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REVOLUCIÓN DIGITAL

Hoy en día el término revolución digital es citado y referido en muchos contextos,


poniendo especial énfasis en su capacidad para nombrar el momento tan crucial que
estamos viviendo y que se caracteriza por las profundas transformaciones en nuestros
modos de vivir, que vinieron aparejados con las tecnologías de la información y la
comunicación.
El concepto revolución digital fue adoptado con el fin de señalar los cambios profundos
que trajeron consigo los nuevos modos de generación, transmisión, procesamiento y
almacenamiento de las señales digitales, propiciados por los sistemas digitales. A su vez,
el término revolución digital se utiliza para asimilarlo con las grandes transformaciones
que se derivaron de las revoluciones industriales que, desde finales del siglo XVIII,
introdujeron cambios radicales en los modos de producción, así como en los procesos de
la vida cotidiana. De manera general, se puede afirmar que desde ese momento, en el
que la ciencia, la técnica y la tecnología se involucraron de lleno en la creación de
mecanismos más eficientes en los procesos de producción industrial, se inició una
trayectoria en la que las relaciones entre los seres humanos y las máquinas se fueron
desarrollando y complejizando a tal grado que, actualmente, el mantenimiento de los
sistemas sociales, económicos y políticos dependen, en gran medida, de la operatividad
de las tecnologías.
A continuación, enumeraremos los distintos episodios por los que el desarrollo industrial
ha logrado encontrar nuevos cauces de crecimiento. Aún hoy en día, se discuten si son
tres o cuatro las revoluciones industriales que se han seguido desde el siglo XVIII hasta
nuestros días; aquí, nos inclinaremos por la clasificación cuádruple, pues, como se verá,
se puede marcar una diferencia clara entre las características de la tercera y la cuarta
revolución industrial.
1. Primera Revolución Industrial. Ocurrida en las últimas décadas del siglo XVIII en
Inglaterra; impactó, sobre todo, en las industrias textil, metalúrgica y agraria. Su principal
fuente de energía deriva del carbón y de la hidráulica, que se aplicaron a diversas
máquinas de tracción como la máquina de vapor, la locomotora, el telar mecánico, barco
de vapor, entre otras. El incremento de la producción y la eficacia en la transportación de
los bienes producidos fueron notables.
2. Segunda Revolución Industrial. Ocurre en el último cuarto del siglo XIX en países como
Estados Unidos, Inglaterra, Alemania, Francia, Japón, entre otros; se desarrollan diversas
industrias como la química, la automotriz, la petrolera y la eléctrica. Sus principales fuentes
de energía provienen del petróleo, la electricidad y el gas. En el ámbito de las tecnologías
destacan innovaciones en los medios de transporte como el automóvil y el avión; en lo
que respecta a medios de comunicación, el teléfono, la radio y el telégrafo, fueron los
principales aportes. Esta revolución supuso, también, la modernización de la vida cotidiana
en las urbes, que se expresa en la iluminación de los hogares a partir de la bombilla
eléctrica.
3. Tercera Revolución Industrial. Con antecedentes importantes en la primera mitad del
siglo XX, se comienza a desarrollar de manera plena en el último cuarto de dicho siglo,
en varios países europeos, así como en Estados Unidos y Japón. Sus principales fuentes
de energía provienen de la energía nuclear, eléctrica, petróleo, y un empuje creciente en
energías alternativas (eólica y solar). La industria aeroespacial y nuclear, el desarrollo de
la cibernética, la computación y las tecnologías de la información, son varias de las
aportaciones de esta tercera transformación.
4. Cuarta Revolución Industrial. También conocida como la industria 4.0, su desarrollo se
ha desplegado de manera vertiginosa en lo que va del siglo XXI, a escala mundial de gran
alcance. Alude a las múltiples aplicaciones de internet y las tecnologías de la información
en los procesos de producción. También se incluyen las aportaciones de la robótica y la
inteligencia artificial en la automatización de los procesos industriales. Algunos expertos
comienzan a hablar del surgimiento de una nueva industria: la industria digital, que
consiste en la aplicación del internet en la industria, de modo que las máquinas están
conectadas a una base de datos, a partir de la cual se actualizan y organizan de manera
constante, con el fin de optimizar su desempeño.
En esta cuarta transformación no existe como tal una fuente de energía que la presida,
pero esto no implica la ausencia de una dinámica interna que movilice a la industria; este
movimiento viene dado a partir de la producción de información y su asimilación como
conocimiento para su aplicación en las diversas áreas de producción industrial.
La revolución digital se ubicaría entre la tercera y cuarta revolución industrial, alrededor
de la segunda mitad del siglo XX, con la creación de las primeras computadoras y la
