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GRAN LOGIA OCCIDENTAL DE COLOMBIA

AL:. G:. A:. D:. U:.


RESP:. BEN:. LOGIA ARIEL No. 7

V:. M:. Víctor Pastrana Rubiano


Q:. P:. V:. José Manuel Jordán
Q:. S:. V:. Jaime Rico Rojas
QQ:. HH:. todos

Por el CComp:. M:. Fernando Avila Gonzalez.

REPASO DEL GRADO DE APRENDIZ

Nuestro Grado de Aprendiz comenzó con la “Iniciación Masónica”, que es un proceso activo que nos abre la
puerta de la Masonería y nos admite en ella, llevándonos de un estado a otro y transformándonos
completamente, comienza para nosotros una nueva forma de ser y de vivir que nos convierte en Masones. Estas
transformaciones serán interiores, paulatinas y progresivas. Sin embargo, cada cambio se verá reflejado en
nuestra vida exterior, en nuestra manera de comprender la existencia, de sentir, de relacionarnos con los otros y
hasta en la forma como nos relacionamos con nosotros mismos.

La Cámara o Cuarto de Reflexiones.

Para comenzar con dicho proceso, primero debemos entrar en contacto con nosotros mismos, sumergiéndonos
en un estado de introspección o auto observación, facilitado por el aislamiento, el silencio, la oscuridad, los
desafíos a nuestra voluntad, la construcción de un testamento, la presencia de algunos elementos y el
acercamiento con la muerte.
El cuarto de reflexiones material es un facilitador que nos lleva a nuestro cuarto de reflexiones inmaterial, nuestro
interior. Esto, con el fin de cuestionarnos acerca de nosotros mismos, de las construcciones que hemos forjado
en la vida, de aquello que importa en nosotros y de la realidad que debemos enfrentar a pesar de las ilusiones
que se nos presenten en nuestra existencia, es decir, todo aquello que puede ser un nido de apegos, esclavitudes
y obstáculos para nuestro presente y progreso posterior. En este sentido, el cuarto de reflexiones es un medio
que nos facilita entrar en contacto con nuestra realidad íntima, encontrar y reconocer nuestros valores verdaderos
y forjar nuestro propio camino en la búsqueda de la Verdad, siendo independientes y libres.

El despojo de los metales.

Antes de ingresar al Cuarto de Reflexiones, se nos pide que entreguemos de manera voluntaria los metales que
llevamos con nosotros: joyas, dinero, etc…todo aquello que “brille”. Al despojarnos de los metales,
simbólicamente nos despojamos de las apariencias, de las ilusiones que nos esclavizan, de los vicios, de las
pasiones, de las falsas creencias y de los perjuicios que nos impiden brillar con Luz Propia. Los metales brillan
porque reflejan la luz, pero generar Luz no hace parte de su naturaleza. Adornarnos con metales hace que
brillemos con la luz de otro, pero podemos estar opacando nuestra propia Luz.
Igualmente, ningún metal puede pagar el encuentro de nuestra búsqueda, ya que a esta meta la alcanzamos por
medio de nuestro propio esfuerzo, pensando por nosotros mismos, encendiendo nuestra propia llama interna
para generar la Luz que nos ilumina, alumbrando nuestro propio camino y contribuyendo a la vez a encender la
llama en los otros e iluminar su senda.

Elementos en el Cuarto de Reflexiones.

Cuando ingresamos al cuarto de reflexiones nos encontramos con varios elementos, cuyo significado varía
dependiendo de nuestras propias experiencias, información, aprendizaje, educación, desarrollo espiritual, cultura,
capacidad de comprensión, etc. No obstante, podemos hablar de algunos significados que nos pueden ser
comunes.
Uno de los primeros elementos con los que nos encontramos es la Oscuridad, que en un principio nos puede

