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Tratándose del ejercicio de un derecho intuito personae, los pretensos cónyuges deben
comparecer en persona a la celebración del acto matrimonial y manifestar de manera inequívoca su
voluntad con relación al acto jurídico que desean se perfeccione.
Se admite que la declaración de voluntad sea expresada en idioma nacional o extranjero, caso
este último en que los contrayentes deberán ser asistidos por un traductor público matriculado, o en
caso de imposibilidad, por un intérprete idóneo.
Para ser válido, el consentimiento debe contener dos elementos esenciales: a) un elemento
externo que es la declaración de voluntad y b) otro elemento interno que refleja cómo debe ser
manifestada esa voluntad: con discernimiento, intención y libertad. De ahí que el dolo, el error y la
violencia, que afectan aquellos elementos internos de la voluntad, vician el acto jurídico matrimonial
pudiendo declararse su invalidez, es decir, su nulidad.
El art. 408 establece que el consentimiento debe ser puro y simple, es decir, no sujeto a
condición o modalidad alguna, "cualquier plazo, condición o cargo se tiene por no expresado, sin que
ello afecte la validez del matrimonio".- ARTÍCULO 408.- Consentimiento puro y simple. El
consentimiento matrimonial no puede someterse a modalidad alguna. Cualquier plazo, condición o
cargo se tiene por no expresado, sin que ello afecte la validez del matrimonio.
ARTÍCULO 404.- Falta de edad nupcial. Dispensa judicial. En el supuesto del inciso f) del artículo
403, el menor de edad que no haya cumplido la edad de 16 años puede contraer matrimonio previa
dispensa judicial. El menor que haya cumplido la edad de 16 años puede contraer matrimonio con
autorización de sus representantes legales. A falta de ésta, puede hacerlo previa dispensa judicial.
El juez debe mantener una entrevista personal con los futuros contrayentes y con sus
representantes legales. (ppio. De inmediación)
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La decisión judicial debe tener en cuenta la edad y grado de madurez alcanzados por la persona,
referidos especialmente a la comprensión de las consecuencias jurídicas del acto matrimonial;
también debe evaluar la opinión de los representantes, si la hubiesen expresado.
La dispensa para el matrimonio entre el tutor o sus descendientes con la persona bajo su tutela
sólo puede ser otorgada si, además de los recaudos previstos en el párrafo anterior, se han aprobado
las cuentas de la administración.
Ley 2393 (1° ley de matrimonio): mayor de edad: 22 años. Mayoría de edad para casarse:
hombres: 14 y mujeres: 12.
Ley 14394 de 1954: mayor de edad: 22 años. Mayoría de edad para casarse: hombres: 16 y
mujeres: 14.
Ley 23.515 de 1987: mayor de edad: 21 años. Mayoría de edad para casarse: hombres: 18 y
mujeres: 16.
Ley 26.449 de 2009: mayor de edad: 18 años. Mayoría de edad para casarse: hombres y
mujeres: 18 eliminando la discriminación de trato en razón del sexo de las personas. (Luego de
insistentes reclamos de organismos internacionales de derechos humanos, en especial del Comité de
los Derechos del Niño)
el Código Civil y Comercial introduce una importante modificación en materia de dispensa para
celebrar matrimonio: mantiene la edad núbil en los 18 años, pero exige sólo dispensa judicial para las
personas menores de 16 años, demandando en el caso de las personas entre 16 y 18 años sólo
autorización de sus representantes legales (art. 403). A falta de esta autorización o en caso de
desacuerdo entre los progenitores, la decisión recaerá, al igual que en el caso de las personas
menores de 16 años, en la autoridad judicial.
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ARTÍCULO 405.- Falta de salud mental y dispensa judicial. En el supuesto del inciso g) del
artículo 403, puede contraerse matrimonio previa dispensa judicial. La decisión judicial requiere
dictamen previo del equipo interdisciplinario sobre la comprensión de las consecuencias jurídicas del
acto matrimonial y de la aptitud para la vida de relación por parte de la persona afectada.
El juez debe mantener una entrevista personal con los futuros contrayentes; también puede
hacerlo con su o sus apoyos, representantes legales y cuidadores, si lo considera pertinente.
