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Espacio y poder
Darío I Restrepo, junio de 2012
Este trabajo sustenta la tesis según la cual es necesario introducir la
dimensión espacial para comprender tanto la economía como la política
económica, la evolución de las funciones y formas del Estado, así como las
pugnas alrededor del sistema político. Nuestro objetivo es persuadir a los
investigadores sociales que estudian el poder en sus manifestaciones
económicas, políticas e institucionales, así como a los activistas que
agencian programas alternativos, sobre la imposibilidad de entender el
poder por fuera de sus configuraciones espaciales. En consecuencia
pensamos que tampoco debieran formularse programas alternativos
contenidos estrechamente en los entramados espaciales hegemónicos, ya
que estos no son neutros, ni meros lugares en donde ocurren los
acontecimientos, son un componente de los dispositivos organizadores de
la dominación.1
Dimensiones espaciales del poder
Consideremos el sistema político. Las instituciones políticas, sus reglas,
así como todo el sistema político es un conjunto de racionalizaciones
alrededor de las soberanías, los derechos y los deberes políticos. Sobre qué
se decide en el espacio público político, quién, cuando, bajo que reglas y
con qué grado de incidencia; tales son las variables del poder político que
1. Una bella y persuasiva demostración de esta tesis la desarrolla Marta Herrera a
propósito del siglo XVIII colombiano. Los españoles emprendieron infructuosos
intentos por reducir a los indios chirimías y demás de las sabanas caribeñas,
para lo cual debían destruir las formas de ocupación dispersa y móvil del
territorio por tales pueblos indios bravos e indómitos. Para dominar era necesario
“reducir”, es decir, conglomerar para vigilar, controlar y castigar. Herrera, Marta
(2007), Ordenar para controlar. Ordenamiento espacial y control político en
las llanuras del Caribe y en los Andes centrales Neogranadinos. Siglo XVIII,
La Carreta Editores / Universidad de los Andes, Medellín.
siempre establecen mapas de validez y de estructuración espacial. Por
ejemplo, en donde se eligen o no se eligen mandatarios locales o del nivel
intermedio y con cuales prerrogativas mandatarias sobre su territorialidad,
son cuestiones que concentran todas las relaciones de poder entre ámbitos
espaciales: el nacional, el intermedio y el local. De esta manera se definen
las prerrogativas que ordena el alcalde y los grados de mando del ejecutivo
nacional en el ámbito local. Cambiando de lugar hacia las cámaras
nacionales importa si estas se configuran con un criterio de representación
territorial o poblacional. Es decir, si todas las entidades territoriales tienen
los mismos representantes independientemente de la cantidad de
habitantes, o por el contrario si la representación nacional se logra
mediante la expresión de la mayoría de individuos del censo electoral. La
representación proporcional de los territorios en la nación equilibra la
incidencia política de cada territorio en la promulgación de leyes y la
adopción de presupuestos públicos nacionales. En cambio, cuando la
representación nacional está configurada con base en el número de
personas votantes, los territorios más poblados, que suelen ser los más
desarrollados, concentran la asignación de cargos, determinan las políticas
públicas y la ejecución de los presupuestos nacionales en los territorios
dominantes. De esta manera se crean y recrean colonialismos internos y
se distribuyen de manera diferencial los poderes políticos entre territorios
de una nación. También existe la posibilidad de tener dos cámaras
nacionales, una configurada por el principio de la representación territorial
y la otra por la representación individual, o una combinación entre ambos
principios de representación como en Colombia, aunque en este caso con
un claro sesgo a favor de la representación individual. No debe sorprender
entonces que la mayoría de representantes y senadores colombianos
provengan de Cundinamarca, Bogotá, Antioquia y Valle y que a la vez allí
se concentre la mayor cantidad de población, inversión pública y privada,
así como de dichas entidades territoriales han sido los ministros y
presidentes en la historia nacional. El estudio de la especialidad del
sistema político bastaría como aproximación para desentrañar la
construcción histórica de los poderes en la historia de los países, tanto los
políticos como también los económicos.
