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Buenas Practicas y Competencias en Evaluacion Psicologica Rocio Fernandez Ballesteros PDF
Buenas Practicas y Competencias en Evaluacion Psicologica Rocio Fernandez Ballesteros PDF
Introducción
3. El proceso de evaluación/diagnóstico
Introducción
Etapas del proceso, guías de actuación de buenas prácticas y aprendizaje
de competencias
0. La demanda
I. Primera recogida de información
II. Formulación de hipótesis y deducción de enunciados verificables
III. Contrastación
IV. Comunicación: el informe
Conclusiones
4. Un caso práctico
Introducción
Primera recogida de información
Formulación de hipótesis y deducción de enunciados verificables
Contrastación: administración de tests y otras técnicas de evaluación
Comunicación de resultados: el informe
Conclusiones
Referencias bibliográficas
Créditos
Introducción
La literatura general sobre expertise nos dice poco sobre como descubrir,
fragmentar y hacer explícitos los pasos de una cadena de eventos
profesionales, así que, en términos generales, normalizar la actuación del
psicólogo en determinadas tareas profesionales (diagnóstico, orientación,
etc.) está esencialmente avalado por la investigación cognitiva que permite
desentrañar la secuencia de la actividad mental del profesional y los
correlatos comportamentales de tal actividad (Berman, 1997; Higgins y
Jones, 2000, Newel y Simon, 1972). Así, la teoría de la decisión y los
modelos de solución de problemas descubren los caminos a través de los
cuales los profesionales —con base en teorías— llegan a tomar decisiones y
resolver problemas complejos (Bordage y Zacks, 1984; Clark, 1992).
De estas contrastaciones empíricas emergen las Guías del proceso de
evaluación (GAP; Fernández-Ballesteros, De Bruyn, Godoy, Hornke, Ter
Laak, Vizcarro, Westhoff y Westmeyer, 2001), como un conjunto de pasos a
seguir cuando se trata de proceder a una evaluación psicológica y ello tanto
cuando se pretenda describir, diagnosticar o clasificar, predecir, como cuando
se trata de explicar y controlar el comportamiento del sujeto de estudio.
Desde luego, las GAP —con sus 96 recomendaciones encardinadas en cuatro
fases generales, 11 etapas y 30 subetapas— abarcan todos esos objetivos, de
los cuales el SIMAPE da cuenta de las dos primeras fases, dado que el «caso»
tratado presenta una demanda de descripción y diagnóstico y, por tanto, no
agota el mucho más complejo proceso de evaluación.
Aunque la vía más tradicional y común para establecer los pasos del
proceso de evaluación ha sido el establecimiento racional de tareas
especificadas por expertos, en los últimos años, la tecnología ha permitido un
paso de gigante con la posibilidad de, mediante simulación por ordenador,
contrastar teorías que implican modelos teóricos, operacionales mentales y
acciones de contrastación. Válgase un solo ejemplo: el que realizan Adarraga
y Zaccagnini (2001) o Westmeyer y Hageboeck (2001) cuando tratan de
contrastar el proceso diagnóstico a través de la programación con sistema
expertos.
Llegado este punto, conviene resaltar que el caso elegido sobre el que se
ha desarrollado el SIMAPE tiene una demanda determinada de la que
emergen objetivos descriptivos y diagnósticos y, por tanto, el proceso no
requiere el diseño de una intervención y su valoración; sin embargo, sí es
posible que los aprendizajes realizados en ese caso puedan ser generalizados
a otros casos semejantes, con los mismos objetivos.
Objetivos
• Establecer el recorrido histórico y el concepto de «buenas prácticas»
como base del trabajo profesional.
• Delimitar las «buenas prácticas» desarrolladas en el contexto de la
evaluación psicológica.
• Establecer «buenas prácticas» como precondiciones del proceso de
evaluación psicológica.
• Proponer y describir las Guías para el proceso de evaluación (GAP)
como un conjunto de buenas prácticas.
CUESTIONES DE DEFINICIÓN
BREVE HISTORIA
TABLA 1.1
Proceso de evaluación: estructura básica y pasos a seguir según las GAP
FUENTE: Fernández-Ballesteros, De Bruyn, Godoy, Hornke, Vizcarro, Westhoff, Westmeyer,
Zaccagnini (2001, 2003).
