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La figura mítica del caudillo suele oscurecer uno de los procesos mas decisivos y menos
conocidos en el siglo XIX: el surgimiento, organización y vicisitudes de los estados provinciales,
en un contexto de debilidad o ausencia de un estado nacional.
Se entonces desde los puntos de vista de mediados del siglo pasado la comparación de los
caudillos provinciales con los barones feudales, relacionando el feudalismo a una falta de
poderes centrales. Por otra parte, la historiografía reciente, le da un aporte más social y
económico, pero sin perder de vista el sesgo impuesto por la preferencia que la historiografía
nacional le concede a estos aspectos.
Por detrás de la visión y el estudio del caudillismo, se encuentra otra realidad: los esfuerzos
por afirmarse por parte de los estados autónomos provinciales. Estos esfuerzos tenían dos
frentes: lograr el orden social bajo la hegemonía de los grupos propietarios y otro externo
frente a los riesgos atribuidos a la política de otras provincias (BsAs, por ejemplo).
Hay que tener en cuenta como protagonista de la formación del estado nacional, al estado
provincial. El proceso de organización de ese estado provincial rioplatense provee una
excelente perspectiva para observar la naturaleza de los problemas implicados en la cuestión
de la organización nacional Argentina.
Detrás de la dramática escena de las luchas civiles lideradas por celebres caudillos, se
perfilaban los problemas relativos a la emergencia de los estados provinciales, con afirmación
de la soberanía e independencia y con sus complejas relaciones y conflictos sociales.
En el litoral argentino durante el siglo XIX las provincias de Corrientes, Entre Ríos y Santa fe
exhiben una notable diversidad de situaciones políticas.
Santa fe: es una provincia gobernada por un tipo caudillo (Estanislao López).
Corrientes: no es provincia de caudillo y presenta un orden institucional notablemente estable
y eficaz.
Entre Ríos: luego de la derrota y muerte del caudillo Francisco Ramírez se constituye una
provincia sin hombre fuerte, con muchos caudillos menores como López Jordán y J J Urquiza y
se sume en una anarquía política larga y aguda.
Esa diversidad de formas de ejercicio del poder se corresponde con una diversa evolución
económica y con diferentes políticas en referencia a las relaciones interprovinciales,
especialmente frente a Bs As.
En el periodo que sucede a la grave crisis del 1820 la evolución del litoral estará caracterizada
por el crecimiento económico y político de Corrientes, la anarquización política de Entre Ríos y
su sometimiento a BsAs y la cada vez mayor debilidad de Santa fe. Todo esto dentro de un
proceso de disgregación del fuerte poder caudillista que culmino en 1820, ya que el triunfo de
los caudillos federales (López y Ramírez) había sido revertido inmediatamente. Si bien el
caudillismo persiste como realidad, los conflictos entre las provincias del litoral y entre ellas y
con Bs As no podrán ser caracterizadas como conflictos de caudillos.
¿Cuáles son las razones de esa disparidad? Distintas condiciones demográficas, económicas y
sociales, que hacen que Corrientes sea una provincia de mas envergadura que Entre ríos y
Santa fe. Por ejemplo, Mansilla caracteriza a la población de Entre Ríos como una población
acostumbrada a un genero de vida propenso a la ignorancia, inmoralidad, desorden, como “el
germen de revolución y anarquía”. Esa caracterización puede extrapolarse también a las
sociedades de Santa Fe y hasta los del sur de Corrientes, justo donde suelen suceder las mas
comunes sublevaciones militares que han sido aplastadas por el gobierno correntino en 1824 y
1825. El resto de la población se dedicaba a la agricultura tropical que convivía con la
ganadería y artesanías. Esa diversificación de la tarea productiva constituía al correntino como
un hombre reacio a las actividades militares, lo que facilito al estado provincial el orden social.
La herencia recibida de los años de conflictos civiles era una situación de escasa legalidad en el
desarrollo de las relaciones entre particulares y en el acatamiento de las disposiciones de las
autoridades. Cuando los correntinos asumieron el control de su provincia en 1821, el acuerdo
de preeminencia de sus intereses frente a las demás provincias estuvo unido a la conciencia
del peligro que representaba tanto al desborde de sectores populares, como de jefes militares.
A partir de estos factores de unidad en el seno del grupo social dominante, se habría de
construir un estado provincial notable en su época por la solidez institucional, control de
grupos populares, alto grado de legalidad en la vida interna, eficacia en sus finanzas públicas y
su política económica en general.
La historia del éxito o fracaso en el consenso político entre grupos dominantes demuestra tres
soluciones distintas en base a la construcción de cada estado provincial. El fracaso de Entre
Ríos en ese consenso, fundamentalmente por la intromisión de política externa de Santa Fe y
Buenos Aires, conjugado al fuerte regionalismo interno. Y por otro lado al éxito de Corrientes y
Santa Fe, pero con distinta formula política: En corrientes el aplastamiento de la insurgencia
militar proclive al caudillismo, y en Santa Fe el éxito de un caudillo de origen militar, con apoyo
rural y anulación de la resistencia del viejo sector político del cabildo de Santa fe. Se produce
en Santa fe un debilitamiento del viejo grupo dirigente producto de la guerra de Buenos Aires,
el dominio artiguista en regiones aledañas a los ríos Uruguay y Paraná y el asedio de los indios.
A causa de esto asciende un caudillo de origen militar, Estanislao López, en 1818 y que va a
durar hasta su muerte en 1836. Va aumentando su prestigio militar especialmente por la lucha
exitosa contra las tropas de Bs As en 1819. De esta manera va a ser durante ese lapso la única
provincia que responde a la imagen clásica de caudillismo.