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remitir a la falta de Luz. Sin embargo, este elemento también puede relacionarse con la profundidad, es decir,
con el atributo ideal de aquella búsqueda que emprendemos cuando ingresamos en nuestro interior.
Relacionada con esta búsqueda, encontramos la palabra V.I.T.R.I.O.L. (Visita Interiora Térrea, Rectificando
Invenies Occultum Lapidem: visita el interior de la tierra, rectificando encontrarás la lápida oculta), que podríamos
interpretar como una invitación a visitar nuestra realidad interior donde por medio del discernimiento y la
transmutación podemos encontrar la piedra oculta que permite descifrar los misterios de la sabiduría.
Igualmente, encontramos en este cuarto elementos vinculados con la muerte, una realidad que debemos
enfrentar y tener presente. Además, esta expiración también está relacionada con el cambio de un estado a otro,
con la transformación, con el ocaso de una forma de vida y el nacimiento de otra, la Iniciación.
El grano de trigo representa a una semilla (el Candidato) con todas sus posibilidades de permanecer igual o de
transformarse en algo más (un Masón). Sólo sembrando esta semilla en la profundidad de la tierra (la Búsqueda
interior), con la ayuda de los otros elementos (las Virtudes) y de su propio esfuerzo (la Reflexión), ésta semilla
podrá convertirse en una planta orientada hacia la Luz. Sin embargo, esta nueva planta puede seguir
evolucionando y convertirse en algo más, en pan o alimento (la Luz), que a su vez será continuamente
transformada por la actividad vital, cambiando de un estado a otro de manera cíclica. Para que esta semilla se
transforme, necesita de otro elemento, el agua, que obra complementariamente con el elemento tierra para
generar vida. El pan y el agua representan también los verdaderos valores, mostrándonos que lo esencial y
necesario para vivir, es sencillo y elemental. Lo demás, son adornos efímeros.
Al lado del pan y el agua, también encontramos el azufre, la sal y el mercurio. Por un lado, el Azufre se vincula
con el principio activo que nos impulsa constantemente, que nos da iniciativa y voluntad, lo corporal. Por su parte,
la Sal se relaciona con un principio atractivo y mental, que nos inclina a la estabilidad, a la maduración, a la
resistencia, a la persistencia y a la reflexión. De esta manera, el azufre y la sal representan a la Dualidad que
debemos equilibrar de manera constante y armónica, para obtener de ellas sus mejores cualidades. A esta
dualidad se le suma un tercer elemento, el Mercurio, representante del espíritu, del puente entre el cuerpo y la
mente, el portador etéreo de la Verdadera Luz (brilla sin ser metal), el transformador que nos facilita el equilibrio.
Estos tres elementos, Azufre, Sal y Mercurio, están relacionados con la Alquimia.
También encontramos en el cuarto la figura de un Gallo, que podemos vincular con el Sol, con la iluminación, con
el renacimiento, con el despertar, con el inicio de una nueva vida, con la Luz en la Oscuridad.
Finalmente, encontramos un Reloj de Arena que podemos relacionar como el flujo constante de la existencia, con
el principio y fin, con el pasado y el futuro, con lo vacío y lo lleno, con los ciclos, con los cambios, con la
degradación de la materia, con la ilusión del tiempo, etc.

El Testamento Iniciático

Nuestro paso por el Cuarto de Reflexiones se finaliza con la elaboración de un Testamento. Generalmente, los
testamentos están relacionados con la preparación para la muerte, ¿algo de nosotros murió en la iniciación? Sin
embargo, debemos comprender que la muerte y la vida son dos aspectos íntimamente relacionados e
inseparables, siendo indicadores de cambio y transformación. En ese sentido, el testamento que construimos
también puede ser visto como la preparación para una nueva vida, reconociendo nuestros deberes con el
Principio Creador, con nosotros mismos y con los demás.
En el cuarto de reflexiones, el candidato es invitado a reconocer cómo su realidad interior se relaciona con su
realidad exterior, qué tanto conoce de esta relación y qué tanto está preparado para dominarse y dirigirse de
manera constructiva.

Preparación para el ingreso al Templo.

Los ojos vendados aparte de simbolizar nuestro estado ceguera o ignorancia, puede ser visto también como la
continuación de nuestra inmersión en nosotros mismos, en nuestra búsqueda interior, en nuestro propio cuarto
de reflexiones, aislados de toda influencia externa e ilusoria que nos impida hallar aquella Verdad que es nuestra.
La Luz puede reconocerse más fácilmente después de un periodo de oscuridad.
La cuerda que nos ata representa el estado de esclavitud en el cual nos hemos encontrado y del cual nos
debemos liberar. Sin embargo, la libertad implica que seamos conscientes de estas ataduras para vencerlas y
convertirlas en las herramientas que nos permitan progresar.
La desnudez está relacionada con la capacidad de entrega, con la manifestación de nuestros verdaderos
sentimientos, aspiraciones, sensibilidad intelectual y juicio moral. Descubrirnos de manera voluntaria está
relacionado con nuestro espíritu de humildad, el reconocimiento de la verdad en nosotros que nos permite

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abrirnos para pedir, buscar y encontrar la Luz.

