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TRABAJO ETNOGRÁFICO

UN SENDERO DE ESCLAVITUD Y RESISTENCIA

Antropología Política

Estudiantes:

Bahamon Guzmán Maria José, Martínez Chitiva Laura Sofía y Nova Nova Lizeth Sofía

Docente: Juan Pablo Montero

Universidad Nacional de Colombia

Facultad de Derecho, Ciencias Políticas y Sociales

Sede Bogotá

2023
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UN SENDERO DE ESCLAVITUD Y RESISTENCIA

PASOS PREVIOS:

Nuestro trabajo etnográfico inicia desde la necesidad de saciar la duda de un interrogante


que constantemente resonaba en nuestras mentes a la hora de enfrentarnos a situaciones de
frustración profunda y punzante, las cuales, se hicieron cada vez más explícitas al momento de
percatarnos, al igual que comprender un poco más el malestar y la resignación de las personas de
nuestro círculo cercano ante las dificultades y contrariedades de un orden no solo económico,
sino político, social e incluso ético, manifestado violentamente de forma despótica, devastadora
y usurpadora hacia a quienes se les fue impuesto.

De este modo, aquellas cuestiones que nacieron de inocentes incógnitas infantiles


provenientes, en nuestro caso, de un ambiente de beneficio y de ayuda colectiva, chocaron de
golpe ante la realidad, por medio del descubrimiento y la convivencia con la sociedad en la cual
fuimos criadas. Es así que, al encarar un nuevo ambiente denominado “Universidad” e ingresar a
la carrera de Ciencias políticas, estos enigmas empezaron a hacerse lúcidos. No solo porque cada
día en nuestras clases adquirimos conocimientos del mundo que nos rodea, sino también porque
comenzamos a enfrentarnos a nuevas experiencias, preocupaciones y dificultades, a las cuales no
estábamos acostumbradas. Debido a esto, llegamos a comprender que muchas de las situaciones
que nos generan malestar, tanto a nosotros como a un sin fin de personas, son justificadas a partir
de un término que a pesar de que no conocíamos antes, ha estado presente en nuestras vidas y
actualmente, es habitual que haga parte de nuestras conversaciones: El Neoliberalismo. Un
término que al hacerse presente en diversos entornos, posibilita la persistencia de angustia,
presión, impotencia e incluso violencia.

Podemos definir al Neoliberalismo como una corriente ideológica y política que en su


momento, incitaba el mayor uso del mercado sin las limitaciones de la intervención
gubernamental (Bejarano, 2022). No obstante, describirlo como una mera corriente económica y
política subestima su transversalidad. De esta manera, de acuerdo con la definición dada por la
psicóloga Argelia Noemí Ibarra en su texto “Neoliberalismo y subjetividad. El nuevo malestar”
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(2021) podríamos plantear que el neoliberalismo también demanda su propio planteamiento


psicológico, político y de Ethos, afectando a toda la sociedad, y en adición, estableciendo sus
propios principios ontológicos, epistemológicos y axiológicos en los que el mercado constituye
un agente sanador (Ibarra, 2021).

Inevitablemente, el neoliberalismo, justificado en la eficiencia y la maximización


individual de la acumulación de capital, nos convierte no solo en seres consumistas
desenfrenados y forzados a ir más allá de nuestras posibilidades de adquisición, así como
sobrevivir en medio de la competencia, sino que también nos industrializa en sujetos
consumibles que dentro de su proceso de cotización pueden sufrir de vacío y malestar
psicológico. Por tal motivo, en esta era neoliberal en la que nos encontramos, convivimos con
una relación constante de excesos que no provoca más que estrés, depresión, toxicomanías,
suicidios, ataques de pánico y síntomas suscitados por el consumo desenfrenado y la
competencia absoluta, y de esta manera, al no abastecer con las necesidades del sistema, nos
enfrentamos al malestar. Esta relación, que por experiencia propia no resulta ajena, desemboca
en sintomatologías que aniquilan el tratamiento que, a medida que nos fuimos criando en dentro
de una sociedad y nos fuimos relacionando para ser partícipes de nuestra cultura, se le formuló a
la pulsión de la muerte (Ibarra,2021).