La provincia de Entre Ríos, presenta en el mismo periodo un cuadro político caracterizado por
frecuentes rebeliones armadas. El paso a su nueva organización estatal fue preparado y
llevado a cabo por un oficial no nativo, de origen bonaerense el coronel Lucio Mansilla, que
buscaba hacer de entre ríos la retaguardia política y militar de Buenos Aires de 1821 hasta
1824. La turbulenta vida entrerriana fue motivada en gran parte por la reacción de diversos
caudillos locales. La intensidad de la rebeldía hace abandonar a Mansilla su poder en 1824 y lo
cede a un nativo el comandante León Solas. Sin embargo, Solas no cambio de orientación
política, por lo que la agitación no ceso, sino que se intensifico al grado de pasar por 21
gobernadores en el periodo de 1826 a 1831. A comienzos del 1832 la presión de Estanislao
López, impone como gobernador a el santafecino Pascual Echague quien gobernaría entre ríos
hasta 1841. Es un periodo de estabilidad debido a la sustitución de influencia de López sobre
Echague por la de Rosas, y el logro de un modo vivendi de los entrerrianos de la región
oriental. Las dificultades de organización del estado provincial entrerriano, tenían también
causas en su penuria financiera que se va a corresponder a la vez con la intensa anarquía que
Vivian.
El peculiar desarrollo de su organización estatal se dio por medio del aplastamiento de toda
posible emergencia de un poder personal de hecho basado en la fuerza militar y el apoyo de
grupos populares. Constituyo así un ordenamiento legal realmente vigente y eficaz con
gobernantes que terminaban su mandato regularmente (desde 1821 a 1839)
Los egresos en materia militar fueron menores en Entre Ríos que en Corrientes, de manera
que se puede afirmar que las diferentes historias financieras de ambas provincias fueron
función de la distinta evolución de su economía y de su dispar eficacia administrativa en la
recaudación fiscal vinculados al orden interno y las relaciones interprovinciales. El mayor gasto
de Corrientes contribuyo al afianzamiento del orden.
Las medidas iniciales del estado correntino tendieron a asegurar un orden institucional a
través de la junta de comandantes de Campaña y de cuerpos de milicia formados por vecinos.
El comandante Gral. de armas la presidio hasta que su cargo fue transferido al gobernador
electo en diciembre de se mismo año. Este lo abandono para colocar en el al teniente coronel
de infantería Agustín Diaz Colodrero. En 1824 fue separado de su cargo por el gobernador
Blanco a raíz de la sublevación de las tropas a su cargo. A partir de esos sucesos que el
gobierno logro controlar la provincia de corrientes no tuvo oficiales de nota hasta los años de
1838.
Las bases mismas del estado descuidaban posibles factores de enfrentamiento interno. El
estatuto constitucional de 1822 dejaba al gobernador plenas facultades en el terreno militar.
En entre ríos el cuadro que ofrece el gasto militar estatal es el de una desordenada e
improvisada sucesión de respuestas inmediatas a las urgencias derivadas de la permanente
agitación interna. Respuestas que se van renovando en base al constante fracaso.
El problema fundamental de las finanzas entrerrianas no era el monto de sus gastos militares
sino el pronunciado declive de la recaudación fiscal. La provincia se encontraba en una especie
de circulo vicioso: la anarquía política había contribuido a un colapso productivo que hubo de
reflejarse en el consiguiente descenso de las rentas públicas. Esto obligo a recurrir a la
exacción fiscal compulsiva (empréstitos forzosos, adeudos a personal y proveedores del
estado).
Es significativo que el comienzo del periodo de estabilidad y orden interno abierto con
Echague, fuera precedido por un cambio de orientación del principal caudillo de la región,
Urquiza. Un movimiento de 1830 que estallo en Gualeguay, Gualeguaychú y concepción del
Uruguay hizo que López Jordán y Urquiza se apoderaran del gobierno provincial, pero debieron
resignarlo ante la intervención santafesina y bonaerense para volver a levantarse en marzo del
año siguiente con igual resultado adverso. Luego de la derrota, se le confiscaron los bienes a
Jordán y Urquiza, quien evito la prisión por medio de un indulto de Estanislao López. En santa
fe surge junto con Echague conversaciones sobre la futura organización nacional. Urquiza fue
nombrado comandante Gral. del departamento segundo principal, por lo que se le otorgo el
control de la mitad oriental de Entre Ríos.
Por otra parte, si el acuerdo modificaba la actitud de los caudillos de la región oriental,
también implico ciertos cambios políticos en el gobierno provincial. Cedieron el control de
parte de la provincia a los hombres de aquella región y toleraron su influencia en el gobierno.
Dieron ciertas concesiones para instalar saladeros en Paraná, concepción del Uruguay, victoria,
Gualeguay y Gualeguaychú como medio para alivianar tensiones.
Los líderes correntinos convencidos de que la existencia del estado provincial fue posible por
medio de la derrota de los “caudillos de la anarquía”, se movieron también persuadidos de que
el buen éxito del proceso de afianzamiento de ese estado dependía de la supresión de toda
posibilidad de reviviscencia del caudillismo. Los “partidos” correntinos lograron dirimir
pacíficamente sus diferencias. Apoyados en su económica y finanzas relativamente sólidas,
pudieron enfrentar a Bs As.
Entre Ríos, fue dependiente durante dos décadas de Sta. Fe y BS AS. La persistencia resistencia
de la región oriental a la intromisión santafesina y bonaerense, con su secuela de anarquía
política y degradación económica, convirtió a su debilidad en una carta decisiva para lograr
mayor autonomía de sus vecinas.
La atracción ejercida por la figura del caudillo rural ha entorpecido el estudio del estado
provincial autónomo de la primera mitad del siglo XIX, cuyos esfuerzos por afirmarse en el
orden interno e interprovincial no siempre ni necesariamente dependen del caudillismo.