Los criterios profesionales son los únicos que pueden dirigir las
actuaciones psicológicas y, en este sentido, como primera garantía en relación
con la profesionalidad, el principio de competencia ha quedado garantizado
en la práctica descrita sobre asignación del caso.
En algunas ocasiones de la práctica profesional, criterios distintos e
incompatibles pueden ser propuestos por el cliente o paciente desde el
momento de la demanda o en momentos posteriores. Tal es el caso que puede
producirse cuando el paciente o el cliente pretende manipular o chantajear a
otro, utilizando para ello el diagnóstico de un trastorno no contrastado en un
hijo menor o el informe sobre supuestas alteraciones del comportamiento
relacionadas con las visitas al otro progenitor, en casos de custodia
compartida no deseada; o aquellas situaciones en que el paciente pretende
atribuir la responsabilidad de sus problemas psicológicos a su pareja;
aquellos casos en los que se exige al psicólogo su colaboración o informe en
la defensa de objetivos no saludables tales como regímenes de alimentación
severos, utilización inadecuada de fármacos, intervenciones dudosas de
cirugía estética o propuestas de interrupción ilegal de embarazos, por poner
algunos ejemplos.
En otro orden de cosas, con cierta frecuencia, puede observarse en la
actualidad social que en una demanda legal se producen dos diagnósticos o
dos informes psicológicos incompatibles sobre el grado de responsabilidad de
una persona en la comisión de un delito: un informe sobre el mismo sujeto ha
sido realizado por un psicólogo requerido por la defensa y el otro ha sido
realizado por un psicólogo requerido por la acusación. Más allá de la lógica
discrepancia atribuible a un conocimiento falible, sujeto a la variabilidad del
tiempo, los datos, los métodos y la competencia, sería lamentable que se
impusiera una mala práctica que hiciera prevalecer la predisposición
incondicional a favor del cliente sobre criterios estrictamente profesionales.
Las GAP tienen los siguientes objetivos: 1) asistir a los evaluadores en sus
esfuerzos por optimizar la calidad de su trabajo; 2) asistir al cliente de la
evaluación no psicólogo para evaluar el trabajo que realiza el evaluador y
permitir un control de calidad y 3) facilitar la enseñanza y el entrenamiento
de la evaluación dado que permite la estandarización del trabajo práctico y el
diseño de un avanzado entrenamiento.
Tras la revisión de la investigación en el proceso de evaluación, las GAP
son diseñadas asumiendo los siguientes planteamientos: 1) el proceso de
evaluación supone un proceso de toma de decisiones durante el cual, con el
objetivo de responder a las demandas del cliente o sujeto de evaluación, el
evaluador (con base en sus conocimientos y experiencia) debe plantearse
distintos cursos de acción y decidir cuál/es va a seguir; 2) dado que se trata de
responder a una demanda (problema), el proceso de evaluación puede
considerarse como una tarea de resolución de problemas y, finalmente, 3) el
proceso de evaluación requiere la formulación y la evaluación de hipótesis
sobre la demanda o problema consultado.
Las GAP parten de un esquema general que se ha presentado más arriba,
en la tabla 1.1, que contiene cuatro etapas generales de un dígito, 11
subetapas de dos dígitos subdivididas en 30 subetapas de las que emergen 96
recomendaciones o guías. Conviene resaltar de nuevo que, dado el carácter
del caso seleccionado, el SIMAPE tan sólo abarca las dos primeras etapas y
se refiere a las 68 primeras guías. A continuación presentamos las 96 guías
agrupadas según fases y subfases (1, 2 o 3 dígitos) del proceso a las que
corresponden.
0. PRINCIPIOS GENERALES
1. El evaluador debe asumir la responsabilidad del proceso de
evaluación.
2. El evaluador debe tomar en cuenta los posibles conflictos de
intereses que puedan existir entre el sistema de valores del sujeto o
cliente y el suyo propio.
3. La evaluación se lleva a cabo en una situación interpersonal. El
evaluador debe tratar al cliente con imparcialidad y con respeto.
4. El evaluador debe identificar y discutir los asuntos importantes sólo
con las personas participantes en el proceso de evaluación.
