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Jurassic Park a 25 años de distancia.

Por Fernando Bustos Gorozpe

Título original: Jurassic Park


Año: 1993
Duración: 121 min.
País: Estados Unidos
Dirección: Steven Spielberg
Guion: Michael Crichton, David Koepp (Novela: Michael Crichton)
Música: John Williams
Fotografía: Dean Cundey

Fue en 1993, hace 25 años, cuando se estrenó en la pantalla grande Jurassic Park. En aquel
entonces quizá fueron pocos los que imaginaban lo que realmente iba a suceder con este
megablockbuster pero lo cierto es que el fenómeno generado con esta película es uno que
trastocó diferentes escenas del día a día que, para varios, resultaba inimaginable. La
película pasó rápidamente a ocupar un lugar dentro de la cultura pop que posibilitó incluso
abrirle camino hasta la actualidad. Si la hoy franquicia de Jurassic Park sigue resultando
rentable, no es por el intento de revivir un mito, sino por el espacio que ya ocupa
culturalmente el mito de Jurassic Park. Las nuevas cintas sólo se mantienen por la
existencia de las previas que incluso, me atrevería a decir, son mejores.

La historia de la película ya es bastante conocida. Jurassic Park está basada en una novela
homónima de Michael Crichton cuyo derecho compró Spielberg antes de su publicación.
Fue luego el mismo autor en colaboración con David Koepp quienes adaptaron el guion. El
resultado lo conocemos muchos.

La película fue un éxito en términos técnicos por la elaboración de dinosaurios en CGI o


por el uso de animatronics a tamaño real de los dinosaurios, así como por el sonido para el
cuál, Spielberg tuvo que crear DTS, una empresa especializada en sonido envolvente. Pero
más allá de eso, parece que el verdadero éxito de la película (y claro, sin los elementos
técnicos no hubiera sido posible) reside en la temática así como en la problemática
expuesta. Jurassic Park es una cinta que jugando con la ciencia, posibilitó hacer devanear
al espectador con la posibilidad de que lo que nos presentaron en la pantalla pudiera
suceder en la vida real. No es fácil implantar una fantasía de golpe. La historia que
Spielberg puso ante nuestros ojos nos sedujo por completo: qué pasaría si lográramos
revivir a los dinosaurios, esa especie extinta que habitó la Tierra antes que nosotros y sobre
la que hay tantas preguntas sin respuesta. Pero el punto clave fue la historia del cómo se
podría revivir a estas especies: un mosquito prehistórico encontrado al interior de un ámbar,
al cuál mediante una novedosa tecnología se le había podido extraer la sangre que contenía
diversas cadenas de ADN de dinosaurios. Así mediante la combinación de éste con el de
una rana se podrían clonar estas especies jurásicas para traerlas al presente (aunque
curiosamente muchas de las especies que aparecen en la película no pertenecen a ese
periodo). Esto por supuesto, no sólo resultaba atractivo para los personajes al interior de
ese mundo ficticio sino también para el espectador.

Lo fascinante de Jurassic Park, además de la idea que introdujo en el imaginario colectivo,


fue la puesta en escena del papel de la ciencia como una profesión laboral deseable. Luego
de Jurassic Park hubo cientos de niños que deseaban devenir paleontólogos, matemáticos
y/o científicos en general, y esto fue explotado mediáticamente. En México se comenzó a
vender una revista sobre dinosaurios que fue todo un éxito. Los niños jugaban a aprenderse
los nombres de las diferentes especies y a coleccionar cualquier juguete de estos animales.
La paleontología se volvió una profesión valiosa para la cultura pop gracias a los personajes
de Alan Grant (Sam Neill) y Ellie Sattler (Laura Dern). Nunca antes otra generación de
niños, que la que vivió en 1993 ha sabido más de paleontología que cualquier otra que ha
existido.

Spielberg puso como héroes y principales personajes de su película a un grupo de


científicos, alejados de cualquier exageración, que lograban sorteárselas gracias a sus
conocimientos más que a sus habilidades físicas. No es de extrañar, por ejemplo, que ahora
que se cumplen 25 años del estreno de esta cinta, en Londres apareciera una estatua de Jeff
Goldblum representando una de sus escenas más famosas de esta película como el Dr. Ian
Malcolm. Entonces, él aparecía en la cinta como un matemático rockstar especializado en
teorías del caos, que además de ser brillante, lanzaba frases apabullantes evolucionistas que
dotaban de sentido a la trama, como aquella que parecía un pronóstico de lo que sucedería
en la isla Nublar con relación a la experimentación: “Life, uh, finds a way” (“La vida, uh,
encuentra un camino”). Ian Malcom, a pesar de ser un personaje secundario, se volvió muy
relevante en la película y en la cultura pop, por sus argumentos que ponían en cuestión un
tema bioético y darwinista importante: ¿éticamente es correcto revivir a esta especie
extinta? Más allá de si se puede científicamente o no hacerlo, es el personaje del
matemático el que pone a discusión una problemática que nos toca hasta la actualidad pues
en ocasiones el romanticismo o la mera posibilidad de salvar a una especie (como el panda
sobre el que tanto se ha discutido si se debería de dejar que se extinga o no) nos hace ir,
pareciera, contra la evolución natural. Ian problematiza severamente el papel de la ciencia
en temas que hoy en día continúan en debate y en buena medida, también sobre eso trata la
película.