La Puerta del Templo

Luego de nuestra preparación exterior y con más conciencia de nuestro interior podemos tocar a la Puerta del
Templo. Lo logramos gracias a nuestra intención de buscar la Luz y a nuestra condición de ser libres y de buenas
costumbres. Sin embargo, estas intenciones y condiciones que resultan ser nuestra guía interior, se personifican
en el Q.·. H.·. Exp.·., quien encamina nuestra búsqueda y nos conduce a la Puerta de un Templo, a la que damos
tres golpes ignorando el significado de cada toque y tal vez esperando que la puerta sea abierta.
El primer golpe significa “Buscad y encontrareis”, ¿qué buscamos?, la Verdad.
El segundo golpe significa “Pedid y se os dará”, ¿qué pedimos?, la Luz.
El tercer golpe significa “Tocad y se os abrirá”, ¿qué tocamos?, la Puerta del Templo.
Luego de estos tres toques y luego de obtener el permiso para franquear o atravesar la puerta, sentimos el frío
de la espada en nuestro pecho la cual nos enfrenta con la verdad y encontramos que la puerta física es sólo un
paso para poder atravesar las tres puertas simbólicas a las que llegamos después de cada uno de nuestros tres
viajes, las tres luces.

Los Tres Viajes.

Luego de ingresar al Templo y hallándonos limitados físicamente, pero tal vez más dispuestos en nuestro interior,
se nos solicita que aclaremos el testamento que escribimos con relación a los deberes y concepciones sobre el
vicio y virtud que hemos construido a lo largo de nuestra vida. De esta manera, al reconocer nuestros deberes,
lo que nos lleva al vicio y cuáles son nuestras virtudes, el camino a la Libertad comienza a despejarse, se
emprenden los tres viajes, los tres grados, cada uno representando un estado nuevo, un periodo distinto y una
necesidad de progreso constante.
Inicia nuestro primer viaje, la prueba del aire, llena de ruido y confusión, pero también de la purificación que nos
permite continuar con docilidad y confianza para disponernos como aprendices. Primero de Occidente a Oriente,
desde el lado en que la luz declina al lado donde la luz brilla con más fuerza, de la apariencia a la verdad, de la
ignorancia al conocimiento, de la ilusión a la realidad. Un viaje que se lleva a cabo en el lado Norte, región fría y
sombría que no debe ser obstáculo en el camino para hallar la luz. Luego, al llegar al Oriente retornamos al
Occidente, pero esta vez por el Medio Día o Sur, con una conciencia más iluminada que permite recorrer el
camino y volver al punto de partida con otra visión, con más dominio del camino y de uno mismo.
El segundo viaje comienza con mayor disposición y facilidad, debido a la preparación y los esfuerzos superados
en el primer viaje. Los sonidos de los choques de las espadas nos acompañan simbolizando la lucha exterior e
interior que debemos enfrentar al encontrarnos con los vicios, los prejuicios, las pasiones, los hábitos y en general,
todo aquello que nos esclaviza y que debemos transformar o transmutar constantemente para encontrar la
Verdad. Es la prueba del agua que nos limpia y libera de nuestras imperfecciones gracias a nuestra
perseverancia, introspección y autodominio, de tal manera que nos regenera y nos posibilita el siguiente paso.
Emprendemos nuestro tercer viaje, más confiados en nosotros mismos y más puros. Ahora escuchamos música
y nos familiarizamos con el espíritu del fuego para terminar de eliminar todas las impurezas en nuestra alma. Ya
somos capaces de caminar sobre el fuego con actitud imperturbable, reconociendo y retornando a la esencia del
ser, la llama interior se enciende y no se apaga, reconocemos al Amor Infinito que nos lleva a obrar con amor
infinito y superar los límites de la ilusión.

El Cáliz misterioso, la Sangre, la Marca del Masón y el Juramento.

