Imperio Interiores 2a Formacion

Imperio Interiores 2a Formacion.
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Imperio

SECRETARÍA DE CULTURA
Alejandra Frausto Guerrero
Secretaria
Marina Núñez Bespalova
Subsecretaria de Desarrollo Cultural
CENTRO CULTURAL TIJUANA

Galia Vianka Robles Santana
Directora General
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Subdirector de Promoción Cultural
Francisco Godínez Estrada
Subdirector de Exposiciones
Claribel Bernal Cruz
Subdirectora de Educación y Gestión
Roberto Nogami Monteverde
Subdirector de Comunicación, Memoria
y Documentación de las Artes
Omar Silva Grimaldo
Coordinador de Literatura
ISBN: 978-607-631-167-7
Primera edición: diciembre 2022
D. R. Julia Melissa Rivas Hernández
D. R. Centro Cultural Tijuana
Todos los derechos reservados. Bajo las sanciones establecidas por las leyes,
queda rigurosamente prohibida, sin autorización escrita de los titulares del
Copyright, la reproducción total o parcial de esta obra por cualquier medio o
procedimiento, comprendidos la reprografía y el tratamiento informático, así
como la distribución de ejemplares mediante alquiler o préstamos públicos.
Impreso en México / Printed in México
Imperio
de Julia Melissa Rivas Hernández, se terminó de imprimir el 30 de marzo de 2023,
en los talleres de Ingramex.

Imperio
Julia Melissa Rivas Hernández
Premio Nacional de Poesía Joven,

Raúl Rincón Meza 2021

A Manuel Parra Aguilar, porque juntos
seguimos habitando la casa
La escritura puede volverle a una loca.

Tienes que llevar una vida serena, bien pautada, de clase media.
Si no, irrumpe la locura
Clarice Lispector
Escribo porque me resulta un placer que no puedo traducir. No

soy pretenciosa. Escribo para mí, para sentir mi alma hablando y
cantando, a veces llorando...
Clarice Lispector

Su investigación del mundo no humano, para entrar en contacto
con lo neutro vivo de las cosas que, sin ellas pensarlo, estaban
sin embargo vivas
Clarice Lispector
Siento una claridad tan grande que me anula como persona

común y corriente. Es una lucidez vacía, ¿cómo explicarlo?, algo
así como un cálculo matemático perfecto que, sin embargo, no
se necesita. Y no entiendo aquello que entiendo
Clarice Lispector

Salvo de noche
Alguien espera que todas las luces cedan a la oscuridad,
espera que el llanto
—copioso instrumento de la desdicha—
caiga en lo profundo de la mirada.
Mano a mano,
la luz reconcilia,
la luz esconde lo que la mirada calla.
11

Migraciones
Un día los hombres partirán.
Ese viaje será el inicio de algo inesperado.
Eso será repentino y aguardo atenta, sigilosa.
¿Hacia qué sitio partirán los hombres y sus costumbres?
Su destino algo tiene que ver con la conciencia y su significado;
algo como eso sé, solo eso y nada más.
12

Lugar
Esto de aquí es el sacrificio de la mente,
ser una visita en mi propia casa.
Eso que se oye es la palabra que le significa,
la palabra,
la inexplicable vida.
Aquello es el hueco donde mi corazón se ha vaciado.
Y esta es la palabra que me significa,
la palabra,
la inexplicable vida que, en su amor a sí misma,
se exige el vivir.
13

Determinar
Esta es la palabra esencial,
la que comienza a nombrar con la mirada.
La palabra esencial es del hombre y sus iguales.
Las cosas y los objetos nos llaman mediante gestos y sonidos que
no logramos descifrar,
son significados que se acumulan para sí, durante siglos.
14

Imperio
Alguien ha sitiado la ciudad.
Alguien ha sitiado el reino.
Se aproxima la hora de confirmar los manuscritos y relatos.
Mas los invasores desconocen que de cada carbón,
de cada ceniza gris,
es lo que se reconstruye una vez más el imperio.
15

Empezar
Esto que sientes es un breve preámbulo de la acción;
esto que oyes es un sonido seco que eriza la piel.
Esto que ves es el llanto de los huesos que crujen,
es el llanto del cuerpo que se jacta en lo inocente.
Jamás se escribe de lo que se conoce.
Nunca se escribe de lo que se vive.
Ahora lo sabes: Otra vida es el tema.
Siempre.
16

Para no olvidar
Recuerdo:
todas las leyendas y narraciones me pertenecen,
todos los cantos que trastocarán cualquier juicio
y harán de la vida esa crónica infinita,
toda esa pulcra tribulación.
Los grandes relatos son míos, los recuerdo aún.
Sin temor a la muerte, dejo constancia de que todo lo que me perte-
nece está en mí.
Olvidar es la sugerente idea que ronda siempre,
seductora como un misterio anónimo,
indescifrable siempre.
17

