, aquí caen por la borda principios bíblicos ascéticos fundamentales.
Es una renuncia a la ascética y hasta se pide una renuncia al amor al prójimo; permanecer
en la celda parece tan importante que se puede poner sin escrúpulo sobre otros
mandamientos.
En una sentencia de los Padres se pone permanecer en la celda como cúspide de
todo. Se puede hacer y dejar de hacer todo lo que se quiera: “¡Sólo da como prenda tu
cuerpo a los muros de tu celda!” ¿Qué Ileva a los monjes a darle tanta importancia al hecho
de permanecer en la celda? Quieren oponerse al atacante y escapar de su tentación.
Precisamente si alguien está en efervescencia, si se siente a disgusto y todo amenaza con
explotar, justamente entonces hay que permanecer en la celda. Pues sólo quedándose se
llega a la raíz de los problemas íntimos. Alguna vez tendrá uno que tropezarse, tocando el
fondo de sí mismo, con lo esencial. Salir de la celda y huir a las actividades sería hacer
perder la ocasión de penetrar en ese fondo. Evagrio pone el ejemplo del vino que tiene que
estar largo tiempo en el mismo lugar sin ser movido. Sólo así se hace puro y de buen gusto.
Casiano describe esta experiencia con otra imagen:
“No es nada de extrañar que si uno permanece en la celda donde los pensamientos,
por así decirlo, quedan estrechamente encerrados, casi se sofoque por la cantidad de
angustias que salen, como caballos desbocados junto con el interesado, de la prisión de la
celda. Por un momento, mientras corren al establo se produce un pequeño y triste consuelo.
Pero cuando el cuerpo vuelve a su celda y el rebaño de pensamientos se serena, el gozo de
la inveterada libertad sólo produce espinas malignas. En el caso de aquellos que todavía no
pueden o no quieren luchar con las provocaciones de sus instintos, el tedio ataca a su pecho
desacostumbrado. Están en la celda llenos de angustía y relajando la estricta regla se
permiten más frecuentemente la libertad de salir. Con este imaginario remedio se provoca
una peste maligna creyendo que pueden apagar la fuerza de la fiebre interior con un sorbo
de agua fría; pero, por el contrario, con esta actitud, el fuego en lugar de apaciguarse se
inflama más y tras un momentáneo alivio sigue una apretura mayor”.

207
El conflicto interior tiene que Ilegar a su punto culminante antes de ser resuelto. La
fiebre ha de ser curada en su raíz. El tratamiento de los síntomas no es suficiente.
Otra ayuda en la lucha contra la acedía es el pensamiento de la propia muerte:
“Nuestro santo y experimentado maestro decía: El monje tiene siempre que estar en
una disposición como si fuese a morir al día siguiente y usar de su cuerpo como si tuviese
que vivir con él muchos años. Esto, dice, aparta por un lado los pensamientos de la acedía y
hace al monje más celoso. Por otra parte, mantiene el cuerpo sano y conserva constante la
moderación”.
El pensamiento de la muerte no lleva al monje a una mayor tristeza sino que por el
contrario le libra de ella. En medio de grandes apreturas puede incluso aparecer la muerte
como solución. Sin embargo los monjes consideran esto como una tentación de blasfemar
contra Dios, dador de la vida. Por eso el pensamiento de la muerte sólo es fructífero si no
arruina lo sano sino que mantiene la tensión de estar dispuesto a morir todos los días y a la
vez mantener su cuerpo como si se fuese a vivir cien años.
Evagrio aconseja además -en la lucha contra la acedía- Ilevar una vida bien
regulada. Supera el ataque de la acedía aquel que pone en su vida un firme orden y regula
sabiamente la alternancia de oración y trabajo, tensión y distensión. Dice así Evagrio:
“La acedía se cura con la autosuperación haciendo todo con gran solicitud y temor
de Dios: En cada obra fija bien el tiempo y la medida y no ceses haste que la hayas
terminado. Reza frecuentemente y desde tu interior y el espíritu de la acedía te dejará”.
Una vida ordenada es un medio seguro para ordenar un interior desordenado. El
orden externo preserva de caer en el desorden del propio inconsciente. Poimen dice: “Si el
hombre mantiene orden no quedará confundido”.
Si el alma ha perdido en la acedía su tono vuelve a ganar su temple con un orden
exterior que es necesario para la salud.171
Evagrio considera muy difícil luchar contra la vanagloria si toda victoria sobre este
vicio es ocasión de nueva fama. La verdadera victoria sobre la vanagloria no se puede
conseguir con la intención sino solamente por la experiencia:
“Quien ha alcanzado la “gnosis” (el conocimiento) y ha gustado la alegría que viene
del conocimiento no es tentado ya más por el demonio de la vanagloria que le presenta
todas las alegrías del mundo ante los ojos. ¿Qué le podría ofrecer más grande que la
contemplación espiritual? Pero en tanto no hayamos gustado (experimentado) la gnosis
(conocimiento contemplativo) ejercitaremos celosamente la práctica, mostrándole a Dios
que nuestro único objetivo es hacerlo todo para alcanzar su conocimiento”.
El que ha experimentado a Dios no tiene necesidad de envanecerse ante los
hombres. Está curado del deseo de hacerse grande ante los hombres. AI que se le ha
manifestado Dios se le borra toda gloria humana. Sin embargo, el que no ha tenido esta
experiencia debe mantenerse en la ascesis, en todas las prácticas que los monjes le
aconsejan. Casiano cita un medio eficaz contra la vanidad que es observar la regla de los