Finalizando los tres viajes y habiéndonos purificado tres veces, a continuación, entramos en contacto con el Cáliz
del agua amarga que se convierte en dulce, indicando el poder de la transmutación que adquirimos cuando nos
autodominamos y accedemos al conocimiento de la Verdad, cuando pasamos de ser piedra bruta a ser piedra
filosofal.
Seguidamente, se nos realiza la prueba de la sangre con la cual se verifica la firmeza de nuestras intenciones en
la búsqueda de la Luz, pues simbólicamente, los pactos de sangre no pueden romperse y, además, la dinámica
de la sangre es un indicador de vida. Desde este punto de vista, quien está dispuesto a firmar con sangre, está
dispuesto a entregarse completamente y a convertirse en masón de manera permanente y eterna, y dicha
disposición, es la que nos deja ver al masón en potencia.

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Esta prueba de la sangre encuentra también su materialización en la marca del masón a la que accedimos cuando
permitimos que nos la imprimieran en nuestro corazón, la escuadra del juicio y el compás de la razón, una marca
impresa también en nuestro espíritu por medio del fuego del entusiasmo.
Llegamos a un estado de total introspección, de purificación plena, de disposición para aprender, de flexibilidad
para cambiar, de firmeza para proceder y de seguridad en los propósitos nuestra búsqueda. Fue bajo esas
circunstancias que pudimos llegar al momento del juramento, rodeados de lo presente y con verdadero
convencimiento de convertirnos en masones guardando los secretos, siendo solidarios y fieles a la Orden. Quien
es masón, nunca dejará de serlo.
Tres Obligaciones del Masón.

Al realizar el juramento, adquirimos tres obligaciones que debemos tener presentes, respetar y cumplir siempre,
independientemente de nuestro grado, edad, espacio o tiempo donde nos encontremos.
La primera de estas obligaciones es la Discreción. Prestar atención a lo que decimos entre hermanos y callar
entre profanos. El llamado “secreto masónico” es una manifestación íntima que se revela en cada uno de nosotros
de acuerdo con nuestra capacidad de comprender los misterios y con nuestras propias experiencias.
Posiblemente hablar de ello sea complejo, ya que el lenguaje puede ser una limitante para expresar todo aquello
que vamos comprendiendo y construyendo. Igualmente, hablar de ello a quien no está preparado para escuchar,
solo puede crear caos y confusión.
La segunda obligación se refiere a No Divulgar La Palabra Sagrada, no escribirla, grabarla o formar algún signo
que la devele. Dar a conocer esta expresión por fuera del ambiente masónico apropiado, es quitarle su función
tradicional de reconocimiento simbólico y restarle su eficacia.
La tercera obligación se refiere al ejercicio de la Fraternidad. Reconocer a los masones como hermanos,
ayudarlos y socorrerlos dentro de nuestras posibilidades y para bien de todos, con sentido de humanidad y
moralidad.
Es así como el signo de nuestro grado nos recuerda cada vez lo que preferimos antes de faltar a este juramento,
el cual es un castigo simbólico que nos deja sin palabra y sin la posibilidad para acceder a la Verdad.

Ver la Luz

Posteriormente a la aceptación de nuestras obligaciones como aprendices masones, estamos simbólicamente


preparados para “ver la luz”. Es así como nos retiran la venda que nos ha cubierto la visión y somos admitidos
en el Templo. Sin embargo, aún nos encontramos en la oscuridad, es poco lo que podemos ver y sólo percibimos
las espadas que todos los presentes sostienen con su mano izquierda y apuntan a nuestro pecho. Al estar
sostenida por la mano izquierda, simbólicamente la espada se convierte en una extensión del corazón de cada
uno de los masones en conexión con nuestro corazón, estableciendo un doble sentido, el sentido de defendernos,
protegernos, ayudarnos y socorrernos si cumplimos con nuestras obligaciones o el sentido de castigarnos en el
caso de faltar a nuestro juramento.
De nuevo se nos da la oportunidad de retirarnos del Templo, pero si el juramento no nos inquieta y aceptamos
continuar definitivamente en este nuevo camino, la Luz se enciende plenamente y nos ilumina tanto, que al
principio percibimos con dificultad a la perfección y debemos esperar hasta que nos adaptemos a nuestra nueva
condición para ver claramente.
Poder ver la Luz es la esencia y finalidad de la Iniciación. Así, poco a poco, pero con paciencia y entusiasmo,
comenzamos a distinguir lo que es la Verdad y aprendemos a quitarle la importancia a todo aquello que es Ilusión.