Condición
En tinieblas está la propensión al deseo.
A tientas, busco el fruto bofo y de empalago que nadie, salvo yo
poseo en esta oscuridad.
Esto que no ves es un árbol que tiene un único fruto.
Esto que no ves es un bosque que en la niebla recorro,
a tientas.
18

Alguien conocido
Desconocida de mí como por sorpresa,
dar vida implica el conocimiento del otro,
de ese personaje que a la deriva sitúo en la página.
Sé de muchachas que en su asombro encienden lámparas en la
oscuridad;
conozco a chicas que, codiciando, han acariciado la eternidad.
Sé que solo este conocimiento concibo como individuo.
Ignoro si en mi decir he acertado.
19

De una chica y una estrella
Y esta es la hora en donde todo lo creado resplandece,
donde conozco la aprobación de constituir la vida.
Misterio de cosa andante que tiene la capacidad que yo, en pereza,
concedo.
20

Tiempo de astros
Incómodamente escribo,
me incorporo,
veo de un lado a otro;
sospecho alguna frase y enmudezco.
Escribo en un silencio indecible entre los dos,
diálogo mudo que ronda cualquier recinto.
Es la hora del asombro.
Escribo:
Es la hora del deslumbramiento y de escribir de ese ansiado ene-
migo que ronda como un instinto esencial a cada hoja en blanco.
21

Mensagem breve
Conozco este deseo de gloria,
canción que suena y suena, sin ser igual alguna vez.
Frente a la creación, la voz jamás es única y sin satisfacción aparente.
Este desengaño es preciso encontrarlo en la opulencia de vocablos.
Ritmo lento que se entona en voz baja.
22

Donde se enseñará
Me rindo a las mansas evidencias del reino imaginario mediante
la cándida labor de vivir.
Nadie reina su propia tierra.
Todo lugar propio en el que el Yo será una adquisición para nuevos
e inquisidores ojos frente al signo de ceniza y fuego que sustenta
este reino.
23

Advertir
Es en la madrugada de la palabra,
imprevista como el último pensamiento antes de morir o dormir,
da igual.
Un signo,
un símbolo.
Vida que llega para nunca quedarse.
Diálogo que comienza entre nosotros, compañero.
Como una discreta felicidad clandestina.
24

Quien fue
Empeño por cubrir de humildad todo lo que sale de mi boca,
minuciosa y bellamente pintada.
Empeño: ciertas condiciones son nuestras por antonomasia.
Frente al espejo,
con los ojos cerrados palpé mi nombre, sabiendo que esta mujer de
ficciones reunidas
tuvo como deber una palabra nueva, repetida desde siempre.
25

De ser fuego
Sin querer supe que no puedo vivir aquí,
en el oficio riguroso de concentrarse en lo real para la vida de lo
imaginario.
Ser una lámpara encendida es solo útil en la oscuridad.
26

Incentivo
Esta es la vida refinada de la mente.
Una extensión de lo existente y del porvenir,
una constancia
—de alguna manera—
de un perfecto y espantoso corazón que muere día a día
a causa de la más horrible tentación que el lenguaje impone.
(En el poema, siempre en el poema).
27

Entonces cuento
En esa época la rosa se me presentó como posible,
de su fuga el camino arduo y de fuego formó la imitación de lo que
puede ser su aroma.
28

En el oficio riguroso
Pese a todo, la realidad me supera como animal necio, como
animal terco,
acecha el espacio de la mente cuando esto escribo.
Intento superar el fracaso y la rabia,
roer sustantivos,
rasgar símbolos,
gozar terriblemente el hacerme desistir.
Derrotada,
hago a un lado la sospecha que me provoca toda existencia,
todo suceso.
Y creo una vez más haber trabajado lo suficiente como para merecer
un descanso de adivinar lo imaginario.
29

Unidad
Cada cosa es un vacío,
vacío pleno que se extiende y libera en lo real,
creciente de significados que todo lo divisa.
¿Por qué mencionarlo en el tiempo de lo imaginario?
Pese a esto, aún en pleno día se puede dormir tranquila en
cualquier tiempo y lugar,
imaginario o no, se puede escribir.
30

Una forma de verlo
En cuanto al futuro,
todo lo que se niega se olvida y muere sin esperanza de resucitar.
Escojo el destino de intuir mi mente,
así olvidaré mi vida, olvidaré lo que en ella he vivido.
El testamento que hago a diario, lo escribo frente a la oscuridad,
firmo el testamento como la hija de Pinkhas;
como Clarice, hija de Pinkhas.
31