La remoción del obstáculo legal para celebrar matrimonio mediante esta vía puede ser
necesaria cuando el silencio de la sentencia que restringe la capacidad no permita concluir si la
persona está o no en condiciones de casarse y comprender las consecuencias del acto que realiza.
También puede suceder que la sentencia contenga la restricción expresa de celebrar matrimonio,
pero que el contrayente solicite la revisión en los términos del art. 40 CCyC (que puede ser planteada
por él en cualquier momento)
El trámite requiere:
a) que la persona que padece la falta permanente o transitoria de salud mental solicite la
autorización para contraer matrimonio;
b) el dictamen de los equipos de interdisciplinarios que se pronuncie sobre la
comprensión de las consecuencias jurídicas del acto matrimonial y la aptitud para la vida de relación
por parte de la persona afectada;
c) la entrevista personal del juez, no solo con la persona afectada sino también con el
otro contrayente, que le permita indagar sobre el conocimiento que el otro tenga de la situación y el
impacto de la falta de salud mental en la vida de relación de esa pareja. La entrevista personal
garantiza la inmediatez; el Ministerio Público debe estar presente (art. 35 CCyC);
d) en caso de que el juez lo considere pertinente, la citación a los representantes legales,
apoyos y cuidadores a fin de que formulen su opinión al respecto —no obstante, resulta lógico que la
citación se realice en todos los casos—. En esta audiencia estos también podrían denunciar la
existencia de otros impedimentos para contraer matrimonio, o bien hacerlo ante el Ministerio
Público en los términos del art. 412 CCyC, atento se ha suprimido la legitimación de los curadores
para oponerse a la celebración del matrimonio (art. 411 CCyC).
b. el error acerca de las cualidades personales del otro contrayente, si se prueba que quien lo
sufrió no habría consentido el matrimonio si hubiese conocido ese estado de cosas y apreciado
razonablemente la unión que contraía.
El juez debe valorar la esencialidad del error considerando las circunstancias personales de
quien lo alega.
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Violencia: En lo que atañe a la violencia deben aplicarse los principios relativos a los actos
jurídicos en general. Debe tratarse de injustas amenazas de sufrir un mal inminente y grave. Por
ende, se considerará privado de libertad a aquel sujeto que preste su consentimiento como
consecuencia del ejercicio de violencia física o intimidación.
La violencia física exige una fuerza física irresistible sobre uno de los contrayentes. En este caso,
no hay ausencia de consentimiento, sino que el mismo se ha prestado, pero el acto nace viciado en la
voluntad. Ciertamente, la hipótesis de violencia física es bastante imposible en la práctica, atento a
que el acto de celebración del matrimonio reviste carácter público y se realiza en las oficinas del
Registro del Estado Civil y Capacidad de las Personas, salvo que exista connivencia del oficial público,
o la violencia física sea ejercida también contra él —supuestos absolutamente excepcionales—. En
relación con la intimidación que importa el celebrar matrimonio bajo “amenazas que generan el
temor de sufrir un mal grave e inminente“(art. 276 CCyC), tiene directa relación con la falta de efectos
jurídicos de la promesa de matrimonio (esponsales, art. 401 CCyC) y con el hecho de que nadie pueda
casarse bajo presión.
Dolo: El dolo como vicio de la voluntad capaz de provocar la nulidad del matrimonio puede
configurarse por acción u omisión. En el primer caso implica “toda aserción de lo falso o disimulación
de lo verdadero, cualquier artificio, astucia o maquinación que se emplee para la celebración del acto.