171
Puede parecer un recurso demasiado simple como para funcionar, pero llegar a imponerme hacer una lista
con el “orden del día” e ir tachando tareas a medida que las iba ejecutando fue siempre una herramienta muy
útil para alejarme de estos estados. La acedía se caracteriza por la ausencia de orden interno, uno parece
“olvidar” las cosas importantes que debía hacer. Cuando llega el momento de ejecutar los planes,
sencillamente no se recuerdan... de pronto, todo lo planeado aparece como carente de sentido. Una lista
redactada previamente funciona como una “prótesis”, un “orden exterior” sustituto de este orden interno
ausente. Sólo hay que seguirla como si fuera una “receta” hasta doblegar el estado.

208
Padres y no hacer otra cosa que lo que los Padres vivieron en el pasado. Este mismo
consejo lo da Benito en el octavo grado de humildad:
“El octavo grado de humildad es que nada haga el monje sino lo que persuade la
regla común del monasterio y el ejemplo de los ancianos” (Regla, Cap. 7).
De esta manera no se considera el monje ni sus logros como algo extraordinario,
sino que se reconoce como débil compañero de lucha. Sobre todo, por la tentación, se siente
impulsado a guardar la regla fielmente en sus términos y que ya otros guardaron.
Contra el demonio del orgullo se dirige este consejo:
“Acuérdate de tu vida pasada y de tus antiguas faltas, de cómo estabas dominado
por las pasiones y que por la misericordia de Cristo te ves libre de ellas, habiendo salido del
mundo que frecuentemente y mucho te humilló. Medita también lo siguiente: ¿Quién es el
que te protege en el desierto? Quién mantiene lejos a los demonios que crujen Ios dientes
contra ti? Tales pensamientos fomentan la humildad y cierran la puerta al demonio del
orgullo”.
Todos estos pensamientos deben Ilevar a cada uno al convencimiento de que lo
bueno en nosotros es un regalo de Dios del que nos hemos de alegrar pero que tenemos que
considerarlo como regalo y no como merecimiento propio. Quien así se mira mantiene
consigo mismo una sana distancia. Tiene verdaderamente en cuenta sus fuerzas, pero sabe
que le han sido dadas, y dadas como tarea, que sígnifica también responsabilidad.

209
5. Signos del triunfo sobre los demonios

La situación que se alcanza con el triunfo sobre los demonios la denominan los
autores monásticos de diferentes modos. Para Casiano es la pureza de corazón, para Benito
la humildad, para Atanasio la ataraxía, esto es, la serenidad y equilibrio; para Evagrio la
apatheia, ausencia de pasiones. Aquí señalaremos solamente algunos signos de esta
situación o estado siguiendo a Evagrio en su Tratado Práctico.
“Cuando la mente comienza a orar sin distracciones es cuando cesa por completo la
lucha de la parte emocional del alma, tanto de día como de noche”172.
La oración sin distracciones es para Evagrio la más alta actividad del entendimiento.
EI entendimiento está en sí mismo y no es perturbado por las emociones. Entonces es capaz
de contemplar a Dios. Ha cesado el ir y venir de las emociones. El hombre se ha encontrado
a sí mismo, no en una situación sin sentimientos sino en una disposición en la que Ilega a la
paz con sus sentimientos porque están por completo dirigidos a Dios.
“Una prueba de la apatheia es que el entendimiento comienza a ver su propia luz,
permanece tranquilo ante las imágenes de la fantasía durante el sueño y contemplando
tranquilo las cosas”.
El entendimiento ve su propia luz. Esta idea es un punto esencial en la mística de
Evagrio. En el lenguaje de Jung esto significaría: El hombre ha encontrado su “sí mismo”,