Por consiguiente, y teniendo como referencia las implicaciones del neoliberalismo, desde
nuestra posición como estudiantes de segundo semestre y tomando en cuenta que nuestra
prioridad es prepararnos académicamente, así como finalizar nuestro pregrado, han surgido
preocupaciones futuras en cuanto a graduarnos de la carrera; no sólo por el hecho de lograrlo,
sino por lo que debemos enfrentar posteriormente. Saber que la tasa de empleabilidad que poseen
los politólogos graduados es de 66% a comparación de otras carreras (Universidad de Medellín,
2023) y que el índice de desempleo de los recién graduados, que según estudios del Observatorio
Laboral para la Educación (OLE) era del 25% (Quintero, 2023) nos genera cierta intranquilidad.
No obstante, en medio de estas inquietudes nos encontramos con Olivia, una mujer en la cual
observamos el sendero de esclavitud y resistencia ante el orden mundial.
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ACERCÁNDONOS A OLIVIA:

Acercarnos a Olivia surgió de manera espontánea. El primer contacto con Olivia fue a
inicios de este semestre, cuando se presentó ante nosotras como la monitora de una electiva que
nos encontrábamos cursando. Nuestra primera impresión fue muy neutral, sin embargo, una
tarde, realizó una monitoría con el curso para explicar algunas lecturas del programa, a medida
que iba desarrollando sus argumentos, notamos cómo su indiferencia y enojo crecían
rápidamente cuando se refería a los intelectuales neoliberales; nos comentaba que eran personas
que tenían una visión muy individualista del mundo y nunca tomaban a consideración el daño
que podían generar en la población. Adicionalmente, sus palabras denotaban cierta desesperanza
y frustración, no sólo porque este sistema le generaría un gran daño a ella, sino también a gran
parte de la población colombiana.

En medio de su explicación, comentaba que en Colombia se ha implantado un sistema


neoliberal y que, actualmente este ha reflejado ser destructivo para gran parte de la población.
Así mismo, consideraba que en nuestro país la desigualdad prima en muchos aspectos. Esto nos
llevó a pensar que en Colombia la concentración de la tierra y la riqueza en ciertas familias
puede contarse con los dedos de las manos. De igual manera, la clase media, es decir más o
menos el 80% de la población, vive con lo justo. ¿Pero a qué costo?, a punta de explotación. Es
ilógico que a un sistema neoliberal se adjudique un discurso de protección de los derechos y
libertades básicas de los ciudadanos asumiendo que brinda cientos de oportunidades, pero sin
tomar en consideración las condiciones sociales que cada individuo tiene para “salir adelante”.
De acuerdo con lo planteado por el economista francés Thomas Piketty, en su libro “Capital e
Ideología” (2020), se puede comprender mejor esta cuestión.

Según lo propuesto por Piketty, a principios del siglo XXI se ha desarrollado una nueva
ideología neopropietarista que ha llevado al mundo a niveles extraordinarios y descontrolados de
concentración de la renta y la riqueza, sobre la base de justificar la desigualdad moderna
mediante la culpabilización de los más pobres y de la mano de un discurso de exaltación de
empresarios y multimillonarios. De este modo, la coartada de la desigualdad se establece a partir
de que aquella deriva de un proceso libremente elegido, en el cual todos los individuos tienen las
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mismas posibilidades de acceder al mercado y a la propiedad (2020, p.11), y es así, que se tiende
a naturalizar la posición de los ganadores del sistema económico actual, a la vez de estigmatizar
a los perdedores por su falta de méritos, de talento y de diligencia (2020, p.11).

