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BALANCE INTERNO Y EXTERNO DEL FÓSFORO

El fósforo es un elemento con una extraordinaria capacidad de reacción, razón por la que no
se encuentra libre en la Naturaleza, sino formando fosfatos, compuestos que abundan tanto
en el reino vegetal como en el animal. En el cuerpo humano se hallan de 600 a 650 g de
fósforo, en su totalidad en forma de fosfatos. Aproximadamente el 80% del mismo se
encuentra en el hueso, un 10% en el músculo esquelético y el 10% restante se reparte en el
resto de las células y circula en plasma en forma de iones de fosfato inorgánico (HPO4 2– y
H2PO4 –), que se distribuyen libremente entre los espacios intra- y extracelulares.

Tabla obtenida de: Fisiología Humana. J. A. F. Tresguerres. Control del metabolismo del calcio, fósforo y magnesio. Pág
965.

En las células forma parte de los ácidos nucleicos y de los fosfolípidos de las membranas,
además de ser clave en su fisiología. Así, el par HPO4 2–/ H2PO4 – es el principal tampón
intracelular, y sus ésteres actúan como agentes almacenadores y liberadores de energía, al
ser la síntesis e hidrólisis de ATP el mecanismo básico para el depósito y transferencia de
energía metabólica.
A diferencia del Ca++, la concentración citosólica de fosfato (1 x 10–4 M) apenas difiere
de la existente en los líquidos extracelulares (2 x 10–4 M), y su transporte a través de las
diferentes membranas de la célula es de tipo pasivo, estando regido por el movimiento de
cationes, en especial el Ca++.
La cantidad total de fósforo extracelular es aproximadamente 550 mg, que se encuentra en
equilibrio dinámico entre el tejido óseo, intestino, riñón y demás tejidos no óseos.
El fosfato sérico se distribuye en tres fracciones: un 65% en forma ionizada
(fundamentalmente como H2PO4 –), libre y ultrafiltrable; un 25% circula combinado con
cationes como Na+, Ca++ y Mg++, y un 10% ligado a proteínas. Las necesidades
alimentarias de fósforo en condiciones fisiológicas son semejantes a las de calcio (un
gramo diario), procediendo sus principales aportes de los productos lácteos, pescados,
carnes y legumbres, aunque, en general, casi todos los alimentos naturales contienen
fosfatos en cantidades significativas.
 A nivel intestinal

La absorción intestinal de fosfato se produce principalmente mediante difusión simple por


vía paracelular entre enterocitos, cuando su concentración en la luz intestinal supera los 4.7
mg/dL, como ocurre tras las comidas. Junto a ella, cuantitativamente la de mayor
trascendencia, el fosfato se absorbe también por vía transcelular mediante un cotransporte
activo con Na+, localizado en la membrana luminal del enterocito y estimulado por la 1,25-
(OH)2-D. La energía necesaria para ese cotransporte es facilitada por el gradiente de Na+,
mantenido a su vez por la ATPasa dependiente de Na+/K+. El fosfato sale del enterocito a
través de su membrana basolateral por un mecanismo pasivo, a favor de su gradiente
eléctrico y de concentración.

Tabla obtenida de: Fisiología Humana. J. A. F. Tresguerres. Control del metabolismo del calcio, fósforo y magnesio. Pág
965.