5. Durante todo el proceso, el evaluador debe valorar las posibles
consecuencias positivas y negativas, así como los efectos
colaterales de la evaluación para el sujeto o cliente y para su entorno
social.
6. Al solucionar las demandas planteadas, el evaluador debe seguir, en
principio, una aproximación científica.
7. El proceso de evaluación debe ser lo suficientemente explícito como
para que pueda ser reproducido y valorado, así como para que
pueda quedar constancia del mismo.
8. El evaluador debe optimizar la justificación, utilidad y calidad del
proceso, así como vigilar las condiciones que puedan distorsionarlo.
4.3. Seguimiento.
Las GAP implican unos pasos conductuales que han de seguirse a lo largo
del proceso de evaluación pero que no entrañan una obligatoriedad
normativa, sino, más bien, una recomendación para robustecer una buena
práctica y lograr los propósitos antes mencionados (véase «Objetivos»).
En aplicación de estas guías el profesional debe tomar conciencia de que
está asumiendo una clara responsabilidad al aceptar una demanda, pero
también debe hacer, entre otras consideraciones, una valoración de la
compatibilidad o incompatibilidad entre el sistema de valores y las posiciones
vitales propias y las del cliente o paciente, de modo tal que pueda
salvaguardar sus propios valores, inhibiéndose en aquellos casos en los que
las posiciones, actitudes o historia previa le impidan afrontar el proceso de
evaluación-intervención sin las debidas garantías de imparcialidad y respeto
y sin que, por otra parte, el profesional llegue a sentirse forzado en sus
convicciones y posiciones vitales. Éste es un tema sensible en el contexto de
la evaluación forense en el caso de terroristas, pederastas, maltratadores y
casos similares, que crean serias dificultades cuando se producen
asignaciones de oficio.
Una importante recomendación da cobertura a la discreción y
confidencialidad de la información recibida, evitando difundir
innecesariamente información a terceros y alertar a personas ajenas al
proceso de la existencia de atención psicológica.
Las demandas presentadas por los clientes o pacientes pueden tener
múltiples implicaciones e incluso riesgos, toda vez que pueden estar
relacionadas con decisiones irreversibles o de importantes consecuencias,
tales como el asesoramiento en la toma de decisiones en cuanto a proseguir o
interrumpir un embarazo, afrontar intervenciones quirúrgicas de riesgo o de
alto impacto (cirugía estética, cambio de sexo, etc.) que requieren una
excelente preparación del psicólogo en ese dominio, más allá de los
conocimientos psicológicos que exige la práctica profesional. Es
recomendable organizar un plan de asesoramiento mediante recursos fiables y
un protocolo que permita documentar las consultas realizadas y los datos que
conciernen a las distintas situaciones y casos, de modo tal que quede
constancia del procedimiento seguido tanto para asegurar la información
relevante, como para informar al paciente de los previsibles efectos y
consecuencias de sus decisiones.
Seguir planteamientos rigurosamente científicos es el mejor modo de
asegurar la garantía de las técnicas, de los datos y del proceso de evaluación
así como de que la evaluación sea replicable. Si a esta exigencia se añade un
alto grado de claridad y detalle en la documentación, que progresivamente va
acompañando al proceso de evaluación, el trabajo de cada profesional estará
en condiciones de ser reproducido o continuado por otro profesional, si las
circunstancias lo requirieran y, así mismo, estará en condiciones de ser
valorado tanto con propósitos de acreditación de la calidad como a efectos de
la valoración de los resultados de la evaluación-intervención de distintos
programas para distintos problemas y grupos o categorías de sujetos.
Entrando pormenorizadamente en el proceso de evaluación, las GAP
tratan de orientar cada una de las etapas del mismo, desde el análisis del caso
a la organización e información de los resultados pasando por la formulación
y contrastación de las hipótesis. En resumidas cuentas, las GAP suponen un
conjunto de «buenas prácticas» del proceso de evaluación y diagnóstico
psicológico. El Sistema Interactivo Multimedia para el Aprendizaje de la
Evaluación Psicológica (SIMAPE) tiene como espina dorsal las GAP y
pretende la formación en esas «buenas prácticas».
