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I ENCUENTRO NACIONAL DE GEOGRAFÍA URBANA

“Conflictos por el espacio en las ciudades colombianas”

Universidad Pedagógica Nacional – UPN

Ciudad Contemporánea. Entre los espacios de flujos y las nuevas tecnologías de la


información.

Gyhid Jeswen Rojas Cardozo

Nilson Arley Flórez Arias1

Resumen

En las preocupaciones actuales en áreas como el urbanismo, la historia y sociología


urbana, se hace menester una definición teórica de lo que es la ciudad contemporánea la
cual permita su enseñanza en la escuela. Partiendo de esta inquietud el presente trabajo
abordará una conceptualización desde los aportes de Castells, Borja y Sassen, los cuales
consideran las dimensiones presentes de la ciudad desde la globalización, el gobierno
político, el sistema económico imperante y la esfera cultural del mundo contemporáneo que
condicionan dinámicas especiales en las ciudades que son urgentes considerar para un
debate propositivo de las realidades urbanas que experimentan sus habitantes.

Palabras clave: Ciudad Contemporánea, Globalización, Nuevas Tecnologías de la


Comunicación y la Información, Espacio y Tiempo.

1
Estudiantes de X semestre de la Licenciatura en Educación Básica con Énfasis en Ciencias Sociales de la
Universidad Distrital Francisco José de Caldas.
Correos electrónicos: gyhidjeswenroca@outlook.com y na.florez.arias@gmail.com
Es enjundioso una definición para lo que significa la ciudad occidental contemporánea.
Ésta se puede entender como un sistema de redes con grandes, medianos y pequeños
espacios de flujos (capitales, recursos humanos, tecnología, técnica, etc.), inscrita en un
paradigma de la Tecnología de la Información como producto de la nueva configuración
socio-económica-política-cultural de la era de la información, que a su vez es resultado del
sistema cultural occidental contemporáneo en donde imperan los servicios avanzados de
carácter tecnológico e informacional. En él lo global y lo local se encuentran en una
constante dinámica de contravía en la que lo global pretende imponerse a lo local y éste a
su vez intenta frenar ese avance agresivo, en donde los movimientos sociales y las políticas
urbanas locales deben buscar un ingreso a ese sistema de redes de forma negociada y
mediada para que se logren tener ciudades que respondan a sus propias necesidades
(funcionales, arquitectónicas, sociales, económicas, políticas, educativas, culturales, entre
otras) de manera autónoma sin desconocer, obviar, ignorar o cerrarse al sistema global sino
fortaleciendo su sistema local, lo cual crearía redes competitivas y solidarias en lugar de
jerárquicas e impositivas que destruyen lazos, tejidos y espacios urbanos locales (Borja &
Castells, 2004; Castells, 1998, 1999; García, 2007; Quiroz, 2003; Ramos, 2005; Sassen,
1999).
Las características más generales de las ciudades contemporáneas se expresan en los
siguientes elementos: morfología, la ciudad es un laberinto, donde el perderse constituye
una de las sensaciones más bellas, la seguridad de permanecer en casa sólo logra que nos
aburramos y nos perdamos entre nosotros mismos, como si fuéramos una ostra (Gómez,
2007); el rascacielos es la nueva configuración económico-espacial de poder y orden que
prima en las ciudades occidentales contemporáneas. Una denominación sociológica para el
crecimiento descontrolado y casi salvaje de las ciudades es el de <<houstinización>>,
porque hay una estimulación del crecimiento territorial y demográfico (político), una
expansión hasta donde el espacio físico lo permita (geográfico) y una ausencia estatal de
regulación urbanística (desregulación). Las prioridades de la ciudad parecen estar centradas
en el movimiento y la eficacia comercial, evidenciada en su amplia infraestructura vial, lo
cual conlleva a una descentralización en donde no importan los espacios o áreas que no
sirvan a esas condiciones (García, 2007); la megapolización es el proceso por el cual las
ciudades actuales siguen extendiéndose más allá de sus límites tradicionales, éste tiene un
fuerte núcleo o motivación económica. La industrialización ya no representa el eslabón más
importante para el incremento demográfico, el desarrollo económico e institucional de las
ciudades, ese viraje al terciario (superior) aumenta la atracción a las ciudades,
especialmente de clases medias y acomodadas, y con ellas, nuevas actividades que
incrementan los mercados internos de consumo de servicios y trabajos especializados e
hiperespecializados. La descentralización, además, ha provocado la creación de las <<Edge
Cities>>, producto de los deseos de aislamiento de la clase media alta, promovidas por
multinacionales y muy distantes del centro histórico. La creación de cinturones de
circunvalación han aplastado el centro histórico, dando paso a la <<ciudad dona>>, en
donde se concentran las actividades urbanas (comercio, circulación, banca, industria). Esto
es característico de las ciudades norteamericanas, mientras que las europeas concentran su
actividad en su centro histórico, a manera de <<agujero negro>>; en América Latina el
modelo no es tan fijo y se aplica uno u otro dependiendo de las dinámicas de cada ciudad.
Exponernos a los espacios que ofrece la ciudad permite al individuo interactuar con la