Teniendo en cuenta esta perspectiva, mientras nos sumergíamos en estos pensamientos,


Olivia comentó algo muy interesante; nos dijo que a pesar de que no se consideraba una persona
excluida del sistema, ya que durante su carrera tuvo el provecho de ser “privilegiada”, puesto que
contaba con el apoyo económico de sus padres, sí tuvo que esforzarse demasiado para lograr
graduarse. Sin embargo, actualmente se siente preocupada, ya que ese privilegio se esfumó y sus
condiciones ya no son las mismas . Debe enfrentar un nuevo estilo de vida, en donde la
competencia laboral es feroz y las posibilidades de estar en lo más alto del sistema son muy
reducidas, por lo cual si no se esmera lo suficiente no logrará encarar aquellas dificultades que se
le presentan.

Al percatarnos de aquello, el deseo de acercarnos a Olivia fue más grande puesto que
compartíamos pensamiento similares. De este modo, aquellas primeras manifestaciones que
observamos de Olivia en contra de las dinámicas de un sistema neoliberal y cómo ella
simultáneamente, se sentía afectada al tener que “acostumbrarse a él”, nos llevó a demostrarle
nuestra intención de conversar con ella, para así lograr saciar nuestros interrogantes en cómo este
sistema logra afectar la vida de aquellos estudiantes, que cómo ella tienen una severa carga
académica y laboral, por lo cual se esfuerzan para tener un título profesional, un trabajo estable y
poder saciar todas sus necesidades.

Fue así que empezamos a compartir muchos momentos con Olivia, logrando conocerla a
profundidad. Olivia, es una mujer joven de 23 años de edad que disfruta apasionadamente de la
música, la astrología y la política; nació en Duitama, Boyacá, un lugar que ella misma define
como “pueblo chico, infierno grande”, pero posteriormente se mudo a Bogotá para realizar sus
estudios universitarios, en donde se sumergió en la diversidad cultural e ideológica de la capital.

En muchos de los espacios que compartimos con Olivia, la hemos escuchado manifestar
su tendencia hacia el anarquismo y la libertad, más aún cuando conversamos con ella en torno a
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la filosofía y el llamado “propósito de vida”, pudimos entender que la profundidad de su razón


de ser está estrechamente relacionada con la resistencia en un mundo en donde la opresión nos
obliga a resistir tratando de vivir como si ya fuésemos personas libres, y más específicamente en
una comunidad colectiva, pues Olivia claramente sostuvo que ella misma no puede imaginar la
libertad si no es desde la fuerza colectiva. Continuamente, se relaciona con un sinfín de teorías
en cuanto a su discurso de libertad, entre ellas mencionó a autores como Spinoza y Kropotkin,
parecía tan inmiscuida en sus propias palabras que pudimos confirmar su afición tan distintiva
por la academia sociopolítica y la investigación.

Cuando escuchamos sobre Olivia, en las primeras cosas que pensamos es en su “exitosa”
trayectoria académica, pues se trata de una estudiante que culminó sus estudios de pregrado en
Ciencias Políticas tan sólo en 4 años, el cual, si es el tiempo planteado en el plan de estudios, no
tiende a ser cumplido al pie de la letra debido a la carga académica. Al divagar en su trayectoria,
pudimos imaginar la presión, malestar, e hiperproductividad que ella tuvo que atravesar para
lograr culminar su pregrado en tan corto tiempo, dado que nosotras afrontamos el mismo
malestar desde el segundo semestre y por ende hemos decidido desde mucho antes realizar
nuestros estudios con un ritmo más lento.

Un factor importante a destacar, es que todas nosotras pertenecemos a la Universidad


Nacional de Colombia, la misma Olivia reconoce que aquella genera una carga académica
realmente absurda, no únicamente en nuestra universidad, de hecho tanto en Colombia como en
Latinoamérica las instituciones de educación superior creen que el sobreesfuerzo conlleva a un
proceso fructífero de aprendizaje, sin embargo parece no ser el caso. Además, las exigentes
dinámicas de aprendizaje no se ajustan a las realidades de los estudiantes; entonces, este círculo
de hiperproductividad académica que cargamos por llamarnos estudiantes de “la Nacional”,
acarrea un malestar notable que afecta nuestra salud mental a causa de la posibilidad de la
insuficiencia académica sumada a la terrible financiación de programas de bienestar
universitario.