CONCLUSIONES
Objetivos
• A partir de una discusión general sobre el concepto de competencias
y de algunos documentos internacionales sobre las competencias de
los psicólogos, identificar las competencias relevantes para la
evaluación psicológica.
• Realizar un análisis racional de las competencias requeridas por las
tareas que propone SIMAPE.
• Presentar algunas propuestas para utilizar SIMAPE dentro del
proceso de formación en evaluación psicológica.
• Presentar algunos posibles desarrollos futuros de SIMAPE.
LAS COMPETENCIAS EN LA FORMACIÓN UNIVERSITARIA
Tabla 2.1
La evaluación como competencia primaria del psicólogo, según Europsy
Evaluación de Realizar la evaluación de los grupos por medio de entrevistas, tests y observación
grupo en un contexto relevante para el servicio solicitado.
Evaluación Realizar la evaluación apropiada para el estudio de las organizaciones por medio
organizacional de entrevistas, encuestas y otros métodos y técnicas adecuados en un contexto
relevante para el servicio solicitado.
Evaluación Realizar la evaluación apropiada para estudiar las situaciones por medio de
situacional entrevistas, encuestas y otros métodos y técnicas adecuados en un contexto que es
relevante para el servicio solicitado.
— Replicable.
— Con un lenguaje adaptado al (los) destinatario(s) a lo(s) que va
dirigido.
CONCLUSIONES
NOTAS
1 Es obvio que esta última no constituye una competencia, sino un procedimiento para desarrollar las
competencias necesarias.
2 Recuérdese, en este sentido, la exigencia de la APA de que los evaluadores cuenten con un período
de práctica supervisada (APA, 2000) que, en nuestro caso, puede tener lugar en el caso del Practicum
(aunque en estos momentos no necesariamente, ya que los estudiantes pueden inclinarse por otras
opciones que no implican necesariamente un énfasis específico en la evaluación).
3
El proceso de evaluación/diagnóstico
Objetivos
• Identificar las etapas relativas a la descripción, predicción y/o
diagnóstico del caso de evaluación en el contexto de proceso de
evaluación.
• Relacionar el proceso de evaluación descriptivo, predictivo y/o
diagnóstico con las Guías del proceso de evaluación (Guidelines for
the Assessment Process, GAP).
• Establecer las distintas subfases del proceso de evaluación
descriptivo, predictivo y/o diagnóstico.
• Seleccionar algunas competencias (conocimientos, habilidades y
actitudes) necesarias en las distintas subfases del proceso para ser
entrenadas a través de un caso concreto mediante el Sistema
Interactivo Multimedia para el Aprendizaje del Proceso de
Evaluación (SIMAPE).
INTRODUCCIÓN
Por otra parte, el estudiante puede preferir examinar alguna de las subfases
en las que el proceso esta dividido haciendo click en «subfases». En la figura
3.3 podemos ver una de las primeras pantallas en las que aparecen las
subfases. A todo lo largo de esta utilidad puede accederse a cualquiera de las
fases, subfases, bibliotecas y actividades presentes en el SIMAPE.
Figura 3.3.—Comienzo de la pantalla en la que se insertan las subfases.
TABLA 3.1
Relación entre fases y subfases del GAP y del proceso y las guías y
competencias entrenadas en SIMAPE
0. LA DEMANDA
Hay que resaltar que la demanda del caso que se desarrolla en este texto es
de tipo descriptivo, diagnóstico y/o predictivo y, por tanto, vamos a
centrarnos, tan sólo, en las cuatro primeras fases del proceso evaluativo,
correspondientes a las dos primeras etapas generales de un dígito de las GAP.
En breve, se trata de un caso de deterioro cognitivo en el que el cliente es el
hermano de la sujeto (Pilar), que consulta porque presenta problemas de
memoria, desorientación y otros trastornos cognitivos e instrumentales y
quiere saber si ello es patológico así como a qué trastorno responde.
Así, la demanda que establece el cliente lleva consigo, al menos en un
primer momento, su descripción y, seguramente, un diagnóstico. Pero, en
todo caso, la demanda supone el inicio del proceso de evaluación y lleva
consigo un preanálisis o momento cero del proceso. De hecho, en la figura
3.1 se sitúa en la interacción del sujeto (Pilar), el cliente (el hermano de Pilar)
y la psicóloga. La psicóloga posee una formación determinada que le permite
responder a la demanda, puesto que además de psicóloga colegiada tiene
sendos másters en gerontología y en neuropsicología.