172
En el budismo, esto equivale a alcanzar el estado meditativo, donde hay ausencia completa de emociones
negativas. Para el recién iniciado, algo que, con suerte, se puede experimentar durante unos pocos minutos. La
meta final es hacer que este estado sea permanente. Un permanente “triunfo sobre los demonios” es, en
realidad, una meta quimérica. No es posible para la condición humana. Estamos expuestos al pecado hasta el
último segundo. Lo más que podemos hacer, entonces, es vigilar hasta el último segundo.

210
se ha hecho consciente del núcleo de su persona. Estar libre de las imágenes de la fantasía
es una señal de que el inconsciente está lo suficientemente integrado para que no sufra
influencias perturbadoras. Mirar las cosas tranquilamente es algo que Evagrio lo aclara con
más detalle en otro lugar:
“Del mismo modo que un espejo no se mancha con las imágenes que refleja, así
queda el alma libre de pasiones sin ser manchada por las cosas de este mundo”.
El hombre reconoce las cosas pero no le exaltan para nada. Se podría decir que es
un hombre que mira las cosas sin que proyecte en ellas sus propias emociones y deseos.
Como ha recogido sus proyecciones, las cosas no le perturban las emociones y los impulsos
que están escondidos en el fondo de toda proyección. Para el que ha vencido a los
demonios, el mundo está desdemonizado. Los demonios no pueden luchar contra él
valiéndose de las cosas de este mundo. El monje conoce las cosas tal cual son. Con su
victoria sobre los demonios ha liberado las cosas para sí mismo.173
“El alma posee la aparheia cuando no solamente está libre de pasiones con respecto
a las cosas sino cuando está también sin inquietud (ataraxos) ante los recuerdos”.
No solamente está en orden la relación con las cosas y las personas del presente sino
también con respecto al pasado. Quien ha vencido a los demonios ha sanado su pasado, ha
salvado su propia historia vital. Los recuerdos no son ya heridas que constantemente
revuelven sus problemas, no son ya la causa de proyecciones, sino que están curadas, no
producen perturbación, amargura, resentimiento. Los sentimientos de odio y las amarguras
que hemos forjado como reacción ante nuestras humillaciones se ponen a la luz. Así las
pudo curar Dios. Ahora ya no envenenan nuestra vida. Han perdido toda su fuerza. Se
acepta el pasado. De esta manera los demonios no pueden usar nuestros agravios y heridas
para provocar irritación, cólera o tristeza en nosotros. Y como el pasado está curado
podemos orar a Dios sin distracción. Durante la oración no aparecen los recuerdos de las
heridas que nos apartan de Dios. Somos capaces de estar completamente presentes y
abrirnos del todo al Dios presente.174

173
La “victoria sobre los demonios” no implica la “destrucción de los demonios”. Una entidad demoníaca es
tan eterna como una angélica. Sólo se puede aspirar a estar libre de su dominación. Esta aspiración puede
sonar poco ambiciosa para el no iniciado... sin embargo, pertenece al más alto nivel de las posibilidades
humanas. Y es, al fin y al cabo, lo que en varias religiones se designa difusamente con el nombre de
“santidad”.
174
“Orar a Dios pidiendo justicia” puede parecer muy devoto, y así son prácticamente todas las “oraciones”
de quienes practican su “religión”. Sin embargo, estos ruegos no son más que la confirmación del poder que
la Malignidad tiene sobre las almas... el verdadero “orar” trasciende este estado. Sin duda, cuesta describir lo
que no conocemos...