Resulta que vivimos en un mundo en donde sólo consigue éxito quien obtiene un cierta
cantidad de títulos en una universidad prestigiosa y logra venderse en el mercado laboral
consiguiendo un salario millonario, pero ocurre que incluso el acceder a una universidad
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prestigiosa termina siendo el resultado de otra competencia que no se ve limitada por las
“habilidades intelectuales” de una persona, sino que también influye el estrato social, el lugar de
procedencia y la cantidad de dinero que se tenga disponible para pagar una matrícula, o en
últimas, la disposición que se tenga para firmar en algún programa como el famoso ICETEX, y
condenarse a pagar una serie de créditos que terminan siendo más costosos que la carrera en un
inicio.

Más aún, es Olivia quien asegura que si no hubiera sido por la matrícula cero que ofrece
la Universidad Nacional, ella no hubiera estudiado, pues su familia no poseía el presupuesto
suficiente para pagar un pregrado. Está clara la realidad a la que se enfrentan las clases más
desfavorecidas en términos de acceso a la educación superior (Piketty, 2020), pues es algo que se
ve reflejado desde la competencia excesiva y la hiperproductividad que rigen los proyectos
neoliberalistas, que desde hace décadas se aplican en los países de América Latina, para mal,
también es evidente el poco interés que muestran los gobiernos en mejorar la educación; en torno
a ello Piketty (2020) señala “la cuestión de las desigualdades educativas y de la ausencia de
transparencia democrática en este sentido es un factor que afecta a todos los países y que forma
parte de los fracasos socialdemócratas” (p.55).

De ahí que, esta situación política y social genera un claro malestar en los jóvenes que se
ven abruptamente obligados a ser productivos en un sistema que no les brinda las herramientas
necesarias para serlo, sino que los fuerza a trabajar y estudiar cada día más desde la ausencia de
condiciones para ello, introduciendo en sus pensamientos la idea de que deben escalar en estas
desigualdades para cambiarlas ellos mismos. Más allá, los sentimientos de vergüenza, cargo de
conciencia y paralelismo constante al no sentirnos útiles para participar en esa cadena de
producción reflejan meramente el vacío interno del malestar.

Es en este contexto, que Olivia sufrió su primera crisis ansiosa, rodeada por la alta
exigencia académica, y el malestar que le causaba la obligación de ser académicamente
hiperproductiva en un entorno que según ella sencillamente no se adaptaba a su realidad ni a su
estilo de vida, ello sumado a la falta de atención con respecto a la salud mental tanto en la
Universidad como en su propia familia, teniendo así la necesidad de continuar estudiando
incansablemente a pesar de sus malestares.
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CAMINANDO EN MEDIO DE LA EXPLOTACIÓN LABORAL:

Olivia no sólo está finalizando con las materias de su carrera, sino que como trabajo de
grado se encuentra cursando una Maestría en “Estudios Culturales”, y que simultáneamente,
trabaja como monitora y participa en semilleros de investigación enfocados en luchas sociales,
por esta razón, en medio de conversaciones expresaba agotada lo difícil que era cuadrar tiempos,
concepto que tomó mayor fuerza cuando en medio de la entrevista directamente nos respondió
acerca de su frustración con el neoliberalismo argumentando que no existe esa promesa de
libertad, pues no somos libres si tenemos que escoger entre explotarnos o morir de hambre. De
igual manera, tanto Olivia como Ibarra (2021), concuerdan también con la idea de que el sistema
excluye a aquellas personas que no produzcan o que no se encuentren al ritmo de productividad
constante, y resignada, tomándolo con ligereza ella afirma que en últimas, todos somos
reemplazables.