La omisión dolosa causa los mismos efectos que la acción dolosa, cuando el acto no se habría
realizado sin la reticencia u ocultación” (art. 271 CCyC). Para viciar el consentimiento y causar la
nulidad del matrimonio, el dolo debe ser esencial, “grave, (...) determinante de la voluntad, causa[r]
un daño importante...” (art. 272 CCyC). La entidad que el ardid o engaño debe tener exige que sea la
razón por la cual se presta el consentimiento, de modo que de no haberse concretado la maniobra, el
matrimonio no se hubiera celebrado, siempre que la víctima haya actuado con la debida prudencia y
diligencia y no haya podido advertir la estrategia dolosa. (por ejemplo: la ocultación del embarazo
anterior al matrimonio proveniente de un tercero que no es el cónyuge; el ardid para generar la
convicción del contrayente que es el progenitor del hijo concebido antes del matrimonio; el ardid o
engaño para ocultar las cualidades personales y el estado de familia; la ocultación de una
enfermedad contagiosa o hereditaria, siempre y cuando la enfermedad tenga la suficiente entidad
como para poner en peligro la salud del cónyuge engañado o los hijos; etc. En cambio, se han
rechazado planteos vinculados con el ocultamiento de la condición social o la nacionalidad del
contrayente.)
Error: El error es la falsa idea o ausencia de idea que se posee sobre una cosa o persona. El
tema del error como vicio del consentimiento para anular las nupcias reconoce una larga historia y
atravesó diferentes etapas. Desde una primera fase, en la que solo se aceptaba el error en la persona
física, pasó por una intermedia que incluía el error en la identidad civil, para llegar a la postura actual
y receptada por distintos códigos, que incorpora la posibilidad de solicitar la nulidad del matrimonio
cuando medie error en las cualidades esenciales del otro contrayente
Se diferencia dos supuestos: a) el error acerca de la persona del otro contrayente (error in
personam); y b) el error acerca de las cualidades personales del otro contrayente (error in sustantia),
consideradas determinantes de la prestación del consentimiento, lo que se encuentra sujeto a la
razonable valoración judicial en función de las circunstancias personales de quien lo alega.
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El error de hecho como vicio de la voluntad y causal de nulidad debe ser esencial (art. 267
CCyC). Además, debe ser reconocible por el destinatario (art. 265 CCyC), esto es, que el destinatario
de la declaración lo haya podido conocer según la naturaleza del acto, las circunstancias de persona,
tiempo y lugar (art. 266 CCyC). Por último, debe ser determinante para la celebración del
matrimonio, de manera que si se hubiese conocido el real estado de cosas y apreciado
razonablemente, el matrimonio no se hubiera contraído. Si el error es provocado mediante un ardid
doloso, se aplica lo dispuesto para el dolo como vicio del consentimiento matrimonial.
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4. ANTECEDENTES RESPECTO A LA NULIDAD EN EL CÓDIGO CIVIL: CUESTIÓN ACERCA DE LA
APLICACIÓN SUPLETORIA DE LAS NORMAS SOBRE NULIDAD DE LOS ACTOS JURÍDICOS.
FUNDAMENTOS DE LAS DIVERSAS POSTURAS. CONSECUENCIAS DE UNA Y OTRA. SOLUCIÓN DEL
CÓDIGO CIVIL Y COMERCIAL.
La nulidad puede ser demandada por cualquiera de los cónyuges y por los que podían oponerse
a la celebración del matrimonio.
- La nulidad absoluta del matrimonio requiere la existencia de un vicio o defecto que afecte
alguno de los presupuestos que exige el Código para que el matrimonio produzca efectos. Los
mismos se encuentran establecidos en el art. 403 CCyC y se refieren a la falta de aptitud nupcial, ya
sea porque los cónyuges son parientes, porque existe un vínculo matrimonial subsistente, o porque
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uno de los cónyuges fue condenado por homicidio doloso del otro (ya sea como autor, cómplice o
instigador).
La diferencia entre nulidad absoluta y relativa se define por el mayor rigor de la sanción legal de
invalidez. La nulidad absoluta incide en el orden público, la acción es imprescriptible, no puede ser
declarada de oficio por el juez y solo pueden intentar la acción los legitimados por la ley; en cambio la
relativa, solo está en juego el interés particular de las partes, se protege a las partes que intervienen
en el acto, y la acción es imprescriptible.
Causales de nulidad:
I. El parentesco en línea recta en todos los grados, cualquiera que sea el origen del vínculo (art.
403, inc. a).
II. El parentesco entre hermanos bilaterales y unilaterales, cualquiera que sea el origen del
vínculo (art. 403, inc. b).
III. La afinidad en línea recta en todos los grados (art. 403, inc. c).
V. Haber sido condenado como autor, cómplice o instigador del homicidio doloso de uno de los
cónyuges (art. 403, inc. d).
