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DE LA TENSIÓN A LA RENOVACIÓN INSTITUCIONAL

El Estado colombiano se ha caracterizado por un statu quo consolidado con


casos excepcionales de aplicación efectiva de justicia, verdad parcial y
reparación insuficiente para las víctimas de la violencia política.

Los poderes de las élites han utilizado durante décadas el aparato institucional
para maquillar, lavar y esconder diferentes delitos como corrupción,
asesinatos, persecución y crímenes de lesa humanidad. Dentro de esta
estrategia está la instrumentalización de los mecanismos de control del poder
público y de investigación judicial.

La Procuraduría y la fiscalía general de la Nación se han convertido en


estamentos de impunidad y persecución política. Llama la atención cómo, pese
a la denuncia de Aida Merlano, la familia Char sale impune ante las pruebas
presentadas de compra de votos en la Costa Caribe. Se han archivado
procesos en casos como Odebrecht, Saludcoop y Reficar. La procuradora
Cabello, que ha actuado tan diligentemente contra el canciller Leyva
vulnerando el debido proceso, es la misma que ha dilatado procesos
administrativos a policías y militares responsables de la masacre de El Tandil y
logró archivar 146 procesos contra policías acusados de violar derechos
humanos durante el estallido social. La Procuraduría es un ente de control
selectivo, instrumentalizado y desvirtuado que sirve para ocultar los negocios
de los corruptos y la élite colombiana.

El caso del fiscal general Barbosa es otra muestra de la estrategia de copar las
instituciones para evitar que cumplan sus objetivos misionales y favorecer a
ciertos clanes políticos y élites corruptas. El fiscal Barbosa utiliza un cuerpo de
más de 200 escoltas para tareas personales como pasear sus perros, mientras
ha archivado procesos en casos como Odebrecht y Reficar. Protege a la familia
Char, dilata procesos contra funcionarios del gobierno Duque, persigue y
judicializa jóvenes y dirigentes del estallido social, y utiliza los micrófonos de la
Fiscalía para generar desconfianza institucional, hacer señalamientos y
sabotear los acuerdos de paz. Barbosa ha convertido la Fiscalía en una policía
política, extralimitando sus funciones y avivando posibilidades de reactivar la
violencia política.

Como organización defensora de derechos humanos, en el CPDH estamos


convencidos de que la confianza institucional es fundamental para avanzar en
una salida política al conflicto armado. Las instituciones han sido
instrumentalizadas por el poder político y esa impunidad ha generado altos
índices de violencia política. Creemos necesario darle salida a la guerra y
privilegiar a las víctimas, la verdad y la reparación. Llamamos a las fuerzas
vivas a movilizarse para renovar las instituciones que administran justicia y
controlan el poder público.

Hacemos un llamado a la Corte Suprema de Justicia para que tenga presente


que en sus manos está ayudar a renovar instituciones y lograr que cumplan
sus objetivos misionales, generando sinergias de colaboración entre poderes
públicos que garanticen una acertada administración de justicia, con los
propósitos de esclarecer la verdad, reparar a las víctimas y respaldar los
esfuerzos de paz y reconciliación. Y al pueblo colombiano, a movilizarnos por
mantener siempre viva la esperanza y la lucha por la paz, la justicia, la verdad,
la reparación y reconciliación nacional.

COMITÉ PERMANENTE POR LA DEFENSA DE LOS DERECHOS HUMANOS


-CPDH

“HACEMOS LA PAZ DEFENDIENDO LOS DERECHOS HUMANOS”

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