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¿Qué es la escuela?… desnaturalizando las prácticas educativas.

Publicado el 13 de junio de 2012 por carolinamorapsicologa

La escuela tradicional se presenta como aquella en que priman los contenidos a


aprender por sobre la experiencia y el ejercicio de memorización y reproducción. Se
piensa el aprendizaje como una transmisión en la cual el docente le brinda al alumno el
objeto “saber”, quien debe hacer el esfuerzo de incorporarlo sin hacer demasiadas
preguntas, ya que las mismas desde esta perspectiva se consideran muestra de
ignorancia y cuestionamiento a la palabra del docente. El alumno no debiera dialogar
con el docente, sino asumir su lugar de objeto a ser “llenado”, alimentado de saberes. Al
docente se le supone un saber hegemónico incuestionable, es quien hace preguntas
buscando una respuesta unívoca, como modo de evaluar los conocimientos que los
alumnos han adquirido, dejando por fuera la creación. Estas concepciones se sostienen
principalmente en el carácter asimétrico de las interacciones entre docentes y alumnos,
en la autoridad e imposición del docente por sobre la pasividad del alumno. Como diría
Paulo Freire, el conocimiento es narrado por el docente, se presenta como un discurso,
un monólogo a repetir. Ahora bien, ¿Cómo podemos pensar una escuela diferente?

Los sujetos educativos están atravesados por el contexto escolar donde hay normas,
reglas y una clara división del trabajo que afecta el diálogo y los modos de intercambio,
que producen la estereotipia de los rituales escolares, donde además se presenta un
objeto: “un conocimiento completo sin fisuras…privado de los quizá, tal vez…un
conocimiento que no se cuestiona, que no hace suposiciones sino aseveraciones…”..

El pasaje a una escuela de sentidos debería tener en cuenta una nueva construcción, una
co-construcción de estos modos de pensar y de hacer en el aula, a través de una
negociación que permita el acceso a la palabra, al diálogo, de los educandos con los
educadores y viceversa.

¿Qué aportes teóricos debemos tener en cuenta para intervenir en este sentido? Las
concepciones contextualistas nos permiten pensar el interjuego de las relaciones que se
dan en el aula. La disposición espacial en que está conformada el aula en la escuela
tradicional legitima la creencia de que es el docente quien posee el saber, quien tiene el
acceso a la palabra y quien tiene el poder de regular y autorizar los intercambios que
ocurren entre los compañeros de la clase (división del trabajo, roles y normas). Sabemos
que no sólo las interacciones con el docente son beneficiosas para la construcción de
conocimiento, sino también las que se dan entre compañeros, que además brindan la
oportunidad única de confrontación con un par, sin la ansiedad que caracteriza de los
intercambios con el docente por su posición asimétrica. Es así como un compañero
también puede servir de andamiaje para alcanzar nuevos logros, por esto es importante
no sólo permitir sino fomentar el diálogo entre compañeros. Para esto sería interesante
cambiar la disposición espacial de los bancos a semicírculos en donde también el
docente este incluido. De este modo estaríamos produciendo relaciones más simétricas y
horizontales, a través de las que muchos de los rituales de la escuela tradicional se
modificarían. Se abriría un espacio al diálogo, acompañando el cambio físico por una
actitud del docente que brindara la posibilidad de que los alumnos expresen sus
opiniones. Formular preguntas auténticas, verdaderos problemas se podrían plantear a
través de situaciones en las que los alumnos estén involucrados y convocados en sus
intereses. El docente debe promover el diálogo y el pensamiento genuino, teniendo en
cuenta que no hay una única manera de responder. Interesando al alumno y
motivándolo, invitándolo a pensar, a exponer su lógica, estaremos formando sujetos
críticos, y no meros reproductores. Esto implica cuestionar la creencia de que el
aprendizaje es una transmisión unidireccional del docente al alumno. Promover un
cambio en el aprendizaje implica necesariamente un cambio en las prácticas
sociales que lo sitúan y en nuestra concepción del mismo. Cuando Piaget manifestaba
su escepticismo respecto de las practicas escolares: “las relaciones de poder asimétricas
del profesor y el estudiante crean un desequilibrio debido a que la presión para
acomodarse a las opiniones de los profesores pesa mucho más que la asimilación de la
instrucción a sus esquemas ya existentes…el resultado es un tipo superficial de
aprendizaje”. Hay más posibilidades de producir aprendizaje significativo en las
interacciones informales, donde la asimetría de las relaciones de poder era
reducida..”. Este es uno de los motivos por los que los contenidos curriculares parecen
olvidarse en periodos cortos, luego del examen, o luego del receso escolar. Otro de los
motivos de este olvido es la poca significatividad que los aprendizajes suelen tener para
el niño por su carácter alejado de la vida cotidiana y de sus intereses.

Darle acceso a la palabra a los alumnos implica darles la posibilidad de vincular los
contenidos y construirlos desde los saberes previos de modo activo. Darle sentido al
conocimiento también implica ponerlo en relación con una finalidad, un objetivo
más allá de la aprobación del examen. Abrir el espacio educativo al diálogo, donde no
hay alguien que educa, sino un proceso donde tanto el educador como el educando se
modifican, en donde el docente también se permita no saber, potenciar la curiosidad y la
tolerancia ante la heterogeneidad de las ideas. La posibilidad de re-crear el rol del
docente y el rol de alumno es a lo que nos invita esta propuesta.

Es importante recordar y tener presente que el sistema educativo es una construcción


histórica e influída por procesos políticos y sociales. Las teorías críticas denuncian la
función reproductora de los sistemas educativos, nos permiten desnaturalizar el
fenómeno y dejar de lado la mirada ingenua sobre el mismo. La ideología de la clase
dominante es la que se impone, buscando su conservación y la reproducción de la
estructura de división del trabajo, haciendo a los dominados objetos para otros. Paulo
Freire nos invita a cuestionar al sistema educativo, nos invita a imaginar y crear una
nueva forma de enseñar y aprender, que brinde herramientas para la liberación de los
sujetos. Como docentes, como alumnos, como padres, como políticos, como actores
sociales, nuestra obligación es interrogarnos e implicarnos. Tomar posición de un lado o
del otro no debe ser una desición ingenua, ya que nuestras prácticas cotidianas son las
que tiene la capacidad de lograr una verdadera transformación.

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