Algo se supone
Deliberadamente, porque intuyo algo,
cierro los ojos; voy con las manos extendidas.
—Esta es la hora del deslumbramiento— palpo.
Es el tiempo de ser de alguna manera lo que el yo quería ser,
quien lleva en una bolsa de mano el peso entero de una bola de cristal
y el peso entero de un mundo posible,
habitable.
32

Casi de verdad

Entre el recuerdo
y la literatura
Al recorrer de las calles se une mi voz a la voz de los que hablan,
mas nadie responde.
Podría llamar, enviar cartas y esperar; esperar ese largo y te-
dioso tiempo para que absolutamente nadie esté donde busco sin
encontrar. Tampoco estás tú, hora mía, estrella mía; no están las
pasiones ni la gris penumbra que antes me aguardaba.
Esta ciudad es la ausencia donde cada esquina, cada doblar
de calles, celosa, aguarda un posible encuentro con lo esperado.
Y es entonces que extraño la hora acordada, la cita exacta
en el lugar de siempre; extraño aquello que me era familiar entre
la Universidad de Federal do Rio de Janeiro; extraño el recorrer de
bulevares, avenidas, calles más allá de las rojas tierras del norte.
No es tan ordinaria esta asamblea de extraños que de alguna
manera me reconocen como una intrusa.
34

Un día como cualquiera en la casa
Gurgel Valente, antes del crepitar
del aceite
He tenido los pensamientos más finos y luminosos en los días soli-
tarios, al sonar de una cuchara que se agita en el crepitar del aceite,
al escuchar la caída de los condimentos sobre la carne cruda, cu-
bierta a ras del agua.
No encuentro fin alguno en la hermosa gloria de una sin-
fonía a la soledad, una oda en la luminosa compañía de los seres
imaginarios y me obstino en ocultar el placer que ser pensante, si-
lenciosa y bella alguien me ha otorgado.
Si al llegar cansado de algún lugar lleno de trajines y trabajos
me preguntas, responderé: no hice nada el día de hoy; pasé el tiem-
po, cociné; fui mujer un día más, nada asombroso realmente.
35

En el denso y sólido extremo
de la vigilia, mientras se inicia
un juego de palabras
Donde la distancia y el hollín corrompen, encuentro la ciudad entre
el concreto, encuentro una flor discreta que en él florece. En el ex-
tremo del cansancio he recorrido lugares con los pies húmedos, con
mi cabeza cubierta de una lluvia apenas ligera, y he extrañado cada
una de las voces de Recife, cada una de sus secas voces. Entre las
gentes que no conozco, entre la anciana que adivina la suerte en ta-
zas de café e interpreta las escupideras, las cosas sencillas fluctúan
en necesidades inmensas e insostenibles.
Donde la distancia y el hollín corrompen, he necesitado una
casa, un lugar, una silla en el denso y sólido extremo de la vigilia.
Mas espero y vislumbro que de nuevo una flor, que yace en
lo inquebrantable, es solo una flor sin raíz.
36

La hora de la vivencia la da el reloj
que se encuentra en una esquina
de la sala
Hora de la vivencia es esta, por si acaso lo digo.
Hora de la vivencia es; hora del singular atraso, de mirar al
reloj que marca las vivencias, de leer tu amable testamento en el
borrado aire de las cosas sin vacío. La voz de los poetas la leen mi-
nuciosamente, tallan una imagen a un dios desconocido.
¡Hora de la vivencia es esta!, dice el dios al que llaman los
poetas en medio de las verdes manecillas del reloj que avanza.
¿Y si las horas, y si los tiempos, y si los poetas, y si las imágenes
del dios fueran vivencias y las vivencias del silencio al que temen los
poetas fueran un dios implacable que se hace temer y callar de tanta
tribulación?
Aun ahora, en este vivir, busco
–por si acaso–
los indicios de la palabra
aprendida, palabra que pronuncia la boca de ese otro indiferente dios.
37

La realidad espera en algún lugar
escondido de Arcoverde
a media tarde
De regreso, la ciudad no existe.
Sus avenidas y calles se abrevan en abismos e invisibles rezos.
¿Dónde puedo descubrir lo que apenas recuerdo en las calles
que no veo?
No en la gran avenida ni en algún lugar escondido de Arcoverde.
Algo como la niebla es lo que la memoria sostiene durante
el día y la noche.
Recuerdo: hay un adiós con miradas esquivas de gente que
no conocí, la libertad de un libro abierto que no terminé bajo la mis-
ma luz de ninguna vela, pan a medio comer y un agua tibia que no
bebí. Hasta luego –dije– hasta luego.
En la trayectoria de regreso encontraré el indicio: nada perdura.
Porque la realidad me espera, y es a ella adonde voy.
38