Jurassic Park fue un hito en términos cinematográficos pero también culturalmente


hablando. Fue importante para la ciencia ficción pero también para la ciencia. Sus
sucesoras aunque han continuado el éxito comercial (con su respectiva y gran diferencia)
no han podido igualarla aún cuando han continuado con la historia de lo sucedido con este
experimento. La nueva saga ha sido muy clara en marcar una diferencia generacional
elemental no sólo dentro del universo cinematográfico sino de la vida real. Los
protagonistas (con la excepción del velociraptor en la última) ya no son los dinosaurios
como tal (ahora son mutaciones de estos), ni paleontólogos o científicos (de hecho en esta
nueva saga el mal recae en el científico Henry Wu que en la primera saga fuera parte de la
proeza). Los protagonistas de ahora son producto de la época actual donde mucho es
espectáculo y comercio desmedido. Si bien es cierto que en Jurassic Park el abuelito
bonachón y millonario quería hacer un negocio con este parque temático, también es cierto
que mostraba interés genuino en estos animales desde una noble ignorancia (por esto busca
a Alan y a Ellie). En las nuevas en cambio, el universo es meramente monetario, por esto en
vez de paleontólogos tenemos a un Owen Grady (Chris Pratt), un ex militar que cuida a
estas especies y con quiénes lleva años de experimentación conductual, pero el personaje
lejos de parecer un etólogo se acerca más a un remedo del Encantador de perros versión
dinosaurios. O bien tenemos a Claire (Bryce Dallas) que aparece como jefa de operaciones
del parque temático en Jurassic World y que se volviera famosa por la escena donde corre
en zapatillas perseguida por dinosaurios. La nueva saga es una que se tira por el precipicio
de lo comercial. Es mero espectáculo, no hay nada más. Si Jurassic Park logró ganarse un
sitio en la historia del cine, de la cultura pop y del imaginario colectivo lo fue por el
acontecimiento que significó. La película no sólo detonó el megablockbuster sino que logró
infiltrarse en diferentes lugares. Antes de Jurassic Park habían pocos contenidos televisivos
sobre dinosaurios, como Pie pequeño y Los dinoplativolos, pero ninguna de estas
animaciones cambio la forma en que la gente se relacionaba con estos animales y con la
profesión del paleontólogo. Los niños que ahora se acercan a esta nueva saga de la
franquicia no atraviesan la experiencia de quienes habitaron 1993 cuando la moda no era
sólo tener productos de la película sino saber sobre los dinosaurios: leer, comprar cualquier
revista que hablara de estos, ver programas relacionados, documentarse. Jurassic Park fue
un fenómeno que rasgo la historia pop. Por un momento encumbró a científicos como
héroes y condenó al abogado corporativo a ser devorado en una cabina de baño, pero sobre
todo cambio la forma en que varias generaciones se relacionan con los dinosaurios, punto
que se ve difícil de alcanzar con la nueva saga donde más que darnos información o generar
duda útil sobre estos sólo se les ha presentado como monstruos (que embonan con el
mundo de kaijus) capaces de destrozar todo y con quienes se puede lucrar como
instrumento de guerra. Después de todo, Jurassic Park sigue siendo una película completa
que va más allá de los dinosaurios y la ciencia, pues además del tema bioético, recuerda y
pone como tema de discusión a la naturaleza con su carácter violento que en discusiones
actuales se suele exentar. La naturaleza no son sólo aquellas imágenes apacibles de árboles,
playa, pajaritos cantando y todo en orden, la naturaleza es también lo más violento que
podemos imaginar y el hombre mismo también es naturaleza.

Con el paso del tiempo y aún con todo el avance en efectos especiales, Jurassic Park es una
cinta que ha envejecido tremendamente bien. El logotipo, una adaptación que Sandy
Collora hiciera de la portada de la novela hecha por Chip Kidd se ha vuelto emblemático y
es por sí mismo toda una pieza. El guion sigue siendo interesante, los chistes siguen
funcionando a la distancia y la recreación de los dinosaurios vía clonación (aún cuando en
su momento se escribió que esto era imposible) sigue conectando vía ciencia ficción con
toda la tecnología que nos rodea. El parque temático inicial sigue resultando interesante y
deslumbrante: los Jeeps, los visores nocturnos, los muros electrificados, la forma en que
alimentan a los dinosaurios carnívoros, el vistazo al laboratorio, la mercancía. La labor y el
papel de todos los invitados a ese primer tour siguen siendo justificados y entendibles: los
científicos, el abogado, los nietos. Es difícil que una película incida históricamente de la
forma en que Jurassic Park lo hizo y será complicado salvaguardar a la primera si las
nuevas continúan desarrollándose de forma injustificada, exagerada y principalmente sin el
eje motor de mucho del cine: la fantasía.

Fernando Bustos Gorozpe


Profesor en la Universidad Anáhuac Norte y candidato a Doctor en Filosofía por la
Universidad Iberoamericana.
@ferbustos

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