colectividad y viceversa, en ellos se respira, la ciudad es una extensión de nuestra piel y
como ésta, nos permite el placer del contacto con el otro, nos deja sentir, ser y hacer
(Gouëset, 1998); el crecimiento de la ciudad, en América Latina, ha sido el resultado de dos
procesos en paralelo: por un lado el proyecto oficial, en donde lo principal es el orden y la
planificación urbana estatal y por el otro, la manera esporádica, generada por aquellos que
de alguna manera se encuentran marginados, este crecimiento ha estado ligado, en su
mayoría, a la teoría de la dependencia económica más que a la industrialización misma
(Quiroz, 2003).
Los espacios públicos constituyen el alma de la ciudad porque en él se crea el
antagonismo entre el interior (privado) y el exterior (público), así las personas se refugian
en su lugar privado y buscan alejarse del exterior el cual ven como una fuente de peligros,
esto se ve reflejado en el uso de las rejas, los perros guardianes, las cámaras, las unidades
cerradas, etc. el espacio público pasa a ser, casi con exclusividad, un lugar de movilidad y
de flujos (Ceballos, 2000; Fishman, 2005); allí también se encuentran las disputas de tipo
político, económico, social y cultural (Delgado, 2007; Pérgolis, 2002); el hombre solo
puede habitar, es decir, ser en la ciudad; hay una sensación de perfección en vivir la ciudad
en la calle, los recuerdos, los sueños y los anhelos nacen y se desarrollan allí, nuevamente
se es estando en la ciudad (Calatrava, 2007); hay que promover la emergencia de nuevas
centralidades, ello permite que el poder se descentralice, sustituyendo el ágora-foro por
otros centros, juntos iluminan más y mejor a toda la ciudad, como el Big Bang lo hiciera en
el espacio exterior. Estas nuevas galaxias constituyen una explosión de referencias para el
encuentro de ideas, personas y acciones. Es tarea de la arquitectura hallar esa pluralidad de
lugares que enciendan y exciten las relaciones urbanas, éstos deben ser adaptables a varios
grupos y situaciones, y sobre todo escurridizos, para que no puedan ser dominados por
ningún grupo que pretenda excluir a otros (Gómez, 2007).
En cuanto al transporte es un servicio muy común, no sólo en las grandes ciudades,
sino prácticamente en todas, e incluso, fuera de ellas. Sin embargo, no todas las capas
sociales acceden a él de la misma forma. Las clases populares y medias (debido a sus
ingresos) recurren al transporte terrestre, mientras las clases medias altas y acomodadas
prefieren (y lo pueden hacer) el transporte aéreo, éste ha sido uno de los aspectos más
importantes en la evolución de las ciudades de hoy: una infraestructura y red deficientes
perjudicarán directamente al sector económico, lo que a su vez evitará que las ciudades no
sean centros atractivos para empresas y personas. Hoy en día no es suficiente una
comunicación y estructura vial interna sólida sino que además debe considerarse un
transporte regional que fortalezca las relaciones metropolitanas y el mercado interno e
internacional, de ahí la importancia de grandes autopistas y de un sistema aéreo fuerte
(Gouëset, 1998); el transporte privado ha hecho transformar la morfología de las ciudades,
su funcionamiento y habitabilidad, porque éste, con sus exigencias de redes viales ha
provocado la anexión de suburbios hasta construir grandes áreas metropolitanas, quebrando
así los límites tradicionales de la ciudad y creciendo vertiginosamente hasta el punto de
crear los ensanches, que son esponjamientos arquitectónicos y viales que pretenden mejorar
la circulación de los vehículos. El desplazamiento y el estacionamiento de los coches se han
convertido en la principal preocupación del funcionalismo urbano, que siempre busca
fórmulas para mejorar la movilidad. Ello ha llevado a separar a los que caminan de los que
conducen construyendo niveles subterráneos y elevados para la circulación y grandes
edificios y sótanos para aparcar, lo que lleva a considerar ontológicamente al sujeto como
hombre-coche (Buxó, 2007).
Debido a las dinámicas actuales del mundo globalizado la investigación a partir de aquí
se centrará en factores económicos, tecnológicos, sociales y culturales; la era en la que está
inmersa la sociedad actual, según teóricos como Castells (1998), García (2007) y Sassen
(1999), está profundamente dinamizada por las nuevas tecnologías de la información y la
comunicación. Para Castells estas tecnologías son las que mueven hoy esferas como la
economía, la cultura y la política, por mencionar algunas que le llevan a denominar la
sociedad contemporánea como una <<sociedad red>>, ésta sobrepasa los límites espaciales
y nacionales para constituir una nueva estructura social dominante de carácter global, ahora
el mundo parece como una unidad en tiempo real que funciona al unísono y
sincronizadamente. La revolución tecnológica de la información ha fundamentado el
crecimiento capitalista que ha visto cómo sus sistemas de producción y empresas se han
perfeccionado y difundido a nivel global, junto con Borja (2004) plantean cuatro fases
claves de la historia de esa revolución: 1) Fase de experimentación (1940-1970); 2)
Promoción tecnológica aplicada especialmente en las esferas militares y de las finanzas
