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Christine Pope
Un regalo sencillo
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que un Gracias y se prohíbe a todos los miembros el uso de este con fines
lucrativos.
¡A disfrutar de la lectura!
Sinopsis
Una cena navideña se convierte en una noche de revelaciones
cuando los padres de Anika finalmente se enteran de la verdad de su
relación con el alienígena Zhore.
Sus ojos azules tenían ese cierto brillo que me decía que estaba
bromeando, sólo un poco. No me importó. La mayor parte del tiempo daba
por sentada la fácil intimidad que compartíamos, pero de vez en cuando
tenía que asombrarme del giro que había dado mi vida. Ciertamente, hace
unos pocos meses nunca habría imaginado que llamaría a uno de los
alienígenas Zhore mi marido, ni que resultaría ser un verdadero amigo,
en todo el sentido de la palabra.
Los Zhores tienen una palabra para eso: sayara. El análogo Gaiano
más cercano sería “alma gemela”, pero era mucho más que eso. Sarzhin
y yo estábamos unidos el uno al otro en cada nivel de nuestros seres. Es
una compatibilidad que abarca lo espiritual, lo intelectual y lo emocional.
Antes soñaba con encontrar a alguien que me amara por lo que era, pero
el amor que Sarzhin y yo compartíamos iba mucho más allá de los sueños
de niña inspirados en los vídeos románticos producidos por los Gaianos.
Incluso sabiendo todo eso, no podía evitar estar más que un poco
nerviosa por la visita de mis padres. El hecho de que hubieran accedido
a venir me seguía sorprendiendo. Sabía que mi padre quería verme cara
a cara, para saber por sí mismo que estaba bien. No tenía ni idea de si
aceptaría a Sarzhin como yerno. Es cierto que solía hacer bromas acerca
de que mi hermana se casara con un Eridanio de piel púrpura y antenas,
ya que asistía a la universidad de allí, pero en realidad ella había formado
un matrimonio muy convencional.
Y en cuanto a mi madre...
Todo había sonado más que lógico para mí... lógico y triste... pero
si sería capaz de explicárselo todo a mis padres era un asunto
completamente diferente. Ellos podrían... sólo podrían... ser capaces de
entender mi afecto por Sarzhin. ¿Pero tener un hijo suyo?
Sonrió un poco.
—Y todavía no lo entiendo. Es sólo una roca sin valor que tiene que
tener su atmósfera fabricada. Quiero decir, tampoco es que los Zhores
puedan vivir aquí sin aparato respiratorio.
útil, ya fuera por su ubicación o por su riqueza mineral, plantaba allí una
bandera Gaiana y desafiaba a cualquier otro a intentar derribarla.
Normalmente la táctica funcionaba. En el caso de Lathvin IV, sin
embargo, los Zhores seguían discutiendo cortésmente su reclamación
ante el Consejo... y el Consejo, sin querer elegir un bando, seguía diciendo
que los Gaianos y los Zhores tenían que encontrar una manera de
cohabitar pacíficamente.
***
—¿No lo reconoces?
—Por supuesto que no. Viví en una base en la luna antes de que
mi familia viniera aquí, ¿recuerdas? Las únicas plantas que he visto
estaban en invernaderos o granjas hidropónicas.
Su sonrisa se amplió.
—¿Qué te parece?
***
curiosidad por poder ver por fin el interior de la casa de Sarzhin. Supuse
que realmente no importaba.
cualquier otro lugar común que se me ocurriera para evitar que tuvieran
una palabra. Vi todo tipo de preguntas en la cara de mi padre, pero hice
lo posible por ignorarlas.
—¿Y cómo has estado, Anika? —preguntó mi padre, una vez que
dejé de balbucear lo suficiente como para dejarle decir una palabra.
—¿Y entonces?
No había querido ser tan brusca. Pero las palabras elegantes que
se me habían ocurrido mientras planeaba mentalmente esta escena me
habían abandonado. Sentí que los dedos de Sarzhin se apretaban
alrededor de los míos mientras mis padres nos miraban a los dos,
aparentemente atónitos.
—Un Zhore —dijo Sarzhin con suavidad—. Sé que esto debe ser
inesperado, por supuesto...
—¡No es lo mismo!
No podía decir que estaba bien, porque sabía que pasaría mucho
tiempo antes de que olvidara cómo había llamado una “locura” a mi
casamiento con un extraterrestre. Pero no quería que la velada se
desviara más de lo que ya estaba, así que me limité a responder:
—Sí que huele muy bien. ¿Dices que tienes un mech que te prepara
la comida?
***
Por fin nos detuvimos todos, llenos hasta los topes con el falso pavo
(no es que yo supiera a qué sabía un pavo de verdad) y el puré de patatas,
los arándanos, la ensalada, los panecillos y el resto de los adornos. La
tradición de mi familia, por escasa que fuera, consistía en abrir los
regalos después de la cena para tener un poco de tiempo para que la
comida principal se asentara antes de empezar con el postre. No es que
el ritual nos llevara mucho tiempo, teniendo en cuenta que era un buen
año si teníamos dos regalos cada uno.
