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Su origen es dudoso. Hay evidencias de esta práctica en los ritos funerarios durante las guerras púnicas
del siglo III a. C., y pronto se convirtió en un rasgo esencial de la política y de la vida social del mundo
romano. Su popularidad conllevó que se utilizaran en ludi cada vez más lujosos y costosos.
Los juegos de gladiadores se prolongaron durante casi mil años, alcanzando su apogeo entre el siglo I
a. C. y el siglo II d. C. Finalmente decayeron durante los primeros años del siglo V tras la adopción del
cristianismo como religión estatal del Imperio romano en 380, aunque las venatio (caza de bestias)
continuó hasta el siglo VI.
Se les representó tanto en la alta cultura como en la cultura popular, en objetos preciosos o comunes en
todo el mundo romano.
Índice
Historia
Orígenes
Desarrollo
Apogeo
Declive
Organización
Los gladiadores
Mujeres gladiadoras
Emperadores
Los juegos
Preparativos
Estructura
Combate
Victoria y derrota
Muerte y disposición del cadáver
Remembranza y epitafios
Esperanza de vida
Formación
Dieta y atención médica
Situación jurídica y social
Anfiteatros
Su papel en la vida romana
En el ejército
Facciones y rivalidades
Ética y moral
En el arte y la cultura romanas
En el arte y la literatura modernos
Véase también
Notas y referencias
Bibliografía
Bibliografía adicional
Enlaces externos
Historia
Orígenes
Las primeras fuentes bibliográficas pocas veces coinciden sobre
el origen de los gladiadores y los juegos de gladiadores.3 4 A
finales del siglo I a. C., Nicolás de Damasco consideraba que
provenían de la costumbre de los etruscos de celebrar combates a
espada entre parejas en los funerales.5 6 Una generación más
tarde, Tito Livio escribió que se realizaron por primera vez en el
año 310 a. C. por los campanios en celebración de su victoria
sobre los samnitas.7 8 Mucho tiempo después de dejarse de
celebrar de los juegos, el erudito Isidoro de Sevilla, del siglo VII
d. C., derivó el término latino lanista (gerente de gladiadores) de
la palabra etrusca para «carnicero»,9 y el título de caronte Relieve de gladiadores en el
anfiteatro de Mérida, España.
(asistente vestido como Caronte que comprobaba la muerte del
gladiador)10 venía de Charun, psicopompo del submundo
etrusco.11 Esta opinión fue aceptada y repetida en la mayoría de las primeras historias modernas de los
juegos.12
Una revisión de los testimonios pictóricos respalda un origen campanio, o al menos un préstamo, de los
gladiadores y los juegos.13 14 Campania albergó las primeras escuelas de gladiadores conocidas
(ludi).15 16 Frescos en tumbas de la ciudad campania de Paestum (siglo IV a. C.) muestran parejas de
luchadores, con cascos, lanzas y escudos, en un propiciatorio rito de sangre funerario que anticipa los
primeros juegos de gladiadores romanos.17 En comparación con estas imágenes, la prueba de respaldo
de las pinturas de tumbas etruscas es dudosa y tardía. Los frescos de Paestum pueden representar la
continuación de una tradición mucho más antigua, adquirida o heredada de los colonos griegos del siglo
VIII a. C.18
Livio sitúa los primeros juegos de gladiadores romanos (264 a. C.) en la primera etapa de la primera
guerra púnica de la República romana contra Cartago, cuando Decimus Iunius Brutus Scaeva hizo que
tres parejas de gladiadores lucharan hasta la muerte en el Foro del mercado de animales de Roma (Foro
Boario) para honrar a su padre muerto, Brutus Pera.19 Se describe como un munus (plural: munera), un
deber memorial que sus descendientes debían a los manes de un antepasado muerto.20 n 1 El desarrollo
de los munus y sus tipos de gladiadores se vio influenciado en gran medida por el apoyo de Samnio a
Aníbal y las subsiguientes expediciones punitivas contra los samnitas por parte de Roma y sus aliados
campanos; el tipo de gladiador más antiguo y mencionado con mayor frecuencia fue el samnita.21
Una lucha igualmente dura y un triunfo igualmente brillante caracterizaron la campaña que
siguió inmediatamente a continuación contra los samnitas. Además de sus habituales
preparativos bélicos, habían construido unas nuevas armaduras brillantes con las que sus tropas
aparecían resplandecientes. Había dos ejércitos, el uno tenía sus escudos labrados de oro y el
otro de plata. [...] Los romanos ya sabían del esplendor de sus armaduras, y sus jefes les habían
enseñado que un soldado debía inspirar miedo, no por estar cubierto de oro y plata, sino por su
confianza en su valor y su espada. [...] El Senado decretó un triunfo para el dictador. Con
mucho, la mejor visión de la procesión fueron las armaduras capturadas [...] Mientras los
romanos usaban estas armaduras para honrar a los dioses, los campanos, llenos de desprecio y
odio hacia los samnitas, hicieron que las llevasen los gladiadores que actuaban en sus
banquetes y los llamaron, desde entonces, «samnitas».22
El relato de Livio soslaya la función funeraria y de sacrificio de los primeros combates de gladiadores
romanos y refleja el carácter teatral posterior del espectáculo de gladiadores romanos: bárbaros
espléndidos, exóticamente armados y acorazados, traidores y degenerados, dominados por el poder y el
coraje natural del pueblo romano.23 Los humildes romanos dedican virtuosamente el magnífico botín de
guerra a los dioses. Sus aliados campanos escenifican una cena con gladiadores que pueden no ser
samnitas, pero que desempeñan ese papel. Otros grupos y tribus se unirían a la lista de reparto a medida
que se expandían los territorios romanos. La mayoría de los gladiadores utilizaban armas y elementos de
protección a semejanza de los enemigos de Roma, nunca con el uniforme o armamento de los soldados
romanos.24 n 2 El munus se convirtió en una forma moralmente instructiva de representación histórica en
la que la única opción honorable para el gladiador era luchar bien, o morir bien.25
Desarrollo
En el año 216 a. C., a la muerte del cónsul y augur Marco Emilio Lépido, fue honrado por sus hijos con
tres días de munera gladiatoria en el Foro Romano, en el que participaron veintidós parejas de
gladiadores. 26 Diez años más tarde, Escipión el Africano ofreció un munus conmemorativo en Hispania
para su padre y su tío, víctimas de las guerras púnicas. No romanos de alto estatus, y posiblemente
también romanos, se ofrecieron como sus gladiadores. 27 En el contexto de las guerras púnicas y la casi
desastrosa derrota de Roma en la batalla de Cannas (216 a. C.) vinculan estos primeros juegos con la
generosidad, la celebración de la victoria militar y la expiación religiosa de la catástrofe militar; estos
munera parecen al servicio de un programa de levantamiento de la moral en una época de amenaza y
expansión militar.28 El siguiente munus registrado, celebrado con motivo del funeral de Publio Licinio
en 183 a. C., fue más extravagante. Fueron de tres días de juegos funerarios, 120 gladiadores y
distribución pública de carne (visceratio data),29 una práctica que reflejaba las luchas de gladiadores en
los banquetes de Campania descritos por Livio y luego deplorados por Silio Itálico.30
La entusiasta adopción de los munera gladiatoria por parte de los aliados ibéricos de Roma muestra con
qué facilidad y cuán pronto, la cultura del munus gladiatorio caló en lugares lejos de la propia Roma. En
el 174 a. C., «pequeños» munera romanos (privados o públicos), ofrecidos por un editor de relativamente
poca importancia, pueden haber sido tan comunes y poco destacables que no se consideraban dignos de
ser registrados:31
En ese año se celebraron muchos juegos de gladiadores, algunos poco importantes, uno más
notable que el resto, el de Tito Flaminino, que conmemoró la muerte de su padre, que duró
cuatro días, y estuvo acompañado por una distribución pública de carnes, un banquete y
actuaciones escénicas. El punto culminante del espectáculo, que era grande para la época, fue
que en tres días lucharon setenta y cuatro gladiadores.32
En el año 105 a. C. los cónsules gobernantes ofrecieron a Roma su primera muestra de «combate
bárbaro» patrocinado por el Estado y llevado a cabo por gladiadores de Capua, como parte de un
programa de entrenamiento para los militares.33 Resultó ser inmensamente popular.34 A partir de
entonces, los torneos de gladiadores antes restringidos a los munera privados se incluyeron a menudo en
los juegos estatales (ludi)n 3 que acompañaban a los principales festivales religiosos. Donde los ludi
tradicionales habían sido dedicados a una deidad, como Júpiter, los munera podían dedicarse a un
ancestro divino o heroico de un patrocinador aristócrata.35
Apogeo
Los juegos de gladiadores ofrecían a sus financiadores
oportunidades de autopromoción extravagantemente caras pero
efectivas, y ofrecían a sus cliensn 4 y votantes potenciales un
entretenimiento emocionante a un bajo costo o sin coste alguno
para ellos mismos.39 40 Los gladiadores se convirtieron en un
gran negocio para los entrenadores y propietarios, para los
políticos en ciernes y para aquellos que habían llegado a la cima
y deseaban mantenerse en ella. Un privatus (ciudadano privado)
políticamente ambicioso podía posponer el munus de su difunto
padre hasta el momento de las elecciones, cuando un buen
espectáculo podía captar votos; los que estaban en el poder y los
Un retiarius ataca a un secutor con
que lo buscaban necesitaban el apoyo de los plebeyos y de sus su tridente en este mosaico de una
tribunos, cuyos votos podían obtenerse con la mera promesa de villa de Nennig, Alemania (c. siglos II
un espectáculo excepcionalmente bueno.41 Sila, durante su y III d. C.)
