Está en la página 1de 5

Fabrice Hadjadj 1

“El hombre sobrepasa infinitamente al hombre”

Fabrice Hadjadj
“El hombre sobrepasa infinitamente al hombre”

[En París se ha discutido sobre Dios, pero antes también sobre el hombre.
Basta ver qué ha sucedido en la sesión inaugural, el 24 de marzo, en la
sede de la UNESCO, el brazo cultural de la Organización de las Naciones
Unidas.
Con una tribuna y una platea llena de altos funcionarios y de diplomáticos,
había que esperar una sesión retórica y soñolienta.
Pero no ocurrió así. Por ejemplo, Pavel Fischer, ex embajador de la
República Checa en Francia, ha tocado las mentes y los corazones de los
presentes al evocar su experiencia personal de creyente aplastado por la
maquinaria del ateísmo científico, en los años del imperio comunista.
Se sabe que la República Checa es una de las regiones de Europa donde el
ateísmo es hoy un fenómeno de masas. Es allí a donde se llegó Benedicto
XVI en el 2008 y donde maduró la idea de dar vida a un Patio de los
gentiles. Es en Praga que el Patio celebrará uno de sus futuros encuentros.
Pero la intervención más explosiva ha sido la del filósofo francés Fabrice
Hadjadj, de familia judía, con un pasado de ultra-izquierda, ahora
convertido a la fe católica.
Hadjadj criticó a fondo la ideología de la UNESCO y de sus padres
fundadores, precisamente en la sede de la organización, en presencia de
sus dirigentes.
Y la ha criticado precisamente en su visión del hombre, respecto a la
alternativa entre la apertura del hombre al Cielo – el "transhumanizar" del
Paraíso de Dante – y el "transhumanismo" del primer director general de la
UNESCO, Julian Huxley, la reducción del hombre a objeto técnico,
mejorable con la eugenesia.
http://chiesa.espresso.repubblica.it/articolo/1347333?sp=y]

“Cuando se pretende fundar el humanismo sobre el hombre mismo pasa lo que cuando se
pretende alzar un edificio sin ningún apoyo exterior: se derrumba.
Para que el edificio se eleve necesita un suelo. Para que el hombre se eleve necesita un
Cielo. Lo que llamo ‘Cielo’ es una esperanza. Los demás animales se engendran por
instinto. El hombre necesita razones para dar la vida”.

“El hombre sobrepasa infinitamente al hombre”.


Breve reflexión sobre lo transhumano
Fabrice Hadjadj
Traducción de Carlos Díaz,
(http://www.personalismo.net/persona/sites/default/files/Rev20-Ref-
01.pdf)

Conferencia pronunciada en el “Atrio de los Gentiles”, Paris,


UNESCO, 24 de marzo de 2011.
1. ¿Por qué estamos reunidos aquí? ¿Por una ceremonia protocolaria,
en que cada cual habrá cumplido su función pero sin que nadie haya
Fabrice Hadjadj 2
“El hombre sobrepasa infinitamente al hombre”

venido con su corazón? ¿Para abrir una nueva “ventana dialógica”,


como si aún se tratase de acrecentar nuestros medios de
comunicación mientras adoptamos la apariencia de gente abierta y
tolerante? Quizá pueda yo romper con todas estas conveniencias; sin
embargo, mi intención no es la de provocar, sino la de plantear una
cuestión sencilla. Mi idea no es la de hacerme el excéntrico, sino la
de ser un hombre que se dirige a otros hombres por encima de las
etiquetas y el orden del día. Pues ser hombre no consiste solamente
en vivir, sino en interrogarse por las razones de vivir. Y esta pregunta
surge con tanta más crudeza cuanto más crudamente se sitúa en su
tensión desgarradora: cuando desea la alegría en la verdad y en la
amistad y sin embargo sabe que va a morir. Sí, todos los aquí
presentes, ministros u ordenanzas, aspiramos moralmente a la
felicidad. Y, al mismo tiempo, todos los aquí presentes, embajadores
o agentes de seguridad, estamos simplemente abocados a la
decrepitud. De manera que, bajo la luz de los focos, pese a la
potencia de los micrófonos, muchas tinieblas, mucho silencio nos
rodean...
2. Desde luego este cuestionamiento es lo propio del hombre desde
su origen. Él es el animal que se asombra de existir. ¿Somos nosotros
monos evolucionados, primates que han alcanzado la cumbre de la
sofisticación? La cosa es dudosa. Pues el colmo de la perfección del
primate estaría en alcanzar la agilidad suprema al desplazarse de
rama en rama, o en la soltura absoluta para alcanzar las bananas,
pero no en quedarse atónito, esa facultad que nos deja con los ojos
desorbitados, estupefactos, desguarnecidos ante el vértigo de estar
vivo. Tampoco está en esa inclinación a la contemplación que, por
ejemplo, nos lleva a maravillarnos tanto de las rayas del tigre, hasta
el punto de olvidarnos de protegernos contra sus garras. Algunos
dicen que la emergencia del hombre en el curso de la evolución se
debería a su mayor capacidad de adaptación al mundo. Al mismo
tiempo, el hombre da la impresión de gran inadaptado: en lugar de
vivir pacíficamente según su instinto, busca un sentido, descifra el
mundo como un bosque de símbolos, desea un más allá, un más allá
que no ha de ser forzosamente otro mundo, sino una manera de
penetrar en el secreto de este mundo, de abarcarlo en su misterio,
de beberlo en su fuente. Así pues, todos los aquí presentes, ministros
o agentes de seguridad, tenemos el sentimiento de ser pasajeros o
transeúntes. No solamente porque somos mortales, sino también
porque en nuestra misma vida deseamos un sobrepasamiento, no
necesariamente un sobrepasamiento hacia otra parte, pues eso no
sería otra cosa que turismo, y el turismo -en materia de
espiritualidad- es más frecuente de lo que se imagina. Nosotros
deseamos sobre todo un sobrepasamiento en la intensidad de
nuestra manera de ser aquí y ahora, unos con otros, tratando en
suma, los unos con los otros, sin hipocresía, una verdad y una
amistad profunda (confesemos, sin embargo, que desde el momento
en que se raspa un poco el barniz del decorado, estamos lejos de esta
verdad y de esta amistad, porque ellas supondrían que todas las
Fabrice Hadjadj 3
“El hombre sobrepasa infinitamente al hombre”