211
Conclusión

De las descripciones de la lucha contra el demonio hechas por Evagrio Póntico,


Atanasio y Casiano, podemos comprobar que los antiguos monjes tuvieron una fuerte
experiencia de la relación con el mal, con las sombras, con el contenido del inconsciente.
Su lenguaje mitológico que describe la amenaza del mal como tentación de los demonios,
fue para aquellos monjes una ayuda para señalar la superación de lo que C. G. Jung Ilama
las propias sombras o el inconsciente personal y colectivo.
Los monjes sabían designar los peligros que les amenazaban desde el contenido
inconsciente. No los reprimían sino que los sacaban a luz, los exponían, los cercaban y así
les quitaban su peligrosidad. Estas amenazas y peligros los designaríamos de otra manera
en el lenguaje psicológico de hoy. Sin embargo la Psicología con su lenguaje empírico no
puede captar lo que hay detrás de esas amenazas y riesgos. El lenguaje mitológico, tras lo
comprensible psicológicamente, deja todavía espacio para lo no comprensible, para lo sim-
plemente presentible o sugerible. Esta realidad que aparece en las imágenes e ideas de la
mitología no puede reducirse a puros estados psicológicos. La Psicología puede solamente
describir el “reflejo empíricamente cognoscible de esta realidad, pero la realidad misma se
le escapa”.
Experimentamos en nuestro camino hacia Dios constantemente una fascinación por
el mal, sentimos cómo el mal quiere atraernos. Los mecanismos que se producen en
nosotros y los fenómenos físicos y psíquicos que aparecen los puede describir la Psicología.
Sin embargo lo que hay detrás de esta fascinación, el misterio del mal, que constantemente

212
ha sido expuesto en las religiones, filosofías y mitos de todos los pueblos, queda como
incaptable para la investigación psicológica.
El lenguaje mitológico de los antiguos monjes no quiere aprehender la cosa en sí,
sino solamente ayudar a relacionarse con ella de manera recta. C. G. Jung piensa que
muchas alteraciones neuróticas podrían ser causadas porque hay contenidos en nuestro
inconsciente para los cuales no tenemos ningún lenguaje: Como no pueden ser ni dichos ni
manifestados no los podemos hacer conscientes y por ello actúan perturbadoramente en
nuestra conciencia.175
Cuando los monjes hablan de la lucha con los demonios, cuando se refieren a
distintas tentaciones, impulsos, emociones y causa de estas emociones, hacen palabra los
contenidos que yacen escondidos en el inconsciente de todo hombre y que desde allí actúan
en la conciencia. Jung considera correcto y ventajoso para nuestra salud psíquica que
hablemos todavía hoy con imágenes mitológicas y con ideas religiosas cuando se trata de la
confrontación con el inconsciente.
“Porque estas imágenes mitológicas e ideas religiosas ofrecen símbolos
instrumentales mediante los cuales pueden ser conducidos los contenidos inconscientes a
la conciencia y allí ser interpretados e integrados. Si esto no sucede se filtran energías
considerables que normalmente no están muy acentuadas y se convierten en contenidos
conscientes cuya intensidad Ilega a ser patológica. De esto surgen aparentemente sin
fundamento, fobias y obsesiones como exageradas ideas, idiosincrasias, representaciones
hipocondríacas y perversidades intelectuales, que después se enmascaran social, religiosa
o políticamente”.176
Los monjes expresan en su descripción de la lucha con los demonios, una realidad
que todos nos hemos de plantear. En nuestro camino hacia Dios experimentamos que hay
en nosotros muchas cosas que intentan apartarnos de Dios. Hay impulsos, deseos ávidos,
necesidades encubiertas, afán de poder, emociones negativas que nos hacen ciegos para ver
la realidad, afectos vehementes que nos confunden y nos impiden la mirada hacia Dios. Los
monjes han experimentado que no se puede ir a Dios sin plantearse esos impulsos y
emociones. No se los puede reprimir; tenemos que autoconfesárnoslos y tratar con ellos. La
relación con el mal tiene distintas formas. Unas veces se admite su cercanía para observarlo
detalladamente y así poderlo superar. Otras veces hay sólo la posibilidad de cortar por lo
sano lo negativo para apartar al demonio. Las urgencias que con los impulsos vienen a la
lengua deben confesarse y darles la importancia debida. Se tiene que hablar incluyendo los
deseos y los afectos para ponerlos en orden. Así no nos molestan más en nuestro esfuerzo
por abrirnos a Dios y dejarnos conducir y transformar por el Espíritu de Dios.