En la figura 3.4 podemos apreciar cómo la demanda exige que se haya
realizado su adecuada identificación y que el psicólogo enjuicie si está
cualificado para asumirla y, además, debe conocer y actuar según los criterios
de legalidad, éticos y los procedimientos científicos aplicables al caso. Éstas
son las razones por las que a la hora de seleccionar las competencias a
entrenar se presentan los fundamentos de derecho que pueden limitar la
demanda y el código deontológico del psicólogo, así como las GAP.
Entendemos que esos textos son la base tanto de los conocimientos como de
las actitudes éticas y científicas que se requerirán a lo largo del proceso de
evaluación. En la tabla 3.2 se presentan las ocho GAP que rigen en este
momento cero del proceso de evaluación y que consideramos son entrenadas
a través de las tareas encomendadas.
Figura 3.4.—La demanda.
TABLA 3.2
Guías que deben actuar en la demanda
TABLA 3.3
Guías en la fase de primera recogida de información
1.1.2. Síntesis de las demandas del cliente y de los aspectos de la situación problemática
general.
15. El evaluador debe comprobar si la información recogida resulta suficiente para responder a
las demandas planteadas.
16. El evaluador debe averiguar cómo interactúan la persona y el contexto en el que vive.
Todo ello se ha arbitrado para que el estudiante sea capaz de cumplir las
GAP (de la guía 9 a la 16) y pueda llegar a establecer acuerdos con el
paciente y el cliente sobre lo que se va abordar a continuación (de la guía 17 a
19) como puede observarse en la entrevista, así como se establece
verbalmente un acuerdo con Pilar (la sujeto) y el hermano de Pilar (el
cliente).
III. CONTRASTACIÓN
Una vez establecidas las hipótesis y operacionalizadas éstas, a base de
deducir de ellas enunciados evaluables, procede la fase en la que el
evaluador, esencialmente, administra tests y otras técnicas de medida
(previamente ha de preparar los materiales necesarios) y analiza e interpreta
sus resultados con el objetivo esencial de verificar o no si las hipótesis se
cumplen (véase Fernández-Ballesteros, 2004).
En la figura 3.7 podemos encontrar la especificación de esas tareas a
través de cuatro subfases: 1) preparación de las técnicas de evaluación a
administrar; 2) su administración; 3) la corrección de los protocolos
recogidos, y 4) la interpretación de los resultados obtenidos. De esas subfases
se derivan un conjunto de guías que aparecen en la tabla 3.3 (de la 27 a la
44) 4 .
III.1. Preparación
III.2. Administración
III.3. Corrección
III.4. Interpretación
1.4. Procesamiento de la información: relación de los datos con las hipótesis planteadas.
1.4.1. Análisis de datos.
34. El evaluador debe revisar si todos los datos son sólidos y están libres de sesgos y errores de
codificación.
35. El evaluador debe valorar la calidad de los datos en relación con las hipótesis planteadas.
36. El evaluador debe analizar e interpretar los datos de las pruebas y demás procedimientos de
evaluación de acuerdo con las últimas normas, estándares y conocimientos disponibles.
IV.1. Preparación
2.3.2. Analizar si las circunstancias generales aconsejan volver a empezar, finalizar o pasar a
intervenir.
66. Si se requiere intervención y el evaluador no está cualificado para llevarla a cabo, el sujeto
debe ser enviado al profesional adecuado.
67. Cuando sea pertinente, el evaluador debe enviar un informe a los profesionales oportunos.
IV.2. Comunicación
IV.3. Valoración
CONCLUSIONES
NOTAS
4 Conviene resaltar que la subfase cuarta es especificada en las GAP con dos subfases: análisis e
interpretación de resultados.
Objetivos
• Aplicar las distintas fases del proceso de evaluación a un caso
práctico.
• Justificar las decisiones tomadas a lo largo del proceso de evaluación
del caso sobre el que versa el SIMAPE.
