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Fabrice Hadjadj - La Fe de Los Demonios (O El Ateísmo Superado) - Editorial Nuevo Inicio (2011)
Fabrice Hadjadj - La Fe de Los Demonios (O El Ateísmo Superado) - Editorial Nuevo Inicio (2011)
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| • iv a
(o el ateísmo superado)
LA FE DE LOS DEMONIOS
(o el ateismo superado)
Fabrice Fladjadj
LA FE DE LOS DEMONIOS
(o el ateísmo superado)
Fabrice Hadjadj
Traducción
Sebastián Montiel
4a edición
ISBN13: 978-84-938997-3-8
Depósito legal: CO-989-2009
Editorial Nuevo Inicio S. L.
Pza. Alonso Cano s/n
18001 Granada, España
Tlf: 00 34 938 216 246
www.nuevoinicio.es
Impreso en España
índice
Introducción........................................................................15
PRIMERA PARTE:
Los demonios también creen (o de cómo se
puede tener una fe infalible y caer en el peor
de los pecados)............................................................... 27
Primera lección
Las tentaciones en el desierto........................................... 31
Lo tenebroso en la vidriera........................................31
Satán biblista.............................................................34
... y pedagogo..............................................................39
Genialidad de las tres tentaciones.............................. 42
Si eres Hijo de Dios...................................................44
El Seductor entre losfieles..........................................47
Falso diálogo..............................................................49
Segunda lección
Evangelio del diablosegún San Marcos............................. 53
Una respuesta silenciosa.............................................53
Milagro en Cafarnaúm..............................................55
En Gerasa, adoración y participación........................59
... y oración de los demonios......................................61
Fe de los demonios e incredulidad de los discípulos.. .62
Satanismo pontifical..................................................64
Tercera lección
La lucidez de las tinieblas...................................................67
La fe de los demonios
Primera lección
Extensión del ámbito de la lucha.................................... 105
La tentación en elJardín..........................................105
Santa Notoques, protopecadora................................110
La culpa de Adán o la compasión pervertida..........115
Las flores del maly el infierno del progreso............ 117
Allí arriba, un ejército combate por m í..................121
De cómo nada es diabólico de por sí, sino
que todo se puede reconquistar.......................125
Entre la perdición y el orgullo: el diablo dividido... 130
Entre la tentación y la prueba: el diablo
exasperado......................................................133
Segunda lección
Un orquestador de debates.............................................. 139
Del temblor de tierra al temblor de cielo..................139
De las bestialidades a la Bestia................................142
El heresiarca dogmático............................................146
viii
Indice
Primera lección
El fruto de las entrañas..................................................209
Enemistadpondré entre ti y la mujer......................209
Lo demoníaco y la filiación...................................... 215
Israel, o el combate con el Angel.............................. 218
Cuerpo y ofrenda......................................................221
Pobres medios para una suprema riqueza............... 225
Si no amas a tu hermano a quien ves..................... 231
Elogio de una puta (vuelta a la Epístola
de Santiago)............................................................. 237
IX
La fe de los demonios
Segunda lección
Aunque es de noche..........................................................243
Si asífue tomado el que creía..................................243
La gracia de la reconciliación..................................246
Del primer mandamiento, o el ateísmo
judeocristiano................................................250
Contra el ángel de luz..............................................254
El amor en la noche.................................................258
Más allá de la fe que se toma el pulso y del estudio
que no cree..................................................... 262
El sitio de Dios en mi alma está vacío
(Madre Teresa)..............................................266
Que se cante el Credo...............................................271
Tercera lección
Para ser escrita por la gracia con la propia sangre..........275
Agradecimientos.......................................................................277
¡Simón, Simón! Mira que Satanás ha solicitado el
poder cribaros como trigo; pero yo he rogado por ti,
para que tu fe no desfallezca. Y tú, cuando hayas vuelto,
confirma a tus hermanos.
Le 22, 31-32
A Jean-Louis Chrétien,
Jacques Cazeaux
y al hermano Michel Cagin,
así como a todos mis demás rabíes,
scientes quoniam maius
iudicium sumitis (St 3, 1)
Introducción
15
La fe de los demonios
1 Michel de Montaigne, “Apologie de Raimond Sebond”, Essais, II, XII, Oeuvres complètes,
Gallimard, col. “Bibliothèque de la Pléiade”, Paris, 1962, p. 421.
16
Introducción
a [Aquí juega Fabrice Hadjadj con el título nobiliario de marqués del famoso iniciador del
“sadismo” y el apellido compuesto del filósofo materialista epicúreo contemporáneo André
Comte-Sponville, a cuyo apellido antepone un “el” para que la lectura suene a algo así como “el
Marqués de Sade y el Conde Sponville”. N. del 71]
b [En el francés coloquial actual, sobre todo en medios cristianos, se suele denominar a los ca
tólicos (catholiques) con el apócope cathos. El autor juega entonces con el fragmento apocopado
“dique”, que suena como el término latino hic (“aquí”). N. del T.]
17
La fe de los demonios
sin el hic, y hasta tres veces sin el bic, quiero decir, hurtándose
ante el hic del problema, ante el hic del aquí y ahora y ante el
hic de la copa sangrante: Hic est calix... O sea, a un pobre tipo
como yo.
18
Introducción
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La fe de los demonios
3 Ibidem, § 149.
c [ Traité d ’athéologie ( Tratado de ateología:) es el título de un best-seller reciente del filósofo
epicúreo francés Michel Onfray. N. del T.\
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Introducción
22
Introducción
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La fe de los demonios
24
Introducción
25
PRIMERA PARTE
29
Los demonios también creen
¡que no sea como el que, con los ojos fijos en el mapa, cae en
el hoyo!
Pero lo más inquietante es otra cosa: aun cuando el autor de
estas líneas sólo quisiera deshacerse en acciones de gracias, toda
vía podría preguntarse si no es demoníaco. Acordémonos de la
oración del fariseo: De pie, oraba en su interior de esta manera:
“¡Oh Dios! Te ofrezco la eucaristía [traducción literal] porque no
soy como los demás hombres, rapaces, injustos, adúlteros, ni tampo
co como ese publicano. Ayuno dos veces en semana, doy el diezmo
de todas mis ganancias”. En cambio el publicano, manteniéndose
a distancia, no se atrevía ni a alzar los ojos al cielo, sino que se
golpeaba el pecho, diciendo: “¡Oh Dios! ¡Ten compasión de mí,
que soypecador!”Os digo que éste bajó a su casajustificado y aquél
no (Le 18, 11-14). ¡Ay! ¡La imagen a mí también me afecta de
lleno! Porque ¿qué quiere decir no ser justificado, sino ser como
el diablo? ¡Sería entonces como el diablo el mismo que ofrece la
eucaristía! Pero eso no es lo más gracioso: el santo no es el que
ocupa la primera fila, de pie, junto al altar, es el pobre que se
mantiene a distancia e incluso, dice misteriosamente el texto,
no quiere levantar los ojos al cielo...
30
Primera Lección
Las tentaciones en el desierto
Entonces Jesús fue llevado por el Espíritu al desierto para ser tentado por el
diablo. Y, después de hacer un ayuno de cuarenta días y cuarenta noches, al
fin sintió ham bre. Y acercándose el tentador, le dijo: “Si eres H ijo de Dios,
di que estas piedras se conviertan en panes”. Mas él respondió: “Está escrito:
N o sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios”.