EJERCICIO DE LA ACCIÓN: Los legitimados para interponer la acción de nulidad son los propios
cónyuges —incluso aquel o aquellos que hayan obrado con mala fe, es decir, conociendo la existencia
del impedimento para celebrar ese matrimonio en forma válida— y las personas que hubieran
podido oponerse a la celebración del matrimonio desde el momento de las diligencias previas y hasta
antes de su celebración, es decir, los legitimados conforme la redacción del art. 411: el cónyuge de la
persona que contrajo matrimonio con otra estando subsistente el vínculo matrimonial; los
ascendientes, descendientes y hermanos de los cónyuges cualquiera sea el origen del vínculo y el
Ministerio Público.
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correspondiente dispensa. La petición de nulidad es inadmisible después de que el cónyuge o los
cónyuges hubiesen alcanzado la edad legal.
c. el matrimonio celebrado con alguno de los vicios del consentimiento a que se refiere el
artículo 409. La nulidad sólo puede ser demandada por el cónyuge que ha sufrido el vicio de error,
dolo o violencia. La nulidad no puede ser solicitada si se ha continuado la cohabitación por más de
treinta días después de haber conocido el error o de haber cesado la violencia. El plazo para
interponer la demanda es de un año desde que cesa la cohabitación.
- Falta de edad núbil (art. 403 inc. f): requiere que el acto no haya sido celebrado con la
correspondiente autorización de los representantes legales, para el caso del cónyuge mayor de 16
años y menor de 18, o la dispensa judicial para la persona menor de 16 años, o la mayor de 16 y
menor de 18 años en el caso de no contar con la autorización de sus padres o representantes.
Los legitimados para interponer la acción de nulidad son el cónyuge que padece el
impedimento —tener menos de 18 años de edad— y las personas que en su representación podrían
haberse opuesto a la celebración del matrimonio desde el momento de las diligencias previas y hasta
antes de su celebración, es decir el cónyuge de la persona que contrajo matrimonio con otra estando
subsistente el vínculo matrimonial; b) los ascendientes, descendientes y hermanos de los cónyuges
cualquiera sea el origen del vínculo y c) el Ministerio Público
- Salud mental (art. 403 inc. g): está supeditada a los casos de celebración del matrimonio sin
dispensa judicial (art. 405).
- Vicios del consentimiento: error en las cualidades de la persona, dolo o violencia (art. 409). El
único legitimado para interponer la acción de nulidad es el cónyuge que sufrió el error, dolo o
violencia al momento de la celebración del matrimonio. La prescripción de la acción se produce al
año de cesada la cohabitación. La confirmación, al continuar la cohabitación por más de 30 días
contados desde que se ha conocido el error o cesado la violencia.
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establezca. Los derechos patrimoniales que son consecuencia del estado de familia están sujetos a
prescripción.
La regla de que el estado de familia no se adquiere ni se pierde por el transcurso del tiempo es
extensiva a las acciones tendientes a su protección. Sin embargo, es necesario dotar de estabilidad a
las relaciones jurídicas familiares y, para eso, se establecen plazos de caducidad durante los cuales los
derechos deberían ser ejercidos para no caducar. La estabilidad o permanencia como característica
del estado de familia no importa su inmutabilidad, que puede verse afectada por el acaecimiento de
ciertos hechos jurídicos, la celebración de ciertos actos, o el ejercicio de determinadas acciones que,
admitidas, tienen ese efecto.
ARTÍCULO 714.- Caducidad de la acción de nulidad del matrimonio por la muerte de uno de los
cónyuges. La acción de nulidad del matrimonio no puede ser intentada después de la muerte de uno
de los cónyuges, excepto que:
a. sea deducida por un cónyuge contra el siguiente matrimonio contraído por su cónyuge; si se
opusiera la nulidad del matrimonio del cónyuge demandante, se debe resolver previamente esta
oposición;
b. sea deducida por el cónyuge supérstite de quien contrajo matrimonio mediando impedimento
de ligamen y se haya celebrado ignorando la subsistencia del vínculo anterior;
c. sea necesaria para determinar el derecho del demandante y la nulidad absoluta sea invocada
por descendientes o ascendientes.