Consagración, mandil y los guantes.

Al finalizar el juramento y después “ver la luz” por primera vez, el V.·. M.·. procede con el acto de nuestra
consagración cuando toma en sus manos la espada flamígera, nos da los tres golpes misteriosos sobre el hombro
izquierdo, y nos otorga el título de Hermano. Esta consagración consiste en convertirnos en masones y dejar ser
profanos.
Siendo profano aquel que no ha sido iniciado en los misterios de la Masonería y, por ende, no posee lo necesario
para comprender dichos misterios.
La espada flamígera es una espada ondulante que representa la llama interior de todo masón. No es un arma,
es un instrumento de Luz que posee simbólicamente el poder iniciático, creador y purificador que canaliza y
transmite las fuerzas benéficas.

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De esta manera nos convertimos en masones y recibimos el Mandil o delantal atado a la cintura que nos
caracteriza. Además, representa al trabajo, a la perseverancia, a la constancia y a la firmeza en nosotros. En el
grado de aprendiz, éste es totalmente blanco como símbolo de las virtudes, pureza e inocencia de quien lo usa y
no debe tener mancha alguna como representación de la razón, la verdad y la justicia. Igualmente, tiene la solapa
o babeta levantada formando un triángulo sobre un cuadrado. El cuadrado es símbolo de lo material en nosotros
y el triángulo simboliza a nuestro espíritu.
Luego de adoptar el mandil, también recibimos los guantes símbolos de la pureza de nuestras intenciones como
masones, “hacer el Bien por el Bien mismo”. Igualmente, se nos indica que nuestros instrumentos de trabajo son
el Martillo, el Cincel y la Regla de 24 pulgadas, con los cuales pulimos la Piedra Bruta sin separarnos de la línea
recta del deber durante las 24 horas de cada día.
La Regla de 24 pulgadas está relacionada con la necesidad de medirnos constantemente durante las 24 horas
del día, siendo conscientes de cada uno de nuestros actos, pensamientos, palabras, emociones, expresiones,
deseos, motivaciones, etc. De esta manera, la regla nos lleva a tener autocontrol y a obrar con rectitud en todo
momento. Es una alegoría a la moral y a todo aquello que procure la justicia, la convivencia y la paz.
El Martillo está relacionado con la Voluntad, con aquella fuerza primaria que nos lleva a actuar y se manifiesta en
nuestros instintos, hábitos, tendencias, naturaleza, deseos, motivaciones, etc. Dicha fuerza, puede ser tanto
constructiva como destructiva, por tal razón, es necesario controlarla y dirigirla con precisión en justa medida
para pulir nuestra piedra de manera ideal.
El Cincel que simboliza la Inteligencia, se encarga de concentrar, orientar y dirigir de manera constructiva la
acción de la voluntad o fuerza generada por el Martillo, definiendo y determinando con justa aplicación, el
pulimiento de nuestra piedra según la forma esperada.
El Martillo, el Cincel y la Regla trabajan de manera inseparable, ya que sin Rectitud o Sabiduría (Venerable
Maestro), Voluntad o Fuerza (Primer Vigilante), e Inteligencia o Belleza (Segundo Vigilante), no se logra pulir la
piedra perfectamente.

La palabra sagrada y la restitución de los metales.

Luego de nuestra consagración, estamos en condiciones para que nos comuniquen los signos, la marcha, la
batería y la palabra sagrada del grado de aprendiz, los cuales nos posibilitan identificarnos entre hermanos,
además de otorgarnos una o varias enseñanzas a través del lenguaje simbólico que iremos interpretando en la
medida que entremos en mayor contacto con la Masonería.
Es necesario recordar que debemos guardar muy celosamente estas maneras de identificarnos y nunca divulgar
la Palabra Sagrada en el contexto inapropiado.
La Palabra Sagrada es un acto creador que en nuestro caso significa “En Él la Fuerza”, cuya interpretación puede
ser infinita, pero básicamente se refiere al poder, al refugio, a la fuente de fortaleza activa y vivificante de energía
y vigor, a la fuerza interior, al reconocimiento íntimo de toda acción, a la verdad que reside en el mundo interior y
que es capaz de crear y construir, a la luz que ilumina nuestra morada. Sin embargo, este simbolismo no se limita
a la palabra, pues cada letra que la compone también tiene sentido y significado, encontramos por ejemplo a la
primera letra en la Columna de nuestro grado de Aprendiz, donde los Aprendices reciben su salario. Esta palabra
cuenta con un contexto histórico y esotérico que es pertinente conocer e investigar.
Finalmente, somos recibidos dentro de la Masonería y nos restituyen nuestros metales, volvemos al principio,
pero siendo distintos, siendo masones. Ahora los metales y todo aquello que representan tienen otro sentido y
significado para nosotros, así como nosotros mismos.