mandato como pretor, con ocasión del funeral de su esposa
demostró su habitual perspicacia al quebrantar sus propias leyes
suntuarias para ofrecer el munus más lujoso que se había visto hasta entonces en Roma.42
Durante los últimos años de inestabilidad política y social de la República romana tardía, cualquier
aristócrata propietario de gladiadores contaba con una magnífica arma política a su disposición.43 44 45
En el año 65 a. C., Julio César, recién elegido edil curul, celebró unos juegos que justificó como un
munus en honor a su padre, que llevaba 20 años muerto. A pesar de acumular una deuda personal
enorme, utilizó 320 parejas de gladiadores con armadura plateada.46 Disponía de más en Capua, pero el
Senado, consciente de la reciente revuelta de Espartaco y temeroso de los cada vez más numerosos
ejércitos privados de César y de su creciente popularidad, impuso un límite de 320 parejas como máximo
número de gladiadores que cualquier ciudadano podía albergar en Roma.47 48 El espectáculo de César
no tenía precedentes en cuanto a su magnitud y coste;49 había organizado un munus como memorial en
lugar de un rito funerario, desvirtuado cualquier distinción práctica o significativa entre munus y ludi.50
Los juegos gladiatorios, generalmente junto con espectáculos con bestias, se extendieron por toda la
República y otros lugares.51 Las leyes anticorrupción de los años 65 y 63 a. C. intentaron frenar la
utilización política de los juegos por parte de sus patrocinadores, pero no lo consiguieron.52 Tras el
asesinato de César y la guerra civil posterior, Augusto asumió la autoridad imperial sobre los juegos,
incluidos los munera, y formalizó su organización como un deber cívico y religioso.53 Su revisión de la
ley suntuaria limitó el gasto público y privado en munera, alegando que se trataba de evitar las quiebras
que sufrirían las élites romanas, y restringió su aparición a los festivales de Saturnalia y Quinquatria.54
A partir de ese momento el coste máximo de un munus oficial «económico» de un pretor, con un máximo
de 120 gladiadores, sería de 25 000 denarios; un ludus imperial «generoso» podría costar nada menos que
180 000 denarios.55 A lo largo de todo el Imperio los juegos más importantes y celebrados ahora se
identificarían con el culto imperial promovido por el Estado y que fomentaba el reconocimiento público,
el respeto y la aprobación del numen divino del emperador, de sus leyes y de sus representantes.56 35
Entre 108 y 109 d. C., Trajano celebró sus victorias contra los dacios con 10 000 gladiadores y 11 000
animales a lo largo de 123 días.57 El coste de los gladiadores y los munera siguió creciendo sin control.
La legislación de 177 d. C. de Marco Aurelio apenas lo contuvo y fue completamente ignorada por su
hijo, Cómodo.58
Declive
El declive del munus fue un proceso complejo.59 La crisis del siglo III impuso crecientes exigencias
militares a las arcas del Estado, de las que el Imperio romano nunca se recuperó del todo, y los
magistrados de menor rango consideraron que los munera obligatorios eran un gravamen cada vez menos
gratificante en relación con los dudosos privilegios de su cargo. Sin embargo, los emperadores
continuaron subvencionando los juegos como una cuestión de un interés público que todavía no había
disminuido.60 A principios del siglo III d. C., el escritor y padre de la iglesia cristiano Tertuliano
reconoció su influencia sobre el pueblo cristiano, a pesar de que admitió que los combates eran
asesinatos, su actuación era espiritual y moralmente dañina y que el gladiador era un instrumento de
sacrificio humano pagano.61 Un siglo después Agustín de Hipona deploró la fascinación juvenil de su
amigo (y más tarde compañero-converso y obispo) Alipio de Tagaste con el espectáculo de los munera
como algo contrario a la vida cristiana y a la salvación.62
En 325 d. C. los combates de gladiadores seguían siendo populares y los anfiteatros seguían albergando
la espectacular administración de la justicia imperial. Ese año el emperador cristiano Constantino el
Grande promulgó un edicto aplicable a las provincias orientales en el que mostraba su desaprobación de
los juegos, que calificó como «espectáculos sangrientos», obligando a que los condenados a la damnatio
ad ludum en su lugar se les condenara a trabajos forzados en las minas (damnatio ad metalla),63 64 65
aunque sin prohibir expresamente los juegos, lo que significaba que ya solo podrían combatir en la arena
los que lo hacían por propia voluntad.65
No se sabe cuántos munera gladiatoria se celebraron durante la época romana. Muchos, si no la mayoría,
eran venationes y, durante el Imperio tardío, algunos podían no ser más que eso. En 165 a.C., se organizó
al menos un munus durante las Megalesias de abril. A principios de la era imperial, los munera de
Pompeya y de las ciudades vecinas se extendieron de marzo a noviembre. Incluían el munus de cinco
días con una treintena de parejas de un magnate provincial, además de la caza de bestias.74 Una única
fuente primaria tardía, el Calendario de Furius Dionysius Philocalus para el año 354, muestra lo poco
frecuentes que eran los gladiadores en muchos festivales oficiales. De los 176 días reservados para
espectáculos de diversa índole, 102 fueron para representaciones teatrales, 64 para carreras de carros y
sólo 10 en diciembre para juegos de gladiadores y venationes. Un siglo antes, el emperador Alejandro
Severo pudo haber tenido la intención de hacer una distribución más uniforme de los munera a lo largo
del año, pero esto habría estado en contra de lo que se había convertido en la distribución tradicional de
los juegos de gladiadores más importantes a finales del año. Como señala el historiador germano-
británico Thomas Wiedemann, diciembre también era el mes de las Saturnales, en las que la muerte
estaba ligada a la regeneración y los más humildes eran honrados como los más grandes.75
Organización
Los primeros munera tenían lugar en o cerca de la tumba del difunto y eran organizados por su
munerator (persona que hacía la ofrenda). Los juegos posteriores los llevaba a cabo un editor, ya fuera el
propio munerator o un agente empleado por él. Con el paso del tiempo, estos términos y significados
pueden haberse fusionado.76 En la época republicana, los ciudadanos particulares podían poseer y
entrenar gladiadores, o arrendarlos a un lanista (propietario de una escuela de entrenamiento de
gladiadores). A partir del Principado los ciudadanos particulares solo podían celebrar munera y tener sus
propios gladiadores con el permiso imperial, y el cometido del editor estaba cada vez más supeditado a la
burocracia estatal. La legislación de Claudio exigió que los cuestores, el rango más bajo de la
magistratura romana, financiaran personalmente dos tercios del coste de los juegos de las comunidades
de sus pueblos pequeños (en la práctica, tanto un anuncio de su generosidad personal como una parte de
los honorarios de su puesto). Los juegos más importantes los organizaban los magistrados superiores, que
podían permitírselos. Los más importantes y fastuosos de todos eran pagados por el propio
emperador.77 78
Los gladiadores
Había muchos tipos de gladiadores, que se especializaban en la
utilización de armas y técnicas de combate específicas. Los
primeros tipos de gladiadores recibieron su nombre de los
enemigos de Roma de la época: el samnite o samnis (por los
samnitas), el thraex (por los tracios) y el gallus (por los galos).79
El samnita, poderosamente equipado y probablemente el tipo más
popular, fue posteriormente renombrado como secutor y el gallus
como murmillo, una vez que estos antiguos enemigos habían sido
Pollice Verso (1872), obra de Jean-
conquistados y luego asimilados por el Imperio de Roma.