INTRODUCCIÓN
Formulación de hipótesis
1. Hipótesis de cuantificación:
Enunciados verificables
Con respecto a las subescalas del WAIS III (Wechsler, 1999), éstas son
especialmente útiles en el diagnóstico del deterioro cognitivo, además, en la
versión actual, se ha extendido el rango de los subtests por medio de la
incorporación de ítems más sencillos que permiten una mejor discriminación
en el extremo inferior de rendimiento, eliminando el efecto suelo que tenían
anteriores versiones y permitiendo discriminar a aquellas personas con
deterioro cognitivo. Por esta razón, son muchos los estudios en los que se
utilizan diferentes subescalas del WAIS III para evaluar deterioro cognitivo
(Mulet et al., 2005; Sánchez Rodríguez et al., 2004, Sullivan y Bowden,
1997). Además muchos de los patrones más comunes asociados a la
demencia tipo Alzheimer, según Grillo y Mangone, 2006, se corresponden
con diferentes escalas del WAIS III (véase la tabla 4.1).
TABLA 4.1
Patrones básicos de deterioro más comunes asociados a la demencia tipo
Alzheimer (Grillo y Mangone, 2006)
CIM < 85. Según los autores, el CI manipulativo suele verse más afectado
que el CI verbal en los sujetos con deterioro cognitivo; por tanto, esperamos
que Pilar obtenga una puntuación por debajo de 85 o, al menos, un CI
manipulativo menor que el verbal.
≤ 6 en el test del reloj. El test del dibujo del reloj. TDR (Battersby,
Bender, Pollack y Kahn, 1956) es una prueba de detección (screening)
sencilla, rápida y de fácil aplicación empleada tanto en la práctica clínica
como en investigación para valorar el estado cognitivo del sujeto. Evalúa
diferentes mecanismos implicados en la ejecución de la tarea,
fundamentalmente funciones viso-perceptivas, viso-motoras y viso-
constructivas, planificación y ejecución motoras. El TDR es muy eficaz en la
detección del deterioro cognitivo en pacientes con demencia tipo Alzheimer.
Esta prueba es altamente sensible (92,8 %) y específica (93,5 %) (Cacho,
1999), discriminando perfectamente entre sujetos con diagnóstico de
demencia tipo Alzheimer probable y sujetos sin tal patología. La puntuación
máxima que se puede alcanzar es de 9 puntos y el criterio de sospecha de
demencia sería obtener una puntuación menor de 7 puntos. Por esta razón, en
el enunciado verificable de la hipótesis 1 hemos considerado que Pilar
obtenga una puntuación ≤ 6 en el test del reloj.
TABLA 4.2
Administración de test y otras técnicas de evaluación
2.ª sesión (1 hora): comprensión (WAIS), rompecabezas (WAIS), cubos (WAIS), AVLT (pre),
entrenamiento, AVLT (post), GDS y AVLT (diferido).
Resultados
En relación con el primer supuesto, en primer lugar, hemos utilizado el
MMSE que es el test de screening o cribaje más utilizado por su alta
sensibilidad y especificidad en el diagnóstico del deterioro cognitivo. Su
punto de corte es de 24; sin embargo, los resultados deben ser interpretados
de acuerdo a diferentes criterios tales como la edad y el nivel de educación.
En nuestro caso, un resultado por debajo de 26 indica deterioro cognitivo,
dado el nivel de educación de Pilar. Por tanto, como la puntuación obtenida
por Pilar ha sido de 24, se cumple la primera condición para contrastar que
Pilar tiene deterioro cognitivo.
Así mismo, los resultados de las restantes pruebas utilizadas para
contrastar la primera hipótesis, nos informan de lo siguiente:
La puntuación de 6 puntos en el Rivermead (test conductual de memoria)
nos informa de que Pilar tiene un deterioro moderado de memoria. Categoría
en la que se clasifica a los sujetos que obtienen una puntuación entre 3 y 6 en
dicho test.