DESPUÉS DE LA INICIACIÓN

Teniendo en cuenta que Iniciar significa “Entrar En El Interior”, el proceso de nuestra instrucción iniciática lo
comenzamos de afuera hacia adentro. De esta manera, primero se nos presenta un Maestro Externo,
representado por el Segundo Vigilante, quien estará guiando constantemente el aprendizaje de los Aprendices.
La instrucción es una de las maneras por medio de las cuales adquirimos conocimiento. Cuando nos encontramos
en el Grado de Aprendiz, los hermanos con más experiencia nos muestran un punto de partida para que por
medio de nuestro propio esfuerzo y razonamiento construyamos lo esencial de dicho conocimiento.
En un primer momento, la construcción de conocimiento del Aprendiz será lograda por medio de un periodo
silencioso, colmado de estudio y reflexión individual que les permite avanzar en el camino indicado por su propio
esfuerzo, hasta encontrar la madurez suficiente que les conduce a perfeccionarse.
El aprendiz masón debe ser un ser que se caracterice por la apertura de su mente, la intensidad de su deseo por

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progresar de manera inteligente, diligente, perseverante, activa, incesante y permanente. Es aquel que le saca
provecho, para el bien de todos y a pesar de las posibles dificultades, a cada paso que da en la construcción de
los senderos de la Virtud y de la Verdad independientemente de su edad, poniendo en práctica tanto a nivel
interior como exterior la Doctrina Iniciática que se encuentra escondida y se revela en el simbolismo de este
grado, que nos enseña entre otros misterios, a reconocernos y a no ser esclavos entregados a nuestros vicios,
necesidades y pasiones.
Igualmente, es de notar que en este tipo de instrucción iniciática podemos encontrar un triple sentido: el exotérico,
el esotérico y el trascendente, los cuales nos orientan al encuentro con la Verdad.
Aprendemos a partir de nuestra propia experiencia y esfuerzos, pero con nuestra capacidad de discernimiento
podemos aprovechar la experiencia de quienes llevan más tiempo en el camino, los Maestros son nuestros guías.
Cada quien pule su piedra y labra su senda, pero también contribuye a labrar el camino de los demás, por lo
tanto, su progreso también contribuye al progreso de la Humanidad y el progreso de la Humanidad puede
contribuir a su progreso.
Con la disposición para aprender, para obrar recta y sabiamente, podemos avanzar. Con la conciencia y el
reconocimiento constantes tanto de nuestras imperfecciones como de nuestras virtudes, nos acercamos a la
perfección, independientemente de nuestra edad o grado.
Como masones independientemente de nuestra cultura, origen, creencias, particularidades, etc., es decir, cuando
manifestamos la marca del masón y procedemos como masones, hablamos como masones, pensamos como
masones, sentimos como masones, sin necesidad de decir, pensar o sentir que lo somos, puedo afirmar que soy
masón porque “mis hermanos me reconocen como tal”.

Esa es mi palabra V:. M:.

Comp:. M:. Fernando Avila Gonzalez.


Trabajo “Repaso del grado de aprendiz”
25 de octubre de 2022

BIBLIOGRAFIA

Instrucción para el Aprendiz, primera, segunda y tercera parte; por Manuela Abif M:. M:. (Vanessa Jordan Beghelli)
Elementos básicos de Masonería simbólica; por Pedro Manuel Valencia Tejada
Ritual del Aprendiz Masón; por la Muy Respetable Gran Logia de Occidente de Colombia
Autoformación asistida para el Compañero Masón; por Pedro Manuel Valencia Tejada
Símbolos de la Francmasonería básica; por Pedro Manuel Valencia Tejada

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