Entonces el diablo lo lleva consigo a la C iudad Santa, lo pone sobre el alero
del Tem plo, y le dice: “Si eres H ijo de Dios, tírate abajo, porque está escrito:
A sus ángeles te encomendará, y en sus manos te llevarán, para que no tropiece
tu pie en piedra alguna’. Jesús le dijo: “Tam bién está escrito: No tentarás al
Señor tu Dios’. Todavía lo lleva consigo el diablo a un m onte muy alto, le
m uestra todos los reinos del m undo y su gloria, y le dice: “Todo esto te daré
si postrándote m e adoras”. Dícele entonces Jesús: “Apártate, Satán, porque
está escrito: A l Señor tu Dios adorarás, y sólo a él darás culto”. Entonces el
diablo lo deja. Y he aquí que se acercaron unos ángeles y.le servían.
M t 4, 1-11
Lo tenebroso en la vidriera
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La fe de los demonios
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Las tentaciones en el desierto
33
La fe de los demonios
Satán biblista...
34
Las tentaciones en el desierto
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La fe de los demonios
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Las tentaciones en el desierto
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La fe de los demonios
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Las tentaciones en el desierto
... y pedagogo
Nuestro biblista alado manifiesta también un gran sentido
pedagógico para inducir al pecado. En la primera tentación, la
del pan, no profiere ningún versículo, sino que retoma la otra
Ley de Dios, la no escrita, la de la creación. No cita la Escritura,
incita la naturaleza. De igual forma que busca oponer la palabra
a la Palabra, quiere enfrentar a la naturaleza contra su Crea
dor. ¿Qué mal hay en contentar el hambre tras cuarenta días
de ayuno? Vamos, sólo se trata de operar un milagrito discreto,
sin alharacas, en el secreto de las arenas, en fin, transformar en
panes algunas piedras (mientras que Mateo habla de “panes” en
plural, Lucas, que insiste en el envite espiritual de esta hambre
material, escribe “pan” en singular, de suerte que uno se ima
gina no se qué paródica eucaristía donde no se convierte el pan
en el Cuerpo de Cristo, sino la piedra en el pan del demonio).
¿No es la ocasión de inventar esa restauración rápida que nos
agiliza el trabajo apostólico? ¡Abrase, pues, el primer fast-food
del desierto y el misionero podrá recuperar sus energías sin per
der tiempo ni en la cocina ni en el oratorio! ¿Qué hay de malo
en reponer fuerzas para ir después a comenzar la predicación? El
mismo realismo de la Encarnación parece invitar a ello.
Santo Tomás comenta: “La tentación que viene del enemigo
se realiza a modo de sugerencia. Ahora bien, una sugerencia no
se propone a todos de la misma forma: a cada uno se le presenta
partiendo de aquello a lo que está apegado. Por eso, el demonio
no tienta de primeras al hombre espiritual con pecados graves,
sino que comienza por cosas ligeras para llevarlo más tarde a
39
La fe de los demonios
40
Las tentaciones en el desierto
Iran tic Joinville, Vie de Saint Louis, § 741, editado porj. Monfrin, Classiques Garnier, Paris,
1998, p. 367.
41
La fe de los demonios
8 Fiodor Dosto'íesvski, Les jreres Karamazov, Gallimard, col. “Folio”, París, 1952, pp. 351-
352.
42
Las tentaciones en el desierto
9Joseph Ratzinger/Benoît XVI, Jésus de Nazareth, Flammarion, Paris, 2007, pp. 49-50.
43
La fe de los demonios
Más allá del carácter exhaustivo de ese pasaje, que fue inter
pretado por Dostoyevski con la mayor pertinencia, la seduc
44
Las tentaciones en el desierto
45
La fe de los demonios
para nuestra caída. Si eres Hijo de Dios, haz esto... Pero hacer
esto es, en verdad, dejar de ser Hijo de Dios. El condicional es
una antífrasis (ésa es la retórica del Anticristo). La Verdad diría:
“Si quieres dejar de ser Hijo de Dios...” El demonio, en Mateo,
oculta su juego hasta la última tentación en la que abandona
ese giro y sin más ocultaciones deja caer: Todo esto te daré si
postrándote me adoras (Mt 4, 9). No vale la pena seguir fingien
do. Este último condicional desvela el verdadero sentido de los
condicionales precedentes. El Si eres Hijo de Dios disfrazaba un
Si quieres adorar al diablo.
Pero lo esencial es otra cosa y Dostoyevski se da cuenta. Tras la
mentira se esconde un auténtico proyecto. El Si eres Hijo de Dios
aspira a abrir camino a otro mesianismo. Las tres tentaciones
conspiran para proponer una Salvación de sustitución. Sin duda
tienen por meta obstaculizar el Camino, pero lo hacen trazando
la senda de una felicidad estrictamente terrestre: el pan, la paz,
la tierra —no conocer más el hambre, no experimentar más la
inquietud de conciencia, conquistar el mundo y sus prestigios,
eso es lo que debe ofertar el verdadero mesías a los ojos del
infierno. ¿No era ésa la gran visión del nacionalsocialismo: una
Europa más unida donde reinaría el hombre regenerado? ¿No
eran ésos los mañanas que cantan del socialismo soviético: la
sociedad sin clases donde todos los proletarios se tenderían la
mano? ¿No es ése siempre el proyecto de la tecnocracia: producir
el superhombre pacificado del gran hipermercado mundial? ¿O
incluso la reivindicación de los yihadistas: establecer el islam
planetario que gozará de todas las bendiciones materiales de
Allah? Se trata, en cada ocasión, de fabricar la sociedad perfecta
donde el pan, la paz y la tierra ofrezcan al hombre una felicidad
de animal saciado. Pero, para ello, hay que eliminar todo lo
que es impuro, débil o deforme, y principalmente a los que
predican un gozo más universal y más profundo: el Partido de
la Paz mundana no tiene peores enemigos que los apóstoles de
la Bienaventuranza.
46
Las tentaciones en el desierto
10 Ibidem, p. 48.
11 Citado por Henri de Lubac, Le drame de l'humanisme athée, Spes, Paris, 1945, pp. 344-345.
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La fe de los demonios
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Las tentaciones en el desierto
Falso diálogo
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La fe de los demonios
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Las tentaciones en el desierto
d [La vida sexual de Catherine M. fue un best-seller autobiográfico publicado en Francia, y luego
traducido a muchos idiomas, donde Catherine Millet, una famosa crítico de arte, contaba las
escabrosas peripecias de su vida. Dan Brown es, por supuesto, el autor de El código da Vinci y
de Angeles y demonios. N. del T.]
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La fe de los demonios
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Segunda Lección
Evangelio del diablo según San Marcos
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La fe de los demonios
54
Evangelio del diablo según San Marcos
Milagro en Cafarnaúm
1 Sobre este tema, véase el primer capítulo del primer libro de Jean-Louis Chrétien, Lueur du
secret, L’Herne, París, 1985.
La fe de los demonios
56
Evangelio del diablo según San Marcos
más hondo del pozo”(Is 14, 12-15). Así pues, la suerte de Satán
sirve para calificar la suerte de Cafarnaúm. Lo cafarnaúmico se
identifica con lo satánico, pero con un satánico de rostro hu
mano, por así decir. Ahora bien, el relato de Marcos, desde el
principio, intenta delimitar ese mal radical. El encuentro con el
espíritu impuro no se opera en Cafarnaúm como en el desierto.
Se realiza en medio de la asamblea. La atraviesa un hombre al
que ese espíritu poseía.