Léon Gérôme.
Generalmente solamente luchaban contra otros de la misma
escuela o ludus.80 En los munus de la República media, cada tipo
de gladiador parece haber luchado contra un tipo similar o idéntico. En la última época de la República y
en los primeros tiempos del Imperio, se introdujeron varios tipos de «fantasías» y se les enfrentó con
tipos diferentes aunque complementarios. Por ejemplo, el ágil y con cabeza descubierta retiarius,
protegido solo en el brazo y hombro izquierdos, enfrentaba su red, su tridente y su daga contra el secutor,
más poderosamente armado y con casco.81 Algunas variantes que se introdujeron fueron los gladiadores
que luchaban con carros (essedarius o a caballo (eques).82 La mayoría de las representaciones de
gladiadores muestran los tipos más comunes y populares; el estudio de referencias literarias a otros ha
permitido una reconstrucción de los demás.79
Además de los esclavos y prisioneros, otras dos fuentes de provisión de gladiadores, utilizadas con mayor
frecuencia durante el Principado y la relativamente baja actividad militar de la Pax romana, eran los
criminales condenados a morir en la arena (damnati) o a las escuelas o juegos de gladiadores (ad ludum
gladiatorium)n 3 como castigo por sus delitos,85 y los voluntarios remunerados (auctorati) los cuales, a
finales de la República, puede haber sido más de la mitad —y probablemente la mitad más capacitada—
de todos los gladiadores.86 87 La utilización de voluntarios tenía un precedente en el munus celebrado en
Iberia por Escipión el Africano, aunque en este caso no estaban remunerados.27
Para los pobres y para los no ciudadanos, la incorporación a una escuela de gladiadores ofrecía una
oportunidad de obtener un oficio, comida de forma regular, alojamiento de algún tipo y una oportunidad
de luchar por la fama y la fortuna.86 Marco Antonio eligió a una compañía de gladiadores como su
guardia personal.88 Los gladiadores por lo general se quedaban con el dinero de sus premios y los
regalos que recibían, que podían ser sustanciales. Tiberio ofreció a varios gladiadores retirados 100 000
sestercios cada uno para que regresaran a la arena.89 Nerón le dio al gladiador Spiculus propiedad y
residencia «igual a la de los hombres que habían celebrado triunfos». 90
Mujeres gladiadoras
El que existan muy pocas fuentes primarias —todas referidas exclusivamente a la ciudad de Roma— y
que los romanos ni siquiera tenían una palabra para designar a las mujeres que luchaban como
gladiadoras, parece indicar que no era un hecho frecuente.91 En los años 60 d. C., las gladiadoras
aparecen como algo inusual y como «figuras exóticas de un espectáculo excepcionalmente fastuoso».92
En 66 d. C., Nerón hizo que hombres, mujeres y niños etíopes lucharan en un munus para impresionar a
Tiridates I de Armenia.93 94 Los romanos parece que consideraban la idea de una mujer gladiadora
original y entretenida, o totalmente absurda; Juvenal despierta el interés de sus lectores con una mujer
llamada Mevia, cazando jabalíes en la arena «con una lanza en la mano y los pechos al descubierto»,95 y
Petronio se burla de las pretensiones de un ciudadano rico pero de clase baja, cuyo munus incluye a una
mujer que lucha desde un carro o una carroza.96 Un munus del 89 d.C., durante el reinado de
Domiciano, presentaba una batalla entre gladiadoras, descritas como «amazonas».97 En Halicarnaso, un
relieve del siglo II d. C. representa a dos mujeres combatientes llamadas «Amazona» y «Achillia»; su
combate terminó en un empate.98 99 En el mismo siglo, un epígrafe alaba a una de las élites locales de
Ostia como la primera en «armar a las mujeres» en la historia de sus juegos.98
Emperadores
Una prueba del atractivo, popularidad y prestigio de la lucha gladiatoria es que incluso la practicaron
algunos emperadores.106 Calígula, Tito, Adriano, Caracalla o Didio Juliano compitieron en la arena,
tanto en público como en privado,107 aunque el riesgo que corrieron era mínimo.108
Cómodo fue un gran entusiasta del munus, luchó en la arena en gran número de ocasiones y obligaba a la
élite de Roma a asistir a sus actuaciones como gladiador, bestiarius o venator.109 110 La mayoría de sus
actuaciones como gladiador eran incruentas, luchando con espadas de madera y en las que
invariablemente ganaba. Se decía que había remodelado la colosal estatua de Nerón a su imagen y
semejanza como «Hércules renacido», dedicada a sí mismo como «Campeón de secutores; el único
luchador zurdo en vencer doce veces a mil hombres».111 112 Se decía que había matado 100 leones en un
día, casi con toda seguridad desde una plataforma elevada que rodeaba el perímetro de la arena, lo que le
permitió demostrar con seguridad su puntería.113 114
Los juegos
Preparativos
Los juegos de gladiadores se anunciaban con mucha antelación en distintos lugares como hitos, muros y
edificios, indicando el motivo de su celebración, su editor, el lugar de celebración, la fecha y el número
de parejas de gladiadores (ordinarii) que iban a participar. También podrían destacarse otros detalles
como las venationes, las ejecuciones, la música y otros lujos que se ofrecieran a los espectadores, como
un toldo para protegerse del sol, aspersores de agua, alimentos, bebidas, dulces y, ocasionalmente, rifas o
premios. Para los fanes y los apostadores, el día del munus se distribuía un programa más detallado
(libellus munerarius), en el que se mostraban los nombres, procedencia, familia gladiatoria, tipos y
resultados de los combates de las parejas de gladiadores, así como el orden de aparición de cada uno de
ellos.115 116 Los gladiadores zurdos se anunciaban de forma destacada; estaban acostumbrados y
entrenados para luchar contra los diestros, lo que les daba una ventaja sobre la mayoría de los oponentes
y ofrecía una combinación interesantemente poco ortodoxa.117 118
La noche anterior al munus los gladiadores celebraban un banquete público (cena libera) en el que los
espectadores tenían la posibilidad de ver de cerca a los protagonistas del evento y los apostadores hacerse
una idea de por quién y cuánto apostar;119 la profesora estadounidense Alison Futrell señala su similitud
con una «última cena» ceremonial o sacramental.120 Probablemente fueron eventos familiares y públicos
que incluían incluso a los noxii, sentenciados a morir en la arena al día siguiente; y a los damnati, que
tendrían al menos una pequeña posibilidad de sobrevivir. El evento también puede haber sido utilizado
para generar más publicidad para el inminente juego.121 122
Estructura
Los munera oficiales de principios de la era imperial consecuencia de la reforma augusta parecen haber
mantenido una estructura establecida (munus legitimum) compuesta por diferentes actos: la venatio, los
ludi meridiani y el munus gladiatorum, el combate de gladiadores propiamente dicho.123
El día del evento la jornada se iniciaba al salir el sol, aunque los combates de gladiadores no se iniciaban
hasta la tarde. Plinio indica que los gladiadores eran conducidos al anfiteatro en lujosos carros.124 Los
espectáculos comenzaban generalmente con venationes (cacería de animales) y bestiarii (luchadores con
bestias), que duraban hasta el mediodía. A continuación, los ludi meridiani (lit. 'juegos de mediodía'), de
contenido variable pero que solían incluir ejecuciones de condenados (damnatus) por medio de bestias o
que combatían entre ellos hasta que no quedaba ninguno y ejecuciones de noxii, a los que se les aplicaban
suplicios añadidos;125 126 es posible que los gladiadores participaran como verdugos, aunque la mayoría
de los asistentes y los propios gladiadores preferían la «dignidad» de un combate equilibrado.127
También podía haber combates de comediantes, aunque algunos pueden haber sido letales. Un grafiti
pompeyano presenta un burlesque de músicos, vestidos como
Ursus tibicen (oso flautista) y Pullus cornicen (pollo soplador de
cuernos), tal vez como acompañamiento a la actuación de
paegniarius durante una parodia de contienda de unos ludi
meridiani.128
El munus terminaba a la puesta de sol (eran muy raros los espectáculos nocturnos) y era frecuente la
celebración de una fiesta tras el evento.131
Combate
Una vez decididos los emparejamientos se realizaba un combate
de entrenamiento (prolusio) utilizando armas sin filo (arma
lusoria).132 133 A continuación, el editor, su representante o un
invitado de honor revisaban las armas (probatio armorum) que se
iban a utilizar en los combates programados.134 n 6 Finalmente,
como punto culminante de la jornada, se celebraban los
combates, que eran tan ingeniosos, variados y novedosos como el
editor podía permitirse.135 136
Se esperaba que los gladiadores entrenados observaran las reglas de combate establecidas. En la mayoría
de los enfrentamientos se empleó un árbitro principal (summa rudis) y un asistente (seconda rudis), que
aparecen en mosaicos con bastones largos (rudes) para amonestar o separar a los oponentes en algún