Avanzando en la conversación, llegamos a nuestro papel como mujeres, que Olivia al ser
feminista considera que es un aspecto muy importante. Entonces, nos comentó una de sus
vivencias en torno a sus familiares cercanos, nos habló de su inconformidad con la manera en la
que al momento de distribuír tareas, a las mujeres siempre les tocaba el doble; sustentaba que
dentro del rol de género y el estereotipo de productividad que debíamos cumplir para ser
tomadas en serio, las mujeres debían completar todas las tareas que el hombre no hiciera y que, a
diferencia de ellos, no se podían dar el lujo de realizar procesos mediocres; todo esto para
concluir que ni dentro del mercado ni del sistema las mujeres cuentan con verdaderas
oportunidades, y mucho menos se les otorga algún reconocimiento a sus logros.
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UNA MIRADA A LA SALUD MENTAL:

Desde otro punto y tomando como referencia la concepción de Noemí Ibarra (2021),
sería absurdo negar que el acceso inequitativo a los recursos por la acumulación de las riquezas,
y el riesgo a la exclusión que esto genera, no repercute de forma directa y negativa en la salud
mental de las personas. De esta forma, según la definición la Organización Mundial de la Salud,
esto se entiende como “Un estado de bienestar en el cuál cada individuo desarrolla su
potencial, puede afrontar las tensiones de la vida, puede trabajar de forma productiva y
fructífera y puede aportar algo en su comunidad” (OMS,2022); el hecho de que la mayor
autoridad directiva de salud mundial (la cuál es resultado de la globalización y de otros
fenómenos actuales) nos indique que la eficiencia laboral también hace parte de nuestra
definición de bienestar, es frustrante y contraproducente.

Es así que, las contradicciones inherentes de un sistema neoliberal a la hora de adquirir


un trabajo estable e incluso acceder a la Universidad, así como la sobrecarga académica y laboral
que este genera, sin olvidar la presión, estigmatización y responsabilidades de ser mujer, ha
producido en Olivia la aparición de trastornos psicológicos que han afectado considerablemente
su salud mental.

Conforme a lo anterior, Olivia padeció una fuerte crisis en su trayectoria académica


debido a la explotación constante; el hecho de cumplir con todas sus responsabilidades a tiempo,
obtener buenas calificaciones, graduarse en el menor tiempo posible y acceder a varias
actividades para tener una hoja de vida sólida, ocasionó que padeciera un trastorno mixto ansioso
depresivo. Nos comentaba que vivía en situaciones recurrentes de estrés e incluso llegaba a
sentirse inservible si las cosas no salían como ella esperaba. Con el paso del tiempo, el apoyo de
sus seres queridos y otras razones, Olivia logró superar (no por completo) su crisis.
Adicionalmente, consideramos que el motivo más grande de “progreso”, fue conocer las
dinámicas del neoliberalismo, puesto que al estudiar Ciencia Políticas logró comprender la
realidad del mundo que la rodea. Asimismo, al cambiar su actitud frente al sistema y reconocer
que este existe, ha llevado a que lo acepte, no del modo de estar de acuerdo con él, sino en
resistencia.
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No obstante, el hecho de que Olvia se percate de las adversidades que causa este sistema,
no permite que se sienta en completa tranquilidad. Saber de los efectos que produjo en su vida y
en la sociedad colombiana, le provoca enormes preocupaciones. Igualmente, el hecho de
enfrentarse actualmente a una nueva realidad le genera cierta perturbación y no sabe si esta vez
logrará soportar todas las dificultades .

En este sentido, en uno de los primeros encuentros que tuvimos con Olivia, nos comentó
que venía sintiéndose abrumada por un pensamiento que no escapaba de su mente: la necesidad
de ser productiva constantemente, aunque muchas veces ella no quisiera. En algunas ocasiones
experimenta un sentimiento de culpa irracional por no ser suficientemente productiva y adaptada
al sistema. Esto nos llevó a pensar que Olivia tiende a guiarse por el ideal de “valer por lo que
haces y no por lo que eres”, es decir, si no cumple con sus responsabilidades, si no logra aquello
en tal tiempo o de forma perfecta, no tiene valor como persona.