Jesús enseña, pues, durante el shabbat y todos quedan im
presionados por su enseñanza, porque les enseñaba como quien
tiene autoridad, y no como los escribas. Había precisamente en su
sinagoga un hombre poseído por un espíritu inmundo, que se puso
a gritar: “¿Qué tenemos nosotros contigo, Jesús de Nazaretí ¿Has
venido a destruirnos? Sé quién eres tú: el Santo de Dios”. Jesús,
entonces, le conminó diciendo: “Cállate y sal de él”. Y agitándole
violentamente el espíritu inmundo, dio un fuerte grito y salió de él.
Todos quedaron pasmados de tal manera que sepreguntaban unos
a otros: “¿Qué es estol”(Me 1, 22-27).
Interroguémonos a nuestra vez (sabiendo, no obstante, que si
no vamos más allá de la simple interrogación: “¿Qué es esto?”,
no seremos mejores que la gente de Cafarnaúm). Y primera
mente, señalemos lo extraño que es que el espíritu impuro no
impida a nuestro hombre acudir a la sinagoga, es decir, extra
polándolo a nuestros días, acudir a la iglesia, o al menos a un
grupo de oración. El demonio no se opone al hecho de abrir el
libro por la página 131 para cantar el cántico 669, llega incluso
a aplaudir la homilía de algunos sacerdotes. ¿Por qué iba a alejar
del lugar de culto el cuerpo de aquel a quien atormenta? Lo
esencial es alejar del culto su corazón.
Después, el demonio reconoce inmediatamente la identidad
de Cristo. Afirma sin titubear ni un solo instante: Sé quién eres
tú: el Santo de Dios. Algunos traducen incluso “sé muy bien”, a
57
La fe de los demonios
58
Evangelio del diablo según San Marcos
Los demonios van aún más lejos en esa aparente piedad. Sa
ben asociar la postración a la profesión de fe. El célebre pasaje
que sirve de exergo a Los demonios de Dostoyevski nos hace
descubrir ese aspecto de su vida espiritual, así como otros dos
no menos interesantes.
Jesús acaba de hacer callar a la tempestad y de decir a los
discípulos que habían tenido miedo: ¿Cómo no tenéis fe? Una
vez que la barca navega sobre las olas calmas, resulta que des
embarca en la región de los gerasenos y, allí, el primero en venir
inmediatamente a su encuentro es un hombre poseído por un
espíritu malvado, que tiene su morada entre las tumbas, a quien
nadie ha conseguido encadenar: Al ver de lejos a Jesús, corrió y
se postró ante ély gritó con gran voz: ¿Qué tengo yo contigo, Jesús,
Hijo de Dios Altísimo? Te conjuro por Dios que no me atormentes
(Me 5, 6-7). Al acercarse Cristo el demonio habría debido huir.
Eso es al menos lo que habría propuesto un director de escena
humano. Pero resulta que inicia un movimiento semejante al
del amor: el amante, viendo de lejos a su bienamado, corre a su
encuentro, cae a sus pies. San Jerónimo no duda en traducir ese
verbo griego, proskynein, “postrarse”, por adorare: literalmente
el demonio “adoró” al Hijo del Altísimo. Y le suplica al instante
—¡por Dios! Sí, conjura a Cristo por Dios, como uno que cono
ciera su religión. El contenido de su súplica: No me atormentes,
es lo que sin duda traiciona al endemoniado, aunque también
hace pensar en la de Simón Pedro después de la pesca milagrosa:
Cayó a las rodillas de Jesús, diciendo: Aléjate de mí, Señor, que soy
un hombre pecador (Le 5,8).
59
La fe de los demonios
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Evangelio del diablo según San Marcos
2 Fuerzo aquí dos veces la gramática para hacer sentir mejor la monstruosidad de la cosa que ha
tomado posesión del hombre. No sin aludir al 1984 de George Orwell y a su “neolengua”.
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Satanismo pontifical
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Tercera Lección
La lucidez de las tinieblas
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1 Hay otro aspecto de esta epístola que repugna especialmente a Lutero. Que en ella se encuen
tra el fundamento escriturístico del sacramento de la unción de los enfermos: “Afirmo, escribe,
que si alguna vez se ha delirado es sobre todo en esta carta” {De captivitate Babylonis, citado por
Joseph Chaine, LÉpitre de saint Jacques, Paris, 1927). Que Lutero vea en ella un ejemplo de
delirio interesa especialmente a nuestra reflexión: los demonios, cuando creen, apenas deliran,
mientras que el fiel se adentra en cierta necedad (la moría tou kérygmatos, la necedad de la pre
dicación, de la que habla San Pablo — 1 Co 1,21).
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La lucidez de las tinieblas
5 Ibidem, II-II, 5, 2.
6 Serge-Thomas Bonino OP, Les anges et les démons, Parole et Silence, col. “Bibliothèque de la
Revue thomiste”, Paris, 2007, p. 154.
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La fe de los demonios
7 Jean Delorme, L ’hereuse annonce selon Marc, Cerf, col. “Lectio divina”, n° 219, París, 2007,
p. 78.
8 San Agustín, Confesiones, libro I, capítulo XVIII.
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La fe de los demonios
11 San Bernardo de Claraval, Sermones sobre el Cantar de los Cantares, XVII, 5-6.
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13Tampoco el hombre se convierte nunca en Dios, pero puede ser divinizado sin que nada de su
personalidad sea alienado. Ni la gracia ni la gloria cancelan la naturaleza humana para transus-
tanciarla en naturaleza divina. Muy al contrario, la preservan, la restauran, la elevan y hacen al
hombre tanto más humano cuanto que participa más en la divinidad — tanto más carnal cuanto
que más espiritual, habría dicho Péguy.
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La lucidez de las tinieblas
codiciar una igualdad absurda con Dios, sino querer cierta si
militud con El de manera desordenada.
Pero sabe también otra cosa más extraña y sobre la que se in
siste menos: que, siendo un ángel, por naturaleza, es mensajero
o siervo del Altísimo. ¿Cómo lo iba a ignorar? Realiza siempre
una función en la gran sinfonía del universo, hasta sus disonan
cias formarán parte de la partitura, sus ataques se emplearán,
como para Job, en manifestar la fe del justo. Tampoco es menos
absurdo a sus ojos pretender escapar al poder del Todopodero
so. El demonio no sabría querer escapar de El por cuanto El es
su Creador. Lo rechaza únicamente en tanto que, por añadidu
ra, El quiere ser su Esposo, porque no podría haber matrimonio
sin consentimiento mutuo. Pero no por eso le rinde menos ser
vicio. Es incluso un siervo útil (sólo los santos son siervos inútiles
—Le 17, 10— es decir, salen de la lógica utilitaria, funcional,
para entrar en la libertad del amor). Su pecado no es, por tanto,
no servir, sino estar sirviendo sin amor, trabajar en la viña, sin
duda, pero sin acoger el orden sobrenatural o bien trabajar en
ella como el Botrytis Cinérea, llamado también “podredumbre
noble”: un hongo que por sí mismo no hace más que arruinar
las cosechas, pero que en ciertas condiciones de humedad y de
sol, al absorber el agua de las uvas, hace que se concentre en ellas
el azúcar y que se forman esos racimos de oro y miel de donde
se saca el vino de Sauternes.
Pero, ¿cómo definir mejor ese desorden en el impulso por
servir a Dios y parecerle? Santo Tomás emplea palabras sor
prendentes. Lo llama “posesión de la bienaventuranza postrera
por las propias fuerzas”.14 ¿No es ésa la virtud primordial del
hombre lleno de confianza en sí mismo? Y sin embargo, querer
obtener la propia felicidad y la de los demás por uno mismo
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Verdadero monólogo
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15 Ibidem, I, 63, 1.