momento crucial del combate. Los árbitros solían ser gladiadores retirados,145 cuyas decisiones, juicio y
discreción eran generalmente respetadas;n 7 podían detener los combates por completo o hacer una pausa
para que los combatientes descansaran o tomaran un refrigerio.146 En los combates también había unos
asistentes, los lorarii (incitadores), que utilizaban una fusta (lora) o un hierro al rojo vivo para incitarles
u obligarles a luchar con más ímpetu.147 148 Cualquier acto de rebelión de un gladiador contra un árbitro
o lorarius era impensable por la educación recibida en el ludus, y porque los arqueros apostados en
nichos tras las gradas abatirían a cualquier gladiador que intentara atacar a estos asistentes.148
En los intermedios entre combates salían a la arena los paegnarii, bufones y animadores que realizaba
duelos incruentos durante las pausas para entretener a la multitud mientras los gladiadores descansaban;
luchaban con látigo, palos o armas de madera y no tenían casco ni escudo, solo envolturas protectoras en
la parte inferior de las piernas y la cabeza. En las pausas también podían actuar acróbatas, saltimbanquis
y otros artistas.149 150 Ludi y munera iban acompañados de música, interpretada en interludios, para
marcar las distintas partes del munus o creando un «crescendo frenético» durante los combates y
acentuando las fases más críticas;151 los golpes podían ir acompañados de toques de trompeta.152 117 El
mosaico de Zliten en Libia nos muestra a músicos tocando un acompañamiento de juegos provinciales,
con gladiadores, bestiarii o venatores y prisioneros atacados por bestias. Sus instrumentos son una
trompeta larga y recta (tubicen), un gran cuerno curvo (cornu) y un órgano hidráulico (hydraulis).153
Representaciones similares (músicos, gladiadores y bestiari) se encuentran en un relieve de una tumba en
Pompeya.154
Victoria y derrota
En un combate un gladiador podía vencer, rendirse o morir a manos de su rival; también podía darse el
caso, si un combate que se prolongaba en exceso, en que el editor ordenara detener el combate sin que
hubiera vencedor (stans missus).155 Los ganadores recibían los aplausos y vítores del público y se le
entregaba la palma de la victoria, una corona de laurel y un premio del editor (praemium) o incluso
dinero y regalos de una multitud agradecida, que el vencedor ponía en una bandeja de plata que también
le entregaban.156 También podían concederle la rudis, espada de madera símbolo que suponía alcanzar
el nivel más alto de la profesión y que, en el caso de los gladiadores esclavos o condenados ad ludum,
conseguir la manumissio (emancipación).157 Marcial describe una pelea entre Priscus y Verus, que
lucharon de manera tan pareja y valiente durante tanto tiempo que cuando ambos admitieron su derrota
Tito otorgó la victoria y un rudis a cada uno.158 Flamma fue premiado con el rudis en cuatro ocasiones,
pero decidió seguir siendo gladiador. Su lápida en Sicilia incluye la grabación: «Flamma, secutor, vivió
30 años, luchó 34 veces, ganó 21, luchó hasta el empate 9 veces, fue derrotado 4, un sirio por
nacionalidad. Delicatus escribió esto para su merecedor camarada de armas».159
Un gladiador podría reconocer la derrota y solicitar la missio (gracia, indulto) levantando el dedo (ad
digitum), probablemente el índice de la mano izquierda,160 en un llamamiento al árbitro para que
detuviera el combate y se dirigía al editor, cuya decisión, que podía ser missus (salvación) o iugula
(muerte), solía depender de la respuesta de la multitud.161 162 En los primeros tiempos de los munera, la
muerte se consideraba una pena justa por la derrota; posteriormente, a los que luchaban bien se les podía
conceder el perdón según el capricho de la multitud o del editor. Durante la era imperial, la celebración
de encuentros anunciados como sine missione (sin posibilidad de condonar la sentencia de muerte)
sugieren que el missus se había convertido en una práctica común.163 El contrato entre el editor y su
lanista podía incluir una indemnización por muertes inesperadas,164 que podría ser «unas cincuenta
veces superior al precio de alquiler» del gladiador.165
Bajo el reinado de Augusto, la demanda de gladiadores comenzó a superar la oferta, y los combates sine
missione fueron prohibidos oficialmente;166 un desarrollo económico y pragmático que se impuso para
que coincidiera con la noción popular de la «justicia natural». Cuando Calígula y Claudio se negaron a
perdonar a los combatientes derrotados pero populares, su propia popularidad se resintió. En general, los
gladiadores que luchaban bien tenían más probabilidades de ser perdonados.167 168 En un combate
pompeyano entre combatientes con carros, a Publius Ostorius, con 51 victorias en su haber, se le
concedió la missio tras perder contra Scylax, con 26 victorias.169
Aunque por lo general los espectadores decidían si un gladiador vencido debía ser perdonado o no,161 en
cualquier caso la decisión final de la muerte o de la vida correspondía al editor,170 171 que indicaba su
decisión con un gesto descrito por fuentes romanas como pollice verso (pulgar vuelto o al revés),172 una
descripción demasiado imprecisa para una reconstrucción del significado del gesto o de su
simbolismo.173 174 Vencedor o derrotado, un gladiador estaba obligado por juramento a aceptar o poner
en práctica la decisión de su editor: «el vencedor no era más que el instrumento de su [del editor]
voluntad».171
Porque la muerte, cuando está próxima, da incluso a los hombres inexpertos el valor de no
tratar de evitar lo inevitable. Así que el gladiador, que a lo largo de la lucha se ha mostrado
débil, ofrece su garganta a su oponente y dirige la espada vacilante hacia el punto vital.178
Mientras el vencedor daba la vuelta al ruedo dos asistentes disfrazados de Mercurio y Dis Pater accedían
a la arena; el personaje de Mercurio aplicaba sobre el cuerpo del vencido un hierro al rojo para verificar
que estaba realmente muerto y el de Dis lo golpeaba con un mazo hasta matarlo si este se estremecía al
aplicarle el hierro candente o, si no lo hacía, le daba tres mazazos como símbolo de que tomaba posesión
del muerto, tras lo cual se depositaba en una litera de Libitina, diosa de los muertos y el inframundo, y
era retirado de la arena.n 8 182 Tras salir por la Porta Libitinensis el cadáver del gladiador era llevado por
los harenarii hasta el spoliarium donde se le cortaba el cuello para formalizar oficialmente su muerte.183
Un estudio patológico moderno confirma el uso probablemente
fatal de un mazo en algunos, pero no en todos los cráneos de
gladiadores encontrados en un cementerio de gladiadores.184
Kyle (1998) plantea que los gladiadores que se deshonraron a sí
mismos podrían haber sido sometidos a las mismas indignidades
que los noxii, negándoles la relativa misericordia de una muerte
rápida y arrastrándolos fuera de la arena como si se tratara de
carroña. No se sabe si el cadáver de un gladiador de este tipo
podría ser redimido de una mayor ignominia por parte de amigos
o familiares.185
Remembranza y epitafios
Los gladiadores podían pertenecer a un gremio o colegio profesional (collegia) que aseguraba su
adecuada sepultura y a veces una pensión o compensación para las esposas y los hijos. También la
familia gladiatoria, que incluía al lanista de su ludus, sus camaradas y a su propia familia (esposa, hijos
y parientes), podría financiar sus gastos funerarios y conmemorativos y utilizar un memorial para
reivindicar la honestidad moral del gladiador como un colega responsable y respetuoso y como miembro
de la familia. Algunos monumentos memoriales recogen la carrera del gladiador con cierto detalle, como
el número de participaciones, las victorias —a menudo representadas por coronas—,189 las derrotas, la
duración de su carrera profesional y la edad en que falleció. También podían indicar el tipo de gladiador,
en palabras o representación directa: por ejemplo, el memorial de un retiarius en Verona incluía un
tridente y una espada grabados.190 191 Un editor rico podía encargar una obra de arte para celebrar un
espectáculo particularmente exitoso o memorable, con retratos de ganadores y perdedores en acción; el
conocido como Mosaico de los gladiadores de los Borghese es un ejemplo notable. Según Dion Casio el
emperador Caracalla mandó erigirle al gladiador Bato un magnífico monumento y un funeral de
Estado;192 más representativas son las sencillas tumbas de gladiadores del Imperio romano de Oriente,
cuyas breves inscripciones incluyen algunas como:
«Para Hermes. Paitraeites con sus compañeros de celda hicieron esto en memoria».193
Algunos epitafios hacen referencia a vencedores que murieron tras el combate a consecuencia de las
heridas sufridas, indicando con orgullo:
«Él venció y mató a su rival, pero murió, como un héroe valiente. Ningún oponente me mató,
sino que morí por mí mismo, y mi gentil esposa me colocó aquí».