Ligado a lo anterior, Olivia considera que su cuerpo no le sirve a este mundo tal y como
está ordenado; debido a sus trastornos psicológicos (actualmente ansiedad social), su
incapacidad para adaptarse fácilmente a los cambios y en muchas ocasiones, el hecho de no
querer ser productiva, la lleva a considerarse inservible y dependiente del sistema, por lo que si
no se adapta a él, puede sufrir grandes consecuencias. Asimismo, ese sentimiento de no querer
ser productiva, no es porque su carrera o trabajo no la haga feliz, sino por el hecho de ser una
obligación y una exigencia que la lleva a explotarse. Por tal razón, ella nos dejó claro que a pesar
de que el sistema la siga violentando, ella quiere hacer su vida profesional en la academia y
ligada a la investigación. Su forma de resistencia, es no rendirse ante el sistema, sin embargo,
muchas veces se agobia porque no sabe si logrará aguantar ese camino.

Por otro lado, ante las repercusiones que el sistema neoliberal causó en la salud mental de
Olivia, ella tomó la decisión de recibir ayuda psicológica y psiquiátrica. No obstante,
actualmente considera que no existe alguna posibilidad de sanación real por este camino. En este
orden de ideas, cuando Olivia padeció su primer trastorno optó por recurrir a un servicio
psicológico estatal. En un inicio, este le brindó herramientas para “mejorar” y “superar” los
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malestares psicológicos que ella tenía, generando así, que pudiera adaptarse al sistema. Sin
embargo, posteriormente fue remitida a psiquiatría y la situación empeoró; todo el tiempo estaba
dopada y se sentía perdida, no estaba sanando, simplemente estaba desviando sus problemas. En
ocasiones, lograba olvidar el daño que el mundo le generaba, poder apartarse de sus
pensamientos y adecuarse a la realidad, pero eso no implicaba realmente sanar.

Como menciona Ibarra (2021), este tipo de prácticas busca que las personas que padecen
malestares psicológicos se reconcilien con el sistema. Usualmente hacen uso de discursos
científicos legitimadores en nombre del bienestar para reparar a aquel individuo “enfermo” y así,
aquel toleré o se adapte al orden mundial. Asimismo, se recae en una estigmatización de aquellos
individuos considerados “locos”, asumiendo que deben recibir ayuda para salir de un estado tan
deplorable. En consecuencia, las industrias farmacéuticas, la psicología y la psiquiatría no sólo
ven al individuo como una máquina que se debe reparar para que funcione correctamente,
también tienden a mercantilizar su sufrimiento para promover las dinámicas del mercado y la
culpa recae sobre ellos, evadiendo la responsabilidad del sistema.

Teniendo en cuenta las contrariedades de estas prácticas, Olivia actualmente ha decidido


desligarse de este tipo de “ayuda” y ha intentado dejar paulatinamente los medicamentos que
tomaba para la ansiedad; si por aquello es identificada como “enferma mental”, ya no será una
consecuencia mayor de su sufrimiento.

EL CAMINO HACIA NUEVAS PERSPECTIVAS:

Finalmente, luego de esta deliberación, podemos afirmar que el neoliberalismo no es un


simple orden económico sino que también es un orden de carácter social y político, que
condiciona las oportunidades que obtenemos de él, además del ámbito en el cual se desarrollan
nuestras vivencias y por ende nuestra salud mental; de hecho, aunque no se pueda generalizar
que este sistema cause los mismos efectos en todas las personas, está claro que de algún modo
nos afecta, así tengamos conocimiento o no de que la razón puede ser la existencia de dicho
sistema. En esa misma línea, logramos comprender que las personas no son ni un producto más,
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ni un simple sujeto de estudio, pues son seres con una amplia variedad de conocimientos propios
adquiridos desde distintas experiencias, por lo cual podemos apreciar el mundo desde diversas
perspectivas.

En este sentido, aquel sendero de esclavitud y resistencia evidenciado en la trayectoria de


Olivia, nos hace preguntarnos si nuestro camino va a ser el mismo que el de ella, dado que
observamos en Olivia una fuerte crisis al inicio de su trayectoria académica, pero una actual
posición de resistencia, pues ella tomó la desición de no encasillarse aún dentro de los límites de
un sujeto neoliberal, inclusive llega a afirmar estar “loca” para tal sistema, y según ella, si la ven
como un fenómeno decide aceptarlo y abrazar su “cordura”. Sin embargo, el hecho de ir en
contra del sistema y saber que en un futuro ella se verá obligada a condicionarse a él, genera una
preocupación en torno a que no logre aguantar ante la realidad.