Con respecto al test de potencial de aprendizaje AVLT (BEPAD), Las
puntuaciones obtenidas por Pilar (AVLT pre = 3 AVLT post = 4 y AVLT dif
= 0) son similares a las obtenidas por personas diagnosticadas de demencia
leve; (de media: AVLT pre = 2,55 AVLT post = 4,65 y AVLT dif = 0,40),
sobre todo en lo que se refiere al recuerdo diferido. Puntuación que
discrimina muy bien a las personas con demencia. Pilar no ha conseguido
acordarse de ninguna palabra de las aprendidas cuando ha habido una tarea
distractora en medio (se aplicó la GDS entre el AVLT post y el AVLT
diferido).
Con respecto a los resultados obtenidos a partir de las subescalas del
WAIS (dígitos, comprensión, cubos y rompecabezas), excepto en
vocabulario, Pilar ha obtenido puntuaciones por debajo de los niveles
establecidos para su edad y nivel de educación. Además los estadísticos
básicos, CIV, CIM y CIT han sido de 97, 83 y 89, respectivamente. Según
estos datos el CIM es inferior al CIV, resultado esperable en personas con
inicio de demencia, debido a que los aspectos manipulativos son más
sensibles que los verbales a este tipo de problemas. Así mismo, si tenemos en
cuenta el superior nivel de formación de Pilar, incluso este promedio bajo en
los CI representa un decremento de 10 puntos en relación con el nivel
premórbido.
La puntuación en el test del reloj (PD = 5) indica que Pilar está por debajo
de la puntuación que limita la normalidad, ya que en este test la puntuación
máxima es de 9 y se considera que el punto de corte para detectar posibles
demencias está en 6 o menos.
Por tanto, se contrasta el primer supuesto referente a que Pilar presenta
deterioro cognitivo.
Por lo que se refiere al supuesto segundo, también queda contrastado, ya
que Pilar ha puntuado un 4 sobre 8 en el test de Lawton sobre actividades de
la vida diaria instrumentales. Básicamente, la información que hemos
recogido indica que Pilar tiene dificultades a la hora de preparar comidas, no
es responsable respecto a su medicación, necesita ir acompañada para realizar
cualquier compra y no es capaz de manejar sus asuntos económicos. No tiene
problemas para utilizar medios de transporte, lavar la ropa, cuidar la casa o
utilizar el teléfono.
En cuanto a las actividades de la vida diaria básicas, Pilar no tiene ninguna
dificultad para llevarlas a cabo, ya que ha puntuado 100 sobre 100 en el
índice de Barthel. Por tanto, el supuesto tercero también queda constrastado.
Pilar obtuvo una puntuación de 9 en el test de depresión de Yesavage. Esta
puntuación entra dentro del rango de la normalidad (0-9). Aun así,
considerando las manifestaciones del allegado y de la propia Pilar sobre los
cambios negativos que últimamente se habían producido en su estado de
ánimo, se procedió a hacer un diagnóstico diferencial y excluir una posible
pseudodemencia (depresión con síntomas cognitivos) (véase biblioteca
2.3.1.1), que en nuestro caso quedó descartada por no cumplir ninguno de los
criterios allí expuestos. Por tanto, los datos apoyan el supuesto cuarto, que
hace referencia a que Pilar no tiene una depresión.
Por último, en el tabla 4.3 se presenta la escala CDR, que se utiliza para
establecer el estado evolutivo del nivel del deterioro. Esta escala permite
determinar en qué grado de demencia se encuentra el sujeto
TABLA 4.3
Clinical Dementia Rating. CDR (Hughes et al., 1982)
Individuo Demencia Demencia Demencia Demencia
Normal Posible Ligera Moderada Grave
CDR 0 CDR 0,5 CDR 1 CDR 2 CDR 3
Memoria Sin pérdida de Trastornos Pérdida moderada Pérdida grave Pérdida grave
memoria ni leves de de la memoria de la de la
olvidos leves. memoria; sobre todo para los memoria. memoria.
evocación recuerdos recientes, Sólo se Sólo se
parcial de los con repercusión de conserva conservan
recuerdos; la vida diaria. material recuerdos
«olvidos fuertemente fragmentados.
benignos». consolidado.
Los
recuerdos
recientes se
olvidan
rápidamente.
INFORME PSICOLÓGICO
DATOS PERSONALES:
Nombre: Pilar
Sexo: mujer
Edad: 61 años
Estudios: secundarios completos
A petición de su familia
Fechas de exploración (5, 12, 19 y 26 de febrero de 2004)
Realizado por: LZC (n.º colegiado: 7.897).