Sostengo una lámpara en la
oscuridad aluzando un lugar
que la memoria soporta
Sin oficio alguno, salvo el de esperar algún lugar que la líquida me-
moria soporte.
¿Qué se puede esperar en un terreno donde poco o nada se
conoce, donde poco se comprende y se acierta a vivir?
Seré optimista y me diré: Tengo programada una cita, a la
hora del brigadeiro y el café.
(Seré optimista)
Aislarme en la ciudad en la que apenas me adentro es cosa
del tiempo, es simplemente partir y salir y llamar a aquellos que me
ignoran, como el polvo.
En el terreno pálido y deslucido de la ciudad, viví el momen-
to de asombro que deslumbra, pero nunca enceguece.
39

Esperando en la realidad sin
conocer el mundo dentro del mundo
En más de una ocasión todo individuo se preguntó sobre el tiempo.
No soy la excepción. Soy un ser vulgar, medito sobre lo que otros
han meditado por medio de las horas que se van y las que están por
llegar sin ser supuestas. ¿Podría saludar a las horas? ¿Podría dejar-
las pasar sin asombro del recuerdo? El recelo de mi estado joven y
su perenne agudeza me inquietan lo suficiente. ¿Dónde quedarán
las horas que pasan, donde ni el tiempo, ni las horas, ni las azuca-
radas palabras son importantes cuando las pertenencias adquiridas
son la primicia en la oscuridad? Olvidaré, partiré, dejaré atrás algu-
nas decisiones y con paciencia esperaré en la realidad.
40

Un rezo que se dice de noche,
de día y en medio de la lucha
con el lenguaje
Decir: ¡mi Dios! Como un rezo en sí mismo, como un llamado fu-
rioso de ayuda y rezar todo el día y pasada la noche; después del
desvelo rezar como si de ello dependiera la salvación de mi alma,
nada más.
No quiero verme de rodillas frente al dorado altar.
He profesado la fe de los solitarios con una felicidad mera-
mente clandestina, y solitario es mi silencio, tan insondable, que
repito: Dios mío, mi Dios, soy yo quien te ha abandonado.
41

Como si de un pan o la vida
se tratara
Con la ardua dulzura de la tregua, te veo crecer, Chaya Bat Pinkhas,
hija de Pinkhas, te veo levantarte en tu lento y silencioso tiempo, te
oigo hablar de la tierra prometida.
Nunca un objeto ha sido tan vivo, nunca alimento ha sido
tan sereno.
Dentro de ti crece una fauna de elogios a ti misma.
Pero es ahora que lo sabes: nunca serás más que polvo.
42

Con un pie en el abismo, jugamos a
mantener el equilibrio propio
Hasta los límites de la tierra comeré de este añejo pan, objeto de
mi existencia en cualquier tierra prometida. Levantaré lo propio, mi
sustento diario, mi pertenencia. Mi vida la mediré en un efa, régi-
men exacto que en mis manos será como una promesa, como una
semilla que contiene todo lo que por ella crecerá, como la eternidad
de mi alma y lo perenne de mi cuerpo.
43

Solo un tiempo me he saciado
persiguiendo mariposas
de palabras hechas
Soy un ser semejante a los demás. Veía todo lo hecho por mí. He
creado todo cuanto es hermoso: Caminos y veredas que he pisado
fuerte y rotundo, moliendo los que a mi antojo encontraba innece-
sarios, llevaran a donde llevaran.
He creado vasijas con mis manos, vasijas que rompo a mi
antojo, contengan el rojo vino que se derrama en la copa, el agua
cruda o el oloroso vinagre, saciedad para cualquier cansado; he
creado ropas hermosas para rasgar, ropas para llenar de polvo y sal.
He llevado esto y más a la sublime consumación de las cenizas.
He creado este pan del cual me alimento. Lo he comido, me
he saciado apenas un poco, por un tiempo perenne.
Mas desconocía este pan del cual vivo, desconocía su sabor
y sus bondades.
Yo vivía del polvo, de la sed y milenios, y de este añejo pan de
toda palabra, este pan que sale de una boca que profetiza.
44

Frente a la palabra dicha que quieta
resguardo entre mis manos
He tenido el valor de hacer de mi mente una tormenta, con toda la
conciencia de que en algún momento de ella algo pueda venir, rápi-
do y por sorpresa para poseernos.
¿Por qué hablo en plural?, me preguntas. Porque es fácil ha-
cer del yo un miedo colectivo con el encabezado de un diario, de
todos los diarios, con sirenas estruendosas que pasan ululando por
la ciudad.
He sido valiente por todo esto que, sin embargo, es digno de
terror y que resulta necesario en medio del fuego.
45

Esperando en la sombra del
tiempo mientras un reloj avanza
pausadamente
Hace mucho tiempo que el momento acordado se fue. Olvidé la
razón del encuentro y la distancia y las palabras y los innombrables
deseos por verte. Olvidé ese ciclo que no cerré; desconocí las razones
de la mente (la extravagancia de esta). Desconocí la mayoría de sus
inmensas ventanas y puertas, desconocí su eje de equilibrio y mi
razón de espera cerca de mi corazón, esa pequeñísima bestia salvaje.
46