¿Qué distingue a una danesa de una colombiana?, unos derechos y
deberes de ciudadanía que están determinados por las leyes y sistemas
políticos de cada país. Nada parece más evidente que esta anomalía. Los
derechos ciudadanos no son universales, sino locales, anclados en los
Estados nacionales, los cuales con el tiempo han construido pactos y
reglamentaciones sobre los derechos de los extranjeros y migrantes en
territorios de acogida, así como también hemos pactado entre Estados
nacionales derechos universales que debieran imperar en todo lugar.2 La
lucha por los derechos globales y por la ciudadanía global no es otra
entonces que la batalla por construir la espacialidad mundial como lugar
de derechos para todos.3 Esta, quizás la pretensión más elevada de las
reivindicaciones políticas contemporáneas, es en sentido estricto una
aspiración espacial. O dicho lo anterior de manera más precisa: la
realización de los derechos humanos sin discriminación alguna de tiempo,
lugar y modo, aspiración que nació con “la modernidad”, solo puede
lograrse cuando su vigencia tenga irrestricta plenitud planetaria.
Pasemos ahora a la administración pública. Por definición, la
administración pública es la materialización de un poder administrado
sobre personas que están en los territorios. En Bogotá más del 60% de las
unidades prestadoras de servicios de salud se encuentran concentradas en
el norte de la ciudad. Esto implica para los habitantes del sur
desplazamientos más largos y costosos, así como mayor tiempo para llegar
10. Adscribimos aquí a los análisis de David Harvey mediante los cuales explica
las estrategias necesariamente espaciales de solución a la crisis de sobre
acumulación del capital. Ver por ejemplo la compilación de artículos {Harvey,
David (2007), Espacios del capital. Hacia una geografía crítica. (2001), (Madrid:
Akal).} En particular el capítulo 15: La geopolítica del capitalismo.
11. Harvey, David (2004), El nuevo imperialismo,: AKAL, Cuestiones de
Antagonismo, p. 170. Particularmente el capítulo IV: “La acumulación por
desposesión”. Madrid
12. Restrepo, Darío I., (2001) Reestructuración capitalista, formas de organización
espacial del Estado y nuevas prácticas políticas, La otra política, Fundación
Friedrich Ebert de Colombia – Fescol -, Bogotá.
Dicho desbarajuste implica re negociaciones de poder entre niveles
territoriales dentro del Estado, tanto procesos de descentralización política
como re-localizaciones productivas y nuevos balances de poder económico
entre territorios dentro de las naciones. La segunda especificidad de
nuestro aporte respecto de la contribución de Harvey es que el resultado
espacial no se explica solo a partir de la lógica de la acumulación, sino de
las pugnas socio territoriales al interior de la reestructuración de las
relaciones capitalistas y del Estado. No es una lógica la que explica, -la del
capital como si este fuera un sujeto con intención-, sino un conflicto, o más
bien una multiplicidad de conflictos que provocan y literalmente se
desatan con la doble crisis de la acumulación y del contenedor del Estado
nacional.
Durante el siglo XX, en particular desde la década del 30 hasta mediados
de la del 70, se habrían “estabilizado” ciertas relaciones entre economía,
política e instituciones. Algunos llamaron a esta época el modelo fordista
de acumulación para los países centrales y fordismo periférico para los
dependientes.13 Un régimen de acumulación basado en la industrialización
al interior de los espacios nacionales se compaginó con una fuerte
intervención estatal sobre la economía mediante la política fiscal,
comercial, monetaria y externa, y con la responsabilidad estatal en la
reproducción del trabajo a través del desarrollo de una seguridad social
con base en la asalarización. Economía, política económica y social se
articularon a través de instituciones con gran incidencia estatal y de
regulaciones centralizadas. La estabilización de dichos equilibrios dio
lugar, después de la segunda guerra mundial, a la ilusión de que el
capitalismo había superado las contradicciones internas autodestructivas.