Es igual el nombre que demos a las dificultades que nos apartan de Dios y, con ello,
de nuestra autorrealización. Lo decisivo está en enfrentarnos con estas dificultades y no
caer en la tentación de no prestarles atención o reprimirlas víctimas de un exceso de
idealismo irreal.

175
Ya hemos hablado de este hecho con aquel recurso de “ponerle nombre al demonio”. Un demonio al que le
hemos dado nombre ya no pertenece al inconsciente. Ya no puede actuar desde las sombras.
176
Esto parece oscuro... pero meditemos sobre con cuánta frecuencia las manifestaciones definitivamente
criminales como el racismo, el sexismo, los odios entre devotos de diferentes religiones, los odios de clase,
son naturalizados y justificados como la “idiosincrasia” de tal o cual grupo social o nación, y no pueden ni
siquiera ponerse en tela de juicio sin iniciar una confrontación. Podría dar ejemplos... pero mejor, no.
Búsquenlos ustedes mismos, de esa forma no me harán cargo a mí...

213
Los antiguos monjes pueden ayudarnos a superar nuestros ríesgos y nuestras
tentaciones mediante el reconocimiento claro del mal en nosotros y luchar con todo empeño
por una transparencia interior y apertura sin reservas ante Dios para que nuestro corazón se
abra constantemente al espíritu y al amor de Dios.

Fin

Conclusión del digitalizador

Me gustaría terminar este trabajo pudiendo afirmar que siento que he “evolucionado”, que
esta experiencia de leer, debatir, meditar y comentar esta obra me ha convertido en un ser de
mejor calidad. Es lo que sienten con frecuencia los materialistas después de leer alguno de esos
libros de “autoayuda” que tanto éxito de ventas tienen.

Lo siento, pero no. Más bien, lo que me queda es la percepción de que la situación del
hombre en este plano es más que desesperada. Los enemigos son muchos y poderosos. Y con
demasiada frecuencia, se los descubre entre los que creíamos “nuestros”... y de vez en cuando,
hasta encontrarmos alguno dentro de nosotros mismos. Bienvenido sea esto, porque a partir de
aquí será uno menos... pero parece que no hay descanso.

Sin embargo, una cierta sensación de “desamparo” presente antes de esta experiencia ha
desaparecido. Ya no estoy desarmado frente a la malignidad. Desde el fondo de los siglos, un
conocimiento siempre está accesible para quienes lo buscan. Y por momentos, me hace presentir
que efectivamente “somos hijos de Alguien”. Acercarse a Él parece hacernos correr algunos
riesgos, pero vale la pena.

No son riesgos más grandes que el de vivir a ciegas, entregado al desordenado mundo de
los sentidos. Puedo enumerar algunos, los más obvios. Para prevención del que ha leído.

El primero, es que las personas que acostumbrabas frecuentar comienzan a ponerse


aprensivas. “Algo”, un “olor nuevo” en nosotros, las hace sentir molestas. De pronto, descubren
que tus intereses y tus ideas, son un poco “raras”. Al principio me sorprendía mucho descubrir
ciertas miradas de temor y luego de odio, como si me sospecharan ocupado en alguna actividad
“subversiva”. Después, aprendí que el terror a lo desconocido es una dotación común en la
humanidad que está a la deriva. Mientras tanto, hubo que soportar calumnias, traiciones,
sabotajes, odios gratuitos... de pronto, la vida se vuelve complicada de mil formas. Todo esto es
desagradable, pero inevitable.

El reino de las sombras no suelta a ninguna de sus criaturas sin antes oponer resistencia.
Y sus esbirros son muy sensibles a la luz. Para ellos, ningún acto es más ofensivo, más
escandaloso, más digno de ser vengado, que el de pelear por la propia alma. Este es el primer
dolor, el que se conoce cuando se intenta trascender el materialismo. Mientras el cerdo se
complace en revolcarse en el barro del chiquero, ningún granjero se preocupa por evitar que se
escape. Pero al primer golpe que dé a la cerca, incluso por accidente... a la parrilla.