La sombra de mi alma es la vida de
mi pertenencia a cualquier hora
Ha pasado tiempo y con él todo aquello reconocible entre calles y
concretas avenidas. No pretendí ser alguien a quien se reconoce,
alguien a quien la gente se disponga a saludar con afecto.
Los anhelos poco tienen que ver con lo anteriormente conce-
bido, porque si de algo he de estar agradecida, es con la sencilla vi-
vencia de la constancia, las visitas esperadas, las citas que se cum-
plen puntualmente, la dicha y algunas tazas vacías en las mesas del
oscurecido café, algunas migas de pan, ese alimento.
Porque de la sombra de mi alma es el cuerpo, de la sombra de
mi alma es el cuerpo, nada más.
47

Saber que se está
viviendo

¡Sí, escribía! Escribía, atendía al teléfono, los niños gritaban, el
perro entraba y salía... La manzana en la oscuridad fue así...
Clarice Lispector
Al final, ¿qué importa más: vivir o saber que se está viviendo?

Clarice Lispector

I
Esta es una muchacha que perderá su ser,
aquellos de allá son dos hermanos que se untarán de lodo las rodillas;
habrá una niña pelirroja y solitaria,
también una blanca gallina…
Y comienzo:
Sigo, busco y encuentro
(¿esta es la palabra exacta?).
Continúo hasta que un llanto de niño explota
o hasta que una cacerola con agua hirviendo se desborda sobre la
oscura estufa.
Se necesita ser alguien que preste atención a los deberes cotidianos
y de rigor, el cuidado de los niños,
la comida caliente de cada día servida a la mesa;
la realización de la vida no puede esperar.
Tú, extenuante y severo día de trabajo,
tú me haces olvidar lo que buscaba.
(Es con la palabra que indago todo cuanto sea posible).
53

II
Siempre recordaré Brasil,
país sin esquinas que retiene extraños rostros en cada palabra dicha.
Los lugares comunes me confunden, no solo con su cegadora luz
que todo lo pronuncia.
Brasil cuestiona mis hábitos de cigarros en bares con mesa sola.
Pese a todo,
sé que nunca recordaré Brasil como Brasil mismo.
54

III
Voy a colocarme en el vacío, mirar de un lado a otro,
alguien me espera en el sólido extremo de la vigilia.
¿En realidad alguien me espera?
No es que sea yo quien pronuncia estas palabras
con la certeza de que eso es lo que sucede, o lo que quise decir.
¿Qué pasa si digo exactamente lo contrario y nadie me espera en
el total vacío?
Mi endeble corazón anhela una seguridad diferente a esta.
Regreso y reconozco que mi único sitio posible para crear
es aquel en el que debo guardar equilibrio ante el vacío
y no caer,
jamás caer.
55

IV
Desde un tren en movimiento que contenía una amplia variedad
de pasajeros
oí cantar “Brasil”.
Desde un tren en movimiento, en una tarde de viaje, oí cantar “Brasil”
con un canto agudo que varios bandeirantes entonaban; ignorando
que todos nosotros los oiríamos apenas unos minutos.
De aquel canto entono este nuevo canto,
de aquella acción se realiza esta otra acción donde los bandeirantes,
que agudo cantaban,
hoy son un recuerdo junto con aquella tarde.
De aquella única tarde.
56

V
A bordo del tren, una mujer piensa:
Llevo conmigo los libros que tú me diste.
¿Te preguntas cómo sé lo que piensa esa mujer en el tren?
Yo también me lo pregunto y tiemblo por contener más
pensamientos que los propios.
Esa es una razón inmensa para temblar y cuestionarse,
es una inmensa razón para un corazón estremecido.
¿Somos tú y yo o es la mujer en el tren la que piensa llevo conmigo
los pensamientos que tú me diste, los llevo escritos en una hoja limpia
y cuidada?
Yo llevo conmigo tus pensamientos y los míos,
sé que los llevo,
sé que mi corazón también los alberga.
Y de nuevo tiemblo.
57

VI
No es que me guste viajar, sin embargo, no puedo evitar buscar algo
cuando llego a mi destino.
En Madrid visité el Mercado de San Miguel,
donde me aburrí a mares oyendo a los madrileños maldecir sin ganas,
un poco ebrios de ellos mismos.
En Buenos Aires, apenas me dejaron los mareos y las náuseas del viaje,
busqué un vestido informal para visitar los grises Bosques
de Palermo y pensar en mi chica norestina.
En São Paulo me puse un sombrero para el sol y casi corriendo fui al
Jardim da Luz,
buscando a las personas amigas.
Pienso en cómo será el llegar a mi muerte:
será la hoja en blanco,
será mi fortuna siempre nueva,
será mi presencia frente a estos lugares desconocidos.
58