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POR Dios que no me atormentes! (Me 5, 7). Siempre que sea con
un misal confeccionado ad hoc, para su uso personal, o para su
secta del momento, en una espiritualidad que oscila entre lo
masturbatorio y lo orgiástico.
La liturgia del pandemónium no posee la unidad viviente de
la de la Iglesia. Cuando pretende ser una se bloquea. Cuando
pretende ser viva hormiguea. Como la fe de los demonios no
tiene su fuente en la visión de Cristo, sino en la inteligencia na
tural de cada uno, no se puede hablar con propiedad entre ellos
de una sola fe (Ef 4, 16), dependiente del don único de Dios,
sino de un conocimiento dividido, que uno puede reivindicar
contra otro como fruto de sus propios esfuerzos. Sus creencias
son individualistas. Dividualistas incluso. Esa división mutua
se complica, en efecto, con una división individual: habiendo
desviado el pecado el impulso primordial hacia Dios de su natu
raleza, su libre arbitrio se vuelve contra su vocación esencial, su
voluntad ut voluntas se opone a su voluntad ut natura, porque
“el alma del perverso está desgarrada por las facciones”.16 El de
monio no puede recogerse. Entonces se divierte.
¿Cuál es el solo principio unificador de este reino desmigaja
do, el punto de encuentro litúrgico en el país de Legión? El odio
al mismo Enemigo. La filosofía política de Cari Schmitt se le
aplica bastante bien al pandemónium. El acuerdo del demonio
consigo mismo y con los demás no se realiza más que en razón
de ese odio. Sólo remienda su ser por medio de su rabiosa pasión
por deshacer la obra del Altísimo. Para ese menester, los diablos
se entienden como ladrones en feria, con vistas a una rapiña que
exige, aunque sólo sea por mor de la eficacia, obrar en conserva.
Pero esta asociación de malhechores se disloca en cuanto se trata
de repartir el botín. La feria se convierte en agarrada.
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17Jean-Joseph Surin, Triomphe de Tamour divin sur les puissances de TEnfer, seguido de Science
expérimentale des choses de l’autre vie (1653-1660), Jerome Millon, Grenoble, 1990, p. 360.
18 Santa Teresa del Niño Jesús y de la Santa Faz, Théâtre au Carmel, Cerf-DDB, Paris, 1985,
p. 252.
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6 [No se debe olvidar que, aunque de nombre árabe y de confesión católica, el autor, Fabrice
Hadjadj, es de ascendencia judía. De ahí la referencia a su familia. N. del T.\
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Por otra parte, desde el punto de vista del sujeto de la fe, esta
reticencia dificulta que el Anuncio se reciba como una ciencia
más que como una vida. No se trata con la Revelación de una
doctrina que haya que transmitir, sino de una Alianza que hay
que consumar. Por lo que respecta a la doctrina, al sistema de
valores que el cristianismo contendría, los demonios conocen
todas las respuestas; por lo que respecta a la Alianza, no quieren
saber nada. Tanto es así que su manía recurrente es borrar de
la Revelación el misterio nupcial para reducirla a un moralismo
(o a un inmoralismo, por otra parte), a una dogmática inerte (o
a un pragmatismo puro), con tal de que no se trate de un en
cuentro. Por eso se revela Jesús a través de un secreto: no viene a
proponer una teoría perfecta pero exterior a nuestros corazones;
no quiere un saber tan resplandeciente que nos cautive como a
mariposas en la bombilla. Nadie ha de acogerlo como sabio más
que como amigo —en ello está la sabiduría más alta, inflamada
por el amor. Por eso se deja buscar. La Alianza del Eterno con
un alma exige ese deseo y esa intimidad personal de la habi
tación de bodas. El don de la Revelación no se da nunca, por
tanto, sin cierto repliegue, cierto pudor. Jesús podía hacer bajar
ejércitos de ángeles más eficaces que nuestros mejores expertos
en marketing operativo. Pero él no es precisamente el Seductor.
Se puede forzar una adhesión intelectual. No se puede forzar
un corazón.
Los signos que ofrece respetan nuestra inteligencia. La pre
servan de la violación de lo absurdo, pero también la protegen
contra la violencia de la gloria. Si, para nosotros, no producen
evidencias tan deslumbradoras que nos fuercen como esclavos,
es porque quiere liberarnos como hermanos. Esa penumbra es
para mendigar el plus de un consentimiento libre. Ciertamente,
su poder podría hacer que en cada eucaristía una columna de
fuego abrasara el altar, pero ¿qué sería de esa penumbra amo
rosa? Nuestra adoración sería exterior, forzada, servil, mientras
que, viniendo en pobres especies, Dios nos da el darle nuestra
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La fe de los demonios
23 Martin Bubber, Récits hassidiques, Éditions du Rocher, Paris, 1978, pp. 157-158.
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SEGUNDA PARTE
1Saint Grégoire le Grand, La vie et la règle de saint Benoît, Téqui, Paris, 1994, p. 111.
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Padre nuestro de la mentira
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Padre nuestro de la mentira
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Primera Lección
Extensión del ámbito de la lucha
La tentación en el Jardín
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Extensión del ámbito de la lucha
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La fe de los demonios
s [Hemos preferido dejar el francés original que es la lengua usual en todos los países para los
tecnicismos del ballet clásico, al que aquí se refiere el autor como una de las habilidades de la
serpiente. En efecto, los entrechats son saltos en los que el bailarín brinca en el aire y rápidamen
te cruza las piernas hacia delante y detrás alternativamente. El rond de jambe es un movimiento
circular de la pierna. Está claro que la referencia al ballet es doblemente irónica puesto que la
serpiente no tiene patas. N. deí T.}
108
Extensión del ámbito de la lucha
h [Hemos traducido la expresión francesa Sainte-Nitouche por Santa Notoques, siguiendo es
trictamente su etimología (sainte n'y touches). Hay, sin embargo, un matiz con el que va a jugar
el autor en esta sección que se pierde, ya que, en francés, una persona se dice ser una sainte-
nitouche cuando es hipócrita y parece actuar piadosamente, una mosquita muerta, en español.
N del T]
1 Con respecto a la exégesis que sigue, mi deuda mayor es con el bellísimo libro de Jacques
Cazeaux, Le partage de minuit: Essai sur la Genèse, Cerf, Paris, 2006.
110
Extensión del ámbito de la lucha
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Extensión del ámbito de la lucha
' |E1 verían es, en francés, un tipo de argot que consiste en invertir el orden de las sílabas de cada
palabra y, a veces, elidir algún sonido. El término verían proviene de invertir de esa forma las
113
La fe de los demonios
sílabas de la expresión à l’envers (al revés). Está claro entonces que monde (mundo) se traduce en
verlan por démon (demonio). N. del Tl\
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Extensión del ámbito de la lucha
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La fe de los demonios
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Extensión del ámbito de la lucha
117
La fe de los demonios
donde vosotros con gran furor, sabiendo que le queda poco tiempo!
(Ap 12, 12). Una vez perdido, ya no tiene nada que perder.
Sobre todo, no tiene que perder el tiempo.