La acción de nulidad de matrimonio deducida por el Ministerio Público sólo puede ser
promovida en vida de ambos esposos.
b. el cónyuge supérstite del segundo matrimonio, que invoca ignorancia de la subsistencia del
primero y el consiguiente impedimento de ligamen (cónyuge de las segundas nupcias para
reconvenir, atacando el primer vínculo, con independencia de la buena o mala fe del reconviniente); y
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c. que terceros ajenos a los cónyuges (descendientes y ascendientes) la requieran por violación
del impedimento de parentesco (ascendiente y descendiente de cualquiera de los cónyuges cuando,
con el ejercicio de la acción, pretendan la satisfacción de un interés que les es propio, como puede ser
alguno vinculado con la herencia Se excluyen, entonces, los parientes colaterales, la nuera o yerno
viudos, y los herederos instituidos).
La regla es la extinción del derecho a solicitar la nulidad del matrimonio una vez ocurrido el
fallecimiento de uno de los cónyuges, convalidándose así el acto. Las excepciones que se reconocen
se fundan en la violación al impedimento de ligamen, parentesco o crimen, aunque uno o ambos
cónyuges hayan fallecido, y se sostienen debido a la conexidad de la nulidad con otras acciones de las
que son titulares el cónyuge o los parientes exceptuados, en virtud de un interés legítimo y propio.
ARTÍCULO 715.- Sentencia de nulidad. Ningún matrimonio puede ser tenido por nulo sin
sentencia que lo anule, dictada en proceso promovido por parte legitimada para hacerlo.
- Una vez declarada la nulidad matrimonial, sea por causal de nulidad absoluta o nulidad
relativa, surgen una serie de efectos aplicables a cualquiera de estos supuestos pero diferenciables
en cuanto a la consideración de la buena o mala fe de los cónyuges a la hora de celebrar el
matrimonio
tanto la nulidad del matrimonio como la buena o mala fe de los cónyuges no incide en las
relaciones externas de los cónyuges, es decir, no afectan los derechos adquiridos por terceros
durante la vigencia del matrimonio siempre que estos terceros hayan contratado con el o los
cónyuges de buena fe.
ARTÍCULO 426.- Nulidad matrimonial y terceros. La nulidad del matrimonio y la buena o mala fe
de los cónyuges no perjudican los derechos adquiridos por terceros que de buena fe hayan contratado
con los cónyuges.
Ahora bien, qué o cuándo se considera que un cónyuge actuó de mala o buena fe.
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impedimento o la circunstancia que causa la nulidad, o en haberlo contraído bajo la violencia del otro
contrayente o de un tercero.
El error debe ser de hecho. Debe ser excusable, no pudiendo alegar error de hecho por un
comportamiento negligente que surja a simple vista o de una simple y normal indagación.
Por último, el error de hecho debe ignorarse al momento de la celebración de las nupcias no
siendo atribuible la mala fe de los cónyuges por el conocimiento posterior del error una vez ya
celebrado el matrimonio.
Pruebas: la buena fe se presume y que la mala fe debe ser probada, ya que debe considerarse
que las personas actúan con corrección hasta que se demuestre lo contrario.
Es decir, que podrá desvirtuarse la presunción de buena fe con cualquier tipo de prueba,
incluso con presunciones.
Si el matrimonio ha sido celebrado de buena fe por ambos esposos, produce los efectos de un
matrimonio válido hasta antes de su declaración; la declaración de nulidad sólo genera efectos hacia
el futuro
Si la nulidad produce un desequilibrio económico de uno ellos en relación con la posición del
otro, se aplican los artículos 441 y 442; el plazo se computa a partir de la sentencia que declara la
nulidad.
Buena fe de uno de los cónyuges
ARTÍCULO 429.- Efectos de la buena fe de uno de los cónyuges. Si uno solo de los cónyuges es de
buena fe, el matrimonio produce todos los efectos del matrimonio válido, pero sólo respecto al
cónyuge de buena fe y hasta el día de la sentencia que declare la nulidad.