VII
Aquí las noches son como las de cualquier lugar:
llenas de olorosas cenas, con vasos colmados de vino
y plateados cubiertos que repiquetean mientras el olor de un
estofado se enfría
y el vapor del agua para el café inunda la cocina.
Las noches de hoy no las quiero para mí, no las quiero.
Las altas casas donde levanté una copa y brindé por cada uno de
los comensales, yo las recuerdo.
Recuerdo aquellos comedores,
las mesitas de centro,
las palabras pronunciadas;
recuerdo haber brindado en un patio,
debajo de parras secas.
Estas noches de hoy no las quiero para mí, no las quiero.
Dejaré las maletas de mis recuerdos en los mismos sótanos y en los
mismos abismos.
59

Estoy cansada.
Quiero brindar por mí y mis pies inmóviles,
brindar por la cocina sin olor, sin vida ni movimiento;
brindar por un mundo quieto, silencioso.
60

VIII
Los ruidos que este lugar confiere son abundantes.
Sé de los sonidos del tren y sus vías entre las voces de las mujeres
y niños;
sé del silencio de los hombres que inmóviles observan todo desde
su rigidez.
(Los ruidos de las amarillas sendas podrían llevarme casi a
cualquier lugar).
Idéntica a mí soy en Buenos Aires,
y en México he sido muy semejante a mí.
¿Algo pierdo cuando pido un boleto de metro o de subte entre la
gente que cansada vuelve a sus labores o regresa al hogar?
Solo su dominio y su mundo.
Escudriñaré a los hombres silenciosos,
volveré la mirada a los ojos de los niños y las mujeres;
alguien también me mirará.
61

Nada pierdo cuando encuentro a alguien más entre la gente que
me observa,
nada pierdo cuando encuentro a alguien semejante a mí que se aleja,
sin marcharse.
62

IX
Entrar en el espacio de lo desconocido
—dicho con voz de poeta—
es un oficio de misterios, un trabajo de los lejanos días.
Dicho así, es una total entrega a lo improbable.
En términos reales y en términos también cotidianos,
entrar en el espacio de lo desconocido es simple:
como la elección de una moneda dentro del bolso,
como el doblar en una calle por conocer,
como la intriga total frente a una palabra,
como frente al lenguaje de los otros.
He insistido en más de una ocasión que no me gustan
las migraciones;
mas, frente a la posibilidad de la palabra, todo cambia,
todo es trabajo:
un sublime aspecto de discursos.
63

X
Y aprendes a través de la oscuridad.

Hilda Hilst
La noche desciende sobre todo lugar.
He vivido en diferentes ciudades y en muchas regiones,
he traspasado imperios y reinos con los nombres que desconozco,
con varios y diversos espantos,
como quien enciende lámparas en la premura de una oscuridad.
La noche llega siempre,
llega de manera precisa a diferentes horas.
Me encuentro en el asombro de recordar el sol que alumbra Brasil,
mientras enciendo una luz en una penumbra distinta.
La noche de hoy es algo a qué aferrarme en medio de otra noche,
la noche de las distancias en una sala vacía,
la noche de las palabras.
64

XI
Miraré más de lo que pude imaginar en una sola hora de mi vida.
Memorias forjadas en piedra con rostros desconocidos para mí,
árboles más ancianos que cualquiera de nosotros habitando
esta tierra,
veredas interminables, cubiertas por enramadas doradas y
de color cobre.
Miraré tu rostro.
Puedo pasar horas enteras esperando visualizar este viaje,
escuchar, ir a lo desconocido que es cualquier lugar.
Porque con la máquina de escribir sobre mis piernas me basta con
ver,
salir,
fumar,
salir,
salir,
salir.
65

XII
Yo soy quien debe hablar poco de mí.
Durante las horas inmensas hablo y hablo de otros,
hablo de lugares, de calles, de sensaciones e impresiones.
Durante horas hablo de las horas en el oficio solitario que conozco
y en el que no existe la necesidad de decir Yo
—a menos que me lo exija—.
Esto es un juego, un equilibrio de palabras.
Si alguien me ve por la calle y grita mi nombre o mueve su mano
saludándome,
seré cordial, saludaré, haré las preguntas acordadas,
hablaré de mí, solo un poco;
quizá después alguien hable también de mí como un deber sobre
la palabra y el lenguaje.
66

XIII
Puedo concentrarme como quien sobre sí misma vuela.
Mente curiosa que no se posa en algún lugar fijo.
Aquí y ahora, soy un minuto de cualquier hora,
un minuto preciso o de cambio,
un minuto imprescindible en el futuro de cualquier tragedia,
de cualquier bienaventuranza.
Aquí y ahora, me conozco firme en el discernimiento de que todo
es mutable
y avanzo hacia esa mudanza de rostro, de cuerpo y posible
naturaleza humana.
He aquí una vez más en el oficio riguroso de saberse existencia,
permanezco firme frente al abismo de mi vida.
67