Sarzhin dijo:
Sarzhin abrió las puertas dobles del salón y se apartó para que los
demás pudiéramos entrar. Y aunque me esperaba a medias lo que vi allí,
me quedé con la boca abierta incluso cuando mis padres jadearon en voz
alta.
—Me alegro de que podamos tener uno para ti ahora —dijo Sarzhin.
Pasó por delante de mí y entró en la habitación, todavía elegante, incluso
con una túnica sencilla y unos pantalones estrechos en lugar de su capa
habitual—. ¿Un poco de sidra, quizás? ¿Agua? ¿O prefieres un trago
después de la cena? También me han enviado un buen oporto de Gaia.
Bien. Sólo había tomado una copa de vino con la cena. Tal vez el
oporto le ayudaría a relajarse un poco más, a prepararse para las noticias
que todavía tenía que dar. Al menos, eso esperaba.
—¿Perdón?
Entonces:
No sabía qué debía decir. Tal vez hubiera algo, una frase perfecta
que demostrara lo que pensaba de la “felicitación” de mi padre sin
provocar el tipo de discusión que todos lamentaríamos... probablemente
más pronto que tarde.
sonrió. Algo en esa sonrisa parecía borrar las líneas y sombras que años
de preocupación habían creado—. Y es Navidad.
Sabía que se refería al abeto que se alzaba sobre nosotros con sus
relucientes adornos y sus brillantes hilos de luces, pero aun así apoyé la
mano en mi estómago. Sarzhin me cogió la otra mano, con sus dedos
cálidos y tranquilizadores. Lo que habíamos creado entre nosotros era
igual de increíble. Con el tiempo, tal vez mi padre llegaría a entenderlo.
—Las mejores.
Fin
Staff
Traductora: Auxa
Correctora: Pily1
Diseño: Lelu
El Consorcio Gaiano
0’5 – Bestia
Se ha escondido del mundo. ¿Pero puede esconderse
de ella?
Desde que un accidente de carreras lo desfiguró para
siempre, el científico Raymond Killian se ha
encerrado en una base en una de las lunas de
Neptuno, trabajando febrilmente en su último
proyecto de investigación.
La joven Doctora Nora Whitaker llega a Tritón para
ayudar al Doctor Killian en su investigación
cibernética. Lo que nunca esperó encontrar fue un
hombre cuya alma estaba tan en sintonía con la suya.
Pero la conexión que comparten puede quedar
destruida para siempre si no aprovechan una última
y desesperada oportunidad.
Nota: Aunque esta novela está ambientada en el universo del Consorcio Gaiano,
tiene lugar unos ciento cincuenta años antes de los acontecimientos de “La
sangre dirá” y los demás, en una época en la que el Consorcio estaba empezando
a expandirse por la galaxia fuera del sistema solar de Gaia y aún no había
desarrollado el imperio que abarca todas las estrellas que se ve en los otros
libros de la serie.
1 – La sangre dirá
Bienvenidos a Iradia, donde el Consorcio Gaiano hace
la vista gorda si el dinero cambia de manos, y la mejor
manera de asegurar una larga vida es asegurar el
paso fuera del mundo....
Cuando el padre de Miala Fels es asesinado por un
despiadado señor del crimen, ella decide que la mejor
manera de vengarse es hackear las cuentas del
responsable y dejar secas sus reservas ilegales. Sus
planes se desbaratan cuando Mast es asesinado por
un rival, y ella acaba cuidando a uno de sus hombres,
el famoso mercenario Eryk Thorn, hasta que se
recupera. Su única idea es que Thorn la ayude a salir
del mundo a cambio de la mitad del tesoro de Mast.
Lo último que espera es perder su corazón por él... o
que las consecuencias de ese amor cambien su vida para siempre.
2 – Aliento de vida
Anika Jespers, hija de un colono en una colonia de
Gaia, cree que está destinada a una existencia
aburrida en la granja de su familia. Pero cuando su
padre hace un trato imposible con su vecino, uno de
los alienígenas Zhores, ella se enfrenta a un futuro
diferente a todo lo que podría haber imaginado.
2.5 – Un regalo
sencillo
Una cena navideña se convierte en una noche de
revelaciones cuando los padres de Anika finalmente
se enteran de la verdad de su relación con el
alienígena Zhore.
Esta historia corta es una secuela directa de Aliento
de vida, por lo que contiene spoilers del libro anterior.
Sobre la autora
Christine Pope, originaria del sur de
California, lleva escribiendo historias
desde que se apoderó de la máquina de
escribir Smith-Corona de su familia,
allá por el sexto grado.