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ficción.
Star Wars narró la historia de una galaxia ficticia, distanciándose desde ya en su narrativa de todo lo que se
había visto hasta ese momento.
El siglo XX tenía mucho que ofrecer aun, obras cinematográficas como Star Trek y
Star Wars daban fe de ello. El tópico de ‘humanidad en el espacio’ había llegado
para quedarse y aún tenían mucho que explotar. Sin embargo, un descubrimiento
que pasó ‘relativamente’ desapercibido a principios de los 70’, marcaría un nuevo
precedente para la ficción científica, cuyo impacto daría vida al vigente paradigma
de viajes a través del tiempo.
Hay al menos dos obras en las cuales quisiera detenerme: Interstellar (2014) y
Dark (2018).
Bajo esta premisa es que los protagonistas se adentran en los confines de nuestro
sistema solar para llegar a ‘Gargantúa’, denominación ficticia que se le dio al
agujero de gusano. La película tiene aciertos y desaciertos en cuánto a lo que
propone desde el punto de vista astrofísico, pero lo cierto es que jamás se había
explicado la curvatura espacio-temporal de forma tan espectacular como lo hizo
Interstellar. Por otra parte, la película también integra la gravedad como punto
clave en la explicación del viaje a través de dimensiones, lo que la acerca aún más
con la teoría de la relatividad.
Dark, por su parte, es una serie alemana creada por Baran bo Odar, ambientada
en el ficticio pueblo de Winden, Alemania. Dark fue considerada por muchos como
una de las series con la trama más compleja y a la vez ambiciosa jamás hecha.
¿Qué pasaría si los viajes al pasado fueran reales? ¿Qué clase de paradojas
tendrían lugar? Pues es el ejercicio que hace la serie como puntapié para tratar
temáticas como micro agujeros negros y enredadas paradojas temporales ¿Cómo
es posible que una hija dé a luz a su propia madre? Esto que en principio parece
una locura o disparate, Dark lo hace posible y encuentra también su respuesta en
el tiempo, en la fractura y fragmentación del mismo.