internacionales (1970-1980); 3) Tecnología diseñada para la gestión y producción en las
fábricas industriales y en las oficinas (1980-1990); y, 4) Una expansión acelerada hacia los
hogares (1990-actualidad).
En el primer volumen de La era de la información se estudia el surgimiento de una
nueva estructura social asociada al nuevo modo de desarrollo: informacionalismo
(postindustrialismo), definido de la siguiente manera: “dispositivos tecnológicos mediante
los cuales el trabajo actúa sobre la materia para generar el producto, determinando en
definitiva la cuantía y calidad del excedente” (Castells, 1998, p. 42). La fuente de la
productividad de ese nuevo modo de desarrollo es el procesamiento de la información,
comunicación de símbolos y generación del conocimiento (Fig. 3) y se orienta hacia el
desarrollo tecnológico que tiene como propósito acumular conocimiento y mayores grados
de complejidad para procesar la información.
Fig. 3. Nuevo modo de desarrollo tecnológico (Castells).
La reestructuración capitalista de los ochenta va a ser decisiva para el capitalismo
informacional, ésta buscaba: 1) Intensificar beneficios en las relaciones capital-trabajo; 2)
Mejorar la productividad del capital y del trabajo; 3) Globalizar la producción, la
circulación y los mercados; y, 4) Conseguir apoyo estatal para aumentar la productividad.
Hace una distinción entre la <<sociedad de la información>> y la <<sociedad
informacional>>, en la primera la información tiene un papel importante en la sociedad (es
un proceso que ha transcurrido a lo largo de la historia de la humanidad), para la segunda es
una forma de organización social en la que generar, procesar y transmitir información pasan
a ser fuentes importantes de la producción y el poder. Al contrario de lo que parecen
presentar las nuevas tecnologías, lo cual es construir y generar lazos de identidad, lo que ha
ocurrido es que han destruido al individuo, su autonomía y soberanía, generando un
sentimiento de soledad absoluta, lo que en términos psicoanalíticos significa a pérdida del
<<yo>>, y da paso a buscar nuevos <<yos colectivos>>.
La revolución tecnológica es un nuevo paradigma que transforma nuestra cultura
material, ya que la tecnología es entendida como “el uso del conocimiento científico para
especificar modos de hacer cosas de una manera reproductible” (Brooks, H. & Bell, D.
(1971) Citado por Castells, 1998, p. 56). Dicha revolución se centró en los Estados Unidos
–especialmente en California–, se produjo debido a la reestructuración capitalista tras la
crisis petrolera de la década de 1970 (García, 2007; Sassen, 1999). Así, la nueva tecnología
cobró interés porque creaba nuevas redes de telecomunicaciones y sistemas de información
para integrar los mercados financieros globales, Silicon Valley pasó a ser el centro de
peregrinación de millones de mentes jóvenes, brillantes y creativas atraídas por las
posibilidades de desarrollo intelectual y crecimiento empresarial. La investigación realizada
por Castells y Hall (1994)2, les permitió concluir que “las viejas áreas metropolitanas del
mundo industrializado son los principales centros de innovación y producción en tecnología
de la información fuera de los Estados Unidos” (Citado por Castells, 1998, p. 84), es decir,
la innovación tecnológica sí posee un lugar geográfico específico, a saber, las principales
metrópolis mundiales.
Japón y Estados Unidos (las más grandes potencias tecnológicas) y recientemente la
China, la India y algunos países europeos (Inglaterra, Alemania y Francia) vieron crecer la
revolución tecnológica porque financiaron y promovieron –para fines militares y
económicos– grandes y pequeñas iniciativas y proyectos de innovación científica-técnica-
tecnológica. En síntesis
En efecto, es por esta interfaz de programas de macroinvestigación y extensos
mercados desarrollados por el Estado, por una parte, y la innovación
descentralizada por una cultura de creatividad tecnológica y modelos de rápido
éxito personal, por la otra, por lo que las nuevas tecnologías de la información
llegaron a florecer (Castells, 1998, p. 87)3.
Las principales características en las que está inmerso el mundo se inscriben en el
paradigma de la tecnología de la información, éstas son: 1) la tecnología permite actuar
sobre la información; 2) es evidente la capacidad de penetrar en los procesos humanos por
parte de las nuevas tecnologías; 3) la interconexión de todo el sistema que usa esas nuevas
tecnologías es a través de un sistema de redes; 4) la flexibilidad otorga la posibilidad de
reversibilidad de todos los procesos y permite reordenar organizaciones e instituciones; y,
5) la integración de múltiples tecnologías en un solo sistema.
La nueva economía mundial está regida principalmente por un sistema informacional y
global; la primera implica que la productividad y la competitividad dependen de lograr,
generar, procesar y aplicar la información que se basa en el conocimiento; la segunda
supone que la producción, circulación y consumo están a escala planetaria, conectadas por
medio de redes de interacción. Una de las razones más importantes para el incremento
exponencial de la innovación tecnológica –y por ende de los centros urbanos a los que
pertenece– es que ésta permite mayores niveles de rentabilidad y competitividad