«Tres combates, tres coronas».194
Sobreviven muy pocas pruebas sobre las creencias religiosas de los gladiadores como colectivo, o sobre
sus expectativas de una vida después de la muerte. Las investigaciones modernas ofrecen poco apoyo a la
idea que alguna vez fue predominante que los gladiadores, venatores y bestiarios se consagraban personal
o profesionalmente al culto de la diosa greco-romana Némesis, sino que más bien parece que esta
representaba una especie de «Fortuna Imperial» que ofrecía indistintamente dones o castigos (incluida la
munera). La dedicatoria de la tumba de un gladiador indica claramente que sus decisiones no se
consideraban de mucha confianza.n 9 Muchos epitafios de gladiadores afirman que Némesis, el destino,
el engaño o la traición son el instrumento de su muerte, nunca las habilidades superiores del adversario
de carne y hueso que los derrotó y mató. Sin tener responsabilidad personal por su propia derrota y
muerte, el gladiador perdedor sigue siendo el mejor hombre, digno de venganza.195
«Yo, Victor, zurdo, estoy aquí, pero mi patria estaba en Tesalónica. Doom me mató, no el
embustero Pinnas. No dejes que se jacte jamás. Tuve un compañero gladiador, Polyneikes, que
mató a Pinnas y me vengó. Claudius Thallus creó este monumento a partir de lo que dejé como
legado».196
Esperanza de vida
Un gladiador podía esperar pelear en dos o tres munera al año; un número desconocido habría muerto en
su primer combate. Pocos gladiadores sobrevivieron a más de 10, aunque uno sobrevivió a unos
extraordinarios 150 combates;197 se registra otro que falleció a los 90 años de edad, presumiblemente
mucho después de su retiro.198 Una muerte natural tras la jubilación también es probable para tres
individuos que murieron a los 38, 45 y 48 años respectivamente.190 El historiador y arqueólogo francés
Georges Ville, basándose en datos de las lápidas de gladiadores del siglo I, calculó que la edad media de
muerte era de 27 años y que la mortalidad «entre todos los que accedieron a la arena» era de 19/100.199
El historiador alemán Marcus Junkelmann cuestiona el cálculo de Ville sobre la edad media de muerte;
considera que la mayoría no habría tenido una lápida y que la muerte se habría producido en una etapa
inicial de su carrera, entre los 18 y los 25 años de edad.200 Entre el primer y último periodos del Imperio
el riesgo de muerte para los gladiadores derrotados subió de 1/5 a 1/4, quizás porque la missio se
concedía con menos frecuencia.201 202 Las profesoras británicas Hopkins y Beard estiman con ciertas
dudas un total de 400 arenas en todo el Imperio romano en su máxima extensión, con un total combinado
de 8000 muertes al año por ejecuciones, combates y accidentes.203
Formación
La primera escuela de gladiadores (singular: ludus; plural: ludi) fue probablemente la de Aurelius
Scaurus en Capua.204 Fue lanista de los gladiadores utilizados hacia el año 105 a. C. para instruir a las
legiones y, al mismo tiempo, entretener al público.205 Pocos otros lanistae son conocidos por su nombre:
dirigían su familia gladiatoria y tenían poder legal sobre la vida y la muerte de todos los miembros de la
familia, incluidos los servi poenae, auctorati y auxiliares. Socialmente eran infames, a la par de
proxenetas y carniceros y despreciados como tahúres.206 207 Este rechazo no se aplicaba al dueño de un
gladiador (munerarius o editor) de buena familia, alto estatus y con recursos propios;208 Cicerón felicitó
a su amigo Atticus por la compra de una espléndida tropa pues, si los alquilaba, podría recuperar el costo
total de los mismos después de dos actuaciones.209
La rebelión de Espartaco (73 a. C.) se originó en la escuela de Capua, por entonces propiedad de Léntulo
Batiato (y probablemente a causa de su estricta disciplina), y solo pudo ser reprimida después de una
larga serie de costosas, y a veces desastrosas, campañas por parte de las tropas regulares romanas. A
finales de la era republicana el temor a levantamientos similares, la utilización de las escuelas para la
creación de ejércitos privados y la explotación de los munera con fines políticos llevaron a un aumento
de las restricciones sobre la propiedad, ubicación y organización de las escuelas de gladiadores. En la
época de Domiciano, muchos habían sido más o menos absorbidos por el Estado, incluidos los de
Pergamum, Alejandría, Praeneste y Capua.210 Domiciano creó cuatro ludi imperiales en Roma junto al
Coliseo:211 Ludus Magnus (el mayor y más importante, que albergaba a unos 2000 gladiadores), Ludus
Dacicus, Ludus Gallicus y Ludus Matutinus, que entrenaba bestiarii.76
En la época imperial los hombres libres voluntarios requerían el permiso de un magistrado para
incorporarse a una escuela como auctorati.212 Si se concedía, el médico de la escuela evaluaba su
idoneidad. Su contrato/juramento (auctoramentum) estipulaba la frecuencia con la que debían competir,
su estilo de lucha y sus ganancias. Un condenado por bancarrota o un deudor aceptado como novato
(novicius) podía negociar con su lanista o editor el pago parcial o total de su deuda. Ante la desmesurada
tasa de reincorporación de los auctorati cualificados, Marco Aurelio fijó su límite superior en 12 000
sestercios.213
Todos los potenciales gladiadores, ya fueran voluntarios o condenados, estaban obligados a cumplir con
su deber mediante un juramento sagrado (sacramentum).214 Los novatos (novicii) se entrenaban con
maestros de estilos de lucha específicos, probablemente gladiadores ya retirados.215 El aprendiz (tiro,
que lo era hasta que salía vivo de su primer combate) podía ascender por una jerarquía de grados (palus)
hasta el primus palus, el más alto.n 10 Las armas letales estaban prohibidas en las escuelas, se usaban
versiones de madera maciza sin filo. Los estilos de lucha se aprendían probablemente a través del ensayo
constante como «números» coreografiados. Se prefería un estilo elegante y práctico. El entrenamiento
incluía la preparación para una muerte estoica e imperturbable. El éxito de la formación requería un
trabajo intenso.216
Los condenados ad ludum eran marcados a fuego o con un tatuaje (stigma, plural stigmata) en la cara, las
piernas o las manos.217 Estos stigmata pueden haber sido un texton 11 Los soldados eran marcados de
forma habitual en la mano, nunca en la cara.218
Sus condiciones de vida eran duras, pero vivían mejor que la mayor parte del pueblo llano.219 El
alojamiento en el ludus estaba dividido en secciones y dependía del estatus y la condición de los
gladiadores —damnati, esclavos, auctorati, tunicati (homosexuales), etc.—220 Se alojaban normalmente
en celdas, dispuestas en formación de acuartelamientos alrededor de un campo de prácticas central.
