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PROYECTO CONSERVADOR TRIUNFADOR

En 1821, Guatemala se declaró independiente de España y se inició una pugna entre los grupos
más conservadores de la sociedad –que después se agruparon en las filas del Partido
Conservador– y los ideólogos del liberalismo político que formaron el Partido Liberal. Las luchas
entre liberales y conservadores enturbiaron los primeros años de la independencia y el Congreso
Federal de 1823, fue escenario de los intentos de las facciones para conquistar el poder político y
económico del país (Móbil, 2011).
Después de muchos problemas, en 1831, el doctor Mariano Gálvez llegó a ocupar la primera
magistratura del Estado de Guatemala. Gálvez inició una profunda labor de reestructuración del
Estado, que comprendió un control sobre los bienes de la iglesia y la expulsión del
arzobispo Ramón Casaus y Torres. Este control consistió además de la supresión de los tributos
que se pagaban a la iglesia, la confiscación de sus bienes, la supresión de asuetos religiosos, la
autorización del matrimonio civil y la legislación del divorcio (Móbil, 2011).
Además, puso en evidencia el sistema lancasteriano de educación, creó una escuela de
minerología y otra de educación moral, y sustituyó la Universidad de Guatemala por una Academia
de Estudios (Móbil, 2011).
Gálvez también inició una política de colonización de tierras incultas que serían pobladas por
extranjeros, la cual motivó la resistencia de los terratenientes, quienes veían amenazada su
propiedad. A la vez, cambió el sistema de tributación y recurrió a establecer un impuesto de dos
pesos per cápita, utilizó los bienes de la iglesia e impuso préstamos forzosos a los propietarios
ricos. También estableció un impuesto de viabilidad que soportaron principalmente los campesinos,
con el objetivo de ampliar la red de carreteras del país (Móbil, 2011).
Las reformas legislativas fueron también impulsadas por Gálvez: estableció el matrimonio civil y el
divorcio, y fundamentalmente, reformó el sistema jurídico penal para poner en vigencia en
Guatemala el Código de Livingston, que estableció el sistema de jurados (Móbil, 2011).
En realidad, la vieja oligarquía, los ricos comerciantes y la jerarquía ecclesiástica sintieron
tambalear su poder económico y político: Gálvez pretendía modernizar una nación que se
encontraba en un verdadero estado patriarcal. La reacción a estas inusitadas reformas no se hizo
esperar y los caciques rurales, ayudados por los curas, levantaron una opinión desfavorable al
gobierno que luego tomó el carácter de una verdadera revolución (Móbil, 2011).
Los pueblos de Santa Rosa, Jumaytepeque, Jalpatagua, Moyuta y Conguaco decidieron
levantarse en armas contra el gobierno y el General Rafael Carrera fue designado para ponerse a
la cabeza de los facciosos. Pronto se convirtió Carrera en jefe máximo de la rebelión de la montaña
que creció constantemente (Móbil, 2011).
La figura central de esta etapa fue Carrera. Líder de los montañeses, quien llegó a imponerse a
liberales y a conservadores. La Rebelión de la Montaña había exigido la derogación de ciertas leyes
liberales, como los Códigos de Livingston, el impuesto personal decretado por Mariano Gálvez y la
amnistía para los desterrados políticos de 1829, entre otras. En 1839, Carrera reinstaló en el
Gobierno a Mariano Rivera Paz y este ejecutó las peticiones de los Montañeses y separó a
Guatemala de la Federación. Gobernó como Jefe de Estado hasta 1844, teniendo a Carrera como
el hombre fuerte y jefe militar. En diciembre de este año Rivera Paz renunció y fue sustituído por
Rafael Carrera, electo Jefe Político para el período 1844-1848. Carrera combatió a las bandas
armadas rebeldes que seguían activas en el Oriente y logró imponer un poco de paz en el país. En
1847 creó la República de Guatemala (Móbil, 2011).
En 1851, en la Batalla de La Arada, Carrera derrotó una invasión militar de los países
centroamericanos. En octubre de ese año fue nombrado Presidente de Guatemala y, tres años
después, elevado al rango de Presidente Vitalicio. La situación interna se estabilizó con la
prosperidad económica que produjo el cultivo de la grana, desde la década de 1840. En 1852 se
firmó un Concordato con la Santa Sede, por la cual se garantizó el retorno de las órdenes
religiosas. En 1856, Guatemala participó en la Guerra Nacional de Centroamérica, es decir, en la
acción militar coordinada de las repúblicas de Centroamérica contra la invasión filibustera
de Willian Walker, en Nicaragua. En 1859, Guatemala firmó un tratado con Inglaterra sobre el
territorio de Belice, y en 1863 un tratado de paz con España (Asociación de Amigos del País,
2004).