XIV
Estas vidas son hechas por la mano del hombre,
legión de hombres, legión de vidas:
la de una muchacha,
la de dos hermanos,
la de un perro.
¿Qué es la mano del hombre para formar vida?
¿Qué es la mano de dios para formar vida?
¿Qué es mi mano para formar vida?
¿Qué es este oficio creador que al mismo tiempo es hermoso y grotesco?
Como barro de hombre obediente a imagen y semejanza, creo
para mis iguales.
Como persona imbécil y risible, pese a mi mano firme sobre
un pecho latiente,
creo sin saber cómo y en qué momento recibiré la incómoda visita
de una muchacha, dos hermanos, un perro.
68

XV
Por esto hago lo que debo,
por el gusto agridulce a pereza y angustia del amor,
por el mito del sabor solemne que el habla posee.
Hago del lenguaje un plato caliente y nominal.
Esto lo he afirmado en varios instantes trascendentes que en
vano conmemoro.
Me consta haber probado y degustado el amor en cada forma
del lenguaje,
y he dicho que he amado.
69

XVI
Y fue a la hora del pastel y las galletas,
de la humildad dentro de lo cotidiano,
dentro de lo movible, como lo es todo.
Sé que no importa lo que tenga en la mesa, junto a la pluma;
no importa que tenga a la mano, qué sé yo,
un cigarro, una taza de té o de café, mi vaso de Coca-Cola.
Era la hora del pastel y las galletas,
cuando las mujeres hablaban de las compras, de la comida
y la cena, de los niños y la escuela,
en esa hora exacta fue que llegué gozosa a la concepción de la idea.
No tuve que sacar la tinta, tampoco quedarme absorta;
solo tuve que esperar y llegar a casa.
Tras esa dicha de reposar el pastel y las galletas,
tras esa dicha de reposar la idea y la expectativa para escribir
de esto que en el poema existe,
sin un dolor o un sentimiento arrebatado,
existe sin esa sensibilidad ficticia del poeta fingidor.
70

XVII
He dicho: La palabra tiene sus terribles orillas.
Sé de esto porque medito en mis pasos;
he sopesado en esas orillas,
he caminado en ellas,
he guardado su equilibrio.
Conozco lo que hay más allá de esa orilla:
el caos y el delirio de perder el hilo de la idea,
perderla y verse en la necesidad de gemir ante el lenguaje.
Todo esto he dicho y me he vuelto eterna.
Irremediablemente eterna en Praça Maciel Pinheiro,
terriblemente eterna en todos lados.
71

XVIII
¿La gente te llama extranjera por el acento?

Affonso Romano de Sant’Anna
Puedo verme a mí misma otra vez, me veo moviendo un cigarro en el
aire, tratando de presumir las maravillas de una mente confundida.
Me veo reproducir un momento, otro y otro semejante.
¿Soy un poco seria?
¿Este es mi rostro demasiado serio y mi boca un tanto hermética?
Me apagaré a mí misma;
basta del lenguaje y de las loas a pequeñas cosas.
De nuevo quiero una Coca-Cola. ¿Es su tiempo y su siglo, no?
Recuerdo haber dicho algo semejante…
Esta es la eternidad, Affonso.
Esta, como bien lo sabes, es la superficie de la eternidad.
72

XIX
Aun si ese fuera mi deseo,
no podría tener la mente que existe en esto que escribo,
esa otra mente que pongo como adorno en el interior de mi cabeza.
Es el pensamiento una corona, una carcasa.
¿Quién podría saberlo?
¿Quienes la observan?
¿Quien la lleva puesta?
73

XX
Tratamos de construirnos mediante algo que no somos.
Lenguaje, imagen, los números del universo que resuenan en un
duro platillo que solo hace ruido.
¿Por qué tengo la osadía de buscar?
Pronto desistiré,
después de escuchar el ruido que hace mi corazón.
74

XXI
En mi vida busqué la palabra,
decir con ella todo lo vivido.
Pero la palabra más significativa será escrita el día de mi muerte:
Lo siento, cosas urgentes me llaman.
75

XXII
Arremeter y por esto he de arrepentirme.
¿De ser alguien?
Porque he contemplado en más de una ocasión el comportamiento
de las bestias,
he comido a su lado y descansado a sus pies,
me he cansado y exhausta he sido aún más un individuo y persona
y hombre
y mujer;
he sido mortal una vez más.
Me he preguntado qué diferencia tengo yo, qué soberanía
sobre las bestias.
He sopesado esto como quien busca su descendencia en
un lugar lejano
y qué más he de decir, salvo gritar: Yo soy,
y sentenciar persona, individuo, gusano, vacío.
76