2
Castells, M. & Hall, P. (1994) Las tecnópolis del mundo. La conformación de los complejos industriales del
siglo XXI. Madrid: Alianza.
3
El resaltado pertenece al autor.
internacionales y eleva su productividad, todo esto expresa el rasgo más importante del
capitalismo informacional (Sassen, 1999).
La principal distinción de la economía informacional con respecto al sistema industrial
(clásico) no es el aumento del rendimiento, ya que ambos lo buscan de igual forma y con el
mismo interés; la raíz de la diferencia es el alcance, mientras el modelo industrial afectaba a
niveles nacionales, el nuevo paradigma tecnológico no se conforma con eso y crea una
economía global que incrementa la competitividad entre los agentes económicos (empresas,
naciones y regiones), a su vez es un efecto de índole cultural, en palabras del autor:
Lo que ha cambiado no es el tipo de actividades en las que participa la humanidad, sino
su capacidad tecnológica de utilizar como fuerza productiva directa lo que distingue a
nuestra especie como rareza biológica: su capacidad superior para procesar símbolos
(Castells, 1998, p. 119)
Entonces esa economía no puede funcionar sin una intrincada red en la que se implican
la ciencia, la tecnología, la industria y la sociedad, ella ha creado una nueva división
internacional del trabajo (NDIT) en la que se han generado nuevos productores: de alto
valor, debido al trabajo informacional; de gran volumen, producto de su trabajo de bajo
costo; de materia prima, en el que se aprovechan los recursos naturales; y, redundantes,
caracterizados por ser trabajos devaluados. Ésta no se encuentra ya localizada entre países
sino en las redes de flujo de producción de información, tales como New York, Osaka,
Londres o Madrid, ya que esa economía global está organizada “en redes y flujos que
utilizan la infraestructura tecnológica de la economía informacional” (Castells, 1998, p.
174). Las dimensiones de esa NDIT son básicamente tres: crear valor, por medio de
trabajos reales; introducir relaciones al interior del proceso laboral, con su entorno y con
otras entidades públicas y privadas (principalmente por redes de cooperación); y, tomar
decisiones entre los niveles ejecutivos y los otros puestos de trabajo dentro de la empresa o
red.
El cambio histórico al informacionalismo ha implicado una transformación de la
estructura social, por ejemplo, de bienes a servicios, auge de profesionales y ejecutivos,
desaparición del trabajo agrícola, disminución del trabajo fabril y la preponderancia de la
información en países, ciudades y economías avanzadas. Tras la primera mitad del siglo
XX con su apogeo industrial, le sigue un modelo social de carácter informacional que es a
la vez un nuevo esquema de desarrollo económico basado en la producción y circulación de
información y conocimiento que hace uso de las tecnologías de la información que
requieren de recursos humanos preparados técnica, tecnológica y profesionalmente y de
infraestructuras de comunicación. Con respecto a lo que significa <<servicios>> a partir de
lo que dicen Castells (1998) y Sassen (1999) se hace la siguiente clasificación: de
distribución (finanzas, seguros, asesoramientos legales, diseño, publicidad, transporte o
redes); de producción (la mayoría de ellos son auxiliares a la empresa central); sociales
(actividades y políticas gubernamentales); y personales, dedicados a los consumos
individuales. Además de las cualidades ya mencionadas las sociedades informacionales
poseen otras particularidades, entre ellas:
 ascenso tanto de los servicios de producción como de los sociales, sobre todo
de los servicios a las empresas en la primera categoría y los de salud en la
segunda;
 formación de un proletariado de <<cuello blanco>>, compuesto por oficinistas
y vendedores;
 estabilidad relativa de una cuota de empleo considerable en el comercio
minorista;
 incremento simultáneo de los niveles más elevados y bajos de la estructura
ocupacional;
 mejora relativa de la estructura ocupacional a lo largo del tiempo ya que el
crecimiento de la cuota asignada a las ocupaciones que requieren mayor
preparación y educación superior es en proporción más elevado que el
observado en las categorías del nivel inferior (Castells, 1998, p. 257).
Una de las primeras alteraciones socioeconómicas producidas en las sociedades
informacionales es aquella que tiene que ver con el sistema laboral:
Mientras está mejorando la preparación para una cantidad considerable de puestos
de trabajo y a veces los salarios y las condiciones laborales en los sectores más
dinámicos, otra gran cantidad está desapareciendo por la automatización tanto en la
fabricación como en los servicios. Por lo general, suelen ser puestos que no tienen la
cualificación suficiente para escapar a la automatización, pero que son lo bastante
caros como para merecer la inversión en la tecnología necesaria para reemplazarlos
(Castells, 1998, p. 280).
Son la educación e instrucción las que –mayoritariamente– en la actualidad definen
con mayor intensidad el ingreso a los altos niveles ejecutivos, de oficina o de servicios
especializados en las distintas instituciones de las ciudades, con una estructura segregadora,
clientelista, burocrática y corrupta; mientras que las minorías étnicas y sociales
(inmigrantes, jóvenes, mujeres, etc.) con las mayores dificultades de acceso al sistema
educativo tienen que verse obligadas a trabajos mal remunerados, domésticos, sin