 A nivel renal

Por otra parte, el riñón desempeña un papel fundamental en la homeostasis del fosfato. La
práctica totalidad del fosfato plasmático es filtrado por los glomérulos. y alrededor del 80%
del mismo es reabsorbido, fundamentalmente en el túbulo proximal. Esta reabsorción es
saturable, de forma que, a medida que aumenta su concentración en plasma, aumenta la
cantidad reabsorbida hasta alcanzar el denominado transporte máximo de fosfato, superado
el cual todo el fosfato filtrado es excretado. El transporte de fosfato a través de las células
del epitelio tubular proximal se produce por una proteína presente en su membrana apical y
basolateral, que lo cotransporta con Na+.
La excreción de fosfato en los riñones está controlada sobre todo por un mecanismo de
exceso de flujo que puede explicarse como sigue: los túbulos renales tienen un transporte
máximo normal para reabsorber fosfato de unos 0,1 mmol/min. Cuando hay menos de esa
cantidad en el filtrado glomerular, casi todo el fosfato filtrado se reabsorbe. Cuando se
supera esa misma cantidad, el exceso se secreta y el fosfato comienza normalmente a
precipitarse en la orina cuando su concentración en el líquido extracelular aumenta por
encima de un umbral de alrededor de 0,8 mM/l, lo que da lugar a una carga tubular de
fosfato de unos 0,1 mmol/l, suponiendo una FG de 125 ml/min. Debido a que la mayoría de
las personas ingieren grandes cantidades de fosfato en los productos lácteos y en la carne, la
concentración de fosfato suele mantenerse por encima de 1 mM/l, un valor en el que hay
una excreción continua de fosfato en la orina.

El túbulo proximal reabsorbe normalmente el 75-80% del fosfato filtrado. El túbulo distal
reabsorbe aproximadamente el 10% de la carga filtrada, y solo se reabsorben cantidades
muy pequeñas en el asa de Henle, los túbulos colectores y los conductos colectores.
Aproximadamente el 10% del fosfato filtrado es excretado en la orina. En el túbulo
proximal, la reabsorción de fosfato tiene lugar principalmente a través de la ruta
transcelular. El fosfato entra en la célula desde la luz por un cotransportador de sodio-
fosfato y sale de ella a través de la membrana basolateral por un proceso que no se conoce
bien, pero que puede implicar un mecanismo de contratransporte en el que se intercambia el
fosfato por un anión. Los cambios en la capacidad de reabsorción tubular de fosfato
también pueden producirse en condiciones diferentes e influir en la excreción de fosfato.
Por ejemplo, una dieta pobre en fosfato puede, al cabo del tiempo, aumentar el transporte
máximo por reabsorción de fosfato, reduciendo así la tendencia del fosfato a eliminarse en
la orina.
La PTH puede desempeñar una función significativa en la regulación de la concentración
de fosfato mediante dos efectos: 1) la PTH favorece la resorción ósea, lo que vierte grandes
cantidades de iones fosfato al líquido extracelular procedentes de las sales óseas, y 2) la
PTH reduce el transporte máximo del fosfato en los túbulos renales, de manera que se
pierde una mayor proporción de fosfato tubular en la orina. De este modo, siempre que la
PTH está elevada, la reabsorción tubular de fosfato se reduce y se excreta más fosfato.
Los factores que influyen en el manejo renal de fosfato son: a) la cantidad ingerida con los
alimentos, de forma que grandes ingestiones producen fosfaturias elevadas y viceversa; y
b) la PTH, que, merced a receptores en los túbulos proximal y distal, inhibe la reabsorción
de fosfato (acción fosfatúrica de la PTH). Además, una cada vez mayor base experimental
apunta a que el factor de crecimiento fibroblástico-23 (FGF-23) posee una acción
fosfatúrica significativa en condiciones fisiológicas. Y, en cuanto al efecto fosfatúrico que
poseen tanto la calcitonina como los glucocorticoides, en tales condiciones tendría una
escasa relevancia

 A nivel sanguíneo

La concentración de fosfato en sangre admite notables variaciones, considerándose tasas


normales en el adulto las comprendidas entre 2.5 y 4.8 mg/dL. Hay un acuerdo general en
expresar su concentración en miligramos de fósforo por decilitro, a pesar de que lo que se
cuantifica con los métodos habituales son miliequivalentes de ortofosfato (1 mg/dL = 0.208
mEq/L).

Bibliografía
Hall, J. E. (s.f.). Regulación de la excreción renal de fosfato. En J. E. Hall, Fisiología
médica (págs. 984-985). Elsevier.
Tresguerres, J. A. (2005). CONTROL DEL METABOLISMO DEL CALCIO , FÓSFORO
Y MAGNESIO. En J. A. Fernández-Tresguerres, Fisiología Humana (págs. 977-
979). Madrid: McGRAW-HILL INTERAMERICANA .

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