primera red de internet, y se irá complejizando con el desarrollo de tecnologías que se
han concentrado, sobre todo, en los modos de producción y transmisión de la
información. De ahí que, el término revolución digital comúnmente esté acompañado del
término sociedad de la información y el conocimiento. Pero ¿a qué nos referimos con este
segundo término?
El término sociedad de la información y del conocimiento se gestó entre las décadas de
los 60 y los 70 del siglo pasado, para referir el surgimiento de un nuevo tipo o modelo de
sociedad, que se iba alejando de lo que hasta entonces se había conocido como el
modelo de sociedad industrial, que aludía explícitamente al desarrollo industrial que se
venía gestando décadas atrás. En 1973, el sociólogo estadounidense Daniel Bell (1919-
2011) acuñó la noción “sociedad de la información”
en su obra El advenimiento de la sociedad post-industrial, para referir cómo en las
sociedades contemporáneas los procesos económicos están determinados por la
producción y el intercambio (procesamiento-almacenamiento) de información.
Otra definición, relativa a este término, fue emitida por IBM, una de las empresas más
importantes en tecnología en el mundo, que en 1997 refiere que una sociedad de la
información es: “Una sociedad caracterizada por un alto nivel de intensidad de
información en la vida cotidiana de la mayoría de ciudadanos, organizaciones y sitios de
trabajo, por el uso de tecnología común o compatible para un amplio rango de
actividades de negocio, educacionales, personales o sociales, y por la habilidad de
transmitir, recibir e intercambiar datos digitales rápidamente entre sitios indistintamente
de la distancia”.
Respecto al término sociedad del conocimiento cabe recalcar su origen dentro de círculos
académicos que optan por este concepto, en vez del anteriormente mencionado. De
acuerdo con la Unesco, “la noción de sociedad de la información se basa en los
progresos tecnológicos. En cambio, el concepto de sociedades del conocimiento
comprende dimensiones sociales, éticas y políticas mucho más vas tas. El hecho de que
nos refiramos a sociedades, en plural, no se debe al azar, sino a la intención de rechazar
la unicidad de un modelo “listo para su uso” que no tenga suficientemente en cuenta
la diversidad cultural y lingüística, único elemento que nos permite a todos reconocernos
en los cambios que se están produciendo actualmente”.
Ahora bien, para tener un panorama más claro entre los conceptos información y
conocimiento, cabe recalcar los siguientes aspectos.
1. En sentido estricto, los términos información y conocimiento no son privativos o
exclusivos de la sociedad actual; en realidad, toda sociedad se caracteriza por hacer uso
de la información, así como de la creación y la transmisión de conocimientos.
No obstante, la diferencia entre esta sociedad y cualquier otra, estriba en que la sociedad
contemporánea ha logrado configurar alrededor de las tecnologías de la información y la
comunicación todo un sistema de relaciones a partir del cual fluyen las múltiples vías del
desarrollo económico y cultural de una sociedad. Esta es la razón por la cual, el sociólogo
español Manuel Castells ha optado por el rotulo sociedad informacional más que por el
de sociedad de la información.
2. El término información alude a un conjunto de ideas, datos, gráficos, noticias, imágenes,
que se comunican a través de diversos medios o canales. Por su parte, el concepto
conocimiento refiere a la información que ha sido organizada y sistematizada para su
comprensión y manejo. Además, el conocimiento se relaciona con las habilidades y
competencias de los que acceden a la información para su beneficio individual y colectivo.
De acuerdo con la Unesco, “el exceso de información no es forzosamente una fuente de
mayor conocimiento. Es necesario que los instrumentos que permiten tratar la
información estén a la altura. En las sociedades del conocimiento todos tendremos que
aprender a desenvolvernos con soltura en medio de la avalancha aplastante de
informaciones, y también a desarrollar el espíritu crítico y las capacidades cognitivas
suficientes para diferenciar la información ‘útil’ de la que no lo es”. Ahora bien, para
entender cómo opera la sociedad informacional y del conocimiento, es importante tener
en cuenta la interacción entre la información, en tanto conjunto de datos; y el
conocimiento, en tanto organización y sistematización de datos. Una vez logrado el
proceso de traducción de la información al conocimiento, emerge la comunicación de ese
conocimiento que se ha hecho lo suficientemente inteligible para su transmisión y
aplicación. Llegados a esta parte, el proceso entra en la fase final: la producción; esta
última fase refiere a cómo el conocimiento que ha sido transmitido es utilizado para la
toma de decisiones, o puede verse objetivado en un bien o servicio.

Bibliografía:
Emprende la C.T.S. y V.
Raymundo Eurico Trejo Hernández / Erika Téllez Mora
2019 Editorial Progreso, S. A. de C. V.
GRUPO EDELVIVES

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