Los que dicen, como objeción al cristianismo, que la Encar
nación no ha hecho el mundo mejor deberían reconocer, al
menos, que ha permitido que llegara a ser peor. La historia se
ha acelerado, la Buena Noticia ha hecho posibles, para los que
la rechazan o se la incautan, noticias cada vez más insidiosas y
cada vez más odiosas, un crecimiento colosal de la cizaña que
aprovecha la tierra abonada para el trigo bueno. El Apocalipsis
da testimonio de ello: se trata de la victoria misma del Cordero
que arroja a la tierra al gran Dragón, el seductor del mundo ente
ro, y a sus ángeles con él (Ap 12, 9). Despechado contra la Mujer,
dice San Juan, sefue a hacer la guerra al resto de sus hijos, los que
guardan los mandamientos de Dios y mantienen el testimonio de
Jesús (Ap 12, 17). Por medio de la Bestia, se le concedió hacer
la guerra a los santos y vencerlos; se le concedió poderío sobre toda
raza, pueblo, lengua y nación (Ap 13, 7), es decir, el mismo ám
bito que a la redención operada por el Cordero, que comprópara
Dios con su sangre hombres de toda raza, lengua, pueblo y nación
(Ap 5, 9).
Este artículo de fe ya no está de moda, ni siquiera en la Iglesia.
Las Luces de la industria lo han mandado al diablo. Baudelaire
lo adivinó bien: esa forma de “agradecerlo” sólo podía tener
basamentos infernales. El mejor satanismo no está siempre allí
donde se hace más visible, entre adolescentes de cuero negro
con pentáculos y calaveras: su sátiro rojo con cuernos no pasa
nunca de ser un Papá Noel de la rebelión. Cuando ya no se
cree en un Dios con barba, hay que esperarse diablos sin rabo.
Escribe el poeta en su diario íntimo: “La mejor astucia del Dia
blo es persuadirnos de que no existe”. Igualmente, la posesión
más diabólica no es la histérica, sino la sentimental: “Fijaos en
George Sand. Sobre todo y más que cualquier otra cosa es una
118
Extensión del ámbito de la lucha
3 Charles Baudelaire, Mon coeur mis à nu, XVI, Oeuvres complètes, Robert Laffont, col.
“Bouquins”, Paris, 1980, p. 411.
4 Baudelaire, Fusées, XIV, Oeuvres complètes, p. 397.
5 Ibidem, p. 399.
119
La fe de los demonios
6 Baudelaire, “Projet de Préface aux Fleurs du mal”, Oeuvres completes, p. 132. Nótese que las
dos frases acerca de la dificultad de amar a Dios mayor que la de creer en él y de la dificultad
de creer en el Diablo mayor que la de amarlo, se sitúan de lleno en nuestra problemática: la fe
demoníaca consiste en creer en Dios sin amarlo y, por ende, sin darse cuenta, en amar al Diablo
imitando su fe.
120
Extensión del ámbito de la lucha
como los buenos, tienen poder sobre todo lo que les es inferior
en naturaleza, a saber, no sobre nuestro espíritu, pero sí sobre
nuestra carne, precisamente: pueden trabajar los cuerpos hasta
plegarlos en contorsiones improbables; pueden actuar sobre la
imaginación componiendo imágenes falaces o perturbadoras,
apropiadas para parasitar la razón o para motivar la voluntad.
Igual que un enemigo que tuviera inteligencias en el inte
rior de la ciudad que está sitiando. Sus ataques son tanto más
capciosos cuanto que vienen de nuestro propio fondo. A veces
parecen incluso hacer cuerpo con nuestro ser, aunque ignore
mos su procedencia ajena, y la aguja que nos atraviesa pase por
ser nuestra propia fibra. El espíritu malo usa de nuestra carne,
buena por naturaleza, pero herida en el origen y por eso más
dócil a sus manipulaciones. Por eso el que entra en el combate
espiritual puede cometer este error: luchar contra su propia car
ne sin ver la mano que empuña la navaja; pensar que él mismo
es un tirado, malo e irrecuperable por causa de las pasiones que
lo invaden o de las imágenes que lo acusan.
Máximo el Confesor insistía en las dificultades de una lucha
como ésa: “Lo mismo que pecar de pensamiento es más fácil
que pecar de obra, el combate contra los recuerdos es más duro
que el combate contra las cosas”.7 Los psicoanalistas reconoce
rían la pertinencia cínica de estas palabras. Pero la zona de los
combates se extiende mucho más allá del inconsciente psíquico:
“Los demonios nos hacen la guerra mediante los pensamientos,
y esa guerra es más dura que la que nos hacen las realidades
exteriores”.8 Puedo huir de las cosas adversas con mis piernas,
cerrarles mis párpados, entrar en mí y encontrar refugio. Pero,
7 Saint Maxime le Confesseur, Centuries sur Vamour\ I, § 63, Philocalie des Pères neptiques, 6,
Abbaye de Bellefontaine, 1983, p. 26.
8 Ibidem, § 91, p. 30.
122
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La fe de los demonios
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La fe de los demonios
1 [En el original francés, esta relación de cosas corruptibles comienza por le sabre, le goupillon,...
(el sable, el hisopo,...). Pero la expresión francesa le sabre et le goupillon es la forma habitual
mente peyorativa de aludir a la conjunción del ejército y la Iglesia. N. del 71]
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k [El estrás es un vidrio inventado por el joyero alemán Georg Friedrich Strass a partir de mine
rales encontrados en el río Rin con el que consiguió excelentes imitaciones de piedras preciosas
que se hicieron muy célebres en la corte del rey francés Luis XV. N. del T ]
15Jules Michelet, La sorcière, VIII, GF, Paris, 1966, p. 99.
16 Baudelaire, Mon coeur mis à nu, XVI, Oeuvres complètes, p. 411.
133
La fe de los demonios
1 [El autor juega aquí con el hecho de que la editorial que publica su original francés se llama
Salvator. N del 7!]
17 Santo Tomás de Aquino, Summa Theologiae, I, 114, 1.
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Segunda Lección
Un orquestador de debates
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La fe de los demonios
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Un orquestador de debates
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La fe de los demonios
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Un orquestador de debates
m [La “escalada a los extremos” es una tesis del teórico de la guerra Clausewitz, que justifica,
en el contexto del conflicto entre estados, una espiral de acción y reacción incalculable en sus
consecuencias, una vez que la máquina de responder al estado rival se ha puesto en marcha.
N. del r.]
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La fe de los demonios
2 Georges Bernanos, Les grands cimetières sous la lune, I, III, en Essais et écrits de combat, I, Ga
llimard, col. “Bibliothèque de la Pléiade”, Paris, 1971, pp. 405-406.
144
Un orquestador de debates
3 René Girard, Je vois Satan tomber comme l’éclair, Grasset, Paris, 1999, p. 66.
145
La fe de los demonios
El heresiarca dogmático
146
Un orquestador de debates
Thomas Browne, en esa gran suma del siglo XVII inglés ti
tulada Pseudodoxia epidémica, o examen de numerosas ideas reci
bidas y verdades generalmente admitidas, consagra dos capítulos
del primer libro a aquel que llama el “último y común pro
motor de las opiniones falsas”. Después de haber evocado “las
debilidades de la naturaleza humana”, subrayando que “Adán,
abandonado a sus propios principios muy bien habría podido
pecar solo”,4 insiste en el hecho de que existe “también fuera
un Agente invisible y promotor secreto cuya actividad pasa des
apercibida y que se ríe de nosotros en las tinieblas: se trata del
primer urdidor del error y del enemigo probado de la Verdad,
del diablo”. Y añade modestamente: “Intentar redactar la lista
de todas sus astucias es una aritmética demasiado complicada
para el hombre”. Pretender haberlas visto con claridad comple
tamente sería convertirse en el títere de su actividad más oculta:
sería algo vano, se ignoraría que este ángel huidizo e hiperactivo
no para de inventar nuevos ardides y que proliferan con dema
siada rapidez para que se pudiera cuantificarlos. El diablo no
es un doctrinario. No está atado a un engaño o a un sistema
específico. Goza de una flexibilidad tal que gusta de orques
tar errores contrarios. Su firma ilegible, tanto en el plano de la
afectividad como en el plano de la inteligencia, es jugar desde
todas las bandas de la mesa de poker. Así, Browne habla de “la
extraña manera en la que nos llena de errores y nos incita con el
engaño a falsedades contradictorias”. Y, de entre esas falsedades,
nuestro autor inglés relaciona cinco que él estima primordiales
y que se irritan entre sí: “Que no hay Dios; que hay muchos
dioses; que él mismo es Dios; que él es inferior a los ángeles o a
los hombres; que él no es nada en absoluto”.5
4 Thomas Browne, Pseudodoxia epidémica,, libro I, capítulo X, José Corti, París, 2004, p. 79.
Puesto que la culpa moral involucra formalmente la voluntad, siempre se peca solo en última
instancia y eso es, dijimos, lo que constituye la fascinación solitaria del mal.