prestaciones sociales, jornadas de trabajo muy largas o en sistemas de subcontratación, por
mencionar algunas condiciones que permitan hablar de trabajos degradados a los que gran
parte de la población (especialmente la urbana) se ve obligada a aceptar.
Mientras un sector laboral presenta un descenso en sus puestos de trabajo (agricultura)
se crean y emplean en otro(s) nivel(es) de trabajo (industria y servicios). Por otra parte,
según los datos recolectados por Castells (1998) se ha de sugerir la hipótesis de que a
mayor crecimiento tecnológico menores son los índices de desempleo, sin embargo, ésta es
solamente una suposición en cuanto que no se ha logrado demostrar una relación directa
entre las variables (inserción de las nuevas tecnologías de la información y el empleo), y el
empleo/desempleo está más asociado a factores como la competitividad, políticas
gubernamentales, puesto de la unidad económica (Estado) en la NDIT, macroeconomía o
estrategias económicas o comerciales. Una de las grandes conclusiones de este autor sobre
la problemática laboral vigente, es que en el paradigma informacional la cualificación
constante, en términos de tecnología, ha creado un sistema en el cual los individuos o
grupos que no pueden acceder a ella son degradados como trabajadores, porque
simplemente representan las esferas menos importante en el funcionamiento de la
organización imperante de redes económicas, y lo más preocupante del caso, es el tipo de
contratación porque con el aumento del <<trabajo flexible>> se ha incrementado la
modalidad de contratos a tiempo parcial, temporales y/o autónomos (virtuales), ello
dificulta la posibilidad de organización sindical, de hacer carrera o de poseer salud,
pensión, seguridad social y laboral, entre otros. Además el teletrabajo que es la punta de
lanza de quienes pregonan el fin del empleo en las ciudades y de ellas mismas no parece
tener cimientos reales: “<<hay más gente investigando el teletrabajo que teletrabajadores
reales>>” (Steinle, 1998, p. 8 Citado por Castells, 1998, p. 427).
El papel de la comunicación en los procesos socio-históricos ha sido imprescindible en
las transformaciones culturales; hoy los nuevos procesos comunicativos alrededor de los
procesadores, la microtecnología, las telecomunicaciones, Internet y los medios masivos de
comunicación, sin duda alguna han transformado el intercambio comunicativo hacia uno
hipertextual, que a su vez ha tenido un impacto sobre la cultura, que es llamada por Castells
(1998) como una <<cultura de la virtualidad real>>. A partir de una línea telefónica con
acceso a Internet, una computadora personal y un módem se crearon las <<comunidades
virtuales>> para interactuar casi sobre cualquier tema, con todo aquel que quiera ingresar o
alcanzar un fin común. La creación de estas redes y de Internet tiene sus orígenes en las
Universidades y grandes centros de investigación, y ello tuvo(tiene) como consecuencia
que cada nueva generación de técnicos y profesionales difundieran(difundan) el mensaje de
que esas nuevas tecnologías de la comunicación y la información son imprescindibles y
cada vez más necesarias para las sociedades. Las implicaciones sociales de los nuevos
procesos de comunicación se pueden resumir en seis consideraciones:
1. La comunicación a través del ordenador aunque poderosa y de rápida difusión
mundial no es –ni lo será en un futuro cercano– un medio general de comunicación, a
diferencia de la televisión.
2. Este tipo de comunicación por ordenador es y será una actividad principalmente de
una élite acomodada de los países más ricos, educados y tecnologizados y
frecuentemente en las principales áreas metropolitanas de ellos a nivel global.
Aunque hayan herramientas que puedan ser utilizadas por un grueso de la población,
las más especializadas seguirán en poder de pequeños grupos.
3. El actual modelo comunicativo podría conducir a escenarios y formas de hacer que
los oprimidos y marginados tengan mayor poder, sin embargo, esta es sólo una
hipótesis porque la lógica actual del uso de nuevas herramientas tecnológicas no
parece demostrar que así sea, en otras palabras, el establishment social permanecerá
inalterable.
4. El principal propósito al que se destina la comunicación a través del ordenador es
para el trabajo.
5. Formar comunidades virtuales interactivas para dialogar sobre un tema específico o
simplemente para establecer redes de comunicación con otros, pero suelen ser
efímeras, es decir, sus participantes se desvanecen con prontitud.
6. Este tipo de comunicación por computadora puede constituirse como un nuevo medio
de comunicación que entremezcla formas y medios previos de comunicación
correspondiente a estructuras superiores de comunicación como la escritura y la
oralidad, por ejemplo, las cartas o charlas telefónicas.
En este escenario lo multimedia tiene un incremento y funcionalidad precisos, en
palabras de Castells (1998, p. 405) se entiende así:
quizás el rasgo más importante del multimedia sea que captura dentro de sus dominios
la mayor parte de las expresiones culturales en toda su diversidad. […] Toda
expresión cultural, de la peor a la mayor, de la más elitista a la más popular, se reúne
en este universo digital, que conecta en un supertexto histórico y gigantesco las
manifestaciones pasadas, presentes y futuras de la mente comunicativa. Al hacerlo,
