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Estando exiliado en Europa, el general Santander recibió la noticia de que había sido elegido
presidente de la República de la Nueva Granada. Asumió su cargo en octubre de 1832, iniciando
un gobierno que buscaba ser respetuoso de las leyes y los derechos de los ciudadanos.
Durante su mandato, hizo algunos acuerdos con Venezuela y Ecuador para definir los territorios de
cada país, y se dividió la deuda que habían contraído con Inglaterra cuando hacían parte de la
Gran Colombia.
En 1833 fue descubierta una conspiración en contra de Santander, encabezada por José Sardá.
Este movimiento fue reprimido y sus integrantes fueron fusilados. Estos hechos, sumados al
descontento de los bolivaristas, que habían sido excluidos del poder, aumentaron el desprestigio
de Santander y el número de enemigos de su gobierno. También fue duramente atacado por la
Iglesia, debido a una ley que ordenaba la supresión de los conventos que contaran con menos de
ocho religiosos, medida esta última derogada en 1828 por Bolívar, pero retomada por Santander.
El territorio de la Nueva Granada estaba compuesto por 19 provincias. Cada provincia se dividía en
cantones, y estos a su vez en distritos parroquiales.
Al interior del movimiento civilista, representado por Francisco de Paula Santander, se fue creando
una división muy fuerte entre aquellos que apoyaban las leyes progresistas del presidente y
quienes estaban en desacuerdo con su forma de gobernar.
Moderados: tenía una cercanía ideológica con los bolivaristas. Compartían su posición
frente al centralismo del Estado y la importancia política de la Iglesia para salvaguardar el
orden social.
Estos dos bandos, se enfrentaron por el poder una vez terminado el mandato de Santander. El
expresidente quería que su sucesor fuera el general José María Obando, no obstante, los
moderados lograron triunfar en las elecciones de 1836 liderados por José Ignacio Márquez, cuyo
gobierno se caracterizó por favorecer el proteccionismo económico y los valores tradicionales.
Las diferencias políticas existentes entre exaltados y moderados dieron origen a una guerra civil
que se extendió por tres años (1839-1842). El general Obando aprovechó un levantamiento
causado por la supresión de cuatro conventos en Pasto para iniciar una rebelión al sur de Popayán.
Este movimiento insurreccional promulgaba el federalismo como bandera política, y se expandió
por varias provincias de la Nueva Granada. Estos sectores progresistas que lideraron esta guerra se
autodenominaron “supremos”.
Por su parte, los generales Pedro Alcántara Herrán y Tomás Cipriano de Mosquera fueron los
encargados de reprimir la rebelión e iniciar un retorno a la normalidad política en las regiones que
habían sido tomadas por los supremos. Finalmente, en 1841 tras varias derrotas, Obando se exilió
en Perú. Esta guerra agravó la situación económica del país y redujo su población.
En lo sucesivo asumieron la presidencia, primero Pedro Alcántara en 1841, y después Tomás
Cipriano de Mosquera, en 1845. Este último impulsó una serie de medidas económicas que
favorecieron el desarrollo del Estado, como la exportación de tabaco y algodón, así como la
construcción del ferrocarril de Panamá, y la navegación del río Magdalena.
El bipartidismo
A mediados del siglo XIX en la Nueva Granada se conformaron los dos partidos que
tradicionalmente han tenido el poder en nuestro país: el Liberal y el Conservador.
Liberales Conservadores
Separación de la iglesia con el estado. Fortalecimiento iglesia-estado.
Conservación de la tradiciones y valores
Abolición de la pena de muerte.
coloniales.
Descentralización administrativa. Educación por parte de la iglesia católica.
Apoyo al libre cambio. Autoritarismo del gobierno.
Creación de impuestos a las importaciones y
Imparcialidad de la ley y la justicia.
exportaciones.