Carrera murió el 14 de abril de 1865. Lo sucedió el Mariscal Vicente Cerna, quien, electo para
gobernar de 1865 a 1869, fue reelecto par un segundo período, el que ya no pudo terminar porque
lo derrocó la sublevación liberal de 1871 (Asociación de Amigos del País, 2004).
El régimen conservador de Rafael Carrera.
Los treinta años posteriores a la caída de Mariano Gálvez fueron dominados por la corriente conservadora.
Aunque Rafael Carrera no gobernó durante todo ese período, la fuerza de su figura hace que se identifique
este lapso con su nombre.
El régimen atravesó diversas etapas.
La primera se inicia con el triunfo de Carrera en 1838-1840 que coincide con el desmantelamiento de las
reformas liberales; la segunda, a partir de 1849, es el momento de la estrecha alianza entre Carrera y los
conservadores. Esta etapa empieza a cerrarse con la muerte del caudillo en 1865 y termina con el triunfo
liberal de Miguel García Granados y J. Rufino Barrios en junio de 1871.
Con el triunfo de Carrera se pusieron en marcha los mecanismos para asegurar que las peticiones que había
planteado al comienzo de la revuelta se hicieran realidad.
Estas demandas fueron: abolición del Código de Livingston, protección de la vida y de la propiedad, el
regreso del arzobispo Casaus y la restauración de las órdenes religiosas, abolición del impuesto de
capitación, amnistía para los conservadores exiliados en 1829 y respeto a las órdenes de Carrera, que
adquirían calidad de leyes.
Los primeros años La Asamblea Constituyente promulgó en diciembre de 1839 la Declaración de los
Derechos del Estado y sus Habitantes. En este documento pueden encontrarse los elementos
fundamentales del conservadurismo que imperó en los siguientes treinta años.
El Estado de Guatemala era libre, soberano e independiente; la religión oficial era la católica. El gobierno se
instituyó para “asegurar a todos sus habitantes del goce de sus derechos, entre los cuales se enumeran
principalmente la vida, el honor, la propiedad y la facultad de procurarse por medios honestos su bienestar;
pero de ningún modo se establece para el interés privado, aprovecho personal, o bien exclusivo de ningún
individuo, familia o clase particular”.
El pueblo del Estado, en toda la plenitud de su soberanía, solo tenía poder para hacer lo que era justo y
conveniente para el bien común y no podría obrar en contra de los fines sociales. Además, el documento
declaraba que “aunque todos los hombres tienen por la naturaleza iguales derechos, su condición en la
sociedad no es la misma, lo que depende de circunstancias que no es dado nivelar a ningún poder humano”.
En consecuencia “para fundar y mantener el equilibrio social” era necesario proteger a los más débiles,
quienes debido a su sexo, edad o capacidades no tenían la suficiente ilustración para conocer y defender
sus derechos. De ahí que los indígenas, que aparentemente llenaban todos esos requisitos, podían esperar
la protección tutelar del Estado.
Las obligaciones de los ciudadanos respecto a los impuestos se definieron así: “todos igualmente están
obligados a contribuir para los gastos públicos; mas las contribuciones deben ser generales, y calculadas de
modo que cada cual concurra al sostén de la administración, según su respectiva posibilidad”.
La primera década del gobierno conservador estuvo plagada de incidentes políticos. La implantación del
nuevo régimen no se tradujo en paz y tranquilidad. En el ámbito regional, los ingleses, aprovechando la
manifiesta debilidad de los gobiernos del área, fortalecieron o extendieron su presencia en la costa atlántica
de Guatemala, Honduras y Nicaragua.
Las relaciones entre Guatemala y El Salvador se vieron afectadas por el último aire del Morazanismo.
En el ámbito local, estalló la rebelión de los Lucíos o rebelión de La Montaña (1847-1849) en el oriente del
país, y en el occidente la región de Los Altos volvió a declararse independiente (1848-1849).
Por otro lado, hubo un breve retorno de los liberales en 1848, que forzó el exilio de Carrera en la cercana
Chiapas. La poca capacidad de los liberales para controlar los movimientos rebeldes fortaleció la imagen de
Carrera como el líder que podía restaurar el orden. El caudillo regresó en 1849 y no volvió a marcharse. En
el ínterin se había decretado la fundación de la República de Guatemala, el 22 de marzo de 1847.

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