construye un nuevo entorno simbólico. Hace de la virtualidad nuestra realidad.
El lenguaje universal es ahora el de la programación y ejecución computacional que
fragmenta tanto al individuo como a los colectivos que ven en el otro constantemente la
amenaza y donde la realidad se percibe totalmente como virtual. Las expresiones culturales
incluidas dentro del sistema de comunicación integrado permiten que los mensajes emitidos
por emisores tradicionales poderosos se debiliten (con el ¿defecto? de que se adapten a los
nuevos procesos comunicativos).
A pesar de la creencia de que los nuevos procesos de comunicación y las nuevas
tecnologías de la información harían que el espacio se diluyera, la tendencia es a una
concentración de éstos en las grandes áreas metropolitanas (New York, Tokio, Londres,
Chicago, Singapur, Hong Kong, Osaka, Zúrich, París, San Francisco, Milán). Como
ejemplo del impacto de los nuevos procesos de producción global se colocó a Madrid (tras
a inserción en la Comunidad Europea) por su rápido crecimiento económico, urbano y de
actividades, para demostrar que las ciudades que se insertan en la escala global van
haciéndose más céntricas respecto al sistema regional en el que están sus respectivos países,
sin embargo, esas regiones crecerán y serán futuras competidoras con las ciudades que
inicialmente originaron el crecimiento. Según Saskia Sassen (1999) las ciudades tienen un
nuevo papel estratégico en la economía global:
Las ciudades globales no son sólo puntos nodales de coordinación de procesos, son
también sitios particulares de producción de servicios avanzados y de innovaciones
financieras y para la innovación de mercados, ambos centrales en la
internacionalización y expansión de la actividad financiera (p. 13).
Centradas en cuatro funciones especiales: a) puntos de comando concentrados para
organizar la economía global; b) localizaciones claves para las finanzas y de empresas de
servicios especializados o del terciario superior; c) producción y generación de
innovaciones; y, d) mercado para los productos e innovaciones. Lo que provoca ciudades
dispersas internamente pero que se integran a las dinámicas internacionales (Borja &
Castells, 2004; Sassen, 1999).
Otros factores que explican la concentración de actividades en grandes ciudades son,
por ejemplo, que una vez emplazadas las inversiones y logrados determinados objetivos es
difícil pensar en desplazarse de ellos, principalmente por sus elevados costos económicos y
sociales; a pesar del poder comunicativo de las nuevas redes, el contacto personal sigue
teniendo gran valor para interactuar y para las propias actividades laborales; además, estos
centros urbanos ofrecen posibilidades de ascenso social, éxito profesional y servicios
especializados como consumos, entretenimiento, educación y arte.
La producción de alta tecnología implicó una relocalización industrial que en términos
generales es más o menos así: la fabricación e innovación se concentra en áreas centrales
industriales; nuevas plantas filiales se ubican en las ciudades medias; y, el montaje y demás
actividades operacionales sencillas suelen concentrarse en ciudades que ofrecen mano de
obra barata (suelen ser extranjeras). Éste modelo de localización fue iniciado por los
Estados Unidos y prontamente copiado por los países europeos, Japón y el sureste asiático.
El surgimiento de la definición de las ciudades <<tecnópolis>> corresponde a aquellos
centros en los que los medios de innovación industrial están direccionados a la alta
tecnología con las siguientes características: son centros urbanos recientes (no más de 30
años); su materia prima es el nuevo conocimiento; su mano de obra es cualificada y
altamente especializada; su capital es arriesgado porque decide apostarle a nuevas
tecnologías sin controlar, saber o prever los resultados de la inversión; tienen redes sociales
altamente activas: comunican ideas, circulan trabajo e información, le apuestan a la
innovación tecnológica y la clase empresarial es emprendedora; y, son sustancialmente
competitivas ya que pueden ser –y lo son– rápidamente reemplazados o relegados por otros
centros que le apuesten al modelo de tecnopolización. A pesar de su aparente dominio ellas
deben crear redes de interacción regionales con otras tecnópolis y ciudades medias que crea
así “una estructura industrial común que sobrepasa su discontinuidad geográfica” (Castell,
1998, p. 425).
Las actividades comerciales, financieras y bancarias no parece que vayan a desaparecer
de la ciudad física prontamente debido a las nuevas tecnologías, sino que éstas tienden a
mejorar diversificar y ofrecer nuevos servicios más que a la eliminación del sistema como
tal. Otro ejemplo claro del mantenimiento de la ciudad física es la atención médica en la
cual, por más avances e innovaciones tecnológicas, se requiere de personal físico,
instalaciones de concreto e intrincadas redes de comunicación entre los diferentes servicios.
Igualmente ocurre con la organización educativa en todos los niveles y que la <<educación
a distancia>> seguirá como una opción de segundo orden, y ni qué decir de los servicios
deportivos y recreativos; lo anterior no implica que la ciudad no esté en transformación sino
que los cambios no dependen exclusivamente de la tecnología, pues hay que tener en
cuenta los contextos específicos de las ciudades, especialmente los históricos, sociales e
institucionales.

