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DIME QUIÉN TE GUSTA Y TE DIRÉ

QUÉ ERES: LA ORIENTACIÓN DEL


DESEO ERÓTICO AFECTIVO

La única relación sexual antinatural es aquella imposible de ser realizada

Alfred Kinsey.

Es de conocimiento púbico que la noticia que atrapó a tod@s l@s terrícolas en estas últimas
semanas, y déjenme introducir la certeza sobre la relatividad del tiempo en esta afirmación, es la
aprobación de la ley de matrimonio igualitario. Quizás, lo más difícil en este punto, sería no
apasionarme con la defensa de la igualdad de derechos y lo erróneo de la existencia de
movimientos que vayan en contra de este tipo de avances que, en mi opinión, son los que nos
hacen evolucionar como sociedad.

Intentaré contener mis opiniones y sensaciones viscerales en cuanto a este tema y me dedicaré a
desarrollar algunos conceptos de utilidad para la comprensión de algunos aspectos.

¿De qué hablamos cuando hablamos de


deseo erótico-afectivo?
Definimos como deseo erótico-afectivo a la capacidad de sentirse atraído/a por uno de los dos
sexos, o ambos; es un proceso complejo que se encuentra presente desde el nacimiento hasta la
muerte, y se manifiesta en todos los actos de la vida.

Se encuentra condicionado por diferentes factores, donde convergen lo biológico, lo afectivo y lo


social; no es voluntario ni tampoco estático, esto quiere decir que un individuo puede sentirse
atraído por diferentes sujetos en diferentes momentos de su vida; proceso donde se encuentran
involucradas las emociones, los sentimientos, el cuerpo físico, el psíquico, el simbólico y el real.

En este punto, no existirían mayores dificultades para aceptar la diversidad, tanto de personas
como de diversidades dentro de una misma persona. Entonces ¿por qué está tan naturalizada la
heterosexualidad?

Desde el comienzo de la humanidad, podemos encontrar rituales de convivencia o de iniciación


donde no existe separación ni división entre lo hetero/homo, sintéticamente podemos referirnos a
que el deseo erótico-efectivo es “uno”, sin tomar en cuenta la “elección” de objeto. Inclusive, cabe
destacar, que el mismo Freud planteaba la bisexualidad del individuo desde el momento de su
nacimiento.

A pesar de las concepciones anteriores, lo “hetero” comienza a dominar culturas, pueblos y


sociedades. La noción de una sexualidad heterocentrada es totalizadora, universal, dominante y
por si existe alguna duda, hegemónica. Por otra parte, es de carácter opresor; basta observar a
nuestro alrededor para apreciar cuantas personas son infelices y silenciadas por esta concepción.
Culturalmente, se plantea una imposición de la heterosexualidad mediante manifestaciones del
lenguaje simbólico y real, que no permiten otro tipo de subjetividad y que se impone de forma
implícita.

Como si tuviéramos poco peso sobre nuestros hombros, la sexualidad (heterosexuada de por sí) es
plenamente coito céntrica, hace imposible rechazar el coito, por lo que cualquier otro tipo de
relación sexual es vista como una desviación, una perversión, o simplemente anormal. Por otra
parte, manifestaciones que se alejan de lo coital son vividas como fuera de la relación sexual,
como antesala del verdadero acto sexual, que culturalmente está determinado por la unión de
genitales, donde queda excluidos los besos, caricias, felatio, mimos y unión de otras partes
erógenas de “La relación sexual” Esta condición coito céntrica también influye en la naturalización
de la heterosexualidad: de por si tod@s somos hetero. Todo aquello que no se incluya dentro de
esta categoría es vivido como anormal.

La heterosexualidad queda posicionada en un lugar privilegiado con respecto a otras formas de


vivir la orientación del deseo erótico. Es una hegemonía muy silenciosa y sutil, por lo cual es
también muy poderosa. Pensemos, sino, en los miles de avisos publicitarios que, sin decirlo
directamente, fomentan y estimulan una sexualidad totalmente heterocentrada. Reconocidas
marcas como las de desodorantes y antitranspirantes hacen de la heterosexualidad la única opción
posible para la orientación del deseo.

