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Planteamiento del problema de investigación

Con el delicado surgimiento de la democracia moderna en el siglo XIX, caracterizada por la


universalidad del sufragio, la abolición generalizada de la esclavitud y el reconocimiento
imperante de los derechos humanos emergió en el panorama intelectual, político y social, un
concepto multidimensional y muchas veces incomprendido; el voto.

Previamente entendido y aplicado como una membresía o privilegio de clase, estatus y sexo, en
el marco de la democracia moderna la unidad electoral pasó a ser considerada el mecanismo para
fijar el consentimiento de los gobernados sobre quienes los gobernarán basado en el principio de
un hombre un voto (Etzioni-Halevy, 1979).

Tras las revueltas populares suscitadas en Europa, que tuvieron como consecuencia la
transferencia del control estatal y político de la monarquía a las asambleas, comenzó a
extenderse gradualmente la conquista de derechos políticos y participación política efectiva de
diversos sectores de la sociedad hasta alcanzar la universalidad del voto.

De este modo, en función de la adopción del tan codiciado estandarte democrático en el territorio
mexicano, así como su materialización y desarrollo a partir de la realización de las elecciones de
1947 en las que finalmente fue reconocido el derecho a votar de la mujer, el voto adquirió una
nueva connotación en México derivado de su universalidad, así como una relevancia irrebatible
en la vida pública del país.

Como componente fundamental para el debido funcionamiento de las sociedades democráticas,


el sufragio se ha convertido en el objeto de estudio de una multiplicidad de pensadores y de
todos aquellos que jornada tras jornada se rinden ante las urnas y depositan, en un acto de fe, una
boleta que contiene la manifestación de su voluntad.

En términos de lo anterior y apelando a un argumento de corte general, el voto ha sido entendido


tanto como un derecho inherente a la vida en sociedad de los seres racionales, como un
componente fundamental e irremplazable de la democracia que dota de agencia y participación a
la ciudadanía (Díaz, 2016) en aras de definir la selección de los representantes de sus intereses,
nutriendo y retroalimentando al sistema político.

La construcción de una definición ampliamente aceptada para un concepto fenomenológico


prismático por las aristas que desenfunda su práctica como lo es el voto, es remarcable. Sin
embargo, lo que no lo es, por otro lado, es el conglomerado de esfuerzos de diversos académicos
por reducirlo a una exclusiva unidimensionalidad, a una unidad contable, a un patrón y a un acto
mecánico intransitivo.

Pocas son las veces en las que la academia se ha detenido a analizar, pensar y cuestionar el
proceso que conduce a cada sujeto a emitir su voto de cierta manera, así como las condiciones
que moldean el mismo alejándose de un discurso explicado a partir de construcciones
inamovibles en cuestión de clase, localización territorial o intercambios de bienes y favores en
esquemas clientelistas, es decir, el reduccionismo que caracteriza a la mayoría de los estudios de
significancia electoral apela a explicaciones desde marcos estructurales y no particulares y
experimentales.

Lo anterior alude a la tendencia innegable de estudiar y analizar el voto a partir de métodos de


investigación cuantitativos, que, si bien resultan útiles y puntuales para propósitos contables, de
manejo de datos y construcción de modelos, vacían de humanidad un acto emanado precisamente
de esta. Ello no significa que esta óptica sea incorrecta, sino que resulta fundamental, con el
ánimo de construir conocimiento, señalar y aludir a su popularidad académica y limitaciones
naturales.

En este sentido, es posible afirmar que, a pesar de la existencia de una noción casi generalizada
de la definición del voto, así como un sinfín de estudios que analizan sus características
cuantificables, aún en la actualidad resulta considerablemente complicado encontrar trabajos que
tengan por objeto explicar, analizar y profundizar en torno al sufragio en función de las variables
cualitativas que moldean el comportamiento del electorado.

El vacío de información descrito en el párrafo previo puede explicarse a partir de la


imposibilidad de abstraer una regla o condición determinante para interpretar y predecir el
fenómeno electoral a partir de un análisis cualitativo, algo que podría llegar a parecer un
sinsentido o desgaste innecesario para diversos intelectuales. Sin embargo, la importancia de los
estudios de corte cualitativo, en los que “no es el número de casos lo que importa, es el trabajo
que se demuestra que hacen en la interpretación y explicación [del problema de investigación] lo
que cuenta” (Emmel, 2013), yace en el reconocimiento de la existencia de factores explicativos y
causales derivados de la percepción de la realidad por parte de los sujetos.

En el presente trabajo se propone entonces estudiar al voto como un fenómeno vivo, como la
manifestación de las mil y una posibilidades de acción de un mismo sujeto; como la
materialización de la ideología, la motivación, la cultura y el pensamiento individual y colectivo.
En tal sentido, en atención al objeto descrito, resulta indispensable hilar y relacionar el
entendimiento del fenómeno del voto con aquellos que pueden ser considerados como
condicionantes y formadores como la cultura e ideología política, la experiencia social derivada
de factores socioeconómicos e incluso, la relación personal e histórica con las herramientas de la
participación democrática. Ello, toda vez que el factor determinante para la experiencia y
dinámica social es la individualidad de su vivencia en tanto que la vida humana no es reducible a
generalidades ni reglas, ni tampoco lo es la construcción de significados para fenómenos sociales
dotados de libertad y secrecía, como lo es el voto.

De este modo, el voto es, sin duda, un mecanismo de expresión de la pluralidad, de la disonancia
y del razonamiento humano, por lo que su análisis requiere y amerita voces, historias y
contextos que deben ser recopilados a partir del uso de técnicas de investigación cualitativas y es
que, a pesar de la abundancia de investigaciones referentes al sufragio, al estar casi todas ellas en
sintonía con la corriente dominante de la investigación, es decir, la óptica cuantitativa, estas
parecen dibujar al voto como un fenómeno indudablemente predecible, lo que tiene como
consecuencia la invisibilización del componente humano, contextual, sentimental y anecdotario
del mismo y ultimadamente, la pérdida de su proyecto de esencia.