214
Después, están los riesgos propios del camino en sí. Con frecuencia, tus compañeros de
ruta cargan con sombras diferentes a la tuya, y te designan enemigo. “El místico es reaccionario”,
escribió Wilhelm Reich. No encontrarás “socialistas” entre ellos. Es propio de los iniciados
principiantes querer tomar el cielo por asalto, acceder a la gracia sin esforzarse por desarrollar los
dones. Y en ese tren, parece ser una ventaja confundir y hacer trastabillar a los compañeros de
camino. “Angel malo, que ha comprendido más que otros”, como decía Pierre Schaeffer.
Inevitablemente nos veremos acompañados de estos desangelados aspirantes. Ser “espiritual” no
necesariamente significa ser “bueno”. Es más, casi nunca significa eso. Significa más bien, ser
incluso más malvado que el materialista simple, que sólo conoce formas rudimentarias de ejercer la
maldad. Así, la maldad del mundo material comienza a verse como “inocente”, se nos revela
fácilmente manipulable y neutralizable en comparación con la maldad de las almas “en el camino”.
Estas últimas son capaces de una terrorífica sutileza. Para mantenerlas a raya, es necesario
desarrollar una sutileza de mucha mejor calidad que las astucias relativamente primitivas que se
necesitan para dominar el mundo de la materia. También ayuda no ser demasiado cobarde,
espiritualmente hablando. Hay que permanecer en calma ante el aliento del diablo. Este arte es
difícil de dominar.

¿Han visto de cerca alguna vez a esos devotos que jamás faltan a misa pero que son
capaces de insultar con ira a un niño que mendiga una moneda, porque los ha interrumpido en una
de sus exposiciones “elevadas” en la mesa de un bar? Yo sí. Lo he visto entre quienes me han
“guiado”.

¿Los han acusado de “comunista” por no contemporizar con la iniquidad? Algún “maestro”
lo hizo conmigo.

¿Han sido solidarios con alguien que estaba en un momento de desesperación para
encontrarse poco después con que él mismo te reprocha que pierdas el tiempo en asuntos que no
te atañen? Me ha pasado, sí. A estos “devotos” les repugna la solidaridad incluso cuando les
conviene, cuando la han necesitado, la han recibido y se han beneficiado con ella. No es algo
personal, es una cuestión de principios. Se han sentido inferiores, “sucios”, por recibir ayuda gratis.
Luego de recibir, se les despierta el deseo de vengar la humillación... “El que da siempre está por
encima del que recibe”, les he escuchado decir. Y no les gusta estar “abajo”… No conocen la
solidaridad, sólo la “caridad”.

¿Los han acusado de tener “contactos sexuales indebidos” con alguien que, no solamente
no los atraía, sino que además te producía un definido desagrado físico? ¿Les han escupido un
sentimiento de afecto haciéndolos pasar por rufianes para poder seguir actuando una fingida
inocencia? ¿Les ha pasado, en resúmen, que les han caído las proyecciones de las desviaciones
sexuales ajenas sobre sus cabezas de buenas a primera? Todo esto sucede con frecuencia en el
camino. El religioso común es básicamente un sexópata.

¿Han escuchado una conmovedora prédica de algún sacerdote que los ha


sacudido de pies a cabeza, y al acercarse para darle las gracias por ella han sentido encenderse
todas sus alarmas, como si de pronto se hubieran dado cuenta de que estaban en presencia de un
criminal? Me ha pasado infinidad de veces. Lo que tanto conmovía no era más que una
representación teatral ensayada infinidad de veces. No era más que un personaje armado para la
ocasión.

Estos “hijos del bajo astral” se comportan ante la evolución espiritual del mismo modo que
el mafioso ante sus negocios ilegales. Lo importante es la “ganancia”. Lo importante es estar
primeros en la lista de los “elegidos”. Alguno me lo han confesado literalmente. Esa desesperación
propia del mafioso por quedarse con todo, se imprime también cuando se trata de “acumular
valores en el cielo”. Como si la única alma que tuviera derecho a mejorar fuera la propia. Por
supuesto, todo esto es fantasía. Estos “guías” caminan en círculos, en un espiral desdendente
hacia los infiernos.

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Y aún así... pueden ser maestros que tengan algo valioso que enseñar. Comprender esto
último, aterra. Con frecuencia, un pervertido es lo mejor que tenemos como guía. Así de
desesperada es la condición humana.