Juvenal describe la segregación de los gladiadores según su tipo y estatus, lo que sugiere jerarquías
rígidas dentro de las escuelas: «Incluso la escoria más baja de la arena observa esta regla; incluso en la
cárcel están separados». Los «mariquitas» retiarii se mantenían alejados de damnati y los «pesos pesados
blindados».n 12
La disciplina, para mantener a gente tan dura y violenta, podía ser extrema, incluso letal.221 222 Los
restos encontrados de un ludus pompeyano atestiguan la evolución de la oferta, la demanda y la
disciplina; en su fase inicial, el edificio podía albergar de 15 a 20 gladiadores; tras unas reformas podría
haber albergado a unas 100 personas. También se podían aplicar cepos y celdas de castigo: se
encontraron restos de un habitáculo tan pequeño que era imposible estar ni de pie ni tumbado.223 224
Dieta y atención médica
A pesar de ejercer sobre ellos una dura disciplina, los gladiadores
representaban una inversión sustancial para su lanista por lo que,
en general, estaban bien alimentados y cuidados. Su dieta diaria,
de alto contenido energético, consistía en carne abundante (fuente
de proteínas que obtenían sobre todo de los animales muertos en
las venationes),225 alubias hervidas, harina de avena, frutos
secos y cebada (rica en hidratos de carbono).226 227 Los romanos
consideraban que la cebada era inferior al trigo (un castigo para
los legionarios que sustituían su ración de trigo por ella) pero se
Gladiadores después del combate,
creía que fortalecía el cuerpo (además era más barata); la José Moreno Carbonero (1882).
importancia de este cereal en su dieta nos lo confirma Plinio el
Viejo, que denomina a los gladiadores hordearii (lit. 'comedores
de cebada').228
Masajes regulares y la atención médica de calidad ayudaron a mitigar un régimen de entrenamiento muy
estricto y severo. Parte de la formación médica de Galeno, considerado uno de los más completos
investigadores médicos de la Edad Antigua, fue en una escuela de gladiadores en Pérgamo, donde
permaneció cuatro años y donde vio (y luego criticaría) la formación, la dieta y las expectativas de salud
a largo plazo de los gladiadores.229 230 231
Los delincuentes considerados particularmente despreciables para el Estado (noxii) recibían los castigos
más crueles y humillantes.238 239 En el siglo I a. C. los noxii eran condenados a las bestias en la arena
(damnati ad bestias), sin casi ninguna posibilidad de supervivencia, o se les obligaba a matarse unos a
otros.240 En los primeros tiempos del Imperio, algunos se vieron obligados a participar en formas crueles
y extravagantes de representación mitológica o histórica, que finalmente desembocaban en su
ejecución.241 Las personas juzgadas con menos severidad podían ser condenadas ad ludum venatorium o
ad gladiatorium —combate con animales o gladiadores— y armadas según se considerara apropiado.
Estos damnati al menos podrían dar un buen espectáculo y recuperar algo de respeto o incluso, en muy
raras ocasiones, sobrevivir para luchar otro día. Algunos pueden incluso haberse convertido en
gladiadores «adecuados».242
Entre los gladiadores más admirados y cualificados se
encontraban los auctorati, hombres libres se ofrecían como
voluntarios para luchar en la arena.243 244 Muchos lo hacían
atraídos por el deseo de gloria y fama o para demostrar o
probarse a sí mismos su valía,n 14 pero es posible que algunos de
estos especialistas altamente capacitados y experimentados se
ofrecieran por necesidad, por carecer de otro medio de vida y no
tener otra opción práctica a su alcance.247 Su estatus legal —
esclavo o libre— es dudoso. Bajo la ley romana, un gladiador Mural en el que se representa un
liberado no podía «ofrecer estos servicios [los de gladiador] venator o un bestiarius y una leona;
después de la manumisión, porque no se pueden realizar sin anfiteatro de Mérida, España.
El munus de César de 46 a. C. incluía al menos un équite, hijo de un pretor, y dos voluntarios de posible
rango senatorial.255 Augusto, que disfrutaba viendo los juegos, prohibió la participación de senadores,
équites y sus descendientes como luchadores o arenarii, pero en el año 11 d. C. se saltó sus propias
normas y permitió que los équites se ofrecieran voluntariamente ya que «la prohibición no servía de
nada».256 Con Tiberio, el decreto Larinum (19 d. C.) reiteró las prohibiciones originales de
Augusto.257 258 Después, Calígula las burló y Claudio las reforzó.n 15 Nerón y Cómodo las ignoraron.
Después de la adopción del cristianismo como religión oficial de Roma, la legislación prohibió la
participación de las clases sociales altas de Roma en los juegos, aunque no los juegos en sí.259
Anfiteatros
En sus inicios, cuando las luchas de gladiadores solo formaban
parte de un rito funerario, los asistentes se reunían junto a la
tumba del difunto honrado. A partir de la República tardía, al
convertirse en actos públicos y a medida que los munera crecían
en tamaño y popularidad, en Roma y en otros lugares se
adaptaron foros, espacios abiertos de reunión como el Foro
Boario y posteriormente el Foro Romano, como lugares de
celebración, con asientos temporales elevados para los El Coliseo de Roma.
Pero los foros tenían importantes limitaciones como lugar de celebración de los juegos.263 El primer
anfiteatro romano conocido fue construido en Pompeya por colonos de Sila, alrededor del año 70
a. C.264 El primero en la ciudad de Roma fue el extraordinario anfiteatro de madera de Cayo Escribonio
Curión, construido en el año 53 a. C.265 El primer anfiteatro en parte de piedra de Roma fue inaugurado
en el año 29-30 a. C., a tiempo para el triple triunfo de Octavio (posteriormente Augusto).266 Poco
después de su incendio en el año 64 d. C., Vespasiano inició su sustitución, un recinto conocido como el
Anfiteatro Flavio (y posteriormente como Coliseo), con capacidad para 50 000 espectadores y que se
convertiría en el de mayor tamaño en el Imperio. Fue inaugurado por Tito en el año 80 d. C. como regalo
personal del emperador al pueblo de Roma, sufragado con la parte imperial del botín obtenido tras la
gran revuelta judía.267
En consecuencia, se emitió un decreto del Senado por el que, siempre que se celebrara un
espectáculo público, la primera fila de asientos se reservaría a los senadores. Prohibió también
que se sentaran en la orquesta las legaciones en Roma de las naciones libres y las de las
aliadas, al saber que entre ellas se mezclaban también libertos. Separó los espectadores
militares de los civiles. Asignó a los plebeyos casados unas localidades determinadas; también
se las asignó a los jóvenes que vestían la toga pretexta, cercanas a las de sus preceptores, y
ordenó que nadie vestido de negro se sentase en la zona central. Prohibió que las mujeres
contemplasen los espectáculos de gladiadores mezcladas con los hombres —lo que era habitual
hasta entonces—, pero les concedió que pudiesen contemplarlos, ellas solas, desde las filas más
elevadas de la gradería. Asignó a las vírgenes Vestales un lugar especial en el teatro, situado
frente al palco del pretor.273
Sin embargo, estas disposiciones no parece que siempre se aplicaron con firmeza.274
En el ejército
Roma era esencialmente una aristocracia militar terrateniente. Desde los primeros días de la República,
diez años de servicio militar eran un deber ciudadano y un requisito previo para la elección de un cargo
público. La devotio, voluntad de sacrificar la propia vida por un bien mayor, era fundamental para el
ideal castrense romano y constituía el núcleo del juramento militar; se aplicaba por igual desde lo más
alto a lo más bajo en la cadena de mando.275 Como un soldado comprometía su vida (voluntariamente,
al menos en teoría) a la causa mayor de la victoria de Roma, no se esperaba que sobreviviera a la
derrota.276
... el entrenamiento con armas se impartió a los soldados por P. Rutilius, cónsul con C. Mallis.