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b. revocar las donaciones realizadas al cónyuge de mala fe;
c. demandar por indemnización de daños y perjuicios al cónyuge de mala fe y a los terceros que
hayan provocado el error, incurrido en dolo, o ejercido la violencia.
i. por considerar que el matrimonio ha estado regido por el régimen de separación de bienes;
ii. por liquidar los bienes mediante la aplicación de las normas del régimen de comunidad;
iii. por exigir la demostración de los aportes de cada cónyuge a efectos de dividir los bienes en
proporción a ellos como si se tratase de una sociedad no constituida regularmente.
el matrimonio produce todos los efectos del matrimonio válido, pero sólo respecto del cónyuge
de buena fe y hasta el día de la sentencia que declare la nulidad
La nulidad otorga al cónyuge de buena fe una serie de derechos que hacen a la faz personal y a
la faz patrimonial. El cónyuge de buena fe está autorizado a solicitar: a) en caso de que se den los
presupuestos regulados en los arts. 441 y 442, la compensación económica, en un plazo de caducidad
de seis meses computables a partir de la sentencia que declara la nulidad del matrimonio; b) puede
revocar las donaciones que en vistas al matrimonio haya realizado al cónyuge de mala fe o aquellas
que haya realizado durante el matrimonio siempre que el régimen patrimonial convencional lo
permita (sólo puede haber donaciones entre cónyuges, una vez celebradas las nupcias, que estén
bajo el régimen de separación de bienes, no así para aquellos que supletoria o convencionalmente
hayan optado por el régimen de comunidad) y d) podrá demandar por indemnización de daños y
perjuicios al cónyuge de mala fe y a los terceros que hayan provocado el error, incurrido en dolo, o
ejercido la violencia con el fin de que el matrimonio se celebrase.
Además, el art. 429, última parte, prevé una serie de opciones para el cónyuge de buena fe de
un matrimonio regido, hasta la declaración de nulidad, por el régimen de comunidad en las
ganancias. Así, el cónyuge de buena fue puede optar por: a) considerar que el matrimonio ha estado
regido por el régimen de separación de bienes, supuesto que le convendrá económicamente elegir a
aquel cónyuge de buena fe que tenga bajo su titularidad la mayoría de los bienes gananciales de la
masa de la comunidad; b) liquidar los bienes mediante las reglas del régimen de comunidad, piénsese
en un cónyuge que no tenía bienes gananciales bajo su titularidad estando todos a nombre de su
cónyuge y que por aplicación de las reglas del régimen de comunidad le corresponderá el 50% de
esos bienes gananciales sin importar la titularidad durante la vigencia de la comunidad de ganancias y
c) exigir la demostración de los aportes de cada cónyuge a efectos de dividir en proporción a ellos
como si se tratase de una sociedad no constituida regularmente. En este último caso, el cónyuge de
buena fe, no estaría optando por liquidar los bienes conforme alguno de los régimen patrimoniales
previstos legalmente—comunidad de ganancias y separación de bienes— sino exigiendo la
demostración de los aportes producidos durante el matrimonio por cada uno de los cónyuges,
piénsese, por ejemplo, en un matrimonio que pese a que los aportes eran producidos por uno de los
cónyuges —el de buena fe tras la declaración de nulidad— los bienes eran registrados a nombre del
otro cónyuge o a nombre de los dos en condominio, claramente la división por el régimen de
separación de bienes o por el régimen de comunidad resultará más antieconómica para el cónyuge
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de buena fe que la división propuesta en el último inciso del art. 429, comprobación de los aportes de
cada uno.
Las convenciones matrimoniales quedan sin efecto, sin perjuicio de los derechos de terceros.
Los bienes adquiridos hasta la nulidad se distribuyen, si se acreditan los aportes, como si fuese
una sociedad no constituida regularmente.
Si el matrimonio fue contraído de mala fe por ambos cónyuges, no produce efecto alguno. Es
que, habiéndose contraído un matrimonio a sabiendas de ambos contrayentes que el mismo no
podría reputarse válido, la sanción es severa, impidiendo a ambos gozar de las facultades que brindan
los artículos anteriores.
Los bienes adquiridos hasta la nulidad se distribuyen, si se acreditan los aportes, como si fuese
una sociedad no constituida regularmente (art. 430).
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