Como ser, y carne y hueso y cenizas,
te escribo queriendo contar la caprichosa historia de la lengua,
a sabiendas de que no hay tiempo ni posible eternidad,
a sabiendas de que no hay más en mí que desprecio, palabras
y soberbia,
y que decreto:
todo esto es cierto solo aquí,
solo aquí.
77

XXIII
Busco similitudes en los lugares, en los hombres y sus iguales;
encontrar en las cosas referentes que ayuden a hacer la lectura,
esa lectura de las sensaciones,
de las sugerencias,
y ese discurso oculto de todos los hombres,
el discurso oculto de los animales,
discurso del cual nos hablaron y engañaron todos los libros.
Incluso este.
78

XXIV
¿E como homem, você se sente realizado?

Clarice Lispector
En amor a esta profesión solitaria he imaginado mi vida, he pensado:
Me gustaría ser una mujer que no necesita nada del mundo, vivir
entre los restos de la ceniza que es el fuego diario contra el invier-
no, no provocar lástima ante un plato improvisado por sobras, no
causar un ansia inexplicable por abrazar cuando me envuelva en-
corvada en un chal cálido.
Decir: He vivido; es decir, me he ocupado en muchas labores.
Decir: Me he distraído, he reído en mi misterio de humor solitario
y cómplice.
He vivido como un medio y no como un fin que la vida utiliza,
esa vida que me ha sido otorgada.
Esto conozco como la más maliciosa de las libertades:
no haber sido tonta nunca, y aprovecharlo.
79

XXV
Aún espero el viaje entre viejas valijas y libros abiertos,
espero el viaje.
Sin esposo, sin hijos, sin fuego, sin una estrecha noción de astucia.
Sin necesidad de escribir sobre él, espero este viaje.
Mas sé que el viaje no llegará a mí solo,
entre escombros de vida llegará.
En la trayectoria al nuevo reino mi rostro estará limpio
y mi vestido planchado.
No te parecerás a Brasil ni a Buenos Aires,
no recordaré Bruselas ni algún lugar conocido.
Pese a esto, con misterio y convicción,
con todos mis sentidos,
y con mi cuerpo,
y con mi último soplo de vida,
espero ese viaje.
80

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CENTRO CULTURAL TIJUANA

Impreso en México / Printed in México

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Premio Nacional de Poesía Joven,

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La escritura puede volverle a una loca.

Escribo porque me resulta un placer que no puedo traducir. No

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Siento una claridad tan grande que me anula como persona

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Alguien espera que todas las luces cedan a la oscuridad,

espera que el llanto

—copioso instrumento de la desdicha—

caiga en lo profundo de la mirada.

la luz esconde lo que la mirada calla.

Imperio Interiores 2a Formacion.indd 11 20/02/23 13:24

Un día los hombres partirán.

Ese viaje será el inicio de algo inesperado.

Eso será repentino y aguardo atenta, sigilosa.

¿Hacia qué sitio partirán los hombres y sus costumbres?

Su destino algo tiene que ver con la conciencia y su significado;

algo como eso sé, solo eso y nada más.

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Esto de aquí es el sacrificio de la mente,

ser una visita en mi propia casa.

Eso que se oye es la palabra que le significa,

Aquello es el hueco donde mi corazón se ha vaciado.

Y esta es la palabra que me significa,

la inexplicable vida que, en su amor a sí misma,

Imperio Interiores 2a Formacion.indd 13 20/02/23 13:24

Esta es la palabra esencial,

la que comienza a nombrar con la mirada.

La palabra esencial es del hombre y sus iguales.

son significados que se acumulan para sí, durante siglos.

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Alguien ha sitiado la ciudad.

Alguien ha sitiado el reino.

Se aproxima la hora de confirmar los manuscritos y relatos.

Mas los invasores desconocen que de cada carbón,

de cada ceniza gris,

es lo que se reconstruye una vez más el imperio.

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Esto que sientes es un breve preámbulo de la acción;

esto que oyes es un sonido seco que eriza la piel.

Esto que ves es el llanto de los huesos que crujen,

es el llanto del cuerpo que se jacta en lo inocente.

Jamás se escribe de lo que se conoce.

Nunca se escribe de lo que se vive.

Ahora lo sabes: Otra vida es el tema.

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todas las leyendas y narraciones me pertenecen,

todos los cantos que trastocarán cualquier juicio

y harán de la vida esa crónica infinita,

toda esa pulcra tribulación.

Los grandes relatos son míos, los recuerdo aún.

Sin temor a la muerte, dejo constancia de que todo lo que me perte-

nece está en mí.

Olvidar es la sugerente idea que ronda siempre,

seductora como un misterio anónimo,

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