Porque él, como no había hecho ningún general anterior, con maestros de la escuela de
gladiadores de C. Aurelus Scaurus, implantó en las legiones un método más avanzado de evitar
y asestar un golpe y combinó la valentía con la habilidad y la habilidad de nuevo con la virtud,
de modo que la habilidad se fortaleció con la pasión de la valentía y la pasión se volvió más
cautelosa con el conocimiento de este arte.280
Los militares eran grandes seguidores de los juegos y supervisaban las escuelas. Muchas escuelas y
anfiteatros estaban situados en cuarteles militares o cerca de ellos, y algunas unidades del ejército
provincial tenían tropas de gladiadores.281 A medida que avanzaba la República, la duración del servicio
militar aumentó de diez a dieciséis años, oficializado por Augusto durante el Principado; la duración se
elevaría a veinte y más tarde a veinticinco años. La disciplina militar romana era muy estricta, lo
suficientemente severa como para provocar amotinamientos, a pesar de las consecuencias. Es posible que
una carrera como gladiador voluntario resultara una opción atractiva para algunos.282
En 69 d. C., el año de los cuatro emperadores, las tropas de Otón en la primera batalla de Bedriacum
incluían 2000 gladiadores; en el otro bando, el ejército de Vitelio se nutrió con levas de esclavos,
plebeyos y gladiadores.283 En 167 d. C., el debilitamiento de las tropas por plagas y deserciones pudo
haber llevado a Marco Aurelio a reclutar gladiadores a sus propias expensas.284 Durante las guerras
civiles que condujeron al Principado, Octavio (más tarde Augusto) se hizo con la guardia personal de
gladiadores de su antiguo oponente, Marco Antonio.285
Facciones y rivalidades
Existían distintas facciones populares que apoyaban a sus
gladiadores y tipos de gladiadores favoritos.286 Bajo la reforma
augustina, el tipo samnite fue renombrado secutor ('perseguidor'),
gladiador equipado con un escudo grande y pesado conocido
como scutum; los secutores, sus partidarios y cualquier tipo de
gladiadores con armamento pesado como el murmillo o el
hoplomachus eran conocidos como scutarii. Los tipos más
ligeros, como el thraex o el retiarius, no usaban escudo o estaban
equipados con un escudo más pequeño y ligero llamado parma y
tanto ellos como sus partidarios eran conocidos como
Pintura que representa un altercado
parmularii.287 Tito y Trajano preferían los parmularii y entre nucerianos y pompeyanos ante
Domiciano los scutarii; Marco Aurelio no se decantó por ningún el anfiteatro de Pompeya.
bando. Nerón parece haber disfrutado de las peleas entre
facciones entusiastas, pendencieras y a veces violentas, pero
recurrió a las tropas si se pasaban de la raya.288 289 290
Ética y moral
La literatura e historiografía romana en su conjunto demuestra una profunda ambivalencia hacia los
munera gladiatoria. Incluso los más complejos y sofisticados de la era Imperial evocaban las antiguas y
ancestrales dii manes del inframundo y rodeados de los ritos protectores y legítimos del sacrificium. Su
popularidad hizo inevitable su asunción por parte del Estado; Cicerón reconoció su patrocinio como un
imperativo político.292 Contradictoriamente a la admiración popular hacia los gladiadores, fueron
marginados y menospreciados. A pesar del desprecio de Cicerón
por la plebe, compartía su admiración: «Incluso cuando [los
gladiadores] han sido abatidos, y mucho menos cuando están de
pie y luchando, nunca se deshonran a sí mismos. Y supongamos
que un gladiador ha sido derribado, ¿cuándo has visto a alguien
apartar su cuello después de que se le haya ordenado que lo
extienda para el golpe mortal?» Su propia muerte emularía más
tarde este ejemplo.293 294 Sin embargo, Cicerón también podría
referirse a su populista oponente Clodio, pública y mordazmente,
como un bustuarius —literalmente «luchador de tumbas», lo que Detalle del conocido como Mosaico
implicaba que Clodio habría mostrado el carácter moral de la de los gladiadores, siglo IV d. C.
clase más baja de gladiador—. Durante la Antigua Roma, en latín
«gladiator» podía ser (y fue) utilizado como un insulto y
«samnite» multiplicaba el insulto, a pesar de la popularidad de este tipo de gladiadores.295 Silio Itálico
escribió, cuando los juegos se estaban llegando a su apogeo, que los degenerados campanos habían
inventado el peor de los precedentes, que ahora amenazaba el tejido moral de Roma: «Era su costumbre
animar sus banquetes con derramamiento de sangre y combinar su festín con la horrible visión de
hombres armados [(samnitas)] luchando; a menudo los combatientes caían muertos sobre las mismas
copas de los juerguistas, y las mesas estaban manchadas con regueros de sangre. Así de inmoralizada
estaba Capua».296 La muerte se podía administrar con justicia como castigo, o se podía percibir con
ecuanimidad en la paz o en la guerra como un acto del destino; pero cuando se infligía como
entretenimiento, sin ningún propósito moral o religioso subyacente, solo podía mancillar y degradar a los
que eran testigos de ella.297
El munus en sí mismo podría interpretarse como una necesidad piadosa, pero su creciente lujo corroía la
virtud romana y creaba una apetencia considerada no romana por el despilfarro y la
autocomplacencia.298 Dion Casio consideró los ludi de César de 46 a. C. un mero entretenimiento con
fines políticos, un desperdicio de vidas y de dinero que habría sido mejor repartir entre sus veteranos
legionarios.299 Sin embargo, para Séneca y Marco Aurelio, ambos estoicos declarados, la degradación
de los gladiadores en el munus puso de relieve sus virtudes estoicas: su obediencia incondicional a su
amo y al destino, y la serenidad ante a la muerte. Al no tener «ni esperanza ni ilusiones», el gladiador
podía trascender su propia naturaleza degradada, y restar poder a la muerte misma al encontrarse con ella
cara a cara. El valor, la dignidad, el altruismo y la lealtad eran moralmente redentores; Luciano idealizó
este principio en su historia de Sisinnes, quien luchó voluntariamente como gladiador, ganó 10 000
dracmas y las utilizó para comprar la libertad de su amigo Toxaris.300 301 Séneca tenía una opinión más
negativa del apetito poco estoico de las masas por los ludi meridiani: «El hombre ...ahora masacrado por
diversión y deporte; y aquellos a los que antes resultaba impío entrenar con el propósito de infligir y
soportar heridas, son arrojados al agua expuestos e indefensos».271
Estos testimonios persiguen un sentido moral elevado del munus, pero las minuciosas (aunque satíricas)
indicaciones de Ovidio sobre la seducción en los anfiteatros parecen indicar que los espectáculos podrían
generar una atmósfera de intensa y alarmante sexualidad.274 Las disposición de las localidades regulada
por Augusto situaba a las mujeres lo más lejos posible de la acción en la arena; o lo intentó. Se mantenía
la emocionante posibilidad de una transgresión sexual clandestina por parte de los espectadores de las
castas superiores y sus héroes de la arena.302 Este tipo de acusaciones eran fuente de chismes y sátiras,
pero algunas se hicieron públicas de forma irremediable:303
¿Cuál fue el encanto juvenil que tanto encendió a Eppia? ¿Qué la cautivó? ¿Qué vio en él para
que pudiera soportar que la llamaran «la muñeca del gladiador»? Su muñequito, su Sergius, no
era una gallina, con un brazo flácido que inspiraba la esperanza de un retiro anticipado.