5 Ibidem, p. 88.
147
La fe de los demonios
n [Se refiere el autor a los distintos editores de la Biblia, que suelen dar título a las diferentes
secciones dentro de los capítulos para facilitar la lectura. Las versiones francesas de la Biblia
suelen titular “Retour offensif de l’esprit impur” (“Retorno ofensivo del espíritu impuro”) al
pasaje Mt 12, 43-45 (paralelo a Le 11, 24-26) en que un demonio expulsado vuelve más tarde
con otros siete peores que él. N. del T.\
148
Un orquestador de debates
puede poner al otro como coartada: “No soy pródigo como ese
otro”, explica el avaro, y el lujurioso: “No soy como esas purita
nas”. Contra esa doble ladera, el justo medio de la virtud apare
ce como la cuerda de cumbres de una sierra y, por tanto, como
punto de equilibrio y de tensión. Los dos discípulos que llevan
el mismo anuncio forman como un tiro de dos caballos en mar
cha porque, en cada ocasión, deben ponerse de acuerdo entre
ellos y con la Verdad misma. Esa unidad reclama más energía
que cualquier división. No hay duda de que la división es agita
da, su caos puede dar la apariencia de la más fuerte animación:
el cadáver que se descompone hormiguea más que el hombre
vivo. Pero el hombre vivo, sobre todo si está en oración, de ro
dillas e inmóvil, está en tensión hacia la energía más alta.
Eso mismo ocurre con la Verdad tal como es captada por
nuestra inteligencia. Para nosotros, siempre está en tensión (es
decir, a la vez ofrecida y reclamando, junto con nuestra aten
ción, cierta tensión en el enunciado). Mientras que el ángel co
noce las cosas de manera completa en una sola intuición, nues
tra inteligencia debe avanzar laboriosamente hacia lo verdadero,
a través de las rudas sendas del juicio y del razonamiento. “El
intelecto humano, escribe Tomás, no obtiene desde la primera
aprehensión el conocimiento perfecto de una realidad; primero
conoce algo de ella, por ejemplo, su quididad, que es el ob
jeto primero y propio del intelecto, después las propiedades,
los accidentes y las maneras de ser que rodean la esencia de
esa realidad. Y a causa de ello, le es necesario al intelecto unir
los elementos conocidos [mediante la afirmación], o separarlos
[mediante la negación], y después de esa composición o divi
sión pasar a otra realidad [por ejemplo, mediante deducción o
inducción], lo cual es razonar”.6 Este camino discursivo es de
larga duración, la prueba la tenemos en estas páginas que, para
149
La fe de los demonios
150
Un orquestador de debates
ft [Pascal, Pensées, § 358. El célebre pensamiento de Pascal del que Hadjadj extrae aquí un
fragmento dice así: “El hombre no es ni ángel ni bestia, y la desgracia quiere que quien quiere
hacerse ángel se hace bestia”. N. del T.\
151
La fe de los demonios
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Un orquestador de debates
7 Ibidem.
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La fe de los demonios
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Un orquestador de debates
lógica, hace falta que todo sea una conquista. Y basta sentirse
libre. ¿Cómo no iba, por consiguiente, a arrojarse en picado,
como un quebrantahuesos sobre un cordero, contra aquel que
realiza la relación última entre las cosas? No tanto para romper
la absolutamente como para falsificarla: hacer de ella una presa
más que una acogida, un objeto de conocimiento más que un
sujeto de reconocimiento.
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La fe de los demonios
Gilbert K. Chesterton, Orthodoxie, Gallimard, col. “Idées”, Paris, 1984, pp. 43-44.
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Un orquestador de debates
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La fe de los demonios
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Un orquestador de debates
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La fe de los demonios
160
Un orquestador de debates
que es más simple a nuestros ojos con lo que es más simple en sí.
Por otro lado, este esfuerzo por remitir la fe teologal al efecto de
una apologética lo único que consigue es reducirla, en cuanto a
su modo, a la fe de los demonios.
162
Un orquestador de debates
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La fe de los demonios
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Un orquestador de debates
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Tercera Lección
La gran maquinación: ateísmo
y fariseísmo
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La fe de los demonios
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La gran maquinación: ateísmo y fariseísmo
1 Pierre Bayle, Pensées diverses sur la comète, § 113, GF Flammarion, Paris, 2007, pp. 255-256.
169
La fe de los demonios
° [Maison cióse (casa cerrada, literalmente) es una de las formas habituales de referirse en francés
a las mancebías. N. del T.]
2 Véase la nota 6 de la página 120.
170
La gran maquinación: ateísmo y fariseísmo
3 Fiodor Dostoyevski, Les démons (deuxième partie), Actes Sud, col. “Babel”, Arlès, 1995, p.
499.
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La gran maquinación: ateísmo y fariseísmo
Saint Thomas d’Aquin, Exposition sur le livre de Job, Téqui, Paris, 1998.
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La fe de los demonios
9 Emmanuel Kant, Considérations sur l’optimisme et autres textes, Vrin, Paris, 1972, pp. 207 y
213.
10 Emmanuel Kant, Critique de la raison pure, Préface à la seconde édition, Garnier-Flamma
rion, Paris, 1987, p. 49.
182
La gran maquinación: ateísmo y fariseísmo
11 Richard L. Rubenstein, The Age o f Triage, Beacon Press, Boston, 1983, pp. 34-53.
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La gran maquinación: ateísmo y fariseísmo
La ilusión de la cristiandad
12 Soren Kierkegaard, Le concept de l'angoisse, Gallimard, col. “Tel”, Paris, 1990, pp. 309-310.
13 Ibidem, p. 314.
186
La gran maquinación: ateísmo y fariseísmo
14 Vease Soren Kierkegaard, Vingt et un articles, Oeuvres complètes, 19, Éditions de l’Orante,
1982, p. 44.
15 Kierkegaard, Point de vue explicatifde mon oeuvre d'écrivain, Oeuvres complètes, 16, 1971, p.
17.
16 Kierkegaard, L'instant, Oeuvres complètes, 19, p. 145.
187
La fe de los demonios
17 Kierkegaard, Point de vue explicatifde mon oeuvre d'écrivain, Oeuvres complètes, 16, p. 19.
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21 Ibidem, p. 15.
22 Ibidem, pp. 29 y 80.
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23 Ibidem, p. 81.
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La gran maquinación: ateísmo y fariseísmo
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TERCERA PARTE
203
La fe de los demonios
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Sol de Satán y noche de la fe
haga eludir esa prueba. Allí donde San Pablo habla de gemidos,
las filosofías paganas hablan de ataraxia. Allí donde Cristo pide
coger la propia cruz para un gozo desgarrador, las espiritualida
des humanas ordenan borrar la angustia con un contentamien
to perfecto. Siempre flirtean con el pecado del ángel: que no es
haber fracasado en la prueba (Dios vendría entonces a rescatar),
sino haberla rechazado, pura y solitariamente, haberle negado
toda pertinencia, porque la autonomía le pareció preferible a la
comunión.