Desde nuestro punto de vista, teniendo en cuenta que a pesar de que sufrimos del mismo
malestar a causa del sistema, poseemos situaciones diferentes a la de Olivia, y conversando con
ella pudimos llegar a nuestra propia reflexión..

En primer lugar, yo (Laura Sofía Martínez) me encuentro a fin con la idea de resistencia
que comenta Olivia a pesar de que nuestras vidas sean muy diferentes, pues desde hace un
tiempo a causa de la cultura familiar en la que crecí, siempre he sentido que el pensar y vivir
diferente a como está establecido, aceptando esa “locura” es totalmente válido, dado que si bien
también tengo contemplado el hecho de que en un futuro me veré más fuertemente condicionada
el neoliberalismo, mi forma de resistir es abrazando mis pasiones y aceptando mi diferencia.

Más aún, me planteo la posibilidad de vivir una vida tranquila y feliz, más allá de estar
rodeada de lujos materiales; de hecho, este elemento me causó intriga, pues Olivia también habla
de una vida sin lujos, sin embargo nosotras pudimos notar que muchos de sus elementos
personales son de alto valor monetario, de ahí infiero que el concepto de una vida “con lo
necesario” puede ser diferente para todos.
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Para continuar, los espacios de convivencia con Olivia nos resultaron altamente
enriquecedores (como María José Bahamón y Lizeth Sofía Nova ), logramos empatizar con
distintos puntos expuestos por Olivia, en especial con las dificultades respecto a sus métodos de
estudio y los sentimientos de frustración que le causaban el reconocimiento interno de no serle
útil al sistema de mercado y de quedarse atrás con respecto a sus compañeros y a su futura
competencia académica; su forma de abordar la necesidad de utilidad y mercantilización de la
persona nos permitió aterrizar la idea utópica de que, lastimosamente, hasta la muerte se
comercializa y se aprovecha.
Finalmente, en cuanto a su relación de tolerancia y resignación con el neoliberalismo,
concordamos con la discrepancia y el rencor al mismo, por ejemplo, con que los cuidados con
los que nos arropa el sistema son solamente para alimentar y fortalecer el mismo, sin embargo,
sentimos que nuestra forma resistir sería distinta, puesto que nuestras apreciaciones sobre las
responsabilidades que implican la vida adulta son distintas. Por último, su visión de bienestar
comunitario y su sentido de vida avivaron una vez más nuestro proceso de introspección sobre
las consecuencias que ha tenido el hiperindividualismo en nuestra formulación del concepto de
felicidad y éxito.
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REFERENCIAS:
● Ibarra Ibáñez, Argelia Noemí. “Neoliberalismo y subjetividad. El nuevo
malestar.” Revista de Psicología (UNLP), 2020, pp. 156-166.
● Bejarano, J. A. (2017, julio 21). ¿Qué es neoliberalismo? Banrepcultural.org.
https://www.banrepcultural.org/biblioteca-virtual/credencial-historia/numero-91/que-es-
neoliberalismo
● Piketty, T. (2020). El suicidio: un estudio de sociología. México: Editorial
Fontanera.
● Quintero Rueda, C. M. (2023, marzo 24). 75,1% de graduados universitarios,
vinculados a mercado laboral formal. Portafolio.co.
https://www.portafolio.co/economia/empleo/graduacion-75-de-los-graduados-estan-vinculados-
al-sistema-laboral-formal-580348
● Sheppard, S. (2022, junio 3). Por qué la salud mental debe ser una prioridad al
adoptar medidas relacionadas con el cambio climático. Who.int.
https://www.who.int/es/news/item/03-06-2022-why-mental-health-is-a-priority-for-action-on-
climate-change
● Universidad de Medellín. (2023). Empleabilidad de los politólogos – Ciencias
Sociales y Humanas. Edu.co.
https://cienciassocialesyhumanas.udemedellin.edu.co/empleabilidad-de-los-politologos/

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