Cada uno da lo que recibe…


Como consecuencia de esta visión, la cual depende y se alimenta de tod@snosotr@s, vivimos una
concepción de sexualidad con determinadas características poco felices:
Nuestra sexualidad es:
Binaria: Se divide en dos polos; lo heterosexual por un lado y las otras manifestaciones por otro.

Excluyente: Lo heterosexual visto como lo normal, lo esperable, lo socialmente aceptado; deja por
fuera una amplia gama de posibilidades de diversas vivencias del deseo erótico-afectivo.

Normativizada: La sexualidad, planteada como tal, posee carácter de norma. Son un conjunto de
reglas que debemos cumplir para permanecer adaptados a la sociedad, segregando otro tipo de
disfrute posible.

Propone indicadores de desempeño y metas a alcanzar (pensemos en las publicidades


nuevamente)

Ligada a la reproducción

Culminación de la sexualidad: estado fijo en cuanto a elección de objeto, “elijo algo” y eso se
mantiene (o debe mantenerse) para el resto de mi vida.

Madurez sexual: elección hetero u homosexual, lo cual puede verse muy claramente en la
adolescencia, donde se vive una etapa de confusión del deseo erótico. En este período está
permitido experimentar porque es “normal”; más tarde, y con otro grado de madurez, se debe
decidir.

Renuncia a otras alternativas

Represiva y estigmatizante: sirve al poder institucionalizado y tiende al sometimiento; proyecta la


cultura dominante y las relaciones de poder, un poder disciplinario y de normalización. Se
estructura al sujeto en “dominantes” y “dominados”, posicionando a la sexualidad como algo a
controlar

El sistema de valores y creencias dominantes adopta una postura discriminatoria y excluyente,


calificando con conceptos peyorativos cualquier opción ajena a la heterosexualidad, refiriéndose a
ellas como peligrosas, destructivas, malas, insanas, como posible motivo de enfermedad, etc. A
partir de dicha situación, devienen individuos inseguros y temerosos, incapaces de vivir la
sexualidad desde el goce y el placer.

Al mal tiempo…

Aunque el panorama sea un poco desalentador, existen muchos profesionales, entre los cuales me
incluyo, que nos encontramos observando, evaluando, sintiendo y actuando para fomentar el
desarrollo de una concepción de la sexualidad diferente. Es un camino largo y a veces se torna
agotador, sin embargo, fomentar el desarrollo integral de nuestra sexualidad contribuye con el
bienestar y la satisfacción, tanto individual como colectiva; implica madurez en reconocer y
aceptar la orientación del deseo propio, así como el de los demás (aceptar el yo sexual, sus deseos,
fantasías, temores y fuentes de conflicto) que conforman la historia deseante y afectiva; apunta a
generar una perspectiva abierta y flexible, a que ocurran cambios y a la diversidad de objetos
amorosos-eróticos a lo largo de la vida, haciendo énfasis en la sexualidad como materia en
producción permanente, fluida y que sufre modificaciones en el transcurso de la vida. A su vez,
subyace un camino de aceptar y validar las diferentes expresiones de la sexualidad desvalorizada
y/o silenciada (auto-erotismo, fetichismo, celibato, etc.).

Recorrer este camino nos hace comprometernos, desde todo nuestro ser, a aprender a integrar la
diversidad y equidad, eliminado categorías y etiquetas de orientación sexual.

Es un camino de promover que somos diferentes, aceptando la diversidad dentro de nosotros


mismos, a tal punto que existen tantas sexualidades, e historias sexuales, como personas en el
mundo.

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Referencias:

Foucault, M. (2000). Los Anormales. Ed. Fondo de Cultura Económica. México

Freud. S. (1979). “Tres ensayos para una teoría sexual” Obras Completas. Tomo VII. Ed. Amorrortu.
Buenos Aires.

Sarda, A. (1998) “Bisexualidad,¿Un Disfraz de la homofobia internalizada?” Trabajo presentado en


el I Encuentro Argentino de Psicoterapeutas Gays, Lesbianas y Bisexuales,organizado por el Grupo
Nexo y realizado en Buenos Aires, en septiembre de 1998.

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