En el decisivo Libro XIV de La ciudad de Dios, San Agustín
descubre en esa tentación estoica una complicidad demoníaca.
En descarga de la carne, recuerda: “¿No puede ocurrir que la
idolatría o la herejía sean con frecuencia una razón para abste
nerse de las voluptuosidades de la carne?... Aunque de la corrup
ción de la carne nacen cierta inclinación al vicio y ciertos deseos
desordenados, guardémonos de atribuirle a la carne todos los
desórdenes de la vida; porque eso seríajustificar al demonio, que
no está en la carne. No se puede, en efecto, llamar al demonio
fornicador o borracho, ni acusarlo de ningún otro vicio carnal,
aunque sea el instigador oculto de parecidos crímenes, pero sí
de ser infinitamente soberbio y envidioso”.2 Para defender el
amor, aun en lo que tiene de cegador, añade: “Todas las pasio
nes son buenas o malas según que el amor sea bueno o malo...
A veces, la emoción, no de una codicia reprensible, sino de una
loable caridad nos arranca lágrimas a pesar nuestro... Si, pues,
se llama apatía a la completa insensibilidad del alma, ¿quién no
ve que esa insensibilidad es el mayor de todos los vicios?’3 Quien
hace a la carne responsable de todos los desórdenes “justifica al
demonio”: ése estima que domar sus deseos carnales sería sufi
ciente para hacerse bueno y olvida, por tanto, el mayor desor
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La fe de los demonios
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Sol de Satán y noche de la fe
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Primera Lección
El fruto de las entrañas
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La fe de los demonios
1San Agustín, Del Génesis contra los maniqueos, libro II, capítulo XVIII.
210
El fruto de las entrañas
Vida, sin ningún otro juicio. ¿Por qué? Según todos los indicios
porque escuchó la maldición de la serpiente: cree en el carácter
salvífico, vivificante, de esa enemistad entre lo femenino y lo
demoníaco.
Para entrever tal cosa, conviene decir primero qué es lo feme
nino. Conocemos la concretísima definición de Aristóteles en
su De generatione animalium: “Entendemos por macho aquel
ser que engendra en otro y por hembra aquel ser que engendra
en sí”. Lo masculino corresponde a una operación transitiva y,
por eso, visible: arroja su simiente fuera de sí mismo; su tiempo
sexual es corto, su espacio, el de afuera; es el espacio-tiempo de
la eyaculación. Lo femenino corresponde a una operación in
manente y por eso invisible: acoge en sí algo que se hace a pesar
suyo; su tiempo sexual es largo, su espacio, el de la interioridad;
es el espacio-tiempo de la gestación. Llevar al otro en sí, dejar
que se opere en su seno un oscuro crecimiento, ¿no son esas
cualidades de lo femenino exactamente las del alma en relación
con su Creador y Salvador? Porque el alma —y el Cantar de
los Cantares bastaría para probarlo al pintar al pueblo elegido
bajo la figura de la esposa— debe estar metafísicamente en una
postura femenina en relación con Dios: la de una receptividad
a la gracia que opera en nosotros a pesar nuestro, como en la
parábola propia de Marcos que compara el Reino con un grano
que crece por sí solo.
De esa postura femenina es precisamente de la que reniega lo
demoníaco. El diablo no tiene entrañas. No acoge al otro en su
corazón, como aquello que sería más querido que uno mismo.
Su voluntad de poder se reencuentra más explícitamente en el
símbolo, no de lo masculino, sino de lo fálico, es decir, de un
masculino que querría autoconstituirse como una denegación
de un femenino capaz de limitar su poder: símbolo de la con
quista exterior, de la posesión del otro al hacerlo gozar, del do
minio de lo visible, de la penetración que no quiere recibir nada
212
Elfruto de las entrañas
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La fe de los demonios
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El fruto de las entrañas
Lo demoníaco y la filiación
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El fruto de las entrañas
Cuerpo y ofrenda
El peso del cuerpo, en la oración, es también lo que lo ele
va contra el diablo. Lo demuestra una secuencia del Evangelio
según San Mateo que se despliega entre el primer y el segundo
anuncios de la Pasión y que se articula alrededor de la Trans
figuración en el Tabor (Mt 16, 21-17, 22). Este breve conjun
to, a caballo entre dos capítulos, basta para exhibir toda una
La fe de los demonios
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El fruto de las entrañas
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La fe de los demonios
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El fruto de las entrañas
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La fe de Los demonios
’ Citado y traducido por Jean-Louis Chrétien, La voie nue, Éditions du minuit, Paris, 1990,
p. 41.
226
Elfruto de las entrañas
10 Saint François de Sales, Entretiens spirituels, en Oeuvres, Gallimard, col. “La Pléiade”, Paris,
1969, p. 1035.
11 Jacques Maritain, Religion et culture, III, en Oeuvres complètes, vol. IV, Saint-Paul, Paris,
1983, p. 233.
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Elfruto^de las entrañas
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La fe de los demonios
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El fruto de las entrañas
232
El fruto de las entrañas
p [Los starets de la tradición ortodoxa rusa nacieron en Optina Pustyn, un lugar (cercano a
Kozelsk, en Moscú) de enorme importancia para la vida espiritual de Rusia y el mejor ejemplo
del renacimiento espiritual ruso de finales del siglo XVIII. El monasterio de Optina, uno de
los primeros y más antiguos monasterios de eremitas rusos, fue un milagroso oasis espiritual
en donde se repitieron los dones de la gracia de Dios de los primeros siglos del monacato, que
recibieron su expresión más completa en un servicio especial, el starchestvo. En efecto, los starets
233
La fe de los demonios
de Optina se distinguían por el mayor de todos los dones: el don de sensatez y también el de
perspicacia, el don de curación y el de obrar milagros. Se trata de un servicio profètico que
realizaban los starets, como hacían los profetas en los tiempos apostólicos, consolando a los ne
cesitados y anunciando las cosas futuras, según la voluntad de Dios. Más tarde la palabra starets
ha adquirido en ruso varias acepciones: “anciano pobre y ciego”; “anciano” (con el matiz del
respeto y la estima); “monje anciano”, “ermitaño” (en general), “monje” o persona, carente de
estado monástico alguno, que se considera “preceptor espiritual de los creyentes”. N del T]
12 Dostoyevski, Lesfrères Karamazov, II, IV, pp. 101-102.
13 Ibidem, V, IV, p. 332.
234
El fruto de las entrañas
parece necesaria una gracia divina. Hay que creer en una provi
dencia muy positiva para pensar que a ese tío que se atraviesa en
mi camino, es precisamente Dios quien lo envía.
El sentido de esta procedencia divina de la marujona y el fu
lano remite a lo que, a pesar de ser designado por la tradición
con un nombre lamentable, encubre la apertura más concreta
posible a la providencia: el deber de estado. La Vida, por me
dio de mi cuerpo, me coloca en un lugar y en una función con
unos próximos que me son dados y unas tareas que conforman
mi vocación propia; no debo desertar de esa avanzadilla; ahí es
donde tengo que amar, porque sólo ahí puedo amar realmente.