Otra definición reciente del influjo de la tecnología en las ciudades es la


<<megaciudad>> cuyas peculiaridades son: más de diez millones de habitantes; son puntos
céntricos de la economía global y la tecnología; tienen funciones de dirección, producción y
gestión en todo el mundo; controlan los medios de comunicación, el poder y crean y
difunden mensajes; funcionan como agujeros negros que atraen las actividades de su país o
su región; están conectadas globalmente y desconectadas localmente, en una clara lógica
dominante y excluyente; de ellas depende, en gran medida, el desarrollo nacional o incluso
regional; y, las conexiones a diferentes redes están cada vez más marcadas por Internet y
las telecomunicaciones.

El resultado de las nuevas prácticas sociales de la sociedad red hacen que el espacio
sea un espacio de flujos que se soporta en tres capas materiales:
1. <<Circuito de impulsos electrónicos>>, basado en las tecnologías de la información
que articulan espacialmente las funciones que se llevan a cabo en una red de
interacciones;

2. <<Nodos y ejes>>, es decir, hay lugares que coordinan las interacciones de los
elementos integrados en la red y otros ubican funciones estratégicas para las
actividades en la red;

3. <<Organización espacial de las élites gestoras dominantes>>, el espacio de los


flujos se ha organizado así porque esta es la lógica de los intereses/funciones
dominantes de nuestra sociedad, impulsada y llevada a cabo por distintos actores
sociales. Presentadas así las cosas puede decirse que la élite tecnócrata-financiera-
gestora es cosmopolita, mientras que, la gente es local, es decir, el poder y la
riqueza lo representa el mundo y la vida y experiencia se ilustra mejor con los
lugares, sin embargo, no sería acertado decir que existe una élite global porque ésta
necesita constituirse a nivel local y nacional para su mantenimiento y dominio.
Espacialmente ella se aísla o atrinchera en lujosos clubes, hoteles, restaurantes,
casas de campo, edificios financieros, complejos internacionales para el
entretenimiento, el ocio, la ciencia y las artes donde toman las decisiones antes de
ser llevadas a ordenadores o redes informáticas, de igual forma los niveles inferiores
de la organización jerárquica buscan aislarse para asimismo constituirse por encima
del entramado social inmediatamente inferior, lo que crea procesos y espacios
segregados jerárquicamente (fragmentación socioespacial). La élite busca crear
distinciones culturales y simbólicas para hacer aún más cerradas y cosmopolita sus
interacciones (estilos de vida, hábitos alimenticios, servicios exclusivos, formas de
vestir, etc.) (Salazar, 2012).

Con los intereses espaciales de una élite cada vez más poderosa, la arquitectura
pareciera desprenderse de su relación con la sociedad y con ello construyendo una
arquitectura ahistórica y acultural que promulga con ello alcanzar los objetivos de la
ideología dominante: “el fin de la historia y la superación de los lugares en el espacio de los
flujos” (Castells, 1998, p. 458) (Borja & Castells, 2004; Calatrava & González, 2007;
Choay, 2007; García, 2007; Gratacós, 2014; Pérgolis, 2002; Quiroz, 2003).