Además su cara parecía un desastre, con cicatrices del casco, una gran verruga en la nariz, una
secreción desagradable que siempre goteaba de un ojo. Pero era un gladiador. Esa palabra hace
que toda la casta parezca apuesta, e hizo que ella lo prefiriera a él antes que a sus hijos y a su
país, a su hermana, a su marido. El acero es de lo que se enamoran.304
Eppia —esposa de un senador— y Sergius se fugaron a Egipto, donde él la abandonó. La mayoría de los
gladiadores generalmente apuntaban más bajo en la escala social de sus conquistas, aunque la fascinación
que suscitaban entre las mujeres de clase alta debía ser fuerte, pues los rumores afectaban hasta a las más
prominentes, como el caso de la esposa del emperador Marco Aurelio (aunque probablemente no era
cierto).305 Dos pintadas en la pared de Pompeya describen a Celadus el thraex como «suspiro de las
muchachas» y «gloria de las muchachas» —algo que puede o no haber sido un anhelo del propio Celadus
—.306
En la era imperial tardía, Servio utiliza el mismo término despectivo que Cicerón —bustuarius— para
referirse a los gladiadores.307 Tertuliano lo usó de manera algo diferente —según su punto de vista todas
las víctimas de la arena eran sacrificadas— y expresó la paradoja de los arenarii como clase, desde un
punto de vista cristiano:
Por el mismo motivo, los glorifican, y los degradan y los menosprecian; sí, además, los
condenan abiertamente a la desgracia y a la degradación civil; los mantienen religiosamente
excluidos de la cámara del consejo, de las tribunas, del Senado, de la condición de caballero, y
de todo otro tipo de cargos y de muchas otras distinciones. ¡Que perversidad! Aman a quien
rebajan, desprecian a quien aprueban; glorifican el arte, deshonran al artista.308
Plinio el Viejo nos ofrece ejemplos vívidos de la popularidad de los retratos de gladiadores en Antium y
una exposición artística de un aristócrata adoptado para los ciudadanos netamente plebeyos del Aventino
romano:
Cuando un liberto de Nerón estaba ofreciendo una exposición de gladiadores en Antium, los
pórticos públicos estaban cubiertos de pinturas, según nos dicen, que contenían retratos reales
de todos los gladiadores y asistentes. Esta representación de gladiadores ha sido el principal
interés en el arte desde hace muchos siglos, pero fue Gaius Terentius quien inició la práctica de
hacer retratos de espectáculos de gladiadores y exhibirlos en público; en honor a su abuelo, que
lo había adoptado, ofreció treinta parejas de gladiadores en el Foro durante tres días
consecutivos, y exhibió una imagen de los duelos en el Huerto de Diana.311
En la literatura de su momento los gladiadores aparecían a menudo en numerosas obras de todos los
géneros, desde el teatro y la sátira hasta la narrativa histórica y los ensayos filosóficos de autores clásicos
como Petronio, Juvenal, Marcial, Suetonio, Cicerón o Séneca,313 o estudios morales como el De
spectaculis de Tertuliano, pero también existen numerosas obras en literatura moderna con los munera
gladiatoria como protagonista, tanto un gran número de estudios históricos rigurosos como en numerosas
novelas de aventuras, de variable rigor histórico, como Gladiador: la lucha por la libertad (2011) del
historador y novelista británico Simon Scarrow, o El esclavo de la arena (2011), de Gordon Russell.
El cine ha creado y popularizado dos mitos, considerados popularmente muy a menudo como verdad
indiscutible,312 pero que son tergiversaciones que carecen de base y rigor histórico, como el gesto del
pulgar hacia abajo (pollice verso) indicando una sentencia de muerte para el gladiadiador derrotado, que
numerosos estudios ponen en duda o directamente contradicen,173 174 172 o el saludo Ave, Caesar,
morituri te salutant (Salve, César, los que van a morir te saludan) que supuestamente hacían antes de un
combate y que incluso se llegó a citar en estudios académicos,314 315 pero que en realidad es una frase
extraída de la obra de Suetonio Vidas de los doce césares,316 relativa a otro contexto histórico sin
relación alguna con la gladiatura.312
Véase también
Esclavitud en la Antigua Roma
Péplum
Notas y referencias
Notas
1. Una única fuente posterior describe al tipo de gladiador como thraex. Ver Welch (2007,
p. 19), citando a Ausanius: Séneca simplemente dice que eran «cautivos de guerra».
2. Los velutes y, posteriormente, los provocatores fueron una excepción, más como
«historizados» que como tipos romanos contemporáneos. Ver tipos de gladiadores.
3. Los juegos siempre se denominaban en plural, como ludi; las escuelas de gladiadores
también eran conocidas como ludi cuando se hablaba en plural. En singular, tanto un juego
como una escuela era un ludus; ver 1 a 2.C en Lewis y Short (Perseus Project (http://www.p
erseus.tufts.edu/hopper/text.jsp?doc=Perseus:text:1999.04.0059:entry=lu_dus))
4. El patrocinio (clientela) era la relación particular en la antigua sociedad romana entre el
patronus (plural patroni, 'patrón') y sus cliens (plural clientes, 'cliente'). La relación era
jerárquica, pero las obligaciones eran mutuas. El patronus era el protector, patrocinador y
benefactor del cliens; el término técnico para esta protección era patrocinium.36 Aunque
por lo general el cliente era de una clase social inferior,37 un patrocinador y un cliente
podrían tener el mismo rango social, pero el primero poseería una mayor riqueza, poder o
prestigio que les permitiría ayudar o hacer favores al cliente (los ciudadanos con un linaje
respetable con problemas de dinero o endeudados podrían tener que buscar el patrocinio
de libertos ricos, a pesar de que estaban considerados inferiores y no eran ciudadanos).
Entre los beneficios que un patrocinador puede conferir se incluyen la representación legal
en los tribunales, los préstamos de dinero, la influencia en los negocios o matrimonios, o el
apoyo a la candidatura de un cliente para un cargo político o un sacerdocio. A cambio, se
esperaba que los clientes ofrecieran sus servicios a su patrocinador según fuera
necesario.38
5. Ver Tertuliano Apologética, 49.4 para la condena de Tertuliano de los funcionarios que
buscaban su propia «gloria» auspiciando el martirio de los cristianos.
6. Marco Aurelio era partidario del uso de armas sin filo: ver Dion Casio Historia romana,
71.29.4 (http://penelope.uchicago.edu/Thayer/E/Roman/Texts/Cassius_Dio/72*.html#p51).
7. Aunque no siempre: el gladiador Diodoro culpa de su muerte al «Destino asesino y a la
taimada traición del summa rudis» y no a su propio error al no acabar con su oponente
cuando tuvo la oportunidad. Ver Robert, Louis Les Gladiateurs dans l'Orient grec (1940), n.º
79 = SgO 11/02/01
8. En la época de Tertuliano, Mercurio se identificaba con los psicopompos griegos de
Hermes, que llevaban a las almas al Inframundo. Tertuliano describe estos eventos como
ejemplos de impiedad absoluta, en donde las deidades falsas de Roma eran
aceptablemente suplantadas por personas de baja condición y asesinas con el propósito de
hacer un sacrificio humano y un entretenimiento perverso. Ver Kyle (1998, pp. 155-168)
9. Némesis, sus devotos y su papel en el mundo romano se analizan a fondo, con ejemplos,
en Hornum, Michael B., Nemesis, the Roman state and the games, Brill, 1993.
10. Palus: llamado así por los mástiles de entrenamiento, de 6 pies romanos de altura,
colocados en el centro de entrenamiento. La única distinción superior sería la de rudiarius,
aunque no sería realmente un grado superior de veteranus (para más información, ver
Mañas (2011, pp. 234-238).
11. Los esclavos fueron a veces marcados de esa manera en la frente hasta que Constantino
prohibió el uso de los estigmas faciales en el año 325.
12. Los antiguos retiarii eran a menudo blanco de otros gladiadores en el interior de los ludus al
ser considerados gladiadores de clase baja.
13. Y por tanto tenía la consideración legal de «esclavo sin dueño».
14. O incluso, como en un caso registrado, para vengarse de una afrenta a su honor
personal.245 246
15. En tiempos de Calígula, puede que se haya fomentado la participación de hombres y
mujeres de rango senatorial, en incluso que se les haya impuesto; Dion Casio, 59.10, 13-14
y Tácito, Calígula, 15.32.
16. Algunos escritores romanos interpretan los primeros intentos de establecer sedes
permanentes como una maniobra política populista, acertadamente rechazada por el
Senado como moralmente censurable; unos munera demasiado frecuentes y
excesivamente «lujosos» corroerían los valores tradicionales romanos. La creación de
asientos permanentes se consideró un lujo particularmente reprobable. Ver Apiano Guerras
civiles, 128; Livio Periochae, 48.
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Enlaces externos
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