San Francisco de Sales insiste en esta situación local y particu
lar del mandamiento divino como “la palabra más grande y la
menos escuchada de la conducta espiritual”: “Y quienquiera no
la cumpla, aun cuando hiciera resucitar a los muertos, no deja
de estar en pecado, y de condenarse, si muere así. Por ejemplo,
como está mandado que los obispos visiten a sus ovejas, les en
señen, las guíen, las consuelen, si yo permanezco toda la semana
en oración, si ayuno toda mi vida, si sólo hago eso, me pierdo.
Si una persona hace un milagro estando casado y no cumple los
deberes del matrimonio con su cónyuge o no se preocupa de sus
hijos, es peor que si fuera infiel, dice San Pablo”.14 De hecho,
está endemoniada espiritualmente. ¿No consiste la culpa del
demonio, como decía Santo Tomás, en “rezar sin observar el
orden requerido por Dios”? De igual forma, si yo me consumo
en oración cuando debiera socorrer a mi prójimo, si resucito a
un muerto cuando debiera acostarme con mi mujer (es el ejem
plo que pone San Francisco de Sales), me hundo en la fe de los
demonios.
14 Citado por el canonigo Vidal, Aux sources de la joie avec saint François de Sales, Monastère de
la Visitation, Annecy, 2006, p. 29.
235
La fe de los demonios
15 Denis Vasse, Le temps du désir, Seuil, col. “Points-Essais”, Paris, 1997, p. 41.
236
El fruto de las entrañas
237
La fe de los demonios
q [La versión española de la Biblia de Jerusalén traduce ese genitivo optando por el sentido
objetivo, precisamente al revés de como le gustaría al autor, pues dice exactamente: La calidad
probada de vuestra fe produce la paciencia en el sufrimiento. N. del T]
238
El fruto de las entrañas
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La fe de los demonios
17 Saint Hilaire de Poitiers, Traité des mystères, II, 9, en Thèmes etfigures bibliques, DDB, Paris,
1984, pp. 59-60.
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El fruto de las entrañas
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Segunda Lección
Aunque es de noche1
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3 Georges Bernanos, Sous le soleil de Satan, en Oeuvres romanesques, Gallimard, col. “Bibliothè
que de la Pléiade”, Paris, 1962, p. 184.
4 Dom Anschaire Vonier, La victoire du Christ, capitulo 8, L’oeuvre, Paris, 2009.
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La gracia de la reconciliación
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6Jean Hatzfeld, Une saison de machettes, Seuil, col. “Points”, Paris, 2003, p. 254.
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cerle misericordia. Así, y sólo así, como hijo pródigo, pero cuyo
retorno es festejado por su Padre, como consecuencia, puede
hacer misericordia. Francisco de Asís, viendo a un condenado a
muerte, reconoce ante él que, sin la Misericordia divina, habría
sido un criminal peor, y el condenado puede arrepentirse. Ca
talina de Siena bebe la sangre de un decapitado como si fuera
para ella la del Redentor. ¿Cómo no iba a ocurrir lo mismo con
María, la Virgen Inmaculada? Ella sabe en su corazón que, sin
esa gracia por prevención, que procede de la Cruz de su Hijo,
ella tampoco habría sido la Hija de Sión, sino más bien la Gran
Prostituta de Babilonia. Y porque lo sabe, la sierva humilde, en
su pureza extrema puede ser el “Refugio de los Pecadores”. Si se
hubiera creído inmaculada por ella misma, si se hubiera fiado
de sus propias luces para tener la iniciativa de la misericordia,
en fin, si se hubiera pavoneado de su plenitud de gracia como
de algo debido a ella, habría sido hija de Satán. Pero es la Madre
de Dios y lo es por haber sido entregada a Dios como una niña
pequeña que no es nada sin su Padre.
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7 Saint Justin, Grande apologie, en Justin martyr, Oeuvres complètes, Migne, Paris, 1994, p. 25.
8 Tertullien, Apologétique, Les belles lettres, Paris, 1929, p. 25.
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tos son sus tactos más íntimos; y unos y otros te llevarán adonde
tú no quieras (Jn 21, 18). Un Dios Completamente-Otro que
no se revela nunca es sólo un espíritu vago y sin amor. Sería el
espíritu del diablo, un espíritu que, prefiriendo todas las más
caras inventadas por él mismo al rostro recibido del Creador,
renuncia a su personalidad, opta por la alteridad informe: el
otro siempre otro, sin diálogo sostenible, sin fidelidad posible,
sin encarnación que lo ate a un cuerpo.
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12 Véase el estudio del padre Lucien-Marie de Saint-Joseph, “Satan dans l’oeuvre de saint Jean
de la Croix”, en Satan, DDB, Paris, 1978 (reimpresión del número de los Études carmélitaines
de 1948).
13 San Juan de la Cruz, Subida al monte Carmelo, libro 3, capítulo 10.
14 Entretiens spirituels de saint Vincent de Paul, Seuil, Paris, 1960, p. 902.
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El amor en la noche
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22 Alain Finkielkraut y Benny Lévy, Le livre et les livres, Verdier, Lagrasse, 2006, p. 94.
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23Jean-Louis Chrétien, “Figures bibliques de la joie”, en Sous le regard de la Bible, Bayard, Paris,
2008, p. 79.
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la respuesta que les dio (Le 2, 50). María no comprende los di
chos de su hijo. ¿Qué la distingue entonces de aquellos otros de
los que el Hijo dirá, citando a Isaías, que oyen sin entender (Le
8, 10)? Simplemente esto: Su madre conservaba cuidadosamente
todas estas cosas en su corazón (Le 2, 51). La Palabra es una espa
da, su corazón es vaina para ella.24 Allí donde otros lo cierran,
el suyo sigue abierto para que lo incomprensible more en él con
todo su cortante filo.
24 La imagen es del padre Pierre-Thomas Dehau en su admirable librito En prière avec Marie.
25 Carta al padre Neuner del 12 de mayo de 1969, en Madré Teresa, Come be my light, The
private writings o f the “Saint o f Calcutta”, Doubleday, New York, 2007.
26 Carta al padre Picachy del 3 de julio de 1959.
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Tercera Lección
Para ser escrita por la gracia con la
propia sangre
¡Ven!
Apocalipsis, passim
Agradecimientos
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Esta iniciativa editorial se sostiene
principalmente gracias al trabajo, la
confianza y la buena voluntad de las
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Fabrice Hadjadj nació en Nanterre en 1971 de padres de ascendencia
judía e ideología maoísta. Vivió su infancia entre Túnez y Francia. Ahora
reside en la Provenza francesa, donde ejerce como profesor de Filosofía
y Literatura. Convertido al catolicismo en 199fl, a veces se presenta a
sí mismo como “un judío de nombre árabe y de confesión católica”. Es
ensayista y dramaturgo, está casado con la actriz de teatro Siffreine
Michel, de la que tiene cuatro hijas y actualmente enseña en el instituto
privado Sainte-Jeanne ti’Arc y en el Seminario de Toulon.
Muchos cristianos piensan que sus enemigos más peligrosos están
entre los libertinos y los lujuriosos, sin embargo, los demonios son
ángeles e ignoran los placeres de la carne. Otros los buscarían entre los
ateos o los agnósticos, pero los demonios creen, nos recuerda Santiago,
y tiemblan. No hay un solo artículo de fe que no tengan por cierto.
Quizás lo demoníaco no sea algo tan exterior como imaginamos. Este
libro no es un tratado de demonología, sino una reflexión sobre la lógica
del mal, un pequeño breviario de combate (y de vulnerabilidad), una
lección de ka(ra)tecismo para, como dice San Pablo, aprender a “ejercer
el pugilato, sin dar golpes en el vacío” (1 Co 9, 26).