Con el panorama hasta aquí expresado pareciera que el orden mundial (encabezado por
la economía) aplastara a las ciudades y sus lógicas internas, sin embargo es en ellas donde
lo local (en términos culturales, simbólicos e históricos) cobra fuerza por las siguientes
razones (Borja & Castells, 2004; Castells, 1999; Sassen, 1999):

a) Esfera productiva: para que la producción y competitividad no se vean absorbidas


por lo global se deben cuidar las empresas locales porque ello implica defender la sociedad
local. Promover que sus fuerzas de trabajo estén lo más cualificadas posibles. Cubrir las
condiciones de vida básicas (vivienda, salud, equipamientos urbanos o acceso a la alta
cultura4, por mencionar algunos)

b) Integración cultural: defensa de los particularismos teniendo como ejes esenciales la


historia y el territorio que promueven un significado común para congregar a la sociedad y
evitar una (hiper)fragmentación en su interior porque de lo contrario el otro se convierte en
enemigo o en elemento extraño y extranjero y, se debilitan los lazos de solidaridad,
tolerancia y la sana convivencia.

c) La cuestión política: las entidades de carácter supranacional se constituyen cada vez


más como la alternativa más viable y eficaz de la tecnoeconomía y, ello hace que los
gobiernos nacionales no puedan sopesar todos los intereses de sus connacionales al
momento de negociar. En este escenario lo local tiene dos poderes, de los cuales adolece lo
nacional, a saber: mayor legitimidad y representación; y mayores niveles de flexibilidad,
adaptación y capacidad de maniobrar los flujos, ofertas, demandas y tecnologías, son éstos
los que pueden constituir redes a nivel local y regional más solidarias para alcanzar
intereses comunes.

Finalmente las ciudades son cada vez más actores sociales muy complejos que tienen
una gran injerencia en la vida social, política, económica, cultural y mediática de las
sociedades. Éstas se expresan mejor con una articulación en los niveles globales y locales
(Fig. 4).

4
Entiéndase por alta cultura a las artes, las humanidades, la filosofía y el pensamiento científico.
Fig. 4. Relaciones en la ciudad a nivel local.

Con ello se logra articular –según la velocidad de innovacion– pequeñas y medianas


empresas con las grandes en un sistema de red a nivel externo; y, con un poder político
interno que balancee los intereses locales y globales, pero éste debe sopesar los costes
sociales que implican estas articulaciones porque de lo contrario el sistema urbano local no
soportará por mucho tiempo el peso de lo global, especialmente con lo que respecta a
recursos humanos. Se debe evitar la desocupacion de las ciudades y grandes desigualdades
sociales, es necesario promover cooperaciones público-privadas, generar empleo y
educacion, proteger el medio ambiente, mayor infraestructura física y de comunicaciones,
consolidar procesos democráticos, resguardar la seguridad ciudadana, prover de vivienda y
demás servicios de calidad y accesibles, defender la autonomía local, exigir más
participación en instituciones supranacionales y otras medidas que fortalezcan el
protagonismo de las ciudades en el sistema red.
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