DEMANDA Y OBJETIVOS:
DATOS BIOGRÁFICOS:
Nació en Madrid, donde ha vivido hasta la actualidad. Es la menor de tres hermanos (un
hermano y una hermana). Viuda desde los 40 años, a partir de entonces ha trabajado llevando un
estanco, actividad que en la actualidad no realiza por no encontrarse capacitada para ello. Su vida
social ha sido muy activa e incluso aún hoy lo es, ya que tiene muchas y muy buenas amigas a las
que ve frecuentemente y con las que realiza actividades y entretenimientos. Además de sus amigas,
también recibe un importante apoyo de sus hermanos y sobrinos.
TÉCNICAS Y PROCEDIMIENTOS:
Funcionamiento cognitivo
MMSE = 24. Esta puntuación está dos puntos por debajo del funcionamiento cognitivo
considerado normal para el nivel de educación del sujeto.
Memoria
Rivermead = 6. La puntuación de seis puntos en el Rivermead (test conductual de memoria) nos
informa de que la cliente tiene un deterioro moderado de memoria.
AVLT (pre) = 3, AVLT (post) = 4 AVLT diferido = 0 ; resultados muy similares a los obtenidos
por personas diagnosticadas de demencia leve. Sobre todo, el hecho de que la sujeto no se acordara
de ninguna palabra en el AVLT diferido discrimina muy bien a las personas con deterioro cognitivo
de aquellas que simplemente tienen fallos de memoria asociados a la edad.
CIV
Atención: Digit span (WAIS): PD = 9; PE = 8
Test de vocabulario de WAIS: PD = 40; PE = 12
Test de comprensión del WAIS: PD = 14; PE = 8
Suma de puntuaciones escalares: 8 + 12 + 8 = 29; puntuación proporcionada a seis pruebas = 58
CIV = 97
CIM
Test de cubos del WAIS: PD = 11 PE = 6
Test de rompecabezas: PD = 18 PE = 9
Suma de puntuaciones escalares: 7 + 9 = 16; puntuación proporcionada a cinco pruebas = 38
CIM = 83
CIT
Suma de puntuaciones escalares verbales y manipulativas: 58 + + 38 = 96; CIT = 89.
Su CIT está por debajo de 1 desviación típica de lo normal para su edad y nivel de educación.
Depresión
GDS: 9. Puntuación que indica que la sujeto no tiene depresión ya que según esta escala, una
puntuación entre 0 y 9 se considera dentro de la normalidad.
AVD instrumentales.
Escala de Lawton. Ha obtenido un 4/8 en el sobre actividades de la vida diaria instrumentales.
Básicamente, la información que hemos recogido indica que la sujeto tiene dificultades a la hora de
preparar comidas, no es responsable respecto a su medicación, necesita ir acompañada para realizar
cualquier compra y no es capaz de manejar sus asuntos económicos. No tiene problemas para
utilizar medios de transporte, lavar la ropa, cuidar la casa o utilizar el teléfono.
AVD Básicas.
Índice de Barthel.
PD = 100/100. Indica que Pilar no tiene ningún problema a la hora de realizar actividades de la
vida diaria básicas.
INTEGRACIÓN DE RESULTADOS:
CONCLUSIONES Y RECOMENDACIONES:
Se trata de un deterioro cognitivo compatible con una demencia en fase leve (CDR 1), con una
evolución de aproximadamente dos años.
Se recomienda que la paciente sea enviada a un neurólogo para que éste proceda a realizar
pruebas específicas que determinen las áreas afectadas así como el tipo de demencia y de esta forma
proceder a recomendar a Pilar el tratamiento correspondiente, y, en función del diagnóstico médico,
se aconseja que acuda a un centro especializado donde pueda realizar un programa de
psicoestimulación y un tratamiento integral de la posible demencia.
CONCLUSIONES
NOTAS
© Rocío Fernández-Ballesteros, María Oliva Márquez, Carmen Vizcarro, María Dolores Zamarrón
© Ediciones Pirámide (Grupo Anaya, S.A.), 2018
Calle Juan Ignacio Luca de Tena, 15
28027 Madrid
piramide@anaya.es
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