“El 13 de noviembre de 1985 entro en erupción el volcán nevado del Ruiz en Colombia produciendo una avalancha que sepulto la ciudad de armero”. Esta tragedia se pudo evitar según declaraciones de expertos en la materia, pues, al menos desde finales de 1984, el gobierno colombiano había recibido numerosas advertencias de geólogos y vulcanólogos que alarmaban sobre una erupción inminente. En los informes, los expertos señalaban un peligroso aumento en el nivel de la actividad sísmica próxima al nevado del Ruiz, actividad de fumarolas, pequeñas erupciones freáticas y la presencia de depósitos de azufre en la cumbre, todos indicios inequívocos de que la erupción se aproximaba. Según el profesor Fernando Gallego, quien dicto su primera conferencia sobre el volcán del nevado del Ruiz y previo en año antes que este explotara en cualquier momento y arrasara con Armero, nadie le creyó y el gobierno municipal para ese entonces le llamo la atención por alarmista. Según el profesor Gallego, las autoridades colombianas tampoco reaccionaron ante las evidentes señales que produjo el volcán en septiembre, dos meses antes de la erupción, cuanto el contacto del magma con agua produjo explosiones y expulsión notables de cenizas. Producto de esta negligencia se vino lo peor, es aquí cuando la noche del 13 de noviembre del 1985 el volcán nevado del Ruiz, ubicado en el límite entre los departamentos de Caldas y Tolima, en Colombia, entro en erupción desencadenando un enorme lahar que enterró por completo a la ciudad de armero. Bajo al lado y los sedimentos del volcán perecieron más de 20.000 personas, en lo que pasaría a la historia como la tragedia de Armero. Se trato de la segunda erupción volcánica más devastadora del siglo xx, y el cuarto evento volcánico más mortífero desde el siglo xvi, además, constituyo la peor tragedia natural de la historia de Colombia. La negligencia del estado colombiano también quedó en evidencia en las tareas de rescate posteriores a la tragedia. Para el momento en el que los rescatistas alcanzaron Armero doce horas después de la erupción, muchos de las victimas con heridas graves ya habían muerto. La misma actitud de los habitantes antes de la tragedia, tal vez por desconocimientos técnicos, bromeaban sobre la posible tragedia, se reía cuando les decía que su pueblo podía sufrir una tragedia por una erupción del volcán del nevado de Ruiz. Así lo recordaba Carlos Echeverry, quien el día de la peor catástrofe natural de Colombia, jugo como muchos otros con la ceniza que empezó a caer a las 4 de la tarde y vio más con diversión que espanto como caían rocas más grandes que el granizo, y a pesar de los avisos de una avalancha, la gente se mantuvo incrédula, la gento lo tomo en broma. La de Armero fue la segunda catástrofe volcánica más mortal del siglo xx, después de la Mount Pelée, Francia, en 1902 que dejo 28000 muertos. Pero sin duda será recordada como la más desesperante, no solo por las advertencias no atendidas, si no por la impotencia técnica de las autoridades. Quedo una lección para Colombia: desde entonces el país no solo cuenta con personal calificado y equipos de monitoreo para impedir una nueva tragedia relacionada con la actividad volcánica, si no que las comunidades están mejor informadas para saber actuar. A 37 años del desastre en Colombia aún no hay políticas enfatizadas a la prevención de desastre y la inminente conservación de un medio más ecosistémico, esto debido a la cantidad de fracasos por causa de la explotación indebida de recursos hídricos y naturales, si consideras a la población que en este caso es la más afectada. Hoy en día de nada sirve tener la suficiente infraestructura técnica y tecnológica, si no se planifica y ordena de forma adecuada temas que enfatizan la cultura, población y medio ambiente. Es más, aunque se cuenten con poderosos equipos de monitoreo vulcanológico y sismológicos, es de imperiosa necesidad concientizar a la población sobre posibles amenazas contra su entorno y que pueden de una u otra forma atentar contra su integridad y sobre el entorno que los rodean, de aquí el refrán muy popular “más vale prevenir que curar”, en otras palabras hay que capacitar a la población colombiana en general, sobre los posibles riesgos, dependiendo de la región en que esté ubicada una determinada población, del cómo enfrentar dicha situación y cuales son los pasos indicados para salvaguardar sus vidas; claro está, esto se realiza solo de una forma sistemática y ordenada, dejando la politiquería a un lado, priorizando la vida humana y la conservación del medio ambiente, como cosa natural del planeta. Para concluir, se puede denotar la importancia de denotar la imperiosa necesidad de comprometernos todos y cada uno de los componentes de la sociedad, tanto autoridades como los responsables directos, como la población civil, la más afectada debido a los constantes cambios climáticos que azotan el planeta tierra y que tienen en vilo la conservación de la especie humana. Referencias Duque, G. (2005). LAS LECCIONES DEL VOLCÁN NEVADO DEL RUIZ A LOS 20 AÑOS DEL DESASTRE DE ARMERO.
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