También alimentó los análisis estructurales que desde la sociología, las
ciencias políticas y la economía crítica aminoraron la incidencia de la
. Santos, Milton (1990), Por una geografía crítica, Por una geografía nueva,
20
Espasa Universidad, Madrid, 171 – 236
manera más álgida en momentos en que no se ha estabilizado una forma
dominante. E incluso al interior de una forma relativamente estable no
podemos sino constatar la efervescencia de múltiples usos, racionalidades
e intereses en conflicto dentro de la forma espacial dominante. Nosotros
partimos de una crítica radical al fetichismo de las formas, es decir al
pensamiento que otorga a una forma de organización espacial contenidos
unívocos y permanentes. Partimos, por el contrario, de reconocer
significados hegemónicos pero cuestionados, usos dominantes pero no
siempre predominantes, formas espaciales quizás dominantes y
predominantes pero atravesadas por los conflictos21. Lo que la
epistemología sistematiza la historia enseña. El general Pinochet practicó
una radical descentralización en la década del 70 y 80 con dos fines
principales22. Una regionalización para organizar la intervención
económica y la administración pública a imagen y semejanza de los
cuarteles militares. Una municipalización para integrar diferentes
estamentos sociales a la administración pública local mediante
mecanismos de participación ciudadana por corporaciones y estamentos.
El ordenamiento territorial de la dictadura fue pieza clave del nuevo orden
económico y político, de la desaparición de los partidos políticos y los
sindicatos, a la vez que sirvió a los propósitos de la privatización de
empresas estatales locales. En la Colombia de la década del 80 la
descentralización, -en tanto elección de alcaldes, transferencia de recursos
y cesión de competencias-, se adoptó dentro de la “Apertura Democrática”
del presidente Belisario Betancur. Institucionalizar lo social y crear bases
21. Un análisis que otorga contenidos políticos unívocos a una forma de
organización descentralizada con base en provincias y otro que deriva la forma
descentralizada de la reestructuración capitalista a la que le es completamente
funcional, se encuentran respectivamente en: Borda, Orlando Fals (2000), Acción
y Espacio. Autonomías en la nueva República, Tercer Mundo Editores /
Universidad Nacional de Colombia, Bogotá, p. 99. Moncayo, Víctor Manuel (2004),
El Levietán derrotado, Grupo Editorial Norma, Bogotá, p. 387.
22. Tetelboin, Carolina (2003), La transformación neoliberal del sistema de
salud. Chile: 1973 - 1990. Reformas de primera generación, Universidad
Autónoma Metropolitana, México, D.F, p. 267.
institucionales para la inserción del movimiento guerrillero a la vida
política fueron razones de fondo que llevaron a las elites políticas a
emprender el camino de una profunda descentralización. La asamblea
constituyente de finales de los 80 en Brasil adoptó la más radical
descentralización de fines de siglo en el continente latino americano. La
insurgencia de las clases populares, movimientos cívicos, urbanos
regionales y campesinos confluyeron en la lucha por la apropiación de los
poderes locales como ejercicio de democracia. Hacía pocos años la
dictadura brasilera agonizante de finales de los 70 había descentralizado
recursos y competencias hacia los gobiernos estaduales con el fin de
“comprar” adhesiones al régimen político en barrena. En la Bolivia de la
década del 90 la descentralización se adoptó al tiempo que un gigante
paquete de privatizaciones de empresas estatales. De “Leyes malditas”
fueron calificadas tales iniciativas por los sindicatos en la medida en que el
ordenamiento descentralizado se inscribió claramente en una estrategia de
debilitar la administración estatal, privatizar activos y trasladar costos de
servicios a los ciudadanos. Y así sucesivamente se pueden multiplicar
ejemplos que ilustran usos y contenidos hegemónicos de los procesos de
descentralización en los países en diferentes momentos. Empero, no se
debe olvidar que en cada una de dichas circunstancias varias estrategias
de ordenamientos espaciales se confrontaban, así como usos alternativos
de las formas espaciales así reformadas.
En Colombia, como en muchos otros países de América Latina, la
descentralización de recursos durante más de 20 años ha esparcido el
gasto social básico, pero se mantiene una gran desigualdad en la
concentración social y territorial de los ingresos totales, expresada en
términos del coeficiente Gini y del PIB inter-regional23. En cambio en el