Por proyecto de esencia habremos de referirnos en el caso a la significancia del voto, a “aquello
que apunta a su intencionalidad, no a aquello que es” (Sartre, 1956), es decir, a los factores,
experiencias y condicionamientos que, al combinarse con la inherente racionalidad humana,
definen la intención del voto, y no así a la acción física y cuantificable de depositar el voto en la
urna, postura que se remite a la investigación cuantitativa.

En atención a las consideraciones anteriores y a causa de la dimensión personal que adquiere el


voto al estar decorado de estricta intransferibilidad, libertad y conciencia, elementos que resultan
particulares para cada sujeto e ingeneralizables por naturaleza, la aplicación de técnicas de
investigación y perspectivas cualitativas resulta indispensable para la comprensión del
comportamiento, motivación, razonamiento y participación electoral.

De este modo, y en tanto existen cada vez más argumentos para tomarse en serio el análisis
cualitativo, más allá de presentarlo como un simple complemento y de menor importancia a los
paradigmas cuantitativos de evaluación dominantes (Cartwright y Hardie, 2012), el problema del
que surge la investigación, objeto del presente trabajo, radica en la falta de consideración de
aquellas particularidades de los sujetos, así como la serie de factores, sean estos culturales,
personales, sociales o políticos, que influyen en la emisión del voto en las investigaciones
tradicionales del comportamiento electoral.

Dicho lo anterior, es evidente que la conducción de un estudio cualitativo que busque entender,
mas no generalizar ni limitar la significancia del voto, las motivaciones que conducen al mismo,
los sentimientos que este genera y la relación que guarda con las convicciones personales, debe
reconocer la heterogeneidad de la experiencia social humana e implementar mecanismos de
investigación abiertos que aporten a la construcción y recopilación de información con
perspectiva plural, evitando la banalización de la dinámica social y la economización del objeto
de estudio como parte del mercado.

En la misma línea, parte fundamental del problema a tratar al analizar las implicaciones del voto
recae en la creación y perpetuación de dicotomías, sellos y polarización basados en los resultados
de su componente mecánico; el conteo de votos, sin contextos ni trasfondos genera estadísticas
lastimosas que formalizan las diferencias irremediables entre los grupos de la sociedad.

El presente trabajo apela entonces a reconocer la diversidad de opiniones, experiencias y factores


que dan forma a la realidad social y política del país y que tienen como consecuencia la
formación y legitimación de gobiernos construidos siguiendo los postulados del modelo de la
representación indirecta elegida democráticamente mediante el voto.

En este tenor, al admitir la existencia, complejidad y profusión de realidades y vivencias dentro


de un mismo entorno, e incluso una misma elección en un estudio encaminado a analizar la
significancia, motivaciones y experiencias en torno al voto, es posible rescatar elementos y
condiciones que previamente habían sido ignoradas como formadoras de decisiones políticas y
precursoras de ideología y cultura. Asimismo, al considerar las perspectivas particulares de
diversos sujetos, se abona a la solidificación de la implementación y diseño de propuestas
cualitativas para la explicación de factores a escala colectiva.

Así, el estudio de la significancia, motivación, percepción y cultura alrededor del voto para dos
segmentos delimitados y aparentemente frontal e irremediablemente contrapuestos de la
población de la Ciudad de México, resulta de suma relevancia y trascendencia para atender a los
cuestionamientos que buscan explorar el comportamiento del electorado, su relación con las
instituciones electorales, el carácter del voto y la vivencia personal de la ciudadanía activa y
participativa en una democracia, dejando de lado generalizaciones burdas, categorías excluyentes
y descalificación ficta de cualquier condicionante considerado irracional.

El recuento y perspectiva de la experiencia particular con relación al voto de cada uno de los
sujetos involucrados en el estudio, agrupados en dos segmentos a partir de características
estructurales desiguales, presenta la posibilidad de generar un nuevo entendimiento de las causas
y factores que determinan el sentido y significancia del voto en jóvenes de 20 a 25 años con la
intención de romper, de cierta manera, la burbuja superficial de separación y diferenciación
irremediable entre el grupo que representa la vivencia socioeconómica mayoritaria y el que
ilustra aquella de la minoría que aglomera mayor poder en México.

Lo anterior da lugar al cuestionamiento medular del presente trabajo de investigación: ¿Cuál es


el significado que las personas de 20 a 25 años en condiciones diferenciadas en materia de
nivel de escolaridad y situación económica en la Ciudad de México le asignan a su voto, así
como los factores que moldean el mismo?

REFERENCIAS:

1. Coelho, Fabián. (sf). Significado de el hombre es un animal político. Cultura


Genial.
https://www.culturagenial.com/es/el-hombre-es-un-animal-politico/#:~:text=Significa
%20que%20el%20hombre%20se,la%20felicidad%20de%20los%20ciudadanos.

2. Etzioni-Halevy, Eva, Political Manipulation and Administrative Power (London:


Routledge & Kegan Paul, Ltd., 1979), p 20.

3. Ávila, Alfredo. Las primeras elecciones del México independiente. Política y


Cultura, núm. 11, invierno, 1999. Universidad Autónoma Metropolitana Unidad
Xochimilco. México.

4. Emmel, N. (2013). Sampling and choosing Cases in Qualitative Research. London:


Sage.

5. Cartwright, N. y Hardie, J. (2012). Evidence-Based Po- licy: A Practical Guide to


Doing It Better. Oxford: Oxford University Press.

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