máscaras caerían y que nos desnudásemos espiritualmente).


Nietzsche lo recordaba: “Lo grande en los hombres no es ser una
meta, sino un puente: lo amable en el hombre es ser una travesía y
una caída”. Con una frase como esa Nietzsche nos lleva a pensar en
Rousseau, según el cual el hombre no se distingue de los otros
animales por su perfección, sino por su ‘perfectibilidad’, y sobre todo
parece retomar una afirmación de Blaise Pascal: “Daos cuenta de
que el hombre sobrepasa infinitamente al hombre”.
3. Este cuestionamiento del hombre que busca un más allá adopta
hoy en este lugar una significación particular. Pues nosotros vivimos
hoy la crisis radical del humanismo. Sin duda, se trata de la mayor
crisis que nosotros hemos de afrontar hoy: no tanto una crisis
financiera o ecológica, sino una crisis antropológica y hasta
metafísica. Nos encontramos en un punto único en la historia, si bien
las apelaciones a un nuevo humanismo, lo mismo que a un retorno a
la Ilustración, sólo pueden ser signos de ceguera. Cuando se
pretende fundar el humanismo sobre el hombre mismo pasa lo que
cuando se pretende alzar un edificio sin ningún apoyo exterior: se
derrumba. Para que el edificio se eleve necesita un suelo. Para que el
hombre se eleve necesita un Cielo. Lo que llamo ‘Cielo’ es una
esperanza. Los demás animales se engendran por instinto. El hombre
necesita razones para dar la vida. Sin estas razones, sin una
esperanza, no es que fuera a suicidarse, dada la inercia que hay en él
y que le lleva a continuar su curso como un sólido en un espacio
vacío, pero al menos ya no daría la vida, porque no ve para qué traer
hijos al mundo si es para que se pudran. La esperanza no es la
guinda de un pastel, sino que por entero debe manifestarse incluso
en nuestra carne, incluso en nuestro sexo. Bien lo saben los judíos:
es en su sexo donde se encuentra la señal de la Alianza con el
Eterno, pero si yo no creyera en esta Alianza, ¿para qué continuar la
aventura humana, para qué obstinarse en alimentar la carne? He
aquí lo que singulariza al hombre entre todos los animales: que debe
elevarse hacia el Cielo antes de poder acostarse tranquilamente con
su mujer. Es en eso -muy simplemente- en lo que el hombre
sobrepasa infinitamente al hombre. Él busca sus razones de vivir
más allá de sí mismo. Él aspira a una alegría que todavía no posee
verdaderamente y cuyo cumplimiento espera, por decirlo de algún
modo, en algo ‘sobrenatural’. Podemos retomar aquí una palabra
inventada por Dante y decir que el hombre está hecho para
transhumanar.
4. Mas ¿cómo ‘transhumanar’? ¿Qué debemos entender por
transhumanismo? Esta palabra debe resonar especialmente entre
estas paredes, pues el sustantivo ‘transhumanismo’ fue forjado en
1957 por el biólogo Julián Huxley, primer director general de la
Unesco. Lo que resulta muy interesante es que este primer director
general de dicha institución no entendía el ‘transhumanismo’ como
Dante. Su pensamiento va incluso radicalmente contra el de la Divina
Comedia, pero tiene la ventaja de manifestarnos la única alternativa
Fabrice Hadjadj 4
“El hombre sobrepasa infinitamente al hombre”

