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VIRGEN MARIA

María (en hebreo: ‫מרים‬, romanizado: Miryām y


en arameo: ‫ܡܪܝܡ‬, romanizado: Maryām), madre de Jesús de Nazaret, fue una
mujer judía de Nazaret de Galilea que, según diversos
pasajes neotestamentarios pertenecientes al Evangelio de Mateo, al Evangelio de
Lucas y a los Hechos de los Apóstoles, como también distintos
textos apócrifos tales como el Protoevangelio de Santiago, vivió entre fines del
siglo I a. C. y mediados del siglo I d. C. También el Corán (siglo VII), libro
sagrado del islam, la presenta como madre de Jesús (Isa), bajo su nombre
en árabe: ‫مريم‬, romanizado: Maryam.

La presencia de María es atestiguada por las principales corrientes


del cristianismo primitivo que terminaron por integrar el canon bíblico: primero, de
forma alusiva, en el cristianismo paulino,18 y luego, con mayor énfasis en
el cristianismo sinóptico y joánico, donde se la considera una personalidad
cualificada y en más de un sentido única, partícipe singular de un momento clave
de la Historia de la salvación, la encarnación de Jesucristo,19 y copartícipe de otros
dos, la crucifixión y muerte de Jesús,20 y la conformación de la primera comunidad
cristiana orante inmediatamente antes de la venida del Espíritu
Santo en Pentecostés.

El Evangelio de Mateo22 y el Evangelio de Lucas23 presentan a María como una


joven virgen cuando, en la Anunciación, consintió en quedar encinta por obra del
Espíritu Santo, sin concurso de varón.21 Por esto, a menudo se la llama la «Virgen
María», o simplemente «la Virgen», en las Iglesias católica, ortodoxa, copta, en
la Comunión anglicana y en otras confesiones cristianas.

En las Iglesias ortodoxas y en la Iglesia católica se le atribuyen facultades


de intercesión ante Jesucristo, siguiendo a san Ireneo de Lyon (siglo II) y lo
narrado en el Evangelio de Juan sobre su intervención en las bodas de Caná.24 En
las Iglesias antes citadas, la devoción a ella se manifiesta a través de expresiones
diversas, que van desde declaraciones dogmáticas y doctrinales marianas, hasta
oraciones a ella dedicadas, y títulos con los que se la identifica, tales como
«Madre de Dios», o su correspondiente término en griego, «Theotokos», este
último adjudicado a ella tempranamente en el Concilio de Éfeso de 431 y muy
utilizado por la Iglesia ortodoxa.

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