Reich lo formuló muy bien cuando escribió, en su obra “Escucha, pequeño hombrecito”:

Habrías vencido a los tiranos hace tiempo, si interiormente hubieras estado vivo y sano.
Tus opresores provienen de tus propios medios, así como en el pasado provenían de los
estratos superiores de la sociedad. Incluso son más pequeños de lo que tú eres, Pequeño
Hombrecito. Ya que se necesita una buena dosis de mezquindad para saber de tus miserias
a través de la experiencia y entonces utilizar este conocimiento para anularte todavía
mejor, aún más duramente.
Estoy de acuerdo. Los conocimientos interiores necesarios para ayudar a evolucionar
espiritualmente a un ser son los mismos que los que se necesitan para esclavizarlo o destruírlo.
Para quien accedió a ellos, son sólo herramientas. La voluntad del “guía” es otro asunto.

En mi caso particular, poco tiempo después de este trabajo de desmenuzar esta obra de
Ansem Grün, tuve que dar por terminada esta experiencia. Por varios motivos... Porque había sido
señalado como “contaminado por ideas de izquierda”. Porque había constatado el evidente
desequilibrio de varios de los integrantes del grupo de trabajo (que no podía mencionar porque se
me acusaba de estar “endemoniado”) y que dos años después terminaron muertos por su propia
estupidez. Porque había sido “llamado al orden” por ser solidario... Porque a pesar de no haber
nunca leído literatura comunista, a pesar de haber crecido entre fascistas, estúpidos y suicidas, no
estaba “contaminado” por ellos sino por el comunismo… Nunca antes había visto a la ultraderecha
católica desde tan cerca, delante de mis narices.

Pasé los primeros 3 meses posteriores a esta experiencia en un estado de horror, sin tener
mucha conciencia de todo esto. Solamente sentía que todos los caminos se habían cerrado. Nunca
antes había estado tan a ciegas... Pero justo en ese momento, tuve acceso, a través de la web, de
un libro censurado que de pronto hizo que volviera a pararme sobre mis dos piernas: “Tras el
Umbral”, de María del Carmen Tapia.

Me dijo de pronto por quiénes había sido educado: por esbirros del Opus Dei. Lo sabía,
solamente necesitaba que me lo recordaran. La sorprendente similitud de situaciones, acusaciones
delirantes, manipulaciones, presiones, entre lo que yo acababa de vivir y lo que cuenta María del
Carmen Tapia después de años de ser la secretaria de Escribá de Balaguer, el fundador del Opus,
me ordenó las ideas y me abrió a la posibilidad de separar, con mano quirúrgica, entre el
valiosísimo legado espiritual de siglos de las enseñanzas cristianas y las espantosas desviaciones
del totalitarismo, que fueron parte de prácticamente toda mi formación, en la que con frecuencia
era castigado por no someterme a ella, por “hacer todo de mi propia cabeza”, como me decía mi
madre en mi infancia... Mucho antes de que yo me diera cuenta, ellos ya sabían que no era como
ellos.

Caí entonces en que siempre había estado en mis manos la oportunidad de salir de la
podredumbre de esta vida de crímen... con los mismos recursos que los criminales habían puesto
en mi poder. Tenía que escuchar, desgrabar, meditar, ponderar, darle forma a mis conclusiones,
comentarlas. Y dejar todo escrito. Llevó casi quince años, pero lo hice. Este trabajo es una puerta
de escape.
Soy consciente de que voy a ser “castigado” por lo que he hecho. Esto, sin duda, se paga.
Estoy listo. ¿Estoy listo?

En resúmen, todo lo que he tratado de hacer es radiografiar al diablo. Quitarle todas sus
máscaras, exponer cómo nos esclaviza, de manera que quienes se sientan inclinados al bien
tengan mejores herramientas para resistirlo.

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Es una ambición loca que tiene muy pocas probabilidades de tener éxito. Pero tenía que
hacerlo. Caminé por el filo de la locura arriesgando la escasa cordura que tenía para esto, y pude
salir vivo para contarlo.. ahora sólo queda arrojar la botella al mar.

Ya no soy joven. Ya no me queda mucho tiempo de vida. Pero este esfuerzo, seguramente
le servirá a alguien más. Con que a un sólo ser le sea útil para escapar de esta cárcel en la que
caminamos en círculos, ya está justificado.

Permanezcan en el Bien.

S.

Buenos Aires, otoño de 2021 (pandemia)

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