que se plantea hoy en el mundo moderno. Hermano de Aldous


Huxley, el autor de A Brave New World, hubiera podido pensarse que
Julián Huxley estaría vacunado contra toda tentación eugenista, y sin
embargo fue todo lo contrario. No es que Julián Huxley fuese
inconsecuente, no, antes al contrario fue de una extrema coherencia.
En 1941, en el momento mismo en que los nazis gaseaban a los
enfermos mentales, Julián Huxley escribía con cierta audacia:
“Después de extraer plenamente las consecuencias que implica la
biología evolutiva, la eugenesia se convertirá inevitablemente en una
parte integrante de la religión del porvenir, o del complejo de
sentimientos -sean cuales fueren- que podrá ocupar en el porvenir el
lugar de la religión organizada”. Tales presagios fueron escritos en
1941. Pero hasta 1947, en que ya es director general de la UNESCO,
no serán publicados en francés, sin que se hubiese cambiado una
sola línea durante esas fechas. Ciertamente Huxley era antinazi,
socialdemócrata y sobre todo antirracista (lo que por otra parte no le
impedía escribir en el texto ya citado: “Considero absolutamente
probable que los negros auténticos tienen una inteligencia media
ligeramente inferior a la de los blancos o a la de los amarillos”), pero
Huxley pretendía reemplazar las religiones tradicionales por la
religión de las biotecnologías. Ciertamente, no se trata de iniciar
aquí el proceso de Julián Huxley. Tan sólo quisiera poner de relieve
una ideología tan extendida que no supo ahorrarse esta afirmación y
que tuvo incluso como representante a su ilustre primer director
general. Si en 1957 este primer director general de la UNESCO
inventa el sustantivo ‘transhumanismo’ es por no hablar de
‘eugenismo’, palabra difícil de manipular después del eugenismo
nazi. Sin embargo lo que está en juego continúa siendo lo mismo: la
redención del hombre por la técnica. Cito el PERSONA . Revista
Iberoamericana de Personalismo Comunitario Nº20, año VII, Agosto
2012 / ISSN: 1851 - 4693 Pág. 15 texto de 1957 en que inventa el
citado término planteando el siguiente ‘nuevo principio’: “La calidad
de las personas, y no solamente la cantidad, es lo que debemos
buscar; consiguientemente, es necesaria una política concertada
para impedir la oleada creciente de población que sumerge todas
nuestras esperanzas de un mundo mejor”. El Better World de Julián
no se encuentra tan alejado del Brave New World de Aldous. Se
trata, en efecto, de mejorar la ‘calidad’ de los individuos como se
mejora la ‘calidad’ de los productos y, por tanto, probablemente, de
eliminar o impedir el nacimiento de todo aquel que pareciese
anormal o deficiente.
5. Tengan, pues, en cuenta, que es la definición misma de hombre la
que está en juego en este encuentro nuestro. Y por lo tanto el
porvenir mismo del hombre. El hombre busca un más allá. Es por
esencia transhumano. Pero ¿cómo se realiza el trans de lo
transhumano? ¿Por la cultura y la apertura a lo Trascendente? ¿O es
por la técnica y manipulación genética? ¿Es a través del misterio de
la palabra? ¿O es por la voluntad de poder? Ciertamente, la UNESCO
es una organización mundial dedicada a la protección y el desarrollo
Fabrice Hadjadj 5
“El hombre sobrepasa infinitamente al hombre”

de las culturas. Pero también, como cualquier organización actual,


está devorada por la logística tecnocrática, es decir, por el deseo de
resolver los problemas en lugar de reconocer el misterio. Prueba de
ello es la ambigüedad de la que da testimonio su primer director
general. Pues bien, he aquí mi sencilla cuestión: ¿debemos tomar
como director a Julián Huxley o bien debemos tomar como tal a
Dante? ¿Está la grandeza del hombre en la facilidad técnica para
vivir? ¿O bien está en ese desgarro, en esa apertura como un grito
hacia el cielo, en esa llamada viva hacia lo que nos trasciende
realmente? Tengan en cuenta que un transhumanismo cuyo
productor fuese el hombre no sería un verdadero transhumanismo:
no gira hacia lo más allá de lo humano, sino en torno al más acá,
reduciendo al hombre a un objeto técnico. Ahora bien, repitámoslo,
la maravilla del hombre no está en su perfección técnica, mera
proeza mecánica a la que hubiera que desechar cuando no
conservase sus habilidades. Su maravilla está en el misterio de su
presencia asombrada. Su maravilla no está en su eficiencia, sino en
la epifanía de su rostro, sea éste cual fuere, incluso cuando este
rostro es deforme, incluso si es el rostro de un crucificado.
6. Ha llegado, pues, nuestra modernidad a ese punto extremo en que
ahora tiene la posibilidad de realizar concretamente el
transhumanismo en términos técnicos y de considerar a los hombres
que somos como bricolages arcaicos y obsoletos. Pero este último
extremo es también una gracia: ella nos permite, por oposición,
acoger mejor lo que constituye nuestra humanidad: no un desarrollo
horizontal de nuestras potencias, sino una elevación vertical de
nuestra palabra. Tal es la oportunidad del Atrio de los Gentiles:
levantar acta de esta situación nueva. No se trata solamente del
“diálogo entre creyentes y no creyentes”. Se trata de plantear la
cuestión del hombre y de reconocer que lo específicamente suyo no
es ser un super-animal más potente que los demás animales, sino el
ser receptáculo que recoge a toda criatura con amor para orientarla
con su palabra, con su oración, con su poesía, hacia su fuente
misteriosa.

También podría gustarte